Juan-Schobinger - Los Santuarios de Altura Incaicos y en El Aconcagua Aspectos Generales e Interpretativos
Juan-Schobinger - Los Santuarios de Altura Incaicos y en El Aconcagua Aspectos Generales e Interpretativos
Juan-Schobinger - Los Santuarios de Altura Incaicos y en El Aconcagua Aspectos Generales e Interpretativos
RESUMEN
Se efecta una somera revista de los materiales hallados en 1985 en el filo sudoccidental del
contrafuerte "Pirmide " del Cerro Aconcagua en la provincia de Mendoza, a 5300 metros de
altura. Se relaciona este enterratorio ritual incaico (nio de 7aos, envuelto en numerosos textiles
y rodeado de seis estatuillas) con otros sitios altoandinos que contenan momias conservadas por
congelamiento. Se menciona su distribucin, relacin con los caminos que cruzaban la Cordillera,
ocasin en que se realizaban (una forma especial de capacocha o sacrificio solemne de personas
jvenes, organizado por el Estado en sufaz religiosay eventualmente tambin poltica), y aspectos
del simbolismo concomitante. Se seala la contribucin de la arqueologa de alta montaa para
conocer mejor la cosmovisin andina, a travs de las prcticas rituales asociadas a la veneracin
de las altas montaas dotadas de una especial sacralidad. Con las investigaciones de los ltimos
aos se ha afianzado el reconocimiento de que el factor simblico-religioso ha jugado un papel
importante en la expansin imperial incaica.
ABSTRACT
Thispaper offers a briefreview ofthe archaeological evidencefound in 1985 at 5300 meters
altitude in the southwestern edge of the Pirmide backdrop of the Aconcagua Mountain
(province of Mendoza). This Inka ritual burial (a seven year od boy wrapped in numerous textiles
and surrounded by six statuettes) is compared with other high Andes sites containingfrozen, and
thus preserved, mummies. The paper discusses their distribution, their relation to the roads
crossing the Cordillera, occasion during which they were placed there (a particular capacocha or
solemn sacrifice ofyoung people, organized by the State as par ofits religious componet or
perhaps even political) and aspects of related symbolism. The contribution of high mountain
archaeology to better understand the Andean cosmovisin is highlighted here by the ritual
practices asociated with the veneration of high mountains which were imbued with particular
saccredness. Reseach in recentyears has strengthened the idea hat the symbolic-religiousfactor
playea an imponan role in the expansin ofthe Inka Empire.
beige, seguido del acto de sacrificio producido por un golpe en el crneo para provocar la prdida
de conocimiento o, ms probablemente, la muerte misma.1
De inmediato (o al mismo tiempo?), fuerte presin lateral para ahogarlo; tan fuerte que
provoc la fractura de dos costillas. La crisis provocada por este doble acto de violencia provoca,
por un lado, vmito, y por otro, defecacin, registrados en el uncu y en dos de las mantas sobre las
cuales deba estar colocado en posicin sentada. Se le coloca el segundo uncu (marrn) -ambos sin
Figura 2. El enterratorio ritual del Aconcagua (5300 m). Al fondo, el cerro Tolosa (5400 m).
Los expedicionarios observan el fardo funerario, antes de iniciar su excavacin. (Se distingue
el crneo, con una rotura central). (Foto del autor).
pasar los brazos por el orificio lateral- y se lo envuelve en los mantos, fuertemente sujetos por las
amarras, una en la zona del pecho y otra a la altura del cuello. Se rellena el fardo con otras prendas
(uncus, huaras, cordones), se colocan las telas cumbi bordadas, y se corona la operacin con una
verdadera "corona" formada por el gran tocado de plumas y su continuacin el manto de plumas
engarzadas que le cubre la espalda. Cubierto luego con el relleno de tierra, protegido de los vientos
por la pirca semicircular, provisto de alimento y con sus acompaantes de oro, plata y mullu, el
elegido inicia su viaje al Ms All, en misin sacralizante y pacificadora, como lo hace tambin
su pequeo compaero enterrado -poco antes o poco despus- en el cercano Cerro El Plomo.
Ambas montaas quedan as consagradas como los grandes apus del extremo sur del Imperio
Incaico, garantizadores del agua y de la fertilidad (es decir de la vida csmicamente estabilizada)
de los valles de los ros Aconcagua, Mapocho y Maipo, del que posteriormente se llamara "Reyno
de Chile". Quedan, tambin, como protectores del ms meridional de los caminos que cruzan la
Cordillera dentro del dominio imperial.
El enterratorio del Aconcagua est asociado a esta importante senda incaica, borrada en la
regin cordillerana pero bien visible en el valle de Uspallata, en donde existen tres tambos hoy bien
estudiados (Schobingery Barcena 1972-1973, Barcena 1988 y 1993-1998). Una asociacin directa
est dada por un "explazo" o rectngulo ceremonial ubicado en la cima del Cerro Penitentes (4356
m), al S.E. de Puente del Inca, cuyos lados mayores estn orientados hacia el sitio del enterratorio
visible hacia el N.W. Aunque no hemos encontrado cermica asociada, tambin puede tener una
relacin un pequeo grupo de recintos circulares de pirca, en el sector central de la Quebrada de
Horcones llamado Confluencia. Que por aqu pas y descans el reducido squito sacrifcador est
indicado por una pequea estatuilla femenina de Spondylus, hallada superficialmente en la zona
por Jorge Surez en el curso de una exploracin botnica. Se halla fragmentada, ya que faltan las
piernas. Aparentemente, la perdieron los incas durante la aproximacin al Cerro. Su conservacin
y su hallazgo constituyen dos raras casualidades.
Para una clasificacin morfolgica del sitio del enterratorio del Aconcagua, siguiendo a
Ceruti, debemos tener en cuenta que hay, bsicamente, dos categoras de santuarios de altura. "La
gran mayora de los sitios rituales se encuentran ubicados en las partes ms altas de las montaas,
aunque tratndose siempre de emplazamientos accesibles sin medios tcnicos de escalada. Su
localizacin en la cumbre o precumbre de la montaa elegida, depende de la morfologa, topografa
y extensin en superficie del espacio disponible para su emplazamiento. Cuando la cumbre es
amplia y plana (como ocurre en muchas montaas del N.O. A.), all suele encontrarse el santuario;
en tanto que las evidencias suelen estar ausentes cuando la cima es abrupta o de reducida extensin.
En muchos de esos casos, se ha preferido aprovechar las reas precumbreras ms llanas y extensas
(Chuscha, Quhuar). O bien se ha debido aterrazar artificialmente la cumbre, como ocurre en el
Nevado de Chai, o rellenarla, como en el Cerro Las Trtolas.
"El hecho de que el emplazamiento de la mayora de los sitios rituales ocurra en explanadas
llanas y extensas, permite inferir que se habra privilegiado la capacidad para contener gente, por
sobre la visibilidad y amplitud del campo visual del escenario del ritual. Por lo que cabe suponer
que se trataba de ceremonias que contaban con la asistencia de cierta cantidad de pblico. Por otra
parte, las atinadas elecciones de los emplazamientos de los sitios rituales, denotan que los Incas
posean un conocimiento acabado de cada una de las montaas, antes de proceder a la construccin
de sus santuarios y complejos ceremoniales.
"Existen tambin, aunque en menor cantidad, localidades de altura en las que los sitios
rituales se ubican en cumbres o filos abruptos, careciendo prcticamente de estructuras arquitectnicas. Dichas localidades no presentan habitualmente instalaciones logsticas de apoyo, todo lo
cual susiere participacin de un escaso nmero de personas en las ceremonias all realizadas.
Renen estas condiciones los sitios en los cerros Aconcagua, Galn, Bertrand, Collaguaima, entre
otras. Todos los indicadores sugieren que fueron ascendidas en una sola ocasin, sin haberse
previsto su reutilizacin ulterior.
10
"El caso del Aconcagua es muy particular: el enterratorio de la momia se encontraba sobre
un filo abrupto y de difcil acceso, a 5300 m.s.n.m., en la base del contrafuerte Pirmide, 1600
metros debajo de la cumbre. No hemos encontrado vestigios prehispnicos a lo largo de la ruta
normal que lleva a la cima del Aconcagua por la vertiente noroeste. De modo tal que inferimos que
los Incas no llegaron a conocer acabadamente la montaa, sino que intentaron abordarla por la
primer ruta que les pareci factible: el filo sudoccidental.
"Al llegar a la base del contrafuerte Pirmide, y encontrar que los paredones de roca y hielo
les impedan proseguir con la ascensin, debieron decidir efectuar all mismo el sacrificio. El sitio
no parece haber sido construido con vistas a una ulterior reutilizacin. Aparentemente se trat de
un evento nico de ascensin, en el marco de los primeros acercamientos a una montaa
desconocida." (Ceruti 1999:25-26).
Coincidimos con esta interpretacin, sealando nicamente otro posible factor que llev al
establecimiento del enterratorio en el filo S.W.: desde la base en la Quebrada de Horcones (sector
Confluencia-Playa Ancha) no se ve la cumbre del Aconcagua, tapada por la "Pirmide" que
impresiona as como un cerro propio. Percibieron los subditos incaicos un simbolismo especial
en esa forma geomtrica?
Figura 5. Detalle muy ampliado de una de las aves (inspirada en los cormoranes de la costa
peruana), que junto con una guarda aparecen bordadas en el borde superior y en el inferior
de un gran manto de algodn. Tradicin cultural Chancay. (De un diapositivo del autor).
12
Figura 6. Tocado de plumas amarillas (de guacamayo) y negras (de tucn i. tras su parcial
restauracin por C. Abal y J. Ferrari. Actualmente en exhibicin en el Museo .Arqueolgico
de la U. N. de Cuyo. (Foto del autor).
13
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Aconquija
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Santiago
"(, Mendoza
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100
ZOO Km
Figura 7. La red de caminos incaicos en el extremo sur del Imperio: norte y centro de Chile (al
oeste de la actual lnea limtrofe indicada con cruces) y N. W. y oeste de la Argentina. Los
crculos indican algunos de los poblados y tambos conocidos arqueolgicamente; los tringulos
corresponden a los principales cerros en los que se han efectuado hallazgos arqueolgicos.
Se nombran aquellos en los que se encontraron enterratorios de altura con cuerpos congelados
(Chai. unos 5900 m; Llullaillaco, 6700 m; Chuscha o Cajn, 5200 m; El Toro, unos 6200 m;
Aconcagua, 5300 m; El Plomo, 5400 m). (Diseo del autor).
14
6) Pichu-Pichu (sur del Per, 5600 m), 1963-1965. (Un segundo esqueleto de muier joven
se habra excavado hacia 1991, y otro en 1996).
7) Coropuna (sur del Per, 6400 m): momia extraida de sus faldas en 1965 por un lugareo
en un sitio no localizado.
8) Quehuar (norte de la Argentina, 6100 m): momia observada en 1974. posteriormente
destruida por desconocidos en un intento de saqueo. (A principios de 1999 se lograron rescatar
partes de esta momia que haban quedado en el terreno).
9) Aconcagua (oeste de la Argentina, sitio ubicado a 5300 m), 1985.
A partir de aquel ao los hallazgos se multiplicaron, y adems fueron hechos en el curso de
excavaciones sistemticas:
10) Ampato (sur del Per), 1995: dos momias y un esqueleto en ubicacin diversa, entre 5800
y 6300 m. (En 1997 se descubri otro fardo funerario).
1 l)Sara-Sara ( suroeste del Per, 5500 m), 1996.
12)Misti (sur del Per, 5800 m): por datos preliminares sabemos que en 1998 se encontraron
6 cadveres mal conservados, con su correspondiente ajuar.
13) Agregamos a ltimo momento el hallazgo, en el sitio con ruinas ms alto del mundo
- Llullaillaco en la Puna argentina, 6720 m), en marzo de 1999, de tres momias excelentemente
conservadas (dos nios y una mujer joven), con rico y abundante ajuar; todo del clsico estilo incaico.
Los santuarios-enterratorios conocidos suman, pues, 13; y la cantidad de momias o esqueletos de altura suman 25. Hasta mediados de 1995 eran 9, tratndose de hallazgos aislados
efectuados por circunstancias azarosas y extrados por no especialistas (salvo dos casos: El Toro
> Aconcagua).4 En slo tres aos y medio (septiembre 1995 - marzo 1999) se multiplicaron
notablemente tanto las prospecciones sistemticas como los hallazgos de momias y sus ajuares,
que. como ya dijimos, fueron el producto de investigaciones planificadas realizadas por profesionales, complementadas con estudios tericos y de gabinete. Se justifica as nuestro dicho: la
arqueologa de alta montaa ha pasado definitivamente, del estadio deportivo y de salvataje. al
;;entfico. Pasar as a tener un lugar importante en los tratados de arqueologa andina.
En relacin con la distribucin de los sitios, parece significativa una observacin efectuada
mientras consultbamos una publicacin referida a una de las grandes erupciones volcnicas de los
Andes y sus efectos psico-sociales (Buysse-Cassagne 1984, con cita de Simkin et al.. Volanos of
he worid, 1981). La mayor concentracin de volcanes -algunos activos, la mayora extinguidosse corresponde casi exactamente con la de los sitios arqueolgicos de altura dentro de los lmites
del imperio incaico. La inexistencia de stos ms al sur del paralelo 34 S constituye, de paso, un
indicio corroborante de la tesis de que el lmite efectivo de la dominacin incaica no iba ms all
de la cuenca del ro Cachapoal ya que en el rea araucana o mapuche siguen los volcanes; no hay
santuarios de altura, pero aqullos son venerados y eventualmente temidos como asiento de las
fuerzas del mitolgico Pilln.
Hacia el norte, la zona volcnica se reanuda en la actual Repblica del Ecuador. Si bien hasta
all lleg con fuerza el dominio de los monarcas cuzqueos, salvo un caso dudoso no se sabe de la
existencia de ningn santuario de altura. Este sorprendente hecho podra explicarse por la
inexistencia de un sustrato cultural en el que se podran haber originado dichas prcticas.
La comprobacin de que su rea de hallazgos corresponde slo a dos de los cuatro suyus del
apeno "de las cuatro regiones" sigue tan vigente como hace treinta aos, en el inicio de nuestros
estudios (Schobinger 1966). Ya no parece que se trate slo de una circunstancia casual: tanto los
dinistas -ahora ms conocedores de la existencia de la arqueologa de alta montaa- como los
rquelogos han continuado sus ascensiones, y slo en esas regiones (Contisuyo y Collasuyo) se
han hecho numerosos nuevos e importantes hallazgos.
Observando otro mapa, esta vez cultural, se ve con claridad que los sitios ceremoniales en
general y los enterratorios de altura en particular, se hallan asociados a tramos altos de la red de
caminos incaicos. Dicho en trminos funcionales: en donde una senda transversal conectaba ambas
15
araucanos.
La red de santuarios de altura, que como dijimos se extiende a lo largo de un rea de ms de
2000 kilmetros desde el sur del Per hasta el centro de Chile y oeste de la Argentina, constituye
una prueba impresionante del dominio incaico sobre estas regiones, como lo es tambin la
organizada red de caminos, instalaciones y tambos, que estaba sobre todo al servicio del comercio,
del transporte de minerales, de los movimientos de tropas, y de los chasquis o mensajeros.
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Tambin, en ciertas ocasiones, eran recorridos por los squitos ceremoniales/ A travs de su
relacin con los santuarios de altura, los caminos incaicos reflejan tambin la importancia del factor
religioso en la expansin y en la vida de este ltimo gran imperio andino.
de los Incas como Hijos del Sol, y deba ser inaugurado mediante una capac hucha en los ms altos
y difciles Centros de Poder.8
S.W. y del extremo sur, fuera de la regin altiplnica, y llama la atencin que aqu aparezcan con
singular magnificencia en sitios ms difciles e inhspitos que la mayora de las cumbres puneas,
con la gran excepcin, ahora, del Llullaillaco. Se quiso con ello contribuir a la uniformizacin
poltico-cultural de toda la regin del Collasuyo?
Surge otra pregunta: Estaban incluidos en el mencionado sustrato ideolgico los sacrificios
humanos? Por el momento no es posible contestar a esta pregunta. Hay un antecedente proporcionado recientemente por las excavaciones en el Akapana de Tiahuanaco. No los conocemos en
cambio en el mbito de los reinos altiplnicos del ltimo Perodo Intermedio; aunque una fuente
etnohistrica proveniente de un nieto de Huayna Capac dice que los incas tomaron la costumbre
de sacrificar nios, de los collas.11
En los enterratorios de altura se combina as la prctica del sacrificio humano con una antigua
veneracin de los altos cerros nevados, en especial los que presiden un valle proporcionndole el
agua necesaria para el riego, o que se hallan cerca de los pasos cordilleranos transitados por los
subditos incaicos. Como dijimos, la montaa ha sido percibida como centro de poder o de energas,
tanto en el Tahuantisuyo como en muchas otras culturas del mundo. En el altiplano sudperuanochileno-boliviano ello permanece vigente hasta la actualidad. ("Si crees, los Apus te curan": frase
de los mdicos tradicionales de los alrededores de Cuzco). Las tumbas de los elegidos pasaban a
tener carcter de Huaca (lugar sagrado), y su ubicacin en terrenos congelados (permafrost) era sin
duda intencional, con miras a la conservacin del cuerpo. Las momias de los sacrificados eran
veneradas, tal como lo eran las momias intencionalmente preparadas de los soberanos incaicos.
Como dato arqueolgico relacionado con el tema, puede sealarse que el nico caso
documentado en la Argentina de sacrificio ritual de un prvulo, conservando la soga con la que fue
estrangulado, en un sitio que no es santuario de altura, pertenece a un contexto incaico. Se trata de
la "momia de Salinas Grandes", encontrada en la puna de Jujuy a principios de siglo (Milln de
Palavecino 1966).
19
en lugares ms o menos abruptos, y sobre todo, sin una relacin geogrfica directa con ncleos
poblacionales (salvo el Plomo). En el caso del sitio del Aconcagua, ya sealamos que no parece
haber sido un santuario visitado con alguna asiduidad, y menos por grupos ms o menos grandes
de personas. Se halla lejos tanto del valle del ro Aconcagua como del de Uspallata, y an del propio
"camino real" incaico. No olvidemos, por lo dems, que en estas zonas no existi el sustrato
ideolgico de culto a las montaas, en la misma forma en que se dio -y en cierto modo an se daen las regiones altiplnicas. Por lo tanto, no habra necesidad de proceder aqu a una " apropiacin
ritual de las cumbres" con la finalidad de legitimar la dominacin imperial.
Brevemente, digamos que para el santuario-enterratorio del cerro Aconcagua no creemos que
pueda aplicarse la "teora del conflicto" como explicacin de su existencia. Posibilidad que no
negamos, como elemento asociado al factor religioso, para los sitios ms septentrionales.
Aproximacin al simbolismo
Sobre las relaciones culturales y el rico y variado simbolismo que se trasunta en los
numerosos elementos textiles del fardo funerario, remitimos a las interesantes conclusiones -y
tambin interrogantes- del trabajo de C. Abal (1999). Agreguemos slo dos palabras sobre las
estatuillas.
Se ha intentado desentraar el simbolismo de las estatuillas sobre base etnohistrica, con
20
escaso xito. Despus de un largo anlisis, el nico aporte concreto de P. Dransart (1995) es la
existencia de estatuas, mayormente de oro, que a modo de "doble" se habran mandado hacer los
soberanos incas (huauqui = "hermano"), sea para llevarlas consigo en expediciones guerreras sea
para colocarlas en las tumbas: podran las estatuillas constituir una reproduccin en pequeo de
las mismas? Podra el material de que estn hechas relacionarse con determinadas divinidades
jerarquas del imperio o clases sociales? Podra haber una relacin con los cuatro elementos? A
diferencia de las ofrendas humanas, el simbolismo de las estatuillas slo puede inferirse sobre la
base de los propios hallazgos arqueolgicos.
Antes del hallazgo del Aconcagua, slo en dos casos haba estatuillas asociadas a enterratorios
(El Plomo y Pichu-Pichu). En cambio, la mayora de las estatuillas -humanas y de llamitas- haban
aparecido en sitios en donde no se registraban sacrificios humanos. Diez yacimientos segn la lista
de A. Beorchia Nigris 1985, desde el Mismi y el Licancabur hasta el Mercedario, sin contar los
cerros "bajos" Esmeralda y Puntudos en el norte de Chile. Esto hizo surgir la hiptesis del
"sacrificio sustitutivo" (sugerida por primera vez por Schobinger 1966:13-207). Esto implicaba
que, en ciertos casos, o en una etapa ms reciente dentro del.perodo incaico, los seres humanos
reales fueron sustituidos por estatuillas en funcin de "mensajeros para el Ms All".
Sin descartarla del todo (hay indicios etnogrficos), pensamos actualmente que, habiendo ya
vanos enterratorios importantes acompaados por estatuillas tanto humanas como animales, su
interpretacin debe ser formulada en forma ms amplia: las estatuillas tuvieron un uso mltiple y
un simbolismo ms complejo de lo que imaginamos. (No hay que olvidar que tambin se han
encontrado en sitios "de abajo" en toda la extensin del Imperio Incaico, aunque generalmente sin
conocerse las condiciones de hallazgo). Postulando su carcter religioso -indicado por los metales
preciosos y el mullu (Spondylus) tan valorado desde las etapas formativas, utilizados como materia
prima- podemos interpretar a las estatuillas humanas como viajeros que de algn modo acompaaban al personaje sacrificado en su trnsito al Ms All celeste y luminoso (como lo habra sido
mas modestamente, el roedor que integraba el ajuar del joven inhumado en el Cerro El Toro) Lo
dicho tambin se da, en forma an ms contundente, en los recentsimos hallazgos del Misti y del
Llullaillaco.
"
Figura 8. Las piezas de oro asociadas a la momia del Aconcagua: laminilla enrollada (hallada
dentro de uno de los mantos); llamita de oro laminado (que se hallaba acompaada de otras
dos, hechas en valva Spondylus); estatuilla de oro laminado (que como la anterior se hall por
fuera del fardo junto con otras dos, una de ellas metlica y la otra en Spondylus); fina plaquita
que colgaba de su hombro. (Foto del autor).
21
Nota: Este artculo corresponde, con pocas modificaciones, al captulo final del libro El
enterratorio incaico del Cerro Aconcagua (EDIUNC, Mendoza), que se halla en prensa.
NOTAS
Lo dicho en su informe es elocuente, dentro de su brevedad: "Sutura fronto-parietal derecha cabalgada a
expensas de existir un desplazamiento, un hundimiento hacia adentro del hueso frontal".
Ampato, en 1995 y 1997; Sara-Sara, 1996; Pichu-Pichu, 1996; Misti, 1998; Quehuar y Llullaillaco,
principios de 1999; los tres primeros en el S.W. del Per y los dos ltimos en la Puna argentina. (Datos
preliminares: Reinhard, 1996, 1998, 1999).
Corresponde a una momia con ajuar extrada hacia 1922 por lugareos de la zona de Cafayate en el sur de
Salta. Fue observada y fotografiada por A. Sirolli en 1924 y sumariamente descripta por ste en 1977.
Sufri diversas peripecias y se la daba por desaparecida, hasta que fue redescubierta por Antonio Beorchia
Nigris en un museo privado de Buenos Aires (cuyo poseedor J.C. Colombano la haba rescatado de un
remate), y estudiada preliminarmente por J. Schobinger (1995). En 1996 Christian Vitry y Mara
Constanza Ceruti lograron identificar el sitio de hallazgo, en una precumbre del Nevado de Chuscha.
Sabemos tambin de laexistencia de "santuarios de bajamontaa",cuyoejemplo ms notable lo constituye
el Cerro Esmeralda en la Cordillera de la Costa, cerca de Iquique en el Norte Grande de Chile. En una
elevacin de slo 905 m sobre el nivel del mar haba un sitio similar a los de la Cordillera, con un
enterratorio doble y un notable ajuar funerario integrado por elementos incaicos puros .Checura
reproducido en Beorchia Nigris 1987:77-84). Algo similar i con hallazgo slo de estatuillas, se da en los
cerros Los Puntudos (aprox. 2200 m) y Juan Soldado, cerca de La Serena en el Norte Chico chileno. El
enterratorio del Cerro Esmeralda es una de las pocas capacochas que se salvaron de las iras de los
"extirpadores de idolatras" del siglo XVI, a pesar de hallarse en una situacin perfectamente accesible para
ellos. A diferencia de lo que hacen otros autores, preferimos no incluir estos hallazgos en la categora de
"santuarios de altura".
Excepcionalmente, el Cerro El Plomo no est asociado a un paso cordillerano, sino como tutelando el
camino longitudinal entre la zona de las actuales ciudades de Los Andes y Santiago y los establecimientos
incaicos situados en las mismas. Sin embargo, no puede excluirse una relacin con una ruta secundaria,
ms difcil que la de los ros Las Cuevas y Aconcagua, que partiendo de la zona de Santiago (valle del
Mapocho) se dirige en direccin ENE para cruzar por el Paso Pircas (4800 m) y descender luego por el ro
Tupungato hasta su confluencia con el ro Mendoza, entroncando all con el camino principal. Ver H.
Barrera, 1975). Investigadores chilenos han estudiado recientemente el antiguo camino que recorre el alto
valle del ro Aconcagua, documentando al menos tres tambos a lo largo del mismo: Salto del Soldado (1300
m), Ojos de Agua (2100 m) y La Calavera o Juncalillo (3200 m), as como un probable santuario de altura
en el cerro "La Parva del Inca" (4800 m), ubicado a unos 20 km al norte de Ojos de Agua (Coros Cantn
y Coros Villca 1999).
Ver el detallado estudio sobre este aspecto del ceremonialismo de la capacocha, efectuado por Fierre
Duviols 1976.
-
Se trata de Tanta Carhua, la bella hija del curaca de Ocros, lugar ubicado en un valle de la zona central
del Per. Rodrigo Hernndez Prncipe, "extirpador de dolos" del siglo XVI transmite un relato de esta
ceremonia, transcripto y analizado por T. Zuidema (1978). Nos dice este autor: "Her sacrifice served a very
complex whole of political, ritual, economic and calendrical purposes. Part of these were classified within
23
Que el nio del Aconcagua fuera nada menos que el hijo de Michimalonco, el jefe local de la zona central
de Chile que acept formalmente pasar a ser subdito imperial en ocasin de la visita de Huayna Capac, no
deja de ser una hiptesis interesante, pero imposible de verificar. (Gentile 1996). En realidad, el anlisis
paleodiettico sugiere algn valle andino mesotrmico, que en opinin del que escribe apunta ms al Per
que a los valles chilenos o argentinos. Pero es materia opinable.
Asociado a veces a la nocin del axis mundi y tambin a la del "centro u ombligo del mundo". Este
simbolismo se articula en tres conjuntos solidarios y complementarios: 1) En el centro del mundo est la
"montaa sagrada", en punto en que se unen el cielo y la tierra; 2) Todo templo o palacio, y por extensin,
toda ciudad sagrada y toda residencia real son asimilados a una "montaa sagrada" y se convierten as en
"centros": 3) A su vez. el templo o la ciudad sagrada, por ser el lugar por el que pasa el axis mundi, son
considerados como el punto de unin del cielo, la tierra y el infierno. (M. Eliade 1974).
10
"El Illimani controla el tiempo. l es el jefe, a quien hay que pedirle favores. Le traemos ofrendas, a fin
de proporcionar el agua necesaria para nuestros cultivos". (Estos despachos consisten en cerveza, fetos de
llama, cigarrillos, incienso, pan, hojas de coca). Fueron palabras dichas por un campesino yatiri a Johan
Reinhard en el lugar de la ceremonia, en el borde de un glaciar que baja por las faldas del cerro ms sagrado
de Bolivia. Otro le dijo: "Dios est distante; tenemos que tratar con sus intermediarios, las montaas". En
el sur del Per, otro dijo: "San Pedro tiene las llaves para entrar... al mundo de los muertos en el Nevado
Coropuna". (Reinhard, 1992, pp. 92,103).
1'
"De haberlo odo decir a sus antepasados, que el origen que tuvo esta orden de sacrificio, fue que cuando
los Ingas comenzaron a conquistar esta tierra, vieron que los indios de la Provincia ci Coiao nacan ci
dicho sacrificio de los dichos nios a sus dioses, y entendieron que por esta causa no los podan vencer,
y por esto los dichos Ingas comenzaron a hacer dichos sacrificios y los vencieron, y despus de esto se haba
tomado costumbre de lo hacer...". (De la informacin mandada levantar por el Virrey Don Francisco de
Toledo en 1571; citado porR. Daz Costa, 1966, p. 153).
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