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Simenon Georges - Comisario Maigret - Cuentos - El Cliente Mas Obstinado Del Mundo PDF

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Joseph, camarero del Caf de los Ministerios, ve

aparecer a las ocho y diez de la maana a un cliente


de paso, pero que va a revelarse obstinado: en
efecto, va a quedarse durante varias horas sentado
en el caf, contentndose con consumir cafs con
leche. A las tres de la tarde contina instalado en el
mismo sitio, y Joseph decide acudir al inspector
Janvier.
El cliente ms obstinado del mundo es un relato
de Georges Simenon que forma parte de la
recopilacin aparecida bajo el ttulo Maigret y el
inspector sin suerte de 1947 (novela epnima escrita
el 5 de mayo de 1946) para la edicin de Presses de
la Cit.

Georges Simenon
El cliente ms obstinado del mundo

Ttulo original: Le client le plus obstin du


monde
Georges Simenon, 1947

Captulo uno

EL CAF DE LOS MINISTERIOS O EL REINADO


DE JOSEPH
Nunca, en los anales de la polica, puso nadie
tanto inters o coquetera en mostrarse bajo todas
sus facetas, en cierto modo, en posar durante horas
(exactamente diecisis), en atraer, de una manera
voluntaria o no, la atencin de decenas de personas,
de tal manera que, habiendo sido avisado el
inspector Janvier, fue a echarle un vistazo
personalmente. Y, sin embargo, cuando hubo que
reconstituir sus seas personales, se encontraron
ante la imagen menos precisa, la ms turbia que sea
posible imaginar.
Hasta el punto que para algunos, que no eran
particularmente imaginativos, esta ostentacin del
desconocido apareci como la ms hbil e indita
astucia.
Pero hay que volver hora por hora a ese da del
tres de mayo, un da de calor, de sol, con esa

vibracin particular de un da de primavera parisino


en el aire; entrando de la maana a la noche en la
sala fresca del caf, el perfume, ligeramente dulce,
de los castaos del bulevar Saint-Germain.
Joseph abri las puertas del caf a las ocho,
como todos los das. Estaba en chaleco y en
mangas de camisa. En el suelo se vea el aserrn
que haba extendido el da anterior cuando cerr, y
las sillas estaban amontonadas encima de las
mesas de mrmol.
El Caf de los Ministerios, situado en la esquina
del bulevar Saint-Germain y de la calle des SaintsPres, es uno de los raros cafs a la antigua moda
que subsisten en Pars. No ha cedido a la mana de
los mostradores en los que los clientes vienen a
apoyarse sin hacer ms que entrar y salir. Tampoco
ha cedido al gusto del da, a los dorados, a la luz
indirecta, a las columnas cubiertas de espejos y a
las mesas de materia plstica.
Es el caf tpico en que los clientes tienen su
mesa, su rincn, su juego de cartas o de ajedrez y
en el que Joseph, el camarero, conoce a cada uno
por su nombre: jefes de despacho, redactores de los
ministerios vecinos por lo regular.
Y el mismo Joseph es todo un personaje. Hace

treinta aos que es camarero y es imposible


imaginrselo con traje de calle como todo el mundo;
tal vez nadie podra reconocerle en la calle si se le
encontrase por las afueras, donde se ha hecho
construir un pabelln.
A las ocho, es la hora de la limpieza. La doble
puerta que da al bulevar Saint-Germain, est abierta
de par en par. Ya da el sol en una parte de la acera,
pero en el interior reina una sombra fresca y
azulada.
Joseph est fumando un cigarrillo. Es el nico
momento del da en el que se permite fumar en el
establecimiento. Enciende el gas de la cafetera y
luego la limpia hasta que brilla como un espejo. Hay
toda una serie de gestos, de ritos, que se suceden
casi en un orden regular: ordenar las botellas de
aperitivos y de licores en el estante, despus barrer
el aserrn, luego colocar las sillas alrededor de las
mesas, etc.
El hombre lleg exactamente a las ocho y diez.
Joseph, inclinado ante su cafetera, no le vio entrar y
ms tarde iba a sentirlo. Entr de golpe como
alguien que se siente perseguido? Por qu eligi el
Caf de los Ministerios cuando hay enfrente, al otro
lado de la calle, un caf de mostrador donde pueden
encontrarse croissants, bollitos de pan y una

atmsfera ya bulliciosa?
Joseph dira:
Me volv y vi a alguien en medio del caf. Era
un hombre con un sombrero gris y con una maleta
pequea en la mano.
En realidad el establecimiento estaba abierto sin
estarlo. Estaba abierto, puesto que la puerta lo
estaba, pero no lo estaba en el sentido de que nadie
entraba a aquella hora, que el caf no estaba
preparado, que apenas haba empezado a
calentarse el agua en la cafetera y que las sillas
permanecan an amontonadas encima de las
mesas.
No podr servirle nada antes de media hora
larga dijo Joseph.
Crey haberse librado de l. Pero el hombre, sin
soltar su maletn, cogi una silla de una de las
mesas y se sent. Se sent simplemente,
tranquilamente, como alguien a quien no se le hace
cambiar de idea, y dijo:
No tiene importancia.
Lo que bast para poner a Joseph de mal
humor. Le ocurra como a esas amas de casa que

tienen horror de tener a alguien junto a ellas cuando


estn haciendo la limpieza. La hora de la limpieza
era su hora. Y, entre dientes, gru:
Vas a esperar tu caf mucho tiempo!
Hasta las nueve cumpli con su trabajo
cotidiano, lanzando de vez en cuando una mirada
furtiva a su cliente. Pas diez y veinte veces a su
lado, le roz, incluso le empuj un poco, tan pronto
barriendo el aserrn como cogiendo las sillas de las
mesas.
Luego, a las nueve y dos o tres minutos, se
resign a servirle una taza de caf ardiendo con una
jarrita de leche y dos terrones de azcar en un
platito.
No tiene croissants?
Enfrente puede encontrar.
No tiene importancia.
Es curioso: haba en aquel cliente obstinado,
que deba darse perfecta cuenta de que molestaba,
de que no estaba en su lugar, de que no era la hora
de instalarse en el Caf de los Ministerios, cierta
humildad que no dejaba de hacerle simptico.
Tambin haba otra cosa, que llam la atencin

de Joseph. Aquel individuo llevaba una hora all,


pero el hombre no sac el peridico de su bolsillo,
no reclam ninguno, no crey necesario consultar la
gua de telfonos. Tampoco intent conversar con el
camarero. No cruzaba y descruzaba las piernas, y
no fumaba.
Son muy pocas las personas que son capaces
de permanecer sentadas durante una hora en un
caf sin moverse, sin mirar la hora a cada momento,
sin manifestar su impaciencia de una manera u otra.
Si esperaba a alguien, lo esperaba con una
sealada placidez.
A las diez, una vez acabada la limpieza, segua
all. Otro detalle curioso es que no se coloc junto a
las ventanas, sino al fondo de la sala, al lado de la
escalera de caoba que conduca a los lavabos.
Joseph tena que bajar a lavarse.
Antes de bajar hace sonar la moneda en el
bolsillo de su chaleco, esperando que su cliente
comprender, se decidir a pagar y a irse.
Nada de eso y Joseph se va, le deja solo, se
cambia la pechera, el cuello postizo, se pasa el
peine y se pone su chaquetilla de alpaca.
Cuando vuelve a subir, el hombre sigue all,

delante de su taza vaca. La cajera, seorita Berthe,


llega y se instala en la caja, saca unos cuantos
objetos de su bolso, empieza a colocar las fichas en
montones regulares.
La seorita Berthe y Joseph se han
intercambiado un guio, y la seorita Berthe, que
est gorda, fofa, rosada y plcida, con cabello
oxigenado, observaba al cliente desde lo alto de su
especie de trono.
Me hizo el efecto de una persona muy dulce,
muy conveniente, y, sin embargo, tuve la impresin
de que llevaba el bigote teido como el del coronel.
Pues el hombre tena un bigotito corto y
retorcido sin duda con tenacilla, de un negro azulado
que haca pensar en el tinte.
Traen el hielo, otro rito de todas las maanas.
Un coloso con una tela de saco al hombro transporta
los bloques, de los que caen algunas gotas de agua
lmpida, y los coloca en el mostrador de la nevera.
El coloso, que tambin se haba fijado en el
nico cliente, dira:
Me hizo el efecto de una foca.
Por qu de una foca? El recadero fue incapaz

de precisarlo. En cuanto a Joseph, siguiendo


siempre un horario invariable, retira los peridicos de
la vspera y pone en su lugar los peridicos de la
noche.
No le molestara darme uno?
Vaya! El cliente ha hablado. Con una voz
suave, como tmidamente.
Cul quiere? Le Temps? Le Figaro? Les
Dbats?
No tiene importancia.
Lo que hace pensar a Joseph que el hombre no
es de Pars. Tampoco debe ser un extranjero, pues
no tiene ningn acento raro. Parece alguien que
viene de provincias. Pero no hay ninguna estacin
en las proximidades. Si hubiese bajado de un tren
antes de las ocho de la maana, por qu iba a
atravesar varios barrios de Pars con su maleta para
ir a instalarse en un caf que no conoce? Pues
Joseph, que tiene mucha memoria para las
fisonomas, est seguro de no haberle visto nunca.
Los desconocidos que entran por casualidad en el
Caf de los Ministerios se dan cuenta en seguida
que no estn en su lugar y se van.
Las once. La hora del patrn. El seor Monnet

baja de su apartamento, recin afeitado, luciendo su


tez clara, su cabello gris bien peinado, su traje gris y
sus eternos zapatos de charol. Hace mucho tiempo
que habra podido retirarse de los negocios. Ha
puesto cafs en provincias para cada uno de sus
hijos. Si permanece aqu es porque este rincn del
bulevar Saint-Germain es el nico sitio del mundo
donde puede vivir porque sus clientes son sus
amigos.
Qu tal, Joseph?
En seguida se ha fijado en el cliente y en su taza
de caf. Su mirada se hace interrogante. Y el
camarero le dice en voz baja, detrs del mostrador:
Est ah desde las ocho de la maana
El seor Monnet pasa y vuelve a pasar por
delante del desconocido frotndose las manos, lo
que es como una invitacin a empezar una
conversacin. El seor Monnet charla con todos sus
clientes, juega a las cartas y al domin con ellos,
conoce sus asuntos familiares y las historias de la
oficina.
El hombre no se inmuta.
Me pareci que estaba muy cansado, como
alguien que ha pasado la noche en el tren sin dormir

declarara.
Maigret preguntara ms tarde a los tres, a
Joseph, a la seorita Berthe y al seor Monnet:
Pareca espiar a alguien en la calle?
Y las respuestas seran muy diferentes.
No por parte del seor Monnet.
La cajera:
Me dio la impresin de que esperaba a una
mujer.
Y, por ltimo, Joseph:
Le sorprend varias veces mirando al bar de
enfrente, pero en seguida bajaba la mirada.
A las once y veinte pidi un vaso de Vichy. Hay
algunos clientes que beben agua mineral. Los
conocemos y sabemos por qu: son personas como
el seor Blanc, del Ministerio de la Guerra, que
siguen un rgimen. Joseph se fij en seguida en que
el hombre ni fumaba ni beba, lo que resultaba
bastante raro.
Luego, durante cerca de dos horas, dejaron de
ocuparse de l, pues era la hora del aperitivo;
empiezan a llegar clientes, el camarero ya sabe por

adelantado lo que tiene que servir a cada uno, en


qu mesas hay que poner las cartas.
Camarero
Es la una. El hombre sigue all con la maleta
debajo de la banqueta de terciopelo rojo. Joseph
finge creer que le pide la cuenta, calcula a media voz
y dice:
Ocho francos cincuenta.
Podra servirme un sandwich?
Lo siento. No tenemos.
Tampoco tienen barritas de pan?
No servimos nada de comida.
Es verdad y es mentira. A veces, por la noche,
se sirve algn sandwich de jamn a los jugadores de
bridge que no han tenido tiempo de cenar. Pero es
una excepcin.
El hombre mueve la cabeza y dice:
No tiene importancia.
Esta vez, Joseph se fija en un ligero temblor del
labio, en la expresin resignada de su rostro.

Le sirvo algo?
Otro caf con mucha leche.
Porque tiene hambre y cuenta con que la leche
le alimentar por lo menos un poco. No ha pedido
ningn peridico ms. Ha tenido tiempo de leer el
suyo de la primera a la ltima lnea, incluidos los
anuncios.
Lleg el coronel y le molest que el desconocido
ocupase su sitio; pues el coronel, que teme la menor
corriente (y la primavera es muy traidora), se pone
siempre en el fondo de la sala.
Jules, el segundo camarero, que slo lleva tres
aos en la casa y que nunca tendr aspecto de un
verdadero camarero, llega a ocupar su puesto a la
una y media, y Joseph pasa detrs del tabique
acristalado donde le bajan la comida.
Por qu piensa Jules que el desconocido tiene
aspecto de vendedor de alfombras y de cacahuetes?
No me dio la sensacin de ser franco. No me
gustaba su manera de mirar hacia abajo. Haba algo
muy dulce, viscoso, en su cara. Si hubiese sido por
m, le habra sacudido y le habra dicho que se haba
equivocado de cafetera.

Otros clientes tambin se han fijado en el


hombre y se fijarn ms an por la noche cuando le
encuentren en el mismo sitio.
En cierto modo, stas no son ms que
declaraciones de aficionado. Pero, por una
casualidad, tendremos una declaracin de
profesional y ser tan poco consistente como las
dems.
Durante cerca de diez aos, en sus comienzos,
Joseph fue camarero en la Brasserie Dauphine, a
unos pasos del Quai des Orfvres, donde van la
mayora de los comisarios e inspectores de la Polica
Judicial. Se hizo amigo de uno de los mejores
colaboradores de Maigret, el inspector Janvier, y se
cas con su hermana, de manera que son algo
parientes.
A las tres de la tarde, viendo que su cliente
segua en el mismo sitio, Joseph empez a irritarse
por las buenas. Empez a hacer hiptesis y se dijo
que si su cliente se obstinaba de aquel modo no era
por amor a la atmsfera del Caf de los Ministerios,
sino porque tena buenas razones para no salir de
all.
Al bajar del tren (razona) ha debido sentirse
perseguido y ha entrado aqu al azar para escapar

de la polica
Joseph telefonea, por lo tanto, a la P. J. y
pregunta por Janvier.
Tengo aqu a un cliente muy extrao que est
en un rincn sentado desde las ocho de la maana y
que parece resuelto a no moverse. No ha comido
nada. No cree que hara usted bien en venir a
echar un vistazo?
Janvier, el hombre meticuloso, se llev los
ltimos boletines con la fotografa y seas
personales de los que estaban perseguidos y se
dirigi hacia el bulevar Saint-Germain.
Curiosa casualidad: en el momento en que entr
en el caf, ste estaba vaco.
Se fue? pregunt a Joseph.
Pero ste seala al stano.
Acaba de pedir una ficha y ha bajado al
telfono.
Lstima! Unos minutos antes y habran podido
intervenir el telfono para saber a quin llamaba y
por qu. Janvier se sienta y pide un calvados. El
hombre vuelve a subir y ocupa de nuevo su sitio,
siempre tranquilo, tal vez preocupado, pero no

nervioso. Incluso a Joseph, que empieza a


conocerle, le parece que est muy tranquilo.
Durante veinte minutos, Janvier le observa de
los pies a la cabeza. Tiene tiempo suficiente para
comparar el rostro un poco grueso, un poco turbio,
con todas las fotografas de los tipos que se buscan.
Al final se encoge de hombros.
No est en nuestras listas dice a Joseph.
Me parece un pobre tipo a quien alguna mujer ha
dado un plantn. Debe ser agente de seguros, o
algo as.
Janvier bromea incluso:
No me extraara que viaje para una empresa
de pompas fnebres En todo caso, no tengo
derecho a pedirle sus papeles. No hay ningn
reglamento que le impida permanecer en un caf
todo el tiempo que quiera y quedarse sin comer.
Joseph y l estuvieron an charlando un rato y
luego Janvier volvi al Quai des Orfvres, tuvo una
conferencia con Maigret sobre un asunto de juegos
clandestinos y no le habl del hombre del bulevar
Saint-Germain.
A pesar del visillo que haba en las ventanas, los
rayos oblicuos del sol empezaban a entrar en el

caf, A las cinco, haba tres mesas ocupadas por


jugadores de mus. El dueo jugaba en una de las
mesas, exactamente enfrente del desconocido, al
que de vez en cuando lanzaba una mirada.
A las seis estaba lleno. Joseph y Jules iban de
mesa en mesa con la bandeja cargada de botellas y
de vasos, y el olor del Pernod empezaba a superar
al otro ms suave de los castaos del bulevar.
A aquella hora cada uno de los camareros se
ocupaba de su sector. La mesa del hombre le tocaba
al sector de Jules, que era menos observador que su
colega. Adems, Jules pasaba de vez en cuando
detrs del mostrador para beberse un vaso de vino
blanco, de manera que desde el principio del da
tena tendencia a embarullar las cosas.
Todo lo que pudo decir es que lleg una mujer.
Una morena, bien vestida, con aspecto
conveniente, no una de esas mujeres que van a los
cafs para emprender conversacin con los clientes.
En suma, una de esas mujeres, segn Jules,
que slo entran en un lugar pblico porque tienen
una cita con su marido. An quedaban tres o cuatro
mesas disponibles. Se sent en la mesa vecina a la
del desconocido.

Estoy seguro de que no hablaron. Ella me


pidi un Oporto. Creo recordar que adems del
bolso, un bolso de piel marrn o negro, llevaba un
paquetito atado en la mano. Cuando le serv el
Oporto, ya no estaba; sin duda lo haba dejado en la
banqueta.
Lstima! Joseph habra querido verla. La
seorita Berthe se haba fijado en ella desde lo alto
de su caja.
Una persona de buen aspecto, casi sin
maquillar, con un traje de chaqueta azul y una blusa
blanca, pero no creo que fuese una mujer casada.
Hasta las ocho de la noche, es decir, hasta la
hora de la cena, hubo un movimiento incesante.
Luego hubo algunos momentos en que la sala
estuvo medio vaca. A las nueve, slo estaban
ocupadas seis mesas, cuatro por jugadores de
ajedrez y dos por jugadores de bridge, que juegan
su partida todos los das.
Lo que es seguro dir Joseph es que el
hombre saba jugar al bridge y al ajedrez. Incluso
podra jurar que sabe mucho. Lo comprend por las
miradas que lanzaba a los vecinos y su manera de
seguir las partidas.

Tan tranquilo estaba entonces o es que Joseph


se equivocaba?
A las diez slo quedaban tres mesas. Las
personas de los Ministerios se acuestan pronto. A las
diez y media, Jules se fue, pues su mujer esperaba
un nio, y se haba puesto de acuerdo con su
compaero para quedar libre temprano.
El hombre segua all. Desde las ocho y diez de
la maana haba consumido tres cafs, un vaso de
Vichy y una gaseosa. No haba fumado, no haba
bebido alcohol. Por la maana haba ledo Le
Temps. Por la tarde, haba comprado un peridico de
la noche a un vendedor que pas por las mesas.
A las once, como de costumbre, aunque
quedaban an dos mesas de jugadores, Joseph
empez a amontonar las sillas encima de las mesas
y a esparcir el aserrn por el suelo.
Un poco despus, una vez que haba acabado
la partida, el seor Monnet estrech la mano de sus
compaeros, entre los que estaba el coronel, y
llevndose la caja en un saco de tela en el que la
seorita Berthe haba colocado los billetes y la
calderilla, subi a acostarse.
Al salir, lanz una mirada al cliente obstinado,

del que casi todos los dems clientes haban estado


hablando, y dijo a Joseph:
Si le causa alguna molestia no dude en
llamar
Pues detrs del mostrador haba un timbre
elctrico que sonaba en el apartamento privado.
En suma, eso era todo. Cuando, al da siguiente,
Maigret hizo su investigacin, no pudo obtener ms
informes.
La seorita Berthe se iba a las once menos diez
para coger el ltimo autobs, pues viva en Epinay.
Ella tambin volvi a mirar al hombre con atencin.
No puedo decir que pareciese estar nervioso.
Pero tampoco estaba tranquilo. Si me lo hubiese
encontrado en la calle, por ejemplo, me habra dado
miedo, comprende? Y si hubiese bajado del
autobs al mismo tiempo que yo, en Epinay, no me
habra atrevido a volver sola.
Por qu?
Tena una mirada hacia dentro.
Qu quiere decir con eso?
Que todo pareca serle indiferente.

Estaba echado el cierre?


No, Joseph lo cierra a ltima hora.
Desde su sitio, poda usted ver la esquina de
la calle y el caf de enfrente? No se ha fijado en
nadie que diese paseos sospechosos? No
pareca nadie esperar a su cliente?
No me habra dado cuenta El bulevar SaintGermain est muy tranquilo, pero por la calle des
Saints-Pres hay un movimiento continuo Y en el
caf de enfrente la gente entra y sale sin parar.
No vio a nadie al salir?
A nadie Ah, s! Haba un agente de polica
en la esquina de la calle
Era exacto. Lo confirm la comisara del barrio.
Desgraciadamente, el agente abandonara su
servicio un poco despus.
Dos mesas Una pareja que tomaba una copa
despus de salir del cine, personas conocidas, un
mdico y su mujer, que vivan tres casas ms all y
que tenan costumbre de entrar un momento en el
Caf de los Ministerios antes de volver a su casa.
Pagaron y salieron.
El mdico dira:

Estbamos sentados exactamente enfrente de


l y me di cuenta que pareca estar enfermo.
A su parecer, qu enfermedad padeca?
Sin duda, una enfermedad de hgado
Qu edad le echa usted?
Es difcil, pues no he prestado tanta atencin
como ahora hubiese querido. A mi parecer, es uno
de esos hombres que aparentan ms edad de la que
tienen Unos tal vez dirn cuarenta y cinco aos o
ms, por el color del bigote.
Lo llevaba teido?
Supongo Pero he tenido clientes de treinta y
cinco aos que ya tenan esa carne fofa e incolora,
ese aire apagado
No tendra ese aire apagado porque no
haba comido desde por la maana?
Es posible Mi diagnstico no deja de ser:
estmago malo, hgado enfermo y aadira incluso
que su intestino tampoco estaba bien
El bridge no se acababa, en la ltima mesa. Por
tres veces la partida estuvo a punto de terminar. Un
cinco de trboles logrado milagrosamente, gracias a

los nervios de uno de los jugadores, puso fin a la


partida a las doce menos diez.
Seores, cerramos dijo amablemente
Joseph, poniendo sobre las mesas las ltimas sillas.
Recogi la mesa de los jugadores y el hombre
segua sin moverse. En ese momento, segn dijo
ms tarde, el camarero tuvo miedo, estuvo a punto
de pedir a los clientes que se quedasen unos
minutos ms, justo el tiempo para echar al
desconocido.
No se atrevi, pues los cuatro jugadores salan
comentando an la partida. Se pararon un momento
para charlar en la esquina antes de separarse.
Dieciocho francos, setenta y cinco.
Ya slo quedaban ellos dos en el caf y Joseph
ya haba apagado la mitad de las luces.
Me fij dira ms tarde a Maigret en un
sifn que haba encima del mostrador y si se
hubiese movido le habra roto la cabeza con l
Haba colocado usted ah el sifn a propsito,
no es as?
Era evidente. Diecisis horas en compaa de
aquel cliente enigmtico haban puesto a prueba los

nervios de Joseph. El hombre se haba convertido


en una especie de enemigo ntimo. Iba a empezar a
pensar que estaba all por l, para hacerle una mala
pasada, para atacarle cuando estuviesen solos y
desvalijarle.
Y, sin embargo, Joseph haba cometido una
falta. Como su cliente tardaba en buscar el dinero en
el bolsillo, permaneciendo sentado en su sitio, el
camarero, que no quera perder su autobs, se
dirigi hacia las manivelas que servan para cerrar
los postigos y ech el cierre; claro que la puerta
estaba abierta an de par en par, dejando entrar el
frescor de la noche, y en aquel momento haba an
bastantes transentes en el bulevar Saint-Germain.
Aqu tiene
Veintin francos. Dos francos veinticinco de
propina por un da entero! El camarero estuvo a
punto de lanzar el dinero sobre la mesa. Estaba
rabioso. Slo se lo impidi su conciencia profesional.
Tal vez tambin tena usted algo de miedo de
l insinu Maigret.
No s. Tena prisa, en todo caso, por librarme
de l Nunca en mi vida un cliente me ha hecho
rabiar tanto como ste Si hubiese podido prever

por la maana que se iba a quedar all todo el da


Dnde estaba usted exactamente en el
momento en que sali?
Espere Primero tuve que recordarle que
tena una maleta debajo del asiento, pues estuvo a
punto de olvidarla.
Pareci contrariarle que se lo recordara?
No
Le alegr?
Tampoco Permaneci indiferente Puedo
asegurarle que es un tipo de los ms tranquilos que
he visto en mi vida He conocido consumidores de
todas las clases, mas para permanecer sentado
durante diecisis horas delante de una mesa de
mrmol sin que se le durmieran las piernas
Entonces estaba usted
Junto a la caja Estaba marcando los
dieciocho francos setenta y cinco en la caja
registradora Ya se habr fijado usted que hay dos
puertas: una grande de dos batientes que da al
bulevar y una pequea que da a la calle de SaintsPres Estuve a punto de decirle que se
equivocaba, viendo que se diriga hacia la puerta

pequea. Luego me encog de hombros, pues al fin


y al cabo, me era igual Ya slo tena que
cambiarme y cerrar.
En qu mano llevaba la maleta?
No me fij
Tampoco se fij si llevaba una mano metida
en el bolsillo?
No s No llevaba abrigo Y las sillas que
estaban encima de las mesas me lo tapaban
Sali
Usted segua en el mismo sitio?
S Aqu exactamente Recoga el ticket de
la caja registradora Con la otra mano saqu las
ltimas fichas de mi bolsillo O una detonacin
No ms fuerte que las que se oyen todos los das,
cuando fallan los motores Pero en seguida
comprend que no se trataba de un coche Me dije:
Vaya! A pesar de todo lo han matado!
En esas ocasiones, se piensa muy de prisa
Muchas veces he tenido que asistir a peleas
serias Por culpa de este oficio Y siempre me ha
asombrado lo rpido que se piensa

Estaba arrepentido Pues en el fondo no era


ms que un pobre tipo que se haba refugiado aqu
porque saba que le iban a matar en cuanto pusiese
los pies fuera
Senta remordimientos No haba comido
nada Tal vez no tena dinero para llamar un taxi y
cogerlo antes de que le viese el tipo que esperaba
No se precipit usted a ver lo que haba
pasado?
Pues bien! A decir verdad
Joseph estaba confuso.
Creo que me qued unos momentos
reflexionando Tengo mujer y tres hijos,
comprende? Primero puls el timbre que
comunica con la habitacin del dueo O fuera a
personas que andaban de prisa, voces y una voz de
mujer que deca:
No te mezcles en esto, Gaston
Luego el pito de un guardia
Sal Haba ya tres personas de pie, en la
calle de Saints-Pres, a unos metros de la puerta.
A ocho metros precisara Maigret despus

de consultar el informe.
Es posible No lo med Un hombre estaba
agachado al lado de un cuerpo tendido Luego
supe que era un mdico que precisamente volva del
teatro y, por casualidad, tambin cliente nuestro
Tenemos muchos clientes entre los doctores
Se levant diciendo:
Le han dado bien La bala entr por la nuca y
sali por el ojo izquierdo.
Lleg el agente de polica. Yo saba muy bien
que iban a interrogarme.
Puede creerme si quiere, pero no me atreva a
mirar al suelo Lo del ojo izquierdo sobre todo me
haca sentirme mareado No quera ver a mi cliente
en aquel estado, con el ojo izquierdo fuera
Me dije que yo haba tenido algo de culpa, que
habra debido Pero qu es lo que yo hubiese
podido hacer?
Me parece estar oyendo la voz del agente que
pregunt con su libreta en la mano:
Nadie le conoce?
Y yo dije maquinalmente:

Yo creo que
Acab por inclinarme, mir y le juro, seor
Maigret, a usted que me conoce desde hace mucho
tiempo, dados los miles y miles de vasos de cerveza
y calvados que le he servido en la Brasserie
Dauphine, le juro que en la vida sent semejante
emocin.
No era l!
Era un tipo que yo no conoca, que nunca
haba visto, un tipo alto y delgado que, en una noche
tan hermosa como aqulla, una noche tan agradable
que hasta se poda dormir en la calle, llevaba un
impermeable beige.
Aquello me tranquiliz Tal vez sea una
tontera Pero estaba muy contento de no haberme
equivocado Si mi cliente hubiese sido la vctima en
vez de ser el asesino, me lo habra reprochado toda
la vida
Desde por la maana, me di cuenta que aquel
tipo no era muy catlico Hubiese puesto la mano
en el fuego No fue en vano el telefonear a
Janvier Slo que Janvier, aunque sea mi cuado,
he de decirlo, slo ve el reglamento Suponga que,
cuando le hice venir, hubiese pedido los papeles al

cliente Seguramente no estaban en regla.


No es el primer tipo que permanece todo el da
en un caf para acabar matando a alguien en la calle
a las doce de la noche
No tard en largarse, fjese Nadie le vio
despus del disparo.
Si no hubiera disparado l, habra permanecido
all An no haba tenido tiempo para recorrer diez
metros cuando o la detonacin
Lo que me pregunto es qu fue a hacer all la
mujer a quien Jules sirvi el Oporto, ya que no dudo
que fue en busca de ese tipo No entran muchas
mujeres solas en nuestro caf No es un sitio de
esos.
Cre objet Maigret que no se haban
hablado
Cmo si fuera necesario hablar! Tena un
paquetito en la mano al llegar, no? Jules se fij y
Jules no es mentiroso Lo vio en la mesa y luego
no lo vio ms, y supuso que lo haba dejado bajo la
banqueta Y la seorita Berthe, cuando la seora
se fue, la sigui con la mirada, porque le gustaba su
bolso y habra querido uno igual. Ahora bien, la
seorita Berthe no se dio cuenta de que llevase

ningn paquete.
Ya sabe usted que esas cosas no se les
escapan a las mujeres.
Diga usted lo que quiera, pero yo contino
pensando que he pasado el da con un asesino y
que sin duda he escapado de una buena

Captulo dos

EL AFICIONADO AL VINO BLANCO Y LA SEORA


DE LOS CARACOLES
Al da siguiente, Pars se vio favorecido por uno
de esos das como slo se ven tres o cuatro al ao
durante la primavera, uno de esos das que habra
que saborearlo sin hacer ninguna otra cosa, un
verdadero da de recuerdo de nio. Todo era bueno,
de una rara calidad: el azul del cielo, algunas nubes
turbias, la brisa que acariciaba de repente al torcer
alguna esquina y que haca estremecerse lo preciso
a los castaos para forzarle a uno a levantar la
cabeza hacia sus racimos de flores dulces. Un gato
en una ventana, un perro tumbado en la acera, un
zapatero con delantal de cuero a la puerta de su
tienda, un vulgar autobs verde y amarillo que pasa,
todo era precioso aquel da, todo daba alegra, y sin
duda por eso, Maigret guard durante toda su vida
un delicioso recuerdo de la encrucijada del bulevar
Saint-Germain y la calle de Saints-Pres; tambin
por eso, ms tarde, tena que pararse a menudo en

algn caf para beber algo, a la sombra, un vaso de


cerveza que, desgraciadamente, no tena el mismo
gusto ya.
En cuanto a aquel asunto, contra todo lo que se
esperaba, iba a hacerse clebre, menos por la
obstinacin del cliente de los Ministerios y por el
disparo de medianoche que por el mvil del crimen.
A las ocho de la maana, el comisario estaba en
su despacho, con todas las ventanas abiertas al
panorama azul y oro del Sena y estudiaba los
informes dando pequeas chupadas a su pipa. Fue
as como tuvo su primer contacto con el hombre del
Caf de los Ministerios y con el muerto de la calle de
Saints-Pres.
Durante la noche, el comisario del barrio haba
hecho un buen trabajo. El mdico forense, el doctor
Paul, haba practicado la autopsia a las seis de la
maana. La bala, que haban encontrado en la acera
tambin haban encontrado el cartucho, casi en el
ngulo del bulevar Saint-Germain, junto a la pared
, haba sido llevada ya al experto GastinneRenette.
Por ltimo, encima del despacho de Maigret
estaba la ropa del muerto, el contenido de sus
bolsillos y fotografas que haban sido tomadas en el

lugar mismo del crimen por la Identidad Judicial.


Quiere venir a mi despacho, Janvier? Segn
el informe, veo que est usted un poco mezclado en
este asunto.
Y fue as como Maigret y Janvier aquel da
seran una vez ms inseparables.
La ropa de la vctima era de buena calidad, y
aunque menos usada de lo que pareca a primera
vista, estaba en un estado asombroso de desidia.
Era la ropa de un hombre sin mujer, que lleva todos
los das el mismo traje, sin pasarse nunca el cepillo y
uno senta ganas de aadir que dorma vestido. La
camisa, que era nueva y an no haba pasado por la
lavandera, haba sido usada por lo menos unos
ocho das y los calcetines poco ms o menos.
En los bolsillos no llevaba ningn papel de
identidad, ninguna carta, ningn documento que
permitiese identificar al desconocido. Slo contenan
objetos heterclitos: una navaja de varias cuchillas,
un sacacorchos, un pauelo sucio y un botn que le
faltaba de la chaqueta; una llave, una pipa y una
petaca; una cartera que contena dos mil trescientos
cincuenta francos y una fotografa de una choza
indgena en frica, con media docena de negras con
el pecho desnudo que miraban fijamente al aparato;

llevaba adems trozos de cordn y un billete de tren


(tercera clase) de Juvisy a Pars con la fecha del da
antes.
Por ltimo, se le encontr uno de esos
tampones para imprimir, como los que hay en las
cajas para nios, en las que se colocan letras de
plstico.
Las letras de plstico formaban las palabras:
Tendr tu pellejo.
El informe del mdico forense contena detalles
interesantes. Primero respecto al crimen. El tiro
haba sido disparado por detrs, apenas a tres
metros, y la muerte haba sido instantnea.
El muerto tena varias cicatrices, algunas de
ellas las tena en los pies y eran cicatrices de
chiques, especie de garrapatas que, en el centro
de frica, se incrustan en los dedos de los pies y
que hay que extraer con un cuchillo. El hgado se
encontraba en un estado lamentable, un hgado de
borracho. Tambin resultaba evidente que el hombre
que haban matado en la calle de Saints-Pres tena
paludismo.
Pues bien! dijo Maigret buscando su
sombrero. Vamos, Janvier!

Llegaron andando al cruce del bulevar SaintGermain y, a travs de los cristales, vieron a Joseph
ocupado en hacer la limpieza.
Pero el comisario entr primero enfrente Los
dos cafs, que se encontraban el uno frente al otro,
cada uno en una esquina de la calle, eran
completamente diferentes. Mientras el dominio de
Joseph era viejo y discreto, el otro caf, que tena
por nombre Chez Lon, era agresivo y vulgarmente
moderno.
Naturalmente, tena un largo mostrador donde
apenas bastaban dos camareros en mangas de
camisa para despachar cafs con leche, vasitos de
vino blanco y ms tarde, los tintos y los aperitivos
anisados.
Pirmides de croissants, de sandwiches y de
huevos duros En un extremo de la barra, el
mostrador del tabaco, donde tan pronto est el
dueo como la duea; luego la sala, con sus
columnas de mosaico rojo y oro, con sus veladores
de una materia indeterminada en cuyas pantallas se
reflejan colores inverosmiles y con sus asientos
tapizados de terciopelo de un rojo chilln.
Aqu, las puertas estaban abiertas todas de par
en par y era un movimiento continuo de la maana a

la noche. Gente que entraba y sala, albailes con la


camisa polvorienta, recaderos que dejaban un
momento su carrito al borde de la acera, empleados,
secretarias, gente que tena sed y otros que tenan
que hacer una llamada telefnica.
Echa uno! Tres cervezas!
La caja registradora funcionaba sin parar y la
frente de los camareros estaba cubierta de sudor, y
de vez en cuando se limpiaban con el mismo trapo
con el que limpiaban el mostrador. Metan durante
un segundo, en el agua turbia de los barreos de
estao, los vasos que ni siquiera se molestaban en
secar despus y en los que volvan a echar vino tinto
o vino blanco.
Dos vasitos de vino blanco seco pidi
Maigret, que saboreaba todo aquel movimiento
matinal.
Y el vino blanco dejaba un gusto canalla que
slo puede uno saborear en los bares de esta clase.
Oiga, camarero! Se acuerda usted de
este tipo?
La identidad judicial haba hecho un buen
trabajo. Era una tarea innoble, pero necesaria y muy
delicada. La fotografa de un muerto siempre es

difcil de reconocer, sobre todo si la cara est algo


desfigurada. Pues bien, los fotgrafos de la
Identidad maquillan el cadver y retocan la foto de
tal manera que hacen el retrato de un vivo.
Parece l, verdad, Louis?
Y el otro camarero, con su trapo en la mano, se
acerc a echar una ojeada por encima del hombro
de su compaero.
Es l! Cmo no iba a reconocerle con lo
que nos molest ayer!
Saben a qu hora entr aqu por vez
primera?
Eso es ms difcil de decirlo No nos fijamos
en los clientes que slo estn de paso Pero
recuerdo que, hacia las diez de la maana, ese tipo
estaba terriblemente excitado No poda estarse
quieto en su sitio Vena al bar Peda un chato de
blanco Se lo beba de un trago y despus
pagaba Luego se iba fuera Cuando creamos
habernos librado de l, diez minutos despus le
veamos sentado en la sala llamando al camarero
para pedirle un nuevo chato
Estuvo as todo el da?

Creo que s En todo caso, le vi por lo menos


diez o quince veces Cada vez ms nervioso, con
una mirada extraa, y los dedos le temblaban como
los de una vieja cuando entregaba el dinero No
te rompi un vaso, Louis?
S Y se empe en recoger todos los trozos
entre el aserrn repitiendo:
Es cristal blanco! Trae suerte! Y sobre
todo hoy necesito algo que me traiga suerte Has
ido alguna vez al Gabn, amigo?
A m tambin intervino el otro camarero
me habl del Gabn, ya no s por qu sali a la
conversacin Ah, s! Cuando se puso a comer
huevos duros Se comi doce o trece seguidos
Pens que iba a reventar, sobre todo porque ya
haba bebido bastante
No tengas miedo, amigo me dijo. Una
vez, en el Gabn, apost a que me tragaba treinta y
seis con otros tantos vasos de cerveza y gan
Pareca estar preocupado?
Depende de lo que usted entienda por eso.
Estuvo entrando y saliendo todo el tiempo. Primero
pens que estaba esperando a alguien. A veces se
rea solo como si estuviese pensando en algo. La

emprendi durante un buen rato con un viejo que


viene todas las tardes a beberse dos o tres tintos y
le tena sujeto por la chaqueta
Cmo iba a adivinarlo?
Porque un tipo as es muy capaz de ensear
su revlver a todo el mundo.
Tena uno que haban encontrado en la acera a
su lado, un revlver grande con el que no haban
disparado ninguna bala.
Ponga otros dos chatos de blanco.
Y Maigret estaba de tan buen humor que no
pudo resistir a la oferta de una pequea vendedora
de flores que andaba descalza, una chiquilla delgada
y sucia que posea los ojos ms bonitos del mundo.
Le compr un ramo de violetas y luego, no sabiendo
qu hacer, lo meti en el bolsillo de la chaqueta.
Hay que decir que fue el da de los vasitos de
vino. Pues luego, el comisario y Janvier tuvieron que
atravesar la calle y entrar en la penumbra del Caf
de los Ministerios, donde les recibi Joseph.
Aqu de lo que hablaban era de la imagen cada
vez ms turbia del hombre de la maleta y el bigote
azulado. La palabra turbia resultaba inexacta. Ms

bien daba la impresin de una foto movida. Ms


exactamente an, de uno de esos cliss sobre los
que se han montado varias fotos.
Nadie estaba de acuerdo. Cada uno vea al
cliente de una manera diferente y ahora incluso
haba uno, el coronel, que juraba que le haba dado
la impresin de ser una mala persona.
Unos lo recordaban agitado y otros demasiado
tranquilo. Maigret escuchaba, mova la cabeza,
llenaba su pipa apoyando con el ndice, la encenda
dando pequeas chupadas y lo miraba todo como un
hombre que saborea un da maravilloso cuyo cielo
se decide a hacer un regalo a los hombres.
La mujer
Quiere decir la joven?
Pues para Joseph, que apenas la haba visto,
era una joven, bonita, distinguida, una joven de
buena familia.
Apostara cualquier cosa a que no trabaja.
Ms bien se la imaginaba haciendo pastelitos en
una casa burguesa, mientras que la seorita Berthe,
la cajera, tena pequeas dudas y deca:
Yo no pondra tan pronto los dedos en el

fuego por ella Sin embargo, es verdad que era


mejor que l
Haba momentos en los que Maigret senta
deseos de estirarse, como en el campo cuando uno
tiene la piel impregnada profundamente de sol. Le
encantaba aquella maana. Los autobuses que se
paraban y volvan a arrancar, el gesto ritual del
cobrador que alargaba la mano hacia la campanita
en cuanto los viajeros haban subido, los chirridos, la
sombra de las hojas de los castaos movindose en
el asfalto de la calle.
Apuesto a que no ha ido lejos dijo a
Janvier, que estaba molesto por no haber podido dar
ms seales del hombre que haba estado mirando
cara a cara.
Y permanecieron de pie en la acera, un buen
rato. Los dos cafs estaban cada uno en una
esquina de la calle Un hombre haba estado en
uno y otro hombre haba estado en otro
Se dira que el azar les haba colocado a cada
uno en su ambiente. Aqu, el hombre bigotudo que
no se haba movido en todo el da, excepto para
llamar por telfono, y que se haba contentado con
beber caf, un vaso de Vichy y una gaseosa, un
hombre que ni siquiera haba protestado cuando

Joseph le anunci que no haba nada para comer.


Enfrente, inmerso en el movimiento ruidoso de
los obreros, empleados y todo un mundo
apresurado, el energmeno de los vasos de vino
blanco, de los huevos duros, que entraba, sala y se
acercaba a unos y a otros para hablarles del Gabn.
Apostara a que hay un tercer caf dijo
Maigret mirando al otro lado del bulevar.
Se equivocaba. Al otro lado de la acera, justo
enfrente de la calle de Saints-Pres, en un sitio
desde donde se vean las dos esquinas de la calle,
no haba caf, ni bar, sino un restaurante con una
vitrina estrecha, una sala baja y larga donde se
entraba bajando unos escalones.
Aquello se llamaba A Lescargot, y ola a
restaurante de clientes fijos, con su armarito de
madera clara (empotrado en la pared), donde los
clientes guardaban sus servilletas. Ola bien y fue la
duea quien a aquella hora sali del fondo de su
cocina a recibir a Maigret y a Janvier.
Qu ocurre, seores?
El comisario se present.
Quisiera saber si ayer, por la noche, ha tenido

una cliente que haya permanecido ms tiempo de lo


normal en su establecimiento
La sala estaba vaca. Los cubiertos estaban ya
puestos en las mesas, donde haba colocadas
minsculas jarritas de vino tinto o blanco.
Es mi marido quien est en la caja y ha salido
a comprar fruta. En cuanto a Jean, nuestro
camarero, llegar dentro de unos minutos, pues
entra a las once Si quieren que mientras tanto
les sirva algo? Tenemos un vinillo corso que le
mandan a mi marido y que no est nada mal
Aquel da todo el mundo estaba amable. El vino
corso tambin era agradable. La sala baja, donde los
dos hombres esperaban a Jean mientras miraban
pasar a los transentes por la acera y contemplaban
los dos cafs al otro lado de la calle, era deliciosa.
Tiene alguna idea, jefe?
Tengo varias Slo que no hay ms que una
buena, no?
Lleg Jean. Era un viejo que hubiese hecho
pensar en un camarero en cualquier parte que uno lo
hubiese encontrado. Cogi la ropa del armario para
cambiarse.

Oiga, camarero Recuerda usted haber


tenido, ayer por la noche, alguna clienta que no se
haya comportado como todo el mundo? Una
seorita morena
Una seora rectific Jean en todo caso.
Estoy seguro que llevaba una alianza de oro. Me fij
porque mi mujer y yo tenemos unas alianzas
iguales.
Joven?
Yo le echara treinta aos Una persona
conveniente, casi sin pintar y que hablaba
amablemente
A qu hora lleg?
Lleg hacia las seis y cuarto, cuando yo
estaba acabando de colocar los cubiertos para la
cena. Los clientes, que casi siempre son los mismos
(lanz una mirada al armario de las servilletas) no
llegan antes de las siete Pareci sorprendida al
entrar en la sala vaca e hizo ademn de volverse
atrs.
Va a cenar? le pregunt.
Porque a veces hay personas que se
equivocan, que creen entrar en un caf.

Entre Podr servirla dentro de un cuarto


de hora Si mientras tanto quiere tomar algo?
Pidi un oporto
Maigret y Janvier cruzaron una mirada de
satisfaccin.
Se sent junto a la ventana. Tuve que
mandarle cambiar de sitio porque haba cogido la
mesa de esos seores del registro que vienen aqu
desde hace diez aos y que siempre se sientan en
esa mesa.
En realidad, tuvo que esperar ms de media
hora, pues los caracoles no estaban preparados
No se mostr impaciente Le di un peridico, pero
no lo ley; se content con mirar tranquilamente
fuera
En suma, como el seor de los bigotes
azulados! Un hombre tranquilo, una seora tranquila
y en la otra esquina de la calle un tipo nervioso.
Ahora bien, hasta ese momento slo el tipo ese
estaba armado. Era l quien llevaba en el bolsillo
una nota con letra de imprenta que amenazaba:
Tendr tu pellejo.
Y l era quien haba muerto sin haber utilizado
su revlver.

Una mujer muy dulce. Pens que era alguien


del barrio que haba olvidado su llave y que
esperaba el regreso de su marido para volver a su
casa. Eso ocurre muy a menudo, sabe?
Comi con apetito?
Espere Una docena de caracoles Luego
carne, queso y fresas con crema Lo recuerdo
porque son los platos que tienen suplemento
bebi una jarrita de vino blanco y caf
Se qued hasta muy tarde. Es lo que me hizo
pensar que esperaba a alguien No se march la
ltima, pero slo quedaban dos personas cuando
pidi la cuenta Deban ser un poco ms de las
diez Casi siempre cerramos a las diez y media
No sabe usted en qu direccin sali?
Supongo que no querrn hacerle ningn dao
se inform el viejo Jean, que pareca estar
entusiasmado con su cliente de la noche antes.
Entonces puedo decirles que, cuando sal, a las
once menos cuarto y atraves el terrapln, me
extra sorprenderla de pie junto a un rbol Miren,
el segundo rbol a la izquierda del farol
Pareca seguir esperando a alguien?

Supongo No es una persona que pueda


dedicarse a lo que usted piensa Cuando me vio,
volvi la cabeza, como si se sintiese molesta.
Oiga, camarero, llevaba un bolso?
Claro
Era grande? Pequeo? Lo abri
delante de usted?
Espere No, no lo abri delante de m Lo
haba dejado al borde de la ventana Era oscuro,
de piel bastante grande, rectangular Tena una
letra de plata o de otro metal. Creo que una M.
Pues bien, mi querido Janvier!
Pues bien! Jefe?
Si seguan bebiendo chatos por todas partes,
acabaran comportndose, en aquel maravilloso da
de primavera, como dos colegiales en vacaciones.
Cree usted que ha sido ella quien ha matado
a ese tipo?
Sabemos que lo han matado por detrs, a una
distancia de tres metros ms o menos.
Pero el hombre del Caf de los Ministerios
habra podido

Un momento, Janvier Por lo que sabemos,


qu tipo vigilaba al otro?
El muerto
Que an no estaba muerto Por lo tanto, era
l el que vigilaba Era l quien estaba armado con
toda seguridad Era l el que amenazaba En
esas condiciones, a menos que creamos que a las
doce estaba completamente borracho, es probable
que el otro, que sala de los Ministerios, no haya
podido sorprenderle y dispararle por detrs, sobre
todo a una distancia tan pequea Mientras que la
mujer
Qu hacemos?
A decir verdad, si Maigret hubiese hecho caso
de lo que le dictaba su pensamiento, hubiera
continuado deambulando por el barrio, porque de
repente le gustaba muchsimo aquella atmsfera.
Volver con Joseph. Luego al bar de enfrente.
Olfatear. Beber unos cuantos chatos. Volver a
empezar en diferentes tonos el mismo tema: un
hombre aqu, con bigote cuidado; otro, enfrente,
podrido de fiebre y de alcohol; por ltimo una mujer,
que haba seducido al viejo Jean, que haba comido
caracoles, carne y fresas con crema.

Apuesto lo que sea a que est habituada a


una cocina muy simple, a lo que se llama cocina
burguesa, o cocina de familia y que rara vez come
en un restaurante.
Cmo lo sabe?
Porque las personas que comen a menudo en
un restaurante no piden, en la misma comida, tres
platos con suplemento, y entre ellos dos platos que
rara vez se hacen en casa; dos platos que no van
bien juntos y que indican glotonera.
Y cree usted que una mujer que va a matar a
alguien se preocupa de lo que come?
Primero, Janvier, nada prueba que ella
estuviese segura de matar a alguien aquella
noche
Si es ella la que ha disparado, es que estaba
armada He comprendido muy bien el sentido de
sus preguntas relacionadas con el bolso Me
esperaba que preguntase al camarero si le pareca
pesado.
Luego continu Maigret imperturbable, los
peores dramas no impiden a la mayora de los
humanos ser sensibles para lo que comen Debes
saber eso como yo Alguien acaba de morir La

casa est patas arriba Lloran, gimen en todos los


rincones Se figuran que la vida no volver a su
ritmo normal Una vecina, una ta o una vieja
sirvienta no deja de preparar por eso la comida
Soy incapaz de probar bocado jura la
viuda.
Le dan nimos. La obligan a sentarse a la
mesa. Toda la familia acaba por sentarse y dejar al
muerto solo; y toda la familia, despus de algunos
minutos, come con apetito; y es la viuda la que
reclama la sal o la pimienta porque encuentra el
guiso soso
Vamos, Janvier
Dnde vamos?
A Juvisy
Para hacerlo bien, habran debido ir a tomar el
tren a la estacin de Lyon. Pero no era estropear
aquel hermoso da, penetrar en aquel barullo,
esperar en la ventanilla, luego en el andn y tal vez
viajar de pie en un compartimiento donde no se
puede fumar?
Tanto peor si el cajero de la P. J. pona
dificultades. Maigret eligi un taxi descapotable, un

hermoso coche
cmodamente.

casi

nuevo

se

sent

A Juvisy Pare enfrente de la estacin


Y durante todo el camino fue adormecido con
los ojos medio cerrados. Un hilo de humo sala de
sus labios y rodeaba la boquilla de la pipa.

Captulo tres

LA EXTRAVAGANTE HISTORIA DE LA MUERTA


QUE TAL VEZ NO FUESE LA MUERTA
Cuando le pedan que relatase uno de los
asuntos de los que se haban ocupado, Maigret
haba tenido mil veces la ocasin de contar
investigaciones en las que haba tenido un papel
brillante logrando con su obstinacin, su intuicin y
su sentido de lo humano descubrir la verdad.
Ahora bien, en lo sucesivo, la historia que
contara con ms gusto sera la de los dos cafs del
bulevar de Saint-Germain, uno de los asuntos, no
obstante, en que su mrito fue menor, pero aquel era
un caso ante cuyo recuerdo no poda evitar una
sonrisa de satisfaccin.
Y cuando le preguntaban:
Y la verdad?
Aada:
Puede elegir la que ms le guste

Pues, por lo menos en un aspecto, ni l ni nadie


descubri nunca la verdad entera.
Eran las doce y media cuando el taxi les dej en
la estacin de Juvisy y lo primero que hicieron
Janvier y l fue entrar en el Restaurant du Triage, un
restaurante vulgar, con una terraza rodeada por
laureles plantados en toneles pintados de verde.
Se puede acaso entrar en un caf sin beber
nada? Se interrogaron con la mirada. Vamos! Ya
que se haban dedicado desde por la maana al vino
blanco, como el muerto de la calle de Saints-Pres,
mejor era continuar.
Dgame, jefe. No conoce a este tipo?
Y la especie de boxeador en mangas de camisa
que trabajaba detrs del mostrador de zinc examin
la fotografa trucada del muerto, la alej de sus ojos,
pues no deba tener buena vista, y llam:
Julia! Ven aqu un momento No es ste
el tipo de al lado?
Su mujer se sec las manos en el delantal azul y
cogi con cuidado la foto.
Claro que es l! Pero tiene una expresin
muy rara en esta foto

Y volvindose al comisario:
An ayer estuvo aqu hasta las once bebiendo
chatos.
Ayer?
Maigret sinti un choque en el pecho.
Espere No Quiero decir anteayer
Adems, ayer estuve lavando y por la noche fui al
cine.
Se puede comer aqu?
Naturalmente que se puede comer Qu
quieren? Asado de cerdo con lentejas? Hay
buen pt para empezar.
Comieron en la terraza, en la mesa vecina a la
del chfer que les haba llevado. De vez en cuando,
el dueo vena a charlar un poco con ellos.
Le informar mejor mi colega que tiene
habitaciones Nosotros no tenemos hotel Debe
hacer uno o dos meses que ese tipo lleg Slo
que para beber lo hace un poco en cada sitio Mire,
ayer por la maana
Est usted seguro de que fue ayer por la
maana?

Seguro Entr a las seis y media, cuando


estaba levantando el cierre, y se tom dos o tres
vasitos de vino blanco para matar el gusanillo
Luego, de repente, cuando iba a salir el tren de
Pars, se precipit corriendo hacia la estacin.
El dueo no saba nada de l, excepto que
beba de la maana a la noche, que hablaba con
gusto del Gabn, que despreciaba intensamente a
todos los que no haban vivido en frica y que
odiaba a alguien.
Hay personas que se creen listas repeta el
hombre del impermeable, pero ya acabar con
ellos. Se puede ser un cerdo, naturalmente. Pero
hay lmites.
Media hora despus, Maigret, siempre con
Janvier, entr en el Hotel du Chemin de Fer, que
tena un restaurante semejante al que acababan de
dejar, excepto que la terraza no estaba rodeada de
laureles y que las sillas de hierro estaban pintadas
de rojo en vez de estar pintadas de verde.
El dueo estaba en el mostrador, y lea en alto
un artculo del peridico a su mujer y al camarero.
Maigret se hizo cargo en seguida de la situacin al
ver la foto del muerto que haba en la primera
pgina: Los peridicos del medioda acababan de

llegar a Juvisy y el mismo comisario haba enviado


las fotos a la prensa.
Es su inquilino?
Una mirada desconfiada.
S, qu pasa?
Nada Slo quera saber si era su
husped
S, y vaya elemento!
De nuevo haba que pedir algo y despus de
comer no podan beber vino blanco.
Dos calvados.
Es usted de la polica?
S
Ya me pareca Su cara me es conocida
Y bien?
Soy yo el que le pregunto: qu piensa de
esto?
Pienso que ms bien ha sido l quien ha
matado a alguien O que le habrn roto la cara de
un puetazo Porque, cuando estaba borracho, y lo

estaba todas las noches, era insoportable


Tiene usted su ficha?
Muy digno, para demostrar que no tena nada
que ocultar, el dueo fue a buscar su registro y se lo
tendi al comisario, no sin cierto desprecio.
Ernest Combarieu, cuarenta y siete aos,
nacido en Marsilly, por La Rochelle (CharenteMaritime), leador, procedente de Libreville, Gabn.
Estuvo seis semanas en su hotel?
S, ya est bien!
No pagaba?
Pagaba con regularidad, todas las semanas
Pero era un excitado Se quedaba dos o tres das
en la cama, con fiebre, y se haca subir ron para
cuidarse; se lo beba por botellas, luego bajaba y
durante algunos das recorra todos los bares de por
aqu. A veces se le olvidaba volver y otras nos
despertaba a las tres de la maana A menudo nos
veamos obligados a desnudarle Vomitaba en la
alfombra de la escalera o en la de su cuarto
Tena aqu familia?

El dueo y la duea se miraron.


Seguramente conoca a alguien, pero nunca
quiso decir quin era. Si se trata de algn familiar,
puedo garantizarle que no lo quera, pues deca:
Un da oirn hablar de m y de un cerdo que
todo el mundo toma por una buena persona, un
sucio hipcrita que es el ladrn ms ladrn del
mundo
Nunca logr saber de quin hablaba?
Lo nico que s es que era insoportable y
que, cuando estaba borracho, tena la mana de
sacar un gran revlver de su bolsillo, apuntar a un
blanco imaginario y gritar:
Pan! Pan!
Despus se echaba a rer y peda que le
sirviesen algo de bebida.
Tomarn ustedes un vasito con nosotros?
Otra pregunta Conoce usted, en Juvisy, a un
seor de estatura mediana, bastante grueso sin ser
gordo, con bigote retorcido, de un negro bonito, que
a veces se pasea con un maletn en la mano?
T lo recuerdas? pregunt el dueo a su
mujer. sta trat de hacer memoria.

No A menos Pero ms bien es ms bajo


de lo corriente y yo no encuentro que est grueso
De quin habla?
Del seor Auger, que vive en un pabelln de
los alquilados.
Est casado?
Naturalmente La seora Auger es una mujer
muy guapa, muy dulce, que, por decirlo as, no sale
nunca de Juvisy A propsito!
Los tres hombres la miraron, esperando.
Eso me recuerda que ayer, cuando estaba yo
lavando en el patio, la vi que se diriga hacia la
estacin Pens que iba a tomar el tren de las
cuatro treinta y siete.
Es morena, no? Y tiene un bolso de piel
negro?
No s de qu color era su bolso, pero llevaba
un traje de chaqueta azul y una blusa blanca.
Cul es la profesin del seor Auger?
Esta vez, la duea se volvi hacia su marido.
Vende sellos Siempre viene su nombre en

los anuncios de los peridicos Sellos para


colecciones Sobres de mil sellos por diez
francos sobres de quinientos sellos. Todo eso por
correo, contra reembolso.
Viaja mucho?
Va de vez en cuando a Pars, seguramente
por lo de sus sellos, y siempre lleva su maletn
Dos o tres veces se ha parado aqu, cuando el tren
llevaba retraso. Peda un caf con leche o un vaso
de Vichy
Era demasiado fcil. Ya no era una
investigacin, sino un paseo, un paseo animado por
el ms alegre de los soles y por un nmero cada vez
mayor de vasitos de vino. Y, sin embargo, los ojos de
Maigret brillaban como si hubiese adivinado que
detrs de todo aquel asunto tan vulgar haba uno de
los ms extraordinarios misterios humanos que
haba encontrado a lo largo de su carrera.
Le haban dado las seas del pabelln de los
Auger. Quedaba bastante lejos, en la llanura, a lo
largo del Sena, donde se levantaban, rodeados de
jardincitos, centenares, millares de pabellones, unos
de piedra, otros de ladrillos rojos y otros, por ltimo,
cubiertos de cemento azul o amarillo.

Le haban dicho que el pabelln se llamaba Mi


Reposo. Tuvieron que deambular durante mucho
tiempo por calles demasiado nuevas, con las aceras
apenas dibujadas, donde slo acababan de plantar
rboles anmicos, delgados como esqueletos y
donde entre las casas se extendan inmensos
solares.
Tenan que informarse en un sitio y otro. Les
daban direcciones falsas. Por fin, llegaron a su
destino; una cortina se movi en la ventana de la
esquina de un pabelln rosa cubierto de un tejado de
un rojo sangre.
Tuvieron que buscar el timbre todava.
Me quedo fuera, jefe?
Tal vez sea ms prudente Sin embargo,
creo que esto marchar perfectamente Desde el
momento que hay alguien en casa
No se equivocaba. Por fin encontr un
minsculo timbre de aquella puerta excesivamente
nueva. Llam. Oy ruido, cuchicheos. La puerta se
abri y tuvo ante l, tal vez con la misma falda y la
misma blusa que el da antes a la joven del Caf de
los Ministerios y de LEscargot.
Comisario Maigret, de la Polica Judicial

anunci.
Ya imagin que se trataba de la polica
Entre
Subieron algunos escalones. La escalera
pareca salir del taller de carpintera, como todas las
cosas de madera, y la pintura de las paredes
acababa apenas de secarse.
Por favor, por aqu
Se volvi hacia una puerta entornada y dirigi
una sea a alguien que Maigret no poda ver.
La habitacin en la que el comisario haba sido
introducido era un living-room, con un divn, libros,
adornos, almohadones de seda multicolores. En una
mesita haba el peridico del medioda con la
fotografa del muerto.
Sintese No s si podr ofrecerle algo
Gracias.
Habra debido darme cuenta de que eso no se
hace Mi marido vendr en seguida No tenga
miedo No intentar huir y, por otra parte, no tiene
nada que reprocharse. nicamente ha estado
enfermo esta maana Volvimos en el primer tren
No tiene el corazn muy fuerte Ha tenido una

crisis al llegar Est afeitndose y vistindose.


Y, en efecto, se oy ruido de agua en el cuarto
de bao, pues los tabiques del pabelln eran finos.
La joven estaba casi tranquila. Era bastante
guapa, con una belleza tranquila de pequea
burguesa.
He sido yo, como seguramente piensa usted,
quien mat a mi cuado. Era el momento, pues si no
lo hubiese hecho, hubiese sido mi marido el muerto,
y por lo menos Raymond vale ms que l
Raymond es su marido?
Desde hace ocho aos No tenemos nada
que ocultar, seor comisario Tal vez habramos
debido ir ayer por la noche a contarlo todo a la
polica Raymond quera hacerlo, pero yo, como s
que tiene el corazn dbil, he preferido darle tiempo
para recuperarse Imagin que vendra usted.
Hace un momento ha hablado usted de su
cuado?
Combarieu era el marido de mi hermana
Marthe Creo que era un buen chico, un poco
loco
Un momento Me permite que fume?

No faltaba ms Mi marido no fuma por culpa


del corazn, pero el humo no me molesta
Dnde ha nacido usted?
En Melun ramos dos hermanas, dos
gemelas Marthe y yo Yo me llamo Isabel Nos
parecamos de tal manera que, cuando ramos
pequeas, nuestros padres (ya han muerto) nos
ponan una cinta de diferente color en el pelo para
reconocernos Y a veces nos divertamos
cambindonos de cinta
Cul de las dos se cas primero?
Nos casamos el mismo da Combarieu
estaba empleado en la prefectura de Melun Auger
era agente de seguros Se conocan porque de
solteros coman en el mismo restaurante Mi
hermana y yo los conocimos a los dos a la vez. Una
vez casadas vivimos mucho tiempo en Melun en la
misma calle
Combarieu segua trabajando
prefectura y su marido en los seguros?

en

la

S Pero Auger ya empezaba a tener la idea


de dedicarse al comercio de sellos Haba
empezado a hacer una coleccin por placer Se dio
cuenta de lo que aquello poda aportarle.

Y Combarieu?
Era ambicioso, impaciente Siempre
necesitaba dinero Conoci a un hombre que
acababa de volver de las colonias y que le meti en
la cabeza la idea de ir all Primero quiso que mi
hermana le acompaase, pero ella se neg por lo
que le haban dicho del clima y de su repercusin en
la salud de las mujeres
Se fue solo?
S Permaneci ausente durante dos aos y
volvi con los bolsillos llenos de dinero Lo gast
ms rpidamente de lo que lo haba ganado Ya se
haba acostumbrado a beber Pretenda que mi
marido era una larva y no un hombre, que un
hombre tena otras cosas que hacer en la vida ms
que dedicarse a seguros y a vender sellos.
Volvi a marcharse?
Y le fue menos bien. Lo notbamos en sus
cartas, aunque siempre ha tenido costumbre de
darse importancia Hace dos inviernos, mi hermana
Marthe cogi una pneumonia y muri Se lo
escribimos a su marido Parece ser que se puso a
beber an ms En cuanto a nosotros, vinimos a
instalarnos aqu, pues haca tiempo que tenamos

ganas de alejarnos un poco de Pars. Mi marido dej


los seguros; los sellos le iban bien
Hablaba despacio, tranquilamente, midiendo las
palabras, atenta al ruido que llegaba del cuarto de
bao.
Ahora hace cinco meses que ha vuelto mi
cuado sin decirnos nada, sin anunciar su visita
Llam a nuestra casa un da que estaba borracho
me mir de una manera extraa y las primeras
palabras que dijo, rindose, fueron:
Ya me lo figuraba!
Yo todava no saba la idea que se le haba
metido en la cabeza Pareca menos brillante que
la primera vez que haba regresado Su salud era
mala Beba mucho ms y, si bien an tena
medios, no deba ser muy rico
Se puso a decir incoherencias. Miraba a mi
marido y de repente le lanzaba frases como:
Confiesa que eres el rey de los cerdos!
Volvi a marcharse No sabemos dnde fue.
Luego volvi a aparecer y siempre borracho. Me dijo
al saludarme:
Qu tal, mi pequea Marthe?

Ya sabe usted que yo no soy Marthe, sino


Isabel
Se rea mucho.
Ya hablaremos de eso un da, no? En
cuanto a tu asqueroso marido, que vende sellos
No s si comprende usted lo que pas No se
puede decir que estuviera loco Beba
demasiado Tena una idea fija que tardamos
mucho tiempo en adivinar Al principio no
entendamos nada, ni de sus amenazas, ni de sus
insinuaciones hechas con una sonrisa sardnica, ni
tampoco comprendamos el significado de las notas
que mi marido empez a recibir por correo:
Tendr tu pellejo!
En suma intervino tranquilamente Maigret
, a su cuado Combarieu se le meti en la cabeza,
por una u otra razn, que no era su mujer la que
haba muerto, sino la mujer de Auger.
Maigret estaba estupefacto. Dos hermanas
gemelas, tan parecidas que sus padres tenan que
vestirlas de diferente manera para reconocerlas.
Combarieu, lejos, se entera de que su mujer ha
muerto

Y a su regreso, imagina, sin razn o con ella,


que ha habido una sustitucin, que es Isabel la que
ha muerto; y que es su mujer, Marthe, la que ha
ocupado el puesto de su hermana junto a Auger.
Su mirada se hizo ms intensa. Fumaba ms
despacio.
Hace meses que vivimos una vida imposible
Con continuas cartas amenazadoras A veces,
Combarieu entra aqu a cualquier hora, saca su
revlver, apunta a mi marido y se re:
No, an no, sera demasiado hermoso!
Se instal aqu para acosarnos.
Es listo como un mono Incluso borracho,
sabe muy bien lo que hace
Lo que saba corrigi Maigret.
Perdone Enrojeci ligeramente. Lo que
saba, tiene usted razn Y no creo que tuviese
ganas de que le cogiesen Por eso, aqu, no
tenamos demasiado miedo, porque si hubiese
matado a Auger, en Juvisy, todo el mundo le habra
sealado con el dedo como el asesino
Mi marido ya no se atreva a alejarse Pero
ayer se vio obligado a ir a Pars sin falta por sus

negocios Quise acompaarle, pero l no quiso


Tom el primer tren, a propsito, esperando que
Combarieu estara an durmiendo y que no se dara
cuenta de su marcha.
Se equivoc, pues me telefone por la tarde
para que fuese a un caf del bulevar Saint-Germain
y le llevase un revlver.
Comprend que ya no poda ms. Que quera
acabar de una vez Le llev su browning Me
haba dicho por telfono que no saldra del caf
antes de que cerrasen el establecimiento.
Compr un segundo revlver para m Tiene
usted que comprenderme, seor comisario.
Estaba usted dispuesta a disparar antes de
que matasen a su marido
Le juro que, cuando apret el gatillo,
Combarieu estaba levantando su arma.
Es todo cuanto tengo que decir. Contestar a
las preguntas que quiera usted hacerme
Cmo es que su bolso est an marcado
con la letra M?
Porque es un bolso de mi hermana Si
Combarieu tuviese razn, si hubiese existido la

sustitucin de la que tanto ha hablado, habra tenido


la precaucin de cambiar la inicial
En suma, quiere usted lo suficiente a un
hombre para
Quiero a mi marido
Digo que quiere lo bastante a un hombre, sea
o no su marido
Es mi marido
Quiere lo bastante a ese hombre, es decir, a
Auger, para decidirse a matar para salvarle o para
impedir que fuese l quien matase
Contest simplemente:
S.
Y se oy ruido en la puerta.
Entra dijo ella.
Maigret pudo, por fin, ver al hombre del que
tantas descripciones diferentes le haban dado, el
cliente de bigote azulado que le pareci, sobre todo
despus de la declaracin de amor que la joven
acababa de hacer, de una vulgaridad desesperante,

de una mediocridad absoluta.


Mir inquieto a su alrededor. Ella sonri y le dijo:
Sintate Ya lo he contado todo al
comisario Qu tal el corazn?
Palp vagamente su pecho y murmur:
Vaya
El jurado del Sena juzg a la seora Auger como
habiendo actuado en legtima defensa.
Y cada vez que Maigret contaba aquella historia,
conclua con un irnico:
Eso es todo?
Es decir, usted piensa que hay algo ms?
Eso no quiere decir nada Si no es que un
hombre vulgar puede inspirar un gran amor, una
pasin heroica Hasta si es comerciante de sellos y
si tiene el corazn dbil
Y Combarieu?
Qu?
Estaba loco cuando se imaginaba que su
mujer no era la que haba muerto, sino la que se

haca pasar por Isabel?


Maigret se encoga de hombros y repeta con un
tono de parodia:
Un gran amor! Una gran pasin!
Cuando estaba de buen humor y acababa de
beber un calvados, calentado entre sus manos, a
veces aada:
Un gran amor! Una gran pasin! No
siempre es el marido quien la inspira, no? Y las
hermanas, en la mayora de las familias, tienen la
maldita mana de enamorarse del mismo hombre
Combarieu estaba muy lejos
Acababa dando grandes chupadas a su pipa:
Id a saber con gemelas que ni sus mismos
padres reconocan y padres a los que no se ha
podido interrogar porque haban muerto Eso no
quita que nunca haya hecho un da tan hermoso Y
creo que nunca he bebido tanto Si Janvier fuese
indiscreto, incluso podra decirles que nos
sorprendimos cantando a coro, en el taxi que nos
llevaba a Pars, y la seora Maigret se pregunt por
qu, al volver a casa tena en el bolsillo un ramo de

violetas Dichosa Marthe! Perdn Quiero


decir: dichosa Isabel!
2 de mayo de 1946.

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