Francisco Colom González
Francisco Colom González is Professor of Research (tenured) of the Centre for Humanities and Social Sciences at the Spanish National Research Council (CSIC) in Madrid (Spain). He obtained his Ph. D. in Philosophy (1991) at the Universidad Complutense, in Madrid, and his Diploma in Political Science and Constitutional Law (1991) at the Centre for Political and Constitutional Studies, Madrid. He undertook post-graduate studies at the Free University of Berlin (Germany; 1985-86) and postdoctoral research at McGill University (Montreal, Canada; 1992). From 1992 until 1994 he was Associate Professor of Political Sociology at the Public University of Navarre (Pamplona, Spain). He has also been visiting professor and research visitor in several Latin-American, Canadian and European universities. During the years 2000-2005 he was the president of the Ibero-American Association of Political Philosophy, and between 1998 and 2006 the Vicedirector of the Institute of Philosophy of the CSIC. He has been the president of the Spanish Association for Canadian Studies/Association Espagnole d’Études Canadiennes.
His work has mainly dealt with the normative relations between culture, political identity and social change. The last projects he has directed are 'The Political Philosophy of the City. Ideas, Forms and Urban Spaces" (2017-2020) and 'Philosophy and the Political Space. A Topological Approach to Politics and Democracy' (2013-2016). He is currently a member of the European Research project 'Unsettling Remembering and social Cohesion in Europe' (UNREST) of the H2020 Programme (Reflective Societies). His most recent books are 'Tristes patrias. Más allá del patriotismo y el cosmopolitismo' (Anthropos, 2019), 'Forma y política de lo urbano' (edited; Crítica, 2017), and 'Multireligious Society. Dealing with Religious Diversity in Theory and Practice', edited with G. D'Amato (Routledge, 2016).
Address: http://cchs.csic.es/en/personal/f.colom
His work has mainly dealt with the normative relations between culture, political identity and social change. The last projects he has directed are 'The Political Philosophy of the City. Ideas, Forms and Urban Spaces" (2017-2020) and 'Philosophy and the Political Space. A Topological Approach to Politics and Democracy' (2013-2016). He is currently a member of the European Research project 'Unsettling Remembering and social Cohesion in Europe' (UNREST) of the H2020 Programme (Reflective Societies). His most recent books are 'Tristes patrias. Más allá del patriotismo y el cosmopolitismo' (Anthropos, 2019), 'Forma y política de lo urbano' (edited; Crítica, 2017), and 'Multireligious Society. Dealing with Religious Diversity in Theory and Practice', edited with G. D'Amato (Routledge, 2016).
Address: http://cchs.csic.es/en/personal/f.colom
less
InterestsView All (9)
Uploads
Videos by Francisco Colom González
Papers by Francisco Colom González
***
Throughout history, the city has been the quintessential space for democracy. This is why it is possible to trace the genealogy of the public sphere by reconstructing the changing functionality of urban spaces. This article addresses the study of democratic practices through the places in the city where they have been developed, especially public squares. From this point of view, squares are presented as an agonistic space added to the formal institutions for political representation
***
Throughout history, the city has been the quintessential space for democracy. This is why it is possible to trace the genealogy of the public sphere by reconstructing the changing functionality of urban spaces. This article addresses the study of democratic practices through the places in the city where they have been developed, especially public squares. From this point of view, squares are presented as an agonistic space added to the formal institutions for political representation
English: Territoriality is not a mere physical dimension but a social production. From a political perspective, a territory is the result of a unique combination of space, history and power. The territoriality of the Spanish-speaking world has historically characterized for its intimate connection to the city as a social and political realm. This is a feature that became more conspicuous with the conquest and colonization of America. From the ancient Roman municipalities to the modern populist movements, the territorial nomos or political spatiality of Hispanic societies has been defined by their urban condition. This article offers a long-range view of the role of the cities in the Spanish American political tradition: their foundational rites and patterns, their colonial governance, their contribution to the formation of nations, and their role as an arena for the mass movements of the twentieth century.
failure in 2005 of the French and Dutch referendums to ratify the constitution for the
European Union. The reasons for this lack of confidence by national constituencies are
diverse and in some cases circumstantial -an expression of domestic discontent rather
than of outright anti-Europeanism- but they cannot conceal the deep challenge that the
construction of a hypothetical European demos must face. Such troubles concern the
very constitutive elements of a democratic political community, like public opinion,
shared rights and a sense of reciprocal obligation, but they also allude to the nature of
the project in progress: should the European Union be kept as a mere unified market
with loose political connections or rather advance towards a federate supra-state? Are
there any recognizable middle-points between both ends? And if so, in which sense
could Europe be a demos?
constituye un rasgo endémico de la historia política iberoamericana. Su
explicación se ha buscado usualmente en el pasado colonial, en las deficiencias
institucionales, en el subdesarrollo económico y en la dependencia geopolítica.
Desde esa perspectiva, el examen de los factores culturales, ideológicos y
religiosos que contribuyeron a minusvalorar el pluralismo en nuestra tradición
política suele reiterar el tópico del tradicionalismo católico como baluarte del
Antiguo Régimen frente a una burguesía débil, incapaz de domeñarlo a tiempo
y aliada tardíamente a los sectores reformistas del mismo. La verdad de esta
idea en sus rasgos esenciales, al menos para España, no nos impide
reconsiderarla a la luz de una perspectiva distinta de la canónica sobre los
significados del conservadurismo en la modernidad. Los momentos
reconocibles en el pensamiento conservador español, desde los primeros
absolutistas apostólicos y el tradicionalismo carlista hasta su aproximación al
fascismo en el siglo XX, reflejan en realidad circunstancias políticas e históricas
muy distintas entre sí. Mientras que en los dos primeros casos se trataba de
reaccionar frente al derrumbe de la legitimidad tradicional y la construcción del
Estado liberal, en el último fue más bien la crisis de este modelo la que operó
como espoleta histórica. La presencia de determinados elementos de la teología
política católica a lo largo de su desarrollo ideológico ha permitido mostrar la
genealogía intelectual de esta corriente, pero también ha tendido a velar las
diferencias específicas de cada período. Más concretamente, ha impedido
percibir en su evolución los intentos por crear una institucionalidad política y
una biosfera cultural que, al margen de la retórica retrógrada, quiso erigirse en
alternativa ante los cambios sociales modernos. En cualquier caso, lo que se
desprende de todo este proceso es la dificultad secular del catolicismo, y no sólo
del español, para conciliar su propia conciencia histórica con los desafíos
planteados por la modernidad.
suele centrarse en las dificultades del liberalismo para consolidar un orden
político asentado en la secularización del poder y la representación
parlamentaria. En Europa, liberales, demócratas y republicanos abordaron a lo
largo del siglo XIX la construcción del Estado nacional como expresión de un
nuevo universo político en el que la religión y las iglesias, relegadas a la esfera
privada, quedarían desprovistas de su antigua y privilegiada relación con el
poder terrenal. La modernidad política, entendida como sustitución de los
valores religiosos por la idea de ciudadanía y la articulación de los derechos en
torno al individuo, la libertad de conciencia y la soberanía popular, estaba
llamada a adquirir sus plenas credenciales cuando hubiese culminado esa tarea.
En el mundo hispánico, los valores sociales y posiciones políticas subsumibles
bajo el término del conservadurismo muestran al menos dos peculiaridades frente
a los de otras latitudes. La primera de ellas atañe al componente católico como
principal referencia ideológica del mismo, un elemento que en el caso español abarca desde el núcleo del pensamiento reaccionario (carlismo e integrismo) hasta los aledaños del moderantismo liberal decimonónico. La segunda particularidad estriba en que, en Hispanoamérica, las revoluciones de independencia supusieron asimismo la liquidación del Antiguo Régimen colonial. Por ello, los sectores más apegados al orden tradicional quedaron, al menos inicialmente, incapacitados para la melancolía política. En el continente americano no podemos encontrar un conservadurismo ultra-católico y
absolutista como el que surgió en España por reacción al liberalismo gaditano.
Los epígrafes liberal y conservador, tal y como se aplicaron en ese contexto a lo
largo del siglo XIX, no respondieron de forma coherente a los modelos originales. Estos términos fueron acuñados en Europa y, al importarlos, cada grupo los usó a su conveniencia.
tipología de las ciudades a las formas de dominación no legítima llevó a los editores del volumen a incluir el texto en el capítulo dedicado a la sociología de la dominación. Lo cierto es que esta característica de los regímenes urbanos tan sólo es tratada en algunas partes del escrito, concretamente en las páginas dedicadas a los tiranos de la Antigüedad y a la formación de los órganos municipales de las ciudades medievales italianas por medio de la 'conjuratio' de los burgueses. La interpretación fragmentada de sus trabajos entre distintas disciplinas y las escasas menciones directas de Weber al mundo ibérico disminuyeron su perfil ante generaciones enteras de estudiosos iberoamericanos. Pese a todo, algunas categorías de su sociología de la dominación — como el patrimonialismo o el caudillismo — han encontrado un fértil terreno en la interpretación de las sociedades y de la cultura política de la región. En concreto, la teoría urbana de Weber posee un potencial que ha sido escasamente aprovechado. Aunque su obra sobre la ciudad incluye implícitamente una subtipología de la 'ciudad mediterránea', en realidad no alude a España más que una sola vez y en ningún caso menciona las ciudades latinoamericanas ni las civilizaciones urbanas precolombinas. Aun así, la ciudad colonial hispanoamericana constituye una variante de la ciudad occidental y en ella pueden reconocerse muchos de los rasgos descritos por Weber en su obra. En cualquier caso, la transposición de las categorías urbanas europeas a América debe ser matizada, ya que no sólo existe un desfase de varios siglos entre los procesos descritos por Weber y el desarrollo de las ciudades al otro lado del Atlántico: su estratificación interna fue también cualitativamente distinta de la europea. El estudio comparado de los procesos de urbanización en el Viejo y en el Nuevo Mundo nos permite comprender mejor las características propias de la historia social y política hispanoamericana y sus
vínculos, similitudes y diferencias con la historia europea.
manera en que se resolvió a largo plazo la tensión entre absolutismo y feudalismo lo que
marcó indeleblemente los rasgos políticos e intelectuales de cada singladura liberal. En el mundo ibérico, los presupuestos teológicos de la Contrarreforma y las formas culturales barrocas jugaron un papel fundamental en la legitimación del nuevo tipo de
organización política. Por ello es preciso matizar el esquema que identifica el liberalismo
exclusivamente con el canon normativo anglo-protestante y sus antecedentes con la
Ilustración francesa e incluir en él las experiencias y referencias culturales que
en otras latitudes contribuyeron a configurar, con desigual suerte, la política moderna y
sus procesos de movilización e inclusión social. Desde esta perspectiva pretendemos abordar un asunto que tradicionalmente ha desconcertado a los intérpretes de América latina: la implantación de instituciones legitimadas por el liberalismo en ausencia de una cultura política propiamente liberal.