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El Fango

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El Fango1 Pap, voy a la caada? No. Por qu? Porque no. No me voy a ahogar.

Vos no sabs que el dicho dice: Cmo sera la caada, si un gato cruz a rebenque?. No me llega ni a la rodilla. Vos te res de la caadaYo te voy a contar un caso que te va a hacer temblar El ingls Tedy Reale, administrador del ingenio Los Tilos, que le llambamos Tero Rial vos no lo conociste, fue antes de nacer vos-, se entr un da en la caada Le quebr el ala a una garza blanca y entr a buscarla. Una garza blanca vale 200 pesos, y adems era capricho de cazador sobre todo. Tero Rial era un gran cazador y crea conocer todos los secretos de la caada, pero los secretos del fango, no los conoce a fondo nadie. No tienen fondo. El pen que llev con l era tambin forastero. Y dijeron; El agua nos llega cuando ms a la rodilla. La garza herida se fue aleteando cada vez ms para adentro. Qu anchura tiene la caada? Quin lo puede saber? En tiempo de seca tendr media legua o tal vez una. Pero en tiempo de lluvia todo el bajo se inunda. Y cuando encima el ro Amores se desborda, quin saber las leguas de agua y barrizal que se extienden debajo del manto verde y mentiroso del aguap que la cubre? Toda se llena de juncos y totoras, que parece un campo de avena. Un lindo campo. En la paz de la tarde tranquila, el sol lo barniza y el viento mansamente lo ondula. Arriba todo es hermosura y encanto. Las flores blancas y moradas. Los flamencos color de rosa que parecen tambin flores grandes vivas. Los patos, las garzas moras, los tuyangos. Un pechocolorado, que se levanta piando y vuela en crculos gozosos. Un charquito color azul aqu y all, donde se pinta el cielo. Y debajo de toda esa hermosura, el barro, el barro hediondo, quin sabe los metros de barro. As es el vicio. As es un vicio que vos no conoces todava. Pero el ingls calzaba botas y la garza estaba cerca tentndole la codicia. Linda la garcita blanca, delicada y graciosa! Se encaprich por ella el ingls, que era tozudo. Y van y van, a ratos con dos palmos de barro, y a ratos por casi seco, lo cual los aseguraba. As es l: ra es la mentira diablica del pantano. As pasa tambin... La agarraron, tata, la garcita? No s. Qu importa eso? Un derrepente llegaron a una mancha de caas, y all pisaron en firme y miraron alrededor. Dijo el pen: Nos volvamos, patrn. Y el ingls dijo: Qu es aquel grupo de rboles que est all enfrente? No es el cauce del Amores? Se me hace que debe ser dijo el otro. Hay que cruzar la famosa caada y llegar all dijo Tero Rial. Queda cerca. Cuando Tero Rial deca Hay que, ya no haba vuelta que darle. Queda cerca! Vos no habas visto en la pampa lo que pasa, un ranchito o unos rboles que parece que quedan cerca, y uno camina y camina y no llega nunca? Es la otra
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Leonardo Castellani, Camperas, 12va edicin, Ediciones Vrtice, p.40-43.

mentira del pantano. Allacito no ms est la dicha y uno mira y desea, y corre y corre, y nunca, nunca, llega. Y las piernas se hundan cada vez ms y el barro era ms chirle y pegajoso. Nos volvamos patrn. Pero el ingls maldeca y segua adelane. Los rboles estaban all mismo. Procurar pisar siempre arriba en las totoras. Cuidado, plaff... Un charco encubierto, no hay que asustarse, un remojn no ms... aunque se han mojado hasta los cartuchos de la canana, maldito sea. Ahora un rodeo, hay all una res muerta y una pestilencia insoportable... Nos volvamos, patrn. Volverse, s. El rostro del patrn estaba sombro y baado en sudor. Pero volverse, era ya posible? La noche se vena corriendo encima y era mejor hacer un esfuerzo sobrehumano y alcanzar, aunque sea reventados, las orillas de all, que estaban ya mucho ms cerca que las de ac. La resolucin era desesperada, pero ya no se poda discurrir otra, si es que aquellas cabezas donde el Espanto haba ya echado sus sombras tremantes y traidoras estaban ahora para discurrir. En efecto, la Cosa Espantosa sucedi. Cayeron en un limazal y se hundieron hasta las caderas y cay la noche sobre ellos. La luna con su inmenso manto de plata reverberante y las estrellas que se miran en las aguas com en un espejo de acero contemplaron impasibles los manoteos, los chapuzones, el caer de lado y de bruces en el barro, el romperse de las lianas a que se agarraban, la desesperacin de los que sienten el piso ceder pulgada por pulgada, la agona de los cuerpos vivos engullidos por la boca babosa y fatal de la laguna. Y oyeron gritos de horror y maldicin desesperadas. Mteme, patrn. Le queda algn cartucho? Treme, por favor. Despus cesaron los gritos. La caada es mala y va poquito a poco. La caada es mala y traidora y enemiga de la especie humana. Nadie puede comprender la agona de aquella noche. De repente, en medio de la fnebre pompa del plenilunio, una voz de golpe empez a cantar. Era el pen Benito. Estaba loco. Y entonces la caada diablica empez a cantar tambin. Cant perversamente, con sus millares de grillos, de sapos, de ranas, de juncos que bibisean, de aguas que gimen, con la voz de los millares de ventosas de barro que engluten. Glu, glu, glu, deca la caada. No lo has visto al loco Benito, el pobre viejo, cmo alla todas las noches de luna llena, sintiendo dentro de su cerebro el horroroso canto del triunfo de la caada? El dice que la oy cantar, que deca Glu, glu, que se rea. Y es cierto que la oy cantar... Cmo sali, Tata? Sali solo. No se sabe cmo sali. Del pantano, si uno no sale solo y es un milagro de Dios, ningn otro lo puede sacar; a caballo ni a pie no se puede ir, en barca no se puede ir... Y el ingls? Y nosotros que la andbamos campiando por el monte! Jams pudimos imaginarnos que estuviesen en la caada, despus de tantos avisos... Hasta que omos el tiro de la escopeta Martini del ingls, que tea la voz poderosa, jams se nos ocurri que... Tata , pero el ingls, qu se hizo? Mir, ves aquella escopeta herrumbrada en un rincn? Una vez, tres o cuatro aos despus, hubo una riada grande del Amores, venan camalotes boyando llenos de vboras, juncos, basura. En uno de ellos yo lo encontr vena esa escopeta y al

lado un crneo partido de un balazo. El resto del ingls, hasta los huesos se los haba tragado el pantano. Tata! dijo el Gur apartando los ojos y estremecindose todo. Qu feo! Por qu la guardaste? Para mostrarla a mis hijos y decirles: todos los que se entran adrede en el pantano de la lujuria han dicho siempre: Hasta all no ms voy a llegar. El barro no me llega ms que hasta la rodilla.

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