Poster Mark - Foucault Marxismo E Historia
Poster Mark - Foucault Marxismo E Historia
Poster Mark - Foucault Marxismo E Historia
1
J.l
(i
J 1
.
- .
Mark Poster
FOUCAULT,
MARXISMO E HISTORIA
Modo de produccin
versus Modo de informacin
PAOS
Bueos Are
Barclona
Mxco
Ttulo orignal:
Foucault, Marism and History
Publicado en ingls por Editorial Office:
Polity Press, Cambridge, Basil BlackweU Ltd, Oxford y Basil Blackwell
lnc., New York
@ Mark Poster, 1984
Traduccin de Ramn Alcalde
Cubierta: Gustavo Macri
la. edicin, 1987
de todas las ediciones en castellano by
Editorial Paids, SAICF y
Ediciones Paids Ibrica, S.A.
Mariano Cb 92, Barcelona
@ de esta edicin by
Editorial Paids, SAICF
Defensa 599, Buenos Aires
Impreso en la Argentina
(rinted in Argentina)
Queda hecho el depsito que previene la ley 11723
L reproduccin total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea,
idntica o modificada, escrita a mquina, por el sstema "multigraph",
mimegrafo, impreso, por fotocopia, fotoduplicacin, etc., no autorizada
por los editores, viola derechos reservados. CUalquier utilizacin debe ser
previamente solicitada.
ISBN 950 12 6664 8
INDICE
PREFACIO Y RECONOCIMIENTOS e u u s s s s u . s s 9
Notas s e e s s s u e e e u s s u e s s s e u s e e = e s s s s s 1 1
l . FOUCAULTYSARTRE e s + + s s e + u . e .e e e u s s e 1 3
Despus de mayo de 1968 e s s e e e e s * e + e 21
La razn en la historia s e s s + s s + s s u u s s 25
Del trabajo a la vida cotidiana e e u u + e u s . s e e 33
Adiciones tericas a Marx + u e e s e s e e s s e s s s . .38
El existencialismo de Sartre e + u + + e e e 38
Teoras del lenguaje e s = s s s + e u e u + + e s s e u e s 48
Psicoanlisis e s . u e s e + e e s e e e e e s . s s + . u e e 53
Althusser. s s s e u = + u = e s s e e e e e 59
Notas . . ... . ... ...... . ........ . . . . . .... 63
2. MODO DE PRODUCCION,
MODO DE INFORMACION s e e s s e e s s s e s s + 69
La premisa histrico-materialista de Foucault 79
La doctrina de Marx sobre la razn s e s s s s e e + e 82
El uso de la dialctica por Marx s s s e e e + s e e u e 89
Opciones frente a la dialctica
u e e + e s s e s s * + 94
Las limitaciones del materialismo histrico s e s 96
Notas s s s s u + e e s s e e + + u u s s e e u 99
6
INICE
3. UNA NUEVA CLASE DE HISTORIA , , + + . & 1 03
La tesis de la discontinuidad + = = = + + + . & . 1 08
Conocimiento/Poder .. + & + + + & & & = . . + = . . a 1 1 4
El concepto de la ideologa + & a = a + = = & . & = = 1 20
Una multiplicidad de fuerzas & + = = & & & & = + . 1 25
Una opcin frente a Marx & = & = + + = = + = = + 1 28
Notas + +.. & = = + = + + = & + & . = + + & & & & + + + &.. = = 1 31
4. CARCELES Y VIGILANCIA . & , & , , , , + = . 1 35
Notas . a = + + = + + . + . = + & & & = + = & + + + = + . 1 64
5. DISCURSOS VERDADEROS SOBRE
LA SEXUALIDAD . = & = + & . = = a + + . + = = + + & = & 167
Notas + & = . a + = . & & & & a & + = = = = + + = = = .195
6. FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION:
UNA EV ALUACION - = = + + + + , + + + + + = + + + = & 199
Notas & & & & = & + & + & = + & + & & = + + = & + & = = = & + & 227
Para mi madre, Caire
Alberich
Oh, Nibelungos,
inclinados ante Alberich!
Por todas partes
os vigilar.
Se disiparon
para vosotros tod2. tranquilidad y reposo
Trabajaris para l
doquiera que os vigile, invisible.
Por siempre
seris sus siervos!
Wagner, El oro del Rhin
(traduccin de Ernesto de la Guardia).
PREFACIO Y RECONOCIMIENTOS
Este libro est concebido como un conjunto de ensa
yos en los que se examina el valor que los ltimos tra
bajos de Michel Foucault tienen para la teora de la so
ciedad y la historia social. Las obras de Foucault escri
tas desde 1968 (Vigilar y castigar, Historia de la sexua
lidad* y muchos trabajos ms breves) contienen algu
nos avances importantes en lo referente a la teora so
cial y a la concepcin de la historia social. Mi propsito
es separar estos avances de otros rasgos del pensamien
to de Foucault que me parecen menos beneficiosos. No
me propongo una evaluacin de la obra de Foucault en
su totalidad, sino concentrarme, para analizarlos, en
ciertos rasgos de ella.
Con esta finalidad, sito la obra d Foucault en un
doble contexto: el de la teora sociolgica crtica y el
de una nueva formacin social, a la que denomino "el
modo de informacin". Por ms que la poltica de
Foucault pueda ser ambigua, sus obras ocupan una po
sicin provechosa para la teora crtica. Aportan, como
intentar demostrarlo, modelos de anlisis que contie
nen elementos tericos que, si se los interpreta bien,
abren orientaciones nuevas para la teora crtica, direc
ciones que pueden sacarla de su actual estancamiento.
10
FOUCALLT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
Pero estas nuevas orientaciones slo pueden quedar
de manifiesto si se reconocen ciertos cambios impor
tantes que se han producido en la formacin social ge
nerada por la sociedad industrial avanzada. Para lograr
lo, he acw1aclo la expresin+ no demasiado feliz, de
''modo de informacin". que me servir para delimitar
estos cambios y contrastar la situacin actual con el
concepto de "modo de produccin" elaborado por Marx.
El trmino "modo de informacin" designa las nue
vas experiencias de lenguaje que se vienen dando en el
siglo XX y que en su mayor parte han sido suscitadas
por los progresos de la electrnica y disciplinas afines.
No es ste un ensayo sobre el modo de informacin, ni
he tratado de elaborar el trmino para construir una
teora completa. Sin embargo, he credo necesario ana
lizarlo. aunque ms no fuera para iluminar los avances
tericos que encuentro en la obra de Foucault y para
contrastarlos con las tradiciones de teora crtica basa
das en el concepto de "modo de produccin". En una
obra futura me propongo presentar una teora general
del modo de informacin.
Los dos primeros captulos intentan situar los tra
bajos recientes de Foucault en relacin con el marxis
mo occidental y con los textos cisicos de Marx. Los
captulos restantes examinan la relacin de lo desarro
llado tericamente en los dos primeros, con los textos
histricos Vigilar y castigar e Historia de la sexualidad.
La utilidad de los escritos de Foucault para un nuevo
tipo de historia social constituye el tema en cuestin.
Mi investigacin se ha visto facilitada por el apoyo
de institutos universitarios y otras entidades. Una beca
del National Endowment for the Humanities durante
1981 y 1982 fue invaluable para el progreso de mi tra
bajo, Recib tambin una beca de la Facultad de Vera
no de la Escuela de Humanidades de la Universidad
PREFACIO Y RECONOCIMIENTOS
11
de California, lrvine, como tambin distintos subsi
dios del Focused Research Program in Critica! Theo
ry, de la misma Universidad. Amigos y colegas me han
aportado crticas y aliento, especialmente Jonathan
Wiener, David Carroll y Frank Lentricchia. Anthony
Giddens y John Thompson, redactores de Polity Press,
se mostraron especialmente generosos con su tiempo y
me ayudaron mucho con sus comentarios.
Versiones previas de tres captulos aparecieron en las
siguientes revistas: del captulo 3 en Social Research,
vol. 49, n" l: de los captulos 2 y 5 en Humanities in
Society, vol. 5, no 3 y 4, y vol. 2, n" 2, respectivamente.
Agradezco profundamente la autorizacin para incluir
en el presente volumen las versiones ampliadas de aque
llos artculos.
NOTAS
* Las obras de Foucault que cita el autor a lo largo del libro
han sido publicadas en castellano y por lo tanto se consignan los
ttulos en este idioma. No obstante, cuando hay remisin a pg
nas detenninadas de la versin inglesa, como pr lo general ocu
rre en las notas, se mantiene el ttulo en ingls. A continuacin
se indica la correspondencia de los ttulos en ambos idiomas:
- Enfermedd mental y personalidad (Buenos Aires, Paids);
Menta/11/ ness and Psycho/og.
- Historia de l locura en /a poca clsica (Mxico, FCE);Mad
ness and Civilization.
El nacimiento de l chnica (Mxico, FCE); The Birth o[the
C/inic.
12
FOUCAULT, EL MARXSMO Y LA HISTORIA
- Las palbras y las cosas (Mxico, Siglo Xl); 1ze Order of
Things.
- Arqueologia del saber (Mxico, Siglo XI); Tze Archeolog
of Knowledge.
- El orden del discurso (Barcelona, Tusquets); Discourse on
Language.
- Vigilar y castiar (Mxico, Siglo X); Discipline and Punish.
- Histor de la sexualidad (t. 1: La voluntad de saber) (Madrid,
Siglo XI); The Histor ofSexualit (t. 1: An Introduction).
[
E].
FOUCAULT Y SARTRE
En el mundo de habla inglesa es frecuente catalogar
a Foucault como un postestructuralista. Se examinan
sus ideas en relacin con las de Derrida y Lacan. Si
bien existen buenas razones para situar a Foucault en
el contexto postestructuralista, se puede argumentar
convincentemente tambin en favor de otro enfoque,
el que considera a Foucault como una continuacin y,
a l a vez, un apartamiento de l a tradicin marxista. En
este libro tomar en cuenta solamente e.l llamado "mar
xismo occidental". El parangn de Foucault con el mar
xismo occidental es especialmente fructfero cuando se
examinan sus obras recientes, donde el tema del com
promiso poltico aparece en primer plano. Vigilar y
cstigar e Historia de la sexualidad pueden interpretar
se como una respuesta de Foucault a los acontecimien
tos de mayo de 1968 en Francia, donde analiza una
nueva posicin de la izquierda. en la cual la crtica tra
dicional del capitalismo y la apelacin a la clase obrera
quedaron en suspenso. Si el marxismo occidental sur
gi como respuesta terica a los atolladeros en que se
encontr el marxismo clsico al enfrentarse con los
acontecimientos que van desde la Primera Guerra M un-
14
FOUCAULT, EL MARXlSMO Y LA HISTORIA
dial a la Guerra Fra, los libros recientes de Foucault
pueden evaluarse como una respuesta terica a las di
ficultades del marxismo occidental para interpretar las
rebeliones de la dcada de 1960 y la nueva formacin
social surgida posteriormente, 1 El "marxismo occiden
tal", trmino acufado por Merleau-Ponty, suele definir
se como una respuesta a las limitaciones tericas del le
ninismo y de la socialdemocracia de la Segunda Inter
nacionaL Sus orgenes se remontan a Georg Lukcs y
Antonio Gramsci, pero sus principales manifestaciones
fueron las obras de la Escuela de Francfort, en Alema
nia, 2 y los marxistas existencialistas de Francia, des
pus de la Segunda Guerra MundiaL 3 Hablando en tr
minos amplios, los marxistas occidentales intentaron
redefinir el Jugar del sujeto en la teora marxista me
diante una comparacin entre las posiciones de Marx y
corrientes de pensamiento recientes como el psicoanli
sis y el existencialismo. Examinaron tambin las difi
cultades epistemolgicas que encierra la dialctica mar
xista, valindose para ello de una reevaluacin de sus
races hegelianas 4 y restringiendo en una redida
.
ma
yor que Marx el alcance metafsico del pensamiento
dialctico. 5 Por ltimo, desplazaron el foco de inters
de la teora crtica, trasladndolo desde los medios y
relaciones de produccin hacia las cuestiones de la vida
cotidiana
y de la cultura. En cada uno de estos temas
se les plante una pregunta perturbadora: seguan
siendo marxistas, o eran simplemente intelectuales dis
conformes? En general, su vinculacin con las organiza
ciones polticas marxistas fue tenue o inexistente. Des
de el punto de vista teortico, su posicin como marxis
tas era, por lo menos, ambig
blema
general que se plantearon fue que el marxismo clsico
no poda ser fcilmente transferido a mbitos de la vida
cotidiana distintos del lugar de trabajo. Encontraron
una limitacin terica en el marxismo clsico, por obra
de la cual la especificidad de la dominacin fuera del
lugar de trabajo se perda o se eluda a consecuencia
del encierro provocado por la teora del modo de pro
duccin. Lukcs, por ejemplo, haba aplicado su teora
de la cosificacin en el lugar de trabajo a la crtica gene
ral de la cultura capitalista. Pero los mecanismos me
diante los cuales los obreros son tratados como cosas
en la economa capitalista no son los mismos que aque
llos mediante los cuales la burocracia somete a la pobla
cin en general. Y la expresin literaria de la vida buro
cratizada, como la llevada a cabo por Kafa, por ejem
plo, no se ajusta a los cnones estilsticos del realismo,
en el que Lukcs vea el complemento de la crtica de
l a cosificacin.
En el caso de Gramsci se reiteraba el mismo proble-
FOUCAULTY SARTRE
37
ma. Su teora de la hegemona estaba concebida para
explicar el papel activo que la ideologa y la poltica
(la
superestructura) desempean en la lucha de clases.
Gramsci afirmaba que bajo el capitalismo la domina
cin
poltica est escindida de la explotacin econmi
ca. Contrariamente al sistema feudal, la sociedad civil
burguesa asigna lugares diferentes al trabajo y a la fuer
za
o coercin. Los obreros no estn sometidos a la vo
luntad poltica de la burguesa de la misma manera que
los campesinos lo estaban a la de la nobleza. El capita
lismo impone la hegemona o dominacin de la burgue
sa a travs de la mediacin de la poltica y la ideologa.
Si bien esta lnea de pensamiento puede ser muy fruc
tfera para delimitar las conexiones entre poltica y
economa, su estrategia terica consiste en esclarecer
solamente aquellos aspectos de la poltica y la ideolo
ga que son pertinentes para las relaciones de produc
cin. La poltica relacionada con los sexos, por ejem
plo, no puede, en general; analizarse mediante la cate
gora de la hegemona.
Cuando los marxistas occidentales intentaban anali
zar aspectos de la vida cotidiana en trminos de la ca
tegora de alienacin, se produca el mismo desliza
miento retrgado al modo de produccin. Se poda
mostrar que los consumidores estn alienados en el
mercado por obra de la propaganda comercial; que los
estudiantes estn alienados en el aula por obra del siste
ma de exmenes; que las mujeres estn alienadas en el
hogar por obra del aislamiento, etctera. En cada caso,
empero, se daba por supuesto que la fuente de la alie
nacin segua estando en el lugar de trabajo y que las
otras formas de dominacin procedan de esta fuente.
En ltima instancia, la lucha por la dominacin en el
lugar de trabajo mantena su lugar prioritario y se su
pona que las formas especficas de la dominacin en la
38
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
vida cotidiana se resolveran casi automticamente una
vez que la economa capitalista fuera derrocada por el
proletaria
do.
ADICIONES TEORICAS A MARX
La limitacin terica nsita en el marxismo clsico
hizo que los marxistas occidentales juzgaran necesario
contrastarlo con los desarrollos tericos que haban te
nido lugar en el siglo XX. Si se complementara el mar
xismo con el psicoanlisis o el existencialismo, tal vez
podra destra barse la dialctica. Los esfuerzos de Sartre
en tal sentido merecen mucha consideracin. Ponen de
manifiesto, a la vez, las posibilidades y las limitaciones
de la estrategia de la complementacin. El marxismo
existencial de Sartre demuestra la dificultad de unir
dos sistemas conceptuales en una totalidad coherente y
manifiestan la peligrosa premisa que est en la base de
la categora de la totalizacin.
El exstencialismo de Sartre
En su Critica de la razn dialctica, Sartre destacaba
los lmites del marxismo para el anlisis de la vida coti
diana y postulaba una estrategia de complementacin.
''
De tener xito, la dialctica pasara a ser una teora to
talizadora no reduccionista. Cada sector de la sociedad
capitalista recibira su debida ponderacin en cuanto
una mediacin dentro del sistema dialctico global. En
tonces, la familia, por ejemplo, apare
ce
ra como gene-
FOUCAULT Y SARTRE
39
radora de su propia forma de dominacin y a la vez
como un sector de la totalidad. Para dar cuenta de la
autonoma relativa de cada momento dialctico, soste
na Sartre, es necesario elaborar un vasto cuadro de ca
tegoras, destinado a evitar los cierres prematuros y el
reduccionismo. La clave de este aparato categorial era
el concepto de totalizacin. Sartre afirma que una teo
ra crtica adecuada debe establecer dos momentos de
totalizacin: uno al comienzo y otro al fin del anlisis;
uno en el nivel epistemolgico y otro en el nivel onto
lgico. En este nivel se supone que, en un momento
dado, la historia o la sociedad humana es una totaliza
cin en proceso, un todo estructural construido por los
seres humanos, una suma de intenciones de los agentes
humanos, pero una suma que refleja ms la alienacin
de stos que sus objetivos directos. Sartre sostiene ade
ms que la condicin de esta historia es la posibilidad
ontolgica de que todos los seres humanos puedan que
rer la misma tota!izacin (libertad) ; de que puedan ac
tuar atenindose a esta intencin para crear un orden
social que tenga esta libertad como razn de ser, y de
que puedan as. eliminar la alienacin (los efectos de la
alteridad) y generar un mundo en el cual lleguen a ser
sujetos libres. Es de notar que Sartre ha sido quizs el
ltimo gran pensador que haya propuesto esta posibi
lidad hegeliana.
Tambin en el otro extremo del anlisis, en el nivel
epistemolgico, postula Sartre la necesidad de totaliza
cin. Apela a la fenomenologa existencial para mos
trar que toda percepcin requiere totalizacin; que
siempre un observador resulta privilegiado en cuanto a
la posibilidad de agrupar dentro de determinado campo
histrico los actos inconexos que ponen de manifiesto
una totalizacin, por ms que los agentes individuales
puedan no tener conciencia de ello. Al igual que un ge-
40
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
neral en el campo de batalla, el sujeto cognoscente abar
ca necesariamente el todo con una mirada y ve sus par
tes en relacin con l. Cada individuo totaliza en cada
acto del vivir y el cognoscente hace lo mismo. Sartre
considera que la subjetividad humana es la actividad
que totaliza el campo, y que sta es la base de las tota
lizaciones del terico. Pero esto no implica que el te
rico tenga acceso automtico a la totalidad. El terico
totaliza porque la conciencia en cada caso es libre y
por consiguiente tiene a la totalidad como una base po
sible para el compromiso. El sujeto humano totaliza
como perceptor que puede sintetizar los aspectos inco
nexos del campo y tambin como actor consciente que
puede elegir vas muy diversas de compromiso. Segn
esto, la responsabilidad y tarea del terico consiste en
llevar a cabo la totalizacin en el dominio del conoci
miento. La totalizacin del terico no es el conocimien
to perfecto, cierto, objetivo de Dios que propone Des
cartes, porque el terico est situado en un campo his
trico especfico y tiene una historia especfica. La to
talizacin del terico es profundamente suya, pero es
tambin accesible a otros, que pueden optar por adop
tarla. Debido a ello, la razn dialctica es a la vez sub
jetiva, limitada por la situacin del terico, y objetiva,
en cuanto proyecto posible para cualquiera.
Mediante la categora de totalizacin, procedente
del existencialismo, Sartre dej reformulada la episte
mologa marxista. Fue imposible ya para el marxismo
sucumbir al cientificismo y plantear sus conclusiones
en trminos de objetivismo. Al mismo tiempo, la dia
lctica de la totalizacin conjuraba el momento reduc
cionista inherente a l a teora del modo de produccin.
Cada momento de la dialctica preserva su autonoma
relativa: las foras de dominacin en la familia, por
ejemplo, no son reducibles a las del lugar de trabajo.
FOUCAULT Y SARTRE
41
Pese a ello, cada mediacin sigue conectada a la tota
lizacin, pero en este caso la totalizacin no supone la
destruccin de las relaciones capitalistas de produccin.
Permite, s, que todas las clases subordinadas adopten
el objetivo de la totalizacin, es decir, la creacin por
sujetos libres de un mundo sin clases y sin dominacin.
Estos sujetos reconocern su libertad mediante su com
promiso con una sociedad libre y se realizarn a s mis
mos como sujetos libres mediante la prctica de crear
esa sociedad.
En cierto momento de la dcada de 1 960 Foucault
consideraba que el esquema de Sartre era un error de
los ms groseros. Sartre haba cometido el ms bsico
de Jos pecados, fundar el conocimiento en una filosofa
de la conciencia. Todas las ilusiones de !a posicin del
filsofo se reproducan con la ms desconcertante ex
plicitacin. De ninguna manera, pensaba Foucault, el
filsofo-teorizador poda crear representaciones pro
pias que sirvieran de patrones del conocimiento. El res
cate del marxismo que intent Sartre valindose del
existencialismo como de un bote salvavidas era un fra
caso, cuya consecuencia sera que la vctima en peligro,
la teora crtica, terminara ahogada. El trocar las su
puestas certidumbres d
e
l marxismo cient fico por las
descabelladas subjetividades del existencialismo no po
da ser una base para la renovacin de la teora crtica.
Y sin embargo, en la posicin de Sartre haba ele
mentos que Foucault haba pasado por alto, pero que
conducan hacia la direccin que l quera imponer a
la teora crtica. El trabajo de Foucault h2ba estado
centrado en desarrollar una forma de conocimiento
que no pl anteara reivindicaciones excesivas en favor de
la razn, que no estuviera sujeta a la crtica nietzschea
na de la voluntad de poder del filsofo. En ciertos as
pectos. la razn dialctica de Sartre se Jjustaba a esos
42
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
requisitos. Sartre no afirmaba que la razn dialctica
llevara al conocimiento objetivo
, ni tampoco pretenda
que el terico desarrollara un conocimiento cierto de
la totalidad. Sartre insista en que el terico est situa
do (como cualquier otra persona) y que su conocimien
to est limitado a la perspectiva, como dira Nietzsche.
que a cada individuo le brinda su posicin histrica y so
cial. En la dcada de 1 970, Foucault habra de escribir
sus libros sobre las crceles y sobre la sexualidad insis
tiendo en el arraigo de su proyecto en el presente.
A pesar de estos posibles puntos de coincidencia,
subsisten entre Sartre y Foucault profundas diferencias.
la ms notable de las cuales posiblemente sea el proble
ma de la totalizacin. Foucault estaba tan preocupado
por limitar el alcance de la posicin epistemolgica,
que se negaba a sistematizar su propia posicin y aun a
desarrollar sus propios conceptos con alguna extensin.
Se negaba a analizar de cualquier manera que fuese la
posicin desde la cual l mismo llegaba al conocimien
to, y en algunas ocasiones lleg al extremo de conceder
que era simplemente un positivista, con el fin de evitar
la tarea de la autorreflexin. Sartre adopt la pusicin
diametralmente opuesta: consideraba al marxismo tan
necesitado de claridad epistemolgica que bas todo el
edificio de la teora crtica sobre el acto del conoci
miento. Como la conciencia es libre (o indeterminada),
el individuo totaliza su proyecto, con lo cual todo el
esfuerzo del conocimiento retorna en ltima instancia
a la necesidad que tiene el individuo de elegir un curso
de accin. La prolija complejidad de la totalizacin re
tora al momento epistemolgico en el cual el pensa
dor terico se elige a s mismo. La teora crtica, sin
embargo, por ms convincente que pueda ser como
anlisis del momento histrico, no es otra cosa que la
voz personal del terico.
FOUCAULT Y SARTRE
43
En la posicin de Sartre hay un elemento de honesti
dad intelectual que Foucault no poda permitirse igno
rar. La posicin de un terico es decisiva para el cono
cimiento que desarrolla. Si el conocimiento se presen
ta
como algo que no procede de nadie en concreto ni
de ninguna parte, se introduce en el texto, independien
temente de la modestia de las pretensiones que se plan
teen respecto de ese conocimiento, cierta duplicidad,
gracias a la cual el texto asume una autoridad objetiva
que Foucault menos que nadie pretende vindicar. En l
tima instancia, la insistencia de Sartre en el carcter
personal de su conocimiento es ms nietzscheana, ms
cuidadosa frente al peliro de que el conocimiento sea
una fonna de poder por medios distintos, que la retira
da respecto del texto que efecta Foucault con una
modestia irrefexiva. La saludable advertencia que ste
hace al afirmar que su texto no tiene que ser tratado
como un prontuario policial se convierte en una excusa
para refugiarse en un escondite epistemolgico.
Hay, empero, buenas razones para la elusividad de
Foucault: en manos de Sartre la urgencia por la autorre
flexin termina en la justificacin del terico. Partien
do de la simple necesidad de definir su propia concien
cia. Sartre termina en un sistema hermtico, a prueba
de aire y sobreexpandido, que pide la adhesin de los
oprimidos de todo el mundo. La totalizacin de su pro
pia situacin lleva a un cmulo impresionan te de teori
zacin que se alza sobre el populacho como un tirano
que exige accin consecuente y compromiso. Lo que
para Sartre comenz como un esfuerzo por circunscri
bir el alcance de la razn mediante una clarificacin de
la dialctica marxista, termina en una expansin tre
menda del poder del intelectual. La razn dialctica de
Sartre se arroga un derecho de prioridad sobre la inicia
tiva del movimiento de protesta, urgiendo la confonni-
4
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
dad con la teora a expensas de la libre prctica. La ne
cesidad epistemolgica de la teora critica consiste en
encontrar un camino intermedio entre la reticencia de
Foucault y la presuncin de Sartre, y ese camino tiene
que respetar los lmites de la razn, reconociendo la si
tuacin del terico sin esconder la presencia reflexiva
del autor en el texto.
Sartre y Foucault difieren todava ms tajantemente
acerca del problema del objeto de l a teora, y tambin
aqu hay fuertes argumentos de ambas partes. Para Sar
tre, el campo histrico-social consiste en una interaccin
dialctica entre hombres y cosas. Aunque Sartre presta
cierta atencin a la transformacin del mundo de las
cosas (el modo de produccin), su mayor preocupacin
se sita en el mundo de los sujetos humanos (series, fu
sin en los grupos) y en la introduccin de la alteridad
en la subjetividad (alienacin) a travs de la mediacin
de las cosas. El inters principal de Sartre est situado
en la subjetividad: de qu manera los seres humanos
pueden reconocer y realizar su libertad dentro de la to
talizacin que se va cumpliendo en la historia? El acen
to de la Cr(tica de la razn dialctica est puesto en los
obstculos que los sujetos encuentran en su esfuerzo
por autorreconocerse. Dicho con otras palabras, Sartre
se concentra en las condiciones de la resistencia a la do
minacin, y este centramiento es un producto, induda
blemente, de sus experiencias en la Resistencia durante
la Segunda Guerra Mundial y se corresponde con la si
tuacin de una sociedad industrial en creciente progre
so y prosperidad, como era la Francia de fines de la d
cada de 1950, donde no exista un movimiento de opo
sicin importante.
El objeto de la teora, para Foucault, aunque a pri
mera vista es completamente diferente del de Sartre,
puede considerarse como el reverso de la moneda de la
FOUCAULT Y SARTRE 45
teora crtica. Como escribe despus del ataque estruc
turalista a este tema, en la dcada de 1 970, Foucault
privilegia la objetividad como campo de investigacin.
Intenta tornar inteligibles modos de dominacin o "tec
nologas de poder" que haban escapado a la atencin
del marxismo clsico. Tecnologas de poder como el
Panopticon o el sistema disciplinario estn compuestos
por conglomerados de discursos y prcticas minuciosa
mente dispuestos para controlar el cuerpo y la mente.
Este nivel de inteligibilidad no podra encararse median
te la referencia al sujeto o a las formas de la conciencia,
sino por medio de un cuidadoso anlisis del campo de
la objetividad. En este aspecto, Foucault se opone fir
memente a Sartre. La Resistencia y los modos de subje
tividad asociados con ella no constituyen un problema
serio para Foucault, quien se limita a sealar que la
oposicin a la dominacin siempre est presente. 27 Pa
ra 1 970, a los mpetus de mayo de 1 968 haban sucedi
do distintas formas de oposicin, que parecan darse en
todos los puntos de vigencia del poder dentro del cam
po social, lo que constituye una diferencia marcada res
pecto de la situacin en la que escribe Sartre. Pero el
tomar en cuenta la coyuntura poltica no debe llevar
nos a pasar por alto los importantes puntos tericos
que separan a los dos pensadores. Con todo, puede sa
carse la conclusin de que la preocupacin por la resis
tencia y el anlisis de la dominacin son complementa
rios, no necesariamente contradictorios.
El tema en el cual Sartre y Foucault empalman sus
respectivos cursos de pensamiento no es tanto el cam
po de la investigacin como el status del sujeto. Fou
cault sigue siendo suspicaz respecto de las posiciones
que se fundan en un sujeto centrado, tomado como
fuente de inteligibilidad. La conciencia individual es
metdicamente excluida en cuanto objeto de conoci-
4
FOUCAUL T, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
miento, y sta es una premisa central en los proyectos
de Foucault durante la dcada de 1970. En Vigilar y
castigar slo logra situar su objeto, las tecnologas del
poder, mediante una investigacin que hace a un lado
la racionalidad o accin del individuo o del grupo. Bus
ca mecanismos de discurso/prctica que funcionan con
fase distinta de la de la autoconciencia del individuo.
En Historia de la sexualidd da un paso ms adelante,
definiendo su objeto como el discurso/prcticas me
diante las cuales el individuo es constituido como suje
to de la verdad. En este caso, el individuo racional es
tomado en consideracin no como el tema de una pro
posicin que hay que defender (o refutar) sino como
una consecuencia de procesos histrico-sociales ; no
como la meta tendencia! y la base subyacente a la his
toria, sino como su resultado ilusorio. En un sistema
social como el nuestro, basado en ( 1 ) el postulado de
una naturaleza humana racional y ( 2) la diseminacin
de disciplinas cientficas que estn complicadas con las
relaciones de poder, la tarea de la teora crtica, pa
ra Foucault, consiste en mostrar de qu manera el suje
to y las disciplinas son constituidos bajo el signo de la
verdad. En este contexto no es posible considerar el su
jeto racional como origen o como causa.
Lo que con frecuencia se olvida es que Sartre comen
z su carrera con una estrategia que mantuvo casi hasta
el final de ella. Sartre, a quien los estructuralistas consi
deraban como el principal defensor del sujeto, se defi
ni en contra de todas las filosofas de la mente ya en
1939.20 Con sus premisas existencialistas-fenomenol
gicas, Sartre se opuso al idealismo acadmico francs,
para ei cual el sujeto racional era un centro metafsico.
El fenomenlogo, en cambio, postulaba la conciencia
como una relacin, una carencia que flua hacia las co
sas. y el existencialista pintaba a la realidad humana
FOUCAULTY SARTRE 47
como dispersa en el mundo, ex-istencia no centrada en
la racionalidad. Las principales obras de Sartre, El ser
y la nad ( 1 943) y la Oitca de la razn dialctca ( 1 960)
prolongan y desarro!lan ms ampliamente este tema.
Sin embargo Sartre postula para el sujeto un centro
que est dado no por la racionalidad sino por el signifi
cado. La conciencia crea significados aun cuando se en
cuentra perdida en el mundo junto con los otros. Se
gn ciertos tericos, tal concepcin del sujeto es esen
cial para una teora crtica postestructuralista. El pro
blema que plantea la posicin de Sartre para un pensa"
dor como Foucault es que aqul teoriza al sujeto pro
ductor de significado valindose de trminos ontolgi
cos y no lingstico-sociales. Kristeva, por ejemplo, ala
ba a Husserl porque "llam la atencin sobre esta sub
jetividad que constituye a su objeto y produce la con
ciencia situada en el acto de la predicacin", pero no
por la "afirmacin metafsica del 'ser' o de la 'presen
cia' como origen del significado".2
9
En el caso de Sar
tre hay un esfuerzo por i ms all de la formulacin
ontolgica del sujeto productor de significado que apa
rece en El ser y la nad. Esto es lo que intenta en la
Critca de l razn dialctca, donde emplea categoras
sociales e histricas para sefialar las transformaciones
en los modos de la subjetividad, sin escapar por com
pleto del nivel ontolgico. En este sentido, Sartre se ha
movido en una dieccin semejante a la de Foucault y
trabaja con la misma problemtica, pero sin ir tan lejos
como ste en cuanto a superar el sujeto racional. Por su
parte, Foucault no ha resuelto todava de un modo
completo el problema de la subjetividad, en la medida
en que no ha podido construir una teora sobre la pro
duccin de significado por obra de los sujetos ni dar
cuenta de la resistencia a la dominacin.
48
FOUCAULT, EL MARISMO Y LA HISTORIA
Teoras de/ lengaje
Si el existencialismo fenomenolgico es una metodo
loga empleada por los marxistas occidentales para re
solver las limitaciones del marxismo clsico, la lingsti
ca es la otra. En su libro Mitolog, Barthes demuestra
el poder de la lingstica estructural para el anlisis de
los lenguajes cotidianos. Saca a la luz los mecanismos
ideolgicos que operan en la publicidad, la moda y dis
tintas actividades de esparcimiento. Cuando la vida co
tidiana es enfocada como un campo de significados lin
gsticos (semiologa), se descubre un proceso median
te el cual se naturalizan las instituciones sociales, se les
da la apariencia de universalidad y se encubren los sig
nificados bajo las mscaras de los significantes que flo
tan sobre ellos. La semiologa, sostiene Barthes, ilumi
na Jos mecanismos de dominacin mediante los cuales
se produce el significado en la vida cotidiana.
La tarea de desarrollar la semiologa hasta convertir
la en una teora crtica completa fue llevada a cabo por
Jean Baudrillard. Prolongando la obra de Barthes y
tambin la de Lefebvre, Baudrillard desarrolla una teora
de la transformacin histrica de Jos modos de signifi
cacin.'0 Pero el sacar a la luz los mecanismos lings
ticos de la actual sociedad de consumo no es suficiente.
Si no se analiza la morfologa de las formas lingsticas
podra parecer que ciertas estructuras del lenguaje son
en s mismas universales, posicin que va en contra de
las posiciones de! materialismo histrico. Dentro de es
te esprtu, Baudrillard analiza los orgenes histricos
de Jos mecanismos sociolgicos contemporneos. En el
capitalismo avanzado, las palabras (significantes) estn
escindidas de Jos significados y de los referentes (cosas),
como lo han mostrado tambin otros lingistas enrola
dos en el estructuralismo. Pero esta estructura del len-
FOUCAULT Y SARTRE 49
guaje es producto de un fenmeno histrico que se re
monta al Renacimiento. Antes de esa poca, el lengua
je estaba caracterizado por el uso de s m bolos en los
cuales todos los elementos lingsticos estaban integra
dos, y no fragmentados. Baudrillard se basa especial
mente en materiales antropolgicos para apoyar su te
sis.
L forma lingstica predominante en el capitalismo
no es el smbolo sino la seal. Como los elementos lin
gsticos estn fragmentados, Jos significantes pueden
"flotar", por as decirlo, en medio de la prctica social
y ser combinados a voluntad con significados y referen
tes. De hecho, el proceso de produccin ha sido trans
formado mediante estos significados flotantes. Los ca
pitalistas no se basan ya en el "valor de uso" -la utili
dad real o imaginada de una mercanca- para vender
sus productos. En vez de ello, en el proceso de publi
cidad los significados se adscriben a las mercancai de
manera aparentemente aleatoria. Las cualidades desea
das por la poblacin (sexualidad, seguridad en uno mis
mo) se atribuyen a las mercancas independientemente
de su funcionalidad o utilidad material. As, las cremas
de afeitar prometen atraccin sexual, los desodorantes
garantizan la seguridad en uno mismo, los automviles
son un medio para la vida social activa, las bebidas ga
seosas son la llave de acceso a la comunidad, el amor, la
popularidad, etctera. El proceso ha avanzado hasta tal
extremo que el modo de significacin ha llegado a con
vertirse en un elemento central del modo capitalista de
produccin.
El mecanismo de la seal, mediante el cual los signi
fcantes son adscriptos a las mercancas, asegura una
respuesta inmediata, aunque inconsciente, por parte
del receptor del mensaje. Las comunicaciones de las
empresas de publicidad son intermediadas por conduc-
50
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
tas electrnicas. El consumidor se convierte en el suje
to por medio de una cuidadosa manipulacin de la es
tructura del mensaje, cuyo objetivo buscado es la re
cepcin inmediata del significado, recepcin que exclu
ye la racionalidad. Las seales crean un corto circuito
en el proceso de pensamiento crtico: el consumidor
no debe ponderar l a posible utilidad de una mercanca
( corresponde realmente el significante al referente?),
sino asentir mecnicamente al mensaje y -deseablemen
te- comprar el producto en un acto impulsivo de con
sumo semilgico. Tomadas en su conjunto, sostiene
Baudrillard, las seales constituyen cdigos en los cua
les se halla insertado el sujeto y de los que no puede es
capar.
En un primer momento, Baudrillard consideraba su
propia crtica como un complemento del marxismo co
rriente: la escisin introducida entre los valores de uso
y los valores de cambio crea las condiciones para el c
digo. En un cierto punto se hace necesario para el pro
ceso de acumulacin capitalista crear una sociedad de
consumo. Una vez satisfechas las necesidades bsicas, el
desarrollo capitalista requiere la creacin de nuevas ne
cesidades, y para este fin recurre a la seal. Las nuevas
necesidades de la clase obrera son emocionales y socia
les, y por ello los capitalistas ofrecen amor y comuni
dad mediante los mismos productos que anteriormen
te haban prometido medios ms rpidos de transporte
o mejor alimentacin. La semiologa de la publicidad
pone de manifiesto, sin embargo, una etapa ms en la
dialctica del capitalismo.
No bien hubo formulado esta posicin, Baudrillard
qued insatisfecho por su reduccionismo. El modo de
significacin no est ligado de una manera absolutamen
te estrecha con el modo de produccin. Muy pronto,
Baudrillard comenz a desarrollar la tesis de la autono-
FOUCAULT Y SARTRE 51
ma, -que primero plante como relativa y luego co
mo completa-, del modo de significacin.'' El marxis
mo -
sealaba- apuesta a un modelo productivista de
sociedad, en tanto que las consecuencias derivadas de
la semiologa crtica conducen a una posicin intercam
bista. Los
significados se crean segn lo han mostrado
antroplogos como Mauss y Sahlins, en el proceso de
produccin social, y no por intermedio del proceso de
produccin. El materialismo histrico est encadenado
a
una visin utilitarista/funcionalista de la sociedad,
que relega las formaciones precapita!is
.
tas al rango de
posiciones suprstites. Slo el capitalismo ha resuelto
el prblema del excedente de produccin, reinvirtin
dolo en el crecimiento general. Pero sucede que las so
ciedades no capitalistas tambin generan excedentes.
Baudrillard responde a la objecin sealando que la di
ferencia consiste en que lo que estas sociedades hacen
con los excedentes est determinado no por una racio
nalidad utilitaria sino (como sucede en los potlatchs o
los intercambios de regalos), por el proceso de inter
cambio de significados. El anlisis pleno del cdigo,
concluye Baudrillard, exige un divorcio terico entre el
modo de significacin y el modo de produccin.
Las obras de Baudrillard, que muestran la dificultad
que los marxistas occidentales tienen para complemen
tar el marxismo clsico, tiene cierta semejanza con la
posicin de Foucault. Ambos intentan otorgar toda su
significatividad a la lingstica dentro de la teora crti
ca y ambos intentan presentar la experiencia lingstica
en relacin con la accin histrico-social. El polmico
ataque de Baudrillard en Oublier Foucault ( 1977) ce
rr toda posibilidad de dilogo entre los dos. Y sin em
bargo ambos estn interesados en la manera coro se
constituye el sujeto en la prctica lingstica, coinciden
cia que hace pensar en la posibilidad de una ulterior i-
52 FOlCAULT, EL MARXISMO Y LA HI5TORIA
vestigacin. Baudrillard no sigui desarrollando sus po
siciones iniciales, sino que emprendi un camino dife
rente, a partir de Intercambio simblico y muerte
( 1 976). y este camino lo alej de la preocupacin por
la teora crtica.
Otro marxista occidental que dio un "giro lingsti
co"3 es Jrgen Habermas, la principal figura de la Es
cuela de Francfort tras la muerte de Adorno, Horkei
mer y Marcuse. Habermas descompone el tema marxis
ta del trabajo en tres niveles analticos de trabajo, inte
raccin y lenguaje." Luego de abandonar el reduccio
nismo del modelo estructura/superestructura, Haber
mas investig los fundamentos de la teora crtica va
lindose de categoras lingsticas. Sostiene que al len
guaje ordinario le es inherente un criterio de verdad
que puede serir como base para la poltica democrti
ca. 3 Este criterio no est situado en los niveles grama
ticales o sintcticos del lenguaje, sino en lo que Haber
mas llama "el nivel pragmtico", que es el nivel donde
el lenguaje funciona como acto de comunicacin. Con
trariamente a los semilogos Barthes y Baudrillard, Ha
bermas no se interesa por el lenguaje en cuanto cdigo
dotado de una lgica intera. En vez de ello, desplaza
la teora crtica ms cerca del punto en que lenguaje y
accin se intersectan. La "interaccin comunicativa" es
el campo que elige para su investigacin. Aunque esta
estrategia resulta prometedora para la teora crtica,
Haberas no la aprovecha plenamente. L lnea de in
vestigacin fructfera estara dada por el prestar aten
cin a los cambios en la situacin de habla, en especial
los provocados por las tecnologas electrnicas sur
gidas en el pasado reciente. A Habermas, en cambio, le
interesa solamente la "situacin ideal de habla", que
sire como fundamento para el individuo racional aut
nomo.
FOUCAULT Y SARTRE
53
Aun cuando muchos consideran a Habermas y Fou
cault como las principales figuras en el campo de la
teora crtica y aunque se han concertado debates en
tre ambos con la esperanza de promover el trabajo te
rico, no existe mayor concordancia en sus posiciones.
Habermas est adscripto a la valoracin iluminstica de
la autonoma individual como obra de la razn, en tan
to que Foucault cuestiona la relacin entre razn y de
mocracia. Habermas, adems, recurre a fundamentos
trascendentales para validar su teora, en tanto que
Foucault es ms rigurosamente histrico, y prefiere ras
trear la aparicin de pautas divergentes de discurso/ac
cin, sin privilegiar a ninguna de ellas. Habermas es
mucho ms sistemtico desde el punto de vista terico
y ms utpico en poltica, mientras que Foucault sos
pecha de los sistemas y se mantiene reticente acerca de
la eliminacin de las dominaciones en el futuro. Consi
derada en conjunto, su posicin no contiene muchos
elementos que la hagan compatible con la de Habermas,
la cual da cada vez ms la impresin de tratarse de un
paso atrs kantiano en l a teora crtica.
Psicoanlisi
La tercera metodologa asociada con el esfuerzo de
los marxistas occidentales por la renovacin terica es
el psicoanlisis. Las ideas de Freud han gozado de mu
cha popularidad entre los pensadores adscriptos a la
teora crtica, a partir de los primeros intentos de Wil
helm Reich por sintetizar el materialismo histrico y el
psicoanlisis. Reich tuvo poca relacin con la Escuela
de Francfort, pero Horkheimer estaba interesado en el
pensamiento de Freud y organiz un proyecto, en el
que tuvo una importante participacin Erich Fromm,
54
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
para estudiar la relacin entre la autoridad y la familia
aplicando criterios psicoanalticos. A partir de la publi
cacin de los Estudios sobre autoridad y familia, en
1 935, los tericos de la Escuela de Francfort volvieron
una y otra vez sobre el problema de la conciliacin de
Marx y Freud. Dentro de este cauce de investigacin se
sitan el ensayo de psicologa social de Adorno, Eros y
civilizacin ( ! 95 5), y Cinco conferencias. Psicoanlisis,
poli ti ca y utopia ( 1 970), de Marcuse, y Conocimiento e
intereses humanos, de Habermas ( 1 97 1 ).
Exceptuado Habermas, a quien preocupa el valor
epistemolgico de la experiencia teraputica, los temas
tratados por la Escuela de Francfort son similares entre
s, aunque hay muchas diferencias en el acento que co
loca cada autor, En general se manifiestan de acuerdo
con el psicoanlisis, por considerar que proporciona
una mediacin entre la comprensin del individuo y la
comprensin de la sociedad. Las categoras freudianas,
afirman, llevan a un reconocimiento de la importancia
de la superestructura, es decir, la conciencia, la ideolo
ga y la sexualidad. El psicoanlisis explica (cosa que el
marxismo no ha podido hacer) las regresiones en la his
toria, cuyo ms claro ejemplo es el fascismo alemn,
pero tambin los anhelos infantiles movilizados por la
industria culturaL 35 Pero el tema central n el empleo
que la Escuela de Francfort hace del psicoanlisis es la
nocin de represin sexuaL Marcuse y otros amplan la
crtica marxista de la economa poltica a una crtica
freudiana de la economa' libidinaL En Eros y civiliza
cin, Marcuse traduce las categoras freudianas median
te el vocabulario marxista. El principio de realidad se
convierte en el principio de rendimiento, y el paralelo
de la plusvala marxista es la sobrerrepresin freudiana.
Valindose de recursos como stos, la Escuela de Franc
fort suma el valor crtico dei psicoanlisis al del mate-
FOCAULT Y SARTRE
55
rialismo dialctico. pero sin hacer una crtica interna
de ninguna de las dos posiciones. Esta direccin de
pensamiento ha producido muchos ensayos importan
tes, pero no promovi una reval uacin de ninguna de
las dos posiciones ni llev a una redefnicin de los re
quisitos de una teora crtica de la sociedad.
En los escritos de Foucault el psicoanlisis aparece
en un registro totalmente diferente. En su ensayo his
trico sobre la sexualidad no utiliza el psicoanlisis. si
no que lo trata como una parte de esa historia. Se mues
tra particularmente crtico con la hiptesis de la repre
sin sexual asociada con la Escuela de Francfort y con
Reich. A partir de su teora del discurso. Foucault sos
tiene que la cultura burguesa no reprime la sexualidad,
sino que crea nuevas formas de prctica sexual median
te la divulgacin de discursos sobre el sexo. incluido el
psicoanlisis. Se forma un sujeto para el cual l a sexua
lidad es su verdad. el secreto profundo de su identidad,
que en ltima instancia constituye su centro. Adems,
Foucault considera que. dentro de la historiad e la sexua
lidad, el psicoanlisis desempea un papel en cuanto
mecanismo de discurso/prctica no enteramente dife
rente de la confesin cristiana, una relacin de poder
en la cual el sujeto es constituido y reconstituido en el
discurso de la situacin teraputica. Foucault niega to
da aversin personal contra la teoria freudiana. pero su
Historia de la sexualidad parece dar pie para una crtica
devastadora de esta ciencia del hombre que pretende
ser una ciencia liberadora, cuando de hecho practica
una manera de dominacin.
La valoracin de Freud tuvo que esperar en Francia
hasta los aos 60. 3 cuando el inters fue estimulado
por la importacin de las ideas de Wilhelm Reich por
pensadores como J ean-F ran<ois Lyotard 37 y por el desa
rrollo de una forma peculiar de psicoanlisis mezclada
56 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
con fenomenologa hegeliana y estructuralismo lings
tico que est asociada con la obra de J acques La can.
Para los fines del presente trabajo, la importancia de
Lacan consiste er su influerrcia sobre Althusser. Baudri
llard y Deleuze y Guattari. Derrtro de las formulaciones,
complejas y a menudo opacas, de Lacan, el sujeto se
constituye en el inconsciente a travs de un proceso in
termediado por el lenguaje, que fija al sujeto en un re
conocimiento errneo y descentrado de s mismo. En
El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia ( 1 972), De
leuze y Guattari amplan y revierten la posicin laca
niana para presentar una minuciosa crtica del capitalis
mo avanzado. Al igual que Foucault (y quiz sta fue
la base de la cercana que existi entre ambos a comien
zos de la dcada de 1 970), Deleuze sita el psicoanli
sis dentro del campo de su crtica y lo interpreta como
una forma de "territorializacin" o "codificacin". Le
jos de pem1itir la comprensin de una formacin ps
quica, el concepto del Edipo es un vehculo parental
para suscitar y al mismo tiempo reprimir la sexualidad
del nio. En la sociedad capitalista, el flujo natural de
la libido es codificado por la familia, mientras que en
formaciones sociales ms primitivas es territorializado
directamente por la poltica. El objetivo de Deleuze y
Guattari es "desterritorializar" la libido mediante la li
beracin de su flujo esquizofrnico.
Por ms que Foucault no pueda ser identificado con
la poltica reichiana de liberacin sexuaL hay momen
tos en que su argumentacin se aproxima a la de De
leuze y Guattari. En el prier volumen de su Historia
de la sexualidd, tras un largo anlisis de la manera
como los discursos sexuales son foras de dominacin
que llevan a los sujetos a formas particulares de sexua
lidad, Foucault plantea el tema de la liberacin respec
to de los modos de dominacin sexual.
FOCC.\CLT Y SARTRE
57
No
hemos de pensar que con slo decir s al sexo decimos
no
a poder; todo lo contrario: lo que hacemos es ingresar en el
carl preparado por el despliegue general de la sexualidad. L
que tenemos que cortar es la operatividad del sexo, si lo que
pretendemos -por medio de una reversin tctica de los dis
tntos mecanismos de la sexualidad- es contrarrestar los ate
nazamientos que logra el poder mediante la reirndicacin de
los cuerpos, los placeres y conocimientos en toda su multipli
cidad y posibilidades de resistencia. El punto de reunin para
el contraataque contra el despliegue de sexualidad no tiene
que ser el deseo sexual, sino los cuerpos y los placeres. 38
Este pasaje. tan difcil de interpretar, contiene un
raro ejemplo del pensamiento poltico utopizante que
aparece en los textos de Foucault. No slo habla de re
sistencia al poder. lo que es inusual en l, sino tambin
de derribar la dominacin (en el rea del sexo) y de es
tablecer un nuevo sistema liberador (del sexo). lo que
constituye una importante definicin poltica, quizs
sin paralelo en sus obras principales.
Es evidente que cuando habla de "despliegue de la
sexualidad" se est refiriendo a las formas contempor
neas de discurso/prctica que constituyen la sexualidad
del sujeto. Dicho con otras palabras: nuestra cultura
genera modos especficos de actividad sexual, a los que
Foucault rotula de "sexualidad". En contra de las tesis
de la Escuela de Francfort sobre la represin, y en coin
cidencia con Oeleuze y Guattari, Foucault considera
que el as llamado "movimiento de liberacin sexual"
constituye una parte de la forma dominante de sexua
lidad. 39 De ah la tesis de que afirmar la propia sexua
lidad y revertir la gazmoera victoriana no constituye
un acto de liberacin, sino una operacin dentro del
discurso, que no libera al individuo de la opresin sino
que lo confirma como sujeto a ella. La dificultad de in
terpretacin y la sorpresa suscitada por el texto apare-
58 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
cen cuando Foucault propone una prctica alterativa
que. a su juicio. podra ser liberadora. Debemos recor
dar que Foucaulr, en otros pasajes de su obra, plantea
argumen!os eficaces contra las propuestas de esta clase:
no corresponde al intelectual hacerse cargo de ellas. si
no que !os sujetos oprimidos son los que tienen que ha
blar por s mismos. No obstante, en este pasaje Fou
cau!t se aparta de su conviccin y escribe como un su
jeto poltico, y no slo como analista de la poltica.
Foucau!t convoca al contraataque contra las formas
de sexualidad dominantes levantando la consigna "cuer
pos y placeres". Normalmente habla de los cuerpos
como necesariamente incluidos en discursos/prcticas.
nunca como cuerpos inocentes o naturales. ajenos a las
fom1as sociales. Sin embargo. en este pasaje parece
apoyarse en una nocin de cuerpo que precede a !a do
minacin sexual. Como en la concepcin de Deleuze y
Guattari sobre el libre flujo de la libido. Foucault apela
al cuerpo como un punto de resistencia a la autoridad
sexual. Si efectivamente es as. la interpretacin co
rriente de Foucault como un pesimista que no ve esca
pe a la dominacin tiene que ser revisada. Habra que
considerarlo ms bien como alguien que plantea la po
sibilidad de resistencia a la dominacin y su elimina
cin, pues esto es lo que presupone su convocatoria a
empuar las armas de los "cuerpos y placres". Mas es
ta convocatoria revolucionaria. esta reversin tctica''.
se queda inmvil en el texto. mirando al lector con una
expresin vaca y enigmtica. Foucault se niega a desa
rrollar su propuesta. El lector no llega nunca a descubrir
cul es la naturaleza de esos "cuerpos y placeres" que
han eludido el "despliegue de !a sexualidad": no llega a
enterarse de cul es la base de la resistencia ( inocencia
original. fuerzas naturales, flujo libidmal. pulsiones in
conscientes & & ?).
FOUCAlLT Y SARTRE
59
El pasaje que estamos considerando pone de mani
fie
sto una tensin central en el pensamiento de Fou
cau
lt. que posibilita una importante comparacin con
ios
marxistas occidentales. Como ellos. Foucault escri
be una teora critica que saca a la luz los modos de do
minacin. Como ellos. Foucault est insatisfecho. tan
to
con el marxismo clsico como con el marxismo ofi
cial de las "sociedades socialistas realmente existentes".
Como ellos. Foucau!t reivindica la posibilidad de cam
bio. de un cambio que elimine la dominacin. Como
ellos, Foucault sita los limites epistemolgicos de su
texto en la situacin del escritor. Pero, a diferencia de
ellos, se niega a indagar cules son las posibles fuentes
de resistencia. Rechaza sucesivamente: la nocin sar
treana de libre totalizacin; la nocin marcuseana de
sensibilidad ertica: el concepto de situacin ideal de
lenguaje. de Habermas. y la adhesin general de los
marxistas occidentales al concepto de dialctica. Aun
que acierta en mostrarse escptico acerca de estos fun
damentos para la accin revolucionaria, se encuentra.
sin embargo. frente al problema de que no puede eludir
completamente el concepto de un sujeto resistente. El
resultado es que se desliza hacia una exaltacin de los
"cuerpos y placeres" sin tener una justificacin terica
para ello.
Althusser
La comparacin de Foucault con Althusser. otro te
rico situado en el campo del marxismo occidentaL po
ne de manifiesto con especial claridad en qu medida
Foucault contina y se aparta tambin de ia problem
tica del marxismo occidentaL Althusser. a diferencia de
60
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
Sartre. se aviene al estructuralismo y la teora del len
guaje argumentando que Marx haba anticipado esas
tendencias. En los trabajos posteriores a 1 845, La ideo
loga alemana y El capital, Marx y Engels, segn Althu
sser, se despojaron de sus pieles hegelianas y fundaron la
ciencia del materialismo histrico al teorizar el objeto
(el modo de produccin) sin recurrir al sujeto, " lo cual
constituye un logro que puede ponerse en paralelo
con el ee Foucault. Althusser mantiene una adhesin a
la
ciencia que el nietzscheano Foucault no comparte,
pero en la medida en que Althusser elimina el sustrato
metafsico del sujeto racional, las obras de ambos pen
sadores presentan ciertas semejanzas.
Despus de haber descartado el sujeto en su obra de
1 968, Para leer "El capital", Althusser se encuentra a s
mismo retornando a ese tema despus de mayo de 1 968.
En su ensayo de 1 970, "Ideologa y aparatos ideolgi
cos del Estado", encara el problema del sujeto valin
dose del freudismo lingstico de Lacan. En primer lu
gar, Althusser, como otros marxistas occidentales, re
chaza las formulaciones marxistas clsicas del problema
de la ideologa. La distincin estructura/superestructu
ra, que deja lugar tan slo para una autonoma relativa
de la superestructura, es reemplazada por la problem
tica de la reproduccin. El papel que les corresponde a
las formaciones ideolgicas emerge claramente cuando
se plantea el problema de la reproduccin de las rela
ciones de produccin. Entonces es posible centrarse en
los mecanismos mediante los cuales se mantiene la he
gemona. Althusser consideca que la ideologa promue
ve la reproduccin en la medida en que establece el su
jeto en cuanto sujeto en una relacin imaginaria con la
sociedad. La ideologa proporciona al sujeto la ilusin
de ser un centro de significado. y por ello vive su rela
cin con la sociedad de una manera que lo lleva a re-
FOUCAULT Y SARTR 61
producir la lucha de clases existente. Pero la ideologa
aba
rca algo ms que las puras ideas: aparece slo en la
prctica y se la institucionaliza o materializa en lo que
Althusser denomina "aparatos ideolgicos del Estado"
(escu
ela, familia, poltica, derecho, sindicatos y medios
de comunicacin). 41
La concepcin que tiene Althusser del sujeto como
construido mediante mecanismos de prctica que gene
ra
la ideologa presenta cierta semejanza con la teora
del discurso/prctica elaborada por Foucault. Foucault,
como Althusser, no reconoce valor de verdad a los siste
mas discursivos, sino que los considera mecanismos de
poder que constituyen a los sujetos. Ambos pensadores,
pues, coinciden en negarse a dividir las ideas y las accio
nes en dos dominios diferentes. Y ambos estn intere
sados en desenmascarar los sistemas de dominacin.
Pero las coincidencias terminan aqu. Foucault otorga
mayor peso al discurso, mientras que para Althusser la
ideologa sigue siendo una categora funcional (la re
productora de las relaciones de clase) sin mayor com
plejidad interna o inters. En la medida en que la ideo
loga satisface el criterio de instaurar un suj eto centra
do, Althusser deja de interesarse en ella. Foucault in
vestiga de manera ms concreta las formas especficas
de la subjetividad constituidas por el discurso. Y esto
se debe a que, en ltimo trmino, Althusser est preo
cupado slo por los efectos de la ideologa sobre la cla
se obrera, en tanto que Foucault investiga grupos socia
les diversos como por ejemplo los presos, los homosexua
les, los enfermos mentales y los pacientes bajo atencin
mdica.
Por debajo de estas diferencias entre Foucault y Al
thusser hay una ms fundamental, que depende del dis
tinto compromiso de cada cual con el marxismo. Como
marxista que es, Althusser teoriza la totalidad valin-
62
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
dose de la categora del modo de produccin. Foucault,
que rechaza la categora de totalidad de una manera ge
neral y su versin marxista en particular, se niega a limi
tarse al anlisis de la clase obrera. La categora discurso/
prctica, pues, no est insertada en una teora totaliza
da. sino que flota como un halcn sobre el proceso his
trico-social, pronta a abalanzarse sobre cualquier
tema que le parezca apropiado. La opcin prctica que
presentan estos dos pensadores tericos es dramtica y
urgente. A mi juicio, la posicin de Foucault en el con
texto actual es ms valiosa como estrategia interpreta
tiva y. en ltima instancia. aunque suene paradjico,
ms marxista. Si por marxismo se entiende no la teora
especfica del modo de produccin o la crtica de la
economa poltica
.
ni tampoco el mtodo dialctico,
sino una visin critica de la dominacin que. bajo la
forma del materialismo histrico. considera todas las
prcticas sociales como meramente transitorias y todas
las formaciones sociales como indisolublemente conec
tadas con el poder y las relaciones sociales: entonces
puede afirmarse que la teora de Foucault abre la teora
crtica en una medida mayor que la de Althusser, para
hacerse cargo tanto de los cambios en las formaciones
sociales como de las localizaciones sociales donde se da
de hecho el cuestionamiento. En un mundo donde las
protestas sociales dependen cada vez ms del procesa
miento de la informacin y en el cual la protesta est
esparcida por muchos lugares no centrados, una totali
zacin llevada a cabo por la determinacin econmica
como eslabn final (como es la totalizacin operada
por Althusser), resulta ms tergiversadoraqueheurstica.
Es imposible eludir la conclusin de que Foucault
no hace sino continuar la tarea de los marxistas occi
dentales por otros medios. Aunque niega casi la tota
lidad de la construccin intelectual en que se funda la
FOUCAULT Y SARTRE
63
teora crtica, Foucauit se mantiene dentro de su pro
blemtica. La pregunta terica decisiva que queda plan
teada es: Hasta qu punto el rechazo por parte de
Foucault de una parte tan grande de la tradicin mar
xista-occidental de la teora crtica lleva a una disolu
cin gadual de esta tradicin o a una renovacin de la
teora crtica por carriles nuevos?
Antes de abordar esta cuestin, quiero analizar los
elementos errneos de la teora marxista clsica, con el
fin de detectar aquelios puntos de la posicin marxista
que en el actual contexto constituyen obstculos para
la teora crtica. Analizar, en particular, de manera sis
temtica, la concepcin marxista del trabajo, dentro
del contexto de una sociedad industrial avanzada, suje
ta al dominio creciente de lo que denomino "el modo
de informacin". Al sealar las limitaciones de la teora
marxista clsica bajo este aspecto, sealar tambin los
lugares de la obra de Foucault que proporcionan nue
vas orientaciones para el progeso.
NOTAS
l. Perry A.nderson, Considerations on Westem 111aris m, Lon
dres, New Lft Books, 1976; y, desde un punto de vista
diferente, Rusl Jacoby, Dilectic o[ Defeat: Contours o[
Westem Marism, Nueva York, Cambridge Oniversity Press,
1981 .
2. Martin Jay, Te Dilectical Imagination: A Histor o[ the
Frank[urt School and the Institute of Social Reseach, 1923-
1950, Boston, Little, Brown and Co., 1973; y David Held_ Jn
64 FOUCAcLT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
troduction to Critica/ 1zeor: Horklzeimer to Habermas, Ber
ke1ey, University of Califora Press, 1 980.
3. Mark Poster, Existential Marxism in Postar France: Sartre
to Althusser, Princeton, Princeton University Press, 1 976.
4. Herben Marcuse, Reason and Re.olution: Hegel and tlze
Rise
o[Soci1 17zeory, Nueva York, Oxford University Press, 1941 .
[Hay versin castellana].
5. Theodor Adoro, Negative Dialectics, trad. de E. B. Ashton,
Nueva York, Seabury Press, 1 973 (edicin origal, 1966); y
Jean-Paul Sartre, Critique de i raison dialectique, Pars, Ga
llimard, 1 960. [Hay versin castellana de las dos obras].
6. Georges Rau1et, "lnterview with Michel Foucau1t", Te/os, no
55 (prmavera de 1 983), pg. 200; y Michel Fucault, "After
word: The Subject and Power", en Hubert Dreyfus y Paul
Rabinow, Me he/ Foucault, Beyond Structuralism and Her
meneutics, Chicago, University of Chicago Press, 1 983. Con
tiene una declaracin de Foucault sobre su posicin poltica,
efectuada poco antes de su muerte.
7. Michel Foucault, Power/Knowledge: Se/ected Interviews
and Other Writing, 1972-1977, compilado por Colln Gordon,
Nueva York, Pantheon, 1980, pgs. 142, 1 1 7.
8. Una muestra de estos escritos puede encontrarse en "Manie
res de justice", Le Nouvel Obsel1ateur, no 743 (5 de febrero
de 1979); "Un p1aisir si sin1ple", Le Gai Ped, no 1 (abril de
1 979); "Lettre ouverte i Mehdi Bazarga", Le Nouvel Obser
vateur, no 752 (9 de abril de 1 979); y "lnutile de se soulever?",
Le Monde (1 1 -1 2 de mayo 'de 1 979).
9. La Quinzaine Littraire, n 14 (octubre de 1966), pg. 4.
JO. La Qunzaine Litteraire, n
o
5 (16 de mayo de 1966), pg.
14.
1 1 . La Quinzaine Lttraire, n 46 (1 de marzo de 1 968), pg.
20.
12. Ibd., pg. 21 .
1 3 . Georges Raulet, "lnterview with Michel Foucault", Te/os,
n 55 (primavera de 1983), pg. 21 0.
14. Ibd., pg. 209.
1 5. Ibd. , pg. 204.
FOUCAULT Y SARTRE 65
16.
Un anlisis ms completo de los acontecimientos de mayo
de 1968 se encontrar en Poster, Existentl Marism in
Postwar France, captulo 9; y tambin en Arthur Hs, The
French New Le[t: An lntellectual Histor from Sartre to
Gorz, Boston, South End Press, 1981. Una seleccin de do
cumentos de mayo de 1986 figura en Aa Schnapp y Pie
rre Vidal-Naquet, The French Student Uprising: an Analy
tical Record, trad. al ingls de Mara Jalas, Boston, Beacon
Press, 1 971 (edicin orignal, 1 969).
17. Te Archeo/og o[ Knowledge and the Discourse on Lan
guage, trad. a ingls de M. Sheridan Smlth, Nueva York,
Pantheon, 1972, pg. 219. [Hay versin castellana].
18. !bd., pg. 234.
19. Communication and the Evolution o[ Societ, trad. de Tho
mas McCarthy, Boston, Beacon Press, 1979 (edicin orig
nal, 1976); y The Theor o[Communicative Action, Vol. I,
Reason and tlze Rationalization o[ Societ, trad. al ingls de
Thomas McCarthy, Bastan, Beacon Press, 1984.
20. Discipline and Pnish, trad. al ingls de Aan Sheridan, Nue
va York, Pantheon, 1977 (edicin orignal, 1975), pg. 3 1 .
[Hay versin castellana].
21 . Selecciones de las formulaciones clsicas de Weber pueden
encontrarse en H. H. Gerth y C. Wright Milis (comps.), From
Max Weber: Essays in Sociolog, trad. al ingls de los com
piladores, Nueva York, Oxford University Press, 1958. An
lisis informativos de la posicin de Weber pueden encontrar
se en Wolfgang Mommsen, The Age o[ Bureaucracy: Per
pective on the Poltical Sociolog o[ Max Weber, Nueva
York, Harper y Row, 1974; Anthony Giddens, Capitalism
and Moder Social Theory, Nueva York, Cambridge Univer
sity Press, 1 971 ; y Jeffrey Alexander, Tzeoretical Logic in
Sociolog, Vol. 3. Te Classical Attempt o[ Theoretical
Synthesis: Ma Weber, Berkeley, University of Califora
Press, 1983.
22. Fundamental Principies ofthe Metaphysic o[ Moral, trad. al
ingls de Marvin Fox, Nueva York, Bobbs-Merrill, 1 949 (ed
cin orga, 1785).
66 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
23. Max Horkheimer yTheodor Adorno, Dia/ectic ofEnlighten
ment, trad. de John Cuming, Nueva York, Seabury, 1972
(edicin orignal, 1 944), pg. 6 y pssim. [Hay edicin cas
tellana l.
24. Telos, n 55 (primavera de 1 983), pg. 209.
25.
Mark Poster, en Existentia/ Marxism in Postwar France,
hace una resea de este proceso intelectual.
26. Este argumento se expone en Search for a Method, trad. al
ingls de Hazel Bares, Nueva York, K.nopf, 1963, que apa
rece como captulo introductorio de la Crtica, pero que se
public antes por separado. [Hay edicin castellana].
27. En una entrevistaintitulada "Powers and Strategies" afuma:
"No hay relaciones de poder sin resistencias". Trad. al ingls
en Foucault, PowerjKnowtdge, ob. cit., pg. 142.
28. "Une ide fondamentale de la phnomnologe de Husserl:
l'intentioMalit", Situations !, Pars, Gallimard, 1975 (edi
cin orginal, 1947), pgs. 3842.
29. Citado en Rosalind Coward y John Ellis, Language and Ma
teria/ism: Developments in Semiolog and the Theory
of
the Subject, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1977, pg.
132.
30. For a Critique of the Po/itica/ Economy of the Sign, trad.
de Charles Lv, St. Loui>, TeJos Press, 1981 (edicin
original, 1 972).
31 . Te Mirror of Production, trad. al ingls de Mark-Poster, S t.
Louis, TeJos Press, 1975 (edicin original, 1973).
32. Martin Jay, "Should Intellectual History Take a Linguistic
Tum?: Reflections on the Habermas-Gadamer Debate", en
D. LaCapra y S. Ka plan (comps+), Moder European Jnte//ec
tua/ History, lthaca, Corell University Press, 1982, pgs.
86-1 10.
33. "Techno1ogy and Science as 'ldeology' ", en Toward a Ra
tional Societ, trad. de Jeremy Shapiro, Boston, Beacon
Press, 1970 (edicin original, 1 968).
34. Communications and the Evo/ution of Societ.
35. Vase, por ejemplo, Theodor Adoro, "On the Fetish Cha
racter in Music and the Regression of Listening", en An
drew Arato y Eike Gebhardt ( comps.), The Essenti/ Frank-
FOUCAULT Y SARTRE
67
furt School Reader, Nueva York, Urizen, 1978, pgs. 270-
299.
36. Sherry Turkle, Psychoanalytic Po/itics: Freud's French Re
volution, Nueva York, Basic Books, 1 978, pg. 1 57. [Hay
versin castellana: Jacques Lacan. La irpcin del psicoan
lisis en Franci, Buenos Aires, Paids, 1983].
37. Por ejemplo,Drive partir de Marx et Freud, Pas, 1 0/18,
1973.
38. Michel Foucault, Te History o[ Sexuality, Volume !, trad.
de Robert Hurley, Nueva York, Pantheon, 1978, pg. 1 57.
[Hay traduccin castellana].
39. Marcuse, como es sabido, invirti su posicin inicial, expues
ta en Eros and Civilization, terminando por ver la revolucin
sexual como un producto de la "desublimacin represiva"
generada por la canalizacin de los impulsos sexuales dentro
de la sociedad capitalista tarda. One-Dimensional Man,
Bastan, Beacon Press, 1964. [Hay versin castellana de am
bas obras J.
4. Reading Capital, trad. al ingls de Ben Brewster, Londres,
New Lef Books, 1970 (edicin orginal, 1 968).
41 . "ldeology and Ideo!ogical State Apparatuses", en Lenin
and Philosophy and Others Essays, trad. al ings de Ben
Brewster, Londres, New Left Books, 197 1 , pg. 1 37.
2
MODO DE PRODUCCION,
MODO DE INFORMACION
Si es verdad que los trabajos recientes de Foucault
derivan de la tradicin marxista occidental y la superan,
tambin lo es que constituyen un formidable desafo a
la teora marxista .clsica de la historia. Antes de entrar
en la estimacin del valor que puede representar la teo
ra crtica de Foucault para la historiografa social, me
propongo examinar y hacer una estimacin de la posi
cin de Marx. Desde el punto de'vista de la historia cr
tica de la sociedad, la revisin del valor del marxismo
es una tarea largo tiempo pendiente. El marxismo mis
mo puede actualmente funcionar como un obstculo
para la crtica socia!. Es
n
ecsaria una crtica. sistemti
ca e incesante del marxismo, pero una crtica que sirva
para extirpar aquellos rasgos que desde un principio
fueron problemticos, aquellos que se han.vuelto obso
letos y los que han demostrado ser inadecuados para la
tarea, preservando a la vez todos los que conserven su
eficacia crtica.
Los cambios histricos que se han dado a partir de
fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX ponen en
cuestin muchos aspectos de l a posicin marxista. El
marxismo est obsesionado por el espectro de la histo-
70 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
ria. El marxismo ha cambiado la historia, pero la histo
ria ha cambiado tambin al marxismo. Surgido en ple
no capitalismo industrial durame el siglo XIX, el mar
xismo no inspira actualmeme la voluntad revoluciona
ria del proletariado en los centros del capitalismo avan
zado. En cambio. ha demostrado ser la gran esperanza
de las clases urbanas y rurales coloniales que pertenecen
a formaciones predominantemente preindustriales. La
teora marxista pronostica el advenimiento del comu
nismo en las formaciones sociales capitalistas desarro
lladas, es decir, aquellos lugares donde la composicin
orgnica del capital tiende a estar determinada por las
mquinas y no por la mano de obra; donde la pauperi
zacin del proletariado exacerba las contradicciones
sociales; donde la tasa de ganancia ha estado en decli
nacin durante mucho tiempo, donde la sociedad en
conjunto ha cado bajo el dominio de la mercanca. Y
sin embargo, en esos lugares, donde el liberalismo ha
quedado relegado a la condicin de curiosidad histrica,
tambin el marxismo parece ser una reliquia del pasado.
Los tericos marxistas, cuando se ven frente a estos
cambios, optan con frecuencia por hacer odos sordos.
El marxismo no es solamente un movimiento poltico,
sino que es tambin una teora. El marxismo eleva la
historia al rango de principio epistemolgic', pero l a
historia, a su vez, pone en cuestin el valor de verdad
de algunas categoras marxistas. En mayor medida que
nadie hasta entonces. Marx abri la filosofa al mundo,
lig la teora a la prctica, entrelaz la razn con la his
toria. Marx postul !a nec;esidad terica de tomar en
consideracin la situacin concreta, estableciendo el
con-texto como pre-texto del pensar. La ciencia slo
puede desarrollarse -afirmaba- si adopta la perspecti
va del proletariado. Para Marx este acto no era moral
sino epistemolgico. Para evitar las trampas de la ideo-
MODO DE PRODUCCION, MODO DE !NFORMACION
71
logia, es decir, la justificacin, intencional o no, del
mundo tal cual se da, Marx elev la historia al rango de
condicin del conocimiento. Slo mediante la compren
sin
del mundo como una formacin social transitoria,
y
por consiguiente :omo un fenmeno histricamente
limitado, puede la filosofa llegar a la verdad cientfica.
El mundo histrico-social se convierte en el lmite inter
no de la razn, el fundamento no trascendental de las
categoras del pensamiento. Pese a ello, los marxistas
parecen actualmente incapaces de responder a los cam
bios que se han producido en el mundo. Lo que Sartre
dijo otrora de Stalin es hoy aplicable de una manera
ms general: los marxistas son idealistas que reinstau
ran constantemente las categoras de Marx y afrontan
el mundo con la teora del modo de produccin, aislan
do la razn de la historia y proclamando la hegemona
del pensamiento de Marx sobre un mundo que hace
mucho tiempo los ha desmentido. Aun fuera del alcan
ce de gobiernos que se proclaman socialistas, los marxis
tas actan como el obispo en el Galileo de Brecht. ne
gndose a mirar por el telescopio por miedo a descubrir
que las realidades refutan las ilusiones que ellos mismos
alimentan. Lo que hay que evitar al hacer la crtica del
marxismo son las posiciones tradicionales de oposicin
a Marx. que son muchas. Estn. por una parte, el anar
quismo clsico y el trotskismo) que encuentran una fa
lla moral en algunos aspectos del marxismo, y por ello
el anarquismo lo rechaza por completo y el trotskismo
intenta reconstruirlo lejos del mal representado por Sta
lin. Est. por otra parte. la posicin de la Escuela de
Francfort, que se desentiende sin alharaca de l os textos
de Marx. Esta escuela mantiene el impulso anticapitalis
ta. pero desplaza el centro de la crtica hacia la superes
tructur'a. Con la posible excepcin de
Adorno, la Es
cuela de Francfort retiene las premisas fundamentales
72 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
del materialismo histrico, sin cuestionarlas nunca di
rectamente pero refinando y elevando el nivel de crti
ca. Estn tambin los marxistas eJistencialistas (entre
los cuales me cont yo mismo durante un tiempo), que
preservan la capacidad totalizadora de Marx, a la vez
que amplan la teora mediante el concepto de las me
diaciones. Tambin stos reconocen ciertas limitacio
nes de la teora, pero no asumen un compromiso com
pleto con a crtica de ellas. Hay, finalmente, un cmu
lo de posiciones polticas contrarias a Marx que ponen
el acento en la prctica de regmenes socialistas concre
tos y la consideran deficiente en algunos aspectos. En
este caso, la crtica se limita a un cuestionamiento del
liderazgo del movimiento proletario o a una versin
concreta del mismo, como hacen los socialdemcratas,
los bolcheviques, los maostas. Esta estrategia deja in
tactas tambin las premisas tericas de Marx y su pone
que, si bien en algunos lugares se han cometido errores,
es posible evitarlos cuando se d nuevamente la opor
tunidad. Por supuesto, esta oportunidad nunca llega, y
Cronos sigue cosechando el trigo de la historia capita
lista. La primera premisa de los textos marxistas que
necesita ser revisada es el concepto de que los seres hu
manos actan sobre la naturaleza. Marx constituye el
campo social como un campo en el cual los seres huma
nos actan sobre materiales tomados de la naturaleza,
con el fin de producir objetos tiles. Esta actividad,
por supuesto, es el trabajo humano, del cual Marx deri
va la totalidad del complejo de ideas conocido baj o el
nombre de "modo de produccin", como asimismo las
ideas relacionadas con la crtica de la economa polti
ca. En La ideolog{a alemana, Marx sienta como "pre
misa" la figura del hombre y la mujer que trabajan, y
esta premisa es necesaria para escribir la historia. Marx
razona que:
MODO DE PRODUCCION, MODO DE INFOR\ACION
73
... tenemos que comenzar por establecer la primera premisa de
toda existencia humana y, por consiguiente, de toda historia,
a saber, la premisa de que los hombres tienen que estar en
condiciones de poder vivir para poder "hacer historia". Pero
la
vida supone antes que nada la comida, la bebida, una habi
tacin y muchas otras cosas. El primer acto histrico, por
consiguiente, es la produccin de los medios para satisfacer
estas necesidades, la produccin de la vida material misma. Y
efectivamente ste es un acto histrico, una condicin funda
mental de toda historia, que debe satisfacerse da a da y ho
ra a hora, tan slo para mantener la vida humana ... Por con
siguiente, en cualquier interpretacin de la historia hay que
tomar en cuenta antes que nada este hecho fundamental, con
todo su significado y todas sus consecuencias, y acordarle su
debida importancia.1
El destino de la doctrina del materialismo histrico
depende de la "premisa" fundamental de Marx: los
hombres y mujeres trabajan para sobrevivir, afirmacin
que reson como un trueno en la Alemania hegeliana
de 1 840. La teora sociolgica tuvo que cambiar rpi
damente sus instrumentos. Tuvo que abandonar los do
minios etreos de la autoconstitucin de la especie hu
mana en el espritu para llegar a las terrenales estepas
donde' se mueve el animal que trabaja, un animal que
primero configur el mundo, luego se convirti en ob
jeto de ste, slo para tomar conciencia del rodeo dia
lctico y, esperablemente, terminar por formar el mun
do una vez ms. pero ahora bajo una figura concordan
te con la libertad.
Cautelosamente, Marx confiere a esta posicin el
rango de "premisa", y considera al conocimiento hist
rico como un acto de "interpretacin". En este nivel
epistemolgico, pues, las pretensiones de Marx acerca
de su teora de la historia caen fuera del absolutismo
de Descartes, la bsqueda de la certidumbre. Pero si el
74 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORiA
materialismo histrico no pretende estar fundado en la
pretensin de una verdad superior a !a de otras teoras
de la historia, cul es la base de su valor? En La ideo
logia alemana Marx no intenta justificar su "premisa"
o su "interpretacin" en trminos epistemolgicos.
Presenta su posicin con coherencia, apelando a! lector
para que ste recon
: escl avos
irHroducicb por el cri st in1ismo con su di st i ncin entre
el Bien y el \LlL o:s una expresin compleja e indirecta.
mediada por el veneno dd resentimi enw. La moral de
los .ri sti Jnos. mas profund3 y ms i nrcriorizada fue
una conse.uencia, en parte. de su conexi n :on los te
mas rt. ' l i tiosos Je la muert e y de Dios. De mJncra an
loga. Fouc:ndt descubre i c!uvc de l t .Lni LJ cristi ana
del s-misiJ10 en !a i mposicin de ban:ri.s a !a sexuali
dad ponindola en relacin con t emas rdiiosos. Tanto
para Nietzsche como para Foucault, la cuestin de l a
verdad acerca de uno mismo se convierte en un proble
ma ms riguroso y urgente durante el perodo cristiano.
Las diferencias entre ambos genealogistas son tambin
importantes, El centramiento de Foucault en las tcni
cas del s-mismo mediante el discurso/prctica es 1ns
susceptible de anlisis histrico que el mtodo filolgi
co de Nietzsche y su concepto de la voluntad de poder,
Las consecuencias que el proyecto de Foucault ge
nera para el tratamiento del perodo moderno merecen
ser consideradas con atencin. Durante ei Iluminismo.
la dimensin religiosa de las tcnicas del s-mismo se
desvanece. Una estructura mdico-cientfica asume el
mismo conjunto de discursos/prcticas, desarrolln
dolas ms, para culminar quizs en el psicoanlisis.26 El
mtodo cientfico para constituir la verdad del s-mis
mo en cuanto a la sexualidad se asemeja alarmantemen
te a su contrapartida cristiana. Pero el pianteamiento
DiSCURSOS VERDADEROS SOBRE LA SEXU.i.LIDAD
195
integral de esta posicin requiere un anlisis, integral
tambin, de los volmenes de Historia de la sexualidad
aparecidos en !os ltos aos, lo que aqu resulta im
posible,
NOTAS
l . Vase, en especial, "Dialectical Materialism and Psychoana
lysis, en Sex-Pol Essays, 1929-1934, comp. por Lee Baxan
dall, Nueva York, Vintage, 1966. Un claro resuen del pen
samiento de Reich y el de otros freudiano-marxistas es el de
Paul Rcbinson, en su libro The Freudian Left, Nueva York,
Harper and Ro, 1969. [Hay versin castellanaj. Es tam
bin interesante el trabajo de Reuben Osbom, Marxism and
Psychoanalysis, Nueva York, Delta, 1965.
:. Gran parte de la obra de Marcuse versa sobre este tema. Con
sltese Eros and Civilization: A Philosophical inquiry into
Feud, Nueva York, Vintage, 1962; One-Dimensioral i\fan,
Boston, Beacon Press, 1964; An Esmy on Liberation, Bes
ton, Be:con Press, 1969, y Fi;Je Lectures, Boston, Beacon
Press, 1970. [Hay edicin castellana de las obras citadas].
3. Herbert Marcuse, "The Obsolescence of the Freudian Con
cept o .Man", en Five Lectures, trad. de J. Shapiro y S. We
ber, Bostoa, Beacon Press, 1970, pg. 57.
4. 11ichael Sduwider, Ne-urosis and Civilization: A Afarist/
Freudian Syntizesis, trad. al Lgs de Michael Ro1off, Nueva
York, Urien, 1975. Es de h1ters, asir mo, Reimut Re
che. Sexuality and Class Stggle, trad. de Susaf Bennett,
Londres, New Left Books, 1970.
5. Tl1e Histo;y of SeYuality, vol. 1 , An Intoduction, trad. a
ingls de Robert Hurley, Nueva York, Pantheon, 1978. El
ttulo francs es: Hisroie de l sexualit, 1, La volont de
smoir, Pas, Gal d, 1976. [Hay traduccn castellana.]
!96
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
6. Hay
interesantes comentarios sobre Foucault en Edward
Said, Beginnings: Intention and 1l1ethod, Baltimore, Johs
Hopkins University Press, 1975, y "The Problem of Textua
lity: Two Exemplary Positions'', Critica! Inquiry 4, no 4
(verano de 1 978), pgs. 673-714; David Carroll, "The Sub
ject of Archaelogy, or the Sovereignty of Episteme", Mo
der Language Notes, n 93 (1978), pgs. 695-722 ; y Hay
den White, "Foucault De-coded", Histmy and Theory , 1 2,
n 1 (1971), pgs. 23-54.
7. Gilles Deleuze y Flix Guattari, L 'nti-Oedipe: Capitalisme
et schizophrenie, Pars, Editions de Minuit, 1972. [Hay edi
cin castellana: El anti-Edipo, Barcelona, Paids, 1 985].
8. The History of Sexuaiity, pg. 8 1 .
9 . Vase Mark Poster, Critica/ Theory of the Family, Nueva
York, Seabury, 1978, donde se lleva a cabo otra crtica de
la posicin de Deleuze y Guattari.
10. The History ofSexualit, pgs. 1 01 -2.
1 1 . lbd, pg. 73.
1 2. Norbert Ellas, The Civilization Pocess, Nueva York, Urizen,
1978.
13. Vigilar y castigar.
14. Te History o[Sexuaiity, pg. 65.
1 5. Stephen Kem, "Explosive lntimacy: Psychodynamics of
the Victorian Family", History of Childhood Quarterly, 1 ,
n 3 (1 974), pgs. 437-62.
16. Ejemplos de este discurso pueden encontrarse en Ren A.
Spitz, "Authority and Masturbation", Psychoanalytic Qua
terly, l0 21 (1 952)_ pgs. 90-527.
1 7. The History ofSexuaiity, pgs. 122-5.
18. Jacgues Donzelot, Te Poiicing of Families, trad. de Robert
Hurley, Nueva York, Pantheon, 1979. Edicin francesa,
1977.
19. 17ze History of Sexuality, pg. 93.
20. Han aparecido ltimamente: Vol. 2, L 'Usage des Plaisirs,
Pars, Gallimard, 1 984, sobre la sexualidad en Grecia y Ro
ma; Voi. 3, Le souci de soi, Pars, Galiimard, 1984, sobre la
primera poca cristiana y la confesin, y una coleccin apar
te de ensayos, titulada Les azeux de la chair, Pars, Galli-
DISCURSOS VERDADEROS SOBRE LA SEXUALIDAD 197
rrd, 1984, sobre la tecnologa del s-mismo en los dos pri
meros siglos despus de Crsto.
21 . De stos he consultado "Usage des plaisirs et techniques du
soi", Le Dbat, 27 (noviembre de 1983), pgs. 46-72, que
es presentado como "introduccin general" a los tres volM
menes siguientes; ''Le combat de l chastet", Communica
tions, 35 (1982), pgs. 15-22, presentado como "un extrac
t"" del volumen 3 (estoy en deuda con Judy Fiskin por ha
berme llama<o la atencin sobre este trabajo); "The Histo
r of Sexuality: Interview", con Bemard-Henri Ly, tradu
cido en Oxford Literar Review, voL 4, n 2 (1980) pgs.
3-14, y "How We Behave", entrevista con Hubert Dreyfus
y Paul Rabinow e Vanity Fair (noviembre de 1983), pgs.
61-9, que aparece como una pa. rte de las actividades de pro
mocin vinculadas con l publicacin de los nuevos volme
nes. He conseguido tambin las grabaciones de dos charlas de
Foucault, "Sexuality and Solitude", New York University
(noviembre de 1 980) y "The Birthof Biophysics", Princeton
University (noviembre de 1 980).
22. "How We Behave", pg. 6.
23. lbd.
24. "L comba! de la chastet", pg. 1 7.
25. lbd., pg. 23.
26. "How We Behave", pg. 67.
6
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMAC!ON:
UNA EVALUACION
Foucault ofrece a los historiadores un nuevo marco
para estudiar el pasado (conocimiento/poder); un
nuevo equipamiento de mtodos para hacerlo (arqueo
loga y genealoga), y una nueva concepcin de la tem
poralidad (discontinuidad). Aunque sumamente suge
rente, esta teora de la historia presenta varias dificulta
des.
Una objecin frecuentemente planteada contra Fou
cault es que sus obras son difciles, rebuscadas y final
mente incomprensibles. Empiristas y marxistas, dicen
los autores de estas crticas, tienen por lo menos l a vir
tud de la legibilidad. La objecin sera gave si se pudie
ra demostrar que !a oscuridad de Foucault resulta de una
imprecisin u oscuridad de pensamiento. Mi opinin es
que la dificultad se explica por la novedad de la t eora
de la historia propuesta por Foucault, por sus estrate
gias antievolucionistas y antisubjetivistas, que van muy
a contrapelo del estilo de pensamiento de l os cultores
de las ciencias del hombre. '
Una acusacin ms seria tiene que ver con l a insatis
factoria falta de completamiento de !a posicin de Fou
cault. Para evitar los problemas que suscitan el marxis-
200
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
mo y el empirismo
,
Foucault se niega a totalizar su po
sicin, se rehsa a formular una teora perfilada y cerra
da de la historia, entendida como una frmula capaz de
explicar el pasado. Obstinadamente, toma cada cues
tin por separado, analiza sus detalles y peculiaridades,
reconociendo que en la historia hay hiatos. regiones no
cartografiadas de la experiencia. No intenta, cualquiera
sea el tema. mostrar conexiones entre fenmenos diver
sos, explicar las ideas mediante la referencia a la econo
ma o una revolucin por una crisis financiera o una
guerra. En su obra sobre las crceles rastrea las nuevas
tecnologas de poder asociadas con su nacimiento, pero
no menciona los acontecimientos especficos que die
ron forma a la institucin as nacida, ni cmo se difun
di en los siglos XI X y XX el nuevo sistema del presi
dio panptico. El carcter sincopado y desparejo de sus
libros choca con la sensibilidad de quienes esperan un
texto que resuelva todas las cuestiones principales.
Hay, indudablemente. una dificultad en el mtodo
de investigacin de Foucault. Al no disponer de una te
ora sistemtica, no puede explicar por qu no analiza
problemas omitidos en su texto. Se permite rastrear las
formas cambiantes de poder/conocimiento sin, por
ejemplo, analizar las respuestas de las vctimas de este
proceso. No se pregunta, en Vigilar y catigar, de qu
manera los reclusos reaccionaron a las restricciones dis
ciplinarias del panopticismo. Describe la eficacia y mi
nuciosidad del sistema penitenciario, su control com
pleto sobre los individuos, su implacable supervisin
del ms mnimo detalle de la actividad. Afirma luego
que el panptico, si se lo juzga por su intencin de re
forma y normalizacin de la poblacin carcelaria, ha
sido un rotundo fracaso. Las tasas de reincidencia han
sido siempre altas. Pero, ai no existi una informacin
sobre las respuestas de los reclusos a este sistema, su
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMAClON
20i
"fracaso" aparece en medio del texto como un hus
ped no invitado.
Foucault sostiene que esta "hipocresa" del sistema
carcelario es solamente una astucia: que la tecnologa
de poder que establece constituye su nico propsito
real, y que la propaganda sobre la reforma de los delin
cuentes es solamente un seuelo ideolgico. Sin embar
go, en entrevistas mantenidas a partir de 1 977 comien
za a reconocer la importancia de la resistencia a esas es
tructuras -
.
Admite que la historia no slo tiene que
describir la colonizacin de la vida cotidiana por el co
nocimiento/poder sino tambin las innumerables re
beliones que la acompaan.' Significa esto que Fou
cault est virando hacia un enfoque dialctico? Adems,
es posible estudiar la resistencia sin recurrir a las no
ciones tradicionales de sujeto y libertad? En resumen:
cmo desarrollar una teora de la resistencia sin recaer
en los problemas que infectan las ideas marxistas de la
conciencia de clase y del proletariado como agente re
volucionario? Es suficiente decir que hay mucho traba
jo por hacer antes de que este difcil problema pueda
ser adecuadamente encarado.
Hay algo ms: el discurso asistemtico de Foucault
conduce a problemas epistemolgicos que pertenecen
al nivel de la formacin de conceptos. Al igual que
Nietzsche. Foucault introduce sus categoras en mitad
de su texto. sin darles una elaboracin plena !i una
presentacin sistemtica. Por ejemplo, el concepto de
"tecnologa de poder", tema central de Vigilar y casti
gar, aparece por primera vez en la pgina 23 [ de la ver
sin inglesa] . sin ninguna explicacin que lo acompae.
En ese pasaje Foucault est discutiendo las "cuatro re
glas generales" del libro. La tercera es del tenor siguiente:
202
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
3. En vez de tratar la historia del derecho penal y la histori
a
de las ciencias humanas como dos series separadas, cuya
su
perposicin parece haber tenido -sobre una de las dos o so
bre ambas a la vez- un efecto o perturbador o til, segn sea
el punto de vista que se adopte, veamos si tienen una matriz
en comn o si derivan ambas de un nico proceso de forma
cin "epistemolgico-jurdico": en una palabra, tomemos la
tecnologa de poder como el principio mismo, tanto de la hu
manizacin del sistema penal como del conocimiento del
hombre.4
De esta manera incidental Foucault especifica el ob
jeto de su estudio como "la tecnologa de poder" de
Jos sistemas penitenciarios desde el Antiguo Rgimen
hasta nuestros das. Pero qu significa realmente decir
que "se tomar la tecnologa de poder" como el princi
pio tanto de la instimcin penitenciaria como de l a
ciencia social que la estudia? Foucault emplea l a expre
sin "tecnologa de poder" docenas de veces a lo largo
del libro; emplea tambin otras como si fueran sinni
mos ("microfsica de poder", "mecanismos de poder",
etctera). Pero lo importante no es descubrir todos l os
significados de la expresin "tecnologa de poder" para
mostrar una contradiccin en el pensamiento de Fou
cault o simplemente para pulir una definicin formal
del tema. La dificultad reside en otra parte; sin una
teora sistemtica claramente enunciada, los lmites del
proyecto de Foucault quedan imprecisos. Es imposible
sealar Jos parmetros del fenmeno de la tecnologa
de poder, por ejemplo, sin efectuar una elaboracin sis
temtica de su base conceptuaL Al llegar al final de es
te libro, el lector tendr una nocin bastante clara de
qu quiere decir Foucault cuando habla de tecnologa
de poder, pero ser muy difcil determinar si esta cate
gora es compatible con otras teoras, como el marxis
mo, o si puede ser la base de estudios de otras matrices
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION 203
institucionales. De hecho, la tendencia de Foucault a
totalizar el concepto de "tecnologa de poder", yendo
en esto a contraveta de su posicin general, puede atri
buirse a que no haya logrado teorizado adecuadamente.
La desconfianza terica de Foucault es consecuencia
de su posicin respecto de las ciencias del hombre. Re
chaza obstinadamente la estrategia tradicional de desa
rrollo terico y verificacin emprica practicada por
igual por liberales positivistas y marxistas. En La ideo
logz'a alemana Marx insista en que el valor de la teora
del modo de produccin puede determinarse exclusi
vamente por medio de estudios empricos. 5 Lo que
Foucault encuentra objetable en las ciencias sociales t
picas es que en ellas el conocimiento est asociado con
una pretensin no reconocida, es decir, con la voluntad
de poder. Como la crtica de la Escuela de Francfort al
humanismo en La dialctica de la Ilustracin, y por su
puesto, como Nietzsche en M all del bien y del mal,<
Foucault sostiene que las ciencias sociales sistemticas,
en especial la elaboracin terica cuidadosa, contienen
en s un elemento de dominio, dado por una tecnologa
de poder. Como se dej sentado en el pasaje menciona
do anteriormente, en el que se introduce el concepto
de "tecnologa de poder", el discurso de la criminolo
ga es en s mismo una forma de poder. Las tecnologas
de poder constan de conocimiento y prctica ntima
mente asociados para la creacin de relaciones sociales
basadas en la dominacin. Como la ciencia social no es
neutral, ms all de la refriega de las luchas de clase, el
ejercicio racional de la produccin terica est implica
do en el problema de la dominacin. Y el marxismo,
con sus sistemas estatales opresores y partidos polticos
jerarquizados, no es diferente en principio de las cien
cias de la conducta y la ciencia poltica del capitalismo.
Aun si el terico toma expresamente partido por el
204
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
oprimido en vez de esconderse detrs de la mscara de
la neutralidad cientfica, la funcin de dominio unida a
la doctrina sistemtica no queda, por ello, eliminada.
En Vigilar y castigar, Foucault es, en trminos gene
rales, coherente con su ascetismo terico. Muchos lec
tores encuentran frustrante y difcil el libro porque, si
bien critica los sistemas penitenciarios modernos, el
autor no ofrece ninguna alternativa frente a ellos. Las
personas que han estudiado el libro sienten en l una
impresin de profunda desesperacin, 7 que es resulta
do de la convincente mostracin de la genealoga de las
crceles no acompaada de la alterativa utpica que
proporciona la teora sistemtica. Si el concepto de
tecnologa de poder estuviera completamente elabora
do en alguna parte, tendra que acarrear alguna posi
cin poltica de recha:,o. Las fonnas de resistencia a la
tecnologa de poder, tan poco consideradas por Fou
cault en Vigilar y castigar (vase su reconocimiento del
problema en Knowledge/Power) son un concomitante
necesario de la teora usual 8 Marx teoriz una revolu
cin proletaria contra el capitalismo, y los liberales teo
rizaron la re
.
sistencia al despotismo monrquico. Pero si
se optara por un giro terico como ste, sostiene Fou
cault, el concepto de tecnologa de poder recaera en
manos del terico, y se convertira en una emanacin
de la razn del autor, a saber, del propio Foucault. El
autor de l a teora sera el comandante de un nuevo
movimiento y ejercera la dominacin sobre sus segui
dores. El intelectual ocupara su lugar a la cabeza de la
columna revolucionaria; su mente sera venerada por
los oprimidos como una fuente de poder y quedaran
sujetos a la opresin procedente de l. Una vez ms el
libreto de la tradicin filosfica occidental sera repre
sentado como si la divinidad hegeliana de la razn hu
biera de confirmar su poder dialctico de inmanencia.
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION
205
El rechazo de la teora sistemtica por parte de Fou
cault es, por consiguiente, similar a la sospecha de Niet
zsche respecto de la razn como centro del Ser. Y para
mantener esta posicin renuncia a muchas cosas. Insis
te en que sus libros son solamente herramientas para
una descontruccin revolucionaria del aparato estable
cido. 9 O querra que nosotros los considerramos co
mo granadas que otros han de arrojar contra los reduc
tos del poder y la riqueza. El nico principio sistemti
co que aplica este escritor no sistemtico es la negacin
del sistema, la negacin de la razn y, consiguientemen
te, la negacin del autorazgo. 10 Aun cuando alguien
simpatice con el compromiso a que llega Foucault, la
posicin en la que se encuentra sigue siendo un compro
miso, plagado de dificultades."
Adems de la negativa a sistematizar su posicin,
hay otro aspecto de la reticencia terica de Foucault
que tambin suscita dudas y causa preocupacin. Por
encima de cualquier otra cosa, Foucault es un historia
dor del discurso. Argumenta para mostrar los efectos
de poder del conocimiento. ms que su valor de verdad.
Tiene aguda conciencia de hasta qu punto el discurso
modela la prctica, hasta qu punto el conocimiento es
una fuerza material en la historia. Y sin embargo evita
diferenciar su propio discurso del de otros. Argumenta
brillantemente que el psicoanlisis, por ejemplo, es un
discurso sobre la sexualidad que asume el control sobre
ella y la produce bajo formas nuevas. Nos exhorta a li
berarnos de tales "discursos verdaderos" sobre la sexua
lidad, pero no suministra una base terica para distin
guir entre los discursos que llevan a la dominacin y los
que allanan el camino para la liberacin. No reflexiona
nunca sobre el efecto de poder de su propio discurso ni
proporciona criterios para distinguir sus modalidades
conservadoras y radicales.
206
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
Foucault intenta defenderse contra las acusaciones
de falta de refexin epistemolgica sosteniendo que
los escritores nunca alcanzan la comprensin de las pre
misas que sostienen su obra. "No es posible", sostuvo
Foucault en Arqueolog(a del saber, "describir nuestro
propio archivo, porque hablamos desde adentro de es
tas reglas, porque l es el que da a lo que podemos de
cir sus modos de aparicin".12 Tanto Las palabras y la
cosas como Arqueolog(a del saber sostienen con gran
fuerza persuasiva que las reglas de formacin de cual
quier discurso estn ms all de la conciencia del escri
tor. Por lo tanto, es imposible pedirle a Foucault que
haga lo que l demostr que otros no pueden hacer.
Aunque podra decirse mucho en favor de este argumen
to, no es, en ltimo trmino, convincente, porque ha
bla slo en el nivel textual mismo, el texto como un
sistema de significantes, dejando de lado la cuestin del
texto como prctica, del discurso como efectos de ver
dad. Cuando se establece la conexin entre conocimien
to y poder, discurso y prctica, como comenz a hacer
lo Foucault en las obras qu
e
siguieron a Arqueologia
del saber, la cuestin epistemolgica cambia de terreno
y queda franca para la autorreflexin, por lo menos par
cialmente. Si la epistemologa pura -los principios de
la apodicticidad- es una cuestin falsa, el poder de ver
dad no lo es, y hay que estar preparado para analizar
de qu manera el propio discurso entra en el mundo y
lo perturba.
Vigilar y castigar no puede eludir su destino en cuan
to forma de comunicacin. Por ms que Foucault quie
ra ocultarse lejos de su texto y retirar su autorazgo ra
cional, y por ms slidas que sean sus razones para ha
cerlo as, su texto sigue siendo tambin l un discurso,
y como discurso retiene sus efectos de poder. Negarlos
no es hacerlos desaparecer. El error de Foucault, por lo
FOCCAULT Y EL >lODO DE JcFOR,!ACIOl
207
tanto. consiste en suponer que la conciencia que l po
see de los lmites de la razn y de la teora sistemtica
puedan producir una forma de teora inmune a esos l
mites. Para decirlo brevemente, Foucault deja al descu
bierto un supuesto idealista, a saber, que la conciencia
que un autor tiene de los d'ilemas del autorazgo asegura
una instancia de inexistencia del autor. En otras pala
bras: que Foucault mismo, en su escritura, puede elu
di r la tecnologa de poder propia del escribir. Pero es
evidente que si es posible silenciar la dominacin inhe
rente en la razn y el autorazgo, esto suceder no en
virtud de la conciencia del autor, sino a travs de un
cambio en el sistema social, un nuevo conjunto de prc
ticas en las cuales el pblico y el sistema de publica
cin dejen de conferir poder al autor. situacin que no
ha existido nunca y que quiz no llegue a existir jams.
Por estas razones, el discurso de la tecnologa de poder
tiene que considerarse sumamente incompleto y apto
por consiguiente para que se abuse de l. En ambos ex
tremos del espectro terico hay, pues, problemas sin
resolver: Foucault ni teoriza sistemticamente el cam
po de la historia ni examina epistemolgicamente la
base de su pensamiento.
Foucault se defiende contra las acusaciones de insu
ficiente sistematizacin de la teora mediante un cues
tionamiento del concepto tradicional del intelectual.
Desde el Iluminismo por lo menos. la cultura occiden
.al ha apoyado al intelectual como un defensor de los
derechos naturales, abogado de la humanidad, represen
tante de lo universal. Foucault menciona acertadamen
te a Voltaire como el caso tpico. El intelectual era la
avanzada del progreso y la revolucin, el disolvente de
las creencias tradicionales y de la autoridad amurallada.
Tan aceptada era esta visin del intelectual. que el ultra
conservador Joseph de Maistre pudo atnbuir la cada
208
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
del Antiguo Rgimen a dos intelectuales: Voltaire y
Rousseau. En el siglo XX la posicin del intelectual ha
sido cuestionada provocativamente por Julien Benda,
Antonio Gramsci y otros. Benda los acus de traicin
intelectual: Gramsci distingui entre los tipos tradicio
nal y orgnico. Sin embargo, a Foucault no le cuesta
gran esfuerzo colocar a Marx en la lnea del philosophe
del Iluminismo. No puso, acaso, el inters universal
del hombre en la causa de la clase obrera, ignorando
por completo los intereses de las mujeres, nios y el
mundo no europeo? No se arrog la posicin de la
ciencia y la capacidad para discriminar entre la concien
cia verdadera y falsa de los trabajadores? Estos son sig
nos irrefutables de que Marx era un intelectual del tipo
clsico.
Foucault llama a este personaje un intelectual "ge
neral" y lo distingue del intelectual "especfico". Este
ltimo es una hechura del siglo XX, con su fragmenta
cin del conocimiento, su multiplicacin de disciplinas,
su expansin infinita de centros de investigacin, su
explosin de la palabra impresa, su profesionalizacin
del discurso. Actualmente, quien pretende hablar en fa
vor de los intereses universales del hombre parece arro
gante o ingenuo, utpico o demente. Los marxistas han
sido quienes lamentaron de manera especial la fragmen
tacin del conocimiento y la prdida de estatura del in
telectual. No han pasado por alto las consecuencias
conservadoras del profesionalismo rampante que impe
ra en las ciencias sociales. Cuando los campos del cono
cimiento se deshacen en fragmentos, nadie tiene esta
tura para hablar en favor de los intereses de la sociedad
como un todo, criticar el sistema o representar lo uni
versal. No es ningn secreto quin se beneficia de esta
evolucin. La clase concomitante desacredita a sus t
banos tildndolos de chiflados que carecen de informa-
FOCCACLT Y EL MODO DE INFORMAC!ON
209
ciones suficientes para evaluar la situacin. El pasaje de
intelectual a experto, de crtico social a socilogo es
pecializado socava la tarea de la teora radicalizada. O
por lo menos esto es lo que piensan los marxistas.
Foucault descubre un aspecto menos negro en esta
evolucin. Especialmente a partir de mayo de 1 968, la
palestra del cuestionamiento se ha trasladado de lo ge
neral a lo especfico. Los delincuentes cuestionan la
prisin; los internos de los hospitales mentales. sus cui
dadores y sus terapeutas cuestionan el hospital: los asis
tentes sociales y los receptores de sus servicios cuestio
nan la burocracia: amas de casa y consumidores se or
ganizan en contra de las grandes empresas: los habitan
tes de las ciudades hacen marchas contra la disemina
cin de los generadores nucleares: los grupos minorita
rios cuestionan las injusticias del sistema legal. La revo
lucin no avanza contra el Estado y el capitalismo. no
recibe su combustible de los partidos y los sindicatos:
pero en el nivel local. en las situaciones concretas, en
las instituciones aisladas. se mueve inesperadamente en
ste o aquel sentido. y sin lgica aparente. El libreto es
semejante al que aparece en el concepto de rhizome, de
Deleuze y Gualtari, donde el orden social es socavado
por una tctica nmade de guerrilla que es invulnerable
al ataque. Por ello Foucault celebra la desaparicin del
intelectual tradicional y el surgimiento de una nueva
camada de cuestionadores radicalizados. Al hablar slo
en favor de s mismos y de sus respectivas situaciones
sociales. los intelectuales especficos crean armas. que
a Foucault le parecen ef1caces. contra "la microfsica
del poder".
En 1 9 7 1 - 1 972 Foucaull form parte de un movi
miento llamado Grupo de I nformacin sobre las Prisio
nes (GIP). organizado para reformar los institutos pe
nales. La prctica del Gl P es un ejemplo del nuevo pa-
210 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
pe! del intelectual especifico. Como Guattari en su pro
testa contra las instituciones mentales, Foucault no
pretendi hablar en nombre de los reclusos, enumerar
sus descontentos, convertirse en el sujeto de su opre
sin. Pero el GIP, utilizando la notoriedad de sus inte
grantes, ayud a crear un espacio en el cual pudiera
o irse la voz de los reclusos. Mediante marchas junto a
los muros de las crceles, los miembros del GIP atraje
ron la atencin de los medios de comunicacin hacia
los problemas de los penados, pero se negaron a hablar
en nombre de stos. Gracias a ello, la protesta de los
presos no pudo ser sofocada impunemente por los ad
ministradores de las instituciones penales, porque la
poblacin en general haba sido alertada sobre las de
plorables condiciones de la vida carcelaria.
Si se acepta que el intelectual especfico pone al des
cubierto fuentes de malestar exteriores al lugar de tra
bajo, no queda claro en el discurso de Foucault de qu
manera la protesta contra la tecnologa de poder puede
ser eficaz. Los lectores, a la vez que se maravllan de la
sutileza de Vigilar y castigar, llegan a la conclusin pe
simista de que la nueva disciplina de conocimiento y
poder que est ampliamente expandida a todo lo ancho
del espacio social, es ms eficaz que el capitalismo y
ms ominosa que el imperialismo.13
Las limitaciones de la autoconciencia de Foucault se
extienden adems a la cuestin de la referencia o situa
cin. Foucault no interroga, como s lo hizo Marx, las
condiciones de su propio pensamiento. No pregunta
nunca por la coyuntura histrica en la que suscita las
cuestiones. En sus textos hay una ausencia de reflexin
que resulta perturbadora y trasciende la supuesta inca
pacidad de analizar el propio archivo. Para Marx, la
existencia del proletariado y el modo capitalista de
produccin fueron las condiciones para el desarrollo de
FOUCAULT Y EL MODO DE JNFORMACION
21 1
la teora socialista. De manera anloga, en el caso de
Foucault se puede preguntar: cules son l as condicio
nes sociales para que surja una teora y pueda sostener
que la historia es una morfologa de conocimiento/po
der?
La estrategia adoptada al plantear la cuestin del
contexto social del discurso de Foucault no consiste en
reducir el significado de su texto al nivel sociolgico.
El pensamiento de Marx, por ejemplo, no estuvo "de
terminado por" la Revolucin Industrial, pero encon
tr su fuerza y sus lmites en su insercin consciente y
deliberada en el campo social. Marx adopt el punto
de vista del proletariado, y con ello la pretensin de
verdad de su discurso qued limitada y ste conectado
a la coyuntura histrica. Una estrategia paralela puede
seguirse en lo referente a los textos de Foucault.
Lo que est en juego es el problema de la totaliza
cin. En el primer captulo compar la posicin de Fou
cault con la de Sartre. Sostuve all que Foucault tena
razn al rechazar la totalizacin en el nivel ontolgico
y analtico. El campo de anlisis tiene que permanecer
abierto y no limitado. El terico slo puede proponer
el anlisis de rasgos especficos del campo social, esta
bleciendo quizs conexiones entre esos campos y otros
niveles, pero no puede ir ms lejos. La totalidad ser
siempre un horizonte del pensamiento, nunca su objeto.
Sostuve tambin que en el nivel epistemolgico o inter
pretativo era deseable e inevitable un momento de tota
lizacin. En el nivel preterico, antes de que quede es
tablecido el objeto de investigacin o se establezcan las
categoras, el terico hace una eleccin. Esta versa so
bre qu es Jo importante en la coyuntura presente, qu
es necesario hacer. sobre la relacin el trabajo del te
rico con su propio mundo. En este momento de formu
lacin terica est implcita, si no explcita, una forma
212
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
de totalizacin. El problema que presenta el discurso
de Foucault en Vigilar y castigar y en Historia de la se
xualidad es que en gran medida carece de totalizacin
epistemolgica. En muy contadas ocasiones encuentra
el lector en estos textos una mencin, cualquiera sea,
de la coyuntura actual como fuente hermenutica del
texto.
Desde el punto de vista de la estrategia adoptada por
Foucault, consistente en poner lmites tajantes a la ra
zn, en insistir en la interrelacin de poder y conoci
miento, en socavar todas las pretensiones de llegar a la
verdad absoluta, universal, la falta de refexividad care
ce de sentido. El mtodo ms saludable que podra em
plear Foucault para contrarrestar las pretensiones uni
versalistas de su propio texto sera situar la propia po
sicin e imponer lmites a sus propias aserciones; en
una palabra, reconocer y explicitar su propio rol como
intelectual especfico. En los textos que he examinado
aqu, Foucault nunca da forma a su posicin dentro de
la coyuntura presente. Foucault no se aplica a s mis
mo la figura del intelectual especfico. En entrevistas y
charlas, comenta que sus textos pueden emplearse co
mo herramientas, como "offres de jeu" en la tarea de
luchar contra la dominacin. No elabora nunca la rela
cin existente entre el intelectual especfico, compro
metido directamente en el combate contra la domina
cin, y el escritor que rene herramientas para ese
combate. Puede argumemarse que lo que yo he descri
to como una falta de sistematizacin en la posicin de
Foucault deriva de su negativa a totalizar su pensamien
to en el nivel epistemolgico y a elaborar la relacin
entre su discurso y su posible papel como intelectual
especfico.
La irona nsita en todo esto es que la autorretlexin
intensifica, en vez de disminuir, l a hostilidad de Fou-
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMAC!ON
213
cault contra el racionalismo. Como l a tarea de contex
tualizacin es coherente con la estrategia intelectual
principal de Foucault y como su elaboracin fortalece
ra la validez de su posicin, intentar aportar ese an
lisis en las pginas finales de este libro.
Hay que evitar dos peligros. Yo no estoy iaginando
las intenciones de Foucault ni inventando, mediante
una reconstitucin imaginaria, la totalizacin que con
figura su relacin personal con el mundo. Lo que me
propongo hacer es situar las posibles conexiones entre
los textos Vigilar y castigar e Historia de la sexualidd
y la coyuntura presente. Desde la perspectiva de la teo
ra social crtica, estoy interesado en la fuerza de los
textos de Foucault, no en su conciencia. Intento, ade
ms, clarificar una posicin terica, y no penetrar en la
mente de alguien. En segundo lugar, s que los resulta
dos sern parciales. Las relaciones que intento estable
cer entre los textos y el mundo no forman un todo
completamente unificado. Son fragmentarios y sugeren
tes, ms que finales y cerrados. Hay tres lneas de in
terseccin entre los textos de Foucault y la coyuntura
actual, que confirman la significatividad de estos
textos y fortalecen la posicin de la teora crtica: 1 ) el
concepto de discurso en general y la crtica de la razn
y de las formas absolutas de racionalidad; 2) los supues
tos sobre el cientfico o el erudito como sujeto del co
nocimiento; y 3 ) el modo de informacin. Analizar
sucesivamente estas tres lneas de interseccin.
El primer tema tiene que plantearse de manera fran
ca y directa: por qu es pertinente el concepto de dis
curso? Hay un pasaje de una entrevista de Foucault
con el grupo de Esprit donde aqul plantea la cuestin:
Existe hoy un problema que no carece de importancia para la
prctica poltica: el problema de las leyes, las condiciones de
214 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
ejercicio, el funcionamiento, la institucionalizacin de los dis
cursos cientficos. Esto es lo que he intentado analizar hist
ricamente eligiendo los discursos que no tienen la estructura
epistemolgca ms fuerte . . . , pero s el campo ms denso y
complejo de positividad.14
Foucault reconoce el problema, pero no lo elabora lo
suficiente. Si lo hubiera hecho, habra podido argu
mentar que el papel desempeado contemporneamen
te por las ciencias del hombre autoriza, o mejor dicho
obliga, a la teora social crtica a adoptar un punto de
vista desde el cual discurso/prctica, "verdad" y mo
do de dominacin son problematizados y analizados
histricamente.
En el centro de la tarea de la teora social crtica se
encuentra el esfuerzo por conceptualizar y demostrar
empricamente la historicidad de los modos de domi
nio contemporneos. Este objetivo diferencia a la teora
crtica de la sociologa "cientfica", que se conforma
con la medicin y explicacin de los fenmenos socia
les. La teora crtica, por el contrario, con sus mtodos
de reconstruccin histrica, socava la apariencia de na
turalidad con que se dan los modos de dominacin. La
sociologa cientfica, independientemente de las inten
ciones de sus cultores, tiende a confirmar esta aparien
cia de naturalidad. Marx llev a cabo la tarea de la teo
ra social crtica, quizs hasta un lmite no igualado an
teriormente, demostrando la historicidad y especifican
do los mecanismos de dominio intrnsecos al capitalis
mo industrial. Pero retrocedi al modo ideolgico de la
economa poltica liberal al formular los avances de su
posicin en trminos de norma5 liberales, es decir, co
mo emancipacin universal. Despus de mostrar la in
capacidad de la revolucin poltica liberal para llegar a
la democracia (sociedad sin clases), pas a argumentar
FOUCAULT Y EL MODO DEINFORACION
21 5
que l a revolucin social proletaria podra lograr este
objetivo. La metafsica de la abolicin total de la do
minacin volvi a insertarse en el seno de la teora cr
tica.
Uno de los principales objetivos del presente libro ha
sido mostrar que Foucault llev a cabo una tarea simi
lar a la de Marx, pero sin gan parte del bagaje metafsi
co concomitante. El anlisis que efecta Foucault so
bre las crceles y la sexualidad historiza los fenmenos
contemporneos, socavando su apariencia de naturali
dad, y especifica los mecanismos de dominio intrnse
cos a ellos (el panptico y los discursos verdaderos).
Esto es un logro impresionante, si se lo considera desde
la perspectiva de la teora social crtica. Pero es un lo
go alcanzado al precio de abandonar muchas de las po
siciones tericas de Marx y del marxismo occidental.
Para delimitar los mecanismos de dominacin intrnse
cos al fenmeno de las crceles y de la sexualidad. Fou
cault adopta la estrategia nietzscheana de la genealoga
orientada hacia la discontinuidad, hacia e l juego dife
rencial de las relaciones de poder en los fenmenos his
tricos; una estrategia postestructuralista de destotali
zacin orientada a la particularidad de los fenmenos,
y una estrategia estructuralista orientada a sacar el an
lisis del registro del humanismo subj etivista. Cada una
de estas tres estrategias produjo una inversin tctica
del campo metafsico en el que haba sido inscripta la
teora crtica. Las dos primeras estrategias han sido
suficientemente consideradas en los dos captulos an
teriores; la tercera necesita una nueva consideracin.
Desde las perspectivas liberal y marxista los discur
sos sobre la sociedad tienen la intencin de promover
la emancipacin. El conocimiento promueve la libertad.
Esta premisa bsica caracteriza el discurso desde el llu
minismo. Pero surge un grave problema cuando puede
216
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA H!STORA
demostrarse que esos discursos se vuelven organizados
en instituciones disciplinarias, tanto en Occidente co
mo en Oriente, y comienzan a ejercer poderosas in
fluencias conformadoras (no dismiles de la domina
cin) en el campo social. Los ejemplos que Foucault
ofrece son la criminologa y el psicoanlisis. (En estu
dios anteriores a 1 968 mostr efectos semejantes en lo
referente a la medicina y la psiquiatra. ) Las ciencias
humanas proyectan al "hombre" como su objeto Y,
con la intencin de liberar este objeto, comienzan a con
trolarlo de una manera que no es distinta de la de las
ciencias naturales.
El problema tiene una doble fuent e: primero, el obje
to subjetivista "hombre",
y segundo, el sujeto objeti
vista "razn". Para conceptualizar el objeto "hombre"
el investigador necesar;amente le da una forma, crea su
objeto en un acto metafsico semejante al que relata el
Gnesis. Para encontrar ejemplos de este procedimien
to basta recurrir al concepto marxista del proletariado
o al concepto liberal del hombre econmico. Los fan
tasmas de Stajanov y Robinson Crusoe deambulan por
las pginas de las revistas cientficas ms prestigiosas.
Foucault intenta sortear el callejon sin salida concep
tual "objetivizando el objeto" de una manera sistem
tica. Toma los discursos/prcticas tal como aparecen
en su textualidad y "microfsica de poder" sin recurrir
a un sujeto que actuara por detrs de ellos, los autori
zara, se responsabilizara por ellos, los generara. Se
concentra en las regularidades internas de esos objetos,
escudriando sus mecanismos de dominacin. No tiene
que preguntar cul es la relacin entre discursos o ideas
Y prcticas o conductas, puesto que esta distincin est
enraizada en el dualismo cartesiano que es la sustancia
del concepto de "hombre" en las ciencias humanas.
El segundo problema de las ciencias humanas con-
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION 217
cierne a l as premisas acerca del cientfico o estudioso,
el sujeto del conocimiento. En este punto la distancia
es mayor respecto del liberalismo, el marxismo oficial
y el positivismo que respecto del marxismo occidental.
Cuando se postula la razn como una herramienta neu
tral o capaz de promover la libertad, los efectos de po
der de la razn quedan oscurecidos, enmascarados y le
gitimados. Hace mucho. en efecto, que Descartes escri
bi que si el mundo no se conformaba a la razn, peor
para el mundo. La razn ordena la realidad, pero al
mismo tiempo Descartes insiste en que no tiene ningu
na influencia oscurecedora sobre su objeto. Por supues
to, la actividad cognitiva (razn) es necesaria para el
trabajo terico y cientfico. Pero la tendencia de las
ciencias del hombre es inflar el alcance y realidad de la
razn para convertirla en un principio originario que
llega a ser el fin, en vez de ser slo el medio, para gene
rar discursos. Si la razn es, de alguna forma. el origen
neutral o promovedor de la libertad de las ciencias hu
manas, el intelectual se convierte en una figura univer
sal, situada o en la vanguardia de la revolucin o en el
pinculo de l a jerarqua social. Para evitar l os peligros
del poder subrepticio de la razn, Foucault se niega a
sistematizar su posicin, a organizar su trabajo en cate
goras coherentes que obtengan adhesin por su sola
impecabilidad lgica.
La crtica que con mayor frecuencia se oye repetir
contra Foucault es que el trmino "poder". tal como l
lo emplea, es demasiado vago y ubicuo. Si el poder est
por todas partes, alegan los crticos. las perspectivas de
democratizacin son muy tenues. El anlisis de Fou
cault, de acuerdo con esta crtica. lleva a un pesimismo
o quietismo. una suerte de posicin apoltica, que es la
reivindicada por los "nuevos filsofos" ms notorios.
Esta acusacin es suficientemente seria, pero se la pue-
21 8 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HSTORIA
de agravar ms si se la asocia con el modo como Fou
cault formula el problema de la dominacin. Las "tec
nologas de poder" configuran prcticas y constituyen
modos de dominacin. Los modos de dominacin pue
den ser derrocados, como sucedi con el sistema de
"tortura" del Antiguo Rgimen. Pero en las obras de
Foucault nuevas formas de dominacin parecen reem
plazar a las antiguas, del mismo modo como el panp
tico surgi en el siglo XIX. No slo el poder es omni
presente en el discurso de Foucault, sino que el lector
queda con la impresin de que la historia es una suce
sin de modos de dominacin, un mito de Ssifo de in
terminables tecnologas de poder, una lucha intermi
nable contra la dominacin.
Est fuera de toda duda que Foucault tiene una fir
me decisin de no privilegiar la formacin social actual
ni permitir que en su texto aparezca la menor huella de
progresivismo. Esta tendencia lleva a algunos crticos a
considerarlo un pesimista, como se mencion anterior
mente. Al mismo tiempo puede sostenerse que hay
otra interpretacin, igualmente plausible, de su obra, y
que de hecho es la preferible. Si rechazamos el progre
sivismo evolucionista por su tendencia a legitimar el
presente, la alternativa razonable es centrar la vista en
las limitaciones de todas las formaciones sociales: Tal
estrategia no excluye una perspectiva crtica que se
oponga a la dominacin; lo nico que hace es reducir
las promesas de cambio radical. La forma de domina
cin imperante es la que, de hecho, funcione como
opresiva, y hay que resistirle. aun cuando no haya ga
ranta de que no surgir una nueva dominacin que
reemplace a la anterior. La visin que emerge de los
trabajos de Foucault no es necesariamente pesimista,
pero est despojada del sueo de "resolver el enigma de
la historia", de terminar para siempre con la sociedad
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION 219
clasista o liberar al mundo de una vez por todas de to
dos los tiranos. Rechazar el evolucionismo es tan slo
rechazar la teleologa, no la posibilidad de democrati
zar el cambio. L nocin de poder en F oucault es fun
dan te y la nocin de razn es omniabarcadora porque
la razn no puede legislar la finitud del poder o el lmi
te de la dominacin. No puede hacer ms que sealar
los casos especficos de cada uno de estos trminos y
hacerlos inteligibles de manera que se los pueda resis
tir mejor. Imaginar lo contrario, que la razn puede
representar la dominacin en lo que sta tiene de esen
cial. colocarla en un canastillo intelectual y entregrse
la a los oprimidos en un pulcro envoltorio, es inflar la
razn ms all de sus limitaciones inherentes.
Sin embargo, los conceptos de poder y dominacin
en Foucault no carecen de dificultades. Porque Fou
cault va tan lejos en cuanto a limitar el alcance de la ra
zn. que es conceptualmente incapaz de distinguir la
naturaleza de su propio discurso (que pone de manifies
to el juego de la dominacin) respecto de los discursos
acerca de los cuales escribe (los que instituyen sistemas
de dominacin). La exigencia de tal distincin suscita
cuestiones interpretativas sutiles que es imposible tra
tar aqu de manera adecuada, aunque s puede inten
tarse cierta aclaracin de los problemas. Foucault, co
mo Nietzsche, insiste en que la razn est implicada en
el poder. Por consiguiente, sus propios discursos son
una forma de poder. Nada impide a Foucault, que reco
noce este estado de cosas. reflexionar autoconsciente
mente sobre la implicacin de poder de su propio dis
curso, hacer explcita su posicin poltica e intentar
dar cuenta de las condiciones de su posibilidad.
El concepto de discurso y la crtica de la razn son
rasgos de los textos de Foucault que tienen que ver
muy de cerca con la coyuntura actual. El tercer elemen-
220
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
to de la tarea de situar estos textos -el modo de infor
macin- supone una asociacin ms remota e indirec
ta. De una manera muy general, Jos textos de Foucault
plantean la cuestin del lenguaje en relacin con la so
ciedad. Trazan una tenue lnea que une la insistencia
del marxismo tradicional en la accin ( trabajo, praxis)
y la problemtica del marxismo occjdental en lo refe
rente a la ideologa y la superestructura. La categora
de discurso/prctica introducida por Foucault llama
la atencin de la teora crtica sobre los sistemas de
lenguaje, en la medida en que estn relacionados con la
experiencia y la configuran. La vigilancia, el confesio
nario, el psicoanlisis son todas tecnologas de poder
que tienen gran efecto en virtud de sus permutaciones
lingsticas. La vigilancia en las crceles, por ejemplo,
se lleva a cabo constituyendo un flujo de informacin
que va desde el objeto sobre el cual versa la indagacin
hasta las autoridades y hasta el archivo de esta informa
cin en ficheros o bancos de memoria. La existencia de
esta red de informacin y la conciencia que de ella tie
ne la ppblacin indagada constituyen la tecnologa de
poder. La dominacin adopta aqu la forma no del
control personal (feudalismo) ni de !a manipulacin es
tructural de la actividad (capitalismo), sino de una arti
culacin compleja del lenguaje.
Empleo el trmino "modo de i nformacin" para de
signar formas de experiencia lingstica que han apare
cido en el curso del siglo X. El anlisis de estas for
mas lingsticas y de sus relaciones con otros niveles
sociales (trabajo, familia, poltica, ocio) deben ocupar
un lugar de prioridad entre las tareas de la teora crti
ca. Como observ astutamente Raymond Williams:
"Los grandes sistemas de comunicacin modernos son
en la actualidad instituciones tan evidentemente deci
sivas en las sociedades capitalistas avanzadas, que re-
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMACION 221
quieren el mismo tipo de atencin -por lo menos ini
cialmente- que el que se da a las instituciones de pro
duccin industrial y distribucin"."
Los textos recientes de Foucault adquieren plena
importancia en el contexto del anlisis del modo de in
formacin. El modo de informacin proporciona las
condiciones histricas de la posibilidad de la categora
discurso/prctica. Al mismo tiempo, la categora dis
curso/prctica brinda el mejor marco interpretativo
para el anlisis del modo de informacin. Esta afirma
cin tiene que quedar en el nivel hipottico, por la sen
cilla razn de que la categora discurso/prctica no ha
sido aplicada reflexivamente al modo de informacin.
Lo propongo como sugerencia para futuros estudios, y
tambin como soporte conceptual para Vigilar y casti
gar e Historia de la sexualidad. Mi posicin puede re
sumirse de la manera siguiente: los marxistas clsicos y
los marxistas occidentales tienen que prestar atencin a
estos textos porque son los mejores ejemplos de teora
social crtica en la era del modo de informacin. Los
textos de Foucault no trabajan para socavar el capitalis
mo; no son adecuados como anlisis clasista; no propor
cionan un vnculo entre la superestructura y la infraes
tructura; no denuncian el juego ideolgico que est por
detrs de la industria cultural. De todos modos, sigen
siendo obras claves para el desarollo de una teora cr
tica de la sociedad avanzada. Las interrelaciones cara a
card, con intercambios de smbolos, completadas por
comunicaciones escritas, han disminuido en la trama de
l a vida social. En lugar de ellas cobr existencia una
gan variedad de patrones de comunicacin. Se los
puede enumerar y analizar de acuerdo con su progresi
va disimilitud con los tipos ms arcaicos. Las conversa
ciones telefnicas son quiz lo ms semejante a las for
mas preexistentes de comunicacin. En este caso el in-
222 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
tercambio verbal se produce, pero a travs de un hiato
de separacin fsica. Sin embargo, el telfono hizo po
sible una forma completamente nueva de interaccin:
personas desconocidas pueden presentarse unas a otras
mediante sus voces exclusivamente. Un extrao logra
una oportunidad de dialogar que en el pasado estuvo
reservada a los familiares y a quienes eran admitidos al
intercambio verbal por la decisin de hacerlo que toma
ba una persona concreta.
Ms alejada aun de la comunicacin tradicional es la
"conversacin" mediante la televisin. La comunica
cin por televisin, que examinada superficialmente
parece un monlogo, contiene muchos de los rasgos del
dilogo. en la medida en que el vidente-oyente es modi
ficado por la experiencia, puesto que ha consumido sig
nificados. La televisi6n, por supuesto, consta de mensa
jes visuales y verbales que son recibidos discrecional
mente por el vidente-oyente. Aqu, la imagen visual y
la voz de un extrao pueden entrar en el propio hogar,
simulando la visita de un amigo. Una vez ms, la expan
sin de las formas comunicacionales relativiza las for
mas tradicionales: la visita de un amigo puede contener
menos significado, ser menos importante, que la visita
de una emisin elctrica. La realidad social, entonces,
cambia su figura: las interacciones sociales son una
combinacin de intercambios verbales cara a cara y de
emisiones audiovisuales electrnicas. Son ambas igual
mente reales o importantes para el individuo? Qu
perspectivas tiene la comunidad democrtica modifica
da por la existencia de la nueva mezcolanza de formas
de comunicacin?
Ms alejada quizs de la experiencia tradicional de
lenguaje est la "conversacin" entre dos mquinas
procesadoras de informacin o computadoras. En este
caso no hay presencia fsica ni intercambio verbal. Una
FOUCAULT Y EL MODO DE !NFORMACION
223
simulacin de informacin escrita, procesada mediante
permutaciones complejas, es intercambiada de una m
quina a otra. Y sin embargo esta comunicacin puede
versar sobre seres humanos en sociedad. Este intercam
bio entre mquinas tiene que ser contado como parte
de la experiencia lingstica de la sociedad. De hecho,
puede afectar las vidas de ciertos individuos muy pro
fundamente, ms que las conversaciones cara a cara en
tre amigos. Las mquinas, por ejemplo, pueden estar
reuniendo e intercambiando informacin sobre los
resquisitos que debe reunir una persona para recibir
asistencia mdica o subsidios de bienestar social, o los
antecedentes de un delincuente o la historia comercial
de un hombre de negocios. En estos casos, el resultado
de la conversacin entre las mquinas puede tener in
fluencia decisiva en la vida de una persona. Las conver
saciones entre mquinas son parte de nuestra comuni
dad lingstica, constituyen una parte creciente de
nuestras i nteracciones sociales. Como miembros de
nuestro mundo lingstico, cul es su relacin con
una comunidad democrtica?
La forma de lenguaje a la que actualmente se presta
mayor atencin es la del individuo con la computadora.
Durante los l t imos aos, millones han alcanzado la "al
fabetizacin en computacin", la capacidad de comu
nicarse en el lenguaje extranjero de los . ms recientes
"inmigrantes". La computadora plantea cuestiones cu
yo anlisis es fascinante. Su status lingstico y episte
molgico no est de ninguna manera claro, a pesar del
aluvin de ensayos, en favor y en contra, sobre el pro
blema de la inteligencia de las computadoras. La ana
loga con el anlisis que hace Marx de la mquina re
sulta pertinente. La computadora no almacena trabajo
muerto sino conocimiento muerto. Reemplaza, no los
msculos y brazos del trabajador, sino sus funciones
224 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
mentales de memoria y de clculo. entre otras. Se sita
frente al trabajador viviente -para continuar la analo
ga marxista- como su esencia alienada, que domina el
proceso del trabajo. La inversin de prioridades que
Marx descubri en la fbrica, donde los muertos (las
mquinas) dominan a los vivos (los trabajadores) es am
pliada por la computadora al campo del conocimiento.
La relacin lingstica entre l a computadora y el in
dividuo va ms all de esta comparacin. Al igual que
las mquinas mecnicas, la computadora configura la
mente del usuario: a diferencia de artefactos ms anti
guos, compromete la conciencia del usuario. Sus pode
res parecen fascinar a ste, que queda absorto ante las
posibiliuades que ofrece. La lnea divisoria entre el su
jeto y el objeto se vuelve borrosa, mucho ms que en el
anlisis del trabajo efectuado por Marx. 16 Quin es el
sujeto, l a computadora o el individuo? Quin tiene l a
capacidad de generar conocimiento y mayores poderes
mentales? De dnde viene la fascinacin que produce
en los usuarios la conversacin con interlocutores des
conocidos a travs de las computadoras?17
Las mencionadas hasta aqu son manifiestamente al
gunas de las nuevas formas de experiencias de l enguaje
que pueblan ahora nuestro paisaje social. Tienen que
ver exclusivamente con el cambio en la forma lingsti
ca misma, prescindiendo de la interrelacin de la forma
lingstica y otros nive(es sociales. Por ejemplo, est la
relacin entre la nueva forma lingstica y el mundo
del trabajo, " el modo de produccin, tal como se ana
liz brevemente en el captulo 2. Est tambin la rela
cin de las nuevas formas lingsticas con el mundo
del ocio y del consumo. En este aspecto basta mencio
nar la proliferacin de grandes locales de juegos electr
nicos y la difusin de la publicidad por televisin. Por
ltimo, est la relacin de las nuevas formas lingsti-
FOUCAULT Y EL MODO DE \NFORMAC!ON 225
cas con el mundo poltico. En el captulo 4 analic la
importancia del nuevo sistema de vigilancia, que es una
ex tensin del panp:ico. posibilitado por las conversa
ciones entre computadoras. Desde este punto de vista,
las nuevas formas lingsticas tienen una incidencia ca
da vez mayor sobre todas las instituciones de la socie
dad avanzada.
El estudio de las nuevas formas de experiencia del
lenguaje, tomadas en conjunto, y la relacin de estas
nuevas formas con otras instituciones sociales constitu
ye la sustancia de la expresin "modo de informacin".
No pretendo afirmar que el modo de informacin reem
place completamente el modo de produccin; la socie
dad no podra seguir funcionando sin la produccin inin
terrumpida de mercancas. Tampoco digo que el modo
de informacin constituya el tema nico. ni siquiera el
tema central, de la teora crtica. La guerra nuclear y el
equilibrio ecolgico con la naturaleza tienen que seguir
siendo las prioridades mximas de la indagacin crtica,
por razones obvias. Lo que s digo es que el campo so
cial est cambiando rpidamente, q1e nuevas formas de
interaccin social basadas en los instrumentos de comu
nicacin electrnica estn reemplazando a tipos anterio
res de relaciones sociales, y que el lugar de la experien
cia del lenguaje es una zona importante de la nueva es
tructura sociaL Por tal causa la teora crtica tiene que
hacerse cargo de la novedad de la situacin y reconstru
i consiguientemente su orientacin conceptuaL El mar
xismo, aferrado a la teora del modo de produccin, no
brinda accesos fundamentales al nuevo mundo sociaL"
El discurso de Foucault adquiere su plena importan
cia para la teora crtica cuando se toma en considera
cin el modo de informacin. L aparicin y la difu
sin de las nuevas experiencias lingsticas constituyen
las condiciones histricas para un mtodo de anlisis
226 FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
que otorga el debido reconocimiento al carcter discur
sivo de la prctica, que conceptualiza la verdad en rela
cin con el poder, destotaliza el campo histrico-social
y pone lmites estrictos al alcance de la razn, entendi
da como poder analtico y como configuracin de la
conciencia de los seres humanos que actan en el cam
po social. La estrategia interpretativa de Foucault es
particularmente apropiada para un campo social inva
dido por formas de accin lingsticamente ricas. Los
mtodos que se plantean como posibles opciones ye
rran en dos direcciones opuestas: 1 ) construyen anal
ticamente el lenguaje en esquemas formalistas que os
curecen el contexto social y el componente de accin
contenido en la experiencia, o 2) dan prioridad a la ac
cin de una manera que oscurece la cualidad lingstica
de la experiencia. El estructuralismo, la semitica y la
crtica literaria se mueven generalmente en la primera
direccin: las tendencias marxistas, en la segunda. Los
ltimos trabajos de Foucault navegan entre los peligros
de la idealista Escila y la materialista Caribdis. Su posi
cin hace comprensible un nivel de anlisis que est en
consonancia con las formas de relaciones sociales que
han ido apareciendo. Vigilar y castigar e Histori de la
sexualidad han generado, a mi juicio, un inters tan
grande porque hablan de manera muy directa a la co
yuntura presente, proporcionan una perspectiva crtica
genuina sobre un mundo social que se muestra resisten
te a formaciones intelectuales como el liberalismo y el
marxismo, enraizadas en supuestos de una poca ya pe
rimida. El modo de produccin vuelve obsoletas posi
ciones que pintan a los seres humanos como espectros
racionales encarnados en mquinas corporales o anima
les de trabajo que actan contra la naturaleza en una
estructura social alienante.
FOUCAULT Y EL MODO DE INFORMAC!ON 227
NOTAS
l . Vase el delicioso trabajo de Jacques Uonard, "L'historien
et le philosophe", en L 'Impossible Prison, compilado por
Michelle Perro!, Pars, Editions du Seuil, 1980, pgs. 9-28,
donde se presenta una parodia de las crticas de los histo
riadores tradicionales al trabajo de Foucault y se las cuestio
na.
2. Vanse las entrevistas en Power/ Knowledge.
3. Esta es la perspectiva de Pierre Bourdieu en Outline of a
Theory of Pactice, trad. de Richard Rice, Nueva York,
Cambridge University Press, 1977, y de Michel de Certeau,
en L 'invention du quotidien: l Arts de [aire, Pars, 10/18,
1980. Nicos Poulantzas hace una crtica semejante a la ma
en State, Power, Socialism, trad. de Patrick Canller, Lon
dres, New Lf Books, 1978, pg. 79.
4. Discipline and Punish, pg. 23.
5. Easton y Guddat, (comps.), .The Writings of the Young Man
onPhilosophy and Societ, Nueva York, Anchor, 1967, pg.
431 .
6. Theodor Adoro y Max Horkheimer, Dialectic of Enlighten
ment, trad. al ingls de John Cumming, Nueva York, Seabu
r, 1972 (edicin orignal, 1944). [Hay edicin castellana].
Friedrich Nietzsche, Beyond Good and Evil: Pelude to a
Phi/osophy ofthe Future, trad. al ingls de Walter Kaufman,
Nueva York, Vintage, 1966. [Hay edicin castellana].
7. Vase, por ejemplo, Edward Said, "Travelling Theory", Ra
ritan, enero de 1982, pgs. 41-67.
8. Un intento de formular una teora general de la resistencia
es el que realiza Michel de Certeau, L 'invention du quoti
dien: l
9. M. Morris y Paul Patton ( comps.), M Fouca/t: Power,
Truth, Strateg, Sidney, Feral, 1979, pg. 57; y Gwendolyn
Wright y Pau1 Rabinow, "Spatialization of Power: A Discu
ssion of the Work of Michel Foucault", Skline, marzo de
1982, pgs. 14-20.
228
FOUCAULT, EL MARXISMO Y LA HISTORIA
10. "What b an Author?", en Language, Counter-Memor, Frac
tic e, Don Bouchard (comp.), Ithaca, Comell University Press ,
1977, pgs. 1 13-38.
1 1 . Vase el tratamiento que hace de este problema David Ca
rroll en "The Subject of Archaeology or the Sovereignty of
Episteme", Moder Language Notes, n 93 (1978), pgs.
695-722.
1 2. The Archeolog o[ Knowledge, pg. 130.
13. Jean Baudrillard, Oubler Foucau/t, Pars, Editions Galile,
1977, traducido en Humanities in Societ, 3 (invierno de
1980), pgs. 87-1 1 1 , seala este problema de la cncepcin
que Foucault tiene del poder y lo emplea como un punto
de partida para una crtica general de la posicin de Fou
cault, que no siempre resulta convincente.
14. Foucault, "History, Discourse, Discontinuity", Sa/maundi,
i0 20 (verano-otoo de 1972), pg. 241 .
15. Raymond Wlllias, (ommunications, Nueva York, Penguin,
1976, pg. 136.
16. Vase Jean Zeitoun, "Codes et langages pour un sujet termi
nal", en les rhtoriques de la technologe", Traverses, 26
(octubre de 1982), pgs. 72-9, donde se hace u interesante
anlisis de los intercambios entre persona y computadora.
17. Andrew Feenberg, "ModeratLg an Educational Teleconfe
rence", en M. Heimerdinger y M. Turoff (comps.), Educa tia
na/ Te/econ[erencing, Norwood, New Jersey, Ablex, 1984.
18. Vase Gunter Friedrichs y Ada Schaff (comps.), Microe
/ectronics and Societ for Better or for Worse: A Report to
the Gub o[ Rome, Nueva York, Pergamon, 1982; en espe
cial, Klaus Lenk, "lnforation Technology and Society",
pgs. 273-310, y Ray Cumow y Susan Curran, "The Tech
nology Applied", pgs. 89-1 1 8.
19. Barry Smart, Foucault, Marism and Critique, Londres,
Routledge and Kegan Paul, 1983, llega a un juicio igual en
un anlisis que pone el acento en la dimensin poltica al
comparar a Marx con Foucault.