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La reforma del Consejo de

Seguridad de la ONU en la
política exterior norteamericana y
su influencia en América Latina.
Mariano Guida*

I.- Hegemonía norteamericana. Nuevo orden-nuevas


instituciones

La introducción al análisis de la política exterior norteamerica-


na vinculada con la incorporación de las Potencias Regionales 1 ,
como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, nos exige
indagar cuales han sido las líneas directrices de la política de los
Estados Unidos en la post Guerra Fría, y su consonancia con el
establecimiento de una determinada relación hegemón-periferia.
Previo a la caída de la U.R.R.S, Estados Unidos mantenía con
América Latina una relación de vértice, de dirección, que impedía
o dificultaba las re-
laciones periféricas
fuera de los bloques2 .
Con el fin de la
C
on el fin de la Unión Soviética, la visión
del mundo por parte de los Estados
Unidos debía adecuarse, y así fue percibido
Unión Soviética, la
visión del mundo por por las diversas fuerzas políticas y sectores
parte de los Estados académicos, quienes esbozaron la
Unidos debía adecuar- trayectoria de la nueva política
se, y así fue percibi-
do por las diversas estratégico-militar.

* Alumno de la Maestría en Relaciones Internacionales de la UNLP.


1 Estados Unidos ha dado muestra de apoyo a la candidatura de Brasil, Japón y la India (los tres
son miembros del G 4). En lo concerniente a la postulación de Alemania, también integrante del
G4, la atribución al silencio norteamericana se encuentra relacionado con el enfrentamiento polí-
tico-diplomático producido como consecuencia de la Guerra en Irak.

2 Vale rescatar que la misma política de vértice fue también adoptada por la U.R.S.S y estaba
sobre todo centrada en los aspectos “cruciales” de la Guerra Fría como fue el ideológico. En otros
aspectos, no obstante, existió una cierta permisividad: Ejemplo: Las relación comercial entre
Argentina y la Unión Soviética. Como lo demuestra Dallanegra Pedraza, la relación de vértice ha
sido históricamente impuesta por las potencias imperiales. España durante la etapa virreinal
pretendía que los países americanos sólo tuvieran contacto entre sí a través de la “Reina Madre”.
En la temática referida a la seguridad hemisférica lo Estados Unidos actuaron de la misma manera
durante la Guerra Fría, por ej: la adopción de relaciones diplomáticas con China comunista por la
mayoría de los países latinoamericanos recién después de la “Carta de China” jugada por Nixon-
Kissinger, nunca antes. Luis Dallanegra Pedraza, El Orden mundial del Siglo XXI, Ed. De la
Universidad de Buenos Aires.1998

ESTUDIOS 1
fuerzas políticas y sectores académicos, quienes esbozaron la tra-
yectoria de la nueva política estratégico-militar.
La Guerra del Golfo de 1991 fue la oportunidad para comenzar
a rediseñar el poderío norteamericano, se pasaba del esquema
“bipolar” a una “hegemonía de liderazgo” con un primer objetivo
claro: Establecer un “Nuevo Orden Mundial” sobre la base de la
expansión de la democracia y el libre mercado hacia las zonas
inaccesibles como consecuencia del conflicto Este-Oeste
Adelantando las prioridades de la política de seguridad de los
Estados Unidos, Richard Cheney, Secretario de Defensa de Bush
padre, sostuvo: “La Guerra del Golfo es la precursora del tipo de
conflictos que nos exponemos a encontrarnos con más frecuencia
en la nueva era: conflictos regionales que nos enfrentarán a ene-
migos bien armados y dotados a la vez de armas convencionales
sofisticadas y de cargas de químicas y nucleares” 3 .
Imperaba en la administración de George Bush (padre), la vi-
sión de que las amenazas a la seguridad nacional provenían de los
denominados “Estados Hostiles”, caracterizados por tener una
fuerte proyección regional, ser laxos y permisivos en el otorga-
miento de libertades para la comisión e instigación de actos
terroristas, y estar dispuestos a brindar apoyo material, económi-
co y humano a quienes tuvieran como objetivo atacar intereses
sensibles de la Casa Blanca.
La Guerra del Golfo fue encarada dentro de un ideario que
pretendía la búsqueda de nuevas “fuentes de legitimación”, halla-
das en la decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU, quien
actuó como un verdadero apéndice de la voluntad norteamerica-
na de reconstituir la dimensión del poder 4 .
La Administración Clinton continuó con la estrategia militar de
hacer frente a las amenazas provenientes de países “parias” o
“villanos”, para lo cual debía mantener una estructura militar
capaz de enfrentar en forma simultánea “dos grandes conflictos
regionales” 5 .
Tanto en las consideraciones de Perry, Secretario de Defensa
durante la Administración Clinton, como de Anthony Lake, asesor
3 Declaración ante la comisión de asuntos exteriores de la Cámara de los Representantes,
Washington, 19 de marzo de 1991.

4 Remiro Brotons señala que el Consejo de Seguridad, por medio de la resolución 678, adoptada
en noviembre de1990, realizó una delegación a favor de los estados de la coalición al permitir a
estos: 1) el control del uso de la fuerza armada en el campo de operaciones; 2) la decisión sobre
cuando debía cesar, esto es, en que momento se consideraba restablecida la paz. El autor español
añade que acciones de este tipo resquebrajan el espíritu de la acción colectiva para desempeñarse
por la senda del unilateralismo ante la falta de control del Consejo de Seguridad sobre los
aspectos macro (juicio sobre el cumplimiento del objetivo fijado por N.U) y micro (conducción del
operativo armado) del ejercicio de la fuerza; lo que llevó a exclamar al Secretario General que la
del Golfo fue una guerra “legal”, pero no una guerra de las N.U

5 US Department of Defense. “Bototn-Up Review: Force Structure Excerpts”, Washington, 1 de


Septiembre de 1993.

2 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


en materia de Seguridad Nacional del citado gobierno, podemos
observar de que manera el afianzamiento de la hegemonía norte-
americana influyó en la percepción de las políticas a adoptar.
Perry, en su informe anual presentado al Congreso el 4 de
marzo de 1996, sostenía: “Nuestra tarea de construcción de alian-
zas y coaliciones se ha complejizado en ausencia de una amenaza
global”, asimismo ratificaba que la tarea primordial era “cons-
truir nuevas coaliciones y nuevos partnerships” 6 .
Por su parte, Anthony Lake, en su discurso pronunciado en la
Universidad George Washington el 6 de marzo de 1996, resaltaba
la existencia de factores peligrosos, uno por uno eliminables, pero
“juntos con capacidad de producir un caos terrible” 7 . Como señala
Joxé el trabajo de la superpotencia no consistía en anular los
peligros sino en impedir que entren en fase o en coalición.
En el discurso de Lake se destacan cinco puntos:
1) El campo enemigo a desactivar eran los Estados bribones, mafiosos
y terroristas mediante acciones concertadas de coaliciones o
alianzas específicas;
2) “Nuestro papel particular en el mundo es defender, ampliar y
reforzar a la comunidad de las naciones democráticas”;
3) El desarrollo de las Guerras Justas, criticando las acciones de
Vietnam y el Líbano como parte del discurso oficial;
4) Si se proyecta la fuerza, nunca hay que permanecer demasiado
tiempo sobre el terreno sino partir en un plazo fijo, de otro
modo se deslegitima al gobierno que se deja en el lugar;
5) Creer que se pueden reconstruir países es una aventura peligro-
sa, hay que crear las condiciones de la responsabilidad de la
paz, y dejar que los actores locales garanticen la continuidad
De lo expuesto podemos extraer dos conclusiones fundamen-
tales:
1) El concepto de mantenimiento de un orden en equilibrio, aún
cuando ello implique no cumplimentar los objetivos de la
política exterior, pero permita neutralizar las amenazas;
2) El concepto de globalidad como cualidad de las amenazas y de
los intereses nacionales.
La política exterior de Clinton, pese a ser construida desde una
posición de superpotencia y considerando a los Estados Unidos
como centro, al actuar dentro del esquema político “anti-rogue
states”, como lo recuerda Jorge Osella 8 (ver página siguiente) , no ha que-
rido pagar los costos que implica actuar de manera aislada.
6 Para poder llegar a una mejor comprensión de la posición esbozada por Perry, recomiendo la
lectura de “El imperio del caos: Las repúblicas frente a la dominación estadounidense en la pos-
guerrafría” de Alain Joxé en su capítulo 6, donde se analizan las diferencias que existen entre un
aliado y un partnership, de acuerdo a los objetivos del Orden Mundial de la post-Guerra Fría.

7 Joxé, Alain , El imperio del caos: Las repúblicas frente a la dominación estadounidense en la
posguerra fría. Bs.As.:Fondo de Cultura Económica. 2003

ESTUDIOS 3
El citado diplomático argentino resalta la política de involucrar a
diferentes actores regionales en la resolución de problemáticas cer-
canas a sus fronteras. Son ejemplos a resaltar las “consultas” a
Nigeria para que se involucrara en la solución de los conflictos en
Liberia, Sierra Leona,; en América Latina podemos citar lo relativo
al conflicto de Haití que implicó la participación de varios países
americanos; y la pretensión de formar un frente unido en Kosovo 9 .
Esta política, no obstante, fue criticada por los sectores conser-
vadores, quienes sostenían que por contrario a una política “antiparia”,
los Estados Unidos debían concentrar sus esfuerzos en evitar el
ascenso de cualquier competidor mundial. La intención era consi-
derar en proyección futura a China y Rusia como amenazas tangi-
bles, fundándose en la dependencia norteamericana de gas, petró-
leo y materias primas, más la creciente e intimidante expansión de
las áreas de influencias de los citados países hacia el Mar Caspio
y el Mar de la China, respectivamente.
La política de Clinton traería entonces el debilitamiento de la
nación, en virtud de la baja en los gastos de seguridad, la falta de
desarrollo de proyectos militares y renovación tecnológica.
Dentro de esta corriente podemos mencionar el informe publi-
cado por el Instituto de Estudios de la Seguridad Nacional (INSS)
quien destacaba que aunque el riesgo de un conflicto mundial
había desaparecido “Estados Unidos no debe juzgar inverosímil
cualquier desafío que venga de una gran potencia....lo bastante
fuerte como para pretender medirse con Estados Unidos en un
teatro de operaciones próximo a su territorio” 10 .
El 6 de febrero de 1997 la Comisión de las Fuerzas Armadas del
Senado escuchó una declaración significativa de la nueva corriente,
la del General Patrick Huges, director de la Agencia de Información
de la Defensa (DIA). Respecto a China sostuvo: “..es una de las escasas
potencias que dispone del potencial necesario –político, económico
y militar- que le permitiría convertirse de aquí a diez o veinte años
en una amenaza regional significativa para los intereses norteame-
ricanos.” En la más pesimista de las hipótesis, “podrá estimar Estados
Unidos que representa para ella una amenaza militar directa”.
A ello el General Hughes añadió: “Al igual que China, Rusia dispo-
ne del potencial necesario que le permitiría convertirse de aquí a
veinte años en una enorme potencia regional para los intereses nor-
teamericanos”11
8 Osella, Jorge, “Legado del Presidente Clinton 1993-2001. Un análisis de su Política Exterior”.
Revista I.R.I N°20 Año

10. Diciembre-Mayo 2001

9 Idem.-

10 Institute for National Security Studies, National Defense University,” Strategic Assesment”,
Washington, D.C., 1997, pág. 233

4 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


Con respecto a la política energética y el consecuente posicio-
namiento de Rusia hacia el Mar Caspio, Caspar Weinberger, anti-
guo Secretario de Defensa del presidente Reagan, subrayó que la
expansión de la OTAN hacia Europa Central, en nada afectaba el
objetivo de Rusia relativo a obtener una victoria estratégica sobre
el dominio de los recursos energéticos de la región. En definitiva,
si ello no se impedía, la expansión de la OTAN carecería de sentido
y beneficiaría a su destinatario 12 .
El contexto en el que se producía el debate distaba del actual,
y ponía en evidencia que cierto tipo de tensiones y amenazas
poseían un grado de relajación diferente.
Vale recordar que hacia finales de los 90’ Corea del Norte no
significaba un peligro potencial, al contrario, su imagen televisiva
pasó de ser una amenaza a un pobre país desbastado que debía ser
ayudado, previo desmantelamiento de su potencial nuclear. Irán,
había elegido un presidente moderado como Khatami, quien distaba
de un discurso agresivo. Irak había perdido el control de sus provin-
cias kurdas del norte del país y su armamento era de antaño, además
el control aéreo prevenía toda posible expansión iraquí, dejando sin
posibilidad de movimiento a las tropas de Sadamm Hussein.
Pero fue a partir del 11 de Septiembre del 2001 que las percep-
ciones cambiaron, “se produjo un golpe de inseguridad que afec-
tará la forma en que se maneja e interpreta la violencia organiza-
da, en la que se garantiza y ejercita la democracia, en la que se
construyen las imágenes del otro y en la que se concretan y
afirman las relaciones entre países” 13 .
La política ”Antiparia” o “Rogue States” es expuesta por el
Gobierno norteamericano como primordial; las amenazas eran, ya
sin dudas, los “Estados Bandidos”: Afganistán, hasta ayer aliado,
se convierte en una cueva de terroristas que debía ser extermina-
da; Irak posee armas de destrucción masiva y ampara redes extre-
mistas islámicas; Irán y Corea del Norte continúan con sus planes
nucleares, extremándose en el primer caso las facciones políticas;
Siria presta apoyo a los grupos extremistas en el Líbano y solventa
sus actividades en el resto del mundo; Libia, Cuba y Venezuela
también son puestas bajo la lupa como posibles focos de conflic-
tos o disparadores de inestabilidades regionales.
La política contra los “rogue states” deviene entonces, y en su
proyección futura, con el fin de legitimar la hegemonía y las

11 General Patrick Hughes, “A DIA Global Security Assessment”, Defense Issues, 6 de febrero de
1997. Texto accesible en internet: www.defenselink.mil.com fecha de 2 de septiembre de 1997.

12 Caspar Weinberg y Peter Schweizer, “Rusia Oil Grab”, The New York Times, 9 de mayo de
1997.

13 Tolkatlian, Juan Gabriel. Hacia una nueva estrategia internacional. El desafío de Nestor
Kirchner. Grupo Editorial Norma.2004

ESTUDIOS 5
medidas de seguridad, un punto central en la acción del Pentá-
gono.
La administración Bush “designa como “enemigo global” una
forma de violencia: el terrorismo, lo que no permite ninguna
estrategia política y militar preventiva, tan solo militar punitiva” 14 .
De la estrategia de Clinton denominada “engagement plus
engagement” pasamos a una estrategia de primacía que supone
que la seguridad de los Estados Unidos no está suficientemente
protegidos en un
esquema multilate-
L as campañas militares de Irak y Afganistán
le han hecho ver al Gobierno de George W.
Bush que la desaparición de un verdadero
ral y por lo tanto,
sólo la capacidad
de acción unilate-
competidor, no implica creer que la superpo- ral puede asegurar
tencia anula el resto, sea países o instituciones, una protección e-
introduciendo alteraciones en las reglas fectiva 15 . En lugar
de las alianzas clá-
del derecho internacional y remarcando sicas, se opta por
la jerarquía existente en los hechos las coaliciones ad
hoc, la llamada
Doctrina Rumsfeld: “that doctrine proclaims that the mission de-
termines the coalition, and not the other way around” 16 .
Las campañas militares de Irak y Afganistán le han hecho ver al
Gobierno de George W. Bush que la desaparición de un verdadero
competidor, no implica creer que la super-potencia anula el resto,
sea países o instituciones, introduciendo alteraciones en las reglas
del derecho internacional y remarcando la jerarquía existente en
los hechos.
La unilateralidad norteamericana ha resultado ser demasiado
costosa en los aspectos económicos, políticos, presupuestarios y
expone un cetrino futuro para la política energética y las posibi-
lidades de mantener una hegemonía técnico-militar con la conti-
nuidad de tales estrategias.
Años antes de que se reafirmara la “política antiparia” y ya este
fuera de toda discusión, Richard Haas, en su obra “The Reclutant
Sheriff”, planteaba que la hegemonía por si solo no se puede
alcanzar y es por demás muy costosa, desde todo punto de vista.
Los Estados Unidos, debían entonces asegurarse el apoyo de sus
socios (o hacerlos si no los hay) para actuar contra los Estados-
parias.

14 Joxé, Alain , El imperio del caos: las repúblicas frente a la dominación estadounidense en la
posguerra fría. Bs.As.:Fondo de Cultura Económica. 2003

15 Tolkatlian, Juan Gabriel. Hacia una nueva estrategia internacional. El desafío de Nestor Kirchner.
Grupo Editorial Norma.2004

16 Joffe, Josef: “On Hubs, Spokes and Public Goods”, en The National Interest, N°69. 2004

6 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


Hoy es en la búsqueda de esta asociación que los Estados
Unidos, aprovechando el marco institucional de la ONU, pretende
consolidar lazos de importancia geo-política y militar con poten-
cias regionales, aún cuando en la agenda bilateral mantenga
puntos notables de divergencias.
No obstante, pese el recurso a las Naciones Unidas, la política
norteamericana estaría dirigiéndose de un “unilateralismo” no hacia
una “multilateralidad”, sino por el contrario, hacia un nuevo
“unilateralismo”, no aislacionista, que reconoce la existencia de una
interdependecia. En las palabras de Joseph Nye, no se deja de consi-
derar el “poder duro” que tiene a Estados Unidos como determinante,
pero se admite la materialidad de condicionantes que imponen lími-
tes a su acción, y requieren nuevas formas de asociación y fuentes que
brinden la construcción de una imagen de lo “justo”.
Brent Scowcroft y Arnold Kanter, dos antiguos miembros emi-
nentes de la Administración de George Bush (padre), previendo el
derrotero de la hegemonía norteamericana, sostenían que por
contrario a un aislamiento, los Estados Unidos debían reconocer
un cierto grado de interdependencia con el resto del mundo, que
reflejara “el hecho de no estar dispuestos a seguir la pesada tarea
de ejercer el liderazgo internacional, y de inclinarse no sólo a
compartir la carga sino a desembarazarse de ella. Para simplificar,
el nuevo unilateralismo sobreentiende una concepción de política
exterior por la que desde ahora Estados Unidos se ocupará del
mundo cuando deba, pero únicamente a su manera, según su
calendario y con sus propias condiciones”. 17
En consecuencia,
consideraban que
una política contra-
ria al Consejo de Se-
N
o obstante, pese el recurso a las Nacio-
nes Unidas, la política norteamericana
guridad implicaba estaría dirigiéndose de un “unilateralismo”
debilitar un precio- no hacia una “multilateralidad”, sino por el
so instrumento de contrario, hacia un nuevo “unilateralismo”,
la política exterior
no aislacionista, que reconoce la
e impedía el ejer-
cicio de un liderazgo existencia de una interdependecia
institucional que
permitiera obtener de las Naciones Unidas las acciones que Esta-
dos Unidos necesitaba
Desde el campo académico resulta interesante analizar las vi-
siones de la doctrina realista, magníficamente ilustradas por Oteyza18 ,
quien en el análisis de las obras de Waltz y Mearsheimer, extrae
17 International Herald Tribune, 4-5 de febrero de 1995.

18 Palacio de Oteyza, Vicente.”La imagen imperial del nuevo orden internacional:¿es esto realis-
mo político?”, Revista Cidob d’Afers Internacionals, 64.pag.5

ESTUDIOS 7
la conclusión de que la unipolaridad debía ser aprovechada para
construir una estructura de relaciones uni-multipolares.
De acuerdo con ello, en lugar de afianzar un sistema basado en
la jerarquía, anulando el resto con la imposición de un poder
imperial, debía tomarse en consideración que los recursos mate-
riales no eran ilimitados y la percepción negativa de los aliados
iba en franco aumento.
En consecuencia, era necesario pasar de un sistema de imposi-
ción a otro de liderazgo hegemónico.
Samuel Huntington remarca que el hecho de que haya una
superpotencia no debe hacernos creer que el mundo sea unipolar.
Se debe reconocer entonces que hay un sistema híbrido, uni-
multipolar formado por la super-potencia y varias potencias re-
gionales: “La solución de los problemas internacionales requiere
la actuación de la única superpotencia pero siempre en combina-
ción con otros Estados” 19 .
Huntington observa que un primer paso hacia un posible siste-
ma “multilateral” puede ser el cambio de la política de seguridad,
depositando en las potencias regionales la responsabilidad de
neutralizar las amenazas.
Esta “retirada” permitiría trazar lazos de cooperación en lo
concerniente a la Seguridad y el Terrorismo, manteniendo el
control de las áreas estratégicas por medio de las potencias regio-
nales, quienes estarían encargadas de “administrar” las posibles
amenazas y vulnerabilidades que designe el Hegemón.
De este modo, nos encontraríamos con una política que se
dirige a establecer un nuevo marco “civilizatorio”, un “universa-
lismo moral”, que vira desde el continuo desgaste norteamerica-
no, producido por el permanente estado de guerra, hacia el apro-
vechamiento de los “Estados Pivots” para el mantenimiento del
pretendido orden internacional, por medio de un sistema basado
en la prevención y el mantenimiento del equilibrio.

Influencia de la reforma en la autonomía periférica.


Caso particular: América Latina

En este apartado trataremos de demostrar cómo la incorpora-


ción de las denominadas potencias regionales afectará significati-
vamente el desarrollo de políticas autónomas comunes, las rela-
ciones intra-periféricas, la identificación de redes de dependencia
y la concertación. Instrumentos necesarios para lograr objetivos
funcionales en un proceso autonómico.
De ello resulta, que con la designación de Brasil como miembro
permanente del Consejo de Seguridad, los posibles avistamientos
19 Samuel Huntington, “The Lonely Superpower”, Foreing Affairs, 78:2

8 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


de una política autónoma latinoamericana se verían en franca
decadencia.
Para analizar la autonomía y su significado, debemos indagar
la evolución del concepto y las posibles divergencias que sobre el
mismo se han planteado.
La percepción de la autonomía latinoamericana, debido a la
nueva configuración del sistema mundial post Guerra Fría, con la
creciente importancia de la lógica transnacional y la conciencia de
la interdependencia, ya no implica confrontar o medir fuerzas por
oposición al Hegemón.
La autonomía dejó de ser sinónimo de autosuficiencia, aisla-
miento y retórica de la confrontación, para pasar a ser consonante
con la cooperación, la consolidación de regímenes internacionales
e identidades por conjunción más que por oposición.
El logro de la “autonomía relacional”, entendida ésta como la
capacidad y disposición de los Estados para tomar decisiones por
voluntad propia, con otros y con el fin de controlar los procesos que
se producen dentro y más allá de sus fronteras, debe formar parte de
un objetivo común de las políticas exteriores latinoamericanas20 .
Como precisan Rusell y Tokatlian 21 , “el nivel de la autonomía
de una acción de política exterior en América Latina no debería
evaluarse en función de su mayor o su menor oposición a las
preferencias de Estados Unidos (.....) no es el alto o bajo nivel de
oposición o confrontación lo que caracteriza la autonomía “.
La nueva percepción del Orden Mundial nos hace ver que el
logro de una política autónoma en América Latina consistirá en
consolidar las relaciones intra-bloque, fijando metas y procesos
propios que permitan desarrollar más poder sobre si mismo, esto
es “La capacidad de establecer metas propias- no las fijadas por
otros mediante el adoctrinamiento intensivo- y tratar de alcanzar-
las, inmunizarse frente al poder dominante....rehusarse a ser re-
ceptor de poder” 22 .
El acceso de un país latinoamericano a un escaño permanente
del Consejo de Seguridad de la ONU, en el marco de la política
exterior norteamericana esbozada, verticalizará las relaciones mutuas,
robusteciendo la condición periférica 23 y volviendo vacuo todo
intento de gesta conjunta.

20 Roberto Russell y Juan Gabriel Tokatlian “De la autonomía antagónica a la autonomía relacional:
Una mirada teórica desde el Cono Sur”, POSTData.

21 Idem

22 Luis Dallanegra Pedraza, El Orden mundial del Siglo XXI, Ed. De la Universidad de Buenos
Aires.1998

23 Como señala Dallanegra Pedraza la clave de la dominación es la dependencia. Esto significa


creer que el centro proporciona a la periferia algo indispensable y que piensa que no podrá
obtener en otra parte. De este modo se piensa que son determinantes porque han adoptado y se
ha adoptado la cultura del “centro”.

ESTUDIOS 9
Como podemos comprobarlo, la designación de un Estado-procónsul,
fragmenta y debilita los intereses comunes. El propósito de elabo-
rar una agenda que permita afrontar las problemáticas conjuntas e
influya en el contexto, se verá confrontando con la determinación
política del Hegemón que centrará las relaciones con la periferia en
la “crucialidad” trazada por el eje de la Seguridad y el Terrorismo.
Las temáticas propias pasarían a ocupar un segundo lugar y peor
aún, pueden verse inmiscuidas en la creciente securitización de las
problemáticas sociales, económicas y ambientales.
Un viejo juego de
imponer problemas, de
E l “Estado Pívot” no busca lo
relacional, no controla los procesos
ni externos ni internos, no fortalece su
conducir las políticas hacia
un vértice que controle
el tiempo y decisión de
base de poder, por contrario, es las temáticas sensibles.
receptor del mismo En lo concerniente a
esta problemática es pre-
ciso destacar el análisis
de Joseph Tulchin 24 , quien en el estudio de la relación Estados
Unidos – Latinoamérica post 11-S, encuentra como uno de los
puntos centrales de la discusión, la pretensión norteamericana de
impregnar toda la agenda de la cooperación hemisférica en térmi-
nos de su propia agenda relativa al terrorismo.
El proceso de Reforma del Consejo de Seguridad de la ONU,
presenta dos grupos de actores bien diferenciados, por un lado:
Los “Estados Pívots” (Brasil, India, Alemania, Japón, etc), y por el
otro: las “Potencias Continentales Secundarias”( Ej.: Italia, Corea
del Sur, Egipto, México, Argentina, Nueva Zelanda).
En lo que concierne al “Estado Pívot”, éste se transforma
fundamentalmente en un receptor de poder. Aún cuando crea
acrecentar poder sobre sí mismo debido a su jerarquización en la
relación intra-periférica, no estará sino reafirmando su condición
periférica y dependiente del Hegemón.
Pensando que por su nueva “posición” puede presionar a la
Superpotencia para obtener resultados positivos en la atención de
sus intereses, en puridad, no confronta, no desarrolla más poder
sobre sí mismo (una de las percepciones que debe estar presente
en toda política autonómica), no genera políticas propias ni equi-
librios, sino que busca el “poder remunerativo” del Hegemón para
cumplir los objetivos y metas de éste, aún cuando crea cumplir las
propias. Lo que conduce a una visión miope de la relación de
dependencia.
El “Estado Pívot” no busca lo relacional, no controla los proce-

24 Joseph Tulchin. “América Latina en el sistema internacional”, Agenda Internacional, Bs.As.,


2:32-43. 2004

10 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


sos ni externos ni internos, no fortalece su base de poder, por
contrario, es receptor del mismo.
No ejerce ninguna política reactiva hacia el contexto, por an-
tagonismo, en la búsqueda de lo “remunerativo” actúa de manera
favorable hacia el contexto, contribuyendo a que el mismo se
constituya en determinante.
La potencia regional vive entonces su situación de manera
“borgeana”, cree vivir una realidad de la que es dueño y en
verdad es el sueño de otro.
La acción más importante que se ha dado en el marco multila-
teral, por parte de los “Estados Pivots”, aspirantes a obtener una
banca permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, ha sido
la formación del G4 (integrado por Brasil, Japón, Alemania y la
India), de una intensa labor diplomática.
Este grupo ha entablado relaciones tanto con el SICA (Sistema
de la Integración Centroamericana), como así también con la
Unión Africana, con la cual pese a ciertas divergencias ha tratado
de establecer un acuerdo base para la Reforma.
La propuesta consensuada presentada por Alemania el 6 de
julio de 2005 ante la Asamblea General prevé ampliar el Consejo
de Seguridad a seis nuevos puestos permanentes: dos para Asia
(leáse Japón y la India), dos para África, uno para los estados
occidentales (Alemania) y otro para América Latina y el Caribe
(Brasil), y a ello se sumarían cuatro nuevos puestos no permanen-
tes (uno para África, otro para Asia, otro para América Latina y el
caribe y otro para Europa Oriental).
Esta pretendida reforma no sólo ha chocado con quienes se
oponen por completo a la Reforma, como es el caso de China,
Corea del Sur, Argelia, por citar algunos de ellos, sino que además
ha planteado ciertas asperezas en la negociación entre el G4 y la
Unión Africana.
En primer lugar, en lo interno, el organismo regional africano
presenta la problemática de decidir quienes son los destinatarios
de las bancas.
En segundo lugar, las pretensiones de la UA poseen ciertas
diferencias con las del G4, en lo concerniente al derecho de veto
y un segundo puesto no permanente para África (la llamada banca
N° 26). Mientras el G4, en una actitud pragmática sostiene que la
concesión del derecho de veto a los nuevos miembros permanen-
tes no se deliberará ni decidirá hasta que se celebre una conferen-
cia de revisión transcurridos quince años de la entrada en vigor de
la enmienda de la Carta, por el contrario, la UA ha propuesto (en
una actitud propia de una ambición de poder) que a los nuevos
miembros permanentes se les debe ceder de inmediato el derecho
de veto 25 (ver página siguiente) .

E S T U D I O S 11
En lo que concierne al grupo de los países que podemos
denominar como: “Potencias Continentales Secundarias” encon-
traremos tres tipos de políticas posibles:
-La primera es aquella que consiste en brindar apoyo al “Estado
elegido” por los Estados Unidos, que en definitiva significa dar su
voto positivo a la Reforma del Consejo de Seguridad y a la política
exterior norteamericana;
-Otra alternativa puede ser una política dirigida de manera
conjunta hacia el “Hegemón” y el “Pivot”, siempre actuando
tanto en apoyo a la Reforma como a sus contenidos ideológicos
basales. En el caso de la política dirigida hacia el Hegemón, el
objetivo es la seducción, mostrar la predisposición para cumplir
los “mandatos”, ser un socio confiable y aceptar el rol que se le
pretende atribuir.
Respecto al “Estado Pívot”, la política a adoptar es sinónimo de
competencia. Promoviendo esencialmente la consolidación de
relaciones horizontales intra-bloques 26 , que permitan el estableci-
miento de otro polo de poder.
Ante esto no podemos sino avizorar un creciente clima de
tensión y desequilibrios regionales, que extremarán las políticas
locales. Lo que llevará a experimentar un empeoramiento de las
relaciones multilaterales, la conformación de diversos polos de
competencia y la erosión de los procesos de integración y coope-
ración regional;
-La tercera política posible es ejercer una acción contraria en su
amplio sentido, no formando parte del juego anti-autonómico del
divide e impera, sino trazando líneas que refuercen las relaciones
horizontales con el fin de contrarrestar los fundamentos legitimadores
de la Reforma.
Teniendo una correcta comprensión del contexto, la Potencia
Secundaria Regional no compite por el escaño permanente, sino
que ejerce un contra discurso, buscando fuerzas equilibradoras en
lo extra e intra-regional, con el propósito de fortalecer las redes
formales e informales, tanto gubernamentales como transnacio-
nales, y promoviendo una verdadera democratización de las ins-
tituciones internacionales.
En este punto es necesario destacar la propuesta del grupo
llamado “Unidos para el consenso”, entre los cuales se encuentran
Argentina, México, Italia y Pakistán. Esta coalición promueve su
propia Reforma del Consejo de Seguridad, proponiendo la crea-
ción de diez nuevos puestos rotativos y la posibilidad de que estos
25 Conforme a NOTIMEX en la reunión celebrada en Japón el 26 de Julio del 2005, de 53 Estados
que componen la UA, 36 apoyan el proyecto del bloque y el resto el proyecto del G4.

26 Se entiende como “consolidación de relaciones horizontales intra-bloques” a las políticas que


tiene por objeto la búsqueda de países “aliados” dentro de un mismo continente, con la pretensión
de definir intereses mutuos y hacer pesar esta política común en la relación con el “Estado Pívot”.

12 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


puedan ser reelegidos luego de finalizar su período de mandato,
resaltando la idea de evitar la creación de nuevas categorías de
privilegio, contrarias al principio de la igualdad soberana y de la
posibilidad de establecer un sistema más democrático de las rela-
ciones internacionales.
En el caso particular de la Argentina desde su participación en
el denominado Grupo de Trabajo, creado en 1993 por la Asamblea
General (Resolución 48/26) a fin de tratar la problemática de la
Reforma del Consejo de Seguridad, se ha mantenido en la línea de
la postura esbozada con anterioridad.
Raúl Ricardes 27 , Embajador-Representante permanente adjunto
de la Argentina ante la ONU, sintetiza los argumentos de la
delegación argentina ante el Grupo de Trabajo:
a) Si se tratara de constituir categorías de miembro permanente
sin derecho a veto, eligiéndose uno por cada grupo regional,
surgiría el interrogante de cuáles serían los criterios objetivos
de elegibilidad a establecerse;
b) Sería necesario incorporar un nuevo criterio de representación
en la Carta de las Naciones Unidas ya que ésta no contempla la
posibilidad de que un Estado represente a toda una región. Tal
como lo prevé el artículo 24 inc.1, los Miembros de las Naciones
Unidas reconocen que el Consejo de Seguridad actúa a nombre
de todos ellos al desempeñar las funciones que le impone su
responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad
internacional.
c) Se engendraría un serio problema político por cuanto dentro
de una misma región, varios países, por razones de prestigio o
interés, considerarían que se hallan en condiciones de ser miembros
permanentes sin derecho de veto del Consejo de Seguridad.
La postura adoptada por la argentina, que se ha mantenido en
el tiempo, se completa:
a) Con la admisión de un aumento prudencial de miembros no per-
manentes, garantizando la representatividad y equilibrio regional;
b) Con no admitir la creación de nuevas categorías de miembros,
salvo que existiese un amplio consenso general, respetuoso de
la igualdad soberana.
Otro tipo actores que no deben ser soslayados del análisis son
los Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad. Se debe
mencionar que el más explicito al respecto ha sido China. El
“gigante asiático” ha advertido públicamente su decisión de vetar
la candidatura de Japón como miembro permanente del Consejo
de Seguridad, instándolo, incluso públicamente, a primero bus-
car un consenso regional 28 (ver página siguiente) .

27 “La Reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Revista del Instituto de
Relaciones Internacionales U.N.L.P.. Año 4 N°6. Mayo 1994,

E S T U D I O S 13
A su vez, a fin de ganar la partida, China ha buscado apoyo en
Corea del Sur, quien había protestado enérgicamente contra las
inclinaciones militarista del gobierno japonés de Koizumu 29 , como
una suerte de “tercero interesado” en formar parte del “Club de
los Privilegiados”.
Aquí encontramos la evidencia de una clara competencia, en la
cual lejano esta el objetivo de promover la mejora de la institu-
ción para atender la problemática del mantenimiento de la paz y
seguridad internacional.
La negativa de China, no obstante, debe ser entendida a la luz
de la proyección política de la Reforma del Consejo de Seguridad
de la ONU, la cual además de “maquillar” la hegemonía norteame-
ricana a través de la institución y de convertir a ésta en un eslabón
de la política “antiparia”, en la cesión de espacios a la emergen-
cia de actores regionales, puede dar comienzo a ganar la “batalla”
para evitar el ascenso de competidores mundiales.

Conclusión

La reestructuración del Consejo de Seguridad debe ser analiza-


da desde una visión amplia de la realidad internacional, y bajo el
correspondiente análisis de la política exterior norteamericana.
No puede ser analizada en el vacío, con fundamentos apolíticos
que se sustentan en la búsqueda de la “representación regional”
y la “democratización en el proceso de toma de decisiones”.
Por añaduría, la Reforma del Consejo de Seguridad no debe
centrarse exclusivamente en la cuestión del incremento del núme-
ro de sus miembros. Un cambio meramente cuantitativo, que
mantiene el “diseño” y respeta el marco trazado de poder, no
responde a la realidad actual de la comunidad internacional cuyo
grado de conflictividad se ha vuelto más complejo a partir del fin
de la bipolaridad. El cambio cuantitativo por importante que sea
no aborda por si mismo los grandes retos y dilemas que tiene ante
si la Organización.
Es un hecho ineludible que los argumentos en torno a la falta
de representatividad que padece el Consejo de Seguridad han
concentrado la atención de los Estados y de la ONU por más de
una década, al punto de pensar que el sistema de seguridad
colectiva resultaría automáticamente fortalecido como consecuencia
del aumento de numero de miembros.
Esta hipótesis que ha invertido el orden de la discusión, y se ha

28 Al respecto sostuvo Wang Guangya, embajador chino en la ONU: “Antes de pensar en formar
parte del Consejo de Seguridad, Japón deberá obtener un consenso en su región”. “China altera
el orden asiático” Le Monde Diplomatique. Año VII. Número 74.Agosto 2005.

29 “Discurso a la nación” del presidente Roh Moo Jun, el 23-3-05

14 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


profundizado en la actualidad como consecuencia de la política
exterior norteamericana descripta, demuestra como la sociedad
internacional no ha podido plantearse como objetivo la realiza-
ción de cambios sustanciales en el sistema de mantenimiento de
la paz y seguridad internacional, y por el contrario, ha demostra-
do que las pretensiones de reforma, reveladas en los esfuerzos de
ampliaciones meramente cuantitativas, no reflejan sino una lucha
por acceder a espacios de poder.
Al hacer una reseña histórica podemos constatar cómo los
primeros atisbos reformistas que pretendían una apertura del
Organismo, con el objeto de dotarlo de mayor legitimidad y
hacerlo más representativo e incluyente, para que un mayor nú-
mero de países participe, coopere y se inmiscuya en la manuten-
ción de la seguridad mundial, se convirtieron en la pretensión de
asignar a un número limitado de Estados el privilegio de ocupar
un escaño en el Consejo de Seguridad, identificando las problemá-
ticas y los retos de las nuevas amenazas con aspectos de orden
cuantitativo.
En el año 1979,
a solicitud de Ar-
gelia, Argentina, L a reestructuración del Consejo de Seguri
dad debe ser analizada desde una visión
Bhután, Guyana, amplia de la realidad internacional, y bajo el
India, Maldivas, correspondiente análisis de la política exterior
Nepal, Nigeria y Sri
Lanka, la cuestión norteamericana. No puede ser analizada en el
de la representa- vacío, con fundamentos apolíticos que se sus-
ción equitativa en tentan en la búsqueda de la “represen-
el Consejo de se- tación regional” y la “democratización
guridad y del au-
mento del núme- en el proceso de toma de decisiones”.
ro de sus miembros
inició el 34° período de sesiones de la Asamblea General.
Este planteo se mantuvo en un aplazamiento político que sólo
implicaba la publicación de los informes remitidos por cada Esta-
do al Secretario General.
Los profundos cambios que experimentó la realidad internacio-
nal tras el fin de la guerra fría y el fuerte incremento del número
de miembros de las Naciones Unidas, sumada a ello la necesidad
de un nuevo debate sobre las nuevas vulnerabilidades del sistema
de seguridad colectiva, hicieron que cobrara fuerza el debate
reformista. Fue de este modo que en la Conferencia de Yakarta
del Movimiento de Países No Alineados de 1992 se solicitó expre-
samente la Reforma del Consejo de Seguridad.
En respuesta a ello, en el año 1993 la Asamblea General estable-
ció mediante la resolución 48/26 un grupo de trabajo con el

E S T U D I O S 15
propósito de estudiar las diferentes formulaciones relativas a la
Reforma del Consejo de Seguridad. El Grupo de Trabajo que viene
funcionando desde 1993, si bien ha permitido la concreción de un
foro de apertura y discusión, siendo la participación libre y volun-
taria, en su faz resolutiva ha estado condenado al fracaso desde
su propio nacimiento, al imponerse que sus decisiones requieren
la unanimidad. De allí que los múltiples esbozos de reforma
propuestos y debatidos carezcan de una síntesis que les permitan
convertirse en un texto único de futuro debate.
En el año 1997, las propuestas reformistas dejaban de ser las
pretensiones genuinas de modificar un esquema de poder y pasa-
ban a ser discutidas como cuestiones centrales la incorporación de
nuevos miembros permanentes. El Presidente de la Asamblea Ge-
neral, el Embajador Malayo Razali, presentó al Grupo de Trabajo
una propuesta concreta de reforma que entre las principales suge-
rencias contaba con la creación de cinco nuevos puestos perma-
nentes: dos para países “industrializados” y uno para cada una de
las grandes regiones de África, Asia y América Latina, incluido el
Caribe. Se preveía además que estas tres regiones recibieran,
respectivamente, un puesto no permanente.
No obstante las pretensiones de cambio, el Proyecto de Razali
en nada trataba las cuestiones que eran foco de divergencia en el
Grupo de trabajo y que habían sido premisas del Movimiento de
Países No Alineados en su Declaración de Yakarta de 1992.
Entre los aspectos omitidos podemos encontrar:
v El derecho de veto de las cinco potencias permanentes del
Consejo de Seguridad;
v Las propuestas relativas al examen periódico de la Asamblea
General al Consejo de Seguridad en lo relativo a su estructura
y funcionamiento;
v La modificación de los métodos de trabajo del Consejo de
Seguridad y la transparencia de su labor;
v La Participación de los Estados que no son miembros en las
sesiones del Consejo de Seguridad;
v La realización de reuniones informativas organizadas por el
Presidente del Consejo de Seguridad para los Estados no miem-
bros; disponibilidad de los proyectos de resolución y de los
resúmenes de las sesiones.
v Reuniones con países que aporten contingentes de paz y otros
países contribuyentes a una misión de mantenimiento de paz;
En lo que atañe al Secretario General de Naciones Unidas, Koffi
Annan propuso la creación de un grupo de políticos y diplomáti-
cos de reconocido prestigio internacional (”Grupo de Alto Nivel”)
a quien encomendó la tarea de elaborar un informe que analizara
las amenazas y desafíos que enfrentaba la seguridad internacional

16 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


y formulara en razón de ello las propuestas para emprender las
reformas institucionales necesarias a tal fin.
En el año 2004 se presentaron las conclusiones bajo el título:“Un
mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos”. Al igual
que el plan de Razali, se centra en la recomendación de ampliar
el Consejo de Seguridad y para acentuar la tibieza política de sus
deducciones presenta dos modelos alternativos.
El Plan A, similar al Plan Razali, prevé seis nuevos puestos
permanentes y tres más no permanentes, todos ellos sin derecho
a veto. Modelo que responde al parcial consenso de la UA de
obtener dos bancas permanentes y las otras restantes para el G 4.
Según el Plan B no habría nuevos puestos permanentes, pero se
crearía un nuevo puesto no permanente, a lo que se sumaría una
nueva categoría de ocho puestos con un mandato renovable de
cuatro años (las membresías no permanentes que existen en la
actualidad tienen un mandato no renovable de dos años).
El Secretario General incorporó en su informe del 21 de marzo
de 2005 denominado “Un concepto más amplio de la libertad:
desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos” los dos
modelos propuestos por el “Grupo de Alto Nivel”. Dicho informe
recomendaba a los Estados miembros de Naciones Unidas adoptar
una decisión en la celebración de la Cumbre Mundial de la ONU
(14-16 de septiembre de 2005), la cual resultó negativa, no obte-
niendo ninguno de ambos modelos el consenso necesario.
La Reforma del Consejo de Seguridad ha transitado el camino
desde la pretensión de elaborar un marco de apertura e integra-
ción, a la creación de un Club de Privilegio, que convierte al
Organismo, como lo hemos expuesto, en un apéndice y fuente de
legitimación del rediseño de la hegemonía norteamericana.
Es imperioso subrayar que los objetivos de alcanzar una verda-
dera democratización de las relaciones internacionales y la aten-
ción de las nuevas amenazas a la sociedad internacional, requie-
ren el abordaje de las cuestiones esenciales que hacen al Consejo
de seguridad.
Lo cuantitativo debe ser reemplazado por una discusión en la
cual se planteen cambios sustanciales, por ejemplo:
v El ajuste de los métodos de trabajo del Consejo de Seguridad,
en lo que respecta a la transparencia de su accionar, la realiza-
ción de sesiones públicas, abiertas a la participación de todos
los Estados miembros; celebración de consultas plenarias ofi-
ciosas; recibir y dar curso a las opiniones de los estados no
miembros del Consejo de Seguridad, particularmente los que
sean afectados por las cuestiones tratadas; realización de con-
sultas con los países afectados por las decisiones del Consejo
relativas a terceros estados; elaboración de un trabajo prelimi-

E S T U D I O S 17
nar anual relativo a las amenazas a la paz y seguridad mundial
e informar públicamente el curso de acción del mismo; la
profundización del control del Asamblea General, permitir la
publicación de resúmenes, resoluciones, estudios; la adopción
de modos de decisión por consenso;
v La implementación del derecho de veto colectivo por contrario
al actual derecho a veto individual, requiriendo para producir
efectos jurídicos un consenso de votos mínimos. Se puede
mencionar también el ejercicio de un control de la Asamblea
General de la ONU al veto ejercido en caso de violaciones
masivas de los Derechos Humanos, Genocidio, etc, a fin de
evitar la posibilidad de inacción del Organismo en caso de
violaciones flagrantes a la dignidad humana;
v Adoptar un criterio democrático en lo que concierne a la am-
pliación, en el sentido de contemplar un incremento de los
miembros no permanentes, de manera que las oportunidades
se amplían y no se reduzcan, atendiendo también a que por
cuestiones lógicas una composición demasiado numerosa, como
la propuesta de 25 miembros, puede afectar la formación del
consenso;
v La necesidad de acrecentar la coordinación con los órganos
principales de Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional,
las agencias especializadas y con diversas organizaciones inde-
pendientes. Asimismo debe resaltarse que un esquema de in-
corporación de potencias regionales, como miembros perma-
nentes del Consejo de seguridad, debilitaría de manera osten-
sible el papel de las Organizaciones Regionales, cuya función
para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional
debe ser primordial y fomentada por el Consejo de seguridad,
debiendo actuar éste último sólo en caso de una acción coer-
citiva y de manera subsidiaria en la atención de las problemá-
ticas regionales.
Este tipo de reformas son las permiten la apertura de oportu-
nidades y dan vida a un Organismo Internacional, el cual en lugar
de convertirse en una fuente de legitimación se transforma en un
verdadero observador del respeto y garantía de los derechos del
hombre y las naciones.
Para concluir, desde la posición latinoamericana no debemos
dejar de reconocer la existencia de una realidad social, cultural y
económica que nos obliga a diseñar redes de cooperación tanto
gubernamentales como de las sociedades civiles entre si. Nuestras
políticas deben estar centradas en el fortalecimiento de la “auto-
nomía relacional” y en la consolidación de instituciones y polí-
ticas regionales que atiendan a los condicionamientos estructu-
rales.

18 Relaciones Internacionales - Nº 30/2006


Al vincularse las prácticas y objetivos a un centro de interés, de
“crucialidad” que incide en las políticas comunes, se corroe e
impide la identificación de los factores que nos condicionan a la
situación periférica. Generándose en la relación existente entre el
Hegemón y la Potencia Regional una afianzamiento de la vincu-
lación de los aspectos militares y estratégicos respecto a las pro-
blemáticas económicas, comerciales, sociales y políticas de la re-
gión.
Las políticas a ser emprendidas no deben pretender la obten-
ción de ventajas a partir de la situación dependiente, por el
contrario, están obligadas a promover una creciente valoración de
las posibilidades autonómicas.
Cooperar en la seguridad hemisférica y combatir el terrorismo
internacional no deben implicar la alteración de nuestras relacio-
nes intra y extra-periféricas, ni la transformación de estas temáti-
cas en imperativos que condicionen logros en áreas sensibles.
La acción que deben emprender las naciones sudamericanas
hacia el Consejo de Seguridad debe ser de permanente construc-
ción, evitando formar parte de la manipulación, tomando con-
ciencia que detrás de lo que implique “cooperación”, “compromi-
so”, no hay sino el debate de una política exterior que busca un
doble objetivo: afianzar su relaciones regionales y darles un mar-
co institucional, pese a que ello implique ceder en sus pretensio-
nes universalistas, volverse menos wilsoniano y aceptar
las limitaciones materiales, como señala Dueck, una
hegemonía “On the Cheap”, dirigida hacia a la legiti-
mación de las relaciones de poder 30 .

Bibliografía utilizada:

Caspar Weinberg y Peter Schweizer, “Rusia Oil Grab”, The New


York Times, 9 de mayo de 1997.
Colin Dueck. “Hegemony on the Cheap. Liberal Internationalism
from Wilson to Bush”. World Policy Journal Volume XX,
No 4, Winter 2003/4
General Patrick Hughes, “A DIA Global Security Assessment”, Defense
Issues, 6 de febrero de 1997.
Huntington Samuel, “The Lonely Superpower”, Foreing Affairs,
78:2
Institute for National Security Studies, National Defense University,
1997, Strategic Assesment, Washington, D.C., 1997, pág.
233

30 La institución deviene un ancla de la estratégica hegemónica. Como lo manifiesta Robert Cox


las instituciones poseen un estrecho vínculo con la hegemonía. Las relaciones de poder en la
estructura institucional permiten al poderoso garantizar su predominio, sin la necesidad de la
fuerza y en convergencia hacia la legitimidad

E S T U D I O S 19
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