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Informe Discurso Literario

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INTRODUCCIÓN

En el siguiente trabajo se abordará el tema del Discurso literario,


basándonos en la obra de Augusto Roa Bastos "HIJO DE HOMBRE". Pudiendo
ver en ello la relación que existe entre las significaciones y los símbolos que esta
obra conlleva a lo largo de la misma, asociándolo así a la semiología, que es la
ciencia de los signos y la encargada de analizar la presencia de estos en la
sociedad.

Hemos seleccionado la mencionada obra de Roa Bastos porque


entendemos que en ella se encuentran muchas significaciones y símbolos que
deja reflejado que la obra como producto sígnico resulta una imagen de la
realidad, y que como un hombre cotidiano, sometido a las presiones diarias,
acorralado por las reglas de una sociedad que cada vez requiere más de él y de
su esfuerzo, se ve obligado al cambio permanente de máscaras que fragmentan
su personalidad y lo convierte en una serie de personalidades diferentes.

La importante significación que encontramos en lo que es la religión y la


imagen de Cristo están marcados fuertemente en el texto, con lo cual no es
posible poder marcar ejemplos y relacionarlo con el tema que debemos trabajar.

Para este abordaje a la obra, nos servimos de la semiótica y su


estudio sobre el lenguaje, a través de autores como Fernando Gómez Redondo,
Charles Peirce y Roland Barthes.

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DESARROLLO

Discurso literario

El discurso literario según Fernando Gómez Redondo: el texto se concibe


como un discurso formal literario, surgido de un consciente proceso de
transformación de la realidad lingüística, la cual se dota de una nueva identidad
expresiva que nos eleva a un singular ámbito de significaciones.

Se habla por es de "discurso literario", que es un concepto lleno de


ambigüedad, en algún sentido podría referirse al conjunto de procedimientos y de
técnicas formales con que cuenta un escritor en un momento determinado de su
producción creativa.

Cada obra como producto significa que es, resulta portadora de una
determinada imagen de la realidad, que hace dar el empleo de unas técnicas
formales, que ni son únicas ni pueden reducirse a simples categorías generales.

Entonces el discurso no corresponde a la realidad estilística, sino a la


poética, un texto posee una especificidad por su estilo, pero al mismo tiempo una
visión global de la realidad, en la que reposa su sentido, entonces, un texto es un
objeto literario y a su vez un producto de literalidad.

En cuanto a la semiología muchos autores han hablado y escrito sobre el


término, como Pierce, Saussure, Eco, etc.; y expuesto diferentes definiciones,
donde se encuentran elementos en común y otros absolutamente opuestos; sin
embargo todos coinciden en algo, que la semiótica no se trata de un acto de
lectura; sino de una actitud de exploración de lo que existe de fondo de toda
significación: sus raíces y los mecanismos que la sostienen.

La disciplina que tiene por objeto estudiar los sistemas de signo se ha


desarrollado bajo dos nombres: semiología y semiótica. Para ser precisos, el uso
del término semiótica o semiología remite a un diferente ámbito de origen: la

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disciplina emanada de Pierce y desarrollada especialmente en Estados Unidos
prefirió el nombre de semiótica; mientras que la engendrada por Ferdinand de
Saussure, más ligada al universo europeo, prefería el de semiología.

Para Pierce semiótica es “la doctrina de la naturaleza esencial de las variedades


fundamentales de toda posible semiosis”. Para Saussure, se trata de “una ciencia
que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social”

Pero, en general, se puede decir que durante una parte del siglo XX se
mantuvieron los dos ya usándose indistintamente, y dividiéndose civilizadamente
en el campo. Así, se dio a llamar “semiología”, sobre todo en Francia, a la
disciplina que tenía por objeto el estudio de los signos en sistemas verbales. En
cambio, se llamó semiótica ya a la disciplina que se ocupaba de los sistemas de
signos no verbales.

A partir de las aportaciones del filósofo norteamericano Charles Sanders


Peirce, la semiótica llega a ser una disciplina independiente, para él es un marco
de referencia que incluye todo otro estudio, dado que concebía a todo como un
estudio semiótico.

La primera contribución del sistema de Peirce consiste en su definición del


signo. una de sus formulaciones sostiene que un Signo, o Representamen, es un
Primero que mantiene con un Segundo, llamado su Objeto, tan verdadera relación
tríadica que es capaz de determinar un Tercero, que es llamado su Interpretante,
para que éste ocupe la misma relación tríadica con respecto al llamado Objeto que
existe entre el Signo y el Objeto. En palabras menores, el signo es una de esas
relaciones de tres términos: lo que provoca el proceso de eslabonamiento, su
objeto y el efecto que el signo produce, es decir, el interpretante.

En un sentido amplio, el interpretante es, el sentido del signo; en un sentido


menor, es la relación paradigmática entre un signo y otro, así el interpretante es
siempre un signo que tendrá su interpretante, hasta el infinito.

Como un modo de ejemplificar, el proceso de conversión entre el signo y el


interpretante, se logran mediante las relaciones que mantiene una palabra con los

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términos que, en el diccionario, la definen: sinónimos o paráfrasis, términos cuya
definición podría reformularse pero que siempre estará compuesta de palabras. En
este sentido Peirce menciona que: "El signo no es un signo si no puede traducirse
en otro signo en el cual se desarrolla con mayor plenitud."

Otro aporte fundamental a la semiótica por parte de Peirce, es el de las


relaciones tríadicas de ejecución, que se refiere a las relaciones que existe entre
el signo o representamen, y el objeto; estas son el icono, índice y símbolo. Peirce
lo explica así:

"Defino un Icono como un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de


su naturaleza interna. Defino un índice como un signo determinado por su objeto
dinámico en virtud de la relación real que mantiene con él. Defino un Símbolo
como un signo determinado por su objeto dinámico solamente en el sentido en
que será interpretado."

En el icono, el signo es similar o parecido al objeto que representa, como


por ejemplo una fotografía. El índice es un signo determinado por un objeto y tiene
una relación real con él, por ejemplo un síntoma de enfermedad. El símbolo es un
signo que no tiene relación directa con el objeto, por lo cual depende de una
convención, por ejemplo una bandera, algo que se transforma en una ley o habito.

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Semiótica literaria

La semiótica literaria es una disciplina, que se encuentra dentro de la teoría de


la literatura, y tiene como objeto de estudio el signo literario y las posibles
interpretaciones que tiene. El signo está en lugar de algo, su objeto, representa a
este objeto no en todos sus aspectos, sino con referencia a una idea.

En primera instancia, se destacan agentes humanos importantes en el proceso


de comunicación, el autor y el lector, el emisor y el receptor, aunque son sujetos
exteriores al signo, sin ellos el signo no existiría. En cierto modo, un signo no es
más que un objeto, y que sólo una comunidad de individuos puede convertir este
objeto en signo y conferirlo de un significado definido. El significado, solo es
posible que exista cuando hay seres humanos capaces de generarlo, identificarlo
o transmitirlo, y siempre y cuando se está introduciendo nuevos tipos de signos.

A comienzos del siglo XX la semiótica queda establecida, como una


metateoría, que emerger como la conciencia de todas las ciencias, y que se basa
inicialmente en estudios del lenguaje y la comunicación. Se ocupa de signos,
procesos comunicativos, funcionamientos lingüísticos, etc., por esa razón se ha
ocupado de las más variadas cosas: arquitectura, cine, teatro, las modas, las
señales de tránsito, la publicidad, la literatura, el arte, los juegos, la televisión, los
gestos, y demás.

En este sentido, la parte de la semiótica que estudia las relaciones entre


significantes y significados es la semántica; una rama de la lingüística que se
ocupa de estudiar el significado tanto de las palabras, como de los enunciados y
de las oraciones. De acuerdo a esto, la significación se divide en tres elementos:
primero, lo que se quiere decir (el qué), segundo, lo que lo dicho significa (el
cómo) y tercero, a lo que hace referencia (acerca de qué). Un signo puede no
tener referencia, pero en ningún caso un signo puede carecer de sentido. Para
que algo sea un signo, debe tener un sentido, como condición necesaria. En la
creación literaria intervienen los signos lingüísticos, las formas (como la metáfora u
otras figuras literarias) y los símbolos.

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La semiosis es un proceso que se desarrolla en la mente del intérprete; se
inicia con la percepción del signo y finaliza con la presencia en su mente del objeto
del signo. La semiosis es definida por Peirce, como la acción, o influencia, que
implica la cooperación de tres elementos: el signo, el objeto y el interpretante.
Para Peirce la semiótica es una vertiente de la lógica por lo que todos los
contenidos mentales son signos, por ello todos los procesos mentales son
procesos de semiosis.

En "Hijo de hombre" hemos encontrado diversidad de simbología en lo que


se refiere a la religión y todo lo que tenga que ver con la biblia, l a mayor parte de
la novela por no decir la totalidad se apoya en historias y personajes ejemplares
del Antiguo Testamento. No obstante, la cruz y la mención de Cristo están
fuertemente marcadas a lo largo del texto con lo cual es posible también encontrar
fragmentos que recuerdan al Nuevo Testamento. La complejidad del objetivo
propuesto impone la casi seguridad de que sólo después del análisis ordenado se
obtendrá un panorama del que se pueda extraer una respuesta para algunos de
los cuestionamientos expuestos oportunamente. Con ella, seguramente resultará
más fácil entender el sentido mítico simbólico del texto de Roa Bastos.

Hijo de hombre es un título, desde el punto de vista bíblico, ambiguo, por


cuanto puede hacer referencia tanto al Nuevo como al Antiguo Testamento; puede
referirse a Jesús como al profeta Ezequiel, tal como lo demuestran los siguientes
fragmentos tomados de uno y otro texto:

Dice Jesús al reprochar a sus compatriotas la falta de fe:


"...Porque llegó Juan, que no come ni bebe y ustedes dicen:
¡Ha perdido la cabeza! Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen:
¡Es un glotón y un borracho, amigo de pecadores y publicanos! Pero la
Sabiduría ha quedado justificada por sus obras..."
     Mc. 11, 18-19
"...Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero
al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni
en el futuro..."
     Mt. 12, 32.

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Dice Ezequiel:
"...Cuando me habló, un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie,
y yo escuché al que me hablaba. Él me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a
los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos
y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy..."     
Ezequiel Cap. 2, 1-4

Ezequiel y Jesús, Antiguo y Nuevo Testamento hacen referencia al título de


la novela; sin embargo, podría marcarse una sutil diferencia entre ambas
referencias.
Cuando Jesús habla se menciona a sí mismo como el hijo del hombre;
mientras que a Ezequiel es Dios quien al hablarle al profeta lo llama: Hijo de
hombre.
Desde el plano morfológico, ese cambio de la preposición a la contracción
es altamente significativo, puesto que nos advierte que el profeta es caratulado
como hijo de un hombre, mientras que Jesús se llama a sí mismo hijo de la raza
humana, asumiendo así su carácter de Hijo de Dios hecho hombre para morir por
la humanidad según la hierofanía cristiana.
En otro sentido esta sutil diferencia informaría que el título nos ubica,
indiscutiblemente en el Antiguo Testamento.
Referencia a la última cena, dice en el texto de Roa Bastos:

“...Cristóbal sacó su avío y lo compartió con Saluí. Después se levantó, trajo


un poco de agua del grifo en una lata de aceite y la distribuyó a medio jarro para
cada uno. Él no bebió.

-¿No vas a tomar?- le preguntó Saluí.

-No

-Yo no tengo sed- le dijo ella, tendiéndole su jarro.

-Yo tampoco...

Se miraron con una expresión indefinible. El rostro de Cristóbal por primera


vez pareció ablandarse y humanizarse.

De pronto oyeron a Gamarra, que decía invisible al otro.

-¡Nuestra última cena! ¡Qué rica es!...”

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Recuerda el episodio en el que Jesús reunido con los apóstoles celebra la
Ultima Cena antes de morir.

Dice San Mateo en el Evangelio: “...tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a


sus discípulos diciendo tomad y comed. Esto es mi cuerpo. Después tomo un
cáliz, dio gracias, y se lo dio a sus discípulos diciendo: “Bebed todo de él, porque
esta mi sangre, la sangre de la nueva alianza, que será derramada para remisión
de los pecados.”

Podrían establecerse un sin fin de relaciones como las anteriores que


corroboraran la presencia del sentido de los Evangelios en el texto de Hijo de
hombre.

La tradición católica de nuestros pueblos, la influencia de los jesuitas


encargados de difundir el evangelio en América y la cercanía cultural con estos
textos permiten una asociación más rápida con la historia de Cristo y el ritual
cristiano en general, que con la tradición hebrea que, por el contrario, sin sernos
desconocida, nos es ajena.

Frente al pueblo de la ficción, a las historias que se relatan y a una cadena


de significantes que refuerzan el mito de la vida, pasión, muerte y resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo, es lógica la preferencia por estas asociaciones que, por
otra parte, se encuentran a flor del texto.

Por su parte, dice la introducción al Nuevo Testamento: “Al establecer su


propio canon, la Iglesia no pretendió oponer otra Escritura a la ya existente. El
Nuevo Testamento no sustituye al Antiguo. Al contrario, lo confirma y aclara su
verdadero sentido, mostrando como se realizaron en Jesucristo las promesas de
Salvación, contenidas en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. De
uno a otro testamento no hay ruptura, sino cumplimiento...”

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Falta todavía desarrollar un ítem antes del resumen de las ideas que surjan
del análisis de la mítica del texto; no obstante, con lo hecho hasta aquí empieza a
perfilarse un sentido posible a esta fuerte analogía con el A.T. y esta evocación en
superficie del Nuevo, por el hecho de que el primero refiere la historia concreta del
pueblo de Dios, mientras que el segundo es la palabra misma del Hijo de Dios.
Historia y palabra; opresión y liberación y lo espiritual; lo particular (el pueblo judío)
y lo general (la humanidad toda); el pueblo y la cruz, cuyo estigma se intenta
demostrar en el texto de Roa Bastos.

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Cinco códigos de Roland Barthes

El escritor y semiólogo Roland Barthes, en su afán por descubrir la


estructura básica que subyace en la narración, identifica cinco sistemas de
significación diferentes, o estructuras, mediante las cuales se construye el
significado en los textos. Los códigos en el análisis textual son unos campos
asociativos, pero no puramente subjetivos, son una organización supratextual de
signos que imponen una cierta idea de estructura.

Barthes se refiere a estos sistemas como “códigos”, sin embargo, no se


refiere a que el narrador está adoptando de un modo deliberado un “código”
especial, que el lector deberá descifrar mediante alguna capacidad mental en
particular. A lo que se refiere, es que los escritores crean significados valiéndose
de estructuras preexistentes.

El narrador no escoge usar estos sistemas; sólo decide cómo utilizarlos en


un determinado contexto. Se trata de estructuras que de manera inevitable entran
en juego cuando alguien empieza a ordenar signos para crear una narración
coherente, tienen que estar en ese sitio para que algo tenga sentido.

El lector utiliza estas estructuras convencionales para construir el


significado a partir de los textos. A los que Barthes considera que al igual que
aprendemos nuestra lengua mediante una serie de normas y procedimientos,
aprendemos a codificar o decodificar una narración de forma subconsciente ya
que estamos inmersos en un “mundo de lenguaje” lleno de historias y signos.

Puede interpretarse estos “códigos” como cinco tipos diferentes de redes,


en las cuales los signos que conforman los textos son atrapados, seleccionados y
relacionados unos con otros. Cada red atrapa diferentes tipos de información; y
todas juntas constituyen una especie de circuito mediante el cual se filtran los
signos y se organiza nuestra percepción.

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Los cinco códigos o “sistemas de significación” de Barthes son los
siguientes:

1. El código hermenéutico

Ésta es la principal herramienta estructuradora, que aviva el interés al lector


y la hace avanzar. Todas las narraciones contienen enigmas, plantean problemas,
secretos por desvelar, misterios por resolver y expectativas. Esto es lo que
estimula la curiosidad, mantiene la atención y crea suspense y sorpresa. Al ocultar
y dosificar estratégicamente la información que se da, los narradores controlan al
público. La experiencia que tiene el lector puede ser expresada como una cadena
interminable de interrogantes que nos incitan a hacer preguntas; unas implícitas,
otras explícitas.

Barthes afirma que este código consiste en “distinguir los diferentes


términos (formales), a merced de los cuales se centra, se plantea, se formula
luego se retrasa y finalmente se descifra un enigma”. En el caso de la novela del
autor Roa Bastos, “Hijo de hombre”, el lector intenta descifrar conforme avanza la
lectura la relación que tienen las diferentes tramas que se desarrollan en la obra.
Los elementos que componen este código se relacionan con el suspenso que se
le otorga a la historia, a través de lo que se va relatando en el texto y mediante
preguntas básicas como: ¿de quién se trata el relato? ¿qué hicieron?, etc.

2. El código semántico

Este código hace referencia a los signos que imbuyen a los personajes y
escenarios de significado. Como los diálogos, el vestuario, los movimientos y los
gestos, de los que inferimos información sobre los personajes. Estas inferencias
pueden ser complejas o sutiles, pero todas derivan de fragmentos de información
con los que componemos en nuestra mente la imagen de gente real que tiene
experiencias verdaderas en un mundo verídico.

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Integrado por los elementos que permiten recuperar las connotaciones, a
menudo evocadas en la caracterización de los personajes o la descripción de
ambiente y situaciones. En la obra de Roa Bastos, inferimos a través de códigos
sémicos la clase social baja y vulnerable a la que pertenecen los personajes,
intentando sobrevivir ambientes hostiles, como son el trabajo esclavo, la
clandestinidad, la guerra, etc. También en el aspecto lingüístico, inducimos que los
personajes hablan dos lenguas, tanto español como guaraní.

3. El código proairético
Hace referencia a los signos que forman parte de los patrones de acción, ya
sea pequeña o grande, que conforman la narración. Los ejemplos más
interesantes suelen mostrar algo al lector con la intención de revelar un poco más.
Como ya hemos visto, las vivencias interiores tienen que ser exteriorizadas de
alguna forma si queremos que la historia tenga profundidad.

Barthes lo define como el código de las acciones, relacionado con las


secuencias básicas, es decir, es el encadenamiento sintagmático de acciones,
constituyendo una sintaxis narrativa. Barthes aclara que “todo el que lee el texto
reúne ciertas informaciones bajo algún nombre genérico de acción y ese nombre
es el que hace la secuencia; la secuencia solo existe en el momento en que puede
ser designado y se desarrolla al ritmo de la designación que se busca o se
confirma”. En Hijo de hombre los patrones de acción, son casi siempre fatalistas,
en el cual los personajes tienen un destino que es ineludible, por más esperanza y
lucha que se intente realizar.

4. El código simbólico

Este código se basa en que la interpretación que hace el público de los


textos está hecha en función de patrones antitéticos. Estas antítesis pueden ser
bueno/malo, héroe/villano, verdadero/falso o vida/muerte. La lista es interminable y
es a través de este esquema de contrarios que el público puede entender el texto

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conceptualmente, saber lo que significa, más allá de los hechos en sí. El lenguaje
en sí mismo está estructurado alrededor de estas dualidades y nuestro esquema
cultural de creencias y valores deriva de ellas: derecha/izquierda, rico/pobre,
amo/sirviente. No siempre estas parejas de conceptos están en el mismo nivel.
Dependiendo del contexto, algunas son más relevantes que otras, lo que indica
una jerarquía de valores.

En una obra mediante este código, se hace alusión a todos los tipos de
relaciones que suceden dentro de ella. Señala ese aspecto psicológico de los
personajes, aquello que va más allá de lo que está escrito y nosotros como
buenos lectores, debemos reconocer. De igual manera, también determina los
cambios que pueden darse en las relaciones humanas. Esta antítesis se refleja en
el caso del personaje principal, Miguel Vera, al ser soldado del ejército paraguayo
y luego formar parte de los rebeldes, lo convierten en un traidor a la patria, hecho
que se invierte, cuando es enviado a luchar al frente en la guerra, donde luego
regresa como un héroe.

5. El código cultural (o de referencia)

Abarca las referencias que contiene el texto sobre cosas ya “conocidas” y


codificadas por una determinada cultura. Esto incluye el conjunto de creencias
compartidas relativas a la sociedad, como la psicología, la moralidad y la política,
sin las cuales el mundo de los textos sería inescrutable.

Está formado por el conjunto de referencias del texto al saber general el


cual el texto se apoya. Por ello también podría llamárselos Código de Referencias,
ya que manifiestan las referencias o conocimientos que se tienen sobre un saber
de una época. En este caso, el hecho que funciona como código de referencia, es
el suceso histórico denominada Guerra del Chaco, que transcurre en una parte de
la novela.

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Película de Hijo de hombre

La adaptación cinematográfica de la novela de Augusto Roa Bastos, fue


llevada a cabo por el realizador argentino Lucas Demare, una coproducción entre
Argentina y España, rodada en blanco y negro, y contaba con el guion del mismo
Roa Bastos. La película “Hijo de hombre” fue presentada también con los títulos
alternativos "La sed" y "Choferes del Chaco", y fue estrenada el 27 de abril de
1961 y protagonizada por Francisco Rabal, Olga Zubarry, Carlos Estrada, Jacinto
Herrera, Carlos Gómez y Rodolfo Onetto.

El film de 94 minutos se basa en una parte de la novela original, y que es


precisamente el capítulo VIIl “La misión”, donde se cuenta los hechos más
cruentos de la guerra que se disputaron Paraguay y Bolivia. Los protagonistas son
Cristóbal Jara, la enfermera Saluí y los soldados paraguayos. Muestra la realidad,
como se sufre en una guerra, nos muestra como los soldados, enfermeros,
enfermeras, y la gente del pueblo padece ante esta situación, luchando hasta la
muerte para defender a su país y conseguir, dando lugar a la historia de la misión
especial encomendada al cabo Cristóbal Jara, que atravesó el desértico Chaco
Boreal con la maleza, las rutas intransitables, las fuerzas enemigas, para conducir
su camión tanque de agua hasta una posición aislada en el árido Chaco.

El dramatismo esquemático que plantea a la película, sirve como


documento de un hecho histórico, una guerra entre pueblos hermanos, que
lucharon por la codicia de los poderosos.

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CONCLUSION

En el trabajo expuesto, hemos realizado un análisis semiótico acerca del


tema central, como es el discurso literario. Para esto nos valimos primeramente de
una introducción acerca de lo qué es la semiótica como ciencia, sus perspectivas,
abordajes y puntos principales, para introducirnos más profundamente en la teoría
de los signos de Charles Peirce. Luego y siguiendo lo teorizado por dicho autor, se
realiza un análisis literario de la novela “Hijo de hombre”, a partir de los símbolos
que se presentan en ella.

Por otra parte, y a través de lo propuesto por Roland Barthes para el


análisis de la estructura de la narración, se describen cinco sistemas de
significación, sus definiciones y sus identificaciones en la obra de Roa Bastos.

Por último, y como elemento comparativo a la obra literaria, se habla sobre


la producción cinematográfica inspirada en la novela Hijo de hombre, como
resultado del impacto y reconocimiento que tuvo la obra del autor paraguayo. Así
mismo una diferenciación de la recreación visual a lo que es la versión literaria
original.

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