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Unidad 3 y 4 Libro de Formación Social

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Vida, pasión y muerte de la Revolución de Octubre (1944-1954)

La Revolución de Octubre fue, en su momento, el anhelado respiro a todas las formas de explotación
semifeudales practicadas desde tiempos inmemoriales en Guatemala. El carácter democrático de esta
revolución nunca se ha puesto en duda, y aun persisten como pruebas de su orientación capitalista-
humanista los logros que hasta hoy disfrutan los habitantes de este país. Pero la invasión extranjera
apoyada por nacionales, que le puso fin, también ahogó toda intención reivindicadora y empujó, sin
duda, a la guerra irregular de la que hasta ahora estamos saliendo.

La revolución de Octubre dejó profunda huella en el desarrollo de la patria, pues muchos de sus
logros han beneficiado grandemente a la población guatemalteca. Entre ellos: La autonomía
municipal, de la universidad, del seguro social, del deporte; el Código de trabajo, etc.

La revolución en referencia quiso cambiar el destino de Guatemala pero su desarrollo fue truncado
por una confabulación de militares “nacionales”, la Agencia Norteamericana de inteligencia (CIA) y la
Iglesia Católica Guatemalteca, con el apoyo de los gobiernos de los países centroamericanos,
especialmente de Honduras y El Salvador.

El aborto, no logró anular muchos de los logros pero el cierre de los espacios políticos más bien forzó
a una larga guerra irregular de más de treinta años, la cual concluyó apenas en diciembre de 1996

Conceptos Clave:

Autonomía: Potestad para autogobernarse de acuerdo a ciertas normas internas

Comunismo: Sistema basado en la colectividad de los medios de producción, la distribución de los


bienes de consumo según las necesidades individuales y la desaparición progresiva del estado.

Guerra irregular: Guerra no declarada.

Latifundios: Grandes extensiones de tierra en pocas manos.

Monopolio: Exclusividad de una persona o grupo para vender o explotar un bien determinado de un
territorio.

Proletario: Persona que no posee medios de producción y se ve obligado a vender su fuerza de


trabajo.

Reforma Agraria: Transformación de las formas de tenencia de la tierra.

Sindicato: agrupación de trabajadores con el fin de proteger sus intereses y buscar su bienestar.

UFCO: Siglas en inglés de la United Fruit Company. Conocida en Guatemala y el resto de


Centroamérica como la Frutera.
3.1 La Caída de una dictadura férrea

Los regímenes de Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, sin el ímpetu de los primeros gobiernos
liberales, son los antecedentes más notorios de la Revolución de Octubre. Por ello antes de describir la
forma en que se tomó el poder, los logros del periodo y las causas de su fin, es necesario realizar una
breve referencia a la situación pre-revolucionaria.

Buscaremos las causas de esta corta y fructífera revolución regresando brevemente a los inicios de la
mal llamada Reforma Liberal. Luego centraremos la atención en los movimientos que le pusieron fin.
Enseguida trataremos de los planes y logros de la Revolución del 44 y terminaremos señalando las
causas y la estrategia seguida para derrocar a Árbenz y terminar con la revolución.

Iniciemos diciendo que la Reforma Liberal solo beneficio a un reducido sector de la población con sus
medidas reivindicadoras, y pronto perdió su condición revolucionaria confundiendo sus intereses con
los sectores feudales que provenían de la Colonia.

Las tierras confiscadas a la Iglesia y los grandes latifundios que compró el Estado no fueron entregadas a
los campesinos, sino a un reducido sector de los allegados al gobierno. De tal modo que no solo se
mantuvieron los latifundios feudales, sino también los mismos métodos de ex encargaba de novelar los
hechos delictivos y ensalzar al gobierno. El diario de Centroamérica publicaba información oficial.
Seguían los diarios independientes pero severamente controlados: Nuestro Diario y el imparcial.

3.2 Un triunfo con sabor a pueblo

Las anteriores circunstancias fueron fermentando en la conciencia del pueblo hasta formar un clima
propicio para lanzarse a la calle y deponer al dictador. Como telón de fondo internacional. La fuerzas
aliadas aplastaban al movimiento nazi fascista con el que tanto simpatizaba Ubico, y se suscribían en la
Carta de Atlántico las cuatro libertades fundamentales del hombre.

Los sucesos se desencadenaron rápidamente: 45 abogados pedían la remoción de un juez; 200 maestros
de escuela podían aumento de sueldo, y al serles negados se declararon en rebeldía no asistiendo al
desfile anual que se celebraba en honor al dictador. Soportaron naturalmente una cruda represión por
haber tomado tal actitud. Los estudiantes universitarios solicitaron la autonomía de la universidad y el
reconocimiento de la libertad de expresión. Para la solución de sus demandas pusieron al dictador un
ultimato, amenazando con promover la huelga general en el caso de no obtener resultado satisfactorio.
Efectivamente, el 22 de junio de 1944 se inició el paro universitario que fue acompañado por los
maestros de escuela, los trabajadores y el comercio. Luego, 311 ciudadanos suscribieron un memorial
en el cual protestaban enérgicamente por la restricción de las garantías constitucionales decretadas por
el general Ubico.

El 25 de junio recorrió las calles una manifestación de protesta encabezada por estudiantes y maestros.
Fue brutalmente reprimida por elementos del ejército. En ella murió la maestra María Chinchilla.
El primer triunfo se presentó el 30 de junio en que el dictador entregó el mando en una junta militar
integrada con elementos del ubiquismo. El segundo lo conquistó el pueblo con las armas en la mano, en
la madrugada del 20 de Octubre del mismo año. Por la fuerza se fue Ponce Vaides que el 3 de Julio
anterior había ordenado a soldados armados con ametralladoras invadir el Congreso de la Republica
para obligar a los congresistas lo declararan presidente provisorio.

Una Junta Revolucionaria de gobierno integrada por Jacobo Árbenz, Francisco Javier Arana y Jorge
Toriello, habría de garantizar en los días siguientes la realización de elecciones y la promulgación de una
Constitución Democrática. Del partido Renovación Nacional, en el que predominaban maestros
revolucionarios, surgió la candidatura del doctor Juan José Arévalo. Esta pronto fue abrazada por todo el
pueblo hasta convertirlo en un candidato arrollador.

No fueron pocos los obstáculos que tuvo que salvar el Arevalismo. El gobierno provisorio estaba decidió
a aplastarlo, pero la revolución ya estaba en marcha y el pueblo confiaba en sus dirigentes. Con el éxito
obtenido el 20 de octubre, se garantizó el triunfo del candidato del pueblo, mediante la práctica de
elecciones absolutamente libres.

Pocos días antes de que Arévalo tomara posesión, la Asamblea constituyente concluía sus trabajos y
promulgaba la Carta Magna de la Republica. En la constitución de 1945 se garantizaba a la clase
trabajadora el reconocimiento de sus derechos, incluyéndose los sindicales y la de huelga. Se limitó
dentro del capítulo de régimen económico, el derecho de propiedad privada, condenando el latifundio y
reconociendo la propiedad en función social.

3.3 ¡Viva Arévalo!

El gobierno arevalista cumplió con el deber de poner las bases de la transformación de Guatemala. Llevó
a cabo innumerables obras de beneficio público y capacitó a la juventud en el ejercicio ciudadano.

Durante el periodo del doctor Juan José Arévalo (1945-1951) se creó el Banco de Guatemala. Su función
se llevó a cabo mediante la transformación del Banco Central de Guatemala, creado en la época del
presidente Orellana, en el a {o de 1926.

En el terreno social, se dio uno de los pasos más trascendentales de la Revolución al establecer el
instituto de Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). Las fuentes contributivas para costear los servicios
se establecieron así: el trabajador, 25%, el patrono, 50% y el Estado 25%.

Otra entidad de gran importancia creada por el primer gobierno de la Revolución fue el Departamento
de fomento Cooperativo, cuya vida data del 19 de Agosto de 1945.

El 1ro de mayo de 1947 es una fecha memorable para la clase trabajadora, pues recibió de manos del
presidente de la Republica, el Código de Trabajo que habría de regular las relaciones obrero-patronales,
elevando la dignidad del trabajador al sitio que le correspondía. Por virtud de este código, los
trabajadores conquistaron la jornada diurna de 8 horas, la jornada mixta de 7 horas y la nocturna de 6
horas. El pago de tiempo y medio y tiempo doble en las horas extras del trabajo; la semana de 45 horas,
equivalente a 48, para los efectos del pago de salario. El pago del séptimo día, vacaciones anuales y
descanso para las trabajadoras durante 75 días en el periodo pre y postnatal; el derecho de reinstalación
en el trabajo en los casos de despido injustificado; el pago de los días festivos; la concentración de
contratos colectivos de trabajo y el goce de los beneficios de un sistema de seguridad social.

También durante los seis años del gobierno arevalista se emprendieron obras materiales de gran
importancia para Guatemala, tales como escuelas, hospitales, carreteras, plantas generadoras de
energía, instalaciones deportivas, etc.

3.4 Una revolución interrumpida

A la terminación del sexenio presidido por el doctor Juan José Arévalo, se efectuaron elecciones
absolutamente libres que dieron el triunfo al coronel Jacobo Árbenz Guzmán, quien había formado
parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno seis años antes. Árbenz tenía antecedentes limpios, y se
había destacado como un celoso guardián de la Revolución. Su administración solo abarcó un trienio. Lo
truncó la intervención norteamericana de que fue un objeto Guatemala, a raíz de que se tocaran los
intereses de las compañías yanquis que operaban en el país.

Según Guerra (1985:26), el segundo gobierno de la Revolución, se propuso tres objetivos:

1. Convertir a nuestro país de una nación dependiente y de economía semicolonial en un país


económicamente independiente.
2. Convertir a Guatemala en un país moderno, de tipo capitalista.
3. Hacer que esa transformación provocara la elevación del nivel de vida de las grandes masas del
pueblo.

La primera acción para modificar las condiciones en el agro guatemalteco se llevó a cabo mediante los
decretos de arrendamiento forzoso, números 712 y 853 de diciembre de 1949 y noviembre de 1951.
Pero sus efectos fueron prácticamente nulos por la sistemática oposición que hicieron los terratenientes
de conceder tierras a los campesinos con bases más humanas de arrendamiento.

Luego, vino la promulgación de Ley de Reforma Agraria. Con ella a la vez que hacía justicia aquel sector
de población, sentaba las bases de desarrollo en Guatemala. La Ley de Reforma Agraria estaba
acompañada de otras importantes medidas, tales como líneas de crédito fácil a los campesinos pobres, y
la construcción de vías de comunicación que darían salida a la producción nacional.

Estas acciones iban dirigidas a romper el monopolio ferrocarrilero y el de electricidad ya que, solo
abaratando los transportes y la energía eléctrica se podía desencadenar el desarrollo comercial e
industrial que surgiría con la ampliación del programa agrario.

En virtud se construyó el puerto de Santo Tomas de Castilla y la hidroeléctrica de Jurún Marinalá. Con
estas obras se proponía el gobierno recuperar la soberanía económica de Guatemala.

Dentro del plan vial establecido por el gobierno arbencista, sobresale la Carretera del Atlántico que,
además de enlazar las importantes poblaciones orientales del país, dando así salida fácil a sus productos
agrícolas, rompería el monopolio de transportes mantenido en ese sector por los Ferrocarriles
Internacionales de Centro América, que cobraban altas tarifas y daban malos servicios.

El estadio Mateo Flores es otra de las grandes obras de la Revolución.

Con la aplicación de la Ley de Reforma Agraria se tocaron los intereses feudales de los terratenientes y
los semicoloniales representados por las compañías extranjeras, que en otras épocas habían sido objeto
de temor y hasta de servilismo, por parte del gobierno.

Desde ese momento arreció la yaguda campaña difamatoria contra Guatemala. Se acusaba al gobierno
de sustentar teorías extrañas y representar una amenaza para solidaridad continental y la seguridad del
Canal de Panamá.

El objetivo fundamental de la Ley de Reforma Agraria se expresaba en su primer artículo que a la letra
dice: La reforma agraria de la revolución de Octubre, tiene por objeto liquidar la propiedad feudal en el
campo y las relaciones de producción que las originan para desarrollar la forma de explotación y
métodos capitalistas de producción en la agricultura y preparar el camino para la industrialización de
Guatemala.

Los primeros frutos no se dejaron esperar; a solo un año y medio de la promulgación de la Ley, las
tierras expropiadas a particulares eran 475 356 manzanas (332 150 hectáreas) de las cuales una cuarta
parte (aproximadamente 120 115 manzanas, 83 929 hectáreas), correspondían a la Compañía Agrícola
de Guatemala, subsidiaria de la United Fruit Company. El pago por indemnización tomó como base la
declaración patrimonial y ascendió a Q594 373.00 en bonos de la Reforma Agraria.

El total de las tierras expropiadas a particulares representa el 8.9% del total de tierras censadas en 1950.
El total de tierras municipales inscritas en la misma fecha era de 433 393 manzanas (302 828 hectáreas)
y las tierras de Fincas Nacionales repartibles sumaban 391 380 manzanas (273 473 hectáreas) de las
cuales un poco mas de 30 000 manzanas (20 962 hectáreas) fueron entregadas a trabajadores agrícolas
organizados en cooperativas de producción y el resto a parcelarios individuales. El total de tierras
distribuidas y por distribuirse provenientes de las expropiaciones a particulares, de las tierras
municipales inscritas y de las fincas nacionales sumaban, en consecuencia 1 210 129 manzanas (915 440
hectáreas) que representaban el 24.8% del total de tierras registradas por el censo agropecuario de
1950, que fue de 5 315 475 manzanas (3 714 135 hectáreas).

Con la intervención norteamericana de que fue objeto Guatemala en 1954, con la complicidad,
naturalmente de los terratenientes feudales, se detuvo aquel proceso de reparto de tierras. Además se
despojó a los campesinos de las que ya habían recibido, sujetándolos, mediante la represión más
bárbara de que se tiene noticia en la historia de Guatemala, a su antiguo estado de servidumbre.

El gobierno de Árbenz continuó la construcción de las escuelas Tipo Federación que no fueron
concluidas durante el anterior gobierno; se mantuvo e incrementó la protección a la infancia a través de
los comedores y guarderías infantiles, y se continuo con la campaña de alfabetizadora en todo el país;
en mayo de 1954, se creó el Centro Materno Infantil del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que
formaba parte del programa general de la institución. La educación pública continuó su marcha
ascendente y las entidades culturales siguieron desarrollándose.

El movimiento obrero prosiguió gozando del respeto a sus organizaciones y el suministro de sus
prestaciones. El campesinado guatemalteco se organizó por primera vez en nuestra historia con el fin de
contribuir al desarrollo y fácil aplicación de la Reforma Agraria.

La intervención norteamericana que detuvo violentamente el proceso revolucionario iniciado en 1944,


contó con el apoyo de los gobiernos de Nicaragua (Somoza), Honduras (Gálvez y Lozano) y de la
Republica Dominicana (Trujillo), así como con los grupúsculos políticos representantes de grandes
terratenientes y sobrevivientes de las familias ultraconservadoras con raigambres coloniales.

El derrocamiento del segundo gobierno constitucional de la Revolución, presidio por el coronel Jacobo
Árbenz Guzmán, fue el inicio desde julio de 1954 hasta el presente, de una represión sistemática,
sangrienta, a veces indiscriminada y a veces selectiva, contra todas las organizaciones populares y sus
dirigentes; partidos políticos, sindicatos, organizaciones campesinas, estudiantiles y culturales.

Esa intervención fue un crimen histórico contra Guatemala. Significó un retroceso de cerca de medio
siglo. Para tender tamaña agresión a nuestra Patria, es indispensable revisar las relaciones
guatemalteco-norteamericanas durante los diez años de gobierno revolucionario.

Ya se vio cómo coincidieron en 1944 dos coyunturas favorables al cambio; una interna, nacional y otra
internacional; aquella por el agotamiento de una estructura socioeconómica y política del país; esta, por
el clima libertario y democratizante que generó la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra.

Las reformas acordadas por la Junta Revolucionaria de Gobierno se enmarcaron dentro de las
necesidades y aspiraciones de la mayoría nacional y de las promesas difundidas por la propaganda
mundial de las potencias aliadas. Por eso, las relaciones de Guatemala y Estados Unidos fueron
normales, relativamente buenas de 1944 a 1947.

Pero la aprobación del Código de Trabajo y la Ley de Petróleos, junto con las acciones para llevar
adelante la Reforma Agraria, iniciaron el fin de la luna de miel guatemalteco-norteamericana. Este
hecho se vio fortalecido a nivel internacional por el inicio de la letal-guerra fría- al equiparse el bloque
chino-soviético con el poderío norteamericano.

Para entonces gobernaba Llarry Truman en Estados Unidos y Richard Patterson era Embajador aquí.
Según numerosos testimonios norteamericanos, este embajador intervino abiertamente en las
actividades conspirativas de los adversarios del gobierno revolucionario. En una ocasión dijo claramente
“Estamos tratando de elaborar aquí en Guatemala un modelo para frenar el comunismo y las injusticias
contra las empresas estadounidenses en todo lugar”.

La compañía frutera inició una bien coordinada campaña de propaganda dentro y fuera de los Estados
Unidos, destinada y presentarse como una firma que operaba magníficamente bien y a crear un
ambiente muy contrario a Guatemala. Acusaba al gobierno de Arévalo primero y luego al de Árbenz, de
ser comunista y de constituir un peligro para la seguridad norteamericana y de todo el Continente.
Intervinieron en esta propaganda, entre otras publicaciones, Reader’s Digest, New York, Tribune, revista
Time, Miami Herald, San Francisco Chronicle, Newsweek, Christian Sciense Monitor, Life, New York
Times y las agencias de cables.

Ya desde 1949, los senadores Henry Cabot Lodge (republican por Massachusetts) y Owen Brewster
(republican por Maine), habían utilizado el foro legislativo para ventilas las quejas de la UFCO contra el
gobierno de Arévalo y para acusar de comunismo o de “tendencias” comunistas al este gobierno.
Cuando el estado de Guatemala Trató de hacer que la compañía United Fruit cumpliera las disposiciones
del Código de Trabajo, el representante Mc Cormac, de Boston (sede de la UFCO) denunció que:

“Las propuestas desvergonzadas de un pequeño número de agitadores en el gobierno guatemalteco, un


pequeño número de bandidos comunistas latinoamericanos, están calculadas para dañar a una
excelente compañía norteamericana, como resultado de una conspiración dirigida por la Unión
Soviética.

En 1950, después de la expulsión del Embajador Patterson, la propaganda contra la Revolución


guatemalteca se había ampliado y en ella participaban prácticamente todos los políticos importantes de
los Estados Unidos, demócratas y republicanos. También los vecinos centroamericanos de Guatemala
contribuyeron a esta farsa. Existe abundante literatura generada al respecto de los planes para derrocar
al Presidente Árbenz. Hoy se cuenta con el pleno respaldo en los documentos que recientemente
Estados Unidos desclasificara. La operación PBSuccess (como se le llamó en clave a la invasión
norteamericana) trazó la siguiente estrategia para derrocar a Jacobo Árbenz.

Primero, había que encontrar un líder nacional para dirigir a las tropas mercenarias organizadas,
entrenadas y equipadas por los norteamericanos. Estas tendrían su base en terrenos de la frutera en
honduras, limítrofes con Guatemala. Todo esto con la intención de encubrir la acción estadounidense y
darla la apariencia de una revuelta de guatemaltecos contra guatemaltecos. El líder escogido fue el
Coronel Carlos Castillo Armas (Foto arriba)

Estas medias fueron complementadas con otras acciones, tales como lograr el apoyo de los demás
países de Centroamérica, sembrar el terror en Guatemala (guerra psicológica), sobornar a altos oficias
del ejército y generar opinión pública desfavorable a Árbenz a través de la iglesia católica, y hacer lo
mismo en Estados Unidos, Centroamérica y América Latina. Solo que, en estos casos, a través del
aprovechamiento de todos los foros internacionales y diplomáticos.

Fue tan exitoso el trabajo de infiltración de de las fuerzas armadas que en realidad ambos cuerpos, el
Ejército de Guatemala y el Ejército de Liberación eran uno solo. Simplemente estaban dando la
impresión de enfrentarse. Los hechos así lo demuestran. Curiosamente los teléfonos de los cuarteles a
donde llamaba Árbenz estaban todos descompuestos. Más criminal aún fue entregar armamento
obsoleto, descompuesto intencionalmente y sin munición a obreros y campesinos que se disponían a
defender la revolución.
El 2 de julio de 1954 se suscribió en El Salvador un Acta de Pacificación entre la junta del Gobierno de
Guatemala y el Gobierno Provisional en el departamento fronterizo de Chiquimula. Este documento es
la prueba inequívoca de que ambos desde antes se habían comprendido muy bien.

1. El 20 de octubre de 1944 un movimiento cívico militar derrocó a:


A) Lázaro Chacón
B) Ponce Vaides
C) Jorge Úbico
D) Todas son correctas
E) Ninguna es correcta

Respuesta

Lázaro Chacón había accedido a la presidencia por la muerte de José María Orellana en 1926 y murió en
el cargo en 1930. En las “elecciones” de ese mismo año ganó Ubico. Por lo tanto, si se decidió por la
opción “a” está incorrecto.

El 20 de octubre fue el epílogo de un movimiento que se vino gestando desde tiempo atrás. Son hechos
previos al 20 de octubre la solicitud de 45 abogados pidiendo la remoción de un juez; la solicitud de
aumento salarial de los maestros, mismos que en rebeldía no asistieron al desfile tradicional en honor al
cumpleaños del presidente; la solicitud de autonomía universitaria, y el paro nacional el 22 de julio; la
protesta de 311 ciudadanos por la suspensión de garantías decretada por ubico; la manifestación del 25
de junio, donde murió María Chinchilla; y la renuncia de Ubico, quién designó el mando a una Junta
Militar encabezada por Ponce Vaides que muy pronto desplazó a los otros dos.

Por lo tanto, la respuesta correcta es “b”. Es incorrecto pensar que el movimiento armado derrocó a
Ubico, pues este ya había renunciado. Por esto, la opción “c” es también incorrecta.

Por lo dicho las opciones “d” y “e” son igualmente incorrectas.

2. Luego del triunfo armado del 20 de octubre de 1944:

A) Juan José Arévalo asumió la presidencia.


B) Jacobo Árbenz fue designado presidente.
C) Francisco Javier Arana asumió la presidencia.
D) Todas son correctas.
E) Ninguna es correcta.

Respuesta

Luego del triunfo armado de obreros, estudiantes y militares, el poder se confió a un triunvirato
conformado por Jacobo Árbenz, Francisco Javier Arana y Jorge Toriello, y continuaron en el poder hasta
entregarlo al presidente electo con más de 80% de los votos: Juan José Arévalo.
Así que, como producto movimiento armado, no llegó Arévalo (opción “a”); no lo hizo tampoco Jacobo
Árbenz pues este sucedió en la presidencia a Arévalo (opción “b”); ni lo hizo tampoco Francisco Javier
Arana, (opción “c”).

Por ello, no podemos inclinarnos por la opción “d”, diciendo que todas son correctas, si ya dijimos que
son incorrectas. Entonces, la respuesta correcta es “e”, ya que ninguno de esos personajes llegó a la
presidencia como producto del movimiento armado. Arévalo y Árbenz asumieron después de la
presidencia, pero como producto de elecciones libres.

3. La estrategia norteamericana para derrocar a Jacobo Árbenz incluía:

a. Encontrar un líder guatemalteco para aglutinar a las fuerzas de oposición.


b. Peparar y armar a las fuerzas de liberación
c. Neutralizar o inclinar a oficiales importantes de las fuerzas armadas hacia las fuerzas de
liberación.
d. todas son correctas.
e. ninguna es correcta.

Respuesta

Recordemos que la intención norteamericana era derrocar a Árbenz para revertir las medidas
racionalistas que afectaban también los intereses de la United Fruit Company y otros intereses
en Guatemala. Pero había que hacerlo de tal manera que se ocultara su participación y todo
pareciera un problema de guatemaltecos contra guatemaltecos.

Por ello, si usted se inclinó por la opción “d” esta en lo correcto pues las opciones anteriores (a,
b y c) son efectivamente tres de otras muchas tareas a realizar con tal fin.

Por lo dicho cae en su propio peso la opción “e”, que es incorrecta.

Si usted se inclinó por la opción “a”, “b”, o “c” por separado. No está mal. Lo que sucede que LA
MEJOR RESPUESTA es la “d”.

4. El ejército nacional, en 1954

a. Defendió la revolución y a Árbenz Guzmán, su último presidente.


b. Se dividió entre los que apoyaban y los que no apoyaban al presidente.
c. Apoyaba el golpe de Estado contra Árbenz.
d. Todas son correctas
e. Ninguna es correcta

Respuesta.
La opción “a” es históricamente incorrecta, según se deriva de la lectura de los hechos y del
actuar del ejército una vez consumada la invasión norteamericana.

La opción “b” podría tener algunas aristas verdaderas. Ciertamente el ejército se dividió entre
los que se mantuvieron leales que fueron escasísimos, y los que haciendo algo (como armar a
civiles con armas inservibles) o no haciendo nada facilitaron el trabajo de los Estados Unidos.

Lo anterior nos lleva a apuntar que la mejor respuesta es la “c”. Esta afirmación es respaldad por
los hechos; incluso, por uno muy importante: El 2 de Julio de 1954 se reunieron en El Salvador
los jefes del Ejército Nacional y los jefes del “Ejercito Nacional de Liberación” para la unificación
de las dos fuerzas que según ellos convergía a hacia la patriótica empresa de exterminar el
comunismo.

Por lo dicho. Las opciones “d” y “e” son claramente incorrectas.

“EL EPÍLOGO”

Causas internas de una derrota

Manuel Galich

Todo o mundo sabe que imperialismo norteamericano aplastó a la revolución guatemalteca en 1954.
Pero no todo el mundo conoce las causas internas lado que facilitaron esa derrota. Desentrañar esas
causas es el objeto de este artículo.

Historia de un "Hombre Fuerte"

En 1944 una rebelión estudiantil inicio el movimiento popular que derrochó a Jorge Único. (…)

Jorge Ubico era un general que había aspirado a la presidencia dos veces: en 1922 y 1926. En las dos
había sido derrotado por otros generales. No porque estos fueran más populares que Ubico. Es que,
tanto en 1922 como en 1926, los generales ganadores ya estaban en la presidencia y, desde allí, era fácil
presentar cantidades de “votos” superiores a los del contendiente.

En 1922 fue el general José María Orellana, precursor de los que hoy se le llama “gorilas”. Derrocó al
presidente civil, de cuyo estado mayor era jefe, para proteger interés del monopolio ferrocarrilero
yanqui que gravita sobre Guatemala desde los inicios de este siglo. ¿No era eso prenda suficiente para
garantizar una candidatura? En efecto, Orellana, de asaltante del poder, con lujo de nocturnidad y
alevosía, fue fácilmente convertido en “presidente constitucional”
Orellana murió de un mal que la gente llama “angina de pecho”, una mañana de 1926. El poder cayó en
manos de un oscuro general llamado Lázaro Chacón, por puro azar. Porque, precisamente por anodino,
había sido nombrado “primer designado”, como se llamaba en la terminología constitucional
guatemalteca al llamado a suceder al presidente, en caso de ausencia temporal o definitiva de este.

De la noche a la mañana la “angina de pecho”, como el hada de la Cenicienta, sacó a Chacón del
anonimato y lo hizo presidente. Conforme a la Constitución, solo correspondía a Chacón convocar a
elecciones para el nuevo periodo constitucional y le estaba prohibido participar como candidato en esas
elecciones por su condición de provisorio. Esto no importó. No fue difícil transformar a Chacón interino
en Chacón propietario del puesto, mediante el malabarismo electoral. Ubico jugó a la oposición y
perdió, naturalmente.

Ubico tenía a su favor al gran elector míster Sheldon Whitehouse, ministro de Estados Unidos. ¿Por qué
ahora “la providencia” lo cobijaba bajo su ala protectora? ¿Qué había pasado? Esto: en los últimos
nueve años y en puestos menores, de jefaturas políticas locales, Ubico había demostrado su alta
capacidad para ordenar la aplicación de la “ley fuga” por la menor sospecha.

Por otra parte, la United Fruit Company se mostraba preocupada. Durante la pasada década, el
movimiento obrero había cobrado auge en Guatemala. La agitación ideológica había llegado a las líneas
ferrocarrileras y a los campos bananeros bajo la forma de “ideas bolcheviques”.

Había sindicatos en las principales ciudades y ya prendía la convicción de que la huelga era un arma
efectiva de lucha. Era necesario poner al país en manos de un “hombre fuerte”. Ese general que había
asesinado tanta gente en Retalhuleu era el indicado. Solo por ser mexicanos, pues para el todo
mexicano era revolucionario, todo revolucionario bolchevique y todo bolchevique un delincuente
condenado a muerte. Tan excelente filosofía fue la que granjeó la tutela de Whitehouse.

Una coyuntura vino a favorecer los planes de Whitehouse y a calmar el desasosiego de la United Fruit
Company. El poco homicida y más bien tolerante Chacón. Bajo cuya “flojera” (punto de vista frutero)
prosperaban las ideas y organizaciones “rojas”, cayó fulminado por un “derrame cerebral” una tarde de
diciembre de 1930. El país pasó por una efímera anarquía. El sucesor legal de Chacón, el “primer
designado”, civil, fue derrocado por un cuartelazo (hoy gorilazo), a los pocos días.

Pero el jefe de este cuartelazo, otro Orellana, fue eliminado por Whitehouse a los tres días mediante
veinte mil dólares que salieron de las arcas nacionales. La trama se organizó fácilmente bajo la dirección
de Whitehouse, Fue llamado al poder el presidente de la Corte Suprema de Justicia, un viejito inofensivo
y obediente, y, sin dar tiempo a la gente ni a respirar, se realizaron “elecciones”.

Nadie votó porque no sabía cuando ni donde hacerlo. Pero en las pizarras publicas aparecieron cifras,
por departamentos (provincias) que daban cuenta del “triunfo aplastante” de Jorge Ubico. Este
amaneció presidente el 14 de febrero de 1931. Y principió a cumplir su cometido: destruir y extirpar de
raíz las “ideas y las organizaciones “rojas””. (…)
Edición guatemalteca del gigante amapolas

(…) Toda la prensa, sin excepción, era asquerosamente aduladora y se autocensuraba. Solo entraban
revistas extranjeras como Life en español y Selecciones. Los libros eran perseguidos por una inquisición
en cuatro patas.

Viejos ejemplares de El Capital fueron retirados de la biblioteca de la Facultad de Ciencias Jurídicas y


Sociales, para que los estudiantes no nos “envenenáramos”. Luego echamos a andar la Asociación “El
Derecho” y, por fin, en 1943, la AEU (Asociación de Estudiantes Universitarios). Por lo menos, los de
aquella célula inicial queríamos dirigir conscientemente la agitación que promovíamos en la Universidad
hacia el derrocamiento de Ubico. El reto lo lanzamos, al fin, a mediados de junio de 1944. Le pusimos a
Ubico un ultimátum. Así lo llamamos porque lo amenazamos con una huelga general (¡Huelga! ¡Horror!
Nadie se había atrevido a pronunciar esa palabra) si no se resolvía en veinticuatro horas nuestras
demandas, de las cuales la más audaz era la autonomía de la Universidad. Fue cuando nos condenó por
“agitadores nazi fascistas”.

Pero se produjo el “milagro”. Atrás de nosotros apareció el pueblo, hasta entonces sin sangre ni alma,
como zombi. Los pobres de los barrios, los maestros, los artesanos, las mujeres de los mercados las
amas de casa, los empleados, los obreros de las pocas fábricas, los niños y adolescentes de las escuelas,
los limpiabotas, todo el mundo se echó a la calle. Rodearon el Palacio Nacional y pidieron a gritos la
renuncia del tirano. La demanda espontanea era significativa. (…)

En sus oficinas, los profesionales, abogados y demás intelectualidad, con algunos comerciantes, algunos
industriales y hasta algunos finqueros resentidos, lo que podríamos llamar la “burguesía”, se sumaron,
con memoriales, a la rebelión. El pueblo resistió cargas de caballería, sablazos, gases lacrimógenos y
palizas.

Cayó mucha gente y una maestra, María Chinchilla, se hizo heroína y símbolo. Tales fueron las “jornadas
de junio”. Después siguió el silencio que aterró a Ubico. Autobuses, trenes, taxis, bicicletas, todo se
inmovilizó. Cines, bufetes, farmacias, tiendas, escuelas, hospitales, juzgados, todo se cerró.

Guatemala, pareció por una semana, una ciudad muerta. Ubico no pudo más contra ese pueblo
guatemalteco que desconocía. Renunció y se fue.

Se deshizo como El gigante Amapolas, de Alberti.

La revolución del 20 de octubre

El pueblo no tomó el poder entonces, aunque estaba en camino hacia él. Una banda de ladrones y
oportunistas cayó sobre la cosa pública vacante e impulso en la Asamblea Legislativa la designación de
un imbécil con grado de general (Federico Ponce) como presidente interino, con el propósito de
imponerlo después como presidente “constitucional” y perpetuarse, con él, en el poder. (…)
Pero atrás de todo eso que tenia sabor a tragedia bufa, a gran guiñol, había varias cosas. Estaban las
fincas cafetaleras que Ubico, por orden yanqui, había expropiado a las poderosas firmas alemanas, con
Nottebohn y Cía. A la cabeza, como “propiedad reputada enemiga” (porque Ubico le declaró a guerra, el
Eje estaba alineado con las democracias).

La camarilla aposentada en el Palacio Nacional quería conservar el poder para hacerse de aquellas
fincas.
Pero frente a ella estaba el gran movimiento popular cada vez más gigantesco, ya no solo capitalino sino
nacional. Hasta sectores de campesinado indio, el más aletargado por más humillado y explotado en
profundidad y en tiempo, respondían a la agitación de nosotros, los estudiantes constituidos a un
partido al que se le puso Frente Popular Libertador, nadie sabe bien por qué.
Entre aquella oficialidad, como excepción, había un capitán de veintinueve años que intuía la
profundidad del proceso, el más claro, el más resuelto, dotado de una honda sensibilidad social y
patriótica. Se llamaba Jacobo Árbenz.
Otros oficiales descontentos tenían motivos más particulares para revelarse contra Ponce y su
democratísimo era superficial y pasajero, como se empezó a ver poco después y se terminó de ver diez
años más tarde. Aquí es donde empieza a explicarse lo que sucedió en 1954. Ya veremos. De todos
modos, esos oficiales dieron armas a todo el pueblo en la noche del 19 de octubre y dirigieron en la
batalla contra la Camarilla del Palacio Nacional y contra los cuarteles y fuertes que la obedecían. El 20
fue el día del triunfo popular y con él terminaron los que llamaron el pueblo “los 108 días” de lucha en
contra del poncismo.
Pero se equivocaban en las soluciones, pues se entendía que aquel vergonzoso pasado quedaba
liquidado solo con el derrocamiento de Ubico, en junio, y el triunfo sobre Ponce, en octubre, y que los
nuevos causes que daban abierto por la elección limpia, arrolladora, de Arévalo.
Como nadie sabía en qué consistía una verdadera revolución, se creyó que estaba hecha con la caída de
Ponce. Y así se bautizó y se le sigue llamando: La Revolución del 20 de octubre. Pero no era tal todavía.
Era sí, una gran conquista ganada con mucho sacrificio y mucho valor por el pueblo guatemalteco, la
mayor tal vez de su historia. Pero allí solo se había ganado el “derecho a empezar”, como dijo Fidel
Castro en 1959, refiriéndose a la Revolución de Cuba.
Se empezó por donde se debía terminar
Pero no se empezó por donde se debía. Una Junta Revolucionaria integrada por los principales jefes de
la lucha armada del 20 de octubre - el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Árbenz y el
ciudadano Jorge Toriello - adoptó medidas drásticas, justas y necesarias, pero no suficiente para dar el
movimiento un verdadero carácter revolucionario.
Los gérmenes de la reacción que se pondría al servicio del imperialismo, en 1954, para destruir el
proceso de transformación del país - entonces si revolucionario- quedaron vivos. Fue abolida la
Constitución, que nunca se había cumplido; fue disuelta Asamblea Legislativa títere que había dejado
Ubico y que había servido a Ponce, los viejos generales , unos setenta fueron expulsados del país; los
tres hombres de nuevo gobierno se comprometieron a no aspirar a la presidencia y respetar la voluntad
popular, manifiesta y abrumadoramente favorable a Arévalo; fueron liquidadas las viejas policías y
creada una Guardia Cívica integrada por estudiantes, maestros, obreros y estudiantes fueron electos
para un nuevo Congreso y después para una Constituyente.
El pueblo aclamó estas medidas, pero por todo el lastre de inexperiencia política que arrastraba, por eso
hice algo de historia, no estuvo en condiciones de exigir una mayor profundización del movimiento
revolucionario. Con la mayor buena voluntad del mundo. La Junta Revolucionaria de Gobierno emitió el
decreto número 17, del 28 de noviembre de 1944 que, ahora con las experiencias vividas, propias y
ajenas, no parece de una gran candidez y demuestra hasta donde éramos ingenuos los que entonces nos
decíamos revolucionario. Éramos la generación que creció enclaustrada bajo la tiranía de Ubico. El
artículo primero de aquel decreto decía:
Se declaran los principios fundamentales de la Revolución del veinte de octubre de los siguientes:
I. Descentralización de los poderes del Ejecutivo y efectiva separación del estado.
II. Supresión de designados a la presidencia y sustitución de estos por un vicepresidente;
III. Alterabilidad en el poder, aboliendo la reelección y reconocimiento al pueblo el derecho de
revelarse cuando se intente.
IV. Nueva constitución y organización del Ejército, que garantice en forma efectiva su posición
apolítica y le permita desempeñar la función para qué fue instituido, defender la libertad, la
Constitución y la integridad nacional. (...)

V. Organización democrática de las municipalidades mediante la elección popular de sus miembros.

VI. Autonomía efectiva del poder judicial

VII. Autonomía de la Universidad Nacional.

VIII. Reconocimiento constitucional de los partidos políticos de tendencia democrática, organizados


conforme a la ley, y representación de las minorías en los cuerpos colegiados de elección popular.

IX. Sufragio obligatorio y voto secreto para el nombre alfabeto, sufragio obligatorio y voto público para
el hombre analfabeto, limitando su ejercicio a elecciones municipales. Reconocimiento de la ciudadanía
a la mujer preparadas para ejercerla. Y

X. Efectiva probidad administrativa.

Quedó intacto el ejército. Sin generales, que no servían para nada, es verdad, pero con coroneles y
demás jefes y oficiales que dieron la apariencia, en los primeros momentos, de haberse reeducado de la
noche a la mañana, de haber cambiado de mentalidad, de haber abandonado sus hábitos castrenses, su
irrefrenable autoritarismo, su sentido de superioridad frente a los demás elementos de la sociedad su
pasado brutal. En una palabra, de haberse civilizado. Era una ilusión. En el fondo de cada jefe y oficial -
salvó desde luego, dignas excepciones- seguían agazapados el espíritu del viejo ejército de la tiranía, por
más que ahora se dijera "Ejército Nacional de la Revolución". Por su incorporación de última hora y por
su participación ciertamente efectiva del 20 de octubre, los militares se consideraron autores únicos de
la "Revolución". Dueños de ella y fiscales de lo que se podía hacer, tanto como de lo que no se debía
hacer. Desde el primer momento se mostraron suspicaces contra lo que ellos -ignaros absolutos de todo
lo que fuera militar- consideraban "comunismo” Hasta 1949 se mantuvieron, a regañadientes,
respetuosos del poder civil representado por el presidente Arévalo, porque éste tenía a su favor la
aplastante fuerza moral del apoyo popular. Pero los mismos dirigentes de los partidos "Revolucionarios"
se encargaron de debilitar esa fuerza moral y de invitar a los militares a perder aquí el respeto.

También quedó intacta la feroz clase dominante de los varones del café, los terratenientes
semifeudales, dependientes de su gran cliente, el imperialismo yanqui, que siempre había apoyado en la
sombra a los regímenes de fuerzas del pasado y se habían apoyado en ellos como garantes de la
estructura agraria, atrasada, injusta, bárbara, causante de la independencia del país y propicia a la
explotación de las masas campesinas, en su mayoría indígenas. Esos cafetaleros y otros terratenientes,
igualmente succionadores, no sólo sobrevivieron como clase el 20 de octubre, sino que se infiltraron en
"la revolución" y hasta contribuyeron a marcarle sus rombos.

Porque alguno de ellos, o sus abogados o sus banqueros o los periodistas y otros agentes a sueldo de
ellos, fueron electos para la constituyente al Amparo del candoroso y eufórico democratísimo. Propio de
los días sub siguientes al triunfo popular. Nadie habló en esos días ni en los primeros años del gobierno
de Arévalo de reforma agraria. Esta debió haber sido la primera medida revolucionaria llevada hasta sus
últimas consecuencias antes de convocar una constituyente: redactar una constitución y elegir a un
presidente maniatado por aquel contexto.

Porque la Constitución resultó un híbrido. Contrarrevolucionarios. Como gran novedad en la legislación


constitucional de Guatemala, incorporó un capítulo de garantías constitucionales, reconociendo, en
abstracto, ciertos derechos a la clase obrera. Pero, en cambio, habilidosamente disimulada en un
articulado sonoro, consolidó la estructura agraria del país y, con ella, a los intereses de la clase
terratenientes. Consolidó, también el ejército como entidad autónoma con fueros propios y casi como
un cuarto poder de la República. Y limito la acción del ejecutivo como si los diputados, en vez de legislar
para el futuro, hubieran legislado, para el pasado, para meter en una jaula de artículos, incisos y
recaudos a las fieras de antes: a Ubico, a Ponce, a los reeleccionista, atrabiliarios y salvajes gobernantes
anteriores al 20 de octubre. Y al final. ¿Para qué? Para que cuando otras fieras, iguales o peores que
aquellas, salieron en 1954 de las filas del mismo ejército que se autodenominó "Nacional de la
Revolución", la jaula se deshiciera al primer manotón, como hecha con tela de araña.

Hasta aquí el imperialismo sólo había emitido algunos gruñidos sordos ante las demandas de los
trabajadores ferrocarrileros y bananeros Durante los combativos 108 días de Ponce. Desde luego, éste,
como Ubicó y como Orellana, actúa en calidad de gendarme a los a las órdenes de Bradshaw o de
Turnbull o de cualquier procónsul del grupo de Boston, El 21 de octubre, el embajador Yanqui Boaz Long
se presentó al Palacio Nacional para indicar a la Junta que el general Miguel Idígoras Fuentes -uno de los
tres ex capturados de la redada de generales- debía ser el presidente provisional. La respuesta de la
junta fue excelente: Boaz Long e Idígoras Fuentes, padrino y pupilo, tuvieron que salir rápidamente de
Guatemala.

Por lo demás, los imperialistas se limitaron a observar el curso de los acontecimientos. Es más que el
famoso mastodonte intervencionista Spruill Braden prescindió de la legislación norteamericana al acto
de formación de Arévalo y felicitó a los gobernantes salientes y al entrante por su "limpia y brillante
revolución". Precisamente porque hasta en ese momento no había tal revolución. Arévalo lo condecoró
con la Gran Cruz de la Orden del Quetzal. Los dirigentes políticos aún no habíamos incorporado a
nuestros vocabularios la palabra imperialismo. (...)

Resultados de los errores de 1944

El coronel Árbenz, planteó la reforma agraria y se dispuso a llevarla a cabo contra todas las fuerzas que
se lo pusieron enfrente: los latifundistas de la AGA, la prensa, pagada por esos latifundistas, el Arzobispo
sus curas y sus fanáticos, en fin, todas las relaciones guatemaltecas. Pero también la United Fruit
Company, El mayor latifundista del país y todo lo que estaba atrás de ella: el inmenso e implacable
poderío imperialista: Departamento de Estado. Pentágono CIA, OEA. Ahora si el problema se planteaba
en términos verdaderamente revolucionarios. Contra toda aquella formación de las clases
revolucionarias. Árbenz asumir la representación de los "condenados de la Tierra". Los campesinos y
mozos colonos y jornaleros feudalizados, explotados por siglos, algunos menos que como esclavos. O
como esclavos.

Pero si Árbenz no era, el de 1944, tampoco la situación era. En 1944, si hubiéramos tenido la capacidad
política para instaurar la dictadura revolucionaria: crear un ejército popular en vez de dejar en pie al
mismo de antes; aplastar a la revolución latifundista, clerical y pasatista; realizar la reforma agraria sin
los estorbos legalistas y judiciales y, de ese modo dará la revolución una inmensa y sólida base popular,
no es problema que Roosevelt y hubiera lanzado la agresión contra nosotros, cómo lo hubiera hecho 6
años antes contra Cárdenas cuando expropió el petróleo. Porque la Segunda Guerra mundial exigía de
los yanquis todo su esfuerzo bélico y esto no estaban para intervenciones ni agresiones en América
Latina.

La revolución se hubiera consolidado y luego se hubiera parlamentado para el pago de indemnización a


la United Fruit Company - que nunca se le negaron- por las tierras expropiadas al monopolio.
Indemnización indebida, por lo demás pues esas tierras las obtuvo la UFCO fraudulentamente de los
gobiernos entreguistas, entre 1901 y 1944. Ya sabemos porque no hicimos nada de eso. En 1952 cuando
se dio el tardío decreto 900, Ley de Reforma Agraria, y emprendió el programa liberador de la economía
nacional trazado por Árbenz. El obtuso Truman era presidente de los Estados Unidos: el mecanismo
infestaba con su virulencia la política, norteamericana; la CIA era ya el "gobierno invisible" y manejaba el
clásico garrote. Cómo lo habían hecho en Irán contra Mossadegh: Hiroshima y Nagasaki habían sido
calcinadas con bombas atómicas y el campo socialista no se recuperaba todavía de sus profundas
heridas en la guerra. El imperialismo yanqui era omnipotente

Aun así, Árbenz contaba con el apoyo de las fuerzas populares. Y no se equivocaba lo tenía amplio y
firme. Pero sobrestimaba -no sólo él, todos- sino la calidad revolucionaria. Por lo menos al patriotismo
de los jefes del ejército. Y en esto sí había una gran equivocación. Aunque no hubiera sido así, nada se
podría hacer. La hora de poner las armas en manos del pueblo y de organizar este, de convertirlo en un
ejército revolucionario en vez del ejército reaccionario que estaba en los cuarteles y en los puestos de
Mando había pasado. Pudo, tal vez, haber sido en 1944. Pero en 1952 ya era imposible. Y este fue, en
definitiva, el factor que decidió. Se vendió al imperialismo. Traicionó a Árbenz y a los revolucionarios.

Árbenz llamó al pueblo y éste acudió. Ordenó que se le armara, pero los jefes sobornados que tenían las
llaves de los arsenales se burlaron de esa orden. Al contrario, se pasaron con esas armas al enemigo, al
revanchismo cavernario, al pasado que se retornó en la figura de Castillo Armas. Custodiado por el
embajador Yanqui Peurifoy y el nuncio apostólico Verolino. Todo un símbolo, la verdadera revolución,
que apenas empezaba, fue estrangulada en la cuna.

Ahora ya saben qué hacer y cómo

El derrumbe sin lucha de 1954 fue el mayor desastre que el pueblo de Guatemala haya sufrido en la
historia moderna. Para comprender las causas de ese derrumbe creo que es necesario remontarse hasta
1944 y aún antes, como he tratado de hacerlo aquí. No para emplazar a nadie ni deducir
responsabilidades. Eso ya es extemporáneo e inútil. Sino para que las nuevas generaciones
revolucionarias no solo guatemaltecas, sino latinoamericanas tengan una experiencia, un ejemplo, no
tanto de lo que hay que hacer como de lo que no hay que hacer, cuándo, cómo tendrá que ser a corto o
largo plazo tomen el poder.

Los diez años transcurridos entre 1944 y 1954 no fueron estériles, ni los sufrimientos del pueblo en los
últimos doce años han sido en vano. De unos y otros han salido una generación nueva que no ha vivido
en el limbo cómo vivió la de 1944, antes de tomar el poder.

La generación actual ha capitalizado todas las experiencias de aquélla y conoce las causas de la derrota.
Por eso las combate del único modo capaz de eliminarlas; mediante la guerra revolucionaria. La nueva
insurgencia guatemalteca ya no se dirige solo contra el gobernante, sea éste militar o civil, de facto o
elegido por masas engañadas. Ahora sí aparece claro el objetivo de esa insurgencia: la liberación del país
del neocolonialismo imperialista. Ahora ya se le conocen como enemigo su tamaño y sus métodos y
nadie se engaña sobre el costo de esa lucha. Es inmenso en sacrificios y son colosales los obstáculos que
hay que remover. Así han sido todas las revoluciones y las guerras de liberación de la Historia. Así fue la
que liberó a América Latina del colonialismo europeo, en el siglo pasado. Pero, al final, como todas esas
revoluciones y todas esas guerras de liberación, la de Guatemala también triunfará dentro del gran
mural de redención latinoamericana.

Síntesis

Luego de malograda la Revolución de Octubre, por la intervención discreta de Estados Unidos, que vio
en esa naciente democracia una amenaza para sus intereses imperialistas, Guatemala tuvo que vivir
bajo regímenes de fuerza que poco o nada hicieron por modernizarla y permitir a sus habitantes unida
digna y sin sobresaltos.

Desde 1954 hasta 1985 las condiciones no cambiaron en Guatemala. Se vivió durante esos años en
constante temor y guerra debido al ahogo de las conquistas logradas durante la década de 1944-1954 y
el cierre de todo espacio de participación democrática. Por eso, la constante que se va a evidenciar
consiste en gobiernos militares represivos y con escasa visión de futuro.

Conceptos Clave

Anticomunismo: Doctrina política opuesta al comunismo.

Asamblea Constituyente: Congreso convocado para dar a una nación su constitución

Democracia: Forma de gobierno en que la soberanía reside en el pueblo

Guerra de baja intensidad: Guerra no declarada o irregular.


Guerrilla: Táctica de combate que consiste en hostigamiento del enemigo por medio de pequeños
grupos armados en constante movimiento.

Imperialismo: Última fase del Capitalismo. Se caracteriza por la sustitución del libre cambio por el
monopolio y el capital financiero.

Mercenario: Soldado extranjero que pelea no por ideales sino por un salario. Por extensión se aplica a
las personas que están dispuestas a realizar cualquier trabajo por una paga.

Guatemala, La Cancha donde las potencias jugaron Chamusca (1954-1985)

Luego de consumada la invasión norteamericana con el concurso de guatemaltecos, el país había


reunido las condiciones para librar en su territorio una prolongada guerra de baja intensidad, alentada
por las grandes potencias mundiales surgidas a partir de la finalización de la segunda guerra mundial:
Estados Unidos de Norteamérica (USA) y la Unión de Republicas Soviéticas (URSS).

El título de la Unidad está parcialmente inspirado en la carta de u lector a ElPeriodico (2-8-97) donde
hace referencia a esta costumbre tan guatemalteca de jugar, especialmente futbol, con improvisadas
porterías e imaginarios límites, con diverso número de integrantes de diversas edades y condiciones, sin
zapatos, ni uniformes, ni árbitros, ni tanto preámbulo.

Lo malo fue que en nuestro país no se jugó una chamusca de futbol sino una de guerra, donde las
grandes potencias pusieron el motivo, el arma y los asesores. Nosotros, a cambio, pusimos los muertos,
los lisiados y los desarraigados. Pero fue al final una guerra no declarada en donde no hubo reglas que
seguir ni árbitros que las aplicaran.

Y, aunque no todo se perdió después de la invasión norteamericana al país, pues algunas reformas
habían llegado al punto sin retorno, la mayoría de los logros populares del anterior periodo se limitaron
o fueron drásticamente modificados. Muchos de los mejores hombres y mujeres fueron víctimas de la
represión y rindieron tributo con su vida o tuvieron que partir al exilio.

La historia de los últimos cuarenta años en Guatemala, esta signada por el constate ahogo de las
demandas populares, por un Estado represivo conformado mayormente por un ejército al servicio de las
clases dominantes, que se gestaron a partir de la colonia o del periodo liberal. Estas, en su afán de
acumular mayor riqueza, han mantenido los medios de producción a un bajo nivel de desarrollo para
justificar así el pago de míseros salarios. Y, lo que es más grave, han impedido el acceso de las masas a
los medios de producción y los beneficios que de ello se derivan para alcanzar a un mejor nivel de vida.

Esa situación fue inducida por Estados Unidos que veía en cada demanda democrática una amenaza
comunista inspirada por su interlocutor, es decir, La Unión Soviética.

En esta confrontación entre potencias continentales, inspirada básicamente por el triunfo y


consolidación de la revolución cubana. Guatemala lo mismo que otros países puso los muertos y de la
guerra interna solamente logró crear mayores injusticias y mayor desesperanza. Durante esos 36 años el
Estado gastó la mayor parte de los recursos generados por las clases desposeídas en armamento y muy
poco devolvió en bienes y servicios a la población. Por eso, el hecho de que casi el 80% de los
guatemaltecos vivía en condiciones de extrema pobreza no causa sorpresa. Es, en parte, consecuencia
natural de lo que se hizo antes y lo que se hizo después de ahogada la revolución de octubre.

Luego de consumada las invasiones extranjeras, los “liberacionistas”, encabezadas por Carlos Castillo
Armas, deshicieron lo que la revolución había hecho durante diez años. A pesar de eso, algunos logros se
salvaron debido al temor del gobierno de abrirse nuevos frentes opositores. Por eso, algunos de ellos
aún perviven.

En cinco años, las luchas intestinas de los liberacionistas ya habían asesinado a su comandante.
Convocaron a elecciones, las cuales ganó el General Miguel Idígoras Fuentes. Este presencio el inicio de
la lucha guerrillera en el país, originada entre otras cosas, por la inconformidad de algunos oficiales por
prestar el territorio nacional para entrenar tropas mercenarios destinadas a invadir Cuba.

El temor al éxito guerrillero, más la probable participación electoral del ex presidente Juan José Arévalo
forzó el rompimiento e orden constitucional mediante un golpe de Estado perpetrado por el Ministerio
de la Defensa, Enrique Peralta Azurdia, quien se autonombró jefe de Estado. De ahí en adelante, hasta
1985, lo usual fue manipular los resultados electorales para favorecer a los Ministros de la Defensa, que
se lazaban como candidatos, aun estando en el cargo.

Solo en un caso esa tradición aparentemente se rompió. Sin embargo no hubo tales: Julio Cesar Méndez
Montenegro ocupó la silla presidencial pero bajo condiciones que el ejército le impuso. Todas las
demandas sociales en este periodo fueron consideradas acciones comunistas y por ello la cuota de
grandes hombres y mujeres, que pagaron con su vida la osadía de denunciar y exigir, fue enorme. Y
enorme fue también el atraso pues lo que se invirtió en el Ministerio de la Defensa y aparatos paralelos
se dejó de gastar en lo esencial: educación, salud, trabajo, recreación…

La guerrilla también hizo su parte. Por mucho tiempo pasaron como los defensores de los pobres y de
los derechos humanos, pero al finalizar el conflicto armado ha comenzado a saberse de su participación
en secuestros, asesinatos y masacres.

4.1 EL RETORNO A LAS CAVERNAS

A mediados de 1954 la invasión norteamericana convalidada por algunos guatemaltecos y varios


mercenarios de diferente origen, detuvo el avance de los procesos sociales iniciados a raíz de la toma
del poder por los trabajadores, los estudiantes y la fracción progresista del ejército, en 1944.

A finales de octubre de 1954 el Coronal Carlos Castillo Armas fue legalizado por un sospechoso
plebiscito organizado por una Asamblea Constituyente de igual factura. Y sucedió lo que se esperaba:
inmediatamente fueron cercenados los logros principales de la revolución de octubre: se canceló a los
partidos políticos que respaldaban a Árbenz, se prohibió el voto de los analfabetas, se derogó el decreto
900, Ley de la Reforma Agraria, se vendieron o arrendaron las fincas nacionales, se derogó el decreto
que otorgaba autonomía a los municipios, se recortó el Código de trabajo y se volvió a legislar sobre la
explotación minera para sustituir las leyes nacionalistas propuestas por el licenciado Alfonso Bauer y
respaldadas de Árbenz; esta vez, para facilitar su explotación por los norteamericanos.

Respecto de la seguridad social el 14 de febrero de 1956 el gobierno de Castillo Armas abolió la


autonomía administrativa y financiera del IGSS al establecer que el nombramiento de Gerente y
Subgerentes correspondía al presidente de la república.

La prensa jugó un papel cómplice: en la década revolucionaria se había autodenominado defensora de la


justicia. Sin embargo, ahora, en un rápido cambio de consigna, no escatimaba elogios para el presidente
y los contrarrevolucionarios que le respaldaban. En la misma línea, se suspendió el partido guatemalteco
del trabajo, se cancelaron más de 500 sindicatos y se dio marcha atrás con la reforma agraria. Por si
fuera poco, se penetro con asesoría norteamericana el sistema educativo nacional. Se continúo con la
construcción de escuelas, pero ahora con préstamos a entidades financieras internacionales.

Como ya se dijo, una de las primeras medidas tomadas por Castillo Armas fue detener el avance de la
reforma agraria mediante la devolución de las tierras (confiscadas y entregadas a los campesinos
durante el segundo gobierno de la revolución a la United Fruit Company (UFCO) y a los finqueros que las
reclamaban como propias.

Lo único que no pudo destrozar. Como quería el gobierno de Castillo Armas, fue la autonomía de la
USAC, el seguro social y algunas partes del Código de Trabajo pues estos, con muy buen tino, los
legisladores los habían hecho depender de convenios internacionales signados por el Estado de
Guatemala. Los liberacionalistas se abstuvieron de tocar lo relativo a los convenios para no abrir un
frente internacional opositor al gobierno que detentaban.

Según lo pactado con la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) el nuevo gobierno debía de
terminar en Guatemala con todo vestigio de lo que denominaban comunismo, pues la experiencia de
Guatemala seria el modelo para combatir esta doctrina doquiera que los intereses imperialistas fueran
amenazados. Efectivamente en este “escaparate” llamado Guatemala se mostró al mundo la tremenda
represión en contra de las clases populares e intelectuales de Guatemala. El gobierno de Castillo Armas
suspendió todas las garantías constitucionales y emitió la ley preventiva contra el comunismo que, entre
otras cosas, contemplaba la pena de muerte para los comunistas. Las listas de los que debían ser
eliminados se elaboraban con la celosa asesoría de la embajada norteamericana en este país.

Además, de los numerosos informantes que para congraciarse con los “liberacionalistas”
voluntariamente proporcionaban nombres, levanto una encuesta entre todos los maestros del país para
enterarse de sus preferencias o su filiación política. El resultado fue la destitución, sin indemnización, de
más de dos mil maestros, muchos de los cuales después fueron asesinados. De estos hechos la prensa
nacional dio discreta y sospechosa información, en espacios semiescondidos.

Esta andada “liberacionalista” incluyo el cierre o suspensión de algunos establecimientos educativos.


Por ejemplo, la sección de teatro y danza, la escuela de artes plásticas y el movimiento de educación
popular y la campaña nacional de Alfabetización fueron clausurados aduciendo que dichas instituciones
estaban infestadas de comunistas.
De este movimiento sectario, que caracterizo los primeros años de la liberación, no se escaparon ni la
revista para niños “alegría”, la revista “maestro” y la prestigiosa “revista de Guatemala”, dirigida por Luis
Cardoza y Aragón.

La invasión a Guatemala y la instauración de un gobierno afín a los intereses norteamericanos, dio como
resultado un drástico descenso de la producción nacional, que casi hizo colapsar al estado. Esto último
no sucedió por la colaboración norteamericana, que lo apoyo con un empréstito de US$90 millones. Y,
aunque ese dinero sirvió para solventar algunas deudas y satisfacer algunas demandas sociales, en gran
parte fue a parar a bolsillos de personajes en el gobierno incluido, por supuesto, el presidente Castillo
Armas.

Acerca del papel de la prensa durante este gobierno, Irina Gálvez estableció que en los periódicos de la
época no hay ningún elemento de la crítica contra los excesos de la liberación. Tampoco señalamientos
sobre los asesinatos masivos que realizo en el campo el “ejército de la liberación”, amparándose en la
bandera anticomunista. Indica, además, que ellos se limitaron, en contadas ocasiones a dar la noticia y
justificarla en la página de opinión no en el editorial (Gálvez, 1994: 102). Adicionalmente, tampoco la
prensa se volcó a la defensa de las conquistas laborales, más bien, guardo criminal silencio. En cambio
no se ahorró elogios para el nuevo gobierno.

Además el pueblo de Guatemala en general tuvo que contribuir “voluntariamente” para pagar las
deudas en que supuestamente incurrió el así llamado ejército de liberación.

Según Guerra Vilaboy (1983: 60) el recomodo de las clases dominantes produjo choques entre la
burguesía. Reflejo de ello son las conspiraciones militares de diciembre de 1955 u junio 1957. Indica que
el capítulo más conocido de esas pugnas subterráneas se produjo el 26 de Julio de 2957, cuando el
presidente liberacionalista fue asesinado, según se trató de hacer creer, por un miembro de su propia
escolta.

Como era de esperar, la responsabilidad del asesinato de “tan ilustre estadista” fue inmediatamente
atribuida a una conspiración de los enemigos de la libertad y la democracia. La prensa hablada y escrita
hizo del asesinato un evento memorable. Los actos de repudio, duelo y solidaridad se magnificaron a tal
punto que, incluso, se repartieron fotos tomadas al cadáver de Castillo Armas dentro del féretro,
rodeado de personas que lo lloraban. Se dijo, también que la asistencia de dolientes al sepelio rebasaba
la imaginación y otras tantas sandeces que, sin embargo, impactaron en la población ya vacunada contra
lo que les hicieron creer que era el comunismo.

Dice Gálvez que “la reacción de la prensa ante el asesinato de Castillo Armas no se hizo esperar. Rayaba
quizás en servilismo la forma en que los diarios se lamentaban por la pérdida de tan ilustre y patriótico
defensor de la democracia. Abundan, por ejemplo, titulares de noticia como estos: “duelo nacional” “De
perdida para el mundo libre califica Eisenhower la muerte del presidente” (1994:101)

A raíz de este asesinato asumió la presidencia el primer designado, Luis Arturo González López, quien
convoco a elecciones. Estas fueron ganadas por el general Miguel Idígoras Fuentes, quien se había
presentado ante los electores como un candidato no comprometido con ningún bando y porque ofreció
“borrón y cuenta nueva” y amnistía para los exiliados.

Las protestas porque el congreso declaro ganador a Miguel Ortiz Pasarelli (que se declaraba
liberacionalista dispuesto a continuar la tarea inconclusa del presidente asesinado) y no a Idígoras, que
había ganado en las urnas, hicieron al ejercito tomar el poder y, luego de un breve triunvirato,
entregado al segundo designado, coronel Guillermo Flores Avendaño, exjefe de las fuerzas mercenarias
en 1954.

En las elecciones de 1958 el general Idígoras nuevamente volvió a ganar; ahora con el 41% de los votos.
Por no llegar a la mayoría absoluta hubo que pactar con otros partidos, incluso con el MDN (movimiento
democrático Nacionalista), es decir el partido de la liberación. Producto de este pacto, santificado por

Estados Unidos, ese partido liberó a su ala más intransigente que reunía a Mario Sandoval Alarcón,
Alejandro Maldonado Aguirre y a Ramiro Padilla quienes crearon el temido y reaccionario Movimiento
de Liberación Nacional MLN.

El triunfo de Idígoras se debió al ofrecimiento de amnistía para los exiliados de 1954, en el fomento del
fanatismo religioso y a su llamado a la reconciliación nacional. Incluso, su partido se denominó
Redención Nacional.

Idígoras mismo, siguiendo instrucciones de Estados Unidos, se declaró enemigo del proceso
revolucionario cubano y fue uno de los primeros gobernantes que rompió relaciones con Cuba,
colaborando así al bloqueo que desde entonces Estados Unidos fomenta contra la isla.

Precisamente, ese marcado recelo a la revolución cubana por parte de Idígoras, le llevó a prestar el
territorio nacional para el entrenamiento de tropas mercenarias que, en 1961, fracasaron en su intento
de invadir la isla, en la célebre batalla de Bahía de Cochinos (nombre derivado de la condición moral de
quienes intentaron invadirla).

4.2 La guerrilla a escena

Los hechos previos, tales como la existencia de un cuerpo armado en el país (adicional al ejército
nacional) que preparaba la invasión a Cuba, el descontento al interior de ejército por la política
administrativa del Ministro de la Defensa y la corrupción generalizada llevaron en 1960, a la sublevación
de 120 oficiales y más de 3 mil soldados lograron ocupar el Cuartel General en Guatemala y la base
militar de Zacapa. Sin embargo, el movimiento fracasó gracias a la presión norteamericana que incluso
prestó los aviones que se preparaban para la intentona de invadir Cuba y a la falta de coordinación con
otras bases militares y a la negativa de sus líderes para armar a la población civil.
Después de fracasado el intento, muchos de los oficiales implicados tuvieron que refugiarse en los
países vecinos. Algunos regresaron gracias a un perdón presidencial, pero otros oficiales lo rechazaron.
Entre ellos, Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa y Trejo Esquivel. Estos oficiales, junto con una
veintena más de soldados conformaron el Movimiento Revolucionario 12 de noviembre ( MR- 13).

El triunfo de la Revolución Cubana obligó a Estados Unidos a modificar su política hacia América Latina,
así se crea el programa reformista económico-político denominado Alianza para el Progreso. Esta
política norteamericana hacia el área, buscaba aliviar la extrema pobreza para alejar de sus habitantes la
tentación de enlistarse o apoyar a las organizaciones guerrilleras que, precisamente, ofrecían acabar con
esas injusticias.

La Alianza para el Progreso incluyó, por supuesto, el descrédito de la revolución cubana a través de los
medios masivos de comunicación. Se financió los noticieros hablados y escritos para magnificar lo que
según ellos eran verdaderos propósitos: terminar con la libertad en todas sus formas, es decir, la
libertad de expresión, de movilización, de pensamiento, de conciencia, etc. Incluso en las escuelas
estatales se sirvió una refacción ( leche, pan y queso kraft) y se repartió entre los educandos historietas
contrarrevolucionarias.

En 1960, bajo los auspicios de la Alianza para el Progreso se firmó el Tratado de Integración Económica
Centroamericana, que dio vida al Mercado Común Centroamericano, conocido como el MERCOMÚN. El
convenio comercial logró un desarrollo desigual en el área y benefició principalmente al capital
transnacional ya que se le provenía de facilidades para operar en el país. En Guatemala y El Salvador se
desarrolló mucho la industria y dio origen a una clase media más numerosa que, sin embargo, no logró
constituirse un sector organizado, dado el fuerte movimiento anti sindical promovido por los gobiernos.

La aplicación de ese tratado provocó la masificación de la educación en todos sus niveles. Como
indicador de ello debe mencionarse que de esos años data la fundación de las universidades privadas en
Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

En general, la integración económica centroamericana favoreció la migración del campo a la ciudad,


aumentando así los cinturones de miseria. El caso se agrava en Guatemala, 16 años después con el
terremoto de febrero de 1976, pues en la capital se invadieron terrenos estatales y privados y, fue
también ahí donde se concentró la mayor parte de la ayuda internacional para la reconstrucción que se
salvó de ir a bolsillos particulares.

Honduras, Nicaragua y Costa Rica no lograron un desarrollo similar y al final solamente se habían
convertido en compradores de lo que se producía en Guatemala y El Salvador o se introducía
fraudulentamente al área y pasaba como “producto centroamericano hecho en Guatemala” o “producto
centroamericano hecho en el Salvador”. Este desigual desarrollo no solamente limitó la industrialización
de los demás países de la región sino que trajo aparejado un problema con la balanza de pagos, pues los
menos industrializados aparecieron siempre como deudores de los más desarrollados.
Estando así las cosas, Idígoras patrocinó un fraude de grandes proporciones en ocasión de las elecciones
parciales de 1961. Ante valiente denuncia y oposición realizada por la Asociación de Estudiantes
Universitarios (AEU) y el Frente Unido de Estudiantes Guatemaltecos Organizados (FUEGO), se
generaron violentas manifestaciones populares que casi llevaron al colapso digeriste.

Sin embargo, el hábil manejo del Ministro de la Defensa, Enrique Peralta Azurdia, disipó la amenaza que
representaron las jornadas de marzo y abril. Solamente unas plaquetas en la acera de enfrente del
Museo Universitario (MUSAC), antigua Facultado de Derecho de la USAC, en la novena avenida de la
zona 1, recuerda la sangre derramada por los universitarios en aquel entonces.

A finales de 1962 e inicios de 1963 se inició la lucha preelectoral que terminaría eligiendo al sucesor de
Idígoras. Sin embargo, el temor de que triunfara el Dr. Juan José Arévalo, que había sido anunciado
candidato de varios pequeños partidos de centro-izquierda y que había ingresado clandestinamente al
país, hizo que el ejercito, con el patrocinio de Estados Unidos, que veía amenazadas sus pretensiones de
explotar el níquel guatemalteco si Arévalo llegaba al poder, diera un golpe de estado. Se dispuso a
Idígoras y su lugar fue ocupado por el Ministro de la Defensa, el coronel Enrique Peralta Azurdia. Este
gobierno por la fuerza durante tres años; la mayoría de ellos bajo Estado de Sitio.

Abolir la constitución fue el producto natural de ese golpe de estado, denominado “los trece coroneles”
pero también lo fue el aumento de la represión antisindical, la suspensión de los partidos políticos y la
disolución del Congreso; la aprobación de un nuevo Código de Minería en función exclusiva de los
intereses norteamericanos representados en la transnacional EXMIBAL. (Incluso el primero borrador
entregado al congreso estuvo inicialmente redactado en inglés).

A pesar que la mayoría de partidos terminaron santificando el golpe de Estado perpetrado por Peralta
Azurdia, la lucha guerrillera respondió con la unión del MR-13, el 12 de abril (conformado por
estudiantes de secundaria y universitarios y algunas capas de la pequeña burguesía) y el PGT. La alianza
tomó el nombre de Fuerzas Armadas Rebeldes y se identifico con las siglas FAR.

4.3. Una esperanza burlada

Peralta Azurdia cerró su dantesca trayectoria secuestrando, asesinando y lanzando al mar a 28


sindicalistas tildados por él como comunistas. Luego, permitió el desarrollo de las elecciones. Estas
fueron ganadas por Julio César Méndez Montenegro y su compañero de fórmula el periodista Clemente
Marroquín Rojas, el 7 de marzo de 1966.

Este par, postulados por el Partido Revolucionario (PR) ganó la simpatía popular gracias a la militancia
del primero en el movimiento que terminó con la tiranía ubiquista, en 1944. Además, ambos propalaban
eslóganes de justicia social y libertad y se autonombraron “tercer gobierno de la revolución” en clara
referencia a los desarrollados por Arévalo y Árbenz. Así ganaron, incluso con apoyo de fuertes sectores
de las FAR.
Sin embargo, el no haber obtenido mayoría absoluta obligó a este binomio a buscar el apoyo de los
diputados del Congreso, quienes debían decidir entre ellos o el coronel Juan de Dios Aguilar, del
oficialista Partido Institucional Democrático (PID). Para lograrlo, Julio César y Clemente suscribieron con
el ejército un pacto que aseguraba su permanencia en el Ejecutivo siempre que no incluyera
izquierdistas en su gobierno, se le concediera autorización ilimitada al ejército en la lucha guerrilla y se
les exculpara, a ellos y su familiares, por los excesos en ese afán se cometieran. Por desavenencias con
su compañero y cómplice, el mismo Clemente Marroquín Rojas publicó después en su Diario “La Hora”
este vergonzoso pacto.

El gobierno de estos licenciados se caracterizó no solo por la lucha antiguerrillera sino también por su
natural tendencia a la violación de los más elementales derechos humanos y por su política entreguista.
Jugando con la demagogia se dijo que para recuperar los bienes nacionales, se había comprado la
quebrada empresa norteamericana de ferrocarriles a la que se denominó, ya siendo nacional,
Ferrocarriles de Guatemala (FEGUA). El ingenio popular, con marcado sarcasmo, cambió el nombre por
el de “Chatarra de Guatemala” (CHAGUA).

Ante tanto desconsuelo, el pueblo de Guatemala recibió con gran regocijo el premio nobel de literatura
que fue entregado en 1967 al entonces embajador de Guatemala en Francia, Miguel Ángel Asturias.

1966 fue el año escogido por los norteamericanos para iniciar la ofensiva militar final en contra de la
guerrilla guatemalteca. Para el efecto se trajeron oficiales de esa nacionalidad que hubieran pasado por
la experiencia de la guerra en Vietnam. Por eso, el final del periodo presidencial de Méndez Montenegro
y el inicio del Carlos Manuel Arana Osorio (1970), El Chacal, que ya dirigía la lucha antiguerrillera como
comandante dela base militar de Zacapa, marcó lo que se conoce como las vietnamización de
Guatemala.

La asesoría norteamericana aconsejó la organización de grupos paramilitares denominados escuadrones


de la muerte, cuya función sería la siembra del terror y el desaliento al apoyo poblacional a la guerrilla,
que entonces operaba en la capital y en el oriente del país. Así nació la terrible MANO (Movimiento
Anticomunista Nacional Organizado), y la NOA (Nueva Organización Anticomunista) cuyo lema hablaba
por sí mismo: “Comunista visto, comunista muerto”. Años después aparecieron otras igualmente
dantescas; solo leamos los sugestivos nombres: Ojo por ojo, Ejército Secreto Anticomunista (ESA) y
Consejo Anticomunista de Guatemala.

Estas y otras organizaciones sembraron el terror en el país mediante el envió de anónimo, la publicación
de listas negras, y el riego de panfletos amenazadores sobre las poblaciones desde avionetas a baja
altura y gran velocidad. Como era de esperarse, esas organizaciones secretas no se quedaron en las
amenazas sino que también descuartizaron, sacaron ojos, cortaron testículos y pechos, empacaron con
alambre de amarre a los asesinados, llevaron muertos a domicilio, etc. A estos escuadrones se atribuye
el desaparecimiento de Juan Luis Molina Loza, una de las mentes más brillantes de su tiempo y que
vemos abajo haciendo de Ché Guevara en el desfile de la Huelga de Dolores de 1969.

El uso de recursos por estos comandos secretos a veces causa asombro, pues para alcanzar el objetivo
de aislar a la población de la guerrilla explotó incluso el fanatismo religioso: la MANO secuestró al
Arzobispo Casariego y luego culpó de ello a las FAR. Pero a muy pocos engañaron.
De todas maneras, en otros casos, el uso efectivo de la técnica de la desinformación logró el efecto de
generar sospechas en el entorno de las víctimas para después paralizarlas y desactivar así un elemento
potencial para el esclarecimiento, para la justicia y para el resarcimiento.

1970 es el año que marca el inicio de la guerrilla en el sur occidente del país. Esta fue iniciada por Marco
Antonio Yon Sosa, quien en ese entonces ya había roto con las FAR. Ahí, en la frontera, fue eliminado
por el ejército mexicano.

Ese año también llegó a su fin el tristemente recordado gobierno del Partido Revolucionario (PR)
encabezado por Julio César Méndez Montenegro.

La “guerra del futbol” entre El Salvador y Honduras, provocada no propiamente por el resultado de un
partido, sino por el abandono en que quedaron miles de salvadores en territorio hondureño, luego que
las compañías bananeras transnacionales se trasladaran al Ecuador dejándoles sin empleo e
indemnización y obligándolos a invadir tierras estatales y particulares, empeoraron el curso de los
acontecimientos en Guatemala. Este hecho, constituyó el inicio de la liquidación del Mercado Común
Centroamericano debido al cierre de fronteras y a la reimplantación de impuestos a la exportación a las
mercancías producidas en Centroamérica. A excepción de Costa Rica, donde la crisis se palió con
mayores inversiones sociales, en todo Centroamérica la respuesta del as clases dominantes a las
demandas de los sectores populares al borde del colapso fue mayor y variada represión.

4.4. De nuevo, los generales.

Las elecciones de 1970 marcaron un rechazo de la población hacia el juego político: solo la mitad de los
ciudadanos acudió a las urnas. En ellas intencionalmente se dificultaba el sufragio de los sospechosos de
estar opuestos a la candidatura del General Carlos Manuel Arana Osorio. El militar se había hecho
merecedor al apodo “El Chacal” por la manera salvaje de aislar a la población civil de la influencia
guerrillera en el oriente del país.

Arana fue “electo” con un 37% de los votos válidos y con la bendición del ejército, la embajada
norteamericana, la burguesía salvadoreña y el estrecho vínculo con la dictadura somocista de Nicaragua.
Inició años de dura represión y ahogo de las demandas de los sectores populares. Estos llegaron al borde
de la desesperación debido a que el crecimiento económico se había detenido. Por ello, manifestaban su
descontento a través de un mayor desarrollo del movimiento sindical, las manifestaciones estudiantiles
y mayor beligerancia de los frentes guerrilleros.

Esta coyuntura político social incentivó la reorganización de movimientos guerrilleros pues en la selva
del norte de Quiché nació en ese entonces el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) bajo el mando del
comandante Rolando Morán. En 1973 este grupo, el PGT y las FAR comenzaron a hablar de probable
unificación.

Los sectores beneficiados en el gobierno de Carlos Manuel Arana Osorio y Eduardo Cáceres Lenhoff
escogieron con tiempo al sucesor: el Ministro de la Defensa, General Kjell Eugenio Laugerud García, e
impidieron por todos los medios la organización y/o inscripción de nuevos partidos políticos que en su
momento podrían representar una amenaza a sus pretensiones.

Así se cortaron las aspiraciones de inscribir al Frente Unido de la Revolución Democrática (FURD) que
lideraba el connotado Manuel Colom Arqueta (Meme Colom) y otros comités formados por
simpatizantes de Peralta Azurdia y de Marroquín Rojas.

Los partidos de oposición, de orientación centro-izquierda, es decir, la Democracia Cristiana


Guatemalteca (DG), el FURD y el Partido Revolucionario Auténtico (PRA), CONFORMARON EL Frente
Nacional Opositor que ganó las elecciones para sus candidatos el General José Efraín Ríos Montt y
Alberto Fuentes Mohr. Sin embargo, los escasos votos depositados por un desilusionado pueblo fueron
escandalosamente manipulados por Anastasio Somaza y la embajada de los Estados Unidos. Así, de
todos modos, impusieron como gobernantes al General Laugerud García y al Licenciado Mario Sandoval
Alarcón, quienes, dicho sea de paso, hasta habían viajado al Vaticano para implorar la bendición
pontificia.

El intento del Frente Nacional de Oposición de rechazar el grotesco fraude débil, debido a que el
General Ríos Montt pronto fue silenciado, según persistente rumor, con dinero en efectivo y con un
puesto de agregado militar en España.

Los dos primeros años de este gobierno impuesto estuvieron signados por una pugna entre los dos
partidos visibles en el gobierno, es decir, el MLN y el PID. La pugna terminaría con el alejamiento de
algunas de sus “alas”. Por esa vía se separó el ala afin al presidente “electo” y también abandonaron el
partido los autodenominados “profesionales jóvenes” del MLN, quienes formaron el Partido Nacional
Renovador (PNR). Miembros destacados de este grupo disidente fueron Alejandro Maldonado Aguirre
(después presidente de la Corte de Constitucionalidad), Álvaro Arzú (ahora expresidente de la República
y alcalde de la cuidad) y Jorge Serrano Elías (expresidente de Guatemala, ahora exilado en Panamá por
intentar romper con la constitucionalidad en 1993).

Para dar una idea de la situación en que este binomio dejó al país nos referiremos a la exposición del
Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Roberto Valdeavellano Pinot, en un medio escrito
local a mediados de 1975. Dijo que en ese momento el país continuaba atrasado y dependiente y que
por lo mismo no podía responder a las necesidades más ingentes del pueblo. Sintetizó la situación de
Guatemala mostrando una injusta distribución de la riqueza y una brecha demasiado grande entre ricos
y pobres, penetración creciente del capital extranjero en condiciones lesivas, creciente desempleo y
subempleo, grave desatención de la niñez y gravísimas violaciones a los derechos humanos. Nosotros,
para ejemplificar esto último diremos que a mediados de ese mismo año los familiares de los
desaparecidos demandaban del gobierno diera razón de más de 15 mil desaparecidos en los primeros
años del gobierno en referencia.

Fue en este año cuando se inició la militarización completa del Estado pues estando el ejército al mando
del Ejecutivo, fácil fue copar las principales posiciones de gobierno y a través de la Oficina de Servicio
Civil impedir el acceso de los sospechosos de no ser afines. Esa posición de la fuerza les permitió
también acceder, por medios ilícitos, a la riqueza y en poco tiempo ya constituían una fracción
importante de la burguesía que controlaba todo tipo de negocios en las esferas agrícola, industrial y
financiera del país.
El terremoto ocurrido en Guatemala el 4 de febrero de 1976 permitió a este gobierno captar fondos
internacionales para la reconstrucción del país. Sin embargo, fue obvio que gran parte de esa ayuda fue
a parar a bolsillos de los allegados y solo en mínima parte a los necesitados que ahora, 28 años después
siguen viviendo en las champas (tembloreras), que construyeron para aliviar su escasez de vivienda.
También ese fenómeno natural incrementó la migración del campo a la cuidad pues la ayuda se
centralizó en la capital.

Además, el terremoto ayudó a proyectar una imagen paternalista del gobierno y aumentar en las masas
el sentimiento de culpa. Las iglesias propalaron que el terremoto era castigo para los que no se
conformaban con lo que Dios proporcionaba.

En 1978, la consigna fue “Lucas y Pancho” para dar cierto toque campechano al binomio escogido por el
ejército y demás sectores dominantes para suceder a Laugerud García. Siguiendo la tradición, el ministro
de la defensa (Lucas) se proponía a la presidencia, apoyado por un partido político mal llamado de
izquierda, el Partido Revolucionario.

Ese año, nuevamente la menor parte de los ciudadanos con derecho a voto acudió a las urnas,
sabedores de que para nada serviría votar, si de todos modos el presidente era ya el General Fernando
Romeo Lucas García y el Vicepresidente el Doctor Francisco Villagrán Kramer, un activista intelectual de
izquierda, ahora en sospechoso contubernio.

La represión institucionalizada durante este gobierno no tiene parangón en la historia de Guatemala ni


tampoco la tiene la escandalosa corrupción. Las cacerías humanas dejaron de ser nocturnas como al
principio y se realizaron en plena calle, a la luz del día. Así, en 1979, murieron Manuel Colom Argueta
(días después que le autorizaran su partido), Alberto Fuentes Mohr y el presidente de AEU, Oliverio
Castañeda De León. Para dar una idea téngase en mente que solo en 1980 fueron asesinados 115
estudiantes universitarios, ¡uno cada tres días!

Ver vehículos de doble tracción con gente armada dentro fue cosa de todos los días. Muchos de esos
sicarios descaradamente esperaban a sus víctimas en las esquinas.

Fue de tal magnitud la represión que (por razones de seguridad) hubo que esconder los libros y quitar
las calcomanías que identificaban a los dueños de vehículos como estudiantes de alguna facultad de la
USAC. Fue tan brutal, torpe y alevoso el ataque contra las fuerzas vivas del país, que bandas
paramilitares mataron el 14 de julio de 1980, a plena luz del día, a gran cantidad de estudiantes en el
campus central de la Universidad de San Carlos cuando, inocentes y confiados, esperaban camioneta
para trasladarse a sus casas. Horas antes habían sido asesinados unos policías, por lo que se interpretó
esa masacre como una amenaza. Lo triste es que los policías fueron vengados con la vida de inocentes.

1980-1982, fueron años increíblemente dantescos. Lo fueron a tal punto que el crecimiento numérico
de la Universidad se detuvo e incluso se contrajo. Los cuadros docentes se vieron también seriamente
afectados debido a la gran cantidad de profesores asesinados o forzados al exilio. Fue en esos años
también cuando el gobierno luquista asaltó e incendió la embajada de España en Guatemala que
pacíficamente había sido tomada por campesinos de Quiché para protestar contra las masacres que
estaban sufriendo. En ese vergonzoso y conmovedor hecho, murió el padre de la premio nobel de la paz,
Rigoberta Menchú.

Este no solo fue uno de los crímenes más grandes cometidos por el régimen luquista sino también sin
quererlo, terminó mostrando al mundo lo que era verdaderamente: una banda de delincuentes y
asesinos bien organizada, parapetada en el Palacio Nacional.

La respuesta guerrillera a esos hechos fue crecer y organizarse, pues conformó la Organización
Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA) y los diferentes grupos constituyeron la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Fue de tal naturaleza la lucha guerrillera desarrollada en
esos años que casi escapó al control del ejército, ahora bajo mando de Benedicto Lucas García, hermano
de Romeo Lucas. Principalmente el EGP logró movilizar grandes contingentes indígenas y, según se
reconoció después la guerrilla estuvo a punto de declarar a Totonicapán, Sololá, Huehuetenango,
Quiché, Quetzaltenango y San Marcos, como territorio libre.

Al aproximarse las elecciones de 1982 la embajada norteamericana se inclinaba por apoyar a La Unión
Opositora liderada por Roberto Carpio Nicolle y Alejandro Maldonado Aguirre pues con ellos se
intentaba revertir la situación del pais, llevado ahi, por el gobierno de Lucas. Sobre todo se intentaba
con este apoyo (brindado a los menos radicales) mejorar la imagen externa de Guatemala. Sin embargo,
por desavenencias en el reparto del botin estatal y la manera en que se estaba conduciendo el
movimiento contra-guerrillero, la pugna al interior de la oligarquía se incremento, al mismo tiempo que
la guerrilla iniciaba con éxito la denuncia internacional en contra del régimen luquista.

En un intento torpe y desesperado por mantenerse en el poder, en la primera quincena de 1980 Lucas
García, seguramente por consejo de su socio en el gobierno, Jorge García Granados, convocó al pueblo a
manifestarle su adhesión (días después que la guerrilla hiciera estallar un carrobomba en la esquina del

Palacio Nacional que mató a varias personas incluido un niño y el mismo día en que se había asesinado
por la espalda al periodista radiofónico Luis Alberto Romero que usaba el seudónimo de Timoteo
Curruchiche).

Y a sabiendas que la respuesta sería pobre, obligó a los empleados públicos a marchar hacia el Palacio
desde el Centro Cívico. De ingrata recordación son aquellos Directores de Instituciones Públicas que
transmitieron y ejecutaron la orden de marchar, en el entendido de que el que no asistiera sería
considerado desafecto al gobierno y despedido De triste recordación porque en afán de mantener su
puesto pasaron lista al inicio de la marcha y al final de la misma. frente a Palacio, donde rodeados de
soldados y sobrevolados por helicópteros los obligados asistentes oyeron de boca de Lucas "que los
gringos lo habían abandonado". Presagio para muchos que un Golpe de Estado estaba en camino.

Efectivamente, a pesar de las presiones de la embajada norteamericana, Lucas llevó a término el


acostumbrado fraude electoral y cuando el nuevo presidente (general Aníbal Guevara) preparaba su
gabinete, "Los oficiales jóvenes" depusieron a Lucas y entregaron el poder a un triunvirato militar
encabezado por el General retirado José Efrain Ríos Montt quien ya había regresado de España y hacía
las veces de profesor de secundaria y pastor fundamentalista. Completaron la tripleta los Coroneles Luis
Gordillo y Horacio Maldonado Shaad.

En pocos días, Rios Montt había desplazado a los otros dos y se hacía declarar Presidente. Lucía, con la
mayor desfachatez, la banda presidencial que le colocara un Consejo de Estado conformado por él, a
dedo. De pronto, Guatemala salió de las llamas para caer a las brasas.

Ya con la totalidad el mando, Ríos Montt incrementó la lucha antiguerrillera mediante su programas de
"fusiles y frijoles" que, en la práctica, se manifestaba en un paternalismo estatal de dos vertientes:
frijoles para los afines y fusiles para los distintos. Estos últimos eran todos aquellos sospechosos de
colaborar con la guerrilla. Fue con el auspicio de este gobierno de facto que se crearon (y armaron) las
Patrullas de Autodefensa Civil (PAC).

Así mismo, con clara intención de desmovilizar a la población rural y restar apoyo campesino a la
guerrilla, se concentró a los pobladores dispersos en galeras custodiadas por efectivos militares. A estas
nuevas aldeas que recuerdan las antiguas Reducciones, se les llamó casi con descaro, Aldeas Modelo. En
ellas, la vida diaria de las personas estaba supeditada a los planes militares. Sus habitantes debían
incorporarse a la Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) y someter sus actividades productivas a la
supervisión del ejército. Funcionaba un toque de queda y los ingresos y egresos de la aldea estaban
controlados. A pesar que Naciones Unidas (ONU) lo calificó como una grave violación a los derechos
humanos, estas aldeas continuaron multiplicándose, hasta llegar a abarcar unas 150 mil personas

Con el pretexto de la lucha contra la guerrilla y escondiendo convenientemente su verdadero motivo


(perpetuarse en el poder), Rios Montt hizo crecer el ejército de tal manera que probablemente llegó a
duplicar el número de efectivos. Para dispersar a los mandos militares creo también una base en cada
departamento. Ahora ya se sabe que las bases sirvieron también en muchos casos como centros de
tortura y cementerios clandestinos.

Junto a estas medidas, el gobierno puso en práctica la estrategia militar conocida después como Tierra
arrasada la cual consistía en terminar con todos aquellos que fueran sospechosos de pertenecer, ayudar,
o simpatizar con la guerrilla. Con esta práctica se asesinó a miles de personas de todas las condiciones y
se forzó a más de 50 mil sobrevivientes de las matanzas a abandonar el país. A pie y con sus escasas
pertenencias encima aquellos guatemaltecos, ancianos, mujeres y niños especialmente, llegaron a
refugiarse del lado de la frontera mexicana, Al mismo tiempo, Ríos Montt llevaba a cabo, según el, una
campaña moralizadora de la Nación. El lema -No robo, no miento, no abuso. (ahora sustituido por el
Frente Republicano Guatemalteco que el General dirige, por el de Seguridad, Bienestar y Justicia) fue
impreso en carteles por miles y colocado en todos los lugares públicos imaginables. Incluso el famoso
lema de la manita» fue colocado en gafetes que los empleados públicos tenían que portar a la altura del
pecho, obligatoriamente.

Todos los domingos, en cadena nacional de televisión, a las horas de mayor atención, el temido General
se dirigía a la población, adoptando actitudes de pastor evangélico. Enviaba mensajes moralizadores
similares a los sermones de las iglesias evangélicas, relativos a la familia, la fidelidad, la obediencia, el
respeto, etcétera.

En lunes de cada semana se celebraban los Lunes Civicos. Antes de iniciar sus labores todos los
empleados públicos cantaban el Himno Nacional y escuchaban los mensajes del gobierno a través de
una cadena nacional de radio.

Del gobierno de facto de este conocido genocida ningún beneficio obtuvo la población guatemalteca: la
inflación aumento a niveles insospechados, el Quetzal se devaluó hasta en un 50%, los salarios no
aumentaron, el desempleo aumento considerablemente, la inseguridad, producto de la delincuencia,
abandonó la ciudad y penetró en el campo... Y. para colmo, la guerra sucia dirigida por Ríos acarreó
mayor desprestigio al ejército, a tal punto que su presencia al frente del gobierno se convirtió para ellos
en una pesada carga y para el resto de la población en una pesadilla. Dada la poca legitimidad del
gobierno, el repudio y la condena de la comunidad internacional creció el reconocimiento de la lucha
armada interna.

Puesto de otra manera, la comunidad internacional se convenció de que la lucha armada tenía
sustentación, dado el origen dudoso del gobierno. Seguramente llegó apensar, como lo hizo con
Nicaragua, que después del triunfo de los rebeldes se abrirían espacios para el juego democrático y el
desarrollo. Por otro lado, Ríos Montt no daba visos de querer abandonar el gobierno en el corto plazo
para permitir el desarrollo del proceso de transición a la democracia que se habían impuesto los
Oficiales Jóvenes que encabezaron el golpe que lo llevó al poder.

Tan mal estaban las cosas, que el Golpe de Estado dado en 1983 por su Ministro de la defensa, el
General Oscar Humberto Mejia Vitores fue recibido con alivio por la población.

Con esa primera acción las fuerzas armadas de Guatemala, a instancias de Estados Unidos, iniciaba un
nuevo proceso destinado a salvar sus privilegios, por la vía de lo que llamaron la Apertura Democrática.
De este asunto nos ocuparemos en la siguiente Unidad.

Los TKM a todos y les deseo los mayores éxitos en su parcial y en la vida.

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