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Textos Clase Pervivencia

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1

PRO ARCHIA

Si hay en mí algo de ingenio, jueces, aunque comprendo cuán exiguo es, o si alguna
práctica de hablar, en la que no niego estar yo medianamente versado, o si alguna
facultad de esta cosa surgió de los estudios de las mejores artes y de su enseñanza, de la
cual yo confieso no haberme apartado en ninguna época de mi vida, de todas estas cosas
incluso entre los primeros este A. Licinio debe reclamarme el fruto casi por derecho
propio […]

En efecto, todas las artes que pertenecen a la humanidad, tienen algún vínculo común y
como por un cierto parentesco entre sí se hallan ligadas.

Pero para que a ninguno de vosotros parezca admirarse de que yo en una cuestión legal
y en juicio público […] use este estilo de hablar, […] os ruego que me deis en esta
causa esta venia, […], para que hable en favor de un sumo poeta y un eruditísimo
hombre, ante un concurso de hombres sumamente instruidos, ante vuestra humanidad,
y, finalmente, presidiendo este pretor el juicio, me permitáis hablar un poco más
libremente de los estudios de humanidades y de las letras.

Pues si no me hubiera persuadido desde la adolescencia por los preceptos de muchos y


por muchos libros de que nada debe desearse en la vida con insistencia sino la gloria y
la honestidad, de que en perseguirlos todo tormento del cuerpo, todos peligros de
muerte y de destierro deben ser considerados en poco, nunca me hubiese lanzado por
vuestra salvación a tantas y tan grandes luchas y a estos ataques cotidianos de hombres
envilecidos. Pero todos los libros están llenos, llenas las voces de los sabios, llena la
antigüedad de ejemplos: todas estas cosas yacerían en las tinieblas, si no llegara la luz
de las letras. ¿Cuántas imágenes —no sólo para mirarlas, sino también para imitarlas—
de fortísimos hombres nos dejaron representadas los escritores griegos y latinos?

Yo reconozco que han existido muchos hombres de espíritu sobresaliente y sin cultura,
y que por una disposición casi divina de la mera naturaleza se destacan como personas
juiciosas y serias; incluso agrego que, para alcanzar el honor y la virtud, más veces vale
la naturaleza sin instrucción que la instrucción sin naturaleza. Pero al mismo tiempo
sostengo que, cuando a la naturaleza excelente y brillante se le añade una ordenada
formación cultural, suele producirse un no sé qué, preclaro y único.

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Que de este número era este, al que nuestros padres vieron, divino hombre, el Africano;
de éste C. Lelio, L. Furio, hombres moderadísimos y prudentísimos; de éste el hombre
más fuerte y docto de aquellos tiempos, M. Catón el viejo: si, ciertamente, estos no
hubieran sido ayudados en nada por las letras para percibir y cultivar la virtud, nunca se
hubieran dedicado al estudio de estas. Y si a estos no se les mostrara un fruto tan
grande, y si de estos estudios sólo alcanzara deleite, sin embargo (según opino)
juzgaríais esta afición del espíritu como muy humana y liberal […] estos estudios
alimentan la adolescencia, deleitan la vejez, adornan los hechos favorables,
proporcionan en los adversos refugio y solaz, deleitan en casa, no estorban fuera,
pernoctan con nosotros, peregrinan, viven en el campo.

CARPE DIEM

No pretendas saber, pues no está permitido,


el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos

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y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.

TEMPUS FUGIT
Pero mientras tanto huye, huye el tiempo irremediablemente, mientras nos demoramos
atrapados por el amor hacia los detalles”

COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE

Recuerde el alma dormida,

avive el seso e despierte

contemplando

cómo se passa la vida,

cómo se viene la muerte tan callando;

cuán presto se va el plazer,

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cómo, después de acordado,

da dolor;

cómo, a nuestro parescer,

cualquiere tiempo passado fue mejor.

Recuerde el alma dormida,

avive el seso e despierte

contemplando

cómo se passa la vida,

cómo se viene la muerte tan callando;

cuán presto se va el plazer,

cómo, después de acordado, da dolor;

cómo, a nuestro parescer,

cualquiere tiempo passado fue mejor.

LOS ESPINOS
Verdor nuevo los espinos
Tienen ya por la colina,
Toda de púrpura y nieve
En el aire estremecida.
Cuántos ciclos florecidos
Les has visto; aunque a la cita
Ellos serán siempre fieles,
Tú no lo serás un día.
Antes que la sombra caiga,
Aprende cómo es la dicha
Ante los espinos blancos
Y rojos en flor. Ve. Mira.

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Luis Cernuda, Como quien espera el alba

BEATUS ILLE

Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica

su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda, y no se

despierta como los soldados con el toque de diana amenazador, ni tiene miedo a los

ataques del mar, que evita el foro y los soberbios palacios de los ciudadanos

poderosos.

FRAY LUIS DE LEÓN

¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido


y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

6
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz, su nombre, pregonera
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento


si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?

¡Oh campo, oh monte, oh río!


¡Oh secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves


con su cantar suave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,


gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanza de recelo (…)

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