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Trabajo de Job
Trabajo de Job
Trabajo de Job
La Santa Biblia narra de la siguiente manera los hechos de Job: "Había en la región
de Uz (al sur oriente de Palestina) un hombre de muy buen comportamiento, que
se apartaba del mal y temía mucho ofender a Dios. Tenía siete hijos y tres hijas.
Era inmensamente rico. Tenía 7,000 ovejas, 3,000 camellos, 500 pares de bueyes,
500 asnas, y muchísimos obreros. Era el más rico de toda la región".
De vez en cuando ofrecía sacrificios de animales a Dios, para pedirle perdón por
los pecados de sus hijos, porque se decía: "¡Quién sabe si alguno de mis hijos
haya disgustado al Señor con algún pecado!".
Un día se reunió Dios en el cielo con sus ángeles y les dijo: ¿Han visto a mi amigo
Job? No hay nadie en la tierra tan bueno como él. ¡Tiene gran temor de ofenderme
y se aparta del mal! ¡Pero Satanás llegó y dijo a Dios: "Es que has tratado
demasiado bien a Job. Le concediste enorme cantidad de animales, y de personas.
Así cualquiera se porta bien. Pero permítele que se le acaben sus riquezas, y verás
como se portará de mal!". - Y Dios le dijo a Satanás "Le concedo permiso para que
lo ataque en sus bienes, en sus animales y personas que le sirven. Pero cuidado ¡A
él no lo vaya a tocar!".
Y un día en que sus siete hijos y sus tres hijas estaban celebrando un almuerzo en
casa del hijo mayor, llegó corriendo un mensajero a decirle a Job: "Sus bueyes
estaban arando, y sus asnas estaban pastando en el potrero y llegaron los
guerrilleros y mataron a los trabajadores y se robaron todos los animales.
Solamente yo logré huir para traerle la noticia".
Aún estaba hablando el anterior cuando llegó otro que le dijo: "Los enemigos del
país vecino se dividieron en tres escuadrones y atacaron los camellos, mataron a
los arrieros, y se llevaron todos los animales. Únicamente yo logré huir para venir
a contarle la noticia".
Y en todo esto no pecó Job, ni dijo ninguna palabra contra Dios que había
permitido que le sucedieran tantas desgracias.
Se volvió Dios a reunir con sus ángeles en el cielo y les dijo: "¿Se han fijado en mi
amigo Job? No hay ninguno tan santo como él en la tierra. Tiene gran temor de
ofenderme y se aparta siempre del mal. ¡Y aunque he permitido que le sucedan
tantos sufrimientos, no se aparta de mi amistad!". Pero llegó Satanás y le dijo: "Sí,
se conserva así porque goza de buena salud. ¡Pero permíteme quitarle la salud y
verás que ahora sí maldice y se porta mal!". - Y Dios le dijo - Puede quitarle la
salud. ¡Pero cuidado: respétale la vida!.
Y a Job le llegó una enfermedad en la piel, y se volvió una sola llaga desde la
cabeza hasta los pies. Tuvo que ir a sentarse junto a un basurero, y con un pedazo
de teja se rascaba, y vivía entre la basura. Y hasta su mujer lo despreciaba y le
decía: "¡Maldiga su suerte y muérase!".
Pero Job le respondió: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿Por qué no vamos a
aceptar los males que Él permita que nos sucedan?.
Y eran tales sus angustias y los desprecios que le hacían, que cuando amanecía
exclamaba: "¿Cuándo anochecerá para que no me desprecien ni se burlen más de
mí?". Y cuando anochecía decía: "¿Cuándo amanecerá para que no me atormenten
más las pesadillas y espantos?". Y todo esto le sucedía, siendo él tan santo.
Al saber tan tristes noticias, llegaron tres amigos desde diversos sitios, a
consolarlo. Y al verlo tan acabado, lanzaron gritos de angustia, rasgaron sus
vestiduras en señal de dolor, se echaron polvo en la cabeza como penitencia, y se
quedaron siete días, sentados en el suelo, sin decir palabra, llenos de dolor.
Y después los tres amigos empezaron un diálogo en verso, diciendo cada uno a
qué se debían probablemente aquellos infortunios tan terribles del pobre Job. Y
sacaron como consecuencia final que probablemente él había sido muy pecador y
que por eso era que estaba disgustado Dios. Job respondió con fuertes
exclamaciones que esa no era la causa de sus desgracias. Que él se había
esmerado durante toda su vida por comportarse de una manera que le fuera
agradable a Dios. Que había compartido sus bienes con los pobres. Que su deseo
de mantenerse puro era tan sincero que había hecho un pacto con sus ojos para
no mirar a mujeres jóvenes. Y decía: "estoy cierto que un día, con estos ojos veré
a mi Dios".
Job se da cuenta de que hizo mal en ponerse a pedirle cuentas a Dios y le dice
humildemente: "Señor: me he puesto a hablar lo que no debía decir. Retracto mis
palabras. Me arrepiento de lo que he dicho al protestar. Te pido perdón
humildemente, mi Señor".
Entonces Dios volvió a hablar con voz amable, y dijo a los amigos de Job:
"Ofrézcanme un sacrificio para pedirme perdón por lo que dijeron contra mi amigo
Job. Y por las oraciones de él, yo los perdono".
Luego Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido.
Vinieron todos sus familiares cercanos y lejanos y cada uno le trajo un regalo y
una barra de plata, y un anillo de oro y celebraron un gran banquete en su honor.
Y Dios bendijo otra vez a Job y le concedió 14,000 ovejas, 6,000 camellos, 1,000
pares de bueyes, y 1,000 asnas. Se casó de nuevo y tuvo siete hijos y tres hijas. Y
sus hijas fueron las mujeres más bellas de su tiempo.
Y Dios le concedió a Job una larga vida. Vivió hasta los 140 años. Y conoció a los
nietos, a los biznietos y a los tataranietos. Y murió en feliz ancianidad y lleno de
alegría y paz.
JOB
Muchos consideran a Job como una de las piezas literarias más antiguas que
existen. El patriarca Job, un hombre justo, de repente sufre las pérdidas de su
propiedad y, uno por uno, todos sus hijos. Como si esto no fuera suficiente, él
mismo es arrojado en un sufrimiento físico terrible. Una gran parte de este libro
está dedicada a la discusión filosófica del sufrimiento entre Job y sus amigos. Los
amigos le acusan diciéndole que de acuerdo con las leyes de la naturaleza, el
sufrimiento viene como resultado del pecado. Job insiste en afirmar que él es
bueno, y que el sufrimiento debe tener otro propósito. Los últimos capítulos nos
dicen de qué modo su prosperidad la fue restaurada. Y el libro tiene un punto de
vista diferente.
Este es un libro que nace del dolor. Tan insoportable era el sufrimiento de Job que
hubiera preferido morir, o no haber nacido nunca. Por si fuera poco, su dolor se
vio acrecentado por causa de sus amigos, que buscaban una explicación a su
sufrimiento. La aflicción de Job puso tela de juicio el carácter y los caminos de
Dios, aunque a la larga significo también el desarrollo de una relación mas intima
con Dios.
Job, el primero y tal vez el más antiguo de los libros poéticos de la Biblia, es el
libro de quienes necesitan que Dios les responda; es el libro de quienes se unen a
Job para decir: “Seria aun mi consuelo, si me asaltase con dolor sin dar más
tregua, que yo no he escondido las palabras del Santo” (6:10).
Nota: Se llama patriarca a un antiquísimo jefe religioso de Israel. Así por ej.
fueron Patriarcas: Noé, Abraham, Jacob, Isaac, etc.
Dos enseñanzas fundamentales se pueden extraer de este relato: los males que
afectan al justo no necesariamente deben interpretase como un castigo divino,
sino que, más bien, deben entenderse como prueba del hombre por parte de Dios.
En consecuencia , en caso de ser probado por Dios, la postura del hombre justo ha
de ser la aceptación de la voluntad de Dios como Job lo acepta.
Al final, en los capítulos 38-41, el señor acude a la llamada de Job. Pero Dios no
explica nada. Lo único que hace es abrumar a Job con sus preguntas, mostrándole
que no sabe casi nada de lo que es la creación y , en consecuencia, tampoco sabe
nada acerca del dolor. Este es, quizá, el mensaje primordial del libro: la creación
entera es un misterio, y parte de ese misterio de la creación es el misterio del
dolor. Ante esto, Job sólo puede balbucear: “Antes te conocía solo de oídas, pero
ahora te han visto mis ojos” (42,5). Y esto no lo dice Job porque Dios se le haya
aparecido, lo cual es, al fin y al cabo, una ficción literaria - y además le ha hablado
desde la tempestad -, sino porque, después de haber sufrido, Job, el hombre,
tienen un conocimiento de
Dios que no tenía antes, y ese conocimiento es saberse referido al misterio.
Todavía el libro de Job nos aguarda otra sorpresa. Dios, ahora ya en el epílogo
narrativo, da la razón a Job y se la quita a los amigos, “porque no habéis dicho
respecto a mí la verdad, como mi servidor Job” (42,7). Todo lo que Job ha dicho
sobre Dios en su rebeldía es verdad, y resulta sólo superado por la compresión de
ese mismo Dios y su creación como misterio. Mientras los amigos, por mantener
un Dios fácil de defender en su justicia, lo han empequeñecido y falseado.
Hemos señalado un tercer estrato en el libro (Job 32-37). Son los discursos de un
cuarto amigo que se suma tarde a la discusión. Estos discursos no avanza mucho
más el pensamiento; tampoco se dan nuevas explicaciones, sino que se reiteran
las ya conocidas, subrayando algunos aspectos que las palabras de Job han podido
dejar oscuros, como la justicia de Dios, su comunicación con el hombre frente al
silencio de Dios, del que Job se ha quejado, y, finalmente, el poder de la grandeza
de Dios.
“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1)
Este versículo hace mención del protagonista de todo el libro quien a simple vista
es un hombre del agrado de Dios, quien tiene una vida intachable delante del
Padre Celestial.
y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y
Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21)
En versículo en el que Job reconoce la autoridad que tiene Dios en su vida,
entendiendo que todo lo que él tiene se lo debe Él, y que nada se llevará luego de
morir. Con gran madurez asume la difícil, perdida de todo lo que en años había
recibido de Dios.
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me
arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5-6)
Es un versículo que narra el propósito que tenía Dios en medio del proceso que
vivió Job, ya que él pudo encontrarse cara a cara a Dios y comprender el destino
profético al que estaba llamando.
Job y Satanás
“En la tierra de Uz vivía un hombre llamado Job. Este hombre era inmaculado y
justo; era temeroso de Dios y se apartaba del mal. Tenía siete hijos y tres hijas, y
era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y
quinientas asnas, y un gran número de sirvientes. Era el hombre más grande entre
todos los pueblos del Este (Job 1:1-3)”
Job hacía sacrificios todas las mañanas en nombre de sus hijos por si acaso
hubieran pecado sin darse cuenta.
“Un día acudieron a presentarse delante de Jehová los ángeles, y entre ellos vino
también Satanás. Dijo Jehová a Satanás: —¿De dónde vienes? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: —De rodear la tierra y andar por ella. Jehová dijo a
Satanás: —¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra,
varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: —¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de
tu protección, a él y a su casa y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has
bendecido, y por eso sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende
ahora tu mano y toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu
propia presencia. Dijo Jehová a Satanás: —Todo lo que tiene está en tu mano;
solamente no pongas tu mano sobre él. (Job 1:6-12)”
El Libro de Job es nuestro texto más antiguo que desarrolla los atributos del Diablo
(diabolos en griego) y el origen de Satanás. En Job, Ha-Satán no es todavía un ser
malvado, sus funciones son algo así como las de un fiscal de Dios. En hebreo Ha-
Satan significa "acusador" y posteriormente "adversario", y su papel era el de
viajar por todas partes y poner obstáculos a los humanos para hacerlos escoger
entre el bien y el mal.
“EL LIBRO DE JOB ES NUESTRO TEXTO MÁS ANTIGUO QUE DESARROLLA LOS
ATRIBUTOS DEL DIABLO.”
El sufrimiento de Job
Vinieron unos asaltantes y robaron todos los rebaños de Job y mataron a sus
sirvientes. Un viento muy fuerte colapsó la casa en que todos sus hijos estaban en
un banquete, y todos murieron.
“¡Perezca el día en que yo nací... Antes que mi pan, llega mi suspiro, y mis
gemidos corren como el agua... ¡No he tenido paz, tranquilidad ni reposo, sino sólo
turbación! (Job 3)”
La Mujer de Job
Aquí interviene la mujer. Le dice: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y
muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquier mujer fatua has hablado” (2:9-
10).
Entre maldecir y bendecir hay una diferencia abismal. Acudo a la última edición del
Diccionario de la Real Academia Española. Maldecir: Injuriar. Echar maldiciones
contra alguien. Denigrar.
A favor de la mujer de Job es preciso tener en cuenta que era un ser humano, no
un árbol ni una columna de mármol. Tenía corazón y sentimientos. Lo ocurrido
había cambiado su vida. La ruina total de la hacienda. La pérdida de todo el
ganado. La matanza de los criados, todo eso la afectaría igual que al marido. Y los
10 hijos muertos eran también sus hijos. Excepto la enfermedad, que se sepa,
había pasado por los mismos sufrimientos que el marido. Eva colaboró con
el diablo en la caída. La mujer de Job no, el diablo perseguía sólo al marido.
El comentario que la Biblia Hebrea hace de Job 2:9 dice: “La mayoría de los
rabinos interpretan el texto diciendo que ‘la mujer’, en un gesto de buenas
intenciones trataba de consolar al marido en sus sufrimientos y mostrarle su
preocupación por él”.
Otros intérpretes han machacado a esta mujer. El gran teólogo católico del siglo
XIII, Tomás de Aquino dice que la mujer de Job era de “mezquina mentalidad, no
tenía los quilates de virtud del marido y con toda imprudencia le invita a maldecir
a Dios, tentada por el diablo”.
También San Agustín, siglo V, decía que la mujer, “con su falso amor al marido se
ha convertido en ayudadora de Satán”. ¡Pobre mujer!
Nadie puede ocupar el lugar de Dios. Él es soberano. Es por esta razón que Él
corrige a Job. “¿Invalidarás tú también mi juicio?” “Como son más altos los cielos
que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:9)
Recordemos también que el libro de Job, a pesar de ser revelación bíblica, esta
escrito de forma filosófica, diferente a los otros libros de la Biblia. Todos estos
argumentos están puestos para que reflexionemos sobre la realidad humana y la
sabiduría y soberanía de Dios.
Por esta razón, vemos varios argumentos uno tras otro. Hay que entonces
analizarlos y determinar si son correctos o no. No todos los argumentos de los
amigos de Job eran rectos, ni aun los de Job mismo. Es por esto que entra Dios a
enderezar la opinión torcida de los protagonistas.
Esto no quiere decir que todas las amistades cívicas o las que se dan en los
lugares de trabajo son superficiales. Es cierto que algunas personas se convierten
en nuestras amigas solo porque nos consideran útiles, y después nos abandonan
cuando dejamos de ser provechosos. Lo que realmente duele es la pérdida de las
que parecían ser amistades genuinas.
A diferencia de su primer lamento (Job 3), Job sirve una gran porción de
autojustificación en esta ronda. “Como manto y turbante era mi derecho” (Job
29:14). “Padre era para los necesitados” (Job 29:16). Job habla con fuerza de su
impecable pureza sexual (Job 31:1, 9-10).
Desde el comienzo sabemos que Job no está recibiendo un castigo por alguna
falta. Puede que tenga razón con esta apreciación de sí mismo, pero la
autojustificación no es ni necesaria ni enternecedora. Es posible que la adversidad
no saque lo mejor de nosotros siempre, pero Dios permanece fiel, aunque Job no
es capaz de verlo en el momento “porque”, como lo dice más adelante, “el castigo
de Dios es terror para mí” (Job 31:23).
Tres amigos de Job se compadecen y llegan donde él: Elifaz el temanita, Bildad el
suhita y Zofar, el naamatita.
Elifaz comienza preguntando a Job, "Piensa ahora: ¿qué inocente se pierde?" (Job
4:7). Dios castiga a los ángeles, ¿así es que cómo podría existir un hombre libre de
pecado? Acusa a Job de quejarse y de no admitir que ha debido de pecar. La
prueba está en el nivel de sus sufrimientos. Hace notar el increíble sufrimiento de
aquellos que están en el Gehena (una forma primitiva del infierno judío). Dios obró
con justicia al castigar a esos pecadores. Bildad pregunta entonces: "¿Acaso
torcerá Dios el derecho o pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si tus hijos
pecaron contra él, él les hizo cargar con su pecado" (Job 8:3-4). Zofar arguye que
Dios es justo y que nunca castigaría arbitrariamente a Job sin tener una razón.
Job responde a cada uno de ellos con desprecio, ellos son unos "consoladores
molestos" (Job 16:2). Job insiste en que él nunca ha pecado y que siempre se
mantuvo leal a Dios. Dando casi una vuelta completa al Prólogo, Job ahora
reprende a Dios por ser injusto, implacable, hostil y destructivo. Afirma que los
malvados constantemente se aprovechan de los indefensos, pero Dios no
interviene para detenerlo. La frustración de Job lo lleva a exigir que Dios aparezca
y le dé una respuesta.
Dios responde
Dios no aparece, pero responde a Job con una voz que sale de un torbellino (o de
una tormenta):
“¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora cíñete la
cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú
cuando yo fundaba la tierra?
¡Házmelo saber, si tienes inteligencia! ¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo
sabes? ¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir? ¿Sobre qué están fundadas
sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan juntas todas las
estrellas del alba y se regocijaban todos los ángeles? (Job 38:2-7)”
“Respondió Job a Jehová y dijo: "Yo reconozco que todo lo puedes y que no hay
pensamiento que te sea oculto... Así hablaba yo, y nada entendía; eran cosas
demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía... Por eso me aborrezco y
me arrepiento en polvo y ceniza. (Job 42:1-6)”
Hay que notar que en su respuesta, Dios no defendió ni explicó la existencia del
mal. Más bien establece que ningún ser humano puede comprender la mente de
Dios, y que aceptar este hecho es verdadera sabiduría. Para muchos que han
interpretado este pasaje, la cuestión de si Dios es justo o no sigue sin respuesta.
En el capítulo final, "Jehová bendijo el postrer estado de Job más que el primero"
(Job 42:12). Job vivió 140 años, todos sus rebaños fueron restaurados y tuvo siete
hijos y tres hijas. El epílogo sigue siendo objeto de debate; es posible que sea un
agregado posterior para dar un final feliz a la historia.
“... Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo
catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo
siete hijos y tres hijas. Llamó el nombre de la primera Jemima, el de la segunda,
Cesia, y el de la tercera Keren-hapuc. Y no había mujeres tan hermosas como las
hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos…”
“… Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos
de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo y lleno de días.” (Job
42:10-17)
“Después que hubo orado por sus amigos” Esta aclaración reafirma el propósito
dentro de lo acontecido en la vida de Job: Que Job creciera en fe y misericordia.
Tan grande fue la bendición postrera de Job que él le concedió herencia también a
sus hijas, algo que no era costumbre en esa cultura. También, con su nuevo
crecimiento espiritual, seguramente administraría de sus nuevos bienes de forma
más sabia para bendecir a los demás.
“y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió
Job viejo y lleno de días.” Job pudo seguir viendo la bendición de Dios por largos
años obrando en su vida y en su descendencia. No solamente eso, sino que como
siervo de Dios seguirá gozando de la presencia de Dios en el cielo.
“y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió
Job viejo y lleno de días.” Job pudo seguir viendo la bendición de Dios por largos
años obrando en su vida y en su descendencia. No solamente eso, sino que como
siervo de Dios seguirá gozando de la presencia de Dios en el cielo.
La primera pregunta que Dios le hace a Job establece las pautas de lo que es
principalmente un monólogo: “¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos
de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia” (Job 38:4). Usando los términos más
espectaculares de la Biblia relacionados con la creación, Dios revela que es el único
autor de las maravillas creadas. Esto tiene grandes repercusiones en el trabajo.
Nuestro trabajo refleja que somos creados a imagen de Dios, el gran Creador (Gn
1-2). Sin embargo, aquí Dios habita en el trabajo que solamente Él es capaz de
hacer. “¿Quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del
alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?” (Job 38:6-7). “¿O quién encerró
con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno?” (Job 38:8). “¿Acaso
por tu sabiduría se eleva el gavilán, extendiendo sus alas hacia el sur? ¿Acaso a tu
mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido?” (Job 39:26-27).
La mayoría de los comentaristas plantean que Dios le está permitiendo a Job ver
una imagen más grande de sus propias circunstancias. Es un caso similar a cuando
alguien que se sitúa demasiado cerca de una pintura no puede apreciar la
perspectiva del artista. Job necesita dar algunos pasos hacia atrás para poder
vislumbrar —si no entender completamente— los propósitos más grandes de Dios
con una mayor claridad.
Dios continúa con un ataque frontal hacia aquellos que lo acusan de obrar
indebidamente en la administración de Su creación. Él repudia los intentos de Job
de autojustificarse. “¿Anularás realmente Mi juicio? ¿Me condenarás para
justificarte tú?” (Job 40:8). El intento de Job de culpar a alguien más rememora la
respuesta de Adán cuando Dios le preguntó si había comido del árbol del
conocimiento del bien y de mal. “La mujer que Tú me diste por compañera me dio
del árbol, y yo comí” (Gn 3:12).
Llevar nuestras quejas ante Dios es algo bueno si tomamos los libros de Job,
Salmos y Habacuc como modelos inspirados que nos muestran cómo acercarnos a
Dios en tiempos difíciles. Sin embargo, acusar a Dios con el fin de cubrir nuestras
propias fallas es el colmo de la soberbia (Job 40:11-12). Dios repudia a Job por
hacer esto, pero no lo condena por expresar su queja. La acusación de Job contra
Dios es incorrecta más allá del sentido común, pero no es imperdonable.
Job consigue la audiencia con Dios que ha estado solicitando, pero allí no se
responde su pregunta sobre si merecía el sufrimiento que experimentó. Job se da
cuenta de que la culpa es suya por creer que podría saber la respuesta, no de Dios
por no responderla. “He declarado lo que no comprendía, cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no sabía” (Job 42:3). Tal vez solo es que está tan
maravillado por la presencia de Dios que ya no necesita una respuesta.
En medio del segundo lamento (Job 29-42), Job presenta un tratado relevante
acerca del comportamiento ético, lo que de algunas maneras prevé el sermón del
monte de Jesús (Mt 5-7). Aunque lo dice para justificar sus propios actos, Job
proporciona algunos principios que aplican en muchas áreas de nuestra vida
laboral:
2. No permitir que los fines justifiquen los medios, que se expresa como no
permitir que el corazón (los principios) se deje engañar por los ojos (el
oportunismo) (Job 31:7).
CONCLUSION
Aquí tenemos a Job sufriente y sufrido, íntegro en someterse a Dios. Por encima
de esa figura humana suena la voz de Dios en su consejo: "¿ Has reparado en mi
siervo Job, que no hay como él en la tierra; hombre íntegro y recto, temeroso de
Dios, ¿alejado del mal?".
La solución opuesta, del impío, es también simple: el hombre sufre sin ser
culpable, luego Dios no es justo, luego Dios no existe. Es decir, para justificar al
hombre, condenar a Dios, como entendemos según la mujer de Job.
Pero Job no acepta ninguno de los dos extremos. De manera confusa entrevé una
tercera vía que conduce a la solución, y no sabe cómo caminarla. Por eso afirma
una y otra vez las dos justicias: la de Dios y la suya propia. No basta decir que
todos los hombres son pecadores, pues Job considera su dolor.
El problema consiste en conciliar la justicia divina con el dolor del hombre. Elifaz,
Bildad y Sofar tienen una solución bien simple, resumible en dos silogismos: Dios
es justo; si Dios castiga es que el hombre ha pecado. Es decir, los tres amigos
entienden el dolor como castigo; la consecuencia irremediable es que Job ha
pecado. Para defender a Dios condenan al siervo de Dios. Y hasta pretenden
convertirle y hacerle reconocer sus pecados personales.
Por lo tanto, la existencia de la idea del Demonio, la idea del mal frete a la idea de
Dios, el bien.
Es el hombre quien elige dentro de su moral entre la idea del bien y del mal.
LIBRO DE JOB
(DOCENTE)
INSTITUTO CRISTIANO UNIÓN DE DIOS
CLEI 5
CIÉNAGA MAGDALENA
2023