Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

El Pez Que No Quiso Evolucionar

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 9

Prólogo a la nueva edición

Este libro nació, como tantas cosas, por casualidad. Eso sí,
como tantas veces se ha dicho respecto al factor suerte en
referencia a los escritores con éxito en ventas, la suerte exis-
te… ¡pero te tiene que pillar escribiendo!
Pues algo así ocurrió. Hace unos años, cuando apenas yo
escribía algunos artículos en la prensa especializada, coinci-
dí en el pequeño aeropuerto que da servicio a San Sebastián,
una preciosa ciudad del norte de España, con Juan Carlos
Cubeiro, prestigioso experto en management, y uno de los
más reconocidos conferenciantes y escritores del campo em-
presarial en España. Por entonces no nos conocíamos perso-
nalmente, tan sólo le había visto en alguna de sus múltiples
e interesantes comparecencias. Al verlo en la cola para acce-
der al avión estuve tentado de acercarme y saludarle, pero
justo en ese instante comenzó el embarque y dejé pasar la
ocasión. Pero azares del destino dispusieron que eso no aca-
bara ahí. Grande fue mi sorpresa, cuando ya estaba sentado
en mi butaca, ver que quien venía a ocupar el asiento conti-
guo era ¡Juan Carlos!
Evidentemente ya no cabían excusas. En cuanto se sentó
aproveché para presentarme y así poder darle alguna palabra
amable respecto a sus artículos, libros y ponencias. Pero en
cuanto dije el correspondiente: «Buenos días, ¿eres Juan Car-

9
EL PEZ QUE NO QUISO EVOLUCIONAR

los Cubeiro, verdad? Soy Paco Muro…» no me dejó conti-


nuar y me soltó entusiasmado: «¡Hombre, tenía ganas de co-
nocerte, te leo mucho y me gusta mucho lo que escribes!» Eso
me dejó un tanto bloqueado y pensé: «Un momento, ¿cómo
que él me lee mucho a mí?, si era yo el que le tenía que decir
eso». Comenzamos una agradable conversación y finalmente
me animó a que transformara mis artículos en un libro.
Ese empujón fue el que necesitaba para decidirme a ha-
cer una realidad que me rondaba por la cabeza aunque re-
conozco que no tenía mucha fe en que mis escritos interesa-
ran a nadie. Pero ante tamaño espaldarazo ya no había
dudas, y así nació la idea de crear esta obra que sin ese en-
cuentro nunca sabremos si hubiera visto la luz. La idea era
juntar una serie de reflexiones para confeccionar un libro
ágil y sencillo para regalar a clientes y amigos. Y digo rega-
lar porque tenía la idea clara: «¿Quién iba a comprar una
obra mía, si es sólo una serie de historias sencillas?»
Cuál fue mi sorpresa cuando esa sencillez se convirtió
precisamente en el factor de éxito de este libro, e incluso de
que el siguiente «Ir o no ir» (también publicado por Empre-
sa Activa) se convirtiera igualmente en un superventas. Lo
de ver este libro traducido a varios idiomas, entre ellos ¡el
chino complejo!, ya es de ciencia ficción. Aproximadamente
250.000 ejemplares vendidos por todo el mundo en ocho
idiomas diferentes, o haber figurado en el TOP 5 en las listas
de libros de no-ficción más vendidos en lugares tan distantes
como Colombia o Japón ya ha sido algo inimaginable, que
me llena de satisfacción.
Cada e-mail recibido desde algún rincón del mundo con
un comentario, o agradeciéndome las ideas del libro me han

10
Prólogo a la nueva edición

emocionado. No creo ser merecedor de tanto respeto y ad-


miración, y me alegro muchísimo de haber aportado un
granito de arena de inspiración a tanta gente. Personas que
me han escrito diciéndome que tras leer el libro han cam-
biado cosas, han pasado a la acción o han visualizado pen-
samientos que le han ayudado me conmueven además de
generar en mí un sentido de responsabilidad sobre lo que
digo y hago.
Da la circunstancia de que hoy estoy justo en ese mismo
aeropuerto escribiendo este prólogo mientras espero el primer
avión de la tarde. Será de nuevo el destino, que habrá querido
cerrar el círculo. Quiero aprovechar para dar las gracias a los
editores de Pearson que apostaron por este proyecto, a Em-
presa Activa por atreverse a lanzar esta nueva edición, a
Maru, mi agente literario y mi socia en estos éxitos, a Sergio,
mi coach literario por su permanente ayuda y apoyo, a todos
los agentes, distribuidores, tiendas, kioscos y empresas de
venta online, que hacen posible que los libros lleguen a nues-
tras manos. A Juan Carlos Cubeiro por aquel inocente em-
pujón que tanto juego me ha dado. A mi familia por querer
seguir compartiendo conmigo el caminar por la vida y dar
sentido a cada paso, y a los lectores, por considerarme digno
de que dediquen su tiempo a leer mis obras, e incluso a repar-
tirlas entre sus equipos como tantas veces ha ocurrido para
ayudar a lanzar algún mensaje estratégico que necesitaban re-
marcar. Es un honor que nunca podré agradecer lo suficiente.
Espero que pase un buen rato leyendo este libro, y le
haga pensar.

PACO MURO

11
1
El pez que no quiso evolucionar

Había una extraña agitación en la zona de las grandes ma-


rismas. Todos los animales acuáticos tenían una asamblea
convocada por la tortuga. Aunque el nivel de las aguas era
sobrado, había descendido en los últimos años y eso inquie-
tó al viejo reptil. Por ello mandó llamar a la comunidad de
animales de la vecindad para trasladarles sus conclusiones:
—«Amigos, imagino que os habréis fijado en que cada
vez hay menos agua. Sé que aún no parece nada serio, pero
he visto este mismo proceso con anterioridad en otras zonas
de la Tierra, y os vaticino que se aproximan siglos de dura
sequía.»
Ante estas palabras se organizó un gran revuelo. Todos
habían percibido un suave y continuado descenso del cau-
dal de las marismas, pero nadie creía que pudiera ser tan
grave. «¿Por qué nos habrá citado si hay agua de sobra?»,
se preguntaban unos a otros.
El centenario galápago dio respuesta a la inquietud des-
pertada:
—«Os he convocado porque afortunadamente todavía
nos queda mucho tiempo, y podremos superar esto sin pro-
blemas si empezamos a actuar desde hoy. Para que sobrevi-
van nuestras especies tenemos que EVOLUCIONAR.»

13
EL PEZ QUE NO QUISO EVOLUCIONAR

Todos se quedaron estupefactos. Nunca se habían plan-


teado tal cosa y tras el impacto inicial, comenzaron a pre-
guntar cómo hacerlo.
—«Cada día, estaremos unos minutos fuera del agua. El
que no pueda, que empiece por unos segundos y poco a
poco que vaya aumentando el tiempo. Debemos hacerlo
una y otra vez, y enseñarlo a las generaciones venideras,
para que cada especie evolucione con tiempo suficiente, y
así lograr que todos podamos mantenernos en un entorno
sin marismas. Debemos también cambiar nuestros hábitos
de alimentación, y para eso empezaremos comiendo algo
que no esté en el agua, hasta que acostumbremos a nuestro
cuerpo a digerir plantas del exterior.»
No sin ciertos temores, todos empezaron con el largo y
concienzudo plan de acción. En unas decenas de generacio-
nes lograrían respirar fuera del agua, alimentarse con comi-
da que crece en la tierra y hasta podrían moverse fuera del
ámbito acuoso. Todos menos el Barbillo, uno de los peces
históricos de las marismas, que se negó a participar en este
proceso. Convencido de la exageración de la tortuga no
hizo caso, y pronto comenzó a disfrutar de la torpeza de sus
vecinos que trataban de ganar capacidad para cobrar más
comida. Las otras especies, a medida que evolucionaban,
eran menos competitivas dentro del agua. El Barbillo veía
descender las aguas, pero se mantenía en la idea de que al-
gunas lluvias arreglarían a tiempo el problema.
Al cabo del tiempo, tan sólo unas pocas charcas con
apenas un dedo de profundidad hacían recordar que en esos
parajes hubo alguna vez unas marismas. El Barbillo agoni-
zaba, y ese verano, el más duro que se recordaba, acabaría

14
El pez que no quiso evolucionar

con seguridad con el agua que quedaba. Delgado y sin po-


der moverse lloraba su desgracia. Justo entonces pasó la
tortuga a su lado y le dijo:
—«Tuviste la misma oportunidad que los demás. En
este mundo de cambios constantes, evolucionar no es una
opción, es una obligación para sobrevivir.»

Nada es nunca como siempre.


En este mundo de cambios constantes
evolucionar no es una opción, es una
obligación para sobrevivir.

El Barbillo, aún sin comprender gritaba:


—«¡Qué mala suerte he tenido! Todo se ha puesto en
contra mía y para colmo este verano terrible. ¡Qué fatali-
dad! Tú lo dices porque eres una tortuga y puedes desen-
volverte por donde quieras, pero no tienes ni idea de lo que
es esto.»
La anciana tortuga sonrió y antes de abandonar al Bar-
billo le comentó:
—«Mi infeliz amigo, hace mucho, mucho tiempo, yo
era un pez estúpido como tú, y también me llegó la oportu-
nidad de evolucionar. Aunque me presté a ello, no lo tomé
en serio, y es por eso que soy así de torpe sobre tierra. Me
temo que jamás llegaré a volar y apenas me desenvuelvo
con soltura bajo el agua. Durante años eché la culpa a la
mala suerte, y ahora ya he aprendido que soy yo el único

15
EL PEZ QUE NO QUISO EVOLUCIONAR

responsable, pues cuando la realidad me mandaba sus seña-


les me empeñé en no hacer caso, en no cambiar nada en mí
y casi me quedo fuera de este nuevo mundo. Me marcho, he
decidido que debo ser más rápida, así que he de correr un
poco más cada día, y así podré evolucionar a algo superior,
pues parece que vendrán tiempos de escasez y quiero seguir
siendo competitiva para entonces.»

Durante años eché la culpa a la


mala suerte, a los demás, al mundo,
y ahora ya he aprendido que soy yo
el único responsable.

El Barbillo murió en el barro, en el barrizal de los in-


movilistas, de los que no quieren cambiar, en el lodo de los
mediocres que embriagados por la abundancia de hoy no
saben ver la necesidad de cambio, de evolución, para seguir
existiendo mañana.
Igual que el pez, hay muchos trabajadores (jefes y em-
pleados) que aun viendo las nuevas exigencias y tendencias
que habrá que afrontar en el futuro inmediato, no asumen
la evolución como necesidad profesional inminente. Son los
que esperan pasivamente a que una lluvia milagrosa acabe
al final por volver a poner las cosas como antes, sin enten-
der que en el entorno competitivo actual nada es nunca
como siempre, pues las empresas están en continuo progre-
so y los que no sean capaces de evolucionar con ellas, por

16
El pez que no quiso evolucionar

fuertes o competentes que sean hoy, pasarán a engrosar la


lista de los extinguidos por quedar desfasados de su mundo.

Muchos en la bonanza de hoy,


no saben ver la necesidad de cambio,
de evolución, para seguir existiendo
mañana.

17

También podría gustarte