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Psicoterapia de Grupo

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

NÚCLEO SAN ANTONIO DE LOS ALTOS

ESCUELA DE PSICOLOGIA

QUINTO TRIMESTRE

PSICOMETRIA 2

Psicoterapia de grupo, principios básicos y aplicaciones

Autora:

Bustamante, Stephany

C.I. 28.329.682

Marzo, 2020
Índice

Introducción............................................................................................................................................................................................................................... 3

I.-ANTECEDENTES HISTÓRICOS......................................................................................................................................................................................... 4

II.- FREUD Y LOS PIONEROS DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO...................................................................................................................................6

III.-PSICOTERAPIA DE GRUPO Psicoanalítica...................................................................................................................................................................... 7

A.- TEORÍA PSICODRAMÁTICA....................................................................................................................................................................................... 8

B.- PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA EN GRUPO........................................................................................................................................................8

C.- PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO........................................................................................................................................................9

IV.- APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO................................................................................................................................................13

Conclusion................................................................................................................................................................................................................................ 15

Referencias Bibliográficas........................................................................................................................................................................................................ 15
Introducción

Durante los años cuarenta y cincuenta, tras la Segunda Guerra Mundial, surgió la terapia de grupo como respuesta a las necesidades psicológicas de

los soldados que participaron en los enfrentamientos bélicos. Este método de intervención terapéutica consiste en la reunión de dos o más personas con uno o

dos psicoterapeutas a cargo de su conducción. Su meta principal es que los integrantes hablen, reflexionen, se identifiquen con sus compañeros y mejoren su

potencial personal a partir del diálogo, las discusiones y el compartir experiencias.

Al ser un tipo de tratamiento que puede atender a varios pacientes simultáneamente, suele emplearse en ambientes hospitalarios con muy buenos

resultados. Por ejemplo, se armaron grupos terapéuticos en los albergues o en las clínicas de salud mental localizadas cerca de las zonas devastadas de la

Ciudad de México por el sismo del pasado 19 de septiembre. Cientos de vidas e inmuebles se perdieron a causa del terremoto y miles de habitantes en la

ciudad requirieron servicios de salud mental, pues presentaban síntomas como: ansiedad, pánico, estrés, crisis nerviosas, agotamiento, angustia, pesadillas,

insomnio, depresión, irritabilidad, dolores físicos e imágenes recurrentes de lo acontecido.

La terapia grupal brinda apoyo a quienes enfrentan cambios o crisis vitales, por ejemplo, la pérdida de la salud, el trabajo, conflictos con los hijos y

con la pareja, entre muchos temas más. Un conjunto de personas con el mismo conflicto se reúnen para hacerle frente con ayuda del sostén que reciben de los

demás miembros, poniendo en palabras sus emociones y pensamientos. Al igual que un proceso clínico individual, este tipo de terapia ayuda a sus integrantes

a mejorar sus habilidades, a generar insight sobre sus problemas y a reflexionar sobre sus relaciones con los demás. Los participantes hablan sobre lo que les

perturba, su respuesta ante ciertos acontecimientos y las consecuencias de esas reacciones, tanto positivas o negativas. Un experto observa la manera de

responder del grupo, si confirman, apoyan, critican o si simplemente se limitan a compartir lo que evocó en ellos la vivencia emocional de su compañero. El

terapeuta ‒u otro miembro‒ modera los temas de debate.

Esta experiencia le brinda a los pacientes la sensación de no estar solos con sus problemas, les permite observar que hay otros que sienten lo mismo.

El grupo es fuente de apoyo y fortaleza en momentos cruciales. Sin embargo, no se trata únicamente de compartir, sino que su eficacia se basa en que los

participantes puedan conferirle un significado a sus propias experiencias a través de los relatos de otros que lidian con conflictos similares. Se le da la

oportunidad a cada miembro de tener un rol en el tratamiento de otro con diferentes puntos de vista. El mundo interno de cada integrante cobra vida en las

relaciones dentro de un grupo. Por lo tanto, es posible observar cómo funcionan los procesos proyectivos e introyectivos en la dinámica grupal y la meta

consiste en la modificación de las emociones que rigen las relaciones de cada integrante. El objetivo es mejorar comprensión del mundo, de sí mismos y, por

ende, de su forma de establecer vínculos con los demás.

La terapia de grupo puede ser de tres tipos: de apoyo, reeducativa o reconstructiva. La terapia grupal con orientación psicoanalítica cae en la categoría

de terapia reconstructiva. Se distingue de las demás porque el terapeuta le habla al grupo como si se tratase de una sola mente, de una unidad psíquica,

tratando de encontrar las ideas y pensamientos inconscientes en el grupo, sin dejar de lado la comprensión de las relaciones que se establecen entre los

participantes del grupo y con el terapeuta. A partir del conocimiento de sí mismos y de su forma de interactuar con los demás, se pretende favorecer el cambio

en la conducta y en el modo de vincularse en la vida cotidiana.

Actualmente la terapia de apoyo grupal tiene gran auge. Se emplea para situaciones de toda índole: víctimas de alguna emergencia, pacientes con

enfermedades terminales, familiares de alcohólicos, niños con leucemia, personas con trastornos alimenticios (obesidad, bulimia o anorexia) o en situaciones

de crisis
I.-ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
Aunque ya en textos como la República de Platón y la Política de Aristóteles aparecen un conjunto de hipótesis y análisis sobre los fenómenos

colectivos, es a comienzos del siglo XX, cuando el estudio de los grupos y de las relaciones humanas adquiere un carácter experimental. El término grupo es

reciente, las lenguas antiguas no disponían de ningún término que designara una asociación de pocas personas con objetivos comunes, este término parece

provenir del término italiano groppo o gruppo, que designa a varios individuos, pintados o esculpidos, que componen un tema.

Es a mediados del s. XVIII cuando dicho término designa una reunión de personas, y a comienzos del XIX cuando se puede encontrar, en la obra de

Fourier y el mito del falansterio, la idea de que el hombre es un ser social o, más exactamente, un ser grupal. Durkheim, en el siglo XIX, contribuye a la

interpretación de los procesos colectivos, a través de sus conceptos de solidaridad, anomia y los símbolos sociales, crea la hipótesis de una conciencia

colectiva, de una “dinámica social” y define al grupo social como algo más que la suma de los miembros y, en el XX, Lewin insiste en esta idea cuando

plantea que el grupo es una totalidad diferente a la suma de sus partes.

Homans, 1977, define al grupo del siguiente modo: “serie de personas que durante un lapso de tiempo tienen un trato mutuo frecuente, y cuyo número es

suficientemente reducido como para que cada uno pueda entrar en relación con todos los demás, frente a frente”. Observamos que hay tantas definiciones de

“grupo” como autores se han dedicado al tema, pero en todas ellas se dan las características siguientes: pluralidad de personas, delimitación espacial y

temporal de la experiencia y comunicación de los miembros entre sí, considerándose elementos decisivos del grupo: la experiencia común, la

interdependencia, la distribución de funciones y la consecución de una meta. Con la Segunda Guerra Mundial la terapia de grupo cobró un gran impulso;

debido a los numerosos casos psiquiátricos, los pocos psiquiatras militares se vieron obligados a utilizar los métodos grupales por necesidad. Así, los

hospitales militares británicos y americanos se encontraron con los mayores expertos en psicoterapia de grupo (entre los británicos destacan, E. James

Anthony, S.H. Foulkes y W.R. Bion., y entre los segundos, A. Wolf y Eric Berne.

Previamente quisiera referirme a algunas disciplinas científicas y autores, fuera del campo clínico, que han dado valiosos elementos al campo grupal, a la

aportación de Freud y a los pioneros de la psicoterapia de grupo, para después centrarme en la psicoterapia de grupo psicoanalítica, que constituye el objeto

central de este trabajo. De las disciplinas que han aportado elementos y nociones de interés para comprender los fenómenos grupales, cabe destacar:

a) La teoría psicoanalítica, que plantea que en la estructuración psíquica del sujeto los grupos fundantes son el vínculo madre - hijo y la relación edípica,

ambos claves para la comprensión del aquí - ahora grupal. Su segundo modelo de personalidad incluye la noción de superyó, la conciencia moral del sujeto

humano, heredera de la cultura ética de los progenitores y de su grupo social; esta idea de que lo social es internalizable por el sujeto hasta constituir su propia

personalidad abre el camino a la concepción del mundo interno de la persona como sociedad mental en la que viven todos los personajes y objetos que tienen

relevancia para el sujeto.

b) La Psicología Social nos señala la importancia de los grupos en los procesos de socialización de los individuos. Aporta elementos acerca del liderazgo, de

los conflictos intra y extra grupo y de las actitudes frente al cambio. Dentro de ella, la teoría lewiniana plantea conceptos que han impregnado todas las

corrientes grupales, aporta el concepto de dinámica grupal, la importancia del liderazgo y de las fuerzas y tensiones que se dan dentro del grupo, así como

cuestiones referentes al cambio y la resistencia al mismo

(Maisonneuve, 1973).

c) La teoría general de los sistemas contribuye básicamente con la idea de que el sistema se muestra como una totalidad diferente a la suma de las partes

(principio de no sumatividad), entendiéndose sus componentes y propiedades como funciones del sistema total, dotado además de una finalidad. Sus nociones

acerca de los sistemas abiertos y su teoría de la equifinalidad abren perspectivas para el estudio de los grupos, asimismo la observación de que en un sistema

circular la alteración no está tanto determinado por sus condiciones iniciales, sino por la naturaleza del proceso o los parámetros del sistema. En este sentido,

en contraposición al psicoanálisis muestran la importancia tanto del aquí-ahora como de la búsqueda de los orígenes. En esta línea, la teoría de la

Comunicación plantea la relevancia de la simetría y de la complementariedad en la comunicación entre los sujetos y los grupos (Von Bertalanffy, 19814).

Las investigaciones fuera del campo clínico corresponden a autores como Cooley,

Elton Mayo, Asch, Allport, Newcomb y Lewin que introducen numerosos conceptos para la comprensión de los fenómenos grupales5. Cooley hace una

distinción entre grupos primarios y secundarios, los primarios (grupo familiar) se caracterizan por los lazos afectivos entre los miembros, mientras que en los

secundarios las relaciones son impersonales, racionales y formales; con este autor, dice Anzieu6, 1971, puede definirse al hombre como un animal grupal.

Elton Mayo estudia la formación de grupos espontáneos, en el ámbito laboral; estos grupos se dan normativas y se convierten en grupos primarios. Asch
examina la percepción y el pensamiento en el grupo y Allport la "facilitación social", refiriéndose a las aportaciones del grupo al individuo. Newcomb plantea

que para formarse un grupo se necesita dos condiciones: que los miembros compartan normas y que incluya a miembros cuyos roles estén interrelacionados;

ambas condiciones se dan en el grupo terapéutico.

En 1944 se crea el término "dinámica de grupos" por K. Lewin7, 1980, psicólogo alemán que describe al grupo como un todo dinámico sometido a la

influencia de diversas fuerzas, producto de la relación de los deseos y defensas de sus miembros, que a su vez están en continuo cambio; siendo el cambio y la

resistencia al mismo un aspecto esencial en la vida de los mismos. Define al grupo como “un conjunto de personas interdependientes”, un todo cuyas

propiedades son diferentes a la suma de las partes y plantea que su organización incluye además de los miembros, los objetivos, las normas, etc. Concluye que

los grupos no son objetos fijos sino que tienen una historia y un proyecto. Asimismo trabaja sobre la importancia del liderazgo en el grupo. Éste es

fundamental para comprender la dinámica grupal, ya que la estructura y la función de un grupo están determinadas por sus características. Describe tres tipos

de líderes: el líder autoritario, el democrático y el "laisserfaire", observa que en este último se da la agresividad más elevada. Su teoría ha tenido una influencia

importante en aquellos autores que trabajan con el grupo como un todo, como los ingleses Bion, Ezriel y Foulkes. Lewin intenta comprender las relaciones

entre los miembros de un grupo en el plano de su interdependencia. Posteriormente la teoría Interaccionista considerará que es la observación de las

interacciones lo que permite comprender la vida grupal (Maisonneuve, 1980). Bales, principal representante de esta corriente, hace una observación de los

procesos de interacción entre los individuos, entiende la interacción como un intercambio de intervenciones, siendo éstas una comunicación verbal o no.

Descubre la existencia de una complementariedad significativa entre el rol de líder y el de los otros miembros del grupo, de forma que si el líder interviene

mucho en la orientación de las tareas, el grupo produce relativamente poco, siendo más productivo cuando interviene sólo en el plano de la información. Una

de las críticas que se le puede hacer a esta teoría es que reduce la dimensión colectiva del grupo a la suma de las relaciones interpersonales, cuando es evidente

que las interacciones no bastan para describir la vida del grupo (Sbandi, 1990).

Por otro lado, Pagés, 1977, se interesa por la vida afectiva de los grupos y plantea que los fenómenos del grupo pueden ser considerados como

sistemas de defensa contra la angustia ante la separación. Este autor, en desacuerdo con Bion, considera que en los grupos la racionalidad es a menudo un

obstáculo para la cooperación, y una negativa para percibir el fenómeno afectivo más profundo del grupo, a saber, el de un vínculo positivo, vínculo

correlativo a la angustia común de separación, de abandono. Por otro lado, y en contraposición a Freud, opina que no es la existencia de un líder lo que hace

surgir a un grupo, sino la unión del grupo lo que determina el surgimiento del líder.

Sartre también se preocupa de los grupos, para él, el ser del grupo resulta del análisis del marxismo y el existencialismo; el grupo es el lugar donde se

pueden observar las condiciones sociales e históricas y analizar las diversas realidades individuales. Su aportación a la teoría grupal es la introducción del

pensamiento dialéctico. Piensa al grupo como un proceso de carácter dialéctico, un todo dinámico en movimiento, con relaciones de interioridad entre las

partes; Éste atraviesa diversas etapas en su desarrollo: fusión, juramento, organización, fraternización - terror e institucionalización (para pasar de la

aglomeración a grupo tiene que haber un interés y una acción común; en el momento de fusión hay una toma de conciencia de una tarea común). Para Sartre el

grupo no es una totalidad sino una totalización en proceso, considera que el grupo "no es", no porque niegue su existencia sino su falta de conceptualización.

Plantea que la serialidad es el origen del grupo y el tipo de relación humana en la que un individuo es equivalente a otro. En la serialidad no hay relación de

interacción, ya que ésta se establece cuando los hombres dejan de ser intercambiables, su característica es la soledad y el grupo se constituye en la lucha contra

ella (García de la Hoz, 1978).

Antes de centrarme en la psicoterapia de grupo psicoanalítica que es la metodología con la que he trabajado desde hace 25 años, más en concreto con

psicoterapia de grupo analítico – operativa, con pacientes de diferentes edades y patologías; con diversos encuadres (breves, intermedios y prolongados); en

grupos heterogéneos (trastornos de ansiedad, depresión, obsesivos, trastornos de personalidad, en los que en ocasiones incluía pacientes psicóticos), o grupos

con patología homogénea (esquizofrénicos, enfermedades somáticas), etc.; desearía hacer referencia brevemente a la terapia de grupo cognitiva –conductual y

a la técnica de Yalom, 2000, que en Estados Unidos es la terapia grupal que más se practica.

Referente a la primera, en los años 60 se empieza a aplicar al tratamiento de grupo, los principios conductistas relacionados con el refuerzo. A finales

de los 70 e inicios de los, la terapia grupal cognitivo – conductual incluye técnicas como la reestructuración cognitiva, el entrenamiento en habilidades de

intervención o manejo de situaciones y la relajación; más tarde introduce los métodos de exposición a estímulos. En los años, el entrenamiento en habilidades

sociales era la forma más importante de terapia grupal; en los y hasta el momento actual, el manejo de estrés y la agresividad se han convertido en los
objetivos terapéuticos. Ambos utilizan la reestructuración cognitiva y la relajación, así como la resolución sistemática de problemas. Se denomina

reestructuración cognitiva al proceso de identificar y evaluar las propias cogniciones, reconociendo los efectos perjudiciales de las desadaptativas y

sustituyéndolas por otras más apropiadas. Se utiliza el grupo en la hipótesis de que ofrece a los pacientes muchas posibilidades para aprender y practicar

conductas y cogniciones. El problema es que algunos terapeutas llevan la sesión como si fuera una clase y pierden la interacción grupal como una de las

mejores herramientas del tratamiento (Sheldon, 1996).

La segunda, se denomina terapia grupal interpersonal y pone el énfasis en el aprendizaje interpersonal como mecanismo curativo fundamental. Yalom

describe doce factores terapéuticos en el grupo: infundir esperanza, universalidad, información participada, altruismo, desarrollo de técnicas de socialización,

conducta imitativa, catarsis, factores existenciales, cohesión de grupo, aprendizaje interpersonal y el grupo como microcosmos social. Los terapeutas deben

facilitar la emergencia y maduración de estos factores curativos. Se fundamenta en una teoría interpersonal de la psicopatología que supone que los problemas

de los pacientes son resultado de conductas y creencias desadaptativas. Este abordaje terapéutico se diferencia de los otros en que el mecanismo más

importante del cambio es este aprendizaje interpersonal. El foco de atención se sitúa en el aquí – ahora, primándose las conductas, experiencias e interacciones

de los miembros durante el tiempo real del grupo. En cuanto a la selección de integrantes al grupo terapéutico excluye las patologías siguientes: trastornos

cerebrales, paranoides, hipocondríacos, psicóticos, dependientes de tóxicos y trastornos de la personalidad antisociales; prefiere los grupos heterogéneos en

cuanto a síntomas y características demográficas.

Llegados al final de esta trayectoria histórica de la psicoterapia de grupo, recordar que al principio la preocupación principal de los terapeutas grupales

era la aceptación del nuevo método como forma válida de tratamiento. Ahora a principios del siglo XXI, ya reconocida la gran validez del grupo como

instrumento terapéutico, en numerosos países se han creado

Asociaciones e Instituciones que se han dedicado a la investigación y al desarrollo de esta modalidad psicoterapéutica. Asimismo, en las redes de

asistencia pública a la salud mental ha habido un desarrollo creciente de las técnicas grupales para la atención de los problemas psicopatológicos, lo que ha

evidenciado la gran utilidad y relevancia de la psicoterapia de grupo y de las técnicas ligadas a la misma, tanto para trabajar lo intrapsíquico como lo

interpersonal en los trastornos psicopatológicos.

II.- FREUD Y LOS PIONEROS DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO


En el campo clínico, dentro de la teoría psicoanalítica, es Freud quien consigue integrar aspectos fundamentales para dar cuenta de la conducta del

sujeto: la integración entre, la conducta normal y patológica, los aspectos conscientes e inconscientes, y lo psíquico y lo somático. En lo que se refiere a la

relación entre individuo y sociedad, aporta la trascendencia de la historia infantil y familiar en la estructuración de la personalidad del sujeto. Descubre dos

conceptos fundamentales, el “superyo” y la “transferencia”; en el segundo modelo de la personalidad incluye la noción de “superyo” como una de las

instancias del aparato psíquico, constituido por la internalización de las relaciones sociales más significativas; de este modo, considera que la conciencia moral

del hombre es la heredera de la cultura ética de sus progenitores y de su grupo social. La transferencia, muestra los aspectos subjetivos de la relación a nivel

inconsciente, el sujeto, en el aquí, ahora actual, repite las relaciones de su historia infantil.

Aunque Freud nunca trabajó con grupos, su psicología psicoanalítica muestra en diversos textos su interés por el fenómeno de los grupos,

desarrollando conceptos de gran utilidad para el campo de lo grupal. En su trabajo "Psicología de las masas y análisis del yo", del año 1921, discute los

planteamientos de Tarde y Le Bon y plantea que la psicología individual es, al mismo tiempo y desde el principio, psicología social. Expresa textualmente que

"en la vida anímica individual aparece siempre integrado el otro como modelo, objeto, auxiliar o adversario". Adelanta la hipótesis de que “en la esencia del

alma colectiva hay relaciones amorosas; por un lado, el individuo se une por lazos libidinosos al jefe o a una idea y, por otro, a los otros miembros de la

comunidad, siendo los primeros más significativos”. Para Freud, el vínculo social se basa en la transformación de un sentimiento primitivamente hostil en un

apego positivo, que en el fondo no es más que una identificación, mantenida por el hecho de compartir un mismo amor con el mismo objeto.

Define el concepto central de “identificación” como “la manifestación más temprana de enlace afectivo a otra persona”. Recuerda que para Mac

Dougall la formación de una masa precisaba que existiera entre los miembros algo en común, un mismo interés que los enlazara a un mismo objeto; basándose

en este autor describe los procesos de identificación y la relación con el líder como mecanismos básicos para la comprensión de lo que sucede en "lo

colectivo". Freud en contraposición a la idea de Le Bon acerca del hombre como animal gregario, considera que es un animal de horda, un elemento

constitutivo de una horda conducida por un jefe. Para él, en la masa, la identificación se da por la relación afectiva con el caudillo; de ese modo, los individuos

reemplazan su ideal del yo por un mismo objeto y como consecuencia hacen una identificación recíproca de sus yoes. Estos lazos afectivos explican la
regresión de los sujetos, la disminución de la intelectualidad y la intensificación del afecto, con un paso al acto, mecanismos que no se dan cuando la masa

está organizada.

Para Freud el primer elemento de unidad en un grupo es la existencia de un líder, considerando que el lazo entre los miembros se basa en la relación

que cada uno tiene con dicho líder, vínculo de origen libidinoso. Estos aspectos también los señalan en su obra Cartwright y Zander, 1971, cuando plantean

que para Freud dos o más personas constituyen un grupo si han escogido el mismo objeto, modelo o los mismos ideales en su superyo y consiguientemente se

han identificado entre sí. La teoría freudiana del grupo ha influido mucho sobre la terapia grupal y ha ayudado a la comprensión de destacados fenómenos

grupales, pero es preciso seguir investigando para conocer otros elementos, además de los que se centran en la relación de dependencia de los miembros

respecto al líder.

Sucesivas investigaciones dentro del campo psicoanalítico corresponden a: Devereux, 1977, quien, desde el etnopsicoanálisis, señala la importancia de

la observación e investiga las implicaciones del observador en lo investigado así como la distorsión motivada por los prejuicios. Searles, 1980, quien, desde la

clínica, plantea como el terapeuta se incluye en los movimientos de simbiosis del grupo y, por último, Bleger, 1971, quien se sitúa en la frontera entre

psicología social y grupal y considera que hay dos tipos de sociabilidad, dos modos de relación en los grupos: “la interacción” y la “sincrética”, planteando

que el sincretismo es el vínculo más poderoso entre los miembros de un grupo sin el cual la interacción no sería posible. La noción de sociabilidad sincrética

tiene relación con la noción de serialidad de Sartre, con ella Bleger trata de mostrar los aspectos preverbales y de no relación en los grupos planteando que se

constituye a partir de los estratos de la personalidad no discriminada de los sujetos.

Las primeras experiencias con grupo dentro del campo clínico se realizan a comienzos del siglo XX, los pioneros de la psicoterapia de grupo utilizan

el método grupal con pacientes orgánicos y no con enfermos psiconeuróticos, parece que es Adler, discípulo de Freud, quien pone en marcha los primeros

grupos terapéuticos, de carácter público y gratuito, en Europa, aunque su intervención se centra más en los aspectos racionales que en los inconscientes. Pratt,

Low, Lazell, Marsh y Snowden ponen en marcha grupos cuyos objetivos son fundamentalmente de apoyo y contención, grupos dirigidos por un líder que

puede tener un funcionamiento paternalista o democrático. En estos grupos la información y los mecanismos de sugestión e identificación son importantes, lo

destacable es la función del terapeuta como líder carismático.

El método que se utiliza es dar clases sobre la enfermedad, y posteriormente se hace una discusión sobre el tema en grupo, reuniendo a los pacientes

(tuberculosos, enfermedad en aquellos momentos de evolución crónica y mortal) en grupos grandes. En 1905, Pratt observa que se establecen lazos

emocionales que influyen favorablemente tanto en el cumplimiento del tratamiento como en la evolución clínica. Además de los lazos emocionales entre ellos,

otro elemento que influye es la relación con el terapeuta, por eso sentaba a su lado a los que mostraban mayor interés. En esta técnica, el líder tiene un

funcionamiento autoritario o paternalista, los mecanismos de sugestión y aprobación por el líder son fundamentales. Se genera una identificación de los

pacientes por la idealización con un líder de tipo paternal. La estrategia es de contención y apoyo, sin embargo, algunos autores las denominaron técnicas

represivas (Bauleo19, 1970). Pratt es el pionero de la terapia de grupo en E.E.U.U., su experiencia se consolidó como uno de los ejes más importantes dentro

de la Institución, ya que ayudaba a los pacientes a enfrentarse con su enfermedad crónica.

Low utiliza esta técnica con pacientes psicóticos, establece un principio terapéutico que denomina “autoridad - sabotaje” y hace un plan de tratamiento

para cada paciente. Trata de sustituir el lenguaje del paciente por expresiones afirmativas acerca de la salud mental y cuando éste no responde le considera un

saboteador. También Lazell, 1921, y Marsh trabajan con pacientes esquizofrénicos y adoptan el método grupal de Pratt, aunque utilizan una técnica

denominada “didáctica”. En ésta, el terapeuta tiene un funcionamiento democrático, primero se hace una labor de información y, después, los pacientes

participan en la discusión posterior, siendo éste el criterio de evaluación del proceso de enfermedad.

Lazell trabaja con discusiones de grupo de orientación psicoanalítica. Marsh es un sacerdote que después se hace psiquiatra, trabaja grupalmente con

los pacientes internados incluyendo a los miembros de la plantilla. Por último, Snowden también da información sobre las enfermedades mentales a los

pacientes; posteriormente lo debaten en relación con sus problemas. En estas últimas técnicas, el líder funciona de manera democrática y la participación

activa de los pacientes es un indicador fundamental para explicar su mejoría.

III.-PSICOTERAPIA DE GRUPO Psicoanalítica.


Después de describir estas diversas aportaciones al campo de lo grupal, tanto fuera de la clínica, como aquellas planteadas con finalidades terapéuticas

y objetivos de información, discusión y apoyo, en pacientes tuberculosos, psicosomáticos, psicóticos y esquizofrénicos, en las que el líder tenía características

carismáticas y la sugestión o la participación activa era determinante para el proceso de mejoría de los sujetos, quisiera plantear diversas experiencias grupales
terapéuticas desde el año 1911, en el que Moreno se inicia en la psicoterapia de grupo y crea dicho término.

A pesar de los importantísimos aportes del psicoanálisis en sus distintas corrientes, al campo grupal, la lucha por la hegemonía dentro del campo

psicoterapéutico ha determinado que durante mucho tiempo y hoy todavía se niegue la validez y el enriquecimiento que supone en la clínica el uso del

instrumento psicoterapéutico grupal, campo en el que se dan mecanismos y situaciones propias, espacio donde las identificaciones y transferencias múltiples

determinan un proceso que a su vez enriquece y resignifica la elaboración de cada uno de sus integrantes. Tensión entre lo singular y lo colectivo, lo

individual y lo grupal, que ha dificultado la articulación entre ambos aspectos. Estas tensiones y dificultades no han evitado que en el momento actual, a

principios del siglo XXI, se pueda decir que la Psicoterapia de Grupo ha conseguido importantes desarrollos gracias a la Teoría Psicodramática y a la

Psicoterapia Psicoanalítica Grupal.

A.- TEORÍA PSICODRAMÁTICA


El creador de la teoría psicodramática es Moreno, 1966, quien introduce el término “Psicoterapia de grupo” en el año 1931 y, posteriormente crea la

Sociedad Americana de Psicoterapia de Grupo y Psicodrama. El psicodrama utiliza técnicas dramáticas, además de verbales, como medio de comunicación y

de elaboración. Por dramatización se entiende la representación de escenas significativas para el paciente; en la escena, éste interviene como actor y propone

el argumento. El psicodrama de Moreno se compone de cinco elementos: “el director, el yo – auxiliar, el actor paciente, los espectadores y el escenario”. La

escena representa el conflicto del paciente y el resto del grupo interviene al final de la dramatización, acerca de la problemática del paciente o de lo que se ha

movilizado en el resto de los integrantes.

Conceptos importantes de su teoría son las nociones de “catarsis, espontaneidad, rol y telé”. Se propone como tarea curar al grupo como un todo y al

miembro individual a través del grupo. Este método sirve para tratar tanto las relaciones interpersonales como los problemas psíquicos de los individuos de un

grupo. Propone ideas interesantes que luego desarrollarán otros autores, por ejemplo, que el grupo tiene una estructura y que en él los pacientes son agentes

terapéuticos unos de otros, asimismo que “grupo” significa estar juntos y que es algo más que la suma de los individuos. El aporte del Psicodrama a la

Psicoterapia Grupal ha sido la comprensión del grupo como una unidad interviniente en la acción. Este autor, en el año 1944 propone el “Psicodrama

Psicoanalítico” que resulta de la fértil unión de la teoría psicoanalítica con los aportes del psicodrama, corriente grupal que ha alcanzado interesantes

desarrollos en Francia y en Argentina. De este modo, se consigue la unión de dos marcos teóricos de gran interés que se han aplicado al grupo, superando la

confrontación entre el psicoanálisis y el psicodrama. Se integra “la dramatización y la verbalización”, siendo el espacio dramático el instrumento que permite

exteriorizar los objetos y los vínculos internos del sujeto.

B.- PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA EN GRUPO


Dentro de la psicoterapia de grupo psicoanalítica han surgido teorías y técnicas grupales que con una finalidad común: "la curación del individuo

dentro del grupo”, presentan importantes diferencias en sus conceptos y nociones. Entre ellas, la función del terapeuta o coordinador dentro del grupo, su lugar

como líder o no del mismo, su mayor o menor descentramiento del proceso; así como diversos métodos de trabajo que influyen en las relaciones

transferenciales que se establecen dentro del campo grupal. El campo de la psicoterapia de grupo ha sido polarizado entre aquellos que se centran en el

individuo dentro del grupo y los que enfocan al grupo como un todo. Es decir, aquellos que hacen “psicoanálisis en grupo” y los que trabajan con

“psicoanálisis del grupo”. Los primeros analizan al individuo en el grupo, pero no tienen en cuenta la estructura del grupo como una entidad dinámica y no

aprovechan las posibilidades nuevas que aporta este método de tratamiento. Los segundos trabajan con lo grupal y lo individual, pudiéndose centrar más en

unos aspectos o en otros.

Estas diferencias han originado diversas corrientes dentro de la psicoterapia de grupo que han apoyado una u otra línea de trabajo y que han mostrado

la diversidad respecto a los diagnósticos susceptibles de tratamiento grupal, los criterios de selección, etc. Así, para algunos autores, el grupo está solo

indicado para pacientes neuróticos y excluyen otras patologías, entre ellas las psicosis; otros, sin embargo indican tratamiento grupal en cualquier enfermedad

mental, excepto con pacientes en situaciones de crisis o grave riesgo para la vida. En cuanto a las discrepancias en la selección de los pacientes, unos

defienden la mayor homogeneidad posible, para que la interpretación de un paciente en el grupo sirva al resto de los integrantes y, sin embargo, otros, apoyan

la mayor heterogeneidad en los diagnósticos, argumentando que la diversidad posibilita un mayor enriquecimiento de sus integrantes y mejores condiciones de

elaboración por la multiplicidad de problemáticas y aportaciones de los diferentes miembros del grupo.

Asimismo han surgido desacuerdos acerca de la interpretación o intervención del terapeuta, ya sea más centrada en el individuo, en el grupo o en

ambos; diferencias en función de que los autores hagan una traspolación del Psicoanálisis individual a lo grupal o que desde un enfoque referencial
psicoanalítico reivindiquen la propia especificidad del campo psicoterapéutico grupal. En un lugar estarían los que reconocen la estructuración inconsciente

del psiquismo del sujeto y la posibilidad de analizarse en grupo y, en otro, los que teniendo en cuenta el inconsciente individual, centran su interés en la

dinámica grupal, en los efectos de la estructura grupal sobre los sujetos y muestran sus interrogantes acerca de a quien interpretar en los grupos. Estos y otros

elementos han ido diferenciando las diversas reflexiones acerca de la Psicoterapia de Grupo, tratando de superar los primeros momentos en que se la hacía

subsidiaria de la psicoterapia individual y, en función de esta idea, se indicaba tratamiento grupal, más por criterios económicos o por la alta demanda en los

Servicios de Salud Mental Públicos que, por criterios clínicos y psicopatológicos.

Como representantes de la primera línea, que denominaremos “Psicoanálisis en Grupo” podemos citar a Simmel, Trigant Burrow, Schilder, Wender y

Slavson, que, en las décadas de los años veinte y treinta, interpretan al individuo en el grupo y son los primeros autores que utilizan conceptos y técnicas del

Psicoanálisis para la comprensión de los grupos humanos. Introducen la interpretación en la situación colectiva, aplican al grupo el setting psicoanalítico y

crean las condiciones para descentralizar la coordinación y el liderazgo, hechos todos ellos muy importantes si recordamos el procedimiento sugestivo propio

de las terapias por el grupo que se efectuaban hasta entonces.

Simmel utiliza esta técnica, por primera vez, durante la primera guerra mundial en las neurosis traumáticas con el fin de favorecer la descarga

emocional y la liberación de los afectos. Wolf, 1950, realiza terapia de grupo con adultos e incluye el análisis de la transferencia, la resistencia y los sueños;

aboga por una controvertida innovación a base de sesiones alternas sin la presencia del terapeuta. Trigant Burrow observa en el grupo el mismo material que

en el tratamiento individual; manifestaciones de transferencia y mecanismos de defensa. Señala que las resistencias del paciente a este tipo de tratamiento son

menores porque el grupo terapéutico las disminuye al comprobar que sus dificultades no son exclusivamente suyas, y que además puede compartirlas con los

otros. Considera que la valoración de los otros en el grupo es el principal factor terapéutico. Este autor, por su interés en los aspectos sociales implicados en el

proceso de la enfermedad y del tratamiento, también realiza grupos informales de discusión en los que participan los pacientes, familiares y otros colegas. Fue

expulsado de la Asociación Psicoanalítica Americana cuando cambió de la perspectiva social a la fisiológica.

Schilder, 1976, plantea como objetivo terapéutico lograr el insight del paciente en el grupo, destaca problemáticas que se observan también en la

psicoterapia individual como la ansiedad, la culpa y la dependencia, y que pueden resolverse en la medida en que pueden exponerse libremente. Señala

algunas diferencias entre el vínculo con el terapeuta y el que se efectúa con los otros integrantes, siendo menos intenso el segundo. Este autor es psiquiatra y

algunos autores le consideran el pionero de la psicoterapia de grupo, debido a la interpretación sistemática que hace de la transferencia y de los sueños. En su

trabajo se centra en el análisis de las ideologías que definió como las ideas que tienen los seres humanos para orientar sus acciones. Wender considera que lo

grupal facilita profundizar en la terapia individual, por ello combina el tratamiento individual con el de grupo, observando como en éste el paciente tiene

mayor deseo de curarse. Este autor, también psiquiatra, trabaja en el ámbito hospitalario y ambulatorio, propone temas de discusión al grupo como, el

significado de los sueños, las motivaciones, el inconsciente, etc.

Slavson, 1976, señala algunos fenómenos particulares de los grupos como la identificación, la universalización, el desplazamiento, la multiplicidad de

objetivos y la disolución de la transferencia. Considera que para que la interpretación sea más válida los participantes tienen que presentar problemáticas

parecidas y para ello sugiere una homogeneización completa del grupo, haciendo una selección cuidadosa en cuanto a sexo, edad, diagnóstico, nivel

socioeconómico. Educador y trabajador social, inicia su trabajo a mediados de los años treinta en Nueva York y llega a adquirir una amplia autoformación

como psicoterapeuta. Desarrolla durante cincuenta años sus técnicas con grupos de niños, haciendo extensivo su método al trabajo con adolescentes y adultos;

funda en 1948 la Asociación Americana de Psicoterapia de Grupo.

El gran interés de estos psicoanalistas es que producen la institución de grupos terapéuticos dentro de la clínica psicoanalítica, generando las

condiciones adecuadas para la lectura de los procesos inconscientes que se dan en los grupos y mostrando que la escucha analítica es un instrumento

imprescindible en el tratamiento con grupos. En esta época también son muy interesantes los trabajos de grupo realizados por Balint con médicos, que aunque

no son grupos terapéuticos, se trabaja sobre la relación médico-paciente y, en especial, la contratransferencia del médico.

C.- PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO


Sus principales representantes son: Bion, Taylor, Ezriel y Foulkes, de la Escuela Inglesa, y Pichón Reviere, Grinberg, Langer y Rodrigué, entre otros,

de la Escuela Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupo. Estos autores utilizan los instrumentos psicoanalíticos y se preocupan más del colectivo, del

"plus" que supone el encuentro entre varias personas, por ello su interpretación va dirigida fundamentalmente al grupo. Foulkes, autor relevante dentro del

campo psicoterapéutico grupal puede ser considerado entre ambas tendencias. A continuación expongo las aportaciones de Bion, Foulkes y Pichón Reviere,
por la gran trascendencia de su trabajo.

a) Escuela Inglesa (modelo de Tavistock)


Bion, 1972, es el primer psicoanalista que hace un psicoanálisis de los grupos o para los grupos, es quien inicia dentro del campo analítico la visión de

un grupo como un todo. Define al grupo como una función o serie de funciones articuladas por un conjunto de individuos y señala que el grupo pone de

manifiesto algo que no podría observarse de otra manera, que el grupo es algo más que la suma de los individuos, pues un individuo en un grupo es algo más

que un sujeto aislado. Sugiere que el grupo y los fenómenos inherentes al mismo no comienzan, sino que son la continuación de los otros grupos en los que ha

participado el sujeto. Observa en el grupo dos niveles de actividad, una racional y otra emocional, a la primera la denomina “grupo de trabajo” y a la segunda

“supuesto básico”. El grupo de trabajo tiene relación con las funciones yoicas, con lo consciente, su funcionamiento está relacionado con los objetivos del

grupo; el supuesto básico interfiere con el anterior y se organiza por el clima emocional en el que participan todos los miembros del grupo, funcionamiento

que les impulsa a tener el mismo tipo de fantasías. Describe tres tipos de supuestos básicos: “dependencia, apareamiento y ataque - fuga”, cada uno de ellos

con su líder; supuestos básicos por los que va transitando el grupo, organización que es la modalidad de expresión de las fantasías acerca del coordinador. En

estos dos conceptos teóricos fundamentales de Bion se observa que dicotomiza la vida del grupo y da preponderancia a los elementos afectivos.

Fue una figura importante dentro del campo psicoterapéutico grupal porque en su teoría de los “Supuestos Básicos” apunta a ciertos operadores

organizacionales no individuales. Como dice Bauleo, consiguió por un lado, producir un instrumento para entender lo que sucedía al grupo como grupo y

abrió el campo grupal como un espacio de producción teórica y no como un nuevo campo de aplicación del psicoanálisis. Bion no dirige al grupo, pero centra

mucho las fantasías en él, maneja un encuadre de sesión psicoanalítica individual y utiliza interpretaciones al grupo que son transferenciales, promoviendo

situaciones de transferencia con él. Crea la noción de “mentalidad” y de “cultura grupal”, la primera se refiere a la expresión de la voluntad del grupo y se

constituye a través de las aportaciones inconscientes de los sujetos. La cultura grupal se refiere a la relación del grupo con el contorno social, expresa el

conflicto entre los deseos del individuo y la mentalidad grupal. En cuanto a su concepción sobre la enfermedad mental, la plantea también como un problema

grupal.

Pontalis critica a Bion señalando que los supuestos básicos que plantea, son efectos de una estructura sobre la que habría que interrogarse. En esta

misma línea, García de la Hoz sugiere que hoy los veríamos como producciones grupales que reúnen las características de los emergentes y considera que hay

que tener en cuenta los emergentes no transferenciales, ya que si no, el propio terapeuta impide que el grupo conforme sus propias situaciones. Como

observamos Bion hace referencia al grupo total y a como éste se organiza con respecto a él como terapeuta, diferencia técnica importante con el grupoanálisis

de Foulkes, que contempla al grupo como una totalidad que incluye al terapeuta.

Ezriel, 1950, siguiendo los aportes de Bion, muestra cómo en los diferentes comportamientos de los integrantes se puede hallar un denominador

común sobre el que se apoye la interpretación transferencial, interpretación en el aquí - ahora que obliga a interrogarse sobre el lugar que el paciente da al

terapeuta y la relación que trata de establecer; la técnica de este autor se basa en la continua interpretación de la transferencia, considerando que son las únicas

que producen cambios en los sujetos. Taylor, siguiendo esta línea de trabajo describe un fenómeno que se da en los grupos, "el chivo emisario". En él se

muestra como los integrantes del grupo inducen a que uno de ellos se comporte de una manera determinada y, cuando lo hace, los demás actúan como

espectadores; en la interpretación, el terapeuta debe mostrar la participación de todos.

b) Psicoterapia grupoanalítica
En 1940 Foulkes39 crea la psicoterapia grupoanalítica y dice que es una psicoterapia por y del grupo... Éste adquiere una entidad propia cuya

resultante es independiente y mayor que la suma de las partes. Al principio analiza al individuo en el grupo y en una segunda etapa considera al grupo como

un todo planteando esa frase tan conocida, "el individuo humano nunca está aislado, la psicoterapia de grupo le arranca de su red primaria familiar y le mezcla

con otros, formando un campo de interacción en el que cada sujeto empieza de nuevo". Se organiza una matriz grupal constituida por la red de relaciones

afectivas entre los integrantes. Para él, la tarea es hacer consciente lo inconsciente y la función del terapeuta es analizar las múltiples transferencias, de los

pacientes al terapeuta, de los pacientes entre sí y de los pacientes hacia el grupo; el material producido es analizado por el propio grupo y la función que en un

principio recae sobre el terapeuta, progresivamente se desplaza a todo el grupo. Foulkes se preocupa de los objetivos y de la evolución del grupo; hace una

interpretación individual y grupal, procurando no atraer hacia su persona la transferencia sino referirla al grupo como totalidad; mostró su desacuerdo en que

sólo produjeran cambios las interpretaciones transferenciales, y opinaba que no se debía centrar el trabajo en éstas ya que ello podría reforzar la neurosis.

Tampoco comparte con Bion la idea de analizar la contratransferencia en el propio proceso grupal, considera que existen otros espacios donde se puede
realizar, ya sea la supervisión o el propio análisis del terapeuta. Describe factores específicos grupales que no aparecen en la psicoterapia individual: la

socialización, los fenómenos en espejo, los condensadores, los elementos en cadena y la resonancia.

Para Foulkes el terapeuta no es el líder del grupo, es un observador participante que ha de facilitar la función simbólica del grupo. Su función no es

solo interpretar; otro tipo de intervenciones muy importantes son las preguntas y los señalamientos. A este respecto dice: “primero, el grupo tiene que tomar

conciencia de lo que hace, dice, y, cómo se comporta, luego podrá plantearse los porqués”. No hace una búsqueda activa del pasado y trabaja en el aquí -

ahora que incluye relaciones intragrupales y vida cotidiana, considera que el pasado se reactualiza en este aquí - ahora. Este autor sugiere que la enfermedad

mental tiene una base social y surge a partir de las primeras experiencias en la familia, la cual está inmersa a su vez en una historia generacional y social;

opina que las neurosis y las psicosis se producen por bloqueos en los sistemas de comunicación y socialización, por ello considera que el grupo es el

tratamiento más adecuado para aquellos trastornos que se generan en el grupo familiar y en redes sociales más amplias. Plantea una psicoterapia del grupo y

por el grupo, ya que el paciente es un síntoma de la perturbación en el equilibrio de la red, es decir, de las relaciones más significativas de las que forma parte.

De todos modos reconoce circunstancias que hacen priorizar el tratamiento individual: casos graves, agudos y trastornos paranoides importantes. Foulkes fue

fundador de la Sociedad Internacional de Psicoterapia de Grupo. En España se ha desarrollado a partir de Joan y Hanne Campos y, por Guimón en el País

Vasco.

La línea kleiniana es desarrollada en Argentina por psicoanalistas que se nuclean alrededor de la Escuela Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de

Grupo. Estos autores toman al grupo como punto central y partida de toda interpretación, trabajan en el aquí - ahora grupal, considerando lo individual dentro

del marco colectivo en que se ha manifestado y pensando la situación transferencial como dada por la interacción de todos sus participantes. Recomiendan la

formación de grupos heterogéneos y al grupo como tratamiento complementario del psicoanálisis individual, asimismo plantean que los mecanismos de

identificación proyectiva e introyectiva permiten expresar y modificar los sentimientos y conductas de los integrantes de un grupo (Langer, Grinberg y

Rodrigué).

c) Técnica operativa de grupos


Dentro de la Escuela Argentina, Pichón Reviere, 1975, es el iniciador de esta técnica, alrededor de 1948, quien piensa al grupo como un todo. Autor

que hace valiosos aportes a la teoría de los grupos, al crear el concepto de “tarea”, “emergente” y otras nociones que son centrales para la comprensión del

proceso grupal. Para él, la tarea constituye el grupo, no hay grupo sin tarea y cada grupo la enfrenta en función del aprendizaje que ha realizado en sus grupos

familiares y anteriores a la experiencia actual; que por otro lado, presenta dos niveles, manifiesto y latente. La “tarea” en los grupos terapéuticos es el análisis

de los grupos internos de los sujetos en el interior del grupo terapéutico real; si la tarea explícita es la "curación", la latente está en relación con el grupo

interno, las fantasías y la resistencia al cambio. Por otro lado, el “emergente” es el elemento a partir del cual adquiere sentido la situación, se puede denominar

así a un síntoma, un individuo, una situación, un grupo, etc.; el emergente es la resultante del entrecruzamiento de la historia individual y el acontecer grupal

en un momento dado. Con esta interesante noción Pichón Reviere responde a las dificultades históricas para articular lo individual y lo social, lo singular y lo

colectivo, pares que siempre se han presentado de una manera antinómica, siendo el psicologismo y el sociologismo sus representantes más extremos. Su

noción de “rol” logra la articulación entre individuo y grupo y es a través del mismo como llega a la noción de grupo interno, que se refiere a la dimensión

grupal del contenido inconsciente, internalización del grupo familiar en permanente interrelación con el grupo externo. La determinación recíproca entre

interacción grupal y acontecer individual, así como la concepción acerca de la subjetividad, la encontramos en su teoría del “vínculo”, la noción de “grupo

interno” y la concepción acerca de la enfermedad mental.

Pichón Reviere y Bion creen que la terapia no es sólo lo afectivo y no afectivizan el grupo, ambos diferencian el rol del coordinador y el de líder; para

Bion cada supuesto básico tiene su líder y para Pichón el líder debe ser la tarea del grupo. Señalan que la coordinación es una función vacía y que la relación

entre el grupo y el coordinador es más compleja que la dual, ambos hablan de la contratransferencia y de la transferencia con la tarea. Bion y Pichón llegan a

algunas conclusiones comunes:

a) La existencia de “fantasías grupales universales” a los que Bion denomina

“supuestos básicos” y Pichón Riviere “universales”.

b) La importancia en los grupos de los “mecanismos de identificación introyectiva”.

c) La vigencia en el grupo de las “posiciones esquizoparanoide y depresiva” descritas por Melanie Klein, así como de mecanismos de control,

proyección, introyección, splitting e inhibición.


En cuanto a las diferencias entre ambos autores, Bion centra mucho las fantasías del grupo en él, trabaja la relación del operador con los integrantes,

Pichón Reviere, sin embargo, lo plantea en relación a la tarea. Ambos consideran la enfermedad mental como un problema grupal. Para Pichón la enfermedad

es una cualidad emergente de un proceso interaccional, siendo el enfermo el portavoz del mismo, emergente como signo de un proceso implícito que implica

al grupo como totalidad, sugiriendo que el enfermo mental es el portavoz de la ansiedad y de los conflictos del grupo familiar. Considera que hay que partir de

una psiquiatría de la vida cotidiana en la que la enfermedad se considere no la de un sujeto, sino la de su grupo familiar, insiste en que "es en el contexto

grupal y más en concreto en el grupal familiar, con su historicidad en donde la conducta del sujeto se hace significativa y en tanto comprensible resulta

modificable".

Una de las diferencias de la técnica operativa con respecto a otras es que en la interpretación del emergente hay que tener en cuenta la verticalidad y la

horizontalidad, la interpretación de la primera se refiere a la historia del sujeto y la segunda, a lo que sucede en el aquí y ahora del grupo. Este autor señala que

a lo largo del proceso grupal se van a producir ansiedades de tipo paranoide y depresivo que están relacionadas con los momentos de cambio y la resistencia al

mismo y sobre la base de una psicopatología grupal propone una psicoterapia por el grupo centrada en la tarea, en la que el grupo sería el agente de la cura.

Considera que el proceso terapéutico disminuye los miedos básicos y posibilita la integración del yo, la disminución de la culpa y la inhibición, por lo que es

un instrumento facilitador del “insight” y del proceso de elaboración de los sujetos que participan en la experiencia.

Bauleo, 1977, es el continuador de la obra de Pichón Reviere, establece una diferencia entre concepto de grupo y experiencia grupal. El concepto de

grupo define las interrelaciones que se dan entre todos los elementos que lo conforman. También define la estructura grupal como un sistema de relaciones

que se estructura más allá de los individuos que lo componen; organización que se forma por las identificaciones cruzadas de los miembros que, a su vez,

están posibilitadas por lo social. Esta organización grupal se refiere a los discursos permitidos o prohibidos, las diversas escuchas, los señalamientos mutuos,

los juegos alternativos de roles, la memoria grupal, etc.; esta estructura posibilita la comunicación circular además de la radial por el distanciamiento del

terapeuta.

En 1988 señala que en los grupos terapéuticos se produce un doble nivel terapéutico, uno, se refiere al propio terapeuta y, otro, a la conformación

grupal interpretando a sus propios miembros. Bauleo, 1985, considera que el colectivo es el sujeto de la experiencia terapéutica y que la articulación entre los

diferentes grupos internos y el grupo actual es lo que posibilita la elaboración de los diferentes conflictos, elaboración que se produce no solamente a nivel

verbal sino que es favorecida también por las complejas interacciones que se dan en el interior del proceso grupal. Este autor, psiquiatra y continuador de la

obra de Pichón Reviere y creador de la Concepción Operativa de Grupo, delimita tres fases en el desarrollo del proceso grupal, la primera de indiscriminación,

la segunda de discriminación y la tercera de síntesis, distinguiendo dos planos, el de la temática, que tiene que ver con lo verbal (lo manifiesto), y el de la

dinámica que incluye la emoción y la acción (lo latente).

Caparrós, 1990, propone el desarrollo de un modelo analítico - vincular que toma el vínculo como unidad mínima básica que condiciona toda la

dinámica grupal, permitiendo entender las interrelaciones de los miembros de un grupo, siendo a la vez el medio que posibilita la constitución del individuo.

Este autor señala que el objeto de la psicoterapia de grupo es el vínculo actual, las posibilidades de otros vínculos y sus consecuencias, partiendo del estudio

de situaciones y no del análisis de los mundos internos de los individuos. Esta psicoterapia del vínculo permite tener como objeto de trabajo la relación y no

los integrantes; centrándose en el vínculo, el coordinador prima las relaciones y no los contenidos, ya que opina que se pueden colectivizar las relaciones pero

no los contenidos. Asimismo sugiere que si el hombre enferma en grupo parece lógico que sane también en grupo, preguntándose sobre las posibilidades y

diferencias de este trabajo terapéutico y por la aportación del grupo a este campo. Se plantea, a su vez, interrogantes acerca de si es solamente una innovación

técnica o permite visualizar una distinta perspectiva acerca del ser humano y si, esta modalidad expresa un cambio cualitativo o, es una mera generalización de

lo individual.

Caparrós, 1988, considera al grupo como un lugar privilegiado para trabajar lo interpersonal, las relaciones simétricas y asimétricas, la exclusión, la

competencia, las actitudes, el proyecto de acción y el aquí – ahora. Por otro lado, reconoce que en el campo grupal se producen efectos que son inaccesibles al

análisis individual y a sus métodos. Este autor, también psiquiatra, observa cómo se relaciona el sujeto con el grupo y éste con la tarea y afirma también que el

grupo carece de inconsciente, presentando latentes que se refieren a contenidos no explicitados que están ligados a un modo de relación del grupo.

Ávila, 1980, se preocupa por los criterios diagnósticos y la selección de los integrantes, para la formación del grupo terapéutico. Afirma que no hay

problemáticas específicas para derivar a grupo, sino momentos que aconsejan una psicoterapia u otra, o ambas combinadas. Este autor no presupone mayor
profundidad a ninguna, aunque la individual trabaje más sobre los aspectos ideacionales y, la de grupo, sobre los corporales y de relación.

La técnica operativa se diferencia de la del grupo terapéutico psicoanalítico clásico, en que en la primera, el grupo es un todo al que hay que analizar

como tal. En ella, la transferencia se tiende más a resolver que a reforzarse y el terapeuta no es el líder del grupo, por ello devuelve las depositaciones al grupo

y no favorece la regresión de los integrantes. En la segunda, se crean situaciones regresivas y se refuerza explícitamente la situación transferencial; existe un

riesgo que se puede dar si el coordinador se coloca como líder del grupo, provocar una simbiosis con él y no permitir el juego de liderazgos que el grupo

necesita para elaborar las diferentes problemáticas.

d) Escuela Francesa
Señalar brevemente alguno de los psicoanalistas que han trabajado con grupos: Anzieu, Kaes, Pontalis y Bejarano, que hacen una crítica, sin conocer a

Bion y a Foulkes, y señalan que los autores grupales previos solamente habían hecho un psicoanálisis aplicado al grupo. Consideran que ellos hacen un trabajo

diferente al pensar el grupo como un espacio de descubrimiento de "las formaciones del inconsciente".

Puntualizan que "el encuadre psicoanalítico debe favorecer la emergencia, la elaboración y la interpretación de las formaciones y de los procesos

psíquicos imbricados en la situación de grupo". Esta corriente, desde un primer momento, se propone como uno de sus objetivos centrales, dar un estatuto

psicoanalítico al trabajo con grupos y aportar inteligibilidad con respecto a las condiciones por las cuales el sujeto de su disciplina, el sujeto inconsciente,

entra en resonancia fantasmática y "hace grupo". Están interesados también en investigar cómo se articulan en los grupos, estos organizadores subjetivos

singulares, con los institucionales y sociales.

Anzieu, 1971, plantea que el grupo es un intermediario entre el individuo y la sociedad y que los fenómenos grupales aparecen a partir de cuatro

miembros. Aporta el concepto de formaciones grupales del psiquismo o “grupalidad psíquica” y la “organización grupal interna del fantasma”. Se plantea que

la resistencia al cambio es la manifestación de las ansiedades que surgen en el proceso grupal, ansiedades depresivas y paranoides, que en ocasiones se

manifiestan a través de la aparición de dos subgrupos; siendo el portavoz de la resistencia, el líder del grupo, en la medida en que expresa la resistencia de los

demás.

La interpretación de éstas permite que el grupo pase del narcisismo primario y de fusión con la madre al acceso a la realidad y a lo simbólico con

verdaderas relaciones de objeto.

También observa que para trabajar el cambio no hay que insistir en aumentar las fuerzas en favor del mismo, sino actuar sobre las fuerzas que se

oponen; y para este proceso de cambio destaca la importancia de la información y la participación en las decisiones (Anzieu , 1978).

Kaes, 1977, hipotetiza sobre la existencia de una homología entre la organización grupal interna del fantasma y la situación grupal, en ésta algunos

miembros sirven a los otros como puntos de identificación y como soportes proyectivos para su tópica subjetiva y sus pulsiones. Esta organización grupal

interna del fantasma individual es lo que fundamenta la posibilidad del fenómeno de "resonancia fantasmática". Esta autor crea la noción de "Aparato Psíquico

Grupal", construcción intermediaria que efectúan los miembros de un grupo sobre la base de dos organizadores: los grupos internos (psíquicos) y los modelos

socioculturales.

IV.- APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO


Las concepciones del grupo en su vertiente psicoterapéutica nacieron de situaciones marcadas por la urgencia y por la demanda excesiva que impedía

la atención individualizada. Hoy en día, la psicoterapia grupal ha encontrado un campo específico de tratamiento y tiene sus propias indicaciones, aunque hay

que tener en cuenta que los diversos prejuicios siguen dificultando la reflexión acerca de la propia especificidad de los fenómenos grupales. Así se observa que

no es infrecuente, incluso entre los profesionales de la salud mental, reducir el acontecer grupal a cuestiones meramente personales; mas allá, de que sea

evidente la importancia de la singularidad de los sujetos que le componen para su funcionamiento.

El interés del campo psicoterapéutico grupal ha sido cada vez mayor como lo muestran las publicaciones acerca del tema y el desarrollo de las

numerosas prácticas grupales que se han realizado en estos años. La literatura sobre terapia de grupo ha demostrado la aplicabilidad del tratamiento grupal en

una amplia gama de edades: infancia, adolescencia, adultos, vejez. La utilidad en patologías psiquiátricas y psicológicas diversas: neurosis, psicosis, trastornos

del desarrollo, trastornos sexuales, psicosomáticos, abuso de alcohol o de otras drogas, trastornos de la alimentación, de la personalidad, etc. Y, por otro lado,

su gran interés en ámbitos tan diferentes como son: el Hospital General, el Hospital Psiquiátrico, los Centros de Salud Mental, las Comunidades Terapéuticas,

los Hospitales de Día, los Centros de Rehabilitación, los Centros de Atención Primaria, los Centros Comunitarios, etc.

En España la influencia de las diversas escuelas de psicoterapia de grupo ha sido importante pero, sobre todo, la Grupo analítica, la Escuela Argentina
de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupo y la de Psicodrama Psicoanalítico. Las prácticas de psicoterapia de grupo analíticas han ido teniendo cada vez mayor

importancia desde los años 80 y son muchos los profesionales que las utilizan en los Servicios de Salud Mental, con todo tipo de patologías y edades,

experiencias que, algunas pueden encontrarse en los boletines y revistas de las diversas Asociaciones, y en aquellas dedicadas específicamente al tema como

“Clínica y Análisis Grupal” y “Área, cuadernos de temas grupales e institucionales”.

A pesar del gran interés de este instrumento terapéutico para la mayoría de los cuadros psicopatológicos, se observa un retroceso en el empleo de estas

técnicas en los servicios de salud mental públicos. Esta situación probablemente se deba a la mayor preponderancia de los modelos biológicos tanto en la

concepción de la enfermedad y de la salud mental como en el abordaje de los trastornos psiquiátricos y psicológicos. Esta creciente influencia también es

debida a la gran eficacia de los nuevos fármacos sobre los síntomas psicopatológicos, que han permitido disminuir la demanda de atención en los servicios de

salud mental. A pesar de este logro, las técnicas psicoterapéuticas siguen siendo fundamentales en el tratamiento de estos trastornos, pero los recursos

disponibles son claramente insuficientes para ofrecer una psicoterapia individual, familiar o grupal que sea adecuada. Esta dificultad para que los pacientes

obtengan un tratamiento psicoterapéutico se hace mayor si se prioriza la psicoterapia individual, como está ocurriendo en muchos servicios de salud mental.

Llama la atención que en la situación actual, la psicoterapia de grupo no sea un tratamiento de elección a ofertar por los servicios públicos cuando la

indicación del tratamiento sea psicoterapia, sola o combinada con psicofármacos.

Es evidente que con los recursos que disponen los servicios públicos, si no se da un lugar preferente a las técnicas grupales, no se podrá ofrecer

psicoterapia a muchos pacientes que se beneficiarían de este tipo de tratamiento. A su vez, hay que tener en cuenta que la psicoterapia grupal ayuda a aliviar

de manera importante la presión asistencial y posibilita mejorar los encuadres de psicoterapia individual; ya que las técnicas grupales permiten realizar

tratamientos psicoterapéuticos, con un encuadre breve o intermedio, en un alto número de pacientes. Estos encuadres grupales ofrecen muy buenos resultados

y la posibilidad de dar de alta a los pacientes por mejoría, lo que a la larga redunda en una menor demanda de atención en los servicios y una mejor calidad

asistencial. Cuando no es así, es más frecuente la cronificación de los pacientes, independientemente de que sean atendidos en Salud Mental o en Atención

Primaria por los médicos de familia. Estas cuestiones me parecen de gran importancia por las repercusiones sobre la salud del individuo y sobre la estructura

familiar y social, ya que se genera una mayor cronicidad, en patologías ya tendentes a la misma; y porque supone una sobrecarga para el sistema de salud

mental y el de atención primaria, haciendo que estos servicios sean menos eficaces y más caros al aumentar el gasto psicofarmacológico.

Por otro lado, las técnicas grupales son difíciles de implementar porque el número de profesionales formado actualmente es escaso, y, a su vez, no es

infrecuente que los centros de salud mental que disponen de terapeutas grupales formados no los utilicen adecuadamente. Desde mi función, desde hace años,

como tutora de médicos residentes de psiquiatría, he procurado interesar a estos profesionales en este tipo de psicoterapia. Con esta intención he coordinado

grupos terapéuticos con los profesionales en formación, quienes tenían el rol de observadores o coterapeutas. De esta manera podían aprender la técnica y la

utilidad del instrumento terapéutico en la patología mental. Considero que esta práctica psicoterapéutica ha de ser un aspecto importante dentro de la

formación de los médicos residentes de psiquiatría y psicología. Esta formación de los profesionales en tratamientos psicoterapéuticos ha de ser central porque

de ellos va a depender la atención futura de la salud mental en los servicios públicos. En estos programas de los especialistas de Psiquiatría y de Psicología es

importante potenciar la formación en psicoterapia, tanto individual, como grupal y familiar. Y, a su vez, procurar la contratación de profesionales que

conozcan ampliamente estas prácticas terapéuticas.

Las técnicas grupales han mostrado buenos resultados, no sólo en el campo terapéutico, sino también en el campo de la prevención: grupos de padres,

mujeres embarazadas, crisis de la adolescencia, de la vejez, duelos por la pérdida de un ser querido, enfermedades somáticas: leves, graves o terminales,

problemáticas sociales, etc. Momentos conflictivos, dentro de la normalidad, que surgen a lo largo de la vida y cuya no resolución pueden originar problemas

psicopatológicos, en este momento o en generaciones posteriores. La investigación de estas prácticas grupales y su uso en patologías psicológicas o

psiquiátricas, graves o no, pueden ser investigaciones importantes que permitan avanzar el campo de la psicoterapia grupal, que se ha demostrado de gran

interés y beneficio para los pacientes.

El futuro de la terapia grupal, como plantea Bernard, a pesar de su gran utilidad, no es muy prometedor, por ello es tan importante desarrollar

estrategias en salud mental que se adapten a las necesidades específicas de los pacientes y que sean independientes de la política sanitaria general. En este

sentido, las investigaciones clínicas que demuestren la eficacia de los abordajes grupales en el tratamiento de las enfermedades psiquiátricas y psicológicas, va

a ser fundamental. Comparto el interés de este autor por la psicoterapia de grupo de duración limitada, que obliga a centrarse en los objetivos del tratamiento y
en el tiempo en que se pueden conseguir. También en la necesidad de una valoración de los distintos recursos de cara a la mejoría de los pacientes. Finalmente

señalar, siguiendo a este autor, que sería muy útil que los que determinan la política sanitaria en materia de salud mental, conocieran que los resultados de la

psicoterapia grupal son tan eficaces como los de la psicoterapia individual, y que su coste es mucho menor. Y, que el abordaje grupal en diferentes patologías

médicas ha mostrado que disminuye los costes, el número de consultas médicas. Y aumenta las expectativas de vida de los pacientes.

Para culminar con el presente ensayo, cabe destacar, el grupo constituye la forma más habitual de convivencia del ser humano que como ser social,

necesita de otros individuos para desarrollarse y sobrevivir. Los grupos, independientemente de su tamaño y las ventajas o desventajas que esto implica, son

espacios privilegiados para la reflexión y toma de decisiones en el campo personal, laboral, informativo, terapéutico, entre otros. El grupo es también un

espacio indispensable para la comprensión de los procesos colectivos que debe verse como una dinámica de relaciones en permanente movimiento en el que se

producen significaciones sociales imaginarias.

Vilar (1900) dice que partimos de una posición ante el quehacer de la psicología social que contempla lo social como un proceso en constante cambio;

que supone al sujeto como producto de ese proceso pero también como posible agente de transformación; esto es, que considera una relación dialéctica entre

los sujetos y el medio social (incluyendo éste los aspectos económicos, políticos, culturales, históricos, entre otros.)

El comportamiento intergrupal deriva en un comportamiento interpersonal en el que entran en juego conductas que los individuos dirigen o reciben de

otros considerados como miembros del grupo, tal y como lo expresamos en el apartado de “Clasificación de grupos desde la perspectiva psico-social”.

Mark van Vugt, en uno de los videos que mostramos del mismo tema, nos explica que “Construir una identidad social, fue una estrategia de

supervivencia”; en el pasado, el hombre primitivo decidió reunirse en grupos para sobrevivir y comenzó a tener beneficios a través de su identidad social tanto

como en la seguridad y el comercio.

A lo largo de la historia el comportamiento y motivos de agrupación se han ido modificando hasta llegar a nuestros tiempos donde las redes sociales y

su poder están cambiando la forma de comunicarse, actuar y agruparse; es labor de los psicólogos sociales estudiar los efectos de estos nuevos tipos de

comunicación y agrupación y tener conciencia de cómo afecta la conducta y cómo se desarrolla la interacción entre los individuos en estos medios.

Diariamente se crean nuevos grupos y muchos de ellos dentro de las redes sociales, donde vemos de amigos, de familiares, de apoyo, laborales y una

interacción entre personas y grupos que se expande sin control en situaciones que tienen una influencia multiplicadora. Concluimos con un video de una

entrevista de Eduard Punset sobre este tema, con el objetivo de generar en nuestros compañeros una conciencia sobre lo que la psicología social tiene como

reto en nuestros días.

Referencias Bibliográficas

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