Cohen y Arato, Sociedad Civil
Cohen y Arato, Sociedad Civil
Cohen y Arato, Sociedad Civil
'
Traduccin de
SOCIEDAD CIVIL
Y TEORA POLTICA
D
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.
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PREFACIO
Este libro tiene como propsito contribuir a la teora democrtica. Sin
embargo, a diferencia de otras aproximaciones al tema, la nuestra no se
enfoca directamente sobre las instituciones polticas. Tampoco se limita
al dominio de la filosofa poltica normativa, aunque tanto las instituciones como la filosofa tienen su lugar en el texto. En realidad nuestro objetiyq c;s . doble: demostrar la relevancia del concepto de sociecl;:d ~i~ff para
la teora poltica moclerl1ayclesarroUarpor fo nieros la estructura de una
i~grfa-f Ta socieqaa civil_ade~~da las condiciones. contemporneas:
En el proceso esperamos llenar una laguna evidente en las obras que se
han realizado recientemente en el campo de la teora democrtica. To.da
teora de la democracia presuponeun modelo de sociedad, a pesar de lo
cual ninguna se ha ocupado del problema relativo al tipo de sociedad civil
ms adecuado para una poltica democrtica moderna. 1 Para decirlo de
otra manera, la relacin entre los modelos normativos de la democracia o
lgs proyectos -de demo'cratiiaciori, y la estructura, insfituciones y afomica ere fa sociedad civil no ha quedado en claro, en parte porque no contamos actualmente conunate()ra lo bastante compleja de la sociedad civil~
La tarea de este libro es empezar a construir esa teora.
El concepto de sociedad civil, en varios usos y definiciones, se ha puesto
de moda hoy en da gracias a las luchas en contra de las dictaduras comunistas y militares en muchas partes del mundo. A pesar de todo, su status
es ambiguo en las democracias liberales. Para algunos, parece indicar lo
que Occidente ya ha conseguido, y por consiguiente carece de cualquier
potencial crtico aparente para examinar las disfunciones e injusticias de
nuestro tipo de sociedad. Para otros, el concepto pertenece a las primeras
formas modernas de la filosofa poltica que carecen actualmente de importancia para las complejas sociedades del presente. Sin embargo, nues.tra tesis es
el concept() de sociedad civil indica un ter,renoenOccide11-,
a.
Ttulo original:
Civil Society and Polilica/ Theory
D. R. 1992, .\!assachusetts Instilute of Technology
Publicado por ~UT Press, Cambridge, Mass.
ISBN 0-262-53121-6 (edicin rstica)
~conmicos,
ISBN 968-16-5483-8
Impreso en Mxico
PREFACIO
ros conjuntos de argumentaciones se fortalecen por las versiones inadecuadas del concepto que se han revivido irreflexivamente en la discusin
llevada a cabo hasta ahora en Amrica Latina, Europa oriental y Occidente. Una ambigedad comn es la que se refiere a la relacin entre los
trminos de sociedad "civil" y "burguesa", una distincin que ni siquiera
es posible hacer en alemn (brgerliche Gesellschaft) o eri algunas lenguas
de la Europa oriental. Este no es sencillamente un problema terminolgico,
porque el caso de la "sociedad civilvs. Estado", que desaa a las dictaduras estatistas .que penetran y controlan tanto la economa como varios
dominios de la vida 'Social independiente,. par~ce, defender la autonoma
de lo civil y de lo burgus. Cierto es que los movimientos democrticos en
el Este dependen de las nuevas .formas autnomas del discurso, de la
asociacin y de la solidaridad, es decir, de los elementos de la sociedad
civil. Pero no han diferenciado lo suficiente entre la tarea de establecer
economas de mercado viables (cualquiera que sea la forma de prnpiedad
que remplace al control y a la propiedad estatal), por una parte,.y el proyecto de fortalecer a la sociedad civil frente al Estado y a las fuerzas del
mercado liberadas, por la otra. No obstante, tal como nos lo ensea la
historia de Occidente, las fuerzas espontneas de la economa de mercado capitalista pueden representar un peligro tan grande para la solidaridad social, la justicia social e incluso la autonoma, corno el poder administrativo del Estado moderno. Nuestro punto es que slo un concepto de
sociedad civil que la diferencie adecuadamente de la economa (y por lo
tanto de la "sociedad burguesa") puede convertirse en el centrode una
teora poltica y social crtica en las sociedades en que la economa de
mercado"ya.ha.desarro]lado ,,~o .est~-~n.prnceso .de d.esarrollar, su propia
lqgica autnoma. i:ie'i'fra'manera, despus.de una exitosa transicin de fa
dictadura a la democracia, la versin no diferenciada del concepto contenido en el lema "la sociedad vs. el Estado" perder su potencial crtico. De
este modo, slo una reconstruccin que implique un modelo de tres partes, que distingue a la sociedad civil tanto del Estado como de Ja economa, podra respaldar el drstico papel opositor de este concepto en los
regmenes autoritarios y de renovar su potencial crtico en las democracias liberales.
fI1tll11
PREFACIO
e institucionalizada3 pueden
en
la
!O
PREFACIO
PREFACIO
nismo ha sido finalmente desacreditada (y en forma merecida), el problema que enfrenta a los tericos polticos es saber si es posible llegar a concebir pensamientos utpicos, as como los correspondientes proyectos polticos radicales. O, los ideales inspiradores de grandes movimientos que
fueron parte de las utopas anteriores se debern arrojar al cubo de basura de la historia de las ideas?
Los grandes ideales generados en la era de las revoluciones democrticas -libertad, igualdad poltica y social, solidaridad y justicia- estaban
contenidos cada uno de ellos en utopas totalistas y mutuamente exclusivas: el anarquismo, el libertarismo, la democracia radical y el marxismo.
Una serena reflexin sobre la historia del pasado siglo y medio debe disuadir a las personas responsables de intentar revivir cualquiera de esas
utopas en su forma original. No obstante, una sociedad sin normas que
orienten la accin, sin proyectos polticos, es igualmente indeseable, porque el aspecto privado civil o "realismo" resultante sera slo otro nombre
del egosmo, Y la,cultura, poltica.corres.pQ@~n1~:g.~r,~~~tle,J;i.~;m:f:.!~n1~.
motivacin para mantener y mucho menos expandir, los derechos, las instituciones democrticas, la solidaridad social, o la justicia que existen en
la actualidad.
Nuestra tesis es que el resurgimiento del discurso de la sociedad civil
proporciona algunas esperanzas en este respecto, ya que revela que los
actores colectivos y los tericos que lo favorecen siguen orientndose por
los ideales utpicos de la modernidad -las ideas de los derechos bsicos,
la libertad, la igualdad, la democracia, la solidaridad y la justicia- incluso aunque la retrica revolucionaria, fundamentalista, dentro de la que
estos ideales se articularon en cierto momento, haya entrado en decadencia. De hecho, !~.l?X:c:>Pii3..sociedad civil ha surgido como una nueva clase
4eutopa, una a la que llamamos "autolimitada11 1 una utopa que incluye
unrango de forrrias CQrnplementatjasciedemocracia y Un complejo conJUnto de derechos civiles, sociales y polticos que . deben ser. compatibles
con la diferenciacin modernade la sociedad. Este ideal utpico es d que
.desempea un papel fundamental, si bien regulador, .e:n la construccin de
nuestro libro como un todo, .as como en sus partes.
Las partes I y II analizan las principales teoras y crticas del concepto
de sociedad civil que han surgido en los siglos XIX y XX. En la introduccin
presentamos un panorama general de la importancia terica de la sociedad civil ubicndola en los trminos de los tres debates centrales en la
teora poltica contempornea: entre la democracia de lite yJa participativa, entre el liberalismo y el comunitarismo, y en~re 1015 crticos y los defon~
~ores del Estado benefact.or. En su mayor parte, esta discusin se fundamenta en fuentes estadunidenses. Aqu nuestra intenc~n no es demostrar
que el concepto de sociedad civil puede resolver todos los debates y anti-
na
1
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PREFACIO
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nomias importantes, sino ms bien mostrar que abre nuevas e inesperadas posibilidades para la sntesis en cada caso.
Pero, qu concepto? Usando con reservas la divisin operativa que
acabamos de proporcionar, el captulo I introduce el concepto de sociedad civil de una manera deliberadamente no sistemtica, reproduciendo
su uso heterogneo actual por intelectuales que participan o estn relacionados con varios movimientos sociales y polticos. Como nuestro inters es la poltica; creemos que primero debemos aprender de los discursos
contemporneos para contribuir algo a los mismos. Empezamos nuestro
examen de las motivaciones polticas importantes para nuestra tarea con
una presentacin de cuatro discursos polticos ideales: el polaco (la oposicin democrtica), el francs (la Segunda Izquierda), el alemn (los Verdes pragmticos) y el latinoamericano (la nueva izquierda democrtica).
En cada caso, el concepto y las categoras de sociedad civil se han vuelto
centrales para los esfuerzos por articular los proyectos normativos para la
liberalizacin y democratizacin. No suponemos que los discursos que
reproducimos son del todo representativos de lo que est disponibler;,y
mucho menos que por sf mismos puedan proporcionar o sustituir un anlisis poltico de los cuatro contextos. Slo en el caso de la Europa oriental
retornamos al anlisis, esta vez sobre la base de una variedad de fuentes
primarias y secundarias, de la suerte' del proyecto intelectual ante limitaciones complejas. Completamos esta parte de nuestro anlisis comp,arando y
contrastando los cuatro discursos diferentes de la sociedad civJl, y slo
entonces planteamos el problema de si es posible desarrollar un concepto
unificado de sociedad civil, con la suficiente fuerza crtica, a partir de los
contextos,intelectualesrelac,iona_cios,,con:las.f()nnas contemporneas de
accin. El captulo muestra la manera en que estos esfuerzos heterogneos
y no sistemticos difieren, lo que tienen en comn y la razn de que tenga
sentido vincularlos.
A pesar del resurgimiento de los conceptos de sociedad civil, es posible
argumentar que los acontecimientos del siglo XX hacen que las dimensiones clave del concepto carezcan de importancia. Las normas de la sociedad civil -derechos individuales, el derecho a la vida privada, la asociacin voluntaria, la legalidad formal, la pluralidad, la publicidad, la libre
empresa- fueron, por supuesto, institucionalizados heterogneamente y
de manera contradictoria en las sociedades occidentales. La lgica de la propiedad privada capitalista y del mercado en muchos casos entra en conflicto con la pluralidad y la libre asociacin; la de la burocratizacin, con la
voluntad parlamentaria. Los principios de un proceso de legislacin poltico, inclusivo, representativo y controlado por la sociedad entran en conflicto con nuevas formas de exclusin y dominio en la sociedad, en la economa
y en el Estado. Adems, en vista de los cambios estructurales ocurridos
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..
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dar
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mca de la sociedad moderna, no tenemos forma de evaluar la generalidad de una determinada identidad, o las limitaciones globales que funcionan sin que los actores sociales estn conscientes de ellas.
:: Adems, la relacin entre sociedad civil, economa y Estado requiere
un estudio ms detallado. sta es la finalidad del captulo IX, que empieza
describiendo el modelo de tres partes de la sociedad civil propuesto por
Gramsci, en trminos.de la distincin de Habermas entre el mundo de la
vidadiaria y los subsistemas.econmico y poltico. Despus intentamos
demostrada modernidad de esta construccin.El captulo IX debe leerse
co.rno una revisin bienintencionada del marco terico de Habermas: Nuestra principal contribucin es laintegracin del conceptode sociedad civil
dentro delyn9delo . ge!leral,. con .los necesarios ajustes. Convencidos de
que la teora de la accin comunicativa representa los contornos ms avanzados de la teora social crtica hoy en da, tratamos de exponer las implicaciones de toda esta concepcin en el mbito de la teora poltica. En
realidad, nuestra reconstruccin de la sociedad civil debe verse tambin
como una "traduccin" poltica de la teora crtica de Habermas, la que ha
sido guiada por las dramticas luchas de nuestro tiempo bajo la gida de
sus propios valores y de los nuestros: libertad y solidaridad. Argumentamos, contra Luhmann, que un modelo de diferenciacin y modernizacin
no puede funcionar sin un sustrato cultural en ltima instancia, en el que
se racionaliza la coordinacin de la accin normativa. Tambin mostramos que nuestro modelo tiene la ventaja de ser capaz de acomoda,r los
fenmenos negativos asociados con la sociedad civil moderna en la-~rti
ca genealgica y en muchos ms. Discutimos la institucionalizacin con"tradictqriai[ela,"Il0.B!l<:lS:<;l~1a.: ?Ociedad civila la vez que insistimos tanto
en las implicaciones utpicas del modelo como en sus formas alternativas
de desarrollo. El captulo IX concluye bosquejando una propu,esta, basada
en el modelo de tres partes, para la continuacin reflexiva del Estado be
nefactor y de la revolucin democrtica.
Los dos ltimos captulos formulan estas polticas haciendo referencia
a los movimientos sociales y a una de sus formas clave de impugnacin: la
desobediencia civil. No querernos implicar que la polftica de la sociedad
civil puede tornar slo la forma de movimientos sociales. Las formas
institucionales normales de participacin poltica -la votacin, la participacin de los partidos polticos, la creacin de grupos de presin o inters- son parte de esta poltica. Pero ~a dimensin utpica delas polticas
radicales puede encontrarse slo en efiiivefcf-la.accin olecva. As, en
el captulo X, tratarnos la relacin entre la accin colectiva y la sociedad
civil desde un punto de vista ligeramente diferente del que se tuvo en el
captulo I. En vez de concentramos en el discurso de los activistas, considerarnos los principales paradigmas tericos que han evolucionado desde
PREFACIO
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NOTAS
1 La excepcin, por supuesto, es ia tradicin pluralisla de la teora poltica. Vase la
inlro<lm:cin pnra una evaluacin de este enfoque. Obra~ redcntes sobre la teorii1 dt:mo
cr:itca comprenden las de David Hcd. tHodels u( De111ocrac.1" St:mford, Stanford Uni\'crsH~
Prcss, 1987: Robert Dahl, De111ocracv a11d lis Cri11cs, Ncw H~.m.:n, Ya], U ni\'crstv Pr.::'~"
IS
PREFACIO
! 989; y Giovanni Sartori, The Theo1y of Democracy Revsited, 2 vols., Chatham! Nueva Jersey, Chatham House, 1987.
1
2 Estamos conscientes de los peligros de tratar de definir un trmino usadci hoy en dfa
y eri evolucin.
en muchos contextos diferentes y que tiene una historia conceptual
Adems, creemos que si debemos tener una definicn, lo mejor sera mostrar s desarrollo
por medio de las etapas a travs de las cuales la hemos obtenido. (En el texto, nuestro
concepto de sociedad civil se desarrolla mediante consideraciones poltico-hermenuticas,
intelectuales-histricas y sistemticas.) Pero tambin estamos conscientes del peligro de
ser malentendidos si no proporcionamos por lo menos una definicin operativa al principio. Vase, por ejemplo, A. Kuhlmann, "West-ostlich. Der Begrff 'civil society'",:Frankfurter
Allgemeine, 9 de enero de 1961, donde el autor de una manera algo artificial contrasta los
puntos de vista de los europeos orientales J. Szacki y M. Szabo con los del "socilogo
estadunidense" A. Arato, El autor sostiene que los primeros entienden la "sociedad civil" en
trminos de las protecciones jurdicas de la esfera privada que de manera inevitable dependen de la legislacin estatal, en tanto que el ltimo la construye en trminos de movimientos extrapolfticos y de formas de presin sobre el propio Estado. En realidad, nuestra concepcin comprende estos dos niveles, y las diferencias entre los intrpretes de que se trata
slo tienen que ver con la existencia y papel en Europa oriental de una sociedad:civil que en
nuestra opinin ha existido ms en forma de movimientos, protomovimientos e iniciativas
independientes desde los niveles inferiores, que de nstituciones establecidas protegidas
por los derechos y el dominio de la ley. La negacin del papel de las sociedades civiles en el
proceso que culmin en las transiciones de 1989 refleja (y en algunos casos tambin justifica) algunas tendencias oligrquicas muy reales en las nuevas sociedades polticas.
3 Para estos conceptos, vase Cornelius Castoriadis, The lrnaginary lnstitution of Society,
Cambridge, MIT Press, 1986.
,
4 Y cada vez con mayor frecuencia en el Sur; vase el cap. r. Para una discusin de los
debates actuales y de la importancia del concepto de sociedad civil para los mismos, vase
nuestra introduccin.
RECONOCIMIENTOS
Cada captulo de este libro fue ampliamente discutido por los autores antes
de escribir su borrador. El prefacio, la introduccin, y los captulos VI, VIII,
X y XI, son principalmente obra de Jean L. Cohen; los captulos I, rr, myVII
son ante todo obra de Andrew Arato; los captulos IV, V y IX son esfuerzos
colaborativos.
Recibimos apoyo para este proyecto, individual y conjuntamente, de
ms personas e instituciones de las que podemos mencionar aqu. Empezamos con nuestros reconocimientos individuales.
Jean L. Cohen de~ea agr.adecer.aJa.Russell.Sage Foundation por el
apoyo intelectual e institucional mientras residi en ellicOmo'beca:da"de
posdoctorado en 1986-1987. Tambin al Departamento de Ciencias Polticas cl,e la Universidad de Columbia por una licencia para ausentarme que
me permiti llevar a cabo esta investigacin. En especial agradezco a los
Consejos para la Investigacin en las Humanidades y en las Ciencias Sociales de la Universidad de Columbia por las becas de verano concedidas en
l987y1988, que me permitieron realizar investigaciones en el extranjero.
La cole des Hautes tudes en Sciences Sociales y, en particular, Claude
Lefort y Pierre Rosanvallon, merecen mencin especial por haberme permitido trabajar como Directora de Estudios Asociada en teora social y poltica
en 1989. Mientras estuve en Pars, di varias conferencias basadas en el libro y recib crticas muy provechosas. Agradezco profundamente a Jrgen
Habermas el haberme patrocinado una beca de investigacin de dos meses en el Max Planck Institute fr Sozialwissenschaften en Starnberg en 1981;
ah pude famil,iarizarme con su trabajo reciente, que ha influicjp mucho en
mi pensamiento y en este libro. Deseo expresar mi reconocimiento al American Council of Leamed Societies por financiar mi viaje a Du brovnik, .Yugoslavia, en 1984 y 1985, para dar unas conferencias en el curso de Filosofa y Ciencias Sociales. En ese lugar, adems, present mis ideas sobre los
movimientos sociales, sobre la tica discursiva y la sociedad civil y recib
invaluables comentarios. Finalmente, deseo agradecer al Vienna Institute
fr die Wissenchaften vom Menschen, y en particular a Krzysztof Michalski
y Camelia Klinger, que me invitaron a dar una conferencia en el programa de su escuela de verano en Cortona, Italia, en 1989 y 1990. En ese lugar impart unos seminarios sobre el tema de la sociedad civil a un interesante grupo de estudiantes de posgrado de los Estados Unidos, Europa
oriental y ia Unin Sovitica, cuyas respuestas me fueron muy tiles.
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RECONOCIMIENTOS
sociedad civil.
Muchos amigos y colegas nos han ofrecido criticas tiles de ls borradores de los manuscritos y sugerencias interesantes a lo largo de las plticas con ellos. Queremos mencionar, en particular, a Ken Baynes, Robert
Bellah, Seyla Benhabib, Gyorgy Bence, Lszl Bruszt; Jos Casanova,
Cornelius Castoriadis, Juan Corradi, Drucilla Cornell, Ferenc Fehr, Carlos Forment, Alessandro Ferrara, Jeffrey Goldfarb, Claus Guenter, Jrgen
HabermasyElein:r-~franJ.dss;,Agnes Heller, Dick Howard, Geoq~e Kateb,
Jnos Kis, Gyorgy Mrkus, Maria Mrkus, Alberto Melucci, -Sigrid
Meuschel, Claus Offe, Guillermo O'Donnell, Alessandro Pizzorno, Carla
Pasquinelli, Ulrich Preuss, Zbigniew Pelczynski, Pierre Rosanvallon,
Bernhardt Schlink, Phillippe Schmitter, Alfred Stepan, Ivan Szelnyi,
Mihly Vajda, Jeffrcy Wcintraub y Albrccht Wellmer.
Queremos hacer un reconocimiento especial a nuestro editor de serie,
Thomas McCarthy, as como a nuestro editor en MIT Press, Larry Cohen.
Sin su ayuda ciertamente este libro no habra sido posible.
Dedicamos este libro a nuestros hijos, J ulian Cohen Ara to y Rache! Ara to.
INTRODUCCIN
Estarnos en el umbral de otra gran transformacin de la autocomprensin
de las sociedades modernas. Se han hecho muchos esfuerzos desde varios
puntos de vista para darle un nombre a este proceso: los trminos ambiguos sociedad "posindustrial" y "posmoderna" reflejan los puntos de vista
de preocupaciones econmicas y culturales. Nosotros estamos interesados en la poltica. Desde esta perspectiva, los cambios que ocurren en los
conflictos sociales y en la cultura poltica estn deficientemente caracterizados por trminos cuyos prefijos implican "despus" o "ms all". Ciertamente, por una variedad de razones empricas y tericas, los antiguos
paradigmas hegemnicos se han desintegrado, e igual ha ocurrido con las
certidumbres y garantas que los acompaaban. De hecho, estamos en
medio de un resurgimiento notable del pensamiento poltico y social que
se ha estado produciendo durante las dos ltimas dos dcadas.
Una respuesta al colapso de los dos paradigmas dominantes del periodo anterior -pluralismo y neomarxismo- ha sido el esfuerzo de revivir
la teora poltica "introduciendo de nuevo al Estado". Aunque este enfoque ha llevado a interesantes anlisis tericos y empricos, su perspectiva
centrada en el Estado ha oscurecido una dimensin importante de lo que es
nuevo en las discusiones polticas y en lo que est en juego en las contiendas sociales. 1 Centrarse en el Estado es un antdoto til para el funcionalismo reduccioni;t~de"~~Ji~I~Q~~!li:~i::t~C?rri,~!sJis iP!!:lf~ts.iu
.heri~.JL~2LsJ~!~l1:1P:E.Jit.~S?.t!fl<l. extensi~~,_r:e~~j(),. ti rgansi fun::iqnl ge ..
las e~tructura.s qe selectividadydominacin de las clases econmicas o
g~p~~~~cials. A..est respecto, el esfuerzo teriCosfrviaJa.casa-<le-.nanlisis ms diferenciado. Pero en relacin con todo lo que no es el Estado, el nuevo paradigma contina la tendencia reduccionista del marxismo y del neomarxismo identificando las relaciones e intereses de clase como
la clave para entenderlas formas contemporneas de la accin colectiva.
Adems, las esferas legal, asociativa, cultural y pblica de la sociedad no
tienen un espacio terico en este anlisis. Por lo tanto, pierde de vista
gran parte de las formas interesantes y norrnativamente instructivas del
conflicto social c.lt: hoy en e.la.
El actual "discurso de la sociedad civil", por otra parte, se concentra
precisamente en las mismas formas, por lo general no basadas en la clase,
de la accin colectiva orientada y vinculada con las instituciones legales,
asociativas y pblicas de la sociedad. :;;tas se diferencian no slo del
21
1'
..
no ..
obstante~.B.12!:2-!?l~gi~g.e._J~"~,<?E~t:;g_~~-Eiyil_y_~~~1l 9_~!1JP~ratizJ.ciri ~!
,EEesent~~E~fgrp:i_e )l~ente eri esas discusiones X(l1:1e constituye el te!Teno
iifmosquf:rice-oveiilte-afis
Los DEBATES
No sera exagerado decir que el debate entre los modelos elitis~a y participativo de la democracia ha marchado en crculo desde que Schumpeter
lanz su desafo a los normativistas en 1942. 6 La afirmacin de -~"humpe
ti;r de que "el mtodo democrtico es aquel arreglo institucional para lle?;~E~ciecisiones poltica~_~n el qu;Tc;-5 ndiViduos adquieren poder para
24
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
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INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
27
cuya finalidad es la de sustituir, en vez de complementar, las formas supuestamente no democrticas (y/o burguesas) del gobierno representativo que existen hoy en da. 20 Ya sea que el terico retorne a un modelo idel
de la polis griega, a la tradicin republicana de la ciudad-Estado medievl
tarda, o a las nuevas formas de democracia generadas dentro de los movimientos de trabajadores (el comunismo de consejos, el sindiclismo revolucionario), en cada caso se presenta la lternativa como el nico principio
organizativo para la sociedad como un todo. Por lo tanto, la 9rientacin
que subyace en estos modelos es la eliminacin de la diferen~iacin de 1~
soc;iedad, el Estado y la economfa .. No es sorprendente que stl.s oponcnt~~
acusen a su vez a los participacionistas de utopismo y/o antimodemismo. 21
Para resumir, este debate nos deja con la siguiente antinomia: la t~oria
democrtica contempornea implica o algunos ajustes ms bien no de
mocrticos a las "exigencias de la sociedades industriales complejas" aunados al abandono del ncleo normativo del propio concepto de democracia, u ofrece-visionesnormativasm:s:o menos huecas:.que,1iopueden
reconciliarse con los requisitos institucionales de la sociedad modema. 22
El liberalismo orientado a los derechos vs. el comunitarismo
El debate entre los liberales polticos y los comunitaristas reproduce algunos de los argumentos descritos antes, pero en un campo diferente. En un
aspecto, ambas partes de este debate ponen en duda el modelo de democracia elitista/pluralista. 23 Ambas rechazan la tendencia antinormativa,
empirista y utilitarista de este modelo, y ambas procuran desarrollar una 1
teora normativa convincente de la legitimidad o justicia democrtica. La
disputa es respecto al modo en que debe formularse esa teora. No obs-
tante, a pesar de este cambio en el nfasis, este debate tambin culmina
en un conjunto de posiciones antinmicas de las que parece ser incapaz
de liberarse.
- '
28
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
titucionaL Sin embargo, en el proceso la propia concepcin de la demo. erada liberal se desintegra en sus partes componentes.
l,.os teric:;os liberales ven, el n;speto. qe los e~esh,os individuale~ y el
E~!ti:S!Ei.9 cle)a.J"tel,ltrn!_qed.pplB.S c{)mq .~a.~()rr!i:a:pa,Jit~1~g~tj111ic1a.~ eri
1~ clef()cg9ie fAJ;J,Stt:s:;jg:i::wJes La premisa central del liberalismo orientado a los derechos es que1os individuos como tales tienen derechos morales: que funcionan. como limitaciones sobre el gobierno y sobre otros -limitaciones que estn bajo el control del que tiene los derechos-. Estos
derechos los poseen no sobre la base de alguna convencin social, utilidad
comn agregada, tradicin o don divino, sino en virtud de q:e tienen alguna "propiedad"(autonoma moral, dignidad humana) que los constituye en portadores de derechos. 26 Elliberal considera a la autonoma individual, al igualitarismo moral y al universalismo como algo inherente en la
idea de los derechos morales. 27 Como tales, los derechos constituyen elncleo de una concepcin de justicia que hace posible la pretensin de legitimidad de cualquier sistema de organizacin poltica de un :Estado moderno. Las decisiones legales y polticas son obligatorias en la medida en
que respetan los derechos individuales. 28
La crtica comunitarista de la tesis de los derechos se concentra en sus
presupuestos individualistas y sus afirmaciones universalistas. Respecto
a los primeros, los comunitaristas argumentan que los ideales liberales de
la autonoma moral y del autodesarrollo individual estn ba;ados en un
concepto atomstico, abstractqyen ltima instancia incoherente del ser
propio como el sujeto dlos derechos. 29 Se dice que esto conduce a concentrar la atencin en las formas no polticas de la libertad (la libertad ~~gati
va~* ya un co1lcepto.,empo'bre<;id0 c:le lajdentidad poltica, la agencia y la
viditica. Por lo tanto, los comunitaristas recurren a un conjunto de argumentos empricos y normativos en. contra d.e estos supuestos. Primero,
-argumentan.ci,ue.lp.s ~cli~W~Ps.est~sitl.la,d(),s ~en!r();Se 1.1E:.52t1~e~t(),.l;tist9:
rico, ys.()cja1; se les. s'oc!a}~~a):lentro de ~PII1~nia~~s ?e las ~u<il~s deriJ'llrt Stk
identi<laff fudividT y colectiva; s\i Iehgua, sus.conceptos delmndo!sus
* El autor define de esta manera la palabra inglesa freedom que hace referencia a la
ause1icia de coacciones o restricciones impuestas. Asf, se le utiliza para decir que alguien
qued libre de la esdavitud, de alguna servidumbre o de alguna otra condicin externa que
limita sus posibilidades de accin. Segn algunos autores de habla inglesa, es una reminiscencia del uso medieval, cuando no haba libertades abstractas, sino ms bien libertades
concedidas, no inherentes, en algunos casos equivalentes a los "fueros" del mundo hispano.
Por esto, se le puede considerar en cierto sentido una libertad negativa, pues consiste en la
desaparicin de una coaccin. Liberty, por otra parte, se usa frecuentemente en el sentido
ms amplio de tener libertad de eleccin y de accin, serla una libertad ms activa, que
depende de una accin y decisin del sujeto, adems de tener un sentido ms general. As,
se habla de tener libertad de pensamiento, de expresin, de asociacin, que dependen ms
de una eleccin del sujeto. Cohen y Arato usan los trminos de esta manera para diferenciar los tipos de libertades "freedom (negative liberty) y Liberty", aunque actualmente en el
ingls comn en muchos casos son intercambiables. [T.]
29
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30
1NTRODUCCIN
INTRODUCCIN
Este debate tambin conduce a una antinomia aparentemente irresoluble. Por una parte, la propia uadicin liberal, con su concentracin en
los derechos individuales y sus ilusiones sobre la posibilidad de una neutralidad poltica, aparece como la fuente de las tendencias egostas,
dcsintcgradoras de la sociedad moderna y, por lo tanto, como el principal
obstculo para lograr la sociedad democrtica predicada con base en las
virtudes cvicas. La otra parte responde con la afirmacin de que las sociedades modernas no son precisamente comunidades integradas en torno a un solo concepto de la buena vida. Las sacie.da.des dvile.s moderns
est.n caracterizadas.por una plra1idad
forri1asde ~ida; so11 diferentes
struiur~mente y socialmente heterogneas. As, par~ poder conducir
u11a vida moral, deben asegurarse la autonomfaTndividualy fos derechos
en el
del individuo. Segn esta opinin, es la democracia, con su
consenso o.por lo menos en el gobierno de la mayora, la que es peligrosa
para la libertad, a menos que se la limite en forma conveniente mediante
derechos bsicos garantizados constitucionalmente, que son los nicos
que pueden darle legitimidad a los ojos de las minoras.
de
. ra
31
par . .. .. .. . . . .. . . .. . ......
por las polticas.regulatorias
.lessoore.l capitaljunto con.el poder'
gejq sindicatos".para obtener salarios altos contribuyen a la disminucin de
las tasas de crecimiento y, en el contexto. de una fuerte competencia, a la
opinin de que la inversin en los mercados nacionales no ser lucrativa.36
El desincentivo para trabajar se atribuye a las disposiciones generalfaadas ..
g~legro socialydeLsegurodeJ;les~mpleeque le permiten a los 'trabajadores evitar los empleQs poco deseables y escapar de ls presiones normales .
de las fuerzas del mercado. ~l nmero de trabajadores disponibles se redu~e a medida que sectores enteros de la clase trabajadora se convierten en
32
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
cuYa.
. .
. ~~:~~1m.e,is~:j
. irna!deunsecA
33
3.\
INTRODUCCIN
protegen con xito al Estado de las demandas excesivas, dif~ilmente indican un cambio de la regulacin del Estado a la del mercado. As, la alternativa del neolaissez-faire a la "crisis del Estado benefactor" es tan internamente contradictoria como los males que se supone va a remediar.
Por consiguiente, nos queda la siguiente antinomia: o elegimos ms inge-
niera social, ms paternalismo y generalizacin, en resumen, ms estatismo, en nombre del igualitarismo y de los derechos soc.iales, u optamos por el libre mercado y la renovacin de formas sociales y polticas
autoritarias de organizacin y abandonamos los componentes democr~
tcos, igualitarios de nuestra cultura poltica con el propsito de obstacu.i
lizar cualquier burocratizacin adicional de la vida diaria. Parece que las.
sociedades de mercado democrticas liberales no pueden coexistir con, ni
pueden existir sin, el Estado benefactor.
--
INTRODUCCIN
35
Varias cuestiones interrelacionadas que se han presentado en el resurgimiento actual van ms all del modelo de los orgenes histricos de la sociedad civil en Occidente y, por lo tanto, tienen importantes lecciones que
ofrecer a las democracias liberales establecidas. stas incluyen la concep~
cin de la autolimitacin, la idea de la sociedad civil compuesta por movimientos sociales as como por un conjunto de instituciones, la orientacin
a la sociedad civil como un nuevo terreno de la democratizacin, 42 la influencia de la sociedad civil sobre la sociedad poltica y econmica y, finalmente,
la comprensin de que la liberacin de la sociedad civil no es necesariamente idntica a la creacin de la sociedad burguesa, sino que ms bien
implica una eleccin entre una pluralidad de tipos de sociedad civil. Todas estas ideas sealan ms all de una limitacin de la teora de la sociedad
civil sencillamente a la fase constitutiva de las nuevas democracias.
La.idea de la autolimitacin, que con mucha frecuencia se confunde
con las limitaciones estratgic~s sobre los movimientos emancipadores,
en realidad se-basa-en-un aprendi~~jf!-~11 ~l---~.,:ry!cg:.fl~t:P.ti.nSJPiR~.9~ill9:,
crtico. Las "revoluciones" autolinitadas o "posrevolucionarias" del Este
ya no estn motivadas por proyectos fundamentalistas cuyo objetivo era
suprimir la burocracia, la racionalidad econmica o la divisin social.
Los movimientos arraigados en la sociedad civil han aprendido de la tra1 dicin revolucionaria que estos p~ectos fundamentalistas conducen a
la desintegracin de la conduccin societal y de la productividad y a la_
supresin de la pluralidad social, todos los cuales son despus reconstituidos por las fuerzas del orden nicamente por medios muy'autoritarios. Ese resultado conduce al colapso de las formas de autoorganizacin
que en muchos casos eran las principales portadoras del proceso revolucionario: las sociedades, consejos y movimientos revolucionarios. Paradjicamente, justo la autolimitacin de esos actores permite la continuacin de su papel social y de su influencia ms all de la fase constituyente
y los proyecta a la fase de lo constituido.
Esta continuacin de un papel dela sociedad civil ms all de la fase de
transicin puede ir asociada con la domesticacin, la:desmo,yiliz~:in.y
una relativa atomizacin. Esto significrla: convergencia con:la .sociedad tal como la consideran los pluralistas de la lite occidentaLPero en el
escenario postautoritario, los actores que hari rechazado el fullaame'ntalismo y elevado a la sociedad civil al nivel de un principio normativo
muestran que s tenemos opcin. Si bien la democratizacin ttaldel Estado y de la economa no puede ser su objetivo, _la propia socie~ad civil es
un importante terreno de la democratizacin, <!~Ja~c;:()nstruccin de institu~
ciones democrticas, como lo comprendi Tocqueville antes que cualquier
otro. Y si los opositores de Europa oriental se vieron obligados a seguir
primero esta alternativa slo por los obstculos que se les ponan en la
36
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
37
LA SOCIEDAD
Pareciera que nuestra posicin ya fue anticipada por una de las seis tradiciones tericas que participan en los debates a los que nos referimos antes, es decir, la versin pluralista de la tradicin democrtica elitista de la
teora poltica. 44 En realidad, lo que los pluralistas aportaron al modelo
elitista de la democracia es precisamente la concepcin de un "tercer campo" diferente de la economa y del Estado (lo que llamamos "sociedad civil"). 45 Segn el anlisis pluralista, una sociedad civil muy articulada con
divisiones a travs de sus elementos, grupos que comparten miembros en
comn y movilidad social es el presupuesto para una organizacin poltica democrtica estable, una garanta contra el dC>minio permanente por
cualquier grupo y contra el surgimiento de movimientos masivos fundamentalistas e ideologas antidemocrticas. 46 Adems, se considera que una
sociedad civil constituida de esa manera es capaz de adquirir influencia
sobre el sistema poltico por medio de la articulacin de intereses que son
"agregados" por los partidos polticos y las legislaturas e influyen en la
toma de decisiones polticas, a la que a su vez se entiende de conformidad
con los lineamientos del modelo elitista de democracia.
Aunque usamos muchos de los trminos de este anlisis en nuestra
obra sobre la sociedad civil, nuestro enfoque difiere en varios aspectos
clave del seg~do por los pluralistas. PrirQerqiJ12_ a~~Et~rp.o~~int-2_~~
vista de que la cultura cvica" ms adecuada para la sociedad civil moderna
esJa.-g:u:e.
. .. ...sebasaen~f.-vid"''rivadaclVIriila'a'"ata'c;mrca~camoes
.... . . . ..... . ... ...............E........ _.................. Y.. _....21?.........E... '"........
bien sabido, los pluralistas le dan mucho valor a la participacin en la familia propia, en los clubes privados, en las asociaciones voluntarias, y en
otros organismos similares por considerarlos actividades que alejan a
los ciudadanos del activismo o participacin poltica.47 Supuestamente
esto es lo que contribuye a que un Estado tenga una forma de gobierno
democrtico estable. Adems, para este modelo no tiene importancia cul
es la estructura interna de las instituciones y de las organizaciones de la
sociedad civil. 48 De hecho, en su apresuramiento por remplazar "los principios utpicos (democrticos participativos)" con realismo, los pluralis
tas tienden a considerar los esfuerzos por aplicar las normas igualitarias
de la sociedad civil a las instituciones sociales como una muestra de ingenuidad. 49
._\,
\"
democracia de lite/pluralista, pero el que nunca se preocupa por ex:plicar. 51 Los movimientos pueden y deben complementar, en vez de querer
remplazar, a los sistemas partidarios competitivos. Nuestro concepto de
sociedad civil, por lo tanto, retiene el ncleo normativo de la teora democrtica a la vez que sigue siendo compatible con las presuposiciones estructurales de la modernidad. Finalmente, aunque tambin diferenciamos la
economa de la sociedad civil, diferimos de los pluralistas en que no cerramos las fronteras entre ellas sobre la base de una supuesta libertad sacrosanta para contratar o del derecho de propiedad. Tampoco buscamos "reinsertar" a la economa en la sociedad. En cambio, en nuestro anlisis es
posible hacer que los principios de la sociedad civil influyan en las instituciones econmicas dentro de lo que llamamos la sociedad econmica.
El problema aqu, como en el caso de la forma de organizacin poltica, es
qu canales y receptores de influencia pueden, deben existir y de hecho
existen. 52 En realidad, podemos presentar esos problemas fundamentndonos en nuestrq model9 sin c::o:qer.el riesgo d.e sufrirJas .acusaciones.de
utopismo o antimodernismo que tan: frecuente y mereCidai:i:leiite'se'hceii
contra las versiones de democracia radical basada en los trabajadores.
Nuestra tesis tambin es que las tensiones entre el liberalismo orientado a los derechos y, por lo menos, el comunitarismo orientado democrticamente pueden reducirse considerablemente, si no desaparecer del todo,
sobre la base de una nueva teora de la sociedad civil. Mientras que la idea
de los derechos y de una comunidad poltica democrtica se derivan de
tradiciones diferentes de la filosofa poltica, hoy en da pertenecen a la
misma cultura poltica. No es necesario considerarlas antitticas, aunque
en un nivel emprico los derechos de un individuo pueden entrar en conflicto con el gobierno de la mayora y "el inters pblico", .por lo que se requiere un equilibrio entre las dos partes.53 Tampoco es necesario considerar
a:stas como si estuvieran basadas en dos conjuntos de principios o de
presuposiciones en conflicto,de tal manera que slo podemos acomodar
al primer conjunto en la medida en que sea instrumental para lograr o
.cn:servar al otro. Por el contrario, afirmamos que lo mejor del.liberalismo orientado hacia los,derechos y'del comunitarismo'.'orieiitado:demoq:ticamente constituye dos conjuntos de. principios que :se refuerzan
mutuamente y en gran parte se traslapan. Se necesitan'dos pasos para
argumentar esta tesis y trascender las antinomias relevantes. Primero/Se
debe mostrar que hay una estructura filosfica. que puede .proporcionar
una tica poltica capaz de rescatar las pretensiones normativas tanto del
liberalismo orientado a los derechos como de ia democracia radical. Segundo, se debe revisar la concepcin de la sociedad civil como una esfera
privada, compartida por ambos paradigmas tericos, con el fin de enten
der las implicaciones institucionales de una tica semejante.
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
supuesto que tal concepto de la libertad y del individualismo ya est presupuesto en el propio concepto de los derechos, creemos que slo algunos de
stos implican una libenad principalmente negativa, en tanto que ninguno
requiere un concepto filosficamente atomista de la individualidad. Es aqu
donde debernos introducir en el anlisis una concepcin revisada de la sociedad civil, junto con una nueva teora de los derechos. Porque toda teora de
los derechos, toda teora de la democracia, implica un modelo de sociedad.
Desafortunadamente, los comunitaristas y los liberales tambin estn de
acuerdo en que el anlogo societal de la tesis de los derechos es una sociedad civil construida como la esfera privada, compuesta por una aglomeracin de individuos autnomos, pero egostas, exclusivamente interesados
en su propio ser, competitivos y posesivos, cuya libertad negativa debe proteger el sistema de organizacin poltica del Estado. En lo que difieren es
en sus evaluaciones y no en sus anlisis de esta forma de sociedad.
Pero sta es slo una de las versiones posibles de sociedad civil y ciertamente no es la nica que puede "derivarse" de la tesis de los derechos.
Slo si uno considera que la propiedad no es sencillamente un derecho
clave sino el ncleo de la concepcin de los derechos-esto es, slo si uno
ubica a la filosofa del individualismo posesivo como el elemento ms importante de la concepcin que se tiene de la sociedad civil y despus reduce esta sociedad civil a la sociedad burguesa- llega a definirse la tesis de
los derechos de esta manera.58 Sin embargo, si uno desarrolla un modelo ms complejo de la sociedad civil, reconociendo que tiene componentes
pblicos y asociativos as como individuales y privados, y si, adems, considera que la idea de la autonoma moral no presupone un individualismo
posesivo, 59 entonces la tesis de los derechos empieza a parecernos un poco
diferente. En resumen, lQ? qerechos no sloa.seg. uran la libertad negat.iva., 1
es decir, la autonoma de individuos privados o desvinculados. Tambin
aseguran la autonoma (libre del control estatal) de la interaccin comunicativa de los individuos entre s en las esferas pblica y privada de la sociedad civil, as como una nueva relacin de los individuos con las esferas
:pblica y poltica de la sociedad y del Estado (incluyendo, por supuesto,
los derechos de ciudadana). De esta manera, los derechos morales no son
por definicin apolticos o antipolticos, ni constituyen un dominio
exclusivamente privado respecto al cual el Estado se debe autolimitar. Por
el contrario, los derechos de comunicacin, asamblea y asociacin, entre
otros, constituyen las esferas pblica y asociativa de la sociedad civil como
esferas de libertad positiva dentro de las cuales los agentes pueden debatir
colectivamente temas de inters comn, actuar en concierto, afirmar nuevos
derechos y ejercer influencia sobre la sociedad poltica (y potencialmente
sobre la econmica). Los principios democrticos, as como los liberales,
tienen su lugar aqu. Por consiguiente, alguna forma de diferenciacin de
40
41
-t::
INTRUIJUCCIN
. 1
discursiva de los conflictos, de la igualdad, de la autonoma, de la participacin y de la justicia) sino, ms bien, por la expansin de una economa
de empresas privadas que cada vez tiene menos de liberal, as como por la
ampliacin excesiva del aparato administrativo del Estado intervencionista
en el campo social. El uso del poder econmico y poltico para reforzar o,
lo que es peor, para recrear el carcter "tradicional" jerrquico, patriarcal
y exclusivo de muchas de las instituciones de la sociedad civil es, desde nuestro punto de vista, lo que propicia la dependencia. Estamos de acuerdo en
que ciertos rasgos del Estado benefactor63 fragmritan a las colectividades, destruyen las solidaridades horizontales, aslan y hacen a los individuos privados dependientes del aparato estatal. No obstante, la expansin
capitalista sin restricciones tiene las mismas consecuencias destructivas.
Pero el hecho de recurrir a la familia, tradicin, religin o comunidad
puede reforzar el fundamentalismo destructivo de comunidades falsas que
es fcil manipular desde arriba, a menos que primero se defiendan los logros del liberalismo (el principio de los derechos), la democracia (los principios-departicipacirrytleldiscurso)~'Y1aj~;f;:ic;ia_(i;o::~R,t'~<icQ,:g,~J~j9~:.R~'
la solidaridad) y luego se les complemente con nuevas formas igualitarias
y democrticas de asociacin dentro de la sociedad civil.
Adems, optar por la preservacin de las tradidones, si va acompaada
por una negacin de la tradicin universalista de la modernidad poltica y
cultural, implica fundamentalismo. Por consiguiente, la cuestin que surge de nuestro modelo se convierte en: qu tradiciones, qu forma de familia, qu comunidad, qu solidaridades deben defenderse contra las intervenciones que las perjudican? Incluso si la propia modernidad cultural
es slo una tradicin entre muchas, su proyeccin universal es la relacin
reflexiva, no autoritaria, con la tradicin -una orientacin que puede
aplicarse a s misma y que implica autonoma (la que supuestamente elogian los neoconservadores) en vez de heteronomfa-. De hecho, tradiciones que se han tornado probiemticas slo pueden ser conservadas en el
~erreno de la modernidad cultural, es decir, mediante '.argumentos que
mvocan principios. Esa discusin no significa la abolicin de la tradicin
solidaridad o sentido; ms. bien, es _el nic;:o procedimientQac;ep~~blepar~
determinar entre tradiciones, necesidades o intere5es competftivos,que:
estn en conflicto. Podo tanto, nuestro modelo seala hacia la modernizacin adicional de la cultura y de las instituciones de' la socfdad civil
como la nica forma de llegar a la autonoma, a la autodependenciay ala
solidaridad entre iguales, las que supuestamente desean los crticos
. 44
INTRODUCCIN
caractersticos de los sistemas del Estado benefactor, es retornar a la magia del mercado (y por supuesto renunciar a la justicia distributiva y al
igualitarismo). Esta "solucin" no slo es polticamente insostenible y
normativamente indeseable; tambin est basada en el supuesto equivocado de que no existe ninguna otra opcin. Nuestra estructura, no obstante, permite en principio un tercer enfoque, uno que no busca corregir la
penetracin econmia o estatal de la sociedad mediante una utilizacin
menor de estos dos mecanismos orientadores. De hecho, la tarea
~s ga,rantizar la autonoma del Estado' y de la economa modernos fa vez
queLse protege'simultneamente a faz sociedad civil de la penetracin y
furci6nalizacin destructivas de los imperativos de estas dos esferas. Por
ahora, por supuesto,slotenemos algunos de los elementos de una teora
que pueda tematizartanto la diferenciacin de la sociedad civil respecto
del Estado y de la economa, como suinfluencia reflexiva sobre stos por
medio de las instituciones de la sociedad poltica y econmica. Pero creemos que nuestra concepcin tiene las mejores perspectivas para el futuro
progreso terico y para integrar las diversas estrategias conceptuales que
estn disponibles actualmente. El proyecto que implica evitara corregir
los resultados del paternalismo estatal con otra forma de colonizacin de
la sociedad, en esta ocasin por una economa de mercado no regulada.
Procurara lograr el funcionamiento de la poltica social mediante programas basados en la sociedad civil, ms autnomos y descentralizados
que los de los estados benefactores tradicionales, y el funcionamiento de
las reglamentaciones econmicas por medio de formas de legislacin no
burocrticas, menos intrusivas, "una ley reflexiva", que se concentre ms
errlos'procedimientosynoen~lc:>:s.r~sultados. 65 En nuestra opinin, este
proyecto sinttico debe describirse no slO con el trmino de Habermas
"la continuacin reflexiva del Estado benefactor", sino tambin con la
idea complementaria de la "continuacin reflexiva de la revolucin democrtica". La primera surge en el contexto de los estados benefactores
de Occidente, la ltima en la democratizacin de los regmenes autoritarios.
Es posible combinar las dos ideas y as debe hacerse. Hasta ahora, el reciente resurgimiento y desarrollo del concepto de sociedad civil ha implicado aprender de la experiencia de la "transicin a la democracia". La
idea de la continuacin reflexiva del Estado benefactor y de la democracia liberal debe, sin embargo, abrir el camino para enriquecer los recursos
intelectuales de los demcratas en los paises del Este con lo que hemos
aprendido en una doble crtica de los estados benefactores ya establecidos y de sus descontentos neoconservadores. Una teora de la sociedad
civil alimentada por esas ideas tambin debe contribuir a conformar los
proyectos de todos los que en Occidente buscan la democratizacin adicional de las democracias liberales.
'mayor o
INTRODUCCIN
45
NOTAS
l Por supuesto, el libro de Karl Polanyi, Great Transformation [1944] (Boston, Beacon
Press, 1957), que ha sido uno de los principales fundamentos de nuestro trabajo, "introdujo
de nuevo" al Estado a mediados de la dcada de 1940. Pero vase de Peter Evans et al.,
(eds.), Bringing the State Back In, Cambridge, Inglaterra, Cambridge University Press, 1985.
Sin embargo, concentrar la atencin en el Estado ha ocasionado un debate (y una nueva
investigacin) muy interesante e importante sobre la relacn de las mujeres y el Estado
benefactor. En este caso se capt una nueva dimensin que haba sido ignorada en el pasado. Vanse obras recientes como las de Gretchen Ritter y Theda Skocpol, "Gender and the
Orgins of Modern Social Policies in Britain and the United States" (ms.); Linda Gordon.
"What Does Welfare Regulate?", y Frances Fax Piven y Richard Cloward, "Welfare Doesn't
Shore up Traditional Family Roles: A Reply to Linda Gordon", ambos en Social Research,
vol. 55, nm. 4, invierno de 1968, pp. 609-648; Cynthia Epsteln, Deceptive Distinctions: Sex,
Gender and the Social Order, New Haven, Yale University Press, 1988; Mimi Abramovitz,
Regulating the Lives ofWomen, Bastan, South End Press, 1988; Nancy Fraser. Unruly Practices,
Minnepols, Universicy of Minnesota Press, 1989; y HelgaHernes, Welfare State and Woman
Power: Essays on State Feminism, Oslo, Imprenta de la Universidad de Noruega, 1987.
2 Vase el cap. I.
3 Este debate empez a mediados de la dcada de 1950 y se present nuevamente despus
de la Nueva Izquierda. Para una cronologa vase John F. Manley, "Neo-Pluralism: A Class
Analysis of Pluralism I and Pluralism II", American Political Science Review, vol. 77, nm. 2,
junio de 1983, pp. 368-383. La lista de los participantes en este debate es larga. Slo men
cionarernos unas pocas figuras clave y algunos trabajos representativos de cada una de las
partes. Los tericos de )a lite ncluyen a Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism, and
Democracy, Nueva York, Harper & Row, 1942; S.M. Lipset, Poltica! Man, Nueva York, Doubleday,
1963; Robert Dahl, Polyarchy, New Haven, Yale University Press, 1971; William Kornhauser,
The Politics of Mass Society, Nueva York. Free Press, 1959; G. Alrnond y S. Verba, The Civic Culture, Boston, Little Brown, 1963. Entre los demcratas participativos se encuentran Peter
Bachrach, The Theory ofDemocrtic Elitism: A Critique, Boston, Little Brown, 1967; Carole Pateman, Participation and Democratic Theory, Cambridge, Inglaterra, Cambridge University Press,
1970; Sheldon Wolin, Politics and Vision, Boston, Little Brown, 1960. Para un panorama
general del debate, vase Quentin Skinner; "The Emprica! Theorists of Democracy and
Their Critics: A Plague on Both Their Houses", Political Theory, nm. 1, 1973, pp. 287-306.
4 La lista de los participantes en este debate tambin es demasiado larga para citarla
completamente. Dos de las mejores presentaciones del "liberalismo orientado a los derechos"
son las de John Rawls, A Theory of Justice, Cambridge, Harvard University Press, 1971, y
Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously, Cambridge, Harvard University Press, 1977. Para
el concepto liberal de neutralidad, vase Bruce Ackerman, SocialJustice in the Liberal State,
New Haven, Yale University Press, 1980, y Charles Larmore, Patterns ofMoral Complexity, Cam
bridge, Inglaterra, Cambridge University Press, 1987. La mejor y ms original obra "neocomunitaria" anterior al debate, pero sin duda proporcionando informacin para el mismo, es
la de Hannah Arendt, On Revolution, Nueva York, Penguin, 1963 [Sobre la revolucin, Alianza
Editorial]; vase tambin Sheldon Wolin, Politics and Vision, Boston, Little Brown, 1960, y
R. Unger, Knowledge and Politics, Nueva York, Macmillan, 1975. Los crticos epistemolgicos
contemporneos del liberalismo incluyen a Alisdair Macintyre, A{ter Virtue, South Bend, Uni
versity of Notre Dame Press, 1984, y Michael Sandel, Liberalism and the Limits ofJustice, Cam
bridge, Inglaterra, Cambridge University Press, 1982. Los demcratas comunitarios incluyen
a Charles Taylor, Hegel, Cambridge, Inglaterra, Cambridge University Press, l 975, y Philo
sophical Papers, vol. 2, Philosophyand the Human Sciences, Cambridge, Inglaterra, Cambridge
University Press, 1985; Michael Walzer, Spheres ofJustice, Nueva York, Basic, 1983, y Caro le
Pateman, The Problem ofPolitica/ Obligation: A Critique of Liberal Theory, Berkeley, University
of California Press, 1985. Un volumen que rene ambas partes del debate es Michael Sandel
(ed.), Liberalism and its Critics, Nueva York, New York University Press, 1984.
-i-b
1Ntltu1JUCUN
lNTRODUCClN
s Vase Michel Crozier et al. (eds.), The Crisis of Democracy, Nueva York, New York
University Press, 1975, y Claus Offe, Contradictions of the Welfare State, Cambridge, MIT
Press, 1984.
6 Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism, and Democracy, Nueva York, Harper & Row,
1942, pp. 232-302.
7 /bid., p. 269.
B El modelo del partido poltico es ei partido que acepta a todos (catch ali). Para el
concepto vase Otto Kirchheimer, "The Transformati.o.n of the Wester.n European Par~
System", en Frederic S. Burin y Kurt L. Shell (eds.), Pol~ttcs, r-aw and Social Change: ~elected
Essays of Otto Kirchheimer, Nueva York, Colu~bia 1:lmvers1ty Press, 1969, pp. 34?::l71. Algunos tericos elitistas que tambin son plurahstas mcl~yen a los grup.os de.pres1on como
actores en el sistema poltico (vase Dahl, Polyarchy). Sm embargo, la idea oe que los grupos de presin surgen espontneamente y en forma autnoma en la sociedad civil Y. despus son agregados por los partidos polticos ha sido criticada no slo por los marxistas,
sino tambin por los tericos del neocorporativismo. Para un excelente panorama gei:i:ral
de estas crticas, vase Suzanne Berger, Organiz.ing Jnterests in Western Europe, Cambnoge,
Inglaterra, Cambridge University Press, 1981, pp. 1-23.'
.
9 En este modelo no es posible que los intereses societales estn representaoos. Tampoco la opinin pblica ni los meros intereses individuales encuentran representacin en el
sistema poltico; por el contrario, las lites son las que agregan y dan relevancia poltica a
los intereses.
io Segn Schumpeter, op. cit., pp. 292-293, no todo en una democracia est sujeto al
mtodo democrtico. Por ejemplo, los jueces, las agencias federales y las burocraci~s estn
ms all del campo de este mtodo, pero no por ello son antidemocrticos. Estamos de
acuerdo con este argumento, pero insistiramos. en que el alcance o los dominios a los que
se deben de extender los principios democrticos no es algo que puedan decidir los expertos es ms bien, un problema normativo y emprico que debe ser decidido democrticame~te' en cualquier caso. (Debemos indicar que el propsito de Schumpeter era ir en contra de los regmenes "totalitarios", que amplan tanto el campo de lo poltico -aunque
difcilmente el de la democracia- que socavan la integridad y la eficiencil de la toma de
decisiones polticas.)
11 /bid., pp. 289-295.
41
idea de instruir a los delegados, e incluso dejar de importunar a sus representantes con cartas y telegramas!
13 Vase Bachrach, Theory of Democratic Elitism, op. cit.
'. 4 Como lo han mostrado los tericos del neocorporativismo, ios estados organizados
pol;t1came~te de e~a ~an.era a menudo tienen organizaciones semipblicas poderosas que
estn organizadas Jerarqmc~ente, ?~rticipan en negociaciones ocultas entre s y con el Eslll:do, no son m~er~amen.te dem?c;ratlcas y no interactan de conformidad con los principios del procedimiento oemocratico. Vanse los ensayos en P. Schmitter y G. Lehmbruch
(ed~; !rends toward Co'l'ra.ti~t lnfemiediation, Londres, Sage Publications, 1979.
Jurgen Habermas, Legitimat10n Problems in the Modero State" Communication and
'
the Evolution of Society, Bastan, Beacon Press, 1979, pp. 186-187.
i 6 Bachrach, op. cit.
17 Es decir, pier~e :ina norma con la cual juzgar si el consentimiento, los procedimientos
Y otros elementos similares son lo que afirman'ser. Vase Phillippe C. Schmittei: "Democratic
Theory and Neocorporatist Practice", Social Research vol. SO nm 4 invi~mo de 1983
pp. 885-891.
,
'
. '
,
, 18 Va.se .t:rendt, On Revolution, op. cit., y Wolin, Politics and Vtsion, op. cit. Vase tambien BenJamm Barber, Strong Democracy, Berkeley, University of California Press, 1984.
19 Barber, Strong Democracy, op. cit.
~~ ste no es el .caso con Pateman, Participati~n and J?emocratic Theory, op. cit.
. . . N_o ~ebe __olv1do:s: qu_e}~ .. t.~o:fa. d.em?~r.tica ,clsica ..se .b~s!lb,a ~n una _concepcin
i~diferenciada del Sllllichkeit, es .decir, . en -un-consenso"tJcamente-superior<respectoal
bien al que t~dos se deben adherir si eligen quedarse. En un mundo moderno caracterizado
por el pluralismo de valores y la contienda de los dioses, ese concepto es anacrnico.
22 T~t? e.l modelo de lite como el participativo cometen el error de reducir el principio
de la le.gitim1dad de~ocrtica a los principios organizativos. El primero diluye el procedimentahsmo nor.mativo dentr~ de los procedimientos para la obtencin del poder, en tanto
que el se~n~o mtenta deducir los modelos organizativos a partir del principio democrtico de legitimidad. Vase el captulo vm para una discusin de este problema Vase tambin Habermas, "Legitimation Problems", op. cit., pp. 186-187.
2_3 En cierto modo, este debate es una respuesta a las dimensiones utilitaristas de los
mooelos elitista y pluralista de la democracia. Rawls y Dworkin critican al utilitarismo
argui:ie~t~ndo que, sin una concepcin de la justicia o una teora de los derechos basada~
en prm.c~pi?s, el modelo de la democracia utilitarista de lite o pluralista no puede pretender legitimidad. Por supuesto, los comunitaristas tambin critican al modelo en su totali. dad, ~ero conce~tran su atencin menos en el utilitarismo de los elitistas democrticos que
en la importancia que concede a los derechos el liberalismo contemporneo.
24 Vase nota 4.
25 /bid.
_i 26 Aquf lo nuevo vis-d-vis las primeras tradiciones del liberalismo (o del pluralismo de
-lite a este respecto) es que la propiedad ya no es ubicada en el centro de la concepcin de los
.derechos; es un derecho entre muchos, pero est sujeta a un"equilibrio''.Rawls y Dworkin
:.
;son, por supuesto, decididos defensores dl Estado benefactor.''' _
: . 27 La tesis de los derechos se prediea con base en los siguientes supuestos:
- Vase Janes Kis, L'gale dignit. Essai sur les fondements des droits de l'homme Pars
Seuil, 1989.
'
'
INTRODUCCIN
48
INTRODUCCIN
49
50
INTRODUCCIN
de desempleo y os apoyos a las familias, como el cuidado diario (guarderfas) o las licencias
a ios padres, crean dependencia en vez d!=! autonoma, incluso aunque los rquisitos admins
trativos particulares para programas como AFDC (como la regla del hombre en el hogar) s
creen dependencia y sean humillantes. Pero estos son asuntos empricos. El problema terico que subyace en esos asuntos es la medida en que los servicios sociales y los apoyos
sociales son constituidos simblicamente como medidas benefactoras para "fracasados" o
como apoyos para todos los miembros de la comunidad.
.
64 Este argumento tambin se puede aplicar contra los recientes esfuerzos para crear
una poltica a partir de las teoras del posmodernismo. "Posmodernsmo" hace referencia a
la obra de pensadores franceses como Jacques Derrida, Jacques Lacan: y Jean-Frani;ois
Lyotard. Para una resea general excelente, vase Peter Dewes, Logc.s of Di.sintegracio11,
Londres, Verso, 1987. Para un intento por desarrollar una po!ftca a partir de este enfoque
general, vase Chanta! Mouffe y Ernesto Laclau, Hegemona y estrategia socialista: hacia
una radicalizacin de la democracia, Argentina, S. XXI, 1985.
El posmodernismo se basa en un mundo de la vida totalmente moderno y es cualquier
cosa, menos tradicionalista. Adems, las investigaciones crticas de la lgica de "identidad"
modernista y los dualismos de la filosofa del sujeto que subyacen en ella son extremadamente perceptivos (aunque los tericos crticos hicieron investigaciones similares muchos
aos antes de que el posmodernismo se pusiera de moda). Sin embargo, la aplicacin
poltica de esta orientacin no es muy satisfactoria, principalmente porque tiende a favorecer uno de los aspectos del dualismo frente al otro. De aqu la defensa de la diferencia
contra la igualdad, de la particularidad contra la universalidad, de la responsabilidad con
tra los derechos, de la relacin contra la autonoma y del pensamento concreto contra la
reflexin abstracta. En nuestra opinin, esto tiende a descartar el problema junto con las
propuestas para resolverlo. La tarea es, ms bien, formular un segundo conjunto de principios de manera que no eliminen o establezcan jerarquas para la diferencia, la pluralidad o
ia particularidad. Por ejemplo, debemos procurar concebir la igualdad sin insistir en ser lo
mismo, la universalidad sin aniquilar la multiplicidad y a la autonoma y los derechos sobre
la base de una filosofa de interaccin comunicativa en vez del individualismo atomista.
Adems, los principios culturales de la modernidad no son en sf mismos responsables de su
aplicacin o interpretacin unilateral. Todos estos principios estn abiertos a nuevas interpretaciones. Pero tomar partido por la diferencia, la particularidad y las situaciones individuales per se nos dejara sin los instrumentos tericos necesarios para explicar por qu
debe uno toierar, reconocer, o comunicar con las diferencias del otro.
'
65 Para el desarrollo de esta idea, vase el cap. IX.
PRIMERA PARTE
I. EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
DE LA SOCIEDAD CIVIL
FRASES que implican resurreccin, reemergencia, reconstruccin o renacimiento de la sociedad civil se escuchan repetidas veces hoy en da. Estos
trminos, que indican la continuidad de un paradigma poltico emergente
con las tendencias esenciales de la modernidad temprana,1\on desorientadores en un aspecto importante: no slo se refieren a algo moderno sino
tambin a algo significatiYan::ente nuevo. Una sencilla cronologa deriva- ... ,
da en parte de Karl Polanyi puede, en una forma muy preliminar, indicar
lo que est en juego. Segn Polanyi, durante la mayor parte del siglo XIX,
las fuerzas que representaban a la economa de mercado autorregulada
capitalista tomaron la ofensiva, afirmando una identidad con la sociedad liberal que estaba en pro..:eso de emanciparse del Estado absolutista
y paternalista. Sin embargo, Polanyi correctamente seal que a finales
del siglo XIX y en gran parte del siglo XX ocurri lo contrario,.Ahora, las
lites que representan la lgica y los objetivos del Estado moderno afirmaban con xito que expresaban los intereses de un conjunto heterogneo de
grupos y tendencias sociales que se resistan y oponan a las tendencias
destructivas de la sociedad de mercado capitalista. No obstante, ni siquiera Polanyi anticip que la fase estatista tambin tendra sus lmites. En
la actualidad, durante un periodo de ms de una dcada y media, las iniciativas, asociaciones y mo\i...ilientos ciudadanos se han orientado cada
vez ms hacia la defensa y ex-pansin de un campo societal descrito de varias maneras, cuyas formas y proyectos se distinguen claramente del estatsmo.
An quedan dos ambigedades cruciales de la orientacin "sociedad
contra el Estado". Primero, aunque agrupaciones de actores colectivos
cada vez ms significativas rechazan cualquier representacin de su programa en trminos de comunitarismo, otras continan defendiendo un
Gemeinschaft idealizado de reces premodernas de comunidades, solidaridades tradicionales y agrupacio;:ies colectivas contra la propia modernidad.
Segundo, hay varias iniciathas neoconservadoras, neo liberales y libertarias
(raras veces movimientos, pero con una fuerza significativa detrs de ellos)
que identifican a la "sociedad" con la economa de mercado. Estas dos
tendencias son versiones regresivas del antiestatismo. La primera desea
retirarse del Estado moderno, eliminando as una precondicin esencial
de la propia modernidad; la segunda desea repetir el e~erimento ya fra53
54
casado con la economa de mercado totalmente autorregulada del capitalismo clsico. No hay ninguna oportunidad de que la primera tendencia
tenga siquiera un xito temporal, aunque continuar desempeando un
papel en la mayora de los movimientos sociales. La segunda tendencia,
donde tiene xito, amenaza transformar la historia en una oscilacin entre el liberalismo econmico y el patemalismo estatista.
Creemos que hoy en da hay importantes elementos de un tercer proyecto para recuperar la categora de sociedad civil de la tradicin de la
teora poltica cls!ca. stos implican los esfuerzos para conformar un
programa que busque representar los valores e intereses de la autonoma
social ante ambos, el Estado moderno y la economa capitalista, sin caer
en un nuevo tradicionalismo ..Ms all de las antinomias del Estado y del
mercado, de lo pblico y lo privado, del Gesellschaft y el Gemeirzschaft, y,
como lo mostraremos, de la reforma y la revolucin, la idea de la defensa
y de la democratizacin de la sociedad civil es la mejor forma de caracterizar a la realmente nueva corriente comn de formas contemporneas
de autoorganizacin y autoconstitucin.
Los problemas de la autorreflexin y la autocomprensin dentro de los
movimientos y de las propias iniciativas a veces les impiden reconocer
claramente su diferencia con el comunalismo o libertarismo. En el mejor
de los casos la diferencia representa una pretensin que debe disputarse
internamente. Detrs de las muchas ambigedades vinculadas con el concepto de sociedad civil se encuentran esos conflictos. Junto con otros
muchos participames, nuestro libro toma una posicin clara respecto a
estos conflictos en defensa de una sociedad civil moderna capaz de conservar su autonoma y formas de solidaridad ante la economa y el Estado
modernos.
Ese proyecto emerge de los contextos de los propios conflictos sociales
y polticos. En este captulo presentamos la idea examinando varios discursos que han revivico la categora de sociedad civil (aunque en versiones
diferentes), con el fin de interpretar crticamente los contextos polticos
del Este y de Occidente, del Norte y del Sur. Sin que sea nuestro propsito
una presentacin completa de todos los puntos de vista relacionados dentro de cada contexto, deliberadamente hacemos hincapi en las perspectivas que contiene cada uno y que pueden ser comparadas con las de otros
contextos. Tratamos de identificar las tendencias comunes, los modelos
alternativos, las diferencias significativas, as como los aspectos conceptuales poco claros en estas formas de interpretacin y autointerpretacin.
El resto del libro, esperamos, contribuir al desarrollo adicional del discurso de la sociedad civil y, por lo tanto, ser de utilidad para los actores e
intrpretes que presentamos en este captulo.
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rismo, cualesquiera que hayan sido sus intenciones, para atomizar req.lmente a la sociedad, o desorganizar completamente a las familias, alos
grupos en los cuales existe un contacto personal directo y a las redes culturales.7 Sin embargo, esta posicin habra requerido la elaboracin de
un paradigma para remplazar la tesis totalitaria como estructura terica
del "nuevo evolucionismo", algo que en realidad nunca se intent.
Ms grave en principio es la falta de claridad respecto al tipo de sociedad
' civil que se deber construir o reconstruir. La confusin conceptual se deriva sobre todo de una renuencia comn a tomar una actitud crtica abierta
hacia el modelo liberal de la sociedad civil, a pesar de la l\articipacin en un
movimiento solidario de trabajadores, en muchos aspectos incompatible
con este modelo. En la dcada de 1980, cada vez ms personas (por ejemplo, Krol, Spievak, los editores de Respublica) se convirtieron en defe:::i.sor't:s
de una versin del modelo liberal, basado en el individuaismo econmico
y las libertades de propiedad y empresa como los derechos centrales. Incluso dentro del contexto de los que estaban muy relacionados con Solidaridad en su primer gran periodo (1980-1981) hubo desacuerdos acerca de
las diferentes concepciones de la sociedad civil. A los modelos culturaies
(Wojcicki) se les opusieron concepciones polticas (el Comit para la Defensa de los Trabajadores o KOR) por una parte, en tanto que por otra se debata acaloradamente el nivel de democracia que se requera en los movimientos populares e instituciones. Mientras que, por lo general se reconoca
que la nueva sociedad civil debera ser pluralista, 8 se acept en forma
temporal la necesidad de una organizacin nica, abierta a todos para
responder a los intereses de esta pluralidad. 9 Pero una vez que ha emergido
esa organizacin y ha logrado sobrevivir ante el poder "totalitario", puede terminarse fcilmente con su tendencia unitaria a abarcar todo?
Formular una estructura dual que abarque al Estado y a la sociedad
civil result ser an ms difcil, en especial en la poltica prctica. Debera ser la sociedad civil, tal como la representaba Solidaridad, del todo
apoltica, sin inters en el "poder", o debera expandirse como una repblica autogobernada que hara que el Estado en el viejo sentido de la palabra fuera ms o menos superfluo? A veces se encuentran aspectos de cada
una de estas concepciones incluso en el mismo autor. 10 No negara un
sistema autocoordinador de la sociedad la idea de la autolimitacin si se
dejara al Estado-partido slo como un representante del poder sovitico,
a cargo del ejrcito, la polica y la poltica exterior y se le convirtiera parcialmente en una burocracia experta? 11 Por otra parte, si la concepcin
dual requiere mecanismos institucionales de compromiso entre las organizaciones societales y las instituciones del stado-p.artido, tiene sentido
la idea de construir un sistema hbrido basado en un nuevo tipo de sociedad junto con un Estado-partido no reformado? Y s 'es posible esperar e
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FRANCIA
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es tratado por la tradicin del anlisis francs que asociamos con el trmino la Segunda Izquierda. Bien pudiera ser que el eventual surgimiento deformas de neoliberalismo en este medio pueda atribuirse, entre otras cosas, a la debilidad terica del concepto original, esto es, a la dificultad de
formular conceptos adecuados de las sociedades civil y poltica, as como
de la relacin entre ellas.
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incongruente esta opcin, como una respuesta ya sea al fracaso del sistema de partido o al xito (pero con sus tendencias excluyentes) del neocQr-.
porativismo. No obstante, en cada caso podemos hablar de la reconstitucin de la sociedad civil (o poltica) fuera de una estructura institucional
establecida que ha amenazado provocar la desaparicin de todas las formas independientes de vida social.
Las bases sobre las que es reconstituida la sociedad civil (poltica), s ya
ha ocurrido una fusin entre las esferas del Estado y de la sociedad, siguen
siendo poco claras en este anlisis. 43 Como no se contempla ninguna ruprura revolucionaria, de alguna manera uno debe descub~r los fundamentos de las nuevas estructuras independientes en la antlgua sociedad al
nivel de las normas y de las formas no estatificadas de asociacin. 44 El
modelo de Offe de la reconstitucin de la sociedad civil se concentra ms,.'
en los movimientos que las dos otras formas de anlisis presentadas hasta
ahora. Los movimientos sociales desempean una funcin principal en
todos ellos, pero slo en el modelo de Offe hay un desplazamiento del nfasis hacia la poltica de los movimientos desde dos direcciones: las asociaciones, instituciones y formas de vida no polticas, por una part(!, y las
polticas democrticasliberales, parlamentarias, por la otra. Aunque la cuestin puede ser de nfasis ms que de omisin, la relacin de 11ma versin
poltica de la sociedad civil con su sustrato asociativo no poltico apenas
ha sido estudiada (aunque sin esto no es posible entender el origen de los
movimientos), mientras que la de los dos paradigmas de las polticas slo
es examinada de una manera incompleta.
Por supuesto, junto con la faccin realista de los Verdes, Offe presupone en la poltica prctica la complementariedad de partido y movimiento, as como de las formas parlamentaria y popular de la poltica. Sin
embargo, su anterior crtica de la democracia liberal oscilaba entre una
concepcin que afirmaba una contradiccin directa entre el liberalismo y
la democracia y otra que postulaba a la democracia liberal como un puente democrtico insuficiente entre la voluntad de los ciudadanos y el Estado. Ambas versiones dejan todava abierto el camino para la esperanza
secreta de la teora marxista clsica: una sociedad poltica que incluye
todos los poderes econmicos y polticos en una sola estructura institucionaL,.5 Esa utopa ms all del dualismo del Estado y de la sociedad
civil no necesita ningn puente entre los dos extremos, y menos que nada
uno de tipo liberal democrtico. Bajo el efecto de la nueva autolimitacin
de los movimientos sociales contemporneos, que procuran limitar pero
no eliminar la versin existente del Estado moderno, Offe ya no parece
defender este punto de vista utpico particular, Su crtica del gobierno de
la mayora46 le permite tratar el tema de la relacin entre el impulso poltico "extrainstitucional" de los nuevos movimientos s.9.';iales y la necesi-
70
El concepto de sociedad civil tambin emergi en varios regmenes "autoritarios-burocrticos" como un trmino clave para la autocomprensin de los
actores democrticos, as como una variable importante en el anlisis de la
transicin a la democracia. 47 Esta discusin ha sido la ms rica, la ms
abierta y la ms sinttica entre las que hemos tratado hasta ahora. Por supuesto, slo podemos bosquejar las formas del discurso que creemos indican los inicios de una nueva cultura poltica; est ms all de nuestras posibilidades integrar este discurso en los diversos contextos sociales y polticos
implicados. A pesar de todo, estamos asombrados de la sorprendente unidad de la discusin y por sus paralelos con los desarrollos en otras partes.
La principal preocupacin de los tericos latinoamericanos y de sus
colaboradores ha sido la transicin a partir de un nuevo tipo de gobierno
EL RESURGIMIENTO ONTEMPORNEO
71
autoritario, militar-burocrtico que involucra primero un periodo de "liberalizacin" (definido como el restablecimiento o extensin de los dere-chos individuales y de grupo); y segundo, una etapa de "democratizacin"
(entendida en trminos del establecimiento de un principio de ciudadana
basado por lo menos en "mnimo procedimental" de participacin). Pero
se considera que estas transiciones dependen en gran medida de la "resurreccin de la sociedad civil" .48 En este caso, la sociedad civil hace referencia a una red de grupos y asociaciones entre (algunas versiol1es, incluyendo
a) las familias y los grupos de contactos directos personales, por una parte, y las organizaciones claramente estatales por la otra,1\lue median entre
los individuos y el Estado, entre lo privado y lo pblico. Diferentes del
clan, del corrillo, de las sociedades secretas o de un grupo de protegidos
por alguna persona poderosa, las asociaciones de la sociedad civil tienett'
en s mismas una calidad cvica, pblica, relacionada tan'to con "un derecho a existir reconocido" como a la capacidad "para deliberar abiertamente
asuntos comunes y actuar en pblico en defensa de intereses justificables" .49 Otros aaden significativamente la nocin de la autoexpresin a
la de la representacin de los intereses, y proponen incluir en el concepto
a los movimientosjunto con las asociaciones reconocidas. 50 A menudo se
sugiere que la "resurreccin" de la sociedad civil culmina en'la forma altamente concentrada y activa de la "movilizacin de masas" y del "levantamiento popular", en los que varios estratos y capas de la sociedad civil
desarrollan, aunque sea temporalmente, una sola identidad colectiva.
La categora de masa es desorientadora en este caso por dos razones.
Primero, el analista nos dice que en los estados autoritarios liberalizados,
la sociedad civil caractersticamente se moviliza en capas diferentes y sucesivas: los grupos intelectuales, las organizaciones de clase media, las
organizaciones de derechos humanos, las asociaciones profesionales, los movimientos de los trabajadores industriales, etc. (no necesariamente en este
orden). 51 Incluso en los contextos de una alta movilizacin, en las transiciones recientes a la democracia, los diferentes grupos, asociaciones y
organizaciones no se fusionan en una sola masa como fue caracterstico
de los populismos anteriores que a menudo condujeron a las dictaduras.
Segundo, los foros de la sociedad civil revivida son tpicamente "pblicos"
en vez de "movimientos de masas" y van desde las discusiones intelectuales en las universidades, las libreras, los cafs, etc., hasta las formas
populares de asociacin y reunin, que juntas representan los nuevos contextos en que "el ejercicio y el aprendizaje de la ciudadana pueden florecer en las deliberaciones sobre los problemas de inters diario" .52 Los altos
niveles de movilizacin contra las recientes diciaduras caractersticamente
usaron, en vez de evitarlas, estas formas pblicas. Esto es comprensible,
pues despus de la reduccin autoritaria de la discus.i,n pblica a "cdi-
72
gos y trminos" restringidos y controiados por el Estado, el restablecimiento de esta esfera logr mucha importancia y, por algn tiempo, hizo
que las simplificaciones del discurso populista resultaran mi;mos atractivas. De todos modos, las distinciones entre los niveles bajo y alto de movilizacin, as como entre las entidades colectivas ms unificadas o ms
particularizadas de la sociedad civil, siguen siendo importantes.
Si dejamos de lado algunas diferencias entre los autores relevantes respecto al propio significado y a la importancia relativa del concepto de
sociedad civil, toda la lnea de anlisis est caracterizada por algunas importantes dudas y ambigedades. Segn una interpretacin caracterstica
de los regmenes ms represivos, como Argentina, esos regmenes autoritarios atomizan, despolitizan y privatizan la sociedad, creando una esfera
pblica completamente manipulada y controlada. 53 Segn otra, en algunos contextos por lo menos (como el de Brasil), la sociedad o sus residuos
sobreviven al gobierno autoritario en forma de asociaciones de intereses
comunes, agencias autnomas, gobiernos locales y vida religiosa. 54 De
acuerdo con una tercera lnea de interpretacin, la "resurreccin de la
sociedad civil" que impulsa el proceso de democratizacin hacia adelante
es posible en ambos casos, con o sin la supervivencia de formas de asociacin reconocidas, con o sin la memoria de las anteriores movilizaciones
de masas.5 5 Como lo expresa Francisco Weffort, de Brasil, "queremos una
sociedad civil, necesitamos defendernos del Estado monstruoso que nos
enfrenta. Esto significa que si ella no existe, necesitamos inventarla. Si
es pequea, necesitamos hacerla ms grande[...] En una palabra, queremos
una sociedad civil porque queremos libertad" .56 En esta interpretacin,
que recuerda los argumentos que se hicieron en Polonia, los fundamentos
sociales de la sociedad civil, empezando con la familia y los amigos y
continuando con la Iglesia, nunca desaparecieron en ninguna de las dictaduras del Sur.
La estrategia de "inventar" y "hacer ms grande" es favorecida por el
hecho de que los regmenes autoritario-burocrticos nunca logran resolver sus problemas de legitimidad. 57 La constitucin o reconstitucin de
los elementos de la sociedad civil, promovida indirectamente por la disminucin del miedo y de los costos de la actividad autnoma, se convierte
en un medio para enfrentar estos problemas fundamentales. 58 Aunque
siempre se espera que este esfuerzo desde arriba se mantenga cuidadosamente dentro de los lmites, no puede reducirse completamente a una
farsa si su objetivo es obtener la legitimidad, y los elementos de la real
democratzacin que se establecen de esta manera son, por definicin,
impredecibles y no se les puede mantener dentro de lmites predefinidos.59
Sin embargo, todava no est claro qu diferencia establece el estado de
desarrollo de la sociedad civil en un gobierno autoritario en trminos del
EL RESURGLMIENTO CONTEMPORNEO
73
proceso de transicin o de la estabilidad y naturaleza del resultado. Parece probable que la naturaleza de una sociedad civil movilizada se vea afectada
por patrones alternativos: ms homognea donde no existieron o no se conservaron las estructuras anteriores, ms pluralista y estructurada donde no
se tuvo que crear a la sociedad civil despus de un alto grado de atomizacin. Esta diferencia tiene adems muchas consecuencias potenciales.
Puede ser til distinguir, en relacin con las transiciones, los procesos
de inciacin, consolidacin y tenninacin. El papel exacto de la sociedad
civil en el proceso de iniciacin de la transicin sigue en disputa. La tesis
predominante hace nfasis, sobre la base de muchos da\{ls comparativos,
en que el inicio es ante todo i.:na funcin de divisiones internas en el rgimen autoritario, aunque todos los analistas aceptan que si tales divisiones
conducen a una "apertura" o liberalizacin, la resurreccin de la sociedad-'
civil no se podr contener fcilmente y desempear un ptpel importante
en todos los pasos posteriore.s. 60 Sin embargo, algunas interpretaciones
parecen argumentar que donde la movilizacin desempea un papel en la
terminacin del rgimen autoritario, todo el proceso de "derrocamiento"
o "autodisolucin" desde el inicio es en gran medida una funcin de la
reiacin del rgimen con la sodedad civil. 61 La idea de que el problema de
la legitimidad es el taln de A~uiles de los regmenes autoritarios posteriores a 1945 62 parece implicar q_:e la inestabilidad de los regmenes y el mpetu para la liberalizacin deben buscarse en la relacin de los gobernantes
con grupos y opiniones externos al gobierno.
Las caractersticas de la sociedad civil son igual de importantes para
los retrocesos potenciales, en particular los golpes militares, como para el
proceso de iniciacin y de aceleracin . .Mientras que algunos analistas
temen a la movilizacin exagerada como un pretexto para los golpes de
Estado y la reunificacin de las lites gobernantes, la posicin dominante
hace nfasis en los costos de un conflicto con una sociedad civil movilizada
corno un importante disuasho para los "duros" que pueden usar los reformistas.63 Aqu se puede aadir que no slo el nivel de movilizacin sino
tambin la formacin de estructura es importante porque es ms fcil suprimir una sociedad sin profundas races organizativas que una altamente
articulada, incluso si la primera est movilizada superficialmente.
De igual importancia es el problema respecto a si la presin de la sociedad civil, una vez movilizada, es capaz de llevar hasta el final un proceso de transicin a la poltica democrtica. Parece obvio que una estrategia
evolutiva implica importantes procesos de negociacin y de concesiones
con aquellos gobernantes autoritarios que son capaces y estn dispuestos a
moderar su rgimen, mientras que en una etapa posterior cualquier transicin a la democracia debe implicar la organizacin de elecciones. Sin embargo, no es obvio en ninguno de estos contextos, de q~ manera las aso-
74
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
75
cas y legislativas, stas se lograrn por movimientos de participacin directa organizados en torno a problemas individuales de gran inters para
sus propios integrantes. 69
Ante un poder autoritario intacto, sin embargo, un alto nivel de movilizacin sin mediaciones, simbolizado por la imagen de la sociedad civil
como "la celebridad poltica de la abertura",7 puede tener consecuencias
desmovilizadoras. Incapaz de ir ms all de la polarizacin, la sociedad
civil puede derrotar las iniciativas estatales sfo generar una alternativa
comprensiva propia. Como en los casos de Brasil y Chile, el temor al rgimen puede ser fcilmente remplazadopor el temor d'I\ la sociedad a s
misma, el temor a las consecuencias de su propio poder itnpotente.7 1 Tanto en teora como en la prctica, una segunda estrategia llega a dar importancia a la necesidad de una orientacin hacia la sociedad poltica par.re'
completar la transicin a la democracia. Esta estrategia" es intelectualmente analtica porque no considera a las instituciones de la sociedad
poltica -los partidos, los mecanismos electorales, las formas de negociacin y las legislaturas- ni como partes ni como continuaciones orgnicas de los procesos de la autoorganizacin de la sociedad civil.7t
Aunque parece desorientador identificar a la sociedad civil principalmente con la liberalizacin, y a la sociedad poltica sobre todo con la democratizacin, ciertamente es correcto insistir en que "ltr.ansicin
democrtica plena debe implicar a la sodedad poltica". 73 Sin la sociedad
p-olfca,
hriposble establecer i:anto las negociaciones necesarias para
la transicin como el mecanismo de control societal de los estados postautoritarios. Esto ha quedado demostrado mediante anlisis de las elecciones y los partidos polticos. En aquellas dictaduras cuyos mecanismos
electorales se conservaron, aunque muy limitados, ha sido posible canalizar la presin social en direccin de un cambio poltico considerable, aunque gradual ("descompresin"), 74 incluso en el contexto de un orden autoritario intacto que no ha sido debilitado desde el exterior. Este fue el caso
en Brasil. De manera similar, la existencia continua, aunque restringida,
de los partidos polticos represent el punto focal natural para las transiciones negociadas en varios pases, desde Brasil a Uruguay y (ms recientemente) Chile. 75 De hecho, los partidos y las elecciones representaban
oportunidades para vol.ver a movilizar a la sociedad civil en varios contextos en que se present el fenmeno de la desmovilizacin despus de que
haban fracasado varios desafos anteriores contra el gobierno autoritario.76 Dondequiera que ha sido posible, la activacin de la sociedad poltica parece haber sido la clave para evitar confrontaciones polarizadas, que
en nada mejoran la situacin, o que incluso la.empeoran, entre las sociedades civiles organizadas y los regmenes autoritarios que han mantenido
alguna continuidad con el pasado. 77
.,.
es
""11!
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
Independientemente de lo necesaria que sea, la orientacin hacia la sociedad poltica tiene consecuencias potencialmente desmoviliz.adoi-as en lo que
se refiere a la sociedad civil, como muchos participantes y obseryadores han
manifestado. En este contexto, Cardoso llama correctamente. la atencin
sobre la doble naturaleza de los partidos polticos: su funcin mediadora
es hecha posible por, pero no puede superar, las contradicciones dentro de
ellos, entre el movimiento y la administracin, la participacin y el elitismo,
la norma democrtica y el clculo estratgico.78 Sin ernbargo,en dos situaciones puede dominar el lado elitista, administrativo y estratgico: los pados
y las elecciones. A menudo posibles y necesarios como situaciones intermedias "no democrticas", muchos han hecho hincapi en que los pactos son
un medio importante de evtar la violencia y sus riesgos en la transicin a
la democracia. 79 A pesar de todo, no parece del todo justificado pretender
que, cuando son posibles, los pactos entre los partidos de la oposicin Y
los elementos del rgimen tambin son deseables, en especial cuando se admite demasiado pronto que por lo general son exclusivos, no pblicos Yorientados a reducir drsticamente el conflicto en el sistema poltico ..su violacin
de las normas de la democracia 80 puede tener consecuencias negativas en
el largo plazo para una cultura poltica. Una vez dicho esto, quiz deba
aadirse que los pactos en los que se garantizan ciertos intereses de quienes ocupan el poder; tienen posibles consecuencias diferentes para la sociedad civil, segn el momento en que se les realice. Si se presentan pronto
en un proceso de transicin, los pactos .pueden asegurar los elementos de
la liberalizacin, haciendo posible la reconstitucin de la sociedad civil.
En este caso, con el surgimiento de nuevos actores y la activacin de los
espacios pblicos, hay buena oportunidad para que el pacto inicial sea hecho eventualmente a un lado. 81 Sin embargo, si un pacto se realiza muy
tardamente, despus de la resurreccin y posiblemente del levantamiento
de la sociedad civil, y en especial si garantiza posiciones de poder a todos
los partidos que lo celebran, incluso algunos de la oposicin, su propio
objetivo implica una exclusin y desmovilizacin que puede tener xito
durante un periodo muy largo. A menudo la consecuencia es una reaparicin del populisrno en vez de procesos de democratizacin adicional.
Los nicos pactos "tardos" que parecen evitar esta trayectoria son aquellos en los que los grupos de oposicin no piden ninguna concesin para
s mismos, sino para ia sociedad como un todo. Ms que nada, los pactos
que hacen arreglos para las elecciones y las reglas electorales pueden tener este carcter. Pero las elecciones, incluso cuando ellas mismas no incorporan reglas fuertemente excluyentes, pueden ser ambiguas desde el
punto de vista de la sociedad civil movilizada.
Varios analistas presentan la pregunta parcialmente retrica, por qu
deben las lites gobernantes aceptar elecciones que probablemente termi-
76
77
78
pases slo en esta forma? Hay alguna incertidumbre terica seria respecto a lo que puede ocurrir despus de la movilizacin. La pregunta es
si queda algo de la "sociedad civil resucitada" despus de que la represin selectiva, la cooptacin, la manipulacin, los conflictos internos, la
fatiga, la desilusin y la canalizacin de la oposicin hacia los is temas de
partido y electoral han afectado y desmovilizado "a la exaltacin popular" .90 A este respecto, una interpretacin hace hincapi en la despolitizacin, la reprivatizacin y el surgimiento deghettos polticos, que en conjunto pondrn en peligro la consolidacin democrtica y debilitarn la
capacidad de la sociedad para resistir al autoritarismo renovado. La idea
de que en algunos pases, notoriamente Chile y Uruguay, 9 ' un sistema de
partidos excesivamente desarrollado contribuye a una sociedad civil dependiente y subdesarrollada, es ms congruente con esta clase de argumento
que el nfasis, en el caso de otros pases, en la supervivencia de la vida
asociativa cvica incluso en el autoritarismo. Si uno identifica la desmovilizacin con la atomizacin de la sociedad civil, es difcil ver de qu
manera se puede hablar de una transicin a la democracia en vez de un
retorno a los ciclos de democracia y dictadura, ninguno de los cuales puede estabilizarse, en parte debido a los ciclos de politizacin y dcspolitizacin de la sociedad civil dentro de cada forma de gobierno. La idea de salir
finalmente del 'ciclo92 debe entonces sealar ms all de la alternativa
entre una sociedad civil totalmente movilizada y una totalmente despolitizada y privatizada.
Lgicamente, por lo menos la desmovilizacin de un levantamiento
popular no es necesariamente el fin de una sociedad civil polticamente
relevante. Tampoco es necesario que se olvide todo lo aprendido en los
ciclos previos. En este contexto, es significativo que algunos intrpretes
consideren el surgimiento de una nueva forma de diferenciacin entre el
pluralismo societario de facto y el pluralismo democrtico como un cambie en los valores, como la transformacin de la identidad colectiva de los
grupos y de las instituciones. 93 El primer tipo de pluralismo ha estado
presente en la mayora de las sociedades de que se trata, pero el ltimo ha
sido slo un producto de las recientes luchas contra los regmenes autoritarios que han conducido a que se remplace la imagen de la va revolucionaria con las ideologas democrticas. 94 Despus del fracaso de las
revoluciones ilusorias y de la experiencia de las dictaduras, se lleg a considerar a la democracia cada vez ms como un fin en s mismo, en vez de
como un medio para la realizacin de los intereses sectoriales. 95 Pero
para que sta se convirtiera en un fin tambin para los grupos no elitistas,
tena que ocurrir una reorientacin hacia la sociedad civil, que de hecho
sucedi. "El descubrimiento del valor de la democracia es inseparable,
dentro de la oposicin, del descubrimiento de la sociedad civil como un
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
79
"'
El modelo autorreflexivo de la sociedad civil implica no slo la idea de
la autolimitacin de la misma, sino tambin su propio fortalecimiento.
Esto tiene consecuencias tanto para la sociedad civil como para la polti
ca. El modelo es incompatible con el concepto individualista-liberal de la
sociedad civil, que implica tanto su total despolitizacin como su dependencia de las fuerzas de la economa de mercado: "la desigualqad social y
la debilidad del individuo ante las empresas y la burocracian. Cardoso
propone una alternativa que combina la importancia que le da la democracia radical a la subjetividad colectiva y a la autoorganizacin (no obstante, sin abandonar los derechos individuales), y una aceptacin democrtica reformista de la necesidad del Estado. Esta sntesis "dual" lleva al
inicio de una propuesta, que se reconoce es necesario desarrollar adicionalmente, para una mayor responsabilidad social por parte de las gerencias
de las empresas y de las burocracias, con un creciente control pblico de
sus procesos. Sin esto, la sociedad civil contina indefensa y "privada en
el sentido estricto de la palabra".97
Esta redefinicin de la relacin del Estado y la sociedad civil en una
democracia que est por crearse, modifica tambin el modelo de la sociedad poltica y, junto con ste, el de los partidos polticos. Ahora su tarea se
convierte en construir "puentes mviles en ambas partes de la antinomia". 98 La idea no est bien explicada en trminos de la nocin de "contrarrestar la idea amp1iamente difundida de que los partidos no son 'autnticos' y sf incapaces de servir como un filtro para fas aspiraciones del
electorado". 99 Parece que de lo que se trata aqu es ms bien del rechazo a
tener que elegir entre lo elitista y lo democrtico-radical, entre las dimensiones estratgica y normativa-democrtica de la ambivalencia de los partidos modernos. Pareciera ms bien que es el tomar. conciencia de esta
ambivalencia lo que permitir tanto la sensibilizacin de la sociedad civil
a la necesidad de consideraciones estratgicas como1a. introduccin de
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3.
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6.
7.
Como se indic antes, el redescubrimiento de la sociedad civil en Polonia
fue el producto de dos experiencias de aprendizaje negativas: el fracaso
del cambio revolucionario total desde abajo {Hungra en 1956) y de la
reforma comprehensiva desde arriba (Checoslovaquia en 1968). Los reformistas polacos decidieron que todava era posible un cambio radical de la
sociedad si se segua un tercer camino. ste tendra dos componentes: el
agente sera la sociedad organizada "desde abajo" y el objetivo sera la
sociedad civil en vez del Estado, dentro de un programa autolimitado.
Observe que segn sus propias normas, la nueva estrategia estaba a su vez
abierta a la prueba de las nuevas experiencias de aprendizaje'" Despus
de la represin de Solidaridad en diciembre de 1981, surgi la pregunta
inevitable de si se haba demostrado que el tercer camino, aparentemente el ltimo, no era viable en las sociedades de tipo sovitico. (Aparentemente el ltimo sobre la base de una concepcin dualista que yuxtapone
rgidamente Estado y sociedad civil.)
En Polonia, la formulacin dualista haba sido sometida a una fuerte
crtica por Jadwiga Staniszkis. Aqu resumiremos y ampliaremos su lnea
general de ataque:
J. La polarizacin de sociedad vs. Estado en Polonia est relacionada con
una historia poltica en que tres gobiernos imperiales extranjeros representaron al Estado.
2. La cultura polaca sobrevivi a la edad de las particiones conservando
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slo proporciona la condicin necesaria, pero no la suficiente para remediiirla. Como descubrieron los poiacos, incluso una sociedad civil organizacla y
movilizada no puede, en especial en el contexto de la autolimitacin, actuar
directamente sobre un Estado-partido que no realiza ningn cambio, y superar la resistencia del aparato econmico-poltico cuyo ltimo reducto
importante se convierte en la economa burocrtica no reconstruida.
sta fue la leccin que inspir a los que importaron el proyecto polaco
de reforma radical a Hungra, en especial despus de la ley marcial. Elementos clave de la oposicin hngara 11 reformularon el programa en
trminos de un minimalismo radical que no obstante 1\mplicaba que los
cambios en ia sociedad deberan ser complementados por cambios necesarios, aunque menos radicales, en la esfera del Estado-partido. Al princi-,
pio, esto signific redefinir como derechos los elementos.de una apertu;a
y diferenciacin que ya se haban concedido en la sociedad hngara, as
como la redefinicin del Estado discrecional (Massnahmenstaat) como
un Rechtsstaat autoritario que se autolimita, al menos en lo que se refiere
a los derechos que concede. La segunda versin, desarrollada en el momento de la crisis cada vez ms intensa y con algn xito en el involucramiento de los intelectuales en la actividad opositora, propupo a las fuerzas sociales independientes que exigieran el pluralismo en la esfera del
derecho privado (sociedad civil) y un Rechtsstaatlichkeit plenamente desarrollado en la esfera del derecho pblico. 111 Finalmente, en 1987, cuando las bases del sistema de Kadarya se estaban desmoronando, se propuso
un modelo detallado de reforma radical. El modelo, que apareci con el
nombre de Contrato social, implicaba el restablecimiento de la sociedad
civil en todas sus dimensiones y una reforma del sistema poltico para
incluir elementos de genuino parlamentarismo, un gobierno responsable
y una reconstruccin del lugar y papel del Partido Comunista que conservara algunas de sus prerrogativas, pero slo dentro de una estructura de
legalidad constitucional. Lo que nos importa es la estructura, ms que la
frmula exacta, porque represent un llamado a la discusin, negociacin y compromiso. Los partidarios del enfoque del Contrato social intentaron reconstruir el proyecto dual heredado de Polonia en trminos de un
modelo que vinculaba la reconstruccin radical de la sociedad civil con
una reforma menos radical, pero que no obs.tante modificaba los principios de la esfera poltica. La idea no era abandonar la meta de la democracia parlamentaria, sino combinar dos ritmos de cambio diferentes, uno
en la sociedad civil y otro en la esfera del Estado, de manera que se reforzaran mutuamente, y proporcionar a la vez el cambio necesario del "ambiente" para institucionalizar una economa de mercado verdadera.
El Contrato social retuvo una importante conexin.con la poltica polaca del "nuevo evolucionismo" manteniendo, contra otl;'os enfoques de ese
86
momento que todava seguan dirigindose a la negociacin con el rgimen o sus elementos reformistas, 112 que los grupos, las asociaciones y de
hecho los movimientos fuera de las instituciones oficiales tendran la tarea primaria de promover el cumplimiento de las reformas. En Hungra,
no obstante, la idea era paradjica, en vista de la ausencia de algo que se
pareciera al nivel polaco de autoorganizacin societario. 113
Sorprendentemente, los resultados polticos en Hungra resultaron ser
an ms radicales que los de Polonia. En realidad, despus de que Kadar
sali del poder en mayo de 1988, el Partido Comunista hngaro hizo rpidamente varias concesiones: una esfera pblica abierta de facto, una ley
de asociacin y del derecho a la huelga, y una ley que permita la formacin de partidos, aunque en un principio no como organizaciones electorales. Adems, para febrero de 1989 el partido acept la necesidad de elecciones competitivas irrestrictas en una fecha prxima, y en junio de 1989
inici negociaciones respecto a las reglas y procedimientos electorales,
con ocho o nueve formaciones protopartido representadas por "la Mesa
Redonda de la oposicin".
Hay dos formas de interpretar la lgica de estos cambios. La primera
(F. Koszeg) toma el punto de vista de la debilidad de las organizaciones de
la sociedad independiente y seala la disolucin interna del partido en el
poder (debido a la crisis econmica, as como a los efectos desestabilizadores de la poltica no intervencionista sovitica) que lo hizo demasiado dbil para resistir incluso un grado relativamente pequeo de presin social. Ciertamente, la tesis parece ser confirmada por la historia de varias
concesiones clave, que empezaron con las propuestas cuya intencin era
simplemente la cooptacin, continuaron con intensas crticas pblicas y
terminaron en una situacin en la que el rgimen cedi. 114 Pero esta interpretacin no deja lugar para un importante actor que se encontraba fuera
de la oposicin, es decir, los grupos reformistas dentro del partido, que
desempearon un papel activo en varias de las mismas concesiones.
La segunda interpretacin (J. Kis) buscaba corregir esta subestimacin
haciendo hincapi en los esfuerzos realizados por parte de la faccin reformista, cada vez ms predominante, por encontrar socios legtimos, viables en la sociedad para instituir reformas econmicas junto con los nuevos programas de austeridad. La bsqueda de socios pudo por s sola
haber llevado a un esfuerzo de cooptar a las fuerzas sociales en formacin, pero la necesidad de socios viables, en vista de la disminucin de
la legitimidad del rgimen, requera entes genuinamente independientes
que funcionaran en un terreno poltico competitivo, abierto. m En este
anlisis, la bsqueda de socios llev al rgimen, o a su faccin dominante, a la apertura dei espacio requerido para la emergencia de la sociedad
poltica.
EL RESURGIMIE!\"TO cmrrE.MPORNEO
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de la sociedad poltica, que al menos al principio incluir a los reformistas del Partido Comunista. Tiene este modelo sus propias patologas po--
tendales?, y de ser as, cules son sus correctivos?
Como hemos visto en el caso de las transiciones latinoamericanas, una
de las varias razones de que las lites gubernamentales se orienten a la
las ayi.da a desmovilizar a la soresurreccin de la sociedad poltic~ es
C1i:Iad civil. Hacen esto tanto para protegerse a s mismos y a la transicin de los excesos de las demandas econmicas como para excluir del
proceso poltico a los actores y formas de movilizacin <1.\le pueden llevar
a su propia exclusin. Mientras que las lites de los antighos partidos gobernantes, o ms bien de sus partes reformistas, no tienen el apoyo social
para convertirse en actores de la sociedad civil (con las muy dudosas ex,,..'
cepciones de las burocracias de los sindicatos), esperan qtie al autoconvertirse en partidos electorales con ideologas socialdemcratas podrn
convertirse en actores en la nueva sociedad poltica. Por lo tanto, la orien-tacin hacia la sociedad poltica tiene claramente como su patologa la ;
desmovilizacin de la sociedad civil y el fracaso para remplazar ss for-
mas movilizadas con otras institucionalizadas. ste es un grave problema
en Europa oriental, donde la atomizacin y la fragmentacin de los vnculos, solidaridades y asociaciones sociales super incluso lo ocurrido en los
regmenes autoritario-burocrticos recientes, y donde la sociedad civil
parece existir por el momento slo en una forma movilizada cuya contribucn al restablecimiento de la integracin social ha sido limitada. Por
esta razn, una constelacin que haga a un lado a la construccin de instituciones en la sociedad civil ser muy desfavorable para el desarrollo de
una cultura poltica democrtica y, por el contrario, donde este tipo de
cultura contine desarrollndose, puede conducir a graves problemas
de legitimidad para las nuevas lites polticas.
Los esfuerzos realizados por los elementos reformistas de las antiguas
lites para despolitizar e incluso fragmentar a la sociedad civil son muy
comprensibles. Para ellos, la cuestin implica no slo conservar su poder
de decisin para determinar la poltica econmica, sino tambin su supervivencia como fuerza poltica. La raz de la dificultad es aun ms profunda,
por supuesto, y puede tener que ver con las tendencias bsicas relacionadas
con la sociedad poltica moderna compuesta por partidos y parlamentos.
Por haber surgido de la sociedad civil y haber conservado algunas de las
caractersticas de su origen, as como por haber resistido la designacin
de "partido", los nuevos partidos principales de Hungra, Polonia y Checoslovaquia han dado lugar al surgimiento, a pesar de todo, de expectativas
de que podrn resistir las tendencias "oligrquicas" qe los partidos polticos modernos. 122 No obstante (o como consecuencia) frecuentemente
se les critica por remplazar al gobierno de una lite pcn; el de otra, por no
que
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rentes proyectos para reconstruir a la sociedad civil como un solo conjur.to, en una forma que no se limite al uso obvio de la misma terminologa
en contextos diferentes. Esto lo haremos en dos pasos.
Primero, argumentamos en favor de antecedentes intelectuales comunes en el mbito de la circulacin de formas de discurso. En el contexto del pensamiento social crtico, hoy en da hay un notorio cambio intelectual posmarxista, que produce una discusin de la sociedad civil que
verdaderamente es internacional. Segundo, presentamos dos posiciones
intelectuales, relacionadas con la crisis del marxismo, pero que no se pueden reducir a la misma, que son compartidas por los a~tores sociales en
los cuatro contextos polticos, como lo demuestran nuestros "estudios
de caso". stas son: I) la crtica del Estado y 2) el deseo de ir ms all de
la alternativa de reforma y de revolucin, en el sentido;:lsico de est'S'
trminos.
Hoy en da la crisis del marxismo es un fenmeno mundial, por una
variedad de razones locales y globales. En los pases capitalistas avanzados, la continua incapacidad de la teora marxista para explicar la estabilidad relativa y la reconstruccin repetida del sistema existente es una de
las principales razones. Otra es el final decisivo de la era en que pareca
posible (por no decir deseable) que la clase trabajadora _:o cualquier
otro estrato social o grupo nico- desempeara el papel de sujeto global del cambio social. En Amrica Latina, el factor decisivo fue la asociacin del marxismo con la va revolucionaria que no slo fracas para producir alguna clase de Estado de bienestar socialista, sino que tambin
contribuy directa y en algunos casos deliberadamente a la cada de la
democracia liberal y al surgimiento de dictaduras de derecha. Donde tuvieron xito las llamadas revoluciones socialistas, los resultados diHcilmente inspiran a la imitacin. El modelo sovitico de Europa oriental, en
el momento de su derrumbe, ahora casi universalmente se reconoce como
ineficiente y deshumanizador. Este desarrollo, que se refleja en las acciones y puntos de vista intelectuales de los disidentes, ha desacreditado de
antemano las metas de la mayora de los comunistas occidentales y de los
pases del Sur, o de los grupos ultraizquierdistas que han heredado el manto
del marxismo. Es significativo que las teoras y formas de anlisis marxistas hayan fracasado repetidamente en sus esfuerzos por comprender la
estructura de las sociedades de tipo sovitico y por delinear orientaciones
posibles para los actores que procuraban transformarlas. 125
Siempre es posible, por supuesto, pasar del marxismo a cualquier posicin que puede ir del liberalismo y neoconservadurismo hasta el fundamentalismo religioso. Pero si se desea evitar remplazar al dogmatismo
marxista por un dogma antimarxista, si uno se niega a cambiar la apologtica de una forma de dominacin por otra, se deb'aceptar la posibili-
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EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
dad de que Marx realmente estableci algunos puntos de vista crticos ventajosos que no pueden ser abandonados en tanto que persista la
sociedad capitalista. En muchos casos, esto significa reinterpretar o reconstruir algunos de sus principales conceptos, conduciendo a proyectos tericos que van bastante ms all de las implicaciones normativas
y analticas de cualquiera de las versiones de la teora marxista clsica,
incluidos los neomarxismos de Lukcs, Gramsci y la antigua Escuela de
Francfort. Son estos proyectos tericos los que queremos describir con
la designacin de posmarxsmo. 126 Una posicin comn de todos los posmarxismos a pesar de las diferentes terminologas, es la revisin de la
identificacin que hace Marx de la sociedad civil con la burguesa, as como de sus varios proyectos polticos que apuntaban a una reunificacin de Estado y sociedad. 127 Los posmarxistas no slo se dan cuenta, al
igual que Gramsci, 128 de la durabilidad de la sociedad civil en las aemocracias capitalistas y de la consecuente improbabilidad de la revofcin
en el sentido marxista clsico, sine que adems afirman lo normativamente deseable que es la conservacin de la sociedad civil. No obstante, el
posmarxismo se puede distinguir de todos los neoliberalismos (que a
su propia manera tambin identifican a la sociedad civil con la burguesa)
por sus esfuerzos para desarrollar el tema de la transformaciOn democrtca radical o pluralista radical de las versiones existentes de sociedad
civil.
Sostenemos que el concepto de sociedad civil, tal como ha sido usado
por nuestras diferentes fuentes, pertenece al mundo intelectual e incluso
a la cultura poltica del posmarxismo (y quizs del "posgramscianismo"). El
discurso contemporneo de sociedad civil fue diseminado internacionalmente, al menos en sus inicios, por la circulacin de las ideas posmarxistas.
La amplia aceptacin de un concepto semejante por primera vez en nuestra historia reciente, que permiti un dilogo entre los crticos sociales del
Este y del Oeste, del Norte y del Sur, ha sido posible debido a los problemas y proyectos compartidos entre esos contextos.
Se pueden encontrar dos de esos problemas/proyectos en las fuentes
que acabamos de citar. Primero, y en forma ms relevante, est la crtica del Estado y la bsqueda de una poltica "postestatista". La incapacidad
de los regmenes de tipo sovitico, de las dictaduras latinoamericanas e
incluso de los estados benefactores para resolver todos o algunos de los
problemas sociales clave, y lo poco deseable de las soluciones que han
surgido, es uno de los temas de que tratan todas las fuentes relevantes.
Hubo un tiempo en que la respuesta a diagnsticos similares era proponer un Estado ms racional-"una dictadura del proletariado, es decir, de
la izquierda en vez de la derecha- o (en el caso del Estado benefactor)
simplemente ms Estado, "nacionalizando" ms esferas de la vida. Parece
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impulso totalizador, esta idea extiende el discurso autorreflexivo y autocrtico de la modernidad a su concepto poltico ms importante, esto -es;
la revolucin. 135
Ya hemos observado que la posicin ms o menos comn de la revolucin antiestatista, autolimitada, que descubrimos en nuestras diversas fuentes, no se expresa en trminos de una sola estructura categrica o de un
solo modelo para la reconstruccin de la sociedad civil. En ocasiones encontramos que se proponen diversas variantes dentro de un solo.contexto
poltico-cultural, y por supuesto la variacin entre los proyectos es incluso _ms significat.iva cuand~ se trata de contextos difere~es. El ncleo comun de todas las mterpretac1ones, a pesar de todo, es el concepto de sociedad
civil, o mejor dicho, de algunos de los componentes de este concepto. Todos estn de acuerdo en que la sociedad civil representaJ.ma esfera dife-'
rente e incluso opuesta al Estado. Todas incluyen, casi siempre de manera
no sistematizada, alguna combinacin de redes de proteccin legal, asociaciones voluntarias y formas de expresin pblica independiente. Unas
pocas concepciones parecen incluir a las familias y los grupos informales.
Algunas comprenden a los movimientos e incluso igualan a la sbciedad
civil con la presencia de movimientos sociales; otras (como las del escritor polaco Wojcicki) excluyen e incluso temen esta posibilid~d como una
forma de politizacin inaceptable. En los textos relacionados con los cuatro proyectos polticos, sin embargo, no hemos encontrado ningn tratamiento comprensivo de la relacin entre las categoras de la sociedad civil
o, en cualquier caso, del nexo entre la sociedad civil como movimiento y
como institucin. Pero no hay duda de que los elementos a los que se da
importancia en los diferentes contextos y textos son a menudo muy diferentes, incluso aunque se haya aadido poco (o se haya sustrado explcitamente) a la lista clsica de leyes, asociaciones y pblicos.13 6
Hay dos importantes cuestiones que producen relevantes desplazamientos en las estructuras de las categoras. Primero, debe incluirse o excluirse a la economa del concepto de sociedad civil (el modelo hegeliano vs. el
gramsciano)? y segundo, debe uno procurar diferenciar a la sociedad
civil y a la poltica (el modelo de Tocqueville vs. el hegeliano)? Los autores
neoliberales y residualmente neomarxistas tienden a estar de acuerdo en
la inclusin de la esfera econmica dentro de la sociedad civil, aunque
por razones opuestas. Los primeros, ya sea en Occidente o ahora cada vez
ms en Europa oriental, reafirman la identidad de lo civil y lo burgus,
temen un modelo de derechos en que la propiedad no ocupe la posicin
primaria, y rechazan la politizacin de la sociedad y la formacin de movimientos sociales que exigiran la redistribucin econmica al Estado.
Aunque preocupados legtimamente por las consecuencias de las conexiones entre populismo y estatismo, esta tendencia intelectual se olvida de
96
los efectos destructivos del mercado autorregulado sobre el tejido cultural de la sociedad, que han sido descritos tan bien por Karl Polanyi.
Aquellos que en Europa oriental olvidan esta leccin a causa de su odio
hacia todas las formas de intervencionismo estatal buscan de hecho unirse a Europa no como es hoy en da, una Europa que se enfrenta a los
problemas ecolgicos y sociales generados por la economa capitalista,
sino como era antes, lo que invita a que se repitan los desastres que ya
conocemos.
,
El segundo enfoque, el residualmente marxista representado por Andr
Gorz y en cierta medida incluso por Claus Offe, presupone estos efectos
destructivos, pero no considera en forma suficiente los resultados desastrosos de eliminar la racionalidad econmica en el proceso de supervisar
la produccin y la distribucin. Mientras que los neoliberales reducen la
sociedad civil a una sociedad econmica, los neomarxistas reducen la economa futura (poscapitalista) a una sociedad poltica o propoI).en, en forma
parecida a los socialistas utpicos, alguna clase de economa reincorporada socialmente. En Farewell to the Working Class de Gorz, se combinan
estas dos frmulas. En la frmula Verde realista (y para nosotros preferible) de Offe y sus colegas, se combina una esfera econmica. basada en la
reciprocidad, la mutualidad y la autoactividad (Eigenarbeit) con U:Q,1! economa de mercado dirigida macroeconmicamente, pero a pesar de todo
genuina. En esta frmula, las actividades econmicas en el sentido sustantivo se incluyen (al menos en parte) en la sociedad civil, pero la economa como un proceso formal est afuera de la misma. 137
Cuando la sociedad civil en forma de movimientos sociales est en pro los autoceso de organizarse e institucionalizarse a s misma, son pocos
res que argumentan en favor de su unidad o incluso continuidad con la
sociedad econmica. No hay duda de ese reduccionismo, por ejemplo en
los escritos de Michnik y Kuron. En cambio, ellos han argumentadb consistentemente en favor de la autonoma de las estructuras legales, de las
asociaciones libres y de una vida pblica genuina concebida en trminos
de la promesa de una sociedad civil solidaria. Sin duda, el hecho de que
un elemento menor en su argumento es la liberacin de la economa de
los controles estatales desempe en este caso un papel importante. Ms
all de la utopa de la democratizacin completa de la produccin que
Kuron todava propona a mediados de la dcada de 1960, los escritores
de la oposicin democrtica polaca se ven obligados a enfrentar la dura
realidad de que slo el restablecimiento del mercado, ms all de cualquier modelo de reincorporacin social, puede superar la crisis polaca y
producir una economa moderna, viable. Incluso aunque la democracia
industrial desempea un papel en sus propuestas, se reconoce que se la
debe hacer compatible con la necesidad de la gerencia experimentada
EL RESURGIMIENTO CONrEMPORh'"EO
97
que opere en un ambiente favorable para los clculos racionales. Es comprensible, en el contexto de Europa oriental, que para los principales au-.
lores de la oposicin democrlica no se hayan conYertido directamente
en un lema los dainos efectos que sobre la solidaridad social tiene una
economa de mercado capitalista completamente autnoma -efectos
que niegan los escritores neoliberales-. No obstante, el movimiento Solidaridad, debido a su naturaleza social as como a sus vnculos con la
tradicin sindicalista catlica, ha estado en cierta medida consciente de
estos peligros.
Significativamente, el curso de la vida intelectual y pol~ica de autores
latinoamericanos como O'Donnell y Cardoso es en rcuchos aspectos similar a la de Kuron y Michnik. En fecha tan tarda como 1978, O'Donnell
todava usaba "sociedad civil" en el sentido neomar::dsta de~ociedad burguesa. Las mediaciones que entonces propuso entre sociedad civil y Estado {nacin, pueblo y ciudadana) correspondan slo a la estructura subdesarrollada de sociedades afectadas por ciclos de unificacin populista y
fragmentacin autoritaria. Bajo la influencia de las nuevas form(ls de
autoorganizacin y las luchas por la democracia en las dcadas siguientes, O'Donnell y P. Schmitter cambiaron totalmem.e su terminologa y
empezaron a usar "sociedad civil" para describir una esfera entre la economa y el Estado, caracterizada sobre todo por las asociaciones y los
pblicos. Adems, el fracaso de los esfuerzos autoritario-populistas, llev
al rechazo de la inclusin contraria de la economa dentro de las instituciones sociales o polticas. En el sutil anlisis de Cardoso, el papel de la
democracia industrial parece ser el de establecer reas clave de control
social sin perjudicar la racionalidad econmica.
En conjunto, ni en Amrica Latina ni en Europa m:iental se ha estudiado adecuadamente la "interfase" entre sociedad civil y economa de mercado.138 Sin embargo, ese anlisis es una precondicin para cualquier alternativa conceptual seria a los peligros del liberalismo econmico y a las
falsas promesas del socialismo utpico. 139 Sin esa alternativa, uno puede
esperar ms vacilaciones entre el mercado y el Estado como agentes de la
liberacin y un renovado descuido de los efectos destructivos de ambas
tanto en la solidaridad social como en la autonoma individual.
De igual importancia es la divisin de opiniones sobre la interfase entre
sociedad civil y Estado. Los autores franceses a que nos hemos referido
tienden a considerar a la sociedad civil y a la poltica como dos esferas, la
segunda como la que media las relaciones de la primera con el Estado. En
esta concepcin, tanto la sociedad civil como la poltica deben ser reconstruidas para conservar y renovar los fundamentos de la vida asociativa y
para hacer que stos sean efectivos frente al Estado. En'la mayora de los
anlisis de Europa oriental que provienen de la posicir democrtica, y
98
por lo menos en algunos autores latinoamericanos (por ejemplo, F. Weffort), la categora de sociedad civil incluye e incorpora los niveles de sus
mediaciones polticas. Finalmente, en otros modelos, las dos categoras "civil" y "poltica" aparecen ms como alternativas del tipo de sociedad civil que es deseable o posible. En los escritos de Claus Offe, por
ejemplo, la opcin parece ser entre socieC.ad civil neoconservadora (despoiitizada) y sociedad civil democrtica radical (poltica). En la argumentacin de O'Donnell y Schmitter, hay una sucesin de fases temporales, en
que la sociedad civil despolitizada representa la fase normal que puede
sobrevivir incluso al gobierno autoritario, mientras que la sociedad civil
poltica es slo la fase excepcional de movilizacin o levantamiento. En
este caso, los ciclos de los tipos de sociedad civil representan otra versin
del ciclo poltico de regmenes autoritarios y democrticos. El paso de la
sociedad civil desmovilizada a la movilizada implica el final del rgimen
autoritario; la sociedad civil desmovilizada implica primero la estabilizacin de la democracia y slo eventualmente la posibilidad de un retorno a
la dictadura. Incluso en algunos anlisis de Europa oriental se ha propuesto una eleccin entre las interpretaciones no poltica y pol~tica (en
Polonia, por los intelectuales catlicos) para resaltar la alterna uva de la
antipoltca en una sociedad profundamente cansada de formas previas
de politizacin.
Si suponemos por el momento que la inflexible alternativa entre la sociedad poltica y la civil es funcin de una polarizacin poltica indeseable,
en que los neoconservadores han tenido la iniciativa, o un ciclo igualmente
indeseable, seguimos enfrentados a dos modelos competitivos que expresan la necesidad de combinar los niveles prrepolticos de la vida social con
formas polticas que pueden proporcionar una vida pblica fuera de la
estructura de la autoridad poltica pblica. es decir, del Estado. stos implican, por una parte, un modelo de sociedad civil que incluye una esfera
pblica poltica entre sus categoras y, por la otra, una estructura dentro
de la cual la sociedad civil y la poltica estn claramente diferenciadas. En
cierta medida, la eleccin es un asunto de tradiciones intelectuales heredadas. La tradicin alemana que proviene de Hegel y de Marx represent
una culminacin de la diferenciacin del topos clsico de la sociedad ciudadana o poltica en una sociedad civil despolitizada y Estado. Esta tradicin tiene lugar para la mediacin entre sociedad civil y Estado dentro de
cada dominio, pero no para un dominio independiente entre ellas con
instituciones y dinmicas diferentes. Por contraste, la tradicin francesa
derivada de Tocqueville nunca elimin totalmente la antigua categora de
la sociedad poltica, sino que en cambio la estableci al lado de la S?~i,e
dad civil y el Estado. Finalmente, y en forma muy confusa, la trad1c10n
italiana que se remonta a Gramsci usa los tres trminos pero tiende a
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IOI
mocracia industrial (aunque no su abandono), ha llevado a muchos autores occidentales a desplazar del Estado a la sociedad civil el proyecto l.e
"democratizar" la democracia de lite. 142 En el programa de los Verdes,
tal como lo presenta Offe, este cambio tambin ha sido articulado en el
mbito organizativo, en el esfuerzo de combinar las estrategias basadas
en el partido con las orientadas a los movimientos. En general, los que
buscan democratizar la sociedad civil, piensan que este dominio comprende tanto movimientos como instituciones.
Esto tambin ha sido cierto en Europa oriental y en Amrica Latina,
donde los movimientos han tendido a ser ms globale\. y comprehensivos
que en Occidente. No obstante, en las dictaduras hubo algo limitado y
artificial en el desplazamiento del proyecto de democratizacin a la soc;jedad civil: la esfera del Estado (por no mencionar a la .oconoma) y de la
potencial mediacin parlamentaria fue dejada fuera no por eleccin normativa, sino por necesidad estratgica. Como regla, se afirm el objetivo a
largo plazo de la democracia parlamentaria, con excepcin de aquellos
que hicieron un llamado a una cultura y tradicin polticas diferentes (deficiente o superior segn fuera el caso). Cuando la crisis de los regmenes
convirti a sta en una meta posible a corto plazo, para muGhos el proyecto de democratizacin se desplaz a la sociedad poltica. Algunos autores
incluso trataron de yuxtaponer la "liberalizacin", orientada a la sociedad
civil, y la "democratizacin" cuyo espacio habra de ser principalmente la
sociedad poltica. 143 En Europa oriental, la comprensin terica de las
lites sobre la democracia liberal de Europa occidental fue olvidada o
abandonada en favor de una versin cvica de libro de texto. La resurreccin del liberalismo econmico tambin aument la sospecha respecto a
las organizaciones societales capaces de hacer demandas sobre las nuevas lites polticas que pudieran traducirse en costos econmicos inaceptables. Muchos de los que buscan restringir la democratizacin acusan a
las organizaciones sociales como Solidaridad de no ser democrticas. Algunos afirman que la democratizacin societal inhibe la creacin de un
verdadero Estado moderno capaz de tomar decisiones con eficacia. 144
Por supuesto, hay tendencias contrarias arraigadas en el carcter del
movimiento de los polacos y tambin, en parte, en la oposicin hngara.
Existe la tendencia de articular, ms en la prctica que en la teora, una
estrategia dualista que considera las diferentes formas de democracia y
democratizacin en la sociedad civil y en la poltica como complementarias, cada una indispensable para un proyecto de "ms democracia".
Cardoso, en Amrica Latina, es el que ms se ha acercado a articular un
programa semejante explcitamente. En un 'Principio, por lo menos, la
dualidad de sindicato y partido en que el victorioso movimiento de Solidaridad se articul, favoreci una formulacin similw. Incluso despus
102
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
103
NOTAS
'.Aunque lo haya hecho en un estilo de ensayo no explcitamente terico. Vase, en
panicular; Adam Michnik, "A New Evolutionism", Letters from Prison and other Essays,
Berkeley, University of California Press, 1985.
2 En principio, estas ltimas son potencialmente ilmitadas debido a la dramtica democratizacin interna del partido en el gobierno.
J Michnik, Letters from Prison, op. cit., pp. 86, 88 y 95.
4 A. Arate, "The Democratic Theory of the Polish Opposition: Normative Intentions and
Strategic Ambguities", Working Papers of the Hele11 Kellogg lnstiwte, Notre Dame, 1984.
s Michnik, op. cit., pp. l l 1124.
6 !bid., p. 77.
1\
7 K. Wojcicki, "The Reconstruction of Society, Telos, nm. 47, pNmavera de 1981,
pp. 98-104.
8 "Not to Lure the Wolves out of the Woods: An Interview with Jacek Kuron", Telos,
nm. 47, primavera de 1981, pp. 93-97.
"
9 Esto fue hecho en forma crtica por algunos, y con entusiasmo por ofros. La distincin
que hace Touraine entre un movimiento social (unificado) y un movimiento para la recons
truccin (pluralista) de la sociedad ayuda a describir la ambigedad de que se trata. Vase
A. Touraine et al., Solidarity. Poiand 1980-1981, Cambridge, Inglaterra, Cambridge Universitv
~~IW.
to Comprese, por ejemplo, Michnik, Letters from Prison, op. cit., pp. 89-90, 129,y 158.
11 Vase la entrevista con Jacek Kuron citada en la nota 8.
12 Michnik, op. cit., pp. 146-147.
13 Para anlisis extensivos de los problemas de la reconstruccin de la sociedad civil en
el primer periodo de Solidaridad, 1980-198 ! , vase A. Ara to, u Civil Socety against the Sta te:
Poland 1980-1981", Telos, nm. 47, primavera de 1981, pp. 23-47, y "Empire vs. Civil Society: Poland 1981-1982", Te/os, nm. 50, invierno de 1981-1982, pp. 19-48.
14 Michnik, op. cit., p. 81.
15 !bid., pp. 57 y 79.
16 El liderazgo de Solidaridad inici negociaciones con el objetivo de legalizar de nuevo
al movimiento sndicalista. En gran medida, en el espritu de la estrategia orientada hacia
la sociedad civil de agosto de 1980, quera evitar todo acuerdo para compartir el poder que
pudiera conducir a la responsabilidad sin poder genuino. El precio del rgimen para legalizar al sindicato fue que Solidaridad aceptara una tercera parte de los escaos de la Cmara baja, cuyos ocupantes seran designados por medio de una eleccin controlada, en tanto
que la frmula para una Cmara superior elegida libremente fue el compromiso que acordaron los oponentes. Los resultados reales no fueron anticipados por ninguno de ios participantes. Entre otras cosas, implicaron un cambio en la estrategia de Solidaridad y un
desplazamiento de parte de su identidad hacia la sociedad poltica.
17 Entre los autores ms importantes estn Claude Lefort, Andr Gorz, Alain Touraine,
Jacques Juilliard, Pierre Rosanvallon y Patrick Viveret. Todos son intelectuales para los que
1968 fue el momento de un importante cambio en la poltica de la izquierda, del que deri
varen consecuencias democrticas y liberales en vez de autoritarias. En diferente medida,
estaban asociados con el sindicato CFDT y el ala Rocardiana del Partido Socialista de la
dcada de J970. El trmino, no particularmente afortunado, Segunda Izquierda fue aplicado a esta tendencia por'SUS partidarios, en tanto que sus oponentes se referan a ellos como
la izquerda estadunidense, supuestamente por su nfasis en los nuevos movimientos sociales y en la sociedad civil. Para una historia del CFDT, vase Herv Hamon y Patrick Rotman,
La deuxieme gauche, Pars, Ramsay, 1982.
18 Podra valer la pena hacer un estudio separado para determinar la razn de esto.
Nosotros haramos nfasis en la continuada importancia durante la.dcada de 1970 de un
Panido Comunista sin modificaciones y la presencia general de una cultura poltica jacobino-estatista que distingua a Francia de otros pases de la Europa< pccidental. Como es
1O-+
ob,io, la lu;::ha por el legado de mayo de 1968 tambin desempe un mportante papel, al
gual que los esfuerzos del Partido Socialista por definirse a s mismo, a diferencia de la
tradicin lz.:i_uierdista dominante en Francia.
19 Pierre Rosanvallon y Patrlck Viveret, Pour w;e nouvelle cul1t1re politique, Pars, Seuil.
1977, pp. 22-24.
'
20 !bid., pp. 7 y 129. Este punto, que fue presentado por primera vez por Tocqueville, fue
tomado por la teora poltca pluralista en la dcada de 1960 para explicar las excepcionales
caractersticas francesas v la existencia de movimientos radicales en Francia.
21 !bid., p. l l 2.
22 Pierre Rosanvallon, La crise de l'tat-providence, edicin revisada, Pars, Seuil, 1981, p. 117.
n Rosar:Yallon y Viveret, op. ct., pp. 113 y ss.
24 !bid., :;:ip. 103 y 12 9.
25 Jbid., pp. 129-130.
26 !bid., pp. 97-98.
21 !bid., ::i. 112, vase tambin Claude Lefort, "Politcs and Human Rights", The Politcal
Fonns of MDdem Society, Cambridge, MIT Press, 1986, p. 266.
2s Lefor:, op. cit.
29 Rosar.-.allon, La crise de l'iat, op. cit., pp. 120-121 y 136.
30 Vase Andr Gorz, Farewell to 1he Workng Class, Boston, South End Press, 1982.
31 Vase el cap. 9.
32 Claus Offo v Volker Gransow "Politcal Culture and Social DemocraticAdministration",
en Offe, Contradictions of tlie Wefare Sta/e, Cambridge, MIT Press, 1984.
33 En pa..-rcular, James O'Connor, Jrgen Habermas y Claus Offe.
34 Michd Crozier et al. (eds.), Tlie Crisis of Democracy, Nueva York, New York University
Prcss, 1975.
35 Vase Offe y Gransow, Contradictions, op. ce., caps. 2, 6, y 8.
36 Claus Offe, "The New Social Movements: Challenging the Boundares of Institutional
Politcs", Sccal Researcli, rnl. 52, nm. 4, 1985, pp. 819-820.
37 Offe y Gransow, op. cit., pp. 289-290.
JS /bid., p. 250.
39 Offe, '"The New Sociai Movements", op. cit., p. 820.
40 Offe y Gransow, op. cir.. pp. 182-183. Este argumento es ms antiguo que los otros dos
ya citados y conserva algo del estatismo democrtico de la posicin anterior de Of!e. Aqu
se considera al Estado como si fuera democrtco en la medida en que est basado en el
sufragio ur..iversal; y, curiosamente, las nstitucones liberales democrticas lo hacen un
poco menos democrtco. Esta posicin es idntica a la de Car! Schmitt. Otra versin del
argumento de Offe que hace de la democracia iiberal el "puente" entre los ciudadanos y el
Estado no Llene esta implicacin. Vase Co11tradictions, pp. 163 y ss.
41 En principio este conflicto debe resolverse, como algunos lberales claramente
antidemocrtcos piensan, reforzando el lado elitista de la teora elitista de la democraca
para producir un "restablecimiento de la autoridad". En vista de las normas democrticas
de legtim6d ya existentes, sin embargo, no est de ninguna manera claro que esa solu
cin sea posible sin la creacin de dictaduras capaces de eliminar, durante algn tiempo, el
exceso de demandas parlamentarias y extraparlamentarias.
4 2 Claus Offe, Disorganized Capitalism, Cambridge, MIT Press, 1985, pp. 224-226.
43 Esto [o afirma repetidas veces el propio Offe, vase, por ejemplo, Contradiclions,
op. cit., p. 250.
44 Van:; los caps. 9 y 10. Nosotros creemos que el significativo traslape entre las categoras del mundo en que ;ivimos y de la sociedad civil proporciona la clave d'e'-este problema, en especial en un modelo de tres partes de Ja sociedad civil-econmica-estatal.
45 Offe, Contradictions, p. 246.
4 6 Vase Offe, Disorganized Capita/ism, op. cit., cap. 9.
47 Guillermo O'Donnell y Philippe Schmitter (eds.), Transitons from Authoritarian Rule,
vol. 4, Baltimore, Johns Hopkins, 1986.
4S O'Donnell y Schmitter, "Tentative Conclusions about Uncertain Dernocracies",
Transitons. op. ct., vol. 4, pp. 48 y ss.
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
105
'
106
un punto de vista ms amplio del que presupone en otras partes el propio Stepan. Vase su
"Paths toward Redemocratization: Theoretical and Comparative Considerations", en
O'Donnell y Schmitter (eds.). Transitions, vol. 3, pp. 78-79. Compare tambin las pginas rx
y XI en la introduccin a Democrati:;ing Braz;il, op. cit.
74 B. Lamounier, "Authoritarian Brazil Revisited: The Impact of Elections on the Abertura", en Stepan (ed.), Democratizing Bra:;i/, op. cit., p. 55.
75 Stepan, "Paths toward Redemocratization", op. cit., pp. 79-81; O'Donnel! y Schmitter,
"Tentatve Conclusions", op. cit., pp. 37-39.
76 Cardase, "Associated-Dependent Development", pp. 45 y ss; Lamounier; op. cit., p. 63.
77 Stepan, "State Power and the Strength of Civil Society in the Southern Cone of Latin
Amerca", en Peter Evans et al. (eds.), Bringirzg the State Back In, Cambridge, Inglaterra,
Cambridge University Press, 1985.
78 Cardase, op. cit., pp. 319-320. Todos los que han estudiado a los Verdes alemanes han
observado el mismo problema. Vase el cap. 1O.
7 9 O'Donnell y Schmttcr, op. cit., pp. 37 y ss.
80 /bid., p. 42.
81 Jbid., pp. 42 y 47.
Sl fbid., pp. 57-58.
83 Lamouner, op. cit., p. 55.
s4 O'Donnell y Schmittcr, op. cit., pp. 58-59.
85 /bid., p. 62.
86 Lamounier, op. cit., pp. 69-71.
87 /bid., pp. 62-63.
SS /bid., p. 58.
s9 O'Donnell y Schmitter, op. cit., pp. 26 y 55-56.
~..
90 Vase A. Hirschman, Shif1i11g Irzvolvements, Princeton, Princeton University Press, 1982.
91 Vase Garreton, "The Political Evoluton of the Chilean Military Regime"; tambin,
C. G. Gillespie, "Uruguay's Transton from Collegial Military-Tecnocratlc Rule", Transitiorzs,
vol. 2.
92 O'Donnell, "Introduction to the Latin American Cases", Trarzsitons, vol. 3, pp. 15-17.
93 Ibid.
94 Norbert Lechner, "De la rvolution a la democratie (le dbat ntellectuel en Amrique
du Sud)", Esprit, julio de 1986, pp. 1-13; Robert Barros, "The Left and Democracy: Recent
Debates in Latn America", Te/os, verano de 1986, pp. 49-70; Jos Casanova, "Never Again",
manuscrito indito.
95 Weffort, "Why Democracy?", op. cit., pp. 332-333, 335-337.
96 Jbid., p. 345.
91 Cardoso, "Associated-Dependent Development", op. cit., pp. 323-324.
98 lbd., p. 319.
99 !bid., p. 321.
too Aqu nos estamos refiriendo al desarrollo de formas de la sociedad econmica y
poltica que estn abiertas a la influencia de la sociedad civil. Durante muchos aos, nuestras propas ideas sobre ese tema se han parecido al modelo elaborado por Cardoso. Vase
"Social Movements, Civil Socicty and the Problem of Sovereignty", Pra;ds Irzternational,
vol. 4, nm. 5, octubre de 1985, pp. 266-283; "Civil Society and Social Theory", Thesis
Eleven, nm. 21, 1988, pp. 40-64; "Politics and the Reconstruction of Civil Society", en Axe!
Honneth et al. (eds.), Zwischenbetrachtungen im Prozess der Au(kliirung. Jilrgen Habennas
zum 60. Geburtstag, Francfort, Suhrkamp, 1989. Para nuestra concepcin actual, vanse
Jos caps. 9 y 1O.
10 1 J. Staniszkis, "On sorne Contradictons of Socialist Society", Soviet Swdies, abril de
1979, pp. 184-186; Poland's Self.limitirzg Revoiution, Princeton, Prnceton University Press,
1984, pp. 36-67 y 144-145. Vase tambin la critica parcialmente similar por A. Arate, "The
Democratc Theory of the Polish Opposition: Nonnative lntentions and Strategic Ambiguites", Working Papers ofthe Helen Ke/logg fosrz'tute, Notre Dame, 1984, cuyo objetivo es la
reconstruccin -no el abandono, como lo propone Stanszkis- de la teora de la sociedad
civil.
EL RESL-:RGIMIENTO CONTEMPORNEO
107
108
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
m Vase Arato, "Civil Sociely against the State" y "Empire vs. Civil Society", op. cil.
117 Ciertamen le dudaramos en derivar las acciones de los lderes reformistas y de su
grupo del proyecto de lites ms amplias para conserva::- o convertir sus poderes econmi
cos existentes en nuevos acuerdos de propiedad y contrvl. Comprese el excelente libro de
E. Hankiss, Kelet-eurpai alternativil.k, Budapest, Kazgazdasagi s jogi kiad, !939, p. 300 y
el cap. 9. La conversin relevante para una lite poltica pequea es poltica: de un Estado
partido a un partido electoral e incluso presidencial de xito. El fracaso de esta conversin
en Hungra no demuestra que no fuera el motivo ms I::lport:.mte de los reformistas princi
pales, o que otras formas de conversin econmica (aparentemente) ms exitosas eran
parte de la motivacin del lder. Dentro del contexto de h transicin, y la anticipacin de un
conjunto diferente de reglas econmicas, las lites ecor:micas en gran medida no organi
zadas tuvieron la oportunidad de llevar a cabo esfuer.:.os de conversin descentralizados
que se convirtieron en una razn para no resistir al pat;-n de la transicin, incluso aunque
lo hubieran podido hacer. Las mismas crticas se aplic= a los anlisis algo diferentes de E.
Szalai "Elites and System Change in Hungary", Praxis Intemational, vol. 10, nms. 1-2,
abril-julio de 1990, pp. 74-79. Szalai se concentra en una lite algo diferente con diferentes
alianzas polticas y, a diferencia de Hankiss, no cree qi..:e un sistema transformado de esa
manera pueda resultar en una economa de mercado que funcione. Vase tambin su ensa
yo "Az UJ elite" (La nueva lite), BeszelO, nm. 27, 1989.
118 En algunos casos, algunas de stas se combina.:::i. Muchos usan ahora el trmino
"revolucin" para describr a toda, excepto la primera opcin, reforma desde arriba. Si
bien las definiciones siempre estn sujetas a la deriva J-Jstrica, creemos que "revolucin"
no es una eleccin afortunada en el caso de Polonia, H=gria y la Unin Sovitica, por tres
razones por lo menos: 1) la naturaleza necesariamente a::itolimitante, gradual, de los procesos que todos los actores tienen en mente, no slo debido a razones geopolticas cuya im
portanca es cada vez menor, sino tambin por razones ce principio; 2) el rechazo por parte
de los actores ms importantes de la lgica fortalecedor.a del Estado que tienen las revolu
cfones modernas, descubierta por primera vez por Tocq:'.le\;Ue, y 3) las importantes conti
nmdades de los movimientos de Europa oriental con lo:s movimientos del Occidente y en
especial con los del Sur que buscan ir ms all de la alternativa de la reforma y de la revolucin, al menos en el sentido tradicional de estos trmfnos. El argumento en contrario se
basa en un solo modelo: la Revolucin hngara de 1956. Las diferencias entre la oposicin
democrtica, con sus trece aos de histora antes de 1989, y el movimiento contra un rg
men estalinista no modificado son obvias, incluso aunqu.e actualmente, despus que se han
logrado otros cambios importantes, muchos de los ocjefos de 1956 se encuentran de
nuevo en la agenda. (Si bien no todos. Por ejemplo, hoy en da no se habla de una democracia industrial radical.) El levantamiento de 1956, como !odas las grandes revoluciones, no
tena un carcter autolimitante; ms bien, tena aspectos de una guerra civil, que es prec
samente lo que los movimientos actuales procuran desesperadamente evitar. Por esta ra
zn, ni la "Revolucin pacifica" en la Alemania oriental ci la "Revolucin de terciopelo" en
Checoslovaquia deben entenderse como versiones no vio:entas del modelo de 1956. Es in te
resante que an sea una pregunta sin respuesta la relatfYa a si estas "revolucones" represen tan modelos ms o menos radicales de la democratiz::i.cin que los cursos no revolucio
naros seguidos por los polacos y los hngaros. Vase A.. Arato, "Revolution, Civil Society
and Democracy", Pra.;cis Jntemational, vol. 1O, nms. 1-2, abril-julio de 1990, pp. 24-38.
119 Estamos pensando en lo sorprendentemente abiertos que fueron sus debates, por
una parte, y, por la otra, en el continuo control del proceso, en especial en la seleccin del
Soviet Supremo (la legislatura real) prmcro por el apa.r.;to conservador y posteriormente
por el pequeo grupo de funcionarios de Gorbachov.
12 Consideramos la movilizacin nacionalista, especialmente la de una variedad par
ticularista, agresiva, como una patologa de la sociedad civil. En Europa oriental y en la
Unin Sovitica sus orgenes son complejos, y aparte de las quejas legtimas nacionales y
tnicas de las minoras y de los pueblos colonizados, refleja los siguientes elementos: J) Los
procesos insuficientes y superficiales de modernizacin en los regmenes comunistas, que
pueden suprimir las prcticas, smbolos e ideologas tr:adicionales, pero que no pueden
transformarlos efectivamente. 2) La creciente utilizacin:. al decaer las formas d~)egitimi
--.
109
110
EL RESURGIMIENTO CONTEMPORNEO
primavera de 1983, pp. 146162; "The Budapest School and Actually Existing Socialism",
Theory and Society, nm. 16, 1987; "Facing Russia: Castoriadis and Soviet Society", Revue
europenne des sciences sociales, vol. 37, nm. 86, pp. 269-291.
116 Vase A. Arato, "Marxism n East Europe", en Tom Bottomore (cd.), Dic1ionary of
Marxsm, Oxford, Blackwell. 1983, y "Marxism", en J. Eatwell et al. (eds.), The New Palgrave:
A Dictio11ary of Economics, Londres, Macmillan, 1987.
127 Vase Jean L. Cohen, Class and Civil Society. The Limts of Mar. Critica/ Theory,
Amhcrst, Univcrsity of Massachusetts Prcss, 1982.
m Vase el cap. 3.
129 Vase Evans el al. (eds.), Bri11ging the State Back In.
130 Vase Jrgen Habermas, "The New Obscurity", The New Co11servatism, Cambridge,
MIT Press, 1989.
!31 Vase Andr Gorz, Strategy for Labor, Boston, Beacon Press, 1967.
!32 G. M. Tamas representa esta perspectiva, aunque la elabora en trminos de la idea de
una revolucin "legal y no sangrienta" que se combinar eventualmente con la "reforma"
desde arriba despus de que se constituya una forma legtima de poder. Opuesta""'a. cualquier idea de "revolucin social", su concepcin deliberadamente deja abierta la posibilidad de los que detentan el poder hoy en da y convertirn su poder en propiedad econmica. Vase "Tjkp csata elott" (El paisaje antes de la batalla), E/et s irodalom, 4 de agosto de
1989, y su conferencia en una reunin pblica del sznsz la que fue publicada en Szabad
Demokratk, nms. 4-5, 1989.
!33 Esta posicin ha sdo expuesta por Agnes Heller y Ferenc Feher en varas reuniones
y conferencias, pero, hasta donde sabemos, an no se ha publicado. Define~ a la revolucin
poltica como un rompimiento en la estructura de la soberana, como el remplazo ya sea de
un soberano o de una forma de soberana por otra. Incluso la segunda versin, ms convincente, es a la vez demasiado amplia y demasiado limitada para describir los cambios en la
mayora de los pases de Europa oriental; demasiado amplia porque descuida las continuidades en la estructura del gobierno poltico que slo se eliminan gradualmente (en particular, el gobierno de los antiguos parlamentos y del partido gobernante en el pouvoir constituant
y la continuacin de ia validez del sistema legal heredado); demasiado limitada porque las
transformaciones mplican un cambio total d~ los sistemas y de ninguna manera se limitan
a la esfera de lo poltico. Es interesante que su definicin corresponda mejor al caso ms
violento y menos radical, es decir, Rumania.
134 En una brillante exposicin, que apareci demasiado tarde para ser incorporada en
nuestra argumentacin, Ulrich Preuss ha mostrado que las revoluciones de Europa oriental
se alejan del modelo de soberanla de Car! Schmitt, que desde su punto de vsta haba sido
establecido por la Revolucin francesa, en especial en su au ton terprctacin jacobinaroussoniana ("La influencia de Car! Schmitt en el discurso legal de la Repblica Federal de
Alemania", documento presentado en una conferencia sobre "El desafo de Cari Schmitt y
la teora democrtica", primavera de 1990, Facultad de Estudios de Posgrado, New School
for Social Rcsearch, Nueva York).
!35 Reconocemos que un uso ms bien anticuado del trmino revolucin ha surgido
ahora en algunos pases, como en Hungra. ste combina elementos del uso premoderno
(retorno, restauracin) con elementos de la semntica revolucionaria inventada primeramente por los jacobinos y sus aliados, con el fin de compensar la ausencia de una Jegitimi~
dad democrtica arraigada en la sociedad civil. El ala que promueve (princpal pero no
exclusivamente) este uso se vio obligada desafortunadamente por la lgica de su posicin a
inventar enemigos as como a buscar desquites retroactivos, extralegales. Afortunadamente, los llamados basados en la semntica parecen encontrar poca respuesta en un contexto
que todava es "posrevoluconario" en e! sentido de nuestra idea de autolimitacin. Sin
embargo, sera ingenuo negar los peligros posibles de la demagogia revolucionara a medida que empeora la situacin econmica antes de que empiece su recuperacin. El ascenso
de Walesa como el campen de una derecha que espera "acelerar" el cambio es una advertencia suficiente en este contexto.
136 Vase el cap. u, Por supuesto, lo que han aadido algunos (incluidos nosotros), son
las familias y los movimientos.
111
13 7
Para la distincin, vase el gran ensayo de Polanyi, "The Economv a.s an Instituted
Process", en G. Dalton (ed.), Primitive, Archaic and Modem Eco11omies. f: Essays of Ka.rl
Polimyi, Bastan, Beacon Press, l 968.
138 Recientemente, los defensores de la sociedad civil en Hunara han hecho nfasis en
la pluralidad de las formas de propiedad dentro del proceso de ~rivatizacfn como la dimensin a travs de la cual la sociedad civil puede obtener un punto de apo:.o dentro de la
nueva sociedad econmica que se est formando. Vanse Jos ltimos ensayos en E. Szalai,
Gazdasclg s hatalo111, Budapest, Aula Kiado, 1990, que representan el mejor tratamiento de
esta cuestin desde el punto de vista de la teora democrtica asf como del :anlisis econ
mico riguroso. En nuestra opinin, la propiedad puede tener un papel que desempear en
la relacin de la sociedad civil con la sociedad econmica, anlogo al pape~ que desempean los partidos polticos respecto a la sociedad poltica. La propiedad privada as como las
organizaciones polticas slo logran diferenciarse de 1a sociedad ch'\l mientras que se re
quieren formas genuinamente pluralistas de propiedad as como p~dos democrticos
para mediar un punto de apoyo de lo civil en lo econmico y en lo poltico. Sin esas mediaciones, la sociedad civil se hace burguesa y se atomiza, y la democracia se ccmierte en una
democracia de lite.
,,. '
139 Vase el cap. VI y A. Ara to, "Civil Society, History, and Socialiam: 3.eplv to John
Keane", Praxis lntemationai, vol. 9, nms. 1-2, abril-julio de 1989, pp. 133-152.
140 ste es el punto de vista de J. Kis. La idea de una sociedad chil de m:::Jtiples niveles,
incluidas sus "mediaciones" polticas, en principio puede satisfacer las necesi6.des intelectuales de un periodo en que la orientacin vuelve a dirigirse a la poltica en el sentic.::i ms tradicional. Aunque es cierto que los partidarios de la sociedad civil a menudo hacen ::tlncapi en un
modelo "horizontal" que ubica a todas las asociaciones y organizaciones en el rnisme nivel, la
dimensin "vertical" del concepto de la sociedad poltica est presente en la anti!ru.:;; ldea heaelia'na
de la mediacin. Sin embargo, por lo menos en principio, es igual de posible
una sa"ciedad
civil dividida por intereseseidentidadesalternatvas estar organizada en forma pluralista, que
para una sociedad poltica convertirse en monoltica. Cienamente, cuando h sociedad civil
tom las funciones de la sociedad poltica ante un Estado autoritario cada vez rr..:is hostil y ms
o menos unificado, como en Polonia, la pluralizacin de la sociedad civil const=temente predicada nunca se desarroll realmente ms all de sus inicios. Pero en este caso la pluralizacin
de la sociedad poltica incluso en su forma parlamentaria tambin parece haberse retrasado
sorprendentemente. Quiz podamos ver la razn de esto en una sociedad poL"tica que se ha
desarrollado como la mediacin poltica de una sociedad civil unificada. Por otra parte, la
excesiva pluralizacin prematura de una sociedad poltica -como en Hungra, donde el proyecto de transicin es ms consensual de lo que parecera por los conflictos pol:'ticos- puede
tener la consecuencia desafortunada de contribuir an ms a la desmo\ilizacir:: de una sacie
dad asqueada por la agresin y demagogia innecesarias en la poltica.
141 Vase el ataque de G. M. Tamas a la independencia de la autoorganizacin societal en
Uncaptve Minds. Esos llamados a un nuevo estatismo en forma de absolutis::::Jo parlamentario se escuchan en los dos principales partidos hngaros; la opinin de I. Csurka sobre la
independencia de la prensa, que espera remplazar por el control poltico del partido mediante un poder parlamentario de facto, representa el mismo punto de \is:.a. En ambos
casos, el argumento se fundamenta en un reconocimiento de que la organiucin societal
representa poder y en la afirmacin de que el nico poder egtimo es aquel cue resulta de
las elecciones nacionales.
14 2 Esto difiere de la correccin pluralista de la democracia de lite schur:::peteriana en
un aspecto crucial. Mientras que Dahl et al. trataron de incluir a la sociedad cMI y a su
"influencia" en la sociedad poltica dentro.de su concepto de la democracia de lite, ellos
contaban con una desmovilizacin general de la sociedad civil, una ausencia ce movimientos sociales, un sndrome de privatizacin civil, el consenso con un grado mc..'imo de participacin dentro de la sociedad civil, y una limitacin de la participacin a un.3 forma especfica, esto es, al grupo de presin en favor de determina'dos intereses.
14 3 Vase Stcpan, Rethinking Military Politics, op. cit., y la introduccin a Stcpan (cd.),
Democratizing Brazil, op. cit .. Este argumento es incongruente, pue.s aunque la institucionalizacin de la sociedad civil representara slo los resultados de l liberaliza-::in, los mo
par;a
l !2
' Los MODELOS polticos actuales que usan el concepto de ~ciedad civil no
slo se contradicen entre s, sino que tambin son relativamente pobres
L~n categoras. Adems, sus relaciones con una rica tradicin de interpretacin no son claras. Como esta tradicin no se tematiza, las diferencias:'"'
entre las nuevas versiones del concepto y sus predecesores histricos tampoco se examinan. Por lo tanto, se supone simplemente, pero no se demuestra, que un esquema terico heredado del pasado (o de muchos pasados)
es adecuado a las condiciones modernas.
En nuestra opinin, una historia conceptual del trmino "sociedad civil" es una forma i.@_Qo~nte de empezar a realizar estas tareS."ESab!sTo=-ria debe, primero que nada,profndizary ampliar fa e:Sttuctu~a categrica relernnte que se usa hoy en da. Segundo, nos debe permitir distinguir
los estratos modernos y premodernos en el concepto, indicando las versiones que son dudosas e inadecuadas hoy en da. Aunque la historia conceP,:( tual no puede eliminar las contradicciones entre los usos contemporneos,
1 s nos puede ayudar a ver lo que est en juego en esas contradicciones y
\ qu opciones se han hecho imposibles, por lo menos hablando histrica-,
~ Por ltimo, una historia conceptual puede ayudar a enraizar los
usos de un concepto de sociedad civil en una cultura poltica cuyo poder
de motivacin todava no se ha agotado: la cultura poltica de la poca de
las rernluciones democrticas. A la inversa, la resurreccin del concepto
hoy en da ayuda a validar esta cultura poltica particular.
I:~E.r.i~EE~Y~E:5J()i;i~ci~Lc:21:1:s.eptgd~.~gc:JecI'1ci<:iY!l.iiPei::~ce~,IJ. 2!~!~s;
con el ttulo de politike koinonia, sociedad/comunidad poltica.
''e'S"e1
trmino que los latinos tradujeron como societas civilis. El concepto repre-'
sent la definicin delapo/is, entendida. com() eltelos del ser ~umano co.(
mo un animal pqlti:o, z.9012pplitikon . Se defini a la politike koinonia como,
una .c?mui;tig;g ~ti<:;fl:PC!l.tJC:<l: pf!~li:a,,, ele c.iud.il:clll!:()~JiJ:r,es .~. ig1:!lll~S,,5:;!1:
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se le consider como la expresin de un ethos (carcter o valores distintivos), un conjunto comn de normas y valore$ que definan no slo los
procedimientos polticos sino tambin una forma de vida sustantiva basada en un catlogo desarrollado de virtudes y formas d,...e interaccin pre.... ,
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detentadores de poder (el feudalismo clsico) y el miembro ms importante de un sistema de autoridad dual (Standestaat) a convertirse en el
poseedor monoplico de los medios legtimos de violencia, lo que estableci los fundamentos del Estado moderno. Segundo, la despolitizacin de
los antiguos detentadores de poder, los estamentos y los organismos corporativos, no destruy su statlls organizado y corporativo. En cambio, produjo
una verdadera sociedad de rdenes. Ciertamente, la transicin a una dualidad de Estado y sociedad no poltica poda haberse logrado por otras vas,
a veces complementarias, y de hecho as ocurri; la emergencia de organismos religiosos autnomos tolerados por un Estado ms secular (en
Amrica del Norte), 9 as como el surgimiento de nuevas formas de actividad econmica privada fuera de las polticas del Estado mercantil (Gran
Bretaa). Sin embargo, en nuestra opinin el cambio de los entes corporativos del Standestaat a los de la sociedad despolitizada de rdenes no slo
fue histricamente anterior, sino que adems tuvo ms importancia, al
menos para el continente europeo. Antes de que el Estado absolutista pudiera desorganizar y nivelar a sus rivales corporativos en nombre del status
universal de los sbditos del Estado, un movimiento contrario empez a
reorganizar la "sociedad" contra el Estado por medio de asociaciones y
formas de vida pblica que pueden haber recurrido a los recursos de la
independencia de los estamentos, del disentimiento religioso y de la actividad empresarial econmica, pero que incorporaba nuevos principios de
organizacin igualitaria y secular. 10 No hay duda, por lo menos en lo que
a nosotros respecta, de que la "sociedad" de la ilustracin, que constitua
una nueva forma de vida pblica, fue el prototipo del concepto moderno
inicial de sociedad civil.
Por supuesto, la filosofa poltica que procuraba conservar la identificacin de sociedad civil y sociedad poltica no registr inmediatamente
la emergencia de una nueva forma de esfera pblica societal. Se tlesarrollaron tres o cuatro alternativas. La primera trat de continuar, como lo
hizo Jean Bodin, a pesar de los decisivos cambios histricos que l tan
bien registr, la concepcin standestaatliche de la res publica sive societas
civilis sive societas politicus. Reaplicado a la constelacin de la monarqua
absoluta y de la sociedad de rdenes, esta concepcin falsific el nuevo
tipo de dualidad que se estaba formando, dualidad que en lo dems defendi Bodin. No obstante, el modelo persisti hasta la Alemania del siglo XVIII. 11
La segunda pretenda identificar al propio Estado moderno con la mancomunidad o sociedad polticaicivil. sta fue la opcin de Hobbes, quien
por supuesto crea que el poder soberano proporcionaba el nico vnculo
"social" entre individuos naturalmente no sociales pero racionales.12 En
la teora de Hobbes, el contrato social crea un Estado, no una sociedad. La
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dos pilares: la vida tica (ethos o Sittlichkeit) y la libertad pblica. La dimensin medieval derivada de Montesquieu y de fuentes alemanas implicaba un nfasis renovado en los cuerpos intermediarios ante el Estado moderno.29 El componente especficamente moderno se encontrara en tres
caractersticas principales. Primero, Hegel tom de la tradicin del derecho natural y de Kant la definicin universalsta del individuo co:Ilo portador de derechos y agente de la conciencia moral. Segundo, generaliz
la distincin que haba hecho la Ilustracin entre Estado y sociecad civil
de una manera que tambin implic su interpenetraciI.\. Tercero, tom de
Ferguson y de la nueva disciplina de la economa poltita la importancia
que se asignaba a la sociedad civil como el lugar en que se manifestaba la
civilizacin material y como portadora de la misma. Sorprendentemente~
tuvo xito en incorporar todos estos elementos en una estructura unificada, aunque no estuviera libre de antinomias.
Una contradiccin que se encuentra en casi toda la obra de Hegel es la
que existe entre la filosofa sistemtica y la teora social. sta se expresa
polticamente como la antinomia de las posiciones estatista y antie.statista
presentes tanto en la doctrina de la sociedad civil como en la del Estado. 30
La teora social de Hegel presenta a la sociedad moderna corbo un mundo
de alienacin y a la vez como una bsqueda abierta de integracin social.
Su sistema filosfico, por el contrario, llega a la conclusin de que esta
bsqueda ha terminado en el Estado moderno. Sin embargo, nunca queda del todo claro si hace referencia a un Estado que ya existe, a uno posible y deseable, o a uno que todava no existe pero que es necesa..:'"i.o. Sin
embargo, incluso en la versin ms dbil de este argumento, cuano identifica la forma posible y deseable del Estado con una versin modernizadora
y constitucional de monarqua burocrtica, las implicaciones es1atistas
del sistema construido por Hegel se hacen claras. No obstante, al mismo
tiempo, las recurrentes argumentaciones de Hegel contra el absolutismo
monrquico y el republicanismo revolucionario reviven un nfasis a..:--itiestatista en los cuerpos intermedios que limitan la soberana burocrtica y
proporcionan un espacio de libertad pblica. Esta tendencia en su pensamiento slo es compatible con la repetida negativa implcita (en ninguna
parte sistematizada) de que la bsqueda de integracin social pueda terminar en instituciones como "nuestros estados modernos", que slo pueden proporcionar a los ciudadanos "una participacin limitada en los asuntos del Estado". 31
La contradiccin se encuentra en el anlisis de la sociedad civil de Hegel
en forma de dos preguntas interrelacionadas: J. Es la Sittlichkeit o vida
tica posible slo como un ethos heredado e'incuestionable al cua.J se deben conformar los sujetos individuales para ser congruentes con su propia identidad, o es posible pensar sobre la vida tica~ una forma verda-
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deramente moderna, permitiendo e incluso requiriendo su propio cuestionamiento y crtica as como una pluralidad de formas de vida valoradas normativamente? 2. Debe concebirse a la sociedad C\'il como una
Sittlichkeit o Antisittlichkeit o como una combinacin dinmica de ambos
"momentos"?
Por supuesto, las dos preguntas estn profundamente relacionadas y,
en ltima instancia, pueden ser la misma. Para responderl2s, debemos empezar con algunas de las categoras bsicas de la Rechtsphilosophe. Hegel
diferenci el espritu objetivo (objektiver Geist), estructuras intersubjetivas del significado ("espritu"), racionalmente reconstruidas incorporado
en las instituciones ("objetivas") en tres dimensiones: el derecho abstracto,
la moralidad, y la Sittlichkeit (vida tica). La diferenciacin entre ellas no
es tanto la de sus contenidos (aunque stos se hacen progreshamente ms
ricos a medida que pasamos por los tres niveles) sino entre tres niveles de
la argumentacin moral. El derecho abstracto representa una forma de argumentacin sobre la base de primeros principios supuestos dogmticamente, como en las teoras de los derechos naturales. La rr:oralidad, un nivel que claramente se refiere a la tica kantiana, representa la autorreflexin
de un sujeto moral solitaro como el fundamento propuesto para una argumentacin prctica universalista. Finalmente, la Sittlichkeit representa
una forma de razn prctica que, por medio de la autorreEexin, habr de
elevar el contenido normativo y la lgica de las nsttucion-:=s y tradiciones
heredadas a un mbto universal. nicamente la Sittlichk: permite explorar las cuestiones normativas (incluidos los "derechos" y la "moralidad")
en el nivel de las instituciones y prcticas histricamente e::nergentes, concretas, que representan, por lo menos desde el punto de \ista que tena
Hegel del mundo moderno, la institucionalizacin o realizacin de la libertad.32 La propia vida tica es diferenciada de una manera (del todo propia
de Hegel) que combina las dos dualidades de oikos/polis y Estado/sociedad
en la estructura integrada por tres partes: la familia, la sociedad civil y el
Estado. 33 A la sociedad civil (brgerliche Gesellschaft) se le define de varias
maneras, pero la ms reveladora es la que la considera una vida o sustancia tica "en su bifurcacin (Entzweitmg) y aparicin (Erscheimmg)". 34
Para entender esta definicin de la sociedad civil, debernos examinar la
nocin de Sittlichkeit con ms detalle. Charles Taylor ciertamente tiene
bases slidas, por lo menos en una dimensin del texto de Hegel, cuando
interpreta el contenido de esta nocin "como las normas de la vida pblica de una sociedad [ ... ] sostenidas por nuestra accin, y que no obstante
ya estaban presentes." 35 Segn Taylor, "en la Sittlichkeit no hay ninguna
brecha entre lo que debe ser y lo que es, entre el Sallen y el Sein". 36 El
esquema general de Hegel repetidamente hace nfasis en la identidad total de la voluntad (racional) del sujeto con las leyes y las instituciones, 37 lo
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que debera ser. Nuestro propsito es mostrar que esta divisin difcilmente desaparece en la teora de Hegel incluso en la esfera del 5'.stado, que se
supone es aquella en que se reconcilian todas las antinorriias. 41 Aunque
Hegel recurrentemente implica que no debe considerarse ningn Estado de los que existen en la realidad como si ya fuera racional, afirma, no
obstante, que fa sustancia tica (Sittliche) definida en trminos de la identidad de la autorreflexin racional y las instituciones reales es la "wirkliche
Geist einer Familie zmd eines Volks". 42 La ausencia de la sociedad civil y la
presencia de la familia y el Estado, este ltimo nada ms como pueblo,
son los rasgos notables de esta definicin de la Sittlichkeit. De manera
congruente, la sociedad civil reaparece en el siguiente prrafo slo como
una versin "abstracta" y "externa" de la Sittlichkeit .43 La seccin sobre la
transicin entre la familia y la sociedad civil habla de "la desaparicin de
a vida tica" y su resurgimiento slo como un "mundo de apariencia tica" .44 Hegel contina hablando de la sociedad civil "como un sistema de
\'ida tica perdida en sus extremos". 4s
De este modo, la sociedad civil es un nivel de Sittlichkeit donde las oposiciones de lo que debera ser/es, sujetoobjeto, derecho/deber, e incluso
de lo racional/lo que existe reapareceran todas. Pero no sera difcil argumentar que este nivel de Sittlichket es su misma anttesis, un Gegen- o
AntSittlichket .46 Gran parte de la discusin de Hegel sobre la sociedad
civil enfatiza la desintegracin de la forma supuestamente natural de vida
tica representada por la familia en un mundo de egosmo y enajenacin.
No obstante, cuando habla de las races ticas del Estado, se refiere a la
familia y a la corporacin, esta ltima "plantada en la sociedad civil". 47
Aqu est el verdadero sentido de considerar a la sociedad civil como "la
bifurcacin de la vida tica", como a la vez Sittlichkeit y AntiSittlchkeit,
donde la unidad de la vida tica sustancial (segn el juicio final de Hegel
sobre la sociedad civil) slo se logra en apariencia.
Al seguir el despliegue que hace Hegel de las categoras de la sociedad
civil desde el sistema de necesidades y el sistema de leyes hasta la polica
(la autoridad general) y las corporaciones, e incluso ms all hasta la asamblea estamental y la opinin pblica, obtenemos una descripcin de la
sociedad moderna como una dialctica de Sittlichkeit y AntiSittlichkeit.
Slo las ilusiones de la construccin de sistemas dan fin a este movimiento en la (muy incongruente) descripcin del Estado como plenamente realizado pero ya sin que se le haya dado naturalmente vida tica. 48
Debemos detenernos a considerar la gran importancia de una comprensin desde dos puntos de vista del concepto de sociedad civil de Hegel.
Si furamos a interpretarla slo como enajenacin, la integracin social
tendra que ser concebida exdusivamente en los niveles de la familia y del
Estado. Entonces, en relacin con la sociedad civil, las dimensiones pre-
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en el proceso: la abstraccin de las necesidades permite su tremenda expansin. Y el resultado de la expansin sin lmites de las necesidades slo
puede ser un gran lujo y extravagancia al lado de la necesidad permanente. es decir, la incapacidad de agunos para satisfacer incluso las necesidades bsicas. 64 En la sociedad moderna el trabajo media entre la particulari:!ad y la unhersalidad a travs del proceso de creacin de valor (el trabajo
p:::rticular del individuo que crea productos que pueden medirse en forma
comparable con los productos de todos los dems) y de lu divisin del trabajo, lo que conduce a la "dependencia de los hombres entre s y a su relacin recproca" De nuevo, Hegel ve lo que subyace en el1};iroceso, en esta
ocasin "la dependencia y miseria de la clase" que est atada a formas de
trabajo restringido y unilateral que "implican la incapacidad de sentir y ,
disfrutar de las libertades ms amplias y en especial de los beneficios inte-"'
le.:tuales (gesrigen) de la sociedad civil". 66 Finalmente, Hegel tiene una
teora de estratificacin segn la cual la diferenciacin de los estratos soci::.1es de la sociedad civil a los que sigue llamando Stinde (estamentos u
rdenes) integra a los individuos como miembros de "uno de los momentos de la sociedad civil" con su propia rectitud y honor estamental (Standesehre). 67
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insiste en que sus estamentos son modernos y que los individuos
se convierten en parte de ellos libremente, mediante sus propios logros,
en Yez de por atribucin. 68 No obstante, est claro que slo ha descubierto
pa.:-cialmente el principio especficamente moderno de la estratificacin,
es decir, la clase socioeconmica. 69 La clase trabajadora, a la que (como lo
ha mostrado Avineri) restringe el nuevo trmino de clase (Klasse), no est
incluida en su esquema de los estamentos agrcola, de los negocios y universal (es decir, burocrtico).70 sta es una grave omisin, en especial porque Hegel afirma que sus estamentos corresponden a la diferenciacin
econmica. No obstante, de hecho no descubri la forma especficamente moderna de estratificacin basada en las divisiones socioeconmicas
del inters y las lneas del conflicto, porque no distingui adecuadamente entre la diferenciacin y la integracin. As, sus instrumentos tericos
le fallaron cuando se enfrent a una clase cada vez ms diferenciada, vctin:a de la pobreza y de la enajenacin de la mano de obra, a la que consider (lo que a la postre result equivocado), por lo tanto, incapaz de integrarse en la sociedad civil e incapaz de contribuir a la integracin de la
misma.
Hablando en sentido riguroso, la integracin por medio de los estamentos no pertenece al nivel del "sistema de necesidades" donde la integracin es funcin de procesos objetivos, no derivados de la voluntad.
Est:i lo muestra el hecho de que el anlisis simplement duplica lo que en
otras partes Hegel asigna a la familia (la clase agrcola),:zl,a la corporacin
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(la clase de los negocios), 72 y a la autoridad general (la clase de los funcionarios pblicos). 73 Es slo lo que Hegel considera el lado inferior de este
proceso de emergencia de nuevos grupos de stat11s no atribuido lo que
pertenece al ni\el socioeconmico de su anlisis. Por consiguiente, la clase trabajadora representa una forma de desigualdad producida por la sociedad civiF 4 en la que la ausencia de herencia o de un ingreso no g<\pado
de alguna otra manera, as como una forma especfica de vida,' hacen imposible acceder a la calidad de miembro de algn estamento y exponen a los
individuos a los riesgos de contingencias econmicas que estn ms all de
su control.75
Considerados en conjunto, la necesidad, la mano de obra, y la diferenciacin alcanzan un nivel de universalidad en la sociedad civil slo con un
gran costo social. Hegel est agudamente consciente de ~sto, aunque
no obsene, y no puede observarlo, el nivel correspondiente de potencial
de conflicto. A diferencia de algunos de los economistas polticos que
conoca (en particular Ricardo), no desarroll rpidamente el tema del
problema del conflicto en relacin con la clase trabajadora,7 6 quiz debido a su opinin de que los estamentos (es decir; los nuevos tipos de grupos de status) por s solos constituan el principio moderno de estratificacin.77 A pesar de todo, entendi que la "integracin del sistema" de
la sociedad civl era muy inestable, aunque no present este problema
en trminos de categoras accin-tericas. An as, entendi, ms que cualquier economista p~ltico, que la integracin social debe ocurrir fuera del
sistema de necesidades para que la propia economa de mercado pueda funcionar. Sin embargo, a diferencia de los primeros filsofos polticos modernos que seguan la tradicin de la ley natural, no limta este
nivel de integracin al ejercicio del poder soberano, a la esfera del Estado
o a la familia, otra eleccin posible. Fue en oposicin consciente a esas
opciones tericas que desarroll una teora de la integracin social que
constituy uno de los actos fundadores de la sociologa moderna, o al
menos del paradigma desarrollado por Durkheim, Parsons y Habermas,
entre otros.
La teora de la integracin social de Hegel procede en tres pasos: J) la
estructura legal (Rechtspflege); 2) la autoridad general (Polizei); 3) la corporacin; 4) el ejecutivo (burocrtico); 5) la asamblea estamental o legis
!atura, 6) y la opinn pblica. Mientras que a las tres primeras se las
desarrolla como parte de la teora de la sociedad civil, y las ltimas tres
pertenecen a la teora del Estado, o ms bien al derecho constitucional, el
argumento resuha ser en lo esencial continuo. 78 Quiz deberamos pensar
en stas como dos lneas de la argumentacin, incluso cuando la forma de
proceder de Hegel yendo de uno al otro y retornando al primero est construida de tal manera que evita la aparicin de esa diferenciacin. Es en
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ms bien diferentes: una disfuncionalidad centrfuga basada en el capricho subjetivo y en el descuido de los individuos, y efectos inducidos siste-.
mticamente basados en gran medida en la competencia a nivel mundil
y la divisin del trabajo. La "polica" representa la penetracin del Estado
en la sociedad civil para servir a los intereses de la justicia y del orden
compensando ambos sin eliminar sus causas bsicas, que se encuentran
en el dinamismo del sistema de necesidades. Como resultado, se disminuyen, aunque no del todo, las consecuencias centrfugas y fragmentadoras
del conflicto. La "prevencin del crimen" y el castigo a los criminales no
eliminan al crimen, sino que lo mantienen dentro de l~ites tolerables.
Las disposiciones para el bienestar social y la educacin pblica no eliminan el conflicto y la enajenacin, pero pueden impedir que la clase trabajadora se vea reducida a la condicin de chusma (Pobel). En estos casos y-'
tambin en el caso de los controles de precios y de la prodccin, el objetivo que propone Hegel es la compensacin de los efectos colaterales
disfuncionales del nuevo tipo de economa de mercado, una dimensin
central de la sociedad civil moderna. Los detalles de su anlisis no siempre aclaran si est defendiendo a las formas precapitalistas de intervencin paternalista o si estn anticipando los rasgos del moderno Estado
benefactor. Sin embargo, la concepcin general implica la coinpensacin
reactiva de los efectos de un sistema de mercado genuino, ms que una
sustitucin estatista, proactiva, de las funciones del mercado.
La caracterstica estatista de la doctrina de la polica se encuentra en
otras partes del texto. Hegel no distingue sistemticamente entre la intervencin estatal en forma de una conduccin econmica (por ejemplo, los
controles de precios en un sistema de precios de mercado) y la intervencin en las esferas no econmicas de la vida (por ejemplo, la vigilancia).
Aunque desde el punto de vista de la disfuncin del mercado, cada una de
estas medidas representa una compensacin post facto, la vigilancia y otras
formas de control social son proactivas desde el punto de vista de las formas no econmicas de la vida, y se remplazan, como lo observ Tocqueville, con relaciones estatizadas los vnculos sociales horizontales. 1 1 Puede
observarse un carcter proactivo parecido en las funciones de la autoridad general que se refieren a la administracin que le ha sido confiada
por otros y a la educacin. 102 Por supuesto, el problema no es que Hegel
espere impedir que los hurfanos y los hijos de los pobres caigan en la
pobreza, sino que define los remedios en trminos de un "derecho" de
la sociedad en conjunto, ms que como derechos de los individuos, familias y comunidades de los que se trata. Nuevamente, Hegel remplaza la
interaccin y solidaridad social horizontales,con los vnculos verticales
basados en el paternalismo estatal. Incluso si fuera cierto que la sociedad
civil destruye los lazos familiares que protegan a los in9ividuos en la sacie-
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cvica. En el proceso, se espera que se desarrollen solidaridades que afectarn la estructura de motivos de los individuos, remplazando los motivos
egostas por las preocupaciones e identificaciones colectivas. En este
contexto, el problema de Hegel era el mismo que el de Rousse.au, es decir, cmo pasar de lo particular a lo general, en vista de la indhidualidad
moderna. Pero su respuesta es significativamente diferente, porque Hegel
no crea que la realidad del Estado moderno de gran escala o que la sociedad civil moderna con un sistema dinmico de necesidades poG.ia o deba
ser dejada a un lado, o que individuos que son totalmente egostas en su
vida privada puedan alcanzar lo general en la esfera ~oltica. En su opinin, la generalidad slo puede obtenerse mediante una serie de pasos
que incorporen algo del espritu pblico en lo que es jurdicamente la esfera privada. Las corporaciones que Rousseau, su antecesor filosfico 611
la ley natural, y sus sucesores revolucionarios procurab'l:!n eliminar de la
vida social, remplazan a la particularidad en la teora de Hegel con una
forma limitada de generalidad a un nivel en que la resocializacin es realmente posible.
Mientras la corporacin representa un paso crucial en el desarrollo de
la rama del pensamiento hegeliano que hace nfasis en la autoir..tegracin
de la sociedad, la antinomia de su posicin poltica es, a pesar de todo,
visible en ella. Al igual que Montesquieu antes de l y que Tocqueville
despus de l, busc un nivel intermedio de poder entre el individuo y el
Estado; tema la impotencia de sujetos atomizados y procur l!n control
de la arbitrariedad potencial de la burocracia estatal. 103 Pero al mismo
tiempo, de conformidad con su doctrina del Estado, quiere defender un
modelo de socializacin que har posible la transicin a un p::.triotismo
centrado en el Estado. En este contexto, el objetivo de Hegel es proporcionar una transicin fluida basada en la vida diaria, desde el Geist de la
corporacin como la escuela del patriotismo hacia el Geist del Estado,
donde el patriotismo debe lograr su plena "universalidad". 109 Por supuesto, mucho depende de que el concepto de Estado implicado aqu est basado en la generacin parlamentaria, pblica, de la identidad, o en una
imposicin monrquica-burocrtica de la -unidad. Pero como la antinomia no se resuelve en el mbito del Estado, el papel de la corporacin en
la educacin poltica tambin se torna ambiguo. Esto, a su vez, afecta la
relacin de la corporacin con la autoridad general; como lo muestra
Heiman, Hegel nunca pudo decidir entre una doctrina medieva:J, que implicaba la independencia corporativa y la personalidad legal, y una concepcin de conformidad con el derecho romano que haca nfasis en el
control y supervisin del Estado. 11
.
Cualesquiera que sean las ambigedades de la doctrina corporativa de
Hegel, no es posible ignorar el diferente centro de gravedad en este caso
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Esta concepcin vincula directamente a los estamentos y a las corporaciones de la sociedad civil con la asamblea de los estamentos. Si bien
Hegel al principio hace nfasis en el vnculo de los estados con la legisla' 'tura, como lo indica el trmino alemn Stiinde, el fundamento terico
..- ms importante de la asamblea es de hecho la corporacin, cuya existencia es la nica evidencia real proporcionada para la afirmacin de que la
~ organizacin y la comunidad son posibles en una sociedad civil por lo de. ms atomizada. Los diputados de la sociedad civil son '1os diputados de
las varias corporaciones". 112 Antes, esta enunciacin es limitada y ampliada. En forma atvica, el estamento agrcola (que repentinamente slo significa la nobleza) debe estar presente directamente, como en las asambleas del Stiindestaat. El estamento de los negocios, por otra parte, est
representado por los diputados de las asociaciones, comunidades y corporaciones (Genossensclzaften, Genzeinden, Korporationen), que son, todas,
formas de asociacin en sociedades. Hegel ni siquiera'siente la necesidad
de indicar y justificar su exclusin de la vida poltica d~ una clase, el tra-
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tra en la corporacn.129
En este pasaje, Hegel no slo registra la tensin entre erEstado moderno Yla vida pblica, sino que identifica un lugar diferente para la libertad
pblica al que le asignaba la Antigedad clsica. Las corporaciones son,
en sus palabras, "los pilares de la libertad pblica (offentlichen Freiheit)".130
No obstante, para Hegel la libertad pblica posible en fa corporacin,
implicando un nivel relativamente alto de participacin,. no puede darse
primariamente en la sociedad en conjunto. Pelczynski y otros seguramente estn en lo correcto cuando argumentan que Hegel crea que haba
demostrado que "el Estado [moderno] es la realizacin de la libertad con
,, 131 E
creta .
. st.:: argumento es apoyado, en general, porla mayor universalidad de la asmblea de los estamentos, esta verdadera corporacin de corporacions, por encima de las asociaciones societales inevitablemente
particularistas. Pero tambin oculta la realidad del Estado moderno como
una jerarqua de cargos, como el poseedor monoplico del ejercicio de la
violencia y como una asociacin obligatoria. Al invertir la jerarqua
sociolgicamente obvia del Estado moderno, y hacer que la legislatura
sea lo primario y el ejecutivo lo secundario, Hegel est construyendo una
legitimacin tanto en el sentido de justificar contrafcticamente una estructura de autoridad como en el sentido de establecer un conjunt3 de
pretensiones normativas abiertas a la crtica. Estos potenciales crticos se
hacen presentes, por ejemplo, cuando se presenta a la asamblea de la que
se obtienen las pretensiones normativas del Estado como su penetracin
por la sociedad civil.
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bio reaccionario en la poltica prusiana le hizo comprender (como sucedi con Tocqueville poco despus) que las caractersticas de dos versio-
nes supuestamente aberrantes del Estado moderno pertenecan a su tipo
ideal? Si esto fue as, el cambio hacia las instituciones de la sociedad civil como los pilares de la libertad pblica sera lgico y tambin indispensable desde el punto de vista del fortalecimiento de esta dimensin en
las instituciones parlamentarias del Estado. As, Hegel e,)1 su texto ms
maduro no slo restringi la posibilidad de la libertad del ciudadano en
el Estado, sino que expandi, en palabras de Ilting, las lib~rtades (Freiheitsrechte) de la sociedad civil a los derechos de participacin (Teilnehmerrechte).
La objecin ms obvia a nuestra interpretacin de Hegel sera que l,.'
mismo no admiti y, por razones sistemticas, habra rediazado la idea
de dos tendencias irreconciliables en su pensamiento. No estarnos particularmente preocupados por esta crtica (en cualquier caso, la reconstruccin de Ilting la refuta) o por los objetivos sistemticos de la obra de
Hegel. nicamente estamos interesados en la reconstruccin del concepto de Hegel en torno de lo que puede muy bien ser una antinomia sub textual
en su filosofa poltica, de modo que podamos trazar una nueh teora de
la sociedad civil que retorne a la ms elaborada institucionalmente de las
concepciones, de la cual todava podemos aprender. As, una obje\:in ms
grave a nuestra reconstruccin insistira, como lo hizo el joven Marx en
1843, en que las dimensiones a las que damos especial relevancia representan elementos en el pensamiento de Hegel que no son modernos, en
contraste con la modernidad de su concepcin del sistema de necesidades, por una parte, y la burocracia, por la otra. En esta interpretacin, la
"corporacin" de Hegel es un esfuerzo por salvar a la doctrina corporativa
medieval; su asamblea de los estamentos, a las instituciones del Standestaat;
su idea de la opinin pblica, a la ms antigua esfera pblica burguesa y,
quizs, la propia idea de la libertad pblica, a las antiguas ciudades-Estado. Por consiguiente, si vamos a buscar la modernidad en la teora social de
Hegel, lo mejor sera que nos concentraramos en los aspectos crticos de su
representacin de la economa capitalista (Lukcs) o su anticipacin del
Estado benefactor (Avineri).
Por supuesto, cada intrprete favorable a Hegel trata de interpretarlo a
travs de una concepcin especfica, e incluso de considerarlo corno un
apoyo a sus propias ideas. La teora de la sociedad civil que estamos tratando de desarrollar no es una excepcin a esta regla. No obstante, creemos, en el contexto de la posterior historia social e intelectual, que las
categoras en las que hacemos nfasis no eran meros atayismos en el tiempo
de Hegel, y que lo eran an menos en la poca posliberal (y ahora en la
postestatista). En este contexto, la historia de la teora,social ofrece una
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NOTAS
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(eds.), Geschichtliche Grm1dbegriffe, vol. 2, Stuttgart, Klett, 1975.
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3 K. Polanyi, "Aristotle Discovers the Economy". en G. Dalton (ed.), Primilive, Arcl1aic
a11d Modem Economies. Essays o[ Kar/ Poli.myi, Boston, Beacon Prcss, 1968.
4 No es necesario hacer mucho nfasis hoy en da en que la polis era una comunidad con
una nocin muy limitada de la ciudadana, que exclua a los extranjeros, a las mujeres y por
lo comn tambin a los trabajadores manuales.
5 M. l. Finlcy, Politics in the Ancielll World, Cambridge, Inglaterra, Cambridge Unvcrsty
Press, J983.
6 Riedel, "Gescllschaft, brgerliche".
7 O. Brunncr, Laml wul Herrsclzaf1, 5a. cd., Darmstadt, Wisscnschaftlichc Buchgesellschah, 1973, parte 2, p. 115.
a En particular en su debate con Gierke y Hintze. Vase Land und Herrschaft, op. cit.,
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Socety, Cambridge, MIT Press, 1988, originalmente pubiicado como Kritik zmd Krise, Friburgo,
Karl A!bcr. 1959.
11 Rcdel, "Gcscllschaft, brgerliche", op. cit., p. 740.
12 Talcott Parsons, The Stmclure o[ Social Action, Nueva York, Free Prcss, 1949, pp. 89 y ss.
lJ J. Locke, The Second Treatise on Government [1690], Indianpols, Hackett, 1980, cap. 7.
[Segundo tratado sobre el gobierno. Un ensayo sobre el verdadero origen, alcance y final del
gobierno civil, Biblioteca Nueva.]
'
14 lbd., cap. 8.
15 Ibid., cap. 4.
16 Jbid., cap. 19.
17 Montesquieu, The Spiril o( the Laws [El espritu de las Leyes, 1748], Nueva York, Harpers,
1949, I (3), 5.
18 !bid., p. 6; La traduccin al ingls de Nugent es gravemente desorientadora.
19
YSNTESIS TERlCA
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20 Z.
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147
monio mongamo, sin embargo, se constituye un vnculo personal indivisible, que resulta
en un apego moral y la comunidad de los intereses personales y privados. En resumen, Ja
familia mongama combina la voluntad y los intereses de sus miembros, y hace que las
caractersticas de mutualidad y de combinacin del amor sean permanentes.
Pero no hay nada natural en la forma de la familia burguesa mongama; es una construccin histrica, institucional y legal como sin duda Hegel lo saba. Parece que la caracteriza como una comunidad natural porque supone que no hay ningn conflicto o incluso
diferenca de intereses entre los miembros de la familia, a pesar de la diferencia fsica del
sexo, que "aparece a la vez como una diferencia de tipo intelectual y moral:'.(E12zyc/0J?tidie
der Philosophisclzen Wissenschaften, prrafo 519). De hecho, el vnculo familiar, su unida?,
es supuestamente tan comprehensivo que forma una sola persona de tal manera que la
nica persona que representa la propiedad de la familia adquiere un l\iter.s.tico.
Aqu es obvio que Hegel presupone sin cuestionamiento la forma de f~~1ha mon~~ma,
patriarcal burguesa. El motivo terico menos obvio que subyace en la exclus10;i de la fam1ha d.e
la sociedad civil es el doble supuesto de que el individuo presupuesto por el sistema d.e ~eces1~,.,,
dades no puede ser producido por ella y que la nica dinmica realmente irnPortante ele mtere'
ses conflictivos, antagnicos, es la constituida por el sistema de necesidades entre los actores
econmicos. Por lo tanto, parecera que los miembros de la familia no tienen in.t::reses s;parados mientras continen en la familia. A esto se debe el indisoluble vnculo de la familia monogama.
Pero la nica persona que nunca deja a la familia es, desde luego, la es~~sa. Los hiJos e hiJa.s,
cuando llegan a la edad adulta, la dejan para ingresar a su segunda familia, a la sociedad cJVll,
donde estn en libertad de actuar ahora en favor de sus intereses independientes.,Pero se
forman nuevas familias, parecera que excluyendo nuevamente a las mujeres de la so~iedad
civil. Por supuesto Hegel no dice explcitamente que slo los hombres son act?fes del siste~a
de necesidades se refiere en cambio a los jefes de los hogares. Pero la exclus1on de la propia
familia de la s;ciedad civil y el supuesto de una armona perfecta de intereses< den~ro de la
misma slo tiene sentido si se supone que uno de los dos miembros adultos noyene i~tereses
separados y nunca obtiene el status de persona legal, o por lo menos renuncia al m.1smo al
casarse (que era la situacin legal de las mujeres casadas en t~da Eu:opa en es~ l!empo).
Entonces, debe ser el hombre jefe del hogar el que ingrese a la sociedad civil y a traves del cual
la propiedad de la familia aparece como un individuo en _el sistema ~e. neces~dades.
Puede existir todava una tercera razn para excluir a la familia, en la forma en que
Herrel la defiende, de la sociedad civil, una de la que nunca trat Hegel pero que tendra
mu~ho sentido. La familia patriarcal no se parece a ninguna otra asociacin en la sociedad
civil porque supuestamente no reconcilia los intereses divergentes de las personas den~;o
de la misma, sino que constituye una unidad inmediata de los inte.r~ses. Pero tambien
divercre de los dos principios de integracin tpicos de una sociedad clVJI moderna: el contrato (y la integracin del sistema caracterstica del mecanis~o de.l mercado) y la asociacin voluntaria. A pesar de la metfora de un contrato matnm~mal, la fam,~li~ no es un
arrerrlo contractual en el sentido normal de la palabra. Puede contratarse libremente,
pero en parte es indisoluble, y un importante conjunto de sus miem~r.os, los hijos, no entran para nada en el contrato. De hecho, en otras partes Hegel exphcllamente rechaza el
concepto kantiano de la familia como una relacin contractual.
Sin embargo, la familia patriarcal tampoco es una asociacin voluntaria parec~da a alguna otra, porque su estructura interna y su modo de integracin entran e.n c.o~fcto con el
modo igualitario y horizontal bsico ~el~ integracin ~ocia! que es~~ pnnc~p10 de la coordinacin de la interaccin en las asociaciones voluntanas. Una familia patnarcal. en cambio, se integra mediante el principio de la jerarqua y conseTVa un slalus de ~astas segn el
sexo predicado con base en la ausencia de igualdad y autonoma par': s_us miembros femeninos. Para que la familia pueda ser situada dentro de la sociedad clVJI, <como una forn:ia
particular de asociacin voluntaria, tendra que abandonar su forma patriarcal Y co~~erllr
se, al menos en principio, en igualitaria. Por supuesto, en lo que respe~ta a los h1ios, la
igualdad y la autonoma constituyen una meta, en vez dl punto d': partida, pero esto <no
afecta el problema. As, la familia en la forma en que Hegel la constit~ye debe se.r.ex~I_u1da
de la sociedad civil y considerarse como una forma natural, prerrel12xiva, de la vicla euca a
pesar de su constitucin patentemente social, legal y cultural.
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A pesar de todo, creemos que hubiera sdo mejor incluir a la familia dentro de ia socie
dad civil, como su prmera asociacin. Esta alternativa habra sido muy superior a la que
eligi Hegel, tanto desde el punto de vista normativo como del terico. Porque entonces la
familia podra haber ocupado su lugar como una institucin clave de la sociedad civil, una
que, si se la concibe en Lrminos igualitarios. pudo haber proporcionado una experiencia
de solidaridad horzontai, identidad colectiva y participacin igualitaria a los individuos
autnomos que la integran -una tarea considerada fundamental para las otras asociaciones de la sociedad civil y para el desarrollo en ltima instancia de la virtud cvica y de la
responsabilidad respecto a la forma de organizacn poltica.
49 T. W. Adorno, ."Cultural Criticsm and Socicty", Prisms, Cambridge, MIT Press, 1981.
so Sobre las races histricas de esta incongruencia, y sobre las tendencias republicanas
en el pensamiento de Hegel, vase K. H. Ilting, "Thc Structure of Hegel's Phi/osophy o{
Right", en Pclczynski (cd.), Hegel's Politica/ Philosophy, y "Hegel's Philosophy of the Statc
a'1d Marx's Eariy Critique", en Z. A. Pclczynski {cd.), The State a11d Civil Society: Swdies 11
Ifrgel's Political Plzilosophy, Cambridge, Inglaterra, Cambridge Univcrsity Press, 1984.
si Karl Polanyi, Great Trans{orma1ion (1944]. Boston, Beacon Press, 1957, es a la vez un
elocuente anlisis y un sntoma de esta tendencia estatista.
52 Jcan L. Cohcn, C/ass and Civil Socie1y: The Limils o{ Marxia11 Cri1ical Tlzeory, Amherst,
University of Massachusctts Prcss, 1982.
53 Vase por ejemplo, PR, prrafo 190.
5. PR, prrafo 187.
55 PR, prrafo 183.
56 PR, prrafo 182.
s7 Slo para el sistema de necesidades puede Hegel mantener que en la sociedad civil
todos son un fin en s mismos y todos los dems no son nada. Vase PR, prrafo 182, add.
ss Georg Lukcs, The Young Hegel, Cambridge, MIT Press, 1975; Shlomo Avineri, Hegel's
Th.:ory o{ 1he Modern S1ate, Cambridge. Inglaterra, Cambridge Unlvcrsity Prcss, 1972.
59 PR, prrafo 184.
60 Jbid.
6I Esto es lo que Habermas ha llamado "integracin de sistema" (PR, prrafos 187 y 199).
62 PR, prrafo 189 y add.
63 PR, prrafo 243.
64 PR, prrafo 195.
65 PR, prrafos 196 y 198.
66 PR, prrafo 243. Vase Avineri, Hegel's Theory, pp. 108-109, 149, y en otras partes.
67 PR, prrafo 2 07.
6S PR, prrafos 206 y 207.
69 Vase Cohen, Class and Civil Society. op. cil.
70 Esto anticipa e influir en la formulacin de Marx, segn la cual el proletariado est
"en" pero no es "de" la sociedad civiL
11 PR, prrafo 203.
n PR, prrafo 204.
n PR, prrafo 205.
74 PR, prrafo 200.
75 PR, prrafo 241.
76 No obstante, observ el problema del conflicto de la administracin por la autoridad
pblica (prrafo 236).
77 El punto es que hay dos diferentes clases de integracin funcionando en el concepto
de la sociedad civil de Hegel: la integracin del sistema y la integracin social. Vase nuestro cap. III sobre Parsons y el cap. IX sobre Habermas.
75 La contradiccin poltica de Hegel entre el estatismo y el antiestatismo se revela en el
orden de la exposicin. Mientras que el bosquejo del argumento que se refiere al Estado en
el prrafo 273 procede de la legislatura al ejecutivo y finalmente a la corona como el nivel
superior, la exposicin en los prrafos 275-320 pasa de la corona al ejecutivo y finalmente a
la propia legislatura, culminando en la doctrina de la opinin pblica. Por supuesto, la
legislatura es la sociedad civil en el Estado!
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PR, prrafos 2 l 3 y 2 l 8.
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