como clave, clavicímbalo, clavicémbalo, gravicémbalo o cémbalo, originalmente clavicembalo) es un instrumento musical con teclado y de cuerda pulsada (a diferencia del piano o del clavicordio, que son instrumentos de cuerda percutida). La persona que interpreta este instrumento recibe el nombre de clavecinista. El clavecín fue uno de los instrumentos más populares durante el Barroco. Sin embargo, fue cayendo en el olvido durante las últimas décadas del siglo XVIII, momento en el que los compositores se decantaron por el fortepiano (antepasado del piano moderno), el cual, a diferencia del clavecín, permitía cambios de volumen con solo variar la intensidad de pulsación de las teclas. Historia y descripción[editar] Artículo principal: Historia del clavecín
El salterio griego (psalterion), uno de los primeros instrumentos cordófonos, puede
considerarse un primigenio ancestro del clavecín, en tanto que instrumento de cuerda, si bien se tocaba percutiendo las cuerdas, en lugar de pulsándolas. Sin embargo, la primera referencia histórica a un antecesor directo del clave la encontramos en un documento de 1360, el cual menciona el eschequir que el rey Eduardo III de Inglaterra regaló a Juan el Bueno, su prisionero durante la Guerra de los Cien Años. Aunque se desconoce cómo era aquel primitivo instrumento, se supone que sería un instrumento de tecla y cuerda pulsada.1 Asimismo, según una carta datada en 1397, el médico y astrólogo Hermann Poll sería el inventor de un nuevo instrumento, denominado clavicembalum, que, según parece, podría ser considerado el primer clavecín.2 El clavecín fue desarrollándose y popularizándose a lo largo de los siguientes siglos, durante el Renacimiento y, especialmente, el Barroco. En los diferentes países fueron surgiendo diferentes constructores, dando lugar a diversas escuelas de construcción. Normalmente, el instrumento consta de uno o de dos teclados manuales, según las diferentes épocas y escuelas. Las teclas de estos teclados accionan un mecanismo que hace sonar las cuerdas. Normalmente, un clavecín dispone de varios juegos de cuerdas, llamados registros, atendiendo a los modelos de los diferentes constructores. Estos registros suelen ser, siguiendo la terminología de los registros del órgano, de ocho pies (8') y/o de cuatro pies (4'). Las cuerdas de un registro de 8' producen la nota en la misma octava que la tecla pulsada, mientras que las cuerdas de un registro de 4' producen la nota en la octava superior. En algunos clavecines de gran tamaño, pueden encontrarse excepcionalmente otros registros, como el de 16 pies, que produce el sonido a la octava inferior, o de 2 pies, que suena dos octavas más agudo.3 Si bien a finales del siglo XVIII, el clavecín sufre un paulatino olvido por parte de los músicos, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el instrumento fue revivido, en parte, gracias a la pianista Wanda Landowska, quien fue la primera profesora inter