Psicoterapia Constructivista de Neimeyer
Psicoterapia Constructivista de Neimeyer
Psicoterapia Constructivista de Neimeyer
BANCO ESTADO:
Joaquín Sepúlveda Aravena
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Celular/WhatsApp: +56999448805
IMPORTANTE
Perspectiva constructivista:
Se debe integrar el pensamiento, sentimiento y la acción.
No existe una realidad externa, sino solo nuestra realidad: construcción individual y colectiva que
da orden a nuestra experiencia.
-en psicoterapia: conseguir que el paciente desarrolle un conocimiento viable, funcional
-Somos, o funcionamos como un todo, y este todo se implica y articula social y culturalmente, y
por tanto, también mediante el lenguaje. Desafio a la verdad y a las certezas
-relación terapéutica: marco seguro de cuidado para la auto-exploración por parte del paciente de
toda su dinámica personal.
En lugar de comprender porque actúan o como lo hacen, sino que hacen y adonde se
dirigen (porque y como / qué y para que). Buscamos en aquello que nos pasa un intento de
predecir lo que viene después, pero la vida desde esta perspectiva se entiende como una
incertidumbre que exige en nosotros una constante capacidad de adaptación
El lenguaje nos define. El discurso que utilizamos para construir la realidad acoge los
múltiples significados heredados socialmente
Desde una perspectiva más radical y crítica , la identidad es algo mucho menos estable y
coherente que, en el mejor de los casos, incluye un «yo dialógico», cuyas diferentes voces
constitutivas compiten en nuestro mundo interno (Hermans y Dimaggio, 2004) y, en sus
formas más extremas, auguran la «muerte del yo» (Lather, 1992). Considerando la
personalidad como una mera construcción lingüística, la concepción del individuo como
una entidad coherente con fronteras y propiedades identificables se ve amenazada por la
visión del «yo saturado» poblada de discursos contradictorios en la que nos hallamos
inmersos (Gergen, 1991). Poco importa pues, según esta versión del construccionismo
social, que, en tanto que individuos, lidiemos con la incertidumbre, el conflicto y la
contradicción, porque nuestra vida individual no es más que el locus de discursos de
identidad incompatibles (como, por ejemplo, las exigencias de ser una buena pareja, un
buen padre o un buen profesional, ancladas todas en imágenes y diálogos diferentes de los
medios de comunicación), cada uno de los cuales nos «posiciona» como un determinado
tipo de persona, aunque también nos impone exigencias conflictivas (Efran y Cook, 2000).
Kelly: una visión más socializada de la identidad, según la cual los procedimientos
psicoterapéuticos para alentar el cambio deben ubicarse necesariamente entre el yo y el
sistema social, ayudando al cliente a articular, elaborar y negociar los significados
(inter)personales a través de los cuales organiza su experiencia y acción y el rol, en
ocasiones, opresivo o conflictivo de los discursos sociales que «colonizan» nuestra vida
Contextualizar el trastorno.
Compromiso ético con la singularidad del cliente y el reconocimiento, por la otra, de
que las categorías genéricas resultan muy poco útiles para tratar a una persona concreta que
se enfrenta a un problema concreto.
Es la relación entre cliente y terapeuta la que determina, la utilidad del diagnóstico formal
en lo que respecta a un determinado cliente y la interrelación entre los diferentes niveles de
la jerarquía la que orienta el diagnóstico.
El terapeuta que admite que los problemas personales pueden deberse a una combinación
de factores cuenta con muchos caminos para la exploración de dichos problemas
Biogenetito. (etiología orgánica (como sucede en los casos de lesión neurológica,
enfermedad física o predisposición al trastorno de estado de ánimo)
Descartar padecimientos fisiológicos relacionados, como por ejemplo problemas
hormonales en T del estado de animo o problemas de presión arterial en difuciones
eréctiles.
Agente personal.
La atención diagnóstica se dirige a las formas personales de dar significado que no
satisfacen las necesidades cambiantes de la experiencia vivida. De hecho,
George Kelly (1955/1991), el fundador del constructivismo clínico, describió el trastorno
como toda construcción que sigue empleándose pese a haber demostrado reiteradamente su
inutilidad. la revisión de los significados de la vida es un proceso co-construido entre
cliente y terapeuta, mientras que la decisión de revisión (y la dirección que asume) es
competencia exclusiva del primero
Hay veces en que la construcción que hace el cliente de su propio yo y de las situaciones
que vive puede hacer recomendable la inclusión de técnicas terapéuticas menos favorecidas
por los terapeutas postmodernos, como las interacciones psicoeducativas (que ubican al
terapeuta en el rol de docente autorizado) o la terapia de conducta (que puede alentar el
control y modificación de conductas más moleculares).
Parece, por tanto, muy adecuado desde un punto de vista ético que el terapeuta
constructivista valore la modalidad de experiencia dominante que tiene el cliente tanto de
su yo como de los síntomas y, en los casos en que exista una incompatibilidad entre esos
factores personales y el estilo de trabajo del terapeuta, sea derivado a otras modalidades de
terapia.