Mitos Clasificados
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La mano de Dios?
1986. Campeonato Mundial de Ftbol en Mxico. El equipo argentino avanza con xito
hacia la final: Diego Armando Maradona, el capitn del seleccionado, deja al mundo con la boca
abierta ante la habilidad y ante la inteligencia de su juego. A medida que los rivales quedan en el
camino, la fe de los "hinchas" crece, y la figura del jugador adquiere la dimensin de un hroe
sagrado. De todos los partidos, el que se espera con ms ansiedad es el que enfrenta a la Argentina
contra Gran Bretaa, que haba vencido a aquella haca cuatro aos en la dolorosa Guerra de las
Malvinas. El primer gol ante el equipo ingls, Diego lo ejecuta con la mano, "la mano de Dios" 1
dir el futbolista irnicamente. Al decirlo, no imaginaba que, a los ojos de sus seguidores, no estaba
lejos de la verdad. "Rey del mundo, Diego inmortal", rezar el titular de un diario argentino despus
de la victoria. Aun sus mismos rivales lo aceptan: "Vencidos por el hombre mgico", afirma la
primera plana del Daily Mail.
Despus de la victoria final contra los alemanes, el dolo vuelve a Npoles, donde lo espera
la consagracin definitiva:
Cmo va a vivir como los dems Maradona en Npoles si para la gente es tan
patrono de la ciudad como San Genaro?Cmo si todo es devocin? [...] Muchos
aficionados se ataron con cadenas a las verjas en plena calle para que no los
desalojaran del lugar donde pasara Diego.2
Maradona se haba convertido en un mito.
El mito clsico
En el relato anterior, hemos empleado trminos como "fe", "hroe sagrado", "gloria", "la
mano de Dios", "devocin", que nos remiten al universo de los mitos clsicos.
En su definicin ms simple, el mito es un relato de carcter sagrado, que resulta siempre
fruto de una creacin colectiva. Como en el caso de Maradona, hace falta el consenso de las
multitudes para que una figura, o un hecho, alcance la categora de mito.
Todo mito encierra, tal como afirma Alonso Martn, "un ncleo de verdades naturales que se
revisten, con la imaginacin y las diversas experiencias histricas de los pueblos, de elementos y
escenificaciones ms o menos fantsticas"3. Tiene como fuente un hecho real (la victoria deportiva
de un pas sobre su histrico rival) sobre el cual la fantasa popular urde el relato mitolgico (la
colaboracin de Dios con el equipo vencedor).
Con la ayuda de los arquelogos, los estudiosos se esfuerzan por comprender estos datos
histricos que generaron la explicacin mtica. Un caso curioso es el de los cclopes, gigantes con
un solo ojo que estaban relacionados con el trabajo de los metales. Sobre ellos, afirma el mitlogo
Robert Graves:
Los cclopes parecen haber sido un gremio de los forjadores de bronce de la Hlade
primitiva. Cclope significa "los de ojo anular" y es probable que se tatuaran con
anillos concntricos en la frente, en honor del Sol, la fuente del fuego de sus hornos
[...]. Los cclopes tenan tambin un solo ojo en el sentido de que los herreros se
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cubren con frecuencia un ojo con un parche para evitar las chispas que vuelan.4
Si se considera, adems, cuan primitivos deban ser los mtodos para trabajar los metales, es
lgico suponer que los herreros fueran hombres sumamente fuertes, que el lenguaje del mito
transform en gigantes.
Mitos y leyendas
Por lo general, las palabras mito y leyenda se utilizan de modo indistinto. Sin embargo, es
posible establecer entre ambos algunas diferencias, aunque, en muchos casos, los lmites entre una y
otra sean imprecisos.
El mito est directamente relacionado con lo sagrado, por lo tanto, sus protagonistas son
dioses y hroes ligados a esos dioses, que los protegen o los ponen a prueba. Los hechos evocados
transcurren en un tiempo impreciso, en el que las deidades tienen un trato directo y cer cano al
hombre, como Atenea, que ayuda a su hroe favorito, Aquiles, en la guerra de Troya.
En las leyendas, no existe tal proximidad a los dioses y, aunque ocurren cosas maravillosas o
aparecen seres sobrenaturales, estos hechos no se consideran sagrados.
Tomemos como ejemplo la leyenda del conde Drcula, inspirada en un personaje histrico:
el sanguinario prncipe Vlad, que vivi durante el siglo XVI 5 y luch contra los turcos. Aunque en
su protagonista abundan los rasgos fantsticos es un vampiro sobrenatural, un muerto viviente que
sale por las noches a alimentarse de sangre humana, y slo se puede acabar con l clavndole una
estaca de madera en el corazn, no se lo considera una divinidad: no tiene atributos sagrados ni se
le rinde culto. Por estas causas, pertenece al dominio de la leyenda.
En sntesis, el mito posee un carcter sagrado del que la leyenda carece.
La religin griega
Los griegos, como muchos pueblos de la Antigedad, eran politestas6. Crean que el destino
de los hombres era gobernado por una multitud de dioses que vivan en el monte Olimpo; por eso,
se los llamaba "los olmpicos". Esta concepcin religiosa es el producto final de una larga evolucin
en el tiempo que comenz en la prehistoria.
El hombre siempre se ha preguntado cmo surgi el universo, cul es el origen de los
hombres, los animales, las plantas. Hoy busca la respuesta en la ciencia; los pueblos primitivos la
encontraban en el mito.
Segn la cosmogona7 griega, en el principio de todas las cosas, la Madre Tierra, Gea,
emergi del Caos inicial y de ella surgi Urano, el Cielo. De estos dos seres elementales, nacieron
los gigantes de cien brazos, la raza de los poderosos titanes y los cclopes. Estos ltimos se
rebelaron contra Urano y, por esta causa, fueron encerrados en el Trtaro, el lugar ms profundo de
los Infiernos. Ofendida, Gea incit al ms joven de los titanes cuyo nombre era Cronos, el Tiempo,
a destronar a su padre. Cronos se apoder del universo y gobern junto a Rea, otra titn.
De la sangre de Urano, el titn vencido que cay al mar, naci Afrodita, la diosa del Amor y
de la Belleza.
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Los egipcios consideraban sagrados a los gatos, escarabajos, halcones, serpientes, hipoptamos... y fueron los
creadores de fabulosas criaturas, productos de la combinacin de diferentes seres, como en el caso de la esfinge, que
tena cuerpo de len y cabeza de mujer.
Zoomrfico, de zoos, "animal", y morphos, "forma"
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Cosmos, en griego, significa "orden".
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Del griego: anthropos, "hombre", y morphos, "forma".
sangre, sino un fluido eterno. Tenan su morada en el monte Olimpo, excepto Hades y Persfone, su
esposa, que habitaban bajo tierra, en el Reino de los Muertos, y las divinidades relacionadas con el
agua, que se distribuan en fuentes, ros y mares.
Se les atribua la perfeccin de la belleza y de la inmortalidad. La inmortalidad de los dioses
estaba asociada a la eterna juventud porque, para los griegos, la vejez slo era fuente de
calamidades y un estado despreciable para el hombre. Hasta tal punto apreciaban la juventud y la
belleza que, para las estatuas de los dioses, tomaban como modelos a los atletas, y aun los ancianos
eran representados en la plenitud de la fuerza, esbeltos y hermosos.
La historia de Tetis y de Peleo, los padres del hroe Aquiles, ilustra esta "divinizacin" de la
belleza y de la juventud. La diosa Tetis se enamor del joven Peleo, un humano, y solicit a Zeus
que le otorgara el don de la inmortalidad, mas olvid pedir para l la juventud eterna. Peleo no
muri, pero se volvi viejo, y Tetis se separ de l.
No parecen estos valores muy alejados de los actuales, si pensamos en tantos actores y
modelos cuya nica aspiracin es lograr la belleza perfecta y la eterna juventud. La mayor
diferencia radica, quizs, en que los griegos honraban a sus dioses, pero no trataban de parecerse a
ellos. Bien saban que el hombre est hecho de una materia muy diferente de la de los seres
inmortales y que tratar de imitarlos puede ser fuente de desdicha, como lo demuestra el caso de
Peleo.
Los hroes
Al unirse los dioses con diversos mortales, originaron a los hroes, tambin llamados
"semidioses". El caudal ms importante de los relatos mticos de la civilizacin griega gira en torno
1
Los orculos
Las moiras eran las encargadas de ejecutar el destino que los dioses determinaban para cada
ser humano. Por eso, los griegos le otorgaban especial importancia a la prediccin del futuro y
desarrollaron diversos mtodos para conocer la voluntad de los dioses.
Uno de ellos era recurrir a los adivinos; pero el mtodo ms popular para conocer las
decisiones de los dioses consista en consultar los orculos, templos en los cuales sacerdotes o
sacerdotisas, consagrados a un dios, comunicaban a los fieles los designios de la divinidad.
El ms importante de los orculos fue el de Delfos, dedicado al dios Apolo. Las consultas se
efectuaban en fechas fijas, segn el calendario religioso del dios, y a quienes acudan se les cobraba
un impuesto acorde con el tipo de asunto que queran consultar. Despus de un sacrificio ritual, los
fieles eran admitidos en el templo, y los sacerdotes conducan a la Pitia como llamaban a la
sacerdotisa hasta una habitacin en la que slo ella poda ingresar. Desde all, transmita los
orculos que Apolo le inspiraba.
Cmo proceda la sacerdotisa para dar sus orculos es an un misterio. Algunos afirman que
entraba en un trance hipntico provocado por los vapores de ciertas hierbas que se quemaban en la
habitacin; otros sostienen que masticaba hojas de laurel, que tenan un efecto txico...; pero nada
de esto ha podido ser comprobado.
A menudo, los orculos estaban formulados en forma de acertijos que era necesario
descifrar. Estas historias con juegos de ingenio eran muy apreciadas por los griegos, quienes
muchas veces las coleccionaban.
Tanta autoridad tenan los orculos para los griegos, y tambin para los pueblos vecinos, que
desde las cuestiones particulares hasta los asuntos de Estado se decidan segn las profecas de los
orculos.
A modo de conclusin
Los mitos griegos han sido estudiados por la Filologa, ya que dieron origen a muchas
palabras. Se los ha investigado tambin desde el punto de vista de la Historia, la Psicologa y la
Literatura. Pero, sin excluir el valor de las conclusiones de estas disciplinas, en general, se ha
dejado de lado un aspecto esencial: su relacin con lo sagrado dentro del contexto de la civilizacin
griega. Este trabajo ha tratado, sumariamente, de revalorizar la mitologa como parte de la religin
de ese magnfico pueblo que fue la cuna de la civilizacin occidental: los griegos.
Con un ademn brusco, Eurdice se desprende del abrazo de Aristeo y regresa corriendo a la
ribera del Peneo. Pero el pastor no se da por vencido y la persigue de cerca.
En su huida, Eurdice pisa una serpiente. La vbora hunde sus colmillos en la pantorrilla de
la muchacha.
Orfeo! grita haciendo muecas de dolor.
Su novio acude. Entonces, Aristeo cree ms prudente alejarse.
Eurdice! Qu ha ocurrido?
Creo... que me mordi una serpiente.
Orfeo abraza a su novia, cuya mirada se nubla. Pronto acuden de todas partes las
hamadrades y los invitados.
Eurdice... te suplico, no me dejes!
Orfeo, te amo, no quiero perderte...
Son las ltimas palabras de Eurdice. Jadea, se ahoga. Es el fin, el veneno ha hecho su
trabajo. Eurdice ha muerto.
Alrededor de la joven muerta, resuenan ahora lamentos, gritos y gemidos.
Orfeo quiere expresar su dolor: toma su lira e improvisa un canto fnebre que las
hamadrades repiten en coro. Es una queja tan conmovedora que las bestias salen de sus escondites,
se acercan hasta la hermosa difunta y unen sus quejas a las de los humanos. Es un canto tan triste y
tan desgarrador que, del suelo, surgen aqu y all miles de fuentes de lgrimas.
Es culpa de Aristeo! acusa de golpe una de las hamadrades.
Es verdad. He visto cmo la persegua!
Malvado Aristeo... Destruyamos sus colmenas!
S. Matemos todas sus abejas. Venguemos a nuestra amiga Eurdice!
La entrada en los infiernos es una gruta que se abre sobre el cabo Tnaro. Pero aventurarse
all sera una locura!
Orfeo se ha atrevido a apartar la enorme roca que tapa el orificio de la caverna; se ha
lanzado sin temor en la oscuridad. Desde hace cunto tiempo que camina por este estrecho
sendero? Enseguida, gemidos lejanos lo hacen temblar. Luego, aparece un ro subterrneo: el
Aqueronte, famoso ro de los dolores...
Orfeo sabe que esa corriente de agua desemboca en la laguna Estigia, cuyas orillas estn
pobladas por las sombras de los difuntos. Entonces, para darse nimo, entona un canto con su lira.
Y sobreviene el milagro: las almas de los muertos dejan de gemir, los espectros acuden en
muchedumbre para or a este audaz viajero que viene del mundo de los vivos!
De repente, Orfeo ve a un anciano encaramado sobre una embarcacin. Interrumpe su canto
para llamarlo:
Eres t, Caronte? Llvame hasta Hades!
Subyugado tanto por los cantos de Orfeo como por su valenta, el barquero encargado de
conducir las almas al soberano del reino subterrneo hace subir al viajero en su barca. Poco
despus, lo deja en la otra orilla, frente a dos puertas de bronce monumentales. All estn, cada uno
en su trono, el temible dios de los infiernos y su esposa Persfone! A su lado, el repulsivo can
Cerbero abre las fauces de sus tres cabezas; sus ladridos llenan la caverna.
Hades mira despectivo al intruso:
Quin eres t para atreverte a desafiar al dios de los infiernos?
Entonces, Orfeo canta. Acompaando el canto con su lira, alza una splica en tono
desgarrador:
Noble Hades, mi valenta nace solamente de la fuerza de mi amor! De mi amor hacia la
bella Eurdice, que me ha sido arrebatada el da mismo de mi boda. Ahora, ella est en tu reino. Y
vengo, poderoso dios, a implorar tu clemencia. S, devulveme a mi Eurdice! Djame regresar con
ella al mundo de los vivos.
Hades vacila antes de echar a este atrevido. Vacila, pues incluso el terrible Cerbero parece
conmovido por ese ruego: el monstruo ha dejado de ladrar. Se arrastra por el suelo, gimiendo!
Sabes, joven imprudente declara Hades sealando las puertas que nadie sale de los
infiernos? No debera dejarte ir!
Lo s! respondi Orfeo. No temo a la muerte! Puesto que he perdido a mi Eurdice,
perd toda razn de vivir. Y si te niegas a dejarme partir con ella, permanecer entonces aqu, a su
lado, en tus infiernos!
Persfone se inclina hacia su esposo para murmurarle algunas palabras al odo. Hades
agacha la cabeza, indeciso. Por fin, tras una larga reflexin, le dice a Orfeo:
Y bien, joven temerario, tu valor y tu pena me han conmovido. Que as sea: acepto que
partas con tu Eurdice. Pero quiero poner tu amor a prueba...
Una oleada de alegra y de gratitud invade a Orfeo.
Ah, poderoso Hades! La ms terrible de las condiciones ser ms dulce que la crueldad
de nuestra separacin! Qu debo hacer?
No darte vuelta para mirar a tu amada hasta tanto no hayan abandonado mis dominios.
Pues sers t mismo quien la conduzca fuera de aqu. Me has comprendido bien? No debes
mirarla ni hablarle! Si desobedeces, Orfeo, perders a Eurdice para siempre!
Loco de alegra, el poeta se inclina ante los dioses.
Ahora vete, Orfeo. Pero no olvides lo que he decretado.
Orfeo ve que las dos hojas de la pesada puerta de bronce se entreabren chirriando.
Camina delante de ella! No tienes derecho a verla!
Rpidamente, Orfeo toma su lira y se dirige hacia la barca de Caronte. Lo hace lentamente,
para que Eurdice pueda seguirlo. Pero, cmo estar seguro? La angustia, la incertidumbre le arrancan lgrimas de los ojos. Est a punto de exclamar: "Eurdice!", pero recuerda a tiempo la
recomendacin del dios y se cuida de no abrir la boca. Apenas sube a la barca de Caronte, siente
que la embarcacin se bambolea por segunda vez. Eurdice, pues, se ha unido a l! Refunfuando
por el sobrepeso, el viejo barquero emprende el camino contra la corriente.
Finalmente, Orfeo desciende en tierra y se lanza hacia el camino que conduce al mundo de
los vivos... Pronto, se detiene para or. A pesar de las corrientes de aire que soplan en la caverna,
adivina el roce de un vestido y el ruido de pasos de mujer que siguen por el mismo sendero.
Eurdice! Eurdice! Escala las rocas de prisa para reunirse con ella lo antes posible. Pero, y si se
est adelantando demasiado? Y si ella se extrava?
Dominando su impaciencia, disminuye la velocidad de su andar, atento a los ruidos que, a
sus espaldas, indican que Eurdice lo est siguiendo. Pero cuando vislumbra la entrada de la caverna
a lo lejos, una espantosa duda lo asalta: y si no fuera Eurdice? Y si Hades lo ha engaado? Orfeo
conoce la crueldad de la que son capaces los dioses, sabe cmo estos pueden burlarse de los
desdichados humanos! Para darse nimo, murmura:
Vamos, slo faltan algunos pasos...
Con el corazn palpitante, Orfeo da esos pasos. Y de un salto, llega al aire libre, a la gran
luz del da!
Eurdice... por fin!
No aguanta ms y se da vuelta.
Y ve, en efecto, a su amada.
En la penumbra.
Pues, a pesar de que sigue sus pasos, ella an no ha franqueado los lmites del tenebroso
reino. Y Orfeo comprende sbitamente su imprudencia y su desgracia.
Eurdice... no!
Es demasiado tarde: la silueta de Eurdice ya se desdibuja, se diluye para siempre en la
oscuridad. Un eco de su voz lo alcanza:
Orfeo... adis, mi tierno amado!
El enorme bloque se cierra sobre la entrada de la caverna. Orfeo sabe que es intil desandar
el camino de los infiernos.
Eurdice... Por mi culpa te pierdo una segunda vez!
Orfeo est de vuelta en su pas, Tracia. Ha contado sus desdichas a todos aquellos que cruz
en su camino. La conciencia de su culpabilidad hace que su desesperacin sea ahora ms intensa
que antes.
Orfeo le dicen las hamadrades, piensa en el porvenir, no mires hacia atrs... Tienes
que aprender a olvidar.
Olvidar? Cmo olvidar a Eurdice? No es mi atrevimiento lo que los dioses han querido
castigar, sino mi excesiva seguridad.
La desaparicin de Eurdice no ha privado a Orfeo de su necesidad de cantar: da y noche
quiere comunicar a todos su dolor infinito... Y los habitantes de Tracia no tardan en quejarse de ese
duelo molesto y constante.
De acuerdo! declara Orfeo. Voy a huir del mundo. Voy a retirarme lejos del sol y de
las bondades de Grecia. As, ya nadie me oir cantar ni gemir!
Siete meses ms tarde, Orfeo llega al monte Pangeo. All, alegres clamores indican que una
fiesta est en su plenitud. Bajo inmensas tiendas de tela, beben numerosos convidados. Algunos,
ebrios, cortejan de cerca a mujeres que han bebido mucho tambin. Cuando Orfeo est dispuesto a
seguir su camino, unas muchachas lo llaman:
Ven a unirte a nosotros, bello viajero!
Qu magnfica lira! As que eres msico? Canta para nosotros!
S. Ven a beber y a bailar en honor de Baco, nuestro amo!
Orfeo reconoce a esas mujeres: son las bacantes; sus banquetes terminan, a menudo, en
bailes desenfrenados. Y Orfeo no tiene nimo para bailar ni para rer.
No. Estoy de duelo. He perdido a mi novia.
Una perdida, diez encontradas! exclam en una carcajada una de las bacantes,
sealando a su grupo de amigas. Toma a una de nosotras por compaera!
Imposible. Nunca podra amar a otra.
Quieres decir que no nos crees lo suficientemente hermosas?
Crees que ninguna de nosotras es digna de ti?
Orfeo no responde, desva la mirada y hace ademn de partir. Pero las bacantes no estn
dispuestas a permitrselo.
Quin es este insolente que nos desprecia?
Hermanas, debemos castigar este desdn!
Antes de que Orfeo pueda reaccionar, las bacantes se lanzan sobre l. Orfeo no tiene ni
energa ni deseos de defenderse. Desde que ha perdido a Eurdice, el infierno no lo atemoriza, y la
vida lo atrae menos que la muerte.
Alertados por el alboroto, los convidados acuden y dan fin al infortunado viajero que se
atrevi a rechazar a las bacantes. En su ensaamiento, las mujeres furiosas desgarran el cuerpo del
desdichado poeta. Una de ellas lo decapita y se apodera de su cabeza, la toma por el cabello y la
arroja al ro ms cercano. Otra recoge su lira y tambin la tira al agua.
La dolorosa historia de Orfeo y de Eurdice es mencionada por los trgicos griegos, entre ellos
Eurpides (siglo V a. C.) en su obra Las bacantes. Ms adelante, esa historia fue tema de muchas
peras, como las de Claudio Monteverdi (siglo XVII) y las de Christoph Gluck (siglo XVIII).
Filemn y Baucis
Los esclavos eran, generalmente, prisioneros de guerra y, muy a menudo los amos los maltrataban abusando de su
poder.
Al cabo de una hora, ya saban a qu atenerse: ninguno de los habitantes del pueblo los
haba invitado a entrar. A veces, se haban limitado a gritarles, desde detrs de la puerta cerrada, que
buscaran hospitalidad en otro sitio; otras veces, a pesar de que luces y voces indicaban que la
vivienda se hallaba habitada, no haban obtenido respuesta a sus llamados y a sus repetidos golpes.
Zeus se senta herido.
Cmo castigar a estos groseros?
Nos estamos empapando. Regresemos al Olimpo!
Espera. Todava, queda una ltima casa...
Esa choza miserable, a un lado del camino?
Mira: se filtra una plida luz por la ventana.
Se acercaron y llamaron a la puerta. Les abri una pareja de ancianos. A juzgar por su
delgadez, no deban saciar su hambre todos los das. Pero su rostro expresaba dulzura y calma. La
mujer, preocupada, les dijo enseguida:
Desdichados, afuera bajo la lluvia, a esta hora! Entren rpido a secarse.
Los dioses disfrazados se instalaron frente a la chimenea. El dueo de casa tom el ltimo
leo de una magra pila de madera para arrojarlo al hogar y reavivar el fuego. Zeus hizo notar a su
hijo el altar domstico donde haban depositado algunas ofrendas, prueba de que esos humanos
honraban, a menudo, a los dioses.
Cuando hayan entrado en calor dijo su anfitrin mostrando la mesa, compartirn
nuestra comida. Desgraciadamente, ser modesta: no tenemos ms que un poco de sopa y pan para
ofrecerles. Baucis, puedes agregar dos cuencos?
La anciana obedeci mientras su marido parta el pan en cuatro, reservando las partes ms
grandes para sus invitados.
Filemn? exclam de golpe la mujer. Estoy pensando: nuestro ganso...
Tienes razn, Baucis respondi el anciano sonriendo. No nos atrevamos a matarlo,
pero esta es una buena ocasin!
Conmovidos por la amabilidad de su anfitrin, los dioses quisieron impedrselo, pero este ya
haba salido en su busca. Al volver, sostena por las patas a un ganso tan delgado como sus dueos.
El animal, que deba comprender lo que le esperaba, chillaba con desesperacin.
Hasta entonces, Zeus y Hermes no haban reaccionado. De comn acuerdo, decidieron
revelar su identidad. Cambiaron de repente sus harapos empapados por trajes secos y dignos de su
condicin. Sus anfitriones, todava, no haban visto nada de ese prodigio: estaban demasiado
ocupados corriendo detrs de su ganso! En efecto, el ave se les acababa de escapar y corra revoloteando por la habitacin. Y tena ms energa que los dos ancianos que se haban lanzado tras l!
Finalmente, termin por refugiarse entre las piernas de los dioses, sentados cerca del hogar. Fue
recin en ese instante cuando Filemn y Baucis notaron los lujosos ropajes de sus visitantes y la
nobleza de su porte. Estupefactos, comprendieron que no haban albergado a dos viajeros comunes
y se prosternaron a sus pies. Con voz temblorosa, Filemn balbuce:
Nobles seores, s que esta pobre cena es indigna de ustedes! Si me ayudaran a recuperar
el ganso...
Generoso Filemn dijo Zeus levantndose, me niego a que sacrifiques a este animal.
Y a ti, Baucis, te agradezco esta comida que queras compartir con nosotros. Que est a la altura de
su acogida!
En un segundo, la mesa se cubri de carnes jugosas, de aves asadas y de vajilla de plata que
desbordaba de delicados manjares. Los dos ancianos, que jams haban visto nada parecido,
abrieron desmesuradamente los ojos.
Sepan, Filemn y Baucis, que se encuentran ante Zeus y Hermes. Esta noche, compartirn
la cena habitual de los dioses...
Los ancianos asistieron, sin duda, al festn ms grande de sus vidas. Pero si Zeus y Hermes
haban querido recompensar la hospitalidad de la pareja, tambin buscaban castigar la ingratitud de
aquellos que se la haban negado. Una vez terminada la comida, condujeron en la oscuridad a
Filemn y a Baucis fuera de la cabaa. Dciles y temblorosos, unieron sus manos como si temieran
perderse.
La lluvia haba cesado. Aunque, en realidad, slo haba dejado de caer sobre sus cabezas y,
en cambio, pareca haberse redoblado en la llanura que acababan de abandonar. Con su ndice que
sealaba las nubes, Zeus hizo resurgir los rayos; tron el cielo; y un verdadero diluvio se abati
sobre el pueblo. Abrazados uno a otro, Filemn y Baucis se preguntaban acerca del destino que los
dioses les reservaban.
Cuando lleg el alba, ya no quedaba nada del pueblo. Y una vez que las aguas se retiraron,
slo emergi el techo de una choza.
Nuestra cabaa! exclamaron Filemn y Baucis.
Que, de ahora en ms, sea un templo! decret Zeus.
De inmediato, delante de los ojos pasmados de los ancianos, la pobre casucha se transform
en un magnfico monumento de columnas de mrmol.
Ahora les dijo Zeus, quiero demostrarles mi agradecimiento. Expresen sus deseos, y
se cumplirn!
Sorprendidos, Filemn y Baucis se consultaron con la mirada.
Dios poderoso respondi, al fin, Filemn, djanos convertirnos en los guardianes de
este templo, as podremos honrarte durante mucho tiempo.
Hermes no pudo evitar una broma:
Mucho tiempo? Pero cuntos aos ms esperas vivir?
Y bien, gran Zeus agreg entonces la anciana Baucis, permteme sumar un deseo al
de mi esposo: me gustara vivir todava la mayor cantidad de tiempo posible junto a l.
Zeus reflexion. Buscaba la manera de complacer el extrao pedido de aquellos ancianos.
Slo los dioses y, en muy rara ocasin, los hroes podan aspirar a la inmortalidad.
Cmo? se asombr Hermes. No estn cansados el uno del otro?
No respondi Baucis sonriendo. Cuando nos conocimos y nos enamoramos, no
ramos ms que nios. Desde entonces, jams nos hemos separado.
Y durante todos estos aos pregunt Zeus, no sintieron ganas de separarse despus
de una pelea...?
No confes Filemn. La Discordia, esa divinidad malhechora, nos ha evitado
siempre.
De repente, Zeus comprendi por qu esa pareja enternecedora los haba albergado tan
espontneamente: los ancianos se amaban. Quiz, resida all el secreto de su hospitalidad. Quien no
puede brindar amor a quien est a su lado, cmo podra brindarlo a desconocidos? Al unsono, los
ancianos concluyeron:
Nuestro deseo ms entraable es morir al mismo tiempo!
Hermes dirigi a su padre una mirada divertida. Por una vez, simples humanos daban a los
dioses una leccin de humildad. Zeus, en efecto, se peleaba a menudo con Hera, su esposa...
Que as sea! decret Zeus, tan conmovido como impresionado. Me comprometo,
Filemn y Baucis, a cumplir sus deseos.
Entonces, atraves el cielo un rayo enceguecedor.
Cuando, por fin, los dos ancianos pudieron abrir los ojos, estaban solos en la colina.
An turbados por los recientes acontecimientos, dudaron largo tiempo antes de retornar a la
llanura donde se eriga el templo que sera su nueva morada. Y al llegar, tuvieron la sorpresa de ser
recibidos por un ave que avanzaba hacia ellos contonendose con satisfaccin.
En su generosidad, Zeus haba salvado al ganso.
del templo de Zeus. Los peregrinos que volvan ao tras ao comprobaban, asombrados, que el paso
del tiempo no tena poder alguno sobre esos ancianos acogedores y generosos.
Pero como Filemn y Baucis eran simples mortales, fue necesario que Zeus pusiera trmino
a sus vidas. Un da que estaban tomados de la mano cerca del templo, constataron que sus cuerpos
se iban endureciendo como si fueran de piedra. Al poco tiempo, eran incapaces de moverse. Este
hecho no alter la serenidad de ambos.
Creo que es el fin dijo Filemn. Baucis, te amo.
Es el fin respondi Baucis. Te he amado siempre.
Fueron las ltimas palabras que pronunciaron.
Poco a poco, sus cuerpos se cubrieron de corteza. Sus rostros se transformaron en follaje.
Sus manos se convirtieron en ramas y sus dedos, en otras ramas, pero ms pequeas. Y, puesto que
se encontraban muy cerca uno del otro, sus follajes se enlazaron en el mismo tierno verdor.
Se volvieron tan altos y tan bellos que, enseguida, sus sombras confundidas recubrieron el
templo.
Cuntos siglos vivieron as, uno junto a otro? Nadie lo sabe. Con el tiempo, el templo todo
termin por convertirse en ruinas. Pero an hoy, donde se encontraba Frigia, dicen que se puede ver
un viejo tilo junto a un roble milenario.
Viajero, si un da pasas por all, y ves un tilo y un roble cerca de algunas antiguas piedras,
piensa que la vegetacin es como la hospitalidad: se cultiva y se renueva. Y recuerda la historia de
Filemn y de Baucis.
La madre de Teseo haba sido tomada a la fuerza por Poseidn la noche de su boda.
que todo lo que le haba revelado Poseidn en sueos era verdad: l era un semidis!
Este descubrimiento excit su coraje y reforz su voluntad.
Cuando el navo toc el puerto de Cnosos, Teseo divis entre la multitud al soberano,
rodeado de su corte. Fue a presentarse:
Te saludo, oh poderoso Minos. Soy Teseo, hijo de Egeo.
Espero que no hayas recorrido todo este camino para implorar mi clemencia dijo el rey
mientras contaba con cuidado a los catorce atenienses.
No. Slo tengo un anhelo: no abandonar a mis compaeros.
Un murmullo recorri el entorno del rey. Desconfiado, este examin al recin llegado.
Reconociendo el anillo de oro que Teseo llevaba en el dedo, se pregunt, estupefacto, gracias a qu
prodigio el hijo de Egeo haba podido encontrar esa joya. Desconfiado, refunfu:
Te gustara enfrentar al Minotauro? En tal caso, debers hacerlo con las manos vacas:
deja tus armas.
Entre quienes acompaaban al rey se encontraba Ariadna, una de sus hijas. Impresionada
por la temeridad del prncipe, pens con espanto que pronto iba a pagarla con su vida. Teseo haba
observado durante un largo tiempo a Ariadna. Ciertamente, era sensible a su belleza. Pero se sinti
intrigado sobre todo por el trabajo de punto que llevaba en la mano.
Extrao lugar para tejer se dijo.
S, Ariadna teja a menudo, cosa que le permita reflexionar. Y sin sacarle los ojos de encima
a Teseo, una loca idea germinaba en ella...
Vengan a comer y a descansar decret el rey Minos. Maana sern conducidos al
laberinto.
Teseo se despert de un sobresalto: alguien haba entrado en la habitacin donde estaba
durmiendo! Escrut en la oscuridad y lament que le hubieran quitado su espada. Una silueta blanca
se destac en la sombra. Un ruido familiar de agujas le indic la identidad del visitante:
No temas nada. Soy yo: Ariadna.
La hija del rey fue hasta la cama, donde se sent. Tom la mano del muchacho.
Ah, Teseo le implor, no te unas a tus compaeros! Si entras en el laberinto, jams
saldrs de l. Y no quiero que mueras...
Por los temblores de Ariadna, Teseo adivin qu sentimientos la haban empujado a llegar
hasta l esa noche. Perturbado, murmur:
Sin embargo, Ariadna, es necesario. Debo vencer al Minotauro.
Es un monstruo. Lo detesto. Y, sin embargo, es mi hermano...
Cmo? Qu dices?
Ah, Teseo, djame contarte una historia muy singular...
La muchacha se acerc al hroe para confiarle:
Mucho antes de mi nacimiento, mi padre, el rey Minos, cometi la imprudencia de
engaar a Poseidn: le sacrific un miserable toro flaco y enfermo en vez de inmolarle el magnfico
animal que el dios le haba enviado. Poco despus, mi padre se cas con la bella Pasfae, mi madre.
Pero Poseidn rumiaba su venganza. En recuerdo de la antigua afrenta que se haba cometido contra
l, le hizo perder la cabeza a Pasfae y la indujo a enamorarse... de un toro! La desdichada lleg,
incluso, a mandar construir una carcasa de vaca con la cual se disfrazaba, para unirse al animal que
amaba!
Qu horrible estratagema!
La continuacin, Teseo, la adivinas concluy Ariadna temblando. Mi madre dio
nacimiento al Minotauro. Mi padre no poda decidirse a matar a ese monstruo; pero quiso
esconderlo para siempre de la vista de todos. Convoc al ms hbil de los arquitectos, Ddalo, que
concibi el famoso laberinto...
Impresionado por este relato, Teseo no saba qu decir.
No creas agreg Ariadna que quiero salvar al Minotauro. Ese devorador de hombres
merece mil veces la muerte!
Entonces, lo matar.
El alba se acercaba. Acompaados por Ariadna, Teseo y sus compaeros se escurrieron entre
las calles de Cnosos y llegaron al puerto.
Perforen el casco de todos los navos cretenses! orden.
Por qu? se interpuso Ariadna, asombrada.
Crees que tu padre no va a reaccionar? Que va a dejar escapar con su hija al que mat al
hijo de su esposa?
Es verdad admiti ella. Y me pregunto qu castigo va a infligir a Ddalo, ya que su
laberinto no protegi al Minotauro como lo esperaba mi padre2.
Cuando el sol se levant, Teseo tuvo un sueo extrao: esta vez, fue otro dios, Baco, el que
se le apareci.
Es necesario orden, que abandones a Ariadna en una isla. No se convertir en tu
esposa. Tengo para ella otros proyectos ms gloriosos.
Sin embargo balbuce Teseo, le he prometido...
Lo s. Pero debes obedecer. O temer la clera de los dioses.
Cuando Teseo se despert, an vacilaba. Pero al da siguiente, la galera debi enfrentar una
tormenta tan violenta que el hroe vio en ella un evidente signo divino. Grit al viga:
Debemos detenernos lo antes posible! No ves tierra a lo lejos?
S! Una isla a la vista... Debe ser Naxos.
2
El poeta latino Catulo (siglo I) y, ms tarde, Ovidio en sus Metamorfosis relatan este mito.
Dnae y Perseo
El rey de Argos, Acrisio, que tena una hija nica, Dnae, emprendi el largo viaje hacia
Delfos para interrogar a la pitonisa. Esta vieja mujer, con la ayuda de los dioses, poda, a veces, leer
el futuro. El rey le hizo la nica pregunta que le interesaba:
Tendr algn da un hijo varn?
La respuesta de la pitonisa fue terrible e inesperada:
No, Acrisio, nunca. En cambio, tu nieto te matar... y te reemplazar en el trono de
Argos!
Cmo! Qu dices?
Pero la pitonisa no repeta nunca sus profecas. El rey de Argos estaba consternado. Regres
a su patria repitiendo:
Dnae... es necesario que Dnae no tenga hijos!
Ella lo recibi cuando volvi al palacio. Pregunt enseguida:
Y bien, padre? Qu ha dicho el orculo?
El rey sinti que su corazn daba un vuelco. Cmo evitar la profeca de los dioses sin matar
a Dnae?
Guardias orden, que encierren a mi hija en una prisin sin puerta ni ventanas. De
ahora en ms, nadie podr acercrsele!
Dnae no comprendi por qu la llevaban a un amplio calabozo forrado de bronce. El
pesado techo que cerraron encima de ella no tena ms que algunas ranuras angostas a travs de las
cuales, cada da, le bajaban la comida con una cuerda.
Privada de aire puro, de luz y de compaa, Dnae crey que no tardara en morir de pena.
Pero en el Olimpo, Zeus se apiad de la prisionera. Conmovido por su tristeza y, tambin,
seducido por su belleza, resolvi acudir en su ayuda.
Una noche, a Dnae la despert una violenta tormenta que tronaba encima de su cabeza.
Extraas gotas de fuego caan sobre ella.
Parece increble, pero... es oro! exclam levantndose.
Enseguida, la lluvia luminosa cobr forma. Dnae estuvo a punto de desfallecer al ver que
se corporizaba ante ella un hombre bello como un dios.
No temas, Dnae! dijo. Te ofrezco la manera de huir...
Esta promesa era algo inesperado, y Dnae sucumbi rpidamente al encanto de Zeus.
Cuando el alba la despert, Dnae crey que haba soado. Pero pronto comprendi que
estaba embarazada! Y tiempo despus, dio a luz a un beb de una belleza y de una fuerza
excepcionales.
Lo llamar Perseo! decidi.
Un da, al atravesar las crceles del palacio, Acrisio crey or los gritos de un nio de pecho.
Orden que se abrieran las puertas de las prisiones. Grande fue su estupefaccin al descubrir a su
hija con un magnfico recin nacido en brazos!
Padre, slvanos! suplic Dnae.
El rey realiz una investigacin e interrog a los guardias. Finalmente, debi rendirse a la
evidencia: slo un dios haba podido entrar en ese calabozo!
Si eliminaba a su hija y al nio, Acrisio cometera un crimen imperdonable. Entonces, el rey
vio un gran bal de madera en la sala del trono.
Dnae, entra en ese cofre con tu hijo!
Temblando de miedo, la joven obedeci. Acrisio hizo cerrar la caja y sellarla. Luego, llam
al capitn de su galera personal.
Carga este cofre en tu navo. Y cuando ests lejos de toda tierra habitada, ordena a tus
acompaars?
De ninguna manera contest Hermes. Tengo mucho que hacer. De ahora en ms,
puedes arreglarte solo. Pero cudate de no mirar nunca a Medusa ni a sus hermanas: te convertiras
en piedra! Ah, toma, te confo mi hoz de oro, te ser til.
Perseo se deshizo en agradecimientos. Se puso las sandalias y se ech a volar con una
torpeza que hizo sonrer a Hermes. El dios de los voladores le hizo una sea:
No sacudas los pies tan rpidamente... el vuelo es una cuestin de entrenamiento...
Aprenders enseguida!
Perseo, lleno de alegra, se dirigi hacia el poniente: gracias a los dioses que velaban por l,
ya no dudaba de que vencera a Medusa!
Atravesando bosques y ros, se encontr con las ninfas, jvenes divinidades de las forestas y
de las aguas. Encantadas por el coraje y por el andar de ese joven hroe, le indicaron la guarida de
las gorgonas.
Cuando Perseo lleg al medio de un desierto y descubri la entrada de la caverna, tembl de
terror: alrededor, no haba ms que estatuas de piedra. All estaban todos lo que haban enfren tado a
las gorgonas y que haban sido petrificados por su mirada. Hasta aqu, Perseo no haba medido la
dificultad de su tarea: cmo decapitar a Medusa sin dirigir su mirada hacia ella?
Sin embargo, se arriesg en el antro oscuro, revoloteando. Penetr en el corazn de la
caverna donde resonaban ronquillos. Luego, vio un nudo de serpientes que se contorsionaban
levantando hacia l sus cabezas que silbaban. Enseguida, desvi la mirada y murmur, con el
corazn palpitante:
Las gorgonas estn adormecidas... Los reptiles que tienen por cabellera van a revelarles
mi presencia! No puedo de ningn modo matar a Medusa con los ojos cerrados. Ah!, Atenea suspir, diosa de la inteligencia, ven en mi ayuda, insprame!
Una luz ilumin la gruta... y apareci Atenea, vestida con su coraza, y armada. Su mirada
era de bondad.
Estoy conmovida por tu valor, Perseo. Toma, te confo mi escudo. Enfrenta a Medusa
sirvindote de su reflejo!
Perseo se dio vuelta y comprendi de inmediato. Ahora, poda avanzar hacia los tres
monstruos: extenda delante de sus ojos el escudo de la diosa, tan liso y pulido como un espejo!
Las tres gorgonas ya se agitaban en su sueo. Con su cuerpo cubierto de escamas y con sus
largos colmillos puntiagudos que erizaban sus fauces, eran en verdad horribles. Perseo ubic
rpidamente a Medusa, en el centro; era la ms joven y la ms venenosa de las tres. Retrocediendo
siempre y guindose por el reflejo del escudo, lleg hasta la gorgona en el momento en que sta se
despertaba. Entonces, dando media vuelta, blandi la hoz que le haba prestado Hermes y la
decapit! La enorme cabeza comenz a moverse y a saltar por el suelo. Durante un instante, Perseo
no supo qu hacer. Luego, tom la alforja que le haban dado las grayas.
Ay, es demasiado pequea! No importa, probemos...
Conteniendo su repugnancia, recogi la cabeza. Milagrosamente, la bolsa se agrand lo
suficiente como para que Perseo pudiera guardar en ella su botn. Despus de lo cual, la alforja
recobr su tamao.
El hroe no tuvo tiempo de saborear su victoria: un ruido inslito lo alert. Vio la sangre que
brotaba a grandes chorros del cuerpo decapitado de Medusa. De aquella efervescencia rojiza
surgieron dos seres fabulosos. Primero, apareci un gigante con una espada dorada en la mano.
Como Perseo retroceda, el otro lo tranquiliz:
Gracias por haberme hecho nacer, Perseo. Mi nombre es Crisaor!
De la sangre de Medusa se desprenda, poco a poco, otra criatura, an ms extraordinaria: un
caballo alado, de una blancura resplandeciente...
Y he aqu Pegaso le dijo Crisaor. Ah... ten cuidado! Las hermanas de Medusa se
han despertado! Estn bloqueando el paso! No... sobre todo, no te des vuelta!
Rpidamente, Perseo se coloc el casco de Hades. Se volvi invisible de inmediato.
Desconcertadas, las gorgonas se pusieron a buscar a su adversario. Y Perseo, con los ojos
protegidos detrs del escudo de Atenea, pudo entonces escurrirse hasta la salida.
En cuanto se quit el casco, las hermanas de Medusa comprendieron que haban sido
engaadas. Salieron de la caverna y se lanzaron en su bsqueda. Perseo estaba listo para echar vuelo
con sus sandalias cuando Pegaso, a su vez, sali de la gruta relinchando.
De un salto, el hroe subi al caballo alado que vol por los aires. Con el rostro azotado por
el viento, Perseo estaba radiante de felicidad, haba vencido a Medusa y estaba montando el ms
fabuloso de los caballos! De la bolsa que llevaba en la mano, se escapaban numerosas gotas de
sangre. Cada una de ellas, al caer al suelo, se transformaba en serpiente. Esta es la razn por la cual
hoy hay tantas en el desierto.
A la noche siguiente, Hermes se le apareci a Perseo. El hroe agradeci al dios por sus
consejos y por su ayuda; le devolvi la hoz y le pidi que restituyera a las tres grayas el casco de
Hades y las sandalias aladas; pero, desde luego, se guard la bolsa con lo que contena...
Una noche, en el camino de regreso y mientras atravesaba una regin rida y escarpada,
Perseo decidi hacer un alto. Poco despus, lleg un gigante. Esta vez, se trataba de un coloso tan
grande como un volcn, y mantena curiosamente los dos brazos alzados.
Qu haces aqu, extranjero? gru. Sabes que ests muy cerca del jardn de las
hesprides? Rpido, vete!
Estoy agotado! explic Perseo. Djame dormir aqu esta noche.
De ninguna manera. Mi trabajo no soporta la presencia de nadie!
Perseo no comprenda. Quiso defenderse.
Cmo te atreves a insistir? refunfu el gigante adelantando un pie amenazador.
Pequea larva, har de ti un bocado!
Entonces, el hroe sac de la bolsa la cabeza de la gorgona cuyo poder, lo saba, segua
intacto. Se la extendi al gigante qu qued... pasmado! En un segundo, su cuerpo se haba
transformado en una montaa de piedra. Perseo exclam:
Era Atlante! He petrificado al que cargaba el cielo sobre sus hombros!
Desde ese da, el gigante se vio liberado de su carga. Y el peso del cielo es soportado por la
montaa que lleva su nombre.
Cuando Perseo lleg a la isla de Srifos, corri hasta el palacio a presentarse ante el rey
Polidectes. Al no ver a su madre, se preocup. El soberano, furioso, le lanz:
Dnae se escap! Se niega a casarse conmigo. Se ha refugiado en un templo con mi
hermano Dictis, el pescador. Esperan la proteccin de los dioses. Estoy sitiando su guarida, no
aguantar n mucho tiempo ms. Y t, de dnde vienes?
Seor respondi Perseo, he cumplido con lo que usted me pidi: le traigo la cabeza
de Medusa.
Incrdulo, Polidectes estall en malvadas carcajadas.
Cmo! Y entra en esa pequea bolsa? Pretendes haber timado a la gorgona? Cmo te
atreves a burlarte as de m?
Esta bolsa es mgica dijo Perseo, que disimulaba mal su clera. Crece y se achica en
funcin de lo que se mete adentro.
La cabeza de Medusa all adentro? se burl el rey. Me gustara ver eso!
A sus rdenes, seor: hela aqu.
El hroe tom la cabeza de Medusa y la blandi frente a Polidectes. El rey no tuvo tiempo
de responder ni de asombrarse: se transform en piedra en su trono. Y cuando los soldados y los
cortesanos reunidos iban a arrojarse sobre l, Perseo les extendi la cabeza de la gorgona, al punto,
quedaron todos petrificados, en ese mismo instante!
Perseo corri a liberar a su madre y a Dictis, su fiel protector. Salvados del tirano, los
habitantes de la isla de Srifos quisieron que Perseo reinara en su lugar.
No les respondi. El nico trono legtimo que tengo el derecho de reivindicar es el de
Argos, mi patria. All regresar.
El rumor de las hazaas del hijo de Dnae haba llegado hasta Acrisio: entonces su hija y su
nieto haban sobrevivido! Para escapar de la profeca, Acrisio huy y se exili en la ciudad de
Larisa; le importaba menos su trono que su vida.
Fue entonces cuando Perseo lleg a Argos y, en ausencia de su abuelo, rein. Una noche, se
le apareci Atenea. El hroe se inclin ante la diosa, le devolvi su escudo y la bolsa.
Contiene la cabeza de Medusa. Quin mejor que t podra usarla, ya que eres a la vez la
diosa de la guerra y de la sabidura?
Acepto tu regalo, Perseo, y te lo agradezco.
Atenea tom la cabellera de serpientes y la aplic sobre el escudo que haba permitido
engaar a la gorgona.
Desde entonces, la cabeza de Medusa adorna el escudo Atenea.
Mientras tanto, en Larisa, el rey de la ciudad acababa de organizar juegos. Aun en el exilio,
Acrisio, el padre de Dnae, concurri a las arenas para asistir a ellos. Se sent en la primera fila.
Enseguida se sinti intrigado por un joven atleta que, antes de lanzar un disco, quera a toda costa
retroceder hasta fondo del estadio.
Qu teme? pregunt Acrisio encogindose de hombros.
Teme lanzar el disco demasiado lejos le explic su vecino y lastimar as a algn
espectador.
Acrisio sonri ante la pretensin del atleta.
Quin es para creerse tan fuerte?
Es el nieto del antiguo rey de Argos. Su nombre es Perseo.
Con sorpresa y espanto, Acrisio se levant de su grada. Pero all, en el otro extremo del
estadio, el atleta acababa de lanzar disco... El proyectil vol hasta las primeras filas; se abati sobre
la cabeza de Acrisio, que cay muerto instantneamente.
As el hroe Perseo mat a su abuelo, por accidente.
Sin consuelo por su acto, fue reconfortado por Dnae.
Hijo mo afirm, t no eres responsable. Nadie escapa a su destino. El tuyo es
glorioso. Y quin sabe si tus hijos no realizarn hazaas an ms espectaculares que las tuyas?
Dnae no se equivocaba: con la bella Andrmeda, su esposa, Perseo habra de tener una
numerosa descendencia. Una de sus nietas, Alcmena, sera incluso, como Dnae, amante de Zeus. Y
de esa unin de una mortal y de un dios habra de nacer entontes el mayor y ms clebre de los
hroes: Hrcules1.
El mito de Dnae lo relata el escritor griego Hesodo (siglo VIII a. C). Las tragedias que tenan
como tema las hazaas de Perseo se han perdido. Su historia lleg hasta nosotros gracias al poeta
griego Pndaro (siglo VI a. C.) y a Ovidio.
1
EL ORCULO DE DELFOS
Edipo
Escucha...
Escucha la terrible historia de aquel que los dioses, antes de su nacimiento, haban
condenado a matar a su padre y a casarse con su madre!
As es: todo comenz en Tebas, la ciudad que gobernaba el rey Layo. Un da, Yocasta, su
joven esposa, le comunica que espera un hijo. Entonces, Layo se dirige al santuario de Delfos.
Conoces el santuario de Delfos? Imagina un templo rodeado de extraas fumarolas... All, una
vieja mujer sirve de intermediaria entre los dioses y los hombres. Es la pitonisa! S, la pitonisa responde a quienes la interrogan, les revela a veces su origen y ms a menudo su futuro.
Quiero saber le pregunta entonces Layo, qu glorioso destino ser el de nuestro hijo.
La pitonisa levanta al cielo una mirada alucinada. Masculla:
Te nacer un hijo que matar a su padre y que se casar con su madre!
Layo, espantado, cree haber odo mal. Quisiera gritar:
No, es imposible, te equivocas!
Pero la pitonisa no puede mentir. Y qu humano, as se trate del rey de Tebas, puede
oponerse a la voluntad de los dioses?
Desesperado, el rey regresa a Tebas. La verdad es demasiado horrible para que pueda darla a
conocer e incluso revelrsela a su esposa. En secreto, se jura a s mismo hacer todo lo posible para
que esa prediccin no se realice!
Poco despus, la reina Yocasta da a luz a su hijo. Es un lindo beb, alegre y lleno de vida.
Cmo lo llamaremos? pregunta a su esposo.
Sin responder, el rey se aleja con el recin nacido. Qu sentido tiene darle un nombre, si no
debe vivir! Layo hace venir al capitn de su guardia. Le ordena:
Toma a este beb. Llvalo lejos de aqu. Mtalo. Luego, deja que los animales devoren su
cadver. Obedece sin hacer preguntas!
El capitn se inclina con el beb en brazos, deja el palacio. Es un soldado rudo. Matar? Es
su oficio. Pero resulta que mientras su caballo recorre la llanura al galope, el nio se pone a gemir y
a llorar. Tiene hambre? Tiene fro? Adivina el destino que le espera? Entonces, el capitn siente
que su corazn se debilita, acelera la marcha y se dirige hacia el monte Citern, al que sube.
Llegado a cima, se detiene. All, un viento fro sopla sobre la vegetacin rida
El capitn desenvaina su espada, los llantos del beb recrudecen. Ese soldado intrpido no
retrocedera, estando solo ante un arma enemiga. Aqu se niega a realizar ese asesinato cobarde.
Suspira:
No. Decididamente, no puedo... Dejemos pues a las bestias ocuparse de esta
desagradable tarea! Nadie se enterar.
Agujerea los pies del beb, arranca un junco, lo pasa a travs de los agujeros que sangran y
le ata as los tobillos. Cuelga al nio de una rama cabeza abajo. Luego, monta su caballo y regresa a
Tebas sin darse vuelta.
Aquel da, el pastor Forbante y sus compaeros hacen pastar a sus rebaos en las laderas del
monte Citern... Forbante est lejos de su patria, Corinto. Si ha hecho un camino tan largo, es para
encontrar, ms all del istmo, una hierba ms densa y ms verde. Por supuesto, su atencin es
atrada rpidamente por extraos vagidos y por los ladridos furiosos de sus perros. Acude y
descubre estupefacto, al beb as atado y colgado.
Pobre criatura! Quin te ha abandonado a tan triste destino?
Invadido por la piedad, Forbante libera al nio cuyos pies, perforados, estn muy hinchados.
Y como sus gritos recrudecen, el pastor va a ordear una de sus ovejas para darle leche al beb
hambriento.
De quin puede ser? pregunta a sus compaeros.
Qu crees, Forbante? exclaman los dems. Es un nio abandonado! Sus padres han
querido deshacerse de l.
He aqu a Forbante a cargo de un hurfano! Qu hacer con l? Un mes ms tarde, cuando
los pastores regresan a su patria, Forbante se lleva al beb. Satisfecho con la leche de oveja, balbucea y sonre.
Al acercarse a Corinto, Forbante se cruza con su reina en persona. Ella se sorprende de ver a
ese pastor con un recin nacido.
Si mis perros no lo hubieran descubierto, habra muerto explica Forbante. Pero no s
qu hacer con l...
La reina de Corinto nunca pudo tener hijos, es estril. Si convence a sus sbditos de que ese
beb es suyo, el trono tendr un sucesor!
Y bien, yo lo educar le dijo la reina en voz muy baja Toma Forbante, aqu tienes
con qu indemnizar tu esfuerzo y pagar tu silencio!
De regreso al palacio, le entrega el beb a su marido, Plibo.
Los dioses nos envan este beb! exclama el soberano, encantado. Has hecho bien
en comprrselo a Forbante. Haremos de l un prncipe.
Cmo vamos a llamarlo?
Edipo respondi Plibo, ya que ese nombre significa "pies hinchados".
dirigindose a los soldados que quieren interponerse, hagan avanzar el carro. Y djenme darle
una leccin a este mequetrefe!
El convoy se pone en movimiento; y antes de que Edipo pueda hacerse a un lado, una rueda
le pasa por encima del pie. Ahora bien, los pies de Edipo son frgiles.
Viejo maldito! grita, esquivando el golpe que le estaba destinado.
Con el canto de la mano, golpea la nuca de su atacante, que lo derrumba en el suelo. Los
soldados dan un salto, unos para socorrer a su amo, otros para lanzarse a perseguir al agresor.
Pero Edipo ya est lejos! Aprovechando la confusin, se escurri por las laderas del
desfiladero. Ya est, ha desaparecido...
La desgracia se ha abatido sobre nosotros! exclama uno de los soldados. Nuestro
rey ha muerto!
El anciano, en efecto, no volver a levantarse: Edipo lo ha matado.
Ignora que ese hombre se llama Layo, que se trata del rey de Tebas y que acaba de asesinar a
su padre.
Transcurren los das y las semanas. Edipo se acerca a Tebas. En el camino, no se cruza ms
que con viajeros enloquecidos. Detiene a uno de ellos que le explica:
Ah, joven extranjero, no vayas ms lejos! Tebas est inaccesible: un monstruo llegado
del monte Citern monta guardia a las puertas de la ciudad. Impide a cualquiera salir o entrar. Lo
llaman la Esfinge.
Tan temible es esa Esfinge?
S: detiene a los viajeros y les propone un enigma. Si no saben responder, los mata y los
devora sin piedad!
Y cmo recompensa a quienes resuelven sus enigmas?
Ay!, hasta ahora, nadie consigui hacerlo! Creonte, el nuevo rey de Tebas, ha prometido
la mano de su hermana Yocasta al que libre a Tebas de semejante flagelo.
Creonte? Crea que Tebas estaba gobernada por Layo.
Nuestro rey acaba de ser asesinado. El hermano de la reina Yocasta gobierna
provisoriamente. Est esperando que la soberana vuelva a casarse para ceder el trono a su nuevo
esposo.
En un relmpago, Edipo vislumbra un porvenir inesperado: el pobre viajero que es puede
convertirse en rey maana mismo.
Enfrentar a la Esfinge dijo a su interlocutor. Entrar en Tebas vencedor. O morir...
qu importa?
Morir, piensa, sera una buena manera de engaar a los dioses!
He aqu que Edipo se acerca a las puertas de la ciudad. No ve a ningn monstruo. La
Esfinge quiere acaso salvarlo?
Detente, joven imprudente!
La voz es imperativa, extraa y ronca. Edipo levanta la cabeza. All, trepado sobre una
roca, se alza un animal fabuloso! Es una fiera provista de alas. Posee el busto, la cabeza y el rostro
de una mujer. Una mujer de belleza ponzoosa. Los brazos y las piernas tienen garras. Su cola es la
de un dragn.
Ignoras que, para pasar, debes resolver un enigma?
Lo s. Estoy listo. Te escucho.
Edipo observa que la Esfinge hace equilibrio al borde de un barranco. Quin sabe si,
precipitndose hacia ella, no podra hacerla caer?
Esta es mi pregunta dice el monstruo mirando de arriba a abajo al extranjero con una
burla altanera. Cul es el animal que camina en cuatro patas a la maana, en dos patas al medio
da y en tres a la noche?
Edipo reflexiona. Adivina que las palabras de este enigma tienen un sentido oculto: se trata
Antgona
Al acercarme a Tebas, me sorprendi la cantidad de soldados extranjeros que bullan
alrededor de la ciudad. Cuando me diriga hacia una de las siete puertas de la ciudad, not que
estaban todas cerradas. Un capitn me increp, burlndose:
Quin eres, joven extranjera? No ves que estamos sitiando Tebas? Si entras, ya no
podrs volver a salir!
Me llamo Antgona. Soy la hija de Edipo, que fue rey de esta ciudad. Regreso a mi patria,
que es gobernada por Creonte, mi to.
Antgona? dijo el otro inclinndose con respeto.
Entonces, de una de las tiendas que rodeaban la ciudad, una muchacha envuelta en llantos
sali, me vio y se lanz hacia m. La abrac.
Ismene! Ismene, mi hermana querida... Por qu lloras as?
Ay, Antgona me dijo sollozando, estoy tan contenta de que hayas regresado!
Cmo est nuestro padre Edipo?
Ha muerto. Las eumnides finalmente se apiadaron de l.
Esta triste noticia hizo recrudecer el llanto de mi hermana.
La desdicha nos persigue, Antgona! me confes. La muerte de nuestros padres no
ha calmado la ira de los dioses... Desde el exilio de Edipo, nuestros hermanos no han dejado de
tratar de destruirse entre s!
Eteocles y Polinices! Los quera tanto como Ismene. Mi hermana contuvo sus lgrimas para
explicarme:
Despus de tu partida, fue Creonte, nuestro to, quien asumi el trono. Muy rpidamente,
Eteocles y Polinices exigieron el poder: los hijos de Edipo no hacan ms que reclamar su derecho.
Que as sea! les respondi Creonte. Pero cul de ustedes dos ser rey?
Me imaginaba sin dificultad la continuacin de los hechos que Ismene me confirm:
Ninguno quiso renunciar. Sabes, Antgona, qu orgullosos e intransigentes son! Hicieron
un trato: gobernara uno cada ao. El azar design primero a Eteocles...
La solucin no era mala murmur.
Ay, aquel que conoce el poder no tiene sino un deseo: conservarlo! Polinices se haba
instalado lejos del palacio. Cuando regres, Eteocles nunca quiso entregarle el trono.
Qu perjurio! Por qu cometi esa traicin?
Eteocles argumentaba que, en un ao, haba aprendido a gobernar. Oh, todos los
pretextos fueron buenos! Eteocles no cedi.
Y Polinices? Cmo reaccion?
Muy mal! respondi una voz familiar detrs de m.
Polinices estaba all, feliz, orgulloso, rutilante, armado. Me abraz.
Fui a pedir ayuda para hacer valer mi derecho! refunfu, sealando el ejrcito que
rodeaba a la ciudad. El rey de Argos tuvo a bien ofrecerme estos refuerzos: me ha confiado miles
de hombres. En este momento, siete capitanes y sus guarniciones vigilan las siete puertas de Tebas!
La ciudad se rendir pronto.
No pude impedir responderle, como quien reta a un nio caprichoso:
Polinices... sabes bien lo que haces? Ests desafiando a ti propio hermano, ests
reclutando a un ejrcito extranjero!
Apoyaras a Eteocles? Falt a su palabra!
Ambos se equivocan, incluso si fue l quien ha comenzado...
Polinices baj los ojos. Apenas de regreso en mi patria, me obligaban a volver a ser la
hermana mayor, encargada de apaciguar las peleas y de arbitrar en los conflictos. Yo ya estaba
pensando en la desazn de los tebanos hambrientos.
Cuntos muertos va a provocar este sitio! murmur espantada.
Antgona me respondi mi hermano, sabes cunto te queremos. Tu dedicacin a
nuestro padre en el exilio ha suscitado el respeto y la admiracin general. Pero si apoyas la actitud
de Eteocles...
La condeno tanto como a la tuya! Has pensado, Polinices, en las vctimas que esta
guerra fratricida acarrear? No slo entre los nuestros, sino tambin entre los soldados de Argos,
que van a morir en un conflicto que no concierne ms que a tu hermano y a ti.
Lo s mascull l. Por eso, Antgona, te pido que vayas a convencer a Eteocles. Si
me niega el trono, somtelo a un trato: que acepte enfrentarme en un combate singular 1. Si pierde,
obtendr para siempre el trono! Si gana, se lo quedar.
No! Me niego a que se maten entre ustedes...
En ese caso exclam sealando el ejrcito de Argos, no evitaremos la matanza. Que
gane el ms fuerte.
Estaba consternada. Necesitaba ganar tiempo, adems de intentar hacer entrar en razn a
Eteocles. Muy rpidamente, respond:
De acuerdo, Polinices! Voy a plantearle tu propuesta.
Lo abrac durante un largo rato.
Te quiero, hermanita, sabes? me murmur Polinices.
Yo tambin te quera, Polinices. Pero no haba nacido sino para ver morir a todos aquellos
que ms amaba.
Una vez dentro de Tebas, las puertas se cerraron detrs de m. Fui inmediatamente admitida
en el palacio. Creonte me recibi sin alegra. Me condujo ante el trono donde se encontraba mi
hermano. Grit:
Nuestro padre ha muerto. Regreso. Y me entero de esta odiosa pelea entre hermanos!
Eteocles, mantn tu palabra: cede el trono por un ao a Polinices.
Qu!? se indign l. Capitular ahora ante ese traidor que ha ido a buscar refuerzos
entre nuestros antiguos enemigos?!
Durante un largo tiempo lo confront con distintos argumentos para convencerlo. Mi
hermano no se engaaba a propsito de su propia mala fe. Pero su orgullo hara que no se aviniera a
ceder en su posicin. Creonte, atento, escuchaba. Murmur:
Si existiera una manera cruel de desempatar...
Expliqu el trato que propona Polinices; Creonte reaccion:
La solucin es honesta, Eteocles! Escucha: la poblacin de Tebas est hambrienta.
Cuando Argos nos asalte, estaremos demasiado dbiles para combatir, deberemos capitular, lo
sabes! Cmo... dudas? Temes enfrentar a tu hermano?
De acuerdo. Salvemos vidas. Antgona, dile a Polinices que acepto!
Al da siguiente, al alba, asist al combate desde los muros de la ciudad. Con el corazn
estrujado, esperaba que uno de mis hermanos fuera ligeramente herido, admitiera su derrota y
abandonara el trono. No ocurri nada de eso. La llanura donde los dos adversarios se enfrentaban
resonaba ante el choque violento de sus espadas. Las estocadas eran a matar. La sangre brotaba de
un lado y de otro. Y como sus voces agresivas se entremezclaban, yo no saba cul lanzaba gruidos
de clera y cul gritos de dolor.
Por fin, tras una hora de enfrentamiento sin piedad, los vi tambalearse y caer al mismo
tiempo, uno encima del otro. Grit:
Eteocles! Polinices! Rpido, vayan a socorrerlos!
Creonte hizo abrir las puertas y lleg a la planicie con una pequea guarnicin. Cuando
regres, su escolta transportaba un cadver ensangrentado. Fuera quien fuese, estara desconsolada.
1
El combate singular era el enfrentamiento entre los dos lderes de cada ejrcito. Cada uno representaba a su ciudad
y el que ganaba se consideraba vencedor.
Es de noche. Ismene est durmiendo. Me inclino sobre ella para besarla. Luego, con los pies
descalzos, dejo la habitacin y me deslizo fuera del palacio. Las calles de Tebas estn desiertas. Y
las siete puertas de Tebas estn abiertas. Ya no nos acecha enemigo alguno. A pesar de todo, hay
soldados montando guardia y, cuando paso, me interpelan:
Antgona! T, aqu, a esta hora? Espera, no te alejes!
Creonte ha prohibido que salgamos de la ciudad!
Los soldados van bien armados, pero soy mucho ms gil que ellos. Me escapo sin
dificultad y me lanzo hacia la planicie.
Antgona, regresa! me gritan, Oh, no, por favor, no lo hagas!
Dudan en perseguirme. Soy yo quien les grita de lejos:
Slo voy a cumplir con mi deber. Ustedes, soldados, cumplan con el suyo!
La noche es bella, y la arena est caliente bajo mis pasos. Corro hasta esa forma humana
que, sangrienta y despedazada, yace bajo la luna. Asustadas, algunas aves rapaces se echan a volar
con pesadez ante m. Polinices... por fin, mi hermano est aqu. No me tomo tiempo para honrar su
memoria. Junto tierra y arena con mis pies y arrojo todo sobre el cuerpo difunto. Oh, es intil
cubrirlo completamente para los dioses, que slo juzgan la intencin, algunos puados bastan.
Ve, Polinices, descansa en paz ahora!
Por la bocanada de felicidad que me invade, s que el alma de mi hermano deja finalmente
su cuerpo muerto. En ese momento, Polinices ha llegado a la laguna Estigia, y Caronte lo ha
admitido en su barca.
Oigo ya detrs de m los pasos de los soldados que acuden. La alerta fue dada. Suena una
trompeta. Tebas se despierta.
El alba se levanta sobre el cuerpo de Polinices. Ya nadie puede ignorar mi acto de rebelda y
de amor.
Frente al trono de Creonte, ante el cual los soldados me han conducido, debo confesar mi
delito. Mi to se inclina hacia m, me susurra:
Todava puedo indultarte. Confiesa que lamentas ese acto insensato.
S, Creonte! digo lo bastante fuerte como para que todos me escuchen. S, confieso:
si tuviera que hacerlo de nuevo, lo repetira!
Tiresias trata en vano de tomar mi defensa. Creonte suspira:
Qu clase de obstinada eres como para haberte atrevido a infringir mi ley?
Y t, Creonte, qu clase de rey eres para ponerte en el lugar de los dioses y negarle la
sepultura a aquel cuyo nico crimen era reclamar lo que se le deba?
Como a todos los reyes, a Creonte no le gusta que lo desafen.
Joven terca! Me veo obligado a condenarte a muerte...
Prefiero morir en paz antes que vivir sin haber cumplido con mi deber. Cudate, to: has
violado otras leyes, teme la clera de quienes las han dictado!
Cuando atravieso las calles de Tebas, encadenada, sorprendo a mi alrededor murmullos de
admiracin y de piedad. Para mi gran asombro, soy ms una herona que una condenada.
Mi prisin se encuentra un poco apartada de la ciudad; es una gruta en el acantilado. Antes
de entrar, abrazo a Ismene.
Antgona me afirma, no voy a sobrevivir a tu muerte.
Por orden de Creonte, los soldados hacen rodar ante la entrada de la caverna una enorme
roca que la obstruye. Estoy sumergida en la oscuridad. As es, aqu voy a morir.
No esperar que la sed y el hambre vengan a torturarme. Pondr fin a mis das como lo hizo
mi madre. Hades tendr piedad de m, lo s. Mi sacrificio servir tal vez de ejemplo...
Espero que en el futuro haya otros como yo que sepan desafiar a los reyes y comprender que
su deber, a veces, es infringir la ley de los hombres.
Sfocles es quien recoge este mito y lo hace tema de su tragedia homnima. Tambin Eurpides
toma como asunto de algunas de sus tragedias la descendencia del infortunado Edipo.
LA GUERRA DE TROYA
Paris y Helena
La boda de Tetis, la diosa marina, y de Peleo, rey de Tesalia, iba a ser celebrada pronto en el
Olimpo.
Organicemos un banquete suntuoso! declar Zeus.
Invitemos a todos los dioses! agreg Hera, su esposa.
A todos? Ah, no. No hay que invitar a la Discordia.
La Discordia, tambin llamada ride, no era una divinidad amable: all donde estaba
presente, no saba ms que sembrar peleas, perturbaciones y conflictos. Zeus y Hera pocas veces se
ponan de acuerdo. Pero en esta oportunidad, compartieron la opinin: Discordia no sera invitada a
la boda!
La fiesta fue alegre: todo un xito. Afrodita, Atenea y todas las divinidades del Olimpo
conversaban alegremente mientras el bello Apolo cantaba, acompaado por el coro de las musas.
Ahora bien, la Discordia rondaba cerca del palacio. Ofendida por haber sido dejada aparte,
pensaba en la manera de vengarse. Aprovechando un momento de distraccin de los convidados, se
desliz hacia la sala del banquete y dej sobre la mesa una magnfica manzana de oro en la que
haba escrito: PARA LA MS BELLA.
En cuanto hubo desaparecido, Hera vio la manzana.
Qu maravilla! exclam. Quin me ha trado este regalo?
Me permites? dijo Afrodita apoderndose de la fruta. Es claro que me est
destinada: acaso no soy la diosa de la belleza?
Despacio se interpuso Atenea. Pretendo que me corresponde con todo derecho. T
no has afirmado siempre, padre, que yo era la ms bella? concluy volvindose hacia Zeus.
El rey de los dioses se encontr en un aprieto: por cierto, Atenea era su hija preferida. Pero,
al elegirla, tena miedo de irritar su esposa. Y no quera que se enojara Afrodita.
Bueno, qu piensan nuestros invitados?
Era la pregunta que no deba hacerse! Se expresaron las opiniones ms diversas. Cada uno
eligi, para halagarla, a la diosa cuya proteccin o amistad deseaba obtener. Nadie estaba de
acuerdo. Escondida no lejos de all, la Discordia se frotaba las manos.
Dejen de pelear! tron Zeus reclamando silencio. Aqu nadie puede ser juez con
objetividad. Irn, por tanto, las tres al monte Ida. Hermes las acompaar con la manzana. Se la
confiar a un pastor que se la dar a quien juzgue ms bella. Y su opinin ser ley!
Haba hablado Zeus. Su decisin, adems, convena a las tres diosas: cada una estaba muy
segura de que ganara!
Aquel da, en el monte Ida, el que estaba haciendo pastar a su rebao era el joven y seductor
Paris. Ahora bien, Paris no era un pastor como los dems... Justo antes de dar a luz, su madre,
Hcuba, so que para una roca incendiada que destrua la ciudad de Troya, de la cual su esposo,
Pramo, era el rey.
Ay, este presagio es claro! exclam este. Nuestro hijo provocar la destruccin de
nuestro reino. En cuanto nazca, lo mataremos!
La futura madre simul aceptar. Pero le encarg a un sirviente la triste tarea de abandonar al
beb en el monte Ida, y traer consigo el cadver de otro nio. Pramo no se enter de nada: crey
que su orden haba sido ejecutada. Hcuba, por su parte, rogaba a los dioses para que su hijo fuera
descubierto y salvado.
Y eso ocurri: el beb fue hallado por una osa que, en vez de devorarlo, lo amamant. Ms
tarde, un buen pastor lo encontr, lo adopt y lo llam Paris.
Un da, ya adulto, Paris se dirigi a Troya para participar en unos juegos a los cuales
asistieron Pramo, su esposa Hcuba y si hija, la joven Casandra. El valor de ese muchacho los
deslumbr.
Ese desconocido saca ventaja a todos sus adversarios! -exclam Pramo. Es posible
que sea el hijo de un simple pastor?
Ahora bien, Casandra posea el don de la adivinacin. En cuanto vio al joven, supo
enseguida de quin se trataba:
No afirm palideciendo. Es tu hijo... y mi hermano!
Pramo llam a Paris y convoc al que lo haba educado. Su investigacin fue rpida, la
verdad se manifest! Y el rey estaba tan contento de haber encontrado a su hijo que se olvid de la
profeca del sueo de su esposa.
Una vez convertido de nuevo en prncipe, Paris eligi pasar la mayor parte de su tiempo
cuidando los rebaos de su padre en los alrededores de la ciudad de Troya...
Hermes, con la manzana en la mano, ubic rpidamente a Paris en las laderas del monte Ida.
Surgi ante l, con sus sandalias aladas; como el pastor sinti miedo, el dios lo tranquiliz:
No temas, Paris! Soy enviado por Zeus para que hagas desempatar a tres diosas. Debes
elegir a la ms bella. He aqu una manzana. Entrgala a la que sea de tu preferencia.
Estupefacto, Paris dej que le diera la magnfica manzana de oro y cuando alz la cabeza,
vio ante s a tres mujeres cuya belleza lo deslumbr... tres diosas! Su mirada iba de una a otra y,
por supuesto, era incapaz de decidirse. Atenea se adelant, tom la mano del pastor y le murmur al
odo:
Si me eliges, Paris, te convertirs en un rey poderoso! Yo, diosa de la guerra, te ensear
el arte de los combates y har de ti un soberano invencible.
Espera! interrumpi Hera, acercndose a su vez. Me has reconocido, Paris? Soy la
esposa de Zeus! Combatir? Con mi proteccin, no necesitars hacerlo! Y te prometo que reinars
sobre Asia Menor.
Durante ese tiempo, Afrodita se haba desabrochado la tnica para aparecer en todo su
esplendor.
Yo dijo, te ofrezco an ms. Si tu eleccin recae sobre m, obtendrs el amor de
aquella cuya belleza es igual a la ma... hija que la humana Leda tuvo con Zeus: Helena.
Helena era cortejada por todos los soberanos de Grecia. Era tan bella que Teseo la haba
secuestrado para intentar desposarla cuando ella tena apenas doce aos. Paris no vacil: para gran
pesar de Hera y de Atenea, se inclin ante Afrodita y le dio manzana. Nadie vio, escondida en los
bosquecillos cerca de all, a una diosa encantada por el giro que daba la historia. Claro, era la
Discordia; su manzana segua surtiendo efecto.
Entonces exclam Ulises1, que era rey de taca, aquellos que no seamos elegidos
deberemos unirnos en torno a una promesa: juremos perseguir al que intente separar a Helena de su
esposo...
El rey de Esparta, Menelao, lo aprob. Se volvi hacia Agamenn, su hermano, rey de
Argos, y hacia los dems pretendiente all reunidos.
Esta solucin me parece razonable. Qu dicen?
Los griegos aceptaron.
S dijeron en una sola voz, juramos combatir al que atreva a secuestrar a Helena
hasta que sea devuelta a su marido.
Y ahora, Helena la apur Tndaro, decdete!
Elijo a Menelao, rey de Esparta dijo, despus de vacilar.
El nombre griego de Ulises es, en realidad, Odiseo. Hemos adoptado el latino por ser ms conocido.
Los cuatro relatos que integran esta seccin han sido tomados de las epopeyas de Homero, La
Ilada y La Odisea.
La clera de Aquiles
Diez aos... Pronto se cumplirn diez aos desde que los griegos, bajo el mando de
Agamenn, iniciaron el sitio a la ciudad de Troya! De todos los combatientes, Aquiles es el ms
valiente. Nada ms normal: su padre desciende de Zeus en persona y su madre, la diosa Tetis, tiene
por antepasado al dios del ocano!
Pero esa noche, el valiente Aquiles regresa extenuado y desanimado: Troya parece imposible
de tomar y, para colmo, la peste, que se ha declarado hace poco, ataca sin perdn a los griegos.
Cuando entra en su tienda, ve a su mejor amigo, Patroclo, que lo est esperando.
Ah, fiel Patroclo! exclama abriendo sus brazos. Ni siquiera te vi en el fuego de la
batalla... Espera: voy a saludar a Briseida y soy todo tuyo.
Briseida es una esclava troyana de la que Aquiles se apoder, despus del asalto de la
semana anterior, tras el reparto habitual del botn. La joven prisionera le haba lanzado una mirada
suplicante, y Aquiles sucumbi ante su encanto. Briseida misma no pareca indiferente a su nuevo
amo.
Aquiles aparta la cortina, pero la habitacin de Briseida est vaca. Acaso la bella esclava
huy? Imposible: Briseida lo ama, Aquiles pondra las manos en el fuego. Y, adems, los griegos
estn rodeando los muros de la ciudad! Confuso, Patroclo da un paso hacia su amigo:
Y s, Briseida ha partido, Aquiles! Vena a avisarte. Agamenn, nuestro rey, ha ordenado
que la tomaran...
Cmo? Se ha atrevido?
Empalidece y aprieta los puos. Aquiles tiene grandes cualidades: es, lejos, el guerrero ms
peleador y ms rpido. No lo han apodado Aquiles de pies ligeros? Sin su presencia, los griegos
tendran que haber abandonado el sitio cien veces y deberan haber regresado a su patria! Por otra
parte, un orculo predijo que la guerra de Troya no podra ser ganada sin l... Pero tiene tambin
algunos defectos: es impulsivo, colrico, muy, muy susceptible.
Djame explicarte dijo Patroclo en tono conciliador, Te acuerdas de Criseida?
Quieres hablar de la esclava con que Agamenn se qued cuando distribuimos el botn?
Ella misma. El padre de Criseida, un sacerdote, quiso recuperar a su hija. A pesar del
enorme rescate que ofreci, Agamenn se ha negado.
Ha hecho bien!
El problema prosigui Patroclo suspirando, es que ese sacerdote, para vengarse, ha
suscitado sobre nosotros la clera Apolo. Esa es la razn de la peste que diezma a nuestras filas! Va
a cesar, pues Agamenn entreg a Criseida a su padre esta maana. Pero el rey quiso reemplazar a
su esclava perdida. Y orden que vinieran a buscar a Briseida.
Lejos de calmar a Aquiles, esta explicacin aumenta su clera. Apartando a su amigo
Patroclo, se precipita fuera de la tienda, en unos pocos pasos, alcanza el campamento del rey. Se
encuentran all todos los reyes de las islas y de las ciudades de Grecia. Aquiles empuja a Menelao, a
Ulises y a tres soldados que no se apartan lo bastante rpido.
Agamenn! clama plantndose ante l con las piernas separadas. Esta vez es
demasiado! Con qu derecho me quitas esclava que he elegido para m? Olvidas que t lo has
hecho antes que yo? Y que, adems de Criseida, te has atribuido un botn diez veces mayor del que
dejaste a tus ms prestigiosos guerreros?
Un anciano de larga barba blanca se interpone. Es Calcante, el adivino.
Aquiles murmura, yo recomend al rey devolver a Criseida. Los orculos son
implacables: era la nica manera de calmar n Apolo y de terminar con la peste que nos diezma!
No pongo en duda tu orculo, Calcante masculla Aquiles. Pero por qu Agamenn
me ha sacado a Briseida? Despus de cada combate, siempre sucede lo mismo: el rey se sirve
primero, y a sus anchas! No deja ms que cosas sin valor a los que combaten en la primera lnea!
Agamenn empalidece. Dominando su irritacin, saca pecho y lanza a su mejor soldado:
Olvidas, Aquiles, que le ests hablando a tu rey?
Un rey! Eres digno de eso, Agamenn, que no sabes ms que dar rdenes y apartarte de
los combates? Es sobre todo despus de la batalla cuando te vemos, para el reparto del botn!
Me ests insultando, Aquiles!
No. T me has ofendido robndome a Briseida! Exijo que me devuelvas a esa esclava,
me corresponde por derecho!
De ninguna manera! Te atreveras a desafiar a tu rey, Aquiles?
Agamenn no tiene tiempo de terminar la frase: Aquiles saca su espada... cuando se le
aparece la diosa Atenea.
Clmate, ardiente Aquiles! le murmura en tono conciliador. Tienes otros medios
para vengarte del rey sin matarlo, creme.
La visin se desvanece. Aquiles, que es el nico que ha visto a la diosa, guarda su espada.
Bien! decide con voz firme. Qudate con Briseida. Pero sabe que, a partir de ahora,
no me involucrar ms en los combates. Despus de todo, qu me importa esa famosa Helena que
Paris ha secuestrado a tu hermano? Los troyanos nunca me han hecho nada a m!
Y delante de Menelao, esposo de Helena, que le arroja una mirada estupefacta a Agamenn,
Aquiles gira los talones y se va.
Una vez en su tienda, no puede contener las lgrimas. S: Aquiles llora, tanto de despecho
como de rabia. Pues a la prdida de Briseida se suma la humillacin de haber sido desposedo de
ella delante de todos sus compaeros. Eso no puede perdonrselo al rey!
Al da siguiente, por la noche, Patroclo se dirige a visitar Aquiles que, en todo el da, no se
movi de su tienda: tiene mala cara.
Estoy extenuado suspira el amigo de Aquiles desplomndose sobre una silla. Hoy
perdimos muchos hombres. Tu valor nos ha hecho mucha falta! Cuando los troyanos constataron
que t no participabas en el combate, su ardor recrudeci.
Aquiles no responde. Para que la ciudad de Troya sea tomada todos saben que su presencia o
su accin son indispensables. Espera que Agamenn, privado de su mejor guerrero, termine por
devolverle a Briseida. Y quin sabe si hasta viene a suplicarle que se reintegre en el combate?
Pero Aquiles se acuerda tambin de una prediccin funesta: el adivino Calcante le ha
revelado a su madre que, si se diriga a Troya, morira all poco tiempo despus que Hctor, hijo de
Pramo y el ms clebre de los guerreros troyanos! Para desviar el destino, Tetis, la madre de
Aquiles, us miles de artimaas: para volverle inmortal, hundi a su hijo en la laguna Estigia. Pero
no pudo sumergirlo totalmente y el taln por el cual lo sostena qued como el nico punto
vulnerable de su cuerpo. Luego, Tetis disfraz a su hijo de mujer y lo envi a la isla de Esciro para
protegerlo. Pero Ulises logr encontrar a Aquiles y conducirlo hasta Troya.
Ah, Patroclo! suspira Aquiles. Qu vine a hacer aqu? Cmo me arrepiento de no
haberme quedado en Tesalia! En mi patria habra podido llevar la vida tranquila de un boyero...
A la semana siguiente, Patroclo entra lleno de alegra en tienda de Aquiles para anunciarle:
Listo! Se aproxima el fin de la guerra! Paris y Menelao van a enfrentarse maana en un
combate singular! El que gane quedar con Helena y el campamento del perdedor deber
someterse a las leyes del vencedor!
Por qu no? grue Aquiles, tan sorprendido como decepcionado.
En efecto, su chantaje queda as malogrado. Si el orculo ha dicho la verdad, la derrota de
los griegos es segura! Sin embargo, a la noche siguiente, clamores, gritos y el ruido de las espadas
empujan a Aquiles a dejar su tienda: ante los muros de Troya, los ejrcitos enemigos se enfrentan
con ensaamiento.
El duelo fue postergado explica Patroclo. Esos troyanos traidores rompieron la
tregua y la guerra ha recomenzado!
En ese instante llega otro guerrero griego. Al reconocer a Ulises, Aquiles se levanta para
saludarlo.
Algunos das ms tarde, Patroclo tiene una cara tan triste que, al entrar en la tienda de
Aquiles, ste le pregunta:
Tan malas son acaso las noticias?
S! No oyes los estertores de nuestros guerreros agonizando a algunos pasos de aqu?
Ay, vamos a perder la guerra. Oh, Aquiles agrega Patroclo sealando, en un rincn de la tienda, la
armadura y el casco de su amigo, me autorizaras a combatir hoy portando tus armas?
Por supuesto! Lo que es mo te pertenece. Pero por qu?
As vestido, sembrar el terror entre los troyanos: al ver tu armadura, creern que has
retomado el combate.
Ve... pero te ruego que seas prudente! responde Aquiles mientras abraza a su amigo.
Durante la tarde, la larga siesta del hroe es interrumpida: un guerrero griego entra en su
tienda. Est exhausto y anegado en lgrimas.
Aquiles! gime. La desgracia se abati sobre nosotros! Patroclo ha muerto! Hctor,
el ms intrpido de los troyanos, lo atraves con su lanza! Incluso, lo ha despojado de tu armadura.
Nuestros enemigos se disputan su cuerpo.
Con estas palabras, Aquiles se levanta para gritar a los dioses su dolor. Se mesa los cabellos,
rueda por el suelo y se cubre el rostro con tierra. Solloza a la vez que gime:
Patroclo, mi hermano, mi nico amigo de verdad!
Muerto. Patroclo ha muerto. El sufrimiento que experimenta Aquiles duplica su clera;
desva entonces su furor:
Maldito Hctor! Dnde est? Ah, Patroclo, Juro vengarme. No asistir a tus funerales
sin antes haber matado a Hctor con mis propias manos!
Loco de dolor, Aquiles se arma de prisa y se precipita fuera de su tienda. Marcha hacia los muros de
la ciudad sitiada y lanza tres veces un grito tan furioso que los troyanos, estupefactos, tiemblan de
espanto en las murallas. Los caballos mismos relinchan de terror. Muy rpidamente, los griegos
aprovechan esta confusin: alcanzan a tomar el cuerpo de Patroclo mientras Aquiles arroja sobre
una docena de enemigos a los que ensarta. Cuando sucumbe el nmero trece, oye, cerca de s, una
voz que gime:
Polidoro... Acabas de matar a mi hermano Polidoro!
Aquiles se da vuelta hacia el troyano que se lamenta: es Hctor en persona! Por un
segundo, los dos campeones se enfrentan con la mirada. Y la prediccin, una ltima vez, aflora en la
cabeza de Aquiles: "Morirs poco despus que Hctor". As, vengando a Patroclo, Aquiles apurar
su propio fin. No importa! Con un grito de furor, ataca al asesino de su amigo, que huye!
Tres veces los adversarios dan la vuelta a la ciudad, sin detenerse ms que para intercambiar
terribles estocadas. Agotado, Hctor se detiene en seco. Arroja su lanza, que Aquiles evita.
Entonces divisa la yugular en la armadura de su enemigo, ajusta si estocada y hunde all su espada!
Hctor, con la garganta atravesada, se derrumba y expira.
Desoyendo los gritos de desesperacin de los troyanos que siguieron el combate desde las
murallas de la ciudad, Aquiles despoja al cadver de su armadura. Ata a Hctor por los pies un
carro, da un latigazo a los caballos y, tres veces, da la vuelta a la ciudad arrastrando el cuerpo por el
polvo. Luego lo abandona en el suelo, cerca de su tienda.
Que sea presa de los buitres y de los chacales! ordena.
Abandonado el cadver sin sepultura, el alma del difunto no tendr nunca reposo. El hroe
se vuelve entonces hacia el cuerpo de Patroclo que los griegos, mientras tanto, han colocado en una
pira1 fnebre.
Ahora, vete, Patroclo! murmura, conteniendo un sollozo Alcanza en paz el reino de
Hades!
He aqu Troya privada de su mejor combatiente. Pero la venganza de Aquiles es amarga,
pues tiene el gusto de su propia muerte.
Durante la noche, un ruido sospechoso hace saltar a Aquiles de su cama. No tiene tiempo de
tomar su espada: unas manos temblorosas ya estn rodeando sus rodillas. A la luz de la luna, el
hroe, estupefacto, reconoce a Pramo, padre de Hctor! Cmo logr este anciano dejar la sitiada
Troya e infiltrarse hasta aqu?
Aquiles! gime Pramo. Vengo a implorarte. Tena cincuenta hijos. Casi todos han
perecido en esta guerra interminable. Y has matado a Hctor, mi hijo preferido! Te lo suplico,
devulveme su cuerpo.
Frente a la desesperacin y al coraje de ese anciano que se atreve a arrojarse a los pies de su
peor enemigo, Aquiles se encuentra desconcertado.
Te he trado regalos costossimos agrega Pramo, sollozando.
Levntate responde el hroe, emocionado hasta las lgrimas.
Entonces, dejando su tienda, va a recoger el cadver de Hctor para devolvrselo l mismo a
su padre, y agrega:
Ests agotado, Pramo. Ven, pues, a beber y a comer. Qudate aqu y duerme sin temor. Te
prometo que regresars a Troya cuando el alba, con el cuerpo de tu hijo, sin ser molestado.
la costumbre, cort las largas trenzas de su cabello para arrojarlas entre las llamas.
Una vez que las cenizas de Aquiles, mezcladas con las de Patroclo, fueron recogidas, los
griegos las encerraron en una misma urna, que enterraron en la cima de una colina.
Hoy, los pasajeros de los navos que atraviesan el antiguo Helesponto pueden, todava, ver
esta colina2. La urna ya no existe y las cenizas, desde hace mucho tiempo, se han mezclado con
ruinas de Troya... Una ciudad que el poeta Homero llamaba Ilin, y que Ulises habra de tomar por
medio de una asombrosa artimaa.
Este es el tema principal de La Ilada. Siglos despus, Aquiles y Ulises reaparecern en la clebre
obra de Dante Alighieri La Divina Comedia.
En la actualidad, es el estrecho de los Dardanelos, que une el mar Egeo con el mar de Mrmara
El caballo de Troya
De espaldas a los muros de la inaccesible ciudad de Troya, Ulises pensaba, con la mirada
perdida en el mar cercano...
Pensaba en taca, la isla ahora lejana de la que era rey; pensaba en Penlope, su esposa, que
haba dejado all, y en su hijo, Telmaco, que deba haber crecido mucho.
Diez aos! murmur dominando su tristeza. Hace diez aos que part. Diez aos
perdidos sitiando una ciudad. Y todo esto para hacer honor a una promesa y para obligar a Paris a
devolver a la bella Helena a su esposo Menelao...
Cuntas vctimas durante esa interminable guerra que segua enfrentando a los troyanos con
los griegos! Los mejores haban perecido: Hctor, el campen de Troya, y el hroe griego, Aquiles.
El mismo Paris haba sucumbido a una flecha envenenada. Pero Helena qued prisionera. Y la
ciudad an no se renda.
Sin embargo declar una voz cerca de Ulises, la guerra va a terminar pronto, y Troya
ser destruida. S: los orculos son precisos.
Ulises reconoci a Calcante, el viejo adivino. Y cuando iba a replicarle con una irona, una
idea loca le pas por la cabeza.
Ests rumiando alguna astucia, verdad, Ulises? pregunt el anciano.
El rey de taca asinti, antes de agregar con fastidio:
Cmo adivinas mis pensamientos antes de que los exprese?
Olvidas respondi Calcante que ese es mi trabajo. Y todos sabemos que, de nosotros,
t eres el ms astuto. Habla!
No. Primero debo reflexionar; luego, presentar mi proyecto a nuestros aliados.
Aquella misma noche, el rey Agamenn reuni a todos los jefes de Grecia que estaban
sitiando Troya. Ulises, entonces, les declar:
Esta es mi idea: vamos a construir un inmenso caballo de madera...
Un caballo? exclam Agamenn, que esperaba un plan de batalla menos extravagante.
S. Un caballo tan grande que nos permitir meter en sus entraas, en secreto, a un
centenar de nuestros guerreros ms valientes. Mientras tanto, desmontaremos nuestras tiendas y nos
dirigiremos a nuestras naves. Es necesario que los troyanos vean nuestros navos alejarse de la
costa.
Uno de los compaeros de Ulises, que se llamaba Sinn, exclam, escandalizado:
Ests loco! Entonces, quieres levantar el sitio?
Espera Sinn: olvidas el centenar de griegos disimulados dentro del caballo! Por otra
parte, uno de nosotros permanecer cerca de la estatua. Despus de nuestra partida, ser capturado
por los troyanos. Esto es lo que el espa les dir: hartos del sitio, los griegos regresaron a sus patrias.
Para que Atenea les sea favorable, le han construido este caballo...
Atenea? se sorprendi Agamenn. Pero Atenea es la protectora de nuestros
enemigos! Tiene su estatua en Troya, el Paladin!
Justamente: nuestros enemigos creern que queremos congraciarnos! explic Ulises.
Estoy seguro de que, para no ofender a Atenea, los troyanos harn entrar en la ciudad ese caballo
que le est dedicado a ella.
Ya veo! admiti Agamenn. Quieres, pues, arrojar nuestros mejores hombres en la
boca del lobo?
No. Quiero, por el contrario, que nos abran el corral. Pues este caballo ser tan gigantesco
que no podr pasar por ninguna de las puertas de la ciudad: los troyanos debern derribar los muros
para hacerlo entrar!
Crees que se arriesgarn a eso? pregunt el rey.
S, si estn convencidos de que hemos levantado campamento, y si ven desaparecer
nuestras naves en el horizonte! En realidad, stas llegarn hasta la isla de Tenes, que est cerca de
aqu. Una vez que el caballo haya entrado en la ciudad, nuestro espa, a la noche, en el momento en
que lo crea propicio, encender un fuego sobre las murallas. Nuestros ejrcitos desembarcarn antes
del alba y penetrarn en la ciudad.
Epeo, el carpintero que haba construido las barracas, se levant para clamar:
Esta estratagema me gusta! Construir un caballo as me parece posible: el monte Ida, que
est cerca de aqu, abunda en robles centenarios.
En cuanto a m agreg el valiente Sinn, me gustara ser el que se queda cerca del
caballo! Engaar a los troyanos: una vez que la estatua gigante est instalada en la ciudad, har
salir de sus entraas a los que estarn escondidos!
Es arriesgado murmur Agamenn, acariciando su barba. Los troyanos pueden
matarte, Sinn. Tambin es posible que nunca hagan entrar ese caballo, o que descubran muy
rpidamente a los que se encuentran en su interior.
Por supuesto! Pero no estn cansados de esta guerra? Y no tienen prisa por regresar a
sus casas?
Le respondieron gritos unnimes: ese sitio haba durado demasiado. A los ojos de los
griegos, todos los riesgos valan ms que prolongar la espera.
Desde lo alto de las murallas de su ciudad, el rey Pramo, estupefacto, observaba a sus
enemigos: estaban quemando las barracas de sus campamentos, plegando sus tiendas y dirigindose
a sus naves.
Los griegos se van! se asombr. Levantan el sitio!
Padre, no te fes. Es una artimaa, te llevar a la derrota...
Casandra, la profetisa de la ciudad, estaba lejos de compartir el optimismo de su padre. Ay!
Nadie tena fe en sus predicciones.
Casandra era tan bella que haba seducido al mismo Apolo. Le haba dicho: "Te pertenecera
con gusto, pero concdeme antes el don de la profeca". Apolo haba consentido. Una vez obtenido
el don, Casandra rechaz al dios burlndose de l. Como pensaba que era indigno quitarle lo que le
haba dado, Apolo declar:
De acuerdo... Sabrs leer el futuro, Casandra, pero nadie jams creer en tus
predicciones!
Es una artimaa, padre, lo s, lo siento...
Vamos, Casandra, no digas tonteras: si los griegos quisieran regresar, no estaran
destruyendo esas barracas que les llev tanto tiempo construir! Mira, varias naves ya estn en el
mar.
Padre, recuerdas lo que predije cuando Paris regres aqu con la bella Helena, hace ya
diez aos?
S! Recuerdo que rompiste el velo de oro de tu tocado... Te arrancaste los cabellos y
lloraste profetizando la prdida de nuestra ciudad. Te equivocaste: hemos aguantado el sitio y
ganamos! Casandra agreg Pramo, mis ojos estn demasiado gastados para ver lo que los
griegos estn construyendo en la costa. Qu es?
Parece una estatua dijo Casandra. Una gran estatua de madera.
Tres das ms tarde, los troyanos debieron rendirse a la evidencia: los griegos haban
partido! Desde lo alto de las murallas, no se distingua sino la llanura desierta donde tantos hombres
haban cado y, all, en el mar, las ltimas velas de los navos enemigos. En la playa, el extrao
monumento que los griegos haban abandonado intrigaba al rey Pramo, que declar:
Vamos a ver qu es!
Por primera vez en diez aos, fueron abiertas las puertas de la ciudad.
Cuando los troyanos descubrieron en la orilla del mar un suntuoso caballo de madera ms
Los troyanos apenas tuvieron tiempo para comprender pasaba: la mayora muri en cuanto
se despert. Los ms valientes, todava no repuestos de la fiesta nocturna, no opusieron ms que una
resistencia irrisoria. Los menos temerarios se salvaron slo porque huyeron.
Mientras por las calles, como por un arroyo, corra la sangre los troyanos degollados, Neoptlemo,
hijo de Aquiles, descubri a Pramo arrodillado frente al altar de Zeus. Sin piedad, degoll al rey.
Ms lejos, Menelao encontr a Helena en la habitacin de Defobo, hermano de Paris. Lo mat de
una estocada antes de arrojarse hacia su esposa, al fin reencontrada. yax, al entrar en el templo,
encontr a la bella Casandra al pie de la estatua de Atenea.
Ah! exclam. Hace tanto tiempo que te quera para m!
Mientras la hija de Pramo era privada de su honra, la diosa de piedra, segn cuentan, desvi
la cabeza.
Cuando se levant el da, no quedaba de Troya ms que las ruinas; lo que no haba sido
destruido, terminaba de quemarse. Los griegos ya cargaban sus naves con el botn de la ciudad
devastada. Ulises, frente al asombroso caballo que haba trado la victoria, debi apartarse de
repente: una mujer de una inmensa belleza pasaba indiferente a la matanza que indirectamente haba
provocado. Era Helena. Los guerreros, mudos de admiracin, se detenan para contemplarla.
Ulises sinti una extraa amargura.
Vamos! dijo de pronto a sus hombres, que estaban subiendo a la nave. Esta vez, la
guerra ha terminado, regresemos a nuestra buena isla de taca!
Agreg para s: "Y junto a Penlope, mi querida esposa, que hace diez aos que me est
esperando".
Ay, Ulises ignoraba que estaba lejos de regresar a su patria! Los dioses decidieron otra
cosa: habran de pasar otros diez aos antes de que regresara. El tiempo de una larga odisea1.
'
La cada de Troya es tema de una hermosa tragedia de Eurpides llamada Las troyanas.
Las ms clebres aventuras de Ulises comienzan aqu. Son relatadas por Homero en La Odisea, palabra griega
{odysseus) que significa "viaje accidentado".
Penlope y Ulises
Dando la espalda a la multitud que formaban sus pretendientes reunidos, Penlope teja, con
la mirada perdida en el mar. A veces, un largo suspiro se escapaba de su pecho. Pensaba en Ulises,
su esposo, que haba partido veinte aos atrs, y se sorprenda a veces diciendo:
Dime, cundo volvers...?
A menudo, se diriga as al que segua amando, prolongando indefinidamente el eco de su
presencia.
Penlope le dijo de pronto Eurmaco, debes elegir a uno de nosotros! A esta altura,
Ulises debe estar muerto, lo sabes perfectamente.
Penlope no crea ni una palabra. Diez aos antes, se haba enterado de que, gracias a la
astucia de su marido, la ciudad de Troya, por fin, haba sido tomada y devastada.
Pero a sus ojos, no habra verdadera victoria hasta el regreso de su marido.
taca precisa un rey! Cundo te decidirs a volver a casarte?
Debo repetrtelo, Eurmaco? respondi suavemente. Me casar recin cuando haya
terminado mi labor.
Hace tres aos que ests tejiendo esa mortaja! refunfu Antnoo, otro prncipe de la
isla. Me parece que tejes de manera muy lenta!
Tejer una mortaja era un trabajo sagrado. Adems, sta estaba destinada a Laertes, padre de
Ulises, que era muy anciano.
Prfido, Eurmaco agreg:
S, tu labor avanza mal, Penlope. Segn mi parecer, deberas apurarte, pues los das de
Laertes estn contados.
Penlope se estremeci sin atreverse a replicar. Da a da, los pretendientes al trono se
inquietaban. En cuanto a su hijo Telmaco, haba partido en busca de su padre. Sola, Penlope tena
cada vez mayor dificultad en contener la impaciencia de todos esos nobles que queran desposarla
para tomar el poder. Fiel a Ulises, la reina haba perdido la juventud, pero no las esperanzas. Se
retir a sus aposentos sin dirigir siquiera una mirada hacia esos hombres codiciosos.
El alba estaba an lejos cuando Penlope se levant. Dej su dormitorio con pasos sigilosos
y lleg a la gran sala del palacio. Acercndose a la mortaja, tir del hilo que sobresala y comenz a
destejer lo que haba hecho el da anterior. Esta es la razn por la cual su labor no avanzaba: desde
haca muchos meses, Penlope deshaca cada noche el trabajo de todo el da!
De repente oy un ruido, se dio vuelta y reconoci a una sirvienta que, asombrada,
observaba la maniobra de su ama.
Espera! exclam Penlope. No te vayas, voy a explicarte!;
Pero la muchacha haba desaparecido. Y cuando Penlope, a la maana, entr en la sala del
palacio, fue recibida por cien miradas severas o burlonas. Furioso, Eurmaco exclam:
Penlope, has estado burlndote de nosotros! Tu sirvienta nos explic la estratagema!
agreg, sealando la mortaja. Esta vez, ya no te escapars por medio de una traicin. Hoy te
casars con uno de nosotros!
En un rincn de la habitacin, varios pretendientes se hallaban cmodamente sentados.
Otros haban trado toneles y haban comenzado a beber el vino del rey. Los ms atrevidos ya daban
rdenes a los domsticos como si el palacio les perteneciera. Penlope comprendi que estaba
perdida: si no elega un marido, esos nobles iban a enfrentarse y a vaciar el palacio. Entre ellos,
Eurmaco, el ms rico y poderoso, tena la arrogancia del que est seguro de ser elegido.
Ah, Ulises murmur Penlope desesperada, cundo volvers?
Vaya susurr Ulises, con un nudo en la garganta, slo dos seres me han reconocido:
mi perro, que me esper para morir; y mi nodriza, que identific la herida de la rodilla que antao
me hizo un jabal. Pero t, Penlope, mi propia esposa, no me reconoces?
No. Ese Ulises que haba surgido hoy le pareca ms extrao que el fantasma familiar con el
cual conversaba y cuyo recuerdo haba cultivado.
Atenea, ilumname! implor.
La diosa lo oy: de un golpe, Ulises fue vestido con un rico manto, y su rostro cobr el
brillo y la belleza de los hroes.
Para probarte que no se trata de un engao de los dioses agreg l, voy a darte la
prueba de que soy tu esposo: ves nuestro lecho? Qu otra persona sino yo podra describirlo con
precisin?
Lo hizo, y con tales detalles que Penlope, enseguida, se arroj entre sus brazos.
Ulises balbuceaba entre lgrimas, sin dejar de palpar el rostro amado. Ulises, por
fin, eres t! S, has regresado...
Veinte aos ms tarde concluy l. Y despus de cuntos viajes...
Yo le respondi ella, no he salido de la isla de taca. Sin embargo, tengo la
impresin de ser una nufraga que est errando desde hace veinte aos y da por fin con tierra firme!
Se abrazaron. Telmaco y Euriclea dejaron el dormitorio en puntas de pie. Y Atenea, en su
bondad, prolong indefinidamente la noche del reencuentro de los esposos.
Manos a la obra
Trminos que vienen de la Antigedad
1. El castellano contiene muchsimas palabras del idioma griego, as como gran cantidad de
prefijos. Busquen el significado de los que aparecen a continuacin y escriban, por lo menos, cuatro
palabras castellanas que los contengan:
crono, hidro, hiper, tele.
2. La Medicina tiene un variado vocabulario del mismo origen. Indiquen con una flecha a qu parte
del cuerpo humano afecta cada una de las enfermedades que siguen:
cefalea
hemofilia
neumona
hepatitis
osteoporosis
nefritis
neuralgia
Mitos y leyendas
3. Para sealar semejanzas y diferencias entre dos objetos de estudio, las comparaciones son muy
tiles. Un modo de presentarlas es el cuadro comparativo: un esquema en el que se consignan, por
un lado, los objetos y, por otro, las categoras segn las cuales se los compara. Relean en Puertas de
acceso el apartado Mitos y leyendas, y realicen en sus carpetas un cuadro comparativo entre ambos
trminos.
4. Averigen si existen leyendas propias de la regin donde viven. Cuntenles a sus compaeros la
que les haya parecido ms atractiva.
Los dioses en la naturaleza
5. Lean el siguiente mito. Despus, dramatcenlo.
Cierta vez, Zeus se encontraba tomando un descanso en un verde bosquecillo rodeado de
ninfas con las cuales conversaba divertido. De repente apareci la celosa Hera, su esposa, y las
ninfas, que conocan su carcter vengativo, se preguntaban cmo escapar sin que ella las
reconociera. Entonces, la ninfa Eco, que era una gran conversadora, se interpuso en el camino de
Hera y comenz a hablarle y a hablarle sin parar, mientras las otras ninfas aprovechaban para
huir. Enojadsima la diosa, cuando se dio cuenta de la estratagema, le dijo a la atrevida:
Desde hoy, t slo hablars ltima! Y as fue. Desde entonces, Eco slo puede repetir lo
que los dems dicen.
6. As explicaban los griegos el fenmeno del eco. Inventen un mito para explicar uno de estos
hechos naturales:
Misin
Ayudante/s Oponente/s
Perseo
Teseo
Policdetes
Ariadna
Antgona
Sepultar a su
hermano.
Ulises
Conquistar
la ciudad de
Troya.
11.2. Conversen entre ustedes acerca de cules fueron las consecuencias, positivas o negativas, de
los hechos realizados por cada hroe para cumplir su misin.
11.3. Sealen qu otra misin de Ulises conocen.
12. Del modo ms completo posible, inventen al hroe del barrio, del pueblo o de la ciudad donde
viven. Cul ser su marca? A qu monstruo se enfrentar?
12. 1. Escriban un mito que relate la aventura del hroe frente al monstruo.
12. 2. Como es un hroe de nuestra poca, seguramente, su hazaa habr aparecido en los
peridicos. Cul habr sido el titular que publicaron los diarios? Redacten la noticia periodstica
del suceso.
Historieta mural
13. Todo relato se sustenta en una estructura narrativa, una especie de esqueleto formado por sus
acciones principales. Relean, en Puertas de acceso, el mito de Aracn. El siguiente esquema constituye su estructura narrativa:
Atenea y Aracn se enfrentan en una competencia de tejido.
13. 1. Reunidos en equipos, elijan uno de los relatos que siguen y confeccionen su estructura
narrativa.
Orfeo y Eurdice
Ulises y Penlope
Filemn y Baucis
13. 2. A continuacin, en hojas de dibujo, ilustren cada parte y agrguenle globos de historietas con
dilogo. Peguen las historietas en una pared para que los chicos de otros cursos las vean.
Incansables viajeros
14. En el mapa de Grecia que encontrarn en Cuarto de herramientas, ubiquen las ciudades que se
mencionan en los relatos de Teseo, Paris y Edipo. Indiquen con flechas de diferentes colores el
recorrido de cada hroe.
Adivinar el futuro
15- Vean la pelcula The Matrix (Wachowski, 1999) y sealen semejanzas y diferencias entre las dos
Pitias. Tengan en cuenta el apartado Los orculos de Puertas de acceso.
Mitos que perduran
16. Lean la letra de la siguiente cancin de Joan Manuel Serrat para compararla con el mito de
Ulises y Penlope.
16. 1. Estas preguntas pueden ayudarlos a realizar la comparacin:
Ulises era un viajero, cmo aparece en la cancin?
Penlope conserva el nombre, pero qu teje?
Cuntos aos estuvieron separados Ulises y Penlope?
Reconoce a su esposo la Penlope del mito? Qu ocurre con la de la cancin? Por qu?
Penlope
Penlope... con su bolso de piel marrn
y sus zapatitos de tacn
y su vestido de domingo.
Penlope se sienta en un banco en el andn
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.
Dicen en el pueblo que un caminante par su reloj
una tarde de primavera.
"Adis, amor mo, no me llores, volver
antes que de los sauces caigan las hojas.
Y piensa en m, volver yo por ti".
Pobre infeliz!
Se par tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril,
cuando se fue tu amante...
Se marchit en tu huerto hasta la ltima flor.
No hay un sauce en la calle mayor
para Penlope.
Penlope... tristes a fuerza de esperar,
sus ojos parecen brillar
si un tren silba a los lejos.
Penlope uno tras otro los ve pasar
mira sus caras les oye hablar,
para ella son muecos.
Dicen en el pueblo que el caminante volvi.
La encontr en su banco de pino verde
y la llam "Penlope, mi amante fiel, mi paz,
deja ya de tejer sueos en tu mente!
Mrame, soy tu amor, regres!"
Extra bonus
18. Quienes disfrutaron del juego anterior pueden ejercitar su capacidad detectivesca para averiguar
a qu otros mitos o leyendas corresponden estas imgenes.
Cuarto de herramientas
Diccionario mitolgico*
Afrodita (Venus). Diosa del amor y de la belleza, representa la fuerza del deseo amoroso. Nace de
Urano cuando su hijo Cronos lo mutila y arroja sus rganos sexuales al mar (ver Puertas de
acceso). Por eso, su nombre deriva de aphros: "la espuma". Se dice que era tan bella, que a su
paso nacan las flores. Ha mantenido relaciones amorosas con muchos dioses y con mortales,
aunque el esposo que le asign Zeus fue Hefesto, el dios del fuego. De sus amores con Ares,
dios de la guerra, naci Eros, el dios del amor.
Apolo (Febo). Una de las divinidades ms importantes del panten homrico, es el dios del fuego
solar y de la belleza, de las artes plsticas, de la msica y de la poesa, as como de los
orculos y de las profecas. Es hijo de Zeus y de Leto, y tiene una hermana gemela, Artemisa,
como el sol tiene por hermana a la Luna. Representa los poderes intelectuales y artsticos del
hombre. Nietzsche, el filsofo alemn, lo opone a Dionisos, que representa los instintos.
Aqueronte. Hijo de Helios, el Sol, y de Gea, la Tierra, fue transformado por Zeus en un ro
subterrneo como castigo por haber proporcionado agua a los titanes, que se haban rebelado
contra los dioses olmpicos. Constituye la frontera entre el reino de los vivos y de los muertos,
a quienes transporta en un viaje sin retorno.
Ares (Marte). Hijo de Zeus y de Hera, es el dios de la guerra en su versin ms cruel y combativa.
Se lo opone a Atenea, que protege la guerra estratgica y reflexiva. En tanto representante del
vigor masculino, se lo une a Afrodita, diosa de la belleza femenina.
Artemisa (Diana). Hija de Zeus y de Leto, es la hermana gemela de Apolo. Diosa de la caza y de
los bosques, vive en soledad y alejada de los hombres. Representa la timidez femenina
anterior a la adolescencia. Tambin se la llama Selene y se la asocia con la Luna.
Atenea (Minerva). Hija de Zeus y de Metis, su primera esposa, diosa de la sabidura. Para evitar el
cumplimiento de un orculo, Zeus se traga a su esposa al saber que est embarazada. Llegado
el momento del parto, Zeus le pide a Hefesto que le abra su cabeza de un hachazo. En ese
momento, nace Atenea, ya adulta y vestida para el combate. Es la diosa de la guerra inteligente, guiada por la razn y por el afn de justicia. Mantiene con los hroes, como Aquiles y
Telmaco, una relacin de amistad y de compaerismo. Se la conoce tambin como Palas
Atenea o Atenea Prtenos (Prtenos significa "virgen"). Es protectora de la ciudad de Atenas
ya que, durante su fundacin, regala el primer olivo a sus habitantes. En su honor, fue erigido
el Partenn, despus de las Guerras Mdicas. Son sus smbolos la lechuza y el olivo.
Atlante o Atlas. Es un gigante y pertenece a la primera generacin de los dioses (ver Puertas de
acceso). Por haber luchado contra Zeus, fue condenado a soportar sobre sus hombros la
bveda celeste durante toda la eternidad.
Bacantes. Mujeres que, en honor de Baco, realizaban banquetes y danzas desenfrenadas, llamadas
"bacanales". En estas ocasiones, se liberaban de los lazos sociales y, sintindose en armona
con la naturaleza, daban rienda suelta a sus impulsos.
Baco o Dionisos. Dios del vino, se lo asocia a Dionisos, padre de las vendimias. Representa el reino
de lo natural e instintivo. Del culto dionisaco, nace la tragedia griega. Fue venerado por
varias sectas religiosas que crean en la reencarnacin.
Calope. Su nombre significa "bello discurso", y es la musa de la Elocuencia.
Caronte. Es el barquero de los Infiernos. Recibe a las almas de los muertos y les exige, para
llevarlos en su barca, el pago de una moneda, que los familiares del difunto le colocan bajo la
lengua.
Cerbero. Es el perro que protege la entrada en los infiernos. Posee una doble misin: por un lado,
impedir que salgan los muertos y, por otro, que penetren los vivos. Tiene tres cabezas, cola de
serpiente y el lomo erizado de cabezas de vboras.
*
Eros (Cupido). Dios del amor, representa el deseo sensual que lleva a la prolongacin de la especie
humana. Segn Hesodo, es una de las fuerzas primordiales que nace del Caos. Segn otras
versiones, es hijo de Ares y de Afrodita. En imgenes tardas, se lo representa como a un nio
travieso, muchas veces con los ojos vendados, provisto de un arco y de flechas con que atraviesa los corazones.
Eumnides o Erinias. Son los espritus femeninos de la justicia y de la venganza. Eran tres
hermanas que protegan el orden del cosmos. Perseguan, en especial, a los asesinos.
Hades o Plutn. Hermano de Zeus. Al Hades le corresponde gobernar el mundo de los Infiernos.
Enamorado de Persfone, la fuerza a compartir su tenebroso dominio. Su madre Dmeter,
diosa de la naturaleza, al conocer su rapto, se niega a dar frutos hasta que su hija le sea
restituida. Zeus interviene, pero ya es demasiado tarde: en el Averno, Persfone ha comido
una granada, smbolo del matrimonio. La decisin final del padre de los dioses es que la joven
pase seis meses en la Tierra y otros seis, en el Trtaro. La naturaleza, entonces, festeja su
regreso (la primavera y el verano) y llora su ausencia (el otoo y el invierno).
Hamadrades (ver Ninfas).
Hera (Juno). Diosa hermana y esposa de Zeus, representa la fidelidad conyugal y protege el
matrimonio. Es la madre de Hefestos y persigue incansablemente a los hijos ilegtimos de
Zeus, as como a sus amantes. Le estn consagrados la vaca y el pavo real.
Hermes (Mercurio). Hijo de Zeus y de Maya, es el dios de la inteligencia astuta y de la movilidad.
Invent la lira (que regala a su hermano Apolo) y la siringa (flauta que se asocia con el dios
Pan). Se le atribuye el caduceo, la vara con serpientes entrelazadas que distingua a los
heraldos y a los embajadores. Es tambin el dios mensajero entre dioses y hombres, el nico
que puede penetrar libremente en el reino de los muertos. Como incansable viajero, protege a
quienes transitan por los caminos: peregrinos, mercaderes y tambin, ladrones. Asimismo, su
culto es importante para las ciencias relacionadas con la magia, como la Alquimia.
Musas. Son nueve diosas hijas de Zeus y de Mnemosine, diosa de la memoria. Sus cantos y danzas
alegran los banquetes de los dioses y brindan inspiracin a los poetas y a los msicos. Las
musas son: Calope (la elocuencia), Clo (la historia), Erato (la poesa amorosa), Euterpe (la
msica), Melpmene (la tragedia), Polimnia (la poesa lrica), Tala (la comedia), Terpscore
(la danza) y Urania (la astronoma).
Nyades (ver Ninfas).
Ninfas. Hijas de Zeus o de Gea, personifican la vitalidad y la fecundidad de la naturaleza. Viven en
los parajes naturales y, muchas veces, integran el cortejo de diosas, como Artemisa. Haba
varios tipos, entre ellos, las Nyades (ninfas de los ros), las Nereidas (ninfas del mar), las
Drades (ninfas de los robles) y las Hamadrades (ninfas de los bosques).
Paladin. Estatua misteriosa, construida por Atenea, dotada de virtudes mgicas, que cay de los
cielos en el momento de la fundacin de Troya. Desde entonces, los troyanos la adoraron
como una especie de talismn protector.
Persfone (ver Hades).
Poseidn (Neptuno). Hijo de Cronos y de Rea, y hermano de Zeus. Poseidn es el dios del mar y
del elemento lquido. En su guerra contra los titanes, los cclopes le regalan el tridente. Luego
de una revuelta contra Zeus, es condenado por este, junto con Apolo, a construir las murallas
de Troya. Como la ciudad no les paga el salario convenido, Poseidn favorecer a los griegos
durante el sitio. El mismo carcter vengativo lo demuestra cuando Minos no le ofrece el toro
prometido.
El palacio de Cnosos
Galera interior.
La Acrpolis de Atenas
El Partenn.
El "tesoro de Pramo"
Dejando atrs la atalaya y la higuera silvestre azotada por los vientos, corriendo por el
camino de carros, a alguna distancia de la muralla llegaron a los dos cristalinos manantiales
donde nace el voraginoso Escamandro. De uno mana el agua caliente, y lo cubre un vapor
semejante al humo que despide una hoguera; pero en el otro, incluso el agua que brota en el
verano, es tan fra como el granizo, la nieve o el hielo...
La Ilada, Libro XXII.
Estos dos "cristalinos manantiales" que, con tanto detalle, describe Homero desconcertaron
e intrigaron a los numerosos investigadores que haban buscado la legendaria ciudad antes que
Schliemann. Desde el siglo XVIII, los habitantes de la regin estaban acostumbrados al espectculo
de los sabios europeos que sumergan termmetros en los manantiales que haba en las laderas de la
colina, con la esperanza de encontrar los que describe Homero. El nico lugar en el que se
encontraron dos manantiales con diferente temperatura fue la aldea de Bounarbashi, e incluso, en
estos, la diferencia era slo de unos grados. No obstante, durante algn tiempo, esta aldea y la
rocosa colina de Bali Dagh, que existe detrs de ella, fueron consideradas como el lugar de la Ilin
de Homero. Bounarbashi se sita en el extremo meridional de la llanura de Troya, y las rocosas
alturas que se encuentran atrs sugieren, a primera vista, el sitio apropiado para una ciudadela.
Pero haba otro lugar posible, la colina de Hissarlik, mucho ms cercana al mar y, desde
1820, varios investigadores apoyaron esta hiptesis, aunque el lugar era mucho menos espectacular
que el elevado Bali Dagh y no contaba con los manantiales "fro y caliente".
Schliemann, que estuvo all mismo en 1868, Ilada en mano, se haba declarado en contra de
Bounarbashi y en favor de Hissarlik, ya que Homero haba descrito a Aquiles persiguiendo a Hctor
tres veces alrededor de la muralla de Troya, hazaa irrealizable de haber estado la ciudad
encaramada en el borde del Bali Dagh.
En cuanto a los manantiales, caliente uno y fro el otro, haba encontrado en Bounarbashi, no
dos, sino treinta y cuatro, todos a una temperatura uniforme.
Definitivamente, el lugar tena que ser Hissarlik. All cerca, en tiempos histricos, se haba
alzado la ciudad helnica, ms tarde romana, de Novum Ilium, "Nueva Troya", de la que todava
quedaban ruinas. La haban construido los antiguos donde crean que se encontraba la "sagrada
Ilin" de Pramo. El mismo Alejandro Magno, antes de partir a conquistar el Oriente, haba hecho
ofrendas en su templo.
La tradicin histrica, la geografa y, sobre todo, el testimonio de los poemas haban
convencido al alemn de que la Troya de Homero se encontraba debajo de Hissarlik.
All, en un misterioso montculo que se alzaba cincuenta metros sobre las escasas ruinas de
la ciudad clsica, Heinrich Schliemann iba a emprender su excavacin.
De septiembre a noviembre de 1871, ochenta trabajadores, bajo la direccin de Schliemann,
abrieron una profunda trinchera frente al escarpado declive septentrional, cavando hasta una
profundidad de diez metros bajo la superficie de la colina. El invierno lo oblig a suspender el
trabajo, pero en marzo estaba all de nuevo con Sofa, su esposa y, esta vez, aument el personal
hasta ciento cincuenta hombres. Adems, llev "las mejores carretillas, picos y palas inglesas" junto
con "tres superintendentes y un ingeniero para confeccionar mapas y planos". Tambin construy,
en lo alto de Hissarlik, una casa de madera con tres habitaciones y con una cocina.
Cuando Schliemann empez este trabajo monumental, careca de toda experiencia, porque
nunca se haba intentado nada en semejante escala. En aquel tiempo, no exista ninguna tcnica
especial de excavacin. Su enorme trinchera atraves los sucesivos estratos del montculo y, cuando
tropezaba con un edificio de fecha relativamente moderna que impeda el acceso a los niveles ms
bajos los cuales eran los nicos que le interesaban no se detena a tomar fotografas y
anotaciones, sino que lo demola sin dilacin.
Bibliografa
Las fuentes principales de los relatos que integran esta antologa son:
Grenier, Christian. Contes et Lgendes des Hros de la Mythologie. Paris,
Nathan, 1998. (Traduccin de Valeria Joubert).
Graves, Robert. Los mitos griegos. Buenos Aires, Alianza, 1993.
Si estn interesados en leer mitos, tanto de Grecia como de otras civilizaciones, pueden consultar:
Ambrosetti, Juan B. Supersticiones y leyendas. Buenos Aires, Cinco, 1994.
Mitos y leyendas. Espaa, Gaisa, 1959.
Spence, Lewis. Incas, mayas y aztecas. Mitologa. Espaa, Edimat Libros, 2000.
En Internet, encuentran:
El otro lado (hay que cliquear en Mitologas): http://oraculo.islatortuga.com/index.html
La pgina de mitos y leyendas: http://pubpages.unb.edu/-cbsiren/myth.html
Para profundizar en la religin griega, es aconsejable leer:
Flacelire, Robert. Adivinos y orculos griegos. Buenos Aires, Eudeba, 1993.
Jaeger, Werner. Paideia. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1978.
Otto, Walter F. Los dioses de Grecia. La imagen de lo divino a la luz del espritu griego.
Buenos Aires, Eudeba, 1976.
Para saber ms sobre mitos contemporneos, consulten:
Gmez Prez, Rafael. Los nuevos dioses. Espaa, Rialp, 1986.
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