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Ferraris, S. A., Martínez Salgado, M. Entre La Escuela y El Trabajo. El Tránsito A La Vida Adulta de Los Jóve

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Entre la escuela y el trabajo.

El tránsito a la vida adulta de los jóvenes


en la Ciudad de Buenos Aires y el Distrito Federal

Sabrina A. Ferraris*
Mario Martínez Salgado**

El tránsito a la vida adulta es un proceso que incluye múltiples experiencias que invo-
lucran el equilibrio de entrada y salida de diferentes roles. La perspectiva de curso de
vida permite estudiar a los sujetos y las familias en el tiempo; asume las transiciones
como diversas, socialmente creadas y modeladas por circunstancias históricas y por
tradiciones culturales. En esta investigación se analiza el calendario de salida de la
escuela y comienzo de la vida laboral de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires en
Argentina y el Distrito Federal en México al comienzo del presente siglo.

Palabras clave: jóvenes, curso de vida, transiciones a la vida adulta,


salida de la escuela, inicio de la vida laboral.
Fecha de recepción: 23 de septiembre de 2013.
Fecha de aceptación: 5 de septiembre de 2014.

Between School and Work. The Transition to Adulthood among Young


People in Buenos Aires, Argentina, and the Federal District, México

The transition to adulthood is a process that includes several experiences involving a


balance between taking on and abandoning various roles. The life course perspective
permits the study of subjects and their families over time and assumes transitions as
diverse, socially created and shaped by historical circumstances and cultural traditions.
This research analyzes the period between the end of school and the start of the working
lives of young people from City of Buenos Aires in Argentina and the Federal District in
Mexico at the start of this century.

Key words: youth, life course, transitions to adulthood, leaving


school, start of working life.

** Centro de Investigación en Trabajo, Distribución y Sociedad (Citradis); Instituto


Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires (iiep-Baires), Universidad de
Buenos Aires. Dirección postal: Av. Córdoba 2122, 2do piso, C.P. 1120 AAQ, Ciudad Au-
tónoma de Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: <sabriferraris@yahoo.com.ar>.
** Becario del Programa de Becas Posdoctorales en la unam, Instituto de Investiga-
ciones Sociales. Dirección postal: Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad de la Investigación
en Humanidades, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Coyoacán, México, D.F. Correo elec-
trónico: <mmartinezs@colmex.mx>.

ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431


ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

Introducción

En las sociedades occidentales modernas el tránsito a la vida adulta es


un proceso en el que los y las jóvenes adquieren las condiciones para
transformarse en personas independientes, productivas y con capacidad
de reproducción biológica. En ese proceso los sujetos consiguen los
elementos para direccionar su propio flujo vital, aunque en él conver-
gen ciertos aspectos de autonomía con otros de dependencia. Las
transiciones a la adultez se materializan en las posibilidades de elegir
y actuar de los sujetos dentro de un complejo marco; se trata de una
mezcla de intereses propios, voluntades familiares y restricciones so-
ciales, culturales e históricas. Dentro de este entramado una parte
sustantiva acontece cuando el sujeto asume un elaborado mosaico de
responsabilidades que están ligadas a la unidad familiar, al contexto
social inmediato y al resto de las instituciones sociales. Además, el paso
de joven a adulto puede incluir múltiples y diversas experiencias, las
cuales involucran el equilibrio de la entrada y la salida de los sujetos
de diferentes roles: laborales, educativos, familiares y comunitarios.
La perspectiva de curso de vida es un anclaje teórico-analítico
desde el cual se puede estudiar este pasar de joven a adulto. Este en-
foque permite estudiar sujetos y familias en el tiempo, poniendo par-
ticular énfasis en las transiciones que experimentan. Desde esta óptica,
las transiciones relacionadas con la asunción de roles adultos se asumen
como diversas, socialmente creadas y compartidas, y modeladas por
circunstancias históricas y tradiciones culturales. A continuación se
analiza la temporalidad de dos transiciones de gran importancia en la
vida de los y las jóvenes y sus familias: salir de la escuela y comenzar a
trabajar, esto en la Ciudad de Buenos Aires en Argentina y en el Dis-
trito Federal en México, al finalizar la primera década de este siglo.
Además de esta sección introductoria, el presente trabajo incluye
un apartado teórico donde se exponen brevemente algunos elementos
de la perspectiva de curso de vida y del esquema de transiciones a la
vida adulta. Enseguida se detallan algunos aspectos contextuales de
gran impacto en la región latinoamericana relacionados con las trans-
formaciones de los mercados laborales producto de los cambios re-
cientes en los modelos económicos. Después se presentan los porme-
nores de las fuentes de información: la Encuesta Anual de Hogares de
la Ciudad de Buenos Aires y la Encuesta Nacional de la Juventud,
ambas de 2010, así como la aproximación metodológica mediante
tablas de vida simples (actuariales) con casos truncados. Seguido de

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Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

esto se exponen los resultados empíricos comenzando con un análisis


descriptivo de algunas características de los y las jóvenes porteños y
defeños, al término de lo cual se presentan los resultados del calenda-
rio de la salida de la escuela y del inicio de la vida laboral. Por último,
se incluye un resumen con los principales hallazgos de investigación,
a fin de presentar una reflexión de conjunto sobre la transición entre
la escuela y el trabajo de las y los jóvenes de las dos capitales latinoa-
mericanas.

Relojes y calendarios sociales

El tiempo es una dimensión central en la trayectoria vital de las perso-


nas. La perspectiva de curso de vida es un enfoque diacrónico que
permite estudiar la trayectoria de vida de los sujetos en distintos ámbi-
tos y diferentes contextos, al tiempo que facilita analizar los posibles
vínculos que se establecen entre éstas como consecuencia del conjun-
to de fuerzas sociales, económicas y culturales que actúan sobre las
personas (Martínez-Salgado, 2010). En este enfoque confluyen e inter-
accionan multiplicidad de factores del ámbito económico, cultural,
social y familiar, porque cualquier implicación de lo social sobre la vida
del sujeto depende de lo que la gente aporte al proceso de cambio, así
como de la naturaleza y severidad de dicho cambio (Elder, 1994).
Los calendarios de los sucesos familiares y de las transiciones de
los sujetos por las diversas etapas varían según las distintas sociedades
y los diferentes grupos sociales. En particular, en el tránsito a la vida
adulta se presentan múltiples experiencias (salida de la escuela, incor-
poración por primera vez al mercado de trabajo, emancipación del
hogar familiar, inicio de una vida sexual activa, comienzo de la vida
conyugal, nacimiento del primogénito, por mencionar algunas) que
difieren en su temporalidad y en el orden en que se suceden unas a
otras según el contexto social, económico y cultural del que se trate.
En las sociedades occidentales modernas se supone que en la adul-
tez el sujeto será capaz de ser proveedor de sí mismo y de otros, en al-
guna combinación de trabajador, pareja y padre o madre. Asimismo,
son múltiples los factores de carácter institucional, cultural, social y
económico, entre otros, que influyen en dicho proceso transicional. La
prolongación o acortamiento de la escolaridad tiene un papel central
en la transición a la adultez ya que, entre otras cuestiones, acelera la
incorporación al mercado de trabajo (Coubés et al., 2004). A su vez, en

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ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

el caso de las mujeres el poseer cierto nivel de educación formal puede


estar asociado con la adopción de valores y roles de género menos
tradicionales, lo cual puede aumentar la probabilidad de que una mu-
jer trabaje. La educación opera no sólo en la decisión de trabajar de las
mujeres, sino que también influye en la posibilidad de hacer efectiva
su decisión y compromiso con el propio trabajo (Cerrutti, 2000). Ade-
más, la inserción temprana al mercado de trabajo –que suele estar
asociada a bajos niveles de escolaridad– supone un mayor riesgo de
tener trabajos temporales y de baja calificación. También vale men-
cionar que en contextos de pobreza y exclusión muchos jóvenes tra-
bajan antes de dejar la escuela, en gran medida para poder ayudar a
sus familias.

Tiempos históricos e institucionales

Al estudiar las transiciones laborales es importante tener en cuenta la


estructura productiva del momento en que éstas ocurren, porque
la participación laboral no necesariamente garantiza la independencia
económica. En el contexto latinoamericano esto es de particular rele-
vancia, ya que el mercado laboral en el que suelen insertarse las y los
jóvenes se caracteriza por tener alto subempleo, salarios muy bajos e
importante desarrollo del sector informal. De hecho, las profundas
transformaciones económicas, políticas y sociales que ocurrieron en
Latinoamérica durante las décadas de los ochenta y noventa, debido
a la implementación de los programas de ajuste, trajeron consigo ele-
vados costos sociales. Los cambios en la estructura productiva derivaron
en altos niveles de endeudamiento externo, disminución del ritmo del
crecimiento del empleo y de los salarios reales, importante desindus-
trialización y terciarización de la producción y del empleo, y crecimien-
to significativo de la desocupación, la informalidad y la pobreza.
Además, la consecución de algunos objetivos estratégicos como la re-
ducción del gasto público, un nuevo nivel salarial, la concentración
creciente del capital, y la apertura de la economía en los sectores
menos oligopolizados, entre otros, repercutió en prácticamente todos
los segmentos de la población.
Con relación a esto último, los procesos de flexibilización laboral
instrumentados en aquella época se tradujeron en la introducción de
fórmulas contractuales de precariedad e informalidad laboral. Los y
las jóvenes, en tanto demandantes de un primer empleo y aspirantes

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Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

a consolidarse en el mercado de trabajo, se convirtieron en los prime-


ros afectados por la precarización general de las condiciones de traba-
jo. De hecho en muchos lugares la creación de empleo juvenil se
asocia con la facilidad de despido, la reducción de las cotizaciones
sociales y la subvención y promoción de ciertos tipos de contratos cuya
esencia final es la temporalidad. De esta manera, si bien la eventualidad
se convierte en la norma laboral para un sector creciente de trabaja-
dores, pareciera ser la forma típica de inserción en el mercado de
trabajo de los y las jóvenes (Cardenal de la Nuez, 2006).
En cuanto al vínculo entre las transiciones escuela y trabajo, Solís
y otros (2008) –con datos transversales para 2003– realizaron un aná-
lisis comparativo de estos dos eventos en Buenos Aires, Lima y la Ciu-
dad de México. Entre sus hallazgos destaca que estas transiciones
ocurren a edades más tardías en Buenos Aires, y a más tempranas en
la Ciudad de México; también hay diferencias considerables entre las
ciudades en el grado de heterogeneidad de las situaciones educativas
y laborales. En Buenos Aires las situaciones por las que transitan las y
los jóvenes son más heterogéneas, pues con frecuencia incluyen el
trabajo de tiempo parcial, la mezcla de estudio y trabajo, y el desempleo.
En la Ciudad de México, en cambio, se percibe una tendencia del
tránsito de la escuela al trabajo que consiste principalmente en la
transición del estudio de tiempo completo al trabajo también de tiem-
po completo. Una de las principales conclusiones de Solís y otros (2008)
es que los contextos institucionales locales referidos a los ámbitos
educativos y laborales explican buena parte de esas diferencias en los
calendarios de los jóvenes de estas dos ciudades.
Además de retomar estos hallazgos con el objeto de observar si
para el año 2010 se mantienen las tendencias, nuestro trabajo incluye
el análisis del arreglo familiar de los jóvenes. Consideramos que entre
el conjunto de características relacionadas con la condición de actividad
y los niveles de escolaridad de las y los jóvenes, un factor que suele
estar estrechamente relacionado con la independencia económica es
la relación de dependencia con el jefe o la jefa del hogar, o bien, con
la constitución de un hogar propio. Otro elemento distintivo de este
trabajo es la disposición de información retrospectiva; en particular,
se cuenta con los motivos por los que dejaron la escuela los y las jóve-
nes, cuestión que favorece el análisis de la relación entre los calendarios
de los dos eventos.

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La Ciudad de Buenos Aires y el Distrito Federal en contexto

El Distrito Federal, de acuerdo con el Censo de 2010, es el hogar de


uno de cada 13 mexicanos, aproximadamente. De los cerca de 8.9
millones de habitantes de esta demarcación, poco más de 30% se en-
cuentran en edad escolar (6 a 24 años). En detalle, asisten a la escuela
96.4% de los infantes de 6 a 14 años y sólo 52% de los de 15 a 24 años,
a pesar de lo cual el Distrito Federal es la entidad del país con la pro-
porción más alta de jóvenes de 15 a 24 años que asisten a la escuela
(inegi, 2011). En este punto es oportuno mencionar que el sistema
escolar mexicano se divide básicamente en tres niveles de enseñanza:
el básico, que incluye la educación primaria (comprende regularmen-
te las edades entre los 6 y los 11 años) y la educación secundaria (entre
los 12 y los 14 años); el nivel medio, que se asocia con el bachillerato
o preparatoria (entre los 15 y los 17 años), y el superior, que corres-
ponde a los estudios universitarios (posterior a los 18 años de edad).
En materia laboral, 57 de cada 100 personas de 12 años y más partici-
pan en alguna actividad económica. Entre los no económicamente
activos, 44% se dedica a los quehaceres del hogar, 38.7% son estudian-
tes y el resto son principalmente jubilados. Sólo cerca de dos de cada
tres habitantes del Distrito Federal tienen derecho a servicios médicos
de alguna institución pública o privada (inegi, 2011). En contraste, el
Distrito Federal es la entidad con el menor nivel de marginación del
país (Conapo, 2011).
Por otro lado, la capital argentina cuenta con alrededor de 2.9 mi-
llones de habitantes según el Censo de 2010. Del total de la población
de 14 años y más, casi 70% está empleada; entre los inactivos la mitad
son jubilados o pensionados, nada casual teniendo en cuenta que la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (caba) presenta una población
bastante envejecida. De acuerdo con los fines de este trabajo, nos inte-
resa destacar que entre los inactivos de 14 años y más encontramos
también que 25% son estudiantes. En consonancia con esto, 63% de los
y las jóvenes de entre 15 y 24 años asisten a un establecimiento educati-
vo formal; y 99% de las y los niños de entre 6 y 14 años están escolariza-
dos (indec, 2014).
Con respecto al régimen de escolaridad, en la capital porteña se
inicia el nivel primario a partir de los 6 años de edad, e incluye un
total de siete grados. Luego de los 13 años comienza el ciclo denomi-
nado secundario, que cuenta con un total de cinco grados. Por último,
a partir de los 18 años comienza el ciclo superior (terciario) o univer-

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Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

sitario. Merece señalarse que mientras en el ámbito nacional la esco-


laridad secundaria se vuelve obligatoria en 2006, para la caba esto data
desde 2002. Un último factor que presentamos para contextualizar los
niveles de bienestar de la caba es que 82% de la población cuenta con
algún tipo de cobertura en salud (obra social, prepaga o plan estatal)
(indec, 2014).
En consecuencia, entre las razones por las que elegimos comparar
estas dos jurisdicciones es que en general ambas presentan los mejores
niveles de escolarización en sus respectivos países. Con respecto a las
transiciones laborales, las dos metrópolis funcionan como centros de
atracción para la inserción laboral. No menos importante es el hecho
de que ambas son ciudades capitales latinoamericanas, con lo que ello
implica a la hora de analizar los contextos económicos, sociales y cul-
turales de los jóvenes que transitan hacia su adultez. También consi-
deramos oportuno aprovechar la disponibilidad de información re-
trospectiva para 2010 en ambas demarcaciones, así como nuestra
propia experiencia de investigación sobre el tránsito a la vida adulta
en Argentina y México.

Datos y metodología

La población objetivo de este estudio son las y los jóvenes de 20 a


29 años de edad, divididos en dos grupos etarios: 20 a 24 y 25 a 29,
residentes de la Ciudad de Buenos Aires en Argentina y del Distrito
Federal en México, en el año 2010.1 Los resultados derivan de la En-
cuesta Anual de Hogares de la Ciudad de Buenos Aires de 2010 (eah),
y para el Distrito Federal de la Encuesta Nacional de la Juventud de
2010 (enj). La eah brinda información sobre la situación socioeconó-
mica de la población de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sus
hogares y sus viviendas. La recolección de los datos de los diversos temas
que aborda se realiza entre octubre y diciembre de cada año, y abarca
los hogares particulares de la Ciudad de Buenos Aires. La eah se basa
en un estudio por muestreo que para 2010 cuenta con un total de
16 986 sujetos, y es representativa de la Ciudad de Buenos Aires. Para
este trabajo en particular el universo de los y las jóvenes de entre 20 y
29 años de edad lo constituye un total de 3 205 observaciones.

1 Estos espacios se refieren sólo a las entidades capitales, no a las áreas metropoli-
tanas.

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ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

La enj, por su parte, detalla el estilo de vida de las y los mexicanos


de entre 12 y 29 años de edad. Con esta fuente se pueden conocer sus
principales hábitos y costumbres, y generar información estadística
sobre las características sociales, económicas y culturales de las y los
jóvenes mexicanos. Además del alcance nacional (28 005 casos), la
muestra de la enj posibilita la obtención de resultados representativos
para cada una de las 32 entidades federativas y para algunas zonas
metropolitanas. La muestra del Distrito Federal considera 944 obser-
vaciones, 504 de las cuales se refieren a jóvenes –hombres y mujeres–
con edades que oscilan entre los 20 y los 29 años de edad.
Por lo demás, tanto la eah como la enj cuentan con información
retrospectiva de estos jóvenes que incluye la edad a la que dejaron la
escuela, los motivos por los que la dejaron (aspecto central para ana-
lizar la relación entre las dos transiciones) y la edad a la que comen-
zaron a trabajar, entre otros datos, por lo que esta información se re-
toma para analizar dichos eventos.2
Ahora bien, se utiliza primordialmente el análisis de supervivencia
para estudiar la variable tiempo hasta la ocurrencia de cada uno de los
eventos (salida de la escuela y comenzar a trabajar). Esta aproximación
metodológica permite cuantificar sobre cierta población la proporción
que experimentó un suceso determinado después de un tiempo esta-
blecido, esto es, la intensidad del evento (Kleinbaum y Klein, 2005).
En particular se hace uso de tablas de vida simples (actuariales) con
casos truncados, toda vez que esta técnica no sólo incorpora el tiempo
de los sujetos que experimentan cierto evento, también considera el
que aportan quienes no lo han experimentado.3 Es decir, esta herra-
mienta hace posible, entre otras cosas, describir y resumir los tiempos
transcurridos hasta un evento, aun cuando no todos los sujetos obser-
vados lo hayan experimentado.

2Todos los resultados incluidos en este estudio provienen de los datos ponderados.
3En la técnica de tabla de vida, el cálculo de la probabilidad condicional de ocu-
rrencia (q) de un evento durante cualquier lapso, dada la exposición al riesgo de la
misma al inicio de dicho intervalo, se efectúa dividiendo el número de personas que
experimenta el evento a la edad (t) por el número de personas que se mantiene sin
experimentarlo a inicios de dicha edad menos la mitad de los casos truncados durante
la edad de interés –al restar la mitad de los casos truncados implica asumir un hazard
uniforme o linear durante dicho año o edad (Binstock, 2010).

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Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

Principales hallazgos

Los jóvenes porteños y defeños al concluir la primera década del siglo xxi

En este apartado el objetivo es examinar algunas características de las


y los jóvenes de las dos ciudades capitales. Los aspectos a destacar son
la situación de dependencia (o no) en el hogar (relación con el jefe o
la jefa del hogar),4 el nivel de escolaridad, la condición de actividad
(si están ocupados, desocupados o inactivos), y el vínculo (o su ausen-
cia) entre el estudio y el trabajo.
En primer lugar, a través de la relación con el jefe o la jefa del
hogar es posible aproximar el grado de autonomía de los sujetos;
aunque, como afirman algunos autores, la emancipación residencial
es un proceso dinámico y multifacético en el que pueden existir dife-
rentes grados de independencia, diversas etapas entre la dependencia
total y la autonomía plena (Echarri, 2005). Entre los condicionantes
de este proceso la literatura sobre el tema destaca los ligados al mer-
cado laboral y a la permanencia en el sistema escolar. Por ello la rele-
vancia de señalar que en la capital argentina y en la mexicana las y los
más jóvenes (20-24 años) aún ocupan mayormente una posición de
“dependencia” en relación con el jefe o la jefa del hogar (véase el
cuadro 1). Aproximadamente tres de cada cinco jóvenes porteños, sin
importar el sexo, se sitúan como hijos, hijos adoptivos, hijastros o nie-
tos del jefe o la jefa de hogar. En el Distrito Federal esta relación de
“dependencia” la comparten prácticamente dos de cada tres mujeres
y poco más de tres de cada cuatro hombres. En el siguiente grupo de
edad (25-29 años) esta posición pierde peso en ambas ciudades. En
Buenos Aires menos de un tercio de las mujeres y dos quintas partes
de los hombres son dependientes del jefe o la jefa del hogar. Por su
parte, en la capital mexicana el porcentaje de mujeres con este estatus
es similar al de su par argentino, sin embargo el porcentaje de jóvenes
varones defeños dependientes es mayor al de los porteños.
En ambas ciudades el descenso porcentual de la posición de de-
pendiente entre los grupos etarios se corresponde con el incremento
en las posiciones de jefe o jefa y cónyuge. Entre las y los jóvenes por-
teños del grupo de edad de 20 a 24 años, uno de cada cuatro ocupa la
posición de la jefatura del hogar o la de cónyuge. En cambio, en el

4 En ambas jurisdicciones el jefe o la jefa del hogar es la persona reconocida como

tal por los miembros del hogar.

413
CUADRO 1
Distribución porcentual de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires y del Distrito Federal de acuerdo
a algunas características seleccionadas, 2010

Buenos Aires Distrito Federal


20 a 24 años 25 a 29 años 20 a 24 años 25 a 29 años
Condición H M H M Total H M H M Total
Posición en el hogar 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Jefe/a 22.6 14 45.2 28.2 27.1 13.2 2.2 36.6 11.6 14.9
Cónyuge 1.7 13.2 7.2 32.9 13.7 0 25.5 0.8 48.8 19.6
Dependiente 61.5 59.6 40.3 31.3 48.6 78.0 65.6 56.6 31.8 58.1
Otro parentesco 11.9 10 5.3 6.7 8.6 5.8 4.6 4.6 7.0 5.5
Sin parentesco 2.3 3.2 1.9 0.9 2.1 3.0 2.1 1.5 0.8 1.9

Nivel de escolaridad 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Básica 3.6 2 5.7 5.3 4.1 3.4 7.4 3.1 7.8 5.6
Media 39.5 28.5 36.6 25 32.3 56.2 60.4 55.7 62.8 58.9
Superior 56.9 69.6 57.6 69.8 63.6 40.4 32.2 41.3 29.5 35.5

Condición de actividad 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Ocupado 67.8 58 89.6 79.7 73.3 64.3 47.0 84.7 52.0 60.9
Desocupado 9.8 9.6 4.9 6.6 7.8 6.4 3.0 4.6 0.8 3.6
Inactivo 22.4 32.4 5.5 13.6 18.9 29.3 50.0 10.7 47.3 35.5
Estudia y/o trabaja 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Sólo estudia 26.8 31.5 4.9 6.3 18.1 25.9 24.7 8.4 3.1 15.9
Sólo trabaja 38.4 26.9 62.2 50.3 43.6 46.8 36.1 76.3 47.3 50.5
Estudia y trabaja 28.7 30.4 26.7 27.9 28.5 17.5 10.9 8.4 4.7 10.4
Ni estudia ni trabaja 6.2 11.2 6.3 15.5 9.8 9.8 28.3 6.9 44.9 23.2

Fuente: Elaboración propia con datos de la eah y la enj. Hombres y mujeres de 20 a 29 años de edad.
ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

colectivo 25 a 29 años la proporción de los y las jóvenes de la capital


argentina que se encuentran en esta condición se multiplica por más
de dos. En el caso de la capital mexicana, entre las personas de 20 a
24 años, poco más de una décima parte de los hombres son jefes de
hogar (no hay quien se declare cónyuge de la jefa de hogar) y más de
un cuarto de las mujeres son jefas o cónyuges del jefe. En la misma
ciudad, en el siguiente grupo etario se incrementa sustantivamente la
proporción de hombres jefes de hogar y de mujeres jefas o cónyuges
del jefe.
Con esto es de destacar la posición que ocupan sobre todo las
mujeres en la estructura de parentesco de sus respectivos hogares. En
Buenos Aires en el grupo de edad de 20 a 24 años hay casi la misma
proporción de mujeres jefas de hogar como de cónyuges del jefe; en
el siguiente grupo etario más de una cuarta parte de las mujeres son
jefas de hogar y cerca de un tercio son parejas del jefe. En el Distrito
Federal, por el contrario, las mujeres se concentran más en la posición
del cónyuge que en la de jefas de hogar. Este diferencial, junto con la
visible proporción de jóvenes varones porteños que aparecen como
cónyuges y la prácticamente nula aparición de hombres defeños en
este rubro, puede estar exhibiendo, entre otros asuntos, que el “em-
poderamiento” de las mujeres en la capital argentina es un tanto mayor
que el de las mexicanas, tanto porque son reconocidas como jefas, o
porque dirigen un hogar unipersonal, o uno en donde cohabitan con
otro(s) pariente(s).
Otro rasgo que diferencia a los jóvenes de las dos capitales latinoa-
mericanas es el grado de escolaridad.5 Mientras que la mayoría de las
y los porteños, sin importar el grupo de edad, cuentan con un nivel de
escolaridad superior,6 la mayoría de los y las jóvenes en el Distrito Fe-
deral apenas reportan una escolaridad media.7 Más aún, en Buenos
Aires la proporción de mujeres instruidas es mayor que la de los hom-
bres: cerca de 70% de las mujeres de 20 a 29 años cuenta con estudios
superiores, frente a poco más de la mitad de los hombres. En cambio,
en el Distrito Federal las mujeres acceden en menor proporción a la
educación superior: menos de un tercio de las jóvenes de entre 20 y
29 años cuenta con algún año de instrucción superior, en tanto que

5 Se refiere al máximo nivel de escolaridad alcanzado, independientemente de si

se concluyó o no.
6 Estudios universitarios, terciarios, profesorados y tecnicaturas.
7 En el caso de México esto se refiere a contar con estudios de secundaria o bachi-

llerato.

416
Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

poco más de dos quintas partes de los hombres se encuentran en esta


categoría.
Por otro lado, la condición de actividad de las y los jóvenes también
difiere de manera importante entre las dos ciudades capitales. En
Buenos Aires la proporción de ocupados apenas se diferencia en 10%
entre las y los jóvenes de los dos grupos de edad. En la capital argen-
tina cerca de siete de cada diez hombres y seis de cada diez mujeres,
ambos de entre 20 y 24 años de edad, se encuentran ocupados; en el
otro grupo etario la relación asciende hasta alcanzar a prácticamente
nueve de cada diez hombres y ocho de cada diez mujeres porteñas.
Por su parte, en la capital mexicana la proporción de hombres ocupa-
dos es sólo un tanto menor a la de Buenos Aires (aun entre los grupos
de edad), y la porción de mujeres ocupadas es sensiblemente menor
a la de la capital argentina, eso sin mencionar que casi la mitad de las
mujeres de los dos grupos de edad se encuentra inactiva.8 Por último,
la desocupación, aunque porcentualmente menor, pareciera ser un
factor más importante entre los más jóvenes, sobre todo en la capital
argentina.
En relación con el estudio y el trabajo, tanto en Buenos Aires como
en el Distrito Federal la distribución porcentual de las y los jóvenes en
estas actividades varía de manera sustantiva en función del grupo de
edad del que se trate. Por ejemplo, la mayoría de los varones porteños
de entre 20 y 24 años de edad sólo trabaja, aunque una proporción
también importante sólo estudia, o estudia y trabaja. Por el contrario,
la mayoría de las porteñas más jóvenes o sólo estudia o compagina los
estudios con el trabajo; quienes sólo trabajan representan poco más
de un cuarto de este colectivo. En el caso del Distrito Federal casi la
mitad de los hombres y poco más de un tercio de las mujeres de 20 a
24 años sólo se dedica al trabajo. Asimismo, en esta demarcación quie-
nes sólo estudian circundan a un cuarto de la población, y una fracción
relativamente menor de hombres, y sobre todo de mujeres, combina
estas actividades.
En el siguiente grupo de edad sólo las actividades estudiantiles
pierden peso de manera importante frente a las laborales. Así encon-
tramos que en la Ciudad de Buenos Aires más de la mitad de los hom-
bres y de las mujeres de entre 25 y 29 años sólo trabajan, mientras que
poco más de un cuarto de las y los porteños combinan el mundo labo-

8 Este colectivo reúne a las estudiantes, a quienes se dedican a los quehaceres del

hogar o a quienes tienen algún tipo de limitación.

417
ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

ral con el escolar. En el caso de las y los defeños, el peso de lo estudian-


til es aún menor, pues poco más de tres cuartos de los hombres y casi
la mitad de las mujeres sólo trabajan.
Mención aparte merecen las y los jóvenes de las dos demarcacio-
nes, de ambos grupos etarios que no estudian y no trabajan. Tanto en
la capital argentina como en la mexicana la porción de mujeres que
no estudian y no trabajan es superior a la de los hombres; esta condi-
ción se acentúa de manera importante conforme aumenta la edad.
Incluso en el Distrito Federal el colectivo de mujeres de entre 25 y 29
años de edad que no estudian ni trabajan es casi tan numeroso como
el de las que sólo trabajan.
En suma, buena parte de los jóvenes de entre 20 y 29 años de edad
de Buenos Aires y del Distrito Federal experimentan un cambio en la
condición de parentesco respecto del jefe o jefa de hogar. Los más
jóvenes serán ante todo dependientes y un buen número de los mayo-
res asumirá la jefatura del hogar o se convertirá en el cónyuge de quien
la detente. No obstante, en comparación con el Distrito Federal, en la
capital argentina es posible encontrar una mayor proporción de mu-
jeres que dirigen algún hogar y de hombres jóvenes que se declaran
cónyuges de la jefa. Además, en general los jóvenes porteños muestran
niveles de escolaridad mayores que el de los jóvenes defeños; por otro
lado las mujeres sudamericanas están más instruidas que sus pares
varones, lo cual contrasta con la menor escolaridad que exhiben las
mujeres respecto de los hombres en el Distrito Federal. La condición
de actividad también difiere entre los sexos y entre las ciudades capi-
tales. Mientras que en Buenos Aires el porcentaje de hombres y muje-
res ocupados es relativamente similar, en la capital mexicana la distan-
cia entre estos colectivos es sensiblemente mayor, sobre todo a medida
que aumenta la edad; esto ocurre en parte porque casi la mitad de las
mujeres defeñas, de los dos grupos etarios, se encuentran inactivas.
Quizá por ello no es extraño encontrar en la capital argentina jóvenes
que compaginen estudios y trabajo, o bien que sólo estudien o sólo
trabajen. En cambio en el Distrito Federal el colectivo más numeroso
es el que se dedica únicamente al trabajo, y a medida que aumenta la
edad alcanzan notoriedad las mujeres que no estudian ni trabajan, las
cuales es probable que se ajusten a roles más tradicionales y estén
dedicadas a las actividades domésticas, de cuidados familiares y a la
crianza de los hijos.
Estos resultados sugieren que, respecto de los porteños, los jóvenes
en el Distrito Federal están envueltos en tramas de mayor desigualdad

418
Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

de género, en tanto que las jóvenes mexicanas presentan menores


niveles de escolaridad que los varones y se encuentran en su mayoría
en posiciones “dependientes” o son “cónyuges” en los hogares, y sólo
un reducido grupo se encuentra presente en el mercado laboral.

Salir de la escuela y comenzar a trabajar en Buenos Aires


y el Distrito Federal

El cuadro 2 muestra el calendario de salida de la escuela de los jóve-


nes en la Ciudad de Buenos Aires y en el Distrito Federal, de acuerdo
con el sexo y el grupo de edad. Con base en los cuantiles, se observa
que en la capital mexicana los jóvenes de los dos grupos de edad
salen de la escuela a edades más tempranas que los de la capital ar-
gentina. Esto está relacionado con los mayores niveles educativos en
la Ciudad de Buenos Aires que se describieron en la sección anterior.
También es importante mencionar que las mujeres defeñas tienen
un calendario más temprano de salida de la escuela, a diferencia de
las porteñas, que permanecen más tiempo en el sistema escolar; ello
suscita una inquietud respecto a si existen diferencias en los motivos
por los que unas y otras dejan la escuela (aspecto que se analizará
más adelante).
Las medidas parciales de intensidad confirman lo antes expuesto
ya que, por un lado, en general se observa un calendario más tem-
prano en la salida de la escuela en el Distrito Federal; por otro, es
notable la diferencia entre los sexos, con un comportamiento inver-
so entre jurisdicciones: en la capital argentina las mujeres dejan la
escuela más tarde que los varones, mientras que entre los jóvenes
defeños ocurre lo contrario. Así, entre los porteños del grupo de
edad 20-24 casi 38% salieron de la escuela a los 20 años, frente a 29%
de las mujeres. En contraposición, a la misma edad en la capital
mexicana 51% de las mujeres y 34% de los varones ya habían salido de
la escuela. Para el grupo de edad 25-29 los valores en la Ciudad
de Buenos Aires son similares, y en el Distrito Federal, por el contra-
rio, las proporciones se incrementan. Otro aspecto digno de mención
es que a la edad de 20 años casi no se perciben diferencias en el ca-
lendario de salida de la escuela en las dos ciudades; mientras que
entre los varones de 25 a 29 años es posible observar una proporción
mayor de varones en el Distrito Federal que dejan la escuela más
tempranamente que sus pares porteños, lo que es consistente con lo

419
CUADRO 2
Calendario de la salida de la escuela de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires y del Distrito Federal, 2010

Buenos Aires Distrito Federal


20 a 24 años 25 a 29 años 20 a 24 años 25 a 29 años
H M H M H M H M
Cuantil
10 17.01 17.65 16.08 17.51 15.9 15.2 16.4 14.4
25 18.72 20.12 18.48 19.52 18.5 17.0 18.1 16.2
50 23.42* 24.16* 23.90 25.25 22.3* 19.8* 21.7 18.5

Medidas parciales
de intensidad
1-S20 0.3793 0.2845 0.3965 0.2890 0.34050 0.51670 0.3951 0.6483
1-S23 0.5246* 0.4789* 0.5030 0.4240 0.59080* 0.69630* 0.5888 0.7890
1-S25 --- --- 0.6227 0.5710 --- --- 0.7514 0.8671
1-S28 --- --- 0.7697 0.7773 --- --- 0.8688 0.9339

* Las estimaciones del grupo 20 a 24 años podrían estar afectadas por el alto número de casos truncados.
Fuente: Elaboración propia con datos de la eah y la enj. Hombres y mujeres de 20 a 29 años de edad.
Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

descrito anteriormente en relación con la mayor escolaridad de los


jóvenes varones argentinos.
En el cuadro 3 se exponen los principales motivos por los que
dejan la escuela los jóvenes de cada demarcación. En ambas capitales
las razones de índole económica tienen un gran peso entre los hombres
y las mujeres de los dos grupos de edad. No obstante, en comparación
con las y los jóvenes porteños, en el Distrito Federal son más las muje-
res y los hombres que declaran abandonar los estudios por motivos
económicos, aunque también es cierto que en ambas ciudades son más
los varones que abandonan la escuela por dicha razón. Quizás este
comportamiento puede explicarse, por un lado, por el contexto eco-
nómico menos favorable para los jóvenes mexicanos; por otro, la dife-
rencia entre sexos en las dos jurisdicciones puede deberse a que ante
los problemas económicos, son los varones los que dejan de estudiar
para convertirse en una fuente de ingresos para el hogar, o bien, no
dejan la escuela y la combinan con el trabajo.
Asimismo, es importante resaltar que en el caso de las mujeres de
la Ciudad de Buenos Aires el principal motivo por el que dejan la es-
cuela tiene que ver con la finalización de los estudios. Este fenómeno,
aunado al hecho de que en esta demarcación es menor la proporción
de quienes salieron de la escuela, es consistente con el mayor nivel
educativo en la capital argentina, en particular de sus mujeres respec-
to a las del Distrito Federal. Por último, es de destacar que en las dos
ciudades también una buena proporción de mujeres deja la escuela
por cuestiones familiares, referidas principalmente a la unión conyugal
o a la maternidad, siendo este factor de mayor preponderancia en el
caso de las residentes en el Distrito Federal, sobre todo para las del
grupo 25-29 años. Esto sugiere una secuencia de eventos asociados con
el tránsito a la vida adulta “más tradicional” en el caso de las jóvenes
mexicanas, en tanto que estas salidas del sistema educativo se vinculan
con la asunción de algunos roles familiares.
Hasta ahora se ha dicho que buena parte de los jóvenes argumen-
tan motivos económicos como su razón principal para dejar la escuela.
En este sentido, el cuadro 4 muestra la edad media y mediana a la que
abandonan la escuela quienes lo hacen por razones económicas. Es
interesante que en ambas ciudades capitales los jóvenes que salen de
la escuela por motivos económicos lo hagan en edades más tempranas
que el resto (cuadros 3 y 4). También la brecha entre los sexos se re-
duce bastante si sólo se considera a quienes abandonaron la escuela
por razones económicas, en particular entre las y los jóvenes de Buenos

421
CUADRO 3
Distribución porcentual de los motivos de la salida de la escuela de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires
y del Distrito Federal, 2010

Buenos Aires Distrito Federal


20 a 24 años 25 a 29 años 20 a 24 años 25 a 29 años
H M H M Total H M H M Total
Salida de la escuela 45.5 39.0 70.2 67.8 55.1 56.6 64.4 83.2 92.2 73.7

Motivo 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Fin de estudios 27.7 35.0 35.4 52.9 39.0 15.1 17.8 36.7 16.8 21.8
Unión/hijos 0.4 11.0 0.5 10.0 5.3 1.8 15.9 3.7 18.5 11.0
Económico 39.4 28.2 39.7 23.2 32.5 48.8 40.4 44.0 39.5 42.6
Otros 32.4 25.7 24.4 14.0 23.2 34.4 26.0 15.6 25.2 24.7

Fuente: Elaboración propia con datos de la eah y la enj. Hombres y mujeres de 20 a 29 años de edad.
CUADRO 4
Calendario de la salida de la escuela por motivos económicosa de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires
y del Distrito Federal, 2010

Buenos Aires Distrito Federal


20 a 24 años 25 a 29 años 20 a 24 años 25 a 29 años
H M H M Total H M H M Total
Mediana 17.9 18.4 18.5 19.4 18.6 19.2 18.2 18.9 16.9 18.3
Media 18.5 18.7 18.6 18.9 18.5 18.4 17.1 19.0 16.8 17.6
(desv. est.) -2.6 -2.9 -3.9 -4.3 -3.6 -2.6 -2.9 -3.0 -2.8 -2.9
A los 20 años
(% acumulado) 88.1 76.6 70.7 62.2 74.1 78.6 88.8 71.9 91.3 83.0
a
Motivos económicos: incluye por trabajo y/o costos tales como cuota de escuela, transporte a escuela, etcétera.
Fuente: Elaboración propia con datos de la eah y la enj. Hombres y mujeres de 20 a 29 años de edad.
ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

Aires. No obstante, el calendario diferenciado por sexo permanece en


ambas jurisdicciones, de modo que las mujeres defeñas siguen salien-
do de la escuela antes que los varones, mientras que en la Ciudad de
Buenos Aires ocurre lo contrario. Así, para el grupo de las más jóvenes,
tres cuartos de las porteñas habían salido de la escuela por motivos
económicos a los 20 años, frente a casi nueve de cada diez de las defe-
ñas, y esta distancia aumenta entre las que tienen entre 25 y 29 años
de edad. Por último, otro aspecto a destacar es que entre los varones
más jóvenes que salen de la escuela a los 20 años de edad es posible
observar una mayor proporción de porteños, en comparación con los
defeños.
Ahora bien, dado que efectivamente los motivos económicos inci-
den sobre el calendario de salida de la escolarización formal, a conti-
nuación se analiza el calendario de entrada al mercado de trabajo
(cuadro 5). Lo primero a destacar es que la temporalidad de este
evento es un tanto disímil entre las dos ciudades capitales. En general
se muestra que las y los jóvenes defeños comienzan a trabajar antes
que sus pares porteños, y teniendo en cuenta que en general también
son ellos y ellas quienes salen más temprano de la escolarización formal,
se puede confirmar la estrecha relación entre las transiciones escuela
y trabajo.
Por otra parte, las diferencias en el calendario del primer empleo
son aún mayores entre ciudades cuando sólo se observan las edades
de las mujeres en este evento. La edad mediana al primer trabajo de
las jóvenes de entre 20 y 24 años en la capital argentina es 2.4 años
mayor que en la mexicana (18.3 años). En el siguiente grupo etario la
diferencia disminuye ligeramente aunque continúa siendo amplia:
la mitad de las jóvenes porteñas comenzaron a trabajar antes de los
20.6 años, mientras que las defeñas lo hicieron antes de los 18.7 años.
Esta diferencia cobra sentido si se tiene en cuenta que las jóvenes de
la capital argentina permanecen más tiempo en el sistema escolar.
Por el contrario, entre los hombres el calendario de la entrada a
trabajar es muy parecido para los del grupo de edad 25-29 de las dos
ciudades capitales. En la Ciudad de Buenos Aires la mitad de los hom-
bres comenzó a trabajar a los 18.9 años o antes, mientras que la misma
proporción de defeños lo hizo a los 18.6 años. Ahora bien, al recordar
que para este mismo grupo de edad se describió una salida de la es-
cuela más tardía de los porteños, esta relativa igualdad en el calendario
laboral puede explicarse por el hecho de que entre los jóvenes argen-
tinos es más frecuente compaginar los estudios con el trabajo.

424
CUADRO 5
Calendario del comienzo de la vida laboral de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires y del Distrito Federal, 2010

Buenos Aires Distrito Federal


20 a 24 años 25 a 29 años 20 a 24 años 25 a 29 años
H M H M H M H M
Cuantil
10 16.2 17.2 15.5 16.7 13.8 12.8 15.1 14.4
25 18.2 18.6 17.5 18.3 15.9 16.1 16.9 16.8
50 19.8* 20.7* 18.9 20.6 17.5* 18.3* 18.6 18.7

Medidas parciales
de intensidad
1-S20 0.6567 0.5306 0.7239 0.5500 0.8249 0.6243 0.6203 0.6799
1-S23 0.8276* 0.7100* 0.8516 0.7382 0.8766* 0.8071* 0.8026 0.7815
1-S25 --- --- 0.9162 0.8202 --- --- 0.8709 0.8437
1-S28 --- --- 0.9524 0.8576 --- --- 0.9585 0.9196

* Las estimaciones del grupo 20 a 24 años podrían estar afectadas por el alto número de casos truncados.
Fuente: Elaboración propia con datos de la eah y la enj. Hombres y mujeres de 20 a 29 años de edad.
ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

No obstante, la brecha se amplía considerablemente entre los


hombres más jóvenes. En el Distrito Federal uno de cada dos jóvenes
de entre 20 y 24 años de edad empezó a trabajar antes de los 17.5 años,
en tanto que en la Ciudad de Buenos Aires esto ocurre antes de los
19.8 años; esto es, la mitad de los jóvenes defeños comienzan a trabajar
2.3 años antes que sus pares argentinos. De hecho, a los 20 años de
edad 82% de estos jóvenes defeños ya había comenzado a trabajar,
mientras que para los porteños esta proporción sólo es de 65%. Esto
es consistente con el mayor nivel de escolaridad de los varones de la
Ciudad de Buenos Aires frente a los defeños.

Consideraciones finales

Conforme a lo expuesto, se puede plantear que existen importantes


diferencias respecto al calendario de la salida de la escuela y del co-
mienzo de la vida laboral en las dos ciudades capitales, las cuales su-
gieren, por una parte, la estrecha relación que existe entre estos dos
eventos, y por otra, las tendencias señaladas por Solís y otros (2008).
En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se observa en términos
generales un calendario más tardío en ambos eventos. Los jóvenes de
esta demarcación logran una estadía más prolongada, respecto de los
mexicanos, en el sistema escolar, lo cual posiblemente favorezca entra-
das más tardías al mercado laboral. También se advierten diferencias
sustantivas entre los sexos: en los dos grupos de edad las mujeres de la
capital argentina dejan la escuela más tarde que los varones, mientras
que en el Distrito Federal ocurre lo contrario.
Entre los aportes de esta investigación se encuentra el poder ana-
lizar los motivos por los cuales los y las jóvenes salen del sistema escolar;
entre éstos los económicos ocupan un lugar preponderante en las dos
ciudades y entre los dos sexos. Es importante destacar que son más los
jóvenes defeños que declaran salir del sistema escolar formal por tal
razón, además de que en ambas ciudades son los varones quienes ar-
gumentan más frecuentemente cuestiones económicas para dejar la
escuela. Esto último puede estar asociado con la tendencia a que sean
ellos quienes frente a las dificultades dejen la escuela para incursionar
en el mercado laboral y así ayudar a solventar las necesidades del hogar.
Otro elemento distintivo de este trabajo es que la información sobre
dichos motivos nos permitió obtener el calendario de abandono de la
escuela por razones económicas. En las dos ciudades capitales se ob-

426
Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

servó que cuando se abandona la escuela por tales razones, el periodo


de estancia en el sistema escolar es más corto y hasta cierto punto
menos disímil entre hombres y mujeres, sobre todo entre los porteños.
Igualmente, es importante señalar que en el caso de las mujeres
de la Ciudad de Buenos Aires el principal motivo para dejar la escuela
tiene que ver con la finalización de los estudios. Este fenómeno, auna-
do al hecho de que también en esta demarcación la proporción de
mujeres que salieron de la escuela es menor, se asocia con el mayor
nivel educativo de las jóvenes en la capital argentina respecto a sus
pares del Distrito Federal. En este sentido cabe mencionar que la ex-
pansión de la matrícula en niveles de secundaria en Argentina ha sido
muy importante desde mediados del siglo xx hasta la actualidad, en
particular para las mujeres. Así, mientras entre los varones de 13 a 17
años los matriculados pasaron de 24 a 39% entre 1960 y 1980, las mu-
jeres lo hicieron de 25 a 44% (Wainerman y Geldstein, 1996). En
México un esfuerzo semejante se gestó también a mediados del siglo
pasado y continuó durante las siguientes décadas. No obstante, como
ya se expuso, una particularidad del sistema escolar mexicano, a dife-
rencia del argentino, es que entre la educación primaria y la profesio-
nal existen dos niveles educativos (secundaria y bachillerato), y hasta
principios de 2012 sólo la educación básica (primaria y secundaria)
era obligatoria. Por el contrario, en Argentina la obligatoriedad del
nivel secundario data del año 2006, y en particular la Ciudad de Buenos
Aires obtuvo esta sanción previamente, en 2002. Además, los jóvenes
mexicanos que concluyen la educación secundaria lo hacen, por lo
general, a los 15 años de edad, lo cual es un año superior a la edad
mínima para trabajar. Así, es posible suponer que la suma de todos
estos factores institucionales favorece una salida temprana del sistema
escolar de los jóvenes mexicanos.
Otro aporte consistió en analizar el momento en el que los jóvenes
comienzan a trabajar, encontrándose diferencias entre los sexos y los
grupos de edad. Entre los más jóvenes, las mujeres iniciaron su vida
laboral más tarde que los varones en las dos ciudades, y entre los de
más edad, el calendario del primer trabajo es más parecido entre ellos
y ellas. Asimismo, la condición de actividad difiere entre los sexos y
entre las ciudades capitales; por ejemplo, la desocupación afecta en
mayor proporción a los más jóvenes, sobre todo a los porteños. Tam-
bién, mientras en Buenos Aires el porcentaje de hombres y mujeres
ocupados es relativamente similar, en la capital mexicana la distancia
entre éstos es sensiblemente mayor, sobre todo conforme aumenta la

427
ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 30, NÚM. 2 (89), 2015, 405-431

edad. Esto último es consistente con lo que reportan otras investiga-


ciones (Solís y otros, 2008) y cobra sentido si se toma en cuenta que
durante toda la década pasada las tasas de participación femenina en
el Distrito Federal siempre fueron más bajas. En cambio, lo que se
advierte en la Ciudad de Buenos Aires puede relacionarse a la ya men-
cionada expansión de la educación femenina y, como reportan algunos
autores, si bien junto a otros factores, ésta podría estar generando un
efecto importante en el incremento de la fuerza laboral de las mujeres
(Cerrutti, 2000; Wainerman, 2007).
Con respecto a la combinación escuela y trabajo, los hallazgos de
este análisis coinciden con lo encontrado por Solís y otros (2008), pues
no es extraño encontrar en la capital argentina jóvenes que compagi-
nen estudios y trabajo, o bien que sólo estudien o sólo trabajen. En el
Distrito Federal, en cambio, el colectivo más numeroso es el que se
dedica únicamente al trabajo, y a medida que aumenta la edad alcan-
za notoriedad el de las mujeres que no estudian ni trabajan, las cuales
probablemente se dedican, entre otras actividades, a las labores do-
mésticas, los cuidados familiares y la crianza de los hijos.
Por último, otro elemento a destacar de nuestro trabajo es que se
examinó la relación de parentesco de los jóvenes respecto al jefe o jefa
de hogar, teniendo en cuenta que las posibilidades de salir del hogar
familiar –otra de las transiciones fundamentales hacia la vida adulta–
suelen estar asociadas al grado de independencia económica alcanzado.
Entre los 20 y los 29 años de edad buena parte de los jóvenes de Buenos
Aires y del Distrito Federal experimentan un cambio en la posición en
el hogar respecto de quien detenta su jefatura. Los más jóvenes serán
ante todo dependientes y un buen número de los mayores se converti-
rá en el jefe o la jefa del hogar o en su cónyuge. No obstante, en la
capital argentina, respecto de la mexicana, es posible encontrar una
mayor proporción de mujeres que dirigen algún hogar, y de hombres
jóvenes que se declaran cónyuges de la jefa. Esto último cobra mayor
sentido si se toma en cuenta la importante proporción de estas jóvenes
que participan activamente en el mercado de trabajo.
De este modo, coincidimos con Solís y otros (2008), quienes plan-
tearon como hipótesis que además de los factores vinculados con el
origen social, los diferenciales entre ambas ciudades en los calendarios
de los y las jóvenes respecto a las transiciones escuela y trabajo encuen-
tran también explicación a partir de las instituciones que gravitan en
estos dos ámbitos, pues regulan el acceso al sistema educativo y al
mercado de trabajo.

428
Ferraris y Martínez Salgado, ENTRE LA ESCUELA Y EL TRABAJO

Sin desestimar el peso de estas condiciones, destacamos que otro


elemento relevante para explicar las diferencias entre las transiciones
escuela y trabajo en estas dos ciudades se vincula con el aspecto
cultural-simbólico de las construcciones de las relaciones de género.
Durante la exposición de los resultados señalamos que pareciera
haber una relación un tanto menos desigual entre las y los jóvenes
porteños, dado que buena parte de ellas se presentan como jefas del
hogar, tienen mayores niveles de participación laboral que las defeñas,
incluso en “edades casaderas”, y no es extraño encontrarlas estudian-
do y trabajando al mismo tiempo. A esto se agrega que al contar con
datos sobre los motivos de salida de la escuela, encontramos también
que la principal razón por la que las porteñas dejan la escuela se
relaciona con la finalización de la escolarización; por el contrario,
las defeñas no sólo se ven afectadas por las dificultades económicas,
en buena parte ellas abandonan la escuela porque forman una unión
o se convierten en madres, esto es, dejan la escuela para asumir roles
más tradicionales.
Por último, resulta significativo que a pesar de la importante me-
jora de los niveles educativos entre los jóvenes en las últimas décadas,
a muchos de ellos los habrá de recibir un mercado laboral caracteri-
zado por una amplia informalidad y una profunda inestabilidad. En el
marco de la entrada al mercado de trabajo como transición a la vida
adulta, como expone Cardenal de la Nuez (2006), se crea una impor-
tante paradoja que convierte la transición definitiva al mundo del
trabajo en una meta social permanentemente postergada e inalcanza-
ble para una parte de los jóvenes: mantiene al trabajo asalariado como
la forma ideal de integración social, mientras que en los hechos el
empleo es cada vez más inseguro y de peor calidad. Quedará para fu-
turos análisis ahondar en esta paradoja indagando en las características
que adopta en las dos demarcaciones el primer empleo juvenil.

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Acerca de los autores

Sabrina Ferraris es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de


Buenos Aires y especialista en Demografía Social por la Universidad
Nacional de Luján. Ha escrito sobre temáticas referidas a las transicio-
nes a la vida adulta, familia y uniones conyugales, curso de vida, y ju-
ventud y consumos culturales.

Mario Martínez Salgado es doctor en Estudios de Población y maestro


en Demografía por El Colegio de México y actuario por la Facultad de
Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su investi-
gación se concentra en temas vinculados a la transición a la vida adul-
ta, familia y curso de vida, trabajo y masculinidad, y análisis espacial de
datos demográficos.

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