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Antonio Caso

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Enciclopedia Electrónica de la Filosofía Mexicana

ANTONIO
CASO (1883-
1946)
Por José Ezcurdia

Antonio Caso nace en la Ciudad de México el 19 de diciembre de 1883 y muere el 6 de marzo de 1946.
Si bien obtiene la Licenciatura en Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, es la filosofía el
ámbito fundamental que ocupará su intensa y rica labor profesional. Su actividad docente, como
funcionario y como intelectual, se enmarca en el complejo periodo
que va de los últimos años del porfiriato, a la
irrupción de la Revolución y la formación del
Partido Nacional Revolucionario. La
orientación filosófica de Caso, en múltiples
sentidos, se constituye como una reacción a la
injusticia social asociada a los procesos de
modernización y supeditación colonial del
régimen porfirista, que entronizaba una
burguesía que encontraba en el positivismo
comteano y spenceriano su armazón
ideológico 1 . Antonio Caso, en este contexto,
impulsa junto con Alfonso Reyes y José
Vasconcelos, la creación del Ateneo de la
Juventud, el cual, toda vez que critica el
programa positivista de
Antonio Caso. Retrato hecho por José Clemente Orozco. Gabino Barreda 2 —implantado por el
Fuente: Garrido, Luis. Antonio Caso. Una vida profunda.
Prólogo de Luis Recasens-Siches. México, D. F.: Universidad Gobierno de Benito Juárez, y adoptado
Nacional Autónoma de México, 1961.

1
Cfr, Krauze, Rosa, La filosofía de Antonio Caso, p. 15: “El régimen porfirista tenía todos los defectos de las dictaduras.
Iniciado como una forma de gobierno revolucionario, había degenerado hasta convertirse en mera política administrativa.
Desde la infiltración del positivismo tomó el aspecto de una función técnica especializada. Los positivistas (el pueblo los
llamo los científicos) se repartieron los cargos gubernamentales, que por supuesta incapacidad negaban a los profanos, y
monopolizaron la mayor parte de las finanzas del país. Las grandes empresas enriquecían a la burguesía, y los latifundios
crecían a expensas de la miseria campesina”.
2
En relación a la adopción del positivismo en México, Cfr., Vargas, Lozano, Gabriel, Enciclopedia electrónica de la filosofía
mexicana, “Gabino Barreda, (1818-1881)”,
~1~
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por el Gobierno del presidente Díaz—, se constituyó como un círculo intelectual que puso sobre la mesa
el abandono de las humanidades y la necesidad de su urgente incorporación en los procesos tanto de la
formación de las nuevas generaciones, como de la reconfiguración del perfil ideológico de la nación
mexicana. El Ateneo de la Juventud, que Caso preside recién constituido, a la vez que gozó del respaldo
del Secretario de Instrucción Pública, Justo Sierra 3, contó con la participación de destacadas figuras de
los medios artístico e intelectual, entre las que se encuentran el subsecretario de Bellas Artes, Ezequiel
Chávez, los hermanos Max y Pedro Henríquez Ureña, los escritores Julio Torri e Isidro Fabela, y el
pintor Diego Rivera, entre más de cien integrantes. La influencia del Ateneo de la Juventud fue desde
luego notable en la conformación de la vida académica e intelectual de México. La Escuela Nacional de
Altos Estudios, así como la Universidad Nacional de México, fundadas a instancias de Justo Sierra y de
las que Caso fue director y rector respectivamente, acogen la acometida cultural emprendida por el
Ateneo de la Juventud.

http://dcsh.izt.uam.mx/cen_doc/cefilibe/images/banners/enciclopedia/Diccionario/Autores/FilosofosMexicanos/Barreda_Gab
ino-GabrielVargasLozano.pdf: “El Gobierno triunfante encabezado por Benito Juárez, solicita a Antonio Martínez de Castro,
Ministro de Justicia y de Instrucción Pública que nombre a una comisión para proponer los lineamientos de la reforma de la
educación y esta quedó integrada por: doctor Gabino Barreda, Ing. Francisco Díaz Covarrubias, astrónomo y matemático
positivista, José Díaz Covarrubias (quien fuera Ministro de Instrucción Pública alrededor de 1875), Pedro Contreras Elizalde,
Antonio Tagle, Leopoldo Río de la Loza, Alfonso Herrera, Agustín Bazán, Ignacio Alvarado Ortega y Eulalio María Ortega.
La comisión dio origen al texto de la ‘Ley orgánica de instrucción pública del D.F.’ del 2 de diciembre de 1867.
El 18 de enero de 1868, Barreda fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria. En ella, imparte la clase de
Lógica y en la Escuela de Medicina la de Patología. Desde 1872 hasta 1875 ofrece un curso libre de Biología.
Mediante el ‘Plan Barreda’, por primera vez en el mundo se llevan a cabo las concepciones de Comte en la educación.
Barreda desempeña el cargo de director de la ENP desde el 1 de febrero de 1868 hasta abril de 1878.
Uno de los textos que escribe es: ‘Examen del cálculo infinitesimal desde el punto de vista lógico o Exposición de los
verdaderos fundamentos del cálculo de Leibniz, comparados a los de otras formas de cálculo trascendente’.
La idea central del Plan de estudios de la ENP es que el estudiante debería recibir una orientación científico-práctica.
Primero debería estudiar matemáticas hasta cálculo infinitesimal y mecánica racional; luego astronomía y sucesivamente
física, química, biología y estudio de sociedades. Se adopta el texto de John Stuart Mill, A system of logic, ratiocinative and
inductive (1843). También se enseñaba el Tratado filosófico de astronomía popular de Comte”.
3
Justo Sierra es sin duda una figura central que determina de manera importante la actividad político-cultural de Antonio
Caso. Sierra, a la sazón Secretario de Instrucción Pública en el gobierno de Porfirio Díaz, se distancia del grupo de los
denominados Científicos que enarbolaban el estandarte positivista y ocupaban importantes puestos en el propio régimen del
dictador. En los años 1903, 1904, 1907 y 1908, se sucedieron bajo el amparo de Justo Sierra una serie de ciclos de
conferencias en la Escuela Nacional Preparatoria y la Escuela Nacional de Música que, toda vez que realizaban críticas
diversas al positivismo, subrayando la necesidad de una educación humanística, serían un semillero del que se alimentaría el
Ateneo de la juventud, cuya fundación tiene lugar el 28 de octubre de 1909. Jesús Urueta, Amado Nervo, Luis G. Urbina,
Alfonso Reyes, Antonio Caso, entre otros, participaron activamente en los mencionados ciclos de conferencias. Sierra funda
la Universidad Nacional de México excluyendo a los positivistas ortodoxos alrededor de la revista Positiva, cuyo director fue
director Agustín Aragón, con quien Caso mantiene una acalorada disputa.
Sierra, como Caso, desarrolla su actividad intelectual y política en el seno del gobierno de Díaz. Esto invitar a pensar en
el menguante papel que tenía el positivismo como doctrina oficial del régimen. Sierra y Caso anticipan sin duda el cambio de
paradigma ideológico de su tiempo y, sin romper con Díaz, abren la senda del espiritualismo y el evolucionismo en tanto
bases filosóficas del venidero proyecto educativo mexicano.

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Antonio Caso ocupa diversos puestos de


importancia además de la propia rectoría de
la Universidad Nacional de México (1920,
1922-23) y la dirección de la Escuela de
Altos Estudios (1913). Es Director honorario
de la Facultad de Filosofía y Letras, y
fundador de la Universidad Popular (1913).
Es director de la Escuela Nacional
Preparatoria (1915). Asimismo es miembro
de la Academia Mexicana de la Lengua y
Fundador del Colegio Nacional (1943). La
biografía de Caso presenta una incansable
labor en pro del fortalecimiento y la creación
de instituciones en el seno del Estado,
orientadas a la educación pública y gratuita, y
la formación profesional. En 1917, defiende
en la Cámara de
Diputados la autonomía universitaria, subrayando la exigencia
Antonio Caso, 1916.del subsidio Estatal y la Libertad de
Fuente: Garrido, Luis. Op. cit.
Cátedra, en tanto condiciones de su ejercicio efectivo. Caso, a lo largo de más de 35 años de docencia,
imparte las materias de Ética, Estética, Epistemología, Historia de la Filosofía, Filosofía de la Historia,
entre otras. Su propia labor docente, los diversos cargos que ocupa, así como su fructífera producción
intelectual 4 , lo hacen merecedor de múltiples reconocimientos, entre los que destacan los doctorados
honoris causa de la Universidad de la Habana, de la Universidad de san Marcos de Lima, de Río de
Janeiro, así como la Cruz al Mérito de Perú, la distinción como Miembro Honorario del Ateneo de
Santiago, como

4
Las Obras completas de Caso han sido compiladas por Rosa Krauze, bajo el sello de la Universidad Nacional Autónoma de
México, 1971-1978. Cada volumen cuenta con el prólogo de un especialista. Los prologuistas de las Obras completas de
Antonio Caso son: Juan Hernández Luna, Antonio Gómez Robledo, José Gaos, Fernando Salmerón, Justino Fernández,
Francisco Larroyo, Luis Villoro, Eduardo García Máynez, Mario de la Cueva, Leopoldo Zea, Margarita Vera, Luis Recasens
Siches y Rubén Bonifaz Nuño.

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Caballero de la Legión de Honor y las Palmas Académicas del Gobierno de Francia, y la medalla
Goethe Für Kunst und Wissenschaft.
El gobierno de México le otorga el título de
Maestro de la Juventud. Antonio Caso, en el
plano filosófico, de la mano de Henri Bergson y
Émile Boutroux, lleva a cabo la promoción de un
vitalismo cristiano como horizonte crítico de una
modernidad presa de dos alternativas
antagónicas: el positivismo que otorga un
anclaje doctrinal al capitalismo y su entramado
político- industrial, y el marxismo, que, desde la
perspectiva de Caso, se constituye como columna
vertebral de un comunismo totalitario que al
identificar justicia con dictadura del proletariado,
pugna por la abolición de la propiedad privada5.
Caso, sin plegarse al catolicismo, hace de
una apropiación filosófica de la figura de

Antonio Caso en su cátedra de la Facultad de Altos


Estudios. Fuente: Garrido, Luis. Op. cit.

Cristo, la piedra de toque para configurar un vitalismo que a la vez que le permite llevar a cabo una
lectura crítica de la biblioteca filosófica, le posibilita intervenir en los debates relativos a la construcción
de la identidad nacional y latinoamericana, de cara tanto a los procesos que en su momento atravesaba
México, como a la propia escena internacional, marcada por la primera y la segunda guerras mundiales.

5
Caso enfila sus críticas al marxismo en la medida que éste es la bandera del régimen comunista en sus versiones leninista y
stalinista. Caso dese luego no dedicó a un Marx un estudio dilatado y demorado, que pudiese sopesar en profundidad sus tesis
antropológicas capitales. Caso reduce al marxismo a una forma de religión secularizada en la que la liturgia se ve articulada
en el simbolismo y los procedimientos del aparato de Estado, sin poder impulsar un genuino proceso de liberación. Caso
apunta en La persona humana y el Estado totalitario, p. 80, al equiparar el ideal de raza que acompañó al nacionalsocialismo,
con la lucha de clases que impulsa el comunismo: “Frente a la apoteosis de la raza, los adeptos del soviet exhiben, también,
una actitud mística diferente e incoercible. Ahora no se trata de un endiosamiento de una comunidad ligada orgánicamente
por la sangre; sino de un fenómeno ecuménico de exaltación de cierta clase social. La nueva religión marxista tiene, también
un concepto totalitario del Estado y del mundo. Alguna vez se producirá la redención definitiva. Por lo pronto urge, ‘la
dictadura del proletariado’”.

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Caso se revela como un gran polemista, que a través del debate y la argumentación dialéctica, da
cuerpo a su perspectiva filosófica fundamental. Ya desde su participación en publicaciones como
Revista Moderna, Revista Moderna de México y Savia Moderna, que dieron voz a los miembros
del Ateneo de la Juventud, hasta los debates que sostiene en periódicos como El Universal, Excélsior y
Revista de Revistas, Caso hace patente la articulación de un vitalismo cristiano que cobra sentido al
intervenir en las discusiones sobre la construcción de la realidad económica, política y cultural nacional.
Las polémicas con Vicente Lombardo Toledano, relativos a la Libertad de Cátedra y al lugar del
marxismo en la enseñanza universitaria por un lado, y con Eduardo Pallares, por otro, en relación a los
alcances del positivismo y el materialismo de corte mecanicista en cuanto a su capacidad de explicar la
libertad y la vida del espíritu, muestran tanto los rendimientos de su concepción vitalista cristiana, como
su concepción general del quehacer filosófico, como una actividad que lejos de encerrarse en la
intimidad del cubículo, se abre a la construcción y al tratamiento de los problemas cruciales que definen
de manera cierta la vida político-social6.
La obra de Caso es en buena medida ecléctica y asistemática. Sin embargo, la figura de Cristo se
constituye como el bajo sostenido, que le otorga una coherencia de fondo a sus

6
En relación a las variadas y abundantes polémicas que nuestro filósofo sostiene con autores e intelectuales de diversa
orientación intelectual, Cfr., el Tomo I de las Obras Completas de Antonio Caso, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1971. P. XI., donde Juan Hernández Luna, prologuista de dicho volumen, describe el contenido de 11 de sus
polémicas fundamentales, encaminadas a defender la libertad de pensamiento, frente a los dogmatismos positivista,
neotomista, marxista y neokantiano: “En la primera de ellas, la que entabló con el ingeniero Agustín Aragón (1911), trató de
encontrar la verdad acerca del derecho que asistía a la Universidad Nacional de México a nacer y a existir en la cultura patria;
en la segunda, también con el ingeniero Aragón (1920), buscó la verdad sobre la naturaleza científica y filosófica de la
historia; al polemizar con el ingeniero Francisco Bulnes (1922), indagó la verdad referente al porvenir cultural, económico y
político de los pueblos de América Latina; en la que sostuvo con el poeta Manuel Puga y Acal (1923), quiso hallar el
verdadero sentido histórico del imperio de Maximiliano; en su disputa con el filósofo Samuel Ramos (1927), desentrañó la
verdad de su campaña antipositivista y la significación de su magisterio filosófico; en las controversias con el licenciado
Vicente Lombardo Toledano y el economista Francisco Zamora (1935), dilucidó la verdad relativa a la libertad de cátedra, a
la orientación ideológica de la universidad y al valor de las tesis metafísica, gnoseológica, psicológica, histórica y económica
del marxismo; en la polémica con el licenciado Eduardo Pallares (1935), esclareció la verdad sobre la espacialidad o no
espacialidad de los fenómenos de la conciencia: en la polémica con el poeta y escritor Alfonso Junco (1936), se propuso
dilucidar la verdad acerca de las “pruebas” tomistas de la existencia de Dios y de las antítesis razón y fe, libertad y dogma,
homo sapiens y homo credulus, fe ortodoxa y fe heterodoxa; y en el debate con el licenciado Guillermo Héctor Rodríguez
(1937), buscó la verdad sobre el valor de la metafísica, de la intuición, del método de la reflexión trascendental y del
panlogismo de la Escuela de Marburgo”.
Caso y Vasconcelos, si bien no articularon una polémica epistolar, trabaron una profunda relación con múltiples facetas
que va desde su común participación en la recepción y difusión de la filosofía de Bergson, la creación del Ateneo de la
Juventud, hasta las diferencias políticas y administrativas siendo Caso rector de la Universidad Nacional de México, y
Vasconcelos ocupando el cargo de Secretario de Educación Pública, en el Gobierno de Álvaro Obregón. Al respecto Cfr., la
obra autobiográfica de Vasconcelos, Ulises Criollo, así como el texto de Claude Fell, José Vasconcelos, Los años del águila,
UNAM, 1989, dónde en diversos pasajes, se muestra la profunda significación de la propia relación Caso-Vasconcelos, en el
marco de la comprensión general del ambiente cultural y político de la época.

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diversos desarrollos teóricos: ¡Imitad a Jesús!, se constituye como la clave que Caso ofrece, para
desentrañar el sentido de su variada producción intelectual. Cristo es para Caso el principio para una
reconsideración de la centralidad de la noción de vida en el discurso filosófico. En este sentido, toda vez
que realiza una crítica a los excesos del criticismo kantiano en cuanto a la imposibilidad de aprehender
inmediatamente la forma misma del alma como vida y libertad, lleva a cabo una recuperación crítica de
Spinoza, Schopenhauer y Nietzsche. El voluntarismo y el vitalismo de estos autores, son elogiados por
Caso debido a su profunda significación en el terreno de la articulación del valor moral, aunque siempre
desde la perspectiva de su subsunción en los ideales de la vida cristiana. De este modo, se ha señalado
que la obra capital de Caso, La existencia como economía, como interés y como caridad, bien
puede interpretarse como una réplica al Así habló Zaratustra, de Nietzsche, texto que el propio Caso,
tenía en altísima consideración7.
Caso, como Bergson, funda la filosofía en un intuicionismo cristiano que toda vez que se constituye
como techo más alto de la actividad del espíritu, desborda una función de la razón que por sí sola no
puede más que mantenerse en la esfera del mero interés utilitario. La intuición, no sólo abre a la
conciencia al ámbito del desinterés, donde resplandece la experiencia estética, sino implica también una
intensificación y un esfuerzo que se resuelve en su forma más elevada, en el amor como caridad. La
caridad es para Caso la única vía para ir más allá de las insuficiencias que presentan el capitalismo y la
ciencia positivista por un lado, y el comunismo, por otro. Caso, a la vez que se aleja del catolicismo
rancio de ascendencia colonial, y con éste de las filosofías de Aristóteles y santo Tomás, articula una
lectura de la biblioteca filosófica en la que recupera justo aquellos autores que nutren la significación de
la intuición mística, en tanto pilar de la ética y la articulación misma del valor moral: Platón, san
Agustín, Pascal y Tolstoi, alimentan interiormente el intuicionismo casiano, que tiene en la propia figura
de Bergson su ascendente intelectual fundamental.
Es desde la órbita del vitalismo cristiano que Caso incorpora otra vena que enriquece su pensamiento:
la axiología y el personalismo cristiano de Max Scheler. Scheler brinda a Caso la concepción de una
centralidad de la persona, en la fundamentación del propio valor moral.

7
Cfr., Krauze, Rosa, La filosofía de Antonio Caso, p. 82: “Pero Nietzsche decía lo contrario y Caso lo admiraba y repudiaba
al mismo tiempo. Desde 1907 había atacado su anticristianismo y aplaudido su instinto de superación humana. Justamente
por eso, Nietzsche le resultaba fascinante y peligroso [...] Tampoco sería muy aventurado decir que La existencia como
economía, como desinterés y como caridad constituye la respuesta de Caso a Zaratustra”.

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Para Caso, el vitalismo se funda en el intuicionismo y el intuicionismo se resuelve en un personalismo


cristiano, en el que el reconocimiento de la autonomía y la dignidad de la persona, es el motor interior
para construir vías para solucionar los problemas que aquejan al hombre y a la sociedad. El
intuicionismo bergsoniano y el personalismo scheleriano son el marco desde el cual Caso aborda las
filosofías de Husserl y de Heidegger que ocupan su pensamiento en sus últimos desarrollos. Husserl y
Heidegger ayudan a Caso a profundizar en la estructura de la intuición, en tanto análisis fenomenológico
y existencial. Para Caso, el Estado ha de estar supeditado al pleno ejercicio de la personalidad humana, y
la personalidad humana ha de encontrar en la democracia su ideal político. Caso ve en la democracia la
forma de gobierno que mejor se ajusta a las exigencias de un cristianismo que en la noción de persona
hace inteligible la significación metafísica y ética del amor como caridad. El reconocimiento de la
persona, es el criterio al cual debe sujetarse la formación de un régimen democrático, que toda vez que
ha de respetar la propiedad privada en cuanto condición del ejercicio de la autonomía moral de la
persona misma, no ha de sucumbir a los excesos del individualismo, ni a la voracidad capitalista 8 . Caso
hace de sus reflexiones sobre el cristianismo y la democracia, el horizonte para situarse ante las
encrucijadas histórico- políticas que en su momento representaron tanto la Primera y la Segunda
Guerras Mundiales, como la propia Revolución Mexicana. Caso, frente a los regímenes comunistas,
toma partido por las democracias occidentales —la vieja Inglaterra— sin perder de vista las terribles
injusticias que acarrea el propio capitalismo, la explotación del hombre asociada al desarrollo industrial
y las asimétricas relaciones entre las sociedades coloniales y las metrópolis de Europa y los Estados
Unidos. México fue, en este sentido, una constante preocupación de Antonio Caso. El fin del régimen de
Porfirio Díaz, los estertores de la Revolución, sin duda comprometieron su pensamiento y su labor
filosófica. Tanto la inserción de México en el concierto de las naciones, la consolidación de su
independencia económica frente a las potencias colonialistas, como la conformación de la identidad
nacional, fueron temas de los

8
En relación a la crítica casiana al materialismo marxista, Cfr., Hernández Prado, José, La filosofía de la cultura de Antonio
Caso, p. 121: “Marx privilegió en forma equivocada lo económico en el ámbito cultural, reiteraba Caso en sus Nuevos
discursos a la Nación Mexicana. La religión; el derecho y el Estado; las costumbres; las artes y las ciencias, son para el
marxismo mero ‘reflejo y derivación’, y ello marca en ‘en contra de la verdadera ontología social’. Además de económico, lo
social es jurídico y, sobre todo, moral. La misma lucha del proletariado, aducía Caso, es completamente válida porque es
justa. Pero otra cosa es transformar en lucha de clases todo lo que no consiste en ella, como hizo propiamente el marxismo en
aquella misma operación en la que suprimió ‘el papel de la individualidad creadora’, para reivindicar de modo absurdo a las
masas”.

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que Caso se hizo cargo. (Cfr., Discursos a la nación mexicana, 1976). En este marco, la recuperación
del ideal bolivariano de la unidad de América Latina, así como el planteamiento y la dilucidación del
problema del mestizaje y la conformación del tipo racial del mexicano, fueron objeto de su reflexión
filosófica. Caso, sin perder de vista problemas que comprometen
las funciones más elevadas del espíritu, no
dejó de ver las innumerables contradicciones
y paradojas que aquejaban al México de sus
días. En ese sentido, su filosofar reclama ‘alas
y plomo’, es decir, atención a los problemas
metafísicos que ocupan al espíritu y atención
a los configuraciones económicas,
sociológicas y culturales del día a día, cuya
solución se presenta ineludible para construir
una genuina identidad nacional.
Caso, a propósito de la novela Madame
Bovary, de Gustave Flaubert, critica lo que
denomina el bovarismo, que se concibe como
la mera repetición acrítica en la arena
intelectual nacional,
deAntonio
modelos conceptuales
Caso leyendo importados.
su discurso Caso
en una ceremonia pone sobre la mesa el problema de las seculares
académica
celebrada durante su viaje por América del Sur.
contradicciones relativas
Fuente: Garrido, Luis. Op. cit.a la arquitectura interior de la identidad nacional y la negación de lo propio en
aras de la supeditación política, económica y cultural de México a las potencias occidentales. En este
sentido, Caso abonará a una teorización sobre lo mexicano, que junto con Samuel Ramos, José
Vasconcelos, abrirá una vía de reflexión que transitarán también autores como Jorge Portilla, Emilio
Uranga, Mariano Azuela u Octavio Paz, entre otros.
La producción intelectual de Antonio Caso muestra la preocupación por elaborar una filosofía que
toda vez que atienda a los problemas generales de la época y tome en consideración el ámbito de lo
concreto, satisfaga la propia perspectiva vitalista y personalista que la anima. De la Filosofía de la
educación, en la que subraya la centralidad de la filosofía

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misma en el propio quehacer educativo, a la Filosofía de historia, donde critica la noción de progreso
aplicada a las ciencias del espíritu, y de ahí a la Sociología y la Historia, de las que niega una
fundamentación científica, en el sentido comteano del término, y aún a la estética, donde elabora teorías
como las de la simpatía, la proyección sentimental y la intuición poética, Caso pone en juego sus
consideración filosóficas y psicológicas relativas a la capacidad creativa de la vida que justo en el
conocimiento intuitivo, eleva al hombre a la dignidad que su forma como persona supone.
Caso hace de Cristo el marco para ordenar una concepción filosófica en la que la plenificación de la
vida a través del esfuerzo que implica el conocimiento intuitivo —el amor como caridad, en tanto
cumplimiento del poder creativo en el que la vida cifra su forma— es el principio para ordenar sus
diversas intervenciones en los ámbitos de la metafísica, de la teoría del conocimiento, de la ética y de la
filosofía de la cultura. Estás disciplinas, a su vez, contribuyen a renovar al propio cristianismo, justo en
lo relativo a su significación filosófica.
La intensa labor político-cultural de Antonio Caso, su entrega a la docencia y la lucidez de
sus intervenciones en el plano
intelectual, lo hacen no sólo
sin duda merecedor de la
distinción de “Maestro de la
Juventud”, sino ejemplo para
las nuevas generaciones de
filósofos e intelectuales, para
quienes el propio trabajo del
intelecto, para dar fruto, no
debe estar desligado del
servicio a una nación que en
múltiples sentidos, se ve
aquejada por problemas de
suma urgencia, que deben ser
Alfonso Reyes y Antonio Caso en El Colegio Nacional, México, 1945. planteados y analizados, para
Fuente: Guzmán Urbiola, Xavier; Perea, Héctor; Rojo, Alba C de (Investigación
iconográfica, documental y selección de textos). Alfonso Reyes. Iconografía. encontrar
México, D. F.: Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México / El Colegio
Nacional, 1989.

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salidas en las que la paz, como reza el ideal del cristianismo más consecuente, esté construida sobre el
cimiento firme de la justicia.
Con toda seguridad el texto mayor de Antonio Caso es La existencia como economía, como
interés y como caridad. Dicho texto, gozó en su momento de tres ediciones (1916, 1919 y 1943) que
constituyen una suerte de radiografía que hace patente el proceso de maduración del pensamiento de
Caso. A cada edición, Caso añadía nuevos elementos que daban cuerpo a sus intuiciones
fundamentales, esbozadas ya desde artículos anteriores a la propia obra que le ocupó a lo largo de su
vida.
En La existencia como economía, como interés y como caridad se conjugan prácticamente
todas las líneas que animan el pensamiento casiano. La crítica al positivismo, la recuperación del
evolucionismo bergsoniano, el estudio del vitalismo spinoziano, schopenhaueriano y nietzscheano, el
análisis del estatuto ontológico y la función psicológica y moral del conocimiento intuitivo, el
diagnóstico sobre la situación internacional, la figura de Cristo como paradigma del ejercicio de la
intuición, aparecen como temas que se imbrican en la mencionada obra.
Caso, en su texto fundamental, da cuenta de la evolución de la vida en tres momentos bien definidos:
el primero, el de la economía, donde reina el egoísmo que tutela el desarrollo científico y el odio y la
guerra entre los pueblos. En dicha esfera, la razón, aún sujeta al orden elemental de la vida, asegura el
“máximo provecho, con el mínimo esfuerzo”. El segundo momento, el del desinterés, muestra una vida
que se desentiende de la egoísta y ciega lucha por la adaptación, para acceder a un campo inagotable de
experiencia: la experiencia estética. La experiencia estética es para Caso ya el ámbito de lo propiamente
humano, donde la vida encuentra una intensificación y una transformación que se ordena bajo la divisa,
el “máximo esfuerzo, el mínimo de provecho”. El arte para Caso abre a la vida al ámbito de una
conciencia sublimada, que no se ve reducida a las premuras del egoísmo, ni a la tiranía de los imperios.
El arte es para nuestro autor desde luego superior a la ciencia, y conduce al hombre a la senda de su
plenificación. Dicha plenificación se encuentra en el tercer momento, que radica en el entusiasmo que
acompaña a la caridad. La caridad es para Caso la vida que se sobrepasa a sí misma en el sacrificio y la
donación. La donación de la caridad es propiamente sobrenatural, pues implica la promoción de la vida
al rango de la persona. Cristo de este modo lleva a la vida a su nivel evolutivo más alto, en el cual la
vida se niega sí misma, para florecer

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en el servicio desinteresado en el que se resuelve la caridad misma. La caridad es en última instancia la


clave para resolver problemas internacionales como la guerra y el colonialismo, asociados a la forma
de la vida en el nivel de la
mera economía.
Numerosos autores desfilan en La existencia como
economía, como interés y como caridad, haciendo
patente el conocimiento que presenta Caso de los
problemas filosóficos y las discusiones de su época.
Spencer, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Bergson,
James, por ejemplo, son objeto de una serie de
contrapuntos y análisis penetrantes, que dan cuerpo al
vitalismo cristiano casiano, en tanto palabra para
encarar el naciente siglo XX, que al ser presa de dos
guerras mundiales, exigió una reflexión que el filósofo
mexicano supo dar con profundidad y rigor filosóficos.

Último retrato del maestro Antonio Caso hecho a


Bibliografía general consultada: pluma por Duhart.
Cardiel, Raúl (1986), Retorno a Caso. Universidad Fuente: Autónoma
Nacional Garrido, Luis.de
Op.México,
cit. México. Caso,
Antonio (1971), “Polémicas”, en Obras completas, Universidad Nacional Autónoma de
México, Vol. I, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones,
México.
(1972), “La existencia como economía, como desinterés y como caridad”, en Obras
completas, vol. III, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de
Publicaciones, México, pp. 23-120.
(1975a), “La persona humana y el Estado totalitario”, en Obras completas, vol. VIII,
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~ 11 ~
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