Marketing Politico
Marketing Politico
Marketing Politico
• Ante todo, tener claros los objetivos y el conocimiento del target al que se va a dirigir. Además, el conocimiento de las fortalezas y debilidades, el saber cómo se está posicionando la
competencia, y con ello, la identificación de posibles problemas y oportunidades son puntos relevantes para la implementación de dicha estrategia.
• A primera vista podríamos decir que los objetivos de una campaña electoral es ganar unas elecciones, pero realmente no siempre este es el objetivo de todos los partidos políticos. Otros
objetivos relevante son la difusión de los ideales /ideas de un partido político o la obtención de determinados votos para tener la suficiente fuerza política como para formar parte de la
oposición.
• Para todos estos objetivos, la medición base es la misma: influenciar a los electores. Durante mucho tiempo, los partidos políticos han confiado en su “olfato”. En la actualidad existen
técnicas de sondeo de opinión y análisis estadísticos de datos disponibles que nos ayudan a conocer cuál es la radiografía de nuestra ciudadanía.
• ¿Por qué es tan importante hoy en día las estrategias digitales en la política o campañas políticas?
• Los entornos digitales forman parte ya de nuestras vidas. Internet posibilita una relación individualizada y personalizada con un número infinito de usuarios, en la que la organización
política o el candidato pueden interactuar individualmente con todos ellos. Las redes sociales son el pilar fundamental en nuestros tiempos, puesto que la interacción con el usuario es
mucho mayor. Además las redes sociales nos ayudan a expandir el mensaje electoral a bajo costo y alta velocidad.
• Ofrecen además infinidad de ventajas, como la permanente actualización de bases de datos, evaluación y mediciones de incidencias en tiempo real, contactos directos con destinatarios
de proyectos, oportunidad de conocer opiniones de los actores con los que se interactúan, personalización y especificación del trabajo a realizar y conocer de forma permanente temas
de interés, eventos y aspectos coyunturales. Todo ello sin olvidarnos del aporte de imagen de modernidad: el candidato y las organizaciones políticas ya no pueden estar ajenos al avance
tecnológico y a la innovación.
• A diferencia de la publicidad comercial, cuyo papel en el sostenimiento de la democracia es inexistente, la publicidad política sí cumple una misión en la protección de la salud de nuestro
sistema democrático. Una autorregulación que dotase de un código deontológico sería útil para marcar unas líneas rojas más estrictas que las ya trazadas por ley en el ámbito del
marketing político. Además, aunque los límites en los contenidos para las campañas políticas son escasos, pudiendo aludir a la competencia, no ocurre lo mismo con las restricciones de
tipo temporal y de recursos económicos. Tienen una fecha de comienzo y de finalización y unos topes presupuestarios.
• Más allá de su función de instrumento ganador para proyectos particulares, el marketing político puede ayudar a mejorar la producción política y a enriquecer la oferta electoral. El
marketing político es un mecanismo de creación, de nuevas ideas, de nuevas imágenes y, sobre todo, de seducción.
• A continuación comentamos algunos aspectos a considerar en aras de una buena gestión del marketing político:
• Conocer y analizar el entorno social y electoral. Conocer la sociología y el comportamiento electoral de un territorio es fundamental para contar con una base a la hora de planificar
nuestro trabajo político y electoral. Conocer cómo se comportan los electores en función del tipo del territorio y su cultura, los comicios electorales, la coyuntura social, sus estilos de vida
(segmentación)… son aspectos clave en el diseño de las diferentes tipologías de estrategias.
• Desterrar la idea de que el trabajo se reduce al período de los días de campaña electoral. Este es uno de los principales hechos que se da en los ámbitos municipales. El trabajo político
que se realiza durante los cuatro años de una legislatura, bien por desconocimiento o bien por falta de recursos económicos o humanos, no tiene una orientación definida a generar
relaciones de implicación con la ciudadanía en la gran mayoría de ocasiones.
• Saber hacer. Tener claras cuáles son las prioridades de las personas, es decir, lo que les preocupa para realizar acciones políticas que contribuyan a resolver o aminorar estos problemas.
En este sentido la investigación social puede convertirse en un aliado, más allá de las percepciones que tengamos.
• Comunicar bien lo que se hace. En muchas ocasiones, el día a día nos centra en la gestión municipal y olvidamos dar a conocer lo que hacemos. Hoy en día existen infinidad de
herramientas que nos permiten comunicar de manera efectiva lo que hacemos. Eso sí, hacerlo de cualquier manera no es suficiente; hay que hacerlo bien.
• Navegar con rumbo. En relación al punto anterior, si no tenemos claro de dónde partimos y cuál es nuestro destino, elaboraremos “teorías” inciertas basadas en nuestros deseos y
miedos. Así, es importante tener en cuenta que, para una buena navegación, los “viejos lobos de mar”, esto es, la gente experimentada en el contexto de la política, nos pueden ayudar
mucho en nuestra travesía.
• La marca es importante, pero se genera con contenido. La marca política contiene una serie de atributos (valores, ideas, emociones…) que, dependiendo de la coyuntura, puede tener
efectos de arrastre positivos o negativos. ¡Cuidado con ocultarla cuando la cosa no va bien!, ya que uno no puede negar lo que es. Lo que se debe hacer es demostrar que el candidato, su
equipo, lo que se hace y lo que se dice, realmente tienen valor para la ciudadanía. Lo auténtico se abre camino entre lo falsario.
• La publicidad y la propaganda: por defecto y por exceso.Tan nocivo puede resultar la inexistencia de soportes y canales informativos para la comunicación de nuestros mensajes como su
exceso; en concreto, cuando la gente está pasando malos momentos y nuestros mensajes no están orientados a resolver los problemas de la gente.
• Las personas son el todo. Personas consideradas tanto desde el punto de vista de que en democracia son las que dan y quitan el poder para gobernar y transformar la sociedad, como por
lo que respecta a que son también las personas las que conforman las organizaciones políticas (militantes y simpatizantes). A este respecto, habría que destacar la figura del prescriptor,
que tiene un valor muy importante en el marketing a la hora de generar opinión sobre una marca, partido o persona.
• Segmentar e identificar los diferentes públicos. Tratar a toda la sociedad como una masa uniforme es algo bastante frecuente. En la sociedad hay jóvenes, mujeres, autónomos,
trabajadores, empresarios, ecologístas… lo sabemos, ¿pero lo aplicamos?
• La política de sofá. En relación al punto anterior, y contestando a la pregunta que nos hacíamos, no cabe ninguna duda de que cualquier dirigente tiene claro que existen grupos sociales,
pero dando por supuesto que tenemos un plan de acción política, ¿están ponderados desde el punto de vista de la rentabilidad electoral? ¿cuántas veces los hemos visitado en cuatro
años? ¿cuántas veces durante cuatro años les hemos preguntado qué les preocupa y en qué podemos serles útiles?... Si las respuestas son negativas, aún así, ¿esperamos que nos voten?
• Confiar demasiado en las encuestas. La información de las encuestas electorales debería de aportarnos visión sobre lo que opina la gente. Pero concretamente en el caso de las encuestas
electorales suelen existir muchos elementos que distorsionan la veracidad de los resultados (diseño de la investigación, muestra, clima social…). En este sentido, cabe ser prudente sobre
ellas. Más de un gobierno ha caído pensando que el resultado iba a ser magnífico.
• No tener un plan. No se trata de elaborar un documento más o menos bonito que acabe en un cajón. Se trata de pensar qué hace falta y cómo lo vamos a llevar a la práctica. Y, por
supuesto, ejecutarlo.
• Existen muchos más aspectos a tener en cuenta en el diseño y desarrollo de una buena estrategia de marketing político. Todo y así, sin existir ninguna receta mágica, lo importante para
la aplicación de un buen marketing político es desarrollar un plan ajustado a las necesidades de cada territorio. El marketing político no es sinónimo de éxito, pero sí que nos puede ser
útil a lo hora de diseñar estrategias más efectivas en nuestro trabajo político de relación con la ciudadanía.