La Esencia Del Bhagavad
La Esencia Del Bhagavad
La Esencia Del Bhagavad
BHAKTI-TATTVA-VIVEKA
9 CAPÍTULO UNO
PIENSA SIEMPRE EN MÍ
23 CAPÍTULO DOS
VUÉLVETE MI DEVOTO
37 CAPÍTULO TRES
Las escrituras describen muchos lugares espirituales, pero en todo el universo no hay un
lugar como Vrindavan. Cualquiera que conozca las glorias de Vrindavan comprenderá
esto, especialmente si ha recibido la misericordia de Vrindavan. Allí, Krishna y Sus
asociados eternos han llevado a cabo pasatiempos extraordinarios y maravillosos. La
perfección de la vida espiritual es recordar esos pasatiempos y, finalmente, absorberse
por completo en los sentimientos de servicio trascendental que poseen los asociados
eternos de Krishna en Vrindavan, y en los intercambios que tienen con Él.
Esos sentimientos y pasatiempos están descritos y explicados en el Srlmad Bhágavatam,
la literatura trascendental más elevada que existe, pero para entender el Srimad
Bhágavatam debemos antes comprender las enseñanzas del Bhagavad-gita.
Estas enseñanzas son los cimientos sobre los que ha de construirse el palacio de doce
plantas (los doce cantos) del Srlmad Bhágavatam. Si no tenemos los cimientos de las
enseñanzas del Bhagavad-gita, solo podremos entender el Srimad Bhágavatam de forma
mundana y todos nuestros esfuerzos fracasarán. Esto se aplica sobre todo a los temas
más confidenciales que se describen en el Décimo Canto.
En el Bhagavad-gita encontramos el siguiente verso:
man-maná bhava mad-bhakto
mad-yáyl mam namaskuru
mam avaisyasi satyam te
pratijánc priyo 'si me
"Absorbe tu mente y tu corazón en Mí, vuélvete Mi devoto, adórame, ofréceme tus
reverencias y vendrás a Mí sin duda. Yo te prometo esto porque tú me eres muy
querido."
Este es el más importante de todos los versos del Bhagavad-gita. Es incluso mejor que
el verso que le sigue (18.66), en el cual Krishna dice 'sarva dharmán parityajya':
"Abandona todas las formas de religiosidad y refúgiate solo en Mí. Yo te liberaré de
todas las reacciones pecaminosas. No temas."
El verso man-mána bhava (18.65) que describiremos aquí es incluso mejor que este
verso. El verso sarva-dharmán parityajya (18.66) enseña la rendición devocional, pero el
verso man-mána bhava (18.65) otorga los frutos de esa rendición, y es por lo tanto más
elevado.
Cuando leemos el Bhagavad-gita detenidamente, y sobre todo cuando estudiamos los
comentarios de los principales maestros de nuestra línea, nos damos cuenta de que hay
cinco niveles de enseñanzas. Primero se dan las enseñanzas básicas para todo el mundo,
después vienen las enseñanzas secretas (guhya), luego las más secretas (.guhyatar),
luego las sumamente secretas (guhyatam) y, finalmente, lo más secreto de todos los
secretos (sarua-guhyatam). Estas enseñanzas no se presentan de manera desarrollada,
sino en forma de versos condensados.
Enseñanzas generales
Para la gente en general, el Señor Krishna ha dicho: "No comas ni duermas demasiado,
y sé moderado en el trabajo y en el descanso, porque de otro modo no podrás alcanzar
ese yoga excepcional en el cual el alma se encuentra con el Creador".
(Bhagavad-gita 6.17)
Este es el conocimiento general de que no somos este cuerpo y, por lo tanto, debemos
estar desapegados de los deseos del cuerpo y no actuar para ellos. "Aquel que ha nacido
es seguro que va a morir, y después de morir es seguro que volverá a nacer".
(.Bhagavad-gita 2.27)
Arjuna se lamentaba por todos —por su hijo, por su mujer, por sus parientes y
amigos—, y nosotros también nos lamentamos como él. Krishna nos aconseja: "Los que
son sabios no se lamentan ni por los vivos ni por los muertos". (.Bhagavad-Gita 2.11)
Todo el mundo debe morir, y los que no se van hoy se irán mañana o pasado mañana.
No debemos llorar ni preocuparnos por ellos, porque dentro del cuerpo está el alma: "Al
alma nunca puede dañarla ningún arma, y tampoco puede el fuego quemarla, el agua
humedecerla o el viento marchitarla. El alma es eterna mientras que el cuerpo está
sujeto a la muerte, de modo que no te preocupes innecesariamente por el cuerpo".
(.Bhagavad-gita 2.23)
Es correcto cuidar el cuerpo hasta cierto punto. Este cuerpo que Bhagaván, la Suprema
Personalidad de Dios, nos ha dado es Su templo, y debemos cuidarlo para poder hacer
bhajana o servicio devocional trascendental a Él. Debemos mantenerlo limpio y
atenderlo, porque de otro modo no podremos hacer bhajana. Es importante cuidar el
cuerpo, pero ha de hacerse con un espíritu de desapego.
Al final, Bhagaván nos pedirá el cuerpo y habrá que devolvérselo. Dirá: "Te he dado
una forma humana extraordinaria y valiosísima. ¿Qué has hecho con ella?" Por eso Él
ha hablado versos como: "El estado de iluminación del sabio de mente sosegada parece
oscuridad para las personas ordinarias, mientras que la vigilia de los disfrutadores
sensuales es como la noche para el sabio autocontrolado". (Bhagavad-gita 2.69)
Debemos dedicarnos al bhagavad-bhajana, que comprende prácticas cómo la audición y
el canto de Sus nombres, glorias, actividades y pasatiempos, y seguir cumpliendo con
nuestro deber sabiendo que la felicidad y la aflicción no son diferentes. Hasta aquí,
Krishna está dando instrucciones generales.
La enseñanza secreta
Robar el corazón
¿Cómo roba Krishna el corazón? La siguiente historia ilustra la forma en que lo hace.
"Krishna había llevado a las vacas a pastar a Vrindavan. Su tez del color de una nube
oscura de lluvia, y Su cabello negro y rizado cayéndole sobre el rostro hacían que se
viera sumamente hermoso y encantador. Sus amigos, que iban junto a Él, le alababan al
tiempo que cantaban y hacían sonar sus flautas y sus cuernos.
Mientras iban así caminando, hasta las personas ciegas salían de sus casas para intentar
contemplar la escena. Uno de ellos preguntó a alguien que corría:
— ¡Eh! ¿Adonde vas?
—Voy a tener un darsana (encuentro) con Krishna. ¡Rápido! Coge mi mano y ven
conmigo —y ambos se echaron a correr llenos de anhelo.
Todas las gentes de Vraja se colocaron junto al camino para ver a Krishna cuando se
llevaba a las vacas a pastar. Madre Yasoda y Nanda Baba iban tras Él diciendo:
—Vuelve pronto, hijo mío. Y no te alejes demasiado.
Krishna les dijo una y otra vez que volvieran, pero solo cuando les prometió que
regresaría al final del día se fueron ellos caminando muy despacio.
Había gran cantidad de jóvenes recién casadas que acababan de llegar a Vraja para vivir
en los hogares de sus esposos, y todas ellas salieron a las puertas de sus casas para
poder ver a Krishna. Algunas se pusieron a mirar por las rendijas de las puertas,
mientras que otras se subieron a las azoteas o a los árboles. Krishna también buscaba: Él
siempre quiere ver jóvenes nuevas. En una de las casas había una joven que se acababa
de casar hacía dos o tres días. Mucho tiempo atrás había oído hablar de lo
increíblemente hermoso que se ve Krishna cuando lleva las vacas a pastar. Cuando
escuchó que Krishna se acercaba, se puso muy inquieta y deseó profundamente tener Su
darsana (encuentro con Él). Pero su suegra y su cuñada estaban sentadas junto a la
puerta, y su nueva cuñada, sobre todo, era muy severa con ella.
—Tú no puedes ir —le dijeron—. Ahí afuera hay una serpiente negra, y si te muerde no
podrás librarte del veneno jamás. De modo que quédate en casa. Nosotras regresaremos
pronto.
— ¿Vosotras sí vais y yo tengo que quedarme sentada en casa? ¡Ni hablar! ¡Yo también
voy!
— ¡No! Es muy peligroso. Tu corazón es muy inmaduro y no podrás eliminar el veneno
de la serpiente. Quédate ahí sentada.
—Aun así, yo quiero ir con vosotras.
—No irás. Es demasiado peligroso.
—Pues iré sola. Todas las esposas, los ancianos, los niños, las aves, las fieras e incluso
los insectos de Vraja van a tener un darsana con Krishna. ¿Voy a ser yo la única que no
tenga un encuentro con Él? Yo también iré.
— ¡No! No irás.
—Ya lo creo que voy. Aunque me echéis de esta casa, pienso ir.
La suegra y la cuñada escucharon entonces que Krishna se acercaba y salieron
corriendo. Cuando se fueron, la joven se puso a mirar por una ranura que había en la
puerta de tal forma que podía ver sin ser vista. Krishna estaba tocando la flauta de un
modo tan dulce, que parecía como si el néctar de Su corazón se derramara a través de
los orificios de aquella flauta e inundara todo Vrindavan. Los ojos que no han visto esto
deberían ser quemados. Solo los ojos que han contemplado esta hermosa escena han
cumplido con su objetivo.
Puede que Krishna desee ver a alguien o no, pero si alguien desea realmente verle a Él,
Él verá a esa persona sin duda. Ese día Él quería ver a aquella joven antes que nada.
Quería dejar a todos atrás e ir hacia aquella casa enseguida, de modo que ideó un
pequeño truco. Agarró la cola de un ternero y se la retorció de tal manera que el animal
corrió directamente hacia aquella puerta como si hubiera sido entrenado para ello.
Krishna y el ternero llegaron ante la puerta en un instante. Colocado en Su postura
curvada en tres lugares, con la flauta apoyada sobre Sus labios y sonriendo, Él dio Su
darsana a la joven. Se acabó. En ese momento su corazón salió de ella, y Él lo robó y
siguió Su camino. Ella se quedó paralizada. Eso es robar el corazón: man-maná bhava.
Si alguien obtiene la misericordia de Krishna, Él robará su corazón. Si estamos
especialmente deseosos y pensamos: '¿Cuándo podré contemplar la hermosa forma de
Krishna?', entonces Él se sentirá tan complacido que vendrá y nos robará el corazón.
Aquella joven había practicado austeridades durante millones de años para poder tener
aquella oportunidad, y ese día logró finalmente el éxito. Pasaron quince o veinte
minutos y ella permanecía allí inmóvil. Krishna ya había partido en dirección al bosque
y hacía tiempo que se había posado el polvo que levantaran las vacas y los pastorcillos,
pero ella continuaba paralizada; sin su corazón y sin su mente era incapaz de hacer
nada. Al verla en aquel estado, su cruel cuñada le dijo:
—Esa serpiente negra, Syámasundara Krishna, te ha picado y ya nunca podrás eliminar
el veneno.
Entonces empujó a la joven y de algún modo consiguió que entrara en la casa.
—Aquí tienes esta vara para hacer yogur —añadió—. Si trabajas duro, tu mente
regresará a ti.
Pero la joven cogió la olla equivocada y se puso a batir semillas de sésamo, formando
un gran escándalo. Unas veces batía y otras se detenía. ¿Dónde estaban su mente y su
corazón? Se los había llevado Krishna: man-maná bhava. Su cuñada apareció por allí de
nuevo.
— ¡Pero qué estás haciendo! Ahora mismo iré donde mi madre a quejarme de ti.
Cuando llegó su suegra, le dijo:
—Toma este recipiente y ve a traer agua.
Diciendo esto, la madre y la hija colocaron un gran cántaro sobre su cabeza y otro más
pequeño encima de él. Luego pusieron un bebé en sus brazos y le dijeron:
—Cuida de este niño y asegúrate de que no llore.
Por último, colocaron una larga cuerda alrededor de su brazo para que introdujera los
recipientes dentro del pozo y le dijeron que se marchara. Al llegar junto al pozo, la
joven hizo una lazada con la cuerda para atar las vasijas y luego colocó la cuerda
alrededor del bebé como si fuera a meterlo a él en su lugar.
— ¡Eh! ¿Qué estás haciendo? —preguntaron los que la estaban viendo mientras se
apresuraban a rescatar al bebé.
—Parece como si estuviera poseída por un fantasma —dijo una gopi. Pero otra gopí que
conocía la historia añadió:
—No se trata de un fantasma ordinario, sino el fantasma del hijo de Nanda.
Vrindavan es el lugar para los que no pueden dar su corazón a sus hijos ni a su familia.
Esas personas acuden como refugiados a Vrindavan dejando a todos llorando, y allí
lloran solo por Krishna. Hasta virtuosos hijos e hijas de reyes van a Vrindavan, entregan
sus corazones a Krishna y se dedican a hacer servicio devocional.
La siguiente historia ilustra el modo en que Krishna se ocupa de los que se han vuelto
verdaderamente Sus devotos.
"Hubo una vez un brahmán devoto de Krishna que había leído muchas escrituras y
muchos comentarios del Gita y el Bhágavatam. Él no tenía un empleo, sino que cada
día, cuando la mayoría de la gente está tomando su almuerzo, salía durante una hora a la
calle a mendigar. Su mujer cocinaba luego lo que él conseguía, y la pareja subsistía
únicamente con eso. El resto del tiempo él se dedicaba a estudiar las escrituras y a
escuchar y cantar los santos nombres, las glorías y los pasatiempos
de Krishna.
El brahmán y su mujer vivían muy contentos con lo que Bhagaván les daba. No tenían
ningún deseo material. Lo único que hacían era leer el Gita y meditar sobre temas
espirituales. Mientras leía el Gita cada día, el brahmán tenía muchas comprensiones
espirituales que escribía con intención de publicarlas luego para que pudieran tener
acceso a ellas las personas comunes, ese era su bhájana (práctica espiritual).
Un día, el brahmán leyó el verso 9.22 del Bhagavad-Gita y comenzó a analizarlo de la
siguiente manera: "Los devotos se sitúan muy cerca de Krishna cuando, con sus mentes
totalmente controladas, meditan exclusivamente en Krishna y le adoran en todos los
aspectos (sobre todo mediante el proceso de la audición y el canto de Sus nombres,
glorias, cualidades y pasatiempos) buscando la felicidad de Krishna y no la suya propia.
Incluso si una persona de mala conducta se dedica a esta clase de bhájana exclusivo,
Krishna la aceptará. Sin embargo, si ese sentimiento exclusivo no está ahí, Krishna no
se revelará a Sí mismo. Este verso está relacionado con el servicio devocional en la
etapa de la práctica (sádhaná). Krishna protege y mantiene a quienes se refugian
exclusivamente en Él."
Mientras estudiaba ese verso, el brahmán, que era muy humilde y entregado por
naturaleza, sintió que de su corazón brotaban muchos sentimientos muy dulces.
Entonces llegó a la última parte del verso que dice yoga-kscmañi ralumiy alunir.
"Cuando Mi devoto se dedica a hacer bhájana de este modo, Yo le proveo cuanto
necesita, como alimentos o agua, e incluso Yo mismo cargo (vahámi) con todo".
El brahmán dejó de leer. "¿Cómo es esto posible? Tengo más de setenta años y hasta
ahora Bhagaván nunca nos ha cuidado directamente de este modo. Nos hemos dedicado
exclusivamente a hacer bhájana y hay tan poca comida en esta casa que ni los ratones se
molestan en entrar. No tenemos ni para comer hoy. Ni siquiera tenemos cacharros de
barro para recoger el agua de la lluvia. Solamente tomamos lo que nos dan cuando salgo
a mendigar. ¿Acaso Bhagaván no ve esto? ¿No está Él en cada alma viéndolo todo? Él no
se ha ocupado de nosotros tal como afirma en este verso. Y si necesitáramos algo quizá
inspiraría a alguien para que viniera a ayudarnos, pero jamás acarrearía un fardo para
nosotros en Su propia cabeza. No puedo aceptar eso. No es posible que Krishna haya
hablado este verso. Debe haberlo intercalado alguna otra persona". El brahmán tomó
entonces su pluma y tachó esa línea con tinta roja.
Aquel día tuvo que cortar un pedazo de una prenda de su mujer para poder salir a
mendigar. Mientras caminaba iba pensando: "¿Krishna cargará sobre sus espaldas con lo
que necesitamos? Tal vez inspire a algún rey o a alguna persona acaudalada, para que
venga en nuestra ayuda, pero ¿cómo es posible que el omnisciente y todopoderoso
Señor transporte algo en Su cabeza? No lo creo. He oído decir que transformó al pobre
brahmán Sudámá en un rey, pero Él no cargó personalmente con ningún peso para él.
Jamás escuché nada semejante."
Alejando esos pensamientos de su mente, comenzó a mendigar, pero ese día no
tuvo ningún éxito. Anduvo de un lado a otro, pero a las tres de la tarde aún no había
colectado nada. Un hombre le dijo: "Lo siento, baba, pero nuestra casa está impura. Un
miembro de nuestra familia acaba de morir, de modo que no podemos dar nada durante
los próximos tres días." En ninguna parte logró recoger nada, así que finalmente
regresó a su casa con las manos vacías.
¿Qué había ocurrido en su casa entretanto? Un joven muy hermoso había llegado a la
puerta. Su tez era oscura y llevaba ropas amarillas, y sobre sus hombros portaba una larga
vara con una bolsa llena de alimentos a cada lado. Una de las bolsas contenía arroz,
legumbres, guí (mantequilla clarificada) y especies, y la otra azúcar, verduras y muchas
más cosas. No parecía que aquel muchacho de miembros delicados que tendría
cerca de catorce años fuera lo suficientemente fuerte como para llevar todo aquel peso.
Con la respiración entrecortada, el joven dijo:
— ¡Madre! ¡Esposa de mi guru ¡Abre la puerta, por favor!
— ¿Qué estás diciendo? —Respondió la mujer—. Mi marido no tiene discípulo.
—Sin embargo, yo soy discípulo de tu marido —aseguró el joven.
Ella pensaba: "¿Quién será ese y de dónde habrá venido? No podía abrir la puerta
porque no llevaba suficiente ropa para cubrirse adecuadamente, pero Krishna lo
comprendió todo y le alargó su chal amarillo para que se lo pusiera.
—Madre —dijo—, Guruji me ha enviado. Hemos colectado todas estas cosas hoy. Me
dijo que las trajera Yo y que él vendría enseguida. Yo le pedí que esperara un
instante para beber un poco de agua, pero él me dijo: "No. Ya beberás más tarde. Ve
a mi casa enseguida." Y a pesar de ser tan pequeño, me cargó con todo esto y me
hizo venir hasta aquí.
Cuando la mujer del brahmán escuchó aquello, se le saltaron las lágrimas. "Un
joven tan delicado —pensaba—. ¿Acaso ese brahmán no tiene misericordia? Él
vendrá con las manos vacías después de haber hecho que este pobre muchacho
cargue con todo el peso. No tiene compasión."
Entonces el joven mostró Su espalda a la mujer y dijo:
-Madre, también me arañó con sus uñas.
-¡Oh, parece que están a punto de sangrar!
—exclamó ella
—. Ya le ajustaré yo las cuentas cuando vuelva. Se hace pasar por un devoto bueno y
autocontrolado, y ni siquiera es capaz de ser misericordioso con un niño. Ven
adentro conmigo.
Una vez dentro de la casa, le dijo:
—Siéntate aquí; Te prepararé algo de comer. No te irás hasta que hayas comido.
Entonces fue a la cocina y comenzó a preparar el arroz, las legumbres y las verduras que
Él había traído. Mientras estaba así ocupada, llamaron a la puerta.
— ¡Abre la puerta! —elijo el brahmán.
Todavía enfadada por lo ocurrido, la mujer fue a abrir a su marido.
— ¿Vienes con las manos vacías? ¿No has traído tú nada? Dejaste que lo cargara todo
ese pobre chico y encima le arañaste. ¿Es que no tienes compasión?
— ¿De qué me estás hablando? —preguntó el brahmán.
—Bien lo sabes tú. Te estoy hablando de ese pobre muchacho al que hiciste cargar con
las cosas que colectaste.
— ¿Quién? No sé nada de eso.
—Le hiciste cargar a Él con todo y tú vienes con las manos vacías.
— ¿A quién? ¿Dónde está Él?
—Entra y verás.
Pero cuando entraron en la casa el joven ya no se encontraba allí. Lo único que quedaba
de Él era el chal amarillo.
Entonces el brahmán tomó el Gita en sus manos y advirtió con gran sorpresa que la tinta
roja con la que había tachado el verso ya no estaba allí.
—Bhagaván ha cargado con todas estas cosas para nosotros —dijo sollozando—. Esta
es la prueba. Mis dudas se han disipado."
Esto es bhakti, y este es un ejemplo de la práctica (sádhana) que despierta la devoción.
Aryuna dijo:
—Señor, es muy difícil hacer eso aquí, en el campo de batalla. No puedo hacer man-
maná bhava, absorber la mente en Ti ni tampoco hacer mad-bhaktah, volverme Tu
devoto. Dame por favor un método que sea simple, directo y fácil.
Entonces Krishna explicó mad-yájl: "Adórame".
CAPÍTULO TRES
ADÓRAME Y OFRÉCEME REVERENCIAS
Ahora te revelaré esta verdad que es sumamente confidencial. Piensa siempre en Mí,
vuélvete Mi devoto, adórame, ofréceme tus reverencias, y de ese modo vendrás a Mí sin
duda. Yo te prometo esto porque me eres muy querido." (Bhagavad-gita 18.64-65)
Aquí la palabra 'pammam' se refiere a 'la esencia suprema de todas las escrituras.
Krishna no revelará estas verdades a alguien que no haya rendido su mente, su cuerpo y
sus palabras a los pies de loto del maestro espiritual y de Bhagaván. ¿Cómo debemos
rendirnos al maestro espiritual? Del modo en que nos enseña el Gita\ "Obtendrás este
conocimiento complaciendo sumisamente a tu maestro espiritual, haciéndole preguntas
pertinentes y sirviéndolo. Él te puede instruir en esto porque ha visto la verdad".
(Bhagavad-Gita 4.34) *
La persona se vuelve apta para comprender este conocimiento acercándose a un maestro
espiritual con las tres formas de comportamiento siguientes: pranipátena, sumisión;
/Hiri/mis nena, preguntas relevantes, y sevayá, servicio sincero. A alguien que exige
respuestas a sus preguntas o no escucha atentamente' las respuestas y tiene que volver a
preguntar, el maestro espiritual solo le dará instrucciones superficiales. El maestro
espiritual no dará sarva-guhyatam, el conocimiento más confidencial, a esa persona.
Krishna ha asegurado que no dará el conocimiento esencial del Gita a personas cuyo
corazón no haya sido purificado mediante austeridades, que no esté rendida y que no
haya servido al gurú y a los vaisnavas, Sus devotos puros.
En el comienzo, Krishna dijo a Aryuna que hiciera un sacrificio: "Realiza tu trabajo
como un sacrificio para Bhagaván; de otro modo será la causa de tu cautiverio
material". (Bhagavad-Gita 3.9)
Después cíe esto, Él impartió conocimiento acerca del Brahmán y luego acerca de la
Superalma: "Intenta meditar en la forma de Visnu que posee el tamaño de un dedo
pulgar y reside en tu corazón". El yoga es mejor que el trabajo fruitivo, el conocimiento
empírico y las austeridades. Y entre todos los yogis, aquel que se rinde a la Superalma,
está íntimamente unido a Él y le adora de forma exclusiva y con fe, es el mejor de
todos". (Bhagavad-Gita 6.47)
Hasta aquí Krishna no ha revelado Su forma principal, sino que ha recomendado
únicamente que nos dirijamos a la Superalma en el corazón. Más adelante, al final del
Gita, Él dará el verso que estamos explicando, man-maná bhava (18.65). Cuando dice
que debemos pensar siempre en Él, ¿a quién se está refiriendo? Está hablando de
Syámasundara Krishna, cuyo cuerpo trascendental tiene el color de una oscura nube de
lluvia, que posee un cabello muy hermoso y que lleva siempre una pluma de pavo real
en la cabeza. En el encantador bosque de Vrindavana, y situado bajo un árbol kadamba
en Su postura curvada en tres lugares, Él derrama el néctar de su corazón a través de los
agujeros de Su flauta que apoya sobre Sus hermosos labios. Debemos pensar siempre en
ese Krishna. Krishna no ha revelado esta forma en el Gita hasta este verso.
Hemos dado el ejemplo de las gopis para explicar lo que significa absorber la mente en
Krishna. En lo que respecta a volverse un devoto de Krishna, hemos hablado del canto,
la audición, el recuerdo y demás, y hemos visto cómo algunos grandes devotos
ejecutaban servicio devocional regulado.
Puede que sea posible absorber la mente en Krishna en la etapa de éxtasis devocional,
pero solo en la etapa de amor trascendental plenamente desarrollado o prema podemos
verdaderamente pensar siempre en Krishna. En el nivel de la práctica es muy difícil
encontrar a alguien que alcance el estado de amor extático (y mucho menos el de
prema). En el proceso de volverse un devoto (mad-bhaktó), primero aparece la fe, luego
la persona se establece firmemente en la práctica, y luego surgen el gusto, el apego
trascendental y, finalmente, el amor extático. Llegados a este punto, se puede decir que
se es devoto y se puede empezar verdaderamente a pensar en Krishna.
Luego Krishna dice: "mad-yáyí".
“Yayí" significa yajña, sacrificio. Si una persona no ha desarrollado todavía amor
verdadero por Bhagaván pero tiene algo de fe, puede ejecutar yajña. Este sacrificio es
un tratamiento para el enredo material. Caitanya Mahaprabhu dijo a Su devoto Ray
Ramananda: "Puede que se adore a la Deidad con dieciséis, doce o cinco clases de
parafernalia; si no hay prema (amor) en la adoración, Bhagaván no se sentirá
satisfecho."
La comida y el agua solamente nos darán satisfacción siempre y cuando tengamos
hambre o sed. Si alguien nos sirve un plato exquisito de verduras cuando no tenemos
hambre, permanecemos indiferentes. "¿Qué has preparado?" Y cuando lo probamos,
decimos: "Le falta sal" o "tiene demasiada sal". Pensaremos que el arroz con leche está
demasiado líquido, que el chapati (pan indio) no tiene la forma correcta y que la rasa-
güila (dulce de leche) no está tan redonda como debiera.
Pero si tenemos hambre, cogeremos un chápate duro, añadiremos un poco de agua o de
zumo de limón y pensaremos que está delicioso. Cuando tenemos hambre, cualquier
comida está sabrosa. Del mismo modo, si no hay prema, Bhagaván no sentirá deseos de
tomar la ofrenda ni estará satisfecho con la adoración del devoto. Pero si el prema del
devoto ha hecho que Bhagaván sienta hambre, Él aceptará la ofrenda tanto si la hace
con dieciséis clases cíe parafernalia como si la hace con una sola. En el Bhagavad-gita
(9.26) Krishna dice que si alguien le ofrece simplemente una hoja, una flor, una fruta o
agua con amor, Él lo acepta. Él acepta cualquier cosa que se le ofrezca con amor.
Un devoto debe siempre tener ese amor que hace que Krishna sienta hambre. Sobre este
punto hay también algo que debemos entender. No debemos pensar: "¿Por qué es esta
ofrenda para satisfacer a Bhagaván? A fin de cuentas va a ser para nuestro propio
disfrute". El Srlmad Bhágavatam nos dice: "El dharma (ocupación) supremo para la
sociedad humana es la devoción pura a Adhoksaja, la Persona Trascendental. Esa
devoción debe estar desprovista de cualquier interés ulterior y, para que satisfaga al ser
por completo, se debe practicar de manera ininterrumpida." {Srimad Bhágavatam 1.2.6)
En este verso, la persona a quien se desea satisfacer es Bhagaván Krishna, y si Él se
siente satisfecho, nuestra adoración habrá tenido éxito. Si hemos realizado una actividad
para nuestro propio placer, debemos comprender que la hemos hecho motivados
únicamente por la lujuria.
Cuando se complace a Bhagaván, el devoto obtiene automáticamente su propia
satisfacción, mientras que una adoración ofrecida para nuestro propio interés no es
bhakti puro, sino una devoción movida por un deseo egoísta. Debemos entender bien
este punto: ha de estar siempre presente la ausencia del deseo de complacernos a
nosotros mismos, porque cíe otro modo la adoración será impura. La mayoría de los
casados oran a la Deidad diciendo: "Señor, ofrezco el fruto de todas mis actividades a
Tus pies". Pero, ¿para quién es en realidad? "Yo solo deseo paz y felicidad para mí y
para mi familia." No debemos adorar a la Deidad con esa clase de expectativas.
Krishna protege la promesa de Su devoto
Ahora contaremos una historia de nuestra propia experiencia que enseña que debemos
tener amor y apego por nuestra adoración a la Deidad. Había un devoto en Mathurá que
adoraba a una sálagráma-silá. Aunque no conocía todos los manirás ni los pequeños
detalles de la puja (adoración), era muy constante y determinado en sus prácticas. Él
había prometido bañarse en el río Yamuna a las cuatro de la mañana y regresar a casa
con algo de agua para su puja y su tilaka, las marcas de arcilla con las que consagraba
su cuerpo como un templo del Señor, y no utilizaba otra agua que no fuera la del
Yamuna.
El hombre estuvo realizando su puja de este modo con gran fe y sin desviarse durante
diez o Quince años. Una noche de luna llena del mes de Mágha se levantó un gran
temporal. Soplaba un fuerte viento, la lluvia caía sin cesar y todo estaba oscuro. Las
aguas del Yamuna habían crecido y fluían con violencia cerca de Visrama Gháta, el
lugar donde solía bañarse y recoger su agua. El frío hacía temblar tocio su cuerpo. Eran
alrededor de las tres de la mañana, aunque no estaba seguro de la hora exacta. En
aquellos días la gente no llevaba relojes, sino que calculaba el tiempo mirando la
posición de las estrellas. Pero aquella noche las densas nubes ocultaban las estrellas.
Estaba todo tan oscuro y la lluvia era tan torrencial, que después de bañarse en el
Yamuná no pudo encontrar el camino de regreso a su casa y acabó perdiéndose. Lleno
de inquietud, se preguntaba: "¿Cómo podré llegar a casa a tiempo para cumplir mi
promesa? ¿Qué voy a hacer?" Entonces vio a un niño que se dirigía hacia él. Llevaba
una bolsa grande sobre la cabeza para protegerse de la lluvia y una linterna en la mano.
El niño preguntó con voz muy dulce:
— ¿Adonde vas, Baba? —El hombre le dijo el nombre y el número de su calle—. La
conozco. Yo voy cerca de allí. Te enseñaré el camino.
El hombre confió en él y ambos partieron juntos. Por el camino el niño no dijo nada. El
hombre pensaba: "¿Qué hará este chico fuera de su casa en una noche así?" Temblando
de frío, siguió caminando junto a él.
—Aquí está tu calle, Baba —dijo el muchacho cuando llegaron
— Tu casa está justo ahí. Yo sigo mi camino.
El hombre se fue andando hacia su casa, pero en ese momento surgió una duda en su
mente. Cuando dio media vuelta para hablar con el niño, no pudo verlo ni a Él ni la luz
que llevaba. Entonces se llevó las manos a la cabeza y dijo sollozando: "Bhagaván ha
venido disfrazado y con una linterna para proteger mi promesa."
Así es la adoración. Debemos ser igual de determinados y no considerar nuestra propia
felicidad o infelicidad. Eso es verdadera hambre, y si hacemos puja con esa clase de
hambre y ese amor, ¿cómo no la va a aceptar Bhagaván? Por eso Krishna dice en el
Bhagavad-Gita (9.26) 'pmyatátmana'-. Si alguien le ofrece algo con fe y con amor, Él lo
aceptará si duda.
Algunas veces Gurudeva nos regaña cuando le servimos y entonces nosotros hacemos
una montaña de un grano de arena y pensamos: "Gurují era siempre muy afectuoso
conmigo y ahora me trata de este modo, así que lo dejaré." Eso no es correcto; no
debemos pensar así. En nuestro servicio a Gurudeva vendrán muchas dificultades a
probarnos, pero nuestra determinación debe ser: "Nacimiento tras nacimiento, jamás
abandonaré a mi Gurudeva ni a mi Señor".
Ofréceme reverencias
Aryuna dijo:
—Señor, no puedo realizar esa clase de adoración formal aquí en el campo de batalla.
Te ruego que me digas algo aún más fácil.
— ¿Necesitas algo más fácil? Entonces mam namaskuru- ofréceme tus reverencias
(pranáma).
Eso no significa hacer el gesto de la reverencia de una manera descuidada, sino hacerlo
sin ningún ego falso. "Abandona todas las variedades de religiones y refúgiate
exclusivamente en Mí." (^Bhagavad-gita 18.66)
Debemos tomar esta instrucción muy en serio y ofrecer reverencias a Krishna con este
espíritu. Ofrecer reverencias a Krishna de este modo es como lanzarnos a una vasta
extensión de agua —el océano de la existencia material— desde lo alto; cuando
miramos hacia atrás nos damos cuenta de que ya la hemos Bruzado.. "Quien ha ofrecido
reverencias a Krishna aunque sea una vez, no vuelve a nacer."
Si una persona ofrece reverencias a Krishna una sola ve/ con total rendición, no volverá
a experimentar más el ciclo del nacimiento y la muerte. No será forzado a entrar cíe
nuevo en el vientre de una madre. Este es el significado de mám-namaskuru: "Ofréceme
reverencias". Aryuna dijo entonces: Señor, yo te ofrezco reverencias no una, sino
cientos de veces.
En este verso, Krishna dice: "Mad-bhaktah. Vuélvete Mi devoto. Man-maná: dedícate a
Mi bhajana absorbiendo tu mente y tu corazón en Mí. Y al final de ese bhajana,
mad-yáyl: adórame, y después de realizar tu adoración, mám-namaskuru: ofréceme tus
reverencias postradas."
Ahora las cuatro actividades descritas en este verso se convierten en una. Ofrece tus
reverencias a Bhagaván Krishna con gran fe, sentimiento y amor, siguiendo
sinceramente todos los procesos del bhakti. Esto es sarva-guhyatam, el secreto más
oculto, y paramam vacah, la instrucción suprema del Bhagavad-Gita. Si una persona
sigue este verso con sinceridad, cruzará sin duda el océano de la existencia material y
obtendrá amor puro por los pies de Krishna.
Este verso del Bhagavad-gita explica de forma muy condensada el método para alcanzar
el bhakti de Vraja, mientras el conocimiento de que Krishna es Dios se disuelve en la
dulzura de íntimos intercambios amorosos. El bhakti de Vraja es único, porque solo en
Vraja accede Krishna a ser atado por el amor de Su devoto. Esta concepción se describe
de forma detallada en el Srlmad Bhágavatam.
El Bhagavad-Gita es un libro fundamental y en modo alguno debe ser menospreciado.
Sus instrucciones deben servir como base para construir el palacio del bhakti donde
realizaremos nuestra adoración a Rádhá y Krishna con mucho amor. Esta es la esencia
del Bhagavad-Gita.