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Ball, Patrick - Violencia Institucional en Guatemala, 1960 A 1996. Una Reflexion Cuantitiva

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VIOLENCIA INSTITUCIONAL EN GUATEMALA, 1960 A 1996:

UNA

REFLEXIN CUANTITATIVA

VIOLENCIA INSTITUCIONAL EN GUATEMALA, 1960 A 1996:


UNA

REFLEXIN CUANTITATIVA

Patrick Ball Paul Kobrak Herbert F. Spirer

HURIDOCS Datos de publicacin TTULO: Violencia institucional en Guatemala, 1960 a 1996: Una reflexin cuantitativa AUTORES PERSONALES: Ball, Patrick ; Kobrak, Paul ; Spirer, Herbert AUTOR INSTITUCIONAL: American Association for the Advancement of Science (AAAS) Science and Human Rights Program ; Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH) LUGAR DE PUBLICACIN: Washington, DC, Estados Unidos de Amrica PUBLICADO POR: AAAS DIRECCIN: 1200 New York Avenue, NW, Washington, DC 20005, Estados Unidos de Amrica COMUNICACIONES: tel: 1.202.326.6790 fax: 1.202.289.4950 INTERNET: shrp@aaas.org FECHA DE PUBLICACIN: 19991000 PGINAS: xiv , 182 ISBN: 0-87168-631-7 IDIOMA: Espaol, Ingls INFORMACIN ESTADSTICA: Y TEMAS: Derechos humanos/Violaciones a los derechos humanos/ Ejecucciones extrajudiciales TRMINOS GEOGRFICOS: GUATEMALA CDIGOS GEOGRFICOS: 6236 TEXTO LIBRE: El presente informe combina las estadsticas y un anlisis histrico para contar la historia de la violencia estatal en Guatemala. Los nmeros y grficas ayudan a establecer quienes fueron las vctimas, como fueron muertas, cuando fueron muertas y quien les dio muerte.

ISBN 0-87168-631-7 Foto de portada: Daniel Chauche. Imprimido en los Estados Unidos. Derechos del autor 1999 por la American Association for the Advancement of Science 1200 New York Avenue, NW Washington, DC 20005 EEUU

A las vctimas de terror estatal en Guatemala

INDICE
PARTE I. PARTE II.
Captulo 1. Captulo 2. Captulo 3. Captulo 4. Captulo 5. Captulo 6. Captulo 7. Captulo 8. Captulo 9. Captulo 10. Captulo 11. Captulo 12. Captulo 13.

INTRODUCCIN ............................... 1 UNA NARRATIVA DE LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL ............................. 11


La violencia institucional en Guatemala, de 1960 a 1996 ............. 13 Los sesenta .................................... 16 Los setenta .................................... 21 Los ochenta ................................... 27 Los noventa ................................... 35 Terror y rgimen ............................. 41 La violencia en la prensa .................. 48 Violencia rural y urbana ................... 54 Violencia rural y urbana en la prensa ....................................... 58 Identificando a las vctimas .............. 62 Asesinatos selectivos y masivos ........ 65 Terror y poca ................................ 71 Mtodos de terror ........................... 76
Y VICTIMARIOS

PARTE III. COMPARACIONES ANALTICAS ........... 39

PARTE IV.

VCTIMAS

................ 81

Captulo 14. Captulo 15. Captulo 16. Captulo 17. Captulo 18. Captulo 19. Captulo 20.

Las vctimas ................................... 83 Gnero y violencia ........................... 88 Padres e hijos ................................. 94 Los pueblos indgenas ...................... 99 Los victimarios .............................. 106 Civil contra civil ............................ 111 Poblaciones en resistencia .............. 118

PARTE V. CONCLUSIN ............................. 123 PARTE VI. ANEXOS ................................... 129 PARTE VII. UNA BIBLIOGRAFA SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS EN GUATEMALA ... 145

LISTA
Figura 1.1 Figura 2.1 Figura 3.1 Figura 4.1 Figura 5.1 Figura 6.1

DE FIGURAS

Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1960 a 1995 ........ 14 Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1960 a 1969 ........ 17 Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1970 a 1979 ........ 22 Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1980 a 1989 ........ 28 Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1990 a 1995 ........ 36 Nmero de asesinatos y desapariciones, por gobierno, de 1959 a 1995 ........................................................................ 41

Figura 6.2 Figura 6.3

Presidentes de Guatemala, de 1959 a 1995 .................................. 42 Promedio mensual de asesinatos y desapariciones, por gobierno, de 1959 a 1995 .................................................... 43

Figura 6.4 Figura 7.1

Total mensual de asesinatos y desapariciones, de 1979 a 1984 ....... 44 Total anual de asesinatos y desapariciones, segn fuente, de 1959 a 1995 ........................................................................ 49

Figura 7.2

Total de asesinatos y desapariciones, desapariciones, por gobierno y fuente, de 1959 a 1995 ....................................... 50

Figure 7.3

Nmero mensual de asesinatos y desapariciones reportados en los peridicos, de 1979 a 1983 ............................... 52

Figura 8.1

Total anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, de 1959 a 1995 ................................................................ 54

Figura 8.2

Total anual de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, de 1959 a 1995 ............................................................ 55

Figura 8.3

Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, de 1960 a 1995 ..................................................... 56

Figura 9.1

Total anual de asesinatos y desapariciones, por regin, de 1959 a 1995 ........................................................................ 58

Figura 9.2

Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, segn fuente, de 1960 a 1995 ................................. 59

Figura 10.1

Porcentaje anual de vctimas de asesinato y desaparicion que fueron identificadas, de 1969 a 1995 ..................................... 63

Figura 11.1

Total de vctimas de asesinato, segn tamao del grupo en que murieron, de 1959 a 1995 ............................................... 65

Figura 11.2

Porcentaje de vctimas de asesinato que son identificadas, por tamao de grupo, de 1959 a 1995 ......................................... 66

Figura 11.3

Total de asesinatos, por regin y tamao de grupo, de 1959 a 1995 .............................................. 67

Figura 11.4

Porcentaje anual de vctimas de asesinato, por tamao de grupo, de 1960 a 1995 ......................................... 68

Figura 12.1

Promedio de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, por mes del ao, de 1959 a 1995 .................................... 71

Figura 12.2

Promedio de asesinatos y desapariciones en el rea rural, por mes del ao, de 1959 a 1995 ....................................... 72

Figura 12.3

Promedio mensual de asesinatos y desapariciones en tres pocas electorales en siete cambios de gobierno .................... 74

Figura 13.1

Total de violaciones y violaciones con vctima identificada, por tipo de violacin, de 1959 a 1995 .......................................... 78

Figura 13.2

Porcentaje de vctimas de asesinato con seales de violencia extrema e innecesaria, por tamao de grupo, de 1959 a 1995 ........ 79

Figura 14.1

Total de asesinatos y desapariciones, por sector organizacional de la vctima, de 1959 a 1995 .................................................... 85

Figura 15.1

Total anual de vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, por gnero de la vctima, de 1960 a 1995 ................. 88

Figura 15.2

Porcentaje anual de mujeres entre vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, de 1966 a 1995 ................................ 89

Figura 15.3

Porcentaje de hombres y mujeres entre vctimas identficadas de asesinato, por tamao de grupo, de 1959 a 1995 ..................... 91

Figura 16.1

Histograma de nmero de vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, por edad, de 1959 a 1995 ...................... 94

Figura 16.2

Doble histograma de total de asesinatos y desaparicines, por proporciones absolutas y relativa a la poblacin, por edad, de 1959 a 1995 ........................................................................ 95

Figura 16.3

Porcentaje anual de vctimas de asesinato y desaparicion menores de 15 aos, de 1970 a 1995 .......................................... 97

Figura 17.1

Porcentaje de vctimas de asesinato y desaparicion que fueron mujeres o menores de 15 aos, por grupo tnico, de 1959 a 1995 ....................................................................... 102

Figura 18.1

Total de asesinatos y desapariciones en el rea rural, por tipo de victimario identificado, de 1959 a 1995 ...................... 107

Figura 18.2

Total de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, por tipo de victimario identificado, de 1959 a 1995 ...................... 108

Figura 19.1

Total de asesinatos y desapariciones en los cuales participaron las patrullas civiles, por ao, de 1981 a 1995 ............. 114

Figura 19.2

Total de asesinatos y desapariciones en los cuales participaron las patrullas civiles, de 1984 a 1995 ......................... 115

Figura 19.3

Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones cometidos por las patrullas civiles sin la participacin de otras organizaciones, de 1981 a 1995 ................................................. 116

Figura A1

Total anual de asesinatos y desapariciones documentados por el CIIDH, de 1959 a 1995 .................................................... 131

Figura A2

Total mensual de asesinatos y desapariciones por fuente, de 1979 a 1983 ....................................................................... 132

PREFACE V

Figura A3

Porcentajes anuales de asesinatos y desapariciones en el rea rural y en grupos de diez o ms personas, de 1959 a 1995 ....................................................................... 133

Figura A4

Los cinco aos con ms asesinatos y desapariciones, por regin .... 134

Figura A5.1

Promedio, expansin estndar, y rango del total de asesinatos y desapariciones en reas rural y urbana, de 1959 a 1995 por ao ........................................................... 135

Figura A5.2

Promedios de los razones de totales mensuales de asesinatos y desapariciones al total anual de violaciones, en reas rural y urbana, de 1959 a 1995 .................................... 136

Figura A5.3

Promedios de los razones de totales mensuales de asesinatos y desapariciones al total anual de violaciones, en reas rural y urbana, de 1980 a 1985 .................................... 137

Figura A5.4

Sumatoria de pruebas del hipotesis de homogenedad de series con respeto a duracin de sequencias positivas o negativas ................................................................................ 140

Figura A6

Nmero y porcentaje de asesinatos con seales de violencia extrema e innecesaria, por tamao de grupo de vctimas y por dos departamentos, de 1959 a 1995 ..................................... 141

Figura A7.1

Porcentajes de asesinatos y desapariciones con victimario identificado o no, por regin, de 1959 a 1995 .............................. 142

Figura A7.2

Porcentajes de asesinatos y desapariciones, por regin y fuente, de 1959 a 1995 ....................................................................... 142

Figura A7.3

Porcentajes de asesinatos y desapariciones con victimario identificado o no, por fuente, de 1959 a 1995 .............................. 143

Presentacin
El siguiente reporte emplea un anlisis cuantitativo de datos recolectados por el Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH) para presentar una historia de la violenciadeliberada y sostenidaque las fuerzas estatales guatemaltecas usaron durante el conflicto armado recientemente concluido. Tanto la Asociacin Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS) como el CIIDH agradecen a quienes hicieron el difcil trabajo necesario para construir esta base de datos: los entrevistadores, a las personas que contactaron a los testigos, a los analistas de datos y al equipo de procesadores de informacin. Durante los ltimos cuatro aos, el equipo de investigadores del CIIDH en Guatemala recopil, proces y analiz ms de 19 mil reportes de casos de violaciones a los derechos humanos provenientes de varias fuentes. En adicin a quienes permanecen en el CIIDH, los autores y el CIIDH desean reconocer la contribucin de Paul Yamauchi por su ayuda en el impulso del proyecto. Para este informe, Patrick Ball diseo el anlisis estadstico y extrajo los datos. Paul Kobrak investig y escribi el texto. Herbert Spirer hizo el anlisis y elabor las grficas. Los autores son los nicos responsables por el anlisis y la veracidad de este informe. Louise Spirer y Deborah Billings aportaron comentarios detallados de los primeros borradores y George Lovell aport sugerencias bibliogrficas. Mara Consuelo Snchez proporcion la investigacin documental. Matt Zimmerman dise el libro y Gretchen Richter asisti con la diagramacin. El informe fue traducido del ingls por Ricardo Miranda Castillo y Paul Kobrak. Idalia Monroy Lemus ayud con la edicin en espaol. La AAAS, adems, agradece a los donantes que hicieron posible este trabajo, como la Fundacin Joyce Mertz-Gilmore, la Fundacin John D. y Catherine T. MacArthur, la Fundacin General Service y a un donante annimo. El CIIDH agradece tambin a sus donantes, el Centro Canadiense de Estudios y Cooperacin Internacional (CECI), NCOS-Blgica y al donante annimo. Adems a las organizaciones miembros de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Guatemala (CONADEHGUA), el CIIDH agradece a la Asociacin de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA) y al Centro para la Accin Legal en Derechos Humanos (CALDH) por su apoyo en algunas etapas del proyecto.

Los datos utilizdos en este estudio estn disponibles en el sitio de Internet: http://hrdata.aaas.org/ciidh

PARTE I
INTRODUCCIN

PARTE I

Una persona asesinada es una tragedia, pero un milln de personas asesinadas son estadstica. ~Josef Stalin En los 36 aos que dur el conflicto armado en Guatemala, el Estado asesin a cientos de miles de ciudadanos y desplaz a un milln ms. La enormidad de las cifras trae consigo el peligro de que el terror en Guatemala, como en la Rusia de Stalin, sea recordado como estadsticas y no como vidas humanas truncadas. Pero si invertimos lo dicho por Stalin, las estadsticas tambin pueden establecer un patrn de lo que fue tanto una tragedia como un crimen, en este caso, una extensa y deliberada poltica de asesinatos extrajudiciales cometida por el gobierno de Guatemala. El presente informe combina las estadsticas y un anlisis histrico de la violencia estatal en Guatemala. Los nmeros y grficas ayudan a establecer quines fueron las vctimas, cmo y cundo fueron muertas y quin les dio muerte. El reporte tiene tres objetivos. El primero, hacer pblicos los hallazgos del proyecto de la base de datos del CIIDH, iniciado en 1993. Segundo, reconocer el esfuerzo de muchos grupos proderechos humanos que durante el tiempo del conflicto y aun a costa de sus vidas, denunciaron las atrocidades cometidas. Y tercero, mostrar la responsabilidad del Estado en la inmensa mayora de los hechos de violencia poltica de la historia reciente de Guatemala. Este reporte analiza como ocurrieron las ejecuciones extrajudiciales durante cada uno de los regmenes presidenciales guatemaltecos desde 1960, cuando empez el perodo de insurgencia y contrainsurgencia. A finales de los setenta, la represin estatal se increment dramticamente bajo el mando del general Fernando Romeo Lucas Garca. La misma alcanz niveles an ms altos despus del golpe de Estado de 1982, cuando la destruccin de comunidades rurales enteras se convirti en una prctica comn durante el gobierno de facto del general Jos Efran Ros Montt. Al tornarse la violencia masiva e indiscriminada, un anlisis de la base de datos descubri que la cobertura de la prensa de esta violencia desapareci casi por completo, permitiendo as al Estado llevar a cabo el terror en silencio. Con los aos, el Estado extendi sus acciones contra las vctimas, de asesinatos selectivos de militantes e insurrectos armados en los sesenta, a un cada vez ms amplio ataque a los miembros de la
INTRODUCCIN 3

oposicin poltica en la dcada siguiente. A principios de los ochenta, la mayora de las personas muertas eran campesinos mayas que vivan en el occidente de Guatemala, los que fueron asesinados en grupos grandes que muchas veces incluan un alto nmero de mujeres y nios pequeos, todas vctimas del plan del gobierno para detener a la insurgencia a travs de aterrorizar a la poblacin civil. Este estudio encontr que, en los casos de masacres rurales, es menos probable identificar a las vctimas y es ms fcil reconocer a quines cometieron esos crmenes. Contrario al uso frecuente de escuadrones de la muerte clandestinos para cometer asesinatos selectivos en la Ciudad de Guatemalaque le permitan al gobierno negar su responsabilidad en tales hechos, en las comunidades indgenas aisladas, soldados uniformados descaradamente cometan asesinatos extrajudiciales masivos. Una caracterstica del terror estatal en Guatemala fue el uso de patrulleros civiles: aldeanos obligados a servir al Ejrcito, que ayudaron a realizar muchas de las masacres rurales. Otra fue el largo perodo que sta dur. An despus de que las fuerzas de seguridad pacificaran a la mayor parte del territorio del pas, a principios de los ochenta, se continuaron cometiendo asesinatos polticos extrajudiciales. Muchas de las vctimas de los ltimos aos fueron activistas que trataban de restablecer un movimiento poltico de oposicin ante el terror masivo, e inclusive un buen nmero de personas, tanto en la ciudad como en el campo, que defendan los derechos humanos en la Guatemala militarizada, tanto en la ciudad como en el campo.

La defensa de los derechos humanos en Guatemala


Por ms de treinta aos, organizaciones guatemaltecas han denunciado la violencia estatal por medio de acciones legales o informando sobre la situacin de los derechos humanos. Esto a pesar de que -en general-, los diferentes gobiernos como respuesta optaron por dirigir sus acciones represivas en contra de los activistas. En 1966, en la Universidad de San Carlos, la Asociacin de Estudiantes Universitarios (AEU) present recursos de exhibicin personal a favor de miembros de la oposicin poltica que haban sido capturados. El gobierno nunca present a los prisioneros. En cambio, atac a los lderes de la AEU, la cual sufri una serie de asesinatos en los siguientes aos. A principio de los setenta, la AEU
4 PARTE I

form el Comit de Familiares de los Desaparecidos. Tras aos de ser una voz solitaria en la crtica de las prcticas del gobierno del coronel Carlos Arana Osorio, el grupo fue obligado a huir en desbandada, cuando el 10 de marzo de 1974 varios hombres vestidos de civil entraron a sus oficinas y asesinaron a su director, Edmundo Guerra Theilheimer. A finales de los setenta, la violencia se intensific y varias personas formaron la Comisin Nacional de Derechos Humanos. Esa organizacin tambin dej de funcionar debido a las amenazas del gobierno en contra de sus lderes y el secuestro de su fundadora, la periodista Irma Flaquer (Cceres 1980: 201; Americas Watch 1989a: 44). A principios de los ochenta, cuando el terror estatal alcanz su cima, ya ningn grupo de derechos humanos trabajaba dentro de Guatemala. Fue hasta despus de la escalada de violencia, que las organizaciones populares poco a poco restablecieron el movimiento a favor de los derechos humanos en el pas. As como este reporte lo establece, esta nueva generacin de activistas tambin fue vctima de la represin por sus esfuerzos para responsabilizar al Estado.

El proyecto CIIDH
Durante los ltimos 20 aos, la oposicin civil y desarmada de Guatemala se ha generado espacios de confluencia multisectorial que se han identificado como el movimiento popular. Especialmente desde el repunte del terror estatal, estos sectores sociales han hecho de la defensa de los derechos humanos su principal preocupacin. En los noventa, el movimiento popular inclua organizaciones que sobrevivieron a la represin de las primeras dcadas, tales como la AEU y el Comit de Unidad Campesina (CUC). Tambin reuni a grupos pro derechos humanos formados en el exilio durante la poca ms violenta, como la Comisin de Derechos Humanos de Guatemala (CDHG). En aos recientes, nuevos grupos del movimiento popular se formaron en Guatemala para representar a las vctimas de la violencia estatal, desde el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA) hasta el Consejo de Comunidades Etnicas Runujel Junm (CERJ) y las Comunidades de Poblacin en Resistencia (CPR). En octubre de 1993, algunas de las organizaciones arriba mencionadas se unieron a otros grupos de derechos humanos para formar la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Guatemala (CONADEHGUA). En 1996, las organizaciones de la Coordinadora decidieron conjuntar la informacin que cada una de
INTRODUCCIN 5

tena sobre violaciones a los derechos humanos. La tarea fue delegada al Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH), dada su experiencia en tratar el tema. As, el Centro fue encomendado para estructurar y analizar la informacin en una base de datos computarizada. Esta designacin se dio en el marco de las definiciones que CONADEHGUA estableci para apoyar el trabajo de la Comisin de Esclarecimiento Histrico (CEH). La base de datos del CIIDH est formada por casos seleccionados de testimonios directos y de fuentes documentales y periodsticas. Los miembros del CIIDH reunieron ms de 10 mil casos al revisar los diarios guatemaltecos por cada da de los 36 aos que dur el conflicto armado. Otros 4 mil casos fueron tomados de fuentes documentales, incluidos los archivos de la CDHG y el GAM, as como de las publicaciones del Comit de Justicia y Paz y de la Iglesia Guatemalteca en el Exilio (IGE). La parte central de la base de datos consiste en ms de 5 mil testimonios, algunos de ellos tomados de los archivos de las organizaciones participantes, pero un setenta por ciento fue recogido directamente por el equipo del CIIDH. La primera fase de las entrevistas fue de 1994 a 1995, entre los sobrevivientes de la violencia estatal en las Comunidades de Poblacin en Resistencia al norte de Quich: los desplazados internos que nunca aceptaron las imposiciones militares. Mientras el control militar del resto de Guatemala disminua poco a poco, el CIIDH form equipos regionales para recoger testimonios por todo el pas: en la Costa Sur, en las selvas de Petn, en las Verapaces y en el altiplano occidental (Quich, Solol, Quetzaltenango, San Marcos y Chimaltenango). Entrenados por el CIIDH en tcnicas para entrevistar, los miembros del equipo usaron un protocolo de entrevista estandarizado y semi-estructurado. Los equipos trabajaron durante tres aos a tiempo completo, entre 1994 y 1996. Dos terceras partes de las entrevistas fueron hechas en los idiomas mayas de los testigos.1 El CIIDH reuni las encuestas, los reportes de prensa y los datos documentales en su oficina de la ciudad de Guatemala. La informacin fue convertida a cdigos y definiciones estndar e
1

La mayor parte de las personas que trabajaron en los equipos regionales pertenecan a una de las organizaciones del movimiento popular, como AEU, GAM, CERJ, CUC, CONAVIGUA, CONIC (Coordinadora Nacional Indgena y Campesina), CCDA (Comit Campesino del Altiplano), CPR-Sierra (Comunidades de Poblacin en Resistencia de la Sierra), UCP (Unin Campesina del Petn), UCOSOP (Unin Campesina del Sur Occidente)y UNICAN (Unin Campesina del Norte).

PARTE I

ingresada a la base de datos. Por razones de seguridad y porque se trataba del nico proyecto de esta naturaleza en Guatemala, se decidi desarrollarlo en forma discreta, sin darlo a conocer pblicamente. Por las mismas razones, para el procesamiento de la informacin desde 1994 se utiliz el sistema PGP de encriptacin para proteger toda la informacin que se tena en forma electrnica. Los analistas del Centro revisaron los datos para verificar y evitar repeticiones antes de hacer los clculos estadsticos. Reportes previos del CIIDH usaron la base de datos para analizar tres regiones rurales de Guatemala durante el mximo nivel de la violencia estatal (1996), la prctica gubernamental de la desaparicin forzada (1998), la organizacin popular y la represin estatal en la Universidad de San Carlos (1999).

Los datos
La base de datos del CIIDH sigue los estndares de diseo de bases de datos de derechos humanos. Un caso es definido como la informacin dada por una sola fuente (un reporte de prensa o una entrevista) relacionado con violaciones que ocurrieron en un tiempo y lugar en particular. Violaciones son las instancias de la violencia, incluidos en este rango asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, secuestros o heridas. Vctimas son las personas que sufrieron las violaciones. Un caso de derechos humanos puede ser muy simple (con una vctima que sufri una violacin) o puede ser muy complejo (con muchas vctimas que sufrieron diferentes violaciones). En la mayora de estadsticas de este informe, la unidad que se cuenta es la violacin.2 Las mismas violaciones muchas veces surgen de distintas fuentes. Una masacre puede ser mencionada por varios testigos y en una denuncia de derechos humanos, cada una con diferente informacin sobre los nombres y el nmero de vctimas o acerca de las violaciones cometidas a esas vctimas. Estratos adicionales al anlisis del caso fueron construidos en el programa de computacin de la base de datos para poder encontrar menciones repetidas de la misma vctima o de la misma violacin, a fin de evitar contarlas ms de una vez. Como en todo proyecto de informacin de derechos

Para discusiones sobre el diseo de bases de datos y el manejo de informacin para proyectos de derechos humanos, vase a Ball et al. 1994 y Ball 1996.

INTRODUCCIN 7

humanos a gran escala, alguna repeticin de datos se mantiene. En este caso no excede el dos o tres por ciento de cualquier cantidad dada.3 La mayora de casos son asesinatos y desapariciones. Esto en parte refleja la naturaleza del terror estatal en Guatemala. En gran parte del conflicto armado, las fuerzas de seguridad prefirieron eliminar fsicamente a sus vctimas antes que mantenerlas detenidas ilegalmente o torturarlas antes de liberarlas. Adems, los datos de asesinatos y desapariciones son los ms confiables. Las fuentes documentales, los equipos de encuestadores y quienes dieron su testimonio son ms consistentes en definir un asesinato o una desaparicin forzada, en contraste con torturas o las heridas. Asimismo, la mayora de estadsticas y figuras en este reporte analizan los asesinatos y desapariciones, unindolos como violaciones al derecho a la vida.4 Frecuentemente la informacin para una vctima o violacin no est completa. Muchas de las vctimas de asesinatos masivos no son identificadas por nombre en la base de datos, o la informacin a cerca de su edad o sexo se ha perdido. Aun cuando los sobrevivientes fueron entrevistados colectivamente para obtener de ellos un testimonio colectivo sobre alguna masacre o desaparicin masiva, tuvieron problemas para recordar a todas las vctimas. Muchos de los cementerios rurales guatemaltecos, como el fotografiado en la portada, contienen restos de personas identificadas nicamente como XX, (equis equis), en donde la X significa una variable matemtica para un nombre que nadie puede relacionar con el cuerpo que yace dentro de la tumba. Hemos tratado de usar la mejor informacin para cada fin. En la mayor parte del anlisis, los datos, tanto de vctimas plenamente identificadas como de las que no, son empleados a fin de considerar el mximo nmero de vctimas. Cuando se examinan ciertas caractersticas, como edad, gnero y etnia, solamente se incluyen a las personas identificadas en los anlisis, y no as las no identificadas,
3

Ningn dato que aparece en las fuentes fue tirado durante la construccin y anlisis de la base de datos. La base de datos del CIIDH archiva las decisiones Aunque no hay seguridad de que las vctimas de desaparicin forzada estn muertas, este reporte las considera como a las vctimas de asesinato. Ahora que el conflicto se ha terminado, los familiares de los desaparecidos tienen pocas esperanzas de que sus seres queridos hayan sobrevivido al terror estatal (CIIDH 1998). Note que el CIIDH codific estas dos violaciones exclusivamente. Si una vctima fue codificada como desaparecida en un caso y en otro se sabe que muri asesinada, slo el asesinato cuenta en las estadsticas.

PARTE I

cuya mayora carece de datos individuales, para que la informacin sea ms confiable. La base de datos del CIIDH no presenta un panorama completo de la violencia en Guatemala. Advertimos al lector que la informacin puede ser ms completa para cuando se revisan los ltimos regmenes, en los que los sobrevivientes pueden tener un recuerdo ms inmediato y en los que los grupos de derechos humanos estaban mejor desarrollados y pudieron proporcionar una mejor historia documental. Con pocas excepciones, los nmeros de la base de datos siguen los patrones de violencia estatal establecidos en el rcord histrico y relatados en la seccin narrativa de este informe.

Violencia institucional y violencia guerrillera


Este es un informe sobre la violencia estatal. Las fuentes consultadas para este proyecto se refieren, casi exclusivamente, a violaciones cometidas por el Ejrcito, la Polica u otros agentes uniformados del Estado. Entre los perpetradores tambin se incluyen las fuerzas paramilitares controladas por el Estado (desde patrulleros de autodefensa civil, por un lado, hasta los altamente entrenados cuasi oficiales escuadrones de la muerte, por el otro). Pocas fuentes, dentro de la base de datos, mencionan violaciones cometidas por la guerrilla (menos del uno por ciento de 37,255 asesinatos y desapariciones documentados son atribuidos a la oposicin armada). En la mayora del anlisis se depuraron las violaciones no atribuidas a las fuerzas de gobierno, aunque incluimos algunos casos en los que no se identifica al perpetrador, el contexto sugiere que existe la responsabilidad del Estado. Pese a que reconocemos que las fuerzas rebeldes tambin cometieron actos de violencia en contra de poblacin civil, dados los resultados obtenidos y por la evidencia que arrojan este y otros estudios, consideramos que no se puede equiparar la responsabilidad de la insurgencia con la del Ejrcito y la de otras fuerzas de seguridad del Estado.

INTRODUCCIN 9

PARTE II
UNA
NARRATIVA DE LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL

12

PARTE II

Captulo 1

La violencia institucional en Guatemala, de 1960 a 1996

La figura 1.1 presenta, por ao, los 34,340 homicidios y desapariciones forzadas registrados en la base de datos del CIIDH y que fueron cometidos por el Estado de Guatemala. Esos crmenes forman parte de una poltica deliberada de asesinato extrajudicial, ejecutada por los diferentes gobiernos, en los 36 aos de conflicto armado.5 La grfica destaca cmo el nivel del terror estatal lleg a su auge en 1982, ao en el que el Ejrcito Nacional de Guatemala asesin a miles de civiles en el Occidente del pas y diezm a centenares de comunidades indgenas. Lo que la escala de la grfica no permite ver son los altibajos en la intensidad de la violencia institucional, antes y despus del perodo ms violento entre 1980 y 1983. El resto de la Parte II presenta los contornos de esta violencia, dcada por dcada: los sesenta y el primer perodo de lucha entre el gobierno y el movimiento revolucionario; la represin de un movimiento popular en ascenso en los setenta, el dominio de los militares y la aniquilacin de la oposicin poltica en los ochenta; y la disminucin de la contrainsurgencia en los noventa. La violencia estatal en Guatemala se destaca por haberse cometido con deliberacin y porque dur un largo perodo. A travs de los aos, el conflicto armado cambi terreno, de la ciudad al campo y de ste a la ciudad y otra vez al campo. El terror del Estado tom diferentes formas, desde los paramilitares escuadrones de la muerte, que eliminaron a sus vctimas una por una, hasta las masacres dirigidas en contra de comunidades rurales enteras.
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La figura 1.1 slo incluye casos de desaparicin forzada y asesinato que aparecen en la base de datos del CIIDH con el ao conocido. Los datos son del perodo de 1959 a 1995, para el cual informacin fue recogida, aunque la narrativa cubre el perodo de 1960 a 1996. Al agregar los casos de fecha desconocida se aumenta el nmero de casos a 36,906 (vase Anexo A1). Aun el total ms grande presenta slo una parte de las muertes atribuibles al Estado guatemalteco durante los aos del conflicto armado. Fuentes documentales y la informacin no incluida en esta base de datos (por ejemplo, la que fue trabajada por la oficial Comisin para el Esclarecimiento Histrico o por el proyecto de la Iglesia catlica, la Recuperacin de la Memoria Histrica, REMHI) dan la idea de que el gobierno ejecut extrajudicialmente un nmero de personas mucho ms grande durante el conflicto armado. Sin embargo, con slo una muestra no probabilstica y no hecha al azar, no nos atrevimos hacer estimaciones del total de guatemaltecos asesinados o desaparecidos durante el conflicto.

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Figura 1.1. Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1960 a 1995






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En la Parte III se hace uso de la base de datos del CIIDH para analizar algunas diferencias entre, por ejemplo, la violencia rural y urbana; los asesinatos selectivos y masivos, los diferentes mtodos de la represin y la manera en cmo la violencia fue publicada en la prensa nacional y, por consiguiente, cmo fue entendida en su momento en Guatemala. Otro captulo investiga cmo la intensidad de la violencia vari dependiendo del gobierno que rega el poder. As, aunque ocurri un nivel extremo de violencia durante el gobierno del general Fernando Romeo Lucas Garca (de 1978 a 1982), los asesinatos y desapariciones mensuales alcanzaron su cifra ms alta durante el programa de pacificacin poltica del general Jos Efran Ros Montt. La Parte IV analiza las caractersticas de las vctimas, tanto de quienes fueron blancos de la represin gubernamental como de los que les sobrevivieron y que fueron afectados por esta represin. El Estado atac, en diferentes momentos y de distintas maneras, a estudiantes, intelectuales, sindicalistas, periodistas, catequistas,
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sacerdotes, polticos, promotores rurales y campesinos (esta ltima categora fue la ms grande en los diferentes perodos del conflicto armado). Adems tomamos en cuenta a los victimarios, tanto a los miembros de las fuerzas regulares como irregulares del gobierno. Concluimos analizando las patrullas civiles, en las cuales la poblacin civil se vio obligada a formar parte de los aparatos represivos, para as poder destacar el duradero legado de violencia y militarizacin para muchos sobrevivientes.

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Captulo 2

Los sesenta

En Guatemala, el conflicto armado inici, oficialmente, el 13 de noviembre de 1960. Oficiales descontentos del Ejrcito, muchos de ellos entrenados en Estados Unidos, intentaron llevar a cabo un golpe de Estado en contra del gobierno del general Miguel Ydgoras Fuentes (Moss 1972: 175). Los alzados, despus de fracasar, ayudaron a formar el movimiento revolucionario moderno y en reaccin a ese movimiento, el Estado se convirti en contrainsurgente. No obstante, el inicio del drama poltico moderno en Guatemala se puede fechar antes, en 1954. En ese ao, una invasin dirigida por el coronel Carlos Castillo Armas (aunque organizada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos para defender intereses de empresas norteamericanas en el pas) derroc al gobierno ms democrtico y popular de la historia de Guatemala. Esta llamada liberacin otorg a los militares guatemaltecos un papel protagnico en la poltica de la nacin. Despus de la invasin, el nuevo gobierno se dedic a destruir las organizaciones sociales. Dirigentes campesinos, sindicalistas e intelectuales fueron detenidos, torturados y a veces eliminados fsicamente. El temor oblig a muchos otros a salir al exilio o a retirarse de la vida poltica. El anticomunismo se hizo un principio fundamental, no slo del gobierno, sino tambin de la lite econmica. Fue prohibido el comunista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). En los aos siguientes, cualquier expresin de oposicin fue condenada -segn los que estaban ahora en el poder-, por tener origen en ideologas comunistas y extranjeras. Sin embargo, la memoria de la democracia social de los aos 1944 a 1954 inspirara a la oposicin poltica, tanto comunista como no comunista (Toriello Garrido 1979). A partir del triunfo de la Revolucin cubana, en el ao 1959, varios movimientos de liberacin en Latinoamrica consideraron la posibilidad del triunfo, por lo que incrementaron sus luchas. En Guatemala, la instauracin en la isla de un gobierno socialista dio esperanzas a la oposicin nacionalista derrocada en 1954. A la vez, estos sucesos preocuparon al gobierno y a sus patrocinadores norteamericanos. Para prevenir el retorno de un gobierno popular e independiente, Estados Unidos estableci en Guatemala un plan piloto para intervenir militar y polticamente en la cuenca del
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Figura 2.1. Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1960 a 1969 


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Caribe. La insistencia de la consigna no ms Cubas pronto destruira el sistema poltico en Guatemala (Jonas 1981). La figura 2.1 muestra que la violencia estatal en Guatemala aument desde 1960 hasta 1968. Al principio, la violencia consisti en la represin policial de algunas expresiones de descontento poltico. Para 1966, el Ejrcito se involucr en un amplio ataque al movimiento guerrillero armado y a sus partidarios. Despus del alzamiento militar de noviembre de 1960, la resistencia y la represin tuvieron un inicio a pequea escala. En abril de 1961, en las calles de la capital, estudiantes y miembros del proscrito partido comunista manifestaron en contra de la participacin del gobierno guatemalteco en el entrenamiento de mercenarios cubanos para la invasin de Baha de Cochinos. Las fuerzas de seguridad reaccionaron con violencia hacia los manifestantes, resultando muertas tres personas (entrevista hecha por el CIIDH). Al ao siguiente, miles de estudiantes tomaron las calles de la ciudad, formando la protesta ms grande en Guatemala desde
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1954. Al inicio, los manifestantes nicamente pretendan sacudir al electorado que, complaciente, acept un fraude en los comicios para elegir nuevos diputados al Congreso de la Repblica. Sin embargo, las jornadas de marzo de 1962 crecieron cuando grupos sindicales y de las clases medias se unieron a la huelga para exigir la renuncia del presidente Miguel Ydgoras Fuentes. En este momento, el gobierno no poda aterrorizar a sus oponentes en forma abierta. Entonces, inici un ataque en contra de los manifestantes en los medios de comunicacin. Luego, Ydgoras, para conservar el poder, hizo un pacto con el Ejrcito para obtener apoyo (semanas despus cambi su gabinete de ministros civiles por uno de militares) y tanto las protestas y la reaccin oficial se volvieron ms violentas. Ms de 60 personas murieron en enfrentamientos con la Polica en marzo de 1962. En su mayora eran jvenes de los barrios populares que ya vivan en un estado insurreccional. En abril, aunque los combates callejeros se haban calmado, un grupo de soldados atac a una multitud de estudiantes de Derecho de la Universidad de San Carlos, que manifestaban de forma pacfica. El resultado fue cuatro estudiantes muertos (Voz Universitaria Informativa 1977; CIIDH y GAM 1999). Para muchos de los capitalinos, la respuesta violenta del gobierno mostr la insensatez de protestar pblica y legalmente. En 1963, al borde de elecciones nacionales, un golpe de Estado efectuado por altos oficiales del Ejrcito (y otra vez fomentado por el gobierno norteamericano) destruy, an ms, la fe de los guatemaltecos en las alternativas democrticas. El alto mando militar instal como Presidente el ex ministro de la Defensa, coronel Enrique Peralta Azurdia. El anul los comicios e intensific el control militar sobre los diferentes ministerios del gobierno. En los aos siguientes, ocurri una serie de intentos de alentar una insurreccin guerrillera, segn el modelo de la teora de foco establecido en la Sierra Maestra de Cuba. El primero de estos, el Frente 20 de Octubre, integrado por estudiantes y ex oficiales del Ejrcito, fue aniquilado durante las jornadas de 1962, cuando se enfrent a una patrulla militar en Concu, Baja Verapaz, a unos treinta kilmetros de la ciudad capital. Ese mismo ao, oficiales involucrados en el alzamiento de noviembre de 1960 se aliaron con el PGT. Para 1963, distintos frentes guerrilleros se unieron a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), bajo la influencia poltica del PGT. El 6 de marzo de 1966, los guatemaltecos fueron a las urnas y eligieron Presidente al abogado y profesor universitario Julio Csar Mndez Montenegro. Por un momento, la competencia poltica
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pareca posible. Mndez recibi, aunque no de manera abierta, el apoyo del PGT y los otros partidos de la oposicin. Aun as, los militares respetaron la voluntad ciudadana. Sin embargo, las elecciones no representaron el triunfo de la democracia o el Estado de derecho. Esa misma semana, las fuerzas de seguridad detuvieron a por lo menos 28 personas, algunos de ellos miembros de la direccin del PGT y de los otros grupos clandestinos, quienes, confiados en los resultados electorales y sus posibles efectos, haban bajado la guardia. Los capturados nunca fueron arrestados ni sometidos a juicio; tampoco fueron liberados y sus cuerpos nunca aparecieron. Simplemente fueron desaparecidos. Varios estudiantes de Derecho de la Universidad de San Carlos decidieron tomar medidas legales para obligar al gobierno a devolver a los detenidos. En respuesta, algunos de ellos tambin fueron eliminados fsicamente. Esa tan slo era la primera represalia en contra de quienes defendan los derechos humanos de los opositores al gobierno (McClintock 1985: 82-83; CIIDH y GAM 1998). La eleccin del rgimen civil de Mndez Montenegro en realidad implic el triunfo del poder militar. Cuando el nuevo presidente se dispuso a tomar el cargo, fue obligado a firmar un pacto con el mando militar, el cual le permita al Ejrcito luchar en contra de la guerrilla sin la interferencia del gobierno civil y sin que sus opositores tuvieran que comparecer al sistema jurdico del pas. En sus primeros aos, el conflicto armado se consider una Guerra de Caballeros, limitada en su mbito y protagonizada principalmente por miembros de clase media urbana. La reaccin del Estado al principio de los sesenta fue mnima en comparacin con la reaccin de las siguientes dos dcadas. La base de datos del CIIDH incluye numerosos casos de este perodo en los que combatientes rebeldes capturados fueron puestos en libertad. Esa desaparicin masiva de marzo de 1966 marc la decisin del gobierno de combatir a la oposicin por todos los medios necesarios. Los insurgentes tambin emplearon mtodos ms violentos. A partir de ese ao, ya no slo atacaron a sus enemigos militares, sino tambin a sus adversarios civiles y hasta diplomticos extranjeros, al igual que a los asesores militares de Estados Unidos que haban llegado a Guatemala para dirigir la contrainsurgencia. Fue en ese ao que, dentro de un programa diseado por estos asesores, el Ejrcito empez a atacar a civiles, bombardeando aldeas en los departamentos de Zacapa e Izabal, el rea de operacin de
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la guerrilla y una regin mayoritariamente ladina (no indgena) del oriente del pas. Aunque la figura 2.1 no lo refleja, las fuerzas gubernamentales asesinaron o desaparecieron a miles de civiles durante la intensificacin de la contrainsurgencia entre 1966 y 1968. Algunos observadores estiman que entre 2,800 (Melville y Melville 1971) y 8 mil (Jonas 1991) guatemaltecos murieron por la violencia poltica durante este perodo. Con la asesora norteamericana, el pueblo guatemalteco fue sometido a un aparato militar cada vez ms poderoso y exento del control de la autoridad civil. Se organiz una amplia red de contrainsurgencia urbana que, durante 30 aos, fue empleada no slo para combatir a las organizaciones guerrilleras, sino para ejercer control sobre la poblacin civil. Mientras tanto, en el rea rural, los asesores estadounidenses (recin llegados del conflicto en Vietnam) promovieron que el Ejrcito formara a miles de comisionados militares, los cuales se convirtieron en representantes locales y privilegiados de la contrainsurgencia (vase el captulo 18). Quizs la caracterstica ms negativa de la primera etapa de la contrainsurgencia fue la aparicin de grupos clandestinos de terror paramilitar como Ojo por Ojo y la Nueva Organizacin Anticomunista. La mayor parte de estos escuadrones de la muerte fueron integrados por miembros de las fuerzas de seguridad quienes, vestidos de civil, cometan actos represivos; otros grupos representaron intereses ms o menos independientes de la extrema derecha. Los paramilitares convirtieron el asesinato y la desaparicin forzada en el teatro poltico. Muchas veces, estos grupos anunciaron sus acciones por medio de listas de sentenciados a muerte, o colocaron en los cuerpos de sus vctimas notas que denunciaron el comunismo o la delincuencia comn. Su naturaleza secreta provoc terror entre la poblacin y, adems, permiti al Ejrcito y a la Polica negar su responsabilidad por las campaas sistemticas de ejecuciones extrajudiciales (Aguilera e Imery 1981; Black 1984: 46). Como la figura 2.1 lo demuestra, el nivel de la violencia poltica disminuy hacia finales de la dcada. Los insurgentes en el oriente del pas fueron derrotados militarmente y debieron refugiarse en la capital en donde se reagruparon. El descenso en el conflicto armado no fue acompaado por un descenso en el control militar. En 1970, el Ejrcito present como su candidato oficial al arquitecto del terror contrainsurgente en Zacapa, el coronel Carlos Arana Osorio. El poder militar segua consolidndose.
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Captulo 3

Los setenta

En noviembre de 1970, poco despus de asumir la Presidencia, el coronel Arana suspendi las garantas constitucionales, declarando un estado de sitio que lleg a perdurar hasta febrero de 1972. En el rea rural, dicho estado permiti que la autoridad fuera transferida de civiles electos por el pueblo a comisionados militares nombrados por el Ejrcito. Esto subvirti a la autoridad civil y contribuy a que las tensiones polticas llegasen a brotar en muchas comunidades durante la dcada siguiente (Brintnall 1979: 160). Arana aprovech una serie de secuestros de la insurgencia como pretexto para declarar el estado de sitio. Otra de sus preocupaciones fue la organizacin legal en contra de las polticas de su gobierno, en especial el movimiento que surgi para bloquear un contrato multimillonario con la empresa EXMIBAL, subsidiaria de una compaa canadiense minera que pretenda explotar las reservas de nquel del pas. Varios intelectuales y polticos de la oposicin consideraban el contrato como un negocio turbio destinado a regalar las reservas minerales y una muestra de que la elite poltico-militar pretenda ejercer, en un grado sin precedente, su control del gobierno. Para acallar las protestas, Arana emple la detencin masiva y suspendi el derecho de la libre asociacin. Al no cesar stas, el Ejrcito ocup la Universidad de San Carlos, el centro de oposicin al negocio. Pocas horas despus del fin de la ocupacin, un escuadrn de la muerte asesin al profesor en Derecho Julio Camey Herrera. Con este acto, el Estado inici un ataque sistemtico en contra de ilustres intelectuales universitarios que cuestionaron el contrato. Entre las vctimas se cuenta al profesor en Derecho y diputado al Congreso, Adolfo Mijangos Lpez, quien fue asesinado en su silla de ruedas en una transitada calle del centro capitalino (Fuentes Mohr 1971: 202-203; Toriello Garrido 1979). Bajo el estado de sitio, el nivel de violencia poltica creci a estadios similares a los del perodo de 1966 a 1968.6 El socilogo
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En un informe publicado a finales de 1971, el diario guatemalteco El Grfico registr 959 asesinatos polticos, 194 desapariciones forzadas y 171 secuestros (Menton, Goodsell y Jonas 1973: 2). Estos nmeros slo incluyen casos que aparecieron en la prensa. Las cifras reales son probablemente mucho ms altas. El Comit de Familiares de los Desaparecidos, uno de los primeros grupos de derechos humanos que funcion en Guatemala, estim que 7 mil guatemaltecos se hallaron muertos o fueron desaparecidos en 1970 y 1971. Esta ltima cifra incluye tambin violencia

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Figura 3.1. Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1970 a 1979

 
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guatemalteco Gabriel Aguilera Peralta, autor de un estudio de la violencia en los sesenta y setenta, escribi que esta nueva oleada de terror estatal fue limitada por la presencia del Frente Nacional Contra la Violencia, un movimiento de masas que luch a favor de los derechos humanos y por la vigencia del Estado de derecho. El Frente agrup a partidos polticos de oposicin, organizaciones religiosas, grupos sindicales y representantes de las universidades privadas. Fue encabezado por estudiantes y profesores de la Universidad de San Carlos, cuya autonoma constitucional le permita resistir al gobierno, a pesar de una historia de violencia en contra de sus miembros y repetidas ocupaciones militares de sus instalaciones (Aguilera e Imery 1981: 133; CIIDH y GAM 1999). El estado de sitio concluy a finales de 1972. En septiembre de ese ao el gobierno consigui detener a la direccin poltica del proscrito PGT. Despus de torturar a los capturados, se cree que
institucional de una naturaleza menos poltica dirigida a delincuentes comunes, otra poblacin atacada por un gobierno que sistemticamente emple el terror para mantener su autoridad (Amnesty International 1976: 5, 11).

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PARTE II

sus cuerpos fueron arrojados, desde un avin, al ocano Pacfico (Menton, Goodson y Jonas 1973; Alvarado 1975). Con la disminucin de actos de la oposicin armada, los militares tuvieron ms confianza en su control y permitieron una pequea apertura poltica. A pesar de un perodo de crecimiento econmico sostenido, en los aos setenta el gobierno no busc aliviar la extrema desigualdad, pobreza y exclusin poltica, lo que hizo atractivo un cambio revolucionario (Jonas 1991). Como se ve en la figura 3.1, los asesinatos paramilitares continuaron en 1973 y 1974, los ltimos dos aos del rgimen de Arana, aunque en menor escala comparado con la primera mitad de su gobierno. En 1974, el ministro de la Defensa de Arana, general Kjell Eugenio Laugerud Garca, gan la Presidencia en otra eleccin fraudulenta. El triunfo electoral corresponda al general Jos Efran Ros Montt, candidato de la Democracia Cristiana, quien aos despus tambin sera sealado por los excesos del terror estatal. Por su falta de legitimidad poltica, Laugerud fue obligado a iniciar su gobierno no con una oleada de represin, prctica comn en Guatemala (captulo 12), sino con un programa de reformas para disminuir el apoyo de la oposicin. Permiti un grado de organizacin sindical y popular, no visto desde antes de la Liberacin de 1954, al extremo de que algunos conflictos laborales fueron resueltos por medio de la negociacin sin que se usara la violencia en contra de los dirigentes sindicales, como normalmente se haca desde 1954 (Levenson-Estrada 1994: 105). Esta apertura estuvo asociada a un bajo nivel de violencia estatal, como se ve en la figura 3.1. Permiti a la oposicin construir una organizacin fuerte, aunque no siempre unida, concentrada en la ciudad. El PGT sigui operando en la clandestinidad y actuando como una organizacin revolucionaria. Sin embargo, existan tendencias en su interior que planteaban la legalizacin del Partido y el acceso al poder por la va electoral (CIIDH y GAM 1999). El movimiento de masas creci y tom mayor conciencia, por lo que sus exigencias fueron ms fuertes. En la coyuntura del terremoto que asol al pas en febrero de 1976, en las labores de asistencia y reconstruccin, sindicalistas y estudiantes que conformaron brigadas se pusieron en contacto con los damnificados, tanto pobladores de los barrios urbanos como campesinos de las regiones ms afectadas, logrando que las demandas sociales se difundieran ampliamente. Y en 1977, en un

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tiempo de fuerte crecimiento econmico, ms trabajadores se fueron a la huelga que en cualquier otro ao en la historia de Guatemala. El ao 1977 termin con La gloriosa marcha de los mineros de Ixtahuacn, una manifestacin laboral que se origin en un aislado pueblo mam de Huehuetenango y atrajo a miles de simpatizantes en su camino a la capital. La marcha represent, para muchos, la posible unin de la ciudad y el campoy de indgenas y ladinosen la lucha contra un gobierno impopular. Las fuerzas del Estado tambin notaron la importancia del movimiento: tres estudiantes universitarios de Huehuetenango, sindicalistas que trabajaban con los mineros, fueron asesinados o desaparecidos en 1978 (Amnesty International 1979: 8; LevensonEstrada 1994: 127-29; CIIDH y GAM 1999). Esta violencia form parte de una campaa intensiva de asesinatos selectivos en contra de laboristas y otros militantes. Tan slo en agosto de 1977, Amnista Internacional registr 61 homicidios que aparentaban ser obra de los grupos paramilitares. La mayora de las vctimas eran campesinos, obreros y pobladores de los barrios pobres urbanos (Amnesty International 1978: 123). Sin embargo, la militancia popular no se detuvo y creci a lo largo de 1978. El conflicto entre el gobierno y la oposicin se agudiz cuando el general Romeo Lucas Garca tom la Presidencia en julio, para luego liberar los precios de los productos de la canasta bsica. Los acontecimientos condujeron, en la ciudad, a la huelga del transporte, de agosto a octubre de 1978. Un amplio movimiento urbano paraliz la ciudad, exigiendo la anulacin del aumento en la tarifa del transporte urbano de cinco a diez centavos (en 1978 el quetzal tena paridad con el dlar estadounidense). Pero el movimiento no limit sus metas a asuntos econmicos inmediatos. Los plantamientos de los manifestantes, tanto en su grafitti como en los discursos de los lderes, mencionaron cada vez ms la revolucin, aunque su significado era an difcil de precisar (Coordinadora de Organizaciones Sindicales y Populares 1979; Levenson-Estrada 1994). Despus de semanas de conflicto en las calles, el gobierno se rindi y la tarifa volvi a ser de cinco centavos. Mientras el movimiento popular celebraba la victoria, el Ejrcito Secreto Anticomunista (ESA)uno de los principales grupos paramilitares vinculados al gobierno que aterrorizaron la ciudad, desde finales de los setentapublic una lista que sentenci a muerte a 38 personas, la mayora de ellos personajes de la oposicin. La primera vctima fue el dinmico secretario general de la Asociacin de
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Estudiantes Universitarios, Oliverio Castaeda de Len, quien muri ametrallado momentos despus de pronunciar un discurso en el Parque Centenario, durante la celebracin del 34 aniversario de la Revolucin de Octubre. Aunque decenas de policas presenciaron el ataque, no hicieron nada para detener a los asesinos (Aguilera e Imery 1981: 137; CIIDH y GAM 1999). La muerte de Castaeda ilustra el terror estatal durante los primeros aos del gobierno de Lucas Garca: un asesinato selectivo cometido por hombres fuertemente armados, vestidos de civil, realizado a plena luz del da y en un lugar muy transitado y para el cual el gobierno negara su responsabilidad. Sin embargo, el mensaje fue claro: el gobierno silenciara a cualquiera que hablara en su contra y lo hara con total impunidad. Luego sucedi una serie de asesinatos de personas clave en la bien organizada oposicin poltica. Varias de las vctimas haban sido mencionadas en la lista del ESA en octubre de 1978. Entre los mrtires de 1979 se incluyen dirigentes polticos como Alberto Fuentes Mohr (lder del Partido Socialista Democrtico) y Manuel Colom Argueta (ex alcalde de la ciudad y pre-candidato a la Presidencia de la Republica por el Frente Unido de la Revolucin, FUR). En el caso de Colom Argueta, los asesinos hicieron uso de un helicptero para perseguir a su vctima en la zona 9, de la capital, lo que dej sin duda la participacin de las fuerzas de seguridad (caso ca0000182). Retrospectivamente, Lucas Garca pareca decidido a no permitir que en Guatemala sucediera lo mismo que en Nicaragua, donde un amplio movimiento popular en la ciudad se ali con una insurgencia incrustada en el campo para derribar el gobierno somocista. De hecho, el movimiento insurgente en Guatemala, tras un tiempo de poca actividad, se haba restablecido en las reas rurales. Esta vez los guerrilleros evitaron el oriente del pas, una regin desilusionada con la rebelin luego de experimentar la contrainsurgencia en los sesenta. Entonces, la guerrilla debi afincar sus bases de operaciones en las montaas y comunidades mayas del altiplano occidental. Al inicio de los setenta, el Ejrcito Guerrillero de los Pobres (EGP) empez su trabajo organizativo en la selva del norte de Quich. Poco tiempo despus, la Organizacin del Pueblo en Armas (ORPA), inici operaciones en la boca costa de San Marcos. A mediados de los setenta, el occidente del pas recibi la primera seal de la fuerte represin que estaba por llegar. El Ejrcito y los
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grupos paramilitares desaparecieron o asesinaron en forma selectiva a muchos lderes comunitarios o colaboradores de la guerrilla, especialmente donde operaba el EGP: primero, en 1975, en las aisladas cooperativas de productores en la selva del Ixcn (Falla 1992); luego, durante el resto de la dcada, en la regin ixil, cercana al sur del Ixcn (Davis 1988; Stoll 1993). Esta violencia se refleja en el crecimiento de la figura 3.1 en los ltimos aos de los setenta. Pero tambin haba una nueva organizacin popular en el Occidente, el Comit de Unidad Campesina (CUC), un grupo multitnico que sali a la luz pblica en 1978 con la consigna Cabeza clara, corazn solidario, puo combativo. En los primeros das de 1980, el CUC llev la noticia de esta represin a la ciudad capital. As empieza la dcada de terror estatal extremo en la historia de Guatemala, los aos ochenta.

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PARTE II

Captulo 4

Los ochenta

En enero de 1980, una comisin de kiches e ixiles del departamento de Quich viajaron a la capital para denunciar el secuestro y asesinato de nueve campesinos del municipio de Uspantn. Para el gobierno de Lucas Garca, la presencia de gente indgena en la capital que exiga el respeto de los derechos humanos era un acto subversivo, aun ms cuando se supo que los campesinos eran asesorados por miembros del CUC y el grupo estudiantil Frente Estudiantil Revolucionario Robin Garca (FERG), ambas organizaciones influidas por el rebelde EGP. El gobierno no quiso recibirlos. El Congreso neg una audiencia a los manifestantes, mientras que el asesor legal del grupo era asesinado a tiros frente de la direccin general de la Polica (CIIDH y GAM 1999). La maana de 31 de enero de 1980 algunos de los manifestantes acordaron ocupar pacificamente la Embajada de Espaa para dar cuenta al mundo de la creciente violencia institucional en Guatemala. Al enterarse de la ocupacin, el presidente Lucas Garca, el jefe de la Polica Germn Chupina Barahona y el ministro de Gobernacin Donaldo Alvarez Ruiz se reunieron en el Palacio Nacional. Despus de unas horas, los funcionarios decidieron usar la fuerza para desalojar a los ocupantes, sin negociar con ellos (Blanck y Miranda 1998).7 Con rdenes recibidas desde el Palacio Nacional, la Polica atac la oficina de la embajada, en donde los manifestantes haban levantado barricadas y retenido sus laborantes, incluido entre ellos al embajador espaol. Los agentes lanzaron bombas incendiarias que, en combinacin con ccteles molotov que los manifestantes llevaban, provocaron un incendio en la Embajada. Mientras los ocupantes gritaban de angustia y pedan auxilio, la Polica se rehusaba a dejar que salieran o que fueran asistidos por los bomberos, quienes debieron esperar a que el incendio se extinguiera por s solo. Treinta y nueve personas, entre manifestantes y rehenes, murieron quemadas ese da (base de datos CIIDH cmc000274; CIIDH y GAM 1999).
Pocos meses antes de la ocupacin de la Embajada de Espaa en Guatemala, los rebeldes del Frente Sandinista, en Nicaragua, antes de su victoria final, tomaron el Congreso del pas. Ganaron credibilidad tanto en el mbito internacional como adentro del pas con forzar al gobierno de Anastasio Somoza Debayle negociar un canje de rehenes.

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Figura 4.1. Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1980 a 1989








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La masacre de la Embajada de Espaa, como se le conoce, demostr que el gobierno guatemalteco actuara sin lmites y sin importar su posicin ante la comunidad internacional, para destruir a sus adversarios armados y no armados. La historia entera de la dcada de los ochenta es ejemplo de ello. Despus de un inicio tan trgico, la violencia slo pudo aumentar en el resto del ao 1980. Como la figura 4.1 ilustra, los asesinatos cometidos por el Estado siguieron en aumento durante 1981 y alcanzaron su mayor auge en 1982, ao de violencia sin igual en la historia de Guatemala. La base de datos del CIIDH documenta casi 18 mil homicidios cometidos por el Estado en slo ese ao. La violencia empez a disminuir en 1983, cuando el pas fue casi totalmente militarizado. Y aunque un gobierno civil asumi el poder en 1986, la violencia poltica no ces; los asesinatos selectivos continuaron hasta el final de la dcada. Al inicio de los ochenta, la ciudad de Guatemala sigui siendo principal escena de la lucha entre el gobierno y la oposicin. Despus de eliminar a los lderes del movimiento popular en 1978 y 1979, en 1980 el Estado libr un ataque de grandes proporciones en contra
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de los sindicalistas, estudiantes, intelectuales y todos aquellos que continuaron participando en la oposicin. Corrieron mayor riesgo quienes militaban en el PGT u otro grupo revolucionario. Con una frecuencia alarmante, muchas personas fueron secuestradas de las calles de la ciudad por las fuerzas oficiales y paramilitares. Entre marzo y agosto, casi no hubo un solo da en el que la prensa no reportara alguna desaparicin poltica o el hallazgo de algn cuerpo torturado y mutilado en el rea metropolitana. Los sucesos alcanzaron su auge en el desfile del Primero de Mayo, histrico da de los trabajadores, que ese ao cont con la participacin de manifestantes enmascarados que portaban mantas que abogaban por la revolucin. Despus de la marcha, las fuerzas de seguridad recorrieron repentinamente el centro de la ciudad y secuestraron a 31 personas. Ms tarde fueron localizados los cadveres torturados de algunos de ellos. El resto pas a formar parte de la creciente lista de poblacin desaparecida (Guatemala 80 1980: 191; Witzel de Ciudad 1991: 618). La ciudad capital, lugar en el que se concentraba el poder y en donde, por muchos aos, la oposicin al gobierno tuvo su enfoque, se convirti en paraje inseguro para los activistas del movimiento popular. Con el recrudecimiento de la violencia, un buen nmero de militantes se vio obligado a retirarse de la vida poltica, para proteger sus vidas y las de sus familias y colaboradores. Otros ms lograron escapar de la persecucin, saliendo al exilio o escondindose dentro del territorio nacional. Un buen nmero de las personas que abandonaban la poltica se unieron a la causa armada; hubo quienes lo hicieron por sus convicciones, aunque otros lo hicieron como nica forma de sobrevivencia. Aun cuando los guerrilleros urbanos intentaron mantenerse clandestinos y establecer casas de seguridad, las fuerzas del gobierno emplearon tcnicas adoptadas de los gobiernos de Israel y Argentina para detectarlas y destruirlas. En esa poca, pocos rebeldes que caan en manos del Estado gozaban de un proceso judicial, y quienes lo hacan eran usados como parte de la guerra psicolgica contrainsurgente. Una gran cantidad de guerrilleros urbanos fueron ejecutados al ser capturados o murieron en combates frente a las fuerzas del gobierno (Payeras 1987). El enfoque del conflicto social en Guatemala empez a trasladarse al campo, esta vez en las comunidades mayas del altiplano occidental, una regin que por muchos aos fue ignorada y abandonada por el gobierno y que, adems, no era tomada en cuenta por la sociedad urbana en general.
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En 1980, los aparatos de represin eran menos desarrollados en el nuevo teatro de operaciones. En febrero, por ejemplo, mientras el movimiento citadino se replegaba, el CUC organiz una huelga laboral en las fincas de la costa sur. Al involucrar tanto a los mozos colonos como a la fuerza de trabajo migrante, el CUC se apunt un xito al lograr un aumento al sueldo mnimo. La huelga demostr las posibilidades de hacer una organizacin masiva en el rea rural. En los siguientes meses, varios dirigentes de la huelga fueron asesinados o desaparecidos, lo que tambin mostr las posibilidades de represin fuera de las urbes (Mench y CUC 1992). Los diferentes grupos guerrillerosEGP, FAR, ORPA y aun el PGT, que tena su base poltica en la clase obreraampliaron su presencia al interior del pas. Mientras tanto, el Ejrcito los persegua. El gobierno construy zonas militares en cada uno de los departamentos y ocup iglesias y edificios pblicos en cientos de comunidades rurales para dar albergue a sus tropas (Krueger y Enge 1985: 21). Instalados en el interior del pas, al atacar a sus oponentes las fuerzas del gobierno mostraron menos consideracin hacia la poblacin civil, irrespetando por completo los derechos de stos. Los rebeldes se presentaron en las comunidades rurales como grupos furtivas de combatientes que se movan por las veredas de la montaa, organizando a los pobladores para el conflicto que, segn ellos, pronto empezara. En algunas zonas, la guerrilla organiz su movimiento revolucionario de forma lenta y cuidadosa. Sin embargo, en 1980 los insurgentes (en especial el EGP) animados por avances guerrilleros en otras partes de Centroamrica, intentaron expandir rpidamente su rea de influencia en un territorio muy amplio en donde vivan diferentes grupos etnolingsticos. A principios de 1981, la guerrilla ejecut su ofensiva ms grande del conflicto en diferentes partes del Occidente. A finales de ese ao, otra ofensiva fue desarrollada en el altiplano y fue apoyada por simpatizantes civiles que obstaculizaron los caminos, segn los planes de la insurgencia (Ejrcito Guerrillero de los Pobres 1983). El gobierno trat cada vez ms a los civiles como participantes de la insurgencia. Pero el EGP sobrestim su capacidad militar en relacin con las fuerzas contrainsurgentes. Cuando el Ejrcito atac, la guerrilla no pudo defender a sus comunidades de base (Payeras 1991). El Ejrcito, bajo las rdenes de Lucas Garca, se moviliz para el combate rural, aumentando sus fuerzas por medio del reclutamiento militar masivo y forzoso. Adems de las tropas destacadas en las
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diferentes zonas militares departamentales, esta institucin desarroll un sistema de fuerzas mviles estratgicas que funcionaban bajo control de las brigadas militares. Con este modelo de fuerzas de tarea, a medio ao, en 1981 el Ejrcito lanz ofensivas en contra de la guerrilla en zonas cafetaleras de importancia econmica en la regin suroccidental. Igual ocurra en el rea de San Martn Jilotepeque, municipio de Chimaltenango, un departamento que era principal productor de alimentos para la poblacin urbana. Esos vastos operativos militares obligaron a miles de residentes a huir de sus hogares o a buscar refugio en las montaas (captulo 20). Luego, la institucin castrense incursion en regiones ms aisladas que tenan menor inversin agroindustrial, pero la presencia de la guerrilla era ms extensa. La destruccin provocada por el gobierno fue mayor y ms evidente en donde haba menos inversin. Despus vino una serie de campaas militares bien planificadas que formaban parte de una estrategia para vencer a la insurgencia por medio de aterrorizar a la poblacin civil. La Operacin Ceniza empez en noviembre de 1981 y continu en 1982. Su nombre revelaba cmo el Ejrcito iba a tratar a las aldeas en la zona de actividad guerrillera. En el inicio, esta entidad cometi varias matanzas para que la poblacin huyera y as retomar control de la carretera Panamericana que atraviesa Chimaltenango y el sur de Quich. En su segunda fase, unos 15 mil militares realizaron una lenta barrida desde Quich, hacia Huehuetenango, hasta llegar a la frontera con Mxico (Aguilera 1982; Fried et al. 1983). Los insurgentes armados golpeaban las posiciones de las tropas oficiales y huan para esconderse en las montaas. Los militares, frustrados por estos combates y sin ninguna consideracin moral o tica sobre las vctimas, respondieron atacando a la poblacin civil no combatiente. El terror lleg a su auge en los primeros meses de 1982, cuando los soldados metdicamente masacraron aldeas enteras. Se empezaba a usar la poltica de tierra arrasada diseada para despoblar las zonas de actividad guerrilla. Adems de asesinar a nios, mujeres y ancianos, el Ejrcito quem las casas y las siembras y mat a los animales de pobladores (Americas Watch 1982). Lo que poco antes haba sido una campaa selectiva en contra de simpatizantes de la insurgencia, se convirti en una carnicera humana cuyo propsito era eliminar cualquier apoyo o apoyo potencial a los rebeldes. Fue una estrategia que Ros Montt llam Quitar el agua al pez.
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El gran nmero de muertos y desplazados durante las campaas militares en el occidente de Guatemala fue producto de la falta de lmites en el comportamiento del Ejrcito, tanto moral como organizativo, en combinacin con la ausencia de una estrategia de la guerrilla para defender las aldeas en donde organizaba a la gente y obtena apoyo.8 En marzo de 1982, en medio del apogeo de la violencia estatal, un golpe militar reemplaz el rgimen de Lucas Garca con una dictadura encabezada por el general Ros Montt. Bajo la direccin de este, el Estado desarroll un carcter obviamente contrainsurgente. Suspendi las garantas constitucionales y estableci los tribunales de fuero especial para procesar a supuestos subversivos o delincuentes comunes reincidentes (Comisin de Derechos Humanos de Guatemala 1983; Schirmer 1997). El gobierno de Ros Montt extendi la contrainsurgencia a casi todo el territorio nacional en pocos meses. Para controlar a la poblacin rural, no slo continu con las masacres, sino que las combin con muy eficaces programas de control, como alimentos por trabajo, polos de desarrollo y aldeas modelo (poblados militarizados para reeducar a los refugiados desplazados por el terror estatal), adems del sistema de patrullas de autodefensa civil (mediante las cuales el Ejrcito oblig a los campesinos a depurar sus propias comunidades de los opositores al gobierno). En palabras de un grupo de derechos humanos, el gobierno militar cre una desolacin y la llam paz (Americas Watch 1983). Los cuatro grupos guerrilleros, aglutinados desde 1982 en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), replegaron sus principales fuerzas militares a zonas ms apartadas, manteniendo la resistencia en los centros urbanos. En la capital el terror continu en 1982, aunque a un nivel menor que en las reas rurales (captulo 8). En la segunda mitad de 1983 y en 1984, los aparatos de inteligencia militar volvieron su vista hacia la ciudad. Aniquilaron tanto a las pocas expresiones de apoyo para el movimiento revolucionario que quedaban como a los primeros intentos de recrear un movimiento popular militante (Albizures 1985; Amnesty International 1987). En agosto de 1983, un nuevo golpe militar coloc a otro general en el Palacio Nacional, Oscar Humberto Meja Vctores, cuya
8

El captulo 17 plantea que los patrones de la violencia masiva tuvieron mucho que ver con la etnicidad de las vctimas.

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PARTE II

promesa inmediata fue conducir al pas a un gobierno civil. Ya para 1986, Guatemala tena una nueva Constitucin y un presidente civil: el democratacristiano Marco Vinicio Cerezo Arvalo. Pero el cambio de gobernante de militar a civil tampoco signific el fin de las desapariciones y los asesinatos cometidos por los grupos paramilitares. La violencia extrajudicial era parte de la cultura poltica del pas (Americas Watch y British Parliamentary Human Rights Group: 1987). Antes de que finalizaran los gobiernos militares, nuevos grupos de derechos humanos empezaron a surgir. Estos representaron a las vctimas y a los sobrevivientes de las campaas militares del Estado. En junio de 1984, en medio de un brote de asesinatos de los escuadrones de la muerte en contra de sindicalistas y estudiantes universitarios, los familiares atemorizados se reunieron en la residencia del arzobispado metropolitano Prspero Penados del Barrio. All decidieron formar el Grupo de Apoyo Mutuo para la Aparicin con Vida de Nuestros Familiares (GAM), que aglutin a sobrevivientes urbanos y rurales que desafiaron la prctica estatal de la desaparicin forzada. El GAM exigi saber qu pas con sus familiares que no fueron liberados y de cuyos cuerpos nunca se tuvo noticias. En los aos siguientes, otros grupos de derechos humanos, como partes de un movimiento de sobrevivientes (Billings 1995), surgiran y la organizacin popular volvera a funcionar en la ciudad. El nivel de violencia poltica fue mucho menor a mediados de los ochenta que en los aos anteriores. Como en los primeros aos de los setenta, la disminucin de la violencia ocurri al mismo tiempo que el surgimiento de un movimiento a favor de los derechos humanos. Y al igual que el perodo anterior, no est claro si la reduccin de la violencia se deba a las presiones de un movimiento social o a la poca presencia de los insurgentes. A mitad de los ochenta, este movimiento pro derechos humanos se convirti, asimismo, en blanco del Estado. Poco despus de la formacin del GAM, dos de sus fundadores, Hctor Gmez Calito y Mara del Rosario Godoy de Cuevas, fueron brutalmente torturados y asesinados. Pero contrario a lo sucedido en los setenta, el movimiento de los ochenta sobrevivi a la represin (Americas Watch 1985c; Simon 1987: 159-61, 197-98). La figura 4.1 muestra una leve disminucin en los homicidios para 1986, el primer ao del gobierno civil. Por un tiempo, el nuevo gobierno cumpli con lo esperado. Muchas personas retornaron

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del exilio y la participacin poltica aument. Sin embargo, en los ltimos aos de la dcada el nivel de la violencia volvi a crecer. En 1987 el Ejrcito desat su Ofensiva de fin del ao en contra de las reas que se resistan a su control, en la Costa Sur y, especialmente, en el centro y norte del departamento de Quich. Como ocurri en 1982, esta ltima campaa caus muchas bajas entre la poblacin civil que viva prxima a las fuerzas del EGP, aunque en una escala menor a las ofensivas de principios de la dcada (captulo 20). El ao siguiente, una faccin del Ejrcito intent otro golpe, esta vez contra el gobierno civil y el Ministro de la Defensa. Aunque el presidente Cerezo logr permanecer en el Palacio, tuvo que aceptar la mayora de las exigencias de la lnea dura de la institucin armada, como la cancelacin del dilogo de paz con la URNG. Despus de la intentona, la violencia del Estado aument, tanto en la ciudad como en las reas rurales. Al incrementarse las crticas al control militar y a las polticas econmicas del gobierno por parte de las organizaciones populares, los escuadrones de la muerte aumentaron su represin, cerrando espacios a la oposicin antes de que sta creciera. Fue una repeticin del patrn de organizacin y represin de diez aos atrs (Americas Watch 1988: 1-5). La dcada termin con una ola de secuestros de dirigentes de la Asociacin de Estudiantes Universitarios (AEU) de la Universidad de San Carlos, en agosto y septiembre de 1989. La AEU en ese momento trataba de reconstruir el movimiento estudiantil y la perspectiva social de la casa de estudios, impulsando un proceso de Reforma Universitaria. Las vctimas incluyeron a dirigentes de la huelga magisterial del mismo ao, as como a representantes de varias facultades. Mientras que la mayora de las vctimas desaparecieron, cuatro aparecieron muertas. Por ejemplo, despus de 20 das en la detencin, el cadver de la estudiante de psicologa Silvia Azurdia Utrera apareci entre unos matorrales en las afueras de la Universidad. Su cuerpo estaba marcado completamente con pinchazos de agujas y quemaduras de cigarrillos; sus uas fueron dobladas y haba evidencia de varias violaciones sexuales (Americas Watch 1989b; Amnesty International 1989c; El Peridico 1997; CIIDH y GAM 1999). Al final de los ochenta, como al inicio de la dcada, el Estado guatemalteco empleaba con regularidad la violencia en contra de la oposicin en un intento de cerrar los espacios polticos que no controlaba completamente.

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PARTE II

Captulo 5

Los noventa

La figura 5.1 ilustra cmo la violencia estatal declin sin interrupcin en los noventa. Bajo presiones domsticas y luego de los acuerdos de Esquipulas II (que obligaban a los pases centroamericanos a buscar la paz negociada con sus adversarios internos), as como por el sealamiento de la comunidad internacional por la masiva violacin a los derechos humanos, algunos sectores en el gobierno guatemalteco y el Ejrcito empezaron a considerar en serio una negociacin poltica para terminar el conflicto. A pesar de los esfuerzos de los militares y otros sectores de poder y de la derecha poltica en Guatemala, la idea del respeto a los derechos humanos poco a poco gan aceptacin tanto en los crculos oficiales como dentro de la ciudadana. El cambio ocurri, en parte, debido a la persistencia de organizaciones dentro y afuera de Guatemala: grupos internacionales, como Amnista Internacional, Americas Watch, y the Washington Office on Latin America (WOLA); organizaciones guatemaltecas en el exilio, como el Comit Pro Justicia y Paz y el Centro para la Accin Legal en Derechos Humanos (CALDH, que oper en Guatemala a partir de 1994); y grupos en Guatemala, sobre todo las organizaciones del movimiento popular, como el CUC (que apareci en 1978 y sobrevivi en la clandestinidad durante los peores aos de represin estatal), el GAM (activo desde 1984) y la Comisin de Derechos Humanos de Guatemala (CDHG), fundada en 1981 y funcionando en el exilio en Mxico hasta 1995. En 1990, el Arzobispado de Guatemala abri, con aos de atraso, su Oficina de Derechos Humanos, la ODHA (Americas Watch 1989: 52). Tambin ocurrieron cambios dentro del gobierno. Al terminar 1989, el Congreso de la Repblica nombr a Ramiro de Len Carpio Procurador de los Derechos HumanosHumanos, con el objetivo de cambiar la imagen del Procurador para dar una mayor impresin de respeto a los derechos humanos, especialmente en el interior del pas. A pesar de ello, el gobierno continu vacilando en su compromiso con tales derechos. Por un lado, funcionarios del gobierno de Jorge Serrano Elas (la segunda administracin civil) enfatizaron la importancia del Estado de Derecho en sus discursos y hasta enviaron personal del Ejrcito y la Polica a cursos sobre
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Figura 5.1. Total de asesinatos y desapariciones por ao, de 1990 a 1995

 
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derechos humanos; por el otro, Serrano y sus funcionarios atacaron e intentaron delegitimar a los grupos de derechos humanos vinculndolos a la URNG (Americas Watch 1991: 1-3). La represin en contra de los activistas de derechos humanos fomentada por el gobierno continu, especialmente en las reas rurales. A diferencia de las dcadas anteriores, ya no fueron las tropas del Ejrcito las que cometieron la mayora de los asesinatos y desapariciones, sino patrulleros civiles leales a esta institucin, quienes actuaron en contra de sus vecinos que se resistan a la hegemona del Ejrcito o al control local de las patrullas (vase captulo 19). Mientras tanto, las negociaciones para poner fin al conflicto procedieron paulatinamente. En 1993 Ramiro de Len fue designado Presidente de la Repblica por el Congreso, luego de que Serrano Elas intentara, sin xito, consolidar su poder suspendiendo el la Constitucin y disolviendo al Congreso mismo. Aunque De Len hizo poco para limitar el poder del Ejrcito, en 1994 el gobierno y la
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guerrilla acordaron que una Misin de las Naciones Unidas (MINUGUA) verificar el cumplimiento de los acuerdos entre las partes, fundamentalmente sobre derechos humanos y desmilitarizacin. Con la presencia de las Naciones Unidas, las fuerzas del Estado, especialmente el Ejrcito, encontraron nuevos lmites en su capacidad de emplear violencia extrajudicial contra la poblacin. Nunca se haban destinado tantos recursos a investigar abusos, hacer estudios y a promover el respeto a los derechos humanos (Amnesty International 1997c: 44; MINUGUA 1995a; 1995b; 1995c; 1996a; 1996b). El nivel de la violencia poltica continu disminuyendo hasta diciembre de 1996, cuando la URNG y el gobierno guatemalteco firmaron un acuerdo final de paz para terminar el conflicto armado. La insurgencia guerrillera, el principal pretexto que el Estado tena para atacar a la oposicin poltica ya no exista. Lo que qued fue el proceso para esclarecer los actos de violencia poltica durante el eenfrentamiento, y la necesidad de que el Estado reconozca su responsabilidad y ponga en prctica un efectivo resarcimiento a las vctimas sobrevivientes. Quedaron tambin el horror y la angustia vividos por decenas de miles de guatemaltecos, as como la esperanza de comenzar una verdadera conciliacin, de manera que este pueblo se reencuentre a s mismo, a partir de su historia y de la recuperacin de la dignidad de todas sus vctimas. Los prximos captulos fueron escritos para ayudar en ese proceso.

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PARTE III
COMPARACIONES ANALTICAS

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PARTE III

Captulo 6

Terror y rgimen

Desde 1960 hasta 1996, la represin violenta ocurri durante todos los regmenes presidenciales, ya fueran militares o civiles, electos o impuestos. Sin embargo, la ejecucin extrajudicial fue usada por cada gobierno en diferentes grados. La figura 6.1 muestra un aumento a travs de los diferentes gobiernos de los sesenta y de los primeros de los setenta. Luego aparece un breve descenso en los aos de gobierno de Kjell Laugerud Garca. Pero los asesinatos y desapariciones crecen desmesuradamente durante los gobiernos de Lucas Garca y Ros Montt, cuando la violencia se hizo mas rural (es decir que la mayora de los hechos de violencia ocurrieron en el rea rural) y menos selectiva (ms indiscriminada), , sobre todo en 1982 (la figura 6.2 presenta las fechas de los diferentes gobiernos que son utilizadas en las figuras 6.1, 6.3 y 6.4).
Figura 6.1. Total de asesinatos y desapariciones, por gobierno, de 1959 a 1995
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COMPARACIONES ANALTICAS

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La primera grfica muestra, cmo, despus de que el gobierno de Ros Montt pacificara las reas rurales y causara un repliegue guerrillero, el nivel de violencia descendi en los gobiernos posteriores. Despus de 1982, la violencia poltica tendi atacar a los guatemaltecos que lucharon contra el control militar o que defendan el Estado de derecho (captulo 11). Entonces, los efectos de la represin siguieron asolando a la sociedad guatemalteca y su cultura poltica.
Figura 6.2. Presidentes de Guatemala, de 1959 hasta la fecha
Presidente Miguel Ramn Ydgoras Fuentes Enrique Peralta Azurdia Julio Csar Mndez Montenegro Carlos Manuel Arana Osorio Kjell Eugenio Laugerud Garca Fernando Romeo Lucas Garca Jos Efran Ros Montt Oscar Humberto Meja Vctores Marco Vinicio Cerezo Arvalo Jorge Serrano Elias Ramiro de Len Carpio Alvaro Arz Irigoyen Desde 02-mar-1958 01-abr-1963 01-jul-1966 02-jul-1970 02-jul-1974 02-jul-1978 24-mar-1982 09-ago-1983 16-ene-1986 15-ene-1991 29-may-1993 15-ene-1996 Hasta 30-mar-1963 30-jun-1966 01-jul-1970 01-Jul-1974 01-jul-1978 23-mar-1982 08-ago-1983 15-ene-1986 14-ene-1991 25-may-1993 14-ene-1996 actual

En la historia turbulenta y de inestabilidad poltica de la Guatemala moderna, no todos los mandatarios han podido cerrar el perodo presidencial de cuatro aos. La figura 6.3 presenta la intensidad del terror durante cada rgimen: el nmero de asesinatos y desapariciones por mes en que estuvo el electo o designado en el poder. Aqu tambin es notorio un ascenso dramtico durante el gobierno de Lucas Garca (julio de 1978 a marzo de 1982), un perodo de represin constante. La fama de Lucas Garca como asesino, aunque merecida, es menor comparada con la del general Efran Ros Montt. La base de datos documenta un promedio de ms de 800 asesinatos y desapariciones cada mes, durante los 17 meses que Ros Montt ocupaba la silla presidencial. La cifra de asesinatos por mes aument ms del 300 por ciento entre estos dos gobiernos militares. Los nmeros reales incluyen miles de asesinatos que no son
42 PARTE III

Figura 6.3. Promedio mensual de asesinatos y desapariciones, por gobierno, de 1959 a 1995
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documentados en ninguna base de datos. En menos de un ao y medio, las fuerzas de seguridad bajo las directrices de Ros Montt fueron responsables de casi el 43 por ciento de los asesinatos y desapariciones ocurridas en los 36 aos de guerra y que aparecen con una fecha establecida en la base de datos del CIIDH. Ros Montt, ya retirado del Ejrcito, sigue siendo una importante figura poltica en su pas y encabeza el Frente Republicano Guatemalteco (FRG). Lo ms curioso es que hoy da muchos guatemaltecos ven en el al salvador que pudo llevar un conflicto abierto a un cierre definitivo. La popularidad de Ros Montt, a pesar de abusar del recurso del terror, se debe, en parte, a la forma en que las diferentes comunidades en Guatemala han entendido la historia del conflicto armado. Por otro lado, su imagen fue mejorada activamente por fuerzas tanto dentro como fuera del pas. En primer lugar, el legado de Ros Montt se entiende de mejor forma cuando se relaciona con su predecesor. Fue en el perodo de
COMPARACIONES ANALTICAS 43

Figura 6.4. Total mensual de asesinatos y desapariciones, de julio de 1979 a junio de 1984
3,500

3,000

DVHVL RV \ GHVDSDUFL QDW L RQHV

2,500

2,000

1,500

Gobierno de Ros Montt desde marzo de 1982 hasta agosto de 1983

1,000

500

0
                                                                                                   

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Lucas Garca cuando casi se destruy la oposicin poltica urbana. Y fue Lucas quien instituy el terror indiscriminado en el campo, a lo que Amnista Internacional llam un programa gubernamental de asesinato poltico (1981). Para el 23 de marzo de 1982, cuando empez el gobierno de Ros Montt, el pas viva en estado de terror. El recin concluido proceso electoral no dio a los guatemaltecos ningn respiro respecto a la violencia. En las reas rurales el abuso de los soldados alcanz su mximo nivel, cuando se reprimi cualquier seal de apoyo a la guerrilla. Despus de que Ros Montt tom posesin, la violencia fue en franco aumento. En la figura 6.4 se ve que la violencia lleg a su mximo en abril de 1982, el primer mes completo del gobierno de Ros Montt, con 3,330 asesinatos y desapariciones documentados en la base de datos del CIIDH. En los primeros cien das del gobierno de Ros Montt, los asesinatos masivos continuaron en el Occidente, especialmente en los departamentos de Quich y Huehuetenango. Americas Watch, haciendo uso de datos del Comit Pro Justicia y Paz y de la Comisin de Derechos Humanos de Guatemala, detall 69 masacres durante este perodo (Americas Watch 1984).
44 PARTE III

La figura 6.4 muestra otro pico de la violencia en julio de 1982. En el mes anterior, Ros Montt declar una amnista de 30 das, supuestamente para dar a los insurgentes y sus simpatizantes civiles la oportunidad de rendirse al gobierno. Cuando junio lleg a su fin, el general, como lo haba prometido, impuso un estado de guerra en el occidente, y la pausa en las masacres termin. En julio, los mtodos de la violencia fueron ms horrendos. Una nueva campaa del Ejrcito, Victoria 82, barri con todo el Occidente, hasta la frontera con Mxico. Informes de derechos humanos de la poca comprueban que en regiones aisladas las tropas del gobierno provocaron destruccin innecesaria en su lucha contra la guerrilla. Algunas de esas vctimas fueron decapitadas o quemadas vivas, mientras que cabezas de nios eran estrelladas contra las piedras (captulo 13). Amnista Internacional hace ver que la violacin sexual contra las mujeres sobrevivientes de las masacres, aun embarazadas, fue ms comn durante el gobierno de Ros Montt (Amnesty International 1982: 4-5; Nairn 1983; Falla 1983). El gobierno continu con la poltica de Lucas Garca de emplear violencia indiscriminada para obligar a los campesinos a rechazar a la guerrilla o a huir de sus comunidades. El antroplogo jesuita Ricardo Falla reporta que para cometer asesinatos masivos de las cooperativas del Ixcn de esta poca, las tropas no hicieron ninguna distincin entre colaboradores, simpatizantes y gente indiferente o aun entre quienes rechazaban la insurgencia (Falla 1994: 183). El antroplogo David Stoll sostiene otro punto de vista. El sostiene que la violencia estatal se hizo menos catica y ms previsible con Ros Montt, por lo menos en la muy golpeada regin ixil en el norte de Quich (Stoll 1993: 111). A diferencia del de Lucas Garca, el gobierno de Ros Montt diversific la contrainsurgencia y ofreci a los campesinos una salida en la incertidumbre del conflicto entre el Ejrcito y la guerrilla. Despus de las masacres, Ros Montt instituy formas de accin cvica que animaban a los civiles para rechazar a la guerrilla y acercarse a lo que sigui siendo un gobierno muy violento. Tambin expandi el sistema de patrullas civiles iniciado por Lucas. Con esto oblig a los pobladores de tierras en conflicto a volcarse en contra de sus vecinos y a participar activamente en la violencia contrainsurgente. En algunas regiones, como en el norte de Huehuetenango, los patrulleros inicialmente rehusaron servir al Ejrcito. En lugar de eso, usaron las patrullas para pasar informacin a la guerrilla y a los refugiados y desplazados por las fuerzas de seguridad (Falla 1984).

COMPARACIONES ANALTICAS

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Pero en reas donde los insurgentes no haban logrado cimentar el apoyo para su proyecto, muchos sobrevivientes recuerdan a Ros Montt como quien organiz a la gente por medio de las patrullas civiles. Al forzar a los campesinos a renunciar a la guerrilla, y en muchas comunidades al proveerles armas para que lo hicieran, el Ejrcito les dio un sentido de control sobre sus vidas y sus comunidades. En buena parte del Occidente, la resistencia al Estado desapareci cuando las patrullas civiles empezaron. A cambio, el Ejrcito redujo su hostigamiento. Es por eso que muchos guatemaltecos ven en el golpe de Ros Montt un cambio histrico y no la continuacin del terror, como los datos a nivel nacional sugieren en la figura 6.4. Hasta la fecha, ex patrulleros en reas pacificadas por Ros Montt siguen siendo la base poltica de su partido, el FRG (Kobrak 1997). La imagen de Ros Montt tambin ha sido mejorada por la activa intervencin de los gobiernos militares posteriores y por sus aliados en Estados Unidos. Despus de 1982, tanto en sus publicaciones oficiales como en su adoctrinamiento a patrulleros civiles y desplazados capturados, el Ejrcito a menudo reconoci los excesos de regmenes anteriores y los pona en contraste con los gobiernos desarrollistas de Ros Montt y su sucesor el general Oscar Meja Vctores. Al mismo tiempo, los militares admitan el sufrimiento que causaron a la poblacin rural mientras insistan en que los sobrevivientes dieran su lealtad a un nuevo ejrcito (Ejrcito de Guatemala 1984, Gobierno de Guatemala 1984). En Estados Unidos, el golpe de Ros Montt permiti que la administracin de Ronald Reagan cabildeara para la restauracin de ayuda militar a Guatemala (cancelada por el Congreso estadounidense desde 1977) y tambin para una expansin de la intervencin norteamericana en toda la cuenca del Caribe. Anteriormente, el Departamento del Estado estuvo poco dispuesto a criticar al gobierno de Lucas Garca. Sin embargo, despus del golpe de marzo de 1982 cambi su discurso y conden al lder derrocado por aterrorizar la poblacin. Mientras tanto, present al rgimen incipiente de Ros Montt como una mejora significativa para el respeto de los derechos humanos en Guatemala. En diciembre de 1982, el presidente Reagan describi a Ros Montt como un hombre de gran integridad personal, quien est totalmente dedicado a la democracia. Con restituir la ayuda militar a Guatemala, Ronald Reagan hizo patente que el general poda luchar contra su oposicin en la forma que quisiera, sin tener que considerar los derechos

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PARTE III

humanos y sin temer el retiro del financiamiento norteamericano (Department of State Country Reports 1983; Americas Watch 1985b: 78; Schirmer 1998: 33). Una explicacin ms para la popularidad de Ros Montt puede ser que las campaas de violencia del Estado en 1982, y especialmente su terror indiscriminado en las reas rurales, no fueron publicadas por los medios de comunicacin guatemaltecos, sujeto del prximo captulo.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Captulo 7

La violencia en la prensa

La figura 7.1 ensea cmo la mayora de la informacin en la base datos del CIIDH sobre violaciones a los derechos humanos ocurridas antes de 1977 proviene de fuentes periodsticas.9 La prensa en Guatemala nunca ha reportado el panorama completo sobre la violencia estatal. Sin embargo, en los primeros aos del conflicto, los diarios jugaron un papel importante en publicar los enfrentamientos entre el gobierno y la oposicin. Por ejemplo, en marzo y abril de 1962, la lucha entre el gobierno de Ydgoras y un movimiento masivo en su contra se desarroll en los peridicos. Tanto los aliados como los crticos del rgimen colocaron campos pagados, en pginas completas en diarios como Prensa Libre y otros, para plantear sus posiciones. Grupos asociados con el sector empresarial y la Iglesia catlica conservadora usaron estos anuncios para acusar a la oposicin como antipatritica y manipulada desde Mosc y La Habana. Estas acusaciones dividieron a la oposicin y lograron mantener al gobierno, cada vez ms militarizado, en el poder. Sin embargo, contrario a aos posteriores, la prensa en los sesenta fue una fuente importante de informacin sobre el conflicto poltico en Guatemala. A mitad de los sesenta, el Estado guatemalteco haba establecido una campaa de violencia extrajudicial al ordenar a sus escuadrones paramilitares atacar a la oposicin poltica. En vez de atacar a los insurgentes armados con mtodos legales, el terror se impuso como una manera principal en la autodefensa del Estado hasta 1996. Una dificultad para reportar la violencia institucional, pues, fue el hecho de que el Estado intentaba tomar una postura de inocencia. A lo largo del conflicto armado, los gobiernos mintieron sobre las fuentes de la violencia. El gobierno civil de Mndez Montenegro, por ejemplo, sostuvo que el terror fue producto de conflictos entre extremistas de la izquierda y derecha (Aguilera Peralta 1980: 104-5). Entre 1978 y 1980, el jefe de la Polica Germn Chupina Barahona fingi preocupacin por el aumento en el terror, mientras el Ejrcito Secreto Anticomunista, bajo control de su oficina (Dunkerley 1988: 472), asesinaba a dirigentes del movimiento popular (Siete Das en la
9

10,890 casos fueron analizados de peridicos. 63 por ciento de los casos periodisticos se sacaron de Prensa Libre, 10 por ciento de El Grfico, 8 por ciento de cada uno de La Hora y El Impacto, y 6 por ciento de El Imparcial. El otro 5 por ciento se compone por ocho peridicos ms.

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PARTE III

USAC, fechas varias 1978-1980). En la dcada de los ochenta, soldados en el campo se presentaron como guerrilleros para cometer secuestros masivos o para chequear la lealtad al gobierno de campesinos que militaban en las patrullas civiles (Americas Watch 1989b: 24). En los noventa, la violencia con una evidente naturaleza poltica fue disfrazada como actos de la delincuencia comn (Amnesty International 1993). Durante buena parte del perodo de contrainsurgencia, la prensa report represin de protestas, la aparicin de cadveres y otros tipos de violencia institucional, sin atribuirlas a las fuerzas del gobierno. A pesar del rechazo de responsabilidad asumido por el Estado, fuentes documentales y testimonios dan amplia evidencia del involucramiento institucional en la mayora de violencia poltica de Guatemala en la poca moderna.
Figura 7.1. Total anual de asesinatos y desapariciones, segn fuente, de 1959 a 1995

 
DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV

'2& (17 3(5

                                                                                 

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Note: En esta y otras figuras, DOC representa los datos de los fuentes documentales, ENT de las entrevistas testioniales y PER de los fuentes periodsticas.

COMPARACIONES ANALTICAS

49

La figura 7.1 muestra otra dificultad para darle seguimiento a la violencia poltica por medio de las publicaciones de prensa para entender la historia del terror estatal en Guatemala. Cuando el nivel de la violencia subi dramticamente en los ltimos aos de los sesenta y los primeros aos de los ochenta, segn la prensa, el nmero de violaciones no aument. De hecho, en 1981, entre los peores aos de la violencia estatal, el nmero cae a cero. El silencio fue completo en el caso de la violencia rural (captulo 9). La figura 7.2 presenta los datos sobre asesinatos y desapariciones, por fuente, cometidos por diferentes gobiernos. Los peridicos reportaron menos casos de violencia durante el gobierno de Lucas Garca que durante el de Kjell Laugerud. Este ltimo fue un perodo menos represivo, cuando la prensa tuvo mucha ms libertad para cubrir tanto las actividades del movimiento popular urbano como la represin del mismo. Notablemente, la prensa report an menos asesinatos y desapariciones durante el rgimen de Ros Montt. Sin embargo, otras fuentes lo catalogan como el perodo de mayor violencia institucional.
Figura 7.2. Total de asesinatos y desapariciones, desapariciones, por gobierno y fuente, de 1959 a 1995
U h yqr h r vh q r h h vpv r

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4,000

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12,000

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Peralta A zurdia Mndez Montenegro A rana Osorio

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Laugerud Garc a Luc as Garca Ros Montt Meja V ctores Cerez o A rvalo Serrano Elas de Len Carpio

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PARTE III

En parte, la censura oficial explica el silencio. El gobierno de Lucas, como l mismo sola decir, nunca suspendi las garantas constitucionales, ni declar estado de sitio, ni censur a la prensa. No obstante, las amenazas y atentados en contra de los periodistas durante su rgimen contribuyeron a la autocensura de la prensa, adems de los asesinatos de un gran nmero de periodistas que se atrevieron a hacer reportajes sobre la escalada en la violencia institucional. El sector empresarial ayud a intimidar a la prensa al retirar su publicidad de medios de comunicacin que denunciaban el terror del Estado (Aguilera 1983: 107).10 Con Ros Montt, la censura de la prensa fue menos complicada. Decret que la prensa no poda publicar noticias que puedan causar confusin, pnico o agravar la situacin, lo que efectivamente prohiba reportar sobre la violencia poltica (Americas Watch 1984: 34). Adems, los domingos en la noche el general sustituy la programacin televisiva de entretenimiento por una hora o ms, en vivo, de sus diatribas morales contra la subversin y la corrupcin. Tras el golpe de Meja Vctores, las fuerzas de seguridad en la capital llevaron a cabo una campaa de terror, que fue bien documentada, contra miembros de la insurgencia y de la oposicin civil. Al aumentar los informes periodsticos de desaparecidos, el entonces coronel Hctor Alejandro Gramajo, comandante de una base militar capitalina, dijo que la cobertura fue producto de la colaboracin de los medios de comunicacin con las fuerzas subversivas (ibid.: 19). Los periodistas no fueron nicamente objeto de difamacin del gobierno. Tambin fueron vctimas del terror oficial. La URNG afirm que 49 periodistas democrticos fueron silenciados durante los 18 meses previos al 23 de marzo de 1982, cuando tom el poder Ros Montt como parte de la Junta Militar. La base de datos del CIIDH detalla los casos de 14 periodistas asesinados o desaparecidos en 1980, y 46 durante todo el conflicto armado; la mayora de estos casos tuvieron seales de ser obra de fuerzas progubernamentales y en otros se ha denunciado la responsabilidad

10

Una situacin similar ocurri despus de la firma de la paz, en 1998, cuando el presidente Alvaro Arz Irigoyen presion a miembros del sector empresarial a retirar sus anuncios de los medios de comunicacin ms crticos de su gobierno. La campaa tuvo el efecto esperado. En diciembre de 1998, los dueos de la revista Crnica fueron obligados a vender el semanario a inversionistas vinculados al partido oficial.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Figure 7.3. Total de asesinatos y desapariciones reportados en los peridicos, por mes, de 1979 a 1983


DVHVL RV \ GHVDSDUFL QDW L RQHV SRU P HV

     

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

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de la insurgencia. Adems, varios periodistas que informaban sobre la represin tuvieron que salir al exilio ante las constantes amenazas. (Amnesty International 1980a: 43-52; Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca 1982: 4; Americas Watch 1984: 34-46). La figura 7.3 presenta, mes por mes, cmo disminuyeron los reportes de la prensa sobre el terror del Estado en Guatemala. Segn los datos del CIIDH, la prensa dej de reportar la violencia a partir de septiembre de 1980. Talvez no es una casualidad que la base de datos liste siete asesinatos de periodistas en julio y agosto de ese ao. El crecimiento en la figura 7.3 en el ao 1982 no significa la reaparicin de cobertura significativa de la prensa sobre la violencia. Entre 1980 a 1983 los peridicos documentaron slo una pequea fraccin de los asesinatos y desapariciones cometidos por el Estado. El total mensual mximo en la grfica es apenas 60 asesinatos y
52 PARTE III

desapariciones, en un perodo cuando los asesinatos por mes frecuentemente llegaron a contarse por miles. Para el perodo del gobierno civil, a partir de 1986, los informes periodsticos vuelven a ser la fuente principal para la base de datos (figura 7.1). Para ese entonces, la prensa ya reportaba sobre asuntos de derechos humanos e iniciativas judiciales para deducir responsabilidades de abusos cometidos anteriormente. Pero despus de un intento de golpe de Estado en mayo de 1988 por oficiales de la llamada lnea dura, las libertades de la prensa fueron cortadas otra vez, y medios crticos fueron obligados a cerrar. Los que siguieron funcionando limitaron sus crticas del gobierno a los civiles, evidencia de un persistente miedo de afectar a los militares (Americas Watch 1987: 59; Barry 1989: 88). Otra causa del silencio de la prensa fue la imposibilidad de los periodistas de la ciudad capital de saber lo que estaba sucediendo en las reas rurales, el cual es el tema del captulo 9.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Captulo 8

Violencia rural y urbana

Este captulo compara los diferentes patrones de violencia institucional en las reas urbanas y rurales de Guatemala.11 La figura 8.1 indica cmo la violencia rural se concentra en pocos aos a partir de 1980. La violencia urbana se dispersa durante varios aos, como lo muestra la figura 8.2. Note las diferentes escalas de las dos grficas: la escala para la violencia rural llega a su pico en 1982 con 18 mil asesinatos y desapariciones, mientras el valor mximo anual para el rea urbana es de 700. El nmero de homicidios en el campo es mayor a los que sucedieron en la capital en casi todos los aos, no slo durante el auge del terror rural, de 1980 a 1983.
Figura 8.1. Total anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, de 1959 a 1995




DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV

















   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

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11

En los datos del CIIDH, el rea urbana se refiere a la capital de Guatemala ms tres municipios cercanos: Mixco, Villa Nueva y Amatitln. Econmica y socialmente, este corredor de cuatro municipios tiene un distinto carcter no agrcola, con un nivel de actividad industrial ms alto que el resto de Guatemala. El rea rural, entonces, abarca el resto del pas. Ntese que el Instituto Nacional de Estadstica considera que todas las cabeceras municipales son reas urbanas,

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PARTE III

Figura 8.2. Total anual de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, de 1959 a 1995
700

600

DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV

500

400

300

200

100

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   

   
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Los cinco aos ms violentos en el rea rural se registran entre 1980 y 1984. Este fue el perodo en el que el Ejrcito concentr sus tropas en el occidente de Guatemala y aterroriz la potencial base civil de la guerrilla. Durante estos aos, el Estado guatemalteco cometi el 82 por ciento de los asesinatos y desapariciones rurales de los 36 aos de conflicto armado (vase el Anexo A4). La violencia en la capital tiene varios picos: en 1966, cuando la desaparicin masiva fue empleada por primera vez; en 1979 y 1980, cuando el gobierno realiz una campaa de terror contra el movimiento popular urbano; entre 1982 y 1985, cuando las fuerzas de seguridad volvieron a dirigir sus ataques en contra de sus oponentes en la ciudad, tanto combatientes armados como activistas
en contraposicin a las aldeas, caseros y fincas, que son rurales. Hemos decidido en este informe no seguir sus definiciones porque la mayora de pueblos calificados como urbanos son en realidad rurales, y culturalmente tienen ms en comn con las aldeas a su alrededor que con la ciudad capital. Muchos de los guatemaltecos asesinados o desaparecidos en las cabeceras municipales fueron residentes de aldeas o caseros, un hecho que dificulta la comparacin de las categoras de vctimas rurales y urbanas.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Figura 8.3. Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, de 1960 a 1995
100% 90% 80% 70%

SRUFHQWDMH UXUDO

60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1960 1962 1964 1966 1968 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994

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en el incipiente movimiento para la defensa de los derechos humanos y, finalmente, en 1987 a 1990, bajo un gobierno civil, cuando el Estado una vez ms trat de callar a un movimiento popular en crecimiento. La figura 8.3 ilustra cmo la violencia institucional se volc, ms y ms, a las zonas rurales. Durante los primeros aos del conflicto armado, la mayor parte de asesinatos y desapariciones mencionados en la base de datos ocurrieron en el rea metropolitana. En 1966, el Ejrcito intensific su ataque contra zonas de operaciones guerrilleras en el oriente de Guatemala. Ese ao, el porcentaje de asesinatos cometidos en las reas rurales subi aproximadamente al 75 por ciento, un nivel que se mantendra para el resto del conflicto. Durante los setenta, el porcentaje rural de violaciones sufri una leve disminucin cuando las fuerzas de seguridad nuevamente ejercieron su violencia en la capital. Fue una dcada en la que los rebeldes que sobrevivieron a las campaas contrainsurgentes de 1966 a 1968, se replegaron en la ciudad y un movimiento de masas urbano empez a amenazar el poder del gobierno militar y a los intereses de la lite econmica.

56

PARTE III

En 1978, el repentino aumento del porcentaje rural de violencia se debe a la importancia numrica de la matanza hecha por los militares en Panzs, Alta Verapaz en el nororiente del pas, el 29 de mayo de ese ao (International Work Group for Indigenous Affairs 1978). Esa tragedia origin la poltica de asesinatos rurales y masivos del Estado, la cual el gobierno volvi a emplear con ms regularidad en 1981 y 1982. A principios de los ochenta, y en especial durante todo el gobierno de Ros Montt, el porcentaje rural supera en aproximadamente el 100 por ciento de la escala de la violencia urbana, a pesar del continuo terror en la ciudad. La proporcin de violencia urbana tuvo un leve crecimiento de 1984 a 1986, durante la transicin de un gobierno militar (el de Meja Vctores) a uno civil (el de Cerezo Arvalo), cuando el Estado intent reprimir el restablecimiento de un movimiento popular, especialmente en la ciudad. Sin embargo, la figura 8.3 muestra que el nivel de la violencia institucional en el rea rural sigui siendo mayor que el de la ciudad, en casi todas las pocas del conflicto, a pesar de las dificultades de reportar sobre la violencia en el campo. En el transcurso del conflicto armado, la mayora de las vctimas han sido civiles del rea rural, es decir, campesinos de orgenes humildes. Este hecho fue reconocido por grupos de derechos humanos aun cuando la violencia ms visible ocurra en la ciudad (para el perodo 1966 a 1976 vase a CIDC 1980 y Amnesty International 1976; para 1977 y 1978 vase a Amnesty International 1978). En los ochenta, las comunidades campesinas mayas fueron el escenario del mayor despliegue estatal para sostener el poder.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Captulo 9

Violencia rural y urbana en la prensa

Testimonios y fuentes documentales de la base de datos del CIIDH establecen que la violencia aument de manera alarmante en las reas rurales en los ltimos aos de los setenta y a principios de los ochenta. La prensa en Guatemala perdi completamente esta historia. La figura 9.1 detalla cmo en los aos sesenta y por mucho de los setenta, los reportes sobre la ciudad y el campo siguieron ms o menos el mismo patrn. Por ejemplo, en el perodo de 1970 a 1973, el aumento y el subsiguiente descenso en la violencia rural reportada por la prensa corresponde al patrn de reportes sobre la violencia urbana en los mismos aos. Pero a partir de 1979, cuando el terror del Estado se desplaza al occidente de Guatemala, los asesinatos rurales (representado por la lnea continua en la figura 9.1) caen hacia cero y luego permanecen
Figura 9.1. Total anual de asesinatos y desapariciones reportados en la prensa, por regin, de 1959 a 1995
DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV UHSRUWDGRV HQ OD SUHQVD 350 300 250 200 150 100 50 0                   

Rural

Urbana

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PARTE III

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Figura 9.2. Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, segn fuente, de 1960 a 1995

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en un nivel muy bajo. En 1982, fuentes periodsticas recopiladas por la CIIDH tan slo dan cuenta de 31 asesinatos en la parte rural del pas, mientras que para el mismo ao, otras fuentes de la base de datos detallan ms de 18 mil asesinatos en esas reas cometidos por las fuerzas del gobierno. El terrorismo del Estado en contra de las comunidades mayas ocurri en silencio. Como se mencion anteriormente, la prensa no fue completamente acallada durante los gobiernos de Lucas Garca y Ros Montt. La lnea discontinua en la figura 9.1 muestra que la prensa logr publicar algunos relatos sobre la violencia entre 1978 y 1983, pero se trat, casi exclusivamente, de asesinatos en el rea urbana. La figura 9.2 presenta este vaco en el rea rural de otra manera. Al mismo tiempo que las fuentes documentales y las entrevistas empezaron a detectar el creciente carcter rural de la violencia institucional (el porcentaje rural representado por la lnea continua), la cobertura de la prensa, que anteriormente fue buena, decrece cada
COMPARACIONES ANALTICAS 59

vez ms (la lnea discontinua). El porcentaje de la violencia reportada por la prensa, cometida en el rea rural, es casi nula entre 1979 y 1985. Fue precisamente en esos aos cuando el Estado ejerci una poltica deliberada de masacres en el rea rural. Para los guatemaltecos que dependieron de los peridicos para su informacin, el terror del Estado apenas quedaba registrado. Los intereses de los lectores urbanos pueden explicar en parte este fenmeno. An, si los peridicos se sentan libres de publicar todo sobre las atrocidades del gobierno en el occidente del pas, el espacio hubiera sido limitado por la necesidad de atraer a los lectores de la clase media urbana, quienes preferan leer sobre economa, deportes y pginas de sociedad. An hoy da los capitalinos tienen poco inters en lo que pasa en las mrgenes rurales del pas. La existencia de comunidades que hablan idiomas propios y observan sus propias costumbres, es para muchos guatemaltecos una vergenza nacional, aunque en pocas ocasiones sea algo folklrico motivo de orgullo. Algunos, especialmente quienes estaban de acuerdo con el programa de pacificacin del gobierno, queran saber lo menos posible de las masacres de campesinos hechas con el afn de detener una insurgencia comunista. Adems, pocos periodistas que viven en la capital han tenido xito en hacer reportajes sobre la vida de la mayora de la poblacin rural en Guatemala. Especialmente para reporteros sin contactos locales ha sido difcil llegar y entrar en las comunidades mayas que existen en un aislamiento, tanto geogrfico como cultural. Las noticias sobre algunos hechos atroces en el campo llegaron a los grupos de derechos humanos en Mxico y otras partes. De vez en cuando recibieron mencin en la prensa extranjera. Noticias de Guatemala, un peridico del movimiento popular, a menudo public noticias sobre la represin institucional y el levantamiento rebelde. Sin embargo, en 1981 y 1982 esa fuente de noticias estaba disponible para pocos guatemaltecos, a menos que vivieran en el exilio. Lo mismo sucedi con Inforpress Centroamericana, publicada semanalmente en Guatemala an durante los peores aos de represin, que, aunque conserv su independencia y franqueza, tena una circulacin muy limitada. Fue, segn uno de sus colaboradores, la elite de la izquierda escribiendo para la elite de la derecha (entrevista realizada por el CIIDH). En Guatemala, el debate poltico fue ms abierto en la Universidad de San Carlos. Aunque fue una institucin pblica, su autonoma del resto del Estado le permiti promover el pensamiento de la oposicin poltica, inclusive durante las pocas de mayor
60 PARTE III

represin. En 1978, la administracin del rector Sal Osorio Paz inici la publicacin de Siete Das en la USAC. Adems de noticias sobre la Universidad y anlisis muy crtico de la situacin nacional y regional, el semanario con frecuencia denunci la violencia institucional. Hizo nfasis en la represin del movimiento popular citadino, pero tambin dio cobertura a acontecimientos del rea rural. Sin embargo, en 1980, poco antes del auge de la violencia rural, los asesinatos y amenazas de los escuadrones de la muerte del gobierno obligaron a Sal Osorio a salir al exilio, por lo que Siete Das dej de denunciar el terror con tanto empeo. Una serie de rectores interinos que le sucedieron intentaron mejorar las relaciones con el gobierno de Lucas Garca. Como resultado, durante algn tiempo Siete Das gast ms tinta en criticar a los estudiantes radicales que a la creciente represin oficial. Cuando Ros Montt tom el poder en marzo de 1982, poco quedaba de la prensa crtica para que cubriera el peor momento del terror estatal (CIIDH y GAM 1999). En ese tiempo, pocos guatemaltecos tuvieron conciencia de la poltica de tierra arrasada que el gobierno llevaba a cabo en 1982. Aun en el occidente del pas, en las reas de mayor represin, las comunidades afectadas vivieron aisladas unas de otras. Muchos sobrevivientes tuvieron miedo de hablar de las masacres o las desapariciones masivas. Si se atrevan a denunciarlas, haba poca oportunidad para hablar de los crmenes como responsibilidad del gobierno. Es posible que los pobladores supieran de lo acontecido en las reas inmediatas a ellos, pero tenan poca o ninguna idea de lo que suceda en otras partes del pas. Para muchos campesinos, el entendimiento de la violencia se qued en lo local, basado en sus propias experiencias. Unicamente en el exilio o en las Comunidades de Poblacin en Resistencia, las vctimas podan reunirse y hacer una crtica general del terror (captulo 20). Aun hoy en da, buena parte de la historia de la violencia en el campo de Guatemala, no se ha contado.

COMPARACIONES ANALTICAS

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Captulo 10

Identificando a las vctimas

La base de datos del CIIDH no es un rcord completo de la violencia poltica en Guatemala. Sin embargo, da una idea de cmo fue entendida la violencia institucional cuando se desarroll, desde un ataque limitado contra una oposicin sencilla a una embestida indiscriminada contra civiles que vivan en una rea donde la guerrilla intent fomentar la insurreccin. Como un reflejo del entendimiento del terror de las vctimas y los testigos, este captulo examina la frecuencia con la que las vctimas de asesinato y desaparicin forzada aparecen por nombre en la base de datos. La figura 10.1 demuestra que cada ao durante los sesenta y hasta mediados de los setenta, la mayora de las vctimas fue identificada.12 En 1978, el porcentaje cae repentinamente. Los datos de ese ao incluyen a las aproximadamente 130 vctimas de la masacre de Panzs, de quienes no aparecen nombres. La proporcin de personas identificadas se muestra muy baja en los siguientes aos, especialmente en 1981 y 1982 durante el auge del terror rural masivo. En 1982, slo se incluye la identidad del 13 por ciento del total de vctimas, el ao ms bajo para todo el conflicto armado. Durante lo peor de la represin estatal, muchas matanzas slo fueron denunciadas pblicamente meses o aos despus. En el proyecto del CIIDH, las organizaciones populares participantes recogieron buena parte de los testimonios cuando haba transcurrido mucho tiempo desde que fueron cometidas las violaciones y los declarantes recordaban ya pocos pormenores de los casos, como la identidad de las vctimas.13 En muchos casos, hay pocos testigos para relatar la muerte o desaparicin de tantas vctimas. Durante la recoleccin de los
12

Esta grfica se refiere a que s los nombres de las vctimas aparecen en alguno de los casos que menciona una violacin a una persona. Si la identidad de la vctima no aparece en ninguna fuente, se codifica como no identificada. Las vctimas no identificadas en esta base de datos pueden aparecer como identificadas en otras bases de datos o fuentes publicadas. Ntese que tanto para vctimas identificadas como para no identificadas, la base de datos fue chequeada repetidas veces para evitar contar la misma persona ms de una vez. Sin embargo, algunas duplicaciones se quedan, especialmente en el caso de las vctimas no identificadas cuyos nombres no podan ser chequeados. Una excepcin a este patrn es el trabajo puntual de Ricardo Falla sobre la matanza que militares ejecutaron en la finca San Francisco, Nentn, Huehuetenango, en julio de 1982 (Falla 1983).

13

62

PARTE III

Figura 10.1. Porcentaje anual de vctimas de asesinatos y desapariciones que fueron identificadas, de 1969 a 1995
3RUFHQWDMH GH YtFWLPDV GH DVHVLQDWR \ GHDSDULFLRQ

                       

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testimonios, era usual que un sobreviviente proporcionara el nombre de una o dos vctimas, quiz familiares cercanos, para luego estimar el nmero de otros miembros de su comunidad, sin especificar sus nombres. La mayor cantidad de vctimas annimas son personas del rea rural e indgenas, mientras que las vctimas identificadas en su mayora son pobladores urbanos y no indgenas. La situacin en el campo contrasta con la de la ciudad, sobre todo en las primeras dcadas del conflicto, cuando la violencia urbana fue ms selectiva y la respuesta popular al terror ms organizada. En junio de 1977, por ejemplo, el movimiento popular en la ciudad fue estremecido cuando un escuadrn de la muerte asesin a Mario Lpez Larrave, profesor en Derecho y asesor legal de varios sindicatos. La vctima era una figura clave en al representar a varios sectores de la coalicin opositora, y su muerte fue ampliamente difundida en la prensa. Seis semanas despus, dos jvenes dirigentes estudiantiles, Anbal Caballeros y Robin Garca, fueron secuestrados
COMPARACIONES ANALTICAS 63

cuando regresaban de un evento clandestino del EGP en Ciudad Satlite, Mixco, en las afueras de la ciudad capital. El cadver de Caballeros apareci en la zona 11 de la capital. Despus de aos de calma relativa, integrantes del movimiento popular se organizaron para oponerse al resurgimiento del terror del Estado. En los das siguientes, los peridicos denunciaron constantemente los secuestros, mientras que estudiantes del nivel medio en todo el pas bloqueaban las puertas de instalaciones del gobierno y abarrotaron los parques pblicos, proclamando Queremos vivo a Robin. Una semana despus de que desapareci, el cuerpo mutilado de Robin Garca fue encontrado a la orilla de una carretera en Escuintla. Pero Robin Garca no fue una ms de las vctimas annimas, como pudiera haberle pasado pocos aos despus. En cambio, se hizo un mrtir pblico. Su entierro paraliz las actividades de la capital, cuando unas 50 mil personas acompaaron el atad. Los miles de dolientes portaban claveles rojos, un smbolo de amistad que los movimientos populares en Amrica Latina convirtieron en un smbolo de lucha (CIIDH y GAM 1999). Pronto seran demasiadas vctimas para que todos fueran mrtires, y tanto miedo y muy pocos sobrevivientes para dar a cada uno el entierro que merecan los asesinados.

64

PARTE III

Captulo 11

Asesinatos selectivos y masivos

Muchas de las vctimas de la violencia institucional en Guatemala fueron ejecutadas una por una. La figura 11.1 clasifica a las vctimas segn el tamao del grupo en el cual fueron eliminados. Por un lado, se registran ms muertes solitarias que asesinatos mltiples en cualquier tamao de grupo. Por el otro, la mayor parte de las vctimas del gobierno fueron asesinadas en grupos grandes, usualmente en forma indiscriminada. En la base de datos el 29 por ciento de las vctimas fue eliminado individualmente. El 23 por ciento muri en grupos de entre dos y cincuenta personas. Una mayora, el 51 por ciento, fue asesinada en grupos de ms de cincuenta, vctimas de la destruccin estatal de comunidades rurales enteras. Siguiendo el anlisis del captulo anterior, la figura 11.2 demuestra que las vctimas de matanzas tienden a no ser identificadas en la base de datos. Casi el 80 por ciento de las vctimas
Figura 11.1. Total de vctimas de asesinato, segn tamao del grupo en que murieron, de 1959 a 1995
18,000 16,000 14,000
h v p t r q y h U

12,000 10,000 8,000 6,000 4,000 2,000 0 Ms que 50 11-20 21-30 31-40 41-50 1 2-10

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COMPARACIONES ANALTICAS

65

Figura 11.2. Porcentaje de vctimas de asesinato que son identificadas, por tamao de grupo, de 1959 a 1995 100%

90% 80%
q h p v s v r q v r w h r p Q

70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1 2-9


hhxqrt

10+

de asesinatos selectivos es identificado por nombre en la base de datos; slo una de cada cien eliminadas en grupos de diez o ms son apropiadamente identificadas. La figura 11.3 revela que para cada tamao de grupo, la mayor parte de violencia ocurri en el campo (las barras claras) que en la ciudad (la barras oscuras). Vindolas de la izquierda a la derecha, las barras claras demuestran que en el rea rural el gobierno cometi 7 mil asesinatos individuales. Menos habitantes rurales murieron en grupos de dos a nueve. La gran mayora de vctimas rurales, ms de 20 mil personas, murieron en grupos de diez o ms. Aunque se efectuaron algunas matanzas de numerosas vctimas en la ciudad capital, las barras oscuras ilustran que el Estado asesin a la mayor parte de sus vctimas urbanas una por una. En comparacin con el terror indiscriminado en el campo, las fuerzas de seguridad ponan ms atencin en escoger sus blancos en la ciudad. En el rea rural as como en la ciudad, la violencia institucional se volvi menos selectiva con la intensificacin de la represin. En
66 PARTE III

la capital, a finales de los setenta, la represin empez con la muerte de grandes figuras de la oposicin. En 1980, los asesinatos selectivos se hicieron ms frecuentes mientras los asesinatos masivos tambin empezaban a suceder, iniciando con la masacre de la Embajada de Espaa el 31 de enero. Uno de los principales blancos del terror urbano fue el movimiento sindical, el adversario histrico de los industriales en Guatemala. El 21 de junio de 1980, agentes del Estado desaparecieron a 27 dirigentes de la sede de la CNT (Central Nacional de Trabajadores), la coordinadora principal del movimiento sindical en el pas. El terror estatal hizo atender a una reunin sindical casi suicida: el 24 de agosto del mismo ao, 17 sindicalistas ms fueron desaparecidos de la finca Emas en Escuintla (Guatemala 80 1980). En la Universidad de San Carlos, en la maana del 14 de julio, pocos minutos despus de que una emboscada guerrillera cobrara la vida del jefe del Cuarto Cuerpo de la Polica Nacional, Miguel Natareno Salazar y sus tres guardaespaldas, hombres fuertemente armados que viajaban en varios vehculos ingresaron al campus
Figura 11.3. Total de asesinatos, por regin y tamao de grupo, de 1959 a 1995



5XUDO 8UEDQD



DVHVLQDWRV





2-9 7DPDxR GHO JUXSR

10+

COMPARACIONES ANALTICAS

67

universitario y abrieron fuego contra estudiantes en la principal parada de buses. En esta poca, existan varios ncleos de apoyo a la guerrilla en la Universidad. Sin embargo, pocas de las vctimas de esta masacre participaban de alguna forma en la poltica. Los paramilitares buscaban vengarse y enviar un mensaje a toda la Universidad con un ataque indiscriminado. A partir de julio de 1980, las expresiones abiertas de oposicin en la Universidad se redujeron (CIIDH y GAM 1999). Un ejemplo similar ocurri en los lugares ms afectados del rea rural. A mediados de los setenta, la represin militar en las cooperativas del Ixcn en el norte de Quich consista en desapariciones, tanto abiertas como secretas, de los dirigentes cooperativistas supuestamente vinculados a las estructuras de la organizacin revolucionaria EGP. Ya para febrero de 1982, elementos uniformados quemaban comunidades enteras en el Ixcn, dando muerte a personas con poca o ninguna participacin en la guerrilla (Manz 1988: 76-8; Iglesia Guatemalteca en el Exilio 1992; Falla 1992).

Figura 11.4. Porcentaje anual de vctimas de asesinato, por tamao de grupo, de 1960 a 1995
100% 90% 80% 70%

3RUFHQWDMH

60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% 1960 1962 1964 1966 1968 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990

  
1992 1994

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68

PARTE III

Para el objectivo militar de contener el avance insurgente, los asesinatos selectivos eran menos eficaces que el terror en gran escala. En la capital, los asesinatos individuales a finales de los setenta slo lograron convencer a los miembros del movimiento popular del peligro de hacer oposicin abierta al gobierno. Debido a eso, los grupos guerrilleros rpidamente vieron crecer sus filas en la ciudad (CIIDH y GAM 1999). Similar patrn se produjo en el rea rural. En 1979 y 1980, tanto en el corazn de la regin kiche cerca de Santa Cruz del Quich como en la regin ixil en el centro de ese departamento, los asesinatos selectivos de lderes comunitarios y militantes del EGP sembraron temor entre la poblacin. Pero estos actos tambin inspiraron a quienes conocieron a las primeras vctimas, a levantarse en armas en contra del gobierno, no slo para su proteccin, sino tambin para poder vengar las muertes de sus amigos o familiares. La respuesta del gobierno no fue mejorar las relaciones con la poblacin civil, sino por el contrario, acrecent la violencia. Para finales de 1982, una campaa del Ejrcito haba despoblado a la mayor parte de las comunidades en el norte de Quich. Junto con la imposicin de las patrullas de autodefensa civil, la violencia masiva convenci a gran parte de los sobrevivientes a tomar distancia de los insurgentes. El Ejrcito detuvo el crecimiento del EGP, pero a un costo de miles de vidas (Carmack 1988b; Stoll 1993). Los casos anteriores slo son algunos ejemplos de una poltica a nivel nacional de los asesinatos selectivos versus los masivos. La figura 11.4 ilustra que a partir de 1978, los asesinatos cometidos en grupos de diez o ms forman la mayor parte de la violencia institucional. Despus de 1982, el porcentaje de asesinatos masivos empieza a disminuir y los selectivos vuelven a ser la tctica principal de la represin estatal. Unas pocas matanzas en los aos noventa aumentaron la proporcin de asesinatos masivos, cuando el nivel de la violencia ya era muy bajo. Sin embargo, los aos de masacres sistemticas en el rea rural haban terminado.14

14

El patrn de la violencia institucional en el departamento de Solol ha sido al contrario. Los guerrilleros de ORPA fueron los ms activos en esta regin y evitaron tratar de organizar comunidades enteras. Durante lo peor de la contrainsurgencia, el Ejrcito y sus grupos paramilitares se limitaron a cometer asesinatos selectivos, la mayora entre los lderes comunitarios del municipio de Santiago Atitln. Sin embargo, entre las matanzas ms notorias del conflicto armado est la que ocurri en Santiago Atitln, durante los ltimos aos del

COMPARACIONES ANALTICAS

69

Amnista Internacional report que la violencia institucional se hizo ms selectiva bajo el gobierno de Meja Vctores (1987: 1256). El terror del Estado continu durante este perodo, sobre todo a finales de 1983 y a lo largo de 1984 y 1985, cuando dirigentes estudiantiles, sindicalistas y defensores de derechos humanos se convirtieron en blancos del terror del gobierno. No obstante, este brote de asesinatos selectivos represent una mejora en la situacin en Guatemala si sta se compara con la de pocos aos atrs.

conflicto. El 2 de diciembre de 1990, elementos del Ejrcito abrieron fuego en contra de un grupo de personas no armadas que llegaron al destacamento para exigir el retiro de los militares de su pueblo. Trece manifestantes murieron, entre ellos varios menores de edad. Despus de ms protestas en Santiago y expresiones de indignacin al nivel internacional, el Ejrcito abandon al pueblo. La resistencia al Ejrcito de los residentes de Santiago fue uno de los sucesos clave en la creciente lucha para la desmilitarizacin en Guatemala (Americas Watch 1988: 11, 92; Americas Watch y Physicians for Human Rights 1991: 53-64; Carlsen 1997).

70

PARTE III

Captulo 12

Terror y poca

La violencia institucional tambin vara por poca del ao. La figura 12.1 representa el promedio de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, por mes del ao, segn los casos registrados en la base de datos del CIIDH. El nivel de violencia poltica en la capital es relativamente consistente durante todo el ao, aunque desciende un poco durante los ltimos y los primeros meses. As, la cifra para diciembre es mucho ms baja que la de enero, la cual se repite al extremo derecho de la figura. En diciembre, las oficinas del Estado se cierran y muchos guatemaltecos toman unas semanas de descanso, en particular casi todos los burcratas. Al parecer, las fuerzas represivas no eran la excepcin. Este patrn se marca aun ms en las reas rurales. La figura 12.2 demuestra que el nivel de violencia institucional es mucho ms bajo en noviembre y diciembre que en los otros meses del ao. En enero
Figura 12.1. Promedio mensual de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, por mes del ao, de 1959 a 1995
14

12
h v r h r q y h r v q r Q

10
r 8 v p v h h6 r q

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
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COMPARACIONES ANALTICAS

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Figura 12.2. Promedio mensual de asesinatos y desapariciones en el rea rural, por mes del ao, de 1959 a 1995
120

h v r h r q y h r v q r Q

100

80
r v p v h h r q

60

40

20

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
rqryhx

se registra una alza significativa, mientras que el nivel promedio de violencia llega a su mxima intensidad en marzo y abril. Despus de abril, la violencia en el campo usualmente tiene descensos durante el resto del ao.15 Una explicacin para este patrn sera que en buena parte del territorio guatemalteco la temporada de lluvias ocurre de mayo a octubre. Una poca en la que los rebeldes as como sus adversarios gubernamentales tenan menor movilidad, por lo que les era sumamente difcil llevar a cabo sus operaciones.16 La cada de la grfica se marca ms en lo referente a la violencia rural (figura 12.1)
15

Los picos en marzo, abril y julio son influidos por los altos niveles de violencia que azotaron el occidente de Guatemala en estos meses en 1982, primero durante la transicin entre los gobiernos de Lucas Garca y Ros Montt y luego cuando termin la amnista ofrecida por ste. Vase al anexo A5 para pruebas de significacin por las diferentes pocas del ao. Por ejemplo, en 1981 en la muy hmeda regin ixil en el norte de Quich, el Ejrcito esper al verano para iniciar su ofensiva en las aldeas lejanas a sus destacamentos en las cabeceras municipales (REMHI 1998 III: 172).

16

72

PARTE III

que a la violencia urbana (figura 12.2), donde la lluvia parece no tener un efecto tan grande en la habilidad del Estado para cometer actos represivos. La base de datos incluye adems evidencias de variacin en el nivel de violencia durante diferentes pocas polticas. Es decir, sta ha fluctuado durante no pocos de los cambios de gobierno en el perodo del conflicto armado. Por ejemplo, antes de los comicios presidenciales de 1966, el gobierno disminuy el nivel de represin contra los rebeldes y miembros de los partidos opositores, invitndoles a participar en el proceso electoral y as legitimarlo. Tan pronto como termin la campaa proselitista, pero antes de la inauguracin del mandato presidencial de Julio Csar Mndez Montenegro, las fuerzas de seguridad asestaron un duro golpe a la organizacin guerrillera, al capturar y desaparecer, de forma masiva, a varios de los cuadros directivos. La historia se repite en 1970. Despus de la eleccin de Carlos Arana Osorio y antes de que tomara posesin, el escuadrn de la muerte Ojo por Ojo reconoci, en uno de sus comunicados, que 27 asesinatos ocurridos en ese perodo haba sido una represalia por la ejecucin extrajudicial del embajador de Alemania en Guatemala, Karl von Spretti, muerto a manos de rebeldes de las FAR (Cceres 1980; McClintock 1985: 98). Es all en donde se detecta un patrn de violencia: durante los meses previos a las elecciones, los asesinatos y atentados de origen poltico disminuyen en la medida en que el Estado trata de promover su imagen como la de un pas realmente democrtico. Una vez que el nuevo presidente es electo, ya sea por medios legtimos o fraudulentos, la violencia puede llegar a crecer, mientras el presidente saliente es libre de emplear el terror para consolidar el control gubernamental. Cuando el nuevo presidente toma posesin, el nivel de la represin institucional disminuye, as el nuevo gobierno pretende lograr el apoyo popular. La figura 12.3 ensea grficamente como lo anterior sucedi en varios cambios de gobierno. En 1970, la cifra mensual de violencia creci despus de la eleccin, para luego bajar despus de la instalacin del gobierno de Arana.17
17

Cada rgimen electoral est dividido en tres perodos: 1) los tres meses antes de que la eleccin se realice, 2) el perodo entre la eleccin y la transicin y 3) los tres primeros meses del nuevo gobierno.

COMPARACIONES ANALTICAS

73

Como se menciona en la parte narrativa, 1974 fue un ao electoral anmalo. Un fraude abierto oblig al gobierno a intentar cooptar a la oposicin poltica por la va de reformas y no mediante la violencia extrajudicial. Ese ao, segn los datos del CIIDH, la intensidad de la violencia baj inmediatamente despus de la eleccin. Sin embargo, el perodo intermedio se caracteriza por la represin estatal. Amnesty International denunci una serie de asesinatos por las organizaciones paramilitares en los das inmediatamente despus de las elecciones de marzo, por ejemplo la muerte de Edmundo Guerra Theilheimer, activista de derechos humanos y crtico del gobierno (1976: 6). Tiempo despus, el llamado Pelotn Modelo de la Polica (una especie de unidad antimotines) dispar en contra de los manifestantes de la marcha de Primero de Mayo de 1974, dando muerte a cinco e hiriendo a centenares (Cceres 1980). En 1974, as como durante otros cambios de gobierno, la represin baj dramticamente despus de la toma del nuevo

Figura 12.3. Promedio mensual de asesinatos y desapariciones en tres pocas electorales en siete cambios de gobierno
0 10 20 30 40 50 60 70 80

Mndez Montenegro

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Arana Osorio

3UHVLGHQWH HQWUDQWH

Laugerud Garca

Lucas Garca

Ros Montt
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Cerezo Arvalo

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Serrano Elas

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SURPHGLR PHQVXDO GH DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV

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PARTE III

presidente, en este caso Laugerud Garca, como se ve en la figura 12.3. El patrn del repunte de la violencia en las pocas poltico eleccionarias se marca an ms para el cambio de gobierno de 1978. El nivel de la violencia aument notablemente entre la eleccin y el da en que Lucas Garca jur como presidente. Es en esa temporada, cuando el Ejrcito Secreto Anticomunista da muerte al sacerdote Hermgenes Lpez Coarchita en San Jos Pinula, uno de los cercanos municipios del departamento de Guatemala. Este fue uno de los primeros actos de terror estatal en contra de miembros de la iglesia comprometidos con la defensa de la poblacin deamparada. Adems, en esa misma poca, tropas del Ejrcito ejecutaron la masacre en Panzs, Alta Verapaz, asesinando a ms de cien civiles y enviando un claro mensaje a los grupos opositores que se organizaban entre el campesinado. Para los comicios de 1982, la fachada democrtica de Guatemala estaba en escombros. Por un lado, los insurgentes armados orientaban a los campesinos bajo su influencia para no viajar a los pueblos a votar, extendiendo el plantamiento a toda la poblacin. Por el otro, el gobierno declaraba que cualquiera que no se presentara a las urnas sera tratado como simpatizante de la guerrilla. Pero la represin indiscriminada se volvi a sentir. El 7 de marzo, el da de la votacin, elementos del Ejrcito detuvieron y maltrataron a campesinos de comunidades supuestamente hostiles que hacan un extraordinario y peligroso viaje a la cabecera municipal. El candidato oficial y ex ministro de la Defensa de Lucas, el general Angel Anbal Guevara, gan las elecciones aunque nunca lleg a tomar posesin. Quince das despus, el 23 de marzo, otro general, Efran Ros Montt, asume el poder luego de un golpe de Estado de quienes se hacan llamar los oficiales jvenes del Ejrcito. Para este ciclo electoral, es imposible presentar los totales en los tres periodos detallados en la grfica por los extremos que alcanz la contrainsurgencia. Se registran: 453 asesinatos y desapariciones por mes, durante los cuatro meses de la poca pre-electoral; 2223 en el corto perodo intermedio (definido para este anlisis como el mes de marzo cuando realmente se comprende del 7 al 23 de marzo), y 1,813 asesinatos mensuales en los primeros cuatro meses del gobierno de Ros Montt. Durante el cambio de poder, el Estado pareci no preocuparse por su legitimidad y las elecciones tuvieron un mnimo efecto en el patrn de la violencia.

COMPARACIONES ANALTICAS

75

Un nuevo patrn se establece en 1985 cuando la dictadura militar se alista a entregar el control del Estado a un gobierno formalmente civil. Para ese ciclo electoral, el nivel de la violencia fue mucho mayor antes de la votacin que despus de sta. El mando militar aparentemente se prepar para la transicin, acelerando los ataques contra la oposicin en los ltimos das de su control total sobre los aparatos del Estado.

76

PARTE III

Captulo 13

Mtodos de terror

Durante los primeros aos del conflicto armado, el Estado guatemalteco utiliz las detenciones masivas para reprimir a su oposicin. Adems, emple la tortura a lo largo del conflicto para obtener informacin para sus aparatos de inteligencia y tambin para desalentar la participacin en la oposicin. Sin embargo, en comparacin con otros estados de la regin que usaron la detencin masiva regularmente, como en El Salvador,18 Guatemala pudo construir su poder autoritario basado en las prcticas de asesinato y desaparicin forzada. Como lo escribi en su carta de renuncia Francisco Villagrn Kramer, vicepresidente civil de Lucas Garca, antes de salir al exilio, No hay prisioneros polticos en Guatemala, slo asesinatos polticos (Amnesty International 1981: 5). Por consiguiente, en su mayora la base de datos del CIIDH contiene casos de asesinatos y desapariciones efectuados por el Estado. La figura 13.1 demuestra que los asesinatos superan a otros tipos de violaciones. Aunque una buena proporcin de vctimas de asesinatos quedan en el anonimato, los homicidios siguen representando a la mayora de violaciones de vctimas identificadas.19 Es posible que la figura 13.1 reporta menos cantidades de las que debiera para algunos tipos de violaciones ms que para otros. Un asesinato, por ejemplo, es ms fcil de reconocerse como una grave violacin de derechos humanos y hay ms posibilidades de que sea denunciado. Una proporcin ms baja de casos de

18

En 1983, el Estado salvadoreo reemplaz una poltica de ejecuciones extrajudiciales por una de detenciones masivas y de tortura sistemtica de los opositores al gobierno que eran capturados, segn informacin recolectada por la Comisin de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES). El nmero de asesinatos y desapariciones cometidos por el Estado y que fueron documentados alcanz su pico ms alto en 1981 con 1,610 casos. Las cifras fueron disminuyendo hasta 1984 y luego permanecieron en menos de 100 al ao durante casi todo el resto de la dcada. Mientras los asesinatos y las desapariciones ilegales disminuan, las torturas y las detenciones ilegales crecan dramticamente hacia el final de los ochenta. Por ejemplo, la CDHES document 328 hechos de tortura en 1981 y ms de mil en 1989 (CDHES 1992). Ntese que la Figura 13.1 cuenta violaciones y no vctimas. Por ejemplo, muchos de los casos reportados de tortura ocurrieron a vctimas que tambin fueron detenidas de forma ilegal o eliminadas fsicamente por el Estado, Si una persona fue torturada en dos ocasiones distintas, cuenta como dos violaciones.

19

COMPARACIONES ANALTICAS

77

Figura 13.1. Total de violaciones y violaciones con vctima identificada, por tipo de violacin, de 1959 a 1995 Total de violaciones Vctimas Total 34,146 3,506 2,760 1,279 1,083 42,774 8,669 2,640 1,405 379 326 13,419

Violacin Asesinato Secuestro y detencin ilegal Desaparicin Forzada Tortura Heridas TOTALES

Identificadas

secuestro, tortura o heridas aparecen en la prensa o en fuentes documentales. En los testimonios, tanto la tortura como la violacin sexual (codificada como una forma de herida por deficiencias en el diseo original de la tipologia de violaciones utilizada) son denunciadas con menos frecuencia que los asesinatos confirmados. Contrario a lo que sucede con los familiares de las vctimas de asesinato, los de una desaparecida pueden mantener la esperanza de que la vctima est detenida. Por consiguiente, hay ms posibilidades de que los familiares busquen esclarecer los casos de desaparicin forzada que los de otro tipo de violacin. La persistencia de esta esperanza, y la angustia de nunca saber si un ser querido est vivo o muerto, ayud a formar dos de los ms importantes grupos de derechos humanos en Guatemala: el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y la asociacin de Familiares de los Detenidos-Desaparecidos en Guatemala (FAMDEGUA). Aun con la existencia de estas organizaciones, muchas desapariciones forzadas nunca se han denunciado. A travs de amenazas y ms violencia, las fuerzas represivas del gobierno intimidaron a los familiares de las vctimas para desanimarlos en sus investigaciones (ACAFADE 1988: 17). Fueron eliminados varios activistas que exigieron al gobierno el aparecimiento con vida de los secuestrados, incluyendo miembros del GAM y del grupo rural de derechos humanos CERJ. La misma esperanza y capacidad organizativa que les apoy en la bsqueda de la justicia tambin les hizo blanco del terror del Estado.

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PARTE III

Figura 13.2. Porcentaje de vctimas de asesinato con seales de violencia extrema e innecesaria, por tamao de grupo, de 1959 a 1995

14% 12% 10%


r w h r p Q

8% 6% 4% 2% 0% 1 2-9
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10+

En este reporte, el nfasis en muertes hechas por el Estado es producto de la disponibilidad de datos. No queremos dar la idea de que otras formas de violencia institucional no son importantes o menos dolorosas para las vctimas o para la sociedad en general. Las prcticas gubernamentales de violacin y tortura, por ejemplo, tambin daaron vidas y ayudaron a establecer el control estatal por medio del terror. Como ya se dijo anteriormente, las fuerzas de seguridad en Guatemala no se limitaron a eliminar a sus vctimas. Definimos sobrematar (overkill), como la prctica de cometer violencia extrema e innecesaria en contra de quienes estn en el proceso de morir o han muerto. Ese trmino incluye quemar o mutilar el cadver, decapitar un cuerpo despus de matarlo, disparar a un cuerpo ya muerto, violar a una vctima antes o despus de matarla, o torturar a la vctima hasta darle muerte.

COMPARACIONES ANALTICAS

79

Hay diferentes propsitos en la consideracin de sobrematar. Al desfigurar un cadver, quien lo hace sabe que aumenta el impacto de un asesinato en los sobrevivientes. Tambin demuestra a las personas polticamente activas que la voluntad del gobierno de hacer dao a sus adversarios no tiene lmites. Cuando un oficial obliga a las tropas (o a los agentes de la Polica o grupos paramilitares) a cometer tales abusos, contribuye a que el subordinado no tenga aversin a la violencia, lo que a su vez hace ms eficaces los operativos de las campaas de terror del gobierno (Montejo et al. 1992). La figura 13.2 evidencia cmo las fuerzas del gobierno sobrematan ms cuando cometen asesinatos individuales que cuando estos son masivos. Segn la informacin de la base de datos, mientras ms grande es el grupo, ms baja es la proporcin de vctimas con seales de mutilacin o tortura. Es decir, las fuerzas del Estado gastaron ms tiempo por persona en los asesinatos selectivos que en los asesinatos colectivos. Esta diferencia se mantiene tanto para las vctimas de la ciudad capital como para las del campo (Anexo A6). En la literatura cualitativa sobre la violencia en Guatemala, existe una asociacin de sobrematar y masacres rurales. Los reportes periodsticos y los casos denunciados por grupos de derechos humanos tendieron a destacar las violaciones ms escalofriantes, incluyendo casos de tortura y mutilacin cometidos durante una matanza. Estos informes ayudaron a dar cuenta al mundo sobre el terror del Estado en Guatemala. Pero tambin asociaron, para el lector, sobrematar con masacres rurales. La informacin en la base de datos del CIIDH presentada en la figura 13.2 sugiere que las fuerzas del Estado cometieron centenares de masacres rurales en 1981 y 1982 de la forma ms eficiente posible. Durante los rastreos del Ejrcito, las tropas diezmaban una aldea antes de proceder a la prxima. Esos ataques fueron apresurados en muchas zonas por el temor de los militares a una emboscada guerrillera. Visto de otra forma, cuando el gobierno traslad sus aparatos de represin al occidente del pas, hubo menos tiempo, y menos inters para cada una de las vctimas.

80

PARTE III

PARTE IV
VCTIMAS
Y VICTIMARIOS

82

PARTE IV

Captulo 14

Las vctimas

En el desarrollo del enfrentamiento armado en Guatemala, el Estado atac a diferentes poblaciones de distintas maneras. Durante buena parte del conflicto armado, el terror se dirigi a la oposicin activa del gobierno, principalmente a aquellas personas comprometidas y que hacan uso de la violencia en la lucha por el cambio poltico: los insurgentes armados. En pocos casos, la base de datos posee informacin sobre si la vctima tena relacin o n con un grupo guerrillero. Mucha de la informacin obtenida en los testimonios y de los grupos de derechos humanos fue recogida durante el perodo de lucha armada cuando pocas fuentes eran francas sobre la actividad poltico-militar de las vctimas. Hoy en da, tras tantos aos de terror estatal, muchos, cuando no la mayora de los guatemaltecos, an siguen considerando peligroso hablar sobre el movimiento guerrillero. Sin embargo, los detalles y el contexto en los relatos periodsticos y las fuentes documentales dan la idea de que en los aos sesenta gran parte de las vctimas de la represin estaban vinculados a la insurgencia armada. En los setenta, el Estado ampli su lista de blancos posibles a personas que nunca intentaron romper el orden legal, sino que de alguna forma amenazaban los intereses del gobierno militar, los de grupos de poder de la extrema derecha, o bien a los patrocinadores acomodados de stos. De tal cuenta, fueron eliminados quienes criticaron la corrupcin oficial as como los dirigentes del movimiento popular. Esto ocurri especialmente durante los gobiernos de Arana Osorio y Lucas Garca. Al final de la dcada, este asedio alentaba a miembros de la oposicin poltica no armada a convertirse en colaboradores activos de la insurgencia armada. Lo mismo hizo el reclutamiento de militantes guerrilleros en el movimiento de masas. Por ejemplo, cada uno de los grupos rebeldes incorporaba miembros en los sindicatos. El PGT y las FAR, en especial, vieron a la clase obrera organizada como su vanguardia revolucionaria. La violencia contra los sindicalistas, en ciertos casos, represent un ataque en contra de individuos comprometidos a derrocar el gobierno por medios violentos. Pero tambin, la represin sistemtica de paros y huelgas, o cualquier otra forma de organizacin sindical, sirvi para impedir los trabajadores luchar para mejorar sus condiciones de trabajo (Levenson-Estrada 1994).
VCTIMAS
Y VICTIMARIOS

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En otras ocasiones, el Estado asesin a civiles no armados como una respuesta a los operativos insurgentes. En 1980, la Polica y los grupos paramilitares respondieron a la violencia guerrillera en la capital matando a estudiantes de la Universidad de San Carlos. En el rea rural, el Ejrcito muchas veces reaccion a una emboscada rebelde atacando aldeas cercanas al lugar del enfrentamiento. Estudiantes universitarios y campesinos no armados, distintos en tantos sentidos, eran similares como objetivos de las represalias gubernamentales. Durante el auge del terror en 1981 y 1982, la violencia se convirti en ms rural y menos selectiva. En esta poca, la mayora de vctimas de la violencia institucional eran campesinos indgenas no armados que vivan en las zonas de operacin guerrillera. Al inicio de la violencia en el rea rural, el Ejrcito enfoc su represin contra los lderes de la comunidades. Muchas veces se trataba de miembros de organizaciones religiosas, campesinas o cooperativistas que prosperaron en el altiplano occidental del pas y en la selva del Ixcn en los sesenta y setenta, y que, por lo tanto, ya no necesitaban bajar a la costa a trabajar como mozos en las grandes fincas y plantaciones. Algunos de estos lderes comunitarios haban adoptado un discurso revolucionario, como aquellos que firmaron la Declaracin de Iximch en 1981 (Arias 1990), o quienes se asociaron a organizaciones que compartieron los objetivos del movimiento insurgente, como el Comit de Unidad Campesina (CUC). Sin embargo, el Ejrcito parece haber eliminado a muchos catequistas, promotores de salud y maestros bilinges por la sencilla razn de que vean en ellos una nueva identidad indgena ms propositiva o porque stos eran promotores de cambios en regiones histricamente reprimidas, justo en el momento cuando los grupos guerrilleros empezaron a concentrar sus esfuerzos en ellas. Es decir, el Estado atac a los lderes mayas porque podan facilitar la unin de los rebeldes y un campesinado indgena organizado (Carmack 1988b; Le Bot 1995). La figura 14.1 ensea que la mayora de las vctimas, que se sabe pertenecieron a alguna organizacin popular, participaban en grupos campesinos. Buena parte de los datos del CIIDH fueron recogidos a travs de organizaciones populares con orientacin campesina, sobre todo las Comunidades de Poblacin en Resistencia (captulo 20). En cambio, el informe del proyecto de la Recuperacin de la Memoria Histrica, REMHI, con base en informacin recogida por

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Figura 14.1. Total de asesinatos y desapariciones, por sector organizacional de la vctima, de 1959 a 1995




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medio de la Iglesia catlica, enfatiza que muchas de la vctimas eran miembros de organizaciones religiosas, sobre todo los grupos de base catlicos (REMHI 1998). En los datos del CIIDH, integrantes de grupos religiosos son la segunda categora en tamao entre las vctimas de distintas organizaciones. A veces es difcil identificar a una persona por una afiliacin en particular. Muchos lderes comunitarios asesinados por el Estado desempearon diferentes roles en varias organizaciones al mismo tiempo: como dirigentes de comits locales de desarrollo, miembros de cooperativas de productores o de crdito, de organizaciones mayas, de grupos de Accin Catlica y otros tipos de grupos campesinos.20
20

En la base de datos del CIIDH, como en otras, el sector organizativo con lo cual una vctima fue identificada depende de quin hizo la denuncia y bajo cules condiciones. Para los datos del CIIDH, ms personas con una afiliacin organizativa conocida fueron asesinadas en 1984 y 1985 que en cualquier otro ao (buena parte de estas vctimas eran miembros de las CPR). Esto ocurri

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A principios de 1982, el terror se masific cuando el gobierno intent detener la expansin de las fuerzas guerrilleras en el occidente de Guatemala. En algunas reas, la inteligencia militar clasific aldeas como rojas: las que, supuestamente, daban apoyo total a los rebeldes, o suficiente como para que el Ejrcito recurriera al terror indiscriminado (Davis 1988). En tales zonas, y haba muchas de ellas, cualquiera que se cruzara en el camino del Ejrcito poda convertirse en una vctima. Por ejemplo, en 1981 el EGP comunic sobre una serie de emboscadas de personal militar en una carretera que atravesaba una regin aislada entre los departamentos de Huehuetenango y Quich (Noticias de Guatemala 1981, 1982, nos. 7277). En Llano del Coyote, una aldea cercana a donde ocurri la emboscada, varias personas fueron asesinadas al encontrarse con patrullas del Ejrcito, no sin antes ser abusadas e intimidadas para que dieran informacin de los movimientos de la guerrilla (caso cm0001745). An ms comn fue la ocupacin militar de comunidades especficas. Los soldados llegaban con una lista para identificar residentes sospechosos o llevaban un informante encapuchado para que denunciara en el mismo lugar. En las aldeas rojas, las comunidades enteras fueron objeto de represin. En ellas, el Ejrcito no hizo distincin alguna entre colaboradores de los insurgentes y entre quienes simplemente vivan en un lugar en el que haba un fuerte apoyo para el movimiento revolucionario. Algunas veces los soldados se llevaban a los acusados y nunca se volva a saber de ellos. En otras ocasiones, eran ejecutados frente a los vecinos, para demostrar lo que pasaba a lo que ellos llamaban las manzanas podridas.21 Tales acciones sirvieron para destruir el apoyo a la guerrilla, tanto en forma directa, eliminando a los que la apoyaban, como en forma indirecta, aterrorizando a los sobrevivientes. Muchos otros murieron
despus del auge de la violencia en 1981 y 1982, cuando murieron muchas otras personas en organizaciones, pero para las cuales falta informacin sobre sus afiliaciones. Despus del auge de terror, los campesinos en el rea rural siguieron organizndose, aunque ms en grupos de derechos humanos o del movimiento popular y menos en grupos religiosos, como las organizaciones eclesisticas de base. 21 Tanto oficiales del Ejrcito como entusiastas en la patrulla civil usaron la metfora de fruta podrida para justificar la eliminacin de supuestos colaboradores de la guerrilla en comunidades bajo control gubernamental para que otros vecinos de la comunidad no se pudriesen tambin (Kobrak 1997; REMHI 1998 II: 1234).

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PARTE IV

cuando intentaron huir de los ataques indiscriminados de los militares; y, an ms, hubo quienes fueron perseguidos y cazados en sus escondites en las montaas (captulo 20). Los campesinos y sus organizaciones locales jugaron un papel importante en la expansin del movimiento guerrillero en el occidente de Guatemala. Sin embargo, una minora de las vctimas del Ejrcito en estas comunidades tena una limitada participacin en la oposicin armada. Pronto los mismos guerrilleros se dieron cuenta de que no todos sus colaboradores tenan un compromiso profundo con el movimiento armado, o por lo menos no era lo suficientemente profundo para que no desertaran al sentir en carne propia la intensidad de la represin. Para el Ejrcito, el delito de muchas de sus vctimas era nada ms que haber asistido a una reunin guerrillera en su aldea o vivir cerca de donde los insurgentes operaban. Otros fueron falsamente acusados de colaborar con la guerrilla y se convirtieron en vctimas de la creciente militarizacin del rea rural.

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Captulo 15

Gnero y violencia

La mayora de los protagonistas del conflicto armado guatemalteco fueron hombres: desde el alto mando responsable de la contrainsurgencia, a las tropas que llevaron a cabo buena parte del terror, hasta los campesinos forzados a servir la causa del gobierno en las patrullas de autodefensa civil. Aunque los guerrilleros dieron participacin a las mujeres en la lucha, tanto como combatientes armadas como en poblaciones de apoyo, el movimiento revolucionario tambin fue dominado por los hombres. De igual forma, la mayora de las vctimas de la violencia institucional fueron hombres. Pero durante la embestida en el Occidente, el terror se torn masivo e indiscriminado y se increment el porcentaje de mujeres entre las vctimas muertas y desaparecidas. La figura 15.1 demuestra que, a la vez que la violencia llegaba a su apogeo en 1982, los asesinatos de mujeres tambin alcanzaron su mximo nivel. En 1981 y 1982, el perodo de la contrainsurgencia
Figura 15.1. Total anual de vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, por gnero de la vctima, de 1960 a 1995


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PARTE IV

Figura 15.2. Porcentaje anual de mujeres entre vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, de 1966 a 1995




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caracterizada por asesinatos masivos en el rea rural, la proporcin de mujeres entre todas las vctimas identificadas lleg al 21 por ciento, su mxima desde la expansin del conflicto en los sesenta. Para todo el conflicto armado, las mujeres representan el 15 por ciento de muertos identificados en la base de datos. La figura 15.2 presenta esta relacin de otra manera, con el porcentaje de mujeres entre los asesinados y desaparecidos para cada ao despus de 1966.22 La tendencia mayor en la figura es que la proporcin de las mujeres, entre las vctimas del gobierno, aumenta con la intensificacin del conflicto social a partir de mediados de los setenta, llegando a su mximo en 1982 durante las campaas de tierra arrasada, y cae paulatinamente cuando la violencia vuelve a ser ms selectiva. En donde y cuando la contrainsurgencia fue menos discriminada, ms mujeres fallecieron.

22

El nmero de asesinatos polticos antes de 1966 es tan pequeo que el porcentaje de mujeres flucta mucho.

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En las comunidades campesinas, al parecer, el Estado consider que los padres de familia eran los principales responsables para la actividad poltica local, inclusive en el apoyo a la guerrilla. Cuando asediaban a una comunidad, las fuerzas del gobierno habitualmente buscaron primero a los hombres. Cuando los campesinos se dieron cuenta de esta lgica de represin, los hombres, especialmente los ms jvenes, huyeron de sus comunidades a la primera seal de ataque militar. Se sabe de casos en comunidades cuyos hombres dorman entre sus parcelas o en el monte para evitar ser capturados en un ataque, usualmente en la madrugada. Con los hombres ausentes, los militares se ensaaron en contra de cualquiera que lograban capturar, ya fueran mujeres, nios o ancianos. Un ejemplo de esto ocurri en mayo de 1982, cuando las fuerzas del regimen de Ros Montt asediaron a la comunidad de Saquill II, en Chichicastenango, Quich. A la llegada de los militares, pocos hombres se encontraban en la aldea, as el Ejrcito mat a quien pudo. El 8 de mayo, 23 nios, 15 mujeres y 6 hombres murieron en una incursin militar. Diez das despus, la fuerza lite del Ejrcito, los kaibiles, volvieron a Saquill II y registraron varias casas, asesinando a 25 nios, 15 mujeres (tres de ellas embarazadas) y 3 hombres (Situacin de los derechos humanos en Guatemala 1983: 206-7; Amnesty International 1982). Otro caso ms notorio de tal prctica ocurri meses antes, durante el gobierno de Lucas Garca, en la aldea de Ro Negro, Rabinal, Baja Verapaz. El 14 de febrero de 1982, el jefe del destacamento militar cit a todos los hombres de esa aldea para que se presentaran a su vecina Xococ, en el mismo municipio. All fue asesinada la mayor parte de los hombres de Ro Negro. Un mes despus, el 13 de marzo, los patrulleros civiles de Xococ, acompaados por el Ejrcito, volvieron a Ro Negro. Al no encontrar hombres en el lugar, masacraron a 70 mujeres y 107 nios (Equipo de Antropologa Forense de Guatemala 1995; testimonios provedos por CALDH). Muchas otras mujeres se reportan muertas, cuando las tropas del Ejrcito arrasaron con aldeas enteras, asesinando a los residentes sin selectividad alguna. La figura 15.3 confirma que las mujeres murieron ms en asesinatos masivos. Las vctimas femeninas son el 26 por ciento de las personas identificadas que fueron muertas en grupos de diez o ms personas y 29 por ciento en el grupo de dos a nueve. Tan slo representan el 14 por ciento de asesinatos o desapariciones individuales.

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Figura 15.3. Porcentaje de hombres y mujeres entre vctimas identficadas de asesinato, por tamao de grupo, de 1959 a 1995


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Aunque los hombres han sido objeto directo de la violencia poltica, las consecuencias del terror estatal afectan desproporcionadamente a las sobrevivientes, tanto inmediatamente despus de las masacres como a largo plazo. Por ejemplo, las fuerzas represivas en Guatemala han tratado a las mujeres como un botn ms de su triunfo. En muchas comunidades, los soldados violaron a las sobrevivientes despus de masacrar a los hombres, mientras que en otras, las mujeres eran violadas antes de ser asesinadas. Con la militarizacin y el colapso del orden moral, soldados y patrulleros civiles abusaron de las sobrevivientes ya fuera por la capacidad de hacerlo o la oportunidad, por la extrema vulnerabilidad de ellas o porque nadie se los iba a

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impedir. La violacin tambin sirvi una funcin contrainsurgente: humillar, daar y destruir emocionalmente a los sobrevivientes y as desalentar la participacin en el movimiento insurgente.23 Las viudas, as como los padres de familia sobrevivientes, tuvieron que enfrentar las consecuencias econmicas y afectivas de la violencia. Muchas vctimas en el rea rural vivieron cerca de un nivel de subsistencia antes de la llegada del conflicto armado. Con la ausencia de sus esposos, muchas sobrevivientes experimentaron una fuerte baja en su situacin econmica, esto sin mencionar los problemas psicolgicos por la prdida de sus seres queridos. En muchas comunidades, la situacin de las sobrevivientes se agrav con el ostracismo provocado porque un familiar fuera sealado como enemigo del gobierno. Algunas viudas fueron obligadas a abandonar sus casas y terrenos. Los lderes locales de la contrainsurgencia usaron la supuesta colaboracin de sus familiares para justificar el destierro de estas mujeres de comunidades militarizadas progubernamentales, como contina sucediendo en San Martn Jilotepeque, Chimaltenango (testimonios de GAM). En casos extremos, las vctimas de violacin tenan que dar a luz embarazos no deseados y criar a los hijos de sus violadores. En comunidades donde la autoridad de la patrulla civil tom un carcter horrendo, algunas viudas durante aos fueron esclavas sexuales de los comandantes de las patrullas. Sin embargo, sera un error ver a las mujeres slo como vctimas. El terror del Estado y la experiencia de sobrevivir empujaron a las mujeres para realizar actividades fuera del hogar. Las mujeres han sido lderes en la reconstruccin de Guatemala, especialmente en el desarrollo de un nuevo movimiento en favor de los derechos humanos y la resistencia al dominio militar. Entre las mujeres destacadas que sobrevivieron a la violencia est la ex dirigente del CUC y ganadora del Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Mench Tum, quien perdi a sus padres y a un hermano por la violencia estatal; as mismo Nineth Montenegro de Garca del GAM y Rosalina Tuyuc de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), ambas viudas y ahora diputadas al Congreso. Son, adems, mujeres las que conforman la mayor parte
23

Es difcil establecer la prevalencia de la violacin como prctica de la violencia poltica en Guatemala. El informe del proyecto REMHI nota en su discusin de violencia sexual que, relativa a otras clases de violencia, este acto es poco denunciado, debido al sentido de culpabilidad y vergenza entre las sobrevivientes (REMHI 1998 I: 210). De igual forma, la base de datos del CIIDH contiene pocas denuncias de violencia sexual.

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PARTE IV

de la dirigencia y as como la base poltica del GAM, igual sucede con CONAVIGUA y la organizacin de mujeres refugiadas Mam Maqun. El trabajo de CONAVIGUA ha ido ms all de las preocupaciones inmediatas de las viudas. Esa organizacin ha realizado una exitosa lucha en contra del reclutamiento militar forzoso y en la exhumacin de varios cementerios clandestinos (CONAVIGUA 1992; CONAVIGUA 1994). Las mujeres activistas han pagado su desafo al gobierno hasta con sus vidas. Por ejemplo, Adelina Caal (Mam Maqun), dirigente de la tristemente recordada protesta de Panzs en 1978, fue asesinada por tropas del Ejrcito junto a ms de cien manifestantes; Irma Flaquer, periodista y fundadora de la Comisin Nacional de Derechos Humanos en los aos setenta, fue secuestrada y desaparecida en 1980 mientras su hijo era asesinado a tiros en el operativo para capturarla; la dirigente del GAM Rosario Godoy apareci torturada y sin vida en 1985, en un paraje de las afueras de al ciudad capital, junto a su hermano e hijo menor; Mara Meja, miembro de CONAVIGUA y franca crtica de las patrullas civiles en la comunidad de Parraxtut, Sacapulas, Quich, fue muerta a tiros en 1990, por patrulleros en el interior de su vivienda, y la antroploga Myrna Mack, quien denunci la poltica estatal hacia las poblaciones desplazadas, muri a consecuencia de pualadas que le dio un miembro de la guardia presidencial, en una calle del centro de la ciudad (Pacheco y Salazar 1985; Americas Watch 1985c: 41; Americas Watch 1989: 44; Americas Watch y Physicians for Human Rights 1991: 36-50). Pero las mujeres tambin han tenido parte importante en otro tipo de acciones, como el dar sus testimonios sobre lo que presenciaron y vivieron de las atrocidades del gobierno. En los ochenta, Rigoberta Mench hizo giras y escribi un libro (Mench 1985) para informar al mundo las cosas que pasaban en Guatemala. Y en Guatemala en los noventa, mujeres mayas han dado testimonio clave en juicios contra miembros de las fuerzas de seguridad.24 En la base de datos del CIIDH, aunque las mujeres representan slo 15 de las vctimas de la violencia institucional, son ms del 40 por ciento de quienes proporcionaron sus testimonios.
24

El sistema de justicia en Guatemala tiene una larga historia de discriminacin sistemtica contra el testimonio de indgenas (Brintnall 1979). Hasta hoy en da, el testimonio de mujeres indgenas es menospreciado por jueces que favorecen a los acusados, como en el caso de Cndido Noriega Estrada, un ex comisionado militar y agente de inteligencia militar, acusado de orquestar varias matanzas en la comunidad de Tuluch, Chich, Quich. Noriega fue absuelto en 1997 a pesar del testimonio de 30 testigos oculares, en su mayora kiches hablantes y viudas de muertos y desaparecidos de la comunidad.

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Captulo 16

Padres e hijos

La violencia de Estado en Guatemala caus un dao severo en las vidas de miles de familias. En lo agudo de una crisis econmica, padres de familia, esposas, nios y familiares cercanos debieron enfrentar el proceso de tratar de justificar la muerte o desaparicin de un familiar. Situacin que pareciera no tener ningn sentido, especialmente cuando las violaciones eran cometidas por las fuerzas de seguridad del Estado, pero que sin duda alguna demuestra los alcances de los efectos causado por la violencia. La represin no slo fue una etapa poltica sino que dur dcadas. Esto hizo que las familias temieran enfrentar su sufrimiento pblicamente y los oblig a hacerlos de una forma bastante privada. Esto tambin convirti a los sobrevivientes en blanco de las sospechas y de futuros abusos del gobierno, adems de que eran rechazados por aquellos que, en una sociedad militarizada, no queran relacionarse con quienes eran sealados de subversivos, aunque fuera un calificativo injustificado (REMHI 1998 I: 171).
Figura 16.1. Histograma de nmero de vctimas identificadas de asesinato y desaparicin, por edad, de 1959 a 1995
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Figura 16.2. Doble histograma de total de asesinatos y desaparicines, por proporciones absolutas y relativa a la poblacin, por edad, de 1959 a 1995
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En otras palabras el fenmeno de la violencia trasciende los daos ocasionados por la violacin en si misma, alcanzando incluso el entorno social de la vctima y la de sus familiares. No fueron pocos los casos en que las familias de una vctima negaron o escondieron su parentesco, en muchos casos ocurri que la misma vctima paso a ser victimario ya que sus mismos familiares les responsabilizaron de los hechos sucedidos o de los que podran suceder sobre el resto de la familia. La figura 16.1 da una idea del impacto demogrfico de la violencia en las familias. El terror en Guatemala afect a personas de todas las edades, tanto a vctimas directas, como a quienes sobrevivieron. De las vctimas identificadas, el sesenta y cinco por ciento oscilan entre las edades de 20 y 49, la edad ms frecuente de padres con nios dependientes. En una primera impresin, la figura 16.1 sugiere que los adultos jvenes fueron los ms golpeados por la violencia, en especial
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aquellos entre las edades comprendidas de 20 a 24 aos. En la siguiente figura, la 16.2, el lado derecho repite la figura 16.1, que representa al grueso de violaciones por cada grupo de edad. En el lado izquierdo, la figura 16.2 toma en cuenta los diferentes tamaos de esos grupos de edad dentro de la poblacin guatemalteca. Esto supone que todos los grupos de edad entre los 20 y 49 aos fueron asesinados, esencialmente, en el mismo grado. El lado izquierdo muestra que las personas mayores tambin fueron asesinadas a gran escala. La proporcin de personas ancianas es baja dentro de la poblacin de rpido crecimiento de Guatemala, es por eso que el nmero absoluto de personas de la tercera edad asesinadas es menor al de otros grupos. Las grficas confirman lo que un estudio, conducido por la Agencia Internacional de Desarrollo de los EEUU (AID) y la divisin de menores de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala, encontr en 1984: el estado de violencia cre una enorme poblacin de nios hurfanos. El informe estima que entre 1980 y 1983, como mnimo 100 mil y mximo 200 mil nios, especialmente en el altiplano occidental, perdieron al menos a uno de sus padres por la violencia y que el 20 por ciento de stos perdieron a ambos padres (citado en Krueger y Enge 1985: vi). Los sobrevivientes jvenes de la violencia estatal presentan altos ndices de problemas psicolgicos y de salud, y tienden a vivir en situaciones precarias (Comisin de Derechos Humanos de Guatemala 1986). La menor frecuencia de vctimas de asesinato y desaparicin corresponde a los grupos de edades ms jvenes. Ntese, de todas formas, que las figuras 16.1 y 16.2 muestran un fuerte subregistro de nios debido a que solamente incluye a las vctimas identificadas. La gran mayora de vctimas infantiles de la violencia estatal murieron en masacres al principio de los aos ochenta por lo que pocos de ellos fueron identificados (vase la figura 11.2). Dentro de las vctimas de asesinatos masivos, los nios son quiz los menos identificados por los sobrevivientes que dieron testimonios, por ser menos conocidos en las comunidades, en comparacin con los adultos. La figura 16.3 muestra el porcentaje de todas las vctimas, de asesinato o desaparicin forzada, identificadas y que tenan 14 aos de edad o menos al momento de su muerte. De las vctimas no identificadas, en la mayora de casos nunca se conoce la edad, de tal cuenta que en este anlisis solamente se mencionan a los identificados.

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PARTE IV

Figura 16.3. Porcentaje anual de vctimas de asesinato y desaparicion menores de 15 aos, de 1970 a 1995
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Excepto por un pico anmalo en 1973, el cual nace del pequeo nmero de asesinatos y desapariciones que hace a los porcentajes inestables, la grfica proviene del anlisis ya mencionado sobre asesinatos indiscriminados. Los aos 1981 y 1982, cuando se registr el mayor nmero de asesinatos, son tambin los de mayor proporcin de vctimas infantiles. Inmediatamente despus, la proporcin de ese tipo de vctimas declina a niveles menores. Durante el inicio de los ochenta, el porcentaje de todas la vctimas menores a los 14 aos sube arriba del 12 por ciento. Cuando la represin se desarroll con mayor intensidad, aproximadamente uno de cada ocho vctimas eran nios. El asesinato masivo de nios es uno de los ms inquietantes aspectos del terror estatal de los gobiernos de Lucas Garca y Ros Montt. En testimonios sobre las masacres indiscriminadas, los campesinos se preguntan con regularidad, qu clase de pecado cometieron los nios para que se justificaran sus asesinatos por parte
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de las fuerzas de seguridad. De hecho en la concepcin de represin del ejercito priva un carcter segregativo y racista en contra de muchas comunidades indgenas, a las cuales daban un trato hostil y que en su retrica describan aun a los nios, como peligrosos comunistas que merecan morir. Resulta difcil tratar de comprender este tipo de comportamiento oficial, o verlo como racional. El gobierno pudo haber asesinado a los nios para no tener que enfrentar un problema de orfandad an mayor del que ya exista. Otra posible razn pudo haber sido que el Ejrcito crey que permitiendo que los nios de villas hostiles vivieran, solamente hubiera llevado al crecimiento de futuras generaciones de guerrilleros que buscaban venganza. De cualquier forma, la poltica de los gobiernos al inicio de la dcada ochenta, de asesinar a nios y nias desarmados, demuestra el desprecio hacia la vida por parte de esos gobiernos, a los cuales les preocupo poco las consecuencias humanas y sociales que generaron sus polticas contrainsurgentes. El Estado abus de la destruccin de comunidades enteras para garantizar su propia sobrevivencia.

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PARTE IV

Captulo 17

Los pueblos indgenas

La Parte II de este reporte analiza cmo el escenario de acciones se cambi de la ciudad al campo a principios de los ochenta. Como la figura 1.1 muestra, el nivel de asesinatos tiene un pronunciado repunte en esta poca. La escalada de violencia urbana que inicia en 1978 llega a su cspide en 1980 y se extiende hasta 1981, mientras en el campo se inicia a principios de los aos ochenta. De igual manera se da un cambio de accionar de las dinmicas de las fuerzas de seguridad del Estado, ya que en lo urbano prevaleci en gran parte el tipo de violacin individual y selectiva mientras que en el campo fue de carcter masiva e indiscriminada, siendo las vctimas en lo urbano en su mayora ladinas, mientras que en el campo fueron casi en su totalidad indgenas mayas. La base de datos del CIIDH incluye vctimas de 14 de los 22 grupos lingsticos mayas del pas. Para las vctimas cuya etnia es conocida, el 81 por ciento son identificadas como indgenas.25 Este captulo resea cmo las comunidades indgenas sufrieron el costo humano de la represin. Una explicacin para ello es que ya para esa poca la mayora de elementos insurgentes al igual que sus operaciones militares se concentraban en esa rea geogrfica del pas. Bajo la luz de la victoria sandinista en Nicaragua en 1979 y luego de las ofensivas guerrilleras del vecino El Salvador, las aspiraciones rebeldes se vieron estimuladas e incluso, algunos llegaron a visualizar un inminente triunfo. Cabe mencionar que la guerrilla se haba estado organizando en el altiplano durante aos y su presencia, en ciertas reas, coincida con el surgimiento de movimientos locales para la liberacin de los indgenas (Le Bot 1995). Ante la posibilidad de xito y con el equivocado espritu triunfalista por parte de algunos insurgentes, las tareas de reclutamiento e incorporacin de civiles de una forma que nunca
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Solamente el diez por ciento de las vctimas de asesinato y desaparicin en la base de datos del CIIDH posee su etnia listada. Fuentes documentales y peridicos regularmente no mencionan el origen tnico. Aun en los testimonios de comunidades mayas del occidente de Guatemala, falla, regularmente, en determinar cul era el grupo lingstico al que pertenecan las vctimas. La falta de informacin sobre identidad tnica puede ser un mayor problema en Guatemala para los no indgenas, pues no hay una categora tnica para ellos. Ladino, por ejemplo, es una identidad que no es aceptada por muchos a los que pretende describir.

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antes se haba visto durante el ya largo conflicto armado se acrecentaron, sobre todo en el nor-occidente del pas (Payeras 1991). Como se menciona anteriormente fue la alta concentracin de insurgentes as como de sus operaciones militares pero sobre todo las posibilidades de expansin y crecimiento que proporcionaba el occidente del pas, las que llamaron la atencin del gobierno hacia esa regin. Entonces el Estado de Guatemala eligi doblegar a regiones completas del pas a fin de expulsar a los insurgentes. Fue slo despus de un perodo sostenido de masacres indiscriminadas, en 1981 y principios de 1982, que el Ejrcito empez a matizar sus acciones militares con ingredientes sociales, tales como el programa de Alimentos por Trabajo y las patrullas de autodefensa civil, que aunque coercitivos, permitieron que los civiles en las reas en conflicto tuvieran el derecho a la vida. El uso de terror masivo en el occidente del pas est claramente relacionado con la alta concentracin de indgenas en esa regin y la posicin social de las vctimas involucradas. Para los diferentes gobiernos matar campesinos mayas no representaba ningn costo poltico. Las lites del pas, de las que el rgimen dependa, hicieron pocas protestas a la poltica de tierra arrasada llevada a cabo por Lucas Garca y, en especial, por Ros Montt.26 Esto ocurri en parte debido a lo opresivo de esos regmenes militares, pero tambin como resultado de la histrica ausencia de un sentido humano de los no indgenas hacia los indgenas. En su gran mayora, las vctimas del gobierno pertenecieron a comunidades cuyos derechos civiles bsicos, por ms de 500 aos, raras veces han sido reconocidos. En cambio las comunidades mayas han sido vistas por la clase alta del pas ya sea como un obstculo o simplemente como instrumento para la acumulacin de riqueza. Mientras se reconoca el grado de explotacin al que estaban sometidas, fueron tratadas como una fuente potencial de rebelin que deban ser reprimidas (Martnez Pelez 1971; McCreery 1994). La unin de insurgentes guerrilleros con los pobladores del altiplano hizo revivir histricos temores, dentro de la clase privilegiada, de un levantamiento indgena. As, la destruccin de cientos de comunidades indgenas, como sucedi a principios de los ochenta, no era inusual en la historia de guatemalteca, sino el producto de un patrn mucho ms aejo de autoridad represiva (Castellano Cambranes 1985; Lovell 1988; Smith 1990).
26

La comunidad internacional tampoco protest de forma eficaz por la violencia estatal en Guatemala, ni siquiera el gobierno de Estados Unidos, que siempre ha tratado a la regin como su patio trasero.

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PARTE IV

Las divisiones tnicas de Guatemala facilitaron la violencia poltica en diferentes maneras. El Ejrcito us tropas de las regiones ladinas del oriente del pas, para ejecutar muchas de las masacres en las comunidades mayas. Ya para 1982, el Ejrcito tambin reclutaba, a gran escala, a jvenes en el altiplano de Occidente. Al igual que otras fuerzas armadas, el Ejrcito empez a usar la historia de exclusin social del pas para presentarse asimismo como una oportunidad de mejorar en la escala social para los indgenas jvenes. Adems, al reclutar indgenas, el Ejrcito procur establecer contactos con la poblacin en reas conflictivas (Wilson 1991). Los conflictos entre indgenas pobres y ladinos privilegiados tambin llev a las comunidades a un crculo de violencia. Sheldon Annis relata cmo por la fuerza y por medio de trucos legales, el abogado capitalino Horacio Arroyave Paniagua despoj de sus tierras a muchos kaqchikeles de San Antonio Aguas Calientes, Sacatepquez. A finales de los setenta, los miembros de la comunidad intentaron defender sus tierras ante un juez, pero fue imposible. Y aunque sus tcticas fueron violentas en ocasiones, nada se compara con la reaccin de Arroyave y sus aliados del gobierno. Algunos activistas del CUC y de las guerrillas fueron atrados por la causa de los pobladores de Aguas Calientes. Pronto un escuadrn de la muerte empez a matar a los lderes de la comunidad. Entre otras muertes que hubo en el lugar, estn las de quienes presuntamente espiaban para Arroyave (Annis 1988). En la militarizada Guatemala, la violencia estatal tambin poda provenir de las disputas entre comunidades de indgenas, por tierra entre campesinos o por la tensin interna que provoca la diferencia de clases. A mediados de los setenta, por ejemplo, Sebastin Guzmn, un contratista laboral y lder religioso ixil de Nebaj, Quich, se acerc al gobierno del coronel Carlos Arana Osorio para pedirle que hiciera frente a la presencia de comunistas introduciendo cooperativas y proyectos de Accin Catlica en la regin (y poniendo en peligro los intereses econmicos de Guzmn). En enero de 1976, Guzmn y sus asociados enviaron una lista de los involucrados en el movimiento campesino a la base militar de Santa Cruz del Quich. Segn un autor, la violencia en contra de los que fueron denunciados por Guzmn empez de inmediato (Arias 1990: 247-8). Las fuerzas de seguridad tambin asesinaron a personas no indgenas. En ciertos momentos, tal y como sucedi tiempo despus del terremoto de 1976 y durante la huelga del transporte en 1978, as como en regiones como la zona rural agrcola de la costa sur, el gobierno atac a ladinos pobres que se organizaron por un cambio
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social. Tampoco la clase media fue inmune al terror. El gobierno seleccion y asesin extrajudicialmente a bien conocidos miembros de la oposicin poltica, especialmente a estudiantes y as como a quienes militaban en el movimiento revolucionario. Pero, al combatir a la insurgencia, las fuerzas estatales usaron el terror indiscriminado casi exclusivamente en las comunidades aisladas de campesinos mayas y ese terror muchas veces fue dirigido a potenciales bases de apoyo a las guerrillas. La figura 17.1 usa el asesinato de mujeres y nios como medida del grado discriminador de los ataques del gobierno a diferentes grupos tnicos. Las barras claras demuestran que, en casos donde la etnia de la vctima es conocida, un mayor porcentaje de las vctimas indgenas son mujeres en comparacin a los casos de no indgenas. Si nosotros asumimos que los hombres eran los principales protagonistas del conflicto armado y que los hombres, cabezas de familia, eran considerados los responsables primarios de la
Figura 17.1. Porcentaje de vctimas de asesinato y desaparicion que fueron mujeres o menores de 15 aos, por grupo tnico, de 1959 a 1995
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orientacin poltica de sus familiares, entonces el dato sugiere que el gobierno discrimin menos cuando operaba en reas indgenas. Los datos sobre nios son an ms ejemplificadores. Las barras oscuras en la figura 17.1 representa, por cada una de las categoras tnicas, el porcentaje de nios menores de 14 aos asesinados por el Estado. Pocos nios de esa edad tomaron un rol activo en la oposicin poltica o en la insurgencia armada. En el caso de los indgenas, las proporciones de las vctimas muy jvenes es cuatro veces mayor comparada a la de los no indgenas. El Estado, especialmente durante Lucas Garca y Ros Montt, hizo poco para asegurar que sus campaas de violencia poltica no alcanzaran a quienes no estaban involucrados en el movimiento opositor, especialmente cuando atacaban poblaciones con origen tnico diferente al de los atacantes.27 El captulo 9 de este reporte sostiene que el gobierno logr salir adelante con esa poltica, al inhibir la publicidad de los asesinatos masivos. En el captulo 11, se sugiere que la lgica militar para los asesinatos masivos se debi a la ineficiencia de los primeros asesinatos selectivos en el altiplano, que slo contribuy a que muchos de los sobrevivientes vieran en la guerrilla una opcin. Pero el uso de la violencia masiva por parte del gobierno no fue un simple producto de la efectividad de sus resultados. La incapacidad del Estado y su ignorancia tambin facilitaron los ataques a aldeas enteras. Mientras que la inteligencia militar poda tener conocimiento de la actividad guerrillera en ciertas reas, una emboscada al personal del Ejrcito daba, de inmediato, una razn a las tropas para destruir el apoyo cercano hacia las guerrillas. Pero el Ejrcito muchas veces tena poco conocimiento de la organizacin del enemigo. Los asesinatos masivos de civiles pudieron haber sido la forma ms fcil para el Ejrcito de pelear en contra de las evasivas guerrillas. A principios de 1982, el jefe del Estado Mayor del Ejrcito, general Benedicto Lucas Garca, hermano del Presidente, le explic a un periodista extranjero su entendimiento de la esta situacin: Esa gente [los guerrilleros] son difciles de distinguir del resto de la poblacin... Es por eso que la poblacin sufre (Simons 1982).

27

Tanto Lucas Garca como Ros Montt eran de familias ladinas que vivan en regiones mayoritariamente mayas. Lucas Garca naci en Alta Verapaz y Ros Montt en Huehuetenango, donde las hostilidades tnicas entre indgenas y ladinos pueden ser ms abiertas e inmediatas.

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Tiempo despus, durante el gobierno de Ros Montt, el pensamiento oficial se hizo an ms despiadado. El entonces asesor presidencial (y actual dirigente de la Alianza Evanglica), Francisco Bianchi, en una muy citada declaracin dijo al reportero estadounidense, Allan Nairn: Los guerrilleros han logrado ganarse a muchos colaboradores indgenas. Por lo tanto, los indios son guerrilleros, no? Y cmo hace para luchar en contra de la subversin? Evidentemente, tiene que matar a los indios porque son colaboradores de los guerrilleros. Luego dirn que est matando a gente inocente, pero ellos no son inocentes, se vendieron a la subversin (Amnesty International 1982: 6-7). Estas declaraciones sugieren que asesinar indgenas indiscriminadamente pudo haber sido producto de que el gobierno tena poca idea y poco control de lo que suceda en las comunidades indgenas, culturalmente distintas y geogrficamente aisladas. Durante el gobierno de Lucas Garca, el Ejrcito dependa de su red de comisionados militares para recibir denuncias de personas que colaboraban con la guerrilla en las aldeas. Pero en muchas comunidades indgenas ignoradas por el gobierno durante aos, los comisionados locales se unieron a la causa guerrillera. Mientras que en otras, los comisionados usaron su posicin para amedrentar y someter a sus vecinos, o entregaban al Ejrcito a a aquellos con los que tenan problemas o diferencias personales en lugar de denunciar a los lideres locales del movimiento revolucionario (Paul y Demarest 1988). Los jefes de comisionados militares que vivan en los pueblos en el altiplano maya (muchas veces miembros de la elite ladina local) tambin denunciaban a comunidades indgenas enteras como simpatizantes de los subversivos. Con tan dudosa inteligencia, el Ejrcito en muchas ocasiones asesin a gente con poca o ninguna relacin con la insurgencia, aparentemente con la esperanza de que tal despliegue de poder ilimitado obligara a los pobladores a la sumisin. El Estado demostr poca vacilacin para ignorar las consideraciones morales y humanas de su poltica contrainsurgente. Los residentes de las comunidades campesinas indgenas fueron las vctimas ms vulnerables entre los blancos del terror gubernamental. La exclusin social y la represin del Estado hicieron al movimiento revolucionario una opcin atractiva para muchos indgenas. Para los rebeldes involucrados en la organizacin de bases de apoyo entre las comunidades del Occidente, era lo aislado de las reas geogrficas de las aldeas mayas lo que las haca atractivas. Los campesinos indgenas que vivan en esas pequeas
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aldeas, muchos de ellos analfabetas y sin saber hablar espaol, eran ignorantes de lo que ocurra ms all de sus comunidades y pocos de ellos saban lo que haba pasado en el conflicto guerrilla-gobierno durante las dos dcadas anteriores. A principios de los ochenta, al borde de los asesinatos masivos, la mayora de indgenas en el altiplano solamente tenan una vaga idea de la represin que estaba por llegar (Kobrak 1997). Una vez las fuerzas gubernamentales llegaron al rea, su falta de movilidad hizo que los aldeanos fueran an ms susceptibles al peligro. Con una vida de subsistencia y atados a sus tierras, tanto econmica como culturalmente, muchas familias que enfrentaron los ataques del Ejrcito sintieron que no tenan a donde ir, por lo que se oponan a escapar (Manz 1988). En el captulo 20 tratamos sobre algunos de los civiles que s escaparon, las Comunidades de Poblacin en Resistencia, que por su oposicin al control del Ejrcito, enfrentaron la hostilidad del gobierno an en la siguiente dcada. Otro factor en contra de los pobres, en especial de las poblaciones indgenas, fue la ausencia de aliados a quienes pudieran haber pedido proteccin o piedad. Durante el conflicto armado, un reducido nmero de personas de clase media, opositores del gobierno, sobrevivieron a la experiencia de la detencin cuando alguno de sus familiares o amigos intervinieron en su favor. En 1962, por ejemplo, Rodrigo Asturias (ms tarde conocido como el comandante Gaspar Ilom de ORPA) fue uno de los pocos sobrevivientes del exterminio militar del frente 20 de Octubre, ayudado, sin duda, por el hecho de que su padre era Miguel Angel Asturias, ganador del Premio Nobel de Literatura y que su padrino era el general Miguel Ydgoras Fuentes, entonces presidente del pas (CIIDH y GAM 1999). Durante el mandato de Ros Montt, mientras el gobierno abiertamente asesin a miles de campesinos indgenas, una bien coordinada campaa de presin en favor de los derechos humanos ayud a que dos doctores de la Universidad de San Carlos, Juan Jos Hurtado Vega y Gustavo Castaeda Palacios fueran liberados (American Association for the Advancement of Science 1986). Para muchos detenidos o desaparecidos, lo que hizo la diferencia entre vida y muerte era tener algn tipo de relacin con alguien del gobierno (especialmente con los militares), o alguna forma directa de divulgar su caso ante la comunidad internacional.

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Captulo 18

Los victimarios

Durante los ltimos 40 aos, mucha de la violencia poltica en Guatemala formaba parte de una bien planificada campaa de terror estatal, dirigida principalmente, aunque no de forma exclusiva, para destruir la insurgencia armada. Histricamente, el alto mando militar era quien diriga esta campaa y sus tropas eran las que ejecutaban mucho del terror. No obstante, para llevar a cabo su poltica de asesinatos extrajudiciales y desapariciones forzadas, el gobierno emple a miembros de las diferentes fuerzas de seguridad, tanto militares como civiles, oficiales y no oficiales. Las figuras 18.1 y 18.2 muestra esto grficamente. 28 En la base de datos del CIIDH, para los casos en los cuales el perpetrador es conocido, los testimonios y las fuentes documentales atribuyen la porcin ms grande de asesinatos y desapariciones a personal del Ejrcito. Otros tipo de perpetradores gubernamentales son los patrulleros civiles (PAC), comisionados militares, escuadrones de la muerte clandestinos, la Polica Nacional y la Guardia de Hacienda.29 Las violaciones atribuidas a la guerrilla contenidas en la base de datos son relativamente pocas, hace falta profundizar en sto, por lo que no est incluida en este anlisis. La figura 18.1 muestra que el personal del Ejrcito fue el responsable de la mayor parte del terror en las reas rurales. Una importante minora de estos asesinatos fueron cometidos por el Ejrcito junto a civiles, tanto de las patrullas de autodefensa como los comisionados militares. El 69 por ciento de los casos rurales son atribuidos a un perpetrador identificado, esto, a pesar del generalmente deficiente reporte de la violencia rural, que ya se discuti en el capitulo 9 (ver anexo A6). En el campo, la campaa
28

El 66 por ciento de los casos de asesinato o desaparicin tiene uno o ms perpetradores identificados. Para la mayor parte de las violaciones en el rea rural los victimarios son conocidos, mientras en el rea urbana, la mayor parte los perpetradores no son identificados. Vase el anexo A7. En 1987 y 1988, miembros de la Guardia de la Hacienda rondaban la ciudad en carros tipo panel, color blanco secuestrando, torturando y asesinando a estudiantes y activistas sindicales. Estos crmenes son los tristemente recordados asesinatos de la Panel Blanca (Americas Watch 1988; Amnesty International 1989; Velzquez y Blanck 1997).

29

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Figura 18.1. Total de asesinatos y desapariciones en el rea rural, por tipo de victimario identificado, de 1959 a 1995
  
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estatal era realizada usualmente por soldados uniformados, abiertamente involucrados en los asesinatos extrajudiciales. En la ciudad de Guatemala, los agentes del Estado se vean forzados a operar de forma menos evidente. Solamente el 18 por ciento de los casos urbanos de asesinato o desaparicin se atribuye a un perpetrador conocido. La figura 18.2 demuestra que para los pocos casos en el que el hechor es conocido, los asesinatos de la Polica exceden a los del Ejrcito a lo largo del conflicto armado. An as, muchos de los grupos policiales que participaron en la contrainsurgencia, como el Comando 6 de la Polica Nacional (encabezado por Pedro Garca Arrendondo, actual alcalde de Cuilapa, Santa Rosa) y la Polica Judicial (dirigida por Manuel de Jess Valiente Tllez), seguan rdenes del Ejrcito cuando realizaban actos de terror y operativos contrainsurgentes. Los escuadrones de la muerte tambin participaron en la campaa del terror gubernamental, especialmente en la ciudad. La
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Figura 18.2. Total de asesinatos y desapariciones en el rea urbana, por tipo de victimario identificado, de 1959 a 1995

 
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cifra de perpetradores identificados presentada en las grficas, subreporta los asesinatos cometidos por grupos paramilitares. Tal falta de certeza fue exactamente el punto por el que fueron creados los escuadrones: tanto vctimas como testigos eran incapaces de saber, con seguridad, que el gobierno era el responsable del terror. Los paramilitares nunca pudieron operar sin la bendicin del Estado y ahora est claro que diferentes escuadrones de la muerte actuaban bajo el control oficial. Segn Mario Sandoval Alarcn, uno de los primeros arquitectos de los escuadrones de la muerte, muchos de los asesinos eran miembros del Ejrcito que se hacan pasar por civiles (REMHI 1998 II: 52-3, 110). Adems, oficiales de la inteligencia militar recientemente declararon que su directiva, llamada la G-2, es un escuadrn de la muerte; un escuadrn que existe para matar, confirmando as lo que muchos crticos del gobierno han mantenido por aos (Schirmer 1998: 288).

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Por otro lado, el Ejrcito Secreto Anticomunista (ESA) era coordinado a travs de la oficina del jefe de la Polica Germn Chupina Barahona (Dunkerley 1988: 472). En 1982, el jefe de detectives, Valiente Tllez, admiti, despus de renunciar a su cargo y abandonar el pas, que las fuerzas de seguridad estaban involucradas en muchos asesinatos atribuidos a los escuadrones de la muerte (Amnesty International 1982: 8; Nairn 1986; Dunkerley 1988: 472; REMHI 1998 II: 52-3, 110). En el rea rural, el Ejrcito desarroll diferentes clases de organizaciones paramilitares que involucraron a un gran nmero de civiles de todo el campo guatemalteco: primero fueron una amplia red de comisionados militares, despus un bien estructurado sistema de patrullas civiles. Al principio, los comisionados militares se limitaban a encontrar reclutas para el Ejrcito y a meter en la crcel a borrachos escandalosos. Pero en los sesenta, bajo la recomendacin de los asesores militares estadounidenses, el Ejrcito nombr a miles de nuevos comisionados, extendiendo su red a casi cada una de las aldeas, caseros, zonas y colonias del pas. Aunque se deca que no reciban pago oficial por su trabajo, los comisionados fueron adquiriendo poder sustancial en sus comunidades. Estaban autorizados para detener a sospechosos y portar armas, aun ametralladoras. Adems, estaban encargados de reportar la presencia de insurgentes as como de organizadores polticos. Mientras el poder de los comisionados se expanda, los reportes de abusos se multiplicaban. En los sesenta, en el cinturn de plantaciones a lo largo de la costa sur, los comisionados militares actuaban como policas privados de la elite rural. Mientras tanto, en la zona guerrillera de Zacapa, el gobierno arm y apoy a los grupos de vigilantes para que le ayudaran a pelear contra los insurgentes. En algunos casos, estos grupos actuaron semiindependientes alborotadores o grupos de asesinos que atacaban a quienes organizaban a los campesinos y a los obreros. Estos fueron diferentes tipos de violencia poltica, pero todo se hizo con la venia del Estado (Amnesty International 1976: 3; Black 1984: 46; McClintock 1985: 65-6). Durante el repunte de la violencia al principio de los ochenta, los comisionados militares y otros informantes del Ejrcito, conocidos popularmente como orejas, provean un importante servicio de inteligencia rural al Ejrcito. En muchas comunidades, los comisionados fueron an ms all de reportar las actividades lo-

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cales de sus comunidades y se sumaron a la violencia, involucrndose en torturas, asesinatos y desapariciones. Mientras eso suceda, la guerrilla trataba de cooptar o eliminar a los comisionados, los miembros ms expuestos de la jerarqua militar. La guerrilla tuvo tiempos ms difcil al formarse a las patrullas civiles, las milicias en las que casi cada uno de los adultos masculinos de las comunidades asentadas en el campo fue obligado a participar. Como la figura 18.1 sugiere, y como se discute en el prximo captulo, muchos patrulleros de las aldeas realizaron tareas ms all de lo defensivo y participaron en algunos de los ms horribles asesinatos masivos del conflicto armado.

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Captulo 19

Civil contra civil

Uno de los aspectos ms destructivos del terror estatal en Guatemala, fue el uso, por parte del gobierno, de civiles para controlar y atacar a otros civiles. Esta prctica empez con el sistema de comisionados militares, pero fue llevada a su mxima expresin en 1982 con la imposicin, en todo el pas, del programa de patrullas civiles. En 1981, mientras se daba la expansin del movimiento guerrillero en el occidente, el Ejrcito, bajo las rdenes del nuevo jefe del Estado Mayor de la Defensa, Benedicto Lucas Garca, empez a rastrear las comunidades y a organizar a milicias pro gubernamentales para contrarrestar la organizacin popular que la guerrilla haca con sus Fuerzas Irregulares Locales (FIL). Cuando Ros Montt tom el poder, expandi los aspectos de accin civil de la contrainsurgencia, incluidas las milicias de campesinos, bajo el nombre de Patrullas de Autodefensa Civil (PAC).30 Al forzar a los aldeanos a patrullar o dejar sus pueblos, el Estado estableci un conveniente mtodo para separar al campesinado en poblaciones conformes y hostiles. Esto tambin contribuy a crear una jerarqua de vigilancia y control que le permiti al Ejrcito salir de las comunidades sospechosas de tener simpata por la guerrilla. Mientras los soldados se replegaban en sus cuarteles, los aldeanos se enfrentaron unos contra otros (Americas Watch 1986a). El Ejrcito deca que las patrullas florecan por el espontneo deseo de los campesinos de protegerse a s mismos de la guerrilla (Americas Watch 1989: 7). Ante las posibilidades de represalias, casi ningn aldeano se resisti a las rdenes del Ejrcito. Una comunidad que s lo hizo fue Cantel, un pueblo kiche en Quetzaltenango que alberga a una fbrica de textiles y que posea una larga tradicin de organizacin laboral. En respuesta a la expresin de independencia de los habitantes, las fuerzas del gobierno sistemticamente eliminaron a muchos de los lderes de la comunidad. Un ejemplo, an ms atroz, de este patrn ocurri en
30

En 1986, durante la transicin hacia un gobierno civil, el Ejrcito cambi el nombre de las Patrullas de Autodefensa Civil a Comits Voluntarios de Defensa Civil (CVDC), aunque permanecieron los mismos comandantes locales, como presidentes de los comits. A pesar de ese intento de dar al Ejrcito una obligacin menos militar y de apariencia ms civil, muchos de los miembros continuaron llamndolas patrullas civiles y a sus lderes comandantes.

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el parcelamiento Dos Erres, una comunidad ladina en Petn que tard en aceptar a la patrulla. En diciembre de 1982, fue borrada del mapa por tropas del Ejrcito, quienes mataron a ms de 300 habitantes de la comunidad, entre mujeres, hombres y nios (Comisin de Derechos Humanos de Guatemala 1984; Americas Watch 1986a: 88-97; OKane 1996). Aunque el Ejrcito presentaba a las PAC como autodefensa de los campesinos contra la guerrilla, stas fueron usadas con frecuencia como una fuerza ofensiva. Algunas de las primeras de esas milicias acompaaron a los soldados durante los asesinatos masivos en comunidades que an no se encontraban bajo control militar; por ejemplo, la mal recordada patrulla de Xococ, en el caso de las masacres en Rabinal, Baja Verapaz (Equipo de Antropologa Forense de Guatemala 1995). Otras sirvieron al Ejrcito como puestos de avanzada en las reas hostiles como en las aldeas de la regin ixil. Un caso fue La Perla, donde en 1975 el EGP ejecut al terrateniente Luis Arenas, acusado de explotar y maltratar a los campesinos de la zona. En Chacalt, en la misma regin, operaba una patrulla de autodefensa que combati a la guerrilla y asesin a varios de sus colaboradores, lo que motiv que una columna del EGP cometiera una masacre (caso cb0001521). As, tambin se pretenda enfrentar a la poblacin civil con la guerrilla, que trat de evitarlo, pues era claro que, en general, los patrulleros actuaban forzados por el Ejrcito. Ms adelante, las patrullas fueron obligatorias en todo el altiplano. En las zonas conflictivas, sus miembros ayudaron al Ejrcito a buscar, y a veces matar, a refugiados que haban huido de sus comunidades. (Americas Watch 1986a: 56; Kobrak 1997). Con el terror de la tierra arrasada y la imposicin de las patrullas civiles, el Ejrcito exitosamente dividi el altiplano en aldeas colaboradoras y territorio enemigo. Seguidamente forzaron a los patrulleros a aceptar esas distinciones. Al hacer esto, el Ejrcito tambin aprovech y explot las diferencias tnicas. Por ejemplo, a finales de 1982 y durante 1983, los patrulleros de Chiantla, Aguacatn, Sacapulas, Cunn y Uspantn (un franja de municipios que tan slo meses atrs haban formado parte del rea de expansin del EGP) acompaaron al Ejrcito al norte de los Cuchumatanes, dentro del rea ixil de la regin central de Quich (la base ms fuerte de apoyo al EGP). All, los patrulleros ladinos, awakatekos, sakapultekos, uspantekos y kiches participaron en

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asesinatos masivos en las aldeas ixiles en resistencia. Tambin ayudaron a capturar a miembros de las poblaciones desplazadas (REMHI 1998 III: 173). En la base de datos del CIIDH, la mayora de asesinatos y desapariciones en las que participaron los patrulleros civiles fueron cometidas conjuntamente con personal regular del Ejrcito.31 En muy pocas aldeas los patrulleros actuaron solos, y aun en tales casos, normalmente con la presin de los militares para que eliminaran el apoyo a la guerrilla. En otras ocasiones los patrulleros entusiastas actuaron por su propia iniciativa, haciendo ms de lo que el Ejrcito les peda hacer. El Ejrcito se gan la lealtad de algunos patrulleros al permitirles que se beneficiaran materialmente de su participacin en la contrainsurgencia. En 1982, el CUC denunci que los patrulleros no eran ms que una nueva banda paramilitar, diciendo que el Ejrcito ofreci, a quienes se unieran a ellos las tierras, las cosechas, la pertenencias y las mujeres de los campesinos masacrados (citado en Amnesty International 1982: 5). Aun si no fue un pacto entre el Estado y los patrulleros, armar a campesinos en aldeas divididas polticamente, claramente provoc una expansin de la violencia de civiles a civiles. Participar en las patrullas representaba un castigo denigrante para las vctimas ms vulnerables del terror del Estado. Los sobrevivientes eran forzados a realizar servicios sin pago al mismo Ejrcito que haba destruido sus vidas. La situacin era an ms difcil para aquellos relacionados con la oposicin poltica, inclusive quienes haban huido del Ejrcito y eran considerados de alguna forma culpables de tener tendencias subversivas. En algunas comunidades, los lderes de las patrullas cobraban dinero a los desplazados que deseaban regresar a sus tierras (Krueger y Enge 1985: 21). Ms tarde, en las reas donde los refugiados organizados retornaban, los patrulleros civiles, quienes nunca se fueron, trataban a los refugiados y a los desplazados con hostilidad (Comisin de Derechos Humanos de Guatemala 1993; Human Rights Watch/ Americas 1997b). Entre las vctimas de los patrulleros se incluan no slo quienes haban retado el poder del gobierno, sino tambin quienes se oponan a la autoridad local de las patrullas. Otras de las vctimas fueron
31

El proyecto REMHI encontr un patrn similar de participacin en la violencia de las patrullas civiles (REMHI 1998 II: 3).

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Figura 19.1. Total de asesinatos y desapariciones en los cuales participaron las patrullas civiles, por ao, de 1981 a 1995


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simplemente rivales de los comandantes de las patrullas. Viejas disputas sobre tierras o la competencia poltica se podan convertir en mortales debido a la presencia de las patrullas y las armas del Ejrcito. En gran parte del altiplano, las patrullas civiles representaron el triunfo del militarismo y el de acudir a soluciones militaristas para resolver conflictos sociales, contribuyendo as, a los altos niveles de violencia secundaria (Krueger y Enge 1985: 20). La figura 19.1 muestra cmo la participacin de patrulleros en asesinatos y desapariciones inicia en 1981 y alcanza un repunte en 1982, el ao en que las patrullas fueron expandidas por todo Guatemala. Al final de los ochenta, la mayora del altiplano se encontraba bajo el control gubernamental, el gobierno civil declar a las patrullas voluntarias y la violencia de stas fue disminuyendo considerablemente.

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La figura 19.2 (en una escala diferente) muestra ms claro cmo los asesinatos y las desapariciones crecieron, una vez ms, despus de 1989, durante el perodo del poder civil. En muchas comunidades rurales, las patrullas civiles continuaron siendo obligatorias, a pesar de que el conflicto haba disminuido. En algunas regiones, en ese tiempo, el resurgimiento de la oposicin poltica, acompaada de un persistente control militar, trajo nuevas tensiones sobre la obligacin de patrullar. En las comunidades en donde el apoyo al movimiento revolucionario armado haba sido fuerte, en especial al sur de Quich, las organizaciones pro derechos humanos y del movimiento popular empezaron a reclamar su derecho a existir y a oponerse, legalmente, al gobierno. Entre estas organizaciones se incluan CUC, GAM, CONAVIGUA y CERJ (este ltimo un grupo creado especficamente para resistir la obligacin de patrullar). El ejrcito insisti en que esas comunidades patrullaran, para probar su lealtad

Figura 19.2. Total de asesinatos y desapariciones en los cuales participaron las patrullas civiles, de 1984 a 1995
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o su continua sumisin. As, instruy a los patrulleros que amenazaran a los activistas como si fueran guerrilleros armados (Americas Watch 1988: 41). Aunque muchos de los lderes de los grupos de derechos humanos y del movimiento popular compartan la estrategia poltica de la URNG, el Ejrcito no slo fall al distinguir entre oposicin poltica y combatientes armados: esa diferencia era conscientemente confundida. La tesis de Estabilidad Nacional, promovida dentro del Ejrcito a partir de 1986, clasific a la oposicin tanto poltica como militar en una sola categora: adversarios del Estado. Segn esa tesis, estos adversarios todava seran dominados por mtodos violentos, aunque la violencia sera empleada de forma ms selectiva y por medio de apoderados, como los patrulleros civiles (Schirmer 1998). El resultado fue que la violencia de civil a civil en el rea rural creciera

Figura 19.3. Porcentaje anual de asesinatos y desapariciones cometidos por las patrullas civiles sin la participacin de otras organizaciones, de 1981 a 1995
100% 90% 80% 70% 60% SRUFHQWDMH 50% 40% 30% 20% 10% 0%                

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entre 1988 y 1993. Aunque fue cometida por patrulleros civiles, sta fue promovida por el Estado (Americas Watch 1989a; Americas Watch 1990b; Comit Pro Justicia y Paz 1988; Robert F. Kennedy Memorial Center 1993; Robert F. Kennedy Memorial Center 1995). Las patrullas civiles ayudaron a sostener un ambiente de violencia an despus de que se apacigu el conflicto directo entre el gobierno y la guerrilla. En 1993 y 1994, por ejemplo, la mayora de los abusos registrados por el grupo de derechos humanos Human Rights Watch fue cometido por patrulleros civiles (Human Rights Watch/Americas 1994: 11). La figura 19.3 demuestra esto grficamente y distingue entre los asesinatos cometidos por patrulleros civiles, actuando solos, y cuando fueron acompaados por personal del Ejrcito. Durante los primeros aos de las patrullas, en 1981 y 1982, la mayora de la violencia atribuible a stas ocurri como parte de una accin del Ejrcito. En muchos casos, los patrulleros actuaron como guas de los soldados y no se involucraron directamente en combate. Con el tiempo, el nmero anual de asesinatos cometidos por los patrulleros descendi, a la vez que la independencia de stos se increment. La figura 19.3 muestra un crecimiento en la proporcin de asesinatos cometidos por los patrulleros solos durante el perodo del gobierno civil, iniciado en 1986. Esto no significa que los patrulleros hayan dejado de ser influenciados y controlados por el Ejrcito. Mejor dicho, sto sugiere que, para la ltima dcada del conflicto armado, el Estado convirti a algunas de las patrullas en instrumentos independientes de represin. Quiz el sistema de patrullas civiles ayud al gobierno a pacificar el campo, pero tambin afect profundamente el tejido social de las comunidades que haban vivido independientes del gobierno. Ya que nicamente fueron permitidas las formas de organizacin pro militares, los lderes de las patrullas pudieron usar el apoyo del Ejrcito para tomar ventaja poltica, econmica y hasta sexual de otros miembros de sus aldeas. La participacin de civiles en la violencia forz a muchas de las vctimas del terror estatal a vivir junto a sus victimarios, lo que aument los traumas experimentados en la sobrevivencia (REMHI I: 134).

VCTIMAS

Y VICTIMARIOS

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Captulo 20

Poblaciones en resistencia

No todos los guatemaltecos del rea rural aceptaron las imposiciones del Ejrcito y de las patrullas de autodefensa civil. En 1993, los residentes de Santa Clara, una remota comunidad en la Sierra de Cham, al norte de Quich, revelaron sus historias de persecucin gubernamental a investigadores del CIIDH. Estas Comunidades de Poblacin en Resistencia (CPR), conformadas por familias de campesinos que abandonaron sus hogares a principios de los ochenta, se cuentan entre las primeras vctimas rurales en denunciar sistemticamente la represin estatal, aun antes de que la oficial Comisin para el Esclarecimiento Histrico o el proyecto REMHI de la Iglesia catlica empezaran a tomar testimonios. Las CPR son parte de la poblacin guatemalteca desplazada por la violencia del Estado, un grupo humano que a principios de los ochenta alcanz la cifra de un milln de personas, ms del diez por ciento de la poblacin del pas en aquel tiempo (Russell 1996: 5). Este desastre humano fue, junto a las masacres, un producto deliberado de la poltica del gobierno. Algunos de estos desplazados pertenecan a las aldeas que fueron destruidas, hasta los cimientos, por el Ejrcito que los acusaba de dar ayuda y apoyo al movimiento guerrillero. Otros eran vctimas de una hostilidad ms selectiva del gobierno, a quienes el Ejrcito efectivamente daba la oportunidad de elegir: quedarse y someterse a su control, o dejar sus aldeas, escapando a regiones menos militarizadas o a hacia las montaas, ms all del alcance militar. El captulo 19 de este informe se refiere a quienes aceptaron las directrices del Ejrcito, incluidos algunos de quienes participaron en la violencia en contra de otros civiles. El presente captulo, en cambio, trata sobre aquellos quienes nunca cedieron al terror estatal, a quienes, en su resistencia, representaron para el Estado militar guatemalteco su deseo inconcluso de controlar por completo a la poblacin. A travs de los asesinatos masivos y la destruccin de hogares, cultivos y animales, el Ejrcito bajo el mando de Lucas Garca y Ros Montt hizo claras sus intenciones de forzar a cientos de miles de campesinos a dejar sus tierras. El ejrcito continu persiguiendo a los desplazados mientras estos huan. Aun quienes escaparon para salvar sus vidas, fueron vistos muchas veces por las fuerzas de seguridad como culpables y merecedores de la muerte.
118 PARTE IV

En muchos casos, el objetivo del gobierno fue forzar a quienes se escondan a volver a las reas bajo el control militar y a un bien elaborado sistema de aldeas modelo y campos de adoctrinamiento poltico (Jorhdal 1987; Centro de Estudios Integrados de Desarrollo Comunal 1990). No slo las balas y las bombas, sino tambin el hambre forzada, fueron empleadas para disciplinar a quienes no se haban rendido. Mientras tanto las guerrillas, en especial el EGP, alentaban a sus seguidores y a quienes haban sido aterrorizados por la violencia estatal a esconderse y resistir. Debido a la persistencia y crueldad del Ejrcito, muchos de los desplazados se entregaron al Ejrcito en un corto tiempo, incapaces de soportar las privaciones de la vida en la selva. Pero una considerable minora resisti. La historia de la comunidad de Las Majadas, en Aguacatn, Huehuetenango, ubicada en la cumbre de los Cuchumatanes, ilustra las opciones que tuvieron aquellos que eran perseguidos por el Ejrcito. Los testimonios de algunos sobrevivientes, que estn registrados en la base de datos, dan cuenta de cmo el Ejrcito despobl a sta aldea de kicheparlantes por medio de una serie de asesinatos masivos iniciados en abril de 1982. Los sobrevivientes dicen que pronto todos comprendieron el mensaje del Ejrcito: huye o te mataremos. Muchas familias escaparon a las plantaciones de la costa, a pesar de la escasez de trabajo que haba all a medio ao. Algunos de ellos eventualmente emigraron a la ciudad capital. Un pequeo grupo se traslad a casa de sus familiares en las aldeas cercanas, las cuales el Ejrcito no trataba tan ferozmente. Otros suplicaron a los pobladores de la cabecera municipal de Aguacatn para que les dieran en dnde quedarse y as una pequea comunidad kiche se estableci entre los awakatekos viviendo en el valle de abajo. Pero otro grupo de familias, los ms identificados con el EGP, escaparon del control del gobierno hasta llegar a lo alto de la montaa, al fro y hmedo bosque colindante con Nebaj. Al principio, ellos formaron una pequea comunidad mvil junto a los desplazados que residan en Parraxtut, Sacapulas y en algunas aldeas de Nebaj. Las Majadas era para entonces un casco de aldea abandonado y quemado. Sin embargo, los habitantes del bosque continuaron cultivando la tierra y teniendo a sus animales en sus parcelas. Pero a mediados de 1983, el Ejrcito estableci un destacamento en la cima de la montaa y cort el acceso de los refugiados al mercado del da mircoles en Parraxtut. Los patrulleros civiles de las
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Y VICTIMARIOS

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comunidades cercanas ayudaron al Ejrcito a capturar y asesinar a un gran nmero de desplazados. La situacin empeor cuando el Ejrcito repobl Las Majadas bajo su estricto control. Quienes se escondieron en la montaa se vieron bajo el ataque de sus antiguos vecinos. Quienes no se entregaron, fueron forzados a replegarse an ms al norte dentro de Quich, alejndose del control del Ejrcito y acercndose a los ncleos de apoyo que quedaban de la guerrilla. Ellos se movilizaron despacio, subsistiendo principalmente de hierbas del bosque y evitando al Ejrcito y a los patrulleros en las aldeas. Eventualmente, stas personas se unieron a los refugiados ixiles que el Ejrcito haba expulsado de otras zonas de resistencia cercana al Cerro Sumal, en Nebaj. Juntos, continuaron su marcha a pie, hacia el norte. En otras partes del altiplanoal sur de Quich, Chimaltenango y Alta y Baja Verapaz los desplazados no tuvieron a dnde ir, por lo que debieron entregarse al Ejrcito. Pero al norte de Quich, el aislamiento del bosque y la continua presencia de guerrilleros permiti a algunos resistir y sobrevivir. En enero de 1984, este grupo multitnico de desplazados, incluidos los exilados de Las Majadas, llegaron a la pequea y quemada aldea de Santa Clara, Chajul, en lo profundo del bosque y a pocos das de camino de la carretera ms cercana. Los residentes invitaron a los recin llegados a unirse a su comunidad mvil; muchos de ellos eran kiches originarios de Las Majadas que se haban establecido en el bosque durante una colonizacin de tierra haca quince aos, solamente para que, en 1981 y 1982, sus casas y forma de vida fueran destruidas con la llegada de la campaa de tierra arrasada del Ejrcito. Ahora Santa Clara estaba sujeta a peridicas incursiones militares de los soldados del destacamento militar instalado en la finca La Perla. Sin embargo, ellos mantuvieron unida a su comunidad en el amplio bosque. Las Comunidades de Poblacin en Resistencia haban nacido. Poblaciones en resistencia similares crecieron en las cercanas de Cab y Xeputul, en las montaas cercanas a Santa Clara, y an ms al norte en las clidas junglas del Ixcn y Petn. Trasladndose de lugar cada semana, o a veces cada dos o tres das, los desplazados construyeron rudimentarios refugios de hojas de pox, mientras subsistan de hierbas salvajes y races comestibles que desenterraban por desesperacin. El maz escaseaba y las tropas del Ejrcito quemaban cualquier plantacin que encontraran. Aun as, segn los miembros de las CPR, ellos lograban cosechar un poco de sus cultivos.
120 PARTE IV

Para el resto de la dcada, los militares mantuvieron el acoso a esas reas en resistencia. Los soldados trataron de capturar a los refugiados a fin de llevarlos a un campo de reeducacin poltica en Xemamatz, en Nebaj. Pero los residentes establecieron un sistema para defenderse de las patrullas militares, poniendo estacas en fosas, que disminuyeron los ataques del Ejrcito. En adicin, las CPR contaban con el apoyo armado del EGP. Los rebeldes, al asecho de los militares en lo profundo del bosque, hicieron peligroso, para las fuerzas del gobierno, permanecer en el rea en cualquier tiempo, mientras que los patrulleros civiles, de las aldeas cercanas, trataron a los de las CPR con extrema precaucin. Uno de los lderes de las CPR cree que murieron ms soldados durante este acoso que refugiados y combatientes rebeldes. En septiembre de 1987, el Ejrcito moviliz ms de sus tropas y su artillera hacia el norte de Quich para una ofensiva de fin de ao, para as obligar a salir a las CPR y eliminar la presencia guerrillera. Un elemento importante de la estrategia fueron los bombardeos de poblaciones civiles, las que el Ejrcito negaba, regularmente, que hubieran sucedido (Americas Watch 1988: 93). No pasaba un da sin que se escuchara un disparo. No pasaba un da sin que se escucharan los helicpteros y no pasaba un da sin que hubiera un bombardeo. La gente busc refugio en cuevas, en hoyos o en trincheras que ellos mismos construyeron y que cubran con plantas o piedras. Desde los helicpteros ellos gritaban !Entrguense. El prximo ao no habr perdn! Entrguense y los perdonaremos (residente de Santa Clara, CPR; entrevista de CIIDH). Cientos de residentes de las CPR murieron o fueron heridos por las balas y las bombas del gobierno. Durante el terror de los ataques y en los siguientes aos, miles se entregaron al Ejrcito, mientras ste continuaba sus ataques a las poblaciones que resistan. No obstante, la ofensiva no alcanz del todo su objetivo. En 1993, despus de ms de una dcada de represalias militares en Santa Clara, las CPR todava contaban con 17 mil residentes en la regin, una cifra menor a la que lleg a alcanzar en sus inicios: 30 mil personas (Ecumenical Program on Central America 1993: 8, 11). En 1990, las CPR empezaron a demandar pblicamente ser reconocidas como poblacin civil y el fin de las hostilidades del Ejrcito. El gobierno, lejos de considerar a las CPR vctimas de su sobre reaccin a principios de los ochenta, hizo poco por llegar a un acuerdo con los sobrevivientes. En cambio, continu vindolas como poblacin enemiga (Mack 1990).
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Y VICTIMARIOS

Ya en la nueva dcada, el gobierno se encontr a s mismo incapacitado para desarrollar una contrainsurgencia ilimitada. Una combinacin de efectividad en la defensa de las CPR por parte del EGP (lo que no haban podido hacer en las aldeas del altiplano), la propia militancia y solidaridad de las CPR y la presin de la comunidad internacional, obligaron al gobierno a finalizar el acoso. Para 1992, los desplazados empezaron a construir casas ms estables y a integrarse a la vida econmica de la regin. Su odisea permanece como un testimonio de la capacidad humana de sobrevivir frente a las implacables atrocidades del gobierno.

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PARTE IV

PARTE V
CONCLUSIN

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PARTE V

A principios de los ochenta, los cuerpos de miles de vctimas de la violencia estatal eran enterrados en cementerios clandestinos o expuestos a podrirse en donde sus asesinos les daban muerte. Diez aos despus, antroplogos forenses y los sobrevivientes de esas masacres comenzaron una serie de exhumaciones a gran escala en la parte rural de Guatemala, con el fin de proveer a los muertos el entierro que merecan, pero tambin para reunir evidencias para presentar posibles casos judiciales en contra de los agentes del Estado responsables de esos crmenes. Por un lado, las exhumaciones representan la afirmacin del poder de las vctimas y usualmente ocurren en donde se haba dado lugar a una organizacin de los sobrevivientes para pelear por su derechos. Por el otro lado, entre quienes tenan mucho que perder al permitir a los sobrevivientes confrontar el pasado estaba el Ejrcito y los agentes locales de ste que participaron en las masacres o que se identificaron con la contrainsurgencia. Despus de firmar los acuerdos de paz, la represin dirigida a los oponentes del gobierno lleg a ser menos completa que en aos previos, pero de ninguna forma ha terminado. Por ejemplo, en San Andrs Sacabaj, Quich, miembros del CUC y CONAVIGUA organizaron, en 1997, la exhumacin de sus familiares enterrados en la iglesia catlica del pueblo. Los fallecidos eran vctimas de una masacre del Ejrcito en la que los comisionados militares y los patrulleros civiles locales ayudaron a elegir a quienes iban a morir. El Ejrcito visit San Andrs muchas veces durante el proceso de exhumacin. Supuestamente los militares llegaban a invitar a los jvenes del pueblo a enlistarse en el Ejrcito. No obstante, los miembros de CONAVIGUA sintieron que las visitas del Ejrcito pretendan disuadir a los pobladores de continuar con las excavaciones. CONAVIGUA ha denunciado que ex patrulleros y comisionados militares acosan a las viudas del pueblo, dicindoles que con la firma de la paz tales investigaciones no son necesarias y advirtindoles que la exhumacin provocar que la comunidad se polarice y que la violencia retorne (entrevista con las representantes de CONAVIGUA Fermina Lpez y Dina Moscoso; Amnesty International 1998). Una oposicin similar surgi durante los intentos de investigar las masacres cometidas por soldados y patrulleros civiles en Ro Negro, Rabinal. En 1993, la exhumacin de los 177 asesinados, mujeres y nios, condujo al descubrimiento de los restos de 143 vctimas. Tres lderes de las PAC de Xococ, Rabinal, fueron arrestados y acusados de asesinato. Al ao siguiente, mientras el
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caso comenzaba a avanzar en los tribunales, soldados del Ejrcito llegaron a Pacux, una aldea en donde viven los sobrevivientes de Ro Negro. Los militares exigieron saber quin promova las exhumaciones y advirtieron a las viudas de la comunidad de no asociarse a la Iglesia o a los grupos de derechos humanos (Russell 1996: 27-9). A pesar de ello, los sobrevivientes persistieron. Con el apoyo de CALDH, presionaron al Ministerio Pblico de Cobn para que los patrulleros fueran capturados y llevados a juicio. Despus de aos de atraso, el 30 de noviembre de 1998, los tres patrulleros Carlos Chen, Pedro Gonzlez Gmez y Fermn Lajujfueron sentenciados a la pena de muerte por ordenar y llevar a cabo el asesinato de tres de las vctimas de Ro Negro que fueron positivamente identificadas. Esta es la primera persecucin judicial que involucra a cualquiera de las masacres cometidas en Guatemala durante el conflicto armado. Pero este es solamente uno de una serie de veredictos culpables en contra de patrulleros de autodefensa civil involucrados en la violencia contrainsurgente. Entre quienes guardan prisin por asesinato se incluyen los patrulleros de Joyabaj, Chajul y San Pedro Jocopilas, todos en Quich, y de Colotenango, Huehuetenango (Robert F. Kennedy Memorial Center 1999). De cualquier forma, los patrulleros usualmente cometieron crmenes por rdenes de los militares. En 1982, durante el apogeo de la violencia, ms del 80 por ciento de los asesinatos en las cuales las patrullas civiles tomaron parte, fueron cometidos en combinacin con el Ejrcito (figura 19.3). Aun cuando actuaban por s mismos, los patrulleros eran motivados por sus patrocinadores militares para aterrorizar a sus vecinos. En el caso de Ro Negro, los patrulleros de Xococ llevaron a cabo los asesinatos, aunque el tribunal estableci que una patrulla del Ejrcito estuvo presente durante la masacre, actuando en un papel de supervisor y protector de los patrulleros (informacin proporcionada por CALDH). Una vez ms, los pobres de Guatemala estn pagando el precio ms alto por el conflicto armado, no slo como vctimas, sino que tambin cargando el castigo por haber desarrollado la campaa de terror del gobierno. A pesar del grueso nmero de violaciones de la ley cometidas durante la contrainsurgencia, el alto mando del Ejrcito, as como los miembros de la clase poltica guatemalteca y el sector econmico, continan evadiendo la responsabilidad por haber realizado una
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deliberada y larga poltica de asesinatos extrajudiciales, aun por la bien planificada campaa de tierra arrasada del Ejrcito a principios de los ochenta (Washington Office on Latin America 1989; Americas Watch 1991; Comisin de Derechos Humanos de Guatemala 1991; Amnesty International 1993; 1997a; 1997b; 1997c; 1997d; 1998). Otra medida de la impunidad es que aquellos que trabajan en el esclarecimiento de la historia an enfrentan represin. El 24 de abril de 1998, la Iglesia catlica present el informe del proyecto REMHI sobre violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado, en el que se detallan tanto los operativos como los efectos de la violencia. Dos das despus, Juan Jos Gerardi Conedera, el responsable de la Pastoral de Derechos Humanos de la Iglesia, que produjo el informe, fue asesinado dentro del garaje de su parroquia. Los responsables, presumiblemente, objetaban la explcita denuncia del terror que hace el informe. Existen algunas seales de que la impunidad no va a durar para siempre en Guatemala. Varios grupos de derechos humanos han presentado casos en contra de miembros del Ejrcito. Mientras los de menor rango son castigados, las oportunidades de que se vuelvan en contra de sus superiores se incrementan. Con todas las desapariciones y las masacres cometidas durante los ltimos 36 aos, es probable que algunos de los muchos obligados a participar en esos crmenes digan la verdad. Por ejemplo, varios de los soldados involucrados en la masacre en Dos Erres, Petn, han accedido a dar testimonio ante un juez, a cambio de proteccin. El 7 de diciembre de 1982, pocos meses despus de que rebeldes de las FAR emboscaran a una patrulla militar en el rea, con cauda de 18 soldados muertos y recuperado el equipo militar de stos, 16 kaibiles, la fuerza lite militar, y otros 20 soldados de la base de Santa Elena llegaron a Dos Erres a buscar las armas. Los soldados, vestidos como civiles, dijeron que haban llegado a vacunar a la poblacin, formaron en lnea a los aldeanos y realizaron una bsqueda casa por casa. Los militares no encontraron armas ni seal alguna que indicara involucramiento con la guerrilla. Sin embargo, torturaron a los residentes para obtener informacin sobre la guerrilla y violaron a varias de las mujeres y jvenes de la comunidad. Entonces, procedieron a vendar los ojos de sus vctimas y a llevarlas, una por una, a un pozo. All las aporrearon y las hicieron caer en la improvisada fosa comn. As muri casi toda la poblacin de la aldea. Durante la exhumacin en 1995, 162 cadveres fueron encontrados apilados en el pozo. Otros fueron localizados despus de excavar dos cementerios clandestinos
CONCLUSIN 127

distantes del lugar. Los sobrevivientes estiman que 300 personas murieron ese da en Dos Erres (informacin proporcionada por FAMDEGUA). El Ministerio Pblico guatemalteco ha abierto una investigacin en el caso de Dos Erres. Diecisis miembros del Ejrcito, incluido el entonces presidente Ros Montt, han sido llamados a testificar. Hasta el momento, todos ellos han exhibido un profundo caso de amnesia histrica colectiva: muchos dicen no recordar ni siquiera quin era su comandante en esa poca. A pesar de las evasiones, este proceso representa una especie de victoria para los sobrevivientes de la violencia gubernamental. Muchos de los oficiales militares lucan visiblemente perturbados durante sus testimonios y algunos no pudieron contener las lgrimas. Nunca antes un militar haba declarado pblicamente sobre una masacre o una desaparicin, coment Aura Elena Farfn, antigua lder del GAM y actualmente miembra de FAMDEGUA cuyo hermano Rubn fue desaparecido en 1984. Como familiares de las vctimas, nos da una satisfaccin, aunque sea pequea, verlos sentados all, nerviosos y temblando. Mientras tanto, en Guatemala los lderes de la contrainsurgencia viven tranquila y confortablemente. Como se vio en el captulo 6, el general Ros Montt gobern durante el perodo de terror ms indiscriminado. Ms violencia institucional ocurri durante su rgimen que durante cualquier otro (figura 6.1), mientras la cifra mensual de asesinatos fue cuatro veces ms grande que para el segundo ms violento gobierno (figura 6.3). A pesar de este legado, Ros Montt contina ejerciendo y gozando el poder como cabeza del Frente Republicano Guatemalteco. A medio mundo de distancia, el general Augusto Pinochet enfrenta un proceso de extradicin de Inglaterra a Espaa para posiblemente enfrentar un juicio por crmenes de lesa humanidad, cometidos durante su gobierno en contra de la oposicin poltica chilena. No importa cul sea el resultado del caso, los defensores de los derechos humanos -y el tema en s mismo-, han alcanzado una mayor y ms global importancia al final del Siglo 20. Los das de privilegio para los agentes y los arquitectos del terror en Guatemala tambin pueden llegar a su fin. Como Farfn dice, El hecho de que [Pinochet] est siendo acusado mundialmente como un asesino, como guatemaltecos nos conforta y nos inspira para seguir con nuestra lucha.

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PARTE V

PARTE VI
ANEXOS

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PARTE VI

Anexo A1

Total anual de asesinatos y desapariciones documentados por el CIIDH, de 1959 a 1995


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ANEXOS 131

Anexo A2

Total mensual de asesinatos y desapariciones por fuente, de 1979 a 1983



DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV SRU PHV

'2&  (17 3(5 









    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

    

0HV \ DxR

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PARTE VI

Anexo A3

Porcentajes anuales de asesinatos y desapariciones en el rea rural y en grupos de diez o ms personas, de 1959 a 1995

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$xR

ANEXOS 133

Anexo A4

Los cinco aos con ms asesinatos y desapariciones, por regin

5DQJR GH Q~PHUR GH DVHVLQDWRV \ GHVDSDULFLRQHV     

5XUDO     

8UEDQD     

3RUFHQWDMH GH WRWDO UXUDO      

3RUFHQWDMH GH WRWDO XUEDQD      

3RUFHQWDMH GH WRWDO GH ORV FLQFR DxRV

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PARTE VI

Anexo A5

Anlisis de temporalidad mensual

Una inspeccin visual a los patrones mensuales por poca de los asesinatos y desapariciones en el rea urbana (Figure 12.1) y rural (Figure 12.2) muestra una disminucin de las violaciones a travs del ao en ambas reas, con un crecimiento pronunciado en las violaciones de diciembre a enero (mes 12 al mes 13 en el eje horizontal). El propsito de ste anlisis es determinar las probabilidades de que este patrn haya ocurrido por casualidad, si el nmero de violaciones fue obtenido de ejemplos al azar. Para hacer esta comparacin, removimos algunas de las variables extremas en los valores mensuales y despus pusimos un modelo de series de tiempos, con la cual podemos probar la hiptesis de la no casualidad en los patrones mensuales. Removimos una fuente de alta variabilidad en los promedios mostrados en las figuras 12.1 y 12.2. Los 37 aos tienen promedios, desviacin estndar y rangos para los totales anuales de asesinatos y desapariciones mostrados abajo en la figura A5.1.
Figura A5.1. Promedio, desviacin estndar, y rango del total de asesinatos y desapariciones en reas rural y urbana, 1959 a 1995 por ao (n=37) Sequencia Urbana Rural Promedio exp. estndar 94 689 113 2,398 Rango 603 14,544

Esta alta nivel de variabilidad sigue como resultado de grandes totales de violaciones en los aos 1980-1985. Muy altos valores, sino siendo pocos, influyen fuertemente en medidas paramtricas como el promedio. As que, medimos variacin mensual por encontrar el razon f del valor mensual al total anual, siguiendo el mtodo usual del anlisis de sequencias (Bowerman 1987: 245).

ANEXOS 135

Se ordena los datos mensuales en una arregla de dos dimensiones y 444 valores. yij, para i = 1, ..., 12, j=1959, , 1995 Las razones mensuales fij son fij = yij/y.j, para j=1959 a 1995 Donde yij es el valor mensual, y . indica una suma de los valores de la variable reemplazda por .. Los valores mostrados en Figura A5.2 son los promedios mj mj = f.j/37 , para j = 1, , 12.
Figura A5.2. Promedios de los razones de totales mensuales de asesinatos y desapariciones al total anual de violaciones, en reas rural y urbana, de 1959 a 1995 (n=37)
        HQH IHE P DU DEU P D\ M XQ P HV M XO DJ R VHS RFW QRY GL F

U DO XU XU EDQD

SU HGL GH U RP R D]RQHV

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PARTE VI

Figura A5.2 muestra el patrn mensual expresada en forma mj , el promedio de los razones del valor mensual al valor anual. Lo importante de A5.2 es que en estas sequencias -- urbana y rural -los valores bajan en el transcurso del ao. Note que este patrn es muy parecida a Figuras 12.1 y 12.2. En Figura A5.3, se repite el mismo anlisis con las aos mas variables, 1980 a 1985. Los resultados son iguales.
Figura A5.3. Promedios de los razones de totales mensuales de asesinatos y desapariciones al total anual de violaciones, en reas rural y urbana, de 1980 a 1985 (n=6)


5XU DO


8U EDQD

 r h r q v q r











HQH

IHE

P DU DEU P D\

M XQ

M XO DJ R

VHS

RFW QRY

GL F

0 HV

Si los valores mensuales yij fueron ejemplos al azar, las razones m.j seria una sequencia de 12 valores independentes y aleatorios. Bajo estas condiciones, habria autocorelacin cero. Los pocos puntos en la sequencia (n=12, los promedios de los meses) no permiten las pruebas usual para autocorelacin (por ejemplo, Durbin-Watson). As que comprobamos para la existencia de autocorelacin con la estadistica d, la duracin de sequencias de resultadas positivas o
ANEXOS 137

negativas de la diferencia entre m.j y el promedio de m (Bowerman 1987: 470; Cowden 1957). Este metodologa nos da las siguientes hipteses: H0: La serie es homognea con respecto a la distribucin de las diferencias positivas y negativas entre m.j y el promedio de m. H1: La serie es heterognea con respecto a la distribucin de las diferencias positivas y negativas entre m.j y el promedio de m. La estadistica principal es d, la duracin de sequencias positivas o negativas. Las frequencias observadas de estas sequencias de dada duracin son comparados a la frequencia esperada y comprobada con el 2. Para medir d, cada valor mj esta comparado al 1/12 (0.0833) que es el valor esperado del razon de la valor mensual al anual en la ausencia de diferencias mensuales; la suma de los mj = 1. La cantidad esperada de sequencias positiva o negativa con una dada duracin d (xd) es (Wallis 1941): xd = (n-d-1)/2d+1, d = 1, , 11 En las secciones siguientes, aplicamos este metodo a las series para asesinatos urbanos y rurales (1959-1995), y despus para las mismas series durante 1980-1985.

Urbana, 1959-1995
Para la serie urbana, las diferencias entre mj y 0.0833 son + + + + + -

d, duracin de diferencias +/1 2 3 4 5 6

x, cantidad de sequencias de tamao d 1 1 1 0 0 1

El valor de 2 es 25.37, con grados de libertad n = 5, y la probabilidad de este valor si H0 es verdad es p = 0.00012.

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PARTE VI

Rural, 1959-1995
Para la serie rural, las diferencias entre mj y 0.0833 son + + + + + d, duracin de diferencias +/1 2 3 4 5 6 x, cantidad de sequencias de tamao d 1 0 0 1 0 1

El valor de 2 es 29.05, con grados de libertad n = 5, y la probabilidad de este valor si H0 es verdad es p = 0.000023.

Urbana, 1980-1985
Para la serie urbana con aos limitados, las diferencias entre mj y 0.0833 son + + + + + + d, duracin de diferencias +/1 2 3 x, cantidad de sequencias de tamao d 2 2 2

El valor de 2 es 5.28, con grados de libertad n = 5, y la probabilidad de este valor si H0 es verdad es p = 0.07.

Rural, 1980-1985
Para la serie rural con aos limitados, las diferencias entre mj y 0.0833 son + + + + + + d, duracin de diferencias +/1 2 3 4 x, cantidad de sequencias de tamao d 0 2 0 2

El valor de 2 es 18.2, con grados de libertad n = 5, y la probabilidad de este valor si H0 es verdad es p = 0.0004.
ANEXOS 139

Figura A5.4. Sumatoria de pruebas del hiptesis de homogeneidad de series con respeto a duracin de sequencias positivas o negativas Area Urbana Rural Urbana Rural Aos 1959-1995 1959-1995 1980-1985 1980-1985 c2 25.4 29.0 5.3 18.2 p 0.00012** 0.000023** 0.07 0.0004**

** se nota un nivel elevado de significancia La sumatoria de los resultados esta presentado en Figura A5.4. Los resultados en Figura A5.4 indique que es improbable que la tendencia de los totales de asesinatos y desapariciones a bajar desde enero hasta los meses posteriores ocurri por casualidad en reas rurales en 1959-1995 y 1980-1985, y tampoco en el rea urbano en 1959-1995.

140

PARTE VI

Anexo A6

Nmero y porcentaje de asesinatos con seales de violencia extrema e innecesaria, por tamao de grupo de vctimas, en dos departamentos, de 1959 a 1995

'HSDUWDPHQWR \ WDPDxR GH JUXSR *XDWHPDOD (O 4XLFKp LQGLYLGXDO P~OWLSOH LQGLYLGXDO P~OWLSOH 3RUFHQWDMH     7RWDO GH DVHVLQDWRV    

ANEXOS 141

Anexo A7

Fuente, region, y la identificacin de victimarios

Este anexo analiza por qu las violaciones en el rea urbana pocas veces tienen victimarios identificados. La Figura A7.1 demuestra que 69 por ciento de los asesinatos y desapariciones en el rea rural tienen uno o ms perpetradores identificados, mientras que el 82 por ciento del rea urbana no tienen ningn perpetrador identificado.
Figura A7.1. Porcentajes de asesinatos y desapariciones con victimario identificado o no, por regin, de 1959 a 1995 Rural 31% 69% 100% Urbana 82% 18% 100%

Victimario no identificado Victimario identificado Totales

Estas diferencias regionales en informacin sobre victimarios proviene, en parte, de diferencias en las fuentes consultadas. En la base de datos del CIIDH, 61 por ciento de casos sobre asesinatos en el rea urbana fueron extrados de la prensa (Figura A7.2). Los peridicos raras veces reportaron sobre victimarios o supuestos victimarios (Figura A7.3). Para el rea rural, la mayor parte de los asesinatos fueron obtenidos de fuentes documentales.
Figura A7.2. Porcentajes de asesinatos y desapariciones, por regin y fuente, de 1959 a 1995 Rural 61% 28% 11% 100% Urbana 23% 1% 77% 100%

Documental Entrevistas Prensa Totales

Los informes sobre violaciones que usan informacin a una fuente primaria, como un testigo ocular, tienden de tener ms informacin sobre el perpetrador. Otro posible explicacin, es que la represin en el rea urbana fue cometida con ms frecuencia por
142 PARTE VI

grupos paramilitares no uniformados quienes, por lo tanto, son ms difciles de identificar. En el rea rural, la violencia institucional normalmente fue ejecutada por soldados uniformados.
Figura A7.3. Porcentajes de asesinatos y desapariciones con victimario identificado o no, por fuente, de 1959 a 1995 Documental Victimario no identificado 31% Victimario identificado 69% Totales 100% Entrevistas 9% 91% 100% Prensa 93% 7% 100%

ANEXOS 143

PARTE VII
U NA
BIBLIOGRAFA SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS EN

GUATEMALA

BIBLIOGRAFA 145

146

PARTE VII

Peridicos
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Sobre los autores


Doctor Patrick Ball es Subdirector del Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociacin Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Ha diseado sistemas de manejo de informacin y realizado anlisis cuantitativos para proyectos de base de datos en el campo de derechos humanos en comisiones de la verdad, organizanciones no-gubernamentales y en misiones de Naciones Unidas en Guatemala, El Salvador, Etiopa, Hait, Turquia, y Sdafrica. Doctor Paul Kobrak es consultor al Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la AAAS. Vive en Guatemala, donde est escribiendo una historia sobre el conflicto armado y las patrullas de autodefensa civil en el departamento de Huehuetenango. Doctor Herbert F. Spirer es Profesor Adjunto en la Escuela de Asuntos Internacionales de la Universidad de Columbia en New York, Profesor Emrito en la Universidad de Connecticut y consultor al Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la AAAS. Ha consultado a los Tribunales Internacionales sobre la ex Yugoslavia y Ruanda, y a varias organizaciones no-gubernamentales en el anlisis cuantitativo de violaciones de derechos humanos. Adems, fue presidente del Comit sobre Derechos Humanos y Libre Ejercicio de la Ciencia de la Asociacin Americana de Estadstica, a la cual fue reconocido como socio por su aplicacin de tcnicas estadsticas al estudio de derechos humanos.

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