Emociones Enric Corbera
Emociones Enric Corbera
Emociones Enric Corbera
Según el instituto Heartmath: “Las emociones afectan a nuestro cuerpo a través del
campo magnético, y la idea es que despertáramos a una conciencia total en donde
una gran cantidad de personas se centren en sanar sus campos magnéticos, y de
esta forma fortalecer el campo magnético terrestre.”
Hay una frase que dice "Razonar es buscar razones para seguir pensando lo que ya
pensaba", todas las formas de ver el mundo son funcionales y adaptativas si
propician nuestro bienestar. Si no nos hacen ser felices cabría preguntarse ¿en qué
me sigo engañando para no ser feliz?
"Lo que vemos, oímos y sentimos se basa en lo que esperamos ver, oír y sentir”.
Susana Martínez-Conde.
Aprender a desaprender
¿Te cuesta deshacerte de viejas creencias? ¿Hay
partes de ti mismo que te gustaría cambiar pero se
resisten? En ocasiones para poder desarrollar otra
forma de ver nuestra vida, primero debemos aprender a
desaprender.
A lo largo de nuestra vida hemos aprendido muchísimas cosas, tanto en casa como
en la escuela. Hemos acumulado información sin filtrar, sin pararnos a distinguir
lo que nos sirve de lo que no nos sirve, lo que nos hace felices de lo que
simplemente nos ayuda a sobrevivir.
Y llega un momento en que, por las circunstancias que sean, nos encontramos en
un punto de inflexión, en un momento de balance de nuestra propia vida en el que
nos empezamos a cuestionar ciertos aprendizajes, algunos hábitos y muchas
inercias. Generalmente, llegamos a un momento así por un accidente, por una
enfermedad o por una experiencia dolorosa. Sabemos que necesitamos nueva
información, nuevas fuentes de inspiración, pero ¿por dónde empezar?
Además ¿Cómo es que lo que sabemos ya no nos sirve? Si hasta ahora hemos
funcionado de una manera, ¿Por qué ponemos en duda nuestra manera de
hacer las cosas? El simple hecho de hacernos estas preguntas nos convoca a una
mirada interior que, tal vez, hasta el momento no hayamos hecho o para la que
todavía no hemos encontrado respuestas. Cuando nos cuestionamos a nivel
personal estamos dudando de todo nuestro sistema e incluso de nuestras
relaciones.
Dejarnos de identificar con lo aprendido, cuestionar su
eficacia y preguntarnos qué hay de nosotros mismos en
nuestra conducta es el primer paso para integrar nueva
información.
Imaginemos por un momento que escribimos palabras nuevas en un cuaderno
encima de páginas ya escritas. En lugar de tener un nuevo texto, lo que
conseguiremos será una serie de garabatos ilegibles y confusos que, lejos de
ser una nueva información, nos impedirán la comprensión y la lectura.
Por ello es fundamental tener en cuenta que, incluso más importante que
aprender algo nuevo, es entender que nuestra forma de ver el mundo es
opcional y aprendida. Es muy complicado agregar información en espacios ya
ocupados. Antes de escribir nueva información tendremos que despejar el
cuaderno. Siguiendo con esta analogía, dice el psiquiatra húngaro Thomas Szasz
que “«borrar» un pensamiento requiere más de valentía que de inteligencia”.
Sería como soltar un flotador que un día necesitamos para sobrevivir pero que, con
el tiempo, la maduración y, sobre todo debido al cambio de circunstancias, ya no
necesitamos más.
Por ello se trata de agradecer toda la información recibida como recurso para la vida
y valorar lo aprendido para poder seguir creciendo. Al comprender la intención
positiva de lo que nos enseñaron es cuando entramos en contacto con
nosotros mismos, dejamos de culpar y juzgar, y estamos preparados para
transformarlo.
Pongamos un ejemplo, una persona lleva toda su vida priorizando el trabajo a todo
lo demás, considerando que antes que la familia o el ocio, el trabajo es lo primero.
Un día decide que quiere cambiar su orden de prioridades, viajar más, pasar más
tiempo con los suyos… como esto es lo que desea, empieza a actuar en
consonancia, empieza a «hacer» todo aquello que considera acorde a su nueva
forma de ver su vida. Sin embargo, hay una parte que le inquieta, tiene
pensamientos llenos de juicio hacia sí mismo, hay facetas muy profundas de su ser
que le hacen sentir incómodo.
De hecho, este nuevo sistema de creencias que elegimos, algún día también
quedará obsoleto, y debemos estar preparados para soltarlo cuando llegue ese
momento, agradeciendo todo aquello que nos trajo. Esto es poner nuestro
intelecto, nuestra mente y nuestra conciencia a nuestro servicio, y no al revés.
“En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras
que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe.”
Solemos poner fuera de nosotros la referencia de nuestra valía, valemos «lo que
nos dicen los demás que valemos». Sin embargo, es necesario recuperar ese
poder, ser capaces de desarrollar la capacidad de valorarnos desde dentro de cada
uno de nosotros. A continuación proponemos 5 claves para fomentar nuestra
autoestima:
● Dejar de esperar: Cuando pasamos épocas «de bajón» esperamos que algo
o alguien venga a rescatarnos con una palabra, con un gesto o con una
llamada. Si este periodo de tiempo se alarga puede que vivamos el día a día
a la espera de señales que nos envíen los demás. El reto es levantarnos por
la mañana sabiendo que vamos a gestionar la jornada que tenemos delante
solo por nosotros mismos, sin esperar que nada ni nadie resuelva nuestras
cosas. Con la certeza de que somos mucho más grandes que nuestros
problemas.
● Perdonarnos si volvemos a caer en nuestra inercia de exigir a los demás
que nos reconozcan en aquello en que nosotros mismos no nos apreciamos.
El perdón nos aleja de la culpa por todo lo que hicimos o lo que no hicimos, y
podemos volver a empezar. Al perdonarnos a nosotros mismos nos liberamos
de nuestro propio dedo acusador y liberamos a las personas que nos rodean
de nuestra demanda de atención. Alcanzar la madurez emocional pasa por
dejar de juzgarnos continuamente.
● Darnos permiso para ser lo que queremos ser y que hasta el momento no
nos hemos permitido ser. Recuperar ese niño o niña interior que en su
momento, y por las circunstancias que fueran, no pudo desarrollar sus
propias habilidades ni perseguir sus propios sueños. Generar el escenario
necesario para conectar con nuestro propio talento con la seguridad de que
nuestra misión en esta vida es justamente desarrollar lo que cada uno tiene
dentro de particular.
● Vivir el presente sin relacionarlo continuamente con el pasado. Lo que en su
día sucedió es lo que nos ha traído hasta aquí tal y como somos ahora. Y si
nos resulta inevitable comparar el presente con el pasado e incluso,
proyectarlo al futuro, que sea desde el agradecimiento a todas las
experiencias. Con la convicción de que todas las situaciones que hemos
pasado forman parte de nuestro camino particular para llegar a este momento
de reencuentro con nuestra esencia más profunda.
● Compartir lo que tenemos. Sea cual sea nuestra habilidad, nuestro talento o
nuestra chispa es fundamental no guardárnosla para nosotros. Ser valientes,
generosos y compartir todo nuestro potencial con las personas con las que
estemos en cada momento. Solo así vamos a permitir que crezca y se
desarrolle sin apenas esfuerzo, solo así vamos a dejar de exigir atención a
los demás para pasar a ofrecerles sin condiciones lo que sabemos hacer.
“Yo me quería un poco más a mí mismo que al principio del viaje y el mundo, contra
toda razón, me pareció benévolo ese día.”
Una pregunta a tener en cuenta cuando sientas que dependes de algo o alguien es,
¿qué consigues a través de esa relación? ¿qué parte de ti mismo/a has
delegado fuera? ¿a quien has hecho cargo de lo que siempre fue tu
responsabilidad?. Siguiendo con la analogía del bebé que se cae, ¿a quien miro
cuando me sucede algo y no sé cómo me he de sentir?
“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar
por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no
admite representantes.”
Jorge Bucay.
¿Cuál es el origen de la
soledad?
¿Alguna vez te has sentido solo/a? ¿Te has
preguntado qué hay detrás de este sentimiento?
¿Cómo podemos cambiarlo?
El concepto de soledad ha sido siempre fruto de debate y discusión a lo largo de la historia.
Actualmente, con el uso de nuevas tecnologías podemos comprender mejor qué efectos
fisiológicos pueden estar estrechamente relacionados con este sentimiento. Por ejemplo, el
doctor John T. Cacioppo investigó cómo afectaba la soledad en la expresión genética y obtuvo
resultados muy interesantes:
Dividió una muestra de 230 personas en dos grupos, uno donde incluyó las
personas que referían sentir soledad y en otro aquellos que decían sentir apoyo
social. Observó drásticas diferencias en 200 genes, estos genes estaban
relacionados con reacciones antivíricas y producción de anticuerpos. El grupo que
sentía soledad mostraba una llamativa menor actividad en la expresión de
estos genes mientras que el grupo que decía sentirse apoyado mostraba una
actividad muy superior.
La dureza con la que juzgamos los errores de los demás y la falta de confianza que
mostramos a las personas que nos rodean serán factores determinantes que
influirán en esta sensación de soledad. Soledad no es estar solo, soledad es
estar completamente desconectado de uno mismo. Es un rechazo hacia el
propio ser que se manifiesta en el rechazo hacia los demás.
Así, podríamos concluir que la soledad puede ser en realidad una oportunidad
que nos brinda la vida para conectarnos con nosotros mismos, aprender a
respetarnos y conectar con nuestra esencia. Toda relación sana y constructiva
parte de dos seres humanos capaces y autónomos. En muchas ocasiones
necesitamos mirar hacia dentro, conectar con nosotros y reconocernos para saber
que, en realidad, estar “solo/a” es una elección.
Los supervivientes eran un grupo bien definido y todos ellos habían vivido un
periodo muy concreto de desnutrición. El excelente mantenimiento de los
registros holandeses ha permitido seguir los efectos a largo plazo de la hambruna y
sus resultados han sido sorprendentes. Uno de los primeros aspectos que se
estudió, fue el efecto de la hambruna en el peso al nacer de los niños que habían
estado en el útero durante ese periodo de tiempo “Si la madre había estado bien
alimentada alrededor del momento de la concepción y desnutrida sólo durante los
últimos meses de embarazo, su bebé tenía probabilidades de nacer con poco peso.
Si, por el contrario, la madre sufrió desnutrición durante los primeros tres meses de
embarazo era probable que el bebé tuviera un peso anormal”.
Hasta aquí el registro ofrece datos lógicos. Pero los epidemiólogos pudieron
estudiar estos grupos de bebés durante décadas y encontraron que los bebés que
nacieron pequeños, siguieron así toda su vida: podían comer lo que quisieran
y nunca engordaban, “sus cuerpos nunca se recuperaron de los primeros tiempos
de desnutrición”. En cambio, los niños que habían sido desnutridos solamente al
principio del embarazo tenían índices de obesidad más altos de lo normal y
otros problemas de salud añadidos. A pesar de que al nacer parecieron
perfectamente sanos.
Y aún más: “algunos de estos efectos parecen estar presentes en los hijos de este
grupo, es decir, en los nietos de las mujeres malnutridas durante los tres primeros
meses de su embarazo”. Esto plantea la cuestión de cómo los efectos siguieron a
las generaciones posteriores.
“Si los genes fuesen palabras sueltas, la epigenética representa los puntos, comas y demás
signos de ortografía que nos permite entender una secuencia.”
Manel Esteller
¿Qué es tomar conciencia?
Con el tiempo nos damos cuenta de que repetimos
patrones en las relaciones, en el trabajo o en cualquier
otro ámbito y no sabemos por qué. Tomar conciencia es
comprender los aparentes sinsentidos de la vida.
Más de una vez nos hemos visto atrapados en situaciones que nos parece haber
vivido antes. Sin embargo, las repetimos. Es como si hubiera un mecanismo interno
que nos lleva a vivir en un bucle, haciendo las mismas cosas, generando los
mismos pensamientos. Parece que no nos sirve de nada saber que no nos
beneficia.
Las situaciones que vivimos están directamente relacionadas con situaciones que
ya hemos vivido en algún momento anterior de nuestra vida y con situaciones que
vivió alguno de nuestros ancestros. Estamos procesando una información que es
propia de nuestro clan. Es como si sintiéramos el mismo sufrimiento que nuestros
antepasados en algún momento en el que temieron por su supervivencia cuando, en
realidad, nosotros no estamos en una situación que ponga en peligro nuestra vida.
Vivimos la misma emoción en un escenario distinto.
Tomar conciencia es hacer emerger esa información que está en nuestro interior y
comprender que estamos viviendo igual que lo hacían nuestros padres y nuestros
abuelos. A pesar de que nuestra circunstancia es diferente resolvemos las
situaciones de la misma manera.
Al tomar conciencia comprendemos para qué vivimos lo que vivimos. Lo único que
tenemos que hacer es aprender que las situaciones que vivimos en nuestra vida son
una oportunidad para crecer en nuestra experiencia de vida. Al tomar conciencia
dejamos de pensar y empezamos a hacer. Comprender lo que no tiene
explicación nos da paz y esa paz contribuye de forma muy clara a nuestro bienestar
emocional.
“Para ser diferentes de lo que somos, debemos tener cierta conciencia de lo que
somos.”
Eric Hoffer
Marta Butjosa, profesora y madre de dos hijos, nos plantea una pregunta fundamental: ¿Y si tus
hijos no fueran tuyos? ¿Y si se nos hubiera confiado su educación por un tiempo? ¿Haríamos lo
mismo que estamos haciendo? Nos propone ser conscientes de que “como padres, la realidad
que observamos no es “la realidad”, es nuestra realidad”. No podemos confundir nuestra
experiencia con la de nuestros hijos e hijas.
Nos dice que el primer paso para relacionarnos con ellos es ser responsables de nosotros
mismos. De esta manera no les cargaremos con “nuestros temas pendientes” y les podremos
permitir “ser como son y desplegar al máximo su personalidad, sus talentos y su vida». Este
libro es una herramienta para aprender lo que los hijos nos muestran de nosotros
mismos.
Las psicólogas Adele Faber y Elaine Mazlish aseguran que “cuando los niños se sienten bien se
portan bien”. Entonces, la cuestión es: ¿Cómo hacer que nuestros hijos e hijas se sientan
bien? Especialmente cuando nuestro día a día genera una dinámica cargada de órdenes, de
reproches y de castigos que, se supone, sirven para conseguir hacer todo lo que tenemos que
hacer: ir al colegio, realizar actividades extraescolares, mantener ordenada la casa, etc, etc.
Nos proponen ser muy concretos para comunicarnos: describir el problema, “hay una toalla
mojada encima de la cama”; dar información, “las toallas se dejan en el cuarto de baño”; decirlo
con una sola palabra “la toalla!” y expresar nuestras razones “no quiero dormir en una cama
mojada”. En el libro encontramos muchísimos ejemplos para no perder los nervios ante
sus sentimientos negativos, su frustración o su ira y nos ofrece recursos para expresar
nuestro enojo sin ser agresivos e incluso para encontrar alternativas al castigo.
En este libro descubriremos “cómo aprenden, cómo controlan sus pensamientos y acciones,
cómo planifican sus actividades, cómo autorregulan sus emociones y cómo piensan en sus
interacciones con los demás”. Sabemos que aumentar nuestro nivel de comprensión es
fundamental para poder establecer un nivel de comunicación más empático, más asertivo y más
eficaz con nuestros hijos e incluso con nosotros mismos.
“Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en los bancos de memoria de nuestros hijos.”
Charles R. Swindoll.
Una pregunta a tener en cuenta cuando sientas que dependes de algo o alguien es,
¿qué consigues a través de esa relación? ¿qué parte de ti mismo/a has
delegado fuera? ¿a quien has hecho cargo de lo que siempre fue tu
responsabilidad?. Siguiendo con la analogía del bebé que se cae, ¿a quien miro
cuando me sucede algo y no sé cómo me he de sentir?
En lugar de pararnos un momento a observar nuestra propia necesidad y usarla
para conocernos, buscamos compulsivamente la manera de llenarla para silenciarla
de una vez por todas. Nos engañamos pensando que hemos arreglado nuestro
problema por una satisfacción inmediata que viene de fuera (un abrazo, una
palmadita en la espalda o un rato de atención) en lugar de utilizar ese momento
para ver qué hay de nosotros expresándose en esa necesidad. Es decir, Buscamos
bienestar sacrificando el Bienser.
“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar
por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no
admite representantes.”
Jorge Bucay.
La relación entre cada uno de los padres y sus hijos/as es única en todas las
interacciones humanas. Ninguna de las relaciones que vamos a tener en el futuro va
a tener el mismo nivel de influencia mutua. En su estructura más básica influye
en la salud, el bienestar y la supervivencia de la especie. Lo ideal sería que “la
relación emocional, que co-construyen permita al niño, más allá de sobrevivir,
prosperar y alcanzar su potencial completo”.
Sin embargo, nadie nos ha enseñado a ser padres y todos hemos aprendido a
ser hijos en función de los padres que hemos tenido. Actualmente se está
tratando de suplir este déficit a través de distintas instituciones como la Universidad
de Padres, de iniciativa privada y propuesta por el filósofo José Antonio Marina para
acompañar a los padres en las diversas etapas del desarrollo de los hijos y con el fin
de encontrar el talento individual de cada uno.
Paulo Freire.
La proyección de la sombra
Cuando nos sentimos atacados, cuando nos molesta
algo de alguien estamos viendo la proyección de
nuestra propia sombra
Carl Gustav Jung (1875-1961) psicólogo y médico psiquiatra suizo, dedicó toda su
carrera al estudio de la psique humana. A lo largo de sus numerosos ensayos fue
desarrollando primero, su “Psicología Analítica” y, más tarde, lo que denominó
“Psicología Compleja”. Jung habla de la psique y no de la mente, porque, según él,
la psique abarca todos los procesos de la mente, los conscientes y los
inconscientes.
Podemos decir también que tenemos creencias-sombra que son las que controlan
nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros comportamientos. Cada
experiencia de la vida es una oportunidad de elegir de nuevo, una oportunidad de
enmendar viejos errores que nos permite crecer, experimentar y desarrollarnos.
Carl G. Jung.
Nisargadatta Maharaj (Bombay, 1897 - 1981) conoció a los 34 años a quien sería su
gurú, Sri Siddhararneswhar Maharaj y este encuentro le cambió la vida para
siempre. No tenía ningún yoga, sistema de filosofía o religión que ofrecer o predicar.
Todo lo que sabía y experimentaba era la naturaleza del ser. Cuando hablaba lo
hacía desde el conocimiento directo y decía que él solo contaba su propia historia.
No necesitaba ninguna prueba para sus palabras, ni ninguna autoridad que las
respaldara y cuando alguien le hacía una pregunta le instaba a que hablara desde
su propia experiencia y que no citara lo que otros han dicho.
En su libro “Yo soy eso” nos dice que para saber lo que somos primero debemos
saber lo que no somos. “Descubra todo lo que usted no es: el cuerpo, los sentidos,
los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o aquello. Nada, concreto o abstracto
que usted pueda percibir, puede ser usted. El propio hecho de percibirlo muestra
que usted no es eso que percibe”. Es decir, es como si no pudiéramos nombrar lo
que somos y solo nos podemos acercar a la esencia nombrando lo que no somos, y
en esa lista interminable de lo que no somos, nos descubriremos ilimitados.
“Usted no puede ser algo perceptible o imaginable. Y sin embargo, sin usted, no puede haber
percepción ni imaginación”.
Nisargadatta Maharaj.
Nos «juntamos» con esa persona para desarrollar aquel aspecto que necesitamos.
Sin embargo, precisamente esos aspectos que inicialmente nos enamoran
pueden ser los que más adelante no soportamos y nos molestan. La locuacidad
acaba siendo juzgada como verborrea, la firmeza como frialdad, el intelectual acaba
siendo un“sabelotodo” y aquel de quien nos atraía su ternura lo acabamos viendo
como débil... esto se produce bien porque no acabamos de integrar esa faceta en
nosotros y la juzgamos, o bien porque ya la hemos integrado y consideramos que
no necesitamos a esa persona para seguir nuestro camino. Tomar conciencia de
esto no significa tener que dejar a la pareja, al contrario, podemos optar por
evolucionar con ella.
2. Ser coherente.
Vivir poniendo atención a si lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos va
en la misma dirección. La Bioneuroemoción nos propone evitar hacer cosas que no
nos gustan por querer complacer al otro o, lo que es lo mismo, evitar empezar a
hacer cosas que no nos gustan sólo porque creemos que así el otro va a querer
estar con nosotros. Es importante mantener la individuación, darnos permiso para
seguir siendo nosotros mismos compartiendo la vida al lado de alguien que, a
su vez, se da permiso para seguir siendo él o ella misma.
Si en algún momento detectamos que esto no es así, nos podemos preguntar ¿Qué
es una pareja para mí? ¿Para qué queremos una pareja? ¿Para no estar solo/a?
¿Para no aburrirnos? ¿Para tener a alguien que nos cuide?, etc. Es fundamental
cuestionarnos continuamente para detectar nuestras propias incoherencias,
así, dejaremos de querer cambiar al otro para centrarnos en nuestra propia
evolución.
“Las personas que disfrutan relaciones satisfactorias y estables son seres equilibrados. No
andan en busca de alguien que "llene un hueco". Reconocen su propia valía”.
Andrew Matthews
Bienser: el verdadero
bienestar
Las palabras no reflejan lo que verdaderamente somos,
ni lo que podemos llegar a ser. Cuando nos definimos,
limitamos una parte de nuestra personalidad. A
continuación veremos en qué se diferencian los
conceptos “ser” de “estar” y por qué es tan importante
saber cuándo usar adecuadamente cada palabra.
Desde que somos niños vamos atribuyéndonos las características que los demás
ven en nosotros. Las expectativas, prejuicios y proyecciones de nuestros padres
primero. Más tarde, nos identificamos con los comportamientos que nos hacen
encajar en una cultura determinada en general y también en un grupo social en
particular.
Para alcanzar este «bienser» es necesario vivir sin temer ni juzgar el malestar,
ya que uno sería inconcebible sin el otro.Transitar entre estados sin apegarse a
ninguno es lo que nos hace libres, lo que nos permite crecer, aprender y
evolucionar. Quizás la clave sea entender que soy mucho más de lo que
pienso, digo o hago, este puede ser el primer paso hacia la integración del ser.
“Cuando más tiende una cosa a ser permanente, más tiende a carecer de vida”.
Alan Watts
Ser lo que somos.
Nisargadatta Maharaj (Bombay, 1897 - 1981) conoció a los 34 años a quien sería su
gurú, Sri Siddhararneswhar Maharaj y este encuentro le cambió la vida para
siempre. No tenía ningún yoga, sistema de filosofía o religión que ofrecer o predicar.
Todo lo que sabía y experimentaba era la naturaleza del ser. Cuando hablaba lo
hacía desde el conocimiento directo y decía que él solo contaba su propia historia.
No necesitaba ninguna prueba para sus palabras, ni ninguna autoridad que las
respaldara y cuando alguien le hacía una pregunta le instaba a que hablara desde
su propia experiencia y que no citara lo que otros han dicho.
En su libro “Yo soy eso” nos dice que para saber lo que somos primero debemos
saber lo que no somos. “Descubra todo lo que usted no es: el cuerpo, los sentidos,
los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o aquello. Nada, concreto o abstracto
que usted pueda percibir, puede ser usted. El propio hecho de percibirlo muestra
que usted no es eso que percibe”. Es decir, es como si no pudiéramos nombrar lo
que somos y solo nos podemos acercar a la esencia nombrando lo que no somos, y
en esa lista interminable de lo que no somos, nos descubriremos ilimitados.
“Usted no puede ser algo perceptible o imaginable. Y sin embargo, sin usted, no puede haber
percepción ni imaginación”.
Nisargadatta Maharaj.
Nisargadatta Maharaj (Bombay, 1897 - 1981) conoció a los 34 años a quien sería su
gurú, Sri Siddhararneswhar Maharaj y este encuentro le cambió la vida para
siempre. No tenía ningún yoga, sistema de filosofía o religión que ofrecer o predicar.
Todo lo que sabía y experimentaba era la naturaleza del ser. Cuando hablaba lo
hacía desde el conocimiento directo y decía que él solo contaba su propia historia.
No necesitaba ninguna prueba para sus palabras, ni ninguna autoridad que las
respaldara y cuando alguien le hacía una pregunta le instaba a que hablara desde
su propia experiencia y que no citara lo que otros han dicho.
En su libro “Yo soy eso” nos dice que para saber lo que somos primero debemos
saber lo que no somos. “Descubra todo lo que usted no es: el cuerpo, los sentidos,
los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o aquello. Nada, concreto o abstracto
que usted pueda percibir, puede ser usted. El propio hecho de percibirlo muestra
que usted no es eso que percibe”. Es decir, es como si no pudiéramos nombrar lo
que somos y solo nos podemos acercar a la esencia nombrando lo que no somos, y
en esa lista interminable de lo que no somos, nos descubriremos ilimitados.
“Usted no puede ser algo perceptible o imaginable. Y sin embargo, sin usted, no puede haber
percepción ni imaginación”.
Nisargadatta Maharaj.
Alan Watts (Londres, 1915 – California, 1973), fue filósofo, sacerdote anglicano,
escritor y conferenciante experto en religión. A través de sus numerosos libros y
artículos popularizó las filosofías asiáticas en occidente. Se interesó por el budismo
Zen, el taoísmo, el cristianismo, el hinduismo y obtuvo un doctorado honoris causa
por la Universidad de Vermont en reconocimiento a su contribución al campo de las
religiones comparadas. En su libro El Camino del Tao nos dice: “El hombre del Tao
vive en el Tao como el pez en el agua. Si intentamos enseñarle al pez que el agua
está físicamente compuesta por dos partes, una de hidrógeno y otra de oxígeno,
éste se ahogará de risa”.
Watts nos recuerda que vivimos ignorando que todos compartimos un espacio igual
que los peces comparten su medio, el agua, sin saber nombrarla. Para el autor “el
espacio y mi conocimiento del universo son lo mismo”. Sin embargo, al intentar
analizar cómo vivimos descomponemos cualquier objeto de estudio en partes y, en
consecuencia, proyectamos una imagen mecánica de su estructura. “La naturaleza
no posee ‘partes’ excepto las que determinan los sistemas humanos de
clasificación. El Tao es todo y es nada, no se puede nombrar igual que “no oímos a
la naturaleza jactarse de serlo”.
Sin embargo, vivimos poniendo adjetivos a esta dualidad y clasificando lo que nos
sucede como bueno o malo según se corresponde con la convención establecida. El
siguiente cuento taoísta lo ilustra perfectamente: “Había un campesino cuyos
caballos huyeron. Aquella tarde, los vecinos se reunieron para compadecerse de él
puesto que había tenido tan mala suerte. Él dijo: «Puede ser». Al día siguiente los
caballos regresaron trayendo consigo seis caballos salvajes y los vecinos lo
felicitaron por su buena suerte. Él dijo: «Puede ser». Entonces, al día siguiente, su
hijo intentó ensillar y montar uno de los caballos salvajes, fue derribado y se quebró
un brazo. Nuevamente los vecinos fueron a expresar su compasión por la desgracia.
Él dijo: «Puede ser». Un día más tarde, los oficiales de reclutamiento llegaron al
pueblo para llevarse a los hombres jóvenes al ejército; pero como tenía un brazo
roto, su hijo fue excluido. Cuando los vecinos le comentaron cuán favorable se
había tornado la situación, él dijo: «Puede ser». La concepción yin-yang del
mundo es serenamente cíclica.
Enric Corbera.
La proyección de la sombra
Cuando nos sentimos atacados, cuando nos molesta
algo de alguien estamos viendo la proyección de
nuestra propia sombra
Carl Gustav Jung (1875-1961) psicólogo y médico psiquiatra suizo, dedicó toda su
carrera al estudio de la psique humana. A lo largo de sus numerosos ensayos fue
desarrollando primero, su “Psicología Analítica” y, más tarde, lo que denominó
“Psicología Compleja”. Jung habla de la psique y no de la mente, porque, según él,
la psique abarca todos los procesos de la mente, los conscientes y los
inconscientes.
Podemos decir también que tenemos creencias-sombra que son las que controlan
nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros comportamientos. Cada
experiencia de la vida es una oportunidad de elegir de nuevo, una oportunidad de
enmendar viejos errores que nos permite crecer, experimentar y desarrollarnos.
Carl G. Jung.
¿Cuál es el origen de la
pasión en pareja?
¿Has sentido alguna vez que no pudiste continuar
una relación porque “se acabó el amor”? ¿Culpas a
tu pareja por no estar a la altura de lo que esperabas
o te sientes culpable por no cumplir sus
expectativas? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del
amor y la pasión?
En las primeras fases del enamoramiento sentimos una profunda admiración por la
otra persona. Sin embargo, no es al ser humano que tenemos delante al que
estamos admirando, sino a una imagen interna que representa ciertas
características que necesitamos integrar. Es decir, la pasión no tiene tanto que
ver con la persona que tenemos delante, sino con nuestra manera de
percibirla y las expectativas que tengamos al respecto. Y, a su vez, estas
expectativas están condicionadas por nuestras creencias, carencias y necesidades.
Mantener viva la pasión implica, por una parte, comprender que aquello que ves en
tu pareja, tanto lo que admiras como lo que rechazas, son cualidades que no
reconoces como propias y que, gracias a esa persona, puedes recuperarlas para
completarte. El miedo a la pérdida o al fin de la relación es una ilusión del ego.
Toda relación es pasajera, porque todas y cada una de las relaciones que
establecemos en la vida siempre tendrán un fin. Pero, al mismo tiempo, toda
relación es eterna, pues cada una nos aporta algo que formará parte de nosotros
para siempre. Independientemente de lo que dure, lo importante es la calidad del
vínculo y su capacidad para conocernos, aprender y evolucionar.
“El amor hace que quieras ser una persona mejor. Vale, de acuerdo. Pero a lo mejor
el amor, el verdadero amor, te autoriza para ser simplemente la persona que eres.”
Gillian Flynn