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MODELOS DE RELACIÓN SEXO-GÉNERO. Dra. Ángela Aparisi Miralles
MODELOS DE RELACIÓN SEXO-GÉNERO. Dra. Ángela Aparisi Miralles
MODELOS DE RELACIÓN SEXO-GÉNERO. Dra. Ángela Aparisi Miralles
1. INTRODUCCIN
El trmino gnero se ha instalado en el discurso antropolgico, social, poltico y
legal contemporneo. Se ha integrado en el lenguaje acadmico, en las normas jurdicas
y, fundamentalmente, desde 1995, en muchos documentos y programas de Naciones
Unidas1. Se trata de un vocablo polismico que, desde antiguo, ha designado la
diferencia biolgica de los sexos. Asimismo, ha sido empleado en lgica, en filosofa y
en lingstica (distingua palabras masculinas, femeninas o neutras). Tambin se ha
utilizado para referirse a la humanidad (gnero humano) o, en general, para apelar a una
categora conceptual que agrupa individuos o cosas con similares caractersticas
relevantes. A partir de los aos sesenta del siglo pasado fue usado, con resultados
positivos, en la lucha contra la discriminacin de la mujer. En este mbito result muy
til para explicar que, en los distintos roles femenino y masculino, existen algunos
elementos propios de la realidad biolgica humana y otros construidos histrica y
socialmente. En esta lnea, con la expresin gnero se quiso significar que el ser humano
supera la biologa, en el sentido de que, en la conformacin y desarrollo de la identidad
sexual, poseen, asimismo, mucha importancia la educacin, la cultura y la libertad.
Estos factores influyen, a su vez, en el papel o rol sexual que asume una persona en su
desenvolvimiento social. Dicho rol se manifestar, por ello, en actitudes, patrones de
comportamiento y atributos de personalidad mediados, principalmente, por el contexto
histrico-cultural en el que el individuo se desarrolla.
Vid. Discurso de Bella Abzug (3 de abril de 1995, New York), en la reunin preparatoria de la
Conferencia de Pekn.
Zuanazzi diferencia la identidad sexual y el rol sexual. Aclara que la primera se inserta en el
orden del ser, mientras que el segundo se sita en el orden del hacer; la primera, a su vez,
especifica la identidad personal radicada en la biologa; el segundo es, en gran parte, producto
de la influencia socio-cultural. Zuanazzi, G., Let ambigua. Paradossi, risorse e turbamenti
delladolescenza, La Scuola, Brescia, 1995, pgs. 81-82, nota 59.
3
Para un desarrollo ms amplio de este tema puede consultarse mi trabajo Ideologa de gnero:
de la naturaleza a la cultura, publicado en Persona y Derecho, 61, 2009.
4
En este contexto, se emplea el trmino natural en su acepcin cientfico-positiva.
5
Palazzani, L., Identit di genere?Dalla differenza alla in-differenza sessuale nel diritto,
Edizioni San Paolo, Milano, 2008, pgs. 31 y ss.
El nombre proviene del adjetivo ingls queer (raro, anmalo), que fue utilizado durante algn
tiempo como eufemismo para nombrar a las personas homosexuales.
7
Butler, J., Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, Routledge, London,
1990, pg. 6. Este trabajo ha sido criticado, en algunos crculos extremistas todava ms
radicales, por no separarse del todo de la dimensin biolgica. No obstante, puede considerarse
como una de las obras ms representativas de la ideologa de gender. Hay traduccin castellana:
El gnero en disputa. El feminismo y la subversin de la identidad, trad. M. Antonia Muoz,
Paids, Barcelona, 2007.
8
Flax, J., Thinking Fragments. Psychoanalysis, Feminism and Postmodernism in the
Contemporary West, University of California Press, Berkeley-Los Angeles, 1990, pgs. 32 y ss.
9
Haraway, D., A Cyborg Manifiesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late
Century, en Simians, Cyborgs, and Women, Routledge, New York, 1991 (hay edicin
castellana publicada por Ctedra); Haraway, D., Primate Visions: Gender, Race and Nature in
the Word of Modern Science, Routledge, New York-London, 1989.
10
Elosegui, M., Tres diversos modelos filosficos sobre la relacin entre sexo y gnero, en
Aparisi, A., Persona y Gnero, Thomson-Aranzadi, 2011.
Esta sera la interpretacin ms adecuada del libro del Gnesis 1, 26-3l cuando, despus de ser
bendecidos por Dios, se asigna, tanto al varn como a la mujer, una doble y complementaria
misin: Creced, multiplicaos, llenad la tierra y dominadla.
19
Sommers, Ch.H., Who stole feminism?: how women have betrayed women, Touchstone Book,
New York, 1995.
20
Aunque no siempre han contado con el rigor y la objetividad requerida.
21
Ya Engels se manifest contrario a la familia. Vid. Engels, F., El origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado, Madrid, Fundamentos, 1981.
por otro lado, un movimiento aislado. Por el contrario, estamos ante una de las ms
claras manifestaciones de una nueva revolucin cultural, profundamente enraizada en el
pensamiento postmoderno. La semntica ha jugado un papel fundamental en esta
revolucin. La realidad es ahora concebida como un texto que puede ser reinterpretado
y modificado de acuerdo con las preferencias de gnero individuales y colectivas que,
por otro lado, se presuponen cambiantes.
En este nuevo escenario ocupa un papel fundamental la reinterpretacin de los
derechos humanos, especialmente desde sus organismos internacionales ms
representativos, como Naciones Unidas, en un mbito global, y el Consejo de Europa en
el contexto europeo. Interesa destacar como el significado inicialmente atribuido al
trmino gnero va cambiando y transformndose, al comps de la difusin e
implantacin de la ideologa de gnero, para adquirir matices e incluso contenidos
diferentes, con las consiguientes consecuencias jurdicas.
natalidad. De este modo, los anticonceptivos32 pasan a ser considerados como la clave
para la igualdad, y el aborto se reclama como un derecho humano bsico 33. La llamada
salud reproductiva consiste, fundamentalmente, en la libre disposicin de los medios
y mecanismos, de cualquier tipo, para evitar la reproduccin. Por ello, los derechos
sexuales y reproductivos incluyen un amplio abanico de servicios: desde aquellos que
siempre han estado incluidos en la agenda bsica de la asistencia sanitaria como, por
ejemplo, la atencin mdica a los recin nacidos o el tratamiento para las enfermedades
del aparato reproductor; hasta aquellas prcticas que, tradicionalmente, han sido,
incluso, consideradas actos de malpraxis sanitaria, como es el caso del aborto. Tambin
se incluyen dentro de los derechos reproductivos las distintas modalidades ofertadas por
las nuevas tecnologas reproductivas.
3. La tercera caracterstica, y quizs la ms definitoria, es la separacin entre los
conceptos de sexo (biologa) y gnero (cultura). Se niega la naturalidad de la diversidad
sexual binaria varn/mujer, pretendiendo, como ya se ha indicado, superar el dualismo
entre lo natural/antinatural en el mbito de la sexualidad. Como sealan diversos autores
en este libro, el sexo, entendido como dato biolgico, llega a resultar absolutamente
intrascendente para la identidad y el desarrollo de la personalidad humana. Por ello,
frente al tradicional modelo de la heterosexualidad, se propone una multiplicacin de
gneros, social e individualmente construidos. Los conocidos hasta el momento son:
femenino heterosexual, masculino heterosexual, homosexual, lsbico, bisexual y
transexual.
4. La cuarta caracterstica es, de alguna manera, tambin una consecuencia de la
anterior. Posee dos facetas: por un lado, encontramos una deslegitimacin jurdica de la
familia heterosexual tradicional. Esta es sustituida por una pluralidad de modelos y
opciones, con lo que se diluye el mismo concepto de matrimonio. Al no existir ya notas
esenciales a la institucin, llegamos a ignorar qu es realmente un matrimonio y por qu
el derecho debe reconocerlo y garantizarlo.
Ciertamente, una de las razones fundamentales por las que el Estado debe
proteger la institucin matrimonial es, precisamente, porque se trata del mejor mbito
para que el ser humano llegue al mundo y se desarrolle como persona (con todo lo que
ello implica de formacin, cuidado, etc.). Sin embargo, el postfeminismo, o ideologa
de gnero, con clara influencia marxista, promociona un modelo de educacin que, en
la prctica, tiende a privar del ejercicio de la autoridad y del derecho fundamental a la
educacin de los hijos por parte de los padres. En este sentido, se advierte una
potenciacin de la intervencin del poder pblico en el mbito privado familiar, que se
arroga indebidas competencias en la educacin de los nios y jvenes, especialmente en
temas relativos a la vivencia de la sexualidad humana.
10
Considero que estas cuatro notas, entre otras, han permeado, e incluso inspirado,
algunas de las recientes leyes espaolas. En concreto, podran mencionarse la Ley
Orgnica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de proteccin integral contra la
violencia de gnero; la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Cdigo
Civil en materia de derecho a contraer matrimonio; la Ley 15/2005, por la que se
modifica el Cdigo Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil, en materia de separacin y
divorcio; la Ley 14/2006 de reproduccin asistida; la Ley 3/2007, de 15 de marzo,
reguladora de la rectificacin registral de la mencin relativa al sexo de las personas; la
Ley Orgnica 3/2007, de 22 de marzo para la igualdad efectiva de hombres y mujeres; y
la Ley Orgnica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la
interrupcin voluntaria del embarazo.
34
Vid. Castilla, B., "Lo masculino y lo femenino en el siglo XXI", en Aparisi, A., Ballesteros, J.
(edit.), Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el
trabajo, Eunsa, Pamplona, 2002, pg. 24. Castilla de Cortazar, B., La complementariedad
varn-mujer. Nuevas hiptesis, en Documentos del Instituto de Ciencias para la Familia,
Madrid, Rialp, 1996, 2 edicin.
11
y, por lo tanto, poseen una igual dignidad ontolgica35. De este modo, la distincin
presupone, necesariamente la igualdad36.
La categora de la igualdad entre varn y mujer es un presupuesto
incuestionable. Es ms, tal igualdad es condicin imprescindible para la propia
complementariedad. Ambos, varn y mujer, participan de una misma naturaleza y
poseen una misin conjunta: la familia y la cultura. De hecho, estudios psicolgicos han
demostrado que las semejanzas entre los sexos son muy superiores a las diferencias en
cualquier tipo de variable37.
Una vez establecida convenientemente la igualdad, el modelo de la
complementariedad debe dar un paso adelante: tiene que dilucidar donde se encuentra la
diferencia y saber insertarla en la igualdad, de modo que ninguna categora lesione o le
reste su lugar a la otra. Se tratara de encontrar lo que Janne Haaland Matlry denomina
el "eslabn perdido" del feminismo, es decir "una antropologa capaz de explicar en qu
y por qu las mujeres son diferentes a los hombres"38. Adems, al determinar en qu
consiste la diferencia, tendr que precisar que tiene de cultural y qu de permanente en
la condicin sexuada, explicando como se armonizan igualdad y diversidad39.
35
Como seala Juan Pablo II, "el texto bblico proporciona bases suficientes para reconocer la
igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad. Ambos
desde el comienzo son personas, a diferencia de los dems seres vivientes del mundo que los
circunda. La mujer es otro "yo" en la humanidad comn" (Juan Pablo II, Carta Apostlica
Mulieris Dignitatem, n. 6).
36
Castilla, B., "Lo masculino y lo femenino en el siglo XXI", en Aparisi, A., Ballesteros, J.
(edit.), Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el
trabajo, op. cit., pg. 45.
37
Vid. Maccoby, E.E., "La psycologie des sexes: implications pour les rles adultes", en
Sullerot, E. (ed.), Le fait fminin, Librairie Arthme Fayard, Paris.
38
Haaland Matlary, J., El tiempo de las mujeres. Notas para un Nuevo Feminismo, Rialp,
Madrid, 2000, pg. 23.
39
Castilla de Cortazar, B., La complementariedad varn-mujer. Nuevas hiptesis, op. cit., pg.
37-38. Como destaca esta autora, hasta hace poco pareca que el fundamento de la
complementariedad se encontraba en la diferencia. No se tena suficientemente en cuenta que la
igualdad es, tambin, condicin imprescindible para la complementariedad.
12
A. Su dignidad intrnseca
B. Su carcter relacional.
Como es bien conocido, el principio de la dignidad humana implica que todo ser
humano, varn o mujer, posee una excelencia o eminencia ontolgica, una superioridad
en el ser frente al resto de lo creado40. Podramos afirmar que ambos se sitan en otro
orden del ser. No son slo animales de una especie superior, sino que pertenecen a otro
orden, ms eminente o excelente, en razn de lo cual merecen ser considerados
personas41.
Desde esta perspectiva, se presupone la existencia de una naturaleza humana
comn a varones y mujeres. Esta es la base imprescindible para el reconocimiento de
iguales derechos humanos. En este sentido, seala Spaemann que los derechos humanos
"se deben reconocer para todo ser que descienda del hombre y a partir del primer
momento de su existencia natural, sin que sea lcito aadir cualquier criterio
adicional"42.
40
13
43
43
Es sabido que ya Mounier concibi el ser persona como relacin vital entre el "yo" y el "t".
En esa comprensin del ser personal han profundizado E. Husserl y M. Scheler -con los
mtodos de la fenomenologa-, y tambin F. Ebner, M. Buber, R. Guardini y otros, gracias al
descubrimiento de la experiencia (Vid. Schtz, Ch., Sarach, R., El hombre como persona, en
VV.AA., Mysterium Salutis, Benziger Verlag, Einsiedeln, 1965. Hay traduccin al castellano:
Manual de Teologa como Historia de la salvacin, t.II, ed. Cristiandad, 1970, pg. 716-736).
44
Polo, L., La coexistencia del hombre, en Actas de las XXV Reuniones Filosficas de la
Facultad de Filosofa de la Universidad de Navarra, Tomo I, Pamplona, 1991, pg. 33-48.
45
Vid. Polo, L., Tener y dar, en Estudios sobre la Encclica 'Laborem exercens', BAC,
Madrid, 1897, pg. 222-230.
46
En efecto, el problema fundamental del amor es la correspondencia, ya que hablando en
absoluto, sin correspondencia el amor no existe (Polo, L., Tener y dar, op. cit., pg. 228).
47
Zuanazzi, G., Let ambigua. Paradossi, risorse e turbamenti delladolescenza, op. cit., pg.
55; Zuanazzi, G., Tema e simboli delleros, Citt Nuova, Roma, 1991, pgs. 1 y ss.
14
Juan Pablo II, Audiencia general, 21.XI.79, n. 1, en Varn y mujer. Teologa del cuerpo, ed.
Palabra, Madrid, 1995, p. 78.
49
Feuerbach, L., Das Wesen des Christentums, 1843, Trad. castellana: La esencia del
cristianismo, Trota, Madrid, 1995, pg. 140. Y en otro lugar sealaba: "Donde no hay un t no
hay yo. Pero la diferencia de yo a t (la condicin fundamental de toda personalidad y de toda
conciencia) es una diferencia tan real y vital como lo es la diferencia de hombre y mujer. El t
entre hombre y mujer tiene un eco muy distinto que el montono t entre amigos" (Feuerbach,
L., La esencia del Cristianismo, op. cit., pg. 110).
50
Sobre este tema vid. extensamente Camps, M., Identidad sexual y Derecho, Eunsa, Pamplona,
2007, pgs. 41 y ss.
51
Grumbach y Conte afirman que la distincin entre varn y mujer es cientficamente
absoluta y, tanto que, generalmente, se utilizan estos trminos para hacer referencia a dos
opuestos. Vid. Grumbach, M., Conte, F., Disorders of Sex Differentiation, en Wilson, Foster,
Kronenberg y Larsen, Williams Textbook of Endocrinology, W.B. Saunders Company,
Philadelphia, 1998, pgs. 1303-1425. Sin embargo, esta afirmacin no implica que la identidad
sexual masculina y la femenina sean dos realidades disyuntivas, sino que son relacionales.
15
Blay, R., Iron Jhon, trad. D. Loks, ed. Plaza Jans, Barcelona, 1992, pg. 228.
Spaemann, R., Personas. Acerca de la distincin entre algo y alguien, Eunsa, Pamplona,
2000, pg. 96. Vid. especialmente Camps, M., Identidad sexual y Derecho, Eunsa, Pamplona,
2007, pgs. 241 y ss.
54
Hay multitud de estudios sobre este tema. Vid., entre otros, De Vries, G. J, DeBruin, J.P.C.,
Uylings, H.B.M. y Corner, M.A. (eds.), "Sex differences in the brain: the relation between
structure and funtion", en Progres in Brai Research, vol. 61, 1884; Elsevier, Moir, A. and
Jessel, D., Brain Sex. The real difference between men and women, London, ed. Michael Joseph
by Penguin Group, 1989; Kimura D., "Cerebro de varn y cerebro de mujer", en Investigacin y
ciencia, nov. 1992, pg. 77-84; Gur, R.E., "Diferencias en las funciones del cerebro entre los
sexos", en VV.AA., La mujer en el umbral del s. XXI, ed. U. Complutense, Madrid, 1997, pg.
65-90; Castilla de Cortazar, B., La complementariedad varn-mujer. Nuevas hiptesis, en
Documentos del Instituto de Ciencias para la Familia, Madrid, Rialp, 1996, 2 edicin, pg. 1617.
55
Vid. Zuanazzi, G., Let ambigua. Paradossi, risorse e turbamenti delladolescenza, Brescia,
La Scuola, 1995, pg. 80; Barbarino, A., De Marinis, L., Ruolo degli ormoni gonadici sulla
sessualizzazione cerebrale, Medicina e Morale, 1984, pg. 724- 729.
56
Vid. Dimond, Evolution and lateralization of the brain. Concluding remarks, Annals of the
New York Academy of Science, 1977, CCXCIX, pg. 477; Serra, A., La biologia della
sessualit in prospettiva pedagogica en Zuanazzi, G., Leducazione sessuale nella scuola,
SALCOM, 1989; Zollino, M., Neri, G., Le basi biologiche della differenziazione sessuale, en
Sessualit da ripensare, Vita e Pensiero, Miln, 1990, pg. 21- 22. En el mismo sentido afirma
53
16
17
diferencia no implica una mayor o menor inteligencia entre ellos, sino una capacidad
complementaria de observar y abordar la realidad61.
Dicho esto, conviene tener en cuenta que las diferencias referidas no nos
permiten, como en ocasiones se ha pretendido, dividir el mundo en dos planos, el
masculino y el femenino, entendindolos como dos esferas perfectamente delimitadas.
Tampoco es admisible referirse a "virtudes" o "valores" exclusivamente masculinos o
femeninos. Como indica Blanca Castilla62, las cualidades, las virtudes, son individuales,
personales. Tener buen o mal odo, buena o mala voz, no depende de ser varn o mujer.
Por otra parte, puede haber varones con una gran intuicin y mujeres con destreza
tcnica. Las cualidades son individuales y las virtudes pertenecen a la naturaleza
humana, que es la misma para los dos sexos. Por ello, no se puede hacer una
distribucin de virtudes y cualidades propias de cada sexo, afirmando, por ejemplo, que
a la mujer le corresponde la ternura y al varn la fortaleza. La mujer demuestra
habitualmente, sobre todo ante el dolor, una mayor fortaleza que muchos varones. Por
otra parte, los varones, sobre todo a partir de los 35 aos -al menos es lo que afirman los
psiquiatras-, desarrollan una gran ternura63.
Puede resultar ilustrativo mencionar aqu a Jung, quien descubri que cada sexo
era complementario dentro de s mismo. Este autor advirti que los sexos no son slo
complementarios entre ellos, sino tambin en el interior de cada uno. Afirmaba que cada
64
varn tiene su anima -o su parte femenina- . Como contrapartida, cada mujer posee
tambin su animus -o parte masculina. En este sentido, podran interpretarse los
comentarios que hizo Ortega y Gasset sobre el cuadro de La Gioconda. En su opinin,
Leonardo Da Vinci no pint en l el retrato de una mujer, sino la parte femenina de su
65
alma .
Partiendo de esta base, es cierto que hombres y mujeres presentan, en general,
modos complementarios de percibir y construir la realidad. Se podra afirmar que los
valores, cualidades y virtudes "cristalizan" de manera diferente en hombres y mujeres.
Por decirlo de algn modo, en general, es distinta la fortaleza femenina que la
masculina. Pero, al mismo tiempo, cada una necesita o se complementa con la otra.
61
Castilla, B., "Lo masculino y lo femenino en el siglo XXI", en Aparisi, A., Ballesteros, J.
(edit.), Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el
trabajo, op. cit., pg. 29.
62
Castilla, B., "Lo masculino y lo femenino en el siglo XXI", en Aparisi, A., Ballesteros, J.
(edit.), Por un feminismo..., op. cit., pg. 36-37.
63
Siguiendo a Palazzani, la generalizacin de conductas consideradas, por ejemplo, tpicamente
femeninas implicara "el riesgo de estereotipar la imagen de la mujer, puesto que se estara
haciendo caso omiso de las diferencias existentes entre las mismas mujeres, adems de entre
hombres y mujeres, y acabaramos idealizando y elevando a la mujer a la condicin de ser
superior, capaz de saber cmo actuar en cada situacin (sera algo as como pasar del
paternalismo al maternalismo)". Por el contrario, las virtudes son humanas, individuales, por lo
que ha de desarrollarlas cada persona, ya sea varn o mujer (Palazzani, L., "Los valores
femeninos en biotica", en Aparisi, A., Ballesteros, J. (edit.), Por un feminismo..., op. cit., pg.
60).
64
Vid. Jung, C. G., Los arquetipos y el concepto de anima en Arquetipos e inconsciente
colectivo, ed. Paids, Buenos Aires, 1981, pg. 49-68.
65
Ortega y Gasset, J., La Gioconda [1911], en Obras Completas, t. I, Madrid, Alianza, 1983,
pg. 553-560.
18
66
MUJERES
la exactitud
lo superficial (longitudinal o lineal)
el anlisis
el discurso
la competencia
el crecimiento
lo productivo
la analoga;
lo profundo;
la sntesis;
la intuicin;
la cooperacin;
la conservacin;
lo reproductivo.
VARONES
proyectos a largo plazo
(magnanimidad)
inventar
lo abstracto
la norma
la justicia
lo cuantitativo
la expresin
el concepto
la especializacin
MUJERES
captar y resolver con lo mnimo necesidades presentes
(economizar)
mantener:
lo concreto
la flexibilidad
la misericordia
lo cualitativo
la interpretacin
el smbolo
la visin de conjunto
19
ocasiones, a vivir el mundo como realidad hostil, y a aplicar, en mayor proporcin, una
lgica de la violencia del hombre sobre el hombre y del hombre sobre la naturaleza-;
por el contrario, la femineidad conduce la existencia, en general, a la cercana de la vida
humana. El mundo vendr entonces concebido como un horizonte de valores. Aqu
prima la lgica de la reconciliacin del hombre con el hombre y del hombre con la
naturaleza.Todo ello podra resumirse diciendo que, en general, los varones tienen
una mayor habilidad para dominar las cosas y para manejar ideas abstractas, y las
mujeres una mayor facilidad para el conocimiento y el trato con las personas. Pero
conviene insistir en que ambas perspectivas son necesarias y complementarias para
construir la realidad.
71
72
.OLAETA, J. J. (edit.), Sers como la madre tierra. La mujer india, Barcelona, 2003, pg. 11.
20
Este planteamiento, que intenta sentar las bases de una sociedad ms tica y ms
humana, ha sido tambin expuesto por la profesora norteamericana Jean Bethke
Elsthain, en su conocido libro Public Man, Private Woman. En sus palabras:
Una alternativa a la protesta feminista que busca la completa absorcin de la
mujer dentro de la sociedad mercantil debiera no perder contacto con la esfera
tradicional de la mujer. El mundo de la mujer surgi de un troquel de cuidado y
preocupacin por los dems. Cualquier comunidad humana viable debe tener
entre sus miembros un sector importante dedicado a proteger su vulnerabilidad.
Histricamente sa ha sido la misin de la mujer. Lo lamentable no es que la
mujer refleje una tica de responsabilidad social, sino que el mundo pblico, en
su mayora, haya repudiado dicha tica73.
Este modelo quiere, por lo tanto, compaginar, al mismo tiempo, la lucha por la
igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, campo en el que an queda mucho por
hacer, con la defensa de los caracteres diferenciales de la mujer, estrechamente
conectados a su posibilidad de ser madre. En ello radicara su modo genuino de pensar
que supera, en muchos casos, la lgica fra y calculadora, por la lgica del corazn74.
3. En tercer lugar, se otorga a la familia heterosexual un papel central en la sociedad.
Se presupone que la atencin a la familia debe ser un mbito prioritario para una
sociedad sana y con futuro. As, por ejemplo, tener una familia fuerte y slida es algo
que beneficia, no slo al trabajador y a la empresa, sino tambin al desarrollo de todo un
pas. La familia es el espacio vital en el que las personas enrazan sus vidas. Por ello, se
intenta edificar una sociedad ms humana, partiendo, como seala Castilla, de la
necesidad de construir una familia con padre y una cultura con madre. Porque la
realidad es que cada hijo necesita el amor de su padre y de su madre y, adems, del
cario que ambos se tienen entre s75. Slo as la familia ser escuela de virtudes y de
verdadera humanidad y bien para la sociedad.
Por ello, la clave est en entender que aquellos valores que la modernidad asign a la
condicin femenina el cuidado, el servicio, la atencin diligente a los dems, la actitud
de dar lo mejor de si mismo, no deben ser privativos ni exclusivos de ella. Por el
contrario, son igualmente indispensables para el varn, intentando evitar que se
convierta en un ser preocupado, slo, por el poder y la competencia frente a los dems.
De ah lo obligatorio para el hombre de cultivar las actitudes de respeto, cuidado y
valoracin de la vida, de su activa presencia en el hogar, y de su colaboracin
corresponsable en las tareas del mismo.
Adems, es importante destacar que tambin las estructuras laborales y sociales
necesitan del genio y de los valores que tradicionalmente ha representado la mujer. Y
ello, para hacerlas ms habitables, para que se acomoden a las necesidades de cada
etapa de la vida de las personas, para que cada ser humano pueda dar, en cada
circunstancia, lo mejor de s mismo. Por ello, el progresivo proceso de incorporacin de
73
.ELSTHAIN, J. B., Public man, Private Woman in Social and Political Thought, University
Press, Priceton, 1981.
74
21
la mujer al mbito social, cultural y empresarial es, no slo una exigencia de justicia,
sino tambin algo tremendamente positivo para toda la sociedad. La mujer incorpora a
la vida profesional y social principios, valores y prioridades entre los cuales la familia
ocupa un lugar fundamental. Frente a la dureza, y la agresiva competitividad que rigen
en gran parte de las relaciones laborales, los valores que tradicionalmente ha
representado la mujer son una garanta de humanizacin del trabajo. As, por ejemplo,
en las empresas, las mujeres suelen tener una mayor capacidad para la concertacin o la
prevencin y resolucin de conflictos. Tambin la presencia de mujeres en la poltica es
una va clave para conseguir aprobar leyes ms humanizadoras, en apoyo de la familia y
de la infancia, polticas de cooperacin al desarrollo, de igualdad de oportunidades, etc.
En definitiva, es claro que la sociedad actual est muy necesitada del cambio que
implica la feminizacin de la poltica, de la empresa y, en definitiva, de toda la vida
laboral. De este modo, el mundo del trabajo necesita de la presencia de la mujer-madre,
para que ayude a configurarlo en funcin de la persona y de la familia, y no al revs. Se
tratara, por ello, de incorporar a la vida pblica lo mejor del mbito privado, como la
actitud de ayuda y servicio a los dems, el trabajo bien hecho, o la bsqueda de la
excelencia personal, por encima de actitudes excesivamente individualistas y
economicistas.
7. CONCLUSIN
22
implicara, de una manera muy resumida, que las normas jurdicas deberan tener en
cuenta los siguientes presupuestos:
a) Frente a la promocin, e incluso imposicin coactiva, de un igualitarismo radical, se
planteara la necesidad de hacer compatibles las categoras de igualdad y diferencia
entre varn y mujer. Presuponiendo la igual dignidad ontolgica, y los consiguientes
iguales derechos, el derecho debera armonizarla con el reconocimiento de la diferencia
en aquellos mbitos en los que sta sea relevante como, por ejemplo, en la maternidad77.
b) El derecho no puede presuponer que el sexo y el gnero sean realidades
completamente independientes. Por el contrario, estn llamadas a integrarse, como
manifestaciones de una misma identidad sexual que, por otro lado, debe ser relevante
para el propio derecho. Lo contrario, un sujeto de derecho en el que el sexo no cuenta
para nada, es una abstraccin, una negacin de la realidad. Por otro lado, el derecho
debe reconocer la importancia del mbito privado, familiar, para un desarrollo
equilibrado de las personas. La familia heterosexual, y su estabilidad temporal, deben
ser promovidas por los sistemas jurdicos, al tratarse de la ecologa humana bsica.
Ya Scheler afirmaba que en ninguna poca de la historia ha resultado el hombre tan
problemtico a s mismo como en la actualidad78. Esta afirmacin cobra especial
relevancia en lo referente a la problemtica que nos ocupa. La denominada ideologa de
gnero propone una visin fragmentada de la persona, en la que los actos [faciendum]
someten e instrumentalizan la realidad dada o recibida [factum]. Frente a ello, el reto
est en otorgar a las distintas dimensiones que confluyen en el ser humano un
significado armnico, que evite los dualismos reduccionistas. En este sentido, se
propone como ms razonable una concepcin integral de la persona, en la que,
contrariamente a la anterior, su modo de ser [factum] influya sobre su modo de vivir
[faciendum]79. Esto implica la necesidad de no dividir al ser humano en compartimentos
estancos, sino, por el contrario, ser capaz de integrar lo que, en apariencia, puede
aparecer disgregado. En consecuencia, frente al dualismo de la ideologa de gnero, el
nuevo paradigma o modelo debe ser de carcter unitario. Ello inclina a entender a la
persona como una unidad inescindible entre cuerpo y espritu, entre dimensin corporal
y autonoma o racionalidad, entre naturaleza y cultura, entre sexo y gnero, pasando as
del modelo antagonista y conflictual, al modelo de la complementariedad.
77
Castilla, B., "Lo masculino y lo femenino en el siglo XXI", en Aparisi, A., Ballesteros, J.
(eds.), Por un feminismo de la Complementariedad, Eunsa, Pamplona, 2002, pg. 45.
78
Scheler, M., Die Stellung des Menschen im Kosmos, Gesammelte Schriften, Francke, MunichBerna, 1978, 9 ed., pg. 1 (trad. castellana El puesto del hombre en el cosmos, Losada, Buenos
Aires, 1994).
79
Camps, M., Identidad sexual y Derecho, op. cit., pgs. 237 y ss.
23