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Agustín Andrade Capítulo en Dictamen

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El papel de la apertura comercial en la economía mexicana durante el período

Neoliberal (1982-2018)

Agustín Andrade Robles1

Introducción

En 2017 se cumplieron 35 años de la instrumentación del modelo neoliberal en la

economía mexicana. El presente capítulo gira en torno a dos preguntas: ¿qué papel

juega el sector externo en el desarrollo de la economía durante los últimos 35

años? y ¿cómo se explica el crecimiento del sector externo y el pobre

desempeño de la economía mexicana? derivado de la respuesta de estas

preguntas es necesario establecer los resultados del desarrollo durante el período

neoliberal.

El punto de partida para encarar el análisis del cambio estructural del sector

externo es el que se encuentra en la crisis de 1982 y que representó el inicio de una

etapa de inestabilidad y bajo crecimiento económico, así mismo significó un cambio

en el paradigma del proceso de acumulación y una nueva fase en el desarrollo de

la producción económica, es decir, quedaron clausuradas las posibilidades de

avanzar en la instrumentación del desarrollo, sustentado en la fase de sustitución

de importaciones avanzadas, esto debido a la crisis del proceso de industrialización,

1
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, en el Área de Investigación Económico Social, Dirección
electrónica, agustin_economia@hotmail.com. El autor agradece la ayuda prestada en la parte estadística a
Janahel Valle González y Filiberto Lucas Miguel.

1
lo que implicó la imposibilidad de que la producción ascendiera a niveles de

progreso tecnológicos superiores, en otras palabras, la producción de bienes de

capital, según lo establece Valenzuela Feijóo, así como la incapacidad de

desarrollar el sector de bienes de capital trajo consigo que la implementación del

modelo secundario exportador quedará pospuesta de manera indefinida

(Valenzuela, 1986).

Esta crisis, originada por el agotamiento del proceso de industrialización, el

endeudamiento externo, la crisis fiscal y la especulación financiera fueron factores,

cuyo resultado fue la caída de la producción, con un comportamiento negativo del

PIB durante 1982 y 1983 en 0.6 y 4.2% (Véase gráfica 1), respectivamente. La

disminución de los precios de la mezcla mexicana de petróleo de un máximo de

33.3 dólares por barril en 1981 a un mínimo de 12.01 dólares en el año de 1986,

(Centro de las Finanzas Públicas, 2019:37), otro factor presente se refiere al

endeudamiento externo que llegó a un límite superior con un monto de 88,300

millones de dólares, (NAFINSA, 1986:367), restringiendo la posibilidad de aumentar

la entrada de capitales por tal expediente, estos componentes limitan la entrada de

nuevos recursos financieros para impulsar el proceso de acumulación.

1. Apertura comercial.

1.1 Los antecedentes

El precedente del proceso de apertura comercial en la economía mexicana se

encuentra en la estrategia adoptada a partir de la segunda posguerra con el

procedimiento de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), esta

2
estrategia jugó un papel central para el desarrollo económico del país. Sus

resultados se manifiestan en un proceso de transformación estructural encabezada

por el sector industrial, la cual genera un crecimiento económico con tasas promedio

anual de más del 6%, el PIB per-cápita mantiene una tasa de crecimiento promedio

anual de entre 3 y 4% con una tasa de inflación relativamente baja y estabilidad en

la paridad del tipo de cambio, tales factores prevalecieron entre 1950 y 1970 (Ros,

1990; Lusting, 1992).

Sin embargo, al mantener de forma permanente la estrategia de desarrollo

industrial por sustitución de importaciones, se impidió el desenvolvimiento eficiente

de este sector, limitando su inserción en el mercado mundial, al mismo tiempo que

se contenía su expansión, llevándolo al agotamiento.

La crisis de esta vía de acumulación se expresa a partir de la década de los

sesenta, no obstante, su estallido logra ser pospuesto gracias al encubrimiento del

deficiente desarrollo industrial impulsado por la política de alto intervencionismo del

Estado, que utilizó diferentes instrumentos como: los controles arancelarios (fijos y

ad valoren), que tenían altos porcentajes de impuestos, dependiendo de su carácter

estratégico en la política sustitutiva de importaciones; otra herramienta utilizada

fueron los permisos previos de importación de los bienes de producción y consumo;

además se aplicó la lista de precios oficiales que tenían como fin contrarrestar la

subfacturación, un mecanismo para elevar la protección arancelaria; igualmente se

utilizaron las cuotas de importación como instrumento protector, ellas limitaban la

entrada de mercancías del exterior, pero también era un dispositivo complementario

para satisfacer la demanda interna; sin embargo un factor de indiscutible

3
importancia fue el auge de la inversión pública, la cual permitió el alargamiento del

ciclo económico, mismo que se tradujo en un déficit de las finanzas públicas

subsanado gracias a la política monetaria, deuda interna y sobre todo deuda externa

(Rivera, 1993; Izquierdo, 1973 ).

En esta década se desarrolla una política de estímulo a la producción

industrial que mantiene dos vertientes: la primera hace referencia a la

reestructuración del proteccionismo, mediante el escalonamiento del arancel a partir

del grado de elaboración de los bienes, supresión de la regla XIV, dispersión de

impuestos específicos, la generalización del impuesto ad valorem, elevación

progresiva de las tarifas, excepto las inferiores o iguales al 5%; el segundo

instrumento se relaciona con la promoción de exportaciones, cuya finalidad es

otorgar estímulos al sector manufacturero, para conseguir la reactivación de sus

ventas al exterior a través de la exención de impuestos, subsidios y la concesión de

créditos preferenciales, con el propósito de abatir el déficit comercial en que se

encontraba la economía mexicana, a la vez que alentar la producción industrial,

para esto se contó con diversos instrumentos: los certificados de devolución de

impuestos (Cedis); la importación libre de impuestos, la creación del Instituto

Mexicano de Comercio Exterior (IMCE), que tiene como fin la promoción de las

exportaciones; la expansión del crédito de corto plazo a las exportaciones otorgadas

por el Fondo de fomento para las exportaciones (Fomex); y la creación del Fondo

de equipamiento industrial (Fonei), que tiene como intención el financiamiento de

las inversiones destinadas a la exportación exterior (Balassa, 1983; Gribomont y

Rimez, 1977).

4
Además, los diversos incentivos a las exportaciones, señalados arriba,

muestran resultados limitados debido a que no se anuló el “sesgo anti exportador”,

“por ejemplo, para salvaguardar las industrias existentes fue común que se obligara

a los exportadores a usar insumos nacionales producidos bajo protección” (Rivera

1993: 140), limitando así sus capacidades competitivas en el mercado mundial, al

mismo tiempo se manifestó un proceso de sobrevaluación del tipo de cambio, como

resultado del proceso inflacionario que se empezó a desarrollar a lo largo de la

década de los setenta y del rezago de los diferenciales de precios que se produjeron

entre México y Estados Unidos, se mostró una apreciación del tipo de cambio del

35% en 1981 respecto a 1956, esta tendencia a la sobrevaluación y a las

devaluaciones periódicas hicieron necesaria una política proteccionista, con el fin

de estabilizar el mercado externo, dado que la sobrevaluación abarata las

exportaciones (Balassa, 1983:219).

En resumen, esta estrategia exportadora tuvo malos resultados debido a la

inestabilidad económica presente, a lo largo de la década de los setenta, que se

tradujo en un crecimiento con desequilibrio, déficit de las finanzas públicas, de la

balanza comercial, así como la de pagos, un proceso inflacionario de dos dígitos y

sobrevaluación del tipo de cambio, dichos factores generaron una exposición de

México ante la economía mundial, así mismo incrementó las importaciones y elevó

la presión proteccionista del mercado nacional. Como última explicación, este

binomio: sobrevaluación-proteccionismo, presenta un bajo nivel de productividad

que provoca que la economía sea incapaz de competir en términos de igualdad en

el mercado mundial.

5
El otro eje de sobrevaluación y baja productividad se encuentra referenciado

con el tipo de cambio que en esta misma década mantiene un macro

desplazamiento en el año de 1976 y después en la llamada crisis estructural de

1982.

No obstante, la política proteccionista asumida por el Estado, desde el inicio

de la década de los setenta, evidenció el agotamiento de la fase de desarrollo, que

se expresa en la acelerada tendencia centralizadora del capital; el desaliento de la

innovación tecnológica; fomento del parasitismo de las empresas monopólicas; el

desarrollo con inequidad de la distribución del ingreso; la concentración regional de

la actividad económica; el estancamiento de la actividad agrícola, que se hace

presente desde la segunda mitad de la década de los sesenta; de igual manera se

desarrolla el deterioro de la actividad industrial, al presentarse el agotamiento de la

industrialización por sustitución de importaciones; también se observa el detrimento

de otro tipo de variables de carácter macroeconómico: el crecimiento de la inflación

en dos dígitos, la continua sobrevaluación del tipo de cambio y la necesidad de su

ajuste, que se expresa en la devaluación de 1976 y las ulteriores devaluaciones de

1982 (Ros, 1990; Lusting, 1992 y Rivera 1992).

En conclusión, la fase de industrialización por sustitución de importaciones

tuvo un agotamiento a partir de la década de los setenta que solo pudo prolongarse

gracias a la política expansionista de los llamados gobiernos “populistas”, sin

embargo, la crisis de 1982 significó el punto de inflexión para la aparición de una

nueva fase que será objeto de análisis en el siguiente apartado.

6
1.2 Desarrollo de la fase exportadora de la economía mexicana

La crisis estructural de la economía mexicana de 1982 se da en medio de profundos

cambios de la economía mundial. Estos fueron impulsados por la revolución

científico técnica, apoyada en las transformaciones de los sectores, punta de la

nueva fase de desarrollo capitalista como los sectores microelectrónicos, la industria

de computación, la Informática y las telecomunicaciones, mismas que permiten

desarrollar nuevas formas de producción y se sustentan en el desarrollo de bases

tecnológicas más eficientes ligadas a la producción flexible, igualmente superan con

amplitud los niveles de productividad en los que se sostiene la fase anterior, ligada

a la producción estandarizada y en masa, propia de la cadena de montaje.

En concordancia con la nueva base tecnológica, se desarrolla una nueva

configuración espacial tanto nacional como internacional, la que puede denominar

como globalización. Además los capitalismos nacionales se relacionan

externamente a través de una compleja red de transacciones comerciales y

financieras que dan como resultado la conformación del mercado mundial que, de

forma recíproca, interactúa con los capitalismos nacionales condicionando su

desarrollo y comportamiento, a la vez que se expresa en la definición de la

estructura de la producción de las naciones, de forma cuantitativa y cualitativa, de

acuerdo con los parámetros de la competencia comercial y financiera del mundo

globalizado, lo que desarrolla una interdependencia que refuerza la autonomía del

mercado mundial y asigna a los países un papel determinado en la reproducción del

sistema capitalista( Rivera, 2000).

7
La constitución del espacio internacional no está integrada únicamente por el

mercado mundial, sino también por las relaciones de fuerza existentes entre los

diferentes países del mundo, en donde los países fuertes subordinan a los menos

desarrollados, sin embargo, la relación de ambos tipos de naciones puede ser

asimilada por las naciones débiles que adoptan las formas más desarrolladas de

producción de los países avanzados, es decir, se desarrolla entre uno y otro una

relación contradictoria de subordinación, a la vez que se abren ventanas de

oportunidades para el desarrollo de las naciones menos favorecidas (Rivera, 2000).

Es en el contexto de crisis estructural, revolución científico-técnica y

globalización económica, en el que se explica la reintegración de México a la

economía mundial. El punto de partida fue la carta de intenciones firmada por

México con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mediante el acuerdo de

facilidades ampliadas que cubre el periodo 1984-1985, pero que compromete al

gobierno mexicano a restaurar la estabilidad económica mediante la reducción del

déficit del sector público; el control y abatimiento de la inflación y la reducción de la

dependencia financiera con el exterior. Es importante destacar que el programa

también contemplaba asegurar la competencia internacional del país (Ten Kate y

de Mateo, 1989; Chávez, 1983).

En estricto sentido la primera etapa del proceso de apertura comercial da

inicio con la reforma de 1985, en este momento se le conoce como el de la

desregulación comercial unilateral y consistió en la liberalización de 3,600

fracciones arancelarias, en su mayoría de bienes intermedios y de capital. Esta

transformación del comercio exterior tenía como propósito transparentar el sistema

8
proteccionista, sustituyendo los permisos de importación por aranceles. La

liberalización comercial junto con la depreciación de la moneda entrañó un cambio

en la política de comercio exterior. Otro factor que estuvo presente en las medidas

de apertura comercial fue el fracaso de las políticas antiinflacionarias, que en parte

se atribuyeron a la lentitud de la apertura comercial, lo que aceleró las medidas

aperturistas (Ten Kate y de Mateo, 1989; Clavijo y Valdivieso, 2000).

Otro rasgo de la apertura comercial, se da en 1986 con la incorporación de

México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus

siglas en inglés), que significó la profundización del proceso de desregulación y la

apertura de la economía2 al comercio internacional, con esta asociación económica

se lograron las preferencias arancelarias de los países miembros, para lo que se

tuvo que cumplir con ciertos condicionantes como eliminar los precios oficiales de

referencia, continuar la sustitución de controles directos por aranceles, reducir los

aranceles a un máximo de 50%. No obstante, la política desregulatoria del acuerdo

se permitía mantener, temporalmente, las licencias de importación.

A pesar de la instrumentación de medidas de desregulación económica en la

primera mitad de la década de los ochenta, también se experimentaron los niveles

máximos históricos de protección3, sin embargo, la posibilidad de dar continuidad a

2
Jaime Serra calcula que al ingresar México al GATT aumenta la apertura comercial de 20% en los años previos
al 30% después del ingreso a esta organización. También observa que con esa adhesión se dio certidumbre a
los agentes económicos de que el gobierno tenía limitaciones para hacer cambios drásticos en la política
comercial y, por lo tanto, empezaron a asignar recurso hacia los sectores exportables y menos a los importables:
se trata del principio del fin de la sustitución de importaciones” (Serra, 2015).
3
“El permiso previo se convirtió gradualmente en la base de la política proteccionista y llegó a ser requisito, a
mediados de los 70, para el 80” de las importaciones y para el 100% una vez iniciada la crisis de 1982-1984.
La tesis oficial para explicar la importancia de este instrumento de política comercial fue la supuesta baja
elasticidad precio de la demanda de los productos de importación, que hacía ineficaz la política arancelaria, ya

9
la política proteccionista del modelo ISI había dos limitantes: la primera se encuentra

relacionada con la crisis fiscal del estado y la imposibilidad de continuar con la

política de promoción industrial propia del periodo anterior; el segundo factor está

interrelacionado con el desarrollo de nuevas tecnologías a nivel mundial y el proceso

de integración y globalización, ambos factores hacían imposible evadir la apertura

comercial (Rivera, 2000; Clavijo y Valdivieso, 1994).

Es en 1988 con la política neoliberal plasmada en los pactos económicos y

en 1994 con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuando

se desarrolla una segunda etapa de apertura comercial, lo que permitió la expansión

del sector exportador, descartando casi por completo los instrumentos de promoción

estatal, adoptando en su lugar una política que sustituye el mercado interno como

motor de la economía, por el mercado externo. La nueva política impulsó la

Inversión Extranjera Directa (IED), industrias altamente exportadoras e integradas

al comercio mundial como la electrónica y automotriz, al mismo tiempo que

convierten al sector externo en un nuevo eje de crecimiento.

En esta nueva etapa los nuevos ejes de la apertura comercial son la política

de pactos y el TLCAN. El PSE impulsa la apertura comercial con medidas de cambio

estructural como a) la fijación de un arancel máximo del 20% en la mayoría de los

sectores de la producción, lo que impactó en gran forma la apertura comercial; b) El

control del déficit del sector público y la disciplina fiscal; c) la disminución de la

inflación mediante el congelamiento temporal de precios, salarios y tipos de cambio;

que según se decía, por muy altos que fueran los aranceles no se desalentaría la adquisición, supuestamente
debido a la concentración del ingreso” (Rivera,1993: 148).

10
d) disminución de los precios a través de la apertura comercial, utilizando la

competencia de las importaciones como instrumento para controlar los aumentos

de precios de los productos comerciales del mercado interno; e) se impulsó la

apertura comercial con una política que compatibilizo los precios internos y externos

mediante la conversión del tipo de cambio en ancla del proceso de estabilización,

controlando con ello la inflación inercial; f) se profundizó la desregulación de la

economía por medio del establecimiento de un arancel máximo del 20% y la

eliminación de los permisos previos de importación en gran parte de las

manufacturas de consumo, además de reducir la dispersión de aranceles de un

rango de 0 a 20%, con solo 4 tasas (0,5, 10, 15 y 20%), mientras que la tasa

promedio disminuye a 10.4% (promedio ponderado) y a 6.1% (promedio ponderado

por importación). De esta manera, la competencia de las importaciones se utilizó

como instrumento clave para controlar los aumentos de precios de los productos

comerciales (Clavijo y Valdivieso, 2000; Aspe, 1993).

El otro factor que culmina el proceso de apertura comercial es el TLCAN, que

representó un acuerdo de normas y reglas básicas entre Canadá, Estados Unidos

y México, cuyo fin fue el establecimiento de una zona de libre comercio, el

incremento de la inversión en los países firmantes del acuerdo, la protección de los

derechos de propiedad y un acceso sin restricciones a los tres mercados (Unger,

2010).

Este tratado comercial contemplaba una reglamentación para evitar

distorsiones y acceso privilegiado de otros países no firmantes, entre los

mecanismos más importantes para evitar la competencia desleal se encuentran las

reglas de origen, las que se refieren al contenido local que deben tener los bienes
11
intercambiables entre los tres países, con el fin de estar libres de aranceles, tal regla

tiene la finalidad de que los beneficios del libre comercio sean solo para los países

de América del Norte, excluyendo de estos beneficios a los países que no están en

la región; el acuerdo también propone la eliminación de los aranceles y el

establecimiento de cuotas, licencias, permisos y requisitos de importación.

El grado de apertura comercial de México se transformó de manera radical a

partir de la firma del TLCAN de un nivel del 20% en 1994 pasa a otro cercano al

70% en 2014 (véase Gráfica 4).

En síntesis, la economía mexicana sufre una gran transformación de su

sector externo pasando de una economía sobreprotegida, producto del modelo ISI,

a otra de gran apertura comercial, producto de una desregulación unilateral entre

1984-1985, la entrada de México al GATT, los programas de cambio estructural y la

firma del TLCAN, lo que mostró que la economía mexicana, después de ser una de

las más protegidas del mundo, se convirtió en una de las más desreguladas.

2. Desarrollo de la fase exportadora de la economía mexicana.

El quiebre de las condiciones de reproducción de capital significó para la economía

la necesidad de transitar a una nueva fase de desarrollo, la cual estaba sustentada

en su integración a la economía mundial que, sin embargo, no logró afianzar las

condiciones necesarias para un proceso exitoso de reproducción, esto se puede

atestiguar con las grandes irregularidades en el desenvolvimiento de la estructura

productiva, que se tradujo en una inestabilidad de la producción (véase gráfica 1) la

que muestra el comportamiento altamente fluctuante de la producción nacional y de

12
los sectores de la economía, lo que da pie a observar, de manera gráfica, el

comportamiento irregular de la producción general y sectorial de la economía

mexicana, así como las crisis recurrentes de la que es presa a lo largo del periodo

neoliberal.

Gráfica 1
Tasa de crecimiento producto interno bruto nacional
y por sector de actividad económica
México, 1980-2019

FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco de Información Económica, SCNM-INEGI.


http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/

De esta forma, la nueva fase del proceso de acumulación se caracterizó por

el impulso de una vía de industrialización selectiva y excluyente, que mantuvo un

desarrollo desigual, es decir, pequeñas islas de la producción (ligadas a la industria

electrónica y automotriz), se incorporan a la revolución tecnológica que les permite

alcanzar un éxito exportador, aunque, la gran mayoría de los sectores productivos

se ven excluidos de estos beneficios, por el simple hecho de ser marginados de la

función exportadora, esto debido al gran monto de insumos importados y la escasa

13
integración de cadenas productivas que impiden el desarrollo de la inversión en la

micro, pequeña y mediana industria.

Otro factor presente es el rezago tecnológico, que repercute de forma

negativa en el desarrollo del sector industrial, esto al impedir el desenvolvimiento de

sectores productivos capaces de impulsar nuevas formas de fabricación con la

incorporación del aprendizaje tecnológico, el responsable de esto fue la política

proteccionista de la anterior fase de desarrollo, pero también la nueva política de

industrialización adoptó medidas erróneas que limitaron el desarrollo industrial. El

gobierno mexicano actuó de forma contraria de lo que hicieron los países asiáticos.

“las áreas de mayor interés tecnológico se cedieron prácticamente a la empresa

extranjera, sin haber tomado al menos las medidas necesarias para asegurar la

asociación entre aquellas y las empresas nacionales. El espacio reservado para las

empresas nacionales era el más atrasado tecnológicamente o de tecnología madura

(principalmente textiles, calzado, hierro y acero, y minerales no metálicos) bajo el

argumento de que si las empresas nacionales eran desplazadas de esos sectores

se provocarían efectos dislocadores en el empleo. En los sectores reservados al

Estado había áreas de un gran potencial tecnológico, pero obviamente la crisis fiscal

impedía a éste desarrollarlos por sí sólo” (Rivera, 2000:169).

Quienes instrumentaron la política económica en México se equivocaron, la

prioridad de ninguna manera era el control de la inflación, el equilibrio fiscal o la

contención de la deuda externa, elementos sin duda importantes para la

estabilización de la economía, pero que, en poco estimulan la primacía fundamental,

que tiene que ver con el problema estructural del proceso de acumulación y el

14
relanzamiento de la inversión pública y privada cuyo fin es el desarrollo productivo,

para alcanzar niveles más altos de productividad. Esto solo es posible mediante el

desarrollo de a inversión en actividades productivas, que permitan el desarrollo e

introducción de nuevas tecnologías y el impulso de la educación en todos sus

niveles y, en particular del superior. También es necesario el desarrollo de la ciencia

en general, sobre todo la que tiene aplicación en las actividades productivas, las

que permitan acceder a la ingeniería de reversa que, en el caso de las economías

asiáticas fue un factor que permitió su desarrollo, por medio de la decodificación y

recodificación de los procesos productivos, con la única finalidad de superar el

atraso económico.

Con las limitaciones impuestas por el Estado la estructura productiva no logró

expandir cadenas de valor, ya que hubieran tenido un impacto positivo sobre el

conjunto de las actividades productivas, de ahí que los sectores con baja

composición orgánica de capital, producto de su exclusión en el uso de las nuevas

tecnologías, se vieron obligados a continuar vinculados al mercado interno que se

ve menguado por la disminución de los salarios reales y la insuficiente creación de

empleos, tal proceso estableció las bases para el desarrollo de una economía dual,

es decir, un sector integrado de forma eficiente al mercado mundial que se convirtió

en el eje de la actividad manufacturera y económica. y otro poco desarrollado que

dependía del dinamismo del mercado interno, que se encuentra deprimido por la

disminución de los salarios reales y el empleo, lo que influye en el enlentecimiento

del desarrollo económico.

15
Los resultados de la modalidad de industrialización saltan a la vista, la nueva

estrategia que se asume tiene como elemento sustancial la industria manufacturera,

la cual se convierte en el eje del desarrollo de la economía mexicana y en el puntal

de la apertura comercial, sin embargo, a lo largo del desarrollo de las distintas fases

a analizar se muestra la deficiencia que en su desenvolvimiento mantiene este

sector, en otras palabras, en el período que va de 1982 a 2018 el crecimiento

promedio anual es cercano al 2%, (véase cuadro1) que comparado con el

crecimiento del periodo que abarcan los años de 1958 a 1981 es de 8%, muestra la

magnitud del diferencial de crecimiento entre una y otra etapa, (Andrade, 2014) este

raquítico incremento de la producción manufacturera, aunado a la disminución de

5% de su participación en el PIB, y a la pérdida en su aportación en el empleo formal,

hacen que tal actividad se encuentre en crisis desde finales de los años ochenta del

siglo pasado (Dussel, 2012).

El comportamiento de la producción manufacturera indica que bajo el

gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (MMH), el crecimiento fue de 0.04%,

mientras que en los mandatos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo su

desenvolvimiento fue más exitoso, ya que tuvo un comportamiento positivo de

2.82% en promedio anual, sin embargo, durante los gobiernos panistas nuevamente

se observaron tendencias al estancamiento de la producción del sector

manufacturero, debido a que la tasa de crecimiento promedio anual fue de 1.23%,

de esta forma, la evolución durante los 5 sexenios anunciados fue de solo 2.2%, y

aún más, la tendencia fue la misma durante la administración de Enrique Peña Nieto

16
(EPN), durante su gestión el comportamiento fue de 2.19%, tal como se muestra en

el cuadro 1.

Cuadro 1
Tasa de crecimiento según actividad
México 1982-2018
Industria
Sector Bienes no Bienes Bienes
Periodo PIB Total Manufacturer
Secundario Duraderos Duraderos Capital
a
1982-1987 (0.03) (0.43) 0.04 (0.05) 0.54 (1.27)
1988-2000 3.19 3.60 2.82 2.28 6.21 6.18
2001-2012 2.26 1.39 1.23 1.27 0.16 2.95
2013-2018 2.18 1.21 2.19 2.07 0.48 3.73
1982-2018 1.90 1.44 1.57 1.39 1.85 2.90
FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco de Información Económica, SCNM - INEGI.
http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/

Se puede sintetizar el desarrollo de la producción industrial y manufacturera

a lo largo del periodo neoliberal como de un lento crecimiento, mismo que se

expresa en que los bienes de consumo no duraderos y duraderos, propios de la fase

sustitutiva de importaciones, mantienen una tasa de crecimiento inferior al dos por

ciento promedio anual, solo el sector productor de bienes de capital mantiene un

crecimiento cercano al tres por ciento, este comportamiento de la producción

manufacturera muestra los escasos resultados en materia productiva de la fase de

desarrollo exportadora.

3. La vocación exportadora del proceso de acumulación de 1985

al momento actual

El año de 1986 no solo fue de crisis, sino también representó el quiebre en la

dinámica del sector externo, hubo un predominio de las exportaciones petroleras, lo

que quiere decir, que la sección manufacturera se convirtió en la fundamental en las

relaciones comerciales de México con el resto del mundo, tal como se muestra en

17
la (gráfica 2), donde se observa una caída continua de las exportaciones petroleras

de un nivel de más de 70% en 1981 a uno menos del 10% en 1998 y, aunque se

registra una recuperación de las exportaciones del sector entre 2005 y 2012,4 a

causa del aumento de los precios internacionales del petróleo, las exportaciones no

rebasan 20% del total, por su parte el sector manufacturero mantuvo un crecimiento

continuó en su participación ante el comercio mundial, esto hasta conseguir

márgenes superiores a 85%, sobre todo, en el período posterior a la firma del

TLCAN, aunque, retrocede por efectos del aumento de las exportaciones petroleras

en la segunda mitad del sexenio foxista, nunca lo hace por debajo de 80%, dentro

del sector manufacturero el gran exportador es el sector de productos metálicos,

maquinaria y equipo, que por sí mismo tiene una participación en el mercado

mundial superior a 60%, los sectores exportadores dinámicos son la industria

automotriz, con una participación promedio de 20% de 1993 en adelante y la de

equipos eléctricos y aparatos electrónicos, que de 1998 a 2017 mantuvo una tasa

de participación promedio de 25%, por su parte el sector agrícola se sostuvo

estancado en su participación con el comercio exterior a lo largo de los últimos 35

años, con un nivel inferior a 10%, tal como se muestra en la (gráfica 2).

4
Los precios internacionales del petróleo tuvieron un repunte en 2005, año en el que se duplicaron al pasar de
22.88 dólares por barril a 45.34, evolucionando de manera favorable hasta el año 2008, año en el que alcanzó
un precio de 85.5 dólares la mezcla de petróleo mexicano de exportación, sin embargo, 2009 fue un año de
crisis, por lo que se presenta un descenso sustancial de casi 30 dólares, esta caída es transitoria, ya que al año
siguiente recupera su tendencia alcista alta alcanzó su máximo en el 2012 con precios de 102 dólares por barril,
sin embargo, a partir de este momento se da una tendencia negativa de precios, al grado tal que en el año de
2017 se ubicaron en menos de la mitad de su punto más alto, es decir, en 40.32 dólares por barril. Ver cuadro
sin número de la página 132 en “Actualización de las series históricas de los indicadores macroeconómicos” en
del Centro de Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, México 2017.
file:///E:/SE_cefp%20series%20historicas%20de%20los%20indicadores%20macroeconomicos.pdf

18
De esta forma, se puede obtener una primera conclusión, las

transformaciones en la estructura de las exportaciones significaron que la industria

manufacturera y, en especial, las industrias: automotriz, piezas de repuesto,

camiones de reparto, computadoras, petróleo y crudo, se convirtieron en el eje del

intercambio comercial con el resto del mundo.

Gráfica 2
Exportaciones México
petroleras, agropecuarias, manufactureras
1980-2018

FUENTE: Elaboración propia con datos del Banco de Información Económica, SCNM-INEGI.
http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/

Es necesario destacar que el dinámico crecimiento del sector externo de la

economía mexicana, entre 1982 y 2018, trajo consigo que las exportaciones se

multiplicaran, al tener una tasa de crecimiento promedio de 10%, lo que significó

que el monto de las exportaciones se multiplicara por 19.5 veces al pasar de 24,055

en el primer año a 470,713.11 millones de dólares, en 2018.

Sin embargo, el auge exportador de la industria manufacturera, impulsado

por el proceso de desregulación y la apertura comercial se caracterizó por la

exclusión de los sectores económicos que tenían como objetivo central el mercado

interno, de esta forma la participación de industrias como la maderera, papel


19
imprenta, industria editorial y la de minerales no metálicos son meramente

simbólicas en las exportaciones, mientras que las industrias de alimentos, bebidas

y tabaco; textiles, artículos de vestir, de cuero; la industria de plásticos, caucho y la

siderúrgica, tuvieron una participación discreta de entre 2 y 4%, en el mercado

mundial, la misma suerte les correspondió también a las pequeñas y medianas

industrias, debido a que son dejadas fuera de la actividad exportadora, en su

mayoría, debido a que, la lógica del proceso de industrialización no impulsó el

desarrollo de cadenas de valor y fomentó la importación de bienes intermedios, con

lo que se excluyó a la mayoría de los productores manufactureros nacionales

(Moreno-Brid, 2017: cuadros 1 y 9).

En esta fase de desenvolvimiento, la desregulación económica y la apertura

comercial se convirtieron en el eje central del desarrollo, sin embargo también se

optó, de manera estratégica, por la atracción de la inversión extranjera directa, como

la vía para impulsar la economía, cuyo propósito era la entrada de las mercancías

mexicanas al mercado norteamericano, para lograr tal objetivo, a partir de 1984 se

cambió la restrictiva Ley de Inversiones Extranjeras de 1973, por otra que permitía

la participación mayoritaria de los inversionistas extranjeros en la propiedad de las

industrias, dejando al “Estado la tarea de garantizar la estructura de un mercado

competitivo que garantizara la asignación eficiente de los recursos y la estabilidad

de la economía” (Merchand, 2006:183), la flexibilización de esta ley se profundizó

en 1989 al conseguir una mayor acotación de la actividad del Estado en la

economía.5

5
Con la entrada de México al GATT se impulsó un cambio en la inversión extranjera, con el fin de impulsar la
inversión directa e indirecta, mediante la instrumentación de la ley de 1989, que permitía el acotamiento de las

20
No obstante, la estrategia de Inversión Extranjera Directa (IED) fue un

objetivo fundamental dentro de la política de cambio estructural y de forma

innegable hubo una recuperación moderada del flujo de inversión extranjera directa,

lo que no implicó la ampliación de sus actividades productivas, pues su destino fue

preferentemente especulativo con el fin de alcanzar altas tasas de ganancia, un

claro ejemplo fueron las repercusiones de este tipo de inversiones en diferentes

momentos de crisis económica.

A lo largo del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari hubo un crecimiento de

la inversión extranjera acumulada, se incrementó en 102,344 millones de dólares,

de los que la (IED) participó con un monto de 30,325 millones de dólares, mientras

que la inversión en cartera alcanzó 72,020 millones de dólares, esto implicó que el

70% de la Inversión Extranjera total estuvo destinada al mercado de valores y al de

dinero, la estructura de los depósitos extranjeros en México, representaron un riesgo

potencial, a causa del carácter especulativo de los fondos de inversión (Centro de

Estudios de las Finanzas Públicas, 2003). Esta tendencia se ve confirmada con el

estallido de la crisis de 1994 y el llamado “error de diciembre”, por el que un número

importante de inversores retiraron sus recursos monetarios, lo que produjo una

declinación del valor de las acciones en 30%, y si el daño no fue mayor se debió, a

que, los inversionistas resarcieron las pérdidas de sus inversiones en portafolios,

actividades reservadas al Estado: petróleo, petroquímica, generación de energía nuclear, minerales radioactivos,
medios de comunicación, emisión y acuñación de moneda; respecto a las actividades reservadas solo a los
mexicanos destacan: transporte nacional de pasajeros, comercio al por menor de energéticos, servicios de
radiodifusión e instituciones bancarias, sobre la inversión extranjera se permite 10% en servicios aéreos, y hasta
49% en actividades ligadas al sector financiero, almacenes generales de depósito y de más de 49% en el conjunto
de servicios portuarios, servicios de educación en todos sus niveles y servicios legales, entre otros (Diario
Oficial de la Federación, 16 de mayo de 1989).

21
con la compra de acciones de empresas mexicanas a precios de remate (Rivera

1997:132).

El desequilibrio en el sector externo en la crisis de 1994-1995 fue de mayor

gravedad, si tomamos en cuenta otras dos circunstancias que estuvieron presentes,

la primera es el saldo negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que,

en el año de 1994 alcanzó 29,662 millones de dólares; esto unido con la deuda

interna que, en su gran mayoría, se encontraba en poder de los Fondos de Pensión

de los jubilados de Estados Unidos y que ascendía a 30,000 millones de dólares,

hicieron del sector externo un flanco muy vulnerable para la economía mexicana y

que solo fue posible eludir, gracias al rescate financiero implementado por el

Gobierno de Estados Unidos, los organismos supranacionales y los acreedores

privados permitieron que la economía recobrara su estabilidad y detuvieron lo que

pudo haber sido la primera crisis global del sistema financiero.

El crecimiento irregular de la Inversión extranjera, se extendió con altibajos

desde la segunda mitad de la década de los noventa hasta el momento actual, por

lo que se observó un predominio de la participación de los inversionistas

norteamericanos en el indicador, mostrando un monto superior al 60%, de 1980 a

1993, (Guillén, 1997: 160) y, aunque del año 2000 en adelante tuvo una baja

sustancial, su participación siguió siendo predominante, se presentó un monto

cercano al 50% del total, (Centro de Análisis Macroeconómico, 2015: cuadro 9.2,

sin página).

De esta forma se puede observar, que una de las prioridades de la política

económica instrumentada, a partir de la apertura comercial, fue la atracción de los

inversionistas extranjeros, tal indicador mantuvo un comportamiento irregular, con


22
altas fluctuaciones de la inversión en cartera, si bien, eran menores los de la

inversión extranjera total, siguieron ese mismo ritmo, de ahí que la inversión directa

era el indicador más estable, pero con bajas tasas de crecimiento, tal como se

muestra en la gráfica 3.

Gráfica 3. Inversión extranjera total, directa y en cartera


México 1980-2019

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.


https://datos.bancomundial.org/indicator/BX.KLT.DINV.CD.WD

Un segundo factor que se refiere al flujo de (IED), cuyo destino, en gran parte,

se encuentra encaminado a la compra de activos ya existentes, tanto financieros

como no financieros, los que se encuentran operando en las distintas actividades

económicas y, además excluyeron la formación de nuevos capitales en activo, a la

vez que inhibieron la creación de empleos, ingresos y encadenamientos

productivos, siendo un factor que poco contribuyó al desenvolvimiento de la

economía. Los impulsos que tuvo la (IED) después de la crisis de 1995 significaron

una oleada de ventas de empresas nacionales a inversionistas extranjeros, tal es el

23
caso del sector bancario vendido casi en su totalidad entre 2000 y 2001, así mismo

la compra o fusión de empresas ligadas al sector alimenticio y la industria tequilera

empezaron a ser vendidas a grandes consorcios internacionales, desde su boom

en el año 2000, “Don Julio” fue vendida a la británica: Diageo Casa Herradura y el

“Jimador” fue adquirida por la estadounidense Brown Forman en 2006, Tequila

“Sauza”, que fue comprada por la estadounidense Beam-Suntory, “Tequila Espolón”

por Campari, en fin se da una gran venta de industrias nacionales a consorcios

transnacionales.

Otro desprendimiento de activos productivos, por parte de la industria

nacional se desarrolló después de la crisis de 2009, lo que se muestra con la venta

de industrias simbólicas para el país tal es el caso de:

La Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma por parte de la empresa holandesa

Heineken (2010), de la Cervecería Modelo por parte de la empresa Belga AB-Inveb

(2013), de Iusacell y Nextel por parte de la empresa estadounidense AT&T (2015) y

de los bancos ya existentes por parte del español Banco Santander(2015), de

diversas inmobiliarias por parte de la empresa Blackstone (2015), y otras

adquisiciones y consolidaciones corporativas en el ámbito de la energía y los

combustibles fósiles por empresas petroleras foráneas, al calor de la reforma

constitucional correspondiente de este sector y en el mundo financiero durante ese

mismo 2015, por diversas compañías aseguradoras multinacionales (Vega,

2018:22).

Estas acciones fueron una pequeña muestra de que el flujo de inversiones

extranjeras, en gran parte, fueron a parar al sector financiero, así como a la compra

24
de activos industriales ya existentes, lo que supuso que las nuevas inversiones

extranjeras se limitaron a la creación de nuevos proyectos productivos.

En sintonía con la política económica instrumentada por el Estado, de

abandono de las actividades productivas, cambio estructural, y flexibilización de la

inversión extranjera, es el rápido comercial6, cuyo índice tuvo un crecimiento

acelerado a partir de 1985 al pasar del 20% al 30% en 1993, sin embargo el mayor

grado de apertura se da después de la firma del TLCAN, algo que se logró en tan

solo seis años un 20% adicional del índice al llegar a 50%, en el año 2000, en los

dieciocho años posteriores el índice de apertura comercial llegó al 73%, aunque en

el 2009 (véase gráfica 4). Por su parte el sector exportador también sufrió de

profundas transformaciones en su estructura y crecimiento, la industria

manufacturera se convirtió en el eje de las relaciones económicas de México con el

resto del mundo al alcanzar niveles superiores al 80% en su participación

exportadora, otro factor presente en el cambio estructural del sector externo estaba

relacionado con el crecimiento del nivel de exportaciones que era del 10% en

promedio anual durante los últimos 35 años, (véase cuadro 2), pero la evolución de

las importaciones mantuvieron esa misma trayectoria, por lo que el saldo de la

balanza comercial, a lo largo del periodo neoliberal, era predominantemente

deficitaria.

6
El grado de apertura comercial es el porcentaje que mide los flujos del comercio exterior, exportaciones (X)
e importaciones (M) en el total del PIB. En el caso de la economía mexicana se observa un acelerado proceso
de apertura comercial a partir de 1985. Producto de las políticas de desregulación comercial, y los tratados
comerciales firmados con el GATT, Estados Unidos y Canadá, que significó para México, dejar de ser una
economía poco integrada al mercado mundial con tasas del 6%, en la primera mitad de la década de los ochenta,
a convertirse en una de las más abiertas con tasas cercanas al 70%, en el año 2014, tal como se muestra en la
gráfica 4.

25
El crecimiento de las exportaciones no fue menor si lo comparamos con el

comportamiento del PIB que durante esos mismos años creció solo en 2.3%

promedio anual, lo que indicó que la producción del país se incrementó menos del

25% respecto a las exportaciones, lo que mostró que el auge exportador y la

apertura comercial de ninguna manera influyeron, de forma positiva, en el

desenvolvimiento de la estructura productiva general del país, es decir, que mientras

un puñado de grandes exportadores nacionales, sobre todo extranjeros se han visto

beneficiados con el boom exportador, protegidos por las legislaciones que

flexibilizaron el aparato productivo, comercial y financiero, permitiéndoles,

desarrollar procesos productivos en donde la industria maquiladora se transformó

en la principal fuente de la producción, para el sector exportador con las

implicaciones negativas que esto tenía, la industria ligada al mercado interno se vio

excluida de los beneficios de los cambios del sector externo.

Otro factor presente en el desequilibrio, entre el crecimiento de las

exportaciones y el pobre desempeño de la producción se refiere al papel de la

industria maquiladora, así como a su escaso impacto en la economía nacional.

Partiendo de lo incompleta que era la información estadística para el análisis de la

industria maquiladora es posible señalar que en 1989 su participación en el total de

las exportaciones fue de 49%, mientras que en 2003 era de 55%, lo que nos indica

el dominio de la maquila en las exportaciones, lo que significó que gran parte de la

producción del sector fue posible por la importación temporal de bienes intermedios

para su reexportación, lo cual tuvo un doble significado negativo para la industria

nacional: el primero genera un monto importante de importaciones de insumos

intermedios para el desarrollo del proceso productivo, se calculó que el valor


26
agregado de las exportaciones mexicanas oscilaba entre el 40 y 50%, lo que limitó

el desarrollo de la producción industrial; el segundo factor se presentó en la

legislación tributaria flexible, aplicada al sector maquilador, lo que le permitió

aminorar el pago de impuestos, esto al estar exentas de tributo las importaciones

temporales, la nueva modalidad de exportación excluyó a la gran mayoría de los

empresarios, (entre los que se encontraban los pequeños y medianos) de los

beneficios que brindaba la inserción de México a la economía mundial. 7

Cuadro 2. Balanza Comercial de México, 1980-2019


(Millones de dólares)
X M SALDO BC TC X TC M TC S BC
1980 47,878.83 65,499.69 - 17,620.86
1981 53,321.53 77,107.12 - 23,785.59 11.37 17.72 34.99
1982 65,350.02 47,920.54 17,429.48 22.56 - 37.85 - 173.28
1983 74,644.64 31,727.73 42,916.91 14.22 - 33.79 146.23
1984 78,939.28 37,377.57 41,561.71 5.75 17.81 - 3.16
1985 75,417.53 41,482.95 33,934.58 - 4.46 10.98 - 18.35
1986 78,804.21 38,337.56 40,466.65 4.49 - 7.58 19.25
1987 86,282.94 40,308.37 45,974.57 9.49 5.14 13.61
1988 91,255.41 55,109.19 36,146.22 5.76 36.72 - 21.38
1989 93,326.44 66,823.91 26,502.53 2.27 21.26 - 26.68
1990 96,728.13 80,018.15 16,709.98 3.64 19.74 - 36.95
1991 101,162.84 93,443.92 7,718.92 4.58 16.78 - 53.81
1992 102,866.19 112,937.41 - 10,071.22 1.68 20.86 - 230.47
1993 106,710.60 111,525.65 - 4,815.05 3.74 - 1.25 - 52.19
1994 116,095.98 131,315.41 - 15,219.43 8.80 17.74 216.08
1995 139,545.01 110,380.80 29,164.21 20.20 - 15.94 - 291.62
1996 161,101.82 129,673.11 31,428.71 15.45 17.48 7.76
1997 176,221.59 159,644.63 16,576.96 9.39 23.11 - 47.26
1998 189,254.41 183,278.86 5,975.54 7.40 14.80 - 63.95
1999 199,531.35 204,380.50 - 4,849.15 5.43 11.51 - 181.15
2000 222,610.31 245,862.65 - 23,252.34 11.57 20.30 379.51
2001 221,449.83 243,794.89 - 22,345.07 - 0.52 - 0.84 - 3.90
2002 222,327.04 246,739.46 - 24,412.42 0.40 1.21 9.25
2003 226,566.11 252,934.19 - 26,368.07 1.91 2.51 8.01
2004 264,647.52 283,820.24 - 19,172.71 16.81 12.21 - 27.29
2005 285,320.35 308,471.72 - 23,151.38 7.81 8.69 20.75
2006 285,320.35 308,471.72 - 23,151.38 - - -
2007 290,952.74 323,359.88 - 32,407.13 1.97 4.83 39.98

7
Un cálculo derivado de los estudios de Celso Garrido (2002:308), permite observar que en 1998 existen 26,112
empresas manufactureras, excluyendo a las microempresas, a esto habría que agregar que el número de grandes
empresas era de 2901, lo que representa una participación en el total de 11%, estos actores económicos son los
que tienen capacidad exportadora, de ellas no más de 300 son las grandes exportadoras, es decir, poco más del
2.0%, del total son las empresas integradas al mercado mundial, de las cuales el 98% están excluidas.

27
Cuadro 2. Balanza Comercial de México, 1980-2019
(Millones de dólares)
X M SALDO BC TC X TC M TC S BC
2008 287,992.47 333,970.85 - 45,978.38 - 1.02 3.28 41.88
2009 256,731.04 280,705.89 - 23,974.85 - 10.85 - 15.95 - 47.86
2010 314,142.28 328,581.15 - 14,438.87 22.36 17.06 - 39.77
2011 338,373.57 347,040.94 - 8,667.37 7.71 5.62 - 39.97
2012 360,450.88 365,838.64 - 5,387.76 6.52 5.42 - 37.84
2013 365,390.94 373,588.23 - 8,197.29 1.37 2.12 52.15
2014 390,904.19 395,699.33 - 4,795.15 6.98 5.92 - 41.50
2015 423,796.36 419,121.91 4,674.46 8.41 5.92 - 197.48
2016 438,986.37 431,062.12 7,924.25 3.58 2.85 69.52
2017 457,248.42 458,519.24 - 1,270.82 4.16 6.37 - 116.04
2018 484,409.85 485,473.51 - 1,063.66 5.94 5.88 - 16.30
FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco Mundial. https://datos.bancomundial.org/pais/mexico

Las cifras que proporciona (Garrido, 2002) muestran la forma en que se

instrumentaba la apertura comercial, la transformación de la economía mexicana

excluyó a la gran mayoría de los inversionistas y, desde luego, a la mayoría de la

población, dejando el Estado en un pequeño número de inversionistas ligados a las

industrias automotriz y electrónica el peso de la industria, que se reconfiguró para

servir a sus intereses.

Gráfica 4. Grado de apertura comercial


México 1980-2018

FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco Mundial.


https://datos.bancomundial.org/pais/mexico

28
De esta forma, las distintas acciones en torno al proceso de acumulación,

productividad, desarrollo tecnológico y las políticas económicas que tenían como

propósito la estabilidad y el crecimiento de la economía tendieron a conformar un

sector dinámico en la industria manufacturera, capaz de insertarse, de manera

eficiente, en el proceso de globalización encabezado por un pequeño núcleo de

empresas que hegemonizaban la actividad comercial con el exterior, con niveles

superiores al 80% de las exportaciones del país, (tal como se puede observar en la

gráfica 5) sin embargo, hay que aclarar que el boom exportador no era producto de

un alto crecimiento de la producción manufacturera en general, por el contrario

mientras tal sector mantenía tasas de crecimiento marginales, que apenas

rebasaban el 2.0%, como se puede apreciar en el cuadro 1 y la gráfica 1, la tasa de

crecimiento de las exportaciones manufactureras eran del 10% promedio anual,

esta aparente contradicción tenía varias vías para su explicación: la primera estaba

relacionada con el auge exportador que se localizaba en los sectores electrónicos y

automotriz. Respecto al primero, el cual se subdivide en la producción de

computadoras que, además era el más dinámico y el de componentes electrónicos,

la electrónica de consumo que aceleraba su crecimiento, a partir de 1994 y,

finalmente, el sector de equipo de telecomunicaciones que mantenía un nivel de

crecimiento inferior (Dabat, Ordóñez, 2009), el sector de productos metálicos

maquinaria y equipo, que por sí mismo generaba más del 60% de las exportaciones

totales. Cabe destacar que, son estas industrias en las que se implementó el cambio

tecnológico obligado por su inclusión en la economía mundial, sin embargo, este

desarrollo tecnológico se apreciaba de manera marginal en el conjunto de las demás

ramas del sector manufacturero.


29
Gráfica 5
Saldo balanza comercial México1980-2018

FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco Mundial.


https://datos.bancomundial.org/pais/mexico

Otro elemento que se debe destacar del desarrollo de las exportaciones e

importaciones es su sesgo, en el que la relación comercial predominante era con su

vecino del norte, aspecto que vulnera la autonomía de la economía mexicana, esto

puede ser mostrado al observar que las exportaciones del país, a partir del proceso

de desregulación y apertura comercial tendían a ser de forma predominante con

Estados Unidos, que captaba 80% de las exportaciones mexicanas, mientras que

las importaciones, aunque menores, rondaban 60% en promedio anual durante la

fase que iba de 1982 al 2018 (véase cuadro 3) que nos indica cómo a partir de la

firma del TLCAN la dependencia económica de México respecto a Estados Unidos

tendió a duplicarse en el caso de las exportaciones y a incrementarse de forma

significativa en el de las importaciones entre 1994 y 2013, aunque para 2018 su

nivel era prácticamente el mismo que el de 1981, rondando su participación un

porcentaje del 50 por ciento.

30
Esto a la par con la (IED), que también era predominantemente

estadounidense, de entre 50 y 60%, (véase cuadro 3), ya que muestra el grado de

dependencia de la economía mexicana respecto al país del Norte, de tal forma que,

el ciclo económico nacional, se encontraba asociado al comportamiento de la

economía estadounidense, lo que es de particular gravedad debido a dos factores:

el primero se estaba relacionado con la dependencia de la actividad económica o

las políticas económicas impulsadas por los Estados Unidos, lo que es

particularmente importante en el momento actual, pues la política proteccionista de

Donald Trump y su decisión de renegociar el TLCAN pone en la indefensión a la

economía mexicana; el segundo factor se encuentra relacionado con la persistente

pérdida de hegemonía estadounidense, lo que implica que al estar asociado con un

país que, cada vez se debilita más, frente a China y los países asiáticos y de Europa

Occidental, México tiende a debilitarse en la economía mundial.

Cuadro 3. Participación porcentual del comercio de México con Estados Unidos


1980-2018
Años Exportaciones Importaciones
1981 46 48
1994 85 69
2003 89 61
2013 81.5 55.7
2018 82.6 48.9
Fuente: Informe Anual del Banco de México, Varios años.

La otra parte que completa la ecuación del sector externo es el

comportamiento de las importaciones, respecto a esto se puede establecer que 90%

de las importaciones son canalizadas al sector manufacturero y que 55% son

encauzadas al sector que mantiene un gran dinamismo, es decir, a los productos

31
metálicos maquinaria y equipo y dentro de este sector a las industrias electrónica y

automotriz que mantienen niveles de importación elevados.

Las importaciones, al igual que las exportaciones, mantienen una lógica de

alto crecimiento, basta señalar que el valor del indicador pasa de 31,727.73

millones de dólares en 1983 a 458,519.24 millones de dólares en 2017 lo que

representa un crecimiento de 14.45 veces, su tasa de crecimiento promedio anual

es de 8.17%, un 2.7% (véase cuadro 2), en promedio superior al de las

exportaciones, lo cual explica, en parte, el crónico déficit de la balanza comercial de

la que es presa la economía mexicana, lo que se puede apreciar en la (gráfica 6),

donde se describe el comportamiento de ambos indicadores, además de que se

puede observar un crecimiento mayor de las importaciones respecto a las

exportaciones, lo que da como resultado un desequilibrio en la balanza comercial

(gráfica 5), que nos describe la actuación del este indicador, así mismo se puede

ver, que en los momentos de crisis se manifiesta un comportamiento superavitario,

explicable por la depreciación del tipo de cambio en los años de 1982, 1986 y 1994,

fenómeno obvio, causado por el encarecimiento de las importaciones y el

abaratamiento de las exportaciones, factores que equilibran y generan un superávit

en la balanza comercial. Contrario a lo anterior, en los años de estabilidad del tipo

de cambio, acompañados de la sobrevaluación de tal indicador el balance del

comercio con el resto del mundo se convierte en deficitario.

La actividad importadora que se sigue está en perfecta sincronía con los

objetivos depredadores del bloque gobernante, es decir, se privilegia la importación

de bienes intermedios, que la industria maquiladora y los grandes capitales

exportadores nacionales y extranjeros requieren para desarrollar sus procesos


32
productivos, mientras que la introducción de bienes de capital mantiene un bajo nivel

y se ubica en un promedio de 13% durante el período de 1994 al 2016.

Gráfica 6.Tasa de crecimiento anual de exportaciones e importaciones


México 1980-2017

FUENTE: Elaboración propia con datos de Banco Mundial.


https://datos.bancomundial.org/pais/mexico

Otro factor nada menor son los sectores más dinámicos en la importación de

mercancías, ya que están ligados al sector metálico, de maquinaria y equipo, tales

como la producción de equipos y aparatos eléctricos y electrónicos, además de la

industria automotriz.

En síntesis se puede concluir de forma provisional que a lo largo de los

últimos treinta y cinco años la economía ha sufrido grandes transformaciones que,

no necesariamente, la han llevado a cumplir los fines que la tecno burocracia

contempló: relanzar la estructura productiva, con el fin de lograr un crecimiento

superior a 5.0%, insertar a la economía mexicana, de manera eficiente, en el

33
proceso de globalización a través de incrementos sustanciales en la productividad

del trabajo y el capital, factores necesarios para el desarrollo de precios

competitivos, elementos todos ellos que se encuentran mediados por logros en

desarrollo de niveles tecnológicos acordes con la revolución científico técnica que

se inició en la década de los setenta.

Los resultados de este proceso son muy distintos, un pobre crecimiento de la

economía con una tasa de apenas 1.9%, promedio anual, el desmantelamiento del

mercado interno, producto de la depresión salarial y la baja generación de empleo,

elementos que inhiben la distribución del ingreso y deprimen el mercado interno.

Por si esto fuera poco, tal como ha quedado señalado, la desregulación

comercial originó el desarrollo de un sector externo excluyente, mismo que favoreció

a un puñado de productores ligados al sector externo, que de ninguna manera se

esforzaron por crear cadenas productivas y de valor que permitieran a la economía

mexicana pasar a un estadio de mayor progreso, lo que ocasionó un estancamiento

de la producción.

Ante el estancamiento económico en que ha estado sumida la economía

estos últimos 35 años, resulta indispensable desarrollar un proceso de

reestructuración económica, algo que, al parecer, es impensable, ya que no cuenta

con el impulso de una base técnica de producción, tampoco tiene acceso a las

nuevas tecnologías que son necesarias para acrecentar los niveles de

productividad, como condición necesaria para una reinserción más amplia de la

industria en la economía mundial (Dabat, 1992 y Rivera, 2001).

Para lograr estos propósitos es necesario atacar el frente externo, lo que

significa impulsar nuevas formas de cooperación que permitan acelerar el


34
aprendizaje tecnológico, con la finalidad de lograr procesos de fabricación, de

ampliación de las capacidades productivas y de control de calidad hasta llegar a

tareas de diseño, tal como lo han desarrollado un grupo de países emergentes:

China, India y los tigres asiáticos, para esto es necesaria la participación del Estado

porque es necesario impulsar el desarrollo del proceso de industrialización, esto

presupone el trabajo concertado con una amplia base social, que tiene como

intención el desarrollo del aprendizaje como tarea fundamental, para impulsar un

desarrollo científico y tecnológico; la participación del Estado debe dejar fuera la

especulación y las ganancias individuales, que llevarían a actos generalizados de

corrupción; se debe promover el desarrollo de empresarios privados que interactúen

con los inversionistas extranjeros, con el deseo de gestionar el traspaso del

conocimiento tecnológico; se deben crear sistemas para capturar el conocimiento

tecnológico de origen externo y difundirlo entre los connacionales, dicho

conocimiento debe adoptar formas genéricas; anular las externalidades

proporcionadas por las actividades asociadas al aprendizaje tecnológico y la

innovación. El Estado debe ser promotor del aprendizaje tecnológico, sin tomar el

protagonismo que les corresponde a las empresas, pues a ellas les corresponde

aplicar de forma productiva el conocimiento generado en el proceso de

transformación (Rivera, 2001).

Las transformaciones de la estructura económica, sin embargo, también

afectarán la estructura de clases, los patrones culturales para lo que se requerirán

nuevas formas de regulación estatal y de las formas del comportamiento social y

político, “Esto modificará la superestructura institucional” (Dabat, 1991).

35
Conclusiones

La crisis de 1982, obligó a la economía mexicana a dar un golpe de timón en su

desarrollo, lo que significó un proceso de desregulación económica, que implicó el

desmantelamiento del viejo proteccionismo instrumentado desde la segunda

posguerra, lo que representó la implementación de un proceso de apertura

comercial e integración de la economía mexicana a la mundial y su incorporación al

proceso de globalización, mediante la cancelación de los permisos previos de

importación, la reducción de las tarifas arancelarias y el desmantelamiento de la

estructura proteccionista.

Ante esto se inició la instrumentación de la apertura comercial a través de su

incorporación al GATT y la firma del TLCAN, que junto con una política de equilibrio

del gasto público impulsó la inversión privada dentro de la que destacó la externa

por medio de la flexibilización de la ley de inversiones extranjeras, que se modificó

de forma gradual a lo largo de los últimos 35 años, hasta lograr que los capitales

externos jugaran un papel más activo en la estructura de propiedad de las empresas

ubicadas en territorio nacional, mediante la nueva normatividad expresada en el

marco legal de la ley de Inversiones Extranjeras.

Estos cambios estuvieron acompañados de la transformación de la estructura

del sector externo, donde la producción manufacturera se convirtió en el sector

dominante, esto al desplazar a la industria petrolera, por lo que aunado al auge

exportador mantuvo tasas de crecimiento promedio anual de 10%, durante los

últimos 35 años, esto posicionó a este sector en el motor del crecimiento económico.

36
Sin embargo, la prosperidad del sector externo no se reflejó en la evolución

de la economía nacional, ya que el ascenso del sector manufacturero se dio solo en

sectores muy acotados: la producción automotriz y electrónica, por ejemplo,

excluyendo a la mayoría de las divisiones industriales, al no configurarse

mecanismos que impactaran al conjunto de las actividades productivas que

(inversión pública poco productiva, el desarrollo de cadenas de valor, la ineficiente

propagación de la tecnología que tiene como premisa la educación masiva, el

desarrollo de infraestructura moderna y la garantía de la propiedad, mediante el

respeto a la legalidad), estimularán de manera eficaz al mercado interno, sin

ninguna precondición el impacto del crecimiento del mercado externo limitó el

crecimiento de la economía.

El exiguo crecimiento de la producción manufacturera es el resultado de la

equivocada política de industrialización de la nueva fase inaugurada en la segunda

mitad de la década de los ochenta, que consistió en ceder a las empresas

extranjeras las áreas ligadas al desarrollo tecnológico, dejando a los inversionistas

nacionales las áreas con mayor atraso tecnológico, limitando con ello la posibilidad

de insertarse de manera eficiente en la economía mundial.

Los resultados macroeconómicos del proceso de apertura comercial son

poco alentadores tal como ya lo expresamos: el PIB crece a solo el 1.9 % promedio

anual a lo largo de los 35 años; mientras que el PIB per cápita mantiene un

crecimiento inferior al 1 %; la inversión pública y privada nacional pierde su

dinamismo y la inversión extranjera directa no fluye en la creación de nuevos

capitales en activo, se destina una gran magnitud de ella a inversiones en cartera y

37
a la compra de activos ya existentes, lo que inhibe la creación de nuevos proyectos

productivos, encadenamientos productivos y empleos; el enlentecimiento de la

inversión se manifiesta en la baja productividad del trabajo que durante el periodo

neoliberal es de 3.7% casi un punto porcentual inferior a la del periodo que la

antecedió.

En síntesis, los resultados son de estancamiento económico, a esto habría

que responder la pregunta inicial de ¿cómo explicar el alto crecimiento del sector

externo y el pobre desempeño de la economía?

La respuesta a la interrogante tiene un carácter multifacético: en primer lugar,

se observa un estancamiento de los productores vinculados al mercado interno, el

sector exportador no generó los empleos y salarios suficientes para sostener la

demanda interna, por el contrario, hay una reducción de dichos rubros, afectando la

posibilidad de desarrollo de la economía

Otro factor presente, como ya se expresó, es el escaso dinamismo de la

inversión en todas sus formas, que tienden a afianzarse en los sectores más

dinámicos, vinculados al sector exportador, que excluyen a los que forman parte del

mercado interno.

La redefinición del Estado desarrollista a un Estado mínimo implicó la

instrumentación de una política económica equivocada en donde las prioridades

fueron el control de la inflación, el equilibrio fiscal y la contención de la deuda

externa, elementos importantes, sin duda, para la estabilización de la economía,

pero que en poco estimulaban la prioridad fundamental, que tiene que ver con el

proceso de acumulación y el relanzamiento de la inversión pública y privada cuya

intención era el desarrollo productivo, para alcanzar niveles más altos de


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productividad y crecimiento, sin embargo se debió buscar el incremento de los

salarios para acrecentar la demanda que, a lo largo de todo este periodo, se

mantuvo contenida y jugó un papel que neutralizó las posibilidades de desarrollo.

Las importaciones juegan un papel desequilibrador del sector externo, debido

a que el auge importador impulsado por la demanda de bienes intermedios,

demandados por las industrias maquiladoras y desequilibro permanente de la

balanza comercial, mostró una tendencia importadora de las grandes empresas

ligadas al comercio mundial, de la misma manera inhibió el desarrollo de las

empresas nacionales e impidió la creación de cadenas de valor con sus efectos

negativos sobre el desarrollo tecnológico tan necesario en esta fase de la

producción mundial.

Finalmente la nueva fase de desarrollo acrecentó la dependencia de la

economía mexicana, respecto a Estados Unidos, lo que se expresó en que las

exportaciones, importaciones e inversión extranjera fueron predominantes, en

comparación con el vecino del norte, lo que resulta particularmente grave, debido a

que la hegemonía de este país está siendo mermada por el desarrollo de economías

como la China, la India o las de los países asiáticos, lo que implica que la

dependencia de la economía mexicana respecto a la norteamericana, la pone en un

estado de debilidad en el contexto internacional, a causa del cambio de la fase de

acumulación de capital que estuvo ligado al estancamiento económico.

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