La Muerte
La Muerte
La Muerte
INTRODUCCION
Así, Heidegger (2003: 282) describe la muerte como “la posibilidad más
propia del Dasein”. La muerte de los otros no deja lugar a dudas, para el filósofo
alemán, acerca de la muerte como tal, al menos no en el sentido existencial de
encarar y ser marcada por la nada que ello implica. Puedo sacrificarme para salvar
a alguien, pero no puedo todavía morir la muerte de él o ella, y él o ella no puede
morir la mía. La muerte, más bien, individualiza al Dasein, incluso más de lo que la
vida de Dasein lo hace: puedo compartir las opiniones de los demás, participar en
los rituales de otros, tomar las mismas decisiones, concebir pensamientos ya
enunciados o sentimientos proferidos por el resto, sin embargo, serán
internamente sentidos, experimentados e incluso universalmente expresados por
otros. Pero la muerte es propia, del mismo modo que la finitud traza una
temporalidad porque es mi futuro último, mi fin que singulariza radicalmente. Es
decir, Lo mismo del sí mismo, aquello que permanece irreemplazable en el morir,
no es lo que es, lo mismo como relación consigo en el sí mismo, antes de aquello
que lo relaciona con su mortalidad en cuanto que irreemplazabilidad.
Teilhard, nos presenta una idea sobre el sentido de la muerte, según la cual esta,
"no es un accidente sobrevenido de una manera fortuita: forma parte integrante,
por construcción, del proceso de la creación. Siguiendo el pensamiento de nuestro
autor debemos destacar la idea de la convergencia evolutiva de la humanidad que
apunta hacia un fin, como planificación y restauración. Dentro del pensamiento de
Teilhard, la Encarnación, y la Redención, forman parte integrante del designio
creador de Dios. El mundo es creado en el Verbo, y el Verbo se encarna para
llevar la creación a su término. Al encarnarse, el Verbo asume el pecado del
mundo, es decir, carga con ellos, mas no los experimenta. Cristo, por la Cruz,
asume la ley de toda creación. Por consiguiente "Creación, Encarnación y
Redención son indisociables. Estos tres misterios fundamentales del cristianismo
no aparecen ya sino como tres caras de un mismo misterio de misterios, el de la
Pleromizacion, esto es, la consumación de las promesas hechas en Jesucristo. En
otras palabras, el ser alcanza su plenitud en Cristo. Teilhard, presenta entonces
una cristología hacia la cual debe orientarse nuestro fin último. Cristo ha vencido a
la muerte. Por consiguiente "Cristomismo, es el centro de radiación de las
energías que reportan el Universo a Dios a través de su humanidad, las capas de
la acción divina nos llegan al cabo impregnadas de sus energías orgánicas "Para
Teilhard la historia de la cosmogenesis, de la biogenesis y de la antropogenesis,
se presenta como un esfuerzo de síntesis convergente hacia la existencia de un
fin último, al que Teilhard llama punto Omega. Este punto Omega se presenta al
termino del Fenómeno espacio temporal, pues el espacio-tiempo es
necesariamente de naturaleza convergente. Y toda esta convergencia apunta
hacia Cristo, que es en efecto el efectivo punto Omega en el que todo se
transfigura y transforma. Esta descripción que da Teilhard de la muerte, nos da a
entender que este mal es simplemente un obstáculo que se supera descubriendo
a Dios en él. Aquí converge todo el sentido de nuestra existencia. La muerte ya no
es un problema en el pensamiento de Teilhard, pues, por virtud de la Resurrección
de Cristo, nada hay que mate necesariamente. Así, nos dice, nuestro contacto con
las potencias de disminución se da en dos tiempos: "En el primer contacto con la
disminución no podríamos hallar a Dios de otro modo que detestando todo lo que
nos cae encima y haciendo cuanto esté en nuestra mano para esquivarlo. En un
primer momento pues, según nuestro autor, nuestro primer encuentro con las
pasividades ha de implicar que las rechacemos y luchemos contra ellas, "pues
nuestro padre que está en los cielos, exige que internos reducir al mínimo el mal,
(incluso el mal físico), que nos amenaza.
ANALISIS PERSPECTIVAS FILOSÓFICAS SOBRE LA MUERTE