Durkheim E. La Division Del Trabajo Social .Prefacio de La Segunda Edicion
Durkheim E. La Division Del Trabajo Social .Prefacio de La Segunda Edicion
Durkheim E. La Division Del Trabajo Social .Prefacio de La Segunda Edicion
I
Varias veces insistimos en el curso de este libro sobre el estado de falta de
regulacin (anomia) jurdica y moral en que se encuentra actualmente la vida
econmica (4). En este orden de funciones, en efecto, la moral profesional no
existe verdaderamente sino en estado rudimentario. Hay una moral profesional
del abogado y del magistrado, del soldado y del profesor, del mdico y del
sacerdote, etc. Pero si se intenta fijar en un lenguaje un poco definido las ideas
reinantes sobre lo que deben ser las relaciones del patrono con el empleado, del
obrero con el jefe de empresa, de los industriales en competencia unos con otros
o con el pblico, qu frmulas ms vagas se obtendran! Algunas generalidades
sin precisin sobre la fidelidad y abnegacin que los asalariados de todas clases
deben hacia aquellos que los emplean, sobre la moderacin con que estos
ltimos deben usar de su preponderancia econmica, una cierta reprobacin por
toda concurrencia muy manifiestamente desleal, por toda explotacin excesiva
del consumidor; he aqu, sobre poco ms o menos, todo lo que contiene la
12
II
En primer lugar, la corporacin tiene en contra suya su pasado histrico.
Aparece, en efecto, teniendo una estrecha solidaridad con nuestro antiguo
rgimen y, por consiguiente, no pudiendo sobrevivirle. Reclamar para la industria
y el comercio una organizacin corporativa, parece como si se quisiera remontar
el curso de la Historia; ahora bien, tales regresiones son justamente miradas, o
como imposibles , o como anormales.
El argumento tendra valor si se propusiera resucitar artificialmente la vieja
corporacin, tal como exista en la Edad Media. Pero no es as como la cuestin
se plantea. No se trata de saber si la institucin medieval puede convenir
tambin a nuestras sociedades contemporneas, sino de ver si las necesidades
a que responda son de todos los tiempos, aunque deba, para satisfacerlas,
transformarse con arreglo al medio.
Ahora bien, lo que no permite ver en las corporaciones una organizacin
temporal, buena tan slo para una poca y una civilizacin determinada, es, a la
vez, su remota antigedad y la manera como se han desenvuelto en la Historia.
Si dataran nicamente de la Edad Media, podra creerse, en efecto, que, nacidas
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siglos XI y XII. Desde ese momento, dice M. Levasseur, los artesanos comienzan a sentir la necesidad de unirse y forman sus primeras asociaciones
(11). En todo caso, en el siglo XIII se hallan de nuevo florecientes y se
desenvuelven hasta el da en que comienza para ellas una nueva decadencia.
Una institucin tan persistente no debera depender de una particularidad
contingente y accidental; mucho menos todava admitir que haya sido el producto
de no s qu aberracin colectiva. Si, desde los orgenes de la ciudad hasta el
apogeo del Imperio, desde el comienzo de las sociedades cristianas hasta los
tiempos modernos, han sido necesarias, es que responden a necesidades
permanentes. Sobre todo, el hecho mismo de que, despus de haber
desaparecido una primera vez, se hayan reconstituido ellas mismas y bajo una
forma nueva, resta todo valor al argumento que presenta su desaparicin
violenta a fines del siglo ltimo como una prueba de que no estn ya en armona
con las nuevas condiciones de la existencia colectiva. Por lo dems, la
necesidad que hoy da vuelven a sentir todas las grandes sociedades civilizadas
de traerlas nuevamente a la vida, es el sntoma ms seguro de que esta
supresin radical no constitua un remedio, y que la reforma de Turgot exiga otra
que no podra retardarse indefinidamente.
III
Pero si toda organizacin corporativa no es necesariamente un anacronismo
histrico, hay motivo para creer que algn da se la pueda llamar a
desempear, en nuestras sociedades contemporneas, la importante funcin
que le atribuimos? Si la juzgamos indispensable, es a causa, no de los servicios
econmicos que podra proporcionar, sino de la influencia moral que podra
tener. Lo que ante todo vemos en el grupo profesional es un poder moral capaz
de contener los egosmos individuales, de mantener en el corazn de los
trabajadores un sentimiento ms vivo de su solidaridad comn, de impedir
aplicarse tan brutalmente la ley del ms fuerte a las relaciones industriales y
comerciales. Ahora bien, pasa por impropia para desempear una tal funcin.
Por haber nacido con ocasin de intereses temporales, parece que no pudiera
servir ms que a fines utilitarios, y los recuerdos que han dejado las
corporaciones del antiguo rgimen no hacen ms que confirmar esta impresin.
Se las representan en el porvenir tal como eran durante los ltimos tiempos de
su existencia, ocupadas, ante todo, en mantener o en aumentar sus privilegios y
sus monopolios, y no se comprende cmo preocupaciones tan estrechamente
profesionales hayan podido ejercer una accin favorable sobre la moralidad del
cuerpo de sus miembros.
Mas es preciso tener cuidado con extender a todo el rgimen corporativo lo que
ha podido ser cierto con relacin a algunas corporaciones y durante un perodo
muy corto de su desenvolvimiento. Por muy lejos que haya llegado a atacarle
una especie de enfermedad moral, debido a su constitucin misma, ha sido,
sobre todo, una funcin moral la que ha desempeado durante la mayor parte de
su historia. Y esto es particularmente evidente de las corporaciones romanas.
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Esta vida familiar hallbase hasta tal punto desenvuelta, que M. Boissier hace de
ella el fin principal de todas las corporaciones romanas. "Incluso en las
corporaciones obreras, dice, se asociaban, ante todo, por el placer de vivir
juntos, para encontrar fuera de sus casas distraccin a sus fatigas y a sus tedios,
para constituirse una intimidad menos limitada que la familiar, menos extensa
que la de la ciudad, y hacerse as la vida ms fcil y ms agradable. (16).
Como las sociedades cristianas corresponden a un tipo social muy diferente de
la ciudad, las corporaciones de la Edad Media no eran exactamente iguales a las
corporaciones romanas, pero tambin constituan para sus miembros medios
morales. La corporacin, dice M. Levasseur, una con lazos estrechos a las
gentes de un mismo oficio. Con mucha frecuencia establecase aqulla en la
parroquia o en una capilla particular y se colocaba bajo la advocacin de un
santo, que se converta en patrono de toda la comunidad.... All era donde se
reuna, donde asista con gran ceremonia a las misas solemnes, despus de las
cuales los miembros de las cofradas iban, todos juntos, a terminar la jornada en
alegre festn. Bajo ese aspecto, las corporaciones en la Edad Media se parecan
mucho a las de la poca romana (17). La corporacin, adems, consagraba con
frecuencia una parte de los fondos que alimentaban su presupuesto a obras de
beneficencia (18).
Por otra parte, reglas precisas fijaban, para cada oficio, los deberes respectivos
de los patronos y de los obreros, as como los deberes de los patronos entre s.
Es verdad que hay reglamentos que pueden no estar acordes con nuestras ideas
actuales; pero hay que juzgarlos con arreglo a la moral de los tiempos, pues a
ella es a la que tratan de dar expresin. Lo indudable es que todos se hallan
inspirados por el xito, no de tales o cuales intereses individuales, sino del
inters corporativo, bien o mal comprendido, eso no importa. Ahora bien, la
subordinacin de la utilidad privada a la utilidad comn, cualquiera que ella sea,
tiene siempre un carcter moral, pues implica necesariamente un cierto espritu
de sacrificio y de abnegacin. Por otra parte, muchas de sus prescripciones
procedan de sentimientos morales que son todava los nuestros. El servidor
estaba protegido contra los caprichos del amo, que no poda despedirlo cuando
quera. Es verdad que la obligacin era reciproca; pero, aparte de que esta
reciprocidad es por s misma justa, todava se justifica mejor a consecuencia de
los importantes privilegios de que entonces gozaba el obrero. As, estaba
prohibido a los maestros frustrarle su derecho al trabajo hacindose asistir por
sus vecinos o incluso por sus mujeres. En una palabra, dice M. Levasseur, "sus
reglamentos sobre aprendices y obreros estaban muy lejos de merecer que los
despreciara el historiador y el economista. No constituyen la obra de un siglo de
barbarie. Llevan el sello de un espritu de continuidad y de un cierto buen
sentido, que son, sin duda alguna, dignos de notarse". (19). En fin, una
reglamentacin completa estaba destinada a garantizar la probidad profesional.
"Toda clase de precauciones estaban tomadas para impedir al comerciante o al
artesano que engaara al comprador, para obligarle a hacer obra buena y leal"
(20). Sin duda que vino un momento en que las reglas llegaron a ser hasta tal
punto complicadas, que los maestros se preocuparon mucho ms de defender
20
IV
Mas, para disipar todas las prevenciones, para demostrar bien que el sistema
corporativo no es slo una institucin del pasado, sera necesario hacer ver qu
transformaciones debe y puede sufrir para adaptarse a las sociedades
modernas, pues es evidente que no puede ser hoy lo que era en la Edad Media.
Para poder tratar con mtodo esta cuestin sera preciso establecer previamente
de qu manera el rgimen corporativo ha evolucionado en el pasado y cules
son las causas que han determinado las principales variaciones que ha sufrido.
Se podra entonces prejuzgar, con alguna certidumbre, lo que est llamado a ser,
dadas las condiciones en que las sociedades europeas se encuentran colocadas
en la actualidad. Mas para eso seran necesarios estudios comparativos que no
se han hecho, y que nosotros no podemos hacer al paso. Quiz, por
consiguiente, no fuera imposible percibir desde ahora, aun cuando tan slo en
sus lneas ms generales, lo que ha sido ese desenvolvimiento.
De lo que precede resulta ya que la corporacin no fue en Roma lo que lleg a
ser ms tarde en las sociedades cristianas. No slo difiere por su carcter ms
religioso y menos profesional, sino por el lugar que ocupa en la sociedad. Fue,
en efecto, al menos en el origen, una institucin extrasocial. El historiador que
intenta reducir a sus elementos la organizacin poltica de los romanos no
encuentra, en el curso de su anlisis, hecho alguno que pueda advertirle de la
existencia de las corporaciones. No entraban, en calidad de unidades definidas y
reconocidas, en la constitucin romana. En ninguna de las asambleas
electorales, en ninguna de las reuniones del ejrcito, se juntaban los artesanos
por colegios; en parte alguna el grupo profesional participaba, como tal, en la
vida pblica, sea en corporacin, sea por intermedio de sus representantes
regulares. Cuando ms cabe, tal vez, plantear la cuestin con motivo de tres o
cuatro colegios que se ha credo poder identificar con algunas centurias
formadas por Servius Tullius (tignarii, oerarii, tibicines, cornicines); pero el hecho
no ha sido todava bien puesto en claro (23). En cuanto a las dems
corporaciones, estaban, indudablemente, fuera de la organizacin oficial del
pueblo romano (24).
Esta situacin, en cierto modo excntrica, se explica por las mismas condiciones
en que se haban formado. Aparecen en el momento mismo en que las
profesiones comienzan a desenvolverse. Ahora bien, durante mucho tiempo las
profesiones no constituyeron ms que una forma accesoria y secundaria de la
actividad social de los romanos. Roma era, esencialmente, una sociedad
agrcola y guerrera. Como sociedad agrcola estaba dividida en gentes y en
curias: la asamblea por centurias reflejaba ms bien la organizacin militar. En
cuanto a las funciones industriales, eran muy rudimentarias para afectar a la
estructura poltica de la ciudad (25). Por lo dems, hasta un momento muy
adelantado de la historia romana, las profesiones han gozado de un descrdito
24
moral que no les permita ocupar un lugar en el Estado. Sin duda que llega un
tiempo en que su condicin social mejora. Pero la manera como esta mejora fue
obtenida es en s misma muy significativa. Para hacer que se respetaran sus
intereses y desempear un papel en la vida pblica, debieron los artesanos
recurrir a procedimientos irregulares y extralegales. No triunfaron del abandono
de que eran objeto sino por medio de intrigas, de complots, de agitaciones
clandestinas (26). Es sta la mejor prueba de que la sociedad romana por propio
impulso no les fue abierta. Y si ms tarde terminaron por integrarse en el Estado
para convertirse en ruedas de la mquina administrativa, esta situacin no
constituy para ellas una conquista gloriosa, sino una penosa dependencia; si
entonces penetraron en el Estado, no fue para ocupar en l el lugar a que sus
servicios sociales podan darles derecho, sino simplemente para que pudieran
ser vigiladas en forma eficaz por el poder gubernamental. La corporacin, dice
Levasseur, vino a ser la cadena que las someti a cautiverio y que la mano
imperial apret tanto ms cuanto su trabajo era ms penoso y ms necesario al
Estado (27).
Otro es el lugar que ocupan en las sociedades de la Edad Media. Desde que la
corporacin aparece, inmediatamente se presenta como el marco normal de esa
parte de la poblacin llamada a desempear en el Estado una funcin tan
importante: de la burguesa o el tercer estado. En efecto, durante mucho tiempo,
burgus y hombre de oficio son una misma persona. "La burguesa en el siglo
XIII, dice Levasseur, estaba exclusivamente compuesta de gentes de oficio. La
clase de los magistrados y de los legistas comenzaba apenas a formarse; los
hombres de estudio pertenecan todava al clero; el nmero de rentistas era muy
restringido porque la propiedad territorial estaba entonces casi toda en manos de
los nobles; no quedaba a los plebeyos otro trabajo que el del taller o el del
escritorio, y fue por medio de la industria o del comercio como conquistaron un
rango en el reino (28). Lo mismo ocurri en Alemania. Burgus y ciudadano
eran trminos sinnimos y, por otra parte, sabemos que las ciudades alemanas
se han formado alrededor de mercados permanentes, abiertos por un seor
sobre un lugar de sus dominios (29). La poblacin que vena a agruparse
alrededor de esos mercados, y que lleg a ser la poblacin urbana, estaba casi
exclusivamente compuesta de artesanos y de mercaderes. Por eso las palabras
forenses o mercatores servan indiferentemente para designar a los habitantes
de las ciudades, y al jus civile o derecho urbano con frecuencia se le llama jus
fori o derecho del lugar. La organizacin de los oficios y del comercio parece,
pues, indudable que ha sido la organizacin primitiva de la burguesa europea.
As, pues, cuando las ciudades se libertan de la tutela seorial, cuando el
municipio se forma, el conjunto de los oficios, que haba iniciado y preparado el
movimiento, vino a ser la base de la constitucin comunal. En efecto, en casi
todos los municipios, el sistema poltico y la eleccin de los magistrados se
fundan en la divisin de los ciudadanos por grupos profesionales (30). Con
frecuencia se votaba por grupos profesionales, y se escogan al mismo tiempo
los jefes de la corporacin y del municipio. En Amiens, por ejemplo, los
artesanos se reunan todos los aos para elegir los jefes de cada corporacin o
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bandera; los jefes elegidos nombraban en seguida doce escabinos, los cuales
nombraban a otros doce; y todos juntos presentaban a su vez a los jefes de las
corporaciones tres personas, entre las que stos escogan al alcalde del
municipio... En algunas ciudades la eleccin an era ms complicada, pero en
todas ellas la organizacin
poltica y municipal se hallaba estrechamente ligada a la organizacin del
trabajo (31). A la inversa, de igual manera que el municipio constitua un
agregado de grupos de oficios, cada uno de stos era un municipio en pequeo,
pues haban sido el modelo del que la institucin municipal nos ofreca una forma
mayor y ms desenvuelta.
Ahora bien, sabemos lo que el municipio ha sido en la historia de nuestras
sociedades, en las cuales ha constituido, con el tiempo, la piedra angular. Por
consecuencia, si el municipio lo ha integrado una reunin de corporaciones y se
ha formado segn el tipo de la corporacin, es sta, en ltimo anlisis, la que ha
servido de base a todo el sistema poltico surgido del movimiento municipal.
Vemos de paso que ha crecido singularmente en importancia y en dignidad.
Mientras en Roma ha comenzado por hallarse casi fuera de las organizaciones
normales, ha servido, por el contrario, a nuestras sociedades actuales de marco
elemental. He aqu una nueva razn por la que nos negamos a ver en ella una
especie de institucin arcaica, destinada a desaparecer de la Historia, pues si en
el pasado la funcin desempeada se ha hecho ms vital a medida que el
comercio y la industria se desenvolvan, es completamente inconcebible que los
nuevos progresos econmicos puedan tener por efecto negarle toda razn de
ser. La hiptesis contraria tendra mayor justificacin (32).
Mas otras enseanzas se desprenden del rpido cuadro que acaba de ser
trazado.
En primer lugar, permite entrever cmo la corporacin ha cado pasajeramente
en descrdito desde hace unos dos siglos y, por consecuencia, lo que debe de
llegar a ser para poder ocupar de nuevo su rango entre nuestras instituciones
pblicas. Acabamos de ver, en efecto, que, bajo la forma que tena en la Edad
Media, hallbase estrechamente ligada a la organizacin municipal. Esta
solidaridad no produjo inconvenientes mientras los oficios mismos tuvieron un
carcter municipal. En tanto que, en principio, artesanos y comerciantes tuvieron
ms o menos exclusivamente por clientes slo a los habitantes de la ciudad o de
los alrededores inmediatos, es decir, en tanto que el mercado fue principalmente
local, el conjunto de los oficios, con su organizacin municipal, bast para todas
las necesidades. Pero ya no sucedi lo mismo una vez que la gran industria
hubo nacido; como no tiene nada de especialmente urbano, no poda someterse
a un sistema que no haba sido creado para ella. En primer lugar, no tiene por
necesidad su asiento en una ciudad; puede establecerse incluso fuera de toda
aglomeracin rural o urbana preexistente. Busca tan slo el punto del territorio en
que mejor se pueda alimentar y desde el que con mayor facilidad pueda irradiar.
Adems su campo de accin no se limita a regin determinada alguna, su
clientela se recluta en todas partes. Una institucin tan absolutamente
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solidarios unos de otros y participan en una vida econmica. Puesto que esta
vida comn es, en ciertos aspectos, independiente de toda determinacin
territorial, es preciso que se cree un rgano apropiado que le d expresin y que
regularice el funcionamiento. En razn a sus dimensiones, un rgano semejante
hallarase necesariamente en contacto y en relaciones directas con el rgano
central de la vida colectiva, pues acontecimientos que tienen importancia como
para interesar toda una categora de empresas industriales en un pas,
necesariamente producen repercusiones muy generales a las que el Estado no
puede manifestarse extrao; esto le lleva a intervenir. Por eso no carece de
fundamento el que el poder real, instintivamente, tendiera a no dejar fuera de su
accin a la gran industria, en cuanto la misma aparece. Era imposible que se
desinteresara de una forma de actividad que, por su misma naturaleza, es
siempre susceptible de afectar al conjunto de la sociedad. Pero esta accin
reguladora, si es necesaria, no debe degenerar en una estrecha subordinacin,
como ocurri en los siglos XVII y XVIII. Los dos rganos en relacin deben
permanecer distintos y autnomos: cada uno tiene sus funciones, que slo l
propio puede desempear. Si corresponde a las asambleas de gobierno fijar los
principios generales de la legislacin industrial, esas mismas asambleas son
incapaces de diversificarlos con arreglo a las diferentes clases de industrias.
Esta diversificacin es la que constituye la principal misin de la corporacin
(34). Tal organizacin unitaria para el conjunto de un pas no excluye, en manera
alguna, la formacin de rganos secundarios, comprendiendo trabajadores
similares de una misma regin o de una misma localidad, y cuyo papel sera el
de especializar ms an la reglamentacin profesional segn las necesidades
locales o regionales. La vida econmica podra reglamentarse y determinarse sin
perder nada de su diversidad.
Por esto mismo, el rgimen corporativo hallarase protegido contra esa
inclinacin a la inmovilizacin que con frecuencia y justicia se le ha reprochado
en el pasado, pues era un defecto que le vena del carcter estrechamente
comunal de la corporacin. Mientras se encontrara limitada al recinto mismo de
la ciudad, era inevitable que deviniera prisionera de la tradicin, lo mismo que la
ciudad. Como en un grupo tan restringido las condiciones de vida son casi
invariables, el hbito ejerce sobre las gentes y sobre las cosas un imperio sin
contrapeso, y las novedades terminan incluso por inspirar temor. El
tradicionalismo de las corporaciones no constitua, pues, ms que un aspecto del
tradicionalismo comunal y obedeca a las mismas razones de ser. Despus, una
vez que fue introducido en las costumbres, sobrevivi a las causas que le haban
dado origen y que primitivamente le justificaban. Por eso, cuando la
concentracin material y moral del pas y la gran industria, que fue su
consecuencia, abrieron los espritus a nuevos deseos, despertaron nuevas necesidades, introdujeron en los gustos y en las modas una movilidad hasta entonces
desconocida, la corporacin, obstinadamente ligada a sus viejas costumbres, se
encontr incapacitada para responder a esas nuevas exigencias. Pero las
corporaciones nacionales, en razn misma a su dimensin y a su complejidad,
no se hallaran expuestas a ese peligro. Muchos espritus diferentes
encontraranse en ella en actividad, para que pudiera establecerse en la misma
28
til, si las fuerzas necesarias para establecer esta reglamentacin no han sido
previamente suscitadas y organizadas.
Hay ms; dificultades nuevas surgiran entonces que resultaran insolubles sin
una organizacin corporativa. Hasta ahora, en efecto, era la familia la que, sea
por la institucin de la propiedad, sea por la institucin de la herencia, aseguraba
la continuidad de la vida econmica; o bien posea y explotaba los bienes de una
manera indivisa, o bien, desde el momento en que el viejo comunismo familiar
hubo sido roto, era ella quien los reciba, representada por los parientes ms
prximos, a la muerte del propietario (40). En el primer caso, no haba ni siquiera
cambio por causa de muerte, y las relaciones de las cosas a las personas
seguan siendo las que eran, sin modificarse siquiera por la renovacin de las
generaciones; en el segundo, el cambio se haca automticamente y no exista
momento perceptible en que los bienes quedasen vacantes, sin manos que los
utilizasen. Mas si la sociedad domstica no debe ya desempear esa funcin, es
necesario que otro rgano social la reemplace en el indispensable ejercicio de la
misma, pues no hay ms que un medio para impedir que el funcionamiento de
las cosas se suspenda peridicamente, y es que un grupo perpetuo como la
familia las posea y explote l mismo, o las reciba en cada defuncin para
transmitirlas, si hay lugar, a algn otro poseedor individual que les d valor. Pero
ya hemos dicho, y lo repetimos, hasta qu punto el Estado carece de
condiciones para estas tareas econmicas, harto especiales para l. Slo hay,
pues, el grupo profesional que pueda dedicarse a ellas tilmente. Responde, en
efecto, a los dos requisitos necesarios: est tan interesado en la vida econmica
que no puede menos de sentir todas las necesidades; y, al mismo tiempo, tiene
una permanencia por lo menos como la de la familia. Mas para desempear esta
misin, es preciso todava que exista y que incluso haya adquirido bastante
consistencia y madurez, a fin de estar a la altura del nuevo y complejo papel que
le habra de incumbir.
Si, pues, el problema de las corporaciones no es el nico que se impone a la
atencin pblica, no hay otro, sin embargo, que requiera ms urgencia: no
podrn abordarse los dems sino despus de resolver ste. Ninguna
modificacin un poco importante podr introducirse en el orden jurdico si no se
comienza por crear el rgano necesario para el establecimiento del nuevo
derecho. Resulta por eso vano inclusive perder el tiempo investigando, con
precisin excesiva, sobre lo que deber ser ese derecho, pues, en el estado
actual de nuestros conocimientos cientficos, no podemos anticiparlo sino con
groseras y siempre dudosas aproximaciones Cunto ms importa poner en
seguida manos a la obra para constituir las fuerzas morales, nicas que podrn
determinarlo al realizarlo!
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NOTAS
(1) Nos hemos limitado a suprimir en la antigua introduccin una treintena de
pginas que en la actualidad nos han parecido intiles. Explicamos, por lo
dems, esta supresin en el lugar mismo en que se ha efectuado.
(2) Vase Le Suicide, conclusin.
(3) Ver ms adelante, lib. 1, cap. VI, prrafo II, y cap. VII, prrafo III.
(4) Vase ms adelante, lib. I, cap. VII, prrafo III.
(5) Ver lib. III, cap. I, prrafo 3.
(6) Ms adelante insistiremos sobre este punto.
(7) Vase Herrmann, Lehrbuch der griechischen Antiquitaten, vol: IV, 3.a ed.,
pg. 398. A veces el artesano incluso se hallaba, en virtud de la profesin,
privado del derecho de ciudadana (Id., pig 392) Queda por saber si, a falta de
una organizacin legal y oficial, no exista en forma clandestina. Lo seguro es
que habra corporaciones de comerciantes. Vase Francotte, LIndustrie dans la
Grce antique, tomo l, pgs. 204 y siguientes.)
(8) Plutarco, Numa, XVII; Plinio, Hist. nat., XXXIV. No es, sin duda, ms que una
leyenda; pero prueba que los romanos vean en sus corporaciones una de sus
instituciones ms antiguas.
(9) Etude historique sur les corporations professionnelles chez les Romains,
tomo I, pgs. 56-57.
(10) Ciertos historiadores creen que, desde un principio, las corporaciones
estuvieron en relaciones con el Estado. Pero es indudable, en todo caso, que su
carcter oficial se desenvolvi de una manera diferente bajo el Imperio.
(11) Les Classes ouvrires en France jusqu ' la Rvolution, I, 1 94.
(12) Ob. cit., I, 194.
(13) La mayor parte de los historiadores estiman que algunos colegios eran ms
o menos sociedades de socorros mutuos.
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