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El Perdón

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EL PERDÓN

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo de investigación abarca diferentes argumentaciones, opiniones y posiciones
acerca del tema del perdón, enfocándose esencialmente en el de Hanna Arendt y Jaques
Derrida. Un gran debate que lleva años sin llegar a conclusión alguna, dos grandes premisas
que se llevan la contraria, y diversas opiniones. ¿El perdón es incondicional? ¿El perdón es
condicional? De ser incondicional, ¿se puede perdonar realmente? Se estudiará las dos
posiciones más opuestas y radicales sobre este tema, además de su origen, definición, cosas
positivas o negativas que puede traer consigo, y sus argumentos generales. Citando filósofos
que trataron sobre las premisas presentes, para finalmente formar nuestra propia opinión sin
necesidad de hacerla tan radical como los argumentos que se estudiarán.
Fundamentalmente además de cuestionar si el perdón es condicional o no, se debe analizar los
diversos conceptos o sentidos que conlleva la palabra “perdón”, cuestionar su existencia
¿verdaderamente existe el perdón? O ¿el humano está capacitado para perdonar? Y estudiar
desde los casos más simples hasta los casos más extremos para perdonar a una persona que
hizo mal.
Lo que entendemos actualmente como perdón en nuestra cultura es que el perdón consiste,
fundamentalmente, en el acto a través del cual alguien, que estima haber sufrido una ofensa,
hace cesar su indignación hacia el ofensor, renunciando a la exigencia de un castigo, dejando
el rencor de lado y optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que la
relación entre el ofensor y el ofendido-perdonante, no quedan afectadas. Al mismo tiempo, el
ofensor, eventualmente, reconoce su culpa aprovechando el acto de perdonar. Pero ¿es esta la
única definición de perdón que existe? ¿o tiene más matices?
En ocasiones la falta es tan grande que hay personas que se ven incapaces de perdonar, ¿existe
tal cosa como “lo imperdonable”? Hay personas que tras un trabajo personal de introspección
si se ven capaces a sí mismas de perdonar cualquier tipo de falta, aun y cuando el ofensor no
se arrepienta de sus actos. Por otro lado, se han visto casos de que una persona se considera a
sí misma capaz de perdonar cualquier cosa siempre y cuando la persona que la haya ofendido
sea consciente de sus actos, reflexione y aprenda para que no se repitan en un futuro. Pero ¿eso
entra del concepto de perdón?
Se dice que si el perdón se vuelve condicional pierde absolutamente toda la gracia de su
definición, si una persona para perdonar tiene que esperar que la otra persona cambie, no sirve,
porque está perdonando a la persona nueva, se supone que lo ideal es perdonar lo anterior,
porque quiere decir que el perdón está para todo, si el perdón no está para todo no está para
nada, el perdón es un fenómeno unilateral completamente incondicionado, y la aporía del
perdón en algunos filósofos, es que hay que desgarrarse y perdonar algo que en ningún otro
contexto y bajo ningún otro motivo sin exigir condiciones, sin pretender transformaciones, sin
esperar nada de nadie, perdonaría.
Otras posturas dirán que el perdón es una herramienta para liberar a la otra persona cuando la
pierden en el momento en que hacen algo indebido, Cuando se perdona, la persona queda
liberada de las consecuencias de su error, vuelve a cero, actúa con total libertad, y de eso se
trata perdonar. Así que mencionado esto, veremos a más profundidad las argumentaciones
planteadas por filósofos importantes.
OBJETIVOS PRINCIPALES

• Determinar el origen del perdón.


• Analizar la concepción del perdón en las distintas culturas y religiones.
• Estudiar a profundidad las diversas opiniones radicales acerca del perdón condicional
e incondicional.
• Analizar desde un punto imparcial cada argumentación.
• Redefinir el concepto de perdón
• Analizar qué efectos positivos o negativos tiene el perdón en las personas.
• Determinar si el perdón es un acto de amor y hacia quien.
• Llegar a una conclusión flexible o imparcial acerca de todos los aspectos del perdón.

INDICE
Introducción..................................................................................................................1
Objetivos principales....................................................................................................2
Orígenes del perdón e importancia cultural..................................................................3
¿Qué es el perdón?........................................................................................................5
¿Debemos o no perdonar?..............................................................................................7
¿El perdón es condicional o incondicional? …..............................................................9
Conclusión......................................................................................................................12
Bibliografía.….................................................................................................................14
o Orígenes del perdón e importancia cultural
La idea y práctica del perdón tienen raíces en la historia de la religión principalmente y ha
evolucionado a lo largo del tiempo, pasando por diversas concepciones culturales y religiosas.
No obstante, el origen cristiano del perdón ha cobrado gran relevancia en el ámbito de interés
de la filosofía política. El perdón tiene sus raíces en la relación entre Dios y los seres humanos.
En la Biblia, se relata cómo Dios creó al hombre y lo dotó de libre albedrío, lo que significa
que los seres humanos pueden elegir entre el bien y el mal. Sin embargo, si elige el mal se aleja
de Dios, y surge la necesidad de perdón. Ya sea porque la religión sigue muy vigente hoy en
día, o tuvo tanto impacto que quedó como parte de “cultura universal” ya que el perdón es algo
mundial sin importar que religión tenemos o incluso si somos ateos o no, actualmente es una
manera de redimir nuestros actos malos a través del arrepentimiento, buscando una nueva
oportunidad, a pesar de que no en todos los casos sea así, ya que el perdón puede ser otorgado
sin necesidad de ser pedido.
La Cabalá y los midrashim (relatos talmúdicos) dicen que el perdón fue creado antes del
tiempo, guardado al inicio de la Creación junto con la luz divina que sería dada a los sabios a
lo largo de los siglos. Es algo eterno y divino, tan sólido como para ser aquello que sostiene al
universo entero. Para alcanzarlo, el hombre debe ir en contra de su naturaleza. Debe doblegar
su orgullo, reconocer su error y cambiarlo. Al pedir perdón va en contra de la costumbre, de
sus hábitos, reta a la cotidianidad. Mientras que al darlo la persona debe juntar el valor
necesario para poder separarse del odio, el rencor y el dolor, tres de las emociones más fuertes
que existen.
Por la fortaleza que requiere, el perdón puede hacer que el pasado se reescriba y es la única
herramienta que tenemos para que nuestros pecados se vuelvan méritos. Esa es su característica
divina, que existe fuera de la naturaleza humana y fuera del tiempo. Sin embargo, es el hombre
quién, al retarse a sí mismo y superarse, lo puede traer a este mundo.
Así como los comentaristas rastrean hasta la Creación el origen del perdón desde el punto de
vista judío, también retoman la figura de José para hablar de él. Si bien el perdón fue creado
desde antes que todo, José fue quien trajo el perdón a este mundo al perdonar a sus hermanos
fue el primer hombre que perdonó a otro ser humano. Si observamos bien las Escrituras, nos
dice Rab. Jonathan Sacks, nunca en la historia de la humanidad había aparecido el perdón hasta
ese momento. Cuando Adán y Eva pecan, Dios mitiga su castigo, pero no los perdona; lo mismo
sucede cuando Caín mata a Abel, cuando la generación del Diluvio incurre en atrocidades o
cuando se construye la torre de Babel. Incluso cuando Abraham reza por Sodoma, no le pide a
Dios los perdone, sino le pide justicia; Dios al no encontrar ni diez hombres justos en toda la
ciudad decide destruirla y Abraham no pide por perdón.
Lo que se hace en Yom Kipur o día de la expiación, el día más sagrado del año judío, se perdona
a los que los han lastimado y piden perdón por las faltas que han cometido; se acercan a Dios
y a las personas con las que conviven cotidianamente. Es el día en que se recuerda que Dios
perdonó a la humanidad, el momento más sagrado para la historia del pueblo judío. No
olvidemos que según la religión si Dios nos perdonó, fue porque nosotros también perdonamos.
El perdón es divino y es humano, nos fue dado y al mismo tiempo nosotros lo alimentamos.
En muchas culturas, el acto de pedir perdón es una costumbre arraigada y valorada. A través
del perdón, se busca reparar relaciones dañadas o restaurar la armonía en la comunidad. El
perdón es un concepto que ha sido parte de nuestras tradiciones desde hace mucho tiempo. En
muchas culturas, se considera una herramienta esencial para mantener la armonía y el equilibrio
en las relaciones interpersonales, si se comete un error, pidiendo perdón, aprendiendo sobre los
actos cometidos se puede llegar a un acuerdo pacífico entre dos personas y reanudar de alguna
manera el vínculo sin que este se vea afectado por los errores.
En el contexto de las tradiciones, el perdón juega un papel crucial en la preservación de nuestras
costumbres y creencias. Muchas veces, nuestras tradiciones están relacionadas con eventos que
ocurrieron en el pasado y que pueden haber causado dolor o sufrimiento. El perdón nos permite
superar estos traumas y avanzar hacia un futuro más próspero y unido.
El concepto y la práctica del perdón varían significativamente entre diferentes culturas debido
a las distintas tradiciones religiosas, valores éticos, sistemas legales y filosofías que influyen
en la percepción y aplicación del perdón. Por ejemplo, en las culturas religiosas, en el
cristianismo o culturas de raíces cristianas el perdón está arraigado en la enseñanza de Jesús
sobre perdonar a los demás como se espera ser perdonado por Dios, en el Islam a menudo se
vincula con la misericordia de Alá, y en el budismo el perdón se relaciona con la superación
del sufrimiento. En sociedades influenciadas por enfoques de justicia restaurativa, como
algunas culturas indígenas, la reparación y la reconciliación pueden ser más centrales que la
simple culpabilidad y castigo. En culturas donde prevalece el colectivismo, el perdón puede
ser visto como un medio para mantener la cohesión social y la armonía, incluso a expensas de
las necesidades individuales, y en culturas más individualistas, la percepción del perdón puede
enfocarse en el bienestar emocional y la autonomía personal. Así como en algunas culturas
tradicionales, el perdón puede estar más arraigado en rituales y prácticas comunitarias, y
sociedades modernas, la psicología y la terapia pueden desempeñar un papel más importante
en la comprensión y aplicación del perdón.
Las diferencias en la percepción del perdón pueden estar influenciadas por contextos étnicos
y socioeconómicos. Por ejemplo, las comunidades marginadas pueden tener enfoques
diferentes en comparación con comunidades más privilegiadas. En el mundo globalizado y
diverso de hoy, las culturas se entrelazan y se mezclan, lo que puede llevar a la adopción de
enfoques interculturales del perdón. Es importante reconocer que estas son generalizaciones y
que las actitudes hacia el perdón pueden variar enormemente dentro de cualquier cultura debido
a factores individuales y contextuales. Además, las culturas no son estáticas; evolucionan con
el tiempo y pueden verse influenciadas por cambios sociales, políticos y económicos.

o ¿Qué es el perdón?
El término perdón deriva del verbo perdonar. Y éste proviene del latín formado por el prefijo
per- cuyo significado es acción completa y total y el verbo dono, donas, donare, donavi,
donatum (dar, regalar, ofrecer, conceder, obsequiar). Inicialmente este verbo señalaba el regalo
que le hacía de manera definitiva el acreedor al deudor con respecto a lo que se le debía. Puede
considerarse entonces como su concepto original la acción de regalar el indulto o transmutar
una pena o agravio.
Existen muchísimas concepciones diferentes acerca del perdón, pero aquí nos centraremos
principalmente en concebirlo como el acto de dejar atrás cualquier tipo de rencor, deseo de
venganza, u olvidar acciones que alguien hizo para lastimarnos, pudiendo ser de manera
voluntaria ese acto que nos hizo daño, debemos tener en cuenta para perdonar es la
diferenciación entre un error y la maldad, los errores se disculpan, la maldad se perdona, si no
hay intención se quita la culpa, se entiende, hay excusas justificables. Pero si hay mala
voluntad, se hace daño con intención, es necesario pasar al nivel del perdón, supone la
existencia de una actitud malvada de parte del infractor, mal intencionada. El perdón es el acto
emocional y cognitivo que tiene lugar cuando una persona, que se ha sentido ofendida o herida
decide renunciar a su ira y sentimientos de venganza. Esta dinámica se puede interrumpir
solamente con el perdón. |
Dacher Keltner, psicólogo social y profesor de la Universidad de Berkeley, menciona que hay
cuatro componentes que nos ayudan a definir y medir científicamente el perdón. El primero es
la aceptación de que ha ocurrido la transgresión o daño que alguien nos ha hecho. El segundo,
es la disminución del deseo o urgencia de buscar venganza o compensación. El tercero (y sobre
todo cuando se trata de conflictos menores o con personas cercanas y que se pueda retomar la
relación), es el deseo de acercamiento, disminución en el distanciamiento o evasión de la otra
persona. Finalmente, el cuarto componente implica un cambio en los sentimientos negativos
hacia la otra persona, como por ejemplo el aumento de la compasión y entendimiento de su
propio sufrimiento, dolor, ignorancia o confusión que lo haya llevado a herirnos.
Contrario a lo que suele pensarse, el perdón también nos permite establecer los límites que sean
necesarios para protegernos de volver a experimentar daño por parte de otras personas. Jack
Kornfield, psicólogo y maestro budista, define el perdón como la resolución de no permitir que
la transgresión vuelva a suceder, de protegerse a sí mismo y a otros. Perdonar no significa
hablar con o relacionarse con la persona que lo traicionó necesariamente. No se trata del otro,
ni tampoco de un deber. Es una forma de acabar con el propio sufrimiento. El perdón puede
exigir justicia y decir “No más”. Menciona a su vez que no es sentimental ni es rápido. Para él,
perdonar es un proceso profundo del corazón que puede llevar un largo tiempo y puede ser
difícil, tanto cuando se trata de perdonar a otros como a nosotros mismos. Pero es un proceso
que nos libera y nos permite amar. Como se mencionó antes, además de liberarnos a nosotros
de vivir con el peso del rencor, libera además a la otra persona ya que es comenzar de nuevo y
olvidar lo que pasó, pero ¿qué tan sencillo es esto?
A su vez, el perdón también involucra el duelo por la pérdida de las cosas que no funcionaron
como queríamos y de dejar de esperar un mejor pasado, porque ya pasó, ya está hecho y no se
puede cambiar. Ese duelo y dolor tienen un gran valor, porque como Kornfield dice “algunas
veces las cosas que nos hacen vulnerables son aquellas que dan apertura a nuestro corazón y
nos llevan de regreso a lo que más importa, al amor y a la vida”.
Para Hanna Arendt, filosofa alemana y judía muy importante para el siglo XX, existe el perdón
porque es la única herramienta que tenemos como humanos para devolverle la libertad a las
personas cuando la pierden, y sugiere la concepción del perdón como una virtud que contribuye
al crecimiento personal y favorece las relaciones interpersonales. El perdón, entendido como
virtud, cobra especial relevancia y se destaca que no es únicamente un acto reparador, sino
también regenerador de la persona. Se realiza una búsqueda bibliográfica de los principales
autores contemporáneos que lo comprenden así, asumiendo ambas dimensiones del perdón -
reparador y regenerador-, entre los que se encuentran Paul Ricoeur, Jacques Derrida y
Emmanuel Levinas. En cuanto a la transgresión, Hanna también especifica que existen
diferentes tipos: aquellas faltas con las que el individuo se enfrenta en la cotidianeidad de su
existencia y que son resueltas por medio del castigo o del perdón, y aquellas ofensas que
despiertan en la persona el sentimiento de que jamás deberían haber sucedido. El perdón
rehabilita la acción y permite su continuidad, el individuo que perdona no perdona la falta
cometida, el asesinato, el robo, sino que el perdón se dirige a la persona que transgredió la
norma, que cometió la falta, y no a la obra fallida en sí.
El perdón trae consigo algunas condiciones o pautas para que este se pueda dar. El perdón es
personal, solamente la persona ofendida tiene el derecho a perdonar, en él solamente
intervienen las personas involucradas de forma directa, el perdón requiere tiempo, según
Jankélevich la reconciliación apresurada trae consigo una grave incidencia y una falta de
respeto para las víctimas, el proceso de perdonar tiene una duración indeterminada, este varía
siempre, lo único absoluto y certero es que no es inmediato. También se justifica solamente si
tiene emociones negativas o rencor de por medio, sino sobra, no tendría sentido.

El perdón ha sido estudiado en los últimos años desde diferentes perspectivas. El interés en
este tema se explica por la necesidad de abordar estrategias de desarrollo personal e
interpersonal. Si bien, las aproximaciones que se han hecho son insuficientes para una
comprensión del perdón en toda su hondura. Por ello, el objetivo de este trabajo es mostrar el
fundamento antropológico del perdón desde Hannah Arendt principalmente. Hanna no perdona
a los que no caigan en cuenta de que hicieron algo mal, nunca se arrepienten, nunca reflexionan,
porque ni siquiera lo notaron. Son tan superficiales, creen que el daño fue irrelevante en el
mundo que son incapaces de reflexionar de lo que hicieron, y esas personas abandonaron la
vida humana y para ella esos son imperdonables.
Aquí se va viendo un poco las diferentes opiniones que existen en cuanto a este tema. Para Jack
perdonar nos ayuda a nosotros mismos para acabar con el sentimiento feo o sufrimiento o mal
sabor que nos queda cuando nos hieren, pero para Hanna perdonamos en un acto de liberar a
la otra persona de sus malos actos, para hacer un “borrón y cuenta nueva”, es decir, empezar
de cero.
Es importante matizar que significa perdonar, para verlo desde un lado más sencillo hagamos
la pregunta ¿Qué no es perdonar? Perdonar no es sentir compasión, la compasión es compartir
el dolor, puede ayudar a facilitar el proceso del perdón, pero no basta para definirlo; no es
renunciar a la justicia, no es absolver, no es olvidar, no es otorgar clemencia. Con el perdón
pueden venir alguna de estas cosas, pero no son en su totalidad perdonar y no en todos los casos
se ven todas estas características. Perdonar no significa olvidar la forma en que otros lo han
herido, ni significa necesariamente reconciliarse o relacionarse con la persona que lo lastimó.
Tampoco aprobar su conducta o su ofensa, ni absolverlo de su responsabilidad. Perdonar
tampoco es debilidad o signo de sumisión. En cambio, requiere de coraje, significa dejar de
hacer a alguien constantemente responsable de su bienestar emocional y cambiar su actitud
hacia esa herida original de manera que no continúe lastimándolo. Implica soltar la carga que
lleva de esa persona que lo ha herido. Por ejemplo, si mi pareja me ha sido infiel, o un amigo
me ha traicionado de una manera grave, podría llegar a perdonarlo, aunque eso no signifique
necesariamente que volveremos a ser pareja o que volveré a confiar en ese amigo. Perdonar no
quiere decir que olvidaré lo ocurrido. Ni tampoco significa que voy a dejar que me vuelvan a
herir. Perdonar es simplemente decidir dejar ir aquel sentimiento desagradable e incómodo que
experimento hacia alguien. Parece fácil, pero no es tan sencillo llevarlo a la práctica. En este
ejemplo podría verse lo que dicen Jack y Hanna, al perdonar, liberas a tu pareja del mal que
hizo y puede empezar de cero una nueva etapa en su vida, y para la persona que perdona
también, porque se deshace del sentimiento y del sufrimiento ocasionado, no es un proceso
fácil ni rápido, pero en muchos casos, dependiendo de la persona si es posible este tipo de
perdón.
En otras situaciones más extremas que una infidelidad como, por ejemplo, a un violador, a un
asesino, a un abusador, ¿se los puede perdonar? ¿Existe una persona tan buena o tan pacífica
capaz de perdonar actos atroces como esos? Que van más allá de una simple ofensa, a una
persona cercana como un familiar o un amigo es fácil perdonarla que, si te hieren, en realidad
son cosas menores o pasajeras. En casos de asesinato y violación, las personas más cercanas a
la víctima y la propia víctima ¿son capaces de perdonar a una persona que ha hecho tanto daño?
Por lo general son desconocidos y a lo mejor eso también podría resultar más sencillo, pero ¿y
si el agresor es alguien cercano? ¿Cómo perdonar a una persona a la que se le tenía tanta
confianza y terminó defraudando a todos son sus actos?
o ¿Debemos o no perdonar?
Dependerá de cada persona, perdonar es una decisión que toma cada individuo según su criterio
personal, si bien es un proceso largo y complicado, el comienzo es que la persona esté dispuesta
y con la mente abierta a perdonar, tener la intención de hacerlo y tener la mente abierta es el
primer paso para conseguir el objetivo, quien viva en rencor, con odio sin intenciones de salir
de ese estado se quedará ahí estancado hasta que cambie su forma de pensar. Es cierto que el
perdón en muchas ocasiones favorece a que se produzca una reconciliación, pero esta no es
estrictamente necesaria, es decir, no ocurre el 100% de las veces, de hecho, podemos estar en
una relación donde no haya perdón y simplemente se haya “olvidado” un hecho doloroso o
bien perdonar a alguien con quien ya no tenemos ningún contacto. El acto de perdonar en sí es
más bien un proceso y se da a medida que pasa el tiempo.
Los científicos están de acuerdo en que perdonar implica que la persona ofendida reconoce que
aquello que le han hecho, no está bien y aunque sabe que la situación puede no estar justificada
y la persona que le ha causado el daño no merece ser perdonada, toma la decisión de hacerlo.
Gordon y Baucon (1998-2003) señalan que perdón no significa tener sentimientos positivos de
compasión, empatía ni amor hacia quien nos ha herido, pues puede ser “un acto egoísta” que
se hace hacia uno mismo, con el fin de disminuir las emociones negativas ésta que le causa. La
decisión de perdonar no exime de pedir justicia y reclamar aquello que no creemos justo,
siempre y cuando no actuemos sólo de forma vengativa (Casullo, 2008).
“Aferrarse a la ira es como aferrarse a una brasa candente con la intención de tirársela a
otro; tú eres el que se quema.” (Buda Gautama)
El perdón se experimenta a nivel individual, hay un cambio en la conducta, el pensamiento y
las emociones de quien lo sufre, pero a la vez se puede considerar interpersonal ya que se da
en una situación concreta y con unos roles específicos: ofensor-ofendido.
Cuando alguien nos hace daño el resentimiento es una sensación que se está muy presente, nos
hace experimentar una mezcla entre rabia, envidia y desilusión frente a un acto pasado que nos
provocó algún tipo de daño o perjuicio. Su nombre lo expresa muy bien: resentir quiere decir
volver a sentir, experimentar repetidamente lo que nos produjo dolor. Podríamos decir que el
resentimiento se relaciona con guardar rencor en nosotros mismos. Este es el problema, porque
al volver a experimentar una y otra vez esa queja y ese dolor, la emoción se atasca en nosotros.
No la soltamos ni la dejamos ir. Entonces el no perdonar afecta más al ofendido que al ofensor.
Quedarnos atascados en el resentimiento nos impide experimentar serenidad, paz y sobre todo
bienestar y felicidad. Es por este motivo que Gordon y Baucon dicen que es un acto egoísta,
pensamos más en nuestro dolor, en las ganas de sentirnos bien, dejar ir para poder estar en un
estado de paz. A pesar de que otros lo ven más como un acto de amor propio, priorizar nuestra
salud mental no es egoísta, en ciertas ocasiones es lo mejor que se puede hacer para vivir
tranquilos.
El perdón tiende a ser asociado positivamente con el bienestar psicológico, la salud física y
buenas relaciones interpersonales. Las personas que tienden a perdonar a otros puntúan más
bajo en medidas de ansiedad, depresión y hostilidad (Brown 2003; Thompson et al., 2005).
Igualmente, dejar el rencor está asociado con menores niveles de estrés y reactividad
cardiovascular (presión arterial y ritmo cardiaco) (Witvliet et al., 2001).
De acuerdo con una revisión de la literatura sobre el perdón y la salud realizada por Everett
Worthington y su colega Michael Scherer (2004), no perdonar puede comprometer el sistema
inmune. La revisión sugiere que puede afectar la producción de hormonas importantes y la
manera como nuestras células combaten las infecciones y bacterias. A su vez, la hostilidad es
una parte central de la falta de perdón, y ha sido directamente relacionada con numerosos
problemas de salud, teniendo efectos más perjudiciales sobre el sistema cardiovascular
(Kaplan, 1992; Williams y Williams, 1993).
Perdonar ayuda a vivir en paz, nos brinda una preocupación menos, nos quita un peso de
encima, tener un sentimiento negativo que recordamos constantemente no es lo mejor para la
salud mental ni física ya que en muchas ocasiones nuestro estado psicológico afecta el físico,
si bien hay personas que se ven en la imposibilidad de perdonar ciertos actos por el gran daño
o trauma causado, también hay muchísimos casos en el que las propias víctimas perdonan a
sus agresores, personas que no merecen ningún tipo de perdón, y lo hacen como parte de su
sanación, para superar lo ocurrido, dejar de vivir en el pasado, a pesar de que nunca les hayan
pedido perdón y no estén arrepentidos de sus actos, por lo general es más por el bien propio
que por el del ofensor. Aquí es cuando entra a relucir que la única persona que puede perdonar
es el ofendido, los familiares o allegados no tienen derecho de decidir si perdonar o no a alguien
que no les hizo daño directamente a ellos, esa potestad la tiene únicamente una persona.
o ¿El perdón es condicional o incondicional?
Se analizará el perdón condicional e incondicional, si depende o no de que el ofensor se
arrepienta de lo que hizo, y condicional dependiendo de que tan grave haya sido la falta, puede
ser que alguien que haya hecho daño pero no se arrepienta de ello o ni siquiera caiga en cuenta
de lo que provocó, pero como no fue tan grave y en verdad el daño fue menor, se perdona de
manera sencilla para no estar en malas condiciones con nadie, pero puede haber otros casos
que es tan grave la falta que ni aunque el ofensor se arrepienta y pida perdón, el ofendido lo
pueda perdonar, se ve en la incapacidad de ello.
Un debate muy extenso es sobre si el ofensor debe arrepentirse para que se le conceda el perdón.
Si bien el arrepentimiento facilita el perdón, no es una condición necesaria y suficiente, según
algunos expertos. Condicionar el perdón al arrepentimiento es asumir una estructura autoritaria
del perdón, es la filosofía del tener más que del ser. Depende de cada persona sus criterios para
perdonar a alguien.
El artículo de Elda Millán y Josu Ahedo Ruiz “Perspectiva antropológica del perdón desde
Hannah Arendt y Leonardo Polo”, donde se habla sobre el perdón de diversos filósofos desde
un punto de vista antropológico, pasando por varios filósofos como Jankélévitch, Derrida,
Ricoeur y Levinas, pero enfocándose al final en Hannah Arendt y Leonardo Polo, será utilizado
para ahondar más en el pensamiento de Jaques Derrida, el cuál destaca en este trabajo por
enfocarse en su percepción del perdón condicional e incondicional, y en el de Hanna Arendt
ya que estos dos se contraponen, formando un debate de diversos argumentos que han sido
estudiados por muchos autores posteriores tratando de dar un fin a la discusión.
Derrida define el perdón en dos sentidos. El primero de ellos es un concepto incondicional,
exento de cualquier finalidad externa como la redención. Hace énfasis en que el perdón debe
ser así porque se concede incluso a quien no se ha arrepentido ni ha reflexionado sobre sus
actos ni es consciente del mal provocado, suena difícil perdonar a alguien con esta mentalidad,
pero con respecto a esto Derrida señala que el acto de perdonar se otorga a pesar de que el
ofensor no haya manifestado ningún tipo de mejora en su actitud, es por esto que esta
modalidad del perdón no está condicionada. Este primer sentido del perdón es excepcional
según Derrida ya que considera que al perdonar se interrumpe el transcurrir ordinario de la
temporalidad histórica, el perdón es concedido al culpable incluso aunque no lo haya pedido.
Esto suena imposible, pero por más rencor que exista en una persona dañada si perdona a quien
no le haya pedido perdón no va a ser por el hecho de perdonar sino, como señalamos
previamente, por su paz mental y la necesidad de dejar de vivir con odio. En segundo lugar,
habla del perdón condicional, que es cuando el ofensor reconoce la falta sufrida, se arrepiente
y cambia su actitud, en este panorama en el cual parece mucho más fácil perdonar no hay tantos
beneficios según el autor. El primer sentido del perdón puede identificarse como un acto que
contribuye al crecimiento personal porque supone aceptar al otro sin fijarse en el papel
reparador del perdón, además de si el perdón en sentido puro, lejos de no aplicar y en virtud de
su pureza, debe estar siempre vinculado a lo imposible, es decir, a lo imperdonable, puesto que
es desde ese lugar desde donde se actualiza su capacidad revolucionaria y su facultad de
cambiar el curso de la historia.
Siguiendo esta línea de pensamiento, sabemos que J. Derrida era más partidario de que el
perdón debe y puede perdonar solo lo imperdonable, porque en ese caso lo que se perdona no
tiene explicación, no tiene una razón, porque es simplemente el fruto de la libre maldad de una
persona. Pedir perdón significa confrontarse a la maldad, al mal que hay en las personas. Pedir
perdón significa reconocer no tener derecho alguno de ser perdonado y no merecerlo nunca.
Perdonar significa renunciar al derecho de la reparación y de la venganza. Por puro don, sin
revindicar un propio derecho de responder con el mal al que hizo daño. En fin, el perdón como
don, interrumpe para siempre la dinámica de la reciprocidad del mal y como tal sana las
relaciones heridas. Es un don gratuito, el que hizo daño no tiene ningún derecho a ser
perdonado; el mal que ha hecho no tiene ninguna razón o causa que podría justificarlo. Se pide
perdón solamente por el mal que no tiene ninguna otra explicación si no la propia maldad y
que en este caso sería imperdonable. También analiza la noción de perdón como una categoría
enmarcada en lo que él denomina la tradición abrahamánica, de modo que abarca las tres
religiones más importantes de la humanidad: el islam, el cristianismo y el judaísmo. El supuesto
del que parte Derrida es que existe lo imperdonable y la pregunta que ello le sugiere es si acaso
el perdón en sentido estricto únicamente se actualiza en la acción de perdonar lo imperdonable,
a los ojos del pensador, si el perdón alcanza solo aquello que parece perdonable, la idea misma
del perdón se desvanece.
Que complicado es el perdón, acá Derrida lo pinta como un acto de paz hacia nosotros mismos,
y en su concepción es hermoso, sería el ideal de todos. Todos deberíamos perdonar, es cierto
que es mejor apagar la ira, respirar profundo, dejar que todos los sentimientos negativos se
vayan y perdonar antes que odiar, vivir en un resentimiento constante, con rencor el resto de la
vida. Pero ¿qué tan posible es esto? Se supone que moralmente es un deber perdonar, está bien
visto, es ético, lo venden como si fuese algo muy fácil, a pesar de que, en la realidad, en los
hechos, en la vida cotidiana, casi nadie perdona lo imperdonable. Por ejemplo, ¿Cómo se
perdona a un abusador o a un violador?, son tantas cosas que pasan en la vida real que me
replanteo si en realidad es humanamente posible el perdón en casos tan extremos.
Estudiando más a profundidad el punto de vista de Hanna Arendt, es importante conocer que
ella destaca este fenómeno como aquella acción inexplicable que restablece la ruptura
producida por un agravio entre el ofensor y el ofendido. Cualquier acto de ofensa a los demás
tiene unas repercusiones, porque se ha cometido un daño en la persona. Arendt, en su carácter
de pensadora política, se aboca al análisis de la noción de perdón entendida como una forma
de la acción y como una categoría clave a la hora de reflexionar sobre el problema del mal, sus
consecuencias y sus agentes. En la teoría política arendtiana la noción de natalidad cumple un
rol fundamental en tanto es concebida como la capacidad inherente a la acción humana de
introducir la novedad en el transcurso del mundo. El individuo, por medio de la acción, no solo
tiene la posibilidad de comenzar una serie nueva de acontecimientos, sino que él mismo es un
comienzo. A su vez, la acción presenta, también, características negativas, una de ellas es la
irreversibilidad entendida como la imposibilidad de deshacer aquello llevado a cabo en el
pasado. Arendt (2009) encuentra en la categoría de perdón la posibilidad, dentro del marco de
la acción misma, de redimir al ser humano de las consecuencias de la irreversibilidad
mencionada. La pensadora considera que por medio del perdón es posible liberar al individuo
de su acto pasado y de las consecuencias del mismo. Ahora bien, la autora sostiene que el
perdón no es omniabarcante puesto que según su criterio hay hechos que, por la magnitud de
su horror, trascienden las posibilidades de la acción humana, a saber: el mal totalitario, un mal
imperdonable. Es decir, concibe el perdón como una forma de acción que posee la facultad de
revertir las consecuencias desplegadas por el actuar mismo pero que encuentra limitada su
capacidad de intervención en lo que respecta al mal totalitario.
El hombre carece de la capacidad de deshacer aquello que realizó en el mundo y de anticipar
las consecuencias de su obrar. El perdón y la promesa son las dos alternativas que Arendt
encuentra dentro del marco de la acción misma para hacer frente a dichas incapacidades. Como
se mencionó, Arendt (2009) caracteriza la acción como impredecible e irreversible, sin
embargo, considera que existe la posibilidad, en el marco del actuar mismo, de redimir al ser
humano de la impredecibilidad e irreversibilidad mencionadas, posibilidad que tiene su
fundamento en las facultades de prometer y de perdonar respectivamente. Sin la mencionada
capacidad de perdonar el ser humano quedaría sujeto por siempre a un primer y único acto del
que no podría escaparse. La facultad humana del perdón se sostiene y sustenta en la noción de
pluralidad puesto que el hombre no puede perdonarse a sí mismo, sino que requiere de otros
para ser perdonado y para perdonar. Arendt toma la experiencia cristiana del perdón como vía
para pensar la acción entendida como el único medio posible que puede liberar a los individuos
del peso del pasado. El perdón en sentido cristiano se fundamenta en la noción de amor, el
individuo perdona al transgresor por amor a él, en cambio Arendt sostiene que el amor no es
necesario ni imprescindible para el perdón, sino que todo lo que se requiere es el respeto mutuo.
Hanna enfatiza que el problema con los crímenes totalitarios radica precisamente en que sus
perpetradores renunciaron voluntariamente a toda cualidad humana por lo que “no quedó
nadie” que pueda ser susceptible de castigo o de perdón. Es en este sentido que Arendt afirma
que el peor mal que existe es aquel realizado por seres humanos que renunciaron a su condición
de personas. Si se tiene en cuenta que el perdón es una forma de la acción y que el mal acaecido
durante el régimen totalitario surge como resultado de la anulación de la misma, la conclusión
a la que se arriba es que ambas nociones, perdón y mal absoluto se encuentran en planos
separados e incomunicables.
Derrida (2003) sostiene que el perdón condicional ya no perdonaría al culpable sino a una
versión diferente y mejorada del mismo. Esta concepción tradicional del perdón se construye
sobre el supuesto de que el perdón tiene un sentido que se ve determinado ya sea por la promesa
de la salvación futura, por la búsqueda de la reconciliación, de la expiación o de la redención.
Con respecto al análisis realizado por Arendt respecto al concepto de perdón, y, a modo de
ejemplo, Derrida menciona lo que a su criterio son las dos suposiciones de la pensadora, a
saber: que la acción de perdonar es una posibilidad humana y que no se puede perdonar aquello
que no puede ser castigado; este sostiene que el perdón es una suerte de locura de lo imposible,
lo cual, en vez de descalificarlo lo describe en su incomprensible realidad.
Por otro lado, según un artículo de Xavier Gari que estudia la “Cultura de paz y reconciliación”,
señala que Torralba considera que el perdón necesita unas condiciones, no siempre se puede
solicitar el perdón, y tampoco siempre es idóneo concederlo, dice que es importante que se den
unas condiciones adecuadas que posteriormente desarrolla. A menudo la práctica del perdón
se ve frustrada porque falta uno de los dos lados, o ambos. Sin embargo, también reconoce la
existencia del perdón incondicional ni prerrequisitos; pero el perdón cotidiano o habitual
necesita enmarcarse en un cuadro de condiciones, especialmente en espacio y tiempo. El
tiempo que transcurras entre la percepción de la ofensa y la solicitud del perdón desempeña un
papel determinante a la hora de considerar si perdonar o no, al igual que el lugar donde se vaya
a pedir perdón, preferiblemente tendría que ser en un sitio tranquilo sin demasiada gente
alrededor para poder tener una charla tranquila, calmada, sin interrupciones donde se dialogue
con ambos puntos de vista y puedan llegar a un acuerdo si es que el ofensor está realmente
arrepentido para arreglar las cosas y mejorar su actitud. En este artículo también se habla
brevemente sobre los límites que puede tener el perdón, que según Torralba no son fáciles de
definir, la voluntad de perdonar choca en ciertas circunstancias con fronteras complicadas de
pasar ya que a pesar de la voluntad que hay en la persona ofendida de perdonar, puede
experimentar una incapacidad de orden mental y emocional para ejercerlo. Si bien dice que
tiene límites, ocasiones en las que es más difícil perdonar, hay que tomar en cuenta que también
se requiere de tiempo, una persona desde que es gravemente ofendida hasta que decide tomar
la decisión de perdonar y realmente perdonar en acto, siempre es posible si la persona toma la
determinación de perdonar para dejar ir u olvidar algo que está resintiendo constantemente y
comenzar un nuevo capítulo sin rencor.
o Conclusión/ opinión
En resumen el perdón tiene distintos matices a la hora de definirlo, puede ser que signifique
olvido, reconciliación, superación de eventos, dejar de lado el deseo de venganza al igual que
el rencor, para algunas personas puede ser abrazar al ofensor y para otras puede ser no verlo
más nunca en sus vidas, a grosso modo todos tenemos la misma idea general de qué es el
perdón, dejar ir sentimientos negativos hacia determinada persona que actuó mal, ya dependerá
del proceso personal la duración de este ya que no se da de un día para otro, antes debemos
aceptar los hechos, estar dispuestos a perdonar para, posteriormente, realmente perdonar.
Evidentemente existen diversos panoramas sobre los hechos, puede ser que el ofensor sea algún
pariente o amigo cercano, puede ser un desconocido, y a pesar de que filósofos han tratado de
juntar todo en una verdad absoluta como de si el perdón viene del amor o del respeto o de
ambos o solamente del amor propio, va a depender del caso, ya que si me ofende alguien
cercano a mi lo voy a perdonar con amor, no voy a querer estar mal con una persona que amo,
existen casos en los que la ofensa es tan grande que produce un trauma que quita la capacidad
de amar a esa persona y produce dolor, dolor por lo que no pudo ser, por una desilusión, e
incluso decepción hacia cierta persona que provocó grandes daños a otra. La antropología es
así, siempre dependerá de culturas, costumbres, religiones, y sobre todo criterios personales.
Si bien el perdón trae consigo beneficios, desde restaurar una amistad, comenzar de cero, nos
da otra oportunidad de actuar bien y mejor, pienso que si nos ofenden debemos analizar qué
tan grande fue el daño, que tanto nos hirió, si realmente vale la pena vivir con odio o rencor
hacia otra persona, al final esa negatividad nos envenena a nosotros mismos y privamos a la
otra persona de redimirse o de tener una segunda oportunidad, si es que realmente está
arrepentida. Como puntualizamos antes, hay diversos casos, entonces en un escenario en el
cual el ofensor no se arrepiente de lo que hizo y no pide perdón lo mejor sería dejar ir, perdonar,
olvidar, sacudir los sentimientos negativos que nos hacen más daño a nosotros que al que nos
hirió, algunos lo llaman acto de “egoísmo” porque te priorizas, otras personas lo llamamos
“amor propio”, es un acto de amor pero hacia nosotros mismos, para no cargar con el peso de
la negatividad, por lo cual también es ganas de vivir en paz y con buena salud mental, es mejor
vivir sin cuentas pendientes con nadie, de manera pacífica y preocupándonos por cosas
realmente importantes en la vida.
También analizamos diversos puntos de vista sobre el perdón condicional e incondicional,
especialmente el de J. Derrida, que concluyó que si nuestra idea de perdón se derrumba desde
el momento en que se la priva de su polo de referencia absoluto, a saber, de su pureza
incondicional, no obstante continúa siendo inseparable de lo que le es heterogéneo, el orden de
las condiciones, el arrepentimiento, la transformación, cosas todas que le permiten inscribirse
en la historia, el derecho, la política, la existencia misma. Los dos polos mencionados, el
incondicional y el condicional, son irreductibles uno al otro pero, al mismo tiempo,
indisociables, menciona que no hay manera de que el perdón se efectivice, de que transforme
la realidad, si su pureza no se compromete con una serie de condiciones. Las decisiones y las
responsabilidades deben tomarse en el “entre” que une-separa dichos polos. El perdón puro,
incondicional, para tener su sentido propio debe no tener sentido, finalidad alguna, debe
permanecer ininteligible. Su pensamiento se contrapone al de Hanna Arendt, estudiamos a
profundidad los argumentos que ambos autores proponen, entonces podemos concluir o
proponer que en vez de que ambos pensamientos se contrapongan, se complementen, Derrida
no se cierra totalmente a que el perdón sea exclusivamente para lo imperdonable, según él tiene
más beneficios que perdonar a alguien que hizo algo atroz y que no se arrepiente de ello porque
ahí está la pureza y la gracia del perdón, por otro lado Hanna dice que el perdón es una
oportunidad de “cambiar” lo que cometimos por error, solo que para ella si existen cosas
imperdonables, el resultado de la síntesis de ambos argumentos sería un mar de posibilidades
diferentes que cada quien usaría según lo que prefiera.
También es cierto que existen múltiples motivos por los cuales perdonar, puede ser por
costumbre o religión como en los rezos cristianos se dice “perdona nuestras ofensas como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, por motivos de moralidad, para ser mejor
persona e ir al cielo, por querer paz mental y estar bien consigo mismos, no importa el motivo
el resultado será el mismo, perdonar. Por otro lado, por supuesto, hay quienes se ven en la
incapacidad de perdonar, no es lo más idóneo pero es totalmente válido, perdonar no es
sinónimo de felicidad, solo es un aspecto más de la vida, y la vida de las personas no gira en
torno a una a quien no se pudo perdonar por ciertos motivos, sin importar cuanto tiempo pase,
si bien el tiempo hace que las cosas sean un poco menos dolorosas porque ven el evento más
lejano con menos importancia, no logran perdonar al ofensor, o también hay quienes no
perdonan por simple ego, porque su ego fue herido. Lo cierto es que no existe una verdad
absoluta, lo que algunos consideran bueno o mejor para la salud mental no lo es para otros y es
inevitable que todos perdonemos o pensemos igual, habrá gente que viva con odio o deseo de
venganza o rencor hacia su ofensor para siempre, puede superar lo sucedido pero no cabrá
espacio a reconciliación con el ofensor, para nuestra cultura de manera muy generalizada lo
“mejor” sería dejar ir cosas que nos hagan sentir mal todo el tiempo porque al final nos
estaremos haciendo más daño a nosotros mismos resintiendo constantemente cosas negativas,
y eso no significa tener ningún tipo de vínculo con el ofensor, simplemente es dejar ir para
vivir serenos.
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