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Mujer y Religion en Roma

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Mujer y religin: Vestales y Aclacuna, dos instituciones religiosas de mujeres

Pilar ALBERTI MANZANARES

INTRODIJCCION Si bien durante el siglo xix la corriente romntica influy en los de forma que las culturas precolombinas fueron comparadas con las culturas del mundo clsico europeo, entindase romanos y griegos; el objetivo de esta comparacin pareca puesto mas en justificar que las altas culturas americanas haban alcanzado logros tan importantes como las clsicas y se reivindicaba ese pasado glorioso frente a la cultura colonial. Sin embargo, hoy este objetivo no sera vlido, pues partimos reconociendo el valor que tuvieron estas culturas precolombinas. As, el objetivo de este estudio se centra en dos vertientes: por un lado, conocer los dos mundos (el clsico y el prehispnico) con el nim.o de aportar elementos de juicio que aclaren las formas de comportamiento y creencias de las dos instituciones de mujeres que vamos a analizar: las Vestales (Roma) y las Aclacuna (Per). Por otro lado, el segundo objetivo que me inclina a escribir sobre este tena fue e constatar la gran cantidad de crnicas peruanas que refirindose a las Acliacuna hacan constante referencia a las Vestales romanas. Esta referencia erudita no hubiera planteado ningn problema si se hubiera limitado a ser una simple referencia. El problena surge cuando algunos de los cronistas atribuyen a las aclacuna actividades propias de las Vestales, mezclando con ello conceptos muy distintos y confundiendo al lector sobre cul fue la realidad de las Aclacuna. De esta manera, al tratar en este estudio sobre las Vestales y sus funciones, se pone el lmite a las referencias que son propias de estas
estudios histricos

Revista Espaola dc Antropologa Americana, ni XVII. Ed. Univ. Comp. Madrid, 1987.

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mujeres y cules eran propias de las Aclacuna diferencindolas para un meior conocimiento de ambas. El plantel dc cronistas que nos informan sobre las Aclacuna es amplio pero no homogneo, pues no todos tienen la misma preparacin cultural, ni oficio, ni punto de vista, ni inters por los mismos acontecimientos; tampoco tienen todos la misma capacidad de observacin. Los primeros que hablan de las Adllacunas fueron los soldados de Pizarro, en este sentido, el escribano del capitn, Francisco de Xerez, describe el primer acllahuasi que encontraron en el pueblo de Caxas: casa grande, cerrada y custodiada por porteros, que guardaba gran cantidad de mujeres hilando y tejiendo ropa para la hueste de Atabalipa (Jerez, 1891: 54). Por regla general, al escribir las crnicas era habitual referirse a la realidad americana haciendo comparaciones con el mundo que ms conocan. Podra hablarse de una voluntad pedaggica de los cronistas al querer que sus lectores tuvieran un punto de referencia para mejor entender aquello que, si no haban estado en Amrica, les resultara difcil de comprender. Es por este motivo por lo que las comparaciones de las Aclacuna con monjas y Vestales es prcticamente continua, pero varia la referencia a una u otra institucin, segn la preparacin cultural que tuviera el cronista.
A) As, los frailes, doctrineros, capellanes, etc., tenan ms Facilidades de acceder al conocimiento del mundo clsico gracias a que saban leer y traducir el latn, lengua habitual en que se recitaban las misas cristianas, al igual que leer a los autores clsicos como Ovidio, Virgilio, Tcito, o Tito Livio, que escribieron la historia de Roma incluyendo e mundo religioso y en l la descripcin de las Vestales. Cronistas pertenecientes a este grupo seran el jesuita Annimo, Bernab Cobo, fray Martn de Mura y Antonio de la Calancha. Ser este ltimo, junto con el jesuita Annimo, quien har referencia de una forma ms asidua a las Vestales para comprender mejor a las Aclacuna, dando muestras en sus escritos de una slida cultura clsica, quiz influenciado por sus estudios en la Universidad de San Mareos de Lima, en la que se doctor en Teologa. Conoca perfectamente la institucin de las Vestales, como veremos ms adelante por las alusiones que hace a ella. Alusiones como mamaconas monjas, ~<matronas>, superioras, maestras de novicias, ~<abadesas>, sacerdotisas mujeres, etc., son corrientes en la crnica del jesuita Annimo. El padre Cobo tambin alude a las Vestales al definir a las Adacuna: Las mujeres recogidas y dedicadas al servicio de sus dioses al modo de monjas o de las Virgenes Vestales de Roma> (Cobo, 1892: 276).

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E) En el grupo de cronistas que podramos denominar cronistas soldados> (aquellos que en algn momento de sus vidas formaron parte de las expediciones que acompaaon a los conquistadores, o despus en el periodo de guerras civiles en Pert) hemos estudiado a Diego Trujillo, Francisco dc Xerez, Pedro Pizarro, Juan de Betanzos, Cristbal de Molina (el almagrista), Pedro Cieza de Len, etc. Estos suelen comparar a las Adas coi <monjas>, ~<beatas>. Escasean ostensiblemente las referencias a las Vestales, quiz por el desconocimiento de la historia de Roma y Grecia debido a la escasa educacin que recibieron. C) Cronistas mestizos serian Garcilaso de la Vega y Pedro Gutirrez de Santa Clara, si bien sobre este ltimo no se afirma con seguridad que fuese mestizo, aunque Manuel Sen-ano Sanz aventura que era hijo de Bernardino de Santa Clara, judo de Zaragoza, que estuvo como soldado de Corts y Narvez, el cual consigui encomienda en Mxico, ciudad donde dice haber nacido el cronista (Esteve Barba, 1964: 431). Estos conocan el mundo indgena y el colonial. Especialnente Garcilaso, cuya familia materna era descendiente de Tupac Yupanqui, pues su abuelo, Hualpa Tupac, fue hijo de Tupac Yupanqui y hermano de Huayna Capac. Hualpa Tupac tuvo una hija: Chimpu Ocelo, que fue prima de Ataliuallpa y Huascar (hijos de I-Iuayna Capac). Esta mujer estuvo relacionada con el capitn Garcilaso de la Vega, descendiente de los Vargas de Hinestrosa ext-emeos, a cuyo linaje perteneci el gran poeta espaol coetneo de Carlos V, Garcilaso de la Vega. De esta unin naci un nio que se llam Gmez Surez de Figueroa, mas conocido como el Inca Garcilaso de la Vega. Recibi una educacin mestiza y fue enseado en la gramtica del Latn, por Juan Cullar, con la intencin de que entrara en la Universidad de Salamanca, pero no fue as. An conociendo el latn y habiendo combatido en las campaas de Italia (ello le poda proporcionar la posibilidad de conocer el mundo clsico) no son habituales en Garcilaso las comparaciones entre cllacuna y Vestales, empleando ms las alusiones de ~<monjas, <escogidas>, mujeres vrgenes, mujeres del Sol. Pedro Gutirrez de Santa Clara tambin emplea la alusin a monjas para eferirse a las Aclacuna (1963, libro III, cap. L: 214). O) Por ltimo, los cronistas indios, como Felipe 1-luaman Poma, Juan de Santa Cruz Pachacut Yamqui y los quipucamayos de Vaca de Castro. Se refieren a las Aclacuna llamndolas por sus pi-opios nombres y atendiendo a una clasificacin ms amplia: segn sus funciones, edades y destino. En este sentido, el cronista que resulta ms minucioso en esta clasificacin es Huaman Poma.

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En el caso de referirse a las Aclacuna empleando una teminologa occidental utilizan la comparacin con monjas y vrgenes: Son las siguientes casas y depositarios de monjas que haba de seis maneras de vrgenes de los dolos y otras seis maneras de virgenes comunes (H. Poma, Pease, 180: 213). Los quipucamayos que informaron en la Relacin de Chincha se refieren a estas mujeres como ~<casa de agras, que quiere decir mujeres escogidas. No hacen mencin a las Vestales, quiz debido, por un lado, a que la influencia de la cultura occidental fue superficial y no conocan el mundo clsico y, por otro, a que estaban ms interesados por mostrar las costumbres autctonas que por comparar stas con otras tradiciones de pases y tiempos lejanos a los suyos. 1. lA. ANALISIS COMPARATIVO DE LAS DOS INSTITUCIONES
CONTEXTO RELIGIOSO EN EL OVE SE INCLUYE LA INSTITUCIN DE LAS VESTALES RELICIN ROMANA

lA.!.

No podra entenderse el significado de la institucin de las Vestales si no conocisemos el contexto religioso en el que se desarrolla. Existen tres caractersticas de la religin romana que la definiran: A> Es una religin prctica, no idealista.

E) C) O) A)

Los dioses son tangibles. Es una religin de la ciudad, del ciudadano. Religin romana y politesmo.

Religin practica

La religin romana ha tendido a principios prcticos y utilitarios ms que idealistas. Se predicaba el disfrute del presente, y las leyes morales contenidas en la jurisprudencia sacerdotal tenan una funcin de control sobre el pueblo, que resultaba mayormente eficaz, dado que era el tribunal de los dioses quin controlaba las acciones de los mortales, inclusive aquellas que no tenan testigos. E) Los dioses, son tangibles

Los conceptos sobre las divinidades explicaban y hacan inteligibles las caractersticas y atributos de sta. Hubo una voluntad por clasificarlos utilizando la nomenclatura empleada para definir a las cosas y

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a las personas, segn los principios del derecho privado, empleando, incluso, las mismas reglas en las invocaciones que deban ser siempre las mismas, dichas de igual forma. El carcter formal, externo, tendr gran importancia, puesto que cada pequeo error de procedimiento pondra en peligro el xito de la plegara, pues los dioses cumplirn lo que de ellos se espera si se ejecuta de la forma ms precisa y exacta todo aquello que les es debido y que se sabe ser de su gusto. Incluso con el paso del tiempo Roma permaneci fiel a los mismos ritos y gestos, primando ms el rito que la creencia (Bloch, 1981: 229). Toda accin deba comenzar por la invocacin al genio tutelar y ste se llamaba igual que lo que representaba: Bellona era la guerra, Juventus era la juventud, Salus era la salud, etc., tambin se defina a la divinidad conforme a su oficio, y la veneracin de sus adoradores se atena estrictamente a esta funcionalidad. Cuando Varron, en el siglo a. C., quiso escribir una obra de reflexin teolgica propuso una clasificacin que desde entonces se ha hecho famosa, distinguiendo los dioses de la ciudad>, de los dioses de los filsofos y los dioses de los poetas. Roma conoci nicamente los de la primera categoria (Schilling, 1965: 441) (dc los que hablaremos en e siguiente punto). Los dioses se veneraban segn un orden jerrquico y su culto era oficiado por personas pertenecientes a distintos niveles sociales. As el culto pblico lo atendan los ~<flamines curiales magistrados supremos; el ~paterfamilias presida los realizados dentro de las ~<gentes. No haba estatuas de los dioses porque los espritus de stos se encuentran en todos los lugares y presiden todas las acciones. Sin embargo, s estaban representados mediante smbolos que se relacionaban con sus atributos, por ejemplo, la lanza simbolizaba a Marte, el fuego a Vesta, etc. C) Religin de la ciudad

La religin romana haba nacido y se haba desarrollado en ntima unin con la ciudad (.. -) y no era otra cosa que el reflejo piadoso de la asociacin ciudadana> (Mommsen, 1965: 473). La vida de la ciudad es su mxima preocupacin. La religin no es ms que un elemento de la Administracin pblica. Un principio bastante asumido por el romano era la preocupacin por orientar al bien y a la grandeza a Roma. Los dioses tambin tienen el derecho de ciudadana y consecuentemente deben preocuparse de los intereses de Roma. Los tres grandes pilares en los que debe apoyarse el romano son: la patria, los dioses y la familia. La mitologa romana est influenciada por la vida ciudadana y la poltica. Esto explica que la religin se entienda no como algo personal, sino ms bien grupal, pues el individuo cuenta slo en la medida en que se integra en una clula social y den-

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tro de sta es el vnculo religioso el que refuerza el sentimiento de pertenecer a esa comunidad (Schilling, 1965: 441). D) Religin romana: conservadurismo y apertura

Junto con el conservadurismo rgido, los ritos formalizados y el apego al culto tradicional continuado bajo la autoridad del Pontifex Maximus, surge una actitud aperturista, aunque controlada por los c<viri sacris faciundis encargados de vigilar la introduccin de los dioses extranjeros, ampliando con ello el panten romano, y dado que eran politestas no ponan reparos excesivos a las nuevas adquisiciones. Los motivos de que aumentaran los dioses no fueron slo las epidemias y las crisis, tambin contribuy a ello el espritu de conquista. Esta actitud acogedora coincide con la ltima etapa de la religin romana, en la que se observa un sincretismo con dioses orientales hasta la llegada del cristianismo, que terminar por sustituir a todos los dems cultos.

Importancia del culto domstico en Roma Si uno de los pilares bsicos para el romano eran los dioses, otro era la familia. En este sentido exista el culto domstico. El hogar tena sus propios dioses: VESTA, los Lares y los Penates. Los Penates son los dioses de la casa. Parece ser que eran dos, uno protega la comida y otro la bebida. A los Lares est consagrada la mesa y los alimentos que se depositan en ella, incluida la sal. A ellos se ofrecan las primeras libaciones como ofrenda cuando se iniciaba la cena o el banquete. Son espritus positivos que, junto con los Penates y Vesta, protegen a los habitantes de la casa, no se les considera antepasados deificados. Vesta y los Penates protegeran a los seores y los Lares a los seores y siervos juntamente. A ellos el jefe de familia presentaba la nueva esposa y el hijo recin nacido (Crouzet, M., 1967: 211). Se consideraba un deber para con los dioses mantener limpio el hogar y as la duea de la casa tena que procurar que el hogar quedara limpio antes de irse a dormir, siendo las hijas quienes se encargaban de realizar este culto diario. Vesta, desde los tiempos antiguos, representa el fuego ordinario que se utilizaba para cocinar y calentarse. Arda en e hogar, en la habitacin principal llamada ~<atrium y en el extremo opuesto, que daba al camino o a la calle, se mostraba otra deidad romana llamada Jano. En las oraciones son comunes las advocaciones a Vesta y a los Penates, a los dioses propicios del hogar, a los Lares que toman parte en las

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comidas de la familia y a los que hasta en tiempos de Catn el Mayor, diriga primeramente sus devociones el seor cuando entraba en su casa (Mommsen, 1965: 218). La familia queda vinculada entre s por la participacin de todos en el mismo culto; ste es el primer escenario en que se desarrolla el primer ritual de la religin romana. Si cada familia tiene sus sacra, de los que el sacerdote es el paterfamilias>, cada curia tiene tambin un culto comn que dirige el Curin siendo los 30 flamines curiales los encargados dc vigilar que no se apagasen los fuegos sagrados que tenan en las 30 curias. Como la familia se extiende a la gens, el vnculo de unin de varias familias sern los sacra gentilicia> administrados por un sacerdote elegido de entre los gentiles llamado <Flamen (Guilln, it, 1980: 47>.

Evolucin del culto al fuego domstico convertido en fuego del Estado El origen del culto al fuego parece inicializarse en el momento en que en un asentamiento tribal haba un hogar cuyo fuego no poda apagarse nunca, el del jefe, pues as siempre tendran una reserva de fuego para todo el pueblo: ~<Nohay que extraarse de que en Roma existiera una Vesta de carcter pblico y que su fuego fuera cuidado por vrgenes, sucesoras de las hijas del rey, cuya residencia oficial se hallaba inmediata a la regia, es decir al edificio que reemplaz el antigno palacio de los Reyes (James, 1960: 498). Este comentario deber tenerse en cuenta ms adelante cuando expliquemos una de las caractersticas de las Vestales, que era mantener su virginidad. La religin familiar fue la base sobre la que se edific la religin del Estado romano, comparando el Estado con una gran familia en la que se acogan los romanos, as cada ciudad tiene sus propios Penates; para Roma stos eran Jpiter, Juno, Minerva y Vesta. Su culto como representante del hogar de la nacin arraig tan profundamente en el pueblo que pervivi a lo largo de toda la historia de Roma, siendo el ltimo en sucumbir ante la nueva religin: la cristiana. Si tenemos en cuenta que Vesta era una diosa, es decir, de gnero femenino, y que estamos analizando la importancia de la familia y el culto domstico, quisiera tomar en consideracin, antes de proseguir con el tema, el papel que la mujer tena en la sociedad romana.

I.A.2.

PoSIcIN DE LA MUJER EN LA SOCIEDAD ROMANA

La importancia del culto familiar, de los dioses del hogar y su trascendencia en el culto del Estado est reflejando la posicin de presti-

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gio y poder que tena la familia en Roma. Teniendo esto en cuenta entenderemos mejor el papel que ocupaba la mujer en la sociedad romana. A grandes rasgos definiramos dos clases de mujeres romanas: las que se tienen en cuenta en la vida de la ciudad, en la vida familiar, porque mantienen las tradiciones morales y religiosas, y las que por no tener incidencia en los aspectos antes mencionados no se les adjudica importancia. En el primer caso nos referimos a las matronne y sus hijas Son de nacimiento libre, alto rango y su matrimonio las emparenta con otra familia de igual o parecido rango. Por ellas lucharn los soldados romanos en las batallas, y su influencia lleg al poder poltico. Las mujeres que no pertenecan a esta clase social se las consideraba como siervas, bien por nacimiento o por haber sido vendidas despus de los motines de guerra. Las obligaciones morales que los hombres pueden tener ante las mujeres no se aplican sino a las mujeres libres y no a la naturaleza femenina en s. Lo que entra en cuestin no es la mujer como persona sino la matrona convertida en virtud de su situacin en la sociedad, en depositaria de una cierta funcin considatada vital para el estado y de la que ella debe asegurar el ejercicio y la transmisin. Ah est la fuente de la consideracin de la que se la rodea y de las precauciones que se le pide observe para protegerse de los mil peligros que la acechan, principalmente (.) de la adulteracin de su sangre. Fuera de eso las dems mujeres las que no son matronas, o segn expresin de los juristas romanos hijas de familia destinadas a convertrse en matronas escapan a la proteccin de las leyes y a los imperativos de la moral. No tienen derechos (...>, asimiladas jurdicamente a objetos sometidos a propiedad, tampoco tienen deberes, sino los que les imponga la autoridad (Grimal, P., 1973: 339-340). Las hijas de familia reciban una educacin similar a la de los muchachos, podan asistir libremente a actos sociales, como a los juegos o al teatro y, una vez casadas, no perdan esta libertad. I.A.3.

EL CULTO A ESTA

Se ha relacionado el origen del culto a esta con la llegada del hroe troyano Eneas a tierras del Lacio, y que descendientes suyos fueron Rmulo y Remo, nacidos de Rhea Silva, la primera Vestal mencionada en la tradicin romana. Segn Tito Livio en Las dcadas, Eneas hizo pacto de amistad con Latino, rey del Lacio, y cas con su hija Lavinia. Naci Ascanio de esta unin y ste fue quien fund, al pie del monte Albano, la ciudad de Alba Longa. Reyes de Alba Longa fueron Mun-

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tor y su hermano Amulio; el segundo expuls del trono a Munitor y mat a todos los hijos varones de ste, y con pretexto de honrar a Rhea Silva, hija de Munitor, la hizo Vestal, obligndola por consiguiente a guardar perpetua virginidad, privndola as de toda posibilidad de tener descendencia a la que transmitir el derecho de sucesin> (Tito
Livio, 1970, cap. 1: 10).

Sin embargo, Rhea Silva fue violada por Marte y tuvo dos hijos: Rmulo y Remo. Como castigo fue encadenada y arrojada al ro en unin de sus dos hijos. Los nios no murieron y fueron amamantados por una loba y luego cuidados por un pastor y su mujer. Posteriomente y tras diversas vicisitudes ser Rmulo quien d el nombre a la ciudad de Roma. Esta creencia del origen de Roma atribuida a descendientes del troyano se debe a una influencia griega pseudohistrica, segn Edwin James, que tenda a considerar a cualquier pueblo no griego que diera muestras de civilizacin como descendiente de los adversarios ms dignos que tuvieron los griegos, descubriendo as que Roma haba sido fundada por Eneas o por algn descendiente suyo (James, E., 1960: 499). As el origen del culto al fuego ms bien parece surgir debido a iiifluencias indoeuropeas o bien etruscas, en aquellos momentos primeros en las cabaas que formaron los primeros asentamientos donde el hogar y el fuego eran el centro de las casas y transponiendo esta realidad material se fue ritualizando el hecho de hacer y conservar el fuego de] bogar. El culto evolucion y alcanz rasgos mticos incorporndose en la tradicin religiosa romana, eso s, aderezado con estas influencias griegas que terminaron de darle el cariz mitolgico que alcanz. Cuando Tito Livio escribe su magnfica obra Ab urbe condita con toda la fuerza de la epopeya, en un tono moralizador y patritico sobre la historia de Roma, no hace ms que transmitir la leyenda (le Rmulo y Reino, an siendo un historiador que gust de la veracidad consignando datos de eran inters. En el siglo xix se plante la crtica a las fuentes y ayudados por la arqueologa se pudo comprobar que la fundacin de Roma por los gemelos no era ms que una ]eyenda y, en realidad, lo que hubo fueron unos asentamientos dc cabaas humildes y que en el Lacio, lugar donde, segn la leyenda, desembarc Eneas, se hallai-on indicios de contacto con el Oriente, pues aparecieron restos de cermica micnica contempornea a Ramses III. No es de extraar, pues, que si hubo intercambio de productos ma-

nufacturados tambin los hubiera en ideas y creencias. El equivalente griego de la diosa Vesta fue Hestia, hermana de Zeus, fiera, Poseidn y Hades. Representa la virginidad, como Atenea

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y Artemis, el fuego le est consagrado por su pureza y porque perma-

nece incontaminado> es purificador (Diccionario Clsico, 1954: 837). Entre los latinos Vesta era la personificacin del Fuego y la Tierra, pero los romanos la relacionaron nicamente con la primera atriNacin recibiendo esta un culto privado y otro pblico. Una vez creado el grupo de sacerdotisas de esta que deban cuidar el fuego de la patria, si ste se apagaba, producase en la ciudad una aflicin general interrumpindose los negocios pblicos, creanse amenazados por las mayores desgracias y no renaca la tranquilidad hasta que, de nuevo, se hubiese obtenido el fuego sagrado, que los sacerdotes se procuraban directamente de los rayos del sol> (Humbert, J., 1972: 25), o por el fuego producido por un rayo, o bien el producido ele la forma ms prstina, es decir, por medio de un taladro que giraba rpidamente en el orificio hecho en un trozo de madera, La Vestal que dejaba que el fuego se apagase reciba el castigo de ser azotada o el apaleamiento, pues la comunidad entera estaba ligada a la perennidad de este fuego del Estado. Fuego y agua esta como representante del fuego no se unja bien con el agua y en el templo no deba haber ms que la necesaria. Para los usos de la casa de esta, el agua no poda ser la misma que la del depsito que abasteca al resto de la ciudad, y s la de un manantial, el de Egeria, considerado sagrado, que estaba a las afueras de la Porta Capena (entrada situada al sur de Roma). El agua se transportaba en una vasija especial llamada futile, la cual describe as Servio: Es una vasija de boca ancha y base estrecha de que se sirven en las ceremonias religiosas de esta porque el agua trada para las ceremonias no se pone en el suelo, si se hace tal cosa es materia de expiacin. De ah procede la invencin de esa vasija que no se mantiene de pie y que si se pretende dejar en el suelo en seguida se derrama (Guilln, J., 1980: 266). El fuego tiene una virtud purificadora y las vestales mezclaban las cenizas de los bueyes quemados en las Fordicidia con la sangre y cenizas de la cola del ~<equus october, con cenizas de tallos de habas, formando la februa casta que se utilizaba para las purificaciones de los Palilia (Guilln, 3., 1980: 116). I.A.4.

LAS

VESTALES

Ya hicimos referencia a la condicin y consideracin que la mujer patricia tena en la sociedad romana. A esta clase social deban pertenecer las Vestales.

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El culto a esta era llevado por mujeres (aunque no regido por ellas) y slo las matronas patricias podan entrar en el templo de esta, pero slo en una fecha determinada, el 9 de junio, fiesta de la deidad, llamada las estalias. Exceptuando estos das nadie poda entrar en el templo a excepcin de las Vestales.

Proceso de seleccin Las Vestales en un principio fueron elegidas por los reyes y posteriormente por el pontfice mximo. El Colegio de Pontfices tena que elegir y cuidar de las Vestales de la ciudad. Segn la Ley Papia reunir veinte jvenes de entre todo el pueblo y seleccionar de entre ellas a las seis Vestales. Segn Fabio Pctor, el Pontfice Maximus al elegir una virgen Vestal le diriga estas palabras: Te tomo amada y te constituyo sacerdotisa de esta, de acuerdo con las sabias prescripciones legales, para que ejerzas en provecho del pueblo romano las sagradas funciones que competen al sacerdocio de esta (Guilln, 3., 1980: 316-3 17). Posteriormente la muchacha era llevada a la casa de esta donde la reciba la Virgo Vestalis Mxima. Desde ese momento su familia no tena la patria potestad sobre ella y sc constitua en ciudadano romano con derecho a hacer testamento y con derechos propios que unicamente disfrutaban los patricios romanos y las materfamilias que tenan gran influencia en la vida romana. En la ceremonia eran guiadas por la Vestal de mayor prestigio y estaban vestidas de blanco, adornadas con cintas sagradas en el pelo. Se elegan en nmero de seis, si bien en un principio eran slo tres. Estas estaban bajo la vigilancia de la Virgo Vestalis Maxma. Se educaban en la Casa de esta (Atrium estae), situada en el Foro Romano, al lado del templo de esta. Esta casa era amplia, contaba con habitaciones y jardines donde hacan vida estas mujeres, saliendo pocas veces de ella. All estaran durante treinta aos de su vida, de los cuales los diez primeros aprendan los ritos, los diez siguientes se perfeccionaban en ellos y los diez ltimos enseaban a las Vestales ms jvenes. Al terminar este periodo eran libres y podan contraer matrimonio (derecho obtenido por la Ley Moratia, dada en favor de la vestal Taracia, porque haba regalado al pueblo romano el Campo Tiberino o de Marte (Guilln, 3., 1980: 319). Pronunciaban el voto de castidad durante el tiempo que eran Vestales y en el Atrium estae no poda entrar ningn hombre. La que incumpla esta norma era enterada viva.

166 Requisitos

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Los requisitos para ser elegida eran, segn Laben Aristo:

<la edad requerida se cifraba entre los seis aos cumplidos y los diez por cumplir; que viva su padre y su madre; que no tenga defecto fsico alguno como ser tartamuda o sorda; que ni ella ni su padre hayan sido emancipados aunque est bajo la patria potestad de su abuelo; que ni su padre ni su madre hayan vivido en esclavitud, ni hayan ejercido un negocio srdido (Guilln, J., 1980: 317); tenan que ser vrgenes.

Poda evitarse ser elegida vestal en el caso de que:


se tuviera ya una hermana vestal; la hija de un flamen, de un augur o de un quindecenviro para la ordenacion del culto, o de un septenviro epuln, o de un sacerdote saliar; se dispensaba tambin a la hija de la esposa de un pontfice, o de un flautista de los sacrificios. Segn Aleijo Capitn no debe elegirse tampoco la hija de quin no tenga su domicilio en Italia; y ha de aceptarse la excusa de la hija de quin tiene tres hijos (Guilln, J., 1980: 317).

Pertenecer a las vestales no era siempre aceptado por los padres ni se requera la aceptacin de la candidata. Las vestales estaban relacionadas con el Colegio Pontifical y el Templo de esta como el Atrium Vestae estaba al lado de la Regia y de la residencia del Pontfice Mximo. Las atribuciones del Colegio no eran slo religiosas sino tambin jurdicas y administrativas. Gran nmero de templos y fiestas no tenan un clero propio y asistir a estos oficios era asunto de los pontfices: ocuparse del banquete sagrado (epulum) de Jpiter, prestar asistencia tcnica a los magistrados dictndoles las oraciones de los sacrificios, votos pblicos y las consagraciones. Ellos, en un principio, eran los nicos que conocan y dominaban el derecho de la ciudad, en los casos en que haba que incoar una accin judicial, por ejemplo. Para que estos conocimientos no se perdieran elaboraron archivos y formularios, actas de rituales, notas de jurisprudencia y registro de los pueblos ms importantes del ao (Bayet, It, 1984: 112-113). En la orden que establece Festo se estipula esta jerarqua de sacerdotes ms importantes:

1.

Rex sacrorum: sacerdote de Jano. 2. Flamen Dialis: sacerdote de Jpiter. 3. Flamen Martialis: sacerdote de Marte.

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4. Flamen Quirinalis: sacerdote de Quirino. 5. Pontfice Mximo: se le atribuye el cuidado del culto a Vesta. Tiene el control de las comunidades de Vestales y su representacin legal; l las propone y recibe en el Colegio de esta, es el nico hombre que puede entrar en el templo. Despus de l estaba la Virgo Vestalis Mxima, del templo de esta.

Funciones de las vestales Las vestales tenan su sede en Roma, pero en otras ciudades latinas tambin tenan templo, como en Lavinium, Tibur o Alba. Participaban en los cultos relacionados con el fuego, ceremonias incruentas relacionadas con actividades domsticas que se sacralizaron. Una de sus labores era preparar la sal utilizada en los ritos, siendo ellas las que realizaban todos los trabajos necesarios para obtener el producto final: comenzaban a machacar en un mortero la sal en bruto sacada de la salina; la calcinaban despus y luego de un proceso de limpieza mediante disolucin y filtracin la prensaban en una dura masa, de la que cortaban con una sierra de hierro, las porciones que les eran precisas (James, E., 1960: 499). La mola salsa o harina salada era una ofrenda muy fiecuente. Para hacer la harina seguan un proceso precido al de la sal, en el sentido de iniciar el ciclo en la recogida de la materia prima en su estado natural: seleccin de los granos de las espigas de trigo maduras, desgrane, molido del grano, harina. Esta se mezclaba con sal y la masa se pasaba por la frente de las victimas antes del sacrificio (Bayet, 3., 1984: 113). A lo largo del ao se ofrendaba la <mola salsa en los Lupercales, el 15 de febrero; en la fiesta de Vesta, el 9 de junio, y en el banquete de Jpiter, el 15 de septiembre. Adems de estas fiestas las vestales paticipaban en otras como Las estalia. Se celebraban en el foro junto a Jano. Se llevaba por la ciudad a los asnos coronados de flores y las molae se adornaban con flores y guirnaldas> (Guilln, 3., 1980: 325). Hasta el 15 de junio podan entrar otras mujeres en el templo de esta, pero descalzas. Despus se cerraba la entrada y se purificaba el tempo, la basura se tiraba de forma que quedaba otra vez purificado. Tambin participaban en el llamado Sacrificio de los Argeos. Cada ao, el 15 de mayo, Pontfices y Vestales precipitaban al Tber desde el puente Sublicio entre 27 y 30 maniques de juncos denominados Argei o Argeos. Se trataba (...) de un recuerdo del sacrificio etnico de vctimas humanas ofrecidas en otro tiempo a Saturno (Bloch, R., 1981: 246). Los sacrificios humanos eran muy raros en poca historca. En momentos de extremado peligro, como en tiempo de la guerra contra Anbal, s volvieron a practicarse, pero posteriormente la vctima

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humana fue sustituida por otras ofrendas de simulacin atribuyndoles el mismo valor que si fuera humano. Es interesante anotar que mientras la primera Vestal nombrada en la mitologa romana, Rhea Silva, al incumplir su voto de castidad fue echada al ro Tber, desde un puente para que muriera, en el sacrificio de los Argeos, son las vestales quienes simblicamente arrojan desde el puente al Tber a los Argeos.

Privilegios

todos los magistrados les cedan el paso; en asuntos de justicia, su palabra era por si sola digna de tener en cuenta; cuando salan de su morada iban precedidas por un lictor; s al pasar por la calle (..) encontrbanse con un criminal que llevaban al suplicio salvbanle la vida con afirmar que el encuentro era fortuito; los testamentos, los actos ms secretos, las cosas ms santas eran a ellas confiados; la manutencin y dems gastos eran sufragados por el Estado (1-IumBert, J., 1972: 26). <Los pretores, cnsules o dictadores romanos ofrecan ofrendas a Vesta, y los Penates a la entrada y salida de la magistratura (BlocE, R., 1981: 273). ~Consideradas sai inris hijas del Estado y hermanas de todos los ciudadanos. Eran las nicas mujeres que podan hacer testamento desde los primeros tiempos de Roma en virtud de la ley Horacia. Por la misma ley intervenan como testigos en los juicios. Podan administrar su hacienda y realizar operaciones financieras sin necesidad dc tutores. Pueden ir conducidas en litera (.. -) Cuando por enfermedad tienen que salir del colegio sacerdotal quedan confiadas a la atencin de alguna matrona honorable. En los juegos pblicos ocupaban ua.a tribuna cercana al palco imperial y su veredicto en acabar o conservar la vida del gladiador cado era decisivo (Guilln, J., 1980: 320).

El vestido de las vestales se compona de una tnica blanca con motivos de bandas infulae y cintas vittae>, la cabeza por el suffibulum que descenda hasta los hombros y sc bajo la garganta. Llevaban adems una diadema llamada (Guilln, 3., 1980: 499).

bordada cubierta anudaba nsula>

Templo de 1/esta En el templo de esta no haba ninguna imagen de la diosa, la cual estaba representada de forma permanente por el fuego del altar. Este templo era redondo y estaba situado en e Foro.

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Segn la significacin que nosotros damos a la palabra era un templo, puesto que estaba consagrado a una finalidad eminentemente religiosa; no lo era, en cambio, segn el sentido romano, puesto que no se hallaba edificado sobre un terreno separado especialmente para uso de los dioses despus de la oportuna consulta a los augurios (James, E., 1960: 499). Este mismo autor opina que la forma circular del templo de esta se deba a que con ella se reproduca a las antiguas chozas en que habit el pueblo latino, asignando los templos con forma cuadrangular a una influencia griega y etrusca. Adems del fuego sagrado dispona de una cmara donde se guardaban los objetos sagrados que no podan ser vistos por personas distintas a las sacerdotisas. Guardaba el Paladin, es decir, la imagen sagrada de Palas Minerva, que haba sido el amuleto de Troya, y se deca que fue robada por los griegos de su templo antes de que tomaran la ciudad. Se guardaba con gran cuidado, pues de su conservacin se crea que dependa la seguridad y continuidad del Imperio romano, Cuando entraron los galos en Roma, las vestales pusieron a salvo todos los objetos sagrados que guardaba el templo, enterrndolos en su mismo suelo, confiando en que la diosa esta-Tierra los protegera (GuilIn, 1., 1980: 266). Adems del Paladium se guardaba el alfiler de la madre de los dioses, unas cudrigas de barro de los Veyenses, las cenizas de Orestes, el cetro de Pramo, el velo de Iliona (Guilln, 3., 1980: 266) y el testamento de personalidades de la poltica y la administracin.

Voto de castidad
Pues como dice mi padre San Agustn, us Roma en su antigUedad enterrar viva a la virgen Vestal que mancha su pureza (...). A Opia, virgen Vestal, dice Livio que la enterraron viva, la misma pena se les dio a Marcia i a Siextilia i era tan afrentosa la muerte que les daban que Floronta viendose convencida quiso mas degollarse que llegar al suplicio> (Calancha, A., 1653: 20). La que incumpla el voto de castidad era castigada con la muerte, con

Tarquinio Prisco se modific la forma de muerte imponiendo que las emparedaran vivas. Plutarco describe uno de estos emparedamientos:
<Junto a la puerta Colina, dentro de la ciudad, se halla un largo y extenso tmulo de tierra llamado agger. Dentro de l se construy un estrecho aposento subterrneo dc nioderada magnitud, al cual se bajaba por una escalera. Itiaba all un lecho con cogines, una luz encendida y cantidad de alimentos como pan, agua, miel y aceite (...). La misma condenada era colocada en una litera que se cubra extei.ormcntc con cortinas y se sujetaba con correas (..j. As la llevaban al Foro. Todos se apartaban silenciosos y la acompaaban sin articular

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palabra U..). Cuando la litera llegaba al sitio, los ministros de justicia desataban las correas, el Pontfice Mximo antes del ltimo paso, pronunciaba con las manos levantadas secretas oraciones a los dioses, sacaba a la condenada cubierta con espesos velos y la pona en la escalera que baja a la cmara. Luego se volva con los dems sacerdotes; en cuanto la Vestal haba llegado al fondo, se sacaba la escalera y se cerraba el aposento con mucha tierra, hasta que el piso estuviera a nivel del tmulo (citado en Guilln, J., 1980: 319).

A lo largo de la historia de Roma no fueron demasiadas las vestales que murieron de esta forma: un total de 18 20. La razn de este exiguo nmero no est en el xito de salvaguardar la pureza, sino en que haba formas de evadirse de la acusacin, ya que su inocencia se probaba judicialmente y las vestales, como a cualquier ciudadano, no se les poda condenar sino convicta y confessa (Guilln, 3., 1980: 320). Al cmplice de la Vestal poda azotarlo el pontfice hasta darle muerte. El lugar del castigo era el Foro Boacio. Por qu deban guardar castidad las vestales? Para fiocart (1975) el matrimonio sagrado forma parte de muchos rituales, de manera que la castidad ritual no es, en realidad, sino una forma de matrimonio sagrado y as la mujer debe permanecer virgen porque su matrimonio ser con el dios o el espritu y as no estar disponible para los hombres. Segn Mary Beard (1980), las vestales ocupaban una posicin ambigua, puesto que tenan caractersticas compartidas de otros grupos sociales, a saber: eran consideradas virgenes, matronas y con prerrogativas masculinas. Siguiendo a esta autora, parece que el origen de la institucin de las vestales estuvo en la actividad que las hijas y las esposas de los reyes antiguos romanos tuvieron por conservar el fuego del hogar y, por ende, de todo el poblado. La identificacin de las vestales con la esposa del rey viene suscitada por la coincidencia de tareas: procurar que el fuego no se apague, preparar la mola salsa, limpieza del templo. Por otro lado, las vestales participaban en ritos a la fertilidad agrcola como en los Fordicidia (en la cual quemaban el feto de una vaca embarazada), o en los Cornualia (en la cual se almacenaba la cosecha). Otro elemento de apoyo a la teora de la relacin entre las vestales y las matronas romanas es el tipo de vestido que utilizaban en el momento de incluirlas en la institucin, pues ste se asemejaba al de la muchacha en el da de su boda, incluyendo el rito por el que el pontfice celebra la inclusin de las vestales en la orden y el rito del matrimonio romano. As, el Pontfice Mximus representaba en su capacidad sacerdotal al poder religioso de los antiguos reyes romanos. Incluso e derecho de castigar a las vestales por su impureza era comparable al poder de punicin que el hombre romano tena sobre su esposa.

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Pero, cmo hacen compatible el considerar a las vestales con un estatus de matronas si ellas deban ser virgenes? Beard explica que el tipo de virginidad que representaban sc asimilaba a la castidad de la matrona romana en el sentido de fidelidad a su marido, sobriedad en la conducta, y en el vestido. Adems, esta relacin se vio confirmada por el hecho de que Augusto concedi a las vestales todos los derechos de la mujer que haba tenido hijos, siendo legalmente asimilado su estatus al de matrona romana. Si este aspecto es el que ms caractersticas comparte con las ves tales hay tambin rasgos de privilegios exclusivamente masculinos que tambin se les otorgan. Por ejemplo, ellas eran protegidas por un lictor, derecho que posean exclusivamente los hombres de estado, as como dar testimonio en los juicios, tambin privativo dc los hombres. Jurdicamente tenan derecho a hacer testaniento sin necesitar el permiso de un tutor. Vrgenes, matronas y varones, ambigixedad de atribuciones que podna ser explicada atendiendo a su posicin simblica en la que la ambigedad sexual es enfatizada por la marginalidad de las vestales en su posicin de perpetuo rito de paso> y por su aislamiento de la familia tradicional y estructura social de estado (Beard, 1980: 17). En la institucin de las vestales est plasmado de forma clara y sin aditivos el modelo idealizado de cmo deba ser una mujer romana (de buena familia). Patrn impuesto por un predominio masculino desde el principio de la historia de Roma que dignifica a la mujer uncamente como madre y esposa, a la que sc le concede un poder relativo, en premio a su contribucin por engrandecer Roma. Las vestales serian la forma ms prstina de este concepto idealizado, que como institucin asegur la pervivencia de una forma enquistada de dominio sobre la mujer que permaneci hasta el final del Imperio Romano.

1.8.
1.8.1.

CoNTEXTo RELIGIOSO EN EL OLE SE INCLUYEN LAS ACLLAcUNA REI,IGIN INCAICA

Quiz uno de los ejes ms importantes alrededor del cual se organizaba la sociedad y la cultura incaica fue la religin. Quidrase ver tanto en el nivel puramente popular como en aquel que corresponde a la lite gobernante. Los mandamientos religiosos justificaban el complejo entramado poltico explicando la estratificacin social en la que, a modo de escalera, ocupaba el ltimo peldao, el ms alto, el inca. La motivacin religiosa impregnaba y daba sentido trascendental al mbito puramente econmico como era la siembra y recogida del

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cultivo, el establecimiento de un calendario agrario, etc. No resultara gratuito afirmar que para un pueblo que es profundamente animista, la religin tena y tiene una importancia singular. An despus de la llegada de los espaoles, el pueblo llano sigui manteniendo sus creencas ancestrales. Los clrigos no pudieron erradicaras por completo, adoptando entonces una religin sincrtica con parte de elementos andinos y parte cristianos.

La Divinidad
En un principio fue el mundo, pero quin lo cre?, quin o qu puso en movimiento este lugar donde los hombres habitan ahora?, un primer motor?, una fuerza inteligente?, un ser superior a los humanos? Para el hombre andino exista un hacedor, un ser supremo que llamaron Viracocha las poblaciones del Altiplano y Pachacamac, las tribus costeas. El aspecto de estas divinidades y el de otras, pues el panten andino no era monotesta, tom forma humana, si bien estaban asociadas a fenmenos naturales y astrales como la misma tierra, los ros, los volcanes, las estrellas, etc. Estos dioses podan ser adscritos a sexos determinados: masculino o femenino y se les relacionaba mediante el parentesco, existiendo entre ellos afinidad u hostilidad en sus relaciones. Otra caracterstica observada apunta que bajo su advocacin subyacan diversas competencias, rasgo que poda suscitar ambigiledad a la hora de definir a cada divinidad. Esta peculiaridad que, por otro lado, no es exclusiva del mundo andino, se debi al sincretismo producido entre diversas tribus; una aculturacin producida bien por conquista o bien por simpata. Se atribuye a la poca incaica la existencia de un verdadero panten politesta, como asegura Kelm (1973: 662), pero se conoce la existencia de dioses extranjeros en numerosas poblaciones antes de la conquista inca. El dios Pachacamac, cuya jurisdiccin se extenda por la costa central del Per, no tena este nombre en un principio sino el de Jchma pero al ser conquistada la regin por los incas se le cambi el nombre. Para los incas el dios creador era Inti, el Sol. Adscrito a un rol masculino, casado con Mama Quilla, diosa lunar. Esta pareja tena su representante divino en la tierra mediante el matrimonio de la Coya con cl Inca, que eran adorados por estar emparentados con los dioses. iracocha, dios primigenio y hroe civilizador, una vez que termin su obra, desapareci por el mar prometiendo volver. iracocha y el dios Sol, Inti, son complementarios, ajustndose perfectamente a la estructura de pensamiento incaico. Tal es as que Jnti est relaciona-

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do con lo de arriba, el cielo, el fuego y la sierra. Viracocha lo estaba con lo de abajo>, la tierra y la costa. La familia divina entronca en sus ramas ltimas con la humanidad. Este entronque entre la divinidad y el mundo humano slo poda establecerse mediante el Inca y la Coya. Cada monarca se adscriba a una determinada deidad y las caractersticas propias del dios eran asumidas por el Inca. El mundo estaba en armona, ordenado. Los hombres trataban de conseguir la perfeccin en su sociedad imitando el orden que deba existir en la sociedad de los dioses. Polo de Ondegardo, apunta que todos los animales y aves que hay en la tierra creyeron que oviese un semejante en el cielo, a cuyo cargo estaba su procreacin y augmento (Polo, 1916a: 5). Por ello, es por lo que las normas y leyes de gobierno estaban justificadas siempre, ya que stas eran las que los dioses seguan.

.51 ritual Toda religin se corrobora con las prcticas ms o menos ritualizadas, ms o menos generalizadas entre una lite gobernante y el pueblo. Las ocasiones ms apropiadas para exteriorizar las creencias por medio de rituales eran las fiestas. Estas eran abundantes en el calendario inca, y la mayora estaban entroncadas con el ao agrcola. La manera de orar al sol y las estrellas era uno mismo: que es abrir las manos y hacer cierto sonido con los labios (como quin besa) y pedir lo que cada uno quera: y ofrecerle un sacrificio (Polo,

1916a: 6).
Junto con las oraciones formaba parte del ritual las ofrendas y el sacrificio. Poda realizarlo el sacerdote a peticin de un particular o de la comunidad; as como se poda ofrecer un sacrificio personal con sentido expiatorio o de accin de gracias. Existan ofrendas de alimentos o productos del campo, de animales y de personas. La llama se ofreca al dios Inti, el guanaco a Vicracocha, adems de cuies, ropa, plata, conchas marinas (mullu), plumas, harina de maz, chicha, coca, pestaas, cabellos y sangre propia o de los animales sacrificados, pero ms especialmente este tipo de donativo se ofreca en las peticiones privadas. Se sacrificaban llamas todos los das del ao, al Sol, en Cuzco. Las telas y la coca se quemaban, otros objetos eran enterrados. Los sacrificios humanos se realizaban en ceremonias muy especiales y por importantes motivos: en caso de epidemias, hambres, coronacin de un monarca, enfermedad del mismo, etc. Al respecto dice Polo:

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Quando aria nuevo rey y le daban la borla (..) entre otras innumerables ceremonias y fiestas y sacrificios que hazian, sacrificaban nios de cuatro aos hasta diez. Ms porque ya esto a cesado del todo no hay que azer mas mencion dello (Polo, 1916a: 26).

Sin embargo, en su obra Relacin de los adoratorios de los indios en los cuatro ceques del Cuzco, Juan Polo consigna gran cantidad de huacas a las que se ofrecan sacrificios de nios. Aqu hemos consignado una pequea muestra de las que apunta Polo:

Chinchaysuyo: cuarto Ceque: Payan, cuarta huaca llamada Chuquimalpa. Antisuyo: segundo Ceque: Payan, cuarta huaca llamada Chuquimarca. Collasuyo: primer Ceque: Callao, tercera huaca llamada Churucana. Cuntisuyo: primer Ceque: Anahuarqee, sexta huaca: Curipascapuquio (Polo, 1917: 12, 26, 37, 8).

Pedro Gutirrez de Santa Clara deja constancia en su crnica de las formas en que se realizaban los sacrificios humanos. La visin de Santa Clara nos resulta muy til porque est despojada de todo apasionamiento, cuenta los hechos religiosos sin un pice de misterio, como si lo sagrado estuviera tan cerca de lo humano que no puede encubrirse. En su descripcin le interesa resaltar cmo los indios principales elegan a un hombre del pueblo para servir de mensajero entre ellos y el dios Viracocha. Elegan a aquel que fuese fuerte y razonable, de manera que le convencan de la buena vida que iba a llevar en el ms all y el gran servicio que haca a la comunidad intercediendo por ellos. Se le vesta con ropas blancas y adornos de oro. La forma de muerte era el estrangulamiento (Gutirrez de Santa Clara, 1963: 233). En el sacrificio de seres vivos, entre los incas, la sangre no tiene un papel destacado, se valora ms la belleza, la limpieza y perfeccin del cuerpo a inmolar. Las llamas son los mejores ejemplares, se eligen las ms perfectas, de las victimas humanas tambin, no pueden tener defecto, y por este motivo la forma habitual de muerte es por estrangulamiento, con ello no hay mutilaciones y el cuerpo llega intacto ante la presencia de los dioses.
... los ganados que se sacrificaban no los degollaban, ms antes los matahan ahogndolos, y eso hacan porque ninguna cosa manca ni falta deba ofrecer al sol, ms antes entera, para que fuese ms apta (.. ) (Mura, Bayle,

1946: 263-264).

La religin, la poltica y el pueblo La religin era utilizada por el estado incaico como una forma justificada del podero poltico, ya que los cultos estatales formaban

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parte de una alianza entre el gobernante y la divinidad, por lo que podra plantearse que la expansin religiosa puede responder a la necesidad de cumplir el pacto celebrado, con motivo de la guerra con los chancas, entre la divinidad solar Huiracocha y el inca Pachacut (Pease, F., 1967: 24). As la guerra de expansin incaica para conquistar otros pueblos estara motivada, al igual que las cruzadas medievales en Europa, por un afn evangelizador, que devengaba, adems, sustanciosos beneficios econmicos. Pero precisemos que no se trataba de eliminar a los dioses de los pueblos conquistados, sino que estos dioses fueron asimilados al panten inca. Dejaban que sus dolos y prcticas religiosas se continuasen, a cambio de aceptar el culto solar y la introduccin en sus territorios de una jerarqua de nuevos sacerdotes que llevaban la ideologa del gobierno central del Cuzco. La religin del Estado, basada principalmente en el culto al Sol, tuvo una raigambre popular en aquel aspecto en que se relacionaba con otros cultos ms antiguos ya practicados por el pueblo, y que tealan como principal preocupacin los ciclos agrarios, incluyendo saluciones prcticas para mejorar el rendimiento del cultivo: sistemas de riego, aclimatacin de plantas en otros lugares a distintas alturas, etc. Sin embargo, en aquellos aspectos del culto solar basados en complejas explicaciones tericas y cultos iniciticos exclusivos de la nobleza y lite de Cuzco, el pueblo no participaba y con la llegada del cristianismo estos aspectos se perdieron, mienras se conservaron en el pueblo llano las prcticas ms sencillas y las creencias vinculadas con la vida cotidiana. La religin inca tena fines temporales ms que espirituales. Jos Carlos Maritegui, opinaba que la religin del hombre quechua era un cdigo moral antes que una concepcin metafsica (Maritegui, 1974: 135). El individuo deba regirse por este cdigo para servir mejor a su sociedad; no importaba tanto la persona individualizada como el bien comn, y el del Estado. La educacin que reciba el nio quechua le instaba a servir al Estado, y una vez adulto, incluso, al sacrificio. La religin era el Estado. En ambas instituciones, la cspide era ocupada por una misma persona: el inca. Al identificar el rgimen social poltico con la religin, los fines de sta eran temporales y materiales. Preocupados ms de resolver problemas del mundo terrenal no tena una base filosfica slida. Sus creencias se basaban en el carcter animista y en las prcticas mgicas necesarias en todos aquellos actos de su vida que lo precisaban como, por ejemplo, la ritualizacin de las actividades agrarias y los ciclos vegetativos.
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Importancia del culto solar La importancia del culto solar se remonta a perodos anteriores a los incas, aunque stos institucionalizasen su culto como religin oficial de todo el Imperio. Cieza de Len apunta que antes de que los incas reinasen en estas tierras, los indios estuvieron mucho tiempo sin ver el sol, que tanta falta les haca, rogaron a sus dioses para que saliera y entonces, de la isla de Titicaca, sali el Sol muy resplandeciente. (Cieza de Len,
1973: 18>.

Sin embargo, autores como Franklim Pease, afirman que el culto solar no se dio con anterioridad a los incas (Pease, 1973: 54). Estos reelaboraron el mito de la creacin dando un papel preponderante al Sol, considerndolo como el creador del mundo, compitiendo, incluso, con iracocha. inca, al ser considerado como hijo del Sol, se divinizaba y a la vez converta el cargo de soberano en sagrado porque la persona que lo ocupaba as lo era. Los sacerdotes asociaron al primer inca, Manco Capac, no slo con el fundador de los incas, sino tambin de la civilizacin. Asume as el inca el papel de hroe civilizador, ordenador del mundo, en oposicin al caos reinante. Por su aspecto humano se comunicar con los hombres enseilndoles especialmente las labores agrcolas pero, por su parentesco divino tambin se comunicar con su padre el Sol, sirviendo de puente y enlace entre ambos mundos. El lugar por excelencia donde se establece esta conexin ser en el Cuzco. Centro sagrado del que debe irradiar hacia otros puntos geogrficos, la civilizacin frente al caos. Es por eso por lo que se puede pensar en que este mito fue reestructurado por los sacerdotes haciendo intervenir al Sol. Puede decirse que este momento de cambio vino con el reinado de Pachacuti, que sintindose heredero de Manco Capac era tambin hijo del Sol. Pease afirma que el cambio sobrevino a raz de la guerra contra los chancas, donde se enfrentaron Viracocha 8.~ y Pachacuti La lucha entre los Inkas Wiracocha y Pachacut, en torno a la invasin Chanca, que los cronistas relatan tiene que ver con el sometimiento que el primero manifest hacia los invasores. Esto puede entenderse si se considera a nivel de la tradicin oral y del mito, la actitud del dios Wiracocha de no intervenir en favor del Cuzco, seria consecuente con su calidad de Dios ocioso, ya anunciada, pues de l no depende la vida del mundo. Es justamente esta situacin la que oblig-permiti su cambio o desplazamiento por una divinidad ms dinmica como el Sol (Pease, 1973: 61-62).
El 92

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La victoria sobre los Chancas, gracias a Pachacut, afirmaba el podero del Sol. El Cuzco fue reconstruido de nuevo por este monarca y responde a una orientacin solar como el Coricancha, que si anteriormente fue templo del dios Viracocha, ahora lo ser del Sol. Las expediciones hacia el Chinchaysuyo y el Collasuyo, realizadas en poca de Pachacuti, sirvieron para implantar el culto estatal. En los centros urbanos donde se sigui el culto solar ste se mantena gracias a un sistema tributario impuesto y a que las Ceremonias ms importantes eran celebradas por personal de sacerdotes cuzqueos, fieles al culto estatal.

Sacerdotisas y sacerdotes Muchas eran las personas que de una manera u otra estaban relacionadas con la religin. La concepcin animista del hombre andino haca que muchos elementos de la naturaleza alcanzaran un carcter divino. Esta adoracin de huacas y pacarinas exiga culto efectivo. parte de estas huacas se extendan por todo el territorio conquistado los templos mayores y menores. Para todos estos baluartes religiosos deba existir un personal dedicado a su cuidado y mantenimiento. El cronista annimo (1594), que presumblemente se trata del jesuita Blas alera (en Esteve Barba, 1968: XLV), diferencia grosso modo tres grupos de sacerdotes:
A

Los primeros seran los maestros de ceremonias y ritos, estableciendo las normas y estatutos del comportamiento religioso. Aclaraban las dudas, tanto de los dems ministros como del inca. De entre los ministros se elega a los jueces que castigasen los delitos que contra la religin se cometiesen. ilahoma era elegido por estos sacerdotes y tena jurisdiccin sobre los incas, los seores y todo el pueblo, aunque despus de Topa Inca Yupanqui, dieron una baja muy grande en importancia l y los dems ministros, no slo en la autoridad y poder, sino tambin en el linaje y rentas (Jesuita Annimo, 1968: 161). El cronista describe al Vilahoma como hombre austero y sobrio. De gran sabidura y rancio linaje. El enviaba visitadores por todo el reino inspeccionando los templos, huacas y monasterios. Tambin se encargaba de sealar a los quipucama~os que deban aprender sobre los hechos del ilahoma, los sacerdotes, reyes y seores. Cuando mora se celebraba en su honor solemnes honras fnebres, se le embalsamaba y enterraba con todos los honores. 2. Una segunda clase de ministros> eran los adivinadores de casos venideros o presentes. Se llamaban huatuc (Jesuita Annimo, 1968:
1. El

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164) o adivinos. Estaban eg los templos, como el de Mullipampa en Quito, Pacasmayo en los valles de Trujillo, Rimac en Lima, etc... Ellos transmitan la voluntad de los dolos. 3. La tercera clase, la componan los humu (Jesuita Annimo, 1968: 166) o hechiceros y <Enanac o desolladores de animales para el sacrificio. Ayudaban con su trabajo a los de la primera y segunda clase, preparando los templos para la ceremonia y a los animales para el sacrificio (mataban al animal, lo desollaban, abran y observaban, lavaban la carne, la asaban o cocan). Si sacrificaban carne con sangre se deca harpay si carne sin sangre, haspay; si oblaciones, con pan y mieses, cocuy (Jesuita Annimo, 1968: 166). Tambin llevaban las andas donde iba el dolo. Otro cronista interesado en la variedad y diversificacin de los sacerdotes es el padre Jos de Arriaga. Este publica su obra en 1621, en Lima, y hace una clasificacin ms completa llegando a definir doce tipos de sacerdotes (Arriaga, J., 1968: 206).

Sacerdotisas En la organizacin religiosa, que era el reflejo del equilibrio entre fuerzas divinas y humanas, la mujer tena un puesto que ocupar. Los esquemas que funcionaban en el mundo civil para dividir los trabajos y roles de la mujer se cumplan de igual manera en el mundo religioso. As, una mujer no poda ser ilahoma, pero s alcanzar el alto rango de directora de un Acllahuasi (cargo exclusivamente femenino). Las mujeres tenan sus propios cultos, con celebraciones particulares donde los hombres no participaban en absoluto. Haba mujeres que oficiaban en las ceremonias, ayudaban en el mantenimiento de la huaca, incluso existan huacas que estaban adscritas al culto femenino. Ejemplo de ello tenemos la tercera huaca del ceque Collana de Chinchaysuyo, que era una fuente llamada Ticicocha. Estaba en Cuzco, y era la fuente de Mama 0db, en la cual hacan muy grandes y ordinarios sacrificios, especialmente cuando queran pedir algo a la dicha Mama 0db (Polo, 3., 1917: 6). Esta mujer, madre de Huayna Capac, estuvo representada como dolo en el templo de Tomebamba, como afirma Mura (Mura, 1962: 81). Mujeres eran las que se encargaban de cuidar las momias de los incas, de darles de comer y beber>, de preparar la chicha que luego se intercambiara a modo de brindis, con las momias y con el inca reinante. Existan cultos propiamente femeninos seguidos exclusivamente por mujeres, pero encontramos tambin a mujeres en la adoracin de cultos masculinos, como es el caso de las mujeres consagradas al Sol,

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las llamadas escogidas o Aclacuna, de las que nos ocuparemos ms adelante. Haba huacas femeninas que eran adoradas por los hombres, como es el caso de los llaetas~, porque estas huacas simbolizaban el lugar de donde provenan. La fiesta dedicada a la Luna, en el mes de septiembre, llamada Coya Raymi, era una fiesta femenina, en la que se festejaban dos sucesos: por un lado, el comienzo del ciclo agrcola (en septiembre comenzaban las lluvias), por otro lado, un homenaje a la Luna y su hija simblica: la Coya. En el calendario ritual haba temporadas establecidas en las que lo femenino predominaba. As las mujeres podan representar y garantizar la prosperidad del Imperio, pues sus organizaciones religiosas les conferan un suceso especial a las deidades femeninas cuyas Fuerzas regan en perodos determinados (Silverblatt, 1., 1976: 32W). En la cosmogona andina, las diosas ocupaban el CAY PACHA, mundo de aqu, es decir, la tierra. Aseguraban la fertilidad de la misma. Pachamama, lapamama, Saramama y Cocamama son algunas de las diosas relacionadas con la tierra. Las deidades masculinas ocupaban el mundo de arriba>, HANAN PACH, representando el cielo, el rayo, etc. El cosmos estaba dividido en dos esferas: la masculina y la femenina.
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El Coricancl-za El sitio que albergaba el culto solar era el Coricancha de Cuzco. Este edificio ha sido descrito por los cronistas como un lugar impresionante, cuyas paredes estaban cubiertas de planchas de oro. Todos los dioses del Imperio tenan en esta casa su cabida. Llegado el gobierno de Pachacut Inca, ste renov ricamente el templo. Betanzos transcribe, que Pachacuti se encarg personalmente dc revisar las obras, disponiendo del terreno y el proveimiento (Betanzos, 3., 1968: 32). Garcilaso coincide con los anteriores cronistas en que fue Inca Pachacuti quien lo adorn con mayor riqueza (Garcilaso, 1829: 249). Muchos han sido los cronistas que han descrito el templo: Cieza (1880: 105-107), Molina el almagrista (1968: 75), etc..., existiendo variaciones de ms o menos detalle en sus relatos, pero todos coinciden en la gran riqueza aurfera que posea. El Coricancha estaba situado en el lugar que ahora ocupa la iglesia de Santo Domingo (que conserva hoy en da parte del templo inca). Estaba construido en edificio de piedra muy bien labrada. La capilla del Sol estaba orientada hacia cl este; la techumbre era de madera,

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cubierta en su parte posterior de paja. El interior del aposento estaba forrado con planchas de oro. La figura del Sol, tambin se realiz en el aurfero metal y estaba colocada en el testero de la sala. Sobre la forma de esta figura existen divergencias de opinin. Unos cronistas nos relatan que se trataba de una figura de oro macizo del tamao de un nio de un ao de edad. Este smil viene explicado por el hecho de que cuando Pachacuti tuvo la visin de Viracocha, ste se le apareci en forma de nio, con gran resplandor. Betanzos es uno de los cronistas que as nos representa al dolo solar (Betanzos, 1968: 33), as como Pedro Pizarro (1965: 192). Juan de Santa Cruz Pachacuti no habla en ningn momento de figura humana al referirse al Sol, sino ms bien de una placa o plancha de oro. En su crnica relata que, Manco Capac mand hacer a los plateros de Cuzco una plancha de oro fino en forma redondeada que representaba al hacedor del cielo y la tierra, y que fue colocada en el Coricancha (Santa Cruz Pachacuti, 1950: 217). Posteriormente, Mayta Capac aade nuevos elementos de decoracin acompaando la placa. Dice el cronista:
Huayna Capac hizo dc micho otra plancha redonda como al sol con sus rayos y con todo esso dizen que todavia estaba puesto en sus lados aquella imagen dcl sol que avia puesto Maytacapac, que es como este que esta abaxo (Santa Cruz Pachacuti, 1950: 227).

El dibujo al que se refiere es el que insertamos en la pgina 181.

178.2.

PosiciN DE LA MUJER EN LA RELIGIN INCA

La mujer dentro de la religin desempe un importante papel, ya sea en los mitos, formando junto al hombre la pareja civilizadora, ya sea incluida en el panten andino de dioses y diosas; en sus creencias y fiestas religiosas. La mujer y la mitologa incaica En la mitologa del origen de los incas, la mujer aparece desde muy temprano asociada a la creacin. Ella, junto con su pareja masculina, protagoniza los hechos ms fundamentales de la historia incaica. Se le concede, asimismo, un papel parejo en importancia al del hombre, aunque no de igualdad con l. Muchas crnicas relatan sucesos en los que la mujer es el centro promotor de! descubrimiento, origen, fundacin, gobierno, etc..., de la accin significante de la historia.

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Dibujo de la plancho de oro que representaba a? sol en el Coricancha. (Pachacut Yamqui, 1613, Mss 3169, fol. 13t.)

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1. Sobre el origen de los incasBernab Cobo nos propne la siguiente narracin relacionada con la mujer:

Otra fbula del origen de los Incas es muy semejante a sta, salvo que

afirman que los primeros nacieron en la sobre dicha isla de una mujer llamada
Titicaca, de quien tom el nombre la isla y la laguna, y en memoria de aquella mujer, madre dc los Incas, tenan sus descendientes, en un solemne templo que en aquella isla edificaron, una estatua o dolo de figura de mujer de oro y plata (Cobo, 1956: 63).

El origen de los incas, en este caso, no se relaciona con un origen divino solar, pero s los coloca en un lugar venerado por excelencia: el Titicaca.
JI. En el descubrimiento de Cuzco aparece de nuevo la mujer como personaje actuante, siendo ella quien lanza la barreta de oro, que indicar el lugar ms apropiado, donde los hermanos incas fundaran Cuzco. Recurdese, por este motivo, la crnica de Sarmiento de Gamboa, en la que Mama Guaco lanza dos varas de oro cayendo slo una de ellas en tierra frtil, cerca del Cuzco (Gamboa, 1965: 217).

III. La fundacin del Cuzco por los incas y la distribucin de la ciudad en dos barrios est relacionada con un principio que defina claramente lo masculino y lo femenino:
Dividironse por aquel valle, el prncipe por una parte y la princesa por otra, para convocar los moradores del y con razones y beneficios atraerlos a su voluntad hacindoles entender que eran hijos del Sol, enviados para su enseanza y beneficio. Los brbaros que los vieron tan bien vestidos y aderezados y de tan diferente el traje del suyo, los empezaron a respetar y por su consejo y mandado se convocaron unos y otros y con la industria que los Incas les dieron labraron casas en el sitio que hoy tiene la ciudad, con divisin en dos barrios, el uno de la gente que trajo el prncipe, y el otro de la que junt la princesa; aqul se llam Hanan Cuzco y ste Hurin Cuzco, que quiere decir Cuzco el alto y Cuzco el bajo (Cobo, B., 1956: 63).

Estas dos parcialidades tendrn un valor diferente, siendo ms relevante pertenecer a la partc Hanan que a la parte Hurin. Sarmiento de Gamboa registr en su crnica el origen mitico de los indios caaris, del Ecuador, y en l tambin queda patente la divisin dual, pues el relato cuenta que los hermanos caaris entablaron amistad con dos mujeres; el mayor de ellos muri ahogado en una laguna cercana y el que qued se cas con una de las mujeres. La otra tvola por manceba. De ellas tuvo diez hijos, a los que dividi en dos parcialidades de cinco hijot cada una, y llam Hanansaya, que quiere decir, el bando de arriba, y al otro I-Iurinsaya, que significa el bando de abajo (Gamboa, 1965: 208).

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Este principio binario de lo de arriba y lo de abajo lo recoge la sociedad inca, aplicado en un aspecto que nos interesa resaltar en este momento, nos referimos a la relacin entre Hanan-masculina-Inca y Hurin-femenino-Coya. La funcin del Inca y de la Coya, su mujer, es civilizadora, cada uno por su parte se encarga de ensear las labores propias masculinas y las propias femeninas. Estas consistan principalmente en hilar, tejer lana, con los otros ministerios y ocupaciones de su profesin, dice Cobo refirindose a lo que la Coya enseaba a las mujeres. Por supuesto, las labores femeninas abarcaban un amplio campo de actividades que no se cien nicamente a hilar y tejer. IV. El gobierno del grupo inca estuvo siempre en manos de los hombres, pero queda constancia de que en, algunas ocasiones, en que el Inca estaba ausente de Cuzco, fue la Coya quien tom las riendas. Ejemplos de ello los encontramos en la Coya Chimpu OdIo, o Mama Cahua, mujer que fue de Capac Yupanqui. Esta mujer, de mediana estatura y afable trato, estuvo encargada del gobierno de Cuzco cuando su marido estaba ausente (Mura, 1962: 38). El boato que la acompaaba en cada salida por las calles de la ciudad, cuenta el cronista mercedario, era suntuoso. La llevaban bajo palio, adornado con plumas de diversos colores y con piezas de oro y plata. Para que sus reales pies no tocaran el suelo, sus criados se adelantaban para allanar el camino con mantas sobre las que pisaba. El transporte en andas era privativo del Inca, si bien caminar bajo palio supona, asimismo, un signo de elevado rango. El caso de la Coya Cusi Chimpo o Mamamcay es algo diferente pero sienificativo. Esta Coya era mujer de Inca Roca. Su carcter, ms bien rudo, la defina como muy cruel, incluso se la acusa del asesinato de Capac Yupanqui con veneno. Sin embargo, aunque el cronista no menciona que sustituyera al Inca en el gobierno, si apunta que las armas de esta seora fueron: la Mascay Paeba (...) un pjaro llamado Cori Quinqui y un tigre en un rbol grande atravesado y dos culebras grandes (Mura, 1962: 41). La Mascay Pacha era un smbolo indiscutible de poder. El Sol y la Luna, el Inca y la Coya. La Luna era adorada por la Coya y las sacerdotisas del culto, el Inca adoraba al Sol. La Coya era la intercesora de las mujeres y por su bienestar peda a la Luna. El Inca. por su parte, haca lo mismo pidiendo por los varones, al Sol. Las entidades femeninas y masculinas son concebidas por el hombre andino como una relacin de interdependencia que aliadas crean las energas motoras del mundo. Mara Rostworowski apunta como ejemplo de la alianza entre lo masculino y femenino el caso de la victoria de los incas sobre los chancas. En esta victoria, los incas fueron

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ayudados, segn la mitologa, por los pururaucas, que eran piedras convertidas en guerreros. Junto con stos iban tambin mujeres que ayudaron en la lucha. Una de ellas qued convertida en piedra y la llamaron Tanancuriota, perteneciente al octavo ceque de Cuntisuyo (Rostworowski, 1983: 134-135).

Cultos religiosos de cariz femenino Los cultos femeninos quedaron patentes a la vista de los descubridores, cuando contabilizaban las riquezas en oro que iban hallando. Todos los objetos tenan un fin ritual y no lucrativo, por lo que la gran mayora de ellos fueron encontrados en lugares sagrados. En la relacin de Pedro Sancho de la Hoz, que fue una de las que se refieren al primer momento de la conquista, se enumeran todos los objetos de oro y plata que fueron fundidos en Cuzco para luego repartir los beneficios. En el lote que iba destinado al quinto real se encontraban diez o doce figuras de mujer:
del tamao de las mugeres de aquella tierra, todos de oro fino, tan hermosas y bien hechas como si estuvieran vivas. Estas las tenan ellos en tanta veneracin como si fueran seoras de todo cl mundo y vivas, las vestan de ropas hermosas y finsimas, y las adoraban por Diosas, y les daban de comer y hablaban con ellas como si fueran mugeres de carne. Estas entraron en el quinto de 5. M. Haba adems otras de plata de la misma hechura (Sancho de la Hoz, 1962: 76).

Gran cantidad de los cultos de cariz femenino estaban relacionados con la fertilidad, con la capacidad de generar vida. Es por eso por lo que se tiene una profunda veneracin a la Pachamama y a todo aquelo que se relaciona con la tierra. Irene Silverblatt ha consignado en Pimachi-Ancash el culto a las mamasaras o madres del maz. Se caracteriza por ser un culto familiar del que se encarga la mujer de la familia, propiciaban una abundante cosecha de maz (Silverblatt, 1975: 325). Juan Polo de Ondegardo nos habla de las mamasaras. En su crnica sobre los errores y supersticiones de los indios comenta que en la fiesta denominada ~cAymoray o Aymoraa (celebrada en mayo) se haca urja huaca de maz:
la cual llaman Mama~ara, tomando de su chacra cierta parte del maz ms sealado (...) y la tienen en gran veneracin y dicen que es madre dcl maz de su chacra (...) y los hechiceros le preguntan si tiene fuerqa para el ao que viene y si responde que no, e llevan a quemar a la misma chacra con la solemnidad que cada uno puede (Polo, 1916a: 20).

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La mujer representaba cl punto de unin entre el presente y el futuro, propiciando la creacin, tanto de los seres humanos como de las cosechas; aseguraba la continuidad de la comunidad. La mujer tena contacto directo con la tierra porque p]-opiciaba la fecundidad de la Pachamama. Por este motivo eran las niujeres las que sembraban y recogan los frutos. La mujer descubri la agricultura en tiempos pasados, no es de extraar que se le asocie con un papel propiciador apoyado por un conocimiento de tas plantas, sus cielos y sus necesidades para conseguir un mejor rendimiento. Adenis del culto a la Pachamama, otro culto importante fue el dedicado a Mama Quilla. En la zona costera el culto a la Luna era muy antiguo, anterior a la dominacin inca y estaba relacionado con los cultivos agrcolas. Era representada por un ave marina con perfiles de mujer, segn afirma Beatriz Prieto de Zegarra (1979: 57). La I,una tambin cuidaba de los partos de las mujeres. Adems de estar en el templo del Coricancha, tena su propio adoratorio en Puma Chupan (Rostworowski, 198328). La manifestacin popular y festiva de este culto la encontramos en la celebracin oficial de la Coya Raimi. Esta fiesta era considerada como una de las ms importantes que se celebraban en honor de la Luna. Tena lugar en septiembre, cuando comenzaban las lluvias y el ciclo agrcola. Las organizaciones religiosas de mujeres desempeaban un papel preeminente durante la fiesta. Se trainha de auventar las enfermedades y para eo eran sacrificados 100 auqunidos blancos y lanudos. Las vrgenes del Sol obsecuiahan a los forasteros panes de maz, que estaban hechos con sangre de llama sacrificada. Estos bollos se enviaban tambin a los curacas que estaban en las provincias, con ello se les haca partcipes de la fiesta (Polo, 1916: 23). E] reconocimiento de que la Luna fuera esposa del Sol suscit un culto especfico a esta divinidad, promoviendo por ello que, por primera vez, las mujeres pudieran aspirar al sacerdocio y crear sus propios cultos. Irene Silverblatt apunta la hiptesis, segn la cual: Las organizaclones rituales de mujeres, paralelas a las masculinas, sirvieron de base a uno de los medios de organizacin del Imperio (Siiverblatt, 1976: 312). Desde luego es indudable que en el caso de la organizacin de las Acliacuna esta hiptesis se cumple perfectamente, puesto que a traves de ellas se canalizaban una serie de gestiones tanto de ndole social como poltica y econmica. Apuntbamos ms arriba la relacin existente entre la mujer y los productos necesarios para la subsistencia, de hecho todas las divinidades que se relacionan cori estos productos llevan el apelativo de

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Mama: Pachamama (tierra), Mamacocha (mar), Mamaquilla (luna), Mamasara (maz), Mama acxo (papa), Mama Coca (coca), etc... Esta relacin pervivi en poca colonial, en la que puede encontrarse lienzos virreinales de la Virgen Mara como si fuera una montaa, relacionada as, con la tierra. Huacas femeninas El sacerdote cuzqueo, Francisco de Avila, recogi la tradicin quechua escribiendo: Dioses y Hombres de Huarochir, en ella el elemento femenino, en niveles miticos, est muy presente, como veremos a travs de algunos ejemplos:
1. La historia de C}CIUQUJSUSO est relacionando a la mujer con las aguas que han de regar la tierra. Chuquisuso era una mujer del ayllu de Cupara, en la reduccin de San Lorenzo de Quinto. Como el agua no llegaba para regar su campo de maz Chuquisuso lloraba amargamente. Pariacaca, sabiendo el motivo, le prometi que le dara mucha agua a cambio de que durmiera con l. Ella acept, pero primero tena que regar su campo y los de su ayllu. Pariacaca le dio el agua suficiente y cumplido esto la inst a que durmiera con l. Ella acept pero antes el dios deba ayudarles a construir un acueducto ms grande para que tuvieran buena provisin de agua. Las obras del acueducto fueron dirigidas por un zorro. Una vez terminado el acueducto, Pariacaca le record su promesa a la mujer y juntos subieron hasta el precipicio, que se llama Yanaceacca. Cuando despertaron se dirigieron al principio del acueducto de Cocochalla y all, al borde del mismo, Chuquisuso se convirti en piedra (Avila, 1975: 46-47). Los componentes de su ayllu son los encargados de limpiar el acuedueto, hacindolo en el mes de mayo. Con motivo del acontecimiento se ofrecan a esta huaca, chicha, animales, luego estaban cinco das encerrados entre troncos de quishuar adorando a la huaca, tras de lo cual se limpiaba el acueducto. Terminada la labor volvan al pueblo cantando y bailando. En las ceremonias haba una mujer que representaba a Chuquisuso (Avila, 1975: 49). Otra diosa nombrada por el manuscrito quechua fue CHAUPJANCA, hija de un poderoso hombre de Anticocha y mujer de un indio sin tierras, llamado Huatyacuri. Tambin se dice que era hermana de Pariacaca. Se convirti en una piedra con cinco alas. Esta huaca fue enterrada por los espaoles cuando supieron su significado (Avila, 1975: 62). Chaupianca tena otras hermanas: Llaesahuato, Mirauhato, Lluncunhuachac y Urpayhuacha.

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La huaca de LLACSAHUATO est en Chellaco y all la adoraban. De Mirahuato dicen que viva con Llaesahuato y que a ambas consultaban los hombres de Huarochir (Avila, 1975: 71).
LLUNCUNHUACHAR.<xDicen que esta huaca es de la zona de Canta. Para hablar con la huaca de URPAYHIJACHAC iban muy bien diferenciados, muy distinguidos, porque deban hablar con ella cara a cara, pues la huaca no tena cinturn - Y as, cuando reeresaban de la visita: he hablado con ella, y ayunaban durante un ao y no pecaban con ninguna mujer> (Avila, 1975: 72). Hemos hablado de huacas y divinidades relacionadas con la tierra y el mar, pero no podemos olvidar las del mbito celeste, como, por ejemplo, la Aurora, que se representaba como diosa de las doncellas y princesas. Autora de las flores del campo, seora de la madrugada y de los crepsculos. ~<Ella echaba el roco a la tierra cuando sacuda los cabellos, y as la llamaban Chasca (Jesuita Annimo, 1968: 153). Juan Polo de Ondegardo consigna unas trece huacas relacionadas con la mujer repartidas por los ceques de los cuatro suyus: Chinchaystvo: Ceque Collana, tercera huaca, fuente de la Coya Mama OdIo Antisuyo: sexto Ceque cayao: sexta huaca era una casa dicha Pomamarca (.) en ella se guardaba el cuerpo de la mujer de Inca-Yupanqui y le ofrecan nios. Collasuyo: Ceque sexto Collana, segunda huaca, llamada Mamacolca. Cuntisuyo: Ceque segundo Cayao, tercera huaca llamada Payallallacto (Polo, 1917: 6, 22-23, 30, 36).

I.B.3.

LAS ACILACUNA

Sobre la institucin de las Aclacuna, su origen, situacin geogrfica de los Acllahuasi., proceso de seleccin, organizacin interna, jerarqua, economa, divisin del trabajo, actividad religiosa, matrimonio concertado y educacin, se habl en el artculo que la autora public en la Revista Espaola tic Airopologa Americana, nm. 16, de 1986, cuyo ttulo era: Una institucin exclusivamente femenina en la poca incaica: las Acliacuna. Por tanto, no es necesario referirnos en este apartado al mismo asunto, en los mismos trminos. Mientras que en dicho artculo la informacin ofrecida fue depurada y analizada buscando que las interferencias sobre el mundo clsico incluidas por los cronistas no equivocasen al investigador y lector, nos proponemos en este apartado ofrecer precisamente estas alusiones contaminadas para ilustrar y lavorecer el objetivo que nos habamos propuesto de dilucidar entre lo que se considerara propio de las Vestales y propio de las Aclacuna.

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Antonio de la Calancha hace referencia en su obra a las Vestales diciendo:


~<Antigusima edad tiene y bien sabido es de todos que en las tierras de Europa y Asia tuvo vrgenes dedicadas a la diosa Vesta, que llamaron Vestales. No fue esta diosa la que fue madre de Saturno, por quin se entiende la tierra, sino su hija llamada tambin Vesta que era el fuego, como dijo Ovidio y porque ci fuego no produce como la tierra, llamaron vireen a esta hija. Esta fue una de las diosas Penates de Troya, como se ve en Virgilio. El emperador Numa Pompilio fue el primero que le dio culto en Roma (Calancha, A., 1653: 17).

Tambin hace referencia a ellas para comunicarnos a qu edad entraban en el templo, cundo podan casarse, voto de castidad, etc. Este conocimiento de los clascos romanos y de las Vestales se corrobora en la comparacin explcita que hace de Vestales y Aclacuna cuando escribe:
- -

Este adoratorio y guaca de Pachacamac fue el mayor i mas populoso destos Indios (...) el templo se II-amaba del dios Pachacamac que despues fue llamado Man-macona, nombre de las Vrgenes dedicadas al Sol como cii Europa las Vestales, avia aqu muchas y respetadas como deidades (Calancha, 1639: 409).

El padre Bernab Cobo tambin las compara con las Vestales:


Cribanse all hast.a los catorce aos en compaa de las mamaconas que eran las mujeres escogidas recogidas y dedicadas al servicio de sus dioses al nodo de nonja.s o de las vrgenes Vestales de Roma; las cuales enseaban a estas nias todas las obras y ejercicios mujeriles, cuino hilar y tejer lana y algodn, guisar de comer, hacer vinos o chichas (Cobo, 1892: 276).

Esta cita nos muestra aquellas tareas que realizaban las Aclacuna dentro del AcUahuasi y referidas a ellas hace alusin el Jesuita Annimo que, junto con la enumeracin aceitada de las labores a ellas encomendadas, incluye otra que es exclusiva de las Vestales:
ccAh estaban estas en el templo toda su vida; tejan ropa finisima para el (.). Iban a visitar los templos y santuarios que haba en el pueblo y a limpiarlos y aderezarlos (..). El principal oficio dcstas era guardar y conservar el mego de los sacrificios que ellos llamaban <ema vilca, nc go sagrado (Jesuita Annimo, 1968: 172).

templo, para los dioses, para Vilahorna y para el rey y la reina

En otro de sus escritos el Jesuita Annimo vuelve a confundir a las Aclacuna con Vestales, como en este prrafo:
y si cuando ellas pasaban por la calle acompaadas de sus criados y guarda,

se acoga a ella.s algtiu delincuente, no le poda prender la justicia porque e vala por amparo la presencia de las Adas (Jesuita Annimo, 1968: 174).

Este dato, que s se constata para las Vestales, no lo hemos encontrado en ninguno de los dems cronistas consultados, ni siquiera en Ca-

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lancha y mucho menos en Huaman Poma, lo que nos hace suponer que se trata de una nueva transpolacin de datos de una institucin confundindola con la otra. Cuando salan a visitar los templos y santuarios:
y a limpiarlos y aderezarlos (...) iban de dos en dos (y en ninguna manera solas), iban con ellas ciertas mujeres ancianas y sus criadas y dos lictores que eran los guardas del templo y traan una lanza en la mano y un arco con sus techas. No podan salir sin este acompaamiento porque fuera de que eran grandemente estimadas por toda la tierra, todos tenan gran cuidado de que estas tuesen siempre enteras y limpias parecindoles que mientras estas estuvieran as en su virginidad les seran muy propicios sus dioses (Jesuita Annimo, 1968:172).

Los lictores obviamente pertenecen al mundo romano y no al incaico, como ya vimos en el apartado de las Vestales, puesto que uno de sus privilegios eran ser protegidas por un lictor cuando stas salan a la calle. Adems se trata otro tema en esta cita, el de la virginidad como ofrenda que propiciaba los favores de sus dioses. Si bien es verdad que en esta caracterstica coinciden Aclacuna y Vestales, la forma de penalizar su incumplimiento era distinto: a las Vestales se las enterraba vivas y a las Acilacuna parece ser que se las colgaba de los pies hasta morir dentro del Acllahuasi. En la siguiente cita del padre agustino Antonio de la Calancha se confunden de nuevo ambas instituciones cuando dice:
Cualquiera que sin licencia del Inca o del Covernador entrava en alguno de estos recogimientos, le costava la vida: a unos anreavan luego al punto, o los ernpo~avan, cubriendolos de piedras, i a otros para orror, i espanto comn o los quemava o asaeLcavan, i a este castigo llamavan Guachi. Si se averiguava ayer despreciado su verginidad algunas de estas virgines la enterravan viva (Jesuita Annimo, 1968: 174). Una de las actividades ms importantes de las Aclacuna era el hilado

y tejido de numerosas piezas que el Estado monopolizaba para distribuir conforme a las necesidades que tuviera. Antonio de la Calancha relaciona el hilado y la virginidad de las Aclacuna con las diosas del mundo clsico:
Mientras no se sacaban por orden del Inca, las enseaban las Mamaconas lo que entre estos indios eran virtudes, entre ellas eran gracias, ilar, tejer ricos cumbis que no sc los podan vestir, sino sus idolos o sus Reyes, o quando por insigne premio ellos se los davan a sus governantes o capitanes (...) el tejer enseo Palas (..). El vestirse lanas, invent Minerva (...) que fue virgen i adorada por casta, de manera que, el retiro de la Virginidad tue el inventor del ilar i. tejer (Calancha, 1 1653: 18).

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La comparacin entre lo inca y lo romano la encontramos en otros aspectos de la religin, como por ejemplo, en el referente a los adivinos. En este estudio el padre Pablo Jos de Arriaga lo verifica con esta cita:
Haracicuc, o Cuyricuc es el que mira cuyes y abrindoles con la ua adivina por ellos, mirando que parte se menea de las entraas. Que era el modo muy usado entre los romanos (Arriaga, 1968: 206).

II.

SNTESIS

Las divergencias y coincidencias que existen entre estas dos instituciones son constatables. Podra decirse que en un plano terico y analtico las convergencias se referiran a aquellos elementos englobadores que son adems los ejes sobre los que se aaden las diferencias, expresndose stas ms en un sentido de variacin regional que no afectara al modelo general, o universal. Sin embargo, esta universalizacin de un esquema que aunara estas dos instituciones tiene el inconveniente de que stas perderan su identidad propia por cuanto que los conceptos convergentes (religin, institucin de mujeres, labores al servicio del estado, estado tipo totalitario, etc..) son abstrados de su contexto y manejados como en un laboratorio donde se experimenta con elementos aislados. Creemos que esta manera de llegar a plantear hiptesis generalizadoras, que anan civilizaciones distintas (con modos de vida y pensamientos particulares), en esquemas globalizadores que liman las diferencias, no es la ms acertada por cuanto que se obvian elementos constitutivos propios y originales que son los que le dan su carcter particular y su sentido propio a cada una de las instituciones que aqu hemos estudiado.

II.A.

CONVERGENCIAS

Religin Es verdad que en ambos casos la religin est al servicio de un Estado totalitario que, en ambas, esta religin es ms un cdigo moral que un cdigo teolgico, que se trata de una religin basada en lo comunal, no en lo personal, y que el individuo se tiene en cuenta siempre que se atenga a los limites marcados, dando con ello mayor sentido y constituyndose la religin en factor aglutinante y reforzador de la comunidad.

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Estado En ambos casos las instituciones estudiadas dependen para subsistir del mantenimiento que les ofrece el Estado; que la jerarqua interna est compuesta por mujeres, pero que stas dependen siempre de un cargo superior ocupado por un hombre: Pontfice Mximus y Hatun Vilca. Mujeres Son instituciones exclusivamente formadas por mujeres, recogidas desde pequeas, educadas en una ideologa concreta estipulada de antemano para servicio del Estado. Son mujeres recluidas en lugares concretos y limitados, de los cuales slo se sale en contadas ocasiones para hacer determinadas cosas. En ambos casos deben guardar voto de castidad: las Vestales durante treinta aos o toda su vida; las Aclacuna hasta los dieciocho aos o toda su vida, y que si se transgrede esta norma, el castigo es la pena mxima: la muerte (las Vestales enterradas vivas en un acto popular y ritual; las Aclacuna, en un acto privado>. Mujeres y religin En ambos casos este voto de virginidad est revestido de una sacralizacin en la cual se considera al mundo religioso basado en una oposicin, entre la vida natural y lo sagrado. Las ceremonias religiosas servirn para deslindar qu y quines son sagrados y qu y quines no. Los ritos de consagracin permiten introducir un ser u objeto profano en el dominio de lo sagrado (Bloch, 1981: 231). As, las muchachas que iban a ser Aclacuna y Vestales eran introducidas en su nuevo estatus mediante ritos precisos oficiados por dignatarios con alto valor religioso, y a partir de ese momento se consideraban investidas de vabr sagrado. Por otro Lado, los ritos de expiacin, cuya finalidad es eliminar las faltas o pecados cometidos por el contacto entre lo sagrado y lo profano, seran aplicables al castigo que sufran las Aclacuna y Vestales al incumplir su voto de castidad. El tipo de castigo, la muerte, en estos dos casos, sirve de baremo para saber en qu medida se consideraba grave la falta.
II.B.

DIvERGENcIAs

Sin embargo, se trata de sociedades cuya estructura econmica, poltica y social es radicalmente distinta.

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Econmica En Roma el comercio era una base econmica, no exista el trueque y s la moneda. Todo era vendible, hasta las personas (de hecho, el trabajo realizado por los esclavos fue otro pilar de la economa romana). En Cuzco existe el trueque, y la base econmica est basada en la redistribucin y la reciprocidad, sin utilizar la moneda en el sentido de valor metlico.

Poltica En Roma los gobernantes eran elegidos por el pueblo, su poder duraba lo que su mandato, pero no toda su vida. En Cuzco, el inca, al ser investido por el poder del dios Inti, haba heredado el trono y no era elegido por el pueblo.

Social En Roma, las clases sociales se dividan en patricios, plebeyos y esclavos. La posibilidad de un esclavo por comprar su libertad era remota pero posible. Los plebeyos organizaron varias revueltas para conseguir ms derechos y restar su poder a los patricios. En Cuzco, la sociedad se estructuraba en tres niveles: Collana, Cayao y Payan; el primero designa al grupo inca, Cayao es la poblacin conquistada por los incas, y Payan es el grupo mixto resultante de la unin entre inca y no inca. Es una sociedad jerarquizada, donde la posibilidad de cambiar de estatus es muy reducida. Una mujer nacida runa (del pueblo) morir runa, a menos que sea elegida Aclacuna, pero en tal caso, aunque gane prestigio a los ojos de sus iguales, en el Acllahuasi, tendr un oficio y una consideracin como runa>, al servicio de otras mujeres de rango ms elevado. Los yana, hombres y mujeres, puestos al servicio del inca, de los templos o de algunos curacas, no pueden asimilarse a los esclavos romanos: primero, porque su nmero es escaso, en comparacin con los romanos, y segundo, porque su labor productiva no representaba econmicamente lo que supona para Roma el trabajo de sus esclavos. Estas diferencias en una y otra sociedad son el contexto en el que se desarrollarn una y otra institucin de mujeres. Si separamos el contexto y los elementos son aislados se pierde el punto de referencia necesario para no caer en una generalizacin tal que nos lleve a plantear hiptesis errneas.

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Es cierto que existen coincidencias entre una y otra institucin, pero esto no es suficiente para obviar los contextos en que se desarroliaron.

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