Cronistas de Indias
Cronistas de Indias
Cronistas de Indias
ANTIGUOS Y MODERNOS
INTRODUCCIÓN
La edad media estaba ligada a los antiguos. Fue discípula incondicional de los
paganos por diversas causas, entre otras, porque necesitaba modelos, por la
búsqueda de raíces y porque de ellos, fundamentalmente, venía la cultura. Los
paganos son los padres de la cultura y por tanto debían guardar en sí la verdadera
fe revelada. Ellos eran los transmisores de la verdad . La historiografía une lo
sagrado y 10 profano, lo histórico y lo probable.
l.
CRONISl AS DE [l'iDIAS A\iTiGUOS y tl1 0DERNOS
•
A todo ello hay que agregar la concepción medieval de la historia como el desarrollo
del propósito divino, lo que colocaría a la historia sagrada en el centro del
pensamiento historiográfico. Todos los cronistas, sin excepción, parten de la idea
de la prefiguración del Nuevo Mundo y del providencialismo en la hisLOria,
siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos con respecto a los paganos 4 • Los
clásicos son la máxima autoridad en filosofía natural y a ellos hay que acudir. De
todo ello se infiere la tesis de Edmundo O'Gonnan 5 de que América "antes de ser
una realidad fue una prefiguración fabulosa de la cultura europea". La verdad
histórica y la evocación poética (lírica, creativa) se dan la mano.
Los cronistas del Nuevo Mundo se sirvieron de textos clásicos para encontrar
referentes directos que explicaran el descubrimiento. Apoyándose en el concepto
de auctoritas de los escritores grecolatinos, así como en la Biblia y la Patrística
pagana y cristiana, buscaron confinnación del nuevo suceso, confundiendo las
fronteras entre realidad e imaginación. Además, la génesis de las crónicas radica,
esencialmente, en un proceso de reescritura en que cada cronista se apropia, sin
ningún tipo de pudor de otras crónicas (no existía en la época el concepto de
originalidad), resultando de estas intertextualidades una serie de temas recurrentes
o lugares comunes.
Las regiones míticas de Tarsis, Ofir, Saba, junto con las asiáticas de Catay, Manghi
y Cipango, son los puntos de referencia de Colón. Estas regiones están tomadas
de las concepciones cosmográficas de la antigüedad, de las obras de Ptolomeo,
Marino de Tiro, Aristóteles, Posidonio y de las Sagradas Escrituras. La relación
que hace Colón de La Española con Cipango se complementa con la identificación
de una región de la misma isla con las míticas Tarsis y Ofir. Pedro Mártir señala, en
su primera Décadd', que Colón le contó que había encontrado la isla de Ofir, que
hennanaba con La Española 7 . Las Casas confirma esta identificación de Colón del
primer viaje citando una carta de Colón a los reyes en la que "aquella isla de Ophir
o Monte de Sopora (adonde iba Salomón) dice aquí el Almirante ser aquesta isla
Española que ya tenían sus Altezas". Colón relaciona incluso una isla del Carihe
(posiblemente la isla de Jamaica, según Manzano) con el reino de Saba.
372
/y]erceaes Sana Amaiz
Gonzalo fernández de OvieJo traspone todos los milos antiguos al Nuevo iVfundo
pues pretende continuar la Historia natural de Plinio. Cortés en sus Cartas de
relación, se mide con los héroes de la miLOlogía clásica para engrandecer su
propia figura. Fray Toubio M otoli nía, en su Historia de los indias de Nueva
ESPQlla, llama a i\/Iéxico la Roma del Nuevo Continente y equipara el poder que
ejerce la lengua de sus habitantes respecto a las restantes comarcas con el poder
del latín con relación al resto de lenguas. Cervames de Salazar, Cról1ica de Nueva
Espaiia, también coteja la lengua mexicana con la latina. El Inca Garcilaso de la
Vega, en el "Proemio al lector" de sus Comentarios reales, compara la ciudad del
Cuzco con "la Roma en aquel Imperio" y las fábulas incas con las de los clásicos,
Corno explica 1 A. Marava1l 8 , los cronistas, en general, siguen los pasos que
distinguieron al humanista frente a la antigüedad: remedarlos, reproduciendo lo
hecho por :u~ dntiguos; imitarlos, siguiendo su ejemplo; asimilarlos y superarlos
"cuando la posesión de todos sus medios y de una mayor experiencia dé lugar a
que siendo tanto como los antiguos se logre ser más que cualquiera de ellos".
Simón Valcárcel resume que en esta querella de antiguos frente a modernos, "los
cronistas españoles rompieron en mil pedazos la reverenda imagen de la antigüedad
que los humanistas habían construido"9 porque poseían la convicción de que el
descublimiento y colonización de América era una hazaña que superaba con creces
todas las realizadas por los antiguos, No obstante, el sentimiento de superioridad
de los cronistas se revela en temas muy específicos y que tienen que ver con los
avances "científicos", imposibles de refutar ni de soslayar ya en ese momento
histórico. Así, todos los cronistas (pues parten del plagio) refutan las teorías de
los antiguos en cuestiones ya demostradas como la esfericidad de la tiena, la
inexistencia de antípodas, la inhabitabilidad de los trópicos, etc. Es decir, que los
españoles asumen el papel de griegos y romanos y los superan en sus
circunstancias, explica Maravall, "en e! orden de! imperio político, en el dd saber
que ha traído el descubrimiento del mundo y en el del dominio de mares y tierras".
Tal actitud, al mismo tiempo, les sirve a los españoles para encumbrarse a sí mismos
como héroes y realzar el valor personal (honor, fama, prebendas).
Simón Valcárcel encuadra las crónicas de Indias entre la crónica medieval castellana,
nacionalista y providencialista, y el texto historiográfico humanista, El concepto
historiográfico medieval no se despega de la idea providencialista, del imperialismo
y nacionalismo, del regreso constante al pasado como modelo de virtud insuperable,
La concepción historiográfica del humanismo se caracteriza por el cuidado por la
fonna, es decir, la relación indisoluble entre historia y retórica, y una actitud hacia
373
CRONISTAS DE INDIAS. ANTIGUOS Y 1\1ODERNOS
374
Mercedes Serna Arnaiz
El concepto de la historia como historia moral tiene que ver con su interpretación
providencialista. Ya san Agustín nos ofrecía tal noción al entender que Dios rige
el mundo y todo ha sido ordenado por él, pues interviene en el quehacer histórico
del hombre y, de forma directa, en la historia española. La visión providencialista
y la prefiguración del cristianismo son los ejes mentales de los que parten todas
las crónicas. Con respecto a la primera, Gonzalo Fernández de Oviedo, primer
cronista que ofrece una perspectiva de conjunto de América, no duda en dar una
imagen de la grandiosidad de la naturaleza americana con objeto de alabar a Dios
y así inscribir el descubrimiento de América en el orden providencial. Las obras de
Bartolomé de Las Casas son, en este sentido, ejemplificadoras. Éste no sólo
asevera que fue Colón el instrumento elegido por la providencia sino que busca el
providencialismo hasta en cuestiones etimológicas acerca del nombre colombino.
Francisco López de Gómara, el más humanista, entiende que el providencialismo
rige el curso de la humanidad (cree incluso en la milagrería). El Inca Garcilaso no
sólo sustenta la noción de providencialismo, sino que articula la idea de que los
incas fueron los que prepararon el camino para el advenimiento de los españoles
y, con ellos, del cristianismo. Cicza de León, Zárate y en fin todos los cronistas
entienden la conquista como obra divina.
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CRONISTAS DE ¡¡'lDIAS. AN TIGUOS y MO DERNOS
í
r ;;rnánde z de Oviedo menciona a Aristóteles. q\le ya escribió sobre una isla que
¡ 0S mercaderes cartagineses hallaron. yenclo hacia el mar Atlántico desde el
est' ccho de Gibraltar, y que no había sido descubierta jamás por nadie. Una isla
pal'ad: síaca, "toda silvestre y llena de grandes árboles y ríos maravillosos, muy
~értil y abundante en todas las cosas que se pueden plantar y nacer y, nacidas,
CTecen en gran libertad". Para el cronista, no cabe duda de que la isla de la que
habla Aristóteles, y después Teófilo de Ferrariis, el Cremonensis, es una de la de
"nuestras Indias", La Española o Cuba. Recurre a los clásicos porque se
fundamenta en la idea de la prefiguración del Nuevo Mundo y en el concepto de
autoridad, como todos los cronistas. El ejemplo de los antiguos es fundamental y
referencia obligada. Gonzalo Fernández de Oviedo no puede por menos que
anotarlo, pues es de rigor la presencia constante de la antigüedad y el mito clásico,
aunque sus propósitos son otros. Su nacionalismo le lleva a la sospecha, si cabe
más fantástica, de que las Antillas pertenecían a la corona española desde hacía
unos tres mil años. Las islas Hesperies son las islas de las Indias de España. Se
nombraron Hespéridas o Hespéride, de Hespero, duodécimo rey de España. Las
islas que se dicen Hespérides, "y que señalan Seboso y Solino y Plinio e Isidoro, se
deben tener indudablemente por estas Indias, y haber sido del señorío de España
desde el tiempo de Hespero", que fue rey de ella "mil seiscientos y cincuenta y or:ho
años antes que el Salvador del mundo naciese". Es Dios, dice Gonzalo Fcrnándcz
de Oviedo, quien hizo volver este señorío a España a través de Cristóbal Colón.
Gonzalo Fernández de Oviedo escribe por intereses políticos. Con su tesis quería
servir fiel mente a la corona y alejar a los hijos de Colón de los derechos de herencia.
Hernando Colón, que acompañó a su padre en el cuarto viaje, comenzó a escribir
su obra, un mes después que apareciese la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo,
para refutar la idea de que las Indias descubiertas por su padre eran las antiguas
Hespérides y que por tanto habían pertenecido desde siempre a la monarquía
hispana ll . La crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo se escribió con fines
pragmáticos. Parece ser que el propio emperador Carlos V agradecería al cronista
las pesquisas realizadas para demostrar su idea imperialista y de extensión del
reino hispánico l2
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Mercedes Serna Amaiz
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CRO NISTAS DE [\[DIAS. Ai':TIGUOS y MODERNOS
del Nuevo Mundo. E.I: por ello que sobre todo su Historia es geografía. Dio
prioridad a la materia, al contenido, sobre el estilo o la forma; y a la verdad de su
historia sobre la mentira de las fábulas y de los libros de caballería, a pesar de
11Jber escrito él mismo, años antes, en 1519, una historia de caballeros andantes,
Mu)' esforzado e invencible caballero de la Fortuna propiamente llamado Don
Ciaribalte. No se cansa de repetir que es la verdad el fin que determina toda su
obra. A pesar de ello, en su Historia aparecen hechos milagrosos y un gusto por
la maravilla y el asombro.
Bartolomé de Las Casas fue uno de los pocos cronistas que no ocultó el objetivo
asiático de Colón. Al dominico no le preocupaba tener que demostrar que fue
Colón el descubridor del Nuevo Mundo. El fin que persigue es verificar que fue
Colón el elegido por Dios para cumplir el designio divino. Cuenta, en su Historia
de las Indias, que Aristóteles, Platón, Alberto Magno, Avicena, San Anselmo,
Ptolomeo, Alfragano. Estrabón fueron autoridades sobre las que posiblemente se
apoyó Colón para legitimar su proyecto y para discutir sobre los "tópicos"
consabidos: teorías acerca de la redondez del globo, la inhabitabilidad de la zona
tórrida o la existencia de antípodas l9 .
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Mercedes Se rna Arllaiz
de la llamada Isla del Atlántico. Platón , resume Las Casas. refiere la fertilidad,
felicidad y abundancia de esta isla; los ríos. las fuentes, la llaneza, campiñas,
montes, sierras , florestas . vergeles, frutos , ciudades, edificios , fortalezas, templos,
casas reales , política. orden y gobernaci<'in, ganados, caballos, elefantes , metales
riquísimos, excepto el oro. Esta visión paradisíaca, mítica y fantástica que tenían
los antiguos y los contemporáneos acerca de la naturaleza pasará a con venirse en
lugar común cada vez (IUe se trate de las tielTas ignotas.
Francisco López de Gómara fue, junto con Pedro Mártir, José de Acosta y el Inca
Garcilaso de la Vega, uno de los cronistas más cultos y de pensamiento más
moderno. "Cronista de oídas", pues nunca recorrió físicamente el Nuevo Mundo,
letrado, historiador, humanista y bueo conocedor de la historiografía grecolatina,
se inspira también en los mitos clásicos y los impone. No hay que olvidar que,
además, su Historia general de las Indias fue muy leída y alcanzó extraordinaria
difusión en el siglo XVI.
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CRON ISTAS DE INDIA S. ANTíGUOS y l\'¡ODER NOS
I
Para ello se apoya, j,nsistentemente, tanto en los filósofos antiguos y modernos
corno en la Biblia,
La visión de Francisco López de Gómara también es, en muchos casos, lírica. Nos
dice que en Islandia "brama el suelo y parece que gimen los hombres; así, piensan
los isleños que allí se encuentra el purgatorio o que atormentan algunas almas". O
que "hay también dos fuentes notables, una que mana cierto licor como cera y otra
de agu8 hirviendo que convierte en piedra lo que dentro echan. quedándose en su
propia figura". Esta visión poética se conjugo con la verdad histórica.
380
de los conquistadores y con ella la fama imperecedera, otorgad;,. por Dios que los
eligió para llevar a cabo la evangelización.
La mentalidad imperialista de Francisco López de Gómilfa hil.rá que Bern,,! Díaz del
Castillo se revuelva contra el clérigo.
Pero es, en mi opinión, el padre José de Acosta, de entre todrlS esto, cronistas
nacidos en España, el hombre de peflsamiento más avanzado.
Como señala muy acertadamente Franklin Pease G. Y, los cronistas de los Andes
pueden diferenciarse por su actitud frente a Pizarra o al Tawantinsuyu y su
legitimidad, pero también por su mayor o menor acercamiento a los Andes, su
conocimiento del quechua o el aymara o su ignorancia lingüística, su intento de
comprender la vida andina o por la forma como se amoldaron simplemente a los
criterios eurocéntricos. No todos, señala Franklin Pease, '. actúan con la finne
voluntad de inaugurar la etnología en la región, que caracterizó por ejemplo al
padre José de Acosta, o no intenogan las fuentes anteriores, confrontándolas con
su propia experiencia, como hicieron de un Jada el Inca Garcilaso y de otro el
jesuita Bernabé Cobo"23.
José de Acosta, jesuita culto, dejó una importantísima crónica, Historia natural)'
moral de las Indias, cima del pensamiento indianista. Nacido en 1540, en Medina
del Campo, con estancias en Italia, cursó estudios filosóficos y teológicos en
Alcalá de Henares entre 1559 y 1567. La carrera del padre José de Acosta fue
brillante. Durante estos años, adquirió la extensa y profunda cultura que denotarán
sus escritos y que abarcó todas las ramas del saber humano del renacimiento, lo
mismo en el campo de la teología, que de las Sagradas Escrituras, los padres de la
Iglesia y concilios, el derecho canónico, las ciencias profanas, el derecho civil, las
ciencias naturales y la historia 24 . Se embarcó para las Indias en 1571 25. En Perú,
José de Acosta brilló tanto en la cátedra como en el púlpito. Recorrió sus principales
ciudades predicando y a la vez estudiando la situación religiosa y las necesidades
espirituales de esas tieITas. Aprendió quechua y conoció la situación moral de los
indígenas. En 1586 se detuvo un tiempo en Nueva España. Allí realizó en simultáneo
sus trabajos de predicación con el estudio de antigüedades mexicanas, como bien
muestra en el libro VII de su Historia natural)' moral. Petmaneció un año en
México. En 1587 llegó a Madrid y tuvo diversas entrevistas con Felipe Il, quien
oyó las largas relaciones e informaciones del padre José de Acosta. Fue a Roma y
durante estos años comenzaron a imprimirse sus obras. En 1584 tenía realizados
los trabajos De natura novi orbis libri duo y De promulgalÍone Evangelio apud
barbaros, sive de procuranda Indorum salute, libri sexo Traducidos al español y
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CRONISTAS DE INDIAS. ANTIGUOS Y ",tIODERNOS
junto a cinco libros más que añadió el autor, resultó la composición de la Historia
nafllral y moral de las Indias, impresa en Sevilla en 1590 y dedicada a la hija de
Felipe Ir. Volvió a Madrid, viajó por España, hizo un segundo viaje a Roma como
agente de Felipe II y volvió a España ejerciendo durante sus últimos años
actividades principalmente literarias en Salamanca. Murió en 1600 a los 59 años de
edad siendo rector del colegio de Salamanca.
José de Acosta hace constar su respeto hacia las creencias religiosas de los
indígenas. Su objeto es impugnar las acusaciones de aquellos que tienen a los
indios por gente bestial, sin entendimiento. A partir del libro V empieza la Historia
moral y estudia la naturaleza del hombre americano. Los libros V y VI versan
sobre el Perú incaico.
382
Mercedes Sal/a Amaiz
filosofía natural. Cuando éste es atacado porque sus opiniones son contrarias y
repugnantes a la Divina Escritura 2ó , José de Acosta alega, a su favor, que tanto
Aristóteles como otros antiguos "no se curaron tanto d(; las cIencias y
demostraciones de filosofía atendiendo a otros estudios más importantes".
José de Acosta, como los demás cronistas, se basa también en la prefiguración del
Nuevo Mundo y en el providencialismo de la historia. Buen conocedor de los
textos clásicos, en el capítulo XI de su Historia natural y moral de las Indias,
recorre las autoridades cristianas y paganas buscando indicios que den noticias
del Nuevo Mundo. Señala que san Agustín, Lactancio, Aristóteles y Plinio,
sintieron que había hombres que habitaban en los trópicos y que san Clemente
(alega san Jerónimo escribiendo sobre la Epístola a los efesios, de san Pablo)
profetizó "que pasado el mar océano, hay otro mundo y aun mundos".
383
,
El comentario que hace a cGoúnuación es impo¡tante pOlq ue revela la importanci a
que concede J los cJasicos , a quienes tiene por verdaderos 111aestros: " Esto canta
Séneca en sus versos. ~' no podemos negar quc al pie de la letra pasa así, pues los
años luengos que dice, si cuentan del tiempo trágico, son al pie de mil cuatrocientos,
y si del de Medea. son más de dos mi!,'. Y apostilla que "el océano anchuroso
haya dado el paso" y que Se "haya descubierto grande tierra, mayor que toua
Europa y Asia, y se habite otro nuevo mundo, vémoslo por nuestros ojos cumplido,
yen esto no hay duda". José de Acosta dice que Séneca adivinó "con el modo de
adivinar que tienen los hombres sabios y astutos". Este pensamiento ilustra la
concepción historiográfica del renacimiento que entiende que la verdad histórica
se revela a ciertos hombres dotados de una visión poética que pueden acceder a
una realidad espiritual, oculta y profética.
"Las piedras tan preciosas, y aquella tan excelente madera, que nunca
tal se vio en Jerusalén, cierto yo no lo veo, porque aunque hay esmeraldas
escogidas, y algunos árboles de palo recio y olorosos; pero no hallo
aquí cosa digna de aquel encarecimiento que pone la Escritura.
Ni aun me parece que lleva buen camino pensar que Salomón, dejada la
India oriental riquísima, enviase sus tlotas a esta última tierra. Y si
hubiera venido tantas veces, más rastros fuera razón que halláramos de
ello".
Con sus perspicaces observaciones, comenta más abajo que la razón principal que
le mueve a pensar que Ofir no puede estar en la India occidental sino en la oriental
384
Me rcedes Serna Ámaiz
es "porque no podía venir acá la flota de Salomón sin pasal toda la India oriental
y toda la China y otro infinito mar; y no es verosímil que atravesasen todo el
mundo para venir a buscar acá el oro".
Señala cómo Juan Luis Vives basándose en san Agustín apunta que el paraíso
bíblico, encontrado por Colón en su tercer viaje, debe de estar debajo de la
Equinoccial. José de Acosta, muy sutilmente y de forma irónica, afirma que en
verdad esa tierra es un paraíso pero no por divino o sobrenatural sino por su
extraordinario clima: "Más dígolo porque si algún paraíso se puede decir en la
tierra es donde se goza un temple tan suave y apacible". José de Acosta deja
entrever la inexistencia del paraíso bíblico. Por otra parte está conve ncido de que
es el clima, por apacible, saludable y alegre, el que haría que los hombres viviesen
vida más descansada y agradable que la europea, fustigada por el mal de la codicia.
Sobre la llegada de los primeros pobladores de Indias, niega que los paganos
pasaran el océano e intuye la existencia de lo que se conocería más tarde como el
estrecho de Bering : "Así que no hay razón en contrario, ni experienci a que deshaga
mi imaginación u opinión, de que toda la tieITa se junta y continúa en alguna
parte".'I. Frente al Inca Garcilaso de la Vega , Francisco López de Gómara u otros
croni stas, José de Acosta procura no utilizar fábulas (ni occidentales , ni aborígenes
o americanas) para explicar los orígenes de las civilizaciones.
385
CRm,íISTAS DE ¡NDiA S. ANTIGUOS y MOD ER NOS
J
pilotos y cosm ógrafos. José de Acosta, frente a otros cronistas. se pregunta
continuamente por la causa de los vientos, el origen de los volcanes, las mareas y
otros efectos naturales. Su extraordinaria curiosidad científica le lleva a la búsqueda
de explicaciones que vayan más allá de las aseveraciones bíblicas. José de Acosta
busca la causa primera del proceder de la naturaleza o bien apoyándose en la razón
y la filosofía o a veces resolviendo tales cuestiones de un plumazo haciendo
mención a la voluntad del Creador. Así, sobre los vientos habla de su virtud
celeste, relacionándolos con el Espíritu Santo quien es la causadora y movedora
del viento. En tierra firme, se informó sobre plantas, animales, lagos, cOlTientes de
los ríos, vientos, etc. Visitó con curiosidad científica las minas de Huancavelica en
Perú. Y todo ello fue exponiéndolo en su Historia natural y moral. Humboldt 32
elogió la labor de José de Acosta por haber cultivado, en el siglo XVI, estudios
sobre meteorología y física. Sus conocimientos al respecto le merecieron el título
de fundador de la Física del Globo. El padre fray Benito Jerónimo Feijoo, en su
discurso intitulado Glorias de Espwla, dio a José de Acosta el dictado de Plinio
del Nuevo Mundo. Fue también precursor de estudios geográficos que tuvieron
vigencia y gozaron de autoridad durante muchos siglos. En su Historia apareció
por primera vez la teoría de las cuatro líneas magnéticas sin declinación,
consideraciones sobre la inflexión de las líneas isotérmicas y sobre la distribución
del calor según la latituu, sobre la dirección de las corrientes y muchos Olros
fenómenos físicos.
Edmundo O'Gorman estudia cómo el pensamiento del jesuita, pese a la gran dosis
de tradicionalismo aun para su época (ignora la gran revolución intelectual de las
nuevas ideas cosmográficas copernicanas), no se encuentra como Gonzalo
Fernández de Oviedo en ese arcaísmo recalcitrante e imperialista que impidió "a
tantos la comprensión más penetrante de los múltiples problemas que planteaba a
la cultura europea la aparición de América y la existencia de sus habitantes
indígenas"33. En cualquier caso, la avanzada actitud de José de Acosta es única
entre los cronistas. Los demás omiten entrar en terreno escabroso que pueda
chocar con las Escrituras o mejor dicho con el espíritu y las ideas de la Iglesia.
José de Acosta incluso se atreve a formular una hipótesis evolucionista de las
especies al preguntarse sobre animales que sólo existen en América.
José de Acosta hace constar su respeto hacia las creencias religiosas de los
indígenas. Su objetivo es impugnar las acusaciones de aquellos que tienen a los
mdios por gente bestial, sin entendimiento. A partir dell ibro V empieza la Historia
Moral y estudia la naturaleza del hombre americano. Los libros V y VI versan
sobre el Perú incaico. Como indica Francisco Mateos.'·, hay un vínculo misionero
386
entre una y otra hi storia y es que lo natural si rva de preparación al eV~!1.:,: (~ li o y c,:
conocimiento de la naturaleza y los hombres de Indias hagan más eficaz el minis t-::rio
ap ostólico.
Notas
El Antijovio de Gonzalo Jiménez de Quesada y las concepciones de realidad y verdad "O" ;-,
época de la Contrarreforma y el manierismo. Madrid: ll1stitulo de Cullllra His{'iÍJJ ic/:.
1963. .
2 Claudia Piolo meo de Alejandría fue el más prestigioso de lodo s los cielllíficos de la
antigua Roma y la auraridad más duradera en astrología. Pl olomeo vivió en Eg iplO
durante Los imperios de Adriano )' de Marco AureLio. Su visión del ulliverso fue la qlle se
populariló durante la edad media. EL mundo representado por Dante en La divina comedia
proviene directamente de su tratado de aSfrología Almagesto. Su Geografía abrió nuevos
caminos por su relación siSfemáfica de los lugares de acuerdo a la lafifud y la longitud.
Los árabes comprendieran la grandeza de Prolomeo )' lo inrrodl/jeron en Occidente.
3 José Amonio MOI·aval/. Estudios de historia del pensamiento españo l. Madrid: Ediciones
de Cultl/ra Hispánica, 1973.
4 Sella/a Maram/I ql/e san Jerónimo llegó a decir que los cristianos necesifan de los clásicos
para SOSfener SI/S argumen({)s cristianos. Homero. Sócrafes. Plafón {'refiguran el
cristianismo. Los filósofos antigl/os. selilÍn san Agl/Sfíll. eOIl sólo cambiarles unas pocas
palabras se melven crisfianos. De ahí la crisfianilación del plllfllnisl1w. el socratismo)' el
estoicismo. Ibídem.
6 Pedro Márti/: Décadas del Nuevo Mundo. Buellos Aires. 1944: .'.4l1drid: Poli/elllo. /9í<o,
7 Cristóbal CoMII. "Memorial enviado a los Reyes con A. Torres ". e/l M. Fe!'lliíJldé, de
Na.-arrefe. Colección de viajes y descubrimientos. Madrid. J954.
387
CRONISTAS DE INDIAS. ANTIGUOS Y iviODERNOS
8
•
Moral·oll. Op. cit., J> 297.
1/ Es por clJ/lsigl/ienre, )' como talllos escriros, relaciones. crónicas, ne .. UI1 [¡'abajo de
refl/ración. con[¡-o~'ersio )' polémica para resrablecer la verdad. Hemán Colón debe defender
la figl/ra de su padre, aracada rombién, COIlIO puede I'use en los pleiros que sosfLll'ieron
los fiscales de la corona en los que se plal1reabl/ si la gloria del descllbrimienro perrenecía
a Martín Alonso PillZóll o a Colón.
12 Véase el eSlLldio inn'odl/ctorio )' edición de Juan Pérez de Tudela )' El/eso. "Vidas)' esairos
de Goma lo Femández de aviedo ", en Historia general y nUlural de las Indias. Madrid:
BAE, /959. 1. 117
13 Véanse los estudios de Katheleen Romoli. Vasco Núñez de Balboa, desc ubridor del Pacífico,
Madrid, 1955: Manuel Giménez Femández. Bartolomé de Las Casas, delegado de Cisneros
para la reformación de las Indias. Sevilla, /953: Lel",is Hallke. Las Casas. historiador,
prólogo a Historia de las Indias. México, 1951: Enrique arre. " Aspiraciones y actividades
heterogéneas de Fernández de Gonzalo Fernández de Oviedo", Revi sta de Indias, 1958,
No. 7/.
/6 Albura SI¡{as M. Tres cronistas de Indias. México: FCE. /959: Enrique D. Dussel.
Introducción general a la hislOria general de la Iglesia en América Latina. SalamanCII:
Sígueme, 1983.
/9 La leor/o clásico sobre las IlIlflíJOdw describíl/ 1/1111 infmnqueoble zona ardienre ([Irededor
del Ecuador que nos separaba de ul/a regiún Itabirada al orro lodo del globo. Esro
JJro\'oclí en el IJensitnzienro crisrial10 serias dudas sobre la redondez de Jo rierm . Lo ra7.a
/fue l'il'Ía miÍs abajo de aquello ránida 7.vnll IlO podía. como es evidenle. I'errenecer <l la
l'(l za de Adán, ni a la de aquellos redimidos por el designio de Cristo. Si uno creía que el
arca de Nué se habia posado en el lIIonre Ararar, al norre del EculldOl: enlonce.< era
illll'osihle que crialLlras ,·ivieflfe.< hubiesen IIcl'ado a los 'lII rípodas. Los fieles crisrial/os.
388
Mercedr'S Serna Amai~
pam ni/ar caer el! lo herejla. preferíall cre er 'lile no /,odia hab er 1I1l1(podos -" s; era
JJeces(i}"io hasfo peiL\uVOll que. lu fierro nv era una esfera.
2/ Enrique Pupo- Walkel: La \ oc~ción literaria del pensamiento histórico en América, ,\fod'"Íd.·
Credos, 1982, l' 47.
23 FralJUill Pease C. y_ ''ras crónicas y los Al/des", Revi sta de crític:! literaria latinoan1<~rican~.
1988 (Lima), Al/O X/\~ No. 28. segundo semes/re: /23.
7.'¡' Véase la "Introducción y estudio del padre Francisco Mateos", o la edicióll Historia natural
y moral. Madrid. BAE, /954, lomo 73 .
25 Sobre la biogmf(a de José de Acos[a pueden collslllrarse los es[udios de José Rodriguez
Carraci"o. el padre José de José de Acosra y su importancia en la literatura científica
española. Madrid, 1899; León Lope/eglli. El padre José de Jo sé de Acosta, S. I. y las
misiones. Madrid, /942. Véase /alllbién el eS/lidio de Edmundo O ·Comlllll. "Joseph de
José de Acos[a ", ell Cuatro historiadores de Indias. Siglo XVI. México: AlhOfllbra Mexicana,
1989.
26 La [eoría de Aris[óreles sobre la inhabimbilidad de cie rras zonas, debido a Sil enorme
au[oridlld, fue la que premleció ell la anrigüedad. Se Ira[aba de la fanlosa división del
globo terres[re de acuerdo con las cinco zonas del cielo: las dos polares, las dos /empladas
)' la illlermedia, llamada la wna [ropical , tórrida O quemada. Suponían que únicalllente
erali habitables las ZOllas [elllpladas. las comprendidas en[re los círculos órficos )' los
círculos de los [rópicos. Como indica O 'Corman, el cris[ianismo rechazó el absolilfismo
de la anliglla doc/rina de la inlwbitabilidad de ciertas zonas de la lierra in/roduciendo la
noción fundalllenml del hombre como responsable de su propia vida)' de Sil des[ino. En
la época del /nca Carcilmo. sin embargo, la discusión sobre la pluralidad de llIundos )'0
110 [enía sentido pues hacía mllcho que los padres de la Iglesia habíali desechado las
teorías de Pla[ón, Aris[ó[eles )' Ovidio sobre el [ema, [achándolas de heré/icos.
27 El venerlldo Lac[ancio, el "Cicerón cris[iano ", a quien Constantino elir:ió como tUlOr de
Sil hijo, pregunmba: "¿Puede alfiuien ser ran necio comu para creer qtle hay hOlllbres
cuyos pies están miÍs al[os que SIlS cabezas, o lugares donde las cosas I'u edeli colgur
cabew ahajo. los árboles crecer al revés y la lluvia caer hacia arribn:' ¿Dónde e.w;río lo
1lI1i}'(I\'illoso de los jardines colgallles de Bnbilonia, si adl/li[iéral/los In exist enc ia de un
lIIundo col¡:Ullle en las a/1 t(podas.'"
28 5011 A¡;us[ín. 51111 Juan Crisóstomo )' o[ros de su misllla ralla estul'ierOIl cOlllple[olllellle de
acuerdo el/ que los 1lI11ípodas ((II/[i ¡Jodes. Ul/ lugar donde los pies de los hOlllbres se
el/controhal/ en senlido ulme.l'[o) l/O podlal/ exis[il: UII cristinllo l/O podill consideror lo
posibilidild c/e que cienos hombres l/O fuesen descendiellles de Adáll, o c/e que pudiesell
es/ar 11111 aislo dos por los fue!'.os [ropicilles que el el'illl¡:elio de CrislO 110 Ile¡:ase (/ el/os. EII
111 fe crisrilllla 110 cabíall seres que Adáll o Crislil na hubiesen col1ocidu. La creencia en ias
(11I[íIJl)das I/egú o ser acusaciólI hllbilili;/ COlllro los herejes de.Hillados a la IlOgue}'{}.
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CRONISTAS DE INDIAS. ANTIGUOS Y MODERNOS
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