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Trabajo de Job

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INTRODUCCIÓN

La Santa Biblia narra de la siguiente manera los hechos de Job: "Había en la región
de Uz (al sur oriente de Palestina) un hombre de muy buen comportamiento, que
se apartaba del mal y temía mucho ofender a Dios. Tenía siete hijos y tres hijas.
Era inmensamente rico. Tenía 7,000 ovejas, 3,000 camellos, 500 pares de bueyes,
500 asnas, y muchísimos obreros. Era el más rico de toda la región".

De vez en cuando ofrecía sacrificios de animales a Dios, para pedirle perdón por
los pecados de sus hijos, porque se decía: "¡Quién sabe si alguno de mis hijos
haya disgustado al Señor con algún pecado!".

Un día se reunió Dios en el cielo con sus ángeles y les dijo: ¿Han visto a mi amigo
Job? No hay nadie en la tierra tan bueno como él. ¡Tiene gran temor de ofenderme
y se aparta del mal! ¡Pero Satanás llegó y dijo a Dios: "Es que has tratado
demasiado bien a Job. Le concediste enorme cantidad de animales, y de personas.
Así cualquiera se porta bien. Pero permítele que se le acaben sus riquezas, y verás
como se portará de mal!". - Y Dios le dijo a Satanás "Le concedo permiso para que
lo ataque en sus bienes, en sus animales y personas que le sirven. Pero cuidado ¡A
él no lo vaya a tocar!".

Y un día en que sus siete hijos y sus tres hijas estaban celebrando un almuerzo en
casa del hijo mayor, llegó corriendo un mensajero a decirle a Job: "Sus bueyes
estaban arando, y sus asnas estaban pastando en el potrero y llegaron los
guerrilleros y mataron a los trabajadores y se robaron todos los animales.
Solamente yo logré huir para traerle la noticia".

Todavía estaba el otro hablando cuando llegó un segundo obrero y le dijo:


"Cayeron rayos del cielo y mataron a todas sus ovejas y a sus pastores. Solamente
yo logré salir huyendo para traerle la noticia".

Aún estaba hablando el anterior cuando llegó otro que le dijo: "Los enemigos del
país vecino se dividieron en tres escuadrones y atacaron los camellos, mataron a
los arrieros, y se llevaron todos los animales. Únicamente yo logré huir para venir
a contarle la noticia".

No había terminado el otro de hablar cuando llegó un cuarto mensajero a decirle:


"Sus siete hijos y sus tres hijas estaban almorzando en casa del hijo mayor y se
cayó el techo y los mató a todos".
Job se levantó, rasgó sus vestiduras en señal de tristeza; se rapó la cabeza en
señal de duelo y exclamó: "Desnudo salí del vientre de mi madre. Sin nada volveré
al sepulcro. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea Dios".

Y en todo esto no pecó Job, ni dijo ninguna palabra contra Dios que había
permitido que le sucedieran tantas desgracias.

Se volvió Dios a reunir con sus ángeles en el cielo y les dijo: "¿Se han fijado en mi
amigo Job? No hay ninguno tan santo como él en la tierra. Tiene gran temor de
ofenderme y se aparta siempre del mal. ¡Y aunque he permitido que le sucedan
tantos sufrimientos, no se aparta de mi amistad!". Pero llegó Satanás y le dijo: "Sí,
se conserva así porque goza de buena salud. ¡Pero permíteme quitarle la salud y
verás que ahora sí maldice y se porta mal!". - Y Dios le dijo - Puede quitarle la
salud. ¡Pero cuidado: respétale la vida!.

Y a Job le llegó una enfermedad en la piel, y se volvió una sola llaga desde la
cabeza hasta los pies. Tuvo que ir a sentarse junto a un basurero, y con un pedazo
de teja se rascaba, y vivía entre la basura. Y hasta su mujer lo despreciaba y le
decía: "¡Maldiga su suerte y muérase!".

Pero Job le respondió: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿Por qué no vamos a
aceptar los males que Él permita que nos sucedan?.

Y en todo esto no pecó Job con sus labios o sus palabras.

Y eran tales sus angustias y los desprecios que le hacían, que cuando amanecía
exclamaba: "¿Cuándo anochecerá para que no me desprecien ni se burlen más de
mí?". Y cuando anochecía decía: "¿Cuándo amanecerá para que no me atormenten
más las pesadillas y espantos?". Y todo esto le sucedía, siendo él tan santo.

Al saber tan tristes noticias, llegaron tres amigos desde diversos sitios, a
consolarlo. Y al verlo tan acabado, lanzaron gritos de angustia, rasgaron sus
vestiduras en señal de dolor, se echaron polvo en la cabeza como penitencia, y se
quedaron siete días, sentados en el suelo, sin decir palabra, llenos de dolor.

Y después los tres amigos empezaron un diálogo en verso, diciendo cada uno a
qué se debían probablemente aquellos infortunios tan terribles del pobre Job. Y
sacaron como consecuencia final que probablemente él había sido muy pecador y
que por eso era que estaba disgustado Dios. Job respondió con fuertes
exclamaciones que esa no era la causa de sus desgracias. Que él se había
esmerado durante toda su vida por comportarse de una manera que le fuera
agradable a Dios. Que había compartido sus bienes con los pobres. Que su deseo
de mantenerse puro era tan sincero que había hecho un pacto con sus ojos para
no mirar a mujeres jóvenes. Y decía: "estoy cierto que un día, con estos ojos veré
a mi Dios".

En un momento de emoción Job llega a decirle a Dios que a él le parece que


Nuestro Señor ha exagerado en el modo de hacerle sufrir. Que siendo Dios tan
poderoso por qué se venga de un pobrecito tan miserable como él. Y entonces
interviene Dios y le contesta fuertemente a Job que la criatura no tiene porqué
pedirle cuentas al Creador, y empieza la voz de Dios a hacer una descripción
maravillosamente poética de los seres que Él ha creado. "¿Cuándo yo hice el
universo dónde estabas tú? ¿Cuándo hice el mar y los animales que lo llenan, por
dónde andabas a esa hora?". Y luego Dios va describiendo la imponencia del
cocodrilo y del rinoceronte, y las astucias de los animales salvajes, y le pregunta a
Job: "Cuando yo hice a todos estos animales, dónde estabas tú, para que ahora
me vengas a pedir cuenta de lo que yo hago? ¿Quién es este que se atreve a
discutirme?".

Job se da cuenta de que hizo mal en ponerse a pedirle cuentas a Dios y le dice
humildemente: "Señor: me he puesto a hablar lo que no debía decir. Retracto mis
palabras. Me arrepiento de lo que he dicho al protestar. Te pido perdón
humildemente, mi Señor".

Entonces Dios volvió a hablar con voz amable, y dijo a los amigos de Job:
"Ofrézcanme un sacrificio para pedirme perdón por lo que dijeron contra mi amigo
Job. Y por las oraciones de él, yo los perdono".

Luego Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido.
Vinieron todos sus familiares cercanos y lejanos y cada uno le trajo un regalo y
una barra de plata, y un anillo de oro y celebraron un gran banquete en su honor.
Y Dios bendijo otra vez a Job y le concedió 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000
pares de bueyes, y 1,000 asnas. Se casó de nuevo y tuvo siete hijos y tres hijas. Y
sus hijas fueron las mujeres más bellas de su tiempo.

Y Dios le concedió a Job una larga vida. Vivió hasta los 140 años. Y conoció a los
nietos, a los biznietos y a los tataranietos. Y murió en feliz ancianidad y lleno de
alegría y paz.
JOB

Muchos consideran a Job como una de las piezas literarias más antiguas que
existen. El patriarca Job, un hombre justo, de repente sufre las pérdidas de su
propiedad y, uno por uno, todos sus hijos. Como si esto no fuera suficiente, él
mismo es arrojado en un sufrimiento físico terrible. Una gran parte de este libro
está dedicada a la discusión filosófica del sufrimiento entre Job y sus amigos. Los
amigos le acusan diciéndole que de acuerdo con las leyes de la naturaleza, el
sufrimiento viene como resultado del pecado. Job insiste en afirmar que él es
bueno, y que el sufrimiento debe tener otro propósito. Los últimos capítulos nos
dicen de qué modo su prosperidad la fue restaurada. Y el libro tiene un punto de
vista diferente.

Este es un libro que nace del dolor. Tan insoportable era el sufrimiento de Job que
hubiera preferido morir, o no haber nacido nunca. Por si fuera poco, su dolor se
vio acrecentado por causa de sus amigos, que buscaban una explicación a su
sufrimiento. La aflicción de Job puso tela de juicio el carácter y los caminos de
Dios, aunque a la larga significo también el desarrollo de una relación mas intima
con Dios.

Job, el primero y tal vez el más antiguo de los libros poéticos de la Biblia, es el
libro de quienes necesitan que Dios les responda; es el libro de quienes se unen a
Job para decir: “Seria aun mi consuelo, si me asaltase con dolor sin dar más
tregua, que yo no he escondido las palabras del Santo” (6:10).

Nota: Se llama patriarca a un antiquísimo jefe religioso de Israel. Así por ej.
fueron Patriarcas: Noé, Abraham, Jacob, Isaac, etc.

Job ha sido considerado durante muchos siglos como el mejor modelo de


paciencia, antes de Jesucristo. El profeta Jeremías afirma que la tierra donde Job
nació y vivió (al sur oriente del Jordán) era considerada como región de grandes
sabios y profundos pensadores.

Este es el problema planteado en el libro de Job: ¿Cómo se explica el sufrimiento


del hombre justo, es decir, el sufrimiento no merecido?, o formulado desde otra
perspectiva, ¿puede el hombre vivir en el dolor, realidad que pone en entredicho el
sentido de su existencia?. Vamos a seguir el tratamiento del problema en cada uno
de los estratos del libro.
La narración: Job 1-2; 7-17. Es un relato en el que aparece el justo Job despojado
de sus bienes e hijos y, luego, herido en su propio cuerpo, sin que él haya hecho
nada para merecer ese castigo. En contra de la incitación de su mujer, Job
mantiene su fidelidad a Dios: “ Dios me lo dio, Dios me lo quitó; !Bendito sea su
nombre!” (Job 1,21).

Dos enseñanzas fundamentales se pueden extraer de este relato: los males que
afectan al justo no necesariamente deben interpretase como un castigo divino,
sino que, más bien, deben entenderse como prueba del hombre por parte de Dios.
En consecuencia , en caso de ser probado por Dios, la postura del hombre justo ha
de ser la aceptación de la voluntad de Dios como Job lo acepta.

El esquema literario en que ahora fluye el libro de Job es el siguiente: en el marco


de un prólogo y un epílogo o disputa. En este diálogo tenemos tres ciclos de
discursos, en los que alternan Job y sus amigos: Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y
Sofar de Namat, ninguno de los cuales es israelita. Discuten sobre un problema
que no nace propiamente de las tradiciones teológicas de Israel, sino sobre la
pregunta de todo hombre acerca del dolor.

Job maneja fundamentalmente tres argumentos: Primero él se remite a su propia


conciencia de inocencia y considera, inconsecuencia, su dolor como inmerecido.
Por otro lado, aduce la experiencia diaria de que el dolor no tiene mucho que ver
con la actuación del hombre que lo padece, así como que tampoco los hombres
felices han hecho nada para merecer su felicidad, y, en tercer lugar, muestra la
desproporción existente entre su pecado, en caso de que éste existiera, y un
castigo de Dios como el que sufre, que necesariamente llevaría aparejado una
imagen de Dios común se vengativo, lo cual le resulta inaceptable.

Al final, en los capítulos 38-41, el señor acude a la llamada de Job. Pero Dios no
explica nada. Lo único que hace es abrumar a Job con sus preguntas, mostrándole
que no sabe casi nada de lo que es la creación y , en consecuencia, tampoco sabe
nada acerca del dolor. Este es, quizá, el mensaje primordial del libro: la creación
entera es un misterio, y parte de ese misterio de la creación es el misterio del
dolor. Ante esto, Job sólo puede balbucear: “Antes te conocía solo de oídas, pero
ahora te han visto mis ojos” (42,5). Y esto no lo dice Job porque Dios se le haya
aparecido, lo cual es, al fin y al cabo, una ficción literaria - y además le ha hablado
desde la tempestad -, sino porque, después de haber sufrido, Job, el hombre,
tienen un conocimiento de
Dios que no tenía antes, y ese conocimiento es saberse referido al misterio.

Todavía el libro de Job nos aguarda otra sorpresa. Dios, ahora ya en el epílogo
narrativo, da la razón a Job y se la quita a los amigos, “porque no habéis dicho
respecto a mí la verdad, como mi servidor Job” (42,7). Todo lo que Job ha dicho
sobre Dios en su rebeldía es verdad, y resulta sólo superado por la compresión de
ese mismo Dios y su creación como misterio. Mientras los amigos, por mantener
un Dios fácil de defender en su justicia, lo han empequeñecido y falseado.

Hemos señalado un tercer estrato en el libro (Job 32-37). Son los discursos de un
cuarto amigo que se suma tarde a la discusión. Estos discursos no avanza mucho
más el pensamiento; tampoco se dan nuevas explicaciones, sino que se reiteran
las ya conocidas, subrayando algunos aspectos que las palabras de Job han podido
dejar oscuros, como la justicia de Dios, su comunicación con el hombre frente al
silencio de Dios, del que Job se ha quejado, y, finalmente, el poder de la grandeza
de Dios.

Problemas filosóficos y teológicos planteados


Desde el punto de vista de la mentalidad judía, el problema que ofrece el libro de
Job es complicadísimo. Para el judío, todo el Bien y todo el Mal proviene de Dios,
porque Él ha creado todo. Dios, al mismo tiempo, es completamente justo y
observa una moralidad completa. ¿Cómo es posible que someta a Job a la
aparente injusticia que se narra en el libro?
Correspondió, entonces, estudiar la forma en que Dios opera Su justicia. La
respuesta de los libros bíblicos es que:

1. Dios ejerce la justicia en el mundo real, y


2. Dios ejerce la justicia en forma colectiva.
En tiempos antiguos, los hebreos no creían en una vida de ultratumba, y por lo
tanto tampoco en premios o castigos después de la muerte. Estos conceptos se
presentan por primera vez en los deuterocanónicos Macabeos y en el libro de
Sabiduría. Si bien los fallecidos gozan en el Sheol de una especie de "semivida", en
el Infierno de los antiguos judíos no se discriminaba a los buenos de los malos.
Dios, por lo tanto, manifiesta su justicia en este mundo.
Por otra parte, la convicción de que la deidad ejerce la justicia sobre toda la
comunidad deriva naturalmente de la estructura social de clanes que dominaba la
vida de los judíos primitivos. También reside aquí la fuerte solidaridad que aglutina
a los judíos (sufren juntos las penas y disfrutan juntos la bonanza). Todos los
libros sagrados obedecen a esta filosofía, que es muy visible en el Deuteronomio,
en Josué, en Jueces, Samuel y en I Reyes. Recién en Ezequiel aparece entre los
israelitas el concepto de responsabilidades, premios y castigos individuales.
El problema, pues, se convierte en insoluble desde el punto de vista de Job. No
está sufriendo por los pecados de los antepasados (una forma primitiva de pecado
original) ni por los de sus amigos y vecinos. El diálogo con sus consoladores tiende
a ignorar incluso la intervención demoníaca en sus penas.
El teólogo judío antiguo trató de justificar los inexplicables sufrimientos de Job a
través de algún pecado ya olvidado o de faltas ocultas y nunca relatadas en el
libro. Desde un punto de vista más moderno, se retorna a la acción maléfica
del Diablo y al concepto del libre albedrío, condición necesaria para que se
consume la alianza de Dios con Su pueblo. Si el Demonio no existiese,
el Hombre no podría elegir entre el Bien y el Mal (que Job elige parcialmente al
increpar a Dios por su dolor).
Por estas y otras complejidades, Job ha sido llamado [¿dónde?][¿quién?] "el libro más difícil
del Antiguo Testamento".

Versículos importantes del Libro de Job


Existe una diversidad de versículos que se encuentran en el libro de Job que son
importantes mencionar:

“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1)
Este versículo hace mención del protagonista de todo el libro quien a simple vista
es un hombre del agrado de Dios, quien tiene una vida intachable delante del
Padre Celestial.

y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y
Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21)
En versículo en el que Job reconoce la autoridad que tiene Dios en su vida,
entendiendo que todo lo que él tiene se lo debe Él, y que nada se llevará luego de
morir. Con gran madurez asume la difícil, perdida de todo lo que en años había
recibido de Dios.

Si tu de mañana buscares a Dios y rogares al Todopoderoso si fueres limpio y


recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu
justicia y aunque tu principio haya sido pequeño tu postrer estado será muy
grande (Job 8:5-7)
Esos versículos muestran el poder que tiene la adoración a Dios de manera
genuina, entendiendo que producto de la obediencia, del cumplimiento de su
Palabra y de su fe al Todopoderoso puede recibir su bendición que no escatima en
abundancia.

“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me
arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5-6)
Es un versículo que narra el propósito que tenía Dios en medio del proceso que
vivió Job, ya que él pudo encontrarse cara a cara a Dios y comprender el destino
profético al que estaba llamando.

Enseñanza del Libro de Job


Libro de Job enseña al creyente en tener la confianza absoluta a Dios, bajo
cualquier tipo circunstancias, donde la duda o el reproche al Señor no existe, sino
la alabanza y convicción que en medio del problema habrá una solución de
bendición para su vida.
En normal que con frecuencia la persona se pregunten o cuestionen a Dios, a
efecto de las situaciones que les toca vivir. Sin embargo, el panorama debe
cambiar en lo que dice la palabra en el Salmos 18:30, que dice:

«En cuanto a Dios, perfecto es su camino y acrisolada la palabra de Jehová;


escudo es a todos los que en el esperan»
En este sentido, si Dios tiene los caminos perfectos su confianza debe estar
plegada a Él, pues sabrá que es lo mejor para cada uno de sus hijos, confirmando
aún más lo que dice el libro de Isaías

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis


caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis
caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos” (Isaías 55:8-9)
De este modo, se puede decir que el libro de Job viene a enseñar al creyente,
que tiene la responsabilidad de adorar, respetar, honrar, y alabar a Dios
con el corazón. Es imperante obedecer sus designios y confiar en Dios en todos
sus caminos, pues Él sabe por qué y para qué suceden las cosas, sabiendo que de
todas ellas obrarán para bien para aquellos que son llamados a su reino.

Job y Satanás
“En la tierra de Uz vivía un hombre llamado Job. Este hombre era inmaculado y
justo; era temeroso de Dios y se apartaba del mal. Tenía siete hijos y tres hijas, y
era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y
quinientas asnas, y un gran número de sirvientes. Era el hombre más grande entre
todos los pueblos del Este (Job 1:1-3)”

Job hacía sacrificios todas las mañanas en nombre de sus hijos por si acaso
hubieran pecado sin darse cuenta.

“Un día acudieron a presentarse delante de Jehová los ángeles, y entre ellos vino
también Satanás. Dijo Jehová a Satanás: —¿De dónde vienes? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: —De rodear la tierra y andar por ella. Jehová dijo a
Satanás: —¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra,
varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: —¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de
tu protección, a él y a su casa y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has
bendecido, y por eso sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende
ahora tu mano y toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu
propia presencia. Dijo Jehová a Satanás: —Todo lo que tiene está en tu mano;
solamente no pongas tu mano sobre él. (Job 1:6-12)”

El Libro de Job es nuestro texto más antiguo que desarrolla los atributos del Diablo
(diabolos en griego) y el origen de Satanás. En Job, Ha-Satán no es todavía un ser
malvado, sus funciones son algo así como las de un fiscal de Dios. En hebreo Ha-
Satan significa "acusador" y posteriormente "adversario", y su papel era el de
viajar por todas partes y poner obstáculos a los humanos para hacerlos escoger
entre el bien y el mal.
“EL LIBRO DE JOB ES NUESTRO TEXTO MÁS ANTIGUO QUE DESARROLLA LOS
ATRIBUTOS DEL DIABLO.”

El sufrimiento de Job

Vinieron unos asaltantes y robaron todos los rebaños de Job y mataron a sus
sirvientes. Un viento muy fuerte colapsó la casa en que todos sus hijos estaban en
un banquete, y todos murieron.

“Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rasuró la cabeza; luego, postrado


en tierra, adoró y dijo: "Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré
allá. Jehová dio y Jehová quitó: ¡Bendito sea el nombre de Jehová!" En todo esto
no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno. (Job 1:20-22)”

El cuerpo de Job se llenó de forúnculos, y mientras estaba sentado en las cenizas


de lo que había sido su vida, su esposa lo regañaba:

“—¿Aún te mantienes en tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete! Él le dijo: —


Como suele hablar cualquier mujer insensata, así has hablado. ¿Pues qué?
¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? (Job 2:9-10)”

En cambio, Job se lamentó el día en que nació:

“¡Perezca el día en que yo nací... Antes que mi pan, llega mi suspiro, y mis
gemidos corren como el agua... ¡No he tenido paz, tranquilidad ni reposo, sino sólo
turbación! (Job 3)”

La Mujer de Job
Aquí interviene la mujer. Le dice: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y
muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquier mujer fatua has hablado” (2:9-
10).

La acusación de la mujer ha sido interpretada de manera diferente por


comentaristas del Génesis. He consultado varias versiones de la Biblia y todas
coinciden con la Reina Valera. Bover Cantera: “Maldice a Eloim y muérete”. Nueva
Biblia Española: “Maldice a Dios y muérete”. Biblia Ecuménica: “Maldice a Dios y
muérete”. Versión de la Compañía de Jesús: “Maldice a Dios y muérete”. Versión
Profesores de Salamanca: “Maldice a Dios y muérete”. Biblia Hebrea, versión en
inglés: “Blasfema a Dios y muérete”.

Frente a estas versiones citadas tenemos la versión católica de Nacar-Colunga,


muy popular, muy estimada. Eloíno Nácar era en 1955, cuando se publicó la citada
versión, canónigo rectoral en Salamanca, y Alberto Colunga profesor de Sagrada
Escritura en la Pontificia Universidad de Salamanca. La versión que ellos tradujeron
de las lenguas originales dice así en 2:9: “Díjole entonces su mujer: “¿Aún sigues
tú aferrado a tu integridad? Bendice a Dios y muérete”.

Entre maldecir y bendecir hay una diferencia abismal. Acudo a la última edición del
Diccionario de la Real Academia Española. Maldecir: Injuriar. Echar maldiciones
contra alguien. Denigrar.

Bendecir: Alabar, engrandecer, ensalzar a alguien. Nácar y Colunga lo explican de


esta manera: “Bendice a Dios y muérete lo dice la mujer con ironía o por un
eufemismo”.

Lo dejo ahí. Que el lector forme su propia opinión.

A favor de la mujer de Job es preciso tener en cuenta que era un ser humano, no
un árbol ni una columna de mármol. Tenía corazón y sentimientos. Lo ocurrido
había cambiado su vida. La ruina total de la hacienda. La pérdida de todo el
ganado. La matanza de los criados, todo eso la afectaría igual que al marido. Y los
10 hijos muertos eran también sus hijos. Excepto la enfermedad, que se sepa,
había pasado por los mismos sufrimientos que el marido. Eva colaboró con
el diablo en la caída. La mujer de Job no, el diablo perseguía sólo al marido.

El comentario que la Biblia Hebrea hace de Job 2:9 dice: “La mayoría de los
rabinos interpretan el texto diciendo que ‘la mujer’, en un gesto de buenas
intenciones trataba de consolar al marido en sus sufrimientos y mostrarle su
preocupación por él”.
Otros intérpretes han machacado a esta mujer. El gran teólogo católico del siglo
XIII, Tomás de Aquino dice que la mujer de Job era de “mezquina mentalidad, no
tenía los quilates de virtud del marido y con toda imprudencia le invita a maldecir
a Dios, tentada por el diablo”.
También San Agustín, siglo V, decía que la mujer, “con su falso amor al marido se
ha convertido en ayudadora de Satán”. ¡Pobre mujer!

Nada de todo lo que le achacan estaba en su mente. La represión de su marido es


dura en el fondo, pero suave en la forma. No le dice que sea una mujer fatua,
sino que perturbada por el dolor ha hablado como una de ellas. El jesuita
Juan Leal dice que el término hebreo empleado en este versículo, atendiendo a su
etimología, significa decaída.

Dios desafía a Job para tomar decisiones (Job 40:8-14)


“¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con tu voz como la suya?
Adórnate ahora de majestad y de alteza, Y vístete de honra y de hermosura.
Derrama el ardor de tu ira; Mira a todo altivo, y abátelo. Mira a todo soberbio, y
humíllalo, Y quebranta a los impíos en su sitio. Encúbrelos a todos en el polvo,
Encierra sus rostros en la oscuridad;…”

“… Y yo también te confesaré Que podrá salvarte tu diestra.” (Job 40:8-14)

Nadie puede ocupar el lugar de Dios. Él es soberano. Es por esta razón que Él
corrige a Job. “¿Invalidarás tú también mi juicio?” “Como son más altos los cielos
que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:9)

Nosotros no somos Dios para cuestionar lo que Él hace. No es que no podamos


dudar, ya que somos humanos, pero sí deberíamos evitar cuestionar con coraje
antes de recordarnos de las cualidades de Dios. Dios no es un dictador déspota,
sino que nos ama con amor verdadero. Cuando nos prueba o castiga, es por una
buena causa, a fin de que crezcamos espiritualmente.

Recordemos también que el libro de Job, a pesar de ser revelación bíblica, esta
escrito de forma filosófica, diferente a los otros libros de la Biblia. Todos estos
argumentos están puestos para que reflexionemos sobre la realidad humana y la
sabiduría y soberanía de Dios.

Por esta razón, vemos varios argumentos uno tras otro. Hay que entonces
analizarlos y determinar si son correctos o no. No todos los argumentos de los
amigos de Job eran rectos, ni aun los de Job mismo. Es por esto que entra Dios a
enderezar la opinión torcida de los protagonistas.

Job cae en la nostalgia y la autojustificación


El segundo lamento de Job (Job 29-42) enfatiza la nostalgia y la autojustificación.
Job anhela “los días en que Dios velaba sobre mí” (Job 29:2) y “cuando el favor de
Dios estaba sobre mi tienda” (Job 29:4). Él recuerda cuando “en leche se bañaban
mis pies, y la roca me derramaba ríos de aceite” (Job 29:6), y rememora que era
bien respetado en la comunidad, lo que en el lenguaje del Antiguo Testamento se
evidencia más claramente por su “asiento” en la plaza cerca de “la puerta de la
ciudad” (Job 29:7). Job era bien recibido por los jóvenes y los ancianos (Job 29:8),
y los nobles y los jefes lo trataban con un respeto peculiar (Job 29:10). Él era
respetado porque atendía las necesidades de los pobres, huérfanos, viudas,
ciegos, cojos, necesitados, extranjeros y los que estaban a punto de morir (Job
29:12-16). Él era el campeón contra los impíos (Job 29:17).

La nostalgia de Job intensifica su sensación de pérdida cuando se da cuenta de


que gran parte del respeto que recibía en el trabajo y en la ciudad era superficial.
“Por cuanto Él ha aflojado la cuerda de su arco y me ha afligido, se han quitado el
freno delante de mí” (Job 30:11). “Y soy para ellos refrán” (Job 30:9). Algunas
personas experimentan una sensación de pérdida similar debido a la jubilación, los
contratiempos en su trayectoria laboral, la pérdida financiera o cualquier clase de
situación que perciban como un fracaso. Podemos cuestionar nuestra identidad y
dudar de nuestro valor. Otras personas nos tratan diferente cuando hemos fallado,
o peor aún, simplemente permanecen lejos de nosotros (al menos los amigos de
Job fueron a verlo). Los que antes eran nuestros amigos hablan cautelosamente,
bajan la voz como esperando que nadie los vea cerca de nosotros. Tal vez piensan
que el fracaso es una enfermedad contagiosa, o quizá ser vistos cerca de un
fracasado los marcará como fracasados. Job se lamenta diciendo, “Me aborrecen y
se alejan de mí” (Job 30:10).

Esto no quiere decir que todas las amistades cívicas o las que se dan en los
lugares de trabajo son superficiales. Es cierto que algunas personas se convierten
en nuestras amigas solo porque nos consideran útiles, y después nos abandonan
cuando dejamos de ser provechosos. Lo que realmente duele es la pérdida de las
que parecían ser amistades genuinas.

A diferencia de su primer lamento (Job 3), Job sirve una gran porción de
autojustificación en esta ronda. “Como manto y turbante era mi derecho” (Job
29:14). “Padre era para los necesitados” (Job 29:16). Job habla con fuerza de su
impecable pureza sexual (Job 31:1, 9-10).
Desde el comienzo sabemos que Job no está recibiendo un castigo por alguna
falta. Puede que tenga razón con esta apreciación de sí mismo, pero la
autojustificación no es ni necesaria ni enternecedora. Es posible que la adversidad
no saque lo mejor de nosotros siempre, pero Dios permanece fiel, aunque Job no
es capaz de verlo en el momento “porque”, como lo dice más adelante, “el castigo
de Dios es terror para mí” (Job 31:23).

Los tres amigos de Job

Tres amigos de Job se compadecen y llegan donde él: Elifaz el temanita, Bildad el
suhita y Zofar, el naamatita.

Elifaz comienza preguntando a Job, "Piensa ahora: ¿qué inocente se pierde?" (Job
4:7). Dios castiga a los ángeles, ¿así es que cómo podría existir un hombre libre de
pecado? Acusa a Job de quejarse y de no admitir que ha debido de pecar. La
prueba está en el nivel de sus sufrimientos. Hace notar el increíble sufrimiento de
aquellos que están en el Gehena (una forma primitiva del infierno judío). Dios obró
con justicia al castigar a esos pecadores. Bildad pregunta entonces: "¿Acaso
torcerá Dios el derecho o pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si tus hijos
pecaron contra él, él les hizo cargar con su pecado" (Job 8:3-4). Zofar arguye que
Dios es justo y que nunca castigaría arbitrariamente a Job sin tener una razón.

Job responde a cada uno de ellos con desprecio, ellos son unos "consoladores
molestos" (Job 16:2). Job insiste en que él nunca ha pecado y que siempre se
mantuvo leal a Dios. Dando casi una vuelta completa al Prólogo, Job ahora
reprende a Dios por ser injusto, implacable, hostil y destructivo. Afirma que los
malvados constantemente se aprovechan de los indefensos, pero Dios no
interviene para detenerlo. La frustración de Job lo lleva a exigir que Dios aparezca
y le dé una respuesta.

Dios responde

Dios no aparece, pero responde a Job con una voz que sale de un torbellino (o de
una tormenta):
“¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora cíñete la
cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú
cuando yo fundaba la tierra?
¡Házmelo saber, si tienes inteligencia! ¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo
sabes? ¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir? ¿Sobre qué están fundadas
sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan juntas todas las
estrellas del alba y se regocijaban todos los ángeles? (Job 38:2-7)”

Tres extensos capítulos describen los detalles de la creación de Dios, hasta de


cómo se alimentan las crías de los cuervos cuando tienen hambre.

“Respondió Job a Jehová y dijo: "Yo reconozco que todo lo puedes y que no hay
pensamiento que te sea oculto... Así hablaba yo, y nada entendía; eran cosas
demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía... Por eso me aborrezco y
me arrepiento en polvo y ceniza. (Job 42:1-6)”

Hay que notar que en su respuesta, Dios no defendió ni explicó la existencia del
mal. Más bien establece que ningún ser humano puede comprender la mente de
Dios, y que aceptar este hecho es verdadera sabiduría. Para muchos que han
interpretado este pasaje, la cuestión de si Dios es justo o no sigue sin respuesta.

En el capítulo final, "Jehová bendijo el postrer estado de Job más que el primero"
(Job 42:12). Job vivió 140 años, todos sus rebaños fueron restaurados y tuvo siete
hijos y tres hijas. El epílogo sigue siendo objeto de debate; es posible que sea un
agregado posterior para dar un final feliz a la historia.

Dios bendice a Job (Job 42:10-17)


“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y
aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos sus
hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y
comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo
aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de
dinero y un anillo de oro...”

“... Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo
catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo
siete hijos y tres hijas. Llamó el nombre de la primera Jemima, el de la segunda,
Cesia, y el de la tercera Keren-hapuc. Y no había mujeres tan hermosas como las
hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos…”
“… Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos
de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo y lleno de días.” (Job
42:10-17)

“Después que hubo orado por sus amigos” Esta aclaración reafirma el propósito
dentro de lo acontecido en la vida de Job: Que Job creciera en fe y misericordia.

Tan grande fue la bendición postrera de Job que él le concedió herencia también a
sus hijas, algo que no era costumbre en esa cultura. También, con su nuevo
crecimiento espiritual, seguramente administraría de sus nuevos bienes de forma
más sabia para bendecir a los demás.

“y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió
Job viejo y lleno de días.” Job pudo seguir viendo la bendición de Dios por largos
años obrando en su vida y en su descendencia. No solamente eso, sino que como
siervo de Dios seguirá gozando de la presencia de Dios en el cielo.

“y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió
Job viejo y lleno de días.” Job pudo seguir viendo la bendición de Dios por largos
años obrando en su vida y en su descendencia. No solamente eso, sino que como
siervo de Dios seguirá gozando de la presencia de Dios en el cielo.

¿Quién puede comprender la sabiduría de Dios? (Job 38:4-


42:6)

La primera pregunta que Dios le hace a Job establece las pautas de lo que es
principalmente un monólogo: “¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos
de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia” (Job 38:4). Usando los términos más
espectaculares de la Biblia relacionados con la creación, Dios revela que es el único
autor de las maravillas creadas. Esto tiene grandes repercusiones en el trabajo.
Nuestro trabajo refleja que somos creados a imagen de Dios, el gran Creador (Gn
1-2). Sin embargo, aquí Dios habita en el trabajo que solamente Él es capaz de
hacer. “¿Quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del
alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?” (Job 38:6-7). “¿O quién encerró
con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno?” (Job 38:8). “¿Acaso
por tu sabiduría se eleva el gavilán, extendiendo sus alas hacia el sur? ¿Acaso a tu
mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido?” (Job 39:26-27).

Incorporada curiosamente en la autoridad de Dios sobre el mundo natural, se


encuentra una comprensión acerca de la condición humana. Dios le pregunta a
Job, “¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser, o ha dado a la mente
inteligencia?” (Job 38:36). La respuesta, por supuesto, es Dios. A la vez, esto
afirma nuestra búsqueda del conocimiento y demuestra sus límites. La sabiduría
que Dios pone en nuestro interior hace posible que anhelemos una respuesta al
misterio del sufrimiento. Aun así, nuestra sabiduría viene solamente de Dios, por
eso no podemos superar a Dios con nuestra propia sabiduría. De hecho, Él
implantó en nosotros solamente una pequeña porción de Su sabiduría, para que
nunca tengamos la capacidad de comprender todos Sus caminos. Como hemos
visto, puede ser bueno para nuestras almas expresar nuestras quejas contra Dios,
pero sería tonto esperar que Su respuesta sea, “Sí, veo que me equivoqué”.

Además de continuar con este encuentro desigual, Dios le plantea un reto


imposible a Job: “¿Podrá el que censura contender con el Todopoderoso? El que
reprende a Dios, responda a esto” (Job 40:2). Dado que previamente Job reconoce
que “no sé” es con frecuencia la respuesta más sabia, su humilde contestación no
es sorprendente. “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi
mano pongo sobre la boca” (Job 40:4).

La mayoría de los comentaristas plantean que Dios le está permitiendo a Job ver
una imagen más grande de sus propias circunstancias. Es un caso similar a cuando
alguien que se sitúa demasiado cerca de una pintura no puede apreciar la
perspectiva del artista. Job necesita dar algunos pasos hacia atrás para poder
vislumbrar —si no entender completamente— los propósitos más grandes de Dios
con una mayor claridad.

Dios continúa con un ataque frontal hacia aquellos que lo acusan de obrar
indebidamente en la administración de Su creación. Él repudia los intentos de Job
de autojustificarse. “¿Anularás realmente Mi juicio? ¿Me condenarás para
justificarte tú?” (Job 40:8). El intento de Job de culpar a alguien más rememora la
respuesta de Adán cuando Dios le preguntó si había comido del árbol del
conocimiento del bien y de mal. “La mujer que Tú me diste por compañera me dio
del árbol, y yo comí” (Gn 3:12).

Llevar nuestras quejas ante Dios es algo bueno si tomamos los libros de Job,
Salmos y Habacuc como modelos inspirados que nos muestran cómo acercarnos a
Dios en tiempos difíciles. Sin embargo, acusar a Dios con el fin de cubrir nuestras
propias fallas es el colmo de la soberbia (Job 40:11-12). Dios repudia a Job por
hacer esto, pero no lo condena por expresar su queja. La acusación de Job contra
Dios es incorrecta más allá del sentido común, pero no es imperdonable.
Job consigue la audiencia con Dios que ha estado solicitando, pero allí no se
responde su pregunta sobre si merecía el sufrimiento que experimentó. Job se da
cuenta de que la culpa es suya por creer que podría saber la respuesta, no de Dios
por no responderla. “He declarado lo que no comprendía, cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no sabía” (Job 42:3). Tal vez solo es que está tan
maravillado por la presencia de Dios que ya no necesita una respuesta.

Si estamos buscando una razón para el sufrimiento de Job, tampoco la


encontraremos. Por una parte, la adversidad de Job le ha permitido apreciar más
la bondad de Dios. “Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún
propósito Tuyo puede ser estorbado” (Job 42:2). Parece que la relación de Job con
Dios se ha vuelto más profunda y como resultado de esto, él se ha vuelto más
sabio. Job reconoce más que nunca que su prosperidad anterior no era gracias a
su propia fuerza y su poder. La diferencia es solo una cuestión de medida. ¿Valió la
pena la pérdida indecible con tal de tener esa mejora gradual? No hay respuesta
para esa pregunta de parte de Job ni de Dios.

Las prácticas éticas de Job aplican para el lugar de trabajo

En medio del segundo lamento (Job 29-42), Job presenta un tratado relevante
acerca del comportamiento ético, lo que de algunas maneras prevé el sermón del
monte de Jesús (Mt 5-7). Aunque lo dice para justificar sus propios actos, Job
proporciona algunos principios que aplican en muchas áreas de nuestra vida
laboral:

1. Evitar la falsedad y el engaño (Job 31:5).

2. No permitir que los fines justifiquen los medios, que se expresa como no
permitir que el corazón (los principios) se deje engañar por los ojos (el
oportunismo) (Job 31:7).

3. Practicar la generosidad (Job 31:16-23).

4. No caer en la complacencia durante los tiempos de prosperidad (Job 31:24-


28).

5. No hacer que su éxito dependa del fracaso de otros (Job 31:29).

6. Reconocer sus errores (Job 31:33).


7. No intentar conseguir algo sin pagar un precio, sino pagar apropiadamente
por los recursos que consume (Job 31:38-40).

Este pasaje es particularmente interesante en cuanto a la forma en la que Job


trata a sus empleados:

“Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron


queja contra mí, ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando Él me pida cuentas,
¿qué le responderé? ¿Acaso Aquél que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo
también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?” (Job 31:13-15)

Un empleador piadoso tratará a sus empleados con respeto y dignidad. Esto es


evidente de forma especial en la seriedad con la que Job recibe las quejas de sus
criados, principalmente aquellas acerca de la forma en la que él mismo los trata.
Job señala correctamente que aquellos en el poder tendrán que defender delante
de Dios la forma en la que tratan a sus subordinados. “¿Qué haré cuando Dios se
levante? Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé? (Job 31:14). Dios les
preguntará a los subordinados acerca de la forma en la que sus superiores los
trataban. Los superiores serían sabios en hacerles la misma pregunta a sus
subordinados mientras es posible remediar sus errores. La marca de los seguidores
verdaderos y humildes de Dios es que reconocen que se pueden equivocar, lo que
se evidencia sobre todo en su disponibilidad para tratar con todas las quejas
justificadas. Se necesita sabiduría para discernir cuáles quejas merecen atención
en realidad. Aun así, la meta principal es cultivar un ambiente en el que los
subordinados sepan que los superiores van a considerar las reclamaciones
sensatas y racionales. Aunque Job habla de sí mismo y sus criados, su principio
aplica para cualquier situación de autoridad: oficiales y soldados, empleados y
empleadores, padres e hijos (criar hijos también es un trabajo), líderes y
seguidores.

En nuestra época se han visto grandes luchas por la igualdad en el lugar de


trabajo con respecto a la raza, religión, nacionalidad, sexo, clase social y otros
factores. El libro de Job se adelanta cientos de años a estas luchas. Job va más
allá de la simple igualdad formal de las categorías demográficas y considera que la
dignidad de todas las personas en su casa es idéntica. Seremos como Job cuando
tratemos a cada persona con toda la dignidad y el respeto que se le debe a un hijo
de Dios, independientemente de nuestros sentimientos personales o del sacrificio
que se requiera.
Por supuesto, esta verdad no impide que los jefes cristianos establezcan y exijan
estándares altos en el lugar de trabajo. Sin embargo, sí requiere que los valores de
cualquier relación laboral se caractericen por el respeto y la dignidad,
especialmente por parte de las autoridades.

CONCLUSION

En Job vemos reflejado el problema del sufrimiento en el hombre y con ello en el


mundo que nos rodea.

El motivo del sufrimiento porque si Dios no es un Dios vengativo, ni nos hace


pagar nuestros pecados a través del dolor, tenemos que sufrir.

Por lo tanto, cual en sí el motivo de tal sufrimiento en la humanidad. ¿Qué valor


tiene?

Aquí tenemos a Job sufriente y sufrido, íntegro en someterse a Dios. Por encima
de esa figura humana suena la voz de Dios en su consejo: "¿ Has reparado en mi
siervo Job, que no hay como él en la tierra; hombre íntegro y recto, temeroso de
Dios, ¿alejado del mal?".

La solución opuesta, del impío, es también simple: el hombre sufre sin ser
culpable, luego Dios no es justo, luego Dios no existe. Es decir, para justificar al
hombre, condenar a Dios, como entendemos según la mujer de Job.

Pero Job no acepta ninguno de los dos extremos. De manera confusa entrevé una
tercera vía que conduce a la solución, y no sabe cómo caminarla. Por eso afirma
una y otra vez las dos justicias: la de Dios y la suya propia. No basta decir que
todos los hombres son pecadores, pues Job considera su dolor.
El problema consiste en conciliar la justicia divina con el dolor del hombre. Elifaz,
Bildad y Sofar tienen una solución bien simple, resumible en dos silogismos: Dios
es justo; si Dios castiga es que el hombre ha pecado. Es decir, los tres amigos
entienden el dolor como castigo; la consecuencia irremediable es que Job ha
pecado. Para defender a Dios condenan al siervo de Dios. Y hasta pretenden
convertirle y hacerle reconocer sus pecados personales.

Por lo tanto, la existencia de la idea del Demonio, la idea del mal frete a la idea de
Dios, el bien.

Es el hombre quien elige dentro de su moral entre la idea del bien y del mal.

Y por lo tanto el que genera el sufrimiento en el hombre o le libera.

LIBRO DE JOB

YORLEIDYS DANIELA FANDIÑO HERRERA

PEDRO JOSÉ OTERO CADENA

(DOCENTE)
INSTITUTO CRISTIANO UNIÓN DE DIOS

EDUCACIÓN CRISTIANA E INFORMÁTICA

CLEI 5

CIÉNAGA MAGDALENA

2023

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