Vergara, Franco Alirio - La Paideia Griega
Vergara, Franco Alirio - La Paideia Griega
Vergara, Franco Alirio - La Paideia Griega
Universitas Philosophica, Bogot (Colombia) Nos. 11-12, Diciembre 1988 / Junio 1989
La Paideia Griega
RESUMEN
Universidad Javeriana.
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1. Introduccin
Llamar la atencin sobre la sangre siempre joven del pueblo griego como
origen de nuestra cultura es el objetivo de este texto. Nos referimos al pueblo
griego en su conjunto no a algunas de sus individualidades, ya sean los poetas,
los politicos o los filsofos, por ejemplo. Las individualidades siempre brillan en
todas las pocas y en todas las culturas. An en aquellos fenmenos que
consideramos poco valiosos o decadentes, podemos encontrar algunos proto-
tipos dignos de admirar y de seguir. La nocin de "griego" se transform, en
Occidente, en sinnimo de clsico. En los momentos de renovacin e incluso de
revolucin dentro de la historia de la civilizacin occidental, el pueblo griego
como un gran individuo y no slo algunos de sus grandes personajes ha
sido motivo de inspiracin para la vida de los hombres y de los pueblos (1).
1. Del legado griego no slo ha habido uso sino abuso. Cfr. FINLEY, M.I. (ed.): El Legado de
Grecia. Una Nueva Valoracin, Mxico, Ed. Crtica, 1983, especialmente la introduccin y
las conclusiones. De todos modos, el estudio clsico, en el presente siglo, es el de Werner
Jaeger: Paideia, Mxico, F.C.E, 1978.
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2. El carcter de la Paideia
2.1 Necesidad y carcter plstico de la Paideia
Una definicin de Paideia que no sea unilateral resulta imposible. Se ha
vertido al espaol como: "educacin", "cultura", "formacin", "instruccin",
etc. El trmino griego en realidad abarca todas estas traducciones y, adems,
posee un carcter dinmico. Recorriendo su devenir y desvelando su compleja
naturaleza es la nica forma en que podemos hacernos una idea de este
fenmeno cultural, el fenmeno griego por antonomasia. Pero a lo que quere-
mos llegar en ltima instancia es a su carcter, a su tendencia general y a sus
implicaciones, o, para designar esto con una palabra moderna, a su espritu.
4. Dramtica porque en su obra se revela no slo su proposicin educativa, sino que lo hace en
intensa confrontacin con otras, como la sofista. La meditacin de Aristteles, en la Etica
a Nicmaco por ejemplo, se da hasta cierto punto luego de que, con Platn, la filosofa ha
conquistado su terreno.
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Los griegos no slo intuyen la forma humana sino que quieren presen-
ciarla, verla actuante, y ello es lo que dirige la Paideia. Hegel lo expresa de este
modo.
En este sentido, Hegel domina al espritu griego "El artista plstico, que
convierte lo natural en expresin del espritu" (10). La Paideia consiste as en el
trabajo que el hombre realiza para apropiarse su naturaleza. La naturaleza
humana necesita formacin y ello requiere un artista. Pero la voluntad del
artista no depende de su particular gusto o arbitrariedad, pues se trata, preci-
samente, de hacer aparecer la naturaleza en conformidad con su propia
norma, con ella misma. La naturaleza es la gua de su propio ejercicio; de ah la
necesidad de concebirla, de representarla. Esto implica que, en s misma, la
ordenadas; concibi el universo como kosmos, con orden y belleza, y quiso hacer su
comunidad una realidad semejante a un hombre bello. Est presente en su religin, pues
sus dioses no solo son poderosos, sino que tienen forma definida. Al saber mismo se le
quiso dar forma: la ciencia es el saber plasmado. Puede verse en la historia del trmino
eidos que significaba "aspecto", delatando una conexin con la vista, del que procede la
palabra idea en Platn y que es usada tambin en medicina para designar las especies o
tipos de hombres; "eidenai" es la palabra usada por Aristteles en la primera frase de la
Metafsica, que han vertido por saber o conocer: "todos los hombres desean por natura-
leza saber". An Parmnides, famoso por el carcter abstracto de su discurso, nos des-
cribe la "verdad", el "ser", semejante a una esfera bien redonda.
8. HEGEL, G.W.F.: Lecciones sobre la Filosofa de la Historia Universal, Madrid, Revista de
Occidente, Tomo II, p. 102.
9. Ibidem, p. 96.
10. Ibidem, p. 97.
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es la gua de toaa ensenanza (13). Ahora bien, para los griegos, el hombre es un
ser politico por naturaleza, muestra una tendencia irreprimible a vivir en
sociedad que lo diferencia, especficamente, de los dems seres. As como, por
naturaleza, las abejas construyen sus panales, as tambin, por naturaleza, los
hombres tienden a construir la polis. La pregunta acerca de "cundo los
hombres decidieron construir la polis" no existe para los griegos. Pensaban,
simplemente, que estaba en su naturaleza el hacerla, como estaba en ella el
comunicarse o el reproducirse; esto no es algo que dependa del arbitrio
humano no exista entre ellos la teora del contrato social; la polis es la
"obra" humana, es producto necesario de su naturaleza. Es obra- y, sin
embargo, natural. Aristteles lo expresa as en su Poltica:
que el individuo tiene como fin el vivir en la Polis, sta resulta ser la causa que
determina en l su obrar. En consecuencia se constituye en aquello por lo que
obran los individuos e imprime su carcter a la formacin de stos; los hom-
bres son rodeados o plasmados por la Polis, pues sta obliga a los individuos a
actuar de acuerdo con los bienes propios de ella, que son, a su vez, los fines de la
naturaleza humana. Ahora bien, como la Polis es la realidad ms honda y plena
de cada individuo, el deseo de ser reconocido como miembro destacado de la
Polis se convierte en la suprema aspiracin del hombre. Este reconocimiento
constituye el honor que, como deseo natural de destacarse, de afirmar la
propia individualidad, es aprovechado por la comunidad para encauzar la
conducta de los individuos hacia los fines de la polis (16). En el afn natural de
honor se encuentra la clave de la concepcin griega de las relaciones entre
individuo y polis. En el deseo de honor se exterioriza en el individuo, por un
lado, el deseo de reconocimiento, de aprobacin por parte de la comunidad
lo que le lleva a adaptarse a la generalidad, a lo que es norma comn en la
Polis, pero, por otro lado, ese mismo afn de encarnar en su individualidad,
con la mxima perfeccin posible, los valores y la norma comn, lo impele
dialcticamente a competir por destacarse como el mejor, como la mejor
encarnacin de la naturaleza o perfeccin (aret) comn. En este sentido, la
afirmacin de la propia individualidad, el amor propio (filauta) (17), coincide
en los griegos con el esfuerzo por encarnar, de forma consciente, lo comn, la
naturaleza humana. El vivir a fondo la vida de la polis constituye la manera
ms perfecta de plasmar al hombre en su doble dimensin esencial o aspectos
inseparables de individuo y de ciudadano. As, Paideia y vida poltica son
inseparables como dos caras de la misma moneda.
3. La prctica de la Paideia
3.1 La costumbre como base de la Paideia
"De los griegos slo a nosotros est reservado llamar a la misma ciudad,
nodriza, patria y madre" (18).
Esta misma idea aparece en el dilogo Gritn de Platn, cuando las leyes se
presentan ante Scrates, condenado a muerte, para recordarle que debe
obedecerles, aceptar su mandato, es decir, su condena, pues l es hijo de las
leyes: ha sido engendrado por ellas y ha vivido y crecido bajo su proteccin. Por
eso la obediencia a las leyes no constituye una coaccin, una negacin de su
individualidad, sino una explicitacin de su propio ser; las leyes son ya interio-
res y constitutivas del ser del individuo:
... y bien, tras haber sido engendrado, criado y educado [por nosotros],
podras, en primer lugar, negar que tus progenitores y t mismo no sois
[algo] nuestro, como un producto o un esclavo?" (19).
"Sobre poco ms o menos, la mayor parte de los actos prescritos por la ley
son tambin los que proceden de la virtud total. La ley ordena vivir segn
cada una de las virtudes, as como prohibe vivir segn cada vicio en particu-
lar. Y los actos que producen la virtud total son de la competencia de las
leyes, o sea, todas las prescripciones legales relativas a la educacin (Pai-
deia) para el bien comn" (20).
18. "Panegrico IV", en ISOCRATES: Discursos, Madrid, Biblioteca Clsica Gredos, 1979, Tomo I,
P. 205.
19. PLATON: Criton, (11.. Conrado Egger Lan), Buenos Aires, Eudeba, 1984,
20. ARISTOTELES: Etica a Nicmaco, Lib. V, Cap. 2, p. 60. Recurdese tambin que, en La
Repblica, Platn convierte el tema de la justicia en el de la educacin, a partir del Lib. II.
21. "El poder mostrar al hombre", es un dicho de Bas que Aristteles cita en su libro sobre la
justicia en la Etica a Nicmaco. Vase Etica a Nicmaco, Lib. V, Cap. 1, p. 59.
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eficacia, el individuo deba poner en juego todo su ser. Las diferencias entre los
individuos se mostraban en el ejercicio de la vida poltica. En el actuar poltico
se ponan en juego los intereses, las habilidades, la fuerza y la sabidura propias
y diferenciadas de cada individuo; cada uno, de acuerdo con su ser y sus
posibilidades, quera construir un modelo o tipo de hombre. La Polis era, pues,
el lugar en el que se enfrentaban y confrontaban los distintos modelos o
proyectos de humanidad. La Paideia no era, por tanto, un modelo nico de
humanidad, sino el enfrentamiento de muchos modelos distintos dentro de un
mismo objetivo y de un mismo espritu: la consecucin del hombre perfecto, el
hombre universal. Expresndolo en los trminos anteriormente usados: el
afn de honra significaba no slo el reconocimiento del esfuerzo por encarnar
la norma, sino que implicaba tambin la dignidad del ser tomado como modelo
a imitar, como gua para los dems ciudadanos, como encarnacin viviente de
virtud (aret).
Es, pues, natural que en Grecia existan diversas e incluso opuestas formu-
laciones y prcticas de la aret y la Paideia. Puede decirse que todos los
ciudadanos rivalizaban por imponer la suya. El individuo que haca prevalecer
su modelo, al orientar indefectiblemente la vida de los hombres en la Polis, se
converta en forjador no slo de los individuos sino de la comunidad entera e
imprima a la Polis el sello de su individualidad. As pues, si, por una parte, el
carcter y el destino de los individuos se hallaba ligado de forma indisoluble al
destino de la Polis, el carcter de ella y sus costumbres se hallaban signados por
las individualidades que lograban imponerse como modelos vivientes de aret,
vgr. Licurgo, Soln, Pericks, etc... Los grandes hombres se constituian en
figuras plsticas (22), a la vez moldeadas por y modelos para la Polis, y cada una
de las polis se constituia, o por lo menos aspiraba a ser modelo, un modelo
viviente, para las dems ciudades griegas (23).
22. Se comprende, a partir de esto ltimo, aquella tensin entre tirana y democracia que vivieron
las poleis la notable excepcin es, quiz, Esparta. Una individualidad surga, pero,
dado el inters de otras individualidades, o bien tena un predominio efmero, o bien, para
mantenerse, converta el poder, la ley, en instrumento suyo. Esa contradiccin hizo que,
por ejemplo, Pendessea considerado, a la vez, hroe, tirano y demcrata. Hasta cierto
punto, la estabilidad de la polis dependa de cmo viviera esta tensin y ello explica,
adems, por qu las democracias fueron bellas, luminosas, pero de un equilibrio precario
y pletricas de persecuciones. Soln, segn cuenta Herodoto, para evitar convertirse en
tirano prefiri retirarse de los cargos pblicos. Vase HERODOTO: Los Nueve Libros de
la Historia, Mxico, Porra, 1974, Lib. I, Cap. XXIX, p. 9.
23. Que las polis quieren diferenciarse unas de las otras por el modo como infunden su carcter
en los individuos puede verse en el discurso Fnebre de Pericks, cuando reprocha a los
espartanos el modo de formar a sus ciudadanos para la guerra. Vase TUCIDIDES:
Historia de la guerra del Peloponeso, Lib. II, pp. 72-73.
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Ahora bien, hay dos actividades que conforman, esencialmente, ese oficio:
la guerra y la oratoria. La primera porque en ella se pone en juego la existencia
misma de la Polis, la segunda porque mediante su ejercicio se estructura el
proyecto poltico y se reconoce el valor y la virtud de los individuos. La guerra y
la oratoria son, en realidad, dos actividades muy prximas y tienen un carcter
similar, pues, por una parte, las grandes deliberaciones se realizan en momen-
tos difciles para la vida de la Polis, es decir, antes de una batalla, y, por otra
parte, la prctica de la palabra es una especie de combate (agon) entre los
individuos al interior de la polis. En este combate entre las palabras o razones
.....(logoi) la polis cobra vida en sentido propio (25). Puesto que la palabra es
24. Este punto puede consultarse en ARISTOTELES: Poltica, L. VIII, Cap. 2 y 3, pp. 302-304.
25. Desde el inicio de la cultura griega, la educacin para la batalla y para la oratoria constituye-
- ron el marco primario de la educacin griega, segn se ve en la lijada: "El anciano jinete
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"Por eso hay que tener con las palabras la misma manera de pensar que se
tiene sobre otras cosas y no opinar lo contrario sobre asuntos idnticos ni
mostrarse hostil con una cualidad que es de todas las que existen en la
naturaleza humana la causa de muchos bienes. Con las dems cualidades
que tenemos, como ya dije antes, en nada aventajamos a los animales, sino
que incluso somos inferiores a la mayora de ellos en rapidez, fuerza y
recursos. Pero como existe en nosotros la posibilidad de convencernos
mutuamente y de aclararnos aquello sobre lo que tomamos decisiones no
solo nos libramos de la vida salvaje sino que nos reunimos, habitamos
ciudades, establecimos leyes" (26).
Peleo quiso que yo te acompaase el da en que te envi desde Ptio a Agamenn, todava
nio y sin experiencia de la funesta guerra ni del gora, donde todos los varones se hacen
ilustres; y me mand que te enseara a hablar bien y a realizar grandes hazaas" (Vase:
Ilada CIX vs 430 y ss. (tr. de Luis Segal) Barcelona, Vergara, 1960).
26. Sobre el cambio de fortunas, vase S. XV, 253, 254, en ISOCRATES: Discursos, Tomo II, pp.
139-140.
27. En el siguiente texto se muestra el carcter pblico de la prctica mdica: "Cuando uno est
presente y puede observar a un hombre que en el gimnasio se desviste y realiza sus
ejercicios fsicos, puede conocerlo de forma que puede mantenerlo sano...". Sobre la
dieta, vase en Tratados Hipocrticos, Tomo ill, p. 23.
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relacin con la virtud humana (28). El mismo hecho explica, igualmente, que
en un mismo evento pblico como los juegos olmpicos, o que, en general, las
grandes festividades se convirtieron en la oportunidad para mostrar la exce-
lencia individual a travs del oficio y para influir sobre la polis (29).
Esta prctica de la cultura puede llamarse general, para indicar que era
comn a todos los ciudadanos en la medida en que cada oficio o tipo de
actividad existente en la polis los afectaba, irrigando sobre todos su poder
plasmador. La vida en la Polis era ella misma una paideia omniabarcante
(enkikliospaideia). Esta cultura era viviente y comn, porque se tena, literal-
mente, a la mano, en el culto, en los sitios pblicos, etc., y, sobre todo, en la
oratoria. La sabidura ms antigua circulaba por todas partes, sin perder
28. Como sucede en el Laques de Platn, donde Scrates discurre con dos estrategas sobre la
utilidad que reporta para la virtud el ejercitarse en cierta clase de combate. Vase
PLATON: Laques.
29. An los grandes sucesos se convierten en ocasin para ejercer el oficio y la influencia poltica
(educativa), como se dice sucedi con Esquilo, cuando aprovech el recuerdo de las
guerras mdicas para estremecer al pueblo griego. Gracias al efecto potico convirti,
hasta cierto punto, ese recuerdo en fuerza educadora.
30. No hay que extraarse por eso de la disputa que, por ejemplo, establece Platn, en nombre de
la Filosofa, con los poetas, los sofistas, etc., porque ello indica la aceptacin de su
vitalidad, de su fuerza educadora y el deseo de encauzarla. Como no es de extraar la
polmica que, contra los sofistas o contra Eurpides establece Aristfanes en varias de sus
obras. Es decir, en esas crticas se muestra la intencin de definirse y superar a los dems
en el mbito de la Polis. Las producciones griegas no se producen en un remanso sino en
medio de la agitacin connatural a la vida de la Polis.
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31. Platn no exager cuando, en el Fedro, coloca el discurso oral por encima del escrito, pues
ste tiene el peligro de convertirse en un saber muerto. Con ello no hace ms que
testimoniar la tendencia de la cultura griega. Vase PLATON: Fedro, 275 d-e.
32. "Sobre el cambio de fortunas", XV, 253, 254, en ISOCRATES: Discursos, Tomo II, pp. 139-140.
33. Precisamente lo que haca parte del "plan de estudios" de un griego es que haba tenido que
hacer "carrera poltica". En este artculo no tratamos en concreto el tema de los estudios,
por ser nuestro objeto mucho ms general. Al respecto puede consultarse el artculo de
H.I. Marrou: "Educacin y Retrica", en M.I. FINLEY: (ed.) El Legado de Grecia.
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cuada, juzgar en conjunto slo puede hacerlo quien posea una cultura
general. Esta es la causa de que el joven no sea oyente idneo de lecciones
de ciencia poltica, pues no tiene experiencia de la vida, de las cuales extrae
la ciencia poltica sus proposiciones y a las cuales se aplican estas mismas"
(34).