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Memoria Del Sueno

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La colección Un libro por centavos, iniciativa de la

Decanatura Cultural de la Universidad Externado de


Colombia, cumplió  diecisiete años (2003-2020) de pu-
blicaciones, mensuales, gratuitas e ininterrumpidas,
con publicaciones entre 8.000 y 10.000 ejemplares
por título.  

La Colección aparece en ediciones bellas y económi-


cas, que se distribuye, gratuitamente, a los suscrip-
tores de la revista El Malpensante y se obsequia en
bibliotecas públicas, casas de cultura, colegios, uni-
versidades, cárceles, organizaciones gubernamentales
y no gubernamentales y se encuentra en los catálogos
de las universidades de Standford, Yale y Harvard.   

El poemario n.° 178 Memoria del sueño vegetal, es


una antología de la poeta colombiana Irina Henrí-
quez, cuyo cuidado y selección estuvo a cargo de la
misma poeta.
Selección y cuidado de
Irina Henríquez

N.º 178
Irina Henríquez

Memoria
del sueño vegetal

universidad externado de colombia


d e c a n at u r a c u lt u r a l
2021
ISBN 978-958-790-

© Irina Henríquez, 2021


© Universidad Externado de Colombia, 2021
Calle 12 n.º 1-17 este, Bogotá - Colombia
Tel. (57 1) 342 0288
dextensionc@uexternado.edu.co
www.uexternado.edu.co

Primera edición
Mayo de 2021

Imagen de carátula
Le hamac, por Gustave Courbet, óleo sobre lienzo 70,5 x 97 cms.,
1844, Musée Oskar Reinhart am Stadtgarten, Alemania

Diseño de carátula y composición


Departamento de Publicaciones

Impresión y encuadernación
Editorial Nomos S.A.

Impreso en Colombia
Printed in Colombia

Consulte nuestros poemarios publicados durante 17 años en:


www.uexternado.edu.co/unlibroporcentavos
Universidad Externado de Colombia

Juan Carlos Henao


Rector

Miguel Méndez Camacho


Decano Cultural

Clara Mercedes Arango


Coordinadora General
Courbet, Gustave (1819-1877). Máximo representante
del Realismo francés. Nació en Ornans y se trasladó a
París a los veinte años de edad para estudiar derecho,
pero se dedicó a pintar. En la capital francesa recibió su
formación artística, trabajó en la Academia Suiza y copió
obras del Museo del Louvre. Courbet fue nombrado por
la revolucionaria Comuna de París en 1871 director de
los museos de la ciudad. Sin embargo, tras la caída de la
Comuna, fue encarcelado y condenado, así que decidió
exilarse a Suiza en 1873, donde continuará pintando
hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1877. Su lema:
«el principio del realismo es la negación del ideal»,
aparece perfectamente encamado en cuadros como los
titulados Funeral en Ornans (1850) y El regreso de la
Conferencia (1860).
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 7

contenido

Memoria del sueño (9), Nocturno vegetal (10),


Paisaje del nacimiento (11), El dominio del agua (12),
Animales del sueño (13), Sueño vegetal (15),
Sostenida en el milagro (17), A veces puedo ver
el futuro (18), Memoria del insomnio (19)
Este bosque tiene oídos, este campo tiene ojos (20),
En extrañas cosas moro (22), Luna en junio (24),
Noche sin luna (25), El ave de los sueños (26),
Un ojo naturalista (27), Si la vida es sueño (28),
No hay quien venga (29), Escucho la alta marea (30),
Tendida bajo el relámpago (31), Cielo de enero (32)
La verticalidad del asombro (33),
Solo sé que el río pasa (34), Tardío y turbio (35),
Pájaro (36), Treinta de marzo (37),
El viajero (38), Por caminos de piedras (39),
La restricción (40), Trae contigo (41),
Yo no sé mucho de nada (42), La profecía de la sed (43),
Los dones de la diosa blanca (44), Océano en la nube (45),
No es por ser ceremoniosa (46), A mi espalda (47),
El último rayo de luz (48), La mano (49),
En la oscura humanidad (50), La piedra (51),
Asedio a la infancia I (52), Asedio a la infancia II (53),
8 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Asedio a la infancia III (54), Asedio a la infancia IV (55),


Asedio a la infancia V (56), Asedio a la infancia VI (57),
A riesgo de caer (58), Solo un destino poseo (60),
Ahora ocurre del día (61), Vértigo de la tarde (62),
La hora de las campanas (63),
La negación de la locura (64),
Confines de la noche (65), Para beber no (66),
La inocencia de los mundanos (68), Hallazgo (69),
La preponderancia de lo pequeño (70),
No me ha sido dado (72), Una terrible claridad (73),
Abstracto con peces a blanco y negro (74)
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 9

memoria del sueño

El sueño me toma de la mano y conduce


por senderos luminosos
a unas alas que nacen en el vuelo,
y, asombro vertical,
toco con la punta de las patas
las anheladas copas de los árboles.

Guardo la memoria de que


fui pájaro y piedra en el estanque,
caminé por escaleras que no avanzan
y desperté pronto
y también pronto ansié de nuevo
la continuación del sueño
en iluminados patios de la infancia.

Soñé la resurrección de mis muertos


las palabras que no dije tatuadas en la lengua
y la purificación del fuego
en esos cuerpos resucitados.

En la palma de mi mano revelo la memoria del sueño.


Celosa guardiana,
con el puño cerrado busco
la tierra de un jardín secreto
para enterrarlo.
A Digna María, quien sabe volar en los sueños.
10 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

nocturno vegetal

Por la noche
cuando todos duermen,
crecen las plantas a otra velocidad.

La flor se abre,
su pistilo tiembla en la dicha de su savia
y no podemos atestiguarlo.

No corre igual el tiempo en esas horas.


Gira el hoyo del carpintero
en la corteza del árbol
y en él pone sus huevos el misterio.

El viento columpia en las ramas


su danza temblorosa
y caen las semillas a la tierra.

A veces, cuando todos duermen,


me deslizo entre las sombras
a anhelar los secretos de las plantas,
a saciarme en sus olores,
a tomar con mi lengua
sus aguas verticales.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 11

paisaje del nacimiento

Mi mirada alumbró el ultraje del mundo


un errado día de junio
en el tercer parto de mi madre.

Eran dos horas pasado el meridiano


y el sol puso en mi ceño este asombro.

Tomé la leche de mi madre


y de mi padre el regalo de mi nombre
y la amarga sed de su abandono.

Durante veintiocho noches


una bruja me vigiló los sueños.
.
12 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

el dominio del agua

Anoche
por primera vez
dominé el agua del sueño.
Me sumergí en un fluido azul transparente
atravesé su humedad a nado
y no desperté a la mitad de mi hazaña.

Estampida de grandes animales el sonido de las


aguas desbocadas.
Así en la infancia, una casa cercana al arroyo
dejó en mí un miedo que despertó en la noche de mis años.

Temí en todos mis sueños la aparición del agua.


Su inabarcable dominio me lanzaba a la vigilia
con las manos húmedas y…

Anoche
por primera vez
fui una con el agua del sueño.
Quizá una niña en mí ya no tema a su lomo luminoso.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 13

animales del sueño

I
Animales nocturnos merodean mi casa.
En el silencio crece un rechinar de patas y alas
que ascienden en vuelos cortos
y caen contra el piso
contra la pared
contra mi cabeza.
A su vez mi grito choca contra el piso
contra la pared
contra mi cabeza
y me siento estúpida.
Exiliada en una larga noche
donde dominan los insectos invisibles.

II
Pequeños animales muertos he encontrado en
mi casa al despertar esta mañana.
Ofrendas de gatos
accidentes nocturnos
vuelos desafortunados
dejan pequeños cuerpos muertos en el piso.
14 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Un olor penetrante a orina invade la sala


y en el jardín mis plantas tienen el color pálido
de una semana sin agua en la raíz.
¿Qué torbellino del tiempo pasó por aquí
mientras dormía?
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 15

sueño vegetal

Tanta quietud me rodea


que me parece oír el choque
de los rayos de la luna en la ventana.
Lucian Blaga

I
Sé que es luna llena porque escucho su ráfaga
de luz detenerse en la ventana
y un relámpago lejano anuncia inequívoco
que septiembre ha llegado.

La luna llena a media noche


y mi pupila inquieta.
Decido convocar al sueño
me niego a esperar despierta el diluvio que caerá
en la madrugada.

Tarde o temprano la pupila cede


y los animales del sueño despiertan.
16 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

II
Caigo en la cama y el cuerpo es plomo.
Caigo en el sueño y el espíritu es ingrávido.
Salgo en él a caminar
a encontrar pequeños seres que se esconden a mi paso.

La gata hunde las uñas en la tela del sillón


y un gusano rasga las hojas del helecho
–es de noche y la vida no se detiene–

Afuera la soledad reina y yo me alivio de no encontrar,


como alguna vez,
aquellos duendes deformes y estridentes
aquellas extrañas criaturas del pasado.

Me he distraído en su recuerdo cuando escucho la música:


el oboe y los violines suenan y mi espíritu retorna
al cuerpo de plomo.

Por los aires de la vigilia se levanta la melodía intensa


de aquél compositor: instrumentos de plata y bronce
la dan vida a la música.
Hilos de plata y bronce danzan en la memoria de
mi noche.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 17

Sostenida en el milagro de la hamaca me tumbo


en el aire a soñar.
Debajo mío en el suelo,
una gata se pone a vivir mi sueño
y yo tengo que usurpar el suyo:
ella sueña que nada en el mar y teme ahogarse
yo me como el corazón de un pájaro.

En la madrugada despertamos y nos saludamos


con la mirada:
ella tiene las patas húmedas
yo un cadáver como ofrenda en una mano.
18 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

A veces puedo ver el futuro.


Me acuesto por la noche
y se instala en mí la sensación
de un presentimiento.

Descienden mis párpados hacia el sueño


y el telón se levanta
mostrando la visión del devenir que ignoro.

Sueño que me lanzan una flecha


y me sentencian unas palabras.

Mañana en la vigilia lo sabré mejor


cuando el devenir se haga carne:
me anticiparé a la sentencia
y esquivaré la flecha justo a tiempo.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 19

memoria del insomnio

Veinte noches sin asistir


a la ceremonia del sueño.

En el insomnio una música


se amplifica en el pecho:
no hay lugar donde no escuchemos
el circular de nuestra sangre.

En los ojos, las pupilas se contraen:


han visto más de lo que quisieran.

El corazón colapsa
en la hora más alta de la madrugada.

Veinte noches
es una condena a la locura.

Elevaré plegarias al dios del sueño.


Que mis órganos me salven
hasta que sean escuchadas.
20 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

este bosque tiene oídos,


este campo tiene ojos (*)

Avanzo
y a veces retrocedo
en una marcha dispuesta desde siempre
por caminos de fábula
ensueño
y horror.

Y el bosque tiene trampas:


piedras preciosas colgadas de telarañas
hermosas imágenes para embaucar al entendi-
miento.

Este bosque tiene oídos


para escuchar mi pensar.
Así que frecuento palabras mínimas
mientras me arrastro por el sendero de robles.

Y avanzo.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 21

Este bosque tiene ojos


para observarme los pasos.
Finjo no sentir el peso de sus pupilas
mientras camino sobre las hojas muertas.

Y a veces retrocedo.

En una marcha dispuesta desde siempre


sin más brújula que una antigua intuición
diluida en mi sangre.

(*Alusivo al título del grabado de Hieronymus Bosch)


22 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

“en extrañas cosas moro” (*)

I
Desde esta portentosa vela las sombras buscan
otras sombras como prolongación de los espíritus.
Las sombras los cuerpos los espíritus teñidos en el
muro de la noche en esa viscosa sensación de encie-
rro entre el universo abierto que es la noche. Pero
ningún espíritu de alas grises se atreverá a tocar el
halo que la vela ha puesto en mi cabeza.

II
Pero en el recinto de mis sueños las sombras que
transitan le dan paso a duendes deformes y estri-
dentes y ya nada es más sórdido que sus voces al
otro lado de la ventana. Esa sensación vertiginosa
me quema las entrañas y comienzo a pender de sus
miradas invisibles.

III
Pero no los escuches. Despierta y salta de la casa.
Verás que el mundo se ha vuelto verde y verás a los
árboles correr a través de la ventanilla de barrotes
también viscosos.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 23

IV
He vuelto a soñarlo y de nuevo despierto conmigo
porque el amor no es más que mi sola imagen en el
espejo. Sé que aun en la vigilia los espíritus de alas
grises regresan. Si no me vuelvo contra ellos ya no
seré digna de ocultarme ni de mí misma.
Con los hilos del humo tejo esta soga mientras
aguardo.

(* Alejandra Pizarnik)
24 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

luna en junio

Nos caerá la luna encima.


Lo sé por la línea cóncava
que nace en el cielo.
Ahora se alinea vertical a dos estrellas
ahora presiento su caída en el río
en esa serpiente cobriza tan antigua como junio
cuando el cielo remueve la sal
que alimenta nuestro fuego.

Ahora
todos los astros
se miran en el espejo del río:
he sido hipnotizada por el doble de la luna
y por la visión de mi amante
que se marcha
en la serpiente cobriza de mis sueños.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 25

noche sin luna

La noche ha vuelto a caerme encima.


Esta vez con lluvia
y silvestre agonía de grillos y luciérnagas
que hurgan mi silencio.

Más allá de esta ventana


es la noche quien me observa
y hace de mí una sustancia temblorosa
doblegada por su misterio.
26 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

el ave de los sueños

En el techo de mi casa
anida el ave que perturba los sueños.
Cada noche
su canto interviene mi paz
y de manera sombría
dibuja la aguja que perfora mi cabeza.

He conjurado su alevosía
con palabras ancestrales.
He puesto el incienso
que ahuyentaría cualquier canto
cada noche.

Aun así
todas mis tretas son en vano.
No levanta
ni su vuelo
ni su canto
ni desdibuja el hilo de sangre en mi cabeza.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 27

Un ojo naturalista se abrió en mí


seducido por el misterio de las sombras,
mientras dormía.

Le urge que me deslice hasta el jardín


y busque pequeños insectos
en las hojas y la tierra.

Le urge ver de cerca a esos seres de la noche


antes de que,
sonámbula,
me despierten los rugidos de la luz.
28 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Si la vida es sueño
no deseo realizarme en los míos
y perder la lengua

órgano hablante
y húmedo
que lame
o hiere
según enemigo
o amante.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 29

No hay quien venga en mi auxilio en esta noche


cuando el deseo de respirar se me ha quebrado.
Una sombra pasa por mi casa.
Pero no tocan a la puerta
no introducen una llave
no aparece un familiar.

Entre el deseo de partir o quedarme


gime mi última noche en este mundo.
Pero pido una señal para atisbar
si es acierto o error
si rendirme o batallar.
Sin embargo
ni campana ni llamada.

Así que sin más augurio


siento ahora el desmayo sobrevenirme
un hijo de sangre brotar de mi nariz
el corazón de piedra
y a lo lejos
el sonido de este miserable pueblo extinguirse.
30 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Escucho la alta marea de la noche


ascender por mis piernas,
y adormecer párpados y lengua.

El fruto seco del corazón se apaga.


Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 31

Tendida bajo el relámpago nocturno


yazgo a la espera de que me consuma
el canto de las ranas,
la agitada sed de sus gargantas.

Orgánico deseo de fundirnos con el Todo,


ya lo saben mejor las piedras hace siglos.

Bajo el relámpago nocturno copula la hierba con el


viento.
Este cuerpo aspira a dispersarse lejos.
32 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

cielo de enero

Es enero y parece que


la luz surge de la tierra,
se proyecta hacia el cielo
y vuelve a descender
para instalarse en las hojas de cada una de las plantas.

He observado el nacimiento
de las hojas
de cada una de las plantas del jardín.

La enredadera ha crecido a la par de mis cabellos


y sus flores azules son pequeñas vaginas
que en las madrugadas copulan
con los insectos que las habitan.

De la tierra que traje para sembrar han nacido


papayos
jobos
cocoteros
palmeras.

Pero no es posible que crezcan y sean árboles


en este jardín de suelo de cemento.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 33

la verticalidad del asombro

El árbol es un dios enraizado


que aspira a esparcir sus semillas
y ascender al cielo.

La eternidad se puede medir en él.


Ha estado aquí antes que todos
no sabemos si estará después
de los diluvios,
las tormentas,
las sequías,
y los afilados bordes del progreso.

El árbol es la verticalidad del asombro,


expresión de belleza y tragedia,
padre de todo cuanto existe caído en desgracia.
34 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Solo sé que el río pasa.

No cuestiono la soberanía de las nubes


ni su amistad con el pájaro
que ha perdido el vuelo.

Ojala lo encuentre a tiempo antes que el sol a


su caída,
ojalá anide nocturno en lo alto de una ceiba.

Suenan las campanas de la tarde


y mi cuerpo se desentiende del reloj.

¿El río pasa?


Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 35

tardío y turbio

En la hora última de la luz del día


cada segundo cuenta para el pájaro.
Su loco aleteo busca –con premura–
el cálido lugar de su memoria vegetal.
Y desciende
solo o acompañado
hasta el país de plumas que fundó en el día.
Y desciende
a la luz de la primera estrella y el último sol.

Desciende y aguarda
–como nosotros–
las primeras gotas de este tardío y turbio abril.
36 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

pájaro

Se posa en la rama
y la rama ignora si es viento
o pata de pájaro su roce.

Vuela
y el viento ignora si es rama
o ala herida su vuelo.

Cae
y no hay rama o viento
que detengan su doloroso
encuentro con la tierra.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 37

treinta de marzo

Esta fecha no dice nada


No hay en estos números un oculto significado
que hable del devenir de los días No son estos días
el puente hacia otros más obstinados
Solo son en sí mismos el asiento en el agua clara del
ahora
sin oráculos ni brújulas
La corriente que no cesa de bajar entre las piedras
Ese pájaro sin tiempo que no deja de aletear en mi
memoria.
38 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

el viajero

Llegas liviano de equipaje y de tiempo


y te instalas en este paisaje
explorado por otros antes que tú

y me hablas de viajeros de otro siglo


que miraron con ansias de utopías comerciales
el colmillo del caimán
la fisionomía de los hombres
y la exuberancia del paisaje

yo que estoy ansiosa de utopía por estos días,


deseo partir a un viaje
hacia el mundo de mi infancia,
profunda selva que he creado en mi memoria,
y atravesar olas hacia un archipiélago de árboles
milenarios.

Tú que puedes,
parte con tiempo, viajero.

Lleva al viento como aliado


y descubre los caminos del regreso.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 39

por caminos de piedras

Voy por la vida


entre voces lejanas y desconocidas
con los ojos cerrados,
para no mirar cuántas gaviotas comen
de mi vestido el alimento del desamparo.

Caminos de piedras se dirigen al mar


y con ellos yo,
embelesada en el deseo de arrojarme
por el acantilado
de esfumarme entre las aguas
de no cargar más conmigo misma.

Pero existes tú en algún suburbio lejano al mar.


Ven, aparece.
Descifra esta mano abierta
y sigue el rumbo de mis pupilas hasta el sueño.
40 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

la restricción

El símbolo presenta agua abajo y agua arriba,


y entre las aguas el firmamento como valla, como restricción.
I Ching, El libro de las mutaciones

El oráculo me dijo:
ejerce con dignidad
la restricción del corazón.
Hágase silencio donde hubo palabras
y un cielo indescifrable donde señales de humo.
Corta ese hilo azul que une cada vértebra de su cuerpo
al tuyo.

Solo cuando sea posible


quitar las vallas del lago sin que se desborde
se levantará la restricción.

Desde entonces
intento ejercerla
sin amargura.
Yo celebraré en tu nombre la música de cada uno
de mis días.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 41

Trae contigo la loca salvación de tu lengua.


Que todo cuanto has escrito se haga carne.

No derrames esa media tinta en las sábanas,


guárdate los mediosgestos del cariño.

Trae contigo todo o nada.


42 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

Yo no sé mucho de dioses, pero creo que el río


es un fuerte dios pardo –huraño, sin domar, intratable…
T. S. Eliot

Yo no sé mucho de nada, por eso vengo al río como


a un oráculo.
La luz me hiere los ojos mientras busco con la mirada
su serpentear,
y por qué no, las miosotis en la ribera.
Ellas me traerán el color de otro siglo,
una música degradada,
el espectro sonoro de poetas que se largaron
de este mundo por cuenta propia.

Pero no hay miosotis en esta ribera.


Solo las miserias que arrastra hasta el mar este fuerte
dios pardo
que sabe darme respuestas, ciertas o no.
Solo el profundo verdor del valle que envenena los
sentidos,
solo la urgencia de este sol por imponernos su reinado.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 43

la profecía de la sed

El pájaro vigila el horizonte


desde la rama seca
y atardece tras un humo que lo cubre todo.

Dicen que han muerto miles de árboles y animales


por las llamas de los peores incendios que se tenga
noticia
y yo no alcanzo la magnitud de la pérdida.

Los elementos nos han puesto a prueba


y hemos perdido
una y otra vez
en cada intento.

Similares a animales y árboles


pereceremos ahogados en la inundación de los ríos
o abrasados por el fuego
que parece anunciado hace siglos.

La profecía de la sed.
44 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

los dones de la diosa blanca

Todas las olas vale la pena atravesar


si después está tu abrazo,
pequeño pez desorientado.

Sigue la batalla contra las aguas turbias,


en tu sino está la grandeza del milagro.
No hay ojo de Medusa
o estatua de arena
que puedan quebrar los dones de tu diosa blanca.

Todos los desiertos del mundo vale la pena atravesar


si después está tu abrazo.

A Clarissa Macedo
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 45

océano en la nube

Cerré los ojos y pensé en tu nombre.


Pronuncié sus sílabas de origen lejano
sonoras formas de Oriente en la curva de mi lengua.

Luego,
lo olvidé en la salvaje selva de la tarde, más tarde.
Luego el milagro:
los signos de tu nombre en la pantalla,
el sonido de sus sílabas que en mi voz hicieron eco
y el mensaje que me lanzabas en tu botella de náufrago,
océano en la nube:
“Yo también te pienso”.

A Jami Proctor-Xu
46 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

No es por ser ceremoniosa


pero la luz de esta tarde de julio
tiene el esplendor
de los días últimos de la vida.
¿Que cómo lo sé?
Intuyo que así podría ser la luz al final.

El sol demora en caer


y es como si el atardecer
se celebrara a sí mismo
como si esperara ser visto y aplaudido
como si no fuera suficiente
sentir su fuego quemar al borde del alma
y luego ver cómo muere sin remordimiento.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 47

A mi espalda muere la tarde


y ya no me detengo a contemplar su adiós.

Camino por esta ciudad sinuosa


con ínfulas de futuro
y gozo más del movimiento de los árboles
que de sus gentes.

En ellas he contemplado los rostros del hastío


las mezquinas palabras de la desmemoria,
el gesto sordo de quien no escucha
esas voces que arrastra el río
como a desmembrados árboles en invierno.
48 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

El último rayo de luz


de este septiembre
tiene la gracia de traerme
el suave color de otros días
menos duros
en que soñaba con tu voz
y te hacías carne.

Ahora es otra la música:


una campaña que se dobla sobre sí misma.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 49

La mano me toma de la mano


y en el papel mares de tinta negra
dibujan el verdor de mi pensamiento.

Me estoy volviendo agua.


50 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

En la oscura humanidad de mi pupila,


en el brillo de la arena mar abajo,
en la vibración antigua de mis cuerdas vocales,
en la luz espejo de agua de las olas,
en las curvaturas de las líneas de mi mano izquierda,
aquí, en esta esquina dolorosa de mi pecho,
habita también lo infinito.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 51

La piedra por fuego forjada


choca contra la superficie del agua
cae hacia el fondo del lago
y crea perfectos círculos

sagrada geometría astral


repetida en sí misma
52 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

asedio a la infancia i

Murió un pequeño animal bajo mi pie.


La culpa me persiguió
hasta hacerme pagar
con golpes
por ese crimen infantil.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 53

asedio a la infancia ii

En las rodillas está la memoria del nacimiento.


En la infancia acumulé en las mías
la memoria de todos los golpes
de la vida por venir.
54 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

asedio a la infancia iii

Una niña no necesita


tantas palabras para hablar.

Una niña no debe sentir


tanto al vivir.

Una niña no debe hablar con los ojos.


Una niña debe morderse la lengua
para callar.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 55

asedio a la infancia iv

El dolor te está prohibido,


no eres tú quien puede sentirlo.

No es tu cuerpo tan viejo


para esas cosas.

Págame este pan que te ofrezco


con el sudor de tu alma.
Pero nada de quejas ni rictus de dolor.

Estás muy niña para esas cosas.


56 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

asedio a la infancia v

¿Qué hacen tus ojos observando al mundo de esa forma?


¿Qué busca tan seria tu mirada?
Dime niña,
¿develaste los enigmas que anhelabas?
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 57

asedio a la infancia vi

Algunos roces pueden dejar su memoria en el


cuerpo para siempre,
cicatrices que siguen doliendo
como si una baba oscura no dejara de emanarles.

Se quedan en nosotras
y son como un tufo amargo
que a fuerza de costumbre,
creemos olvidado.
58 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

a riesgo de caer

Yo estoy vigilante para hablar de lo que veo


a través de la ventana
Orietta Lozano

Se han agolpado todas las aves


en el verde manto de la tierra que atisbo por la ventana.

He confundido a peces voladores y golondrinas,


y desde que las aguas visten el color del pasto
me es imposible diferenciar tierra y lago
si sobre ambos piedras y nenúfares arden como la
flor del día.

Comprobarán mis pies que la tierra es tierra


y que el agua es agua,
porque de ambas ascienden árboles inmensos sin
procurarme sombra.
O seré ave a riesgo de caer.
O seré mujer a riesgo de volar
de flotar
de caminar sobre las aguas
o morir ahogada.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 59

Entonces arderá en mí lo vegetal y desestabilizará el


color de la materia.
Porque preciso locamente
palpar la savia de los bosques y los campos
olvidar la ventana y hundirme para siempre
bajo el verde manto de estas aguas.
60 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

solo un destino poseo

Solo un destino poseo.


(Y la sospecha
de que resbala de mis manos
sin poderlo reclamar).

Solo una contracción espiritual


ante un espejo que nada dice.
(y la certidumbre
de que la araña existe
a pesar de su belleza inútil).

Unas manos precursoras,


unos ojos temerosos de la noche
y unas cuantas vidas aplazadas
tan solo poseo.

A Lucía Estrada
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 61

Ahora ocurre del día


la mitad de su planetaria vida.
Hora meridiana para dejar reposar el dolor en lo alto
de un árbol.
Ocurre la hora vital del día cuando la noche
abandona a mis ojos y a este cuerpo que no me pertenece.
¿A quién, entonces?

Todos los dioses lloran en el trasfondo de mi jardín,


lágrimas caen sobre las hojas, el tallo se estremece y
bajo su sombra,
sobre la tierra, la flor caída.
No la pises. Es mi cuerpo.
62 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

vértigo de la tarde

¿Y esa esfera de fuego, cómo es que nos reduce a


su eterno llegar y esconderse?
Esta condición de observadores de un Todo sin
poder ascender a su fuego milenario,
concibe en mí la virtud del ave del río, del deseo
de todos los vuelos de mi carne.

II

Me extingo. Me vuelvo a encender. Es el conju-


ro del viento en las alargadas ramas de la tarde.
Un murciélago adorna la nostalgia del trópico
poco después de haber doblado las campanas.
Pero no es suficiente. No me pierdo en la músi-
ca, en las voces, en los ríos de palabras. No me
olvido de la noche…
que ya llega.

III

Ahora cierro los ojos, dispongo mi cuerpo y me


torno en fruto de la espera.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 63

la hora de las campanas

La tarde se fuga entre los pinos


y la vanagloria de quienes
gimen de rodillas en el templo
para glorificar al sol que se coagula en noche.

Es la hora de los purgatorios.

Por un instante arrojo


esta máscara vulnerada
y los cuchillos de la oscuridad
difuminan mis párpados
y mi cuerpo adquiere la virtud
de los creados en la noche antigua.

Es la sal de todos los mares


ardiendo en mi garganta.

Aguardo cada día esta hora


para venerar la eterna mirada de la luna
sobre un río de vivos ojos y muertas almas,
para celebrar este rito
hasta en la sombra de mis huesos.
64 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

la negacion de la locura

Cae sin tregua la lluvia.


Una lluvia áspera de invierno del Trópico.
Burbujas en apariencia inútiles se mojan en la intemperie.
Dentro de una estoy yo,
seca de agua empapada de miedo.

Alrededor de esta burbuja,


los sueños del pasado reanudan la noticia
de mi lucidez temprana:
ratas del bosque
puerco espinos de agua
aves monstruosas regresan a roer la piedra del destino
que he escogido para esta vida.

Entonces de regreso a mis visiones


me doy cuenta de que este bosque
por el cual he transitado tiene orejas y ojos
que lanzan miradas de hambre sobre mí,
y a través de la burbuja
un sapo me es arrojado al pecho desnudo
para que el grito condensado de todas las noches
anteriores
me despierte
seca de lluvia
ahogada en un poema.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 65

confines de la noche

Escucha el rumor de la tarde que se aproxima


con todo su vértigo hacia tu sombra. El silencioso
andar de las hormigas a tus pies. El gorjeo de las
aves que se encuentran justo donde el árbol deja
de serlo.

Confina tu tristeza en el temblor de esta habita-


ción, luego, da la espalda y sé la que observa y
nombra al mundo. Pisa con tu mirada las hojas
caídas al pie del mango, marcha hacia las rocas
juntadas por el tiempo y descalza, húndete en el
dolor de sentirlas bajo tus pies.

Ten presente que la luz del poniente es vaga y que


la brisa no recuerda los cuerpos que ha rozado.
Que la noche es tu hora de volver al temblor de
las paredes, de abrir la página y desanudar la tela
con que te cubrirás hasta que el gallo vuelva a
ahuyentar a los demonios nocturnos con su canto.
66 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

para beber no

Agua, agua por todas partes,


y ni una sola gota para beber.
Samuel Taylor Coleridge

Para beber no.


Sólo para ahogarnos brinda su cauce el río.
Para ver morir la tarde inundada de pájaros heridos
que se llevan las aguas.

Pero he de morirme de sed,


no de arrojada a las aguas.
Pero he de morirme ahogada,
no de reseca la garganta.

Partiré para inclinarme ante otros ríos,


los de palabras, los de silencios.
Partiré al filo de la tarde con el corazón en mano
porque en mi espalda ya no caben más miradas opresoras,
porque mis ojos vuelan lejos de este cuerpo
en busca de las olas verdes de los días
y de las olas negras de otros ojos.

Para beber no.


Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 67

Sólo para ahogarnos en su cauce el río se desborda.


Aguardaré a que sobrepase mis fronteras.
Me invada.
Me consuma.
68 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

la inocencia de los mundanos

Es preciso dejarnos caer


como estrellas fugadas
y no dar cuenta de cada línea
del poema que nos salva.

Sentirnos mundanos y pequeños


al llegar la nocturna marcha estelar,
y que el mundo nos mire
como a un puñado de mundos
torpes, infelices e insomnes.

La noche cuelga su soga a disposición


de los suicidas transidos a la inocencia.

El sol despunta a un nuevo día


y un inocente menos
molestará con sus preguntas.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 69

hallazgo

Es obsesiva mi forma de esperar a que algo ocurra.


A que salte sobre mí la fiera que se esconde tras
la maleza de los acontecimientos del día. Pero no
espero por más de unos segundos: yo deseo que
me hallen mientras busco o mientras celebro un
hallazgo equivocado.

Y la mejor forma de encontrar es estando inmóvil


mientras todo rota o tañen las campanas: el mun-
do es entonces todas las cosas que antes o después
se camuflan bajo la apariencia de lo cotidiano.

Yo deseo la marea de imágenes que quedan tras


cada movimiento en las más finas mallas del aire.
Deseo poseer aquello que miras sin saber, todas
las cosas que en el nombre del azar han sigo con-
signadas en la nada del abandono. Porque no te
diste cuenta, porque el gavilán es dueño de su
queja pero desconoce que a mí ha llegado, porque
está en el mundo y es mi hallazgo.
70 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

la preponderancia de lo pequeño

I
Eso que escucho no es un pájaro
que canta en esta tarde.
Sino el recuerdo de otro que cantó
aquella mañana en que desperté
tan escindida como un árbol
que el rayo mutiló.

Y aún aquél canto fue el recuerdo


de otro que creí escuchar
una tarde como esta bajo un árbol
que le sirvió de sombra
a una tumba olvidada.

El tiempo es ese pájaro encerrado


que no cesa de cantar.

II
El pájaro hiende veloz
el aire denso de este día.
Y conduce mi visión por pasajes en donde es lícito callar
para que el viento y las copas ebrias de los árboles
hablen.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 71

¿De qué hablarán?


No sabría descifrarlo.

Musitan suavemente una canción antigua


camuflada de rama en rama
como los pequeños animales.

Al llegar a la más alta


un lejano trueno ensordece la canción
y precipita al vacío su silenciosa muerte
justo antes de que el pájaro hienda de nuevo
la ebria densidad del mundo.
72 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

No me ha sido dado comprender


el vuelo con que atraviesa el tiempo
al cielo de mis días.
Mucho menos cuando
vertiginoso,
tuerce caminos para girar
hacia el estupor.

Aun así, insisto en avanzar entre piedras:


ya cautelosa,
ya temeraria,
pedazo de criatura repetida
desde antiguo en sí misma
que cree ir a parte alguna.

No.
Aún el tiempo no se decide a revelarme
el porqué del vuelo.
Sólo su ojo de cuervo logro atisbar desde mi cerradura.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 73

una terrible claridad

Han desnudado un dios entre mis aguas,


entre mis venas han degollado un dios
y han puesto en mis rodillas
el filo de una terrible claridad
Héctor Rojas Herazo

Ahora soy quien convoca a las formas


a que me muestren los orígenes
del azul misterioso de cielo y mar.

Anduvo mi antepasado
por desiertos de arena y nieve
colmado de incertidumbre
por la lumbre vegetal
que le pudrió las sienes.

Hasta la muerte misma interrogó luz y sombra


abrumado por el polvo
de las alas en su espalda.

Ahora
la misma lumbre vegetal ciega mis párpados,
ahora soy quien convoca a las formas
a que me muestren los orígenes.
74 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural

abstracto con peces a blanco y negro

Un río lienzo con peces muertos


ha sido colgado
en el pasillo de mis miedos.

Acostumbro a recorrerlo sin levantar los ojos


siempre de prisa,
sin rozar las estrechas paredes
avanzo hasta una puerta
y giro la perilla con el misterio de los niños a la hora
del juego.

Al abrir,
solo hallo mi asombro al saberme diestra
en el arriesgado oficio de tentarme las entrañas.
¿Y si me río de los peces muertos?
Quizá conjure algunas trampas.
Tal vez me acostumbre a los gajes de mi oficio.
Colección UN LIBRO POR CENTAVOS 75

irina henriquez. (San Juan Nepomuceno-


Bolívar-Colombia, 1988). Poeta, productora de
cine, tallerista de escritura creativa. Licenciada en
Humanidades-Lengua Castellana de la Universidad
de Córdoba-Montería. Dirigió por más de una
década el grupo literario de la misma universidad.
Publicó el poemario A Riesgo de Caer (Ediciones
Corazón de Mango, 2012). Poemas de su autoría
han aparecido en antologías y revistas de Colombia,
Ecuador, Argentina, Brasil, España, Inglaterra, y
traducidos al portugués e inglés.
Es coordinadora en el Encuentro Internacional de
Mujeres Poetas de Cereté, Colombia. Productora de la
Trilogía Escarlata, cortometrajes de ficción dirigidos
por Jesús Reyes y Andrés Porras.
1. Postal de viaje, Luz Mary Giraldo
2. Puerto calcinado, Andrea Cote
3. Antología personal, Fernando Charry Lara
4. Amantes y Si mañana despierto, Jorge Gaitán Durán
5. Los poemas de la ofensa, Jaime Jaramillo Escobar
6. Antología, María Mercedes Carranza
7. Morada al sur, Aurelio Arturo
8. Ciudadano de la noche, Juan Manuel Roca
9. Antología, Eduardo Cote Lamus
10. Orillas como mares, Martha L. Canfield
11. Antología poética, José Asunción Silva
12. El presente recordado, Álvaro Rodríguez Torres
13. Antología, León de Greiff
14. Baladas – Pequeña Antología, Mario Rivero
15. Antología, Jorge Isaacs
16. Antología, Héctor Rojas Herazo
17. Palabras escuchadas en un café de barrio, Rafael del Castillo
18. Las cenizas del día, David Bonells Rovira
19. Botella papel, Ramón Cote Baraibar
20. Nadie en casa, Piedad Bonnett
21. Álbum de los adioses, Federico Díaz-Granados
22. Antología poética, Luis Vidales
23. Luz en lo alto, Juan Felipe Robledo
24. El ojo de Circe, Lucía Estrada
25. Libreta de apuntes, Gustavo Adolfo Garcés
26. Santa Librada College and other poems, Jotamario Arbeláez
27. País intimo. Selección, Hernán Vargascarreño
28. Una sonrisa en la oscuridad, William Ospina
29. Poesía en sí misma, Lauren Mendinueta
30. Alguien pasa. Antología, Meira Delmar
31. Los ausentes y otros poemas. Antología, Eugenio Montejo
32. Signos y espejismos, Renata Durán
33. Aquí estuve y no fue un sueño, John Jairo Junieles
34. Un jardín para Milena. Antología mínima, Omar Ortiz
35. Al pie de la letra. Antología, John Galán Casanova
36. Todo lo que era mío, Maruja Vieira
37. La visita que no pasó del jardín. Poemas, Elkin Restrepo
38. Jamás tantos muertos y otros poemas, Nicolás Suescún
39. De la dificultad para atrapar una mosca, Rómulo Bustos Aguirre
40. Voces del tiempo y otros poemas, Tallulah Flores
41. Evangelio del viento. Antología, Gustavo Tatis Guerra
42. La tierra es nuestro reino. Antología, Luis Fernando Afanador
43. Quiero escribir, pero me sale espuma. Antología, César Vallejo
44. Música callada, Jorge Cadavid
45. ¿Qué hago con este fusil?, Luis Carlos López
46. El árbol digital y otros poemas, Armando Romero
47. Fe de erratas. Antología, José Manuel Arango
48. La esbelta sombra, Santiago Mutis Durán
49. Tambor de Jadeo, Jorge Boccanera
50. Por arte de palabras, Luz Helena Cordero Villamizar
51. Los poetas mienten, Juan Gustavo Cobo Borda
52. Suma del tiempo. Selección de poemas, Pedro A. Estrada
53. Poemas reunidos, Miguel Iriarte
54. Música para sordos, Rafael Courtoisie
55. Un día maíz, Mery Yolanda Sánchez
56. Breviario de Santana, Fernando Herrera Gómez
57. Poeta de vecindario, John Fitzgerald Torres
58. El sol es la única semilla, Gonzalo Rojas
59. La frontera del reino, Amparo Villamizar Corso
60. Paraíso precario, María Clemencia Sánchez
61. Quiero apenas una canción, Giovanni Quessep
62. Como quien entierra un tesoro. Poemas escogidos, Orlando Gallo Isaza
63. Las contadas palabras. Antología, Óscar Hernández
64. Yo persigo una forma, Rubén Darío
65. En lo alto del instante, Armando Orozco Tovar
66. La fiesta perpetua. Selección, José Luis Díaz-Granados
67. Amazonia y otros poemas, Juan Carlos Galeano
68. Resplandor del abismo, Orietta Lozano
69. Morada de tu canto, Gonzalo Mallarino Flórez
70. Lenguaje de maderas talladas, María Clara Ospina Hernández
71. Tierra de promisión, José Eustasio Rivera
72. Mirándola dormir y otros poemas, Homero Aridjis
73. Herederos del canto circular, Fredy Chikangana, Vito Apüshana, Hugo Jamioy
74. La noche casi aurora, Eduardo Gómez
75. Nada es mayor. Antología, Arturo Camacho Ramírez
76. Canción de la vida profunda. Antología, Porfirio Barba Jacob
77. Los días del paraíso, Augusto Pinilla
78. Una palabra brilla en mitad de la noche, Catalina González Restrepo
79. El tiempo que me escribe. Antología, Affonso Romano de Sant’Anna
80. Poemas infantiles y otros poemas, Rafael Pombo
81. Trazo en sesgo la noche, Luisa Fernanda Trujillo Amaya
82. Reposo del Guerrero, Eduardo Langagne
83. Todo nos llega tarde, Julio Flórez
84. El pastor nocturno, Felipe García Quintero
85. Piel de náufrago, Xavier Oquendo Troncoso
86. Yo me pregunto si la noche lenta, Juan Pablo Roa Delgado
87. Soledad llena de humo, Juan Carlos Bayona Vargas
88. Antes de despertar, Víctor López Rache
89. Péndulo de arena, Carlos Fajardo Fajardo
90. ¿Dónde quedó lo que yo anduve?, Marco Antonio Campos
91. Somos las horas. Antología poética, Abelardo Leal
92. Dos patrias tengo yo, José Martí
93. Visibles ademanes. Antología, Eugenia Sánchez Nieto (Yuyin)
94. Los días son dioses, Robinson Quintero Ossa
95. Oscura música, Amparo Osorio
96. Como acabados de salir del diluvio, Horacio Benavides
97. Como se inclina la hierba, Manuel Iván Urbina Santafé
98. En la memoria me confundo, Claramercedes Arango M.
99. Poemas para leer en el bus, Rubén Darío Lotero
100. Memoria del olvido, Manuel Mejía Vallejo
101. Vivo sin vivir en mí, San Juan de la Cruz
102. Soledades. Antología, Antonio Machado
103. La risa del saxo y otros poemas, Fernando Linero
104. Poesías, Guillermo Valencia
105. Me duele una mujer en todo el cuerpo I, Antología femenina
106. Me duele una mujer en todo el cuerpo II, Antología femenina
107. ¿Cómo era, Dios mío, cómo era?, Juan Ramón Jiménez
108. Mordedura de tiempo, María Ángeles Pérez López
109. Poemas escogidos, Rafael Maya
110. Rimas escogidas, Gustavo Adolfo Bécquer
111. Con los que viajo, sueño. Antología (1978-2003), Víctor Gaviria
112. Que muero porque no muero, Santa Teresa de Jesús
113. Festejar la ausencia. Antología, Beatriz Vanegas Athías
114. Polvo serán, mas polvo enamorado. Antología poética, Francisco de Quevedo
115. Antología poética, Carlos Arturo Torres
116. Poner bellezas en mi entendimiento, Sor Juana Inés de la Cruz
117. Poesía Afro Colombiana 1849-1989
118. En un pastoral albergue. Antología poética, Luis de Góngora
119. Casa paterna. Antología poética 2003-2015, Fátima Vélez Giraldo
120. Antología poética de Nicolas Pinzón Warlosten y Santiago Pérez
121. Del dolor y la alegría, Emilio Coco
122. De acá y de allá. Antología, Jesús Munárriz
123. El gran amor. Poemas, Cicerón Flórez Moya
124. De noche un pájaro, Miguel Andrés Tejada Sánchez
125. Verde que te quiero verde. Antología poética, Federico García Lorca
126. Animal de oscuros apetitos. Antología personal, Nelson Romero Guzmán
127. Memoria lírica, Eduardo Castillo
128. Partículas. Antología, Mauricio Guzmán
129. Estoy en lo más profundo del abismo. Antología poética, Jean-Arthur Rimbaud
130. ...Y el arroyuelo azul en la cabeza. Antología, Eduardo Carranza
131. Yo en el fondo del mar..., Alfonsina Storni
132. Mi corazón se desató en el viento. Antología, Pablo Neruda
133. El humo de la noche rodea mi casa, Henry Alexander Gómez
134. Romances del Río de Enero y otros poemas, Alfonso Reyes
135. Arde Babel, Camila Charry Noriega
136. Para llegar a este silencio, Santiago Espinosa
137. Cantos sueltos, Giacomo Leopardi
138. Una forma de orgullo. Antología, Luis García Montero
139. El amor se parece mucho a la tortura, Charles Baudelaire
140. El libro blanco de los muertos, Álvaro Miranda
141. El mundo por dentro. Antología, Carlos Castro Saavedra
142. Destino. Antología, Jorge Galán
143. La hierba abre su latido. Antología, Yenny León
144. ¡Imagínate...! Antología, Basilio Rodríguez Cañada
145. Sonetos, William Shakespeare
146. Imagen (in)completa, Carolina Dávila
147. Desastre lento, Tania Ganitsky
148. Polifonías Dispersas, Carolina Bustos Beltrán
149. Cae sobre mí una sombra. Antología, Diana Carolina Sánchez Pinzón
150. Poesía colombiana para niños. Antología
151. La casa. Antología, Sandra Uribe Pérez
152. Soy el cantor de esta verde tierra. Antología, Darío Samper
153. El beso. Antología, Jorge Valencia Jaramillo
154. La canción del fuego. Antología personal, Amparo Romero Vásquez
155. Poesías, Miguel de Cervantes
156. Patria de náufragos, Irene Selser
157. Mi mano busca en el vacío. Antología poética, Pablo Montoya
158. Luz de invierno. Antología personal, Jorge Eliécer Ordóñez
159. En mi flor me he escondido, Emily Dickinson
160. He escrito todo mi desamparo, Hellman Pardo
161. Viento voluble en medio del agua. Antología, Gustavo Ibarra Merlano
162. ¡Salve, fecunda zona! Antología poética, Andrés Bello
163. Deliquios del amor divino. Antología, Sor Josefa de Castillo y Guevara
164. El universo es la patria, Emilia Ayarza
165. Apogeo, Gioconda Belli
166. Huellas y paisajes. Antología, Marín Aranda
167. Lluvias (Antología poética 1983-2019), Hugo Mujica
168. Hijo de la luz y de la sombra. Antología poética, Miguel Hernández
169. Lo que ordena el ruego. Antología, Luz Andrea Castillo
170. La orilla de los heterónimos, Fredy Yezzed
171. Hay algo nuestro que se está muriendo…, Leopoldo Lugones
172. Oración atea, María Tabares
173. Más azul, más silencio. Antología, Ana Mercedes Vivas
174. La casa en el invierno. Antología mínima, Juan Carlos Acevedo
175. Labios que estan por abrirse, Alejo Morales
176. Heridas luminosas que se quiebran. Anología, Margarito Cuéllar
177. Después de mi está la luz, Ela Cuevas
178. Memoria del sueño vegetal, Irina Henríquez
Editado por
el Departamento de Publicaciones
de la Universidad Externado de Colombia
en mayo de 2021

Se compuso en caracteres
Goudy Old Style de 11 puntos
y se imprimió
sobre papel bulky de 60 gramos,
con un tiraje de
8.000 ejemplares.
Bogotá, Colombia

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