Melchor Cano
Melchor Cano
Melchor Cano
“Dios, que habló a nuestros padres -los padres del Pueblo de Israel- parcialmente y de
diversas maneras por los Profetas, al fin de estos días nos habló por su Hijo, a quien
constituyó heredero de todas las cosas y por quien creó también los tiempos” (Hebr. 1,1-2).
Dios habla. La fuente de la verdad salvífica que se nos revela a los hombres es pues Dios. Y
porque Dios ha hablado a los hombres, y así como el Pueblo de Israel en la Antigua Alianza
tenía “a Moisés y a los Profetas”, a nosotros, el Pueblo de Dios de la Nueva Alianza se nos ha
dado lo que el Verbo encarnado “hizo y enseñó”, y los Apóstoles, testigos de la resurrección
del Señor “que habían contemplado y tocado con sus manos el Verbo de la vida… y
anunciaron la vida eterna que estaba en el Padre y se manifestó en nosotros”(I Ioann. 1, 1-2).
En las fuentes está el “dato revelado”, el “misterio” que se nos anuncia para ser creído con la
fe debida a la palabra de Dios. Estas mismas fuentes, concebidas bajo el punto de vista de
que sólo en ellas podemos encontrar el principio para un raciocinio teológico que pueda
concluir en enunciados verdaderos, y el apoyo para argüir polémicamente contra quienes
desfiguren o minimicen la verdad revelada, fueron llamadas también “lugares teológicos”,
aunque este es un concepto más extenso ya que sólo son fuentes de la revelación los
“lugares teológicos originarios”.
El concepto y la sistematización de los “lugares teológicos” fue obra de Melchor Cano y
constituyó una aportación decisiva a la sistematización de la ciencia teológica. El término
denota una analogía entre los “lugares teológicos” y los topica en que pensó Aristóteles y le
siguieron otros como Agrícola y Cicerón.
Hoy en día la palabra tópico o lugar común se usa en sentido despectivo, de algo afirmado
rutinariamente por el peso de una tradición. Es una enfermedad de nuestro lenguaje, y
recuerdo haber oído con gran sorpresa a un Catedrático de Latín muy competente esta
afirmación: “los tópicos son siempre verdaderos”.
Melchor Cano desarrolló el tema de los lugares teológicos de acuerdo con los conceptos y
clasificaciones siguientes:
Por la naturaleza del tratado de Melchor Cano, la ordenación es lógica y metodológica. Puede
constar con mayor certeza cual sea la fe de la Iglesia, entendida como “la sociedad de los
católicos bautizados, justos o pecadores, pero unidos en la profesión de la misma fe”, que el
hecho histórico y el texto auténtico de tal o cual definición dogmática en un Concilio. Nótese
también que la autoridad infalible de los Concilios no ha tenido que ser nunca definida, porque
pertenece a esta fe que los Pastores enseñan y los fieles creen unánimemente.