Universidad Autónoma de Baja California
Dr. Juan Manuel Ocegueda Hernández
Rector
Dr. Alfonso Vega López
Secretario general
Dra. Mónica Lacavex Berumen
Vicerrectora Campus Ensenada
Dr. Miguel Ángel Martínez Romero
Vicerrector Campus Mexicali
Dra. María Eugenia Pérez Morales
Vicerrectora Campus Tijuana
2
Joaquín Vázquez García
Maura Hirales Pacheco
Jesús Adolfo Soto Curiel
Claudia Salinas Boldo
Relatos de una libertad posible. Voces de universitarios
en un programa de reinserción social
Universidad Autónoma de Baja California
Consultoría de Prácticas Educativas Innovadoras, S.C.
3
©D.R. 2018 Joaquín Vázquez García
Maura Hirales Pacheco
Jesús Adolfo Soto Curiel
Claudia Salinas Boldo
© Consultoría de Prácticas Educativas Innovadoras, S.C.
Calle 5 de mayo, Maz. 12, Lt 4, Col. San Bartolo el Chico
Delegación: Tlalpan
C.P. 14380
Ciudad de México
www.cipei.org
©Universidad Autónoma de Baja California
Av. Álvaro Obregón y Julián Carrillo s/n Col. Nueva.
C.P. 21100
Mexicali,
Baja
California
www.uabc.mx
ISBN UABC
ISBN CPEI
978-607-607-473-2
978-607-98138-0-2
1ª. Edición, julio de 2018.
Diseño de portada. María Alejandra Lugo y Michael Espinosa Cambronne
4
Joaquín Vázquez García
Maura Hirales Pacheco
Jesús Adolfo Soto Curiel
Claudia Salinas Boldo
Relatos de una libertad posible. Voces de universitarios
en un programa de reinserción social
Universidad Autónoma de Baja California
Consultoría de Prácticas Educativas Innovadoras, S.C.
5
Contenido
Presentación ................................................................................................................................................7
Salvador. Mi única forma de estudiar fue empezar de nuevo desde el principio… ......................................9
Alberto. Un día se presentó la oportunidad de estudiar la universidad… ..................................................22
Adrián. Me tocaba saludar a otros compañeros que apenas estaban estudiando INEA… .........................33
Ricardo. Mi maestra la mandaba llamar para darle la queja de que yo era muy inquieto y travieso… ......47
Manuel Ricardo. ¡Hola joven, como está! ¿Nervioso? ¡No se preocupe, a ver cuénteme qué hace aquí! .57
Alfredo. Creo que ha sido bueno para mi crecimiento la interacción entre mis compañeros… .................72
Saúl. La universidad pudo completar el mapa que estaba trazando durante los últimos dieciséis años… .80
Gerardo… Una costalilla de mangos ...........................................................................................................87
Crisanto. Me tocó una maestra que era un pan de Dios…..........................................................................96
Víctor Manuel. La libertad es uno de los principios fundamentales del ser humano… ............................100
Alejandro Gilberto. Sé que muchas personas todavía tienen prejuicios y nos ven como… ......................105
Francisco. La vida es muy corta, y una de las experiencias más hermosas es estar estudiando esta
licenciatura… ............................................................................................................................................114
Juan José. Hablo con mi madre y le platico que quiero continuar con mi formación… ............................123
José Luis. Y así fue que comenzó este viaje que durará cuatro años. .......................................................132
Francisco. No tengo muchas anécdotas porque siempre he sido autodidacta… ......................................143
Raúl. Me enseñé a leer y a escribir correctamente, a hacer cuentas, a dibujar y a hacer trabajos de
plastilina… ................................................................................................................................................146
Juan Manuel. Con el favor de Dios la terminaré y obtendré mi título, ya sea aquí dentro de la prisión o
fuera estando libre… ................................................................................................................................154
Clemente. Me siento muy afortunado de haber logrado una meta que no habría logrado en otro lugar
parecido….................................................................................................................................................161
Bernabé. Acabar mis estudios universitarios y poder poner en práctica todo lo aprendido y poder ayudar
a la gente… ...............................................................................................................................................174
José Adán. Espero lograr ser digno depositario de sus esfuerzos, de su solidaridad, altruismo y
compromiso humanitario… ......................................................................................................................180
René Ignacio. Todos estábamos muy nerviosos y nos preparamos desde muy temprano con nuestras
“mejores galas”, hasta nos cortamos el pelo un día antes… ....................................................................193
6
Presentación
La Universidad Autónoma de Baja California suscribe en 2007 un convenio con la Secretaría de
Seguridad Pública, órgano perteneciente al Gobierno del Estado de Baja California. Al tenor de
dicho documento, se exponía que una de las labores de la Universidad era extender los proyectos
educativos a comunidades que tradicionalmente no habían sido contempladas en las acciones
institucionales relacionadas con la docencia. En aquella oportunidad se establecía que la oferta
de educación superior llegaría a un contexto penitenciario.
Más incertidumbres que convencimientos entrañaba el programa UABC-SSP. No tener un
referente inmediato subrayó la necesidad de buscar información jurídica, pedagógica,
curricular…un conglomerado de aspectos que eran demandados para iniciar una experiencia
innovadora que, a la vez, distinguiera a la Universidad como pionera en ese tema. Se tendría
que aplicar un examen de ingreso en el Centro de Reinserción Social Varonil “El Hongo”.
La postulación de los aspirantes correspondió al tratamiento recibido, esto es, fueron promovidos
quienes reunían los requisitos administrativos, académicos, pedagógicos y los correspondientes
al seguimiento de la estancia penitenciaria. La primera generación de universitarios se formó en
un programa educativo dependiente de la Facultad de Ciencias Humanas, la licenciatura en
Ciencias de la Educación. Entre los años 2007 y 2012, 26 personas privadas de su libertad inician
sus anhelados estudios en un espacio hasta entonces atípico.
Todo comienzo implica creer en el trabajo generado, a nivel institucional y en conjunto con la
entidad gubernamental. Transcurridos cinco años culmina el plan de estudios 12 alumnos.
Merece la pena agregar que la incorporación de docentes de tiempo completo y de asignatura
permitió acercar nuevos alcances en la tarea de brindar aprendizajes. Con la determinación de
continuar con la presencia de la UABC en el sistema penitenciario, se suscribe un nuevo convenio
en 2015. Iniciaría nuevamente una generación que permitiría considerar experiencias
comprendidas y conocimiento adquiridos en la noble tarea de estar con el otro, con independencia
de sus circunstancias.
El sistema jurídico cambia, se actualiza y ha favorecido que personas privadas de su libertan
prosigan sus estudios en libertad, sea en la UABC o en otra institución.
La generación 2015-2019 se integró por 37 aspirantes, a través de la participación del proceso
de ingreso en el Comité de Equidad. Inician esta etapa un 25 de octubre.
7
Hoy, se recopila una historia. Se sabe que en las sociedades humanas al parecer se presenta
como necesario la instauración de organizaciones coercitivas para regular el ámbito de actuación
de las personas, procurando que el apego a las leyes será el referente de respeto y convivencia.
La libertad como aspiración, en el momento de perderla, entraña la reconfiguración en un medio
para vivir. Ahí está presente la educación.
Sirva la presente obra para difundir la historia de personas que aspiran a recuperar su libertad.
La Universidad Autónoma de Baja California y la Facultad de Ciencias Humanas han sido un
medio para encontrar un motivo para reestructurar la vida…nadie se encuentra exento de errores
en el transcurso de lo vivido y por vivir, que sea una reflexión enaltezcamos los valores que
nuestra Universidad posee, hacia una mejor sociedad.
8
Salvador. Mi única forma de estudiar fue empezar de nuevo desde el principio…
Mi nombre es Salvador y voy a narrar parte de la historia de mi vida en el sentido académico.
Mis inicios académicos
Yo inicié mi vida académica a la edad de siete años. Corría el año de 1968; justo el año de la
matanza de los estudiantes de Tlatelolco, cuando yo pisé por primera vez un salón de clases.
Aquél, mi primer día de clases, yo llegué a la escuela contento porque ya no me iba a quedar solo
en mi casa, ya que mi hermana, de la que yo sigo, se iba todos los días a la escuela, y yo me
quería ir con ella. El motivo por el que yo quería irme a la escuela con mi hermana se los voy a
decir en el siguiente párrafo.
Cuando entré a mi salón, yo no estaba nervioso ni con miedo, sino que yo quería estar ahí porque
ya tenía ganas de estar en la escuela; o sea, yo deseaba ir con mi hermana a la escuela porque
en aquellos años, le daban una tasa de chocolate y un virote a cada alumno, y a mí, por no ser
parte de ellos, no me daban, aunque muchas veces yo me iba con mi hermana para que me
dieran, nunca me dieron nada las mujeres que se encargaban de repartir. Para mi mala suerte
(no sé si por aquel acontecimiento del 2 de octubre de1968) ya no hubo chocolate ni virotes para
los que ingresamos a las aulas de mi primera escuela.
Cuando yo entré a primer grado de primaria, yo ya sabía contar hasta el diez, y también sabía las
cinco vocales, así que yo me sentía como un pavorreal por saber cosas que los demás niños,
según yo, no sabían. A pesar de que yo ya estaba grande para ir en primer año apenas, yo
aprendía más lento que los otros, ya que aquel “gran conocimiento” que mis hermanos mayores
me habían enseñado, no cundían nada, y lo único que sabía hacer era grabarme de memoria las
lecciones de mis libros. De esta forma sin saber leer todavía, me pasaron a segundo grado.
Precisamente ahí, en segundo año, fue donde tuve mi primer problema matemático, ya que el
año anterior solo había aprendido los números hasta el cien, y un día, la maestra nos dejó de
tarea los números hasta el doscientos, y mi problema consistió en que yo no sabía cómo continuar
la numeración del cien para adelante, así es que lo hice de esta forma: 100, 1001, 1002, etc.
9
Otro día que llegué a la escuela con mi tarea, un compañerito que vio mis planas me dijo que
todos los números del cien para adelante estaban mal. ¿Por qué, nomás porque tú dices?, le
pregunté indignado. Es que están mal, me contestó, el ciento uno solamente es un uno, un cero
y otro uno, me dijo, y tú les pusiste dos ceros, y así no están bien, mira mi tarea, me expuso. En
aquel momento se acercó otro de mis compañeros y preguntó qué estaba pasando y ya le explico
el primero que mi tarea estaba mal, yo esperaba que aquél otro dijera que mi tarea estaba bien,
pero también dijo que mis números del cien para adelante, todos estaban mal.
Díganme pues, ¿por qué están mal?, les sugerí que me explicaran. Entonces aquél que había
llegado después que el primero me explicó, más bien me regaló una perla preciosa con lo que
me dijo: mira, abrió un libro y me mostró las páginas de aquél, ¿ya vez que el número que sigue
del cien nomás tiene un uno, un cero y un uno?, mira no te la quiebres mucho, todos los libros
tienen numeradas las páginas, de ahí cópialos, terminó diciéndome. Desde aquella vez me di
cuenta, que los libros enseñan mucho.
Mi trampa académica
Voy a contar una pequeña trampa que hice en aquel año cuando estaba cruzando el segundo
grado. Resulta que después de las vacaciones de invierno ya no vino la maestra y en su lugar
llegó otra, así que aproveché la oportunidad para avanzar en mi libro de lectura, y así lo hice, me
califiqué con puros dieces más de la mitad de las páginas de mi libro, al fin y al cabo, la otra
maestra ya no iba a regresar. Así es que, de esta manera, hice mi primer tranza académica. Lo
bueno es que aquel año aprendí a leer escribir, y aquella hazaña no disminuyó mi nivel
académico, ya que, en mi boleta de aprovechamiento, obtuve un nueve.
Mi primer intento de abandonar la escuela
En mi tercer año de primaria aprendí muy poco, ya que, para mi buena o mala suerte, el profesor
se hospedó en la casa de mis papás y pues yo casi no iba a la escuela, ese año fue mi
desbalanceo porque cuando llegué a cuarto grado, por no saber las cuentas de dividir, el profesor
me quería regresar a tercer grado; y como a mí se me hacía imposible, había decidido no regresar
a clases.
10
Ese año fue mi primer intento de abandonar la escuela. El profesor ya me había sentenciado que
si no aprendía a hacer las cuentas de dividir me regresaría a tercer
El maestro me había dado una semana de plazo para que aprendiera las cuentas de dividir; y
como no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla, el día del plazo llegó. Aquella
semana fue la más angustiosa de mi vida, ya que tenía que aprender en mi casa porque en el
salón no aprendía nada. No me entraban los números. El problema era que en mi casa no podía
enseñarme nadie por la simple y sencilla razón que mis papás y mis hermanos no sabían hacer
aquellas cuentas.
Yo no le había comentado aquel problema de que el profesor me iba a regresar a tercero si no
me enseñaba a realizar las cuentas de dividir, yo solo estaba cargando con aquella preocupación.
El domingo por la mañana esperé que mi mamá estuviera sola para decirle que no quería ir a la
escuela y ella me preguntó que por qué, es que el profe me dio una semana de plazo para que
aprendiera las cuentas de dividir y no sé hacerlas todavía. Yo sé hacer las cuentas de sumar, de
restar y de multiplicar, le dije, pero las cuentas de dividir no puedo aprenderlas. “Pues aquí en la
casa nadie sabe”, me contestó mi mamá, “pero alguna de las personas de las que vienen a
comprar tiene que saber”. Esas fueron las palabras de mi madre.
Como me había dicho mi mamá; aquella tarde llegó un muchacho a la tienda, y mi mamá le platicó
el problema que tenía yo, el de no saber dividir. “¿Cómo que no sabes Chavilla?”, me preguntó
aquel joven. “No, no sé le contesté”.
Me pidió una hoja y un lápiz y empezó a explicarme. En menos de diez minutos aprendí lo que
no pude hacer durante las clases del profesor de tercero y cuarto grado. Esa pequeña explicación
me salvó de repetir año, o tal vez de haber abandonado el plantel educativo en aquel año.
La mañana de aquel lunes entré al salón con mi autoestima bien en alto. El profesor pasó lista, y
yo ya estaba esperando las palabras del maestro. “Alcántar, me dijo, acomodándose los anteojos,
pasa al pizarrón para que inicies las clases de este día”. Me paré como un resorte y me dirigí al
pizarrón. “¿listo?”, “sí maestro”. “Muy bien, ten el gis y resuelve estas cinco cuentas”. Eran una
de sumar, una de restar, una de multiplicar, y por supuesto, la otra era de dividir. Con los nervios
bien controlados saqué las cuatro cuentas perfectamente bien. “¿están bien las cuatro cuentas?”,
11
preguntó a los alumnos. Sííí, contestaron en coro. El profe puso otras tres cuentas más de dividir,
me pidió que las resolviera, y yo lo hice sin equivocarme. “Ya puedes decir que eres un alumno
de cuarto grado”. Expresó el maestro y, continuó con las clases.
Cabe mencionar que las palabras del profesor no eran una simple amenaza, porque no era yo el
único que estaba en aquellas circunstancias de regresarme a tercer grado, sino que éramos
cuatro los que estábamos bailando en la cuerda floja para tener un descenso de grado de los
cuales uno sí fue regresado a repetir tercer año, que, a propósito, aquel compañero siempre me
decía que sabía más que yo.
El nueve que obtuve en mi boleta de cuarto año puedo decir que fue bien merecido, porque ese
año aprendí mucho de aquel profesor. Voy a contarles una cosa que no se me ha olvidado nunca,
(eso sí lo aprendí del maestro de tercer año). Ya había pasado la prueba de las cuentas de dividir,
y el profe preguntó que si alguno sabíamos qué era un sustantivo concreto y un abstracto; yo
esperé que alguien contestara aquella pregunta, pero nadie lo hizo, así que yo levanté la mano.
Yo sé profe, respondí firmemente. “Haber Alcántar diles a los muchachos”, me pidió el maestro.
Los sustantivos concretos son los que se pueden ver o tocar, y los sustantivos abstractos son los
que no se ven ni se pueden tocar. “Perfectamente”, expresó el profesor, “dinos un ejemplo de
cada uno”. “El pizarrón es un sustantivo concreto porque se ve y se puede tocar”. “Exactamente
así es”, articuló el maestro, “ahora un ejemplo de los sustantivos abstractos”. “El miedo maestro”,
proferí, “Muy bien”. “Un aplauso para Alcántar”, terminó diciendo el maestro.
A mí nunca me habían aplaudido por nada nunca, así que aquel acontecimiento jamás se me ha
olvidado hasta el día de hoy. Después de aquellos dos ejemplos, todos los alumnos participaron
con más ejemplos abstractos; ya que éstos fueron los que más les llamó la atención.
Nuevos problemas
Para ingresar a quinto grado me topé con otro problema. A pesar que había obtenido un nueve
en mi boleta, esto no importó para que me mandaran al turno vespertino, o sea, en la escuela no
había salones para dos quintos grados; así que tuvieron que hacer uno para el turno de la tarde;
y agarraron por orden alfabético para dicho turno, y pues obviamente, me tocó a mí porque mi
apellido empieza con “A”.
12
El problema más significativo consistió en lo siguiente: No he comentado que yo era de un
pueblito del cual yo venía a estudiar al pueblo grande desde que ingresé a cuarto grado, porque
en mi “rancho”, como les decimos a los pueblos chicos en Nayarit, solamente se impartían—en
aquel tiempo—clases hasta tercer año de primaria; por tal motivo, yo tuve que continuar los tres
años restantes de la primaria en un pueblo que está retirado de mi lugar de origen. Entonces—
continuando con mi relato—como era un niño de doce años, tuve que—en los meses de
invierno—pedirle al profesor que me dejara salir de clases antes que oscureciera para que no me
sorprendiera la noche por el camino (porque tenía miedo pasar por un lado del panteón en la
noche), así que todos esos meses estuve perdiendo una hora y media diariamente por este
motivo, por lo cual no obtuve el mismo rendimiento que los demás alumnos porque me faltaron
muchas horas de aprendizaje.
Con este conocimiento a medias llegué a sexto grado, (aunque en mi boleta obtuve un nueve)
muchas cosas se me hacían difíciles de entender en mi último año de primaria, y, empecé a tener
muy bajas calificaciones al grado de ser el alumno más criticado por mi mal rendimiento.
Un día me encontré con el director de aquel plantel y me preguntó que, si pensaba repetir año,
“no maestro”, le contesté, “pues andas muy mal Alcántar, te quedan cuatro meses para que me
demuestres que vas a pasar, échale ganas como cuando estabas en cuarto año”; terminó
aconsejándome.
Aquellas palabras de ánimo me ayudaron en mi ego de estudiante; y en aquellos cuatro meses
que faltaban para finalizar el año escolar, le demostré al director que sí podía, y de esta manera
concluí con mi primera etapa académica obteniendo un certificado con un promedio de siete,
promedio que para mi madre era un orgullo, ya que ninguno de mis hermanos había concluido la
primaria.
Mi estrategia estudiantil
El día que ingresé a primero de secundaria, el director de la escuela habló con todos nosotros y
nos dijo que desde aquel momento nos habíamos convertido en unos jovencitos y que ya no nos
iban a tratar como en la primaria (o sea, ya nos iban a pegar los profesores), que de ahí para
13
adelante todo sería diferente. Yo me sentí un joven, y como tal, empecé a procurar la amistad de
los de tercer año de la secundaria.
Aquellos amigos que me encontré en la secundaria fueron mis aliados para sacarme de mis
apuros o problemas en la escuela; porque ellos, por tal que les contara cosas del “rancho”, me
ayudaban con mis tareas, y otra cosa más, también me defendían cuando alguno de segundo
año me buscaba pleito. Aquella estrategia solo me duró sólo un año porque en el siguiente ciclo
escolar ya no había nadie que me defendiera ni me ayudara con mis tareas y me empecé a sentir
completamente solo sin el apoyo de aquellos muchachos.
Mi abandono escolar
Cuando ingresé a segundo de secundaria, me sentí triste porque mis amigos ya no estaban ahí;
ya estaban en la prepa, y yo tuve que enfrentar con mis problemas; tanto escolares como también
los de los de tercer año de aquel nuevo ciclo escolar que me odiaban porque en el ciclo escolar
pasado, nunca me pudieron hacer nada porque tenía veinte amigos que me defendieron por todo
el año escolar, y empecé a tener muchos problemas con ellos, y por ese motivo, me vi obligado
a dejar la escuela y por otro motivo que a continuación voy a revelar.
A pesar que la secundaria es la etapa más bonita de nuestra vida, yo abandoné las aulas en esta
hermosa época de mi historia académica. Como siempre fui un adolescente muy caprichudo; yo
siempre quería que las cosas se hicieran como yo quería, y aquella vez (estaba en segundo de
secundaria), las circunstancias no me estaban favoreciendo para nada, porque varios de los
muchachos de la escuela no me dejaban ni a sol ni a sombra, todos los días me tenía que dar un
tiro con más de alguno de ellos. El otro motivo por el cual abandoné las aulas fue porque la
muchacha que me habían asignado para mi pareja del bailable de aquel veinte de noviembre no
era de mi agrado, y la maestra no quiso cambiármela, y una semana antes que se llegara el día
del evento, ya no quise regresar a la secundaria. Esas dos cosas fueron la causa y el motivo de
que yo abandonara la escuela, así es que yo estuve dos meses en segundo de secundaria
dejando inconclusos mis estudios básicos.
Un largo paréntesis
14
Después que abandoné mis estudios básicos, ya no regresé para nada a la escuela. Pasaron
muchos años para volver a entrar a un salón de clases. Fue en las peores circunstancias de mi
vida cuando quiso el destino que yo continuara estudiando. Tuvieron que pasar veintinueve largos
años perdidos de mi existencia, para que pudiera ser otra vez un estudiante.
Los años continuaron transcurriendo lenta e incansablemente y yo no miraba una esperanza de
vivir dignamente como lo dice la Constitución en el artículo 4° en el párrafo cuatro. Todo era puro
lamentarme por no haber continuado estudiando en mis tiempos de adolescencia y juventud.
Como dije antes. Fue en las peores circunstancias de mi existencia cuando volví a tener la
oportunidad de continuar estudiando. Tuve que llegar hasta el fondo de mi vida para poder llegar
a estar nuevamente en la escuela.
Una nueva etapa escolar
Después de veintinueve años de ausencia de los planteles educativos, un día tuve otra vez la
oportunidad de volver a continuar con mis estudios básicos. Yo jamás pensé que volvería a
estudiar, ya tenía cuarenta y tres años cuando me vi nuevamente sentado en una mesa-banco
haciendo un examen global para ver qué módulos me iban a asignar para reiniciar mi nueva etapa
escolar.
Todo sucedió cuando yo ingresé a este centro penitenciario y me dieron trabajo como monitor en
INEA. Yo daba clases a los alumnos que se dieron de alta en este plantel. Los alumnos que yo
atendía venían muy avanzados, o sea ya estaban a punto de entrar a preparatoria, es por eso
que a los pocos meses ya los vi en las aulas de preparatoria. Cuando vi esto, me dio envidia y
preocupación y me dije que no era justo que yo que les había dado clases, estuviera viéndolos
pasar hacia el estudio medio superior.
Esta preocupación fue la que me impulsó a darme de alta para continuar en la escuela, y en aquel
momento, tomé la decisión de estudiar otra vez. Tuve que empezar desde primaria porque mi
certificado se había quedado en la empresa donde yo trabajaba. Así que prácticamente yo
considero que todos mis estudios los he realizado aquí.
15
Mis decisiones de estudiar eran muy firmes porque desde el primer día que recomencé a estudiar
mi primaria en el año 2004 ya no quise apoyar a los alumnos de INEA, sino que le comenté a la
maestra que yo me iba a poner a estudiar de tiempo completo porque mi intención era aprender,
no solamente la obtención de mi certificado. Ya no tenía caso continuar perdiendo el tiempo. Ya
habían sido suficientes veintinueve años perdidos de mi vida como para seguir sin saber lo básico;
aunque ya por la experiencia de los años, ya sabía muchas cosas, pero no lo suficiente como
para decir que sólo necesitaba el certificado, o, mejor dicho, los certificados que estaba dispuesto
a conseguir: pero estudiando.
Mi reingreso a las aulas
Para ingresar a mis estudios medio superiores tenía que presentar mi certificado de secundaria;
(el cual había obtenido en INEA), pero dicho certificado se quedó en la empresa donde yo
trabajaba, y por este motivo tuve que iniciar de nuevo desde la primaria porque el certificado de
primaria que tuve, un día lo vi tirado en la basura, así que no tenía ni uno ni el otro y mi única
forma de estudiar fue empezar de nuevo desde el principio.
A pesar que mi intelecto estaba por los suelos, los exámenes que presenté en INEA los acredité
con ochos y nueves. Después de haber terminado la primaria, inmediatamente me pasé a la
secundaria habiendo terminado mis estudios básicos con un promedio de 9.5 quedando de esta
forma concluidos mis estudios básicos.
Yo era de esas personas que criticaban a las personas que se ponen a estudiar cuando son
mayores, es por eso que siendo yo el primer crítico de estas personas, yo mismo me sentía fuera
de lugar cuando estaba sentado estudiando los módulos que me asignaban para acreditar los
exámenes de INEA porque en ese tiempo yo tenía cuarenta y cinco años, y ya pensaba que lo
que estaba haciendo era una ridiculez. Haber recibido mis certificados de primaria y de
secundaria a la edad de cuarenta y cuatro el primero, y de cuarenta y cinco el segundo no era
una satisfacción para mí, al contrario, me sentía un poco incómodo.
El día que recogí mi certificado de secundaria mi autoestima se bajó porque de los veintitantos
que recibimos el certificado yo era el mayor de todos. Hice un comentario que yo era el más oldy
de los que habíamos obtenido el certificado y uno de los jóvenes me dijo que yo no estaba viejo
16
y me preguntó que cuántos años tenía y le dije que tenía cuarenta y seis. Otros más viejos están
estudiando todavía, me dijo, tú síguele, y además sacaste muy buen promedio, no te desanimes.
Aquellas palabras me dieron ánimo y mandé pedir mi acta de nacimiento para continuar
aprendiendo más en la vida de la educación. Ya no me daba mucha vergüenza porque había
otros tres señores mayores que yo que todavía no terminaban la primaria así que yo me sentía
joven entre ellos. Incluso, varios de los estudiantes de INEA eran de mi misma edad y algunos
de más edad que la mía.
Mis estudios medio superiores
Es verdad que seguí siendo el mayor de todos los que estábamos estudiando la preparatoria,
pero esto ya no me incomodaba porque la mayoría éramos de cuarenta y cinco años en adelante,
por eso cuando estuvimos en la graduación de la prepa nos mirábamos—la mayoría—de
cincuenta años, y más.
Cuando recibí mi certificado de preparatoria, sí me sentí bien, porque yo en realidad nunca pensé
tener un documento de este valor académico. Lo primero que hice fue hablar con uno de mis hijos
para platicarle que ya me habían entregado mi certificado de preparatoria. Mi hijo me felicitó por
haber obtenido aquel documento que me acreditaba para continuar adelante con mis estudios
superiores. Yo le comenté a mi hijo que continuaría con mis estudios superiores, “¿dónde va a
seguir estudiando?”, me preguntó, aquí donde estoy, le contesté. Y casi estoy seguro que no me
creyó lo que le dije tan firmemente.
Estudiar de forma autodidacta no es muy fácil que digamos, se necesitan ganas de aprender,
ganas de cultivarse en el mundo de la ilustración, y precisamente eso me estaba pasando a mí.
De la noche a la mañana me dio por saber más, ya el complejo de ser un señor con nietos y esas
cosas, ya no me importaba. Por el contrario, pensaba que todo lo que pudiera aprender lo podría
emplear con mi tercera generación cuando saliera de este centro. Así que le eché ganas para
aprender de esta forma; con la única ayuda de los libros, hasta que llegó la fecha en que me
gradué (como dije antes); con una satisfacción que nunca había sentido.
El día que presenté el último examen de preparatoria—le dije a la licenciada coordinadora.
Licenciada, ya es el ´´último examen que me quedaba, quiero que me dé trabajo aquí en la
17
escuela de monitor”. Ella me preguntó que, si estaba seguro que iba a pasar, y yo le contesté
afirmativamente. Yo no quería alejarme mucho del área educativa porque estaba interesado en
estudiar la universidad, y lo primero que se me ocurrió fue quedarme a trabajar dando asesoría
en la prepa.
Los dos años que duró para empezar la universidad, después que terminé la preparatoria, me la
pasé apoyando a mis compañeros de prisión, dándoles asesorías de las materias que más me
gustaron en la preparatoria. Lo hacía con mucho gusto y agrado, disfrutando, mientras enseñaba
a los que solicitaban mis asesorías.
Mis intenciones eran practicar lo aprendido en la secundaria y preparatoria para que se me
quedara bien grabado todo lo básico, y también lo complicado de nuestro idioma, ya que la
asignatura que yo impartía a mis compañeros era taller de redacción, y, un buen maestro tiene
que saber lo que enseña, si no, no puede llamarse maestro.
Me da gusto contar estas cosas porque para mí es una gran satisfacción saber que lo que yo
aprendí, lo supe transmitir a otras personas que en realidad lo necesitaban muchas veces me
dieron ganas de usar el método de aquel maestro que me quiso regresar a tercer año de primaria,
pero realmente, yo me gozo cuando enseño a otras personas.
Mis estudios superiores
Todos los días se escuchaban las pláticas de que la Universidad Autónoma de Baja California iba
a continuar ofreciendo la carrera de “Ciencias de la Educación”, (porque ya había salido la primera
generación en 2012 aquí dentro de este centro penitenciario); así es que yo estaba listo para ser
parte de la segunda generación y cada día que pasaba era un martirio para mí, porque ahora sí
me estaba preocupando la tardanza, porque yo deseaba que empezara lo antes posible por el
motivo de que yo quería experimentar una carrera universitaria. Pasaron dos largos años para
que iniciara lo que yo tanto anhelaba. La universidad.
No era solamente yo el desesperado, todo el grupo que estábamos esperando para iniciar la
universidad, nos encontrábamos exasperados ya porque la fecha de comenzar no llegaba. Pero
debo aclarar una cosa, antes de terminar la preparatoria; yo no deseaba que empezara la
18
universidad porque me iba a quedar fuera de la misma; y eso significaba que ya nunca más iba
a tener la oportunidad de obtener un título universitario, y eso era un caos en mi mente porque
yo, en verdad, sí tenía muchos deseos de estudiar una carrera y si se iba esta oportunidad, ya
no habría otra.
Desde la graduación de la primera generación hasta los inicios de la segunda, tuvieron que pasar
tres largos años. Desde la primera fecha que dieron para que hiciéramos el examen de
recibimiento se formó un grupo de aspirantes a la universidad, y yo no formaba parte de aquel
grupo. A pesar que—como lo dije antes—yo no quería alejarme mucho de la escuela para estar
al pendiente de la universidad, pero un día que pasé por un salón vi el grupo propedéutico que
se estaba formando y a mí no me habían invitado a ser parte de aquel del mismo. En aquel
momento me dirigí con la coordinadora para preguntarle qué por qué yo no estaba formando
parte de aquel grupo. “Alcántar, ¿quieres estudiar la universidad tú también?” Fueron las palabras
de la licenciada. “Sí licenciada”, le respondí a su pregunta que me llenó de indignación. Yo no sé
si ella me miraba, o muy viejo, o muy inepto para ser un miembro universitario, pero sí me hizo
sentir mal con aquellas palabras.
En realidad, ya se me hacía raro que la licenciada no me invitara a participar en aquel grupo
propedéutico, porque un día, en mi presencia, le preguntó a un compañero mío qué si quería que
lo diera de alta en la universidad y a mí no me preguntó nada, siendo que yo había terminado
antes que aquel compañero. En otra ocasión llegó hasta mi estancia y le dijo a otro de mis
compañeros que ella iba directamente a buscar personas que quisieran ser parte de los
universitarios, y le hizo la insinuación para que acudiera a ser parte de los del ya mencionado
grupo y aquél le contestó afirmativamente. Yo otra vez me quedé esperando su invitación porque
yo estaba parado frente a ella, pero desgraciadamente, no me vio la licenciada. Pero dice un
refrán que, si la montaña no viene a ti, tú ve a ella; y precisamente, fue lo que hice.
Después de aquellas pequeñas trabas, logré ser un miembro de aquel curso propedéutico que
se había formado para recibir entrenamiento para presentar mi examen de admisión.
Después de dos largos años de espera para que empezara la universidad (desde que terminé la
universidad hasta que dio inicio), por fin se llegó la fecha del examen, yo estaba nervioso porque
no sabía de qué se iba a tratar.
19
El examen de admisión
El día que nos iban a hacer el examen de admisión, nos reunieron a todos para tener una plática
con nosotros. Todos estábamos nerviosos por aquel acontecimiento. Los maestros que vinieron
a hacer la entrevista se esparcieron por los salones y fueron llamando de uno por uno. Cuando
me hablaron a mí, yo iba como si fuera a recibir otra sentencia de los nervios que sentía. “Buenas
tardes”, me saludó la doctora Rocío Botello, “buenas tardes”, le contesté. La doctora me hizo las
preguntas de aquella entrevista, y me dijo: “es todo”. “Muchas gracias”, articulé, y me despedí
inmediatamente de con ella.
Todo continuaba siendo una perplejidad para todo el grupo, porque ninguno sabíamos que
significó aquella entrevista. Unos decían que habían pasado “el examen”, otros que tal vez no, yo
era de los que pensaba positivamente porque—aunque nervioso—supe contestar sin titubeos las
preguntas que se me hicieron. Cuando mis compañeros me preguntaron que, si había pasado,
les contesté que no estaba seguro para no hacerme ilusiones.
El día que nos llegó el video de bienvenida que nos envió la doctora Graciela Paz Alvarado, nos
reunimos todos para mirarlo, y cuando la doctora pronunció: “yo he dicho que van a terminar los
treinta y seis”. Inmediatamente pensé que era yo quien había quedado fuera. Primero pensé que
se había equivocado al decir treinta y seis porque el grupo que habíamos hecho la entrevista era
de treinta y siete, pero cuando volvió a decir: “a mí me gustaría ver a los treinta y seis tomando
protesta como Licenciados en Ciencias de la Educación”; fue entonces que definitivamente
pensé, que yo había quedado fuera del programa y sin comentarle a nadie, me guardé mi gran
desilusión.
Después de haber visto aquel video, la cantidad que pronunció la doctora y los comentarios de
mis compañeros, quienes afirmaban que yo era el único que no estaba apto para la universidad,
(porque no iba a poder realizar mis tareas por el problema que tengo en mi mano derecha), sentí
que el mundo se derrumbaba para mí. Ni modo, pensé. Y yo que tenía tantas ganas de hacer una
carrera universitaria.
20
Con esta congoja, me regresé a mi estancia. Mis compañeros de celda me preguntaron qué cómo
me había ido. Creo que no pasé la entrevista que me hicieron, les contesté y así pasé aquella
noche, bien pensativo. Otro día por la mañana llegó un oficial con una lista y me nombró, vas a
la universidad, me dijo. Me levanté como resorte y me vine a la escuela bien contento porque
aquello significaba que ya era un universitario.
Recuerdo cuando el licenciado Cristian (egresado de la primera generación) me decía: “Chava,
tú eres el único que me tienes bien preocupado porque no sé cómo vas a poder hacer tus tareas”.
O sea, todos pensaban que yo no iba poder realizar mis trabajos por el problema que ya mencioné
antes. En realidad, hasta yo mismo pensaba que iba a batallar porque a principios escribía con
una sola mano, pero después del primer ensayo que escribí, busqué la forma de que me rindiera
el trabajo y lo logré gracias a que tengo deseos de ser un licenciado en ciencias de la educación.
A principio, algunos de mis compañeros hicieron un acto de solidaridad y se acercaron a mí para
ofrecerme ayuda; pero cuando vieron que ya escribía con las dos manos me dejaron solo. Otras
de las cosas que hizo René, uno de mis compañeros de la preparatoria, (hoy de la universidad)
y se lo agradezco mucho, fue darme ánimo para que me diera de alta en la universidad, porque
antes de terminar la prepa, yo le comenté que yo no me iba a dar de alta porque yo no sabía de
computación, y él me persuadió a que lo hiciera.
Ahora estoy estudiando el quinto semestre de Licenciatura en Ciencias de la Educación con el
único propósito de llegar a ser un licenciado en esta carrera. Con esta experiencia personal,
quiero decirles a los que todavía son jóvenes, y a los no jóvenes que sí se puede, y que nunca
es tarde para realizar un empeño. Si yo lo estoy haciendo después de cuarenta y tres años que
abandoné la secundaria. Ustedes también pueden. Ánimo.
21
Alberto. Un día se presentó la oportunidad de estudiar la universidad…
Mi nombre es Alberto. Tengo 27 y creo que soy adoptado.
Nunca nadie lo ha mencionado abiertamente, pero tengo mis dudas. Papá murió en un
accidente automovilístico donde curiosamente él fue el único en padecer. Mamá tenía ocho
meses de embarazo y por causa de la sorpresa que ocasionó el repentino fallecimiento de mi
padre el parto se le adelantó, así que además de huérfano, con muchas probabilidades de ser
adoptado, también soy ocho mecino.
Mis abuelos paternos nunca quisieron que yo llevara su apellido porque aseguraban que
no era su nieto. ¿Lo ves? Tengo unas primas que según cuentan me quieren muchísimo pero
que no conozco. Por otra parte, refuerzo mi tesis porque poco después de que mi supuesto padre
sufriera aquel trágico accidente, mamá se fue a vivir con otro señor a Ciudad Juárez. De esta
manera cedió de una manera tácita, pero muy cierta, la potestad de mis derechos a mi abuela. –
Su mamá-.
No existe una solo fotografía de mi “papá”, es un dato curioso que jamás ha pasado
desapercibo.
Conmigo todo fue gradual. Estudie el kínder, la primaria, secundaria y preparatoria en el
mismo pueblo, y me refiero a gradual porque conforme pasaban los años yo llegaba más tarde a
casa. Verán, en el kínder, mamá me recogía justamente a las doce del día, siempre puntual; en
la primaria era mi hermano mayor quien fungía como pilmama, pero entonces el pasó a la “secun”
por lo que yo quede completamente libre, así cuando salía de la escuela me dirigía directo a las
“maquinitas” empezando a llegar un poco más tarde a casa; en la secundaria las clases se
terminaban a las dos o tres de la tarde y yo encontraba a mi mamá súper molesta cuando llegaba
aproximadamente entre las cuatro o cinco de la tarde.
En la prepa….
Mamá ya no podía conmigo.
22
En la primaria mis problemas fueron las maquinitas, en la secundaria las escapadas de
clases para ir de parrandero y en la prepa mi perdición fue la novia, en esa época el amor me
pegó hasta en los huesos, además la vida disoluta se agravaba un poco más.
Para ser franco la escuela no era algo que me inspiraba comodidad alguna ni mucho
menos satisfacción. Prefería andar en el monte, correr por el prado sintiendo como el aire
golpetea mi rostro, eso siempre ha sido una de mis pasiones preferidas, llenarme de pinolillos,
nadar en los ríos y recostarme al sol como una igual, son cosas inigualables. Pero mamá, -mi
abuelita- fregó tanto con eso de la escuela que no tuve mucha opción para elegir, además de la
firme amenaza que de no acudir a la escuela me amarraría un pie a la pata de la mesa para que
no anduviera de callejero, y en verdad que era capaz, yo no podía rezongar por algún mandato
porque me iría como en feria; en una ocasión me mando a lavar los trastes, porque yo quería ir a
jugar canicas con unos vecinos, aún era un chiquillo, he de haber tenido como nueve u once, y
lavar los trastes era mi boleto, pues que cometo la estupidez de decirle que no deseaba lavar los
platos, que lo que quería era ir con mis amigos y ¡PÁCATELAS! que me suelta tremendo
coscorrón y que me voy a lavar platos.
Nunca terminó por gustarme la escuela, (bueno eso de estudiar, porque la escuela si me
gustaba) bueno casi nunca, después le cogí el sabor a las letras, pero a pesar de mi apatía
sacaba buenas notas y eso mantenía serena a mamá; lo maestros le decían, cuando se
celebraban las reuniones de padres para entregar calificaciones y todo eso, que si yo no fuera
tan desastroso, -con M en lugar de S y D en lugar de la letra T - entonces sí que sería un buen
estudiante, pero mangos, a mí me importaba un carajo y mi mamá con que no reprobara estaba
feliz. Creo que primero aprendí a utilizar la resortera a nadar y utilizar el azadón y después, mucho
después, aprendí a leer.
De kínder no me quedan muchos recuerdos creo que mi cerebro está atrofiado. Si se me
realizara una encefalografía de seguro que encuentra una falla en mi lóbulo frontal o en mi
hipocampo. La ficción se confunde con la realidad porque mis recuerdos son confusos y esta
maraña que nubla mis ideas impide lograr aterrizar las imágenes, por más que me esfuerzo me
cuesta mucho trabajo enfocarme en una época precisa tanto que mi infancia pasa desapercibida
delante de mí, tal cual como si nunca hubiese existido.
23
Es estresante.
Pasemos a la primaria…
Mamá se despertaba tan temprano como un gallo de rancho. Después se dirigía al molino
con su nixtamal. A mí lo que me despertaba era el ruido que ella producía cuando estaba
“echando” tortillas, era como si aplaudiera, pero de una manera más peculiar, eso y el fuerte
aroma a café eran mi despertador, además del maldito escándalo de pancho, el loro que mamá
quería creo que más que a nosotros. Muchas veces prometí ahorcarlo, pero la verdad que hasta
yo le estimaba a ese mendigo animal; cuando llegaba a la cocina, después de bañarme, ya me
estaba esperando el uniforme planchado, los zapatos lustrados y el desayuno servido, mi única
responsabilidad era acudir a estudiar y eso era un total fastidio. Los maestros no eran me eran
soportables, pensaban que lo sabían todo y además que les encantaba lanzar proyectiles de tiza.
Lo único bueno de esa primaria, que por cierto se llama Dr. Jaime Torres Bodet, es que ahí
también acudían los chicos que con el paso del tiempo se convirtieron en mis mejores amigos.
En una ocasión, ya en compañía de mis amigos, (…) se nos ocurrió hacer una travesura
deseábamos llevar pica-pica para ponerla sobre los ventiladores del salón, así cuando la maestra
los prendiera se armaría el relajo, el problema fue que nadie nos advirtió que la pica-pica es
demasiado volátil y cuando intentamos contar las vainas nos llenamos todo el cuerpo de ese
finísimo pelo. Llegamos a casa casi, pero casi, llorando.
Pasé mis mejores horas de esa etapa jugando futbol, básquet, y participando en las
pirámides de los desfiles del veinte de noviembre, inclusive fui a un torneo de basquetbol que se
realizó en la ciudad de Tuxtepec, perdimos horrorosísimo y uno de mis amigos no dejó de llorar
durante todo el trayecto de regreso a casa.
Salí de la primaria con buenas calificaciones, -hasta cierto punto- Llegué a creer que los
maestros estaban ansiosos por deshacerse de mí. Mi mamá biológica me regaló una handingcam de la cual nunca jamás me volví a separar; mi “abue” hiso mole e invitó a los vecinos. Yo no
cabía de la felicidad, no por porque había terminado la escuela, si no por mi cámara nueva,
deseaba filma todo y a todos.
24
Esas vacaciones me las pasé con mi hermano en Córdoba Veracruz, jugando video juegos
con mi prima, -ella si es adoptada- ella decía querer seguir estudiando y yo le respondía que a
mí la escuela me valía un sorbete, creo que al final de todo a ella también no le importaba tanto
porque en la prepa salió embarazada y dejó de estudiar.
Hay un rio… Juan Sánchez es su nombre, se encuentra en la entrada del pueblo y está
coronado por un puente alto del cual me encantaba practicar clavados mientras uno de mis
amigos filmaba los saltos. Invertíamos horas y horas perfeccionando nuestras acrobacias,
comiendo caña de azúcar, mangos y todo lo que encontrábamos cerca del rio, hasta que al fin se
vino la época de entrar a la secundaria.
¡Diablos!
El día de las inscripciones había muchísimas personas, tanto como estudiantes y adultos.
Muchos éramos nuevos y muchos no, pero todos estábamos reunidos, creo en no equivocarme,
por el mismo motivo.
Recuerdo que había un grupito de chicas que se sentían supriores con sus uniformes y
sus piernas coquetas, sonreían mientras se gastaban bromas para llamar la atención de no sé
quién, yo las imagine como “fresas”, aunque después se volvieron mis compañeras de
borracheras.
Mamá deseaba que acudiera solo a inscribirme porque según defendía yo ya era todo un
jovencito hecho y derecho, pero me supe defender lo suficiente diciéndole que aún no me
encontraba preparado, hasta cierto punto me aterraba la idea de realizar aquel tramite por mi
cuenta, así que no hubo más remedio y al fin terminó acompañándome.
Al principio hubo una serie de problemas con todo el papeleo, el subdirector mantenía
alguna especie de alergia hacia los de nuestra estirpe, al parecer mis antepasados académicos
–mis hermanos- se encargaron de crear un mal record a lo largo de los años, por lo que me
dejaron bajo esa bruma de mal imagen; así que el sub, de la secundaria no deseaba admitirme
porque según sus escusas yo llegaría a irrumpir con la tranquilidad que reinaba en la faz de su
pequeño imperio. –No se equivocaba- Lo bueno que mamá nunca ha sido fácil de persuadir y
amenazó a aquel señor que de no admitirme interpondría una queja con sus superiores, por lo
que tuvo que aceptar.
25
Y ahí estaba yo, sometido a una rigurosa mirada inquisidora solo minutos antes de que se
me entregara mi nuevo horario de clases, el taller de especialidad y un perfecto personal, -no es
broma- porque a la primera de cambios saldría chispado de la institución, ese fue el acuerdo
entre mi madre y el señor subdirector. Me sentía como un puerco antes de ser comprado.
Mamá se encomendó a San Judas, San Juan a San Pedro, a la virgen María y no se a
quien más, todo para asegurar que mi compartimiento fuese bueno en mi nueva escuela; no es
que realmente fuera un mal criado, no, claro que no, ella se encargó bastante bien para
proveerme de buenos valores, pero la verdad eso de estar sentado durante benditos cuarenta y
cinco mil minutos en un mesa banco tan duro como una roca, me parecía de los más
patetistupidamente antinatural, por eso mismo nunca de los jamases logré soportar historia, creo
que por eso confundo la guardia personal de Hitler con Pancho villa, además que el profesor
Abel, de él me acuerdo perfectamente, se pasaba sus miles de minutos, hablando sin parar, como
un autómata que todo lo ha memorizado, era una clase aburridísima, y sus deberes eran
resúmenes y resolver cuestionarios.
¡Puf!
Matemáticas…, pues, estaba un poco mejor, me parecía interesante por la dificultad hasta
que descubrí que si solo aprendía las formulas adecuadamente no tendría problemas para crear
planos cartesianos y realizar algunas ecuaciones de segundo grado; no puedo decir que me iba
excelente porque mentiría, pero lograba ser suficientemente bueno para no tener que arrastrar la
materia.
Por otra parte, el taller de apicultura al cual me Asignaron, pensando que saldría
corriendo en las primeras horas, me venía genial; salíamos al apiario, -un lugar en el campo
donde se concentraban algunas decenas de colmenas domesticadas- a realizar nuestras
prácticas; las horas se me pasaban prácticamente volando y cuando menos lo esperaba ya se
había terminado la sesión de apicultura. Ahí mismo descubrí que a mí me es más fácil aprender
haciendo que escuchando, por eso creo que las mejores horas de la escuela secundaria las pasé
dentro del apiario, del laboratorio de química y de pinta.
26
El primer año intenté cumplir con el trato pactado con mamá. Acudía a cada maldita clase
con una puntualidad inglesa, además que me esforcé por sacar buenas notas, pero pronto todos
los maestros empezaron a aburrirme y tuve que hacer las cosas más interesantes, a mi manera.
Varios compañeros decidieron unirse a mi anarquismo escolar (así decidimos bautizarlo)
y juntos realizamos grandes reuniones donde debatíamos sobre la mejor manera de pasar la
tarde y donde se organizaría la próxima fiesta. Había un miembro del consejo anarquista escolar
que tenía un “bochito” el cual era utilizado como diligencia real, nos metíamos tantas personas
que llegó a parecer una lata de sardina, pero, en fin, todos sobre unos y sobre otros logramos
encontrar muy buenos tiempos, sin preocupaciones, sin prisas y sin inhibiciones, ni tapujos.
Muchas veces nos reuníamos a la llamada que organizaba el consejo selecto de nuestro partido,
(A.E) en la casa de un compañero del cual sus padres eran maestros y por ello casi no se
encontraban en casa cuando nosotros se suponía que estudiábamos. Ellos vivían en un
fraccionamiento que se creó para los docentes, por eso cuando realizábamos nuestros meetings
no había nadie que nos pudiese delatar, era la guarida perfecta donde se jugaba a la botella,
verdad o reto, chichi legua, la silla eléctrica y otros juegos. Nuestra compañía crecía por lo que
los miembros del concejo imperial decidieron no aceptar ni una sola suscripción más.
Todo fluía tranquilo como algunas aguas profundas, hasta que un día por obra del destino, de
Dios, de la vida, o como se le quiera llamar, la verdadera regente del hogar, -la mamá de nuestro
amigo- llegó sin previo aviso. El ruido de los altavoces a un alto nivel nos impidió percatarnos y
fuimos sorprendidos. En ese momento no supe lo que a mi espalda estaba sucediendo porque
me encontraba purgando una condena con una miembro de la secta dentro de una recamara, así
que solo me enteré cuando escuché los fuertes golpes en la puerta, parecía tambores
anunciantes de guerra, era como si quisieran echar abajo todo el lugar. No acudí a los primeros
llamados y eso desespero más al regente, tanto que decidió entrar sin permiso previo. –
¡chamacos cabrones! Nos gritó notablemente furiosa. Instintivamente intente cubrirme, pero era
demasiado tarde.
Después de eso ya no se nos admitía en ese hogar a horas tempranas. Creo que los
padres de mi amigo se molestaron mucho porque por un tiempo le prohibieron que nos dirigiera
la palabra.
27
Además de miembro y presidente del A.E también pertenecía a la banda de guerra de la
institución en donde estudiaba. Eso era como mi salva vidas, porque me mantenía a flote sin
dejar que me hundiera por completo. Siempre he tenido un sentido patriota y el subdirector supo
cómo aprovecharlo. Me admitió, pero sin antes advertirme que si mis calificaciones disminuían
no se me permitiría seguir participando en la banda de guerra ni mucho menos en los desfiles,
por lo que me aferré tanto a esa embarcación con tanta fuerza como el mismo Mandela a su
revolucionaria idea, y al final de cuentas logré terminar el primer ciclo. Ese año si no mal recuerdo
me hice acreedor a noventa reportes, fui presidente de la clase y gané la amistad del perfecto
que me seguía de sol a sombra.
En el segundo año mis sueños se volvieron realidad. Sufrí un accidente en el cual la pierna
izquierda quedó como rompecabezas sin armar, literalmente.
Realmente no fue algo así como un accidente, lo que pasó fue que el maestro que se
encarga del taller de lectura y redacción me despidió de su clase por toda la eternidad, dijo que
no quería volverme a ver en toda su perra vida*, se molestó porque simplemente estaba jugando
a raspar la mecha de un “cuete” en el piso del salón y repentinamente, sin quererlo, el fuego cobró
vida prendiendo con mi desgracia la pólvora que envolvía el sedal. Me asusté, no supe que hacer
y arrojé el artefacto hasta el fondo del salón, justo por debajo de los pies de una chica.
La detonación fue tan grande que me mando directo a examen extraordinario. Así que el
día de mis “trágico” accidente tenía una cita con ese mismo profesor quien recibiría una
recopilación de todos los trabajos visto durante esa etapa con el fin de quizá, otorgarme una
nueva oportunidad, entregué los documentos con los que obtuve una nueva oportunidad y
después fui a nadar con un par de amigos a un rio hermosísimo como solo él puede ser, el
problema fue cuando me lance de un puente realizando una de mis piruetas, ya que caí y resultó
que la profundidad no era la adecuada y pácetelas, que me pulverizo la pierna izquierda, la tibia
dejó de serlo, el tobillo desapareció, la rodilla se salió de orbita y el fémur se separó del “tronco”.
*cita textual
Al día siguiente tenía un cuadrangular de baseball y por la noche cita con mi novia.
Todo se fue al garete.
28
Un curandero famoso en la región por sus dotes quirotraumabotalitologos** fue el que se
encargó de poner todo en su lugar, con tal exactitud que no existió la necesidad de alguna
intervención quirúrgica ni de algún otro método complicado, eso sí, me dolió hasta el alma. Unos
jalones aquí y otros allá. ¡zas! La primera pieza en su lugar y vengan dentro de un mes y medio
para dar oportunidad a que esta fractura, que es la más grande, soldé., Me desmayé.
Me pasé, entre curaciones y recuperaciones, alrededor de seis meses incapacitado, sin hacer
otra cosa que jugar video juegos y tomando calcio, no podía hacer mucho porque tenía la pierna
entablillada. Pero gracias a ese curandero hoy puedo seguir practicando deportes.
Regresé a la escuela cuando el curso de segundo se encontraba en su parte del cierre,
yo estaba triste porque algo me decía que repetiría año, pero los maestros llegaron al acuerdo
maravilloso y casi por arte de magia decidieron aprobarme. Ya no cabía de la felicidad y no decidí
reclamar nada aceptando las calificaciones que me destinaron.
¡Qué bien!
En tercer año me porté un poco mejor, el susto había doblegado mi carácter por lo que
causé menos problemas y finalicé el ciclo escolar con calificaciones respetables.
La preparatoria…
Los primeros tres semestres de la prepa están organizados en un tronco común en el cual
cursé algunas asignaturas como: introducción a la física-química, biología, matemáticas 1 y
sucesivamente, pero a decir verdad el anarquismo escolar me reclamaba como un miembro firme
y el horario escolar me terminó importando un comino, prefería presentar exámenes
extraordinarios porque de esa manera solo necesitaba prepararme previamente para esas
pruebas, también me tocó cooperar para comprar algún para de llantas y algunas botellas de
tequila.
Recuerdo a una maestra que impartía la clase de inglés por esos entonces, según ella era
la optaba maravilla en la lengua extrajera y se la pasaba parlando en ingles durante toda la hora,
realmente nunca entendí como se supone que quería que aprendiéramos, con suficiente esfuerzo
y se me expresar en mi lengua natal y ella que deseaba que hasta cantáramos.
**Quiropráctico, traumatólogo, y botánico.
29
Con tremenda nitidez logro evocar la imagen de mi orientadora vocacional. –Era una chica
muy amable, cálculo que tenía alrededor de veintitantos y treinta y pocos, pero era ella la que
necesitaba una brújula porque constantemente nos acompañaba a las fiestas que organizábamos
siendo muchas veces ella el centro de atención-. La imagen de un profesor de ganadería también
puedo evocarla, a él le importaba como llegaras a su clase, solo pedía que se hiciera acto de
presencia. Había un profesor de español que me odiaba con odio jarocho, porque pensaba que
yo era una mala influencia para sus gemelas, que por cierto eran tremendísimas. Y no he de
olvidarme del maestro de matemáticas, le estoy muy agradecido por que directa o indirectamente
influyó en que cambiara, hasta cierto modo mi mentalidad. Una vez que un grupito de compañeros
llegamos retrasados a su clase, él comentó sereno que no le importaba si acudíamos o no, ese,
según él, era nuestro problema, nuestro futuro era el que se estaba yendo por el escusado y no
el suyo, además si nos presentábamos o no a clase, él seguiría cobrando su quincena. Eso
sacudió mis ideas. En esos momentos me comporté rudo y frio como el hielo, para cuidar las
apariencias, pero después de hace mella en el asunto entré en razón dándome cuenta de que la
estaba cagando, mi comportamiento estúpido y las neuronas locas de la adolescencia me tenían
cegado, así que reuní el poco coraje que tenía y decidí intentarlo, no permitiría que los esfuerzos
de mamá quedarán en el olvido.
Quienes hasta ese momento venían acompañándome en mi travesía se fueron alejando
poco a poco porque para ellos me estaba volviendo bien sangrón, ya que cada vez acudía a
menos reventones y las pinteadas ya no contaban con mi presencia. Pronto el comité de A.E
solicitó mi baja y yo no hice más que resignarme, había encontrado un propósito y lo cumpliría
como a dé lugar, tenía que hacerlo, se lo debía a mi madre quien siempre estaba creyendo en
mí, siempre diciendo palabras de aliento y siempre apoyándome, así que nuevamente busqué un
salva vidas, pero en lugar de eso, lo que descubrí fue aún mejor.
Una chica.
Fue ella quien me ayudó en esos momentos cuando deseaba desistir y arrojarme por la
borda como las malditas ratas cuando el barco se está hundiendo. Nunca me dejó ni tan siquiera
intentarlo, me ayudaba a planificar mi futuro para proyectarme, porque según ella eso me
ayudaría, y me obligaba, casi a fuerza bruta, para que no faltara a una sola clase y entregara
cada una de mis tareas. Así y con toda la ayuda logre salí con un promedio justo:).
30
Nunca tuve problemas para aprender, lo que pasa que la escuela era demasiado aburrida,
pero esa chica encausaba mis energías hacia el rumbo preciso. Por ejemplo, fue ella quien me
aconsejó para que me pidiera solicitud en el equipo de baseball de la prepa, y para que participara
en un club de ajedrez que se celebraba en la biblioteca escolar. Así que, algunos días me ocupaba
después de clases entrenando físicamente duro, correteando y bateando tan fuerte que el cuerpo
resentía, y otros días entrenaba mi mente.
Ella acudía a cada juego en el que participaba como short stop, y aunque realmente nunca fui un
Derek Jeter, siempre se desgarraba las cuerdas bucales ovacionando mi nombre cuando la
jugada era conmigo, y cuando me presentaba como turno al bate, era su aliento el que
encapsulando mis ideas y motivando mis razones, era ella y nadie más.
Llegamos juntos hasta el final de camino con un mundo de promesas y quehaceres
venideros. Pero al final del todo nuestros caminos se bifurcaron y cada quien cogió una senda
distinta con la esperanza que Cronos entrelazara nuevamente el sedoso hilo de nuestros destinos
para volvernos a encontrar.
No sucedió.
Después de la preparatoria pase un tiempo sin estudiar, la despedida me dejó abatido,
había creído que jamás llegaría ese momento y no estaba preparado para decir adiós, y no supe
afrontarlo. Los días se me fueron observando las estrellas caer, viendo el cielo triste, opaco y
melancólico. Por ese entonces me parecía que las mismas nubes me paraban el dedo de una
manera grotesca mientras se mofaban de mi estado melancólicamente estúpido, hasta ellas me
venían como pésimas cómplices.
No creía más en la escuela, no tenía ni la menor pisca de ilusión sobre ella, cualquier tipo
de sistema embrujadamente estructurado me parecía pura pérdida de tiempo, había caído en un
abismo de éxtasis anárquico esquizofrénico con tendencias a la concupiscencia. Aun ni
encontrándome en la frontera de la locura deseaba cambiar. Mi vida era libertina, siempre
haciendo lo primero que me cruzaba por mi mente, viviendo como lo dicta la naturaleza jacunamatata, sin preocupaciones, solo por vivir.
31
Un día se presentó la oportunidad de estudiar la universidad. Tengo que aceptar que
nunca la busqué, simple y sencillamente llegó, como lo hace el aire, como lo hace el aire…,
Como lo hiciese un perro que se ha extraviado durante cierto tiempo, así volvió la escuela
tocando en mi pequeña fortaleza de todo me vale.
Le invité a pasar, conversamos durante cierto tiempo, se presentó y le dije mi nombre,
después intentó de conversarme de que merecía ser aceptada, yo examinaba su forma y sus
métodos nada axiomáticos; no me encontraba seguro, la desconfianza que había cultivado por
años no me permitía ceder, pero ella se aferró tanto como yo mismo lo había hecho a alguna idea
parca en el pasado.
No podía quitármela de encima, la sacaba a patadas de mi reinado, pero al día siguiente
se presentaba con la misma puesta del sol, siempre tan puntual y siempre a la misma hora,
molestando con su monologo bien preparado, esa perorata que revolucionaba mis ideas y no me
permitía descansar con tranquilidad. Realmente no recuerdo si le temía o no, pero existía un algo
que no me dejaba admitirle. Alguna parte de mi estaba ofendida, solo quería aislarme. Hasta que
un día ella, con su impertinente manera de hablar y como solo un amigo lo podría hacer, me
pendejeo hasta el cansancio, entonces decidí darme una oportunidad.
Actualmente curso un quinto semestre y juro por todo lo que pueda jurar que terminaré,
terminaré y seré un buen maestro.
32
Adrián. Me tocaba saludar a otros compañeros que apenas estaban estudiando
INEA…
Que tal, mi nombre es Adrián, nací en Surutato Badiraguato Sinaloa. Mi educación
empezó en el seno de la familia, ahí me enseñaron a ser respetuoso con mis semejantes
igualmente a ser sociable. Recuerdo que eso lo fui aprendiendo poco a poco porque era un poco
tímido y muy pequeño para discernir todo con claridad. Posteriormente me inscribieron en la
escuela para recibir educación formal, la cual la tenía en un concepto un poco diferente porque
escuchaba a mis padres decir “los maestros son como sus padres, ellos pueden corregirlos como
tales”, y pensaba que en la escuela me iban a tener muy vigilado, lo cual iba a ocasionar, que no
me divirtiera a mis anchas como en mi casa.
En el primer año de educación fue un poco difícil ya que cambias de habita de un día para
otro, lo cual todo parece ser diferente e incómodo, ya que son los primeros días que te encuentras
fuera de la tutela de los padres. Recuerdo que en los primeros días de clase empecé a conocer
a mis nuevos amigos, el salón de clase, al maestro y las áreas de recreo que se encontraban a
un lado de la escuela, ahí había columpios y un pequeño quiosco. Bueno después vino lo más
difícil, en los días próximos empezaron las verdaderas clases, las cuales no las lograba
comprender ya que todo lo que estaba en el pizarrón era nuevo para mí y el maestro como que
no tenía paciencia para explicarme las nuevas dinámicas que él estaba enseñando. Recuerdo
que el maestro les ponía atención a los demás niños, ya que los demás niños si lograban avanzar
al ritmo que él iba enseñando y yo no, tal vez pensarían que no lograría aprender igual que ellos,
considero que el maestro no contaba con la habilidad para ayudarme a anivelarme con mis
compañeros.
En el año que siguió me toco tener a un maestro más paciente y logró que aprendiera lo
esencial para pasar al próximo grado. Empecé a desarrollarme en la escuela como todos los
demás niños, aprendiendo al mismo ritmo y a la vez dándome cuenta de que había niños un poco
más lentos que yo para aprender algunos temas.
Recuerdo que en 3° empecé a absorber las matemáticas con facilidad y eso me motivaba
porque los niños que se encontraban a mi alrededor me preguntaban las respuestas, ellos sabían
que era rápido para resolver los ejercicios que ponía el maestro en el pizarrón, incluso cuando
33
dejaban tarea, que fueran ejercicios de matemáticas, casi los resolvía en su totalidad antes de
retirarnos y mis compañeros del salón al siguiente día comparaban sus respuestas con las mías
o adquirían mis resultados antes de entrar al salón.
Recuerdo que mi única rival para las matemáticas era una niña llamada Martha, con ella
siempre estaba compitiendo por hacer más rápido los ejercicios de aritmética y eso me motivaba
ya que no me quería quedar abajo del nivel de ella. Después de ese año escolar nos mudamos
a la ciudad de Culiacán, ahí se perdió el hilo de mi educación por falta de recursos.
En el 2004 cometí un error en la sociedad y me recluyeron en el CE.RE.SO de Ensenada
Baja California y ahí reinicié mi educación. El abogado que llevaba mi caso me dijo en una
ocasión, pórtate bien y trata de extraer todo lo positivo que se encuentre en este lugar, porque
algún día te va a servir para un posible beneficio de libertad anticipada, creo que se sentía perdido
con mi caso por eso me hacia esas recomendaciones.
Me inscribí en INEA, que es la institución de gobierno encargada de dar educación gratuita
a las personas adultas que en su momento no pudieron concluir su educación y por suerte mía
en el CE.RE.SO donde me encontraba se encontraba este servicio y lo aproveché, me inscribí.
Este servicio lo da INEA a nivel Nacional a todas las personas rezagadas que no pudieron concluir
su educación. Yo en particular me inscribí porque quería contar con un documento que me
avalara que sí contaba con un grado de educación y que ese documento me sirviera para obtener
un beneficio, frente a un Juez, soy honesto no lo hice por aprender en ese momento.
A las dos semanas me llamaron para que realizara un examen global de primaria y lo
conteste con el poco conocimiento que tenía, y después de haber realizado el examen como a
los veinte días me llevaron un libro de primaria, y me dijo el monitor de INEA, lograste resolver
bien el examen, nomás reprobaste algunas materias y son las que vas a estudiar para que
concluyas la primaria. Y así fue, hice como seis exámenes distintos y concluí la primera con un
promedio de 7.5, ese fue mi primer certificado educativo que adquirí y eso me motivo a seguir
estudiando porque mi familia me felicito al darles ese documento. Yo en lo personal no le daba
mucho valor al documento, pero mi familia si, y eso me motivo para seguir estudiando la segunda
etapa que era la secundaria.
34
Continué con la segunda etapa y seguía sin interesarme por retener los contenidos
educativos de los libros que me daban, para que me preparara para el examen de cada materia.
Solo quería contestar los libros y presentar los exámenes, no quería perder tiempo en comprender
en su totalidad los contenidos, mi pensamiento era, “de que me va servir si no tengo para cuando
salir de aquí”, porque para ese tiempo ya me habían sentenciado a una larga condena, sin la
menor oportunidad de salir en una fecha próxima, todo esto me llevo a pensar que no tenía
sentido el aprender con ahínco ya que estaba muy larga mi salida a la sociedad.
Recuerdo que los monitores en ningún momento se me acercaron para orientarme y
decirme, que si yo terminaba la educación básica podría continuar mi educación y que si yo
comprendiera bien las primeras materias no iba a batallar con las demás. Nunca tuve por parte
de los asesores de INEA ninguna asesoría que me ayudara a tener más interés por la educación
ni tan siquiera para aclarar dudas, solo los miraba en los exámenes y cuando me entregaban los
libros para que me prepara para el examen.
Todas las dudas que yo tenía las resolvía preguntándoles a mis compañeros de la
estancia donde yo vivía y por cierto la mayoría estaba igual que yo o peor, y lo que hacía era
resolver los libros con lo poco que entendía y lo que lograba atinar por lógica, recuerdo que los
monitores lo único que querían era que estuvieran los libros rellenos correctamente o
incorrectamente. Eso fue en los primeros libros de la segunda etapa porque después me
explicaron que al final de cada libro se encontraban los resultados de cada materia y eso me
ayudo a obtener una guía que me orientara y a la vez una guía para hacer trampa ya que la
utilizaba para rellenar los libros y entregarlos lo más rápido posible, esto me hacía más fácil la
educación porque no había nada ni nadie que me presionara para que aprendiera los contenidos
de los libros.
A los monitores les interesaban los números de personas que fueran a presentar
exámenes no que aprendieran, los libros que estaban relacionados con las matemáticas los
resolvía con gusto porque hasta donde recuerdo siempre me han gustado, con los demás libros
no era igual porque no comprendía en su totalidad sus contenidos, hubo una materia que la
reprobé tres veces hasta que la aprobé,
recuerdo cuando me entregaron el libro de
matemáticas de Operaciones Avanzadas, no lograba entender el álgebra que se encontraba
35
relacionada con la aritmética y eso trunco mi interés por las matemáticas y lo tuve que resolver
con las respuestas que se encontraban al final del mismo libro.
Todos estos detalles seguían oponiéndose en mi camino educativo, cuando me
entregaron el examen de operaciones avanzadas llame al monitor más próximo y le dije, “creo
que este examen no lo voy a pasar porque está muy difícil, no entendí el contenido de este libro”,
él me dijo, no te preocupes yo te voy ayudar, y logramos hacer el examen. Otro obstáculo que
seguía obstaculizando mi educación era que las autoridades de la institución INEA no hacían
nada por mejorar la situación del estudiante-asesor, porque seguí presentando más materias sin
tener ninguna asesoría y mi interés por aprender seguía deteriorándose por todas las oposiciones
que en ese momento seguían brotando de la nada.
Todo esto no logró que desertara y a duras penas continué, hasta que logré terminar con
el último examen, lo cual ocasionó que me banquearan ya que, para seguir estudiando el
siguiente nivel educativo, que era preparatoria abierta, requería el certificado de secundaria para
que me pudieran dar de alta. Después de que terminé el último examen, dure seis meses para
que me lo entregaran, después de eso lo entregue al área educativa del CE.RE.SO, quien me
atendió me dijo, que iba a canalizar mis documentos para que me dieran de alta. Como a los dos
meses me llamaron a las aulas de prepa abierta y me dijeron, eres nuevo integrante de prepa,
vas a iniciar con la materia de historia moderna de occidente, de momento no tenemos libro para
darte uno, pero por lo pronto empieza a tomar notas en este momento va haber asesoría de la
materia, y así lo hice, regresé a mi estancia muy motivado porque ya era chico preparatoriano,
mi moral se encontraba muy bien a pesar de la situación que estaba pasando, les comente a mis
compañeros que iba a ser todo lo posible por concluirla, mas no sabía realmente si la iba a
terminar.
Posteriormente se me hizo entrega de unas copias del libro de historia moderna de
occidente, lo cual me motivo más para continuar con mi acenso en la educación, las copias
estaban borrosas en su mayoría, pero eso no me desmoralizo, lo empecé a leer poco a poco
adivinando algunos textos del mismo, en ocasiones había asesoría en otras no, seguí leyendo el
sagrado libro, hasta que lo empecé a comprender poco a poco y eso empezó a sembrar una
semilla en mi por dedicarle más tiempo a la lectura del libro. A los veinticinco días que me
entregaron el libro me llevaron una ficha para que la firmara, por cierto, era exento de pago, no
36
me estaban cobrando por estudiar preparatoria abierta. Poquito antes de que se llegara la fecha
del examen me trasladaran al CE.RE.SO el Hongo, el 22 febrero del 2007, perteneciente a Tecate
Baja California, el nuevo cambio me desoriento ya que no sabía si aquí en esta nueva institución
había la oportunidad de seguir estudiando.
Al mes que tuve oportunidad de asistir a la escuela, me dieron de alta en preparatoria
abierta y me dieron un libro llamado Metodología del Aprendizaje, me dijeron, con esta materia
vas a empezar tu educación en prepa y así mismo me asignaron un día a la semana para que
pudiera asistir a asesorías. Claro que aquí no se manda uno solo, sino que los custodios son los
encargados de sacarlo a uno por medio de un listado que los maestros encargados del área
educativa les dan a las autoridades del centro penitenciario. Empecé a asistir a la asesoría y poco
a poco fui conociendo a otros compañeros que también estaban estudiando la preparatoria,
algunos ya estaban adelantados otros al igual que yo apenas empezaban a dar sus primeros
pasos.
Recuerdo que les platicaba a mi familia que ya era un chico preparatoriano, pero creo
nomas me escuchaban, porque no notaba algún síntoma de emoción por parte de ellos, por los
grandes avances que iba obteniendo en mi educación formal, pero esto no me desanimo continué
esforzándome por seguir aprendiendo. Me empezó a interesar y no faltaba a las asesorías
siempre y cuando el custodio me sacara de mi estancia para que acudiera a la escuela, recuerdo
que cuando asistía me tocaba saludar a otros compañeros que apenas estaban estudiando INEA,
yo los animaba diciéndoles que yo también había empezado igual y que si se podía, claro que
todos escuchan, pero no todos logran esquivar la multitud de obstáculos que se presentan en el
camino de la educación.
En el trascurso de los días les preguntaba algunos compañeros, que cuantas materias
llevaban y algunos me contestaban, no pues llevo cinco, yo llevo quince, recuerdo que se me
hacían muchas las materias que llevaban y me dejaban pensativo, pensaba yo, “creo que es un
gran compromiso el que me eché encima y pues tengo que concluirlo ya estoy encarrilado ya ni
para voltear para atrás”, y así contiuné poco a poco brincando la infinidad de obstáculos que se
presentan a lo largo del compromiso que me había echado encima.
37
Cuando ya llevaba cinco materias me sentía un poco más seguro de mí mismo, podía
tener confianza en algunos asesores y les preguntaba cada vez que tenía dudas y por lo regular
siempre me atendían, eso me hacía sentirme más seguro en el momento de presentar los
exámenes, mis calificaciones no eran muy buenas, pero para mí eran sumamente perfectas. Mi
forma de estudiar era ligera, nomás leía los libros sin hacer notas de los temas más relevantes,
lograba pasar el examen con un ocho o siete, cuando mal me iba era un seis, yo sabía que
conforme las leídas que le diera al libro iba a obtener la calificación. Se me hizo un hábito esa
forma de estudiar y cuando empecé a estudiar los libros de matemáticas no podía entenderles
casi nada e incluso con asesorías ya que el asesor de la materia decía, “con el hecho de estar
sentados a aquí en la clase van a obtener un seis de calificación, van a pasar con solo escuchar
la clase”, recuerdo que un compañero le pregunto los procedimientos de un ejercicio algebraico
que él estaba realizando en el pizarrón y él le contestó “es la *$;º$*✖®❌☑❔❕‼⁉ octava vez que
la repito ¿en dónde estabas que te lo perdiste? Ya no te lo voy a repetir”, ésta mala enseñanza
ocasiono que reprobara.
Yo me sentía defraudado conmigo mismo porque para mí, las matemáticas eran fáciles,
pero recordaba que en secundaria no logre comprender lo básico del álgebra y los libros de
preparatoria están estructurados, desde la aritmética hasta la factorización de polinomios, un libro
muy completo que sino logras comprender lo primero no puede avanzar, y tuve que buscar
nuevas fuentes para poder entender el primer libro de matemáticas de preparatoria ya que si no
comprendía el primero no iba poder seguir adelante con esta nueva contienda de las
matemáticas.
En los próximos días encontré a un estudiante de la primera generación de UABC que
estaba estudiando Ciencias de la Educación (Ricardo) y le pedí que me apoyará con asesoría,
ya estaba muy próxima la fecha del examen y él accedió a asesorarme y se dio un tiempo para
ello y con cuatro clases relámpago que tuve con él, logre comprender el álgebra, que era lo que
no lograba entender desde un principio. Llegó la fecha del examen y lo hice, a los días supe que
lo había pasado con un seis, me quedé emocionado porque había pasado y tan solo le había
dedicado muy poco tiempo para hacerlo. Este nuevo reto que logre me levanto la moral y me
esforcé por seguir estudiando las matemáticas, no es por presumir, pero los cinco próximos libros
38
de matemáticas los aprendí con muy escasa ayuda porque se me facilitaron: después de
comprender el álgebra.
Este obstáculo que logré vencer me abrió un nuevo panorama ya que posteriormente sin
antes de terminar la preparatoria, empecé asesorar a algunos compañeros que querían aprender
o en su defecto pasar el examen. Con esto empecé a darme cuenta que yo no era el del problema
sino las personas que estaban como asesores, no buscaban diversas formas de enseñar, sino
que se apegaban a un solo patrón de enseñanza y eso ocasionaba que muchos aprendices no
lograran comprender ni siquiera lo básico para continuar los siguientes semestres.
¿Qué me motivó a estudiar esta carrera?
Antes de que hubiera una carrera en el centro me hacia la pregunta ¿Qué voy a hacer
después de terminar la educación madia superior? pues no existía un nivel más alto en lo que
respecta a la educación que cursaba, que me ayudara a mejorar como persona y pudiera
aprender para generar mejores oportunidades en mi vida futura.
Al observar que se habría camino en una Licenciatura, fue algo nuevo para mí y me
esforcé por terminar la prepa lo más pronto posible, pero no logre ingresar en la primera
generación y me prepare para entrar a la segunda.
La oportunidad de estudiar esta carrera fue lo que me motivo a querer aprender y a crecer
por medio de los conocimientos que se me ofrecían en una Licenciatura como ésta, ya que se
me ofreció como una nueva forma de darle continuidad a mi educación, y por medio de esta es
como me estoy preparando, hoy en la segunda generación estoy estudiando en el quinto
semestre, para ser un ejemplo en el día de mañana para mis hijos y para la sociedad: esto es lo
que me impulsa a querer adquirir los conocimientos que se me ofrecen.
También puedo decir que la educación adquirida en una Licenciatura es lo mejor que
existe en un Centro de Reinserción, es por eso que no pude dejar pasar la oportunidad de también
educarme y aprovechar a la ves esa readaptación que el centro y la sociedad me demandan para
poder continuar en la sociedad externa de este lugar.
¿Qué he hecho para el sistema educativo y esta área educativa antes, y durante mi educación
como Universitario?
39
Durante mi preparación educativa, también estoy impartiendo asesorías a los alumnos de
preparatoria abierta en la materia de matemáticas, apoyo los sábados en la aplicación de
exámenes de la misma, en los ratos que no tengo que realizar alguna tarea les ayudo a preparar
los paquetes que sirven para que los alumnos puedan presentar sus exámenes, y oriento en otras
materias a los alumnos que se me acercan durante la semana que están estudiando la primaria
o secundaria en INEA.
Todos ellos me piden el apoyo y yo se los doy con la mejor intención, de que aprendan y
se superen también como lo he hecho yo, personas que intentan en su vida futura obtener un
logro igual al que he alcanzado.
¿Qué considero que ha cambiado del concepto que tenía acerca de la Licenciatura Ciencias de
la Educación?
Antes de entrar a estudiar la Licenciatura mi concepto de la Carrera Ciencias de la
Educación era, que los maestros eran considerados como lo máximo de la sociedad y conforme
estoy estudiando y empapándome de los conocimientos que vienen en las materias me he estado
dando cuenta del concepto en el que se le tiene al maestro en nuestro País, lo que me deja bien
claro es que nuestro gobierno no impulsa al sector educativo, por lo que los maestros son
considerados solo como un instrumento para que los alumnos puedan adquirir los conocimientos
y un certificado para llegar a un nivel más alto, no interesándose por que tengan una mejor
preparación, sino para que funjan como administrativos de los sistemas educativos, no se les
ofrece un mejor sueldo, no se les ofrece una mejor vivienda y forma de vida, ni se les toma como
un pilar para lograr la mejora de la educación, o en lo político, ya que solo se les entrega una
guía, que se tiene que seguir al pie de la letra, porque si se sale de ese parámetro es considerado
un rebelde, un maestro que no tiene los requisitos para permanecer como docente, esto hace
que los maestros no utilicen las herramientas que han aprendido y que les ayudaran a mejorar la
educación de los alumnos.
¿Qué perciben mis amigos y mis familiares respecto a esta Licenciatura?
Mi familia tiene conocimiento de que continúo estudiando, pero realmente no saben con
exactitud que logros he obtenido a estas alturas, por el hecho de que viven en el interior de la
república, en Culiacán Sinaloa, y no pueden venir regularmente a verme, y cuando vienen, solo
se quedan lo necesario y se regresan. Mis amigos de aquí se quedan sorprendidos porque me
40
conocen desde hace catorce años y se han dado cuenta de mi trayectoria en lo que respecta a
la educación que he venido adquiriendo en el trascurso de todos estos años. Les digo que sí se
puede, que le echen ganas, que todo es posible siempre y cuando se aferren a todo lo positivo
que trae consigo la educación, tanto si lo quieren para crecer como personas sociables o para
que adquieran conocimientos para adquirir una herramienta útil para su futuro. A estas alturas
aun dudo de que concluya con este reto, pero sé que por mí no va quedar. Espero que este
artículo logre compenetrar en los pensamientos de los jóvenes que tienen toda la libertad de
elegir, cómo alinear su vida, porque la educación es una llave que abre puertas en las
dimensiones donde la sociedad se fusiona en un solo cuerpo, donde no hay espacio para quienes
no cuentan con esta llave mágica.
41
Israel. Otra experiencia también muy significativa para mí fue el haber aprendido a
jugar ajedrez…
Son las 11:00 de la mañana, estoy sentado en mi escritorio, recordando mi pasado y
viviendo mi presente de una forma muy poco común para una vida que aunque yo quisiera no
puedo
considerarla
normal, tomo mi teclado y empiezo a escribir fragmentos de mi vida
relacionados con mi educación académica, la cual no ha sido nada fácil, ya que tuve que
educarme dentro de prisión, ha sido un camino que me ha proporcionado muchas satisfacciones,
pues cuando llegué a este lugar me consideraba el hombre más ignorante que pudiera existir en
el mundo, ya que ni siquiera sabía leer ni escribir correctamente, y me avergonzaba de ser una
persona tan ignorante que no había hecho nada más que derrochar su tiempo y su vida en cosas
que solamente proporcionan placeres momentáneos, pero, que cuando se acaban quedas tan
vacío que es casi imposible recuperarte, y solo un milagro puede cambiar tu vida.
Cuando empecé a estudiar lo hice solamente con la intención de poder salir de mi encierro,
ya que no tenía actividades que pudieran permitirme gozar de un poco de libertad y distracción
dentro de este lugar, aparte que batallé mucho para poder obtener actividades, ya que entre mis
compañeros era considerado como una persona problemática que solamente buscaba la
oportunidad para enrolarse en problemas, pero poco a poco llegué a sentir aprecio por el estudio,
ya que el aprender a leer correctamente empecé a disfruta de las novelas que me prestaban en
la biblioteca
y mi tiempo estando encerrado era menos duro, pues ya tenía algo en que
distraerme.
Cuando empecé a cursar la primaria en INEA inmediatamente me enganché de las
matemáticas, ya que también me hacían pensar y pasar mucho tiempo tratando de resolver los
planteamientos y problemas que venían en los libros, no me creía bueno para ello, pero me
considero un individuo que le gustan los retos y al no poder darle solución a los ejercicios me
hacían que me aferrara más y más en mi estudio.
Mi idea sobre el estudio se fue transformando a través del tiempo, pues ya no lo
consideraba como una simple actividad o pasatiempo, algunas conductas negativas de mi
persona se fueron modificando y empecé a sentirme útil conmigo mismo, ya que estaba haciendo
42
algo positivo con mi vida. El tiempo trascurrió y logré terminar mi primaria en un lapso como de
año y medio, me sentí muy orgulloso, era mi primer logro educativo y me gradué con un promedio
de 9.0, esto me dio ánimos para continuar con la secundaria y seguí con el mismo pensamiento
positivo hacia mi educación.
En secundaria me tocó tener muy buenos maestros que me tenían mucha paciencia a la
hora de enseñarme, ya que soy una persona muy preguntona y no me gusta quedarme con
dudas, siempre estaba bombardeando a los monitores con preguntas y cuando no lograba que
me explicaran correctamente me molestaba, y muchas veces llegaba el desánimo a mi vida, me
interrogaba a mí mismo diciendo porque era tan burro y no comprendía las cosas como otras
personas que lo hacían más fácilmente, pero gracias a “Dios” hoy puedo comprender la razón y
me atrevo a decir que aún que no eran maestros profesionales siempre buscaron el mejor método
para que yo pudiera salir adelante.
Todos estos maestros que formaron parte de mi vida en la educación básica ya no se
encuentran en este lugar, pero no olvido su buena voluntad y sacrificio al impartir sus clases, y
creo que siempre estaré en deuda con ellos, y la única forma que yo he encontrado para devolver
lo que ellos hicieron por mí es hacer lo mismo por mi prójimo.
Terminé la secundaria con un promedio de 9.1, ya sabía leer, escribir y sacar cuentas como
cualquier otra persona que haya estudiado en una escuela normal, me sentía feliz, pues dentro
de este lugar había logrado hacer cosas positivas con mi vida que nunca me imaginé que llegaría
hacer; recuerdo que cuando les decía a mis padres que estaba estudiando no me creían, pues
consideraban que su hijo nunca cambiaría su vieja manera de vivir, pues siempre estaba perdido
en las drogas y en la delincuencia, y que nada podría cambiarme, ya que ellos pensaban que no
había solución para mí.
Empecé a estudiar la educación media superior en preparatoria abierta y a pesar de que
comencé muy motivado sentía bastante miedo, pues era un método de estudio muy diferente al
que yo estaba acostumbrado en la educación básica, las materias eran más pesadas y se
necesitaba de más responsabilidad para poder aprobar los exámenes, aparte que la enseñanzaaprendizaje dependía mucho más del alumno que del maestro, y consideraba todo esto como
algo imposible para mí, pero no dejé que los pensamientos negativos influyeran en mi vida y seguí
43
estudiando con más empeño y esfuerzo, pues sabía que si ya había podido aprender a leer y
escribir y terminar la primaria y secundaria también podría con preparatoria, solamente tenía que
aprender algo muy importante “ a confiar más en mi”.
El cursar la preparatoria abierta me llevó como cuatro años, pero adquirí una serie de
experiencias que influyeron directamente en mi manera de analizar y comprender la educación,
ya que empecé a trabajar como monitor educativo impartiendo clases de las materias que yo
había cursado con una buena calificación, entre estas materias que llegué a impartir estaban las
matemáticas y lógica filosófica, esto hizo de mí una persona más responsable con mis estudios
pues yo ya era considerado como un ejemplo para mis compañeros y no podía darme el lujo que
me perdieran el respeto, ya que la mayoría de ello se dirigían a mi diciéndome profe, esto hacia
que yo me sintiera importante, ya no era considerado como aquel chico problemático que solo
buscaba oportunidades para hacer lo que era incorrecto, y mi manera de vivir y de pensar había
cambiado drásticamente.
Otra experiencia también muy significativa para mí fue el haber aprendido a jugar ajedrez,
me lo enseño mi maestro y amigo Santiago, con este juego aprendí a respetar reglas, a tener
paciencia y analizar mis pensamientos, así como también a pensar antes de actuar.
Llegué a participar en torneos los cuales han dejado marcas en mi vida, como por ejemplo,
después de haberme preparado 6 meses para enfrentarme en la categoría “A” y pelear por el
campeonato sucedió algo que nunca voy a olvidar, ya había ganado una partida de tres que tenía
que jugar, estaba a punto de coronarme campeón, mi contrincante era un adversario fuerte y no
sería fácil ganarle, ya que él estaba curtido en torneos y el campeonato ya lo había defendido
varias veces, mi maestro me pidió que saliera del salón para hablar conmigo, cuando estuvimos
afuera el me comento que no importaba lo que sucediera adentro, que el simplemente quería
que yo diera lo mejor de mí, me dijo “un campeón no nace siendo campeón y para ganar muchas
veces se tiene que perder ni modo así es la vida si no luchas nunca de darás cuentas de lo que
tú eres capaz” entre muy decido y confiado en que yo podría derrotar a mi adversario,
comenzamos la partida y todo iba bien, pero mi contrincante hizo una serie de movimientos
estratégicos que colocaron a mi rey en una posición de mate, ya no podía hacer nada, estaba
perdido, levanté mi vista y miré que mi maestro me miraba directamente a los ojos, sé que
44
esperaba una respuesta, darle la mano a mi contrincante, y eso hice, pues con su mirada me
había enseñado una lección, me enseñó aprender a perder.
Después de este torneo tuve la dicha de ver partir a mi maestro, pues el recuperaba su
libertad y yo ocupé su lugar en la escuela de ajedrez, fungí como monitor de ajedrez
aproximadamente 2 años los cuales disfruté profundamente, ya que había comprendido que lo
importante no era el ganar o el perder, sino el hacer lo que a uno le gusta y para mí era el poder
enseñar, creo que había encontrado mi vocación.
Cuando terminé mi preparatoria me sentí muy contento, ya que mi graduación fue
estupenda, y aparte que nos tomaron fotos que subieron al internet y fue como mis padres se
dieron cuenta que en verdad su hijo se encontraba estudiando y que había cambiado su vieja
forma de vivir.
Actualmente, me encuentro cursando la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la
Universidad Autónoma de Baja California de la Facultada de Ciencias Humanas, y aparte
desempeño una labor como administrativo en INEA apoyando a mis compañeros que igual que
yo en su momento tomaron la decisión de cambiar su vida a través del estudio, espero que a
través de mi carrera pueda ser una persona útil a la educación, ya que pienso que hay mucho
trabajo que hacer en cuanto a diseñar métodos de estudio que puedan servir a todos los
ciudadanos que cursan sus estudios en alguna institución educativa y de esta forma erradicar la
desigualdad de oportunidades educativas que solamente ayudan a incrementar las diferencias
sociales de nuestro país.
He dedicado dieciocho años de mi vida a estudiar dentro de este lugar, y aunque no tengo
una idea muy clara sobre la educación en el exterior, considero que el estudio es la mejor arma
y herramienta con la que puede contar el ser humano, es por ello que doy gracias a todas aquellas
personas que han formado parte de mi proceso educativo y del milagro que cambio mi vida, así
como también, estos dos años y medio que he cursado en la universidad han sido de mucha
utilidad, ya que se me ha permitido comprender más claramente el cómo aprenden los individuos
y poder aplicar estos conocimientos a mi área de trabajo en INEA y en mis tareas que realizo
diariamente para poder cumplir con las metas que mis docentes exigen.
45
Espero que mis experiencias a través de este relato puedan servir como un ejemplo vivo
a todos aquellos jóvenes que cursan sus estudios ya sea en la universidad o en cualquier nivel
educativo para que comprendan que sin importan el lugar donde se encuentren o las dificultades
que puedan vivir siempre existe una oportunidad para ser mejor.
46
Ricardo. Mi maestra la mandaba llamar para darle la queja de que yo era muy
inquieto y travieso…
Nací en 1971 en la ciudad de Guadalajara Jalisco, soy el segundo hijo de los siete
hermanos(as) que somos, de padres no muy letrados en la materia de educación, esto no quiere
decir que no tuve educación seglar o principios morales, claro que tuve, mi padre siempre me
enseñó desde que yo era un niño a ser honrado, trabajador y responsable en todo aspecto de la
vida, no me faltaron los buenos consejos de ambos de mis padres, ese grato recuerdo me queda
bien grabado en mi mente, aunque he oído un muy mal dicho que dice, que el comportamiento
de los padres se refleja en los hijos, cosa que no es así, porque hoy que estoy estudiando he
aprendido que cada uno es responsable de sus propios actos, actos que traen sus propias
consecuencias y que yo no entendía, mi infancia si bien la recuerdo no fue muy grata para mí,
claro nadie es perfecto y mi padre tenía uno muy grande ya que fue un hombre demasiado errante
y nos traía de allá para acá, me refiero de mi ciudad natal hacia la ciudad de Tijuana, mi madre
como toda mujer sumisa no le podía decir nada ya que como era antes, el hombre decidía sobre
la familia el que hacer, por qué digo esto, porque en el tiempo de ahora hay un común acuerdo
entre las parejas y los dos toman las decisiones más convenientes para ambos y su familia, de
mi educación vagamente la recuerdo y como quiero relatar cómo fue, me di a la tarea de
investigar, claro entrevistando a la única persona que conoce todo de mí vida, mi madre, resulta
que me espere a que me visitara como lo hace normalmente aquí en este centro de readaptación
donde me encuentro, para cuestionarla y el día llego, no puedo negar que me sentía un poco
nervioso, pues tenía muchísimo tiempo que no le preguntaba acerca de lo que fue mi infancia tal
vez por vergüenza, porque ella me educo de una manera muy sana, y yo me descarríen por otro
camino que no fue el bueno, creo que quise experimentar en cabeza propia y no en cabeza ajena,
como se dice por ahí, pero ahora yo lo entiendo por qué pareciera, bueno no pareciera lo es, y
es que estoy pagando las consecuencias, como ya lo mencione mis actos me están cobrando
estragos y eso repercutió no solo a mi persona sino que también perjudique la vida de mi esposa
e hijos, bueno adentrándome a mi educación escolar, cuestione a mi madre y le pedí que me
ayudara y me contara un poco de como ingrese al colegio, ella me miró fijamente y me dijo con
una voz un poco quebradiza que te puedo decir hijo de eso ya hace mucho tiempo, le dije que yo
no recordaba que hubiera ido al preescolar, ella muy atenta a mi pregunta me respondió, en aquel
tiempo no se necesitaba el kínder para poder entrar a la primaria así es que entraste y entraron
tú y tus hermanos directo a la escuela, algo que me hubiera encantado el asistir a un kínder como
47
lo es en este tiempo, claro se hizo obligatoria esta educación básica y aplaudo por ello, en lo que
no estoy de acuerdo es que allá más colegios de preescolar privados que públicos, ya que esto
hace que muchos niños no puedan asistir a esas aulas por falta de espacios o por ser de bajos
recursos económicos, y más ahora que la tecnología avanza cada día más y más, este es el
mundo cambiante pero creo que no es parejo, retomando la charla que tuve con mi madre, le
pregunte que si tenía alguna anécdota de la escuela donde yo asistí, y me dijo con su peculiar
sonrisa, cuando te lleve por primera vez a inscribir a la escuela creían que eras una niña, porque
tenías tu pelo largo y muy rizado, -como mi padre tenía el gusto, podría decirlo así, de traernos a
todos mis hermanos y a mí de niños con el pelo largo como él lo acostumbraba-, dice mi madre
que le dijo la maestra, lo que mencione al principio de este relato ¡qué bonita niña! como se
llama, a lo cual mi madre le respondió no es niña, es niño y se llama Ricardo, señora le voy a
aceptar al niño, pero al inicio de clases tiene que traerlo con el pelo corto, dice mi madre que le
dijo la maestra, y pues no había de otra o me cortaba el pelo o no me llevaría a la escuela, para
el disgusto que le causo eso a mi padre dice mi mamá, y así fue pataleara o hiciera lo que fuera
mi padre me cortaron el pelo, así es como yo ingrese a mi primer año de educación escolar, allí
conocí mis primeras letras y mi primer andar académico sin saber que destino me esperaba por
delante en el ámbito de prepararme como un buen educando, ¡ Incierto mi futuro verdad !, llego
el tiempo de que mis padres se dedican más plenamente en el apoyo de mis primeros años
escolares, y no lo puedo negar hicieron un gran esfuerzo para poder suministrarme los materiales
necesarios que yo ocuparía tales como: libretas, lápices, colores y los tradicionales forros para
los libros que en la escuela me otorgaron y por supuesto lo que me pidieran en el transcurso del
año, algo muy difícil en cuestión económico, pues mi padre tuvo una deficiente educación
académica y su trabajo no daba para mucho pues era obrero, y más que no era solo yo, sino que
también tenía la responsabilidad de mis hermanos de sacarlos adelante, sustento alimenticio,
ropa, calzado etc,etc. Que difícil aquellos tiempos para mi padre, y así emprendí mi educación
académica, empezó mi primer año, dice mi madre que muy seguido, mi maestra la mandaba
llamar para darle la queja de que yo era muy inquieto y travieso, ya sea que le jalaba las trenzas
a una compañerita o le daba de puntapiés a mi compañero que estaba enfrente de mi butaca, de
mi maestra de primer grado y segundo ya que fue la misma, que puedo decir excelente maestra
no tengo ningún mal recuerdo de que me hubiera pegado o algo por el estilo al contrario creo que
a ella si le quedaron malos recuerdos míos, por cierto su nombre era Susana o Susy como le
decían de cariño, ella me enseño mis primeras letras y números y siempre ella estaba dedicada
para que sus alumnos como yo aprendiera, creo que la primera maestra o maestro es como la
48
primera novia que uno tiene nunca se olvida, esta maestra que tuve era muy dinámica y para
poder dejarnos salir del salón antes de que acabara la clase nos hacia una pregunta referente a
lo que vimos ese día, uno levantaba la mano y ella escogía tu o tú, no tenía elegidos o preferidos,
bueno, te revelo que casi nunca salí primero del salón porque todo el tiempo he tenido una
dificultad de que yo no soy de los que aprenden a la primera, para poder aprender algo tengo que
estudiarlo dos o tres veces y hasta la fecha así soy, tal vez por falta de interés o qué sé yo, una
vez recibí una lección, creo que estaba ya en tercer grado, lección que me hizo meditar y
reflexionar, un día agredí a un compañero con un puntapié al grado que lo hice llorar en el salón,
claro no estaba la maestra y es cuando yo aprovechaba para hacer de las mías, pero cuando ella
llego al salón mi compañerito se quejó con ella, y que me habla Ricardo ven para acá, he cierto
que le pegaste a tu compañero me pregunto, si le conteste y ella hizo algo muy inteligente, le dijo
a mi compañero ahora tu pégale a él un puntapié, al observar la maestra que él niño no
reaccionaba le pregunto ¿que no quieres pegarle? No, le contesto mi compañero, pero no fue por
miedo hacia mí, más bien creo y supe que fue porque él tenía una muy alta enseñanza moral
(respeto), creo que nos hicimos muy buenos compañeros, ¡que lección verdad! en otra ocasión,
como tantas salió la maestra del salón y empezamos a arrojarnos bolitas de papel unos a otros y
para que no nos descubriera yo me puse a cuidar la puerta para cuando ella regresara pudiera
avisarles a mis compañeros y que no se enterara de nada, y que la veo venir y grito ahí viene,
ahí viene la maestra, creo que me escucho, o grite muy fuerte o ella quizás tenía muy buen oído,
la situación es que cuando ella llego al salón ya sabía que estábamos haciendo mucho relajo,
entra y me dice entre regañadientes, así que estabas de policía cuidándome, salte del salón y
cuando te calmes entras, algo de pensar (psicología) más tarde en salir que lo que tarde en entrar,
porque era al momento que yo quisiera entrar, ceo que la maestra fue poniendo más su atención
en mí, me traía entre ojos, ya todo lo que pasaba en el salón de clases era yo el responsable,
eso me preocupo y me fui haciendo un poco más pasivo, al grado de que hice lo que nunca me
gusto, participar en un bailable escolar, recuerdo que baile una canción que nunca he vuelto a
oír, se llamaba pajaritos al volar o algo así, imagínese yo disfrazado de un pájaro amarillo que
más bien parecía un pollito, para el gusto de la maestra y de mi madre, no puedo decir que deje
en su totalidad la travesura, claro que no, ya entrado en quinto grado, me sucedió algo muy raro,
un día en el recreo fui como de costumbre a la tiendita de la escuela a comprarme una torta de
esas de jamón que venden allí, que buenas por cierto, allí las hacía un maestro que estaba o
tenía la concesión de la tiendita, llegue y pedí una torta, me la dieron envuelta y todo como si no
le faltara nada, me retire y al momento de abrirla para comérmela no traía nada, ni jamón, ni
49
tomate, nada, era el puro pan, y que me regreso a reclamar, para que me dieran otra, cuál fue mi
sorpresa de que llegue a parar hasta la dirección, porque decían que yo le había sacado todo y
que me lo había comido, que era un tramposo, al grado de expulsarme de la escuela citaron a mi
madre para darle la queja, bien dice el dicho has fama y échate a dormir, y yo ya tenía suficiente
fama, pero en esta ocasión era inocente, llegue a casa con el citatorio que le enviaron a mi madre
y le conté lo que había pasado, claro ella creyó lo que le dije y creo que no pasó nada pues seguí
estudiando, lo único malo es que cuando compraba en la tiendita, el maestro encargado me
miraba muy desconfiado, que podía hacer yo esta vez había sido honesto, aun así lo único que
sé es que me reprobaron y repetí el quinto grado, creo que fue algo injusto, esto que he redactado
hasta aquí me sucedió en una de las primarias de la ciudad de Guadalajara, ahora aquí viene mi
vida educativa nómada, como ya mencione al principio, mi padre empezó a traer a mi familia de
allá para acá, que tristeza sentí cuando me despedí de mis compañeros del colegio al terminar el
quinto grado, sentí que éramos una familia en verdad, mis maestros todos mis amigos, tanto
tiempo compartido con ellos que llegue a estimarlos, creo que llore de regreso a casa, pues
partimos para acá, para la ciudad de Tijuana, porque no lo sé, no hice preguntas a mis padres
comprendo que ellos tenían sus razones, llegamos aquí y nos establecimos en una de esas tantas
colonias que aquí existen, mi madre como todo el tiempo a cargo de nosotros sus hijos, me llevo
a la escuela más cercana de la casa de donde vivíamos, y me inscribió en sexto grado, una
escuela desconocida para mí, pues no conocía a nadie de los alumnos que ahí estudiaban, más
sin embargo pronto me hice de muchos buenos amigos y compañeros, no sé como pero
reconocieron que yo no era de esta ciudad, claro creo que eso me hizo ser atrayente, del maestro
que me toco que me impartiera sexto grado diría que era algo bromista pero con mucha
convicción referente a la educación académica, no lo conocía muy del todo como mis compañeros
pero era una buena persona y sobre todo muy buen educador, que raro de primer grado hasta
quinto grado me impartieron clases puras maestras, ya en sexto se rompió el encanto un maestro
¡no podía cambiarlo verdad!, me puse rápido al corriente sobre temas o módulos, y empecé a
aplicarme en el estudio, creo que mejore en un año lo que no había podido hacer en cinco años,
mi comportamiento mejoro, me dedique a estudiar con ganas y lo que más me gusto fue que
llegue a ser líder (capitán) en el equipo de futbol de mi salón y competíamos con los otros grados
participantes, al final del torneo ganamos el primer lugar y me otorgaron un diploma por haber
participado como líder del equipo, diploma que todavía conservo, el deporte es algo que siempre
me ha gustado, cualquiera, pero sobre todo el futbol, otra anécdota que recuerdo es cuando por
parte del plantel educativo los maestros nos llevaron a un paseo, como esta ciudad es frontera
50
hicimos un viaje hacia la Unión Americana, fuimos a Disneylandia un hermoso lugar donde hay
una infinidad de paseos internos sin olvidar los recuerdos que allí vende como los vinis con las
orejas de Mickey mouse, las camisas y sobre todo las fotos de recuerdo con tu personajes
favoritos, el Pato Donald, Pluto, Mini, Mickey y muchos más, los maestro muy atentos nos
cuidaron como si fuéramos sus hijos, no hubo llamadas de atención a ningún alumno, solo
consejos por parte de los maestros, al regreso a casa ya por la noche, en la escuela estaban
esperándonos todas las mamas de los que habíamos ido al paseo, todo salió muy bien, algo que
recuerdo como algo inesperado fue cuando termino el año escolar, mi graduación de sexto año
o de primaria, asistimos a la escuela mi madre y yo, en un pequeño auditorio donde se llevaría a
cabo la entrega de certificados de los alumnos que finalizamos el nivel básico de estudios, cuál
sería la sorpresa de mi madre que todos los alumnos aparte de sus papas tenían a su lado a una
persona como padrino, algo que yo no sabía que era eso, afortunadamente llegamos temprano
a ese lugar y mi madre me miro y me dijo, hijo espérame aquí, voy a ir por tu tío, para que sea
tu padrino, y se fue deprisa, no quedaba muy retirada la casa de la escuela, mi madre regreso
sola y le pregunte ¿qué paso ama? Me respondió, nada hijo ahorita viene tu tío fue a comprarte
un ramo de flores, como se acostumbra en las graduaciones, creo que la espera se me hizo
eterna, el evento dio principio y empezaron a llamar a los alumnos desde una plataforma de nivel,
subían con su padrino y con su ramo de flores, pasando por el presídium para recibir su certificado
y no podía faltar la foto de recuerdo, esperando a mi tío, me toco mi turno, precisamente en ese
preciso momento llego con mi ramo de flores, algo que para mí era indiferente el tener o no flores,
subimos mi tío y yo, y recibí mi certificado de las manos del director del plantel y claro mi foto, así
termine mi educación básica. Salgo de vacaciones temporales, y llega el momento de
matricularme en la escuela secundaria fue algo fácil el que me aceptaran pues provenía de una
primaria reconocida ya que ambos planteles se encontraban cerca uno del otro, algo agradable
para mí fue que prácticamente muchos compañeros que habíamos concluido la primaria nos
matriculamos en la misma escuela, empieza mi ciclo escolar de primero de secundaria y como
siempre mis padres al pendiente de las necesidades que fuera yo ocupando, algo muy difícil para
ellos pues éramos varios hijos que estudiábamos y tenían que cubrir lo necesario para sacarnos
adelante en cuestión de educación escolar, empiezo a asistir a clases, pero aun la rebeldía no se
ausentaba en su totalidad de mí, de nuevo comienzo a hacer travesuras a mis compañeros del
plantel, junto con otros compañeros nos juntábamos a la hora del receso en el patio de la escuela
para ponerles a las muchachas un polvito llamado pica pica, el cual con un poco que les poníamos
en el cuello les agarraba una comezón desesperante, varias veces lo hicimos sin que ellas se
51
dieran cuenta, pero cuando se enteraron de lo que les poníamos se quejaron con el director del
plantel, y ándale pues otro citatorio para mi madre por mi mal comportamiento, hasta cundo decía
mi madre vas a dejar de hacer travesuras, esta fue la llamada de atención que medio mi madre
después de haber ido a hablar con el director del plantel, pero bueno solo fue una llamada de
atención, menos mal y no me expulsaron de la escuela, esto sucedió al inicio del primer grado,
empiezo a ponerme las pilas y a aplicarme a las materias que allí me impartían, y más a una que
me gustaba mucho, educación física, y podría decir que no es raro pero si algo repentino, empiezo
a ser cautivado por el sexo opuesto, una compañera de mi salón muy bonita por cierto me atrae
y la hago mi novia, esto fue motivo para que le pusiera más seriedad al estudio y a dejar las
travesuras, tenía escasos catorce años, por cierto se llamaba Lidia, transcurre el año y termino
favorablemente el primer grado, cual sería mi sorpresa que mi padre decide regresar a
Guadalajara, no podía hacer nada la decisión ya estaba tomada por mis padres, algo que lamente
muchísimo, despedirme de mis amigos y ahora de mi novia, llegamos de nuevo a mi lugar de
origen, y me inscriben en segundo grado, todo salió muy bien, de nuevo le pongo empeño a mis
estudios y termino con buenas calificaciones el segundo grado, no podía creerlo cuando mi madre
me menciona que otra vez viajaríamos a Tijuana, esta es la vida errante de mi padre de aquí para
allá, y de allá para acá, sin poder establecernos definitivamente en una ciudad, que podía hacer
más que obedecer, llegamos de nuevo a Tijuana y por lógica, me vuelven a matricular ya en
tercer grado de secundaria, para eso yo ya tenía dieciséis años, en mi plena adolescencia,
empiezo a estudia y a hacerme más responsable en la escuela, mis materias, el deporte, todo lo
relacionado en lo académico, más como siempre tuve en mente una barda que no podía pasar
más allá de la secundaria, mi padre me decía, nomás terminas la secundaria para que empieces
a trabajar eso es lo que yo tenía en mente, no me imaginaba estar estudiando la educación media
superior, tal vez porque la educación académica de mi padre fue insuficiente que tan solo sabía
poner su nombre con una letra poco legible, él creía que eso era todo lo que había en cuestión
de educación académica, y por fin, termino la secundaria, y olvidándome del futuro que pudiera
esperarme como estudiante, me olvido de la escuela y me dedico a trabajar, ya establecidos
definitivamente en este Estado pasan los años y desafortunadamente me veo involucrado en este
accidente el cual, me internan en este Centro de Reinserción, a mi llegada aquí empiezo a
interesarme para estudiar la preparatoria pues para mí era una educación desconocida, pero muy
atrayente, estudiar algo de lo cual no tuve el apoyo de mis padres, pero no lo veo mal, comprendo
que no tuvieron los recursos necesarios para que yo siguiera adelante porque atrás de mi venias
mis hermanos para ser exacto cinco más, los cuales todavía mi padre les proporcionaba lo
52
necesario en su educación, tengo hermanos(as) que no concluyeron ni siquiera la primaria, por
cuestión familiar, y todos los demás únicamente concluimos la secundaria, me inscribo en prepa
dentro de este Centro de Reinserción, a pesar de que ya habían pasa algunos años que yo no
tenía contacto con módulos, recuerdo que cuando pise por primera vez un salón aquí en el
CeReSo, la maestra del plantel se nos presentó para darnos la bienvenida y nos mencionó algo
que tengo bien grabado, nos dijo que a partir de ese momento nos viéramos ya como licenciados
y que escogiéramos la carrera que más nos gustara, palabras muy emotivas que sentí, al principio
se me dificulto el estudio, pero poco a poco fui adentrándome en las materias requeridas para
terminar la educación media superior las cuales se me hacían muchísimas, por cierto eran treinta
y tres materias, estando en este lugar no hay más que hacer que estudiar o trabajar, me decían
mis compañeros y claro opte por el camino de la educación, creo que fue una decisión correcta
la que tome, no puedo negarlo me costaba mucho trabajo estudiar, sentía que no podría lograr
avanzar en las materias, pero me aferre y me aplique constantemente a estudiar en mi celda, de
echo hasta ciertas horas de la noche, mi primera materia se llamaba metodología del aprendizaje,
allí aprendí que un tanto por ciento de los estudiantes que ingresan a este nivel se quedan en la
curva del olvido, o sea que hay un cierto tiempo en el que el educando se da por vencido y termina
por abandonar el estudio, de hecho, esta materia logre dominarla al grado de que llegue a
impartirla a mis compañeros de estudio, mi maestra de prepa decía que la explicaba muy bien
sin dificultad y que era muy paciente, así estuve impartiéndola durante el tiempo que estuve en
prepa hasta que me gradué, claro si hubo materias que se me dificultaron como matemáticas, la
materia más difícil para , pues no se me dan muy bien los números, al contrario de la materia de
redacción o español que se me da muy bien, no puedo negar que reprobé varias veces algunos
exámenes pero eso no me hizo desertar y seguí hasta el final, al concluir la prepa, mi maestra
me comento, que estaban necesitando egresados de prepa para asesorías de alguna materia en
INEA claro que lo pensé y acepte, pues era un gran reto para mí, note que la maestra confiaba
en mí, ya me conocía y me recomendó con el profe como buen asesor, no podía defraudarla
aunque el reto era incierto y complicado, pues na sabia de que se trataba, me entrevisto el profe
de INEA, y me dijo que necesitaba que lo ayudara alfabetizando alumnos, medio una guía la cual
era un curso para el alfabetizador, la estudie, entre que la estudiaba e impartía clases, poco a
poco fui adentrándome a ese curso y a empaparme de lo que significa alfabetizar, que gran
responsabilidad, enseñar a leer y escribir a persona que no han tenido contacto con las letras,
difícil de verdad, , todo esto que me estaba pasando aquí se lo hacía saber a mi familia, y con un
gusto tremendo me decían échale ganas, que bueno que haces eso, ayuda a quien puedas, esto
53
era algo de pensar, una persona como yo sin un futuro educativo y con una barrera en mente que
siempre me puso mi padre, de no pasar más allá de la secundaria ahora yo como egresado de
preparatoria dando clases ¡en mi vida me imagine hacer esto!, pasan algunos años y veo el fruto
de mi trabajo como asesor educativo, pudiera decir que al principio solo sentía la responsabilidad
de que mi grupo aprendiera a leer y escribir, que eso era todo, pero no, conforme pasa el tiempo
no solo siento responsabilidad de saca adelante a mis educandos, sino una satisfacción muy
agradable cuando me dan las gracias por lo que hago por ello, creo que empecé a descubrir algo
que ni siquiera yo sabía, el gusto de estar frente a un pizarrón explicando a un grupo de personas
atentas a lo que les enseñas, la verdad me gusta hacer esto, el ser una persona paciente, aquí
es algo fundamental pues son personas adultas, que porque no decirlo si se batalla y algo bien,
aunque tengo una técnica, cada vez que voy a iniciar un curso, trato de identificar primero las
posibles debilidades que tiene el educando, podrían ser, su lento aprendizaje, el perderse en las
letras, su bajo rendimiento y el distraerse fácilmente, así los etiqueto y trabajo con ellos según
sus actitudes, claro solo yo lo sé, no ellos, y sí que me da resultado, un curso de alfabetización
tiene un margen de tiempo que son seis meses, en este lapso el alumno tiene que aprender sus
primeras letras, como los niños sus primeros pasos, conocer el abecedario, escribir su nombre
completo, conocer y escribir hasta cierta cantidad de números, sumar y restar, no desaprovecho
cada día que paso aquí, para mi todos los días son diferentes porque siempre hay algo nuevo
que enseñar, la monotonía no es parte de vida, siempre busco algo diferente, otro método en el
cual yo pueda enseñar al alumno para que aprenda lo más fácil posible para él, y trato de que
durante el curso no tenga la posibilidad o la inquietud de desertar de su enseñanza básica,
durante dos años los cuales llevaba asesorando en INEA, se me abrió otra puerta, la de estudiar
la Universidad, ya estando firmemente como asesor y egresado de preparatoria, me dieron la
noticia de que iniciaría la segunda generación de la Universidad aquí en este centro y estaban
buscando candidatos, que afortunado, yo cumplía los requisitos necesarios para ingresar y me di
a la tarea de hablar con los directivos del plantel, para mi sorpresa, me dijeron que ya me tenían
contemplado, que éramos alrededor de 37 alumnos los que iniciaríamos, esto ocurrió en el año
2012, y durante la espera eterna y todos los arreglos burocráticos necesarios que se tenían que
hacer, y que decían que sí, luego que siempre no, después de estudiar el propedéutico y el aplicar
algunos exámenes, nos dieron la noticia de que ya había fecha para dar inicio con la carreara,
solo había un detalle, habría únicamente una licenciatura, la de Ciencias de la Educación, no
tuvimos más opciones, algunos compañeros pidieron estudiar leyes, contaduría, arquitectura, o
alguna otra carrera, pero nada, solo lo que el centro autorizaba, pensando que no nos
54
merecíamos alguna carrera más, por ser delincuentes y estar fuera de la sociedad, yo lo tome
con gusto pues es lo que yo quería estudiar, docente algo de mi agrado, esto fue hasta el año
2015, tres largos años de espera, por fin se hacen los arreglos para que nos aceptara la
Universidad Autónoma de Baja California (UABC), teniendo una visita muy agradable por parte
de Dr. Joaquín Vázquez, quien nos confirma el inicio de la carrera, se murmuraba que tendríamos
que pagar la inscripción y cada semestre de colegiatura, pero la mayoría de los que estábamos
ya en el listado de ingreso no contábamos con los recursos necesarios para solventar el gran
gasto de la colegiatura, otra afortunada oportunidad, nos notificaron que seriamos becados, ¡que
alegría! No pagaríamos nada todo lo costearía algún patronato, se hicieron peticiones para que
un patrocinador nos pudiera ayudar con el equipo de cómputo y de inmediato nos llegaron 15
computadoras nuevas junto con su escritorio y un pizarrón inteligente, se empezó a notar la
realidad estábamos en la Universidad, nos asignaron un salón exclusivo, y una computadora por
cada dos alumnos, estando ya encaminados nos llegaron otras 15 computadoras y ya
contábamos con un equipo personal por alumno, una computadora que sería tu responsabilidad
de cuidarla, pues sería como tuya, al inicio de la carrera no sabíamos desempeñar los trabajos
que nos enviaba la Facultad, pues eran, mapas conceptuales, mapas mentales, cuadros
comparativos, cuadros PNI, ensayos etc,etc, gracias a algunos compañeros egresados de la
primera generación de la Universidad, que aquí se encuentran, ellos fueron la guiar para
asesorarnos sobre la realización de cada trabajo, fue difícil como todo al inicio, pero a esta alturas
de la carrear ya dominamos podríamos decir cualquier trabajo, pues ya cubrimos el quinto
semestre, la mitad del largo camino que tenemos que recorrer y esperando no se nos cruce la
curva del olvido que mencione anteriormente, algo satisfactorio para demostrarme y demostrarle
a mi familia que a pesar de que estoy aquí en este centro excluido de la sociedad he sabido
sobresalir tomando el camino correcto como lo es la educación, mi padre me da ánimos y ahora
se da cuenta de que no hay límites, barreras y ni tiempo para aplicarte y superarte personalmente
en el ámbito de la educación, lamentablemente que más hubiera yo querido, que esta
oportunidad, la de superarme, nos la hubiera dado tanto a mi como a mis hermanos mi padre, ya
llevo seis años como alfabetizador en este Centro de Reinserción , cosechando
satisfactoriamente la gran alegría de enseñar a personas sus primeras letra, y seguiré haciéndolo
mientras me lo permitan, mi desempeño de alfabetizador son dos horas diarias de lunes a viernes,
pero creo que no son suficientes o por otra parte la situación aquí hay días perdido por algún
suceso inesperado, y terminando mi asesoría en INEA, parto hacia el salón de la Universidad que
tenemos asignado para realizar mis tareas o laguna otra actividad pendiente, por ahora todo esto
55
es mi mundo, mi burbuja en la que me encierro, y quiero aprovechar toda oportunidad que se me
de aquí, estoy a punto de alcanzar el beneficio de la libertad anticipada que es lo que más deseo
para estar ya en casa, con mi familia, y si no logro concluir mi carrera aquí me esforzare por
estudiar allá en el exterior, tengo el apoyo de mi esposa para continuar con mi plan de recibir mi
licenciatura, esto es algo que nunca pensé que me fuera ocurrir en mi vida y si por accidente me
título pienso que sería como la historia de un mendigo que de pronto cambia completamente su
vida, sí, los recuerdo di mi infancia, las travesuras que inicie en la primaria las traigo en mi
memoria, pero que niño que no supiera yo sea comportado de esa manera, todo eso quedo atrás,
hoy lo más importante es el poder titularme, aún me queda un largo camino por enfrente que
recorrer, pero gracias al sostén de mi familia, a mis maestros que aquí me apoyan y sobre todo
a Jehová Dios que me bendice de gran manera, podría decir que soy ahora un hombre con futuro.
56
Manuel Ricardo. ¡Hola joven, como está! ¿Nervioso? ¡No se preocupe, a ver
cuénteme qué hace aquí!
¿Qué es la educación? ésta palabra la encontramos plasmada desde la infancia en
nuestra mente. Nos dicen que la educación es lo que aprendemos día a día, lo que vivimos; ¡si
nos caemos aprendemos a levantarnos! ¡Si comemos con la boca abierta aprendemos hacerlo
correctamente! Es indudable que desde pequeños hacemos uso de este saber y lo más
sorprendente, es que no dejamos de aprender nunca. Siempre aprendemos algo nuevo, nos
nutrimos de un conocimiento inexistente. Hay personas que aprenden mucho más rápido que
otras. Pero al final se aprende, mucho o poco y ese saber es lo que nos define como persona, ya
que, al contar con el conocimiento adecuado, siempre podremos optar por la mejor solución.
Así es como comienza mi historia educativa, pertenezco a una familia disfuncional donde
solamente cuento con mamá y tres hermanas mayores que, por cierto, ninguno de los cuatro
cursamos el preescolar. Yo, un niño que se la pasaba jugando carritos y jugando con lodo. Mi
madre, al ser madre soltera, tenía que trabajar todo el día para cubrir los gastos de la casa y yo
y mis hermanas nos quedábamos al cuidado de la abuela.
A la edad de cinco años tenía un problema del habla, no podía pronunciar la “erre” en vez
de decir “carro” decía “caro”; esta dificultad me acompañó cerca de dos años más; mi familia no
le dio la importancia requerida, o tal vez por ignorancia o simplemente había cosas más
importantes de qué ocuparse. Tanto fue ese descuido que tuve que entrar a la edad de siete años
a la primaria.
El problema de la “erre”, como yo le digo, se me quito con la ayuda de un tío político que
es médico. Él me enseño una técnica para ir corrigiendo mi dicción. Me dijo, “agarras un lápiz o
una pluma y te la pones debajo de la lengua y empiezas a hablar, cantar o gritar, el chiste es que
hables con el lápiz puesto” pues ya se imaginarán “crarro” “charrito” “bombedo” me la pasaba
diciendo y para mí era un juego, mis amigos y familia se reían de mí y yo con ellos por la forma
en que hablaba.
Cuando ingresé a la primaria mi habla ya era mucho mejor, empiezo a conocer a más
amigos, maestros que, por cierto, no los veía con buenos ojos por que me regañaban y siempre
57
traían un metro de madera en la mano, y ¡cuidado con alguien que no pusiera atención! Entonces
yo salía perjudicado, era el centro de su atención y casi siempre estaba parado al lado de la
puerta o haciendo planas: ¡debo hacerle caso al maestro! ¡Debo aprenderme la tabla del siete!
Agh, era un martirio, pero todo se solucionaba a la hora del recreo, ¡ahora sí que hacía de las
mías!
La escuela es una competencia constante, siempre se trata de sobresalir de los demás y
la única vez que la gané a mis amigos en algo fue con los números romanos; yo era el único que
se sabía hasta al mil y, claro, mi secreto fue otro tío político, me decía: ¿Manuel, qué hora es? Y
yo contestaba ¡no sé! ¿Cómo qué no sabes? ¡Ven para acá! Pues ahí voy. Me enseñaron los
números romanos y como que me gustaron esos números, me la pasaba haciendo planas todo
el día: “el cien se escribe C y el 358 es CCCLVIII”, hasta que enfadé a mi tío con los dichosos
números y, mejor optó por ya no preguntarme la hora.
En mi carrera estudiantil era un niño que sacaba sietes y cuando me iba muy bien un ocho;
hacía fiesta, sacaba el pechito y caminaba como si hubiera sacado un diez. La primaria la termine
con 7.4, no con el conocimiento adecuado. En español, mi ortografía era pésima, no sabía leer
adecuadamente y en matemáticas ni les cuento, tan solo de pensar en los números mi cerebro
hacía corto circuito. ¡Manuel! Gritaba el maestro ¡pasa al pizarrón y resuelve esa división! Y allá
iba, todo nervioso, rojo como un tomate y sudando la gota gorda. Cuidado si la maestra de
español me pusiera a leer en voz alta, empezaba a tartamudear y le decía: maestra ¿me deja ir
al baño? Y ella decía ¡eh eh...! hasta ahorita te dieron ganas, ¡ve rapidito! Y yo decía: ¡sííí!
Así es como llego a la secundaria, un alumno no dado para el estudio, nervioso, con
granitos en la cara y, un año más grande que todos los del salón. Hasta cierto punto me benefició
porque era el más grande del salón y los niños no se metían conmigo, sino todo lo contrario, era
yo el “abusón”; en este periodo todo me daba igual y la verdad no me gustaba la escuela, iba
porque mi madre me llevaba a la escuela y de ahí se iba al trabajo.
Cuando paso a segundo grado de secundaria mi tormento fue el inglés, no le entendía a
la maestra, tenía que hacer trampa en las evaluaciones. Ésta maestra en particular veía mi
ineptitud para el idioma ingles y mejor optó por pasarme con seis en inglés. Hasta hace dos años
y medio seguía con mi pensamiento fiel: ¡no me gusta el inglés y nunca lo voy a aprender! Y lo
58
chistoso fue que la universidad me hizo cambiar de opinión. ¡Tenía que acreditar el inglés para
poder titularme! Pero esa es otra historia que contaré más adelante.
Ya en tercero de secundaria el único que me llamaba la atención fue la clase de
computación y las muchachas. Iba por la vida con mi pobre cara llena de acné y como todo buen
compañero que era, mis amigotes me obsequiaron con infinidad de apodos que no les pienso
contar. Bueno, las clases de computación fueron mi primer acercamiento con la tecnología; puse
mi mejor empeño, incluso, tuve una compañera que me enseñaba como usar las manos en el
teclado, también, me enseñó a utilizar el Word, cómo poner imágenes y dos o tres trucos más.
Mi racha educativa se vio interrumpida por amor. Me corren a mediados de curso escolar
porque me peleé con un alumno y la maestra de inglés antes mencionada hizo todo lo posible
porque no nos corrieran. Pero no estaba a mi favor, resulta que mi rival era un cerebrito; en todo
sacaba 10, levantaba la mano a la primera oportunidad y era el consentido de la maestra. Al final
la dirección escolar opto por corrernos.
Me vi sumergido en una depresión por una semana hasta que mi madre me dijo ¡o te
pones a estudiar o te pones a trabajar! ¡Trabajar! Como no encontré cupo en ninguna escuela,
opté por inscribirme en el Instituto Jácome. Iba a clases más de compromiso y, al final, presente
un examen global que pasé con seis punto cero. La encargada de la administración me dijo
¡puedes hacer otro examen para que subas tu promedio! ¡No gracias! En dicha prueba hubo una
pregunta que me hizo dudar y que me martirizó por mucho tiempo, decía ¿en qué año descubrió
Cristóbal Colón América? Las repuestas eran a) 1450, b) 1498, c) 1492, d) 1500. Ni crean que
puse la C, puse la B. pasó el tiempo y todavía me acordaba, solamente movía la cabeza y me
reía. ¡Qué güey estoy!
En esa misma institución empecé a estudiar la Preparatoria Abierta, mis clases eran:
socializar con mis amigas y amigotes, hacer lunadas, hacer pillamadas y lo más emocionante,
jugar arrancones. En materia educativa nunca presenté un sólo examen; así me la pasé seis
meses, pagando una colegiatura cada mes de 800 pesos. Al final me entró un cargo de conciencia
y le dije a mi madre ¡ama! Mejor me voy a inscribir en una preparatoria normal, ¡haz lo que creas
más conveniente!
59
La mejor oferta educativa que encontré fue en un CECYTE, me quedaba cerca de casa,
y lo mejor es que había un turno de noche de cinco a diez pm para personas que trabajaban y,
pagaba lo mismo que en el Jácome. Así es como ingresé a esta institución; por primera vez en
mi vida estaba ahí por convicción, quería terminar mi bachillerato para así poder ingresar a la
universidad. Lo malo es que la vida me deparaba muchas sorpresas.
Todo iba viento en popa; hacia mis tareas, ponía atención a los maestros e incluso, si no
entendía algo le preguntaba al maestro ¿me lo puede explicar de nuevo? Él o ella me miraban
como diciendo: ¿realmente le interesa? En ese primer semestre mejoró muchísimo mi visión a
futuro, incluso, me sentaba en primera fila con mis lentecitos fashion. ¿No les había contado que
tengo miopía y astigmatismo?
Bueno, esa desventaja fue un obstáculo para que pudiera ver el pizarrón, aunado a mi
desinterés, dio como resultado un aprendizaje mediocre. En ese tiempo estaba de moda el
Hotmail y mis compañeros tenían dicho correo; yo en particular no, aunque me llamaba la
atención la computadora, en mi casa no contábamos con ese recurso tecnológico. En la escuela
había un salón lleno de computadoras que siempre estaba bajo llave, nunca supe si era para que
no las robáramos o no se descompusieran o a lo mejor no servían y nada más estaban de
exhibición.
Cuando algún maestro me pedía una investigación, optaba por ir a un café internet y
pedirle al dependiente ¿me puede hacer una investigación referente a..? Me cobraba 80 pesos y
me entregaba un dosier con mi nombre y todos los datos. Me daba vergüenza reconocer que no
sabía utilizar internet y como todo buen mexicano, optaba por pagar. Cierta vez voy caminando,
bueno bobeando; entro a un café internet y digo ¡me podría enseñar a usar internet! El
dependiente me mira y dice ¡cobro 150 pesos la hora! Y le contesto ¡no le debo nada por la
pregunta! Salgo casi corriendo.
Debo aceptar que mi pensamiento referente al inglés siempre fue un lastre, no me
gustaba, no le encontraba el sentido, se me hacía muy difícil, incluso nunca escuche música en
inglés porque no le entendía. Al maestro que me tocó en ese primer semestre no le interesaba
enseñarlo, se la pasaba contando chistes y haciéndose el intelectual con las muchachas. Eso sí,
en las evaluaciones decía: ¡pónganse relax y con lo que gusten cooperar! Le llovía de todo, yo
60
en particular le daba un 12 de cervezas ¡Tecate por favor! No quería de otras, y todos estábamos
contentos, nos pasaba con diez.
Había ocasiones que en el salón bromeábamos, hacíamos preguntas del tipo: What´s your
name? What´s your phone number? Y contestábamos, ¡what...! Se han de preguntar ¿Cómo es
posible que ni intentara aprender el idioma inglés, si estaba con un pensamiento positivo? La
verdad no quería, me daba igual. Y mejor opté por ser realista y enfocarme en otras cosas.
En esa etapa me hice amigo de dos compañeros que se sentaban conmigo en la primera
mesa, nos hicimos amigos de volada, una porque eran de mi misma edad y compartíamos los
mismos ideales ¡que vivan las pillamadas! ¡Que vivan los arrancones! Y cosas por el estilo. Pero
no todo era fiesta y aunque no lo crean sí estudiaba, llegaba a mi casa y me ponía a repasar y
hacer la tarea, eso sí, terminando los deberes ¡que vivan…!
Como comenté anteriormente, nuca estuve en los primeros lugares, mis calificaciones no
sobrepasaban de ocho y, por ese lado siempre fui conformista. Pasé de clase en clase y así fue
como terminé mi primer semestre, no me tocó reprobar ninguna materia, hasta matemáticas pasé
con ocho; bueno, mi secreto fue una súper calculadora científica que no teníamos permitido
utilizar en las evaluaciones. Y ¿adivinen con qué paso inglés?
En vacaciones la verdad nunca abrir un libro, siempre estaba arreglando el carro o jugando
PlayStation “Gran Turismo” o hablando por teléfono. Cuando ingreso a segundo semestre me
propuse como meta corregir mi ortografía, leer en voz alta sin tartamudear y hacer un esfuerzo
sobrehumano para aprender, aunque sea lo básico del idioma inglés. Le pedí a la maestra de
español que me recomendara libros de cómo mejorar mi ortografía, se me queda mirando y dice
¡ay Manuel! Lo bueno es que no me recomendó ningún libro, sino todo lo contario, me dio varios
libros de gramática y cuando no le entendía a algo ella me lo explicaba.
Esos libros no me fueron de gran ayuda y aunque intenté corregir mi ortografía, lo que
aprendía hoy, para mañana ya se me olvidaba. No sé por qué me pasaba eso, mi cerebro se
negaba a retener ese tipo de información, realmente no podía, me sentía frustrado. Cuando me
ponía a leer en voz alta en mi cuarto no lo hacía tan mal, incluso no tartamudeaba, eso sí, no
sabía darle la entonación adecuada con las comas y el punto y seguido o el punto aparte. Pero
61
no lo hacía tan mal, eso sí, en el salón de clases me ponía como tomate, empezaba a tartamudear
y la frente se me llenaba de sudor. La maestra rara vez me ponía a leer en voz alta, no sé si
compadecía de mi o porque no quería relajo en el salón.
Al maestro de inglés ni se imaginan lo que le pasó, no lo corrieron tampoco renunció,
mucho menos se murió, ¡lo ascendieron! Se convirtió en el nuevo subdirector del CECYTE, todos
estábamos nerviosos porque no sabíamos quién iba a ocupar el nuevo puesto. Bueno, había
cuatro o cinco personas que sí sabían, pero la mayoría estábamos temblando. No sé qué pasó
realmente pero no pusieron a ningún maestro.
El nuevo subdirector nos firmaba las evaluaciones y todos estábamos contentos. A veces
llegaba el maestro y nos decía ¿todo bien muchachos? ¡Sí...! decíamos a coro. Bueno, ¡ya saben
dónde encontrarme si ocupan algo! Era la clave morse para sobornarlo, y la gran mayoría lo hizo.
Al menos yo y mis amigos optamos por llevarlo a los tacos y comprar cervezas, nos salía más
barato.
Ya cuando ingresé a tercer semestre sigo con mi ideal de estudiar, de ser alguien en la
vida, de ingresar a la universidad. Por desgracia, por más que me aplicaba no podía mantener
mucha información en mi cerebro, no se sí era por mi ineptitud o si algo tuvo que ver mi infancia,
ya que tuve el problema de no poder hablar bien y aunado al poco interés de mi familia por
prestarme mayor atención. Mi madre siempre me apoyó económicamente en cuanto a mi
educación. Ella me daba rienda suelta, me decía, ¿Manuel ya hiciste la tarea? Contestaba, ¡sí!
Ella confiaba en mí, nunca me checaba si realmente lo hacía y considero que eso se fue
arraigando en mi conducta y ya de grande seguí con el mismo patrón de conducta.
Tercer semestre se me paso volando, continúe con mis subjetivos antes mencionados.
Bueno, el inglés lo deseché definitivamente y opté por aprender física, lo malo es que esta materia
lleva matemáticas y ahí terminó mi carrera científica. La verdad, estaba ansioso por pasar a cuarto
semestre, en esa etapa iba a cursar nuevas materias como Derecho, que me llamaba la atención.
Un hecho relevante que ocurrió en esta etapa fue que contrataron a una maestra de inglés.
Cuando nos enteramos nos pusimos a cuchichear ¿Quién va a ser? ¿Cómo será, será estricta?
Cuando la vi entrar le calculé unos 35 años, “gordi-buena” y con cara de pocos amigos. Lo primero
62
que dice fue: ¡muchachos, yo soy la nueva maestra de inglés y el que llegue cinco minutos tarde,
ni se le ocurra entrar al salón! Yo y mis compañeros nos quedamos mirándola y diciendo ¡chin...!
Primero nos elogió diciendo ¡muchachos que buenas calificaciones tienen! Empieza
hablar en inglés y todos volteamos a vernos, como diciendo ¿qué dice? Volteo a ver a una
compañera que sabe inglés y le digo con señas ¿qué onda? La maestra como que se las huele
y, para mi desgracia, me mira y dice ¡tú, pasa al pizarrón! Me pongo rojo como tomate y me
levanto; el salón estaba calladito, no se oía ningún ruido.
La maestra me dice ¡escribe lo que te dicte! Empieza a decir una frase en inglés. Ni estaba
difícil, simplemente no sabía. Así que, me le quedo mirando con carita del Shrek, me dice ¿No
sabes? ¡No! ¡Siéntate! ¡A ver tú pásale! Le toca a una compañera que estaba igual que yo en
inglés y mejor optó por mover la cabeza.
El chiste que la maestra se da cuenta de que son pocos los que saben inglés y dice,
¿Quién era su maestro? Todos calladitos, alguien dice: ¡maestra! ¿Usted si nos va a enseñar?
Ella se nos queda mirando y como que se le olvida y dice, ¡empecemos! Por más que se esforzó
no pudo con nadie y, claro que supo quién era el maestro de inglés. Pero como que le dio igual.
Yo en lo particular opté por hacerle la barba hasta que me la gané; ya al final del curso le regalé
un perfume y me dice, ¡ay Manuel, no es necesario! Pero al final lo agarró. Creo, si mal no
recuerdo, todos pasamos, no hubo ningún 10 pero todos estábamos contentos.
Al pasar a cuarto semestre ya no me preocupé por el inglés, mi atención se concentró en
una nueva materia: Derecho. Esta materia en particular me llamo la atención; la impartía una
nueva maestra, una señora extrovertida y amable. Tuve pocas clases y mi carrera estudiantil
terminó de repente.
Por cuestiones de la vida ingresé al penal de La Mesa donde todo mi mundo se vino abajo,
mi autoestima estaba por los suelos, iba a ser padre y no había muchas esperanzas de poder
salir en libertad. Mi madre y mi novia fueron mi sostén para enfrentarme a mi nueva realidad.
Ya dentro de penal empiezo a ver cómo funcionaba el sistema y, si soy sincero, no tenía
ganas de nada, me sentía como un autómata. Mi familia me decía ¡ve a la escuela para que te
63
distraigas! ¡Si, luego! Así pase varios meses hasta que una tarde un compañero de celda que
trabajaba en la escuela como monitor (algo así como maestro) me comentó ¡oye Manuel, tu
estudiaste la prepa afuera verdad! ¡Sí! ¿Por qué?
Es que ocupamos alguien que nos ayude en INEA en la secundaria ¡no gracias! Mi primera
reacción fue negarme, porque no me sentía con ganas de hacer nada y, otra, no me sentía
preparado educativamente.
Al tiempo, un señor estaba haciendo un módulo de matemáticas, me pregunta ¿cómo se
hace esta operación? Era una división con quebrados, me le quedo mirando a la operación un
rato y le digo ¿tienes una calculadora? ¡No! Me dice. La verdad no sé, pero si traes una
calculadora te la resuelvo. Puedo decir sin tapujos que no sabía, me sentí como un idiota. Todo
el tiempo que estuve estudiando y no saber hacer una división con quebrados. Le digo a mi amigo
monitor ¡oye! ¿Qué ocupo para ingresar a la prepa? Traes tu acta de nacimiento original y el
certificado.
Así es como ingresé a Preparatoria Abierta dentro del penal, para mí fue un bálsamo esta
actividad; me iba a la escuela de oyente, ya que no estaba dado de alta aun, y me dijeron que
iba a tardar, ya que era un trámite y había muchas personas por delante. Lo digo con toda mi
honestidad, a mí me ayudó muchísimo esta actividad, me sacó del letargo que estaba viviendo,
así fue como ingrese al taller de lectura. Dicho taller ofrecía libros de todos los géneros, te los
prestaban por una semana, si no se terminaban los renovabas o escogías otro.
Nunca había leído un libro en mi vida, es más, ni revistas. Bueno, excepto de carros y de
muchachas. El primer libro que leí fue uno de Carlos Cuauhtémoc Sánchez “La Fuerza de
Sheccid” me conmovió en el alma y no estoy bromeando, me sacó mis sentimientos más hondos.
Me gustó tanto que lo volví a leer. La gran mayoría de libros se este autor los leí, también, leí a
Paulo Coelho “La Quinta Montaña”, de Jeffrey Archer
“El Cuarto Poder”.
Podría dar muchísimos nombres de autores y de libros, basta decir que me la pase varios
meses leyendo; en vez de ver la tele, me aficioné por la lectura, me sumergía en sus páginas,
mis sentimientos se mezclaban con los personajes y, como no me daban de alta en la
64
preparatoria, seguía en mi mundo literario. Al tiempo llega mi sentencia y me trasladaron al
CE.RE.SO El Hongo.
El famoso Hongo, todos le teníamos miedo: una, porque estaba lejos, dos, eran muy
estrictos y tres, hacía mucho frio. Mi ingreso no se dio en situaciones adversas, era un traslado
normal. Llego a un pasillo compartiendo una estancia con seis internos más. La verdad me gustó
mucho el cambio, tenía más tiempo de yarda (tiempo en que puedes hablar por teléfono, comprar
en la tienda y hacer ejercicio), vivía más cómodo y como llegué en tiempo de calor dije ¿Cuál
frio? Lo malo fue en diciembre y sus heladas.
Al ingresar al centro me hacen una entrevista general, dónde vivías, cómo te llamas, cómo
se llaman tus padres, qué escolaridad tienes y, cosas por el estilo. Un día, mando un papelito al
área educativa solicitando ingresar a la preparatoria. Me dicen, ¿tienes tus papeles originales?
¡No los tengo aquí, se quedaron en el penal de Tijuana! ¡Pues a ver cómo le haces! Por arte de
magia se perdieron mis documentos en Tijuana. Fue un show, mi madre tuvo que llevar una foto
mía a un estudio fotográfico para que la arreglaran (camisa blanca y corbata. Estoy seguro que
la hicieron en Photoshop CS5). Mi madre, a los meses lleva el certificado y un acta de nacimiento
nueva y, lo deposita en un buzón del Área Escolar. Para mi desgracia, solamente me entregan
mi acta, ¿y el certificado? ¿Estás seguro que venía también? a los meses me hablan y me dicen
¡aquí estaba traspapelado! El cinco de septiembre del 2005 formé parte de los alumnos de
preparatoria, son 33 materias las que tienes que hacer. Me dijeron, pasé saliva y digo ¡está bien!
Mi primer examen se llamó Metodología del Aprendizaje, era el más fácil y todos lo
pasaban con nueve o con diez. Pues yo fui la excepción, lo pasé con seis. ¡Bueno, no esta tan
mal! Me dije. Preparatoria Abierta me brindó conocimientos que no sabía, cada libro me
trasportaba a escenarios desconocidos, historias de la humanidad, donde hombres como mujeres
cambiaron el pensamiento de las sociedades. Cierta vez, esto platicando con un compañero de
estudio, le digo ¿Cuántas materias llevas? ¡27 materias! Me dice ¿y tú? Me le quedo mirando y
le digo ¡no pues, apenas llevo cinco! No te desanimes, en cuanto menos lo esperes llevarás más
que yo. Seguí estudiando la prepa y cuando le agarro la onda, de cuánto tiempo estudiar para un
examen, empiezo a ir a la biblioteca de la escuela.
65
¿Un libro que me recomienden? ¿Ya leíste El Conde de Montecristo? ¡No! ¿Está bueno?
La verdad sí, me dicen. Ya había recibido consejos sobre autores, lee “El Conde de Montecristo”,
“Los Pilares de la Tierra” por mencionar algunos, al menos el “Del Conde de Montecristo” que yo
leí fue un libro de más de 1000 páginas, lo leí con calma, saboreando la lectura, sufriendo y
conspirando con los personajes. Hubo un tiempo en que se puso de moda “El Código da Vinci”
de Dan Brown, todos los internos estábamos en el mismo canal, resolviendo enigmas y leyendo
cuanto libro llegaba de dicho autor.
Para mí la educación dio un giro trascendental; me dio la oportunidad de aprender, de conocer
cosas que no sabía y, si en algún momento me lo enseñaron, ni me acuerdo. Me brindó la
oportunidad de explorar mis habilidades más ocultas, transmitir el conocimiento a mis
compañeros internos. Así fue como empecé mis “pininos” al frente de un pizarrón.
Estaba por terminar mi tronco común, me faltaba la materia de Matemáticas III y el maestro
de dicha materia ya estaba por alcanzar su libertad. Le digo ¡meta el hombro por mí para agarrar
su materia! ¡Claro que sí! Me enseñó todo lo que sabía, me la pasaba haciendo operaciones en
la escuela, en la estancia (celda donde se vive), incluso, hasta soñando. Cuando el monitor se
va, la maestra me dice: ¡Manuel, vas a estar a prueba un tiempo! ¡No me vallas a fallar!
Mi primer alumno que me tocó era un fraude como estudiante y para colmo de males lo
iba a presentar en 15 días, lo que nos ayudó (a los dos) fue la buena disposición para aprender.
Puse mi mayor esfuerzo, le dediqué todo mi tiempo, incluso, lo soborné, comprándole sodas y
galletas con tal de que aprendiera otro ejercicio. La maestra se daba sus vueltas y nunca me
decía nada, solamente sé que quedaba mirando y se iba. Al final mis esfuerzos se vieron
recompensados y el fraude pasó Matemáticas III con un ocho y yo obtuve un puesto más o menos
permanente.
En ese tiempo estaba de moda la universidad. ¡Sí! una universidad dentro del CE.RE.SO
El Hongo. En cierta ocasión voy y saludo a un compañero que estaba haciendo un mapa mental
sobre los tipos de comunicación, le digo: ¿qué onda cuñado? ¡Aquí estudiando! ¿Qué está
haciendo? Una tarea para la universidad. En ese tiempo no sabía qué era un mapa mental, miro
la computadora y veo un par de monitos como manteniendo una conversación; bueno, hablando
ya que la imagen así lo representaba en los monitos y se veían las ondas, con colores llamativos,
66
¡hasta yo le entendí! Me mira el “cuñado” y me dice: ¿Cuántas materias te faltan? ¡Pues como
12! Échale ganas y no te desanimes, sigue estudiando y sí tienes suerte y acabas pronto, tú
también podrás estudiar la universidad.
Ese día me emocioné, me ponía a pensar ¿yo en la universidad? ¿Ser maestro? Bueno,
esa era mi idea de la Licenciatura en Ciencias de la Educación. Pensaba que ser Licenciado en
Educación era para obtener un puesto como docente ¡qué equivocado estaba! Seguí estudiando
y, a la vez trabajando como monitor de preparatoria, también me la pasé leyendo novelas de
cualquier género, bueno, menos de ovnis y por qué no decirlo, soñando con la universidad.
Se habrán de preguntar ¿y el inglés? tengo que reconocer que, de los seis ingleses que
debes de presentar, solamente dos calificaciones son mías. Inglés IV y VI. El primero porque era
un inglés muy básico y como ya sabía más o menos eso; en el segundo lo tuve que estudiar por
que la persona que me lo iba a pasar no estudiaba y no era muy bueno. Así que me puse a
estudiar por mi cuenta; era un inglés del tipo “Cuestión Word”, utilicé mi táctica que nunca me
falló, “la terrible táctica de Descartes” y un poco de matemáticas, ¡si empieza positivo, le sigue un
negativo y al final un positivo y, viceversa!
Estuve de enfadoso preguntando a media escuela ¿Qué dice esta palabra? ¿No sabes?,
¡pero si vas en ingles IV! ¿Cómo le hiciste para…? ¡Ándale dime o mejor enséñame! Enfadé tanto
al profesor de inglés que me decía: ¡estoy ocupado! Se llega el día del examen y mi compañero
hizo su examen y yo el mío, él saca cinco y yo siete, me dice ¿Por qué no me lo pasaste? estaba
bien enojado ¡pues sí tú me lo ibas a pasar! Me resta decir que los demás ingleses los cambie
por matemáticas, o sea, yo hacía un examen de matemáticas y a mí me hacían uno de inglés.
(Cambiábamos los exámenes el día de la aplicación), no es que me sienta orgulloso, pero esa es
mi realidad, el inglés fue mí lastre por mucho tiempo).
La última materia que presenté en Preparatoria Abierta fue ingles VI, bueno, esa vez me
toco cambiarlo por un libro de Principios de Física, yo saqué un ocho en Física y mi compañero
un siete en inglés. A las dos semanas me encontraba en el salón de matemáticas estudiando con
un alumno, bueno, estudiando y platicando. Cuando la maestra (persona encargada de
Preparatoria Abierta) llega hasta dónde estamos y dice, ¡Manuel, muchas felicidades acabas de
67
aprobar ingles VI, te sacaste un siete! Me da un gran saludo y me dice a continuación
¡enhorabuena, sigue la universidad!
En ese lapso, mis conocimientos eran más amplios, aunque terminé la preparatoria con
7.1 de promedio en la especialidad de Humanidades, me ayudó bastante, me sentía satisfecho
conmigo mismo. En mi familia era el único que tuvo la oportunidad de terminar el bachillerato y,
lo más importante para mí, fue haberla terminado por convicción, por superarme, por hacer algo
de provecho en la vida.
En ese tiempo, ya estaban por terminar los muchachos de la primera generación y,
empezaban los rumores de que terminando ellos seguíamos nosotros. Lo malo para mí es que
entre esos rumores estaban, ¡van hacer un CENEVAL!, ¡tienen que pagar la carrera, solamente
los promedios más altos se van a quedar! Lo único que realmente me preocupaba era lo de pagar,
lo del promedio todos estábamos más o menos igual y, lo del CENEVAL no me preocupaba
mucho, por primera vez me sentía competente, aunque sea para pasarlo.
Cierta vez estoy estudiando para dicho CENEVAL en el salón de computadoras, ya que
se contaba con CENEVALES virtuales, eran de 180 preguntas de opción múltiple. Así como de
EXHCOBAS ¿EXHCOBA? ¿Es que vamos a barrer? decía yo. Así que me evalué, tarde un poco
más de dos horas en contestar y obtuve un 7.4 de calificación y si soy honesto, no hice trampa.
La universidad no llegaba, por razones que desconozco, ya que los rumores eran muchos.
Sin embargo yo seguía estudiando y trabajando. Cierta vez, le comento a la directora de la
escuela: maestra, la verdad no cuento con los recursos económicos para pagar la universidad
¡hum..., dile a la Directora de Programas y a ver qué te dice! Cierto día va a la escuela y la
abordamos varios compañeros que tenían el mismo problema que yo. ¿Qué se les ofrece
muchachos? Nos dice la Directora de Programas; le comentamos el problema y nos dice: Miren,
estamos viendo varias opciones para ofrecerles, por lo pronto, pónganse a estudiar y no se metan
en problemas.
Viene el desamino, ¡es pura burocracia, nomás nos están dando atole con el dedo! Cierta
vez, la directora de la escuela me manda llamar: ¡Manuel, ocupo que a partir del lunes te
presentes con el maestro de INEA (persona que viene del exterior y funge con el cargo
68
administrativo) y te va a decir que hacer ¿profe y a la maestra de Preparatoria qué le digo? ¡Dile
que yo te dije! La verdad, estaba agradecido con la maestra de Preparatoria y se me hacía mala
onda dejarle tirado el trabajo.
El lunes me presento en INEA y me asignan un Módulo de Matemáticas el terrible MOA
(Matemáticas Operaciones Avanzadas) de 10 am a 1 pm. Le digo al encargado: Oiga profe, o
sea que yo estaba trabajando en Preparatoria y quiero ver si le molesta si en las tardes me puedo
ir apoyar a la maestra de prepa. ¡Mientras cumplas tus obligaciones aquí, puedes hacer en tu
tiempo libre lo que quieras! Así estuve un tiempo, trabajando en INEA y Preparatoria Abierta. La
maestra me miraba y me diecia: ¡traidor, traidor! Se daba la vuelta y se iba riendo.
En ese tiempo, opté por hacer una segunda especialidad, la de Administración en
Preparatoria, lo único que tenía que hacer era revalidar materias y presentar dos materias más,
Matemáticas V y VI. Me dan la oportunidad de presentar dichas materias y fue todo un reto para
mí, ya que no había muchos que presentaban esas materias y, por ende, casi nadie sabía. Me
apoyé en varios compañeros y nos turnábamos para resolver el libro, al final, los pasé con siete
y con ocho respectivamente.
En el Área Escolar abrieron programas de CECATI Computación y me apunto en el básico,
me enseñan cómo utilizar Windows, el Word, le siguió PowerPoint, Excel y al final Access. Este
último no lo aprendí muy bien. También, me apunto para un CECATI inglés y en la evaluación me
dicen: ¡te vamos apuntar para el básico! ¡Está bien! No duró mucho mi inglés, ya que la directora
nos dice: ¡muchachos, pónganse a estudiar porque en tres meses presentan el examen de
admisión para la UABC!
Empiezan los nervios, las desveladas, los cambios de humor, el estudiar todo. Bajan a los
prospectos a un tipo de Propedéutico para la Universidad, hicimos grupitos de estudiantes, nos
preguntamos para qué éramos buenos ¡yo para Matemáticas!, ¡yo le entiendo a la Redacción!,
¡yo soy bueno para la Química!, ¡yo no sé nada! No puedo decir que era una eminencia para las
Matemáticas, pero me defendía, así que yo enseñé Matemáticas a los que no sabían muy bien y
a mí me enseñaban Redacción, ya que nunca fui bueno para escribir. Bueno, hasta la fecha sigo
pensando lo mismo.
69
La verdad, nos emocionaron nada más: la universidad ni sus luces. Lo que si hubo fue la
graduación de la primera generación de universitarios y, por cierto, no nos invitaron a los nuevos
prospectos. Eso sí, tiraron la casa por la ventana. Yo me sentía orgulloso de mis compañeros,
me daba ánimos yo solo ¡algún día, yo también voy a tener mi graduación!
Tuve la oportunidad de leer “Los Ojos de Mi Princesa” la historia no contada de La Fuerza
De Sheccid y muchos libros más, entre ellos la saga de “Harry Potter” Para eso, todos seguimos
bajando al Propedéutico y de algún modo nos sentimos más preparados. Al tiempo nos dicen
¡muchachos! Vamos a hacerles una entrevista individual para ver quién queda dentro de la
Universidad. ¿Y el examen de admisión qué? ¿Para eso estudié como loco y, las desveladas no
cuentan o qué? Pensaba en mi mente.
Nos quitan un peso de encima y nos dan otro. La verdad, no sé cual me daba más miedo,
el examen o la entrevista. Hubo comentarios a favor y en contra entre nosotros. Cierta vez, estoy
platicando con un compañero universitario y le expongo mis temores: prefiero mil veces el
examen, ¿y si no paso la entrevista? Y luego, no tengo dinero para pagar la carrera. Así me la
pasé llorando (sentido figurado) todo un rato.
Se llega la fecha de la entrevista, todos estábamos nerviosos, yo en lo particular, ya no
tenía uñas. La directora nos reúne a todos y nos dice: muchachos, se llegó la hora, mucha suerte,
relájense y no tengan miedo, sean sinceros con sus respuestas y, sobre todo, confíen en ustedes
mismos.
Llega el personal de la UABC para entrevistarnos, todos nos volteamos a ver con cara de
¿qué onda?, ¿qué hago? Nos pasan conforme a un listado y, cuando salía uno, todos le
preguntábamos ¿qué te dijo? ¿Pasaste? ¡Dinos...! ¡Pues no sé! Todas las preguntas estaban
fáciles y me dijeron que luego nos iban a decir los resultados. Cuando me toca a mí, me tocó una
maestra que fue madrina de la primera generación; en cuanto entro al salón me dice ¡siéntese
joven! Camino lo más recto que puedo y con una sonrisa forzada, la maestra como que mira mi
nerviosismo y dice ¡hola joven, como está! ¿Nervioso? ¡No se preocupe, a ver cuénteme qué
hace aquí!
70
No sé qué pasó, pero lo que si estoy seguro es que me relajé, empiezo a contar a grandes
rasgos mi labor en la escuela, que me gustaría poder cursar una licenciatura y que iba a poner
todo mi esfuerzo con ello. Así seguimos con preguntas convencionales (familia, empleo,
sentencia, etc.) al final me da la mano y me dice ¡joven, muchas felicidades por su entusiasmo y
es todo por hoy! Me da la mano y, no es un saludo convencional, fue en un saludo en toda regla,
firme y con mucha buena vibra, ni siquiera me atrevo a preguntar nada, salgo un poco más
optimista y me abordan mis compañeros, ¿qué te dijeron?, ¿cómo te fue? ¡Todo bien, no se
preocupen, relájense!
Pasó un mes, bueno, no estoy bien seguro cuanto tiempo pasó, pero a mí se me hizo
eterno. La directora nos reúne a todos y nos Felicita en general ¡muchas felicidades, todos están
dentro de la Universidad, aprovechen la oportunidad que se les brinda y, sobre todo, aprendan
para que se lleven algo de provecho para cuando salgan! Así fue como tuve la dicha de ingresar
a la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC.
A la fecha estoy cursando el quinto semestre y puedo decir sin prejuicios que me ha
gustado mucho la carrera. Al principio, como que no le agarraba el saborcito, pero a partir del
segundo semestre me di cuenta de muchas cosas que desconocía de la educación en México.
Me resta decir que la vida nos deparará muchas cosas, buenas o malas, dependiendo nuestra
visión, pero el querer superarse, es un compromiso consigo mismo y con la sociedad, sin importar
donde estemos, siempre tendremos la posibilidad de mejorar nuestro destino y, qué mejor que
con una educación de calidad y equidad, una educación para toda nuestra vida, ya que “La
educación es el reflejo de nuestras vidas”.
71
Alfredo. Creo que ha sido bueno para mi crecimiento la interacción entre mis
compañeros…
Preescolar
Es difícil recordar mis inicios en la educación sólo recuerdo algunas cosas como cuando
había muchos niños llorando, recuerdo cancioncitas, el color de mi uniforme, mi mandil, el recreo
y que algunos amiguitos me dejaron para ir a la primaria que estaba contra esquina del jardín de
niños donde yo asistía, yo no tenía la edad apropiada para ingresar al primer año de primaria y
me tuve que espera otro año más, también recuerdo que este jardín de niños se llama Gabriela
Mistral.
Primaria
Ahora mi relato de primaria me imagino que no fue fácil, ya que en ese tiempo éramos
muchos niños para ingresar a primaria y había preferencia claro el turno matutino y vespertino, el
matutino era para los privilegiados y era ahí donde mis padres querían que yo estudiara, pero no
alcanzo para la cuota y tuve que ir al vespertino, donde los niños eran señalados de burros,
cochinos, piojosos, y más apelativos. Y si efectivamente, me llene de piojos, hoy que estoy
recordando ese tiempo puedo decir que se miraba que los alumnos eran más desordenados, no
todos, pero si la gran mayoría, por esta razón mi mama me cambio después de tres años al turno
matutino, no fue fácil pero lo logro.
En el cambio que tuve al turno matutino puedo decir que recuerdo muchas más cosas, ya
que yo tenía un poco más de uso de razón y vienen a mi mente momentos como: el que teníamos
que ir bien uniformados casi como soldados, el color de mi uniforme era suéter azul marino,
camisa blanca, pantalón azul marino y zapatos negros. Teníamos que ingresar bien bañaditos,
con nuestros dientes limpios, uñas bien cortadas y el pelo también, las ceremonias eran los lunes,
había mayor interacción y los deportes eran más variados, estas dinámicas me gustaban hasta
cierto punto, ya que muchos maestros eran muy estrictos e incluso me llegaron a pegar; ya sabes
jalón de patillas, hincado, orejas de burro, fuertes regaños, hacer varias planas de castigo, me
quede sin recreo y también me dieron reglazos en las manos. Hoy puedo ver con claridad la razón
de estos castigos y claro, es que yo como todo niño miraba la escuela como un juego y no como
un campo de estudio.
72
Pero también, es bueno que diga que existieron buenos maestros en mi escuela, como la
profe Lupita que me toco en cuarto año y primero como alumno en mi nueva experiencia en
cuanto a la educación de los privilegiados, también tengo un buen sabor de boca con una maestra
que se trasportaba todos los días desde Ensenada a San Vicente Ferrer; su nombre es Susana,
que junto con el profe Beto me tocaron en el último año de primaria, estos maestros dejaron
buenos recuerdos en mi mente, ya que eran muy buenos y comprensivos nunca gritaban y
siempre escuchaban, además les gustaba interactuar con todo el grupo, hacían excursiones y
experimentábamos con animales del campo, también recuerdo que hacíamos objetos con papel
y engrudo, estas dinámicas quedaron grabadas hasta hoy. En esta primaria de nombre Claudio
Sarabia y de turno matutino, me gustaba la atención médica que nos brindaba una señora
norteamericana; nos checaba la vista, los oídos que estuvieran limpios, las uñas, nuestros pies,
si estábamos mal nutridos nos regalaba galletas de avena, nos pesaba, era una bendición dentro
de la escuela, esta señora tenía un orfanatorio con niños con problemas y puso una escuela
especial, creo que por esta razón se fue de la primaria.
Yo acabé mi primaria con buen promedio ya que era muy participativo en mis equipos de
trabajo, cuando me tocaba hacerlo yo era quien por lo regular hablaba o presentaba nuestro tema,
y quien mejor dibujaba en las cartulinas, tenía ingenio para las maquetas y me gustaban mucho
las excursiones ya que conocía todos los lugares de alrededor de mi pueblo. También, recuerdo
que cuando iba como en quinto y sexto salí en varios bailables, en primaria nunca reprobé gracias
a que mis papas me ayudaban en lo que podían ya que ellos sólo cursaron primaria y por esta
razón, se empeñaban en que yo siguiera más adelante que ellos.
Secundaria
Esta etapa fue algo difícil, no al principio, ya que era algo que deseaba de verdad ya que
mis padres no tuvieron esa oportunidad y yo ahora la estaba experimentando. No recuerdo como
me sentí cuando entré de preescolar a primaria, pero ahora había nerviosismo de una manera
muy diferente, ya que en esta etapa los compañeros eran más burlescos y acosadores. También
las jovencitas eran más hermosas que en la primaria, más grandes y yo las miraba con otros ojos
ya, creo que eran las hormonas y todo eso que se viene a esta edad. Mi nueva experiencia fue
difícil pues recuerdo claramente que mis papas tenían que comprarme uniformes, zapatos, útiles,
pagar inscripción, mensualidades y quien sabe que más cosas se les ocurrían a los
administradores y directivos.
73
Pobres mis papás quien sabe cómo le harían. Mi uniforme era color caqui con camisa
blanca y corbata negra, con zapatos negros, teníamos educación física en la unidad deportiva y
tenía que llevar pants para hacer ejercicio. Tuve diversas materias, pero la que más me agradaba
era geografía y biología, tal vez por mi cercanía con el campo y la diversidad de especies que se
pueden encontrar en sus alrededores. Recuerdo que el primer año fue duro ya que en la
Secundaria Estatal No. 52 se hacía un examen de ingreso, y dependiendo de tu calificación era
el aula que te correspondía, o sea: A, B y C; esta forma de evaluar no era muy buena ya que se
miraba que había mal manejo y preferencia.
La idea es que me toco en el aula C, mis papas me preguntaban qué había pasado, pues
esa posición era la de los más bajos y yo estudié para presentar el examen. Aquí en esta
secundaria se aplicaban pruebas mensuales y globales cada semestre, en su momento no me
gustaban porque se me hacían pesadas y difíciles, pero ahora creo que esta forma de evaluarnos
era la correcta, ya que demuestra de forma objetiva que tanta retención tienen los alumnos al fin
del semestre. Esta forma de evaluación solo duro un año y no sé qué paso, pero muchos
quedamos conformes porque las evaluaciones semestrales de verdad que eran pesadas,
continuo la evaluación mensual sin la ya mencionada evaluación semestral.
En mi primer año de secundaria me fue bien con mis calificaciones y logre pasar al
segundo año, esta vez me toco en el aula B, no por mis buenos resultados sino más bien porque
muchos de mis compañeros de ingreso renunciaron a su educación, algunos se fueron a trabajar,
otros al extranjero y otros muy jóvenes se casaron. Esta fue una etapa difícil para mí por muchas
circunstancias, la principal, el desinterés por lo educativo. En esta etapa vinieron los problemas,
se encontraron las emociones y se me vino todo a bajo. Estos períodos de cambios físicos me
afectaron; perdí el interés por la educación, bajé mi promedio, me salía del salón e incluso de la
escuela, empecé a fumar, a beber licor, cerveza y llego la marihuana, sé que suena exagerado,
pero para mí vergüenza así fue. A duras penas logre concluir mi segundo año de secundaria y
creo que uno de los más difícil de mi adolescencia. La causa creo yo, mi única irresponsabilidad,
ya que mis papas siempre me apoyaron y se preocuparon por que yo concluyera y no dejara la
secundaria.
La peor materia que me toco en la secundaria y que desde segundo la arrastre hasta el
final de mi ciclo educativo fue mecanografía, ya que mi maestra era muy estricta pero ahora le
74
agradezco a mi maestra Margarita que me ayudó mucho, aunque fue a empujones y regañones
me pudo ayudar a ver la realidad, ya que ella decía que esta herramienta me serviría a futuro y
la verdad yo nunca quise valorar, ya que yo insistía en que jamás en la vida iba a ser secretaria.
Pero además tuve muchas otras materias que desaproveché y que ahora me arrepiento de
verdad.
A duras penas acabé mi educación secundaria, para ese entonces, yo ya había ingresado
a trabajar empezando a ganar dinero trabajando como negro, y así fue como perdí el interés por
la escuela. La razón, sencilla, en mi hogar hacía falta el dinero y pues no se pudo seguir, a pesar
que mis padres me inscribieron en un curso de computación yo ya no quería estudiar. Mi padre
se fue a los Estados Unidos y tuve que ser el “sostén de mi familia” bueno, esto mientras mi papa
manda algunos dólares. Perdí todas las esperanzas de seguir, aunque confieso que, si quería,
pero yo sabía que mi raya estaba marcada así que me resigne y como muchos alumnos, no pude
continuar con mi educación preparatoria.
Esto me llevo a cuatro años de oscuridad, no sé qué me sucedió que después de esta
etapa oscura me decidí a regresar a la escuela, tengo que confesar que mi vida se convirtió en
algo muy feo, sí trabajaba, pero todo lo malgastaba ya que me hice borracho y drogadicto,
además ya nadie creía ya en mí.
Preparatoria (COBACH)
Un día me decidí y hable con mi mamá ella me apoyo moralmente, pero ¿y el dinero? Le
dije, voy a trabajar y estudiar, la decisión ya estaba tomada, pero no sabía lo que me esperaba
ya que vinieron obstáculos muy difíciles, porque los maestros y administrativos de la preparatoria
me conocían, porque eran la misma mafia que estaba en mi secundaria, pero ahora con otro
brazo más fuerte el (COBACH), ellos no me miraron con buenos ojos cuando fui a pedirles la
oportunidad, no quisieron arriesgarse y me dijeron que yo era muy mayor para estudiar en
comparación con los jóvenes que recién ingresaron. Además, me imagino que pensaron que les
iba a echar a perder a sus alumnos, ya que yo había logrado una mala reputación en secundaria
y no se iban a arriesgar a experimentar conmigo ahora en preparatoria, solo me dijeron lo
sentimos Mario, pero no hay lugar para ti llegaste un poco tarde porque el cupo ya se agotó.
75
La verdad me dio mucha tristeza, yo deseaba estudiar, no quería seguir sin ir a la escuela.
Tengo que mencionar que una amiga me ayudo y me dio el teléfono del Director del COBACH en
el Estado, recuerdo que se apellidaba Osuna, él me dijo que fuera y le dijera al Director de la
prepa que me diera de alta, pero con la condición de que en un mes el personalmente iba a
revisar mis calificaciones, y dependiendo de ellas yo iba a permanecer en dicha institución. Esto
me trajo un respiro, pero ocupaba un mejor respaldo para que me creyeran, y por eso acudí con
una tía que es maestra, ella me ayudó para que pudiera ingresar, claro, después de un fuerte
discurso entre el director y mi tutora logre que me aceptaran en la preparatoria.
Bueno Mario me dijo mi tutora, creo que de aquí para delante tienes una gran
responsabilidad y yo pienso que tú puedes salir adelante, la verdad después de mi mamá y ella,
nadie creía en mí. Recuerdo que inmediatamente busque un trabajo que no me diera con el
horario de mis clases, no fue fácil, ya que estudiaba desde las siete de la mañana hasta como la
una de la tarde, solo llegaba a mi casa a dejar mis cuadernos y me iba a la fábrica para salir a las
ocho y en ocasiones hasta las diez de la noche, realizaba mis deberes en la noche, había veces
que me quedaba dormido con mis tareas en la cama y muchas otras veces en mi mesa banco,
esto era algo de lo que los jóvenes y maestros que me conocieron admiraban, ya que ninguno de
ellos trabajaba y estudiaba como yo, además, mis calificaciones eran buenas a pesar del tiempo
que perdí sin estudiar.
Fue un principio difícil, pero valió la pena; las desveladas, las mal comidas, el cansancio
en el trabajo y la escuela, al final tuvo su recompensa. Toda mi educación preparatoria trabaje,
no voy a negar que recibí ayuda de compañeros y personas al principio de mi nueva experiencia,
pero la verdad es que yo trabaje duro para lograr mi meta y la cumplí con dedicación, seguridad
y coraje.
Lo peor vino después de concluirla. ¿Qué crees que paso? Lo mismo que viene pasando
desde hace mucho tiempo, la falta de oportunidades, la falta de apoyo, la inexistencia de becas,
la preferencia para ciertos y cuales, como los hijos de los directivos y maestros. Como en el caso
de mi escuela ellos fueron los privilegiados y, por si fuera poco, les otorgaron lugares de honor
que no les correspondían que vergüenza. Para mi desgracia, yo ya no puede continuar y me
dedique a trabajar.
76
INEA
No estudie en esta institución, pero quiero hacer mención de ella porque fue parte de mí
trabajo como asesor, ya que di diversos cursos para ayudar a los adultos con los que tuve
contacto en San Quintín y después en el CE.RE.SO., de Ensenada, ahí, di asesorías como un
año y medio. Después en El Hongo, también tuve contacto con esta institución como por otros
dos años. Es por estas tres razones que no la puedo descartar de mi experiencia educativa en
mi relato.
CECATI
En cuanto a mi educación en el CE.RE.SO. El Hongo tuve la oportunidad de desarrollarme
en el área de computación en CECATI, aquí se me enseñó a utilizar las computadoras, pero de
una forma muy superficial ya que sólo se me dio pura teoría y las practicas eran muy pocas, el
motivo era que no había suficientes computadoras para todos los alumnos. Los cursos que realice
fueron:
World, PowerPoint, Windows, Excel, Access, inglés y carpintería.
Me hubiera gustado que me dieran más prácticas para realizar trabajos en las distintas
materias que cursé, pero no se pudo, así que se puede decir que mi conocimiento es muy bajo
en cuanto a algunos de estos programas. En cuanto a la materia de inglés también nos hicieron
falta audios, mayor tiempo de clases para interactuar con los compañeros en esta lengua,
materiales didácticos y sobre todos días de clases. Es obvio y vergonzoso que al sistema de
enseñanza de CECATI dentro del sistema penitenciario, sólo se interese por los números al igual
que a la institución de INEA. He vivido los procesos de enseñanza dentro del sistema
penitenciario, y es lamentable que los adultos no estén siendo enseñados de una forma correcta.
Existen casos donde los alumnos se presentan a ser exámenes y no conocen ni siquiera
el libro, mucho menos de que se trata el examen. En mi caso, presente el examen de Access y
no sabía cómo hacer una base de datos en la computadora, sólo tenía la teoría que fue lo único
que se me enseñó, por esta razón el aplicador nos solicitó que hiciéramos una base de datos a
mano, ya que en las computadoras no sabíamos cómo hacerlo y, además, no había
computadoras para realizar los exámenes; recuerdo claramente que de 30 alumnos que éramos
sólo pasamos siete u ocho más o menos.
77
Lo que he reforzado más es World y PowerPoint, gracias a que en la Universidad los
trabajos se realizan en estos programas. La situación dentro del penal no es fácil, ya que se
tienen muchas trabas aparte de no contar con un horario estable, porque hay veces que te sacan
tarde o no hay actividades, quiero decir que en las estancias existe muy poca luz para estudiar,
no se cuenta con materiales didácticos y los libros que tenemos en nuestra biblioteca son ya
viejos. En las revisiones se nos decomisa o tiran los materiales o artículos escolares, no hay
criterio por parte de las autoridades.
Hoy puedo decir que es bueno que la educación dentro del penal se esté extendiendo a un nivel
superior, ya que aquí existen personas rezagadas que quieren superarse a pesar de los
obstáculos que existen, se está mirando el cambio poco a poco, aunque falta infraestructura y
muchas herramientas para abastecer esta necesidad, espero que las autoridades apuesten por
que desarrollen los internos, y se den cuenta del potencial que muchos internos tienen y que se
les dé la oportunidad a las siguientes generaciones así como a la primera y segunda generación.
UABC
Llegar a la Universidad dentro del penal no es fácil por las problemáticas que se
desencadenan dentro de este lugar, te puedes quedar fuera de la jugada ya que no todos los
internos tienen la misma visión o, mejor dicho, no todos quieren un bien para sus vidas. Es por
esta razón que yo tuve que andar con mucha cautela y siempre caminé por la línea derecha.
Cuando llegué a este lugar en febrero del 2008, pedí mi oportunidad a la licenciada Yadira (d.e.p.)
para ingresar a la universidad, pero ya llevaban medio semestre de iniciada la primera generación
así que no pude entrar. Ella medio un curso propedéutico para poder ingresar a la segunda
generación, pero esta se tardó mucho y se suspendió por un tiempo como de siete años más o
menos.
Esto de andar de errante por la prisión se terminó con la convocatoria para la segunda
generación. Gracias a Dios la oportunidad llego y fui de los convocados gracias a que ya había
trabajado en el área educativa, se me tomo en cuenta esta participación. La evaluación no fue
por medio de un examen como muchos estábamos esperando, pero creo que la preparación en
definitiva nos ayudó. Sé que muchos alumnos de la universidad pensaran que me la pusieron
78
fácil, pero en verdad tengo muchas desventajas, aunque parece que el tiempo me sobre no es
así y además ya tenía tiempo perdido.
Hoy puedo decir que hay la llevo, le estoy echando ganas en mis tareas y pienso que
estoy mejorando. Esta forma en la que estudio es nueva para mí y en ciertos momentos difícil por
algunas situaciones alejadas de mis alcances, pero no dejo de aferrarme a la nueva forma de
aprender en la que me encuentro. En mi nueva experiencia se batalla mucho por los materiales
didácticos que nos envían ustedes, ya que muchos de estos se pierden, no llegan a tiempo o
cuando los imprimen vienen todos borrosos.
Finalmente, quiero decir que otro problema que enfrento junto con mis compañeros son
las lecturas, ya que en la biblioteca no tenemos libros buenos la mayoría de estos son muy viejos,
recientemente y gracias a ustedes podemos contar con una mini biblioteca, porque como se
dieron cuenta, es obvio que no contábamos con este tipo de recurso. Ahora este recurso me ha
servido y ayudado a resolver mis dudas y elaborar mejores trabajos. También tengo que decir
que me han servido de mucho ver los videos y creo que es una herramienta muy eficiente y
buena, ya que observo y tomo las ideas con mayor claridad y, de una mejor manera doy mi juicio
en cuanto al tema, y además conozco cosas que en mi vida había visto y que hoy gracias a este
tipo de enseñanza visual puedo desarrollar. Me gustaría que las herramientas como Encarta que
me ha servido mucho tuvieran más contenidos educativos, ya que aquí no puedo tener Internet u
otro medio de información.
Sé que los libros y revistas que nos proporcionan muy buenos, pero también sus asesorías
me fortalecen, aclaran mis dudas y me dan seguridad. Sé que es difícil tener más contacto con
ustedes, pero tengo fe de que esto pueda cambiar más adelante tal vez en una tercera
generación. Creo que ha sido bueno para mi crecimiento la interacción entre mis compañeros, ya
sea en el salón de clases o en mí celda, ahora me imagino que sería grandioso tener el apoyo de
mi maestro por medio de la red y poder exponerle mis dudas e inquietudes.
79
Saúl. La universidad pudo completar el mapa que estaba trazando durante los
últimos dieciséis años…
Dio sus primeros pasos pretendiendo acercarse a su madre, quien, en el intento feliz, pero
sin la intención de soltar a Zaratrusta, no logró tomarlo con seguridad lo que ocasionó que él
pequeño intrépido Saúl o sea yo, acabara con un golpe digamos literario en la mejilla que lo hizo
llorar, quizás algún suceso parecido dio lugar a la frase de que solo con sangre entran las letras
o algo así, lo que sí es seguro que ese fue el primer contacto que tuvo con las letras.
A su madre le gusta recordarle ese episodio como argumento que explique el gusto
precoz por leer, la referencia de precoz viene más bien de su madre, quien en lugar de televisión,
radio o videojuegos (no sabía que existían en esa época) tenía un montón de libros quizás 20 –
25 lo que permitió al lector en ciernes distraerse – no había juguetes- en lo que estuviera a
mano, es decir, libros, los agarraba como camiones repartidores de leche que le gustaba tanto o
de bomberos, claro en algún momento o “accidente” de libros también se disponía a ojearlos e
intentar descifrar por ejemplo que significaba los desnudos de la mitología griega, o los dibujos
de los libros de secundaria para adultos de su madre que estudiaba, la célula la tabla periódica,
etc., y que no entendía nada pero me distraían mientras recuperaba la energía para seguir
empujando los libraos hacia su siguiente accidente literario y así hasta quedarme dormido encima
de ellos abiertos o chocados.
El contexto educativo en el crecí está determinado por factores sociales que
aparentemente nada tienen que ver con mi actualidad, sin embargo, es importante tener un marco
contextual en el que basarse para hablar de una persona, así, en cuanto a este marco
sociocultural educativo, puedo decir sin temor a equivocarme que es más una mixtura de
circunstancias que un referente metodológico de educación.
su primer acercamiento al contexto educativo fue indudablemente su hogar, un hogar por
otro lado lleno de amor, pero carente de objetivos, es decir, un lugar en el mundo en donde a
pesar de su voluntad y la de su madre (creo yo, no me lo ha confirmado) fue a dar, de forma un
tanto a lo bruto, (por falta de estrategia y planeación familiar) en este tenor, lo que recuerda son
las lecturas que su madre (viuda) intentaba leerle a su hermano y a él, esto como forma de
educarlos, y no es que no haya habido lo que es una educación propiamente dicha, pero según
80
los estándares educativos de su madre . Que estaba hecha a la antigua, es decir, dejó de estudiar
porque no alcanzaba y se puso a trabaja a los nueve años, promedio de escuela, 10, no se podía
contar con que la visión educativa del niño tuviera una planeación llena de futuro.
Así, la educación que se le intentó dar estaba más encaminada a no repetir la tragedia
familiar que a entender lo que pudiera significar la educación como medio de desarrollo para su
bodoque, lo que obviamente desencadeno un serie de intereses muy especiales en el (como las
lecturas de psicología y sexualidad a los 5 – 6 años que si bien fueron un adelanto para la
perspectiva que mi madre tenía del desarrollo humano, fueron por otro lado, una base muy útil
para sus escasos conocimientos de los géneros y que le ayudo a enfilarse, por la curiosidad
prematura del sexo opuesto, esto claro sin el conocimiento de su tutora)
En cuanto a lo que esto represento para él, se puede decir que el acercamiento materno
cualesquiera que fueran las circunstancias, era un triunfo para ambas partes se entiende que el
contexto personal de una madre soltera, esta acentuado por la necesidad de proporcionar en
primer lugar el sustento, el vestido, el cobijo y la atención nótese que en ese orden, lógicamente
esto da un panorama de lo que representaba la educación para su madre, no se quiere decir que
no estuviera preocupada por las notas, lo estaba, solo que la necesidad de atender otras
cuestiones daba pie a que el, un botija con tendencias al juego perpetuo, pudiera engañarla y
decirle sin la comprobación correspondiente, que ya tenía la tarea terminada, ganándose la
oportunidad de ir a jugar con mi hermano lo más lejos (nunca se enteró, que tan lejos podíamos
ir) o de dejarla descansar, planchar, lavar, cocinar, preparar su uniforme o por ultimo leer, que
era una de sus pasiones y que se reconoce, fue el mejor ejemplo que le dio, esto es importante
porque gracias a esa terquedad por salir de un destino que no quería, permitió que la educación
de Saúl tuviera esas salpicaduras de enfoque epistemológico, que a la postre, despertaron en el
la curiosidad necesaria para investigar el mundo, por ejemplo las interminables ocasiones que
su madre les leyó los relatos bíblicos en un libro ilustrado, la guerra de los mundos, un mundo
fantástico, el principito (su primer libro) con todo y el ritual (regalo de una madre a un hijo), o la
impresionante cantidad de criaturas de la mitología griega con todo y sus impúdicas desnudos
que como ya se dijo, le parecían repulsivos, bueno antes de las lecciones de los géneros y la
primeras miradas de la niña de sus ojos ¡claro! Todo esto lo recuerda y lo asocia indefectiblemente
a la situación social de su tiempo, marcado por la pobreza y el desapego educativo por parte de
la sociedad mexicana de fines de siglo. Una sociedad con pretensiones de liberalismo económico
81
sustentado en la industrialización y con ganas de no voltear a ningún lugar que no fuera la
despensa de su cocina y la cama para descansar y no enterarse de hijos hiperactivos o piojosos
y desnutridos, al menos esa es la visión que tiene de sus amigos, porque el andaba pelón para
evitar semejante infestación de alimañas,
Así, en su casa no había televisión, pero si un surtido de tratado filosóficas de primera
(Dostoievski, Hesse, Kant, Tolstoi, etc.) de psicología, y los más ilustres escritores
latinoamericanos con todo y los noveles, sin embargo, no alcanzo. La ausencia de su madre creo
en él un abismo educativo muy hondo, ¿Cómo poder preguntarle a ella si las cuentas de
matemáticas estaban bien cuando no podía durar un momento sin parpadear de cansancio? esto
es un parámetro de lo que era formar parte de un núcleo familiar en donde la ignorancia (léase la
falta de conocimiento) era la constante.
La realidad le enseñó muy pronto que si quería saber algo solo debía abrir uno de los
libros de su madre y quizás y solo quizás podría encontrar lo que buscaba, también le enseñó
que la mayor parte de lo que intentaba saber no lo iba encontrar en los libros, al menos en lo que
se refiere a la atención emocional que requería.
Esa realidad esta multiplicada y dimensionada dentro de la sociedad en la que él vivió, no
se puede decir, sin embargo, que esa, necesidad fuera para él o su familia un obstáculo, es
importante señalar que la actitud de una madre frente a la adversidad puede ser sorprendente.
El primer intento por educar al pequeño diablillo, fue inscribirlo en un kínder junto a su
primo, cabe señalar que también fue su primer desencuentro frente a la realidad, su madre tuvo
que dejarlo al cuidado de la tía, que si bien era una santa, no pudo evitar la ruptura de corazón
que el pequeño tuvo, es así como en ese esfuerzo por educarlo, lo inscriben en lo que le parecía
una especie de jaula para locos, es decir, niños medio locos, él siempre fue un poco reservado
por no decir encerrado en su burbuja infantil, en donde prefería estar, sin embargo, dentro de lo
que se puede ver rescatable perspectiva infantil claro, fue que disfruto de un sin número de
actividades propias de kínder pero que a él le parecían de lo más interesante, entre ellas la de
pintar fue lo que más le marco , tenía una tendencia a pintarrajear lo que tuviera enfrente incluido
su hermanito que era su lienzo favorito y el cual disfrutaba de lo lindo siéndolo. La educación que
un niño recibe desde la infancia se verá marcada por un fuerte vínculo emocional, lo que en el
82
caso de Saúl tuvo más relevancia por la visibilidad artística que se le veía, ahora bien, si esto de
las actividades del kínder le fueron gratas no se diga el hecho de poder jugar sin parar, es bien
sabido que en la época de la que estamos hablando los modelos educativos de preescolar eran
lo que se dice novedoso y por ello tenían un importante enfoque en el pequeño por lo menos en
cuanto a l juego como forma de aprender.
Igualmente el contexto familiar era algo que lo tenía interesado de manera significativa ya
que aparte de las actividades que tenía que realizar en la escuela y en casa como la tarea
compartir con la familia no tenía comparación por ejemplo, comer como dios manda, es decir en
una mesa con todo y miembros de la familia incluidos desde luego con la consigna de cumplir
con las reglas de etiqueta que la tía les imponía, y que para el pequeño Saúl no le traía ningún
problema de hecho, le resultaba novedoso y lo tomaba con filosofía infantil porque a diferencia
del primo que no soportaba que le dijeran como comer, a nuestro diablillo le parecía como era
importante aprender a comportarse y tener que compartir con su madre los progresos alcanzados,
por lo tanto, entre más, mejor.
La vida es algo que ni está escrito y si lo está, uno no quiere ni enterarse, en los años que
se aproximaban, la realidad le iba a dar una serie de sorpresas que no imaginaba, es decir, los
primeros amigos el primer amor y todo relacionado con la dichosa escuela de la que ya se estaba
hartando, porque no le permitía estar con su madre, esta vez el viaje no lo hizo con una tía
comprensiva y consentidora sino hacia un lugar lleno de monjas ….
Si un internado que en otra época había funcionado como centro educativo religiosos para
señoritas y que terminó como monasterio o algo así para monjas, la cuestión era que una tía del
pequeño Saúl había terminado no se sabe cómo dentro de ese convento y después de tantos
años su madre fue a recordarlas tan distinguida mancuerna es decir entre las monjas y la abuela
de Saúl y que gracias a eso la famosa tía había tenido una experiencia de lo más satisfactorio ¡si
cómo no!
El caso es que los tres pequeños Guerrero fueron a dar igualmente al antiguo internado.
la experiencia viniendo de un tiempo y contexto tan diferente puede parecer un tanto simple, pero
para un niño de seis años puede ser lo más trascendente de su vida, pues en este caso así paso,
los primeros días en el internado fueron algo así como el fin del mundo, sin la tía , sin la mamá,
83
sin los primos, solos en este mundo que le parecía de locos , y o de locos se debe al hecho de
tener que rezar sin descanso o bueno eso le parecía al diablillo y no poder moverse mientras
duraba el rosario era el colmo, sin mencionar que dentro de las instalaciones adjuntas al internado
había un escuela que igualmente era de la monjas y al a que tuvo que ir muy a su pesar, es
importante señalar que aunque era un niño no podía dejar de pensar que sus nuevos compañeros
de escuela eran unos indios. O al menos su hermano mayor era lo que le había dicho eso hasta
cierto punto era cierto si tomamos en cuenta que era la provincia del país en algún lugar de
Guadalajara y que como era natural siendo un niño de ciudad le parecía año poco agradable
Sus nuevos juegos tuvieron que ver en cuidar cabras pollos gansos burros, vacas,
guajolotes amargados, chivos malintencionados y el perro gran danés que era el único que le
parecía algo simpático, pero medio tonto por lo grande y baboso de su lengua.
Finalmente, en su afán por adaptarse se vio metido en lo que le pareció la escuela más
pintoresca que había visto, este hecho forjó en una opinión que, si bien no le dio el empuje
necesario para convertirse en genio, si permitió que tuviera su curiosidad puesta en lo que su
nuevo maestro le enseñaba, no le cabía la menor duda de que este señor si se preocupaba por
sus alumnos y no parecía tener la intención de jalarle de las patillas como la última maestra de la
última escuela.
En fin , la primaria se fue de un golpe y aunque para el en especial no fue la gran cosa sí
pudo lograr algunas mejora educativas digamos como por ejemplo formar parte de la banda de
guerra(toda una proeza que duro poco por cierto) o pasar de año sin la deplorable situación de
ser el último de la clase y por otro lado se vio en la gloriosa situación de volver a ver a su madre
que aunque lo visitaba regularmente no significaba lo mismo para el estar indefinidamente o por
lo menos hasta que el destino le deparara otra casa ajena (como sin duda ocurrió)
La siguiente parada educativa tuvo que ver con la nada simple etapa de la pubertad, eso
y el hecho ya cotidiano de estar en otra casa de su otra tía lo obligo a acomodarse su inquieta
naturaleza a los dominios de alguien más , esto pareció darle un nuevo empuje en la escuela por
aquello de no defraudar a su madre que confiaba en él y que de acuerdo a la situación parecía
prometerle un mejor futuro en cuanto a la perspectiva de permanecer de una vez y para siempre
juntos, entonces la situación como estudiante parecía serle propicia , pero las hormonas y la
84
rebeldía natural el convirtieron poco apoco en el adolecente más indisciplinado de la clase , al
punto de tener record en suspensiones y citatorios que desde luego no hacía llegar a su madre o
tía en este caso , sin embargo, la fortuna parecía darle un respiro en 1989 su madre por fin
mandaba a buscarlos y esto le dio un nuevo enfoque de vida , no digamos que en lo académico
pero por lo menos si pareció madurar un poco lo que desde luego y por poco tiempo se tradujo
en buenas notas, igualmente es interesante resaltar que l nueva situación hormonal permitieron
crear un interés en el género contrario un interés por la educación, no quería ser el burro de la
clase y quedar en ridículo frente a las jovencitas, esto pareció inferir en su interés por la escuela
sin embargo y según la costumbre o tradición personal, (que no podía dejar de lado) le obligaron
a poner su atención en los amigos y las muchachitas por igual y conocer otra parte de la vida muy
importante, la amistad y el amor.
La educación pasó a segundo término y por término hay que decirlo fue un total desprecio,
en casa no se percataron que el muchachito quería otra cosa aunque no supiera bien que, esto
lo orillo a un sin número de desencuentros con la vida que habrían de marcarlo y llevarlo sin
remedio a la cárcel, pudiera decirse que la situación en que vivió lo empujaba hacia estos
destinos, sin embargo entre la casualidad, la situación en casa y la voluntad por trasgredir la
reglas se puede buscar y encontrar los motivos suficientes para tal destino, ahora bien, la realidad
en cuanto a cómo el contexto educativo lo moldeó esta diluido en las partes que le tocan a los
actores de reparto como los profesores mediocres, los malos amigos y la falta de una atención
familiar adecuada. Esto no quiere otra cosa que la responsabilidad es compartida y en lo se refiere
a la educación académica el no tuvo la fortuna de pertenecer a una elite que mereciese una mejor
educación y se conformó con lo que la vida le dio.
A continuación, la preparatoria la paso con más pena que gloria y aunque hubo momentos
de lucidez y genialidad no le alcanzó – de nuevo- esta vez la fortuna le tenía un nuevo regalo y
no era precisamente en materia académica, sino que se vio atrapado en la duda existencial que
provoca la diferencia de clases. Pues bien sus amigos pertenecían a un nivel socioeconómico
muy por encima del suyo lo que ocasionó un deslizamiento en el comportamiento y sobretodo en
sus anhelos que ahora estaban impregnados por la deslumbrante necesidad de pertenecer a un
circulo inalcanzable, desde luego que no era todo lo que rodeaba a nuestro adolescente pues la
ya maltratada situación que vivía debido a los cambios hormonales y de crecimiento ayudaban
a su nueva y compleja situación , en lo académico parecía querer destacar o por lo menos lo hizo
85
hasta tercer semestre cuando la madre Antemia le dijo que la había decepcionado porque había
empezado muy bien y que ahora temía por la seguridad de los riquillos, es decir tenía miedo de
que Saúl los contaminara y de ahí todo fue hacia abajo hasta salir corriendo o corrido más bien
del instituto libertad si con todo y el titulo tan sugerente académicamente hablando.
Finalmente, la UABC llego a su vida para salvarlo del letargo educativo donde se
encontraba, ahí creyó encontrar un remanso para su espíritu académico tan vapuleado claro que
no sin trabajo pues tuvo que estudiar como loco para el examen de admisión que no tuvo es decir
no fue necesario primer punto a favor de Saúl así sin tener necesidad de un examen empezó el
gran viaje. Esto represento una vez más un cambio en la perspectiva de vida que venía creando
a través del tiempo en reclusión en donde por mucho tiempo estaba fundamentado en las
habilidades habituales que tenía y en las que fue obteniendo en prisión sin mencionar que su
visión hacia futuro era totalmente incierta o por la dificultad jurídica de su situación, en fin , que la
UABC junto a los cambios que se fueron sucediendo le brindaron la posibilidad de ver un futuro
sino prometedor por lo menos si con la posibilidad de que fuera mejor basado en una educación
que le era valiosa según el destino que creyó tener en donde lo valioso era hasta ese momento
el hambre perpetua que lo empujaba hacia adelante pero sin definir nada, la universidad pudo
completar el mapa que estaba trazando durante los últimos dieciséis años y en los cuales
difícilmente se veía algo relacionado con la educación, igualmente se enfrentó una seria de
decepciones por tener al aparato educativo superior en un pedestal del cual invariablemente se
cayó, no le pareció que este tuviera la panacea para la mejora de vida de nadie pero si creyó que
era un ambiente más constructivista, más libre y relajado , claro que siendo un visionario como
se considera tuvo que aceptar que no todo lo que brilla es oro , sin embargo si tuvo la certeza de
que la universidad es y sería una guía de lo más valioso que tendría en su vida, ¿una nueva
página? quien sabe….
86
Gerardo… Una costalilla de mangos
Mi nombre es Gerardo, soy originario de Veracruz y este es mi relato, espero que se tome
conciencia de él, como también espero que pueda generar el propósito para lo que se vaya a
emplear.
En mi infancia hubo carencias y muchas necesidades, sin embargo, mis progenitores me
dieron lo que ellos más estimaban, amor y atención, hasta en donde ellos tenían conocimiento, y
hasta donde era posible darlo, ya que provengo de una familia pobre, campesina y sin ninguna
instrucción educativa, más que la propia experiencia de vida. Es por tal razón, que no tuve la
oportunidad de asistir el nivel preescolar, y al igual ya que el sistema educativo nacional no ponía
mucho su atención por tal educación. Sin embargo, crecí en el conocimiento que ellos me
transmitieron.
En el pueblo donde crecí estaba un poco lejos del Puerto, para ser exactos a 1 hora y 30
minutos, esta ciudad es muy grande y uno de los más importantes de nuestro país, su carnaval
es tradicionalmente nacional, así como internacional, y existen muchos acontecimientos de
alegría, así también de tristeza, cuando estaba pequeño no podía ir a disfrutar estas fiestas,
porque era peligroso, sin embargo, mi satisfacción y orgullo es poder asistido ya más grande y
gozar como todo un veracruzano de estas fiestas.
En mi ciclo estudiantil, en el nivel básico, o sea, en la primaria, mi vida cambió de repente,
ya que asistí a la escuela misma que se encontraba a una distancia no muy corta de mi casa,
recuerdo el primer día de clases, estaba asustado y nervioso. Al principio quería asistir al igual
que mis hermanos, con alegría igual que ellos, sin embargo, para mí en el primer día fue frustrante
y me dio mucha tristeza estar en ese lugar extraño. Me puse a llorar porque quería irme a casa,
pero, mi maestra una mujer menuda y simpática me dio consuelo y me acogió en lo que para ella
era su vocación educativa. He pensado mucho en esa experiencia, y ahora que he estado
estudiando esta licenciatura me he dado cuenta de todas y cada una de las carencias que aún
están haciendo migas en la educación nacional.
Del primer año no recuerdo mucho, sin embargo, lo que si recuerdo es de los recreos y
los mangos jugosos que pasaban por mi paladar, o de los hielitos o helados que disfrutaba en la
87
época de calor, porque allí en mi terreno, ¡sí que hace calor! No es un calor infernal, pero, es
caliente a la vez fresco porque corre aire limpio y disfrutable. Recuerdo que en segundo año me
tocó un profesor que me enseñó estrictamente las matemáticas, a él lo recuerdo mucho, ya que
esta materia (matemáticas) me llegó a establecer lo que después sería mi trayectoria estudiantil,
aunque más adelante hablaré de eso.
En tercero y cuarto me fue un poco difícil adaptarme a la vida de estudiante, las carencias
en que vivíamos nos obligaban a irnos sin desayunar a la escuela y, ¡con hambre no entran las
letras! Sin embargo, seguí adelante a jirones y arrastrones salí avante y pude salir de ese período.
Ya en quinto, yo me creía todo un hombre, así que me aventaba a cualquier aventura que se me
presentaba o que tenía la oportunidad de realizarla. Recuerdo que un día me fui de pinta con mis
compañeros, nos queríamos meter a cortar mangos a una huerta que quedaba un poco cerca de
la escuela. Teníamos que brincarnos la barda y como yo era el más liviano en ese tiempo, era el
indicado para hacerlo. Así como era ¡todo un valiente! Subí por la escalera humana que habíamos
fabricado, cuando llegué a la altura, sin más me arrojé sin saber que había al otro lado, cual sería
mi sorpresa que, al caer del otro lado, aterricé en un chiquero de puercos y me llené de estiércol
todo el cuerpo; el dueño de la huerta me ayudó a pararme y de mis compañeros no había ni
huella, me habían abandonado y dejado al otro lado sin ayudarme. Mi papá me regañó, pero
gracias al buen samaritano del dueño no me dieron un castigo peor, y sí, el dueño de la huerta
me regaló una costalilla de mangos.
En sexto grado me fue más bien y disfruté del año sacándome buenas calificaciones, me
sentí orgulloso de poder terminar la primaria al igual que mis hermanos y primos, como también
mis vecinos. Me gradué cantando en la ceremonia de clausura, ya que me gusta cantar, y no es
sólo en la ducha. Como todo un profesionista me subí al escenario, paro al mirar todo el público,
me dio un miedo terrible, me temblaban las manos y los labios, además sobre todo las piernas.
Ya no quería salir a cantar. La maestra que con tanto afán me ayudó a formar esa noción del
canto, me dio ánimo y pude calmarme un poquito. Después de un corto tiempo pude sentirme
mejor y salí al escenario. Mirar a mis padres y a mis amigos me hizo sentir cómodo y empecé a
cantar, “todo un Javier Solís” mismo artista que admiraba y trataba de interpretar. El público
aplaudió en cuanto me vieron, y yo, me sentí orgulloso de estar en ese lugar y en ese tiempo, así
que hice mi mejor papel. Cuando ya iba a terminar la canción se me vinieron las lágrimas a los
ojos y empecé a cantar con mucho sentimiento, no sólo yo sentí ese orgullo, sino, creí que todo
88
el que se encontraba ahí pudo sentir eso mismo que yo sentía. Cuando terminé, todo el público
se puso de pie y me aplaudió, mi familia se subió al estrado y me felicitó, al igual mis maestros y
mis amigos. Ese fue un día glorioso para mí, y creo, que nunca se me va a olvidar en toda mi
vida.
Ya en secundaria, ingresé a una escuela telesecundaria técnica donde cursé la
especialidad en contabilidad, en ese tiempo no había muchas mujeres que estudiaran esa
carrera, la que si recuerdo fue una compañera que me gustaba mucho. Era una muchacha
simpática, pero, muy seria. Un día la invité a la plaza (es común en mi comunidad invitar a las
chicas como presente, de estar interesado en ellas), ni tarde, ni perezosa no me dijo que no, y
nos pusimos de acuerdo a la hora y día. De ahí en adelante las horas se me hicieron largas y el
día no se llegaba, ¡hasta que llegó el preciado día! Me puse lo mejor que tenía y me preparé para
ese día glorioso. Me sentía un “galán” como todos mis amigos mayores, ya que ellos tenían novia
y yo apenas estaba haciendo mis pininos en ese aspecto. Salí decidido a sucumbir los más caros
deseos de mi amiga y poder complacerla, sin embargo, solo contaba con veinte pesos. Mi papá
se dio cuenta de lo que estaba pasando y viéndome preocupado, me extendió un billete de
cincuenta pesos, yo le di un beso de alegría y salí a disfrutar de mi conquista. Nos la pasamos
muy bien en la plaza y ella me dio el sí y de ahí en adelante fue mi novia oficial. Ya en la escuela,
aprendí y adquirí la destreza de escribir a máquina, lo cual me fue de mucha ayuda en lo
subsecuente.
Ya en la preparatoria no fue fácil ingresar, ya que en el mi pueblo donde vivía solo había
la telesecundaria y era nocturna, así que no pude asistir el primer semestre y tuve que migrar a
la ciudad y alejarme de mi familia, sin embargo, ahí en el Puerto vivían unos familiares que me
acogieron y me dieron la oportunidad de establecerme y poder realizar mis estudios de
bachillerato. Ahí en la ciudad pude ingresar ¡por fin! Y decidí estudiar la especialidad de
electricidad.
Los días se me fueron muy lentos ya que extrañaba mucho a mi familia, pero, más, a mi
novia, sin embargo, me tuve que acostumbrar y tuve que dejar que ella eligiera su propio destino,
ya que el mío era estudiar y prepararme para poder salir adelante en la vida. Las tardes en el
Puerto son fantásticas y más aún, cuando se tiene con quien compartirlas, aunque, yo todavía no
tenía alguna chica en mente, porque me quitaría tiempo y el poco dinero que generaba y que,
89
con tanto trabajo me daba ganarlo. ¡Pero el amor es más poderoso que una varita mágica! Y tuve
que aventarme al ruedo por una muchacha que me gustaba, así que emplee toda mi astucia y
gracia para conquistarla. Al principio estaba renuente, pero, tal fue mi insistencia que tuvo que
doblar su orgullo y aceptarme tal y como era yo, un hombre tímido, pero romántico por naturaleza.
Un día de tantos, nos reunimos en la playa, el agua estaba calientita, así que decidí
meterme al mar y demostrarle a mi novia que era todo un experto en el nado. Me arrojé como
todo un nadador olímpico y me esforcé por nadar de todas las formas posibles para quedar bien
con mi novia, sin embargo, ¡cuál sería mi sorpresa que a la mitad del trayecto mediera un
calambre en la pierna! Yo le hacía señas, pero ella pensaba que estaba jugando, ya cuando la
vio que era de verdad y que solicitaba auxilio, se aventó a mi rescate y a tiros y jirones pudimos
salir avante, no obstante, me asusté mucho y ese acontecimiento jamás se me podrá olvidar,
estar a punto de la muerte es algo inolvidable y desesperante.
En los tres años de bachillerato no todo fue color de rosa, como tenía que ir a visitar a mi
familia que se había quedado en el pueblo, tenía que además de estudiar, trabajar y también,
ahorrar para poder llevarles algo, sin embargo, todo se me facilitó y salí adelante, aprendí mucho,
y sobre todo las matemáticas, lo que se me facilitó para ingresar en la universidad y opté por
estudiar lo que tenía conocimiento la electrónica. Y me matriculé en el Tecnológico de Veracruz
de ingeniero en electrónica, la cual era de cinco años, una carrera larga, pero, con un
conocimiento importantísimo para mi vida. La trayectoria en la universidad es muy importante
para una realización de un profesionista. Es un duro trabajo, y más aun no contando con lo
indispensable para poder salir adelante. Trabajar y estudiar es muy pesado, sin embargo, toda
prueba tiene una recompensa, y yo tuve la mía; así también, mi galardón fue graduarme como
ingeniero en electrónica, misma profesión que ejercí por más de siete años.
Por un tiempo después de profesar la ingeniería en electrónica, me entró en la cabeza ser
administrador, una idea un poco “loca”, sin embargo, me puse las pilas para poder realizarla, no
fue una tarea fácil, ya que tenía que acortar mi tiempo. En ese tiempo ya me encontraba en aras
del matrimonio y necesitaba, además de tiempo, apoyo moral y económico, mismo, que no tenía
mucho, sin embargo, pusimos condiciones y se hizo un sendero angosto pero que tendría un
resultado muy bueno para mí y para la familia que recién formaba. Así que emplee tiempo y por
supuesto dinero para poder realizar mi sueño. Me inscribí en la maestría de administración, sin
90
embargo, nunca pude avanzar, no tenía tiempo, y pasaba muchas horas en mi trabajo, además
mi recién esposa se estaba desesperando porque pasaba mucho tiempo fuera, así que decidí
abandonar mi proyecto y satisfacer las necesidades de mi familia, ya que la familia es la tarea
más importante de nuestra vida.
La vida no es fácil, y en algunas ocasiones llegamos a cometer faltas o errores en nuestro
largo caminar en este mundo temporal, y al igual que por esforzarnos en hacer el bien recibimos
recompensas, también, al comportarnos de una manera incorrecta podemos atraer la carga
negativa y recibir la recompensa por nuestros actos. Ya que todo lo que se hace, bueno o malo,
se recibe un premio, por tal acción. Mis malas decisiones me trajeron a este lugar. Un lugar
apartado de mi familia, de la sociedad y de las buenas cosas que disfrutaba cuando me
encontraba fuera. Ya que la vida que se pasa aquí no es fácil, y no que me esté quejando por mi
recompensa de haber cometido errores en mi vida, sino, porque ahora que me encuentro privado
de mi libertad, en estos tantos años en que no he gozado de mi familia y de las cosas hermosas
que se llegan a disfrutar dentro de la sociedad, he aprendido que siempre tenemos la oportunidad
para hacer el bien, así como para realizar el mal.
Ya estando en este lugar, meditando en que me depararía el destino. Se me abrió la
oportunidad para poder estudiar. Claro, no se me hizo fácil entrar en este camino de instrucción,
porque, solo había una carrera para estudiar. Como ya contaba con la preparatoria entregué mis
documentos para tener una oportunidad de que me incluyeran en la carrera. Después de cierto
tiempo de espera, nos anunciaron que teníamos que prepararnos para poder recibir la admisión.
Estudiamos el propedéutico de admisión, al principio decían que tendríamos que hacer el examen
de EXHCOBA. Así, que me puse a estudiar. Nos bajaban todos los días y practicábamos en las
computadoras, unos dinosaurios que tienen en la plaza educativa de INEA. Después de practicar
y volver a retomar la práctica, nos hicimos diestros en la materia. Yo, por ejemplo, aprendí mucho
de lo que ya no me acordaba, ya que en mi profesión se utilizaban más los cálculos matemáticos,
así como también, los sistemas de electrónica. Después de cierto tiempo, se nos indicó que
EXHCOBA ya no sería el examen de admisión, así que empezamos a pedir más material para
poder estudiar lo que nosotros pensábamos que vendría en el examen.
Después de mucho tiempo, creo que fue como dos años. Se nos indicó que tendríamos
que estudiar un compendio de materias, mismas que estaban contempladas todas las que
91
habíamos estudiado en la preparatoria, como: matemáticas, español, física, química, inglés,
biología, historia, en fin, todas y cada una de las reglamentarias que incluyen en el bachillerato.
Nos pusimos manos a la obra, y di lo mejor de mí, sin embargo, no todo fue fácil. Ya no estaba
interesado en volver y recordar todas esas tareas. Quise desertar a mi oportunidad, pero mis
compañeros y los encargados de alimentar nuestro sueño de seguir adelante, nos alentaron, y,
pues, tuve que dedicarme a recordar todo lo que había pasado en la preparatoria.
Cuando ya tenía tiempo estudiando las materias, se nos vino un problema. Los
encargados de darnos la oportunidad de seguir adelante, nos dijo que ya no habría universidad,
y que más adelante nos informarían si la íbamos a estudiar o no. Claro eso me “dio para abajo”.
Sin embargo, preguntaba y me daba vueltas a la escuela; claro me iba de “bailarín”, así les dicen
a las personas que no cuentan con una actividad para ir a la escuela sin permiso. Después de
cierto tiempo, nuevamente se nos indicó que ya iba a empezar un nuevo propedéutico y que
teníamos que volver a prepararnos para el examen de admisión. Así que la lista volvió a salir y
poder ingresar al grupo “otra vez”.
Ahora se decía que, si iba a empezar la carrera, pero, que tendríamos la oportunidad de
escoger una de dos. Una de ella era la licenciatura en física y deporte, misma en la que me
apunté, ya que a mí me gusta el deporte y la actividad física. Pero, después de un tiempo, se nos
dijo que solo habría la licenciatura en Ciencias de la Educación. Al principio no quería esa carrera,
ya que no me gustaba ser académico o maestro. Después de un tiempo, se nos informó más
detalladamente de lo que consistía la carrera en Ciencias de la Educación, y, pues, me entraron
las ganas de ver y poder saber en qué consistía. Se nos dio un currículum y me gustó, ya que no
solo es para formarse como académico o maestro, sino, que va más allá de eso.
Se nos hizo el propedéutico, todos estábamos entusiasmados con la carrera, sin embargo,
también estábamos nerviosos e inseguros, no obstante, creo que estábamos preparados para
eso y más. El día llegó, y vinieron los encargados del proyecto, se nos dijo que se aplicaría un
examen de evaluación. Pero, fue algo más fácil, quizás por el lugar donde nos encontramos, al
principio creía que era solo un programa piloto, y que sería como una carrera técnica o algo así.
Pero con el paso del tiempo nos dieron una matrícula y se nos incluyó en la facultad, se nos
asignó un tutor, y nos dieron las materias del primer semestre.
92
No todo ha sido fácil, ya que, no teníamos computadoras para realizar nuestros trabajos.
Nos teníamos que turnar y hacer las tareas una a una por tiempos muy largos. Al igual que mis
compañeros pensaba que no avanzaría mucho este proyecto. Sin embargo, pude esforzarme
para poder lograr mi meta de sacarme muy buenas calificaciones. Recuerdo que el primer
semestre las tareas que mandamos, muchas de ellas eran en papel, se perdieron en el camino,
no las encontraban por ningún lado, y creí que no soportaría que se perdieran, no les vi un
compromiso pleno, tal vez por el lugar en donde nos encontramos. Pero después de que nos
llegaron las calificaciones me sentí orgulloso y comprendí que tenía que ser paciente en todas
las cosas.
Algún tiempo después terminamos el primer semestre, y nos llegaron las calificaciones,
muchos de nosotros obtuvimos muy buenas. Yo obtuve algunos cienes, y eso me obligó a seguir
adelante.
El segundo semestre, ya nos habíamos integrado en el grupo, aunque empezamos 37, ya
para este semestre solo éramos 35, dos de nuestros compañeros ya se había ido libre a seguir
estudiando fuera. Sin embargo, ya no supimos de ellos, creo que se fueron a vivir a otros lugares.
Ahora, ya muchos se han ido libre y solo quedamos 26, de esos compañeros, hay como 5, que
ya están esperando salir libre, una pregunta sería bien plantearla ¿cuántos más saldremos antes
de concluir la licenciatura? Y ¿cuántos la finalizaremos afuera? Ya que afuera, no hay tiempo
para muchas cosas, aquí está la oportunidad para poder sacarla adelante, pero, si me dieran a
escoger la libertad o la licenciatura, en verdad escogería las dos cosas. Pero, sin embargo, se
tiene que pensar que algunos de nosotros tenemos que mudarnos de lugar y volver a formar un
hogar, una nueva familia, un nuevo proyecto de vida, tal vez una nueva ideología.
Ya que nosotros cometimos un delito, y algunas personas están agraviadas por el hecho
de haber dejado sin familia a alguno, pero eso es algo que no es bueno relatar. Tengo muchas
ganas de seguir adelante en este proyecto, y no solo satisfacer mi sueño de estudiar en este
lugar, sino, de ayudar a mi próximo, ya que la educación es la fórmula para construir un mundo
mejor.
La licenciatura en Ciencias de la Educación, es una profesión hermosa y muy especial.
No sólo se estudia una materia, sino que muchas están incluidas en ella. Una de éstas es la
93
psicología, donde se estudia al ser humano desde el nacimiento hasta la edad de culminación, o
sea, desde antes del nacimiento hasta la vejez. El comportamiento del ser humano es algo
especial. Las corrientes cognitivas, los modelos de enseñanza, los historiadores, la motivación y
muchas cosas más. Ahora que he pasado por todos estos semestres, he visto y recorrido muchas
actividades que me han facilitado la comprensión que nuestro país está “bien jodido” en el área
educativa, no sólo como profesionistas, sino como un “todo”. El sistema es inadecuado y muy
irresponsable, los valores que tanto se nos enseñaron en la primaria, se nos han olvidado. La
ética profesional, solo se ve en teoría. Y también, la política, la economía, la cultura y aún la
ideología están por los suelos. Sin embargo, aquí estamos en la lucha, y con estudiar no vamos
a conseguir nada, pero si nos ponemos a razonar y a trabajar unidos, podremos salir adelante y
poder ayudar a corregir los problemas que en nuestra educación nacional se han dado.
Ya que en la historia de México se ha pisoteado los derechos de las personas. Me di
cuenta de ello, cuando empecé a estudiar este proyecto. Ya no sólo tengo que terminar la
licenciatura, sino, que tengo que esforzarme para hacer una maestría y tal vez, con el tiempo, un
doctorado. Yo sé qué sí se puede. Admiro, no sólo a todas las personas que están dejando su
tiempo aquí en este programa, sino, también a mi familia que me apoya desde fuera, admiro a la
autoridad que me abrió esta oportunidad, porque aun estando tan escasa la dignidad con que
nos tratan aquí adentro, tenemos la oportunidad de ser alguien en la vida. Ya que creo que para
algunos somos una escoria, sin embargo, creo que esta escoria, es un ser humano capaz de
transformar sus sentidos y sacar adelante el corazón y si en algún tiempo fui un mal ejemplo para
los demás, poder sacrificarme en ayudar a formar profesionistas que emprendan, así como yo,
una formación académica con valor y vocación.
En este lugar he aprendido a ser paciente, y cuando me toque salir de aquí, espero y salga
con vida, pueda cumplir mis sueños de grandeza, esa grandeza que no todas las personas tienen,
porque en este lugar he aprendido a soportar las cargas uno con otro. A seguir adelante con
pasos seguros, aprender solo a hacer las tareas, a satisfacer el programa de los docentes y si
sigo así podré satisfacer los sueños de tantas personas que dentro mi país cuenta con nada más
que un pedazo de pan mal pagado y ganado con un sudor agrio.
De toda esta experiencia tiene que salir algo bueno y provechoso, y de este relato solo
tengo que escribir un poco de mi vida, porque si me dedicara a relatarla en su totalidad, escribiría
94
un compendio de tomos. Así que, con permiso del proyectista, doy por concluido mi historia o
relato. Esperando haber satisfecho con lo esperado o planteado en las instrucciones. Y si en algo
he tenido errores, pueda yo corregirlos, pero, a través de la vida que me falta vivir espero
solucionar estas faltas.
El hombre puede soñar cuando se tiene vida, la vida es hermosa cuando se tiene un
sueño, el sueño se puede convertir en realidad cuando se tienen ganas, y las ganas suelen llegar
cuando alguien se esfuerza por levantarse. Hoy me he levantado con fuerzas para llegar a
convertir mi sueño en realidad, ahora solo tengo que esforzarme para poder cumplir el sueño de
todos los demás “un país con una educación para todos” es el sueño que tengo que en mente y
espero lograrlo.
95
Crisanto. Me tocó una maestra que era un pan de Dios…
¡Hola! Mi nombre es Crisanto, actualmente también estor cursando la Licenciatura en
Ciencias de la Educación que se está impartiendo en el CERESO “El HONGO” estamos ya en
quinto semestre, no falta mucho para lograr la meta que nos propusimos hace casi dos años.
Al hablar de educación los primeros recuerdos que se me bien a la mente es cuando
ingresé a la primaria, fue en la ciudad de Mexicali, en la colonia Pueblo Nuevo, la escuela se
llama Miguel Hidalgo, y mis primeras clases fueron en el curso Vespertino. Aunque sé que tengo
recuerdos no muy gratos, ya que hubo momentos que me fugaba del salón. Mi intención siempre
fue estudiar, no recuerdo si el maestro era la causa de mi fuga, lo que, si recuerdo, es que lo
hacía.
Ya para el segundo grado, comencé a asistir en otra escuela, se llamaba Distrito Federal
y mi maestra se llamaba o se llama Bertha. El recuerdo que tengo de su educación, el día de hoy
comprendo que fue muy conductista, ya que ella trataba de hacernos razonar por medio de la
agresión física (reglazos y castigos), en realidad, no recuerdo si nos premiaba, lo que sí recuerdo,
era que nos sancionaba con la entrega o privación de estímulos, no le importaba nuestros
sentimientos, sabía de antemano que teníamos que aguantar y si no, nos acusaba con la familia,
asimismo, nos hacía ver que no teníamos ningún interés por la educación ya que según ella no
poníamos atención y no nos importaba lo que nos enseñaba.
Esta programación de la conducta del estudiante que quería llevar la maestra era de suma
importancia para ella, ya que creía en su imaginación que era dinámica, así, como dicen los textos
que he leído hasta ahora, que las relaciones del maestro con sus alumnos toman la forma de las
de un director técnico o “coach”, un planeador de conductas que anima y estimula
permanentemente a sus pupilos para que se esfuercen por superarse a sí mismos, por alcanzar
objetivos instruccionales cada vez más complejos.
En contraparte, ya en tercero me tocó una maestra que era un pan de Dios, sinceramente
tenía esa vocación de enseñar, lo digo, porque no sólo se dedicaba a enseñar las letras si no que
nos inculcaba los valores para ser mejor personas. No recuerdo como se llamaba lo que si se
96
es que tengo gratos recuerdos de ella ya que tenía el estilo de enseñar de los humanistas, o sea,
fuera de tiempo y destiempo.
El cuarto año creo que lo pasé de noche porque no se me vienen recuerdos de lo que hice
en ese tiempo, pero ya en quinto grado tengo un poco más de recuerdos. Estos recuerdos que
vienen a mi mente me hacen viajar de un lado para otro y se me vienen las imágenes de mis
compañeros y compañeras, y que puedo decir del maestro, una persona tan catedrática y llena
de talentos pues no sólo era educador, sino que también era abogado, eso lo supe cuando una
persona hablo en mi contra y dijo que nos habíamos robado las fichas de las maquinitas y fui a
parar hasta el Concejo Tutelar de Menores, como me perdí una semana de clases creo que
le preocupó y cuando regresé me hizo el comentario ¿Por qué no has venido a clases? Le dije
que había pasado por un percance y me dijo que le hubiera avisado, ya que él era abogado.
Su manera de educar era tan limpia que no había problemas para aprender, sobre todo
en matemáticas, ya que te enseñaba de una manera metódica hasta que no hubiera duda de lo
aprendido, nos facilitaba obtener información por sí mismos, analizarla y relacionarla con los
elementos entre sí, para ubicarla en un contexto y finalmente realizar una evaluación de lo
aprendido, que nos ayudara a tomar las mejores decisiones posibles, para seguir avanzando en
el aprendizaje.
De esta manera seguimos hasta llegar a sexto de primaria donde su filosofía seguía el
mismo curso, ya que sus métodos cuantitativos nos hacían quedar concentrados de todo trabajo
para poder llegar a un examen y poder sacar un promedio de calidad.
Recuerdo que su filosofía en el salón la ponía de manifiesto, ya que acomodaba a sus
alumnos de una manera que se hiciera notar que había mejores que otros, recurriendo a la
formación por filas, las primeras eran las mejores calificaciones, las segundas eran el promedio
medio y las demás sobresalientes. Yo me consideraba entre las de en medio, o sea, era bueno
en unas materias como las matemáticas, naturales, física, pero, qué podemos hablar de español
o historia, siento que en ese aspecto era lo que siempre me mantuvo en las de en medio y no me
dejaron avanzar más allá para poder estar en las primeras filas. Asimismo, se me viene al
pensamiento su disciplina y como poder olvidarla, ya que por medio de una anécdota recuerdo
cuando nos dijo en una ocasión que todo el que estuviera mascando chicle no lo iba a pegar en
97
la cabeza y uno como todo travieso, traté de culpar a una persona para burlarnos de ella, pero
cuál fue mi sorpresa cuando ella en el momento que se le descubría, trato de justificarse y con
justa razón me culpo a mí de que yo le había dado el dulce, porque chicle no era sino chicloso y
cuál fue la reacción del profesor, en efecto, lleno de rabia me mandó llamar y me pegó un
coscorrón que no se me ha podido olvidar. Así llegó el momento de la graduación y para tristeza
de mi pareja con la que iba a bailar el vals de despedida, llegué tarde a la cita, ya habían bailado
el vals y sólo llegué para que me entregaran el certificado de primaria, como poder olvidar la cara
distorsionada del maestro cuando me hizo entrega del certificado, sinceramente no fue mi
intención, sólo que le di prioridad a la vanidad de un niño de 12 años.
Bajo esa vanidad, llegue a la secundaria y este grado de escolaridad era muy diferente a
la primaria, aquí ya no sólo era un maestro, sino que en cada materia había uno y sinceramente
no recuerdo sus maneras de enseñar ya que no duré mucho y mi vanidez me hizo que me saliera,
porque en ese tiempo no había suficientes recursos cómo para tener un uniforme adecuado y no
soporte las burlas de los demás, creo que el búmeran no se hizo esperar, ahora era el blanco de
todo dardo lleno de sarcasmo que venía de mis compañeros y no lo pude resistir, eso me hizo
que abandonara la escuela y me perdiera de una educación que todo adolescente desea tener.
Cuando llegue a prisión comenzó un episodio diferente para mi vida, ya que me volvieron
a dar las ganas de estudiar y aquí se me permitió tener ese privilegio. Comencé con un
diagnóstico de INEA y salí favorable con un porcentaje de un 90%, sólo reprobé lo que no había
visto allá afuera (operaciones avanzadas). Así concluí con la primaria, secundaria, luego siguió
la preparatoria abierta, y sinceramente, fue un poco duro ya que me topé con materias que no
había visto en mi vida, pero, eso no obstruyo que yo siguiera con mis estudios. Recuerdo las
primeras materias de la preparatoria, una de ellas era metodología del aprendizaje que nos daba
la profesora Maricarmen, y como olvidar esta anécdota que tengo de ella, ya que recuerdo que
decía que no había preguntas tontas, sino que eran tontos los que no preguntaban, o sea, que
yo me limitaba a preguntar o a contestar, porque en el fondo siento que soy un poco tímido y
siempre me escondía entre las personas o la jugaba que estaba ocupado leyendo el libro de la
materia, para que no me preguntara, y cuál fue su sorpresa cuando llegaron las calificaciones,
aquella persona que ella pensaba que le iba a ir mal, fue el único que sacó DIEZ, por encima de
todos aquellos que querían quedar bien con ella. Las demás materias que siguieron no estaban
difíciles, sólo tenía que enfocarme a leer el libro asignado y sacar los mejores apuntes para no ir
98
al examen en blanco. Recuerdo que fueron 33 libros para poder concluir con la preparatoria y su
dinámica era una especie de hacer resúmenes, cuestionarios en cada módulo, ya que se
componía cada libro en 16 módulos que teníamos que sobrellevar. Como lo digo, esta nueva
manera de estudiar poco a poco fue despertando el deseo de seguir estudiando, ya que los libros
eran autodidactas y te explicaban de alguna manera razonable, asimismo, podías estudiar en tu
propia celda y lo que no entendías, al hacer acto de presencia en la escuela preguntabas tus
dudas y era de la manera que podías seguir avanzando.
Fue algo nuevo terminar la preparatoria, ya que nunca me imaginé alcanzar tan grande
galardón, sinceramente, creí que nunca lo lograría, una, por la vida desenfrenada que estaba
llevando allá afuera, y la otra, porque desde que la dejé, creí que la educación se había acabado
para mí. Hoy comprendo que nunca es tarde alcanzar lo que uno cree que no puede alcanzar,
sólo es cuestión que uno quiera hacerlo y lo demás viene por sí sólo. Los logros que vinieron a
continuación, hoy puedo sentirme bien por ellos ya que con la ayuda de Dios pude alcanzarlos.
Se midieron las matemáticas y aquí me acomodaron para que diera matemáticas I (conjuntos,
ecuaciones lineales, binomios, trinomios, incógnitas etc.), fue una experiencia extraordinaria
porque no es lo mismo estar como calidad de oyente, que estar dirigiendo una clase.
Así y bajo esa experiencia extraordinaria se me dio la oportunidad de seguir estudiando y
me invitaron a entrar a la carrera Ciencias de la Educación, y pues que puedo decir, es algo que
todavía no puedo expresar con palabras, sólo agradezco a quienes me dieron esta oportunidad
de seguir estudiando. Es para mí algo grandioso el poder llegar a ser un profesionista, tener la
oportunidad de participar activamente en la educación y el desarrollo de nuestra nación.
He disfrutado mucho este proceso de formación y es algo que nunca olvidaré. Ha sido
también una parte muy importante de mi vida personal el disfrutar de este viaje educativo en la
compañía de mis compañeros. Deseo de todo corazón que todos terminemos, mis mejores
parabienes a todos muchas gracias.
99
Víctor Manuel. La libertad es uno de los principios fundamentales del ser humano…
Mi nombre es Víctor Manuel y esta es mi historia de vida.
Como todo tiene un principio, hablaré cuando yo era un niño pequeño, nací y crecí en la
Ciudad de México, ahí fue donde inicié mis estudios preescolares, en la Ciudad de México, es
algo natural que desde pequeño te enseñen el idioma inglés, así que yo aprendí en mi temprana
edad a hablar y comunicarme con palabras sencillas el idioma inglés, fue en ese nivel escolar
donde todos los días lo practicábamos, ahí aprendí a decir good morning. Mis estudios en ese
nivel fueron muy divertidos. Salía de casa en la mañana y regresaba al mediodía. Mis padres me
dieron una buena educación desde mis primeros pasos, como es usual dentro de mi núcleo
familiar.
Después de pasar parte de mi niñez en esa ciudad, mis padres decidieron mudarse para
los Estados Unidos, lugar donde cursé la primaria. Fue en ese lugar donde desarrollé mi lenguaje
inglés. Nos fuimos a vivir al Estado de Minnesota. En ese Estado el clima es muy frío, así como
también existe mucho bosque y vegetación, me gustaba mucho ver la nieve caer, así como
también sus primaveras tan verdosas. La ciudad de Minneapolis, tiene un centro comercial muy
grande, y su estado financiero es muy rentable, del transporte me gustaba sus trenes públicos,
así como lo que había en la Ciudad de México, sin embargo, ahí en este lugar todo era más
diferente, ya que las personas son más cerradas y no son tan amigables como en México. Su
industria sí se puede comparar con la de la Ciudad de México, sin embargo, todo es diferente. En
la escuela tuve que aferrarme a buscar nuevas amistades.
La primaria fue más emocionante, ya que todas las materias eran en inglés, yo entendía
un poco, no todo, pero con el tiempo llegué a perfeccionar el idioma hasta convertirme en un
poliglota, ya que sabía hablar ya dos idiomas. Recuerdo que mi “teacher” de lenguaje extranjero
me ponía a recitar algunos trabajos en mi idioma, todas las chicas me seguían no por ser muy
guapo, sino porque les gustaba como hablaba el idioma español. Fue en la primaria donde
aprendí a comportarme como todo un científico, ya que siempre me ha llamado la atención la
tecnología. La sabiduría del ser humano abre la posibilidad de escudriñar y descubrir todo lo que
para él está escondido, y yo, era una esponja en agua, se me grababa todo lo que procedía de
la tecnología. La computadora era mi juego favorito, aunque en esa ciudad, es común disfrutar
de una computadora, estoy hablando de programas académicos que sirven de estudio, no de
100
juegos en video. Mis padres me dieron lo que ellos pudieron darme, ya que como no estaban
decididos a quedarse en ese Estado, ya que el clima afectaba sus labores, decidieron mudarse
de ese lugar, no obstante, alcancé a terminar mi primaria.
Los días fueron inolvidables en ese lugar, aprender a patinar en el hielo es toda una
proeza, mis amigos y hermanos disfrutábamos de esos inviernos duros, ¡cómo hace frío en ese
lugar! Hasta se me enchina la piel de pensar como me gustaba jugar en la nieve. La vida es tan
corta en la niñez, y tan esplendida, pero uno, ni se da ni cuenta cuando pasan los años. Como
las clases eran en la mañana, en la tarde solíamos salir a divertirnos. La tarea era una labor que
siempre cumplía, o mis deberes como dicen por esos lugares. ¡La escuela es tan diferente! Me
gustaba mucho asistir a la escuela, aunque fue un poco duro para mis padres, ya que “acá entre
nosotros”, era muy problemático, y no me aguantaban en las escuelas, y seguido tenía reporte
con mis padres, así que, cambié de escuela muchas veces. Mis padres me reprendían, pero,
nunca me pegaron, ya que las consecuencias de mis actos eran responsabilidad mía. Aunque
siempre fui responsable con mis obligaciones, aunque era problemático, siempre sacaba buenas
notas.
Como dije, al terminar la primaria mis padres decidieron mudarse al Estado de Oregón,
allí en ese lugar hace un frío de “pelos”, sin embargo, ya estaba acostumbrado a lo helado, y
como es común, “la juventud no le teme a nada, mucho menos al frío”. En la secundaria aprendí
a disfrutar de las clases, sobre todo de los deportes. La física y matemáticas eran mi especialidad,
como hasta ahorita siguen siendo. Toda la ciencia es una materia que se reproduce, además que
cambia constantemente, al igual, la física es una materia que me gusta mucho, ya en la
secundaria en la sala de laboratorio nos dejaban todo el equipo para trabajar, o mejor dicho
inventar herramientas para poder satisfacer los problemas con el trabajo. Como hacer un sistema
de máquinas que acelerarán la centrifugación que utiliza la fuerza centrípeta para separar
sustancias de diferentes densidades. Una centrifugadora común es un recipiente que gira a gran
velocidad. El único límite para la fuerza centrípeta es la resistencia del metal con el que está
fabricado el aparato. Las fuerzas centrípetas pueden ser miles de veces más intensas que la
fuerza de la gravedad. Las centrifugadoras pueden usarse para la separación rápida de
sustancias que en condiciones normales se separarían lentamente bajo la influencia de la
gravedad. La ley de gravedad que existe en nuestro planeta siempre me ha llamado la atención,
ya que está en el centro de la tierra, todos estamos sometidos a la acción de esa fuerza. Eso sí
101
que me llamaba la atención, siempre tenía la ilusión de ser un científico, sin embargo, poco me
duró el gusto, ya que mis padres decidieron abandonar el Estado de Oregón, bueno, no solo el
Estado, sino el país.
Ya nuevamente en nuestro país de origen, nos establecimos en la ciudad de Tijuana, fue
ahí donde reinicié mis estudios de secundaria. Tal vez se sienta mal decirlo, pero, en Estados
Unidos se vive una cultura más avanzada en el sistema educativo, pero es la pura verdad. Las
instalaciones escolares son ¡tan diferentes! No solo eso, sino también los maestros, así como los
alumnos, los maestros tienen una vocación especial y los alumnos nos sentimos agraciados con
su peculiar enseñanza.
Ya aquí en Tijuana, me pasé el tercer año en diferentes escuelas, me corrían en una y
otra. Era un faltista y desobligado, me gustaba irme de juerga al mar, ya que tenía una aversión
al estudio, no obstante, gozaba de la simpatía del mar, deslizarme sobre las olas sí que era una
“gran enseñanza”. Mis padres estaban un poco preocupados por mi afición al mar y mi antipatía
a la escuela, hicieron un montón de métodos para involucrarme al estudio, pero, al parecer mis
letras eran el mar y las tablas de surf. Sin embargo, al paso del tiempo terminé la secundaria
después de tantas escuelas que recorrí. No pongo sus nombres ya que fueron muchas, no
obstante, en cada una de ellas tuve una experiencia, mi comportamiento les gustaba a las chicas
y eso a mí también me agradaba. Ser popular es algo agradable en la juventud, ya que se
consigue “lo uno quiere”, y yo siempre conseguía lo que más me agradaba. La felicidad más
grande para un adolescente es ser popular con las chicas. Y eso me hacía sentirme un
“Superman”, bueno, aunque nunca he tenido un cuerpo atlas, pero eso no importa, ya que el
cuerpo no es indispensable para un “ligue”, lo que sí importa es ser aventado, y, pues yo, sí que
lo era, bueno acá entre nosotros, lo sigo siendo, pero esa es otra historia.
Después de terminar la secundaria, mis padres decidieron escribirme a la preparatoria,
sin embargo, yo no tenía muchas ganas de estudiar. Un día me dieron la oportunidad de salir de
viaje con unos compañeros para recorrer la República Mexicana en un pick up, y ni tarde ni
perezoso me tome a la aventura. A mis padres les vino en vano mi decisión y por tal de no estarme
aguantando me dejaron ir. Nuestro recorrido empezó por conocer toda la Baja hacía el sur.
Conocí muchos lugares, con sus hermosas y desérticas playas, así como también, sus hermosas
y lindas chicas. Ensenada, donde se encuentra la playa de la joya y, la isla de Todos Santos,
102
donde se hace un concurso de surf, las olas de ahí son fabulosas. De ahí nos fuimos a Bahía de
Los Ángeles, con sus alas tranquilas y sus habitantes tan corteses, claro que no podrían faltar
sus lindas muchachas. De ahí fuimos a Santa Rosalía y luego la Paz y los Cabos, toda una
travesía. De ahí nos fuimos en el Ferry para Topolobampo y, no paramos hasta las hermosas
playas de la Rivera Nayarita. Todo fue una aventura muy hermosa y en donde aprendí a valorar
a las personas, no por lo que tenían, sino, por cómo se portaban con nosotros.
Los mexicanos, somos personas humildes y respetuosas, aunque también, ¡se encuentra
cada cosa en eso de los grupos sociales! Ya después del famoso viaje que duró como tres meses,
y que fue una experiencia inolvidable, mis estudios quedaron truncados, ya que me dediqué a
otras cosas, tales como “los negocios”, bueno, no fueron cosas muy buenas, sin embargo, “eran
muy emocionantes para un joven inquieto como yo”. En el transcurso de mi juventud tuve una
relación amorosa, donde procreé un hijo, bueno no uno, sino dos, ya que mi mujer tuvo gemelos.
Todo fue felicidad convivir con esas dos criaturas, sin embargo, poco me duró el gusto y me vine
a este lugar de prisión. La libertad es uno de los principios fundamentales del ser humano, y una
garantía individual que está formulada en nuestra Constitución Federal, sin embargo, pocos son
los que la conocen. Yo tenía un principio erróneo de lo que era la libertad. Para mí, la libertad era
hacer todo lo que se me antojara, no obstante, tuve que aprender lo que verdaderamente era la
libertad cuando estuve preso por varios delitos que había cometido por la imprudente vida que
viví en mi llamada “libertad”. Dejé a mi familia y me uní a esta gran familia de reclusos. Al principio
de mi reclusión todo me era indiferente, sin embargo, con el paso del tiempo empecé a recapacitar
en lo que hice y, también, en lo que dejé de hacer.
La educación es lo más elemental que tiene que tener una persona, los valores, sus
buenos principios y, como todo un “buen estudiante” su ética. Mi educación empezó ya después
de darme cuenta para que servía, no obstante, nunca es tarde para volver a empezar. Aquí ya
en prisión, a la edad muy temprana de los dieciocho años pude darme cuenta que había dejado
atrás mi “libertad”, mis amistades y lo más crucial, a mi familia. Ya que vivir en este lugar a uno
lo hace un hombre de verdad. Las condiciones de vida son “muy” diferentes.
Allá afuera se puede hacer lo que uno quiere, y aquí adentro solo se puede hacer lo que
está permitido. Ya estando en este lugar como ya mencioné me dieron ganas de seguir
estudiando, ya que “no hay más que hacer”, o estudias o “te la quiebras”, bueno “reflexionas”,
103
que es lo mismo, se tiene que pensar en otras cosas. Y a mí me dio por estudiar, al menos aquí
había preparatoria, así que me “puse las pilas” y me inscribí en la preparatoria. Al principio todo
era muy difícil, ya que con “lo bueno que era para estudiar”, pero, tuve que sacar la espuela y
sacudir el lomo de la bestia que llevaba dentro. El español siempre ha sido mi “calaca flaca”, no
obstante, he tenido que perfeccionarlo, no soy muy bueno para esto de escribir, pero, como es
mi vida, es fácil hacerlo, la historia de uno la llevo grabado en todo el cuerpo. Así también las
matemáticas y la física.
Poco a poco pude sacarle jugo a mi capacidad para estudiar y con el paso del tiempo me
gradué en la preparatoria, donde estudié los treinta y tres libros con todo y detalle. Con un
promedio de 8, no obstante, fue mi promedio y estoy orgulloso de él. Así paso el tiempo y me
involucré en la escuela por necesidad y no por interés. Sin embargo, todo salió de “magia”, al
verme que era una “papa” para el estudio, pero, un hacker ethic, para la computadora vieron en
mí una oportunidad de trabajo y pude ser participe en el programa de INEA que imparte el Centro
de Reinserción Social del Hongo. De ahí en adelante empezó mi recorrido por el mundo de la
enseñanza, aunque no tuve mucho que ver con la enseñanza-aprendizaje, ya que estaba en el
área administrativa, pero, estaba involucrado de una u otra forma.
De ahí en adelante pude ver de otra forma la educación, ya que otros de mis compañeros
estaban estudiando la universidad, en la carrera de Ciencias de la Educación, la directora de ese
tiempo me dio la oportunidad de prepararme para el examen de admisión, y pues yo al principio
no quería, pero, me animé y me puse las pilas. Después de unas clases del propedéutico en la
que nos prepararon pudimos estar listos para el examen. Todo fue fácil, pero pudimos salir
adelante, ya que fue solo una entrevista. Después empezamos con las materias de la carrera y
hasta la fecha, aquí estamos en este barco. Espero terminar la licenciatura de Ciencias en
Educación.
Para concluir, solo quiero alentar a todos y cada uno de mis compañeros alumnos de allá
que le echen todos los kilos por estudiar, y por seguir educándose para poder sobresalir y
desarrollar con éxito lo que uno aprendió. Recuerden que la educación es la base fundamental
de progreso en la vida. No solo de nosotros, sino de todo el pueblo mexicano.
104
Alejandro Gilberto. Sé que muchas personas todavía tienen prejuicios y nos ven
como…
Mi vida está relatada desde un enfoque un tanto naturalista, por la sordidez y la tristeza
tan marcadas. Aparte digo las cosas tal cual son, sin miramientos, pero sin el ánimo de ofender
a nadie; por otro lado, el relato tiene sus momentos amenos, ya que mi intención es interesar a
mis lectores y además mostrar que el dejar a un niño hacer su santa voluntad, tiene sus
consecuencias porque (aquellos padres que a sus hijos aman los castigan cuando estos hacen
algo mal, aun cuando les duela a ellos más el castigarlos)
La ciudad que me vio nacer, es cuna también del capitán de la selección mexicana de
futbol —Rafael Márquez— tierra cálida donde se celebra anualmente la Feria de la Fresa —
Zamora Michoacán— aun cuando me siento orgulloso de ser purépecha —pura sangre— La
metrópoli que me dio cobijo contando con apenas dos agostos fue la gran Tenochtitlan. Ciudad
única y diversa. Las anécdotas tomadas de aquí y de allá como si de un collage urbano se tratara,
intentaran reflejar un poco de mi personalidad, ya que esta es consecuencia de la diversidad y la
dinámica que se vive en esta gran urbe cosmopolita. Hay tantas ciudades como individuos y
destinos personales. Pero la ciudad, nos habita, nos va copando los sentimientos, hasta que
finalmente termina imponiéndose. Por eso, de una manera u otra, todos llevamos una ciudad
intima a cuestas. La mía es la Ciudad de México.
Los primeros recuerdos que tengo son más bien difusos, como si de flashes surrealistas
se trataran, me veo entre brumas en el kínder, tijeras, papel para construir, colores, crayolas,
acuarelas o plastilina en mano, un mandil amarillo a cuadros muy mono, parecíamos pollitos,
todos allí reunidos en nuestras pequeñas mesitas como si de nuestras mamas gallinas se
trataran; todos muy pulcros siempre, porque nuestras mamas se esmeraban demasiado en
nuestro aseo personal, recuerdo a las niñas con sus coletas tan jaladas que hasta los ojitos se
les rasgaban y los niños con sus zapatos nuevos bien lustrosos. Algo curioso es que recuerdo
muy bien el nombre de mi maestra, esta se llamaba Leticia y se preguntaran, como me acurdo
de eso tan bien si estaba tan chiquito y todo lo recuerdo entre brumas, pues sencillo, era también
la menor de mis hermanas, que había estudiado una carrera corta para ser educadora y laboraba
en el kínder particular a que yo asistía, que era propiedad de una amiga de la familia doña Diana
que así se llamaba la susodicha.
105
Quiero que sepan que provengo de una familia donde la palabra “control natal” no tenía
cabida, por eso del dogma del canon de la gran institución romana, porque según era pecado y
en su supuesta fe mi madre trajo al mundo nada más y nada menos que quince hijos, para venir
a engrosar aún más las ya de por si apretadas estadísticas de sobrepoblación del INEGI, de estos
tantos hijos yo soy el menor, la gorda del perro como me decía mi progenitora por ser el último
de sus hijos, hasta la fecha no sé qué quería decir con eso, lo que si se es que cuando me trajo
al mundo ella ya contaba con 43 años, siendo una figura más de abuela que de madre para los
ojos de los que nos veían juntos cuando me llevaba a la escuela por ejemplo, por desgracia me
toco menos tiempo para poder disfrutarla, porque ella falleció cuando yo apenas contaba con 36
años, sintiendo un gran vacío después de su partida.
Pero cambiemos de tema y centrémonos en lo que nos atañe aquí, veamos ahora lo de
mi educación primaria, está la cursé en la escuela Arturo Roosevelt localizada en la misma colonia
donde crecí Lomas de Zaragoza de la Delegación Iztapalapa en la CDMX, allí curse mis estudios
primarios y lo hice como lo hace todo niño sano e imperativo —bueno eso creo yo— entre nuevos
conocimientos y haciendo muchas travesuras, mandándole cartitas a la niña más bonita del salón,
para practicar mis nuevas habilidades en la escritura, en cuarto grado nos cambiaron de maestro,
así conocí a mi maestra Martha como no acordarme de ella si cupido me flecho, hasta que sufrí
mi primera decepción amorosa cuando la vi besándose con otro maestro del plantel, después me
entere que era su esposo y la perdone, las riñas y raspones no faltaron, infinidad de bailables
“performé” (El Ratón Vaquero, Negrito Sandia…) hasta que llegué a sexto grado, y vestido con
un traje formal baile por última en esa escuela, el vals tradicional de graduación, en los cuadernos
y camisas de mis compañeros con rubricas y lágrimas me despedí, se había terminado una bella
etapa de mi vida.
En general puedo decir que la primaria la aproveche al máximo, ya que recibí una
educación muy completa, me enseñaron matemáticas, español, ciencias naturales, ciencias
sociales, danza, educación física y tuve taller de artes plásticas donde me enseñaros a hacer
manualidades para el día del padre o la madre por ejemplo, no me puedo quejar de la educación
que el Estado me proporcionó, ya que en la ciudad de México hay muy buenas escuelas, otra
cosa de las que me acurdo, es que recibíamos a diario un desayuno de parte del DIF y además
nos enseñaban a ahorrar, vendiéndonos timbres de diferente denominación que pegábamos en
unas plantillas, que al final de cada año nos cambiaban por dinero en efectivo, además al inicio
106
de cada año dábamos una cuota como de unos 100 pesos para la cooperativa de la escuela,
este dinero se invertía en todo tipo de mercancías que nosotros mismos consumíamos durante
todo el año escolar, para que al final del curso se nos regresa nuestra inversión y sus respectivas
ganancias —como uno 180 pesos— enseñándonos así a invertir y a ahorrar simultáneamente.
Ahora les contare una anécdota de cómo entre en la secundaria, pues diría yo que mi
sagrada madre que en paz descanse cometió un grave error muy raro en ella, al sobreestimarme
a su pequeñín, ya que la pobre en su afán por procurarme una buena educación, me quiso
inscribir en una de las mejores escuelas secundarias de la zona, ya que por medio de un examen
de admisión y obteniendo un buen promedio se entraba en la por así decir la excelente
Secundaria Japón, y otros tantos con un promedio un poco más bajo entraban a la también
solicitada Secundaria Meyehualco; pero ya que el resultado de mi desempeño en dicho examen
de admisión fue más bien deficiente, yo y el remanente fuimos sorteados y enviados a otras
secundarias no tan buenas como las ya mencionadas, por ejemplo a mí me mandaron al trasero
del diablo, a un plantel de lo peorcito, la Secundaria diurna # 292, lejísimos de mi colonia como a
hora y media de camino, con dos Ruta 100 —camiones de trasporte público— que tomar, lejos
del cuidado de mi familia, al poco tiempo de entrar conocí a mis nuevos compañeros de escuela,
eran unas fichitas la mayoría de ello renegados de más de esos que abundan en los planteles de
los más marginados, en resumen eran puras malas influencias, ya que al poco de iniciar las
clases me propusieron irnos de pinta, y yo por decirlo así falto de experiencia e inocente, no lo
dude mucho y presto acepte. Haciendo una pequeña pausa en nuestro relato, quiero decir algo
acerca de lo de mi identidad, puedo decir que defendí por un tiempo muy corto el orgullo de ser
chícharo, ya que así era como nos llamaban los de las escuelas secundarias técnicas por el color
verde de nuestros suéteres, y a su vez nosotros los llamábamos a ellos @*+ [! _ Cucarachos por
el mismo motivo.
Continuemos pues, ahora el error fue mío. Porque este nuevo ambiente me gusto, por
consiguiente no pararían una sucesión de pintas —faltar completamente a todas las clases—
hasta que mi hermano maestro normalista y mi tutor asignado por esos días, se enteró, pego el
grito en el cielo y se abrió el cielo y llego para mí el Apocalipsis, me fue como en feria, me saque
la rifa del tigre, ya no sabía qué hacer con él, mi mamá me puso una madrina bien merecida de
esas de tipo judicial, solo le faltó usar el famoso tehuacanaso, pero no todo estaba perdido ya
que solo habían pasado dos meses del inicio del año escolar y gracias a que mi hermano y tutor,
107
que tenía relaciones —palancas— por ser docente, me consiguió acomodo en un plantel de mi
colonia la Secundaria Técnica #75, —si ya se ahora era un @*+ [! _ cucaracho— ahí sí que me
tendría bajo su escrutinio y se aseguraría que su pupilo ya no se la pinteara y terminaría a toda
costa esa etapa de su educación, ya que tenía esa encomienda de parte de mi santa madre
matriarca y generala de la familia. Esta vez no lo hice tan mal, ya que siempre he sido trucha pero
muy distraído y fácil de influenciar y no se diga inquieto, tengo que darle las gracias a mi hermano
que supo muy sutilmente convencerme de seguir con mis estudios y además sacar buenas
calificaciones, primeramente me dijo que si hacia mis tareas no me quitaría la caja boba
—
televisión— y que además no me dejaría ir a las tan esperadas excusiones a los balnearios del
Estado de Morelos (Las Jaras, Agua Hedionda el Rollo...) si no pasaba con un mínimo de ocho
de promedio por año, como es de esperar sacaba muy buenas notas y hacia mis tareas siempre,
gracias a poder de convencimiento de mi hermanito el profe, que tenía la sartén por el mango, ya
que mi mama lo había empoderado.
Así llegue a la preparatoria. Ya fuera del escrutinio de mi ex tutor y carnal, otra vez
regresaron las malas influencias, aquí ya no tenía la excusa de ser inocente y sin experiencia ya
no tenía barra, si me salí del guacal fue por puro gusto, esta vez sí que tenían nombre las malas
influencias, las autoridades y la sociedad los conocían como los porros —líderes estudiantiles
con gran influencia para el movimiento de masas— fue puro party time, pedíamos prestados con
todo y chofer —secuestrábamos— camiones de la ya desaparecida Ruta 100, claro con permiso
del gobierno, por miedo a disturbios más grandes organizados por estos líderes estudiantiles,
además estaba el latente fantasma de los sucesos ocurridos en la plaza de Tlatelolco en la
administración del presidente Gustavo Días Ordaz, ese miedo de las autoridades a hacer daño a
los estudiante nos amparaba, los estudiantes éramos en cierta manera intocables, escoltados por
patrullas, sustraíamos —asaltábamos— los grandes supermercados todo muy bien organizado,
que aunque teníamos permiso no podíamos abusar, nada de electrodomésticos esos estaban
prohibidos, solo podíamos sustraer ciertos insumos, útiles para nuestros picnics, no podían faltar
los pomos con sus respectivos chescos para las cubas. De ahí partíamos para la locación
escogida para dicha ocasión (La Marquesa, el Desierto de los Leones, El Bosque de Chapultepec,
Xochimilco…) además de los convivios en casa de mengano y perengano que no faltaban nunca
y del estudio ni me acordaba porque ya crecidito el jovencito, no era tan fácil tenerlo ya bajo
control, se le había acabado el fuero y la tutela al profe, por consiguiente, la jefa decidió hablar
con su subordinado, y esta hizo un manifestó o más bien dicho un ultimátum, tenía para escoger
108
de dos opciones: 1.- aplicarme verdaderamente a mis estudios o 2.- ponerme a trabajar, porque
me dijo que ella ya no estaba dispuesta derrochar más dinero en una inexistente educación.
¿Qué creen que decidí? ¡Brujos! termine trabajando para el profe, que así le decíamos a
mi carnal Sergio y ya nuevamente bajo su mando, un momento si alguien se ha perdido quiero
aclarar que ¡sí! era mi ex tutor, que también era propietario de un micro-bus de la Ruta 14 con
ramales de: Santa Martha Acatitla- Iztapalapa, Santa Martha Acatitla-Central de Abastos, Santa
Martha Acatitla- SEDENA y Santa Martha Acatitla-Metro Portales, de esos que transitan la gran
selva de asfalto, chamba que fue afinando mis instintos de sobrevivencia, que me serian útiles
para sobrevivir en mi vida de delincuente, el trajinar de tanta gente, y un tráfico tan cerrado, el
tener contacto con parranderos, y féminas de cascos ligeros, fueron los catalizadores de la
transición de un estado de euforia, a otro cada vez más fuerte, como contaba con el producto
neto de mi sueldo, me di a la tarea de conocer la mayoría de los mejores antros de la ciudad
(Tiffany´s, New´s Pedregal, El Paraíso del Abuelo…), me presentaron a maria-juana que al
instante adoré, tuve mis viajecitos astrales, siguiendo los pasos del venado azul camino a
Shibalba, de los cuales regrese horrorizado no me gusto. Nieve, casi no probé, esa era para los
burgueses.
En esos tiempos, otros dos de mis hermanos, habían sido atrapados en la burbuja del
american-dream, instados en otra ciudad cosmopolita, situada en la costa oeste de Estados
Unidos, meca del micro-chip y hervidero de gente gay
—San Francisco California—
acostumbrado a casi siempre a recibir lo mejor, fui un niño echado a perder, criado con leche
Nido y pañales desechables, un lujo en los 70´s, ya que para fortuna mía en ese tiempo, algunos
de mis hermanos eran ya profesionistas, y se desvivían por darme lo que ellos no pudieron tener
cuando eran chicos; por ello mis hermanos Jorge y Miguel viendo que no tenía futuro en México,
me invitaron a estudiar inglés a los EEUU y ni tarde ni perezoso, les tome la palabra antes de que
se arrepintieran, llegue a Rosarito BC, residencia de mi hermana Tomasa, pero antes de cruzar
a EEUU, le pegué un recorrido a los night clubs de Rosarito (Papas and Beer, Club Iggys, Mr.
Frogs…), terminadas mis salidas, doy el brinco y caigo inmerso en la sociedad gabacha, y me
aplico a estudiar inglés y asimilar la cultura americana, que para eso me habían llevado mis
hermanos, y empiezo a ir al turno matutino y vespertino de la escuela de adultos, y lo domino el
inglés como en año y medio en un 60%. Después de un tiempo me relacione otra vez con gente
que no debía y me dedico a la venta de drogas, lo digo con vergüenza ya que ahora me arrepiento
109
de mi proceder, motivo por el cual caigo por primera vez a prisión, como este relato tiene que ver
más con mi educación quiero que quede claro que siempre he sobresalido en lo que hago, ya
que trato de hacerlo bien, en mi reclusión estudie varios cursos vocacionales que son lo que aquí
se conoce como Ce.Ca.Ti, a consecuencia de mi mal proceder fui deportado a México por Tijuana
quedándome cerca Rosarito municipio donde como ya mencione vive mi hermana Tomasa, y
por la vergüenza de regresar a la Ciudad de México porque me había ido mal en Estados Unidos
decido quedarme a vivir un tiempo con mi hermana, gracias mi dominio del inglés, puedo
conseguir fácilmente trabajo en Puerto Nuevo, lugar que tiene fama por sus restaurantes donde
su platillo principal es la langosta, este lugar recibe un gran número de turistas extranjeros y
locales. Pasando un tiempo ya instalado y percibiendo un buen sueldo fruto de las generosas
propinas que estoy recibiendo, hago un fallido intento de recuperar el tiempo perdido en mis
estudios y me inscribo en Preparatoria Abierta, compro mis dos primeros libros, pero por falta de
asesorías y lo complicado de la materia que elegí pierdo pronto el interés y nunca firmo para
presentar mi primer examen, pero que quede claro que lo intente.
Yo no creo en los karmas, pero si existen, conmigo se ensañó el destino, porque al año
de haber llegado a Baja California, fui víctima de nuestro sistema judicial, ya que estos expertos
en solucionar crímenes en menos de las setenta y dos horas cosa que no hacen ni las
dependencias más capacitadas como por ejemplo el FBI; como tenían muy pocas pruebas en mi
contra, pues me las fabrican y me condenan a treinta años de prisión por un crimen que yo no
cometí, proceso por el que pase y que fue un verdadero infierno, abogados sin escrúpulos se
quedaron todos los ahorros de mis padres, que en su desesperación por verme libre no
escatimaron en soltarles dinero, al año y medio de mi cautiverio y no viendo salida a este
atolladero, mi mente me traicionó, y pensé seriamente en quitarme la vida, pero el traslado al
Ce.Re.So el Hongo me salvó.
Aun cuando soy inocente, si reconozco que el llevar una vida disipada tiene sus
consecuencias, el saber también que ya había pisado fondo, trae como consecuencia una
profunda depresión, empecé a pensar de más (a quemar cinta como se dice en el argot
penitenciario) hasta algunas enfermedades me causé; pero con tanto tiempo libre aquí en el
penal, empecé a reflexionar sobre mi vida y me armé de coraje y al destino que me toco desafié,
ya no estaba dispuesto a seguir sufriendo, porque me di cuenta que nada ganaba haciéndome
daño pensando en lo que no podía ser, tan solo me estaba haciendo daño, y empecé canalizar
110
todo mi dolor y lo proyecte en algo que fuera de verdad positivo, vino pues un cambio de la más
radical y regresé mi mente a aquel día del ultimátum de mi adorable madre donde me daba a
escoger de dos sopas ¿recuerdan? Pero esta vez me decidí a tomar la primera opción, mandé
pedir mi certificado de secundaria y mi acta de nacimiento requisitos indispensables para la
inscripción en preparatoria y comencé una nueva faceta de mi vida.
Desde el inicio de mis estudio en preparatoria estuve altamente motivado, logrando
buenas notas, que en un muy corto de tiempo ya estaba dando asesorías a mis compañeros,
esto se dio por qué trasladaron al que era asesor de la materia que estaba estudiando
Metodología de la Lectura una de las materias más temidas en Preparatoria Abierta, así que los
que recibíamos clases con él nos vivos en la necesidad de formar un grupito para estudiar para
no reprobar el examen que ya teníamos firmado, ya que se acercaba rápidamente la fecha de
presentación y mis compañeros por temor a reprobar me eligieron para que los orientara, porque
según ellos era el que más entendía de la materia, y así empecé a enseñar a mis compañeros,
nunca antes había dado clases, me gustó tanto esta nueva experiencia que empecé a prepararme
más y más para estar preparado por si tenían dudas y así poder ayudarle, estudie tanto esa
materia que llegué al dominio del todos sus tópicos, motivo por el cual fui recomendado para
enseñar formalmente esa materia y así fue como me dieron el trabajo de asesor y la
responsabilidad de enseñar y preparar a los alumnos para que estos presentaran su examen al
final de un curso de asesorías, prepare a varios grupos de Metodología de la Lectura, ya que
había mucho rezago, porque la mayoría del alumnado le sacaba la vuelta a la materia por su
complejidad como ya les mencione, hasta la fecha y aun cuando ya no soy asesor en prepa, se
me acercan los alumnos para que los saque de sus dudas, cosa que hago con mucho gusto, ya
que me nació una vocación por la enseñanza que no savia que existía en mí, ya que no a todo
se nos da bien el enseñar aun cuando sea muy inteligentes, no se a que sea así.
A lo largo de mi estancia en el Centro Social de Reinserción “El Hongo”, he tenido el
privilegio de laborar para dos instituciones educativas —INEA y Preparatoria Abierta —mi primera
experiencia en la docencia fue en Preparatoria Abierta, dando asesorías de la materia
Metodología de la Lectura, ya que había mucho rezago en dicha materia como ya mencioné.
Después se me dio la oportunidad de entrar en INEA, como asesor educativo, recibí las
respectivas capacitaciones, que esta institución imparte, para que una persona esté debidamente
capacitada para estar al frente de un salón de clases, para esta institución di clases en el eje de
111
español —Vamos a Escribir, Para Seguir Aprendiendo y Hablando se Entiende la Gente—
materias todas de secundaria, después se me dio la oportunidad de trabajar haciendo los trámites
administrativos que consistían en: dar las nuevas altas, las reincorporaciones, certificaciones, y
las reposición de certificados perdidos, etc. Trabajo que disfrute aún más, por el reto que conlleva
una buena administración.
Como ya les comente al principio soy consciente de que fui un niño mimado, porque que
tal vez recibía todo fácil o bien lo tenía todo al alcance de la mano, motivo por el que no supe
valorar, pienso que eso me llevó a mi propia destrucción, ahora tengo una segunda oportunidad
y no pienso desaprovecharla, el estudio me ha dado muchas satisfacciones que ha hecho de mí
una persona más centrada, ya he terminado mi prepa, y hoy día tengo un nuevo reto, terminar la
universidad, me siento privilegiado de pertenecer a una elite aun dentro de este pequeño entorno,
porque con una población interna que fluctúa entre 4.000 y 4.300 internos, nuestra segunda
generación de universidad tenemos la fortuna de ahora sentirnos orgullosamente Cimarrones.
Sé que mucha personas todavía tienen prejuicios y nos ven como una escoria de la
sociedad y nos rechazan, aunque no abiertamente si lo hacen muchas veces inconscientemente
y eso duele, pero yo estoy firmemente motivado para cambiar esos prejuicios que la gente tiene
acerca de un preso, no todos somos escoria, hay mucho que se puede rescatar de este lugar y
les quiero dar las gracias a todos los que creen en nosotros, y nos ayudan para salir adelante y
no nos ven como unos simples reclusos, sino como seres humanos que han cometido un error o
en su defecto, han sido víctimas de nuestro deficiente sistema judicial, como es mi caso, gracia
nuevamente a todos aquellos que han contribuido a que este proyecto se lleve a cabo desde las
autoridades y maestros hasta los alumnos que están a punto de egresar de la carrera y se toman
su tiempo para diseñar los planes de estudio de esta generación.
Antes de despedirme quiero decirles cómo fue que entré en esta licenciatura en el tiempo
en que termino la primera generación del penal, los asesores que laborábamos en INEA, por así
decirlo se nos becó ya que percibíamos un pago o gratificación por nuestra labor como asesores
de la institución y con ello podríamos cubrir sin ningún problema el pago de la carrera y el de la
titulación, la mayoría de los que laborábamos en ese entonces cumplíamos con el perfil de ingreso
a la carrera, ya que teníamos la documentación y la solvencia económica tanto de nuestras
familias y de los pagos de que recibíamos de INEA, después vino una solvencia por parte del
112
gobierno federal, gracias a la fama que cosecharía uno de nuestro compañeros de la primera
generación y me refiero a Pedro Esteban, que logró el primer lugar nacional en su examen del
CENEVAL. Entramos en esta carrera con muchas interrogantes y por así decirlos ignorantes de
todo lo referente al plan de estudios de la UABC, pero todos los prospectos estábamos deseosos
de aprender y seguir avanzando en nuestros estudios, hablo en plural porque todos los alumnos
de esta y la anterior generación nos conocemos muy bien, porque o bien hemos laborado en el
área educativa desde hace mucho tiempo o hemos sido miembros del grupo avanzado de
Preparatoria Abierta; me siento una persona afortunada por estar cursando una carrera
profesional; aun cuando estoy privado de mi libertad sé que los nuevos conocimientos que estoy
adquiriendo en esta licenciatura me darán tanto mi libertad intelectual como mi libertad física,
porque cuando ya esté en tiempo de una libertad anticipada y este parado frente al juez que más
readaptación puede pedirme este, si todo sale bien ¡claro! ya contaré con el título de la máxima
casa de estudios del Estado, la Universidad Autónoma de Baja California.
113
Francisco. La vida es muy corta, y una de las experiencias más hermosas es estar
estudiando esta licenciatura…
Me llamo Francisco y este es mi relato en cuanto en la etapa de educación que me ha tocado
vivir.
Nací en enero de 1969, en Culiacán Sinaloa, mis padres, mamá enfermera de profesión,
mi padre, contratista de construcciones, ellos me otorgaron la educación que más pudieron, ya
que en mi etapa de niñez fui un niño muy temperamental y al igual muy travieso.
Recuerdo que en los primeros años de mi infancia me inscribieron al jardín de niños que
estaba muy cerca de casa, recuerdo que se llama hasta la fecha Gabriela Mistral. Mamá me llevó
el primer día de clases, pero, yo no me quería quedar porque me daba miedo, sin embargo, mi
primera profesora, que recuerdo mucho, eso porque era muy popular en el jardín de niños, y
estuvo dando muchos años de su buena profesión en la misma institución, ella me atendió muy
bien ya que conocía a mamá. Así que me quedé desde ese día en adelante, y todos los días
acudí en el jardín de niños hasta que cumplí los seis años. Recuerdo que, en el tercer y último
ciclo de enseñanza preescolar, me tocó salir a bailar en la graduación en una representación
hawaiana y teníamos que escoger a una acompañante, así que le dije a una vecina mía que se
llama Lucita, desde ese día desde entonces fue mi novia, ya que nuestros padres nos “obligaron”
a comprometernos. Ahí, en el jardín de niños aprendí muchas cosas, y más que nada, porque
mamá era una persona muy dinámica y comprometedora con la educación, ella después de
casarse a la edad de 16 años terminó la secundaria y entró ya casada a estudiar la carrera de
enfermería y, con el apoyo de mi papá con el tiempo se recibió y pudo emplearse en el Centro de
Salud de Culiacán, ella fue un gran ejemplo para seguir estudiando, ya que, nos ponía a hacer
nuestras labores hasta qué quedarán bien hechas. En esa etapa, aprendí a leer y a escribir,
también a hacer cuentas y me aprendí las tablas de multiplicar.
Ya para cuando entré a estudiar en la escuela sabía mucho y todos los chamacos de mi
edad me tenían un poco de envidia, sin embargo, criado en un hogar de creencia de mormones
(La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días), tenía que comportarme humildemente y no creerme
más que los demás. El primer año ya en primaria en la escuela Enrique Félix Castro, me dio
clases una maestra que quise mucho, ya que no solamente me dio primero, sino, que me siguió
hasta tercer grado. ¡Cómo olvidar a la profesora Simona, toda una “gran” maestra educacional!
114
Ella me enseñó muchas cosas que hasta la fecha todavía tengo en mente y las practicó. En mis
días de ocio mamá nos llevaba de paseo, y, en una ocasión nos llevó al río Culiacán, allá atrás
del zoológico por el Parque Constitución. En esa ocasión nos dejó a cargo de mi hermana mayor
Lolita, quién era mi mamá supletoria. Nos pusimos a jugar en la isla que en ese tiempo se llamaba
Ipacaraí, lugar donde se juntan los ríos Culiacán y Humaya. En eso me dieron ganas de meterme
a jugar en el agua del río, y mi hermana me dijo, sólo ten cuidado y no te metas muy adentro, ya
que no está mi mamá, y si te ve, me va a regañar. Pero, como yo me creía un acuaman, mi héroe,
de una serie de televisión, no le hice caso y me metí más adentro. Entonces, yo le dije que me
iba a cruzar el río, y ella me dijo que me iba a amarrar un mecate en el pie, y si me cansaba, ella
me iba a jalar y de esa manera podría ayudarme. Ni tarde ni perezoso me metí al río e intenté
cruzarlo. Cuál no sería mi sorpresa, que cuando me cansé, no podía descansar como en la
alberca en donde nos poníamos a nadar. Mi hermana hizo todo lo posible por jalarme, pero, ya
había recorrido un tramo, y ya era imposible para que su plan diera resultado. Hice todo mi
esfuerzo por mantenerme, pero, ya no pude más; entonces, por azares del destino, pude ver a
mamá cuando iba cruzando el puente colgante, quién llevaba la comida que había comprado para
comer en el Centro Comercial de la Ley; sin embargo, ya no resistir más y me dejé llevar hacia
abajo, no obstante, antes de dejarme llevar al fondo, nuestras miradas se cruzaron, el puente
estaba un poco lejos, sin embargo, mamá pudo reconocerme y, luego, luego, se aventó del
puente y nadó en mi ayuda. Yo sólo vi una luz negra que se fue diseminando poco a poco, hasta
que perdí la noción del tiempo. ¡Cuando desperté, tenía a mamá encima de mí, me estaba dando
los primeros auxilios para devolverme la vida! ¡Qué duro debe de haber sido para ella, casi
haberse sentido inútil para revivir a su preciado hijo! Cuando reviví, ella me abrazó y me dijo,
¡hijo, creí que ya no vivirías para contarlo! Antes de mí, ella había tenido la desgracia de perder
a un hijo, mi hermano mayor. Esa fue una de las experiencias más desagradables que me
pasaron en mi infancia, pero, la cual recuerdo muy bien.
La vida siguió y en la escuela aprendí muchas cosas nuevas para mí. La maestra Simona,
que me dio primero hasta tercero fue muy paciente conmigo, ya que yo era un niño imperativo y
muy ocurrente, sin embargo, a base de amor y corrección me desarrollé como un buen estudiante,
y ya en ese grado sabía muchas cosas, tales como multiplicar, sumar, dividir y restar, y también,
aprendí de español y las ciencias sociales y naturales.
115
Así pasaron los días, semanas y meses, y, pronto llegó el día de mi graduación de la
primaria, Enrique Félix Castro. Recuerdo que salí bailando el bailable Veracruzano, con una
compañera muy bonita llamada Carlita. Después de la graduación, yo me fui a estudiar la
secundaria Federal n° 5, y ella la inscribió a un colegio y dejamos de frecuentarnos, ya que esa
escuela quedaba lejos de su casa y de la mía. Ya en la secundaria, pude descubrir el inglés, y
una educación tecnológica de electricidad en primer año, y dibujo técnico arquitectónico en los
dos siguientes y últimos años de mi estancia en ese nivel académico.
Recuerdo que, en una ocasión, nos fuimos al Ejido donde vivía mi tío Felipe, hermano
mayor de mi papá, allá rumbo al Dorado por la costa de Culiacán. Me gustaba ir a ese lugar
porque nos dejaban tirar con un rifle .22 que tenía mi tío. Así que todo el día nos íbamos de
cacería y matábamos conejos, palomas y patos, y mi tía Consuelo, nos hacía tamales con la
carne. Mi papá decía que mi tía era capaz de hacer tamales muy buenos hasta de las piedras. Y
eso alagaba a mí ya ahora difunta tía. El día antes de regresar a casa, me encontré una caja de
cien tiros .22 en un ropero que tenían mis tíos, y sin pedírselos, sabiendo de ante mano que no
me los dejarían quedar, me los llevé a casa. Nadie se dio cuenta de la pérdida de esos tiros, solo
yo, por supuesto.
Mis compañeros y yo, nos pusimos a hacer un rifle hechizo y nos gastamos como treinta
tiros en las iguanas, sin embargo, yo me guardé el resto. Después, cuando mamá se puso a
cocinar los panes en el horno de atrás de la casa, cuando ella terminó de cocer los panes, a mí
se me ocurrió echar los tiros al horno y me fui a esconder detrás de una hornilla, entonces, los
tiros empezaron a estallar y, no me levanté hasta que conté hasta el último de ellos, no obstante,
cuando me levanté para ver cómo había quedado el horno, ¡cuál no fue mi sorpresa que un tiro
salió disparado y se impactó en la muñeca de mi mano izquierda! Me salió mucha sangre, y yo
pegué un grito de terror. Mis padres me vieron que salí corriendo del patio hasta llegar a hasta
donde ellos estaban, y cuando vieron toda la sangre que me estaba saliendo, me preguntaron
qué había pasado, yo le dije que me había caído de un árbol de guayabo y que me había
ensartado una varilla. Por lo pronto me creyeron, y me pusieron un vendaje en la muñeca. Ese
día no fueron a ver el horno, hasta otro día que los vecinos estaban preguntando que si no oyeron
la balacera que ocurrió en la tarde. Mamá no le dio importancia, porque no había oído nada, sin
embargo, cuando fue al patio para llevar un poco de basura al pozo donde se echaba la basura
orgánica se dio cuenta que el horno estaba todo destruido. Estuvo revolviendo las cenizas y
116
descubrió los cartuchos de las balas. Mamá sacó conclusiones, y luego fue a por mí y me
investigó. Como yo no tenía ningún argumento de mentira para repelar su diagnóstico, tuve que
sacrificarme y confesar mi travesura. Ella tan buena que era conmigo, sólo me puso un castigo,
mismo que tuve que soportar por todo el tiempo sin salir a jugar con mis amigos a la calle. Papá
siempre respetaba los castigos que mamá imponía a sus hijos, pero éstos eran muy frecuentes
a su hijo mayor, o sea, yo.
Cuando salí de la secundaria, me inscribí en la preparatoria de la Central, allá en Culiacán,
recuerdo que la preparatoria estaba en conjunto con la Universidad, dos años de prepa y cinco
de profesional. Sin embargo, no me gustó la preparatoria, ya que, yo tenía otros planes para mi
vida. Mismos, que no les gustaban a mis padres, sin embargo, ellos siempre me decían que, si
no estudiaba sólo yo, sufriría las consecuencias de mis actos, no obstante, cuando se es joven
no se piensa en el futuro, y yo sólo quería disfrutar la vida y a mis novias.
Al tiempo mis padres ya no aguantaron mis travesías por la vida de galán y, al ver que no
tenía lucha, papá optó por mandarme a estudiar a una escuela militar de Guadalajara, Jalisco.
Recuerdo que en ese tiempo papá me dijo seriamente. ¡Hijo, ya que no quieres hacer
caso, tendré que llevarte a esa institución, ahí, te podrán corregir y con el tiempo podrás tener
una carrera provechosa! Yo me sentí triste, y papá al verme en ese estado, me dijo: te voy a dar
la última oportunidad de vacaciones ¿a dónde te gustaría ir? Yo, ni tarde, ni tampoco perezoso,
le dije: ¡quiero ir a Puerto Vallarta! Y ahí fue adonde nos dirigimos. Ya llegando allí, mis primos
convencieron a papá que no me ingresara al Colegio Militar, y, ahí me quedé, con la condición
de que estudiaría. Al principio todo fue muy bien, sin embargo, en el transcurso del tiempo me
puse a estudiar computación, pero, después, sucedió lo mismo de siempre, ya no quise estudiar
porque no me gustaba, y porque no me gustaba la idea de estudiar nada, así que, decidí
abandonar esa ciudad y me dejé llevar por mi impulso aventurero. Me fui a un pueblo en la sierra
y ahí me quedé hasta que pasó un largo año. Después regresé de nuevo a mi tierra. Pero, cual
sería mi sorpresa que mis padres no estaban en casa, pues, ellos habían viajado a la ciudad de
Ensenada, Baja California. Después de hablar con mis hermanos, decidí viajar para esa ciudad,
disqué a buscar a mis padres, así como también a visitar a mis abuelos paternos.
117
Cuando llegué a esa ciudad, me llevé una gran sorpresa, mi abuela materna yacía en un
ataúd, ya que había fallecido un día después de que mis padres habían partido. Mis tíos me
dijeron que mis padres y yo quizá nos habíamos cruzado en el camino sin habernos visto. Pero,
sucedió algo maravilloso esa noche. Estábamos velando a mi abuela Andrea en la casa de mis
tíos. Yo iba a verla seguido al ataúd en conjunto con mi primo Jorge, él estaba muy dolido, ya que
se había criado con mis abuelos, y mi abuela era como su madre para él. El ataúd estaba abierto,
así que podíamos ver la abuela y también agarrarle la cara. Yo la sentía calentita, al igual mi
primo decía que la sentía viva, pero, no le dijimos nada a nadie. Ya en la noche, a una tía se le
ocurrió levantar la tapa del ataúd y la dejaron así. Todos nos salimos al porche un rato, cuando
de pronto oímos un grito desgarrador. Una tía estaba gritando de terror. Todos recurrimos a la
sala, y no podíamos creer lo que estábamos viendo, mi abuela estaba sentada en el ataúd, y mi
tía estaba convulsionándose en el piso. Yo no quise ni entrar porque me dio mucho miedo, así
que un tío entró y levantó a mi tía y se la llevó a la recamara. Después miré que la abuela volteaba
para donde yo estaba mirando y casi me da un infarto. Pero, no fue así. Mis familiares fueron a
ver qué pasaba y vieron que mi abuela había recuperado la vida. Había vuelto de la muerte. Ese
fue todo un milagro, pensé yo en ese momento, sin embargo, mis familiares me dijeron que la
abuela padecía de epilepsia y entonces me di cuenta que ella pudo viajar al mundo de los espíritus
y regresar al mundo de los vivos. Todos estuvimos de acuerdo a esa teoría mía. Y desde ese
momento yo me dije que mi abuela era una persona muy especial. Ahí en Ensenada hice mi vida,
pues fue en esa ciudad donde me quedé a vivir. Eso pasó cuando yo solo tenía 17 años de edad,
ya casi por cumplir los 18.
Me quedé ahí, y seguido le preguntaba a mi abuela que le había pasado, así que ella nos
contaba cómo había despertado en el otro mundo. Recuerdo que decía que había caminado por
una escalera muy larga y en un lugar muy oscuro. Pero que, en la escalera había unas ramas
que la querían agarrar, y cómo ella no quería sufrir daño alguno decidió subir las escaleras y
empezar a caminar. Después de tanto caminar, miró una luz a lo lejos y decidió correr porque
tenía miedo, sin embargo, entre más corría, más largo se hacía el camino, no obstante, miraba a
lo lejos una luz, como si fuera un pequeño sol. Después de tanto caminar llegó a esa luz, y cuál
fue su sorpresa que cuando llegó, esa luz era una puerta, quiso abrirla, pero, ésta no tenía asa y
no sabía cómo abrirla. Después de tanto esforzarse se dio por vencida y se acostó en el umbral
de la puerta. Al instante la puerta se abrió de repente y ella pudo ver un maravilloso lugar lleno
de flores y de una blancura muy despierta. Cruzó el umbral y decidió llegar a ese lugar tan
118
hermoso, sin embargo, para alcanzar aquel lugar, tenía que cruzar un río muy caudaloso. Nos
decía que había mucha gente en ese lugar y, que todos estaban vestidos con una bata blanca y
que le hacían señas como que no se acercara. Allí miraba a muchos de sus parientes que habían
ya fallecido, uno de ellos era su papá, pero, él le hacía señas para que se devolviera. Cuando ya
había llegado al río, habló desde la orilla con su difunto padre, éste le decía que no cruzara el río,
que se tenía que devolver, pero, el lugar donde estaba su padre se miraba muy hermoso, así
como el paraíso que lo pintan en la imaginación en el relato de la Biblia. Ella no les hizo caso y
decidió cruzar el río, pero, cuando estaba a la mitad le dio miedo, el agua era turbia y como que
le agarraban los pies, ya no sabía qué hacer y pareciera que ya no tenía opción que recorrer el
río y llegar hasta donde su padre estaba. Muchas personas la miraban con ternura y también con
temor, ya se había reunido muchas y alzando las manos como pidiendo una plegaria se levantó
un torbellino de un viento reacio que la levantó y se la llevó por los aires, ya no supo de sí misma
y se dejó llevar por el torbellino y se quedó profundamente dormida sin saber a dónde iría a parar.
Fue entonces cuando despertó.
Desde ese día en adelante mi abuela quedó un poco tocada, bueno, así decía yo, claro a
nadie se lo decía porque me regañaban, por tal ocurrencia, mi abuela se pasaba sentada en una
silla de ruedas, ya que desde entonces no pudo caminar, ella decía que en el río le habían
desgarrado los músculos de las piernas y que, por eso no podía sus piernas sostener su cuerpo,
y se quedaba mirando muy triste. Después de eso se puso enferma y después murió. Todos no
querían llevarla al sepulcro, porque decían que todavía vivía, sin embargo, la tuvieron que
sepultar. Cuando murió mi abuelo, querían que se abriera el ataúd de mi abuela para ver si no
había despertado, pero los hermanos mayores decidieron que no lo iban a abrir.
Antes de casarme, era yo un muchacho un poco loco, me gustaba divertirme a lo “grande”,
sin embargo, más adelante conocería a la que hasta entonces es mi esposa, María del Consuelo,
una linda y muy dotada chica. Sin embargo, había un “enorme” problema, ella era miembro de la
Iglesia Mormona, y yo no quería saber nada de religión, en casa de mis padres casi me habían
impuesto esa religión, aunque toda mi familia era profesionista y con buenas costumbres y con
una dignidad de virtud, yo no sentía ánimos de ir y ser partícipe de eso. Pero, el amor me llegó a
aceptarla en conjunto con la religión. Después de un tiempo me casé, sin haber estudiado más
que la secundaria. Cuando estaba casado, mi esposa me aconsejó al igual que la iglesia a donde
asistíamos, a saber, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Fue ahí donde
119
estudie ya casado, la preparatoria en el CEBTA 198 en Maneadero. Fue ahí en esa escuela donde
me preparé para lo demás, sin embargo, no fue tan fácil, ya que estudiar, trabajar y mantener la
armonía en el hogar es una tarea ardua y difícil. No obstante, seguí adelante con tirones y jaladas.
Cuando estaba en el segundo año ya no quería terminar, se me hacía muy pesado, mi esposa
me daba todas las fuerzas para seguir, sin embargo, todo era muy pesado. Así que casi, dejé de
estudiar, pero, mi meta de terminar fue mayor que el cansancio y después de todo el sufrimiento
me gradué. Mi graduación fue en el auditorio del CBTIS, ya que en la escuela en donde estudié
no tenía auditorio. Mis padres, así como mis hermanos fueron a festejar con mi familia aquel
esfuerzo tan grande que representó para mí.
Después de un tiempo decidí estudiar la universidad, ya que siempre me ha gustado
escribir, y yo tenía el deseo de ser un escritor famoso. Sin embargo, la licenciatura en letras
estaba muy, pero muy lejos de mi alcance y, también eso costaba además de esfuerzo, dinero.
Así, que me vi a la tarea de dejar pasar un tiempo. Cuando me casé, yo ya trabajaba en el
gobierno municipal, así que también por medio del sindicato de burócratas me animaron a
terminar mi preparatoria y, por supuesto, también me daban una beca, fue así que me animé y
terminé. Después, cuando yo me dieron la oportunidad de aprender más en el sindicato, me
dieron ganas de ser delegado de trabajo para ayudar a mis compañeros en sus problemas, fue
en esos momentos cuando desperté y me di cuenta que la licenciatura en derecho sería una
opción maravillosa para sacar adelante mi meta, después me convertiría en escritor. Sin embargo,
al estar estudiando esa profesión, incurrí a un delito y me vine a este lugar. Aquí no todo es difícil,
lo más que extraño es a mi familia, cuando estaba en Ensenada, ahí me visitaba mi esposa y mis
hijos, fue ahí donde empecé a inclinarme hacía el área educativa. Me dieron la oportunidad de
trabajar como apoyo en la preparatoria, ya que muchas personas no entendían los libros y, de
esa manera, pude zarpar en esta barca de la educación.
Después de un tiempo me trajeron de traslado al Centro de Reinserción de aquí en el
Hongo 1, en este Centro ya estaban estudiando la licenciatura de Ciencias de la Educación unos
compañeros desde el 2007, pero habían tardado bastante debido a las condiciones de
inseguridad por las que había pasado el Centro, y no sabían cuando se terminaría este plan piloto.
Cuando llegué al Centro le dije al Director que yo había estado trabajando en el área educativa
allá en el centro de Ensenada, así también, que yo quería estudiar la Universidad, entonces me
pidió que le trajera mis documentos para comprobar mis estudios, luego, luego, me dio la
120
oportunidad de ingresar a trabajar en el área educativa, en la sección de INEA, y aquí he estado
trabajando también en el área educativa, función que he hecho desde el 2012 consecutivo. Ya
aquí, se abrió la oportunidad de estudiar el propedéutico para valorarnos y de esa manera poder
pasar el examen de admisión en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Al principio
se tenía contemplado varias opciones para estudiar alguna de las licenciaturas que imparte la
UABC, sin embargo, después nos dijeron que siempre no íbamos a estudiar en esa institución,
ya que, ese proyecto había sido sólo un plan piloto, y que ya no habría otra generación. La
directora del área educativa en ese tiempo la Licenciada Miriam Zendejas, nos dijo que de
cualquier manera a nosotros se nos daría la oportunidad de estudiar alguna carrera profesional;
así que, por disposición de ella, se puso “manos a la obra” y empezó por buscar opciones para
que nosotros pudiéramos tener la oportunidad de prepararnos para un futuro y salir más
preparados. Sin embargo, no se encontraba ninguna oportunidad, ya que las licenciaturas
estaban disponibles en línea, y el Centro no tenía disponibilidad para tener Internet en el que
pudiéramos inscribirnos y, empezar a estudiar. Después de un tiempo, la Licenciada, nos
comunicó que ese plan se había venido abajo, así que todos nos quedamos desamparados y
tristes, sin embargo, nos dijo que la UABC, había tomado la iniciativa y había hablado con los
dirigentes de la institución para sacar otra generación más debido a que, uno de los alumnos
recién egresado había sacado el primer lugar en el examen de CENEVAL y, eso nos abrió la
puerta para estudiar una carrera profesional en nuestras vidas.
Desde ese día en adelante nos pusimos nuevamente a estudiar para poder pasar el
examen de admisión, sin embargo, no sabíamos que examen nos iban a aplicar, otros que el
CENEVAL, por si, o por no, nos pusimos a estudiar todo lo que venía en la preparatoria, unos
que sabíamos de una materia, por ejemplo, química, entonces daba eso, y otra biología, daba
esa materia. Pronto ya estábamos activados para pasar el examen de admisión, no obstante, en
el Centro se nos proporcionó una preparación propedéutica con los recién compañeros
egresados. ¡Después de un tiempo, llegó el tan esperado día del examen de admisión, y cual
sería nuestra sorpresa! Que el examen sólo fue una entrevista para preguntarnos si porqué
queríamos estudiar esa licenciatura, y si nos gustaba la carrera, y que cómo nos habíamos
informado, y algunas preguntas más. Desde ese día todos estábamos nerviosos por si, si, o por
si no quedaríamos en el grupo. Pero, gracias a Dios, aquí estamos desde entonces.
121
Al principio, todos estábamos con mucha disposición, pero, sin mucha práctica. Teníamos
que turnarnos en las máquinas “dinosaurios” que, en ese momento, y hasta entonces, cuenta la
plaza de computación de INEA, mismas que son del 2006, ya todas obsoletas. El primer semestre
nos fue muy bien, pero creo que nos ayudaron un poquito con las calificaciones. Pero, eso sí,
pusimos todo nuestro empeño para que las tareas fueran de un trabajo muy profesional. No ha
fue fácil, ya que algunas tareas se han perdido en el transcurso del envió, pero, con tirones y
jalones pudimos salir avante. Ya en el segundo hubo más participación comprometedora por
todos y, eso se vio reflejado en las buenas calificaciones en nuestras boletas. Con este ya es el
cuarto semestre que pasamos y estamos empezando el quinto. La vida es muy corta, y una de
las experiencias más hermosas es estar estudiando esta licenciatura, ya que, conocer, investigar
e indagar es algo maravilloso. Mi familia, que se compone de hermanos, cuñados, sobrinos, hijos,
nietos y esposa y parientes; todos están entusiasmados porque estoy estudiando aquí en prisión.
Y yo, voy a seguirle echándole muchas ganas para poder terminar la licenciatura, aunque me
toque salir libre antes de concluir. Porque sé, que la vida no se termina aquí en este tabernáculo
de barro, y que el estudio de preparación me va a seguir adonde yo me vaya. Se puede decir
entonces, que donde esté, y a dónde vaya la educación formará parte de mi intelecto y, que es
parte fundamental de auto ayuda, como también, auxilio para todos y cada uno de los seres
humanos que vivimos en esta galaxia y en todo el infinito celestial. Enhorabuena.
122
Juan José. Hablo con mi madre y le platico que quiero continuar con mi
formación…
Me es necesario platicar como fue mi formación educativa y sobre todo agradecer a la
Facultad de Ciencias Humanas que es a la que pertenezco, por darme la oportunidad de seguir
formándome educativamente, pero ante todo es un gusto poderles relatar mi experiencia como
estudiante, primeramente, fue algo muy esperado en mi niñez, porque mi madre me decía que
iba a asistir a la escuela y como cualquier niño eso me inquietaba, mi educación inicia desde el
nivel preescolar, el primer día recuerdo que no quería quedarme, porque desconocía todo, pero
conforme pasaron los días fui tomando confianza.
El jardín de niños al que yo asistí, se encuentra en la ciudad de Mexicali en el
fraccionamiento ferrocarril, no recuerdo el nombre del jardín, pero jamás olvidare sus
instalaciones quisiera mencionar a mi maestra Julia una docente bastante paciente y dedicada,
participe en varios eventos fui integrante de una banda de guerra que formo el maestro de
artísticas para las fechas del 20 de noviembre, así como algunos bailables, un baile que me
gustó mucho fue el de los viejitos porque se representó con mucha originalidad entre niños y
niñas se formaron los grupos fue bastante divertido.
Siempre quise tocar un piano que se encontraba en una esquina y que mi profesora Julia
lo tocaba como dos veces por semana y dejaba participar a quienes mejor se portaban, para ser
sincero nunca me pude acercar al famoso piano, pero no es que fuera muy indisciplinado si no
que al igual me daba un poco de pena y yo contestaba que después lo tocaría, en el kínder me
divertí mucho, eso es lo que más me quedó grabado, aprendí hacer manualidades tuve un
compañero que era mi mejor amigo que se llamaba julio desgraciadamente tenía discapacidad y
en veces asistía con muletas y otras en silla de ruedas según como se sintiera, también fue
integrante de la banda de guerra así como su primo, aún conservo esos recuerdos en casa.
Cuando iba finalizar el ciclo escolar me decía la maestra Julia, Juan José, cuando entren a la
primaria va ser diferente así que deben de aprender a comportarse porque van a estar con niños
más grandes que ustedes, y para que tengan buena conducta deben iniciar desde este momento
era muy recta en la forma de hablar y ante todo el trato a nosotros pareciera que fuéramos sus
hijos una persona que me es difícil olvidar ya que dejo buenos recuerdos en mí.
123
Llega el momento tan esperado ingreso a la educación primaria, este se encontraba en
seguida del kínder y al igual tampoco puedo recordar el nombre de esta, el primer día fue de
presentaciones el maestro que, si recuerdo su nombre y que se llamaba Mario, era muy especial
en el trato asía nosotros, no distante, cuando le hacíamos una pregunta primero nos observaba
y respondía con muy calmadamente. Este siempre nos decía que estábamos muy bendecidos
porque en su pueblo no se contaba con las instalaciones como las que nosotros disponíamos
creo que era de Oaxaca, no lo hacía en forma de reclamo sino más bien para que lo
aprovecháramos de la mejor manera, la escuela era de dos plantas estaba muy bien, me gustaba
la manera en que nos instruía, en ese periodo ya aprendía a leer y escribir, ya que cuando llegaba
a mi casa mi mama me ponía hacer la tarea mejor dicho me revisaba mi cuaderno para ver cómo
iba no estaba tan mal el empezar a escribir y comprender las lecturas que el maestro dejaba para
que practicáramos poco a poco.
Cuando llegó el final del ciclo, mi madre tomó la decisión de ya no llevarme a esa escuela,
por que corría mucho peligro tenía que cruzar las vías del tren y eso me ponía en riesgo tanto a
mi como a ella, en una ocasión mi madre cayó por que el tren se movió cuando pasábamos por
debajo, no llego a mayores, pero ese fue el motivo principal de ya no ir a esa escuela, la verdad
estaba a gusto.
Paso a segundo grado de primaria, pero como mencioné anteriormente, fue en otra
escuela, en mi colonia así que el primer día me encontré con varios de mis amigos, mi maestra
tenía por nombre Guillermina una persona muy especial en mi vida además de ser mi madrina
de graduación, le estoy muy agradecido, el nombre de mi escuela era la Ing. Jorge López Collada,
ubicada en la colonia Nacozari en la ciudad de Mexicali, estuve en esa primaria hasta final, mi
segundo año muy dedicado yo por aprender todo lo que es me enseñaba, el ser atento a mi
instrucción ,me permito continuar con mi formación .
En el tercer año, continuó dándome clases la profesora Guillermina, aunque al decir la
verdad mi caligrafía no tuvo mucha mejora para cuando me encontraba cursando ese grado, pero
lo que sí puedo decir que en eso no mejore , pero en la lectura si se miraba una mejora durante
la clase, pero antes de que iniciaran las vacaciones de verano, tuve un accidente, me lesione un
brazo e inmediatamente la maestra me subió a su carro y me llevo al seguro pero antes paso por
mi mamá, se preocupó tanto que se le notaba su tristeza.
124
Algo que también recuerdo de este año era que la hija de la profesora la visitaba un poco
antes del recreo, su visita era mientras nos daba la clase le gustaba participar con algunas
dinámicas nos hacía cuestionarios ya fuera de español o ciencias naturales, se dedicaba a ayudar
a su mamá, ella cursaba la preparatoria ya la iba terminar y su objetivo nos contaba que también
quería ser maestra, en lo que respecta a esto tenía mucha vocación, era muy disciplinada, nos
aconsejaba que nunca dejáramos de estudiar.
Paso al cuarto grado de primaria, es aquí donde desgraciadamente inicia un infierno,
continuo casi con la mayoría de mis compañeros algunos por razones mayores ya no continuaron,
me gustaba asistir a la escuela fueron pocas las faltas que tuve en toda mi educación, en este
año me era muy difícil concentrarme porque el maestro que me tocó, era un profesor con muchos
conflictos emocionales no le gustaba enseñarnos si hacíamos algo mal se tomaba la libertad de
agredirnos físicamente.
En este trayecto educativo no lograba asimilar ciertas cosas, este maestro llego al grado
de tomarse las cosas tan personales, que fui el foco de su atención, pero no para enseñarme si
no para observar todos mis defectos y después restregármelos enfrente de todos, era bastante
tiempo si nos daba una hora de clase, se iba a la cooperativa se compraba unas galletas piruetas
y una soda y se ponía a leer el periódico pareciera que para eso le pagaban, era una persona tan
sinvergüenza que no me alcanzan las palabras para describir a este maestro.
Le gustaba tener sirvientes, el tiempo que daba la clase era muy exagerado para todo, no
contaba con la paciencia para trabajar con niños, al igual tenía muchos conflictos con sus demás
compañeros y eso fue manifestado cuando ingresamos al quinto grado por la maestra Sandra,
esta maestra hablaba y nos recomendaba que nosotros podíamos ser muy útiles en la vida, pero
que era decisión nuestra como queríamos vivir la vida, nos hablaba del amor que debíamos sentir
por nuestros padres y ante todo el respeto hacia ellos, nos contaba que su educación estuvo muy
bien cimentada ya que ella siempre conto con el apoyo de sus padres ella se refería a su padre
como su héroe.
Decía que en su casa se valoraba mucho que las personas tuvieran educación, pero hacia
un énfasis, que no por eso las personas no valieran, sino que no todas las personas no tenían
125
las mismas oportunidades de llevar una educación académica, la maestra se refería a que se
enorgullecía de que nosotros como sus alumnos debíamos de aprovechar su instrucción, algo
que tengo muy grabado que un día llegaron unas cajas al salón.
Las cajas contenían material didáctico, pero no eran los libros que comúnmente se nos
entregaban, sino que eran unos libros didácticos que se no entregaron a cada uno a mí y a mis
compañeros, exactamente no recuerdo el título de estos libros, pero la maestra se apoyó todo
ese año y parte del otro con ese material de trabajo y la verdad fue muy provechosa la enseñanza
que nos impartió la profesora Sandra.
La maestra Sandra era visitada por su esposo en horas de clase, era un señor muy
educado, creo que él era profesionista, por cierto, muy divertido llegaba y preguntaba quién era
el más inteligente del salón y varios levantábamos las manos, nadie se quería dejar, de pronto
nos preguntaba el tema de a clase, en lo personal me gustaba mucho las ciencias sociales y
naturales, regularmente parecía coincidencia que en el momento que la maestra estaba
enseñándonos esas materias llegaba, a veces le aplaudíamos, nos agradaba su visita.
Pase a sexto grado, y continúe con la misma maestra, ya en esta etapa nos hacía muchas
recomendaciones a lo que se venía venir en el futuro de cada uno de nosotros, las palabras
fueron muy claras, nos pidió que cuando termináramos la primaria no dejáramos la escuela que
era muy importante nuestra educación, que en el futuro vendrían cosas buenas para nosotros,
refriéndose a los fenómenos tecnológicos con los que ahora vivimos, en aquella etapa solo
disponían de equipo de cómputo las personas con una buena solvencia económica, ahora puedo
ver que en las escuelas de hoy ya no es un privilegio sino más bien una necesidad, en
comparación en mis años de formación.
Se aproximaba el final de mi educación primaria y era más dedicado el tema por parte de
la maestra, aconsejaba que la secundaria sería un poco más difícil que debíamos dedicar más
tiempo al estudio, que cambiaríamos totalmente, a lo mejor llegue considerar que exageraba,
pero era muy cierto lo que nos decía, nos explicó que serían diferentes maestros los que nos
impartirían las clases, que el horario matutino era mejor, pero en que en muchos de los casos era
difícil ,sobre todo para los que se dormían muy tarde, no se deben desvelar, procuren no faltar
la asistencia es muy importante.
126
Fue muy difícil al terminar la primaria ya muchos no nos miraríamos, yo estuve cinco años
casi con los mismos compañeros, el último día de clase sentí mucho sentimiento, pero a la vez
curiosidad por experimentar la educación secundaria, llego la graduación fue la última vez que
miraría algunos de mis compañeros, porque la mayoría vivían cerca de mi casa, fue el último día
con mis compañeros y que estaríamos todos juntos, fueron muy emotivas las palabras de la
maestra Sandra y conmovedoras, la maestra Guillermina fue nuestra madrina de graduación,
quien mejor que ella.
Una profesora muy íntegra y dedicada con sus alumnos, se preocupaba por el estado de
ánimo de cada uno de nosotros no le gustaba que estuviéramos tristes por nada, decía que eso
no dejaría que aprendiéramos con facilidad, en las palabras de despedida hizo una
recomendación a todos, pongan todos sus esfuerzos muchachos, logren sus objetivos no quiero
que acaben de malvivientes cada uno de ustedes tiene una virtud aprovéchenla son muy buenos
estudiantes, si me llegan a necesitar algún día no duden en acercarse a mí con toda confianza,
saben que cuentan conmigo no solo fui su maestra si no también su amiga, fue con esas palabras
con la que finalizo la graduación.
Cuando ingreso a primer año de secundaria, era verdad todo fue muy distinto de los
compañeros que estaban conmigo en primaria solo fueron dos que serían mis compañeros en
secundaria, llegaron las presentaciones el director nos dio la bienvenida, así como el subdirector
y los demás colaboradores, se nos explicó todo referente a los horarios a los libros el tipo de
uniforme con el que debimos asistir que por cierto era de color verde en el pantalón y la camisa
debía de ser blanca.
Llegaron los maestros, dándonos las indicaciones de cómo le gusta trabajar con sus
alumnos, que no debíamos retrasarnos en la asistencia quería puntualidad solamente cinco
minutos de tolerancia después de que empezara la clase, no todos los maestros pusieron esas
condiciones algunos eran un poco más accesibles, algo que me impresiono que nuestro profesor
de educación física se veía muy mayor, pero tenía una condición tremenda jugaba mucho vóley
ball, en realidad solo se podía jugar ese deporte por que las escuela era muy pequeña, esta era
la secundaría estatal núm. 23 de la colonia Nacozari.
127
Quiero mencionar algunos nombres de los profesores que aún recuerdo el primero que
me viene a la memoria, es el profesor Carlos, me daba matemáticas, la profesora Leonilda me
impartía la materia de español, el profesor Mercado una persona muy dedicada a su profesión
me impartía biología, la profesora y el cual le tengo mucho respeto tiene por nombre Dora, al
maestro Aron que me daba la materia de geografía, el profesor Jorge, artísticas y química, al de
física no logro recordarlo cada uno con una gran cualidad que logra definirlos como buenos o
regulares.
Las matemáticas para ser sincero nunca se me dieron, aunque ponía mucho esfuerzo,
pero no se me daba, pero la verdad nunca las reprobé mientras asistí a la escuela ponía mucha
atención para aprender pero no podía, de momento las entendía pero cuando pasaba al frente
se me olvidaba todo el procedimiento, quizá por distracción, pero aprendí lo fundamental y la
verdad que me ha servido por ello nunca intente tomar la carrera de ingeniería o arquitecto, la
materia que me llamaba mucho la atención era geografía, el maestro Aron era muy exigente con
las tareas que nos dejaba si decía el lunes tienen que entregarla ese día tenía que ser, tenía una
manera muy interesante de enseñar, no me gustaba dejar las tareas para después porque era
muy estricto.
Cuando llegaron las vacaciones largas, este profesor fue de los que nos dejó bastante
tarea, pidió que realizáramos cuestionarios dibujos en cartulinas, tuve que apoyarme en una
compañera que iba en segundo grado, siempre me ayudaba si se me dificultaba algo, era muy
inteligente me asombraba que tenía una facilidad de explicar, en civismo había muchas cosas
que no lograba aprenderlas, pero como mencioné anteriormente no reprobé, era muy interesante
la educación secundaria.
En esta etapa de mi vida, tuve muchos conflictos empecé a comportarme de una manera
muy rebelde, tanto en mi casa como con los maestros, me estaba convirtiendo en una persona
insoportable, basado en esto decido dejar la escuela por lo problemas en mi casa debido a mi
conducta, y decido viajar con mis abuelos a otro Estado, pero mi estancia allá no fue buena
tampoco y regreso a mi casa con mi madre, pero con la condición que debía de continuar con mi
educación, acepte porque si deseaba estudiar.
128
Inicio de nuevo el primer año, pero mi hermana ingreso junto conmigo, eso no me
preocupaba realmente quería estudiar me gustaba la escuela, pero mi conducta no permitía
continuar, se me condicionó tanto en mi casa como en la escuela, hubo algunas advertencias por
parte de los profesores a unos les agrado que haya decidido continuar con mis estudios, eso me
motivaba, empecé con muy buenas calificaciones, no reportes por parte de la dirección, todo
estaba muy bien.
Dejé de comportarme bien y empezaron los problemas con los profesores no estaban de
acuerdo que se solapara mi trato hacia ellos y la verdad no se merecían que yo fuera grosero con
ellos que lo único que intentaban era formar a un individuo para su futuro.
Mis compañeros me decían que me iban a expulsar, y yo no creí, así que se llegó el
momento y el subdirector cita a mi padre y le explica que ya no me podían tener en la escuela,
se tomó una decisión, ya no se me daría más la oportunidad al menos allí, mi padre muy pensativo
volteo a mirarme y me pregunto si eso era lo que yo quería y sí que iba yo hacer después de esto,
respondí un poco confundido por su pregunta que ya tenía edad para trabajar, eso fue todo ese
día recogí mis útiles escolares y nos marchamos, nunca más regresé a la escuela y a ninguna
otra.
Pasó mucho tiempo para que yo volviera a estudiar, un día mi papá me preguntó que si
quería estudiar para terminar mi secundaria y le conteste que yo no necesitaba estudiar porque,
yo tenía en ese entonces 22 años, le dije que era muy grande para ir a la escuela, pero
refiriéndose a una escuela abierta y mi decisión fue un no como respuesta, pero después de un
tiempo empecé a reflexionar me daba pena, mis amistades me preguntaran que grado de estudio
tenía, siempre respondí con la verdad, que solamente tenía primaria.
Unos amigos me dijeron termina la secundaria y si quieres de una vez la prepa, no estás
muy grande hay personas que tiene más edad que tú y siguen estudiando, en realidad tenían
mucha razón, pasaron algunos meses y me voy a Estados Unidos, mientras me encontraba allá
empiezo a estudiar la secundaria bajo un programa de la SEP, termino y empiezo con la
preparatoria de otro programa del colegio de bachilleres que se llama, Sistema Educativo Abierto
del Colegio de Bachilleres (SEACOBA).
129
Desde ese momento me di cuenta de las muchas cosas que había perdido en todo este
tiempo, fue decisión propia no querer continuar, terminé mi nivel de preparatoria tan solo en 11
meses, no fue un gran promedio ya que la verdad es un poco bajo, pero sabía que me sería
indispensable ese nivel educativo, tuve muchos desvelos por estudiar, ya iba a regresar a
México, debía terminar la prepa y como objetivo lo realicé, me dio mucha satisfacción el haber
terminado mi educación media, a mis padres les dio mucho más felicidad saber que mi madurez
me permitió tomar la decisión correcta.
Cuando regreso a Mexicali, hablo con mi madre y le platico que quiero continuar con mi
formación, pero que me daría el tiempo de dos años para seguir con la escuela, el orgullo lo
plasmaba en su cara y me hacía sentir feliz, mientras pasaba ese tiempo yo trabajaba en la
empresa la imperial, de hecho, una vez le comenté a mi supervisor que quería entrar a la
universidad y comentó que esa decisión era la mejor, que podía trabajar y estudiar que no había
ningún impedimento.
Al poco tiempo renuncio de la empresa, para ese entonces yo ya tengo 30 años, entonces
me pongo como límite, que empezando el año yo iría a informarme que requisitos se necesitaban
para entrar a la universidad, eso fue como en los meses de noviembre del 2009, para el 2010 yo
ya tendría que estar en la universidad llevando acabo mi plan de educación, pero por desgracia
fue en ese mes de noviembre cuando llego a este lugar, sentí que todo había terminado.
Echo todo a perder me dije, de nuevo la decepción a mis padres, porque quería que
estuvieran felices de su hijo y sobre todo realizarme plenamente, pero fallé en ese momento fue
mi pensamiento, de nuevo me juzgaba que había echado todo a perder yo no quería este ejemplo
para mi hija, como padre y como hijo puedo decir que no hay otra cosa más significativa en el
hombre que realizar todos sus sueños.
Llegó a la penitenciaria de Tijuana, me hago a la idea de que ya no habrá más
oportunidades para mí, cuando tengo más o menos como 2 años en reclusión, estaba realizando
mis ejercicios, cuando de pronto entra una persona y a cada estancia le pregunta qué grado de
estudio tenían las personas, cuando llega a la estancia donde yo me encontraba, pregunta quien
tiene la preparatoria terminada, yo y otra persona éramos los únicos con ese nivel de estudios, le
pregunto a la persona ¿de qué se trata? me dice que está por arrancar un proyecto por parte de
130
la universidad y que se están buscando personas que realmente quieran continuar con su
educación haciendo una carrera profesional, que va iniciar en el Ce.Re.So., del Hongo que se
encuentra en Tecate.
Al decir verdad de momento fui incrédulo, le comenté que si era verdad que me apuntara
que yo si quería estudiar, por lo que mi otro compañero contesto que no, porque no quería ser
trasladado para el hongo, pasan como 2 meses en eso entra el director y le solicito mi traslado
voluntario, me dice que sí que no me preocupe le digo el motivo y me dice que tome una decisión
bastante correcta, al poco tiempo llego al hongo y me empiezan a bajar para asistir al
propedéutico para iniciar la universidad, aunque fueron dos largos años, pero se cumplió, por lo
cual ahora nos encontramos estudiando la carrera de Ciencias de la Educación.
Siendo honesto conmigo mismo y con ustedes, fueron muchas cosas que me motivaron
a seguir mis estudios, en este lugar y por desgracia hay personas que no pudieron tener esta
oportunidad, así como la que tuve yo y mis compañeros, tengo mucho que agradecer en esta
vida, y una de ellas es que se me dio la oportunidad de hacer esta carrera que en lo personal me
está dando muchas satisfacciones como alumno y como persona.
Quiero agradecer de todo corazón a la máxima casa de estudios a la UABC, que me
permitió ser parte de ella y que con el esfuerzo y todas las herramientas que me ha facilitado
culminare todas mis metas, en lo que respecta a mi convicción de estudiante me siento muy
orgulloso de poder definirme como un cimarrón, que se empeña por llegar a la realización plena.
131
José Luis. Y así fue que comenzó este viaje que durará cuatro años.
Nunca es tarde para estudiar; no importa la situación en la que se esté; si existe el deseo,
cualquier cosa se puede lograr.
Al cursar el kínder
Todo niño, al cumplir cierta edad, es inscrito en el kínder por sus padres; y yo no fui la
excepción. En ese lugar, tuve la oportunidad de aprender a relacionarme con otros de mi
misma edad, a interactuar con mis compañeros; también, empecé a desarrollar mi creatividad
utilizando papel, goma, plastilinas, etc. Construí avioncitos, casitas e infinidad de cosas. De
vez en cuando asombraba a mis padres con los dibujos que les regalaba, muy orgulloso por
haberlos hecho yo mismo. En esa etapa de mi vida fue donde yo empecé a hacer uso de
razón, según recuerdo.
Por la primaria
Luego vino la primaria, viaje que duraría seis años. Aunque, desde mi etapa en el kínder,
yo ya había aprendido a comunicarme con compañeros de mi misma edad, aquí en esta
etapa, tuve que aprender a convivir entre alumnos que eran más grandes que yo, y que, por
lo tanto, pensaban diferente.
El maestro empezó a enseñarnos a hacer bolitas con el lápiz, según esto, para ir soltando
la mano y aprender a escribir. Además, aquí fue donde tuve contacto con las primeras letras
del alfabeto: las vocales.
En cada uno de los grados de la primaria aprendí cosas nuevas, todas igual de
interesantes: desde la Historia, con los dinosaurios, los primeros hombres, las revoluciones;
hasta la Geografía, con sus ríos, mares y planetas; desde el sujeto y predicado del español
(bueno sólo aprendí que existían estos conceptos porque no los entendí sino hasta que estuve
en preparatoria), hasta las Matemáticas, con sus sumas, restas, divisiones y multiplicaciones,
ha, y los quebrados (y no me refiero sólo a los que involucran a los números, sino los de
cabeza, para tratar de entender esta disciplina).
132
Una experiencia que recuerdo de la primera vez que estuve inscrito en tercero de primaria
fue que la maestra nos pidió que nos aprendiéramos las tablas de multiplicar. No era bueno
para memorizar por eso se me dificultó. El resultado fue que me regresaron a segundo, todo
por no saber la tabla del tres. Y esto, a su vez, hizo que un hermano mío me sentara en la
mesa y se dispusiera a hacer que me aprendiera las susodichas tablas de multiplicar. Sin
embargo, a pesar de sus esfuerzos, y de las lágrimas que me hizo derramar (por la
frustración), no logré aprendérmelas. A partir de ese momento, las matemáticas serían para
mí como el monstruo que habita debajo de la cama, el cucui.
Al terminar el sexto grado, se deja atrás la primaria, y con ella, un poco de nuestra
inocencia, ya que la niñez va llegando a su fin para dejarle paso a otra etapa de la vida de un
hombre: la adolescencia – junto con todo lo que ella implica. Etapa que, por cierto, no es nada
fácil.
Por la secundaria
En cuanto a la secundaria, opino que es una de las mejores etapas en la vida de un ser
humano (creo que más de uno compartirá mi opinión), tanto por lo que se aprende, como por
lo que se vive en ella. Y no es que en el kínder o en la primaria no se hayan aprendido ni
vivido cosas; cada etapa tiene lo suyo, pero en la secundaria ya se está más consciente de
las cosas que pasan alrededor, y, por tanto, se miran un poco diferente que en las etapas
anteriores. Juegos que en la primaria parecían fascinantes, ahora son aburridos.
Aunque ya las horas de clases no son cuatro, como en la primaria, sino siete y media, se
acostumbra uno a pasar buena parte del día en la escuela (por eso se dice que la escuela es
un segundo hogar); sin embargo, para ser sincero la última hora ponía más atención al sonido
del timbre que marcaba el fin del día escolar qué al profesor que se deshacía impartiendo su
clase.
Además, la cantidad de materias también se incrementa en dicho nivel, todas con el único
fin de instruir al estudiante. Algunas pueden gustar más que otras; otras pueden no gustar
nada, pero de cualquier forma se debe hacer el esfuerzo de aplicarse a ellas para no reprobar.
Las matemáticas siguen siendo un dolor de cabeza para mí. En verdad, no podía entender
para que sirven las ´´x´´ y las ´´y´´; nunca pude entenderlo por más que me esforcé. Ni
133
tampoco entendía por qué unas veces esas literales tenían un valor, y otras veces, tenían
otro; además, los exponentes no servían para nada, pensaba yo, pues cuando iba a la
tortillería no le decía a la dependienta que me diera un kilo de tortillas al cuadrado.
A partir de un concurso de ciencias que hicieron en la escuela cuando yo estaba en primer
año, y en el que participé, comencé a sentir atracción por la Química. En los siguientes
concursos que se organizaron en la escuela también competí, y en todos siempre quedé entre
los primeros lugares. De hecho, me tocó ir a participar a un concurso de ciencias que se llevó
a cabo en Mexicali, aunque en esa ocasión no quedé en ningún lugar significativo, pero
disfruté la experiencia.
Con respecto a los deportes, siguieron llamando mi atención en la secundaria. Para mí, el
basquetbol fue el que me interesó desde que estaba en la primaria, pues alguien me había
dicho que, si practicaba ese deporte, podría crecer (en estatura), y me lo creí. De vez en
cuando se organizaban torneos contra otras escuelas. Se competía con el fin de ganar y dejar
en alto el nombre de la escuela a la que se pertenece (bueno, esa puede ser la meta, aunque
la verdad es que no siempre se logra avanzar ni a la segunda ronda).
Sin embargo, en esta etapa se es más vulnerable a ser influenciado tanto por buenas,
como por malas conductas. Debido a la adolescencia, se despierta la inquietud por
experimentar. Aparece el cigarro, la cerveza, el sexo, en ocasiones las drogas, las pintas de
clase, etc. Unos caen en unas tentaciones y otros en otras, con el fin de ser popular, de
obedecer al instinto de rebeldía que implica la adolescencia, o por buscar una válvula de
escape a la presión que se pudiera estar teniendo en el hogar. Otros se mantienen al margen,
es decir, sólo son espectadores de lo que se está viviendo.
Por desgracia, en esta etapa difícil es en la que muchos estudiantes se separan del
estudio. Algunos terminan el último grado y asisten a su graduación, pero otros se quedan en
el camino: ya sea por la falta de recursos o por que las malas influencias pudieron más que
las buenas, o, como en el caso de algunas mujeres, cayeron víctimas de ese ´´experimentar´´
y se convirtieron en madres; niñas que de pronto tenían que cuidar de otras (os) niñas (os).
134
De aquellos que lograron obtener su certificado, algunos no podrán continuar sus estudios
por falta de recursos. Habrá quienes brinquen a la siguiente etapa y se inscriban a la
preparatoria. Asimismo, habrá quienes se den unas vacaciones, un tiempo para descansar
del estudio con el fin de retomarlo más adelante, con más ganas. Sin embargo, aunque
algunos sí se reintegraran al estudio después de ese descanso, algunos otros ya no lo harán.
En mi caso fui uno de los que decidieron tomarse un descanso, el cual duro dos años.
Un descanso por favor
Tomarse un descanso antes de continuar los estudios puede ser una oportunidad para
pensar y decidir qué es lo que se quiere ser en la vida. Es una oportunidad de vivir el mundo
real y de darse cuenta de muchas cosas.
Cuando terminé la secundaria, tenía quince años. A esa edad no se puede conseguir un
trabajo a menos que se saque un permiso especial; así que le pedí a mi mamá que me llevara
a tramitarlo.
El primer empleo que tuve, y en el que duré aproximadamente un año, fue en donde
trabajaba mi mamá. Era una empresa en donde se manufacturaban productos para uso en
hospitales. Mi función era operar una máquina de las muchas que había.
Miraba a los ingenieros, mecánicos, y al personal de oficina, y me preguntaba si acaso
sería muy difícil aprender lo que ellos sabían para poder tener un trabajo como el de algunos
de ellos. Además, consideraba al encargado general de la empresa como una persona con
mucha inteligencia, pues se requiere de mucho cerebro para poder manejar una fábrica tan
grande.
Pese a no tener más de 16 años, ya sabía la diferencia que había entre el sueldo de un
operador de máquinas (y en general el de una persona que no está preparada) y el que tenían
aquellas personas estudiadas y con alguna profesión. Sentí, hasta cierto punto, un poco de
pesar por no haber continuado los estudios (pero de eso se trata el tomar un descanso de los
estudios: mirar el mundo real y reflexionar).
135
El segundo trabajo que tuve al terminar la secundaria fue en una bodega de cartón. En él
mi función era mantener el área limpia, pero por el deseo de ser útil, también hacía la parte
de montacarguista (manejaba un montacargas), con la ilusión de que algún día podría sacar
la licencia y podría ganar más dinero.
Del mismo modo que sentí admiración por aquellos profesionistas que conocí en el trabajo
anterior, la sentí por los que aquí trabajaban. Me parecía interesante ver cómo esas personas
del equipo de ventas hacían su trabajo sólo tecleando en la computadora y hablando por
teléfono con los clientes –eran los beneficios de haber estudiado. Igual que en el empleo
anterior, terminé aburriéndome del trabajo y decidí renunciar. Después de estar casi dos años
alejado de las aulas, se me presentó la oportunidad de retomar el estudio e inscribirme a la
preparatoria.
Regreso a la escuela (debut y despedida)
Un día mi mamá me preguntó que si no estaba interesado en seguir estudiando; le dije
que sí me gustaría pero que ya no podía porque para ese entonces mi novia ya estaba
embarazada y tendría que trabajar para sacarla adelante. Ese no fue un motivo para que mi
madre abandonara su propósito de ayudarme; me propuso que estudiara y que ella se haría
cargo de todo. Desde luego que acepté.
Durante un par de semanas todo estuvo bien, pero luego empezaron las ausencias a clase
y así como se me presentó la oportunidad de estudiar, la desaproveché. Dejé pasar la
oportunidad que se me había puesto en “charola de plata”, aun cuando sabía que difícilmente
se me volvería a presentar una oportunidad así. Siempre lamenté haberlo hecho. Cuando
miraba a algunos amigos que seguían con sus estudios, me abrazaba un sentimiento de
fracaso. Lo mismo ocurría cuando pasaba frente a una preparatoria.
Caer a prisión, una nueva oportunidad
Cuando llegué al CE.RE.SO., donde estoy recluido, me enteré de que aquí en este lugar
se ofrecía la oportunidad de estudiar a todo el que estuviera interesado en hacerlo. Había
primaria, secundaria y preparatoria; no sólo eso, sino que pronto se presentaría, por primera
vez en la historia de un CE.RE.SO., del país (o por lo menos del Estado), la oportunidad de
136
cursar una carrera universitaria (evento que haría historia y cuya noticia recorrería todo el
país).
No lo pensé dos veces y me inscribí en la preparatoria abierta. Me presenté al área escolar
y se me informó cómo era la dinámica en ese tipo de programa; tendría que lograr la
acreditación de 33 materias para obtener el certificado. Pero, para mi sorpresa, al mirar el
programa de estudio, mire que entre las materias que tendría que acreditar había 4 cursos
obligatorios de, las para mi tan temidas, matemáticas.
Cuando le comenté a mi familia que me había dado de alta en la escuela, les pareció
buena idea; me dijeron que podía contar con su apoyo si llegaba a necesitar algo. Siempre
mostraron interés en lo referente a mi estudio; aun en este lugar no dejaron de creer en mí,
Dios bendiga a la familia.
De entrada, tuve que acostumbrarme a leer y escribir mucho. Aunque había unas
personas que brindaban asesorías sobre algunas asignaturas, yo llegaba a mi estancia y
seguía estudiando por mi cuenta. No es que fuera un matado o que me hubiera convertido en
un nerdo de la noche a la mañana, pero nadie sabe lo que tiene hasta que ya no lo tiene, y
en mi caso ya había tenido dos veces la oportunidad de estudiar la prepa y las había perdido
(o mejor dicho, desperdiciado), no pensaba dejar que ocurriera una tercera ocasión; además,
para ser sincero, el miedo a reprobar era lo que motivaba mi “exceso de estudio”, lo llamaban
algunos compañeros, tal vez lo hacían porque cuando no me tocaba asistir a la escuela me
despertaba a las siete de la mañana para comenzar mi estudio autodidacta, el cual suspendía
sólo para comer, y terminaba hasta la noche. Esto es real, no estoy exagerando; era sólo que
mientras más leía, más aprendía cosas que antes ni me imaginaba; también más interesado
me sentía en seguir adelante en mi proyecto.
Tocó el turno de enfrentarme a la materia que para mí siempre representó un dolor de
cabeza: las matemáticas. En el primer curso de esta materia que tomé, hubo momentos en
los que sentí que no iba a poder, pero ya me había fijado una meta: acreditar las 33 materias
incluyendo las matemáticas, y no sólo las cuatro obligatorias, sino también las dos más que
se requerían para conseguir el certificado de la especialidad que me había llamado la atención
desde un principio: Ciencias Físico Matemáticas. Era un reto. Mi reto.
137
Hay que añadir, que para cuando terminé el segundo curso de matemáticas, ya me había
enamorado de la materia; incluso, era capaz de ayudar a las personas que tenían problemas
con ella. De hecho, en una ocasión un compañero de la estancia en la que vivía me pidió que
le enseñara álgebra, pues estaba en ceros respecto a ese tema. Hizo que recordara que
alguna vez, no hacía mucho, yo me encontraba en esa misma situación. Así que decidí
ayudarlo; sobre todo porque vi en él que realmente tenía el deseo de aprender.
Al igual que a mí, le resultó difícil al principio. Pero su constancia y dedicación le hicieron
que les perdiera el miedo a los números y a que jugara con ellos. Desde el primer momento
le expresé que no se quedara con dudas; si había algo que no entendiera que me lo hiciera
saber para buscar otras maneras de explicárselo. Incluso hubo veces en que lo miraba que
se quedaba pensativo al explicarle algo; intuía (por experiencia propia) que le daba pena
preguntarme. Sin embargo, a medida que le demostré que realmente me gustaba ayudarlo,
se dio cuenta que podía preguntarme con confianza sin importar lo tonta que le pareciera su
duda. Alguien comentó en una ocasión que no “hay preguntas tontas, son tontos los que no
preguntan”. Aún recuerdo cómo se le iluminaba el rostro cuando comenzó a resolver
problemas algebraicos por él mismo, su cara de satisfacción.
En cuanto a mí, hubo ciertas materias que llegaron a causarme frustración al cursar la
preparatoria: Lectura y Textos Literarios. No es que sean materias difíciles de entender o
tediosas. Las explicaciones están claras; pero la dificultad se presenta al momento de
presentar el examen, más específicamente, en los análisis literarios. Se puede haber llegado
lo más preparado posible con el propósito de sacar un 10, pero al momento de comenzar a
leer el examen, empiezas a sentir como te desarmas a cada pregunta que lees.
De hecho, cuando me tocó el turno de presentar el examen de Metodología de la Lectura,
les puedo decir que me sentía capacitado para obtener un diez, pero, para cuando terminé la
presentación, me conformaba con sacar, ya por lo menos, un seis, que es la mínima
calificación aprobatoria. Ahora sí que como se dice: ya no quería el queso, sino salir de la
ratonera. Lo frustrante de los exámenes de esas materias que involucran análisis literarios es
el hecho de que cuando, al leer el texto que se te indica, y se te pregunta sobre la actitud que
toma cierto personaje presente en el texto respecto a cierta situación, el punto de vista del
138
que analiza el texto (en este caso yo, presentador del examen) puede diferir del que programó
la computadora que habrá de calificar dicho examen. Así, si un personaje actúa, según mi
apreciación, de manera valiente, puede que la respuesta programada como correcta sea que
adoptó una actitud pendenciera.
De ese modo transcurría el tiempo. Las personas que habían calificado para pertenecer a
la primera generación de universitarios en el CE.RE.SO, habían iniciado poco antes de que
yo ingresara a la preparatoria. Llegué a fantasear con la idea de que, tal vez en algún futuro,
yo podría estar también estudiando la universidad. Un anhelo empezó a germinar en mí
cabeza, pero primero lo primero.
Debido a una enfermedad, tuve que abandonar la escuela por un tiempo, durante el cual,
se llevó a cabo el evento cuya noticia abarcaría el escenario global: la graduación de la
primera generación de universitarios del CE.RE.SO., el Hongo. Sentí alegría por los
graduados; Pero también la expectación de algún día poder acudir a mi propia graduación de
universidad.
¿Por qué tardé en terminar la preparatoria?
Como mi propósito en la escuela era aprender, me tomaba mi tiempo con cada libro que
agarraba; esa fue la razón de que haya tardado tanto en terminar la preparatoria.
Los rumores
Todavía me faltaban algunas materias para terminar la preparatoria, cuando se
empezaron a escuchar rumores de que muy probablemente habría otra generación de
universitarios. Muchas personas tenían la intención de pertenecer ella; algunos tenían años
esperando la oportunidad; yo no me la podía perder, pero tenía que apresurarme a terminar
la prepa si no quería quedarme fuera.
Carrera contra el tiempo
Los rumores de que habría otra generación de universitarios resultaron ser ciertos. Yo
presentaba examen cada que tenía la oportunidad, pero desafortunadamente reprobé dos de
ellos y eso me hizo acreedor a un castigo por parte de la coordinación de preparatoria; este
castigo duraría tres meses y consistía en la suspensión de mi derecho a presentar exámenes.
139
Y con ello a mi posibilidad de terminar la preparatoria lo antes posible y de obtener el
certificado.
Después de cumplir mi castigo, me presenté ante la persona encargada de la dirección
escolar, para preguntarle si acaso me podría tomar en cuenta como candidato para la
universidad; me dijo que si terminaba las materias que me faltaban y reunía mis documentos
antes de que iniciara la carrera, sería incluido en el grupo.
Y así fue; terminé las materias que me faltaban y fui a mi graduación, donde, por cierto,
me entregaron un reconocimiento por haber obtenido el promedio general más alto. Ese
reconocimiento me llenó de satisfacción, pues fue el resultado del tiempo que le dediqué a
cada materia. Con él, se cumplía uno de los objetivos que me había fijado al entrar a
preparatoria; pero todavía me faltaba uno por alcanzar: entrar a la universidad.
En una ocasión se me pidió que me presentara en la escuela. Al llegar, me di cuenta de
que estaban reunidos todos los aspirantes a la universidad; a partir de ese día me convertí en
un nuevo prospecto.
Comienza el curso propedéutico
La finalidad de un curso propedéutico es ayudar a los aspirantes a que se preparen para
el examen de admisión. En él, se brida asesoría sobre las diferentes materias que pueden
componer dicho examen.
El examen
Se llegó la fecha del examen, la hora de la verdad. Pero el examen esperado, no fue tal,
sino que personal docente de la Universidad Autónoma de Baja California se presentó en el
CE.RE.SO., el Hongo para realizar una serie de entrevistas a los aspirantes a la universidad,
con el fin de determinar quiénes contaban con las aptitudes necesarias para ingresar a la
Facultad de Ciencias Humanas y llevar la carrera de Ciencias de la Educación.
Los resultados
Pasaron los días y la inquietud de todos los que habían sido entrevistados por conocer los
resultados de la entrevista fue creciendo. Empezaron a correr rumores de que no todos habían
140
salido favorables. Quiénes quedaban fuera del grupo, era la pregunta que todos nos
hacíamos.
Empezó a declinar el ánimo en algunos por falta de noticias. Llegamos a pensar que tal
vez ninguno de los entrevistados había mostrado las aptitudes que la universidad estaba
buscando. Pero la espera terminó finalmente. El 26 de octubre, nos informó que todos los
entrevistados habían sido aceptados en la facultad. A partir de ese momento, ya no éramos
unos prospectos a cursar el nivel superior, sino que pasábamos a formar parte de la máxima
casa de estudios del estado: la UABC.
Y así fue que comenzó este viaje que durará cuatro años.
Como alumno universitario
Ahora que me encuentro en el proceso de formación en educación superior ha cambiado
en gran medida la manera en la que aprendo. En las etapas anteriores (primaria, secundaria
y preparatoria) podría decirse que lo fuerte era la memorización de información; no digo que
lo que aprendía no lo contextualizaba al mundo real; entendí el porqué de los arcoíris, la ley
de la conservación del movimiento, y cosas por estilo, en pocas palabras, aprendí a entender
un poco el mundo físico.
Sin embargo, por suerte actualmente se le da gran importancia a la construcción del
conocimiento por parte del alumno. Por este motivo es que digo que cambió mi manera de
aprender, pues ya no se trata de memorizar información, sino de utilizar esa información para
convertirla en conocimientos significativos.
El hecho de realizar la clase de trabajos que se me piden (mapas mentales, mapas
conceptuales, ensayos, reportes de lectura, etc.) me está ayudando a desarrollar mi
capacidad de creatividad y de reflexión; sobre todo, siento que me estoy volviendo una
persona de mentalidad más crítica (sobre todo gracias a los sombreros y zapatos de Edward
de Bono). Y creo que eso me ha de ayudar, de alguna manera, a enfrentarme al mundo
cuando retome mi libertad. Pues mi sentido crítico me ha de ayudar a que discrimine las cosas
malas, la clase de pensamientos erróneos que fueron los que me trajeron a este lugar.
141
Además, miro desde otra perspectiva la realidad. He aprendido, y me ha caído el veinte,
de que yo como persona no debo de pensarme como un ser individual, sino como parte de
un todo llamado sociedad; y que por ese motivo debo contribuir con mis pensamientos y
conducta positiva al desarrollado de la misma; que como ser humano social tengo una
responsabilidad para con los demás miembros de la sociedad, y que el respeto es uno de los
elementos implícitos en ella.
Puedo decir que poco a poco he ido abriendo los ojos hacia otras formas de ver el mundo.
En estos momentos me encuentro cursando el cuarto semestre y de todas las asignaturas
que me ha tocado llevar he aprendido cosas significativas. Antes no sabía nada de Piaget, de
María Montessori, de Vygotsky, ni de muchas otras personas que han contribuido con sus
estudios y dedicación a que las generaciones posteriores tengan una mejor comprensión de
los fenómenos y procesos en los que se ve involucrado el ser humano.
Para concluir, hoy puedo expresar la satisfacción que siento cada que fantaseo en el día
que deje de ser un privado de la libertad; porque sé que con lo que he aprendido durante los
años que llevo estudiando me espera un futuro mejor. Si bien en el tiempo que ha durado mi
reclusión he pasado por muchas experiencias no tan agradables y otras nada agradables (en
las que no quisiera entrar en detalle), también tengo la plena convicción de que mi tiempo en
prisión no ha sido un tiempo desperdiciado pues lo he aprovechado de la mejor manera
posible: estudiando.
Sé que algún día obtendré la recompensa; aunque, de hecho, ya ha ocurrido, pues el
conocimiento es en sí mismo un estímulo.
Así pues, considero que es muy importante que se brinde educación en los ceresos; ya
que se nos da la oportunidad a las personas que estamos privadas de nuestra libertad, por
haber cometido un error, de crecer como personas, y, por consiguiente, podamos cambiar
nuestro modo de pensar; ya que muchas veces la ignorancia es la culpable de que el hombre
cometa errores. A ella es la que se tiene que combatir, y el único medio efectivo es la
educación. Por este motivo he llegado a la comprensión de que realmente:
¡La educación nos libera!
142
Francisco. No tengo muchas anécdotas porque siempre he sido autodidacta…
Mi nombre es Francisco y actualmente estoy estudiando en la Universidad Autónoma de
Baja California (UABC). Claro, pero antes me imagino que desean saber cómo fue que llegué a
estas alturas académicas. Bueno, antes les quiero dejar claro algo: la escuela no ha sido muy de
mi agrado que digamos, la teoría para mí no es de lo que más me guste, me gusta más bien la
práctica de las cosas. El ponerme a hacer las cosas (dejando de lado la teoría) me da más
satisfacciones que el estar dándole a los libros y más si esa labor me llena (como dicen) el alma.
Pero, no estamos aquí para decir lo que me gusta o el trabajo que me gusta, no, estoy
aquí para relatarles mi andar académico por la vida. Mas por los motivos anteriormente
expuestos, les diré que es corto lo que les voy a contar.
A la edad de 5 años mi Sra. Madre me llevó de la mano a la escuela primaria (el nombre
no lo recuerdo) en donde pasaría mi primer día de clases (no duré muchas horas en el salón ya
que, al sentirme solo, me entró la nostalgia y vagamente recuerdo que me solté llorando y la
maestra tuvo que mandarle hablar a mi madre y ella fue por mí y me llevaron de regreso al hogar.
Lo más seguro (que por supuesto no lo recuerdo) es que ya estando en casa me terapiaron (o
sea que me dieron una sesión de terapia casera) y ya con esa terapia, acudí de nuevo a la escuela
y concluí mi primer año con entusiasmo y buenas calificaciones (bueno, eso digo yo, ya que como
les recuerdo, no me acuerdo, pero, hay que echarse porras uno solo).
Mi segundo año de educación básica (tampoco recuerdo el nombre) pasó igual que el
anterior, no me acuerdo de nada. Excepto que recuerdo haber participado en un baile folclórico
y el día de la participación, hubo una trifulca y salí descalabrado. Y ahí me tienen con la
vestimenta (que para a cavarla de amolar, era completamente blanca) manchada de color rojo
escarlata. En fin, esto es lo que recuerdo de segundo año.
Tercer año, cuarto y quinto de primaria, en la Gral. Manuel Ávila Camacho en la ciudad
de Tijuana, B.C, todo fue sobre ruedas en lo que a estudiar se refiere. Solamente que aquí era
un poco diferente, el motivo era que, empecé a ser un poco más independiente en todos los
aspectos y eso me llevo a tener buenas notas, aunque las buenas notas no significaban que era
un buen estudiante, lo que pasa es que se me facilita el aprender las cosas de memoria y eso
143
era lo único que se pedía en aquel tiempo en las clases, que repitieras como loro lo que el profesor
te dictaba o enseñaba y a la hora de hacer los exámenes pues ya traía yo todo memorizado y
eso me ayudo a aprobarlos y a pasar de año.
Llegó sexto año y ahí hice lo mismo, memorizar y pasar exámenes y obtuve mi certificado
de primaria y de ahí a la secundaria.
El primer año fui a un colegio particular “Aquiles Serdán”, pero aquí no me fue tan bien,
ya que, la persona que me patrocinó la colegiatura, cometió el error de regalarme un Nintendo, y
eso provocó, que mis calificaciones y métodos de aprendizaje disminuyeran drásticamente y el
promedio que obtuve fue desastroso, puros seises y un solo 10 y eso porque en la boleta de
calificaciones venía la materia de Educación Física, pero, esa nunca nos la dieron por falta de
espacio, el motivo, la escuela estaba ubicada en un segundo piso y no existía patio, cancha o lo
que fuere para la práctica de alguna actividad deportiva.
Hasta ahí con la enseñanza básica. Ahora les relataré como fue que obtuve mi certificado
de Preparatoria. A la edad de 33 años por azares del destino conocí a la Sra. María, omitiré más
datos para no perjudicar ni perjudicarme (que en paz descanse) y ella me motivó a dar un paso
más adelante en mi educación, y casi me obligó a ir a un curso de preparación para presentar el
examen CENEVAL y así poder tener ese grado escolar. Ella pagó todos los gastos por medio de
una fundación altruista que otorga becas a los que desean hacer algo positivo con su vida (bueno
más bien el esposo de ella es quien otorga estas becas) y es así que durante tres meses me
presenté todos los días de 5 de la tarde a 8 de la noche a esas clases particulares donde me
pusieron al día y presente el examen y ¿Qué creen? lo pasé y hoy estoy estudiando la
universidad. Recuerden que les dije que tenga una memoria excelente y una disposición al
aprendizaje por medio de la práctica que me ha ayudado a salir adelante en esos tiempos difíciles.
Memorizar, recordarlo a la hora adecuada y vámonos a aprobar los exámenes.
Es así que hoy me encuentro estudiando, (recuerden no me gusta la teoría) y
prácticamente estoy aprendiendo más que cuando estudié de otra manera, la tradicional, ya que
aquí pongo en práctica lo que aprendo cuando hay alguien que no entendió el tema a estudiar y
yo estoy dispuesto a darle la mano con lo poco que comprendí y así, vamos avanzando,
apoyándonos unos con otros y otros con uno.
144
Fin de mi relato, no tengo muchas anécdotas porque siempre he sido autodidacta y no me
gusta que me estén presionando con lo que tengo que hacer. Saludos a mi Sra. Madre M a del
Carmen y a todas mis hermanas y familiares, hijas etc.
145
Raúl. Me enseñé a leer y a escribir correctamente, a hacer cuentas, a dibujar y a
hacer trabajos de plastilina…
Mi nombre es Raúl, nací en junio de 1962 en Tijuana, Baja California, por lo que mi
educación fue un poco difícil, ya que fui muy hiperactivo y tuve muchos problemas con los
maestros que me tocaron desde la preescolar.
Primero, quiero comentar que fui a escuelas públicas y privadas, en las públicas me
expulsaron varias veces, cuando tenía edad de preescolar (3 o 4 años) fui a una escuela privada
que se llamaba Escuela Preescolar Laura Aguirre, esta escuela está o estaba en una Colonia que
se llama La Mesa, en la Avenida Bavurias, está cerca del Hipódromo de Agua Caliente. En esta
escuela nunca me enseñaron nada, ya que nomás iba a jugar con mis soldaditos que me traía mi
mamá de Estados Unidos y la sirvienta fue la que me enseñó a leer y a escribir, ya que mis padres
(mamá y papá) trabajaban en Estados Unidos, eran ciudadanos estadounidenses naturalizados
(digo eran porque ambos ya murieron mientras yo estuve en prisión y no los volví a ver) me duele
mucho, pero así fue mi vida, bueno volvamos a la educación que recibí.
En la prescolar, tuve una maestra que siempre me quiso ayudar, pero yo a esa edad, no
lo entendí, hasta ahora lo entiendo, ya que esta maestra me trataba de enseñar todos los días
como leer y escribir, por lo que nunca le hice caso, y mis hermanas si se enseñaron y pronto las
cambiaron a la primaria, mientras yo me quedaba en la preescolar.
Por lo que yo continúe en preescolar varios años hasta que se me llego la edad de 6 años
para ir a la primaria, a esta edad ingrese a la Escuela Primaria 20 de noviembre (turno matutino),
ubicada en la misma Colonia La Mesa, en esta escuela, tuve más problemas, ya que lo único que
dividía la escuela de mi casa, era un cerco de malla ciclónica (que estaba roto y por ahí cruzaba),
por lo que siempre me iba a mi casa, para ver la televisión. La sirvienta (porque siempre tuvimos
una persona que nos cuidaba, mientras mis padres trabajan), me mandaba de regreso a la
escuela, pero yo no le hacía caso, por lo que empecé con bajas calificaciones en matemáticas,
lectura y escritura.
Cuando cumplí los primeros tres años de escolaridad primaria, me enseñé a leer y a
escribir, con la ayuda de la sirvienta y con lo que me enseñaron en la escuela, porque, después
146
de varios años me dio vergüenza que otros niños y niñas si sabían y yo no, y puse empeño por
aprender.
Pero una vez, que fui a visitar a mi hermana Maricela (la mayor) a su salón, y vi que el
maestro le estaba pegando con una regla, me metí al salón y le dije que no le anduviera pegando,
que era mi hermana (porque antes -años sesentas o setentas- los maestros podían pegarle a los
alumnos) y que no la golpeara, por lo que me corrió del salón y me salí corriendo, pero no para
esconderme, sino que en ese tiempo se estaban construyendo varias aulas nuevas en la escuela,
y fui y agarre un pedazo de ladrillo y me regrese al salón y se lo avente al profesor, le pegue en
el estómago, por lo que me expulsaron de la escuela y le avisaron a mis padres cuando llegaron
de trabajar.
Por lo que yo les expliqué a mis padres el incidente y ellos fueron a la escuela con el
director y le expusieron el caso, por lo que mis padres le dijeron al director que no querían que le
anduvieran pegando a mis hermanas o de otra forma iban ellos a arreglar el asunto
personalmente.
Una vez sin escuela, me inscribieron en un instituto privado, llamado Instituto México,
ubicado en la Colonia Las Palmas, cruzando el Boulevard Gustavo Díaz Ordaz, enfrente de la
colonia donde vivíamos. Ya inscrito en el instituto, como a la semana, me fui al área de la alberca
(porque el instituto tenia alberca) y me caí en la alberca, en lo hondo, y el maestro de natación,
que andaba cerca del área me saco de los cabellos y me pudo rescatar sano.
Por lo que como no estaba en el aula y andaba vagabundeando fuera del salón de clase,
me clasificaron como alumno problemático y me dieron de baja (otra vez), pero ni modo, les
hablaron a mis padres y me corrieron de la escuela.
Sin embargo, mis padres creían en mí y me querían dar estudio, por lo que me inscribieron
en otra escuela privada (de paga), llamada Escuela Primaria Alba Roja, esta escuela está todavía
ubicada en la Calle Cuarta y Francisco I. Madero, que está ubicada en el centro de Tijuana, por
lo que me pase el cuarto año de mi escolaridad primaria en dicha escuela, pero un día, me
sorprendieron colgando de la asta bandera, por lo que me expulsaron sin miramientos, les
avisaron a mis padres, que no podían hacerse responsables de mi seguridad en la escuela y por
147
ese motivo no podía permanecer en esa institución escolar, por lo que de nuevo me quede sin
estudiar, hasta que mis padres fueron a hablar con el director de la Escuela Primaria Revolución
1910, que es la misma que la 20 de noviembre, pero en el turno vespertino, y dicho director les
dijo a mis padres que me iba a tener bien supervisado, (y si lo hizo), ya que regularmente hablaba
conmigo acerca de mi “futuro”, por lo que le empecé a hacer caso y finalmente terminé mi escuela
primaria.
Me enseñé a leer y a escribir correctamente, a hacer cuentas, a dibujar y a hacer trabajos
de plastilina, por lo que mis padres “estaban orgullosos de su hijo”, sin embargo, no sabían lo que
les esperaba, ya que nos cambiamos de casa, por lo que mis padres tenían varias casas en
Tijuana, y nos cambiamos a la Colonia Libertad Parte Baja, ya que, en esa colonia, también vivían
mis tíos y primos, y ellos (mis primos iban a la Escuela Secundaria Federal No 2), por lo que mis
hermanas estaban inscritas en las escuelas de Agua Caliente (secundarias), y yo iba a ir con mis
primos a la misma escuela en la Colonia Libertad Parte Baja.
Una vez hecho el examen de admisión (1975), porque se inscribieron miles de alumnos,
ya que en esos tiempos no había muchas escuelas secundarias ni preparatorias, ni tampoco
había turnos vespertinos en las secundarias.
Una vez puestos los resultados de los exámenes de admisión, fui a ver si me había
quedado en algún grupo, pero cuál fue mi sorpresa que mi promedio fue de 8.5, y no alcance a
entrar, ya que solo agarraron a alumnos de 9, 9.5 y 10, por lo que me quede sin escuela
secundaria (otra vez), ni modo (he tenido que batallar mucho para poder estudiar).
En ese tiempo, la SEP Estatal, habló con el director de la policía ministerial para abrir las
escuelas nocturnas y que los agentes las vigilaran, por eso de las muchachas (violaciones) y los
jóvenes delincuentes. El director de la policía ministerial acepto vigilar las escuelas con agentes
bien preparados y así fue todos los días había gobierno en las escuelas a la entrada y a la salida
de clases.
Por lo que se abrió la Escuela Primaria Venustiano Carranza como nocturna, que está
ubicada en la Calle Octava y Aquiles Serdán en la Colonia Libertad Parte Baja, entrábamos a las
148
seis de la tarde, después de que se acababan las clases de primaria vespertina, hasta las diez
de la noche.
El primer mes lo pasé estudiando, pero una vez en la tarde como a eso de las siete de la
tarde, un alumno que estaba atrás de mí, me estaba pegando con el mesa banco en la espalda
y me voltie y le avente con el mesa banco, por lo que me expulsaron (de nuevo), ya sin escuela
secundaria mis padres se preocuparon, pero se gestionó a nivel estatal para que se abrieran las
escuelas secundarias federales vespertinas, cuidadas por los agentes de la policía ministerial y
así fue, por lo que me toco, en el turno vespertino de la Escuela Secundaria Federal No 2, ubicada
en la Calle 12 y Aquiles Serdán de la Colonia Libertad Parte Baja, en el grupo B, fui el número
32, de ese grupo, fuimos los alumnos que nos quedamos fuera, con promedios de 8.5 o menos.
Por lo que inicié con mucho ánimo, la secundaria y empecé a agarrar buenos grados en
las materias, por ello, mis padres estaban muy orgullosos de mí. El primer año de secundaria,
estuve entre los primeros lugares de la escuela, ya que dedicaba todo mi empeño y dedicación
para satisfacer a mis padres y para sentirme orgulloso de mi mismo, ya que tenía una novia que
estaba muy orgullosa de mi, Leticia, como no recordarla, pero desgraciadamente, empecé a bajar
las calificaciones, porque me hice de otra novia en la Colonia Adolfo Ruiz Cortines, Mónica (como
no recordarla, con sus hoyitos en sus cachetes) que hermosa, ya tenía dos, y no me sobraba
tiempo para estudiar, por atenderlas a ellas, pero fue el colmo cuando, por un incidente, me
conseguí otra, Margarita, ella quería que anduviéramos de novios, pero no me importo, ya que
ella era de la escuela y nadie se iba a dar cuenta. Por lo que tenía tres novias y empecé a faltar
a la escuela y a llegar tarde a mi casa, aproximadamente a las diez u once de la noche. Mis
padres se empezaron a preocupar, porque había muchos cholos en ese tiempo, y había mucha
violencia en Tijuana.
Sin embargo, a mí no me importo, ya que, para mí, tener novias era algo nuevo de lo que
estaba experimentando, sin embargo, alcance a pasar el segundo grado de secundaria con
promedio de ocho, por ello, me confié y seguí igual, ya que nadie se iba a dar cuenta de mis
novias, porque estaban en diferentes colonias, pero un día, me presentaron a una muchacha que
se llamaba o se llama todavía, Carmen, porque no sé si ya se murió, espero que no, bueno, me
la presentaron y a los pocos días, le dije que si quería ser mi novia y accedió, por lo que ya eran
cuatro, todas de mi misma edad, 15 años de edad, pero sucedió que un día, me invitaron a unos
149
quince años y me presentaron a otra muchacha que se llamaba María, y me dijeron Raúl, esa
muchacha está enamorada de ti, nomás dile que si quiere ser tu novia y ella va a acceder, ella
nos dijo que te encarriláramos con ella, por lo que ya en la fiesta, le hable a solas y le dije que si
quería ser mi novia y nos hicimos novios desde ese día, pero Mónica se dio cuenta y me cortó,
ni modo.
Una vez en tercer grado de secundaria, corté a Leticia, porque era muy encajosa, todo el
tiempo me andaba espiando, yo pienso que ya le habían dicho que tenía otras novias, ni modo.
Por lo que corté a Carmen, porque no me gustó su forma de ser, sólo la utilicé, por lo que seguí
con Margarita y con María, que se me hizo más cómodo tener dos y no más.
Me la empecé a “pintear” para llevarlas al cine o irnos a las Playas de Rosarito, me gustaba
que anduvieran en traje de baño o bikinis, por lo que las amaba mucho, pero mis calificaciones
empezaron a decrecer y mis padres no se daban cuenta, pienso que mi padre si se dio cuenta
de que ya tenía novia, pero no sabía que eran varias, ni la forma en que las engañaba.
Un día, reprobé la materia de español, tercer grado, con el profesor Orihuela, citaron a
mis padres para hablar con ellos, ya que no era sólo la materia reprobada, sino que tenía muy
bajos promedios en todas las materias, puros seises.
Un día me descubrieron brincando la barda de la escuela y me suspendieron, ya que tenía
una cita con mi novia María para ir a ver la película de Grease con Olivia Newton-John y Jonh
Travolta, sin embargo, no me importó, porque lo que yo quería era estar con mi novia.
Una vez pasada la suspensión (quince días), volví a la escuela, pero ya no fue el mismo
ímpetu con el que entré en el primer año, tenía pensado casarme con María y no me importaba
que me corrieran, ya que soy emigrado y pensé que si me corrían de la escuela en Tijuana, podría
entrar en los Estados Unidos, por lo que el último día de clases, en el tercer grado, el director me
sorprendió con otros tres alumnos colgándonos como Tarzan de la escuela y a mí fue el único
que me suspendió los exámenes finales, me dijo que iba a hacer exámenes extraordinarios , por
lo que me enoje y ya nunca más volví por la escuela. “No termine la secundaria”, solamente tengo
una constancia de terminación de grados, pero no tengo mi diploma, porque nunca presente los
exámenes fínales.
150
No me importó, ya que mi novia María estaba embarazada y me iba a casar con ella, mis
padres ya sabían, por lo que a los 17 años tuve a mi primera hija Mónica (mayo de 1980) y al
siguiente año tuvimos a nuestro hijo Raúl (abril de 1981). Una vez con mis hijos, me puse a
trabajar en los Estados Unidos como ensamblador de muebles y me olvidé de la escuela por
muchos años. Iba y venía a los Estados Unidos, todos los días como lo hacen todos los emigrados
que viven en Tijuana. Por lo que una vez con mi familia, me olvide de ser infiel y me dediqué
única y exclusivamente a mis hijos y a mi esposa. Desde el año de 1978, que “salí” de la
secundaria, ya no volví a estudiar, sin embargo, tenía la esperanza de seguir estudiando algún
día, y ese día llego, cuando me cambie a los Estados Unidos, porque mis hijos empezaron a
crecer y ellos no son de México, sino son estadounidenses y necesitaban estudiar en su país
natal, por lo que me mudé a los Estados Unidos en el año de 1984. Me metí a estudiar el idioma
inglés, una vez después de salir de trabajar, me iba a la escuela, English as a Second Language
School, pero una vez ahí, observé, que, en esa escuela nocturna, también había clases de Open
High School o Preparatoria Abierta.
Me inscribí en la High School, ya que yo ya sabía un poco inglés, desde chico, por mis
padres y lo perfeccioné, y después de varios años, me gradué de la High School, en el año de
1993.
Una vez con mi diploma de High School, ingresé a la escuela de enfermería, por lo que
después de un año, me gradué de Medical Assistance in Office Prochedure, esta carrera técnica
es para asistir a los doctores en el front desk (en la recepción), revisar la presión de los pacientes,
archivar, hacer citas, etc.
Una vez terminada esa carrera técnica, conocí a una maestra de medicina del
Southwestern College ubicado en 900 Otay Lakes Road en Chula Vista., California en San Diego,
que me aconsejó que estudiara medicina, ya que era una carrera muy redituable en Estados
Unidos, por lo que le hice caso e ingrese al colegio y empecé a estudiar medicina en el año de
1994.
151
Como es una carrera muy cara, tuve que aplicar para ayuda estudiantil, ya que el gobierno
te presta dinero para que te realices como persona y logres una carrera, pero al terminar tu
carrera, el gobierno te descuenta de tus pagos, la deuda que tienes con él.
Empecé muy bien, pero al paso del tiempo, empecé a tener problemas, ya que ingresé al
cuerpo de policía de Tijuana, el 18 de septiembre de 1995, sin embargo, no dejé de estudiar, pero
me desvelaba demasiado, ya que trabaja por las noches en la policía y por las mañanas estudiaba
en el colegio.
Y en algunas ocasiones que tenía exámenes, pedía un lugar desolado, se le llama (punto),
son lugares que hay que cuidar como la CANACO, la Compañía TECATE, etc., para poder
estudiar y prepararme para los exámenes, que no eran fáciles, ya que estudiar medicina implica
tener muy buen raciocinio, coherencia, comprensión y entendimiento para poder asimilar el
conocimiento correcto de lo relacionado con el cuerpo humano.
Lo que implicó que tuviera que dejar algunas clases inconclusas o con grados que no
ameritaban buenas calificaciones y tuve que repetir algunas clases, ya que, en medicina, no
debes de bajar de 9.5, o A-, porque puede haber una negligencia médica, si no sabes
correctamente lo que se te enseña y si no sacas esa calificación repites la clase.
Tuve muy buenos profesores que me enseñaron muchas cosas como: cardiólogos,
neurólogos, nefrólogos, gastroenterólogos, urólogos y demás, ya que esta carrera lleva mucho
conocimiento y lo aproveché, y los profesores, me enseñaron lo poco o lo mucho que se de esa
carrera, pero desgraciadamente, un día vine a Tijuana en el año de 2002, y me vi envuelto en
amenazas contra mi persona, por lo relacionado con mi trabajo en el gobierno y me tuve que
defender por salvaguardar mi vida, desde entonces estoy en prisión.
Sin embargo, no sabía lo que el destino me tenía preparado, ya que, con el paso del
tiempo, año de 2002, ingresé como servidor del Programa Reconstrucción Personal y empecé a
dar clases en INEA en el CE.RE.SO La Mesa y después me vieron los directivos que sabía el
idioma inglés y me cambiaron a Preparatoria Abierta para dar clases de inglés.
152
Me pasé el año 2003, 2004, 2005 y 2006 dando clases de inglés y sirviendo en el programa
RP, ya en año 2007, me trasladaron al CE.RE.SO El Hongo, ubicado en el poblado del mismo
nombre. Una vez en el Ce.Re.So. los directivos del programa me vieron que ya estaba aquí y me
llamaron para que sesionara juntas del programa de Grupo de Ayuda Mutua RPGAM, por lo que
inicié, pero escuché que se iba a abrir la Licenciatura en Ciencias de la Educación, y no pude
entrar porque solo tenía mi diploma de High School y mi cárdex (calificaciones) del Southwestern
College de San Diego, por lo que no me aceptaron, porque me dijeron que no aceptaban diplomas
de Estados Unidos, pero no perdí la esperanza y me preparé para la próxima generación.
Por ello, hice mi examen de primaria y secundaria aquí en el penal y con el tiempo me
inscribí en Preparatoria Abierta de treinta y tres materias y dejé RP y la directora del área
educativa me hizo monitor de preparatoria por el conocimiento que tenía y la seguridad con la
que daba clases.
Me gradué de preparatoria en el año 2013 y esperé a que se abriera la próxima generación
de Licenciados en Ciencias de la Educación, sin dejar de estudiar, ya que no sabía lo que me
podía esperar de un examen de ingreso a la universidad, por lo que la segunda generación se
empezó el día lunes 26 de octubre del 2015 y hasta la fecha no dejo de estudiar, por lo que
estamos, digo estamos, mis compañeros y yo en el quinto semestre de la Licenciatura en Ciencias
de la Educación (miércoles 25 de abril de 2018) y continuo estudiando hasta la fecha con gran
dedicación, responsabilidad y esmero.
Finalmente, quiero hacer mención, que estoy muy dedicado a la carrera ya que siempre
he querido terminar una carrera profesional y hasta la fecha no he podido realizarme como una
persona profesional, espero que esta vez, si logre mi objetivo, que es ser un profesionista.
Ya que todos en mi familia son profesionistas y yo soy el único que no tengo carrera
profesional. Por lo que le pido a Dios, que me ayude día a día para retener, comprender y
entender todos los puntos de la carrera, para lograr mi objetivo principal, que es terminar esta
carrera y poder realizarme como un ser humano dedica a la sociedad a la que me debo y por la
cual voy a tratar de lograr que mi servicio sea eficiente para la sociedad mexicana.
153
Juan Manuel. Con el favor de Dios la terminaré y obtendré mi título, ya sea aquí
dentro de la prisión o fuera estando libre…
Mi nombre es Juan Manuel, nací en junio de 1967, aproximadamente a las 3:00 a. m. en
una pequeña colonia llamada Francisco Solís, en Mazatlán Sinaloa, aquí en México.
Provengo de padres pueblerinos que emigraron a la ciudad, con cuatro niños pequeños y
muchas ilusiones, provenientes de un pueblo llamado Mesillas, municipio de Concordia Sinaloa.
Somos una familia más o menos numerosa. Mi madre quedó embarazada en diez ocasiones, una
vez abortó y en otra ocasión se le murió un bebé pequeño. De modo que, quedamos ocho
hermanos, cuatro hombres y cuatro mujeres.
No tengo idea de cómo fue la vida de mis padres en su pueblo, pero tengo la ligera
sospecha de que al llegar a Mazatlán tuvieron muchas dificultades, principalmente en lo que se
refiere a la vivienda, ya que, cuando yo nací aun no estábamos bien establecidos y nos
mudábamos muy a menudo. Cierto que mi padre siempre fue una persona muy trabajadora (la
mayor parte de su vida fue pescador) pero también muy dada a las bebidas alcohólicas. Así que,
como le iba muy bien con su trabajo, podría decir que, hoy compraba una casa para nosotros y
mañana la vendía, dejándonos repentinamente en la calle. Por lo tanto, para mis hermanos
mayores la educación fue más difícil que para mí, por causa de estar cambiando de casa
continuamente.
De esta forma, llegamos a vivir a la colonia Independencia cuando yo estaba a punto de
cumplir los 5 años de edad. Ninguno de mis hermanos y hermanas fue al jardín de niños y yo no
fui la excepción. A la edad de siete años entré a primero de primaria, en 1974, a la escuela Juan
Carrasco, en la colonia del mismo nombre, allá en Mazatlán, ya pasado de la edad adecuada
para hacerlo. Como a la mayoría de los niños, se me hizo muy difícil al principio, pero pronto logré
adaptarme. En realidad, siempre me tocaron buenas maestras. Las recuerdo a todas ellas.
En primer grado, la profesora Teresa, una señora gordita de pelo medio chino, muy
amable y, hasta pudiera decir que, se portaba cariñosa conmigo. Hubo ocasiones en que hasta
me daba cierta preferencia sobre su propio hijo que también estaba en la misma clase. En
segundo, la profesora Guadalupe una señora delgada, un poco alta, pelo lacio, que usaba lentes.
154
Esta profesora era un poco regañona, pero en realidad nunca tuve problemas con ella y, al
contrario, como aún era un poco retraído y algunos compañeros quisieron agarrarme de bajada,
recibí mucho apoyo de su parte. Tercer grado de primaria, profesora Leticia. Una señora gordita,
blanca, pelo lacio, bonachona; un poco gritona pero muy cariñosa y amable.
Estos primeros tres años de primaria los cursé sin ningún contratiempo; con mucha ayuda
por parte de mis profesores y sin ninguna dificultad por parte de mis compañeros. Logré hacer un
gran número de amigos y amigas. El ambiente fue de lo más favorable. Logré aprender a leer
desde primer grado. En segundo, ya comprendía algunos ejercicios de lectura, y en tercero,
empecé a trabajar con los números, el inicio de las matemáticas. Un mundo nuevo para mí.
Llegué a cuarto grado de primaria, un poco confiado y ya familiarizado con la escuela. El
exceso de confianza es un error, en cualquier ámbito. Creo que siempre debemos estar alertas a
todos los problemas que puedan surgir en el camino. Por exceso de confianza han caído reinos
completos, grandes guerreros han sido derrotados, gobiernos fuertes han sufrido colapsos y
pueblos enteros han sido afligidos por confiar en sus gobernantes.
Cuarto grado fue, con la profesora Betty, el parteaguas de mi educación primaria. Aquí
me hice amigo de un grupito de compañeros que eran un poco vagos. Estos son, Juan Carlos,
Fernando, Jaime y Celso, cuatro compañeros y conmigo éramos cinco. Recuerdo que éramos
muy traviesos e insoportables para los demás niños. Gustábamos de burlarnos de los niños más
serios y estudiosos; robábamos los trabajos que éstos hacía para copiarlos y así entregarlos a la
maestra como si fueran nuestros.
Fue en cuarto grado cuando me fui de pinta por primera y única vez. Me salí a la hora del
recreo y ya no regresé a clases sin importarme mi mochila con todo y su contenido. Recuerdo
que mi hermana Paty tuvo que recoger mis cosas, ya que ella estuvo en el mismo salón de clases
que yo, en tercero, cuarto y quinto grado.
Aunque todas mis profesoras fueron muy buenas y amables conmigo, recuerdo con
especial interés a mi profesora Betty, la de cuarto grado. Ésta era una mujer alta, tez blanca, pelo
corto y chino, muy bonita, hermosa podría decir y, aunque enérgica, muy centrada y
155
comprometida con su trabajo. Recuerdo que, por que nos regañaba, al grupito de vagos que
asolábamos el salón de clases, no lograba hacer que nos portáramos de manera adecuada.
De este modo, un día decidió que teníamos que aprender, ya que, según ella, nosotros
no sabíamos nada de lo que ella enseñaba en la clase, de modo que, optó por ponernos
ejercicios, de diversa índole, por separado y colocarnos en lugares distintos del salón de clases.
Al terminar estos ejercicios y revisarlos, se dio cuenta de que estaban bien contestados, todos,
sin embargo, ella creyó que quizá había un error, puesto que no le parecía muy claro que nuestros
ejercicios no contuvieran errores, de modo que, optó por pasarnos uno a uno al frente, a realizar
unos ejercicios parecidos a los que nos había puesto, pero esta vez a resolverlos delante de todo
el grupo, en la pizarra. Su sorpresa fue muy grande cuando se dio cuenta que, en realidad todos
nosotros sabíamos hacer los trabajos que ella nos ponía, solo que, simplemente no nos gustaba
hacerlos, preferíamos copiar.
Después de todo esto, la profesora Betty, logró que nos comprometiéramos con todo el
grupo. Nos estuvo poniendo a cargo de pequeños grupos que se estaban retrasando con la clase
para ayudarles a que avanzaran, puesto que, ya estábamos cerca de finalizar el cuarto grado y
ella no quería reprobados en la clase. No es que quisiera deshacerse de todos nosotros, su meta
era que todos llegáramos a quinto grado con el conocimiento adecuado para que no le diéramos
problemas a nuestra próxima profesora y, qué creen, lo logramos, todo el grupo trabajando en
equipo lo logramos, llegamos a quinto grado con la profesora Ana Elva.
Quinto Grado de primaria, con la profesora Ana Elva, una persona con mala fama en
cuanto a su forma de impartir las clases, según su fama, era muy déspota, enérgica y exigente.
Aunque no llegué a conocerla muy bien, puesto que sólo estuve un par de meses en su clase, no
me dejó mala impresión, creo que sí era una persona estricta, pero con un gran sentido de
responsabilidad respecto a su trabajo. Digo que sólo estuve dos meses en su clase porque, por
causas familiares nos mudamos a vivir a un pueblito llamado Barras de Piaxtla. Fue allí donde
me vi en la necesidad de terminar quinto y sexto grado de primaria.
Mi segunda etapa de quinto grado de primaria la inicié aproximadamente en noviembre
de 1978. Esto fue una experiencia nueva para mí. Un solo salón de clases y una sola profesora
para todos los grados escolares. El salón era un cuarto grande junto a la playa. Debo aclarar que
156
Barras de Piaxtla es un pueblito donde la gran mayoría de sus habitantes se dedican a la pesca,
que es el principal recurso económico del pueblo. Pues bien, en ese tiempo, a finales de los años
80´s, el pueblo constaba de aproximadamente unos cuarenta hogares, lo hacía que, apenas si
se lograba llenar el salón de clases al que asistíamos todos los niños del pueblo, desde primero
hasta sexto grado.
Cuando mi familia llegó a Barras de Piaxtla, los grados escolares sólo llegaban a cuarto
grado. Fue conmigo y una niña llamada Inés, muy hermosa, por cierto, que se inició el quinto
grado. En este nivel sólo habíamos dos alumnos, Inés y yo. La profesora tenía por nombre
Guadalupe, nunca la llamábamos Lupe o Lupita como a la mayoría de las personas que llevan
este nombre. La profe Guadalupe era una persona muy amable y cariñosa que hacía su trabajo
de la mejor forma posible, puesto que, creo que no debe resultar nada fácil tener control de un
salón de clases donde las edades de los alumnos oscilan entre los seis años y los doce o catorce.
De esta forma logré llegar a sexto grado, con la misma y única profesora del pueblo. Solo
que, para entonces, la profe Guadalupe se encontraba en estado de embarazo y, por lo tanto,
mis clases se vieron nuevamente interrumpidas, cuando a la profe le llegó el momento de dar a
luz a su nuevo hijo. Durante el tiempo que la profe Guadalupe estuvo incapacitada por el IMSS,
por causa del nacimiento de su bebé, la sustituyó una profesora muy joven llamada Norma. Al
igual que la profe Guadalupe, Norma era muy dedicada a su trabajo, pero su edad y la falta de
experiencia no le ayudaban mucho. Con todo logré terminar mi educación primaria y recibir mi
certificado allá por 1980, creo.
Para el verano de este año, 1980 regresamos a Mazatlán a establecernos de nuevo en
este hermoso lugar. La obtención de mi certificado de primaria no fue nada fácil, puesto que, éste
tenía que tramitarse en la ciudad de Culiacán, así que, tardé un poco más del tiempo necesario
para lograrlo.
Al terminar la primaria me dediqué más de lleno a trabajar, ya que, desde muy pequeño
había empezado a hacerlo. Durante este tiempo, no cejé en mi empeño de obtener mi certificado
de primaria, esto para mí era muy importante. Puedo decir con orgullo que yo fui el primero de
entre mis hermanos que logró cursar la primaria sin repetir ningún año. Esto me ilusionaba mucho
y me alentaba a seguir con mis estudios, pero este tiempo que batallé para obtener mi certificado
157
hizo que me enfriara o desilusionara de la escuela. Sé que eran otros tiempos, pero eso no es
razón suficiente para que suceda esto.
Después de haber estado trabajando por aproximadamente un año entré a estudiar un
curso de Electricidad Industrial y Electricidad Automotriz, que venían juntos en los cursos que
ofrecía el CECATI. Logré terminar el primer curso, no así el segundo y, por lo tanto, no pude
obtener mi diploma. Un tiempo después me inscribí en una escuela nocturna, para adultos, pero
como principal requisito tenía que tener, por lo menos 15 años cumplidos y, como apenas tenía
catorce, después de haber estado asistiendo a clases por unos meses, me dijeron que no me
podían aceptar.
Un par de años después, cuando debí haber tenido como diez y seis, volví a ingresar a la
escuela nocturna y esta vez sí fui aceptado. Aquí sólo presenté un examen que fue Matemáticas
y en realidad nunca supe si lo aprobé. Esta modalidad escolar fue un grupo que logramos reunir
en nuestro barrio, y las clases eran en una casa que nos prestaban para este fin. Resta decir que
esto no funcionó. La mayoría de alumnos se empezaron a alejar de la clase, hasta que al final el
grupo se desintegró.
En realidad, yo tenía el deseo de seguir estudiando, pero las cosas resultaban muy
difíciles, así que, decidí abandonar el empeño y dedicarme por completo a mi trabajo, que ya
llevaba cierto grado de responsabilidad. Para este entonces, yo ya trabajaba por cuenta propia y
realizaba trabajos de construcción por contrato, mayormente a particulares, pero poco a poco fue
agarrando contratos de negocios pequeños, como: despachos contables o jurídicos, centros
nocturnos, pequeños comercios, y algunos otros.
De esta forma, llegó el momento en que, por azares del destino, me vi en la necesidad de
partir al extranjero (USA). Fue en este país donde, después de trabajar un tiempo, y agobiado
por las barreras que marca el lenguaje, entré a estudiar a una escuela para trabajadores, esta se
llama Ser Job Progress, se encuentra en la ciudad de Santa Ana, California, en los Estados
Unidos de Norteamérica. En este lugar cursé los dos primeros grados de inglés, pero, por causa
de problemas económicos, tuve que abandonar nuevamente mi objetivo.
158
Después de un tiempo, me fui a vivir al condado de Tulare, en el mismo estado de
California. Allí volví a ingresar a la escuela. En esta ocasión sí logré mi primer cometido, obtener
por fin un certificado que avalara lo poco que había logrado aprender. Logré obtener mi certificado
de GED (General Education Development). Esto fue un gran logro para mí, ya que, así probaba
que había logrado vencer las barreras del idioma y, de igual forma demostraba que tenía un buen
grado de conocimiento general.
Unos años después tuve problemas con el departamento de migración y fui deportado.
Llegué a la frontera (Tijuana), y creí que con lo que había logrado aprender en el extranjero, la
vida iba a ser más fácil, pero no fue así. De modo que, tuve que trabajar en lo que fuera, empecé
vendiendo paletas de hielo en un carrito, después, con un poco de dinero que había logrado
acumular puse un puesto de mariscos que no logré sacar adelante, de modo que, de pronto me
vi sin dinero ni para comer. A los pocos días conseguí trabajo en una peluquería. En este lugar
sí progresé un poco. A los pocos meses me establecí de forma permanente aquí en Tijuana, en
la colonia Libertad, donde, con mucho esfuerzo puse mi propio y primer negocio, una peluquería
en la calle Pino Suarez de la misma colonia.
Apenas si acababa de lograr algo bueno (mi negocio), cuando de pronto me arrestan por
un delito que no cometí y me mandan a prisión por mucho tiempo. Al principio creí que lograría
salir de este problema sin que me afectara mucho, pero no fue así. Este sistema judicial de mi
país (México), se encuentra demasiado corrompido y deteriorado. Nunca pensé que las leyes
pudieran actuar de la forma en que lo hicieron conmigo. Fui sentenciado a una pena de prisión
muy extensa que, al principio, se me hizo muy difícil de soportar, pero después, cuando supe que
no lograría nada, tuve que resignarme.
Fue así que, tomé la decisión de entrar a estudiar e intentar lo que no había podido lograr
en toda mi vida. Al inicio me enfrenté al primer obstáculo, no me aceptaron los documentos
escolares de Estados Unidos, no pude conseguir mi certificado de primaria de 1980. Así que, tuve
que empezar todo desde el principio, es decir, me mandaron a primaria, después a secundaria,
continué con preparatoria y seguí con esta carrera universitaria que estoy cursando en la
actualidad.
159
En este lugar, la primaria me resultó relativamente fácil, ya que sólo tuve que presentar
un examen de diagnóstico. La secundaria fue un poco más complicada, pues esta sí tuve que
hacerla materia por materia, pero esto me ayudó, puesto que gracias a eso me pude poner un
poco al corriente, aunque no fue gran cosa ya que el nivel de secundaria de INEA está muy
distante del nivel preparatoria abierta del sistema viejo. Por lo tanto, la preparatoria me resultó
muy complicada, creo que esto también influyó el hecho de que mi formación nunca fue ni
escolarizada ni frecuente, aparte de que, en la mayoría de los casos ni siquiera contaba con un
asesor que me apoyara, pero con todo, logré llegar a la otra orilla y, de esta forma, tuve la
oportunidad de entrar a este proyecto federal de universidad a nivel estado del Sistema Estatal
Penitenciario.
Esto no fue, de ninguna forma, fácil. Aquí en mi querido México todo resulta difícil sobre
manera, hasta estudiar en prisión. Aquí te ponen trabas para todo, hasta para estudiar, tanto el
mismo sistema penitenciario como el sistema interno. Las dificultades que he encontrado a mi
paso han sido muchas, pero las he logrado superar. Sé que no soy un hombre súper inteligente,
ni tampoco pretendo saberlo todo. No soy, ni mucho menos, el mejor en mi grupo, ni el promedio
más sobresaliente, pero me he esforzado mucho y creo que ha valido la pena. Tengo la certeza
que me falta mucho por aprender y, quizá para lograrlo necesite esforzarme más de lo que lo he
hecho. Pero me siento satisfecho, no conforme aclaro, satisfecho con lo que he logrado y sé que
lograré aún más. Por lo tanto, sigo esforzándome.
Soy una persona con casi 52 años de edad (los cumplo el 25 de junio próximo), y sé que
la vida es difícil, aún para los jóvenes, cuanto y más para las personas mayores. No me siento
un viejito sin fuerzas, pero tampoco un adolescente. Estoy consciente de mi edad y las dificultades
que esto implica, pero eso no es suficiente para que me detenga y deje las cosa al azar, sin
terminar, por el contrario, tengo mi meta bien definida y sé lo que quiero lograr, así que no me
detengo y sigo venciendo las dificultades que se puedan presentar en mi camino. No puedo
dejarme vencer, he luchado toda mi vida, y lo seguiré haciendo hasta que las fuerzas me
abandonen por completo. Esta ha sido mi vida. Una vida de lucha, de conquista, de vencer
obstáculos, y lo he logrado, por eso estoy aquí, cursando esta carrera que, con el favor de Dios
la terminaré y obtendré mi título, ya sea aquí dentro de la prisión o fuera estando libre.
160
Clemente. Me siento muy afortunado de haber logrado una meta que no habría
logrado en otro lugar parecido…
El periodo educativo de mi formación está dividido en tres momentos: motivación por
aprender, el proceso de aprendizaje y la aplicación de mis conocimientos en las áreas
correspondientes con la Educación.
¿De dónde surge la motivación para querer obtener una carrera en Ciencias de la
Educación?
En mi infancia miraba a mis maestros y maestras brindar la educación a muchos niños y
niñas que asistían a la escuela, y fui adquiriendo ese interés de ponerles atención y captar que a
vista de todos les brindaban su enseñanza sin la menor preocupación de que les fuera a salir mal
su clase, porque estaban seguros de que lo que enseñaban era lo más correcto para los alumnos
que tenían frente a ellos y que les ofrecerían lo mejor de la educación.
Maestros como los que me toco en la primaria hasta el cuarto grado en la (Escuela Maestra
Julieta Alarcón), después en la escuela primaria (PEMEX) tuve una gran maestra, Silvia que me
daba clases en quinto grado, la cual me aconsejó y me enseñó mucho, me persuadió para que
no cometiera errores como dejar la escuela, lo cual le agradezco de que me haya orientado.
En la secundaria (Emancipación del Pueblo) los maestros me ayudaron a adquirir los
conocimientos de la mejor forma posible, entre ellos el Director de la escuela era un humanista
nato que me atendía cuando lo solicitaba, dejando claro que en su escuela era importante que
yo como alumno obtuviera la mejor educación posible, y creo que si influyeron en mí, porque
gracias a ese granito de arena que pusieron al enseñarme y educarme forjaron en mi
pensamiento y en mi corazón que un maestro es aquel que deja un legado bueno a sus alumnos
y al recordarlos estoy demostrando que dichos maestros influyeron en mi forma de pensar y de
actuar, aunque siempre existen obstáculos, uno tiene que saberlos esquivar, para con ello ser
mejor cada día, agradecido estoy con mis maestros que me guiaron por el camino adecuado, y
que hoy veo aquel esfuerzo que ellos pusieron para poder darme su conocimientos, su
enseñanza.
161
Ya en el nivel preparatoria empecé a lograr buenas calificaciones, ya que me gustaba
investigar todo aquello que tuviera que ver con los temas que los maestros nos proponían para
hacer mejor mis tareas, inclusive hay una forma que me ha gustado mucho desde joven, es
trabajar en equipo y mis compañeros de escuela me incluían casi siempre porque les agradaba
trabajar conmigo.
Desde entonces me he dado cuenta que puedo influir en otros que desean aprender y es
por ello que los maestros vieron en mi a un prospecto para que ayudara a los alumnos que tenían
que presentar exámenes extraordinarios siendo esta la preparatoria (Flores Magón)
perteneciente e la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), me daban esa oportunidad de ayudar
a aquellos que necesitaban un poco de apoyo, y estos al final veían reflejado en sus resultados
al final de cada examen que ellos lograban pasar, muchos se hicieron mis muy grandes amigos
gracias a que pude brindarles esa ayuda y aun los sigo considerando como tal, ya que se
acuerdan de que un día fui su maestro.
Al terminar la preparatoria me inscribí en la carrera de Medicina y me prepare para presentar
mi examen de admisión, pero no me fue posible quedar elegido aunque tuve una buena
calificación al termino del examen, a causa de que políticamente en dicha universidad se tomaba
en cuenta para el ingreso a las personas que tenían un compadrazgo o que un pariente había
estudiado anteriormente, por lo que se les aceptaba sin tener el conocimiento que se requería en
los puntos para ingresar.
Lo que me desanimó y me desvié de las metas que había planeado para mi futuro, esa
forma de excluir a personas que si tienen la intención y el deseo de estudiar una carrera es muy
mal vista por la sociedad, por la familia y por los amigos, ya que se ven nublados y truncados los
propósitos que se tienen y es necesario esperar otro año para poder volver a solicitar el ingreso
de nueva cuenta, y con el temor de que se vuelva a repetir la historia, por lo que considero que
es una pérdida de tiempo y de los posibles prospectos para una mejor calidad de vida en nuestra
comunidad, por ello digo que si esto no hubiera pasado, habría realizado una carrera que en mis
tiempos de juventud consideré como una de las mejores de mi ciudad, sin esperar lo que me
pasó, también se puede inferir que muchos jóvenes que desearon estudiar vieron truncado su
futuro, ¿Qué es mejor, un alumno que le guste una carrera aunque no tenga para solventar sus
162
estudios o uno que no le guste la misma carrera pero si tenga para pagar sus estudios? ¿Quién
cree que aplicará los conocimientos de una mejor manera ante la sociedad?
Después tuve la satisfacción de enseñar a alumnos de mi colonia, aquellos que estaban
haciendo alguna tarea y necesitaban el apoyo de alguien más, fue cuando mis vecinos me dijeron
que tenía talento para enseñar, que buscara una forma de hacerlo, pero en ese momento no lo
vi como una profesión, sino, como una forma de ayudar a otra persona, cuando tenía unos
dieciocho años se me dio la oportunidad de laborar en la Escuela de Computación (CETEC),
como promotor de la educación en dicha escuela, y fue grande mi facilidad para influir en los
padres de familia y en los niños sobre esa necesidad de que estudiaran, de que por medio de la
educación ellos lograrían ser personas de bien en el futuro, de que sería muy importante para su
crecimiento, muchos gracias a mi contribución fueron a estudiar a esta escuela antes
mencionada, y quien iba a pensar que ahí mismo se me diera la oportunidad de apoyar a los
educandos que asistían a clases, también me ayudo a mí, porque gracias a ello pude aprender
sobre la computación y las nuevas tecnologías, después en el año dos mil me ofrecieron que
laborara en otra sucursal que se encuentra en la ciudad de Tijuana, pero mis expectativas estaban
enfocadas en algo más que un trabajo donde laborar, por lo que anduve trabajando en varios
lugares que no me satisfacían, ya que no tenían nada que ver con la educación.
Un aspecto muy importante por el cual me motivé a estudiar fue el que en mi familia había
muy pocos graduados de una licenciatura, mi intención fue que yo mejorara ese punto de vista
de que no somos personas que nos guste estudiar y que no nos preparamos para nuestro futuro,
de los pocos que tenían una carrera universitaria estaban enfocados en lo administrativo, por lo
que mi interés iba más allá, me gustaba la docencia y no supe cómo aprovecharlo, por lo que me
enfoque en laborar como un obrero más, en donde se me daba la oportunidad.
Aunque en la mayoría de los casos estuve involucrado en la educación, para mí que tenía
que subsistir y proporcionarme todo lo necesario, tuve que trabajar en lugar de estudiar una
carrera, tuve que dejar de lado esa educación que pude haber obtenido si hubiera recibido el
apoyo adecuado económicamente.
Creo que es necesario que personas que cuentan con recursos apoyen a los jóvenes que
quieren prosperar, que desean adquirir los conocimientos educativos para lograr ser
163
profesionales, por lo cual, cuando un joven no recibe ese apoyo es difícil que lo logre, también
debería haber un apoyo por parte del Estado para que su población se eduque y tenga un mejor
nivel económico, con la educación será más fácil que las personas puedan encontrar un medio
de subsistencia.
Pasado el tiempo me vi enredado en una situación que me hizo llegar a un Centro de
Readaptación, donde inicie mi servicio como asesor de alumnos en la institución Educativa INEA,
nivel inicial (Alfa), esto gracias a que había estudiado el nivel preparatoria fuera del Centro y es
aquí donde se da forma a la idea de ¿Por qué no?, porque no estudiar un nivel más allá del que
yo tenía y del que se ofrecía en los años entre el 2003 y 2005 en el Área Educativa (que eran: el
nivel inicial, intermedio y medio superior.
No obstante fuimos muy pocos los que podríamos acreditar nuestro nivel educativo, por lo
que se gestionó ante los maestros y coordinadores del área educativa, y se formó una cadena
de peticiones para llegar al área de programas perteneciente al Estado en la ciudad de Mexicali,
fue para ello un estira y afloja, para elegir la carrera más adecuada, para que rindiera frutos dentro
y fuera del Centro de Reinserción, que fuera una persona capaz de laborar y ser un profesional
cuando saliera ante la sociedad.
Algo sobre la gestión de una Licenciatura dentro del Centro de Reinserción Social como
principio para educarme:
Como mi intención era estudiar una carrera en Administración, empecé a estudiar
Contabilidad, al observarme la maestra Irma Yadira encargada de Preparatoria Abierta de la
escuela me invito a que la apoyara en el área administrativa, y me motivó a que estudiara y me
preparara para una futura carrera, la cual estaba por llegar, ella misma me ayudó para que mis
documentos de nivel preparatoria me llegaran a tiempo, e inclusive fue por ellos a la ciudad de
Tecate, Creo que sin la ayuda de ella, mi familia y personas cercanas de la ciudad de Culiacán
no hubiera podido lograrlo.
Fue a principios del año 2007 cuando se me hizo saber que se había aceptado que hubiera
una carrera en Ciencias de la Educación en la Facultad de Ciencias Humanas perteneciente a la
Universidad Autónoma de Baja California, para mí fue de muy buen gusto que se me hubiera
164
incluido en este grupo y la alegría de mi familia y amigos que me rodeaban en esos momentos,
es por ello que puedo decir que fue un gran esfuerzo que empezaba a dar frutos, resultados que
se han visto reflejados con el transcurso de los semestres al ir estudiando cada uno de ellos, a
consecuencia de este querer por aprender se llevó a cabo la realización de un propedéutico para
preparar a todos los que deseaban ingresar y en los meses subsiguientes me prepare poco a
poco para captar la mayoría de los conocimientos que se me proporcionaron, que al momento de
presentar mi examen de admisión se me hizo fácil contestar las preguntas que se me hacían, si
pensé no lo lograría, que el examen de admisión sería igual de difícil que el que había presentado
al intentar acceder a una carrera anteriormente, pero si me fue posible completar de forma
favorable al termino del mismo, logrando ingresar a la Licenciatura en Ciencias de la Educación,
por parte de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
El proceso de aprendizaje:
En un principio se me hizo difícil entender los términos educativos que se incluían en la
Licenciatura Ciencias de la Educación, el temor a cometer errores siempre estuvo latente, pero
poco a poco fui venciendo esa etapa de mi aprendizaje y me interné en ese conocimiento que se
me estaba ofreciendo, un nivel que no había pasado por mi mente que tendría, las materias que
fui escudriñando me ayudaron a prepararme y entender cuál era la intención de lo que se me
ofrecía, es muy importante decirlo, que en un principio si se me dificultaron las cosas, aunque ya
conocía sobre las tecnología, esa otra parte que era sintetizar la información en ensayos,
reportes, mapas mentales, etc. Esta era nueva para mí, hoy puedo decir que aunque se
presentaron diversos inconvenientes, no fue como para abandonar la carrera, siempre me esforcé
lo más que pude y logré buenas calificaciones, la cuales han dado como resultado el promedio
más alto que el normal en dicha carrera, si, mejor que el de muchos estudiantes que están en la
sociedad, cuando se me presentó una materia que me gusta mucho (Desarrollo Humano) y creo
que a muchos les parece una de las materias que mejor ayuda al entendimiento de los seres
humanos, siendo una materia muy completa, también me gusta las materias que tienen que ver
con la investigación y la administración, entre ellas la de investigación educativa, la de
administración de la educación y la de administración de recursos humanos, es por ello que me
veo trabajando en una área que tenga que ver con ellas.
165
Las tareas que me dejaron cada uno de mis maestros fueron forjando paso a paso ese
conocimiento que he adquirido, cada material estudiado, cada página que leía me fue dando las
herramientas para obtener una mejor calificación, es muy importante recalcar que la estructura
de las materias fue hecho especialmente para que se pudiera entender hasta por un niño, mucho
más fácil para un integrante de una carrera universitaria, por lo que fue de mucha ayuda que se
me presentaran de esa manera, cada materia que estudie se me ofreció como el instrumento más
adecuado para comprender y en un futuro aplicar a cada una de mis actividades que tuvieran que
ver con la educación, y es con estas con las que en la actualidad puedo contar para brindarles
mis conocimientos a todos los alumnos y personas con las que trabajo.
Muchas personas que me conocieron antes de iniciar la Licenciatura Ciencias de la
Educación y que me escuchan el día de hoy me dicen que es un gran cambio el que ha dado mi
vida, ya que mi comportamiento es muy diferente y puedo expresarme un poco mejor, dar todo
lo que uno tiene para mejorar cada día es algo que rinde frutos y en mi caso creo que si he logrado
lo que me proponía, y la Licenciatura ha cumplido con los objetivos que tiene implícitos, lo que
demuestra que mis maestros, maestras y tutores fueron muy buenos al enseñarme el método
más fácil para aprender y su apoyo fue de gran ayuda para mi crecimiento.
Las circunstancias en las que me encuentro no son impedimento para que pueda estudiar
una licenciatura, y se los digo a muchos con los que convivo, a los que les doy clases, también a
los que les hablo por teléfono, a todos les digo que aquí se puede estudiar, se puede aprovechar
cada una de las oportunidades que se nos presentan, todos podemos lograrlo, aunque haya baja
autoestima, que el clima no sea el adecuado y no se pueda tener las manos descubiertas por que
se nos enfrían, no hay pretexto para dejar de estudiar, porque si se puede, son muchos los
detalles que impiden una buena educación, que las instalaciones, el medio ambiente, el sonido u
otros puntos son contaminaciones que interfieren, pero que no pueden ser motivo para dejar de
estudiar, todo el que quiera estudiar lo logrará.
¿Cuál es mi contribución al Área Educativa; antes, durante y después de terminar la
Licenciatura en Ciencias de La educación?
Antes de iniciar la Licenciatura Ciencias de la Educación empecé mis labores en esta área
dando clases de ALFA (nivel básico de INEA) donde atendía a muchas personas en un salón en
166
grupos formados para cada módulo educativo entre seis y siete personas a la vez, durante esos
dos años aproximadamente aprendí a educar de manera sencilla a adultos que necesitaban el
apoyo, de alguien al que le gustara enseñar, y yo estaba para apoyarlos en lo que se les ofreciera,
les explicaba cuando en ella se incluía enseñar a leer y a escribir a los adultos que asisten a la
escuela con la intención de aprender algo nuevo y entre ello se incluye que desarrollen sus
habilidades para aprender lo que en su juventud no pudieron, esto es muy importante para mí, ya
que se produce una gran satisfacción al escuchar que una persona que no sabe leer se acerca a
mí y me dice que desde hace mucho tiempo que deseaba leer la carta de uno (a) de sus hijos
(as) y que el acababa de hacerlo, y que en un futuro muy próximo empezaría a escribirle cartas,
esto con la intención de mejorar su comunicación.
Después pasé a apoyar durante un año en el área de Preparatoria Abierta en lo
administrativo, lo cual incluye que se les asignen módulos, que se les aporten las fichas para que
soliciten sus exámenes y participé como asesor de la materia de Fundamentos Filosóficos, la cual
no es muy bien aceptada por los alumnos, ya que no les interesa la filosofía, pero como es una
materia, pues la tienen que llevar para poder terminar sus estudios del nivel Medio Superior, les
recomendé un libro que me gusta mucho que se llama “El Mundo de Sofía” el cual trata del tema
de filosofía, aprendí sobre los módulos de inglés y matemáticas y en el transcurso de este periodo
estuve estudiando todo lo que pude para prepararme y poder ingresar a la universidad.
Durante la adquisición de los conocimientos que me ofreció la Licenciatura de Ciencias de
la Educación estuve apoyando el Área Educativa en la Biblioteca Sor Juana Inés de la Cruz No.
8452, por lo que compartía medio tiempo para cada una de las actividades que realizaba, en ella
pude aprender y comprender muchos temas que me sirvieron para acrecentar mi educación y
conocimientos, ahí leí un libro de psicología que se llama “Inteligencia Emocional” de Daniel
Goleman, en el cual he aprendido mucho sobre el comportamiento de los seres humanos, de su
forma de pensar y como se puede aplicar dicho conocimiento, en una biblioteca pública es mucha
y muy diversa la temática que en ella se encuentra, para lo cual empaparse de dichos
conocimientos es fundamental para todos aquellos que desean cursar una carrera universitaria.
Lo digo porque es muy importante echar mano de toda la información que se pueda para lograr
adquirir los conocimientos que uno desea, y es en las bibliotecas donde podemos adquirir esa
información que tanto se necesita a la hora de estar investigando los temas de las materias que
167
se nos ofrecen en la Licenciatura y no solamente en la de Ciencias de La Educación, sino en
todas las carreras que existen.
También apoyé en la plaza comunitaria, a los alumnos que estaban estudiando los libros
de INEA, ya que algunos se apoyan en las tecnologías, e incluyen realizar textos o temáticas de
cómo funcionan las computadoras y como se deben de utilizar, información que les ayudará a la
hora de realizar sus exámenes y en su futuro para la vida, donde se incluyen muchas tecnologías.
Después de terminar la Licenciatura Ciencias de la Educación es donde se da la aplicación
de mis conocimientos, estoy laborando en la administración de INEA, dando clases de
Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, entre otras que están incluidas en el
paquete de los módulos de los educandos, apoyo los días sábados en la aplicación de exámenes
de Preparatoria Abierta, y brindo mis conocimientos como tutor a los alumnos de la segunda
generación de la misma carrera que yo estudié, lo que me ayuda a mejorar cada día, aprendo de
ellos, les enseño lo que yo sé y a la vez refuerzo lo que ya conocía, para mí es muy importante
ayudarlos en su crecimiento y puedo dejar un legado que me enorgullezca por lo que hice y para
esforzarme más cada día.
En la actualidad los alumnos de la segunda generación están estudiando las materias
Investigación Educativa e Investigación Comparada y es en estas donde aplico los conocimientos
al enseñarles lo que yo aprendí y cuáles son los métodos y pasos para definir cada parte de los
contenidos, porque no es fácil sin la ayuda de un tutor, puedo decir que esa es la parte que me
toca, ya que también tuve que recurrir a un tutor que me guiara por el camino más adecuado para
comprender, algunos alumnos de esta nueva generación me piden que sea más explícito en los
temas y yo me tengo que esforzar por dar lo mejor de mí para que ellos no pierdan ese
conocimiento que desean adquirir a través de mi persona.
Es muy fácil decir “esta materia es fácil” cuando ya la he estudiado, pero para los alumnos
que apenas están adentrándose en la misma se les hace difícil porque es la primera vez que leen
sobre el tema y a mí al igual que los que terminaron conmigo la Licenciatura Ciencias de la
Educación nos corresponde guiarlos para que puedan entender adecuadamente cada tema y se
les haga fácil comprender y aplicar los conocimientos que han adquirido.
168
¿Cómo soy percibido al ser de los primeros universitarios en terminar la Licenciatura
Ciencias de la Educación por los alumnos de la segunda generación, la población en general y la
sociedad?
Es muy importante para mi haber terminado la Licenciatura y poder ayudar a los que están
estudiando en esta segunda generación , los cuales me ven y me preguntan cosas sobre los
temas que más les interesan, que como le hacen para realizar ciertas actividades de las tareas
que les dejan, cual es el aprendizaje que más importante me pareció cuando llevaba tal materia,
todos ellos se motivan al ver que cuatro de sus compañeros se han recibido de una carrera que
les da el mérito que se merecen, y en este caso en lo personal me siento orgulloso cuando me
llaman Licenciado, algunos me lo empezaron a decir antes de que terminara, y otros que me van
conociendo se van dando cuenta que uno que terminó una licenciatura está entre sus conocidos,
algunos preguntan ¿Qué has hecho para que te digan y te llamen maestro? Pues les contesto,
estudiar una licenciatura, a lo cual ellos me preguntan que como le hacen ellos para también
obtener ese logro que ven en mí, yo les contesto que tienen que poner todo su empeño en
estudiar y dar lo mejor de sí para lograrlo, algunos me han presentado a su familia y les dicen, él
es el Licenciado del que te platiqué, o sea, que les platican y se motivan al saber que también
pueden lograrlo si así lo desean.
La población del Centro me saluda o me señalan como un graduado y algunos llegan y me
saludan y platican conmigo, me hacen preguntas sobre mi educación, dicen en sus comentarios,
que me vieron sus familiares en la televisión o que escucharon de unos universitarios en la radio,
etc.
Todo esto me deja con asombro, al saber que muchas personas han escuchado de mis
logros junto con otros compañeros y que se sigue dando esa oportunidad a otras personas, otros
alumnos que quieren también lograr un nivel educativo más y no quedarse rezagados, para lo
cual lograr un nivel superior es su meta y no se lograra si no se lo proponen y es necesario que
se vean reflejados en los alumnos que ya se graduaron para con ello tener un ejemplo a seguir.
Mi familia está orgullosa de mí y me brindan su apoyo, al igual todos los jóvenes de que
integran mi familia dicen, que si yo pude aquí dentro, ellos también pueden lograrlo y se están
esforzando al ver el ejemplo que les he dado, ese legado que les dejo para que empiecen a ver
169
las cosas de diferente manera. Esa percepción que tienen de mi es lo que les motiva para ellos
también buscar un futuro mejor, claro está que no es el mejor de los ejemplos, pero si uno por el
cual estar motivado, porque no cualquier persona logra lo que yo he logrado.
Me platican que en la red social se ven mis fotos de cuando me gradué en el año 2012,
cuando tomé protesta en el año 2016, y es muy bonito saber que muchos que no querían estudiar
lo hagan actualmente al sentirse motivados por una persona como yo que he terminado una
Licenciatura aun con aquellos inconvenientes que se presentaron en el camino y que los logre
superar para mejorar y ser mejor cada día.
¿Qué ha cambiado de la percepción que se tenía de la Licenciatura Ciencias de la
educación, en el aspecto de profesor que da clases a lo que en realidad implica ser un docente?
Muchas personas piensan que la carrera implica solamente dar clases en un pizarrón frente
a un grupo de alumnos, es una percepción que yo tenía cuando inicie la licenciatura en Ciencias
de la Educación, pero al ir avanzando mi aprendizaje, la gran variedad de ciencias que abarca se
me fue ampliando el enfoque que tenía y pude ver que no solamente es dar clases, si no, que
implica administrar la educación, como el tiempo que se les ha de dar clases a los alumnos, la
estructura de los programas que se les pondrá enfrente para que lo analicen y capten más
fácilmente los educandos, también es muy importante conocer las áreas psicológicas con las que
tiene que trabajar un educador al estar frente a un alumno, no es solamente darles el material
para que lo estudien, sino, ayudarlos a comprenderlo, que lo asimilen y lo lleven a la práctica, la
educación abarca una estructura más compleja de lo que uno piensa cuando envía a los niños a
tomar clases, es brindarles el conocimiento y llevarlos a interactuar con ese conocimiento para
que lo asimilen.
La licenciatura abarca también el área de recursos humanos, donde el alumno tiene que
conocer las diferentes formas de trato y en ello implica el trabajo en grupo, ser un educador que
pueda dirigir a varios educandos y que estos puedan interactuar entre sí, al igual que en los
recursos humanos de una institución, saber cómo identificar al personal que este por ingresar a
una institución educativa, el poder dirigir como un líder esa institución y realizar programas que
lleven al logro de los planes que se establezcan en los métodos educativos y en todo lo que tenga
que ver con la educación.
170
Por lo que puedo decir, es que la Licenciatura Ciencias de la Educación que proporciona
la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) es muy diferente a lo que yo pensaba en un
principio, esa percepción ha cambiado, ha mejorado día a día y me ha formado como un docente
que se puede desempeñar en las diferentes áreas de una Institución Educativa, un Licenciado
que puede mejorar la educación, no digo que sea mala, si no, que todo desempeño que se realiza
cada vez mejor siempre va a realizar una mejora en un sistema educativo, por lo que me vi dando
clases antes de obtener la Licenciatura y me veo ahora que ya la he terminado como un docente,
no solamente para dar clases, sino, para realizar esas actividades tanto administrativas como
cualquier área que esté relacionada con la Educación.
Es una percepción que me ha aclarado los fines que contempla la Licenciatura Ciencias de
la Educación, y que voy divulgando por donde paso, ya que muchos tienen la idea de que en esta
carrera solamente es para dar clases, por lo que es muy importante que cambien esa idea y
puedan visualizar más ampliamente los conocimientos que se adquieren y los fines educativos
que implica instruirse por medio de ésta Licenciatura.
A veces muchos jóvenes no comprenden una Licenciatura por qué no se han adentrado en
ella, o en su facultad no han preguntado de que se trata, por lo que es muy necesario que antes
de ingresar a una Universidad a estudiar una carrera se informe a los jóvenes en el nivel anterior,
darles la información donde se explique qué es lo que abarca y que podrán lograr al término de
la misma.
¿Qué les diría a las personas que puedan tener la posibilidad de adquirir la formación
como parte de una reinserción social?
Les diría que aprovechen la oportunidad que se les está proporcionando, ya que en todo el
país es muy poco probable que se les presente, que la aproveché al máximo, que es muy reducido
el número de personas que pueden tener el acceso, que aun después de los tropiezos que uno
tenga, si puede lograr terminar una Licenciatura, que yo en lo personal me siento muy afortunado
de haber logrado una meta que no habría logrado en otro lugar parecido.
171
Siento que nada es imposible si nos lo proponemos, que todo el esfuerzo que se realice
dará sus frutos tarde o temprano, la educación que obtengamos se verá reflejada en nuestras
acciones, en nuestra familia, en todo lo que nos rodea, si nosotros ponemos ese granito de arena,
lograremos metas que antes ni nos imaginábamos, que tengamos esa visión de lo que queremos
hacer, proyectos que nos gustaría lograr, y esto no se realiza si no nos interesamos por iniciar,
por esforzarnos, por trascender y lograr frutos que ni siquiera nos imaginamos antes, es por ello
que por experiencia propia puedo decir que en mi generación hubo logros y que fue una
experiencia que me dio la mejor de las satisfacciones y mejoro la forma de actuar de mi persona,
por ello me gustaría que se abrieran más espacios y en planes con más estructuras para la
implantación de la educación, lo digo, no solamente por esta carrera, porque hay muchas que se
pueden implementar en los Centros de Reinserción, esa transformación que se puede llegar a
lograr en una mayor cantidad de personas, que todos tengan un gran desarrollo y con ello una
nueva forma de vivir en sociedad y que al obtener la mayoría de las personas ese conocimiento
es como se puede lograr una Reinserción social más adecuada.
Por lo que se les invita a integrarse en ese grupo que está en espera de iniciar una nueva
etapa educativa, donde el beneficio que obtengan como personas sea para sí, y no se tire este
tiempo en un caso perdido, sino en una oportunidad que rindió los frutos y que transformo nuestra
nueva forma de ser, de que si se pude, que tanto dentro como fuera de un Centro es posible
lograr obtener una mejor educación, y no es nada más en lo superficial, también lo es en lo
interno, en lo personal, en el yo, eso que nuestro interior desea aprender y adquirir para sentirse
realizado, dar lo mejor cada día con la intención de obtener mejores oportunidades para vivir y
convivir mejor con nuestros interactores en sociedad.
Que yo como un egresado de la Facultad de Ciencias Humanas, lo digo como prueba de
que si es posible y que lograré salir ante la sociedad y mi familia como un hombre que ha luchado
por superarse educativamente y que si se pudo lo que yo tanto pregoné, que obtendría una
Licenciatura, que me recibiría y lo he hecho con las mejores calificaciones que ha sido posible,
que se ve reflejado ese deseo por aprender.
Que la oportunidad que se me ofreció la he aprovechado, y que esta es una herramienta
que yo puedo utilizar cuando lo requiera, cuando tenga la oportunidad de ejercer ante educados
o en cualquiera de las áreas que abarca la educación.
172
Para terminar de exponer un poco de mi vida educativa y de la adquisición de los
conocimientos, puedo decir que estoy muy contento de haber terminado la Licenciatura en
Ciencias de la Educación en la Facultad de Ciencias Humanas, de la Universidad Autónoma de
Baja California, aunque me desempeño como maestro dentro del Centro, mi completa formación
se verá reflejada el día en que me desempeñe como un trabajador de la educación, cundo este
frente a la problemática educativa en los planteles y escuelas de la comunidad donde llegue a
vivir, esto cuando logre mi libertad y pueda ejercer completamente y con libertad los
conocimientos que he adquirido.
173
Bernabé. Acabar mis estudios universitarios y poder poner en práctica todo lo
aprendido y poder ayudar a la gente…
Nací en la ciudad de Tijuana en mayo de 1985, desde ese día mi educación fue a cargo
de mi madre hasta el día que ingresé al kínder. Tenía cinco años cuando fui por primera vez a
una institución educativa. El primer día que acudí fue muy tormentoso, ya que nunca me había
separado de mi madre, ni mucho menos había quedado a cargo de una persona extraña,
recuerdo que cuando se despidió mi madre de mí no quería separarme de ella y me puse a llorar,
me embargo una tristeza terrible por la separación de mi madre.
En el kínder que asistía está al lado de la primaría donde estudiaban mis hermanas
mayores, estas dos escuelas las separa una malla de metal por la cual podía ver a mis hermanas,
la hora del recreo concedía la mía y la de ellas y todo el recreo de ese primer día me la pase en
el cerco ablando con mis hermanas, ellas tratando de consolarme y de calmarme.
La primera vez que fui al kínder fue muy tormentoso, pero de ahí en adelante todo fue
mejorando. Con forme fui asistiendo fue mejorando mi relación con los niños y con la maestra.
Acudía con la finalidad de pasarme toda la mañana jugando y a la vez aprendiendo, ya que yo
desde niño he sido muy curioso y a todo le buscaba el porqué de las cosas, por esta situación le
hacía un sinfín de preguntas a mi maestra y me gustaba aprender y me daba mucho gusto cuando
contaba con un conocimiento nuevo. Cuando llegaba a casa le contaba todo lo que había
aprendido a mis padres con una emoción sin igual.
El Descontrol
El año de kínder me la pase muy bien. Sin embargo, cuando contaba con seis años ingreso
a la primaria, por problemas familiares a mediados del año escolar me cambian de primaria en la
que terminó el primer grado y comienzo el segundo. Esta primaria quedaba separada del lugar
donde vivía, por lo tanto, me cambio a otra primaria y en esta primaria termino segundo y
comienzo tercero. En el transcurso de tercer grado mi familia decide mudarse al estado de
Sinaloa, estando en este lugar continuo en tercer grado, pero antes de terminar este grado nos
regresamos a Tijuana donde termino por fin el tercer grado. Comienzo el cuarto grado en esta
primaria pero antes de terminar nos volvemos a ir a Sinaloa donde termino cuarto grado. Al
174
comenzar el quinto grado ya estaos de vuelta en Tijuana y comienzo este grado, a mediados del
quinto grado nos mudamos a Ensenada en donde termino el quinto grado. El sexto grado de
nuevo lo comienzo en una primaria de Tijuana a mediados de este año escolar mi madre se
vuelve a mudar a Ensenada, sin embargo, le digo que no me quiero ir y hacer otra vez un año
escolar en diferentes escuelas, mi madre dice que está bien que me quede en Tijuana con mi
hermana y terminando la primaria me voy a vivir con ella a Ensenada, quedamos en que así le
íbamos hacer y así le hicimos. Por fin termino un año escolar en una sola escuela.
Recuerdo el día de mi graduación de primaria mi madre me regalo un reloj el cual le tome
mucho cariño porque para mí era el pago de un esfuerzo que realicé por terminar la primaria a
base de las dificultades antes mencionadas. Estos cambios de escuelas fueron muy perjudiciales
a mis años de primaria, pero no por eso dejé de estudiar, ni mucho menos deje de aprender lo
que en este periodo enseñan.
El descontrol de estar en una primaria y otra creo que me perjudicó en algunos aspectos,
como, por ejemplo, un problema que tenía y que esta la fecha lo sigo teniendo en menor grado
no puedo leer en voz alta retrababa mucho, pero en lo referente a las matemáticas y a cosas de
memorizar fechas, palabras, lugares, y hasta frases completas en eso no batallaba. Pero en fin
por fin terminé la primaria y comienza otra etapa en mi vida tanto en los estudios como en mi vida
personal.
La etapa de la rebeldía
Como le había dicho a mi madre que terminando la primaria me iba a ir a vivir a Ensenada
con ella y lo cumplí. Tenía trece años cuando entro a la secundaria en Ensenada, pero dejaba
una vida de amistades en Tijuana, esto repercutió que no les ponía mucha atención a los estudios.
Estudiaba en Ensenada de lunes a viernes, todos los viernes y en las vacaciones me iba
a Tijuana. Todos los días renegaba porque no me gustaba vivir en Ensenada, pero aun así nunca
falte a las clases.
Los problemas que tuve en este periodo del primer año de secundaria no fueron porque
no estudiara o no supiera, sino porque como aprendía rápido y era un adolescente muy
175
imperativo. Como ya había entendido la clase y me enfadaba sin hacer nada me ponía a platicar
y a distraer a mis compañeros.
Recuerdo un día que la orientadora le hablo a mi madre para hablar sobre mi situación en
la escuela, mi madre le pregunto a la orientadora “señora cual es el problema con mi hijo ya que
tiene un promedio de 9.1, no veo cual es el problema” la orientadora le contesto “lo que pasa que
su hijo como aprende rápido y es muy inquieto se pone a distraer a los demás niños y por lo tanto
estos no ponen atención a la clase. Le pido por favor que hable con él y no distraiga a los demás”.
Y así paso, mi madre habló conmigo, pero como si no lo hubiera hecho, seguí platicando en clase
y sonsacando a mis compañeros para irnos de pinta las clases que no me gustaban.
Así transcurrió el primer año de segundaria, estudiando entre semana en Ensenada y los
fines de semana en Tijuana con mis amigos y mis familiares que vivían en Tijuana. Al terminar
este año escolar le pido a mi madre que me deje ir a vivir a Tijuana con mis hermanas, recuerdo
claramente las palabras que le decía con enojo, le decía “mamá ya me quiero ir a Tijuana,
Ensenada no me gusta, aquí apesta bien feo”. Mi madre me da permiso a ir a vivir a Tijuana con
mis hermanas.
Viviendo en Tijuana entro al segundo grado de secundaria, pero ahora era al revés,
estudiaba en Ensenada y los fines de semana me iba a Ensenada con mis padres. Estando en
este año escolar y con los años de la adolescencia a todo lo que dan ya no le tomo mucha
importancia a los estudios y empiezo a faltar a muchas clases. Por el método que tenía esta
escuela era muy factible faltar a una que otra clase, ya que entre clase y clase nos cambiábamos
de salón y por esto se nos facilitaba mucho el salirnos de la escuela. Otro punto que tenía a mi
favor era que teníamos la playa a cinco minutos a pie de la escuela y por lo regular cada que nos
salíamos de la secundaria nos íbamos a la playa.
Así transcurrió todo segundo de secundaria, entro al tercero grado y empiezo faltar, pero
ahora ya no faltaba a una que otra clase ya faltaba todo el día completo. Los profesores me
regañaban y me decían que me iban que dejar sin derecho a calificación y mis calificaciones
estaban bajando mucho. Como me calificaban por bimestre hago una estrategia para no reprobar
y al mismo tiempo no ir a la secundaria. En el primer mes iba todos los días a la escuela, entraba
a todas las clases, entregaba todas las tareas y los exámenes los pasaba con diez. Esto era el
176
primer mes, pero el segundo no iba a ninguna clase, no entregaba tarea y no me dejaban
presentar el examen y ese mes me sacaba cinco, gracias a las matemáticas 10+5=15 y 15/2=7.5
el bimestre me sacaba siete de calificación.
Al tercer bimestre de tercero el maestro encargado de mi grupo, el prefecto y un orientador
hablan conmigo, me dicen “Bernabé” si sigue faltando así no te vamos a dejar que hagas
exámenes y te vamos a tener que dar de baja”, les conteste “mire maestro, el sistema con que
ustedes me califican la secundaria lo puso no yo, otra cosa yo no infrinjo ninguna regla de la
secundaria para que me corran, en un mes saco diez y el otro estoy de acuerdo que saco cinco,
por lo tanto me da una calificación aprobatoria y como por mes no pueden poner menos de cinco,
creo que mientras este así no quebranto ninguna regla. Y estoy de acuerdo, el día que infrinja
una regla ese día me corren”. Y así pasaron los otros dos bimestres hasta que acabe la
secundaria con un promedio bajo, si mal no recuerdo con siete.
Cuando estaba en tercero me ponen como jefe de grupo, eso era para poder hacer lo que
quisiéramos y que nadie le fuera a decir al prefecto, pero nuestro asesor a mitad del curso me
quitó porque faltaba mucho y porque decía que no ponía orden en el salón. Este profesor también
nos daba matemáticas, él me iba a mandar a un concurso de matemáticas a nivel estado y por la
misma razón que me quito de jefe de grupo no me mando a concursar. Con mis faltas y mi
irresponsabilidad en la escuela, me sentía preparado para competir con quien fuera y contaba
con los conocimientos necesarios para representar a la secundaria y la verdad si quería ir a ese
concurso, me sentía preparado para traerme el primer lugar.
La adolescencia
Cuando cumplo quince años es el momento para entrar a la preparatoria, pero mi madre
ya no quiso que siguiera en Tijuana y me lleva otra vez con ella a vivir a Ensenada. Estando en
Ensenada entro a la preparatoria igual que en la secundaria el primer semestre saco más de
nueve, en el segundo ya bajé como a ocho puntos cinco y por primera vez en mi vida estudiantil
me voy a un extraordinario, el cual logre pasar con nueve (por cierto, la profesora no quiso
ponerme esa calificación -porque no se- pero me puso calificación probatoria).
El primer y segundo semestre de prepa los pase sin nada fuera de lo normal de la vida de
un preparatoriano, faltando una que otra vez para irme a una que otra fiesta con mis amigos, lo
177
bueno de esta prepa era que estaba pegada a la playa, nomás nos brincábamos la barda y
caíamos a la playa de pinta.
Por la misma razón que todo en la prepa era todo muy monótono y ya no me gustaba para
nada vivir en Ensenada me regreso a vivir a Tijuana y ahí entro a tercer semestre. Estando en la
prepa me encuentro con muchos conocidos de la secundaria y hago nuevas “amistades”, estas
personas me empiezan a relacionar con otras personas y así sucesivamente y el estudio ya no
es mi prioridad. Empiezo a faltar mucho a la prepa y decido darme de baja temporal “en lo que
junto algo de dinero” según yo.
Al año siguiente me reincorporo a la prepa, pero ya había probado la libertad y había
ganado dinero y no dure más que un mes y me volví a salir. Pero mi madre estaba diciéndome
que siguiera estudiando y para darle gusto me vuelvo a meter a la prepa, tenía diecisiete años
cuando entro por tercera y última vez a la prepa. Cuando entro a la prepa todos mis compañeros
eran más chicos que yo y no me gustaba convivir mucho con ellos me enfadaba, este fue uno de
los pretextos para dejar la escuela. Así pasaron varios años y yo sin hacer nada productivo.
En la cárcel
Tenía veintidós años cuando entro a la prisión de Tijuana, por mi delito me meten a un
edificio que no tienen ninguna actividad y no me dejan entrar a la prepa. En el 2010 me traslada
a la penitenciaria “El Hongo” (donde me encuentro hasta horita), estando aquí me entero que
podía estudiar la prepa. En lo que me trajeron mis documentos y en lo que me dan de alta se
llega el 2012 y empiezo la prepa. Saliendo a la escuela me entero que la primera generación ya
va terminar y terminando iba a empezar la otra generación en la universidad. Habla con la
profesora encargada de la escuela y le digo que quiero entrar a la universidad pero que voy
empezando la prepa y me faltaban 23 materia, me contesto que cuando empezara la universidad
ya había acabado me tomaba en cuenta para la universidad. Para esto ya era finales del 2012.
Empieza el 2013 para lo cual se oían rumores que ya iba a empezar la universidad, pero
me faltaban 23 asignaturas de 33 asignaturas que maneja la preparatoria abierta. Empiezo a
hacer de tres a cuatro exámenes por mes, para mediados del 2013 ya había terminado las 33
materias. Acudo con la coordinadora del área educativa, le comento que ya había terminado mi
preparatoria, la Licenciada me inscribe en un curso de propedéutica universidad.
178
A finales del 2013 estuve apoyando en las distintas actividades en el área educativa en el
centro; hasta el 2015 día en que por fin empezó la universidad. Me dan unos legajos de hojas y
a estudiar. Las primeras materias se me hicieron difíciles, ya que venía a ciegas con las tareas
que me dejaban.
Mis días de universitario
A finales del 2015 empecé mis estudios en la Licenciatura, la que hoy estoy cursando. Me
di cuenta que por medio de los estudios es que me a adquirir conocimiento, por lo tanto, no voy
a cometer tantos errores, ya que en mi juventud cometí varios errores porque era una persona
ignorante y no tenía mucho conocimiento.
Espero en un futuro próximo acabar mis estudios universitarios y poder poner en práctica
todo lo aprendido y poder ayudar a la gente que está a mí alrededor. Si logro salir pronto de este
centro me gustaría trabajar en una escuela en el área administrativa, esto para poder un sistema
educativo en el cual todas las personas tengan las mismas oportunidades de estudiar.
179
José Adán. Espero lograr ser digno depositario de sus esfuerzos, de su solidaridad,
altruismo y compromiso humanitario…
Quo vadis…
Está haciendo mucho frío. Siento ganas de terminar de leer una biografía que lleva por
título Napoleón, misma que deje ayer en la cabecera de mi litera, pero no quiero ni sacar las
manos de los cobertores. Me quedo inmóvil tratando de mantener el calor -que en un mal
movimiento puede escapar- mientras tanto viajo en el tiempo tratando de recordar qué es lo que
en un rato más voy a escribir para mi historia de vida en relación a mi experiencia educativa. Sin
embargo, noto que vagos y escasos recuerdos acuden a mi mente y, además, confirmo que la
configuración de mi historia de vida no se reduce netamente al plano escolar, sino que ésta es
solamente parte de una amalgama de experiencias y de vicisitudes que me han conformado en
relación a quien soy ahora como persona y que a la vez me han traído de una forma u otra hasta
este punto de mi vida, hasta este punto de mi educación.
Como muchas mañanas desde hace más de dos años entro al salón de universidad. Pero
esta vez me siento frente a la computadora con este nuevo objetivo y empiezo a capturar una a
una las remembranzas que se agolpan en mi mente, tratando de hilvanar las vivencias que
conforman la historia de mi vida educativa. De tal modo, mientras regreso en el tiempo, veo cómo
van apareciendo en la pantalla las letras con que narro aquella vez en que cuando niño estaba
parado en la puerta del Jardín de Niños Rosaura Zapata apuntando con mi dedo índice y
diciéndole a la educadora que controlaba la salida de párvulos “esa es mi mamá” para que me
permitiera salir; en cuanto abrió el cancel salí corriendo detrás de una señora que no conocía y
que ni cuenta se dio de lo que sucedió, le pase por un lado y seguí corriendo por una calle de la
colonia Loma Linda para llegar a mi casa. A pocas cuadras veo a mi madre charlando con una
señora y, al verme, sorprendida me inquirió: “cómo te viniste”. Así inician los recuerdos de mis
estudios en preescolar. Hubo muchos más, sin embargo, lo que más me agradó fue el jugar con
los demás niños y niñas, pero claro que también me encantaba columpiarme alegremente, correr
sobre las llantas semienterradas y pintadas de diversos colores y ver, sino rememoro mal, a los
animalitos que ahí había.
Era un día soleado y alegremente caminaba tomado de la mano de mi madre por la calle
Baja California de la colonia Santa Clara llevando en la otra mano un cuaderno sin espiral que
180
tenía en la pasta una imagen del Oso Yogui; ese era mi primer día de clases de educación
primaria en la escuela Héroes de Nacozari. En primer año me era muy grato hacer manualidades;
recuerdo, en especial, el día en que estuvimos haciendo banderas mexicanas y las pegamos en
cada una de las barras del cerco de la parte frontal de la escuela; jamás olvidaré eso. Rememoro
también cuando ahí me enseñaron a hacer mis primeras letras, aún veo en mi mente aquel
pizarrón verde con los trazos color blanco. En segundo año continué en la misma escuela y
solamente me cambiaron de salón, sin embargo, no recuerdo nada de mi docente, pero sí una
vez que me inculparon injustamente por haber silbado dentro del salón, algo que no hice.
En tercer año mamá me inscribió en la Escuela Primaria Enrique Rodríguez Cano, ubicada
en la colonia Baja California. He de comentar que me agradaban mucho los jardines que ahí
había; puede ser que no hayan sido muy bonitos, pero a mí me gustaba mucho jugar en ellos. Mi
profesora de tercer año se llamaba Dora y lo que recuerdo de ella es que acostumbraba jalarnos
de las patillas. Lo que sí rememoro claramente es que cuando cursaba dicho grado me gustaba
tomar los botes de basura, los volteaba y golpeándolos en el fondo con las palmas hacía ritmos
–según yo-. En esa escuela tuve mi primer amor platónico, ella se llama Aidé; la recuerdo
limpiando su boca cuidadosamente con una servilleta en el salón cuando celebrábamos… ya no
rememoro qué. Inicie en esta escuela mi cuarto año de primaria; me cambiaron de salón y
tampoco poseo reminiscencias de quién fue mi profesor. Lo que jamás olvidaré fue la ocasión en
que al estar jugando durante el recreo con mis amigos se me rompió ampliamente el pantalón en
la parte frontal de la entrepierna; podría parecer ridículo, pero ese simple hecho me llenó de
vergüenza a tal grado que ni siquiera me atreví a entrar a clases de nuevo, así que me quedé un
rato sentado en el jardín que estaba detrás de mi salón y finalmente decidí brincarme el cerco
para regresar a casa.
El treinta y uno de octubre de 1989 cruzamos ilegalmente la línea internacional mi
hermana Marisol, los hijos de los padrinos de bautizo de mis hermanos Roser y Guadalupe y yo.
Ya en Calexico nos recogieron y nos llevaron al Centro, California. En ese lugar empecé a asistir
a la “De Anza Elementary School” para poder concluir con mi cuarto año de primaria. Era una
escuela muy grande y bonita en todo aspecto. Mi profesora se llamaba Miss Aguilar y nos enseñó
muchas cosas; entre ellas a escribir en manuscrita y a utilizar las computadoras; aparatos
desconocidos hasta entonces para mí. Había tres cosas de ahí que me encantaban: la biblioteca
a la que nos llevaban cada cierto tiempo, la comida que no sé si nos regalaban o vendían en el
181
comedor y mi primera novia llamada Winnie (o algo así), relación muy curiosa dado que ella casi
no hablaba español y yo de inglés no hablaba más que unas cuantas palabras.
Al regresar a México empecé a cursar el quinto año de primaria y para ello entre a estudiar
en la escuela Waldo Hernández Maldonado, creo que está ubicada en la colonia Ampliación
Nacionalista. Tuve ahí una de mis mejores maestras, su nombre –creo- fue Mónica. Lo que más
rememoro de ella es que nos aconsejaba que valoráramos el esfuerzo que nuestras madres
realizaban para poner en la mesa el alimento que nos brindaban y que al regresar a casa les
preguntáramos cómo les había ido en su día. Caso chusco pues al poner en práctica lo que mi
profesora recomendaba mi madre, mientras preparaba la comida y atareada por tantas presiones
y carencias, me respondió: “Cómo quieres que me vaya, vete para allá…”
El tesoro más
importante que me lego esta docente fue la lección de vida que con su ejemplo y consejos dejo
impresa en mis evocaciones sobre mi experiencia educativa a su lado. Mientras que haya vida
en mi cuerpo y si algún día llego a obtener el privilegio de ser compañero y orientador de un
grupo, con certeza he de continuar sembrando en los intelectos de nuestros estudiantes la misma
semilla y de la misma forma que ella lo hizo en mí. Continué en esta escuela cursando el sexto
grado y al igual que me pasa con relación a otros grupos no rememoro quién fue mi docente, pero
sí algunos de mis compañeros y especialmente aquel día en el que salimos a plantar árboles en
el estacionamiento para maestros que estaba al frente de la escuela. Me tocó sembrar el segundo
árbol a mano derecha -parado viendo a la escuela- a un lado de la puerta de entrada del
estacionamiento mencionado. Si algún día vuelvo a ver ese árbol, sé que será muy satisfactorio.
Entre a estudiar en la escuela secundaria Plan de Ayala localizada en la colonia
Nacionalista y en ese primer año de secundaria la indisciplina por parte mía y de la mayoría de
mis compañeros se hizo latente. El buen niño que había sido quedaba en el pasado y ahora
empezaba a realizar un cumulo de malas acciones que, sin saberlo, tantas pesadumbres llegarían
a causar en mi vida y en la de los míos. De tal modo me uní al grupo de ingenuos que al mismo
profesor de civismo -Manuel se llama- le faltábamos al respeto haciéndole travesuras pesadas;
de las cuales él, inútilmente, reclamaba la presencia del responsable apelando a nuestro valor
cívico (concepto que en aquel entonces no entendía y puedo asegurar que casi ni me importaba).
Además, sin que ese tipo de actos nos fueran suficientes en ocasiones, al estar tomando su clase,
le hacíamos coro gritándole por el apodo con el que le llamábamos: “¡Torero, Torero, Torero! …”
Sobrenombre que no sé si habíamos heredado de otra generación de alumnos o con el que
182
nosotros mismos le bautizábamos, como habitualmente lo hacíamos con casi cada uno de
nuestros profesores; pero que, en el contexto de nuestra adolescencia -mal orientada-, no debían
de faltarles. Torero…, he de aceptar ahora que comprendo de forma mucho más clara la
importancia y significado de los conceptos que en su clase él trataba de ensañarnos (y que hoy,
paradójicamente, dentro del contexto en el que me encuentro inserto, como monitor por parte del
CE.RE.SO. en colaboración con INEA, imparto asesorías en relación a módulos en los cuales se
versa sobre los valores y el civismo). Se dice que nunca es tarde para reconocer nuestros errores
y me es menester enfrentar los míos, por tanto, en aquel tiempo mi mal ponderado profesor,
perdóneme usted hoy, por favor; en verdad siento no haber contado con la madurez suficiente
para poder haber ponderado adecuadamente el empeño que ponía en ilustrarnos. En segundo
año de secundaria mi buen comportamiento iba en un agudo declive, sin saberlo iba
conduciéndome, envolviéndome y construyendo ciegamente el futuro aciago que desde entonces
ya esperaba por mí para atraparme. De las experiencias educativas positivas de ese segundo
año de secundaria nulas reminiscencias me acompañan; empero, dos cosas sí tengo muy
presentes, la primera que tuve maestros con muchísima paciencia y, la segunda, que permití que
mi persona se corrompiera poco a poco, pero eso sí, cada vez en mayor grado. Como era de
esperar, me negaron continuar estudiando en esta escuela secundaria.
Mamá me inscribió en la Escuela Secundaria Milton Castellanos Everardo para terminar
con el último año de este nivel de estudios. Al entrar por sus puertas (aunque suene bobo) el
hado simultáneamente me abría el portal de prisión; ya desde ese entonces el reloj de arena
indicaba con precisión la hora en que firmaba el contrato de reservación que, como ya mencioné,
yo mismo había hecho inconscientemente para poder gozar de una estancia en el lugar en el que
ahora me encuentro. Digo esto porque en ese año de secundaria empeoré en grado sumo, me
volví aún más peleonero, grosero y patán, acciones y errores que poco a poco iban configurando
los rasgos de la idiosincrasia que de forma indirecta o directa me hicieron terminar en la cárcel.
Sinceramente, puedo decir que en ese período de mi adolescencia la escuela me seguía
importando un bledo –y, desgraciadamente, junto con todo lo que ello implicaba-, sumido en mi
egoísmo solamente pensaba en pasarla bien con mis amigos y disfrutando de mi novia. Mi
inmadurez me impedía ver la montaña de errores producto de mis fallas “insignificantes” como
persona; de igual forma la carencia de experiencia me impedía prever lo costosas que esas
actitudes negativas me serían a la hora de que la vida me pasara la cuenta. No recuerdo que
antes me hubiesen reprobado y aquí sucedió; sin embargo, realicé una actividad con la cual el
183
maestro de taller de carpintería me aprobó; si la memoria no me falla creo que reprobé también
otra materia, pero al respecto no logro evocar cómo la pase. He de resaltar la labor de mi maestra
de matemáticas, quien me parece que lleva por nombre Clementina. Gracias, profesora, por su
dedicación y paciencia. La graduación de la secundaria fue en el salón Aragons que estaba en
Virreyes y, como todo estudiante, la disfruté muchísimo en compañía de mis compañeros.
Habrían de pasar varios años para que retomara mis estudios. La oportunidad de que ello
sucediera la obtuve por parte de una fábrica en la que estuve laborando; sin embargo, seguía
ciego y no supe aprovechar la circunstancia y deje los estudios. Esta vez no fue tanto mi mal
comportamiento lo que me hizo alejarme de la educación que se me ofrecía ni ningún otro
acontecimiento fue, en gran proporción, mi dilatado desconocimiento sobre la importancia real
que posee el estudio como factor crucial para detonar el despliegue de todas las dimensiones
humanas. Si hubiese tenido la lucidez suficiente para haberme quedado estudiando en el
CONALEP Mexicali I, tal vez la vida que les ofrecí a mis seres amados hubiese sido
diametralmente distinta. Para empezar, habría muchas más probabilidades de que yo no
estuviera aquí como un muerto en vida; sumido en esta profunda obscuridad y muriendo noche
a noche antes de dormir con cada uno de los recuerdos gratos que involuntariamente inundan
mis pensamientos y reviviendo cada mañana al despertar con la esperanza de que pronto, bajo
el calor del sol de mi Mexicali, se me permitirá nuevamente rodearme de mis seres amados y
volver, en el abrigo de su compañía, a sentirme vivo en verdad.
“Voy a estudiar y entraré a la universidad” ya no recuerdo qué me pasaba por la mente en
esos momentos, empero, eso fue lo que dije en el Juzgado Sexto de lo Penal en una de las
audiencias que tuve ahí durante mi proceso penal, ello con la creencia de que la realidad en
prisión era la misma que en las películas y que por ello aquí también se podía estudiar la
universidad. Finalmente, el reloj de arena anunciaba que la hora de disfrutar de la reservación
que tantos años atrás había hecho había llegado y el inexorable hado ahora cerraba tras de mí
las puertas de prisión para que con parte de mi vida pagara la factura del costo que implica el
haber privado de la existencia a un ser humano y, tal vez, sólo tal vez, si la justicia poética existe,
liquidar al mismo tiempo la cuenta que generé por las burlas y el dolor que con mi mal
comportamiento sembré en muchas de las personas que me rodearon y, lo peor, que también
sembré en el corazón de aquellas personas que me aman o amaron.
184
Desde que se me internó en prisión mi conciencia me decía que aprovechara la poca luz
que dentro de esta intensa penumbra iluminaba aún mi camino. Así, con el afán de beneficiarme
al máximo de mi experiencia privativa de la libertad, retome mis estudios de preparatoria en el
CE.RE.SO., de Mexicali, B.C. Ahí tuve la posibilidad de cursar mis primeras ocho materias a
través de la modalidad no escolarizada. No me fue muy bien en toda.
Las asignaturas, la verdad es que, por una parte, mi falta de entusiasmo hacia el estudio
incidió negativamente en mis calificaciones y, por otra, la carencia tanto de espacios como de
libros predominó y contribuyó a lo anterior. Prueba de ello es que un amigo me prestó, aunque
parezca increíble, el único libro que estudie: Inglés I; los demás exámenes los pase con lo poco
que mirábamos en clases, cuando las llegaba a haber, y es que por si fuera poco en ocasiones
no había ni quién nos diera asesorías.
EL 20 de diciembre del 2006 me habían trasladado al CE.RE.SO. “El Hongo” núm. 1 y
pocos meses después me llamaron al Área Escolar para gestionar la actividad que les solicité.
Así la licenciada Irma Yadira Palacios Mendoza me dio de alta nuevamente en Preparatoria
Abierta y pude continuar con mis estudios. Esta vez ya no fueron los factores que mencione
anteriormente (o al menos en el mismo grado, aunque mi falta de interés por el aprender persistía)
los que me limitaron para que terminara pronto mis estudios. No, ahora no quería concluir la
preparatoria porque pretendía continuar cursándola durante todo el tiempo posible para, llegado
el momento, ser favorecido con un beneficio preliberacional, ya que de mi constancia en la
participación de las actividades que realizara en el CE.RE.SO., depende la concesión o no de
alguno de los beneficios referidos y si terminaba la preparatoria rápido no habría habido más que
estudiar para mí y eso además afectaba la posibilidad de que se me favoreciera con el
otorgamiento de un beneficio preliberacional.
Antes de concluir la preparatoria habían vuelto los rumores de que pronto iniciarían ya con
la segunda generación de universitarios. La conciencia me llamaba de nuevo y esta vez me decía
que era mí deber ser parte de ella, una y otra vez me argüía que se lo debía a aquellos a quienes
les había fallado y especialmente a mi madre. Con ello y mi propio futuro bienestar en mente
decidí conversar con la licenciada Miriam Janeth Lugo Gómez, en aquel entonces coordinadora
del área escolar, y pedirle la oportunidad para que me considerara en la conformación del grupo
para la segunda generación de universitarios; afortunadamente ella aceptó. Entusiasmado
185
empecé a solicitar uno a uno los exámenes que aún me faltaban para concluir la preparatoria,
hasta que un día se nos dijo que solamente formarían parte de la segunda generación aquellos
que contaran con el apoyo familiar para pagar los gastos inherentes a la carrera. Esto me cayó
en la espalda como el agua fría que sale de las regaderas -aquí en el Hongo- en tiempo de
invierno terminando por afectar mi desempeño académico y, simultáneamente, mi entusiasmo
por acabar la preparatoria. Empero, como bien versa el dicho popular: todo tiene un principio y
un fin, así presenté el último examen de preparatoria en 2013.
Me es menester señalar que ya desde 2010 mi percepción en relación a la educación
había comenzado a cambiar. Recuerdo bien que cuando estaba estudiando el libro de biología,
la madre de mi hija tenía unos meses de embarazo; por ello, un día en que me visitó me lleve
dicho libro con la intención de mostrarle las etapas de gestación para que ella viera cómo podría
estar y continuar desarrollándose nuestro futuro bebé dentro de su vientre. De ese modo pasamos
un rato contemplando las ilustraciones de dicho libro mientras felices conversábamos sobre
nuestro bebé. En este punto de mi existencia los brotes de violencia que tantos años atrás habían
empezado a retoñar en mi persona ahora se ajaban cada vez más gracias a la educación que
estaba recibiendo; ya en ese entonces, a la luz del conocimiento, nuevos retoños crecían y
poblaban mi mente al tiempo que iniciaban y estimulaban el cambio positivo de mi intelecto, así
como el de muchas de las otras dimensiones de mi ser.
Como eco revolotean en mis recuerdos las palabras que un compañero de trabajo en la
cocina me decía “Aterriza, Adán, para qué estudias si cuando salgas no te van a dar trabajo y vas
a terminar de albañil”. Y la verdad es que incontables veces, mientras batía la bebida que
preparábamos en aquel entonces para la cena (si se le pude llamar así), me la pasaba pensando
en los contenidos que estudiaba con el afán de pasar el examen que nos aplicarían para ingresar
a la universidad; tanto así fue el grado de abstracción que alcancé que una vez se me quemaron
dos ollas de pinole. En otra ocasión un compañero de celda me preguntó que para qué leía ese
tipo de libros, si de nada me iban a servir cuando me dejarán ir libre. Estas y otras experiencias
similares en lugar de socavar mi ánimo me incitaban con mayor vehemencia a imbuirme en el
estudio. Otro factor que fortaleció mi decisión de continuar estudiando y que me ayudó en gran
medida fueron las experiencias positivas; entre ellas recuerdo aquella vez en la que, cuando aún
era adolescente, mi mamá me decía estudia hijo para que cuando crezcas tengas un buen
trabajo; así como la única carta que hasta el momento he recibido de mi hermana Roser en la
186
que me escribió: “Estudia Adán para que cuando salgas nos ayudes”. Por otro lado, sigue
presente el consejo de un amigo que cuando yo aún iba en preparatoria me exhortaba a estudiar
con más ahínco.
Corría el mes de marzo del 2015 cuando iniciamos el curso propedéutico universitario.
Una vez más se avivaba en mí la chispa de la satisfacción que causa la posibilidad de ingresar a
un nuevo nivel educativo. Sé que hay quienes para los que no hay nada de placentero el tener
que estudiar, sin embargo, para algunos cuantos, que de forma áspera o de alguna otra manera
así hemos logrado considerarlo, sí lo hay y de ahí el origen de mi fruición. Entre tanto llegó el 24
de julio del 2015, día en el que presentaríamos la evaluación para el ingreso a la Universidad
Autónoma de Baja California y afortunadamente todo salió bien. Luego de ello continuamos
asistiendo al área escolar, inscritos en el mismo listado de actividades, hasta la conclusión del
curso propedéutico.
Ya se nos había dicho que el 26 de octubre del 2015 vendrían a dar el banderazo oficial
para que pudiéramos iniciar a cursar la licenciatura en Ciencias de la Educación. Ese día desde
muy temprano me preparé y empezó una de las esperas más cortas, pero a la vez más intensas
y presentes de mi existencia. Se contemplaba que las personas que darían el arranque a nuestros
estudios llegarían temprano; empero, no fue así y en un momento dado pensé que ya no se
presentarían. Afortunadamente dichas personas se llegaron alrededor de la una de la tarde; en
la sencilla ceremonia simbólica que se realizó se nos dijo que ya éramos formalmente estudiantes
de la Universidad Autónoma de Baja California y nos entregaron el currículo de las asignaturas
que cursaríamos entre otros documentos. Así iniciamos con el estudio de la asignatura de
Comunicación Oral y Escrita; esa fue nuestra primera materia. Como es de esperarse le eche
todos los kilos al asador tratando de cumplir lo mejor posible con ese compromiso y con el que
ahora me encuentro.
En el transcurso de mi estancia en este Centro de Reinserción Social he de aceptar que,
sin duda, la educación que he llevado -y no me refiero nada más a la requerida por el currículumme ha forjado, seguramente, de manera muy distinta a como hubiese sucedido estando en
libertad. El estudio de contenidos como la literatura escrita por Iván Ilich en donde versa sobre la
educación como parte de un proceso de “sociabilización con miras a la conformidad con las
demandas de una sociedad de consumo”, en comunión con los intensos mensajes de Paulo
187
Freire, quien en su Educación como Práctica de la Libertad nos habla de “una pedagogía para la
libertad y una educación para el hombre sujeto” han fortalecido en mí aquello que en antaño,
aunque con un desconocimiento enorme alcanzaba a vislumbrar y que ya desde el quinto año de
primaria se traducía en preguntas como “profe, porque aquí no nos dan lápices y hojas como al
otro lado (en EUA) para estudiar”.
Sin embargo, por otro lado, he aprendido que si no hay otra opción se debe hacer lo mejor
que esté a nuestro alcance con lo que se tiene. Si en nuestro México se vive día a día una
educación -o cualquier otra actividad social- afectada y sojuzgada por la subcultura de la rapiña
que muchos “cándidos” practican egoístamente para satisfacer su avaricia, ello no debe limitar o
truncar la educación que, al menos, nos dejan practicar; estamos llamados a hacer todo lo
contrario y, como dijo una vez aquí uno de nuestros docentes de la UABC (Fernando García
González), “…debemos agarrar el toro por los cuernos…” y, pensando en esa máxima, tratar de
educarnos en el mejor grado que las circunstancias imperantes lo permitan.
Mucho hay que decir en relación a cómo ha influido en mí, y especialmente en mi
ideología, la educación que a través de mi vida he llevado, empero, y sin duda, considero que el
nivel educativo más relevante es el que ahora curso. ¿Por qué?, pues debido a que la educación
que en este ahora de mi vida estoy recibiendo, aunada a lo que he aprendido en otros libros, ha
consolidado aprendizajes anteriores y me ha hecho más consciente de mi deber como elemento
social y agente promotor del bienestar no solamente individual sino también del colectivo (incluso
cuando este último a veces parece algo inalcanzable).
Los ecos de la historia nos permiten corroborar el cómo ciertos hombres que han influido
de forma inconmensurable en la humanidad han puesto especial atención en la educación, así
Felix Markham señaló en su obra que “Napoleon´s thoughts for his future were concentrated on
his son. He worried constantly about … the education that his son might be receiving” (Los
pensamientos de Napoleón para su futuro estaban concentrados en su hijo. Él estaba
constantemente preocupado sobre… la educación que su hijo podría estar recibiendo) lo cual le
sucedía mientras él permanecía exiliado. Bien se pudiera argumentar que la situación personal
de Napoleón era muy particular, empero, ¿acaso la de muchos de nosotros, hasta cierto punto,
no la es…? Aunque no estemos en la misma situación que Napoleón la constante que
compartimos con él radica en que él amo a su hijo tanto como nosotros amamos a los nuestros,
188
de ahí que nos sea necesario, además de un deber, el comprometernos más tanto en la
educación que como estudiantes recibimos, así como en la que como padres esperamos que
nuestros hijos reciban.
En muchos casos, dentro del ambiente donde crecí, la educación es entendida como
responsabilidad casi exclusiva de las instituciones escolares y de las autoridades, pero eso no es
cierto, de ninguna forma podría serlo y además esa concepción nos despoja de nuestra parte de
responsabilidad en cuanto a la contribución y solidaridad que debemos aportar al fenómeno
educativo, por otro lado, afecta y adormece lo que como humanidad podemos llegar a ser. Algo
nos debe de quedar claro y ello es que la educación es una responsabilidad compartida,
independientemente del papel que desempeñemos en cualquier circunstancia o momento de
nuestras existencias. Todos y cada uno de nosotros hemos de esforzarnos por constituir a la
educación en el medio que hará de nuestros seres amados, de la humanidad, personas más
conscientes, responsables y felices. Entendida así la educación es sublime, pues funge como el
vehículo que llevará a los pueblos al disfrute de sus vidas de una mejor manera y con un carácter
más positivo para todos. La educación me ha llevado a entender que no debemos ser pasiv os,
es decir, no dejemos pues a la educación de nuestros seres amados totalmente en las manos de
aquellos que no aceptan el desarrollo integral de sus congéneres, de aquellos que como bien
escribiera Platón en una de sus obras de teatro hace más de dos mil años: “con una mano
muestran el pan y en otra llevan una piedra”.
Recordemos que la indiferencia de algunos egoístas -que en el mejor de los casos ven
solamente por los suyos- ha causado y sigue provocando sufrimiento, dolor y muchísimas vidas
truncadas. Ello nos afecta. Prueba de eso lo son muchos que estando libres físicamente o no,
por ignorancia o por no haber aprendido a convivir, han causado dolor o han derramado sangre
innecesariamente. Sin embargo, tal vez se pueda pensar o argumentar que lo negativo que les
pasa a muchos (como a mí) a quién le ha de importar. Pensar así es prueba de que, en esta
cultura en gran medida indolente, nos han enseñado a ser egoístas e indiferentes para que
permanezcamos sempiternamente débiles; recordemos que en la unión está nuestra fortaleza
como sociedad, como humanidad. Se procura que seamos indolentes porque así nos desunimos,
así nos hacemos más vulnerables a sus excesos. Pero antes de continuar siendo indiferentes,
veamos o recordemos la imagen de esas niñas y esos niños que alegres e inocentes corren
jugueteando por ahí, es por ellos que no debemos permitir que otra vida se trunque por falta de
189
una buena educación. Es en la niñez donde se encuentra el tesoro más preciado de la humanidad
como tal: nuestro futuro.
He dicho que la educación en cualquier parte y circunstancia tiene mucho que ofrecernos.
Sin embargo, como ya lo he descrito, antes no lo veía así y pongo en este relato especial énfasis
en ello, además tampoco me importaba en el grado debido si había personas que pasaban por
experiencias tan difíciles como estar en prisión o alguna otra situación totalmente diferente pero
igual de adversa. La verdad es que nunca pensé que estar en la cárcel me pudiera llegar a pasar
a mí; no es mi intención hacer entender que no me importaban las personas en estado de
vulnerabilidad, ya sea porque no les conocía personalmente, porque no fueran amigos míos o
porque al fin y al cabo la vida seguiría independientemente de lo que a ellos les sucedería.
Sinceramente, en aquel momento de mi existencia carecía del conocimiento y experiencia
suficientes como para haber desarrollado la consciencia y madurez que me hiciera interesarme
más por esas personas en necesidad. Empero, el darme cuenta de mi falta de solidaridad, de mis
aparentemente pequeños o graves errores, me hizo entender la importancia de la educación en
la vida de las personas y es en ella –la educación- donde se presenta el punto crucial y entonces
he y hemos de detenernos a preguntarnos y reflexionar un poco sobre ¿cómo queremos que
nuestras vidas continúen?, ¿cómo podemos influir en nuestras propias existencias y en las de los
demás para poder legarles un mejor mundo a nuestros hijos?, ¿dónde vas (quo vados), a dónde
vamos?... Si optamos por prolongar más nuestra pasividad en cuanto a la educación estaremos
perpetuando el statu quo imperante; estaremos condenándonos y confinando a nuestros seres
amados a la indolencia, violencia, ignorancia y, a la vez, les estaremos arrebatando la felicidad.
Hoy gracias a la educación -que he recibido y buscado- entiendo que solamente la luz del
conocimiento me ayudará a comprender qué es lo que hay en mi mente, pero también qué no
hubo y qué he de aprender y asimilar para llenarme de la fuerza y certidumbre necesarias para
actuar de manera activa y sembrar en otros intelectos la luz de la que en un tiempo de mi vida
carecí, permitiendo así que las tinieblas de la ignorancia me apartaran de todo cuanto la hermosa
libertad me concedió, pero que afortunadamente todavía me puede volver a ofrecer y aún nos
ofrece.
Por lo anterior puedo afirmar que mi experiencia educativa me ha ayudado a creer y a
comulgar intensamente con lo que otros como Carl D. Glickman, Stephen P. Gordon y Jovita M.
190
Gordon piensan con relación a que “In a long term, our schools can become society´s primary
vehicle for developing a more democratic and just society. Students can develop understanding
and tolerance for others, and commitment to democratic principles. The common good, and the
well-being of all men and women. This can be accomplished through developing schools as moral
communities characterized by democratic learning, with opportunities for applying that learning
locally and connecting it to communities across the nation and around the world” (A largo plazo,
nuestras escuelas llegarán a ser vehículos primarios de socialización para desarrollar una
sociedad más democrática y justa. Los estudiantes pueden desarrollar entendimiento y tolerancia
por otros y responsabilidad para con los principios democráticos. El bien común y el bienestar de
todos los hombres y mujeres. Esto puede ser logrado a través del desarrollo de escuelas, así
como de comunidades morales, caracterizadas por el aprendizaje democrático, con oportunidad
de aplicar localmente ese aprendizaje y conectarlo a las comunidades a lo largo de la nación y
alrededor del mundo).
Una vez más, antes de entrar al área escolar, el tipo que en la cocina me preguntaba que
para qué estudiaba si de todos modos iba a terminar de albañil me llama y me dice: “Te dije Adán,
te hubieras quedado acá” (refiriéndose así a que mejor hubiera continuado trabajando en la
cocina porque ahora allí les pagan). Pero hoy como en mí ayer más inmediato sé que mi
educación es mucho más valiosa que otras cosas y con ello reafirmo una vez más que nuestra
educación queda, de alguna forma, en nuestras propias manos. Hoy con mayor certidumbre sé
que el futuro de nuestra educación y todo lo que ella implica requiere de nuestra participación
activa para moldearla de la manera más conveniente en beneficio de todos. ¡Vale la pena
comprometernos más!; bien vale la pena esforzarnos por legarles una mejor oportunidad de
educación a nuestros seres amados y a la humanidad.
Y así llegamos a este ahora de mi existencia, en la que, por un lado, comparto con el gran
general romano Publio Cornelio Escipión la percepción de que “La vida es misteriosa […] Todo
se puede perder con pequeñas acciones que se van acumulando hasta levantar una montaña de
errores que nos envuelven y nos atrapan como una telaraña de fracaso”, pero también, por otro
lado, sé que siempre hay un buen momento para decir basta, para levantarse del fracaso y
empezar a caminar hacia un modo diferente de vivir; tratando de evitar nuevos errores, intentando
resarcir los ya cometidos y empezar, no sin mucho esfuerzo y perseverancia, a construir un mejor
futuro. Estoy aquí, pues, en esta etapa educativa de mi existencia en la que curso mis estudios
191
universitarios, en la cual sé un poco más que antes, pero ahora con la gran diferencia de que con
la llegada de este nuevo saber ha venido también una mayor responsabilidad y obligación de
vivir, compartir y aplicar el conocimiento que he adquirido a lo largo de toda mi educación.
Gracias, en verdad, a todos aquellos -y especialmente a mi familia- que de una forma u
otra han contribuido a materializar la educación que ahora poseo y ello a pesar de que muchos
ni siquiera me conocen. Valoro su magnanimidad y su alto sentido de aprecio por la vida. Espero
lograr ser digno depositario de sus esfuerzos, de su solidaridad, altruismo y compromiso
humanitario.
192
René Ignacio. Todos estábamos muy nerviosos y nos preparamos desde muy
temprano con nuestras “mejores galas”, hasta nos cortamos el pelo un día antes…
Un piano, un piano con teclas blancas en el jardín de niños “Estefanía Castañeda”, eso es
lo primero que recuerdo de mi experiencia preescolar. Debí tener cinco años, cuando “Concha”—
la muchacha que ayudaba a mi mamá en los quehaceres de la casa— me llevaba hasta la puerta
todos los días.
No recuerdo el nombre de mis maestras, pero recuerdo que eran dos. Aún hoy en día al
ver alguna “crayola”, la tomo para recordar cómo huele; el olor a la cera y los pigmentos me hacen
viajar en el tiempo y remontarme hasta esa época de mi niñez. Igual me pasa al tomar algún
material recién impreso como alguna revista; el olor a la tinta y al papel me devuelven a mi infancia
en el jardín de niños. Todavía tengo como recuerdo vivo una casita que hicimos con galletas
saladas y engrudo; le pusimos coco rallado pintado de verde en el piso para simular zacate. Las
galletas saladas aún después de muchísimos años siguen siendo mi debilidad.
A la hora del recreo, había un señor que tocaba para nosotros el saxofón en una pequeña
estancia pegada a un jardín con columpios en los que nos dábamos vuelo meciéndonos.
Conservo todavía mi certificado del jardín de niños, el cual tiene mi foto con una camisa de manga
corta a cuadros que me gustaba mucho.
Recuerdo también, una excursión que hicimos a una zona arqueológica cercana y una
naranja enorme que me dio mi mamá en esa ocasión para que me la llevara. Mucho tiempo ha
pasado desde entonces… Bueno, a los seis años entré a la escuela primaria “Narciso Mendoza”,
mi maestra de primer grado fue una amiga de mi mamá, la profesora Eloísa, quien creo que aún
vive.
En ese tiempo, tenía un portafolio café que me gustaba mucho, era un regalo de mi papá
y en él llevaba mis libros y útiles a la escuela. Mi maestra un día enfermó y dejó de ir un tiempo
a la escuela, por lo que en aquel entonces juntaron su grupo con el de la maestra Socorro, ella
nos estuvo dando clases un tiempo junto con su grupo hasta que regresó nuestra maestra. Todo
mi grupo se regresó a su salón después de que ella volvió, menos yo, pues decidí quedarme con
la profe Socorro con quien ya me sentía muy a gusto. El caso es que me quedé con ella hasta
193
terminar el tercer año de primaria. Los libros de texto —recuerdo—, tenían en su portada la
imagen de una muchacha sosteniendo el lábaro patrio en su mano izquierda y en la derecha un
libro, en el fondo un águila devorando una serpiente, me gustaba ver esa imagen, pues yo le
encontraba en aquel entonces un parecido con mi mamá; muchos años después supe que esa
pintura era la alusión a nuestra patria.
Tengo una anécdota de aquel entonces: —ya estaba en tercer grado—, la maestra Socorro
nos pidió que nos aprendiéramos la tabla del nueve y estábamos pasando de uno en uno para
que ella nos preguntara. Yo todavía no me la sabía, estaba en la fila de en medio de los mesa
bancos que se usaban en aquella época en las escuelas, pero veía que algunos de los niños más
aplicados no se la habían aprendido tampoco cuando les preguntaban. Si no te la sabías, te ibas
quedando parado a un lado del pizarrón, el tiempo se me estaba acabando, ya no había tiempo
de estudiar, pero ponía atención a quienes se la iban preguntado…Cuando me tocó a mí que me
preguntaran, me la supe completita y a la primera; no me la podía creer, les había ganado a los
demás y me la había aprendido ahí mismo. Precisamente hoy hablé con la profesora Socorro y
le comenté de este relato, le dio gusto y recordamos algunas cosas…Sí, todavía me aconseja, y
es también mi mamá.
Recuerdo que entonces, había una época en el año en el que se tenían que presentar por
cada grupo escolar trabajos manuales. Una de esas veces nos tocó hacer unos muñecos de
nieve elaborados con “bules” —una especie de calabaza de cascara dura—, que pintamos de
blanco, y luego les pusimos ojos, nariz y boca, también les pusimos gorros y bufandas. Eran muy
bonitos trabajos, sobre todo muy creativos.
Ya en cuarto año, recuerdo que íbamos a clases en la mañana y en la tarde. En una
ocasión, mi maestro nos pidió que escribiéramos algunas palabras y sus sinónimos, entre las que
yo escribí estaba la palabra elefante, y puse como sinónimo “faquidermo”, cuando el profesor
Guadalupe —“Lupillo” le decían— me corrigió, diciéndome que la palabra correcta era
paquidermo; desde entonces no se me ha olvidado. Entré a quinto grado, mi maestro fue el
profesor Claudio, un señor de lentes algo mayor, de rasgos indígenas, con una metodología muy
ortodoxa —a la antigüita—, sinceramente no me gustaba estar en su clase y me la “pintie” muchas
veces. Ya en sexto año, nos invitaron a participar como agentes viales infantiles en la Dirección
de Tránsito del Estado. Todavía tengo mi credencial que me identificaba como agente de tránsito
194
vial, con mi gorra, mi corbata y mi uniforme azul con blanco. En ese entonces tuve dos maestros:
el profesor José, quien recuerdo iba a la escuela en una motocicleta y, posteriormente, otro
maestro de quien no recuerdo su nombre, pero quien tenía amputada una pierna y usaba muletas.
También he de recordar como dato curioso que en ese entonces —principios de los años
setentas—, me llamaba la atención ver a varios niños en las escuelas con aparatos ortopédicos
para caminar. En aquel tiempo, no sabía que era debido a la poliomielitis, enfermedad infecciosa
viral del sistema nervioso central que, en muchos casos, provoca, como secuela, una parálisis
cuya incidencia se produce precisamente entre los cinco y diez años de edad. También en esa
época, se les proporcionaba a los niños en la escuela una especie de mazapán o chocolate, era
un suplemento alimenticio que se llamaba “nutrimpi” cuyas cuatro últimas letras eran las iniciales
de alguna dependencia de gobierno, algo así como el DIF.
A los once años debí entrar a la Secundaria Federal número 9, no me fue tan mal en el
examen de admisión, quedé en el noveno lugar. Recuerdo físicamente bien a mis maestros y la
materia que impartían, pero no sus nombres.
Estábamos en primero de secundaria, cuando se presentó un día la maestra que nos
impartiría la clase de física, todo mundo comenzó a gritar: “¡física, física!”, hasta que ella nos
explicó que se trataba de otro tipo de “física” no de activación física, como nosotros creíamos.
Recuerdo esto, porque fue una de las materias y temas que más se me quedaron grabadas y una
de las cuales aún hoy en día, más me gustan. Nos hablaba de Galileo, Newton, Pascal, etc. En
especial recuerdo su relato sobre Galileo y el péndulo que observaba mientras él asistía a misa.
La maestra de biología, nos pidió hacer una clasificación de hojas, por lo que tuvimos que
recolectar y pegar diferentes tipos de hojas en un álbum que elaboramos y que yo guardé más
veinte años, hasta que se deshizo con el paso del tiempo.
En el ochenta ingresé a la preparatoria, corrí con suerte, puesto que me tocó hacerla en
un periodo de dos años, era una prepa pequeña, sólo dos salones; recuerdo que se llamaba
preparatoria “Francisco I. Madero”, y estaba incorporada a la UABC. Había regresado de
vacaciones con mi familia en el sur de la Republica y no alcancé a inscribirme en ninguna de las
dos prepas tradicionales en Mexicali. Cuando fui al COBACH ya estaban haciendo el examen de
admisión, total que me fui caminado a casa, en pleno calorón de julio o agosto, iba preocupado y
cabizbajo, cuando de repente levanto la vista y veo un letrero delante de mí por la misma acera
195
que decía: “Preparatoria Francisco I. Madero, Inscripciones abiertas”. No recuerdo el nombre del
director, sólo que se apellidaba Cadena, y la mayoría de los maestros eran muy jóvenes. En
alguna ocasión con mi equipo de amigos hicimos una maqueta del desierto con pirámides y arena,
nos quedó muy bien, la pusimos en una caja de madera y la cubrimos con un vidrio, no recuerdo
para qué materia era. Si mal no recuerdo, terminé en el 82. Posteriormente, hice el examen para
ingresar a la Facultad de Ingeniería en la UABC y lo pasé, asistí un tiempo, pero no continué con
mis estudios, aunque me gustaba mucho hacer los levantamientos topográficos y el laboratorio
de física y materiales.
Conseguí mi primer trabajo, y tiempo después se presentó la oportunidad de estudiar
electrónica, algo que me gustó mucho y lo cual ha sido mi principal fuente de empleo, son muchas
las satisfacciones personales, así como una cantidad de puertas que me abrió. Recuerdo que en
aquel entonces los compañeros de escuela me pagaban con circuitos electrónicos de oro —que
traían de sus trabajos en empresas electrónicas— o componentes, para que les ayudara a hacer
sus tareas o proyectos, porque a ellos no les interesaba, pues eran enviados por sus empleadores
como capacitación para ascender en el escalafón laboral, no buscaban aprender, sino obtener
sólo el documento. Igual que me ocurre al oler las crayolas, el olor de la soldadura al utilizar un
cautín me transporta inmediatamente a esa época tan especial en mi vida cuando estudiaba
electrónica.
Recuerdo que me amanecía estudiando o armando algún proyecto, —me fascina la
noche, mi desempeño siempre es más eficiente—, y en una ocasión ya casi amanecía, estaba
armando un circuito cuando al tomar el cautín para soldar algunos componentes, me dio olor
como a algo quemado y escuché un ligero sonido como cuando se está friendo algo en el sartén.
Lo que pasó, es que había tomado el cautín al revés sin darme cuenta, y era mi mano la que se
estaba quemando, no sentí dolor, pero si olor. Siempre me ha gustado hacer ejercicio y los callos
que tenía en mis manos fueron los que se quemaron, por eso no me pasó nada.
Era 1988, conseguí otro trabajo que me permitiera seguir estudiando, en ese tiempo
aprendí y me dediqué a la fotomecánica, algo que me dejo buenos recuerdos, pues me fascinaba
estar en el cuarto obscuro trabajando con los reveladores y negativos. Estando ahí, comencé a
estudiar de nuevo en 1988. Me gradué como analista programador de sistemas en 1990, con muy
buenas calificaciones. Aún conservo mi anillo de graduación que tiene una computadora como
196
logo y una piedrita en el centro con las siglas de la escuela CCCM, que a algunos le traerá
recuerdos en la ciudad de Mexicali de los noventas. Mi panorama laboral se abrió aún más, hice
una solicitud en una empresa dedicada a la fabricación de discos duros para computadoras y
pasé ahí siete increíbles años, tuve la oportunidad de viajar a San Francisco, Fullerton y Anaheim,
California. Fue una verdadera escuela para mí, donde conocí gente excelente y altamente
capacitada, —casi todos egresados de UABC y el Tecnológico de Mexicali-, entre ellos a mi mejor
amigo: Martín Rodríguez Aguilar, un genio de la informática, la electrónica, electricidad, y los
PLCs, entre otras muchísimas disciplinas. En este lapso, mientras trabajaba en el laboratorio de
electrónica, metrología y calibración, me ofrecieron tomar cursos de capacitación y actualización
pagados por la empresa en el CECATI 21, lo que me permite ahora con mucha satisfacción decir
que casi le di la vuelta completa a todas las especialidades disponibles en ese centro de estudios,
aparte de que la empresa nos envió a estudiar inglés a todos los mandos medios a la escuela
“ESL”. Primero estudié electricidad residencial, comercial e industrial. Después las necesidades
de mi propio trabajo requirieron capacitación en el área de máquinas y herramientas. Corrí con
suerte, puesto que en la empresa los encargados de esa área eran también los dos maestros —
uno de ellos el profe Miguel y el otro el profe Contreras— que impartían las clases también de
Control Numérico en el CECATI 21, así que podía estudiar en la escuela y practicar en el trabajo.
Posteriormente, se nos ofreció capacitación por la empresa, para aprender AUTOCAD en
el mismo CECATI, sólo nos anotamos otra persona y yo, era ya 1997. Posteriormente, la empresa
cerró y busqué trabajo en otras empresas de la localidad, en 1998 entré a trabajar a una compañía
donde se fabrican sensores automotrices, por lo que decidí capacitarme en mecánica y fuel
injection, me fue muy bien en la escuela debido a los conocimientos y experiencia con los que ya
contaba, mi maestro el profesor Zorrilla, me ofreció trabajo en la cadena de talleres que poseía,
pero tuve que declinar la oferta, debido a que en la empresa se me enviaría a capacitar a Indiana
donde estuve seis semanas para hacer la transferencia de tecnología a México.
En 1999 entré a Mitsubishi, estando ahí, vi una convocatoria de CETYS universidad para
ingresar a la carrera de Técnico Profesional en Manufactura, pagada supuestamente por la
empresa, pero al ir a informarme al área de recursos humanos, me dijeron que necesitaba ser
empleado de planta para aplicar. Cuando pregunté que al cuánto tiempo me darían la planta, me
contestaron que había personas que tenían más de cinco años y todavía no se la daban. Esa
situación, aunada al hecho de la contaminación por plomo en el área de trabajo, me hizo renunciar
197
y buscar otro empleo, cosa que no les hizo mucha gracia, debido a que el proceso de selección
había sido largo.
Mientras tanto, mi amigo Fernando y yo, instalamos una cafetería en una escuela
particular que en ese entonces estaba en avenida Obregón y calle “A”; también me inscribí en el
CETYS, decidí pagarlo de mi propio bolsillo, lo que me obligaría a poner todo mi esfuerzo en ese
proyecto personal.
Decidí hacer de nuevo mi currículo y enviarlo a una empresa que había visto en el
periódico, lo llevé junto con el de mi amigo Juan Carlos, pues en mi computadora tenia los
currículos de varios de mis amigos. El asunto es que cuando lo llevamos mi amigo Juan Carlos y
yo, nos dijo el guardia de seguridad que ahí no estaban solicitando a nadie, pero lo dejamos de
todos modos, —en realidad nos habíamos equivocado de empresa, era la de enseguida—, antes
de llegar casa ya nos estaban llamando. Resulta que en esa empresa estaba trabajando uno de
mis maestros de CETYS, lo que me dio mucho gusto. En ella tuve carta abierta para llevar a cabo
muchos proyectos que me dejaron una gran satisfacción personal ya que pude armar un equipo
de trabajo con mis amigos de confianza y aparte, tenía permiso de llegar tarde, pues salía de la
escuela ya en la noche cuando el turno ya había empezado. Mis calificaciones fueron muy buenas
también y me gradué como técnico profesional en manufactura en el 2000, y lo mismo: tengo mi
anillo de graduación, es algo que guardo y cuido mucho. Durante el 2001 al 2004 trabajé primero
en Instituto Electoral y después en la Comisión Nacional del Agua, donde recibí capacitación en
varias áreas y seminarios, uno de ellos sobre “Regionalización de la Economía” en la UAZ.
…El tiempo ha pasado, desde el 2004 a la fecha me encuentro en esta situación de la
que ya empiezo a ver la luz al final del túnel.
En Mexicali, a la tercera semana de haber llegado a prisión, me inscribí como alumno en
las clases de computación, pero tres días después, el instructor se fue libre, por lo que me pidieron
que tomara yo su lugar, y desde entonces a la fecha he permanecido siempre trabajando y
estudiando en el área escolar. Meses después me ofrecieron trabajo también como monitor de
preparatoria abierta para dar asesorías de “Historia Moderna de Occidente”, me entregaron el
libro el cual inmediatamente empecé a leer. Principalmente el tema de la Ilustración es algo que
198
me gusta mucho, por toda la trascendencia que tiene y que no todos conocemos estuve ahí tres
años.
Desde 2007, estoy aquí en “El Hongo”, en Tecate, también como monitor de prepa abierta,
decidí cursar la prepa otra vez debido principalmente a dos cosas, la primera, es que me gustaron
mucho estos libros y al estudiarlos para hacer los exámenes de cada materia, estaría mejor
preparado para trabajar como monitor de prepa y ayudar a mis compañeros mientras impartía
asesorías. En segundo lugar, cuando llegué aquí estaba por iniciar la primera generación de la
Licenciatura en Ciencias de la Educación a la cual ya no alcancé a entrar debido a que no tuve
mis documentos a tiempo, y el cursar de nuevo la prepa y trabajar como monitor, me permitiría
prepararme para un eventual examen de admisión. Así que, en ese lapso de tiempo, todos
quienes aspirábamos ingresar a la licenciatura tuvimos también un larguísimo autopropedéutico
de varios años.
Cierto día de octubre del 2015, nos avisaron que vendrían de la UABC a entrevistarnos,
así que los 37 aspirantes a ingresar, intensificamos nuestros esfuerzos estudiando para estar
preparados para ese día. Habíamos esperado durante años ese momento. Todos estábamos
muy nerviosos y nos preparamos desde muy temprano con nuestras “mejores galas”, hasta nos
cortamos el pelo un día antes. Los vimos llegar, quien encabezaba el grupo era el Dr. Joaquín
Vázquez García.
Las entrevistas iniciaron, yo casi fui de los últimos; ahora sé que quien me entrevistó fue
la Dra. Graciela Paz —a quien le estoy muy agradecido—, estaba yo muy nervioso, y se lo
comenté, fue entonces cuando ella amablemente me dijo: “tranquilícese, es normal que esté
nervioso, si no lo estuviera entonces usted no estaría aquí”.
Ella también fue nuestra primera docente, su asignatura: Comunicación oral y escrita. A
partir de ahí iniciamos este proceso que ha sido una experiencia emocionante para todos
nosotros, como en alguna ocasión se lo comenté a algún compañero, recordando hace poco
nuestros primeros semestres.
El Primer semestre fue uno de los más emocionantes en muchos aspectos, nos
desvelábamos hasta las tres de la mañana trabajando en nuestras tareas. En cierta ocasión,
199
habíamos tendido una cobija en el piso de cemento de la celda para elaborar una línea de tiempo
sobre cartulinas, hacía un frio tremendo y nosotros dibujábamos mientras caía una tormenta;
serian como las dos de la mañana cuando entró una guardia al oír nuestra plática a esa hora,
pensó que estábamos jugando o bromeando con ella cuando nos preguntó qué hacíamos, y le
contestamos que estábamos en la universidad y estábamos haciendo una tarea.
Ha sido muy interesante conocer los fundamentos de la educación y la pedagogía, en el
contexto en el que nos encontramos, eso nos permite experimentar y practicar a diario con
nuestros compañeros a los que ayudamos a terminar sus estudios en todos los niveles a aquí,
desde alfa hasta prepa. Es también muy satisfactorio cuando alguien después de recibir su
certificado te da las gracias por ello, han sido pocas veces, pero al menos a mí no se olvida nunca
y me da una satisfacción personal muy grande.
Finalmente, quiero aprovechar para darles las gracias a nuestros compañeros y maestros
en la UABC por todo el apoyo que siempre recibimos de ellos, y por supuesto por sus visitas, las
que siempre esperamos. Sólo me resta comentar que al ingresar a la licenciatura se me asignó
la misma matrícula que yo tenía cuando inicie mis primeros estudios en UABC, lo que me dio
mucho gusto. Realmente no lo imaginé nunca, y eso me hace tener un compromiso conmigo
mismo. Cuando me entrevistaron, hice un compromiso con la Dra. Graciela Paz: que, si llegaba
a salir libre antes de concluir la carrera, me comprometía a terminarla allá afuera, y lo voy a
cumplir.
200
201