Stanley M. Horton - El Espiritu Santo
Stanley M. Horton - El Espiritu Santo
Stanley M. Horton - El Espiritu Santo
EL ESPIRITU EN EL PENTATEUCO
La sabiduría de Débora
En calidad de profetisa, Débora fue una vocera de Dios,
y hablaba según era movida (llevada, conducida) por el
Espíritu de Dios (2 Pedro 1:21). Su don profético la
calificaba para conducir, juzgar, y gobernar la nación.
(Ver Deuteronomio 17:18, 19).
Sansón el nazareo
Sansón tenía todas las ventajas que Jefté no tuvo. Sus
padres eran piadosos. El ángel del Señor se les
apareció y ordenó a su madre que no bebiese vino ni
sidra y que no comiese cosas inmundas, pues su hijo
había de ser nazareo desde su nacimiento Jueces 13:7,
14). Cuando Sansón creció el Señor lo bendijo. Sin
embargo, no es fácil comprender sus acciones una vez
que llegó a la madurez. Tal como Keil dice:
La unción de Saúl
El hacer una comparación de las unciones de Saúl y de
David revela algunas significativas semejanzas y
diferencias. En ambos casos Dios preparó a Samuel de
antemano para que realizara la obra. También en
ambos casos Dios respaldó la acción simbólica de la
unción con aceite con un verdadero derramamiento del
Espíritu.
David ungido
La experiencia de David fue diferente porque cuando
Samuel lo ungió, "desde aquel día en adelante el
Espíritu de Jehová vino sobre David" (1 Samuel 16:13).
Aquí se usa el mismo verbo respecto de la venida del
Espíritu como el que se usa en los casos de Sansón y
del rey Saúl. Fue la misma acometida de gran poder.
Pero hay una leve diferencia en la preposición que se
emplea, y una gran diferencia en cuanto a la
experiencia de David. El Espíritu vino sobre Sansón y
Saúl. Las experiencias de ellos fueron temporales e
intermitentes. Fue casi como si el Espíritu no estuviese
presente con ellos en los intervalos (aun cuando lo
estaba). El Espíritu vino a David (o, lo que es mucho
más probable, dentro de David). También el caso de
David fue diferente en el hecho de que no hubo
reacción o señal exterior inmediata. Este poderoso
brote de poder llenó el ser interior de David y dio inicio
a la preparación sobrenatural para la tarea que Dios
había de darle. Pero la experiencia no concluyó dentro
de unos pocos minutos. Al día siguiente ese brote
interior del Espíritu estaba todavía allí. Se trataba de
una experiencia creciente, que iba en aumento.
La profecía de Saúl
La acción de Saúl de profetizar bajo la influencia de
este espíritu sobrenatural de juicio es algo también
difícil de entender (1 Samuel 18:10). Es muy probable
que no fuese una profecía normal. Se usa la misma
forma verbal para hacer referencia a los delirios y el
arrebato de los profetas paganos. Puesto que este
espíritu de juicio atormentaba a Saúl (16:14), también
pudiera ser que esta "profecía" tomara la forma de
expresiones sin control.
Salomón
Aun cuando Salomón conocía la inspiración y el don de
sabiduría que viene mediante el Espíritu, él habla del
Espíritu tan sólo una vez. En Proverbios 1:23 hallamos
el clamor de la sabiduría: "Yo derramaré (libremente) mi
espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras"
(en vuestra experiencia). La sabiduría que aquí se
personifica es la sabiduría divina, o sabiduría de Dios.
La expresión derramar se usa con más frecuencia
respecto del derramamiento de un torrente de palabras
(como en el Salmo 145:7). También se usa para
designar el surgimiento de un manantial. De este modo,
insinúa un derramamiento mayor del Espíritu por venir,
un derramamiento conectado con un derramamiento de
palabras mediante las cuales el Espíritu se expresa a si
mismo.
Reyes y Crónicas
Se menciona al Espíritu en el resto de Reyes y de
Crónicas tan sólo en conexión con los profetas. Cuando
se dividió el reino después de la muerte de Salomón,
los reyes de las 10 tribus del norte (que tomaron el
nombre de Israel) descendieron a un nivel espiritual
muy bajo. Todos adoraron los becerros de oro que
colocó Jeroboam en Bet-el y en Dan. Muchos cayeron
en la más grotesca idolatría. Aun en Judá, no obstante
los avivamientos habidos bajo Asa, Josafat, Ezequías y
Josías, la mayoría de los reyes cayó en prácticas
idolátricas. De este modo, aunque los reyes fueron los
que hicieron historia, los profetas hablaron en lugar de
Dios y colocaron el cimiento del futuro.
Job
Job es el único libro restante de entre los libros más
antiguos que menciona al Espíritu. En Job 26:13, "Su
espíritu adornó (alegró) los cielos". La mayoría
considera que este adorno fue llevado a cabo por el
Espíritu tomando como su agente al viento. "El hálito de
Dios en mis narices" es paralelo a "mi alma... en mi"
(Job 27:3). "Espíritu hay en el hombre" (Job 32:8, 18) es
indudablemente una referencia al espíritu humano, pero
el pasaje (juntamente con Job 33:4) reconoce que el
hombre debe su espíritu al Espíritu de Dios (como en
Génesis 2:7).
El Espíritu en el Mesías
El clímax del cuadro que Isaías presenta del Mesías al
principio y al final del libro muestra al Espíritu de Dios
reposando sobre él (11:1-5; 61:1-4). En la primera parte
del libro Isaías muestra al Mesías en calidad de Rey. El
desarrolla un cuadro maravilloso que comienza con
7:14.
El Espíritu séptuplo
Luego, en Isaías 11:1-5, se identifica a este Niño de
nacimiento virginal con una vara (brote nuevo) del
tronco (cepa cortada) de Isaí, y una rama (hebreo
netser o nezer, con la misma derivación que Nazaret y
nazareno) de sus raíces. En otras palabras, para el
tiempo cuando este Hijo nacido virginalmente llegue a
ser Dios con nosotros, la gloria del reino davídico habrá
desaparecido, y la familia de David estará en
decadencia y reducida a la pobreza. Pero cuando el
Niño crezca habrá sobre él algo mejor que gloria
terrenal. "Reposará (continuamente) sobre él el Espíritu
de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento
y de temor de Jehová" (11:2). Tal como un erudito
bíblico lo ha señalado, el Espíritu del Señor es como el
eje central de un candelabro de siete luces. Las otras
manifestaciones del Espíritu se hallan en tres grupos:
primero, en relación con la mente y el intelecto,
segundo, en relación con la vida práctica, y tercero,
directamente en relación con Dios.
El Siervo ungido
La última parte de Isaías habla a menudo del Siervo de
Jehová, de Aquel que ejecuta su trabajo. Israel fue
llamado siervo de Jehová (Isaías 41:8), pero Dios tenía
un trabajo de salvación que Israel no podía hacer.
También Israel necesitaba la salvación. Sale, entonces,
de Israel Uno que haría el trabajo completo del Señor y
que cumpliría su salvación.
El Espíritu y la Palabra
Uno de los temas más importantes que se desarrollan
en el Antiguo Testamento es la estrecha relación entre
el Espíritu y la Palabra (Proverbios 1:23; 2 Samuel 23:2;
Miqueas 3:8). Los profetas que hablaban la Palabra de
Dios eran considerados como sus principales agentes.
Tal como dice Amós (3:7), "Porque no hará nada
Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus
siervos los profetas". Es cierto que había profetas falsos
que decían estar inspirados (1 Reyes 22:24; 2 Crónicas
18:23; Jeremías 28:1-4). Lo cierto es que ellos seguían
a su propio espíritu (Ezequiel 13:3) y que el Señor no
los había enviado. Los eventos como también el juicio
de Dios manifestaron que eran falsos. Pero la Palabra
de Dios continuó ardiendo en los corazones de los
verdaderos profetas, delante mismo de la severa
oposición e indiferencia Jeremías 20:9).
JESUS
El poderoso Bautizador
Juan el Bautista vino al mismo lugar que había sido
profetizado por Isaías (desierto, de Isaías 40:3, en el
hebreo es Arabah, que es el nombre del valle junto al
Mar Muerto en la parte más baja del Jordán). Del
mismo modo como la voz de la profecía, él hizo un
llamado al arrepentimiento y bautizó a los que venían y
confesaban sus pecados. Pero él se rehusaba a
bautizar a la gente a menos que se arrepintieran de
verdad. Cuando vinieron los saduceos y los fariseos,
puesto que él era un profeta lleno del Espíritu, pudo
reconocer que no había cambio en la actitud de ellos. El
exigió que ellos trajeran fruto o evidencia de su
arrepentimiento antes de bautizarles. Ellos se sentían
muy satisfechos de sí mismos y seguros por el hecho
de que eran hijos de Abraham. Pero Juan les manifestó
que esto no les protegería del juicio venidero. Luego
Juan añadió: "Yo a la verdad os bautizo en agua para
arrepentimiento (esto es, por causa de arrepentimiento,
puesto que él ya había indicado que su bautismo no
podía producir arrepentimiento); pero el que viene tras
mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más
poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y
(en) fuego" (Mateo 3:11).
Celo quemante
Otros que consideran que el Espíritu y el fuego son una
experiencia, identifican el fuego con el celo o
entusiasmo, con la iluminación y los dones del Espíritu.
Efectivamente, muchos de ellos tienen el fuego en ese
sentido. Romanos 12:1 habla de un fervor, de una
efervescencia, o de un celo ardiente del Espíritu.
Primera de Tesalonicenses 5:19 ordena a la gente que
deje de tratar de apagar el fuego del Espíritu. El mismo
fuego está implicado en el "denuedo" que les vino como
resultado de ser llenos del Espíritu (Hechos 4:31). Este
denuedo es una maravillosa confianza gozosa, es
libertad, valentía y ardiente celo. ¡Ciertamente, tenemos
derecho de pedir a Dios que envíe este fuego!
El fuego de juicio
Cuando Jesús habla respecto del fuego, siempre se
trata del fuego de juicio o de destrucción,
especialmente del infierno (gehenna) de fuego, lo que
realmente se refiere al lago de fuego (Mateo 5:22; 18:8,
9). La misma cosa resulta cierta por lo general en las
epístolas (1 Corintios 3:13; 2 Tesalonicenses 1:8;
Hebreos 12:29; 2 Pedro 3:7).
Gozo en el Espíritu
Después del regreso de los 70 discípulos a los que
Jesús ordenó que salieran en Perea, Jesús "se regocijó
en el Espíritu" (Lucas 10:21). Esta expresión de gozo
fue algo más que una buena sensación. El se regocijó
por causa de lo que Dios estaba haciendo a través de
los 70. Los sabios y los prudentes (los diestros
intérpretes de la Ley, los líderes religiosos y principales
sacerdotes) miraban con desprecio sobre gente tan
humilde como la que Jesús comisionó. Pero fue a
través de ellos que Dios reveló su gracia, su poder, y su
salvación. Los nombres de ellos ya estaban inscritos en
los cielos (Lucas 10:20). Aun más, todos tendrían que
reconocer que lo que los 70 realizaron no lo fue a
través de algún poder, autoridad, o posición oficial que
fuese de ellos. El poder tenía que ser de Dios.
Un rechazo total
Claramente, la blasfemia contra el Espíritu es algo
intencional e involucra un pecado contra el
conocimiento. Mateo lo presenta como que es el atribuir
intencionadamente las obras de Jesús al poder de
Satanás. Estas obras eran el testimonio del Espíritu de
que Jesús era el Mesías y el Salvador. Los fariseos,
que conocían las Escrituras, fueron reacios para
reconocer la salvación que viene tan solamente
mediante Jesús. "Porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos"
(Hechos 4:12). El rechazo total de la obra del Espíritu
para llevarnos a Jesús cierra de esta manera la puerta
a la salvación en esta época. Y en la época venidera no
habrá otra oportunidad. Después de la muerte nada le
queda al incrédulo sino el juicio (Hebreos 9:27). Es
cosa de ahora o nunca.
El Espíritu mismo
A medida que avanzamos en el Evangelio de Juan,
resulta cada vez más obvio que el agua a menudo
simboliza el Espíritu mismo, especialmente en su poder
de dar vida Juan 4:14; 7:38). También es cierto que la
palabra y puede significar de igual modo aun, de modo
que Juan 3:5 podría traducirse "nacido de agua, aun del
Espíritu". Nicodemo interpretó erradamente lo que
Jesús quiso decir cuando le habló de nacer de nuevo (o
de arriba). Jesús puede haber decidido darle esta vez la
explicación. Si tomamos en consideración que el agua
significa el Espíritu, entonces desaparece el problema.
El agua, aun el Espíritu, es de arriba, del cielo, y se
halla completamente fuera del reino de las cosas
terrenales.
Vida en el Espíritu
El ser nacido de arriba no es un fin en sí mismo. Es
solamente el primer paso hacia la vida en el Espíritu.
Jesús se presentó a la mujer en el pozo como el Dador
de agua que en una persona llegará a ser una fuente
de agua que salte para vida eterna (Juan 4:10, 14). De
este modo, él va más allá de la promesa de un nuevo
nacimiento a la promesa de una vida en el Espíritu, la
que contenga no unas pocas gotas de agua solamente
sino una fuente o pozo artesiano que fluya
continuamente por cuanto proviene de una fuente más
alta.
Esperar
El mandato de Jesús de esperar (sentarse, aguardar) y
no salir de Jerusalén era necesario para esta ocasión
solamente. Después del día de Pentecostés no había
necesidad de esperar. Pero Pentecostés, con su
simbolismo de cosecha, era importante por el hecho de
que el propó-sito del bautismo en el Espíritu era poder
para servicio, especialmente en los campos de cosecha
del mundo (1:8).
Otras lenguas
Solamente una señal era parte del bautismo
pentecostal. Todos los que fueron henchidos con el
Espíritu Santo comenzaron a hablar en otras lenguas,
como el Espíritu les daba que hablasen. Esto es, ellos
usaron sus lenguas, sus músculos. Fueron ellos los que
hablaron. Pero las palabras no provenían de su mente
o de su pensamiento. Fue el Espíritu quien les dio la
expresión, la que se manifestó valientemente, con
fuerza, y con una obvia unción y poder.
¿Qué haremos?
Cuando el Espíritu convenció a los oyentes de Pedro y
les hizo sentirse culpables, preguntaron: "¿Qué
haremos?" La respuesta de Pedro fue también parte de
la expresión profética del Espíritu en forma de
exhortación: "Arrepentios (cambiad vuestro modo de
pensar y vuestras actitudes básicas hacia el pecado, la
justicia, y el juicio), y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre (en base a la autoridad) de Jesucristo
(como se expresó en Mateo 28:19) para (por causa de)
perdón de los pecados, y recibiréis (tomaréis) el don del
Espíritu Santo" (Hechos 2:38). Téngase presente que el
bautismo en agua es un testimonio, una declaración de
lo que ya ha sucedido interiormente. Ni produce ni es el
medio para el perdón de pecados. La expresión en
griego es paralela al bautismo de Juan "para
arrepentimiento", que significa "por causa de
arrepentimiento", como lo muestra el contexto.
Continuamente llenos
Una notable evidencia de la superintendencia que
ejercía el Espíritu Santo sobre la obra de la Iglesia era
la manera en que seguía proporcionando
henchimientos frescos para enfrentar las nuevas
necesidades y los nuevos desafíos. El Libro de Los
Hechos da dos ejemplos de tales henchimientos de
individuos, y uno de todo el grupo a la vez. A causa de
las limitaciones de espacio, Los Hechos presenta a
menudo sólo unos pocos ejemplos de cosas que deben
haber ocurrido con mayor frecuencia. La sanidad del
cojo en la Puerta Hermosa es, por ejemplo, sólo un
caso de entre las muchas maravillas y señales hechas
por los apóstoles (Hechos 2:43; 3:1-10).
Ampliación de ministerio
Esteban y Felipe son ejemplos del hecho de que esta
plenitud del Espíritu Santo, esta sabiduría y fe
condujeron a una ampliación del ministerio (Hechos 6:5,
8, 10). Las señales y milagros que realizaron entre la
gente eran de la misma dimensión como las que hacían
los apóstoles (6:8; 8:5-8). Aun cuando el testimonio de
Esteban le produjo la muerte, él permaneció lleno del
Espíritu hasta el fin y testificó de la gloria de Jesús
como su exaltado Señor (7:55, 56).
Por otro lado, Felipe fue dirigido por el Espíritu, no
solamente para que testificara en Samaria, sino para
que ganara a un etíope para el Señor (8:29,38). Un
manuscrito griego antiguo dice que el Espíritu cayó
entonces sobre el eunuco, lo cual ciertamente le dio
otra razón para proseguir su camino con regocijo. Al
mismo tiempo, el Espíritu tomó a Felipe en lo que
parece haber sido una especie de viaje supersónico
hasta la costa. El prosiguió su viaje hasta Cesarea, en
donde estableció su sede para continuar su ministerio.
Años más tarde, todavía era conocido como Felipe el
evangelista. No había descuidado evangelizar ni
siquiera a su propia familia. Sus cuatro hijas eran llenas
del Espíritu y profetizaban (Hechos 21:8, 9).
¿Habéis recibido?
En Éfeso se menciona de nuevo el hablar en lenguas
en conexión con ciertos discípulos a los que Pablo
encontró allí (Hechos 19:1-7).
Aun cuando el Libro de Los Hechos casi siempre utiliza
la palabra discípulo para hacer referencia a un discípulo
de Jesús, a un cristiano, Pablo presintió que aquí
faltaba algo. Sin lugar a dudas, estos doce hombres
profesaban ser seguidores de Jesús. Sin embargo,
Pablo les preguntó si habían recibido el Espíritu Santo
"cuando creísteis" (desde que creísteis).
No apaguéis el Espíritu
Las cartas de Pablo a los Tesalonicenses hablan sólo
en forma breve del Espíritu Santo. El expresa profunda
preocupación por los nuevos convertidos. Dios había
establecido la Iglesia mediante una acción poderosa del
Espíritu. Pero, por causa de una violenta oposición,
Pablo fue obligado a retirarse. El escribe para
alentarles. No deben olvidar que el evangelio no vino a
ellos "en palabras solamente, sino también en poder, en
el Espíritu Santo y en plena certidumbre" (1
Tesalonicenses 1:5). Como resultado, los creyentes
llegaron a ser seguidores (imitadores) de los
evangelistas y del Señor, "recibiendo la palabra en
medio de gran tribulación (persecución), con gozo del
Espíritu Santo" (1:6).
Recibido mediante la fe
Romanos y Gálatas tratan con una gran cantidad de
asuntos parecidos. Pero Gálatas fue escrito en el calor
de la lucha de Pablo con los judaizantes. Romanos fue
escrito más tarde, como un tratado más general del
significado del Evangelio, para preparar a los romanos
creyentes para la esperada visita de Pablo.
Caminar en el Espíritu
Pablo se muestra continuamente cauteloso de que por
recalcar demasiado una verdad no vaya a hacer que la
gente tome una dirección equivocada. Ciertamente los
gentiles estaban libres de la Ley. Pero esto debe ser
balanceado por el hecho de que no eran libres para la
satisfacción de los apetitos carnales sino para la vida
en el Espíritu. No debían usar su libertad como una
ocasión (oportunidad, pretexto) para la carne (para
dejar que los deseos e impulsos de la carne se
impusieran). Más bien, por amor deberían servirse los
unos a los otros (Gálatas 5:13). Esto significa tener la
misma autodisciplina que manifestó Jesús cuando él, el
Señor de gloria, se humilló y fue entre nosotros "como
el que sirve" (Lucas 22:25-27; Filipenses 2:5-8).
El Espíritu de santidad
La carta de Pablo a los Romanos contempla la
posibilidad de una mayor evangelización de los gentiles
(Romanos 1:13; 15:28). De este modo, recalca la
libertad del cristiano de la Ley, tal como lo hace
Gálatas. Muchas de sus enseñanzas concernientes al
Espíritu Santo son también paralelas a las de Gálatas.
Judíos genuinos
Cuando Pablo trata del Evangelio que es el poder de
Dios para salvación (Romanos 1:16), reconoce que los
gentiles se apartaron de Dios y necesitan
desesperadamente el Evangelio. Pero pasa lo mismo
con los judíos. Su circuncisión, la señal del Antiguo
Pacto de la Ley ha sido despojada de significado por
causa de su pecado. Dios deseaba justicia, no
formalidades religiosas (Romanos 2:26). De este modo,
el verdadero judío no es aquel que parece serlo
externamente (mediante la circuncisión). El verdadero
judío es aquel que lo es interiormente, con una
circuncisión (una separación interior para Dios) del
corazón realizada por el Espíritu Santo. (Ver Gálatas
6:15, en donde lo que cuenta es la nueva criatura. Ver
también Filipenses 3:3, en donde se demuestra esto
por la adoración a Dios en Espíritu). Judío (de Judá)
significa "hombre de alabanza" en el sentido de alguien
que es alabado por sus hermanos (Génesis 49:8). Pero
la alabanza del verdadero judío no viene de los
hombres sino de Dios (Romanos 2:28, 29).
Adoración espiritual
Después de demostrar que Dios todavía tiene
misericordia para los judíos y los gentiles que crean,
Pablo pasa a dar una guía práctica para los creyentes.
Los sacrificios en el templo ya no eran necesarios.
Cristo los ha cumplido de una vez y para siempre
(Hebreos 9:11, 12, 25-28).
El Espíritu y el Reino
Hay tan sólo unas pocas y breves referencias más al
Espíritu Santo en el libro de Romanos. La siguiente es
muy significativa respecto de la naturaleza del Reino.
Pablo tiene muy poco que decir respecto del Reino de
Dios en sus epístolas, tal vez ello se debe al hecho de
que el reino (gobierno) de Dios es activo principalmente
en esta época a través del Espíritu Santo. Pero la obra
del Espíritu en lo que concierne a la preparación para la
época venidera y en establecer dicha época es mucho
más evidente.
CREYENTES
La sabiduría de Dios
Para ayudarles a corregir su dependencia de la
sabiduría humana, Pablo contrasta la sabiduría de Dios
con la sabiduría de los hombres. Les recuerda que su
propia expresión y predicación no fue "con palabras
persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración (prueba convincente) del Espíritu y de
poder" (2:4). Lo que Pablo les llevó no fue otra
enseñanza, ni simplemente otra filosofía, ni algunas
ideas humanas para ser discutidas. Ya habían tenido
bastante de eso en su condición pagana. El los llevó al
laboratorio del Espíritu Santo y les mostró el poder de
Dios. Les animó a que salieran en el mismo poder para
que su fe pudiera permanecer en ese poder (incluyendo
los dones del Espíritu).
La obra de Dios era un misterio, en el sentido en que no
estaba revelada en su plenitud antes de la Cruz, y
también en el sentido en que los hombres no eran
capaces de imaginársela mediante su sabiduría
humana o sus poderes de razonamiento. Si hubiesen
sido capaces de ello, "nunca habrían crucificado al
Señor de gloria" (2:8).
Comprensión necesaria
Pablo da comienzo al gran pasaje sobre los dones
espirituales (1 Corintios 12 al 14) diciendo: "No quiero,
hermanos, que ignoréis acerca de los dones
espirituales". Con esto él no quiere dar a entender que
ellos están totalmente ignorantes de los dones. El ya ha
dicho que ellos no carecen ni tienen deficiencia de
ningún don (1:7). Lo que él quiere decir es que desea
que ellos conozcan los dones y también el uso de ellos.
Honrando a Jesús
Antes de presentar una lista de dones, Pablo atrae la
atención al hecho de que el Espíritu Santo siempre
glorificará a Jesús (12:3). Hemos visto que Pablo
siempre mantuvo a Cristo como el centro de su
ministerio. El Espíritu fue quien le guió a hacer esto,
porque el Espíritu Santo desea honrar a Jesús. Jesús
es la Palabra viva. El vino para revelarnos a Dios y sus
caminos (Juan 1:14, 18). Ahora Jesús ha vuelto al cielo,
pero el Espíritu Santo todavía hace que él sea para
nosotros la Palabra viva de Dios. ¡Qué contraste es
éste para estos creyentes corintios y su anterior
condición, en que eran llevados por sendas extraviadas
por los ídolos mudos, meras cosas que no tenían
significado, ni palabra para ellos! (12:2). Esta
fundamental falta de significado es algo cierto de todo
lo que está fuera de Cristo.
EL ESPÍRITU EN EL MINISTERIO DE LA
IGLESIA
Como en Pentecostés
Muchos procuran hacer una distinción entre las lenguas
en Corinto y las lenguas dadas por el Espíritu en el día
de Pentecostés. Hay algunas versiones de la Biblia que
traducen de manera diferente "hablando en lenguas" en
Hechos y en Corintios. En Los Hechos le dan el
significado de hablar en idiomas extranjeros. En
Corintios le dan la connotación de hablar extáticamente
o con sonidos extraños. Pero no hay evidencia de que
los corintios hablasen en éxtasis, en el sentido de estar
en un trance. Los espíritus de los profetas todavía
estaban sujetos a los profetas. Las instrucciones de
Pablo concernientes a la cortesía y al amor, y las
restricciones impuestas a las lenguas no tendrían
significado si ellos no estuviesen plenamente en control
de sus sentidos y conscientes de lo que estuviese
sucediendo a su alrededor.
Paz, no confusión
EI amor, que es el principio que gobierna el ejercicio de
los dones, trae paz, no confusión. Sin embargo, tan
solamente puede desempeñar su tarea si es que los
que ministran los dones reconocen que los espíritus de
los profetas están sujetos a los profetas. Si el profeta no
manifiesta amor, cortesía, y consideración para con los
demás, es culpa tan sólo de él, no del Espíritu Santo.
Podemos ver de aquí también que el creyente lleno del
Espíritu no necesita temer que hará algo opuesto a la
edificación sin que se lo haya propuesto. Los que
ejercitan dones espirituales no están hipnotizados, ni
están en estado de sonambulismo. Los profetas y
médiums paganos son usados por malos espíritus y no
siempre pueden controlar lo que hacen. Pero el Nuevo
Testamento jamás considera que las lenguas o la
profecía o cualquier otra manifestación del Espíritu sea
incontrolable. El Espíritu Santo nos respeta como a
hijos de Dios. Dios nos hace colaboradores, de tal
modo que cooperamos con él y ejercemos los dones en
fe obediente al rendirnos a él gustosamente.
Certeza, no protección
Algunos han considerado que el sello significa
protección, resguardo, o seguridad. Pero el sello es un
reconocimiento presente de que somos del Señor. De
sí mismo, no significa que no podamos perder nuestra
salvación. Tampoco hay en el griego empleado aquí la
implicación de que este sea un sello semejante al de
cuando se sellan los alimentos dentro de un frasco o
lata para protegerlo de la contaminación. En verdad
somos guardados por el poder de Dios mediante la fe
para salvación (1 Pedro 1:5), pero esto no es
automático. Debe conservarse la fe.
Un templo, un cuerpo
En Efesios, Pablo dice que ora por los creyentes para
que Dios les dé el espíritu de sabiduría y de revelación
en el conocimiento de él (1:17), no tan solamente para
la satisfacción de sus deseos, sino para que sean
capaces de ver a Cristo tal cual es, como la Cabeza
resucitada y exaltada de la Iglesia (1:20-23).
Derramado abundantemente
Gran parte de la instrucción que Pablo da a Tito es
similar a la dada a Timoteo. Sin embargo, en Tito 3:5-7
hay una declaración hermosa y muy bien condensada
de lo que Cristo ha hecho por nosotros: "Nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por (mediante) el lavamiento
(baño) de la regeneración (el nuevo nacimiento) y por la
renovación (la hechura de nuevo) en (por) el Espíritu
Santo, el cual derramó (vertió) en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para
que justificados por su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna".
Celoso anhelo
La epístola de Santiago menciona tan sólo una vez al
Espíritu Santo:
SOBRENATURALES
Fe
La fe como un don es obviamente algo diferente de la
fe que salva y de la fe o fidelidad que es el fruto del
Espíritu. Algunos consideran que es la fe que mueve
montañas o esa clase de fe exhibida por los héroes de
Hebreos 11. Pero de la misma manera como se da sólo
una palabra de sabiduría al Cuerpo para que encare la
necesidad de un poco de sabiduría, así también el don
de fe puede ser la impartición de fe al Cuerpo. El
Espíritu Santo puede usar un cántico, oración,
testimonio, o predicación como un canal para
comunicar fe o levantar el nivel de fe en el Cuerpo. Esta
comunicación de fe hizo de Pablo un ministro capaz del
Nuevo Testamento (nuevo pacto) (2 Corintios 3:4-6). Lo
capacitó para ayudar a otros a recibir el Espíritu por
medio del oír con fe (Gálatas 3:2, 5). Con seguridad
estuvo presente también en la oración unida que tuvo
como consecuencia un nuevo derramamiento del
Espíritu en Jerusalén (Hechos 4:31). Posiblemente se
ha expresado en poder para llevar a cabo otros tipos de
ministerio también.
Dones de sanidades
Ambas palabras, dones y sanidades, se hallan en plural
en el griego. Algunos consideran que esto significa que
existe una variedad de formas de este don. Hay
quienes interpretan que ciertos individuos están
dotados para sanar una especie de aflicción o
enfermedad, y otros otra. Felipe, por ejemplo, fue
especialmente usado en la sanidad de los paralíticos y
de los cojos (Hechos 8:7). Otros lo toman como que
Dios da un don de una provisión de sanidades en una
ocasión particular, y que otra provisión es concedida en
otra ocasión, tal vez a alguna otra persona, muy
probablemente en el ministerio del evangelista. La
sanidad del cojo de La Hermosa se toma como un
ejemplo (Hechos 3:6, 7).
Profecía
Se discutió la naturaleza de este don en conexión con 1
Corintios 14y con el profeta. Lo que necesita decirse
todavía es que el don estaba a disposición de cualquier
miembro de la congregación, y no tan sólo de aquellos
que tenían un ministerio regular de profetas.
Efectivamente, por el hecho de que la edificación de la
Iglesia es por medio de este don, se insta a todos para
que lo busquen. La profecía se halla relacionada
también con la iluminación de los misterios del
Evangelio. Una vez más, debe haber variedad en la
expresión del don. Pero en la mayoría de los casos
parece estar dirigida al cuerpo de creyentes que se
halla reunido. El sermón de Pedro, según ya se ha
indicado, fue el cumpli-miento de la promesa de Joel
concerniente a la profecía. Pero Pedro tomó las
lenguas como parte de ese cumplimiento también, y
como lo indica 1 Corintios 14, las lenguas necesitan
interpretación para servir al propósito de la edificación.
Sin embargo, en vista de la naturaleza del sermón de
Pedro, es posible que durante el curso de la
predicación en otras ocasiones en Los Hechos pudiera
estar en operación el don de profecía. El predicador
necesita preparar su predicación, pero aun así puede
haber ocasiones en que el Espíritu le dará algo que
esté más allá de lo que tiene en sus notas. Si la
experiencia de los profetas del Antiguo Testamento
puede servir de guía, vemos que Dios a menudo trató
con ellos mientras ellos se hallaban a solas con él, y
luego les envió a profetizar, a hablar para él. También
por medio de la profecía el Espíritu toca los puntos
sensibles, revela lo que está oculto, y lleva a la
convicción y a la adoración, como así también alienta y
estimula a la acción.
Interpretación de lenguas
La interpretación se toma por lo general como la
entrega del significado o contenido esencial de la
expresión en lenguas. El significado básico de la
palabra es traducción. El verbo correspondiente se usa
con el significado de traducción en Juan 1:42; 9:7; y
Hebreos 7:2. Pero puede significar traducción o
interpretación. No obstante, aun cuando signifique
traducción, esto no quiere decir necesariamente que
signifique palabra por palabra. La tarea del traductor es
poner las palabras con sentido correcto y con buena
gramática. De este modo el Salmo 23:1 que tiene sólo
cuatro palabras en hebreo necesita de siete palabras
en la Versión Revisada de Reina Valera.
Administración (Gobernaciones)
El plural parece indicar una variedad de expresión del
don para suplir las necesidades de un puesto de
dirigente o de administración (1 Corintios 12:28). Otros
usos aparte del Nuevo Testamento implican dar
consejo sabio. Un nombre estrechamente relacionado
significa timonel o piloto de un barco (Hechos 27:11).
Parecería como que implica el manejo de los negocios
de una congregación como también dar dirección
espiritual.
Exhortación
Aunque 1 Corintios 14:3 incluye esto junto con la
profecía, Romanos 12:8 lo pone en lista como un don
distinto. Incluye las ideas de apremiar, desafiar, o hacer
una apelación. Es posible también que el verbo tenga la
idea de conciliar, estimular la amistad, conseguir la
unidad del Espíritu.
Dar, compartir
Esto implica dar una parte de lo que usted tiene,
compartirlo con otros, se trata especialmente de dar a
los necesitados (Efesios 4:28). Tal como Efesios lo
indica, esto no es principalmente un don del Espíritu
para ayudar a que los ricos compartan su riqueza. Es a
los pobres a los que se pide que trabajen con sus
manos con el fin de poder compartir con los
necesitados. Era el don o ministerio del Espíritu en el
cual todos participaban inmediatamente después de
Pentecostés (Hechos 2:44, 45; 4:34, 37). Había de
hacerse con sencillez, sinceridad, y generosidad.
Bernabé es uno de los mejores ejemplos, en cambio
Ananías y Safira son una demostración de cómo no
debe hacerse.
Hacer misericordia
Este don final en la lista de Pablo (Romanos 12:8) tiene
que ver con un ministerio de obrar actos de
misericordia, de ayudar a otros con benevolencia y
compasión. Involucra el cuidado personal de los
necesitados, los enfermos, los que tienen hambre, los
desnudos (que tienen ropas insuficientes), y los presos.
Es uno de los dones más importantes, según Jesús
mismo lo indicara (Mateo 25:31-46).