El documento resume conceptos clave del psicoanálisis freudiano como el principio de placer, la compulsión a la repetición, la transferencia y la resistencia. Explica que aunque existe una tendencia al placer, otras fuerzas contrarrestan este principio. La compulsión a la repetición hace que se revivan experiencias desagradables de la infancia a pesar de producir dolor. La transferencia reproduce en la terapia fragmentos reprimidos del complejo de Edipo. La resistencia del yo busca evitar el dolor de lo reprimido y aferr
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El documento resume conceptos clave del psicoanálisis freudiano como el principio de placer, la compulsión a la repetición, la transferencia y la resistencia. Explica que aunque existe una tendencia al placer, otras fuerzas contrarrestan este principio. La compulsión a la repetición hace que se revivan experiencias desagradables de la infancia a pesar de producir dolor. La transferencia reproduce en la terapia fragmentos reprimidos del complejo de Edipo. La resistencia del yo busca evitar el dolor de lo reprimido y aferr
El documento resume conceptos clave del psicoanálisis freudiano como el principio de placer, la compulsión a la repetición, la transferencia y la resistencia. Explica que aunque existe una tendencia al placer, otras fuerzas contrarrestan este principio. La compulsión a la repetición hace que se revivan experiencias desagradables de la infancia a pesar de producir dolor. La transferencia reproduce en la terapia fragmentos reprimidos del complejo de Edipo. La resistencia del yo busca evitar el dolor de lo reprimido y aferr
El documento resume conceptos clave del psicoanálisis freudiano como el principio de placer, la compulsión a la repetición, la transferencia y la resistencia. Explica que aunque existe una tendencia al placer, otras fuerzas contrarrestan este principio. La compulsión a la repetición hace que se revivan experiencias desagradables de la infancia a pesar de producir dolor. La transferencia reproduce en la terapia fragmentos reprimidos del complejo de Edipo. La resistencia del yo busca evitar el dolor de lo reprimido y aferr
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Mas allá del principio de placer (1920)
I. El decurso de los procesos anímicos es regulado por el principio de placer (pérdida, AP
deseante, búsqueda del objeto perdido, repetición/desplazam). En todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera y su resultado final coincide con una disminución de aquella, con una evitación de displacer o una producción de placer. Placer y displacer dependen de la cantidad de excitación presente en la vida anímica y no ligada: el displacer corresponde a un incremento de esa cantidad, y el placer a una reducción de ella. El aparato anímico se afana por mantener lo más bajo posible, o al menos constante, la cantidad de excitación presente en él. (sobre los mecanismos psiq). El principio de placer se deriva del principio de constancia (disminución de la cantidad, tramitación por descarga, representación de descarga (curación), homeostasis, trauma: carga excesiva). Sin embargo, existen también fuerzas que contrarían este principio. Es incorrecto hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los procesos anímicos, en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero otras fuerzas lo contrarían, el resultado final puede tender al displacer. Existen dos rupturas/inhibiciones por dentro del principio de placer: este es reemplazado por el de realidad, se pospone la satisfacción y se tolera el displacer; o el displacer surge de los conflictos y escisiones producidos en el aparato mientras el yo recorre su desarrollo hacia organizaciones más complejas, las Rep. inconciliables son separadas del yo por la represión que les corta, al comienzo la posibilidad de alcanzar la satisfacción II. Se llama neurosis traumática a un estado que sobreviene tras accidentes con riesgo de muerte. El cuadro de la neurosis traumática se aproxima al de la histeria por presentar en abundancia síntomas motores similares; pero lo sobrepasa, por lo regular, en sus indicios de padecimiento subjetivo. En la neurosis traumática común se destacan dos rasgos: la causación se sitúa en el factor sorpresa, en el terror y que un daño físico o herida contrarresta la producción de la neurosis. La angustia designa cierto estado de expectativa frente al peligro y preparación para él, aunque se trate de un peligro desconocido. El miedo requiere un objeto determinado presente. El terror se produce cuando se corre un peligro sin estar preparado: destaca el factor sorpresa. El sueño de los neuróticos traumáticos reconduce al enfermo a la situación de su accidente de la cual despierta con renovado terror [función del sueño alterada]. El enfermo está fijado psíquicamente al trauma. La función del sueño resultó afectada y desviada de sus propósitos. Ahora pasa a ser un intento de cumplimiento de deseo. Freud observa el juego infantil, un niño jugaba a arrojar lejos de sí todos los pequeños objetos que hallaba a su alcance. Y al hacerlo decía con expresión satisfacción "o-o-o-o", que significaba “fort” (se fue). El niño jugaba que sus juguetes "se iban". Al tirar su yoyo, desaparecía y este decía "n-o-o-o", luego tiraba del hilo, apareciendo así el yoyo mientras y decía “da” (acá está). Este era, el juego completo. La mayor parte de las veces no realizaba el juego completo (lo cual sería placentero), sino que repetía el primer acto (fort). Esta interpretación fue certificada con otra observación, en la cual, luego de que su madre se ausentó muchas horas, fue saludada por el niño diciendo “bebé o-o-o-o”, durante la soledad el niño había encontrado hacerse desaparecer a sí mismo. El juego simbolizaba su renuncia pulsional (renuncia a la satisfacción pulsional) de admitir sin protestas la partida de la madre. Se satisfacía escenificando, con los objetos de su alcance, ese desaparecer y regresar de su madre. Si la partida de la madre era desagradable ¿Cómo se concilia con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esa vivencia penosa? Se pueden hacer varias interpretaciones: jugaba a la partida porque era condición previa de la gozosa reaparición, la cual contendría el genuino propósito del juego, aunque la mayoría de las veces sólo jugaba a la partida; en la vivencia era pasivo, era afectado por ella, ahora se ponía en un papel activo repitiendola como juego, a pesar de que fue, vuelve activo lo que vivió pasivo; el acto de arrojar el objeto para que se vaya, quizás es la satisfacción de un impulso, sofocado por el niño en su conducta, a vengarse de la madre por su partida (no te necesito, te echo). Cuando el niño repitió en el juego una impresión desagradable, se debió a que la repetición iba conectada a una ganancia de placer de otra índole, pero directa. Bajo el imperio del principio de placer existen medios y vías para convertir en objeto de recuerdo y elaboración anímica lo que es displacentero. III. El médico dedicado al análisis deduce, reconstruye y comunica en el momento oportuno lo icc oculto para el enfermo. El psicoanálisis era un arte de interpretación, pero como no se solucionaba la tarea terapéutica, se planteó otro propósito: pedir al enfermo a corroborar la construcción mediante su propio recuerdo. El centro de gravedad recayó en las resistencias, el arte consistía ahora en describirlas a la brevedad, mostrarlas y por medio de la influencia humana moverlo a que las resigne. Se hizo claro que devenir cc lo icc no podía alcanzarse por ese camino., El enfermo no puede recordar todo lo reprimido, se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo. Esta reproducción tiene por contenido un fragmento de la vida sexual infantil y, por tanto, del complejo de Edipo, se escenifica en el terreno de la transferencia en relación con el médico. La neurosis original se sustituye por una nueva neurosis à neurosis de transferencia. A esta repetición la llamaremos compulsión de repetición. Lo reprimido no ofrece resistencia a la cura, sino que aspira a invadir a la CC. La resistencia proviene de los mismos sistemas de la vida psíquica que en su momento llevaron a cabo la represión. Eliminamos esta oscuridad poniendo en oposición el yo coherente y lo reprimido. En el interior del yo es mucho lo icc lo que puede llamarse el "núcleo del yo"; solo una pequeña parte la llamaremos preconsciente. La resistencia del analizado parte de su yo, designamos la compulsión de repetición a lo reprimido icc. (3 versión, luego del icc dinámico y descriptivo). La resistencia del yo cc y precc está al servicio del principio de placer, quiere ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación de lo reprimido, nosotros queremos conseguir que ese displacer se tolere invocando el principio de realidad. Lo que la compulsión de repetición hace re vivenciar provoca displacer al yo, saca a luz mociones pulsionales reprimidas. Esta clase de displacer no contradice al principio de placer, es displacer para un sistema y satisfacción para el otro. La compulsión de repetición devuelve vivencias pasadas que no producen placer, tampoco en aquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las mociones pulsionales reprimidas. Los neuróticos repiten en la transferencia todas ocasiones indeseadas y situaciones afectivas dolorosas, remojándolas. Nada de eso pudo procurar placer; la acción de pulsiones que estaban destinadas a conducir a la satisfacción, en aquel momento no lo produjeron, sino que conllevaron displacer. Se la repite a pesar de todo; una compulsión esfuerza a ello. Eso mismo que el psicoanálisis revela en los fenómenos de transferencia de los neuróticos puede encontrarse también en la vida de las personas no neuróticas. En estas hace la impresión de un destino que las persiguiera, y desde el comienzo el psicoanálisis juzgo que ese destino fatal era auto inducido y estaba determinado por la temprana infancia. La persona parece vivenciar algo pasivamente sustraído a su poder, a despecho de lo cual vivencia una y otra vez la repetición del mismo destino. En la vida anímica existe una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer. Los fenómenos de la transferencia están al servicio de la resistencia del yo, persistente en la represión; la compulsión de repetición, que la cura pretendía poner a su servicio, es ganada para el bando del yo, que quiere aferrarse al principio de placer IV. El aparato anímico tiene un sistema precc-cc, donde llegan las percepciones del mundo exterior y las sensaciones de placer y displacer que se originan en el interior del aparato. Se encuentra en la frontera entre lo exterior y lo interior. Estas sensaciones y percepciones que llegan no dejan huellas en el sistema cc, la cc surge en reemplazo de la huella mnémica. El sistema cc se singulariza por la particularidad de que, en él, el proceso de excitación no deja una alteración permanente de sus elementos, sino que se agota en el fenómeno de devenir-conciente. Imaginemos una vesícula de sustancia estimulable, su superficie vuelta hacia el mundo exterior se diferencia por su ubicación y sirve como órgano receptor de estímulos. Por el persistente ataque de estos estímulos externos contra su superficie, se forma una corteza que ofrece las condiciones más favorables para la recepción de estímulos y ya no puede modificarse. En el sistema cc, esto significa que el paso de la excitación ya no puede recibir ninguna alteración permanente en sus elementos, están modificados al máximo. Esta vesícula sería aniquilada por la acción de los estímulos del mundo si no estuviese provista por una protección anti estimulo. La obtiene cuando su superficie más externa se vuelve inorgánica, y opera apartando los estímulos, como una membrana. Hace que las energías del mundo exterior puedan propagarse solo con una fracción de su intensidad a los estratos. Para el organismo vivo, la tarea de protegerse contra los estímulos es más importante que la de recibirlos; está dotado de una reserva energética y transforma la energía. Los órganos sensoriales, además de recibir acciones estimuladoras específicas, tienen particulares mecanismos preventivos para la protección contra volúmenes súper grandes e inadecuados de estímulos. La vesícula viva está dotada de una protección anti estímulo frente al mundo exterior. El estrato cortical es un órgano para la recepción de estímulos externos. Este, más tarde será el sistema cc, y recibe también excitaciones desde adentro; la posición del sistema entre el exterior y el interior, y la influencia desde un lado y desde el otro, se vuelven decisivas para su operación y la del aparato anímico como un todo. Hacia afuera hay una protección anti estímulo; hacia adentro, la protección es imposible, y las excitaciones se propagan de manera directa y no reducida, produciendo sensaciones de placer y displacer. Las excitaciones provenientes del interior serán por su intensidad y caracteres cualitativos. Esta constelación determinara dos cosas: la prevalencia de las sensaciones de placer y displacer sobre los estímulos externos; y cierta orientación de la conducta respecto de las excitaciones internas que produzcan demasiado displacer. Se tenderá a tratarlas como si no obraran desde adentro, sino desde afuera, para poder aplicarles el medio defensivo de la protección anti estimulo. Serán traumáticas aquellas excitaciones externas que poseen la fuerza suficiente para perforar la protección anti estimulo, lo que provocará una perturbación energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa. En un primer momento el principio de placer quedará abolido entonces, se deberá dominar el estímulo, ligándolo psíquicamente a fin de conducirlos, después de su tramitación. El displacer específico del dolor corporal se debe a que la protección anti estimulo fue perforada en un área limitada. Y entonces, desde este lugar afluyen al aparato anímico excitaciones continuas, que por lo regular solo podrían venirle del interior del aparato. Es movilizada la energía de investidura energética a fin de crear una investidura energética de nivel correspondiente. Se produce una enorme "contra investidura" y se produce una parálisis u otra operación psíquica. Un sistema de elevada investidura en sí mismo es capaz de recibir nuevos aportes de energía fluyente y "ligarlos" psíquicamente. Cuanto más alta sea su energía ligada propia, tanto mayor será también su fuerza ligadora y cuanto más baja su investidura, menos capacitado estará el sistema para recibir energía afluente. En el aparato psíquico pueden ocurrir dos cosas frente a los estímulos que se le presentan: la energía inviste a una huella y se liga (no perturba) o la energía irrumpe y rompe la cadena de representaciones. Si esto último ocurre, el aparato psíquico intentará ligar para poder conducir su tramitación de acuerdo con el principio de placer. La compulsión a la repetición tiene como función ligar la excitación. La neurosis traumática es el resultado de una ruptura en la protección anti estimulo (terror, peligro de muerte). El terror tiene falta de angustia (esta conlleva a la sobre investidura de los sistemas que reciben primero el estímulo). A raíz de esta investidura más baja, la protección anti estimulo se rompe más fácil. La angustia constituye la última protección anti estimulo. Si en la neurosis traumática los sueños reconducen al enfermo a la situación en que sufrió el accidente, es visible que no están al servicio del cumplimiento de deseo, cuya producción alucinatoria devino la función de los sueños bajo el imperio del principio de placer. Estos sueños buscan recuperar el dominio sobre el estímulo por medio del desarrollo de angustia cuya falta causó la neurosis traumática. Esto es independiente del principio de placer, muestra una función del aparato psíquico más originaria que el propósito de ganar placer y evitar el displacer. Es una excepción a la tesis de que el sueño es cumplimiento de deseo. Los sueños traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo. Más bien obedecen a la compulsión de repetición, que en análisis se apoya en el deseo de convocar lo olvidado y reprimido. La neurosis de guerra podría tratarse de neurosis traumáticas facilitadas por un conflicto en el yo. Las posibilidades de contraer neurosis se reducen cuando el trauma es acompañado por una herida física. La violencia mecánica del trauma liberaría el quantum de excitación sexual, cuya acción traumática es debida a la falta de angustia; y, por otra parte, la herida física simultánea ligaría el exceso de excitación al reclamar una sobre investidura narcisista del órgano doliente. V. Las excitaciones que ingresan al aparato sin el resguardo de la protección, adquieren la mayor importancia económica y dan lugar a perturbaciones. Las fuentes de esa excitación interna son las pulsiones: los representantes de todas las fuerzas eficaces del interior del cuerpo que se transfieren al aparato anímico. Las mociones pulsionales obedecen al proceso móvil. En el icc las investiduras pueden transferirse, desplazarse y condensarse. Se llama proceso psíquico primario a la modalidad de estos procesos que ocurren en el icc, a diferencia del proceso secundario, que rige nuestra vida normal de vigilia. Debido a que todas las mociones pulsionales afectan a los sistemas icc, obedecen al proceso psíquico primario; y, por otra parte, este se identifica con la investidura móvil y el proceso secundario con las alteraciones de la investidura ligada. La tarea de los estratos superiores del aparato anímico sería ligar la excitación de las pulsiones que entra en operación en el proceso primario. El fracaso de esta ligazón provocaría una perturbación análoga a la neurosis traumática; solo tras una ligazón lograda podría establecerse el principio de placer. Las exteriorizaciones de una compulsión de repetición muestran en alto grado un carácter pulsional y se encuentran en oposición al principio de placer. En el caso del juego infantil, el niño repite la vivencia displacentera porque mediante su actividad consigue un dominio sobre la impresión intensa que el que era posible en el vivenciar pasivo. Cada nueva repetición parece perfeccionar ese dominio; pero la repetición de vivencias placenteras será bastante para el niño. En el adulto la novedad es condición de goce, la repetición no. En cambio, en el niño se muestra firme a la repetición. La repetición, el reencuentro de la identidad, constituye una fuente de placer. En el análisis la compulsión de repetición de la transferencia se sitúa más allá del principio de placer. El enfermo se comporta de manera infantil, muestra que las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias de tiempo primordial subsisten en estado no ligado y son insusceptibles de proceso secundario. La compulsión a la repetición es un carácter universal de las pulsiones. Una pulsión es un esfuerzo, inherente a lo vivo, de reproducir un estado anterior que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas VI. Las pulsiones sexuales son llamadas así por su relación con los sexos y con la función de reproducción. Con la tesis de la libido narcisista y el concepto de libido, la pulsión sexual se convirtió en Eros, que procura esforzar las partes de la sustancia viva unas hacia otras y unirlas; y las llamadas pulsiones sexuales aparecieron como la parte de este Eros vuelta hacia el objeto. Eros actúa desde el comienzo de la vida como "pulsión de vida", entra en oposición con la "pulsión de muerte" nacida por la animación de lo inorgánico. Llamamos pulsiones yoicas a aquellas orientaciones pulsionales que podían diferenciarse de las pulsiones sexuales dirigidas al objeto; pusimos las pulsiones yoicas en oposición a las pulsiones sexuales. Más tarde entramos en el análisis del yo y aclaramos que una parte de las pulsiones yoicas es de naturaleza libidinosa y toma por objeto al yo propio. Estas pulsiones de auto conservación narcisistas debieron computarse, entonces, entre las pulsiones sexuales libidinosas. La oposición entre pulsiones yoicas y pulsiones sexuales se convirtió en la que media entre pulsiones yoicas y pulsiones de objeto, ambas de naturaleza libidinosas. Pero en su lugar surgió una nueva oposición entre pulsiones libidinosas (yoicas y de objeto) y otras que están en el interior del yo y quizá puedan indagar en las pulsiones de destrucción. La especulación convirtió esta oposición en la que media entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte.