Viacrucis San Clemente 2020
Viacrucis San Clemente 2020
Viacrucis San Clemente 2020
VÍA CRUCIS
Conventos y Monasterios de Clausura
CUARESMA 2020 - SEVILLA
Santa Misa: laborables a las 08.30 horas y festivos a las 10.00 horas.
EL PIADOSO EJERCICIO DEL VÍA CRUCIS
Señor Jesús,
también a nosotros nos repites, esta tarde,
las palabras que dijiste un día a Pedro: Sígueme.
Obedeciendo a tu invitación
queremos seguirte, paso a paso,
por el camino de tu Pasión,
para aprender también nosotros
a pensar según Dios
y no según los hombres.
Canto
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
Meditación
Como cualquier persona cuando afronta la muerte, también
Cristo está embargado de angustia. La oración de Jesús es
dramática y el sudor, mezclado con sangre, que resbala por su
rostro es signo de su tormento. Orar en el tiempo de la prueba es
una experiencia que conmueve el cuerpo y el alma. Aquí nos
reconocemos a nosotros mismos cuando atravesamos la noche
del dolor lacerante, de la soledad de los amigos, del silencio de
Dios. En él descubrimos también nuestro rostro, cuando está
bañado en lágrimas y marcado por la desolación. Pero la lucha de
Jesús no desemboca en la tentación de la rendición desesperada,
sino en la profesión de confianza en el Padre y en su misterioso
designio. En esa hora amarga repite las palabras del
Padrenuestro: No se haga mi voluntad, sino la tuya. Entonces
aparece el Ángel confortador que ayuda a Jesús y nos ayuda a
nosotros a seguir hasta el fin nuestro camino.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS ES ARRESTADO
Meditación
Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? Son palabras
tristes que revelan el mal que anida en el corazón agitado del
discípulo. Esa traición y ese beso, a lo largo de los siglos, se han
transformado en el símbolo de todas las infidelidades, de todas
las apostasías, de todos los engaños. No es la soledad que tanto
amaba Jesús, cuando se retiraba a los montes a orar, no es la
soledad interior, fuente de paz y de serenidad porque con ella
nos asomamos al misterio del alma y de Dios. Es, por el
contrario, la experiencia dolorosa de tantas personas que
también en esta hora en que nos encontramos aquí reunidos, al
igual que en otros momentos del día, están solas en una
habitación, ante una pared desnuda o ante un teléfono mudo,
olvidados por todos por ser viejos, enfermos o extranjeros. Jesús
bebe con ellos también este cáliz que contiene el veneno del
abandono, de la soledad, de la hostilidad. A la noche sucederá el
alba, a la oscuridad la luz, a la traición el arrepentimiento,
también para Judas. Por esto, a pesar de todo, es preciso seguir
esperando y amando.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN
Meditación
En este simulacro de juicio hacen a Jesús dos preguntas
capitales: ¿Eres tú el Cristo? ¿Eres tú el Hijo de Dios? La respuesta
de Jesús parte de una premisa casi desalentada: Si os lo digo, no
me creeréis. Si os pregunto, no me responderéis. Por
consiguiente, sabe que se cierne sobre él la incomprensión, la
sospecha, el equívoco. Sin embargo, a pesar de la
incomprensión, Jesús no duda en proclamar el misterio que hay
en Él y que, desde ese momento, está a punto de ser revelado
como una epifanía: Ego sum. Jesús nos recuerda a todos el deber
de dar testimonio de la verdad. Un testimonio que se debe dar
incluso cuando es fuerte la tentación de esconderse, de
resignarse, de dejarse llevar a la deriva por la opinión dominante.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
Canto
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES NEGADO POR PEDRO
Meditación
La negación de Pedro revela su fragilidad, el egoísmo, el miedo.
Sin embargo, el telón no cae sobre esta traición, como había
acontecido con Judas. En efecto, en esa noche un sonido intenso
desgarra el silencio de Jerusalén y sobre todo la conciencia de
Pedro, el canto de un gallo. En su historia se condensan
numerosas historias de infidelidad y de conversión, de debilidad
y de liberación. La mirada misericordiosa de Cristo lo salvó. Como
sucedió al apóstol, también nosotros tenemos abierto el camino
del encuentro con la mirada de Cristo, que nos hace el mismo
encargo: También tú, una vez convertido, confirma a tus
hermanos.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
QUINTA ESTACIÓN
JESÚS ES JUZGADO POR PILATO
Meditación
Pilato encarna a primera vista la brutalidad represiva. A él se une
también otro poder oscuro e impalpable, la fuerza feroz de las
masas, manipuladas por las estrategias de los poderes ocultos
que traman en la sombra. El resultado es la decisión de indultar a
un rebelde homicida, Barrabás. Bajo la presión de la opinión
pública, Pilato encarna una actitud que parece dominar en
nuestros días: la indiferencia, el desinterés, la conveniencia
personal. Para vivir tranquilos y buscando el propio beneficio, no
se duda en pisotear la verdad y la justicia. La inmoralidad
explícita engendra al menos una turbación o una reacción, pero
esta es pura amoralidad, que paraliza la conciencia, extingue el
remordimiento y embota la mente. La indiferencia es la muerte
lenta de la verdadera humanidad.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS
Meditación
Un día, mientras caminaba por el valle del Jordán, Jesús se había
detenido y había dirigido a los Doce unas palabras duras e
indescifrables para ellos: Mirad que subimos a Jerusalén y se
cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del
hombre, pues será entregado a los gentiles y será objeto de
burlas, insultado y escupido y después de azotarle le matarán.
Ahora esas palabras dejan de ser enigmáticas. En el patio del
pretorio, comienza el lúgubre ritual de la tortura. El rostro que se
manifestó transfigurado en el Tabor, ahora está desfigurado.
Como había anunciado Isaías, tiene la espalda surcada por los
azotes, la barba arrancada de las mejillas, el rostro lleno de
salivazos. En Él, que es el Dios de la Gloria, está presente
también nuestra humanidad doliente, en Él, que es el Señor de la
Historia, se revela la vulnerabilidad de las criaturas, en Él, que es
el Creador del mundo, se condensan los suspiros de dolor de
todos los seres vivos.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
Canto
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
Meditación
Jesús avanza y vacila bajo el peso de la cruz por la debilidad de su
cuerpo herido. Hoy en torno a Jesús que sostiene el madero, se
desarrolla la vida diaria de la calle, marcada por los negocios, por
los escaparates rutilantes, por la búsqueda del placer. Y, sin
embargo, en torno a Él no sólo hay hostilidad o indiferencia. Tras
sus pasos avanzan hoy también quienes han elegido seguirlo.
Han escuchado la llamada que un día Él hizo al pasar por los
campos de Galilea: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Al final de la Vía
Dolorosa no sólo está la colina de la muerte y el abismo del
sepulcro, sino también su gloriosa Ascensión a la Luz.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO A LLEVAR LA CRUZ
Meditación
Parece que Simón pasaba por allí por casualidad. No sabía que
ese encuentro sería extraordinario. Cuántos hombres, a lo largo
de los siglos, hubieran querido estar allí, en su lugar, haber
pasado por allí precisamente en ese momento. Es el misterio del
encuentro con Dios, que cambia repentinamente tantas vidas.
Dios está al acecho por las sendas de nuestra existencia diaria. Es
Él quien a veces llama a nuestra puerta, pidiendo sentarse a
cenar con nosotros. Cualquier imprevisto puede transformarse
en un don de conversión. De este modo, el Cireneo es el
emblema del abrazo misterioso entre la gracia divina y la obra
humana.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Meditación
Cristo, durante su vida terrena, superando convenciones y
prejuicios, a menudo se había rodeado de mujeres y había
conversado con ellas, escuchando sus dramas pequeños y
grandes. Desde la fiebre de la suegra de Pedro hasta la tragedia
de la viuda de Naím, desde la prostituta que lloraba hasta el
tormento interior de María Magdalena, desde el afecto de Marta
y María hasta el sufrimiento de la mujer que padecía un flujo de
sangre, desde la joven hija de Jairo hasta la anciana encorvada,
desde la noble Juana de Cusa hasta la viuda indigente. Nosotros,
ahora, nos imaginamos que están también a su lado todas las
mujeres que sufren. Es una larga lista de mujeres que
testimonian ante un mundo árido y cruel el don de la ternura y
de la conmoción. Esas mujeres nos enseñan la belleza de los
sentimientos. No debemos avergonzarnos de que nuestro
corazón acelere sus latidos por la compasión, de que a veces
resbalen las lágrimas por nuestras mejillas, de que sintamos la
necesidad de una caricia y de un consuelo.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
Canto
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CRUCIFICADO
Meditación
Comienzan a transcurrir las últimas horas de la vida terrena de
Cristo, horas marcadas por el desgarramiento de su carne, por el
descoyuntamiento de sus huesos, por la asfixia progresiva, por la
desolación interior. Son las horas que atestiguan la plena
fraternidad del Hijo de Dios con el hombre que sufre, agoniza y
muere. En torno a ese patíbulo parece resonar la voz de Isaías: Él
ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
Él soportó el castigo que nos trae la paz y con sus llagas hemos
sido curados. Él se da a sí mismo en expiación. Los brazos
abiertos de aquel cuerpo martirizado quieren abarcar todo el
horizonte, abrazando a la humanidad. En efecto, esta era su
misión: Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mí. A través de la derrota de su humillación y la impotencia
de la muerte, Él abre la puerta de la gloria y de la vida,
revelándose como el verdadero Señor y Rey de la historia y del
mundo.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN
Meditación
En medio de una terrible agonía, la energía vital de Jesús se va
apagando lentamente. Sin embargo, aún tiene fuerza suficiente
para realizar un último acto de amor en favor de uno de los dos
condenados a la pena capital que se encuentran a su lado en
esos instantes trágicos. Poco se dijeron en medio del dolor estos
dos hombres crucificados pero esas breves palabras
pronunciadas con dificultad por sus gargantas secas resuenan
aún hoy y constituyen siempre un signo de confianza y de
salvación para quienes han pecado, pero también han creído y
esperado, aunque sea en la última frontera de la vida.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS EN LA CRUZ, LA MADRE Y EL DISCÍPULO
Meditación
Ahora para María ha llegado el momento de la separación
suprema. Reina el silencio, sólo roto por una voz que baja de la
cruz y del rostro torturado del Hijo agonizante. Es mucho más
que un testamento familiar. Es una revelación que marca un
cambio radical en la vida de la Madre. María vuelve a ser madre
y sus hijos serán todos los que son como el discípulo amado, es
decir, todos los que se acogen bajo el manto de la gracia divina
salvadora y que siguen a Cristo con fe y amor. Desde aquel
instante María ya no estará sola, se convertirá en la Madre de la
Iglesia. Desde aquel momento también nosotros caminamos con
Ella por las sendas de la fe, nos encontramos con Ella en la casa
donde sopla el Espíritu de Pentecostés, nos sentamos a la mesa
donde se parte el Pan de la Eucaristía y esperamos el día en que
su Hijo vuelva para llevarnos como a Ella a la eternidad de su
Gloria. Nunca olviden que a Cristo se va y se vuelve por María.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
Canto
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Meditación
Hace unos minutos era el velo de la noche el que envolvía a
Getsemaní, ahora es la oscuridad de un eclipse la que se
extiende como un sudario sobre el Gólgota. El poder de las
tinieblas parece dominar sobre la tierra donde Dios muere. El
Hijo de Dios, por ser verdaderamente hombre y hermano
nuestro, debe beber también el cáliz de la muerte. Así es como
Cristo se hace plenamente uno de nosotros, presente con
nosotros también en la extrema agonía entre la vida y la muerte.
Una agonía que tal vez se repite también en estos minutos para
un hombre o una mujer aquí en Sevilla y en muchas otras
ciudades y pueblos del mundo. En efecto, incluso estando allá
arriba, muriendo en aquel patíbulo, mientras su respiración de
apaga, Jesús no deja de ser el Hijo de Dios. En aquel momento en
todos los sufrimientos se siembra la semilla de vida inmortal y
brilla un rayo de luz divina.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
Meditación
Envuelto en el santo sudario, el cuerpo crucificado y martirizado
de Jesús se desliza lentamente de las manos amorosas de José de
Arimatea hasta el sepulcro excavado en la roca. En las horas de
silencio que seguirán, Cristo será verdaderamente como todos
los hombres que entran en el seno oscuro de la muerte, de la
rigidez cadavérica, del fin. La vigilia de los judíos en sus
habitaciones se convierte casi en el símbolo de la espera de
aquellas mujeres, de aquel discípulo secreto de Jesús y de los
demás discípulos. Una espera que ahora invade con una
tonalidad nueva el corazón de todos los creyentes cuando se
encuentran ante un sepulcro o incluso cuando sienten que en su
interior se posa la mano fría de la enfermedad o de la muerte. Es
la espera de un alba en la que Cristo habrá vencido para siempre
a la muerte.
Señor pequé,
ten misericordia de mi.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesús,
pese nuestra miseria
te hemos seguido, paso a paso,
por el camino de tu Pasión.
Ayúdanos a no olvidar nunca
que pagaste con tu sangre
el precio de la redención de nuestras almas.
Tú, que vives
y reinas por los siglos de los siglos.
Amén
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA
por la persona y las intenciones
del Santo Padre Francisco
y las necesidades de la Santa Madre Iglesia.
SALVE REGINA