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REIT Estrada
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Legorreta, Jos de J. Teologa del laicado y reforma de la Iglesia: la eclesiologa de Juan A. Estrada Revista Iberoamericana de Teologa, nm. 4, enero-junio, 2007, pp. 31-54 Universidad Iberoamericana Distrito Federal, Mxico
Disponible en: http://www.redalyc.org/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=125221527002
Revista Iberoamericana de Teologa ISSN (Versin impresa): 1870-316X angel.sanchez@uia.mx Universidad Iberoamericana Mxico
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Resumen
La eclesiologa de Estrada constituye un trabajo de recepcin crtica y creativa de la eclesiologa mistrica y de comunin del concilio Vaticano II, que busca continuar y profundizar el aggiornamento de la Iglesia en un contexto eclesial y sociocultural en transicin. La particularidad de su reflexin consiste en proponer una teologa fundamentada en la Escritura y la Tradicin que renueve y potencie la identidad, las funciones y la espiritualidad de los laicos en el marco de una eclesiologa pneumtica y de comunin. El autor contextualiza esta propuesta en la conflictiva situacin eclesial posconciliar, donde el aparato institucional de la Iglesia vigente, as como sectores significativos de la jerarqua catlica actan y se legitiman a partir de la eclesiologa heredada de la contrarreforma. De ah que el autor adopte explcitamente en su eclesiologa un carcter decididamente controversial, con las ventajas e inconveniencias que ello trae consigo. Tal opcin da cuenta de una eclesiologa que no slo busca entender a la Iglesia, sino tambin transformarla.
Summary
Estradas ecclesiology wants to critically and creatively receive the ecclesiology of mystery and communion of the Second Vatican Council, and tries to continue and deepen the aggiornamento of the Church in an ecclesiastical and socio-cultural context of transition. A specific trait of his reflection is his proposal of a theology based on Scripture and Tradition that intends to renew and to foster the identity, functions and spirituality of lay people, in the framework of pneumatic ecclesiology of communion. The author sets forth this proposal in the context of a conflictive Church situation after the Council, where the institutional structure that prevails in the Church and significant sectors of the ecclesiastical hierarchy act on the basis of an ecclesiology inherited from the counterreformation and take their legitimacy from it. That explains why the author adopts in his ecclesiology a decidedly controversial character, with the advantages and disadvantages that it may have. Such an ecclesiology tries not only to understand the Church but also to transform it.
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J . Citado por C. ODONNELL / S. PI-NINOT, Vaticano II (Concilio), Diccionario de Eclesiologa, San Pablo, Madrid 2001, 1097-1098. 2 Para un anlisis de los antecedentes de tales tendencias puede consultarse la clsica obra de A. ACERBI, Due ecclesiologie. Ecclesiologia giuridica ed ecclesiologia di comunione nella Lumen Gentium, Bologna 1975, Edizioni Dehoniane, especialmente los captulo I y II. 3 Estrada ha hecho una breve resea autobiogrfica titulada Mi perspectiva teolgica, J. BOSCH (ed.), Panorama de la Teologa Espaola, Verbo Divino, Estella 1999, 249-262.
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En la apertura del segundo periodo de sesiones del concilio Vaticano II (21 de septiembre de 1963) Pablo VI expuso cuatro grandes objetivos: establecer con mayor precisin la nocin o naturaleza de la Iglesia; su renovacin interna; el restablecimiento de la unidad entre todos los cristianos y; el dilogo con el mundo contemporneo y el hombre de nuestra poca.1 Pues bien, estos objetivos no slo marcaran al Vaticano II como un concilio De ecclesia, sino tambin determinaran en gran medida la produccin teolgica posconciliar. Y en efecto, las dcadas subsiguientes presenciaran un gran dinamismo en la discusin y produccin eclesiolgica, de manera correlativa a aquel otro que tambin tendra lugar en la vida de las comunidades e Iglesias particulares. Cabe mencionar que durante este periodo, la eclesiologa no slo ha sido una especie de caja de resonancia de una gran temtica teolgica, sino tambin de las tensiones y tendencias que tuvieron lugar en la asamblea conciliar, las cuales no slo han continuado, sino se han intensificado.2 En la reflexin teolgica de las ltimas dcadas ello se ha advertido no slo en las tensiones entre corrientes y temas preponderantes, sino tambin en las mentalidades y mtodos de trabajo que subyacen a las distintas tendencias teolgicas. Si bien esta situacin ha causado desconcierto a ello se ha agregado el agitado contexto sociocultural de la denominada crisis de la modernidad y su inherente halo de incertidumbre, relativismo, inseguridad y pluralismo, percibido por unos como amenaza y por otros como liberacin. Pues bien, en este complejo, ambivalente y multidimensional contexto vital del mundo occidental es donde se sita la propuesta eclesiolgica de Juan Antonio Estrada, jesuita andaluz, nacido en 1945.3 En las siguientes pginas vamos a trazar los ejes principales del mtodo en la eclesiologa de Estrada, as como las principales lneas fuerza de su eclesiologa. Para ello hemos centrado la atencin en las primeras cinco grandes obras eclesiolgicas del autor, dejando de lado la revisin de artculos eclesiolgicos publicados en diversas revistas teolgicas y en obras en colaboracin, as mismo su obra filosfica, la cual, seguramente habra de proporcionar bastantes elementos sobre su epistemologa y cosmovisin, entre otros elementos. Es claro, pues, que la exclusin de las fuentes antes mencionadas constituye, en lo general, los lmites naturales del presente artculo.
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Las tensiones durante el concilio entre estas dos tendencias pueden consultarse en el estudio clsico de A. Acerbi arriba citado.
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determinada interpretacin y lleva consigo un a priori cognoscitivo e incluso un a priori teolgico, los mismos que condicionan, en lo particular, acentos u omisiones y, en lo general, la orientacin de un autor o un movimiento teolgico. En su opinin, estos presupuestos y la cosmovisin que les es aneja, son el punto decisivo que divide hoy a la teologa y a los telogos; el problema afirma Estrada estriba en elaborar la teologa con una mentalidad histrica (con todo el relativismo diacrnico y sincrnico inherente) o con una concepcin esttica y fixista, que conduce a establecer una supuesta esencia ahistrica.5 Estrada, quien se asume plenamente en la primera manera de hacer teologa, polemizar constantemente con la segunda en tanto sta no slo carece de plausibilidad en el mundo moderno, sino tambin es incongruente con el carcter histrico-salvfico que muestra la Escritura y la Tradicin (sobre todo la del primer milenio). Cabe mencionar que esta eclesiologa integrista que, en opinin del autor, constituye la eclesiologa hegemnica que est detrs del orden institucional vigente y la mentalidad de innumerables clrigos, no slo tiene problemas bblicos, teolgicos y pastorales, sino tambin serios problemas epistemolgicos: esta mentalidad rechaza o desconoce que la verdad de toda formulacin doctrinal o de toda praxis simblica y sociocultural est condicionada y determinada por su contexto sociocultural; que todo se da en la historia y est enmarcado en el lenguaje y condicionamientos de cada poca; por tanto no hay una verdad inmvil, abstracta, desencarnada, transcultural y transhistrica.6 Teolgicamente, esta mentalidad carente de capacidad crtica y sentido de la historia, dir Estrada le impide aceptar la categora del devenir como inherente al ser y, en consecuencia, rechazar una comprensin histrica y plural de la Iglesia.7 La gran paradoja de esta postura radicar precisamente en su falta de sentido histrico, y por ello, en su ingenuo o interesado apresuramiento en identificar la esencia de la Iglesia con ciertas concreciones histricas suscitadas en algn momento del pasado. As, su supuesta ortodoxia se revela como una evidente heterodoxia. Por su parte, una teologa que ha asumido con seriedad los cuestionamientos y aportes de la Ilustracin, no trata de conocer y as apropiarse de una o algunas verdades como si se tratase de entidades con consistencia propia y autnomas de los contextos histricos en que tienen lugar, sino de reinterpretar su identidad en el cauce de una tradicin plural y dinmica en fidelidad a la Escritura. Esto supone un cierto relativismo, en tanto no existe una nica interpretacin de la experiencia eclesial de fe, absoluta y vlida para todos los tiempos y lugares, sino varias, cuya legitimidad estar dada por su fidelidad creativa a la
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J. A. ESTRADA, La Iglesia: identidad y cambio, Cristiandad, Madrid 1985, 19 (=1985). Ibid., 111. 7 Ibid.
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Escritura y la Tradicin, as como por su capacidad de respuesta al sentido y anhelos de los hombres y mujeres en un momento histrico determinado. Las definiciones de la Iglesia dadas a lo largo del tiempo son una prueba contundente de lo anterior: todas ellas han destacado determinados aspectos, minimizando o silenciando otros, en razn de las necesidades de su propio momento y contexto, as como de la manera particular como interpretan y seleccionan algunos aspectos de la Escritura y la Tradicin. Esta dinmica interpretativa del ser y quehacer de la Iglesia no ha sido la excepcin sino la constante en la historia de la Iglesia y la eclesiologa.8
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8 Estos acentos son los que han permitido distinguir y caracterizar diversas etapas y modelos eclesiolgicos. Cfr. H. FRIES, Cambios en la imagen de la Iglesia y desarrollo histrico-dogmtico, Mysterium Salutis IV/1, Cristiandad, Madrid 1985, 231-233. 9 J. A. ESTRADA, Oracin: liberacin y compromiso de fe, Sal Terrae, Santander 1986, 73. 10 J. A. ESTRADA, Del misterio de la Iglesia al pueblo de Dios, Sgueme, Salamanca 1988, 68 (=1988).
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lo sagrado es relacional y no una cualidad inherente a las cosas en s.11 De modo que, aunque no hay una ruptura entre lo sagrado y lo profano, tampoco existe una pura y llana continuidad, pues tambin es cierto que la cultura y la sociedad son ambiguas en todas sus manifestaciones, por lo que al tiempo que todo debe ser respetado en su propia autonoma, tambin debe ser criticado y evaluado desde una visin cristiana. Para Estrada este es el misterio del que es portadora la Iglesia, lo cual exige fe, sentido sobrenatural y apertura al misterio, pues se trata de toparnos con el escndalo de la encarnacin de Dios en lo humano. En este sentido, la cristologa que supone el autor se encuentra en estrecha relacin con la concepcin de revelacin arriba mencionada. La identidad y la prctica de Jess no son presentadas como resultado de deducciones hechas a partir de unas preconcepciones teolgicas sobre quin es Dios;12 ms bien procede a la inversa: a partir del Nuevo Testamento, se acerca al testimonio apostlico sobre Jess, de la mano de los aportes del mtodo histrico-crtico, a fin de conocer cmo es Dios y qu es el hombre. De este modo, presenta al Dios revelado en Jess, como un Dios que se ha hecho presente en lo humano, haciendo de la experiencia (con todas sus implicaciones) el lugar de la revelacin de Dios.13 En este marco, la encarnacin no es un asunto retrico, sino la nocin teolgica que expresa el proceso dinmico por el que Dios va asumiendo el crecimiento de una naturaleza humana y, por tanto, integrndose en la historia.14 En esta cristologa, se resaltar en Jess el no saber y el crecimiento de su conciencia; esto es su humanidad verdadera y no disminuida o absorbida por lo divino; tambin esta cristologa pondr de manifiesto el lugar desde el que Dios se revela en su Hijo, iniciando en Beln y culminando en el Glgota, es decir, desde lo menos divino; finalmente podemos decir que esta cristologa enfatizar el motivo primero y ltimo por el que vivi y muri Jess: el reinado de Dios. La comprensin de esta causa jesuolgica le permite a Estrada plantear su eclesiognesis de manera procesual y no ahistrica: Jess anunci el reinado de Dios y en razn de ello fund la comunidad de discpulos, poniendo de esta manera las bases sobre las que despus se desarrollara la Iglesia. Pero este desarrollo es posterior a Jess y hay que verlo a partir del nuevo comienzo que supuso la resurreccin y la diversidad de opciones que fueron
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J . Ibid., 71. Esta es una de las principales crticas que se ha hecho a las cristologas deductivas. Cfr. J. I. GONZLEZ FAUS, Acceso a Jess. Ensayo de teologa narrativa, Sgueme, Salamanca 1983, 11-31. 13 J. A. ESTRADA, La espiritualidad de los laicos en una eclesiologa de comunin, Paulinas, Madrid 1992, 15 (=1992). 14 Ibid., 21.
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tomando los discpulos, bajo la accin del Espritu, condicionados por mltiples factores en un proceso complejo, conflictivo y, en ocasiones, contradictorio que pervive hasta hoy.15
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J. A. ESTRADA, Para comprender cmo surgi la Iglesia, Verbo Divino, Estella 1999, 58-59 (=1999). 16 1988: 117. 17 H. J. POTTMEYER, Hacia una nueva fase de recepcin del Vaticano II. Veinte aos de hermenutica del concilio, G. Alberigo / J.-P. Jossua, La recepcin del Vaticano II, Cristiandad, Madrid 1987, 62-64.
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En este sentido, si bien Estrada reconoce el carcter de continuidad del concilio con la doctrina y concilios precedentes, no deja de sealar tambin la importancia de las discontinuidades ah presentes, as como los nuevos marcos bblicos y teolgicos donde fue ubicada o completada la tradicin recibida. As tenemos, que el autor suscribe como un hito fundamental la afirmacin del Cardenal Suenens cuando este calificaba de revolucin copernicana18 el hecho de que los padres conciliares hayan puesto en la Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia, en primer lugar al conjunto de la Iglesia como pueblo de Dios antes que la jerarqua. En el marco de esta orientacin global del concilio, Estrada destaca en su abundante obra una serie de grandes trnsitos teolgico/eclesiales suscitados a partir de dicha revolucin: a) de una Iglesia de cristiandad a otra de misin; b) de una eclesiologa institucional, jurdica y societaria tpica de la contrarreforma a una eclesiologa mistrica; c) de una eclesiologa jerrquica como causa y estructura primera, a una eclesiologa de pueblo de Dios como lo ms determinante para la Iglesia; d) de una Iglesia catlica que es la Iglesia de Cristo, a una Iglesia de Cristo que subsiste en la Iglesia catlica; e) de una eclesiologa predominantemente cristomonista a una eclesiologa trinitaria; f) de una Iglesia triunfalista y autorreferencial a una Iglesia como sacramento; g) de una Iglesia yuxtapuesta y confrontada con el mundo, a una Iglesia en el mundo de hoy que dialoga crticamente con l. Carcter dinmico del concilio. Para Estrada no se trata de repetir esttica y mimticamente la letra del concilio, sino de ir a l como punto de inspiracin y como horizonte que exige nuevas implicaciones y desarrollos con base en la dinmica e impulso de renovacin que en l se dio. En efecto, no hay tema eclesiolgico que desarrolle el autor que no se vea ubicado e influenciado de modo decisivo por la teologa del Vaticano II; sin embargo, en casi todos ellos va ms all de diversas maneras, por ejemplo, potenciando teolgicamente la eclesiologa mistrica y comunitaria propugnada por el concilio; replanteando desde ella la identidad, funciones y espiritualidad de los laicos, el sacerdocio ministerial y la vida religiosa; sealando aspectos que el concilio no profundiz o por los que no se defini como lo referente a la fundamentacin teolgica de la secularidad, del derecho en la Iglesia y la pneumatologa; advirtiendo sobre las incongruencias en la teologa conciliar (como sucede entre la definicin teolgica y la descriptiva/funcional del laicado); o bien, propugnando de diversos modos por una reforma institucional de la Iglesia que d plausibilidad a la eclesiologa del concilio, entre cuyos proyectos, destaca Estrada en primer lugar la tarea de enmarcar el primado del Papa en un contexto colegial y, a partir de ah, continuar a un proceso de descentralizacin del gobierno de la Iglesia; y en segundo, la
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revaloracin y potenciacin del laicado en la Iglesia.19 En opinin del autor, este ltimo proyecto ha sido el que ms se ha ido imponiendo de modo consistente. Esto constituye uno de los motivos por los cuales la obra de Estrada se ha decantado prioritariamente en una teologa que clarifica la identidad, las funciones y la espiritualidad de los laicos.
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La fundamentacin bblica de esta tesis Estrada la lleva a cabo inicialmente en La Iglesia: institucin o carisma?, Sgueme, Salamanca 1984 (=1984). Un trabajo ms amplio y cuidadoso al respecto es el que realiza en su obra de 1999. 24 1985: 58-59. 25 Ibid., 102-104.
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quiso dar preeminencia a la comn igualdad de todos los fieles, sobre las diferencias al interior de la comunidad. Con lo anterior Estrada no quiere propugnar por un igualitarismo indiferenciado y anrquico, sino slo enfatizar la comn dignidad de todos los bautizados como un dato previo a toda diferenciacin, por dems necesaria para el funcionamiento de la comunidad. Al respecto el autor retoma la imagen paulina del cuerpo para salir al paso de algn equvoco. Dicho as, la comunidad, en cuanto cuerpo eclesial, est compuesto por muchos miembros, cada uno con su propia funcin y carisma en vistas a la edificacin de la Iglesia, tal como lo expresa Pablo al hablar de la Iglesia como el cuerpo de Cristo. Si el punto de partida de una eclesiologa es el Dios comunin como es el caso del trabajo de Estrada y no el Dios solitario del monotesmo, la Iglesia, en cuanto sacramento de ese misterio divino, deber expresar en su propia vida (ministerios, institucionalidad, autoridad, etctera) el carcter de comunin y comunidad de los hombres para con Dios y de los hombres entre s (LG 1) salvaguardando tanto la comn dignidad de todos en virtud de la uncin del Espritu, como las legtimas diferencias entre las personas que la integran.26 Esta dignidad de la condicin comn de todos los cristianos es un tema que Estrada explotar en la lnea de una teologa del laicado: si lo pneumticocomunitario preside ontolgica y cronolgicamente a las diferencias en la Iglesia, luego entonces, los laicos, quienes encarnan por el bautismo y la confirmacin esa condicin cristiana comn, constituyen el referente fundamental a partir del cual entender y definir la identidad, funciones y espiritualidad del ministerio sacerdotal y la vida religiosa.27 Ello no supone restarle importancia, valor o funciones al ministerio o a la vida religiosa, ms bien lo que implica es una redefinicin de tales ministerios y carismas como veremos ms adelante. Cabe mencionar que esta redefinicin la despliega el autor al hilo de su teologa del laicado y no como un tratado aparte.
Ibid., 62-65. Esta tesis es la que desarrolla el autor en La identidad de los laicos y La espiritualidad de los laicos. 28 1984: 230ss.
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nida en el testimonio neotestamentario y la tradicin), as como por su capacidad de responder a esa vocacin en las condiciones histrico-concretas de un pueblo o comunidad especfica. La distincin que lleva a cabo el autor entre institucionalidad e instituciones concretas resulta clave en el planteamiento historicista antes esbozado; mientras con el primer trmino Estrada se refiere a aquello que es inherente y esencial a la Iglesia, en cuanto realidad comunitaria y objetiva (ministerialidad, sacramentalidad y Escritura), el segundo ve a las formas histrico-concretas en que se expresa la primera. Las instituciones concretas son necesariamente mudables, sujetas y necesitadas permanentemente de crtica y renovacin en orden a su adaptacin a la sociedad y a los tiempos, a su mayor coherencia evanglica y a su mayor eficacia apostlica.29 El problema se da cuando se identifican (de modo acrtico o interesado) la institucionalidad de la Iglesia con algunas formas concretas que sta ha adquirido en la historia; entonces dir el autor se subvierte el medio por el fin, la Iglesia por el Reino y los intereses creados por el evangelio. Esto es posible porque las instituciones concretas de la Iglesia no estn exentas de las patologas y disfunciones que padecen el resto de las instituciones, como lo muestra una mirada atenta al progresivo proceso de burocratizacin, centralizacin y disfuncionalizacin que ha experimentado la Iglesia a lo largo de los siglos.30 De ah que una crtica a la Iglesia institucional no se deba identificar simplemente como una crtica a la institucionalidad de la Iglesia. En este sentido, el viejo principio de la teologa catlica ecclesia semper reformanda es aplicable a la Iglesia no slo desde un punto de vista moral, sino tambin organizativo. Ahora bien, para Estrada las patologas institucionales en la Iglesia no slo se explican por razones sociolgicas, ni tampoco se resuelven nica y exclusivamente a partir de reformas administrativas (como pudiera ser la incorporacin de algunos procedimientos democrticos), sino que esta situacin anmala tambin se explica por la legitimidad que le ha dado aquella teologa juridicis-
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Este tipo de distinciones, si bien son esenciales para relativizar las concreciones histricas de la organizacin eclesial plantean algunos problemas. En primer lugar en relacin al mismo lenguaje, se habla as de institucionalidad e instituciones (Estrada), de instituciones primarias e instituciones secundarias (Kehl), estructura y organizacin (Sesbo), Estructura y estructuras (Congar). Sin embargo, por otra parte, tambin suele objetarse que, si bien se deben distinguir tales elementos, en la realidad no tenemos una sin la otra, la primera nunca existe en estado puro, sino realizada histricamente. Por consiguiente, la distincin real entre lo permanente y lo mudable en una concrecin institucional no es evidente, ms bien supone un proceso de discernimiento a la luz del Nuevo Testamento, la Tradicin y los signos de los tiempos; lo cual, adems, es y ser una tarea permanente. 30 1984: 141-144.
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ta, ahistrica y, sobre todo, pneumticamente pobre que ha predominado en la Iglesia occidental en la mayor parte del segundo milenio. Frente a ello Estrada plantear una hiptesis de trabajo Si una teologa cristomonista, o al menos pobre pneumticamente ha favorecido disfuncionalidades, desviaciones y empobrecimientos de las tradiciones eclesiolgicas, tambin una eclesiologa pneumtica puede convertirse en el punto de partida para una reforma institucional legitimada teolgicamente.31 Este objetivo explcitamente afirmado en su primera obra eclesiolgica, puede considerarse la causa principal que perseguir en el resto de su produccin teolgica. Una mentalidad dualista que identifica lo divino con lo esttico y lo humano con lo mudable, definitivamente tiene un serio problema para entender el planteamiento que subyace a las distinciones antes referidas entre institucionalidad de la Iglesia e instituciones particulares. El problema teolgico que est de fondo es cmo se entiende el misterio de la Iglesia; an ms, cmo se enfrenta el escndalo de la encarnacin. El concilio Vaticano II afirm en el primer captulo de la Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia, que ella es ante todo un misterio, el cual guarda una notable analoga con el misterio del Verbo encarnado (LG 8). La analoga es til seala Estrada en tanto quiere superar visiones reduccionistas o unilaterales en la comprensin de la Iglesia, pero tambin tiene lmites que no se pueden pasar por alto: mientras en Cristo hablamos de una persona divina con dos naturalezas (divina y humana) en la Iglesia no podemos estrictamente hablar de una persona, ni tampoco de una naturaleza divina, sino de una comunin de personas y de una naturaleza solamente humana.32 Por consiguiente, la comprensin del misterio de la Iglesia implica ir ms all de posturas que entiendan la presencia de Dios en la Iglesia a manera de hipstasis, esto es, como si se tratara de una cuarta persona de la trinidad, como suele ser el caso de cierto docetismo eclesiolgico que, so pretexto de preservar lo divino, niegan lo humano (docetismo). La postura contraria (empirismo) tambin rompe el equilibrio entre lo humano y lo divino que el concilio quiso preservar para referirse a la naturaleza de la Iglesia o a la inversa (racionalismo). Para este tipo de posturas la naturaleza de la Iglesia es sin ms la realidad emprica sociolgica que se manifiesta en la historia. Por su parte, para Estrada, cuando el concilio habla de la Iglesia como un misterio lo hace para referirse tanto a la complejidad y multidimensionalidad de lo divino y lo humano en la Iglesia, como al puesto que ella ocupa en el plan de salvfico como una obra del Espritu de Dios suscitada a partir
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1984: 228. Las caractersticas y lneas fundamentales de esa eclesiologa pneumtica, Estrada las encuentra en el concilio Vaticano II, en la teologa ortodoxa y en la tradicin de la Iglesia de los Padres. 32 1988: 59-60.
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de la vida de Cristo y no para sealar reductivamente la dimensin espiritual o divina de la Iglesia.33 Desde esta visin dualista, el misterio de la Iglesia est ms all de la relatividad y el cambio histrico; por el contrario, desde el enfoque histrico e integral de la realidad que adopta, la Iglesia se concibe como aquella comunidad humana (afectada por la relatividad, el pecado y el cambio histrico) convocada por Dios y suscitada por el Espritu a partir del acontecimiento cristolgico, para continuar la causa y la misin de Jess entre los hombres. Este enfoque permite concebir el cambio en la Iglesia como inherente a su identidad, de suerte que puede afirmarse, que la Iglesia es siempre la misma, en tanto fiel a la vocacin y misin que le ha sido encomendada, pero tambin es siempre cambiante, tanto por su perenne necesidad de conversin, como por los distintos contextos y culturas donde tiene que desempear su misin. Esto es lo que el autor acomete en su obra Del misterio de la Iglesia al pueblo de Dios (1988). Para Estrada el principal ttulo eclesiolgico que revela la historicidad del misterio de la Iglesia es el de pueblo de Dios.34 Dicho ttulo nos dice resalta las dimensiones horizontales, histricas y sociolgicas del misterio eclesial:35 Dios convoca, l toma la iniciativa y su Espritu suscita unas comunidades referidas a Jess. Estas comunidades, por su parte, intentan responder en fidelidad a la causa y movimiento iniciado por Jess; fidelidad que no significa repeticin mimtica, sino reactualizacin y reinterpretacin de acuerdo a cada contexto; siempre tratando de evitar la identificacin acrtica con el mundo, o bien, atrincherndose en un ghetto. Las vicisitudes de este pueblo de Dios, las mltiples concreciones que ha ido adquiriendo al paso del tiempo en diversos lugares, as como las correspondientes reflexiones teolgicas que ha suscitado nos muestra claramente una Iglesia en devenir, siempre cambiante, siempre en proceso de conversin en orden a una mayor fidelidad a su Seor y a una mejor adaptacin a las condiciones cambiantes de los diversos pueblos en la historia. Es as como la toma de conciencia del devenir como inherente al pueblo de Dios (Iglesia) es el marco en el que hay que hacer la eclesiologa.
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Este tipo de lectura es la que el autor identifica en la entrevista que concedi el cardenal Ratzinger a Messori en 1984. Cfr. V. MESSORI, Informe sobre la fe, BAC, Madrid 1985, especialmente el captulo tercero. En esta misma lnea se redactara la Relacin Final del Snodo de 1985. 34 1988: captulo IV. 35 Ibid., 175.
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primer esquema De ecclesia rechazado por la mayora de los padres conciliares), resultaba inevitable la contraposicin entre clrigos y laicos. De ah que no se dudara en definir a la Iglesia como una sociedad inaequalis et hierarchica, cargando el acento en la diferencia y desigualdad existente entre los cristianos, siendo los laicos quienes estaban al final del esquema jerrquico como receptores pasivos de la actividad y potestad de los clrigos. Por el contrario, si el punto de partida para una teologa del laicado es una eclesiologa pneumtica y de comunin, como la perfilada en las lneas fuerza de la eclesiologa del autor, lo determinante ser la comunidad y el acento recaer consecuentemente en la comn dignidad e igualdad de los cristianos (identidad que coincide con la de los laicos) como dato previo a la diversidad de funciones, carismas, estructuras o ministerios. A diferencia de la anterior, en esta eclesiologa los laicos no constituyen el sector pasivo de la Iglesia, sino que ellos tambin son activos, receptores del Espritu, llamados a transformar el mundo de acuerdo al reino de Dios. Esta perspectiva inspirada en el Vaticano II ser la que el autor trate con mayor amplitud. Estrada despliega esta teologa sobre dos pistas: la bblica y la histrico/dogmtica; en esta ltima har especial nfasis en el primer milenio y en el concilio Vaticano II. Consideremos algunos aspectos centrales de cada una de las fuentes de las que abreva el autor.
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modelo sacerdotal pagano.36 En suma, lo comunitario y la dignidad comn de todos los miembros de la comunidad cristiana es una experiencia que cualquier institucin u organizacin en la Iglesia tiene que respetar, fomentar y asimilar como lo ms constitutivo de la Iglesia.37 Otro tema bblico bastante recurrente a la hora de dar cuenta acerca de la actual dualidad clrigos/laicos es la atribucin de ese estado de cosas a la manera como Cristo fund la Iglesia. Las ideas centrales de esta postura ms o menos son las siguientes: Jess, durante su vida terrena, fund la Iglesia dotndola de una estructura jerrquica de gobierno mediante la eleccin de los apstoles con Pedro a la cabeza. De este modo Jess dio a su Iglesia un tipo concreto de organizacin normativa para todos los tiempos. En virtud de esa institucin divina y la asistencia del Espritu las estructuras actuales de la Iglesia (con la divisin clrigos/laicos) pueden considerarse como legtimas continuadoras de aquellas. Este esquema puede representarse grficamente de la siguiente manera:
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J. A. Estrada, La identidad de los laicos, Paulinas, Madrid 1990 (=1990) captulo primero. 1984: 51.
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Esta imagen sobre el origen de la Iglesia que hace de lo jerrquico la columna vertebral de la eclesiologa y a los fieles los reduce a objetos receptores de lo dado por los ministros, es la que Estrada denuncia como altamente cuestionable, tanto exegtica como teolgicamente.38 Los factores desencadenantes de la crisis de esta imagen pueden resumirse en tres elementos: irrupcin de la nocin de reino de Dios; una nueva imagen de Dios a partir de la resurreccin y el redescubrimiento de la complejidad de procesos histricos que condujeron a transitar del movimiento de Jess a la Iglesia cristiana.39 Irrupcin de la nocin reino de Dios en la exgesis y la teologa. Existe un amplio consenso en que el mensaje central de Jess fue el reino de Dios y no la Iglesia; que en orden a la instauracin de dicho reino en Israel, Jess funda una comunidad a manera de germen y signo inicial del reino, donde los doce simbolizan la totalidad de Israel. Por consiguiente, no se puede hablar de una fundacin directa y explcita de la Iglesia por Jess, ni mucho menos de una estructuracin jesuana de la misma. Una nueva imagen de Dios a partir de la resurreccin. La resurreccin revela la identidad de Dios como Padre, como un Dios de Vida que supera la muerte y abre una nueva esperanza para el hombre; tambin es una revelacin de la dignidad de Jess como el Hijo de una forma singular; finalmente la resurreccin tambin revela a Dios como fuerza, amor, conocimiento y vida que permite un nuevo comienzo comunitario. Las diversas tomas de conciencia y experiencias de esta revelacin darn lugar, no slo a una pluralidad de cristologas y pneumatologas, sino tambin de eclesiologas, de formas de estructurar la Iglesia y vivir la comunin. Aparece as la unidad en la pluralidad, donde ninguna experiencia o reflexin en particular pueda imponerse como la nica vlida para todas las dems.40 Proceso constitutivo de la Iglesia. El anuncio y los signos del reino de Dios hechos por Jess generaron un movimiento de discpulos seguidores de esa misma causa en el mbito judo. La ruptura histrica y teolgica con el judasmo, atestiguada en el Nuevo Testamento, sera, pues, un proceso complejo afirma Estrada posibilitado por una serie de inspiraciones, mociones, revelacin del Espritu y acontecimientos histricos41 que conformaran una identidad distinta a la del judasmo. A partir de estas perspectivas abiertas por la exgesis y la teologa, sostendr que:
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La Iglesia tiene su origen en Jess, pero se constituye despus de su muerte; tiene una dimensin cristolgica, pero tambin pneumatolgica o espiritual; depende de la vida de Jess, pero es posterior, es apostlica y proftica; carismtica y tambin institucional; se funda en los doce, pero el gran apstol es Pablo; tiene races judas, pero es tambin pagana; es una y mltiple, comunin de tradiciones heterogneas, algunas incompatibles.42 No se puede, entonces, derivar de Jess de manera desproblematizada que el eje estructurante de la Iglesia sea el de clrigos/laicos; por el contrario lo que s muestra una lectura histrico-crtica del Nuevo Testamento son diversas eclesiologas cuyo eje ms bien es el de comunidad/diversidad de carismas y ministerios. Cabe mencionar que este eje ser precisamente por el que Estrada propugnar como imprescindible para una revaloracin real de los laicos en una eclesiologa de comunin.
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ministerios y carismas en la Iglesia. En este orden de ideas, la teologa del laicado se despliega en tres mbitos: identidad, funciones y espiritualidad.44
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Estos aspectos son los que trabajar especficamente el autor en La identidad de los laicos (1990) y La espiritualidad de los laicos (=1992).
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Quinta: (espiritualidad) Si todo lo que se diga sobre los cristianos se puede aplicar sin ms a los laicos, todo lo que digamos sobre la espiritualidad cristiana se puede aplicar sin modificaciones al laicado, siendo esta espiritualidad la base, a partir de la cual, debern definirse las espiritualidades especficas del ministerio sacerdotal y los religiosos.
El punto desde el que inicia su argumentacin el autor es que, la Iglesia es una comunidad de hombres y mujeres convocada por Dios y suscitada por el Espritu, a partir del acontecimiento cristolgico, donde cada uno ha recibido un don o gracia en orden a la construccin de la comunidad. Este dato primero y fundamental (donde hay unos miembros carismticos y otros no, o unos consagrados y otros no) es el punto de partida para hablar de las instituciones y ministerios en la Iglesia. Un elemento que incorpora y fundamenta el autor en esta primera lnea es el carcter sacerdotal de todos los miembros de la Iglesia, el cual deriva del sacerdocio existencial de Jess. Los cristianos constituyen una comunidad de consagrados, toda ella sacerdotal en virtud de lo cual no requieren mediadores para acercarse a Dios.45 Sin embargo, no todos representan y ejercen el sacerdocio de la misma manera. En este sentido apunta el autor durante los primeros siglos las comunidades cristianas fueron tomando conciencia, desde una eclesiologa eucarstica, de la importancia de que, quien gobierne la Iglesia, presidiera tambin la eucarista representando a Cristo cabeza en la comunidad. De este modo primeramente el ministerio del episcopado y, poco despus, el del presbiterado, vendran a entenderse como un ministerio sacerdotal en donde los ministros actan in persona Christi pero al mismo tiempo in persona ecclesiae para el servicio y edificacin de la comunidad cristiana.46 El riesgo consistira en interpretar y conformar ese ministerio sacerdotal bajo las categoras y estructuras del sacerdocio veterotestamentario o del paganismo, esto es, considerar el sacerdocio ministerial como un estamento de ministros consagrados que median entre Dios y una masa de gente profana. La imposicin de esta concepcin desplazara el binomio comunidad/pluralidad de ministerios y carismas por el dualismo intracomunitario entre clrigos y laicos.47 Con base en esta eclesiologa del Vaticano II, Estrada expone que la peculiaridad de la misin de los laicos reside en la transformacin (consagracin) del mundo desde su fe, insertados en la secularidad, adems de participar tambin ministerialmente a la edificacin y promocin de la vida interna de la Iglesia, segn los propios carismas recibidos. Estas funciones del laicado, son identificadas por el autor, como una manera concreta de seguimiento
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de Jess, es decir, como una manera de rehacer creativamente la historia de Jess acomodndola a las propias circunstancias, con base en una actitud permanente de discernimiento. De acuerdo a lo anterior, afirmar que todos los cristianos (los laicos) deben ser miembros activos en y de la Iglesia, pues todos han recibido la plenitud del Espritu y por eso nadie puede ser reducido a la pasividad. De ah que una Iglesia clericalizada que monopoliza del protagonismo para los clrigos atenta contra la dignidad de los laicos, a la eficiencia de la obra de Jess y a la inspiracin del Espritu que inspira a todos los cristianos.48 Lo que habra que ir discerniendo entre todos es qu mecanismos de participacin pudieran adoptarse en la Iglesia para fomentar este principio fundamental. En este sentido es como Estrada insiste en la necesidad y posibilidad de asumir crtica y selectivamente algunos procedimientos democrticos de participacin. En este mismo sentido, esto es, partiendo de la sacramentalidad fundamental de los cristianos, propugna, por replantear dos asuntos: el papel de la mujer en la Iglesia, y reconsiderar al bautismo y la confirmacin como base sacramental que permite establecer mbitos y dimensiones de jurisdiccin de los laicos en la Iglesia.49 Ahora bien, la identidad y las funciones de los laicos, redefinidas desde una eclesiologa de comunin tal como pretende Estrada, no suponen un igualitarismo anrquico, ni cambiar tal o cual ministerio o funcin eclesial y drsela a los laicos a costa de los clrigos, sino una nueva relacin entre la comunidad y la diversidad de carismas y ministerios. Ello implica necesariamente cambiar el modelo eclesiolgico dominante (dualista, societario, jurdico y cristomonista) que ha determinado las relaciones entre clrigos, laicos y religiosos en el ltimo milenio. Desde una eclesiologa de comunin, que revalora la condicin cristiana comn del pueblo de Dios, las tareas e identidad del ministerio sacerdotal y la vida religiosa reciben nuevos acentos, pero no desaparecen: mientras el sacerdocio ministerial es el instrumento para que la comunidad viva sacerdotalmente y se una con su vida al sacerdocio de Cristo;50 la vida religiosa sirve de testimonio y de signo para todos y est, por tanto, ntimamente correlacionada con la vida de los laicos. Desde esta teologa que hace del laico la condicin comn del ser cristiano, tambin revalora y reposiciona la espiritualidad laical (entendida como vida segn el Espritu en el sentido paulino y no dualista), como la espiritualidad paradigmtica de todos los bautizados, a partir de la cual habr tambin que redefinir las espiritualidades particulares tanto de aquellos miembros de la comunidad que viven su consagracin bautismal de una manera peculiar
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desde el carisma de un fundador; como de aquellos otros que, por el sacramento del orden han sido constituidos en ministros de la comunidad.51 A la luz de lo anterior se puede afirmar que la teologa del laicado que expone Estrada, constituye el fruto mejor logrado de su eclesiologa. Si bien toma como punto de partida la teologa del concilio Vaticano II, l va ms all. En tal cometido el autor reposiciona y revalora el ministerio ordenado y la vida religiosa en el marco de la eclesiologa de comunin desde la que ha planteado al laicado. Resulta obvio que la posibilidad de actualizar ampliamente la teologa del laicado que propone pasa, necesariamente, por una reforma estructural de la Iglesia. Las posibilidades y legitimidad bblica y dogmtica, es precisamente lo que el autor ha querido dejar en claro.
A manera de conclusin
La eclesiologa de Estrada constituye un trabajo de recepcin crtica y creativa de la eclesiologa mistrica, pneumtica y de comunin del concilio Vaticano II, en un contexto marcado, tanto por una insuficiente adecuacin de las instituciones eclesiales a las directrices teolgicas conciliares, como por una vuelta a la tradicin prevaticana (en gran parte del discurso y praxis eclesistica) que ha minimizado el conocimiento y la estima del suceso y los textos del Vaticano II en las ltimas dcadas. Por todo ello la propuesta eclesiolgica pasa por un deslinde y una crtica a los supuestos epistmicos y teolgicos de la teologa y praxis preconciliar que ha imposibilitado de facto el aggiornamento desencadenado por el Vaticano II. La eclesiologa de Estrada retoma y profundiza cinco intuiciones teolgicas del concilio: la revaloracin de la pneumatologa; la Iglesia como pueblo de Dios; la colegialidad; el dilogo con el mundo moderno y el laicado; siendo este ltimo tema en el que profundiza con mayor amplitud y a partir del cual plantea una teologa de los ministerios y la vida religiosa. Para el autor, la identidad laical es igual al cristiano sin ms cuya dignidad deviene del bautismo y la confirmacin. Es cristiano (laico), pues del sujeto por antonomasia de la Iglesia a partir del cual hay que redefinir los ministerios y la vida religiosa. Si esto es as, para Estrada es claro que la nocin de laico de alguna manera se vuelve innecesaria en cuanto el eje estructurante de la Iglesia en una eclesiolgica pneumtica y de comunin es la de comunidad/diversidad de carismas y ministerios, y no la de clrigos/laicos, donde estos ltimos se definen negativamente por lo que no son. Si la Iglesia es, entonces, una comunidad cuya igual dignidad y consagracin entre sus miembros no obsta para la pluralidad de funciones; los cristianos (los laicos) son sujetos activos de la Iglesia, sujetos que debern expresar su carcter
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Ibid., 44-47.
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sacerdotal, proftico y real (de base sacramental) en la liturgia, en la organizacin de la Iglesia, en la celebracin de los sacramentos y en la transformacin del mundo. Que todo esto pueda llevarse a cabo plenamente es obvio que requiere de una adecuacin de las estructuras de la Iglesia a esta nueva realidad eclesiolgica. Por ello Estrada suscribe totalmente aquella afirmacin de Congar cuando deca que: no bastan las reformas morales o teolgicas. A veces es necesaria una autntica reforma institucional que adecue las instituciones eclesiales a las exigencias de los tiempos.52 Para Estrada, la reforma de la Iglesia no es una peticin externa, incorrecta o atpica para la Iglesia, sino que constituye parte de su propio ser. La Iglesia insiste es siempre la misma en tanto fiel a la inspiracin y al proyecto que le dio origen (el reino de Dios), pero tambin siempre cambiante en cuanto debe adaptarse a la historia de la manera ms apta para realizar la tarea que le ha sido confiada.
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1985: 301.
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