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Josué 07 - Derrota en Hai y El Pecado de Acán

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JOSUÉ 7 – DERROTA EN HAI Y EL

PECADO DE ACÁN
A. Derrota en Hai.
1. (1) No todo Israel obedeció la ley en cuanto al anatema.

Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema; porque
Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y
la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.

a. Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema: Josué
ordenó a la nación en Josué 6:18 que no tomaran de ninguna de las cosas anatemas,
aquellas cosas que estaban asociadas con la adoración y prácticas demoníacas y
degradantes de los cananeos.

b. El anatema: Las guerras peleadas por Israel en Canaán no debían ser guerras de
saqueo de ganancia personal; eran un instrumento sagrado e inusual en la mano de
Dios, utilizado para juzgar a una sociedad lista para el juicio.

c. Y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel: Israel no pudo ser
derrotado por los cananeos, pero sí pudieron derrotarse a sí mismos al alejarse del
plan y el poder de Dios.

2. (2-3) Espías reportan desde la ciudad de Hai.

Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén hacia el
oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid y reconoced la tierra. Y ellos subieron y
reconocieron a Hai. Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban
como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí,
porque son pocos.

a. Y ellos subieron y reconocieron a Hai: La recomendación de enviar solo dos mil o


tres mil hombres era una respuesta de fe o confianza en sí mismos. Al final, no
importó; en su desobediencia, podrían haber enviado 100.000 soldados y no habría
hecho ninguna diferencia.

b. No fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos: El éxito de Israel
dependía de su propio estado de ser conquistados por Dios; La rebelión de Acán
mostró que en ese sentido, no estaban conquistados por Él y – por lo tanto, estaban
abiertos a la derrota.

3. (4-5) Israel es derrotado en Hai.

Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de
Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la
puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo
desfalleció y vino a ser como agua.
a. Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres: Josué, un sabio líder militar,
ordenó que se enviara el mayor número recomendado por su inteligencia militar –
pero no hizo ninguna diferencia. Los cuales huyeron delante de los de Hai.

b. Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres: Los treinta y seis
hombres muertos fueron treinta y seis más que los muertos en Jericó, que se pensaba
que era una ciudad mucho más difícil de conquistar. Aunque este número era pequeño
desde un punto de vista militar, lo que significaba era abrumador para Israel.
Significaba que Israel podía ser derrotado en la Tierra Prometida.

i. La derrota en Hai mostró que lo que importaba no era la fuerza del oponente,
sino la ayuda de Dios. Sin la ayuda de Dios, todo estaría perdido.

c. Por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua: El pueblo de
Israel tenía buenas razones para tener miedo. Su pánico era completamente lógico,
porque si Dios no luchaba por ellos, no tenían nada que esperar más que la derrota.

B. Josué va ante el Señor en tiempos de crisis.


1. (6-9) Josué teme que sea infidelidad de parte de Dios lo que causó la
derrota.

Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del
arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus
cabezas. Y Josué dijo: !!Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán,
para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? !!Ojalá nos
hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!! !Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha
vuelto la espalda delante de sus enemigos? Porque los cananeos y todos los moradores
de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y
entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?

a. Entonces Josué rompió sus vestidos: Rasgar tus ropas y echarte polvo en la cabeza,
ambos demostraban duelo. Josué no solo está de luto por la muerte de treinta y seis
hombres, sino que, más aún, él y los ancianos de Israel están de luto por la pérdida de
la bendición y la guía de Dios.

b. ¡Ah, Señor Jehová! Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán: Para Josué y los
ancianos de Israel, esta derrota fue una calamidad nacional. No tomaron esta derrota a
la ligera; No había una mentalidad de “ganar unos pocos, perder unos pocos” en acción.
Sabían que cada batalla importaba y que siempre había una razón para la derrota. Una
derrota así no “solo sucede”.

c. ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!: Josué sabía que si la mano
de bendición y guía de Dios no estaba con ellos, hubiera sido mejor que no llegaran a la
Tierra Prometida en absoluto. Si Dios no los libraba, todo estaría perdido.

i. ¡Qué diferente de gran parte del cristianismo de la actualidad! A menudo


estamos tan llenos de los programas y el poder del hombre, que si Dios retirara su
bendición y guía, pasaría mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta.
d. Y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?:Esto muestra que la principal
preocupación de Josué era la gloria de Dios. Nuestra mayor decepción cuando
tropezamos debería ser que posiblemente hayamos causado oprobio al grande
nombre de Dios.

2. (10-11) La verdadera razón de la derrota: Israel ha pecado.

Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha
pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del
anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.

a. Israel ha pecado: La buena noticia era que Dios no le había fallado a la nación. La
mala noticia era que esta derrota se debía al pecado de Israel. Josué no necesita temer
que el problema sea con Dios – ¡es casi reconfortante descubrir que el problema está
en nosotros!

i. Por eso Dios le dijo a Josué: levántate. Él no necesitaba rogarle a Dios que
cambiara su corazón hacia Israel. Josué tenía que cambiar el corazón de Israel ante
Dios.

ii. La provisión de Dios es que vivamos una vida de creciente victoria. Pero Él no
hará que la derrota sea imposible, quitando nuestra capacidad de elegir el bien o el
mal. Él siempre hace posible que no pequemos; aquí, Israel pecó, pero no tenían
que hacerlo.

b. Israel ha pecado, y aun han… también han… y hasta han: Dios dice que Israel había
pecado, no solo un hombre. Es asombroso pensar que toda la nación fue declarada
culpable y treinta y seis hombres murieron, todo por el pecado de un hombre y su
familia.

i. Pablo habla en términos similares acerca del pecado en la iglesia; con respecto al
pecado entre la iglesia de Corinto, dice: ¿No sabéis que un poco de levadura leuda
toda la masa? (1 Corintios 5:6). Una pequeña cantidad de pecado aceptado y
tolerado entre los creyentes puede infectar a todo el grupo.

ii. En este sentido, la aceptación y tolerancia del pecado es peor que el pecado en
sí, por lo que debe tratarse estrictamente.

c. Y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido: Debemos
entender exactamente cuál fue el pecado. Alguien en Israel tomó cosas que eran
dedicadas a Dios, ya sea para darlas a su tabernáculo o para su completa destrucción.
Un hombre le robó a Dios. De la misma manera, le robamos a Dios cuando no le damos
lo que Él nos indica que demos.

i. Levítico 22:14, 27:15, 27:19, y 27:31 demuestran que en Israel, si querías


conservar algo que pertenecía a Dios, debías pagar una multa del 20% (una quinta
parte). Esta era la misma cantidad requerida para la restitución en caso de robo
(Levítico 6:4-5).
ii. El Nuevo Testamento nos enseña que el dar debe ser regular y proporcional
(1 Corintios 16:1-2), que debe ser generoso, decidido y alegre (2 Corintios 9:6-8).
Cuando no damos como Dios nos indica, debemos considerarlo como un pecado y
arrepentirnos de ello.

3. (12-13) El efecto del pecado: ahora no tienen poder ante sus enemigos.

Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de
sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más
con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros. Levántate,
santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice
así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que
hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros.

a. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos: Israel no podía
pelear con el poder y la presencia de Dios a menos que anduvieran en obediencia a
Dios. Israel estaba bajo un pacto con Dios que prometía bendiciones por su obediencia
y también prometía maldiciones por su desobediencia.

i. Nosotros no estamos bajo ese tipo de pacto. Nuestra posición con Dios está
hecha por la obra de Jesús a nuestro favor, no por nuestras obras. Sin embargo, si
queremos el poder y la presencia de Dios en nuestras propias batallas, debemos
caminar en comunión con Él, y esta comunión se ve obstaculizada por nuestro
pecado y rebelión.

ii. Nuestra posición delante de Dios está segura en Jesús, pero nuestra comunión
con Él se ve obstaculizada por nuestro pecado (1 Juan 1:6). Esta comunión con
Dios es nuestra fuente de poder para vivir en el Espíritu.

b. Sino que delante de sus enemigos volverán la espalda: Es aleccionador darse


cuenta de que un cuerpo en pecado no tiene poder ante sus enemigos. Es maravilloso
darse cuenta de que una vez que se ha tratado el pecado, el poder de Dios puede fluir
nuevamente en nuestra vida cristiana.

c. No podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en
medio de vosotros: Cuando Dios trata con un área particular de pecado, y cuando
resistimos su obra, su misericordia nos hace fracasar en batalla. Somos más peligrosos
cuando pensamos que estamos “ganando” batallas con nuestros propios esfuerzos.

4. (14-15) Instrucciones para el juicio del pecado.

Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que Jehová tomare, se
acercará por sus familias; y la familia que Jehová tomare, se acercará por sus casas; y la
casa que Jehová tomare, se acercará por los varones; y el que fuere sorprendido en el
anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de
Jehová, y ha cometido maldad en Israel.

a. La tribu que Jehová tomare: Aunque Josué desconocía la identidad de la familia


pecadora, Dios la conocía. El pecado secreto en la tierra es un escándalo abierto
delante de Dios. Por lo tanto, debemos vivir nuestras vidas con “un solo juego de
libros”, con un tipo de vida que pueda ser visto por cualquiera, en cualquier lugar.

b. Y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que tiene:


Una vez que Dios tratara con el único individuo pecador, la bendición podría venir
nuevamente sobre toda la nación.

C. El pecado de Acán es juzgado públicamente.


1. (16-18) Dios expone la identidad del cabeza de familia que había pecado.

Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por sus tribus; y fue tomada
la tribu de Judá. Y haciendo acercar a la tribu de Judá, fue tomada la familia de los de
Zera; y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera por los varones, fue tomado
Zabdi. Hizo acercar su casa por los varones, y fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de
Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.

a. Y fue tomado Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá:
Esta debe haber sido una experiencia insoportable para Acán. ¡Cuánto mejor caminar
simplemente en obediencia a Dios!

b. Acán hijo de Carmi: Durante todo este tiempo, Acán ciertamente recordaba con
exactitud lo que había tomado, y cómo deseaba no haberlo tomado. Pero él – y
nosotros – debemos recordar el arrepentimiento que trae el pecado antes de pecar, no
después.

i. El pecado tiene sus placeres. Tomar esas cosas le dio a Acán una buena sensación.
Pero la pena del pecado, tanto dentro de nosotros como sobre nosotros, pesa más
que cualquiera de los placeres fugaces del pecado.

2. (19-21) Josué confronta a Acán y él confiesa.

Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza,
y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. Y Acán respondió a Josué
diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he
hecho. Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de
plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí
que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

a. Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza: Incluso cuando
pecamos y tratamos de encubrirlo, todavía podemos dar gloria a Jehová confesando
abierta y honestamente nuestro pecado. El pecado oculto siempre tiene un poder
especial sobre nosotros.

b. Un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro


de peso de cincuenta siclos: Comparado con la vida de treinta y seis hombres y el
bienestar de toda la nación, lo que ganó Acán fue insignificante. Verdaderamente
la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Timoteo 6:10).
c. Lo cual codicié y tomé: Piensa en cómo Acán pudo haber racionalizado su pecado:
“Nadie lo sabrá”. “Estas cosas no se perderán”. “Piensa en cómo seré admirado con esta
hermosa prenda babilónica”. “No voy a lastimar a nadie”. “Merezco esto”. Las excusas
pueden seguir y seguir, pero todas se quedan cortas.

i. Cuando estamos en el lugar terrible en el que se encuentra Acán, todos nos


sentimos terriblemente mal por nuestro pecado, deseando no haberlo hecho
nunca – ¡Que Dios nos ayude a ver la verdad acerca del pecado antes de que lo
cometamos!

2. (22-26) La confesión confirmada y el juicio ejecutado.

Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí
estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello. Y tomándolo de en medio de la
tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová.
Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el
lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo
cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has
turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los
quemaron después de apedrearlos. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras,
que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar
se llama el Valle de Acor, hasta hoy.

a. Sus hijos, sus hijas: Los hijos e hijas de Acán tenían un conocimiento específico del
pecado porque es poco probable que él pudiera enterrar tanto debajo de su tienda sin
que ellos lo supieran. Al mismo tiempo, no fueron necesariamente apedreados con
Acán. En lugar de ser asesinados con su padre, los hijos de Acán probablemente fueron
llevados al frente para presenciar el juicio contra su padre.

i. Notamos el uso del singular en Josué 7:25 y 7:26, en referencia a una persona
apedreada. El uso del plural en Josué 7:24 y 7:25, probablemente se refiere a las
posesiones de Acán, no a sus hijos.

b. Aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy: Los israelitas llamaron
acertadamente a este lugar Valle de la Angustia (o desgracia, como lo es en la NVI).

c. Y Jehová se volvió del ardor de su ira: Incluso este tipo de pecado, cuando es
tratado, puede ser un trampolín hacia la victoria nuevamente. Ahora Israel estaba
nuevamente en posición de caminar en el poder y la guía de Dios después de haber
sido conquistados por Dios nuevamente.

i. Este tipo de victoria solo llega después de una muerte. Necesitamos morir a
pecados tan asoladores, saber que los que son de Cristo han crucificado la carne
con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:24) – el poder y la victoria de la resurrección
de Jesús son nuestros cuando crucificamos nuestra carne con Él todos los días.

©2021 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik –


ewm@enduringword.com

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