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Mechthild Rutsch

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Mechthild Rutsch, Entre el campo y el gabinete. Nacionales y extranjeros en la profesionalizacin de la antropologa mexicana (1877-1920), Mxico, INAH/IIA-UNAM, 2007.

RODRGUEZ LAZCANO CATALINA

Al repasar someramente la bibliohemerografa de Mechthild Rutsch, lo primero que salta a la vista es el predominio de los trabajos de revisin historiogrfica en el campo de la teora y prctica antropolgica, tanto mexicana como de otros pases, lo cual demuestra la larga experiencia de la autora en esta materia, a la que ha dedicado al menos un par de dcadas de su vida profesional. En esta ocasin Mechthild nos entrega la versin corregida de lo que fue una profunda investigacin que le sirvi como tesis de doctorado. Se trata de un trabajo notable, ampliamente documentado y muy rico intelectualmente, dada la profusin de las hiptesis e ideas que lo impulsan, producto todo ello de una buena planeacin de la investigacin y de haber planteado a tiempo las preguntas correctas. Al comenzar la lectura, el libro me resultaba particularmente entraable, por tratarse del estudio de la profesionalizacin de la antropologa en el Museo Nacional, antecedente del Museo Nacional de Antropologa donde soy curadora de una sala etnogrfica, y por lo tanto sent que me ataa directamente. Lo le como quien repasa su lbum familiar en el que aparecen abuelos y bisabuelos de los que en la infancia siempre oy hablar bondades, pero de los que ms tarde, en la edad adulta, se entera de que tambin eran humanos, con sus debilidades, pasiones y defectos ms o menos grandes. Pero conforme avanzaba

en las pginas ese deleite iba siendo sustituido por una inquietud: esas personas del lbum fotogrfico eran de veras antecesores? O como suele suceder en las historias de familia, al hojear alguien su lbum cae en cuenta que no se parece a nadie de las fotos, y preguntando aqu y all se entera que no lleva la misma sangre? Las historias relatadas por Mechthild por momentos son absolutamente familiares, pero en otros casos se abre una distancia significativa entre el pasado y el presente del Museo. Llegu al final de la lectura con la certeza de que la lnea de continuidad entre el antiguo Museo Nacional y el actual Museo Nacional de Antropologa es frgil, y se ha sostenido ms con argumentos ideolgicos que a fuerza de practicar una antropologa propia de los museos antropolgicos. A mi modo de ver, el elemento comn que ha dado soporte a la continuidad es la existencia de colecciones y exposiciones, y si bien se anteponen como razn de ser del trabajo en el Museo, raramente la investigacin se ha construido teniendo a las colecciones como protagonistas. Esta ambivalencia en la concepcin de los acervos y la prdida de una visin global sobre la funcin de la investigacin dentro de los museos son las dos reflexiones que he desprendido del libro de Mechthild y que voy a exponer aqu como hace la misma autora, quien ofrece su ejercicio historiogrfico como una herramienta para dialogar crticamente desde el presente. En particular, de los cuatro captulos que componen el libro, los dos primeros me resultaron sugerentes para repensar la prctica actual de la antropologa en el Museo. El grueso de mi comentario se centra en esos captulos, y mis referencias estn cargadas hacia el caso de la etnografa por ser la situacin que mejor conozco y que pocas veces se le menciona al hablar del Museo, incluso en el libro que nos ocupa.

En el primer captulo, El Museo Nacional, la autora revela la vida cotidiana en ese recinto. Recurriendo a fuentes anteriormente poco socorridas, como los presupuestos y otros documentos administrativos, nos presenta la realidad y la ideologa que estaba atrs del quehacer del Museo. Guiada por sus propias premisas y preguntas, la autora nos informa que la profesionalizacin en antropologa propiamente dicha ocurre en la ltima dcada del Porfiriato, como un resultado previsible del desarrollo de la ciencia que entonces se vena gestando. Dicho periodo de profesionalizacin es antecedido por dos generaciones de precursores formados en las ciencias biolgicas, pero con un inters en la historia nacional como producto de su nacionalismo y cultura general. En el segundo captulo el inters de Mechthild se enfoca en la enseanza de la antropologa en las primeras cuatro dcadas del siglo XX. Ah nos enteramos que en sus inicios la enseanza de la antropologa consista en la imparticin de siete cursos, de los cuales los alumnos seleccionaban uno o dos y se reinscriban en los mismos consecutivamente, sin que estuviera estipulado el nmero de cursos que deban tomar ni la forma de concluirlos. Los alumnos ms persistentes, y quienes contaban con recomendaciones del personal de la institucin, solan entrar como ayudantes en alguna de las asignaturas o en las secciones en que se divida el Museo, como la de publicaciones e imprenta, y eventualmente podan ascender a profesores. Los estudiantes se formaban bajo la gua de uno o dos maestros durante cuatro aos aproximadamente. Llama la atencin que el curso ms solicitado fuera el de historia, en segundo lugar estaban los de etnologa y arqueologa, y en tercero el de prehistoria. Contrario a lo que pudiera suponerse, la arqueologa por s no era el inters predominante, pues los profesores la consideraban como

auxiliar para el conocimiento de la antigedad o, ms an, para el conocimiento etnolgico de las sociedades antiguas y contemporneas. El periodo es tambin interesante porque entonces se inicia una poltica estatal de financiamiento sistemtico de investigaciones, con trabajo de campo en distintas disciplinas antropolgicas y no slo en arqueologa, como haba ocurrido en el siglo anterior en la Inspeccin de Arqueologa. Fue en estos aos que Galindo y Villa propugn por un reconocimiento del Museo como centro rector de la investigacin, al que deberan supeditarse dependencias como la Inspeccin de Arqueologa, que casi siempre goz de autonoma e incluso lleg a tener presupuestos ms altos, ms personal y mejor pagado. Galindo y Villa se empe en que los profesores pudieran dedicar tiempo completo a las tareas del Museo, entendidas como el estudio de la antigedad con el auxilio de la arqueologa, entre otras fuentes, para su divulgacin mediante exposiciones que respondieran a problemas etnolgicos. Cien aos despus, Galindo y Villa podra ver que las disciplinas antropolgicas y los investigadores que las ejercen en los museos han alcanzado reconocimiento, han sido beneficiados con la descarga de trabajos como la docencia y, comparativamente, sus salarios les permiten dedicar tiempo completo a la investigacin; pero tambin podra ver que a la fecha sigue haciendo falta la consolidacin de un trabajo propio de los museos antropolgicos. Desde la perspectiva de Galindo y Villa la especificidad de dicho trabajo estara dada por el tipo de asuntos etnolgicos o etnogrficos a investigar, en los que el manejo de colecciones y de exposiciones museogrficas sera determinante. La antropologa se origin en el Museo junto con la formacin de colecciones, pero durante su proceso de profesionalizacin se fue independizando de stas. Por su

parte, las colecciones siguieron creciendo, aunque sin justificacin antropolgica. Mientras la antropologa se sigui desarrollando sin el apoyo de las colecciones, la teora antropolgica se fue enriqueciendo por su cuenta, apoyada en la informacin recolectada junto con las colecciones que fueron as tomadas como pretexto. Luego, cuando la antropologa comenz a desenvolverse en instituciones diferentes al Museo, definitivamente se abandonaron los acervos, demostrando con ello que no eran requisito indispensable para hacer investigacin cientfica. Veamos brevemente cmo se abordaron estos asuntos de las colecciones y la investigacin etnolgica a partir del trabajo de Mechthild y otras fuentes, y cmo se abordan actualmente. Las colecciones Lo mismo que en el siglo anterior, a principios del XX las colecciones seguan siendo una preocupacin para los profesores del Museo, particularmente el problema de la clasificacin y sus criterios. Las discusiones reseadas por Mechthild muestran que la intencin ltima de todos los investigadores del Museo era promover el nacionalismo, la identidad y la cohesin entre la poblacin del pas cimentada en un devenir histrico comn. Sobre esa premisa se clasificaron y expusieron los acervos arqueolgicos y etnogrficos. A fin de avanzar en esa clasificacin, en 1907 se contrat a Eduard Seler como profesor honorario del Museo, quien a pesar de su carga de trabajo en Berln acept la encomienda, vindola como una oportunidad para tener acceso a las colecciones arqueolgicas y valorar mejor el contenido del lote de piezas que estaba por adquirir para su traslado al Museo de Berln. Ms tarde Genaro Garca lament su decisin de encargar la clasificacin cientfica a Seler, pues aun cuando elabor 10 122 cdulas, el resultado no fue de su agrado y reconoci que Leopoldo Batres contaba con la

experiencia suficiente para efectuar esa tarea. Aunque no hay testimonio de la participacin de ms personas con la excepcin de Isabel Ramrez Castaeda, es indudable que debieron haber colaborado otros ayudantes, de lo contrario Seler hubiera tenido que hacer una ficha cada siete minutos durante diez horas diarias de lunes a sbado, en los aproximadamente seis meses que permaneci contratado por el Museo. Batres realiz cuando menos seis mil cdulas de piezas arqueolgicas comenzando desde el principio, pero ninguno de los dos hizo el mismo esfuerzo para las colecciones de historia, antropologa fsica o etnologa. As que vale preguntarse por qu no se encomend la labor de clasificacin a los mismos profesores del Museo. Al revisar los resultados publicados en estos aos de profesionalizacin vemos que la investigacin se realiz independientemente de la conservacin de colecciones y exposiciones. En otras palabras, el coleccionismo se mova con vida propia, sin despertar la curiosidad de los profesores, quienes investigaban en respuesta a su propia inclinacin cientfica, la cual no se reflejaba en las colecciones ni en las exposiciones, una situacin comn para los aos precedentes y posteriores a dicho periodo. Actualmente, junto a las colecciones etnogrficas se conservan en el Museo 18 libretas correspondientes a los aos 1888-1932, donde se anotaba un registro con los datos mnimos de las piezas adquiridas.1 As sabemos que en 1897 se integr a la seccin de cermica un macetn de barro comprado en 50 centavos, firmando el recibo Galindo y Villa, y que en 1904 Nicols Len se compr a s mismo en ocho pesos un cuadrito con un mosaico de plumas, manufacturado por el seor Mnico Guzmn de Ptzcuaro; pero nadie en ese entonces tuvo la precaucin de fijar esos datos en la propia pieza, de manera que al correr los aos y ya no estar las personas que guardaban memoria de las adquisiciones, los cuadernos de registro se disociaron de

los objetos, dejndolos desprovistos de esa mnima informacin. Cuando en 1961, como parte de los preparativos del cambio de local del Museo, se comenzaron a catalogar las colecciones etnogrficas, no pudo recuperarse la informacin de las libretas ms que en contados casos. El ejemplo ms notable fue el de un sayal del que se pudo saber que haba sido donado por Leopoldo Batres en 1920. Efectivamente, en el cuaderno de registros de ese ao aparece el recibo de la donacin hecha a Miguel Othn de Mendizbal de un sayal del pueblo caribe. Acorde con lo establecido, Mendizbal anot el nombre del objeto, la etnia, la procedencia, el donador y el receptor. Sin embargo, Batres tom al parecer la misma pluma y de su puo y letra agreg la forma en que haba conseguido el sayal. Primero relat en tercera persona cmo el seor Batres lleg a la selva con el objetivo de establecer contacto con el pueblo lacandn. Ya encarrilado, dio vuelta a la hoja de registro de la libreta y cuando se le acab pidi una hoja adicional para continuar su relato, ahora s en primera persona. Citar un extracto: La tnica hecha de costra de rbol llamado mazahua [majagua] se adquiri en una expedicin hecha por el mismo seor Batres en los bosques vrgenes y solitarios de Chiapas [...] en ese sitio encontraron la tribu nmada de Lacandones a quien buscaban [...] los salvajes se agazaparon entre la tupida vegetacin preparando arcos y flechas en seal amenazante [...] procur por medios pacficos hacerles entender que no iban a daarles, para esto envi a mi hijo Salvador, que apenas contaba 15 aos a que se acercara hacia ellos[;] dada la tierna edad del emisario crearon confianza [...] el jefe de ellos se enfrent a mi sin hablar [...] vistiendo la tnica que hoy he donado al Museo [...]le entregu algunas docenas de sartales de cuentas de vidrio de color que llevaba para ese fin y

algunos espejitos en forma circular, recibiendo los presentes con una sonrisa muy agradable y fijando su mirada en uno de los espejos pensativamente se mir en el y pocos momentos despus corran por sus mejillas dos gruesas lgrimas entonces nos invitaron a que pasramos a sus champas hechas de grandes hojas de pltano, en donde fuimos alojados sirvindonos desde luego alimentos que consistan en bolas de maz cocido y carne de pechuga de faisn asada. Despus de una descripcin del uso de sahumadores, de la indumentaria, el arreglo personal, la tcnica de elaboracin y forma de uso de arcos y flechas, Batres prosigui: Muy contentos estbamos de esa interesantsima compaa, pero una buena maana al levantarnos nos encontramos enteramente solos, nuestros amigos haban desparecido. [...]Agregar que para que el salvaje me cedi[e]se su tnica despus de muchas splicas accedi mediante el canje de 20 pesos fuertes, por el camizn y una vez que los recibi los perfor en el centro, los enzart en una cuerda y se los suspendi en el cuello.2 Cun diferentes seran las colecciones si de cada objeto tuviramos un relato similar; pero no fue la preocupacin de los antroplogos de entonces, de los que siguieron ni de los de ahora. Quienes se ocupaban de la investigacin no eran responsables de las colecciones, igual que ahora, salvo contados casos. Por eso son atinadas las palabras de Mechthild, que si bien se refieren a la arqueologa le quedan bien a la etnografa: desde los inicios de la antropologa mexicana, las funciones de conservacin se independizaron de la investigacin y la docencia acadmica, bajo cuya autoridad en todo caso deberan dar asistencia profesional.

Si la antropologa naci en el Museo de la mano de las colecciones, cabe preguntarse por qu no se desarrollaron juntas. Da la impresin que los investigadores de los museos formaron colecciones etnogrficas porque se supone que eso deban hacer, porque eso se haca en otros museos, pero ignoraban qu hacer con ellas. Quiz esto ocurri dada la falta de documentos escritos para estudiar a las sociedades grafas y se busc sustituirlos con objetos. Si fue as, entonces no se adquiran nicamente para su exhibicin sino tambin para su estudio terico, por ello, dicho sea de paso, no habra por qu extraarse de que la mayora de los museos tengan grandes acervos sin exhibir. Todava en 1922 el reglamento del Museo estableci como obligaciones de sus profesores la docencia, las conferencias, la escritura de un estudio al ao, la clasificacin y catalogacin de los objetos del Museo y la conduccin de los alumnos a una excursin anual de la que deban presentar un informe. En la era de los museos y de la antropologa del gobierno, como describe Mechthild al periodo, se dio la profesionalizacin de la antropologa, pero no la del antroplogo de museo. Todava hoy hace falta subsanar esa carencia y crear una tradicin de antroplogos-conservadores. Hoy como entonces, buena parte de los antroplogos de museos sufre su relacin con las colecciones, de las que se ocupa ms por obligacin que por convencimiento, pues no est persuadido de que los acervos pueden ayudarle a resolver problemas de ndole etnolgica si los utiliza como fuentes de conocimiento asociados a la etnografa de campo. La etnologa y la historia en el Museo Nacional En el libro se mencionan dos corrientes en los cursos y

quehaceres del Museo en la primera dcada del siglo XX: la ciencia de la antigedad encabezada por Jess Galindo y Villa, y la etnoantropologa integral liderada por Nicols Len. Durante sus trabajos de campo el segundo sola realizar indagaciones en pueblos originarios dando importancia a la lingstica, la antropologa fsica, la etnologa y al final a la arqueologa. Los artculos aparecidos en el Boletn del Museo durante esos aos, con los resultados del trabajo de profesores y alumnos, muestran la influencia del enfoque etnoantropolgico aplicado en la enseanza e investigacin y que a la postre predomin. Hasta el mismo Galindo y Villa reconoci que el sentido ltimo de la paleontologa, la antropologa, la etnografa, la historia, y por consiguiente de la arqueologa, era el estudio objetivo de las razas humanas, que l consideraba era materia de la etnologa. El discurso etnoantropolgico de Nicols Len tena como motivacin la bsqueda del origen de los pueblos, problema que estuvo en boga durante el siglo XIX. Congruente con esa idea, en el proyecto que present en 1904 para el estudio de los popolocas de Puebla y Oaxaca propuso: 1. Determinar el rea geogrfica que ocupan los popolocas actuales. 2. Investigar la que en tiempos precolombinos hayan llenado. 3. Recoger datos relativos a su idioma. 4. Examinar su cultura actual. 5. Coleccionar productos de su industria. 6. Investigar su vida social actual. 7. Estudiar de un modo especial sus prcticas religiosas. 8. Acopiar el mayor nmero posible de datos folklricos. 9. Buscar monumentos arqueolgicos producto de su civilizacin prehispnica. 10. Estudiar su conformacin fsica. 11. Tomar moldes, si fuera posible, sobre el vivo para arreglar maniques exactos de esa raza. 12. Coleccionar piezas de la indumentaria para vestir los maniques.

Mechthild destaca el carcter integral del proyecto y lo coloca en la vanguardia de la investigacin en los principios del siglo XX, anterior incluso al trabajo sobre Teotihuacan de Manuel Gamio. Habr quien desde el presente descalifique el proyecto por falta de una teora explcita, pero dudo que en los aos posteriores alguien dentro del Museo se haya propuesto emular la empresa de Nicols Len. La especializacin en la antropologa ha redundado en la minuciosidad del conocimiento a cambio de perder la perspectiva integral. La escuela etnoantropolgica fue continuada por Andrs Molina Enrquez, quien sostuvo que el etnlogo tiene la visin conjunta de la economa, historia y geografa, y por lo tanto su visin es mucho ms amplia que la de otros cientficos sociales. Y fue ms all al proponer la aplicacin de la etnologa por parte del Estado para la solucin de los grandes problemas nacionales. Mechthild arriba a estas conclusiones despus de leer los trabajos de Nicols Len y Molina Enrquez, lo que le permite poner en duda los resultados de revisiones historiogrficas anteriores como la de Juan Comas, por ejemplo, que colocan a Gamio como el iniciador de la antropologa y del indigenismo cientficos. Tambin concluye que el Museo fue [...] una institucin sostenida por una creciente comunidad cientfica que, movida por pasiones acadmicas y polticas, se dio a la tarea de profesionalizar la antropologa mexicana. Una de las evidencias de ello es que fue centro promotor de estudios etnogrficos, arqueolgicos, histricos, fsicos y lingsticos [...] Con anterioridad, en el Museo haba echado races la escuela de Len y Gama, que consideraba a la arqueologa una herramienta complementaria de la historia. Seguidores suyos, como Jos Fernando Ramrez, pensaban que el valor y cometido de la arqueologa era confirmar la historia escrita. Lo mismo sucede en la etapa

siguiente, cuando los cientficos porfiristas del Museo promueven activamente a su institucin y la sitan como un pilar importante en la educacin. Su funcin entonces era ordenar las colecciones de historia natural y las de historia patria para construir la nueva narrativa de la nacin mexicana, pues segn Galindo y Villa el Museo pona los conocimientos al alcance no solamente del sabio, tambin del pueblo, en forma sinttica y atractiva. Galindo y Villa estaba dispuesto incluso a ofrecer al pblico mensajes triviales, con tal de que de ellos se extrajera alguna leccin educativa y se fortalecieran los sentimientos patrios. Curiosamente, un siglo despus, y con un discurso similar, las autoridades de instituciones oficiales encargadas de la investigacin y la difusin de la antropologa hablan de gestin de la cultura y promueven la exhibicin de los as llamados tesoros, despojndolos de su valor como documentos. El mvil de esta posicin, por supuesto, no es fomentar los sentimientos patrios, sino la bsqueda de la ganancia mercantil mediante la colocacin de objetos culturales en el mercado del arte. En algn momento la investigacin en el Museo perdi el rumbo que sentaron los iniciadores de la profesionalizacin Nicols Len, Galindo y Villa y Molina Enrquez, pues se abandon la integracin de la etnologa, el conocimiento generado nunca se us para ayudar a la resolucin de los problemas nacionales, y se perdi de vista la misin educativa. A cambio de ello se desarroll un tipo de investigacin que en nada difiere de la que se lleva a cabo en otras instituciones de antropologa. Si menciono estas objeciones a la antropologa pasada y presente no es para dar argumentos a la posicin de quienes quieren separar la investigacin de los museos y poner las colecciones en manos de gestores del patrimonio cultural, cualquier cosa que eso quiera decir, sino para hacerme portavoz de una inquietud compartida

por algunos antroplogos e historiadores adscritos a los museos y que a partir de una autocrtica desean recuperar el valor cientfico de las colecciones, volviendo la vista a la experiencia transitada por los antecesores en el Museo, y para ello el libro de Mechthild se vuelve una referencia indispensable.

***

Esta es mi lectura del libro de Mechthild Rutsch. Cada lector har la suya, pero nadie entre los antroplogos saldr indemne, porque cada quien encontrar o creer encontrar a sus ancestros dentro de alguna de las comunidades cientficas progenitoras, y cada quien adoptar una parte de responsabilidad con ellas y con su legado. Despus de la lectura no faltar quien se anime a hacer la historia de la profesionalizacin de la antropologa en otras zonas del pas. Al igual que en la ciudad de Mxico, en algunas capitales del interior tambin trabajaron individuos o grupos que fueron conformando tradiciones locales en historia y antropologa. En Oaxaca, Veracruz, Michoacn, Jalisco, y particularmente en Yucatn, surgieron hombres como Isidro Gondra, Antonio de Len, Jos Ignacio Iberri, Juan Jos Martnez de Lejarza, Miguel Tellechea, Manuel Njera, Juan Po Prez, Vicente Calero, Andrs Quintana Roo y Justo Sierra OReally, que en la primera mitad del siglo XIX sentaron las bases para el ulterior desarrollo de la antropologa regional. 3 Sera interesante saber el proceso por el cual aquellos individuos o aquellas comunidades cientficas devinieron en la boyante y excelente produccin cientfica que encontramos hoy en da en las ciudades de provincia.

Catalina Rodrguez Lazcano4 Subdireccin de Etnografa, Museo Nacional de Antropologa, INAH. 1. Archivo Histrico de la Subdireccin de Etnografa, Museo Nacional de Antropologa. [] 2. Ibidem, f. 30, Libreta de donaciones y canje de Etnografa Aborigen de 9 de octubre de 1911 a marzo de 1961, 108 ff. tiles, sin foliar. Se ha conservado la ortografa y puntuacin original. [] 3. Catalina Rodrguez Lazcano, La interpretacin nacional, en Carlos Garca Mora (coord.), La antropologa en Mxico. Panorama histrico, 1. Los hechos y los dichos (1521-1880), INAH (Biblioteca del INAH), 1988. [] Agradezco a Carlos Garca Mora sus comentarios y minuciosa lectura. []

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