Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

La Onda Que Nunca Existio de Jose Agustin PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA Ao XXX, N 59. Lima-Hanover, 1er. Semestre de 2004, pp.

9-17

LA ONDA QUE NUNCA EXISTI Jos Agustn

Durante 1969 en Mxico ya se poda advertir que la literatura sobre la juventud escrita desde la juventud misma era un fenmeno significativo e indito. Era distinto a que escritores maduros recreasen sus aos adolescentes, pues por muy talentosamente que lo hicieran para ellos esa etapa de la vida era lejana y haba un filtro que distanciaba o incluso degradaba la autenticidad al evocarla. Hay quienes dicen que nadie se resiste a contar sus primeros aos, el paraso perdido, cuando se acerca o se vive la vejez. Pero otros han narrado su juventud cuando ellos mismos eran jvenes. Son pocos, pero son. Hasta donde s, los precedentes de esto fueron los franceses de las dcadas de 1920 y 1930, Raymond Radiguet, Alain Fournier y otros ahijados de Rimbaud. En Estados Unidos, Mark Twain escribi sobre la primera adolescencia, pero l ya era un autor maduro; en cambio, Scott Fitzgerald y J. D. Salinger dieron grandes novelas de la juventud siendo jvenes ellos mismos, pero fueron casos aislados y en tiempos distintos. En Inglaterra estuvieron los angry young men, pero ya no eran tan jovencitos como David Benedictus cuando public You re a big boy now; Rusia tuvo a Lermontov y de Alemania slo conozco el caso de Goethe y Werther. Seguramente hay otros en distintos lugares y tiempos, pero mi incultura es tanta que presumo de ella. En todo caso, el tema de los jvenes escrito por la juventud misma no es comn en ninguna parte. En Mxico fue un fenmeno distinto al de Francia, ya que ser joven en los aos sesenta era todo un complejo cultural que nunca antes se haba dado y que tuvo hondas repercusiones sociopolticas; por ejemplo, nadie pone en duda actualmente que esa literatura juvenil anunci, prepar y dio forma al movimiento estudiantil de 1968, parteaguas en la historia del pas. Por razones semejantes la literatura sobre la juventud escrita por jvenes apareci

10

JOS AGUSTN

poco despus en Latinoamrica, especialmente en Cuba (Reynaldo Arenas, Jess Daz), Chile (Antonio Skrmeta), Argentina (Nstor Snchez, Hctor Libertella) y Colombia (Andrs Caycedo). En Per est, naturalmente, Mario Vargas Llosa con La ciudad y los perros (1963), una novela con personajes jvenes pero cuyo tema no es la juventud y el rito de iniciacin a la madurez, pues la pica subyacente y la experimentacin formal la hacen obra tpica del boom latinoamericano. Los cachorros, en cambio, s es una novela sobre la iniciacin a la madurez, pues enfatiza lo individual sobre lo social. En Mxico algunos de los escritores jvenes de los aos 1960 narramos nuestro entorno. Algunos contaron el crecimiento con medios tradicionales, pero otros utilizamos las hablas coloquiales y nos referimos a lo inmediato y concreto: lugares, hechos, gente, costumbres, modas o personalidades especficos. Algunos tambin incorporamos referencias o herramientas del cine, rock, televisin, comics , fantasa, sueos, visiones, novela negra y ciencia ficcin. En general, hubo una reinsercin en la cultura popular mexicana, aunque esto tard en notarse, pues en un principio se vio como desnacionalizacin o transculturacin. Entre 1964 y 1973 se escribi sobre la bsqueda de identidad, el descubrimiento del amor y del cuerpo, la brecha generacional y el conflicto individualidad-sociedad o poltica-religin, pero tambin sobre drogas, guerrilla, comunas y espiritualidad para-religiosa. Como era de esperarse en gente joven, se explor el erotismo. En el fondo, lo admitan o no, se trat de las primeras manifestaciones de un cambio de piel, una revolucin cultural y el inicio de toda una desmitificacin y revitalizacin de la cultura en Mxico. La novela juvenil no slo inici al pas en la postmodernidad sino que procedi a definir el espritu de los nuevos tiempos. En buena parte, todo esto se hizo ldicamente, con experimentacin formal, juegos con las palabras, fusin de gneros, irreverencia, stira, parodia, irona y crtica social. En medio de esto, que muchos juzgaron mera estridencia, en general, como siempre, se buscaba la palabra justa y la universalidad del contenido. Es decir, la intencin era literaria. Lo que haba cambiado eran los conceptos. La esencia estaba en la apariencia, lo inmediato era lo eterno; lo local, universal, y la idea de cultura borraba fronteras y jerarquas. Consciente o inconscientemente haba un empeo por democratizar la cultura y todos los hechos culturales o las formas de escritura podan ser literarios. Se trataba de una narrativa distinta y tan vlida como cualquiera. Claro que al proponer nuevos sistemas vino una resisten-

LA ONDA QUE NUNCA EXISTI

11

cia tremenda por parte del establishment cultural, que no esperaba nada de eso y por tanto lo consider fenmeno de corta duracin; se deca que con un lenguaje tan local y temporal, costumbrista en el mejor de los casos, no pasara la prueba del tiempo. Sin embargo, otro significativo sector de los crticos, autores y lectores se entusiasm con esta literatura y la apoy. Yo fui uno de los protagonistas de esa literatura juvenil (La tumba, 1964; De perfil, 1966; Inventando que sueo, 1968), junto con Gustavo Sainz (Gazapo, 1965) y Parmnides Garca Saldaa (Pasto verde, 1968; El rey criollo, 1970), pero a fines de los sesenta ya haban publicado, aunque no por fuerza sobre temas juveniles, varios que an no llegaban a la treintena, como Juan Tovar, Ren Avils Fabila, Gerardo de la Torre, Hctor Manjarrez, Jorge Arturo Ojeda o Federico Arana. En 1966 se cre la serie de autobiografas Nuevos escritores mexicanos presentados por s mismos para autores ya clebres pero menores de treinta y cinco aos (Salvador Elizondo, Juan Garca Ponce, Juan Vicente Melo, Sergio Pitol, Carlos Monsivis, Fernando del Paso, Vicente Leero, Sainz y yo, que publiqu mi autobiografa a los veintids aos de edad). En 1967 el concurso de primeras novelas de Editorial Digenes lanz a Parmnides, Margarita Dalton, Orlando Ortiz y Manuel Farill. Jess Camacho Morales tambin hizo ruido por su cuenta con Cuando los perros viajan a Cuernavaca. Despus del movimiento estudiantil de 1968 y de la sicodelia jipiteca no haba duda de que la juventud poda ser no slo tema literario sino protagonista importante de la vida poltica y social, y Joaqun Mortiz adopt como lema la editorial de los jvenes . ERA y Siglo XXI por su parte lanzaron a los veinteaeros Ulises Carrin y Ral Navarrete. Por primera vez en la historia de Mxico ser joven poda ser respetable e incluso prestigioso, aunque tambin peligroso, porque el autoritarismo de la sociedad era muy fuerte y cualquier manifestacin, ya no se diga de rebelda sino de una personalidad propia, era subversiva, contracultural, y por tanto se la desalentaba o de plano se reprima. En Mxico no se supo cmo clasificar esta literatura. Jos Luis Martnez plante que haba surgido una nueva sensibilidad, es decir, un nuevo espritu en Mxico. Emmanuel Carballo destac la rebelda, iconoclastia e irreverencia al decir que entre bromas y risas coloca cargas explosivas en las instituciones ms respetables: la familia, la religin, la economa y la poltica . Por su parte, el crtico de la Universidad de Kansas, John Brushwood, plante que en mi caso coexistan la tradicin y la rebelda, pues lo mismo ex-

12

JOS AGUSTN

perimentaba e inventaba formas que utilizaba recursos clsicos o tradicionales. Era un fenmeno de continuidad y ruptura. Salvador Novo, Rosario Castellanos, Jos Revueltas, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Jos Emilio Pacheco validaron los libros sobre jvenes. Carlos Monsivis primero se entusiasm y enmarc el fenmeno dentro de una fuerte corriente de antisolemnidad que le quitaba rigidez a la cultura mexicana, lo cual haca mucha falta, pero despus dijo que fue mimetismo, desnacionalizacin ( los primeros gringos nacidos en Mxico ) e insensibilidad poltica. Juan Rulfo, aterrado, denunci que Sainz, Leero y yo ramos bfalos en estampida y que la literatura mexicana se salvara por el muro de contencin formado por Fernando del Paso, Juan Garca Ponce y Salvador Elizondo. Se explicaba que Rulfo nos rechazara a Sainz y a m, pero nunca he entendido por qu la agarr con el buen Leero, quiz nada ms porque fue nuestro amigo; Sainz y yo ramos las malas compaas . Hctor Aguilar Camn y Enrique Krauze, de nuestra edad, con un delicioso clasismo dijeron que se trataba de una plebeyizacin de la cultura . Fuentes cambi de opinin en 1969 y plante que esas obras eran intraducibles, pero no dijo nada cuando surgieron excelentes versiones en otros idiomas de obras difciles de Sainz y mas. Por su parte, en 1966 Huberto Batis asegur que mi novela De perfil sera ilegible en 1970. Le daba cuatro aos de vida, como a los androides de Blade Runner. En 1970, efectivamente vino el certificado de defuncin a travs de Margo Glantz, quien primero se mont en un proyecto meramente antolgico de Xorge del Campo titulado Narrativa joven de Mxico (Siglo XXI, 1969) y despus lo convirti en Onda y escritura en Mxico (Siglo XXI, 1970), en la que ampli notablemente el nmero de los antologados. En el prlogo present su divisin de la literatura mexicana en La Onda y La Escritura . Esta ltima era la buena, la artstica, universal e intemporal. La Onda era personajes juveniles, sexo, drogas y rocanrol, un fenmeno intrascendente, superficial y transitorio. En unas cuantas pginas despachaba el asunto e incluso plante que si haba algo bueno en los libros era a pesar de nosotros mismos. Pero ella alucin esa onda. Fue un juicio prematuro, basado en una apreciacin personal que no se tom la molestia de leer bien los libros y de estudiar seriamente un fenmeno importante. Esta relevancia la admiti ella implcitamente al darle rango de una de las dos caras de la literatura mexicana, pero no la investig y por tanto no la present debidamente.

LA ONDA QUE NUNCA EXISTI

13

A los aludidos, esta visin nos pareci errnea, esquemtica, reductivista, y, ms grave an, descalificadora, as es que casi todos protestamos. En especial nos quejbamos de la denominacin literatura de la onda . Margo me ech la pelota a m porque yo escrib Cul es la onda , pero este relato no es un manifiesto literario sino la historia de dos jvenes que toda la noche recorren hoteles sin hacer el amor; est escrito con un lenguaje que parte de lo coloquial para jugar incesantemente con las palabras y para subvertir las formas tradicionales del relato. La palabra onda implica movimiento y comunicacin, algo intangible que no percibimos hasta que nos volvemos el receptor adecuado para sintonizar distantes frecuencias que, invisibles, inciden en la realidad. En Mxico se empez a emplear coloquialmente a principios de los aos 1960 y desde un principio result un verdadero complejo de significados. Poda ser un plan, un proyecto, una posibilidad ( vamos a agarrar esta onda ), una fiesta o reunin ( la onda va a ser en casa de Alejandro el Peyotero ), una aventura o situacin ( me met en una onda muy gruesa ) o el espritu de los tiempos ( la onda presente es la del personal docente ), pero tambin lo que est ocurriendo ( qu onda? ), una manera de ver el mundo o el arte ( la onda de Marcel Duchamp ), algo correcto y oportuno ( muy buena onda ) o desafortunado ( psima onda ), una condicin mental ( se le fue la onda ) o matices de las cosas ( sta es una onda dentro de la misma onda ). Sin embargo, sobre todo, sugera algo decisivo y trascendente. En ese sentido la onda era un espritu especfico, contracultural. Agarrar la onda significaba entender algo dificultoso, ser flexible, abierto y capaz de reconsiderar, pero tambin era iniciacin en un proceso arquetpico; es decir, en un principio y una meta, en una sustancia mtica que con el tiempo paviment el camino de un fenmeno social, juvenil, contracultural, que se llam la onda en la bisagra de los aos 1960 y 1970. En todo caso, cualquier nocin cercana a onda tendra que verse como algo extremadamente mvil, intangible, eficaz para la comunicacin, y no por fuerza como un prisionero inescapable de los aos sesenta. Por otra parte, la palabra onda se sigue usando coloquialmente en Mxico igual que hace cuarenta aos porque no ha surgido ninguna otra que englobe semejante red de significados y la idea de un absoluto. Por mi parte, yo jams pens en crear o participar en un movimiento literario porque mis ideas en cuanto a la literatura iban en sentido contrario: yo crea que cada quien deba escribir como quisiera y lo que quisiera si lo haca bien. Lo importante era la calidad, pero sta slo poda apreciarse en su propio contexto, por lo

14

JOS AGUSTN

que procedencia, idearios o afiliacin me interesaban mucho, pero en segundo trmino. Todos los caminos eran vlidos si producan algo bueno. Y mientras ms, mejor. Yo afirmaba que cada obra establece sus propias leyes, que pocas veces son las nuestras y requieren que el lector se abra y lea sin prejuicios ni ideas preconcebidas, sin los anteojos de las ideologas o escuelas tericas y sin la presin de las modas, o sea, de las ideas de otros. Es decir, admitiendo la naturaleza intrnseca de la obra, era necesario sintonizarse con ella para poder apreciarla. Sin renunciar a la subjetividad tambin me pareca indispensable considerar la objetividad de la obra. Es decir, deslindar proyecciones personales en la lectura. Pero sas eran mis ideas. Sin embargo, Margo Glantz redujo todo a jvenes-coloquialismo-drogas-sexo-rocanrol, y adems encasill sin ton ni son a Ren Avils Fabila, Eugenio Chvez, Gerardo de la Torre, Elsa Cross, Juan Tovar, Parmnides Garca Saldaa, Humberto Guzmn, Roberto Pramo, Manuel Farill, Orlando Ortiz, a Sainz, a m y a varios ms. La sola lista evidenciaba que no haba ledo bien, si es que lo haba hecho, a gente que circulaba por carreteras distintas. Margo se hizo sorda cuando le explicamos que ninguno de los que mencionaba formbamos un grupo que se llamara La Onda . No se trataba de un movimiento literario articulado y coordinado como los estridentistas, surrealistas, existencialistas, beats o nadastas. Ni siquiera ramos un grupo sin grupo como los Contemporneos, pues Sainz y Parmnides nunca fueron amigos y se trataron muy poco. Nunca nos reunimos a elaborar un manifiesto de La Onda ni disparamos nuestros cnones. Ni remotamente nos apuntamos como modelos a seguir y hacamos libros por el gusto de escribirlos. Compartamos, eso s, un espritu generacional, por lo cual los primeros lectores entusiastas fueron jvenes de nuestra edad que se sintieron expresados en nuestros libros. De pasada, con esto ganamos nuevos lectores para la literatura mexicana. Si el numen de la literatura de la onda era rock-chavoscoloquialismo-sexo-rocanrol , Avils y de la Torre, entonces ms interesados en la mquina de escribir como metralleta , no caban ni con calzador. Menos Juan Tovar, que aunque le gustaba el rock primero fue un realista muy limpio y despus pas a una densa experimentacin formal. Y menos an la pobre Elsa Cross, una poeta mstica muy fina. Pero la categora literatura de la onda tambin es errnea y se presta a malentendidos y confusiones ya que por esas fechas existi un movimiento juvenil, subterrneo, llamado La Onda , resultado del cruce entre el movimiento estudiantil de 1968 y las ideas de los jipitecas de la misma poca. Los

LA ONDA QUE NUNCA EXISTI

15

chavos de La Onda fueron cantados por el grupo de rock el Tri ( Chavo de onda ) y tuvieron su apogeo durante el festival de rock de Avndaro de 1971, tras el cual, tcnicamente, se extinguieron y dieron origen a las bandas de fines de los setenta, ms punk pues ya no les interesaba la mstica de amor-y-paz. El nico cronista literario de La Onda es Jess Luis Bentez, con sus inconseguibles libros A control remoto y otros rollos y Las motivaciones del personal. Y as como Ken Kesey invent a los hippies pero nunca los narr literariamente, Parmnides convivi con los chavos de La Onda , pero no escribi sobre ellos. Lo hizo, rabiosamente crtico, de la clase media, y su propuesta maciza est en su personaje, Epicuro Aristipo Quevedo Galds del Valle Incln, que en realidad es un beat ms anarco. La ma no es una expresin literaria de La Onda . He escrito de drogas, sexo y rocanrol pero en contextos ms amplios y entre otros temas. Por su parte, Sainz no tuvo absolutamente nada que ver con La Onda . Literatura de la onda fue una etiqueta fcil para enmarcar un fenmeno mucho ms complejo. No motiv ms que confusiones. Nadie se pona de acuerdo en lo que era eso, salvo en la descalificacin tcita, y las discrepancias entre crticos como Margo Glantz, John Brushwood, Carlos Monsivis o Adolfo Castan son notorias. Cada quien traa su propia onda. En cambio, despus otros investigadores usaron el concepto literatura de la onda desde una perspectiva crtica, como Juan Bruce-Novoa, Raquel Lloreda, Alba Lara, Inke Gunia o Narciso Ypez, quienes han realizado trabajos desprejuiciados mucho ms iluminadores. Sin embargo, claro, las etiquetas son tiles, incluso llamativas. En nuestro caso, por desgracia, fue vehculo para la descalificacin tajante y militante de nuestros libros. Nadie tom en serio lo de La Escritura , pero en cambio s se aprovech su idea de La Onda . De la enclenque definicin de Margo Glantz quedbamos ms cerca, con severos asegunes, Sainz, yo y Parmnides, que coincidimos en temtica juvenil, anticonvencionalidad formal, referencias a la cultura de la realidad inmediata y juegos con el lenguaje popular. Pero escribamos bien distinto. A Sainz, ms limpio y literario , slo le gust el rock hasta que tuvo ms de treinta aos; es un respetable acadmico y un gran tcnico de la literatura. Parmnides era El Radical , provocativo y anarco, poeta maldito. Y yo quedaba entre los dos, con mi tradicin y rebelda . Me interesa la contracultura, pero establec mis distancias desde el principio. Siempre he estado a la vez dentro y fuera de ella. Adems, escrib sobre jvenes mientras fui uno de ellos, pero conforme pas el

16

JOS AGUSTN

tiempo obviamente mis temas y en cierta medida mi estilo fueron cambiando. Pero en los 1970 los bfalos ahora ramos Sainz, Parmnides y yo, y merecimos una santa cruzada. La etiqueta reductivista y esquemtica de Margo Glantz fue avalada y utilizada en el acto por los grupos de poder intelectual, que con semejante y oportuno certificado de defuncin tuvieron un marco terico para simplificar, estereotipar y satanizar a la so called literatura de la onda . Era una vulgarizacin o plebeyizacin de la cultura; intrascendencia, frivolidad, mero mimetismo, taquigrafa del habla oral u objeto de consumo comercial, sin valor artstico, o mercadotecnia vil. Por tanto, para cotizar en la Bolsa de Valores de la Literatura Mexicana antes que nada cualquier autor joven tena que declarar: Yo no soy de la onda. No tengo nada que ver con la onda . Y sta se volvi modelo de lo que no deba de hacerse por ningn motivo. A fines de los 1970 Margo Glantz escribi La onda, revaloracin o epitafio? y acab con otro certificado de defuncin, lo cual era de esperarse ya que parta de las mismas premisas. Pero el solo hecho de que tuviera que replantear el tema indicaba que ste no era tan simple. De cualquier manera, el mal estaba hecho y la pobre literatura mexicana ya se haba contagiado. Las potentes vacunas o muros de contencin no funcionaron del todo. Con el paso de los aos el tema juvenil se volvi normal, al igual que las mejores editoriales publiquen a los buenos autores jvenes. El lenguaje coloquial, con todas sus plebeyeces, vulgaridades y malas palabras , ha sido usado desde entonces ampliamente con fines literarios, y la referencia a lo inmediato, al testimonio, a las celebridades y lugares especficos tambin la valid el uso, como al inters por lo gtico, lo esotrico, el erotismo y el sexo, la fantasa, la novela negra, la ciencia ficcin y los comics. El rock se hizo comn e incluso varias novelas recientes tienen un soundtrack. Ha habido usos literarios de los lenguajes de los medios de difusin (prensa, televisin, radio, cine) y de todo tipo de manifestaciones de la cultura popular: box, ftbol, bisbol, mambo, rumba y pornografa. Entre quienes han usado alguno o varios de estos elementos, con fines y estilos enteramente distintos, estn Jaime del Palacio, Hctor Manjarrez, Paco Ignacio Taibo II, Luis Zapata, Juan Villoro, Enrique Serna, Eduardo Antonio Parra, Jos Antonio Aspe, Ruy Xoconostle, Luis Humberto Crosthwaite y Hctor Velasco. Gustavo Sainz y yo seguimos en actividad, por rumbos diferentsimos. Pero l vive en Estados Unidos y no resiente tanto el peso de la literatura de la onda . A m no me ayuda para nada. Puede ser algo mtico entre gente afn, pero por lo general hasta la fecha

LA ONDA QUE NUNCA EXISTI

17

se suele descalificar impunemente. Si alguien desaprueba lo que cree estar detrs del simplismo drogas-sexo-rocanrol de entrada descalifica prejuiciadamente obras que abarcan muchas otras cosas. Algunos ven la literatura de la onda como algo frvolo, y Juan Garca Ponce opin cmo puede ser serio algo llamado literatura de la onda? , cuando saba muy bien que estbamos en contra del trmino. Otros simplemente deciden que eso fue algo de hace milenios, antediluviano. Estas descalificaciones, en cambio, no son tan fciles cuando se ve la obra de Sainz o la ma en lo particular. Por mi parte, he sobrevivido contra todos los pronsticos, lo cual resulta incmodo para todos los que en algn momento u otro me agarraron de su punching bag o que simplemente me descalificaron a priori, siguiendo la corriente. Qu pas?, se preguntan, fastidiados. Ese cuate ya no debera estar aqu. Son incapaces de rectificar, as es que ahora no me critican y simplemente ni me ven ni me oyen. Me borran del mapa. Pero, en el closet, muchos de ellos me leen. Hasta el momento, he pasado todas las pruebas. Mis libros han sobrevivido cuarenta aos, siguen en plena circulacin y cuando menos cinco de ellos se leen en las escuelas. El lenguaje que por local y temporal no se podra entender en otros pases de habla hispana encontr muy buenos lectores en Latinoamrica y algunos en Espaa. Los libros intraducibles merecieron magnficas traducciones, y crticos, investigadores y otros escritores los han visto como iniciacin a la lectura, educacin sentimental, iniciacin a la vida social, o de plano como obras clave en la literatura mexicana. En lo personal vivo de mis regalas y soy un escritor independiente con muy buenos lectores. En 1993, Bruselas, Margo Glantz admiti pblicamente, en una reunin de escritores de Blgica y de Mxico, que la etiqueta literatura de la onda haba sido un error. Como a m, posiblemente a ella le ha causado ms fastidios que beneficios. Debo aclarar aqu que conozco a Margo desde antes de todo el asunto de La Onda y desde el principio simpatic con ella, pero nunca imagin que se volviera protagonista de mi vida literaria. Esa vez me pidi disculpas. Con gusto las acept y le suger entonces que publicara todo eso. Pero no lo ha hecho. La literatura de la onda no muri porque nunca existi. Pero, para bien o para mal, lo que cada quien entiende por eso no se desvanece. Es un fantasma muy persistente. A estas alturas del partido, por mi parte yo tolero y me resigno cuando hablan de La Onda . Sin duda es parte de mi mal karma. Lo bien que me ha ido por un lado tena que pagar impuestos, siempre siniestros, por

18

JOS AGUSTN

otro. De cualquier manera, eso no exime a la crtica de la obligacin de replantear, desde una perspectiva desprejuiciada, todas sus ideas en torno a La Onda , o estudiar esta realidad literaria sin denominaciones reductivistas.

También podría gustarte