Estudios Visuales e Historia Del Arte 2
Estudios Visuales e Historia Del Arte 2
Estudios Visuales e Historia Del Arte 2
Pierre Chateau*
RESUMEN
En el presente artículo los Estudios Visuales son analizados como surgidos a partir de un
ejercicio de autocrítica desde el interior de la disciplina de la Historia del Arte y como su
propia puesta en evidencia en torno a sus categorías conceptuales y epistemológicas usuales.
El observador, la inclusión de imágenes no artísticas, la visualidad y los propios conceptos
centrales de la Estética y la Historia del Arte han sido puestos a prueba en la medida en que
se ha vuelto sobre sus propios orígenes. El propósito es doble: comprenderlos y analizarlos
en su real significado ateniéndose a su particularidad histórica del momento de creación
y, junto a ello, la posibilidad de entender las imágenes como actos de pensamiento que
cuestionan estas nociones conceptuales universales más allá de su especificidad espacial y
temporal.
Palabras clave: Estudios visuales, Historia del Arte, cultura visual, imagen, autocrítica.
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ABSTRACT
In this investigation the Visual Studies are examined as arising from a self-criticism practice
from within Art History discipline and also its own highlight about its conceptual and
epistemological categories. The observer, the inclusion of non-artistic images, the visuality,
and the central concepts of the Aesthetic and Art History have been put to the test, to the
extent that it has been turn over to their own origins, with the aim of understanding them
and analyzing them in their real meaning, according to their historical particularity, and,
at the same time, the possibility that images can be conceived as thinking acts questioning
these conceptual notions beyond their spatial and temporal specificity.
ORÍGENES OLVIDADOS
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de una preocupación mayor: la inquietud cada vez más grande por el papel de las
imágenes, museos y exposiciones en la reconstrucción de sentido en torno a las
sociedades pasadas ejemplificadas en el «giro visual» o pictorical turn tomando la
nomenclatura de Moxey (Palós, 2000). Sin embargo, también es patente la poca
preparación metodológica y teórica de los historiadores a la hora de trabajar con
imágenes como documentos históricos, la misma crítica que hiciese el historiador
británico Peter Burke años antes (Burke, 2005).
Y llegado a este punto, parece que la crítica de los Estudios Visuales a la
Historia y a la Historia del Arte tendría asidero, pues gran parte de los historiadores
del arte como Arnold Hauser, que consideraron las imágenes como el reflejo de la
estructura económica, política y social (Hauser, 2009), tomaron la imagen como
ejemplo, como receptora de procesos mayores de carácter extra-artísticos: la imagen
como mera ilustración de aquellas ideas que fueron planteadas sin necesidad,
paradójicamente, de analizar la imagen. Una vez más, la imagen supeditada a la
palabra. No obstante, la articulación de sentido en torno a la vida de las sociedades
pasadas, la recreación de contextos culturales y sociales, no puede llevarse a cabo
solo considerando las imágenes como reflejo de algo, sino que debe complementarse
con lo que los sujetos hacen y construyen con esas imágenes.
De productores a consumidores, del autor al observador, es el giro más
considerable que han puesto en el tapete los Estudios de la Cultura Visual, también
sobre la base que no solamente son los sujetos (históricos) los que crean objetos,
sino que son estos últimos los que producen sujetos. No existe el usuario antes
del utensilio, y no olvidemos que las imágenes producidas hasta principios del
siglo XIX no estaban hechas para el juicio estético desinteresado que propusiese
Kant, sino que tenían un objetivo preciso; un espacio determinado (la iglesia o el
palacio, no el museo ni el salón); y un público conocido (un círculo cerrado y no
el observador desconocido y anónimo de la modernidad).
“Los aparatos modernos configuraron la sensibilidad común. En ese
sentido, solo si seguimos esa aproximación podremos descubrir un hacer-mundo
y un hacer-época” escribió Jean-Louis Déotte (Déotte, 2012, p. 12). El aparato
es primero y luego viene la época, la Historia (entendida como elaboración
posterior en constante construcción), puesta en escena por él. Solo así es posible,
por ejemplo, la historia de la pintura renacentista: cuando el aparato perspectivo
de Brunelleschi y Alberti entra en escena y configura una manera de ver, pintar,
dibujar, discutir y escribir sobre pintura y arquitectura De ahí que no debamos
establecer un conocimiento solo basado en la imagen como si esta fuera autónoma,
independiente y a-histórica, sino que debe incluirse el aparato que la hizo posible,
la superficie que la hace visible y el observador que le otorga sentido, tal como
hiciese Jonathan Crary en su estudio sobre las técnicas del observador del siglo
XIX (Crary, 2008). De este modo, la Cultura Visual como objeto de investigación
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de los Estudios Visuales se configura sobre el principio según el cual la visión y los
objetos visuales son un medio a través del cual se transportan conceptos, ideas y
nociones. En otras palabras, se pone en entredicho la categoría moderna de arte en
tanto ha sido la única que merece ser objeto de estudio de una disciplina arraigada
en el ámbito académico institucional y la imagen, en su más amplio sentido de la
palabra, artística o no, se constituiría como su reemplazante objetual.
¿Debe entenderse entonces la Cultura Visual como la afirmación de la
autonomía de lo visual respecto a su propio campo de estudio? Podemos afirmar
que dentro determinadas sociedades avanzadas, en la óptica se produjo una
primacía real de la imagen que logró sobreimponerse al texto escrito y constituirse
en el elemento central de todas las praxis de la representación (De la Flor, 2007).
Si extendemos este planteamiento, los Estudios de la Cultura Visual, alejándose de
las metodologías que (im)ponían su acento en la literatura y el lenguaje, colocaron
de manifiesto que aquellas imágenes que se correspondían con una estructura de
significados y significantes, de signos y símbolos lingüísticos, fuesen consideradas
las obras de arte dignas de análisis por parte de la Historia del Arte por sobre otros
objetos visuales, algo que los Estudios de la Cultura Visual procurarían no realizar
en su pretensión de incluir todo el espectro de imágenes como objeto de estudio.
Así, puede que, por un lado, ataque la autonomía (entendida como hegemonía)
del arte pero, por otro lado, y lo que debiese ser comprendido como su verdadero
propósito disciplinar, provoca una autonomización de lo visual en su sentido
más amplio, de objetos, prácticas y discursos, al liberarlo de la dependencia de la
escritura como legitimadora de la imagen. Aquí se entiende la pertenencia, para
la real comprensión del término de Cultura Visual y del propósito de los Estudios
Visuales, del estudio de Alpers sobre el arte holandés del siglo XVII.
Si es problemático que esta autonomización de lo visual sea entendida por
los críticos de los Estudios Visuales como una indefinición de lo que hasta ese
momento se denominó como arte, su sentido como una ampliación es indiscutible.
¿Cómo no ampliar el método cuando se amplió el objeto que estudia? Una apertura
del campo de las eventuales ciencias del arte viene exigida, en primer lugar, por la
propia extensión de la forma de hacer del trabajo artístico y su desbordamiento de
cualquier horizonte formal o material (Brea, 2006). El arte constituye solo “una
parte del mar, pequeña por lo demás, dentro del imaginario colectivo donde se
mueven las sociedades pasadas y presentes. Por esta misma razón, no hay motivos
para seguir dedicando la atención hacia esa pequeña isla cuando está rodeada por
un vasto océano visual” (Elkins, 1999, pp. 8-25). En este sentido, los Estudios
Visuales no se proponen justamente diferenciar o separar al arte de las “meras”
imágenes solo como una pataleta institucional en pos de autonomía disciplinar
(incluso si esto último fuese cierto en un futuro próximo) frente a la Historia del
Arte, sino que tratar el arte como fue pensado originalmente (en contextos pre-
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CONCLUSIONES
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REFERENCIAS
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Crítica, 2005.
Crary, Jonathan. Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX.
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Moxey, Keith. “Los Estudios Visuales y el giro icónico”, Estudios Visuales, 6 (2009):
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Palos, Joan Lluís. “El testimonio de las imágenes”, Revista Pedralbes, 20 (2000):127-
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Van Alpen, Ernst. “¿Qué Historia, ¿la Historia de quién, Historia con qué
propósito?: Nociones de Historia en Historia del Arte y Estudios de Cultura
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