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Resumen Psicoanálisis

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PSICOANALISIS II

MAS ALLA DEL PRINCIPIO DE PLACER

CAPITULO 1

LA NUEVA TEORÍA PULSIONAL. PRINCIPIOS DE NIRVANA, DE PLACER Y DE REALIDAD.


IMPERIO DEL PRINCIPIO DEL PLACER: PERCEPCIÓN DE DISPLACER.

En el psicoanálisis, se toma como regla que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente
por el principio de placer. Este aparato anímico es puesto en marcha por una tensión displacentera, y luego
adopta una orientación que hace que su resultado final sea una disminución de la tensión, mediante la evitación
del displacer o producción de placer. Es decir, el aparato psíquico tiende a la disminución de la tensión que se
vive como displacer.

Este modo de comprender el psiquismo se denomina económico.

Otra hipótesis que formula Freud es que el aparato anímico busca mantener lo más baja posible, o al menos
constante, la cantidad de excitación presente en él.

El principio de placer se deriva del principio de constancia, que es la tendencia a mantener constante la
excitación intrapsíquica.

Sin embargo, sabemos que no vivimos en un constante sentimiento de placer en nuestra vida. Por lo que es
incorrecto decir que hay un imperio del principio de placer sobre los procesos anímicos. Por lo que concluye que
a pesar de que en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, hay ciertas fuerzas que la contrarían.
El primer caso de inhibición del principio de placer tiene el carácter de una ley. El principio de placer es propio de
un modo de trabajo primario del aparato anímico, y bajo el influjo de las pulsiones de autoconservación del yo, es
relevado por el principio de realidad. Este mismo, sin olvidar el propósito de una ganancia final de placer, exige
y consigue posponer la satisfacción, renunciar a diversas posibilidades de lograrla y tolerar provisionalmente el
displacer en el largo rodeo hacia el placer.

Todas aquellas pulsiones que se muestran inconciliables con el yo, son segregadas de el por el proceso de la
represión. Se las retiene en estadios inferiores del desarrollo psíquico y se les corta, en un comienzo, la
posibilidad de alcanzar la satisfacción. (si luego consiguen una satisfacción directa o sustitutiva, este éxito que
podría haber sido placentero, el yo lo vive con displacer: un síntoma. Freud dice que todo displacer neurótico
debe ser un placer que no puede ser sentido como tal)

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CAPITULO 2

COMPULSIÓN A LA REPETICIÓN: SUEÑOS TRAUMÁTICOS. TERROR Y APRONTE ANGUSTIADO.


NEUROSIS DE TRASFERENCIA. ACTOS. REPETICIÓN DE LO DISPLACENTERO. “DESTINO
FATAL”: OMINOSO. PROTECCIÓN ANTIESTÍMULO. PROYECCIÓN. ENERGÍA LIBRE Y ENERGÍA
LIGADA. LO TRAUMÁTICO.

En base a las neurosis traumáticas presentes en las personas que han sufrido de daños físicos o heridas así
como sobrevenido una situación terrorífica. Le sorprende a Freud la aparición de cuadros semejantes sin la
experiencia de violencia mecánica cruda.

Va a diferenciar terror, miedo y angustia según su relación con el peligro.

- Angustia designa cierto estado como de expectativa frente al peligro y preparación para él, aunque se
trate de un peligro desconocido.
- Miedo requiere un objeto determinado, en presencial del cual uno lo siente.
- Terror es el estado en que se cae cuándo se corre un peligro sin estar preparado, tiene de agregado un
factor sorpresa.

Dirá Freud que no cree que la angustia puede producir una neurosis traumática, en la angustia hay algo que
protege contra el terror y por tanto contra la neurosis de terror.

La vida onírica de la neurosis traumática reconduce al enfermo, una y otra vez, a la situación de su accidente, de
la cual despierta con renovado terror. El enfermo se sostiene, está fijado psíquicamente al trauma. Diferencia de
la histeria que las reminiscencias no son en su vida de vigilia, sino en este caso durante el sueño.

Freud sostiene que la función del sueño en estos casos resulto afectada y desviada de sus propósitos
(cumplimiento de deseo) o bien considera una tendencia masoquista del yo.

Luego, se analiza el juego del fort da, en donde un niño que Freud observo por un tiempo, jugaba a arrojar
juguetes imitando que “se iban” “fort”, le sorprendió este juego al observarlo en su modalidad completa, cuando
el niño arrojo un carretel y luego lo hizo volver “daa”. Interpreto que el niño se encontraba reproduciendo la
situación que vivía a diario cuando su madre se iba a trabajar y lo dejaba solo. Freud se pregunta por qué en el
juego se reviven situaciones displacenteras o angustiantes. Entiende que él bebe está reproduciendo de forma
activa algo que vive de forma pasiva. Así mismo, la repetición estaba conectada a una ganancia de placer de otra
índole, pero de forma directa.

Dirá que aún bajo el imperio del principio de placer, existen suficientes medios y vías para convertir en objeto de
recuerdo y elaboración anímica lo que en sí mismo es displacentero.

Supone que podría haber tendencia más originarias que el principio de placer e independientes de él.

CAPITULO 3

El enfermo puede no recordar todo lo que hay en el reprimido, acaso justamente lo esencial. Freud considera que
el enfermo se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo en calidad de
fragmento del pasado.

Esta reproducción tiene por contenido un fragmento de la vida sexual infantil y por lo tanto del complejo de Edipo
y sus ramificaciones, y regularmente se escenifica en el terreno de la transferencia (relación con el medico).
Cuando se ha llegado a este punto, la anterior neurosis es sustituida por una neurosis de transferencia. Es una

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parte en la dirección de la cura que no puede saltearse, sino procurar que se viva con reflexión. A este fenómeno
Freud lo llama compulsión a la repetición, y se exterioriza en el curso del tratamiento psicoanalítico de los
neuróticos.

En la lucha contra las resistencias, el analista se encuentra con la resistencia de lo icc. Lo reprimido no ofrece
resistencia alguna a los esfuerzos de la cura y no aspira a otra cosa que a irrumpir hasta la cc. La resistencia
proviene de los mismos estratos superiores de la vida psíquica que en su momento llevaron a cabo la represión.
Es una lucha entre el yo y lo reprimido. También en el interior del yo es mucho lo icc, justamente es el núcleo del
yo.

La compulsión a la repetición es de lo reprimido inconsciente.

Según Freud no hay duda de que la resistencia del yo cc y pcc está al servicio del principio de placer. El yo
quiere ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación de lo reprimido , en tanto el analista se empeña en
conseguir que ese displacer se tolere invocando el principio de realidad.

Hay algo curioso. La compulsión a la repetición devuelve también vivencias pasadas que no contienen
posibilidad alguna de placer, y que en el pasado no pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las mociones
pulsionales reprimidas en ese entonces. En relación al complejo de Edipo, esta compulsión se trata de la acción
de pulsiones que estaban destinadas a conducir a la satisfacción, pero ya en aquel momento no la produjeron,
sino que conllevaron únicamente al displacer (renunciar al amor edípico). Esa experiencia se hizo en vano, se la
repite a pesar de todo, una compulsión esfuerza a ello.

Esto no sucede únicamente con neuróticos sino con no neuróticos también. Es la impresión de un destino que las
persiguiera, de un sesgo demoniaco en su vivenciar. Se experimenta un eterno retorno de lo igual, tanto de
manera activa o pasiva, cuando la persona vivencia algo sustraído a su poder.

Freud supone que en la vida anímica existe realmente una compulsión a la repetición que se instaura más allá
del principio de placer. Parecería ser más originaria, más elemental, más pulsional que el principio de placer que
destrona.

CAPITULO 4

Estipula en la división tópica del psiquismo, que el pcc tiene una posición especial, en la frontera entre lo interior
y lo exterior. Vuelto hacia el mundo exterior pero envolviendo los otros sistemas psíquicos. En el sistema cc el
proceso excitatoria deviene consciente, pero no le deja como secuela ninguna huella duradera, todas las huellas
de ese proceso se producirían a raíz de la propagación de la excitación a los sistemas internos contiguos.
Entonces, el proceso de excitación no lo modifica, no deja ninguna huella, sino que se agota al hacerse CC. Los
elementos del sistema cc no conducen a ninguna energía ligada, sino solo una energía susceptible de libre
descarga.

De la metáfora de la vesícula podemos destacar:

- El aparato psíquico en su parte cc tiene una barrera anti estímulo que lo protege de lo exterior
- Los estímulos que el aparato psíquico recibe de su interior no puede regularlos en la magnitud con la que
advienen. En su excitación pueden producir sensaciones de placer o displacer, y son más adecuadas al
modos e trabajo del sistema que los estímulos externos.

Freud realiza la teoría de que hay cierta orientación de la conducta respecto de las excitaciones internas que
produce una multiplicación de placer demasiado grande. Lo que hace que se tiendan a tratar como si no obrasen

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desde adentro, sino desde afuera, a fin de poder aplicarles el medio defensivo de la protección anti estímulo.
Siendo este el origen de la proyección.

Llamará traumáticas a aquellas excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección
anti estímulo. Un suceso como el trauma externo provocara una perturbación enorme en la economía energética
del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa. Pero en un primer momento el principio de
placer se verá abolido. Ya no podrá impedirse que el aparato anímico resulte anegado por grandes volúmenes
de estímulo. La tarea será ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que penetraron violentamente a fin de
conducirlos, después, a su tramitación.

Concluye que la neurosis traumática es el resultado de una vasta ruptura de la protección anti estímulo.

Si en la neurosis traumática los sueños reconducen tan regularmente al enfermo a la situación en que sufrió el
accidente, es palmario que no están al servicio del cumplimiento de deseo, pero por esa vía contribuyen a otra
tarea que debe resolverse antes de que el principio de placer pueda iniciar su imperio. Estos sueños buscan
recuperar el dominio sobre el estímulo por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causo la
neurosis traumática. Acá sería una excepción a la regla que el sueño es cumplimiento de deseo. Los sueños
traumáticos obedecen a la compulsión de repetición, que en el análisis se apoya en el deseo de convocar lo
olvidado y lo reprimido. Están en interés de ligación psíquica de impresión traumática que obedecen a la
compulsión de repetición.

CAPITULO 5

PULSIÓN DE MUERTE. PULSIÓN CONSERVADORA. PRINCIPIO DE PLACER DIFERENTE AL


PRINCIPIO DE CONSTANCIA.

Explica que hay una consecuencia de la falta de protección anti estímulo ante las excitaciones internas del
aparato psíquico. Esos estímulos internos adquieren mayor importancia económica y pueden dar lugar a
perturbaciones económicas equiparables a las neurosis traumáticas.

Las fuentes más proficuas de las excitaciones internas son las pulsiones. Representantes de todas las fuerzas
eficaces que provienen del interior del cuerpo y se transfieren al aparato anímico.

Como se aprendió del estudio del sueño, los procesos que se despliegan en los sistemas inconscientes son
opuestos a los que ocurre en los sistemas conscientes. En el icc las investiduras pueden transferirse,
desplazarse y condenarse de manera completa y fácil. Por ello, Freud asume que las mociones que parten de las
pulsiones no obedecen al tipo de proceso nervioso ligado sino al proceso libremente móvil que esfuerza en
pos de la descarga.

a saber, los procesos que ocurren en el icc son llamados “procesos primarios” y los que rigen la vida de vigilia “
procesos secundarios”. Trabajan con investidura libremente móvil y ligada respectivamente.

Ahora, con respecto a los efectos de las excitaciones internas (pulsiones), el fracaso de la ligazón provocaría una
perturbación análoga a la neurosis traumática. Solo tras una ligazón lograda podría establecerse el imperio
irrestricto del principio de placer (y de su modificación en el principio de realidad). Pero, hasta ese momento, el
aparato anímico tendría la tarea previa de dominar o ligar la excitación, desde luego que no en oposición al
principio de placer, pero independientemente de él y en parte sin tomarlo en cuenta.

Las exteriorizaciones de una compulsión de repetición muestran en alto grado un carácter pulsional. Cada nueva
repetición parece perfeccionar un dominio procurado. “es palmario que la repetición, el reencuentro de la
identidad, constituye por sí misma una fuente de placer”. Esto en el juego infantil.

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En el análisis, la compulsión a repetir en la transferencia los episodios del periodo infantil se sitúa más allá del
principio de placer. El enfermo se comporta en esto de una manera completamente infantil, y así nos enseña
que las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias del tiempo primordial no subsisten en su interior en el
estado ligado y no son susceptibles del proceso secundario.

Con respecto a la definición de pulsión, Freud dirá que: “una pulsión sería un esfuerzo, inherente a lo orgánico
vivo, de reproducción de un estado anterior que se debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras
externas”. Sería la expresión de la naturaleza conservadora del ser vivo. Aclara, sin embargo que hay otras
pulsiones que esfuerzan en el sentido de la creación y del progreso. Sostiene aun que todas las pulsiones
quieren reproducir algo anterior (lo inorgánico).

Se refiere a las pulsiones de autoconservación como pulsiones parciales destinadas a asegurar el camino hacia
la muerte peculiar del organismo y alejar otras posibilidades de regreso a lo inorgánico que no sean las
inmanentes. (es como si, las pulsiones de autoconservación hacen que el ser humano no muera por otras causas
que no sean las naturales, lo mantienen con vida para morir) PERO, no está de acuerdo con esta reflexión, así
que tratara a las pulsiones sexuales.

No todos los organismos están expuestos a la compulsión externa que los empuja a un desarrollo cada vez más
avanzado. {reflexión extensa q no entendí pero habla de algo cercano a las pulsiones de vida y organismos que
no avanzan}

La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que consistiría en la repetición de una
vivencia primaria de satisfacción, todas las formaciones sustitutivas y reactivas y todas las sublimaciones, son
insuficientes para cancelar su tensión acuciante y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el
pretendido engendra el factor pulsionante. (al no ser nunca satisfecha por completo, sigue en empuje, y por ende
moviliza al organismo)

CAPITULO 6

Hasta acá se hizo una construcción de dos pulsiones: yoicas (de muerte: tienden a volver a un estado inorgánico)
y sexuales (de vida: tienden a buscar la renovación de la vida mediante la unión de dos células germinales). Solo
las pulsiones yoicas tienen el carácter conservador -o regrediente- de la pulsión que correspondería a una
compulsión a la repetición. En cuanto a las sexuales, reproducen estados primitivos del ser vivo, pero la meta
que se empeñan en alcanzar es la fusión de dos celular. Si esta suposición no es cierta, cae la teoría de
oposición de las dos pulsiones.

Retomando conocimientos anteriores:

Al comienzo, el análisis de las neurosis de transferencia nos dio a entender que hay una oposición entre
pulsiones sexuales, dirigidas al objeto, y pulsiones yoicas, que sirven a la autoconservación del individuo.

Se conoce que regularmente la libido es quitada del objeto y dirigida al yo, un proceso llamado introversión. Así
también que el yo es el reservorio genuino y originario de la libido, la cual solo desde ahí se extendía al objeto.
Cuando la libido permanece dentro del yo, es llamada narcisista. Desde luego, la libido narcisista era también
una exteriorización de fuerzas de pulsiones sexuales en sentido analítico, pero era preciso identificarla con las
pulsiones de autoconservación admitidas hasta el momento. Por esto, la oposición originaria entre pulsiones
yoicas y pulsiones sexuales se volvió insuficiente. Esto se resuelve dividiéndolas en sentido tópico.

Pero, si las pulsiones de autoconservación son de naturaleza libidinosa, quizás no hay otras pulsiones que las
libidinosas.

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Termina el capítulo y no puede dilucidar la existencia de pulsiones de vida y de muerte.

Nota del pie de página:

La pulsión sexual se convirtió en eros, que procura esforzar las partes de la sustancia viva unas hacia otras y
cohesionarlas, y las comúnmente llamadas pulsiones sexuales aparecen como la parte de este eros vuelta hacia
el objeto. Según la especulación, este eros actúa desde el comienzo de la vida y como pulsión de vida, entra en
oposición con la pulsión de muerte, nacida por la animación de lo inorgánico. Estas dos pulsiones luchan entre si
desde los orígenes.

Originalmente, las pulsiones yoicas eran aquellas orientaciones pulsionales menos conocidas, que se
diferenciaban de las sexuales dirigidas al objeto, cuya expresión es la libido. A partir de la división tópica y el yo,
se discernió que hay parte de las pulsiones yoicas de naturaleza libidinosa, y han tomado por objeto al yo. Estas
pulsiones de autoconservación narcisistas se computaron entre las sexuales. La oposición entre pulsiones yoicas
y sexuales se convirtió en la que media entre pulsiones yoicas y pulsiones de objeto, ambas libidinosas. Surge
una nueva oposición, entre libidinosas (yoicas y de objeto) y otras que han de estatuirse en el interior del yo y
pueden entenderse como pulsiones de destrucción, la división final queda como pulsiones de vida y
pulsiones de muerte.

CAPITULO 7

Si realmente es un carácter tan general de las pulsiones el de querer reestablecer un estado anterior no
podemos asombrarnos de que en la vida anímica tantos procesos se consumen con independencia del principio
de placer.

Las pulsiones parciales tratan de recobrar una determinada estación de la vía de desarrollo.

Aún sigue por probarse la tesis de determinar la relación de los procesos pulsionales de repetición con el imperio
del principio de placer.

Ya se ha discernido que una de las más tempranas e importantes funciones del aparato anímico es la de ligar las
mociones pulsionales que le llegan, sustituyendo el proceso primario que gobierna en ellas por el proceso
secundario, trasmutando su energía de investidura libremente móvil en investidura quiescente. La ligazón es un
acto preparatorio que introduce y asegura el imperio del principio de placer.

El principio de placer es una tendencia que está al servicio de una función: la de hacer que el aparato anímico
quede exento de excitación, o la de mantener en el constante, o en el nivel mínimo posible, el monto de
excitación. La función así definida participaría de la aspiración a volver al reposo del mundo inorgánico.

El máximo placer es el del acto sexual, que va unido a la momentánea extinción de una excitación extremada. La
ligazón de la moción pulsional sería una función preparatoria destinada a acomodar la excitación, para luego
tramitarla definitivamente en el placer de descarga. Ahora la pregunta está en si las sensaciones de placer y
displacer pueden ser producidas de igual manera por los procesos excitatorios ligados y no ligados. Aquello que
en el proceso excitatorio hace nacer las sensaciones de placer y displacer tiene que estar presente en el proceso
secundario lo mismo que en el primario.

Queda por verse varias cosas… aún no se discierne la pulsión de muerte y de vida.

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EL YO Y EL ELLO

CAPITULO 1

Al respecto del psiquismo, dirá que el psicoanálisis no puede situar en la cc la esencia de lo psíquico, sino que se
ve obligado a considerar la cc como una cualidad de lo psíquico que puede añadirse a otras cualidades o faltar.

La separación de lo psíquico en consciente e inconsciente, es la premisa básica del psicoanálisis.

Ser consciente es, en primer lugar, una expresión puramente descriptiva, que invoca la percepción más
inmediata y segura. En segundo lugar, un elemento psíquico, como una representación no suele ser
consciente de manera duradera. Lo característico es que el estado de cc pase con rapidez. Una representación
que fue consciente, puede volver a serlo bajo ciertas condiciones que se producen con facilidad. Quedan
latentes, y son susceptibles de conciencia, aunque puede decirse que son “inconscientes”. Se ha llegado al icc
por otro camino, como el de un procesamiento de experiencias en las que desempeña un papel la dinámica
anímica. Es, por lo tanto, una cualidad de lo psíquico. Un material psíquico puede ser o no susceptible de
conciencia.

Sabemos que existen procesos anímicos o representaciones muy intensos (en forma económica) que pueden
tener plenas consecuencias para la vida anímica, solo que ellos no pueden devenir conscientes. Tales
representaciones no pueden ser cc porque cierta fuerza se resiste a ello. En la técnica psicoanalítica se han
hallado medios con cuyo auxilio es posible cancelar la fuerza contrarrestante y hacer cc las representaciones en
cuestión. Llamamos represión (esfuerzo de desalojo) al estado en que ellas se encontraban antes de que se las
hiciera conscientes, y aseveramos que en el curdo del trabajo psicoanalítico sentimos como resistencia la fuerza
que produjo y mantuvo la represión.

Hasta aquí, lo reprimido es para nosotros el modelo de lo inconsciente. Y hay dos clases de icc, lo reprimido
(insusceptible de cc, lo icc propiamente dicho) y lo latente (susceptible de cc).

Se utilizara el termino preconsciente para denominar a aquellas representaciones inconscientes en un mero


sentido descriptivo, no dinámico. El pcc está mucho más cerca de la cc que el icc.

No conforme con la ambigüedad de lo inconsciente, dará un paso más.

Nos hemos conformado con la representación de una organización coherente de los procesos anímicos en
una persona, y la llamamos su YO. De este YO depende la cc, el gobierno los accesos a la motilidad, vale decir:
a la descarga las excitaciones del mundo exterior, es aquella instancia anímica que ejerce un control sobre todos
sus procesos parciales y que por la noche duerme. De este yo parten también las representaciones, a raíz de las
cuales ciertas aspiraciones anímicas deben excluirse no solo de la cc, sino de las otras modalidades de vigencia
y de quehacer. En el análisis se presentan ciertas resistencias, las cuales parten del yo. Por lo que hemos
hallado en el yo mismo algo que es también icc, que se comporta exactamente como lo reprimido, vale decir,
exterioriza efectos intensos sin devenir a su vez cc, y se necesita de un trabajo particular para hacerlo CC. Se
descubre: la oposición entre el yo coherente y lo reprimido escindido de él. Sigue siendo correcto que todo
lo reprimido es icc, pero no todo icc es reprimido.

Una parte del yo es seguramente icc, pero no latente como lo propio del pcc, si no sería más sencillo hacerlo
devenir cc. Se ve obligado a establecer un tercer icc, no reprimido, admitiendo que el carácter de la
inconsciencia pierde significatividad. Continuara por desdeñar esta dificultad…

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CAPITULO 2

Recordemos que:

Ya en otro lugar adopte el supuesto de que la diferencia efectiva entre una representación (un pensamiento) icc y
una pcc consiste en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, mientras que en
el caso de la segunda (pcc) se añade la conexión con representaciones-palabra. Algo deviene preconsciente
por conexión con las correspondientes representaciones-palabra. Estas representaciones-palabra son
restos mnémicos, una vez fueron percepciones y, como todos los restos mnémicos pueden devenir de
nuevo conscientes. Solo pueden hacerlo los que fueron alguna vez percepciones cc y, exceptuados los
sentimientos, lo que desde adentro quiere devenir cc tiene que intentar trasponerse en percepciones exteriores.
Esto se vuelve posible por medio de las huellas mnémicas. Concebimos los restos mnémicos como contenidos
en sistemas inmediatamente contiguos al sistema pcc, por lo cual sus investiduras fácilmente pueden transmitirse
hacia adelante, viniendo desde adentro, a los elementos de este último sistema. Si tal es el camino por el cual
algo en si icc deviene pcc, la pregunta por el modo en que podemos hacer (pre)cc algo reprimido (esforzado al
desalojo) ha de responderse: restableciendo mediante el trabajo analítico, aquellos eslabones intermedios pcc
(representaciones palabra). Por consiguiente, la conciencia permanece en su lugar, pero tampoco el icc ha
trepado, por así decir, hasta la CC.

Solo puede devenir consciente aquello que alguna vez fue una percepción consciente. Todo aquello que desde
el interior quiere volverse cc deberá trasponerse como una percepción exterior, debe estar conectada con su
correspondiente representación-palabra. Estas provienen esencialmente de las percepciones acústicas, o bien
de la lectura como componentes visuales. Las representaciones icc reprimidas requieren de eslabones de
conexión (representaciones-palabra) para volverse cc.1

Las sensaciones de carácter placentero no tienen en si nada esforzante, a diferencia de las sensaciones de
displacer, que son esforzantes en alto grado. Esfuerzan a la alteración, a la descarga, y por eso referimos el
displacer a una elevación, y el placer a una diminución, de la investidura energética.

En consecuencia, el yo se lo ve a partir del sistema Perceptivo, como de su núcleo, y abrazando al primero al


pcc, que se apuntala en los restos mnémicos. El yo es, además, icc. El ello sería lo otro psíquico en que el
yo se continua y se comporta como icc. Un individuo es ahora para nosotros un ello psíquico, no conocido e
inconsciente, sobre el cual, como una superficie se asienta el yo, desarrollado desde el sistema P como si fuera
su núcleo. El yo, no envuelve al ello por completo, si no solo en la extensión en que el sistema P forma su
superficie. El yo no está separado tajantemente del ello, confluye hacia abajo con el ello.

También lo reprimido confluye con el ello, no es más que una parte de él. Lo
reprimido solo es segregado tajantemente del yo por las resistencias de represión,
pero puede comunicar con el yo a través del ello.

Es fácil inteligir que el yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del
mundo exterior con mediación de pcc. Además, se empeña en hacer valer sobre el
ello el influjo del mundo exterior, así como sus propósitos propios, se afana por
remplazar el principio de placer, que rige irrestrictamente en el ello, por el principio
de realidad. Para el yo, la percepción cumple el papel que en el ello corresponde a
la pulsión. El yo es el representante de lo que puede llamarse razón y prudencia, por oposición al ello, que
contiene las pasiones.

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PowerPoint.

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La importancia funcional del yo se expresa en el hecho de que normalmente le es asignado el gobierno sobre los
accesos a la motilidad, el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.

Un factor ejerce una acción eficaz sobre la Genesis del yo y su separación del ello. El cuerpo propio. Y sobre
todo su superficie, que es un sitio del que pueden partir simultáneamente percepciones internas y externas. El yo
es sobre todo una esencia-cuerpo; no es solo una esencia-superficie, sino, el mismo, la proyección de una
superficie (no nos vemos a nosotros mismos sino a partir de la reflexión del otro). El yo deriva de sensaciones
corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo.

A raíz de la pregunta ¿de dónde proviene ese sentimiento icc de culpa presente en los sujetos? Interpreta que no
solo lo más profundo, también lo más alto (morales y valores) en el yo puede ser icc.

CAPITULO 3

A la afirmación de que el yo es solo la parte del ello modificada por el influjo del sistema de percepción, se
agrega algo más.

En otros textos Freud descubre la existencia de un grado o estadio en el interior del yo, una diferenciación
dentro de él, que ha de llamarse superyó. Lo novedoso será la tesis de que esta pieza del yo mantiene un
vínculo menos firme con la CC.

Al comienzo de la vida, en la fase primitiva oral del individuo, es por completo imposible distinguir entre
investidura de objeto e identificación. Mas tarde se supone que las investiduras de objeto provienen del ello
(que siente las aspiraciones eróticas como necesidades), el yo, endeble al principio, recibe noticia de estas
investiduras y las permite o se defiende contra ellas mediante la represión. Si un objeto debe ser resignado, a
cambio puede sobrevenir una alteración del yo, por que introyecta este objeto ya que facilita su resignación.
“quizás esta identificación sea en general la condición bajo la cual el ello resigna sus objetos”. De allí se concluye
que el carácter del yo es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la historia
de estas elecciones de objeto. Lleva las marcas de la historia de las elecciones de objeto amorosas y de
cómo se defendió de ellas. La renuncia a una elección amorosa infantil, deja alteraciones permanentes en
el yo. Este rodeo le permite al yo dominar al ello.

Cuando el yo cobra los rasgos del objeto, por así decir, se impone el mismo al ello como objeto de amor, busca
repararle su perdida diciéndole: “mira, puedes amarme a mí, soy tan parecido al objeto”.

La trasposición así cumplida de libido de objeto en libido narcisista conlleva, manifiestamente, una resignación
de las metas sexuales, una desexualizacion, y por tanto, una suerte de sublimación.

Los efectos de las primeras identificaciones, las producidas a la edad más temprana, serán universales y
duraderos. Esto nos reconduce a la génesis del superyó, pues tras este se esconde la identificación primera, y de
mayor valencia, del individuo: la identificación con el padre (progenitores). Esta es la identificación primaria.

En el caso del niño varón, en una época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la madre, que
tiene su punto de arranque en el pecho materno (elección anaclítica). Del padre se apodera por identificación
(asume características del objeto padre). Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por el
refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre, y por la percepción de que el padre es un obstáculo para estos
deseos, nace el complejo de Edipo. La identificación-padre cobra ahora una tonalidad hostil, se trueca en el
deseo de eliminar al padre para sustituirlo junto a la madre. A partir de ahí, la relación con el padre es
ambivalente, parece como si hubiera devenido manifiesta la ambivalencia contenida en la identificación desde el
comienzo mismo. La actitud ambivalente hacia el padre, y la aspiración de objeto exclusivamente tierna hacia la
madre caracterizan el contenido del complejo de Edipo (simple/positivo). Con la demolición del complejo de

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Edipo tiene que ser resignada la investidura de objeto de la madre. Puede tener diversos reemplazos: o bien una
identificación con la madre o un refuerzo de la identificación-padre. Este último permite retener en cierta medida
el vínculo tierno con la madre. De tal modo, la masculinidad experimentaría una reafirmación en el carácter del
varón por obra del sepultamiento del complejo de Edipo.

Existe un complejo de Edipo completo, positivo y negativo. Donde hay actitud ambivalente hacia el padre y
elección tierna de objeto hacia la madre, y también actitud tierna hacia el padre y correspondiente actitud celosa
y hostil hacia la madre.

Así, como resultado más universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se puede suponer una
sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos identificaciones, unificadas de alguna
manera entre sí. Esta alteración del yo recibe su posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo como
superyó.

Con el sepultamiento del complejo de Edipo, se resignan las metas sexuales. La libido de objeto pasara al yo por
identificación con el objeto. Surgirá así el SUPERYÓ como heredero del CdE.2

El SUPERYO no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello, sino que tiene también
la significatividad de una enérgica formación reactiva frente a ellas. Su vínculo con el ya no se agota en la
identificación “así como el padre debes ser” sino que comprende también la prohibición “así como el padre no
te es licito ser, no puedes hacer todo lo que él hace, muchas cosas le están reservadas”. El yo infantil se sirve
de esta modalidad represiva ambivalente para renunciar al objeto, pero no del todo.

El superyó conservara el carácter del padre, y cuanto más intenso fue el complejo de Edipo y más rápido se
produjo su represión, tanto más riguroso devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral, quizá
también como sentimiento inconsciente de culpa sobre el yo.

Se aproxima a la tópica:

El superyó es, por lo tanto, la herencia del complejo de Edipo, y así, expresión de las más potentes mociones y
los más importantes destinos libidinales del ello. es la agencia representante en el yo de incorporar leyes y
normas parentales. Es la introyección de la ley. Mediante su institución, el yo se apodera del complejo de
Edipo y simultáneamente se somete, el mismo, al ello. Mientras que el yo es esencialmente representante del
mundo exterior, de la realidad, el superyó se le enfrenta como abogado del mundo interior, del ello. Por lo que,
los conflictos entre el yo y el superyó espejaran, reflejaran la oposición entre lo real y lo psíquico, el mundo
exterior y el mundo interior.

El superyó satisface todas las exigencias que se plantean a la esencia superior en el hombre. Los mandatos y
prohibiciones de maestros y autoridades permanecen vigentes en el superyó y ahora ejercen, como conciencia
moral, la censura moral. La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo es
sentida como sentimiento de culpa.

La historia genética del superyó permite comprender que conflictos anteriores del yo con las investiduras de
objeto del ello puedan continuarse en conflictos con su heredero, el superyó. Si el yo no logró dominar bien el
complejo de Edipo, la investidura energética de este, proveniente del ello, retomará su acción eficaz en la
formación reactiva del superyó. La amplia comunicación de este ideal con esas mociones pulsionales icc
resolverá el enigma de que el superyó mismo pueda permanecer en gran parte inconsciente, inaccesible al yo.
La lucha que se había librado con furia en estratos más profundos, y que no se había decidido mediante una
sublimación y una identificación súbitas, se prosigue ahora en una región más alta. (QUE?)

2
Esto es lo que hay que saber del CdE.

10
CAPITULO 4

Sabemos que el yo se encuentra bajo la particular influencia de la percepción, y que puede decirse, en líneas
generales, que las percepciones tienen para el yo la misma significatividad y valor que las pulsiones para el ello.
Ahora bien, el yo está sometido a la acción eficaz de las pulsiones, lo mismo que el ello, del que no es más que
un sector particularmente modificado.

Conclusión de las dos clases de pulsiones

Uno tiene que distinguir dos variedades de pulsiones:

- Pulsiones sexuales (Eros): comprende la pulsión sexual no inhibida, genuina; las mociones pulsionales
sublimadas y de meta inhibida, derivadas de aquella y también la pulsión de autoconservación. Persigue
la meta de complicar la vida mediante la reunión, la síntesis de la sustancia viva, para conservarla.
- Pulsión de muerte (Tánatos): esta encargada de reconducir al ser vivo orgánico al estado inerte.

Con cada una de estas pulsiones se coordinaría un proceso fisiológico en particular. Las pulsiones de vida, el
anabolismo, ya que sintetizan, reúnen. Las pulsiones de muerte, el catabolismo, ya que reconducen a lo
inorgánico y dividen. 3

Ambas pulsiones se comportan de una manera conservadora en sentido estricto, pues aspiran a restablecer un
estado perturbado por la génesis de la vida.

Se ha conseguido neutralizar la pulsión de muerte desviando hacia el mundo exterior sus mociones destructivas,
a través de la mediación de un órgano particular. La musculatura, que permite su exteriorización como pulsión
de destrucción dirigida al mundo exterior y a otros seres vivos.

Así como las dos clases de pulsiones están intrincadas, existe también la posibilidad de una desmezcla, más o
menos completa, de ellas. Lo explica así “en los componentes sádicos de la pulsión sexual estaríamos frente a
un ejemplo clásico de una mezcla pulsional al servicio de un fin, y en el sadismo devenido autónomo, como
perversión, el modelo de una desmezcla, si bien no llevada al extremo. (no es tan importante esto)

Se pregunta: ¿No podrán descubrirse vínculos instructivos entre las formaciones del yo, el superyó y el ello que
supusimos, por un lado, y las dos clases de pulsiones, por otro? ¿No podremos asignar al principio de placer,
que gobierna los procesos anímicos, una posición fija respecto de las dos clases de pulsiones, y respecto de las
diferenciaciones del alma?

Nos está permitido sustituir la oposición entre las dos clases de pulsiones por la polaridad entre amor y odio.
Plantea que el odio suele ser acompañante del amor, a veces también su precursor y en las más diversas
circunstancias, el odio se muda en amor y el amor en odio. (habla de situaciones en las que sucede esto).
cuando en el aparato psíquico hay energía libre, esta puede desplazarse y ligarse a la descarga de una
pulsión erótica o de una destructiva, indiferentemente. Trabaja de esto modo al servicio del principio de
placer, con el fin de facilitar la descarga, con cierta indiferencia del camino, con tal que la descarga
acontezca.4

Al considerar este diverso mecanismo de la trasmudación de amor en odio hemos adoptado otro supuesto.
Existe un conmutador, como si en la vida anímica hubiera – ya sea en el yo o en el ello- una energía desplazable,
3
Lo que este en negrita lo saque del PowerPoint de la profe.
4
ídem

11
en si indiferente, que pudiera agregarse a una moción erótica o una destructiva cualitativamente diferente y
elevar su investidura total. El problema es averiguar de donde viene, a quien pertenece y cuál es su
intencionalidad.

En principio, sostiene que esta energía indiferente y desplazable, activa tanto en el yo como en el ello, proviene
del acopio libidinal narcisista y es Eros desexualizado. Las pulsiones eróticas parecen más plásticas, desviables
y desplazables que las tanáticas. Se puede pensar que esta libido desplazable trabaja al servicio del principio de
placer a fin de evitar estasis y facilitar descargas. (no importa por qué camino acontece la descarga, con tal de
que acontezca). Si esta energía de desplazamiento es libido desexualizada, es licito llamarla sublimada, pues
seguiría perseverando en el propósito principal del eros (unir y ligar), en la medida en que sirve a la producción
de aquella unicidad por la cual el yo se distingue. Se puede considerar entonces que la sublimación se produzca
regularmente por la mediación del yo.

Recordemos: el yo tramita las primeras investiduras de objeto del ello acogiendo su libido en el yo y ligándola a
la alteración del yo producida por identificación (“no puedo odiar a mi papa, por ende quiero ser como el” ¿?).
Esta trasposición de libido erótica en libido yoica conlleva una resignación de las metas sexuales, una
desexualizacion. Esta es una importante operación del yo en su nexo con el eros. Al apoderarse así de la
libido de las investiduras de objeto, al arrogarse la condición de único objeto de amor, sublimando la libido del
ello, trabaja en contra de los propósitos del eros, se pone al servicio de las mociones pulsionales enemigas.

Agrega al conocimiento del narcisismo: al principio, toda libido esta acumulada en el ello, en tanto el yo se
encuentra todavía en proceso de formación o es endeble. El ello envía una parte de esta libido a investiduras
eróticas de objeto, luego de lo cual el yo fortalecido procura apoderarse de esta libido de objeto e imponerse al
ello como objeto de amor. Por lo tanto, el narcisismo del yo es un narcisismo secundario, sustraído de los
objetos.

En el inicio, el yo se encuentra en formación y la libido se acumula en el ello. Parte de esa libido investirá
sexualmente objetos, investiduras que el yo resignara volviendo esa libido narcisista (vuelven al yo). Por lo que,
el narcisismo del yo es secundario, es libido sustraída de los objetos. 5

Se nos impone la impresión de que las pulsiones de muerte son, en lo esencial, mudas, y casi todo el alboroto de
la vida parte del eros. (según nuestra concepción, las pulsiones de destrucción dirigidas hacia afuera han sido
desviadas del sí mismo por la mediación del eros).

Son las exigencias del eros (pulsiones sexuales) las que introducen nuevas tensiones al yo. El ello siguiendo el
principio de placer, cede con rapidez a los reclamos de esta índole. El yo las domina sublimando, inhibiendo su
meta sexual cambiándola por unas más ajustadas al principio de realidad.

Es imposible rechazar la intuición de que el principio de placer sirve al ello como una brújula en la lucha contra la
libido, que introduce perturbaciones en el decurso vital. Si la vida está gobernada por el principio de constancia
como lo entiende Fechner, si está entonces destinada a ser un deslizarse hacia la muerte, son las exigencias del
Eros, de las pulsiones sexuales, las que, como necesidades pulsionales, detienen la caída del nivel e introducen
nuevas tensiones. El ello, guiado por el principio de placer, o sea por la percepción del displacer, se defiende de
esas necesidades por diversos caminos. En primer lugar, cediendo con la mayor rapidez posible a los reclamos
de la libido no desexualizada, esto es, pugnando por la satisfacción de las aspiraciones directamente sexuales.
De manera más vasta, en la medida en que a raíz de una de estas satisfacciones, en que se conjugan todas las
exigencias parciales, libra las sustancias sexuales, que son, por así decir, porta- dores saturados de las
tensiones eróticas.

5
PowerPoint.

12
CAPITULO 5

Recordamos: el yo se forma en buena parte desde identificaciones que toman el relevo de investiduras del ello,
resignadas; las primeras de estas identificaciones se comportan regularmente como una instancia particular
dentro del yo, se contraponen al yo como superyó, en tanto que el yo fortalecido, más tarde, acaso ofrezca mayor
resistencia a tales influjos de identificación.

El superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de él a un factor que se ha de apreciar desde dos
lados. El primero: es la identificación inicial, ocurrida cuando el yo era todavía endeble; y el segundo: es el
heredero del complejo de Edipo, y por tanto introdujo en el yo los objetos más grandiosos. En cierta medida es
a las posteriores alteraciones del yo lo que la fase sexual primaria de la infancia es a la posterior vida sexual tras
la pubertad. Es accesible, sin duda, a todos los influjos que puedan sobrevenir más tarde; no obstante, conserva
a lo largo de la vida su carácter de origen, proveniente del complejo paterno: la facultad de contraponerse al yo y
dominarlo. Es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en que el yo se encontró en el
pasado, y mantiene su imperio aun sobre el yo maduro. Así como el niño estaba compelido a obedecer a sus
progenitores, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico de su superyó.

Descender de las primeras investiduras de objeto del ello, y por tanto del complejo de Edipo, pone al superyó en
relación con las adquisiciones filogenéticas del ello y lo convierte en reencarnación de anteriores formaciones
yoicas, que han dejado de sus sedimentos en el ello. Por eso el superyó mantiene duradera afinidad con el
ello y puede subrogarlo frente al yo. Se sumerge profundamente en el ello, en razón de lo cual está más
distanciado de la conciencia que el yo.

Ante el ejemplo clínico de pacientes que ante cualquier mejoría en el tratamiento tienden a empeorar (reacción
terapéutica negativa), se llega a la intelección de que se trata de un factor por así decir «moral», de un
sentimiento de culpa que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo del
padecer. Ahora bien, ese sentimiento de culpa es mudo para el enfermo, no le dice que es culpable; él no se
siente culpable, sino enfermo. Sólo se exterioriza en una resistencia a la curación, difícil de reducir.

El sentimiento de culpa se exterioriza en diversas condiciones. El normal, consciente, no ofrece dificultades a la


interpretación. Descansa en la tensión entre el yo y el superyó, es la expresión de una condena del yo por su
instancia critica. (la presencia de este sentimiento se observa en la neurosis obsesiva y la melancolía).

En otros casos, el sentimiento de culpa permanece icc. Esencialmente en la histeria y en estados de tipo
histérico. El yo histérico se defiende de la percepción penosa con que lo amenaza la crítica de su superyó de la
misma manera como se defendería de una investidura de objeto insoportable: mediante la represión. Se debe al
yo que el sentimiento de culpa permanezca inconsciente. Sabemos que el yo suele emprender las represiones
al servicio y por encargo de su superyó, pero he aquí un caso en que se vale de esa misma arma contra su
severo amo.

El superyó esta influido por procesos de los que el yo no se entera. Los impulsos reprimidos en el ELLO son los
fundamentos del sentimiento de culpa. El yo se defiende de la amenaza del superyó, del mismo modo que se
defiende de una representación inconciliable, mediante la represión. El sentimiento de culpa es icc porque es
desalojado del yo, desconociendo su origen.

Gran parte del sentimiento de culpa tiene que ser normalmente icc, porque la génesis de la conciencia moral
se enlaza de manera intima con el complejo de Edipo, que pertenece al icc.

Da pruebas de la independencia del superyó con respecto al yo y de sus íntimos vínculos con el ello.

13
El superyó proviene también de lo oído, es sin duda una parte del yo y permanece accesible a la conciencia de
esas representaciones-palabra (conceptos, abstracciones), pero la energía de investidura no le es aportada a
estos contenidos del superyó por la percepción auditiva, la instrucción, la lectura, sino que la aportan las fuentes
del ello.

Nuevo supuesto del superyó, relacionado con la desmezcla de las pulsiones: El superyó se ha engendrado, sin
duda, por una identificación con el arquetipo paterno. Cualquier identificación de esta índole tiene el carácter de
una desexualización o, aun, de una sublimación. Y bien; parece que a raíz de una tal trasposición se produce
también una desmezcla de pulsiones. Tras la sublimación, el componente erótico ya no tiene más la fuerza para
ligar toda la destrucción aleada con él, y esta se libera como inclinación de agresión y destrucción. Sería de esta
desmezcla, justamente, de donde el ideal extrae todo el sesgo duro y cruel del imperioso deber-ser.

El superyó se caracterizara por ser la conciencia moral, por impartir reproches al yo, como origen del sentimiento
icc de culpa y resultado de la identificación con la ley paterna.

El yo está sometido a tres amos:

- El mundo exterior (principio de realidad)


- La libido del ello
- La severidad del superyó.

LA MELANCOLIA COMO PARADIGMA DEL GOBIERNO DEL SUPERYÓ.

EL PROBLEMA ECONOMICO DEL MASOQUISMO (COMPLETAR CON EL TEXTO)

CONCIENCIA MORAL Y SENTIMIENTO DE CULPA

PRINCIPIO DE NIRVANA

Está al servicio de las pulsiones de muerte, su meta es conducir a lo inorgánico (menor tensión, reposo, lo
anterior/posterior a la vida)

Es un principio que regula las cantidades del aparato psíquico, junto con el principio de placer y el
principio de placer de realidad. Ninguno queda anulado por los demás, sino que coexisten los tres
armónicamente.

El principio de nirvana expresa la tendencia de la pulsión de muerte; el principio de placer subroga la exigencia
de la libido, y su modificación, el principio de realidad, el influjo del mundo exterior. Ninguno es sustituido por
otros. En general saben conciliarse entre sí, aun cuando en ocasiones desembocará forzosamente en conflictos
el hecho de que por un lado se establezca como meta la rebaja cuantitativa de la carga de estímulo, por el otro
un carácter cualitativo de ella y, en tercer lugar, una demora de la descarga de estímulo y una admisión
provisional de la tensión de displacer.

(esto es lo novedoso del texto, que no funciona uno o el otro, sino en conjunto. Nunca se encuentra una pulsión
de muerte pura o de vida pura. No hay desmezcla de pulsiones)

La existencia de tensiones placenteras y tensiones displacenteras contradicen las siguientes afirmaciones:

- El displacer resulta del aumento de cantidad


- El placer resulta de la baja de cantidad

14
Un ejemplo de distensión displacentera es en la melancolía, que deslibiniza el mundo pero se vive con mucho
displacer. Un ejemplo de tensión placentera es el estado de excitación sexual.

Parece tener que ver con la calidad de los estímulos más que con la cantidad. (pasa que el yo busca satisfacer
a todas las instancias, por ende se adapta a los requerimientos de las dos pulsiones, y permite estas
contradicciones. No podemos negar que la cantidad tiene efectos, pero la calidad de lo sucedido es determinante
de como se lo vive en el psiquismo.)

TRES TIPOS DE MASOQUISMO

- Erógeno: acompaña la libido en todas las fases del desarrollo y le toma prestados sus cambiantes
revestimientos psíquicos. Ser devorado, ser golpeado, castrado, ser poseído sexualmente. Aparece la
destrucción en todas las fases, aun en la adultez. Es uno de los componentes de la pulsión de muerte.
Se remite a los coitos.
- Femenino: ser poseído sexualmente, una forma de ubicarse pasivamente. No solo frente a lo erógeno
sino también en la vida. Ser sometido o dominado, ser castrado. Lo relaciona con la infancia, soportar el
mando del otro por amor. Ofrecerse como objeto pasivo al otro. En el contenido manifiesto de las
fantasías se expresa también un sentimiento de culpa cuando se supone que la persona afectada ha
infringido algo y debe recibir un castigo en consecuencia.
- Moral: a continuación.

PULSION DE MUERTE

En el ser vivo, la libido se enfrenta con la pulsión de destrucción o de muerte. Esta, que impera dentro de él,
querría desagregarlo y llevar a cada uno de los organismos elementales a la condición de la estabilidad
inorgánica. Para protegerse de esta pulsión la libido la vuelve inocua desviándola hacia el mundo exterior como
pulsión de destrucción o voluntad de apoderamiento. Una parte no obedece a ese desvió y, quedando en el
interior del organismo, es puesta al servicio de la función sexual.

(las pulsiones son el motor de la energía psíquica. Cuando empiezan las primeras manifestaciones de la pulsión
en el psiquismo, al principio el yo no sabe defenderse, solo permite la descarga. Luego aprende a desviarlo al
exterior para que el yo no sufra ni sea el objeto de esa descarga. El resto que queda vuelve y será constitutiva
del superyó, e ira a hacer sufrir al yo.)

Se produce una mezcla y una combinación muy vasta y de proporciones variables, entre las dos clases de
pulsión; No podemos esperar encontrar pulsiones de vida y pulsiones de muerte puras, más bien una
mezcla de ambas en las más variadas proporciones. 6

Puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el interior del organismo (sadismo primordial) es idéntica al
masoquismo. Después que su parte principal fue trasladada afuera, sobre los objetos, en el interior permanece,
como su residuo, el genuino masoquismo erógeno, que por una parte ha devenido un componente de la libido,
pero por la otra sigue teniendo como objeto al ser propio. El sadismo proyectado, vuelto hacia afuera, o pulsión
de destrucción, puede bajo ciertas constelaciones ser introyectado de nuevo, vuelto hacia adentro, regresando
así a su situación anterior. En tal caso da por resultado el masoquismo secundario, que viene a añadirse al
originario (este párrafo lo agregue yo)

MASOQUISMO MORAL

6
En el parcial, aclarar la diferencia en cada texto. Ya que en más allá del principio de placer, esto aparece
diferente.

15
Afloja su vínculo con la sexualidad. Ya no importa si el padecimiento lo inflige la persona amada o no. Lo que
importa es el padecer, no interesa que lo inflija la persona amada o una indiferente. El verdadero masoquista
ofrece su mejilla toda vez que se presenta la oportunidad de recibir una bofetada.

La pulsión de destrucción es vuelta hacia adentro. (es esta parte que no puede descargarse hacia afuera y se
dirige al yo)

Un ejemplo de este masoquismo lo encontramos en las neurosis que se muestran refractarias a los empeños
terapéuticos. Que ante el avance hacia la cura retroceden pasos atrás.

El sentimiento de culpa es consciente por ser un sentimiento, (y los sentimientos pertenecen al yo, sus efectos si
son inconscientes. Del ello viene la búsqueda de castigo, a modo de descarga, el que busca que sufra el yo es el
superyó. El ello no goza porque el yo sufre, solo busca descarga. El superyó es sádico respecto al yo, por eso se
sirve de la pulsión de muerte. Tiene una pata en el ello y se sirve de eso para hacer sufrir al yo) pero es la
respuesta a la necesidad de castigo inconsciente. (sentimiento icc de culpa= necesidad de castigo). Pero no
podemos abstenernos a apreciar y localizar este sentimiento icc de culpa según el modelo de un sentimiento CC.

Hemos atribuido al superyó la función de la conciencia moral, y reconocido en el sentimiento de culpa la


expresión de una tensión entre el yo y el superyó. El yo reacciona con sentimientos de culpa ante la
percepción de que no está a la altura de los reclamos que le dirige su ideal, su superyó.

¿Cómo llega el superyó a este exigente papel? ¿Por qué el yo tiene que sentir miedo si es diferente a su
ideal?

El yo se encuentra en la exigencia de conciliar las tres instancias. El yo encuentra en el superyó el modelo a


seguir. (aquí van a parar las identificaciones de lo que el yo quiere ser, y el superyó le indica quien deberían ser.
Funciona como una pulsión de vida, lo empuja. Las identificaciones enriquecen al yo).

Al superyó se le atribuye la conciencia moral.

SUPERYÓ

La génesis del superyó se encuentra en la introyección de los padres, como primeros objetos de las mociones
libidinosas del ello, cuyo vinculo fue desexualizado, posibilitando la superación del CdE. El superyó conservo
caracteres esenciales de las personas introyectadas: su poder, su severidad, su inclinación a la vigilancia y el
castigo.

El superyó nace de la introyección de los impulsos libidinosos del ello dirigidos a los primeros objetos
de amor, que fueron apartados de sus metas sexuales.

Esta es la salida de complejo de Edipo, donde la libido sexual pasara a una corriente tierna.

Conserva los caracteres de las imagos parentales (rigor, vigilancia y castigo). A estas imagos se van
sumando las influencias de otras autoridades admiradas.

[agrego esto] Si se lo estudia de cerca, podemos encontrar la diferencia que media entre la continuación icc de la
moral (superyó) y el masoquismo moral. En la primera, el acento recae sobre el sadismo acrecentado del
superyó, al cual el yo se somete; en la segunda, sobre el genuino masoquismo del yo, quien pide castigo, sea de
parte del superyó, sea de los poderes parentales de afuera. Con respecto al masoquismo moral, la conciencia
moral y la moral misma nacieron por la superación, la desexualizacion, del CdE; mediante el masoquismo moral

16
esta es resexualizada, el CdE reanimado, se abre la vía para una regresión de la moral al CdE. Y crea la
tentación de un obrar pecaminoso que después tiene que ser expiado. Para procurarse el castigo el
masoquista se ve obligado a hacer cosas inapropiadas, a destruir las perspectivas que se le abre en el
mundo real, trabaja en contra de su propio beneficio.

LA IDENTIFICACION (CAP 7. PSICOLOGIA DE LAS MASAS)

El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra
persona.

Desempeña un papel en la prehistoria del Complejo de Edipo. El varón manifiesta un particular interés hacia su
padre: quiere crecer y ser como él. Toma al padre como su ideal. Contribuye a preparar el complejo de Edipo.

Al mismo tiempo de esta identificación con el padre, se emprende una directa investidura sexual de objeto con la
madre. Ambos coexisten un tiempo, sin influirse ni perturbarse. Pero la unificación de la vida anímica avanza sin
cesar y a consecuencia de ella ambos lazos confluyen dando nacimiento al CdE.

El pequeño nota que su padre le significa un estorbo junto a la madre, su identificación con el pasa a cobrar un
tono hostil. Y pasa a ser idéntica al deseo de sustituir al padre también junto a la madre. Desde el comienzo
mismo la identificación es ambivalente; puede darse vuelta hacia la expresión de la ternura y admiración, a la
vez que hacia el deseo de eliminación. (se comporta como un retoño de la primera fase oral, en la que el objeto
anhelado y apreciado se incorpora por devoración y se aniquila como tal).

Mas tarde es fácil perder de vista el destino de esta identificación con el padre. Puede ocurrir después que el
complejo de Edipo experimente una inversión, que se tome por objeto al padre, un objeto del cual las pulsiones
sexuales directas esperan su satisfacción. En este caso la identificación se convierte en la precursora de la
ligazón de objeto que recae sobre él. En el primer caso, de identificación, el padre es como uno querría ser. En el
segundo, de ligazón de objeto, en lo que uno querría tener. La diferencia depende de que la ligazón recaiga en el
sujeto o en el objeto del yo.

Se discierne que la identificación aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como modelo.

La identificación en el caso de una formación neurótica del síntoma

Puede suceder que se reciba el mismo síntoma que una madre (o padre creo yo), para sustituirla. O bien copiar
el síntoma de un padre (o madre) amado.

Bajo las constelaciones de la formación del síntoma, vale decir, de la represión y el predominio de los
mecanismos del inconsciente, sucede a menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, que el
yo tome sobre si las propiedades del objeto. En esas identificaciones, el yo copia en un caso a la persona no
amada y en el otro a la persona amada.

Hay un tercer caso de formación de síntoma, en que la identificación prescinde por completo de la relación de
objeto con la persona copiada. Se pone en juego el mecanismo de la identificación sobre la base de poder o
querer ponerse en una situación igual a la de otro.

Existen tres modos de identificación:7

7
PowerPoint

17
- Identificación primaria: al SER en este caso implica el deseo de ser como el padre como objeto amado.
Es constitutiva del yo. Aspira a formar el yo a semejanza del otro. Toma al objeto de amor como ideal o
modelo.
- Identificación secundaria: al TENER se identifica a un rasgo para poder tener aquello que el otro tiene.
Se desea el lugar del otro, por aquello de lo que el otro goza. Puede ser una identificación al síntoma (la
tos de mi padre). La elección de objeto regresa a la identificación, el objeto es devorado para ocupar su
lugar, el yo toma las propiedades del objeto.
- Identificación HISTERICA.  no hay objeto de amor, sino un punto muy específico de coincidencia entre
dos YO o más. Es el antecedente de la empatía.

Las identificaciones con el objeto de amor, son introyecciones o sustituciones completas del objeto. Esto ayuda a
renunciar al objeto incestuoso, pero no en su totalidad. La identificación permite conservar algo de él.

ALGUNAS CONSECUENCIAS PSIQUICAS DE LA DIFERENCIA ANATOMICA DE LOS


SEXOS

Freud se pregunta ¿Cómo llega la niña a resignar a la madre como primer objeto edípico y tomar a cambio al
padre como objeto?

En principio, plantea que el CdE es una formación secundaria. En un primer momento, el niño descubre la zona
genital (no se sabe como pero se lo descubre). El paso siguiente, no es el enlace del onanismo con las
investiduras de objeto del CdE (no es que se asocia la zona genital con los objetos), sino un descubrimiento de la
niña. Este es, que descubre que existe el pene, y lo discierne como superior. A partir de ahí cae víctima de la
envidia del pene. En el caso del varón, al descubrir la región genital de la niña, suele desmentir su percepción.
Solo después que cobra sobre el influencia la amenaza de castración aquella observación se vuelve significativa,
y mueve en él una temible tormenta afectiva, lo somete a la creencia de la efectividad de la amenaza: “de hecho,
si me pueden cortar mi pene”. Dos reacciones resultaran de ese encuentro que determinaran su relación con la
mujer: horror frente a la criatura mutilada o menosprecio triunfalista hacia ella. En la niña, este avistamiento
forma un juicio y una decisión: “he visto eso, sé que no lo tengo, y lo quiero tener”

En este momento, se bifurca el complejo de masculinidad de la mujer, que eventualmente si no logra superar
puede deparar grandes dificultades al desarrollo hacia la feminidad. O bien continuara con una esperanza de
recibir alguna vez un pene, igualándose así al varón, o bien sobreviene el proceso que Freud designa como
desmentida (que en la adultez podría llevar a una psicosis). En el caso de la desmentida, la niña se rehúsa a
aceptar el hecho de su castración, se afirma y acaricia la convicción de que empero posee un pene, y se ve
compelida a comportarse como si fuera un varón.

Las consecuencias psíquicas de la envidia del pene son múltiples y de vasto alcance.

Con la admisión de su herida narcisista, se establece en la mujer un sentimiento de inferioridad. Superado el


primer intento de explicar su falta de pene como castigo personal, y tras aprehender la universalidad de este
carácter sexual, empieza a compartir el menosprecio del varón por ese sexo mutilado en un punto decisivo, y al
menos en este juicio, se mantiene en paridad con el varón.

Aunque la envidia del pene haya renunciado a su objeto genuino, no cesa de existir: pervive en el rasgo de
carácter de los celos, con leve desplazamiento.

Una tercer consecuencia de la envidia del pene parece ser el aflojamiento de los vínculos tiernos con el objeto-
madre. Se la responsabiliza por la falta de pene. Suele suceder que, tras el descubrimiento de la desventaja en

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los genitales, pronto afloran celos hacia otro niño a quien la madre supuestamente ama más, con lo cual se
adquiere una motivación para desasirse de la ligazón-madre.

El efecto más importante de todos que tiene la envidia del pene sobre la mujer es,

Con respecto a un último efecto de la envidia del pene, el más importante. Freud encuentra que en los análisis de
la prehistoria fálica, en la niña sobreviene pronto, tras los indicios de la envidia del pene, una intensa
contracorriente opuesta al onanismo, que no puede atribuirse a una demanda de los criadores. Esta moción es
manifiestamente un preanuncia de aquella oleada represiva que en la época de la pubertad eliminara una gran
parte de la sexualidad masculina para dejar espacio al desarrollo de la feminidad (la actividad masturbatoria
clitoriana es entendida como masculina). Pero puede que esta primera represión no suceda. Y se trate de
abandonarla posteriormente, lo que implicaría abandonar la competencia con el varón.

Una vez abandonada esta práctica, la libido de la niña se desliza a lo largo de la ecuación simbólica de
pene=hijo. Resigna el deseo del pene para reemplazarlo con el deseo de un hijo, y con este propósito toma al
padre como objeto de amor. La madre pasa a ser objeto de los celos, y la niña deviene una pequeña mujer.

CONCLUSIONES

Hemos obtenido una intelección sobre la prehistoria del complejo de Edipo en la niña. En ella, el complejo de
Edipo es una formación secundaria. Las repercusiones del complejo de castración le preceden y lo preparan. En
cuanto al nexo entre el complejo de Edipo y el complejo de castración, se establece una oposición fundamental
entre los dos sexos. Mientras que el complejo de Edipo del varón se va al fundamento debido al complejo
de castración, el de la niña es posibilitado e introducido por este último. El complejo de castración tiene
efectos inhibidores y limitadores de la masculinidad, y promotores de la feminidad.

La diferencia entre el varón y la mujer en el desarrollo del complejo de castración se debe entonces a una
diferencia anatómica de los genitales y de la situación psíquica enlazada con ella: corresponde al distingo entre
castración consumada y mera amenaza de castración.

Con respecto al CdE no puede dejar de producir consecuencias, sea como sea que se caiga en él o se salga de
él. En la niña falta el motivo para la demolición del complejo de Edipo. La castración ya ha producido antes sus
efectos, y consistió en esforzar a la niña a la situación del complejo de Edipo. Este puede:

- Ser abandonado poco a poco


- Tramitado por depresión
- Sus efectos penetrar mucho la vida anímica de la mujer.

Y por ello, por carecer de la misma fuerza en su demolición, el superyó nunca deviene tan implacable, tan
impersonal, tan independiente de sus orígenes afectivos como lo exigimos en el caso del varón.

Agrega que en cuestiones de caracteres, todos los individuos humanos, a consecuencia de su disposición
bisexual, y de la herencia cruzada, reúnen en si caracteres femeninos y masculinos, de suerte que en sus
expresiones puras siguen siendo construcciones teóricas de contenido incierto.

LA ORGANIZACIÓN GENITAL INFANTIL

PRIMACIA DEL FALO, AMENAZA DE CASTRACION

Ya en la niñez, como sucederá en la pubertad, la elección de objeto se deposita en una única persona de la cual
se espera alcanzar la satisfacción.

19
Los movimientos que presentara el desarrollo puberal son:

- Unificación de las pulsiones parciales


- Primacía de los genitales

[Se puede porque hay posibilidad de órgano y de salir a la exogamia. Siempre y cuando se inscriba el complejo
de Edipo. Es en este momento en donde se instalan las bases para una psicosis o una neurosis, dependiendo de
cómo fue el pasaje por la ley. Es muy importante la inscripción de la ley.]

El carácter principal de la organización sexual infantil es su diferencia respecto de la organización genital


definitiva del adulto. Para ambos sexos solo desempeña un papel un genital, el masculino. En la sexualidad
infantil, no hay un primado genital, sino un primado del falo.

El primado del falo significa (en el varoncito) que todos los seres vivos, humanos y animales, incluso cosas
animadas, poseen un genital como él. Esto se debe a que aquella parte se excita con facilidad, es rica en
sensaciones y ocupa en alto grado el interés del niño, también plantea nuevas tareas a su pulsión de
investigación. Quiere verlo en otras personas y compararlo con el suyo.

En el curso de estas indagaciones, el niño llega a descubrir que el pene no es un patrimonio común de todos los
seres semejantes a él. De ocasión ha visto casualmente los genitales de una hermanita o compañerita de juegos.
Y es notorio su reacción frente a las primeras impresiones de la falta de pene. Al principio la desmientes, creen
que han visto un miembro a pesar de todo. Incluso pueden creer que aún es pequeño pero que puede crecer
luego. Después, poco a poco llegan a la conclusión de que ha sido removido.

La falta de pene en los niños es entendida como resultado de una castración, y ahora se le plantea al niño la
tarea de habérselas con la referencia de la castración a su propia persona. Pasará a creer que solo personas
despreciables se les ha cortado el pene, aunque no se lo adjudica a su madre, no es que ha entendido que a las
mujeres les falta el pene.

Si recordamos las etapas de desarrollo sexual sabemos que:

- En el estadio de organización pregenital sádico anal: se habla de activo y pasivo


- Etapa fálica: hay algo masculino pero no algo femenino. Genital masculino y castrado.8
- Culminación del desarrollo de la pubertad: masculino y femenino. Lo masculino reunirá el sujeto, la
actividad y la posesión del pene. Lo femenino el objeto y la pasividad. La vagina es apreciada ahora
como albergue del pene, recibe la herencia del vientre materno.

NEUROSIS Y PSICOSIS

Recordemos los múltiples vasallajes del yo, quien toma una posición intermedia entre mundo exterior y ello, a la
vez que tiene un afanoso empeño en acatar simultáneamente la voluntad de todos sus amos. [ello, yo y superyó]

Con respecto a la génesis de la psicosis, Freud retoma de otro libro la diferencia genética más importante
entre neurosis y psicosis:

La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace análogo
de una similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior. [el yo termina por obedecer al ello]

8
Ante esta realidad anatomía de la diferencia de los sexos se acepta que no tenemos todo. Se busca aceptar la
castración, que es simbólica. Bajo la lógica del no todo (lacan)

20
Según resultado de los análisis, las neurosis se generan porque el yo no quiere acoger ni dar trámite motor a
una moción pulsional pujante en el ello, o le impugna9 el objeto que tiene por meta. En tales casos, el yo se
defiende de aquella mediante el mecanismo de la represión. Lo reprimido se revuelve contra ese destino y,
siguiendo caminos sobre los que el yo no tiene poder alguno, se procura una subrogación10 sustitutiva que se
impone al yo por la vía del compromiso: es el síntoma. El yo encuentra que este síntoma intruso amenaza su
unicidad, prosigue la lucha contra el síntoma tal como lo hizo con la moción pulsional originaria, y esto da por
resultado el cuadro de la neurosis.

Cuando el yo emprende la represión, obedece en el fondo a los dictados de su superyó. Cuyo fundamento se
encuentra en el mundo exterior. El yo se ha puesto del lado de los poderes del superyó, cuyos reclamos
poseen en el más fuerza que las exigencias pulsionales del ello. (es menos costoso obedecer a superyó y la
realidad, que obedecer al ello.) El yo es el poder que ejecuta la represión de aquel sector del ello, afianzándola
mediante la contrainvestidura de la resistencia. El yo ha entrado en conflicto con el ello, al servicio del
superyó y de la realidad: he ahí una descripción para todas las neurosis.

Ahora bien, en las psicosis existe también una perturbación del nexo entre el yo y el mundo exterior.

Normalmente, el mundo exterior gobierna al ello por dos caminos: las percepciones actuales y las percepciones
anteriores que forman como mundo interior un patrimonio y componente del yo. Ahora bien, en la psicosis no
solo se rehúsa a admitir nuevas percepciones, también se resta el valor psíquico (investidura11) al mundo
interior, que hasta entonces subrogaba al mundo exterior como su copia. En la psicosis, el yo se crea
soberanamente un nuevo mundo exterior e interior sostenido en las mociones del ello y a causa de haber
padecido una gran frustración por parte de la realidad que pareció insoportable. (esto último a chequear).

Con relación a las formaciones delirantes, algunos análisis han señalado que el delirio se presenta como un
parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el
mundo exterior. (se crea un nuevo mundo interior que genera alucinaciones o delirios que en el exterior permiten
que se sostenga el mundo interior). El delirio psicótico se presenta como un parche para la desgarradura
entre el yo y la realidad.

Según Freud, la etiología común para el estallido de una neurosis o una psicosis es la frustración, que en última
instancia es una frustración externa.

El efeto patógeno de esta dependerá de lo que haga el yo en la tensión conflictiva: si permanece fiel a su
vasallaje hacia el mundo exterior y procura sujetar al ello (Neurosis) o si es avasallado por el ello y se deja
arrancar de la realidad (Psicosis). (Freud dice que la existencia del superyó complica esto, porque este desea
conciliar los vasallajes del yo: pero aún no sabe cómo interviene).

A raíz de la incógnita de la intervención del superyó, postula la existencia de afecciones en cuya base se
encuentra el conflicto entre el yo y el superyó, cuya función es reunir en si los influjos del ello como de la
realidad. Así como lleva las marcas de todo aquello que el yo desea alcanzar, su ideal. La melancolía,
entre las psiconeurosis narcisistas será el ejemplar.

Luego Freud se pregunta cuáles son los medios con el que el yo podría lograr Salir airoso sin enfermar de este
tipo de conflictos siempre presentes. Y dirá que el yo tiene la posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de
los lados deformándose a sí mismo, consintiendo menoscabos a su unicidad y eventualmente segmentándose y
partiéndose. (Cualquier respuesta que dé, tendrá que pagar las consecuencias)

9
(impugna: le anula el objeto porque es la madre).
10
Subrogar: sustituir en una obligación o derecho a la persona que los poseía.
11
Investidura: valor psíquico.

21
A lo último concluye que el mecanismo análogo a la represión por cuyo intermedio el yo se desase del mundo
exterior es la desmentida.

LA PERDIDA DE REALIDAD EN LA NEUROSIS Y PSICOSIS

Retomando las conclusiones en el texto de neurosis y psicosis:

Uno de los rasgos diferenciales entre neurosis y psicosis es que en la primera el yo, en vasallaje a la realidad,
sofoca un fragmento del ello (vida pulsional) mientras que en la psicosis ese mismo yo, al servicio del ello, se
retira de un fragmento de la realidad. Por lo tanto, lo decisivo para la neurosis seria la hiperpotencia del
influjo objetivo, y para la psicosis, la hiperpotencia del ello.

Parecería que no hay perdida de realidad en la neurosis, sin embargo, esta perturba de algún modo el nexo del
enfermo con la realidad, es para él un medio de retirarse de esta y en sus formas más graves una huida de la
vida real.

En la situación inicial de la neurosis, cuando el yo está al servicio de la realidad, emprende la represión de una
moción pulsional (pero esto no es la neurosis misma). La neurosis consiste en la reacción contra la represión
y en su fracaso. (la parte del del ello que fue reprimida busca resarcimiento)

Un ejemplo: en el caso de la neurosis se reprime la exigencia pulsional (Elizabeth von r. el amor por su cuñado
cuando muere su hermana), en el caso de la psicosis se desmiente la realidad (desmentiría la muerte de la
hermana). Otro ejemplo, olvidarse de los deseos sexuales de los padres pre-edípicos.

Los dos pasos de la neurosis serian la represión y el retorno de lo reprimido con la ruptura de un fragmento de la
realidad. [En la neurosis, la compensación (por no dejarlo vía libre, represión) al ello se da a expensas de la
realidad. Se olvida la vivencia que forzó el desalojo. (lo que vuelve del ello puede pasar a través del yo
deformada, se olvida igual lo que es antes de ser modificada)]

Se esperaría que en la psicosis también haya dos pasos. El primero de los cuales arrancara al yo de la realidad y
el segundo quisiera indemnizar los perjuicios y restablecer el vínculo a expensas del ello y sucede que el
segundo paso de la psicosis quiere compensar la pérdida de realidad por creación de una realidad nueva, que
ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonada.

Tanto neurosis como psicosis expresan la rebelión de ello contra el mundo exterior, expresan su
incapacidad para adaptarse al principio de realidad. Se diferencian más en la primera reacción (represión vs.
Desmentida) que en la subsiguiente (intento de reparación). Esa diferencia inicia se expresa en el resultado final:
en la neurosis se evita al modo de una huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se
lo reconstruye. La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella, la psicosis la
desmiente y procura sustituirla.

Otra analogía entre neurosis y psicosis es que en ambas la tarea que debe acometerse en el segundo paso
fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse un sustituto cabal para la pulsión reprimida y la subrogación
de la realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias.

La neurosis se conforma con evitar el fragmento de realidad correspondiente y protegerse del encuentro con él.
Pero no faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la
da la existencia de un mundo de fantasía, un ámbito que en su momento fue segregado del mundo exterior real
por la instauración del principio de realidad.

22
De este mundo de fantasía toma la neurosis el material para sus neoformaciones de deseo, y comúnmente lo
halla, por el camino de la regresión, en una prehistoria real más satisfactoria.

Apenas cabe dudar de que el mundo de la fantasía desempeña en la psicosis el mismo papel, de que también en
ella constituye la cámara del tesoro de donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad.
Pero el nuevo mundo exterior, fantástico, de la psicosis quiere remplazar a la realidad exterior; en cambio, el de
la neurosis gusta de apuntalarse, como el juego de los niños, en un fragmento de la realidad —diverso de aquel
contra el cual fue preciso defenderse—, le presta un significado particular y un sentido secreto, que, de manera
no siempre del todo acertada, llamamos simbólico. Así, para ambas —neurosis y psicosis—, no sólo cuenta
el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad.

SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA

EDIPO EN LA NIÑA

Con respecto al CdE, el caso de la niña es diverso que del varón. Si la madre es su primer objeto de amor,
¿Cómo halla entonces el camino hasta el padre? ¿Cómo, cuándo y porque se desase de la madre?

La tarea de resignar la zona genital originariamente rectora, el clítoris, por una nueva, la vagina, complica el
desarrollo de la sexualidad femenina. Agregada a esta mudanza, se añade una nueva: el trueque del objeto-
madre originario por el padre, no menos característica y significativa para el desarrollo de la mujer.

Toda ligazón intensa con el padre ha sido precedida por una fase de ligazón-madre exclusiva de igual intensidad
y apasionamiento.

Es preciso admitir que cierto número de personas del sexo femenino permanecen atascadas en la ligazón-madre
originaria y nunca producen una vuelta cabal hacia el varón. (quedan identificadas al padre, como igual, usando
su clítoris como el falo. No vuelve al amor por el hombre, sino que queda en identificación)

Agrega una nueva suposición: la mujer llega a la situación edípica normal positiva luego de superar una pre-
historia gobernada por el complejo negativo.

En comparación con el varón que tiene una sola zona genésica rectora, la mujer posee dos de ellos: la vagina,
propiamente femenina, y el clítoris, análogo al miembro viril. Nos consideramos autorizados a suponer que
durante muchos años la vagina es como si no estuviese y recién proporciona sensaciones en la pubertad.
Suponemos que la vida sexual de la mujer se descompone por regla general en dos fases, de las cuales la
primera tiene carácter masculino; solo la segunda es femenina. Por tanto, en el desarrollo femenino hay un
proceso de trasporte de una fase a la otra, que carece de análogo en el varón. Así mismo, también debe
existir otro cambio y es el del sexo del objeto, tiene que pasar del objeto-madre al objeto-padre.

Muy diversos son los efectos del complejo de castración en la mujer que en el varoncito. Ella reconoce el hecho
de su castración y, así, la superioridad del varón y su propia inferioridad, pero también se revuelve contra esa
situación desagradable. Y de esa actitud se derivan tres orientaciones de desarrollo:

- Universal extrañamiento respecto de la sexualidad. La mujercita aterrorizada por la comparación con


el varón, queda descontenta con su clítoris, renuncia a su quehacer fálico y, con él a la sexualidad en
general.
- Complejo de masculinidad. Una porfiada autoafirmación. Retiene la masculinidad amenazada. La
esperanza de tener alguna vez un pene persiste hasta épocas tardías.
- Configuración femenina. Luego de rodeos la mujer toma al padre como objeto y así halla la forma
femenina del CdE.

23
El complejo de Edipo en la mujer es el resultado final de un desarrollo más prolongado; no es destruido por el
influjo de la castración, sino creado por él. Es frecuente que nunca lo supere.

Parecería que la fase de la ligazón-madre, preedipica, reclama una significación muchísimo mayor en la mujer.

El final de la primera fase de la ligazón-madre emerge como el más intenso motivo de extrañamiento de la hija
respecto de la madre: el reproche de no haberle dado un falo, de haberla parido mujer.

24
LA ESCISION DEL YO EN EL PROCESO DEFENSIVO (1938)

El yo del niño se encuentra al servicio de una poderosa exigencia pulsional que esta habituado a satisfacer, y es
de pronto aterrorizado por una vivencia que le enseña que proseguir con esa satisfacción le traería por resultado
un peligro real-objetivo difícil de soportar.

Entonces debe decidirse. Reconocer el peligro real y renunciar a la satisfacción pulsional, o desmentir la realidad
objetiva, instilarse la creencia de que no hay razón alguna para tener miedo a fin de perseverar en la satisfacción.

Es por tanto, un conflicto entre la exigencia de la pulsión y el veto de la realidad objetiva.

El niño hace las dos cosas simultáneamente. Responde al conflicto con dos reacciones contrapuestas, ambas
validas y eficaces. Por un lado, rechaza la realidad objetiva y no se deja prohibir nada, permitiendo a la
pulsión retener su satisfacción y por el otro, reconoce el peligro de la realidad objetiva, asume la angustia ante
el cómo un síntoma de padecer y luego busca defenderse de él. Así, ambas partes en disputa han recibido lo
suyo. A la pulsión se le permite su satisfacción y a la realidad su debido respeto.

Sin embargo, este resultado tiene sus consecuencias. El resultado se alcanzó a expensas de una
desgarradura en el yo que nunca se reparara, sino que se hará más grande con el tiempo. Las dos reacciones
contrapuestas frente al conflicto subsistirán como núcleo de una escisión en el yo.

Ante la amenaza de castración, el niño puede crease un sustituto del pene echado de menos en la mujer, un
fetiche. Con ello logra desmentir la realidad objetiva y salvar su propio pene. Si no estaba obligado a
reconocer que la mujer había perdido su pene, perdía credibilidad la amenaza que le impartieron; ya no
necesitaba temer más por su pene y podía continuar, imperturbable, su masturbación.

Podría parecer que este extrañamiento respecto de la realidad debería ser reservado a la psicosis. Sin embargo,
el varoncito no ha contradicho simplemente su percepción, no ha alucinado un pene allí donde no había ninguno.
Sino que solo ha emprendido un desplazamiento de valor, ha transferido el significado del pene a otra parte
del cuerpo, para lo cual vino en su auxilio el mecanismo de la regresión.

Sigue cultivando su masturbación como si ello no pudiera traer ningún peligro a su pene. Pero al mismo tiempo
desarrolla, contradictoriamente, un síntoma que prueba que ha reconocido aquel peligro. Luego de la amenaza y
con la creación del fetiche, aflora en él una intensa angustia ante el castigo del padre, angustia que solo podrá
sobre compensar con todo el gasto de su virilidad.

Con ayuda de la regresión a la fase oral aparece como angustia de ser devorado por el padre.

INHIBICION, SÍNTOMA Y ANGUSTIA

INTRODUCCION

Se diferencia la angustia como reacción directa y automática frente a un trauma, de la angustia como
señal de peligro que anuncia la inminencia de ese trauma.

El factor determinante de la angustia automática es una situación traumática, es decir, una vivencia de
desvalimiento del yo frente a una acumulación de excitación, sea de origen externo o interno, que aquel no
puede tramitar. La angustia señal es la respuesta del yo a la amenaza de una situación traumática, que

25
constituye una situación de peligro. Los peligros internos tienen como carácter común el implicar la separación o
perdida de un objeto amado, o la pérdida de su amor. Esta separación o perdida puede conducir a una
acumulación de deseos insatisfechos y, por ende, a una situación de desvalimiento.

La situación traumática en si es, a todas luces, descendiente directa del estado de tensión acumulada y no
descargada.

CAPITULO 1

Diferencia inhibición y síntoma.

La inhibición tendría que ver con la función y no designa necesariamente algo patológico, es mejor dicho la
limitación normal de una función. Es una simple rebaja de la función. (Esta relacionado a las pulsiones del yo, por
eso es más asequible para el paciente y el analista, lo contrario con el síntoma que es del orden de lo
inconsciente.)

(siempre que hay inhibición es en el orden de un síntoma, porque causa malestar. Se puede convivir
tranquilamente con esta, y esquivarla. Aunque algunas resultan insoportables)

En el caso del síntoma es señal de un proceso patológico. Es una desacostumbrada variación de la función o un
reemplazo de ella.

INHIBICION

Dado que la inhibición se liga conceptualmente a la función del yo, se pueden indagar cuales son las limitaciones
funcionales que aparecen del yo a fin de pesquisar las formas en que se exterioriza su perturbación. Funciones
yoicas:

a) Función sexual:

Inhibiciones simples, resumidas como impotencia psíquica. (Una inhibición completa seria abandonar por
completo la sexualidad. La simple serian diferentes momentos de interrupción en el proceso de coito, que impide
que llegue a su final. Por ej.: eyaculación precoz, coito interrumpido, reacción del asco. Siempre se refiere al
coito genital) son Perturbaciones que intervienen en cualquier punto del proceso.

Perturbaciones por enlace de la función a condiciones perversas o fetichistas. (el fetiche es ese brillo en la
nariz que reemplaza el falo que la madre no tuvo. Si no está ese brillo no se puede abordar la pareja. Lo que
sucede es que si se tiene la relación sexual sin el objeto implica aceptar la castración propia y de la madre. Lo
perverso es de la mano del sadismo y masoquismo. Por ejemplo: condición de golpes)

Inhibición por angustia: se renuncia al ejercicio de la función por la angustia que se desarrolla. (hay como
una renuncia total).

Acciones obsesivas y fóbicas que funcionan como precauciones del vivenciar sexual (se obvia el vínculo
sexual, como si le diera asquito).

b) Función nutricia (un ejemplo de inhibición nutricia seria no comer por estrés)

La perturbación más frecuente es el displacer ante el alimento, por el quite de libido. (cuando esta estresado,
nervioso, angustiado, deprimido)

26
También puede observarse una compulsión a comer que tuviera por motivo la angustia de morirse de hambre.
Se incrementa el placer de comer.

Vómitos como defensa histérica frente al acto de comer.

Rehusamiento a la comida por angustia persecutoria (delirio de envenenamiento) propio de algunos estados
psicóticos.

c) Función de locomoción

Paralización del aparato del movimiento, se produce una cancelación especializada de esta sola función. Pueden
imponerse obstáculos o condiciones. En muchos estados neuróticos aparece un displacer y una flojera en la
marcha.

El TOC es un impedimento de la locomoción.

d) Función de trabajar

Aparece como síntoma aislado: placer disminuido, torpeza en la ejecución, manifestaciones reactivas como la
fatiga.

La histeria puede presentar interrupciones totales produciendo parálisis de órgano.

La neurosis obsesiva perturba mediante la distracción continua y pérdida de tiempo.

INHIBICIONES ESPECIALIZADAS

Inhibición neurótica para tocar el piano, escribir, caminar. A causa de una erotización hiperintensa de los órganos
requeridos en estas funciones. La función yoica de un órgano se deteriora cuando aumenta su erogenidad,
su significación sexual. Las acciones se omiten porque sería como si se efectuase la acción sexual prohibida.

Es del orden del retorno de lo reprimido. [el yo renuncia a estas funciones que le competen a fin de no verse
precisado a emprender una nueva represión, a fin de evitar un conflicto con el Ello.]

¿Cómo opera el superyó en las inhibiciones? Le dice al yo “Esto que estás haciendo te resulta muy
placentero, se parece a algo (anterior) que no deberías sentir porque no te lo mereces”. Y el yo obedece a esto
porque quiere ser amado por el superyó (recordemos que tiene los emblemas del padre)

OTRAS INHIBICIONES ESTAN AL SERVICIO DE LA AUTOPUNICION

El yo renuncia a determinadas conquistas que le otorgarían el provecho o el éxito que le fue denegado por el
superyó, a fin de no entrar en conflictos con él. (al yo le cuesta mucho entrar en conflicto con el superyó, porque
él tiene los emblemas de los padres, no quiere estar en desacuerdo con él y por eso lo obedece. Si el superyó le
prohíbe algo es por una cuestión de que se asemeja a un placer prohibido.)

El ejemplo es el masoquismo moral.

INHIBICIONES MAS GENERALES

Cuando el yo es convocado para una tarea psíquica especialmente gravosa (por ej. Un duelo). Se empobrece su
energía disponible y se ve obligado a limitar el gasto en muchos sitios.

CONCLUSION

27
El síntoma es un proceso que no le sucede al yo o dentro del yo. La inhibición es una limitación a las funciones
del yo.

CAPITULO 2

SINTOMAS

Son el resultado de procesos represivos. Sustitutos de una satisfacción pulsional que fue interceptada en su
descarga.

La represión parte del YO que, por encargo del superyó, no quiere acatar al ello. Mediante la represión el yo
consigue coartar el devenir consciente de una representación que era la portadora de la moción
desagradable.

[¿Cuál es el destino de la moción pulsional activada en el Ello, cuya meta es la satisfacción? Por obra del
proceso represivo, el placer de satisfacción se muda en displacer. Y entonces, ¿Cómo una satisfacción pulsional
tendría por resultado un displacer? A consecuencia de la represión, el decurso excitatorio intentado en el ello no
se produce; el yo consigue inhibirlo o desviarlo. A raíz de esto se pregunta como el yo tiene el poder para influir
en los procesos del ello, y es que adquiere este influjo a consecuencia de sus íntimos vínculos con el sistema de
percepción, que constituyen su esencia y han devenido el fundamento de su diferenciación respecto del ello.]

Como hace el yo para reprimir las mociones pulsionales del ELLO?

El yo recibe información de afuera (percepción) y de adentro del aparato. Y por medio de las sensaciones de
placer y displacer, que le llegan desde ahí, intenta guiar todos los decursos del acontecer anímico en el sentido
del principio de placer.

A pesar de que se tiende a representar al yo como impotente frente al ello, cuando se revuelve contra un proceso
pulsional del ello, no le hace falta más que emitir una señal de displacer para alcanzar su propósito con ayuda de
la instancia casi omnipotente del principio de placer.  Cuando recibe una exigencia pulsional del Ello, se
apuntala en el principio de realidad y emite una señal de displacer.

La defensa frente a un proceso indeseado del interior acontece siguiendo el patrón de la defensa frente a un
estímulo exterior. El yo emprende el mismo camino. La huida. La represión al interior del aparato psíquico, es lo
que el intento de huida es a un peligro externo.

REPRESION

1. El YO quita investidura (preconsciente) a la representación de la moción pulsional que resulta penosa.


2. El YO es el genuino almacigo de la angustia. La emplea para el desprendimiento de displacer, esto
contradice la afirmación de que la angustia es resultado de la represión.

[al contradecir la idea según la cual la energía de investidura de la moción reprimida se mudaba
automáticamente en angustia, dirá que esto es un fenómeno fenomenológico, más no metapsicológico. De
hecho, la angustia no es producida como algo nuevo a raíz de la represión, sino que es reproducida como estado
afectivo siguiendo una imagen mnémica preexistente. ]

Las represiones emergen ante dos situaciones:

- Cuando una percepción externa evoca una moción pulsional desagradable.


- Cuando la moción pulsional surge desde el interior sin provocación alguna. (para las cuales no hay
protección anti estímulo)

28
Mientras el yo consiga el propósito de sofocar por completo la moción pulsional, no nos enteramos del proceso
llevado a cabo más que por la angustia o por una represión fracasada. Si la represión resulta exitosa el yo estará
libre de síntomas.

CAPITULO 3

El yo es la parte organizada del Ello. Se diferencia del Ello por su organización. [si el yo se hubiera
separado del ello, se haría manifiesta su endeblez, pero al permanecer ligado al Ello, es inseparable y muestra
su fortaleza]

Yo y superyó también es difícil diferenciarlos, salvo por el surgimiento de un conflicto entre ambos.

“el síntoma es un cuerpo extraño que se alimenta del tejido en el que está inmerso”

La represión devenida en síntoma se aloja por fuera de la organización yoica y con independencia de sus
funciones. Tiene un carácter de EXTRATERRITORIALIDAD. (El síntoma se arma por fuera del yo, y cuando
irrumpe en el yo se tiene q hacer algo y se lo intenta incluir al yo.)

Cualquier línea asociativa con la organización del yo, será atraída hacia el complejo patógeno y gozara de sus
beneficios a expensas del yo.

LUCHA DEFENSIVA SECUNDARIA

La lucha defensiva contra la moción pulsional desagradable, a veces se termina con la formación del síntoma. Es
lo que sucede en la conversión histérica.

Pero dicha lucha contra una moción pulsional encuentra su continuidad en la lucha contra el síntoma. Es algo
que no termina nunca.

EL YO ORGANIZADO

Esta lucha defensiva muestra dos rostros de expresión contradictoria. Por una parte, el yo es constreñido por su
naturaleza a emprender algo en un intento de restablecimiento o reconciliación. El yo es una organización, su
energía desexualizada revela todavía su origen en su aspiración a la ligazón y a la unificación.

Su empuje a la síntesis hace que intente cancelar la ajenidad y aislamiento del síntoma, aprovechando
toda oportunidad para ligarlo e incorporarlo a su organización.

Hay síntomas que se vuelven transparentes por su compromiso entre la necesidad de satisfacción y la necesidad
de castigo.

GANANCIA SECUNDARIA DE LA ENFERMEDAD

Considerando que el síntoma ya está ahí y no puede ser eliminado, el yo se acostumbra y trata de sacarle la
mayor ventaja posible. Sobreviene una adaptación al síntoma.

El síntoma se fusiona con el yo y se vuelve indispensable para él. Tanto, que se podría exagerar asumiendo que
el yo se lo provoco para gozar de sus beneficios. (es tan correcto como falso el pensar que un herido de guerra
se provocó una mutilación para percibir una pensión de la cual vivir). Puede ocurrir que la existencia del síntoma
estorbe en alguna medida la capacidad de rendimiento, y así permita apaciguar una demanda del superyó o
rechazar una exigencia del mundo exterior. (el superyó no sanciona tanto porque el yo sufre.)

29
Al prestar asistencia analítica al YO, en la lucha contra el síntoma, encontramos que esta alianza entre YO y
síntoma actúan en el bando de las resistencias. (el paciente presenta el síntoma pero a la vez no quiere curarse)

LUCHA DEFENSIVA SECUNDARIA CONTRA EL SÍNTOMA

Se ponen en juego las defensas del yo para luchar contra el síntoma. O hay resistencia (síntoma y yo juntos) o
hay defensas (del yo contra el síntoma)

El síntoma como sustituto de lo pulsional reprimido, exige satisfacción una y otra vez. Ante ese empuje, el YO da
señal de displacer (angustia) y se pone a la defensiva.

CAPITULO 4

CASO JUANITO

El pequeño Hans se rehúsa a andar por la calle porque tiene angustia ante el caballo. Siendo la incomprensible
angustia frente al caballo un síntoma, y la incapacidad para andar por la calle un fenómeno de inhibición, una
limitación que el yo se impone para no provocar el síntoma-angustia.

Se presenta un conflicto de ambivalencia. Un amor bien fundado y un odio justificado, ambos dirigidos a una
misma persona, el padre. (identificación y deseos de eliminación, porque el padre era el impedimento de estar
con la madre). La fobia aparece como un intento de solución.

La moción pulsional que sufre la represión es un impulso hostil hacia el padre.

Se trata de una neurosis por la presencia de una sustitución del padre por el caballo. Es este desplazamiento
lo que se hace acreedor al nombre de síntoma. Es un mecanismo (la sustitución) que permite tramitar el conflicto
de ambivalencia sin la ayuda de la formación reactiva. El conflicto de ambivalencia no se tramita en la persona
misma (el padre) sino que se lo esquiva, deslizando una de sus mociones hacia otra persona como objeto
sustitutivo.

Si el pequeño Hans hubiera mostrado de hecho una conducta agresiva hacia los caballos, el carácter de la
moción pulsional agresiva, chocante, no habría sido alterado en nada por la represión; solo habría mudado en
objeto. En Hans ha ocurrido algo más que la mera mudanza de objeto.

[se obtiene la intelección de que la represión no es el único recurso de que dispone el yo para defenderse de una
moción pulsional desagradable. Si el yo consigue llevar la pulsión a la regresión, en el fondo la daña de manera
más enérgica.]

Es un objeto que se elige y que además se le deposita pulsiones negativas de muerte que se pueden sustraer
del padre hacia el caballo. (mediante una mudanza de objeto sería más fácil, porque sentiría solo el odio al
caballo como al padre, pero hay desmezcla en donde solo hay odio en el caballo) Porque el odio y el temor
pueden ser dirigidos a los caballos, el padre puede ser amado y admirado. De adulto la dicotomía se permite, en
la niñez no tanto.

[Simultáneamente, ha sucumbido a la represión otra moción pulsional de sentido contrario. Una moción pasiva
tierna respecto del padre, que ha había alcanzado el nivel de la organización libidinal genital. Hay dos mociones
pulsionales afectadas -agresión sádica hacia el padre y actitud pasiva-tierna frente a él.]

El motor de la represión es la angustia frente a la castración. Por angustia de castración resigna Hans la
agresión hacia el padre; su angustia de que el caballo lo castre.

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La amenaza de castración llega de la mordedura del caballo. (de un sueño que tiene Juanito). El motor de la
represión es la angustia frente a la castración. Los contenidos angustiantes (ser mordido por el caballo y ser
devorado por el lobo) son sustitutos desfigurados del contenido “ser castrado por el padre”

ANGUSTIA

La angustia que proviene de la fobia al caballo no proviene del proceso represivo, sino de lo represor mismo, la
castración inmutada. Una angustia realista es aquella ante un peligro real o que amenaza efectivamente. Aquí la
angustia crea a la represión y no la represión a la angustia.

Cae la tesis de que por obra de la represión, la agencia representante de la pulsión es desfigurada, desplazada,
en tanto que la libido de la moción pulsional es mudada en angustia.

La mayoría de las fobias se remontan a una angustia del yo. La actitud angustiada del yo es siempre lo primario y
es la impulsión para la represión. La angustia nunca proviene de la libido reprimida.

La angustia nunca proviene de la libido reprimida, siempre es lo primario y el motor para la represión.

Angustia realista + angustia neurótica.

CAPITULO 5

Como vimos, la angustia que predomina en el cuadro de las neurosis complica el estudio de la formación de
síntoma y la lucha secundaria del yo contra el síntoma. Sin embargo, son numerosas las neurosis en las que no
se presenta nada de angustia. La histeria de conversión es de esta clase: sus síntomas más graves se
encuentran sin contaminación de angustia.

SINTOMAS EN LA NEUROSIS OBSESIVA

Se vuelve a ella para ver si puede averiguar algo más acerca de la formación de síntoma.

Los síntomas son en general de dos clases y de tendencias contrapuestas:

De naturaleza negativa:

- Prohibiciones
- Medidas precautorias
- Penitencias

Satisfacción sustitutiva: burlan toda defensa.

- Es el triunfo del síntoma lograr enlazar satisfacción y prohibición. De suerte que el mandato o la
prohibición originariamente rechazantes cobren el significado de una satisfacción; es harto frecuente que
para ello se recurra a vías de conexión muy artificiosas.

[se conocen dos cosas de los síntomas obsesivos. La primera es que asiste a una lucha continuada contra lo
reprimido, que se va inclinando más y más en perjuicio de las fuerzas represoras y la segunda, que el yo y el
superyó participan muy considerablemente en la formación del síntoma.]

DEFENSAS DEL YO [desarrollar]

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- Represión: fuerza de desalojo del yo
- Regresión: retorno de la libido a estadios anteriores de desmezcla pulsional

[La situación inicial de la neurosis obsesiva no es otra que la de la histeria, a saber, la necesaria defensa contra
las exigencias libidinosas del complejo de Edipo. Toda neurosis obsesiva parece tener un estrato inferior de
síntomas histéricos, formados muy temprano. La configuración ulterior es alterada decisivamente por un factor
constitucional. La organización genital de la libido demuestra ser endeble y muy poco resistente. Cuando el yo da
comienzo a sus intentos defensivos, el primer éxito que se propone como meta es rechazar en todo o en parte
la organización genital hacia el estadio anterior (de la fálica a la sádico-anal). Busca la explicación
metapsicológica de la regresión en una “desmezcla de pulsiones” en la segregación de los componentes eróticos
que al comienzo de la fase genital se habían sumado a las investiduras destructivas de la fase sádica. El
forzamiento de la regresión significa el primer éxito del yo en la lucha defensiva contra la exigencia de la
libido.]

- Formaciones reactivas: exageraciones en los rasgos de carácter.

NEUROSIS OBSESIVA

La situación inicial de ambas neurosis, histeria y neurosis obsesiva, es la defensa contra las exigencias
libidinosas del complejo de Edipo.

[el proceso defensivo en la histeria, parece que se limita a la represión. El yo se extraña de la moción pulsional
desagradable, la deja librada a su decurso dentro de lo inconsciente y no participa en sus ulteriores destinos.

CAPITULO 6

SÍNTOMA EN DOS TIEMPOS

Existen dos actividades del yo en la formación del síntoma. El anular lo acontecido y el aislar.

El anular lo acontecido implica hacer desaparecer al suceso o vivencia indeseado. Se presenta sobre todo en la
neurosis obsesiva, en los síntomas de dos tiempos.

En este formato de síntoma, se ejecuta una acción e inmediatamente la acción contraria. La intención de la
segunda acción es deshacer o cancelar la primera como si nada hubiera acontecido.

En el ceremonial de la neurosis obsesiva, la raíz de la primera acción es prevenir o tomar precauciones, para que
algo no suceda. La segunda intenta cancelar, como si nada hubiera sucedido.

Anular lo acontecido implica tratar cierto suceso como “non arrive” eso no ha sucedido. Un proceso de
desmentida. (un ejemplo es el niño que dice que no vio que la niña no tiene pene, o bien que le va a crecer)

Si es sintomático no es consciente, porque le pasa al yo y no en el yo. Si fuera una defensa, es diferente, y si se


daría cuenta por que la defensa es una herramienta del yo.

AISLAMIENTO

Otra de las técnicas peculiares en la neurosis obsesiva es el aislamiento.

Consiste en que tras un nuevo suceso desagradable o una actividad significativa, realizada por el propio enfermo
en el sentido de la neurosis, sigue una pausa en la que no está permitido que acontezca nada. No se hace
ninguna percepción ni se ejecuta acción alguna.

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La vivencia no es olvidada, pero se la despoja de su afecto y sus vínculos asociativos son sofocados o
suspendidos, de suerte que permanece ahí como aislada y ni siquiera se la reproduce en el circuito de la
actividad de pensamiento.

A partir de esta intelección se entiende porque el neurótico obsesivo halla particular dificultad en obedecer a la
regla psicoanalítica fundamental, de hablar de lo que le viene a la mente sin tapujos ni frenos. A estos no se le
está permitido dejarse ir.

CAPITULO 7

FOBIA

(En Juanito, el amor que le dirigía a la madre, nadie lo prohibía y se retiraba. Al no poner límite, Juanito no tenía
contra quien ir, necesitaba esa Ley. Que señale que hasta ahí se podía. Él se ofrecía como ejemplo para ser
amado, pero todo estaba permitido. Algo tenía que hacer la amenaza de castración y con ello el caballo cumple
el lugar de castración. La fobia sirve al fin de instituir la ley. Hace todo este rodeo pq le falto ley. Y además de
que el padre no introducía un corte, ella no admitía su falta por lo que no introducía la amenaza de castración.)

Se le adscribe a la fobia el carácter de una proyección. Ya que mediante la proyección se sustituye un peligro
pulsional interior por un objeto exterior. Esto trae la ventaja de que uno puede protegerse del peligro exterior
mediante la huida y la evitación de percibirlo, mientras que la huida no vale de nada frente al peligro interior.

La exigencia pulsional no es un peligro en si misma; lo es solo porque conlleva un auténtico peligro exterior, el de
la castración. (el peligro no es lo pulsional sino su descarga y el castigo inminente si se le da rienda suelta).

Por lo tanto, en la fobia, en el fondo solo se ha sustituido un peligro exterior por otro. [El hecho de que el yo
pueda sustraerse de la angustia por medio de una evitación o de un síntoma-inhibición armoniza bien con la
concepción de que esa angustia es solo una señal, y nada ha cambiado en la situación económica.]

La angustia de la fobia es una reacción afectiva del yo frente al peligro y el peligro frente al cual se emite la señal
es el de la castración. En este caso, el contenido de la angustia permanece inconsciente y solo deviene
consciente en una desfiguración.

FUNCION DEL SUPERYÓ

El motor de toda formación de síntoma es la angustia del YO frente al superyó. La hostilidad del superyó es
el peligro del que el yo se ve obligado a sustraerse.

(El yo se angustia frente a la angustia del superyó. Pero la angustia es previa al CdE no es que espera a la
instalación del superyó. Veremos luego cuál es su inicio.)

Así como el superyó es el padre que devino apersonal (inscripción), la amenaza de castración se muda en
angustia por la conciencia moral o temor a la pérdida del amor y del reconocimiento. (son todas las formas de
separación las que causan angustia)

[pero esa angustia esta encubierta en la neurosis obsesiva; el yo se sustrae de ella ejecutando, obediente, los
mandamientos, preceptos y acciones expiatorias que le son impuestos.]

(La angustia es una forma defensiva del yo.)

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[es correcto decir que los síntomas de la neurosis obsesiva son creados para evitar la situación de peligro que es
señalada mediante el desarrollo de la angustia. Pues bien, en los casos considerados hasta ahora ese peligro
era el de la castración o algo derivado de ella]

CAPITULO 8

ANGUSTIA

Es un sentimiento o estado afectivo (que corresponde al yo). Tiene una cualidad de carácter displacentero, como
sensaciones de tensión, dolor y duelo pero no se agota en ello, tiene otras particularidades.

Las sensaciones corporales más nítidas sobrevienen en los órganos de la respiración y el corazón. Eso es
llamado angustia automática (es lo que conocemos como ataques de pánico y Freud las llama neurosis
actuales). Son sensaciones que pueden reconocerse.

El análisis del estado de angustia permite distinguir:

1. Displacer
2. Acciones de descarga: palpitaciones, pseudodolor en el pecho, falta de respiración, etc.
3. Percepciones de esas acciones.

Estos son pasos propios de la angustia. Que es un estado displacentero particular con acciones de descarga que
siguen determinadas vías.

ORIGEN DE LA ANGUSTIA

[Freud considera que el estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reunió las condiciones para
un incremento del estímulo y para la descarga por determinadas vías, a raíz de lo cual, también, el displacer de
la angustia recibió su carácter específico.] En el caso del ser humano, el nacimiento nos ofrece una vivencia
arquetípica de tal índole, y por eso Freud se inclina a ver en el estado de angustia una reproducción del
trauma de nacimiento.

Trauma del nacimiento: la angustia se generó como reacción frente a un estado de peligro, en lo sucesivo se la
reproducirá regularmente cuando un estado semejante vuelva a presentarse. En el nacimiento se vive una
alteración de un estado de bienestar previo.

La sensación de “estar en peligro” es propia de la especie humana a causa de la prematurez del nacimiento. (se
necesita del otro, que otorgue sostén. Esa falta se vive en el cuerpo y es incontrolable) [las inervaciones del
estado de angustia originario probablemente tuvieron sentido y fueron adecuadas al fin. Es probable que en el
curso del nacimiento la inervación dirigida a los órganos de la respiración preparara la actividad de los pulmones,
y la aceleración del ritmo cardiaco previniera el envenenamiento de la sangre.]

La angustia de castración tiene por contenido la separación respecto de un objeto estimado en grado sumo, y la
angustia más originaria (del nacimiento) se engendró a partir de la separación de la madre. Cuando el niño añora
la percepción de la madre, es solo porque ya sabe, por experiencia, que ella satisface sus necesidades.
Entonces, la situación que valora como peligro y de la cual quiere resguardarse es la de la insatisfacción, el
aumento de la tensión de necesidad, frente a la cual es impotente. A raíz de esto, se llega a la conclusión de que
la situación de insatisfacción, que genera un aumento de estimulación se vivió como displacer, y establece para
el lactante la analogía con la vivencia de nacimiento, la repetición de la situación de peligro. A lo que sobreviene
una reacción de angustia.

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Cada etapa conlleva una “sensación de peligro”, de temor a la perdida de objeto. Con ello su respectivo
monto de angustia para evitarlo. [el peligro de desvalimiento psíquico se adecua al periodo de la inmadurez del
yo, así como el peligro de la perdida de objeto a la falta de autonomía de los primeros años de la niñez, el peligro
de castración a la fase fálica y la angustia frente al superyó al periodo de latencia]

La amenaza de castración será una de las modalidades de angustia por separación. (Como lo son la angustia del
lactante ante la ausencia de la madre, la angustia por la pérdida de amor del Superyó)

El yo es el genuino almacigo de la angustia. La angustia es un estado afectivo y solo puede ser registrado por
el yo. El ello no puede tener angustia como el yo, no es una organización y no puede apreciar situaciones de
peligro, pero promueve demandas que generan la angustia en el yo. [de hecho, las represiones probablemente
más tempranas, así como la mayoría de las posteriores, son motivadas por esa angustia del yo frente a procesos
singulares sobrevenidos en el ello.]

ANGUSTIA

[en ambos aspectos, como fenómeno automático y como señal de socorro, la angustia demuestra ser producto
del desvalimiento psíquico del lactante, que es el correspondiente de su desvalimiento biológico]

[se distinguen dos casos: que en el ello suceda algo que active una de las situaciones de peligro para el yo y lo
mueva a dar la señal de angustia a fin de inhibirlo, o que en el ello se produzca la situación análoga al trauma de
nacimiento, en que la reacción de angustia sobreviene de manera automática. El segundo caso se realiza en la
etiología de las neurosis actuales, en tanto que el primero sigue siendo característico de las psiconeurosis.]

- Automática: NEUROSIS ACTUALES. La angustia sobreviene de manera automática ante lo que se


supone un peligro. (relacionada al apronte angustiado. Generalmente relacionada a lo externo. No hay
una actividad del yo, no es que elige defenderse de algo sino que se le produce)
- Angustia señal: PSICONEUROSIS. En el ello sucede algo que supone un peligro para el yo y lo mueve a
dar señal de angustia. (señal de una moción pulsional que angustia al yo o un peligro de afuera, se
angustia para que el monto de energía se eleve, se produzca represión y esta acalle el Ello)

Ambas son defensivas.

[al final agrega que la perdida de amor como condición de angustia desempeña en la histeria un papel semejante
a la amenaza de castración en las fobias, y a la angustia frente al superyó en la neurosis obsesiva]

CAPITULO 9

Se trataran los vínculos entre la formación de síntomas y el desarrollo de la angustia.

La formación de síntoma tiene dos caras.

Una permanece oculta para el yo, se produce en el ello. Un movimiento por medio del cual el yo se siente en
peligro. La otra parte nos muestra lo que se ha creado en reemplazo del proceso pulsional modificado: la
formación sustitutiva.

[el proceso defensivo es análogo a la huida por la cual el yo se sustrae de un peligro que le amenaza desde
afuera, y que justamente constituye un intento de huida frente a un peligro pulsional.]

Perdida de objeto (de su amor) y amenaza de castración son amenazas que llegan de afuera, no peligros
pulsionales. Pero son el aviso de lo que sucedería si alimentásemos las mociones pulsionales del Ello. Solo
mediante este rodeo, las mociones pulsionales pasaran a ser condiciones de peligro.

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[en las fobias el peligro parece sentirse todavía enteramente como uno exterior, de igual modo en que el síntoma
experimenta un desplazamiento hacia el exterior. En la neurosis obsesiva esta mucho más interiorizado: la parte
de la angustia frente al superyó, que es la angustia social, sigue representando todavía al sustituto interior de un
peligro exterior, mientras que la otra parte, la angustia de la conciencia moral, es por entero interna.]

REGRESION

Modo en que el neurótico, en tiempos en que puede dominar determinados estímulos, se comporta como lo
hacía ante antiguas situaciones de peligro.

Cada condición de peligro responde a una etapa de la vida o fase del desarrollo. (de una fase del desarrollo del
yo, herramientas internas del yo que se van desarrollando).

[Cada situación de peligro corresponde a cierta época de la vida o fase de desarrollo del aparato anímico, y
parece justificada para ella. En gran número de casos, las antiguas condiciones de angustia se abandonan
efectivamente después que ya produjeron reacciones neuróticas. Entre las condiciones de angustia, hay unas
que están destinadas a ser sepultadas y otras que acompañaran al ser humano durante toda su vida, como la
angustia frente al superyó. La condición de adulto no ofrece una protección suficiente contra el retorno de la
situación de angustia traumática y originaria; acaso cada quien tenga cierto umbral más allá del cual su aparato
anímico fracase en el dominio sobre volúmenes de excitación que aguardan tramite]

La angustia del bebe ante la ausencia de la madre, en el adulto que no puede salir sin compañía a la calle.

CAPITULO 10

Comienza diciendo que la angustia es la reacción frente al peligro, y si el afecto de angustia es parte de la
economía psíquica, debe ser porque tiene que ver con la naturaleza del peligro.

El prolongado desvalimiento y dependencia del cachorro humano, eleva la significatividad de los peligros del
mundo externo y aumenta el valor del único objeto que está en lugar de protegerlo (madre).

Así el factor biológico produce las primeras situaciones de peligro y crea la necesidad de ser amado, de la que el
hombre no se librara jamás.

-esto sucede porque el cachorro humano nace más inacabado que otras especies mamíferas, por lo que requiere
de cuidados de otro para sobrevivir, algo que lo condiciona eternamente a buscar en el otro un lugar en el cual
ser amado- yo

CAPITULO 11

CINCO CLASES DE RESISTENCIAS

Provienen del yo, del ello y del superyó. El yo es la fuente de tres formas de resistencia, diversas por su
dinámica.

1. Represión: puede obtener como producto una inhibición o un síntoma. (reclama un gasto permanente.
La naturaleza continuada de la pulsión exige al yo asegurar su acción defensiva mediante un desalojo
constante.
2. Resistencia transferencial: sucede en el trabajo de análisis. Reanima una represión que meramente
debía ser recordada.

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3. Ganancia secundaria de la enfermedad: integra el síntoma al yo. Corresponde a la renuencia a
renunciar a una satisfacción o a un aligeramiento.
4. Compulsión a la repetición (del ello)
5. Conciencia de culpa o necesidad de castigo (del superyó)

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[Cambia la tesis sobre la angustia: Antes yo consideraba la angustia como una reacción general del yo bajo las
condiciones del displacer, en cada caso procuraba dar razón de su emergencia en términos económicos y
apoyado en la indagación de las neurosis actuales, suponía que una libido (excitación sexual) desautorizada por
el yo o no aplicada hallaba una descarga directa en la forma de angustia. El veto a esta concepción partió de la
tendencia a hacer del yo el único almacigo de la angustia. Para la concepción anterior era natural concebir a la
libido de la moción pulsional reprimida como la fuente de la angustia, de acuerdo con la nueva, en cambio, más
bien debía ser el yo el responsable de la angustia. Puesto que el yo trabaja con energía desexualizada, en la
nueva concepción se aflojo también el nexo entre angustia y libido.

Al remontarse a la reacción de angustia como respuesta ante una situación de peligro, que yace tras el trauma
de nacimiento, se introducen nuevos elementos. El nacimiento paso a ser el arquetipo de todas las nuevas
situaciones posteriores de peligro, planteadas por las nuevas condiciones en el desarrollo psíquico. Y así se
construían dos concepciones de la angustia: una involuntaria y automática frente a situaciones de peligro y otra
generada por el yo a fin de movilizar la evitación de una amenaza]

ANGUSTIA REALISTA

Es lo que sentimos frente a un genuino peligro real en el exterior.

ANGUSTIA NEUROTICA

Es la que surge ante un peligro que amenaza por una demanda pulsional. (“un peligro del que no tenemos
noticia”) El neurótico la trata como una autentica angustia realista. Sus características son la indeterminación y
la ausencia de objeto. Que después se pueden abrochar a algo, por ejemplo a la fobia por proyección.

Es la angustia señal.

(De acuerdo con el desarrollo de la serie angustia-peligro desvalimiento (trauma), podemos resumir: La situación
de peligro es la situación de desvalimiento discernida, recordada, esperada. La angustia es la reacción originaria
frente al desvalimiento en el trauma, que más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación de
peligro. El yo, que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite, ahora de manera activa una reproducción
morigerada de este, con la esperanza de poder guiar de manera autónoma su decurso.)

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