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MEPS 2024-Invierno Grupo SC01A Programa

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MÉXICO: ECONOMÍA, POLÍTICA Y SOCIEDAD (2024-Invierno)


Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco
Tronco Divisional de Ciencias Sociales y Humanidades
Dr. Adolfo Olea Franco
Departamento de Política y Cultura

Objetivos y problemas de estudio

1. Comprender críticamente el proceso de formación de las estructuras


económicas, políticas, sociales e ideológicas de México en el siglo XX, desde la
revolución de 1910 hasta el capitalismo neoliberal, con el que la nación ha sido
enteramente subordinada en el siglo XXI a Estados Unidos.
Nuestra guía en esta indagación es la teoría marxista del materialismo
histórico y de la vinculación dialéctica entre la estructura económica y las
superestructuras jurídicas, políticas e ideológicas de la sociedad. Marx elucidó la
naturaleza del modo de producción capitalista y del Estado burgués, que integran
un binomio indisociable. Para Marx, la historia de la humanidad es la historia de la
lucha de clases, de la lucha entre las clases explotadoras y las explotadas, de la
lucha entre las clases dominadoras y las dominadas, lo que lleva a que de un
modo de producción determinado se derive uno nuevo, con sus correspondientes
formas de gobierno, de Estado y de vida política.
A la visión de Marx debe incorporarse otra concepción científica
complementaria. A saber, que en su devenir histórico, la humanidad no creó una
sola civilización originaria, sino muchas y diversas, ubicadas en los cinco
continentes. Esto refuta la concepción eurocentrista de la historia, un gran engaño
de la ideología dominante, que concibe la expansión colonial de Europa a partir
del siglo XV como portadora de “la civilización, la modernidad y el progreso” para
el resto del mundo. Por el contrario, las metrópolis coloniales europeas, en las que
se constituyó el modo de producción capitalista, han practicado durante siglos el
tráfico de esclavos, la explotación inmisericorde de la fuerza de trabajo de las
poblaciones sometidas, y el despojo, a sangre y fuego, de las naciones
“conquistadas” por la expansión geográfica de las potencias europeas, cuya
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ambición y violencia fueron superadas por Estados Unidos cuando, a mediados


del siglo XIX, arrebató a la naciente República Mexicana más de la mitad de su
territorio original.
No les iba mejor a las clases trabajadoras en los países europeos y en
Estados Unidos. Este país fue, entre 1776 y 1865, una democracia esclavista, y
también después, ya que la población indígena originaria y la negra, de
ascendencia africana, carecían de todo derecho. Las cosas no eran mejores para
las clases trabajadoras en Europa, despojadas de sus medios de producción por
el naciente modo de producción capitalista y sometidas política y militarmente por
el moderno Estado burgués. Así, es un principio esencial el distinguir entre los
dominadores y los dominados, entre los explotadores y los explotados, en
cualquier tiempo y geografía del mundo. Dicho en otras palabras: cuando las
clases dominantes europeas, estadounidenses, rusas y japonesas, asaltaron y
saquearon América, África, Asia y Oceanía, a las clases trabajadoras de esos
poderes bélicos y ladrones, tampoco les iba bien. Porque también fueron
despojadas, entre otras cosas, de la propiedad comunal de la tierra y del derecho
a la autodeterminación, el autogobierno y la autonomía.
La civilización mesoamericana, la de las mujeres y los hombres de maíz,
una de las siete civilizaciones originarias del mundo, constituida hacia el año 1500
a. C., con una historia previa y posterior de larga duración, fue creada por unas
cien etnias diferentes, que hablaban otras tantas lenguas distintas. Esta raíz
profunda, en el tiempo y en el territorio, explica la complejidad de nuestra historia,
así como la vastedad y diversidad del patrimonio natural, arqueológico y cultural
de México.
El desarrollo de las civilizaciones mesoamericana e incaica, así como del
resto de los pueblos del continente americano, fue violentamente interrumpido por
la invasión europea de América, iniciada con la llegada, el 12 de octubre de 1492,
al mar Caribe de las tres carabelas comandadas por Cristóbal Colón. Las oleadas
sucesivas de mercaderes y soldados, de clérigos regulares y seculares, de
funcionarios de las monarquías europeas y de colonizadores españoles,
portugueses, holandeses, ingleses, franceses, italianos y alemanes que llegaron a
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América a lo largo de los siglos, así como las oleadas sucesivas de las cada vez
más grandes empresas capitalistas, constituyeron en su conjunto una fuerza
descomunal que impuso, mediante la guerra, a los pueblos originarios de América
el despojo, la explotación, la represión y el desprecio sistémicos que todavía
persisten. A la esclavitud de los pueblos amerindios se agregó la esclavitud de
millones de mujeres, de hombres y de niños secuestrados en África, siglo tras
siglo, y transportados a América como animales de trabajo, como esclavos. En las
aguas del Atlántico quedaron los cadáveres de millones de africanos que no
sobrevivieron a la cruel travesía, en la que iban encadenados y hacinados en los
barcos, en condiciones degradantes que propiciaban la enfermedad y la muerte.
De lo que se trata es de estudiar la historia desde una perspectiva crítica,
que recupere las voces y las vivencias de los pueblos originarios, de los esclavos,
de los campesinos, de los obreros, de las mujeres, de los estudiantes, de los
“otros amores” y demás sectores oprimidos.
Mostrar la falsedad de la concepción de la historia producida, difundida e
impuesta por el Poder, demanda echar mano del pensamiento crítico generado
por las ciencias, las humanidades y las artes. Lógicamente, si la historia oficial es
falsa, también deben ser falsas las verdades actuales del Poder.
Se busca, así, establecer la vinculación íntima entre presente, pasado y
futuro. Una de las claves del futuro alternativo reside tanto en la comprensión
científica del pasado y del presente como en la praxis revolucionaria colectiva, de
las comunidades, de los trabajadores, nacida de esa comprensión, que a su vez
es alimentada por el conocimiento conquistado en la lucha social. Todo presente
se convierte, andando el tiempo, en pasado y todo futuro alternativo contiene parte
del pasado, pero en el proceso histórico marcado por la resistencia y la rebeldía se
va creando lo nuevo. Hoy, ayer y mañana forman, en el espacio-tiempo social, una
totalidad indisoluble. La idea que nos hacemos del presente condiciona nuestra
comprensión del ayer, así como la idea que nos hacemos del futuro alternativo
condiciona nuestra praxis en el presente. Entre lo subjetivo y lo objetivo, a título
individual y colectivo, existe una estrecha correlación. Es en el devenir histórico,
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en las luchas por la liberación, donde se forman los sujetos sociales, tanto los
individuales como los colectivos.
Sin la comprensión crítica del presente, el mundo social es asumido como
una realidad inevitable, naturalizada, cosificada. Los sujetos sociales concretos,
las clases sociales confrontadas, las culturas diversas, las desigualdades y
miserias sociales son eclipsadas por conceptos ideológicos como progreso,
civilización, desarrollo económico, capital humano, ciudadanía, Estado de derecho
y globalización, entre otros.
Toda enseñanza crítica halla inspiración en grandes educadores y
científicos latinoamericanos, tales como Aníbal Ponce, Paulo Freire, José Luis
Ceceña Gámez, Pablo González Casanova, Guillermo Bonfil Batalla, Carlos
Montemayor y otros que los antecedieron en el siglo XIX, como Bolívar, Hidalgo y
José Martí. Así, se intenta recuperar, en este programa de estudios, sus ideas y
prácticas sobre la educación y la lucha de clases, la pegagogía del oprimido, la
pedagogía de la liberación y sobre la contribución del pensamiento crítico a las
luchas de los pueblos contra el colonialismo (unas naciones saquean a otras), el
colonialismo interno (en una nación, como México, los pueblos indígenas son las
colonias internas, despojadas, explotadas, reprimidas y despreciadas en beneficio
del capital), el imperialismo y el capitalismo neoliberal. El pensamiento crítico es
también parte de las luchas en pro de los derechos y la emancipación de los
trabajadores y de los pueblos originarios de México y del mundo. Luchas en que
los investigadores, profesores, trabajadores y estudiantes universitarios debieran
participar, desde una toma de conciencia de su realidad social.

2. Interrogarse sobre cuál es la situación real del país a comienzos del siglo XXI,
ajena a las “verdades” del Estado y el capital y de buena parte de la academia.
Dada la intensidad de la tormenta que se abate sobre el pueblo mexicano,
causada por la índole esencialmente depredadora del capitalismo neoliberal y por
la profunda descomposición ética de la clase política, cabe preguntarse si las
fuerzas rebeldes, anticapitalistas, de abajo y a la izquierda, entre ellas el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena, el Concejo
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Indígena de Gobierno y los pueblos originarios de México, lograrán tejer alianzas


con sectores cada vez más amplios de la población, movilizada y consciente, a fin
de luchar por la permanencia de la nación mexicana y su transformación en una
nueva sociedad en la que existan democracia, libertad y justicia para los pueblos y
los trabajadores.

3. Analizar las razones, históricas y contemporáneas, de la explotación, el


despojo, la represión y el desprecio impuestos por la minoría social dominante (la
clase capitalista y la clase política, tanto en el ámbito nacional como en el
internacional) a la inmensa mayoría de la población mexicana: a los pueblos
originarios, a los campesinos, a los obreros, a los empleados con magros
ingresos, a los estudiantes, a las mujeres, a los otros amores. Este análisis
incluye, desde luego, el estudio de las luchas de los explotados contra sus
explotadores, luchas que se manifiestan en las esferas económica, política, social
e ideológica, desde el ámbito productivo (la agricultura, la industria, la oficina
pública o empresarial) hasta la educación escolarizada en todos sus niveles
(incluido lo que se enseña y lo que no se enseña en la universidad), la seguridad
social (patrón alimentario, atención de la salud, jubilaciones, pensiones), las artes
(¿qué es arte y qué no lo es?, ¿qué tipo de artes se apoyan con fondos públicos y
privados?, ¿quién tiene derecho a practicar las artes?), entre otras tantas
actividades sociales.

4. Reflexionar sobre cómo se formaron y se han modificado:

a) El Estado mexicano, entendido como un conjunto de instituciones públicas


forjadas, en principio, para la dominación de la clase capitalista, pero que las
clases subalternas pueden subvertir, al menos de manera parcial y temporal,
cuando hay insurgencias, rebeliones y revoluciones sociales. El Estado burgués y
el capital mexicanos, a su vez, suelen mantener, salvo contadas excepciones,
relaciones subordinadas de negocios con los Estados, el capital y las
megacorporaciones de las naciones dominantes, que no pasan de ser una
docena. A este respecto, es imprescindible reflexionar sobre cuál es el significado
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de la soberanía nacional y en qué tiempos, terrenos y grados puede ser ejercida,


aunque sea parcialmente. Este análisis pasa, necesariamente, por comprender
cuál es la situación de las relaciones de fuerza entre las naciones dominadoras y
las dominadas, entre las corporaciones transnacionales y las empresas de las
naciones subalternas.

b) Las organizaciones obreras, campesinas, populares, indígenas, feministas,


estudiantiles y de otros amores, ya sean organizaciones oficiales o
independientes. Su número y diversidad, así como sus trayectorias a lo largo del
tiempo, son asombrosos, pero en la historiografía dominante se centra la atención
en el Estado, la clase capitalista y los partidos políticos oficialistas.

c) Las organizaciones patronales de los capitalistas nacionales y extranjeros,


incluidas sus fundaciones “filantrópicas”.

d) El sistema electoral y de partidos de Estado vigente, engrane fundamental de la


reproducción capitalista, con el que la clase política engaña al pueblo, al que dice
“representar”, pero los zapatistas nos han enseñado que lo que hace en verdad es
suplantarlo.

e) La iglesia católica y su experiencia milenaria como poder ideológico, económico


y político, así como lo tocante en los mismos aspectos a las iglesias protestantes,
en particular las evangélicas, cuyo creciente poderío se expresa en que sea la fe
evangelista la que profesa el actual presidente de México. Y dice López Obrador,
¿sinceramente?, que admira mucho a Benito Juárez, quien instituyó legalmente la
separación entre los asuntos (se decía entonces “los negocios”) del Estado y los
de la Iglesia. Lo que ha hecho López Obrador, en sus casi séis años de gobierno,
es violar sistemática y flagrantemente la separación entre la Iglesia y el Estado.

f) La siempre desigual relación “bilateral” con Estados Unidos, que hoy con el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), es más unilateral que
bajo todos los gobiernos “posrrevolucionarios” (1915-1982) y neoliberales (1982-
2018). ¿No es el gobierno de López Obrador otro gobierno neoliberal más, pese a
que él declara reiteradamente que ya terminó con el neoliberalismo? Porque,
como decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “para que todo siga igual, algo tiene
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que cambiar”, frase que también suele ser formulada así: “Si queremos que todo
siga como está, es necesario que todo cambie”. No olvidar que el gatopardismo
consiste, precisamente, en presentar los lemas políticos como si fueran una
descripción objetiva de la realidad. Por ello, la sabiduría popular pone en alerta
con el refrán: “Del dicho al hecho, hay un gran trecho”.

g) La política internacional de México, cada vez más sometida a los dictados del
“Norte revuelto y brutal” que desprecia a los pueblos de Nuestra América. Aunque
el gobierno de López Obrador prometió que la diplomacia mexicana iba a ser de
carácter soberano, se sometió al inicio de su sexenio a la política de odio al
migrante impuesta por el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump,
ahora continuada por el actual presidente de ese país, Joe Biden. La Guardia
Nacional es más bien una Guardia Imperial, cuya primera y más importante tarea
es controlar, contener y, si es posible, evitar el flujo de migrantes que cruzan
México para llegar a las fronteras de Estados Unidos. El muro en la frontera con
Estados Unidos lo estamos pagando los mexicanos, como amenazó Trump,
nomás que esa frontera se corrió hasta el río Suchiate, en la colindancia con
Guatemala. Podría decirse que el extenso territorio mexicano, tan difícil de cruzar
por la presencia de tantas fuerzas armadas del Estado y del crimen organizado, se
convirtió en ese muro casi inexpugnable.
Desde luego, la realidad social es compleja y cambiante. El gobierno de
López Obrador tiene méritos semejantes a los de los gobiernos del PRI, después
de 1959: apoya, cosa sin duda plausible, al gobierno soberano y socialista de
Cuba, que sufre desde hace más de 60 años el bloqueo inhumano de Estados
Unidos y de sus aliados europeos y otros gobiernos lacayos de América Latina y
del mundo. ¿Cómo posicionarse ante el gobierno de AMLO, que impone a los
pueblos originarios y a los campesinos, los megaproyectos de muerte, como la
termoeléctrica en Huexca, Morelos, el mal llamado tren maya y el corredor
interocéanico seco del Istmo de Tehuantepec, al tiempo que declara ser
antineoliberal y latinoamericanista? Por otro lado, cosa no menor, ¿puede
pensarse que el estrangulamiento presupuestal de las normales públicas, rurales y
urbanas, es una política pública antineoliberal? En este asunto del combate al
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normalismo público, López Obrador se parece a todos los presidentes previos de


México.
Evidentemente, de cada uno de estos asuntos será posible tratar solo lo
esencial. En un módulo introductorio como éste, la visión de conjunto es preferible
a poner atención a unos u otros detalles, es mejor el esbozo de la totalidad que la
micrografía de un fragmento.

5. Tratar estos nudos de problemas:

a) Las consecuencias de las políticas neoliberales implantadas, de manera


gradual y sucesiva, desde hace cuatro décadas, por cuyo medio el capital se ha
apropiado (y sigue haciéndolo, pero enfrenta resistencias) de las industrias,
bienes, servicios y recursos de propiedad social (tierras ejidales y comunales,
montes, aguas, bosques, minerales, biodiversidad, petróleo, gas, teléfonos,
telégrafos, correo, ferrocarriles, electricidad, espectro radioeléctrico, bancos,
aseguradoras, educación, salud, playas, fondos de retiro de los trabajadores,
patrimonio cultural, …).
Los efectos, en la sociedad mexicana, de 29 años del TLCAN (1994-2022,
hoy llamado TMEC), de 19 años del Acuerdo de Seguridad y Prosperidad de
América del Norte (ASPAN, 2005-2024, con el que México se vuelve parte de la
“esfera de seguridad” de Estados Unidos) y de 17 años de la Iniciativa Mérida
(2007-2024), tocante a la supuesta “estrategia del Estado en la lucha contra el
crimen organizado”. En las dos primeras décadas del siglo XXI, la seguridad
pública y otras tareas civiles se militarizaron cada vez más, siendo ahora “legal”
que los cuerpos armados federales (Ejército, Marina, Guardia Nacional) participen
en ellas, ya que el gobierno de López Obrador presentó ante el Congreso de la
Unión una iniciativa de reforma constitucional al respecto, que fue aprobada por
mayoría. No solo se creó un nuevo cuerpo armado, la Guardia Nacional, sino que
se legalizó la participación del ejército y de la marina en las tareas asociadas con
la seguridad pública, cuando la tarea fundamental de las fuerzas armadas es la
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seguridad nacional. Así, López Obrador ha militarizado la sociedad mexicana más


que Fox, Calderón y Peña Nieto, al tiempo que la inseguridad se ha incrementado
de manera sostenida para la población del país.
Es central entender que estos tres acuerdos fueron signados entre los
gobiernos de México y de Estados Unidos, sin ninguna intervención de los pueblos
de ambas naciones. Entre 2006 y 2024, han sido abatidos más de 200 mil
mexicanas y mexicanos por las balas de las bandas de criminales y de las fuerzas
armadas del país (soldados, marinos, policías, guardias), que más que
contrincantes, por ser aquellas ilegales y éstas legales, son aliadas en esta guerra,
que no es contra el narco, sino contra el pueblo mexicano. El país se llenó de
miles de fosas clandestinas, al tiempo que los negocios del crimen organizado, así
como los del “capital legal”, siguieron creciendo. Más de 100 mil desaparecidos en
los últimos 22 años, sin que hasta la fecha se sepa nada sobre ellos, a excepción
de aquellos que fueron desenterrados de fosas clandestinas por sus propios
familiares. Los organismos del Estado no investigan nada, más bien protegen a los
criminales.
El asesinato en Iguala, los días 26 y 27 de septiembre de 2014, de seis
civiles, entre ellos tres estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos
de Ayotzinapa y la desaparición forzada de 43 normalistas, así como otros
crímenes de lesa humanidad, son pruebas fehacientes de que en México no existe
un Estado de derecho. Este crimen, todavía impune a diez años de ocurrido,
demuestra la alianza entre el Estado y el crimen organizado. La “verdad histórica”
del entonces Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, ha sido
completamente desmentida por investigaciones científicas realizadas por
organismos autónomos nacionales y extranjeros, no por el gobierno federal, cuya
labor de encubrimiento del crimen fracasó.
Otra dolorosa injusticia del México neoliberal es el incremento sostenido de
los feminicidios y de las agresiones sexuales contra las mujeres, así como la
creciente inseguridad para toda la población, expuesta a las violencias
perpetradas por las fuerzas armadas del Estado y por los grupos criminales, que
controlan regiones enteras del territorio nacional, donde extorsionan y matan, en
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alianza con el poder político, que les garantiza la impunidad de la que disfrutan.
Deben mencionarse también las represiones contra todo tipo de ciudadanos que
ejercen sus derechos a la organización y la protesta, así como los asesinatos de
periodistas (más de 150 desde 2000 a la fecha), defensores de derechos
humanos, defensores de los bosques y de los ríos, integrantes del Congreso
Nacional Indígena y del Concejo Indígena de Gobierno, como Samir Flores
Soberanes, asesinado en Amilcingo, Morelos, el 20 de febrero de 2019 (acá se
suman unos cientos más de ejecutados). El CNI-CIG informó que del 1º de
diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, una docena de sus integrantes,
mujeres y hombres, fueron asesinados por bandas narcoparamilitares que gozan
de la protección del Estado. Brillan por su ausencia, para hacer justicia a los
agraviados, los poderes del Estado. Ninguno es merecedor del respeto de la
población agraviada. El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial tienen otras
prioridades, entre las cuales no están proteger la seguridad y la vida de los
ciudadanos, sean o no luchadores sociales.
La imposición por el gobierno de López Obrador de los megaproyectos de
muerte, llamados así por los pueblos originarios, iniciados desde antes de 2018 y
proseguidos después, mediante la fuerza militar y paramilitar, como el gasoducto
de 150 Km y el acueducto de 12 Km que llegan a la planta termoeléctrica en
Huexca, Yecapixtla, parte del Proyecto Integral Morelos; el Corredor Interocéanico
del Istmo de Tehuantepec; así como el tren mal llamado maya en Tabasco,
Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. En estos y otros megaproyectos, la
violencia “legal” se mezcla y se confunde con la ilegal, la perpetrada por agentes
particulares asociados con las empresas capitalistas. El narcoparamilitarismo es
un fenómeno muy preocupante, del que el Estado mexicano se desentiende o,
más bien, lo aprovecha.

b) En otro tema capital, discutir las profundas y muy positivas consecuencias, de


los 29 años que lleva la rebelión de los seis pueblos originarios mayas comandada
por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (1994-2024), que ellos crearon y
sostienen. Desde su inicio, y enfáticamente a partir de 2005, en la Sexta
Declaración de la Selva Lacandona, esta rebelión fue planteada como de todos los
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mexicanos y las mexicanas que luchan por la democracia, la libertad y la justicia


contra el capitalismo neoliberal y porque no desaparezca la nación. La rebelión
zapatista fue la primera rebelión del siglo XXI y el primer ¡Ya basta! mundial contra
el capitalismo neoliberal. Una lucha de resistencia y de creación de nuevas formas
de hacer política, de vasta resonancia nacional y mundial, que hizo renacer la
esperanza de las y los de abajo, que ahora entienden que su organización
colectiva autónoma les da mucha fuerza para crear un mundo nuevo, en donde
quepan muchos mundos.
Los primeros cinco Caracoles y sus Juntas de Buen Gobierno
correspondientes fueron fundados en 2003, en el territorio recuperado con las
armas en la mano por los pueblos zapatistas, con base en las experiencias de una
década de trabajo previo de los municipios autónomos rebeldes. Es pertinente
conocer los proyectos de educación, salud, producción agroecológica y artesanal,
comercio y medios de comunicación alternativos, artes y ciencias, entre otros, con
los que se construye la autonomía indígena de conformidad con los Acuerdos de
San Andrés, signados con el gobierno federal en febrero de 1996, pero que hasta
la fecha no ha cumplido el Estado, tras la traición de todos los partidos políticos
(PRI, PAN, PRD, etc.), que en abril de 2001 reformaron la Constitución Política en
materia de derechos y cultura indígenas, pero de una manera contraria a lo
pactado en San Andrés hace 28 años.
La descomposición de la clase política mexicana, lubricada con mucho
dinero, procedente de los impuestos que pagamos los trabajadores, llevó a la
constitución del narcoestado que hoy gobierna el país. Ningún partido político ha
combatido realmente al crimen organizado.
El Congreso Nacional Indígena, fundado en 1996 bajo el paraguas
organizativo generado por la rebelión zapatatista, lanzó el 1º de enero de 2017 un
reto formidable al régimen político de los partidos de Estado: postular a una mujer
indígena como candidata independiente a la presidencia de la república en el
2018, acompañada por un Concejo Indígena de Gobierno, integrado luego por 160
concejalas y concejales que representaban a unos 43 pueblos originarios. Esta
candidatura buscó desarticular el sistema de dominación existente, llevar al campo
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y la ciudad la palabra de alerta y de organización que propicia la resistencia y la


rebeldía autónomas de los diferentes abajos de los pueblos originarios y las clases
trabajadoras. En febrero de 2018, no obstante haber realizado, a lo largo de cuatro
meses, un esfuerzo limpio y con amplio apoyo popular, que arrojó cerca de 300 mil
adhesiones de ciudadanas y ciudadanos con credencial electoral vigente, la
vocera del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio Martínez
(Marichuy), no superó las barreras alzadas por el INE a su registro como
candidata independiente a la presidencia de la república en las elecciones del 1º
de julio de 2018.
En un acto de extrema ilegalidad, en cambio, el INE y el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación, otorgaron el registro a dos aspirantes
(Margarita Zavala y Jaime Rodríguez) que compraron las adhesiones y entregaron
al INE apoyos falsos. Las barreras fueron diseñadas para impedir el registro de la
única aspirante realmente independiente y honesta, que recorrió 26 estados del
país y se reunió con cientos de comunidades. Esas barreras no eran para los
políticos profesionales, pseudoindependientes, que gastaron carretadas de dinero
en conseguir el registro.
El 17 de agosto de 2019, el EZLN anunció, en la voz del Subcomandante
Insurgente Moisés, la creación de siete nuevos Caracoles, cada uno con su
correspondiente Junta de Buen Gobierno, con lo que suman ya 12 Caracoles-
Juntas de Buen Gobierno, así como cuatro nuevos Municipios Autónomos
Rebeldes Zapatistas (Marez), en nuevas zonas del sureste mexicano. Rompieron
así, de manera pacífica, el cerco militar establecido por la Guardia Nacional, y
demostraron la verdad profunda de la lucha de los pueblos originarios por la
autonomía, por el rescate de México como nación soberana y por la humanidad y
contra el neoliberalismo capitalista.
En el mismo comunicado, continúan la caracterización crítica del nuevo
gobierno que iniciaron en agosto de 2018. Dicen: “La llegada de un nuevo
gobierno no nos engañó. Sabemos que el Mandón no tiene más Patria que el
dinero, y manda en el mundo y en la mayoría de las fincas que llaman ‘países’”.
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Y prosiguen: “Sabíamos y sabemos que nuestra libertad sólo será obra de


nosotros mismos, los pueblos originarios. Con el nuevo capataz en México, siguió
también la persecución y la muerte: en apenas unos meses, una decena de
compañeros del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno,
luchadores sociales, fueron asesinados. Entre ellos, un hermano muy respetado
por los pueblos zapatistas: Samir Flores Soberanes, ultimado después de ser
señalado por el capataz que, además, sigue adelante con los megaproyectos
neoliberales que desaparecen pueblos enteros, destruyen la naturaleza, y
convierten la sangre de los pueblos originarios en ganancia de los grandes
capitales”.
c) Las consecuencias para México y América Latina de las más recientes
guerras realizadas contra la humanidad por el capitalismo neoliberal, por el
imperialismo estadunidense y sus aliados, después del 11 de septiembre de 2001.
Entre ellas, sin nombrarlas todas, las invasiones de Afganistán en 2001 e Irak en
2003, las guerras contra Libia y Siria desde 2011, el golpe de Estado neonazi en
Ucrania en febrero de 2014 y la guerra en Yemen desde hace siete años. No
puede olvidarse la guerra de Rusia contra Ucrania, que en su fase más intensa
comenzó el 24 de febrero de 2022, que más bien parece una guerra entre Estados
Unidos y Rusia, en la que Ucrania pone los muertos y Estados Unidos y la OTAN
(Organización del Tratado del Atlántico Norte), las armas. ¿Cómo interpretar las
guerras que se avecinan?
En África, Estados Unidos y sus aliados pretenden recolonizar todo el
continente: Somalia fue invadida, Sudán partido en dos, el Estado nacional libio
destruido, la República Democrática del Congo y Malí ocupados por soldados
extranjeros. Después de 1945, la guerra con más muertos, sobre todo civiles, es la
que tiene lugar en el corazón de África desde hace 25 años, en la que se
enfrentan, como piezas del ajedrez imperialista, cerca de 15 países africanos.
Hasta 2017, el número de víctimas mortales en esa guerra centroafricana era de
5.4 millones de personas. No sobra informar que la inmensa mayoría de los
muertos son mujeres, hombres y niños de los pueblos originarios de África y de las
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clases trabajadoras de esos países.¿Se han preguntado cuál es la razón de que


miles de africanos traten de llegar a Estados Unidos a través de México?
Estados Unidos y sus aliados son los principales proveedores del
“terrorismo internacional” que dicen combatir. En 1989, el ejército de Estados
Unidos bombardeó y ocupó Panamá; diez años después, Estados Unidos y sus
aliados de la OTAN bombardearon durante 78 días Belgrado, capital de la
República Federativa Socialista de Yugoslavia, fragmentada luego en seis
“países”. A partir de 1991, los mismos ejércitos genocidas ya mencionados
hicieron la primera guerra contra Irak, cuya población ha sido diezmada a la fecha
en más de un millón de habitantes y han sido desplazadas seis millones de
personas, la infraestructura económica de este país y sus ciudades, han sido
devastadas. La balcanización de una docena de países, planificada por los think
tanks (grupos de intelectuales belicistas), es parte de la conquista de nuevos
territorios por parte del capital financiero, cuyos ejércitos principales son los de las
naciones imperialistas, más los ejércitos mercenarios que ellas pagan, como el del
llamado, hasta hace tres años, “estado islámico”, ya desaparecido, al ser
derrotado en una guerra en la que Rusia, por petición del gobierno sirio, intervino
de manera decisoria. Los mapas del mundo, las fronteras entre los países, el
ejercicio de la soberanía nacional, han sido modificados o anulados.
Por otro lado, Estados Unidos considera que América Latina y el Caribe son
su “patio trasero”, donde sus proyectos de dominación son permanentes,
disfrazados con el discurso vacío, ajeno a la realidad de su política internacional,
del “desarrollo, el progreso, la democracia, la libertad y el respeto a los derechos
humanos”. Uno de esos proyectos es la destrucción de la Cuba socialista,
fracasado durante 64 años, reforzado por el imperialista y abiertamente racista
Donald Trump y hoy continuado por Joe Biden. El fallido golpe de Estado contra el
gobierno de Hugo Chávez en Venezuela en el 2002, así como el golpismo
incesante contra el proyecto bolivariano tras el fallecimiento de Chávez, la elección
de Nicolás Maduro como presidente de ese país en abril de 2013 y su nuevo
triunfo en las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, y el reciclado
programa golpista yanqui en 2021, que va desde la guerra mediática, pasando por
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el robo de los depósitos financieros de Venezuela en la banca internacional, hasta


el bloqueo económico y la creación de una quinta columna vendepatrias en la
tierra del libertador Simón Bolívar.
La reactivación de la IV flota marítima de Estados Unidos en 2008, para
intimidar militarmente a los proyectos nacionales alternativos en América Latina; el
derrocamiento militar del gobierno del presidente Manuel Zelaya en Honduras en
2009, el fraude electoral de 2017 también en Honduras, donde el golpismo perdió,
pero se impuso fraudulentamente. ¿Se han preguntado por qué miles de
hondureños, salvadoreños y guatemaltecos arriesgan sus vidas atravesando
México para llegar a Estados Unidos?
El golpe de estado parlamentario contra el presidente Fernando Lugo en
Paraguay en 2012, donde el 21 de abril de 2013 fue electo como presidente el
multimillonario Horacio Cartes, político derechista del Partido Colorado, sostén de
la sangrienta dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989), y recién en 2018
fue electo presidente otro representante de la oligarquía golpista paraguaya.
El acoso incesante por Estados Unidos del Estado plurinacional de Bolivia
encabezado por Evo Morales y del gobierno progresista de Rafael Correa en
Ecuador (concluido en mayo de 2017), reemplazado enseguida por un gobierno
que se alineó con el de Donal Trump. La autorización a Estados Unidos por el
presidente Álvaro Uribe (2002-2010), para construir siete bases militares en
Colombia, con las que el imperialismo yanqui alcanzó un total de 74 bases
militares en América Latina y el Caribe, política continuada luego por su pupilo
Iván Duque, presidente lacayo que promovió la guerra contra Venezuela. En
Colombia, como es sabido, a fines de junio 2022, ganó las elecciones por la
presidencia Gustavo Petro, procedente de las filas de la izquierda. Lo mismo
ocurrió en Chile en los últimos días de 2021, con el triunfo de Gabriel Boric en las
elecciones presidenciales. Sin embargo, es imprescindible no olvidar que son las
grandes empresas capitalistas las que siguen manteniendo el control sobre los
gobiernos, incluidos los apenas mencionados, que se reclaman democráticos.
La ambición yanqui de recuperar la soberanía sobre la Zona del Canal de
Panamá, que el general Omar Torrijos rescató para su patria en 1977, mediante la
16

negociación con el gobierno de James Carter; así, Estados Unidos devolvió a


Panamá la Zona del Canal el 31 de diciembre de 1999, pero diez años antes los
yanquis ocuparon militarmente Panamá y anularon la soberanía de todo el país,
no solo de la Zona del Canal.
La larga cadena de golpes de Estado en América Latina, respaldados por
Estados Unidos desde el siglo XIX, prosigue en el siglo XXI. Desde fines de 2015,
por otro lado, los gobiernos “progresistas” o “posneoliberales” de Venezuela,
Argentina y Bolivia han tenido reveses o francas derrotas electorales, al tiempo
que en 2016 tuvo lugar en Brasil un golpe de Estado judicial-legislativo que
destituyó a la presidenta Dilma Rousseff, quien fue sustituida por un testaferro del
capital financiero, y en 2018 tuvo lugar un “juicio” contra el expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva, bajo la acusación de “corrupción”, para impedirle que
contendiera nuevamente por la presidencia de su país. Encarcelar a Lula facilitó el
triunfo del político ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales
de Brasil en octubre de 2018. A principios de noviembre de 2019, Lula fue
liberado, pero no exonerado de los cargos criminales falsos que se levantaron
contra él. En marzo de 2021, finalmente, Lula fue exonerado por la “justicia
brasileña” de los ilícitos infundados que se le fabricaron. Y ganó la presidencia de
su país en las elecciones de octubre 2022, para ser el titular del poder ejecutivo de
Brasil por tercera vez en el siglo XXI.
En el caso de Bolivia, tuvo lugar en noviembre de 2019 el golpe de Estado
contra el presidente Evo Morales, perpetrado con el total apoyo de Estados
Unidos, la oligarquía y el ejército bolivianos. La dictadura golpista boliviana
cometió numerosos crímenes contra el pueblo y profundos daños a la economía
del país, pero perdió el poder en las elecciones presidenciales de octubre de 2020,
ganadas por Luis Arce Catacora, quien fue el secretario de economía durante los
casi catorce años de la presidencia de Evo Morales.
Para nosotros, las y los mexicanos, es prioritario saber que Estados Unidos
ha intervenido en México más de 141 veces. Sea con invasiones militares, tales
como la guerra de 1846-1847, con la que nos arrebató la mitad del territorio
nacional, la ocupación militar de Veracruz de abril a noviembre de 1914 y la
17

“expedición punitiva” contra Pancho Villa entre marzo de 1916 y febrero de1917,
con doce mil soldados que ocuparon buena parte del norte del país. Sea, por otro
lado, con el injerencismo político y diplomático: basta con recordar que el golpe de
Estado contra Madero en febrero de 1913 se fraguó en la Embajada de Estados
Unidos o que Fox entregó al FBI en 2004 por varios días el control de los puertos
aéreos y marítimos del país, por supuestos problemas de “seguridad”. Otras tantas
expresiones del dominio imperialista son el TLCAN (hoy rebautizado TMEC), la
posición dominante del capital extranjero en la agricultura, la minería, la industria,
la banca, el comercio y los servicios nacionales, así como la aportación que
millones de trabajadores migrantes mexicanos y latinoamericanos hacen a la
acumulación de ganancias allende el Río Bravo. Los mexicanos que laboran en
ese país son el sostén de millones de familias en México. En 2020, sus remesas
de dinero fueron de poco más de 40 mil millones de dólares: la fuente mayor de
entrada de divisas a México. A fines de 2022, el monto de esas remesas se acercó
a los 60 mil millones de dólares. ¿Cómo hay que interpretar estos datos y
desentrañar su significado real?

Los cinco ejes principales de estudio y las fuentes de consulta obligatoria


son:

a) Significado de la resistencia, la rebeldía y la autonomía de los pueblos


originarios de México, proceso encabezado por el EZLN, el Congreso Nacional
Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno. En los dos párrafos siguientes se
enumeran las fuentes (al final, están las referencias completas). Las líneas
restantes de este inciso constituyen un apretado resumen del desarrollo de la
rebelión zapatista.
Comenzamos desde el presente, con la “Primera Declaración de la Selva
Lacandona” (1994) del EZLN. Seguimos con el artículo de Pablo González
Casanova, “Causas de la rebelión en Chiapas” (1995), el texto “Siete piezas
sueltas del rompecabezas mundial” del Subcomandante Insurgente Marcos
(1997), y dos comunicados más del EZLN: “La (imposible) ¿geometría? del Poder
18

en México” (2005) y la “Sexta Declaración de la Selva Lacandona” del EZLN


(ambos del 2005).
Nos trasladamos, luego, al pasado, para investigar el origen y desarrollo de
la civilización mesoamericana, con dos libros de gran valía: Guillermo Bonfil
Batalla, México profundo. Una civilización negada (1987) y Carlos Montemayor,
Los pueblos indios de México (2000), que nos aportan la perspectiva del
nacimiento de la civilización mesoamericana, de su historia de larga duración y de
su carácter de piedra fundacional de México. Ambos libros esclarecen cuáles son
los períodos fundamentales de la historia de México, desde la constitución de la
civilización mesoamericana, hace 3,500 años, hasta llegar al siglo XX. Entre los
temas que abordan nos interesan en especial la historia autónoma de la
civilización mesoamericana a lo largo de 3000 años (1500 a. C-1521), así como
nuestra historia en los 500 años más recientes: el largo período colonial (1521-
1821), el México independiente temprano (1821-1854), la revolución liberal juarista
y la Guerra de Reforma (1854-1860), la dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911), la
revolución mexicana (1910-1940) y otros asuntos, tales como las invasiones
extranjeras de México: la española en la década de 1510 que desembocó en la
caída de Tenochtitlan y la tricentenaria colonia; la estadunidense en 1846-1847,
que resultó en la pérdida de la mitad del territorio nacional; la ocupación militar
francesa de 1862-1867 que estableció el Segundo Imperio Mexicano, encabezado
por Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica; y las dos invasiones militares
de México por Estados Unidos en el curso de la revolución mexicana en 1914 y
1916-1917.
Pasamos ahora a presentar algunos aspectos básicos de la lucha de
liberación de los pueblos originarios y de la nación mexicana, iniciada el 1º de
enero de 1994 por el EZLN. Ese día tomó en Chiapas siete cabeceras municipales
(cuatro entre las ciudades más importantes del estado: San Cristóbal de las
Casas, Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas; las otras tres más pequeñas:
Oxchuc, Huixtán y Chanal) y dio a conocer la Primera Declaración de la Selva
Lacandona. Al terminar el día, el EZLN ordenó a los miles de combatientes
19

rebeldes, mujeres y hombres, evacuar las siete cabeceras municipales y


replegarse a sus posiciones de montaña.
El presidente Carlos Salinas de Gortari mandó al ejército a atacar con todo
al EZLN y a los pueblos que constituían su retaguardia. Hubo doce días de guerra
muy intensa, con muertos de ambas fuerzas contendientes; desde entonces, la
guerra de exterminio de los pueblos originarios continúa, con mayor o menor
intensidad, a veces en su modalidad de guerra de baja intensidad realizada por el
ejército, la policía y los paramilitares, además de las incesantes guerras
económica, psicológica y mediática y de las labores de engaño, zapa, infiltración,
corrupción y cooptación de indígenas rebeldes y, simultáneamente, de reclutar y
armar a indígenas no zapatistas para hacerlos paramilitares. A veces esa guerra
se expresa como matanzas de población civil desarmada y pacífica, perpetradas
por paramilitares, como ocurrió en Acteal, municipio de Chenalho, Chiapas, el 22
de diciembre de 1997, donde fueron asesinadas 21 mujeres, 15 niños y 9 hombres
tzotziles.
Sectores muy amplios de la sociedad civil mexicana se movilizaron en los
primeros días de enero de 1994, para demandar alto al fuego y el inicio de un
proceso de negociación entre el gobierno Federal y el EZLN. Son hitos de los
sucesos de ese año, las negociaciones entre el gobierno federal y el EZLN en la
Catedral de San Cristóbal de las Casas, a partir de fines de febrero, el asesinato
del candidato del PRI Luis Donaldo Colosio, casi un mes después, el 23 de marzo
de 1994, la suspensión de esas negociaciones por parte del EZLN por la amenaza
que el magnicidio significó para los pueblos originarios rebeldes, la candidatura
presidencial de reemplazo de Ernesto Zedillo, la Convención Nacional
Democrática, convocada por el EZLN y realizada en territorio zapatista en agosto
de 1994, y las elecciones presidenciales de ese mismo mes, selladas con el
supuesto triunfo de Ernesto Zedillo, realizadas cuando el Instituto Federal
Electoral, llevaba poco más de tres años y medio de haber sido creado.
Las negociaciones habrían de reanudarse posteriormente y dieron como
fruto los Acuerdos de San Andrés, firmados por el gobierno federal y el EZLN, el
16 de febrero de 1996. Resaltan en el proceso las sucesivas consultas realizadas
20

por el EZLN a la sociedad civil nacional e internacional, los diversos foros que
organizó sobre la reforma del Estado, la situación de los pueblos originarios en
México, los derechos de las mujeres, democracia y justicia, y el Encuentro
Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo; la Marcha del Color
de la Tierra en 2001 y la traición de toda la clase política en abril de ese año, al
reformar la Constitución en materia de derechos y cultura indígenas sin tomar en
cuenta los Acuerdos de San Andrés. Los tres poderes del Estado (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial) traicionaron a los pueblos originarios.
El EZLN y las comunidades indígenas han sido creativos, muy activos en
vez de pasivos, no están en la retaguardia esperando a ver qué ocurre, sino que
anticipan lo que viene por parte del Poder y toman con antelación las medidas
necesarias para la continuidad de la resistencia y la rebeldía, orientadas por el
principio del mandar obedeciendo y la máxima de no rendirse, no venderse y no
claudicar. Sus propias palabras lo explican mejor: “Lanzamos una y otra iniciativas
para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas,
tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos”.
Podría decirse que los zapatistas han sido capaces de ir siempre un paso
adelante del Poder. Así se explica la fundación, en agosto de 2003, por las
comunidades indígenas, de los Caracoles y de las Juntas de Buen Gobierno, un
paso más en la construcción de su autonomía, que aplicó los Acuerdos de San
Andrés contra los tres poderes del Estado Mexicano, que en 2001 hicieron su
“reforma” ignorando lo que pactaron con los rebeldes cinco años antes. Del mismo
modo, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005) y la Otra Campaña
(desde 2006), son proyectos estratégicos y tácticos nacidos de la convicción de
que la correlación de fuerzas favorable a quienes luchan tiene que ser construida
en un proceso en que los sujetos históricos rebeldes, con su organización y su
caminar preguntando, se van uniendo a otros sectores de abajo que también están
luchando. Y en ese proceso real, no sólo pensado, sino llevado a la práctica, se
van formando los sujetos históricos conscientes, rebeldes, dispuestos a luchar. Se
busca superar, así, la fragmentación de las luchas y la falta de vinculación entre
ellas. Es decir, las condiciones sociales que favorecen las luchas de los
21

explotados sólo surgen cuando éstos luchan guiados por una teoría y una práctica
objetivas, nacidas no del simple voluntarismo, sino de la comprensión científica de
la realidad. La suya es “la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su
mundo” y es “una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo”.
Una parte esencial de la contribución de los zapatistas fue la creación en
1996, junto con los demás pueblos originarios, del Congreso Nacional Indígena,
entre otros nuevos instrumentos de lucha, así como la crítica constante y muy bien
fundamentada de la descomposición de la clase política y de sus partidos, que
ejercen el monopolio de la actividad política legal, financiada con fondos públicos y
otros de oscura procedencia. La rebelión socializó la propiedad de los medios de
producción en el territorio zapatista: tierras, bosques, montes, aguas, biodiversidad
y otros bienes comunes no son propiedad privada, sino social, colectiva.
El poder político, el poder militar, la educación y la cultura, la salud, la
economía, los medios de comunicación autónomos, el transporte, la promulgación
de leyes y la impartición de justicia en el territorio zapatista, los bancos
autónomos, la agricultura y la ganadería, entre otros rubros, están en manos de
las comunidades, de cientos de miles de ciudadanos que nos muestran el camino
a seguir para que pueda haber en México libertad, democracia y justicia.
Por otro lado, hubo una clara separación de las responsabilidades y de las
tareas sociales, el EZLN se encarga de lo político-militar, las Juntas de Buen
Gobierno de los asuntos civiles y democráticos. No es el EZLN quien decide qué
proyectos y cómo los realizan las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios
Autónomos, con sus propios recursos, sin recibir un peso del Estado mexicano y
sus instituciones, sino que son los pobladores de las comunidades zapatistas
quienes lo hacen. Por otro lado, en el territorio zapatista está prohibido el cultivo y
el consumo de drogas y de alcohol, en las comunidades zapatistas las mujeres
han conquistado y ejercen sus derechos y viven sin temor a las agresiones
masculinas, que son castigadas severamente, cuando las hay. Allí no hay
femenicidios ni crimen organizado. Aunque hoy día, todos los grandes cárteles del
crimen organizado están presentes en Chiapas, lo que se ha convertido en una
22

nueva forma de agresión contra los pueblos originarios y el conjunto de la


sociedad civil.
Los anteriores son algunos de los hitos de la prolongada y muy interesante
historia de la rebelión zapatista. Para entender su estado actual consultaremos
algunos de los comunicados dados a conocer por el EZLN en años más recientes.

b) La naturaleza de la revolución mexicana de 1910-1920, cuya caracterización


crítica, parcial y sumaria, se hará a través de la lectura y discusión del primero de
los cuatro tomos de la mejor obra existente sobre el Ejército Libertador del Sur y
Emiliano Zapata, escritos por Francisco Pineda Gómez: La irrupción zapatista.
1911 (1997); La revolución del sur. 1912-1914 (2005); Ejército Libertador. 1915
(2013), y La guerra zapatista. 1916-1919 (2019). Pineda Gómez analiza la lucha
zapatista contra los hacendados y los gobiernos sucesivos de Porfirio Díaz,
Francisco León de la Barra, Francisco I. Madero, Victoriano Huerta y Venustiano
Carranza. Durante nueve años (1911-1919), los gobiernos lanzaron al ejército
contra los pueblos zapatistas, a los que se les impuso una estrategia de guerra de
tierra arrasada, que destruye las bases materiales de la vida humana y no
distingue entre combatientes y civiles. Analiza Pineda Gómez también los intentos
sucesivos de los zapatistas de trabar alianzas: primero con Madero (que los
traicionó), enseguida con Pascual Orozco (que también los traicionó, al aliarse con
el chacal Victoriano Huerta, encarnación sangrienta de la contra revolución y
enemigo jurado de los zapatistas y los pueblos originarios, pues fue en guerras de
exterminio de los indígenas que Huerta y los demás mandos del ejército porfiriano
hicieron su ascendente carrera militar), luego con Pancho Villa (que no los
traicionó, pero varios de sus subordinados sí lo hicieron), por último con el
carrancista Jesús Guajardo, quien fingió pasarse al Ejército Libertador del Sur,
para así lograr asesinar a Emiliano, por orden de Carranza.
Un hecho incontestable, que debe quedar claro, es que la revolución
mexicana fue un proceso extremadamente complejo, que no tuvo nada de
monolítico y en el que se expresó de manera muy violenta la lucha entre las clases
sociales; también la segregación, el despojo, la represión, la explotación y el
desprecio a que estaban sometidos los pueblos originarios en el porfiriato y que no
23

cambió mucho durante la revolución y después de ella (uno de los hallazgos más
sorprendentes de las investigaciones de Pineda Gómez, es que la prensa
maderista fue mucho más racista que la porfirista e incluso que la del gobierno
golpista y contrarrevolucionario de Huerta); así como se manifestó en la revolución
la exclusión de las mujeres de la vida política, aunque sin ellas no habría habido
revolución, ni tampoco, hay que decirlo, contra revolución, pues la pertenencia de
etnia, de clase y de género no lleva por sí sola a las personas a adoptar la misma
orientación político-ideológica. Dicho en otras palabras, hubo entonces, y hay
ahora, mujeres contrarrevolucionarias, cosa aplicable a los hombres y los demás
géneros. Por ejemplo, sólo el sector más consciente de la clase obrera se alió con
el Ejército Libertador del Sur, pero hubo un sector mercenario de la Casa del
Obrero Mundial comprado por el carrancismo, a través de Álvaro Obregón, hábil
operador polílico, para formar los mal llamados Batallones Rojos, que
combatieron: ¡a los revolucionarios zapatistas! Otra conclusión central de las
investigaciones de Pineda Gómez es que Estados Unidos intervino en la
revolución mexicana, entre otras, con dos arteras ocupaciones militares, para
evitar que triunfara la proyectada alianza de los zapatistas y los villistas, lo que
favoreció al bando carrancista, que con el aprovisionamiento de armas por parte
de Estados Unidos destruyó militarmente tanto a los zapatistas como a los villistas.
Por ello, es válido decir que Carranza representó, contra Zapata y Villa, a la
contrarrevolución. Que hubiera sectores del arriba social mexicano ubicados más
a la derecha que Carranza, no anula que este acaudalado hacendado y
empresario coahuilense fuera enemigo de las grandes mayorías trabajadoras del
campo y de la ciudad, así como de los pueblos originarios.
También es evidente que la versión dominante de la historia de la
revolución mexicana, la que se enseña en todos los niveles del sistema educativo
nacional, está muy alejada de la verdad. Se enseña porque contribuye a legitimar
al Estado mexicano, que lleva muchos años de ser de carácter contra
revolucionario y apátrida.

c) Aunque lo ideal sería estudiar con detenimiento las reformas y contrarreformas


sociales realizadas por los gobiernos posrrevolucionarios, el tiempo disponible no
24

da para tanto. Se opta, en consecuencia, por el estudio cuidadoso de dos obras


muy innovadoras en las ciencias sociales: El capital monopolista y la economía
mexicana (1963) de José Luis Ceceña Gámez y La democracia en México (1965)
de Pablo González Casanova, textos que analizan de manera sistemática, con
base en una comprensión teórica, una investigación empírica y una base
estadística excepcionales, reflejadas en acertadas y perdurables elaboraciones
conceptuales y en la hechura de numerosos cuadros con los datos estadísticos
pertinentes, los resultados alcanzados hasta entonces por las políticas impulsadas
por los regímenes posrevolucionarios. Ni Ceceña Gámez ni González Casanova
tenían un propósito apologético, es decir, legitimar a los gobiernos del PRI.
Tampoco tenían, hay que decirlo, un fin puramente crítico, de denuncia del
régimen político vigente, sino que trazaron con mucha objetividad los claroscuros
de la realidad nacional, analizaron tanto las fuerzas y procesos que podían llevar a
una democracia, desarrollo y soberanía nacionales verdaderos, como los
intereses, poderes legales y fácticos, nacionales y extranjeros, que podían llevar a
un mayor autoritarismo, a profundizar la desigualdad social y al sometimiento
mayor de la economía nacional por el capital monopolista extranjero y sus
subordinados mexicanos: el capital nacional y la clase política oficialista. González
Casanova fue uno de los primeros investigadores en entender que la estructura de
poder vigente impone a los pueblos originarios una forma de dominación que
llamó colonialismo interno. Éste fue una de las causas de la rebelión zapatista,
explicará González Casanova en un artículo publicado 30 años después de La
democracia en México (1965), artículo que es parte de las primeras lecturas del
módulo.

d) El movimiento estudiantil y popular de 1968 fue un parteaguas en la historia


mexicana, por su carácter masivo y el amplio apoyo que concitó por parte de la
sociedad civil y de los sectores conscientes de las clases trabajadoras. La
represión policiaca contra los estudiantes provocó las movilizaciones de protesta,
primero en el Distrito Federal y luego en otros estados. De la represión, el poder
priísta pasó al genocidio. En escasos dos meses, el gobierno de Díaz Ordaz pasó
de reprimir a los estudiantes con macanazos de granaderos a perpetrar la
25

masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, si bien el


uso de armas de fuego, incluso de bazukas, contra los estudiantes, comenzó
desde fines de julio. El 2 de octubre, el ejército movilizó miles de soldados
fuertemente armados, tanques, helicópteros y otros vehículos militares como si se
tratara de una guerra contra un ejército enemigo y no de una protesta cívica
enteramente pacífica sustentada en el derecho a manifestarse plasmado en el
Artículo 39 de la Constitución. El poder judicial realizó también un operativo
planificado para, primero, vaciar las prisiones, y luego, encarcelar, sin ninguna
base legal, a los miles de detenidos esa noche. La investigación de los hechos
acaecidos en 1968 constituye una de las preocupaciones centrales de la
investigación sociológica y política, de carácter crítico, en México desde hace 55
años, y constituye la base de la imprescriptible demanda de justicia. Al establecer
la verdad objetiva de la represión sangrienta, se demostró el carácter
antidemocrático, ilegal, dictatorial y genocida del régimen político priísta, hoy
ampliado para incorporar a una decena de partidos políticos. El libro de Raúl
Álvarez Garín, La estela de Tlatelolco (1998), es una de las mayores aportaciones
a las ciencias sociales sobre el asunto que trata. La lucha estudiantil del 68 logró
concitar el apoyo de sectores populares cada vez más amplios. La dirección
política del movimiento, el Consejo Nacional de Huelga, integrado por
representantes de todas las escuelas participantes, trazó una estrategia y tácticas
de lucha que evidenciaron, por un lado, el autoritarismo del gobierno de Díaz
Ordaz, que se negó a entablar negociaciones públicas con el CNH, y por otro lado,
que la prensa, la radio y la TV, con contadísimas excepciones, difamaron al
movimiento estudiantil al difundir los boletines de prensa del gobierno como si
fueran reportajes periodísticos y, más en general, se dedicaron a tender una
cortina de humo para ocultar lo que en verdad estaba pasando. Así, en lo político,
ideológico y comunicativo, gracias a los numerosos mítines relámpago y a las
manifestaciones masivas, los millones de volantes, pintas y carteles de serigrafía
hechos y distribuidos por decenas de miles de brigadistas, el movimiento superó el
cerco informativo alzado por el gobierno y los medios de enajenación masiva.
Como un movimiento estudiantil de carácter pacífico, desde luego, no podía estar
26

preparado para enfrentar la violencia armada policiaca, militar y paramilitar, ni la


violencia judicial y carcelaria. La masacre del 2 de octubre es un crimen de lesa
humanidad, imprescriptible, por ende los responsables todavía pueden ser
juzgados, como lo fue Luis Echeverría Álvarez en el sexenio de Fox, pero al final
el gesticulador genocida, fallecido en 2022 a los 100 años de edad, fue exonerado
de todos los cargos.
La estela de Tlatelolco (1998) tiene cientos de páginas. Carezco de un PDF
del libro y escanearlo fuera de la UAM, en un negocio de impresión, tiene un costo
impagable. La referencia completa de esta obra es: Raúl Álvarez Garín. La estela
de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del Movimiento estudiantil del 68.
México: Editorial Grijalbo, 1998, 339 p.
En sustitución de esta obra, leeremos otro análisis sobre el movimiento
estudiantil del 68, sucinto, pero excelente también, que es apenas una porción del
extenso y muy recomendable libro de Arturo Anguiano (2019), Resistir la
pesadilla. La izquierda en México entre dos siglos 1958-2018, pp. 80-120.

e) Para cerrar el círculo de interpretación científica de la historia, pues


comenzamos el módulo con el levantamiento armado del EZLN en 1994, luego
fuimos muchos siglos atrás, enseguida regresamos al siglo XX y al final volvemos
nuevamente al presente, pero 20, 24 y 26 años después del levantamiento de
1994, leeremos tres explicaciones de la realidad nacional e internacional, dadas a
conocer dos por el EZLN y la tercera por Arturo Anguiano.
La primera es del 25 de mayo de 2014: “Subcomandante Insurgente
Galeano. Entre la luz y la sombra”, con la cual, entre otras cosas, el jefe militar del
EZLN y otrora vocero de las comunidades originarias, conocido como el Sup
Marcos, cambia su nombre, a Sup Galeano, en homenaje al maestro zapatista
Galeano, asesinado por paramilitares el 2 de mayo de 2014 en el Caracol de La
Realidad, Chiapas.
La segunda es un extenso manifiesto del EZLN, publicado en tres partes,
entre el 20 y el 22 de agosto de 2018, firmadas por el Subcomandante Insurgente
Moisés y el Sup Galeano, en la víspera del inicio del gobierno de López Obrador:
27

- “300. Primera Parte: UNA FINCA, UN MUNDO, UNA GUERRA, POCAS


PROBABILIDADES”.
- “300. Segunda Parte: UN CONTINENTE COMO PATIO TRASERO, UN PAÍS
COMO CEMENTERIO, UN PENSAMIENTO ÚNICO COMO PROGRAMA DE
GOBIERNO, Y UNA PEQUEÑA, MUY PEQUEÑA, PEQUEÑÍSIMA REBELDÍA”, y
- “300. Tercera y última parte: UN DESAFÍO, UNA AUTONOMÍA REAL, UNA
RESPUESTA, VARIAS PROPUESTAS Y ALGUNAS ANÉCDOTAS SOBRE EL
NÚMERO ‘300’”.
Así, tendremos oportunidad de juzgar si los zapatistas fueron capaces de
anticipar, hace cuatro años, los rasgos fundamentales del gobierno del presidente
Andrés Manuel López Obrador, que impulsa con firmeza la militarización creciente
del país y políticas públicas de corte claramente neoliberal, disfrazadas con frases
como “Por el bien de todos, primero los pobres”.
La tercera fuente es el “Prólogo” del magnífico libro de Arturo Anguiano,
Rehacer el mundo, abajo y a la izquierda (2020, pp. 9-19), porción del texto que
fue escrita tras pasar un año y medio del gobierno de López Obrador.

Ideas para entender la orientación crítica del módulo


El Porfiriato poseyó rasgos económicos, políticos, militares, sociales e
ideológicos similares a los del actual régimen político neoliberal (1982-2023). En
ambos casos, la base material de los correspondientes regímenes políticos, es el
predominio del capital nacional y sobre todo el extranjero, y de los negocios de las
grandes empresas, por encima de las necesidades y de los derechos de las clases
trabajadoras y de los pueblos originarios. En el porfiriato, ni aquéllas ni éstos
tenían una fuerte organización propia que les permitiera defenderse de los
hacendados, de los políticos, de las fuerzas represivas, ni de los patrones que
invertían su capital en plantaciones agrícolas, explotaciones mineras y madereras,
fábricas, bancos, ferrocarriles y demás. El Porfiriato y el capitalismo neoliberal
actual comparten un rasgo esencial: el despojo de los territorios de los pueblos
originarios a través de la inversión de capital financiero en la realización de
megaproyectos mineros, gaseros, carreteros, ferrocarrileros, de parques eólicos y
28

solares, de megagranjas porcinas, gasoductos, acueductos, termoeléctricas, la


invasión por empresas y grupos narcoparamiitares de las tierras ejidales y
comunales de los campesinos y las comunidades indígenas, etc. Y a todo esto se
le llama “desarrollo económico, prosperidad y progreso”.
A lo largo del siglo XX, se acumuló, en particular en los países imperialistas,
una masa inmensa de capital financiero y las corporaciones capitalistas crecieron
hasta convertirse en gigantescos monopolios y oligopolios, muchos de los cuales
se fusionaron entre sí en los últimos cuarenta años para formar
megacorporaciones de dimensiones descomunales. No obstante, fue también en
ese siglo que ocurrieron cuatro revolucionistas socialistas (la rusa, la china, la
vietnamita y la cubana) y revoluciones como la mexicana, democrático-burguesas,
de liberación nacional y de reforma social dentro del marco capitalista, sin olvidar
que el zapatismo y el villismo dotaron a la revolución mexicana de programas
radicales, que fueron derrotados en el terreno militar, pero no en el político e
ideológico.
La debacle del proyecto socialista soviético al finalizar el siglo XX, tuvo
causas múltiples, pero la fundamental fue que la URSS perdió la guerra fría y que
China decidió adoptar la vía capitalista para lograr una formidable expansión
industrial y financiera. El socialismo se mantiene en Cuba por la voluntad, por la
lucha, del pueblo cubano. Sin socialismo, Cuba dejaría de ser una nación
soberana, para retornar a la condición previa a 1959: ser una neocolonia yanqui.
El capitalismo neoliberal, como proyecto económico y político de
dominación mundial, impulsado por el capital financiero y por sus Estados
nacionales, se inició en la década de 1970, cuando las clases trabajadoras, con
sus luchas, habían logrado conquistar derechos, en muchos países, sobre todo en
los más industrializados. Existía lo que se denominó el Estado de bienestar social,
que aseguraba derechos básicos para el sector organizado de las clases
trabajadoras. Dos blancos de la embestida neoliberal fueron precisamente ese
estado de bienestar, que incluye la seguridad social y laboral, y la propiedad social
sobre la tierra, los bosques, el agua, las industrias, los fondos de retiro de los
trabajadores. Las metas neoliberales son que la única forma de propiedad
29

existente sea la privada, que un puñado de capitalistas domine todo el mundo a


través de sus megacorporaciones industriales, bancarias, financieras, militares,
comerciales, mediáticas y educativas, apuntaladas por sus correspondientes
Estados nacionales, y que los trabajadores y los pueblos originarios de los cinco
continentes, se sometan dócilmente a la restauración plena de la dominación de la
clase capitalista.
En cuanto a la relación que el Estado nacional ha mantenido con los
pueblos originarios, son similares, en lo esencial, las políticas de los presidentes
prerrevolucionarios Porfirio Díaz (1876-1880 y 1884-1911, así como el gobierno de
su compadre, “El Manco” Manuel González, 1880-1884) y el presidente interino
que sustituyó a Díaz, Francisco León de la Barra (1911), del revolucionario
burgués Francisco I. Madero (1911-1913), del farsante Pedro Lascuráin
(presidente por 45 minutos, uno de los últimos días de febrero de 1913), de los
contrarrevolucionarios Victoriano Huerta (1913-1914) y su sustituto Francisco
Carvajal (unas semanas de agosto de 1914); de los presidentes de la Convención
Nacional Revolucionaria: Eulalio Gutiérrez (noviembre 1914-enero 1915), Roque
González Garza (enero-junio 1915) y Francisco Lagos Cházaro (junio-julio 1915);
y de los presidentes “revolucionarios” y “posrrevolucionarios”: Venustiano
Carranza (1915-1920), Adolfo de la Huerta (1920), Álvaro Obregón (1920-1924),
Plutarco Elías Calles (1924-1928), Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz
Rubio (1930-1932), Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) y Lázaro Cárdenas del Río
(1934-1940).
Vienen luego gobiernos federales cada vez más confrontados con los
derechos de las clases trabajadoras, cada vez más afines al interés de la gran
empresa y capitalistas ellos mismos, como varios de los presidentes anteriores:
Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán Valdés (1946-1952) y Adolfo
Ruiz Cortines (1952-1958). Los suceden ejecutivos federales abierta y
violentamente represivos de las protestas del pueblo: Adolfo López Mateos (1958-
1964), Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y
José López Portillo (1976-1982). Sin olvidar que también Ruiz Cortines reprimió
las huelgas estudiantiles, magisteriales y ferrocarrileras.
30

La represión de las organizaciones y las movilizaciones populares


independientes continúa hasta el presente, al tiempo que con el inicio del período
del capitalismo neoliberal en México, todos los poderes del Estado darán marcha
atrás a las reformas sociales del programa de la revolución de 1910 y privatizarán
las empresas de propiedad pública, reformarán la Constitución Política para anular
las limitaciones a la acumulación de capital en manos privadas, que es favorecida
de todas las maneras posibles, con contrarreformas agrarias, hidráulicas,
forestales, mineras, industriales, laborales, fiscales, comerciales, educativas, etc.
Asimismo, darán cada vez más facilidades al capital nacional y extranjero para
apropiarse de las empresas de propiedad pública y de los recursos naturales de
México. En la esfera política se amplía, a partir de 1977, el número de partidos
que contienden por los cargos de elección popular, sin que por ello desaparezca el
clásico fraude electoral. Con la ampliación de la clase política se pretendió que
México había arribado a la democracia, a pesar de que todos los movimientos de
protesta social siguieron siendo reprimidos por el Estado, las leyes siguieron
siendo letra muerta, mientras que los partidos políticos con registro y presupuesto
público, incluidos los que se reclamaban de izquierda, pusieron todo su empeño
en ganar elecciones, siempre, claro está, por “el bien del pueblo”. Una vez en el
ejercicio del poder ejecutivo o legislativo, el desempeño de los elegidos es muy
similar, al grado de que es muy difícil saber si son de “izquierda, derecha o
centro”, además de que se pasan de un partido a otro según les convenga a ellos
y ellas. Simultáneamente, tendrá lugar la expansión incesante de los múltiples
negocios capitalistas del “crimen organizado”: el secuestro, la extorsión, el tráfico
de drogas, la trata de personas, el tráfico de armas, la explotación sexual, la
creación de grupos paramilitares que atacan a las comunidades indígenas y
campesinas, el robo del dinero público, etc.
Los gobiernos del período neoliberal incluyen a los de Miguel de la Madrid
Hurtado de Mendoza (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto
Zedillo Ponce de León (1994-2000), Vicente Fox Quesada (2000-2006), Felipe
Calderón Hinojosa (2006-2012), Enrique Peña Nieto (2012-2018) y Andrés Manuel
López Obrador (2018-2024). En treinta años de elecciones presidenciales (1988-
31

2018) ha habido, al menos, dos brutales fraudes electorales, cuyos beneficiarios


fueron Salinas y Calderón. Los que se perpetraron a favor de Zedilo y Peña fueron
a través de otros mecanismos y no generaron las protestas que los dos fraudes de
Salinas de Gortari y Calderón.
Se afirmó en el 2000 que México había logrado, ahora sí, la anhelada
transición a la democracia, dado que Fox pertenecía al PAN y no al PRI, que
desde 1929 gobernaba la nación. Lo que hubo, en realidad, fue una simple
alternancia en el poder, que se prolongó durante otro sexenio con Calderón. El
PRI regresó a la presidencia en 2012, mientras que en 2018 hubo una alternancia
más, al ser la silla presidencial para Morena. Sin embargo, esas alternancias
partidistas en el poder ejecutivo federal y en los gobiernos de los estados de la
república, o los cambios en la composición partidista de la Cámara de Diputados y
la Cámara de Senadores, entre otros asuntos del ámbito político-electoral, no han
modificado en absoluto las características del capitalismo neoliberal que, muy por
el contrario, ha venido afianzándose de manera cada vez más profunda, con la
contribución del conjunto de la clase política que trabaja de manera articulada con
los organismos dirigentes de la clase capitalista. En un país en que la justicia brilla
por su ausencia, es evidente que el poder judicial también está corrompido y es
fiel servidor del neoliberalismo.
Las contrarreformas neoliberales a la Constitución Política no sólo siguen
vigentes, sino que la LXIV Legislatura (2018-2021) y la LXV Legislatura (2021-
2024), han promulgado otras del mismo tenor, incluyendo leyes secundarias,
todas las cuales profundizan el capitalismo extractivista, que intensifica la
explotación de los recursos naturales (minerales, agua, bosques, biodiversidad,
petróleo, gas), y privatizador impulsado por el Estado, así como la galopante
militarización del país, con la legalización, incluso en el texto constitucional, de la
participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública. Por otro lado,
la Sedena y la Marina participan ahora como empresarios capitalistas de magnitud
considerable.
Sobre el carácter del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha
decretado, con el efecto “mágico” de su palabra mañanera, el fin del
32

neoliberalismo, cabe decir que ese “decreto” es desmentido por la índole


enteramente neoliberal de los megaproyectos defendidos por López Obrador, tales
como el tren mal llamado maya, el Corredor Interocéanico Transítsmico entre
Coatzacoalcos, Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca, y el Proyecto Integral Morelos
(del cual es parte la termoeléctrica en Huexca, Yecapixtla, Morelos), que implican
el despojo de los territorios indígenas y de las tierras de propiedad social, comunal
y ejidal.
Más arriba afirmé que el EZLN se anticipa a los planes del Poder: el 21 de
agosto de 2018, dos semanas después de que el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación declaró legítima la elección de AMLO como presidente,
las palabras de los rebeldes del sur fueron:
“Y las pruebas de amor que dio el señor López Obrador, o que está dando
este señor, para el gran capital, o sea para el finquero, son, entre otros, la entrega
de los territorios de los pueblos originarios. Sus proyectos para el sureste, por
mencionar algunos, para el Istmo, para Chiapas, Tabasco, Yucatán y Campeche,
son, en realidad, proyectos de despojo”.
En el comunicado apenas citado, el EZLN añade:
“Pero no crean que el nuevo gobierno va a ser como cualquier otro capataz,
con él viene el ‘nuevo’ pensamiento único.
“Hay una especie de nueva religión que se está gestando. Como que ya no
basta la religión del mercado, que aparece en todos los lugares donde los
gobiernos de derecha empiezan a hacerse del poder, sino que es como una
especie de nueva moral que se impone con el argumento cuantitativo y que ataca
el quehacer científico, el arte y la lucha social.
“Ya las luchas no son por una demanda, sino que hay luchas buenas y hay
luchas malas. Para ponerlo en un lenguaje que entiendan: están las luchas
buenas y están las luchas que sirven a la mafia del poder, el arte “bueno” y el que
sirva a la mafia del poder, el quehacer científico “correcto” y el que sirva a la mafia
del poder. Todo lo que no se guíe por el nuevo pensamiento único que se está
normando, es parte del enemigo. Y la fe, o la nueva fe que se está gestando
ahora, necesitan de un individuo excepcional, por un lado, y una masa que lo siga.
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“Esto ha pasado en otras partes de la historia mundial, y ahora va a


empezar a pasar acá. Por eso, a las críticas y señalamientos que hagan ustedes,
o que hagamos nosotros, no se responde con argumentos sino se dice, por
ejemplo, que somos groseros o que es que tenemos envidia”.

Lecturas obligatorias

Todas están disponibles sea en la internet (las que tienen un enlace), sea
en forma de PDFs (les enviaré todas las que carecen de enlace).

1.- Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército


Zapatista de Liberación Nacional, “Primera Declaración de la Selva Lacandona”, 1º
de enero de 1994, http://enlacezapatista.ezln.org.mx/1994/01/01/primera-
declaracion-de-la-selva-lacandona/

2.- Pablo González Casanova. “Causas de la rebelión en Chiapas”, suplemento


Perfil, pp. I-1V, La Jornada, 5 de noviembre de 1995. También existe una versión
digital: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20150113025225/15.pdf,
pp. 265-292.

3.- Subcomandante Insurgente Marcos, “Siete piezas sueltas del rompecabezas


mundial”, https://enlacezapatista.ezln.org.mx/1997/06/20/7-piezas-sueltas-del-
rompecabezas-mundial-el-neoliberalismo-como-rompecabezas-la-inutil-unidad-
mundial-que-fragmenta-y-destruye-naciones/

4.- Subcomandante Insurgente Marcos, “La (imposible) ¿geometría? del Poder en


México”, https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/06/19/la-imposible-¿geometria-
del-poder-en-mexico/

5.- Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército


Zapatista de Liberación Nacional, “Sexta Declaración de la Selva Lacandona”,
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/06/30/sexta-declaracion-de-la-selva-
lacandona/. http://enlacezapatista.ezln.org.mx/sdsl-es/

6. Carlos Montemayor. Los pueblos indios de México. Evolución histórica de su


concepto y realidad social. México: Random House Mondadori, 2008. 1ª ed., 2000.

7. Guillermo Bonfil Batalla. México profundo. Una civilización negada. México:


Editorial Grijalbo, 1994. 1ª ed., 1987.

8. Francisco Pineda Gómez. La irrupción zapatista. 1911. México: Ediciones Era,


1997, 247 p.

9. Pablo González Casanova. La democracia en México. México: Ediciones Era,


1976, 333 p. 1ª ed., 1965.
34

10. José Luis Ceceña Gámez. El capital monopolista y la economía mexicana.


México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, 266 p. 1ª ed., 1963.

11. Arturo Anguiano, Resistir la pesadilla. La izquierda en México entre dos siglos
1958-2018, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2019, 546 p. Los
subtítulos que leeremos, son:
- “1968, la intrusión de la sociedad en la política”, pp. 80-102.
- “Las secuelas del 68”, pp. 102-108.
- “El encuentro con la sociedad”, pp. 109-113.
- “El camino de la recomposición”, pp. 113-120.

12. Subcomandante Insurgente Galeano, “Entre la luz y la sombra”,


http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2014/05/25/entre-la-luz-y-la-sombra/

13. Subcomandante Insurgente Moisés y Sup Galeano:


- “300. Primera Parte: UNA FINCA, UN MUNDO, UNA GUERRA, POCAS
PROBABILIDADES”, http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/20/300-primera-
parte-una-finca-un-mundo-una-guerra-pocas-probabilidades-subcomandante-
insurgente-moises-supgaleano/

- “300. Segunda Parte: UN CONTINENTE COMO PATIO TRASERO, UN PAÍS


COMO CEMENTERIO, UN PENSAMIENTO ÚNICO COMO PROGRAMA DE
GOBIERNO, Y UNA PEQUEÑA, MUY PEQUEÑA, PEQUEÑÍSIMA REBELDÍA”,
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/21/300-segunda-parte-un-continente-
como-patio-trasero-un-pais-como-cementerio-un-pensamiento-unico-como-
programa-de-gobierno-y-una-pequena-muy-pequena-pequenisima-rebeldia-
subcomandante-insurgent/, y

- “300. Tercera y última parte: UN DESAFÍO, UNA AUTONOMÍA REAL, UNA


RESPUESTA, VARIAS PROPUESTAS Y ALGUNAS ANÉCDOTAS SOBRE EL
NÚMERO ‘300’”, http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/22/300-tercera-y-
ultima-parte-un-desafio-una-autonomia-real-una-respuesta-varias-propuestas-y-
algunas-anecdotas-sobre-el-numero-300-subcomandante-insurgente-moises-
supgaleano/

14) Arturo Anguiano, Rehacer el mundo, abajo y a la izquierda. México: UAM


Xochimilco y Ediciones Terracota, 2020. “Prólogo”, pp. 9-19.

La programación de la exposición y discusión de estos textos se hará


gradualmente en el aula.

Evaluación: investigación; exposiciones, participación en clase,


exámenes, cuestionarios y reseñas de libros
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1.- Organizados en equipos de hasta tres integrantes, harán una investigación


trimestral sobre un problema de su elección vinculado con la temática del módulo.
En la segunda semana deben entregar el primer planteamiento de qué van a
investigar, cuál es su relevancia, qué ideas iniciales tienen, qué bibliografía
conocen y cómo van a hacer el trabajo. En la sexta semana deben entregar los
avances preliminares. En la décima semana el trabajo final, escrito en un máximo
de veinte páginas, más la portada y la bibliografía. En la undécima semana serán
presentados ante el grupo todos los trabajos. El profesor brindará la asesoría
solicitada por los estudiantes y dedicará también tiempo en las clases para discutir
las investigaciones en curso.
2.- Todos los estudiantes deben participar en la exposición y discusión de las
lecturas obligatorias. Las exposiciones se organizan por equipo, pero cada uno de
los integrantes es evaluado individualmente. Cada equipo dispondrá de un tiempo
asignado para hacer la exposición de las páginas que le tocaron. La lectura de los
textos es absolutamente indispensable para hacer las exposiciones y para
participar. No se vale tratar de exponer sin haber leído y sin haber hecho el
resumen. No consiste el trabajo en expresar la “opinión” o el “punto de vista
personal”, sino en ceñirse a lo que contienen las fuentes, cuyo contenido, una vez
expuesto y entendido, puede, desde luego, ser también cuestionado. Se
recomienda utilizar siempre un diccionario al leer las fuentes, también elaborar
cuadros, diagramas y mapas conceptuales que auxilien la presentación oral, en la
que pueden echar mano de diversos medios. Es enteramente bienvenida toda
pregunta de los estudiantes para resolver dudas, para esclarecer conceptos, para
explicar el significado de palabras desconocidas. Debe entenderse, sobre todo,
que nuestra prioridad es discutir las ideas, elaborar conceptos, llegar a
conclusiones parciales, mucho más que pretender aprender de memoria los
detalles de los acontecimientos históricos.
3.- Organizados en equipos de hasta tres integrantes, contestarán cuestionarios y
harán algunas reseñas de los libros estudiados, con una extensión máxima de
cinco páginas cada una.
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4. Se deben aprobar tres exámenes parciales, basados en las obras discutidas en


el aula y en las exposiciones del docente y los estudiantes. Todo examen no
acreditado puede ser repuesto. Los exámenes no tienen por objeto causar
angustia en los alumnos, sino evaluar si hay comprensión de los temas
abordados, lo que significa que no versan sobre detalles, sino sobre ideas y
conceptos. Desde luego, las ideas y los conceptos tienen un fundamento objetivo,
no son arbitrarios y para exponerlos hay que manejar información objetiva.
A la calificación final aportan el 33% las exposiciones, la participación en
clase, los cuestionarios y las reseñas de libros; el 33% los exámenes parciales; y
el 33% la investigación.
La parte de teoría de MEPS, aporta el 75 por ciento de la calificación final.
Los otros 25 puntos, son del taller.

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