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Ensayo Pensamiento Pedagogico

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“2024, Año del Bicentenario de la Erección del Estado Libre y Soberano”

Escuela Normal Superior del Valle de

Toluca

Brayan Aldair Contreras González

Matemáticas 6° Semestre

Ensayo Argumentativo.

Asignatura.

Pensamiento Pedagógico

San Juan de las Huertas, Zinacantepec, México, mayo de 2024


Contenido
El pensamiento pedagógico latinoamericano: Un viaje a través de sus
características, tendencias y desafíos.....................................................................................3
El pensamiento pedagógico latinoamericano: Aportes a la formación de futuros
educadores.................................................................................................................................3
Contexto Histórico y Cultural.................................................................................................4
Conclusiones...............................................................................................................................11
El pensamiento pedagógico latinoamericano: Un viaje a través de sus
características, tendencias y desafíos
El ámbito de la pedagogía en América Latina se presenta como un universo vasto y
diverso, resultado de una evolución constante a lo largo de los siglos, moldeado por una
multiplicidad de factores históricos, culturales, políticos y sociales. Este ensayo se
propone explorar y analizar algunos de los aspectos más relevantes de este pensamiento
pedagógico, destacando sus características distintivas, tendencias actuales y los desafíos
que enfrenta.

El docente como pilar fundamental en el devenir de la educación: Una reflexión profunda

El profundo pensamiento pedagógico del docente, cual mar inmenso, se erige hoy en día
como pilar fundamental en el devenir de la Educación. Su esencia reside en lo que el
profesor siente, piensa, dice y hace. Esta reflexión surge, por tanto, de la imperiosa
necesidad de analizar el pensamiento pedagógico del docente a través de diversas
tipologías pedagógicas que moldean su práctica. Estas tipologías nos revelan la forma en
que el profesor asume la pedagogía, la cual se manifiesta en sus acciones áulicas. La
pedagogía se convierte así en una oportunidad para la reflexión, para cerrar la brecha
entre teoría y práctica, y para tejer relaciones en los entornos de aprendizaje. En este
espacio conceptual, estudiantes y docentes se convierten en sujetos epistemológicos,
éticos y políticos que forman parte activa de la sociedad.

El educador latinoamericano: Un agente de transformación social

Un educador hoy en día necesita estar preparado para afrontar los diversos problemas
que surgen a diario en los espacios académicos y en la sociedad en general. En América
Latina, como región con una rica historia de cambios, el educador se erige como un
agente incipiente de transformación.exclamation Un educador que vela por una educación
transformadora es aquel que está abierto al diálogo con aquellos que no han tenido la
oportunidad de ser escuchados, es un educador que abandona la figura del héroe para
convertirse, simplemente, en una persona más dentro de las masas latinoamericanas, que
se configura con ellas, pero que ofrece su vida para influir en el otro valores, principios y
conocimientos de paz.

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El pensamiento pedagógico latinoamericano: Aportes a la formación de
futuros educadores
Ante este panorama, surge la pregunta: ¿Qué aporta el pensamiento pedagógico
latinoamericano a la formación crítica y reflexiva de los futuros educadores? Para
responder a este interrogante, se analizará en primer lugar la categoría del pensamiento
pedagógico latinoamericano, desglosándola en tres subcategorías: a) educación popular,
b) la relación entre educador-educando y c) la influencia de Paulo Freire en las
pedagogías críticas. Por último, se concluirá abordando la influencia de este pensamiento
en los educadores de hoy, tomando en cuenta las dos obras mencionadas.

La importancia del pensamiento pedagógico latinoamericano: Una mirada reflexiva y


revolucionaria

Comprender la relevancia de este pensamiento implica reconocer el conjunto de


movimientos sociales y culturales que en América Latina emergen desde una mirada
revolucionaria, pero también reflexiva, teniendo como base la escuela, espacio que brinda
la transformación de las estructuras que oprimen el conocimiento y la formación humana
en todas sus dimensiones. El pensamiento pedagógico, y en este caso el latinoamericano,
nos deja claro que el educador no es un agente que suprime las oportunidades en la
escuela, sino que, más bien, es el agente que las abre.

Contexto Histórico y Cultural


El pensamiento pedagógico en América Latina ha sido moldeado por su complejo
contexto histórico y cultural. Desde la época precolombina hasta la colonización europea y
la era postcolonial, la educación ha sido utilizada como herramienta para diversos fines,
como la evangelización, la legitimación del poder y la construcción de identidades
nacionales. La influencia de la Iglesia Católica en la educación durante la colonización
española y portuguesa dejó una huella profunda en el sistema educativo latinoamericano,
marcando el desarrollo del pensamiento pedagógico en la región.

El pensamiento latinoamericano emerge como una filosofía que centra su atención en el


"otro", aquel individuo que ha sido excluido de las oportunidades que una sociedad
dominante le impone. Este "otro" no es reconocido como sujeto con posibilidades y en
igualdad de condiciones. Es a partir de estas reflexiones que surge el pensamiento
pedagógico latinoamericano.

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La reflexión sobre las condiciones sociales de la población latinoamericana invita a
analizar no solo los sistemas económicos, religiosos y políticos que oprimen la realidad de
alguna manera, sino también a estudiar el sistema educativo que perpetúa esta idea de
dominación, absolutismo, discriminación, clasificación, sumisión y procesos que no
satisfacen las necesidades de una sociedad precaria y enferma, especialmente de
aquellos que viven en pobreza extrema, marginados de todo progreso económico y que a
diario enfrentan calamidades lamentables. Estas personas, como afirma Paulo Freire, son
las que más injustamente sufren, pasando de ser personas a ser considerados objetos y
meros productos de una sociedad que busca "exterminar" su identidad, diversidad y
dignidad humana, deshumanizándolos en el proceso (Freire, 1970).

El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales, inauténticos,
que «alojan» al opresor en sí, participar de la elaboración, de la pedagogía para su
liberación. Solo en la medida en que se descubran «alojando» al opresor podrán contribuir
a la construcción de su pedagogía liberadora. Mientras vivan la dualidad en la cual ser es
parecer y parecer es parecerse con el opresor, es imposible hacerlo. La pedagogía del
oprimido, que no puede ser elaborada por los opresores, es un instrumento para este
descubrimiento crítico: el de los oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los
oprimidos, como manifestación de la deshumanización. (Freire, 1970, págs. 42-43)

Tanto Freire en su Pedagogía del Oprimido como Enrique Dussel en su Pedagogía


Latinoamericana sostienen que el camino más adecuado para el progreso social,
enmarcado en valores humanos y digno de explorar, es la liberación y el reconocimiento
del ser humano como sujeto merecedor de igualdad y oportunidades. El marginado, el
excluido, el pobre, el pueblo y el que no cuenta pueden liberarse por sí mismos gracias a
la educación. Por lo tanto, la educación se convierte en una fuerza que empodera a
hombres y mujeres, transformándolos en gestores de sociedades más justas.

Sin embargo, en pleno siglo XXI, el capitalismo, cuyo interés principal es la economía,
pone en evidencia lo que Freire advertía: la educación no está libre de las estructuras de
poder que perpetúan la desigualdad y la exclusión. Es por esto que la pedagogía
latinoamericana, como herramienta de liberación, debe ir más allá de la simple instrucción
y enfocarse en la transformación social, política y económica que permita construir una
sociedad más justa e inclusiva para todos.

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La educación latinoamericana se enmarca en la idea de una educación popular y rural
que ha intentado desde una mirada revolucionaria resurgirse en un marco de liberación,
dejando huella en la región, una proyección social que requiere de un desarrollo
desescolarizado y poco formal y que, de alguna manera, origine formas de pensar la
realidad en la que viven la mayoría de las personas. La educación popular implica una
visión ética que sepa solventar todas las necesidades en los tiempos y, en nuestro caso,
en tiempos de la globalización; una visión que a partir de la acción educativa implique
estar presente en la realidad para transformarla y así vislumbrar un horizonte de liberación
y de emancipación de la sociedad y del individuo.

Históricamente, el concepto de “popular”, desde los pensadores latinoamericanos, tiene


una gran vigencia en la región latinoamericana. Inclusive desde las raíces medievales se
entendía “lo popular” en relación con la burla, la resistencia o la lucha abierta. En el
pensamiento ilustrado en el marco de la Revolución Francesa, el pueblo es el sujeto que
encabeza la constitución. Sin embargo, y pese que en el Contrato Social de Rousseau el
pueblo es glorificado, el pueblo sigue siendo excluido. En el pensamiento marxista el
pueblo es negado como sujeto político, pues debía someterse y supeditarse al proletario
como el sujeto depositario de las relaciones sociales de la producción capitalista. El
pueblo para los marxistas debe ser reemplazado por lugares sociales y que la
transformen en una clase.

En la tradición latinoamericana, aparece una discusión sobre la educación popular


marcada por un primer tronco en el que estarían Simón Rodríguez, Domingo Faustino
Sarmiento y José Martí. Simón Rodríguez, el maestro del Libertador, habla de una
educación que él denomina como popular en tres características: “Nos hace americanos y
no europeos, inventores y no repetidores; educa para quien estudie no sea más siervo de
mercaderes y clérigos; instruye en un arte u oficio para ganar la vida por sus propios
medios” (Mejía & Awad, 2007, pág. 30).

Enrique Dussel (1934 -) expone desde la mirada de la pedagogía de la liberación, que si


“el otro” –el educando- manifiesta y expresa sus descontentos a una cultura del silencio y
rompe con las cadenas, el opresor –el educador- retrocederá para dejar espacio a los
oprimidos, es por eso que, y se dirá más adelante, el maestro debe acercarse y
aproximarse al discípulo para saber de él, para escucharlo, para atender aquello que es
nuevo: “Saber

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escuchar al discípulo es saber ser maestro […] es tener el tema mismo del discurso
propiamente pedagógico” (Dussel, 1980, pág. 50).

La identidad de culturas y la lucha por defenderlas están ligadas a una concepción de


pedagogía que libera y reorganiza la sociedad, construyendo puentes que lleven al saber
de las acciones humanas como docentes y que van dejando huella a los posibles
predecesores. Estos predecesores son los discípulos de la pedagógica3 que propone
Dussel estudiar, discípulos que, desde una mirada latinoamericana, son los “nuevos”, los
“otros”, los que aún no tienen el suficiente saber para administrar la tierra. Sin embargo, a
medida de su crecimiento, el niño mestizo, hijo de La Malinche y de Hernán Cortés,
adquiere desde su primera vida instintiva por medio del juego: la palabra. Esta palabra
que se produce por su boca y la exagera con sonidos que balbucea cada rato, y que no
son entendidos porque son simples sonidos sin ningún mensaje en la temprana edad del
saber. Sin embargo, el maestro lo escucha y trata de traducir el poder de la palabra que
tiene el discípulo:

El auténtico maestro primero escuchará la palabra objetante, provocante, interpelante,


aun insolente del que quiere ser Otro. Sólo el que escucha en la paciencia, en el amor-de
justicia, es la esperanza del Otro como liberado, en la fe de su palabra. Sólo él podrá ser
maestro (Dussel, 1980, pág. 51).

De esta manera, el educando a partir de su experiencia humana, de sus hábitos, de sus


costumbres, de sus gustos y de su misma cultura, es capaz de llevar a cabo su realidad
de vida, con la ayuda del educador que lo escucha, lo atiende y lo reconoce y cree en su
palabra. Esto se traduce en la pasión por la docencia, que nos permite hablar de un cierto
eros pedagógico como dice Dussel en su Pedagógica Latinoamericana:

El maestro no es un preceptor aséptico, identificado con los dioses o la naturaleza. El


maestro es un tal, de un sexo, una edad determinada, un pueblo y Estado, una nación,
una clase social, una época de la humanidad, con sus doctrinas y teorías [...] No tiene
entonces derecho a presentarse ante el discípulo como si tuviera todos los derechos, y
especialmente el derecho sin límite de hacerse obedecer, como el preceptor del Émile.
(Dussel, 1980, pág. 40).

La influencia de Paulo Freire transciende hasta Europa, en donde dejó marcadas pautas a
métodos pedagógicos tales como las críticas que se les hace a la educación formal. Iván
Illich (1926 – 2004) plasmó en su pensamiento pedagógico una tendencia

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desescolarizada. Postula la desescolarización de la sociedad y, por ende, la
desinstitucionalización de la escuela.

Las ideas nucleares de la desescolarización illichista tienen como punto de partida de una
educación obligatoria, tomando de la frase: “el cuestionamiento de la enseñanza
obligatoria” el sujeto (enseñanza) y predicado (obligatoria) pero este último en su forma
sustantivada: obligatoriedad5. Para estos autores, la enseñanza es lo opuesto al
aprendizaje y no tienen nada que ver con lo que se llama educación. La enseñanza
escolar institucionaliza los valores humanos haciéndolos mitos y convirtiéndolos en
objetos jerarquizados y medios. La educación, más bien no hace eso, a que tiende a
producir “una recreación no mensurable”, es decir, no califica. Por ende, volviendo a
Freire, la educación es llegar a ser conscientes de la realidad personal para actuar
correctamente sobre ella, pero para los desescolaristas, la escuela ha muerto.

El concepto de enseñanza para Ilich y los desescolaristas, tiene una concepción negativa.
La enseñanza demuestra una imposición exterior y no es correlativa al aprendizaje.
También porque la enseñanza ha sido institucionalizada en la escuela que produce la
institucionalización de los valores reemplazándolos por conceptos como servicios, esto
provoca una confusión entre enseñar y aprender. La creencia de que “la educación
consiste en pasar de grado o de curso, que el diploma es sinónimo de competencia; que
saber utilizar el lenguaje permite decir algo nuevo…”, es falsa6. Esto es la causa del
alineamiento del hombre, ya que las instituciones son deterministas. La competencia para
Illich es más evidente que el mismo método de enseñanza.

La pedagogía crítica tiende a responder a las fuerzas de dominación por parte de los
educadores acríticos. Esta tendencia pedagógica tiene una gran fuerza en Colombia y en
América Latina, además de las influencias de los escritos de Freire, fue fortalecida por
varios autores como el canadiense Peter McLaren (1948- ), quien, desde la filosofía
marxista humanista, sostiene que los educadores deben enseñar a tener pensamiento
crítico desde la responsabilidad por el pobre.

Ser educador en América Latina implica enfrentar una realidad compleja marcada por la
pobreza, la lucha por los territorios indígenas y la creciente necesidad de docentes
calificados. El pensamiento pedagógico latinoamericano ha puesto el foco en el maestro
como agente transformador de la sociedad, capaz de desafiar las estructuras de opresión
y dominación.

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En este contexto, el educador debe romper con la mentalidad tradicional de la "educación
bancaria", donde el maestro es el único poseedor del conocimiento y el estudiante un
receptor pasivo. Como bien lo describía Paulo Freire, esta visión bancaria se caracteriza
por una relación asimétrica en la que el educador "es el que sabe", "el que piensa", "el
que habla" y "el que disciplina", mientras que el educando es "el que es educado", "el que
no sabe", "el que escucha" y "el que es disciplinado".

En contraposición a este modelo, la praxis de la liberación pedagógica propone escuchar


al otro, al estudiante que ha sido silenciado. Enrique Dussel, por su parte, enfatiza el rol
del maestro como protector de los derechos del estudiante y promotor de su creatividad,
dando lugar a una "fecundidad pedagógica".

El papel fundamental de la educación recae en los educadores, quienes, a través de su


creatividad y palabras, pueden transformar el aprendizaje de los contenidos académicos
en una experiencia enriquecedora y significativa. En sus manos está el poder de sembrar
en las mentes de los estudiantes ideologías utópicas que les permitan superar lo que
hasta ahora se ha considerado imposible.

Los educadores no solo deben ser transmisores de conocimiento, sino también críticos
del sistema. Como afirma Dussel, el "maestro crítico colabora en el proceso"
cuestionando las estructuras que han sido internalizadas por los estudiantes.

En palabras de Enrique Dussel, la "visión bancaria de la educación" convierte el saber en


una dádiva de los "sabios" hacia los "ignorantes". Paulo Freire, por su parte, describe la
cultura rural latinoamericana como una "cultura del silencio".

La influencia del pensamiento pedagógico latinoamericano en los educadores actuales va


más allá de la relación maestro-estudiante. Se trata de fomentar el diálogo entre la
academia y la vida personal, promoviendo valores como el amor, la fraternidad, la justicia
y la paz.

La educación popular, como campo específico del saber educativo, busca establecer una
relación entre los procesos prácticos-teóricos y los saberes populares, con el objetivo de
construir sujetos críticos y reflexivos capaces de comprender y transformar su realidad.
Esta intervención educativa debe enfocarse en las poblaciones marginadas, donde el
maestro y el estudiante se convierten en cocreadores del conocimiento.

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A lo largo de los siglos XIX y XX, América Latina experimentó la llegada e influencia de
diversas corrientes pedagógicas, tanto europeas como estadounidenses. Desde el
positivismo y el cientificismo hasta el pensamiento pedagógico crítico y liberador, estas
corrientes han dejado una marca en la educación latinoamericana. Destacados
pedagogos latinoamericanos, como Paulo Freire en Brasil, han contribuido
significativamente al desarrollo de enfoques educativos centrados en la emancipación y la
justicia social.

A pesar de los avances en el pensamiento pedagógico, América Latina sigue enfrentando


una serie de desafíos en el ámbito educativo. La desigualdad socioeconómica, la falta de
acceso a una educación de calidad, la brecha digital y la influencia persistente de modelos
educativos tradicionales son algunos de los problemas más urgentes que la región
enfrenta en la actualidad. Sin embargo, también se observan tendencias prometedoras,
como el crecimiento de enfoques pedagógicos centrados en el aprendizaje activo, la
inclusión y la equidad.

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Conclusiones
La formación del educador en el marco del pensamiento pedagógico latinoamericano
debe cimentarse en un principio fundamental: la universalidad. Esto implica adoptar una
perspectiva dialógica y comunicativa que permita acoger las diferencias y abordar con
respeto la evolución de las mentalidades. Se trata de moldear a un educador capaz de
sentarse a dialogar con los demás, incluso cuando sus ideas diverjan diametralmente de
las suyas.

Este proceso de formación también implica gestar nuevas formas de pensar, juzgar y vivir,
pues estas constituyen las nuevas voces de la cultura pedagógica que reflejan el cambio
de época que atravesamos. Son voces que debemos asumir con urgencia, ya que hemos
dado un paso crucial de las heteronomías hacia nuevas autonomías del espíritu, las
mentalidades y las ciencias. Como bien lo expresó Dussel (1980): "El maestro debe
escuchar la voz de la juventud, 'dejarla ser', darle tiempo, impulsarla a la acción
constructiva. Hacerla amar, trabajar intensamente, agotar la sobreabundancia generosa
de su energía en el servicio al pobre".

Para lograr esta transformación en la formación del educador, es necesario:

 Fomentar una actitud abierta y receptiva hacia las diversas culturas y perspectivas.
El educador debe estar dispuesto a aprender de sus estudiantes, de sus colegas y
de la comunidad en general.
 Desarrollar habilidades de comunicación efectiva. El educador debe ser capaz de
expresarse con claridad y precisión, tanto oralmente como por escrito, y de
escuchar atentamente a los demás.
 Cultivar el pensamiento crítico y reflexivo. El educador debe ser capaz de analizar
situaciones de manera crítica y proponer soluciones creativas a los problemas.
 Promover valores como la empatía, la solidaridad y el respeto por la diversidad. El
educador debe ser un modelo a seguir para sus estudiantes, demostrando estos
valores en su vida personal y profesional.
 Al adoptar este enfoque holístico en la formación del educador, estaremos
contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y humana.
Educadores con estas características serán capaces de empoderar a sus
estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio positivo en sus
comunidades y en el mundo.

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Referencias
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Jaime José Zitkoski (orgs.), Diccionario Paulo Freire, Lima, CEAAL, pp. 323-324. [ Links ]
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 De Souza Santos, Boaventura (2010), Decolonizar el saber, reinventar el poder,
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(comp.), Paulo Freire. Educación y concientización, Salamanca (España), Sígueme, pp. 51-
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 Freire Paulo (1970), Pedagogía del oprimido, México, Siglo XXI . [ Links ]
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