Monografia Final Etica de Marcel
Monografia Final Etica de Marcel
Monografia Final Etica de Marcel
AUTOR(ES):
Marcel estudió filosofía en la Sorbona por cuatro años. Al término de su carrera, ejerció
como profesor en diversos liceos y al mismo tiempo se dedicó a la crítica literaria,
principalmente de las obras de teatro. Sus trabajos tuvieron que ser interrumpidos debido
a que se produce la primera guerra mundial, donde a causa de su falta de capacidad en
actividades militares tuvo que apoyar a la Cruz Roja en la misión de encontrar militares
que se encontraban desaparecidos.
Marcel definió y aclaró que su filosofía era neo-socrática, expresión que utilizó en las
diversas conferencias que realizó por Europa (1949-1951).
Gabriel Marcel sostenía que los individuos tan sólo pueden ser comprendidos en las
situaciones específicas en que se ven implicados y comprometidos. Esta afirmación
constituye el eje de su pensamiento, calificado como existencialismo cristiano o
personalismo.
A pesar de que Jean Paul Sartre publicó una obra denominada “El existencialismo es
humanismo” donde afirmaba que Marcel era un existencialista cristiano, sin embargo
Marcel negó esta afirmación diciendo que era Neo-socrático.
Marcel abogaba por una filosofía de lo concreto que reconociera que la encarnación del
sujeto en un cuerpo y que el contexto histórico del hombre condiciona en esencia lo que
él es en realidad, también lleva a descubrir que solo el ejercicio el pensamiento es lo único
que puede llevar al ser humano a una claridad respecto de sí mismo y del mundo, para
Marcel el filósofo es un vigía de lo humano, también denominó al filosofó “hombre de
pensamiento” y no pensador, y la única arma con la que cuenta es la reflexión y que la
filosofía comienza con la experiencia concreta en vez de abstracciones.
2.1 REFLEXIÓN
La reflexión primera se refiere a los objetos y las abstracciones. Esta reflexión alcanza su
forma más elevada en la ciencia y la tecnología, cuando el hombre realiza la reflexión
primaria para conocer su realidad, se mantiene como un espectador de sí mismo, solo
trata de explicarse y de describir su vida siendo un observador y no un actor de su vida
misma.
La reflexión segunda, es usada por Marcel como método, se ocupa de aquellos aspectos
de la existencia humana, como el cuerpo y la situación de cada persona, en lo que participa
de forma completa, es decir deja de ser un espectador de su vida para convertirse en un
actor de su vida misma. Esta reflexión contempla los misterios de la vida y proporciona
al mismo tiempo una especie de verdad filosófica, moral y religiosa que no puede ser
verificada mediantes procedimientos científicos, pero que es confirmada mientras es
aplicada a la vida de cada uno. La vida, para Marcel, es participación de uno mismo, con
lo demás y con Dios.
Según la metafísica del tener se vale por aquello que se tiene y no por aquello que se es,
y el mundo y los demás son exclusivamente objetos de una posesión.
Para Marcel, el origen y desarrollo de esta actitud tiene que ver con la mentalidad
objetivamente del racionalismo científico y técnico, para la cual el mundo aparece
simplemente como un taller de trabajo y a veces como un esclavo adormilado. Aquel que
posee intenta por todos los medios de mantener, conservar y aumentar lo poseído, pero al
someterse ésta al desgaste y a las vicisitudes temporales, puede escapar, con lo que se
convierte en el centro de los temores y de las ansiedades de aquel que aspira poseerla. Lo
más paradójico de esta situación, según Marcel en su obra “Ser y Tener”, “es que en
último término parece que yo mismo me aniquilé en este apego y que llegué a verme
absorbido por este cuerpo al que me adhiero”.
Así, bajo el signo del tener la realidad deja de ser vida, misterio y alegría creadora, y se
transforma en una vorágine de objetos que absorbe inexorablemente a quien los quiere
poseer. El mundo de la categoría del tener es el mundo de la alienación y de la
preocupación, sin embargo, precisamente ante esta tragedia del tener, y la abstención de
la necesidad de poseer las cosas, se puede convertir en un individuo disponible para el
ser, haciéndose a un lado la desesperación de no ser.
2.4 CRISTIANISMO
Marcel decía: “Ya no dudo más. Milagrosa felicidad, esta mañana. Por vez primera he
sentido claramente la experiencia de la gracia. Estas palabras son terribles, pero así es.
Al fin, he sido sitiado por el cristianismo; y quedé sumergido. ¡Fausta sumersión! Sin
embargo, no deseo escribir más. Empero, siento la necesidad de hacerlo. Sensación de
balbuceo… es más bien un nacimiento. Todo es de otra manera. Ahora veo claro, en mis
improvisaciones. Una me libra inversa a la anterior, la de un mundo que estaba ahí,
realmente presente y que por fin aflora”.
Cuando hablamos de Dios, dice Marcel, no es de Dios de quien hablamos, puesto que el
pensamiento piensa al ser, mientras que el poeta expresa el Ser; Dios es el Tú Absoluto,
de manera que la vida espiritual es esencialmente diálogo. “El ser humano es un ser
operante y creador abierto a la auténtica trascendencia, más aún, es un ser que se nos
da no frente a otros, como objetos, sino en comunión con otros, y sobre todo con el Ser
Divino. Yo no soy nunca para mí, el otro y yo dejamos de ser indiferentes para
convertirnos en un nosotros mediante el amor”.
A lo largo del contenido de esta monografía se habla, aunque de manera resumida, sobre
el pensamiento filosófico de Gabriel Marcel y las diversas posturas que tenía frente a un
tema en sí, en este capítulo tratará sobre un aspecto muy importante para las personas, la
ética. Poco a poco de dará a entender sobre lo que Marcel pensaba.
En primer lugar Marcel nos habla del ser, el cual debe de estar disponible a otro ser de
manera receptiva, es decir, que las personas debemos estar disponibles para escuchar y
entender a las demás personas, además él pensaba que el uso de técnicas es un peligro
porque nos despersonaliza, nos alejan del ser, es decir, nuestra relación con las demás
personas debe ser natural, ser nosotros mismos.
Líneas arriba se explicaba sobre la reflexión primaria y secundaria, que tiene que ver con
lo que Marcel decía: que la existencia plena del ser humano se da cuando uno es
participante y no es espectador de la realidad, es decir cuando somos actores de nuestra
propia vida y no solo un observador, también nos dice que así como debemos ser actores
de nuestra propia vida, también debemos ayudar a otros a hacer lo mismo.
Marcel también nos habla del diálogo existencial, que en resumidas cuentas, quiere decir
que para reconocer nuestra existencia debemos estar abierto hacia otra persona
reconociendo su misterio, ya que el ser humano es un misterio, según Marcel.
Para Marcel, el dialogo existencial es más que un intercambio de verdades, una
comunicación en el amor que dice “yo soy porque tú eres”, es una comunicación que
requiere estar abierto al otro y a su misterio para reconocer nuestro coexistir. Para lograr
dicha comunicación se requiere de presencia, una cierta disponibilidad al otro y una forma
de estar que reconoce nuestro estar juntos ante el misterio. Esta disponibilidad se
caracteriza por poder reconocer al otro como alguien tan misterioso como uno mismo,
como alguien que ha vivido experiencias similares a las nuestras. Estar disponible para el
“tú” de forma amorosa. En definitiva afirma Marcel, que la relación amorosa es un
misterio y que una buena comunicación con otro individuo propicia un mejor
reconocimiento de nuestro propio ser.
Marcel señala que una exploración de los elementos de la realidad no se puede aprehender
mediante el conocimiento objetivo.
Marcel expresa que no somos sólo cuerpos, sino que hay un ser que nos anima, es decir,
que somos seres encarnados. El ser es aquello que completa la necesidad de sentido, de
plenitud, incluso de vida que todos tenemos.
A partir de la noción de encarnación (que nos sitúa en el mundo desde nuestra experiencia
de tener un cuerpo), de participación (que nos sitúa en una realidad que nos trasciende y
en medio del misterio de las relaciones humanas), podemos esbozar una metafísica que
de alguna manera sirva de contrapeso a una sociedad donde el ser humano se reduce a un
mero haz de funciones. Marcel nos muestra que nuestra existencia se encuentra anclada
en algo que la trasciende, que le da sentido y que permite que formemos auténtica
comunidad, lugar concreto donde acontece el misterio.
CAPÍTULO 4: Conclusiones
Para comprender al ser humano hay que verlo como “las situaciones en las que se
encuentra implicado”.
Para conocer al ser del hombre hay que reconocerlo como experiencia concreta,
como un ser participante y no como un ser objetivo como lo estudian las ciencias.
Ser es estar disponible a otro ser de manera receptiva, no ser un rol. La relación
terapéutica implica co-participación, el uso de técnicas es un peligro porque nos
despersonaliza, nos alejan del ser, de su entendimiento.
La existencia plena del ser humano se da cuando uno es participante y no un
espectador de la realidad. En relación con los demás se debe poner atención en
cómo nos narra su vida, ayudarlo a convertirse en actor de su vida.
El hombre cuenta con el ejercicio del pensamiento para conocer con claridad
quien es él y el mundo en el que se halla.
Para Marcel el ser humano es un misterio que sólo se puede comprender desde la
descripción de sus experiencias en la situación determinada en la que se encuentra.
No somos conflicto, somos misterio.
Marcel reitera que la vida es un misterio que se puede vivir con alegría
participando en comunión con otros, con el mundo y con Dios vivo.
La comunicación existencial es una relación amorosa que nos transforma y para
lograrla se requiere de presencia, disponibilidad hacia el otro, sin dejar de vernos
como misterio. La relación terapéutica se acerca mucho a la propuesta de Marcel.
CAPÍTULO 5: Referencias