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Directores de la tesis:
I
I
Dedico esta tesis doctoral: Kay tisis dukturaltan chaninchakuni:
a mi muy querida [sobrina] Sheryl Diana. kaq hillataq sinchi munasqay Sheryl Dianamanwan.
-César Vallejo-
II
Agradecimiento
A mis directores de tesis, Dra. María Paz Battaner Arias y Dr. Julio Calvo Pérez, por
sus valiosas observaciones y acertadas recomendaciones al trabajo de investigación
durante estos largos e incansables años. Ellos, no sólo supieron echarnos frases de
aliento para concluirla, sino que también fueron pacientes y demostraron una gran
generosidad en sus recomendaciones, además nos enseñaron la tenacidad que
requiere la disciplina lingüística y lexicográfica. Sus sabidurías son propias de un
verdadero amawt‟a ‒que a definición de González Holguín (1608) es‒ ‗sabio prudente,
cuerdo‘. Los consejos de estos ‗maestro-filósofos‘ no sólo pintan en colores verbales
las páginas de este trabajo, sino que, de seguro, contribuirán al engrandecimiento de
la lengua. En especial, tributo este trabajo a la lexicógrafa sin par ‒como han
convenido en calificarla DeCesaris y Bernal (2006: 92)‒ y la más influyente en la
lengua hispana, Doña Paz Battaner.
De un modo especial, a mi madre Nelly Luna Elguera y a mi hermana Hilda Jara Luna,
a quienes dedico este modesto trabajo, por su sus ánimos, confianza y respaldo
incondicionales a lo largo de todos estos años de estudios. También a mis hermanas
Rosaura Dámaris y María Jesús Trujillo Luna, y particularmente a mi padre político,
III
Eusebio Trujillo por su apoyo sincero a lo largo de todo este tiempo. De igual manera a
mi sobrina Sheryl Diana Mamani Trujillo, por su ternura y su grata compañía en la
soledad de los centenares de horas que demandó la investigación, así como como a
mis sobrinos Inés y Carlitos Trujillo Ojeda y Kalef Maximiliano Quinto Trujillo. De igual
modo, también agradecer de forma especial a Andris María Mestra Díaz por su
confianza, apoyo y su incomparable paciencia y comprensión en estos últimos meses.
En el IULA doy las gracias de manera especial a la Dra. Mercè Lorente, a la Dra. Janet
DeCesaris, al Dr. Toni Badia, a Vanessa Alonso y a Sylvie Horchart por las facilidades
brindadas a lo largo de los años que nos tomamos en la investigación de tesis, son las
personas que simplificaron nuestras dificultades. A mis docentes del doctorado por
compartirme su sabiduría, entre ellos, a las Dras. Teresa Cabré, Núria Bel y †María
Teresa Turell (1949 - 2013); a Don Teun Van Dijk y Esteve Clua. De igual manera a
Igor Mel‘čuk por habernos transmitido su entusiasmo por la vida y su pasión por la
Lingüística Aplicada.
En la vida siempre hay personas que marcan nuestras vidas, entre ellas debo mi
gratitud a mi mamacha †Paola Zúñiga Aguilar (1914 – 2006), mi anciana abuela, por
sus sabias enseñanzas, a quien debo todo lo que sé del quechua, y sólo su memoria
nos inyectó algo de animó en los momentos de flaqueza. Su monolingüismo y su
analfabetismo nunca constituyeron una barrera para transmitirnos un mundo mágico y
realista que hoy empezamos a describrir y que con su partida en el 2006 perdimos a
una maravillosa y vieja biblioteca, si así cabe calificarla: ―En las culturas míticas, al no
existir escritura, la riqueza no está guardada en la escritura sino en la memoria. Así el
sabio no será el letrado, sino el anciano‖ (Heise, Tubino y Ardito 2000: 30). Y hoy,
cómo me gustaría que estuviera aquí conmigo. También debo mi gratitud a don
†Maximiliano Trujillo Vargas (¿? - 2000), mi abuelo adoptivo, de quien aprendí los
valores sociales. Estas personas nos inculcaron a volcar la vida por algo que valga la
pena vivirla.
IV
En el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), a Carolina Trivelli, Cecilia Israel, Elsa Elías
y Jorge Reyes por haberme facilitado con las gestiones administrativas y académicas
antes, durante y después de la beca IFP. De igual forma, agradecer a Jaumet Bach y
Anita Rojas de la Fundación Equitas por igual labor, así como a Aurora Rubio. Y de
manera especial a Joan Dassin, representante del IFP en New York.
De modo especial a Grimaldo Vargas, Herlis Alexi Ancco, Walter Paz Quispe, Yolanda
Huáñec y Wilbert Zegarra por sus amistades francas a lo largo de todos estos años,
entre copas y sueños, cuando no de frustraciones y esperanzas. También quiero
mencionar a Óscar Chávez, Víctor Laime, Mary Desysi Villar, Ricardo Arone, Bertha
Año, Nereo Hancco, Martín Castillo, Rocío Álvarez y Ciriaco Saldívar. De igual forma a
mis compañeros becarios IFP del 2003 tanto de Perú como de Chile, cuando no a los
otros amigos becarios latinoamericanos IFP de la estancia en Barcelona, por haberme
regalado los momentos gratos cuando más extrañaba la patria querida.
A mis compañeros del doctorado Manuel Souto, Sabela Fernández, Amor Montané,
Natalia Seghezzi, Marcela Rivadeneira, Eufrocina Rojas y Hada Rosabel Salazar, por
tratar, en lo posible, de hacer más llevadera la estancia en la capital catalana durante
los dos años de los cursos docentes del programa de doctorado (Bienio 2004 - 2006),
de los que quedan gratos recuerdos y buenas amistades que, de seguro, perdurarán
en el tiempo.
De igual modo, a David Weber, Carlos Arrizabalaga, Rafael Mercado, Wilfredo Quispe
y Elías Ccollatupa por facilitarme bibliografía e información especializadas. Asimismo,
a Melva Huamán por su diligente trabajo de digitación del corpus léxico procedente de
diccionarios sincrónicos del quechua.
Entre los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle, a Jean Stirniman, Felipe
Ampuero, Efraín Espinoza, Jorge Rivera y Adrián Revilla. Debo también mi tributo a
mis maestros de colegio, por citar algunos: Nicanor Prudencio y †Juan Tamayo (¿?). Y
a mis camaradas de la secundaria: Lucio Chipa, Julio César Flores y Raúl Sota, entre
ellos también a mis amigos clérigos Hugo Huamanñahui y Percy Rojas.
V
Entre las instituciones debo mi gratitud:
VI
Abreviaturas y símbolos
a) Gramaticales
– precede o sigue a un morfema
# indica la frontera morfémica
// fonema
[] adición de signos o textos no presentes en la cita.
―…‖ cita textual
<> variante ortográfica
> da lugar a lo que sigue
no pertenece
pertenece
2. cualquiera de las cifras, enumeran las acepciones de entradas y
subentradas
3ª p. sin. Tercera persona, singular
Adv. adverbio
aum. Aumentativo
B. N. Base nominal
bot. Botánica
C Consonante
conect. conector
despec. despectivo
Dim. Diminutivo
emo. emotivo
VII
exhor. exhortativo
fig. figurativo
fra. Adv. frase adverbial
hist. historia
inf. infinitivo
insul. insulto
INTF interfijo
lit. literal
neolog. Neologismo
n. p. nombre propio
Ø ausencia total de un elemento
O Objeto
part. partícula
pas. perf. pasado perfecto
peyor. peyorativo
POS Posesivo
pragm. pragmática
Pro. Progresivo
pron. dem. pronombre demostrativo
refl. reflexivo
S Sujeto
sic sic erat scriptum ‗así fue escrito‘
Sinón. Sinónimo
suf. sufijo
tr. Verbo transitivo
transf. transformativo
V Vocal
v. verbo
zool. zoología
b) Lexicográficos
/ marca el contraste en antónimos y alternancia en sinónimos o
equivalencias.
[] adición de signos o textos no presentes en la cita.
{} marca la equivalencia castellana del lema o subentrada quechua
|| marca la frontera entre acepciones de entradas y subentradas.
~ reemplaza a una palabra comodín en unidades léxicas combinadas.
VIII
~ reemplaza al lema
‗…‘ equivalencia en español
<> variante ortográfica
→ marca la remisión
║ marca la frontera entre subentradas
¹ cualesquiera de las cifras en voladita, antepuestas al lema marcan la
homonimia y en una frase marcan una subacepción.
DUQUE Diccionario de uso del quechua cusqueño
NN Nueva nomenclatura
c) Diccionarios
DEA (1999) Diccionario del español actual de Seco (1999)
[DANC 2003] Diccionario quechua de ancashino – castellano de Carranza
Romero (2003).
[DACJAC 2003] Diccionario quechua/ De las regiones/ Ayacucho-Cuzco-Junín-
Ancash-Cajamarca de Ladrón de Guevara (1998).
[DAMLQ 1995] Diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quechua (1995).
DEM Diccionario del español de México.
[DiBIPAC 2009] Diccionario Bilingüe Polilectal Aimara-Castellano/ Castellano-
Aimara de Huayhua Pari (2009).
[DiC 1976] Diccionario quechua Cuzco-Collao de Cusihuamán (1976).
[DiCAJ 1976] Diccionario quechua Cajamarca – Cañaris (1976).
[DiQ 1974] Diccionario quechua – castellano/ castellano – quechua de Padres de
Maryknoll (1974).
[DiQH 2001] Diccionario qheshwa – castellano/ castellano – qheshwa de Lara
([1971] 2001)
[DiS 1998] Diccionario Qhichwa simipirwa de Quiroz Villarroel (1998).
[DiSAM 1976] Diccionario quechua San Martín de Park, Weber y Cenepo Sangama
(1976).
[DiSIPI 2005] Diccionario quechua Simi Pirwa de Nereo Hancco (2005).
[DiT 2008] Diccionario trilingüe/ quechua de Cusco / quechua/ inglés/ castellano
de Hornberger y Hughes ([1978] 2008).
DRAE (2001) Diccionario de la Real Academia Española (2001).
DUE (1966) Diccionario de Uso del Español de María Moliner (1966-1967).
[ND 2009] Nuevo Diccionario Español-Quechua/ Quechua-Español de Julio Calvo
(2009).
VPI (1905) Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998)
IX
d) Lexicógrafos clásicos
DGH Diego González Holguín
DST Domingo de Santo Tomás
e) Lenguas y dialectos
Ánc. Áncash
Apu. Apurímac
Aya. Ayacucho
Bol. Bolivia
Caj. Cajamarca
cast. castellano
Cus. Cusco
Huá. Huánuco
Jun. Junín
Pu. Puno
q. quechua
S. M. San Martín
f) Organismos y programas
AMLQ Academia Mayor de la Lengua Quechua
APL Academia Peruana de la Lengua
CADEP Centro Andino de Educación y Promoción ―José María Arguedas‖
CBC Centro ―Bartolomé de Las Casas‖
DCR Diseños Curriculares Regionales
DIGEIBIR Dirección General de Educación Bilingüe Intercultural y Rural
DINEIBIR Dirección Nacional de Educación Intercultural y Rural
DINEIP Dirección Nacional de Educación Inicial y Primaria
DRE Direcciones Regionales de Educación
EIB Educación Intercultural Bilingüe
GR Gobierno Regional
GR Gobiernos Regionales
GTZ Agencia Alemana de Cooperación Técnica
IEC Instituto de Estudios Catalanes
IEP Instituto de Estudios Peruanos
IFEA Instituto Francés de Estudios Andinos
X
IFP Programa Internacional de Becas (por sus siglas en inglés) de la
Fundación Ford
MINEDU Ministerio de Educación
O. F. M. Orden [Franciscana] de Frailes Menores
ONG Organismo No Gubernamental
PEBIACH Proyecto de Educación Bilingüe Intercultural en Andahuaylas y
Chincheros
PER Proyectos Educativos Regionales
PROANDE Centro para la Promoción y Desarrollo Andino
PRONAFCAP Programa Nacional de Formación y Capacitación Docente
PUCP Pontificia Universidad Católica del Perú
RAE Real Academia Española
UGEL Unidad de Gestión Educativa Local
UNEBI Unidad de Educación Bilingüe Intercultural
UNESCO Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y
la Cultura (por sus siglas en inglés)
UNICEF Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (por sus siglas en
inglés)
UNMSM Universidad Nacional Mayor de San Marcos
USMP Universidad San Martín de Porres
XI
Resumen
XII
Abstract
The object of study of this research is to develop the theoretical and methodological
foundations of a morphological system for the establishment of a new nomenclature
(NN) Dictionary of the future use of Cuzco Quechua (DUQUE). The results of the
analysis of the classification of current works show that spell anarchy of language
directly affects the kind of chaotic order of the entries. The determining factors ranging
from historical to personal criteria of them lexicographers. The historical standard
spelling of the sixteenth and seventeenth centuries, and the arbitrariness with which
come lexicographers have been the most influential factors. Are analyzed, at work,
morphemes composing Quechua lexical units as well as the vocabulary of the
language. In the end, a morphological management of the new nomenclature
constituted from morphemes that could form the basis macroentries proposed.
XIII
Prólogo
XIV
como de Calvo (1993); mientras que en tópicos de lexicografía se ha recorrido los
pasos de Calvo (2009), cuando no de González Holguín (1608) o de Bertonio
(1612). En cambio, en el análisis de las obras, pese a que las abreviaturas señalan
la denominación de diccionario, en realidad no alcanzan tal categoría. Sin embargo,
nosotros hemos respetado el título original de la obra lexicográfica para crear el
acrónimo, razón por la cual se les menciona como diccionarios, aunque en realidad
sean apenas vocabularios. Mientras que desde el tercer campo, se evidencia la
influencia en sus alumbramientos que ejerce la política sobre las obras
lexicográficas como herramienta para el logro de los objetivos de las políticas
lingüísticas. En tal perspectiva, nuestro discurso no sólo es académico o teórico,
sino que también tiene una connotación política implícita. Asumimos la posición de
Van Dijk (1999: 24)1, quien apunta que ―toda investigación es ―política‖ en sentido
lato, incluso si no toma partido en asuntos y problemas sociales‖. En este sentido,
no sólo analizaremos las causas estructurales de la lengua quechua y de los
materiales lexicográficos de ésta, sino que también se explicitan las injusticias
sociales que históricamente han sufrido sus hablantes. En tal posición, nos
oponemos el calificativo ―indio‖ que emplean a menudo los intelectuales
eurocentristas cuando se refieren al indígena americano, por lo que en esta tesis
usamos términos como: nativo, aborigen, originario, indígena.
C. La tesis, antes de ser un trabajo súper especializado, es más bien un análisis laxo
del objeto lexicográfico en esta lengua andina. En tal sentido, la redacción final casi
resulta ser una crónica colonial que da cuenta de la historia lexicográfica como la
historia de la salvación de la humanidad ocurrida en los Andes a lo largo de más de
cuatro siglos. De tal suerte que evidenciamos que la obra lexicográfica constituyó la
espada de fuego empuñada por los frailes lexicógrafos para avasallar a los
indígenas ―paganos‖ en la gesta de la evangelización emprendida por la iglesia. Por
lo que nuestro discurso no es anticlericalista o antihispanista, más bien nuestra
intención es la de explicitar los problemas estructurales de la administración
colonial, en su momento, y republicano, en los tiempos actuales. De tal suerte que
nuestra única intención es la de observar los defectos lexicográficos que nos
ayuden a establecer parámetros coherentes para componer, a futuro, el Diccionario
de uso del quechua cusqueño (DUQUE). Hemos emprendido el estudio
lexicográfico de una lengua minorizada y con bajo prestigio social con la intención
de contribuir a escalar un sitio mejor posicionado en la jerarquía de lenguas
existente en el país. No cabe duda que en épocas pasadas como la inca, el
1
Traducción: Manuel González de Avila.
XV
quechua gozó de un estatus de lengua científica. Una de las evidencias más
palpables es aquel papel desempeñó, la de lengua de comunicación durante la
construcción de una de las siete maravillas modernas, Machu Picchu, puesto que
se empleó como lengua oficial en la administración política del Estado inca. En tal
perspectiva, con el presente trabajo intentamos contribuir, a largo plazo, en la
recuperación de este estatus, aunque el logro de tal objetivo implicará también
convocar a especialistas de diferentes campos del saber. En tal sentido, el
propósito de lograr una tesis medianamente aceptable, implicaba tener una idea
clara sobre las nociones de filosofía y ciencia. La primera entendida como: ―la
deducción de unos principios a partir de otros principios‖ (Moreno Cabrera 2005:
33), noción que, a su vez, nos orientó a concebir la ciencia como: ―la inducción de
leyes a partir de la experiencia‖ (Moreno Cabrera 2005: 33).
D. En materia de normalización, las objeciones que hacemos únicamente son desde el
punto de vista de la variedad cusqueña. Existe un divorcio entre los especialistas de
la lengua y el órgano académico cusqueño. En tal sentido, cuestionamos los
procedimientos seguidos por el Ministerio de Educación y tampoco nos sometemos
a la dictadura de la academia cusqueña. En tanto, la labor de la primera entidad
tiende por una preferencia por el ayacuchano de rasgos arcaicos, por tanto con alta
afinidad con las variedades centrales, por tal razón, los normalizadores
menosprecian a la variedad inca por su innovación galopante. Mientras el segundo,
carece de una base científica. Por ejemplo, conviene mencionar que el VII
Congreso Mundial del Idioma Quechua, llevado a cabo en noviembre del 2013 en
Cusco, los ponentes y los académicos cusqueños criticaron duramente a Torero y a
Cerrón-Palomino, tildándolos de escritores costeños. De aquí que nosotros
tratamos de abrir un camino intermedio entre ambas entidades a partir de nuestra
experiencia en Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y a la descripción de
Cusihuamán (1976) y Calvo (1993 y 2009). En tanto para la teorización de la planta
del futuro DUQUE queda por definir si se compone con un carácter prescriptivo o
descriptivo. De igual modo, queda por decidir si la NN será de un corte normativo o
pronormativo. En este deslinde, nuestra labor de maestro nos inclina por la primera
opción, mientras nuestra formación en lexicografía nos orienta a seguir por el
segundo, posición por el que, al final, nos hemos rendido. En tal sentido, nos
limitamos a describir teóricamente cómo los lexicógrafos han codificado la lengua
en sus obras lexicográficas y en prescribir la metodología de cómo debería
componerse el futuro DUQUE.
E. Por otra parte, la carencia de fuentes bibliográficas ha sido una gran dificultad en la
investigación. En comparación a lo que se puede hallar en las lenguas europeas
XVI
modernas como para empezar a describir la estructura de sus diccionarios o lograr
un acercamiento profundo en el tema, no se dispone de suficiente investigación
lexicográfica en la lengua. Sin embargo, esa imposibilidad nos ha motivado a
buscar nuevas fuentes en otras disciplinas y otras fuentes que nos ayuden a
comprender integralmente el problema. En tal sentido, los últimos años ha sido de
gran utilidad el acceso a la red en Cusco, aunque ello ha implicado, más de una
vez, renunciar a los compromisos laborales para permanecer en la ciudad, ya que
nuestro trabajo casi siempre ha sido en zonas rurales.
F. Finalmente, cabe advertir que gran parte de este trabajo se redactó en el centro
mismo del mundo andino, en Cusco. Se realizó mientras vivíamos en la calle
Umanchata, paralela a la arteria que equivale a ‗valle templado‘: Qheswa, de donde
viene el nombre hispano de la lengua objeto del presente estudio. Sin embargo,
también se confeccionó en otras localidades como Chalhuanca (Apurímac) y
Chamaca (Chumbivilcas – Cusco). Se terminó de redactar en octubre del 2015 a
base de duros espolones de mis directores de tesis.
XVII
SUMARIO
Págs.
Agradecimiento III
Abreviaturas y símbolos VII
Resumen XII
Abstract XIII
Prólogo XIV
INTRODUCCIÓN XXX
0.1 Ámbito de investigación XXXIV
a) Disciplina de investigación XXXIV
b) Nivel lingüístico XXXV
c) Objeto de análisis XXXV
0.2 Importancia de la investigación y posibles campos de aplicación XXXVI
0.3 Hipótesis XXXIX
0.4 Objetivos XL
0.4.1 Objetivo general XL
0.4.2 Objetivos específicos XLI
CAPÍTULO I 2
FUNDAMENTOS 2
1.0 Introducción 2
1.1 PARTE I. MARCO TEÓRICO 2
1.1.1 Las bases teóricas 3
1.1.1.1 Teorías lingüísticas 3
1.1.1.1.1 La familia léxica 4
XVIII
1.1.1.2 Teorías psicolingüísticas 5
1.1.1.2.1 El lexicón mental 5
1.1.1.2.2 Los procesos psicolingüísticos de la lectura 6
1.1.1.2.3.1 El reconocimiento de la palabra escrita 7
1.1.1.2.3.2 Movimientos oculares durante la lectura 8
1.1.1.2.3.3 El análisis visual 9
1.1.1.2.3.4 Las rutas de acceso al léxico 10
1.1.1.2.3.5 El procesamiento sintáctico de la oración 10
1.1.1.2.3.6 El procesamiento semántico del texto 10
1.1.1.3 Teorías lexicográficas 12
1.1.1.3.1 Marco teórico lexicográfico 12
1.1.1.3.2 La familia léxica en la lexicografía 13
1.1.1.3.3 La concepción lexicográfica del DUQUE 13
1.1.1.4 Teorías formales y semánticas 14
1.1.1.4.1 Nociones de teoría de conjuntos 14
1.1.1.4.2 Nociones de significado 16
1.1.2 Definición de conceptos 19
1.1.2.1 Alfabeto 19
1.1.2.2 Familia léxica 20
1.1.2.3 Lengua 20
1.1.2.4 Lexicografía 21
1.1.2.5 Lexicografía quechua 21
1.1.2.6 Nomenclatura 21
1.1.2.7 Ordenación alfabética 22
1.1.2.8 Ortografía 22
1.1.2.9 Política Lingüística 22
1.1.3 Antecedentes de la investigación 24
1.2 PARTE II. MARCO METODOLÓGICO 25
1.2.1 Metodología lexicográfica 25
1.2.1.1 Análisis bibliográfico 25
1.2.1.2 Análisis léxico en diferentes niveles 26
1.2.1.3 Análisis de la nomenclatura de materiales lexicográficos modernos .... 27
1.2.1.3.1 Análisis de obras lexicográficas diacrónicas y sincrónicas 27
1.2.1.3.2 Análisis de la nomenclatura de obras sincrónicas 27
1.2.1.4 Aproximaciones teóricas y metodológicas para la NN 29
1.2.1.4.1 Datos procedentes de fuentes orales e informantes 29
1.2.1.4.2 Muestra léxica procedente de materiales lexicográficos 29
XIX
1.2.2 Metodología lingüística 29
1.2.2.1 Delimitación del ámbito lingüístico de la investigación 30
1.2.2.1.1 La familia lingüística quechua 30
1.2.2.1.2 El quechua cusqueño, ¿es lengua o dialecto? 31
1.2.2.1.3 El ámbito lingüístico de investigación 35
1.2.2.2 Los criterios de la selección del quechua cusqueño 37
1.2.2.3 Delimitación dialectológica del quechua 39
1.2.2.4 Delimitación geolingüística del quechua cusqueño 43
1.2.2.5 Delimitación del léxico 45
1.2.2.6 Aspectos lingüísticos de descripción de la lengua 49
1.2.2.6.1 El castellano andino 49
1.2.2.6.2 Redacción de la tesis 49
CAPÍTULO II 52
ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS Y LEXICOGRÁFICOS PRELIMINARES 52
2.0 Introducción 52
2.1 PARTE I. LOS NOMBRES DE LA LENGUA Y DEL DICCIONARIO 53
2.1.1 Los nombres de la lengua y la lexicografía 54
2.1.1.1 Perspectiva hispana: el término quechua 54
2.1.1.2 Perspectiva indígena: el vocablo runa simi 69
2.1.2 Las equivalencias quechuas del vocablo diccionario 77
2.1.2.1 El vocablo simi qullqa ‗vocabulario‘ 77
2.1.2.2 Simi taqi ‗lexicón‘ o ‗vocabulario‘ 80
2.1.2.3 Simi pirwa ‗diccionario‘ 82
2.1.2.4 Equivalencia quechua de términos especializados 87
2.2 PARTE II. RASGOS DE LA LENGUA QUECHUA 90
2.2.1 Aspectos fonológicos 90
2.2.1.1 Los rasgos fonológicos del quechua cusqueño 90
2.2.1.2 Los rasgos fónicos identitarios del runa simi 93
2.2.2 Aspectos morfológicos 97
2.2.2.1 Tipología morfológica: Lengua aglutinante 97
2.2.2.1.1 Aproximaciones teóricas 97
2.2.2.1.2 Aproximaciones metodológicas 101
2.2.2.2 La ausencia de prefijos en el quechua 102
2.2.2.2.1 La ausencia de prefijos 102
2.2.2.2.2 El elemento an- 103
2.2.3 Aspectos sintácticos 107
2.2.3.1 Tipología sintáctica: Lengua SOV 107
XX
2.2.3.1.1 Aproximaciones teóricas 107
2.2.3.1.2 Aproximaciones metodológicas 108
2.2.4 Aspectos gramaticales 109
2.2.4.1 La ausencia del artículo 110
2.2.4.1.1 Aproximaciones teóricas 110
2.2.4.1.2 Aproximaciones metodológicas 110
2.2.4.2 Ausencia del género gramatical y presencia del género léxico 111
2.2.4.2.1 Aproximaciones teóricas: Aspectos lingüísticos 111
2.2.4.2.2 Aproximaciones metodológicas: Aspectos lexicográficos 117
2.2.4.2.2.1 El género en las obras lexicográficas 117
2.2.4.2.2.2 La disociación masculino/femenino en el DUQUE 117
2.3 PARTE III. LOS PROBLEMAS LINGÜÍSTICOS DEL QUECHUA 120
2.3.1 La vitalidad de la lengua y la extinción de los dialectos 120
2.3.1.1 Aproximaciones teóricas 120
2.3.1.1.1 Factores que influyen en la extinción de una lengua 121
2.3.1.1.2 Principios sobre la extinción de las lenguas 124
2.3.1.2 Aproximaciones metodológicas 126
2.3.2 Los procesos morfofonológicos: la elisión y la epéntesis 134
2.3.2.1 La elisión 134
2.3.2.2 La epéntesis 135
2.3.2.3 La epéntesis silábica de /ni/ 137
2.3.2.4 Los interfijos en el quechua 140
2.4 PARTE IV. LOS PROBLEMAS LEXICOGRÁFICOS DEL QUECHUA 148
2.4.1 Aspectos generales de la Lexicografía quechua 148
2.4.1.1 La cuestión diccionario 148
2.4.1.2 Diccionario bilingüe 150
2.4.1.3 Lexicografía quechua 150
2.4.1.4 La cuestión lexicográfica 152
2.4.2 La traducción y el diccionario 153
2.4.2.1 Los problemas de traducción y la nomenclatura 154
2.4.2.2 El problema de traducción de las equivalencias 156
Resumen y conclusiones parciales 160
CAPÍTULO III 166
ANÁLISIS (I). POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS, NORMALIZACIÓN Y DICCIONARIOS .. 166
3.0 Introducción 166
3.1 PARTE I. LAS POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS 167
3.1.1 Las Políticas lingüísticas en el Siglo de Oro 167
XXI
3.1.1.1 La castellanización impulsada por la corona española 168
3.1.1.2 El aprendizaje de lenguas y los Concilios Limenses 170
3.1.1.2.1 Las políticas de los tres Concilios Limenses 170
3.1.1.2.2 Las escuelas lingüísticas: Lima, Cusco y Juli 173
3.1.2 Las políticas lingüísticas en el periodo de la Decadencia 178
3.1.2.1 La castellanización en la Colonia 178
3.1.2.2 La castellanización en la República 180
3.1.3 Políticas lingüísticas del Siglo de la Luces 181
3.1.3.1 La Reforma Educativa 181
3.1.3.2 La Constitución Política (1979): el uso oficial 184
3.1.4 Políticas lingüísticas en la época Contemporánea 185
3.1.4.1 La Constitución Política (1993): la lengua oficial 185
3.1.4.2 Ley General de Educación (2003) y Ley de Educación Bilingüe (2002)193
3.1.4.3 La Ley de Lenguas Originarias (2011) 195
3.2 PARTE II. NORMALIZACIÓN Y VOCABULARIOS 199
3.2.1. Discusión sobre la normalización del quechua 199
3.2.1.1 Aproximaciones teóricas 199
3.2.1.1.1 Los problemas de la normalización 199
3.2.1.1.2 Fundamentos teóricos sobre normalización 202
3.2.1.2 Aproximaciones metodológicas 204
3.2.1.2.1 El problema de la normalización en el quechua 204
3.2.1.2.2 La lengua general y los vocabularios del Siglo de Oro 206
3.2.1.2.3 El quechua cusqueño y el Vocabulario de González Holguín (1608)211
3.2.1.2.4 La controversia del número de vocales 220
3.2.2 Los órganos de planificación lingüística 230
3.2.2.1 El Ministerio de Educación (MINEDU) 230
3.2.2.2 La Academia Mayor de la Lengua Quechua (AMLQ) 235
3.2.2.3 Otras academias: la peruana, la catalana y la vasca 240
3.2.3 Tareas pendientes en la normalización 243
3.2.3.1 Nueva corporación académica para la normalización 243
3.2.3.2 Implementación lingüística, lexicográfica y pedagógica 245
3.3 PARTE III. INVENTARIOS ALFABÉTICOS Y ORTOGRAFÍA 247
3.3.1 Inventarios alfabéticos y diccionario 247
3.3.1.1 Aproximaciones teóricas: Aspectos lingüísticos 247
3.3.1.2 Aproximaciones metodológicas: Aspectos lexicográficos 252
3.3.2 Reglas de ortografía y diccionario 254
3.3.2.1 Aproximaciones teóricas 255
XXII
3.3.2.1.1 Concepto de ortografía 255
3.3.2.1.2 El problema de la anarquía ortográfica 255
3.3.2.1.3 Principios de ortografía 258
3.3.2.1.4 La norma ortográfica: La R. M. N° 1218-85-ED de 1985 259
3.3.2.1.4.1 La regla para los sufijos 259
3.3.2.1.4.2 Uso de la tilde 260
3.3.2.1.4.3 Uso de mayúsculas y minúsculas 261
3.3.2.1.4.4 Empleo de signos de puntuación 263
3.3.2.1.4.5 Empleo de préstamos 263
3.3.2.1.5 Balance de la norma (R. M. N° 1218-85-ED) 264
3.3.2.2 Aproximaciones metodológicas 265
3.3.2.2.1 Ortografía quechua: un caos donde ―todo está permitido‖ 265
3.3.2.2.2 Los factores de los laberintos de la ortografía actual 271
Resumen y conclusiones parciales 275
CAPÍTULO IV 281
ANÁLISIS (II). LEXICOGRAFÍA QUECHUA: PERIODOS Y OBRAS 281
4.0 Introducción 281
4.1 PARTE I. PERIODO DEL SIGLO DE ORO 283
4.1.1 Etapas del Siglo de Oro 288
4.1.1.1 Etapa del Inicio (siglo XVI) 288
4.1.1.2 Etapa de la Consolidación (siglo XVII) 291
4.1.2 Características de la Lexicografía Quechua del Siglo de Oro 296
4.1.2.1 Los vocabularios como instrumentos de dominación 296
4.1.2.2 La eliminación léxica y la extirpación de las huacas 299
4.1.2.2.1 La muerte del Inca y la destrucción del templo del Sol 300
4.1.2.2.2 La extirpación de la huacas: El ―genocidio espiritual‖ 305
4.1.2.3 La finalidad evangelizadora y pedagógica 313
4.1.2.4 La influencia de Nebrija 317
4.1.3 Los problemas lingüísticos y lexicográficos 323
4.1.3.1 Las dificultades lingüísticas 323
4.1.3.2 Los problemas lexicográficos 327
4.1.3.2.1 Aproximaciones teóricas 327
4.1.3.2.2 Aproximaciones metodológicas 330
4.1.4 Las obras lexicográficas del Siglo de Oro 332
4.1.4.1 El Vocabulario de Domingo de Santo Tomás (1560) 333
4.1.4.2 El Vocabulario del Anónimo (1586) 339
4.1.4.3 El Vocabulario de Diego González Holguín (1608) 343
XXIII
4.2 PARTE II. PERIODO DE LA DECADENCIA 351
4.2.1 Etapas del periodo de la Decadencia 352
4.2.1.1 Etapa primera o la de la Colonia 352
4.2.1.2 Etapa segunda o la de la República 354
4.3 PARTE III. PERIODO DEL SIGLO DE LAS LUCES 355
4.3.1 Etapas del Siglo de las Luces 356
4.3.1.1 La etapa de la Reapertura 356
4.3.1.2 La etapa de la Consolidación 358
4.3.2 Caracterización de la Lexicografía quechua del Siglo de las Luces 359
4.3.2.1 El proceso de reproducción lexicográfica en el quechua 359
4.3.2.2 Finalidades: asimilación lingüística, evangelización y pedagogía ...... 362
4.3.2.3 La relación entre la política y la producción lexicográfica 365
4.3.3 Los problemas de la lexicografía quechua 367
4.3.3.1 Aproximaciones teóricas 367
4.3.3.1.1 Los problemas ortográficos 367
4.3.3.1.2 La relación teoría – práctica en la Lexicografía quechua 369
4.3.3.2 Aproximaciones metodológicas 372
4.3.4 La producción lexicográfica en el Siglo de las Luces 374
4.3.4.1 El Vocabulario Políglota Incaico (VPI) de 1905 374
4.3.4.2 Colección de seis obras lexicográficas de 1976 380
4.4 PARTE IV. PERIODO CONTEMPORÁNEO 383
4.4.1 Caracterización de la Lexicografía quechua contemporánea 383
4.4.1.1 La finalidad pedagógica y traductológica 383
4.4.1.2 El mestizaje lingüístico en las obras lexicográficas 384
4.4.1.3 La violencia simbólica del castellano sobre el quechua 386
4.4.2 Los problemas de la lexicografía contemporánea 392
4.4.2.1 La carencia de formación y de experiencia del lexicógrafo 392
4.4.2.2 El déficit de las investigaciones lexicográficas 397
4.4.3 La producción lexicográfica de la era contemporánea 399
4.4.3.1 Diccionario de la AMLQ de 1995 399
4.4.3.2 Yachakuqkunapa Simi Qullqa (2005) del Ministerio de Educación .... 404
4.4.3.3 Nuevo Diccionario Español – Quechua / Quechua – Español (2009) de
Calvo 407
4.4.4 Confirmación de la hipótesis 410
Resumen y conclusiones parciales 411
CAPÍTULO V 420
ANÁLISIS Y RESULTADOS (III). PROBLEMAS EN LA MACROESTRUCTURA ...... 420
XXIV
5.0 Introducción 420
5.1 PARTE I. PROBLEMAS DE LA MACROESTRUCTURA 421
5.1.1 El ordenamiento de entradas en las obras lexicográficas 421
5.1.1.1 Aproximaciones teóricas 422
5.1.1.1.1 El ordenamiento de entradas 422
5.1.1.1.2 El ordenamiento alfabético 423
5.1.1.1.3 El problema del desorden de entradas 426
5.1.1.1.4 Principios ortográficos aplicados a la lexicografía 429
5.1.1.2 Aproximaciones metodológicas 430 .......
5.1.1.2.1 Factores que influyen en el desorden de entradas 431
5.1.1.2.2 Análisis del desorden de entradas en obras actuales 436
5.1.2 Las entradas en las obras lexicográficas 440
5.1.2.1 Aproximaciones teóricas 440
5.1.2.1.1 Las entradas 440
5.1.2.1.2 La lematización 441
5.1.2.1.3 Las unidades léxicas complejas 442
5.1.2.2 Aproximaciones metodológicas 443
5.1.2.2.1 La lematización como formas básicas 443
5.1.2.2.2 Las entradas complejas 445
5.1.2.2.3 Disociación mayúscula / minúscula en las entradas 447
5.2 PARTE II. PROBLEMAS DE LA MICROESTRUCTURA 449
5.2.1 El enunciado del artículo lexicográfico 449
5.2.1.1 Las variantes ortográficas 449
5.2.1.1.1 Aproximaciones teóricas: Aspectos lingüísticos 449
5.2.1.1.2 Aproximaciones metodológicas: Aspectos lexicográficos 453
5.2.1.2 La homonimia y la polisemia 455
5.2.1.2.1 Aproximaciones teóricas 455
5.2.1.2.2 Aproximaciones metodológicas: Tratamientos 458
5.2.2 El cuerpo del artículo lexicográfico 462
5.2.2.1 Las remisiones 462
5.2.2.1.1 Aproximaciones teóricas 462
5.2.2.1.2 Aproximaciones metodológicas: Tratamientos 465
5.2.2.2 El problema de los reenvíos 468
5.2.2.3 Las marcas 469
Resumen y conclusiones parciales 469
CAPÍTULO VI 474
ANÁLISIS (IV). EL MORFEMA Y SU REPRESENTACIÓN LEXICOGRÁFICA 474
XXV
6.0 Introducción 474
6.1 PARTE I. PROBLEMAS DEL LÉXICO QUECHUA 475
6.1.1 Las unidades léxicas derivadas 475
6.1.1.1 Aproximaciones teóricas: Aspectos lingüísticos 475
6.1.1.2 Aspectos metodológicos: Aproximación lexicográfica 483
6.1.2 Las unidades léxicas compuestas 484
6.1.3 Los términos abstractos 489
6.1.3.1 El infinitivo kay ‗ser/estar/tener‘ 489
6.1.3.2 Las unidades léxicas onomatopéyicas 491
6.1.4 Los neologismos en el quechua 491
6.1.4.1 El problema de los neologismos 491
6.1.4.2 Mecanismos para la creación de neologismos 493
6.1.4.2.1 La acuñación de neologismos 493
6.1.4.2.1.1 Aproximaciones teóricas 493
6.1.4.2.1.2 Aproximaciones metodológicas 495
6.1.4.2.2 El rescate de términos antiguos y la resemantización 497
6.1.4.2.2.1 Aproximaciones teóricas 497
6.1.4.2.2.2 Aproximaciones metodológicas 500
6.1.4.2.3 La nativización de préstamos 502
6.1.4.2.3.1 Aproximaciones teóricas 502
6.1.4.2.3.2 Aproximaciones metodológicas 508
6.1.5 Unidades léxicas reduplicadas: El efecto espejo de los prototipos 513
6.1.5.1 Aproximaciones teóricas: Aspectos lingüísticos 513
6.1.5.2 Aproximaciones metodológicas: Aspectos lexicográficos 523
6.2 PARTE II. EL MORFEMA Y SU REPRESENTACIÓN LEXICOGRÁFICA 525
6.2.1 Los formantes 525
6.2.2 La palabra: Unidad de representación lexicográfica 528
6.2.3 El morfema: Unidad de representación lexicográfica 530
6.2.3.1 Generalidades sobre morfema 530
6.2.3.2 El morfema base 531
6.2.3.3 El morfema sufijo 534
6.2.3.4 El morfema advenedizo infijo –it- 542
6.2.3.5 Confirmación de la hipótesis 543
Resumen y conclusiones parciales 545
CAPÍTULO VII 549
PROPUESTA (I). NUEVA NOMENCLATURA ORDENADA POR FAMILIAS LÉXICAS549
7.0 Introducción 549
XXVI
7.1 PARTE I. ASPECTOS GENERALES SOBRE LA NN Y EL DUQUE 551
7.1.1 Aproximaciones teóricas 551
7.1.1.1 Teoría sobre las necesidades lexicográficas en el quechua 551
7.1.1.1.1 Las necesidades del usuario del diccionario 552
7.1.1.1.2 La necesidad de un diccionario escolar en el quechua 554
7.1.1.2 Antecedentes lexicográficos: El DUE (1966) de M. Moliner 557
7.1.1.2.1 Las ventajas del DUE (1966) de M. Moliner 557
7.1.1.2.2 Los problemas del DUE (1966) de M. Moliner 559
7.1.1.2.3 Las soluciones previstas para el DUQUE 560
7.1.1.3 Las características del futuro DUQUE 562
7.1.1.3.1 Tipo de usuario del DUQUE 562
7.1.1.3.2 Partes del futuro DUQUE 563
7.1.1.3.3 Número de entradas del DUQUE 563
7.1.1.3.4 La ideología del DUQUE 563
7.1.1.3.5 Valor Pronormativo del DUQUE 564
7.1.1.3.6 La interacción social y jurídica del DUQUE 565
7.1.2 Aproximaciones metodológicas 566
7.1.2.1 Breve descripción de los materiales lexicográficos 566
7.1.2.2 Selección léxica. 567
7.1.2.3 El corpus extraído del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998). .. 567
7.2 PARTE II. LA MACROESTRUCTURA DEL DUQUE 570
7.2.1 La unidad mínima de representación lexicográfica 570
7.2.1.1 La palabra 570
7.2.1.2 El morfema base 572
7.2.1.3 El morfema sufijo 576
7.2.2 La macroentrada 581
7.2.2.1 La familia léxica 581
7.2.2.2 La base como cabeza de familia léxica 583
7.2.2.3 La macroentrada 585
7.2.3 La ortografía 587
7.2.3.1 Reglas de ortografía 588
7.2.3.2 Signos de puntuación 596
7.2.4 Ordenamiento de macroentradas y entradas 602
7.2.4.1 Criterios de ordenamiento 602
7.2.4.1.1 Criterio de coherencia 603
7.2.4.1.2 Criterio de sistematicidad 605
7.2.4.2 Aspectos teóricos 606
XXVII
7.2.4.2.1 Ordenamiento alfabético 606
7.2.4.2.2 Ordenamiento morfológico: las familias léxicas 607
7.2.4.3 Aspectos metodológicos 608
7.2.4.3.1 Ordenamiento alfabético 608
7.2.4.3.2 Ordenamiento morfológico 610
7.2.4.4 Confirmación de la hipótesis 612
7.3 PARTE III. LA MICROESTRUCTURA DEL DUQUE 613
7.3.1 El enunciado del artículo lexicográfico en el DUQUE 615
7.3.1.1 Tratamiento de las variantes ortográficas 615
7.3.1.2 Tratamiento de la homonimia y la polisemia 616
7.3.1.3 Tratamiento de las remisiones 618
7.3.2 Organización de las acepciones 621
7.4 PARTE IV. EL VOCABULARIO EN EL DUQUE 623
7.4.1 Las unidades léxicas derivadas 623
7.4.2 Las unidades léxicas compuestas 626
7.4.3 Los términos abstractos 630
7.4.3.1 El infinitivo kay ‗ser/estar/tener‘ 630
7.4.4 Unidades léxicas reduplicadas 631
Resumen y conclusiones parciales 636
CONCLUSIONES GENERALES 639
1. Aspectos teóricos 639
2. Aspectos metodológicos 644
3. Aspectos de las hipótesis 651
BIBLIOGRAFÍA 655
Fuentes primarias: 655
Fuentes secundarias: 661
Fuentes virtuales: 673
APÉNDICE 678
XXVIII
XXIX
INTRODUCCIÓN
XXX
la NN del DUQUE? De las respuestas a estas preguntas deriva la relevancia de
nuestro estudio en la aproximación teórica y metodológica en materia de
nomenclatura, en particular, y de la Lexicografía quechua, en general. La razón
principal de tal elección era la existencia de un evidente déficit de teoría y metodología
en cuanto a la regularidad de la nomenclatura de las obras lexicográficas existentes en
la lengua. Además, el establecimiento de una nueva nomenclatura (NN) implica
desarrollar aspectos teóricos y metodológicos, cuando no actividades previas como el
análisis del caudal léxico de la lengua y la estructura interna de las unidades léxicas,
así como el examen del tipo de ordenamiento de la nomenclatura de los materiales
lexicográficos del quechua y el establecimiento del morfema como la unidad mínima
de representación lexicográfica. En tal sentido, se examina la lista de nomenclatura de
diferentes materiales lexicográficos en esta lengua andina, con lo cual cumplimos con
el propósito principal, la discusión de aspectos teóricos y metodológicos para el
establecimiento de la nueva nomenclatura en la práctica lexicográfica del quechua,
tanto en el plano diacrónico como sincrónico.
XXXI
En tal sentido, primero establecemos el marco teórico y metodológico sobre la que se
realizará la investigación (cf. Capítulo I), en seguida abordamos estudios preliminares
sobre aspectos lingüísticos y lexicográficos (cf. Capítulo II), después pasaremos a
exponer las políticas lingüísticas que rigieron el desarrollo de la práctica lexicográfica
de la lengua (cf. Capítulo III), seguidamente pasamos a analizar los periodos de la
práctica lexicográfica y el análisis correspondiente de las obras lexicográficas
(Capítulos IV y V), de igual modo examinamos los diferentes aspectos lingüísticos (cf.
Capítulo VI) y, finalmente, proponemos el marco teórico y metodológico para la NN del
futuro DUQUE (cf. Capítulo VII).
6. Una segunda dificultad está referida a los documentos, a los datos bibliográficos, al
léxico y a las obras lexicográficas bilingües, previamente seleccionadas. Se empleó el
análisis crítico y la reflexión lexicográfica. Con la documentación disponible se ha
intentado una argumentación precisa. Se presentó los puntos de vista a favor de
nuestro estudio así como los que están en contra. Sólo con este tipo de contrastes y
la comprensión de las anomalías se pudo explicar las fallas de los materiales
lexicográficos en cuanto a su organización. De este modo se planteó la forma de cómo
corregirlas. Esto implica que el énfasis que se pone en la comprensión del fenómeno
analizado se echa mano de métodos léxicos y lexicográficos desde una perspectiva
lingüística y lexicográfica, cuando no de otra metodología de disciplinas afines. El
estudio de la macroestructura, principalmente, y de la microestructura,
secundariamente, se ejecutó con una metodología de análisis lexicográfico. En tal
sentido, el examen de las debilidades de la macroestructura nos conducen a la
cristalización de las soluciones en la NN. En tanto que la fuente de extracción de las
unidades léxicas para la NN lo constituyen las nomenclaturas de cinco obras
lexicográficas sincrónicas. Mientras que la teorización para el establecimiento de la NN
XXXII
está marcada por la coherencia como requisito previo antes de formular la parte
definitoria a través de la explicitación de reglas. En tanto en la resolución de los
diferentes problemas tuvimos en cuenta tres requisitos básicos: a) aspectos teóricos:
estar basados en sólidas evidencias lingüísticas y lexicográficas, b) aspectos
metodológicos: analizarlos con los métodos lexicográficos más adecuados y, c)
conclusiones: resultado de meditados razonamientos.
8. Muchas interrogantes aún quedan sin respuestas. Dado que nuestra intención no fue
examinar todos los aspectos lexicográficos, ya que algunos problemas no sólo tienen
naturaleza lingüística o lexicográfica, sino que son de índole político o pedagógico,
XXXIII
quedan muchas interrogantes sin respuesta. Así pues, es un tema pendiente
desarrollar investigación en cuestiones de definición, principalmente en cuanto a la
terminología para el metalenguaje, además de una exhaustiva selección de
hiperónimos e hipónimos. Aquí debemos confesar que en cuanto se solucionaba un
problema, al tiempo en que empezaba a alimentarse alguna esperanza en el avance,
surgían otras dificultades. Las mismas que condicionaban a estar pendientes de las
nuevas soluciones. De aquí que teníamos la sensación de que la tesis parecía no
poder cerrarse nunca. Por eso, dejamos muchas cuestiones abiertas para la discusión
a partir de la teoría y práctica del quehacer lexicográfico. Por tal motivo, creemos que
no está acabada esta modesta investigación y que apenas constituye una breve
introducción a los estudios lexicográficos del quechua.
a) Disciplina de investigación
XXXIV
b) Nivel lingüístico
c) Objeto de análisis
Si bien es cierto que una buena parte de nuestros datos proceden de la fuente oral; sin
embargo, nos basamos en la lengua escrita por cuestiones de economía, tiempo,
técnica, esfuerzo, etc. En todo momento la unidad de análisis es el léxico enfocado
desde una perspectiva morfo-semántica y lexicográfica.
De otra parte, mientras los lingüistas no hayan dado el gran salto en la lexicografía, la
humanidad tendrá que conformarse con los estudios en la lengua oral y escrita. En tal
sentido, el hombre sólo ha desarrollado dos sentidos preponderantes por las cuales
decodificar los mensajes lingüísticos para dominar el mundo: el oído y la vista. En tal
perspectiva, en la lectura con el tacto, el sistema Braille supone un logro importante
para las personas con discapacidad visual. Sin embargo, el gran reto es crear un
código por el que nuestro olfato y gusto puedan decodificar una comunicación
XXXV
lingüística. Mientras esto ocurra, nosotros nos ocuparemos de examinar en el quechua
la lengua escrita.
XXXVI
caudal de información léxica, morfológica, sintáctica y semántica que se han logrado
hasta el momento en cuestiones lexicográficas que bien abonarán el campo de la
Lingüística quechua diacrónica y sincrónica, cuando no a los terrenos de la
dialectología. De igual modo, el trabajo aporta informaciones sobre la lengua en
cuestiones fundamentales que coadyuvan a comprender mejor la estructura de la
lengua así como de su léxico. También es de vital necesidad contar con un diccionario
de corte escolar en esta lengua andina. Y es que el diccionario, como artilugio de
comunicación, cumple una función relevante en nuestra formación y en nuestra vida
cotidiana. No en vano es el libro más celebrado y el más consultado entre los
materiales profanos. Después de la Biblia, es la obra que en más número de hogares
del mundo se puede hallar. En la vivienda más modesta es posible encontrar uno de
estos materiales y en la escuela más aislada siempre existe alguno, aunque se haya
impreso hace varias décadas atrás. Tanto el aprendiz como el experto acuden
frecuentemente a su consulta, incluso más que al libro sagrado. Sin embargo, pese a
consultarlo con relativa frecuencia, empleamos poco tiempo en leer la introducción o
las indicaciones de su uso. Esta omisión implica que su consulta se realiza sin
comprender casi nada acerca de cómo se compuso esa obra o por qué la lista de sus
unidades léxicas posee el orden que tiene. En la consulta de los materiales
lexicográficos del quechua, tampoco los usuarios se han tomado el tiempo para
cuestionarse si hubo caos ortográfico antes en su nomenclatura. De aquí la
importancia del estudio de este tópico, puesto que el futuro DUQUE estará orientado a
la formación de los estudiantes quechua hablantes que reciben Educación Intercultural
Bilingüe (EIB) y que tienen necesidad de contar con un diccionario monolingüe,
cuando no bilingüe. En tal sentido, la composición de dicho material es vital si se
pretende desarrollar el léxico en el aprendizaje de la lengua.
XXXVII
que responde mejor a las características de una lengua aglutinante como es el
quechua, por lo que el estudio es de interés para los morfólogos.
0.2.2 Por otro lado, los resultados de la investigación serán múltiples. A continuación
mencionamos algunos de ellos:
0.2.4 Por otra parte, dado que esta tesis repasa todos los campos lingüísticos, pese a
que no se tiene propósitos lexicográficos ambiciosos, podemos afirmar que los
resultados son aplicables en las diferentes disciplinas que tienen afinidad con la
Lingüística y la Lexicografía, por ejemplo: Lexicología, Terminología, Lingüística
computacional, Pedagogía, Sociolingüística, Política Lingüística y Geolingüística. De
aquí la relevancia de la investigación.
XXXVIII
0.3 Hipótesis
0.3.1 Los lexicógrafos del quechua, por más de cuatro siglos, han compuesto obras
con rasgos privativos del castellano, cuando no con mayor o menor desvío hacia las
normas ortográficas de esta lengua europea. Y en el tratamiento léxico han cedido a la
atracción de las resemantizaciones y los préstamos debido a presiones ideológicas del
cristianismo. En ese sentido, nos planteamos la siguiente hipótesis para su
confirmación o reprobación:
XXXIX
Esta proposición se desarrolla en el capítulo V de la presente tesis, la cual creemos
demostrarla sin mayores dificultades.
H3: La relación de una nomenclatura ordenada por familias léxicas con el morfema
como unidad mínima de representación lexicográfica está en función a la ausencia
de prefijos en la lengua.
H4: La relación del ordenamiento por familias léxicas de una nomenclatura con el
ordenamiento alfabético tradicional está en función de la identificación de toda la
parentela léxica a partir de la base y el establecimiento de reglas ortográficas
coherentes.
0.4 Objetivos
0.4.1 Por los tópicos que adelante desarrollamos en cuestiones lingüísticas y del
quehacer lexicográfico en la lengua quechua, no cabe duda que esta tesis es de tipo
aplicativo. En tal sentido nos planteamos como objetivo principal:
XL
- Establecer una teoría y metodología para el establecimiento de la Nueva
Nomenclatura ordenada por familias léxicas en el quechua cusqueño que
pueda satisfacer las necesidades de un usuario escolar.
0.4.2 En función de las cuatro hipótesis planteadas nos proponemos alcanzar los
siguientes objetivos específicos en la presente investigación.
b) Históricamente, los lexicógrafos del Siglo de Oro nos dotaron de obras de relevante
valor lingüístico y lexicográfico en el quechua. No cabe duda que, para los españoles
de los siglos XVI y XVII, América fue un espacio de aventuras de diversas índoles. Un
puñado de hombres seculares, obedeciendo a sus deseos de obtener tesoros, se
lanzaba en busca de El Dorado, mientras otro grupo, frailes doctrineros, se embarcaba
a la tarea de componer artes y vocabularios de la lengua quechua. Los primeros, con
mejor suerte, terminaban descubriendo civilizaciones o importantes ríos, en tanto los
segundos, se entregaron, en toda su vida, a un oficio voluntario e infatigable sin que
nadie les haya prometido nada, tan sólo estuvieron animados por la convicción de que
XLI
el mejor trabajo es aquel realizado sin remuneración económica, porque es el mejor
pagado con la moneda del reconocimiento. En esta tarea confeccionaron obras
lexicográficas con la finalidad de evangelizar más eficientemente las almas indígenas.
Estos hombres admiraron las obras de grandes autores y sólo así pudieron
confeccionar trabajos de relativa valía, por tal motivo, esta investigación pretende
rendir un tributo a estos frailes lexicógrafos. El ejemplo de su dedicación y sacrificio
nos motivaron a volver a corregir nuestras notas tantas veces como fueran necesarias
para alcanzar, si se puede llamar, la obra maestra. Sin embargo, frente a tamaña
empresa, la nuestra apenas es una muestra liliputiense de aquella gesta quijotesca
que resulta ser la Lexicografía quechua. Mientras que en la actualidad, los estudios
lexicógrafos del quechua en el Perú enfrentan una serie de dificultades debido a la
falta de formación. En nuestro caso particular, la inmersión en los estudios de
postgrado en el IULA (bienio 2004 – 2006) despertó algunas inquietudes en esta
nueva disciplina científica. Durante el curso del programa de doctorado pudimos
indagar informaciones sobre las limitaciones de las diferentes obras lexicógrafas.
Tales debilidades nos despertaron un inusitado interés por el objeto lexicográfico que
ya parece no tener freno. La pesquisa de los objetos anómalos nos proporcionó un
conocimiento inicial muy rico. En tal sentido, nos plateamos el siguiente objetivo
específico:
XLII
importante identificar el morfema base que desempeña el papel de macroentrada
sobre la que se ordena toda la parentela léxica. En tal sentido, nos planteamos el
siguiente objetivo específico:
XLIII
1
CAPÍTULO I
FUNDAMENTOS
1.0 Introducción
2
explicar según una teoría determinada. Esto supone que no se puede innovar nuevas
teorías lexicográficas prescindiendo de las ya existentes, sino más bien profundizar en
la comprensión de éstas normas para llevarlas a la aplicación. En tal sentido,
plantearemos las concepciones teóricas sobre las que elaboraremos una teoría y
metodología para el establecimiento de la NN del futuro DUQUE. Posteriormente,
especificaremos las cuestiones terminológicas que implican a nuestro estudio, así
como los antecedentes de la investigación.
1.1.1 Desarrollar un marco teórico implica construir una teoría que pueda dar cuenta
de las particularidades de la nomenclatura del futuro DUQUE. Es decir, que nos dé
una idea acerca de lo que es importante codificar y del concepto que nos permita
establecer una NN, así como el sistema que posibilite organizar el diccionario de
manera adecuada. En tal sentido, la teoría de la NN ordenada por familias léxicas
implica formular los principios o parámetros que servirán de filtro para seleccionar las
unidades léxicas del DUQUE. De aquí nuestro empeño por las aproximaciones
teóricas y metodológicas antes de establecer la NN del futuro DUQUE.
3
En tal sentido, las teorías lingüísticas son aquellos principios que tienen por objeto
explicar un conjunto de hechos y fenómenos lingüísticos.
1.1.1.1.1 Antes de abordar el tema de la familia léxica, desde una óptica lingüística,
conviene formularse las siguientes cuestiones: ¿qué entendemos por familia?, ¿cómo
se define familia léxica? A continuación, observemos algunas definiciones sobre tales
cuestiones.
estructura abierta que abarca todos y cada uno de los signos que se hayan
construido y se puedan construir a partir de un mismo significado primario
descriptivo. La familia de palabras no es otra cosa, podríamos decir de forma
resumida, que la variación gramatical y denotativa de una misma significación
primaria descriptiva.
Lo que implica que ―la familia de palabras es una estructura abierta tanto hacia el
pasado como hacia el futuro‖ (Morera 2007: 156), es decir es una ―estructura abierta
de palabras pasadas, presentes y futuras‖ (Morera 2007: 156). De aquí que la
organización de la familia léxica no sólo se entienda en el plano diacrónico, sino
también sincrónico.
4
1.1.1.1.1.2 Para formar palabras dentro de una misma familia solamente se tiene que
agregar a la base los sufijos derivativos que ésta admita. Aunque en el DUQUE este
procedimiento podría ser peligroso, puesto que se podría inventariar unidades léxicas
posibles antes que las reales, por lo que se procede a contrastar en el uso actual
antes de incluirlo en la NN.
1.1.1.2.1.1 La teoría innatista de Chomsky considera que los hablantes nativos de una
lengua llevamos un diccionario incorporado en el cerebro, al cual se le denomina
lexicón mental. Y lo gestionamos con gran eficiencia en nuestra comunicación
cotidiana. Lo que implica que todo material lexicográfico representa, por escrito, el
caudal léxico de la lengua que antes sólo estaba en el lexicón mental de los hablantes.
En esta concepción, el diccionario no sería si no la obra que hace tangible el léxico de
un idioma, es decir, aquel lenguaje que se halla en la mente de los hablantes y que se
materializa en sonidos audibles a través del aparato fonador. La codificación es el
proceso de aprehensión por medio del código escrito para luego ser interpretado por
la mente. Entonces, componer un diccionario en una lengua básicamente oral significa
transponer representaciones mentales en objetos físicos medianamente tangibles en
el mundo real a través de grafías.
1.1.1.2.1.2 El hablante nativo de una lengua posee una gramática mental, por medio
de la cual es capaz de generar construcciones sintácticas y producir textos lógicos.
Sumado a ello también posee un lexicón mental, a través del cual administra su léxico
en el proceso de comunicación. Por lo que, tanto la gramática como el diccionario
constituyen la extensión mental de los principios prácticos que el hablante ya posee en
5
forma empírica a través de procesos racionales que los van transformando en
principios explícitos; por lo tanto, el éxito de una gramática o un diccionario ―está en
función del grado en que logra explicitar y sistematizar los principios que el grupo al
que se dirige posee ya en estado práctico‖ (Bourdieu y Passeron 1996: 87).
1.1.1.2.1.3 Todo material lexicográfico está concebido para atrapar la esencia de las
palabras: el significado. Por eso, en muchos proyectos lexicográficos se da más
importancia a la definición, por lo que la fórmula definitoria, metalenguaje que codifica
el secreto de la verdad lexicográfica, termina por convertirse en el principio
lexicográfico más básico ―y a la vez máximo― tras la cual corre todo lexicógrafo de
buen juicio. Desde esta óptica, la búsqueda de la verdad en lexicografía no sería otra
cosa que la búsqueda del significado2 de las unidades léxicas. Sin embargo, la
nomenclatura no es menos importante que aquella, ya que constituye la puerta de
acceso en dicha pesquisa.
1.1.1.2.2 Es casi una regla general que el hombre siempre ha buscado información en
todos los tiempos y lugares. Y, los objetivos y planes que establece con el mundo, los
hace basándose en la información que busca y encuentra. Vieiro y Gómez (2004: 9)
firman que: ―los hombres buscamos información activamente y los objetivos y planes
2
Pero también es absolver dudas ortográficas o de pronunciación.
6
que establecemos con el mundo los hacemos basándonos en la información que
buscamos y encontramos…‖ En este sentido, el diccionario es una de las fuentes que
contiene la información que se busca. Y una de las prioridades del usuario del
diccionario, más allá de buscar información de tipo lingüístico o pragmático, es la
búsqueda del significado. En este propósito, accede a la información en cuanto halla la
entrada. Y la función del material lexicográfico es la de facilitar el reconocimiento de la
entrada. Así el usuario seleccionará la información dentro del artículo lexicográfico. En
esta consulta, los hablantes de la lengua, recuperan la información; mientras que los
que recién la aprenden, lo relacionan con otra información previa.
Además, para acceder al significado de un texto se tiene que transformar los símbolos
escritos en significados. Esto implica seguir unos pasos, los mismos que Vieiro y
Gómez (2004) los denominan como procesos cognitivos de la lectura.
3
Esta representación varía entre los miembros de las diferentes culturas y usuarios de las diferentes
lenguas del mundo.
7
respecto, Vieiro y Gómez (2004: 27) afirman que este proceso psicolingüístico consiste
en:
Las autoras explican que este proceso involucra una percepción visual, como función
mental, para lograr una información semántica (cf. Vieiro y Gómez 2004: 27).
8
1.1.1.2.3.2.1 La amplitud del área de identificación de las letras de la palabra en forma
nítida (zona foveal del campo visual) es pequeña, abarca entre 8 y 10 caracteres4. Al
respecto, Vieiro y Gómez (2004: 29 - 30) afirman que: ―la amplitud de desplazamiento,
abarca por término medio, entre 8 y 10 caracteres (letras y espacios entre letras) en la
lectura de un texto mecanografiado en un tamaño de letra habitual…‖ Sin duda, en una
lengua aglutinante como el quechua, la amplitud de las palabras es mayor a los
parámetros descritos antes. Por ejemplo, en Munasqaykimanhina ‗(de acuerdo) a lo
que quieras‘ no se puede abarcar de un golpe de vista las 17 letras, sino por lo menos
se cubrirá en dos ocasiones.
4
En el DRAE (22) dos de las pocas unidades léxicas con más caracteres son electroencefalografía y
electroencefalografista con 21 y 23 grafías, respectivamente.
9
(hasta tres letras) se saltan con mayor frecuencia que las largas (más de seis letras).
Por lo dicho antes, al hallarse en el quechua palabras extensas por el tipo de lengua
que se caracteriza, el proceso de lectura será más lento y más analítico en
comparación a las lenguas flexivas. Sin embargo, dado que las bases son bisílabas y
sobre las que se lematicen las macroentradas, facilitarán la lectura en el proceso de
búsqueda.
1.1.1.2.3.4 En estos aspectos, según las autoras citadas, existen dos vías o
procedimientos de acceso al léxico.
10
una perspectiva psicolingüística, las palabras generan una serie de efectos léxicos en
la identificación de los grafemas y el acceso al significado que conviene tenerlos en
cuenta en un proyecto lexicográfico:
1.1.1.2.3.6b Efecto aislante. Una palabra se reconoce más rápido cuando se presenta
aisladamente. En tal sentido, en el establecimiento de la NN se procede a aislar la
base como una macroentrada, de esta manera se pretende que el usuario halle la
unidad léxica de forma más rápida y eficiente.
1.1.1.2.3.6c Efecto del patrón silábico. La rapidez del reconocimiento de una palabra
depende de la combinación patronímica del grupo de grafemas que componen sus
sílabas; es decir, la prontitud de su identificación depende de la secuencia ortográfica
de las letras que componen la sílaba. El principio en la que se sustenta:
Toma más tiempo reconocer palabras que tienen una estructura silábica atípica.
11
inventario alfabético del quechua normalizado ayuda en el acceso rápido al léxico5, por
eso insistimos en el empleo del alfabeto latino y no tanto porque sea el inventario
alfabético del castellano o de otras lenguas modernas europeas, ya que resulta
práctico y funcional en el ámbito de los usos de la tecnología (cf. Llanto 2003: 67-68).
1.1.1.3.1.2 Mientras que las reformulaciones de los artículos lexicográficos siguen las
recomendaciones de los dos primeros autores, en la mayoría de casos. Sin embargo,
5
Por el contrario, las prácticas ortografías arbitrarias de los lexicógrafos del quechua moderno se tornan
inconsistentes y complejas; porque a un mismo fonema le corresponde varias unidades ortográficas en los
diferentes diccionarios.
12
también hemos tomado algunas prácticas de la DRAE (2001). En el ámbito de los
parámetros de la ortografía hemos seguido las reglas del DEM.
1.1.1.3.3 Las grandes bibliotecas suelen almacenar los documentos de valor histórico,
de forma análoga, los materiales lexicográficos en el quechua se han concebido como
depositarios o almacenes de unidades léxicas. De aquí las equivalencias quechuas
como simi qullqa (cf. §2.1.2.1), simi taqi (cf. §2.1.2.2) y simi pirwa (cf. §2.1.2.3) cuyas
segundas bases de los tres compuestos equivalen a ‗almacén‘.
13
lo que son poco prácticos. Al respecto, Cusihuamán (1976: 14) considera tres motivos
fundamentales por los que las obras lexicográficas de la lengua no son nada prácticos:
1.1.1.3.3.2 Lo que implica que la obra lexicográfica del pasado, dado el rango de
arcaísmos, es un ―cementerio de palabras‖. Mientras que los materiales lexicográficos
del presente son bibliotecas que atesoran una fracción del vocabulario del idioma. Bajo
tal consideración, la confección del DUQUE debe ser justificada por su utilidad y
facilidad en el uso.
14
las complejas, etc. De igual modo, se pueden agrupar subconjuntos de familias
léxicas, por ejemplo, con la base puklla- ‗jugar‘ se tiene lo siguiente:
c) pukllana s. juguete.
o) pukllay v. jugar.
r) pukllaykuy v. juégatelo.
15
u) pukllaysiy v. ayudar a jugar.
{ }
{ } { }
En donde P tiene como base léxica a puklla- y J, como acepción primitiva al verbo
‗jugar‘. Por consiguiente, la relación de pertenencia en el conjunto de la familia léxica
formada por puklla- ‗jugar‘ va desde el elemento a hasta u.
1.1.1.4.2.1 Las palabras poseen uno o más significados (polisemia) que se actualizan
en el uso cotidiano de sus hablantes (cf. Abad 2000: 35), aunque también van
ampliando o restringiendo sus acepciones en el tiempo (cambio semántico). Por
ejemplo al término suphu se le asigna la equivalencia ‗pelo‘ (cf. Cusihuamán 1976: 39),
cuando en realidad se puede definir como ‗pelo grueso y duro (largo o corto) de
animal‘, lo que nos arrojaría subacepciones como ‗cerda‘ y ‗crin‘: khuchiq suphun
‗cerda de cochino‘ y kawalluq suphun ‗crin de caballo‘. En tal sentido, empezamos a
responder a las anteriores interrogantes.
16
situaciones; esta asociación es la que permite servirnos de la lengua para hablar del
mundo‖ [El subrayado es del original]. En tal sentido, el objeto de la semántica léxica
sería el significado de las unidades simples, mientras que de la semántica
composicional, el significado de las expresiones complejas. En este sentido, la primera
sería un ámbito de interés más de la lexicografía, en tanto que la segunda, de la
gramática. A lo que cabe es fijar los conceptos de significado léxico y gramatical que
emplearemos en la composición del futuro DUQUE.
El que aportan las llamadas ‗clases mayores‘ de palabras (nombres, verbos (sic)
adjetivos y una parte de los adverbios). Estas unidades forman clases abiertas,
tienen contenido descriptivo y transmiten conceptos, es decir, representaciones
estables que nos permiten categorizar el mundo, por lo que también reciben la
denominación de expresiones categoremáticas. Tienen significado léxico palabras
como ministro, impuesto, eliminar, o estampida. [El subrayado es del original].
17
Se denominan también expresiones sincategoremáticas. [El subrayado es del
original].
(02)
a) killa s. luna.
b) killa s. mes.
c) killa s. menstruación.
El ciclo lunar consta de 28 días, lo que, a su vez, da origen al periodo mensual y, éste,
al ciclo menstrual (regular) que también abarca ese espacio de tiempo. En tal sentido,
a partir de la experiencia astronómica (02a) se extiende el significado a la experiencia
temporal (02b) y biológica (02c). Lo que implica que a partir de (02a) los significados
secundarios (02b-c) se desprenden del primario.
6
Según Escandell (2004: 35), la Pragmática:
“estudia la interpretación. Puesto que la interpretación integra la información procedente de la decodificación
lingüística con la información situacional y contextual, a la Pragmática le compete establecer cuáles son los
sistemas cognitivos, los principios, los procesos y los mecanismos que subyacen a dicha integración y la
hacen posible.”
18
c. Variante categorial verbal.
a. ―En estado puro o sin determinación categorial‖, es decir, sin capacidad sintáctica
ni semántica más que el mero complemento morfológico; esto implica que sólo
actúa como un morfema.
b. ―Asociado a una significación categorial‖, es decir, que adquiere capacidad
sintáctica y semántica.
1.1.1.4.2.2b Por otra parte, precisaremos a las acepciones secundarias bajo la óptica
de Morera (2007), para quien son: ―aquellas que se originan en una acepción
primaria, generalmente por extensión semántica, aplicación metafórica o
desplazamiento metonímico, o en alguna acepción de la palabra que le sirva de base‖
(Morera 207: 198). En este caso, las acepciones se hallan ―íntimamente relacionadas,
de tal manera que las unas no se pueden entender sin las otras‖ (Morera 2007: 198).
Es como ocurre en (02b-c), en la unidad léxica killa, de la acepción primaria ‗luna‘
surgen la segunda y tercera acepciones: ‗mes‘ y ‗menstruación‘, respectivamente (cf.
§1.1.1.4.2.2); ya que un mes equivale a un ciclo lunar, mientras que la menstruación
regular también tiene ese mismo periodo: 28 días. Este mismo fenómeno parece
ocurrir en dos lenguas andinas, ya que tanto el vocablo chipaya hiis como el léxico
puquina hisi equivalen a ‗luna; mes‘ (cf. Cerrón-Palomino y Ballón 2011: 18). Por lo
tanto, las acepciones secundarias tienen una relación directa por extensión con la
acepción primaria en el plano semántico, aunque no siempre exista tal relación en
sentido opuesto.
1.1.2.1 Alfabeto
19
1.1.2.1.1 A menudo, alfabeto se ha definido desde un enfoque evolucionista. En esta
perspectiva, autores como Calvet (2001: 251) que alfabeto es el: ―sistema de escritura
en el cual un signo gráfico equivale [a] un sonido (o, en ocasiones, a varios sonidos).
Sin duda, todos los alfabetos han evolucionado a partir de uno inicial, aparecido en
Mesopotamia‖. Sin embargo, la cita anterior, constituye una abstracción
alfabetocentrista, con lo cual se enmarca dentro del concepto eurocentrista, por lo que
desechamos tal concepción.
1.1.2.3 Lengua
1.1.2.3.2 Mientras que por lengua oficial seguiremos la definición que establece la
UNESCO (1951)7 como ―un idioma utilizado en las actividades públicas – legislativa,
ejecutiva y judicial‖.
7
http://unesdoc.unesco.org/images/0009/000963/096398sb.pdf
20
1.1.2.4 Lexicografía
1.1.2.6 Nomenclatura
1.1.2.6.2 A partir de los datos anteriores podemos decir que nomenclatura es la serie
de unidades léxicas lematizadas en un diccionario de acuerdo a principios o reglas
lexicográficas. Es decir, es un sistema ordenado de un conjunto de entradas de un
diccionario con la finalidad de describir y clasificar las unidades léxicas para facilitar el
acceso a la información contenida en el material lexicográfico.
8
La crítica es el resultado de la deconstrucción de la estructura de los diccionarios analizados
―entiéndase por deconstrucción como la técnica empleada en la crítica lexicográfica de obras acabadas,
que se diferencia de la construcción de teoría lexicográfica que es más a nivel ideal―.
21
1.1.2.6.3 Sin embargo, los especialistas Cerrón-Palomino y Ballón (2011) han
convenido en denominar etnotaxonomía léxica a lo que en lexicografía se conoce
como nomenclatura. A este respecto refieren que la etnotaxonomía léxica andina es el
―inventario de las palabras como unidades léxicas de cada una de las lenguas
ancestrales de la zona‖ (Cerrón-Palomino y Ballón 2011: 30-31). Sin embargo,
nosotros no cambiaremos el término nomenclatura por ningún otro vocablo altisonante.
1.1.2.8 Ortografía
1.1.2.8.1 En el Siglo de Oro, el fraile jesuita Ludovico Bertonio ([1612] 2006: 33) lo
concebía del siguiente modo: ―La ortografía es arte que se enseña a escribir bien
congruentemente, usando las letras y caracteres, que los sabios de las lenguas
aplicaron para leer y pronunciar, conforme al uso de cada nación‖. En la Lexicografía
quechua, esta noción de arte sobre la ortografía se mantuvo hasta bien entrado el
siglo XX. Aunque este concepto ya ha sido superado en los tiempos actuales.
tiene por objeto normar la escritura cuando la relación entre el fonema y la letra se
vuelven problemática, ya sea porque la correspondencia no es biunívoca (el uso
de la <C>, <Z> y <S> en español; la mayor parte de las dificultades en inglés), o
ya sea porque se estableció siguiendo criterios ajenos a los de la fonología (como
la interferencia de la etimología en la escritura del francés, el español, etc.).
22
1.1.2.9.1 Entenderemos por política lingüística aquello que Fernández (2008: 116)
comprende:
Las políticas lingüísticas son actuaciones que se llevan a cabo por iniciativa de las
instituciones en relación al uso de las lenguas en determinados ámbitos. Cuanto
más importantes sean y mayor poder tengan esas instituciones, mayor será el
ámbito de actuación y, por tanto, las políticas lingüísticas realizadas tendrán mayor
fuerza y difusión.
Usualmente, las instituciones a las que se refiere la cita son los órganos
normalizadores de una lengua. En el caso del quechua vienen a ser el Ministerio de
Educación y la Academia Mayor de la Lengua Quechua.
Siguiendo a Calvet (1999: 154 – 155), vamos a entender por política lingüística ―el
conjunto de decisiones conscientes efectuadas en el dominio de las relaciones
entre lengua y vida social, y más específicamente entre lengua y vida nacional‖; y
por planificación lingüística, ―la búsqueda y la puesta en acción de los medios
necesarios para la aplicación de una política lingüística‖ [El subrayado es del
original].
23
1.1.3 Antecedentes de la investigación
1.1.3.1 Uno de los primeros trabajos en teoría lexicográfica de esta lengua se halla en
los estudios proporcionados por Ballón (1985) ―Introducción a la lexicografía de
lenguas andinas y amazónicas‖. Luego viene las investigaciones en teoría y práctica
lexicográfica de Ballón, Cerrón-Palomino y Chambi (1992) Vocabulario de la actividad
agraria andina/ Terminología agraria quechua. Una reseña de este trabajo es el
realizado por Itier (1993) "Vocabulario razonado de la actividad agraria andina:
terminología agraria quechua".
24
1.1.3.4 Por otro lado, en la actualidad Calvo (2009) con su Nuevo diccionario español-
quechua / quechua-español gesta un trabajo de teoría y práctica lexicográfica. En el
Prólogo (págs. I-LXXI) se abordan aspectos teóricos de lexicología en general y
Lexicografía quechua en particular. Publicada en 5 volúmenes aborda tópicos
novedosos. Aunque su autor niega que se trate de un Tesauro, en la práctica lo es. En
el registro de acepciones llega a escalar hasta la cima de las mismas, pero también
cae a sus abismos en el registro de muchas equivalencias. Elaborado científicamente
es netamente para usuarios especialistas. La condición de obra académica no le
permite llegar al usuario común.
1.2.1.1 Una buena investigación lexicográfica implica consultar una amplia bibliografía
en materia de la lengua así como de la lexicografía. El estudio consistió en repasar la
metodología empleada en el análisis como una respuesta a la pregunta, ¿qué método
y técnica se emplea en cada texto? Y a partir de esas fuentes se ha analizado los
diferentes problemas a los que hemos intentando dar soluciones lingüísticas y
lexicográficas.
25
1.2.1.1.2 Se ha analizado material bibliográfico especializado y con las aproximaciones
teóricas hemos desentrañado los aspectos metodológicos. Este análisis nos ha
permitido detectar los problemas y limitaciones que aquejan a la Lexicografía quechua.
26
combinaciones. En resumen, podemos expresar que la síntesis es la competencia de
integrar varios elementos y morfemas en una sola palabra.
9
Año en que se lee el Proyecto de tesis.
27
importante en la Lexicografía quechua que no se consigna dentro del quinteto de
obras. En tanto que en este quinteto se deben precisar dos aclaraciones. La primera
es aquella decisión de incluir las equivalencias en el quechua cusqueño del
Vocabulario Políglota Incaico (1905), pero en lo que respecta a la reedición
normalizada (1998), y la segunda, que el repertorio lexicográfico se complementa con
el DiE (2004) de la subvariedad boliviana.
1.2.1.3.2.4 Las obras seleccionadas del quechua y las de consulta del castellano y del
quechua están agrupas en tres:
b) Obra de confrontación:
c) Obras de consulta:
28
1.2.1.3.2.5 Los materiales lexicográficos emplean tres lenguas distintas: quechua,
español e inglés. Los bilingües usan un castellano andino en la traducción o
equivalencia del quechua. Este dialecto se caracteriza por la temprana influencia
quechua en el español en esta parte de América del Sur.
29
andinas mayores en Sudamérica, tanto por el espacio geográfico que ocupa como por
el número de hablantes que posee. Por ejemplo, ninguna lengua indígena es
poseedora de un territorio tan vasto como la que posee el quechua. Se extiende desde
la sierra norte chilena, pasa por el nordeste argentino y abarca grandes extensiones
de los suelos de Bolivia, Perú, Ecuador y el sur de Colombia (cf. Cusihuamán 1976:
29). Sin embargo, no perdemos de vista su realidad lingüística, ya que se encuentra
muy fragmentada a nivel de dialectos. En tal sentido, fijamos nuestro análisis en la
variedad cusqueña.
30
(Parker, 1963); o Quechua II, subgrupo de los dialectos IIC (Torero, 1964 y 1974)‖
(Cusihuamán 1976: 29).
Esta misma dirección han seguido los académicos cusqueños al bastardarizar a los
otros dialectos ajenos al cusqueño, aunque por cuestiones sociolingüísticas, pero el
mismo sendero también transitan algunos especialistas al momento de normalizar,
puesto que también desdeñan el cusqueño por ser la más innovadora. En tal sentido,
existen muchos problemas en la normalización de la lengua, más concretamente de
los dialectos. El mismo Lyons (1993: 20) señala que:
Este fenómeno ocurre en el quechua, por lo que la línea divisoria entre los términos
lengua y dialecto no parecen estar del todo claro a ojos de los hablantes de la lengua,
incluso de algunos especialistas. Para deslindar la controversia de la cuestión
postulada, nos basaremos en los criterios interno y externo que Pöckl, Rainer y Pöll
(2004: 58) proponen.
31
1.2.2.1.2.1 Teóricamente sabemos que toda lengua al expandirse en un determinado
espacio geográfico y tiempo: aumenta o disminuye en número de hablantes en unos
escenarios, entran en interacción con otras lenguas en otros, se fragmentan y
diferencian mucho con sus pares. Como producto de su historia, la fragmentación
resulta en un conjunto de dialectos. Estos, con el correr de los siglos, se diferencian
tanto que adquieren una imagen diferente del tronco primigenio, así como del resto de
sus hermanos. Éste es el caso del quechua. Dado el problema, surge la discusión de
que si es una lengua con muchos dialectos o si éstos ya son lenguas independientes
que se agrupan en una familia lingüística. En tal panorama, según el criterio interno se
establece que cada variante es una lengua autónoma. Al respecto Pöckl, Rainer y Pöll
(2004: 58) afirman que:
Desde el punto de vista interno está tanto más justificado hablar de dos lenguas
en referencia a dos variantes lingüísticas cuanto mayor es la distancia (se suele
emplear el término alemán Abstand) entre ambas, es decir, cuanto menos tengan
en común desde el punto de vista fonético, léxico y gramatical. [Pöckl, Rainer y
Pöll 2004: 58] [El subrayado es del original].
De acuerdo al cuadro anterior podemos inferir que entre la variedad cusqueña y los
dialectos centrales como el ancashino y el juninense existen diferencias significativas
que bien se pueden postular como lenguas independientes antes que dialectos de una
32
misma lengua, puesto que, al menos en lo fonético y léxico, presentan marcadas
distancias.
Bajo la lupa del criterio externo, tanto en la teoría como en la práctica, la descripción
hecha del quechua en párrafos anteriores no es tan convincente, ya que sólo unas
cuantas variedades podrían adquirir el estatus de lengua y no habría forma de
emparentar a los otros dialectos. Pese que la enseñanza de la lengua en la escuela
alcanza a cinco variedades (cusqueño, ayacuchano, sanmartinense, cajamarquino y
ancashino), de acuerdo a la concepción anterior y sin ánimo de ―bastardarizar‖ las
otras variedades del quechua, podemos afirmar que la única variedad dialectal que
encaja en los parámetros de lengua sería la cusqueña. Ésta posee un caudal de
composiciones poéticas, música sacra, dramas, recopilación de mitos y leyendas,
cuando no cuentos, además de novelas traducidas como ―El Quijote‖, etc.
1.2.2.1.2.3 Sin embargo, el deslinde bien podría abordarse por otra parte, si
consideramos que en muchos casos en el empleo de una u otra denominación prima
33
más una decisión política que la teoría lingüística. Al respecto, Lyons (1993: 21) nos
ilustra:
Esto implica que la denominación de lengua o dialecto está influenciada por factores
extralingüísticos como la ideología política en la determinación de tal estatus. En esta
perspectiva, Pöckl, Rainer y Pöll (2004: 58) afirman que:
34
1.2.2.1.3 El ámbito lingüístico de investigación
1.2.2.1.3.2a Este grupo abarca los dialectos cusqueño y ayacuchano. Ambos tienen
alto grado de inteligibilidad. Al respecto, Cusihuamán (1976: 30) afirma que: ―En
35
cuanto a su inteligibilidad, los dialectos del quechua sureño (desde Huancavelica hasta
Puno) del Perú y aquellos de Bolivia son mutuamente comprensibles‖. En este mismo
sentido, Cornejo e Itier (2006: i) afirman que:
En esta misma dirección ha señalado el lingüista Mannheim (1990: 141), quien afirma
que: ―El quechua Cusco-Collao se encuentra más emparentado con su vecino, el
quechua Ayacucho-Chanka, que con ninguna otra variante. Aunque estas dos
variantes tienen sistemas fónicos muy distintos, sus sistemas morfosintácticos sí son
similares‖. Como se puede observar, a diferencia del resto de sus congéneres, es el
grupo más constante en su distribución areal; en consecuencia, las más próximas y
más inteligibles.
elaborar un texto que pretende ser común en el habla propia de un lugar presenta
el riesgo de suscitar el rechazo de los lectores que se identifican con hablas
potencialmente competidoras. En efecto, las formas particulares que toma el
quechua en cada provincia, cada distrito y, a veces, en cada comunidad,
constituyen uno de los signos más resaltantes de las identidades locales.
Esta observación nacía del propósito de elaborar materiales educativos tomando como
norma la variedad dialectal ayacuchano que en su momento argumentaremos con más
profundidad.
1.2.2.1.3.2c Por otra parte, la fusión de los dos dialectos constituye un área lingüística
muy amplia ‒ya que abarca a dos dialectos, el cusqueño y el ayacuchano‒. Eso sin
contar la extensa área geográfica ‒desde Huancavelica hasta Puno (Perú), e incluso
Bolivia‒. Además, el panorama se muestra más compleja en el ámbito político, ya que
las diferentes Direcciones Regionales de Educación (DRE) han diseñado sus
Proyectos Educativos Regionales (PER) con enfoques EIB que se plasmarán en sus
respectivos Diseños Curriculares Regionales (DCR) que, tarde o temprano, serán
financiados por los Gobiernos Regionales (GR), equivalentes a las Comunidades
36
Autonómicas de España. Estos órganos de gobierno les darán el tinte político a la
lengua en el futuro de acuerdo a las características lingüísticas de cada una de sus
regiones como ya ocurre con el catalán y el valenciano o con el eusquera batúa
(unificado) en España.
10
Itier (1992: 1015), que cita a Pineda, evidencia que en el libreto de la Muerte de Atahuallpa
representado anualmente en Huancapón, ámbito del quechua central, se muestra un quechua cusqueño
que parecería que busca conservar y elevar el registro imitando la variedad con mayor status que
hablaron los personajes históricos puesto en escena en la actualidad.
37
1.2.2.2.2 Un segundo criterio se basa en la larga tradición escrita de la lengua. El
quechua cusqueño no sólo ha sido el preferido para los estudios lingüísticos, sino
también para la codificación de otros géneros de literatura desde el siglo XVI en
adelante. No en vano es la que cuenta con más gramáticas y diccionarios descriptivos,
tanto diacrónicos como sincrónicos. Igualmente, con relativa facilidad se pueden hallar
materiales escritos de diversas temáticas en la lengua actual.
38
1.2.2.3 Delimitación dialectológica del quechua
1.2.2.3 Al hablar del quechua no se puede referir a él como una única lengua (cf.
Noriega 2011: 27), como se podría hacerse referencia habitualmente de una lengua,
sino como una familia de dialectos. Y es en este punto se cumple lo que señala
Morera (2007: 159): ―Las lenguas naturales solamente están completas en toda su
variación‖.
1.2.2.3.1 Cada dialecto es casi un idioma diferente. De aquí se puede inferir una serie
de características que las diferencian unos de otros:
39
1.2.2.3.2b La variedad cusqueña es un dialecto relativamente heterogéneo. Esta
heterogeneidad se traduce en la presencia de subdialectos por diversas razones. Al
respecto, Cusihuamán (1976: 32) afirma que:
Son notorias las formas subdialectales de las provincias altas (Espinar, Canas,
Chumbivilcas, etc.), de los Valles del Vilcanota, y de las cordilleras orientales
(Lauramarca, Paucartambo, Queros, etc.), en el departamento del Cuzco, y sus
subvariantes de Apurímac, Puno y Arequipa. [Cusihuamán 1976: 32].
a. Subvariedad apurimeña.
b. Subvariedad cusqueña.
c. Subvariedad collavina.
13
De hecho Aymaraes, antiguo enclave de aimaras, tiene una fuerte influencia del quechua ayacuchano
por ser una provincia frontera con Ayacucho y por constituir un corredor vial. Y sus hablantes perciben
que el habla cusqueño es diferente al suyo.
40
ésta última ocurre en Abancay como en Antabamba, aunque tampoco es raro observar
el uso alterno de ambas formas. Mientras que las aspiradas y glotalizadas coinciden
con la cusqueña en las dos últimas provincias; en cambio en la primera sólo se dan las
aspiradas. Otra diferencia que se puede hallar es la figura del sufijo verbal –rpa14
‗acción rápida o violenta‘: puri-rpa-n ‗caminó rápidamente‘, urma-ya-rpa-n ‗se cayó
violentamente‘, qhispi-ya-rpa-n ‗ascendió raudamente‘. Sin embargo, su presencia no
es homogénea en todo el espacio de la subvariante apurimeña. Mientras que en el
plano léxico se emplean indistintamente las formas tanto cusqueñas como
ayacuchanas, principalmente en las márgenes del río Pachachaca (ríos Chalhuanca y
Pampamarca, parte alta). La lista que sigue es una adaptación de Carbajal (2004)15.
14
Tal parece ser alomorfo del descensor –rpu (Cerrón-Palomino 2008: 154-155) presente en las
variedades centrales con noción de dirección hacia abajo, puesto que también Chirinos (2001: 64) refiere
que el sufijo verbal –rpa actúa con el significado de „acción hacia abajo rápida o violenta‟. Nos
inclinamos a sostener que ambos morfemas son alomorfos con cambios semánticos no muy profundos.
Un dato que sustenta nuestra hipótesis es que el primer lingüista citado señala que el descensor –rpu ha
pasado al collavino que puede significar „acción de disminuir o quitar algo‟. Otra característica es que se
le halla profusamente en el cusqueño.
15
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/Tesis/Human/carbajal_sv/cap4.pdf
41
Como se puede observar, existe variación léxica entre ambos dialectos (qatay/masay
‗yerno‘). Además, también se da una variación fonológica considerable (kunan/kanan
‗ahora‘).
Mientras que los morfemas aimaras que han pasado al quechua collavino (Chirinos
2001: 150; Cerrón-Palomino 2008: 154-156) son: el oscilativo -naqa, el descensor -qa,
el congregador -thapi, el ubicativo –xata y el dispersador –tata. Además sufijos como
el incoativo –ta16 y el descensor –qa se emplean en las provincias cusqueñas de
Canas (32,790 hablantes), Canchis (53,695) y Espinar (40,594) (cf. Cusihuamán 2001:
32 y 197). Históricamente la influencia del aimara abarcó hasta las dos primeras, por lo
tanto, no sería descabellado pensar que en estas provincias se hallen rasgos
collavinos (Chirinos 2001: 150), ya que incluso se puede observar algunos matices de
este subdialecto en las punas del sur de las provincias apurimeñas de Cotabambas y
Antabamba17. Los sufijos mencionados se presentan con valor semántico cero en
muchas de sus realizaciones ―por lo menos a los oídos de un hablante de las
subvariedades apurimeña y cusqueña―.
16
Nótese que en el aimara esta morfema es glotalizada –t‟a (cf. Cerrón-Palomino 2008: 150). Más
adelante precisamos ejemplos de su ocurrencia con conmutabilidad cero.
17
Chirinos (2001: 62) cree que se debe probablemente a la influencia del mundo cultural de los pastores
de alpaca.
42
1.2.2.4 Delimitación geolingüística del quechua cusqueño
18
En adelante presentaremos las cifras absolutas de la población quechua hablante de acuerdo al Censo
del 2007. Por otra parte, esperamos que se logre el Mapa Etnolingüístico del Perú del se habla en la Ley
Nº 29735 (2011) en el artículo 5º, textualmente dice:
“5.1 El Ministerio de Educación es responsable de elaborar, oficializar y actualizar periódicamente, mediante
decreto supremo, el Mapa Etnolingüístico del Perú, como herramienta de planificación que permite una
adecuada toma de decisiones en materia de recuperación, preservación y promoción del uso de las
lenguas originarias del Perú.
5.2 El Mapa Etnolingüístico del Perú determina el número de comunidades campesinas o nativas que
pertenecen a un grupo etnolingüístico. Para determinar el número de personas que hablan lenguas
originarias, el Ministerio de Educación establece, en coordinación con el Instituto Nacional de Estadística
e Informática (INEI), los procedimientos necesarios para realizar los análisis cualitativos y cuantitativos y
determinar el carácter predominante de una lengua originaria.”
Incluso la norma, en la segunda disposición complementaria, fijó al Ministerio de Educación como fecha
tope para contar con el documento el 31 de diciembre de 2011.
19
Históricamente Apurímac, particularmente Aymaraes, ha sido territorio aimara (cf. Vocabulario
Políglota Incaico [1905] 1998: xii). Precisamente el nombre de la provincia es la pluralización del
nombre aymara. Además, abunda en esta región la toponimia en esta lengua andina. En la actualidad, el
índice de sustitución lingüística es alta y quizá es la única provincia de Apurímac con más porcentaje de
hispanohablantes.
20
La zona oeste del distrito de Mollepata (Anta-Cusco) lo ocupan hablantes de la subvariedad apurimeña
ubicados entre dos fronteras naturales: el río Apurímac (sur) y la cadena montañosa de la cordillera del
Salqantay (norte), zona de contención del Parque Arqueológico de Machu Picchu. Un primer grupo es
procedente de Curahuasi (Abancay-Apurímac) que se distribuye en la Comunidad Campesina de San
43
1.2.2.4.2b Por otra parte, la distribución de la subvariedad cusqueña es relativamente
homogénea en el territorio del departamento del Cusco. Según Cusihuamán (1976:
30): ―en el departamento del Cuzco se habla en toda la región interandina y ceja de
selva (hasta las proximidades del Río Yavero y los límites con el departamento de
Madre de Dios‖. Dado su heterogénea distribución, abarca 10 provincias, de las trece
existentes, del departamento: Acomayo (22,262 hablantes), Anta21 (36,512 usuarios),
Calca (43,008), Chumbivilcas (64,087), Cusco (63,675), La Convención22 (62,145),
Paruro (26,707), Paucartambo (35,996), Quispicanchis (57,587) y Urubamba (27,523),
mientras que en Apurímac abarca las provincias de Cotabambas23 (38,091) y Grau
(18,958). En cambio en Arequipa las provincias de habla cusqueña son: Condesuyos
(distrito de Cayarani con 2,567 hablantes) y norte de Castilla.
Francisco que se subdivide en los siguientes sectores: Ayrancca, Accobamba, San Francisco, Santa Rosa,
Marcani y Abuela. Más al oeste también se halla otro grupo de agricultores y pastores procedentes de
Cachora (Abancay-Apurímac) ubicados alrededores del Complejo Arqueológico de Choquekirao:
Malampata y Santa Rosa.
21
Una transición entre la variedad apurimeña y cusqueña serían los distritos de Anta que se hallan en la
cuenca del Apurímac: Chinchaypucyo (Chirinos 2001: 64) que cuenta con 4,046 hablantes, Limatambo
con 6,865 usuarios y Mollepata con 2,060. Datos que incluimos en la cifra provincial.
22
Con excepción del distrito de Quimbiri (Chirinos 2001: 83) que asciende a 9,641 hablantes que el
citado lingüista los agrupa en la variedad ayacuchana por el acceso vial y flujo migratorio de ese
departamento. Además pertenece administrativamente al área denominada Valle del Río Ene, Apurímac y
Mantaro (VRAEM) que se crea con la finalidad de contrarrestar las acciones del narcotráfico y el
terrorismo. La cifra anterior se incluye en el dato provincial.
23
A excepción del distrito de Haquira que ya tiene rasgos de ayacuchano (Chirinos 2001: 62) cuya
población quechua hablante asciende a 8,790 que incluimos en la cifra provincial.
24
Exceptuamos la provincia de la Unión, sur de Condesuyos, norte de Caraveli que tienen población de
habla ayacuchana.
44
1.2.2.4.3 Otros espacios que se pueden identificar el posicionamiento de las tres
subvariantes, por efectos de la migración, son las grandes urbes, aunque no se
precisa qué variedades. Resaltan: Lima (456,225), Callao (36,312), Arequipa
(101,631), Moquegua (2,360), Tacna (6,365) y Puno (60,261). Otro escenario,
producto de las colonizaciones quechuas, son las provincias de Madre de Dios:
Tambopata (10,202), Manu (5,731) y Tahuamanu (897). De igual modo, la migración
masiva de quechuas al exterior ha colocado a esta lengua en las principales ciudades
de Sudamérica, Europa, Asia y Norteamérica (cf. Jara 2008). Por otro lado, las
penetraciones de quechuas en la selva de La Convención (Cusco) deviene en la
adquisición lingüística de esta lengua andina por parte de grupos étnicos amazónicos
que ya lo poseen como lengua materna (Chirinos 2001: 86): machiguengas (12,8 %),
ashánincas (33 %) y harakmbuts (28 %). En este sentido, Zúñiga, Cano y Gálvez
(2003: 50) citan una entrevista:
Lo que implica que existen personas que tienen manejo de dos o más lenguas en
contacto con un buen nivel de manejo de todas. A menudo sucede en fronteras
lingüísticas.
Como respuesta, el mismo lingüista nos advierte que: ―Cada solución tiene su pro y su
contra‖ (Albó 2007: 4). Así que debemos explorar y confrontar ambas vías dentro de la
práctica lexicográfica.
45
1.2.2.5.1 En dirección a la primera cuestión formulada en (§1.2.2.5), Albó (2007: 2)
manifiesta que los lexicógrafos ―suelen basarse en áreas dialectales distintas‖. Al
respecto, la serie de diccionarios bilingües publicados por el Ministerio de Educación
(1976) y los materiales lexicográficos monolingües (2005), también del mismo
organismo, se han editado de forma independiente. En 1976 se editan en seis
dialectos y en el 2005, en cinco. En tal sentido, todo parece indicar que esta opción
facilita la codificación del léxico en uso actual, ya que es más fácil de cotejar dentro del
área geográfica delimitada. A este respecto, a modo de responder el primer
cuestionamiento, Albó (2007: 4) afirma que: ―La primera, da más seguridad de que las
equivalencias están en uso, al menos en la región y variante previamente delimitada.
Fue la opción de Herrero y Sánchez de Lozada, aun a costa de perder utilidad en otros
ambientes‖. Al menos eso nos confirma el trabajo de Calvo (2009) en la variedad
cusqueña, pese a ser en un solo dialecto ha logrado componer un nutrido diccionario
de cinco volúmenes, aunque le haya costado una labor de quince años, que ya casi
ronda con los diecinueve años que tardó García Márquez en gestar su obra cumbre,
Cien años de soledad (1967). Este esfuerzo en el tiempo lo postula a la categoría de
obra maestra.
46
§1.2.2.3.1). Incluso, nosotros habíamos formulado en esta línea el primer objetivo
general de la investigación en el Proyecto de tesis: ―Analizar y establecer una nueva
nomenclatura multidialectal adaptada a las características de la lengua actual a partir
de obras lexicográficas publicadas entre 1970 hasta el 2007‖ (Jara 2008: 12). Sin
embargo, por entonces, todavía no habíamos comprendido que tal propósito, en
materia lexicográfica, sería poco práctico en la actualidad. En esta misma dirección,
Rosat (2004: IX), en cuanto a la unificación del inventario alfabético, expresa su
intención teórica:
47
debería codificar cada forma como entrada independiente y remitir a la variante
ortográfica que representa la norma. Esta decisión convertiría a la obra lexicográfica
en un instrumento en el que el usuario constantemente estaría persiguiendo la
información que busca. El problema se agrava al momento de decidir sobre cuál forma
encarnará la norma. El riesgo es que en esta elección prime la variedad o subvariedad
que maneje el lexicógrafo. Por tales razones, queda descartado como alternativa
válida para nuestros propósitos presentes y ulteriores en beneficio de componer el
futuro DUQUE.
1.2.2.5.3 Sin embargo, existe una tercera alternativa a tener en cuenta: Un calepino. A
este respecto, Albó (2007: 4) afirma que: ―El ideal transita por algún punto intermedio
entre estos dos extremos‖. Y más adelante, el lingüista informa que:
1.2.2.5.4 Por todas estas razones, es mucho más práctico centrarse en el léxico de
una variedad dialectal, antes que pretender unificar el léxico de todos, o una gran parte
de, los dialectos. En consecuencia, nos centraremos en el léxico de la variedad
cusqueña, incluyendo las subvariedades, al menos de las peruanas, puesto que será
menor la codificación de la subvariedad boliviana.
48
1.2.2.6 Aspectos lingüísticos de descripción de la lengua
El castellano andino en que se codifican las equivalencias es una práctica que viene
desde el Siglo de Oro. Sin embargo, en obras recientes se ha superado este defecto
como sucede con la obra de Calvo (2009).
49
circunscribe con una marca diatópica; entonces se sobreentiende que el autor
describe en base a su subdialecto.
25
El español andino o tipo 2 se utiliza en toda la región andina y en la costa sur del Perú (Escobar 2000:
42). Además el español del Perú presenta el tipo 1 que se emplea en la costa norte y central, y la región
amazónica; y el interlecto es el uso que hacen los quechuahablantes del castellano como segunda lengua.
50
51
CAPÍTULO II
2.0 Introducción
2.0 En este capítulo buscamos poner de relieve el estudio preliminar sobre los
principales problemas lingüísticos y lexicográficos que afectan a la lengua. El capítulo
está dividido en tres partes: (§2.1) El problema del nombre de la lengua y del
diccionario, (§2.2) Rasgos de la lengua quechua, (§2.3) Problemas generales de la
Lexicografía quechua.
52
2.0.2 En la segunda parte abordamos los rasgos generales de la lengua. En tal
sentido, se intenta examinar la cuestión conceptual sobre fonología y la tipología
morfológica de esta lengua andina. En tal orientación, respondemos a la cuestión,
¿qué es lengua aglutinante? Luego se aborda el aspecto morfológico, en ella se
analiza la estructura interna de las palabras y la identificación de los elementos que la
conforman. La finalidad de este examen es comprender los mecanismos de su
formación, pero principalmente para observar, desde adentro, si la ausencia del prefijo
favorece o no una ordenación de la nomenclatura por familias léxicas. En tanto que
consideramos que es crucial que todo diseño lexicográfico de una lengua aglutinante y
sufijante deba someter a un análisis morfológico previo del léxico para lograr
resultados aproximativos que coadyuven en la apropiada elaboración de la
nomenclatura. Posteriormente analizamos los aspectos sintácticos como lengua SOV.
Y por último, examinamos los aspectos gramaticales como la ausencia del artículo, así
como la ausencia del género gramatical y la presencia del género léxico.
2.1 En esta primera parte abarcaremos los diferentes problemas lingüísticos generales
que atañen a la lengua dentro de la práctica de la confección de materiales
lexicográficos. Uno de esos tópicos es el nombre de la lengua que si bien ya casi
establecida desde la perspectiva hispana como quechua no queda del todo clara
desde la perspectiva indígena como qhichwa o runa simi. Lo mismo pasa con lo
relacionado con el problema de la familia quechua. En tal sentido, en esta sección
abordaremos dos problemas lingüísticos principales: la cuestión de los nombres de
lengua y la familia lingüística quechua.
53
2.1.1 Los nombres de la lengua y la lexicografía
2.1.1 Para iniciar esta discusión nos planteamos la pregunta, ¿cuál es la etimología del
nombre de la lengua? Como una primera aproximación se observa que el problema de
la denominación de la lengua se ha planteado desde los inicios de la Colonia en el
siglo XVI. En tal sentido, hallamos que en los documentos más tempranos se empleó
diferentes designaciones como (Cerrón-Palomino 1987: 31 -32): lengua general,
lengua del inca y lengua del Cuzco. Un fenómeno análogo pasa en la actualidad, ya
que los hablantes de cada dialecto van denominando de distintas formas a su
variedad26, por citar algunos ejemplos, en los departamentos de la Sierra Sur
(Ayacucho, Apurímac, Cusco, Puno) la llaman runa simi (lit. ‗boca/lengua del hombre‘),
en San Martín la nombran como llakwash, en los departamentos centrales (Huánuco,
Áncash) la denominan qichwa/ qishwa, en Cajamarca se refieren a ella como lingwa y
en Colombia la conocen como inga. Mientras que en los círculos de especialistas las
preferencias se han distribuido entre dos formas: i) quechua (Perú y Bolivia), ii)
quichua (Ecuador y Argentina). En este sentido, con el propósito de esclarecer el tema
analizaremos tanto el vocablo quechua así como el término runa simi.
2.1.1.1 La lengua se nombra como quechua. Sin embargo, no queda claro las
circunstancias de su empleo, así como su etimología, cuando no sus múltiples
ortografías en tal designación. En tal sentido, trataremos de aproximarnos a estos
temas a partir de las siguientes cuestiones: ¿quién introdujo el término quechua como
nombre de la lengua?, ¿en qué momento se introdujo tal denominación?, ¿cómo se
llegó a adaptar tal vocablo?
26
http://www.sil.org/americas/peru/spa-pop/familia_quechua.pdf
54
Porras (1952. IV) anota que el religioso sevillano Fray Domingo de Santo Tomás,
de la orden de Santo Domingo, no sólo fue el primero en hacer una ―Gramática‖ y
un ―Lexicón o Vocabulario‖ (1560) de la lengua de los indios, sino también fue él
quien lo bautizó con el nombre de ―quichua‖. Vocablo que en dicha lengua sirve
para denominar las zonas templadas de la sierra y, por extensión, a quienes las
habitan.
- primera parte: ―Vocabulario de la lengua general de los Indios del Perú, llamada
Quichua‖;
- segunda parte: ―Vocabulario, de la lengua general de los Indios delos reynos del
peru, llamada Quichua‖.
Conviene también señalar que fray Domingo de Santo Tomás (1560), salvo en los
títulos de sus dos secciones, no vuelve a emplear dicho término. Por el contrario, en el
―Prologo del Auctor al pío Lector‖ se sigue refiriendo a la lengua de tres formas
genéricas:
- ―lengua general‖,
- ―l gua de los Indios‖ y
- ―l gua Indiana‖.
Lo anterior nos demuestra que hay una inconsistencia en el empleo del vocablo dentro
de la obra por parte del fraile Domingo de Santo Tomás, quien inaugura el término en
el plano escrito.
2.1.1.1.1b Mientras que en el plano oral no está claro la época en que se empezó a
usar el término como denominación de la lengua. A opinión de Middendorf ([1890]
1998: 7 - 8):
55
Sin embargo, a partir de la información de Domingo de Santo Tomás (1560) podemos
inferir algunas aproximaciones. Es evidente la combinación de ―lengua general‖ y
―Quichua‖ que hace el fraile en los títulos de ambas secciones en que está divida la
obra:
a) ―lengua general‖,
b) ―lengua Qquichua‖ y
c) ―[lengua] del Inca‖.
Lo que implica que, incluso, a principios del siglo XVII aún había titubeos en cuanto al
uso formal del nombre de la lengua.
2.1.1.1.2 En una respuesta a la segunda cuestión (cf. §2.1.1.1), queda claro que se
registró en 1560 (cf. §2.1.1.1.1). De aquí en adelante, tanto tirios y troyanos ya no han
podido escapar al antojo del término para designar a esta lengua andina. Al respecto,
Cerrón-Palomino (1987: 32) concluye que: ―Desde entonces data la fortuna del
glotónimo‖. De lo anterior, podemos inferir que a principios de la segunda mitad del
siglo XVI ya se manejaba tal designación y a principios del siglo XVII toma un impulso
(cf. Cerrón-Palomino 1987: 32), al menos dentro del círculo de los hombres dedicados
a la lengua. En consecuencia, está claro que fueron los primeros lingüistas y
lexicógrafos del quechua quienes consolidaron el uso del término quechua (en su
variante quichua) en la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII.
56
idioma (lengua general, lengua del inca, lengua del Cuzco), los primeros lingüistas y
lexicógrafos no estaban satisfechos. Las denominaciones laxas de la lengua no
satisfacían como solución al problema del nombre de la lengua que intentaban
describir. Para cualquier entendido en humanidades no era posible describir una
lengua sin nombre, en tal sentido, esta dificultad se abordó como una cuestión de
oficio antes de plasmar las artes y los vocabularios. En este propósito es probable que
los frailes tuvieran diferentes motivaciones en esta elección.
2.1.1.1.3a Una primera motivación para asignar un nombre de la lengua parece haber
sido el intento de distinguirla frente a otros idiomas indígenas de la región andina. Al
respecto, Middendorf ([1890] 1998: 8) señala que el camino del nacimiento del término
estaba motivado como oposición al aimara. Los hispanos del siglo XVI debieron hallar
islas lingüísticas en el espacio andino, eso sin contar que las variedades dialectales
del quechua, el aimara o el puquina debieron parecerles, a primera impresión, lenguas
diferentes. En tal contexto, el problema debió ser complicado al no tener nombres para
designar las lenguas. Pese a todas estas consideraciones no hay demasiadas
evidencias al respecto como para concluir categóricamente que el nombre de la
lengua tuvo tal motivación, por lo que este punto queda en calidad de conjetura.
2.1.1.1.3b Una segunda motivación abona a favor del descontento de los lingüistas y
lexicógrafos hispanos frente a la dispersión terminológica para designar el nombre de
la lengua que caracterizó el segundo tercio del siglo XVI. En este sentido, Noriega
(2011: 28) opina que:
57
2.1.1.1.4 Nosotros, para explicar el cómo ocurrió la asignación del nombre de la
lengua como quechua postulamos que las motivaciones estuvieron influenciadas por
factores de tipo orográfico-climáticos y antropológico-demográficos. Nuestra posición
no excluye las anteriores motivaciones. Así la connotación del nombre de la lengua a
partir del término quechua ‗tierra templada‘, actuales valles interandinos, se debería a
los siguientes factores. Los factores geográfico-climatológicos influyeron en el
posicionamiento del término quechua como nombre de la lengua entre los hispanos
del siglo XVI.
Dos fueron los grandes caminos en el Perú antiguo: el de la costa (que partía en
Tumbes, pasaba por Pachacamac y terminaba en Arequipa) y el de la sierra (que
unía a Quito con el Cusco y atravesaba los andes por Cajamarca, Huánuco, Jauja
y Vilcashuamán).
El camino inca27 del Cuzco a la capital del virreinato, la Ciudad de los Reyes28,
cruzaba por los valles templados por donde transitaron los peninsulares. En los
27
Esta calzada se siguió empleado durante toda la Colonia y gran parte de la República, hasta bien
entrado el siglo XX en la ruta Cuzco – Lima.
58
tramos de Limatambo (Anta-Cusco) a Curahuasi (Abancay-Apurímac) hay 50
kilómetros y de Abancay a Chalhuanca (Apurímac) alcanza los 120 kilómetros. Ambas
secciones se caracterizan por su inclemente calor, más aún en puntos bajos como el
Mawk‟a Chaka29 ‗puente viejo‘ sobre el río Apurímac. Al respecto, PROANDE (2000: 7)
indica que: ―el puente más famoso fue el que se encontraba sobre el río Apurímac y
que causó asombro a los conquistadores por sus 180 pasos de largo sobre un
precipicio muy hondo‖. Esta compleja red de caminos despertó la admiración de
muchos caminantes de la Colonia. Al respecto, PROANDE (2000: 5) nos refiere:
28
La zona qhichwa del Camino inca al Chinchaysuyo abarca desde Limatambo (Cusco), pasando por
Curahuasi, Abancay y Chalhuanca (Apurímac), continuando desde Nazca (Ica) hasta Lima. En la
actualidad la carretera Cuzco – Lima sigue el mismo curso de ese camino antiguo y aún se pueden
observar la plataforma de la calzada inca a lo largo de las márgenes de los diferentes ríos por donde sigue
la vía.
29
La visita se realizó del lado apurimeño. Existe allí una plataforma para tender el puente ubicada en
medio del barranco. Aún quedaba un árbol de azafrán que seguramente fue empleado para la tusa de los
cables en sus últimos años de uso. Luego sube una calzada esculpida en la roca que da a un túnel de
aproximadamente 50 metros de longitud. Tiene algunos agujeros en la parte superior que parecían claros
de luz. El puente está situado en el encuentro más angosto de ambas paredes del río, pero en una
geografía abrupta, por lo que la obra es de alta ingeniera y bastante innovada para su época.
59
Así, la abrupta geografía de los valles interandinos sumado al deterioro de los caminos
y puentes para alrededores de 1560, fecha en que se registra el término quechua
como nombre de la lengua, hacían, muchas veces, penoso el viaje.
Por otra parte, en invierno, que es la temperatura de más calor en esta región
quechua. Recorrer a pie las vías en jornadas de varios días se marcan por los
frecuentes desvanecimientos de los caminantes. A estas inclemencias se suma el
temor a las enfermedades endémicas como el dengue y la fiebre amarilla tan común
en estas regiones, quizá por eso han sido muy poco pobladas. Entonces, el clima de la
zona quechua y las enfermedades endémicas infunden gran impresión en el espíritu
de cualquier peregrino, por lo que el término debió tener más connotación en el
60
recuerdo de los españoles, cuando de los frailes evangelizadores que debieron
recorrer estos territorios, no sólo de tránsito, sino en su afán evangelizador. No
olvidemos que, incluso, favoreció en la forma de concebir el mundo de los primeros
pobladores. Al respecto, Depaz (2005: 53) señala que:
2.1.1.1.6 La explicación del problema del origen del término nos enfrenta a diversos
supuestos. En tal sentido, exploraremos lo señalado por Middendorf ([1890] 1998: 8):
―Sobre el origen de la palabra keshua para designar el Runa-Simi, ha habido
diferentes hipótesis‖.
2.1.1.1.6a Un primer problema que aqueja con frecuencia la cuestión del nombre de la
lengua es la tergiversación de la etimología. Y es que en la práctica lexicográfica
61
empírica del quechua, las unidades léxicas que tienen una etimología ambigua se
suelen relacionar con su pares homófonas cuyo origen o significado están más claras.
Por ejemplo, Rosat (2004) sostiene que el vocablo quechua proviene de la base
q‟iswa30 ‗soguilla de paja‘, hipótesis ensayado bajo la entrada qeshwa nada más por la
proximidad fonológica de ambas. Sin embargo, ni formal ni semánticamente guardan
relación alguna y pragmáticamente se sabe que esa soguilla apenas se usa en la
puna, donde crece la paja. Entonces, pretender establecer relación entre uno y otro
vocablo está muy lejos de la verdad, ya que no hay relación ni semántica ni
formalmente, ni siquiera por un mecanismo de deformación del término. Con
informaciones de este tipo, se conduce a la confusión del usuario y a oscurecer más el
origen del término; por lo tanto, también a ensombrecer la historia de la lengua.
(03)
30
En el 2014 la UNESCO declaró como Patrimonio Cultural de la Humanidad q’iswa chaka „puente de
soguillas de paja‟, único en su género que se construye anualmente con técnicas ancestrales sobre el río
Apurímac en Quehue (Cusco).
31
De forma preliminar, lo que se puede hallar en la antigua metrópoli inca es apenas el nombre de una
calle: <Qheswa>, está ubicada dentro del centro histórico; de igual modo, se puede evidenciar
antropónimos en su forma <Quichua>.
62
Otro aspecto, no menos importante, es la fonología que González Holguín (1608)
intenta representar en la ortografía del término <Qquechhua>. Si lo separamos por
sílabas nos da: /Qquech.hua/ (cf. /qhich.wa/), por lo que diremos que, por un lado,
mantiene la aspirada de la glotal del cusqueño actual /qh/, puesto que el fraile enfatiza
la aspiración con letra doble <Qq>, y, por otro, es próxima a la forma ayacuchana
actual por la coda silábica /ch/, típica del quechua chanca, ya que el lexicógrafo se
asegura que la cabeza silábica de la siguiente sílaba empiece con /h/, así marca la
frontera silábica y evita pronunciar como en castellano /que.chua/ (cf. quechua
Ayacucho: /qich.wa/). De lo dicho antes, inferimos que hasta principios del siglo XVII el
vocablo quechua todavía no había cuajado en la connotación de ‗lengua‘, ya que
Diego González Holguín (1608) lo registra como simi, más no como quechua.
En tanto que en el siglo XX por la misma línea anterior han discurrido las
informaciones proporcionadas por los materiales lexicográficos. Por ejemplo, el
DAMLQ (1995) presenta tres entradas:
(04)
a) Qheswa. s. Ecol. Zona etnogeográfica ubicada entre los 2,000 a 3,500 m.s.n.m.,
caracterizada por ser hábitat del maíz y kiswar, por presentar climas templados…
// Geog. Quebrada de clima templado o moderado. [DAMLQ 1995].
c) Qheswa allpa. s. Agri. Terreno que está protegido de la helada y tiene constante
clima templado. [DAMLQ 1995].
Se puede observar dos desaciertos evidentes: uno por omisión y otro por comisión. La
omisión es de la unidad léxica qhiswa runa, registrado por González Holguín (1608), y
la comisión se da por la creación de un nuevo neologismo (04b) para designar a la
lengua desde la perspectiva indígena <Qheswa Simi>. Mientras que Cusihuamán en el
DiC (1976), en la vertiente quechua – castellano, registra para la primera acepción:
(05)
63
En la quebrada crecen maíz y capulíes.
Si asumimos que por entonces: ―Los indígenas tenían también sus divisiones
ecológicas aunque empíricas y distinguían los pisos por los cultivos y el clima‖
(Rostworowski 1989: 79), la acepción de ‗valle plano de clima templado‘, equivalente
también a ‗quebrada‘ que en el castellano andino alude a los valles interandinos donde
se cultiva el maíz y donde crece la tuna. Además, Rostworowski (1989: 80),
basándose en la obra de González Holguín (1608), precisa que: ―A las serranías y
quebradas tibias las llamaban quechua, y a las zonas altas y frías sallca o puna‖. En
ese sentido, Depaz (2005: 53) señala que: ―los andes articulan una variedad poco
usual de pisos ecológicos. Javier Pulgar Vidal propuso su división en ocho regiones
naturales de vida que luego consideró necesario ampliar hasta 96 zonas ecológicas
diferenciadas‖. El connotado especialista Pulgar Vidal (1941) bautizó como región
Quechua al piso ecológico ubicado entre una altitud de 2,500 y 3,500 m.s.n.m., la cual
está ubicado entre la región Yunga o Yunca32 entre 500 y 2,500 m.s.n.m. y la región
Suni entre los 3,500 y 4,000 m.s.n.m. En consecuencia, a sus habitantes se les
denomina qhishwa runa ‗gente de la zona templada‘ en oposición a puna runa ‗gente
de la zona alta o fría‘ o al yunka runa ‗gente amazónica/costeña‘. Y se diferencian por
la actividad económica a la que se dedican: en la zona puna predomina el pastoreo y
en la quechua, la agricultura. Según Cavero (1990: 33), al hombre llamado puna runa
se le imputa actos incestuosos asociado con las llamas33 a los que pastorean y por ser
sociedades más endogámicas, esto supone un desprestigio moral para estos hombres
32
Desde la perspectiva indígena, yunka es „selva tropical‟, tierra caliente donde habitan los ch’unchu
„hombre amazónico‟, término que es usado despectivamente, puesto que también significa „salvaje/
incivilizado‟.
33
Este auquénido, también, está asociado al incesto en el mito inca:
“La llama remite finalmente a un mito inca. Este cuenta que un hijo de Manco Cápac se enamoró de una de
sus hermanas menores, pero como el monarca se opuso, condenaron a ambos a muerte. El dios Viracocha, sin
embargo, se apiadó de ellos y los convirtió en una pareja de llamas, que andaban deambulando por Los
Andes, con una profunda mirada humana en los ojos.
El inca los reconoció y los mandó matar de todas maneras. Desde entonces, los espíritus de los amantes vagan
por el cielo y un día volverán, nuevamente como humanos, para forjar un reino de paz entre los hombres.”
(http://elpais.com/elpais/2015/02/16/planeta_futuro/1424090333_560966.html).
64
pastores en oposición a los agricultores de las zonas templadas, cuando no a los
pescadores de la costa o los cazadores y recolectores de la selva.
2.1.1.1.2c Otra tesis que sustenta el origen de la etimología del nombre de la lengua
es aquella que señala al término quechua como etnónimo de un grupo de etnias. Las
fuentes se hallan en los primeros cronistas. Según Cerrón-Palomino (1987: 33), la
agrupación de varias etnias bajo tal denominación está documentada en los trabajos
de Cieza de León (1553) y el Inca Garcilaso (1609). El primer cronista refiere que sería
quechua la provincia de Andahuaylas (Apurímac), ubicada entre los ríos Pachachaca y
Pampas en el piso ecológico de la región Quechua (2,500 – 3,500 m.s.n.m.), lo que
correspondería al espacio del actual quechua ayacuchano. Mientras que el segundo,
circunscribe las provincias quechuas en el territorio actual de triple frontera: Arequipa,
Cusco y Apurímac, lo que correspondería al espacio del quechua cusqueño, destacan:
umasuyus (Arequipa), chumpihuillcas (Cusco), aymaraes, cotapampas, cotaneras y
yanahuaras (Apurímac). Aunque en los tres últimos etnónimos hay cierta confusión,
puesto que cotapampas es el nombre del espacio geográfico y cotaneras y
yanahuaras son los nombres de las etnias, las mismas que aún perviven en la actual
provincia de Cotabambas34 (Apurímac), con lo cual, todo parece indicar que se trata de
la misma etnia. Lo cierto es que, quien medianamente conoce estos territorios, no
puede afirmar categóricamente la factura ancestral quechua, puesto que,
precisamente, en estos espacios abunda la toponimia aimara. Sin ir muy lejos, tres de
los etnónimos antes citados tienen origen aimara: umasuyos (uma ‗agua‘) ‗región de
las aguas‘, cotapampas35 y aymaraes (<aymara) ‗plural de aimara‘; datos que nos
demuestran que hubo un asentamiento previo de la lengua aru (cf. Cerrón-Palomino
1997a: 181). A partir de lo anterior deducimos que el término quechua, como
etnónimo, señala a etnias que viven en territorios históricos del aimara, lo que pone en
duda que hayan sido espacios lingüísticos quechuas por antonomasia como para que
se pudiera haber tomado el nombre de la lengua como ocurrió con la designación del
idioma peninsular como castellano en relación al etnónimo Castilla. Lo que más bien
queda claro es que estas etnias ocuparon el piso ecológico Quechua, por lo que sería
razonable que estos grupos humanos fueran conocidos o referidos como quechuas,
por ser habitantes de la ‗tierra templada‘, pero no necesariamente por hablar la lengua
quechua.
34
En estos territorios, actualmente, se halla el proyecto minero (2004) Las Bambas de la compañía suiza
Xtrata Copper.
35
Según Cerrón-Palomino (1997: 185): “en verdad estamos ante un compuesto aimara-quechua, en el que
quta significa „lago‟ (cf. q. qucha) y pampa „llanura‟, es decir el topónimo significaría „llanura lacustre‟,
y la –s final es un antiguo sufijo quechua adjetivador”, significado que puede comprobarse en los meses
de verano, época de lluvias, por la inundación de los llanos que da lugar a lagunas temporales.
65
La duda es tal que se puede evidenciar en la codificación del DRAE (22) bajo la
entrada quechua36, refiere dubitativamente que el vocablo proviene: ―Quizá del nombre
de una tribu peruana‖, lo que es cierto es que no había tal tribu con ese nombre, sino
se les llama aun así a los ‗valles interandinos‘ donde habitaban grupos humanos con
lenguas diferentes, porque actualmente, desde la perspectiva indígena, puede ser un
qhishwa runa, ‗hombre que habita la tierra templada‖, una persona castellano
hablante. En tal sentido, parece muy dudoso que se haya tomado del nombre del
etnónimo para la nominación de esta lengua andina, por lo que la falta de claridad se
debería tomar con más reserva a la hora de asignarle por extensión el nombre de la
lengua.
(06)
36
http://lema.rae.es/drae/?val=quechua (22/11/2012).
66
Para remediar el problema de las variantes ortográficas, el lexicógrafo cusqueño, en
su obra lexicográfica remite el vocablo <qhechwa> (06a) a la forma <kechwa> (06b),
con lo cual intenta establecer una forma canónica, pero errónea. En tanto en (06c),
tomado de obra gramatical, registra qheswa ‗quebrada o valle de clima templado‘ (cf.
Cusihuamán 1976: 45), lo cual sería la más coherente dentro de las reglas ortográficas
que emplea, puesto que (06a) se asemeja a la forma ayacuchana. Pese a los defectos
de la forma (06b), hay un intento por establecer la diferencia ortográfica en las dos
acepciones principales en los ejemplos anteriores. En consecuencia, la ortografía del
glotónimo varía en un mismo autor. De este hecho Calvo (2009) da testimonio, quien
evidencia la dispersión ortográfica del nombre bajo la entrada castellana quechua:
(07)
a) QUECHUA (quichua) (q.) [gen.] (pueblo {principal del altiplano peruano}), qhiswa
(kichwa; qichuwa, qhichuwa, qhichwa); [± mat.] (lengua {de los quechuas}), qhiswa
(kichwa; qichuwa, qhichuwa, qhichwa); [geo-gr.], (valle {templado, a 2,500 metros
sobre el nivel del mar}) qhiswa; (adj.) (de los quechuas), qhiswa /
QUECHUAHABLANTE [hum.] (persona {que habla quechua}), qhiswa simi /
QUECHUISMO [gram.] (palabra {procedente del quechua}), qhiswamanta simi;
[abstr.], qhiswa simi kay; [+abstr.] (preocupación {por le (sic) mundo quechua},
«fam.» runa simi kay / QUECHUISTA {[hum.] [ens.]}, experto {en quechua},
qhiswamanta yachaq // QUECHUIZAR [afec.] (acomodar {a la lengua o cultura
quechuas}), qhiswaman tukuchiy / QUECHUIZARSE [transf.] (adoptar {la lengua
quechua}), qhiswaman tukuy. // QUECHUIZACIÓN [± proc.] (acción {de
quechuizar}), qhiswaman tukuchiy. [ND 2009].
La codificación de las variantes ortográficas del nombre en Calvo (2009), en (07a), nos
demuestra la dificultad de optar por una forma que encarne la norma léxica. Por lo que
se puede observar, incluso a un experto le resulta difícil optar por una forma canónica
del término. Esta dificultad se evidencia también en el uso indistinto que los lingüistas
hacen de los términos <quechua> o <quichua>. Sin embargo, el mérito de Calvo es
habernos mostrado la variedad de variantes ortográficas que existe en la notación del
mismo término, pero además, a partir de la base del término se han generado
derivados en el castellano (cf. Cerrón-Palomino 1987: 36). Esta familia léxica no hace
sino corroborar que la designación de la lengua con el término quechua funciona muy
bien desde la perspectiva hispana, pero no desde la óptica indígena.
67
vocablo a la lengua quechua como <qhiswa> o <qhichwa>. Si observamos desde la
perspectiva de un hablante nativo dichas traducciones no remiten a ninguna acepción
que denote ‗lengua quechua‘, sino más bien a ‗valle templado‘. Pasa lo mismo con
<qhiswa simi>, que literalmente significaría ‗lengua de los valles templados‘. El
problema ya se arrastra desde principios del siglo pasado, al menos eso lo podemos
corroborar en el Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998) que en la entrada (lengua)
quechua brinda las siguientes equivalencias en dos variedades dialectales:
(08)
En tal sentido, conviene prestar atención al término que se emplea entre los
monolingües para la designación de la lengua, puesto que éstos se refieren a ella
como runa simi ‗lengua quechua‘.
(09)
a) Sara. (s). Qhichwa allpapi runamanta aswan sayayniyuq chuqllun mikhuna yura. Maíz.
37
[El subrayado es del original] [DiSIPI 2005].
Los ejemplos (09a-b) nos demuestran la alta vitalidad que tiene el vocablo en su
acepción original (‗tierra templada‘) dentro de la lengua quechua, aunque parece no
ocurrir lo mismo con la acepción segunda (‗lengua quechua‘). Sin embargo, se
comporta diametralmente opuesta en la vertiente castellana como hemos podido ver
en la cita de Calvo (2009). En tal sentido, resulta muy artificiosa la traducción literal del
nombre de la lengua del castellano al quechua: <qhichwa> o <qhishwa>, puesto que
37
‘Sara. (s). Planta de las tierras de los valles templados de tamaño más que de un hombre, de mazorcas
comestibles. Maíz.‟
38
‘Tintin. (s). Planta trepadora de frutos comestibles que crece en tierras de los valles templados. Tumbo,
fruto cítrico silvestre.‟
68
generalmente la traducen un sector de especialistas y hablantes bilingües, lo cual no
los hace percibir del error, puestos que éstos no son usuarios cotidianos de la lengua.
Hasta aquí el nombre de la lengua carece de un origen consensuado de los
especialistas, pero no nos preocupemos tanto, porque igual suerte corren nombres tan
emblemáticos como cebiche, Cuzco o Perú que aún no han sido resueltos en sus
etimologías o, al menos, esclarecida la lengua de la que procederían.
(10)
De aquí podemos colegir que runa ‗hombre‘ no sólo denota tal sentido, sino que
constituye una concepción ontológica como ‗hombre andino‘, es decir, es la esencia de
ser un ‗indígena quechua‘, ya sea varón o mujer, o finalmente en colectivo. Al
respecto, Mejía (2005: 95 – 96) refiere que:
hablar del hombre andino implica describir su vida social, sus relaciones sociales;
principalmente sus relaciones de producción; esto es, considerar al hombre dentro
de la sociedad, como runa y ayllu (sociedad y familia). Como runa es un ser
39
Lengua en sentido de „idioma‟ antes que de „órgano bucal‟, ya que en esta última acepción sería más
bien qallu.
69
concreto, inmerso entre sus masi (semejantes), con derechos y obligaciones,
solidario y transformador de la naturaleza (pacha) y creador de bienes y valores
como pachamama (madre naturaleza).
En tal sentido, bien runa puede oponerse a misti40, o lo que es más, a q‟ala (lit.
‗pelado‘) ‗hombre blanco‘, que es el citadino o el hacendado, heredero de los
encomenderos de la época colonial.
(11)
(12)
2.1.1.2.2 El término runa simi ‗lengua quechua‘ está documentado tanto en materiales
lexicográficos diacrónicos como sincrónicos.
2.1.1.2.2a Entre los primeros hallamos que la obra de González Holguín (1608), en la
vertiente quechua – castellano, registra el vocablo simi con la acepción de ‗lengua‘:
(13)
a) Simi. Boca lenguaje mandamiento ley bocado, las nueuas, la palabra y la respuesta.
[DGH 1608].
b) Simi yachak. El que sabe la lengua. [DGH 1608].
40
Que viene del castellano mestizo, pero que no sólo refiere a éste, sino también al criollo. No en vano el
volcán más representativo de Arequipa lleva el nombre: Misti, puesto que a esta región se le identifica
más con lo blanco o lo criollo, incluso en las danzas cusqueñas aparece el personaje majeño (con botas,
casaca de cuero y sombrero de paja de arroz), originario de esta región: Majes.
70
La entrada simi en su segunda acepción ‗lenguaje‘ y la segunda entrada compuesta
por las bases simi ‗lengua‘ y yacha- ‗saber‘ nos demuestran que tal base designaba a
toda lengua de manera general. El lexicógrafo cacereño citado antes, en la vertiente
castellano – quechua de su vocabulario, registraba lo siguiente:
(14)
(15)
Así se evidencia que como equivalencias de lengua corresponde la base simi que se
registra con sus respectivos derivados y compuestos. Sin embargo, donde se muestra
de forma explícita la denominación como tal es en la equivalencia de entrada
castellana:
(16)
a) El lengua interpretar. Runap siminta castilla simi man hurccuni. [DGH 1608].
2.1.1.2.2b Los materiales lexicográficos sincrónicos también van por la misma línea
anterior. En tal sentido, las obras del Siglo de las Luces han continuado el mismo
sendero. Por ejemplo, el Vocabulario Políglota Incaico (1998 [1905]) en la entrada
(lengua) quechua registra:
71
(17)
b) Junín: nuna-shimi.
En esta misma dirección va lo codificado por Cusihuamán en el DiC (1976) que para la
entrada quechua simi proporciona, en la segunda acepción de su sentido figurado,
como equivalencia a ‗idioma‘. Al respecto, el mismo Cusihuamán (1976: 29) refiere:
―Este manual presenta la fonología y la gramática del quechua o runasimi que se
habla en la región sur-oriental del país a la que denominamos Cuzco-Collao‖ [El
subrayado es nuestro]. La denominación de Cusihuamán (1976) a la lengua es
contundente. Observemos la codificación del término en las obras lexicográficas:
(18)
72
libruchöga caycan castellänucho, inlischo imaman tincushanpis, imano rimana
cashanta ticrachishanpis. Chayno carga allimi caycan chay rimaycunata
rimajcunapäpis. [El subrayado es nuestro].
La traducción castellana del texto quechua anterior, según los propios autores, es
como sigue:
2.1.1.2.3 Por otra parte, conviene señalar dos aspectos, una referida a la abundante
derivación del término y otra a la composición que ha dado lugar el mismo. A
continuación presentamos ambos casos.
2.1.1.2.3a Un primer aspecto es aquel referido a la alta tasa de derivación que ha dado
lugar el vocablo. En este sentido, Calvo (2009) nos informa, en la vertiente castellano
– quechua de su diccionario, bajo la macroentrada lengua lo siguiente:
(19)
73
Esa alta tasa de productividad41 de neologismos del término ha sido también el sello
personal del vocablo. Si bien existen aciertos en la definición de unidades léxicas
como intérprete y lingüista; sin embargo, existen debilidades en la definición o
equivalencia de otras. Por ejemplo, la equivalencia quechua de la unidad léxica lengua
materna ‗paqarichisqa simin‘ no es tan acertada, por lo que más bien sería ‗mamaq
simin‘ (lit. ‗lengua de la madre‘). De igual modo, para la entrada lingüística no es tan
apropiado ‗simikuna yachay‘, sino ‗simikunamanta yachay‘ (lit. ‗saber [conocimiento] de
las lenguas‘). De la misma forma, a la entrada bilingüe no le corresponde ‗pallqa simi‘,
puesto que la primera base equivale a ‗bifurcación‘, sino más bien ‗iskay simiyuq‘ (lit.
‗de dos lenguas‘).
‗A las personas que viven en Rusia se les llama ―ruso‖. ¿Qué lengua hablan ellos?
Ellos hablan la lengua llamado ―ruso‖.
A las personas que viven en Italia se les llama ―italiano‖. Y ellos, ¿qué lengua
hablan? Ellos hablan la lengua llamado ―italiano‖.‘
Como se puede ver, en una reflexión quechua, se emplea el término simi para
designar ‗lengua‘. Además, conviene mencionar que con la base simi ‗lengua‘ se ha
creado un compuesto: wawa simi42 (lit. ‗lengua de niño‘) ‗dialecto‘, que está compuesta
por wawa ‗niño‘ y simi ‗boca/lengua‘. Y es que el habla de una variedad central, a los
oídos de un cusqueño, suena como la pronunciación de un niño en proceso de
adquisición de la lengua, básicamente por la presencia de fonemas simples y la
41
La productividad es entendida como la propiedad que posibilita la construcción de nuevas unidades
léxicas.
42
En efecto, a oídos de un hablante del quechua cusqueño, las variedades centrales suenan como
pronunciadas por niños: wayi (wasi) „casa‟, etc.
74
ausencia de glotalizadas y aspiradas por las que se caracterizan los dialectos
centrales (cf. <wayi> y <wasi> ‗casa‘).
2.1.1.2.4 De otra parte, se cuestiona el origen patronímico del vocablo. Los que
sostienen esta postura afirman que el origen del vocablo runa simi (lit. ‗lengua del
hombre‘) no es patronímica. Al respecto, Cerrón-Palomino (1987: 36), basándose en la
obra lexicográfica del Anónimo (1586) y en Torero (1970), concluye que: ―la
denominación supuestamente genuina no pasa de ser una de las tantas adaptaciones
léxicas realizadas por los gramáticos de la colonia, en su afán por condicionar el
quechua a la nueva situación creada por la conquista‖. Lo que nos parece más una
mirada desde la perspectiva de las variedades centrales y no de las sureñas. En este
sentido, las explicaciones han girado en función a que las motivaciones de su origen
serían las oposiciones.
2.1.1.2.4a Una primera motivación, según Noriega (2011: 28), que basándose en
Torero, sugiere que dicho término surgió durante la colonia como oposición a castilla
simi ‗lengua castellana‘ (cf. Torero 1970: 238; Apud Cerrón-Palomino 1987: 36). Sin
embargo, no está del todo claro que el nacimiento del término fuera en oposición a la
castilla simi ‗lengua castellana‘, puesto que como hemos señalado antes, en la
actualidad se dan formas como: inglis simi ‗inglés‘, portuguis simi ‗portugués‘, aymara
simi ‗aimara‘, awahun simi ‗aguaruna‘, etc.
2.1.1.2.4b En una segunda oposición, Mannheim (1989; 33, 35; Apud Noriega 2011:
36), va más allá al sugerir la oposición de runa simi ‗habla humana‘ a allqu simi ‗habla
canina‘, en clara alusión al castellano. Sin embargo, queda aclarar que éste es un
recurso discursivo de deshumanización que a menudo emplea el hablante nativo para
desprestigiar a la lengua opresora. No olvidemos que con la base allqu ‗perro‘ se
forman todas aquellas unidades léxicas que denotan la deshumanización del sujeto:
allqu (lit. ‗perro‘) fig. ‗(persona) inútil‘, allquyay ‗inutilizarse‘, allquchakuy ‗menospreciar‘,
etc. (cf. §2.4.2.2.2a).
2.1.1.2.4c Una tercera oposición es aquella postulada por Middendorf ([1890] 1980: 7)
quien sugiere la oposición entre la lengua de la élite gobernante y el pueblo del estado
inca: ―Runa-Simi quiere decir lengua de los súbditos, del pueblo, e Inca-Simi, por el
contrario, lengua de la nobleza, de los señores‖ (cf. Cerrón-Palomino 1987: 36). Esta
última afirmación colocaría el origen del término antes de la llegada de los
peninsulares.
75
Pese a todas las anteriores hipótesis, el debate aún está abierto, aunque es poco
relevante seguir discutiendo si el vocablo es o no es patronímico, más aún si
consideramos que en el siglo XVI Domingo Santo Tomás (1560) ya recoge el sema de
‗lengua‘ en el término runa simi y lo mismo hace Diego González Holguín (1608) en el
siglo XVII.
2.1.1.2.5 Otro problema que aqueja al término en cuestión es aquella que se refiere a
la falta de correspondencia de equivalencias que se brindan en algunos materiales
lexicográficos. Es el caso del DiC (1976) de Cusihuamán, en la vertiente castellano –
quechua, brinda como equivalencia ‗rimay‘ para la entrada castellana idioma; sin
embargo proporciona la equivalencia ‗idioma‘ para la entrada simi, craso error, más si
tomamos en cuenta que en la vertiente quechua – castellano se asigna a rimay los
equivalentes: ‗hablar, conversar‘. Este tipo de falencias se halla frecuente en los
materiales lexicográficos de la lengua.
2.1.1.2.6 Por otra parte, a nosotros nos parece interesante que el hablante nativo de la
lengua se esfuerce por explicar la diferencia ontológica que establece con relación al
―otro‖ al autodefinir su lengua como runa simi que vendría a significar ‗lengua del
hombre andino‘. Al respecto, Mejía (2005: 92) nos refiere que: ―El runasimi, como
muchos idiomas de culturas primigenias, significa idioma humano; el significado
semántico de la palabra hace mención a idioma del hombre; esto significa que también
existirían otros idiomas; por ejemplo el de los animales‖. En tal sentido, runa simi no
sólo sería ‗palabra‘, ‗boca‘, ‗lengua (del hombre)‘, sino también ‗lenguaje‘, por ejemplo,
el de los animales. Lo que hace que el término sea polisémico. Es sabido que los
hablantes nativos se refieren a su lengua como runa simi, no tanto en oposición a
kastilla simi ‗lengua castellana‘, sino enfatizando su identidad propia como hombre
andino. Con esta autoafirmación se inicia el lento camino de la afirmación de la
identidad lingüística y cultural del hablante. Por esta razón, en los tiempos actuales, no
nos parece tan relevante discutir la originalidad del término, sino la identidad que tenga
el hablante con el vocablo runa simi para designar a su propia lengua. En tal sentido,
resulta más apropiado traducir el nombre de la lengua quechua desde el castellano
hacia esta lengua como runa simi en lugar de qhichwa como suelen denominarlo un
sector de especialistas y hablantes bilingües de la lengua. En tal sentido, a lo largo de
esta tesis nos referiremos como runa simi al quechua cusqueño.
76
perspectiva indígena, en la variedad cusqueña se debe asumir el vocablo runa simi
como una denominación patronímica del nombre de la lengua.
2.1.2 Los lexicógrafos del quechua no han sabido traducir no sólo el nombre de la
lengua, sino también no pudieron dar con el equivalente quechua del término hispano
diccionario. En tal sentido, cabe la pregunta, ¿cómo se traduciría a la lengua quechua
el título del futuro Diccionario de uso del quechua cusqueño? Dado que esta
investigación tiene como objeto de estudio el material lexicográfico, por lo que nos
parece pertinente hacer el deslinde de la terminología en la lengua originaria. Cabe
mencionar que los diferentes intentos lexicográficos emprendidos en delimitar la
terminología apropiada de diccionario han girado en función a tres vocablos que se
usan como neologismos: simi qullqa, simi taqi y simi pirwa. Las tres unidades léxicas
parecen denotar la noción de diccionario en la lengua andina, al menos con esas
acepciones se las ha ido empleando en los últimos años. En este sentido, el
compositor del DiSIPI (2005)43, en la presentación de su obra afirma que: ―Kay
qillqasqapa sutinmi QHICHWAPI SIMI PIRWA, nillasunmantaqmi SIMI QULLQA nispapas, SIMI
TAQI nispapas. Kaypim tarikun rimasqanchik simikuna, kay simi pirwata ñawinchaspa mayqan
simitapas qillqasunchik, kaqtaq simikunapa yuyaynintapas ap‘isunchik‖ [El subrayado es del
original]. A partir de la cita anterior podemos inferir que para un quechuahablante los
tres términos apuntan a la misma noción semántica. En este sentido, en adelante,
abordaremos con más detenimiento a cada uno de ellos que nos servirán para
esclarecer el problema.
43
Cuya traducción vendría a ser:
„El título de este texto es Qhichwapi simi pirwa [(lit. „Depósito de palabras en quechua‟)
„Diccionario en lengua quechua‟], también podemos llamarle simi qullqa [(lit. „Depósito de
palabras‟) „Diccionario (de la lengua)‟], además de simi taqi [(lit. „Depósito de palabras‟)
„Diccionario (de la lengua)‟]. En este (libro) se hallan las palabras que hablamos, leyendo este
diccionario escribiremos cualquier palabra, de igual modo aprenderemos el significado de las
palabras.‟ (El subrayado y la traducción son nuestros).
77
2.1.2.1.1 Las obras lexicográficas clásicas de la lengua definen dicho término como
equivalente de ‗almacén‘ o ‗granero‘. A continuación observemos las ocurrencias del
vocablo en las diferentes obras lexicográficas.
2.1.2.1.1a El fraile Domingo de Santo Tomás (1560) es el que recoge tal equivalencia.
En el tal sentido, la entrada castellana almazen, para echar grano recibe la
equivalencia ‗collca‘ [‗qullqa‘]. Mientras que para la entrada quechua collca [qullqa]
registra la equivalencia castellana ‗almazen, para echar grano‘; de igual modo brinda
para el derivado collcachani, gui [qullqachani, –nki] la información de ‗encerrar pan, o
vino generalmente‘. En tanto que el fraile jesuita González Holguín (1608) nos brinda
la siguiente información.
(20)
b) Graneros del ynca. Ccollcca ccollcca huaci [qullqa qullqa wasi]. [DGH 1608].
e) Ylla collccacollcca [illa qullqa qullqa]. Las troxes del Inga, tesoro para la guerra.
[DGH 1608].
En (20c), se observa que el jesuita cacereño precisa la forma del granero. Mientras
que la misma idea vuelve a ratificar en (20d-e) en la vertiente quechua-castellano, pero
bajo la letra ―P‖. En tal sentido, la reduplicación de la base qullqa denota abundancia,
no sólo de los granos, sino de los depósitos, al punto que son referidos por el
lexicógrafo como ‗tesoro para la guerra‘, debido a que las largas contiendas se
ganaban en largos periodos de tiempo y dependían del sustento del ejército.
2.1.2.1.1b En la misma línea semántica anterior nos informa Bertonio ([1612] 2006) en
su Vocabulario del aimara:
(21)
b) Troxes juntas del Inga. Collca collca [qullqa qullqa]. [DGH 1608].
La base qullqa reduplicada hacía referencia a la abundancia como para sostener a las
huestes del Inca. Con lo cual, tanto en el quechua como en el aimara de los siglos XVI
y XVII se empleaba la base qullqa como equivalente de ‗granero‘ o ‗troje‘.
78
2.1.2.1.2 Esta misma orientación semántica han seguido los materiales lexicográficos
de los últimos tiempos. Por ejemplo, el DAMLQ (1995) define <qolqa> como: ―Silo,
depósito, granero, troje para guardar granos, como el maíz, o chuño, moraya, frijoles,
etc.‖; mientras que en su segunda acepción dice: ―Depósito o ruma de chala de maíz,
para el forraje de los animales‖. En tanto que el DiQH (2001) define <qöllqa> como:
―Depósito de productos agrícolas construido de adobe‖. Y el Nuevo Diccionario (2009)
de Calvo brinda para la entrada qullqa las siguientes equivalencias.
(22)
a) QULLQA {[rec.] [+cant.]} (taqi), almacén, colca ¶, depósito {de granos}, granero {de
adobes}; (pirwa), troje {de cañas}; «cult.», troj; [+cant.], pajar…ichhuta
hurqusunchis qullqamanta, vamos a sacar el icho del pajar; [part.], alfolí; {[‡rec.]
[+vert.]} (qutu), montón {en alto}; [+cant.] (rumi qullqa), cantera; (quntay qullqa),
yesar; «±us.», yesal, yesera; «-us.», aljezar; {[astr.] [col.]} (unquq quyllur; pukllay
wayq‟u), constelación {de las cabrillas}, pléyades; [indiv.] «fig.» (quyllur), lucero {de
la madrugada} / QULLQA LLANK‟AQ (qullqapi llank‟aq, pampino ¶ / QULLQA
PATA [cult.], cumbe {ajedrezado} / QULLQA QUYLLUR, vía {láctea} / QULLQAPI
LLANK‟AQ [hum.], calero, calcinero // QULLQACHAY, amontonar…rumita
qullqachay, amontonar piedras; (sust.), amontonamiento…rumi qullqachay kunan
p‟unchay kanqa, hoy día se hará el amontonamiento de la piedra. [ND 2009].
En tal sentido, según Calvo (2009), qullqa es ‗depósito de granos‘, pero también
‗amontonamiento (de objetos)‘. Lo que en parte bien podría aproximarnos a crear el
neologismo de simi qullqa como equivalente de ‗diccionario‘.
79
2.1.2.2 Simi taqi „lexicón‟ o „vocabulario‟
(23)
a) Taqque [taqi]. la trox de paja sin barro. Taquetaque purini [taqi taqi purini], o taque
taquella [taqi taqilla] yr muchos a la par a las parejas o al lado vnos de otros, o en hila
derechos, o en ala y no detras. [DGH 1608].
(24)
80
Ch‟uñu taqe. Depósito de chuño. [DiC 1976].
(25)
c) TAQIY [=] (huñuy), almacenar; [agr.], ensilar… taqishaykun sara kuhichuta, estamos
ensilando la cosecha de maíz; atrojar, entrojar… ichapaschá paqarin taqisun, de
repente entrojaremos mañana; «fig.» (winay), envalijar; «vulg.», entrujar; (sust.),
almacenaje; (taqichay) [±res.] (apaykuy), almacenamiento; [mil.], bagaje {de la
tropa}, impedimenta…tukuy taqiyninkunan apakapurqanku, llevaban todos sus
bagajes consigo.// TAQI [-cant.], depósito, despensa; [±prof.], bodega; cilla; [part.],
granero {sobre una estera}; [‡cant.], grancero; [±cant.], silo; arsenal; [+cant.],
tercería; [mec.] «fig.», computadora ¶; ordenador; [mil.] (t‟uqyay taqi), polvorín;
reserva; [mil.], silo {de armas}; [lín.], fila {de a dos}; [veg.], maíz {con dos mazorcas
unidas}; [abstr.] «fig.», conjunto, índice… liwruq taqin, el índice del libro; arsenal
{de datos}… yuyayuq taqi, el arsenal de datos que piensa [= ordenador]; «cult.»,
sílabo; [hum.] «fam.», mellizo… wasi masiypa wawankunaqa taqichakuna, los hijos
de mi vecina son mellizos, ellos; (adj.) [anim.], plumoso… taqi wallpa, gallina
plumosa; [hum.], emperejilado / TAQI CH‟UKAYNIYUQ [conf.], cosido {tupido y
largo} / TAQI LLAQTA «fam.», jauja… churíy, kay llaqtaqa manan taqichu, hijo
mío, esta tierra no es jauja / TAQI PATA, hórreo / TAQI P‟ACHAKUY,
emperejilarse / TAQI RIMAYKUNA, argot, vocabulario {de un área} / TAQI
QHAWAQ, silero // TAQICHAY (taqiy), almacenamiento // TAQIKUY, proveerse.
[ND 2009].
81
SIMI TAQE. Sin embargo, no define dicho término ni registra su equivalencia al interior
del material lexicográfico, lo cual nos parece incoherente desde el punto de vista
lexicográfico, más aun tratándose de un neologismo que se emplea en el título de la
obra.
2.1.2.2.4 Por otra parte, en el ámbito cultural el vocablo taqi se emplea como
equivalencia y simbolismo de ‗abundancia‘. Por ejemplo, el nacimiento de una hija
primogénita es visto como augurio de abundancia de bienes o productos para el
sostén de la familia, lo cual guarda relación con la fertilidad de la mujer. De igual
modo, los nidos de los ratones simbolizan también abundancia de productos, lo cual
se relaciona con el almacenamiento de semillas que hacen estos roedores en los
campos de mies. Lo que implica que la noción semántica del término taqi está
asociada a la abundancia, cuando no a la prosperidad.
2.1.2.2.5 Finalmente, si las evidencias del uso del término simi taqi como equivalencia
de ‗diccionario‘ son precarios; entonces su empleo generaría confusión entre los
usuarios. Por lo tanto, conviene utilizarlo como equivalencia de lexicón o vocabulario
(conjunto de palabras con sus definiciones).
2.1.2.3 Como en los anteriores casos daremos por sentado el sema del término simi
del compuesto en cuestión y nos centraremos en deslindar las nociones del vocablo
pirwa. Y dado que hasta ahora no queda del todo claro el sema original de esta base,
observemos la definición que hacen de ella algunos lexicógrafos.
2.1.2.3.1 Las obras clásicas han registrado al término pirwa como equivalente de ‗troje
de cañas o paja‘.
(26)
c) Pirhuani [pirwani]. Hazer la pirhua [pirwa], o pirhua chani [pirwachani]. [DGH 1608].
82
La (26a) corresponde a la vertiente castellano - quechua, mientras que (26b-d) a la
vertiente quechua-castellano. En (26b), el lexicógrafo jesuita, ratifica el concepto en la
noción de depósito44. Mientras que (26c-d) registra otros derivados de la base pirwa
que nos ilustran de mejor modo la noción que intentamos explicar. En tal sentido,
<pirway> o <pirwachay> es ‗construir la pirwa‘, mientras que <pirwaykuy> o
<pirwaykukuy> viene a ser ‗almacenar los productos (alimenticios) en la pirwa‘. Estos
derivados implican la importancia del uso que significa para el poblador andino, puesto
que dichos depósitos aún se construyen en las partes altas con los mismos fines a los
que alude González Holguín (1608).
2.1.2.3.1b De igual modo, Bertonio ([1612] 2006) en su Vocabulario del aimara brinda
la misma información que González Holguín (1608):
(27)
c) Piura, collca [piwra, qullqa]. La troje donde guardan el mayz o quinua. Sekhe: Es para
chuño. + Uma piura: Caxa de agua que suelen hazer a trechos por la cañileria de
las fuentes o para retener y represar el agua, como en los molinos. [Bertonio
1612].
d) Collca, Piura. Trox, almazen para chuño, quinua, mayz, &c. [Bertonio 1612].
La (27a-b) son parte de la vertiente castellano – aimara. En tanto, (27b – f) son parte
de la vertiente aimara – castellano. Lo que se evidencia en el aimara es la metátesis
que hay en el término <piwra> procedente de la forma quechua <pirwa>, en tanto la
equivalencia sigue siendo la misma. También pirwa aparece como sinónimo de qullqa
como también. Pese a que Bertonio (1612) agrega el compuesto uma piura como
equivalente de ‗caja de agua‘, además de otros derivados en el aimara, lo que es
evidente es que pirwa como qullqa son vocablos sinónimos y se registran en el
enunciado separado por comas bajo las letras correspondientes. Sin embargo, en la
44
Para DGH (1608), el término quechua chaclla es:
Chaclla [chaqlla]. Varillas de cubrir el techo. [DGH 1608].
Chacllani [chaqllani]. Poner las varillas para techar. [DGH 1608].
83
entrada <Piura, collca> precisaba el autor que el ‗almacén de chuño‘ era sekhe45, pero
también parece ser de maíz, por lo que, por el momento, excluimos que pirwa sea
también tal acepción. (27e) Además, Bertonio ([1612] 2006: 647) informa otros
derivados a partir de la base examinada como también en su momento lo señalaba
González Holguín (1608) para el quechua. Entonces, pirwa, a deducir de la
información que brindan ambos lexicógrafos jesuitas sería ‗troje (para guardar granos)
construido con paja, cañas o palillos (embarrado o sin embarrar)‘.
(28)
c) Junín: pilwa;
d) Áncash: qullqa.
Como se puede observar, en las 4 variedades el uso es como sigue: pirwa (3), taqi (2)
y qullqa (2). Mientras que el empleo de los 3 sinónimos a nivel de los 4 dialectos son:
Cusco (3), Ayacucho (2), Junín y Áncash (1). Sólo el cusqueño utiliza los 3 sinónimos
indistintamente: qullqa, pirwa, taqi.
45
El lexicógrafo Bertonio ([1612] 2006: 685) registra de la siguiente forma tal entrada:
“Sekhe. Trox de chuño o mayz que hacen con la caña de la cortadera. + La que llaman Piura, es para guardar
la quinua.”
84
característica del ordenamiento, aunque dicho material no se caracteriza por registrar
ordenadamente las unidades léxicas de la lengua.
(29)
- Tanto el chuño negro como el blanco se guardan secos para todo el año en
depósitos de adobe. Y las habas secas en otros depósitos de palitos.
2.1.2.3.3c Las obras lexicográficas del aimara también discurren el mismo sendero
semántico del término quechua. Al respecto, el DiBIPAC (2009) de Huayhua registra:
(30)
46
La traducción de la definición sería como sigue:
Pirwa. (s). 1. Depósito hecho con piel de res o de piedras para guardar alimentos. [Sinónimo de]
Qullqa. Depósito, despensa. 2. Cubo portátil de cuatro, cinco, seis o más lados. Cuerpo
geométrico.
85
d) pirwa [pírwa] n. Troje o depósito de alimentos hecho de barro en forma de
cilindro o canchón. En Col. lugar donde se almacena quinua. En Bol. es
pirwa, qullqa. [DiBIPAC 2009].
2.1.2.3.4 Por otra parte, se observa que un reducido número de obras lexicográficas
han empleado el compuesto como parte de su título. Las obras están compuestas con
fines pedagógicos y con predominio de neologismos. Por ejemplo, observamos que
Quiroz Villarroel (1998) titula a su diccionario Qhichwa simipirwa, es decir, ‗Diccionario
de quechua‘. Se trata de un material lexicográfico monolingüe, de corte escolar. Por su
parte, Hancco (2005) también ha adoptado la misma postura en el título de su obra
Simi pirwa. Término que equivale a ‗Diccionario (quechua)‘, aunque en realidad sea
apenas un vocabulario de equivalencias.
47
La traducción sería de la siguiente forma:
„Así que queramos escribir cualquier palabra, escribiremos observando este diccionario, de igual
modo, si no sabemos el significado de cualquier palabra, (entonces), buscando en este diccionario
esa palabra hallaremos su significado. Portando cada día este diccionario escribiremos sin
equivocarnos‟ (El subrayado es nuestro).
86
autor de la obra lexicográfica prefiere el término simi pirwa. En este sentido, más
adelante el prologuista indígena expresará en el DiSIPI (2005)48: ―Kay SIMI PIRWAqa
runa simipi qillqaspa huklla kananchikpaqmi... Kaqtaqmi kallpachawanku 1608
watapiraq tayta kura Diego Gonzalez Holguinpa simi pirwa qillqasqan‖ [El subrayado
es nuestro] (DiSIPI 2005). Entonces, esto implica que como término especializado
tiene mejor acogida el término simi pirwa como equivalente de ‗diccionario‘. La
afirmación anterior tiene relevancia si tomamos en cuenta que en el título de la obra se
opta por el vocablo simi qullqa como equivalente de ‗diccionario‘.
2.1.2.2.3.6 Finalmente, si la base pirwa, en combinación con las bases aru y simi
‗lengua‘ en el aimara y quechua, respectivamente, resulta en aru pirwa y simi pirwa, en
las correspondientes lenguas como equivalentes de ‗diccionario‘; entonces el término
quechua simi pirwa goza de más aceptación en comparación a simi qullqa y simi taqi
debido a que es más empleado en títulos de obras lexicográficas y en el discurso
especializado. Por lo tanto, simi pirwa se debe recoger como equivalente de
‗diccionario‘.
(31)
b) Vocabulario. Idem, vel Aro yatiña libro, aro yatiña quellca. [Bertonio 1612].
48
La traducción sería:
„Este DICCIONARIO está compuesto en lengua quechua para tener unidad (entre nosotros)… De igual
modo nos alienta el diccionario elaborado por el cura DGH allá por el año 1608‟. (El subrayado es
nuestro).
87
En (31a) el lexicógrafo jesuita González Holguín (1608) registra la entrada vocabulario.
Sin embargo, la equivalencia, en una traducción literal, es bastante ambigua, ya que
por un lado vendría a significar ‗libro para enseñar la lengua‘, idea que más se
aproxima al concepto de gramática, y por el otro, ‗libro para enseñar las palabras‘,
propiamente aludiría a la noción de vocabulario. Mientras que (31b), se ha consignado
la misma entrada en el Vocabulario del aimara de Bertonio ([1612] 2006: 429) que, a
su vez, recorre el mismo camino de su coetáneo González Holguín. En tal sentido,
conviene precisar que en sentido literal, las equivalencias, en ambas lenguas
significarían, antes que un repertorio léxico, un ‗libro de enseñanza de palabras‘. Quizá
por ello que ambos neologismos, en lo sucesivo, no se emplearon con la equivalencia
de vocabulario.
2.1.2.4.2 Entre las obras contemporáneas más amplias que recoge las diferentes
equivalencias es el Nuevo Diccionario (2009) de Calvo.
(32)
a) LEXEMA [gram.]… LÉXICO [col.] (vocabulario {de una lengua}), simikuna (tukuy
simikuna); {general, recogido en diccionarios} (lexicón), simi taqi… PANLÉXICO [+
cant.] (diccionario {muy extenso}), ancha simi taqi // LEXICÓGRAFO [hum.]
(lingüista {que escribe diccionarios}), simi taqi ruwaq «vulg.» simikuna taqiq /
LEXICOGRAFÍA [ens.] (ciencia {de escribir diccionarios}), simi taqi qillqay yachay
// LEXICÓLOGO [huma.] (lingüista {que teoriza sobre el léxico}), simi taqi yachaq /
LEXICOLOGÍA [abstr.] (sistematización {del sentido léxico}), simi taqi yachay /
LEXICÓN «cult.» (diccionario), simi taqi, «coloq.», computadora ¶; ordenador;
[mil.] (t‟uqyay taqi), polvorín; reserva; [mil.], diksiyunariyu. [ND 2009].
c) VOZ {[sens.] [hum.]}… VOCABLO [gram.] (palabra {que expresa oralmente una idea}),
siminya; [part.] {escrita}, simi (qillqasqa simi) / VOCABULARIO {[col.] [+ cant.]}
(conjunto {de palabras de una lengua}), rimaykuna; [++ cant.] {con sus
definiciones} (diccionario), simi taqi (simikuna)… VOCABULISTA [hum.] (autor {de
un vocabulario}), simi taqi ruwaq. [ND 2009].
88
CUADRO N° 04. LÉXICO ESPECIALIZADO
Entrada Glosa [ND 2009] Glosa propuesta
a) léxico ‗simikuna‘, ‗tukuy simikuna‘ ‗simikuna‘
b) panléxico ‗ancha simi taqi‘ ‗tukuynintin simikuna‘
c) lexicógrafo ‗simi taqi ruwaq‘, ‗simikuna taqiq‘ ‗simi pirwa kamaq‘
d) lexicografía ‗simi taqi qillqay yachay‘ ‗simi pirwa kamay yachay‘
e) lexicólogo ‗simi taqi yachaq‘ ‗simikuna taqiq‘
f) lexicología ‗simi taqi yachay‘ ‗simikuna taqiy‘
g) lexicón ‗simi taqi‘ ‗simi taqi‘
49
El tecnicismo diksiyunariyu, concepto que ya existe en el imaginario de los hablantes bilingües de la
lengua; sin embargo, sólo en el transcurso del tiempo se verá su aceptación o su olvido.
89
palabras {con sus definiciones}) se conviene asignar ‗simi taqi‘, mientras que para
vocabularista se consignaría ‗simi taqi kamaq‘.
2.2.1.1 La fonología del quechua cusqueño es relativamente sencilla (cf. Calvo 1993:
44), pero la lengua presenta una serie de características fonológicas (cf. Calvo 1993:
45).
2.2.1.1.1 Posee sólo consonantes oclusivas sordas: /p/, /t/, /k/. La restricción es que no
presenta las oclusivas sonoras: /b/, /d/, /g/. Según Chávez (2001: 18): ―El quechua no
presenta las consonantes oclusivas sonoras b, d, g, se contenta con tener las
oclusivas sordas (p, t, k, q)‖ (El subrayado es del original).
(33)
La restricción es que sólo ocurren en la variedad cusqueña, por influencia del aimara,
que la hace singular frente a los otros dialectos.
50
Según Lyons (1993: 64): “Los sonidos aspirados se distinguen de los correspondientes no aspirados
porque los primeros se realizan con un pequeño soplo de aliento”.
90
a) Regla canónica: acento grave (en la penúltima sílaba) en la mayoría de
palabras (cf. Soto 2010: 27). Al respecto, el prologuista del Vocabulario
Políglota Incaico ([1905] 1998: xxii) apunta: ―En cuanto al acento prosódico,
nótese que es regla general pronunciar las palabras graves, de modo que el
acento carga sobre la penúltima sílaba, salvo los casos en que la tilde está
sobre otra sílaba‖. En tal sentido, tenemos las siguientes unidades léxicas que
tienen acentuación grave:
(34)
a) pisqu51 ‗pájaro‘
b) mikhuy ‗comer‘
c) allillamanta ‗sosegadamente‘
d) pay ‗él/ella‘
b) Regla de excepción: acento agudo (en la última sílaba) en palabras enfáticas, se
marcan por un diacrítico llamado tilde (cf. Soto 2010: 27):
(35)
a) arí ‗sí‘
b) manayá ‗no pues‘
c) paychá ‗será él‘
2.2.1.1.4 De otra parte, conviene señalar que en esta lengua andina existen
veintinueve fonemas:
a) Veintiséis fonemas consonánticos: /č/, /čh/, /č‘/, /h/, /k/, /kh/, /k‘/, /l/, /ll/, /m/, /n/, /ñ/,
/p/, /ph/, /p‘/, /q/, /qh/, /q‘/, /r/, /s/, /sh/, /t/, /th/, /t‘/, /w/, /y/;
b) Tres fonemas vocálicos: central /a/, anterior /i/, posterior /u/. Al respecto, Soto
(2010: 31), en su nota 9, afirma: ―Fonéticamente el quechua sólo posee las
vocales a, i, u. Es decir que estas tres vocales son las únicas que sirven para
establecer la diferencia de significado‖. Por su parte Chávez (2001: 18) señala
―que el quechua tiene 3 vocales (a, i, u)‖.
La restricción es que los sonidos [e], [o] ocurren como alófonos de los fonemas
/i/, /u/, respectivamente (cf. Büttner 1986: 197). En esta misma dirección va la
opinión de Chávez (2001: 18): ―Las vocales intermedias (e, o) en quechua, si
51
Esta unidad léxica da origen al topónimo Pisco, ciudad costeña al sur de Lima, de la cual deriva el
nombre de la bebida alcohólica destilada de uva, pisco. Pero pisqu también significa „falo, pene‟, con lo
cual, es sinónimo de ullu „pene‟. De aquí que en el castellano andino, cuando un niño tiene la bragueta
abierta, se le advierte para que la cierre: “Tu pajarito se va a volar”. Y dado que pisqu „pájaro‟ tiene
sinónimos como pichinchu y pichinku, el sema de „pene‟ ha derivado también a pichiku (cf. pichinku
„pájaro‟).
91
bien existen como sonidos, no existen como fonemas, por tanto no pueden ser
parte del alfabeto quechua‖. A juicio del mismo Chávez (2001: 18):
Lo que implica que la herencia del sistema pentavocálico se arrastra desde la práctica
lexicográfica del Siglo de Oro, en todos los casos condicionados por la presencia de la
posvelar.
92
del Anónimo (1586), afirma ―que se sigue el criterio de formar diptongos aunque no los
haya‖. Señala como ejemplos los siguientes casos:
(36)
2.2.1.2 Los hablantes del quechua de los diferentes dialectos sienten que la variación
fonológica de su dialecto los distingue de los hablantes de otros dialectos. Según
52
Calvo (1993: 47-48): “existe la tendencia en quechua a que los morfemas marginales de palabras adopten la forma
CCV, probablemente a causa de la evolución CV-CV → C‟-CV, debido sobre todo a que esta lengua no admite en
general la composición de palabras”.
93
Zúñiga, Cano y Gálvez (2003: 64): ―Las lenguas vernáculas son también consideradas
como un rasgo de identificación cultural regional; son precisos al diferenciar la
variedad regional que identifican como ―nuestro quechua‖, frente al quechua de otras
regiones‖. En esta identificación, antes que las diferencias léxicas, salen a relucir los
rasgos fónicos de la variedad dialectal, pero también estas diferencias constituyen la
identidad lingüística con un dialecto concreto.
94
Como se puede ver, la <sh> es una grafía que no es ajena al quechua y menos a la
variedad cusqueña, por lo que es necesaria su inclusión en el inventario alfabético del
runa simi. Sin embargo, las formas ayacuchanas puchka ‗rueca‘ y achka ‗mucho,
demasiado‘ no presentan problema alguna, ya que el inventario alfabético vigente
cuenta con la oclusiva <ch>, pero en las formas cusqueñas como pushka ‗rueca‘ y
ashka ‗mucho, demasiado‘ se observa la presencia de <sh> que no se considera para
esta variedad.
(37)
53
Aunque en el plano oral se presenta en diversas formas (cf. Chávez 2001: 64): /–sha/, /–sya/, /–sa/.
95
norma arcaica, que encarna el ayacuchano, es más compleja lo que se refleja en el
plano escrito. En tal sentido, en la normalización de la variedad cusqueña se debe
mantener la forma sencilla del progresivo –sha, puesto que constituye la imagen
identitaria de esta variedad sureña, ya que no sólo se diferencia del ayacuchano –chka
en la forma, sino también en la pronunciación y la distribución silábica: /pu.ri.sha.ni/ (cf.
37a) y /pu.rich.ka.ni/ (cf. 37b). La segunda sílaba en el cusqueño es simple (CV),
mientras que en el ayacuchano es compleja (CVC).
96
como en su material lexicográfico (2009), puesto que la descripción de la lengua en
ambos campos es de este dialecto.
2.2.2 Para iniciar el tema nos plateamos las siguientes cuestiones: desde el punto de
vista morfológico, ¿qué tipo de lengua es el quechua?
2.2.2.1.1 La realidad morfológica del quechua coincide con la teoría que describe a las
lenguas de tipo aglutinante. Para responder la cuestión formulada en (§2.2.2.1),
observemos la descripción teórica que se hace de esta tipología morfológica por el que
se caracteriza esta lengua andina.
2.2.2.1.1.1 Hay relativa coincidencia en lo que señalan los lingüistas. Por ejemplo,
Calvet (2001: 252) afirma que este tipo ―es la lengua que acumula tras la raíz de la
palabra numerosos afijos con los que se señalan las relaciones gramaticales‖. Y dado
que, la base constituye el punto central sobre la cual se aglutinan los sufijos, la
aglutinación se caracteriza por adjuntar afijos a bases de forma progresiva hasta
alcanzar un significado completo y función apropiada dentro del texto o discurso.
Entonces, en un universo de bases finitas, cada base se considera un punto central en
donde se aglutinan los afijos. En esta orientación, Moreno Cabrera (2005: 15) afirma
que: ―las lenguas aglutinantes tienen palabras en las que aparecen alineados diversos
afijos gramaticales que se van añadiendo uno detrás de otro y cada uno de los cuales
97
expresa una única función o determinación gramatical…‖ Es decir que en este tipo de
lenguas ―se forman palabras de gran complejidad que constan de muchos morfemas‖
(Radford et al. 2000: 255 – 256), en donde la base ―inicia la palabra y cada sufijo va
añadiendo su componente de significado‖ (Radford et al. 2000: 256).
Como consecuencia,
c) son lenguas en las que es fácil segmentar los morfemas que constituyen cada
palabra, y
98
2.2.2.1.1.4 En una lengua aglutinante ideal, a opinión de Radford et al. (2000: 256), se
esperaría que: ―la propiedad de cada morfema tendría únicamente un significado y que
cada componente individual de significado expresable en esa lengua correspondería a
un solo morfema… algunos de los morfemas serían ligados, dando la posibilidad de
construir palabras complejas‖. Sin embargo, la definición de lengua aglutinante
siempre estará en el plano ideal, ya que existen grados de aglutinación en la realidad
(cf. Cerrón-Palomino 2008: 97). Al respecto, Solís (2000: 90) afirma que: ―Esta clase
incluye, teóricamente, a idiomas en los que hay alguna agrupación de morfemas que
forman palabras, hasta aquellas en las que se da un máximo grado de agrupación... ‖
En tal sentido, es poco probable que se alcance una morfología ideal de lengua
aglutinante, puesto que ―hay muchas lenguas que muestran, digamos, tendencias
aglutinantes en algunas áreas de la gramática pero tendencias aislantes en otras‖
(Radford et al. 2000: 256).
2.2.2.1.1.5 Por otra parte, la formación de palabras vía morfemas hacen que una
lengua aglutinante tenga la propiedad de analizabilidad. En este sentido, lengua
aglutinante, para Pozzi-Escot (1998: 306), es:
99
Por ello, los ejemplos de las lenguas que habitualmente no se escriben y para los
que, por consiguiente, no existe una ortografía estandarizada, suelen transcribirse
con la trabazón típica de la lengua hablada…
2.2.2.1.1.8 Después de todo lo señalado hasta aquí, queremos advertir dos cuestiones
que nos parecen muy importantes.
2.2.2.1.1.8a Primero, queda claro que muchas lenguas en el mundo son de tipo
aglutinante. Según Calvet (2001: 252): ―El vasco o el turco son, por ejemplo, lenguas
aglutinantes‖, además lo son ―el finlandés, el húngaro, las lenguas bantúes africanas,
muchas de las lenguas americanas y de Oceanía y la mayoría de las lenguas de
Rusia‖ (Radford et al. 2000: 255). Entre las lenguas amazónicas peruanas, se hallan
el candoshi y el asháninka.
100
quedando las lenguas aglutinantes como un estadio intermedio entre ambas. Al
respecto, Moreno Cabrera (2005: 123) refiere que:
desde el siglo XIX, hay autores que han querido ver en los tipos aislante,
aglutinante y flexivo tres pasos evolutivos por los que han transitado las lenguas
humanas a lo largo de los milenios. De esto modo, se dice que las lenguas
aislantes representan un estadio menos evolucionado que las lenguas flexivas,
consideradas la culminación de la evolución lingüística, quedando las lenguas
aglutinantes a medio camino entre esos dos estadios.
Nuestros lexicógrafos del quechua del siglo XX compartieron también estas ideas
decimonónicas. Por ejemplo, el prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905]
1998: xiii) se inscribe en este grupo:
Sin embargo, aún sigue siendo referente la clasificación de los diferentes tipos de
sistemas morfológicos que se dan en las lenguas del mundo establecidos en aquel
siglo. En esta clasificación se establecieron tres tipos de lenguas: aislantes,
aglutinantes y flexivas.
101
‗seguro que ustedes ya habían estado dándose comer [mutuamente el] uno al otro‘, en
un análisis morfológico de encorchetamiento, nos dará lo siguiente:
11[10[9[8[7[6[5[4[3[2[1[mikhu]+ -chi]+ -naka]+ -pu]+ -sha]+ -sqa]+ -nki]+ -chis]+ -ña]+ -taq]+ -mi]
2.2.2.2 Para iniciar este parágrafo conviene formularse las siguientes cuestiones,
¿existe prefijos en la lengua?, ¿el elemento an- es un prefijo en la lengua? A
continuación respondemos ambas cuestiones.
2.2.2.2.1.1 La lengua prescinde de los prefijos. Según Parker (1976: 30): ―Todos los
afijos del quechua son sufijos; no hay prefijos‖. En tal sentido, la mayoría de
especialistas coinciden en señalar que el quechua es una lengua que prefiere sufijos
antes que prefijos.
2.2.2.2.1.2 Sin embargo, la ocurrencia del elemento an- con imagen de prefijo parece
romper esta regla canónica de la lengua. A continuación analicemos sus ocurrencias
dentro de la lengua.
102
2.2.2.2.2 El elemento an-
2.2.2.2.2 Con relación al elemento an-, caben dos preguntas, ¿es acaso una
reminiscencia o huella de un pasado en la que la lengua empleaba prefijos?, ¿o más
bien se trata de una copia del castellano, dado sus siglos de contacto?
Por nuestra parte, visto los cuadros anteriores, explicaremos el fenómeno en dos
supuestos: desde una perspectiva diacrónica y desde una mirada sincrónica.
54
Según Gómez (2007: 30): “Los prefijos son un tipo de morfemas derivativos que se añaden delante de
la raíz de una palabra para formar palabras nuevas”.
103
pérdida de la carga semántica se explicaría en razón de la consecuencia de la erosión
del tiempo, pero que debió de mantener relativamente su fisonomía de prefijo a nivel
posicional. Este fenómeno también debió de ocurrir en el significante del sufijo
adjetivador antiguo –s que aún tiene presencia a nivel posicional sin contenido
semántico, por ejemplo en el topónimo compuesto aimara-quechua Cotabambas (cf.
Cerrón-Palomino 1997a: 185): qhuta ‗lago‘, pampa ‗llano‘ y –s ‗sufijo adjetivador‘. En
tal sentido, el análisis anterior nos lleva a deducir el siguiente principio:
Sin embargo, hay ejemplos que contravienen a nuestro principio. Un sentido inverso
recorre la reducción morfémica del inclusivo –chis en urayunkissi <urayunki[chi]ssi
‗dice que bajen‘, en donde el significante del sufijo se reduce a –s, aunque sin perder
su sema55.
55
Ejemplo recogido en Chinchaypucyo, Anta (Cusco), pero que es frecuente también en la subvariedad
apurimeña.
56
Esta postura nos lleva a considerar que la lengua, en algún momento del pasado, debió enfrentar el
dilema evolutivo entre seguir prefijando o perfeccionar la sufijación. Esto sólo pudo ocurrir, a medida que
los sufijos se perfeccionaban en el proceso derivativo, proporcionalmente iba disminuyendo su capacidad
de prefijar. Así, el proceso derivativo vía prefijación debió hacerse más costoso y mucho más fácil la
sufijación.
104
la sufijación debió actuar en detrimento de la prefijación, pero esta conclusión no es
posible demostrar.
57
Según Gómez (2007: 112): “Los determinadores demostrativos son actualizadores, es decir, presentan
al sustantivo en la oración y lo hacen funcionar como sujeto” [El subrayado es del original].
58
Lang (1997: 221) define a los prefijoides así: “morfemas derivados cuyo origen son nombres griegos o
latinos y que se añaden a las raíces para generar léxico perteneciente al vocabulario técnico o científico de
carácter internacional: tele-, radio-, video-, electro-, etc.”
105
instrumento de investigación de las características de un sistema lingüístico‖. En tal
sentido, hallamos que el elemento an-, virtualmente, no cambia a nivel semántico.
2.2.2.2.2.3b La falta total de conexión semántica entre el significante del elemento an-
y la base es absolutamente contraria al fenómeno que ocurre entre el sufijo y la base.
Esta deficiencia semántica no se observa en los sufijos, más bien sí en el interfijo –ni,
aunque la inserción de este afijo obedece a condicionamientos morfofonológicos como
veremos más adelante. Por ejemplo, esta misma desconexión semántica se observa
en el pronombre de tercera persona del singular pay ‗él/ella‘, aunque con rasgos de
lexicalización que ya no permiten distinguirlo a primera vista.
(38)
59
Según Gómez (2007: 112): “Los determinativos demostrativos son palabras que acompañan al
sustantivo e indican la distancia en el espacio o en el tiempo que hay entre los interlocutores (hablante y
oyente) y aquello a lo que se refiere el sustantivo”. (El subrayado es del original).
106
2.2.3 Aspectos sintácticos
2.2.3.1.1 Teóricamente, el quechua cumple con todas las características de este tipo
de lenguas. Observemos algunos rasgos.
3. Como lengua que posee expresión relativa que precede al nombre; por lo
tanto, el adjetivo precede al nombre (cf. Calvo 1993: 42).
4. OV
6. Genitivo-Nombre.
7. Adjetivo-Nombre.
8. Relacional-Nombre.
9. Núcleo a la derecha.
107
10. Es menos propensa a la prefijación.
Según Chalco (2007: 196), el quechua es una lengua de ―relación frasal adjetivo-
sustantivo‖, lo que supone que da preferencia a las posposiciones. De lo anterior,
podemos inferir que los adjetivos en las unidades léxicas compuestas no es aplicable
aquella regla de las lenguas flexivas, que en el registro de las entradas prima el
sustantivo sobre el adjetivo, sino más bien manda el adjetivo sobre el sustantivo como
pasa en el inglés, ya que es ese el régimen de construcción en la lengua. Por lo tanto,
se respetará este orden natural al momento de codificar las unidades léxicas bajo el
orden del inventario alfabético que les corresponde sin dar cuenta a la regla antes
citada.
2.2.3.1.1.3 Asimismo, como lengua del tipo SOV, el quechua posee las siguientes
particularidades:
De igual modo afirma Calvo (1993: 40): ―El quechua es una lengua SOV‖. En este
mismo sentido, Chávez (2001: 31) nos advierte: ―Recordemos que el quechua tiene la
estructura oracional SOV‖.
60
Según Calvo (comunicación personal) también se forman comparativos con –hina, que en ocasiones
puede ir separado como un adverbio más.
108
(39)
S O V
2.2.3.1.2.3 De hecho, los especialistas enfatizan este carácter sintáctico. Por ejemplo,
Soto (2010: 29) aclara que en la lengua: ―El verbo, por lo general, es colocado al
fin[al] de una oración‖. En la misma línea va la afirmación de Chávez (2001: 27): ―en la
lengua quechua, las oraciones generalmente terminan en verbo. Esa es la regularidad
de su estructura sintáctica u oracional‖. Y concluye recalcando que: ―No importa
cuántas palabras o frases se coloquen entre el sujeto y el verbo, siempre el verbo irá
al final de la oración‖ (Chávez 2001: 30).
2.2.3.1.2.4 Por otra parte, una buena parte de las 42 lenguas indígenas que existen
en el Perú comparten con el quechua este patrón lingüístico de sus constituyentes y,
por extensión, también una buena parte de las lenguas originarias de América. En esta
misma visión, González (2010: 21) informa que: ―En la mayoría de las lenguas
indígenas de Colombia encontramos el patrón, Sujeto-Objeto-Verbo (SOV).‖
109
2.2.4.1 La ausencia del artículo
2.2.4.1 No todas las lenguas del mundo utilizan el artículo. Una muestra de ello es que
las lenguas aglutinantes no lo emplean. Al menos eso ocurre con el quechua.
2.2.4.1.1.1 Todo parece indicar que dicha ausencia está condicionada por la tipología
sintáctica de lengua SOV por la que se distinguen. Según Peyró (1997: 135), este tipo
de lenguas se caracterizan por:
Y dado que el quechua pertenece al grupo de las lenguas SOV, es fácil deducir que
carece de artículo, más aún parece existir relación con la ausencia del género
gramatical que también se presenta en la lengua.
2.2.4.1.1.2 El quechua es una lengua que carece de artículo. Sin embargo, tampoco
tiene otras categorías gramaticales como preposiciones y conjunciones. A este
respecto, Soto (2010: 28) afirma que: ―El quechua no tiene artículos, conjunciones,
preposiciones, como son concebidos en el español. Las excepciones son huk ―uno,
unos, unas‖, e icha, ―o‖.‖ Parece lógica la ausencia del artículo en la lengua quechua
dado que también hay inexistencia de marca de género a nivel gramatical, puesto que
la lengua opta por establecer el género en el plano léxico.
110
ausencia, dado que también la lengua carece de género gramatical, lo que implica que
no tendría sentido su existencia, puesto que tampoco existe su función.
2.2.4.2.1 En el plano teórico existen algunos rasgos por los que la lengua opta por una
marca de género a nivel léxico y evita la marca a nivel gramatical como el común de
las lenguas del mundo.
61
http://elcomercio.pe/actualidad/1667900/noticia-guardiana-jaqaru-lengua-hablada-menos-600-peruanos
(consulta 03/12/2013).
111
En tal sentido, el quechua, como lengua aglutinante, carece de marcador de género a
nivel gramatical. Al respecto, Laime et al. (2007: 5) señalaban que el quechua ―es una
lengua aglutinante y no describe el género gramatical‖. En esta misma línea nos ilustra
Soto (2010: 28): ―El quechua no tiene morfemas de género. O sea que las palabras no
tienen terminaciones diferentes para el masculino y el femenino como en el español
(perro, perra; blanco, blanca)‖. Es decir, la lengua no presenta evidencia de un atributo
de género a nivel gramatical que permita establecer la diferencia entre lo masculino y
femenino. Sin embargo, la ausencia gramatical del género no niega que el quechua
carezca de dicho marcador. En tal sentido, existe otro tipo de diferenciación de género
a la cual apele esta lengua andina.
2.2.4.2.1.2b En el quechua casi siempre se ha pasado por alto el tema del género
léxico. Pocas veces se ha puesto en relevancia que el género en la lengua se presenta
en marca léxica. En teoría, este tipo de diferenciación de género de la clase nominal
cumple un papel próximo a la que desempeña en el plano gramatical. Al respecto,
Hardman (2003: 39) nos advierte que: ―En lingüística la palabra género refiere a clases
nominales en el sentido gramatical. En otras lenguas del mundo las bases para las
clases nominales varían mucho e incluyen forma, humanidad, animación, entre otras
112
cosas‖. En tal sentido, la selección léxica en el quechua implica la diferenciación
semántica para la humanidad como para la animalidad. Entre los primeros, incluso, el
uso restrictivo de vocablos sólo para los hombres y otros únicamente para las mujeres.
En tal sentido, en una análisis lingüístico, tal como lo advierte Gómez (2007: 78): ―No
hay que confundir el género con el sexo: el género es un rasgo gramatical de las
palabras; el sexo es un rasgo biológico de los seres vivos a los que se refieren
algunas palabras‖ [El subrayado es del original]. Lo que implica que el género en el
quechua está condicionado por la información biológica del sexo masculino o femenino
de las personas o los animales. A este respecto, Calvo (1993: 37) afirma que en el
quechua, ―al igual que en otras lenguas andinas, el sexo está inmediatamente
representado‖. Aunque la marca del sexo, en el quechua, parece ir más allá de lo
humano y animal. Al respecto, Mendizábal (2005: 140) afirma que:
2.2.4.2.1.2d De igual modo parecen proceder otras lenguas andinas como el jacaru o
aimara tupino. Al respecto, Hardman (2003: 40) explica la ausencia de jerarquías de
género las lenguas Aru (Jaqi):
113
En las lenguas Jaqi es imposible hablar en esta forma. No existen formas
derivacionales entre los sexos, y las formas genéricas son realmente genéricas. El
género en Jaqi, como en inglés, no se marcan en forma directa, sino indirecta con
pronombres, por ejemplo. El criterio en las lenguas Jaqi es la distinción entre
humano y no humano. Los pronombres distinguen seres humanos de todo lo
demás ya sean animales o cosas. La humanidad de cada ser humano es marcada
gramaticalmente‖. [El subrayado es del original].
2.1.4.2.1.3a Las primeras gramáticas del Siglo de Oro ya reportaban esta información.
Al respecto, Calvo (2009b: 80 – 81), al analizar la gramática del Anónimo (1586),
afirma:
El tal sentido, los lexicógrafos del Siglo de Oro intentaban evidenciar que la lengua
empleaba adjetivos para establecer el género de la unidad léxica.
El sexo de los seres se distingue mediante los modificadores warmi ―mujer‖ y qari,
―varón‖, cuando se trata de personas warmi wawa, ―niña‖; qari wawa ―niño‖).
Cuando se trata de animales, se usan los modificadores china, ―hembra‖ y urqu,
―macho‖ (china allqu, ―perra‖, urqu allqu, ―perro‖).
62
http://elcomercio.pe/actualidad/1667900/noticia-guardiana-jaqaru-lengua-hablada-menos-600-peruanos
(consulta 03/12/2013).
114
CUADRO N° 08. GÉNERO LEXICO
Categoría Masculino Femenino
a) Humanos qhari ‗varón‘ warmi ‗mujer‘
b) Animales urqu ‗macho‘ china ‗hembra‘
Este mismo fenómeno pasa también en el latín. A este respecto, Márquez de Medina
(1869: 86) afirma:
Más adelante el autor, Márquez de Medina (1869: 97), amplía las ocurrencias del
epiceno del siguiente modo:
115
sacerdos: lo primero por lo que dijimos en la primera nota, lo cual no sucede en el
nombre que es epiceno; y lo segundo porque el epiceno significa confusamente
macho y hembra, con solo un artículo competente á su terminación, esto es, el
género que tiene por su acabado: v. gr. aquila, œ, por acabarse en a de la primera
declinación, es del género femenino; y corvus, corvi, por acabarse en us de la
segunda declinación, es del género masculino.
[http://books.google.com.pe/books?id=6BoXcQWeZfcC&printsec=frontcover&dq=A
rte+explicado+y+gramatico+perfecto&hl=es-419&sa=X&ei=Mv3-
UZ6iHIT68gT9iYCgCw&ved=0CDMQ6AEwAQ#v=onepage&q=Arte%20explicado
%20y%20gramatico%20perfecto&f=false].
2.2.4.2.1.5 Por otra parte, en la lengua, el género no afecta a ningún pronombre, pese
a que en otras lenguas sí ocurre la diferencia de femenino y masculino, al menos en la
tercera persona. A este respecto, Calvo (1993: 36), al hablar del uso del pronombre
como marca de género en quechua, afirma que: ―La carencia de género se da hasta
tal punto, que ni siquiera el pronombre sujeto de 3a pers., generalmente diverso en las
lenguas (esp. él/ella, inglés he/she, ruso on/oná/onó) se especifica en quechua (pay
‗él/ella/ello‖)‖. Quizá por carecer de género, la tercera persona pay ‗él/ella/ello‘ amplía
su campo de acción. Según Alarcos (2007: 87) señala que: ―la tercera persona es
aplicable, en una misma situación, a multitud de objetos (todo lo que sea el hablante y
el oyente): puede referirse a personas humanas, a animales, a cosas físicas y
116
mentales‖. Al reducir la lengua quechua a una sola forma pay para designar los
diferentes géneros amplía su campo de acción a personas, animales y objetos.
2.2.4.2.2.1 En el Siglo de Oro, fray Domingo de Santo Tomás (1560) registra unidades
léxicas estableciendo las diferencias de género a nivel léxico:
117
(40)
En la práctica funcionan como sustantivos epicenos, por ejemplo, atuq ‗zorro‘ puede
ser macho o hembra, y para explicitar el género debemos agregarle las bases china
‗hembra‘ o urqu ‗macho‘: china atuq ‗zorra‘ y urqu atuq ‗zorro‘.
(41)
a) china adj. hembra (de animal): china michi ‗gata‘. // 2. s. despec. mujer.
b) china allqu s. hembra del perro. // 2. s. insul. (fig.) prostituta: china allqu
p‟asña ‗mozuela prostituta‘.
c) china khuchi s. hembra del cerdo. // 2. s. insul. (fig.) prostituta: china khuchi
p‟asña ‗mozuela prostituta‘.
h) urqu2 adj. macho (de animal): urqu michi ‗gato‘. // 2. s. (fig.) varón: warmiyqa
urqutan wacharparin ‗mi esposa ha parido a un (niño) macho‘.
63
O su variante ortográfica <Chiaraje>. Es una batalla ritual celebrado anualmente entre las etnias
andinas de Canas y Chumbivilcas (Cusco) en la localidad de Quehue.
118
i) warmi s. mujer: qhaway chaqay warmita imahinatas tusun chayta ‗mira a
aquella mujer eso de cómo baila‘.
(42)
f) sipas adj. (mujer) joven: sipas warmin kanki ‗tú eres una mujer joven‘.
h) tayta s. padre (de animal o humano): taytaymi qanqa kanki ‗tú eres mi padre‘.
i) tura s. hermano (de mujer): turanmi payqa ‗él es hermano (de ella)‘.
j) warmi qhari (lit. ‗mujer varón‘) s. pareja: warmi qharin kayku ‗somos pareja (de
esposos).
l) wayna adj. (hombre) joven: wayna runamá kanki ‗tú eres un hombre joven‘.
119
ll) wayqi s. → wawqi.
2.3.1 En términos de una ecuación matemática: Los dialectos actuales del quechua
son el saldo que existe entre la diversidad de dialectos y la extinción de muchos de
ellos. En tal sentido, desde un punto de vista sociolingüístico, la robustecida lengua
quechua enfrenta la paradoja de hallarse en un proceso de extinción. Por lo que cabe
la pregunta, ¿cuáles son los factores que influyen en otorgar vitalidad a la lengua o los
que inciden en la extinción de los dialectos?, ¿cómo contribuye una obra lexicográfica
en la vitalidad o la extinción de una lengua?
Es empresa más ardua de lo que algunos creen, y poco menos que irrealizable,
extinguir el idioma primitivo de un país, cuando hay empeño en conservarlo: ni el
catalán ni el vascuence se ha podido destruir en España, ni el patuá ni el limosin
en Francia, ni el genovés ni el napolitano en Italia, ni en otras muchas naciones el
habla especial de tal o cual territorio, por grandes que hayan sido los esfuerzos
para someterlos a un idioma común o nacional.
Sin embargo, habría que precisar el grado de vitalidad por dialectos, puesto que dicha
vigorosidad no es homogénea en todas las variedades dialectales. En tal sentido,
Ardila (2010: 33) nos advierte que: ―Las lenguas indígenas presentan diferentes
120
grados de vitalidad en los espacios geográficos donde se hablan y las situaciones de
uso son muy diversas‖. En efecto, a nivel de dialectos, el fantasma de la extinción se
aproxima vertiginosamente a esta lengua andina. En tal sentido, a continuación
desarrollamos los factores que influyen en la extinción de las lenguas y luego
formulamos unos principios sobre tal fenómeno lingüístico.
2.3.1.1.1.1 La densidad del número de hablantes no parece ser un factor decisivo que
garantice su supervivencia a mediano o largo plazo. A este respecto, Ardila (2010: 34)
afirma que: ―Si bien el número de hablantes de una lengua constituye el criterio más
visible en cuanto a su vitalidad, no presenta el factor fundamental al definir las
posibilidades de supervivencia de una lengua‖. En tal sentido, el elevado número de
hablantes no parece ser un factor determinante para conservar la vitalidad de una
lengua. Al respecto, Meliá (2003: 22) señala que:
Como ya pasó con el latín en el pasado, por eso, para el citado especialista, es
importante que los hablantes tengan a la lengua como instrumento de comunicación
cotidiana.
121
Esta relación de minusvaloración de una lengua y la sobrevaloración de otra están
condicionados por otros factores. Ardila (2010: 32) indica que:
En tanto que Bokova, Directora General de la UNESCO64 sostiene que: ―La vitalidad
de las lenguas depende de todos aquellos que las hablan y se movilizan para
protegerlas‖.
Hablar una lengua entre las posibles es siempre una opción. Emocionales
psicolingüísticos son los principales motivos de dicha opción: autoestima, lealtad
hacia la propia sociedad y prestigio. El hablar bien una lengua y tener un
reconocimiento social por ello es tal vez la mejor muestra de vitalidad de una
lengua…
2.3.1.1.1.4 Otro factor importante parece ser también la función de lengua instrumental
que desempeña en el ámbito familiar. El mismo autor sostiene que:
En este sentido, la sustitución del quechua en el hogar por parte del castellano es una
realidad que va en aumento debido a la falta de transmisión intergeneracional antes
señalada. A este respecto, Ardila (2010: 33) nos presenta dos situaciones:
64
http://www.politicaspublicas.net/panel/ed/derlin/1590-mensaje-unesco-21febrero2012.html
122
familiar que se evidencia en algunos casos por la no transmisión de la lengua en el
hogar.
De aquí que coincidimos con Calvo (2010) sobre la causa del debilitamiento de la
lengua es a falta de transmisión de padres a niños.
2.3.1.1.1.5 El especialista Calvo (2010: 44) plantea dos grupos de parámetros que
pueden ayudar a comprender el fenómeno de la vitalidad lingüística.
Este factor es tan determinante que el porcentaje que sostiene Calvo puede ir en
aumento. En tal sentido, la distribución del porcentaje de los factores que condicionan
que las lenguas se extingan se distribuye del siguiente modo:
123
intergeneracional es el factor crítico que determina la vitalidad o la extinción de la
lengua. Así, el conocimiento de la lengua por parte de los padres y la transmisión a los
hijos o nietos es el beneficio que las generaciones adultas o ancianas aportan a los
niños que llevan sus genes y su cultura.
2.3.1.1.2 De todo lo dicho antes, podemos inferir una serie principios sobre la extinción
de lenguas que nos ayuden a comprender el problema.
2.3.1.1.2.2 Dos lenguas que comparten un mismo espacio geográfico compiten por
imponerse una a la otra. En tal sentido, en cuanto a la competencia de dos lenguas en
un espacio geográfico y el desplazamiento de una de ellas, se puede formular el
siguiente principio:
Este el caso del castellano y el quechua que comparten el mismo espacio geográfico y
compiten por desplazarse. El principio anterior se puede esquematizar, en una
notación matemática, de la siguiente manera:
124
A–B
Esta ecuación aritmética se debe leer: ―A sustituye a B‖. Por lo que la sustitución
lingüística depende de la frecuencia de uso de la lengua por parte de los hablantes.
Lo que implica que las lenguas necesitan de sus hablantes, de los especialistas, de los
políticos y de todos los agentes lingüísticos que puedan acudir en su ayuda. Además,
se requiere de una intervención en política lingüística para su recuperación y
desarrollo.
125
2.3.1.1.2.5 Debido al prestigio social de la lengua dominante es que los hablantes de
la lengua minoritaria abandonan su lengua a favor de la de mayor prestigio. De aquí
podemos inferir un principio:
2.3.1.2.2 Otro macrogrupo con alta vitalidad es el quechua central (Áncash, Huánuco,
norte de Lima, Pasco y norte de Junín), del QI central. Según el Censo de 1993
constituían 695,888 hablantes (cf. Chirinos 2001: 35). Sin embargo, a nivel de distritos
se halla en franco proceso de extinción en Junín y Pasco. Al respecto, Chirinos (2001:
36) señala la migración como causa principal de dicho retroceso. En cambio, el
65
A este respecto, la DINEIP y UNEBI (2001: 4) nos ilustra del siguiente modo:
“La histórica negación se ha sustentado en la negación del otro, en hacer invisible su presencia, en la
intolerancia y el desprecio; en suma, en un racismo abierto o solapado, que impregna las relaciones sociales,
tanto en el plano público como privado.”
126
quechua Jauja – huanca66 (del grupo Huancay) se halla en un punto intermedio con
52,788 hablantes (cf. Censo de 1993). En Huancayo y Concepción la vitalidad es alta,
pero en Jauja la mayoría de sus hablantes son de avanzada edad (cf. Chirinos 2001:
36) y los hablantes jóvenes sólo se encuentran en el distrito de Sausa (cf. Chirinos
2001: 103). Las posibles causas de este fenómeno van desde factores
sociolingüísticos y psicolingüísticos. Por ejemplo, para Chirinos (2001: 104), para el
macrogrupo analizado, se explicaría por dos vías:
a. En la década de 1940, Junín fue uno de los primeros lugares donde se planificó la
castellanización desde la escuela. Lo que implica que la sentencia de la lengua es
clara, como ya pasó con las lenguas de la costa peruana durante la Colonia: va
camino a la extinción. Al respecto, Cerrón-Palomino (2005b: 23) señala que: ―no
hay duda de que las lenguas costeñas desaparecieron debido a la
castellanización gradual de sus hablantes‖.
b. Alta migración hacia Lima desde aquellos. Al respecto, Vilcapoma (2002: 30)
señala que: ―La migración, fenómeno impulsado desde el ‘40, ha sido el móvil
más grande que ha cambiado el país. Ingentes masas se han trasladado a las
metrópolis…‖ En tal sentido, el principio formulado en (§ 2.3.1.1.2.2) es aplicable
al quechua, ya que sus hablantes empiezan a ceder a favor del castellano. Al
respecto, Itier (2009: 284) afirma que:
En muchas zonas del norte y del centro del Perú, el quechua ya está siendo
abandonado por la población a favor del castellano. En esas regiones, los
hablantes suelen manifestar que su quechua no es el ―verdadero‖ y que por lo
tanto más vale dejarlo por el castellano.
De todo lo señalado hasta aquí, podemos inferir que la pérdida de vitalidad del quechua
central (como de las otras variedades) se debe a la falta de trasmisión
intergeneracional de la lengua (cf. §2.3.1.1.2.1), cuando no debido a factores
actitudinales (como la falta de lealtad hacia la lengua y la carencia del orgullo de sus
hablantes con relación a su idioma), la ausencia de la observancia de la norma (cf.
Sichra 2003: 33), etc.
66
En el plano léxico, el quechua Jauja – huanca, se halla más cercana a la sureña, aunque se agrupa en el
quechua central (cf. Chirinos 2001: 35).
67
Según Taylor (2006: 11), tanto el chachapoya como lamista constituyen un solo dialecto, con algunas
diferencias:
127
(Loreto) (QII-B septentrional). En el Censo de 1993 sumaban 52,203 hablantes (cf.
Chirinos 2001: 35). Pese a que el quechua de Ferreñafe y Loreto se mantienen con
alta vitalidad, los de Cajamarca y San Martín se hallan en un fuerte proceso de
sustitución lingüística hacia el castellano (cf. Chirinos 2001: 36). El quechua lamista
(San Martín), incluso a su alto número de hablantes, en muchas comunidades tienen
el castellano como lengua materna (cf. Chirinos 2001: 157), en tanto la situación de su
par chachapoyano es más dramático aún: ―el idioma ya casi no se habla‖ (Taylor 2006:
15). Al respecto, Taylor (2006: 10), de sus viajes entre 1975 y 1976, nos ilustra el
panorama lingüístico de esta subvariedad:
Las únicas personas que pude observar que conversaban entre ellos
espontáneamente en quechua, eran unas muy ancianas que cuidaban la iglesia de
Yambajalca (Granada), pueblo fuertemente dividido por la conversión de una parte
importante de la población a la religión evangélica.
proceso irreversible de mudanza idiomática, como se sabe son las mujeres las
más fieles guardianas de la lengua y cultura nativas. No por casualidad los últimos
informantes del sechura y del mochica fueron ancianas que todavía recordaban, al
decir de una de ellas, la existencia de ―malas palabras‖ (es decir, voces nativas, de
acuerdo con los prejuicios vigentes) equivalentes del castellano.
“La comparación de los vocablos chachapoyanos y lamistas muestra que se trata básicamente del mismo
dialecto, no sólo en lo tocante al léxico de origen quechua, sino también por el hecho de compartir un
sinnúmero de términos regionales… Sin embargo, algunos aspectos distinguen el chachapoyano del lamista”.
128
Lo cual nos demuestra que, como ha ocurrido, en todas las épocas y culturas es la
mujer la que cumple la función social de ser la matriz depositaria y transmisora de la
lengua y la cultura.
129
2.3.1.2.5a En un primer grupo se encuentra el distrito de Viñac que, según el Censo
del 2007, los quechua hablantes apenas constituían el 10.54% de la población total,
que en cifras absolutas ascienden a 175 hablantes, contrariamente, los que declararon
que tienen ―otra lengua nativa‖ como primera lengua constituyen el 6.33% de la
población total, que en cifras absolutas son 105 hablantes. El retroceso de la lengua
es muy acelerada, incluso, si realizamos la ecuación de sumar ambas cifras alcanza a
280 hablantes que sería el 16.87 % de la población total. Las cifras han caído
drásticamente en menos de 15 años si tomamos en cuenta que en el Censo de 1993
los hablantes alcanzaban el número de 702 y constituían el 48.6 % de la población
total, pese a restarle los 112 hablantes mayores de 65 años reportados en el Censo de
1993.
68
Los datos del Censo de 1993 en adelante van entre paréntesis.
130
unos pocos ancianos‖ (Taylor 1987: 254), los que a la fecha del Censo del 2007 ya
debieron haber fallecido.
2.3.1.2.7 De otra parte, el distrito limeño de Tupe (Yauyos) es de habla jacaru. Esta
lengua aru es conocida como aimara tupino o central. Su situación actual es muy
atípica. Según el Censo de 1993 se declaran jacaru hablantes sólo 33 personas, de
los cuales 7 se encontraban entre los 5 – 14 años y 13 eran mujeres, en tanto 20 se
hallaban entre 65 y más años (cf. Chirinos 2001: 121). Sin embargo, en el Censo de
2007, el 91.68% (562 personas) de la población total declaraba que tenía ―otra lengua
69
Chirinos (2001: 120): “En Pacaraos se habla una variedad de quechua que ha merecido muchos
estudios por considerarse una variedad muy peculiar, difícil de ser clasificable como quechua central o
quechua sureño. Actualmente se encuentra en extinción…”
131
nativa‖ como su lengua materna, mientras que sólo el 7.67% (47 personas) tienen el
castellano como primera lengua. Es decir, tácitamente, el 90% de su población se
reconocía como jacaru hablante, pese a que la ficha censal no consideraba un espacio
para el aimara central. Al respecto, Katherine Subirana70 informa que: ―A cinco horas
de Lima Metropolitana, en la provincia de Yauyos, vive el jaqaru, una lengua milenaria
que aún busca proyectarse al futuro. Según el censo del 2007, solo 590 personas se
reconocen como hablantes de este idioma‖. Lo cierto es que, por informes de
lingüistas, se sabe que el aimara tupino sólo lo hablan los de avanzada edad,
especialmente las mujeres (cf. Chirinos 2001: 114). Según Katherine Subirana, el
jacaru es ―transmitida de generación en generación, de forma oral por las mujeres‖.
Mientras que los niños lo aprenden en la escuela como segunda lengua a través de un
programa de recuperación lingüística por iniciativa de especialistas del Ministerio de
Educación y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Sin embargo,
Yolanda Nieves Payano71, especialista en jacaru, nos revela que: ―la generación de
niños no está siendo educada en nuestra lengua‖. Según esta lingüista la
revitalización de esta lengua a través de la educación enfrenta el problema del
presupuesto y la carencia de especialistas:
De todos estos datos del aimara central podemos colegir que los esfuerzos por
revitalizarlo están brindando sus primeros frutos. La población, al responder a la
encuesta censal como hablante materno de la lengua, ha afirmado su identidad jacaru
(cf. Bautista 2003)72, antes de manejar la lengua como una materna.
70
http://elcomercio.pe/actualidad/1667900/noticia-guardiana-jaqaru-lengua-hablada-menos-600-peruanos
(consulta 03/12/2013).
71
http://elcomercio.pe/actualidad/1667900/noticia-guardiana-jaqaru-lengua-hablada-menos-600-peruanos
(consulta 03/12/2013).
72
Bautista (2003: 170) señalaba:
“Tupe está iniciando el camino progresivo de perder su identidad, es decir, su Jaqaru. Lengua que caracteriza
a este pueblo como una civilización preinca que ha resistido las acometidas incaicas, de la conquista española
y hasta ahora se la conserva con orgullo, sobre todo por quienes sabemos hacerlo.”
132
Aunque bien podría ser debido al defecto señalado de la ficha censal para el jacaru, ya
que no brinda un espacio para el aimara central. En tal sentido, se puede inferir que
existe información oculta en la alternativa de ―otra lengua nativa‖ ofrecida en la ficha
censal del 2007. En dicho censo se evidencia un número de 89 hablantes, en tanto
que en el Censo de 1993 se registraron 55 hablantes de esta lengua aru. De éstos, 37
eran mujeres y 17 tenían 65 o más años, aunque ya no habían niños que hablaran la
lengua (cf. Chirinos 2001: 121). En tanto, sus últimos hablantes hacen esfuerzos por
recuperar la lengua. Al respecto, Bautista (2003: 170) informa que: ―En Cachuy, el
idioma Kawki está en proceso de extinción; aunque Valerio Luciani Asencio, uno de los
3 o 4 últimos hablantes nativos de Kawki, está enseñando a las niñas y niños también
a leer y escribir con Ardan‖. Los hablantes del quechua debiéramos aprender de estos
esfuerzos de los hablantes del aimara central para empezar a revitalizar la lengua en
sus diferentes dialectos, cuando no en los distritos en los que se halla en franco
proceso de retroceso esta lengua andina.
Sea que los keshuistas, celosos de su idioma, quieran conservarlo y cultivarlo, sea
que los contrarios a esa habla, por considerarla poco significativa, quieran
emprender campaña para exterminarl[a], en ambos casos es de necesidad el
Vocabulario, aunque parezca a primera vista una paradoja.
De ese modo, el Vocabulario Políglota Incaico (1905) es útil tanto para los nativistas,
partidarios de conservar la lengua, como para los asimilacionista, simpatizantes de la
castellanización:
133
resultado?‖ Cuestión al que él mismo se responde de forma contundente: ―La
presunción no está por el keshua‖ (Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico [1905]
1998: xv). Por lo tanto, una obra lexicográfica bilingüe, dependiendo de cómo y con
qué propósito se use, es relevante tanto para revitalizar una lengua o para sustituirla.
2.3.2.1 La elisión
2.3.2.1 La elisión es un proceso del que la lengua siempre echa mano para resolver
problemas morfofonológicas. En tal sentido, a modo de responder a la primera
interrogante formulada en (§2.3.2), según el Diccionario de Lingüística (1986: 98) se
trata de un:
En caso del quechua, las elisiones ocurren en frontera morfémica, es decir, al final de
la base. En ese sentido será que entendamos en adelante este fenómeno lingüístico.
134
(43)
CV.CV.CV
CVC.CV.CV
CV.CV.CV.CV
2.3.2.2 La epéntesis
(44)
CV.CV.CV.CV
73
“Sonido que se articula en lugar distinto de otro” (Diccionario de Lingüística 1986: 143).
135
b) warmi –n –iru /war.mi.ni.ru/ ‗enamoradizo‘, ‗mujeriego‘
CVC.CV.CV.CV
(45)
a) y a ch a # y # □ □ n # k u n a # w a n Input
↕ ↕ ↕ ↕ ↕ ↑ ↑ ↕ ↕ ↕ ↕ ↕ ↕ ↕ ↕
b) y a ch a # y # n i # n # k u n a # w a n Output
2.3.2.2.3 Tanto la elisión como la epéntesis respetan la estructura del sufijo (cf. Cutillas
2003: 71 y 99), principalmente el segmento inicial74. En tal sentido, la tendencia de las
diferentes lenguas es evitar una alta carga informativa en la posición de coda silábica
(Cutillas 2003: 61). Además, los dos procesos descritos antes ocurren también con el
diminutivo cast. –itu/–ita (-ito/-ita) en el quechua de Cajamarca (cf. Quesada 1976:
105), San Martín (cf. Coombs et al. 1976: 93) y los subdialectos del quechua del
Cusco y de Puno (Perú) y Bolivia (cf. Plaza 2009). El proceso de elisión ocurre
además en el aimara, incluso ante la concurrencia de vocales homorgánicas (cf.
Cerrón-Palomino 2008: 83-84).
74
Cutillas (2003: 100) formula que: “El segmento inicial de un morfema en el input debe corresponderse con el
segmento inicial de un morfema en el output.”
136
2.3.2.3 La epéntesis silábica de /ni/
(46)
delgado–3–INTF–REL CV.VCV.CVC
lejos–3–INTF–REL CV.CVC.CVC
(47)
CV.CVC.CVC (CV.*CVCC)
CVC.CVC.CVC (CVC.*CVCC)
75
“Sonido que tiene el mismo lugar de articulación que otro” (Diccionario de Lingüística 1986: 146).
137
Tanto en */ra.khunn/ como en */sun.qunn/ existen anomalías de construcción de
sílabas (*CVCC), entonces la solución de tamaño problema será a través de la
inserción de /ni/: /ra.khun.nin/ y /sun.qun.nin/. En tanto que en la inserción, al constituir
la cabeza de sílaba epentética una nasal inserta entre segmentos semejantes cumple
con las restricciones sobre secuencias idénticas de lugar de articulación en la
concepción de la Teoría Lingüística de la Optimidad: ―Una secuencia de consonantes
debe ser idéntica en lugar de articulación‖ (Pulleyblank 1997: 64; Apud Cutillas 2003:
67).
76
“La fidelidad se entiende dentro de esta teoría como una relación entre elementos correspondientes en input y en
output…” (Cutillas 2003: 37).
138
(48)
CVC.CVC.CV.CVC
CVC.CVC.CVC
2
1
0
a i, u r l m, n s p, t, k
Fonemas
77
El rasgo sordo condiciona en las oclusivas /ch, k, p, t, q/ del q. Cusco la aspiración /chh, kh, ph, th, qh/ y
globalización /ch‟, k‟, p‟, t‟, q‟/ (cf. RC-P 2008: 50).
139
CUADRO N° 11. CONFIGURACIÓN DE SONORIDAD
10
8
Valores
6
4
2
0
l a p i s n i n
Fonemas
Esto supone que la inserción de /ni/ responde a las restricciones sobre secuencias
idénticas de nasalidad: ―Una secuencia de consonantes debe ser idéntica en
nasalidad‖ (Pulleyblank 1997: 64; Apud Cutillas 2003: 67): ―la epéntesis se inserta
entre dos nasales concurrentes‖ (Jara 2010: 79). Al respecto, antes señalamos que
/ni/: ―Se configura como una epéntesis silábica debido a condicionamientos
suprasegmentales de homorganicidad y sonoridad de segmentos concurrentes en
linde morfémico para corregir la sílaba atípica y hacerla pronunciable‖ (Jara 2010: 88).
En consecuencia, la inserción silábica no podría ser de otra manera, sino a través de
una nasal como cabeza de sílaba por poseer mejor armonía78 que una obstruyente o
aproximante (cf. Cutillas 2003: 83).
2.3.2.4 Los interfijos son tipos de afijos muy productivos en la lengua. En tal sentido
conviene formularse las siguientes cuestiones, ¿qué entendemos por interfijo? ¿Cómo
codificar los cuatro tipos de interfijos, tres patronímicos y uno advenedizo, hallados en
el quechua dentro de la NN?
78
En cambio, la vocal /i/ es más armónica como núcleo silábico que las vocales /a/ o /u/.
140
2.3.2.4.1 El interfijo posee una ―alta capacidad combinatoria y permutabilidad con
sufijos‖ (Jara 2010: 75). De aquí que su descripción, al no encajar en los parámetros
del sufijo, ha dejado más dudas que certezas. A continuación algunas consideraciones
relevantes sobre los fenómenos que más le caracterizan.
(49)
dos–EUF–3PL
b) paka –ku –y –ni –n –ta ‗al que se escondía‘ (Calvo 1993: 213)
esconder–REFL–INF–EUF–3–ACUS
Sin embargo, hemos hallado que Calvo (1993: 355), al referirse a la primera transición
–ni, ya lo señala muy tímidamente como interfijo: ―-ni se convierte en –y- en el interior
de palabra para no confundirse con el eufónico homófono –ni-, siempre interfijo‖.
141
función se debe a que se ―suma como otro afijo a los sufijos, aunque con
procedimientos independientes de funcionamiento‖ (Jara 2010: 75).
2.3.2.4.2 En el quechua hay por lo menos tres tipos de interfijos patronímicos y dos
advenedizos.
1. Interfijos patronímicos:
a) Silábico –ni.
b) Consonántico –n.
c) Vocálico –i.
2. Interfijos advenedizos:
d) Consonántico –d.
e) Consonántico –s.
142
(50)
cóndor–INTF–POS
sangre –INTF–1POS
(51)
dos–INTF–3PL
b) paka –ku –y –ni –n –ta ‗al que se escondía‘ (Calvo 1993: 213)
esconder–REFL–INF–INTF–3–ACUS
El interfijo –ni se inserta dentro de una regla suprasegmental que se materializa como
una epéntesis silábica, un caso inusual entre las lenguas del mundo.
(52)
puerco–INTF–OCU
mujer–INTF–OCU
trago –INTF–OCU
143
A este respecto afirmamos que: ―La inserción de /ni/ ocurre ante la concurrencia
homorgánica del segmento /i/ en linde morfémico (CV#V.CV)‖ (Jara 2010: 79). Y en su
momento concluíamos que: ―si se toma en cuenta que la epéntesis se inserta entre
dos nasales concurrentes; no cabe duda que la solución del problema está contenida
en el mismo problema: la consonante nasal /n/‖ (Jara 2010: 79). Y es que la conclusión
anterior tiene sentido si consideramos que la ―nasal /n/ constituye la forma recursiva
para cubrir los vacíos estructurales dentro de la lengua‖ (Jara 2010: 80), por lo cual
―actúa en diferentes niveles de la lengua con el fin de solucionar problemas lingüísticos
recurrentes‖ (Jara 2010: 80), además ―constituye un fonema equilibrado en la
epéntesis‖ (Jara 2010: 80).
(53)
b) ama de niño, o niña q le dan leche ‗ñoñoquenc‘ [DST 1560] <ñuñu–q–i–n> (cf.
ñuñu–q–ni–n)
Sin embargo, todo parece indicar que en los siglos XVI y XVII compartía la función con
–ni como ocurre en (53d-f). Como se puede observar en (53d), muna–paya–y–ni–q
emplea la forma –ni; mientras que en (53e), Diego González Holguín registra ambas
formas como parte del enunciada de la entrada quechua: pachaq –i –yuq y pachak –ni
–yuq. De igual modo procede el lexicógrafo jesuita en (53f) donde registra ambas
144
formas como parte del enunciado separado por la disyunción o: wasi–p muyu–q–i–n–pi
y muyu–n–ni–n–pi.
En tanto en el siglo XIX aún conserva esta alta vitalidad. Por ejemplo tomamos
algunos datos de Middendorf ([1890] 1998):
(54)
145
ininteligibles. Lo que sí queda claro es que en el quechua la vocal epentética es /i/ a
diferencia del aimara que emplea la /a/.
(55)
2.3.2.4.2e El interfijo advenedizo –s. Ocurre como consecuencia del préstamo del
castellano de los interfijos –s–/–c– ante el diminutivo hispano –ita (cf. Jara 2010: 79).
Ejemplos en quechua de Cajamarca (cf. Quesada 1976: 105):
(56)
casa–INTF–DIM
hermana–INTF–DIM
mujer–INTF–DIM
Este fenómeno ocurre también en el quechua de San Martín con wasi –s –itu ‗casita‘
(cf. Coombs et al. 1976: 93) y en el quechua de Bolivia con el monosílabo ch‟in –s –itu
‗silencito‘ (cf. Plaza 2009: 243). Hasta aquí cabe señalar que en todos los casos, los
préstamos cumplen con los parámetros de epéntesis básica de la lengua.
146
a) se sigue los mismos parámetros que para el sufijo,
b) en los casos de coincidencia de la forma con otras entradas, se establece la
diferencia ya sea por el guión que la precede o el numeral en voladita.
(57)
k) –s1 s. (suf.) alomorfo de –si al acabar la base en vocal: ñuqa-s kani ‗dice soy
yo‘. → –si.
l) –s2 s. (intf.) (cast. –s-/ –c-) inserción epentética carente de significado: wasi-s-
itu ‗casita‘.
Sin embargo, en esta enumeración en cifra voladita tienen la prioridad los sufijos, en
los casos de homonimia.
147
2.4 PARTE IV. LOS PROBLEMAS LEXICOGRÁFICOS
DEL QUECHUA
2.4.1.1.2 La unidad léxica diccionario ha sufrido ligera variación semántica a los largo
de todos estos siglos. Eso se observa desde su registro por Nebrija (1495) y hasta su
definición por el Diccionario de autoridades de 1732 (cf. Abad 2000: 23). En la
actualidad también se presenta esta variación.
79
Según DRAE (22) en su tercera acepción (http://lema.rae.es/drae/?val=dicci%C3%B3n).
80
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=diccionario
148
que El Mundo81 lo define como: ―Libro en el que, por orden generalmente alfabético, se
contienen y definen todas las palabras de uno o más idiomas o las de una materia o
disciplina determinada‖. Mientras que Martínez de Sousa (1995: 115), en la acepción
1, define como: ―Recopilación de las palabras, locuciones, giros y sintagmas de una
lengua o, dentro de ella, los términos de una ciencia, técnica, arte, especialidad, etc.,
generalmente dispuestos en orden alfabético‖. Sin embargo, nosotros buscamos una
abstracción que responda a la esencia del diccionario de lengua. En este sentido,
observemos que el Diccionario Clave82, en su acepción 1, lo delimita así: “Inventario
en el que se recogen y definen las palabras de uno o más idiomas, generalmente por
orden alfabético‖. De este modo, casi todas las definiciones hacen referencia al
número de lenguas: ―uno o más idiomas‖, así como al ordenamiento alfabético, los que
parecen ser la regla en la definición del vocablo.
2.4.1.1.4 Por otra parte, necesitamos definir un diccionario monolingüe. Según Bajo
(2000: 14): ―El diccionario es un catálogo o colección de unidades léxicas definidas o
explicadas de algún modo, que se disponen en un orden determinado‖. Esta definición
se muestra más neutral, porque prescinde del ordenamiento alfabético y del número
de lenguas. Sin embargo la definición del Diccionario de lingüística (1986: 89) es como
sigue: ―Tipo de diccionario en que se recogen los elementos léxicos de una sola
lengua‖. En tal sentido, serán estas dos nociones que adelante sigamos.
2.4.1.1.5 En los títulos de las obras lexicográficas del quechua a menudo se observa el
término diccionario. Sin embargo, no siempre corresponde tal denominación. Al menos
eso se puede juzgar por su contenido. Muchas veces se tratan apenas de modestos
vocabularios de equivalencias. Y una buena parte de ellos son copias sin reparos de
otros. Por lo que muchos, por no decir casi todos, son apenas vocabularios antes que
diccionarios.
El diccionario como obra y como fenómeno social complejo; como memoria social
del léxico; como instrumento de información para las distintas sociedades que lo
utilizan, en el espacio y en el tiempo; como instrumento de traducción y
entendimiento entre los hablantes de dos o más lenguas, cuando se trata de los
diccionario bi- y multilingües; como horizonte normativo de los hablantes de una
lengua y de sus diferentes dialectos; como discurso culto, referido al estado que
81
http://diccionarios.elmundo.es/diccionarios/cgi/lee_diccionario.html?busca=diccionario&submit=+Busc
ar+&diccionario=1
82
http://clave.librosvivos.net/
149
guarda una comunidad lingüística particular, y situado en su carácter político y
cultural. [Lara 2004: 96].
2.4.1.2.2 Por otra parte, los materiales bilingües en el quechua, durante largo tiempo,
han sido unas obras parias. No han hallado cabida dentro de la lexicografía hispánica
ni se han abordado como una disciplina independiente. Al respecto, Hernández (2008:
191) señala que: ―No existe, pues, tradición en el ámbito de los estudios hispánicos
de dejar un lugar, dentro de la historia de la lingüística española, para las obras
lexicográficas escritas en América‖. Y más bien, las reflexiones lexicográficas se han
enfocado desde la perspectiva del quechua. Aunque, debido a que gran parte de las
obras lexicográficas bilingües tienen como lengua de partida el castellano debieran
analizarse desde la óptica hispana. Sin embargo, ello no sucede, incluso por parte de
estudiosos de origen europeo, que son los más. Su interés cobra importancia ya en la
segunda mitad del siglo XX.
2.4.1.2.3 Los vocabularios bilingües del Siglo de Oro son denominados, erróneamente,
como diccionarios bilingües. Esta nominación se debe a su vigencia actual en la
normalización. Debido a antigüedad, éstos constituyen los textos más tempranos de la
Colonia de consulta obligada para los estudiosos de algunas disciplinas científicas que
tienen como área geográfica de estudio esta parte del mundo.
150
2.4.1.3.1 Dado su relevancia teórica, comenzaremos por analizar la etimología y la
definición del término lexicografía.
2.4.1.3.1c Sin embargo, a nuestro juicio, la lexicografía es la disciplina que tiene por
objeto la práctica y teoría de componer materiales lexicográficos de una o varias
lenguas así como de un campo del saber humano. Entiéndase por materiales
lexicográficos como la unidad léxica genérica que se refiere tanto a diccionarios como
a vocabularios, lexicones y listas de nomenclaturas.
151
se mantuvieron latentes a cargo de investigadores nacionales y extranjeros desde el
siglo XVI (cf. Escobar 1976b: 13).
Sin embargo, queda aclarar que este interés por el quechua cusqueño y el aimara
lupaqueño no sólo se sustentaron en criterios políticos, culturales y religiosos, sino
principalmente también en sustentos lingüísticos y sociolingüísticos. Estos dos criterios
aún son vigentes en las investigaciones actuales.
2.4.1.3.2c Sin embargo, será el siglo XXI en que se logre consolidar la composición
del diccionario en esta lengua andina. La obra de Calvo (2009) que, vuelve la mirada
nuevamente a la variedad cusqueña, y emprende los estudios lexicográficos que
también empezaban a postergarse para este dialecto sureño.
152
el propósito no es responder a esta cuestión, sino más bien nos interesa en la medida
en que nos ayude a orientar la teoría lexicográfica sobre la que estableceremos la NN,
por consiguiente, de la composición del DUQUE. Sin embargo, por el momento
podemos ensayar algunas respuestas.
2.4.1.4.2 Por nuestra parte, desde el punto de vista estético, es un arte y, desde la
perspectiva práctica, es una técnica, entonces desde la orientación teórica se trata de
una disciplina científica. Sin embargo, la práctica lexicográfica, más allá de responder
a la cuestión de, ¿cómo se compone un diccionario?, debe dar respuesta a la
interrogante, ¿cómo se debe codificar las entradas y definirlos en un diccionario?
Entonces, la composición del material lexicográfico consiste en codificar las unidades
léxicas de una lengua y diferenciarlos por su significado. En este propósito se debe
recoger el inventario léxico de la lengua, independiente de su gramática.
153
cuenta, a la hora de componer su obra, que la traducción de equivalencias debe ser en
la misma categoría de la unidad léxica de partida, incluso en la mayor parte de
informaciones gramaticales.
De otra parte, conviene señalar que existen serios problemas en la traducción de los
textos castellanos al quechua al igual en las entradas y sus correspondientes
equivalencias en una obra lexicográfica. A continuación examinemos el problema.
2.4.2.1 Ya hemos señalado que el castellano andino genera una serie de limitaciones
en la producción de un texto, más en casos de traducción. El problema cobra
relevancia en la lexicografía quechua puesto que las entradas se traducen. Es decir,
las equivalencias de las entradas, en realidad, son traducciones de la lengua de
partida.
154
empíricos en la Ciencia de la Traducción, así como dotarles de las herramientas
necesarias para su trabajo.
a) vocablos que se emplean solo por varones y otros sólo por mujeres, por ejemplo
para decir ‗mi hermano‘: wayqiy desde la óptica de un varón y turay desde la
perspectiva de una mujer;
83
En Revista Parlante. Año 28, N° 115, diciembre 2013.
155
b) términos que sólo usan los habitantes de la costa y otros los de la sierra o los de
selva: para ‗zarigüeya‘ van qara chupa (sierra) y unkaka (selva); ‗heces de niños‘
van como aka (sierra) e isma (costa).
84
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
85
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
156
equivalentes en la lengua de llegada de la entrada de la lengua de partida‖. Aunque
conviene mencionar un par de dificultades. La primera está referida al problema de
explicitar sólo la definición o equivalencia nuclear. Esta dificultad se observa tanto en
diccionarios monolingües y bilingües, incluso en lenguas con tradición lexicográfica
como el español. Al respecto, DeCesaris y Bernal (2006: 84) señalan que:
Sin embargo, conviene tener en cuenta que existen cuatro relaciones de equivalencia
que se emplean como técnicas lexicográficas en la composición de obras bilingües:
157
A partir de lo anterior, observamos que en un material lexicográfico del quechua,
usualmente, no se halla una definición86 de una entrada quechua (d), como sería lo
ideal, sino una equivalencia castellana (a) o varias equivalencias hispanas (b), cuando
no a varias entradas quechuas corresponderle una equivalencia castellana (c). Sin
embargo, los lexicógrafos no siempre son conscientes de los fenómenos lingüísticos
como polisemia (b) o sinonimia (c).
(58)
Kosechanchi allimami.
86
Según Gálvez (2007: 326): “la definición de artículos lexicográficos es la elaboración textual de los
sentidos que las palabras adquieren al momento de actualizarse en situaciones concretas de habla”.
158
etc. La amplitud semántica de la base <allqu> se explica por la vía social, cultural e
histórico del hombre andino en la interrelación con el perro como aliado útil y al
servicio de éste; y al mismo tiempo, el largo periodo de convivencia ha ayudado a
observar mejor los defectos de este animal y a hacer extensivo como metaforización
de la no virtud (cf. §2.1.1.2.4b).
(59)
2) Asegurar, guardar.
allichay tr. mejorar, arreglar, componer (objetos). || 2. asear, ordenar (la casa). || 3.
guardar (objetos).
159
2.4.2.2.2c Las equivalencias de los adverbios en los materiales lexicográficos de la
lengua son diversas en su tratamiento. Observemos algunos casos.
(60)
En (60a), la equivalencia ‗poco a poco‘ sería por vía de reduplicación como ocurre en
el ejemplo (cf. 60a): ―allimanta allimantana‖. De igual modo, en (60b) el tratamiento
sigue por la línea anterior, aunque de forma más sencilla. Además de las
observaciones anteriores, cabe mencionar que, a menudo, las entradas de adverbios
reciben sufijos y, constantemente, cambian de significado según el sufijo que reciban,
por lo que la práctica lexicográfica debe tomar en cuenta esta característica de este
tipo unidades léxicas.
160
lingüística. Luego se examinan los problemas de la traducción que aquejan a la lengua
en general y la lexicografía en particular. Al final, arribamos a las siguientes
conclusiones:
161
refonologizado diksiyunariyu. Por lo tanto, proponemos para vocabulario el
equivalente de ‗simi‘, para vocabulario (conjunto {de palabras de una lengua})
la equivalencia de ‗simi qullqa‘, en cambio para vocabulario (conjunto de
palabras {con sus definiciones}) se conviene asignar ‗simi taqi‘, mientras que
para vocabularista se consignaría ‗simi taqi kamaq‘.
7. En el apartado (§2.2.1.2.4) concluimos que si un inventario alfabético cumple
una función identitaria dentro de una cultura o sociedad debido a que mantiene
los rasgos fonológicos que lo distinguen de otras lenguas hermanas; entonces
los rasgos fónicos particulares de la variedad cusqueña, que lo diferencian del
resto de sus congéneres, deben reflejarse en la normalización de dicho
dialecto. Por lo tanto, en la estandarización del cusqueño se debe mantener los
fonemas aspirados y glotalizados, así como la aspiración en el sufijo progresivo
–sha en lugar del ayacuchano –chka como símbolos identitarios de dicha
variedad.
8. En el parágrafo (§2.2.2.1.4) se concluye que si la lengua quechua se
caracteriza por adjuntar varios morfemas perfectamente separables; entonces
se trata de una lengua que adhiere a una base varios sufijos que se pueden
analizar sin mayores dificultades. Por lo tanto, el quechua es una lengua
aglutinante.
9. En el apartado (§2.2.2.2.2.4) concluimos que si la actualización de la forma an-
es sólo en el nivel sincrónico, pero no en el diacrónico y en el plano posicional,
pero no en el semántico; entonces dicha forma no constituye un prefijo. Por lo
tanto, la lengua se caracteriza por una ausencia de prefijos. En consecuencia,
este rasgo morfológico garantizará una organización coherente de las familias
léxicas en el establecimiento de la NN para el futuro DUQUE.
10. En el parágrafo (§2.2.3.1.2.5) se concluye que si el quechua, como lengua
SOV, tiene preferencia por la posposición de morfemas; entonces es lógico
pensar que deje de lado las preposiciones. Por lo tanto, la tipología sintáctica
de la lengua condiciona la productividad de los sufijos como mecanismo de
formación de palabras dentro de la lengua.
11. En el apartado (§2.2.4.1.2.3) concluimos que si la función del artículo en una
lengua flexiva es modificar al género a nivel gramatical (y algunos otros
matices y funciones); entonces al carecer de este accidente gramatical el
quechua como lengua SOV es totalmente justificable su ausencia. Por lo tanto,
la carencia del artículo en esta lengua andina está condicionada por su
tipología sintáctica y la falta de función gramatical.
162
12. En el parágrafo (§2.2.4.2.1.6) se concluye que si resulta razonable que la
lengua quechua no emplee el artículo debido a la carencia de una función
gramatical en el género; entonces resulta lógico la ausencia del género
gramatical en esta lengua andina. Por lo tanto, es coherente que una lengua
aglutinante como el quechua carezca de la marca de género a nivel gramatical
y más bien tenga preferencia del empleo léxico para la marca genérica de tipo
neutro.
13. En el apartado (§2.2.4.2.2.2.4) concluimos que si la marca de género ocurre en
la lengua a nivel léxico, entonces la disociación entre el femenino y el
masculino en el DUQUE es según lo requiera la unidad léxica con las
correspondientes bases. Por lo tanto, la disociación del género es por parejas
heterónimas, tanto para animales como para humanos.
14. En el parágrafo (§2.3.1.1.1.6) se concluye que si una lengua no se transmite de
padres a hijos; entonces está condenada a la extinción por sus propios
hablantes. Por lo tanto, la vitalidad de una lengua depende única y
exclusivamente de la transmisión intergeneracional de sus hablantes.
15. En el apartado (§2.3.1.2.9) concluimos que si la extinción de la lengua es
debido a la falta de transmisión intergeneracional (cf. §2.3.1.1.1.6) y en los
dialectos centrales del quechua ya ocurre tal fenómeno; entonces su extinción
ha empezado por los dialectos más débiles como las variedades centrales y
más adelante se sumarán los dialectos sureños a pesar de su alta vitalidad
actual. Por lo tanto, la vitalidad de las variedades sureñas resulta engañosa,
puesto que nos muestra a una lengua robustecida y nos impide ver el peligro
inminente de extinción en que se encuentran los dialectos centrales. En tal
sentido, los datos nos demuestran que debemos estar alertas a la situación de
emergencia que viven las lenguas como el aimara y el quechua centrales.
16. En el apartado (§2.3.2.2.4) se concluye que si en linde morfémico ocurre la
concurrencia de vocales heterorgánicas, la lengua resuelve el problema con un
proceso de elisión y ante la concurrencia de vocales homorgánicos, con un
proceso epentético; entonces el primer proceso restringe la supresión de
vocales homorgánicos en frontera morfémica (CV#V.CV) a través de la
inserción de /n/ y en el segundo proceso se elide la vocal final de la base. Por
lo tanto, en linde morfémico, ante la concurrencia de segmentos heterorgánicos
la lengua aplica un proceso de elisión y ante la concurrencia de segmentos
heterorgánicos hace uso de la epéntesis de una sílaba o un segmento vocálico
o consonántico.
163
17. En el parágrafo (§2.3.2.3.3) se concluye que si la forma /ni/ es el resultado de
un proceso epentético; entonces su inserción obedece al propósito de corregir
atipicidades silábicas. Por lo tanto, su inserción es un proceso de epéntesis
silábica por excelencia, un caso muy inusual en la mayoría de las lenguas del
mundo.
18. En el apartado (§2.3.2.4.4) concluimos que si el interfijo, pese a su
productividad, no constituye un morfema dentro de la lengua; entonces se trata
de una inserción epentética a través de cuatro formas y está condicionada por
las alteraciones fonológicas ocurridas en la estructura de la palabra. Por lo
tanto, los interfijos tienen procedimientos independientes de funcionamiento
frente a los sufijos.
19. En el parágrafo (§2.4.1.3.3) se concluye que si en la práctica lexicográfica del
quechua aún no se ha podido abandonar la tendencia bilingüe; entonces los
esfuerzos por componer un diccionario monolingüe son aún menores. Por lo
tanto, la teorización y crítica lexicográfica todavía no han abonado en esta
dirección dentro de la práctica lexicográfica de esta lengua andina.
20. En el apartado (§2.4.2.1.5) concluimos que si las universidades no brindan la
especialidad de traducción de lengua quechua; entonces el principal problema
de la traducción en esta lengua es la falta de traductores. Por lo tanto, urge
implementar una escuela de traducción en quechua para que los traductores
puedan contribuir en la tarea lexicográfica en esta lengua andina.
164
165
CAPÍTULO III
3.0 Introducción
3.0.1 La primera parte está dividida en cuatro secciones. En ellas examinamos las
políticas lingüísticas en los cuatro periodos en las que hemos seccionado la
Lexicografía quechua a lo largo de su historia.
166
Estudios Catalanes y de la Academia de la Lengua Vasca en cuanto a la
normalización de las respectivas lenguas. Así damos paso a una propuesta
institucional de un órgano rector de la lengua que bien podría ser el Centro Bartolomé
de las Casas (CBC), al menos en la variedad cusqueña. En la tercera sección
enumeramos las tareas pendientes en el ámbito lingüístico como pedagógico en temas
de normalización.
3.1.1.1 En el siglo XVI hubieron dos políticas lingüísticas en el territorio peruano. Por
una parte, se impulsaba el aprendizaje de la lengua indígena como estrategia de
evangelización y, por otra, se alentaba el aprendizaje del castellano. Al respecto,
Ardila (2010: 29) señala que:
167
por el poder político quien imponía el empleo del castellano en la administración
pública. Mientras que la segunda línea estaba alentada por el clero quien advertía que
la enseñanza de las verdades de la fe debía ser a través del quechua. En la primera
línea política se alentaba el aprendizaje del castellano por parte de los indígenas,
mientras que en la segunda, se recomendaba a los frailes aprender la lengua
indígena. Según Porras Barrenechea (1952: 7): ―De las dos políticas imperiales a
seguir, la de exterminar la lengua indígena o la de conservarla estudiándola y
aprendiéndola, el [fraile] español opta por la segunda‖. Sin embargo, esta opción de
los frailes estaba sustentada por las políticas lingüísticas adoptadas en los tres
Concilios Limenses del siglo XVI, las mismas que en el siglo XVII servirán para
consolidar los avances de la práctica lexicográfica en esta lengua andina. A
continuación observemos ambos procesos.
3.1.1.1 En el Siglo de Oro las políticas lingüísticas alentadas por la corona española
estaba orientada a la castellanización de la población indígena. No cabe duda que los
soldados y funcionarios del imperio español imponían el castellano en la colonización
económica y política.
Lo que implica que la corona española siempre dictó leyes a favor del castellano y en
detrimento de lenguas indígenas de América.
168
3.1.1.1.2 Por otra parte, el funcionamiento de la organización político-administrativa
entre peninsulares se empleaba el castellano como una especie de lengua coiné. Es
evidente que era una necesidad emplear una lengua franca para la comunicación de
los diversos grupos humanos que procedían de diferentes regiones de la península
ibérica. Éstos eran hablantes de otras lenguas menores de Europa: moros, árabes,
mozárabes, provenzales, francos, vascos, etc. Éstos llegaron a tierras americanas
como clérigos, nobles y pueblo. En tal sentido, el castellano sirvió como lengua
instrumental en la comunicación de los advenedizos.
87
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
88
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
169
3.1.1.2 El aprendizaje de lenguas y los Concilios Limenses
Lo que implica que las políticas lingüísticas de aquella época estaban fuertemente
ligadas a la política religiosa de la evangelización. Al respecto, Porras Barrenechea
(1952), nos amplía la información:
Tres concilios se realizan en el siglo XVI, presididos los dos primeros por Fray
Jerónimo de Loaysa y el tercero por el beatífico Toribio de Mogrovejo. El primero,
el de 1551, menciona oraciones y reglas cristianas traducidas al quechua por los
dominicos y estimula la redacción de cartillas, coloquios y catecismos bilingües y
trilingües, en quechua, aymara y puquina. El de 1567, celebrado bajo el aura de
Trento, ordenó publicar catecismos en quechua y aymara. El de 1583, auspiciado
por Mogrovejo, que predica ya en quechua, más que un Concilio parece un
moderno Congreso de Americanistas, poseído de celo etnográfico. En él se
ordena redactar un Catecismo en el que colaboran frailes de todas las órdenes,
aportando sus ensayos rudimentarios sobre ritos y supersticiones, clérigos y
licenciados. [http://www.runasimipi.org].
170
las materias se dividen en dos: ―Constituciones de los naturales‖ y ―Constitución de los
españoles‖.
que los curas de los indios aprendan con cuidado su lengua e para esto sean
inducidos por los obispos por amor y también por rrigor (sic), los que fueren
negligentes en ello, al primer año pierdan la tercia parte de su salario, al segundo
al (sic) tercero se acrecienta la pena conforme a la culpa la qual an de executar los
prelados por sí por sus visitadores. [Apud Leuridan 1997: 44 – 45].
No olvidemos que las normas religiosas que rigen el Segundo Concilio Limense son
las del Concilio de Trento (1545 – 1563). En tal sentido, como se puede ver, se
enfatiza el aprendizaje de las lenguas indígenas con la aplicación de penas
pecuniarias para los curas que deberán ser observadas por los obispos y los
visitadores. En este cónclave se invierten el orden de las materias establecidas en el
Primer Concilio Limense: la primera trata de los españoles y la segunda, de los
indígenas.
3.1.1.2.1.3 La celebración del Tercer Concilio Limense era un deseo expreso del Rey
de España Felipe II y del Papa Gregorio XIII, pero también lo fueron la del virrey
Toledo y del arzobispo de Lima, Jerónimo Loaysa. Sin embargo, dos hechos frustran
el anhelado sínodo: la muerte del arzobispo Loaysa en 1575 y el retorno del virrey
Toledo a España en 1581. En 1581 lo convocan para el año siguiente el nuevo virrey
Martín Enríquez de Almansa y el arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo. A este
sínodo fueron convocados los prelados de Nicaragua, Panamá, Popayán, Quito,
Cuzco, La Plata, y Tucumán. El Tercer Concilio Limense (1582 – 1583) se inicia el 15
de agosto de 1582 y concluye el 8 de octubre de 1583. Comienza en medio de
conflictos políticos y religiosos. Al respecto, Leuridan (1997: 19) afirma que: ―El Tercer
Concilio Limense [1582 – 1583] será visto como la coronación de una época marcada
por numerosos conflictos civiles y eclesiásticos‖. Sin embargo, en este cónclave se
fijan las bases de la cristianización en el Perú y Sudamérica en el siglo XVI y los
sucesivos. Según Leuridan (1997: 19 – 20): ―En él se definen los que serán los
grandes principios orientadores de la práctica pastoral de la iglesia sudamericana
171
hasta bien avanzado el siglo XIX. De ahí su importancia y trascendencia‖. Uno de los
temas centrales era cristalizar el catecismo cristiano para alcanzar los fines
evangelizadores. Al respecto, Leuridan (1997: 71) afirma que:
a) probidad moral,
b) conocimiento de la doctrina de la Iglesia, y
c) dominio de la lengua indígena.
Más aún, entre los jesuitas: ―Dominar un idioma nativo era un requisito indispensable
para lograr la ordenación sacerdotal‖ (Leuridan 1997: 83), con lo cual, se alentaba a
los frailes a aprender la lengua indígena hasta dominarla por medio del ―estudio de la
gramática y el ejercicio diario‖, método que también se siguió en la escuela de Juli. En
este sentido, a juicio de Hurtado de Mendoza (2009: 25): ―Los concilios y los
doctrineros ejercieron el rol más notable en el cometido de apropiarse del alma del
indio, pero también, de lo que hizo y de los secretos que guardó‖. En tal perspectiva,
los frailes doctrineros debían conocer a profundidad la lengua y cultura indígena en el
que evangelizaban. Además, también conviene señalar que en este concilio se abolió
las diferencias de las materias hechas entre indígenas y españoles que establecían los
dos primeros concilios.
172
En tanto que como artífice de la redacción castellana de los documentos del cónclave
figura el fraile jesuita José de Acosta, quien fue el ―mentor e ideólogo del cuerpo
doctrinario del Tercer Concilio‖ (Cerrón-Palomino 1997b: 197); mientras que el
franciscano Jerónimo de Oré como colaborador en la traducción al aimara y quechua
del Catecismo (cf. Valdivia 2012: 97). En tal sentido, Porras Barrenechea (1952)
señala que: ―fueron los prelados y los concilios, la Universidad y las congregaciones
religiosas, particularmente dominicos y jesuitas‖ (http://www.runasimipi.org) quienes
impulsaron las políticas lingüísticas a favor de las lenguas indígenas.
3.1.1.2.2 En la producción lexicográfica del Siglo de Oro jugaron roles relevantes las
escuelas de Lima, Cusco y Juli. En adelante entiéndase por escuela no como corriente
o pensamiento lexicográfico, sino como centro de enseñanza de lenguas.
3.1.1.2.2.1 En primer término, Lima constituye una escuela lingüística (cf. Calvo 1997:
326), no en vano, junto a la casa de Juli, constituyó una de las doctrinas más
relevantes para los jesuitas en el siglo XVI. También como capital administrativa del
régimen colonial, será esta ciudad desde donde se irradiarán las investigaciones
lingüísticas y lexicográficas de las principales lenguas indígenas del hemisferio
meridional. A este respecto, Porras Barrenechea (1952) afirma:
Lima, es, entonces, la sede tradicional de la cultura antártica, y, como tal, recibe
con sentido de capitalidad cultural, todas las experiencias lingüísticas del
continente sur y en ella se preparan vocabularios y artes no sólo de la lengua
quechua y aymara, sino de la araucana, de la puquina y la guaraní. En ella se
imprimirán, a poco, el Vocabulario aymara de Bertonio, el araucano de Luis de
Valdivia y, más tarde, el guaraní del limeño Ruiz Montoya. La Universidad de San
Marcos es entonces como una Alcalá de Henares indiana.
[http://www.runasimipi.org].
173
En tal sentido, la capital virreinal es foco de irradiación cultural después del Tercer
Concilio Limense. Además, en la escuela de Lima, según Calvo (1997: 326), toma
relevancia, porque:
El Cuzco es la metrópoli del bien decir quechua y como el Toledo del casticismo
incaico. Los más solventes cultivadores del quechua son cuzqueños como
Francisco de Ávila, Espinosa Medrano, Diego de Olmos, Roxo Mexia, Bartolomé
Jurado Palomino, o lo han aprendido en la ciudad imperial de labios de indios del
Cuzco o en el contorno de esta ―Ccosco quitipi‖ como González Holguín, Torres
Rubio, Pérez Bocanegra, Pablo del Prado y otros. [http://www.runasimipi.org].
Los criollos, mestizos e indios que han aprendido la lengua, como Garcilaso, en la
leche materna, aclaran el sentido de las palabras alterado por la imperfecta
captación de los primeros lingüistas hispanos y descubren los íntimos secretos de
la fonología india. [http://www.runasimipi.org].
Lo que implica que en la vieja capital inca hubo una intensa interacción lingüística.
Además, esta ciudad cobra importancia, porque, según Porras Barrenechea (1952):
174
Así Cusco es un espacio donde confluyen españoles, criollos y mestizos para el
aprendizaje de la lengua y su posterior debate. Sin embargo, la tarea de la enseñanza
y difusión del quechua a nivel oficial lo asumen los jesuitas. Según Porras
Barrenechea (1952: 9), éstos, ―[en la] Compañía del Cuzco propagan el conocimiento
de la lengua. El Virrey Velasco dispuso en 1599 que los jesuitas fuesen los
examinadores de quechua y aymara en el Cuzco y que predicasen el sermón
dominical en la lengua del Inca‖. Con esta disposición: ―los frailes hispanos repiten en
quechua al indio naturalista adorador del sol y los luceros, y sacrificador de llamas o
de niños, los primeros artículos de fe del dogma católico‖ (Porras Barrenechea 1952:
10). Además, podemos afirmar que no en vano el fraile jesuita Diego González
Holguín es el máximo exponente, no sólo del quechua cusqueño, sino del quechua en
general.
3.1.1.2.2.3a Esta misión lo habían iniciado los dominicos y posteriormente los jesuitas
lo tomaron a su cargo en 1576: ―Acosta señala que la misión de Juli fue creada en
noviembre de 1576‖ (Calvo 1997: 328). Su relevancia es tanto en la tarea
evangelizadora como en el ámbito lingüístico y lexicográfico. Según Leuridan (1997:
62):
El territorio que abarcaban las lenguas mayores de la zona andina era extenso. Al
respecto, Calvo (1997: 336) considera que:
175
actividad que estudios más profundos que los hechos hasta ahora deberán
identificar y valorar en el futuro.
Además, según Calvo (1997: 331), González Holguín ―permaneció también un tiempo
en Juli hasta que fue enviado a Quito en 1586‖. Mientras que el italiano Bertonio, autor
de la mayor obra lexicográfica (1612) y gramatical del aimara (1603), pasó a la
residencia-doctrina de Juli en 1585. Para 1587 ya había iniciado el estudio del aimara
y en 1593 ya lo dominaba. En 1595 inicia la composición de sus obras lingüística y
lexicográfica en lengua aimara. Para 1600 ya lo tiene terminada y en 1603 sale a la luz
en Roma bajo el título Arte y Gramática muy copiosa de la Lengua Aymara, pero
resulta defectuosa, pese a que los cuidados lingüísticos estaban a cargo del fraile
Diego de Torres Bollo, también de la misión de Juli y entendido en la lengua. Esta
mala experiencia llevó a Bertonio a seguir personalmente los cuidados de edición de
sus obras en 1612.
3.1.1.2.2.3b En al aprendizaje del aimara, Bertonio ([1612] 2006: 25), autor del
Vocabulario aimara, nos informa: ―Muchos Padres de la compañía y yo mismo entre
ellos, no hemos aprendido la lengua Aymara sino en este pueblo de Juli‖. Según cita
de Albó90, eran tan sofisticados sus métodos que pronto daban resultados favorables
89
Según Valdivia (2012: 93): “la evangelización de la América española se llevó al principio mediante
las llamadas “doctrinas” que eran las conocidas “parroquias de indios”.”
90
http://books.google.com.pe/books?id=IstZX0K7LUwC&pg=PA277&lpg=PA277&dq=Notas+sobre+jesu
176
en el aprendizaje de la lengua. Al respecto, el mismo Bertonio ([1612] 2006: 40) nos
informa que consistía en:
estudiar con cuidado el arte grande, construir cosas algo más dificultosas como
son sermones, ejemplos y otras cosas que hay en esta lengua, traducidas y
compuestas con mucha propiedad de los mismos indios; y porque todo no se
quede en la especulación es necesario venir a la práctica sujetándose al trabajo
de la composición.
Entonces, los frailes aprendices iban ―tomando algún número de vocablos, aunque no
sea más que una docena cada día‖ (Bertonio [1612] 2006: 41); por lo que el método
que se empleó parece haber sido eficiente, al punto que en cinco meses los frailes
aprendices de la lengua ya la dominaban como para poder confesar y al año ya
podían predicar en ella con apenas dos horas diarias de ejercicios de traducción de los
mismos. Ya Bertonio ([1612] 2006: 26) revelaba: ―por este uso cotidiano y llaneza que
dijimos de la Aymara, ningún padre de esta casa ha habido que en un año no haya
predicado a los indios sueltamente, con solo pensar un rato lo que había de decir‖
[El subrayado es nuestro]. Lo más probable es que la formación en Humanidades de
Ludovico Bertonio y la experiencia en docencia en Lima (1582-1584) en Latinidad y
Humanidades contribuyeron decididamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje
de la lengua aimara en la escuela de Juli, más aún si consideramos que: ―La mayor
parte de la vida de Bertonio transcurrió en Juli‖ (Calvo 1997: 331). Sin embargo, el
método de aprendizaje diario de un número determinado de vocabulario y el empeño
por crear textos auténticos y necesarios como son los sermones para los curas afianzó
en el aprendizaje de la lengua indígena en un tiempo prudente.
itas+y+lengua+aymara&source=bl&ots=rfLIrHAzur&sig=lfhBuYcjTqK2PBVoIktMccYuwHM&hl=es-
419&sa=X&ei=3s6UUP3kK4jq9ATIyoDQDA&sqi=2&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Notas%2
0sobre%20jesuitas%20y%20lengua%20aymara&f=false
177
mismo motivo llevó a los jesuitas solicitar al impresor Francisco del Canto montar una
imprenta temporal en Juli en 1612, puesto que el espacio lingüístico del aimara estaba
al sur de Perú (Puno y Cusco) y Bolivia (Potosí). Así salió a luz el Arte de la Lengua
Aymara con una selva de frases de la misma lengua y su declaración en romance
(1612) y el Vocabulario de la Lengua Aymara (1612).
3.1.2.1.2 La falta de dominio de las lenguas indígenas por parte de los frailes
demostraba la caída de sus ánimos en el propósito de evangelización de las almas
indígenas. Al respecto, Calvo (2001: 34) afirma que:
Se diría que la ilusión por la conquista de las almas ha dejado paso a la rutina, al
tiempo que el imperio español se desgaja y desmotiva, centrado apenas en los
aspectos económicos y en el mantenimiento de una situación estática llamada a
quebrar en cualquier momento.
178
Con religiosos desmotivados en su tarea evangelizadora y con colonizadores que se
esforzaban por mantener el sistema económico feudalista es razonable pensar que la
castellanización de la población indígena era el siguiente paso en la colonización
económica y cultural. En tanto, las medidas a favor del castellano se recrudecerán
después de la Rebelión de Túpac Amaru II en Cusco en 1780.
3.1.2.1.3 Sin embargo, la vigencia del quechua como lengua general es aún útil en
algunas cuestiones religiosas. Al respecto, Cerrón-Palomino (1995: 183) señala que ―si
bien podía seguir empleándose el castellano para la prédica en general, el recurso a la
lengua nativa era indispensable para la explicación de los misterios de la fe‖. El mismo
especialista afirma que: ―la única solución lingüística frente a la ―multitud de lenguas‖, y
a falta de otro rango más general, siguió siendo la quechua, lengua que logró
imponerse sobre las locales hacia fines del siglo XVII y comienzos del siguiente‖
(Cerrón-Palomino 1995: 181). El empleo del quechua estuvo condicionado por su
amplia dispersión geográfica y su estatus sociolingüístico de lengua general del que
gozó durante la Colonia.
3.1.2.1.4 Las disposiciones como el edicto eclesiástico de 1754 son apenas lunares
que favorecían al quechua. Al respecto, el prologuista del Vocabulario Políglota Incaico
[1905] 1998: xix) señala que:
Allí se manda, que todos los eclesiásticos, aunque sean regulares, después de
dos años de publicado el Edicto, comparezcan a ser examinados de quechua; y
que en lo sucesivo, nadie recibirá órdenes sagradas sin el certificado del
Catedrático del keshua de haber terminado u curso completo o sea de dos años,
debiendo además rendir examen, caso que sean destinados a la sierra.
Para que tenga el debido efecto los estatutos del concilio Quitense 2° y a fin de
que los párrocos puedan cómodamente explicar a los indios el catecismo
traducido en keshua, ordenamos que en los seminarios diocesanos, y con mayor
razón en el central, se establezca una clase de la lengua keshua, para que los
jóvenes levitas la aprendan de modo que la entiendan y hablen sin dificultad.
[Apud Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xix].
179
3.1.2.2 La castellanización en la República
3.1.2.2.1 Se dictaron leyes que consolidaron al castellano como única lengua del
Estado al mismo tiempo que eliminaban las autoridades indígenas hablantes del
quechua. Al respecto, Pacheco (2006: 18) afirma que: ―tras la independencia, dos
decretos de Bolívar convirtieron al castellano en la única lengua del Estado y
eliminaron los cacicazgos indígenas que habían sobrevivido a la represión colonial de
las últimas décadas‖.
Por lo que la oficialización del castellano era un mecanismo que ayudaba a consolidar
a la clase dominante del país, al mismo tiempo que se afianzaba el proceso de
―segregación de los mestizos, indígenas y serranos‖ (Pacheco 2006: 19) que eran
hablantes del quechua.
En tal sentido, la variedad yunga del quechua se extinguió en la costa central del Perú.
De tal suerte, los resultados de esta política lingüística se reflejarían en la creciente
castellanización de la franja costera norte. Ya en la Colonia, ciudades como Trujillo
han sido hispanizadas. Mientras que en la República se siguió aplicando esta misma
política lingüística, al menos en las primeras décadas de este periodo.
180
3.1.2.2.3 Finalmente, si el déficit de curas con manejo de la lengua indígena y la
rebelión de Túpac Amaru II animaron para la implantación de una política lingüística a
favor de la castellanización; entonces esta decisión acentuó la extinción de variedades
dialectales como el yunga debido a la castellanización de la costa. Por lo tanto, este
tipo de política lingüística actuó en detrimento del quechua y del resto de las lenguas
indígenas de la costa norte.
3.1.3.1 Las políticas lingüísticas más nítidas de esta época nacen en la segunda mitad
del siglo XX con el gobierno del General Juan Velasco Alvarado (1968 – 1975) y se
consolidan en la derogada Carta Magna de 1979.
3.1.3.1.1 La norma que antecede en regir el uso del quechua es el Decreto Ley Nº
19326, Ley de la Reforma Educativa de 1972. En ella se expone la necesidad de un
tipo de educación bilingüe (cf. Godenzzi 2003: 54). Sin embargo, las políticas
lingüísticas de esta época se deben entender en el marco de las reformas agraria y
educativa impulsadas por el gobierno militar de Velasco Alvarado. Al respecto,
Pacheco (2006: 21) señala que:
Las reformas educativa y agraria, así como las políticas de corte indigenista de
Velasco Alvarado constituyen otro hito en la descentralización ideológico-cultural
del país, de ahí la notable valoración que mantiene en los pueblos en los pueblos
del interior, sobre todo en los sectores campesinos.
Dado que desde la Colonia continuaba el statu quo del sistema feudal, con la
consiguiente situación de servidumbre en las haciendas del indígena andino, la
valoración de éstos, principalmente de los dirigentes sindicales, los ha llevado a
considerar al General Velasco como el ―Libertador de los campesinos‖, equiparándolo
así con el Presiente Castilla del siglo XIX que dio la libertad a los esclavos negros del
país. Sin embargo, la Reforma Educativa, pese a sus virtudes, se condenó al fracaso
por proceder de un gobierno de facto: ―las reformas de Velasco serían en conjunto
satanizadas‖ (Pacheco 2006: 22).
91
Derogada por Ley Nº 29735 del 2011, Ley que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación,
fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú.
181
(2006: 21) afirma que: ―Más allá de la Reforma Agraria y la consecuente ruptura de
uno de los mayores ejes de sumisión de los indígenas (la no propiedad de la tierra),
está la oficialización del quechua y del aymara…‖
3.1.3.1.2b Además, la mencionada norma fijaba el año 1977 como fecha límite para
que el Poder Judicial lo adopte. Sin embargo, tampoco se hizo efectiva tal disposición.
Por el contrario, la administración de la justicia aún se ejecuta en el castellano. Sobre
el fallo de los jueces y la labor de las autoridades del gobierno en zonas
quechuahablantes, el prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998: xviii)
ya se cuestionaba:
¿En qué se fundan en los pueblos de la sierra, muchas veces, los fallos del poder
judicial, y los actos de la administración gubernativa, cuando los magistrados y las
autoridades no hablan ni entienden el keshua, y los litigantes y los otros
ciudadanos del pueblo, los que deben prestar declaraciones, servir de testigos o
dar informes, tampoco hablan ni entienden el castellano?
El año de 1975 fue un año de actividad política intensa. Hubo mucha inquietud
entre los maestros a causa de la reciente oficialización del quechua. En La Jalca
solamente uno de ellos, que había nacido en el pueblo, don Purificación Culqui
Puyquín, hablaba el idioma. Los demás profesores se preguntaban cuál era la
forma del quechua que había sido oficializada y que deberían enseñar. Les
parecía imposible que fuera la variedad local, tan diferente del cuzqueño, el
―quechua legítimo‖, que se escuchaba en la radio o que se podía leer en algunos
periódicos.
92
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_001_152_0.pdf
182
En cambio, los padres de familia de la misma zona cuestionaban la medida de la
enseñanza de la lengua indígena. Al respecto, Taylor (2006: 10) nos informa:
Las personas de edad, que aún se acordaban de los castigos físicos que recibían
cuando, niños, hablaban en quechua, estaban muy molestas con la oficialización.
¿Cómo es posible ‒decían‒ que a nosotros nos han obligado con maltratos a
olvidar nuestro idioma y ahora quieren que nuestros nietos, que ya no lo hablan,
vuelvan a aprenderlo?
Mientras tanto los lingüistas abogaban por el desarrollo de esta lengua andina. En tal
sentido, Escobar (1976b: 11), en el Prólogo de la serie de gramáticas del quechua,
sostenía que:
3.1.3.1.2d La disposición supuso también otro fracaso. Al respecto, Taylor (2006: 10)
refiere que: ―Poco tiempo después, con el cambio en el régimen militar, se olvidó por
completo la enseñanza obligatoria del quechua‖. Al respecto, Powers (1983) concluye
que fue un error dicha política y explica que esta norma fracasó93:
Es este sentido la actual EIB no debe ser aplicado como una educación especial,
circunscrita a zonas de habla quechua, sino a todas las modalidades y niveles del
sistema educativo del país.
93
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_001_152_0.pdf
183
3.1.3.1.3 Por Decreto Ley 21156 (1975, Perú) se oficializa la lengua quechua. La
norma se aprueba en un sistema pentavocálico. Las presiones vienen de un sector de
bilingües conservadores del Cusco. Al respecto, Büttner (1986: 197) señalaba que:
ciertos grupos exigen para la lengua vernácula el mismo tratamiento vocálico que
para la lengua de prestigio, el castellano, que consta de cinco elementos. Esas
presiones llegan a ser tales que el [inventario del] alfabeto quechua, oficializado en
1975, no tiene tres, sino cinco elementos vocálicos.
Están ahí las propuesta: debemos aprender quechua, aimara, tantos lenguajes,
pero no se lleva a cabo, está en las palabras, está en el texto (…) No hay
especialistas, no hay profesores para enseñar el quechua, cómo enseñar
asháninca, cómo enseñar aimara. [Junín] [El subrayado es del original].
184
En tal sentido, el uso oficial declarado en la Constitución de 1979 y el deseo expreso
de fomentar una educación bilingüe quedan en el ámbito declarativo, más no en el
aplicativo.
3.1.4.1 La Constitución Política del Perú de 1993 reconoce al quechua, como al resto
de lenguas indígenas, como idioma oficial del Estado. En tal sentido, en el artículo 48°
de dicha norma, se establece que: ―Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas
donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas
aborígenes, según la ley‖ (http://www.tc.gob.pe/constitucion.pdf). Pese a que,
aparentemente, esta disposición constitucional reconoce el valor jurídico de la
oficialidad de la lengua por parte del Estado, más bien reproduce la jerarquización de
185
las lenguas que existe en el plano social. Este problema se asienta debido a factores
históricos, sociales y culturales.
186
adquisición, la normalización, la estabilidad, la gramática, el léxico y la fonología.
Finalmente, hay también otros condicionamientos de tipos histórico-geográficos o
demográficos contribuyen en abrir estas brechas sociolingüísticas.
En tal sentido, entre ellas existe una relación a modo de un sistema piramidal de hasta
tres clases:
3.1.4.1.4 La norma, al no expresarse cada una de las 42 lenguas indígenas del país en
el texto constitucional, viola el principio de igualdad basado en el origen (rural), raza
(india), idioma (indígena) y condición económica (pobre) de los hablantes. Además,
esa falta de mención hace que se dé una discriminación en el sentido estricto, porque
se viola el criterio de idioma (indígena). En tal sentido, existe una ruptura de:
187
- Igualdad de trato, según el principio formulado en (§3.1.4.1.1), se trata de que
las lenguas (en consecuencias sus hablantes) sean iguales en derechos; sin
embargo, se evidencia que no hay un trato justo entre iguales per cápita en el
texto constitucional; es decir, trato igual entre las 43 lenguas existentes, ya que
cada una es instrumento de comunicación de los diferentes ciudadanos
peruanos que los hablan.
- Igualdad de status, si la intención es darles status de idiomas oficiales a todas
las lenguas, entonces las 43 lenguas existentes tienen derecho a ser expresadas
por igual en el texto constitucional. Más bien se evidencia la diglosia entre los
idiomas de un sistema piramidal de hasta tres clases. En donde A se superpone
a B y C, mientras que B y C se subordinan a A. De igual modo, A cumple la
función de una comunicación formal y tiene alto prestigio social, mientras que B y
C cumplen una función informal y tienen bajo prestigio social.
- Igualdad de oportunidades, porque no hay igual disfrute del derecho de ser
idiomas oficiales al no ser expresadas las lenguas indígenas, lo que la hace una
norma parcializada por la situación privilegiada del castellano y, en menor
medida del quechua y el aimara frente a las lenguas amazónicas. Por lo tanto, se
requiere un sistema lingüístico menos jerárquico, o al menos se elimine ésta y en
donde no sólo se beneficie a una, sino que todas las lenguas tengan iguales
beneficios y oportunidades.
188
los más beneficiados, si ello a su vez es comparativamente más beneficioso para los
peor situados‖ (Apud Ballesteros 2000: 77). Desde esta perspectiva, al expresar la
norma de primera intención la función del castellano, no sólo termina por favorecerlo,
sino por legalizar su hegemonía en detrimento de las lenguas indígenas sobre las que
repercute negativamente. Pero esta última posición sería caer en la propia crítica de la
discriminación, en tal perspectiva examinemos otras alternativas.
3.1.4.1.5 Sin embargo, en una rápida mirada hallamos que los países con diversidad
lingüística han resuelto el problema de la oficialidad de diferentes modos. Los textos
constitucionales de los países de la región en esta materia han seguido la fórmula tibia
que analizamos en la Carta Magna peruana. Al respecto, Sagaama (2009)94 afirma
que:
Entre los 19 países de América en los que está establecido el español como
lengua oficial hay dos (Bolivia y Paraguay) que reconocen otros idiomas, junto con
el español, como lenguas nacionales; otros dos (Nicaragua y Perú) que dan
oficialidad a otras lenguas en determinadas zonas del país; y cuatro más
(Ecuador, El Salvador, Guatemala y el Perú) que declaran constitucionalmente
que las lenguas aborígenes forman parte de la cultura nacional.
En África, el caso de Marruecos puede darnos alguna idea, reino donde se hablan el
árabe marroquí, tres dialectos de las lenguas bereberes, el francés y el español.
Sagaama (2009)97 nos informa que: ―En Marruecos, el idioma oficial es el árabe
clásico; es el idioma de la legislación, aunque las leyes se traducen también al francés
y, a veces, al español‖. Sin embargo, quizá sea el Reino de Bélgica que más luces nos
puede aportar en cuanto a la solución del problema. En este país europeo coexisten
94
http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/1707/01.OS_TESIS_DOCTORAL.pdf?sequence=1
95
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/Constituciones/Venezolana/titulo1.asp
96
http://www.banrep.gov.co/regimen/resoluciones/cp91.pdf
97
http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/1707/01.OS_TESIS_DOCTORAL.pdf?sequence=1
189
tres lenguas modernas. En tal sentido, la Constitución Política belga de 199498, en el
artículo 2, expresa lo siguiente99: ―La Belgique comprend trois communautés: la
Communauté française, la Communauté flamande et la Communauté germanophone‖.
En esta perspectiva, esta Carta magna, en su artículo 4 estipula100 lo siguiente:
De aquí se colige que los organismos políticos se subdividen no sólo por razones
geográficas, sino lingüísticas que son nombrados en el artículo 5 (provincias que
pertenecen a las regiones valona y flamenca, respectivamente). En la Carta Política
del país europeo queda claro el ámbito de la oficialidad del uso de las lenguas y los
escenarios lingüísticos. Además, en el artículo 30 dispone que101: ―L'emploi des
langues usitées en Belgique est facultatif; il ne peut être réglé que par la loi, et
seulement pour les actes de l'autorité publique et pour les affaires judiciaires‖. Como
se observa, el empleo de las lenguas es opcional para los ciudadanos. Incluso, en el
artículo 189102, dispone que103: ―Le texte de la Constitution est établi en français, en
néerlandais et en allemand‖. Y en efecto, hallamos el texto en las tres lenguas oficiales
del Reino: francés104, neerlandés105 y alemán106. Aunque todos ellos son idiomas
oficiales de otros estados y cuentan con una larga tradición escrituraria.
98
http://www.senate.be/doc/const_fr.html#t1
99
„Bélgica compende tres comunidades: la comunidad francesa, la comunidad flamenca y la comunidad
germanófona.‟
100
„Bélgica comprende cuatro regiones lingüísticas: la región de lengua francesa, la región de lengua
neerlandesa, la región bilingüe de Bruselas-Capital y la región de lengua alemana.
Cada municipio del Reino formará parte de una de estas regiones lingüísticas.‟
101
„Es facultativo el empleo de las lenguas usadas en Bélgica, y no podrá ser regulado más que por ley y
únicamente para los documentos de la autoridad pública y para los asuntos judiciales.‟
102
http://www.senate.be/doc/const_fr.html#t1
103
‗El texto de la Constitución será redactado en francés, neerlandés y alemán‘.
104
http://www.senate.be/doc/const_fr.html#t1
105
http://www.senate.be/doc/const_nl.html#t7
106
http://www.senate.be/deutsch/const_de.html#t7
190
- Versión inglesa107:
The official languages and the working languages of the institutions of the Union
shall be Bulgarian, Czech, Danish, Dutch, English, Estonian, Finnish, French,
German, Greek, Hungarian, Irish, Italian, Latvian, Lithuanian, Maltese, Polish,
Portuguese, Romanian, Slovak, Slovenian, Spanish and Swedish.
- Versión francesa108:
Les langues officielles et les langues de travail des institutions de l'Union sont le
bulgare, l'espagnol, le tchèque, le danois, l'allemand, l'estonien, le grec, l'anglais,
le français, l'irlandais, l'italien, le letton, le lituanien, le hongrois, le maltais, le
néerlandais, le polonais, le portugais, le roumain, le slovaque, le slovène, le finnois
et le suédois.
- Versión alemana109:
Die Amtssprachen und die Arbeitssprachen der Organe der Union sind Bulgarisch,
Dänisch, Deutsch, Englisch, Estnisch, Finnisch, Französisch, Griechisch, Irisch,
Italienisch, Lettisch, Litauisch, Maltesisch, Niederländisch, Polnisch, Portugiesisch,
Rumänisch, Schwedisch, Slowakisch, Slowenisch, Spanisch, Tschechisch und
Ungarisch.
- Versión castellana110:
A ello habría que agregar que también están autorizadas las lenguas regionales111, a
través de acuerdos administrativos celebrados entre el Estado miembro y el citado
organismo europeo. Como observamos, es relevante que las lenguas oficializadas
estén mencionadas en orden alfabético y en cada lengua en el texto constitucional.
107
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/en/consleg/1958/R/01958R0001-20070101-en.pdf
108
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/fr/consleg/1958/R/01958R0001-20070101-fr.pdf
109
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CONSLEG:1958R0001:20070101:DE:PDF
110
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/es/consleg/1958/R/01958R0001-20070101-es.pdf
111
http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/es/oj/2005/c_148/c_14820050618es00010002.pdf
191
bilingües y multilingües nos demuestran que es posible regirse por varias lenguas
oficiales. Por lo tanto, la reformulación del texto del artículo 48º debe consignar a todas
las lenguas comprometidas como idiomas oficiales con ventaja de igual derecho.
Lo primero que hay que hacer, como se hizo en España a partir de la Constitución
de 1978, es oficializar las lenguas, de manera que cada uno tenga derecho a usar
la suya materna en espacios públicos como le plazca, sobre todo en el ámbito de
la Administración. Si el funcionario está obligado a hablar la lengua y el ciudadano
puede hacer uso de su derecho a no ser discriminado por la lengua que habla, el
prestigio social aumentará y el avance dado habrá sido enorme.
En tal sentido, la propuesta que sigue responde a un principio de equidad lingüística 112
y a la aspiración de construir una sociedad plural que tenga unidad a partir de 65
grupos culturales diferentes y 43 lenguas diversas. Entonces, cabe bien una nueva
formulación del texto constitucional, en la que se incluyan todas las lenguas del país.
El texto se debe expresar del siguiente modo:
112
Según DINEIP y UNEBI (2001: 9): “La apuesta por una educación con equidad conduce a poner en
las mismas condiciones comunicativas al castellano y a las lenguas vernáculas. Si la educación se limitara
a la enseñanza del castellano a los vernáculo hablantes, se estaría obrando en detrimento de la riqueza
idiomática y llevaría, en situaciones reales, fuera del aula, al monolingüismo comunicativo.”
192
Achuwar, amawaka, arawila, ashaninka, awahun, aymara, chamikuru, chayawita,
harakmwut, hiwiru, ikitu, iñapari, isi iha, kampa kakinti, kanrushi (-shapra-
muratu), kapanawa, kashinawa, kashiwu – kakataywu, kastillanu, kukama –
kukamilla, kulina, machihinka, mayuruna, numachihinka, piru, risiqaru, runa simi,
shipiwu – kuniwu, sikuya, tawshiru, tikuna, ukayina, umawa, urarina, urihun,
wampisa, witutu, wura, yaminawa, yanisha, yaqwa ima kamachina simikuna
kanku.
3.1.4.2 La política lingüística de esta época está muy ligada a la política educativa del
país. En tal sentido, en el 2003 se emana la Ley General de Educación y en el 2002 la
Ley de la Educación Bilingüe Intercultural.
3.1.4.2.1 La Ley General de Educación N° 28044 del 2003 es una norma que estipula
la educación bilingüe en el país. A continuación examinemos algunos de sus
contenidos.
113
“La capital de la República del Perú es la ciudad de Lima. Su capital histórica es la ciudad del Cusco.”
193
3.1.4.2.1a Esta ley tiene a la interculturalidad como un principio de la educación. Al
respecto, López (2006: 177) al analizar esta ley concluye que: ―La legislación es clara:
la interculturalidad es un principio que rige para todo el sistema, mientras que la
educación bilingüe es una estrategia educativa que se aplica donde sea necesaria‖. La
interculturalidad se entiende, no sólo como lo opuesto a la discriminación, sino
principalmente como un proceso de análisis, reflexión y crítica de las prácticas
culturales. La interculturalidad, básicamente, busca una nueva concepción de la
educación para generar cambios en la sociedad, tipo de educación que fomenta un
espíritu de reflexión crítica del entorno social y cultural, valoración positiva de la
diversidad cultural y lingüística y el respeto a la persona.
3.1.4.2.1b Esta Ley canaliza la política lingüística por medio de la educación bilingüe
intercultural. En tal sentido, se estipula que en el nivel inicial (artículo 55º) se
desarrolla la lengua materna y se inicia con la familiarización del castellano a nivel
oral. En el nivel primario (artículo 72°) se inicia con la lectoescritura de la lengua
indígena y se enseña el castellano con metodología de segunda lengua. Mientras que
el nivel secundario (artículo 82°) viene a ser la consolidación de ambas lenguas. En los
tres niveles se norma que los docentes, además de conocer la cultura local, deban
conocer la lengua indígena de los educandos. Sin embargo, antes de la emisión de
esta norma, Zúñiga (2003: 72) nos advertía que: ―el Estado peruano tiene una
legislación que, en términos de la educación bilingüe, en este último periodo
gubernamental solamente llega hasta la educación primaria‖. Y a pesar de haberse
ampliado la cobertura de la EIB al nivel secundario, lo que constituye un logro en la
normatividad, la enseñanza del quechua, y de cualquier otra lengua indígena en la
práctica, es casi nula en este nivel educativo: ―Actualmente, la educación secundaria
EBI es prácticamente inexistente en la zona amazónica y andina. Los docentes de
secundaria no tienen los recursos pedagógicos ni los materiales para ofrecer a los
alumnos bilingües una educación pertinente‖ (DINEIP y UNEBI 2001: 12). En este
sentido, la DINEIP y UNEBI (2001: 11) afirman que ―de facto, en la secundaria actual,
no hay preocupación por la interculturalidad, la cual si está presente en los programas
curriculares para primaria‖.
3.1.4.2.2 Por otra parte, la Ley de la Educación Bilingüe Intercultural (EBI) N° 27818
del 2002 es un intento de reconocimiento de la diversidad lingüística y cultural del país
en el escenario educativo.
194
El Estado reconoce la diversidad cultural peruana como un valor y fomenta la
educación bilingüe intercultural en las regiones donde habitan los pueblos
indígenas. Para tal efecto, el Ministerio de Educación diseñará el plan nacional de
educación bilingüe intercultural para todos los niveles y modalidades de la
educación nacional, con la participación efectiva de los pueblos indígenas en la
definición de estrategias metodológicas y educativas, en lo que les corresponda.
Sin embargo, el dispositivo no hace otra cosa que ratificar el status de la EBI como un
programa especial ya que circunscribe el escenario a ―las regiones donde habitan los
pueblos indígenas‖.
3.1.4.3 Por otra parte, la promulgación de Ley de lenguas originarias N° 29735 del
2011 supone, a pesar de todas sus limitaciones, la más amplia en materia
lingüística114.
114
Aunque ocho años antes de este dispositivo Zúñiga, Cano y Gálvez (2003: 183) concluían que se
debía: “normar el uso del quechua en las oficinas públicas y puestos policiales para atender a la población
quechua hablante o de bilingüismo incipiente en castellano”.
195
3.1.4.3.1 En el artículo 1° se precisa el alcance de los derechos y garantías
individuales y colectivas en el rubro lingüístico contemplados en el artículo 48º de la
Carta Magna de 1993. Mientras que en el artículo 2º declara de interés nacional el uso
y difusión de las lenguas originarias del país. Las mismas que son referidas en el
artículo 3º: ―a todas aquellas que son anteriores a la difusión del idioma español y que
se preservan y emplean en el ámbito del territorio nacional‖. En tanto que en el artículo
4º se reconoce como derechos de la persona:
(…)
196
como diglosia. En esta orientación, la disposición reconoce de facto no sólo el
predominio del castellano sobre las lenguas originarias, sino su oficialidad. En tanto, si
nos basamos en el texto del cuestionado artículo 48º de la Carta Magna, esta
condición no sólo es discriminatoria, sino que a todas luces es también
inconstitucional. Bajo el principio de la igualdad de trato y status, se tendría que aplicar
el mismo criterio para el castellano en poblaciones con mayoría de habla indígena, por
lo que bastaría el establecimiento de idioma oficial en la Constitución como lo hemos
sugerido antes. Esa idea es ratificada en el último párrafo de la Disposición
Complementaria Tercera se establece: ―El uso de tales lenguas como oficiales no está
supeditada a la existencia de normal legal alguna, sino a su suscripción en el Registro
Nacional de Lenguas Originarias‖. Aunque lo expresado en el numeral 4.2 del artículo
4º contradice tal condición, lo que hace a la norma ambivalente. Lo cierto es que para
las lenguas, bienes inmateriales, se ha inventado un registro como la que rige para los
bienes materiales como los inmuebles a los que hay registrar para que reciban
protección legal como si se tratasen de algunos cientos, miles o millones cuando en
realidad apenas suman 42 y más bien son sus hablantes los que alcanzan algunos
cientos, miles o millones.
3.1.4.3.3 Mientras que el artículo 10º se refiere al carácter oficial de las lenguas
indígenas:
El que una lengua originaria sea oficial, en un distrito, provincia o región, significa
que la administración estatal la hace suya y la implementa progresivamente en
todas sus esferas de actuación pública, dándole el mismo valor jurídico y las
mismas prerrogativas que al castellano. Los documentos oficiales que emite
constan tanto en castellano como en la lengua originaria oficial, cuando esta tiene
reglas de escritura, teniendo ambos el mismo valor legal y pudiendo ser oponibles
en cualquier instancia administrativa de la zona de predominio.
Las prerrogativas que no pudieron cumplir los diversos poderes del Estado y los
diferentes sectores públicos se han transferido a los órganos que no cuentan con
muchos recursos ni tienen personal especializado para implementar tal norma. Si el
Congreso de la República, ente legislativo, con S/. 411‘625,110.00 (€118‘283,077.00)
de presupuesto para sus gastos en el 2011 no ha podido emitir norma en lengua
indígena alguna o contratar traductores para cualquiera de las 42 lenguas originarias,
menos aún podrán cumplir las instancias inferiores. Esperemos que a futuro se
cumpla lo establecido en el inciso h) del artículo 12º de la Ley que analizamos: ―El
Estado, a través de sus medios de comunicación, promueve y difunde programas en
lenguas originarias, así como campañas orientadas a rescatar y revalorar las
197
tradiciones, expresiones orales y patrimonio oral del país‖. Al menos en la letra los
propósitos son buenos, pero que en la práctica falta cristalizarse, aunque para ello
falta voluntad política de los gobiernos de turno.
3.1.4.3.4 En tanto que el artículo 16º de la Ley Nº 29735 establece sobre la enseñanza
de la lengua:
198
3.2 PARTE II. NORMALIZACIÓN Y VOCABULARIOS
3.2.1 La normalización del quechua no sólo es discutible por llevarse a cabo por dos
órganos diferentes, sino porque aquella que ha tenido incidencia educativa ha
adoptado referentes normalizadores del Siglo de Oro.
3.2.1.1.1 El quechua, como lengua minoritaria, tiene una serie de problemas que
limitan una buena implementación de la normalización. A continuación, antes de iniciar
la discusión sobre el proceso de normalización en la lengua, pasaremos a identificar
los problemas y a exponer algunas nociones teóricas.
199
factores políticos y religiosos de la Colonia y sociales de la actualidad condicionaron
su existencia opacada y relegada en comparación al castellano.
g) A causa de las últimas tres características mencionadas puede ocurrir que los
hablantes de lenguas minoritarias no estén dispuestos a enseñar su idioma a
extraños o a utilizarlo en la comunicación de hablantes de otras variedades de la
200
misma lengua minoritaria. De esta manera la lengua minoritaria será el símbolo de
un grupo cada vez más pequeño.
201
educativos de enseñanza de lenguas. Al respecto, Simpson (1981: 235; Apud Sichra
2003: 28) señala que:
l) Los factores históricos pueden llegar a ser relevantes: una norma antigua o una
tradición escrita puede hacer pedazos a la minoría misma a causa de las diversas
posiciones a adoptar respecto del valor del idioma (funcional, literario, cultural-
folklórico, etc.).
3.2.1.1.2 Para empezar este examen conviene formularse las siguientes preguntas,
¿qué se entiende por normalización?, ¿qué criterios se adoptan en una
normalización?, ¿cuáles son los instrumentos para alcanzar la normalización?,
¿cuáles son las funciones de una lengua estandarizada?, ¿qué entendemos por
norma histórica en la estandarización del quechua?
202
necesidad o demanda de la sociedad y con la finalidad de otorgarle más funcionalidad
en el ámbito público, educativo y académico. En tal sentido, Pöckl, Rainer y Pöll (2004:
60) afirman que la estandarización consiste en la ―fijación de una norma para la
pronunciación, escritura, léxico y gramática‖.
a) selección de la norma,
b) codificación de la forma,
c) elaboración funcional, y
d) aceptación por la comunidad.
203
a) Función unificadora, así ―los hablantes pueden identificarse con una comunidad
mayor‖ (Sichra 2003: 32).
b) Función separadora, ―resulta cuando un idioma estandarizado se diferencia
nítidamente de otro y permite a los hablantes, por tanto, diferenciarse claramente
de otra comunidad lingüística‖ (Sichra 2003: 32).
c) Función de prestigio, ―se da cuando el hablante sabe que con la lengua
estandarizada posee una forma lingüística generalmente más aceptada por la
sociedad‖ (Sichra 2003: 32).
d) Función de marco de referencia, a través del cual ―el idioma estandarizado
establece un criterio para el lenguaje correcto… y hace posible la percepción y
valoración de formas verbales estéticas y poéticas‖ (Sichra 2003: 32).
204
tal sentido, como preámbulo cabe ilustrarnos con la pregunta formulada por Albó
(2007: 2) sobre el español: ―¿Qué diríamos de alguien que hoy mantuviera el mismo
castellano del Mío Cid o del Quijote, por mucho que se trate de obras clásicas en una
lengua mucho más fijada por la escritura?‖ Lo que se evidencia es que esta lengua
europea no mantiene el registro de los siglos XII o XVII, lo que sí ocurre, en parte, con
el quechua como veremos más adelante.
205
El escritor corona su propuesta ortográfica de forma más jocosa aún, ya que no dejan
de arrancarnos una sonrisa, pero no por ello carece de sentido, ya que se fundamenta
en el principio de economía lingüística:
El español acaba de perder la zeta y de ganarme a mí. Vuelta pues atrás a los
fenicios y a los griegos, a un signo por cada sonido. Donde nosotros tenemos
la c, la k y la q con u los griegos sólo tenían la kappa. Y donde nosotros tenemos
la b y la v, los griegos sólo tenían la beta. Y como fue volverá a ser en
cumplimiento de la revolución inmóvil priista que guiará en adelante al mundo.
Ortografía fonética sin resabios etimológicos, señorías. A este idioma le sobran
ocho letras y al hombre dos tetas.
[http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/22/actualidad/1382409408_424831.html].
Buena parte de la ortografía propuesta nos hubiera servido a muchos que aún
tenemos problemas con las normas ortográficas vigentes en el castellano. Con este
preámbulo pasamos a analizar la normalización en la lengua general y en el dialecto
cusqueño.
206
manifiesta sobre todo en lo oral… La estandarización de la lengua, básicamente se da
en el plano de la escritura‖ (Chávez 2001: 88). Esta voluntad unificadora de la lengua
es la construir un quechua general, cuya norma sale de las variedades actuales más
arcaicas, por ser éstas las variedades más primordiales de la lengua, cuando no de
sus principales promotores. Al respecto, Cerrón-Palomino (2008: 92) señala que la
normalización no sólo ―trata de rescatar las manifestaciones más genuinas y
conservadas de la lengua‖, sino de recoger aquellas formas que tienen ―una
distribución más general‖, puesto que la variación de las formas modernas, según el
autor citado, ―lejos de unir, apartan a los dialectos quechuas‖ (Cerrón-Palomino 2008:
93). En tal sentido, el mismo Cerrón-Palomino (2008: 92) recomienda que: ―convendría
normalizar, en especial allí donde se dan polimorfismos, reduciendo las variantes, en
lo posible, a una forma única sobre la base de un modelo que refleje la versión
relativamente más conservada‖. Al respecto, Chávez (2001: 88) afirma que: ―El pueblo
quechua y su cultura son uno; nuestras diferencias lingüísticas en lo oral no deben
distanciarnos‖. De igual modo, se ha seguido la misma posición conservadora en la
normalización léxica. Así, la forma que representa la norma léxica es la más
conservadora, por no decir la más arcaizante.
207
normalización existente, que data del siglo XVII, pueda resolver problemas de la
ortografía del siglo XXI.
208
3.2.1.2.2.3b En la normalización de la lengua general tampoco parece tenerse en
cuenta que existe diferencia en el caudal léxico prestado en las variedades norteñas
como fruto del contacto con otras lenguas en su proceso histórico. A este respecto,
nos servirá lo señalado por Albó (2007) con relación al quechua ecuatoriano que bien
aplica a cualquiera de las variedades peruanas:
En tal sentido, no se ha tomado en cuenta que quienes han codificado la lengua en los
siglos XVI y XVII también iban por una línea conservadora, ya los textos quechuas de
aquella época son en su mayoría de contenido religioso, y como tal, tienden a lo
arcaizante. Al respecto, Lyons (1993: 10) afirma que:
209
tradiciones ortográficas de muchas culturas y por el uso secular, en documentos
legales y religiosos y en la literatura, de un estilo de escritura cada vez más
arcaico.
Se sabe que la ritualidad religiosa, por oficio, tiende a emplear las formas más
conservadas como las más fidedignas del rito más tradicional. En tal sentido, al servir
de prototipo de normalización la literatura de los siglos XVI y XVII se ha seguido el ala
dura del conservadurismo religioso de aquellos siglos.
a) Mayor número de fonemas del aimara (tres vocales largas y una consonante
fricativa postvelar /x/).
b) Grafía distinta para representar la fricativa glotal: ha (quechua) y ja (aimara).
115
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_001_152_0.pdf
210
señala que: ―Es problema también, la indecisión de elegir un dialecto estándar del
quechua con una escritura simplificada que termine con las confusas graficaciones de
las palabras‖. Este problema se agudiza debido a la diversidad lingüística de los
dialectos de la lengua, lo cual imposibilita alcanzar con relativa satisfacción la
propuesta de Llanto (2003: 70): ―debemos pensar en un [inventario de] alfabeto útil y
único para todas las variedades del quechua, incluso para las variedades no
peruanas‖. La solución está en elegir al dialecto de mayor prestigio sociolingüístico. Al
respecto, Calvo (1997: 232) señala que los responsables de la normalización ―han
olvidado que no se debe dejar de lado el dialecto de mayor prestigio sociolingüístico y
el de mayor número de hablantes a la hora de proceder a la nivelación dialectal de las
lenguas‖. Lo que implica que debería ser el cusqueño el que resulte seleccionado. Sin
embargo, tal y como se lleva a cabo el proceso de estandarización, parece que la
uniformización interdialectal del quechua se muestra más compleja cuando no
insoluble como ya lo señaló Albó116. En tal sentido, la realidad diversa de los dialectos
nos demuestra que la unificación del idioma parece ser un sueño utópico, más aún si
empezamos a considerar el terreno político como un factor extralingüístico
determinante en el proceso de normalización de la lengua.
3.2.1.2.2.7 Sin embargo, conviene señalar que el mismo fray Domingo de Santo
Tomás (1560) basó su norma sobre la forma ―mas (sic) comun (sic)‖. Este fue un
criterio bastante actual en su época. En este sentido, los lexicógrafos o
normalizadores actuales, ante una variación ortográfica, deben escoger el sinónimo
geográfico mejor distribuido y con más hablantes.
a) dialecto cusqueño descrito en el siglo XVII por Diego González Holguín (1608),
b) dialecto ayacuchano (externo), y
116
http://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Indiana/Indiana_11/IND_11_Albo.pdf
211
c) subdialecto boliviano, circunscripción de La Paz (interno), tributario del
cusqueño. Queda recordar el quechua cusqueño abarca en Perú: gran parte de
Apurímac, Cusco, Puno y Arequipa; y en Bolivia casi todas las provincias de
habla quechua.
Ésta es una norma eminentemente conservadora, lo que implica que prefiere la norma
histórica antes que una actual, aunque con algunas salpicaduras de innovación.
212
superhéroe de las normas. Así, la obra del fraile cacereño se convirtió en el artefacto
arcano al que, especialistas y usuarios comunes, acuden sin mucho cuestionamiento.
Sin embargo, sus pautas, basadas en la norma histórica, han sido cuestionadas por un
sector de especialistas. Al respecto, Albó (2007: 2) afirma que:
Entonces, conviene señalar que la obra de González Holguín sirve como fuente de
cotejo para las diferentes formas, como se suele proceder en otras disciplinas como la
etnohistoria117. En este sentido iba la observación de Porras Barrenechea (1952):
Los estudiosos llegaron a comprender mejor que nunca que los cambios
producidos en la lengua de los textos escritos en distintos periodos ‒como, por
ejemplo, aquellos que con los siglos transformaron el latín en francés, italiano,
117
La etnohistoria acude con frecuencia a las fuentes lexicográficas del Siglo de Oro, DST (1560) y DGH
(1608), para cotejar datos léxicos de origen quechua. Por ejemplo, Rostworowski (1989: 33 – 34), en
cuanto al pago de las tierras en arrendamiento en los inicios de la colonia, coteja terminología de
tributación:
“En el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás se encuentran las palabras cacay-alcauala tributo juntar y
también significa contribución y:
“cacani, gui o cacacuni, gui – contribuir con tributo
cacac – el que contribuye”
En cambio el diccionario de González Holguín no contiene ninguna voz relativa a tributo, alcabala o tasa,
hecho que apoya la hipótesis de que en la costa el mecanismo de la tenencia de la tierra y del trabajo era
distinto al modo serrano”.
213
español, etc.‒ podían explicarse a base de cambios ocurridos en la lengua
hablada.
Sin embargo, la variedad cusqueña ha sufrido una evolución lingüística desde el siglo
XVI hasta el XXI. Este fenómeno ocurre desde que fray Domingo de Santo Tomás
compone sus obras (1560), pasando finales de ese siglo con las obras del Anónimo
(1586), hasta el siglo XVII en que González Holguín compone tanto su Arte (1607)
como su Vocabulario (1608). En tal sentido, el cambio lingüístico ya se puede observar
en el nivel fonológico. Al respecto, Mannheim (1990: 139) afirma que:
214
Otro ejemplo evidente de la evolución es aquella que se muestra entre la obra de
Domingo Santo Tomás (1560) y la de Diego González Holguín (1608) entre los que
sólo median casi medio siglo, entre ellas hubo un cambio significativo. Al respecto,
Porras Barrenechea (1952) afirma lo siguiente:
118
Según Mannheim (1990: 135): “el sistema fónico de una lengua es portador de una huella histórica
indeleble que indica la variación en el tiempo y en el espacio”.
119
Esta variedad abarca los departamentos de Huancavelica, Ayacucho y parte de Apurímac (provincias
de Andahuaylas y Chincheros).
215
CUADRO N° 12. CORRESPONDENCIA DE FORMAS
DGH Cusco Ayacucho Forma Glosa
(1608) (2014) (2014) normalizada
(1999)
a) ruray ruway ruray ruray ‗hacer‘
b) quellcca [qillqa] qilqa qillqa qillqa ‗escritura‘
c) llamcca [llamk‘a] llank‟a llamka llamk‟a ‗trabajar‘
d) cam [qam] qan qam qam ‗tú‘
e) quimça [kimsa] kinsa kimsa kimsa ‗tres‘
Hemos optado por representar las consonantes en posición final de sílaba tal
como se ofrecen en el quechua de los departamentos de Huancavelica y
Ayacucho y en los textos cuzqueños de los siglos XVI y XVII. En el transcurso de
la época colonial, el quechua cuzqueño y collavino ha sufrido un proceso de
erosión de dichas consonantes, debido sin duda a una influencia sustratística del
aymara. Se trata de un proceso aún sin concluir, ya que el quechua del norte de
La Paz conserva muchas formas arcaicas como el progresivo –chka- (que ha
y
evolucionado a –s a- en el quechua cusqueño), o kimsa ―tres‖ (hoy kinsa en el
cuzqueño). Escribimos, pues, achka ―mucho‖ y no ashkha o askha, wisqa- ―cerrar‖
y no wisq‟a-, qullqi y no qulqi, upya- y no ukya- o uha-, wischu y no wikch‟u, utqa y
no usqha, wawqi y no wayqi.
216
escribimos tenemos que utilizar sólo una de las formas. La escritura normalizada
recomienda escribir con el –pti por ser la forma más conservada‖. De igual modo, el
mismo Chávez (2001: 71) señala sobre el asertivo: ―En el quechua sureño, el sufijo
[asertivo] –m se ha desgastado y se ha convertido en –n, a nivel oral‖. Entonces desde
la óptica diacrónica el especialista recomienda: ―A nivel escrito, se tiene que restituir la
variante del sufijo independiente [asertivo] –n por el –m cuando va después de una
vocal‖ (Chávez 2001: 71). En tal perspectiva, Chávez (2001: 71) concluye que:
―Cuando este sufijo [asertivo] va precedido de una vocal sólo es –m, en cambio,
cuando va precedido de una consonante es –mi‖. Sin embargo, en el ámbito del
quechua cusqueño, antes de vocal, el asertivo ocurre como –n. Pese a ello, los
normalizadores han optado por las formas ayacuchanas de algunos morfemas y
alomorfos. Al respecto, Cornejo e Itier (2006: iii) nos ilustran la adopción de esta
opción:
217
cusqueño. Éstas se halarían a manera de islas morfémicas. Al respecto, Cornejo e Itier
(2006: iv) afirman que:
218
formule sus propias normas. Para que los políticos de los GR intervengan en la
normalización de su variedad regional se deberá considerar algunos factores.
En tal sentido, los usuarios de la lengua no son conscientes de que ya existen normas
para la producción escrita de su idioma. Este factor será decisivo en una eventual
normalización regional.
3.2.1.2.3.4c La política parece ser un factor que a futuro determine el desarrollo de los
dialectos en las diferentes regiones del ámbito del quechua sureño. En tal sentido,
cuando los políticos de los Gobiernos Regionales (GR) tomen conciencia de la
importancia de revitalizar su dialecto se atreverán a establecer normas para su
variedad regional. Así, cada dialecto se convertirá en una marca identitaria de una
región y se constituirá en el sello que los diferencie de los hablantes de otros dialectos.
Los actuales departamentos del sur peruano son multilingües o, al menos, polilectales:
Apurímac (quechua cusqueño y ayacuchano), Cusco (quechua, machiguenga, yine,
219
nanti, etc.) y Puno (quechua y aimara). En tanto que los departamentos ya constituyen
Gobiernos Regionales que tiene autonomía política, económica y administrativa, con
cuyas facultades bien podrían intervenir en las políticas lingüísticas de su región.
Como ya ocurrió en España con el catalán, las Autonomías de Catalunya y Valencia
denominan de diferentes formas a la misma lengua: catalán y valenciano,
respectivamente. De hecho, en la actualidad, las diferentes instancias de los gobiernos
locales y regionales ya han mostrado interés por implementar una oficina de
planificación lingüística. Al menos eso viene ocurriendo en Cusco en la gestión (2015 –
2018).
220
de la transmisión del poder de una generación a otra, las ―intrigas eran cosa frecuente,
las pugnas entre las panacas, intensas, y la eliminación física de los rivales, moneda
corriente‖ (Hernández et al. 1991: 86).
3.2.1.2.4.1a Como se sabe, en la línea sucesoria de los incas: ―todos los hijos de un
soberano tenían igual derecho a ceñir la borla real‖ (Hernández et al. 1991: 86). Pero,
según Vilcapoma (2002: 288), Pachacútec había dado ―un sello completamente
cerrado a su panaca. Para pertenecer a ella había que ser noble de sangre cusqueña
por ascendencia paterna y materna‖. En tal sentido, la ―prescripción del incesto real
reducía el número de pretendientes a la mascapaycha y definía la convergencia de la
descendencia divina de los hijos del Sol‖ (Hernández et al. 1991: 92), los rituales de
guerra fratricida de los incas aspirantes a la borla tahuantinsuyana surgían ante la
―composición insegura de la figura sucesoria, en la que ―el más hábil‖ era quien ceñía
la mascapaycha‖ (Hernández et al. 1991: 57).
3.2.1.2.4.1b Dado que ―el imperium no puede subsistir sin alguna forma de dominium‖
(Bobbio 1994: 172), se debía coronar a uno de los hijos del inca fallecido. No cabe
duda que ―la historia del Tawantinsuyu es una historia que comienza y termina con la
muerte de hermanos por hermanos‖ (Hernández et al. 1991: 138), en tal perspectiva,
la rivalidad entre Huáscar y Atahualpa a la muerte de su padre Huayna Cápac que
tuvieron noticias los primeros españoles sería un ritual que se venía repitiendo en cada
ascenso del nuevo Inca. Según Hernández et al. (1991: 91): ―situaciones similares al
enfrentamiento fratricida entre Huáscar y Atahualpa se repetían con insistencia a la
muerte de cada soberano‖.
3.2.1.2.4.1c En estas guerras fratricidas, primó el principio del más hábil. Al respecto,
Hernández et al. (1991: 91) señalan que: ―Las leyes para la herencia del mando se
reducían al hábito de designar al ―más hábil y suficiente‖ entre los varios
pretendientes. Por fuerza, quien llegaba al poder era, en función de dicho ascenso, ―el
más hábil y suficiente. Lo que implica que en este conflicto fraterno ganaba la fracción
más óptima, capaz de avasallar al hermano rival. El éxito en esa lógica no sólo se da
con la muerte de uno de los contendientes, sino de la panaca materna del perdedor o
cualquier símbolo paterno que pudiera recordar al vencido.
120
El derivado panaka debe venir de la base nominal pana „hermana de hombre‟ y de la base verbal ka-
„ser/estar/tener/pertenecer‟ y del nominalizador –q [-Ø] que está elidido, con lo cual, literalmente equivale a
„perteneciente a la [familia de la] hermana (de hombre)‟, dado que el Inca se casaba con su hermana al
221
jugaban un papel preponderante (cf. Hernández et al. 1991: 90), ya que en la política
ellas no sólo participan del gobierno del Estado, sino que también eran promotoras e
instigadores de los conflictos antes de las ascensiones al poder del nuevo Sapan Inka:
―la panaca se convertía en un grupo de presión que actuaba en el interior de la corte
cusqueña y participaba activamente en las decisiones estatales e intrigas palaciegas‖
(Hernández et al. 1991: 91). En este sentido, las ―ambiciones individuales y las
aspiraciones colectivas de los grupos de poder discurren por las líneas de parentesco‖
(Hernández et al. 1991: 84). Por este papel, en ocasiones particulares, los conflictos
terminaban también con la eliminación de la panaca materna. Según Hernández et al.
(1991: 101):
Al terminar la guerra con la derrota de Huáscar, las órdenes dadas por Atahualpa
a sus generales eran terminantes. Había que liquidar a los deudos de Huáscar, es
decir a los miembros del Capac Ayllu. Sólo bajo el punto de vista andino se explica
por qué Atahualpa ordenó quemar la momia de su abuelo paterno. Este hecho
indica que para Atahualpa el parentesco no discurría por los ascendientes
masculinos del Inca. Lo que importa era el ayllu o panaca de la madre.
De aquí que el respaldo de cada aspirante a la borla del Estado inca se buscaba en la
panaca materna y no en la paterna. Al respecto, Hernández et al. (1991: 140) afirman
que: ―La Lucha a muerte en Huáscar y Atahualpa muestra que sus lealtades a sus
panacas maternas pesaban más que su común ascendencia paterna‖.
momento de acceder al poder y de este modo se consumía “el incesto real como forma de unión sagrada y
obligatoria del Inca con la coya, su hermana” (Hernández et al. 1991: 65), es decir que el “Sapa Inca se
casaba, por así decirlo, con el Estado” (Hernández et al. 1991: 87).
222
que obedece a una obsesión que a los usuarios ya nos llegó al hartazgo. Así, las dos
principales entidades que se adjudican la plaza normalizadora han recurrido, en el
debate del número de vocablos que debería tener la lengua, a la vieja estrategia de la
guerra fratricida de los incas.
Los académicos cusqueños fueron quienes continuaron con la tradición de una lengua
de un sistema fonológico de vocales en número de cinco del Siglo de Oro. Al respecto,
Samanez (1996: 74) señala que: ―Las vocales en el quechua cusqueño son cinco,
como en castellano (a, e, i, o, u)‖, mientras que la facción del Ministerio de Educación
sostienen que el número es de tres: /a, i, u/.
3.2.1.2.4.2b El punto central de los argumentos ha sido si las vocales /i/ y /u/ son
fonemas o son alófonos. Al respecto, Weber (1998: 28) afirma:
Sin embargo, este argumento, el mismo Weber (1998: 32) ha objetado con bastante
persistencia:
223
Los partidarios del trivocalismo aseguran que la lengua tiene tres vocales: /a/, /i/, /u/; y
que la [e] y la [o] son apenas alófonos. A este respecto, Itier (2009: 270) afirma que:
el quechua tiene los fonemas vocálicos (a, i, u) y que el uso de cinco vocales (a, e,
i, o, u) para representar sus distintas realizaciones fonéticas en diversos
contextos, como lo hacen los miembros de la Academia, no sólo muestra hasta
qué punto su percepción de la fonología de la lengua autóctona está condicionada
por su formación en la lengua dominante sino también cuan fuerte es su voluntad
de imponer como referencia su propia pronunciación de bilingües. [El subrayado
es del original].
Pero esta posición, contrariamente ha sido criticada por Samanez (1996: 77 – 78),
quien afirma que:
La ubicación de las vocales anterior i posterior altas (i, u) i las vocales anterior i
posterior medias (e, o) en el quechua es un tanto variable, que a veces tienden a
confundirse por la cercanía de sus puntos de articulación i de variabilidad en
cuanto a la abertura de la boca (esqon – isqun, osqay – usqay). Pero esto no nos
faculta para que ortográficamente convirtamos la e en i, ni la o en u, como hacen
los trivocalistas, haciendo que las citadas vocalesmedias (sic) desaparezcan como
grafías, sobre que existe una apreciable cantidad de palabras quechuas que se
pronuncian con la e i con la o. [El subrayado es del original].
Así, en esta disputa, las facciones no se ponen de acuerdo en que si /e/ y /o/ son
alófonos o fonemas. Dependiendo del punto de vista varía el número de vocales.
que sólo tienen las tres vocales a, i, u, y así se encuentra en las primitivas
orientales; y sí bien es verdad, que en el alfabeto keshua se han admitido la e y la
o, es porque en el uso, la e tiene equivalencia idéntica con la i, y la o con la u, y
viceversa, pudiendo ser sustituidas la una por la otra. [El subrayado es del
original].
Los académicos cuzqueños harían bien en tomar nota de este pasaje, pues se
trata de la opinión de un ilustre coterráneo suyo, como fue el P. Castro, y no la de
un quechuista ajeno al dialecto en cuestión ni mucho menos la de un extranjero,
224
argumentos manejados por aquellos para desautorizar a quienes propugnamos
una escritura trivocálica para el quechua en general.
En tal sentido, a la luz de los hechos a principios del siglo XX ya hay conciencia de los
fenómenos llamados de fonema y alófono; sin embargo, décadas más tarde, tal
percepción se retrotrae en la práctica lexicográfica. Por ejemplo, Lara (2001: 48-49)
sólo cuestiona el sistema pentavocálico en inicio de palabra: ―las vocales e y o no
existieron en el runasimi. El indígena no hace amistad con estas vocales y no se
aviene a su empleo…Pero el permanente asedio del castellano le sume a veces en
curiosa confusión…‖ [Las cursivas son nuestras]. Notamos que el peso de la tradición es
fuerte, porque ha sentado sus bases en la misma práctica lexicográfica a través de la
copia irreflexiva. A este respecto, el lexicógrafo boliviano afirma: ―Si los quechuistas
contemporáneos la utilizan todavía es sólo porque no han logrado liberarse del rancio
lastre colonial que sigue pesando sobre sus hombros‖ (Lara 2001: 49). Lo que implica
que el peso de la tradición histórica es fuerte a la hora de normalizar la lengua con
criterios más actuales y con fundamentos lingüísticos antes que históricos.
3.2.1.2.4.2d Pero la práctica también afecta a otras lenguas andinas. A este respecto,
Ayala (2009: 14) advierte que: ―A pesar de que se ha demostrado que el quechua y el
aimara tienen solamente tres vocales y las otras dos son alófonos, no faltan quienes
insisten en usar las cinco vocales del español‖. Aunque los lexicógrafos aficionados
desconocen el inventario de los fonemas de la lengua y sus variaciones alofónicas. En
este sentido, el autor antes citado señala una de las causas de dicha práctica: ―Las
razones para esta caprichosa actitud son diversas, pero mucho tiene que ver con la
falta de conocimiento de la lingüística andina‖ (Ayala 2009: 14).
Por lo que, según los académicos, ―los trivocalistas, que sostienen la existencia de la i
i de la u, estarían errados‖ (Samanez 1996: 78), cuando en realidad sus argumentos
tan sólo develan su ignorancia en cuanto al patrón fonológico de la lengua que es de
un sistema trivocálico (/a/, /i/, /u/) y que más bien el fenómeno de la alofonía vocálica
de [e], [o] ocurre en inmediaciones de la postvelar /q/ y sus variantes uvulares (Cerrón-
225
Palomino 1987: 116), cuando no en otros contextos (cf. Llanto 2003: 68). Al respecto,
Cerrón-Palomino (1987: 108) afirma que:
Entonces, los académicos, a falta de una pericia lingüística representan a los dos
alófonos ([e] y [o]) como fonemas (/e/ y /o/) para así empatar al supuesto
universalismo del sistema pentavocálico, puesto que, según ellos, ―se encuentran [en
este grupo] el quechua cusqueño, el castellano, el latín‖ (Samanez 1996: 81); cuando
en verdad ―estamos frente a dos vocales altas, es decir /i, u/, que adoptan la postura
de [e], [o] en la vecindad de un segmento postvelar‖ (Cerrón-Palomino 1987: 116). Por
lo tanto, sólo por un criterio arbitrario, que a momentos parece irracional, se incluyen
los alófonos en cuestión con estatus de fonemas, es decir con rasgo distintivo, dentro
de la propuesta de los académicos para adoptar el sistema pentavocálico del
castellano. En tal sentido, todo parece indicar que el proceso de normalización del
quechua se entrampó con la creación de la Academia Mayor de la Lengua Quechua
(AMLQ) dada por Ley Nº 25260 (1990), entidad que tiene influencia en los maestros
cusqueños y apurimeños. Esa institución se ha empecinado en mantener un sistema
pentavocálico, calco del español, del alfabeto de la lengua apelando al respeto de los
acuerdos congresales121. Su postura no demuestra pericia lingüística alguna, sino el
acuerdo de congresos122 que nada tenían que ver con la normalización del quechua.
121
DiAMLQ (1995: xviii-xix): Congreso Indigenista Interamericana de Patcuaro (México) de 1939, de
Cusco (Perú) de 1945 y de La Paz (Bolivia) de 1954; Congreso Nacional e Internacional de Academias de
Qheswa y Aimara de 1987.
122
Aunque más propiamente sería curacazgo.
226
3.2.1.2.4.3a En clave teórica, los antagonismos mantienen relaciones de solidaridad y
de complementariedad. Al respecto, Depaz (2005: 57) manifiesta que:
Los antagonismos más significativos suelen tener forma sexual o telúrica (clima,
estación, etc.) y su relación parece estar gobernada por un principio de respeto en
que cada mitad sostiene a la otra, a la que se une en términos de complemento.
3.2.1.2.4.3b En clave política, el debate es más político antes que lingüístico. En tal
sentido, la funcionalidad del debate es una materialización de la fórmula del mito de
las guerras fratricidas de los incas. Lo que implica que la controversia sobre la
legitimidad del número de vocales llega también al ámbito político. En el simbolismo
señalado, los pentavocalistas tienen a la Academia Mayor de la Lengua Quechua
como la panaca legítima, mientras que los trivocalistas, legitimizan a la Academia
Peruana de la Lengua Quechua. En tal sentido, la primera facción tiene como sus
aliados legítimos a las autoridades políticas locales como alcaldes y presidentes
regionales, en tanto los segundos cuentan con el respaldo legítimo del Ministro de
Educación, por ende, del gobierno central. Sin embargo, es evidente que la intención
es ganar funciones normalizadoras por parte de ambos órganos, sólo que son tan
antagónicas que figuran las guerras fratricidas de los incas antes del acceso a la borla
del Tahuantinsuyo.
227
Quechua Imperial, que es pentavocal y lo hablaban los inkas, por eso es que se
manifestaba que el Cusco, era el heredero de esta lengua madre y por eso fue
que se instauró en Cusco, la Academia Mayor de la lengua Quechua‖. [El Sol: 6,
05/03/2014].
228
3.2.1.2.4.3e En clave de ordenamiento jurídico, ambos organismos se legitimizan en
normas legales emanados del Ministerio de Educación que respalda su creación y
función normalizadora. Así, la facción cusqueña se ampara en la R. M. N° 4023-75-ED
de 1975 que reconoce el alfabeto oficial del quechua con un sistema pentavocálico,
mientras que el grupo limeño reivindica el sistema trivocálico de la lengua a través de
la R. M. N° 1218-85-ED de 1985.
3.2.1.2.4.4 Sin embargo, como balance, podemos afirmar que el debate afecta
seriamente a la normalización y desarrollo de la lengua. En tal sentido, es inútil discutir
un tema como el número de vocales en la lengua cuando ésta tiene problemas más
profundos que merecen más reflexión. No hay debate sobre las otras cuestiones del
quechua como la normalización, sobre los planes de desarrollo de la lengua, sobre la
búsqueda de estrategias para la recuperación de variedades dialectales que se están
extinguiendo, sobre un diccionario o una gramática de la lengua y en la propia lengua,
etc. No hay una discusión sobre estos temas, por lo que el debate de las vocales ya
parece una condena bíblica del que no se puede escapar.
229
3.2.1.2.4.5 Finalmente, si el fenómeno del debate del número de las vocales se explica
por la figura de la tensión de las guerras fratricidas de la época de los incas; entonces
la intención de fondo de cada facción es la pugna por acceder a la borla de la regencia
de la lengua en materia de normalización. Por lo tanto, toda discusión sobre el número
de vocales para la codificación es inútil y parasitaria para el verdadero desarrollo de la
lengua.
3.2.2 Dos son los órganos que se adscriben la función central de la planificación
lingüística del quechua. El primero es el Ministerio de Educación, con sede en Lima,
funciona como una oficina de planificación lingüística de todas las lenguas indígenas
del país. El segundo es la Academia Mayor de la Lengua Quechua (AMLQ), con sede
en Cusco, como una corporación académica de esta lengua andina. La
responsabilidad e influencia que demanda tal condición son altas; sin embargo, ambos
organismos han tenido un trabajo muy débil en su tarea de planificación, la primera, y
de normalización, la segunda. En tal sentido, ninguno ha cumplido su labor a
cabalidad. Eso sin contar que los dos no han sido capaces de componer un diccionario
normativo, propiamente dicho, menos una gramática de este género. Ni qué decir que
dichas obras sean en la propia lengua.
230
En el numeral 21.1 faculta a la DINEIBIR123 oficializar las reglas de normalización de
las lenguas indígenas, con lo cual cumple funciones legislativas y ejecutivas en
materia de lenguas indígenas. En ese sentido, el Misterio de Educación constituye una
especie de oficina de planificación lingüística a través del estamento de Educación
Bilingüe Intercultural (EIB), pero también es la responsable de implementar programas
de mantenimiento lingüístico.
Todos los lingüistas que han tratado el asunto en los últimos 45 años concuerdan
en ubicar en algún lugar de la sierra o de la costa centrales del Perú el primer foco
de expansión de la lengua quechua en los Andes.
Sin embargo, a juzgar por la diversidad de dialectos arcaicos del quechua existentes
en la sierra central, su origen parece estar en este espacio geográfico del país. Al
respecto, Carreño (2003: 138) afirma que: ―Se ha argumentado que el quechua central
está tan fragmentado dialectalmente por ser la rama más antigua de la familia
quechua. Así pues, la cuna del quechua habría estado en la costa o la sierra del centro
del Perú‖. Por lo tanto, los indicios apuntan a señalar la sierra central como la pacarina
de la lengua, punto desde el cual debió iniciar sus diferentes fases de irradiación
lingüística (cf. Carreño 2003: 138 – 141).
123
A lo largo de los años este órgano ha cambiado de denominación y categoría: primero como Unidad
Nacional de EIB (UNEBI), luego como Dirección Nacional de EIB (DINEBI), después como Dirección
General de EIB y Rural (DIGEIBIR).
231
d. Fijación del sistema trivocálico del inventario alfabético quechua propuesto por
los especialistas de acuerdo a los cánones de la AFI.
e. Oficialización de inventarios alfabéticos para varias lenguas indígenas124, entre
ellas cabe mencionar: el ese – eja (R. D. Nº 0683-2006-ED), el harakmbut (R.
D. Nº 0680-2006-ED), el shipibo – conibo (R. D. Nº 0337-2007-ED), el yine (R.
D. Nº 0220-2008-ED), el asháninca (R. D. Nº 0606-2008-ED), el machiguenga
(R. D. Nº 2552-2009-ED), etc.
Sin embargo, pese a lo señalado antes, los progresos en el ámbito pedagógico opacan
la labor normalizadora a favor de las diferentes lenguas indígenas andinas como
amazónicas.
3.2.2.1.4 Por el contrario, este órgano rector de la lengua tiene serias limitaciones en
el proceso de normalización. Conviene enumerar algunas:
124
Según el Informe Nacional de la Promoción y uso del multilingüismo y el acceso universal al
ciberespacio (2009), el área de Interculturalidad y Lenguas tenía la acción siguiente: “Facilitar la
oficialización de los alfabetos de las lenguas amazónicas para un adecuado uso de éstas en la educación.”
En tanto que una de las funciones del área de Proyectos e Innovaciones era: “Facilitar la oficialización de
los alfabetos de las lenguas amazónicas para un adecuado uso de éstas en la educación.”
125
Ya Trapnell (2000: 20) señalaba que: “La elaboración de alfabetos unificados y normas ortográficas,
así como la normalización del léxico supradialectal, son tareas que están siendo abordadas de manera
todavía incipiente en la mayoría de las lenguas de la región”.
232
f. La política lingüística sólo se focaliza en los escenarios de lenguas indígenas y
se trabaja como programas ―especiales‖ de EIB, mas no como política
educativa. Esto implica que la mayoría de los escolares se siguen educando
bajo un sistema monolingüe y monocultural hispano.
g. En la normalización léxica se abusa del uso de neologismos y de
resemantización de arcaísmos como ocurre en la serie de los cuadernos de
trabajo para niños Yupaq masiy (Lógico-matemática) y Yachaq masiy
(Comunicación Integral).
Lo que implica que las medidas que este órgano adoptó no dieron resultados
eficientes. Por lo que queda afrontar con serenidad las dificultades de la normalización
que, según De Soto (2000: 29), al referirse al horror del capitalismo que sentían ciertos
sectores de la población global:
Estos murmullos de alarma inquietan, pero hasta ahora no han podido impedir que
los líderes de los Estados Unidos y Europa le sigan repitiendo al resto del mundo
la misma monserga: estabilicen sus monedas, manténganse firmes, ignoren los
disturbios de los hambrientos y esperen con paciencia el retorno de los
inversionistas extranjeros.
Recomendación que puede ser útil para los decisores políticos y entes normativos de
las lenguas indígenas en general.
233
del pueblo quechua Cusco-Collao‖, ―Gavina Córdova Cusihuamán, del pueblo
quechua Ayacucho Chanca‖, y ―Leonel Menacho López, del pueblo quechua Ancash‖.
El hecho de que la norma asigna como función de este Comité, entre otras: ―Opinar
sobre la normalización del uso educativo de las lenguas nativas‖, nos induce a concluir
que los tres especialistas son los responsables directos de la normalización de la
lengua dentro del Ministerio de Educación. De igual modo, conviene mencionar los
nombres de los traductores oficiales del Ministerio de Cultura: Hilda Cañari Loaiza
(Cusco) y Ciriaco Saldívar Bolívar (Apurímac).
3.2.2.1.7 De otra parte, conviene señalar que esta entidad no ha podido administrar
bien la educación ni normar las lenguas indígenas. La UNESCO y Tarea (2001: 19)
señalan que esta entidad ―abandonó su rol de liderazgo nacional, limitando su área de
acción a la administración de los colegios de la capital‖. Y dado que en el país existen
42 lenguas indígenas y con una mala administración educativa no podría cargar con
las funciones académicas y culturales que implican la estandarización y dinamización
de 42 lenguas indígenas. Cuando lo más recomendable sería que se quedase con la
labor de la enseñanza de lenguas en la escuela y delegar funciones de normalización
a organismos académicos más especializados, competentes y autónomos.
126
http://www.minedu.gob.pe/dineibir/
127
Boletín DINEBI Nº 5, pág. 13.
234
3.2.2.1.8 Finalmente, si el MINEDU ha concentrado funciones de legislación y
ejecución en materia de normalización de lenguas indígenas; entonces refleja el viejo
molde político de Estado-Nación de la estandarización seguida por el castellano. Por lo
tanto, sus esfuerzos para que la escuela enseñe la lengua indígena fueron nimios y
tampoco promovió su uso entre los funcionarios en el ámbito público.
Es decir, la AMLQ toma al dialecto cusqueño como referente de la norma para el resto
de variedades dialectales: ―a partir de él, se proyecta hacia sus otras variaciones
dialécticas nacionales y aún internacionales‖ (Estrada 1995: XIII). En tal sentido, la
postura anterior es contraria a la línea científica que siguen los lingüistas y el Ministerio
de Educación. A este respecto, Itier (2009: 274) afirma que:
Los avances de la dialectología quechua, desde los años sesenta, han mostrado
muy claramente que el quechua cuzqueño no puede constituir la ―matriz‖ de las
demás variedades y que la diversidad dialectal del quechua es el fruto de una
expansión del quechua mucho más antigua que la época de los incas.
128
Lo que se observa en la información es que se introduce un nuevo neologismo para nombrar a la
lengua <Qheswa Simi>, además, se confunde conceptos entre lengua y dialecto.
235
Lo que implica que la variedad cusqueña es un dialecto más tardío que fue difundido
por los incas y del contacto intenso al que fue sometido le viene su innovación.
3.2.2.2.3 Por otro lado, no cabe duda que en su círculo de académicos hay un afán de
purismo, cuando no de chauvinismo (cf. Cerrón-Palomino 1997a: 152). Aunque
también los hablantes cusqueños se jactan de hablar un quechua puro. Al respecto,
Vargas Llosa (2015), en su prestigiosa columna ―Piedra de toque‖ en el Diario El País,
nos refiere:
236
En esta ciudad, en gran parte bilingüe, los cusqueños quechua hablantes suelen
jactarse de hablar el quechua más clásico y puro del Perú, lo que, como es
natural, despierta envidia y rencor, además de acusaciones de jactancia, en las
demás regiones andinas donde la lengua de los incas está viva y coleando.
[http://elpais.com/elpais/2015/01/09/opinion/1420834185_868461.html consultado
11/01/2015].
En un sector de quechua hablantes del Cusco hay un afán purista de la lengua. Esta
tendencia se trasluce en los libretos de la representación del Inti Raymi el 24 de junio
que se celebra cada año.
3.2.2.2.4 Sus miembros, muchas veces, pecan de una ufana pedantería. Abusan de
arcaísmos y neologismos, los cuales hacen incomprensible los mensajes de sus
discursos. Cerrón-Palomino (1997a: 152), sobre las actitudes de los académicos,
afirmaba que ―desdice con la actitud arrogante y autosuficiente con que abordan los
temas relacionados con el quechua‖. Por su parte, Albó (2007: 2) señala que:
237
no suele ser gente que use regularmente el quechua como su lengua primera y
habitual.
Como aquella traducción que han hecho los académicos sobre la denominación de su
institución: Qheswa Simi Hamut‟ana Kuraq Suntur ‗Academia Mayor de la Lengua
Quechua‘, traducción que no entienden, pero que tampoco usan, menos recuerdan.
Cuando más bien se podría parafrasear algo así: Runa Simi Kamachiq Kuraq
Akadimiya. Y como se puede ver, ni para eso han tenido brillo ni genio, más bien han
sido cegados por su pedantería barata y su purismo sin sentido.
129
A este respecto, Itier (2009: 271) afirma que:
“Demuestran así al mismo tiempo su ignorancia absoluta de la tradición literaria quechua, de la estructura
fonológica del idioma, del panorama dialectal quechua y su falta de reflexión sobre las funciones que debe
cumplir un sistema de escritura”.
238
c) Falta de presupuesto e infraestructura. No cuentan con presupuesto y más
bien, todos estos años, hay un afán de oscurantismo con la asignación
económica del Estado. Tampoco cuentan con una infraestructura apropiada.
d) Mala aplicación de la ―regla de la mayoría‖ en la aprobación de la norma. La
academia aprueba sus normas en congresos, que a veces superan los 1,000
participantes, donde asisten personas con diferentes manejos de la lengua y
donde no participa un solo especialista. La elección es a mano alzada y
prevalece la opción más votada, que no es otra que aquella que los
académicos la dirigen con la consiga de ―quien grita siempre tiene la razón‖,
puesto que hay monopolio en la participación. Es un sistema de votación
heredada de las federaciones, principalmente en los acuerdos tomados para
las movilizaciones sociales (huelgas, paros, protestas, etc.). En una institución
donde se deja voz y voto a los usuarios comunes para regir las normas de la
lengua sólo se evidencia todos sus signos de debilidad.
e) No desarrollan eventos académicos ni culturales para el fomento de la
normalización. En este sentido, es huérfana en el fomento de investigaciones
en la lengua y más aún en la difusión de las normas.
f) No hacen investigación lingüística rigurosa, tampoco publican textos de valor
normativo en forma periódica.
g) Su discurso ha girado de manera pálida en el tema de la identidad.
h) Ha tenido una limitada tarea de difusión de las acciones de normalización
realizada (cf. Noriega 2011: 26).
239
3.2.2.2.7 Por otra parte, la AMLQ ha editado el Diccionario quechua – español –
quechua (1995) en versión bilingüe que quizá sea su única obra loable, claro, con los
defectos que los especialistas ya han señalado en su momento. Al respecto, en el
Capítulo IV ensayaremos una reseña sobre este material lexicográfico.
3.2.2.3.2 Por otra parte, conviene fijarnos en la experiencia catalana. El rol normativo
de la lengua recae en el Instituto de Estudios Catalanes133 (IEC): ―corporació
acadèmica, científica i cultural que té per objecte l'alta recerca científica i
principalment la de tots els elements de la cultura catalana‖. Está
conformada por las secciones Histórico-Arqueológico, de Ciencias Biológicas, de
130
Cf. http://academiaperuanadelalengua.org/academicos
131
http://academiaperuanadelalengua.org/peruanismos/principal.
132
Aunque, comparte esta misma situación muchas de las academias asociadas desde 1951 en
Hispanoamérica, pese a que este idioma es la lengua oficial establecido en las respectivas cartas magnas
de los diferentes estados.
133
http://www.iec.cat/institucio/entrada.asp?c_epigraf_num=10001
240
Ciencias y Tecnología, Filológica, de Filosofía y Ciencias Sociales. Y la Sección
Filológica cumple:
Todo parece que no es bueno que un órgano rector no dependa económicamente del
sector público, sino que logre autonomía con ayuda del sector privado. En su defecto
que se busque un protectorado de un organismo político como lo hizo el IEC 135: ―Un
cop passada la maltempsada, l'any 1930 la Diputació li retornà subvencions i serveis i
li conferí «completa autonomia, tot conservant el seu noble protectorat econòmic»…‖
134
http://www.iec.cat/coneixement/entrada_c.asp?c_epigraf_num=21
135
http://www.iec.cat/institucio/entrada.asp?c_epigraf_num=10005
136
http://www.euskaltzaindia.net/dok/iker_jagon_tegiak/66109.pdf
241
c) Inventariar su léxico.
e) Promover su uso.
Entonces, dicha entidad no sólo vela por la normalización de la lengua, sino también
por el estatus social de la misma. La normatividad de esta lengua no indoeuropea rige
en tres escenarios distintos137:
137
http://www.euskaltzaindia.net/index.php?option=com_content&Itemid=28&id=196&lang=es&view=ar
ticle
242
dicho organismo debe tener rango político y administrativo. Por lo tanto, su jurisdicción
deberá ser supradialectal, suprarregional y suprasectorial.
3.2.3 En la normalización del quechua, como en toda lengua minoritaria, tenemos una
serie de tareas pendientes. A continuación señalaremos las más importantes.
3.2.3.1 La normalización llevado a cabo por los dos organismos parece haber
fracasado, puesto que existe una real demanda de un ente normalizador que
promocione, difunda y enseñe el quechua (cf. Zúñiga, Cano y Gálvez 2003: 166). En
tal sentido, cabe la pregunta, ¿qué institución puede ser el ente normativo del
quechua? Como una respuesta preliminar podemos afirmar que definitivamente existe
órgano, sólo es cuestión de seleccionar con cuidado, no sólo para el quechua, sino
también para las lenguas amazónicas138 y la familia aru139.
138
El AIDESEP en Iquitos (Loreto) puede liderar la normalización de lenguas como: achuar, aguaruna,
asháninca, bora, candoshi, cocama-cocamilla, huitoto, shipibo, shapra y ticuna. A este respecto, Helberg
(2001: 33) afirma que:
“En proyectos como en el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonia Peruana –
FORMABIAP del Instituto Superior Pedagógico Público de Loreto y la Asociación Interétnica de Desarrollo
de la Amazonía Peruana – AIDESEP se ha adelantado ya no solo una propuesta de educación bilingüe
intercultural, sino también un enfoque intercultural para revisar las ciencias y lograr una complementación
entre los distinto conocimientos: indígenas y occidentales.”
139
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y el Ministerio de Educación en Lima
podrían liderar la revitalización del jacaru en Tupe (Yauyos).
243
3.2.3.1.2 A lo largo de siglos o de décadas, varias instituciones serias han contribuido
con el estudio del quechua por las que podrían ser merecedoras de ser asignadas la
función de órgano normalizador de la lengua.
3.2.3.1.2b El CBC cuenta con los requisitos básicos para ser candidato a ser el órgano
normalizador del quechua (cf. Noriega 2011: 26). Esta institución, desde 1976, ha
recorrido una larga trayectoria académica, cultural y social que respaldan una sólida
posición en cuestiones de investigación lingüística (quechua y andina), en historia y
antropología andina, economía del desarrollo y ecología. Con más de 360 títulos
publicados, y un promedio de 10 publicaciones anuales141. Estos son buenos
argumentos para postularla como el ente académico rector del quechua. Además
cuenta con una apropiada infraestructura (biblioteca, librería, imprenta, editorial,
―Revista Andina‖, Colegio Andino y Casa Campesina), una buena organización y
bastante prestigio. Eso sin contar los múltiples proyectos sociales que ejecuta con
financiamiento externo y con enfoque de interculturalidad y género en las
comunidades campesinas del Cusco y Apurímac. Lo que implica que gestiona sus
recursos económicos, un requisito que antes señalábamos como autonomía
económica. En tal sentido, podemos señalar que el CBC tiene una sólida trayectoria
académica, no sólo en cuestiones de Lingüística quechua, sino en todas las disciplinas
que tienen como objeto de estudio el mundo andino, con el cual puede convocar a los
mejores entendidos para dirigir la labor normalizadora de la lengua. Lo que implica que
esta institución se equipara al IEC con respecto al catalán. Sin embargo, conviene
mencionar que el CBC en su seno, en el 2015, alberga la Plataforma Cusco, región
bilingüe, de la que también formamos parte, que entre otras funciones, es la de:
―Generar una propuesta de normalización del Quechua‖, con lo cual, aspira tener un
rol pronormalizador dentro de la estrategia de estandarización de esta lengua andina.
Está liderada por Jaime Pantigoso y Rufino Chuquimamani.
3.2.3.1.3 Finalmente, si el CBC, a juzgar por su peso académico, tiene el mismo perfil
del IEC, ente rector del catalán; entonces esta institución cumple con los requisitos
fundamentales para ser un órgano normalizador del quechua cusqueño. Por lo tanto,
140
http://www.cbc.org.pe/
141
http://www.cbc.org.pe/fdoedt/fondoeditorial/index.htm
244
se perfila como el mejor candidato para que a futuro se le deleguen funciones
normalizadoras de la lengua.
Todas las acciones señaladas antes son importantes para una eficiente labor
normalizadora de la lengua y que ésta pueda desarrollarse con relativa normalidad.
142
http://disde.minedu.gob.pe/gtz/ProeducaDocs/Publicaciones/El%20quechua%20en%20la%20escuela.p
df
245
quechua escrito en quechua?‖ El perfil ideal sería alcanzar este sueño que, en el
momento actual, aún es un anhelo143.
143
En el 2007, en la consultoría con UNICEF alentamos la composición de una gramática quechua en
quechua de la variedad ayacuchana con dos docentes de los I. S. P. de Huamanga y Huanta. Esperamos
que este sueño se concrete pronto.
144
En el 2009 la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO estableció los siguientes
indicadores: porcentaje de población escolar de habla materna indígena que recibe educación bilingüe
intercultural, de docentes en centros EBI que desarrollan adecuadamente currículos de educación básica
pertinentes a la propia cultura, de centros de formación docente con especialidad en EBI, de grupos
etnolingüísticos que cuentan con planes y programas educativos alternativos, de alumnos de centros EBI
que alcanza estándares nacionales en su lengua indígena y en castellano, de pueblos indígenas cuyas
Asociaciones participan en los planes y programas de EBI y número y tiraje de textos en lenguas
indígenas y en castellano como segunda lengua.
145
Sólo algunos proyectos EIB con financiamiento externo han logrado implementar la evaluación como
instrumento que contribuya a medir el mejoramiento de la calidad educativa. El proyecto “Alfabetización
Infantil y formación pedagógica en Canchis” (Cusco) de Tarea (En Montero y Valdivia 2007: 305),
informaba que en el 2007 una de sus actividades fue implementar: “Evaluación de aprendizajes en
Comunicación Integral de niños y niñas participantes en el proyecto, en quechua y castellano. Evaluación
de inicio (línea de base), intermedia y final.” En cambio, las evaluaciones censales del Ministerio de
Educación se han visto obstaculizadas en su aplicación, porque el docente cree que se evalúa su trabajo
pedagógico cuyos resultados podrían terminar por condicionar su estabilidad laboral.
146
La mayoría de proyectos y programas impulsan los Grupos de Interaprendizaje (GIAs), formalizados
por el Ministerio de Educación.
246
carencia, resulta relevante componer un material lexicográfico de corte pronormativo y
de fácil uso, tal y como está concebido el futuro DUQUE.
3.3 El quechua es la lengua con la ortografía más caótica del mundo y es el que más
espanta a sus usuarios con su diversidad de inventarios alfabéticos. Y dado que el
inventario alfabético es el centro de la ortografía de la lengua, en la obra lexicográfica
rige el orden de las entradas de la nomenclatura. Junto con la ortografía juegan un
papel preponderante en la organización de la nomenclatura de un diccionario. En tal
sentido, en esta tercera parte abordaremos estas dos cuestiones controvertidas en
esta lengua andina.
247
En general, normalizar la lengua supone alcanzar un amplio consenso en su
uniformización. En tal sentido, el impulso de la EIB en las tres últimas décadas del
siglo XX ha derivado en un esfuerzo por alcanzar un consenso en el inventario
alfabético para la lengua.
248
de la adquisición del castellano como segunda lengua (cf. Büttner 1986: 197), cuando
no de otras lenguas. En tal sentido, los docentes de EIB se inclinan por uno u otro
inventario alfabético. Al respecto, Büttner (1986: 198 – 199) señala que:
Los docentes se inclinan por tal opción con la intensión de solucionar problemas de
interferencia lingüística de sus alumnos conocidos como ―motoseo‖ o motosidad,
aunque en su mayoría no lograron tal propósito.
Sin embargo, dada la necesidad de contar con un inventario alfabético uniforme, los
encargados de la normalización deben tomar en cuenta también otros factores
extralingüísticos como el político, social, económico y cultural que, eventualmente o
sostenidamente, pueden intervenir en la estandarización de la lengua.
249
alófonos [e] y [o] que tiene una representación grafémica como si de fonemas se
tratasen. En tal sentido, el inventario alfabético refleja ―un tratamiento similar al
castellano. Además, corresponden a ciertos automatismos de lectura, adquiridos ya
por la persona bilingüe en castellano‖ (Büttner 1986: 197). Lo que implica que padece
de inconsistencias que no favorecen su eficacia en el proceso de normalización de la
lengua.
149
En el caso de Bol. rige el D. S. Nº 20227 (1984, Bolivia), oficialización del alfabeto quechua (sistema
trivocálico. Se diferencia del cusqueño por el uso de la <j> en reemplazo de la <h> cusqueña.
Corresponde a esta ortografía el DiS (1998).
250
variadas funciones culturales y sociales que han de desempeñar los sistemas de
escritura. El ideal representado por el propósito de que cada símbolo ha de
corresponderle un único sonido es imprescindible en la ciencia, pero no ha
constituido nunca la base fundamental y única de las escrituras, dado que, en la
mayoría de los casos… la escritura es algo muy distinto de una simple
transcripción del habla.
3.3.1.1.5 De otra parte, la práctica nos dicta que el hecho que un inventario alfabético
tenga un respaldo legal o se conciba en congresos internacionales no garantiza en lo
absoluto que los usuarios lo reconozcan como legítimo para la lengua o variedad que
hablan. De tal suerte que prevalen varias versiones de inventarios alfabéticos del
quechua que no necesariamente guardan los criterios elementales de selección en el
proceso de normalización. En tal sentido, la formulación y aprobación de un inventario
alfabético debe buscar el consenso entre todos los actores de la lengua. En este
sentido, Yolanda Nieves Payano150, con relación al consenso alcanzado en el
inventario alfabético del jacaru, revela que: ―El [inventario de] alfabeto lo
consensuamos en el 2007, pero la normalización del alfabeto se dio en el 2011. Ese
fue un esfuerzo conjunto. Trabajamos muy duro, la población y las autoridades‖. Y
dichos consensos no necesariamente se dan en congresos internacionales como lo
ocurrido en el Congreso Mundial del Idioma Quechua celebrado en Cusco en
noviembre del 2013 en donde las normas se aprobaron por mayoría de votos de todos
los asistentes, donde no había un solo experto de reconocida trayectoria, sistema
supuestamente democrático que no era otra que la estrategia de los congresos de
alguna federación cuando se tiene que decidir una huelga o protesta contra el
gobierno.
150
http://elcomercio.pe/actualidad/1667900/noticia-guardiana-jaqaru-lengua-hablada-menos-600-
peruanos (consulta 03/12/2013).
251
entonces es razonable que el quechua cusqueño recoja como parte de su inventario
alfabético este grafema. Por lo tanto, con la inclusión del grafema <sh> en el quechua
cusqueño se estaría modernizando la normalización de este dialecto.
252
Instituto de Idiomas de los PP. Maryknoll, Cochabamba, y también por la Sociedad
Bíblica Boliviana…
Todo parece indicar que los lexicógrafos están para satisfacer las demandas de los
participantes de los congresos. En este sentido, Rosat (2004: VIII-IX), al presentar su
material lexicográfico, manifiesta: ―intenté dar una respuesta práctica a un anhelo muy
sentido y expresado por los 500 participantes en el II Congreso Mundial de la Lengua
Quechua celebrado en Cochabamba en octubre de 2002‖. Sin embargo, ni siquiera
esta norma aprobada por el medio millar de participantes del congreso citado se
respeta fidedignamente. Al respecto, Lara (2001: 48), al referirse al inventario
alfabético de 1954, afirma que: ―Este sistema de escritura dista mucho de ser perfecto;
pero de todos modos ya es una columna que puede servirnos de apoyo y nosotros lo
hemos adoptado desde cuando tuvimos conocimiento de él, con pocas y ligeras
modificaciones‖. Aunque tal adopción siempre va acompañada de modificaciones que,
a entender de los lexicógrafos, son ligeras. En tal sentido, no son adhesiones
fidedignas.
3.3.1.2.3 Cada lexicógrafo introduce sus propias modificaciones al inventario que sigue
o adopta. De tal suerte, la arbitrariedad en los inventarios alfabéticos de los materiales
lexicográficos es alta. El lema parece ser: ―elija el [inventario de] alfabeto a su medida
y gusto‖ (Llanto 2003: 66). Por ejemplo, el DiQH (2001) y el DACJAC (2003) se
compusieron con el inventario alfabético del III Congreso Indigenista Interamericano de
La Paz (1954, Perú y Bolivia) de un sistema pentavocálico. El DiQH (2001), opta por
las vocales <ë> y <ö> con diéresis y la <sh‘> apostrofada como equivalente de la
oclusiva aspirada palatal <chh>; en tanto que el DACJAC (2003) emplea el oclusivo
aspirado palatal151 <sch> y cinco vocales en lugar de tres. Mientras que el lote de
materiales lexicográficos de 1976, entre ellos el DiC (1976) y el DiSAM (1976) están
elaboradas en el inventario alfabético reconocida por la Resolución Ministerial Nº
4023-75-ED y oficializado por el Decreto Ley 21156 (1975, Perú) de un sistema
pentavocálico. En tal sentido, es en el marco de estos dispositivos que en 1976 salen
a luz seis materiales lexicográficos bilingües en igual número de dialectos del quechua
en un sistema pentavocálico. Fueron encargados por el Ministerio de Educación,
estuvieron coordinados por el prestigioso lingüista Alberto Escobar y se editaron por el
Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en Lima. El propósito era acostumbrar al usuario
en ―el uso del alfabeto oficial y las convenciones de escritura‖ (Escobar 1976b: 16) de
la lengua. Además, también, la norma alentó otras iniciativas particulares. Al respecto,
Taylor (2006. 9), con motivo de su obra lexicográfica, confiesa que:
151
En JCP (1993: 45) se representa /chh/.
253
En 1979 publiqué el Diccionario normalizado y comparativo quechua:
Chachapoyas – Lamas. El origen de este trabajo fue un compromiso asumido con
los maestros de la comunidad de La Jalca, provincia de Chachapoyas, después de
la oficialización del quechua en 1975.
254
materiales lexicográficos, al final, termina por causar una catástrofe ortográfica en la
nomenclatura de las obras lexicográficas. Los intentos por resolver este problema han
tenido resultados modestos, en el mejor de los casos.
quién supiere leer bien según la fuerza y sonido de cada letra sabrá pronunciar
bien si lo escrito llevare las letras que la ortografía pide: y ese mismo saber leer
bien será causa que uno pronuncie mal si la ortografía faltare.
El lexicógrafo del siglo XVII observa que entre letra y sonido hay una correlación
biunívoca de acuerdo a la buena o mala ortografía, además de la buena o mala
pronunciación del usuario.
3.3.2.1.1.2 En tal sentido, nosotros entendemos por ortografía según la concepción del
DEM152: ―La ortografía es un conjunto de reglas que establecen cuál es la forma
correcta de representar los sonidos o fonemas de una lengua por medio de letras‖. De
acuerdo a esta definición se halla que el quechua se ha normado bajo la R. M. N°
1218-85-ED. En esta disposición se abordan las normas ortográficas a seguir en esta
lengua andina. En tal perspectiva, en adelante analizamos el problema de la anarquía
ortográfica y la disposición sobre las reglas ortográficas.
3.3.2.1.2 Un problema serio que tiene el quechua actual es la falta de una ortografía
estandarizada (cf. Sichra 2003: 31), más bien se caracteriza por su anarquía
ortográfica.
152
http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/0045-56DEMReglas.pdf
255
3.3.2.1.2.1 La anarquía ortográfica es un gravísimo problema que golpea
profundamente a la lengua. Al respecto, Powers (1983) señalaba que: ―ni siquiera se
tiene una ortografía estandarizada aceptada del quechua‖. La cultura de la escritura
caótica de la lengua tiene su máxima expresión en las obras lexicográficas. Y esta ha
sido una de las patologías más crónicas en la normalización de la lengua. Sus
consecuencias han sido devastadoras en la misma. Por una parte, los usuarios
alfabetizados en castellano han hallado la excusa perfecta para no producir textos
escritos en la lengua; por otra, se produjo una fuga masiva de los usuarios en cuanto a
producir textos escritos. Además, también ha generado la caída del desarrollo de la
lengua.
256
de haberse codificado con las reglas ortográficas del latín153: ―La ortografía del español
tuvo su origen en la escritura romana de la lengua latina, del mismo modo en que la propia
lengua española fue resultado de una evolución del latín hace más de mil años‖. Hecho
lingüístico del que eran conscientes los lexicógrafos del quechua de la época. En esta
perspectiva, Bertonio ([1612] 2006: 32) justifica la práctica en el aimara con los
antecedentes del italiano y el español, afirma que: ―no es nuevo hacer esto, la lengua
italiana y española usan de las mismas letras que la latina y para sus pronunciaciones
particulares duplican las letras latinas o las acompañan con otras‖. Estas
adecuaciones particulares respondían a la dificultad de su aplicación a las lenguas
europeas modernas. A respecto, Moreno Cabrera (2005: 40) afirma que:
El origen de todo esto proviene del hecho de que el alfabeto romano, que se utilizó
para transcribir las lenguas europeas occidentales… no disponía de letras para
determinados sonidos que aparecen en las lenguas europeas modernas, pero que
no eran pertinentes o funcionales en el propio latín clásico.
En el caso del quechua cusqueño tuvieron que enfrentar serios problemas con los
sonidos aspirados y glotalizados, que muchas veces se resolvieron con letras dobles.
como acontece también en la lengua española, que tampoco tiene la firmeza que
conviene que aún en los libros impresos hay grande variedad en la ortografía
como puede verse en las obras del Padre Fray Luis de Granada y del P.P. de
Ribadeneyra y en otros que varían en hartas cosas unas de otras con ser
hombres, tan doctos, porque unos escriben hazeys otros haceis, unos consciencia
otros conciencia, unos charidad otros caridad &c.‖ [El subrayado es nuestro].
153
http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/0045-56DEMReglas.pdf
154
http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/0045-56DEMReglas.pdf
257
En tal sentido, las dudas ortográficas de los lexicógrafos del Siglo de Oro se
heredarán, incluso, a los del siglo XX, tanto en el quechua como en el español. Al
respecto, Calvo (2009: XLI) afirma que:
3.3.2.1.3.1 Uno de los primeros principios que se puede deducir es aquella referida a
la relación que existe entre la complejidad de la estandarización y la dificultad de
establecimiento de una norma ortográfica:
258
Lo que implica que existe una correlación entre la diversidad de inventarios alfabéticos
y la anarquía de la ortografía en el quechua. A continuación examinamos la norma
ortográfica vigente en la lengua.
(43)
(44)
259
3.3.2.1.4.1.2 A la forma simplificada de los hablantes que emplean en su comunicación
cotidiana, la disposición habla sobre la supresión bajo el fenómeno fonológico de la
asimilación. Aquí ocurre con la monoptongación. El fenómeno pasa en la mayoría de
dialectos actuales del quechua. Al respecto, Quesada, Pariona y Conde (2007: 580)
refieren que: ―En el proceso de monoptongación se observa que el cambio se ha
difundido en diferentes áreas del quechua, las cuales presentan diferentes grados de
desarrollo y diferentes etapas‖. Por ejemplo, se observa que es frecuente el proceso
de monoptongación (ii>i; iy>i) de segmentos homorgánicos concurrentes (/i#i/; /i#y/) en
frontera morfémica. Ocurre también en ‗primera persona posesora‘ –yni del quechua
del Pastaza, ‗segunda persona‘ –yki del quechua de Junín, Áncash y Cajamarca, y en
ambos marcadores en el quechua de San Martín que resultan –ni y –ki,
respectivamente. Tenemos en el quechua de Áncash: maki-ki ‗tu mano‘, yawar-ni-ki
‗tu sangre‘, raqaa-ni-ki ‗tu casa en ruinas‘; en otros contextos mantiene su estructura
original (-yki): maqa-maa-na-yki ‗que me puedes pegar‘, maqa-shu-shqa-yki ‗que te
pego‘; en el quechua del Pastaza: rumi-ni ‗mi piedra‘, yawar-ni ‗mi sangre‘ frente a
uma-yni ‗mi cabeza‘. Si aplicáramos la regla ortográfica anterior a las elisiones de los
segmentos en sufijos (–ki), en muchos casos es deducible el resultado (–yki) como en
el quechua de Áncash: maki-yki ‗tu mano‘, yawar-ni-yki ‗tu sangre‘; sin embargo, en
otros casos no siempre resultará lo esperado como en el quechua del Pastaza en
*yawar-yni ‗mi sangre‘ (cf. yawar-ni155), ya que rompe la estructura canónica de la
sílaba quechua, pese a que en rumi-yni ‗mi piedra‘ sí es predecible y posible la
aplicación de la regla de forma automática. En consecuencia, la regla no es otra que
aquella hecha con una horma de criterios etimológicos, en detrimento de criterios
sincrónicos como el uso.
3.3.2.1.4.2 La segunda norma está referida al uso del acento ortográfico llamada tilde
dentro de los textos escritos. En tal sentido, se expresa del siguiente modo: ―El uso de
la tilde: Sólo cuando las palabras quechuas alteran su natural acentuación en frases
vocativas, exclamativas o enfáticas, la alteración se marcará con una tilde‖. Dado que
la lengua se caracteriza por una acentuación grave, el empleo de la tilde en el
quechua está restringido a las frases vocativas, exclamativas y enfáticas. Sin
embargo, la norma deja algunos vacíos que pasaremos a señalar.
155
En este caso, la lengua optó por la elisión de un segmento del sufijo (–ni), porque la epéntesis de –ni le
resulta más compleja en la tarea de conservar la integridad de los segmentos del sufijo (–yni): *yawar-ni-
yni „mi sangre‟.
260
3.3.2.1.4.2.1 La norma no precisa bajo qué circunstancias las palabras se convierten
en vocativas y las frases en exclamativas o enfáticas. Para aclarar este panorama
acudiremos a Cusihuamán (2001: 54) quien afirma que dicho fenómeno ocurre
cuando:
En estas tres situaciones se procede a marcar con una tilde. En tal sentido, tenemos
los siguientes ejemplos:
(45)
En tal perspectiva, las ocurrencia de (45a) Amayá ‗no pues, (45b) Manachá ‗no
seguro‘, (45c) Tapukamunkichá ‗preguntarás‘ y (45d) Turáy ‗mi hermano (de mujer)‘ se
marcan con una tilde para diferenciar la mayor fuerza de voz en la última sílaba,
puesto que la regla de acentuación canónica es en la penúltima sílaba.
3.3.2.1.4.2.3 Y reciben la tilde en la última sílaba, con lo cual tienen una acentuación
aguda en contraste a la norma canónica que es la grave; es decir, se pone el acento
ortográfico cuando el énfasis muda de la posición canónica (grave) hacia la última
sílaba (aguda). Sin embargo, tienen un valor fonético antes que fonológico, puesto que
no se emplean para diferenciar significados como suele pasar en el español, sino
apenas para dar énfasis a la entonación.
3.3.2.1.4.2.4 De otra parte, la norma tampoco señala la forma de proceder con algunos
casos especiales como: arí ‗sí‘. De igual modo, dado que la acentuación canónica de
la lengua es grave, tampoco se indica la forma de cómo proceder en caso de
préstamos del castellano con acentuación esdrújula.
261
siguiente modo: ―El uso de las letras mayúsculas y minúsculas en quechua y aimara
seguirá las normas del castellano, incluso de la escritura de las grafías dobles como
Ch, Aa, Tr, etc.‖ De la cita anterior, dentro de la práctica lexicográfica, se desprende la
siguiente cuestión, ¿en qué contexto se debe emplear el vocablo wiraqucha ‗deidad
andina‘ y ‗persona citadina‘ con mayúscula o minúscula inicial?
262
3.3.2.1.4.4 Empleo de signos de puntuación
Lo que implica que los textos quechuas harán uso de los signos de puntuación
empleados en las lenguas modernas.
3.3.2.1.4.4.1 La disposición yerra por omisión sobre los signos de puntuación. Reglas
tan elementales sobre la coma, el punto y coma, el punto, el punto y seguido, el punto
y aparte, el punto final, los puntos suspensivos, etc. son necesarios que queden
explicitadas en toda lengua en proceso de normalización.
3.3.2.1.4.5 La quinta regla ortográfica es aquella referida a los préstamos léxicos que
en la lengua se emplean. En tal perspectiva, reproducimos la cita de tal disposición:
263
De lo anterior se desprende el siguiente interrogante, ¿los extranjerismos se adecúan
a las reglas de acentuación de la lengua? Más adelante señalamos su tratamiento al
abordar sobre la nativización de los préstamos del castellano en el quechua.
3.3.2.1.5.2 La principal debilidad es que peca omisión antes que por comisión. En tal
sentido, la disposición no es nada práctica, puesto que muchos usuarios de la lengua
tampoco tienen competencias óptimas en las normas ortográficas del castellano. Así,
conocer las reglas ortográficas del español no siempre es bueno para producir textos
escritos en quechua con cánones de aquél. En tal perspectiva, una cosa es que el
usuario bilingüe tenga nociones sobre tales reglas y otra que sea competente como
para emplearlo en la producción escrita de esta lengua andina. Esto evidencia que la
disposición ha sido emitida sin mayores reflexiones; es decir, salió a la luz a carrera de
caballo, pero que en su aplicación ha tenido una parada de burro. Lo que implica que
se debe tener en cuenta que se debe seguir la recomendación de Büttner (1986: 203):
―las normas de escritura deben ser coherentes y precisas para que los usuarios de la
lengua no tropiecen a cada rato con interrogantes ortográficos cuando la quieran
escribir‖.
3.3.2.1.5.3 Finalmente, si la norma vigente peca por omisión y sólo toma en cuenta el
criterio diacrónico; entonces para componer el futuro DUQUE no es suficiente las
264
disposiciones de la R.M. N° 1218 – 85 – ED. Por lo tanto, hace falta desarrollar reglas
de ortografía más precisas y coherentes, basadas en un criterio sincrónico.
265
parte que, en las manadas de vicuñas y guanacos, tal como ocurren entre los leones,
los patricios expulsan de la tropa a los machos adolescentes, aunque esto no pase
entre las llamas y alpacas, sus otras dos primas domésticas.
―No ha[y] lugar a la diferenciación entre persona prohibida (la madre o la hermana)
y persona que prohíbe (el padre o el tío), sino que todo queda en una indiferencia
generalizada. Todo está indiferente y, por tanto, todo está permitido‖. [Ballesteros
2000: 90].
Este crimen implica ―una perturbación del orden natural de las cosas‖, en donde
―esposos e hijos, padres y hermanos a la vez‖ (Gil 1986: 97). La unión ―incestuosa del
hijo con su madre‖ es aquella ―convivencia inquietante de una unión sexual con la
propia madre‖ (Gil 1986: 89). Su impacto es terrible, incluso, en los hijos. Según, Gil
(1986: 83): ―la prole incestuosa lleva consigo siempre una tara biológica‖. Esta
―sanción‖ biológica alcanzaría también a los animales, por ejemplo
3.3.2.2.1.1b El incesto entre los incas no precisamente era una endogamia extrema de
narcisismo, sino que estaba reservado a la clase gobernante con fines de disminuir
tensiones entre la prole con derecho a la borla del Estado a la muerte del padre. En tal
perspectiva, pudo ser que sus orígenes todavía se hallen en Manco Cápac.
Puede ser significativo que el incesto, instaurado por el primer Inca, sea
considerado de manera explícita como el propio meollo de la alta sabiduría del
mítico Manco Cápac. De tal manera que, siglos más tarde, otro monarca habría de
invitar a un país a adherir al imperio sin otra condición ―… que casen sus hijos con
sus hijas…‖ Garcilaso confirma que ―se casan entre sí para que su raza no sea
mezclada‖. [Sejourne 1994: 145].
266
Dado que el rey tenía que escoger al heredero entre los hijos de su hermana,
fuera cual fuere el número de sus esposas y sin tener en cuenta el derecho de
primogenitura, el incesto pudo haber sido la forma imperial de la estructura
matrilineal.
Lo que implica que este tipo de incesto estaba impuesto por la sociedad, es decir, por
las panacas a fin de mantener el poder. Al respecto, Cáceres (2011: 177) señala que:
―La relación coital entre hermanos creo que tiene un condicionante
predominantemente social‖. De aquí que este tipo de incesto fraterno entre los incas
se practicó con la finalidad de restringir el acceso a la herencia de la regencia del
Estado. A este respecto, Sejourne (1994: 146) concluye que:
Cieza de León especifica que, a pesar de que el futuro rey no podía casarse no
podía casarse más que con la hija legítima de sus propios padres, cierta
independencia estaba prevista para la pareja, puesto que estaba estipulado que,
en el caso de que la hermana tuviera un hijo de otro hombre, sería este hijo el
heredero del trono y no los que el soberano hubiera podido tener en otras
relaciones.
Sin duda el teatro ha sido siempre el espejo de la vida. Los grandes autores de
obras teatrales han penetrado con profundidad y extensión en las entrañas del
alma humana y las han proyectado con frecuencia ampliando en el escenario, los
laberintos de los que está construido el ser humano.
El máximo exponente del teatro griego será Sófocles con su obra Edipo rey. Además
del incesto, expone otros crímenes humanos: ―La tragedia de Sófocles describe varios
crímenes: filicidio cometido por los reyes Layo y Yocasta, parricidio de Layo por Edipo;
incesto de Edipo con Yocasta y matricidio de Yocasta y Edipo‖ (Cáceres 2011: 172).
267
35) afirma que: ―los Buendía llevan muchos años (de sesenta a ochenta) (6) de
incestos y casi incestos, de muertes y fantasmas, de repeticiones y casi repeticiones
de nombres y rasgos genéticos‖.
3.3.2.2.1.1e Desde la perspectiva legal, según países, unas reglas son más rígidas
que otras. Al respecto, Cáceres (2011: 177) manifiesta que: ―el aspecto criminal que
sancionan las leyes en la práctica sexual placentera o reproductiva, está relacionada
en especial con el coito padres-hijos, abuelos-nietos, y menos entre hermanos‖. En
algunos casos, concluye el especialista, que ―las leyes son tan draconianas que con
frecuencia exageran sus penas cuando las edades cronológicas no son tan
diferenciadas y, sobre todo, cuando no se considera la madurez corporal ni el
desarrollo sexual‖ (Cáceres 2011: 178).
3.3.2.2.1.1f Desde una óptica moral, abordaremos el incesto desde un relato bíblico.
En Génesis 19, 30 – 38 se expone la historia de Lot y sus hijas. En el relato, según
Revilla (2007: 261 – 262):
268
las hijas de Lot no sólo realizan el coito con su padre, acción nefanda ya en su
tiempo, sino que llegan a ella mediante fría premeditación, pactando ambas
cuando la ejecutará cada una y habiendo empleado un recurso artero:
emborrachando previamente a Lot, por suponer que en estado lúcido se hubiera
negado a su plan.
Pero la pregunta es, ¿a qué pueblo(s) intentó Israel humillar? La respuesta nos lo
proporciona el mismo Revilla (2007: 262): ―En el seno de Israel se habría concebido
este modo refinado de venganza contra las incursiones, saqueos y vejaciones a que
debió verse sometido, durante un periodo determinado de su historia, por parte de los
moabitas y los bene-amón‖. El mismo especialista señala que:
La intención del relato se remata en los últimos versículos: ―Parió la mayor un hijo,
a quien llamó Moab. Éste es el padre de Moab hasta hoy‖ (19,37). ―También la
menor parió un hijo, a quien llamó Ben Ammi, que es el padre de los Bene-Amón
de hoy‖ (19, 38). Son los nombres de sendos pueblos enemigos de Israel. [Revilla
2007: 262].
En tal sentido, el mensaje para estos pueblos era claro: ―El mito de las hijas de Lot
equivale a algo peor que llamarles ―hijos de puta‖: les pone narrativamente ante los
ojos que sus madres respectivas se habían conducido, efectivamente, peor que putas‖
(Revilla 2007: 262). En consecuencia, a través de esta narración: ―El enemigo procura
socavar la moral del contrario intentando persuadirle de sus orígenes vergonzosos
que, según la mentalidad imperante, no podían sino contaminar a todos los
descendientes habidos de un origen tan vil‖ (Revilla 2007: 262).
269
3.3.2.2.1.2a El problema de la ortografía caótica en la lengua está tan enraizada como
el incesto en los albores de la humanidad. Quien quiera que haya escuchado alguna
historia de incesto de algún conocido, lo primero que pretende es salir corriendo de
este tipo de charla. De igual modo, en el desorden ortográfico, como en el desorden
moral, tiende a huir de la tensión y su falta de eficacia en la comprensión o producción
de textos es altísima. En una situación de caos como la que se halla en el quechua
genera un estado de confusión o estado de alteración en los usuarios como el mismo
impacto que genera un incesto en nuestro espíritu. Ante una crisis de estas
proporciones, probablemente ningún usuario quiera animarse a producir un texto o
pueda comprender los textos que lee con relativa facilidad.
270
moneda corriente. En la humanidad actual, el incesto es un retorno a sus orígenes. De
igual, en la lengua actual, el caos ortográfico es un regreso a los orígenes de la
codificación de la lengua, es decir, a los siglos XVI y XVII. Y todos aquellos usuarios y
especialistas que insisten en codificar la lengua con una ortografía caótica no hacen
sino ocultar sus deseos de meterse a la cama con sus madres.
3.3.2.2.2.1 Un primer factor es la arbitrariedad con que cada autor selecciona las
reglas ortográficas. La falta de un órgano con solvencia académica que rija la lengua
genera una dispersión en las normas ortográficas.
271
eso se suma la arbitrariedad con que se asumen dichas normas156: ―La relación entre
un fonema y una letra es, en principio, arbitraria, puesto que no hay ninguna razón
lingüística que la determine‖. En esta dirección, Albó157 concluye que: ―no puede
hablarse de una total uniformización. Sigue habiendo un mayor o menor grado de
anarquía en unos casos, o de resistencia o perseverancia en los usos adquiridos, en
otros‖. La respuesta a este problema es claro: Es simplemente porque no hay un
órgano académico con suficiente solvencia que rija los destinos de la lengua.
156
http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/0045-56DEMReglas.pdf
157
http://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Indiana/Indiana_11/IND_11_Albo.pdf
272
b) inseguridad en los usuarios
Dicha causa, no sólo es de larga data, sino que es la que ha generado los debates en
torno a las reglas ortográficas de la lengua en los últimos tiempos.
3.3.2.2.2.3a Desde épocas muy tempranas la diversidad dialectal fue la causa que
afectó la codificación del léxico. En tal sentido, la amplia dispersión dialectológica que
caracterizaba a la lengua ya se había entendido en el Siglo de Oro. A este respecto,
fray Domingo de Santo Tomás (1560: vii) expone el problema del siguiente modo:
A este respecto, el mismo fray Domingo de Santo Tomás (1560: vii) explica el
problema y su consecuente solución:
Lo que implicó que el lexicógrafo debió optar por normalizar una forma. La misma que
fue la ―mas (sic) comun (sic)‖, como afirma el lexicógrafo. Como se puede observar,
desde épocas muy tempranas la diversidad dialectal fue un problema lexicográfico al
273
momento de la codificación del léxico. En esta orientación, Itier (1992: 1015) afirma
que:
En tal sentido, con toda seguridad, se puede afirmar que la causa de la fragmentación
dialectal de la lengua trajo como efectos que se correlacionan:
274
tanto, urge poner coto a la práctica de la dispersión ortográfica que, los lexicógrafos
amparados en la facultad de imponer arbitrariamente una regla, están generando un
caos ortográfico en la lengua, con el riesgo de romper la delicada normalización
emprendida en esta lengua andina.
275
la lengua indígena y la composición de gramáticas y vocabularios por parte de
los frailes.
3. En el apartado (§3.1.1.2.2.4) se concluye que si Lima, Cusco y Juli
constituyeron los centros de aprendizaje de las lenguas indígenas generales;
entonces las tres ciudades fueron escuelas que difundieron las lenguas nativas
del hemisferio sur. Por lo tanto, las políticas lingüísticas conciliares se
sustentaban en escuelas de aprendizaje de lenguas indígenas en los
conventos de tres principales ciudades del país: Lima, Cusco y Juli.
4. En el parágrafo (§3.1.2.2.3) concluimos que si el déficit de curas con manejo de
la lengua indígena y la rebelión de Túpac Amaru II animaron para la
implantación de una política lingüística a favor de la castellanización; entonces
esta decisión acentuó la extinción de variedades dialectales como el yunga
debido a la castellanización de la costa. Por lo tanto, este tipo de política
lingüística actuó en detrimento del quechua y del resto de las lenguas
indígenas de la costa norte.
5. En el apartado (§3.1.3.2.1.3) se concluye que si las políticas lingüísticas se
promulgaron con el objetivo de uniformizar la lengua a nivel de dialectos;
entonces no favorecieron a los dialectos con más prestigio sociolingüístico,
entre ellos el cusqueño. Por lo tanto, dichas normas no alcanzaron el consenso
por lo que no tuvieron el éxito deseado por sus promotores.
6. En el parágrafo (§3.1.4.1.7) concluimos que si el texto del artículo 48° da un
estatus preferencial al castellano, en tanto al quechua y aimara los relega a un
segundo plano y omite por completo a las lenguas amazónicas; entonces su
redacción establece tres categorías de lenguas, por lo que la oficialidad de las
lenguas del segundo y tercer grupos no está del todo claras. Por lo tanto, urge
reformular el texto del artículo 48° de la Constitución Política de 1993 de
acuerdo al modelo propuesto.
7. En el apartado (§3.1.4.5) se concluye que si en la política lingüística la
diversidad lingüística ha sido concebida como una realidad de bilingüismo;
entonces como solución al problema se aplicó un medicamento anticuado para
una enfermedad complicada, lo que implica que los defectos de la política
lingüística de bilingüismo no responden a la realidad multilingüe del país. Por lo
tanto, urge modificar las leyes referidas a las lenguas indígenas del país.
8. En el parágrafo (§3.2.1.1.1.13) concluimos que si doce problemas condicionan
una eficiente normalización en una lengua minoritaria; entonces el quechua,
como este tipo de lengua, comparte estos problemas en su proceso de
276
estandarización. Por lo tanto, todos los problemas de normalización que
aquejan a una lengua minoritaria también afectan a esta lengua andina.
9. En el apartado (§3.2.1.1.2.6) se concluye que si se selecciona el dialecto más
apropiado de una lengua que representa la norma; entonces una lengua
normalizada cumplirá adecuadamente la función unificadora. Por lo tanto, la
normalización en el quechua implicará seleccionar apropiadamente el dialecto
más representativo de la norma en los ámbitos léxico y gramatical.
10. En el parágrafo (§3.2.1.2.2.8) concluimos que si en el proceso de
normalización de la lengua general se optó por la norma histórica encarnada en
un dialecto del pasado (s. XVI y XVII); entonces la norma actúa en detrimento
del dialecto más actual, con mayor prestigio sociolingüístico y mayor número
de hablantes. Por lo tanto, la selección del dialecto que represente la norma no
debería ser el más arcaico, sino el más innovado.
11. En el apartado (§3.2.1.2.3.5) se concluye que si el quechua cusqueño de los
siglos XVI y XVII no es absolutamente igual al del siglo XXI; entonces su
normalización en el presente debe responder a los rasgos atípicos y
sincrónicos que caracterizan al cusqueño. Por lo tanto, la estandarización de
esta variedad en el presente siglo se debe fundamentar más en criterios
sincrónicos como en indicadores sociolingüísticos de uso actual.
12. En el parágrafo (§3.2.1.2.4.5) concluimos que si el fenómeno del debate del
número de las vocales se explica por la figura de la tensión de las guerras
fratricidas de la época de los incas; entonces la intención de fondo de cada
facción es la pugna por acceder a la borla de la regencia de la lengua en
materia de normalización. Por lo tanto, toda discusión sobre el número de
vocales para la codificación es inútil y parasitaria para el verdadero desarrollo
de la lengua.
13. En el apartado (§3.2.2.1.8) se concluye que si el MINEDU ha concentrado
funciones de legislación y ejecución en materia de normalización de lenguas
indígenas; entonces refleja el viejo molde político de Estado-Nación de la
estandarización seguida por el castellano. Por lo tanto, sus esfuerzos para que
la escuela enseñe la lengua indígena fueron nimios y tampoco promovió su uso
entre los funcionarios en el ámbito público.
14. En el parágrafo (§3.2.2.2.8) concluimos que si en la función normalizadora el
MINEDU carece de credibilidad social y la AMLQ tiene un limitado peso
académico; entonces sus roles de ambos organismos en el papel de
preservación y desarrollo de la lengua han sido débiles, más aún se han
enfrascado en una rivalidad irreconciliable. Por lo tanto, para el quechua
277
cusqueño se debe asignar funciones a un nuevo ente que goce de prestigio
social y académico para la tarea normalizadora de la lengua (cusqueña) con la
intención de construir una identidad lingüística propia en los usuarios.
15. En el apartado (§3.2.2.3.5) se concluye que si se pretende que las normas
lingüísticas del órgano normalizador del quechua tengan alcance en el ámbito
público y privado; entonces dicho organismo debe tener rango político y
administrativo. Por lo tanto, su jurisdicción deberá ser supradialectal,
suprarregional y suprasectorial.
16. En el parágrafo (§3.2.3.1.3) concluimos que si el CBC, a juzgar por su peso
académico, tiene el mismo perfil del IEC, ente rector del catalán; entonces esta
institución cumple con los requisitos fundamentales para ser un órgano
normalizador del quechua cusqueño. Por lo tanto, se perfila como el mejor
candidato para que a futuro se le deleguen funciones normalizadoras de la
lengua.
17. En el apartado (§3.2.3.2.4) se concluye que si aún quedan muchas tareas
pendientes en el ámbito lingüístico y pedagógico en la normalización de la
lengua; entonces la composición de un diccionario de la lengua de corte
escolar que sea útil para la enseñanza del quechua (diccionario monolingüe),
cuando no del castellano (diccionario bilingüe), tanto para maestros como para
estudiantes, es de vital importancia. Por lo tanto, debido a esta carencia,
resulta relevante componer un material lexicográfico de corte pronormativo y de
fácil uso, tal y como está concebido el futuro DUQUE.
18. En el parágrafo (§3.3.1.1.6) concluimos que si el inventario alfabético del
quechua general establecido en la R. M. N° 1218-85-ED reconoce el dígrafo
<sh> para el quechua de Cajamarca; entonces es razonable que el quechua
cusqueño recoja como parte de su inventario alfabético este grafema. Por lo
tanto, con la inclusión del grafema <sh> en el quechua cusqueño se estaría
modernizando la normalización de este dialecto.
19. En el apartado (§3.3.1.2.5) se concluye que si la elección del inventario
alfabético depende de la convicción del lexicógrafo, de que si está a favor de
uno u otro inventario o de su imposición de uno a su medida y gusto; entonces
no emplean en la confección de sus obras un inventario alfabético que tenga
soporte lingüístico y legal que facilite el aprendizaje de la lengua. Por lo tanto,
la elección del inventario alfabético en la composición de obras lexicográficas
es eminentemente arbitraria en el quechua.
20. En el parágrafo (§3.3.2.1.2.3) concluimos que si la ortografía castellana del
siglo XVI apenas empieza a cuajarse; entonces los frailes lexicógrafos
278
adaptaron al quechua una ortografía castellana que no estaba debidamente
asentada. Por lo tanto, es natural pensar que la ortografía quechua actual tiene
los mismos defectos y debilidades que la del castellano del siglo XVI.
21. En el apartado (§3.3.2.2.2.5) se concluye que si la norma ortográfica en el
quechua es un reflejo de inseguridades y arbitrariedades de los lexicógrafos a
la hora de componer sus obras; entonces la anarquía ortográfica es un riesgo
que atenta contra su desarrollo. Por lo tanto, urge poner coto a la práctica de la
dispersión ortográfica que, los lexicógrafos amparados en la facultad de
imponer arbitrariamente una regla, están generando un caos ortográfico en la
lengua, con el riesgo de romper la delicada normalización emprendida en esta
lengua andina.
22. En el parágrafo (§3.3.2.1.5.3) concluimos que si la norma vigente peca por
omisión y sólo toma en cuenta el criterio diacrónico; entonces para componer el
futuro DUQUE no es suficiente las disposiciones de la R.M. N° 1218 – 85 – ED.
Por lo tanto, hace falta desarrollar reglas de ortografía más precisas y
coherentes, basadas en un criterio sincrónico.
279
280
CAPÍTULO IV
en castellano y en quechua.‖
4.0 Introducción
281
atención en el análisis y reflexión de la evolución de la Lexicografía quechua desde su
nacimiento hasta la actualidad. En esta historia se identifican cuatro periodos, como
cuatro fueron los míticos fundadores del Cusco, los hermanos Ayar. Es decir,
abordaremos sobre su periodificación que inicia con su nacimiento en 1560 al
publicarse el Vocabulario de Domingo de Santo Tomás y abarca hasta el
alumbramiento del Nuevo Diccionario (2009) de Calvo. Sin embargo, las constantes
interrupciones de la producción lexicográfica, desde sus inicios hasta la actualidad,
limitaron su rápida evolución. En este sentido, Calvo (2009: XXXIII) refiere que: ―La
ausencia, en quechua, de una sucesión natural de desarrollos lexicográficos, haciendo
de cada diccionario una experiencia aislada‖, lo cual ―impide su desarrollo‖ (Calvo,
comunicación personal). Pese a esta dificultad, es posible establecer una
periodificación relativa de su pálido desarrollo. En tal sentido, en este cuarto capítulo
examinamos la práctica lexicográfica y cómo se desarrolló condicionada por sucesos
históricos, sociales, políticos, lingüísticos, religiosos y didácticos que rodearon la
práctica lexicográfica en esta lengua andina (cf. Lara 2004: 98): la influencia de Nebrija
y la teoría y metodología de la Lexicografía hispánica; la recepción que han tenido por
parte de los usuarios; las motivaciones declaradas por sus compositores; las
motivaciones nacionalistas que las impulsaron a componerlas; el contraste de obras
dialectales; sus valores morales y sus sesgos religiosos, etc. El examen de la práctica
lexicográfica del pasado resulta ser un legado lexicográfico y una lección para
componer a futuro el DUQUE. En tal sentido, este capítulo está dividido en cuatro
partes: (§4.1) Periodo del Siglo de Oro, (§4.2) Periodo de la Decadencia, (§4.3)
Periodo del Siglo de las Luces, y (§4.4) Periodo Contemporáneo.
282
4.0.3 En la tercera parte estudiamos el periodo del Siglo de las Luces que cuenta con
cuatro secciones. La primera sección trata sobre las dos etapas: la de la Reapertura y
la de la Consolidación. La segunda sección aborda sobre la caracterización de la
Lexicografía del Siglo de la Luces. En la tercera sección se analiza los problemas de la
Lexicografía quechua. En la cuarta sección se reseñan dos producciones
lexicográficas: el Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998) y la Colección de obras
lexicográficas de 1976.
4.1 El Siglo de Oro es el primer periodo lexicográfico que comprende entre la segunda
mitad del siglo XVI y primera mitad del XVII. Según Calvo (2001: 33), abarcaría entre
1560 y 1650. Este periodo se enmarca dentro del espacio temporal de la Lingüística
Misionera. Al respecto, Acero (2012: 175) señala que:
283
Lexicografía quechua, en particular, se debería a una serie de condicionamientos.
Aunque hay varias posiciones al respecto, pero al menos primaron las condiciones
lingüísticas, políticas, culturales y tecnológicas. Según Hernández (2006), se debería a
condicionantes de tipo político y sociocultural de la época:
Por otro lado, en el marco del Tercer Concilio Limense se genera en Lima un ambiente
cultural y lingüístico propicio para emprender la tarea lexicográfica en lenguas
indígenas. Frailes de diferentes órdenes venidos del vasto territorio del Virreinato del
Perú confluyeron en la capital virreinal. Venían con dominio de lenguas indígenas
diversas e iniciaron el intercambio cultural en el terreno lingüístico como lexicográfico.
Según Porras Barrenechea (1952: 7): ―En el convento máximo de los jesuitas funciona
esta academia de lenguas indígenas en la que participan los mejores lenguaraces
criollos y españoles venidos de todo el Perú‖. Entre ellos destacan: Cristóbal de
Molina, cura español de los Remedios del Cuzco; el mestizo y cuzqueño Francisco
284
Carrasco, el mejor intérprete de la lengua; el cuzqueño Diego de Alcobaza, mestizo
condiscípulo del inca Garcilaso; Juan de Balboa, catedrático del quechua de la
Universidad de San Marcos; los jesuitas Alonso de Barzana, experto en puquina, y el
criollo Blas Valera, autor de la perdida Historia de los Incas (cf. Porras Barrenechea
1952: 7). Además, según Porras Barrenechea (1952): ―El conocimiento de la lengua
indígena se extiende por la incesante propaganda apostólica y la curiosidad de la
primera generación criolla‖. Los frailes lingüistas y lexicógrafos venidos del vasto
territorio del Virreinato del Perú interactúan en la vida cultural con miembros de las
diferentes órdenes religiosas. En este sentido, Porras Barrenechea (1952) sostiene
que:
Son quechuistas por esta época los prelados como Santo Tomás, Mogrovejo y
Gregorio Montalvo, Obispo del Cuzco, frailes y canónigos como el Arcediano
Hernando Álvarez, el presbítero Alonso Martínez, los canónigos de Lima, Pedro
Mexia y Juan de Balbóa, el agustino Martínez Ormaechea, el mercedario Melchor
Fernández, autor de unas Anotaciones y de interpretaciones de oraciones
antiguas, derribador de huacas y catequizador del Inca Sayri Tupac.
[http://www.runasimipi.org].
Y es que el interés por el estudio no sólo era por aquellas lenguas más generales, sino
también por las lenguas particulares. Al respecto, Porras Barrenechea (1952: 9) afirma
que:
En el Norte del Perú, en los curatos y conventos de la costa floreció otra corriente
interesante de captación de los dialectos yungas: Fray Pedro de Aparicio compuso
un Arte y Vocabulario en lengua chimú, Fray Benito de la Jarandilla aprendió la
lengua de los indios pescadores de Chicama, el presbítero Roque de Cejuela, cura
de Lambayeque, preparó un catecismo en lengua yunga y castellana, el
franciscano Fray Luis de Bolaños, el cura de Jayanca Alonso Núñez de San
Pedro, y Fray Juan de Caxixa, argentino, traspusieron al yunga catecismos y
pláticas, himnos, oraciones y salmos.
De otra parte, entre la segunda mitad del siglo XVI y primera mitad del XVII se verifica
la ―existencia de una élite religiosa muy meritoria y, en ciertos casos, con una
preparación intelectual poco común‖ (Leuridan 1997: 12). Al respecto, Porras
Barrenechea (1952) nos ilustra el panorama cultural en esta centuria:
285
Durante el siglo XVII continúa la labor doctrinera en quechua y la didáctica de la
lengua en nuevos rituales católicos, catecismos y sermones que se adornan de
elegancia barroca. La ausencia de nuevos vocabularios demuestra la eficacia y
uso constante de los de González Holguín y Torres Rubio.
[http://www.runasimipi.org].
En ese sentido, en el siglo XVII las condiciones culturales eran propicias para alcanzar
logros importantes en cuestiones lingüísticas y lexicográficas. Lo que es evidente que
los religiosos de este siglo son ávidos consumidores de materiales lexicográficos, ya
sean de lenguas clásicas, modernas europeas o indígenas de tierras sudamericanas.
En esta perspectiva, Hampe (1991)158 refiere sobre los repertorios lexicográficos
catalogados en la biblioteca del cura Avila en el siglo XVII:
Lo que implica que los frailes dedicados al estudio de la lengua eran consultores
cotidianos de las diferentes obras lexicográficas que la tarea de la evangelización les
demandaba. De igual modo también se evidencia que en los catálogos de los libreros
de la época se registraba un buen caudal de ejemplares lexicográficos. Al respecto,
Hampe (1991) afirma que:
Lima, 1651. Inventario y almoneda de los libros que quedaron por muerte del
comerciante Tomás Gutiérrez de Cisneros, incluyendo tanto los que estaban en su
tienda de Lima como las 30 cajas de libros provenientes de España que fueron
depositadas en El Callao. Contiene 57 ejemplares de obras lexicográficas.
Si lo presentamos en términos de oferta y demanda, los datos nos muestran que hubo
disponibilidad para su adquisición, lo que implica que sí hubo una buena demanda
para su comercialización.
158
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
286
creó grandes dificultades y atrasos en su publicación (cf. Zamora 2012: 103), más aún
en los primeros. Al respecto, Zamora (2012: 109 – 110) refiere que:
159
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
287
En este sentido, la actividad cultural, lingüística y lexicográfica es intensa a finales del
siglo XVI debido a la implementación de la imprenta. Muchos de los trabajos que se
emprenden en a finales de este siglo verán la luz en el primer cuarto siglo del XVII.
Con esta implementación de la tecnología de la imprenta se empezará con la
producción cultural en lo sucesivo. En esta dirección, se imprimen en Lima, en
quechua y aimara, El Confesionario para los Curas de Indios (1583), el Tercer
Catecismo (1585) y un Sermonario (cf. Cerrón-Palomino 1995: 180). De igual forma se
propicia el alumbramiento de obras lexicográficas de importante valía como el
Vocabulario del Anónimo (1586) impreso por Antonio Ricardo y reimpreso por el
mismo (1614) y por Francisco del Canto (1604). Este último, imprimirá también en
Lima el Vocabulario quechua (1608) de González Holguín y en Juli el Vocabulario
aimara (1612) de Bertonio.
Por el examen realizado hasta aquí, es evidente que las dificultades de la impresión en
Europa y el transporte a América desalientan a los frailes la publicación de obras
religiosas, lingüísticas y lexicográficas; sin embargo, el intercambio cultural entre los
religioso entendidos en lenguas nativas en el contexto del Tercer Concilio Limense y
políticas lingüísticas de este sínodo los alientan a implementar una imprenta en Lima.
Su implementación en la capital virreinal en 1583 será vital, puesto que se lograrán
imprimir obras religiosas, lingüísticas y lexicográficas valiosas en lenguas indígenas.
Dado que este periodo es relativamente extenso, se puede subdividir en dos etapas
que a continuación presentamos.
4.1.1 Es evidente que la obra del fraile dominico Domingo de Santo Tomás (1560)
marca el inicio de la práctica lexicográfica en el quechua en el siglo XVI, mientras que
el Vocabulario de fray Diego González Holguín (1608) será el que lo consolide en el
siglo XVII. En tal virtud, este periodo comprende dos etapas: la del inicio y la de la
consolidación.
288
Vicente Valverde, Tomás de San Martín, Jerónimo de Loaysa y Domingo de Santo
Tomás. El primero presente en la captura de Atahualpa en Cajamarca; el segundo,
fundador de la Universidad de San Marcos en Lima; el tercero, artífice de los dos
primeros Concilios Limenses y el cuarto, autor de la primera obra lexicográfica y
lingüística del quechua.
160
Según Acero (2012: 175): “Maturino Gilberti [es el] que elaboró la primera gramática y el primer
diccionario del tarasco, el Vocabulario en lengua de Michoacán (1559)”.
161
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
289
de la lengua general del Perú llamada quichua, de fray Domingo de Santo Tomás,
que se inician los estudios que, más tarde, darán lugar a la lingüística quechua.
Fray Domingo dio no sólo el primer Arte o Granmática de la lengua hablada por los
Incas e incomprendida por los conquistadores, sino la primera lista de palabras
con sus equivalentes castellanos y bautizó el Runa Simi incaico con el nombre de
quichua que hizo fortuna y que ha conservado, con algunos reveses fonéticos u
ortográficos.‖ [http://www.runasimipi.org].
162
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
290
De aquí en adelante se marcará la tradición entre lingüistas y lexicógrafos de producir
tanto gramáticas como obras lexicográficas que ha sido seguida hasta la actualidad.
Según Porras Barrenechea (1952: 9):
En tal sentido, otras lenguas generales y particulares del territorio peruano como del
continente americano también son descritas en gramáticas y codificadas en
vocabularios.
Los años posteriores son, a no dudarlo, los del apogeo de las gramáticas y
vocabularios como los de Diego González Holguín, Torres Rubio, Alonso de
Huerta o Juan Martínez de Ormachea y, junto a ellos, el Arte de la Lengua General
de los indios del Perú, publicada en 1648 por el cusqueño Juan Roxo Mexía que
tienen, además, el mérito de haber contribuido al surgimiento de una vigorosa
tradición literaria del quechua.
También conviene señalar que igual de floreciente fueron los pasos que los frailes
evangelizadores dieron en la producción lingüística.
4.1.1.2.1 Este siglo nos mostrará las dos caras del alma cristiano de los frailes de
aquella época con relación a la lengua y cultura indígenas: la faz generosa en las
cuestiones lingüísticas y la perversa en las concepciones culturales.
291
El siglo XVII continuará perfeccionando y ampliando el análisis de la lengua y de
su estructura y acrecentando el caudal de vocablos con los mejores Vocabularios,
como son los de González Holguín y de Torres Rubio, con nuevas Gramáticas o
Artes y, particularmente, con sermones en los que se ejercita la elegancia de la
lengua por frailes criollos o se recoge por el extirpador de idolatrías la leyenda
mitológica en su prístina versión indígena. Es la época de oro de los sermones de
Avendaño y de Ávila, de las disquisiciones filológicas de Garcilaso en sus
Comentarios Reales y de la crónica bilingüe de Huamán Poma de Ayala y de
Santa Cruz Pachacutic‖. [http://www.runasimipi.org].
La generosidad de los frailes tiene a Diego González Holguín como su mejor artífice
que dotó a la posteridad una de las mejores obras lexicográficas en esta lengua
andina.
Tiene al cura Francisco de Avila entre su representante más insignes. Por lo que no
cabe duda que la producción lexicográfica también reflejara el proceso de extirpación
de idolatrías dentro de las páginas de las obras producidas por los frailes
evangelizadores.
4.1.1.2.1c Incluso hay frailes que combinan ambas tareas. Al respecto, Hurtado de
Mendoza (2009: 26) señala:
En tal sentido, los frailes lexicógrafos, por un lado, extirpaban idolatrías, mientras, por
otro, confeccionaban materiales lexicográficos para evangelizar las almas indígenas
idólatras.
292
4.1.1.2.2 Esa misma generosidad con la lengua animará que en este siglo cada orden
religiosa tenga su propia gramática y vocabulario (cf. Canger 1997: 61). Y serán los
jesuitas quienes aporten la mayor contribución lingüística y lexicográfica en lenguas
indígenas en este periodo. Al respecto, Hampe (1991)163 nos refiere que:
Así, serán dos jesuitas quienes dejen obras lexicográficas monumentales en las dos
principales lenguas andinas: González Holguín (1608) en el quechua y Bertonio (1612)
en el aimara.
4.1.1.2.3 El jesuita Diego González Holguín (1608) será quien apertura el siglo con la
producción de una de las mayores joyas lexicográficas de la lengua. Es tal su
importancia hasta la actualidad que ha sido la fuente en temas de normalización. En
esta perspectiva, Cerrón-Palomino (2005: V) afirma que:
Como se sabe, los estudios lexicográficos relacionados con las lenguas indígenas
del Perú antiguo, particularmente el quechua y el aimara, se inician
tempranamente, según lo atestiguan los tratados léxicos monumentales de
González Holguín (1608) y Ludovico Bertonio (1612), respectivamente. Sin
embargo, tales auspicios conllevaban al mismo tiempo el germen de una selección
idiomática que, a la par que entronizaba unas variedades, postergaba en el olvido
a otras.
El jesuita cacereño describe la variedad cusqueña. Y, dado que su obra ha sido una
de las mayores logradas en la lengua, constituye en la actualidad uno de los
materiales lexicográficos de referencia en la tarea normalizadora del quechua.
4.1.1.2.4a El fraile Diego de Torres Rubio compone el Arte de lengua quechua (1619)
y lo edita en Lima. Posteriormente, Juan de Figueredo lo reedita en 1701 y 1754, ―con
163
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
293
aportaciones gramaticales y léxicas sobre el dialecto chinchaysuyano‖ (Calvo 2001:
33). Según Porras Barrenechea (1952):
Torres Rubio tuvo gran boga en el siglo XVII y ésta se renovó durante el XVIII por
la reedición de su obra en 1701 y 1754, con agregaciones de Juan de Figueredo
sobre el lenguaje Chinchaysuyu. Esta difusión y prestigio tienen una explicación.
Dominó el quechua, el aymara y el guaraní. De todos ellos publicó vocabularios: el
Arte de las lengua aymara, con oraciones y pequeño vocabulario en Lima, en
1616; el Arte de la lengua quichua, en 1619, imprenta de Francisco Lasso y
licencia del Príncipe de Esquilache, que comprende Ritual, confesonario y
pequeño vocabulario; y aún se le atribuye un Arte de la lengua guaraní, publicado
en 1627‖. [http://www.runasimipi.org].
Uno de los méritos del autor es haber iniciado los estudios paralelos del quechua y del
aimara, que bien podríamos llamarlo quechumarística, en el siglo XVII. En este
sentido, Calvo (1997: 330) señala que:
Torres Rubio llega al Perú entre 1577 y 1579. Según Albó, aprendió primero el aimara
en Juli, después el quechua; además dictó cátedra en Chuquisaca en aquella lengua
durante 30 años (cf. Porras Barrenechea 1952).
4.1.1.2.4b En tanto que 1616, el huanuqueño Alonso de Huerta publica una gramática
quechua. A este respecto, Porras Barrenechea (1952) señala que:
294
Todo parece indicar que es él quien toma mayor conciencia de la existencia de dos
macrodialectos en el quechua: la(s) sureña(s) y la(s) central(es). A este respecto,
Porras Barrenechea (1952) indica que:
295
4.1.2 Características de la Lexicografía Quechua del Siglo de
Oro
4.1.2.1.1 La necesidad de evangelizar las almas nativas pasaba por cuajar la cultura
de los colonizadores hispanos como grupo dominante. Según Bourdieu y Passeron
(1996: 49), el grupo dominante se percibe del siguiente modo:
296
colonización cultural hispana y, por otro, la de destrucción de la cultura indígena. Al
respecto, Noriega (2011: 46) afirma que:
se deduce que el quechua misionero no fue, en ninguna de sus dos formas, una
escritura de comunicación, de producción y recepción de discursos. Su función se
supeditó a la ingrata tarea de colonizar al indígena y destruir la tradición oral.
4.1.2.1.1c Esta misma intención nos lo demuestran las unidades léxicas con matices
civilizatorios que González Holguín (1608) introduce en su vocabulario
(http://www.runasimipi.org):
Sermon huan runachacuk padre cuna. Los padres que enseñan a ser hombres
de razón. [DGH 1608].
Lo que implica que los contenidos de las obras lexicográficas tienen tintes de clara
dominación cultural en la que se embarcaron los frailes lexicógrafos de la época.
297
tradicionales indígenas, que se asociaron a los encomenderos en la explotación de
sus súbditos, el indio no gozó los beneficios de las leyes proclamadas por los
monarcas españoles‖. En tal sentido, las masas indígenas estaban ―abandonadas a su
suerte y a merced de la codicia de algunos conquistadores y encomenderos‖ (Leuridan
1997: 47). En consecuencia, la percepción de los cristianos peninsulares por parte del
indígena era en esencia la de ser crueles y codiciosos. De esto da testimonio
Domingo de Santo Tomás (1560: iiii (sic)- v), quien afirma que:
muchos de los yndios hafta agora tienen creydo, q chriftiano quiere decir, Robado,
matado, cruel, &c. Porque vi do que los que tienen efte nombre, fon comunmente
tan crueles, tan mentiros, tan carnales, t cobdiciofos y breuemente tan viciofos en
todo genero de vicios con tan gran libertad, y foltura, y tan defuergonçada y
ofadam te, tienen concebido en fus ent dimi tos que IefuChrifto, de quien los
chriftianos tom el nombre, les manda hazer aquellas cofas.
[http://books.google.com.pe/books?id=hCth7jvA5E8C&pg=PT224&hl=es&source=
gbs_selected_pages&cad=3#v=onepage&q&f=false].
Por eso, el arzobispo de Lima, Jerónimo Loaysa, en su carta dirigida al virrey Conde
de Nieva en 1561, aconsejaba que los españoles deban abandonar los pueblos
indígenas:
Item, que salgan de los pueblos de indios los españoles que están allí, por los
muchos daños que de estar entre ellos se sigue y estorbo que hacen para que no
obedezcan a los sacerdotes en las cosas espirituales y doctrinas que están a su
cargo y mal ejemplo que les dan… [Apud Leuridan 1997: 49].
Pese a que la lengua actuaba como un aislante social: ―la intención de aislarlos del
modo de vida poco ejemplar de algunos españoles, misión para la que el idioma era
una buena barrera‖ (Zamora 2012: 108), el español corriente no era un buen ejemplo
entre las poblaciones indígenas. De igual forma, los ―corregidores españoles… les son
perjudiciales y costosos‖, a opinión del arzobispo Loaysa en carta enviada al Rey en
1564, por lo que este prelado estaba a favor de la idea de nombrar autoridades
indígenas (cf. Leuridan 1997: 48).
4.1.2.1.2b No sólo los españoles civiles incurrían en abusos, sino también los curas.
En tal sentido, José de Acosta se cuestionaba:
¿Perciben los indios que su párroco está apegado al dinero, que es negociante y
busca lucro, que abusa de sus servicios y sudores con miras a sus propios
negocios, que los amenaza y golpea cuando le han faltado al respeto y sin
embargo apenas mueve un dedo para castigar delitos y crímenes enormes? ¿Se
298
dan cuenta de su trato familiar con las mujeres y de los hijos que a veces vienen
de ese trato? ¿Ven que da de su propio dinero a pobres y enfermos, que se
aviene a tolerarlos con bondad y paciencia, o más bien manda sobre sus súbditos
con soberbia y cólera? [Apud Leuridan 1997: 85 – 86].
Estas interrogantes no eran en vano, sino que reflejaban una realidad latente de los
religiosos. En tal sentido, Leuridan (1997: 61) afirma que: ―Numerosos clérigos se
servían de su autoridad y, con o sin los corregidores, aprovechaban de sus funciones
para someter a los naturales a una excesiva imposición tributaria. Se hablaba incluso
de abusos físicos y morales cometidos por doctrineros‖. Lo que implica que algunos
frailes doctrineros cometieron excesos físicos y morales en el propósito de sacar
ventaja económica a los nativos.
4.1.2.1.3 Finalmente, si las obras lexicográficas del Siglo de Oro se compusieron con
propósitos de dominación cultural y económica; entonces tuvieron la finalidad de
dominación violenta de las mentes aborígenes. Por lo tanto, los materiales
lexicográficos también se confeccionaron con intenciones de colonización cultural,
primero, y económica, después.
En un tranquilo bosque vivía feliz una colmena de abejas melíferas. Cierto día, un oso
hambriento que codiciaba su dulce miel lo atacó despiadadamente. En esa primera
incursión, pese a que las abejas aguijonearon al intruso, éste terminó por matar a la
reina de la colonia. Al percibir la ausencia de ésta, las abejas obreras empezaron a
alimentar con jalea real a un pequeño grupo de larvas. Así, al cabo de mucho
esfuerzo, lograron crear una nueva reina que las pudo gobernar por un tiempo.
Muchos meses habían pasado de aquella terrible experiencia. Hasta que un día se
volvió a aparecer la bestia. En esa segunda invasión volvió a matar a la nueva abeja
299
reina. Además, el goloso destruyó los panales en donde se almacenaban los alimentos
para el invierno y se incubaban a los nuevos miembros del enjambre. Las abejas
obreras, con la colonia destrozada y con la reina muerta, cayeron en una profunda
tristeza y se abandonaron a la muerte masivamente. Así, poco a poco, la colmena se
fue extinguiendo. Esta analogía de la anarquía de los antófilos también se refleja en la
organización de las obras lexicográficas de la lengua que más adelante detallaremos.
4.1.2.2.1 La conquista de América por las huestes españolas en el siglo XVI fue
despiadada. En la ocupación del Tahuantinsuyo, dos eventos tuvieron impactos
devastadores en el ánimo de la población indígena: la muerte del inca Atahualpa en
1533 y la destrucción del templo del Sol en Cusco. Estos dos hechos configuraron un
escenario donde reinaba el desconcierto psicosocial y el caos social total, similar a la
historia de las abejas relatado en (§4.1.2.2).
300
La muerte del Inca Atahualpa ―produjo la enorme conmoción de la conquista‖
(Hernández et al. 1991: XVII) del que no podría recuperarse la sociedad andina. Al
respecto, Hernández et al. 1991: 101) afirman que:
Los habitantes son obligados a trabajos forzosos en las minas de oro… las
enfermedades infecciosas traídas de Europa y las circuladas de otras partes del
mundo se expanden con carácter epidémico y de adelantan muchas veces a la
llegada de los españoles.
164
Heise, Tubino y Ardito (2000: 20) afirman que: “está científicamente comprobado que una
enfermedad como la gripe llegó a América traído por los occidentales haciendo estragos en la población
autóctona”.
165
Helberg (2000: 55) afirma que: “Harto conocido es que la viruela llega antes que los españoles al
Tawantinsuyo y que contribuye masivamente a diezmar la población, y por otro a envolver de un aura
mágica y letal a los españoles”.
301
ello podía pasar al olvido. En tanto que a la otra orilla, tras ―la muerte de Atahualpa,
todo el universo indígena empieza a desplomarse‖ (Hernández et al. 1991: 103); en
consecuencia, a sumergirse en un caos social.
4.1.2.2.1.2 La destrucción del templo del Sol fue el otro evento que produjo un efecto
psicosocial sobre el ánimo del hombre andino. A opinión de Chalco (2007: 194): ―Con
la llegada de los españoles al Perú, el incanato había perdido su soberanía integral.
En poco tiempo sus monumentos habían sido arrasados, desfigurada su historia y
suplantado sus dioses‖. La destrucción y suplantación de dioses y templos implicó
dejar a la población indígena en una situación de orfandad divina. Implicaba cambiar
de religión, en suma, significaba pasar a ―ser otro hombre‖, con un destino diferente,
cuando no, con un nombre diferente (más hispano) que lo recibían en el bautismo.
Se inició con el saqueo de los tesoros del templo del Sol166, Coricancha [Quri kancha]
‗Cerco de oro‘, y se terminó con su destrucción. Basta con recordar los tesoros
expoliados de los principales templos para pagar el rescate de Atahualpa. Se
obtuvieron 200 cargas de oro que fueron transportadas, cada una, por cuatro hombres.
Aquella ―operación de saqueo duró veintiún días‖ (Avendaño 1995: 728). Tampoco
olvidemos que a la muerte del Inca Atahualpa, Manco II es ungido nuevo monarca y
es, de inmediato, ―presionado por los europeos para que les entregase el oro y la plata
de los templos‖ (Hernández et al. 1991: 103). Al trauma de la decapitación de sus
gobernantes le había seguido la conmoción de asistir a la destrucción de su recinto
sagrado dedicado a la deidad solar: ―la imagen del Coricancha como cimiento del
Convento de Santo Domingo es una muestra monumental del sometimiento de la
cultura endógena a una foránea‖ (Zúñiga, Cano y Gálvez 2003: 68). Dado que los
símbolos religiosos representan el espíritu de la cultura, el saqueo y destrucción del
recinto sagrado ha constituido en un simbolismo de derrota y sometimiento. En este
sentido, nos sirve la explicación que Gambra (1983: 46) hace sobre la destrucción de
Megara:
166
No olvidemos que el sol está relacionado al oro, la realeza y al poder.
302
Nada es más impactante en el ánimo de un pueblo vencido que ver sus templos
desplomados y sus dioses destruidos. A estos eventos le sobrevino la suplantación de
sus dioses vía la extirpación de idolatrías. Al respecto, Helberg (2000: 55) afirma que:
Así prosiguen los hispanos con apoderarse de las efigies de las deidades andinas en
metales preciosos, con lo cual sellan una de las etapas más dolorosas de la historia
andina dominado por la ambición y el pillaje.
4.1.2.2.1.3 El vínculo de la población indígena con el Inca y el templo del Sol era muy
íntimo. Al respecto, Vilcapoma (2002: 200), cuando hace referencia de la festividad del
Inti Raymi en la época inca, refiere que:
En tal sentido, la muerte del Inca y la destrucción del templo del Sol tuvieron efectos
desastrosos en el ánimo de la población. Para entender mejor el problema, retomemos
la ilustración de la destrucción de la colmena de abejas melíferas expuesta en
(§4.1.2.2). Como se sabe, la abeja reina cumple varias funciones: procrear, construir
los panales, elaborar la miel y la jalea real. De aquí que viene a constituir el motor de
la organización y funcionamiento eficiente del enjambre; mientras que las obreras, que
constituyen el grueso de la población, se encargan de suministrar los insumos para la
elaboración de la jalea real, la miel y los panales. Por estas razones, en la primera
invasión, las abejas salvan la colmena porque aún tienen los elementos básicos para
generar una nueva reina: las larvas y la jalea real dejadas por la reina extinta; pero en
la segunda incursión, la extinción es su condena, ya que no hay ninguna de las dos
condiciones anteriores. En tanto, el Inca era considerado hijo del (dios) Sol y venerado
como tal; el templo constituía la morada de la deidad principal, el Sol, en cuanto dador
y protector de la vida, por lo tanto adorado por esa causa. En tal sentido, en una
303
relación de analogía en que la abeja reina representa al Inca y los panales al Templo,
y con ambos eliminados, la colonia, que representa a la población indígena, queda
huérfana e, irremediablemente, presa del miedo y la incertidumbre cae en un espiral
caótico de desestructuración y muerte.
4.1.2.2.1.5 Finalmente, si la muerte del Inca y la destrucción del templo del Sol
constituyeron la desestructuración de la organización política y religiosa del Estado
inca permitiendo que la etnia inca en particular y la sociedad andina en general
167
Las recomendaciones de la Instrucción (1545), corregida en el Primer Concilio Limense (1551 –
1552), eran claras: “mandamos que todos los ídolos y adoratorios que hobiere en pueblos donde hay
indios cristianos sean quemados y derrocados; y si fuere lugar decente para ellos se edifique allí iglesia”
(Apud. Leuridan 1997: 41).
168
Aquí, según Gambra (1983: 24), el mito es “la personificación de un deseo colectivo”.
304
sucumbieran a un caos psicológico y social de dimensiones catastróficas; entonces el
simbolismo de las decapitaciones reales del siglo XVI se volvería a repetir en los
vocabularios de aquella época. Por lo tanto, aquel caos es el que se refleja en la
organización de la nomenclatura de la sección quechua de los materiales
lexicográficos de la lengua del siglo XVI y el supuesto orden que señalan los
lexicógrafos es apenas un disimulo de un equilibrio perturbador que está lejos de ser
una organización coherente.
4.1.2.2.2 La práctica de la religiosidad andina de los indígenas del siglo XVI trajo como
consecuencia una agresiva de represión cultural conocida como la extirpación de las
idolatrías conocida también como extirpación de las huacas. La eliminación de los
objetos y símbolos sagrados de la religión indígena significó, prácticamente, un
―genocidio espiritual‖. Pero esta práctica no sólo quedó en el ámbito cultural, sino que
también se extendió al ámbito lingüístico, específicamente al campo léxico: en las
páginas de las obras lexicográficas se ―extirpó‖ el vocabulario del credo andino.
En tal sentido, se les condenó argumentando que practicaban una religión pagana.
Así, la cosmovisión aborigen fue rápidamente condenada y reemplazada por los
símbolos cristianos. Las huacas en las que creían los indígenas fueron duramente
combatidas. Al respecto, Valdivia (2012: 98) afirma que: ―Durante la evangelización y
las sucesivas campañas de extirpación de las idolatrías, los españoles destruyeron
todos aquellos objetos o figuras que eran waq‟a [wak‘a] que cayeron en sus manos,
entonces colocaron cruces sobre ellos‖ [El subrayado es del original]. La extirpación de
las huacas conllevó la imposición de las cruces en reemplazo de las deidades
indígenas como un simbolismo del triunfo de la ideología cristiana. En tal sentido, este
proceso se implantó como un sistema legítimo de dominio cultural.
305
4.1.2.2.2.1a La práctica ―idolátrica‖ indígena fue tipificada como una práctica pestífera.
Desde la perspectiva de Tomás de Aquino, Leuridan (1997: 30) señala que: ―La
idolatría es una forma de superstición, por lo cual se atribuye a los hombres y cosas,
todos ellos seres creados, el culto que sólo a Dios debe ser rendido‖. Era tal la
condena a la práctica religiosa indígena que, durante la Colonia, se la consideró una
verdadera peste: ―Al abordar el tema de la idolatría entre los indios, Acosta recurre a la
imagen tradicional medieval de la peste‖ (Urbano 1999: XXXI). En tal sentido, esta
―enfermedad pestífera‖ estaba considerada una amenaza física y un daño moral sin
cura alguna. Leuridan (1997: 100) señala que: ―La peste es desorden físico y moral,
castigo divino y maldición, muerte y desolación. No hay remedio contra ella y la mejor
manera de evitarla es prevenirla‖. En tal sentido, ―hablar de peste era hablar de
contagio y de muerte… Relacionada con la peste va la idea de aislamiento,
separación, evitación y reclusión‖ (Urbano 1999: XXXII). Lo que implica que las
prácticas religiosas andinas fueron concebidas por los frailes occidentales como
―pestes idolátricas‖ aborrecibles.
306
Los conquistadores, como hombres prácticos, vieron en seguida de dónde asirse
para vencer el obstáculo, e inmediatamente se adhirieron a la segunda
proposición de su guía espiritual: ―¿Qué cosa pudo suceder a estos bárbaros más
conveniente que el quedar sometidos al imperio de aquellos cuya prudencia, virtud
y religión que los han de convertir en bárbaros, tales que apenas merecían el
nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo; de
torpes y libidinosos, en probos y honrados; de impíos y siervos de los demonios,
en cristianos, y adoradores del verdadero Dios…?‖ [Sejourne 1994: 101 – 102).
Aunque, las dos corrientes tenían sus defensores y detractores: ―Los dos partidos
tenían sus adeptos. Nadie permaneció indiferente a ellos‖ (Urbano 1999: XI). Entre los
más ilustres representantes tenemos a fray Bartolomé de Las casas, que defendía a
los indígenas americanos, y al cronista Juan Ginés de Sepúlveda, quien tuvo ―la tarea
de justificar el derecho de la Corona sobre los americanos‖ (Sejourne 1994: 71).
También la ―polémica llenó los claustros académicos y los círculos políticos y
religiosos de la época‖ (Urbano 1999: XI). Al respecto, Leuridan (1997: 29) afirma que:
307
Instrucción (1545). Ésta fue redactada por Jerónimo de Loayza, arzobispo de Lima.
Sale a luz el 29 de diciembre de 1545 y es corregida y publicada en 1549. Según
Leuridan (1997: 37): ―En ella se explican los fundamentos de lo que debe ser la actitud
a tomar frente a las poblaciones indígenas y las orientaciones pastorales que se deben
adoptar en las presentes circunstancias‖. El documento recomienda el rigor físico para
la corrección de las prácticas idolátricas de los indígenas. Por ejemplo, en lo
concerniente a los hechiceros se refiere con rudeza:
Era tal la importancia del documento que es confirmado por los dos primeros concilios
(1551 – 1552 y 1567 – 1568) celebrados en Lima en la segunda mitad del siglo XVI.
mandamos que todos los ídolos y adoratorios que hobiere en pueblos donde hay
indios cristianos sean quemados y derrocados; y si fuere lugar decente para ellos
se edifique allí iglesia, o al menos se ponga una cruz. Y si fuere en pueblo de
infieles se consulte con el muy ilustre señor visorrey de estos reinos de su
districto, y en los demás con los presidentes e gobernadores dellos, para que
manden proveer en ello, por los inconvenientes que de permitirles adoratorios para
tornarse cristianos hay, y por la ocasión que es para los ya cristianos de volver a la
idolatría. [Apud Leuridan 1997: 41 – 42].
el Primer Concilio limense manda que se les amoneste y se les aplique castigo, y
si vuelven a caer en dislates o insultos a Dios, a Jesús o la Virgen se duplique el
castigo. De igual manera, recomienda que se vea si hay o no amancebados entre
indios cristianos. A los que se encuentren en falta se les dará castigo y si siguen
en su error se les aplicará más penas y castigos. [Leuridan 1997: 42].
308
debían ser mantenidos a raya con la inflexión de castigos físicos de forma pública.
Sobre el tema De Arriaga (1999 [1621] 15) nos informa:
Con ello se buscaba desterrar las prácticas ―idolátricas‖ en los indígenas, puesto que
las normas del ―Segundo Concilio (1567/1568) retoman la idea de destruir las huacas y
de colocar en su lugar las cruces‖ (Leuridan 1997: 46). Sin embargo, muchas de las
prácticas antes nombradas aún siguen vigentes en el siglo XXI, pese a las penas
aplicadas desde el siglo XVI. En tal sentido, no cabe duda de que los documentos
mencionados sólo evidencian la inculcación e imposición arbitraria de la ideología
religiosa por parte del grupo dominante.
309
diferentes procedimientos simbólicos y físicos. Por lo tanto, la violencia ejercida en la
extirpación de idolatrías fue simbólica y física.
4.1.2.2.2.3 La evangelización como fin se fundía con los vocabularios como medios
de la cristianización. El fin se funde con el medio. Lo que implica que la extirpación de
idolatrías también fue una práctica que se siguió en las páginas de las obras
lexicográficas del Siglo de Oro. Asó nos lo evidencias los diferentes lexicógrafos, por
ejemplo, Domingo de Santo Tomás (1560: iiii (sic)), al referirse a los indígenas,
afirmaba que: ―ellos tenían tanta obediencia a fus ydolos (que teni por diofes) que
nada hazi contra fus mandamientos‖. Así también lo advierte Bertonio ([1612] 2006:
28) a los sacerdotes a los que va dirigida su Vocabulario aimara, afirma que los
aborígenes: ―no hacen caso de las costumbres y vida cristiana o ya que acuden a misa
y se confiesan cada año, juntamente guardan los ritos gentílicos, adorando los cerros,
confesándose con sus hechiceros y teniendo innumerables supersticiones‖. Por su
parte, el jesuita Diego González Holguín (1608) se encarga de registrar los derivados
de la base wak‟a con sentido de ‗idolatría‘:
(61)
a) Huacca. Ydolos, figurillas de hombres y animales que trayan consigo. [DGH 1608].
En tal caso, el nuevo léxico con ideología religiosa es la coacción a las prácticas
religiosas de los indígenas que se ven reflejadas también en las obras lexicográficas.
Así, el mecanismo de la eliminación y reemplazo de los elementos culturales religiosos
de la población aborigen será reflejado también en las obras lexicográficas de la
época.
310
su parte, Torero (1997: 281), al hablar del propósito de hispanizar a los indígenas en la
obra lingüística de Domingo de Santo Tomás, afirma que:
Para contribuir a esta tarea con su obra lingüística, nuestro autor debía construir
un universo de conceptos cristianos con el máximo de voces quechuas
adecuadas, allí donde las hubiese, o por perífrasis y resemantizaciones, y, a la
par, ―deconstruir‖, paralizar, la tradición andina en todo aquello que contrariase a
la imposición del Evangelio y del dominio hispano, silenciando el léxico quechua
de contenido religioso indígena cuando no pudiese ser resemantizado, sin mucho
riesgo, en favor de la nueva ideología.
Esta sanción del léxico que entraba en clara oposición a la ideología religiosa de los
frailes evangelizadores es la sección opacada al interior de los materiales
lexicográficos del quechua. El recorte léxico tuvo su origen en la primera obra
lexicográfica. Por ejemplo, sobre el Vocabulario de Domingo de Santo Tomás (1560),
Calvo (2009b: 24) informa que:
4.1.2.2.2.3b A juicio de los lexicógrafos de la época, esa selección léxica debió ser una
solución ineludible, puesto que los frailes debían lograr dos objetivos contradictorios:
―cumplir con el dogma y cumplir con la realidad lingüística lo que algunos lograron con
éxito‖ (Zimmermann 1997: 14). Sin embargo, la selección léxica se convirtió en
censura. A este respecto, Domingo de Santo Tomás (1560: vii) nos advierte:
Lo que implica que el caudal léxico excluido era precisamente lo más cotidiano de los
quechuahablantes de la época. Al respecto, Torero (1997: 285) nos ilustra este
problema al analizar el Lexicón del fraile dominico Domingo de Santo Tomás (1560):
311
es probable que el menor volumen de la sección segunda resulte sobre todo de
una muy drástica poda de las voces quechuas relativas a la religión y los cultos
indígenas peruanos ─ silenciamiento que, llevado a su extremo, habría podido
extenderse al ámbito cultural total.
En lo que toca a la dificultad que se halla en aprender esta lengua, nadie debe
asombrarse con la muchedumbre de los vocablos porque aunque no los tomo
todos… podrá no solamente confesar a los indios, sino también predicarle con
mucha suficiencia y copia de todo lo que quiere decirles. [El subrayado es
nuestro].
(62)
Así se impuso la terminología nueva que inculcaba la ideología religiosa dentro de las
obras lexicográficas y por esta vía muchos vocablos han sobrevivido con los nuevos
semas reasignados de acuerdo a los intereses religiosos de los lexicógrafos de la
época. Sin embargo, el proceso de la resemantización era contradictorio para los fines
evangélicos. Al respecto, Zamora (2012: 114) afirma que:
Por un lado, el uso de la terminología indígena facilitaría que los indios asumiesen
la nueva religión como algo propio pero, por otro lado, se correría el riesgo de que
el vocablo conservase parte de su antiguo contenido, lo que daría lugar a una
confusión de ideas cristianas y paganas.
312
En tal sentido, la desvirtuación léxica, en ocasiones, llega a una perversión semántica
en los casos de resemantización. Por ejemplo, Domingo de Santo Tomás (1560) para
la entrada castellana hechizero intencionalmente reasigna la equivalencia de ‗homo‘
<umu> en lugar de layqa ‗brujo‘, sabiendo que en la religiosidad andina de entonces el
término umu equivalía a ‗sacerdote‘. De aquí podemos inferir que las obras
lexicográficas no reflejan el alma fidedigna de la lengua. Según Chalco (2007 194 -
195):
4.1.2.2.2.4 Finalmente, si los materiales lexicográficos eran útiles para los fines
evangelizadores a través del léxico resemantizado y los términos prestados del
castellano que se empleaban para designar conceptos de índole religiosa; entonces en
las páginas de las obras lexicográficas la extirpación de idolatrías se ve reflejada en la
eliminación del léxico religioso indígena. Por lo tanto, la eliminación léxica y el cambio
semántico nativos de los vocabularios fueron los mecanismos lingüísticos de la política
de extirpación de idolatrías que permitieron plasmar en su contenido la ideología
religiosa europea.
4.1.2.3.1 Lo que anima a los frailes del Siglo de Oro a componer sus vocabularios es
el propósito de cristianizar las almas indígenas, antes que describir la lengua en sí: ―La
finalidad es ganar las almas para el cristianismo y recoger a la vez el mensaje de la
tierra‖ (Porras Barrenechea 1952: 7). Al respecto, Hernández (2008: 193), al hablar de
la misión de los diccionarios bilingües, afirma que:
313
En América, la función que vinieron a desempeñar fue la de ser herramienta para
la evangelización. Sus destinatarios o usuarios fueron, por consiguiente, los
propios frailes, quienes los utilizaban para la producción o descodificación de la
lengua de los indígenas, siempre con el propósito último de entenderse con ellos
para cristianizarlos.
El principal intento que tuve (Sacerdotes de Cristo) en sacar a luz este Vocabulario
de la lengua Aymara (dejando aparte la gloria de su divina Majestad, que es el
primer blanco a quien deben mirar todas nuestras obras) fue acudir al buen deseo,
que vuestras mercedes tienen de saber hablar congruentemente a los indios de
sus doctrinas: para quitar de sus entendimientos las tinieblas de ignorancia en las
cosas de su salvación y enseñarles los misterios de nuestra católica religión.
314
lugar para sí mismos, luego para sus indios; después para los hermanos que pueden
seguir llegando, y más tarde para los demás‖. En la cita anterior, explícitamente se
establece la finalidad de aprendizaje de la lengua indígena, pero implícitamente prima
la finalidad evangelizadora. En tal sentido, los frailes debían aprender la lengua
indígena, por lo que la finalidad pedagógica de las obras lexicográficas fue tenida en
cuenta al momento de componer las obras. Los mismos lexicógrafos lo han
manifestado expresamente este propósito. Domingo de Santo Tomás (1560: v) indica
que ―eftando en arte y auiendo dicionario (sic) della fe puede aprender [la lengua
quechua]‖. El mismo Domingo de Santo Tomás (1560: iii), al referirse sobre le
necesidad del vocabulario para el aprendizaje de la lengua, justifica que:
Y es que, según Porras Barrenechea (1952: 7): ―El entusiasmo por el aprendizaje del
quechua es general en el siglo XVI‖ (http://www.runasimipi.org), por lo que, a menudo,
se motiva a los sacerdotes a aprender la lengua (cf. Torero 1997: 276). En ese
sentido, los vocabularios estaban dirigidos al aprendizaje de la lengua. A este
respecto, Domingo de Santo Tomás (1560: iii) alienta:
De dos cofas quiero aduertir principalmente aqui a los facerdotes q han de fer los
miniftros del eu gelio, para quien efta obrezilla principal, y particularmente fe haze
en las quales feme puede dar credito como a perfona q por larga experiencia las
he alcançado para q por ellas fe animen a tomar a pechos el aprender efta lengua.
315
En la Catedral de Lima existió también desde 1551 una Cátedra de Quechua para
los clérigos del Arzobispado y el Catedrático de ella debía predicar los domingos,
en quechua, desde el atrio de la iglesia mayor, a los indios que se hallaban en la
plaza. [http://www.runasimipi.org].
316
Finalmente sale de nuevo a luz el aumento que todos veen, que es mas que otros
quatro tantos que el Vocabulario que andaua con que ahora es mas que cinco
tanto, que era, por los cuales aumentos se vee quan necesario es a Curas y
Predicadores religiosos, y a los indios que apetecen saber la lengua Castellana.
[http://www.runasimipi.org].
Aunque no se cumplió con tal propósito, pese a las buenas intenciones de los
compositores de las obras lexicográficas de esta época. En tal sentido, la finalidad
pedagógica, ligado al aprendizaje de la lengua indígena, no fue un propósito prioritario,
sino que estaba vinculado al cumplimiento de un fin ulterior: la evangelización de las
almas indígenas.
4.1.2.4 Los lexicógrafos del Siglo de Oro siguieron las pautas lexicográficas
establecidas por Antonio de Nebrija169 (cf. Hernández 2006). Antes de perseguir la
idea de crear una obra lexicográfica de nueva planta, se propusieron seguir las normas
convencionales del castellano. En tal sentido, siguieron los patrones de confección de
obras lexicográficas del romance español y postergaron las plantillas del hebreo, latín,
griego y árabe (cf. Zimmermann 1997: 10).
169
Sin embargo, en el siglo XVII también ejerció influencia el diccionario de Cobarruvias.
317
nebrijenses sirvieron de guía en la producción lexicográfica del quechua. Al respecto,
Acero (2012: 183) señala que:
Lo que implica que los nuevos lexicógrafos de las lenguas americanas empezaron a
beber de sus fuentes los principios técnicos para componer sus obras. Al respecto,
Acero (2012: 184) indica que:
Por esta misma línea opina Hampe (1991)170 quien afirma que ―también interesa
resaltar la impronta fijada por el Dictionarium latinohispanicum de Nebrija, que sirvió de
pauta a muchos autores de repertorios bilingües‖.
4.1.2.4.1a Fue el fraile dominico Domingo de Santo Tomás (1560) el primero en seguir
los dictados lexicográficos de Nebrija. Al respecto, el mismo Domingo de Santo Tomás
(1560: v) refiere que:
Lo primero que efte vocabulario va por el mifmo orden que el del Antonio de
Nebriffa por el alphabeto, diuidido en dos partes. En la primera ya el romance
primero, y luego lo que fignifica en la l gua de los Indios, por el que fabe la de
Efpaña, y no la dellos, fe aproueche del. En la f guda al conrrario (sic), primero fe
pone la legua Indiana, y luego la Efpañola, porque el q la fabe y no la de efpaña,
afsi mifmo fe pueda aprouechar.
En esta misma línea, el extinto lingüista peruano Torero (1997: 280), al analizar el
Lexicón de Domingo de Santo Tomás (1560), señala que:
170
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
318
las correspondientes versiones quechuas son calcos semántico-sintácticos de
entradas castellanas o sus traducciones latinas de la obra nebrisense.
Domingo de Santo Tomás (1560), al seguir a ultranza la planta de Nebrija, deja sin
correspondencia quechua a un sinnúmero de entradas hispanas. A este respecto,
Calvo (2009, T-I: XVI), al justificar su diccionario, afirma que: ―Había muchos huecos
por rellenar: ya Santo Thomás (1560), al seguir la plantilla de Nebrija, dejaba
incontestados en quechua conceptos generales del español (Calvo 1997)‖. Más tarde,
esta misma idea vuelve a repetir Calvo (2009b: 22) cuando señala sin reservas que:
―DST sigue igualmente a pies juntillas a Nebrija, hasta el extremo de que cuando no
encuentra alguna correspondencia para sus palabras en castellano, deja estas en
blanco‖. En efecto, en la vertiente castellano - quechua se dejan en blanco al no
hallarse las equivalencias. Esta misma opinión comparten Calvo y Urbano (2013: 438)
quienes señalan que: ―La vertiente castellano – quechua presenta un conjunto de
vacíos en que falta correspondencia quechua‖. Por ejemplo en las entradas
Abaxamiento en efta manera, Abaxar lo foberuio y Abaxamiento affi. En tal sentido,
Hernández (2008: 200) sostiene que la obra de Domingo de Santo Tomás (1560):
―desde el punto de vista del español, es un vocabulario que sigue muy de cerca el VEL
de Nebrija y, en este sentido, es poco original‖. En consecuencia, por propia
declaración del fraile dominico y el análisis de los especialistas, en la confección de la
obra lexicográfica de Domingo de Santo Tomás (1560) se siguió los parámetros
lexicográficos de Nebrija. A este respecto, Acero (2012: 184) refiere que: ―Diversos
estudios muestran que efectivamente el Vocabulario Español-Latino de Nebrija sirvió
como modelo de técnica y como inventario básico de palabras a partir de las cuales
buscar la correspondencia con las diversas lenguas indígenas‖.
171
En el campo de las gramáticas también se realizó una adaptación:
“la gramática de Nebrija era sin duda el mejor modelo y constituía entre los posibles modelos el mejor
ofreciendo un marco de referencia heurístico para el análisis lingüístico, pero seguirlo con demasiado rigor
podía perjudicar la investigación y la representación de los datos.” (Zimmermann 1997: 14).
319
que contribuyeron para que ocurriera la influencia del modelo nebrisense en la
producción de obras lexicográficas en el quechua del Siglo de Oro.
4.1.2.4.2a La imposición del modelo por parte de la iglesia. Así se procedió con las
gramáticas: ―la iglesia católica impuso, como modelo a seguir para concebir las artes,
la gramática latina de Antonio de Nebrija‖ (Zimmermann 1997: 13). Sin embargo, la
imposición del modelo nebrisense genera al menos dos problemas en la práctica
lexicográfica:
172
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
320
no precisan si se tratan de trabajos de Nebrija, pero dado su importancia en la época
es de suponer que una buena parte de las colecciones lexicográficas registradas
tenían su rúbrica. A este respecto, Hampe (1991)173 informa que: ―Francisco de
Isásaga, miembro de la expedición conquistadora de Pizarro, encomendero de
Carangas. Biblioteca de 38 volúmenes (con 3 obras lexicográficas). Inventario de
bienes, Lima, 1576‖. En un total de 18 catálogos se informa de la existencia de 14
obras lexicográficas: ―El texto aparece 14 veces en nuestro conjunto documental (1576
a 1698)‖ (Hampe 1991: 32); entonces, este alto número nos hace pensar que muchos
de los títulos lexicográficos eran de autoría de Nebrija.
173
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
174
De igual modo, también se importó gramáticas de Nebrija de España al Perú. Dedenbach-Salazar
(1997: 295) afirma que:
“Sabemos de dos inventario de libros exportados de España al Perú en el siglo XVI; p. ej. ya en 1583 y 1591
se llevaron 53 artes de Nebrija. De eso podemos colegir que los gramáticos del Perú pudieron tener acceso a
las obras de Nebrija y posiblemente a la de otros autores de su época.”
175
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
176
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
321
tienda a nombre de los herederos de Manuel Álvarez Osorio. Contiene 17
ejemplares de obras lexicográficas.
4.1.2.4.3a Por una parte, los frailes, para acompañar a sus vocabularios, compusieron
también artes de las lenguas de las que versaban sus trabajos lexicográficos. Según
Calvo (1997: 322):
4.1.2.4.3b Por otra parte, las obras lexicográficas de Nebrija también tuvieron
influencia sobre la composición de materiales lexicográficos en otras lenguas
americanas. Hampe (1991: 40) refiere que:
322
hecho de que tanto el Lexicón como el Vocabulario sirvieron de ―plantilla‖ ─si podemos
hablar así─ para la creación de nuevas obras bilingües‖. En ese sentido, las pautas del
Lexicón de Nebrija se adaptaron también a las lenguas románicas como el catalán,
francés, siciliano y portugués (cf. Bajo 2000: 72 – 73). Sin embargo, sería el
Vocabulario la obra que influiría en la composición de diccionarios de las lenguas
americanas (cf. Bajo 2000: 72 – 73), principalmente en las andinas. Mientras que la
gramática del autor hispano se empleaba en la enseñanza de universidades y como
modelo de descripción gramatical de las lenguas americanas. Dedenbach-Salazar
(1997: 295) nos informa que: ―Además sabemos que la gramática latina de Nebrija era
obra estándar en todas las universidades… y hasta prescrita como modelo para la
elaboración de las gramáticas de lenguas indígenas…‖ En consecuencia, en la
práctica lexicográfica de lenguas indígenas se siguieron parámetros de lenguas
flexivas occidentales, línea que también se siguió en las lenguas altaicas (cf. Peyró
1997: 133).
4.1.3 Los problemas que los lexicógrafos de la época enfrentaron son de naturaleza
lingüística y lexicográfica. Frente a las diferentes adversidades el compositor debe dar
solución a cada una de ellas, las mismas que van desde la falta de un inventario
alfabético hasta la aplicación de técnicas lexicográficas innovadoras. En tal sentido,
sólo el acierto de sus soluciones, en el futuro, encaminará a engrandecer sus obras. A
continuación señalamos algunos de estos problemas.
4.1.3.1 Los lexicógrafos del Siglo de Oro, al componer sus obras, enfrentaron muchas
dificultades de tipo lingüístico que merecen ser tenidas en cuenta.
4.1.3.1.1 Teóricamente, las dificultades que todo lexicógrafo debe enfrentar a la hora
de componer su obra son diversas y complejas. En cuanto a la práctica lexicográfica,
Laime et al. (2007: 5) señalaban que ―no es fácil hacer un diccionario bilingüe‖, puesto
323
que es un ―trabajo por demás arduo‖ (Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico [1905]
1998: xix). En tal sentido, no cabe duda que la confección de un material educativo es
compleja. Al respecto, Büttner (1986: 196) señala que:
Esta idea ha sido bastante tomada en cuenta, y repetida con frecuencia, en las
reflexiones lexicográficas. Para el caso del quechua, Hampe (1991: 17), al citar a
Zgusta (1971), refiere que:
Muchos autores han enfatizado con acierto las penalidades que supone la tarea
lexicográfica en general: el humanista Giulio Cesare Scaligero, por ejemplo,
advertía en el siglo XVI que los peores criminales no deberían ser ejecutados ni
324
sentenciados a trabajo forzado, sino condenados a compilar diccionarios, por lo
tortuoso de esta labor.
Mientras que en el aimara, Huayhua (2009: 21), al volver a citar a Zgusta (1971),
señala que:
Esta tarea fue muy trabajosa, tanto que en el siglo XVI, Giulio Cesare Scaligero
advertía: ―que los peores criminales no deberían ser ejecutados ni sentenciados a
trabajo forzado, sino condenados a compilar diccionarios por lo tortuoso de esta
labor‖ (Zgusta 1971: 15).
En tal sentido, dado que el lexicógrafo pasará gran parte de su vida en la confección
de su diccionario, esta composición demandará esfuerzos que, metafóricamente, bien
pueden ser comparados con las peores condenas por las que se le puede privar la
libertad o la vida a un hombre.
4.1.3.1.2 Una de las primeras barreras a superar era el dominio de la lengua indígena
en la que evangelizarían los frailes advenedizos. En tal sentido, no hubo otro camino
que aprender las lenguas indígenas en las que predicarían el evangelio. Para alcanzar
sus objetivos religiosos debían aprender lenguas de estructuras diferentes al romance
español o a las lenguas clásicas como el latín y el griego. Al respecto, Valdivia (2012:
93 – 94) señala que:
Estamos seguros que más de uno de los misioneros que llegaban de España,
tuvieron dificultades para el aprendizaje del propio idioma, lenguas tan distintas
como el quechua, aymara, campa, puquina y muchísimas más procedentes del
oriente del Perú; puesto que no tenían ningún parecido con el español ni raíces
latinas ni griegas.
El panorama del aprendizaje de las lenguas indígenas era bastante complejo debido a
que no había ningún parentesco de éstas con el español ni otra lengua romance. Sin
embargo, estas barreras se iban superando a medida que aparecían las obras
gramaticales y lexicográficas en las lenguas indígenas. Al respecto, Acero (2012: 176)
señala que: ―Las dificultades… disminuyeron en la medida en que su conocimiento les
permitió la fijación de los sistemas de las lenguas indígenas mediante la redacción de
las artes y vocabularios correspondientes como instrumentos para la enseñanza‖.
325
las difficultades que el negocio tiene por tantas vias‖. Al respecto, Torero (1997: 273)
nos ilustra:
Entonces las dificultades a los que los lexicógrafos del Siglo de Oro tuvieron que
enfrentar eran factores como la complejidad lingüística y la información disponible en
la época, cuando no en el territorio peruano, por esta razón, su solución mucho
dependió de la pericia de cada lexicógrafo. Sólo así pudieron darle una imagen propia
a la Lexicografía quechua. Su labor es admirable, puesto que las dificultades no eran
pocas como para condenar al fracaso su empresa lexicográfica. Pero también es
verdad que los compositores de las obras lexicográficas de aquel entonces tuvieron
sus desaciertos; sin embargo, pudieron lograr, con gran pericia lexicográfica, obras de
importancia relevante que aún nos asombran en el siglo XXI.
4.1.3.1.4 Además, los frailes lexicógrafos y cronistas del Siglo de Oro enfrentaron la
dificultad de la codificación lingüística (cf. Torero 1997: 273). Superado esta dificultad,
alcanzaron registrar mucha literatura. Al respecto, Porras Barrenechea (1952) afirma
que:
177
De igual modo en la descripción de la lengua, ya que “supieron despejar los grandes principios de la
gramática y hacer el inventario de morfemas y de los procedimientos” (Launey 1991: 39).
326
importantes para las ciencias sociales modernas que tienen como objeto de estudio el
mundo andino.
4.1.3.2 Hasta 1560, el quechua era una lengua que antes nunca había sido descrita,
por lo que el fraile dominico Domingo de Santo Tomás enfrentó muchos problemas
lingüísticos. En ese sentido, desplazó muchos esfuerzos para poder componer su obra
lexicográfica, puesto que ―era la primera vez que el quechua se escribía‖ (Calvo
2009b: 20). La lengua no contaba con una tradición escrita ni descripción gramatical,
por lo que le tocó adaptar un inventario alfabético (Zimmermann 1997: 9). Entre otras
limitaciones lingüísticas, tenemos el problema del nombre de la lengua, dificultad que
resolvió acuñando el término quechua. Bajo estas consideraciones, a continuación
examinamos el problema del ordenamiento caótico de entradas y la falta de pericia
lexicográfica.
327
El ordenamiento alfabético es bastante inconsistente. Incluso, las entradas
correspondientes a la letra Q van entre las de S y de T, y no entre las de P y de R
como en la primera sección del Lexicón y el Vocabulario Hispano-Latino de
Nebrija.
La norma ortográfica seguida del romance español fue la establecida por Nebrija en
sus obras lexicográficas. Y como en toda lengua en formación y en proceso de
normalización, el trabajo nebrisense también adolecía de serias dificultades en materia
de ortografía. Por ejemplo, Bajo (2000: 74) señala que el Vocabulario de Nebrija tiene
algunas dificultades, entre otras:
el orden alfabético no es el actual: por ejemplo, para la letra c, primero van ca, cl,
co, cr, cu, después las actuales ce, ci, zo, zu, escritas todas con c, y, por último, ch
(siempre dentro de la susodicha letra c); en cuanto a la g, primero se ponen ga,
gue, gui, gl, gr, gu, y luego, ge, gi.
Toda esta coladera ortográfica del romance español fue transferida al quechua, de allí
las inconsistencias que se reflejan en las obras lexicográficas del Siglo de Oro,
principalmente en la sección quechua-castellano.
328
cada una de las obstruyentes básicas del cuzqueño: /p/, /t/, /č/, /k/ y /q/‖. Considerando
que las oclusivas son: /p/, /p‘/ y /ph/; /t/, /t‘/ y /th/; /k/, /k‘/ y /kh/; /č/, /č‘/ y /čh/; /q/, /q‘/ y
/qh/, como lo señala el lexicógrafo hispano en su nota al pie de página, el inventario de
fonemas dejados de lado cambia por completo la imagen fonológica de la lengua, al
menos del cusqueño. Sin embargo, el esfuerzo por usar letras duplicadas o el empleo
de diacríticos por Domingo de Santo Tomás (1560) demuestra un empeño por
establecer tales diferencias. Al respecto, Calvo y Urbano (2013: 439) afirman que:
―Cuando DST inserta signos diacríticos como el acento, consonantes redobladas o
formas en doblete próximas, entendemos que quiere indicar, en la mayoría de casos,
alguna diferencia de articulación‖. En tal sentido, los lingüistas antes citados, en la
edición crítica de la obra de Domingo de Santo Tomás (1560), proceden por
normalizar de la siguiente forma:
Sin embargo, las omisiones ortográficas ya fueron observadas por los entendidos de la
lengua en el siglo XVII. En este sentido, Porras Barrenechea (1952), al referir sobre
Tratado de los Evangelios (1646) de Ávila, señala que:
4.1.3.2.1.3 Una de las razones, y quizá la principal en la práctica lexicográfica del Siglo
de Oro, para adoptar la ortografía castellana era el temor de no empatar con la
tipografía de la imprenta. A este respecto, Calvo (2009b: 210), al analizar la obra del
Anónimo (1586), explica que hay un ―miedo inicial a la imprenta y a los cambios
gráficos, por ejemplo, para resolver los problemas de la fonología, etc.‖ La solución se
siguió conservando hasta principios del siglo XX. Al respecto, el Vocabulario Políglota
329
Incaico ([1905] 1998: 549), al referirse a la posibilidad de optar por un inventario
alfabético fonético especial o por otro parecido con signos diacríticos, señala que:
―Uno y otro sistema presenta el inconveniente de necesitar de signos o fundiciones
especiales que no se encuentran en los establecimientos tipográficos; por cuya razón
no es aceptable, antes bien; debe abandonarse y emplear los tipos usuales‖. Incluso
ya en el siglo pasado, el temor de enfrentar signos que no se hallaban en la tipografía
de la imprenta de la época, hizo volver la mirada a los ―tipos usuales‖: éstos eran los
del castellano. Al respecto, en el Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998: 549) se
menciona que: ―Tratándose del keshua, se ha usado de los signos o letras del
inventario alfabético castellano, ya sea combinándolas o duplicándolas, sin que esto
exprese en keshua el sonido castellano‖. En tal sentido, pese a que los lexicógrafos
eran conscientes de los inconvenientes de la ortografía hispana, la tipografía de la
imprenta parece ser una de las razones, sino la principal, del tratamiento del quechua
con una ortografía ajena dentro de los materiales lexicográficos.
4.1.3.2.2 Los lexicógrafos del Siglo de Oro, pese a que resolviendo diversos
problemas, pero no tuvieron en cuenta algunos aspectos de orden metodológico. En
esta perspectiva, Lara (2004: 90) señala que los autores de las obras lexicográficas de
aquella época:
330
no consideran su especifidad lexicográfica; es decir, no consideran a quién se
dirigían, en qué vocabulario se basaban, cómo pensaban las lenguas sus autores,
qué trataban de resolver, cómo procedían para construirlos, cómo interpretaban la
tradición lexicográfica que los precedía, etc.
Hucha, por su parte, ha sufrido también una transformación importante, por causa
de la religión, en cuyo ámbito significa ‗pecado‘ y ‗deuda {moral}‘, extensible al
derecho o al reglamento de los juegos ([rel.]. [j.]) como ‗falta deportiva‘, acepciones
que la alejan de su significado primigenio: ‗delito {público}, ‗pleito‘, ‗negocio {con el
estado}‘ (que también registra el Anónimo) y hasta ‗tributo‘, concretándose en la
más actual y generalizada de ‗culpa, remordimiento‘…‖ [Calvo 2009b: 203].
4.1.3.2.2.2 Otro problema metodológico ha sido el caos ortográfico con que se han
compuestos las obras lexicográficas en el Siglo de Oro. Este defecto se debería a la
falta de rigor en la técnica lexicográfica por parte de los frailes lexicógrafos. En este
sentido, Calvo (2009b: 186) afirma que, en aquella época: ―hacer un diccionario es
más difícil que hacer una gramática o, al menos, que la técnica gramatical se produjo
con rigor antes y tuvo muchas más consistencia que la técnica lexicográfica‖. Sin
331
embargo, el desorden ortográfico influyeron una serie de factores que deben tomarse
en cuenta. Observamos tres factores:
a) son productos que todavía carecen de espíritu científico, más bien estaban
cargadas de contenido ideológico-religioso;
b) no son obras originales, sino que están vinculadas a las gramáticas de sus
autores;
c) son materiales lexicográficos de discreta extensión (constituyen apenas unos
vocabularios), puesto que son fruto de un proceso de selección léxica que
empatara con la terminología de la religión católica;
d) estaban concebidas con fines evangelizadores y el propósito pedagógico
estaba encaminado para los objetivos de la cristianización.
332
En esa orientación, a la lexicografía producida en este periodo bien podemos
denominar como proto-lexicografía del quechua. Y para conocer cómo están
organizados los materiales lexicográficos de esta época examinaremos las tres
principales obras.
El dominico era amigo y corresponsal del fraile Las Casas y fué (sic) maestro e
iniciador del cronista Cieza de León en antiguallas indianas y de ahí el doble signo
de su obra: estímulo apostólico a la tarea de la evangelización y amor y curiosidad
por las manifestaciones del espíritu indio.
178
Se le puede considerar como el padre de la Lexicografía quechua (cf. Noriega 2011: 33).
333
podemos decir que los escritos de Fray Domingo de Santo Tomás sirvieron a
Cieza de León, a Castro-Ortega Morejón, a Santillán, a los autores de ―Aviso‖ y de
―Señores‖ y que cada uno añadió sus propias noticias. [Rostworowski 1989: 216].
Según Rostworowski (1989: 214): ―Fray Domingo quedó nombrado Obispo de Charcas
en 1562 y murió en 1570‖.
como efta lengua (a que es vfada y general por toda la tierra) no es natural en
toda, como efta dicho, eftan mezclados con los términos della, y recebidos, y
179
Según Rostworowski (1989: 79): “A la costa decían yunca o yunga por ser una región cálida y nombre
a los que también designaban a sus habitantes”; en consecuencia, también el de la lengua.
334
vfados ya generalmente quafi de todos, muchos terminos de prouincias
particulares, de Ias quales t bi p go yo algunos en el vocabulario, porque afsi fe
vfan ya com m te.
Entonces, en casos de sinónimos, estamos ante una variación léxica en dos o más
dialectos, cuando no de lenguas; en consecuencia, por lo menos, en la obra se puede
ver que se trata de una codificación polilectal.
La lectura atenta del texto castellano nos descubre que las entradas no están
planteadas desde el punto de vista indígena y, en la parte quechua-castellana, no
180
De esta lengua, que también es conocida como yunga, a excepción de la gramática de Fernando de la
Carrera (1644), no existen materiales lexicográficos: “De la lengua Yunga o Mochica no se ha
conservado ninguno de los vocabularios que se confeccionaron” (Rostworowski 1989: 287 – 288); razón
por la cual, es un poco complicado realizar un cotejo del léxico registrado en DST (1560).
335
se hallan tampoco rasgos que hagan pensar en que está escrito desde una
perspectiva indígena.
Por la que es la sección del castellano la más amplia en cuanto a volumen. Mientras
que la segunda sección parte de entradas quechuas, que en ocasiones se codifican
dos sinónimos y su correspondiente equivalencia castellana.
en el verbo fe pone entera la primera perfona del fingular del prefente del
indicatiuo, porque ella no fe forma, y las demás fe forman della, Y de la fegunda fe
pone la vltima fyllaba, a la manera del del (sic) Antonio [de Nebrija].
(63)
De forma que el lexicógrafo dominico toma una parte de la declinación latina y la otra,
del romance. Al respecto, Calvo (2009b: 23) observa que:
(64)
a) caçani, gui, o caffani, gui <qasani, –nki> (cf. qasan) ‗elarfe qualquier cofa‘
b) chapchani. gui. <ch‘apchani, –nki> (cf. ch‟apchan) ‗picar el aue‘
336
Al respecto de tal procedimiento, el mismo Domingo de Santo Tomás (1560: vi) nos
vuelve a señalar lo siguiente:
Y aunque (como efta notado en el Arte) los verbos que fignifican las obras de
naturaleza, Como fon, llouer, tronar, ferenar, amanecer, &c. Y los que fígnifican las
operaciones de cofas que no hablan, Como fon, gemir la tórtola, cantar el paxaro,
florecer el árbol y los femejantes en efta lengua, no fe acoftumbr tener primera ni
fegunda perfona, fino fola tercera. Pero en el vocabulario a los tales verbos, doyles
primera y fegunda perfona por guardar en el vniformidad en todos. У aun también
porque fabidas eftas perfonas (como de la vna, fe forman las demás) fácilmente fe
faben.
[http://books.google.com.pe/books?id=hCth7jvA5E8C&pg=PT224&hl=es&source=
gbs_selected_pages&cad=3#v=onepage&q&f=false]
Lo que implica que tal procedimiento sólo se realiza con fines didácticos antes que
lexicográficos.
quando alguna action tiene muchos verbos, o alguna cofa muchos n bres que la
fignifican, fe ponen todos con efta disjunction, o, Y comunmente fegun la ord local
que los términos tienen, la tienen en la mejoria, que fiempre el mejor fe pone
primero.
En tal sentido, en las entradas quechuas tenemos los siguientes tratamientos con el
disyuntivo o que va precedido por una coma:
Los procedimientos anteriores ya lo señalaban Calvo y Urbano (2013: 438): ―En las
opciones sinonímicas, DST utiliza el coordinador o disyuntivo para enumerar las
palabras‖.
337
4.1.4.1.7 Domingo de Santo Tomás, como primer lexicógrafo, cometió muchos errores
de tipo lingüístico y lexicográfico. El mismo pone de manifiesto tal debilidad: ―t go
ent dido aura muchos defectos, y faltas‖ (Domingo Santo Tomás 1560: viii). Sin
embargo, recibió burlas de sus contemporáneos. Así lo expresa Porras Barrenechea
(1952) al afirmar que:
4.1.4.1.8 Por otra parte, pese a que la finalidad inicial del material lexicográfico fue la
evangelización, es una valiosa pieza de consulta para los investigadores de las
distintas disciplinas (cf. Hernández 2008: 200). Sobre la producción lingüística y
lexicográfica del fraile sevillano, Torero (1997: 272) señala que sus ―obras tienen una
importancia permanente y son de consulta obligada no sólo para lingüistas, sino
igualmente para historiadores, etnohistoriadores, antropólogos, etc.‖ Y dado que el
fraile sevillano Domingo de Santo Tomás ―fue el autor de la primera gramática y el
primer vocabulario de la lengua quechua‖ (Torero 1997: 271), es también el primero en
registrar el término quichua como nombre de la lengua. Según Porras Barrenechea
(1952: 7):
338
Fray Domingo dio no sólo el primer Arte o Granmática de la lengua hablada por los
Incas e incomprendida por los conquistadores, sino la primera lista de palabras
con sus equivalentes castellanos y bautizó el Runa Simi incaico con el nombre de
quichua que hizo fortuna y que ha conservado, con algunos reveses fonéticos u
ortográficos.
En tal sentido: ―Toda la labor quechuista subsecuente del siglo XVI se encausa por la
senda abierta por el doctrinero de Chicama y de Chincha‖ (Porras Barrenechea 1952:
7).
4.1.4.2.1 Dado que existe controversia en la asignación de sus autorías (cf. Calvo
2009b: 37 – 48; Hernández 2008: 202-203), la obra es más conocido como el Anónimo
(1586). Casi todas las posturas sobre su autoría son, básicamente, excluyentes, salvo
una.
Y queriendo también, como es justo, poner freno en esta parte a los impresores,
que ya sin moderación alguna, y persuadidos a que les es permitido cuanto se les
antoja, imprimen sin licencia de los superiores eclesiásticos la sagrada Escritura,
notas sobre ella, y exposiciones indiferentemente de cualquier autor, omitiendo
muchas veces el lugar de la impresión, muchos fingiéndolo, y lo que es de mayor
consecuencia, sin nombre de autor… decreta y establece… que a nadie sea
lícito imprimir ni procurar que se imprima libro alguno de cosas sagradas, o
pertenecientes a la religión, sin nombre de autor; ni venderlos en adelante, ni
aun retenerlos en casa, si primero no los examina y aprueba el Ordinario; so pena
de excomunión… Si los autores fueran Regulares, deberán además del examen
y aprobación mencionada, obtener licencia de sus superiores…
181
El italiano Antonio Ricardo, nace en Turín. Arriba a México en 1570 y se traslada a Perú en 1581. En
ambos países trabajó para los jesuitas. Fue el primer impresor en Perú y sus publicaciones se inician en
1584. Gran parte de los materiales que salen de su imprenta, en los años que resta del siglo XVI, no llevan
sello de autoría ni de impresión
(http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/libros/historia/grabado_lima/cap2.pdf).
339
Pese a que la pena decretada en el documento conciliar para un religioso es altísimo
el proceso de sanción para lograr las licencias los superiores entendidos en la lengua
era más complicado, porque después del Tercer Concilio Limense (1582 – 1583)
retornarían de Lima al interior del país donde se hallaban sus doctrinas. Ello implicaba
que el proceso para obtener la licencia de publicación sería largo y la necesidad de
contar con materiales lingüísticos era apremiante para los fines evangelizadores, por lo
que optaron por el ―pecado piadoso‖ de publicarlo de forma anónima.
4.1.4.2.1b Por otra parte, entre las postura excluyentes sobre la autoría tenemos, por
ejemplo a Torero (1997: 286), quien sostiene que la obra es de rúbrica del jesuita
Alonso de Barzana182, por ser éste un estudioso de lenguas indígenas. Este fraile, a
juicio de Albó183, sería el mayor políglota de la época. En cambio, Calvo (2009b: 48 -
49) lo descarta por hallarse el personaje lejos de Lima en esos años y por no llevar la
obra el escudo de la orden. En tanto que el prologuista del Vocabulario Políglota
Incaico ([1905] 1998: xvi) asigna su autoría al impresor Antonio Ricardo; sin embargo,
Calvo (2009b: 63) sostiene que: ―hay que reafirmarse en que el autor del Vocabulario
no es el editor de la obra‖. De igual modo, hay quienes dan la autoría a Diego de
Torres Rubio184, reeditor de la obra en 1603 en Roma (cf. Calvo 2009b: 15); sin
embargo, éste era demasiado joven a la hora de la redacción del material lexicográfico
(cf. Calvo 2009b: 46).
4.1.4.2.1c Para ensayar la(s) autoría(s) se debería separar tanto la parte gramatical
como la del vocabulario. En tal sentido, pese a que Calvo (1997: 330) atribuía la
autoría de la gramática a Alonso de Barzana, posteriormente (Calvo 2009b: 11), su
posición ha sido más inclusiva y conciliadora, ya que atribuye al concurso de varios
gramáticos. Al respecto concluye que:
182
El padre Barzana, según Albó, al morir en 1598, sabía 11 lenguas, entre ellas el quechua, el aimara y el
puquina, las lenguas mayores en aquella época, además dejó compuesto varias artes en algunas lenguas.
Pero en 1585 viaja hacía Tucumán.
(http://books.google.com.pe/books?id=IstZX0K7LUwC&pg=PA277&lpg=PA277&dq=Notas+sobre+jes
uitas+y+lengua+aymara&source=bl&ots=rfLIrHAzur&sig=lfhBuYcjTqK2PBVoIktMccYuwHM&hl=es-
419&sa=X&ei=3s6UUP3kK4jq9ATIyoDQDA&sqi=2&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Notas%2
0sobre%20jesuitas%20y%20lengua%20aymara&f=false
http://books.google.com.pe/books?id=IstZX0K7LUwC&pg=PA277&lpg=PA277&dq=Notas+sobre+jesu
itas+y+lengua+aymara&source=bl&ots=rfLIrHAzur&sig=lfhBuYcjTqK2PBVoIktMccYuwHM&hl=es-
419&sa=X&ei=3s6UUP3kK4jq9ATIyoDQDA&sqi=2&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Notas%2
0sobre%20jesuitas%20y%20lengua%20aymara&f=false).
183
http://books.google.com.pe/books?id=IstZX0K7LUwC&pg=PA277&lpg=PA277&dq=Notas+sobre+jesu
itas+y+lengua+aymara&source=bl&ots=rfLIrHAzur&sig=lfhBuYcjTqK2PBVoIktMccYuwHM&hl=es-
419&sa=X&ei=3s6UUP3kK4jq9ATIyoDQDA&sqi=2&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Notas%2
0sobre%20jesuitas%20y%20lengua%20aymara&f=false
184
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/libros/historia/grabado_lima/cap2.pdf
340
la autoría del Anónimo de 1586 se sustentó en un trabajo colectivo periconciliar.
Por las huellas dejadas por cada uno de los gramáticos asistentes al Concilio, uno
de ellos debió de ser el autor material bajo la supervisión o consejo de los demás.
[Calvo 2009b: 47-48].
Mientras que para la parte del Vocabulario, el mismo Calvo (2009b: 162) postula la
posibilidad de un solo autor. En este sentido, el lexicógrafo hispano explica que, a
partir del análisis que hace a los materiales doctrinarios publicados en quechua y
aimara, en la elaboración de la gramática no sólo fueron los jesuitas quienes
intervinieron, sino también frailes de otras congregaciones. Sólo el concurso de un
colectivo de expertos explicaría las razones de su alto grado de logro de la obra en su
conjunto. Al mismo tiempo, también nos deja indicios sobre la contribución inicial en la
composición de la misma por parte de los editores posteriores (Martínez, Huerta),
puesto que sólo esa participación les debió dar alguna autoridad moral para las
enmendaduras y reestructuraciones ulteriores de la obra cuando no también la
necesidad de mejorarla como material de enseñanza-aprendizaje de la lengua para los
propósitos evangelizadores. A este respecto, Calvo (2009b: 207) afirma que: ―Los
correctores pusieron mucho cuidado en hacer bien una obra instrumental de tanta
trascendencia como ésta‖.
4.1.4.2.2 Por otra parte, dada su importancia, en su época sólo superada por la obra
de Diego González Holguín (1608), se reeditó en varias ocasiones (cf. Bajo 2000:
224): Sevilla, 1603; Lima, 1604 por Antonio Ricardo; Lima, 1614 (cf. Porras
Barrenechea [1951] 1999: 219; Apud Calvo 2009b: 15); Lima, 1951 (Escobar, ed.);
Lima, 1970 (Aguilar, ed.). Todos estos datos parten de Porras Barrenechea (1952),
quien observa que:
341
El segundo Vocabulario y Arte de 1586, que se reimprime varias veces, en 1603
en Sevilla, en 1604 por el mismo Ricardo en Lima en 1614, por Francisco del
Canto y que algunos atribuyen al jesuita Barzana, y Rivet, con más razón, al
agustino Juan Martínez, que pone su nombre en la edición de 1604.
[http://www.runasimipi.org].
Lo que implica que por su importancia y trascendencia se tuvo que reeditar en varias
ocasiones. A ello contribuyó su carácter anónimo, principalmente porque excluían
recorrer el camino engorroso de las licencias.
4.1.4.2.3 Este material lexicográfico tomó como fuente léxica diferentes materiales de
la época. Entre ellas, se basó en el léxico quechua empleado en: la Doctrina para
Instrucción de los Indios (1584), el Confesionario para curas de indios y Doctrina
Christiana por Sermones, ambos editados en 1585 (cf. Torero 1997: 287). Según
Torero (1997: 287), ―de este poderoso cuerpo teórico y pragmático tomó el
Vocabulario de 1585 (sic) su caudal léxico, a la vez que lo consolidó y dio remate‖. Por
esta misma línea sigue la postulación de Calvo (2009b: 37), puesto que cree que la
obra se habría gestado antes del tercer concilio. Sin embargo, el mismo Calvo (2009b:
159), intenta demostrar que el listado de las entradas castellanas del Anónimo (1586)
siguió las pautas del Vocabulario de Domingo de Santo Tomás (1560). El lingüista
expone una comparación de ambos listados de la letra A. De este contraste podemos
inferir tres condiciones importantes:
342
Mientras tanto, Calvo (2009b: 152) considera ―que no hay biunivocidad en sus
listados‖, ya éstos varían en número de caudal léxico en cada vertiente:
4.1.4.2.6 Por otra parte en su composición se sigue los patrones de Nebrija (Calvo
2009b: 73). Según Calvo (2009b: 152) está compuesto sobre la base de la variedad
cusqueña y ―la normativización de la lengua quechua (y aimara) pasa por la elección:
interesan los textos religiosos, no otros‖ (Calvo 2009b: 65). Al menos eso se puede
deducir de los cuatro ejemplares consignados en colecciones de bibliotecas privadas
entre 1614 a 1648 (cf. Hampe 1991: 37). Éstas fueron de la reedición de Juan
Martínez de Ormachea (1604), ―que es una reproducción fiel del trabajo originalmente
editado bajo los auspicios del III Concilio límense‖ (Hampe 1991: 37).
4.1.4.2.7 No cabe duda que la obra del Anónimo (1586) fue consultada por los
diferentes tratadistas del quechua durante la Colonia, además, en la actualidad
constituye un vocabulario de consulta obligatoria en las disciplinas sociales.
4.1.4.3.1 Los reclamos que el Inca Garcilaso hacía a sus coetáneos y la crítica que
emprendió contra Domingo de Santo Tomás (1560) sobre la lengua quechua, habían
rendido frutos en la obra de Diego González Holguín (1608), puesto que éste compuso
343
un material de importante valía lexicográfica para la lengua. En tal sentido, Porras
Barrenechea (1952) considera que es ―el mayor monumento de la lengua quechua o
General del Inca‖ (http://www.runasimipi.org) y más adelante continua el historiador
peruano:
(65)
185
En el quechua ayacuchano, mitu es „barro‟, por lo que la etimología de este pueblo debe ser ese.
344
4.1.4.3.3 Por otra parte, el propósito principal de la composición del material
lexicográfico fue la evangelización y el secundario, el aprendizaje de la lengua por
parte de los frailes. El mismo fraile en cita de Porras Barrenechea (1952: 35) nos lo
advierte: ―mi intento, y el de esta obra que es ayudar a formar ministros del Euangelio
para los indios, dandoles la copia y propriedad (sic) de la lengua que faltaua, conque
no tengan ya alguna excusa para no predicar‖ (http://www.runasimipi.org). Sobre esta
confesión de los propósitos del fraile lexicógrafo ha venido en advertirnos Porras
Barrenechea (1952):
Si por un lado, el propósito era dotar de herramientas para el aprendizaje, por otro, el
fin último era la evangelización de las almas quechua hablantes.
―En esta lengua no ay vso destas letras nuestras B, D, F, G, X ni V consonante (va) sino
(hua) por (va) y de la L sencilla no ay vso, sino doblada (ll) y al reues de la R no ay uso
de dos RR sino de vna R‖. (http://www.runasimipi.org).
345
La solución al problema de los fonemas aspirados y glotalizados del cusqueño ha
venido en solucionar con grafías dobles para marcar tales diferencias en la
pronunciación.
hemos de enseñar a pronunciarlas, que son, cc, K, chh, pp, qq, tt. Estas se
pronuncian con mas fuerça que no senzillas, y si assi no se haze no suena nada
en la lengua… y aunque algunos parece que estas son aspiraciones, y que con
echarles vna h, que es la comun aspiracion se enseña esta pronunciacion, mas no
basta, porque th no añade fuerça a vna, t. y ha se de añadir. Y qh. no ay vso de
ella. Y ph. dixera, sa se, si. Y ch, dixera, cha, che, chi. Y ccari por el varon, no
admite h, que dixera chari. Y assi resumo la fuerça destas letras en esto, que (cca)
se pronuncia asperamente con fuerça desde el paladar, o del medio de la boca
hazia fuera; de manera que se hiera el ayre hazia a fuera mas rezio que con vna c
o doblado quando ay dos cc. Y nota que esta letra cc. no tiene mas que tres
vocales a,o,u, cca, cco, ccu, y para las otras dos, e, ei, sirue la qq con su u, qque,
qqui. Y entre la cc y la qq se reparten las cinco vocales de pronunciacion aspera
exterior. [http://www.runasimipi.org].
4.1.4.3.4c Las grafías aspiradas (<qh>, <ph>) que desecha nuestro autor, en la
actualidad han pasado a constituir la ortografía moderna. En este sentido, la norma es
la forma qhari ‗varón‘ y no ccari, lo que supone que se ha desestimado los dígrafos del
autor colonial (<cc>, <qq>). Pero el fraile cacereño añade más:
346
La quarta letra es, pp, que hiere con fuerça la vocal desde los labios hazia a fuera.
La quinta que es, qq imita mas a la K y haze la fuerça en el gaznate mas hazia a
fuera. La vltima que es, tt, haze la fuerça desde los dientes cerrados hazia a fuera.
Conforme a estas seys nueuas pronunciaciones hemos dado sus letras a cada
vocablo; y no pongo mas pronunciaciones por no equiuocar y escurecer estas, y
porque de otras ay poco vso o poca diferencia destas. [http://www.runasimipi.org].
4.1.4.3.4d El recojo de las frases léxicas tienen mejor esmero en aquellas referidas a
la religión que, incluso, le dan un carácter de un tratado teológico en algunas entradas.
Este tratamiento ocurre, por ejemplo, en la siguiente entrada:
(66)
Todo parece indicar que el mismo lexicógrafo jesuita estaba convencido de la carencia
de léxicos que puedan expresar conceptos religiosos: ―Aduiertase que los indios no
tenian vocablos de todo lo espiritual ni vicios, ni virtudes, ni de la otra vida y estados
de ella, y este Vocabulario da copia desto, que es muy necessario para predicar y
catechizar‖ [http://www.runasimipi.org]. Sin embargo, el lexicógrafo jesuita recogió todo
tipo de unidades léxicas. Al respecto, Porras Barrenechea (1952) detalla la innovación
léxica del jesuita: ―González Holguín recoge no solo las palabras sino las
combinaciones diversas de éstas, las partículas deformadoras, los giros, las
expresiones proverbiales y todos los movimientos de expresión incorporados a cada
vocablo‖ [http://www.runasimipi.org]. En esta tarea priorizado aquel léxico compuesto
que no contravenía a la religión católica. Sólo así la obra tuvo una trascendencia como
obra de consulta a lo largo de los siguientes siglos.
4.1.4.3.5 Sin embargo, la regularidad del ordenamiento léxico dentro del vocabulario
es por lo menos un aspecto descuidado. Según Porras Barrenechea (1952):
347
A continuación observemos algunos tratamientos por las que procede el lexicógrafo
jesuita en su obra maestra.
4.1.4.3.5a Dos o más formas ortográficas o dos sinónimos se presentan bajo una
misma entrada separada por la conjunción disyuntiva o. Además van entre dos comas,
aunque no siempre de forma regular tal puntuación.
(67)
c) Aca cuni, o, yspacuni. Proueerse hombre o animal. Y auque (sic), yspani [isp‘ani], es
orinar, tomase por, acani [akani], por mas modestia. [DGH 1608].
(68)
Este defecto en la práctica lexicográfica del Siglo de Oro ha llevado que la consulta de
la información en algunos artículos lexicográficos sea bastante densa para un usuario
poco entrenado o no especialista.
348
4.1.4.3.5c Sin embargo, la disposición de separación de las formas o los sinónimos
con la conjunción disyuntiva o no siempre es regular, puesto que, en algunos casos,
sólo se procede a separarlas por comas:
(69)
Aunque en las bases apay ‗llevar‘ y astay ‗trasladar‘ no hay una sinonimia absoluta,
pero la intención del lexicógrafo es presentarnos los sinónimos para ampliar el
vocabulario del aprendiz de la lengua, por lo que registra las formas separadas por
comas.
4.1.4.3.5d La decisión de incorporar los miembros léxicos del campo semántico al que
pertenece una determinada unidad léxica dificulta la labor de búsqueda por parte del
usuario. Al respecto, el mismo Porras Barrenechea (1952) manifiesta que: ―La
búsqueda se dificulta y se hace insegura en el gran laberinto lingüístico del
Vocabulario, que adquiere así de conformidad con el genio de la época una prestancia
barroca‖ (http://www.runasimipi.org). Pese a los evidentes problemas en la búsqueda
de información por parte del usuario, el historiador peruano sugiere que este desorden
se debe a la influencia de la corriente barroca antes que a una limitación en la pericia
lexicográfica.
(70)
a) Permitir consentir, dexar, se haze con cada verbo interpuesta (chi). Llullachicuni,
dexarse o permitirse engañar pusachicuni permitirse lleuar &c. [DGH 1608].
b) Permitir tambien se haze con. Ñini, y otro imperatiuo riyñihuay. [DGH 1608].
Al explicar el sufijo acusativo –chi, el lexicógrafo colonial, nos evidencia que los
morfemas sufijales también ya constituyeron, en aquella época, objetos de la
lexicografía, antecedente que supone que en la actualidad bien pueden incluirse como
parte del diccionario.
349
(71)
En tal sentido, la equivalencia de akatanqa debe ser sólo ‗escarabajo pelotero‘, con lo
cual se prescinde del artículo el de acuerdo a los cánones de la lexicografía actual.
4.1.4.3.8 Por otra parte, en algunas partes tiene salpicaduras de una obra de carácter
enciclopédico. Es decir, la obra incluye nombres de ciudades.
(72)
(73)
Este enciclopedismo de la obra del fraile jesuita obedece también a las mentalidades
de la sociedad dominante de entonces y al propósito evangelizador con que fue
compuesta la obra lexicográfica. Sin embargo, esta herencia enciclopédica lo arrastra
la AMLQ, puesto que el material lexicográfico compuesto por este órgano (1995) tiene
tales características.
4.1.4.3.10 Por lo visto hasta aquí bien podemos afirmar que estamos ante una obra
que ha ejercido influencia en lexicógrafos de su época como en los actuales, pero su
radio de acción también llegó a los cultores de otras áreas como lo testimonian las
cuatro referencias consignadas en colecciones de bibliotecas privadas de 1614 a 1648
(cf. Hampe 1991: 37). De igual modo, los investigadores de otros campos científicos
350
de nuestros días lo siguen consultando, cuando no en el proceso de normalización del
quechua se ha tomado como patrón de partida a este material lexicográfico.
4.2 En el periodo que comprende desde 1650 hasta 1903 la producción lexicográfica
cayó en un aletargamiento, la misma que se conoce como el Periodo de la
Decadencia. Al respecto, Calvo (2001: 33) afirma que este periodo se caracteriza por:
―una decadencia generalizada [que] abre un largo paréntesis lingüístico hasta la mitad
del siglo XIX en que los autores alemanes von Tchudi y Middendorf resucitan el
quechua cuzqueño con grandes publicaciones‖. En tal sentido, el consumo del
vocabulario está casi estancado en este periodo y solo se han reproducido los
materiales existentes. Las causas son varias. Condicionan las causas políticas,
económicas, sociales, culturales, religiosas y lingüísticas. En tal sentido, en este
periodo es evidente que los frailes han bajado su intensidad de producción
lexicográfica y lingüística, el interés por las lenguas indígenas en los claustros
religiosos ha caído con fuerza, la imposición del castellano está fuerte y únicamente el
aprendizaje de esta lengua en las masas indígenas se mantiene bajo.
351
4.2.1 Etapas del periodo de la Decadencia
4.2.1 Para visualizar mejor este periodo lo separaremos en dos etapas. En la primera,
según Calvo (2001: 33), abarca desde 1650 hasta la mitad del siglo XIX, momento en
que sobreviene un largo periodo de declive en la producción gramatical y lexicográfica
del quechua. Mientras que en la segunda mitad del siglo XIX se tuvo un momento de
investigaciones lingüísticas llevados a cabo por extranjeros y culmina con la
publicación del Vocabulario Castellano-Quechua-Pano (1903) de fray Manuel Navarro
(cf. Valdivia 2012: 96).
4.2.1.1.2 Entre la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII, pese a que la
producción lexicográfica es pobre, el interés lingüístico se mantiene en latencia básica.
En esta etapa se producen artes en versiones manuscritas que sólo verán la luz en el
siglo XX y se reeditan otras del Siglo de Oro (cf. Calvo 2001: 33):
Esta mínima producción lingüística nos aproxima a una visión completa del periodo de
la Decadencia. En tal sentido, según Calvo (2001: 34): ―La situación no pudo ser más
352
depauperada. Da la sensación de que los objetivos de la descripción de las lenguas
generales ya están cumplidos, con lo que cabe apenas preservarlos‖. La sospecha de
Calvo nos ratifica que la finalidad primordial de componer Artes en el Siglo de Oro era
la evangelización y que no tenían mayor interés lingüístico en mejorar la descripción
de la lengua en los siglos sucesivos.
186
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
353
4.2.1.2 Etapa segunda o la de la República
4.2.1.2 A pesar del declive de la producción lexicográfica del siglo XVIII, en el siglo XIX
surgieron estudios lingüísticos importantes del quechua, aunque, todos ellos,
publicados fuera del país y en otras lenguas europeas modernas ajenos al castellano
(cf. Noriega 2011: 47). Al respecto, Calvo (2001: 34) afirma que:
Los avances en filosofía del lenguaje parecen impulsar este nuevo empeño por el
estudio del quechua.
Los extranjeros que gozaron de mayor renombre fueron el suizo Johann Jakob
Tchudi, el inglés Clements R. Markham y el alemán Ernst Middendorf. Al lado de
ellos siempre aparece la imagen de dos peruanos: Mariano Eduardo de Rivero y
Gabino Pacheco Zegarra.
4.2.1.2.2 Estos investigadores serán los precursores del auge de los estudios
lingüísticos y lexicográficos en los especialistas de la etapa de la consolidación en la
segunda mitad del siglo XX. Sobre el trabajo de Tschudi, Carreño (2003: 145) asevera
que:
354
La obra Die Keschua-Sprache, de Johann Jakob von Tschudi, aparecida en
1853… trata principalmente del quechua del Cuzco, el autor incluyó unas
―Bemerkungen über den Chinchaysuyo Dialekt‖ [Anotaciones sobre el dialecto
Chinchaysuyo] (Tschudi 1853, tomo I: 257-262), donde se consignan algunos
datos novedosos respecto de lo acopiado por Figueredo.
Además, los mencionados investigadores tienen el mérito de haber sido ellos los que
pusieron al quechua en la agenda científica en el siglo XIX. Estos avances servirán de
bases para la recuperación temprana de la práctica lexicográfica en el siguiente
periodo. Aunque su vocación del estudio del quechua es enciclopédica.
4.2.1.2.3 A principios del siglo XX, en 1903 el fraile franciscano Manuel Navarro,
religioso del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Ocopa y misionero de
Ucayali, publica en la Imprenta del Estado en Lima el Vocabulario Castellano-
Quechua-Pano, con sus correspondientes gramáticas (cf. Valdivia 2012: 96). Esta obra
marca el fin de una etapa y prepara la apertura de la siguiente, puesto que en el
mismo Colegio publicará, dos años después, el Vocabulario Políglota Incaico (1905),
aunque para 1903 ya estaba concluida dicha obra lexicográfica. En tal sentido, ambas
son coetáneas y hermanas, por lo que parece más justo filiarlas dentro del Siglo de las
Luces, pero por el momento la mantenemos en fronteras de dos periodos diferentes.
4.3 Se inicia en 1905 con la publicación del Vocabulario Políglota Incaico y se extiende
hasta 1991, con lo cual abarca casi todo el siglo XX. A este periodo bien podemos
llamarlo como la edad de la ―repristinación‖. Lingüistas y lexicógrafos consideran que
era preciso recomenzar una práctica lexicográfica magnífica como la del Siglo de Oro.
Una de las evidencias es la fecundidad de los estudios lingüísticos y lexicográficos. En
tal sentido, el Vocabulario Políglota Incaico (1905) simboliza la victoria de la
Lexicografía quechua sobre la parálisis y la decadencia de su práctica en los siglos
precedentes. Este renacimiento después del Periodo de la Decadencia cuando la
práctica lexicográfica del Siglo de Oro se hundió a lo largo de casi dos centurias hasta
que resurgió para convertirse en el principio de la Lexicografía Quechua Moderna. En
355
este periodo no sólo se imprimen manuscritos y reeditan obras de siglos pasados187,
sino que también se inician y consolidan prolíficos estudios dialectológicos del
quechua. En tanto que los lingüistas se esfuerzan para la publicación de materiales
lexicográficos en diferentes variedades del quechua. Aunque este periodo se
caracteriza por una práctica lexicográfica que se obsesiona por el pasado, se puede
decir que Perú vive una estimulante ola de composición de obras lexicográficas y
gramaticales, la vocación lexicográfica por fin se había reabierto. El periodo se
subdivide en dos etapas.
4.3.1. Este periodo está marcado por dos etapas claramente diferenciables en la
práctica lexicográfica del quechua:
a) Etapa de la reapertura
b) Etapa de la consolidación
4.3.1.1 Esta etapa se inicia con la publicación del Vocabulario Políglota Incaico (1905)
y se extiende hasta la publicación de la obra de Jorge A. Lira (1944). Es decir,
comprende la primera mitad del siglo XX. Ambos materiales lexicográficos son gestas
de frailes y están compuestos con fines evangelizadores. Al mismo tiempo, en esta
etapa se inauguran los estudios dialectológicos del léxico de variedades ajenas a la
históricamente estudiada, la cusqueña.
187
Incuso se reeditan obras del mismo siglo como ocurre con el Vocabulario Políglota Incaico de 1905
que se reedita en 1998.
356
patrióticos que en su lucidez, vivieron el aciago momento como una posibilidad para
pensar en el Perú‖. En tal sentido, el caos social, político y económico caracteriza a la
República de entonces. Al respecto, Espino (2004: 37) nos ilustra: ―El impacto
desintegrador, la incapacidad de las clases dirigentes para dar un norte al país y la
bancarrota económica afectaba fundamentalmente a las mayorías nacionales (indios y
mestizos, braceros y artesanos)‖. Por lo que Espino (2004: 36) cree que: ―El Perú
puede pensarse como una sociedad fragmentada y sin solución de sus conflictos
étnicos‖.
357
4.3.1.1.4 Finalmente, si los estudios reconstructivistas del quechua habían empezado
en la etapa de la Reapertura; entonces con la publicación del Vocabulario Políglota
Incaico (1905) se dio apertura de los estudios dialectológicos en el campo de la
lexicografía. Por lo tanto, con el Vocabulario Políglota Incaico (1905) se da la
reapertura a la confección de un material lexicográfico multilingüe y polilectal.
4.3.1.2 Esta etapa comprende la segunda mitad del siglo XX. Propiamente se trata de
la etapa científica de los estudios lingüísticos y lexicográficos en esta lengua andina. Y
tiene las siguientes características.
La obra de Alfredo Torero conformada por trabajos como: Los dialectos quechuas
(1964) Lingüística e historia de la sociedad andina (1970) y El quechua y la
historia social andina (1974) da inicio a la etapa propiamente científica de la
lingüística quechua al estudiar las variaciones diatópicas y proponer la
reconstrucción de la protolengua.
En tal sentido, los estudios de Torero son los que marcan el inicio de la Lingüística
quechua en el territorio nacional. De allí en adelante se marcará el despegue de los
estudios más serios de esta lengua andina.
4.3.1.2.2 Entre las décadas del sesenta y setenta se profundizará más estos estudios
de reconstrucción fonológica del protoquechua. Sin embargo, muchas de estas
reconstrucciones tienen un halo de especulación. Al respecto, Taylor (2006: 12), al
referirse a sus últimos trabajos manifiesta expresamente: ―Abandono las
comparaciones globales a los fanáticos de las reconstrucciones que generalmente
prefieren este tipo de especulación al trabajo de campo‖, porque el mismo lingüista
revela que: ―Mis propias investigaciones ulteriores en Ferreñafe (a partir de 1977) y
Yauyos (a partir de 1980) revelaron una situación dialectal extremadamente compleja,
con muchísimas zonas de sombra, y relativizaron el interés de este tipo de trabajo‖
(Taylor 2006: 12). La complejidad dialectal, a menudo, ha dificultado los estudios de
esta lengua indígena. Así la sierra limeña presentaba un mosaico de dialectos ricos
para los estudios dialectológicos y comparativos.
358
informaciones, los especialistas los consideran como poseedores de la norma, en
detrimento del cusqueño que empezará a ser vista como un dialecto periférico, no apta
para encarnar la norma quechua.
359
4.3.2.1.1a Estos autores, para explicar el papel de la escuela dentro de la sociedad, se
han valido de una analogía con la reproducción de los pelícanos188 en el
establecimiento de tal relación. En tal sentido, a partir de esta relación de analogía, se
puede decir que la reproducción lexicográfica del quechua es muy idéntico al ―rígido
determinismo genético del pelícano que pone huevos de los que nacen pelícanos
siempre iguales‖ (Bechelloni 1996: 20).
4.3.2.1.2 En el sentido anterior, las obras diacrónicos, antes que ser fuentes
metalingüísticas para componer los materiales lexicográficos sincrónicos (cf. Quesada
1976: 17; Cusihuamán 1976: 13-14, AMLQ 1995: XV), constituyeron fuentes de las
que se podían copiar191 sin escrúpulos. A este respecto, Calvo (2009: XVI), al justificar
su diccionario, afirma que: ―la AMLQ (1995) hizo un mínimo esbozo lleno de errores y
carencias, en el que fue plagiando sin rubor de aquí y de allá.‖ De aquí que la práctica
de la copia fue moneda corriente en la Lexicografía quechua.
188
Bourdieu y Passeron (1996: 33): “El capitán Jonathan, / A la edad de dieciocho años, / Un día
captura un pelícano / En una isla del Extremo Oriente. / El pelícano de Jonathan, / Por la mañana, pone
un huevo muy blanco / Del cual sale un pelícano / Que se le parece extraordinariamente. / Y este segundo
pelícano / Pone, a su vez, un huevo muy blanco / Del que sale, inevitablemente. / Otro que lo mismo hace.
/ Esto puede durar mucho tiempo / Si antes no se hace una tortilla. / Robert DESNOS, /Chantefleurs,
Chantefables.”
189
En la acepción 3 de la entrada reproducir, el DRAE (22) define: “Sacar copia en uno o en muchos
ejemplares, de una obra de arte, objeto arqueológico, texto, etc., por procedimientos calcográficos,
electrolíticos, fotolitográficos o mecánicos y también mediante el vaciado”.
190
En la acepción 5 de la entrada reproducir, el DRAE (22) define: “Dicho de los seres vivos: Engendrar
y producir otros seres de sus mismos caracteres biológicos”.
191
El DRAE (22) define copiar, en su acepción 5, como: “Imitar servilmente el estilo o las obras de
escritores o artistas”. En adelante usaremos en este sentido el término copiar.
360
autores, obras y lenguas, afirma que: ―El dominico Domingo de Santo Thomás (1560),
para el quechua, Bertonio (1612), para el aimara, y Alonso de Barzana (1590) para el
puquina, son como Nebrija para el castellano, son ―nebrijas‖ indianos‖. Pero la práctica
de la copia ha ido más allá de la Lexicografía quechua del Siglo de Oro, ha llegado
hasta la lexicografía hispánica de finales del siglo XV. Como hemos asumido antes, la
Lexicografía quechua inicial ha seguido la plantilla lexicográfica nebrisense. En tal
sentido, las obras lexicográficas del quechua constituyen copias de ese prototipo.
A través de este principio se explica el por qué las obras lexicográficas del quechua,
en su mayoría, contienen el mínimo de entradas de todas las unidades léxicas en uso
de la lengua y dentro de éstas, apenas las acepciones primarias.
Diccionario, no eres
tumba, sepulcro, féretro,
túmulo, mausoleo,
sino preservación,
fuego escondido,
plantación de rubíes,
perpetuidad viviente
192
Discurso de incorporación como académico correspondiente a la Academia Peruana de la Lengua el 30
de junio de 2007 (http://academiaperuanadelalengua.org/academia/boletin/44/calvo/papabras-encantadas).
361
de la esencia,
granero del idioma.
En tal razón, las obras lexicográficas fácilmente pueden tener una imagen fría y parca
como una tumba sin visitantes, una colmena sin abejas, o un florido jardín del idioma
con abejas alborotadas. Sin embargo, en ocasiones, también llegan a constituir un
―monólogo‖ de pedantería del lexicógrafo como nuestros monólogos interiores tan
frecuentes en nuestra infancia. En tal sentido, esta característica le daría poca utilidad
y practicidad al material lexicográfico. Al respecto, Albó (2007: 2) refiere que:
no parecen tampoco muy útiles para hablantes actuales algunos diccionarios muy
eclécticos, como los de Jesús Lara y de Ángel Herbas, que incorporan con poco
sentido crítico cualquier vocablo, encontrado tal vez en algún cronista,
prescindiendo de si sigue siendo de uso actual.
A partir de esta observación deducimos que las razones que explicarían el por qué se
reproducen los mismos errores en muchas variantes ortográficas en la lexicografía
moderna y por qué aún, después de casi cuatro siglos y medio de práctica, no se ha
podido romper con la herencia bilingüe para dar paso a un diccionario monolingüe de
la lengua.
362
―civilizado‖. Sin embargo, esta ―civilización‖ no era otra que la cristianización
practicada desde los primeros siglos de la Colonia.
En este sentido, el indígena no sólo debía ser un ciudadano útil a la sociedad, sino que
también un buen cristiano cumplidor de sus deberes morales.
4.3.2.2.1b Mientras que los materiales lexicográficos de la primera mitad del siglo XX,
como el Vocabulario Políglota Incaico (1905), se compusieron con la finalidad de:
―infiltrar en las masas aborígenes el pensamiento civilizador que las depure de sus
ideas groseras, para introducir en su ánimo el sentimiento de la dignidad humana que
los emancipe de su modo de ser abyecto‖ (Prólogo Vocabulario Políglota Incaico
[1905] 1998: ix). Puesto que se consideraba a los indígenas ―una raza atrasadísima,
sin la menor cultura intelectual y sin vestigios de que antes la hubiese tenido‖ (Prólogo
del Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xiii), por tal motivo, con el material
lexicográfico:
se trata de aproximarse, como queda dicho, a esa raza tan atrasada para
inculcarle una civilización que la enaltezca, a cuyo efecto es de primera necesidad
entenderse con ella, generalizando el habla castellana, mediante el diccionario, o
cuando menos vocabulario.
Según esta concepción, es justificable que el idioma indígena se extinga a favor del
castellano y de la ―civilización cristiana‖ (cf. Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico
[1905] 1998: xvii).
363
vida de los pueblos cultos‖. Porque, en este periodo, el propósito social y étnico de los
lexicógrafos que componen la obra:
4.3.2.2.2 Otra de las finalidades que las obras lexicográficas bilingües persiguieron en
el siglo XX fue la de la evangelización. Tales propósitos se plasmaron en materiales
compuestos por lexicógrafos cristianos protestantes como católicos. Al respecto, Lara
(2004: 90) señala que:
Esta finalidad se ha venido arrastrando desde el Siglo de Oro y en esta época poco o
nada ha variado, más bien se ha incrementado el matiz protestante, principalmente
impulsada por el Instituto Lingüístico de Verano.
193
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
364
y culturales preestablecidas‖. De tal suerte que las obras lexicográficas,
indistintamente y a veces complementariamente, se confeccionan con finalidades
pedagógicas.
Sin embargo, todo parece indicar que dicha finalidad no se cumplió, pese que la citada
norma era para el uso oficial quizá debido a que en el fondo tenía una intención
política: La reafirmación nacionalista de la población quechuahablante. En tal sentido,
los lexicógrafos de esta época comprendieron la necesidad pedagógica de las obras
lexicográficas para el desarrollo del vocabulario. Esto implica que apuntaron sus
intereses a resolver problemas de enseñanza de lenguas dentro del marco de la
educación bilingüe.
4.3.2.3.1 Los diferentes vocabularios del Siglo de Oro se publicaron con algún tipo de
intervención de los políticos de la época. La obra del Anónimo (1586) fue impresa en
Lima con una autorización de la imprenta por Real Cédula rubricada por Felipe II en
365
1584. El trabajo lexicográfico de Diego González Holguín (1608), por su parte, salió a
luz con aprobación del 15 de setiembre de 1607 y licencia de la Real Audiencia de la
Ciudad de los Reyes del 5 de julio de 1608.
4.3.2.3.2 En el siglo XX las obras lexicográficas ven la luz con intervención de los
políticos. El Vocabulario Políglota Incaico (1905) se publica con aprobación de la
Comisión de Instrucción de la Cámara de Senadores de la Legislatura de 1903. Al
respecto, sus representantes, F. García Calderón y Nicolás B. Hermosa, con relación
al Vocabulario Políglota Incaico (1905) afirman que: ―Trabajos como el de que se trata,
deben pues protegerse de la manera más amplia y liberal; porque ellos tienden a
facilitar las relaciones sociales entre los individuos de nuestra heterogénea
población…‖ (Apud Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xix). En
tanto que su reedición (1998) estaba impulsada por el Ministerio de Educación. Sin
embargo, pese a que parezca irrelevante la intervención de la política en ambas
ediciones, lo cierto es que fue importante dicha venia para las dos publicaciones. Más
aún si se asume la importancia del público usuario al que estaban dirigidos: primero,
pensado para un público más amplio, principalmente funcionarios del gobierno, y
segundo, para los diferentes sujetos del ámbito educativo.
366
4.3.3 Los problemas de la lexicografía quechua
4.3.3.1.1 Los problemas ortográficos tuvieron soluciones diferentes en cada etapa del
Siglo de las Luces. En la etapa de la Reapertura, adoptaron la ortografía del
castellano; es decir, los lexicógrafos resolvieron el problema siguiendo la tradición del
Siglo de Oro y de la Decadencia. Mientras que en la etapa de la Consolidación se
migró a un alfabeto más fonético, pero que aún mantiene las cinco vocales, herencia
de la tradición hispana.
4.3.3.1.1.1a En esta etapa, la ortografía es un problema que aún se arrastra desde los
inicios de la Lexicografía quechua Los lexicógrafos tuvieron que resolver la dificultad
con mucha fidelidad a la tradición. Al respecto, el prologuista del Vocabulario Políglota
Incaico ([1905] 1998: xxi) manifiesta: ―se deliberó sobre la ortografía que debía
adoptarse, en vista de que no es uniforme en las obras publicadas en keshua, no sólo
en los escritores de una y otra región, sino también en los de un mismo lugar‖. El
prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998) ya observa la diversidad de
las soluciones al problema de la ortografía que daban los diferentes autores. En tal
sentido, justifica del siguiente modo:
367
medias, puesto que posterior a esta época persistirán los debates en torno al número
de vocales que debe emplear la lengua.
4.3.3.1.1.2a La citada norma aprueba el Alfabeto Básico General del Quechua con
dieciséis consonantes y cinco vocales. Es decir, que el inventario alcanza un número
de veintiuno. Tiene su respaldo en Ley N° 21156 de 1975, dentro del marco de la
Reforma Educativa. Al respecto, Escobar (1976b: 11) afirma que: ―La reivindicación de
la lengua quechua y de su empleo empezaron el 27 de mayo de 1975 con la Ley
21156‖. En efecto, la norma fijaba esas fechas para el cumplimiento de tales
disposiciones.
368
Cusihuamán 1976: 292). Mientras que, en cuanto a la distribución de las vocales,
señala que en las bases: ―las cinco vocales vienen a ser invariables en su distribución
y pronunciación, salvo las sílaba finales en las que las vocales son propensas a ser
modificadas por la adición, remoción o sustitución de los sufijos pertinentes‖. En tal
sentido, el lingüista cusqueño, ve la no pertinencia del sistema trivocálico. Argumenta
que los alófonos [e] y [o] no sólo circunscriben su aparición en contextos postvelares,
sino que:
pueden ocurrir en ambientes que escapan del control de las post-velares, por
?
ejemplo, en lap‟ote que se pronuncia [lap óte]. Este y otro factores hacen que sea
impredecible la pronunciación de las vocales presentadas en la escritura fonémica
de tres vocales. [Cusihuamán 1976: 47].
Pese a las semejanzas entre la lengua hispana y andina, el especialista señala que
existen diferencias en la distribución y pronunciación: ―Las vocales quechuas se
distribuyen y se pronuncian de una manera distinta que en castellano; en este
respecto, es una mera coincidencia que ambos idiomas tengan el mismo número de
vocales en su respectivo inventario‖ (Cusihuamán 1976: 47). El lingüista cusqueño,
pese a que señala que la distribución y pronunciación tienen una realización distinta,
deja al azar la responsabilidad de la coincidencia del número de vocales en ambas
lenguas.
4.3.3.1.2 Una de las debilidades de la primera etapa del Siglo de las Luces es que
definitivamente no se inició en plantear una teoría lexicográfica que sustente la
práctica.
369
el lexicógrafo y su público‖. En cuanto a la metalexicografía hispánica, la referente de
la teoría Lexicografía quechua. En tal sentido, Bajo (2000: 11) afirma que ―hasta bien
entrado el siglo XX, los diccionarios se llevaron a cabo sin que se sintiera la necesidad
de establecer bases metodológicas previas‖.
a) en el examen de bases, y
b) en la reproducción de arcaísmos.
370
Sin embargo, son meritorios sus aportes, ya que no se concibe una proyección al
futuro sin conocer el pasado. En tal perspectiva, no se puede componer un diccionario
en la lengua sin conocer a profundidad los vocabularios que en ella existe. La
predilección por estos estudios ha derivado en una inusitada sobreexplotación de los
materiales lexicográficos diacrónicos y esta predilección de los estudios lexicográficos
por obras del pasado ha devenido en que la lingüística misionera se constituya en una
nueva disciplina científica (cf. Hernández 2006).
371
tanto, se hace necesario desarrollar una teoría lexicográfica para la composición de un
diccionario monolingüe en esta lengua andina.
creados los primeros glosarios de las lenguas europeas modernas desde finales
de la Edad Media, sus métodos fueron evolucionando de una obra a otra; partes
de sus nomenclaturas se copiaban, así como las equivalencias en otras lenguas
se usaban como pivote para encontrar otras nuevas, en el caso de los diccionarios
multilingües, o las definiciones pasaban de un diccionario a otro casi sin
modificaciones, en el caso de los monolingües.
372
filosóficas de la definición transmitidas desde la Antigüedad, y consideradas,
malamente como exclusivas de la filosofía de la ciencia y de la lógica.
373
4.3.3.2.3b La alta especialización del lexicógrafo en lexicografía histórica es un factor
que lo ha inclinado a excederse en la inclusión de arcaísmos y resemantizaciones. Sin
embargo, muchas veces, obedecen a un mero proceso de reproducción de arcaísmos
y resemantizaciones de obras precedentes (cf. §4.3.3.1).
4.3.4 En el Siglo de las Luces se han compuesto obras valiosas que merecen ser
examinadas para tomar en cuenta sus aciertos y defectos. A continuación analizamos
las siguientes.
4.3.4.1.1 No se puede afirmar que se trata de una obra anónima, pero de sus autores
se sabe muy poco. Sin embargo, en el prólogo se indica que el Vocabulario Políglota
Incaico resulta del ―concurso de muchos Religiosos Misioneros Franciscanos, nacidos
194
Estos Colegios de Propaganda FIDE se fundan a fines del siglo XVII. Según Alonso (2012: 19):
“la fundación de los Colegios de Propaganda FIDE franciscanos [ocurre] a finales del siglo XVII (31 en la
antigua América española hasta 1900 y 13 en la Metrópoli, para las misiones de todas las Culturas y
Civilizaciones: América, Asia y África)”.
En tanto que: “Fr. Francisco de San José llevó la institución al Perú en 1708, fundando el famoso Colegio
de Ocopa” (Alonso 2012: 20), convento en el que se halló la copia original del Vocabulario Políglota
Incaico (1905) (cf. Cerrón-Palomino 1998: vi).
195
Dicho artículo establecía que: “La Nación profesa la Religión Católica, Apostólica, Romana. El Estado
la protege y no permite el ejercicio público de otra alguna”.
374
todos respectivamente en los distintos lugares en que se hablan los idiomas o
dialectos del Vocabulario‖ (Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xx).
Según Cerrón-Palomino (1998: i), este equipo estuvo formado por José Santiago Irala,
Francisco José María Ráez196 y José Gregorio Castro (cf. Prólogo del Vocabulario
Políglota Incaico [1905] 1998: xx). El opción del anonimato no sería novedad, ya que la
tradición parecía mandar que si una obra es producto del consenso de varios
entendidos se optaba por esta condición, como parece haber ocurrido también con el
Anónimo de 1586 (cf. Calvo 2009b: 10), mientras unas congregaciones optan por la
apariencia y el brillo social, los franciscanos adoptan la modestia del anonimato. Sin
embargo, ―El Prólogo‖ de la primera edición, firmada con la frase ―El Promotor de la
Obra‖, Cerrón-Palomino (1998) lo atribuye a fray José Gregorio Castro Miranda (1859-
1924) quien ―le agregó de su país, ampliándolo considerablemente‖ (Prólogo del
Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xx) el volumen del Vocabulario Políglota
Incaico. De este fraile promotor de la obra también no sabemos mucho. Lo cierto es
que perteneció a la O. F. M. y fue el 30vo. obispo de la arquidiócesis del Cusco197 entre
1910 y 1917. De acuerdo a la Resolución Legislativa N°2480 del 19 de octubre de
1864, fue elegido obispo por el Congreso de la República a través de la Resolución
Legislativa N° 1090 del 14 de setiembre de 1909198 a causa de la muerte de su
predecesor Antonio Falcón y cesa por su propia renuncia en 1917, como consta en el
documento de la elección de su sucesor, Pedro Pascual Farfán, registrada en la
Resolución Legislativa N° 2595 del 1 de diciembre de 1917199. Entre sus mayores
contribuciones a la lengua quechua los hizo como gramático200, lexicógrafo y
compositor de música sacra201.
196
Este fraile publica (1917) la Gramática en Quichua-Huanca y en el de Ayacucho (cf. Valdivia 2012:
96), lo que evidencia su experticia en el quechua juninense y ayacuchano.
197
http://biblioteca.uglobalcusco.edu.pe/material-digital/tur-006.pdf
198
https://docs.google.com/gview?url=http://docs.peru.justia.com/federales/resoluciones-
legislativas/1090-sep-14-1909.pdf&chrome=true
199
http://docs.peru.justia.com/federales/resoluciones-legislativas/2595-dec-1-1917.pdf
200
En el Prólogo del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998: xviii) afirma: “nos hemos propuesto
publicar una pequeña gramática que contenga en compendio lo esencial al conocimiento del keshua”.
Información que Cerrón-Palomino (1998: xviii), en su nota 5 de editor, lo confirma: “Cf. Castro, P.
Gregorio 1905: Gramática elemental de la lengua keshua en 20 lecciones. Lima: Tipografía del
Colegio de Propaganda Fide del Perú”.
201
http://www.guamanpoma.org/parlante/parlante87/web/educacion.htm
375
entradas los lexicógrafos se limitan a seguir lo usual en la práctica lexicográfica de la
época.
Hasta los políticos, que son los menos entendidos en la lengua, dejan ver la
importancia de la obra lexicográfica por el número de lenguas en que se codifica la
misma. De aquí su importancia.
202
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/46/TH_46_001_016_0.pdf
376
que adquiere la imagen de un perfecto calepino, quizá la primera en su género en esta
lengua andina.
4.3.4.1.5a No cabe duda que el Vocabulario Políglota Incaico (1905) fue compuesto
con fines civilizatorios que no eran otros que los propósitos evangelizadores (cf.
§4.3.2.2.1): la obra es ―elaborada con fines misioneros‖ (Cerrón-Palomino 1998: i). Al
menos eso nos demuestra las constantes citas latinas de los diferentes libros de la
Biblia en el Prólogo de la primera edición (1905) y el cuestionamiento que hace a los
―desvaríos‖ del pensamiento de los filósofos alemanes. Concebido el Vocabulario
Políglota Incaico (1905) como obra civilizatoria vía cristianización (cf. §4.3.2.2.1),
entonces es razonable pensar que los propósitos ulteriores del ―Promotor‖ de la obra
fueron la ―civilización‖ por la vía de la sustitución lingüística. En este sentido, el
prologuista (Vocabulario Políglota Incaico [1905] 1998: xvii-xviii), al referirse sobre la
sustitución de lenguas de la familia Aru por el quechua en la sierra central y sur del
país, expresa:
377
hemos todos de dirigir nuestros esfuerzos, llegando a esa conclusión común; la
regeneración de la raza indígena.
378
trivocálico. El prologuista ([1905] 1998: xiv) establece entre los tres fonemas vocálicos
y sus consiguientes alófonos y afirma este idioma forma parte de las lenguas antiguas:
que sólo tienen tres vocales a, i, u… y sin bien es verdad, que en el alfabeto
keshua se han admitido la e y la o, es porque, en el uso, la e tiene equivalencia
idéntica con la i, y la o con la u, y viceversa, pudiendo ser sustituidas la una con la
otra…‖ [El subrayado es del original].
4.3.4.1.9 Por todo lo señalado hasta aquí, la obra lexicográfica es original en muchos
aspectos. Al respecto, podemos señalar algunas cualidades por las que se distingue
este material lexicográfico:
379
edición original. Por lo tanto, en la actualidad, la reedición de 1998 se debe emplear
con finalidades pedagógicas y lingüísticas.
4.3.4.2.2 Las obras son de corte escolar. Sin embargo, los propósitos iniciales, al
parecer, no tuvieron tal finalidad educativa. Al respecto, el coordinador del programa
manifiesta que: ―no se persigue atender a los requerimientos del quehacer educativo
formal en ninguno de sus tipos, ni tampoco tiene como destinatarios a los grupos
monolingües: ni a los de quechua ni a los de español‖ (Escobar 1976b: 12-13). Pese a
esta manifestación expresa, dado la carencia de un material lexicográfico de corte
escolar, el Ministerio de Educación debiera reeditar dichas obras lexicográficas, tal
como ya anticipaba el prologuista: ―esta colección abre un camino y que, lógicamente,
habrá de ser continuado y superado en el futuro. Es más, deseamos honestamente
que así sea.‖
4.3.4.2.3 Sus compositores, antes que lexicógrafos, son lingüistas. Todos ellos ―han
sido seleccionados por sus antecedentes y competencias como estudiosos de las
diversas variedades dialectales de la lengua quechua‖ (Escobar 1976b: 16). Sin
embargo, en algunos casos, los especialistas que no eran hablantes maternos del
dialecto que les ha tocado codificar, se han aliado con bilingües, hablantes maternos
del quechua. En tal sentido, unas obras están compuestas en solitario y otras en
grupos de dos o tres especialistas.
380
pensando en bilingües subordinados de lengua materna quechua. Al respecto,
Escobar (1976b: 15-16) afirma que:
Pese a esta intención en el plano teórico, en la práctica, las obras están compuestas
para bilingües cuya lengua materna es el español. La Colección estaba pensada como
medio o instrumento auxiliar para un usuario profesional que haga incidencia o tenga
decisión política, lo que significa que son bilingües cuya lengua materna es el
castellano. En este sentido, Escobar (1976b: 18-19) afirma:
sin ser textos escolares, estos libros brindarán notable servicio a maestros y
alumnos, a los miembros de la administración pública, a los profesionales de todo
orden, a los traductores, estudiosos de ciencias sociales, religiosos, escritores y
periodistas y, en fin, a todos los que se preocupan por el destino del Perú…
Además, contribuye a favor de este argumento, el hecho que los títulos de los
materiales también sean únicamente en castellano, mas no en quechua, como debiera
ser en una obra que se precie de ser bilingüe.
381
entradas de acuerdo a su propio inventario alfabético en función a la variedad dialectal
en el que se codifica.
4.3.4.2.7 Por otro lado, a opinión de algunos especialistas, en cuanto a sus contenidos
estos materiales lexicográficos son accesibles. En este sentido, Noriega (2011: 29)
afirma que: ―Las gramática y diccionarios, preparados bajo la primera fase del régimen
militar en el Perú y publicados durante el periodo de la segunda fase (1975-1980) son,
aunque deficientes, accesibles e instrumentales‖. La accesibilidad se da por la
sencillez de sus contenidos, puesto que codifican un caudal básico y brindan apenas
equivalencias.
4.3.4.2.8 En tanto que tienen un limitado número de tiraje de cada obra lexicográfica.
El número de tiraje por dialecto oscila entre 3 y 5 mil ejemplares: Cusco – Collao,
Áncash y San Martín (5,000 ejemplares cada variedad); Cajamarca – Cañaris (3,000
ejemplares), etc. En tal sentido, es limitada su disponibilidad. Este reducido caudal de
obras hizo que en la actualidad constituyan materiales difíciles de hallar. Sin embargo,
es usual hallarlos en bibliotecas particulares de especialistas, que en su mayoría,
fueron adquiridos en ferias sabatinas. Eso sin contar la distribución que tuvieron,
puesto que no se ha podido hallar alguna obra lexicográfica en una escuela, hecho
que sí ocurrió con los diccionarios del español distribuidos durante la dictadura militar
de Velasco Alvarado (1968-1975). En consecuencia, esta limitación influyó a que las
obras no puedan alcanzar la finalidad pedagógica con que fueron compuestos
inicialmente.
382
4.4 PARTE IV. PERIODO CONTEMPORÁNEO
Sin embargo, cabe señalar que aún es una práctica que remite a la tradición
lexicográfica de los siglos XVI y XVII. Tanto el DAMLQ (1995) de la Academia como el
Nuevo Diccionario (2009) de Calvo recogen el vocabulario de aquella época, aunque
hay una preocupación selectiva por el léxico del Siglo de Oro, al menos eso se puede
observar en el segundo.
383
trabajo social, capacitación de recursos humanos, alfabetización y educación
bilingüe, concientización social y revaloración cultural.
384
4.4.1.2.2 Desde el punto de vista social, el encuentro de la cultura occidental con la
indígena en el siglo XVI generó un mestizaje cultural. Este fenómeno se extendió
también al ámbito lingüístico.
aquí pasó su infancia y adolescencia, y vio con sus propios ojos y guardó para
siempre en su memoria esa época tumultuosa y terrible de la conquista y el
desgarramiento cultural y humano que generó. Aquí escuchó a los sobrevivientes
de la nobleza incaica, a la que pertenecía su madre, llorar ese glorioso pasado
imperial ―que se tornaría vasallaje‖ y que evocaría luego, en Andalucía, en las
hermosas páginas de Los comentarios reales. Siempre que he venido al Cusco he
peregrinado hasta la casa del Inca Garcilaso, el primero en reivindicar sus
ancestros indios y españoles y en llamarse a sí mismo ―un peruano‖.
[http://elpais.com/elpais/2015/01/09/opinion/1420834185_868461.html consultado
11/01/2015].
El conflicto del mestizaje se refleja tanto en su vida como en su trabajo literario. En tal
sentido, el mestizaje social deriva también en uno lingüístico. Este fenómeno lo
representa bien el novelista indigenista José María Arguedas (1911 - 1969) quien lo
sintetizó en la siguiente frase: ―Yo soy un peruano que orgullosamente, como un
demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en castellano y en quechua‖. Por su parte,
el cusqueño Avendaño (1995) afirmaba que: ―el bilingüismo existente en la ciudad
Capital Histórica del Perú es un hecho evidente e incontrovertible: los qosqorunas nos
expresamos indistintamente en quechua o [en] castellano‖.
385
lexicográfica de la lengua. Es decir, el empleo del quechua y del castellano define la
identidad mestiza de la práctica lexicográfica. En lo lexicográfico, bien podemos
afirmar que el carácter bilingüe de las obras lexicográficas es un acto de
representación imaginada de la sociedad peruana bilingüe. Es decir, ―es un intento de
armonizar la problemática del sujeto [peruano]: básicamente diremos se armoniza en
términos de bilingüismo‖ (Espino 2004: 60). Así se concibió cuando la Lexicografía
quechua inició en el siglo XVI y así es ahora en la práctica lexicográfica del siglo XXI:
bilingüe nació y bilingüe empieza a alcanzar su madurez.
386
respecto, Espino (2004: 64) señalaba que: ―la lengua dominante es, de por sí, espacio
de exclusión‖.
387
Entonces, es fácil pensar que la lengua creada por la ―Sabiduría Increada‖ era el
castellano, sólo así se puede entender de mejor manera que las obras lexicográficas
hayan cumplido a cabalidad sus funciones de instrumentos de represión política y
cultural en el Siglo de Oro, cuando no de colonización ideológica. Mientras que el
quechua era la lengua que representaba el caos. En tal sentido, no olvidemos que
históricamente, la falta de orden en la ortografía ha caracterizado a los materiales
lexicográficos del quechua, pese a que Domingo de Santo Tomás (1560) se había
esforzado por darle un orden para escapar del calificativo de lengua ―bárbara‖: ―que
quiere dezir (según Quintiliano y los demás latinos) llena de barbarismos y de
defectos, sin modos, tiempos, ni casos, ni orden, ni regla, ni concierto‖ (Apud Hampe
1991: 39).
Se requiere, por esto, de una edición crítica de esta obra que, en particular, dé
entrada propia a todos los vocablos quechuas extrayéndolos de allí donde se
encuentren, y cotejando sus correspondencias castellanas en las dos secciones, a
fin de neutralizar todo lo posible las influencias de la Roma y de la Grecia clásicas
y de la Roma y la España católicas y de obtener de este modo informaciones
confiables sobre las culturas andinas prehispánicas.
4.4.1.3.2 El prestigio social del castellano como lengua del grupo dominante tiene un
peso relevante para constituir la lengua de codificación de la obra lexicográfica. En ese
sentido, el poder que impone el castellano sobre el quechua no es otra que una forma
de la violencia simbólica. Este poder le viene por el prestigio sociolingüístico del que
388
goza. Y sólo así puede cumplir la función de lengua de interpretación de la obra
lexicográfica bilingüe. Al respecto, Cerrón-Palomino y Ballón (2011: 34) afirman que:
En ese sentido, los materiales lexicográficos del quechua han cumplido la función de
ser guardianes de la legitimación del castellano como lengua dominante. En la
lexicografía chipaya, el castellano vendría a ser, según Cerrón-Palomino y Ballón
(2011), también la lengua de interpretación:
Como se puede inferir, las lenguas oficiales y con tradición escrita tienen una
interacción en condiciones igualitarias dentro de los materiales lexicográficos bilingües.
En cambio, las lenguas minoritarias en su interacción con una lengua oficial carecen
de tales condiciones de paridad. En tanto que la condición de lengua oficial del
castellano se legitima en el texto de la Carta Magna: ―la política lingüística del
Estado… establece para el castellano, el papel de lengua oficial; consagrando de esta
manera su condición de lengua dominante‖ (Hurtado de Mendoza 2009: 97). Una vez
que su posición dominante se halle amparada constitucionalmente, imponer una
violencia simbólica en la confección de obras lexicográficas. Esto ocurrió con la serie
de materiales lexicográficas de 1976, en la que el Ministerio de Educación le confiere a
esta lengua europea el poder de codificación. A este respecto, Bourdieu y Passeron
(1996: 44) formulan el siguiente axioma:
Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer
significaciones e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza
en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente
simbólica, a esas relaciones de fuerza.
389
Dicha acción no sólo es una imposición de una violencia simbólica, sino que persigue
el objetivo de perpetuarla dentro de la práctica lexicográfica del quechua. En tal
propósito se nos muestra la tradición bilingüe como algo ―natural‖ y no como producto
de la historia. Al respecto, Bourdieu y Passeron (1996: 49) afirman:
4.4.1.3.3 En los materiales lexicográficos esta violencia simbólica del poder del
castellano sobre el quechua se expresa en una serie de propósitos de los lexicógrafos
al momento de componer sus obras. Por ejemplo, generalmente tienen el propósito de
cubrir las necesidades de un público hispano hablante ‒o de una lengua europea‒ que
pretende aprender el quechua, es decir a castellano hablantes, cuando no bilingües
coordinados. De igual modo, en cuanto a sus características, las entradas se registran
en castellano o una lengua europea, mientras que en el quechua apenas aparecen sus
equivalencias, con lo cual, están más próximas a constituir obras lexicográficas
hispanas o de alguna lengua europea antes que del quechua propiamente dichos. En
tanto que en el listado de nomenclatura de la sección quechua, a cada entrada le
390
corresponde una equivalencia castellana. A este respecto, Cerrón-Palomino y Ballón
(2011:25), afirman que:
hoy todavía se opta por establecer las listas alfabéticas de entradas en quechua o
aimara y a cada una se la adhiere un cognado castellano, dando con ello al
usuario la idea infantil e ingenua que nuestras lenguas ancestrales son simples
nomenclaturas monosémicas que sólo difieren de la nomenclatura castellana por
sus significantes.
391
cuando no en el proceso de normalización de la lengua. Esta defensa bien podría ser
una cuestión de lealtad lingüística a su variedad, ya que es de aquella leche que
amamantaron desde su infancia y a la madre, no sólo se la respeta, sino que se la
hace respetar; porque aquella variedad que de niño se enseñó a respetar, de grande
la defenderá.
392
4.4.2.1.2 En la práctica lexicográfica, la experiencia es lo que en 20 % cuenta para el
logro de un buen material lexicográfico. Y ello se gana en la práctica misma. En
muchos lexicógrafos se observa más lo que ignoran que lo que saben, porque sólo
son unos pocos los que saben cómo montar un proyecto lexicográfico, además de
saber qué hay que hacer y qué no hacer en esta práctica. Por esta razón, en la
práctica lexicográfica del quechua ha habido lexicógrafos desde simples aficionados
hasta especialistas. A lo largo de la historia de la Lexicografía quechua la tarea de
recojo y sistematización del léxico lo emprendieron lexicógrafos aficionados y
lingüistas. Con relación a los primeros, Cerrón-Palomino (2005: V) afirma que:
Los primeros, en la mayor parte, han derivado en una especie de plagiadores cuyas
obras son sencillas y caben en la definición de vocabularios, a manera de un listín de
palabras quechuas con sus correspondientes equivalencias castellanas. El problema
se arrastró desde el Siglo de Oro. Al respecto, Chalco (2007: 194) afirma que: ―Los
autores no eran precisamente filólogos ni estetas, sino agentes de la religión y de los
intereses políticos de España‖. Mientras que los segundos, han consagrado sus vidas
a esta tarea y han producido materiales lexicográficos de importante valía. En tal
sentido, por ejemplo, en el Siglo de Oro, unos lexicógrafos y lingüistas eran más
talentosos y capacitados que otros (cf. Zimmermann 1997: 13). De aquí que
consideramos que la Lexicografía quechua es una práctica demasiada importante
como para dejarlo en manos de simples aficionados, ya que esto implicaría considerar
que el lexicógrafo es apenas un coleccionista de palabras. Para esquivar este
problema, las universidades peruanas deben empezar a prever la formación de los
futuros lexicógrafos del quechua y de las otras lenguas indígenas. Entonces, contar
con la formación adecuada y la experiencia necesaria es imprescindible para ejercer la
responsabilidad que los usuarios del diccionario confían al lexicógrafo.
393
puesto que, sólo con un alto nivel de dominio de la lengua, este tipo de diccionarios
―pueden dar cuenta adecuada de las particularidades de uso ‒connotativas,
denotativas y culturales‒ de los vocablos‖ (Ávila 2004: 187) de la lengua.
4.4.2.1.4 Sin embargo, los problemas del dominio lingüístico parecen no ser tan
relevantes en comparación a las dificultades teóricas y metodológicas que debe
enfrentar el lexicógrafo a la hora de componer su obra. Esto implica que deben estar
entrenados en cuestiones teóricas y metodológicas para el ejercicio de la práctica
lexicográfica. Esta labor, principalmente, implica tener en cuenta las dificultades de
orden teórico y metodológico. En tal perspectiva, el mero hecho de conocer la lengua
no capacita al hablante para componer una gramática o un diccionario. Al respecto,
Cerrón-Palomino (1952: 10) señalaba que: ―Ni Garcilaso ni Huamán Poma, tan
profundos conocedores de la lengua materna, escriben, sin embargo, un Arte de ésta
ni se arriesgan a organizar un Vocabulario‖.
4.4.2.1.5 En la tarea lexicográfica unos lexicógrafos tuvieron mejor logro que otros.
Esto se debe que en cada época de la historia lexicográfica la formación de los
hombres del diccionario varía su conocimiento de las humanidades. Al respecto,
Porras Barrenechea (1952), con relación a la formación lingüística de Diego González
Holguín, afirma:
394
4.4.2.1.6a En Diego González Holguín podemos identificar hasta tres fases de su
preparación lingüística. La primera, aquella referida a su formación en lenguas clásicas
en la Universidad Alcalá de Henares; la segunda, el proceso de reflexión lingüística y
lexicográfica que lo emprendió en Juli, a lado de Ludovico Bertonio, autor de sendas
obras en el aimara; la tercera, referida al aprendizaje de la lengua quechua en Cusco.
En tal sentido, sus trabajos, tanto lingüístico y lexicográfico, fueron el resultado de más
de 25 años de dedicación. Esta experiencia nos lleva a una primera conclusión, que el
lexicógrafo siempre se rodeó de hombres que perseguían su mismo propósito, aunque
en lenguas diferentes, y que un buen lexicógrafo es un mal lexicógrafo que jamás
renunció a su sueño. Si asumimos que el lexicógrafo experto alguna vez fue
principiante; entonces a González Holguín sólo su constancia en la práctica
lexicográfica lo llevó al triunfo.
por haber el autor con su industria, trabajo, y ejercicio de más de veinticinco años
salido tan perfectamente con esta lengua, que ha excedido a los que la mamaron en la
leche, y assi juzgamos ser obra muy útil y digna de imprimirse. [El subrayado es
nuestro].
395
años después, el grado de bachiller‖. Sus estudios le valieron para ocupar el asiento 0
de la Academia: ―después de graduarse como doctor en Cánones por la universidad
de San Marcos, llegó a ser el primer hispanoamericano que ocupó un asiento en la
Real Academia Española‖ (Arrizabalaga 2007: 58) en 1730. Sus contribuciones
lexicográficas más notables al Diccionario de Autoridades son básicamente en una
parte del vocabulario de la letra M (cf. Arrizabalaga 2007). Como se puede observar, la
formación es determinante en el trabajo lexicográfico.
4.4.2.1.6d Los lexicógrafos de la segunda mitad del siglo XX, que no tenían el
quechua como lengua materna, también invirtieron más de un cuarto siglo entre el
aprendizaje de la lengua y la recopilación del caudal léxico de sus obras. Al respecto,
Weber et al. (2008: 10) señalan: ―La recopilación del diccionario comenzó hace
veintisiete años con el trabajo de David Weber en Santiago de Llacón. Durante
muchos años recopiló palabras con el asesoramiento de hablantes nativos como
Teodoro Cayco Villar‖. Esto supone que si un lingüista logra dominar la lengua, puede
producir cualquier obra lingüística o lexicográfica para la que esté preparado. Sin
embargo, a menudo se observan que los lexicógrafos del quechua, en su mayoría,
tienen una preparación lingüística antes que lexicográfica, por lo que se presupone
que quizá esta sea la razón por la que no se haya logrado componer un diccionario
propiamente dicho, sino simples vocabularios o repertorios de equivalencias.
4.4.2.1.6e Será ya el siglo XXI que nos dé la satisfacción de tener entre manos un
diccionario propiamente dicho. En tal perspectiva, la obra lexicográfica de Calvo (2009)
supone la aplicación de sus propias teorías creadas para el tratamiento lexicológico
con el propósito de superar muchas dificultades de orden lexicográfico que los
lingüistas no habían podido superarlas. Esto implica que la formación del lexicógrafo,
más allá de la rama lingüística que abraza, debe ser eminentemente lexicográfica si se
quiere dar saltos importantes en el desarrollo de esta disciplina científica. Con lo
queda claro la necesidad de una formación lexicográfica de los hombres dedicados a
la práctica de la confección de diccionarios.
396
porque el diccionario complementa la gramática con la lista de formas léxicas,
temas nominales, temas verbales, ya sean endocéntricos o exocéntricos.
397
4.4.2.2.1 Los estudios lingüísticos del quechua todavía constituyen el objeto de la
Lingüística Andina. En tal sentido, la Lingüística quechua apenas empieza a
independizarse como disciplina autónoma de la Lingüística Andina. Al respecto,
Hurtado de Mendoza (2009: 15) señala que:
En tal sentido, su estudio, muchas veces, ha ido de la mano del análisis del aimara. En
ocasiones se han realizado estudios comparativos de ambas lenguas.
4.4.2.2.2 Los textos orales y escritos en la lengua tampoco han sido lo suficientemente
explotados en las investigaciones lingüísticas y antropológicas. La razón creemos que
se debe a la discriminación social que sufre la lengua. A este respecto, Itier (1995: 17)
afirma que:
En ese sentido, el citado lingüista concluye que una ―total ignorancia… rodea tan rica
tradición literaria [y] constituye así uno de los grandes vacíos de la historia cultural del
Perú independiente‖ (Itier 1995: 17).
398
notables los vacíos en los campos de la semántica, la pragmática y la semiótica y, claro, de la
metáfora, sus características y sus condiciones de producción, para no hablar de proxémica y
la estética quechuas‖. También hay un enorme hueco en los avances de una crítica
lexicográfica del quechua en la misma lengua. Desarrollar este campo es vita, eso al
menos es importante si en verdad se quiere avanzar en dirección de un diccionario
monolingüe. En tal sentido, urge desarrollar una teoría lexicográfica del quechua en
quechua, puesto que sólo la reflexión del metalenguaje quechua nos conducirá al
desarrollo de la lengua y de la lexicografía.
4.4.2.2.4 Finalmente, si los estudios lingüísticos del quechua, que tienen larga data,
aún son objeto de la Lingüística andina; entonces no ha logrado independizarse
absolutamente como una disciplina autónoma. Por lo tanto, las investigaciones
lexicográficas, que son recientes en esta lengua andina, apenas empieza a dar sus
primeros pasos.
4.4.3.1 El DAMLQ (1995) es una obra bilingüe. Sin embargo, como material
lexicográfico académico debería ser un diccionario monolingüe de la lengua. Su
publicación fue impulsada por la Municipalidad del Qosqo [Cusco], siendo alcalde
Daniel Estrada Pérez. Por el tipo de autoría, es un diccionario académico. Pero, ¿qué
entendemos por un diccionario académico?
Pese a encajar en la definición, el DAMLQ (1995) está muy lejos de ser un material
lexicográfico de tipo académico, dado que toda obra de este tipo se esmera en
codificar el caudal léxico de la lengua que describe; es decir, basa su codificación en el
ámbito del lenguaje.
399
4.4.3.1.2 El DAMLQ (1995) se compone en clave de un diccionario enciclopédico. Es
decir, se codifica en el campo de la realidad. Al respecto, Itier (2009: 269) afirma que:
―Sus pretensiones enciclopédicas, sin llegar tampoco a hacer de él una verdadera
enciclopedia, lo convierten en una especie de manual‖. Más adelante, el mismo Itier
(2009: 284), concluye que: ―El Diccionario, que en realidad no es tal sino una
enciclopedia manual para guías de turismo‖.
4.4.3.1.3 Dado que es una obra bilingüe, no ha podido salvarse del enorme peso que
la tradición bilingüe. Ésta ejerce una fuerte presión en la práctica lexicográfica del
quechua. El mismo título expresa esta característica: Diccionario quechua – español –
quechua / qheswa – español – qheswa Simi Taqe (1995).
400
y en cambio se silencia todo, lo cual inevitablemente nos anuncia un trabajo
enteramente artesanal e intuitivo.
están ausentes del diccionario la mayoría de los términos más característicos del
léxico básico de las otras variedades del quechua. En cambio, el léxico cuzqueño
es abrumadoramente mayoritario en el Diccionario. De forma que el presente
trabajo de ninguna manera podría pretender representar el quechua en general.
Esta descompensación del caudal léxico de los diferentes dialectos hace que la obra
haya fracasado en sus pretensiones de ser referente de normalización de la lengua.
4.4.3.1.7d En cuarto lugar, dentro de la obra, es evidente que existe un alto grado de
variación de la forma de una misma unidad léxica. En tal sentido, la composición del
material lexicográfico no ha seguido pautas regulares de normalización del léxico. No
se trata de una codificación sistemática de las alternancias ortográficas, sino de un
registro desordenado y antojadizo203 tanto en las entradas como en el metalenguaje de
203
Este mismo defecto ocurre en el castellano, por ejemplo, en el uso indiscriminado y nada
fundamentado del metalenguaje empleado como <inkario> e <incario> en la página 376.
401
las definiciones o las equivalencias. Por ejemplo, es evidente la confusión entre /k/ y
/q/ y viceversa (cf. Cerrón-Palomino 1997a: 176), nótese la equivalencia de ‗mayor‘:
<kuraq> (pág. viii) y <kurak> (pág. vii); pasa lo mismo con el equivalente de pachak
‗cien‘ en las entradas iskay pachaq ‗doscientos‘ e isqon pachak ‗novecientos‘. En tal
perspectiva, es dudoso el empleo de la misma unidad léxica, pero con ortografía
diferente, lo que implica que no hay un adecuado tratamiento de las alternancias
ortográficas, menos una normalización del léxico codificado.
Los nombres de los lugares son interpretados por la etimología popular en razón
de curiosas historias ficticias o asociaciones arbitrarias que pretenden dan razón
de las palabras desde el espacio objetal del mundo. Tómese un ejemplo clásico.
Felipe Guamán Poma ensaya una etimología popular frecuente en su época para
el topónimo neocontinental: Las Indias se llaman así porque se ubican al
mediodía: in días.
Ésta ha sido una práctica corriente entre los académicos cusqueños a lo largo de toda
la obra. Las interpretaciones etimológicas siempre se han recogido de versiones
populares, lo que le quita el rigor académico. Este mecanismo se observa en el
siguiente ejemplo:
402
(74)
403
que: ―Las glosas y morfemas que forman referentes toponomásticos, en una
concepción holística, resultan categorizadas con una carga semántica de vitalidad, no
hay diferencia entre seres inertes, inorgánicos con los seres vivientes orgánicos‖. Lo
que, a todas luces, implica que los topónimos codificados en la obra no tienen la
rigurosidad ni la evaluación etimológica suficiente, defecto que hace que la obra sea
muy venido a menos.
404
En tal sentido, la obra forma parte de una colección de materiales lexicográficos que
han seguido la tradición de los seis obras lexicográficas de 1976, también editadas por
el Ministerio de Educación (cf. §4.3.4.2).
4.4.3.2.3 Tienen un carácter doble: por un lado son diccionarios lingüísticos y, por otro,
se tratan de materiales lexicográficos de tipo enciclopédico. A este respecto, Cerrón-
Palomino (2005: VI) manifiesta que:
no sólo los vocabularios recogen el uso del léxico socializado y corriente sino
también el elaborado, ya sea como glosario especializado para algunas disciplinas
(gramática, matemáticas), o como un intento por depurar la lengua, dentro de un
proyecto de reivindicación lingüístico-cultural (así, por ejemplo, la nomenclatura de
los días de la semana o la de los meses del año). De esta manera, los
diccionarios, algunos en mayor medida que otros, sin proponérselo, tienen un
sesgo enciclopedista.
4.4.3.2.4 Cabe indicar también que el número de sus entradas son apenas de 2,000
unidades léxicas. En tal sentido, constituyen apenas unos repertorios léxicos como
espejismos de los antiguos vocabularios del Siglo de Oro. Por tal motivo, no permite
cumplir a cabalidad el propósito del desarrollo del vocabulario en niveles avanzados.
Esta característica hace que se convierte en una limitación como material didáctico. En
consecuencia, el limitado volumen de entradas los caracteriza como obras
lexicográficas de corte escolar. Este rasgo es reforzado por el propósito con que
fueron confeccionados.
405
4.4.3.2.5 La adecuación del quechua como metalenguaje para la definición de las
entradas es un rasgo positivo de las obras. En este sentido, Cerrón-Palomino (2005:
VI – VII) afirma que existe un:
406
4.4.3.3 Nuevo Diccionario Español – Quechua / Quechua – Español (2009) de
Calvo
204
Dicho sea de paso, generosamente nos considera en este grupo de informantes.
407
sólo para uso de lingüistas, para estudiosos del léxico de las lenguas desde la
perspectiva más estricta: la semántica‖ (Calvo 2009: XXVII).
Esta referencia nos demuestra que el futuro de la Lexicografía quechua no sólo debe ir
por una dirección de biunivocidad léxica (diccionarios bilingües), sino que por una
práctica lexicográfica que se oriente más a un diccionario monolingüe de la lengua
quechua, tarea que hasta el momento ha sido difícil.
408
especialista, tomó como referencia el Diccionario Quechua Cuzco – Collao (1976) de
Cusihuamán y el Diccionario KKechuwa – Español (1944) de Lira (cf. Calvo 2009:
XIV). Bajo estas consideraciones, nuestro propósito con el futuro DUQUE es, en parte,
complementar los primeros intentos en cuanto a materiales bilingües como
monolingües en esta lengua andina.
4.4.3.3.8 Está dirigido a un grupo de usuarios muy selecto. No sólo porque está
compuesta para especialistas, sino por su reducido tiraje y elevado costo. Su tiraje
apenas alcanza a 400 ejemplares de cinco tomos y su costo aproximado ronda los S/.
375 en la USMP y de S/. 500 en la mayor parte de las librerías del interior del país. En
tal sentido, no cabe duda que este diccionario merece una edición popular para estar
al alcance del usuario común. Este propósito demandará que la obra sea modificada
más como un diccionario de lengua antes que uno especializado. Esto implicará
eliminar muchos signos, símbolos y abreviaturas de información semántica.
409
4.4.3.3.9 Los signos lexicográficos empleados son abundantes y variados. Éstos
ocupan más de la mitad del cuerpo del artículo lexicográfico. En tal sentido, las
acepciones están separadas por punto y coma. Mientras que la supeditación de las
subentradas se marcan con barras oblicuas: simple (/), con salto alfabético (//) y con
nueva entrada (///). Por ejemplo, los signos empleados en la definición: género
próximo ―(… { })‖ y diferencia específica ―({…})‖.
4.4.4 La práctica lexicográfica del quechua en las cuatro etapas ha sido experimental y poco
formal. De aquí deriva su limitado desarrollo a lo largo de cuatro siglos y medio de práctica.
4.4.4.1 La Lexicografía quechua es aún una práctica adolescente. Sólo así se entiende
las torpezas y los traspiés que se observan en las obras lexicográficas. Como es de
conocimiento, la adolescencia es una etapa que se caracteriza por la transformación
física y la poca capacidad de autogobierno. En una práctica lexicográfica madura y
lograda, todo tiene su orden y todo es formal y sistemático. En cambio, en una práctica
lexicográfica adolescente, la composición de obras es desordenada y muchas veces
410
muy informal, lo cual genera inseguridades en los usuarios, pero también abre puertas
a oportunidades para proponer una nueva planta del diccionario, además de crear
nuevas reglas de ortografía más acordes a las necesidades actuales.
4.4.4.2 La práctica lexicográfica del quechua está rezagada frente a las de las lenguas
europeas con quienes casi compartió su nacimiento. Hace falta innovar en esta práctica. En tal
sentido, explorar la tecnología en la composición de obras en soporte digital, aunque tardío, es
necesario. El gobierno, la empresa privada, las universidades y los órganos normalizadores
muy poco han hecho por su innovación.
411
como el número de dialectos que tiene esta lengua andina. Las características que la
práctica lexicográfica ha adquirido en los diferentes periodos, cuando no también de
las obras lexicográficas en esta lengua andina, están condicionados por un número
limitado de factores del contexto sociocultural de cada época; aunque algunas obras
han sido el resultado de una composición más bien improvisada, pese a que los
lexicógrafos se enfrentaban a una lengua compleja, por eso es que no resultan obras
uniformes, sino más bien obras diferentes. A partir de los exámenes realizados,
arribamos a las siguientes conclusiones parciales:
412
5. En el parágrafo (§4.1.2.2.2.4) concluimos que si los materiales lexicográficos
eran útiles para los fines evangelizadores a través del léxico resemantizado y
los términos prestados del castellano que se empleaban para designar
conceptos de índole religiosa; entonces en las páginas de las obras
lexicográficas la extirpación de idolatrías se ve reflejada en la eliminación del
léxico religioso indígena. Por lo tanto, la eliminación léxica y el cambio
semántico nativos de los vocabularios fueron los mecanismos lingüísticos de la
política de extirpación de idolatrías que permitieron plasmar en su contenido la
ideología religiosa europea.
6. En el apartado (§4.1.2.4.4) se concluye que si el modelo nebrisense del
romance castellano fue impuesta por la iglesia católica en la composición de
obras lexicográficas de lenguas indígenas; entonces en la confección de los
vocabularios quechuas del Siglo de Oro se siguió la plantilla lexicográfica del
romance español. Por lo tanto, Nebrija ejerció una fuerte influencia, directa o
indirectamente, en la práctica lexicográfica del quechua como del resto de
lenguas andinas.
7. En el parágrafo (§4.1.3.1.5) concluimos que si los frailes lexicógrafos superaron
las múltiples dificultades de índole lingüística y lexicográfica; entonces este
logro sólo se debió a una sólida formación humanística y al profundo
compromiso con la misión evangelizadora. Por lo tanto, la superación de las
dificultades lingüísticas engrandece sus obras lexicográficas.
8. En el parágrafo (§4.1.3.2.1.5) se concluye que si el problema del ordenamiento
caótico de entradas de las obras lexicográficas del Siglo de Oro se relaciona
directamente con la falta de una norma ortográfica y los temores de no empatar
con la tipografía de la imprenta de la época; entonces los lexicógrafos no
hallaron otro camino que seguir la norma ortográfica del romance español. Por
lo tanto, el quechua, lengua que tenía diferente forma de realización fonológica
al castellano, recibió igual tratamiento ortográfico en la ordenación de entradas
debido a la falta de uniformización ortográfica y a los temores de no empatar a
la tipografía de la imprenta.
9. En el apartado (§4.1.3.2.2.3) concluimos que si el caudal léxico de los
vocabularios fue sometida a una selección léxica y cambio semántico debido a
la falta de pericia lexicográfica de los lexicógrafos; entonces el resultado derivó
en problemas metodológicos de tipo lexicográfico, ya que éstos no ayudaron a
captar o retener el alma de la cultura y la lengua, sino que terminaron por
decapitar en el uso un buen número de unidades léxicas hoy perdidos. Por lo
tanto, la falta de pericia metodológica trajo consecuencias irreversibles como el
413
empobrecimiento de la lengua en el campo léxico y semántico, así como el
caos en el ordenamiento de las entradas de las obras lexicográficas.
10. En el parágrafo (§4.1.4.3.11) se concluye que si las obras lexicográficas de
Domingo de Santo Tomás (1560), la del Anónimo (1586) y la de Diego
González Holguín (1608) se caracterizan por sus rasgos lexicográficos
precientíficos; entonces apenas encajan en el marco de lo que se conocen
como vocabularios (cf. Hampe 1991). Por lo tanto, pese a sus logros e
importancia, todavía no son merecedoras de la denominación de diccionario.
11. En el apartado (§4.2.1.2.4) se concluye que si las investigaciones del quechua
por investigadores extranjeros y las reediciones de materiales lexicográficos del
Siglo de Oro permitieron mantener en estado de latencia en el Periodo de la
Decadencia; entonces la práctica lexicográfica se mantuvo en latencia en este
periodo a pesar de su decadencia. Por lo tanto, esta situación permitirá una
recuperación más rápida en el siguiente periodo.
12. En el apartado (§4.3.1.1.4) concluimos que si los estudios reconstructivistas del
quechua habían empezado en la etapa de la Reapertura; entonces con la
publicación del Vocabulario Políglota Incaico (1905) se dio apertura de los
estudios dialectológicos en el campo de la lexicografía. Por lo tanto, con el
Vocabulario Políglota Incaico (1905) se da la reapertura a la confección de un
material lexicográfico multilingüe y polilectal.
13. En el parágrafo (§4.3.1.2.5) se concluye que si la etapa de la Consolidación se
caracteriza por una prolífica investigación lingüística; entonces también se
logran componer materiales lexicográficos en los principales dialectos. Por lo
tanto, la práctica lexicográfica en esta etapa se consolida, aunque no se logra
confeccionar un diccionario de la lengua propiamente dicho.
14. En el apartado (§4.3.2.1.6) concluimos que si contamos con obras
lexicográficas cuyo caudal léxico codificado no ha sido cotejado en el uso
actual; entonces los materiales lexicográficos se han ido reproduciendo sin
mayores aportes de uno a otro como una copia irreflexiva dentro de la práctica
lexicográfica. Por lo tanto, la composición de las obras lexicográficas ha sido
apenas una copia de unidades léxicas de obras precedentes.
15. En el parágrafo (§4.3.2.2.4) se concluye que si el Vocabulario Políglota Incaico
(1905) tuvo la finalidad de asimilar a los indígenas al castellano, mientras que
la serie de obras lexicográficas de 1976 se compusieron como instrumentos de
apoyo para la enseñanza de la lengua en el marco de la educación bilingüe;
entonces la finalidad de la primera es asimilacionista y de la segunda, el
414
desarrollo del vocabulario. Por lo tanto, las finalidades son opuestas, en una es
la adquisición del castellano y de la otra es el desarrollo de la lengua indígena.
16. En el apartado (§4.3.2.3.4) concluimos que si en la publicación de los
materiales lexicográficos del quechua, directa o indirectamente, intervino la
política; entonces las obras lexicográficas no son ajenas a las decisiones
políticas cuando las políticas lingüísticas están sujetas a ella. Por lo tanto, el
desarrollo de la Lexicografía quechua ocurrió siempre a la sombra de la
política.
17. En el parágrafo (§4.3.3.1.1.3) se concluye que si en el Siglo de las Luces la
solución al problema de la ortografía, de acuerdo a las etapas, han recorrido
diferentes caminos; entonces en la Reapertura se siguió la tradición del Siglo
de Oro empatando a la del castellano, mientras que en la Consolidación se
siguió uno más fonémico. Por lo tanto, las soluciones al problema de la
ortografía son siempre difíciles de consensuar debido al peso de la tradición de
empatar a la del castellano.
18. En el apartado (§4.3.3.1.2.4) concluimos que si en la Lexicografía quechua la
ausencia de una teoría ha condicionado la reproducción de una serie de
problemas en las obras lexicográficas; entonces urge desarrollar una teoría
lexicográfica que observe los defectos de las obras modernas con la finalidad
de corregirlas en las futuras composiciones. Por lo tanto, se hace necesario
desarrollar una teoría lexicográfica para la composición de un diccionario
monolingüe en esta lengua andina.
19. En el parágrafo (§4.3.3.2.4) se concluye que si la práctica lexicográfica no ha
podido resolver problemas de orden metodológico arrastradas desde el Siglo
de Oro; entonces el problema del caos en el ordenamiento de la nomenclatura
y del abuso de neologismos y arcaísmos persiste aún en la Lexicografía
quechua contemporánea. Por lo tanto, estas cuestiones deben ser resueltas en
la composición del futuro DUQUE.
20. En el apartado (§4.3.4.1.10) concluimos que si el Vocabulario Políglota Incaico
(1905) como un calepino se compuso con propósitos evangelizadores y
pedagógicos; entonces la obra ―servirá para las producciones literarias‖ del
quechua, tal como lo señala el prologuista de la edición original. Por lo tanto,
en la actualidad, la reedición de 1998 se debe emplear con finalidades
pedagógicas y lingüísticas.
21. En el parágrafo (§4.3.4.2.10) se concluye que si las seis obras lexicográficas
recogieron un limitado repertorio léxico por dialecto codificado; entonces se
415
tratan de simples vocabularios de equivalencias de la lengua. Por lo tanto,
dichas obras no constituyen diccionarios bilingües propiamente dichos.
22. En el apartado (§4.4.1.1.4) concluimos que si las obras lexicográficas
contemporáneas tienen finalidad pedagógica y traductológica; entonces la
finalidad educativa de ser secundaria en el Siglo de Oro ha pasado a ser la
prioritaria en la época actual, lo que implica que los lexicógrafos no han perdido
el horizonte educativo como espacio para el desarrollo de la lengua. Por lo
tanto, la finalidad primordial en la composición de obras lexicográficas
contemporáneas ha sido la pedagógica, además de otras más específicas
como la traducción.
23. En el parágrafo (§4.4.1.2.3) se concluye que si el mestizaje en el Perú se da en
los ámbitos biológico, social y religioso; entonces en el campo lingüístico se
traduce en el rasgo bilingüe de las obras lexicográficas. Por lo tanto, este
mestizaje lingüístico de los materiales lexicográficos define la identidad de la
Lexicografía quechua como una nueva disciplina científica.
24. En el apartado (§4.4.1.3.5) concluimos que si el castellano representaba al dios
ordenador de los cristianos y el quechua, a los dioses paganos de los
indígenas a los que había que combatir; entonces la lengua europea, como
lengua dominante, representa la mitad clara, la del orden, y el quechua, como
lengua dominada, la otra mitad oscura, la del caos. Por lo tanto, en la obra
bilingüe el castellano ejerce una violencia simbólica sobre el quechua como
una muestra del dominio cultural del hispano colonizador.
25. En el parágrafo (§4.4.2.1.9) se concluye que si el éxito de un proyecto
lexicográfico depende del 80 % de la formación y el 20 % de la experiencia con
que cuente el lexicógrafo; entonces el logro de una buena obra lexicográfica
depende fundamentalmente de la formación del lexicógrafo. Por lo tanto, la
única manera de asegurar la composición de una valiosa pieza lexicográfica
pasa por la formación y los aprendizajes en materia de diccionarios con que
cuenta el lexicógrafo.
26. En el apartado (§4.4.2.2.4) concluimos que si los estudios lingüísticos del
quechua, que tienen larga data, aún son objeto de la Lingüística andina;
entonces no ha logrado independizarse absolutamente como una disciplina
autónoma. Por lo tanto, las investigaciones lexicográficas, que son recientes en
esta lengua andina, apenas empieza a dar sus primeros pasos.
27. En el parágrafo (§4.4.3.1.10) se concluye que si el DAMLQ (1995) es una
especie de material académico, enciclopédico y manual de turismo; entonces
es una obra lexicográfica híbrida y defectuosa. Por lo tanto, no tiene la
416
suficiente solvencia normativa como diccionario de lengua para legitimarse
como referente normalizador.
28. En el apartado (§4.4.3.2.6) concluimos que si la obra Yachakuqkunapa Simi
Qullqa (2005) posee un reducido número de entradas; entonces sus
posibilidades de alcanzar su finalidad pedagógica como material lexicográfico
monolingüe son bastante limitadas. Por lo tanto, es una obra que requiere
ampliar el volumen léxico de sus entradas para que cumpla a cabalidad sus
objetivos didácticos.
29. En el parágrafo (§4.4.4.3) se concluye que si la Lexicografía Quechua es fruto de una
calca de aspectos de la Lexicografía Hispánica; entonces su práctica se caracteriza por
tener una finalidad evangelizadora antes que lingüística, un carácter bilingüe
antes que monolingüe, una ortografía hispana antes que una propia y una
nomenclatura en base a una plantilla de diccionarios hispanos antes que una
de nueva planta. Por lo tanto, la Lexicografía Quechua es el resultado de una
combinación de aspectos hispanos preferentes: finalidad evangelizadora antes
que lingüística, carácter bilingüe antes que monolingüe, ortografía hispana
antes que una propia, nomenclatura en base a una plantilla de diccionarios
hispanos antes que una de nueva planta. En tal sentido, se confirma la H1 de
esta tesis.
417
418
419
CAPÍTULO V
5.0 Introducción
420
en dos partes: (§5.1) Problemas de la Macroestructura y (§5.2) Problemas de la
Microestructura.
5.0.2 La segunda parte de este capítulo está dividido en tres secciones. La primera
versa sobre el enunciado del artículo lexicográfico. En ella se aborda los aspectos
teóricos y metodológicos sobre las variantes ortográficas, así como de la homonimia y
la polisemia. En la segunda sección se examina el cuerpo del artículo lexicográfico. Se
analiza los aspectos teóricos y metodológicos de las remisiones, así como del
problema de los reenvíos en la práctica lexicográfica. En la tercera sección
presentamos una propuesta de microestructura para el futuro DUQUE.
5.1.1 Cuando hablamos del ordenamiento de entradas nos referimos al sistema que
permite identificar, distribuir y organizar las unidades léxicas dentro de material
lexicográfico. De tal suerte, que dicho listado sea armónico, funcional y eficiente. Es
decir, la manera de organizar entradas permitirá al usuario del diccionario ubicar el
lugar exacto de la información léxica que se busca. En tal sentido, la anarquía
421
ortográfica guarda estrecha relación con el caos de entradas de las obras
lexicográficas de la lengua, por lo que en términos prácticos el caos en el
ordenamiento de entradas tiene un impacto negativo directo en el ánimo de los
usuarios de los materiales lexicográficos y compromete su viabilidad como referente
de la norma léxica.
5.1.1.1.1.1 La ordenación del listado debe ser eminentemente práctica, por lo que
debe cumplir con tres características esenciales:
422
quechua cuente con un orden sistemático para que el usuario pueda tener facilidad en
el manejo al momento de acceder a la información.
EL DICCIONARIO
alfabéticamente ordenadas.
a escribir correctamente.
En esta orientación, donde quiera que se pregunte por el modo más económico de
acceso a la información en un material lexicográfico, los usuarios respondan que sin
duda es el ordenamiento alfabético. Ya Porto (2002: 178) nos advertía que: ―Como es
sabido, el procedimiento más típico y básico de ordenación de las entradas es el alfabético,
423
hasta el punto de considerar corrientemente este orden como algo esencial al concepto mismo
de diccionario‖ [El subrayado es del original]. En tal perspectiva, la asociación del orden
alfabético al diccionario es íntima. En esta misma línea se inscribe Martínez de Sousa
(1995: 115) quien afirma que: ―Actualmente adjudicamos el orden alfabético a la
palabra diccionario, y hasta parece imposible, a veces, imaginar un diccionario cuya
ordenación no sea alfabética‖ [El subrayado es del original]. Esto supone que el
usuario más profano entiende que después de este tipo de ordenamiento no hay otra
forma pragmática que constituya el camino más eficiente que conduzca, sin mucho
esfuerzo, a la información que se persigue en todo material lexicográfico objeto de
consulta.
Este orden no solo es arbitrario, sino también acientífico: las palabras aparecen
unas junto a otras por la única razón de que se componen de unas determinadas
letras que se hallan en un determinado orden, lo cual, ciertamente, encierra bien
poca información.
424
esta ordenación no solo es beneficiosa para el consultante de este tipo de
diccionarios, que así hallará fácilmente la palabra que busca, sino también para el
autor, al que le es más fácil ir colocando la fichas en su lugar alfabético luego, al
rectificarlas, aumentarlas, suprimirlas, etc., ir a aquel punto del orden alfabético en
que se hallan.
La ortografía de cada vocablo se sabrá mejor mirándolo donde está escrito con los
demás en su propia letra como en la A, los que comienzan por A, y en la B, los
que en su primera sílaba tienen B, y así los demás por el cuidado que se tuvo en
escribirle con más puntualidad en su lugar, que en otras partes donde se topare.
En tal sentido, Bertonio ([1612] 2006: 35) consideraba la ordenación alfabética como
una condición básica para la búsqueda de las unidades léxicas en su Vocabulario
aimara: ―Es necesario saber la ortografía especialmente ―in principio dictionis‖, para
saber buscar los vocablos que en este libro, en la primera y segunda parte, y mucho
más en la segunda‖. El lexicógrafo jesuita consideraba que la regularidad ortográfica
era importante en el material lexicográfico para ganar la confianza del usuario.
425
5.1.1.1.2.7 Finalmente, si la ordenación alfabética es arbitraria y nada sistemática;
entonces este defecto ha inducido a que en la nomenclatura de las obras
lexicográficas del quechua haya condicionado la ordenación caótica existente. Por lo
tanto, en el ordenamiento de la Nueva nomenclatura se deberá seguir un riguroso
orden de un alfabeto normalizado y combinado con un ordenamiento morfológico.
Ilustremos los efectos del problema del desorden a través del Efecto Mariposa. Según
el antiguo proverbio chino: El aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami en
otra parte del mundo, análogamente, una pequeña variación de la ortografía en cada
obra lexicográfica ocasiona un caos en su nomenclatura.
5.1.1.1.3.1 No cabe duda que el orden alfabético de las entradas en la lengua ha sido
sometido a la arbitrariedad del compositor en cada material lexicográfico. La influencia
de las decisiones del lexicógrafo a la hora de componer su obra, en materia de orden,
es bastante clara. En tal sentido, resulta relevante establecer la relación ortografía –
lexicógrafo para desentrañar una de las causas del problema del desorden de la
nomenclatura dentro de la práctica lexicográfica en esta lengua andina. Lo que se
observa es que cada lexicógrafo, en busca de un aparente orden, ha elegido una
determinada regla ortográfica para su obra, lo que a la larga, deriva en un desorden de
la nomenclatura a nivel de las obras. Con un panorama así, el problema se cierne
como una pesadilla para los usuarios y un milagro para sus compositores. Y es que
ningún lexicógrafo ha sabido reaccionar frente al problema y asumir responsabilidades
para corregir esta deficiencia. Para comprender mejor este fenómeno, teóricamente,
podemos ilustrar con un caso análogo que ocurre en la correspondencia sonido-grafía
en las diferentes lenguas europeas de la variación de la palabra Checo (cf. Moreno
Cabrera 2005: 40):
426
Cuadro Nº 13. FORMAS DE ‗CHECO‘
Lenguas Formas
a Checo Čech
b Polaco Czech
c Español checo
d Catalán txec
e Vasco txekiar
f Francés tchèque
g Italiano ceco
h Alemán tschechisch
i Neerlandés tsjech
j Húngaro cseh
k Griego tséjikos
427
arrastrado. Aunque la práctica lexicográfica de otras lenguas no han sufrido con tanta
extensión esta amenaza. Visto la obra lexicográfica compuesta con un estilo caótico
de entradas, todo parecer indicar que se tratan de unos proyectos de aventura. Si
bien es cierto que la lexicografía de las lenguas modernas de Europa surgió casi en
paralelo con las de las lenguas indígenas americanas; sin embargo, la primera ha
progresado mucho más que la segunda. En este caso, las lenguas indígenas sólo
encajan en dos categorías antagónicas: o no tiene obras lexicográficas o las tiene
caóticamente ordenadas. La lengua quechua, por su parte, encaja en el segundo
grupo, por lo que su práctica lexicográfica sigue siendo de tipo marginal. Por lo que la
última gran frontera lexicográfica será la de establecer un orden coherente de entradas
en los futuros materiales lexicográficos. La composición de una obra lexicográfica se
basa en saber establecer normas de ortografía coherentes que guíen la regularidad de
los contenidos de la macroestructura y la microestructura. Pensamos que esa es la
base de toda buena composición de una obra lexicográfica en cualquier lengua.
5.1.1.1.3.4 Por otro lado, la devaluación del valor normativo de la obra lexicográfica del
quechua encarece los materiales mejor logrados. La persistente caída de la calidad de
las obras hace que los precios de los mismos también caigan debido a la falta de
428
demanda. Sin embargo, las obras de valía suben en costos. Por ejemplo, es lo que
pasa con la obra de Calvo (2009), cuyo logro y volúmenes elevan su costo económico.
5.1.1.1.3.5 Finalmente, si bien es cierto que a nivel individual cada obra lexicográfica
del quechua tiene un sistema de orden aparente, en conjunto constituyen una práctica
caótica desde su gestación en el siglo XVI; entonces este problema le quita valor
normativo al material lexicográfico y genera dificultades en los usuarios. Por lo tanto,
en la Nueva nomenclatura se deberá corregir el problema del desorden de la
nomenclatura a través de la adopción de un sistema ortográfico coherente y
sistemático.
5.1.1.1.4.1 Como se podrá apreciar más adelante (cf. §5.1.2.1.3), la codificación de las
unidades léxicas compuestas (cf. §5.1.2.2.2) trae una serie de irregularidades
ortográficas entre los materiales lexicográficos, incluso, dentro de una misma obra. A
partir de esta irregularidad en la nomenclatura de los materiales lexicográficos
podemos inferir un principio básico:
429
En aplicación de este principio es imposible acertar dónde está una determinada
unidad léxica dentro del diccionario. En tal sentido, la información de esa unidad léxica
será muy limitada.
5.1.1.1.4.4 Del principio anterior podemos volver a deducir el principio que establece la
relación entre el caos en el orden de la nomenclatura con la baja calidad de las obras
lexicográficas:
En tal sentido, no cabe duda que sea preferible que haya una producción de menor
cantidad de obras, pero que sean de alta calidad, en lugar de una alta producción de
mala calidad.
5.1.1.1.4.5 Del principio anterior también podemos volver a inferir otro referido a la
relación de la nomenclatura con el grado de confianza:
430
Para iniciar esta sección cabe formularse un par de cuestiones: ¿cómo puede ser tan
fácil componer obras lexicográficas con un ordenamiento caótico de entradas?, ¿qué
relación hay entre la anarquía ortográfica de la lengua y el caos de la nomenclatura de
los materiales lexicográficos del quechua?
5.1.1.2.1.1a La ortografía caótica del romance español del siglo XV, establecido en las
obras lexicográficas de Nebrija, ha sido un factor de influencia relevante en la
continuidad del desorden de la nomenclatura de las obras lexicográficas del quechua.
Es decir, el problema que analizamos ha sido heredado de la tradición lexicográfica
hispana. En tal sentido, la ordenación alfabética de las entradas, a lo largo de este
tiempo, no ha sido rigurosa. Al respecto, Bertonio ([1612] 2006: 39) informa que en el
ordenamiento de su Vocabulario aimara tuvo en cuenta apenas los primeros
segmentos gráficos de las diferentes unidades léxicas codificadas:
Lo que implica que la ordenación alfabética de entradas no fue rigurosa y se ciñó a las
primeras letras del inventario alfabético del romance. Entonces, la organización caótica
de la macroestructura es una práctica interiorizada en los lexicógrafos debido al largo
tiempo de asimilación inconsciente e indirecta de las obras lexicográficas del romance
español.
431
5.1.1.2.1.1b También la práctica lexicográfica actual ha seguido la herencia del
desorden de entradas del Siglo de Oro. Lo que implica que los orígenes del problema
se remontan directamente a los inicios de la Lexicografía quechua, es decir, al siglo
XVI. El ordenamiento de aquella época se ha reproducido sin cuestionamiento alguno
a lo largo de las sucesivas centurias hasta la actualidad. En tal sentido, el problema ha
sido la herencia directa de los vocabularios del Siglo de Oro. Este hecho lexicográfico
ha sido asumido de forma consciente por parte de los lexicógrafos. A este respecto,
Lara (2001: 47-48) señala que: ―olvidado ya González Holguín. (sic) quechuistas,
investigadores, escritores se lanzaban por el camino de la anarquía. Cada cual
empleaba un sistema personal muy difícil y a veces imposible de ser comprendido‖. De
aquí se deduce que los materiales lexicográficos actuales tienen problemas en común
con las obras del Siglo de Oro en cuanto al ordenamiento de entradas. En tal sentido,
este problema se ha repetido desde los inicios de la Lexicografía quechua en el siglo
XVI hasta la actualidad.
Este rechazo ha imposibilitado la libre circulación de las obras entre los usuarios de la
lengua y sólo se han anclado entre un público especializado. En tal sentido, los
usuarios bilingües del quechua no emplean un material lexicográfico de la lengua no
sólo a la falta de costumbre de uso, sino debido a una resistencia a la organización de
los materiales lexicográficos. Así, la falta de una regularidad ortográfica supone que la
obra lexicográfica no puede lograr el reconocimiento social. Lo que implica que al
parecer los lexicógrafos componen obras como si la práctica lexicográfica muriera con
ellos. En una práctica en el que la obra lexicográfica suele ser sinónimo de fracaso
lexicográfico, y por tanto de no reconocimiento de función normalizadora de materiales
caóticos, la práctica lexicográfica actual no parece tener futuro.
432
5.1.1.2.1.2a El modus operandi de los lexicógrafos al momento de componer su obra
lexicográfica, en cuanto a la ortografía, ha sido la toma de decisiones subjetivas y
arbitrarias, soluciones complicadas e innovaciones de rarezas ortográficas. Y no ha
sido una operación de un lexicógrafo, sino ha sido un esquema repetido en toda la
estructura de la práctica lexicográfica del quechua. En esta estructura están en disputa
los diferentes inventarios alfabéticos que se defienden con relativas variaciones y, a
veces, con abismales diferencias de sus normas ortográficas. Hasta ahora, sólo
González Holguín (1608) ha logrado posicionar sus normas ortográficas.
En algunos casos estamos ante lexicógrafos ―héroes‖ que están impulsados por una
ambición desmedida que les hace creer, cuando se miran imaginariamente en un
pasado, que ellos lideran la normalización de la lengua. Mientras que en otros casos,
ante espíritus obsesionados por resolver el problema de la ortografía que los ha
llevado a complejizar su propia propuesta, de modo que ellos mismos son desleales a
sus reglas. Son los casos de los trabajos de la academia cusqueña y del Ministerio de
Educación en donde se observan fragmentaciones ortográficas. En tal sentido, la
práctica ha seguido una curiosa trayectoria: se han equivocado todos los lexicógrafos,
obra tras obra. Por lo que todo parece indicar que el objetivo fue que las obras
lexicográficas, cada vez, sean más desordenadas. En consecuencia, la actuación
arbitraria de los lexicógrafos y de los órganos normalizadores nos induce a pensar que
el criterio personal del establecimiento de las reglas ortográficas influye en la
organización de la nomenclatura cuyas consecuencias, lexicográficamente, son
catastróficas. Por lo que, en la selección de las reglas de ortografía de la lengua, no
siempre priman criterios técnicos.
433
cometer errores lexicográficos, por lo que sus obras no tendrán la solvencia suficiente
para ejercer una autoridad normativa dentro de la lengua.
434
a su vez, se relaciona con la arbitrariedad ortográfica que impone el lexicógrafo a la
hora de componer su obra. Por lo que no cabe duda de que ambos fenómenos haya
generado una perturbación en la aceptación de una determinada propuesta ortográfica
entre los compositores de obras lexicográficas.
435
de ella. De este modo, dejan vacío sus nidos. Una situación análoga experimenta el
usuario al realizar la consulta del material lexicográfico en la lengua. Al igual que
aquellos insectos, sufren desorientación debido al caos ortográfico con que se han
codificado las entradas. Y es que una ortografía asistemática no permite hallar con
facilidad la información requerida como suele pasar con el síndrome de las abejas.
Con orientaciones limitadas al usuario, cuando no carecen de ellas, no se sabe qué
contienen los materiales lexicográficos. Y las consecuencias de un ordenamiento
alfabético caótico son de confusión para el usuario de la obra lexicográfica, puesto que
nadie sabe dónde ni bajo qué letra se halla una determinada unidad léxica, mucho
menos qué obra posee qué ni dónde. Entonces, los usuarios, metafóricamente, están
condenados a ―morir‖ fuera de la ―colmena‖ llamado diccionario en el intento de
búsqueda de información. En tal sentido, el caos en el ordenamiento de entradas no
sólo desorienta al usuario en la búsqueda de información dentro del material
lexicográfico, sino que desconecta de éste y lo aleja más de su papel de autoridad de
la norma léxica de la lengua. Así existe un divorcio entre el usuario y el material
lexicográfico.
436
CUADRO Nº 14. COMPARACIÓN DE ENTRADAS
[DiQH 2001] [DACJAC
[DiC 1976] [DiT 2008] [DiQ 1974] [DiS 1998] 2003]
Alqo ‗perro‘ Alqu ‗perro‘ Allqö ‗perro‘ Alqo ‗perro‘ Allqu ‗perro‘ Alqo ‗perro‘
Allqöchay Alqochakuy
Alwirgas Alquchay ‗menospreciar‘ ‗menospreciar Ama „no Alqochay
‗arvejas‘ ‗menospreciar‘ constantemente‘ (prohibitivo)‘ ‗menospreciar‘
alqo wañusqa jina Alqochakuy
Allay ‗escarbar Alquchachiy ‗hacer Allwi ‗urdiembre‘ asnay ‗oler como perro Amankay ‗flor ‗menospreciar
(tubérculos)‘ menospreciar‘ muerto‘ silvestre‘ constantemente‘
allichakuy Allay „escarbar Allwina Allamuy „ve a escarbar Alqokiska ‗planta
‗arreglarse‘ (tubérculos)‘ ‗urdiembre‘ (tubérculos)‘ amañiy espinosa‘
Allichakuy Allwiy ‗urdir‘ Allay ‗escarbar Allillamanta
allichay ‗arreglar‘ ‗arreglarse‘ (tubérculos)‘ Amaru „boa‟ ‗sosegadamente‘
Allichapayay Ama ‗no
Allichu ‗por ‗arreglar (prohibitivo)‘ Allay „escarbar
favor‘ reiteradamente‘ allchhi amatay (tubérculos)‘
Amachu ‗no Amawta
Allillamanta (interrogativo)‘ ‗maestro-
‗sosegadamente‘ Allichariy ‗arregla tú‘ Allin ‗bien‘ filósofo‘ Allin „bien‘
amalluqa Amichikuy
Allillanchu ´hacer
‗¿cómo estás?‘ Allichay ‗arreglar‘ allin p'unchay „buen día‘ astiarse‘ Allinyay ‗convalecer‘
allin allichiy amani allin rijch'ayniyoj amiy alliyachiy
allinllaña allichu amañisqakay allin sonqoyoj amu allipunakuy
allipas alillamanta amañiy allin tuta amuyay allpa
alliyay allillanchu amaraj allin urapi kachun ana allpachay
allpa allin amaru alliymanta ananaw allpanay
ama allin iñiyniyuq amarukancha alliywan ananay allpasapa
5.1.1.2.2.1 El problema parte, por una parte, en el mayor o menor peso que cada
lexicógrafo da a la selección arbitraria de la norma ortográfica. De las listas del cuadro
anterior, inferimos que no hay una única ortografía para codificar la misma unidad
léxica. Lo que evidencia que en la nomenclatura de las obras lexicográficas del
quechua existe una arbitrariedad ortográfica a todo nivel.
437
codificación de las unidades léxicas, en tal sentido, la inclusión o no de los alófonos [e]
y [o] repercute en el ordenamiento alfabético de las entradas haciendo de éstas una
organización caótica. Como ya lo señalamos antes, la falta de unidad ortográfica,
cuando no de un inventario alfabético unificado en la lengua, ha contribuido a la
agudización del caos en el ordenamiento de entradas de las obras lexicográficas
actuales.
(75)
a) KUSI-KUSI. s. Araña corredora del campo, de tamaño pequeño. (Puno). Araña. [DiC
1976].
Observamos que en (75a-b) se codifican con guión intermedio, mientras que en (75c)
se prescinde del guión. Con ello se demuestra que el tratamiento es indistinto en cada
material lexicográfico (cf. 75a y 75c), incluso, dentro de una misma obra (cf. 75b y
75c). Lo que implica que no hay claridad en la codificación de las unidades
lexicográficas reduplicadas.
438
CUADRO Nº 15. CORRESPONDENCIA DE FORMAS
[DiC 1976] [DiQH 2001] [DANC 2003] GLOSA
juntas y separadas juntas separadas sin guión
(a) ---------------- yachaywasi yachay wasi ‗escuela‘
(b) runasimi runasimi runa simi ‗quechua‘
(c) Mama pacha Pachamama Pacha mama ‗divinidad de la
tierra‘
5.1.1.2.2.2c Dos o más unidades léxicas compuestas se registran como una sola
entrada a través de dos bases juntas o de forma independiente, ya sean con guión
intermedio o sin ella, aunque en ocasiones mixtas:
(76)
c) con guión: INTI-RAYMI. Inti Raymi, rito al sol que se celebra el 24 de junio (en
Sacsayhuamán, Cuzco). [DiC 1976].
El DiAH (2001) en (76a) codifica juntas las bases, en tanto que el DiSAM en (76b)
registra separadas sin guión. Mientras que el DiC (1976) en (76c) registra separadas
con guión intermedio. En cambio el DiS (1998) en (76d) codifica de forma mixta: sin y
con guión. De aquí la importancia de que los usuarios ayuden a cuidar la salud de las
obras lexicográficas, puesto que sus autores no cuidan sus propias creaciones.
5.1.1.2.2.3 Las evidencias anteriores nos demuestran que las obras lexicográficas
están compuestas con una ortografía deliberada, lo que sumió a la práctica
lexicográfica en un caos ortográfico. En tal sentido, dichos materiales lexicográficos no
sólo sirven para engañar a usuarios incautos, sino que sus impactos son negativos en
la lengua. Lo que es peor, las tendencias tampoco son alentadoras. En más de cuatro
439
siglos de práctica caótica no se observa señales de cambio, por el contrario, el
problema de la dispersión ortográfica no sólo es único en su género, sino que se ha
multiplicado. Con este tipo de práctica, lo que está en cuestión no es la suerte de la
lengua, sino la supervivencia del diccionario, porque ha perdido su sentido y propósito.
Aunque puede seguir existiendo, pero en condiciones que hagan muy difícil la
búsqueda de la información en el usuario, porque los defectos de una obra tiene
consecuencias directas en el usuario. Confiamos en que una norma ortográfica
coherente se implemente cuanto antes; sin embargo, no tenemos la garantía de ello.
Más bien es posible que nos esperen muchos años de este tipo de práctica
5.1.2.1.1.1 Toda lengua está regida por normas más o menos precisas. En tanto el
diccionario recoge, registra y representa al lexicón mental del hablante nativo de la
lengua, también organiza el caudal léxico para hacer eficiente su uso. En cambio, las
gramáticas, al tiempo que describen los mecanismos de la lengua, proporcionan reglas
fijas que propician su buen empleo. Entonces, el proceso de composición de una obra
lexicográfica tiene la intención de preservar la información léxica y gramatical en un
sistema de registro, ya sea a modo de libro o, más modernamente, en un soporte
digital. Y para acceder a este registro se ha convenido ordenar las unidades léxicas
capturadas en una lista de nomenclatura. A estas unidades léxicas sistemáticamente
organizadas las denominamos entradas.
440
5.1.2.1.1.2 A modo de responder la cuestión formulada en (§5.1.2.1.1), entrada es
aquella unidad léxica que se define dentro del diccionario. Al respecto, Porto (2002:
82) indica que ―llamamos entrada del diccionario a todo vocablo que en él es objeto de
artículo independiente.‖ Sin embargo, más adelante, aclara el autor: ―una entrada no
tendría por qué estar constituida por un vocablo, sino más bien por una unidad léxica
o lexía, la cual puede ser simple (palabra o morfema) y compleja (varios vocablos)‖
[El subrayado es del original]. Entonces, por entrada entenderemos en el sentido
amplio a la unidad léxica que como cabeza de artículo es objeto de definición o
explicación. Al respecto, Martínez de Sousa (1995: 180) afirma que entrada es aquella:
―Palabra, locución, frase, sintagma, signo o conjunto de letras o signos que encabeza
un artículo de diccionario, vocabulario, glosario, terminología, índice, ficha, etc., y es
objeto de definición o explicación y, eventualmente, de tratamiento enciclopédico‖. En
tal sentido, la noción de unidad léxica que se asigna a una determinada entrada va
desde unidades morfológicas hasta palabras compuestas. En este sentido, en la
Nueva nomenclatura tomamos en cuenta la recomendación de Porto (2002: 82):
―También habrá de decidirse, si es el caso, qué tipo de unidades lingüísticas ─por
ejemplo, prefijos, raíces, sufijos─ habrán de ser tomadas como entradas
independientes‖. Lo que implica que también constituyen entradas las unidades
morfológicas como los afijos, entre éstos los interfijos y los sufijos, adicionalmente las
formas de afijos prestados como los infijos. En tal sentido, los constituyentes
morfológicos del quechua son objeto de definición en el diccionario. Puesto que el
futuro DUQUE se va a ordenar morfológicamente, supone que las formas morfológicas
serán codificadas en dicho material lexicográfico.
5.1.2.1.2 La lematización
5.1.2.1.2.1 Para responder a la cuestión anterior, entendemos por lema a la forma más
básica o canónica de la unidad léxica (cf. Porto 2002: 175). Al respecto, Bajo (2000:
16) afirma que lematizar: ―es reducir todas las formas de una palabra a la forma
441
paradigmática considerada fundamental (el infinitivo para todas las formas verbales del
mismo paradigma, el singular para los sustantivos…)‖. De acuerdo a la anterior
abstracción, las diferentes formas se reducen a una forma paradigmática básica que
encarnará la norma léxica.
5.1.2.1.3 En este epígrafe abordaremos algunas cuestiones sobre las unidades léxicas
complejas que ocurren en esta lengua andina.
5.1.2.1.3.1 Las unidades léxicas complejas son fruto de la composición de dos bases y
no expresan la suma de los significados de los componentes.
(77)
Aunque el significado de las unidades léxicas filtran con más amplitud el sema del
primer componente, lo que implica que en la NN se codificarán dentro del lema del
primer componente de la unidad léxica.
(78)
a) yachaywasi ‗escuela‘
Este tipo de unidades léxicas compuestas, dado la tradición de su uso a lo largo del
tiempo, usualmente se codifican juntas las dos bases.
442
5.1.2.1.3.3 Semánticamente, las unidades léxicas complejas, además del significado
primario (cf. §1.1.1.4.2.2b), casi siempre, tienen un significado secundario (cf.
§1.1.1.4.2.2b). Observemos algunos ejemplos.
(79)
a) aka tanqa (lit. ‗excremento empuja‘) ‗escarabajo pelotero‘, insul. ‗niño que se
defeca en pañales‘
443
(80)
a) wañuy ‗morir‘
(81)
Nosotros somos los que hemos crecido junto con el quechua. [DiC 1976].
En ocasiones, tanto las formas del singular como del plural de los pronombres se
registran como entradas independientes. Sin embargo, la lematización en la Nueva
nomenclatura sólo se incluirá la forma del singular.
444
codificarlos en dicha forma. Por lo tanto, en la lematización de las diferentes formas
primará el singular como forma básica de codificación.
(82)
Usualmente, el DiC (1976), este tipo de unidades léxicas las codifica con guión
intermedio; sin embargo, lo recomendable sería prescindir de este empleo.
(83)
Urpicha sonqocha. Adv. m. Corazón mío, muy apreciado mío, etc. [DiC 1976].
445
Al instante, de inmediato, mismo:
Hanaq pacha. Cielo o mundo celestial habitado por los seres espirituales o
cuerpos espaciales. [DiC 1976].
Sin embargo, en este tipo de tratamiento no está clara la tipografía entre subentradas
y ejemplos como ocurre en (83b), ya que tanto las entradas como los ejemplos se
codifican en negrita. Así, la cita presenta la ejemplificación con la misma tipografía que
las subentradas.
(84)
a) chupa s.: cola, rabo, persona que siempre está detrás de otra. Supaypa chupan: lit.
―rabo del diablo‖, persona malo. kutu chupa: sin cola, de cola corta. waska
chupa: de cola larga como una soga. siki chupa, siki patak: rabadilla, anca.
qara chupa: lit. ―cola pelada‖, zarigüeya. [DANC 2003].
446
Los compuestos supaypa chupan ‗persona mala‘, kutu chupa ‗sin cola, de cola corta‘,
waska chupa ‗de cola larga‘, siki chupa ‗rabadilla, anca‘ y qara chupa ‗zarigüeya‘ se
registran como subentradas bajo el dominio de la base chupa ‗cola‘. Sin embargo, en
casos como qara chupa ‗zarigüeya‘ habrá problemas al momento de que el usuario
empiece con la búsqueda, porque éste, probablemente, empiece por el primer
componente del compuesto, qara. Lo que implica, que en el futuro DUQUE se deberá
tomar estas consideraciones al momento de su codificación.
5.1.2.2.2.5 En tanto que nuestra propuesta versa sobre el registro de dichas unidades
léxicas de forma separada en sus bases, de la siguiente manera:
(85)
Como se puede observar en (85a-b) se codificarán por separadas las dos bases del
compuesto sin que medie entre ellas algún guión u otro tipo de ortografía.
(86)
b) Wiraqocha. s. Hist. Emperador Inka, hijo del Inka Yawar Waqaq y de Mama Chuki. Su
verdadero nombre fue Ripaq… [DAMLQ 1995].
447
En (86a) las entradas son codificadas en mayúsculas, lo que no permite discriminar en
qué caso escribirlo con mayúscula o minúscula (función distintiva). Mientras que en
(86b) y (86c) se ha establecido esta diferencia. Sin embargo, se registró primero la
formar más compleja (86b), cuando la teoría dicta que debía ser en sentido contrario
(cf. 86a-b).
(87)
448
5.2 PARTE II. PROBLEMAS DE LA
MICROESTRUCTURA
(88)
Es decir, el lexicógrafo trata a ambas formas (88a-b) como si fueran dos sinónimos,
cuando en realidad se trata de dos formas de alternancia ortográfica. En este sentido,
para un especialista carente de una buena técnica lexicográfica no siempre resulta
fácil percibir tal diferencia conceptual y procedimental.
449
5.2.1.1.1.3 La variación ortográfica estuvo condicionada por las variantes
subdialectales de la lengua y el problema de la normalización de la ortografía, que se
ha expuesto ya. La dificultad de la variación fonológica del léxico a la que se
enfrentaron los lexicógrafos de la época lo explica Bertonio ([1612] 2006: 35) en su
Vocabulario aimara:
5.2.1.1.1.4a Cambio de vocales: <a> por <i> o <u>. Técnicamente se dan en bases
nominales y verbales:
(89)
En bases nominales, como se puede ver en (89a), la vocal /a/ muda a /i/: a > i.
Mientras que en bases verbales, como se puede observar en (89b), la vocal /a/ muta a
/u/: a > u.
450
(90)
(91)
(92)
206
Según Márquez de Medina (1869: 585): “Metathesis est litterarum ordo immutatus. La figura
methathesis se comete cuando se altera el orden de las letras transponiendo en la dicción algunas letras
donde habian de estar otras: v.g. Tymbre por Tymber. Virg. AEn. 10. Nam tibi, Tymbre, caput Evandrius
abstulit ensis.”
(http://books.google.com.pe/books?id=6BoXcQWeZfcC&printsec=frontcover&dq=Arte+explicad
o+y+gramatico+perfecto&hl=es-419&sa=X&ei=Mv3-
UZ6iHIT68gT9iYCgCw&ved=0CDMQ6AEwAQ#v=onepage&q=Arte%20explicado%20y%20gra
matico%20perfecto&f=false)
451
b) <sipt‘iy>, <t‘ispiy>, <t‘ipsiy>, <t‘ipiy> ‗pellizcar‘
En (92a) la elisión del fonema aspirado /h/ simplifica la unidad léxica, mientras que en
(92b) ocurren fenómenos como metátesis y elisión de /s/ en coda silábica.
(93)
En (93a-b) es evidente que la segunda forma, en ambos casos, lleva una epéntesis a
partir del aimara, puesto que la regla restrictiva de esta lengua es que prohíbe las
terminaciones en consonantes. Mientras que en (93c-d), la segunda forma, en ambos
casos inserta una epéntesis vocálica en la coda de la primera y segunda sílabas,
respectivamente, generando, de este modo, una segunda y tercera sílabas.
5.2.1.1.1.5 Otro tipo de motivaciones son las llamadas morfológicas. Ocurre cuando se
alternan sufijos, pero sin cambio semántico.
(94)
207
Según Márquez de Medina (1869: 584): “Epenthesis est, cùm medio dictionis littera, vel syllaba
interjicitur. La figura epenthesis se comete cuando se añade alguna letra ó sílaba al medio de la dicción:
v.g. relligio por religio. Mavors por Mar Ovid. ad Lib. Sed Mavors templo vicinus, et accola templi.”
(http://books.google.com.pe/books?id=6BoXcQWeZfcC&printsec=frontcover&dq=Arte+explicad
o+y+gramatico+perfecto&hl=es-419&sa=X&ei=Mv3-
UZ6iHIT68gT9iYCgCw&ved=0CDMQ6AEwAQ#v=onepage&q=Arte%20explicado%20y%20gra
matico%20perfecto&f=false)
452
Este fenómeno ocurre por dos razones. En (94a-b) se da por el uso alternado de
sufijos en bases nominales y verbales, mientras que en (94c-d) ocurre por la elisión de
sufijos en bases nominales y verbales.
(95)
5.2.1.1.2.2 Dos formas se han codificado bajo un mismo enunciado, separadas por la
conjunción disyuntiva o del castellano que nada tiene que ver en entradas quechuas.
(96)
a) CHAYPAS o CHAYPIS. conect. Pero, con todo eso, sin embargo, aunque. [DiC 1976].
b) CHAYWANPIS o CHAYWANPAS. conect. Con todo eso, a pesar de eso, aun así.
[DiC 1976].
453
recomendada para el español, ya que en el quechua no hay conjunciones, salvo el
préstamo castellano del disyuntivo u más el sufijo contrastivo –taq: utaq ‗o también‘.
En tal sentido, en estos casos lo recomendable para esta lengua española es que dos
formas ―alternantes pueden colocarse en la misma entrada, separadas por la
conjunción o, solo cuando se trata de alternancias acentuales‖ (Martínez de Sousa
1995: 184). Entonces, esta forma de tratamiento no sólo es poco convencional, sino
nada recomendable para el quechua. Además, la codificación de dos o más formas
bajo un mismo enunciado y separado por la conjunción o ni siquiera es recomendable
para el castellano. Al respecto, Martínez de Sousa (1995: 184) señala: ―Sin embargo,
esta forma de actuar no solo va en contra de un principio lexicográfico según el cual
cada palabra debe tener su entrada propia en el diccionario…‖ Es el caso que
veremos a continuación.
(97)
Como se puede observar la forma de (97a) remite a (97b). Al respecto, Parker (1976:
15) ya advertía que: ―Muchas entradas figuran como lexemas sólo por ser variantes
fonológicas impredecibles‖. Entonces, en este tipo de tratamiento, aumentará el
número de entradas en el material lexicográfico.
(98)
a) linri s. Ninri simita qhawariy. [DiS 1998]. „oído, oreja s. Véase la palabra ninri.‘
b) rinri s. Ninri simita qhawariy. [DiS 1998]. „oído, oreja s. Véase la palabra ninri.‘
454
c) ninri s. Kawsaqkunap uyarinanpaq musyaynin. ‗Waskar qillarayku ninrinta
aysachikun‘.
wss. Linri.
„oído, oreja s. Sentido para escuchar de (seres) vivientes. ‗Huáscar por flojo se hace
208
jalar las orejas ‘.
Rinri.‘
Tanto (98a) como (98b) remiten a (98c) y éste, a su vez, remite a las dos anteriores.
Siendo A: linri, B: rinri y C: ninri; tenemos: A y B remiten a C, a su vez, C remite a A y
B. El defecto de este tratamiento reside en que la forma preferida remite a las menos
preferidas. Esta debilidad parece que se trata a la falta de una tradición lexicográfica
monolingüe, la cual deja vacíos en el tratamiento de variantes ortográficas.
208
El castigo físico en la escuela, es herencia de la pedagogía tradicional en Perú y Bolivia. En el
ejemplo, refleja esta ideología del autor. Estas prácticas deben ser desterradas de las aulas y también de
los materiales lexicográficos, más aún si se tratan de obras lexicográficas que están compuestas con fines
educativos.
455
puede evidenciarse a través del aspecto físico (homofonía) o mediante el aspecto
gráfico (homografía)‖ (Gálvez 2007: 332). No, a la homonimia se llega por este camino
y por otros, como el coincidir el significante partiendo de etimologías diferentes, en la
homonimia siempre hay coincidencia en el significante y diferencia en el significado.
5.2.1.2.1.1b Mientras que por polisemia nos referimos al vocablo único (un
significante), pero con diferentes significados (cf. Porto 2002: 186), es decir, hay una
divergencia de significados a partir de un significante.
Dado una unidad léxica que designa un conjunto de significados, siempre puede
tomarse uno de los significados como lo designado por otra unidad léxica.
Este principio podemos explicar con los siguientes ejemplos: aqchi, además de
‗domeneco‘, significa también ‗cóndor adolescente‘. Al mismo tiempo, la equivalencia
de la base kuntur ‗cóndor‘ también lo denota la unidad léxica awki mallku ‗cóndor‘ (cf.
82a).
1) histórico (etimológico),
2) sincrónico, y
3) mixto.
456
homófonos, lexicográficamente, se codifican como entradas independientes formando,
así, artículos diferentes dentro del diccionario.
(99)
(100)
amu. adj. (Bol.) que no tiene la facultad de hablar. → luli, upa (Cus.), upa
(Ánc., Jun.). || 2. s. (Ánc.) porción de comida o bebida que cabe en la
boca. → amulli (Cus.). || 3. s. (S. M.) especie de abeja. || 4. (del cast.
amo) s. (S. M.) dueño de animales. → duyñu (Cus.), duwiiñu (Ánc.). ||
5. s. (Jun.) guano o desecho biodegradable, por antonomasia el
estiércol del ganado. → wanu (Ánc., Jun. y Cus.). || 6. s. (Jun.) alimento
457
molido, por antonomasia de granos secos. → hak’u (Cus.), machka,
aqallpu (Ánc.).
209
Es el caso de una unidad léxica “upa” “mudo” que unas variedades es “sordomudo”, en otros sólo
equivale a “sordo”, y en otras sólo a “mudo”. Lo mismo sucede con “amulli” “bocado”, que en la
variedad cusqueña sólo es “bocado de líquido”, una clara restricción semántica.
458
5.2.1.2.2.1 En la práctica lexicográfica del quechua se ha dado un tratamiento
diferente a la homonimia como a la polisemia en las diferentes épocas como en cada
obra lexicográfica.
Tocyani, rebentar, brotar el arbol, abrise la flor, salir el pollo del hueuo.
Lo que implica que hay pocos trabajos filológicos sobre etimologías, a excepción de
los préstamos del español. Sin embargo, es posible rastrear la etimología a través de
las bases, ya que la lengua no prefija, con lo cual se hace más fácil la tarea de
descomponer la unidad léxica. Aunque quizá no se pueda realizar el análisis
etimológico en la totalidad del caudal léxico.
459
5.2.1.2.2.2 En la práctica lexicográfica actual del quechua no hay un adecuado
tratamiento de la homonimia210. Es decir, no se ha seguido un patrón coherente en su
tratamiento, lo que implica que falta una buena técnica lexicográfica. En tal sentido, ha
derivado en dos consecuencias:
(101)
(102)
b) kallu2 (S. M.) s. (cast. ―callo‖) s. endurecimiento de la piel (en alguna parte del
cuerpo) por acción de cicatriz.
Existen ya antecedentes de este tipo de tratamientos. Por ejemplo, otras obras, a parte
de la antes citada, sí establecen estas diferencias que la lexicografía teórica
recomienda. Es el caso del DiCAJ (1976) que establece la diferencia de números. Al
respecto, Quesada (1976: 16) afirma que: ―Los homófonos registrados (lexemas que
tienen la misma forma y pronunciación) han sido diferenciados mediante el empleo de
números, a saber: pata1 ‗apoyo, andén‘ y pata2 ‗variedad de maíz‘…‖ Pese a que es
usual hallar homónimos en los materiales lexicográficos del quechua, todavía no se
puede hablar de una proliferación de la homonimia, puesto que muchas veces no
210
Lyons (1980: 454): “… la organización del diccionario convencional depende de ella.”
460
reciben un tratamiento adecuado con algún tipo de marca las dos o, a lo mucho, tres
formas homónimas que se pueden observar en la obra lexicográfica.
(103)
Sin embargo, la polisemia plantea una serie de dificultades (cf. Lyons 1980: 454). Una
limitación es el empleo del castellano, dada su condición de lengua dominante, suele
opacar las equivalencias o definiciones polisémicas de las entradas quechuas. A
opinión de Cerrón-Palomino (2011: 26):
Otra dificultad es que, usualmente, los informantes sólo informan la acepción primaria
del término consultado por el lexicógrafo. De igual modo, otra limitación también puede
ser la falta de pericia lexicográfica del compositor, puesto que puede influir en la
codificación polisémica de las diferentes entradas.
211
DeCesaris y Battaner “Una cuestión de semántica léxica en los diccionarios del español bajo las
fórmulas por extensión y en especial”.
461
entonces esto supone que su tratamiento ha sido deficiente212. Por lo tanto, los
lexicógrafos del quechua han seguido caminos diversos y de diferente grado en cada
material lexicográfico.
5.2.2 En este apartado abordaremos tres temas: las remisiones, los reenvíos y las
marcas. Las remisiones en un diccionario son los que orientan al usuario en la
ubicación de la información que busca. Lo cual hace que la obra lexicográfica se
muestre más ágil y complementaria. Mientras que los reenvíos hacen más lento el
proceso de búsqueda de información. En tanto las marcas nos permiten acceder a una
información sobre la circunscripción geográfica en el que se emplea la unidad léxica.
En tal sentido, abordaremos estos tópicos en el plano teórico y metodológico.
5.2.2.1 Los hablantes alfabetizados de la lengua son conscientes que los materiales
lexicográficos están ordenados alfabéticamente lo que les ha permitido buscar la
información letra tras letra y palabra tras palabra, pero cuando no se presentan
remisiones o existen defectos de circularidad en las definiciones tienen serias
limitaciones en el éxito de la información que se busca. En tal sentido, no cabe duda
que las remisiones le dan cierta dinámica a todo diccionario. Además le da al usuario
la posibilidad de explorar no sólo la variante ortográfica, sinonimia o antonimia, sino la
acepción en otras entradas de la obra lexicográfica. Es decir, toda remisión permite
ampliar la información complementaria en otras entradas del material lexicográfico. En
tal perspectiva examinaremos este tópico en los aspectos teóricos y metodológicos.
5.2.2.1.1 Una remisión es, para Martínez de Sousa (1995: 301): ―Indicación en un
escrito del lugar del mismo o de otro escrito al que se envía al lector‖. Mientras que,
desde el punto de vista del usuario, las remisiones sirven para guiar a la persona que
consulta el diccionario. Además, conviene precisar que una remisión revela, a su vez,
la mayor impotencia de una determinada unidad léxica de comunicar de forma
completa una información y la más alta potencia de la lengua de comunicar una
información de la forma más completa a través de un vocabulario amplio.
212
Principalmente el tratamiento de la polisemia no siempre es claro en los diccionarios, la complejidad
del problema crea dudas en los lexicógrafos a la hora de materializarlos en sus trabajos.
462
5.2.2.1.1.1 Para un examen en el plano teórico citaremos el principio de proposiciones
que formula Deleuze213:
dada una proposición que designa un estado de cosas, siempre puede tomarse su
sentido como lo designado de otra proposición. Si convenimos en considerar la
proposición como un nombre, sucede que todo nombre que designa un objeto
puede convertirse a su vez en objeto de un nuevo nombre que designe su sentido:
dado n1 remite a n2 que designa el sentido de n1, n2 a n3, etc.
A partir de la formulación anterior podemos parafrasear que toda unidad léxica que
designa un significado, siempre puede tomarse su sentido como lo designado de otra
unidad léxica (cf. §5.2.1.2.1.1c). De aquí podemos establecer que existe una relación
indirecta entre las unidades léxicas objetos de remisiones. En tal sentido, asumiremos
como principio la notación formulada por Deleuze: ―dado n1 remite a n2 que designa el
sentido de n1, n2 a n3, etc.‖ De aquí que en términos lexicográficos, las unidades
léxicas A y B remiten a C. Para esto es importante que el usuario entienda de
antemano el orden en que se organizan las macroentradas, así como las entradas y
subentradas, tanto como el sistema de remisiones.
5.2.2.1.1.3 Las remisiones pueden ser de tres tipos a considerar (cf. Martínez de
Sousa 1995: 301):
213
En www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. Traducción de Miguel Morey,
pag.27.
214
La agregación de esta forma es nuestra y va en función de los problemas hallados en los diccionarios
quechuas a falta de una buena normalización.
463
c) de inclusión (hiponimia).
En tal sentido, una unidad léxica A que designe algo remite a otra unidad léxica B que
designa su sentido, ésta, a su vez, remite a otra C. También cabe aclarar que una
remisión se da entre dos o más unidades léxicas dentro del material lexicográfico para
indicar uno o más tipos de unidades léxicas señaladas antes.
5.2.2.1.1.4 Por otra parte, por su función y uso, existen dos tipos de remisiones que
podemos indicar para el caso. A continuación analicemos.
464
tanto, el usuario llegará rápidamente a la información complementaria a la que se
remite.
5.2.2.1.2 Las remisiones en una obra lexicográfica hacen que el usuario se sienta
orientado. Sin embargo, el manejo de las remisiones implica conocer de antemano
cómo están organizados otros diccionarios (conocimiento previo), ya que el conjunto
de entradas se articulan entre sí por las remisiones y están orientadas a brindar
información más precisa o más amplia. A continuación examinaremos su tratamiento
en las obras lexicográficas del quechua.
(104)
c) URAYUY. int. Bajar (caminar hacia abajo); bajarse (del carro, del catre, etc.). [DiC
1976].
Si bien es cierto que las formas (104a) uraqay y (104b) uraykuy remiten a (104c)
urayuy, entonces todo parece indicar que no es una remisión de sinónimos, sino de
formas alternantes de ortografía. Aunque está claro que la base es ura ‗abajo‘ y el
sufijo reflexivo –yku (en su forma arcaica) y la forma actualizada –yu, con lo que –qa
465
tendría origen aimara equivalente al reflexivo quechua, y todas las formas emplean el
infinitivo –y. Por lo tanto, según el lexicógrafo, la forma normativa parece ser la más
usual, (104c) urayuy. Con lo cual, en términos estrictamente de técnica de remisión,
parece ser apropiado: se remite de las formas menos comunes a la forma más usual
(actual).
(105)
c) wayta s.: flor. hallpa wayta: flor de la puna. quri wayta: flor de oro, respetable dama.
utsu wayta: flor de picante. Planta de flor amarilla que se usa como colorante en
guisos. La flor es parecida a la de la caléndula. C. de H: weeta. [DANC 2003].
(106)
a) ch‟aran ss. Imapis yakuwan allin juq‘uchasqa kaq. ―Waskar ch‘aran p‘achata
churakun‖.
krs. Juq‘u.
La traducción al castellano del artículo anterior que hemos ensayado es como sigue:
mojado, a adj. Todo lo que está bien mojado con agua. ―Huáscar se viste con ropa
mojada‖.
466
Lo que se observa es que la abreviación de la fórmula de remisión no ayuda en lo
absoluto al usuario del diccionario, puesto que deberá retroceder constantemente a la
página de abreviaturas.
5.2.2.1.2.4 Otros casos en dónde el usuario tendría problemas para localizar las
unidades léxicas o la información que busca son aquellas que hemos denominado
remisiones perdidas (cf. §5.2.2.1.1.5a).
(107)
(108)
La unidad léxica (108b) llawq‟a, además de tener una variante ortográfica <lliwq‘a>, se
restringe a provincias altas que tuvieron en el pasado asentamientos aimaras. En tanto
que el vocablo k‟uyka (108a) es la forma más generalizada. De aquí deducimos que
k‟uyka vendría a ser el hiperónimo o la unidad léxica más común que encarna la
norma. Sin embargo, en ningún caso se evidencia remisión alguna entre estos dos
sinónimos. El mismo problema se repite en otros materiales lexicográficos de nuestro
análisis.
(109)
467
En el ejemplo anterior, la segunda acepción (‗río‘) de (109a) debería haber remitido a
(109b), la forma más usual de dicha acepción. Casos como éste son tan frecuentes en
los materiales lexicográficos que como ya señalamos al inicio de este epígrafe, pues
allí donde hace falta una remisión no se la emplea. Por lo tanto, en el futuro DUQUE,
el que es objeto de definición o de equivalencia dentro del material lexicográfico sería
el vocablo más usual.
5.2.2.2 El abuso de las remisiones conlleva a una cadena de reenvíos. Para evitar
caer en este problema, el lexicógrafo deberá controlar su uso.
5.2.2.2.1 Observemos cómo se da en una obra lexicográfica los reenvíos, los que
desorientan al usuario.
(110)
El ejemplo anterior es una forma de remisión indirecta, ya que en (110): (a) remite a
(b), a su vez, (b) remite a (c), en tanto que (c) remite a (d). Es decir, (110a) ampi
remite a (110b) amsa, a su vez, (110b) amsa remite a (110c) tuta, y finalmente (110c)
tuta remite a (110d) paqas. Una alternativa demasiada laboriosa si el usuario
comienza la búsqueda por la unidad léxica (a) ampi para llegar a la información que
está contenida en la unidad léxica (d) paqas. Además, hay mayor grado de sinonimia
entre (a) y (b) y entre (c) y (d) que entre las cuatro unidades léxicas.
468
Sabemos que un adecuado empleo influirá en la valoración positiva o negativa del
material lexicográfico en la percepción del usuario.
5.2.2.3 Cabe señalar que las entradas también darán origen a temas o componentes
que necesariamente merecen ser ampliados en textos especializados y que están,
generalmente, contenidos en las marcas de materia técnica o científica como zoología,
botánica, etc. Esta parte es la que permitirá al DUQUE tener conexión con otros textos
conexos que el usuario irá consultando de acuerdo a sus necesidades de información.
(111)
469
2. En el parágrafo (§5.1.1.1.2.7) concluimos que si la ordenación alfabética es
arbitraria y nada sistemática; entonces este defecto ha inducido a que en la
nomenclatura de las obras lexicográficas del quechua haya condicionado la
ordenación caótica existente. Por lo tanto, en el ordenamiento de la Nueva
nomenclatura se deberá seguir un riguroso orden de un alfabeto normalizado y
combinado con un ordenamiento morfológico.
3. En el apartado (§5.1.1.1.3.5) se concluye que si bien es cierto que a nivel
individual cada obra lexicográfica del quechua tiene un sistema de orden
aparente, en conjunto constituyen una práctica caótica desde su gestación en
el siglo XVI; entonces este problema le quita valor normativo al material
lexicográfico y genera dificultades en los usuarios. Por lo tanto, en la Nueva
nomenclatura se deberá corregir el problema del desorden de la nomenclatura
a través de la adopción de un sistema ortográfico coherente y sistemático.
4. En el parágrafo (§5.1.1.2.1.5) se concluye que si la anarquía ortográfica de la
lengua influye directamente en la organización de entradas de los materiales
lexicográficos del quechua; entonces este problema tiene como efecto el
ordenamiento caótico. Por lo tanto, el caos en la nomenclatura desorienta al
usuario al momento de ubicar la entrada que busca y termina por deslegitimar
las obras lexicográficas como referentes de la norma léxica de la lengua.
5. En el apartado (§5.1.1.2.2.4) se concluye que si el ordenamiento alfabético de
la nomenclatura de obras lexicográficas del quechua no ha sido sistemático ni
coherente debido a la falta de un inventario alfabético aceptado y de una regla
ortográfica consensuada; entonces existe una relación entre la ordenación
caótica de entradas y la anarquía ortográfica existente en la lengua. Por lo
tanto, la relación del ordenamiento caótico de entradas quechuas con la
anarquía ortográfica existente en la lengua está en función a la falta de un
inventario alfabético aceptado y de una norma ortográfica consensuada. Lo que
implica que la H2 se ha confirmado.
6. En el apartado (§5.1.2.1.2.3) concluimos que si la lematización consiste en
reducir las formas de una palabra a la forma más básica; entonces en la Nueva
nomenclatura se procederá por lematizar las diferentes formas derivadas de
una familia léxica reduciendo a la forma de la base como paradigma de toda la
parentela léxica. Por lo tanto, en la Nueva nomenclatura la unidad morfológica
como la base o el afijo constituirá el lema.
7. En el parágrafo (§5.1.2.1.3.4) se concluye que si las unidades léxicas
compuestas en el quechua no expresan la suma de los significados de los
componentes del compuesto, sino que más bien poseen significados primarios
470
y secundarios propios, e incluso, en algunos casos, se han lexicalizado;
entonces merecen un espacio dentro de la NN. Por lo tanto, las unidades
léxicas compuestas en la NN recibirán un tratamiento dentro de la primera base
de su componente sujeto a la ordenación alfabética que le corresponde dentro
del artículo lexicográfico.
8. En el apartado (§5.1.2.2.1.4) concluimos que si en la lematización de
sustantivos, verbos y pronombres se emplea la forma del singular; entonces en
la Nueva nomenclatura conviene codificarlos en dicha forma. Por lo tanto, en la
lematización de las diferentes formas primará el singular como forma básica de
codificación.
9. En el parágrafo (§5.1.2.2.2.6) se concluye que si los materiales lexicográficos
presentan variación en el tratamiento de una misma unidad léxica compleja;
entonces no hay regularidad en la ortografía de entradas complejas. Por lo
tanto, hay mucha variación en la ortografía de una misma unidad léxica
compleja en los diferentes materiales lexicográficos de esta lengua andina.
10. En el apartado (§5.1.2.2.3.3) concluimos que si se abusa de las mayúsculas en
la codificación de las entradas de los materiales lexicográficos del quechua;
entonces no hay discriminación de los contextos del uso de mayúsculas y
minúsculas de los enunciados de forma explícita (por medio de una marca) ni
de manera implícita (en la escritura del lema). Por lo tanto, al usuario del
material lexicográfico no le queda claro en qué circunstancias las palabras
deben escribirse con mayúsculas y en qué otras no.
11. En el apartado (§5.2.1.1.2.4) concluimos que si cada lexicógrafo da un
tratamiento particular a las variantes ortográficas; entonces no existen criterios
unificados de su tratamiento en la práctica lexicográfica. Por lo tanto, la forma
que debe representar la norma es la más usual.
12. En el parágrafo (§5.2.1.2.1.6) se concluye que si la homonimia y la polisemia
son de interés lexicográfico; entonces sus tratamientos están dentro del orden
metodológico. Por lo tanto, las vías de tratamiento de una u otra deberán
ajustarse a las necesidades lexicográficas del usuario.
13. En el apartado (§5.2.1.2.2.4) concluimos que si la homonimia y la polisemia en
las obras lexicográficas del quechua no han recibido un tratamiento adecuado
en los casos que sí la ameritan; entonces esto supone que su tratamiento ha
471
sido deficiente215. Por lo tanto, los lexicógrafos del quechua han seguido
caminos diversos y de diferente grado en cada material lexicográfico.
14. En el parágrafo (§5.2.2.1.1.6) se concluye que si una remisión es importante
para ampliar la información que busca el usuario; entonces su uso en el
material lexicográfico debe ser directa. Por lo tanto, el usuario llegará
rápidamente a la información complementaria a la que se remite.
15. En el apartado (§5.2.2.1.2.6) concluimos que si es frecuente hallar anomalías
en el tratamiento de las remisiones; entonces la circularidad y las remisiones
bidireccionales son de uso corriente en las obras lexicográficas del quechua.
Por lo tanto, el DUQUE deberá estar pensado más en constituir una obra de
consulta selectiva que permita al usuario llegar con facilidad a la información
que busca a través de remisiones directas a las formas preferidas o a las
marcadas.
215
Principalmente el tratamiento de la polisemia no siempre es claro en los diccionarios, la complejidad
del problema crea dudas en los lexicógrafos a la hora de materializarlos en sus trabajos.
472
473
CAPÍTULO VI
6.0 Introducción
474
6.0.2 La segunda parte está dividida en tres secciones. La primera sección aborda
sobre los formantes. En tanto la segunda sección abarca sobre la palabra. Mientras
que en la tercera sección se analiza el morfema, tanto como base así como sufijo.
6.1.1.1 Las unidades léxicas derivadas son muy frecuentes en el quechua. Y dado que
éstas se originan a través de un proceso derivativo, que es muy productivo en la
lengua, en este apartado responderemos a la cuestión, ¿qué entendemos por un
proceso derivativo?
216
Cf. Varela (1996: 25).
475
incluyen en la derivación las palabras formadas por una palabra o lexema como base
y un morfema de formación de palabras ligado (por ejemplo aren-al)‖ [El subrayado
es del original]. En tal sentido, es evidente que la derivación es la formación de
palabras a través de la adjunción de uno o más sufijos a una base.
Mientras que Valdizán (1915: 6), al analizar las diferentes unidades léxicas, resalta la
capacidad derivativa de las bases que expresan estados de ánimo como:
476
Es evidente que el autor en la cita (3) se basa en el Vocabulario Políglota Incaico
(1905) y en la (4) en la obra lexicográfica de González Holguín (1608). De las citas
anteriores se deduce que a partir de bases ambivalentes se pueden obtener otros
derivados muy diversos, por ejemplo:
{ }
{ } { }
En donde W tiene como base léxica a wañu- y M, como acepción primitiva al verbo
‗morir‘. Por consiguiente, la relación de pertenencia va desde el miembro a hasta e. En
tal perspectiva, se puede observar que los sufijos derivativos recategorizan las bases y
generan cambio semántico; entonces los derivados se registrarán con los parámetros
ya establecidos.
El principio antes formulado permite entender la derivación, que ocurre vía un proceso
de sufijación, como los patrones de combinación entre tipos de bases y sufijos, puesto
que existe cierta regularidad en la formación de palabras por medio de este proceso.
Lo dicho anteriormente implica que el principio se sustenta en la relación de tres
presupuestos:
477
a) la unidad léxica derivada está determinada por los morfemas que la componen,
b) el significado del derivado es predecible a partir del significado de los
morfemas que lo componen, y
c) cada morfema tiene un significado que contribuye al significado de la unidad
léxica resultante.
Estas características nos colocan ante una situación sistemática del proceso
derivativo, puesto que existen patrones de derivación definidos y completamente
predecibles.
(113)
a) Margacha ‗Margarita‘
b) wasicha ‗casita‘
c) munaycha ‗bonito‘
478
(114)
a) Rusaku ‗Rosita‘
b) Husiku „Josecito‟
c) Hulika „Julietita‟
d) mamaku ‗viejita‘
e) taytaku ‗viejito‘
Dado que la mayoría de las bases en el quechua son bisílabas, las características que
el hipocorístico adquiere son como sigue:
En tal sentido, la aparición irregular de los sufijos –ku y –ka en nombres masculinos y
femeninos no parece obedecer a una distribución complementaria (cf. Cusihuamán
2001: 216) de alomorfos (114a-c). En algunos casos parece tratarse de una operación
fonológica llamada apofonía217 en la que se produce un efecto de cambio vocálico en
la sufijación (120c). Sin embargo, en ocasiones aparecen matices de diferencia de
género en nombres propios que coinciden en la forma masculina –ku y femenina –ka
(cf. Cusihuamán 2001: 216). En tal perspectiva, todo parece indicar que se trata de un
calco de rasgos gramaticales de género de los morfemas castellanos: masculino –o y
femenino –a. En este caso, tampoco es tan claro la distribución de ambos morfos,
porque se observan rasgos fonéticos, en donde se mantiene el morfo –ku en lugar de
–ka por cuestiones de eufonía, ya que el truncamiento del nombre termina en la vocal
/a/, por lo que agregarle el morfema –ka no parece ser eufónicamente apropiado,
razón por la cual la lengua opta por mantener la –ku para ambos géneros (114a-b).
Otro tópico en los diminutivos –ku y –cha que llama la atención es la ocurrencia de
ambos sufijos en una misma unidad léxica. Se trata de un fenómeno lingüístico
análogo a la reduplicación, pero en el plano semántico. Consiste en adjuntar a una
base dos morfemas diminutivas diferentes, pero con un mismo significado (cf. Escobar
2000). Su finalidad es eminentemente pragmática, puesto que denotan conceptos de
afecto y modestia en las relaciones de cortesía. Además, hacen referencia a tamaño
pequeño, afecto, modestia e intensidad (cf. Escobar 2000: 95).
217
Según Diccionario de lingüística (1986): “Alternancia vocálica de un morfema dentro de un sistema
morfológico”.
479
(115)
a) michikucha ‗gatito‘
b) Isakucha ‗Isaacito‘
c) Antukucha ‗Toñito‘
(116)
a) mikhuysapa ‗glotón‘
b) ñawisapa ‗que tiene ojos grandes‘, ‗(patata) que tiene muchos puntos de
germinación‘
e) rimaysapa ‗charlatán‘
f) simisapa ‗respondón‘
g) sinqasapa ‗narigón‘
480
i) umasapa ‗cabezón‘
k) wiksasapa ‗barrigón‘
(117)
a) kallpasapa ‗forzudo‘
d) yuyaysapa ‗inteligente‘
(118)
b) warmisapa ‗viuda‘
Como se puede ver en los ejemplos anteriores, agregado el sufijo –sapa a una base
de un sustantivo lo convierte en adjetivo (cf. 118a y 118c). El mismo sufijo, en
unidades léxicas que denotan ingredientes de potajes con sentido positivo de
abundancia se hallan los siguientes derivados:
(119)
Además del mencionado sufijo –sapa, tenemos otros afijos aumentativos menos
productivos en la lengua. Estos son por ejemplo: –chaq, –chikan y –karay.
481
(120)
b) hatuchaq ‗grandote‘
c) hatunkaray ‗enorme‘
Se observa que el sufijo –chaq, a veces, forma con reduplicación (120d); mientras que
–karay presenta variaciones fonémicas y alomórficas (cf. Cusihuamán 2001: 215). En
tanto, –chikan y –karay se adjuntan los dos a la vez, como pasa con los diminutivos –
ku y –cha, para intensificar el sema de la base (121f). De igual modo, tenemos el sufijo
intensificador –y que agregado a una base adjetival forma una frase superlativa que
intensifica la cualidad del adjetivo a través de un proceso de reduplicación (121a-c).
(121)
(122)
d) p‟inqali ‗huraño‘
482
e) p‟inqayli ‗huraño‘
f) pukllayli ‗juguetón‘
g) puñuyli ‗dormilón‘
i) qhuñakama ‗mocoso‘
j) sip‟uti ‗ano‘
k) unukama ‗mojado‘
l) usakama ‗piojoso‘
m) wawaliku ‗(mujer) que tiene muchos hijos‘, ‗niña que gusta de muñecas‘
n) wiksati ‗barrigón‘
ñ) willati ‗soplón‘
483
esta vía se vuelve a construir la lista de nomenclatura. En tal sentido, analizamos la
codificación de unidades léxicas derivadas. Luego, plantearemos el tratamiento que
recibirán los ejemplos examinados en el apartado anterior en la NN del futuro DUQUE.
6.1.1.2.1 Los sufijos diminutivos se han codificado de manera parcial en las obras
lexicográficas del quechua. En tal sentido, sólo determinadas unidades léxicas
derivativas como las diminutivas se pueden observar en dichos materiales. Los
diminutivos –cha y –ku (y su variante –ka) se registran en la nomenclatura de los
diferentes materiales lexicográficos. Por ejemplo, en el DiC (1976) hallamos:
(123)
(124)
484
6.1.2.1 Hay diversidad en la definición del concepto de composición como proceso de
formación de palabras. Nosotros elegiremos aquellos que más se adaptan al quechua.
6.1.2.1b En el quechua la composición consiste en que dos bases, con o sin sufijos, se
combinan para constituir una unidad léxica compleja. Al respecto, Quesada (1976: 14)
señala que: ―Los denominados lexemas compuestos son frases (nominales o verbales)
que por frecuencia de su uso funcionan como lexemas. En realidad, son
construcciones gramaticales que están en camino de ser lexicalizadas‖. En tal sentido,
bien podemos afirmar que las unidades léxicas compuestas son el producto de la
concurrencia de dos bases que forman una unidad semántica cuyos componentes no
pueden ser separados.
(125)
485
6.1.2.1c Este proceso es muy productivo en la lengua. En tal sentido, Mejía (2005: 93),
al referirse al quechua, señala que: ―Podríamos sostener, como quechuahablantes,
que más del cincuenta por ciento de las palabras quechuas son compuestas‖. Sin
embargo, este importante caudal léxico no se evidencia en los materiales
lexicográficos de la lengua.
(126)
Todo parece indicar que las bases o constituyentes deben ser de la misma categoría
como requisito principal del compuesto. El sentido semántico que genera el compuesto
es el concepto de cantidad o de pluralidad.
(127)
218
http://www.pucp.edu.pe/estudios/cursos/quechua
486
d) runa simi ‗lengua quechua‘
e) tiqsimuyu ‗mundo‘
(128)
(129)
487
d) puñuq siki (lit. ‗dormilón culo‘) ‗dormilón‘
Debemos tomar en cuenta que el vocablo sunqu también equivale a ‗vitalidad‘. Aquí
una experiencia personal de hierofanía219: Recuerdo que de niño, mi abuela, al
observar que podía profanar un lugar sagrado como una huaca, me advertía: ―Wak‘an
sunquykita mikhurunqa‖, ‗La huaca [‗deidad de piedra‘] se va a comer tu corazón [=tu
vitalidad]‘. Es decir, la huaca absorbe las cualidades vitales y físicas de la persona,
pues que su consumo interno implica la consiguiente muerte. La prohibición220
219
Según Revilla (2007: 229): “Hierofanía es, pues, toda “manifestación de lo sagrado”, sin distinción de
magnitud, solemnidad, alcance social y/o efectos consecuentes”.
220
La inculcación del respeto a las huacas es tan antigua que esta misma prohibición hallamos en
González Holguín (1608): “Huaccam chaypi, o huaccamchayca amaya llisunchu. No passemos que es
lugar peligroso” [DGH 1608]. Reformulada literalmente la entrada quechua para comprender mejor
sería: Wak’an chaypi o wak’an chayqa: amayá risunchu „La huaca está ahí ó (eso) es huaca: no vayamos
pues (por allí)‟. En tal sentido, el lexicógrafo recoge la prohibición de la profanación aludiendo el hecho
de la peligrosidad del lugar sagrado, incluso sabiendo que aquello es lo pagano que él combate. La
codificación de este tipo de léxicos parece ser el secreto del éxito de González Holguín en comparación
de sus contemporáneos.
488
siempre surtió efecto, pues, por entonces, ejemplos de niños que morían habían
muchos.
(130)
(131)
La unidad léxica siki chakra ‗finca del final (de otras fincas)‘ que es nominal contrasta
con chakra siki ‗al pie de la finca‘ que viene a ser una frase adverbial. En este sentido,
el orden de los componentes altera el producto semántico del compuesto. Los
ejemplos anteriores nos demuestran que existe una interdependencia o solidaridad
semántico-sintáctica entre los componentes del compuesto.
221
DST (1560) como equivalente de pedorro registra la forma çupi çapa <supisapa>, es decir no con siki,
sino con el aumentativo –sapa.
489
6.1.3.1.1 Su ocurrencia ha sido una preocupación constante entre los lexicógrafos a lo
largo de los siglos. Al respecto, el prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905]
1998: xv) ya se había planteado el problema de los términos abstractos en esta lengua
andina: ―Se ha hecho también cuestión, sobre si los indios tienen o no ideas abstractas
o éstas se pueden expresar en el quechua, cuestión importante que está
definitivamente resuelta‖. Como en toda lengua, el infinitivo es una de las primeras
cuestiones que los hombres dedicados al estudio de la lengua tuvieron que resolver al
momento de componer sus obras.
Es como ocurre en los ejemplos sustantivos como en (128d) runa kay ‗humanidad‘,
con adjetivos como en (128e) sumaq kay ‗belleza‘ y con adverbios como en (128a)
allin kay ‗bondad‘.
490
6.1.3.2 Las unidades léxicas onomatopéyicas
6.1.3.2.1 Los vocablos onomatopéyicos son las del grupo a las que se les denomina
motivado. Al respecto, Pöckl, Rainer y Pöll (2004: 72) señalan que: ―las onomatopeyas
están motivadas por lo designado (generalmente un ruido), de tal manera que la forma
de las palabras intenta imitar lo que designan, como p. ej. tic tac, gárgaras,
quiquiriquí…‖ En tal sentido, muchas bases de unidades léxicas creadas por procesos
de reduplicaciones tienen un origen onomatopéyico, tal como ya hemos señalado
antes.
Los ejemplos como chhalluy ‗ruido de vidrio o loza al quebrarse‘, tintinyay ‗sonido de
campanilla‘, tantanyay ‗sonido de campana‘, chhasay ‗desinflarse‘ y bununuy ‗ruido de
motor‘ proviene de sonidos que producen dichas acciones.
491
Powers (1983)222, al analizar el fracaso de la oficialización del quechua en la década
del 70, señalaba: ―Y acerca de la expansión del léxico, ¿la gente que habla quechua
aceptaría los calcos españoles? ¿Hay otra alternativa para los documentos oficiales
escritos en español? ¿Y el orden de las palabras?‖ En tal perspectiva, en adelante
examinaremos cada de las cuestiones antes citadas
para ir dando respuestas para su inclusión en la NN del futuro DUQUE.
Todas las lenguas vivas, pueden afirmarse, son por naturaleza sistemas de
comunicación eficientes y viables que sirven a las distintas y diversas necesidades
sociales de las comunidades que las utilizan. Cuando estas necesidades cambian,
las lenguas tienden a cambiar para adaptarse a las nuevas condiciones. Si se
requieren nuevos términos, éstos van incorporándose en el vocabulario a través,
bien del ―préstamo‖ de otras lenguas, bien de la formación a partir de elementos
ya existentes en el vocabulario mediante los recursos productivos de la misma
lengua.
222
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_001_152_0.pdf
492
En ese sentido, se emplean mecanismos como los préstamos o la creación de
términos nuevos a partir de los procesos productivos de la propia lengua.
493
que: ―cuando se introducen nuevos conceptos de otras sociedades, los hablantes de
una lengua particular pueden utilizar los recursos lingüísticos propios de su lengua
para acuñar una nueva palabra‖. En tal sentido, Albó (2007: 2) señala que la
introducción de la neología: ―Es indispensable para el fortalecimiento de cualquier
lengua‖.
494
en este caso los maestros, no la conocen, no la entiende o, por razones diversas,
la rechazan.
En tal sentido, la misma Büttner (1986: 204) señala que una de las medidas a tomarse
en cuenta era ―difundir los términos creados entre los futuros usuarios durante los
cursos de implementación y a través de la publicación de guías y folletos‖.
(132)
(133)
En tal sentido, ‗desierto‘ viene a formar a partir de una base reduplicada aqu aqu
pampa (133a), mientras que ‗geólogo‘ es allpa kamayuq (133b).
495
6.1.4.2.1.2.2 En un procedimiento de calco semántico definido en (§6.1.4.2.1.1.3), se
han creado neologismo de los nombres de la semana.
(134)
a) intichay ‗domingo‘
b) killachay ‗lunes‘
c) antichay ‗martes‘
d) quyllurchay ‗miércoles‘
e) illapachay ‗jueves‘
f) ch‟askachay ‗viernes‘
g) k‟uychichay ‗sábado‘
De los ejemplos anteriores (134) se puede inferir que las equivalencias de martes
(134c), jueves (134e) y sábado (134g) no corresponden a la idea original con que se
han nombrado los nombres de los días de la semana en la mayor parte de las lenguas
modernas. Además, de seguir esta vía, sería recomendable formularla en la base de
palabra y agregarle la base p‟unchaw223 ‗día‘, con lo cual lunes daría en killa p‟unchaw.
Sin embargo, los ejemplos de (134) nos demuestran que los encargados de la
normalización de la lengua no cuentan con una antena neológica que detecte los
neologismos en el uso cotidiano, razón por la cual, no siempre siguen los procesos
que la lengua emplea en la creación de términos nuevos.
223
En muchas lenguas europeas se conserva la tradición latina del nombre del término día: di (catalán y
francés), tag (alemán), dag (neerlandés) y day (inglés). Así tenemos para lunes: dilluns (catalán), lundi
(francés), montag (alemán), maandag (neerlandés) y monday (inglés).
496
(135)
(136)
497
En (136b), el lexicógrafo, explica el mecanismo de resemantización que siguió en su
obra como una metodología de trabajo lexicográfico. Mientras que en la actualidad,
dicho mecanismo, consiste en recrear a partir de términos patronímicos antiguos y
reasignarles nuevos semas en relación a los significados primarios.
(137)
b) Donzella virgen. Mana karip rekcisccan huarmi mana karip chancasccan mana kari
riccik mana huaclliscca pachallan. [DGH 1608].
(138)
498
la resemantización. A la sazón, la traducción de la definición de (138b), según el
examen realizado en (139a-e), sería ‗Mujer que no conoce varón, que no ha sido
corrupta por varón, que no ha conocido a varón, [mujer] no deshonesta‘.
(139)
Pese a estos esfuerzos, en algunos casos el mecanismo parece no haber dado mucho
fruto. Al menos, en la entrada examinada, aclla, el DRAE (22)224 recoge solo el sema
original: ―Doncella que en el imperio de los incas se destinaba al culto del Sol o al servicio del
monarca‖. Lo que implica que las resemantizaciones del Siglo de Oro no siempre dieron
los resultados que los lexicógrafos se propusieron en su momento.
224
http://lema.rae.es/drae/ consulta 28/12/2013
499
indígena. En tal sentido, illapa no sólo era una descarga eléctrica, sino una deidad
andina. Por sus efectos mortales se intentaba atemoriza con dicha arma a los
aborígenes.
6.1.4.2.2.2 La normalización del quechua actual ha seguido los patrones históricos del
mecanismo de resemantización practicados en el Siglo de Oro. En tal sentido, para el
análisis tomaremos neologismos del Yachaq masiy 2 / Cuaderno de trabajo de
Comunicación Integral / Segundo grado / Quechua Cusco-Collao (1999: 137):
225
Nótese que se normaliza la forma simple, ya que en el cusqueño sería la forma glotalizada rap’i.
500
acepción más generalizada es la referida a las posesiones de una persona, en tal
sentido, en este caso, mejor quedaría el compuesto liwruq kaqninkuna que viene a
ser, literalmente, ‗los contenidos del libro‘. Si la noción de índice del libro que, según la
acepción segunda del DRAE, viene a ser: ―En un libro u otra publicación, lista
ordenada de los capítulos, artículos, materias, voces, etc., en él contenidos, con
indicación del lugar donde aparecen‖; entonces para índice se puede proponer la
equivalencia anterior: liwruq kaqninkuna. En este caso, la formación se produce a
partir del préstamo refonologizado libro y del verbo auxiliar copulativo ka- ‗ser, estar,
tener‘. Con lo cual, se evidencia que hay una variedad de propuestas de neologismos
para un mismo significado según el gusto y entendimiento de cada especialista.
6.1.4.2.2.2.2 Por otra parte, lo que llama la atención es que la base qillqa ‗garabato‘,
‗escritura‘ ha derivado en toda una familia léxica. Entre derivados y compuestos
tenemos:
(140)
a) qillqa ‗letra‘
e) qillqasqa ‗texto‘
f) qillqay ‗escribir‘
(141)
Pese a las dos acepciones codificadas por González Holguín (1608), en la actualidad,
sólo ha quedado el segundo sema, ‗escritura‘. Sin embargo, es evidente que la base
<qillqa> analizada nace de un sema inicial que, en este caso, es cualquier ‗garabato‘,
principalmente de semillas.
501
6.1.4.2.2.2.3 Finalmente, si en la práctica lexicográfica es amplia la dispersión de
formas propuestas para un mismo significado según el gusto de cada lexicógrafo;
entonces el problema de la dispersión ortográfica no permite alcanzar un consenso
ortográfico entre especialistas. Por lo tanto, las resemantizaciones actuales no están
normalizadas, puesto que no se unifican ni se aceptan diferentes autoridades de la
lengua.
502
se han influido mutuamente durante un largo periodo y producido formas
regionales híbridas para ambos idiomas‖.
(142)
En las dos oraciones anteriores, al menos hallamos tres préstamos: kuchara ‗cuchara‘,
waka ‗vaca‘ y lichi ‗leche‘, las cuales están bien adaptadas a la fonología y morfología
de la lengua receptora. En tal sentido, tanto los aimarismos como los hispanismos
cobran relevancia dentro del caudal léxico de la lengua. Sin embargo, es preciso no
perder de vista en los préstamos del quechua solamente ―deben incorporarse las
palabras que realmente han pasado a ser parte de la lengua habitual‖ (Albó 2007: 3).
226
http://issuu.com/paul_sanchez/docs/yachaq_masiy_1i
503
indican que: ―Una buena parte del léxico quechua de origen castellano puede
considerarse como una característica esencial de la lengua y un reflejo de la historia
cultural de sus hablantes‖. Mientras que en cuanto al prestigio, Radford et al. (2000:
354) afirman que: ―unas culturas determinadas están asociadas con actividades
específicas y prestigiosas, es común que las palabras asociadas con estas actividades
vengan de la lengua de estas culturas‖. En tal sentido, en la práctica inicial de la
Lexicografía quechua, la ausencia de vocablos que expliquen fenómenos y elementos
culturales del mundo occidental condicionó la adopción de préstamos léxicos del
español, principalmente en cuanto al vocabulario de la religión cristiana. Al respecto,
Domingo de Santo Tomás (1560: vii) expone el problema y lo justifica:
carecen los Indios de todos los vocablos delas cofas que no tenian ni fevfauan
(sic) en aquellas tierras, como afsi mifmo nofotros no tenemos terminos de las que
no ay en la nueftra y ay en otras. Y afsi como en efte cafo nofotros vfamos de los
terminos proprios de las otras naciones pa fignincar aquellas cofas afsi ellos vfan
de los nueftros, en la manera y forma que efta notado en el Arte.
Pero el problema nos lo ilustra mejor Bertonio ([1612] 2006: 37), en su Vocabulario
aimara, informa que: ―Los indios usan ya de muchos vocablos tomados de la lengua
española o porque no los hay en la suya, o porque se les han pegado con el trato de
los españoles, como candelero, vinagrera, sombrero. &c.‖ [El subrayado es nuestro].
Sin embargo, la práctica ya se observa a partir de Tercer Concilio Limense (1582-
1583) y en el texto de la Doctrina Christiana. Al respecto, Cerrón-Palomino (1997b:
197) cita la confesión que expresa sobre la dificultad léxica de lo que implicó la
composición: ―con no pequeño trabajo, por la mucha dificultad que ay en declarar
cosas tan difficiles y desusadas a los Indios‖. Aunque conviene señalar que este léxico
prestado y registrado en los vocabularios ha sido, generalmente, de corte religioso (cf.
Zimmermann 1997: 14). Porras Barrenechea (1952), al hablar de la obra de González
Holguín (1608), refiere que: ―El préstamo cultural hispano se acentúa en todo lo que se
refiere a "cosas de Dios, alma, virtudes, etc., de que es corta esta lengua" dice Fray
Diego‖ (http://www.runasimipi.org). Más adelante, el mismo historiador peruano, Porras
Barrenechea (1952), precisa que:
504
Sin embargo, en el propósito evangelizador, los préstamos léxicos, desde épocas muy
tempranas, enfrentaron a los frailes a cuestionamientos contradictorios en oposición a
las resemantizaciones. Al respecto, Zamora (2012: 114) nos ilustra el problema:
La otra opción era que se introdujesen los nuevos conceptos mediante el uso de
los términos en castellano para evitar interpretaciones erróneas. De este modo no
habría lugar a interpretaciones confusas pero también se presentaría la nueva
religión como algo venido de fuera, algo que no pertenece a los indígenas, por lo
que el cristianismo se consideraría una religión de extranjeros.
505
retrocede y aparecen una serie de características de ella en el castellano que se
tipifica como andino. En este proceso de sustitución lingüística se evidencian
fenómenos como: elevado número de préstamos léxicos, interferencias fonológicas y
gramaticales, etc. El factor principal del abandono de la lengua nativa es,
generalmente, el estatus sociolingüístico del castellano, así, ésta se convierte en una
lengua meta de los usuarios de la lengua indígena, por lo que empiezan restringiendo
el corpus léxico de la lengua originaria y ampliándola con préstamos de la lengua
advenediza. Al respecto, Godenzzi (2000: 41) refiere que:
Los quechua y aimara hablantes que usan el castellano como segunda lengua
exhiben un notable sustrato de su lengua materna, sobre todo en el nivel
fonológico y gramatical; y, debido a la extensa y larga presencia de este sector
social, muchos hablantes monolingües del castellano han adoptado también
rasgos propios de los hablantes bilingües.
506
(143)
a) khuchi ‗cochino‘
b) hasut‟i ‗azote‘
c) waka ‗vaca‘
(144)
cumplen este mismo criterio los nombres de animales y plantas llegados con la
Colonia y que ahora son parte del quehacer cotidiano andino, como asnu, khuchi,
waka, jawas (asno, cochino, vaca, habas) y también otras palabras comunes que
ya han reestructurado totalmente su fonología y hasta su significado, como jasut'iy
(azotar), kumpa (compañero o compadre) o wapu (guapo), que en quechua
significa 'valiente', 'bravo' y tirsu, que ya no significa 'tercio' sino 'semestre'.
En la lengua actual, existen otros préstamos ya bien integrados a su caudal léxico (cf.
Cornejo e Itier 2006: v), principalmente en el ámbito educativo: kulur ‗color‘, lapis
‗lápiz‘, dibuha- ‗dibujar‘, liwru ‗libro‘ y liyi- ‗leer‘. En tal perspectiva, si bien es cierto que
el préstamo, como léxico advenedizo, al inicio no es parte del vocabulario de la lengua,
pero al incorporárselo a éste, se mimetiza fonológica y morfológicamente, que, en
muchos, casos, el hablante común no llega a distinguir ningún indicio que delate un
origen extranjero. Al respecto, Albó (2007: 3) ha venido a señalar que dichas unidades
léxicas ya forman parte del ―acerbo propio de la lengua‖; por lo que los monolingües
―estarían muy sorprendidos de saber que ciertas palabras de su léxico cotidiano no
son de origen quechua‖ (Cornejo e Itier 2006: vi). Por lo tanto, muchos préstamos de
origen hispano son parte del habla cotidiano de los usuarios de la lengua.
6.1.4.2.3.1.5 Por otro lado, la ortografía es otro problema que atañe a los préstamos
en el quechua. En este sentido, Soto (2010: 31) afirma que: ―La influencia del español
es considerable, especialmente en el léxico. Muchas palabras españolas han sido
introducidas a las reglas de la fonología quechua en grado diverso. Esta influencia es
507
notoria en nombres de personas y topónimos‖. En tal sentido, por ejemplo la
matización del préstamo del léxico oveja presenta algunas dificultades, ya que en los
hablantes monolingües de la lengua se pueden hallar formas como (cf. Büttner 1986:
202): <uwiha>, <ukya>, <usa>, <usha> y <uha>. En tal sentido: ―Parece imposible
encontrar soluciones simples y sistemáticas para la representación gráfica de los
préstamos‖ (Cornejo e Itier 2006: vi).
a) recuperación de arcaísmos,
b) creación de neologismos (calcos) y,
c) refonologizaciones.
6.1.4.2.3.2.2 El proceso de refonologización parece ser una operación que desde los
inicios de la Lexicografía quechua se ha practicado. Por ejemplo, Bertonio ([1612]
2006: 37) optó por este procedimiento en lugar de la creación de nuevos vocablos:
508
Después de la llegada de los españoles, el quechua Cuzco-Collao, al igual que los
otros dialectos quechuas, empezó a usar los fonemas sonoros /b, d, g/, oclusivo
labial, oclusivo alveolar y oclusivo velar, respectivamente; en menor grado, en
vocablos de origen quechua, y en mayor grado en voces de origen hispano.
(145)
a) bulsa ‗bolsa‘
b) dumingu ‗domingo‘
c) dilgaru ‗delgado‘
Pero conviene señalar que dichos fonemas prestados ocurren bajo ciertas
restricciones (cf. Cerrón-Palomino 2008: 65):
a) El grupo <b>, <d>, <g> ocurre en inicial de palabra y tras consonante nasal
<n> tanto en vocablos quechuas como castellanos (cf. Cusihuamán 1976: 52 –
54).
b) La <d> tras <l>.
6.1.4.2.3.2.4 Sin embargo, es posible someter a las leyes fonológicas del quechua los
sonidos del castellano; es decir que se puede nativizarlos vía un proceso de
refonologización y regraficación respectiva:
(146)
a) pulsa ‗bolsa‘
b) tuminku ‗domingo‘
c) tilkaru ‗delgado‘
d) hawas ‗habas‘
e) paya- ‗pagar‘
En este sentido, las consonantes sonoras <b>, <d>, <g> pueden formar alófonos con
(cf. Cerrón-Palomino 2008: 65 – 66):
509
Mientras que las vocales /e/ y /o/ se refonologizan a /i/ y /u/, respectivamente (cf.
Cerrón-Palomino 2008: 67 – 68):
(147)
a) mulinu ‗molino‘
b) kirusin ‗kerosene‘
Lo que implica que la refonologización en vocales sigue esta dirección: e>i y o>u. Este
es el procedimiento que se seguirá en la codificación del futuro DUQUE.
6.1.4.2.3.2.5 Por otra parte, tomando en cuenta que en el quechua ―no se toleran
secuencias de vocales‖ (Cerrón-Palomino 2008: 63), la lengua ha optado por seguir
dos procesos para resolver las secuencias vocálicas provenientes del léxico castellano
(cf. Cerrón-Palomino 2008: 68):
(148)
(149)
(150)
510
b) ae: phayna ‗faena‘
(151)
a) phiriyus ‗fideos‘
b) phiriya ‗feria‘
6.1.4.2.3.2.7 Sin embargo, las unidades léxicas que empiezan en sílabas trabadas al
pasar al quechua siguen dos procesos (cf. Cerrón-Palomino 2008: 66), por los que ha
optado la lengua:
(152)
a) anis ‗anís‘
b) liyun ‗león‘
(153)
a) maniy ‗maní‘
b) kaphiy ‗café‘
511
6.1.4.2.3.2.8b El acento de las palabras esdrújulas del castellano, al pasar al quechua,
corre una posición hacia la derecha y adquieren una imagen de palabras graves:
(154)
a) musiku ‗músico‘
b) miriku ‗médico‘
6.1.4.2.3.2.9 Por otra parte, cabe señalar que el abuso o el mal uso de los préstamos
léxicos ha sido muy cuestionado en diferentes épocas. Al respecto, Porras
Barrenechea (1952) afirma que227: ―Garcilaso denuncia también en las primeras
gramáticas y en el Confesonario de 1585, "muchas palabras españolas indianizadas",
como en Cristiano batizas cachucanqui (Cristiano estás bautizado), en que lo único
quechua es el canqui‖ (http://www.runasimipi.org). De igual forma, las interferencias
lingüísticas de los indígenas, propios de alguien que aprende una segunda lengua, con
relación al léxico castellano también fueron severamente criticadas por los hispanos,
cuando no eran objeto de burlas. De esta conducta sociolingüística Bertonio ([1612]
2006: 34) testimonia que:
aunque se entienda lo que uno quiere decir pronunciando mal, pero ofende a los
oídos o provoca los oyentes a risa como nos reímos de los indios, nosotros
cuando les oímos que dizen mal varido en lugar de mal parido. Caurasara en lugar
de Carvajal, Resituma por Legítimo, Perazo por Pedazo, Salo por Jarro, Cometa
por Comida y otros disparates como éstos. [El subrayado es nuestro].
227
Aunque la traducción apropiada de la frase quechua sería: „¿Eres bautizado (como) cristiano?‟.
512
Más adelante, el lingüista boliviano concuerda con que: ―Puede ser un método útil
para un análisis descriptivo del habla actual‖ (Albó 2007: 3), por lo que nos recomienda
que ―en un diccionario [pro]normativo hay que ser mucho más cuidadosos‖ (Albó 2007:
3).
6.1.5 Este tipo de unidades léxicas son fruto de un proceso de replicación. Este es un
mecanismo de creación de palabras muy frecuente en la lengua. Pero conviene
formularnos la siguiente cuestión, ¿qué entendemos por el proceso de reduplicación?
513
que implica que el proceso de reduplicación consiste en extender el prototipo formal a
través del copiado parcial o total de los significantes con la finalidad de ampliar el
componente semántico. En sentido figurado, la parte del significante del prototipo que
va a ser copiado representa el espejo y la parte reduplicada o resultante es la que
corresponde a la imagen que proyecta dicho espejo.
514
frecuente en la lengua. Observemos algunos ejemplos de este tipo de alargamiento
vocálico:
(155)
515
CUADRO Nº 19. CORRESPONDENCIA DE REDUPLICACIONES
Reduplicaciones en subvariedades
Cusqueña Apurimeña Collavina Glosa
a) ruqhuququ-y ruquququ-y qhunquli-y ‗tronar‘
b) wit’ititi-y wit’ititi-y wit‟iti-y ‗revolcarse‘
c) chipipipi-y chipipipi-y lliwlli-y ‗centellear‘
d) anllillilli-y awllillilli-y awlla-y ‗aullar (del perro)‘
e) wich’ichichi-y wich’ichichi-y ch‟irchi-y ‗gritar agudamente del cerdito‘
f) sukukuku-y rukru-y ‗caminar (la pulga) de forma
molestosa en el cuerpo‘
La elisión del último segmento de la segunda sílaba es una condición necesaria para
generar la reduplicación de la segunda sílaba. En tal sentido, una sílaba de estructura
compleja (CVC), con la elisión, viene a dar a una sílaba simple canónica (CV).
516
CUADRO Nº 20. CORRESPONDENCIA DE BASES MONOSILÁBICAS
Bases en subvariedades
Cusqueña Apurimeña Collavina Glosa
a) kun qhiw ‗eco del trueno‘‘
b) bin win t‟ik ‗‘dolor punzante‘
c) ur wir uyqu ‗gruñido del cerdo‘
d) k‟ir k‟ir k‟ir ‗ruido de la puerta‘
e) qhur qur ‗ruido del roncar‘
f) chhaq chhaq chhaq ‗ruido que producen las hojas secas al
pisar‘
g) t‟ir t‟ir t‟ir ‗ruido que produce el pedo‘
h) q‟il q‟ir ‗ruido que produce la diarrea‘
i) phar phar phur ‗ruido de las alas‘
517
a) epéntesis vocálica en la coda que da lugar a una nueva sílaba, para la
inserción se copia la vocal de la sílaba prototipo,
6.1.5.1.4a La reduplicación de bases ocurre también en otras lenguas del mundo. Por
ejemplo, la reduplicación de bases verbales en la citada lengua nugunu ―suele
518
producirse con bases bisílabas y tiene el efecto de intensificar o hacer (más) durativa
la acción o el proceso que denota el verbo‖ (Ambadiang 2010: 61).
(156)
Entre las lenguas andinas, el aimara también reduplica bases para los conceptos de
pluralidad, por ejemplo de la base wara ‗estrella‘ se obtiene el compuesto reduplicado
wara wara ‗estrellas‘.
Y + Y = Conjunto de Y
Y + Y = Cualidad resaltante Y
519
nominales como alli ‗bien‘, llañu ‗delgado‘ y hatun ‗grande‘, podemos expresarlo
del siguiente modo:
X + X = intensidad de la cualidad X
6.1.5.1.4c En esta lengua andina, este tipo de fenómeno lingüístico implica un alto
grado de identidad entre el significante del reduplicante con el del reduplicado. El
proceso exige copiar la parte formal de la base prototipo la mayor cantidad posible de
identidad dela misma.
(157)
(158)
520
La explicación de la relación semántica entre el nombre resultante y la base de dónde
proceden sólo es posible desde un punto de vista más cultural. Es decir, se halla en un
ámbito pragmático más no lingüístico. Así, la presencia de una libélula en la casa
augura la visita de una persona querida, en tanto la base kachi ‗sal‘, de la cual
proviene el nombre del insecto, en la antigüedad fue muy apreciada en los Andes,
incluso en determinadas fechas religiosas se guardaba abstinencia de su consumo
junto con el uchu ‗ají‘ [‗chile‘] y el sexo. Al respecto, Vilcapoma (2002: 200) señala que
en la festividad del Inti Raymi en la época inca:
De rigor, antes de tres días del fijado para la ceremonia principal, se hacía el
ayuno. No se comía sal, ají, ni se usaba del sexo. Sólo se alimentaban de maíz
blanco, y agua de yerba de chuca, probablemente sagrada.
Además, conviene mencionar que tanto Kachi como Uchu son nombres de dos de los
cuatro hermanos Ayar, los míticos fundadores del Cusco. En tanto que alacrán guarda
relación con zorro, porque éste último conduce a sus presas mayores, como una
oveja, azotando con el rabo y el insecto maneja con maestría la cola, en donde lleva la
ponzoña. Mientras que la araña saltadora augura buena suerte, de allí que viene de
kusi ‗alegría‘, ya que sus saltos connotan felicidad, porque sólo el que está feliz da
saltos de alegría.
(159)
521
Por su parte, Calvo (comunicación personal) nos informa que –chi (160a) y –ri (160b-
d) se reduplican en los siguientes ejemplos:
(160)
a) wañu-chi-chiy ‗rematar‘
c) rikhuririy ‗ectoplasma‘
d) samaririkuy ‗reposar‘
6.1.5.1.6a Una de esas lenguas que emplea la reduplicación es el chipaya, otra lengua
andina. Al respecto, Cerrón-Palomino y Ballón (2011: 18) señalan que:
Otra lengua que emplea las reduplicaciones es el nugunu del África. En esta lengua
bantú las reduplicaciones ―afectan formalmente tanto a temas verbales como a las
extensiones verbales‖ (Ambadiang 2010: 60).
522
reduplicación es un fenómeno lingüístico que en el quechua ocurre en el plano formal
y semántico.
6.1.5.2.1 En los materiales lexicográficos del quechua sólo se han codificado bases
reduplicadas. En tanto su codificación ha sido limitada. Además, no hay un consenso
ni coherencia en su tratamiento.
6.1.5.2.1a En la tradición lexicográfica del Siglo de Oro las bases reduplicadas han
sido codificadas. Por ejemplo, se las halla en el vocabulario de González Holguín
(1608):
(161)
(162)
523
de la base rata ‗pegar‘ y (162d) se compone de la base muqu ‗nudo‘. De igual modo,
en bases adjetivales y adverbiales tenemos la codificación de los siguientes ejemplos:
(163)
Todos los casos anteriores denotan intensidad de la base de la que se originan. Por
ejemplo, (163a) se compone a partir de la base hatun ‗grande‘, en tanto (163b) denota
un sema de ‗día tras día‘ y proviene de la base p‟unchaw ‗día‘ y (163c) surge a partir
de la base puka ‗rojo‘.
6.1.5.2.1c En las bases con sufijos verbales tenemos los siguientes casos de
reduplicación en el quechua.
(164)
Lo que evidencia que los tratamientos que reciben las unidades léxicas reduplicadas
en las obras lexicográficas son variados. A continuación observemos los casos
señalados antes en las codificaciones de las unidades léxicas reduplicadas en los
diferentes materiales lexicográficos que son objeto de nuestro análisis.
524
(165)
6.2.1 Las unidades morfológicas básicas de esta lengua andina son las bases y los
sufijos que más adelante abordaremos. Y éstos constituyen los formantes de las
palabras en el quechua. Se forman con palabras simples y temas, además de los
afijos. Y cada uno posee rasgos diferenciadores según el tipo de formante que
constituyan.
6.2.1.1 Las palabras simples se caracterizan por ser las formas superiores de todos
los formantes228 y son susceptibles de aparecer aislada de afijos. Éstas corresponden
a los que Cerrón-Palomino (2002: 263) clasifica como palabras libres. En el quechua,
lo constituyen las bases nominales, ambivalentes (con valor real de nominales) y
partículas. A continuación presentamos algunos casos de palabras que encajan en la
definición anterior.
228
Para el castellano cf. Varela; 1996: 32-33.
525
(166)
b) sach‟a ‗árbol‘
c) mayu ‗río‘
d) wayra ‗viento‘
e) taki ‗canción‘
f) mana ‗no‘
h) arí ‗sí‘
Se observa que (166a-e) corresponden a las bases nominales, mientras (166f-h) son
las llamadas partículas. De estos ejemplos podemos deducir que las palabras simples
se caracterizan porque:
e) pueden agruparse con otra base nominal o tema verbal para formar palabras
compuestas, aunque su producción es bastante limitada, y
526
‗hablar‘, yarqa- ‗hambre‘, wayllu- ‗amar‘ y mikhu- ‗comer‘, las mismas que requieren de
sufijos para realizarse como palabras.
(167)
e) pueden agruparse con otro tema verbal o base nominal para formar palabras
compuestas, también con sufijos para formar palabras derivadas, flexivas y
adverbiales.
Sin embargo, Parker (1976: 14) advierte que los temas derivados tienen significados
predecibles. Es decir, son construcciones gramaticales. De acuerdo a esta
observación, no podrían ser objetos de la lexicografía como ocurre en las lenguas
indoeuropeas. Sin embargo, nosotros creemos que es recomendable su codificación
en el diccionario, básicamente porque la lengua forma palabras a base de un proceso
derivativo.
6.2.1.3 Por otro lado, entre los formantes, aparecen con mucha prolijidad los sufijos
que son formas que obligatoriamente van ligadas a las bases o a otros afijos.
(168)
527
De los ejemplos anteriores podemos colegir que estos afijos se caracterizan en la
lengua porque:
g) son formas ligadas que se posponen a una base simple o compuesta, y a otro
sufijo, y
6.2.1.4 Además de los formantes sufijos tenemos otros formantes entre los afijos como
el interfijo –ni (cf. §2.3.2.4) y el infijo –it- (cf. §6.2.3.4) en el quechua. El primer caso
analizado antes y el segundo que se analiza con más detenimiento líneas más
adelante.
6.2.2.1 Concebida desde una óptica ortográfica, se podría decir que la palabra es la
unidad gráfica que va entre dos espacios en blanco con significado en sí o con
contenido de informaciones lingüísticas.
(169)
a) michi ‗gato‘
b) pukllay ‗jugar‘
528
6.2.2.2 Las palabras del quechua presentan particularidades propias en los diferentes
niveles lingüísticos. A menudo se observa que se producen cambios que están sujetos
a condicionamientos morfofonémicos que pueden producir fenómenos de
acortamiento de palabras: el diminutivo –ku/–ka (Cusihuamán; 2001: 216): Isa –ku
‗Isaacito‘, Ana –ku ‗Anita‘, Satu –ka ‗Saturninita‘. Aunque la secuencia de fonemas en
los morfemas se realiza en orden lineal, al interior de los morfemas éstos obedecen a
agrupamientos más restringidos llamadas sílabas. Estos agrupamientos son
predecibles y sistemáticos. Uno de los rasgos resaltantes es que hay convergencia
fónica de categorías nominales y verbales en bases que categorialmente son
ambivalentes (cf. Calvo; 1993: 289).
(170)
6.2.2.3 Otro de los rasgos es que son de patrón acentual grave. Es decir, el acento
principal predomina en una posición fija: penúltima sílaba; aunque en variedades
centro-norteño peruanas el régimen acentual es diferente (cf. Cerrón-Palomino; 2002:
259). Sin embargo, existen palabras agudas que necesariamente se tienen que
diferenciar por medio de un signo ortográfico (tilde) por terminar en vocal. A este último
grupo pertenecen las palabras enfáticas cuyo uso se constará en el diccionario,
aunque sólo será en los sufijos que ocurran. Las palabras del quechua, por el acento
que llevan, pueden terminar:
6.2.2.5 Otro aspecto a tener en cuenta es que la lengua es de aquellas que basan su
subordinación en la estrategia nominalizadora; es decir, no emplea la subordinación
oracional como suele hacer el castellano. A opinión de Calvo (1993: 204):
529
―no es posible hablar de subordinación, ya que en quechua el nombre y el verbo son
categorías ampliamente solapadas en cuanto a accidentes gramaticales‖
Lo que supone que la lengua echa mano de la subordinación por nominalización (cf.
Moreno Cabrera 2005: 124).
(171)
6.2.3.1 Antes de empezar la discusión sobre este tema, cabe plantearse la siguiente
cuestión, ¿qué es morfema?
6.2.3.1.2 En el quechua las palabras están formadas por una o dos bases y varios
sufijos. En tal sentido, tanto la base como el sufijo son morfemas. En consecuencia se
da una suma de elementos morfológicos. Por ejemplo, observemos este tipo de
formaciones a partir de las bases qullqi ‗dinero‘, qallu ‗(órgano bucal) lengua‘, tusu-
‗bailar‘ y puri- ‗caminar‘. Los casos de (172a-b) se tratan de bases nominales, mientras
que (172c-d) son bases verbales.
530
(172)
base –sufijo
base –sufijo
base –sufijos
base –sufijos
6.2.3.2 En principio partiremos por una aproximación teórica sobre el morfema base
desde el nivel lingüístico. En un análisis morfológico, la base en el quechua es la
palabra o parte de la palabra invariable e indivisible. Estructuralmente, es el segmento
morfológico que va al inicio seguido de afijos y está compuesto generalmente por dos
229
Una ampliación semántica, según Radford et al. (2000: 362), se da cuando “la palabra adquiere un
significado más amplio, más general del que tenía previamente”.
230
Una restricción semántica, según Radford et al. (2000: 363), ocurre cuando “una palabra acaba
teniendo un sentido más restringido del que tenía en su origen”.
231
Un cambio semántico, según Radford et al. (2000: 362), ocurre cuando “en algún estadio del cambio
entre el significado A y el significado B, ambos significados están en uso en una comunidad”.
531
sílabas (cf. Cerrón-Palomino 2008: 100). Además, tiene la propiedad de formar un
derivativo o de flexionar.
6.2.3.2.3 Tanto las base nominal como la verbal son categorialmente ambivalentes
(Calvo; 1993: 347). En tal sentido, dependerán del tipo de sufijos que reciban para
definir su categoría. Al respecto, Chuquimamani y Alosilla (2005: 10) afirman que:
Lo que implica que las bases pueden ser potencialmente nombre o verbo,
dependiendo del tipo de sufijos que se les adhieran. De esta manera configurarán su
tipo de fisonomía final como palabra.
532
a) significado categorial sustantivo, significación primaria de objeto independiente,
sin género y que predica acciones o atributos;
b) significado categorial adjetivo, significación primaria de rasgo simple o
propiedad interna del sustantivo, sin género;
c) significado categorial verbo, significación interna con tiempo, procesos o
comportamientos del sustantivo.
6.2.3.2.6 El número de bases en el quechua se limita sólo a algunos miles (cf. Calvo
1993: 42). Sin embargo, es evidente que en las lenguas naturales las palabras son
mucho más numerosas que las bases. Éstas existen en número más limitado en la
mayoría de lenguas (cf. Morera 2007: 195). Sin embargo, en el quechua su número es
mucho más restringido aún.
(173)
b) papa ‗patata‘
c) tusu- ‗bailar‘
d) waqa- ‗llorar‘
232
Solís (2000: 92) considera que: “Las lenguas sintéticas son aquellas en las que la unidad lingüística
palabra tiene existencia concreta, aparte de morfema. En las lenguas sintéticas, aun cuando puede haber
emisiones que son palabras en el nivel de la palabra y morfemas en el nivel morfémico, gran parte de las
emisiones son construcciones formados por varios morfemas. En estas lenguas la existencia de morfemas
afijos unidos, que forman secuencias mayores, será más bien un hecho normal”.
533
Las bases de (173a-b) convergen entre palabra y morfema, que corresponden a bases
nominales; mientras que (173c-d) sólo se queda en el plano de morfema, que
corresponde a bases verbales.
6.2.3.2.8b En cambio, no sucede lo mismo con las bases verbales que se quedan en
el nivel de morfema. Estas bases necesitan de sufijos para llegar al nivel de palabra, lo
que implica que no gozan de autonomía léxica (173c-d). Sin embargo, poseen amplias
posibilidades combinatorias que pueden resultar en un complejo sistema de
construcciones que se mueven en el plano lingüístico antes que el lexicográfico.
6.2.3.3.2 Los sufijos se adjuntan a las bases en orden lineal y jerárquico. De acuerdo a
la posición que ocupan respecto de las bases, pueden ser: 1) derivativos, 2) flexivos, y
3) discursivo-pragmáticos. A esta tercera clase de sufijos, Cerrón-Palomino (2002) los
denomina sufijos independientes; mientras que Cusihuamán (2001) los nombra como
enclíticos. Sin embargo, cabe mencionar que no hay presencia de proclíticos, por lo
que no habría oposición para denominarlo como tal. En nuestro caso seguimos la
propuesta de Solís (2002) al denominarlo sufijos discursivos; ya que corresponden al
plano del discurso propiamente dicho. Comparten la misma idea también Dedenbach-
Salazar (1997).
534
CUADRO Nº 23. SUFIJOS NOMINALES.
BASE DERIVATIVO FLEXIVO DISCURSIVO GLOSA
khuchi -cha -kuna -lla ‗sólo los cerditos‘
khuchi -y -man -raq ‗a mi cerdo todavía‘
khuchi -yuq -wan -si ‗dice que con el dueño de los
cerdos‘
khuchi -n -rayku -chá ‗seguramente por causa de su
cerdo‘
khuchi -nti -n -kama -ña ‗cada uno con los cerdos ya‘
khuchi -y –ku -paq -puni ‗exclusivamente para nuestros
cerdos‘
khuchi -niray -kuna -má ‗son parecidos a los cerdos‘
6.2.3.3.3 Sin embargo, el orden de los sufijos no siempre es regular. Es posible que
los flexivos se adhieran directamente a la base, de igual modo los discursivos pueden
interactuar antes de los flexivos. En cambio se adjuntan directamente cuando se trata
de partículas (cf. Cerrón-Palomino 2002: 264). Por ejemplo, observemos algunos
casos en la lengua.
535
(174)
(175)
Calvo (1993) presupone que el reflexivo –ku muda a –ka condicionado por el causativo
–chi, sin embargo no corresponde a la equivalencia que se expresa. Además tal
mutación se daría cuando precede a los sufijos –mu, –pu o la combinación de ambos
–mpu, condición que no se da en este caso, pero que sí ocurre en el ancashino (cf.
Cerrón-Palomino 2002: 262). De igual forma, si se asumiese que se trata del
aumentativo –yu (-yku) en la forma de su alomorfo –ya (-yka) tendría que tener pérdida
del primer segmento (/y/) del morfema para dar –ka; aunque sí ocurre en el caso de
reducción a –y delante del exhortativo –ru y su alomorfo –ra, pero con restricción
delante de las formas –rqu y –rqa que son los mismos morfemas (Cusihuamán 2001:
194-195). Bajo estas observaciones, no cabe duda que en la primera y tercera
combinaciones se trata del sufijo recíproco –naku ‗acción ejecutada recíprocamente‘,
afijo muy empleado en la subvariedad apurimeña bajo la actuación del fenómeno de
metátesis y debido a factores geolingüísticos de uso. Desde esta consideración, la
propuesta de Calvo (1993) es un error de información. En tal sentido, las
combinaciones serían como siguen:
233
Esta particularidad que es también compartida por el ancashino, el tarmeño y el huanca (cf. Cerrón-
Palomino 2002: 262-263).
536
(176)
234
http://www.pucp.edu.pe/estudios/cursos/quechua
537
e) Asociativo riku-ysi-y ‗enseñar‘
En una notación aritmética, la cabeza de familia léxica riku- ‗ver‘ (177) se representará
como el conjunto F, en tanto que sus elementos serán las letras minúsculas
correspondientes a las unidades léxicas separadas por comas:
{ }
{ } { }
En donde R tiene como base léxica a riku- y V, como acepción primitiva al verbo ‗ver‘.
Por consiguiente, la relación de pertenencia va desde el elemento a hasta el miembro
s del conjunto (cf. 177a-s).
538
En tal sentido, la formación de palabras derivadas en un plano paradigmático nos
permite observar el comportamiento que tiene la familia léxica y la importancia de
codificación en la NN del futuro DUQUE que estará ordenada etimológicamente.
6.2.3.3.5 Los sufijos derivativos tienen la capacidad de filtrar sus rasgos categoriales a
las bases para generar cambio de categoría235. Sin embargo, para que ocurra tal
mutación categorial se deben cumplir dos condiciones básicas:
Por ejemplo, la unidad léxica nominal pukllaq ‗jugador‘ está motivada tanto por la base
verbal puklla- ‗jugar‘ como por el sufijo nominalizador –q. En tal sentido, si se adjuntan
sufijos derivativos a bases de categoría ambivalente pueden generar cambio de
categoría absoluta; en consecuencia, también cambio de significado.
(178)
a) wañuypata (lit. ‗estar al borde de la muerte‘) fig. ‗demandar algo con mucha
insistencia‘
235
Los sufijos derivativos producen cambio semántico, mientras que los sufijos flexivos se limitan sólo a
brindar información gramatical necesaria; en cambio los sufijos discursivos facilitan información
semántico-pragmática en el plano del discurso.
236
Incluso en lenguas flexivas como el español ocurre dicho fenómeno. Bosque (2006: 47) advierte que:
“No es ninguna novedad que desde hace aproximadamente un cuarto de siglo está muy vivo entre los
gramáticos el debate en torno a la conexión que existe entre la estructura sintáctica (más exactamente
argumental o valencial) de las voces y su propio significado”.
539
Dichos sufijo se adhieren a bases abstractas. Por ejemplo, la base yuya- ‗recordar‘
equivale a todas las actividades mentales. Al respecto, Valdizán (1915: 10) nos
informa que:
6.2.3.3.7 Por otro lado, la alomorfía es un fenómeno que afecta a los sufijos. Su
distribución en distintos lugares se debe a condicionamientos de tipo fonológico y/o
morfológico.
(179)
540
ll) yakuyá purirqakamusun ‗vamos pues a pasear‘
p) rimaykuy ‗saluda‘.
De los ejemplos anteriores podemos deducir que la agrupación de dos o más morfos
bajo un mismo morfema se basa en la identidad semántica y proximidad fónica.
6.2.3.3.8 El quechua también echa mano de los préstamos de sufijos de otras lenguas
como el aimara y el castellano. El contacto con estas lenguas y la necesidad de
ampliar el universo léxico para nombrar las nuevas cosas y conceptos ha hecho que
vaya ampliando su inventario de afijos derivativos con relativa facilidad y periodicidad.
Merece mención especial el sufijo ocupacional –iru e –ira (–ero y –era,
respectivamente) (cf. Cusihuamán; 2001: 220 y Calvo; 1993: 290).
(180)
a) uwihiru ‗ovejero‘
b) wakiru ‗vaquero‘
c) llant‟iru ‗leñador‘
e) p‟asñiru ‗enamoradizo‘
El sufijo –iru/–ira muestra una clara influencia de las reglas del español hacia el
quechua, lo cual se debe al largo periodo de contacto que existe entre ambas lenguas.
El significativo proceso de derivación en la que está inmerso el afijo en cuestión
merece que un lugar en la nomenclatura del diccionario.
De igual forma, el quechua collavino (cf. Chirinos 2001: 150; Cerrón-Palomino 2008:
154 y 156) ha adoptado a los sufijos: el oscilativo –naqa, el descensor –qa, el
congregador –thapi, el ubicativo –xata y el dispersador –tata (cf. §1.2.2.3.3b). Además
sufijos como el incoativo –ta (–t‟a en aimara) y el descensor –qa son frecuentes en las
provincias cusqueñas de Canas, Canchis y Espinar (cf. Cusihuamán 2001: 32 y 197) y
541
en las provincias puneñas (cf. Cerrón-Palomino 2008: 150 y 154). También el quechua
boliviano ha acogido al repetitivo –kipa del aimara (Cerrón-Palomino 2002: 261-262).
(181)
a) tarpu –rpari –kipa –rqu –ysi –chi –sqa –yki –puni ‗ciertamente voy a hacer
que te ayuden a sembrar‘
Sin embargo, conviene precisar algunas de las características que presentan los
morfemas sufijos del aimara en el empleo dentro del quechua:
6.2.3.4.1 Este afijo es propio del español. Su imagen tampoco está tan clara en esta
lengua europea. En tal perspectiva, Alvar Ezquerra (2006: 64) propone que los
diminutivos en el español son interfijos entre el elemento radical y la marca gramatical
como: libr-it-o, perr-it-o, escob-ill-a, tiran-uel-o.
(182)
a) kun-it-an ‗ahorita‘
542
La inserción del diminutivo se produce, incluso, habiendo equivalentes en el quechua:
kuna-cha-lla-n ‗ahorita‘, kuska-cha-n ‗la mitadcito‘. El limitativo –lla es un sufijo de
cortesía por excelencia (Escobar 2000: 96), ya que es empleado para suavizar la
expresión con el fin de transmitir modestia o dar confianza al oyente (Escobar 2000:
137). Aunque la opacidad de la amalgamación del relativo –n confunde en la
identificación del diminutivo –cha y el limitativo –lla como infijos que ocurren dentro de
una estructura fija de la palabra quechua. Aparentemente las unidades léxicas kunan y
kuskan ya aparecen como una base; sin embargo, constituyen derivados. Sin
embargo, se trata de un fenómeno aislado de calcos del castellano entre los bilingües,
principalmente en contexto de sustitución lingüística.
6.2.3.4.3 El diminutivo –it- es un infijo que no constituye parte del sistema patronímico
del quechua; muy por el contrario, tiene una presencia en esta lengua como préstamo
que proviene del castellano.
(183)
6.2.3.4.4 Finalmente, si la presencia del infijo –it- es explicable desde un punto de vista
sociolingüístico; entonces se trata de un morfema empleado en una lengua sustrato
entre hablantes bilingües que aprenden el castellano como segunda lengua. Por lo
tanto, es objeto de codificación lexicográfica en el DUQUE.
237
Sin embargo, algunos lexicógrafos ya vienen a considerar los morfemas como entradas de sus
diccionarios.
543
representación lexicográfica por antonomasia en detrimento de otras unidades
menores como los morfemas. Quizá se deba a que en el castellano, los argumentos
en contra de postular el morfema como unidad lexicográfica tengan amplia aceptación.
Al respecto, Porto (2002: 137-138) sostiene que postular el morfema como unidad
mínima de representación lexicográfica es improcedente y difícilmente viable en la
práctica lexicográfica. De igual modo, los especialistas de la morfología de base
lexema-morfema señalan que sólo los lexemas pertenecerían al lexicón y los
morfemas a la gramática (cf. Peyró 1997: 135). Al señalar los inconvenientes y
dificultades que tendría en la práctica esta opción, terminan por lapidarla como una
solución sencillamente impensable, por no decir, inimaginable. En tal sentido, si nos
restringimos a la lexicografía hispánica, parece que las observaciones de los expertos
sí son válidas, al menos en gran medida. Sin embargo, en la práctica lexicográfica de
lenguas andinas ya se ha observado la conveniencia de codificar el morfema dentro de
la obra lexicográfica. Al respecto, Cerrón-Palomino y Ballón (2011: 38), con relación al
chipaya, afirman que:
6.2.3.5.2 Por otra parte, la longitud extensa238 de las palabras quechuas ha constituido
una dificultad en la codificación lexicográfica. Y dado que las familias léxicas poseen
una relativa proximidad semántica, fónica y morfológica, surge la necesidad de
codificar morfemas como unidades de representación lexicográfica. Lo que implica,
abrir un nuevo escenario lexicográfico en donde la palabra y el morfema tengan un
espacio independiente dentro de la nueva nomenclatura del futuro DUQUE.
6.2.3.5.3 De acuerdo al examen realizado a la lengua hasta este punto, nos demuestra
que los principios lexicográficos aplicados al quechua fueron ajenos a la particularidad
de lengua aglutinante por la que se caracteriza esta lengua andina. El hecho de que la
Lexicografía quechua se haya desarrollado a la luz y sombra de la lexicografía
hispánica ha devenido en la adopción de sus patrones lexicográficos. La tradición
238
Equivalente a una frase u oración en lenguas flexivas.
544
lexicográfica de esta lengua andina se caracteriza por la influencia de parámetros
semánticos, sintácticos y léxicos reflexionados desde y para lenguas flexivas. Por eso,
la nomenclatura de los materiales lexicográficos de la lengua está ordenada en clave
de sus pares de lenguas occidentales, y particularmente de la hispánica. En tal
sentido, todo parece indicar que al momento de componer la obra, los lexicógrafos, no
toman en cuenta la tipología diferente que constituye esta lengua andina. De tal modo,
los materiales lexicográficos muy poco reflejan la organización y funcionamiento
morfológico del quechua. Menos aún se toman en cuenta las conexiones semánticas,
sintácticas y léxicas que cumple el morfema.
545
3. En el apartado (§6.1.3.2.3) concluimos que si las creaciones onomatopéyicas
son frecuentes en la lengua; entonces este mecanismo es un recurso que
incrementa el caudal léxico de la lengua sin recorrer a creaciones artificiosas.
Por lo tanto, los vocablos que tienen un origen onomatopéyico merecen un
espacio en la NN del futuro DUQUE.
4. En el parágrafo (§6.1.4.2.1.1.5) se concluye que si la difusión de los
neologismos es una condición importante para el fortalecimiento de la lengua;
entonces con su ausencia se corre el riesgo de crear neologismos poco útiles
para el usuario. Por lo tanto, la falta de difusión condena a los neologismos a
flotar en el limbo del olvido por parte de los usuarios de la lengua.
5. En el apartado (§6.1.4.2.1.2.3) concluimos que si en la creación de neología se
echa mano de los préstamos semánticos; entonces el mecanismo de creación
de neologismos no sigue los mecanismos que emplea la propia la lengua para
la creación de términos nuevos. Por lo tanto, urge implementar antenas
neológicas que detecten neologismos en el uso cotidiano de los usuarios de las
lenguas.
6. En el parágrafo (§6.1.4.2.2.1.5) se concluye que si muchos términos
registrados por los lexicógrafos clásicos evidencian un claro cambio semántico;
entonces estos vocablos sufrieron un proceso de resemantización. Por lo tanto,
un buen caudal léxico nativo que los vocabularios del Siglo de Oro recogieron
ha recibido una reasignación de significados.
7. En el apartado (§6.1.4.2.2.2.3) concluimos que si en la práctica lexicográfica es
amplia la dispersión de formas propuestas para un mismo significado según el
gusto de cada lexicógrafo; entonces el problema de la dispersión ortográfica no
permite alcanzar un consenso ortográfico entre especialistas. Por lo tanto, las
resemantizaciones actuales no están normalizadas, puesto que no se unifican
ni se aceptan diferentes autoridades de la lengua.
8. En el parágrafo (§6.1.4.2.3.2.10) se concluye que si consideramos que los
préstamos en la lengua han recibido diferentes tratamientos; entonces el léxico
advenedizo, en unos casos, suele mantener la ortografía de la lengua fuente
(castellano o aimara), y, en otros, se adecua a las normas fonológicas y
ortográficas de la lengua receptora (quechua). Por lo tanto, en la composición
del DUQUE se tendrá que equilibrar su codificación y registrar sólo los
préstamos léxicos que son parte de la cotidianidad de los hablantes de la
lengua de acuerdo a las reglas ortográficas existentes y otras
complementarias.
546
9. En el apartado (§6.1.5.1.7) concluimos que si la reduplicación, a nivel formal,
copia parcial o totalmente el significante del prototipo y, a nivel semántico,
amplía el significado de tamaño, intensidad, cantidad, cualidad o continuidad
de una acción iniciada; entonces dicho proceso consiste en ampliar el
significante y el significado del prototipo. Por lo tanto, la reduplicación es un
fenómeno lingüístico que en el quechua ocurre en el plano formal y semántico.
10. En el parágrafo (§6.1.5.2.2) se concluye que si el proceso de reduplicación es
un fenómeno común en la lengua; entonces es un mecanismo que forma parte
de la formación de palabras en la lengua. Por lo tanto, las unidades léxicas
fruto de la reduplicación merecen un espacio en cualquier diccionario de la
lengua.
11. En el apartado (§6.2.3.2.2.5) concluimos que si la base, debido a que alberga
un conjunto de posibilidades gramaticales para la creación de nuevas palabras,
en el proceso derivativo es el morfema central y más productivo de la lengua;
entonces este morfema, al codificársele como macroentrada en la NN, es
objeto lexicográfico. Por lo tanto, constituirá la unidad mínima de
representación lexicográfica en el futuro DUQUE.
12. En el parágrafo (§6.2.3.3.9) se concluye que si los sufijos derivativos, como
poseedores de un significado secundario, tienen la capacidad de otorgar un
significado en potencia y modificar el sentido original de la base; entonces
pueden generar cambio de significado y de categoría. Por lo tanto, este tipo de
afijos constituyen los motivadores de las unidades léxicas derivadas y
compuestas.
13. En el parágrafo (§6.2.3.4.4) se concluye que si la presencia del infijo –it- es
explicable desde un punto de vista sociolingüístico; entonces se trata de un
morfema empleado en una lengua sustrato entre hablantes bilingües que
aprenden el castellano como segunda lengua. Por lo tanto, es objeto de
codificación lexicográfica en el DUQUE.
14. En el parágrafo (§6.2.3.5.4) se concluye que si en torno al morfema gira la
organización de las unidades léxicas en el quechua y la ausencia de prefijos
facilita su agrupación por familias léxicas; entonces es razonable que se
postule al morfema como unidad mínima de representación lexicográfica. Por lo
tanto, la relación de una nomenclatura ordenada por familias léxicas con el
morfema como unidad mínima de representación lexicográfica está en función
a la ausencia de prefijos en la lengua. De esta manera se confirma la H3 de
nuestra tesis.
547
548
CAPÍTULO VII
7.0 Introducción
549
a cada macroentrada y darle a cada entrada el lugar que le corresponde. También
explicitaremos las posibilidades y limitaciones de la tarea lexicográfica en el quechua.
En ese sentido, el trabajo tiene sus inicios en los años de análisis lingüístico y reflexión
lexicográfica iniciada en la investigación de línea (2006) Metalexicografía quechua /
Análisis de diccionarios: La nomenclatura y el artículo lexicográfico, además, después
de la preparación del artículo (2007) ―Lexicografía quechua: Hacia un diccionario
monolingüe pandialectal‖
(http://www.unap.cl/iecta/revistas/volvere_24/articulo_1_volvere_24.htm), y del
Proyecto de tesis sobre (2008) Nomenclatura morfológica multidialectal del quechua
de Perú hemos hallado un camino que de buen modo resuelve problemas
lexicográficos en esta lengua andina, particularmente en cuestiones de nomenclatura.
Por otra parte, el propósito de este capítulo es establecer las bases teóricas y
metodológicas para la NN, asimismo identificar el potencial léxico de la lengua
codificado en los diferentes materiales lexicográficos seleccionados y convertir esta
potencialidad en valor pronormativo para luego componer el DUQUE. Es decir,
transformar el material lexicográfico parco a un tipo de diccionario productor de un
capital lingüístico más amplio: una norma léxica de la lengua.
Por otro lado, la composición a futuro del DUQUE tendrá la finalidad de elaborar un
material lexicográfico descriptivo y de uso actual que sea útil al usuario común. Si no
es desmesurado el propósito, pretendemos que dicho material lexicográfico se
convierta en el libro de devoción del usuario en materia léxica, al que siempre acuda
en los momentos difíciles buscando respuestas a sus inquietudes semánticas,
gramaticales, ortográficas y léxicas. En esa perspectiva, no pretendemos emprender
un proyecto lexicográfico que conciba al diccionario como una enciclopedia tal como lo
entiende García Márquez239 ―que dice sobre la obra lexicográfica: ―Este libro no sólo
lo sabe todo, sino que no se equivoca‖―, ni tampoco intentamos componer un
tesauro; sino más bien, el propósito es elaborar un material lexicográfico de uso actual.
239
http://foro.univision.com/t5/Literatura/Prologo-de-un-diccionario-Garc%C3%ADa-Marquez/td-
p/45450925
550
Esto implica que está concebido para la descripción del léxico en el plano sincrónico y
tendrá un carácter pronormativo, lo que representa que pueda contribuir en la
normalización del vocabulario. En este sentido, dicha obra lexicográfica dará cabida a
toda unidad léxica definible o explicable gramaticalmente. Su composición se dará en
clave gramatical, puesto que Cusihuamán (1976) confeccionó su gramática en clave
lexicográfica ─aunque su diccionario no fue confeccionado en clave gramatical─. Esta
característica le imprime un rasgo diferente, puesto que dicho material lexicográfico se
concibe desde la óptica de que:
Quien ofrece algo nuevo que los otros no poseen tiene mejor posibilidad en el
mercado, que quien ofrece lo mismo que todos ofrecen. Pero para lograr esa
posición de ventaja hay que investigar y valorar los conocimientos y recursos
propios. [Helberg 2001: 25].
En este sentido, con relación a las obras lexicográficas modernas cabe la pregunta,
¿cuál es el papel normativo entre los usuarios? Creemos que las propuestas
implicarán un acto de liberación de la vieja práctica lexicográfica en el quechua.
Iniciamos la propuesta con los aspectos generales sobre la NN del futuro DUQUE, en
donde se abordan la estructura del mismo material lexicográfico, así como el corpus
de la NN, bajo la premisa de que la elaboración de la lista de nomenclatura, antes de
formular la parte definitoria o las equivalencias, es la piedra angular sobre la que se
sostiene todo proyecto lexicográfico.
7.1.1.1 La tarea de establecer una NN para el futuro DUQUE parte del presupuesto
principal que considera importante el proceso de búsqueda de información y observa
al usuario como a un buscador estratégico que tiene como objetivo final encontrar la
información específica que persigue. En tal sentido, pasaremos a examinar las
551
necesidades del usuario del diccionario en el quechua y la necesidad de un diccionario
escolar en la lengua.
7.1.1.1.1 Las necesidades del usuario del diccionario dentro de la lengua son diversas
y de diferente grado. En tal sentido, componer un diccionario dependerá del tipo de
necesidad de la información que busca el usuario, así como el tipo de producción o
comprensión para el que use el material lexicográfico. Además, el propósito con que
sea compuesta la obra y las competencias lingüísticas del usuario juegan un papel
importante en la interacción diccionario-usuario. Pero el usuario debe identificarse no
sólo como individuo, sino también como comunidad, por lo que el diccionario debe
concebirse como un producto de consumo básico.
b. la pronunciación,
c. la ortografía,
d. la etimología y
e. la información gramatical;
552
lexicográfico que pretende buscar un amigo o un colectivo de amigos entre sus
potenciales usuarios.
553
Sin embargo, el editor debe producir un bien cultural digno de ser consumido, es decir,
un producto legítimo, puesto que está destinado a salvar el caudal léxico legítimo de la
lengua. Sólo entonces, el material lexicográfico condicionará la frecuencia asidua del
usuario debido a la necesidad de consumo. A su vez, supone la ascensión al puesto
de objeto deseable por parte del usuario de la lengua, lo cual se revierte en beneficio
del mismo editor, ya que se generará una demanda de consumo del bien.
En tanto que desde el punto de vista de su forma, se concibe como un bien tangible
que está sujeto a las condiciones de uso en el tiempo. Mientras que desde la óptica de
su contenido, constituye un bien intangible destinado a contener en el tiempo el léxico
legítimo de una determinada lengua de una época concreta. Por consiguiente, la
legitimidad del diccionario rompe las esferas del tiempo, a pesar de sus inclemencias.
7.1.1.1.2 En este siglo XXI existe la profunda necesidad de contar con un diccionario
escolar en la lengua quechua. Como ya lo hemos demostrado en el Capítulo IV, la
tarea de componer un material de este tipo es labor de personas o instituciones serias
y prestigiosas. En tal sentido, ni la AMLQ ni el MINEDU, como órganos normalizadores
de la lengua, no han podido confeccionar una obra de corte didáctico o, al menos, uno
académico. Sin embargo, conviene tomar en cuenta que un diccionario escolar se
distingue por una serie de características concretas. A continuación pasamos a
exponer.
554
los diccionarios no escolares‖ (Ávila 2004: 186). Y dado que ―muchas de las
definiciones de los diccionarios no pedagógicos son difíciles de entender, sobre todo
para los estudiantes de primaria, y no siempre incluyen ejemplos de uso‖ (Ávila 2004:
186), el DUQUE, como obra didáctica, se caracterizará por un lenguaje de fácil
comprensión.
7.1.1.1.2.2 En el siglo pasado, los esfuerzos por revitalizar la lengua han llevado a
plantear la instrumentalización del quechua en la escuela, por ende, su enseñanza; sin
embargo, este objetivo evidenció la necesidad de que los diferentes agentes
educativos deban contar con materiales tanto gramaticales como lexicográficos. Al
respecto, el prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998: xviii) afirma
que: ―Todos los que ejercen el magisterio de la enseñanza primaria es de necesidad
tengan algún conocimiento, siquiera rudimentario, de la gramática keshua y estén
provisto de Vocabulario‖. La observación sobre las necesidades de obras gramaticales
y lexicográficas es clara a principios del siglo XX. En la segunda mitad de esta
centuria, se alentó el desarrollo y normalización de la lengua en el marco de la
Educación Intercultural Bilingüe (EIB).
7.1.1.1.2.3 Las obras del quechua que se compusieron con propósitos didácticos no
han podido escapar a la tradición bilingüe. Desde 1976 hasta la actualidad se han
compuesto gramáticas y materiales lexicográficos bilingües. En esta perspectiva,
Noriega (2011: 29) señala que:
555
siempre a la mano un diccionario de su propia lengua. Permite desarrollar de
manera coherente una norma común y enriquecerse cada vez más en la propia
cultura. [http://futatraw.ourproject.org/descargas/DicQuechuaBolivia.pdf].
En este último sentido, la enseñanza de la lengua a través del programa de la EIB nos
evidencian el aprieto que se tiene al carecer de un diccionario escolar monolingüe,
puesto que el aprendizaje del vocabulario de la lengua implica apoyarse en diferentes
materiales educativos y lingüísticos, entre ellos el diccionario. En tal sentido, existe
una necesidad social y pedagógica que fundamentan la composición de un diccionario
escolar por dos razones principales:
a) la densidad poblacional de los hablantes del runa simi en edad escolar justifica su
elaboración, y
b) una necesidad didáctica de enseñanza e instrumentalización de la lengua
demanda con urgencia su composición.
556
7.1.1.2 Antecedentes lexicográficos: El DUE (1966) de M. Moliner
7.1.1.2 Dado que lla NN del futuro DUQUE contará con un ordenamiento morfológico,
se ha inspirado en el ordenamiento etimológico del Diccionario de uso del español
(1966) de María Moliner. En tal sentido, las aproximaciones teóricas y metodológicas
para el establecimiento de una lista de nomenclatura ordenada por familias léxicas
implican tener presente algunas dificultades previas para poder brindar las
correspondientes soluciones en la elaboración del futuro DUQUE.
7.1.1.2.1 Todas las ediciones que se han hecho de él, suponen su importancia. La
obra fue reimpresa en 1983 (Gredos) y reeditada en 1998, segunda edición 1998 y
edición abreviada 2000 (cf. Bajo 2000: 149 – 150). Su logro es la innovación
alcanzada en la lexicografía hispánica de su época (cf. Abad 2000: 319).
7.1.1.2.1.1 La denominación ―de uso‖ del DUE alude a la distinción del léxico de uso
común y los que se hallan en desuso. Al respecto, Abad (2000: 319 - 320) señala que
―fue tenido por su autora en tanto ―Diccionario de uso‖, lo que quería significar que
―constituye un instrumento para guiar en el uso del español‖…‖ De aquí que el futuro
DUQUE también tome la denominación de ―Diccionario de uso‖.
La obra se propone así también conducir al lector ―desde la palabra que conoce al
modo de decir que desconoce o que no acude a su mente en el momento‖
(―Presentación‖); de ahí igualmente todas las anotaciones y advertencias de
carácter gramatical que el texto incorpora.
7.1.1.2.1.3 El DUE no sólo se compuso para guiar al lector en aspectos del idioma,
sino también posee matices enciclopédicos: ―Se trata de un Diccionario idiomático
aunque asimismo con algunos contenidos enciclopédicos‖ (Abad 2000: 319 - 320). El
557
rasgo enciclopédico se debería a la codificación de la información gramatical de tipo
prosódico, indicaciones sobre régimen de verbos y adjetivos, explicaciones de
palabras gramaticales asemejándose a un manual de gramática (cf. Bajo 2000: 151).
En esta perspectiva, Bajo (2000: 151) afirma que:
El DUE resulta, por tanto, un diccionario que incluye una gramática; una
gramática, además, original de la autora, ya que Moliner, en muchos casos,
presenta y defiende ideas gramaticales propias (piénsese, por ejemplo, en la
ilustrativa clasificación de conjunciones y nexos).
558
con cierta facilidad en el manejo del español: tal planteamiento explica que, por la
organización de sus materiales, se trate de un diccionario semasiológico de
carácter general, que también puede usarse ─y con aprovechamiento─ como
diccionario onomasiológico y como diccionario de construcción.
Lo que implica que se trata de una obra semasiológica dirigida a hablantes del español
como lengua materna o como segunda lengua, pero de buen dominio.
Otro tipo de ordenación propugna agrupar primero las palabras por familias léxicas
y luego ordenarlas alfabéticamente: este sistema ─que implica contar también con
numerosas referencias internas─ es muy frecuente en los diccionarios
semasiológicos de tipo general, porque dificulta considerablemente la localización
de las palabras...
En esa misma línea se manifiesta Porto (2002: 180), quien señala que, ―razón por la
cual se ha prescindido de semejante tipo de ordenación en la nueva edición de 1998‖,
ya que también se la tilda de anticuada (cf. Abad 2000: 320). Sin embargo, a opinión
de Abad (2000: 320), el DUE (1966): ―Instrumentalmente conjuga en efecto, el orden
alfabético con la agrupación lógica de los conceptos‖. En este sentido, las limitaciones
parecen salvarse con un buen manejo de parte del usuario del DUE. En esta
559
orientación, Abad (2000: 323) señala este camino del siguiente modo: ―El Diccionario
de uso del español puede parecer un tanto difícil de manejo a primera vista, pero en
cuanto el hablante se acostumbra a él, resulta muy útil y resulta por tanto de
importancia‖. Lo que implica que el manejo de una obra con una ordenación de su tipo
depende más de la costumbre. Aunque el DUE (1966): ―Posee decisiones discutibles
en su factura y el paso de los años ha hecho que se echen ahora de menos entradas
en la nomenclatura, pero ¿quién ha puesto en pie y en solitario otro tanto?‖ (Abad
2000: 323). El DUE como una obra tiene sus defectos, pero subsanables con los
aciertos que tiene. Sin embargo, en la composición del futuro DUQUE se tomarán las
previsiones necesarias para superar sus errores.
7.1.1.2.2.2 Los problemas que presenta el DUE pueden explicarse desde perspectivas
de técnica de imprenta antes que de cuestiones lexicográficas propiamente dichas.
Según Bajo (2000: 152):
7.1.1.2.3 Una vez señalados los problemas del DUE (1966), creemos que las
dificultades de ubicación señaladas, en el DUQUE, se salvarán por la tipología
genética que caracteriza al quechua y por la corrección técnica del sistema de
ordenamiento.
560
7.1.1.2.3.1 Como hemos señalado antes, el quechua es una lengua carente de
prefijos, por lo que esta característica tributará a favor de un ordenamiento regular de
macroentradas. Éstas estarán constituidas por las bases carentes de prefijos, lo que
garantiza la regularidad de su organización.
7.1.1.2.3.3 Sin embargo, a pesar de estas previsiones, se estima que los fenómenos
de elisión y metátesis influirán en la reproducción de dos o más formas de alternancia
ortográfica en las bases ─principalmente en las nominales─, los cuales presentarán
diversidad de formas que deberán ser registrados como macroentradas
independientes.
(184)
a) achanqara s. → achanqayra.
b) achanqaray s. → achanqayra.
c) achanqayra s. begonia.
(185)
a) phullustu s. → phusullu.
b) phusullu s. ampolla.
c) supullu s. → phusullu.
561
phusullu, estará antes de phuru ‗pluma‘, phusnu ‗ingesta‘ y phusphu ‗habas cocidas‘,
por citar un ejemplo.
Lo que implica que sus potenciales usuarios serán estudiantes de escuelas bilingües
hablantes del quechua cusqueño y de un castellano andino como segunda lengua.
Con lo cual la obra adquiere características didácticas, por lo que los usuarios que
acudan a consultar sus páginas serán escolares competentes en la lengua o en
proceso de aprendizaje sea del quechua como del castellano. En tal sentido, el tipo de
usuario al que está dirigido el diccionario es clave en su composición.
562
7.1.1.3.2 Partes del futuro DUQUE
7.1.1.3.2 Una vez definido el tipo de usuarios al que estará dirigido el DUQUE, es
importante prever las secciones de los constará dicho material lexicográfico. Dado
que el material será básicamente un diccionario bilingüe de corte escolar es relevante
tomar en cuenta los volúmenes de los que constará.
7.1.1.3.2.1 El futuro DUQUE, como material didáctico, estará conformado por tres
partes a saber:
Dado que en un diccionario bilingüe no se dan las definiciones, hemos optado por
incorporar una sección de diccionario de lengua monolingüe en donde se den las
definiciones.
7.1.1.3.2.2 En la NN del futuro DUQUE se establecerá tanto para la primera como para
la segunda partes, por lo que al usuario en las secciones bilingües tocará trabajar con
la consulta de la primera para la parte quechua y con el apoyo de un diccionario de
lengua hispana.
7.1.1.3.3.1 El DUQUE como un diccionario de uso debe consignar todas las unidades
léxicas vigentes en la lengua. En este sentido, ya Morera (2007: 197) fundamentaba
que: ―Un verdadero diccionario tiene que dar cuenta de todas y cada una de las
palabras de una lengua, porque las unas no se entienden sin las otras‖.
563
debido a que su composición tuvo fines evangelizadores. Visto así, podemos afirmar
que los lexicógrafos de entonces no hicieron sino enmascarar la cultura y lengua
dominante como las más objetivas, en tanto que rechazaban los elementos culturales
y lingüísticos del grupo dominado, principalmente en el campo léxico y semántico. En
esta práctica, el sesgo de empatar semas de entradas a equivalencias termina por
limitar la obra lexicográfica, porque con la intención de encajarlas se cortan los afijos
en el quechua. De este modo, introdujeron arbitrariamente su propia ideología.
7.1.1.3.4.2 Si asumimos que de una u otra forma las obras lexicográficas del pasado
estaban acompañadas por una ideología religiosa, entonces de aquí podemos inferir
que hoy en día tampoco hay material lexicográfico que no tenga un tinte ideológico de
cualquier índole.
7.1.1.3.4.3 Para bajar el énfasis ideológico planteamos que el DUQUE registre las
unidades léxicas que denotan o connotan insulto o discriminación por cualquier
condición étnica, lingüística, económica, social, de género o ideológica con la intención
de que el usuario pueda comprenderlas antes que producirlas. En este sentido, en la
NN ya se incluirán a dichas unidades léxicas, ya que se hallan en el uso de los
hablantes, aunque de forma mensurada, sin que ello implique la patente de los usos
no recomendados.
7.1.1.3.5 Dado que el DUQUE no será una obra académica, no cumplirá una función
normalizadora. En tal sentido, su función será más propositiva en materia de norma
léxica.
564
7.1.1.3.6 La interacción social y jurídica del DUQUE
Y cita varias sentencias judiciales que resuelven las dudas gramaticales a través de
una argumentación de los significados que proporciona el DRAE, ya sean como
justificaciones o explicaciones. Los vocablos objeto de querella suelen ser no muy
usuales, pero, en ocasiones, son polisémicos. Eso se ven con actividad, armonía,
inhibir, portar, firma, cero, únicamente, enemistad, viuda, precisar y honra. Si no, será
suficiente con revisar la bibliografía de los artículos de esta disciplina para constatar el
valor y uso de los materiales lexicográficos que se dan en dicho campo. Incluso, la
definición del DRAE (2001), en algunos casos como en el término viuda, viene a ser
determinante en el fallo. Escobar (2009) afirma que: ―la definición dada por el
565
diccionario del vocablo viudo, se convierte en el argumento determinante de la
interpretación realizada frente a la discusión sobre la existencia o no de un derecho
pensional‖. Lo que nos demuestra que los vocablos polisémicos requieren ser
definidos por un diccionario que goce de prestigio dentro de la administración de
justicia.
7.1.1.3.6.3 Por lo que es frecuente hallar en los procesos judiciales, además del DRAE
(2001), también el empleo del DUE (1998) y el DEA (1999) en la argumentación
jurídica. Como se puede ver, el diccionario desempeña un rol relevante en la
justificación de la norma jurídica para la decisión de un fallo. En consecuencia, dado
que existen querellantes quechuahablantes (monolingües o bilingües), el DUQUE bien
puede constituir un instrumento de apoyo para la argumentación de las partes y la
determinación o decisión del proceso.
Cabe mencionar que los materiales lexicográficos bilingües que emplean el quechua y
el castellano, cuentan con definiciones y, otros, con equivalencias. Están dirigidos a
hispano hablantes que quieren aprender quechua, pero también es útil a bilingües
quechua – castellano hablantes. En este sentido, tomaremos en cuenta la sección de
566
la obra lexicográfica que se lematiza en quechua. Seleccionamos en este grupo240 al
DiC (1976) de Cusihuamán. Mientras que los diccionarios multilingües son de
equivalencias, emplean el quechua, aimara, castellano e inglés. Están dirigidos a un
público anglófono o hispano hablante. Seleccionamos en este grupo al DiT (2008), al
DACJAC (2003) y al VPI ([1905] 1998).
Como se puede observar, el DiE (2004) tiene mayor número de entradas, con una lista
de 1089 unidades léxicas, mientras que el DiT (2008) es el que tiene el menor número
de unidades léxicas codificadas.
7.1.2.3 Toda buena nomenclatura depende de la idoneidad del corpus. Y dado que
nuestra fuente es metalingüística, hemos tomado como base las equivalencias
quechuas en el cusqueño del Vocabulario Políglota Incaico. De este material
lexicográfico se han digitalizado las equivalencias de entradas castellanas en el runa
simi. Sólo se ha considerado la parte del quechua cusqueño, dado su carácter
normalizador. El número total han sido aproximadamente 20,000 unidades léxicas, de
las cuales nos hemos quedado con 18,000 unidades léxicas aproximadamente, entre
simples y compuestas. De este número se eliminaron todas aquellas que se repetían,
con lo cual se redujo a 11,000 unidades léxicas, aproximadamente.
240
En el futuro se tomarán en cuenta otros materiales lexicográficos como el de Lira, el de la Academia
Mayor de la Lengua Quechua, el de Herrera y Sánchez de Lozada, etc.
567
7.1.2.3.1 La frecuencia de apariciones de las unidades léxicas en un texto son
heterogéneas. Examinemos los fundamentos teóricos y metodológicos al respecto.
568
rimanakuy ‗conversatorio‘, urqu ‗montaña/animal macho‘ y yachachiq ‗maestro‘ (9),
pampachay ‗dejar llano el suelo/ perdonar los pecados‘, pakasqa ‗escondido‘,
qhipachiy ‗hacer quedar algo o alguien‘ y willaq ‗narrador‘ (8); pampa ‗llano‘, qhapaq
‗rico/poderoso‘, saqmay ‗dar puñete‘, t‟uqyay ‗sonar/reventar‘, waqay ‗llorar/llamar‘,
waqyay ‗llamar‘, wikch‟usqa ‗perdido/hechado‘ y yalliy ‗vencer‘ (7). Mientras que en un
grupo de unidades léxicas la frecuencia de apariciones como equivalencias era alta,
en la mayoría, esa frecuencia se reducía a 2, 4 y 5 ocurrencias. En tanto que los
fitónimos y zoónimos sólo aparecían una sola vez, salvo excepciones que se daban en
dos ocasiones.
7.1.2.3.1c Una de las características del caudal léxico del Vocabulario Políglota
Incaico ([1905] 1998) es que tiene rasgos de principios del siglo pasado, pese al léxico
actualizado en la reedición de 1998. Por ejemplo, se dan ocurrencias del interfijo –i en
lugar del –ni actual: chayaqin (cf. chayaqnin) ‗{personal / animal} que arriba/ {cosa} que
se coce‘, chayaqinta (cf. chayaqninta) ‗a la {persona / animal} que arriba / {cosa} que
se coce‘, kaqiyuq (cf. kaqniyuq) ‗persona de tener (posesiones)‘, etc. Éstas formas en
la actualidad resultan un tanto incomprensibles, por lo que automáticamente se han
actualizado con el interfijo correspondiente (-ni), mientras que que otras formas como:
ñawpaqin241 (cf. ñawpaqnin) ‗antes que/ en delante de‘, ñawpaqinpi242 (cf.
ñawpaqninpi) ‗antes de/ en su delante de‘, etc., son perfectamente actuales, aunque
también ocurren con –ni. En este sentido, en algunos casos hemos dejado la forma
arcaica, mientras introducimos la forma actual como otra entrada independiente.
7.1.2.3.2 Por otra parte hemos eliminado parte del vocabulario de clara alusión
religiosa como: hatun paskwa ‗pascua grande‘, Hisu kristu ‗Jesucristo‘, Hisukristu
qapaq qullana yawar ‗la santa sangre de Jesucristo‘, Hisukristu simin ‗palabra de
Jesucristo‘, Iba ñawpak mama ‗Eva la madre primitiva‘, etc. Dado que el DUQUE no es
un diccionario enciclopédico, también se han depurado los nombres propios de
personajes históricos y lugares: Manqu Qhapaq ‗Manco Cápac‘, Ullantay ‗Ollantay‘,
Marya santisima ‗María santísima‘, Piruw ‗Perú‘, Qusqu ‗Cuzco‘, Willkamayu (cf.
Willkanuta) ‗Río Vilcanota‘, etc.
241
También Domingo de Santo Tomás (1560) codifica para la entrada castellana anteceffor la
equivalencia quechua de „ñaupaquinc‟ <ñawpaqin>.
242
Domingo de Santo Tomás (1560) registra para el enunciado hispano ante, o delante el equivalente
quechua „ñauquimpi‟, lo que parece ser un error de imprenta si asumimos que para la entrada ante
prepofición codifica la equivalencia canónica de „ñaupa‟ <ñawpa>, de igual para la entrada embiar
adelante „ñaupachini, gui‟ <ñawpachini –nki>; con lo cual la forma real vendría a ser ñawpaqinpi.
569
principalmente en sílabas al interior de la palabra: irinsya>irins[i]ya ‗herencia‘,
iskumunyun>iskumun[i]yun ‗excomunión‘, etc. En tanto que las sílabas trabadas en
inicio de palabra se ha conservado igual.
7.1.2.3.4 Por otra parte, existen términos que sólo tienen una ocurrencia y que
desconocemos su origen como puchuqi; sin embargo, dejamos para confrontarlo más
adelante. También están los casos especiales de unidades exclamativas que aparecen
como palabras agudas acentuadas como putún ‗apestoso‘, muy inusual en la lengua,
puesto que las enfáticas agudas ocurren generalmente con sufijos del mismo tipo y no
en una base como en el caso citado.
7.2 El futuro DUQUE, concebido una obra en forma de libro, constará de dos
estructuras básicas como toda obra lexicográfica moderna. La nomenclatura en
lexicografía, como columna vertebral del diccionario, es parte de la macroestructura.
Sin embargo, aún no ha logrado alcanzar los avances de otras disciplinas en esta
materia. Por ejemplo, en las ciencias naturales ―la Física y la Química― y las
Ciencias Económicas se han desarrollado un sistema llamada nomenclatura que
puede ser descifrada en cualquier lengua con propósitos científicos o comerciales,
respectivamente. El déficit en la Lexicografía se ha dado por la falta de investigación
aplicativa, cuando no a la falta de consenso entre los investigadores, además de las
consabidas particularidades que presentan las lenguas naturales en los diferentes
niveles de su estructura.
7.2.1.1 La palabra
570
7.2.1.1.1 En la tradición lexicográfica del quechua, la palabra ha constituido la unidad
mínima de representación lexicográfica por antonomasia, por esta razón, su deslinde,
nos interesa más desde esta perspectiva243.
(186)
b) pukllay v. jugar.
7.2.1.1.3 Las palabras ambivalentes también serán objeto del DUQUE, por lo que la
información gramatical servirá para establecer el deslinde entre significado nominal o
verbal.
(187)
Lo que implica que como (187a), las unidades léxicas ambivalentes en las que
coinciden informaciones semánticas nominal y verbal se codificarán con un tratamiento
de polisemia.
(188)
243
Aunque no nos interesa una definición desde otras perspectivas, estableceremos algunas precisiones de
acuerdo a sus rasgos fonológicos, morfológicos, semánticos, gramaticales y discursivos presentes. La
palabra se materializa tanto en el habla como en la escritura a través de una secuencia de fonemas y
morfemas con significado. Tiene capacidad de brindar información sobre su función gramatical dentro de
la oración o discurso, así como sobre su naturaleza gramatical. En el plano oral tiene una presencia real en
el input lingüístico de los hablantes.
571
En los ejemplos anteriores, la metátesis genera dos formas (variantes ortográficas)
que al momento de ubicárselas en la lista, cada una ocupa un lugar independiente
como variante ortográfica. Así, liq‟i y q‟ili ‗rabón‘ se ubica bajo el dominio de /l/ y /q/,
respectivamente.
572
i) waka michiq s. pastor de vacas, {vaquero}
{ }
{ } { }
En donde W tiene como base léxica a waka y V, como acepción primitiva, al nominal
‗vaca‘. En tal sentido, haremos algunas precisiones.
7.2.1.2.2c En tanto que las unidades léxicas compuestas de waka que son
antecedidas por adjetivos se registran bajo la letra que les corresponde. Por ejemplo:
mansu waka ‗vaca mansa; ganado manso‘, miray waka ‗vaca fecunda‘, pukllaq waka
‗vaca con plaza‘, phiña waka ‗vaca brava‘ y qhayra waka ‗vaca arisca; ganado arisco‘
van en los respectivos morfemas base nominales de su primera unidad, lo que indica
573
que van en el dominio de las letras <m>, <p>, <ph> y <qh>. Y que el primer elemento
es el que domina.
7.2.1.2.3 Las bases verbales deben codificarse con guión adjunto al final. En la forma
verbal, tenemos la familia léxica a partir de la base verbal yacha- ‗saber‘:
b) yachachiq s. maestro.
c) yachachiy v. enseñar.
f) yachapayay v. remedar.
j) yachay v. saber.
574
En tanto que en la notación aritmética la cabeza de familia léxica yacha- ‗saber‘ se
representará como el conjunto E, en tanto que sus elementos serán las letras
minúsculas correspondientes a las unidades léxicas separadas por comas:
{ }
{ } { }
En donde Y tiene como base léxica a yacha- y S, como acepción primitiva al verbo
‗saber‘; mientras que los elementos que van desde la a hasta o pertenecen al
conjunto.
7.2.1.2.3b En las unidades léxicas compuestas tenemos dos tipos de codificación. Hay
unas compuestas que se registran como una sola palabra, básicamente por su
historia, como yachaywasi ‗escuela‘ y otras que se escriben por separado como
yachay munaq ‗aspirante a aprendiz‘.
(191)
(192)
575
Ambas formas (nominal y verbal) constituirán macroentradas en la NN, ya que
potencialmente pueden formar una familia léxica cada una. En consecuencia, se
registran como entradas independientes y de acuerdo a los parámetros señalados
antes, tanto para las bases nominales como verbales.
Cada vez más resulta habitual que en los diccionarios generales se conceda
entrada independiente a determinados sufijos y prefijos (-i, -ada, al…; pre-, tras-,
post-…), así como las raíces cultas ─prefijoides y sufijoides─ (hidro, grafo, -itis, -
dromo…) y a otros elementos usados en la formación de palabras, bien por su
productividad, bien por su singularidad expresiva, bien por otras razones.
244
“…las funciones gramaticales se marcan con afijos, la posición en la oración de las palabras que
desempeñan las distintas funciones, sea de sujeto o de los distintos objetos, es bastante móvil, quiere decir
que no hay una posición fija de tales palabras cuando desempeñan las funciones indicadas” (Solís 2000:
93).
576
En tal sentido, tomaremos en cuenta la observación de Bajo (2000: 17) para el
diccionario del español:
Los sufijos son los que establecen relaciones semánticas, morfológicas, sintácticas y
léxicas en el quechua como lengua aglutinante, en contraposición de las lenguas
flexivas que tienen a la palabra como una unidad básica aislable del lenguaje en el
vocabulario del usuario común. Estas conexiones nos inclinan a postular los morfemas
como objetos de la lexicografía, sin que ello suponga que actúa en detrimento de la
palabra; sino en su propio beneficio. En tal sentido, se codificarán en la nueva
nomenclatura todas las formas primitivas y derivadas. De igual modo se explorarán las
diferentes acepciones y subacepciones que puedan presentar las diferentes unidades
léxicas. Las unidades léxicas derivadas se codifican dentro de la parentela léxica de la
cual forma parte.
7.2.1.3.2 Pese a que, desde el punto de vista léxico y semántico, las propiedades
gramaticales las invalida para ser consideradas en la nomenclatura. Sin embargo,
desde el punto de vista morfológico, deben figurar como entradas léxicas, lo que
implica que el material lexicográfico tendrá una composición en clave gramatical. A
continuación veamos algunos ejemplos.
a) maqchikuy v. lavarse.
c) maqchipuy v. lavar.
577
d) maqchichiy v. hacer lavar.
g) maqchimuy v. ir a lavar.
578
Todos los rasgos antes señalados los hacen merecedores de un sitial en la lista de
nomenclatura para el futuro DUQUE.
(194)
a) –ka suf. refl. variante alomórfica de –ku antes de –chi, –mu, –pu o –mpu:
hampukampuni ‗me vine‘. → –ku.
b) –ku suf. refl. Acción reflexiva hacia el mismo sujeto. // 2. afecto, cortesía. //
Uso: adjunto a base nominal forma un verbo.
En tal sentido, de todos los morfos comprometidos, el menos la más frecuente remite
al más usual. Ésta no es otra que la forma más actual.
(195)
a) –ra1 (suf. exhor.) alomorfo de –ru1 delante de –chi, –mu, –pu o –mpu:
kutirachimunki ‗le harás volver‘. → –ru.
b) –ra2 (suf. pas. perf.) acción realizada sólo por el sujeto: llamk‟arani ‗yo
trabajé‘.
f) –ru (suf. exhor.) urgencia con que se debe realizar la acción: papata allaruy
‗escarba la patata‘. // 2. consumación de la acción: chikallantan mikhuruni
‗comí muy poco‘. // 3. acción inesperada: wayk‟uruy ‗cocina tú‘. // 4.
expresión de cortesía: yanaparukuway ‗por favor, ayúdeme‘.
g) –ya1 (suf. emo.) tono emocional, equivale ‗pues, entonces, claro, por su
puesto‘: hakuyá purirakamusun ‗vamos pues a pasear‘. Uso: lleva tilde en
final de palabra.
579
h) –ya2 (suf. transf.) adquisición de la característica de lo indicado por la base:
tulluyay (lit. ‗volverse hueso‘) ‗adelgazarse, enflaquecerse‘.
i) –ya3 (suf. aum.) alomorfo de –yu delante de –ri, –ysi, –chi, –mu/ –m, –pu:
parayamushan ‗está lloviendo‘. → –yku.
7.2.1.3.6 Los sufijos que son fruto de préstamos del aimara, no ameritan tener un
espacio en la nueva nomenclatura debido a que reduplican el morfo quechua y,
generalmente, no aportan información semántica si no aquella contenida en el
morfema quechua que reduplican. Como ya oportunamente hemos señalado, estos
préstamos no sólo son el resultado del contacto de lenguas, sino la necesidad de
ampliar el universo léxico. Sin embargo, merece atención especial el sufijo ocupacional
–iru e –ira (–ero y –era, respectivamente) tomados del castellano (cf. Cusihuamán
2001: 220 y Calvo 1993: 290): uwihiru ‗ovejero‘, wakiru ‗vaquero‘, llant‟iru ‗leñador‘,
580
wiñapira ‗vendedora de jora‘, p‟asñ-iru ‗enamoradizo‘. El significativo proceso de
derivación en la que está inmerso el afijo se le considerará en la nueva nomenclatura
del futuro DUQUE.
7.2.2 La macroentrada
(196)
a) chay ‗ese/a‘
b) chay-mi ‗por eso‘
c) chay-rayku-pas ‗y por esa causa‘
d) chay-paq-pas ‗para eso‘
e) chay-raq ‗hace poco‘
f) chay-si ‗dicen que así/eso‘
g) chay-wam-pis ‗con todo eso‘
245
En adelante entenderemos por familia léxica a todas aquellas palabras miembros que gramatical y
denotativamente son distintas, pero que presentan la misma base léxica (cf. Morera 2007: 156). También
este mismo sentido entenderemos por familia de palabras.
581
h) chay-manta ‗luego, entonces, por consiguiente‘
i) chay-pas ‗con todo eso‘
j) chay-kama ‗mientras tanto‘
k) chay-qa ‗si, en caso de que‘
l) chay-ri ‗y si‘
m) chay-taq ‗y cuando‘
n) chay-ña ‗ya así‘
o) chay-manta-ña ‗más tarde‘
(197)
582
q) ka-rqa-pu-y ‗estarse poco donde no se es esperado‘
7.2.2.2.1 La base es aquella parte común a todos los miembros de una parentela
léxica. Según Morera (2007: 156), constituye el ―apellido de la familia‖. En tal sentido,
ésta contiene a las formas ya derivadas o compuestas, así como a las formas futuras
derivadas y compuestas como ocurre con el ―apellido de la familia‖ que lo portaron los
ancestros como lo portarán las generaciones futuras.
583
(198) mikhu- R. V. comer.
c) mikhumuy v. ve a comer.
d) mikhuna s. alimento.
l) mikhuq s. comensal.
n) mikhurquy v. cómetelo.
q) mikhuy v. comer.
t) mikhuykuy v. cómetelo.
584
v) mikhuysapa adj. que tiene mucho apetito.
{ }
{ } { }
En donde M tiene como base léxica a mikhu- y C, como acepción primitiva al verbo
‗comer‘. Entonces, la relación de pertenencia va desde el elemento a hasta w.
7.2.2.3 La macroentrada
7.2.2.3.1 Dado que la base opera más como morfema en el ámbito semántico,
mientras que los sufijos trabajan más como complementos morfológicos y sintácticos.
De aquí su característica de ir ampliando ―de forma continua la significación de la
variante categorial de la base, dando lugar a las palabras derivadas de la gramática
tradicional‖ (Morera 2007: 161).
585
7.2.2.3.1b Dada la alta productividad de la derivación en la lengua, es relativamente
sencillo formar familias léxicas. La base adjudica una serie de sufijos derivativos sin
significado categorial, con lo cual forman nuevas unidades léxicas. En tal sentido, la
base constituye la cabeza de la familia mientras que las unidades léxicas derivadas
conforman los miembros de la parentela léxica. Siguiendo la metáfora de la colmena,
los derivados, que son los más, dada su alta productividad, vienen a ser las abejas
obreras.
586
compartan formal y semánticamente todos los miembros de la familia léxica. Es decir,
ordenado una familia léxica alrededor de una base como macroentrada. Ésta es un
elemento morfológico prototípico en la familia léxica; entonces todos los miembros se
medirán en función de esta porción morfológica para ser considerados como parte de
la parentela.
7.2.3 La ortografía
7.2.3 Hemos visto en los capítulos III, IV y V que se ha practicado una lexicografía con
una nomenclatura desordenada y se han pulverizado las expectativas de los usuarios,
se observan problemas generales, como son la anarquía ortográfica y el ordenamiento
alfabético caótico de entradas, requieren obviamente soluciones globales. Es evidente
que en el quechua hacen falta normas ortográficas más profundas, coherentes y
precisas para empezar a desarrollar la lengua, por lo que solo la suma de reglas
ortográficas hará que la NN sea más coherente y precisa. A falta de reglas ortográficas
coherentes y signos de puntuación precisas, la mejor innovación en las reglas de
ortografía es componer la obra con los cánones ortográficos que confeccionan otros,
en tal perspectiva, en el futuro DUQUE se ha seguido las normas establecidas en el
DEM246. En tanto, en los ejemplos del quechua cusqueño hemos tomado referencias
de Cusihuamán (1976 y 2001), mientras que para la escritura normalizada se han
246
http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/0045-56DEMReglas.pdf
587
citados fragmentos de YM5 (2001), que también nos sirvió para el cotejo de las formas
normalizadas citadas entre paréntesis para su confrontación.
1. Las unidades léxicas como: chaki ‗pie‘, chilina ‗médula‘, chuku ‗gorra‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: kachi kachi
‗libélula‘.
3. Los sufijos factivo, diminutivo y pronosticativo –cha; en el aumentativo –chaq;
en el causativo –chi; en el inclusivo (nominal y verbal) –chis; en el aumentativo
–chikan; en el interrogativo y negativo –chu; en el imperativo indirecto –chun.
4. Las terminaciones de los sufijos simulativo –kacha/ -ykacha; en el inclusivo
(nominal y verbal) –nchis; en el plural de la segunda persona –nkichis; en el
posesivo de la segunda persona –ykichis.
1. Las unidades léxicas como: ch‟aki ‗seco‘, ch‟illiku ‗grillo‘, ch‟usu ‗pequeño‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: ch‟akiy ch‟aki
‗muy seco‘, ch‟usuy ch‟usu ‗muy pequeño‘.
588
Se escribe con h:
1. Las unidades léxicas como: hatun ‗grande‘, hina ‗así es‘, huk‟ucha ‗ratón‘, uhu
‗tos‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada: hatu hatun ‗muy
grande‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: hasut‟i ‗azote‘, huwis ‗juez‘, huywis
‗jueves‘.
4. Los terminales de las unidades léxicas prestadas como: laranha ‗naranja‘,
surtiha ‗sortija‘, uwiha ‗oveja‘, kunsihay ‗aconsejar‘.
5. El sufijo como –hina/ -sina. Se tendrá cuidado en la adhesión a bases que
terminan en la glotal /q/ que pueden crear la imagen de la aspirada /qh/ como
en atuqhina ‗como el zorro‘ que separado en sus componentes morfológicos es
como sigue: atuq –hina.
Se escribe con k:
1. Las unidades léxicas como: kawitu ‗cama‘, kiniwa ‗quinua‘, kulli ‗morado‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: kusi kusi ‗araña
saltadora‘.
3. Las unidades léxicas que mantienen /k/ en coda silábica como: lliklla ‗manta‘.
4. Las unidades léxicas que llevan /k/ como geminada: rakk‟a (cf. ratk‟a, ratkha y
rakt‟a) ‗(objeto plano) grueso‘, k‟ukkullu ‗cartílago‘, takkiy ‗paso‘, hukkuna
‗otros‘.
5. Las unidades léxicas prestadas como: kisu ‗queso‘, kirusin ‗kerosene‘.
6. Los sufijos simulativo –kacha/ -ykacha; terminativo y caracterizador –kama;
aumentativo –karay; receptor de segunda persona –ki/ -nki; exclusivo (nominal
y verbal) –ku; reflexivo –ku/ -ka; diminutivo –ku/ -ka; pluralizador –kuna.
7. En las terminaciones de los sufijos –liku/ -li/ -yli; distributivo –nka; actor y
receptor de segunda persona –nki; plural de segunda persona –nkichis; plural
de tercera persona (nominal y verbal) –nku; plural futuro de tercera persona –
nqaku; causal –rayku; futuro primera persona plural –saqku; tercera persona
actora y segunda persona receptora –su –nki; actor de segunda persona y
receptor de la primera persona –wa –nki; posesivo de la segunda persona –yki;
posesivo de la segunda persona plural –ykichis; actor de la primera persona y
receptora de la segunda persona –yki; posesivo de la primera persona
exclusivo (nominal) –yku; primera persona exclusiva (verbal) –yku; aumentativo
–yku/ -yka/ -yu/ -ya.
589
Se escribe con kh:
1. Las unidades léxicas como: kharka ‗sucio‘, khipu ‗nudo‘, khutu ‗frígido‘, ukhu
‗dentro‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: khipu khipu ‗muy
anudado‘.
1. Las unidades léxicas como: k‟akara ‗cresta‘, k‟illinsa ‗carbón‘, k‟ullu ‗madera‘.
Se escribe con l:
1. Las unidades léxicas como: laq‟a ‗ladrón‘, liwi ‗boleadoras‘, lukma ‗lucuma‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: liwiy liwi ‗muy
doblado‘.
3. Las unidades léxicas históricas que llevan /ll/ en coda silábica se mantiene la /l/
sincrónica en contextos de la postvelar: alqu (cf. allqu) ‗perro‘, qilqa (cf. qillqa)
‗escritura‘, qulqa (cf. qullqa) ‗almacén‘, qulqi (cf. qullqi) ‗plata, dinero‘.
4. Las unidades léxicas de contextos postvelares como: alqa ‗de franjas negra y
blanca‘, salqa ‗silvestre‘, malqu ‗pequeño‘, p‟alqa ‗división (en ―y‖ de algo)‘.
5. Las unidades léxicas históricas que llevan /ll/ en coda silábica en final de
palabra mantienen la /l/ sincrónica como en: ch‟unchul (cf. ch‟unchull)
‗intestino‘.
6. Las unidades léxicas prestadas que llevan /l/ en coda silábica como: malta
‗maltón‘, phasilllata ‗fácilmente‘.
7. Las unidades léxicas prestadas como: lampa ‗lampa‘, liwru ‗libro‘, lunis ‗lunes‘.
8. Las unidades léxicas prestadas: a) con eliminación de segmentos: latanus
‗plátano‘, lawus ‗clavo‘, inlisa ‗iglesia‘; b) con asimilación: laranha ‗naranja‘.
9. El sufijo caracterizador –li/ -yli/ -liku.
1. Las unidades léxicas como: llaki ‗pena‘, llika ‗telaraña, red‘, lluku ‗red para
cargar‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: llaki llaki ‗de
mucha pena‘.
3. Las unidades léxicas que llevan /ll/ en coda silábica en contextos de oclusivos
como /ch/, /k/ y /p/: challwa ‗pescado‘, khallka ‗pedregoso‘, kallpa ‗fuerza‘,
qallpa ‗terreno roturado‘, pillpintu ‗mariposa‘, mullp‟uy ‗engullir‘.
590
4. Las unidades léxicas que llevan /ll/ en coda silábica: mallki ‗árbol‘, millma (cf.
millwa y willma) ‗lana de animal‘.
5. Las unidades léxicas prestadas como: llawi ‗llave‘.
6. Los sufijos limitativo –lla; autotransformativo –lli.
Se escribe con m:
1. Las unidades léxicas como: mama ‗madre‘, mikhuna ‗comida‘, muhu ‗semilla‘.
2. Las unidades léxicas de base reduplicada como: muru muru ‗color pinto‘, muyu
muyu ‗en círculos‘.
3. Las unidades léxicas como: qhamsay ‗morder (el perro)‘.
4. Las unidades léxicas en cuya base lleven /m/ antes de la oclusiva bilabial
simple /p/: pampa ‗llano‘, hampi ‗medicina‘.
5. Las unidades léxicas en cuya base lleven /m/ antes de la oclusiva bilabial
aspirada /ph/: umphu ‗cobarde‘, umphulayay ‗estar nublado‘.
6. Las unidades léxicas en cuya base lleven /m/ antes de la oclusiva bilabial
glotalizada /p‘/: llimp‟ay ‗rebalsar‘, lump‟u ‗esférico‘, llamp‟u ‗suave‘.
7. Las unidades léxicas prestadas como: mansana ‗manzana‘, maniyay ‗maniatar‘,
martis ‗martes‘, misti ‗mestizo‘, mula ‗mula‘.
8. Los sufijos impresivo –ma; ilativo (nominal) –man; condicional (verbal) –man;
hablativo –manta; atestiguativo –mi; posicional –mpa; traslocativo –mu.
9. El terminal del sufijo rememorativo –ymana.
Se escribe con n:
1. Las unidades léxicas como: nanay ‗doler‘, nina ‗fuego‘, nuqa (cf. ñuqa) ‗yo‘.
2. Las codas silábicas terminadas en /n/ como: qan (cf. qam) ‗tú‘, kinsa (cf. kimsa)
‗tres‘, hank‟a (cf. hamk‟a) ‗maiz tostado‘, llank‟ay (cf. llamk‟ay) ‗trabajar‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: nawus ‗nabo‘, nigay ‗negar‘, nuka ‗nuca‘.
4. Las unidades léxicas que llevan /n/ como geminada: unniwus ‗ómnibus‘,
ñanninta ‗por el camino‘, wakinniykichisman ‗a los otros (pares de ustedes)‘.
5. Los sufijos posesivo –n; tercera persona –n; relativo –n; reubicativo –na;
obligativo –na; recíproco –na/ -puna; perdurativo –naya; inclusivo (nominal y
verbal) –nchis; aproximativo –niq; primera persona no futuro –ni; comparativo –
niraq/ -niray; distributivo –nka; actor segunda persona –nki; receptor de
segunda persona –nki; plural segunda persona –nku; futuro de tercera persona
–nqa; plural futuro de tercera persona –nqaku; inclusivo –nti/ -sti; continuativo –
nya, atestiguativo –n.
591
6. Los terminales de los sufijos definitivo –puni; futuro primera persona inclusiva
plural –sun/ -sunchis; tercera persona actora y segunda persona receptora –su
–nki; dubitativo –suna/ -sina; actor de tercera persona y receptora de la primera
persona –wa –n; actor de segunda persona y receptor de la primera persona –
wa –nki; instrumental –wan/ -puwan; primera persona genérica –n/ -y;
rememorativo –ymana.
7. Los interfijos –n, –ni.
Se escribe con ñ:
1. Las unidades léxicas como: ñakay ‗maldecir‘, ñaña ‗hermana (de mujer)‘, ñit‟iy
‗aplastar‘, ñuñu ‗seno‘, ñut‟u ‗menudo‘.
2. Las unidades léxicas compuestas que tienen bases reduplicadas como: ñataq
ñataq ‗frecuentemente‘.
3. La partícula ña ‗ya‘.
4. Las unidades léxicas prestadas como: ñuru ‗nudo‘.
5. El sufijo discontinuativo –ña.
Se escribe con p:
1. Las unidades léxicas como: papa ‗patata‘, piki ‗pulga‘, puka ‗rojo‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: pukay puka ‗rojo
intenso‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: pagay ‗pagar‘, pala ‗pala‘, pilay ‗pelar‘.
4. Los sufijos genitivo –pa; repetitivo –pa; dativo –paq; desesperativo –pasa;
imitativo –pata; frecuentativo –paya; locativo –pi; aditivo –pis/ -pas; regresivo –
pu; recíproco –puna/ -na; definitivo –puni.
5. Los terminales de los sufijos aumentativo –sapa; instrumental –puwan/ -wan;
intencional –ypari/ -rpari.
1. Las unidades léxicas como: phaka ‗entrepierna‘, phiña ‗bravo‘, phuyu ‗nube‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: phuyu phuyu
‗muy nublado‘.
3. Las unidades léxicas prestadas que llevan /f/ como: phiriyus ‗fideo‘, phusphuru
‗fósforo‘, phista ‗fiesta‘.
1. Las unidades léxicas como: p‟acha ‗ropa‘, p‟itay ‗saltar‘, p‟uku ‗plato‘.
592
2. Las unidades léxicas compuestas de bases reduplicadas como: p‟aki p‟aki ‗roto
en fragmentos pequeños‘.
Se escribe con q:
1. Las unidades léxicas como: qallu ‗(órgano) lengua‘, qiru ‗vaso de madera‘, quwi
‗cobaya‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicada como: qarqu qarqu ‗ser
echado de todos lados‘, qucha qucha ‗charcos‘.
3. Las unidades léxicas que lleven /q/ en coda silábica como: waqra ‗cuerno‘,
waqta ‗costilla‘.
4. Las unidades léxicas que lleven /q/ como geminada: qhaqqi (cf. qhatqi) ‗agrio‘,
atuqqa ‗el zorro‘, ñawpaqqa ‗la antigüedad‘, kunanpaqqa ‗para ahora‘.
5. Los sufijos genitivo –q/ -pa; pasado habitual (verbal) –q; agentivo (verbal,
nominal) –q; introductivo –qa; adoptivo –qi; secuencial bipersonal –qti.
6. Los terminales de los sufijos pasado perfecto –rqa/ -ra; continuativo –raq;
exhortativo –rqu/ -ru (-rqa/ -ra); futuro primera persona –saq; futuro primera
persona plural –saqku; pasado pluscuanperfecto –sqa; atributivo –sqa;
contrastivo –taq; condicional futuro de segunda persona –waq; posesivo –yuq.
1. Las unidades léxicas como: qhachun ‗nuera‘, qhilli ‗sucio‘, qhuña ‗moco‘.
1. Las unidades léxicas como: q‟achu ‗pasto‘, q‟iya ‗pus‘, q‟usñi ‗humo‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: q‟itu q‟itu ‗yerba
medicinal‘.
Se escribe con r:
1. Las unidades léxicas como: rakhu ‗grueso‘, rikra ‗hombro‘, rumi ‗piedra‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de bases reduplicadas como: raki raki
‗helecho‘, rata rata ‗planta tropical de hojas adhesivas a la ropa‘, rumi rumi
‗pedregal‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: rata ‗rata‘, rayu ‗rayo‘, rusas ‗rosa‘, riru
‗dedo‘, rusaru ‗rosado‘.
4. Las unidades léxicas que llevan /r/ como geminadas: yawarraqmi ‗todavía es
sangre‘.
593
5. Los sufijos pasado perfecto –ra/ -rqa; continuativo –raq; perdurativo –raya;
causal –rayku; incoativo –ri; exhortativo –ru/ -rqu (-ra/ -rqa); intencional –rpari/ -
ypari.
6. Los terminales de los sufijos ocupacionales –iru/ -ira.
Se escribe con s:
1. Las unidades léxicas como: sach‟a ‗árbol‘, siq‟a ‗duro‘, suti ‗nombre‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: sach‟a sach‟a
‗bosque‘, sara sara ‗maizal‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: saku ‗saco‘, sanawriyas ‗zanahoria‘,
sapatu ‗zapato‘, sarna ‗sarna‘, sawsi ‗sauce‘, siniha ‗ciénaga‘, siwilla ‗cebolla‘,
sulis ‗(unidad monetaria del Perú) sol‘.
4. Los conectivos prestados del español como: sichus ‗si‘, sinuqa ‗sino‘.
5. Los sufijos aumentativo –sapa; futuro primera persona –saq; futuro primera
persona plural –saqku; reportativo –si/ -s; secuencial unipersonal –spa; pasado
pluscuanperfecto –sqa; atributivo –sqa; secuencial consecutivo –sti; tercera
persona genérica no imperativa –su; futuro primera persona plural –su/ -
sunchis; tercera persona actora y segunda persona receptora –su –nki;
dubitativo –suna/ -sina.
6. Los terminales de los sufijos inclusivo (nominal y verbal) –nchis; plural segunda
persona –nkichis; inclusivo –sti/ -nti; desesperativo –pasa; aditivo –pis/ -pas;
posesivo segunda persona plural –ykichis.
Se escribe con t:
594
1. Las unidades léxicas como: taki ‗canción‘, tikti ‗verruga‘, tura ‗hermano (de
mujer)‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: tiyan tiyan
‗cigarra‘, tutan tutan ‗todas las noches‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: tasa ‗taza‘, tawla ‗tabla‘, trawu ‗trago‘.
4. Los sufijos caracterizador –ti; exagerativo –tiya.
1. Las unidades léxicas como: thallay ‗echarse a descansar barriga abajo‘, thiqtiy
‗freírse‘, thuta ‗polilla‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: thampi thampi
‗tambaleantemente‘.
1. Las unidades léxicas como: t‟aqay ‗separar‘, t‟ika ‗flor‘, t‟uqu ‗agujero‘.
Se escribe con w:
1. Las unidades léxicas como: wachay ‗parir‘, wiqi ‗lágrima‘, wira ‗cebo‘.
2. Las unidades léxicas compuestas de base reduplicadas como: wasi wasi
‗caserío‘.
3. Las unidades léxicas prestadas como: wakiru ‗vaquero‘, wirta ‗huerta‘.
4. Los sufijos receptor de primera persona –wa; actor de tercera persona y
receptor de primera persona –wa –n; actor de segunda persona y receptor de
primera persona –wa –nki; instrumental –wan/ -puwan; condicional de futuro de
segunda persona –waq.
Se escribe con y:
595
ymana; posesivo –yuq; intencional –ypari/ -rpari; asistivo –ysi; aumentativo –yu/
-yku (-ya/ -yka).
7.2.3.1.2 Se escribe con acento ortográfico o tilde una unidad léxica cuando el énfasis
se produce en la última sílaba. Sólo tiene valor fonético.
1. Se trata de una unidad léxica que termina en los sufijos discursivos –ya, –ma, –
cha y –chaq: Amayá suwakuychu ‗No robes pues‘; Manamá paychu kasqa ‗No
había sido él‘.
2. Se trata de una unidad léxica que constituye la última palabra de una
interrogación o exclamación: ¿Waqashankichushiná? ‗¿Creo que estás
llorando?‘; ¿Qanrí? ‗¿Y tú?‘; ¡Hampusqayki, taytáy! ‗¡Puedo pasar, señor!‘;
¡Añañáw! ‗¡Oh, qué rico!‘
3. Se trata de un vocativo con el sufijo de primera persona nominal –y: Panáy,
waturikamuwayá ‗Hermana (de hombre), visítame pues‘.
4. Se trata de un vocativo: Arí, hamusaqyá ‗Sí, vendré‘; Atatáw, asnasqamá ‗Qué
feo había olido‘.
Las unidades léxicas prestadas se adecúan a las reglas de acentuación del quechua:
phista ‗fiesta, cumpleaños‘, karu ‗carro, coche‘, uwiha ‗oveja‘, karta ‗carta‘.
7.2.3.2 Los signos de puntuación ayudan a delimitar los diversos elementos y para
marcar las pausas en la entonación. Los que emplearemos en el DUQUE son los
siguientes:
La coma:
596
3. Se usa para indicar la omisión de un verbo: Ankiqa allin sunqu warmin karan;
Anachaqa, maqllan ‗Angélica era una mujer de buen corazón; Ana, tacaña‘.
4. Se usa para separar un lugar de la fecha: Qusqu, 13 p‟unchaw mayu killapi
‗Cusco, 13 de mayo‘.
El punto y coma:
El punto:
El punto y seguido:
El punto y aparte:
597
‗La pantera es casi de un metro de tamaño, mientras que desde la nariz hasta
la cola alcanza los dos metros.
Este animal salvaje sólo sale de noche, como el zorro, a alimentarse. Sus ojos
brillan como dos luceros en la oscuridad de la noche. Ella se alimenta de
monos, sachavacas, venados y cobayas. Sus patas terminan en grandes
garras, con ellas trepa los árboles sin dificultad. La pantera porta infección
[veneno] en las garras, por este motivo mueren los animales a quienes hiere.‘
[La traducción al castellano es nuestra].
El punto final:
598
medicinales: el matico [Piper aduncum] es bueno para la enfermedad de la
malaria y para la tembladera del frío‘ [La traducción al castellano es nuestra].
3. Señala la cita de lo dicho de una persona o un personaje de un texto literario:
―Kaqtaqsi Uturunkupas, tarisqan sallqa masinkunatas mink‘akullantaq:
―Wawqicháy Puma, wawqicháy Tigre, wawqicháy Liyun, wawqicháy Atuq,
wawqicháy Elefante, panacháy Sach‘a khuchi, panacháy Taruka, wawqicháy
Asnu, wawqicháy Añas, willarinakuychis, llapanchismi tantanakusunchis,
kaymanta pusaq p‘unchawmantam K‘usilluntin masichankunantinwan
atipanakusunchis, paykunata maqarqaysimuwaychis‖ nispa Uturunkuqa hatun
kaq uywakunallata mink‘akusqa‖ (YM5 2001: 34) ‗De igual modo, el Jaguar
invitaba a todos los animales salvajes que encontraba [en el camino]:
―Hermanito (de hombre) Puma, hermanito (de hombre) Tigre, hermanito (de
hombre) León, hermanito (de hombre) Zorro, hermanito (de hombre) Elefante,
hermanita (de hombre) Sajino, hermanita (de hombre) Venado, hermanito (de
hombre) Asno, hermanito (de hombre) Zorrino, comuníquense que todos nos
reuniremos dentro de siete días y pelearemos con el Mono y sus amigos,
ayúdenme a golpearlos a ellos‖ diciendo esto les invitó sólo a los grandes
animales‘ [La traducción al castellano es nuestra].
4. Se usa para separar las cifras de la hora de los minutos, y éstos de los
segundos: Isakuchaqa 10:45:10 hurasta chayamun ‗Isaac arribó a las 10:45:10
horas‘.
599
1. Se emplean al inicio y final de las oraciones interrogativas y exclamativas:
―¿Mayqan wachukunapitaq runahina qillqasqakunata tarinki?‖ (YM5 2001: 22)
‗¿En cuál de los renglones hallas como el escrito de una persona?‘; ―¡Ama
aychachayta mikhuychu!‖ (YM5 2001: 22) ‗¡No comas mi carnecita!‘ [Las
traducciones al castellano son nuestras].
2. Se usan al inicio o final de un enunciado: ―¿Ima uywataq suyuykipiri kan?
Mayqan uywatapas akllaspayki sut‘incharquy‖ (YM5 2001: 33) ‗¿Qué animal
existe en tu región? Selecciona claramente cualquier animal‘; ―Waq sallqata,
¿pantiraman rikch‘akuqta riqsinkichu?‖ (YM5 2001: 32) ‗Aquel animal salvaje,
¿que se parece a la pantera lo conoces?‘; ―¡Kusirikuyniyki kachun! Allintapunim
rurarqunki‖ (YM5 2001: 52) ‗¡Felicitaciones! Lo hiciste muy bien‘ [Las
traducciones al castellano son nuestras].
3. Se emplean también al medio de los enunciados: ―¿Kay ¡…! ¿…? ch‘ikikunata
churanquichu? (YM5 2001: 44) ‗¿Pones los signos éstos ―¡…! ¿…?‖?‘ [La
traducción al castellano es nuestra].
4. Se usan como equivalencia del punto: ―¿Imatataq rurachkanku? ¿Imatam
qhatunku?‖ (YM5 2001: 42) ‗¿Qué están haciendo? ¿Qué expenden?‘;
―¡Markapataqa ruqutu ruruchiq allpam! ¡Sumaq hak‘u papam wiñan!‖ (YM5
2001: 83) ‗¡Marcapata es una tierra que hace producir rocotos [chiles]! ¡Crecen
ricas papas [patatas] arenosas!‘ [Las traducciones al castellano son nuestras].
5. Se emplean también separadas por otros signos: ―¿Irqikunachu?,
¿warmikunachu?, ¿kuraq runakunachu?, ¿waq llaqtauyq runakunachu?‖ (YM5
2001: 44) ‗¿Son niños?, ¿son mujeres?, ¿son persona adultas?, ¿son
personas de aquel pueblo?‘ [La traducción al castellano es nuestra].
1. Se emplea para marcar los morfemas como bases y afijos (sufijos, infijos e
interfijos): mikhu- ‗comer‘, –ra/ -rqa ‗pasado‘, –it- ‗diminutivo‘, –ni ‗interfijo‘.
600
‗En la selva baja un Jaguar hambriento atrapó a un Monito, entonces el
Otorongo:
— ¡Oye Monito! Ahora te comeré ‒ (diciendo) le dijo.
— ¡Todavía no me comas! ¡Todavía no me comas! Primero concursemos,
luego [verás] si me comes o no ‒ diciendo le suplicó el Monito‘ [La
traducción al castellano es nuestra].
El paréntesis:
Las comillas:
601
Los corchetes:
1. Se usa para completar lo que hipotéticamente falta en una cita. Se emplea para
ampliar o precisar las equivalencias con otro sinónimo o variante ortográfica no
codificados: ―ismusqa ruru, [kurusqa ruru]‖ ‗fruta agusanada‘ (Vocabulario
Políglota Incaico [1905] 1998); ―[ukya], uwiha‖ ‗carnero‘ (Vocabulario Políglota
Incaico [1905] 1998).
Todas estas reglas ortográficas se seguirán en la composición del futuro DUQUE. Sin
embargo, se seguirán complementando en caso de vacíos durante el proceso de
confección de la obra.
602
7.2.4.1.1 Criterio de coherencia
De lo hasta aquí dicho se infiere que cuanto más duradero ha sido el problema más
arbitraria ha sido la imposición del inventario alfabético y la regla ortográfica en el
curso de la historia. En tal sentido, las obras lexicográficas en el quechua poseen una
nomenclatura que no está gobernada por un sistema de ordenamiento alfabético
coherente, sino que prima en ellas el desgobierno y la anarquía ortográfica.
603
(determinada selección y organización de la información en cada entrada)‖. Ello
implica que es importante cuidar la información que vaya contenida en el DUQUE, así
como la estructura de éste. Por consiguiente, se deberán de cuidar las entradas y las
definiciones o las informaciones gramaticales y pragmáticas que deberán estar
incluidos en él, puesto que al final, el usuario podrá evaluar si dicho material
lexicográfico es coherente o no.
Estas interrogantes implican que en todo momento se tendrá que tener en cuenta la
existencia de una relación de precisión entre la macroestructura y la microestructura.
Es decir, nos referimos a la relación de precisión que se dará entre las macroentradas,
las entradas, las definiciones y el artículo lexicográfico.
7.2.4.1.1.4 Además se tendrá cuidado de la conexión entre las definiciones con los
medios gramaticales y tipográficos que se emplearán en el DUQUE: si la definición se
hace con un sinónimo, si se emplean repeticiones innecesarias o no, si se emplean
frases o perífrasis en la definición, etc. En este sentido, por ejemplo, la acepción 1 de
un enunciado debe justificar la acepción 2, sólo entonces habrá coherencia, puesto
que hay una progresión en la extensión semántica. Por eso, en las acepciones de la
unidad léxica killa existe un orden lógico: las acepciones secundarias son
consecuencias de la acepción primaria. En esta perspectiva, en su acepción primaria
‗luna‘, se refiere al satélite de la tierra, en tanto que la acepción 2 ‗mes‘ es resultado de
la primera, ya que el mes es el periodo de días de un ciclo lunar (28 días) y, de igual
modo, la acepción 3 ‗menstruación‘ es la consecución de la primera más la segunda,
ya que el periodo menstrual (regular) en una mujer es de 28 días.
604
sociales de discurso repetido, los refranes, las palabras truncadas, las elipsis, los
elementos de formación de palabras…
b. el ordenamiento y,
a) ordenamiento alfabético,
b) ordenamiento morfológico,
605
7.2.4.1.2.3 Finalmente, si la NN del futuro DUQUE estará objetivamente organizada;
entonces su finalidad será la de asegurar la transferencia de la norma al usuario. Por
lo tanto, el DUQUE se consolidará en el uso.
606
una fuente de consulta constante por parte del usuario. Sólo así ganará el respeto de
éstos y se consolidará entre los hablantes de la lengua como referente ortográfico.
607
darse alguna limitación en el orden interno, creemos que la ausencia de prefijos en la
lengua contribuirá a disminuir el problema.
247
“aplicando la alfabetización desde la primera a la última letra de cada palabra-entrada, que es lo que se
hace normalmente” (Porto 2002: 178).
608
Creemos que es importante que los dígrafos y trígrafos reciban un tratamiento
independiente, común al resto de las grafías, por formar parte del alfabeto: <ll>,
<ch>, <chh>, <kh>, <ph>, <qh>, <th> (variedad cusqueña), <ts> (variedad
ancashina), <sh> (variedad cajamarquina y sanmartinense). De igual forma las
grafías apostrofadas: <ch‘>, <k‘>, <p‘>, <q‘>, <t‘> (variedad cusqueña). Por
ejemplo, en la variedad cusqueña tenemos <tanta> ‗reunir‘, <thanta> ‗viejo, usado,
desgastado‘ y <t‘anta> ‗pan‘ son claramente diferenciados, mientras que en la
variedad ayacuchana se simplifica a <tanta> para todas las equivalencias
anteriores.
d. Se emplearán en los préstamos del español las grafías siguientes: <b>, <d>, <g>.
e. Las cifras se registran en el orden alfabético que le corresponde al escribirse en
letras: chunka ‗diez‘, bajo <ch> e iskay ‗dos‘, en el dominio de <i>, etc.
f. De igual modo se procederá con los nombres de las letras: cha bajo <ch>, la en
<l>, por citar algunos; mientras los signos se ordenan en el lugar que le
corresponderían al escribirse en letras (yapay (+) ‗más‘ en la <y> y qhichuy (-)
‗menos‘ en la <qh>).
g. El quechua, al ser una lengua con acentuación grave, no presenta mayores
problemas ortográficos de las tildes, por lo que en el DUQUE se prevé que no
habrá mayores complicaciones en esta cuestión. Sin embargo, conviene observar
que en la ortografía se siguen los patrones del castellano (R. M. Nº 1218-85-ED),
aunque un sector de lexicógrafos prefiere también seguir los patrones ortográficos
del inglés, en tal sentido, para el DUQUE se complementará con reglas más
precisas.
h. Entre dos o más unidades léxicas afectadas por un diacrítico que coincidan en la
forma se registran de la forma simple a la compleja. En tanto que las minúsculas
priman sobre las mayúsculas y las unidades léxicas simples sin tilde, sobre las
que sí la llevan.
(199)
a) michi s. gato.
b) michi- v. pastar.
c) ya part. adv. afirmativo.
d) –ya (suf. transf.) transformarse.
i. En el registro lexicográfico de la macroentrada en el futuro DUQUE se opta por la
codificación en número singular de los plurales de las unidades léxicas formadas a
partir de bases reduplicadas. En tal sentido, éstas últimas formarán entradas o
subentradas de las macroentradas.
609
(200)
sara sara s. maizal: sara sara hukhupi purishan ‗está caminado dentro
del maizal‘. // 2. s. mala yerba parecido al maíz: sara sara qura chaqrata
tukurqamushanña ‗la mala yerba del sara sara está infestando la finca‘.
Las unidades léxicas que tienen sentido de colectividad como warmi qhari ‗pareja‘
y plural como tayta mama ‗padres‘ se codifican como entradas independientes
bajo la letra que le corresponde al primer elemento del compuesto. Mientras que
los sustantivos plurales y colectivos se codifican en su forma compuesta, a través
de reduplicación de las bases.
(201)
El quechua tiene al pluralizador universal –kuna. Dado que éste sufijo es ampliamente
empleado deberá ser consignado en la nomenclatura como una entrada
independiente.
610
c) En tanto que la forma hina (-hina), tanto en su forma léxica como gramatical, se
escribirá por separado. De igual modo, niy ‗decir‘ en los compuestos irá por
separado.
d) Las familias léxicas se ordenarán según las bases con las que se emparentan,
pero siempre bajo el criterio del orden alfabético.
e) Solamente los lemas están sujetos a un ordenamiento en la macroestructura,
mientras que los sintagmas se ordenan al interior de la microestructura.
7.2.4.3.2.2a En este sentido, en los casos donde se presente tomaremos como norma
la forma de la unidad léxica sin la presencia del elemento an-. A continuación
presentamos una organización en la nomenclatura:
(202)
611
m) kayhina (dem.) como éste.
Las formas poco usuales remiten a las formas más usuales a través de la flecha
direccional derecha (→). Este será el procedimiento que se siga en el futuro DUQUE.
7.2.4.4 El examen que se ha realizado hasta este punto en (§6.2, §7.2.1 y §7.2.2) nos
ha arrojado una serie de evidencias que nos llevan a confirmar la H4 formulado al
inicio de este trabajo.
612
7.3 PARTE III. LA MICROESTRUCTURA DEL DUQUE
613
(persona) que es tacaña. ║ taka ninri ~. s. perro de orejas paradas. || 2.
fig. perro perspicaz. ║ tiru ñawi ~., bala ñawi ~. s. desp. perro que mira
con atención y con los ojos saltones a las personas. ║upa ~. s. perro que
no ladra. || 2. adj. fig. desp. (persona) que no se comunicativa o no se
defiende de las agresiones verbales. ║ urqu ~. s. perro macho. || 2. adj.
fig. desp. (se dice del varón) que tiene muchas amantes.
b) allqu aka s. heces de perro. || 2. adj. fig. desp. (persona) que por sus actos
malos es menospreciable.
d) allqu q’uruta s. testículo de perro. || 2. adj. fig. desp. que tiene pereza.
→qilla.
f) allqu simi (lit. ‗lengua o lenguaje de perro‘) s. fig. desp. lengua (extranjera)
indigna de ser hablada. || 2. adj. fig. que tiene un lenguaje grosero.
g) allqu trasa (lit. ‗traza de perro‘) fig. s. que viste de mal aspecto.
h) allqu wañusqa hina asnaq (lit. ‗oler como a perro muerto‘) s. fig. (Bol.). oler
a mil demonios.
{ }
{ } { }
En donde A tiene como base léxica a allqu y P, como acepción primitiva al nominal
‗perro‘. En consecuencia, la relación de pertenencia va desde el miembro a hasta el
elemento k de la parentela léxica.
614
Por todo lo señalado, hablar de la microestructura del DUQUE es referirse a la
organización de las unidades léxicas compuestas dentro del artículo lexicográfico que
por poseer el primer componente diferente a la entrada, formalmente se registraría
bajo otra letra, pero que semánticamente estaría vinculada a otra, así que por este
inconveniente se registran a merced de la macroentrada. En cambio, los otros
compuestos que lleven como el primer elemento la base de la macroentrada; entonces
se registran como entrada independiente respetando el orden alfabético. Se opta por
esta práctica para descongestionar la sobrecarga de subentradas en la macroentrada
y equilibrar la distribución de las unidades léxicas dentro del diccionario.
Por lo dicho hasta aquí, podemos afirmar que juega un rol relevante la organización de
la NN por familias léxicas, ya que los lemas, las entradas y las subentradas que
forman las diferentes estructuras tienen que guardar una relación entre sí altamente
precisa. En tanto que la base será el morfema sobre la que se soporten todos los
miembros de la familia de palabras, ya que éste constituirá la macroentrada. Mientras
que como fuente metalexicográfica, la nueva nomenclatura, se sustentará en las
estructuras de nomenclaturas de materiales lexicográficos precedentes y del uso
común de los hablantes, de este modo se esquivará la tendencia a la práctica de la
copia que hemos señalado antes.
615
a) se registran en entradas independientes de acuerdo al orden alfabético que
corresponde a su forma ortográfica,
(204)
d) wayqi s. → wawqi.
7.3.1.2 De acuerdo al examen realizado hasta este punto (cf. §5.2.1.2) la homonimia y
polisemia en la NN del futuro DUQUE tendrá un tratamiento conforme a los
parámetros establecidos antes.
a) entradas independientes,
616
b) marcadas en cifras numéricas en voladita en lado derecho.
a) cuando se puede identificar las etimologías de las unidades léxicas o cuando sus
sufijos cumplan función diferente (cf. Martínez de Sousa 1995: 181), en caso de
no conocerse la etimología, se procederá por hacerlo por diferencia importante
en el significado, tal como lo hace el DEM, que no atiende a las etimologías del
castellano;
b) se las distingue posponiendo una cifra arábiga en voladita.
(205)
a) masu1 s. murciélago.
Lo que implica que ambas entradas irán marcadas en cifras numéricas en voladita
como ya vimos antes (cf. §5.2.1.2.1.4a). En tanto el orden se establecerá de la forma
nativa a la advenediza (205a-b) y cuando se traten de dos formas advenedizas, el
ordenamiento será del significado más usual al menos usual (205c-d).
(206)
a) –ra1 (suf. exhor.) alomorfo de –rqu1 delante de –chi, –mu, –pu o –mpu:
kutirqachimunki ‗le harás volver‘. → –rqu.
b) –ra2 (suf. Pas. Perf.) denota acción realizada sólo por el sujeto: llamk‟arqani
‗yo trabajé‘.
617
c) –rqa1 (suf. exhor.) → –ra1.
7.3.1.2.2 Dado que sólo la polisemia es de interés lexicográfico (cf. Porto 2002: 191), y
tal como ya examinamos en (§5.2.1.2.1.4b) y en (§5.2.1.2.2.3), su tratamiento en la
NN del futuro DUQUE será de la siguiente forma:
(207)
618
7.3.1.3.1 En los artículos lexicográficos del DUQUE se dará un tratamiento de
remisiones en tres tipos de unidades léxicas:
7.3.1.3.3 De todo lo señalado hasta aquí, tenemos una posible reformulación con
marcas de remisión:
(208)
619
(maní).║ mulli ~. s. bebida alcohólica fermentada de pepas de molle
previamente peladas y remojadas, principalmente se elabora en los valles
interandinos. ║ phutilla ~. s. bebida alcohólica fermentada de maíz germinado, y
de coloración rosada por el ingrediente de la frutilla con que se la condimenta
antes de beberla, principalmente se elabora en el Valle Sagrado de los Incas
(Cusco). ║ puqu ~ (lit. ‗chicha madura‘) s. fig. chicha en el punto de bebida, bien
fermentada. ║ rumu ~. s. bebida alcohólica fermentada a base de yuca
machacada o triturada en la boca, principalmente se elabora en la Amazonía. →
masatu. ║ sara ~ s. chicha de maíz. ║ siwara ~. s. bebida alcohólica
fermentada de cebada germinada, de aspecto espumoso. ║ tumati ~. s. bebida
alcohólica fermentada a base de tomate mezclado con harina, de aspecto
espumoso y suave, principalmente se elabora en los valles interandinos. ║ upi ~.
s. chicha no fermentada. → upi (Apu.).
b) ch’aran (Cus., Bol.). s. suelo húmedo cubierto de pasto. || 2. adj. que está
empapado en agua.→ api, huq‟u, sut‟u (Cus.). || 3. adj. ¹de plumas ralas y
erizadas por naturaleza. || ²de plumas mojadas y erizadas. || ³(maíz u otro
producto tierno) picoteados o comidos en su mazorca de mala manera (por aves
o insectos voladores). ║ ~ pampa. s. suelo pantanoso. ║ ~ qara. s. mujer que
se prostituye. ║ ch‟ara gallu. (cast. gallo) s. ave doméstica, macho de la gallina,
de plumas ralas y erizadas. || fig. persona presumida que no posee bienes. ║
ch‟ara wallpa. s. ave doméstica galliforme, hembra del gallo, de plumas ralas y
erizadas.
620
e) unu. s. mineral (generalmente) líquido, insípido, inodoro e incoloro; fuente de ríos,
lagos y mares. → yaku (Apu.). || 2. cualquier tipo de líquido, flujo blanco o
sustancia acuosa. || 3. fig. excreción líquida del cuerpo a través de los riñones y
la uretra. || ~ apaq. s. persona que transporta agua. → unu astaq. ║ ~ astaq. s.
persona que tiene `por oficio transportar agua. ║ ~ q‟uñi. s. desayuno. ║ chiri ~.
s. agua fría. ║ kachi ~. s. agua salada. → p‟usqu unu, qullpa unu. ║ misk‟i ~.
s. agua dulce. ║ q‟ata ~. s. (Ánc.) agua turbia. → qunchu unu. ║ qasasqa ~. s.
agua helada. ║ quñi ~. s. agua caliente.
Lo que implica que, dentro del artículo lexicográfico, la remisión va al final de cada
acepción marcada por la flecha direccional derecha. A continuación veamos otros
ejemplos de remisión:
(209)
c) awlla s. → anllis.
d) awllay v. →anllillilliy.
e) awlli s. →anllis.
f) awllillilliy v. →anllillilliy.
Como se puede observar, las remisiones con el signo es más funcional que las
abreviaturas, tan usuales en la práctica lexicográfica del quechua (cf. §5.2.2.1.2.1a-c).
621
luego adjetivos. Al respecto de este tipo de ordenamiento de acepciones, DeCesaris y
Bernal (2006: 85) señalan que: ―El criterio de categoría gramatical se ha utilizado en
muchos diccionarios de distintas tradiciones lexicográficas como eje fundamental de la
ordenación de las acepciones que forman el artículo‖. Lo que implica que en la
práctica lexicográfica del quechua parece ser una influencia de la tradición
lexicográfica hispánica. Lo cual tiene sentido si tomamos en cuenta que: ―La tradición
lexicográfica española agrupa los usos de una voz como nombre con los usos
adjetivales en un solo artículo si hay una sola fuente etimológica‖ (DeCesaris y Bernal
2006: 86). Sin embargo, este tipo de organización ―permite establecer una relación
entre los significados asociados con el uso como adjetivo y los significados asociados
con el uso como nombre‖ (DeCesaris y Bernal 2006: 86).
7.3.2.2 Sin embargo, al momento de componer el futuro DUQUE, dado que se trata de
un diccionario de corte escolar, tomaremos en cuenta la observación de DeCesaris y
Bernal (2006: 89): ―La práctica de organizar las acepciones según criterios históricos,
sin embargo, no parece responder muy bien a las necesidades del usuario de un
diccionario de aprendizaje ni a una práctica basada en corpus‖. Más aún si
consideramos que el DUQUE será una obra de uso actual, por lo que observamos la
conclusión de las citadas lingüistas: ―la aplicación del criterio histórico resulta, en la
práctica de hoy en día, incompatible con la lexicografía pedagógica basada en corpus
porque ésta se basa fundamentalmente en la lengua tal y como se emplea en la
actualidad‖ (DeCesaris y Bernal 2006: 89).
622
En tal sentido, es ―más acertado para un diccionario de aprendizaje partir del referente
real‖ (DeCesaris y Bernal 2006: 91), en consecuencia, en el futuro DUQUE se partirá
por la acepción recta, prioritariamente.
7.4.1 En la NN del futuro DUQUE las diferentes unidades léxicas derivativas tendrán
su propio espacio. Observemos dichos tratamientos.
7.4.1.1 En la NN del futuro DUQUE se registran formas con doble apreciativo (–ku y –
cha) que agregan un significado diferente al esperado como la simple suma de sus
componentes.
(210)
c) paya ‗vieja‘: payakucha ‗niñita (que imita la conducta de una mujer adulta)‘
(‗revieja‘).
7.4.1.2 Dado que en los materiales lexicográficos del quechua brillan por su ausencia
las unidades léxicas con sufijos aumentativos, cobra importancia su codificación en la
NN del futuro DUQUE de acuerdo a lo desarrollado en el apartado (§6.1.1.1.2b). Las
unidades léxicas que resulten de la formación con los sufijos –sapa, –chikan, –karay,
–y, –chaq se codificarán del siguiente modo:
(211)
623
b) chaychikan adj. así grande como ése: chaychikantataq apamusqanki chayqa
‗si habías traído así de grande como ese‘.
c) hatuchaq adj. grandote: hatuchaqllan papaqa kasqa ‗la producción sólo fue
de patatas grandes‘.
d) hatunkaray adj. enorme: turuqa hatunkaraymi kasqa ‗el toro había sido
enorme‘.
h) kaychikankaray adj. tan grande como éste: kaychikankaraymi karqan ‗era tan
grande como este‘.
i) kirusapa adj. que tiene muchos dientes: kay sipasqa kirusapan ‗esta joven
tiene muchos dientes‘. // 2. que tiene dientes grandes: kay maqt‟aqa
kirusapan ‗este joven tiene dientes grandes‘.
k) ñawisapa adj. que tiene ojos grandes: ñawisapa turu ‗toro de ojos grandes‘. //
2. s (patata) que tiene muchos puntos de germinación: ñawisapa papatan
waykuyachiwan ‗me hizo cocinar patatas de muchos puntos de
germinación‘.
ll) qhuñasapa adj. mocoso: qhuñasapa irq‟i ‗niño mocoso‘. // 2. insul. infantil:
qhusapa maqt‟a ‗mozo infantil‘.
m) rakasapa adj. que tiene vagina grande: rakasapa warmi ‗mujer de vagina
grande‘. // 2. insul. ociosa: rakasapa p‟asña ‗joven (mujer) ociosa‘.
624
o) sinqasapa adj. narigón: chay warmiqa sinqasapan ‗esa mujer es narigona‘.
p) ullusapa adj. que tiene pene grande: ullusapa machu ‗viejo penón‘. // 2. insul.
ocioso: ullusapa maqt‟a ‗joven (varón) ocioso‘
t) wawasapa adj. que tiene muchos hijos: wawasapa warmi ‗mujer con muchos
hijos‘.
(212)
c) manchaliku → manchali.
e) p’inqayli → p‟inqali.
625
h) puputi s. ombligo: puputiykita yamqa t‟urpishanki ‗en vano estás
hurgando tu ombligo‘. // 2. (fig.) niño pequeño: aysarimuy chay puputi
Anakuchata ‗jálale al pequeño Anacletito‘.
j) sip’uti s. ano: akaqa sip‟utinta lluqsimun ‗las heces salen por el ano‘.
k) unukama adj. mojado: kay p‟achaqa unukaman kashan ‗esta ropa está
mojada‘.
Como en los otros casos, si se presentan más de dos formas ortográficas se registran
ambas formas. En caso de sinónimos, igual se remiten al final de cada acepción.
626
En lexicografía es fundamental atender a la unidad léxica, por lo que un principio
metodológico básico de la elaboración de diccionarios exige tratar coherentemente
todas las unidades léxicas que no coinciden con la palabra: los compuestos
sintagmáticos (bien mediante yuxtaposición, bien mediante preposición), los
modismos, las fórmulas sociales de discurso repetido, los refranes, las palabras
truncadas, las elipsis, los elementos de formación de palabras… [El subrayado es
del original].
(213)
Es evidente que el compuesto de (213a) se forma de las bases chaki ‗pie‘ y taklla
‗arado‘, en tanto que el de (213b) se compone a partir de las bases ch‟aki ‗seco‘ y allpa
‗tierra‘, y el de (213c) se forma de la composición de chakra ‗finca‘ y llank‟aq
‗trabajador‘.
627
7.4.2.2 Los diferentes tipos de unidades léxicas compuestas merecen un espacio en la
NN del futuro DUQUE.
(214)
b) tura ñaña (lit. ‗hermano hermana (de mujer)‘) s. hermanos (de una mujer).
(215)
628
7.4.2.2c El tipo de compuesto atributivo o karmadharaya es necesario codificarlo en su
significado literal, esto implica que las equivalencias van en el orden de sus
componentes. En la NN se registran de la siguiente manera:
(216)
(217)
(218)
629
d) thapa siki (lit. ‗nido culo‘) adj. andrajoso.
Es importante subrayar que cada forma se codifica bajo el primer segmento alfabético
del primer componente del compuesto.
(219)
b) siki chakra (lit. ‗culo finca‘) s. finca del final (de otras fincas).
El orden de los componentes altera el producto semántico del compuesto por lo tanto,
es importante codificar la unidad léxica compuesta bajo la letra del primer componente.
7.4.3.1.1 De algún modo, los términos abstractos formados a partir de la base kay
‗ser/estar/tener‘ tuvieron un espacio en las obras lexicográficas. Por ejemplo, el fraile
prologuista del Vocabulario Políglota Incaico ([1905] 1998: xv) presenta los siguientes
casos:
(220)
630
7.4.3.1.2 En tal sentido, en la NN del futuro DUQUE reciben un tratamiento más
apropiado en cuanto a ortografía. A continuación presentamos:
(221)
b) awlla s. → anllis.
c) awllay v. →anllillilliy.
631
d) awlli s. →anllis.
e) awllillilliy v. →anllillilliy.
a) ch’irchiy v. →wich‟ichichiy.
b) chhaqaqay v. →chhaqaqaqay.
d) chhaqchayay v. →chhaqchaqyay.
a) chipipipiy v. centellear.
b) k’iririy v. →k‟iriririy.
c) k’irk’iryay v. →k‟irkiryay.
a) kunununuy v. tronar.
a) lliwlliy v. →chipipipiy.
b) phur s. →phar.
632
c) phururuy v. →parararay.
c) q’ir s. →q‟il.
d) q’irq’iryay v. →q‟ilq‟ilyay.
e) q’iryayay v. →q‟ilililiy.
a) qhiwqhuqhuy v. →kunununuy.
a) qhunquliy v. →ruquququy.
a) qhurquryay v. roncar.
b) qhurururuy v. roncar.
c) qur v. →qhur.
d) qurquryay v. →qhurquryay.
e) qurururuy v. →qhurururuy.
a) rukruy v. →sukukukuy.
a) ruquququy v. tronar.
633
a) t’ihuhuy v. →winininiy.
b) t’ikt’ikyay v. →winwinyay.
b) t’irt’iryay v. →t‟irtiryay.
d) t’irtiyay v. →t‟irtiryay.
a) uyququy v. →urururuy.
b) uyquyay v. →ururyay.
b) wich’ik s. →wich‟is.
a) wiriririy v. →urururuy.
b) wirwiryay v. →ururyay.
a) wit’ititiy v. revolcarse.
634
b) wit’itiy v. →wit‟ititiy.
(245)
e) llañuy llañuy adj. (de grosor) muy delgado. // 2. (la voz) muy aguda.
f) muqu muqu (lit. ‗nudo nudo‘) s. planta arbustiva de tallo anudado, útil para las
reumas y dolores articulatorios en la medicina tradicional.
635
Resumen y conclusiones parciales
636
dentro de un modelo funcionalista. Por lo tanto, las informaciones que brinde
serán también las condicionadas por el contexto de su uso y la situación
comunicativa, por lo que se extraerán del uso actual, además de la
nomenclatura de diccionarios sincrónicos.
5. En el apartado (§7.2.1.2.4) concluimos que si la relación formal y semántica de
los miembros de la parentela mantiene la unidad de la familia léxica; entonces
la ordenación de la nomenclatura por familias léxicas es una organización
paradigmática de los derivados. Por lo tanto, la macroestructura del futuro
DUQUE se ordena en el plano del morfema antes que de la palabra, puesto
que parte de una misma base como cabeza de familia.
6. En el parágrafo (§7.2.1.3.5) se concluye que si los miembros de una familia
léxica están semántica y formalmente vinculadas entre sí; entonces existe
correspondencia entre lo léxico, lo semántico y lo morfológico. Por lo tanto, el
futuro DUQUE se ordenará a partir de una macroentrada constituida por un
morfema, que bien puede ser una base o un afijo.
7. En el apartado (§7.2.4.2.2.4) concluimos que si la ordenación morfológica de la
NN del DUQUE se sustenta en ordenación alfabética a partir de la base de las
unidades léxicas; entonces las familias léxicas también guardarán una
ordenación alfabética tanto fuera como al interior de la NN. Por lo tanto, la
ordenación morfológica y alfabética regirá en la macroestructura y la
microestructura del DUQUE.
8. En el apartado (§7.3.1.1.2.1.7) concluimos que si el DUQUE se caracterizará
por la coherencia de su estructura e información; entonces está concebido
como un material lexicográfico coherente. Por lo tanto, el DUQUE se regirá por
el principio de coherencia tanto en su macroestructura como en su
microestructura.
9. En el parágrafo (§7.3.1.1.2.2.3) se concluye que si la NN del futuro DUQUE
estará objetivamente organizada; entonces su finalidad será la de asegurar la
transferencia de la norma al usuario. Por lo tanto, el DUQUE se consolidará en
el uso.
10. En el apartado (§7.3.2.1.3) concluimos que si la ordenación morfológica de la
NN del DUQUE se sustenta en ordenación alfabética a partir de la base de las
unidades léxicas; entonces las familias léxicas también guardarán una
ordenación alfabética tanto fuera como al interior de la NN. Por lo tanto, la
ordenación morfológica y alfabética regirá en la macroestructura y la
microestructura del DUQUE.
637
638
CONCLUSIONES GENERALES
1. Aspectos teóricos
Las conclusiones que tienen conexión con los aspectos teóricos están señaladas en
los apartados correspondientes de los Capítulos II, III, IV y VI, tal como detallamos a
continuación:
639
tanto, la lengua se caracteriza por una ausencia de prefijos. En consecuencia,
este rasgo morfológico garantizará una organización coherente de las familias
léxicas en el establecimiento de la NN para el futuro DUQUE.
3. En el parágrafo (§2.2.3.1.2.5) se concluye que si el quechua, como lengua
SOV, tiene preferencia por la posposición de morfemas; entonces es lógico
pensar que deje de lado las preposiciones. Por lo tanto, la tipología sintáctica
de la lengua condiciona la productividad de los sufijos como mecanismo de
formación de palabras dentro de la lengua.
4. En el parágrafo (§2.2.4.2.1.6) se concluye que si resulta razonable que la
lengua quechua no emplee el artículo debido a la carencia de una función
gramatical en el género; entonces resulta lógico la ausencia del género
gramatical en esta lengua andina. Por lo tanto, es coherente que una lengua
aglutinante como el quechua carezca de la marca de género a nivel gramatical
y más bien tenga preferencia del empleo léxico para la marca genérica de tipo
neutro.
5. En el apartado (§2.3.2.4.4) concluimos que si el interfijo, pese a su
productividad, no constituye un morfema dentro de la lengua; entonces se trata
de una inserción epentética a través de cuatro formas y está condicionada por
las alteraciones fonológicas ocurridas en la estructura de la palabra. Por lo
tanto, los interfijos tienen procedimientos independientes de funcionamiento
frente a los sufijos.
6. En el parágrafo (§2.4.1.3.3) se concluye que si en la práctica lexicográfica del
quechua aún no se ha podido abandonar la tendencia bilingüe; entonces los
esfuerzos por componer un diccionario monolingüe son aún menores. Por lo
tanto, la teorización y crítica lexicográfica todavía no han abonado en esta
dirección dentro de la práctica lexicográfica de esta lengua andina.
7. En el apartado (§3.2.1.1.2.6) se concluye que si se selecciona el dialecto más
apropiado de una lengua que representa la norma; entonces una lengua
normalizada cumplirá adecuadamente la función unificadora. Por lo tanto, la
normalización en el quechua implicará seleccionar apropiadamente el dialecto
más representativo de la norma en los ámbitos léxico y gramatical.
8. En el parágrafo (§3.2.1.2.2.8) concluimos que si en el proceso de
normalización de la lengua general se optó por la norma histórica encarnada en
un dialecto del pasado (s. XVI y XVII); entonces la norma actúa en detrimento
del dialecto más actual, con mayor prestigio sociolingüístico y mayor número
de hablantes. Por lo tanto, la selección del dialecto que represente la norma no
debería ser el más arcaico, sino el más innovado.
640
9. En el apartado (§3.2.1.2.3.5) se concluye que si el quechua cusqueño de los
siglos XVI y XVII no es absolutamente igual al del siglo XXI; entonces su
normalización en el presente debe responder a los rasgos atípicos y
sincrónicos que caracterizan al cusqueño. Por lo tanto, la estandarización de
esta variedad en el presente siglo se debe fundamentar más en criterios
sincrónicos como en indicadores sociolingüísticos de uso actual.
10. En el apartado (§3.2.2.1.8) se concluye que si el MINEDU ha concentrado
funciones de legislación y ejecución en materia de normalización de lenguas
indígenas; entonces refleja el viejo molde político de Estado-Nación de la
estandarización seguida por el castellano. Por lo tanto, sus esfuerzos para que
la escuela enseñe la lengua indígena fueron nimios y tampoco promovió su uso
entre los funcionarios en el ámbito público.
11. En el apartado (§3.2.2.3.5) se concluye que si se pretende que las normas
lingüísticas del órgano normalizador del quechua tengan alcance en el ámbito
público y privado; entonces dicho organismo debe tener rango político y
administrativo. Por lo tanto, su jurisdicción deberá ser supradialectal,
suprarregional y suprasectorial.
12. En el parágrafo (§3.2.3.1.3) concluimos que si el CBC, a juzgar por su peso
académico, tiene el mismo perfil del IEC, ente rector del catalán; entonces esta
institución cumple con los requisitos fundamentales para ser un órgano
normalizador del quechua cusqueño. Por lo tanto, se perfila como el mejor
candidato para que a futuro se le deleguen funciones normalizadoras de la
lengua.
13. En el apartado (§3.2.3.2.4) se concluye que si aún quedan muchas tareas
pendientes en el ámbito lingüístico y pedagógico en la normalización de la
lengua; entonces la composición de un diccionario de la lengua de corte
escolar que sea útil para la enseñanza del quechua (diccionario monolingüe),
cuando no del castellano (diccionario bilingüe), tanto para maestros como para
estudiantes, es de vital importancia. Por lo tanto, debido a esta carencia,
resulta relevante componer un material lexicográfico de corte pronormativo y de
fácil uso, tal y como está concebido el futuro DUQUE.
14. En el parágrafo (§3.3.1.1.6) concluimos que si el inventario alfabético del
quechua general establecido en la R. M. N° 1218-85-ED reconoce el dígrafo
<sh> para el quechua de Cajamarca; entonces es razonable que el quechua
cusqueño recoja como parte de su inventario alfabético este grafema. Por lo
tanto, con la inclusión del grafema <sh> en el quechua cusqueño se estaría
modernizando la normalización de este dialecto.
641
15. En el apartado (§4.1.1.1.6) se concluye que si la obra de Domingo de Santo
Tomás (1560) marca el nacimiento de la Lexicografía quechua; entonces será
este fraile quien inicie la práctica lexicográfica en esta lengua andina. Por lo
tanto, la obra del fraile dominico será la que marque la etapa del Inicio de la
Lexicografía quechua.
16. En el parágrafo (§4.1.1.2.6) concluimos que si en el siglo XVII ya hay varias
obras lexicográficas en el quechua; entonces será la obra de Diego González
Holguín (1608) la que corone la etapa de la Consolidación. Por lo tanto, esta
etapa es la más floreciente en la producción lexicográfica en esta lengua
andina.
17. En el apartado (§4.1.2.1.3) se concluye que si las obras lexicográficas del Siglo
de Oro se compusieron con propósitos de dominación cultural y económica;
entonces tuvieron la finalidad de dominación violenta de las mentes
aborígenes. Por lo tanto, los materiales lexicográficos también se
confeccionaron con intenciones de colonización cultural, primero, y económica,
después.
18. En el parágrafo (§4.1.2.2.1.5) se concluye que si la muerte del Inca y la
destrucción del templo del Sol constituyeron la desestructuración de la
organización política y religiosa del Estado inca permitiendo que la etnia
gobernante en particular y la sociedad andina en general sucumbieran a un
caos psicológico y social de dimensiones catastróficas; entonces el simbolismo
de las decapitaciones reales del siglo XVI se volvería a repetir en los
vocabularios de aquella época. Por lo tanto, aquel caos es el que se refleja en
la organización de la nomenclatura de la sección quechua de los materiales
lexicográficos de la lengua del Siglo de Oro y el supuesto orden que señalan
los lexicógrafos es apenas un disimulo de un equilibrio perturbador que está
lejos de ser una organización coherente.
19. En el parágrafo (§4.1.4.3.11) se concluye que si las obras lexicográficas de
Domingo de Santo Tomás (1560), la del Anónimo (1586) y la de Diego
González Holguín (1608) se caracterizan por sus rasgos lexicográficos
precientíficos; entonces apenas encajan en el marco de lo que se conocen
como vocabularios (cf. Hampe 1991). Por lo tanto, pese a sus logros e
importancia, todavía no son merecedoras de la denominación de diccionario.
20. En el apartado (§4.2.1.2.4) se concluye que si las investigaciones del quechua
por investigadores extranjeros y las reediciones de materiales lexicográficos del
Siglo de Oro permitieron mantener en estado de latencia en el Periodo de la
Decadencia; entonces la práctica lexicográfica se mantuvo en latencia en este
642
periodo a pesar de su decadencia. Por lo tanto, esta situación permitirá una
recuperación más rápida en el siguiente periodo.
21. En el apartado (§4.3.1.1.4) concluimos que si los estudios reconstructivistas del
quechua habían empezado en la etapa de la Reapertura; entonces con la
publicación del Vocabulario Políglota Incaico (1905) se dio apertura de los
estudios dialectológicos en el campo de la lexicografía. Por lo tanto, con el
Vocabulario Políglota Incaico (1905) se da la reapertura a la confección de un
material lexicográfico multilingüe y polilectal.
22. En el parágrafo (§4.3.1.2.5) se concluye que si la etapa de la Consolidación se
caracteriza por una prolífica investigación lingüística; entonces también se
logran componer materiales lexicográficos en los principales dialectos. Por lo
tanto, la práctica lexicográfica en esta etapa se consolida, aunque no se logra
confeccionar un diccionario de la lengua propiamente dicho.
23. En el parágrafo (§4.3.2.2.4) se concluye que si el Vocabulario Políglota Incaico
(1905) tuvo la finalidad de asimilar a los indígenas al castellano, mientras que
la serie de obras lexicográficas de 1976 se compusieron como instrumentos de
apoyo para la enseñanza de la lengua en el marco de la educación bilingüe;
entonces la finalidad de la primera es asimilacionista y de la segunda, el
desarrollo del vocabulario. Por lo tanto, las finalidades son opuestas, en una es
la adquisición del castellano y de la otra es el desarrollo de la lengua indígena.
24. En el apartado (§4.3.3.1.2.4) concluimos que si en la Lexicografía quechua la
ausencia de una teoría ha condicionado la reproducción de una serie de
problemas en las obras lexicográficas; entonces urge desarrollar una teoría
lexicográfica que observe los defectos de las obras modernas con la finalidad
de corregirlas en las futuras composiciones. Por lo tanto, se hace necesario
desarrollar una teoría lexicográfica para la composición de un diccionario
monolingüe en esta lengua andina.
25. En el apartado (§4.4.1.1.4) concluimos que si las obras lexicográficas
contemporáneas tienen finalidad pedagógica y traductológica; entonces la
finalidad educativa de ser secundaria en el Siglo de Oro ha pasado a ser la
prioritaria en la época actual, lo que implica que los lexicógrafos no han perdido
el horizonte educativo como espacio para el desarrollo de la lengua. Por lo
tanto, la finalidad primordial en la composición de obras lexicográficas
contemporáneas ha sido la pedagógica, además de otras más específicas
como la traducción.
26. En el parágrafo (§4.4.2.1.9) se concluye que si el éxito de un proyecto
lexicográfico depende del 80 % de la formación y el 20 % de la experiencia con
643
que cuente el lexicógrafo; entonces el logro de una buena obra lexicográfica
depende fundamentalmente de la formación del lexicógrafo. Por lo tanto, la
única manera de asegurar la composición de una valiosa pieza lexicográfica
pasa por la formación y los aprendizajes en materia de diccionarios con que
cuenta el lexicógrafo.
27. En el parágrafo (§4.4.3.1.10) se concluye que si el DAMLQ (1995) es una
especie de material académico, enciclopédico y manual de turismo; entonces
es una obra lexicográfica híbrida y defectuosa. Por lo tanto, no tiene la
suficiente solvencia normativa como diccionario de lengua para legitimarse
como referente normalizador.
28. En el apartado (§6.1.3.2.3) concluimos que si las creaciones onomatopéyicas
son frecuentes en la lengua; entonces este mecanismo es un recurso que
incrementa el caudal léxico de la lengua sin recorrer a creaciones artificiosas.
Por lo tanto, los vocablos que tienen un origen onomatopéyico merecen un
espacio en la NN del futuro DUQUE.
29. En el apartado (§6.1.4.2.1.2.3) concluimos que si en la creación de neología se
echa mano de los préstamos semánticos; entonces el mecanismo de creación
de neologismos no sigue los mecanismos que emplea la propia la lengua para
la creación de términos nuevos. Por lo tanto, urge implementar antenas
neológicas que detecten neologismos en el uso cotidiano de los usuarios de las
lenguas.
30. En el apartado (§6.1.5.1.7) concluimos que si la reduplicación, a nivel formal,
copia parcial o totalmente el significante del prototipo y, a nivel semántico,
amplía el significado de tamaño, intensidad, cantidad, cualidad o continuidad
de una acción iniciada; entonces dicho proceso consiste en ampliar el
significante y el significado del prototipo. Por lo tanto, la reduplicación es un
fenómeno lingüístico que en el quechua ocurre en el plano formal y semántico.
31. En el parágrafo (§6.2.3.4.4) se concluye que si la presencia del infijo –it- es
explicable desde un punto de vista sociolingüístico; entonces se trata de un
morfema empleado en una lengua sustrato entre hablantes bilingües que
aprenden el castellano como segunda lengua. Por lo tanto, es objeto de
codificación lexicográfica en el DUQUE.
2. Aspectos metodológicos
Las conclusiones que tienen conexión con los aspectos metodológicos están
señaladas en los apartados correspondientes de los Capítulos II, III, IV, V, VI y VII que
a continuación detallamos:
644
1. En el apartado (§2.1.2.2.3.6) concluidos que si la base pirwa, en combinación
con las bases aru y simi ‗lengua‘ en el aimara y quechua, respectivamente,
resulta en aru pirwa y simi pirwa, en las correspondientes lenguas como
equivalentes de ‗diccionario‘; entonces el término quechua simi pirwa goza de
más aceptación en comparación a simi qullqa y simi taqi debido a que es más
empleado en títulos de obras lexicográficas y en el discurso especializado. Por
lo tanto, simi pirwa se debe recoger como equivalente de ‗diccionario‘.
2. En el apartado (§2.2.4.2.2.2.4) concluimos que si la marca de género ocurre en
la lengua a nivel léxico, entonces la disociación entre el femenino y el
masculino en el DUQUE es según lo requiera la unidad léxica con las
correspondientes bases. Por lo tanto, la disociación del género es por parejas
heterónimas, tanto para animales como para humanos.
3. En el parágrafo (§3.2.1.2.4.5) concluimos que si el fenómeno del debate del
número de las vocales se explica por la figura de la tensión de las guerras
fratricidas de la época de los incas; entonces la intención de fondo de cada
facción es la pugna por acceder a la borla de la regencia de la lengua en
materia de normalización. Por lo tanto, toda discusión sobre el número de
vocales para la codificación es inútil y parasitaria para el verdadero desarrollo
de la lengua.
4. En el parágrafo (§3.2.2.2.8) concluimos que si en la función normalizadora el
MINEDU carece de credibilidad social y la AMLQ tiene un limitado peso
académico; entonces los roles de ambos organismos en el papel de
preservación y desarrollo de la lengua han sido débiles, más aún se han
enfrascado en una rivalidad irreconciliable. Por lo tanto, para el quechua
cusqueño se debe asignar funciones a un nuevo ente que goce de prestigio
social y académico para la tarea normalizadora de la lengua (cusqueña) con la
intención de construir una identidad lingüística propia en los usuarios.
5. En el apartado (§3.3.1.2.5) se concluye que si la elección del inventario
alfabético depende de la convicción del lexicógrafo, de que si está a favor de
uno u otro inventario o de su imposición de uno a su medida y gusto; entonces
no emplean en la confección de sus obras un inventario alfabético que tenga
soporte lingüístico y legal que facilite el aprendizaje de la lengua. Por lo tanto,
la elección del inventario alfabético en la composición de obras lexicográficas
es eminentemente arbitraria en el quechua.
6. En el apartado (§3.3.2.2.2.5) se concluye que si la norma ortográfica en el
quechua es un reflejo de inseguridades y arbitrariedades de los lexicógrafos a
la hora de componer sus obras; entonces la anarquía ortográfica es un riesgo
645
que atenta contra su desarrollo. Por lo tanto, urge poner coto a la práctica de la
dispersión ortográfica que, los lexicógrafos amparados en la facultad de
imponer arbitrariamente una regla, están generando un caos ortográfico en la
lengua, con el riesgo de romper la delicada normalización emprendida en esta
lengua andina.
7. En el parágrafo (§3.3.2.1.5.3) concluimos que si la norma vigente peca por
omisión y sólo toma en cuenta el criterio diacrónico; entonces para componer el
futuro DUQUE no es suficiente las disposiciones de la R.M. N° 1218 – 85 – ED.
Por lo tanto, hace falta desarrollar reglas de ortografía más precisas y
coherentes, basadas en un criterio sincrónico.
8. En el parágrafo (§4.1.2.2.2.4) concluimos que si los materiales lexicográficos
eran útiles para los fines evangelizadores a través del léxico resemantizado y
los términos prestados del castellano que se empleaban para designar
conceptos de índole religiosa; entonces en las páginas de las obras
lexicográficas la extirpación de idolatrías se ve reflejada en la eliminación del
léxico religioso indígena. Por lo tanto, la eliminación léxica y el cambio
semántico nativos de los vocabularios fueron los mecanismos lingüísticos de la
política de extirpación de idolatrías que permitieron plasmar en su contenido la
ideología religiosa europea.
9. En el apartado (§4.1.2.4.4) se concluye que si el modelo nebrisense del
romance castellano fue impuesta por la iglesia católica en la composición de
obras lexicográficas de lenguas indígenas; entonces en la confección de los
vocabularios quechuas del Siglo de Oro se siguió la plantilla lexicográfica del
romance español. Por lo tanto, Nebrija ejerció una fuerte influencia, directa o
indirectamente, en la práctica lexicográfica del quechua como del resto de
lenguas andinas.
10. En el parágrafo (§4.1.3.2.1.5) se concluye que si el problema del ordenamiento
caótico de entradas de las obras lexicográficas del Siglo de Oro se relaciona
directamente con la falta de una norma ortográfica y los temores de no empatar
con la tipografía de la imprenta de la época; entonces los lexicógrafos no
hallaron otro camino que seguir la norma ortográfica del romance español. Por
lo tanto, el quechua, lengua que tenía diferente forma de realización fonológica
al castellano, recibió igual tratamiento ortográfico en la ordenación de entradas
debido a la falta de uniformización ortográfica y a los temores de no empatar a
la tipografía de la imprenta.
11. En el apartado (§4.1.3.2.2.3) concluimos que si el caudal léxico de los
vocabularios fue sometida a una selección léxica y cambio semántico debido a
646
la falta de pericia lexicográfica de los lexicógrafos; entonces el resultado derivó
en problemas metodológicos de tipo lexicográfico, ya que éstos no ayudaron a
captar o retener el alma de la cultura y la lengua, sino que terminaron por
decapitar en el uso un buen número de unidades léxicas hoy perdidos. Por lo
tanto, la falta de pericia metodológica trajo consecuencias irreversibles como el
empobrecimiento de la lengua en el campo léxico y semántico, así como el
caos en el ordenamiento de las entradas de las obras lexicográficas.
12. En el parágrafo (§4.3.3.1.1.3) se concluye que si en el Siglo de las Luces la
solución al problema de la ortografía, de acuerdo a las etapas, han recorrido
diferentes caminos; entonces en la Reapertura se siguió la tradición del Siglo
de Oro empatando a la del castellano, mientras que en la Consolidación se
siguió uno más fonémico. Por lo tanto, las soluciones al problema de la
ortografía son siempre difíciles de consensuar debido al peso de la tradición de
empatar a la del castellano.
13. En el parágrafo (§4.3.3.2.4) se concluye que si la práctica lexicográfica no ha
podido resolver problemas de orden metodológico arrastradas desde el Siglo
de Oro; entonces el problema del caos en el ordenamiento de la nomenclatura
y del abuso de neologismos y arcaísmos persiste aún en la Lexicografía
quechua contemporánea. Por lo tanto, estas cuestiones deben ser resueltas en
la composición del futuro DUQUE.
14. En el apartado (§5.1.1.1.1.3) concluimos que si es importante que el usuario de
la obra lexicográfica no se pierda en la búsqueda de información; entonces es
relevante el tipo de ordenamiento que debe tener un material lexicográfico. Por
lo tanto, es relevante que el diccionario quechua cuente con un orden
sistemático para que el usuario pueda tener facilidad en el manejo al momento
de acceder a la información.
15. En el parágrafo (§5.1.1.1.2.7) concluimos que si la ordenación alfabética es
arbitraria y nada sistemática; entonces este defecto ha inducido a que en la
nomenclatura de las obras lexicográficas del quechua haya condicionado la
ordenación caótica existente. Por lo tanto, en el ordenamiento de la Nueva
nomenclatura se deberá seguir un riguroso orden de un alfabeto normalizado y
combinado con un ordenamiento morfológico.
16. En el apartado (§5.1.1.1.3.5) se concluye que si bien es cierto que a nivel
individual cada obra lexicográfica del quechua tiene un sistema de orden
aparente, en conjunto constituyen una práctica caótica desde su gestación en
el siglo XVI; entonces este problema le quita valor normativo al material
lexicográfico y genera dificultades en los usuarios. Por lo tanto, en la Nueva
647
nomenclatura se deberá corregir el problema del desorden de la nomenclatura
a través de la adopción de un sistema ortográfico coherente y sistemático.
17. En el parágrafo (§5.1.1.2.1.5) se concluye que si la anarquía ortográfica de la
lengua influye directamente en la organización de entradas de los materiales
lexicográficos del quechua; entonces este problema tiene como efecto el
ordenamiento caótico. Por lo tanto, el caos en la nomenclatura desorienta al
usuario al momento de ubicar la entrada que busca y termina por deslegitimar
las obras lexicográficas como referentes de la norma léxica de la lengua.
18. En el apartado (§5.1.2.1.2.3) concluimos que si la lematización consiste en
reducir las formas de una palabra a la forma más básica; entonces en la Nueva
nomenclatura se procederá por lematizar las diferentes formas derivadas de
una familia léxica reduciendo a la forma de la base como paradigma de toda la
parentela léxica. Por lo tanto, en la Nueva nomenclatura la unidad morfológica
como la base o el afijo constituirá el lema.
19. En el parágrafo (§5.1.2.1.3.4) se concluye que si las unidades léxicas
compuestas en el quechua no expresan la suma de los significados de los
componentes del compuesto, sino que más bien poseen significados primarios
y secundarios propios, e incluso, en algunos casos, se han lexicalizado;
entonces merecen un espacio dentro de la NN. Por lo tanto, las unidades
léxicas compuestas en la NN recibirán un tratamiento dentro de la primera base
de su componente sujeto a la ordenación alfabética que le corresponde dentro
del artículo lexicográfico.
20. En el apartado (§5.1.2.2.1.4) concluimos que si en la lematización de
sustantivos, verbos y pronombres se emplea la forma del singular; entonces en
la Nueva nomenclatura conviene codificarlos en dicha forma. Por lo tanto, en la
lematización de las diferentes formas primará el singular como forma básica de
codificación.
21. En el parágrafo (§5.1.2.2.2.6) se concluye que si los materiales lexicográficos
presentan variación en el tratamiento de una misma unidad léxica compleja;
entonces no hay regularidad en la ortografía de entradas complejas. Por lo
tanto, hay mucha variación en la ortografía de una misma unidad léxica
compleja en los diferentes materiales lexicográficos de esta lengua andina.
22. En el apartado (§5.1.2.2.3.3) concluimos que si se abusa de las mayúsculas en
la codificación de las entradas de los materiales lexicográficos del quechua;
entonces no hay discriminación de los contextos del uso de mayúsculas y
minúsculas de los enunciados de forma explícita (por medio de una marca) ni
de manera implícita (en la escritura del lema). Por lo tanto, al usuario del
648
material lexicográfico no le queda claro en qué circunstancias las palabras
deben escribirse con mayúsculas y en qué otras no.
23. En el parágrafo (§5.2.1.2.1.6) se concluye que si la homonimia y la polisemia
son de interés lexicográfico; entonces sus tratamientos están dentro del orden
metodológico. Por lo tanto, las vías de tratamiento de una u otra deberán
ajustarse a las necesidades lexicográficas del usuario.
24. En el apartado (§5.2.1.2.2.4) concluimos que si la homonimia y la polisemia en
las obras lexicográficas del quechua no han recibido un tratamiento adecuado
en los casos que sí la ameritan; entonces esto supone que su tratamiento ha
sido deficiente248. Por lo tanto, los lexicógrafos del quechua han seguido
caminos diversos y de diferente grado en cada material lexicográfico.
25. En el apartado (§5.2.2.1.2.6) concluimos que si es frecuente hallar anomalías
en el tratamiento de las remisiones; entonces la circularidad y las remisiones
bidireccionales son de uso corriente en las obras lexicográficas del quechua.
Por lo tanto, el DUQUE deberá estar pensado más en constituir una obra de
consulta selectiva que permita al usuario llegar con facilidad a la información
que busca a través de remisiones directas a las formas preferidas o a las
marcadas.
26. En el parágrafo (§6.1.4.2.3.2.10) se concluye que si consideramos que los
préstamos en la lengua han recibido diferentes tratamientos; entonces el léxico
advenedizo, en unos casos, suele mantener la ortografía de la lengua fuente
(castellano o aimara), y, en otros, se adecua a las normas fonológicas y
ortográficas de la lengua receptora (quechua). Por lo tanto, en la composición
del DUQUE se tendrá que equilibrar su codificación y registrar sólo los
préstamos léxicos que son parte de la cotidianidad de los hablantes de la
lengua de acuerdo a las reglas ortográficas existentes y otras
complementarias.
27. En el parágrafo (§6.1.5.2.2) se concluye que si el proceso de reduplicación es
un fenómeno común en la lengua; entonces es un mecanismo que forma parte
de la formación de palabras en la lengua. Por lo tanto, las unidades léxicas
fruto de la reduplicación merecen un espacio en cualquier diccionario de la
lengua.
28. En el apartado (§6.2.3.2.2.5) concluimos que si la base, debido a que alberga
un conjunto de posibilidades gramaticales para la creación de nuevas palabras,
en el proceso derivativo es el morfema central y más productivo de la lengua;
248
Principalmente el tratamiento de la polisemia no siempre es claro en los diccionarios, la complejidad
del problema crea dudas en los lexicógrafos a la hora de materializarlos en sus trabajos.
649
entonces este morfema, al codificársele como macroentrada en la NN, es
objeto lexicográfico. Por lo tanto, constituirá la unidad mínima de
representación lexicográfica en el futuro DUQUE.
29. En el apartado (§7.1.1.1.1.5) concluimos que si existe una estrecha relación
entre gramática y lexicón en el quechua; entonces es recomendable que el
futuro DUQUE se confeccione también en clave gramatical. Por lo tanto, en el
mencionado diccionario se deberá tomar como punto de partida la estructura
morfológica de la unidad léxica.
30. En el parágrafo (§7.1.1.1.2.6) se concluye que si los materiales lexicográficos
confeccionados por el Ministerio de Educación son modestos; entonces es
necesario componer un diccionario escolar que pueda desempeñar una función
didáctica en el aprendizaje de la lengua y que tenga un carácter pronormativo.
Por lo tanto, esta obra deberá ser un diccionario escolar monolingüe, cuando
no también bilingüe.
31. En el apartado (§7.1.1.2.2.3) concluimos que si es posible superar las
debilidades del ordenamiento etimológico que posee el DUE (1966) de María
Moliner; entonces en una futura composición del DUQUE deberá cuidar de no
incurrir en las limitaciones de esta obra. Por lo tanto, el DUQUE ordenará por
familias léxicas prescindiendo de cualquier forma de prefijo en la lengua.
32. En el parágrafo (§7.1.1.3.6.4) se concluye que si las unidades léxicas que el
DUQUE incluya en su caudal serán aquellas que el usuario emplea en su
interacción social cotidiana; entonces la composición del DUQUE se enmarca
dentro de un modelo funcionalista. Por lo tanto, las informaciones que brinde
serán también las condicionadas por el contexto de su uso y la situación
comunicativa, por lo que se extraerán del uso actual, además de la
nomenclatura de diccionarios sincrónicos.
33. En el apartado (§7.2.1.2.4) concluimos que si la relación formal y semántica de
los miembros de la parentela mantiene la unidad de la familia léxica; entonces
la ordenación de la nomenclatura por familias léxicas es una organización
paradigmática de los derivados. Por lo tanto, la macroestructura del futuro
DUQUE se ordena en el plano del morfema antes que de la palabra, puesto
que parte de una misma base como cabeza de familia.
34. En el parágrafo (§7.2.1.3.5) se concluye que si los miembros de una familia
léxica están semántica y formalmente vinculadas entre sí; entonces existe
correspondencia entre lo léxico, lo semántico y lo morfológico. Por lo tanto, el
futuro DUQUE se ordenará a partir de una macroentrada constituida por un
morfema, que bien puede ser una base o un afijo.
650
35. En el apartado (§7.2.4.2.2.4) concluimos que si la ordenación morfológica de la
NN del DUQUE se sustenta en ordenación alfabética a partir de la base de las
unidades léxicas; entonces las familias léxicas también guardarán una
ordenación alfabética tanto fuera como al interior de la NN. Por lo tanto, la
ordenación morfológica y alfabética regirá en la macroestructura y la
microestructura del DUQUE.
36. En el apartado (§7.3.1.1.2.1.7) concluimos que si el DUQUE se caracterizará
por la coherencia de su estructura e información; entonces está concebido
como un material lexicográfico coherente. Por lo tanto, el DUQUE se regirá por
el principio de coherencia tanto en su macroestructura como en su
microestructura.
37. En el parágrafo (§7.3.1.1.2.2.3) se concluye que si la NN del futuro DUQUE
estará objetivamente organizada; entonces su finalidad será la de asegurar la
transferencia de la norma al usuario. Por lo tanto, el DUQUE se consolidará en
el uso.
38. En el apartado (§7.3.2.1.3) concluimos que si la ordenación morfológica de la
NN del DUQUE se sustenta en ordenación alfabética a partir de la base de las
unidades léxicas; entonces las familias léxicas también guardarán una
ordenación alfabética tanto fuera como al interior de la NN. Por lo tanto, la
ordenación morfológica y alfabética regirá en la macroestructura y la
microestructura del DUQUE.
Las conclusiones que tienen conexión con los aspectos de las hipótesis están
señaladas en los apartados correspondientes de los Capítulos IV, V, VI y VII, tal como
detallamos a continuación:
651
aspecto metodológico ha sido muy limitado. La Lexicografía quechua es una
disciplina de la lingüística aplicada cuyo inicio puede ser ubicada en la
publicación del Vocabulario de Domingo de Santo Tomás (1560). Su historia se
remonta a un pasado religioso, la de la religión católica. La lexicografía
quechua no es monolingüe, sino más bien bilingüe, no es una práctica
lexicográfica en una lengua, sino en muchas, casi tanto como el número de
dialectos que tiene esta lengua andina. Las características que la práctica
lexicográfica ha adquirido en los diferentes periodos, cuando no también de las
obras lexicográficas en esta lengua andina, están condicionados por un
número limitado de factores del contexto sociocultural de cada época; aunque
algunas obras han sido el resultado de una composición más bien improvisada,
pese a que los lexicógrafos se enfrentaban a una lengua compleja; por eso es
por lo que no resultan obras uniformes, sino más bien obras diferentes. En tal
sentido, la segunda conclusión tiene conexión con los aspectos de la hipótesis
1 que está señalada en el apartado (§4.4.4.3). En el capítulo IV concluimos lo
siguiente:
- H1: Si la Lexicografía Quechua es fruto de una calca de aspectos de la Lexicografía
Hispánica; entonces su práctica se caracteriza por tener una finalidad
evangelizadora antes que lingüística, un carácter bilingüe antes que
monolingüe, una ortografía hispana antes que una propia y una nomenclatura
en base a una plantilla de diccionarios hispanos antes que una de nueva
planta, salvo excepciones como el Nuevo Diccionario (2009) de Calvo. Por lo
tanto, la Lexicografía Quechua es el resultado de una combinación de aspectos
hispanos preferentes: finalidad evangelizadora antes que lingüística, carácter
bilingüe antes que monolingüe, ortografía hispana antes que una propia,
nomenclatura en base a una plantilla de diccionarios hispanos antes que una
de nueva planta. En tal sentido, se confirma la H1 de esta tesis.
2. En el capítulo V evidenciamos la existencia del problema del desorden de la
nomenclatura en los materiales lexicográficos. En tal perspectiva, se hizo
necesario analizar la estructura de la nomenclatura del material lexicográfico.
Se examina el ordenamiento alfabético de las entradas, tanto desde los
aspectos teóricos como metodológicos. Analizamos el enunciado y el cuerpo
del artículo lexicográfico. También analizamos los aspectos teóricos y
metodológicos de las remisiones, así como del problema de los reenvíos en la
práctica lexicográfica. En tal sentido, la primera conclusión tiene conexión con
los aspectos de la hipótesis 2 que está señalada en el apartado (§5.1.1.2.2.4).
En el capítulo V concluimos lo siguiente:
652
- H2: Si el ordenamiento alfabético de la nomenclatura de obras lexicográficas
del quechua no ha sido sistemático ni coherente, salvo excepciones como el
Nuevo Diccionario (2009), debido a la falta de un inventario alfabético aceptado
y de una regla ortográfica consensuada; entonces existe una relación entre la
ordenación caótica de entradas y la anarquía ortográfica existente en la lengua.
Por lo tanto, la relación del ordenamiento caótico de entradas quechuas con la
anarquía ortográfica existente en la lengua está en función a la falta de un
inventario alfabético aceptado y de una norma ortográfica consensuada.
653
parentela léxica. Por lo tanto, la relación del ordenamiento por familias léxicas
de una nomenclatura con el ordenamiento alfabético tradicional está en función
de la identificación de toda la parentela léxica a partir de la base y el
establecimiento de reglas ortográficas coherentes.
En tal sentido, queda confirmada la H4 desarrollada en el capítulo VII de la
presente tesis.
654
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675
676
677
APÉNDICE
678
Mapa de familias lingüísticas y lenguas en el Perú
679
Mapa de distribución del quechua en el Perú
680
Mapa de extinción de lenguas en el Perú
681
682