MEPS 2024-Invierno Grupo SC01A Programa
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América a lo largo de los siglos, así como las oleadas sucesivas de las cada vez
más grandes empresas capitalistas, constituyeron en su conjunto una fuerza
descomunal que impuso, mediante la guerra, a los pueblos originarios de América
el despojo, la explotación, la represión y el desprecio sistémicos que todavía
persisten. A la esclavitud de los pueblos amerindios se agregó la esclavitud de
millones de mujeres, de hombres y de niños secuestrados en África, siglo tras
siglo, y transportados a América como animales de trabajo, como esclavos. En las
aguas del Atlántico quedaron los cadáveres de millones de africanos que no
sobrevivieron a la cruel travesía, en la que iban encadenados y hacinados en los
barcos, en condiciones degradantes que propiciaban la enfermedad y la muerte.
De lo que se trata es de estudiar la historia desde una perspectiva crítica,
que recupere las voces y las vivencias de los pueblos originarios, de los esclavos,
de los campesinos, de los obreros, de las mujeres, de los estudiantes, de los
“otros amores” y demás sectores oprimidos.
Mostrar la falsedad de la concepción de la historia producida, difundida e
impuesta por el Poder, demanda echar mano del pensamiento crítico generado
por las ciencias, las humanidades y las artes. Lógicamente, si la historia oficial es
falsa, también deben ser falsas las verdades actuales del Poder.
Se busca, así, establecer la vinculación íntima entre presente, pasado y
futuro. Una de las claves del futuro alternativo reside tanto en la comprensión
científica del pasado y del presente como en la praxis revolucionaria colectiva, de
las comunidades, de los trabajadores, nacida de esa comprensión, que a su vez
es alimentada por el conocimiento conquistado en la lucha social. Todo presente
se convierte, andando el tiempo, en pasado y todo futuro alternativo contiene parte
del pasado, pero en el proceso histórico marcado por la resistencia y la rebeldía se
va creando lo nuevo. Hoy, ayer y mañana forman, en el espacio-tiempo social, una
totalidad indisoluble. La idea que nos hacemos del presente condiciona nuestra
comprensión del ayer, así como la idea que nos hacemos del futuro alternativo
condiciona nuestra praxis en el presente. Entre lo subjetivo y lo objetivo, a título
individual y colectivo, existe una estrecha correlación. Es en el devenir histórico,
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en las luchas por la liberación, donde se forman los sujetos sociales, tanto los
individuales como los colectivos.
Sin la comprensión crítica del presente, el mundo social es asumido como
una realidad inevitable, naturalizada, cosificada. Los sujetos sociales concretos,
las clases sociales confrontadas, las culturas diversas, las desigualdades y
miserias sociales son eclipsadas por conceptos ideológicos como progreso,
civilización, desarrollo económico, capital humano, ciudadanía, Estado de derecho
y globalización, entre otros.
Toda enseñanza crítica halla inspiración en grandes educadores y
científicos latinoamericanos, tales como Aníbal Ponce, Paulo Freire, José Luis
Ceceña Gámez, Pablo González Casanova, Guillermo Bonfil Batalla, Carlos
Montemayor y otros que los antecedieron en el siglo XIX, como Bolívar, Hidalgo y
José Martí. Así, se intenta recuperar, en este programa de estudios, sus ideas y
prácticas sobre la educación y la lucha de clases, la pegagogía del oprimido, la
pedagogía de la liberación y sobre la contribución del pensamiento crítico a las
luchas de los pueblos contra el colonialismo (unas naciones saquean a otras), el
colonialismo interno (en una nación, como México, los pueblos indígenas son las
colonias internas, despojadas, explotadas, reprimidas y despreciadas en beneficio
del capital), el imperialismo y el capitalismo neoliberal. El pensamiento crítico es
también parte de las luchas en pro de los derechos y la emancipación de los
trabajadores y de los pueblos originarios de México y del mundo. Luchas en que
los investigadores, profesores, trabajadores y estudiantes universitarios debieran
participar, desde una toma de conciencia de su realidad social.
2. Interrogarse sobre cuál es la situación real del país a comienzos del siglo XXI,
ajena a las “verdades” del Estado y el capital y de buena parte de la academia.
Dada la intensidad de la tormenta que se abate sobre el pueblo mexicano,
causada por la índole esencialmente depredadora del capitalismo neoliberal y por
la profunda descomposición ética de la clase política, cabe preguntarse si las
fuerzas rebeldes, anticapitalistas, de abajo y a la izquierda, entre ellas el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena, el Concejo
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f) La siempre desigual relación “bilateral” con Estados Unidos, que hoy con el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), es más unilateral que
bajo todos los gobiernos “posrrevolucionarios” (1915-1982) y neoliberales (1982-
2018). ¿No es el gobierno de López Obrador otro gobierno neoliberal más, pese a
que él declara reiteradamente que ya terminó con el neoliberalismo? Porque,
como decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “para que todo siga igual, algo tiene
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que cambiar”, frase que también suele ser formulada así: “Si queremos que todo
siga como está, es necesario que todo cambie”. No olvidar que el gatopardismo
consiste, precisamente, en presentar los lemas políticos como si fueran una
descripción objetiva de la realidad. Por ello, la sabiduría popular pone en alerta
con el refrán: “Del dicho al hecho, hay un gran trecho”.
g) La política internacional de México, cada vez más sometida a los dictados del
“Norte revuelto y brutal” que desprecia a los pueblos de Nuestra América. Aunque
el gobierno de López Obrador prometió que la diplomacia mexicana iba a ser de
carácter soberano, se sometió al inicio de su sexenio a la política de odio al
migrante impuesta por el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump,
ahora continuada por el actual presidente de ese país, Joe Biden. La Guardia
Nacional es más bien una Guardia Imperial, cuya primera y más importante tarea
es controlar, contener y, si es posible, evitar el flujo de migrantes que cruzan
México para llegar a las fronteras de Estados Unidos. El muro en la frontera con
Estados Unidos lo estamos pagando los mexicanos, como amenazó Trump,
nomás que esa frontera se corrió hasta el río Suchiate, en la colindancia con
Guatemala. Podría decirse que el extenso territorio mexicano, tan difícil de cruzar
por la presencia de tantas fuerzas armadas del Estado y del crimen organizado, se
convirtió en ese muro casi inexpugnable.
Desde luego, la realidad social es compleja y cambiante. El gobierno de
López Obrador tiene méritos semejantes a los de los gobiernos del PRI, después
de 1959: apoya, cosa sin duda plausible, al gobierno soberano y socialista de
Cuba, que sufre desde hace más de 60 años el bloqueo inhumano de Estados
Unidos y de sus aliados europeos y otros gobiernos lacayos de América Latina y
del mundo. ¿Cómo posicionarse ante el gobierno de AMLO, que impone a los
pueblos originarios y a los campesinos, los megaproyectos de muerte, como la
termoeléctrica en Huexca, Morelos, el mal llamado tren maya y el corredor
interocéanico seco del Istmo de Tehuantepec, al tiempo que declara ser
antineoliberal y latinoamericanista? Por otro lado, cosa no menor, ¿puede
pensarse que el estrangulamiento presupuestal de las normales públicas, rurales y
urbanas, es una política pública antineoliberal? En este asunto del combate al
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alianza con el poder político, que les garantiza la impunidad de la que disfrutan.
Deben mencionarse también las represiones contra todo tipo de ciudadanos que
ejercen sus derechos a la organización y la protesta, así como los asesinatos de
periodistas (más de 150 desde 2000 a la fecha), defensores de derechos
humanos, defensores de los bosques y de los ríos, integrantes del Congreso
Nacional Indígena y del Concejo Indígena de Gobierno, como Samir Flores
Soberanes, asesinado en Amilcingo, Morelos, el 20 de febrero de 2019 (acá se
suman unos cientos más de ejecutados). El CNI-CIG informó que del 1º de
diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, una docena de sus integrantes,
mujeres y hombres, fueron asesinados por bandas narcoparamilitares que gozan
de la protección del Estado. Brillan por su ausencia, para hacer justicia a los
agraviados, los poderes del Estado. Ninguno es merecedor del respeto de la
población agraviada. El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial tienen otras
prioridades, entre las cuales no están proteger la seguridad y la vida de los
ciudadanos, sean o no luchadores sociales.
La imposición por el gobierno de López Obrador de los megaproyectos de
muerte, llamados así por los pueblos originarios, iniciados desde antes de 2018 y
proseguidos después, mediante la fuerza militar y paramilitar, como el gasoducto
de 150 Km y el acueducto de 12 Km que llegan a la planta termoeléctrica en
Huexca, Yecapixtla, parte del Proyecto Integral Morelos; el Corredor Interocéanico
del Istmo de Tehuantepec; así como el tren mal llamado maya en Tabasco,
Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. En estos y otros megaproyectos, la
violencia “legal” se mezcla y se confunde con la ilegal, la perpetrada por agentes
particulares asociados con las empresas capitalistas. El narcoparamilitarismo es
un fenómeno muy preocupante, del que el Estado mexicano se desentiende o,
más bien, lo aprovecha.
“expedición punitiva” contra Pancho Villa entre marzo de 1916 y febrero de1917,
con doce mil soldados que ocuparon buena parte del norte del país. Sea, por otro
lado, con el injerencismo político y diplomático: basta con recordar que el golpe de
Estado contra Madero en febrero de 1913 se fraguó en la Embajada de Estados
Unidos o que Fox entregó al FBI en 2004 por varios días el control de los puertos
aéreos y marítimos del país, por supuestos problemas de “seguridad”. Otras tantas
expresiones del dominio imperialista son el TLCAN (hoy rebautizado TMEC), la
posición dominante del capital extranjero en la agricultura, la minería, la industria,
la banca, el comercio y los servicios nacionales, así como la aportación que
millones de trabajadores migrantes mexicanos y latinoamericanos hacen a la
acumulación de ganancias allende el Río Bravo. Los mexicanos que laboran en
ese país son el sostén de millones de familias en México. En 2020, sus remesas
de dinero fueron de poco más de 40 mil millones de dólares: la fuente mayor de
entrada de divisas a México. A fines de 2022, el monto de esas remesas se acercó
a los 60 mil millones de dólares. ¿Cómo hay que interpretar estos datos y
desentrañar su significado real?
por el EZLN a la sociedad civil nacional e internacional, los diversos foros que
organizó sobre la reforma del Estado, la situación de los pueblos originarios en
México, los derechos de las mujeres, democracia y justicia, y el Encuentro
Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo; la Marcha del Color
de la Tierra en 2001 y la traición de toda la clase política en abril de ese año, al
reformar la Constitución en materia de derechos y cultura indígenas sin tomar en
cuenta los Acuerdos de San Andrés. Los tres poderes del Estado (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial) traicionaron a los pueblos originarios.
El EZLN y las comunidades indígenas han sido creativos, muy activos en
vez de pasivos, no están en la retaguardia esperando a ver qué ocurre, sino que
anticipan lo que viene por parte del Poder y toman con antelación las medidas
necesarias para la continuidad de la resistencia y la rebeldía, orientadas por el
principio del mandar obedeciendo y la máxima de no rendirse, no venderse y no
claudicar. Sus propias palabras lo explican mejor: “Lanzamos una y otra iniciativas
para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas,
tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos”.
Podría decirse que los zapatistas han sido capaces de ir siempre un paso
adelante del Poder. Así se explica la fundación, en agosto de 2003, por las
comunidades indígenas, de los Caracoles y de las Juntas de Buen Gobierno, un
paso más en la construcción de su autonomía, que aplicó los Acuerdos de San
Andrés contra los tres poderes del Estado Mexicano, que en 2001 hicieron su
“reforma” ignorando lo que pactaron con los rebeldes cinco años antes. Del mismo
modo, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (2005) y la Otra Campaña
(desde 2006), son proyectos estratégicos y tácticos nacidos de la convicción de
que la correlación de fuerzas favorable a quienes luchan tiene que ser construida
en un proceso en que los sujetos históricos rebeldes, con su organización y su
caminar preguntando, se van uniendo a otros sectores de abajo que también están
luchando. Y en ese proceso real, no sólo pensado, sino llevado a la práctica, se
van formando los sujetos históricos conscientes, rebeldes, dispuestos a luchar. Se
busca superar, así, la fragmentación de las luchas y la falta de vinculación entre
ellas. Es decir, las condiciones sociales que favorecen las luchas de los
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explotados sólo surgen cuando éstos luchan guiados por una teoría y una práctica
objetivas, nacidas no del simple voluntarismo, sino de la comprensión científica de
la realidad. La suya es “la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su
mundo” y es “una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo”.
Una parte esencial de la contribución de los zapatistas fue la creación en
1996, junto con los demás pueblos originarios, del Congreso Nacional Indígena,
entre otros nuevos instrumentos de lucha, así como la crítica constante y muy bien
fundamentada de la descomposición de la clase política y de sus partidos, que
ejercen el monopolio de la actividad política legal, financiada con fondos públicos y
otros de oscura procedencia. La rebelión socializó la propiedad de los medios de
producción en el territorio zapatista: tierras, bosques, montes, aguas, biodiversidad
y otros bienes comunes no son propiedad privada, sino social, colectiva.
El poder político, el poder militar, la educación y la cultura, la salud, la
economía, los medios de comunicación autónomos, el transporte, la promulgación
de leyes y la impartición de justicia en el territorio zapatista, los bancos
autónomos, la agricultura y la ganadería, entre otros rubros, están en manos de
las comunidades, de cientos de miles de ciudadanos que nos muestran el camino
a seguir para que pueda haber en México libertad, democracia y justicia.
Por otro lado, hubo una clara separación de las responsabilidades y de las
tareas sociales, el EZLN se encarga de lo político-militar, las Juntas de Buen
Gobierno de los asuntos civiles y democráticos. No es el EZLN quien decide qué
proyectos y cómo los realizan las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios
Autónomos, con sus propios recursos, sin recibir un peso del Estado mexicano y
sus instituciones, sino que son los pobladores de las comunidades zapatistas
quienes lo hacen. Por otro lado, en el territorio zapatista está prohibido el cultivo y
el consumo de drogas y de alcohol, en las comunidades zapatistas las mujeres
han conquistado y ejercen sus derechos y viven sin temor a las agresiones
masculinas, que son castigadas severamente, cuando las hay. Allí no hay
femenicidios ni crimen organizado. Aunque hoy día, todos los grandes cárteles del
crimen organizado están presentes en Chiapas, lo que se ha convertido en una
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cambió mucho durante la revolución y después de ella (uno de los hallazgos más
sorprendentes de las investigaciones de Pineda Gómez, es que la prensa
maderista fue mucho más racista que la porfirista e incluso que la del gobierno
golpista y contrarrevolucionario de Huerta); así como se manifestó en la revolución
la exclusión de las mujeres de la vida política, aunque sin ellas no habría habido
revolución, ni tampoco, hay que decirlo, contra revolución, pues la pertenencia de
etnia, de clase y de género no lleva por sí sola a las personas a adoptar la misma
orientación político-ideológica. Dicho en otras palabras, hubo entonces, y hay
ahora, mujeres contrarrevolucionarias, cosa aplicable a los hombres y los demás
géneros. Por ejemplo, sólo el sector más consciente de la clase obrera se alió con
el Ejército Libertador del Sur, pero hubo un sector mercenario de la Casa del
Obrero Mundial comprado por el carrancismo, a través de Álvaro Obregón, hábil
operador polílico, para formar los mal llamados Batallones Rojos, que
combatieron: ¡a los revolucionarios zapatistas! Otra conclusión central de las
investigaciones de Pineda Gómez es que Estados Unidos intervino en la
revolución mexicana, entre otras, con dos arteras ocupaciones militares, para
evitar que triunfara la proyectada alianza de los zapatistas y los villistas, lo que
favoreció al bando carrancista, que con el aprovisionamiento de armas por parte
de Estados Unidos destruyó militarmente tanto a los zapatistas como a los villistas.
Por ello, es válido decir que Carranza representó, contra Zapata y Villa, a la
contrarrevolución. Que hubiera sectores del arriba social mexicano ubicados más
a la derecha que Carranza, no anula que este acaudalado hacendado y
empresario coahuilense fuera enemigo de las grandes mayorías trabajadoras del
campo y de la ciudad, así como de los pueblos originarios.
También es evidente que la versión dominante de la historia de la
revolución mexicana, la que se enseña en todos los niveles del sistema educativo
nacional, está muy alejada de la verdad. Se enseña porque contribuye a legitimar
al Estado mexicano, que lleva muchos años de ser de carácter contra
revolucionario y apátrida.
Lecturas obligatorias
Todas están disponibles sea en la internet (las que tienen un enlace), sea
en forma de PDFs (les enviaré todas las que carecen de enlace).
11. Arturo Anguiano, Resistir la pesadilla. La izquierda en México entre dos siglos
1958-2018, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2019, 546 p. Los
subtítulos que leeremos, son:
- “1968, la intrusión de la sociedad en la política”, pp. 80-102.
- “Las secuelas del 68”, pp. 102-108.
- “El encuentro con la sociedad”, pp. 109-113.
- “El camino de la recomposición”, pp. 113-120.