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Unidad 5 Inmunología
Unidad 5 Inmunología
Unidad 5 Inmunología
Jabalcuz
UNIDAD 5 INMUNOLOGÍA
1.- INTRODUCCIÓN
Como vimos en el tema anterior, existen una serie de microorganismos que son parásitos y
provocan enfermedades en los seres vivos que les sirven de hospedadores. Por esta razón, los animales,
a lo largo de su historia evolutiva, se han ido dotando de una serie de mecanismos que les permiten
defenderse, formando así un sistema inmunitario. La inmunología es la rama de la Biología que estudia
cómo un ser pluricelular se defiende frente a las agresiones de agentes externos; la acción del sistema
inmunitario frente a dichas agresiones se denomina respuesta inmunitaria o respuesta inmune.
La palabra inmunología deriva del término romano inmunitas, que significa libre de enfermedad; las
investigaciones realizadas a lo largo de todo el siglo XX acerca de los mecanismos responsables de la
respuesta inmunitaria, han convertido a la inmunología en una ciencia de extraordinaria importancia para
nuestra compresión de los sistemas vivos, y de gran utilidad práctica en la lucha contra las enfermedades
infecciosas. Pero la inmunología no solo estudia cómo se defiende el organismo de los microorganismos
patógenos, sino toda defensa frente a sustancias extrañas, como polen, polvo, o incluso frente a sus
propias células modificadas (células cancerosas, dañadas, envejecidas…) Todos estos agentes extraños tienen
en común que presentan moléculas llamadas antígenos, que son reconocidas por el organismo. Esto
significa el reconocimiento de lo propio frente a lo ajeno o enfermo e implica una defensa frente a
posibles agresiones.
El origen de la Inmunología se atribuye al médico inglés Edward Jenner (1749-1823) quien realizó el
primer acercamiento racional a la vacunación frente al virus de la viruela. Hoy en día es una de las ciencias
con mayor proyección a nivel científico y médico, que se ocupa del estudio de campos tan
importantes como la alergia, las vacunas, los trasplantes o la lucha contra el cáncer entre otros.
El medio interno animal es muy estable y contiene gran cantidad de nutrientes, por lo que resulta un
medio muy “acogedor”. No es de extrañar el intento de invasión por parte de microorganismos
procedentes del medio exterior.
Una infección se produce cuando estos microorganismos, bacterias, virus, protozoos, y otros parásitos,
penetran y se instalan en cuerpo de otro ser vivo al que se denomina hospedador.
El término infección no es sinónimo de enfermedad, dado que para que se produzca una enfermedad
infecciosa es necesario que los agentes invasores causen daños en el huésped. Estos microorganismos
causantes de alteraciones anatómicas y fisiológicas en los tejidos de los organismos invadidos reciben el
nombre de patógenos. La virulencia de un parásito es la capacidad que posee éste de producir daños al
hospedador.
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Biología 2º Bachiller – I.E.S. Jabalcuz
Nuestro cuerpo puede considerarse como un ecosistema en equilibrio que está continuamente expuesto a la
agresión de otros organismos, moléculas o partículas, que a partir de ahora denominaremos antígenos (se
define como “cualquier agente patógeno o sustancia que nuestro organismo la considera extraña”) que
pueden romper o alterar ese equilibrio.
Los seres vivos hemos desarrollado diferentes barreras para defendernos contra los numerosos agentes
patógenos que nos rodean, bien impidiendo su entrada o bien, en el caso de que se produzca,
destruyéndolos. Estos mecanismos de defensa se pueden clasificar básicamente siguiendo dos criterios:
- Inespecíficos, es decir, actúan sobre cualquier tipo de agente, como por ejemplo, las lágrimas.
- Específicos, son las que actúan sobre un agente concreto, como por ejemplo, las inmunoglobulinas.
- Adquirido, sólo se forman cuando aparece un antígeno, como ocurre en el caso de la formación de
las inmunoglobulinas. Coinciden con los mecanismos específicos
Nos defienden de forma indiscriminada frente a cualquier intento de penetración de antígenos en nuestro
organismo, es decir, actúa sobre cualquier tipo de germen. Los mecanismos de defensa inespecíficos, que
forman la dos primeras barreras defensivas de nuestro organismo, son mecanismos innatos.
Dentro de este grupo podemos diferenciar: las barreras naturales, las defensas celulares inespecíficas, la
respuesta inflamatoria y la defesa inespecífica humoral.
De todas ellas, la primera, las barreras naturales, tiene como misión impedir la entrada de cualquier
germen al interior del organismo. Si esta primera línea defensiva es franqueada y el elemento invasor
logra penetrar en nuestro cuerpo, se desencadenan el resto de las defensas inespecíficas.
Por esta razón, se considera que dentro de los mecanismos inespecíficos existen dos barreras defensivas,
como se puede observar en el esquema siguiente:
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1)Barreras naturales
Se localizan en la superficie del cuerpo y en las cavidades internas (conducto digestivo, respiratorio,
reproductor y excretor) donde constituyen la primera barrera que deben salvar los microorganismos
patógenos en su intento de penetración.
Estas defensas están formadas por barreras mecánicas o físicas, químicas y biológicas.
▪ Barreras mecánicas o físicas: Están constituidas por una serie de estructuras y secreciones cuya función es
bloquear de forma mecánica e inespecífica el paso de los microorganismos. Estas barreras son:
La piel, una superficie impermeable para la mayoría de los microorganismos, excepto cuando se
produce en ella una herida o quemadura.
Las secreciones mucosas del aparato respiratorio y urogenital que atrapan y arrastran a los
microorganismos.
Los flujos de fluidos, como la orina o las lágrimas, que arrastran a los microorganismos.
Los cilios de las células epiteliales de las vías respiratorias, que con sus movimientos atrapan y
arrastran hacia fuera partículas extrañas para que posteriormente sean eliminadas mediante la tos o
el estornudo.
▪ Barreras químicas. Están formadas por una serie de sustancias cuyo fin es destruir de forma química e
inespecífica los posibles microorganismos invasores. Estas son:
El sudor, que con su composición crea un ambiente hostil para los microorganismos.
La lisozima de las lágrimas y la saliva, una enzima con propiedades antibióticas que destruye
la pared bacteriana.
Las secreciones ácidas del estómago y de la vagina, que impiden el crecimiento de los
microorganismos.
▪ Barreras biológicas. Están formadas por la flora bacteriana autóctona que se desarrolla manteniendo una
relación de comensalismo o simbiosis en distintas partes de nuestro cuerpo, como la piel, boca y el tracto
digestivo y urogenital. Ante la presencia de microorganismos extraños, con los que podrían competir por
los nutrientes y el espacio disponible, la flora bacteriana autóctona sintetiza sustancias que impiden el
desarrollo de organismos patógenos. Su acción es inespecífica.
Si por cualquier causa las barreras naturales son superadas y los microorganismos pueden acceder al medio
interno (no olvides que el interior del tubo digestivo, pulmones, etc. son medio externo) pueden ser
eliminados por los Fagocitos.
Los fagocitos son un tipo de leucocitos (glóbulos blancos de la línea o estirpe mieloide) que, de manera
inespecífica, ingieren y digieren cuanto agente extraño encuentren, incluyendo células tumorales y células
envejecidas del propio organismo. Estos fagocitos se desplazan por medio de pseudópodos; igualmente
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mediante estas prolongaciones citoplasmáticas capturan a sus presas que introducen en un “fagosoma” que, a
continuación, se fusiona con un lisosoma para iniciar su digestión.
Existen diversos tipos de fagocitos, cada uno de ellos con una función concreta: neutrófilos, eosinófilos,
monocitos. Todos ellos los veremos al estudiar las células que componen al Sistema Inmunológico.
Además de los fagocitos, existe otro tipo de células que participan también en esta segunda barrera
defensiva, son las células asesinas o NK (natural killers). Se trata de leucocitos, linfocitos, de mayor
tamaño que los B y los T, cuya acción es inducir a la muerte de las células propias infectadas por
gérmenes y de las células tumorales.
3)Respuesta inflamatoria
Cuando la piel se rompe y los microorganismos logran llegar a los tejidos internos y a sus células, por
ejemplo, por medio de una herida, una quemadura o una espina, el sistema inmunitario actúa en el lugar
de la infección mediante una serie de reacciones locales, conocidas, en conjunto, como reacción
inflamatoria o proceso inflamatorio. Las células de la zona afectada liberan sustancias denominadas
“mediadores de la inflamación”, como las histaminas y las prostaglandinas.
La reacción inflamatoria es un mecanismo local e inespecífico que tiene como finalidad aislar, inactivar y
destruir los agentes agresores y restaurar las zonas dañadas. Los signos de la inflamación son:
Edema o hinchazón de la zona. Los vasos sanguíneos se hacen más permeables, lo que
provoca la salida al espacio extracelular de plasma, provocando la inflamación de la zona.
Dolor. Provocado por la liberación de sustancias como las prostaglandinas que actúan
sobre las terminaciones nerviosas de la zona.
B) Mecanismos específicos
Van dirigidos contra cada antígeno en concreto que entre en contacto con nosotros, y que no ha sido
eliminado por la 2ª barrera defensiva. Por lo tanto, si tuviéramos que asignarle un número, representaría la
tercera, y definitiva, barrera defensiva.
Corre a cargo del Sistema Inmunitario, y en su respuesta, denominada respuesta inmunitaria inducida,
intervienen un tipo de leucocitos, los linfocitos, que reconocen la partícula infectante y elaboran una
compleja respuesta de defensa, que solo sirve para ese intruso.
- La respuesta inmunitaria humoral funciona por medio de sustancias químicas llamadas anticuerpos, cuya
síntesis la realizan los linfocitos B. Estos anticuerpos se fijarán a los gérmenes y moléculas extrañas con
capacidad antigénica provocando una serie de reacciones que conducirán a la destrucción de estos que,
posteriormente, serán fagocitados por los macrófagos, fundamentalmente.
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Son una serie de estructuras orgánicas relacionadas con la formación, maduración y acumulación de los
linfocitos (un tipo de glóbulo blanco). Se dividen en dos grupos: primarios y secundarios.
Estos órganos son la médula ósea y el timo. En ellos se producen, diferencian y maduran los diferentes
tipos de linfocitos (adquieren los receptores antigénicos específicos y aprenden a distinguir lo propio de lo
extraño).
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- Médula ósea roja. Se localiza en las cavidades del tejido óseo esponjoso. En ella es donde se encuentran las
células madre que originan todos los tipos de células sanguíneas, incluidas los linfocitos. En los
mamíferos, los linfocitos B se diferencian y maduran en ella. En las aves, esto ocurre en la Bolsa de
Fabricio, que es una estructura relacionada con la cloaca; en ella se forman los linfocitos B por
diferenciación y maduración de células precursoras que han emigrado hasta ella desde la médula ósea.
- Timo. Es un órgano formado por una masa de tejido conjuntivo que se encuentra detrás del esternón. En
él se diferencian y maduran los linfocitos T, tanto en las aves como en los mamíferos.
(El Timo comienza a degenerar en la adolescencia, es decir, va perdiendo su funcionalidad. Cuando deja de
funcionar definitivamente, los linfocitos T maduran en la piel y en la mucosa intestinal, aunque no es
suficiente; de ahí que se produzcan más infecciones al aumentar la edad o que estas sean de mayor
gravedad.)
Son órganos donde se acumulan los linfocitos e interaccionan con los antígenos. Se trata de órganos
especializados en “atrapar” antígenos para poder iniciar la respuesta inmune. Independientemente de por
dónde entren al organismo, el antígeno y los linfocitos se encontrarán siempre en los órganos linfoides
secundarios. Son tres:
- Los ganglios linfáticos. Son estructuras de 2 a 10 mm de diámetro, intercaladas entre la red de vasos
linfáticos, muy abundantes en las axilas, cuello, ingles, etc. En ellos los linfocitos B y T procedentes de los
órganos primarios entran en contacto con los antígenos, desencadenándose la respuesta inmunitaria.
- El bazo. Es un órgano esponjoso situado en la cavidad abdominal justo detrás del estómago, bajo el
diafragma y a continuación del páncreas. En él se filtra la sangre y se retienen las partículas antigénicas que
transporta.
- Tejido linfoide asociado a mucosas (MALT). Se localiza en las mucosas (gastrointestinal, respiratoria,
urogenital, etc) y las protege de los agentes patógenos que utilizan estas vías de entrada. En el MALT se
incluyen las amígdalas, los adenoides o vegetaciones, el apéndice vermiforme, las placas de Peyer, etc.
Las células que participan en la respuesta inmunitaria son los glóbulos blancos o leucocitos. Todos ellos derivan
de células madre pluripotenciales de la médula ósea roja que, después de su formación, se distribuyen por
la sangre, linfa, ganglios linfáticos e incluso en los espacios intercelulares de los tejidos. Se considera que hay
dos líneas principales de diferenciación: la línea mieloide y la línea linfoide.
◊ Línea mieloide
Está constituida por células que intervienen principalmente en la respuesta inmune inespecífica o
innata. Son células que se forman y maduran en la médula ósea, se desplazan por medio de
pseudópodos y tienen capacidad fagocítica. Por esta razón se les denomina genéricamente fagocitos.
tipos:
- Neutrófilos: son los primeros en llegar a la zona de infección, fagocitan restos celulares y bacterias.
b. Los monocitos. Son células grandes y sin granulaciones en el citoplasma. Se llaman monocitos cuando
circulan por los vasos sanguíneos, pero cuando salen de ellos y emigran a los tejidos, aumentan su
tamaño y su capacidad fagocítica, convirtiéndose en macrófagos.
Los macrófagos fagocitan partículas extrañas y células propias lesionadas; tienen función secretora,
producen citocinas que activan a otras células; y actúan en la respuesta específica como células
presentadoras de antígenos.
c. Los mastocitos. Se encuentran en los tejidos conectivos (conjuntivo, adiposo, cartilaginoso, óseo) y en las
mucosas. Participa en la liberación de mediadores inflamatorios en procesos alérgicos.
◊ Línea linfoide
Esta línea incluye a los linfocitos B y linfocitos T que intervienen en la respuesta inmune específica en
colaboración con los macrófagos. Por sus características morfológicas se incluyen en esta línea un tercer
tipo de linfocitos, no B y no T, llamados células NK (natural Killer) o células asesinas, aunque estas
actúan en la respuesta inmune inespecífica.
Son células redondeadas con un núcleo grande, citoplasma escaso y sin granulaciones; no tienen
capacidad fagocítica y presentan numerosos receptores en sus membranas. Se desarrollan y maduran en los
órganos linfoides primarios (la médula ósea y el timo). Se acumulan en grandes cantidades en el bazo, los
ganglios linfáticos y otros tejidos linfoides.
a. Linfocitos B. En los mamíferos se producen y maduran en la médula ósea, en las aves maduran en la
Bolsa de Fabricio. Son los responsables de la respuesta específica humoral, ya que producen
anticuerpos específicos ante la presencia de un antígeno. Si no son estimulados por un antígeno, estas
células maduran y mueren al cabo de pocos días. Por el contrario, si un linfocito B se encuentra con un
antígeno con una estructura tridimensional complementaria específica a sus receptores de membrana, la
célula se agranda y comienza a dividirse activamente. De esta división surgen dos tipos de células:
- Las células plasmáticas. Son células productoras de anticuerpos (miles de moléculas por segundo), que
vierten al torrente sanguíneo y que circulan por todo el cuerpo. Si la producción de células
plasmáticas fuera inmediata a la presencia del antígeno, la enfermedad no se produciría. Sin
embargo, las células plasmáticas tardan unos seis días en madurar, por lo que si el agente
patógeno, por ejemplo una bacteria, se reproduce rápidamente, el Sistema inmunitario puede
tardar en controlarlo. Al tratar al enfermo con antibióticos, que evitan la reproducción bacteriana,
se “da tiempo” a que las células plasmáticas maduren y se haga cargo de la infección. Viven pocos días.
- Linfocitos B con memoria. Son menos numerosas que las anteriores y también producen
anticuerpos; sin embargo, estas células permanecen toda la vida en el organismo (no mueren). La
segunda vez que un agente patógeno penetre en el organismo, estas células lo reconocen, lo
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b.Linfocitos T. Se diferencian y maduran en el Timo y, de ahí, pasan a los órganos linfoides secundarios. No
producen anticuerpos, son las responsables de la respuesta inmunológica celular, aunque algunos colaboran
en la respuesta humoral. Actúan contra células extrañas que penetran en nuestro organismo o contra
células propias que han sido alteradas (tumorales), destruyéndolas o marcándolas.
Linfocitos B Linfocitos T
Diferenciación Médula ósea Timo
Bolsa de Fabricio (aves)
Respuesta Humoral Celular
Células plasmáticas que Destruyen células infectadas por
Acción producen anticuerpos patógenos y cancerígenas
c. Células NK o células asesinas. Son un tipo de linfocito de mayor tamaño que los B y los T. Realizan
dos funciones: una acción citotóxica, induciendo la muerte (opoptosis) de las células propias infectadas
por gérmenes y de las células tumorales; y una acción reguladora, liberando citocinas que regulan a los
linfocitos B y T.
Las células del sistema inmunológico sintetizan y segregan moléculas de distinto tipo para comunicarse y llevar
a cabo su acción de defensa. Destacan las moléculas del complemento, las citocinas y, principalmente, los
anticuerpos.
b) Citocinas, interleucinas… Con estos términos se designa una serie de sustancias proteicas sintetizadas y
liberadas por leucocitos diversos, especialmente los macrófagos y los linfocitos T auxiliares, y que
tienen como principal función favorecer la respuesta contra los antígenos, al actuar como mensajeros
químicos y sistema de comunicación entre los leucocitos.
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Los anticuerpos se encuentran en el suero sanguíneo, los líquidos intersticiales, la sangre, la linfa,
secreciones (saliva, lágrimas, mucus, leche, etc.) y recubriendo algunos epitelios.
Los anticuerpos tienen forma de Y, constan de 4 cadenas polipeptídicas, dos de mayor tamaño
(cadenas pesadas o H) y dos de menor tamaño (cadenas ligeras o L). Las dos cadenas ligeras y las dos
pesadas son idénticas entre sí. La unión entre las dos cadenas pesadas y, entre estas y las ligeras, se realiza
por medio de enlaces por puentes disulfuro (- S – S -).
- Inmunoglobulinas A (IgA). Se localizan en la sangre, líquidos extracelulares, saliva, lágrimas, leche y mucus
que recubre el interior del aparato respiratorio y el intestino. Su función básica consiste en proteger las
mucosas de la invasión microbiana. Esta acción es fundamental para evitar la invasión de los virus, pues la IgA
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se unen a los lugares de la cápsida del virus por los que estos se adhieren a las células que van a utilizar
como hospedador.
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- Inmunoglobulinas M (IgM). Se localizan en la sangre, los líquidos extracelulares y sobre la superficie de los
linfocitos B (receptores de membrana), donde reconocen a los antígenos. Provocan la precipitación de los
antígenos solubles. Son los primeros anticuerpos que se producen tras la primera exposición a un antígeno
nuevo (respuesta inmunitaria primaria)
- Inmunoglobulinas E (IgE). Pueden encontrarse en la sangre y en los líquidos extracelulares. Se unen a las
membranas de los fagocitos, provocando que estos secreten enzimas digestivas que actúan sobre estructuras
que no pueden ser fagocitadas debido a su gran tamaño (algunos parásitos). Actúan también en los
procesos alérgicos.
Desde el punto de vista químico son, fundamentalmente, proteínas (simples o unidas a glúcidos o lípidos),
polisacáridos complejos, etc. También pueden ser moléculas sintéticas.
A) Reacción antígeno-anticuerpo
Cuando los anticuerpos se encuentran con el antígeno que provocó su aparición, se unen a él con la
finalidad de destruirlo, lo que origina el complejo antígeno-anticuerpo. La unión se produce mediante enlaces
débiles (puentes de hidrógeno, fuerzas de Van der Waals, fuerzas electrostáticas, etc), nunca mediante enlace
covalente porque la reacción es reversible.
- Neutralización: en ella, los anticuerpos actúan contra el propio patógeno, un virus por ejemplo, o contra los
antígenos producidos por el mismo. En el primer caso, el anticuerpo se une y bloquea la zona de unión
del virus con la célula huésped, impidiendo su penetración; en el segundo caso, se unen a las toxinas o
antígenos producidos por el patógeno, neutralizándolos.
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- Precipitación: cuando los antígenos son macromoléculas solubles con varios determinantes, al unirse con los
anticuerpos adquieren mayor tamaño y peso, pierden su solubilidad y precipitan.
- Opsonización: es un proceso que facilita la fagocitosis. Cuando los anticuerpos, que reciben el nombre de
opsoninas, se unen a antígenos que hay en la superficie de microorganismos o de partículas antigénicas y
los recubren (proceso denominado opsonización), actúan señalizándolos. De esta manera favorecen su
fagocitosis.
Las reacciones inmunológicas frente a los antígenos, dependen de la naturaleza de los mismos.
- Cuando la infección es extracelular, es decir, el agente infeccioso se propaga en el plasma, la linfa o por el
líquido intercelular o bien cuando sale de la célula infectada al exterior, la respuesta inmunológica es
de tipo humoral y en ella participan los linfocitos B.
◊ Respuesta humoral
En esta respuesta el elemento principal son los anticuerpos, que actúan contra los antígenos que
provocan su formación. Los anticuerpos son producidos por los linfocitos B. Cada linfocito B fabrica un único
anticuerpo específico.
Además de los linfocitos B participan un grupo de linfocitos T auxiliares, los Th-2, y los macrófagos. La
- Respuesta humoral en la que participan los linfocitos B y los linfocitos T colaboradores. Es la más
frecuente.
◊ Respuesta celular
Esta respuesta la llevan a cabo los linfocitos T citotóxicos y los linfocitos T auxiliares (Th) en colaboración con
otras células. Estos linfocitos T terminan atacando y destruyendo a las células portadoras de los antígenos.
Se denomina respuesta inmune primaria frente a un determinado antígeno a aquella que se origina
cuando dicho antígeno penetra en el organismo por primera vez e induce la síntesis de
anticuerpos.
En esta respuesta, se tarda un cierto tiempo en comenzar la síntesis de anticuerpos (recuerda que los
linfocitos B tienen que diferenciarse y originar células plasmáticas), aumentando su concentración poco a poco
hasta un máximo. Al cabo de un corto periodo de tiempo, la concentración de anticuerpos en la sangre va
disminuyendo hasta desaparecer prácticamente. En términos generales puede decirse que hacen falta unos
tres días para la aparición de Ac en la sangre, se alcanza el máximo hacia las dos semanas y desaparecen
transcurrido un mes desde el comienzo. En la respuesta inmune primaria se liberan, fundamentalmente,
IgM (inmunoglobulinas M).
Si existe un segundo contagio con el mismo antígeno, se produce una respuesta inmune secundaria. Tras la
primera respuesta se habían formado células de memoria (linfocitos B con memoria), células con la
capacidad de persistir en los tejidos linfoides durante meses, años o toda la vida, manteniendo su
capacidad de reconocer a los antígenos contra los que han sido creados. Ello hace que en esta segunda
respuesta la producción de anticuerpos sea más rápida, más eficaz y se mantenga durante más tiempo (se
alcanza en menos de dos semanas más del doble de la concentración obtenida en la respuesta primaria y
se mantiene una alta concentración en sangre por más de un mes). En ella se liberan, sobre todo, IgG
(inmunoglobulinas G)
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La capacidad para producir una respuesta inmunitaria secundaria (todas las veces que penetre el
anticuerpo que estamos considerando) puede mantenerse durante muchos años o incluso durante toda la vida.
Así, muchas enfermedades producidas por gérmenes patógenos, como el sarampión o la varicela, nunca se
vuelven a padecer, a pesar de que a lo largo de la vida se entra en contacto con ellos múltiples veces. Este
fenómeno se conoce como memoria inmunológica y es debido a la formación de linfocitos B de memoria tras
la respuesta primaria, los cuales tienen una larga vida (ellos o su descendencia), incluso tan larga como la del
ser vivo al que pertenecen.
Congénita
Adquirida
La inmunidad congénita es la que poseemos desde el momento del nacimiento y que implica que
determinas especies, razas o individuos sean inmunes a determinas enfermedades. Suele ser debida a
características fisiológicas de esa especie, raza o individuo que la hacen incompatibles con el
microorganismo invasor. Por ejemplo, el moquillo de los perros no afecta a la especie humana; las ovejas de
raza argelina son resistentes al carbunco, enfermedad propia de la especie ovina; las personas de raza negra
son más sensibles a la tuberculosis que las de raza blanca; se ha podido comprobar que aproximadamente
el 1% de la humanidad presenta inmunidad congénita frente al VIH, el agente causante del SIDA, debida a
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Esta inmunidad es llevada a cabo por células y moléculas que no precisan activación, ya que se encuentran
activadas antes de que aparezca en antígeno
La inmunidad adquirida es la que se consigue a lo largo de la vida del individuo, y es específica para un
determinado tipo de organismo patógeno o de las moléculas antigénicas producidas por él. La inmunidad
adquirida puede ser activa o pasiva.
La inmunidad adquirida activa se consigue cuando el propio organismo fabrica anticuerpos específicos
ante la presencia de microorganismos o moléculas antigénicas producidas por ellos. La inmunidad
activa puede ser natural o artificial.
- La inmunidad activa natural se produce cuando el organismo padece una enfermedad, fabrica sus
anticuerpos y mantienen sus células de memoria que, ante una nueva invasión, se multiplican
rápidamente dando una respuesta efectiva. Una inmunidad de este tipo nos la proporcionan
enfermedades como el sarampión, la tosferina o la varicela. Este tipo de inmunidad es de larga
duración y, concretamente, en nuestro caso dura toda la vida.
- La inmunidad activa artificial es la que nos proporcionan las vacunas, que consisten en administrar al
individuo microorganismos muertos o atenuados por el calor u otros tratamientos, de manera
que pierden su poder patógeno pero conservan sus determinantes antigénicos, por lo que
provocan en el huésped la aparición de anticuerpos.
Las vacunas del sarampión, poliomielitis, polio, etc., evitan que las personas padezcan dichas
enfermedades, dado que la primera inyección desarrolla una respuesta inmunitaria semejante a como
ocurriría si el individuo superara una primera infección por el agente antigénico (respuesta primaria) lo
que provee al organismo de células de memoria ante dichos antígenos; una segunda invasión
provocaría la aparición de la respuesta secundaría.
La vacunación es una medida preventiva. Sus efectos comienzan a ser eficaces después de un periodo
de tiempo variable, generalmente meses. Con excepciones, como la vacuna antirrábica, las vacunas
no son curativas, es decir, no resultan eficaces si se administran cuando el organismo ya está
infectado.
La inmunidad adquirida pasiva es la que el individuo no sintetiza los anticuerpos, sino que los recibe de
otros individuos que los han sintetizado. La inmunidad pasiva puede ser natural o artificial.
- La inmunidad pasiva natural es la que adquiere el feto y también el recién nacido a través de la
placenta o de la leche materna. Esta inmunidad es completa aunque temporal, alcanzando como
máximo un año.
Esta terapia se utiliza en situaciones de riesgo cuando se sospecha que se ha producido la infección y
los efectos dañinos pueden producirse muy rápidamente. Por ejemplo, en el caso de posibles
infecciones de patógenos que producen toxinas potentes como la difteria, el tétanos o picaduras
de animales que inyectan venenos peligrosos. También es aconsejable utilizarla en individuos con
defensas naturales bajas, para combatir infecciones víricas frente a las que no hay medicamentos,
como el sarampión o la hepatitis B.
La sueroterapia es una medida curativa, que solo es útil a corto plazo ya que los anticuerpos
inoculados sólo permanecen activos de dos a tres semanas, por lo que no provocan inmunización
de por vida. Incluso en algunos casos, el organismo reacciona ante estos anticuerpos, pues son de
origen extraño. Es aconsejable, después de pasar la infección, vacunarse contra el agente
infectante.
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Las inmunopatologías son las distintas alteraciones que presenta el sistema inmunitario. Pueden ser
reacciones contra sustancias inocuas o contra moléculas propias. Estas alteraciones originan
enfermedades más o menos graves en el organismo. Las más importantes son las enfermedades
autoinmunes (autoinmunidad) las inmunodeficiencias y las reacciones de hipersensibilidad.
◊ Autoinmunidad
Una característica del sistema inmunitario es su capacidad para diferenciar las moléculas propias de las
extrañas, contra las que reacciona. Sin embargo, en ocasiones, nuestro Sistema inmunitario no reconoce las
células propias, y reacciona contra ellas mediante reacciones inmunitarias. A este proceso se le denomina
autoinmunidad.
No se conocen bien las causas de las enfermedades autoinmunes, aunque parece que puede haber varias y
diferentes: que el organismo no haya eliminado durante la fase embrionaria los linfocitos T y B
autocorrectivos (linfocitos capaces de reaccionar con las estructuras propia, que solo poseemos durante el
desarrollo embrionario, y que eliminamos hacia el final de dicho desarrollo); existencia de antígenos
incorrectos en determinados órganos, como sucede en ocasiones en las células del páncreas, produciendo la
diabetes juvenil; o a diversos factores como herencia genética, edad avanzada, uso de ciertos fármacos,
infecciones víricas, estrés, etc.
Independientemente de las causas, lo que sí es cierto es que nuestro sistema inmunitario es capaz de
iniciar un proceso autodestructivo, provocando enfermedades cuyo desarrollo es lento pero progresivo.
Algunas de las enfermedades autoinmunes más conocidas son:
- La esclerosis lateral amiotrófica: se destruyen progresivamente los contactos entre las neuronas motoras
y las células musculares por lo que los músculos pierden la capacidad de contracción, llegándose a una
parálisis total.
- La artritis reumatoide: en la que quedan destruidos los cartílagos y otros tejidos conjuntivos de las
articulaciones produciendo dolor y su inutilización. - La diabetes juvenil: el páncreas queda dañado y con
imposibilidad de fabricar insulina.
- Ciertos tipos de hipotiroidismo se consideran causados por destrucción de las células secretoras del
tiroides, debidos a fenómenos de autoinmunidad.
◊ Inmunodeficiencia
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Lo contrario de la autoinmunidad son las inmunodeficiencias, que son situaciones patológicas producidas por la
ausencia o el fracaso de la actividad del sistema inmunológico, con lo cual el individuo se encuentra expuesto a
todo tipo de infecciones.
Si la inmunodeficiencia afecta sólo al sistema humoral, se presentarán infecciones bacterianas. Si la
inmunodeficiencia es esencialmente celular, las infecciones específicas serán las de crecimiento
intracelular, es decir, virus y también puede originarse un aumento en la tasa de aparición de tumores, ya que
están controlados por esa parte del sistema inmunológico.
- Las Inmunodeficiencias congénitas son patología debidas a un defecto genético, porque esa persona es
inmunodeficiente desde su nacimiento. En ellas ha fallado cualquiera de las etapas de la diferenciación
del sistema inmunitario y no ha desarrollado defensas. Es el caso de los niños burbuja, que tienen que vivir
en un ambiente totalmente esterilizado. Algunas personas se pueden curar mediante trasplantes de
médula ósea, con lo que podrán formar leucocitos, o mediante ingeniería genética.
- Las inmunodeficiencias adquiridas son provocadas por factores externos como fármacos utilizados en
quimioterapia contra el cáncer, personas afectadas por quemaduras o radiaciones, los casos de
malnutrición prolongada, o pacientes del VIH. Todos ellos tienen total o parcialmente anulado el sistema
inmunitario.
◊ Hipersensibilidad o alergia
La alergia es una respuesta exagerada del sistema inmunitario ante determinados elementos (células,
sustancias, etc.) que normalmente no presentan efectos perjudiciales para el organismo. Por tratarse de una
reacción desmesurada se habla también de hipersensibilidad. Es un problema muy extendido en la
actualidad, sobre todo en los países industrializados, en los que se alcanzan cifras de un 15 % a un 20 % de
personas afectadas.
Las sustancias que pueden producir reacciones alérgicas se denominan alérgenos, y su naturaleza es variada:
pólenes, sustancias químicas (plásticos, metales, gases...), ciertos alimentos, determinados fármacos, venenos
de insectos, ácaros del polvo, pelo y escamas epidérmicas de animales, etc. La lista de alérgenos crece día a
día y debe quedar claro que lo que para un individuo es un alérgeno para otro no tiene por qué serlo.
Las respuestas alérgicas presentan una sintomatología variada, dependiendo de las zonas de incidencia del
alérgeno; así, en el tracto respiratorio superior se originan congestión nasal y estornudos; en el inferior,
se contrae la musculatura lisa de los bronquiolos, disminuyendo su calibre y produciendo un ahogo
denominado asma; en el tracto gastrointestinal, a veces, aparece diarrea, náuseas, vómitos y espasmos
abdominales; en la piel, pueden provocar urticaria, eccemas y enrojecimiento y en los ojos conjuntivitis y
picor intenso. Finalmente, los alérgenos introducidos en el torrente sanguíneo pueden provocar anafilaxis o
choque anafiláctico.
- En un segundo contacto con el alérgeno, este se une a los mastocitos desencadenando la liberación de
sustancias químicas que inducen los síntomas típicos de la alergia. Entre estas sustancias están la
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Entre las causas productoras de las alergias se podrían citar el aumento de la contaminación, tanto
atmosférica como de las aguas, el uso de multitud de aditivos alimentarios o la bajada de defensas que
produce el estrés. Se sabe, además, que hay un fuerte componente genético en las alergias, puesto que si los
padres son alérgicos a algo, la probabilidad de que los hijos también sean alérgicos es alta.
Una última teoría, sin demostrar, acerca de la causa de la hipersensibilidad propone que el gran
aumento de las alergias entre los habitantes del mundo desarrollado podría deberse a la actuación de una
parte del sistema inmunitario que antaño luchaba frente a las parasitosis de organismos, metazoos tales
como gusanos intestinales y linfáticos (lombrices, tenias, filarias), insectos (pulgas, chinches y piojos),
arácnidos (garrapatas, arador de la sarna), etc. Hoy día, la higiene, la buena nutrición y la salud pública han
llevado “al paro” a este sistema defensivo que, sin otra cosa mejor que hacer, ha dirigido sus esfuerzos
contra casi cualquier elemento extraño que penetre. La prueba estaría en que la inmunoglobina de tipo E
(Ig E) aparece en altos niveles en las personas que tienen alergias y también en las que están infestadas por
parásitos.
De todos es conocido el problema que plantean los trasplantes de órganos y tejidos: el rechazo.
El rechazo consiste en la destrucción del órgano trasplantado por parte del sistema inmunitario del
receptor. Ya sabemos que cualquier elemento extraño de una cierta complejidad es considerado enemigo y el
sistema inmunitario pone en marcha mecanismos específicos tales como la respuesta celular y la
humoral.
Para minimizar el rechazo se busca la máxima compatibilidad entre donante y receptor. Esta
compatibilidad tiene que ver con los antígenos de superficie celular. Con esto evitamos un rechazo agudo del
órgano pero no el rechazo a medio o largo plazo.
Para poder convivir con el trasplante hay, además, que disminuir la eficacia del sistema inmunitario. Esto se
consigue mediante fármacos inmunodepresores.
Pero deprimir el sistema inmunitario (bajar las defensas) conlleva otro problema que es el de dejar al
organismo indefenso frente a los microorganismos patógenos y no patógenos que puedan penetrar e
incluso frente a células tumorales que se forman de manera habitual en todos los organismos.
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Por eso hay que llegar a un compromiso y deprimir el sistema inmunitario lo suficiente para evitar el
rechazo pero no más. Una persona trasplantada tiene que tomar inmunodepresores de por vida y estará
sometido a análisis periódicos para conocer el estado del trasplante y de los posibles tumores que podrían
producirse.
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El cáncer es una enfermedad en la que las células se dividen sin control, originando tumores, que son
masas de células anormales que destruyen los tejidos sanos. Si algunas de esas células se desprenden del tumor
y pasan al torrente circulatorio pueden invadir otras zonas, es lo que denominamos metástasis, de forma que
la enfermedad se extiende a otras partes del cuerpo.
El sistema inmunitario está siempre alerta y evita la aparición de tumores, ya que las células cancerígenas
presentan antígenos especiales en su superficie que pueden ser detectados como extraños por los
linfocitos T citotóxicos y así ser eliminadas. Una de las terapias más modernas en la lucha contra el cáncer es la
inmunoterapia, que se basa en potenciar las propias defensas del paciente.
ANEXO: Definiciones
- Inmunidad congénita o innata: Es la que poseemos determinados animales desde el nacimiento ante alguna
enfermedad producida por agentes que son patógenos para otras especies, razas o individuos. Esta inmunidad
es llevada a cabo por células y moléculas que no precisan activación, ya que se encuentran activadas antes
de que aparezca en antígeno. Por ejemplo, una rana tiene inmunidad congénita al carbunco, una enfermedad
común en las ovejas.
- Inmunidad adquirida o adaptativa: Es la que se adquiere a lo largo de la vida, a medida que el individuo
se encuentra con los patógenos y establece contacto específico con ellos. Puede ser activa o pasiva.
- Inmunidad pasiva: Es la inmunidad adquirida que se consigue cuando el individuo recibe los anticuerpos de
otros, pero él no los sintetiza. Puede ser pasiva natural, cuando el feto o el recién nacido reciben los
anticuerpos a través de la placenta o durante la lactancia, respectivamente; o pasiva artificial, cuando a un
enfermo se le inyecta un suero que contiene los anticuerpos específicos fabricados por otro individuo. La
inmunidad pasiva no genera memoria inmunológica.
- Inmunidad activa: Es la inmunidad adquirida que se consigue cuando el propio organismo fabrica anticuerpos
específicos ante la presencia de microorganismos o de antígenos producidos por ellos. Puede ser activa natural,
cuando el individuo fabrica anticuerpos porque padece la enfermedad; o activa artificial, cuando se ha
sometido a un proceso de vacunación mediante el que se introducen en su cuerpo microorganismos muertos o
atenuados que inducen a la producción de anticuerpos.
- Inmunidad artificial: Es la inmunidad adquirida mediante la intervención humana, por ejemplo mediante
vacunas o sueroterapia.
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- Inmunidad humoral: es la respuesta inmunológica específica en la que intervienen los linfocitos B; estas
células producen anticuerpos específicos que vierten a la sangre, ante la presencia de cualquier antígeno
que haya penetrado en el organismo.
- Inmunidad celular: es la respuesta inmunológica específica en la que intervienen los linfocitos T; estos actúan
contra células extrañas que penetran en nuestro organismo o contra células propia que han sido alteradas
(tumorales) o infectadas, destruyéndolas o marcándolas, pero no fabrican anticuerpos.
- Anticuerpo: Son moléculas proteicas producidas por los linfocitos B, concretamente por las células
plasmáticas, como respuesta a la presencia de un antígenos, y destinadas a unirse específicamente a él.
- Antígeno: Son microorganismos o sustancias no reconocidas por el organismo que, al penetrar en él,
desencadenan una respuesta inmunológica.
- Linfocito: es un tipo de glóbulo blanco que participa en la respuesta humoral (linfocito B) o en la respuesta
celular (linfocito T)
- Macrófago: son un tipo de glóbulo blanco que participa en la respuesta inflamatoria (inespecífica)
fagocitando partículas extrañas, producen sustancias que activan a otras células y actúan en la respuesta
inmunológica específica actuando como células “presentadoras de antígenos”.
- Inmunoglobulina: son glucoproteínas globulares, también llamadas anticuerpos, fabricadas por los linfocitos
B, como respuesta a la entrada de un antígeno en el organismo.
- Interferón: son proteínas segregadas por células infectadas por virus que actúan sobre otras células
haciéndolas producir sustancias que, si son infectadas por virus, inhiben la replicación del virus dentro de
ellas.
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invasoras.
- Memoria inmunológica: es la capacidad que tiene nuestro organismo de formar células defensivas y
anticuerpo (células de memoria) a partir de los linfocitos B, después de un primer contacto con un
determinado antígeno (respuesta primaria). Estas células permanecen en el organismo durante mucho tiempo
dispuestas para responder de forma más rápida, intensa y duradera, ante una nueva invasión del mismo
antígeno (respuesta secundaria).
- Vacuna: consiste en inocular a un individuo microorganismos muertos o atenuados (con poca capacidad
antigénica), de manera que inducen al sistema inmunitario de ese individuo a fabricar anticuerpos y, con
ellos, células de memoria para que, en el caso real de una infección por ese patógeno, el organismo esté
preparado.
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