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Bastardos Sin Gloria

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Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds)

La película de Quentin Tarantino basa muchas de sus particularidades en haber


sido creada teniendo como telón de fondo la Segunda Guerra Mundial. No se trata
simplemente de una ambientación, sino que las mismas ideas preconcebidas que
poseemos y los datos históricos que conocemos juegan un papel muy especial al momento de
observar la película.
Uno de los primeros prejuicios que podemos tener de los nazis es que son seres
absolutamente malvados y prepotentes. A la luz de los hechos, mucho hay de cierto en ello. Sin
embargo, la manera como Tarantino presenta al coronel Hans Landa subvierte, totalmente, este
preconcepto. El personaje es amabilísimo e inteligente. Sus procesos deductivos son impecables
y sus buenos modales rompen, completamente, con la idea que podríamos tener de un nazi. Más
bien, el coronel Landa parece una suerte de Sherlock Holmes, antes que un oficial de la temible
SS. El detalle de la pipa que presentamos a continuación nos hace pensar que no estamos lejos
de la verdad:

Este hecho, lejos de ser una incoherencia, es una virtud, pues los personajes
decididamente “buenos” y ontológicamente “malos” son más una caricatura que una
realidad. Con todo, pese a su gentileza, Hans Landa realiza las acciones atroces que
históricamente conocemos y es ahí que reside la riqueza de este personaje. De igual
forma, el personaje de Aldo “el Apache” Raine funciona bien teniendo como fondo la
situación bélica de la Gran Guerra. Es bien sabido que para que un personaje tenga éxito
debe lograr cierta empatía con la audiencia. El “Apache” Raine, difícilmente, podría
lograr esta empatía. De hecho, es cruel, burdo e inmoral, pero se enfrenta a seres que
todos sabemos que fueron responsables de millones de muertes sin sentido. Es en ese
contexto que Aldo Raine bien puede aplicar la ley del Talión.

De igual forma es interesante el personaje de Shoshanna Dreyfus, de quien


podemos saber por la manera particular que tiene Tarantino, al narrar una historia. En
efecto, reparamos en que ella es la mujer que huye de las balas del coronel Landa,
cuando ya convertida en Emmanuelle Mimieux, se nos presenta, insertado en el
montaje, un feedback de su huida. Quien huye en 1941 perdonada por el buen humor de
Landa, no tendrá perdón en 1944.

Este recurso al feedback y la reminiscencia está presente desde siempre en la


obra de Tarantino. Lo vemos desde Reservoir Dogs y lo seguimos apreciando en
Inglourious Basterds. Las crueldades del escuadrón del teniente Raine son conocidas
por este expediente, toda vez que son un recuerdo de un soldado sobreviviente ante
Hitler. El dejar un ser mutilado para que informe de la maldad es algo que ya hemos
visto al final de la primera parte de Kill Bill. El subterfugio de la reminiscencia también
se emplea, de manera humorística, cuando aparecen copulando Joseph Goebbels con la
traductora Mondino. Hay que decir que los personajes de la jerarquía nazi son
completas caricaturas. Este es otro hecho que funciona muy bien con el telón de fondo
de nuestras ideas acerca de la guerra. Probablemente, Hitler es el malvado por
excelencia de la historia mundial. Mueve a risa verlo no como un ser siniestro, sino más
bien patético, gritando “nein, nein, nein” (no, no, no; en alemán) o riéndose por las
muertes que su soldado ocasiona en la película.

Nuevamente, Quentin Tarantino no se ve limitado por las barreras del idioma y


hace hablar a los personajes, en la lengua que les corresponde, tal como lo hiciera ya en
Kill Bill. Es, no obstante, en los diálogos, donde estriba la mayor dificultad de la
propuesta de Tarantino. Aun cuando resulten ingeniosos, su duración le quita ritmo a la
película. Particularmente larga resulta la escena en el sótano.
Ahora, esto es algo que también se da en la literatura. Mucha gente afirma que al
segundo tomo del Quijote le sobran cien páginas, tal como a este filme le sobran
algunos minutos. Tan sólo habría que señalar, que cualquiera puede criticar la extensión
del Quijote, pero con seguridad no cualquiera puede escribir una obra similar. Donde el
director sí, estuvo realmente acertado fue en el uso de la música como recurso narrativo.
El asesinato de la familia Dreyfus se ve intensificado por la música de fondo. Lo mismo
podemos afirmar de la aparición del llamado Oso judío o de la muerte de Shoshanna y
su admirador alemán, que mueren como en otras de sus películas apuntándose uno al
otro.

El final de la película, nuevamente, es el resultado de una tensión entre nuestro


conocimiento de lo que ocurrió en realidad y lo que el director decide como desenlace
de su historia. Esta película se inscribe en un subgénero de cine de guerra conocido
como Euro War, Macaroni War o Macaroni Combat, en el que no primaba la exactitud
histórica. De este subgénero, la película más conocida es Quel maledetto treno blindato
que se distribuyó en Estados Unidos como The Inglorious Bastards. Nada es casualidad.

Pues bien, la narración de Bastardos sin gloria toma dos rumbos en su desenlace
y bien podemos hablar de dos finales. Uno que se vincula con Shoshanna Dreyfus o
Emmanuelle Mimieux.
Y otro que es el emprendido por Landa y Raine. En ambos finales, prima la
verdad creada por la ficción. Es de humor negro que quien otrora huye, destruye
finalmente a sus enemigos; y quien es brillante en sus razonamientos, termina engañado
por el más burdo de los personajes. Nos referimos al coronel Landa. Magistralmente
interpretado por Christoph Waltz.

Al final de una crítica toca emitir un juicio de valor. Diremos que la primera
escena en casa del campesino francés fue de una intensidad que no se vio en el resto de
la película, pero fue tal su energía que nos convence de que la mejor película de
Tarantino aún no ha sido filmada.

José Antonio Salas García


http://joseantoniosalas.blogspot.com/

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