Conversión y Hombre Nuevo. Teología de La Conversión en San Pablo
Conversión y Hombre Nuevo. Teología de La Conversión en San Pablo
Conversión y Hombre Nuevo. Teología de La Conversión en San Pablo
JUAN ALONSO
cabulario y sentidos de la conversin. 2.2. Una experiencia personal: la conversin-vocacin de Saulo. 2.3. Imgenes y anttesis paulinas. 2.5.1. Adn y Gristo. 2.3.2. Hombre carnal, hombre espiritual 2.3.3. Despojarse del hombre viejo, revestirse del hombre nuevo.
l.i.A. Hombre exterior, hombre interior. 3. NDOLE TRINITARIA DE LA CONVERSIN
CRISTIANA. 3.1. Llamada de Dios Padre. 3.2. Transformacin en Gristo. 3.3. Vida segn
el Espritu. 4. L A CONVERSIN, ESTRUCTURA PERMANENTE DE LA EXISTENCIA CRISTIA-
NA. 4.1. Dimensin escatotgica. 4.2. Dimensin sacramental. 4.3. Dimensin eclesial
4.4. Dimensin espiritual y moral.
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1. INTRODUGGIN
1. R. SCHNACKENBURG, Existencia cristiana segn el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella ^ 9 7 3 , 38.
2. La frmula usual -seala Schulte- reza as: conversin a Dios y fe en el Seor Jess, para recibir la plenitud del Espritu Santo (cfr. Le 24,46-49; Hch 2,28; 20,21;
5,28-32). R. SCHULTE, La conversin (Metnoia), inicio y forma de la vida cristiana,
en J. FEINER y M. LOHER (eds.), Mysterium Sautis. Manual de Teologa como Historia
de la Salvacin, V, Cristiandad, Madrid 1984, 123.
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preparacin o una condicin para la fe como ocurra en el Antiguo Testamento, incluso en el mensaje de Juan Bautista; se trata ms bien de la
reaccin lgica y gozosa del hombre ante la accin amorosa y salvca de
Dios. As pues, la conversin neotestamentaria se realiza en la fe, y la
misma fe es ya conversin como obediencia plena a Dios que se hace
presente en Cristo. Adems, al estar tan ligada a la fe, la conversin se
presenta como un proceso dinmico de proyeccin escatolgica que
afecta a todas las dimensiones humanas: moral y religiosa, personal y colectiva'.
Finalmente, la conversin nace ms del don de Dios que del arranque y del esfuerzo humano; su dinamismo es una gracia que ha de ser
concedida por Dios.
La conversin resulta ser, en defmitiva, el concepto central de la
postura exigida por Jesus'*.
El pensamiento de san Pablo sobre la conversin se enmarca en esta misma perspectiva, aunque adquiere, como vamos a ver, unos rasgos
propios. La vida de este testigo privilegiado de la primera hora del cristianismo qued marcada precisamente por su personal experiencia de
conversin en el camino hacia Damasco, cuando pas de ser celoso perseguidor de los cristianos a ser testigo privilegiado de Cristo y Apstol
de las Gentes. Su vasto pensamiento teolgico y, ms concretamente, su
teologa de la fe y de la conversin cristiana se comprenden mejor en el
marco de esta experiencia originaria.
En este artculo presentamos primeramente los principales datos
de las cartas paulinas sobre la conversin. Nos fijamos en el vocabulario,
las imgenes y anttesis que emplea el Apstol, as como en su propia experiencia de conversin. En un segundo momento mostramos el esquema trinitario que articula su idea de conversin. Finalmente, a modo de
sntesis conclusiva, nos detenemos en las principales dimensiones de la
conversin como forma permanente de la existencia cristiana.
3. Una vez realizada la conversin total, necesita sta, segn las situaciones concretas
de este mundo, de una nueva actualizacin, adaptacin y confirmacin. R. SCHNACKENBURG, Existencia cristiana segn el Nuevo Testamento, o.e., 50.
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forma*. As, esta pareja de verbos (epistrphein-metanon) y sus correspondientes sustantivos (epistroph-metnoid), expresan en el lenguaje religioso-bblico respectivamente dos diferentes pero inseparables dimensiones de la conversin: el alejamiento de la incredulidad y
de la idolatra, y la rectificacin de la mentalidad necesaria para permanecer junto a Dios'.
A primera vista podra parecer que los escritos paulinos ' no contienen un desarrollo teolgico de la idea de conversin, pues el Apstol
no emplea ms que en contadas ocasiones los anteriores vocablos". La
realidad, sin embargo, es bien distinta. Para comprobarlo examinaremos, en una primera aproximacin, los distintos sentidos de la conversin en san Pablo segn las distintas situaciones de los destinatarios de
sus cartas: los judos, los paganos o los mismos cristianos.
Respecto al primer grupo, los judos, el pensamiento del Apstol
se sita en el clima general de la Iglesia primitiva que, segn lo expresa
san Lucas (Hch 3,17ss), es el de una valoracin negativa sobre el papel
8. Cfr. J. GlBLET y P. GRELOT, ^Penitencia, conversirt, en X. LON-DUFOIR, Vocabulario de Teologa bblica, Herder, Barcelona 2002, 672.
9. La primera se manifiesta en una visin de la vida, en una mentalidad en consonancia con el reconocimiento de Dios, la segunda concierne ms bien a la vida de convertido y al comportamiento que convalida la ruptura con el mundo del que se ha apartado. D. MONGILIO, Conversin, en DTI, Sigeme, Salamanca 1982, 122. Auhin, que
realiza un minucioso anlisis de epistrphein-epistroph, destaca la gran riqueza que encierra la conjugacin de sus sentidos fsico y moral: L'union des ides "d'attention" et de "retour physique", toutes deux susceptibles d'tre signifies par le mme terme, permet de
forger et d'utiliser un concept de conversion original, o l'attention intellectuelle et l'activit physique sont troitement mles. P. AuBiN, Le problme de la conversion. tude sur
un terme commun l'hellnisme et au christianisme des trois premiers sicles, o.e., 47.
10. En nuestro estudio optamos por una lectura cannica de los escritos neotestamentarios como la sostenida por Brevard S. Childs ( The New Testament as Canon: an
introduction. Trinity Press International, Philadelphia 1994). Por ello, no hacemos una
distincin metodolgica entre los dos tipos de textos en que los especialistas suelen clasificar a la tradicin paulina: aqullos pertenecientes al denominado Pablo histrico
aceptadas comnmente como autnticas (Romanos, 1-2 Corintios, Glatas, Filipenses,
1 Tesalonicenses, Filemn, a los que algunos autores aaden Colosenses y 2 Tesalonicenses, como por ejemplo J.D.G. DUNN, The Theology of Paul the Apostle, William B.
Eerdmans, Grand Rapids 1998), y los considerados deutero-paulinos (2 Tesalonicenses,
Colosenses y Efesios, a los que se aaden las tres Cartas Pastorales). Aunque el contenido de Hechos relacionado con san Pahlo pertenece a la teologa lucana, podr ser tambin til en algunos casos como complemento o elemento de comparacin.
11. El trmino epistrephein aplicado a Dios es usado dos veces (1 Ts 1,9; 2 Co 3,16);
el verbo metanoin, una vez (2 Co 12,21); y en tres ocasiones el sustantivo metanoia
(Rm 2,4; 2 Co 7,9s; 2 Tm 2,25).
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del pueblo judo -al menos de sus representantes- en relacin a la muerte de Cristo: el endurecimiento de sus corazones ante la llegada del Mesas -aunque haya sido por ignorancia- debe llevarles ahora a un reconocimiento de su culpa y al arrepentimiento.
El Apstol se refiere a un endurecimiento o insensibilidad parcial
de Israel (Rm 11,1-10.25) y ofrece una clave hermenutica de esa incredulidad de Israel en la perspectiva de la misin evangelizadora universal
de la Iglesia: el rechazo de Cristo por parte de los hebreos hizo que los
gentiles hallaran la justicia y la conversin por la fe; pero al final de los
tiempos tambin Israel, que sigue siendo el pueblo elegido, se convertir al evangelio, cuando la totalidad de los pueblos haya entrado en la comunidad de los salvados (Rm 9-11).
La incredulidad de Israel es slo parcial y temporal, ya que Dios va
a mostrar su misericordia con todos y especialmente con los judos (Rm
11,1-36). Hasta el momento presente, un velo puesto sobre el corazn de
los judos les impide apreciar la luz de Cristo, del mismo modo que el velo que ocultaba a los israelitas el rostro de Moiss. Sin embargo, cuando
se hayan convertido al Seor, entonces caer el velo (2 Co 3,16).
Como seala Schnackenburg, la predicacin de la conversin a los
judos adquiere una fuerza muy especial jams oda, puesto que stos la
escuchan en una situacin muy especial, con motivos que les son cercanos y familiares '^. La bondad de Dios les ha de llevar a la conversin
desde la dureza de corazn y la impenitencia, teniendo en cuenta adems el prximo juicio de la ira divina (Rm 2,4-5).
Un segundo sentido de conversin se aplica a los gentiles que han
abandonado los dolos para servir a Dios vivo y verdadero y esperan en
el retorno de Jesucristo resucitado (1 Ts 1,9). San Pablo ha sido llamado
a ser Apstol de Cristo para favorecer la conversin al evangelio de todas las naciones (Rm 1,5.13; 15,16; Ga 1,16; 2,7-9)'I
12. Cfr. R. SCHNACKENBURG, Existencia cristiana segn el Nuevo Testamento, o.e., 54.
13. La universalidad de la llamada a la conversin de los gentiles encuentra un eco
y un ejemplo paradigmtico en el discurso del Apstol a los paganos en el arepago
de Atenas, que recoge san Lucas: Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse, porque ha fijado el da en el que va a juzgar al mundo segn la justicia, por el hombre que
ha destinado, dando a todos una garanta al resucitarlo de entre los muertos (Hch
17,30ss). La exigencia universal de conversin es puesta en relacin con la fe en la re52
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2.2.
De los Hecbos de los Apstoles y de los escritos paulinos se deduce que, antes de su conversin, san Pablo fue un duro perseguidor
surreccin de los muertos y, ms concretamente, con la resurreccin de Jess, quien
vendr a juzgar al mundo al final de los tiempos.
14. Cfr. J.M. EVERTS, Conversion and Call of Paul, en G.F. HA^X^rHORNE, R.P.
MARTIN y D.G. REID (eds.). Dictionary ofPaul and his Letters, InterVarsity Press, Downers Grove (Ill.)-Leicester 1993, 156-163; J.A. FiTZMYER, Teologa paulina, en R.E.
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BROWN, J.A. FITZMYER y R.E. MURPHY, Nuevo Comentario Bblico San Jernimo. Nue-
vo Testamento, Editoral Verbo Divino, Estella 2004, 1102-1103; 1181-1182; S. LEGASSE, Paul Apotre. Essai de biographie critique. Fides, Quebec 1991, 5969; R. PENNA, I ritratti originali di Ges il Cristo. Inizi e sviluppi della cristologia neotestamentaria, IL Gli
sviluppi, San Paolo, Cinisello Balsamo (Milano) 1999, 96-104; P ROSSANO, Pablo, en
Nuevo Diccionario de Teologa Bblica, Ediciones Paulinas, Madrid 1990, 1351-1371; L.
CERFAUX, El cristiano en San Pablo, Descle de Brouwer, Bilbao 1965, 63-89; F. MIOT,
Ideas maestras de San Pablo, Sigeme, Salamanca 1963, 11-30. Sobre la presentacin lucana de la figura del Apstol, vid. O. FLICHY, La figure de Paul dans les Actes des Apotres,
Cerf, Paris 2007.
15. En la cadena narrativa (O. FLICHY, La obra de Lucas, Cuadernos bblicos 14,
Verbo Divino, Estella 2003, 41) formada por el triple relato Iucano que refiere el suceso -uno en tercera persona (Hch 9,1-19) y dos en forma autobiogrfica (Hch 22,3-21;
26,4-23)- se subraya con nitidez la naturaleza y las consecuencias de dicha metamorfosis. El anlisis de esos textos confirman su base histrica, descartndose que sean una
creacin literaria lucana como han afirmado algunos autores (p.ej. A. Loisy o J. Wellhausen). Cfr. S. SABUGAL, La conversin de San Pablo, Herder, Barcelona 1976, 51-159.
Desde la crtica antisobrenaturalista se ha intentado forzar una interpretacin del acontecimiento de Damasco como si se tratase de la experiencia de visin de una persona
dbil e histrica; se tratara en todo caso, segn ese planteamiento, de una experiencia
misteriosa pero no sobrenatural. Frente a ello est el hecho de la absoluta seguridad y
coherencia con que Pablo narra el suceso cinco veces en sus cartas, sealndolo como
una revelacin de Cristo vivo, como toma de posesin de s por parte de Cristo,
como aparicin del Seor (1 Co 15,8), y distinguindola claramente de posteriores visiones (2 Co 12,1-6). Tenemos, adems, en la figura de Pablo el testimonio de una personalidad equilibrada y coherente, con sentido de la realidad y seguro de su causa hasta el extremo de ofrecer por ella el sacrificio de su vida. Cfr. J. HOLZNER, San Pablo.
Heraldo de Cristo, Herder, Barcelona 'n989, 51.
16. Cfr. C. BARDY, La conversin al cristianismo durante los primeros siglos, Descle de
Brouwer, Bilbao 1961, 137-141; F. AMIOT, Ideas maestras de San Pablo, o.e., 22.
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cual, adems de basarse en la fe de la Iglesia primitiva, es tambin expresin de su personal experiencia de Dios ".
La transformacin radical de san Pablo se ha explicado con frecuencia en el pasado desde una perspectiva psicolgica que enfatizaba su
aspecto dramtico y la entenda como progresivo reconocimiento de la
necesidad de un cambio en la propia existencia, y como solucin o desenlace ante una lamentable situacin de pecado y culpa. Esta visin de
la conversin habra estado fuertemente influenciada por las visiones
que tanto san Agustn como Lutero tuvieron de la conversin de san Pablo ". Segn esta perspectiva -generalizada hasta hace pocas dcadas y
basada en el trasfondo judo de san Pablo o en una lectura de Rm 7 como relato autobiogrfico-, el fariseo Saulo, conocedor de su fracasado
intento de vivir segn la Ley, habra experimentado un profundo cambio interior al serle revelada la justificacin por la fe en Jesucristo ". Los
manuales de apologtica, por su parte, han incluido este suceso en la categora de conversiones repentinas y milagrosas, sin preparacin previa,
otorgndole un valor demostrativo de la fe catlica^".
En tiempos ms recientes, se ha propuesto entender la experiencia
de san Pablo en el camino de Damasco en el sentido de una llamada a
17. La conversin de san Pablo no slo ha marcado su pensamiento teolgico, sino
la fisionoma de la iglesia primitiva y la del mismo cristianismo: Paul's conversion not
only influenced his theology, it defined Christianity. J.M. EVERTS, Conversion and Call
ofPaul, o.e., 163. La Teologa de San Pablo tiene un principio de estrechsima unidad.
Este lazo, este ncleo o, mejor dicho, este germen o raz es aquel punto de su pensamiento que est inmediatamente prendido y arraigado en su vida. Este germen intelectual, nutrido con la savia de la vida, crece y se desarrolla en las esplndidas magnificencias de la Teologa de San Pablo. J. BovER, Teologia de San Pablo, BAC, Madrid 1961,
59. Cfr. tambin, por ejemplo, L. CERFAUX, Fl cristiano en San Pablo, o.e., 63.
18. Cfr. J.M. EVERTS, Conversion and Call of Paul, o.e., 160. The traditional Western understanding of conversion, wben imposed on NT texts, leads to a distorted understanding of Paul's experience. This view of conversion sees Paul as a Jew who struggles with guilt over his failure to keep the Law (...). It also sees Paul's conversion as an
experience of being justified by faith rather than an experience of knowing Christ and
being called to proclaim him to Centiles. Although this is not a serious distortion of the
NT texts, it is still an example of trying to fit Paul into traditional Protestant categories
rather than trying to understand the complexities of Paul's experience. Ibid., 161.
19. Este enfoque se encuentra, por ejemplo, en A.D. Nock {Conversion. The Old and
the New in Religion from Alexander the Great to Augustine of Hippo, Oxford University
Press, 1969), J.S. Stewart {A Man in Christ: The Vital Flements of St Paul's Religion,
Harper & Brothers, New York 1935), etc.
20. Es el caso de E PRAT, La teologia de San Pablo, I, Descle de Brouwer, Mxico
1947, 37-39.
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que hace san Pahlo a los glatas de su encuentro con el Resucitado se inscribe en las vocaciones-conversiones de los profetas del Antiguo Testamento, portadoras igualmente de una misin divina: ... cuando Aquel
que me separ desde el seno de mi madre y me llam por su gracia, tuvo a bien revelar en m a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles,... (Ga 1,15-17). San Pablo reconocer frecuentemente con agradecimiento en sus epstolas la confianza que Dios ha depositado en l
escogindole inmerecidamente para anunciar el evangelio de Jesucristo^'. Esa llamada a anunciar al apostolado posee un profundo sentido
Aunque la figura de san Pablo ocupa en la historia de la Iglesia un
lugar pionero entre los grandes conversos, l mismo no interpreta su experiencia como un hecho de conversin; no se desprende de sus escritos
que tenga conciencia de haberse convertido, en el sentido de cambio de
religin, de paso del judaismo al cristianismo. Primeramente, porque no
considera el cristianismo como una nueva religin, sino como el mismo
judaismo llevado a su cumplimiento. Las diversas aseveraciones de sus
cartas expresan su conciencia actual de ser hebreo y judo, de raza y de
religin. Su conversin y bautismo expresan que ha descubierto su justo y verdadero puesto en la vida de Israel. Adems, est el hecho de que
quien le enva a predicar el evangelio es el Dios de sus padres. Asimismo, quien tiene conciencia de ser el Apstol de los Gentiles (Ga
1,15-16) y reclama ese ttulo (Rm 11-13), paradjicamente, seguir
predicando a los judos en la medida en que le sea posible, hasta su ltimo llamamiento, en Roma. Ciertamente, san Pablo considera despreciables los privilegios del judaismo, pero no en s mismos sino compa-
25. El Apstol menciona tambin el episodio de Damasco en varias de sus cartas: recordando agradecido la trascendencia de ese suceso en su vida (1 Co 15,7-9); para reivindicar la legitimidad de su vocacin y su misin (Ga 1,15-16); o para combatir la
autojustificacin por las obras de la ley en polmica contra los judaizantes (Flp 3,12).
En Ef 3,7ss y 1 Tm 1,16 hay referencias a su vocacin aunque no directamente al suceso de Damasco.
26. (...) san Pablo aprendi que, a pesar de su relacin inmediata con el Resucitado, deba entrar en la comunin de la Iglesia, deba hacerse bautizar, deba vivir en sintona con los dems Apstoles. Slo en esta comunin con todos poda ser un verdadero apstol, como escribe explcitamente en la primera carta a los Corintios: "Tanto ellos
como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habis credo" (1 Co 15,11). Slo
existe un anuncio del Resucitado, porque Cristo es uno solo. BENEDICTO XVI, Audiencia General, 3.IX.2008.
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36. sta es la clave para entender el famoso texto de 1 Co 15,35-49 (...): se siembra
un cuerpo animal y resucita un "cuerpo espiritual" (15 AA). No hay contradiccin al decir un "cuerpo espiritual"; porque con eso se refiere al cuerpo que ha sido transformado por el Espritu de Dios, a imagen de Cristo resucitado. El cuerpo animal es vivificado solo por la psych, el espiritual, por el Espritu. En el mismo sentido, dice que el
primer homhre era "alma viviente" y el ltimo, "espritu vivificante". J.L. LORDA, Antropologa bblica. De Adn a Cristo, o.e., 315.
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hombre: (...) habis sido enseados conforme a la verdad de Jess a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seduccin de las concupiscencias, a renovar el espritu de vuestra mente, y a revestiros del hombre nuevo, creado segn
Dios, en la justicia y santidad de la verdad (Ef 4,20-24; cfr. Col 3,9-10).
El Apstol toma de la escatologa juda este tema del hombre viejo y el hombre nuevo para expresar la transformacin que supone en el
hombre la nueva vida en Cristo. El hombre nuevo es como el prototipo de una nueva humanidad recreada por Dios en Cristo (Ef 2,15).
Constituye el centro de la nueva creacin (2 Co 5,17; Ga 6,15) que
Cristo ha obtenido restaurando con su sangre todas las cosas desordenadas por el pecado (Col 1,15-20). Si el hombre viejo representa a la humanidad creada a imagen de Dios pero condenada despus por desobediencia a la esclavitud del pecado y de la muerte (Rm 5,12), el hombre
nuevo es el hombre recreado en Cristo, que ha recuperado la imagen de
su Creador (Col 3,10).
Tanto esta contraposicin como la anterior describen dos rdenes
existenciales e histricos: El hombre viejo o deteriorado por el pecado es
el que procede de Adn, creado por Dios del barro de la tierra, e inclinado al barro tras el pecado. El hombre nuevo es el recreado por k accin
del Espritu a imagen de Cristo. Un linaje viene por la carne y trae consigo las limitaciones de la carne; est realmente sometido a la concupiscencia, al dolor y a la muerte. El otro linaje viene por el Espritu y trae consigo la Rjerza del Espritu. El orden de la carne o puramente animal es
realmente terreno y mortal; el del Espritu lleva un principio real y eficaz
de resurreccin"". Nos encontramos ante dos linajes o dos modos de vida: el de la carne y el del espritu; el del hombre viejo y el hombre nuevo.
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rencia ms concretamente a la pugna que existe dentro del mismo hombre que recibe al Espritu. Ese combate entre el cuerpo pasible y mortal
y la parte racional del hombre, es una ley de experiencia que el mismo
Apstol sufre (Rm 7,21-23).
La actuacin del Espritu se inicia en el interior del hombre y slo
alcanzar al hombre entero al final de los tiempos, con la resurreccin de
los cuerpos. El hombre interior se relaciona con lo ntimo del hombre
transformado por el Espritu Santo: es el hombre en Cristo; en contraste con l aparece el hombre exterior, lo que queda del hombre viejo caduco y mortal, con la concupiscencia inclinada hacia las cosas de este
mundo. Mientras el hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se renueva da tras da (2 Co 4,16), anticipando la completa realizacin de la nueva humanidad en la gloria''^
El deseo del Apstol para los efesios es el de su completa transformacin: que el Padre os conceda, segn la riqueza de su gloria, que seis
vigorosamente fortalecidos por la accin de su Espritu en el hombre interior (Ef 3,16).
RED (eds.), Dictionary of Paul and his Letters, InterVarsity Press, o.e., 772-773. El
hombre interior de Romanos 7,22 es equivalente al hombre nuevo implicado en
Romanos 6,6. Ibid.
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SUS etapas sucesivas proviene de la accin de Dios hasta la Parusa del Seor (1 Ts 5,23-24).
La conversin es el paso del desconocimiento al conocimiento de
Dios. San Pablo seala este aspecto intelectual de la conversin cristiana
como uno de sus elementos esenciales. La conversin lleva al conocimiento de Dios. Los paganos son culpables de no haber reconocido a
Dios, a pesar de que se ha manifestado a travs de sus obras en la creacin: se han ofuscado en sus vanos razonamientos y han adorado a las
criaturas en lugar de al Creador (Rm 1,18-25; cfr. Ef 4,17-19). Dios ha
castigado su ceguera entregndoles a sus pasiones y a un perverso sentir
para que hicieran lo que no conviene (Rm 1,24-32).
La conversin lleva consigo una transformacin mediante la renovacin de la mente para el discernimiento de la voluntad de Dios: de lo
bueno, lo agradable y lo perfecto (Rm 12,2). Este nuevo conocimiento
de Dios se entiende segn la profundidad del sentido semtico: no se refiere slo al aspecto cognoscitivo de saber quin es el verdadero Dios, sino que apunta tambin, y sobre todo, al conocimiento de su voluntad
para conformar a ella toda la vida personal (Col 1,9-10) *'.
La teologa paulina se enlaza en este punto estrechamente y se enriquece con su teologa de la fe. No es extrao. La exhortacin a la conversin en los inicios de la Iglesia va ligada a la fe en Jess, a quienes los
hombres han crucificado pero Dios ha resucitado de entre los muertos,
colocndolo a su derecha como Mesas y Seor (Hch 2,34-36; 5,3ls;
20,39-43; 13,26-41). Esta idea adquiri hondura y madurez en el pensamiento de los apstoles Juan y Pablo, que coinciden, cada uno segn
su propio estilo, en un desplazamiento de la exigencia de la conversin
hacia la exigencia de la fe, es decir, en una asuncin de la teologa de la
conversin por parte de la teologa de la fe"'.
Para san Pablo, la nueva situacin entre Dios y la humanidad al llegar la plenitud de los tiempos determina una idea de conversin que tie48. Cfr. M.-E., BoiSMARD, Conversion et vie nouvelle dans Saint Paul, a.c, 74-75.
49. La conversin se comprende ms profundamente como transformacin de la
existencia llevada hasta entonces y como aparicin de una nueva vida de santidad y de
amor. Pero sus fuerzas ms profundas las recibe del Espritu de Dios, que les es otorgado gratuitamente a los que se convierten con fe. R. SCHNACKENBURG, Existencia cristiana segn el Nuevo Testamento, o.e., 55.
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50. Refirindose al hecho de que san Pablo emplea pocas veces el trmino epistrephein-epistrepho para designar la conversin a Dios prefiriendo un planteamiento que
acenta la fe, Dunn seala: Paolo non pone l'accento tanto sul "lasciare, abbandonare, volgere la spalle" quanto suir"impegno", sulla "dedizione totale". J.D.G. DuNN, La
teologa dell'apostolo Paolo, o.e., 332.
51. Cfr. Y.M.J. CONGAR, La conversin, estudio teolgico y psicolgico, en A. LlG ET AL., Evangelizaein y Gatequesis, Celam-Marova, Madrid U971, 71. Aunque se
trate de una fuente secundaria respecto a nuestro tema, vale la pena mencionar el texto
lucano que recoge el emocionado discurso de despedida del Apstol en Mileto, donde
recuerda a los presentes cmo desde el primer da de su entrada en Asia no hizo sino
predicar y ensear en pblico y en las casas, dando testimonio tanto a judos como a
griegos para que se convirtieran a Dios y creyeran en el Seor Jess (Hch 20,17-21).
Tambin en su discurso ante el rey Agripa recuerda su misin de predicar la conversin
y la fe en Jess recibida tras su experiencia en el camino de Damasco (Hch 26,18.20).
52. R. SGHULTE, La conversin (Metnoia), inicio y forma de la vida cristiana, o.e.,
124.
53. Posiblemente por influjo de su polmica con los judaizantes, san Pablo tiende a
subrayar el carcter gratuito de la fe y de la justificacin. Cfr. ibid., 124.
54. Algunas frmulas paulinas subrayan este hecho: tTaTLS' I Tiaoi XpLQTO, v
XpiaTco \r\aov, v TI Kupco Ir|CTO v XpiaTo (Rm 3,22; Ca 3,26; Col 2,5; Ef
1,15; Col 1,4;...).
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58. Cfr. J.A. EiTZMYER, Teologa paulina, o.e., 1204. El mismo autor relaciona el texto de 2 Co 3,18 con 2 Co 4,6, en su opinin una de las ms sublimes descripciones
paulinas del acontecimiento de Cristo, donde el Apstol seala que el rostro del Cristo
resucitado refleja la gloria que viene del Dios creador: el mismo Dios que dijo: "del seno de las tinieblas brille la luz", ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que est en la faz de Cristo. Cfr. IDEM, Clory
reflected on the Face of Christ (2 Co 3,7-4,6) and a Palestinian Jewish Motif, en Theologieal Studies 42 (1981) 630-644.
59. El que est en Cristo es una nueva creacin; pas lo viejo, todo es nuevo (2 Co
5,17). El uso ms frecuente de la frmula "en Christo"expresa la estrecha unin entre
Cristo y el cristiano, una inclusin o incorporacin que lleva consigo una simbiosis de
los dos. J.A. FiTZMYER, Teologa paulina, o.e., 1216.
60. Yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios; con Cristo estoy crucificado y, vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en m; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me am y se entreg a s mismo
por m (Ca 2,19-20). Otras referencias: 2 Co 5,15; Flp 1,21.
61. Cfr. J.A. FiTZMYER, Teologa de San Pablo, o.e., 172-179.
62. Cfr. J.L. LoRDA, Antropologa bblica. De Adn a Cristo, o.e., 250-254; S. OTTO,
Imagen, en H. FRIES (dir.). Conceptos fundamentales de la teologa, II, Cristiandad,
Madrid 1966, 346-356.
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San Pablo desarrolla la idea de conversin presente en la predicacin apostlica gracias al tema de la nueva criatura, proveniente de la
tradicin juda y ligado al bautismo de los proslitos'^^ Este bautismo,
recibido por paganos deseosos de adherirse al judaismo, significaba una
ruptura completa con su vida anterior, ms todava en el sentido jurdico que moral. Se afirmaba entonces que el convertido era como un recin nacido, o que se haba convertido en una criatura nueva. El Apstol echa mano de esta idea rabnica para intentar atajar el discurso de los
judaizantes que queran imponer la circuncisin a los paganos convertidos al cristianismo. Su argumentacin insiste en que el bautismo hace al
cristiano una nueva criatura, de manera que toda distincin anterior
queda abolida: Porque nada cuenta ni la circuncisin, ni la incircuncisin, sino la creacin nueva {Ga 6,15-16; cfr. Ga 5,6; 2 Co 5,17). Por
el bautismo el cristiano se ha revestido de Gristo desapareciendo as toda distincin entre los hijos de Dios: ya no hay judo ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en
Gristo Jess {Ga 3,28).
El bautismo supone en la vida del cristiano una ruptura respecto a
su vida precedente. Esta ruptura no se sita ahora en el plano jurdico
sino en el metafsico y en el moral: en el terreno del ser, por lo que se refiere al nacimiento de una criatura nueva; en el campo del obrar, por la
exigencia de una vida nueva con Gristo, una vida de santidad:
Porque si nos hemos hecho una misma cosa con l por una muerte semejante a la suya, tambin lo seremos por una resurreccin semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con l, a fin de que
Riera destruido este cuerpo de pecado. Pues el que est muerto queda
exento de pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que tambin
viviremos con l, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los
muertos, ya no muere ms, y que la muerte no tiene ya seoro sobre l.
Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida,
es un vivir para Dios. As tambin vosotros, consideraos como muertos al
pecado y vivos para Dios en Cristo Jess (Rm 6,5-11; cfr. Col 2,11-13).
de lo que se ha llamado frecuentemente redencin objetiva obrada por Cristo: justificacin, salvacin, reconciliacin, expiacin, redencin, libertad, santificacin, transformacin, nueva creacin, glorificacin. IDEM, Teloga paulina, o.e., 1198-1204.
65. Cfr. M.-E. BoiSMARD, Conversion et vie nouvelle dans Saint Paul, o.e., 71-94,
donde el autor presenta las lneas generales de la teologa paulina de la conversin y trata de mostrar la evolucin del tema nueva criatura en las cartas del Apstol.
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Como puede verse, las enseanzas de san Pablo muestran -en sintona con otros textos neotestamentarios- cmo con el bautismo se realiza la metnoia cristiana fundamental'^'^.
La imagen de Dios va penetrando cada vez ms en el cristiano conforme a la accin de Dios (2 Co 3,18), hasta que Cristo vuelva glorioso
a juzgar a vivos y muertos: entonces, los justos resucitarn como l, culminando as el proceso de identificacin con Cristo (cfr. Col 3,3-4;
10-11; 1 Co 15,49; Flp 3,21).
Cabe sealar, finalmente, una idea muy sugestiva que san Pablo
maneja comparando la conversin cristiana con la conversin de Siervo
en Seor que se produce en Jesucristo por el Misterio pascual: manifestado en la carne, fue justificado en el Espritu (1 Tm 3,16; Rm 1,3-4).
As como encontramos dos periodos opuestos en la vida de Jess, el de
Cristo-Servidor, en el que se hace pecado por nosotros (2 Co 5,21; Rm
8,3-4), y el de Cristo-Seor, que puede comunicar el Espritu (Flp 2,710), as tambin los hombres han de dejar de caminar segn la carne, para caminar segn el Espritu (Rm 8,4; cfr. Ga 4,3-6). El Espritu es el
principio de la vida cristiana y el motor de la conversin'^^
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segn la imagen de Cristo. La doctrina paulina permite atribuir al Espritu la transformacin radical de nuestra humanidad: l es en el hombre
presencia, don y principio constructivo^^.
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La exhortacin a la conversin en la teologa paulina puede interpretarse como la invitacin a transformar este don objetivo [la filiacin
divina] en una realidad subjetiva, decisiva para nuestro pensar, para
nuestro actuar, para nuestro ser ^^ Dicho sintticamente, la conversin
es un quehacer permanente y vital del bautizado, que constituye la estructura bsica de la existencia cristiana personal. Vemoslo ms detenidamente, fijndonos en algunas de las dimensiones esenciales de la conversin presentes en la teologa paulina.
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to? (1 Co 10,16)^''. En el sacramento de la eucarista. Cristo nos entrega su Cuerpo y nos convierte en su Cuerpo. De ah la severa exhortacin
del Apstol para examinarse antes de recibir la eucarista, asegurndose
de hacerlo dignamente (1 Co 11,27-29). La participacin en la mesa del
Seor y la comunin no slo expresa la unin del pueblo de Dios con
Cristo y entre s, sino tambin la proclamacin del acontecimiento de
Cristo hasta que vuelva (1 Co 11,26; 1 Co 16,22: maranathal). Todo
ello indica una estrecha relacin entre eucarista y conversin'''.
El contexto del pasaje de 1 Co 11,17-34 parece apuntar a la voluntad de san Pablo de referirse a la muerte salvadora de Jess en un sentido anlogo al del bautismo cristiano: lo que nosotros comemos y bebemos no es ya un alimento material; nos hallamos enfrentados con el
cuerpo y la sangre del Seor, puestos cara a su muerte real, ante la cual
hemos de tomar posicin. Si creemos y manifestamos con todo nuestro
comportamiento que ella prepara la gloria y la venida del Seor, tenemos ya parte en la gloria; si voluntariamente ignoramos la realidad de la
fe, si comemos "materialmente", el contacto con la muerte del Seor
produce el efecto opuesto: comemos y bebemos nuestra propia condenacin para el ltimo juicio'''^. En la eucarista, el cristiano participa en
la muerte y en la vida de Cristo resucitado.
4.3. Dimensin eclesial
En los misterios del bautismo y de la eucarista se refleja la estructura trinitaria de la conversin cristiana, por la ntima conexin que estos sacramentos tienen con el Misterio pascual de Cristo, principio y
motor de una nueva vida para el hombre. Pero, adems, ambos sacramentos manifiestan la dimensin eclesial de la conversin cristiana.
74. En el contexto de sus exhortaciones morales, san Pablo ofrece otra comparacin:
O no sabis que quien se une a la meretriz se hace un solo cuerpo con ella? Pues est
dicho: los dos se harn una sola carne. Mas el que se une al Seor, se hace un solo espritu con l (1 Co 6,16-17).
75. La Eucarista y la Penitencia son dos sacramentos estrechamente vinculados entre s. La Eucarista, al hacer presente el Sacrificio redentor de la Cruz, perpetundolo
sacramentalmente, significa que de ella se deriva una exigencia continua de conversin,
de respuesta personal a la exhortacin que san Pablo diriga a los cristianos de Corinto:
"En nombre de Cristo os suplicamos: reconciliaos con Dios!" (2 Co 5,20). JUAN PABLO II, Encl. Ecclesia de Eucharistia, 37.
76. L. CERFAUX, El cristiano en San Pablo, o.e., 280.
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La metnoia primera del cristiano en el bautismo ha de seguir realizndose en la historia en cada individuo. La misin esencial de la Iglesia
consiste en llevar a plenitud esta accin salvadora de Dios a travs de la palabra y de los sacramentos. Es la Iglesia quien celebra y actualiza en el hoy
de la historia el Misterio pascual de Cristo. Pero, adems. Ella misma es una
comunidad de conversin, la reunin de los hombres y mujeres en quienes
se ha producido la conversin radical a Dios por el bautismo. Cada vez que
acontece un bautismo no slo tiene lugar la transformacin del creyente y
su incorporacin a la Iglesia, sino que acontece la misma Iglesia, que realiza su propia esencia. En este sentido, la Iglesia de Cristo comienza a existir a partir del acontecimiento fundamental de la conversin''. Esta comunidad forma una unidad, un solo cuerpo y un solo Espritu, al tener un
solo Seor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre, que est
sobre todos, acta por todos y est en todos (Ef 4,4-6).
La conversin cristiana es eclesial en su preparacin por su relacin
con la fe en Cristo, la cual depende de la escucha de la palabra suscitada por la proclamacin del evangelio por parte de la Iglesia: Pero cmo invocarn a aquel en quien no han credo? Cmo creern en aquel
a quien no han odo? Cmo oirn sin que se les predique? Y cmo predicarn si no son enviados? Como dice la Escritura: Cuan hermosos los
pies de los que anuncian el bien! Pero no todos obedecieron a la Buena
Nueva. Porque Isaas dice: Seor!, quin ha credo a nuestra predicacin? Por tanto, la fe viene de la predicacin, y la predicacin, por la Palabra de Cristo (Rm 10,14-17). De ah la urgencia de la misin universal de predicar el evangelio que ha recibido la Iglesia.
Pero la conversin es eclesial tambin por su fmalidad, que es la edificacin de la Iglesia, Cuerpo de Cristo (Ef 1,22; 4,12; 5,23.30; 1 Co
12,27; Col 1,18.24). En efecto, la recepcin del bautismo lleva consigo en
el cristiano un compromiso de colaboracin en la tarea de edificacin del
templo de la Iglesia: Que este templo se alce a las alturas, hacia Dios, que
el cuerpo de Cristo se desarrolle hasta alcanzar la edad adulta, el desarrollo
que corresponde a la plenitud de Cristo (cfr. Ef 2,19-22; 4,1-16), todo eso
depende de la disposicin y capacidad de los cristianos, de su correspondencia a la gracia bautismal y a los dones y carismas que de ella derivan.
77. Cfr. R. SCHULTE, La conversin (metnoia), inicio y forma de la vida cristiana,
o.e., 163.
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mantener la esperanza de victoria que todo lo supera, confiando totalmente en el amor de Dios: Quin nos separar del amor de Cristo? La
tribulacin?, la angustia?, la persecucin?, el hambre?, la desnudez?,
los peligros?, la espada?, como dice la Escritura: Por su causa somos
muertos todo el da; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en
todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos am (Rm 8,3139). La esperanza cristiana, basada en la seguridad de participacin en el
plan divino de salvacin, pone al creyente por encima de limitaciones y
peligros mediante una confianza exclusiva en Dios. La enseanza de san
Pablo est reforzada por su experiencia personal (2 Co 11,24-27).
El quehacer cristiano de conversin exige participar de los padecimientos y de la muerte de Cristo en favor de la edificacin de la Iglesia
(Col 1,24), como prolongacin de la participacin en su muerte por el
bautismo; en este contexto debe entenderse el sentido de la mortificacin cristiana (Col 3,5). Por eso tambin, el martirio es la expresin perfecta de conversin, la forma suprema de la existencia cristiana, al representar y completar lo que el bautismo inicia en el creyente.
La conversin supone que el hombre cambia su servicio a los dolos por el servicio a Dios (cfr. 1 Ts 1,10; Ca 4,8). En la Carta a los Romanos, el Apstol especifica ms la naturaleza de ese servicio y remarca
su dimensin cultual: la vida cristiana entendida como un culto ofrecido a Dios, un sacrificio espiritual que desplaza los sacrificios cruentos de
la Antigua Alianza".
Junto a la dimensin asctica, la existencia cristiana reclama una
componente mstica en el sentido general de una personal experiencia
de unin espiritual con Jesucristo, experiencia que es al mismo tiempo
empeo consciente y don divino. Se trata de un proceso de identificacin con Cristo para que ste se convierta de alguna manera en el sujeto de la propia existencia personal: Vivo, pero no yo, sino que Cristo
vive en m (Ca 2,20) ". San Pablo emplea con frecuencia la expresin
82. Como en otros lugares del Nuevo Testamento (Flp 3,3; 1 P 2,5; St 1,26-27; Ap
5,10), esta idea tiene origen probablemente en alguna fuente litrgica primitiva. Cfr.
M.-E. BoiSMARD, Conversion et vie nouvelle dans Saint Paul, o.e., 84.
83. Aparece aqu la clsica cuestin sobre la mstica paulina que ha sido tema debatido desde la aparicin, a nales del siglo XIX, del trabajo de Adolf Deissmann sobre la
frmula in Christo {Die neutestamentliche Formel in Ghristo Iesu, N.G. Elwert, Marburg 1892). Ms recientemente, E. P. Sanders, tras mostrar cmo las categoras jurdi82
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Congar ha sintetizado en tres aspectos esta teologa paulina de la conversin: la fe, principio fundamental de la conversin; el bautismo, nacimiento a una vida nueva por la participacin en el Misterio pascual de
Cristo; y la existencia cristiana, cuya forma se modela segn la dinmica de la conversin. Nada ms teologal, sacramental y tico a la vez que
la conversin en san Pablo; nada ms acto de Dios comprometiendo al
hombre a un continuado esfuerzo; nada como la conversin que se realiza una vez y, sin embargo, tiene que realizarse sin cesar...*''.
La vida de los santos -la de san Pablo es un buen ejemplo- muestra
de una manera luminosa que la conversin cristiana como transformacin
en Cristo es don y tarea; ante todo don, llamada de Dios Uno y Trino, pero don que ha de crecer en el terreno de una fe viva y concreta.
Juan ALONSO
Facultad de Teologa
Universidad de Navarra
PAMPLONA
cleares son la justicia por la fe, la redencin obrada por Cristo y la mstica compenetracin de la vida de Pablo con la vida de Cristo (J. BoVER, Teologa de San Pablo, o.e., 60).
Algunos autores encuentran ese centro en la persona de Jesucristo (J.G. GlBBS, Creation
and Redemption, Brill, Leiden 1971; J.D.G. DUNN, Unity and Diversity of the New Testament, Westminster Press, Philadelphia 1977, 369-372); Lucien Cerfaux lo ha concretado en la categora cristolgica de Hijo de Dios (Jesucristo en San Pablo, Descle de
Brouwer, Bilbao ^1960, 12); Josehp A. Firzmyer, lo ha identificado en la soteriologa cristocntrica (Pauline Theology: A Brief Sketch, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, NJ, 1967;
tambin. Teologa paulina, o.e., 1184-1204). En posicin critica respecto a la tesis clsica luterana que pone como ncleo del pensamiento paulino la justificacin por la fe -en
sentido predominantemente jurdico e individual-, autores como E.P. Sanders consideran que ese ncleo estara ms bien en la participacin mstica en la muerte y en la vida
de Cristo (Paul and Palestinian Judaism: a comparison of patterns of religion, SCM Press,
London, 1977). Ms recientemente, J.D.G. Dunn ha reformulado su posicin refirindose a Jesucristo como punto de apoyo o centro de la teologa del Apstol, pero centro
vivo, no simplemente conceptual, que otorga coherencia a toda la obra de san Pablo, como telogo, misionero y pastor (La teologia dell'apostolo Paolo, o.e., 693-704). Por su parte, Ralph P. Martin ha propuesto el tema de la reconciliacin como el ms adecuado para aglutinar los aspectos esenciales de la teologa paulina (Reconciliation: A Study ofPaul's
Theology, Zondervan, Grand Rapids 1990), aunque para Joachim Gnilka, siendo importante, no puede situarse en el centro de la teologa paulina debido a su uso relativamente escaso: J. GNILKA, Teologa del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 1998, 94.
87. Y.M.J. CONGAR, La conversin, estudio teolgico y psicolgico, en A. LlG
ET AL., Evangelizacin y Catequesis, o.e., 72.
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