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Alvarez Leguizamon, Racismo, Geopolitica Nacional y Estructura Social
Alvarez Leguizamon, Racismo, Geopolitica Nacional y Estructura Social
Alvarez Leguizamon, Racismo, Geopolitica Nacional y Estructura Social
“–y aún hoy así se piensa– y se actúa sobre Buenos Aires como si se
tratara de una ciudad blanca, reconociendo al negro como el color
de los negritos del interior del país o de los países limítrofes, con un
acento poderosamente discriminatorio” (Mónica Lacarrieu, “La ‘in-
soportable levedad’ de lo urbano”, negritas de la autora).
1 “El muro la guía cultural de Buenos Aires. Buenos aires desde el mundo”, Ginebra,
Suiza por Edmundo Murray. “Y a la París de América Latina, ¿se le apagaron las luces?”
http://murocultural.com.ar/Worldwide/wginebra03.html.
334 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
2 Según Elías (1996 [1969]), las configuraciones sociales explican procesos históricos
donde existen relaciones de interdependencia entre grupos sociales, con diferenciales de
poder, que se mantienen en el largo tiempo, que implican mutuas constricciones y diferen-
ciaciones entre clases y estatus, de gustos, comportamientos o diversos “sistemas de los
afectos”, cuya construcción tiene un proceso de larga data.
3 Para Neiburg (1998) la idea de configuración de Elías remite, en un sentido
durkheiniano, a un entramado de relaciones interdependientes pero, allí su distancia de
aquel, los lazos de la trama remiten indefectiblemente a relaciones de poder, constitutivas de
cualquier relación social. A lo largo del proceso civilizatorio se constituyen configuraciones
específicas y dominantes que dan el tono al tipo de vínculo primordial. En esa trama los lazos
que vinculan y separan a dominantes y dominados, establecidos y outsiders (Inter e intra)
son de densidad y rigidez variable. Mientras más marcados los diferenciales de poder entre
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 335
los primeros y los segundos, los primeros tienen a construir lazos sociales intensamente
cohesionados y, a su vez, diversificados. Los segundos en cambio están unidos entre sí por
lazos más débiles y escasos. Por lo anterior, en grado variable según la subordinación gene-
rada los primeros tienen a constituirse como un grupo que construye una imagen de un “nosotros”
enaltecida, superior y ejemplar que se expresa en sus prácticas, sus gestos, sus posturas, sus formas
de nombrar, etc. En ese mismo proceso se construye a los dominados como aquellos carentes
de tales virtudes morales, lo que los autoriza a instituirse en modelos a seguir, como guías. Los
otros entonces son estigmatizados, marcados como aquellos de calidad humana inferior
(cursivas añadidas).
4 Los sistemas afectivos, para Elias, incluyen las diversas formas de la modelación de
los comportamientos, actitudes, lo que ahora denominaríamos estilos de vida, diversas ma-
neras de contener los impulsos, las restricciones entre los comportamientos intersubjetivos
336 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
5 Porteño es una categoría nativa para nombrar a los habitantes de la ciudad de Bue-
nos Aires. Sin embargo según la antropóloga Mónica Lacarrieu esta nominación no se
vincula con la condición de su vínculo con el rio y con el puerto. “Es indudable que su
carácter porteño debería encontrar sentido en relación con el puerto que posee, como
ciudad enfrentada al Río de la Plata. Sin embargo, ese carácter porteño no es más que una
palabra incorporada al léxico de los habitantes y foráneos en forma naturalizada, pero sin
asociación vinculante entre la urbe y el río. Por lo mismo el río resulta ajeno a la ciudad.
Incluso, es ajeno en la imagen impostada, aun cuando las imágenes relacionadas con la vieja
inmigración hayan tenido por escenario el puerto y el barco, que traían a los inmigrantes
imaginados” (Lacarrieu, 2007: 52, destacado de la autora). No conozco la génesis de la ca-
tegoría nativa porteño pero creo que puede estar vinculada a la tensión desarrollada en el
cuarto final del siglo XIX entre los poderes unitarios que habitaban en esa ciudad y querían
el control del puerto y de la Aduana para ellos, contra los poderes federales que bregaban
para que se coparticipe entre las provincias en formación.
338 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
6 No toda la clase media forma parte de esta configuración, hay sectores que la inter-
pelan a partir de diversas estrategias políticas. Pero es general el desconocimiento y el des-
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 339
dén, a veces disimulado, hacia provincianos como yo que vengo de una provincia del norte,
incluso de parte de intelectuales que se dicen progresistas
7 Así nominados por la ciencia social a los venidos de las “provincias” a la ciudad de
Buenos Aires, sobre todo personas de piel oscura, aunque no de todas las provincias sino
solo algunas. Por ejemplo los migrantes cordobeses o rosarinos, o entrerrianos, no se inclu-
yen generalmente en esa clasificación.
8 Una salvedad importante. La construcción hegemónica de la elite porteña acerca
de la inferioridad de ciertas poblaciones no se construyó únicamente en base a esta dicoto-
mía, la de civilización y barbarie (encarnada en la población del “interior” en términos ge-
néricos). En su momento, la oligarquía porteña, a principios del siglo XX –luego de que la
inmigración de ultramar modificara demográficamente la estructura social de la pampa
húmeda– comenzó a denostar a los “italianos pata sucias”, frase que resumía despectiva-
mente a los obreros de esa nacionalidad, insurrectos contra las condiciones de explotación
de la fuerza de trabajo, a quienes se les aplicó la llamada Ley de Residencia para expulsarlos
o neutralizar el conflicto de clase. Esta construcción discursiva y de clase se fue desdibu-
jando y enalteciendo a medida que se producía la conformación de una importante clase
media, hija de estos migrantes de ultramar, durante mediados del siglo XX.
340 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
caudillos”) –en el siglo XIX– la posición de ser la “hibris del punto cero”9
de la civilite o de los “buenos modales”, en la configuración de las clases
sociales hegemónicas. En este sentido, siguiendo a Briones (2008), propo-
nemos visualizar en estos textos10 las economías políticas de producción de
diversidad cultural, lo que remite centralmente a ver, según la autora,
cómo ponderaciones culturales de distinciones sociales rotuladas como
“étnicas”, “raciales”, “regionales”, “nacionales”, etc., proveen medios que
habilitan o disputan modos diferenciados de explotación económica y de
incorporación o exclusión política e ideológica y de la fuerza de trabajo o
de la ciudadanía.
Otra constatación que surge del estudio de los textos que tratan temas
de estructura social, referida a las clases subalternas, es que estos están atra-
vesados en general por la referencia a la construcción de sujetos políticos.
Sobre todo debates acerca de protagonistas paradigmáticos del partido pe-
ronista de mediados de siglo XX (como los “cabecitas negras”) y del pre-
sente (como los “piqueteros” que cortan calles en esa ciudad, demandando
distintos derechos conculcados). Esto significa que muchos de los análisis
subsumen temáticas referidas a las clases o estratos sociales subalternos
con la discusión acerca de la conformación de esos sujetos políticos, los
que son vistos como amenazantes en las descripciones que toman la ma-
yoría de los autores, al describir los sentimientos de clases medias y supe-
riores en Buenos Aires. Podríamos decir que los análisis sobre estructura
social no pueden obviar las reflexiones acerca de las luchas entre clases y la
manera en que esta se manifiesta históricamente en el campo político.
Este elemento, junto al lugar o el espacio social, la construcción de extran-
jería, el color de la piel y la clase social, son analizados en los textos.
Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX este proyecto cobró vida
en el contexto de la organización del Estado Nacional. Arribó al país un alu-
dores de ficciones, nos constituyeron como lo que somos pero en tanto expresaron sólo la
voz de una parte, son parte de la nación imposible” (Dalle, 2008: 100).
344 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
13 “La gran transformación de la sociedad operada por la elite en el último tercio del siglo
XIX, con el objeto de insertar al país más profundamente en el capitalismo internacional, generó
cambios en la estructura social de la Argentina profundos y evidentes. Sobre la evidencia de esos
cambios se ha construido uno de los grandes mitos de nuestra historia, el de la ‘modernización
social’, según el cual el país que finalmente se puso en marcha hacia 1880, comparado con el de
tiempos anteriores, trajo un mayor bienestar para la mayoría de la población, sentando las bases
de una sociedad más ‘igualitaria’. Según se repite en libros de historia o de sociología, al calor del
desarrollo económico y de la inmigración se produjo un importante crecimiento de la ‘clase
media’, que transformó una sociedad dividida en dos clases claramente separadas, en otra más
compleja y abierta […]. Se nos induce así a pensar que el proyecto de país que las clases domi-
nantes pusieron en marcha fue algo positivo para los habitantes de este suelo: la ‘modernización’
–nadie podría dudarlo– es mejor que el ‘atraso’. Uno de los que más colaboró en instalar esta
visión fue el padre fundador de la sociología argentina: Gino Germani. Fue él quien por primera
vez ofreció pruebas de este proceso de “modernización”. Sin embargo, con los datos con los que
hoy contamos, no resulta evidente que luego de 1880 haya habido un proceso de cambio hacia
una mayor igualdad, o que hubiera un bienestar mayor para todos los habitantes […] Para los
pueblos originarios el nuevo país resultó un verdadero infierno: muchos fueron exterminados y los
que quedaron pasaron de hombres libres a parias en una sociedad que no podían sentir como
propia. Para los gauchos, pastores y campesinos libres las cosas tampoco fueron siempre mejores.”
[…] una investigación reciente de Roy Hora indica que el crecimiento económico vino de la
mano de una profundización de la brecha que separaba a ricos y pobres (no tanto porque estos
se empobrecieran en términos absolutos, sino porque aquellos acumularon riquezas a un paso
tanto más acelerado que los elevó mucho más sobre el nivel del común de la población).” Por
otra parte, la estrategia de crecimiento benefició a los inmigrantes más que a los criollos” (Ada-
mosvsky, 2012).
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 345
14 “Los baluartes de la civilización habían sido invadidos por espectros que se creían
aniquilados, y todo un mundo, sometido a los hábitos y normas de la civilización, eran los
nuevos espectros de lo cierto y de lo irremediable. Conforme esa obra y esa vida inmensas
van cayendo en el olvido, vuelve a nosotros la realidad profunda. Tenemos que aceptarla con
valor, para que deje de perturbarnos, traerla a la conciencia, para que se esfume y podamos
vivir unidos en la salud” (Martínez Estrada, 1983, párrafos finales, cursivas nuestras).
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 347
brini Ortiz,15 el “aluvión zoológico” que estaba allí para recordarle al país que
era mucho más que una gran ciudad y un bello paisaje. El peronismo fue su
canal de expresión política, el movimiento que otorgó sus derechos sociales y
en términos culturales su medio de reivindicación simbólica. Pero el pero-
nismo persiguió y censuró a otro sector de la sociedad –parte de la intelec-
tualidad y las clases medias– por considerar a su proyecto extranjerizante.
Ambos proyectos representan dos modelos de nación diferentes que se concibie-
ron como excluyentes sin reparar en que el problema reside en disociar tajante-
mente dos formaciones sociales que “en realidad” conviven entremezcladas: la ci-
vilización está en la barbarie y la barbarie está en la civilización. El entramado
social y cultural argentino es híbrido, conforma un tejido heterogéneo en donde
no es posible aislar sus componentes en estado puro. “Civilización y barbarie
(son) una misma cosa, como fuerzas centrifugas y centrípetas de un sistema
en equilibrio” (Martínez Estrada, 1983: 341).16
Ambos proyectos fueron creadores de ficciones, nos constituyeron como
lo que somos pero en tanto expresaron solo la voz de una parte, son parte de la
nación imposible” […] ficción orientadora dejó a un lado a nuestras poblacio-
nes criollas e indígenas. Las Montoneras federales y los malones de los aborígenes
del sur sucumbieron frente a “los servidores del rémigton, el telégrafo y la vía
férrea” (Luna, 1988).
15 “Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo,
cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su
traje de fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. […] Frente a mis
ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las
vestiduras escasas cubiertas de pringues, de resto de brea, de grasas y de aceites. Llegaban can-
tando y vociferando unidos en una sola fe […] Un pujante palpitar sacudía la entraña de la
ciudad […] Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que
asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto […]
Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba
pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que
yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí, presente, corpóreo, tenso,
multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan
que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca
creí verlo” (Scalabrini Ortiz, 1973: 55; cursivas añadidas).
16 “Lo que Sarmiento no vio es que civilización y barbarie eran una misma cosa, como
fuerzas centrífugas y centrípetas de un sistema en equilibrio. No vio que la ciudad era como
el campo y que dentro de los cuerpos nuevos reencarnaban las almas de los muertos” (Martí-
nez Estrada, 1983).
348 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
18 Véase para un análisis de esta cuestión y de los usos del concepto de hibridación en
América Latina, el artículo de Enrique Rodríguez Larreta, “Cultura e hibridación: sobre
algunas fuentes latinoamericanas (2004, 2005).
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 351
profundas, hace mención a los que “vinieron de los barcos” en el entre si-
glos.
La etnia criolla nativa o la denominación a esa etnia como criolla es el
otro punto de la configuración subordinada. Para ella es “nativa criolla” o
sea mezcla de nativo con criollo o de indio con europeo, podríamos infe-
rir. A partir de desarrollar una crítica al imaginario del crisol de razas en el
sentido de que no hubo intercambios matrimoniales entre extranjeros con
nativos19 a principios de siglo XX, plantea que recién en la década de 1940
con las migraciones internas se puede hablar de una convivencia entre estas
dos etnias, a nivel geográfico. Consideramos que esta última hipótesis es
difícil de sustentar, puesto que el propio Germani (1965) reconoce empí-
ricamente la importancia de los trabajadores domésticos y las poblaciones
con patrimonio, como nativas a principios de ese siglo, en la ciudad de
Buenos Aires. Podríamos inferir entonces que la sensación de convivencia
geográfica que se percibe en esa ciudad recién a mediados de siglo XX, es
justo cuando esa población pasa del servicio doméstico a ser obrera. Se ha
producido una metamorfosis en el interior de las clases subalternas que
reacomoda las relaciones entre las clases. La primera no es amenazante al
encontrarse bajo relaciones de semiservidumbre y la segunda sí, al consti-
tuirse en clase obrera. Es amenazante para los intereses y habitus de la
clase dominante o de la parte superior de la configuración de clases medias
y altas porteñas.
Se encuentra en la propuesta teórica de Torrado un interesante aporte
al vínculo indisoluble en la Argentina entre clase, lugar, color y “extranje-
ría”, que permite visibilizar cómo esas dimensiones se subsumen en estas
configuraciones sociales de poder, según nuestro punto de vista. Los crio-
llos para Susana Torrado serían las clases obreras que se constituyen como
19 “La tesis del crisol de razas encuentra evidencias de matrimonios interétnicos que
habrían dado lugar a un tipo particular de integración social. La tesis del pluralismo cultu-
ral sostiene que prevalecieron los matrimonios intraétnicos, de suerte que la asimilación de
los inmigrantes se hizo por derroteros distintos a la elección del cónyuge. En realidad,
ambas tesis no son incompatibles […] Tanto en la primera como en la segunda generación
(respectivamente, inmigrantes e hijos de inmigrantes), los extranjeros mostraron un com-
portamiento matrimonial fuertemente endógamo según la nacionalidad, lo que abona la
tesis del pluralismo cultural. Recién en la tercera generación (nietos de inmigrantes) se en-
cuentran evidencias (por lo demás no contundentes) que sostienen la tesis del crisol de ra-
zas.”
352 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
20 En el caso de Francia, por ejemplo, existen una serie de datos que recogen encuestas
oficiales sobre gustos y tipo de actividades culturales, deportivas u otras que realizan los
individuos, lo que ha permitido a Bourdieu –en su libro La distinción–, construir una jerar-
quía de clases “en el papel” según gustos, posicionamiento económico, ocupaciones y estilos
de vida.
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 353
tran que los no blancos tienen más dificultades para conseguir trabajo, y
cuando lo hacen son mayormente informales y sus remuneraciones más
bajas, con independencia del nivel de educación.
Susana Torrado plantea la vigencia de estas cuestiones luego de la cri-
sis de 2001, y manifiesta: en “momentos como el presente, en los que la
desocupación y la precarización parecen no respetar los límites sociales,
cuando por primera vez el empobrecimiento alcanza a importantes seg-
mentos de las clases medias, parecen confirmar esas representaciones imagi-
narias” (cursivas añadidas). Aquí la autora está afirmando indirectamente
que las representaciones imaginarias de las configuraciones que señalamos
se reproducen más crudamente en estos eventos. Creemos que cuando
afirma que este proceso “no respeta límites sociales” se refiere a que la pre-
carización avanza sobre los blancos y no solo sobre los “criollos”.
Podríamos decir que en ese “evento crítico” de 2001, los límites socia-
les, las barreras fijadas entre estas configuraciones, se han roto en algún
punto, ya que aparecen pobres blancos de clase media. Sin embargo, la
ruptura no es de carácter sociodemográfico, en el sentido que comience a
haber un intercambio de matrimonios entre esas clases, o que empiece
a ser considerado bueno y normal con el objeto de romper con las diferen-
cias socios étnicos y la discriminación que implica. Este proceso tiene que
ver con cuestiones económicas de empobrecimiento de esta clase, todo a
lo largo del país, producido como efecto de las reformas neoliberales del
período anterior. Proceso largamente analizado por las ciencias sociales ar-
gentinas en términos económicos y de las redes sociales que estos grupos
desarrollan para no seguir cayendo. Sin embargo, pocos estudios han
planteado esta cuestión mostrando las transformaciones de las configura-
ciones aquí desarrolladas y de su impacto en la transformación socio-ét-
nica de la estructura social. Quizá porque es un tematización general-
mente invisibilizada en la tradición de la reflexión sobre esta temática y
quizás también porque estas mismas clases medias, empobrecidas blancas,
dejaron de mostrar su rostro público en esa ciudad, cuando juntaban car-
tón en las calles durante 2001 hasta casi 2003. Sin duda el proceso de di-
namización de la economía y distribución de los ingresos que propuso el
gobierno nacional llamado conducido por Néstor Kirchner –que se suce-
dió a partir de ese año– incorporó de nuevo a estos sujetos a las clases
medias y los sacó de las calles, al igual que les otorgó subsidios asistenciales
354 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
21 La autora hace la siguiente aclaración en el uso de las categorías que usa: “Usual-
mente, la expresión ‘grupo étnico’ o ‘etnia’ designa una agrupación de seres humanos que
presentan ciertas afinidades somáticas, lingüísticas o culturales. Por extensión, la usaremos
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 355
mienzo de las grandes corrientes migratorias internas en los años 40, induci-
das por los modelos industrializadores, comienza a percibirse la convivencia,
en un mismo hábitat de ambos grupos étnicos. En efecto, por ese entonces, la
población de ascendencia criolla se desplazó desde las zonas rurales y desde las re-
giones extrapampeanas a las grandes ciudades de la región central donde esta-
ban asentándose las nuevas industrias. En su gran mayoría pasaron a engrosar
las filas de la naciente clase obrera, mientras que los descendientes de extranje-
ros de antigua localización urbana se ubicaban ya mayoritariamente en posi-
ciones de clase media. Se hicieron entonces indisimulables las diferencias en los
rasgos físicos, en el nivel educativo, en la posición social y en los niveles de bienes-
tar que separaban esos dos grupos humanos. La emergencia de expresiones
como “aluvión zoológico” o “cabecita negra” con que se estigmatizaba a esos
argentinos recién incorporados a la vida urbana expresa la percepción que la
población de ascendencia europea comenzaba a formarse de las diferencias y je-
rarquías étnicas. Sugerentemente, a través del tiempo (y a pesar de la irrup-
ción del nuevo fenómeno de la inmigración de trabajadores limítrofes), ha persis-
tido en nuestro imaginario colectivo la idea de que la Argentina es una
sociedad en la que no existen diferencias étnicas o, al menos, las mismas no son
importantes como causa de desigualdad social. (Cursivas añadidas.)
El impacto que tuvieron fue distinto según la zona del país. Hacia 1914
constituían un altísimo porcentaje de la población, cercano a la mitad, en
la Capital y en Santa Fe, las áreas más favorecidas por el modelo agroexpor-
tador puesto en marcha por la élite. También tenían un peso enorme en
Mendoza y en algunos territorios poco poblados como La Pampa y Santa
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 363
Cruz. Un poco menor, entre 12 y 20%, era su aporte en zonas como Cór-
doba o Entre Ríos y apenas del 2% en otras menos favorecidas, como Ca-
tamarca o La Rioja. Criollos, indios y mestizos “incultos”, inmigrantes viejos y
nuevos que hablaban decenas de lenguas distintas […] La población se ha-
bía vuelto más heterogénea que nunca. Para asegurar el orden, las elites nece-
sitaban homogenizar de alguna manera esa masa informe. Con ese fin se di-
fundió por la época del Centenario uno de los grandes mitos de la historia
argentina: el del “crisol de razas”. La imagen sugería que todos los grupos
étnicos que habitaban la Argentina, viejos y nuevos, se habían ya fusionado
y habían generado una “raza argentina” homogénea. Esta idea no ponía fin
al agresivo racismo del siglo XIX, que por el contrario continuó de ma-
nera velada. Es que la idea del crisol incluía una jerarquía racial oculta. Se
argumentaba que todas las “razas” se habían fundido en una sola, pero al
mismo tiempo se sostenía que esa fusión había dado como resultado una
nueva que era blanca-europea. Sea minimizando la presencia inicial de los
mestizos, negros, mulatos o indios, sea afirmando que todos ellos habían
desaparecido inundados por la inmigración, se daba a entender que el argen-
tino era blanco-europeo. La creencia muy difundida de que “los argentinos
descienden de los barcos” se volvió entonces parte de un sentido común
que sin embargo no reflejaba la realidad demográfica: estudios genéticos
recientes revelaron que más del 50% de la población actual tiene sangre
indígena corriendo por sus venas y que cerca del 10% cuenta con ancestros
de origen africano.” (Cursivas añadidas)
Hay algo que hay que tener en cuenta, que el peronismo como forma de orga-
nización, como estructura de sentimiento,23 como universo de referencias ha
sido muy próximo a lo plebeyo […] hay dificultades de los movimientos no
peronistas, para comunicarse con el universo cultural plebeyo24 que han in-
fluido en el peronismo.
23 Aquí está haciendo referencia a esta idea desarrollada por Svampa y Martuccelli del
peronismo como una estructura de sentimientos, que es a su vez un concepto de Raymond
Williams (1980). Este autor lo define como el tono, la pulsión, el latido de una época. No
tiene que ver solo con su conciencia oficial, sus ideas, sus leyes, sus doctrinas, sino con las
consecuencias que tiene esa conciencia en la vida, mientras se la está viviendo. Como si
fuera el estado de ánimo de toda una sociedad, en un período histórico. Aunque intangible,
tiene grandes efectos sobre la cultura, puesto que produce explicaciones y significaciones y
justificaciones, que influyen sobre la difusión, el consumo y la evaluación de la cultura
misma. Podríamos decir nosotros que la estructura de sentimientos se asemeja a lo que Elias
llama configuraciones afectivas de las relaciones intersubjetivas entre las clases. William lo
coloca más en la cuestión genérica cultural de la época pero, para Elias, tienen mucha im-
portancia las relaciones de poder entre las clases.
24 Esta construcción la veremos con más detalle en el capítulo de clases sociales.
366 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
25 Sabemos que es esta una denominación europea para formaciones sociales que la
teoría dependentista latinoamericana ha mostrado que no se puede aplicar para el caso de
América Latina, vis à vis.
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 367
[…] Los campesinos abandonan los feudos de las provincias e inundan la Ca-
pital. Son los nuevos migrantes. Los migrantes internos a los que Evita llamará
“mis grasitas”. La oligarquía, “la negrada”. Y el caudillo cordobés Amadeo
Sabattini, “el aluvión zoológico”. (Años después, los militantes de los setenta
disfrutarán de esta frase porque la unirán con un texto que devoraban: Los
condenados de la tierra. Ahí, el africano argelino Franz Fanon decía: “Cuando
el colonizador se refiere al colonizado acude al bestiario”. Y los del setenta
dirán: “Es lo mismo: Argelia y Argentina. Dos expresiones en la lucha por la
liberación nacional”. ¿Se equivocaban?) […] “Los migrantes inundan la ciu-
dad opulenta y vienen con la pureza del campesino. Esta “pureza” significa algo
que la izquierda lamentará: no tienen experiencia sindical. No tienen trayec-
toria obrera. Sigo un poco un libro clásico: el de Murmis y Portantiero.
(Cursivas añadidas.)
empezó a trabajar esa materia prima para construir, con ella, la base social de su
poder. […] Creó sindicatos para los migrantes. Le pidió prestado a Cipriano
Reyes el Partido Laborista y los migrantes tuvieron un partido (se refiere al
partido Laborista). Hizo muchas otras cosas. Pero básicamente una: descubrió
al nuevo sujeto de la historia y supo cómo captarlo” (cursivas añadidas).
peruano que llegan a esa ciudad, quizás sea la de Margulis (1999) que
considera que acuñó el término “racialización” de las relaciones de clase.
El área de sus estudios es la ciudad de Buenos Aires y el llamado Gran
Buenos Aires, basado en datos periodísticos y en etnografías en villas de
esa ciudad. La racialización de las relaciones de clase que observa alude a
lo que consideran una de las “formas de discriminación más potente e in-
sidiosas y que mayor influencia posee en la vida social y cultural: la discri-
minación dirigida hacia un sector de la población que lleva en el cuerpo las
marcas de su origen indígena o mestizo, y cuya presencia en la gran ciudad
se torna visible sobre todo con las migraciones laborales, provenientes del
interior del país o de los países limítrofes, aceleradas a partir de 1930”. Con-
sideran que estas formas de discriminación vienen de un “proceso antiguo
que presentó diversas manifestaciones a lo largo de la historia”. Una de sus
principales hipótesis es:
que estos procesos discriminatorios surgen del fondo de la historia nacional y la-
tinoamericana y están profundamente ligados a las relaciones de clase. En tal
sentido hemos acuñado la expresión “racialización de las relaciones de clase”,
que alude no solo a la forma de constitución histórica de tales relaciones,
sino también a las formas de construcción social de sentido, a la gestación de va-
lores, formas de apreciación y modelos estéticos que son consecuentes con las
clasificaciones sociales y que contribuyen a reproducirlas. En otras palabras,
las claves de los procesos de discriminación están profundamente insertos en
nuestros códigos culturales y asoman impensadamente en nuestros mensajes
y en nuestros actos. Es consecuente por lo tanto, que quienes son objeto de
estas formas de discriminación se encuentren entre los más pobres, aquellos
que habitan en zonas periféricas y marginales o en tugurios urbanos. La pobreza
y la marginación social y espacial están vinculadas con la discriminación a
través de relaciones sutiles y a su vez agregan, por sus consecuencias, nuevos
estímulos para alimentar la suspicacia, el recelo y el rechazo (Margulis y
Urresti, 1999: 9, cursivas añadidas).
26 Esta categoría nativa es usada en la ciudad de Buenos Aires para referirse general-
mente a zonas o viviendas precarizadas del centro de la ciudad, antiguamente llamados
conventillos.
372 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
27 Esta idea de que el migrante interno es tan extranjero como el boliviano aparece en
otras teorizaciones y explicaciones, como la que veremos más adelante, de la antropóloga
Claudia Briones.
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 373
piel oscura pertenecen a las clases subalternas. “De la misma manera que
hay argentinos rubios y de ojos celestes como Osvaldo Bayer que siempre
han luchado contra La Argentina Blanca, hay argentinos con sangre indí-
gena como el ex gobernador de Salta Juan Carlos Romero, que siempre
han sido sus grandes defensores. La Argentina Blanca es un proyecto polí-
tico-espacial que ha sido definitorio de la historia nacional: el intento de
hacer del país un espacio blanco y libre de indios-mestizos-negros, o por lo
menos un espacio donde no se note demasiado que la mayoría de la na-
ción es morocha. Este es un proyecto utópico y acosado por el vértigo que le
genera la imposibilidad de su realización ante la realidad de las multitudes
con rasgos indígenas (“esos negros de mierda”), pero que ha definido a las elites
nacionales desde las masacres de gauchos lideradas por Sarmiento en Cuyo
y las masacres de indios lideradas por Roca y Victorica en Pampa-Patago-
nia y el Gran Chaco hace ya más de un siglo” (2013, cursivas añadidas).
La antropóloga Claudia Briones desarrolla una compleja e interesante
teoría de las lógicas racializadoras en la Argentina y cómo en ellas está in-
cluida la racialización de lo que llama aborigeneidad en diferentes formas
clasificatorias (mestizo, criollo, población de las provincias del norte, mi-
grantes internos, cabecitas negras, indígenas mapuches u otros), asociadas
a la construcción de una nación blanca y lo que hemos llamado racializa-
ción del “interior” desde Buenos Aires. La autora habla de “líneas de co-
lor” y de racialización del “interior” como una de las tres lógicas que cons-
tituyen la formación “maestra” de la alteridad argentina. Inspirada, como
veremos más adelante, en algunas reflexiones del antropólogo Hugo Ra-
tier, de trabajos de finales de la década de 1970.
eyectados por la trastienda. Esta idea de que los argentinos venimos de los
barcos se refuerza con la propensión especular a expulsar fuera del territorio
imaginario de la nación a quienes se asocian con categorías fuertemente mar-
cadas, mediante una común atribución de extranjería que ha ido recayendo
sobre distintos destinatarios […] (2005: 22; cursivas añadidas).
29 “En suma, la postura que sostiene el Ministro para fijar la identidad de algunos
contingentes sociales en ciertas direcciones y no en otras parte de que no se puede confun-
dir ‘ser’ con ‘parecer’. Así, si en Estados Unidos no hay forma de que quien “parece” negro
no lo sea, en la Argentina se puede ‘parecer’ indígena por el color de la piel pero no serlo.
Sugestivamente, empero, si proponer que las marcas corporales no permitirían establecer
lindes inequívocos entre indígenas y (ciertos) criollos parece etnicizar la aboriginalidad,
paralelamente nos muestra que el ‘color’ no se abandona como medio para describir/signi-
ficar/predicar sobre la realidad de la membresía de ciertos contingentes desmarcados como
“individuos del país”, en pro de consolidar una hegemonía por transformación que, para
376 ESTUDIOS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIAL
reforzar las posiciones de los grupos dominantes, apuesta a una pronta homogenización
cultural de la heterogeneidad” (Briones, 2005: 25-26).
GEOPOLÍTICA NACIONAL, ESTRUCTURA SOCIAL Y RACISMO 377
noción que la palabra criollo tenía en la primera mitad del siglo XX (hijos
de españoles), donde esa mezcla se acerca más a lo blanco –como en el
resto de América Latina–. Mientras que el criollo “cabecita negra” de me-
diados del siglo XX y en la actualidad en Buenos Aires, se asimila con lo
indio del interior, como lo muestra Briones, Margulis y Torrado.
El segundo proceso de mezcla al que refiere Briones está vinculado
con lo que llama “interiorización de la línea de color”, siguiendo a un
viejo aporte de Hugo Ratier en sus análisis sobre el cabecita negra y como
esta construcción es un movimiento racializador de la subalternidad
geopolítica nacional como planteamos.
Bibliografía